Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
En este texto utiliza un ejemplo de su experiencia con sus pacientes. Explica que hay acciones
que realizan estos que parecen no tener sentido alguno, pero que si lo tienen. Muchos pacientes
cuando entraban en el consultorio, dejaban por detrás dos puertas abiertas que separaban el
consultorio de la sala de espera. Pero dicha acción solo la realizaban cuando no se encontraba nadie
en la sala de espera, mientras cuando había gente acompañándolo, también para ser atendidos, esta
acción no tenía lugar. Freud encuentra como explicación a esto, el desprecio por el analista y explica
que el paciente inconscientemente tiene la sensación de que si deja la puerta abierta no pasa nada
porque no si no hay gente en la sala de espera y nadie vendrá después, entonces nadie podrá
escucharlo. Estas acciones tienen un sentido y un propósito dice el autor y es de lo más inconsciente
para el paciente.
Freud propone prestarle mayor atención a esos detalles en el trabajo psicoanalítico, para así
dar cuenta del porqué de tal acción sintomática. En esto se diferencia de la psiquiatría, en tanto que
esta última no presta atención a aquello. Solo le presta importancia al síntoma y se interesa por el
diagnóstico y el pronóstico y esto lo explica como se expresó anteriormente, por un determinismo
hereditario. La psiquiatría no se centra en los detalles, ni hace observaciones con profundidad,
mientras que el psicoanálisis si lo hace. Para el psicoanálisis la acción sintomática es la fuente del
tratamiento analitico y debe ser interpretado porque en ella se descubre un propósito.
3-¿Cómo se define el método analítico? Explique sus invariantes y aquellas variables que lo
atraviesan
El método analítico es un instrumento para el tratamiento y se define en la clínica a partir de
cuatro reglas que resultan fundamentales para dar lugar a un tratamiento viable. Estas reglas son la
atención flotante, la abstinencia, la neutralidad y la asociación libre. Lo que se busca mediante ellas
es develar la causa del síntoma, es decir, hacer conciente lo inconciente, aquello reprimido causante
del padecimiento del analizante.
Todo conflicto se relaciona con la vida del paciente y será el trabajo en el análisis lo que
permitirá descubrir esto. Respecto a las reglas ya dichas, la asociación libre es la que permite ir
descubriendo y destrabando las inhibiciones, angustias y represiones del paciente y por ende el
acercamiento al núcleo patógeno. El paciente junto con el analista irá realizando diferentes
resignificaciones a partir de su discurso. La asociación libre sabemos que implica que el paciente
pueda decir lo primero que se le ocurra o que le venga a la mente, sin omitir nada.
Las reglas de neutralidad y abstinencia también son importantes ya que dan lugar a que haya
asociación libre. La primera de ellas consiste en que el analista no se involucre afectivamente en el
discurso del paciente, mantenerse neutro en cuanto al relato de este, no exponiendo los propios
deseos, juicios o valores. El analista debe dejar a un lado su propia subjetividad en el actuar frente al
paciente. Sus interpretaciones no deben ser precipitadas y no deben estar vinculadas con la propia
historia de vida.
Por otra parte, la abstinencia implica no responder a la demanda de amor del paciente.
Resulta importante que el analista no muestre su falta, no se muestre castrado ya que es el paciente
quien lo ubica en lugar de sujeto supuesto saber, le atribuye a su analista el saber acerca de su
sufrimiento, es quien va a darle respuesta sobre aquello que le pasa.
En todo análisis lo que mueve el trabajo es el padecer del paciente y también la necesidad de
sanar. Tanto la neutralidad como la abstinencia guardan relación con la asociación libre. Obstruir la
escucha, interfiere en la libre asociación del paciente, no dejando aflorar su inconsciente. La escucha
parejamente flotante es fundamental, es necesario que el analista no se detenga en ningún punto
del discurso de su paciente y que escuche de igual manera todo el relato. Estas cuatro reglas hasta
aquí explicadas, son invariables, se dan en todos los tratamientos de igual manera y lo que hacen es
facilitar la instalación y el manejo de la transferencia.
Freud junto al método analitico agrega una serie de consejos para el analista. Por un lado
aconseja no tomar nota en las sesiones y respecto a sus diferentes pacientes, porque esto implicaría
detenerse en algo específico del discurso e interfiera en la escucha pareja y flotante. Solo se harán
excepciones en el caso de tener que anotar fechas o nombres, sueños, etc. También aconseja
destinar un día y horario específico para cada paciente, incluso aunque éste no acuda a la sesión, ese
tiempo no debe ser ocupado por otra actividad. Este consejo también lo aplica respecto a los pagos
de las sesiones, es decir hay que estipular un precio e indicarle al paciente. La terapia analitica no es
asistencial por lo tanto el dinero de alguna forma también marca y forma parte del encuadre del
tratamiento. Dice Freud que el hombre trata al dinero al igual que las cosas sexuales.
Otro de los consejos que incluye es respecto al uso del diván, lo considera necesario ya que
no puede mantener la mirada sobre paciente por mucho tiempo e incluso considera que puede
influir sobre el decir del paciente si lo tuviese cara a cara. El uso del diván tiene el propósito de
prevenir la contaminación de la transferencia. El último de los consejos tiene que ver con las
comunicaciones, mientras haya asociaciones, comunicaciones, ocurrencias entonces no hay que
intervenir repecto a la trasnferencia, solo en el caso de que esta advenga como resistencia ya que
esto indicaria que estamos cerca de aquello reprimido.
Por último, respecto a las variantes con las cuales nos encontramos en el metodo analitico,
estas tienen que hay que prestar mayor atención al caso por caso, tener en cuenta el contexto socio-
histórico, la institución con la que se trabaja y los horarios, la duración de las sesiones al igual que el
costo de las mismas. Todo esto es lo que varia en un tratamiento analitico, ya que dependerá de
cada sujeto particular.
4 -Desarrolle los conceptos de neutralidad y abstinencia y explique su importancia para el método
analítico.
El método analitico se compone de cuatro reglas fundamentales relacionadas entre sí y que
permiten el buen desarrollo del análisis psicoanalítico. Entre ellas podemos encontrar la neutralidad
y la abstinencia. La primera consiste en que el analista no se involucre afectivamente en el discurso
del paciente, mantenerse neutro en cuanto al relato de este, no exponiendo los propios deseos,
juicios o valores. El analista debe dejar a un lado su propia subjetividad en el actuar frente al
paciente. Sus interpretaciones no deben ser precipitadas y no deben estar vinculadas con la propia
historia de vida.
Por otra parte, la abstinencia implica no responder a la demanda de amor del paciente.
Resulta importante que el analista no muestre su falta, no se muestre castrado ya que es el paciente
quien lo ubica en lugar de sujeto supuesto saber, le atribuye a su analista el saber acerca de su
sufrimiento, es quien va a darle respuesta sobre aquello que le pasa.
En todo análisis lo que mueve el trabajo es el padecer del paciente y también la necesidad de
sanar. Tanto la neutralidad como la abstinencia guardan relación con la asociación libre. Obstruir la
escucha, interfiere en la libre asociación del paciente, no dejando aflorar el inconsciente del mismo.
Siempre lo expuesto por el paciente en el análisis es guiado por el analista, quien tiene la
función de orientar hacia los recuerdos que se involucran con su sufrimiento. Las reglas hasta aquí
expuestas son necesarias para un análisis viable. Ambas crean condiciones ventajosas para el trabajo
analitico. Además de proteger los sentimientos de quien analiza, facilitan y dan lugar a que el
paciente pueda asociar su relato con la historia de su vida y por tanto acercarse a una posible
curación.
5- Defina y desarrolle desde Freud las cuatro reglas imprescindibles del método psa
Para Freud existen cuatro reglas fundamentales que permiten llevar a cabo un buen análisis.
Se dan dentro de una relación transferencial entre el analista y el paciente. Desde el lugar del
paciente, resulta importante la asociación libre. Esta regla deja al analista en una posición de oyente,
donde el paciente tiene la libertad de decir todo lo que se le ocurra, sin selección alguna, dejando así
florecer algo de lo inconsciente con lo que se trabajará dentro del análisis. La postura del analista
frente a lo que escucha y lo que se va presentando es muy importante y en esto consisten las otras
reglas que forman parte del método psicoanalítico. Primeramente, la escucha debe ser parejamente
flotante, esto quiere decir que el analista no debe detenerse ni seleccionar nada del discurso del
paciente, que lo pueda llevar a hacer interpretaciones previas que se correspondan con sus
expectativas, juicios, etc. De aquí se desprende la neutralidad que debe mantener el analista con
respecto a lo que oye. Las intervenciones que este haga no deben estar atravesadas por valores,
creencias, juicios, etc. Quien interviene no es la persona, sino el analista desde su rol. Es decir, no
pone en juego su propia subjetividad, ya que esto lo mostraría como castrado y dejaría de estar en el
lugar de sujeto supuesto de saber.
Por último, cabe destacar que todo se da bajo un encuentro transferencial el cual mantiene
la relación analitica y en la misma el analista debe abstenerse de involucrar sus sentimiento, su
historia o sus deseos. No debe involucrarse afectivamente con el discurso del paciente, no debe
responder a la demanda del mismo, sino interrogarla. Todas las reglas son importantes e
indispensables, guardan absoluta conexión. Sin la abstinencia ni la neutralidad por parte del analista
no se podría dar la asociación libre del paciente, junto con la atención flotante que permite ordenar
de alguna manera el discurso y conducirlo hacia el encuentro con la respuesta a su padecer. Esto solo
podría ser posible bajo una relación transferencial ya que es la misma la que impulsa y da lugar al
trabajo analitico.
Todo conflicto se relaciona con la vida del paciente y será el trabajo en el análisis lo que
permitirá descubrir esto. Respecto a las reglas ya dichas, la asociación libre es la que permite ir
descubriendo y destrabando las inhibiciones, angustias y represiones del paciente y por ende el
acercamiento al núcleo patógeno. El paciente junto con el analista irá realizando diferentes
resignificaciones a partir de su discurso. La asociación libre sabemos que implica que el paciente
pueda decir lo primero que se le ocurra o que le venga a la mente, sin omitir nada.
Las reglas de neutralidad y abstinencia también son importantes ya que dan lugar a que haya
asociación libre. La primera de ellas consiste en que el analista no se involucre afectivamente en el
discurso del paciente, mantenerse neutro en cuanto al relato de este, no exponiendo los propios
deseos, juicios o valores. El analista debe dejar a un lado su propia subjetividad en el actuar frente al
paciente. Sus interpretaciones no deben ser precipitadas y no deben estar vinculadas con la propia
historia de vida.
Por otra parte, la abstinencia implica no responder a la demanda de amor del paciente.
Resulta importante que el analista no muestre su falta, no se muestre castrado ya que es el paciente
quien lo ubica en lugar de sujeto supuesto saber, le atribuye a su analista el saber acerca de su
sufrimiento, es quien va a darle respuesta sobre aquello que le pasa.
En todo análisis lo que mueve el trabajo es el padecer del paciente y también la necesidad de
sanar. Tanto la neutralidad como la abstinencia guardan relación con la asociación libre. Obstruir la
escucha, interfiere en la libre asociación del paciente, no dejando aflorar su inconsciente. La escucha
parejamente flotante es fundamental, es necesario que el analista no se detenga en ningún punto
del discurso de su paciente y que escuche de igual manera todo el relato. Estas cuatro reglas hasta
aquí explicadas, son invariables, se dan en todos los tratamientos de igual manera y lo que hacen es
facilitar la instalación y el manejo de la transferencia.
Freud junto al método analitico agrega una serie de consejos para el analista. Por un lado
aconseja no tomar nota en las sesiones y respecto a sus diferentes pacientes, porque esto implicaría
detenerse en algo específico del discurso e interfiera en la escucha pareja y flotante. Solo se harán
excepciones en el caso de tener que anotar fechas o nombres, sueños, etc. También aconseja
destinar un día y horario específico para cada paciente, incluso aunque éste no acuda a la sesión, ese
tiempo no debe ser ocupado por otra actividad. Este consejo también lo aplica respecto a los pagos
de las sesiones, es decir hay que estipular un precio e indicarle al paciente. La terapia analitica no es
asistencial por lo tanto el dinero de alguna forma también marca y forma parte del encuadre del
tratamiento. Dice Freud que el hombre trata al dinero al igual que las cosas sexuales.
Otro de los consejos que incluye es respecto al uso del diván, lo considera necesario ya que
no puede mantener la mirada sobre paciente por mucho tiempo e incluso considera que puede
influir sobre el decir del paciente si lo tuviese cara a cara. El uso del diván tiene el propósito de
prevenir la contaminación de la transferencia. El último de los consejos tiene que ver con las
comunicaciones, mientras haya asociaciones, comunicaciones, ocurrencias entonces no hay que
intervenir repecto a la trasnferencia, solo en el caso de que esta advenga como resistencia ya que
esto indicaria que estamos cerca de aquello reprimido.
Por último, respecto a las variantes con las cuales nos encontramos en el metodo analitico,
estas tienen que hay que prestar mayor atención al caso por caso, tener en cuenta el contexto socio-
histórico, la institución con la que se trabaja y los horarios, la duración de las sesiones al igual que el
costo de las mismas. Todo esto es lo que varia en un tratamiento analitico, ya que dependerá de
cada sujeto particular.
INICIACIÓN DEL TRATAMIENTO
1- Relacionar lo que dice Freud sobre las entrevistas preliminares (yo la saque de iniciación del
tratamiento) y el criterio de analizabilidad de Aulagnier
La clínica psicoanalítica tiene particularidades que la diferencian de otras clínicas. Los
pacientes no comienzan el análisis con solo presentarse en un consultorio. Es un proceso donde se
deben tener en cuenta varias cosas. Primeramente Freud considera una serie de entrevistas
preliminares como un periodo de prueba. Las mismas permiten conocer acerca del caso, si es posible
que el mismo pueda responder a un tratamiento psicoanalítico o no, ya que existen diagnósticos que
no son aptos para responder a un terapia de este tipo. Por lo tanto, estas entrevistas también
permiten realizar un diagnóstico diferencial.
Por otra parte, estas entrevistas son limitadas en el tiempo, se dan por un periodo breve y no
deben prolongarse más de una o dos semanas. Durante las mismas se está bajo las reglas del
psicoanálisis y por lo tanto, extender estas entrevistas puede provocar en el paciente una sensación
de intento fallido de curación. Freud considera importante también, que no exista relación afectiva o
conocimiento previo del analista y del paciente. Esto puede traer consecuencias y perjudicar el
tratamiento. Piera Aulagnier considera que deben realizarse en un tiempo previo a que se instale la
transferencia porque esto podría causar que el paciente desemboque en el analista proyecciones
acerca de su historia de vida, su padecimiento. Quizás no esté en condiciones de entrar en un
tratamiento psicoanalítico o el analista no considere apropiado ocupar el puesto de analista.
Estas entrevistas, dice Aulagnier, permiten al analista encontrar los datos suficientes para
conocer el diagnóstico, pero también para saber sobre aquello que puede ser analizable. Esto último
tiene que ver con lo que se puede poner en juego en el tratamiento y que le permitirá de alguna
manera al paciente renunciar a parte de sus satisfacciones pulsionales, hacerle frente a lo
inconsciente, la fuente donde se ubica el padecimiento. Dice esta autora que analizable será quien
pueda hacer frente a su padecimiento, que esté dispuesto a enfrentarse con sus síntomas. Entender
algo como analizable tiene que ver con creer que pasar por el análisis va a mejorar y modificar algo
de su vivenciar, de su sufrimiento.
Por último, cabe destacar, que teniendo en cuenta los tiempos que demanda el psicoanálisis
tanto el análisis, las interpretaciones y que cada tratamiento dependerá no solo de como lleve a cabo
el análisis el analista, sino también del inconsciente de cada paciente. No hay forma de poder
explicitar acertadamente cuánto durará la terapia, pero si es necesario informarle al paciente todo lo
necesario que deba saber para que pueda decidir si iniciar o no el tratamiento. No olvidemos que el
psicoanálisis como práctica debe ser también ético.
2- Relacione “No podemos acrecentar demasiado la cantidad de las primeras entrevistas
preliminares sin correr el riesgo de que nuestra negativa se produzca demasiado tarde, con
menoscabo de economía psíquica del sujeto” ( Piera Aulagnier, Capítulo 3, página 169).
Para Freud, entender si un sujeto es apto para análisis o no implica entender de alguna
forma que el análisis va a serle útil al paciente para poder esclarecer su sufrimiento, poder acceder a
su inconsciente donde se encuentra el núcleo de todo su padecer psíquico. Si el paciente durante el
periodo de entrevistas previas, decidiera abandonar, se ahorraría un intento fallido de curación, dice
Freud.
Luego de haber tenido varias de estas entrevistas y habiendo entrado en transferencia, se
podrá dar inicio al tratamiento. El diagnóstico siempre se dará en transferencia.
Siguiendo con lo hasta aquí mencionado, Miller, considera por su parte, que comenzar un
análisis requiere de tres niveles previos. Por un lado, lo que él llama avaluación clínica que permite
diferenciar si se está frente a una estructura psicótica, neurótica o si se trata de una perversión. En
este nivel se dan las entrevistas preliminares, las cuales no son limitadas, ya que el autor considera
que no tienen un tiempo determinado a diferencia de Freud y de Aulagnier. Luego está el nivel de La
localización subjetiva que tiene que ver con la posición que asume quien demanda análisis con
aquello que lo aqueja, como se posiciona frente a su padecimiento. Por último, la introducción al
inconsciente que remite a como el analista responde al relato del paciente, como interviene y como
acerca al sujeto a decir lo que desea.
Vale resaltar que la localización subjetiva también abarca al analista, en como el analista
logra que el paciente se implique en su padecer, en sus síntomas. Pasa de quejarse de los otros a
quejarse de sí mismo. Si se produce esto dirá Miller, entonces recién ahí el sujeto puede entrar en
análisis.
La clínica psicoanalítica es llevada a cabo bajo una serie de reglas que resultan
fundamentales para un análisis. No tienen carácter de obligatoriedad dice freud, sino que han sido
fruto de su experiencia. Sin embargo, en ellas radica la ética del psicoanálisis y permiten logros
dentro del tratamiento. Así lo postula Freud en su escrito “sobre iniciación del tratamiento”.
También, establece lo que se denomina un “periodo de prueba” que consiste en recibir y aceptar a
quienes consultan por un análisis, solo de manera provisoria. Durante un par de semanas y no más
que eso mantendrá el analista con ellos ciertas entrevistas previas. Estas le permiten al analista
acceder a mayor información sobre el caso, así como también decidir si el sujeto es apto para el
análisis o no. Durante ese lapso si el sujeto decidiera abandonar se ahorraría un intento fallido de
curación, así lo expresa Freud. Otro punto importante que tienen estas entrevista, es su motivación
diagnóstica. Recién luego de varias entrevistas y habiendo entrado en transferencia, se podrá dar
inicio al tratamiento. El diagnóstico siempre se dará en transferencia.
Por su parte, Piera Aulagnier a esas entrevistas previas las llama “entrevistas preliminares” y
a través de ella se consigue datos importantes mediante los cuales puede acceder a un diagnóstico y
distinguir lo analizable del caso. Esto último implica entender de alguna forma que el análisis va a
serle útil al paciente para poder esclarecer su sufrimiento, poder acceder a su inconsciente donde se
encuentra el núcleo de todo su padecer psíquico. Agrega además que una vez que se consigue una
respuesta, el analista deberá tomar la decisión de elegir entre ocupar el cargo de analista para con el
paciente o no hacerlo. El tiempo en todo esto es un factor importante, ya que el mayor tiempo está
destinado a la interpretación, la cual no tiene fecha fija. Mientras que las entrevistas preliminares,
decidir si el paciente es apto para el análisis y elegir los movimiento de apertura es lo que menor
tiempo requiere. Una prolongación de las entrevistas podría causar que el paciente por efecto de la
transferencia proyecte en el analista su padecimiento, su historia personal, y si el analista decidiera
no atenderlo, no tomarlo en análisis, esto podría provocar en el sujeto la sensación del más terrible
abandono.
Siguiendo con lo hasta aquí mencionado respecto de lo que para Freud conlleva la iniciación
del tratamiento y los aportes de Piera Aulagnier. Miller, considera que comenzar un análisis requiere
de tres niveles previos. Por un lado la avaluación clínica que permite diferenciar si se está frente a
una estructura psicótica, neurótica o si se trata de una perversión. En este nivel se dan las entrevistas
preliminares, las cuales no son limitadas, ya que el autor considera que no tienen un tiempo
determinado a diferencia de Freud y de Aulagnier. Luego está el nivel de La localización subjetiva que
tiene que ver con la posición que asume quien demanda análisis con aquello que lo aqueja, como se
posiciona frente a su padecimiento. Por último, la introducción al inconsciente que remite a como el
analista responde al relato del paciente, como interviene y como acerca al sujeto a decir lo que
desea.
Vale resaltar que la localización subjetiva también abarca al analista. En como el analista
logra que el paciente se implique en su padecer, en sus síntomas, donde pasa de quejarse de los
otros a quejarse de sí mismo. Si se produce esto dirá Miller, entonces recién ahí el sujeto puede
entrar en análisis.
Juzgar lo analizable es creer que la experiencia analítica permitirá esclarecer el conflicto inconsciente
que está en la fuente de todo sufrimiento psíquico que aqueja al sujeto. Piera Aulagnier explica que
una vez que el analista haya llegado a una respuesta, y si ella es positiva, tendrá que decidir si tiene o
no interés en proponerse a este sujeto como su eventual analista.
De este modo las entrevistas preliminares ayudaran al analista a elegir los movimientos de
apertura. El puesto que se le propone al sujeto de análisis, la frecuencia de las sesiones, la fijación de
los honorarios o la estrategia que tomara el analista para entablar dialogo con el paciente, formarán
parte de los movimientos de apertura que tendrán como objetivo disminuir los efectos de los
movimientos de la resistencia que puedan ir apareciendo.
La clínica psicoanalítica es llevada a cabo bajo una serie de reglas que resultan
fundamentales para un análisis. No tienen carácter de obligatoriedad dice freud, sino que han sido
fruto de su experiencia. Sin embargo, en ellas radica la ética del psicoanálisis y permiten logros
dentro del tratamiento. Así lo postula Freud en su escrito “sobre iniciación del tratamiento”.
También, establece lo que se denomina un “periodo de prueba” que consiste en recibir y aceptar a
quienes consultan por un análisis, solo de manera provisoria. Durante un par de semanas y no más
que eso mantendrá el analista con ellos ciertas entrevistas previas. Estas le permiten al analista
acceder a mayor información sobre el caso, así como también decidir si el sujeto es apto para el
análisis o no. Durante ese lapso si el sujeto decidiera abandonar se ahorraría un intento fallido de
curación, así lo expresa Freud. Otro punto importante que tienen estas entrevista, es su motivación
diagnóstica. Recién luego de varias entrevistas y habiendo entrado en transferencia, se podrá dar
inicio al tratamiento. El diagnóstico siempre se dará en transferencia.
Por su parte, Piera Aulagnier a esas entrevistas previas las llama “entrevistas preliminares” y
a través de ella se consigue datos importantes mediante los cuales puede acceder a un diagnóstico y
distinguir lo analizable del caso. Esto último implica entender de alguna forma que el análisis va a
serle útil al paciente para poder esclarecer su sufrimiento, poder acceder a su inconsciente donde se
encuentra el núcleo de todo su padecer psíquico. Agrega además que una vez que se consigue una
respuesta, el analista deberá tomar la decisión de elegir entre ocupar el cargo de analista para con el
paciente o no hacerlo. El tiempo en todo esto es un factor importante, ya que el mayor tiempo está
destinado a la interpretación, la cual no tiene fecha fija. Mientras que las entrevistas preliminares,
decidir si el paciente es apto para el análisis y elegir los movimiento de apertura es lo que menor
tiempo requiere. Una prolongación de las entrevistas podría causar que el paciente por efecto de la
transferencia proyecte en el analista su padecimiento, su historia personal, y si el analista decidiera
no atenderlo, no tomarlo en análisis, esto podría provocar en el sujeto la sensación del más terrible
abandono.
Siguiendo con lo hasta aquí mencionado respecto de lo que para Freud conlleva la iniciación
del tratamiento y los aportes de Piera Aulagnier. Miller, considera que comenzar un análisis requiere
de tres niveles previos. Por un lado la avaluación clínica que permite diferenciar si se está frente a
una estructura psicótica, neurótica o si se trata de una perversión. La localización subjetiva como
segundo nivel, tiene que ver con la posición que asume quien demanda análisis con aquello que lo
aqueja, como se posiciona frente a su padecimiento. Por último, la introducción al inconsciente que
remite a como el analista responde al relato del paciente, como interviene y como acerca al sujeto a
decir lo que desea.
Vale resaltar que la localización subjetiva también abarca al analista. En como el analista
logra que el paciente se implique en su padecer, en sus síntomas, donde pasa de quejarse de los
otros a quejarse de sí mismo. Si se produce esto dirá Miller, entonces recién ahí el sujeto puede
entrar en análisis.
5- El concepto de analizabilidad.
6- Definir las entrevistas preliminares según Piera Aulagnier y relacionar con el movimiento de
apertura en las neurosis.
La clínica psicoanalítica es llevada a cabo bajo una serie de reglas que resultan
fundamentales para un análisis. No tienen carácter de obligatoriedad dice freud, sino que han sido
fruto de su experiencia. Sin embargo, en ellas radica la ética del psicoanálisis y permiten logros
dentro del tratamiento. Así lo postula Freud en su escrito “sobre iniciación del tratamiento”.
También, establece lo que se denomina un “periodo de prueba” que consiste en recibir y aceptar a
quienes consultan por un análisis, solo de manera provisoria. Durante un par de semanas y no más
que eso mantendrá el analista con ellos ciertas entrevistas previas. Estas le permiten al analista
acceder a mayor información sobre el caso, así como también decidir si el sujeto es apto para el
análisis o no. Durante ese lapso si el sujeto decidiera abandonar se ahorraría un intento fallido de
curación, así lo expresa Freud. Otro punto importante que tienen estas entrevista, es su motivación
diagnóstica. Recién luego de varias entrevistas y habiendo entrado en transferencia, se podrá dar
inicio al tratamiento. El diagnóstico siempre se dará en transferencia.
Por su parte Piera Aulagnier le da el nombre de “entrevistas preliminares” a esos encuentros
previos con el paciente. Estos, tienen como objetivo que el analista obtenga mayor información
sobre el paciente, que pueda realizar un diagnóstico del mismo y determinar si es analizable o no.
Ningún tratamiento analitico puede comenzar sin haber realizado anteriormente esta serie de
entrevistas.
Con respecto a detectar lo analizable de lo que no, Aulagnier dice que implica entender de
alguna forma que el análisis va a serle útil al paciente para poder esclarecer su sufrimiento, poder
acceder a su inconsciente donde se encuentra el núcleo de todo su padecer psíquico. Agrega además
que una vez que se consigue una respuesta, el analista deberá tomar la decisión de elegir entre
ocupar el cargo de analista para con el paciente o no hacerlo. El tiempo en todo esto es un factor
importante, ya que el mayor tiempo está destinado a la interpretación, la cual no tiene fecha fija.
Mientras que las entrevistas preliminares, decidir si el paciente es apto para el análisis y elegir los
movimiento de apertura es lo que menor tiempo requiere. Una prolongación de las entrevistas
podría causar que el paciente por efecto de la transferencia proyecte en el analista su padecimiento,
su historia personal, y si el analista decidiera no atenderlo, no tomarlo en análisis, esto podría
provocar en el sujeto la sensación del más terrible abandono.
MIller por su parte considera que comenzar un análisis requiere de tres niveles previos. Por
un lado la avaluación clínica que permite diferenciar si se está frente a una estructura psicótica,
neurótica o si se trata de una perversión. La localización subjetiva como segundo nivel, tiene que ver
con la posición que asume quien demanda análisis con aquello que lo aqueja, como se posiciona
frente a su padecimiento. Por último, la introducción al inconsciente que remite a como el analista
responde al relato del paciente, como interviene y como acerca al sujeto a decir lo que desea.
Vale resaltar que la localización subjetiva también abarca al analista. En como el analista
logra que el paciente se implique en su padecer, en sus síntomas, donde pasa de quejarse de los
otros a quejarse de sí mismo. Si se produce esto dirá Miller, entonces recién ahí el sujeto puede
entrar en análisis.
Freud considera que la iniciación de un tratamiento psicoanalítico no es, sin lo que él llama
“periodo de prueba”. El mismo consiste en recibir y aceptar a quienes consultan por un análisis, solo
de manera provisoria. Durante un par de semanas y no más que eso mantendrá el analista con ellos
ciertas entrevistas previas. Estas le permiten al analista acceder a mayor información sobre el caso,
así como también decidir si el sujeto es apto para el análisis o no. Durante ese lapso si el sujeto
decidiera abandonar se ahorraría un intento fallido de curación, así lo expresa Freud. Otro punto
importante que tienen estas entrevista, es su motivación diagnóstica. Recién luego de varias
entrevistas y habiendo entrado en transferencia, se podrá dar inicio al tratamiento. El diagnóstico
siempre se dará en transferencia.
Con respecto a detectar lo analizable de lo que no, Aulagnier dice que implica entender de
alguna forma que el análisis va a serle útil al paciente para poder esclarecer su sufrimiento, poder
acceder a su inconsciente donde se encuentra el núcleo de todo su padecer psíquico. Agrega además
que una vez que se consigue una respuesta, el analista deberá tomar la decisión de elegir entre
ocupar el cargo de analista para con el paciente o no hacerlo. El tiempo en todo esto es un factor
importante, ya que el mayor tiempo está destinado a la interpretación, la cual no tiene fecha fija.
Mientras que las entrevistas preliminares, decidir si el paciente es apto para el análisis y elegir los
movimiento de apertura es lo que menor tiempo requiere. Una prolongación de las entrevistas
podría causar que el paciente por efecto de la transferencia proyecte en el analista su padecimiento,
su historia personal, y si el analista decidiera no atenderlo, no tomarlo en análisis, esto podría
provocar en el sujeto la sensación del más terrible abandono.
MIller por otro lado considera que comenzar un análisis requiere de tres niveles previos. Por
un lado la avaluación clínica que permite diferenciar si se está frente a una estructura psicótica,
neurótica o si se trata de una perversión. La localización subjetiva como segundo nivel, tiene que ver
con la posición que asume quien demanda análisis con aquello que lo aqueja, como se posiciona
frente a su padecimiento. Por último, la introducción al inconsciente que remite a como el analista
responde al relato del paciente, como interviene y como acerca al sujeto a decir lo que desea.
Vale resaltar que la localización subjetiva también abarca al analista. En como el analista
logra que el paciente se implique en su padecer, en sus síntomas, donde pasa de quejarse de los
otros a quejarse de sí mismo. Si se produce esto dirá Miller, entonces recién ahí el sujeto puede
entrar en análisis.
Resumiendo, lo que se puede observar es que ambos autores coinciden en que las
entrevistas tienen carácter diagnóstico, brindan mayor información. Pero se diferencian en algo, para
Aulagnier no deben excederse en el tiempo, mientras que para Miller no hay un tiempo límite para
mantener esas entrevistas, incluso muchos pacientes dice él han estado meses o hasta un año bajo el
nivel de evaluación clínica.
Resulta importante agregar que para Aulagnier la importancia de las entrevistas preliminares
radica en que además de lo ya expuesto, tanto el carácter diagnóstico, como si es analizable o no,
también le permitirá al analista en caso de que se decida positivamente a trabajar con ese paciente,
decidir sobre los movimientos de apertura. Los mismos refieren a aquello que el analista prevé o
anticipa a lo que será la relación transferencial. Entre ellos, ubicamos cual será la frecuencia de las
sesiones, cuales serán los honorarios del psicoanalista, si se utilizará diván o no y el tipo de diálogo
que se vaya a tener, ya que con cada paciente la comunicación resulta diferente. Siempre es
conveniente tener en cuenta el caso por caso, porque los movimientos de apertura siempre se eligen
de acuerdo a la singularidad de cada paciente y el fin de estos movimientos, es evitar en mayor
medida los efectos de la transferencia. Mientras que para Miller las entrevistas preliminares tienen la
función del malentendido por parte del analista. Muchos pacientes llegan a consulta, solo para saber
si son entendidos por otros y solo eso es posible introduciendo el malentendido dice el autor. Es
decir preguntarle acerca de lo que está diciendo como si no supiéramos sobre lo que dice.
Freud considera que la iniciación de un tratamiento psicoanalítico no es, sin lo que él llama
“periodo de prueba”. El mismo consiste en recibir y aceptar a quienes consultan por un análisis, solo
de manera provisoria. Durante un par de semanas y no más que eso, mantendrá el analista con ellos
ciertas entrevistas previas. Estas le permiten al analista acceder a mayor información sobre el caso,
así como también decidir si el sujeto es apto para el análisis o no. Durante ese lapso si el sujeto
decidiera abandonar se ahorraría un intento fallido de curación, así lo expresa Freud. Otro punto
importante que tienen estas entrevista, es su motivación diagnóstica. Recién luego de varias
entrevistas y habiendo entrado en transferencia, se podrá dar inicio al tratamiento. El diagnóstico
siempre se dará en transferencia.
Piera Aulagnier le da el nombre de “entrevistas preliminares” a esos encuentros previos con
el paciente. Para la autora también estos encuentros previos tienen como fin obtener mayor
información y dar lugar a un diagnóstico. Además, agrega que le permiten determinar si es sujeto es
analizable o no. Ningún tratamiento analitico puede comenzar sin haber realizado anteriormente
esta serie de entrevistas.
Por otro lado, Miller no se aleja mucho de lo que plantea estos autores mencionados hasta
acá. Pero se encarga de hacer una diferencia entre lo que es una consulta y lo que es una demanda.
Aquel que se presenta en el consultorio va en busca de ser admitido como paciente, esa es la primer
demanda que aparece. Explica el autor que la demanda es algo que se construye, y no siempre
coincide con la aparición de un síntoma. Mientras que la consulta no se construye y siempre está
motivada por algo.
Para que esa demanda de ser admitido se dé, es necesario pasar por algo previo, tres niveles
anteriores al inicio de todo tratamiento. Por un lado la avaluación clínica que permite diferenciar si
se está frente a una estructura psicótica, neurótica o si se trata de una perversión. En este primer
nivel se dan esas entrevistas preliminares que se mencionaron antes. La localización subjetiva como
segundo nivel, tiene que ver con la posición que asume quien demanda análisis con aquello que lo
aqueja, como se posiciona frente a su padecimiento. Por último, la introducción al inconsciente que
remite a como el analista responde al relato del paciente, como interviene y como acerca al sujeto a
decir lo que desea.
Vale resaltar que la localización subjetiva también abarca al analista. En como el analista
logra que el paciente se implique en su padecer, en sus síntomas, donde pasa de quejarse de los
otros a quejarse de sí mismo. Si se produce esto dirá Miller, entonces recién ahí el sujeto puede
entrar en análisis.
Con respecto a detectar lo analizable de lo que no mencionado antes, Aulagnier dice que
implica entender de alguna forma que el análisis va a serle útil al paciente para poder esclarecer su
sufrimiento, poder acceder a su inconsciente donde se encuentra el núcleo de todo su padecer
psíquico. Agrega además que una vez que se consigue una respuesta, el analista deberá tomar la
decisión de elegir entre ocupar el cargo de analista para con el paciente o no hacerlo. El tiempo en
todo esto es un factor importante, ya que el mayor tiempo está destinado a la interpretación, la cual
no tiene fecha fija. Mientras que las entrevistas preliminares, decidir si el paciente es apto para el
análisis y elegir los movimiento de apertura es lo que menor tiempo requiere. Una prolongación de
las entrevistas podría causar que el paciente por efecto de la transferencia proyecte en el analista su
padecimiento, su historia personal, y si el analista decidiera no atenderlo, no tomarlo en análisis, esto
podría provocar en el sujeto la sensación del más terrible abandono.
Resulta importante agregar que para Aulagnier la importancia de las entrevistas preliminares
radica en que además de lo ya expuesto, tanto el carácter diagnóstico, como si es analizable o no,
también le permitirá al analista en caso de que se decida positivamente a trabajar con ese paciente,
decidir sobre los movimientos de apertura. Los mismos refieren a aquello que el analista prevé o
anticipa a lo que será la relación transferencial para evitar que esta se vuelva un obstáculo. Freud
respecto de esto, considera importante que una vez iniciado el tratamiento, la cura se dé bajo la
abstinencia. El analista debe mantenerse en el lugar de analista y no satisfacer esa demanda que
viene del paciente. Porque precisamente cuando la transferencia se vuelve obstáculo indica que se
está cerca de aquello que es fuente del padecimiento del paciente, de sus síntomas.
TRANSFERENCIA
1- Relacione la regla de abstinencia y el concepto de transferencia.
En todo tratamiento analitico la trasferencia resulta de fundamental importancia. Ningún
análisis dirá Freud, puede darse sin transferencia. La misma es definida como aquellos deseos
inconscientes, vivencias infantiles que son revividas por el paciente en la relación con su analista, son
proyectados a un nuevo objeto. Es algo universal porque se da en todos los sujetos, pero es fuente
del tratamiento analitico, en tanto funciona como motor que impulsa el mismo.
En su escrito “Sobre la dinámica de la transferencia” Freud describe que existen ciertas mociones
pulsionales que han recorrido el completo desarrollo libidinal y pueden por tanto estar disponibles
para la conciencia, mientras que existen otras que no han alcanzado ese completo desarrollo
quedando varadas en el inconsciente. Cuando existe una necesidad de amor que no ha sido
satisfecha, el sujeto volcará tanto las mociones susceptibles de conciencia como las inconscientes se
volcará sobre otro sujeto, en este caso sobre el analista.
La transferencia se puede presentar de dos formas, tanto positiva como negativa. Dentro de
la primera encontramos la trasferencia de amor, sentimientos tiernos, amistosos hacia el otro y se
encuentra dentro de las mociones susceptibles de conciencia. También encontramos la transferencia
erótica, como su nombre lo indica los sentimientos son del tipo erótico y a diferencia de la primera se
encuentra anclada en el inconsciente. Por último, tenemos la transferencia negativa, en la cual se
presentan sentimientos hostiles hacia el otro.
Como se mencionó la transferencia forma parte del análisis y durante un tiempo funciona
como motor del mismo, será la trasferencia positiva la que conduzca y ayude en el tratamiento. Sin
embargo, llega un momento en el que el tratamiento se ve estancado y no se producen avances en el
mismo, esto se observa cuando el paciente no sabe qué decir, no se le ocurre nada, cuando falta a la
sesión sin motivo alguno o cuando se atrasa en el pago o cuando presenta algún sentimiento fuera
de lo esperado dentro de la terapia. Cuando se dan estas circunstancias estamos frente a una
resistencia, la transferencia puede volverse resistencia y por tanto un obstáculo en el análisis.
Cuando sentimientos hostiles u eroticos se vuelven hacia el analista, este no debe corresponderlos.
La cura debe realizarse bajo la abstinencia, el analista debe mantenerse en el lugar de analista y no
satisfacer esa demanda que viene del paciente. La abstinencia es una de las cuatro reglas
fundamentales del método analitico para poder continuar y mantener el tratamiento.
Precisamente, cuando la transferencia se vuelve obstáculo indica que se está cerca de
aquello que es fuente del padecimiento del paciente, de sus síntomas. Por tanto, se debe poder
dominar esa resistencia para así lograr que el paciente en vez de repetir, pueda tanto solo recordar.
3- Desarrolle la relación entre transferencia, resistencia y repetición. Y explique por qué el amor de
transferencia puede devenir en un importante obstáculo para la cura.
A qué se refiere Freud cuando dice "...la transferencia de ordinario la más poderosa palanca de
éxito se muda en el medio más potente de la resistencia..."
4- Justifique y desarrolle junto al material bibliográfico: “En cualquier otro tratamiento sugestivo,
la transferencia es respetada cuidadosamente: se la deja intacta; en el analítico, ella misma es
objeto de tratamiento y es descompuesta en cada una de sus formas de manifestación. (Freud,
pagina 412, en 28° conferencia. La terapia analítica
CONTRATRANSFERENCIA
1: Defina el concepto de contratransferencia. Explique por qué puede ser considerada obstáculo y
herramienta en la clínica. Incluya los desarrollos de al menos dos autores del programa
La contratransferencia a diferencia de la transferencia se posiciona del lado del analista.
Tiene que ver con una proyección de los deseos, vivencias y recuerdos infantiles del psicoanalista en
el paciente. Freud la define como la influencia del paciente sobre los sentimientos inconscientes de
su analista y para él es un obstáculo dentro de la clínica. Interfiere en el proceso del análisis,
interfiere en la escucha activa y flotante, así como también en mantenerse en abstinencia frente al
relato del paciente. Por lo tanto, resulta importante para poder superarla, el propio análisis del
analista.
Por su parte Rafael Paz, entiende este concepto como una respuesta del analista a la
transferencia de su analizado. Considera que no se trata de algo circunstancial y excepcional, sino
que se encuentra desde un primer momento. Él va a cuestionar el modo de pensarla como
obstáculo, pretende hacer entender que en realidad se trata de una forma de acceso al inconsciente
del paciente y por tanto prefiere entenderla y trabajarla como un instrumento.
Es inevitable trabajar con la contratransferencia ya que como se mencionó previamente, se
encuentra desde un comienzo. No se puede negar que todo aquello que trae al análisis y comunica el
paciente provoca efectos en el analista, así lo entiende Paz. La forma en que se responda a ello es lo
que marca la diferencia. El autor considera incorrecto interpretar la contratransferencia rápidamente
como algo a eliminar. Siempre aparecerá como una dificultad y del analista dependerá tramitarla
adecuadamente para poder continuar con el análisis del paciente. Por eso es que él la entiende como
un instrumento, es decir, la misma deberá ser utilizada para guiar el análisis.
Otro punto importante es entender que la contratransferencia afectará el encuadre del análisis
y cuando esta aparezca, la intervención no deberá ser sobre el paciente, sino sobre el analista. Con
esto no se refiere a que el analista deba ir a análisis para trabajar eso que le pasó con su paciente,
sino que la intervención deberá ser en el momento. Frenar, intervenir sobre sí mismo, recuperar el
involucramiento y proseguir.
Korman entiende que en todo trabajo analitico están implicados tanto el paciente como el
analista, por tal motivo es que el habla de transferencias cruzadas. Las represiones, inhibiciones,
deseos, etc del analista también están puestas en juego en el análisis. Ambos forman parte del
campo transferencial. Lo que quiere explicar el autor diciendo esto, es que no podemos pensar que
el analista está por fuera del sujeto que ocupa ese rol y que resulta importante poder detectar la
influencia del analista y así apaciguarla.
Finalizando, resulta importante conocer cuando estamos frente a la contrastasferencia, ya
que siempre hay algo de lo que expresa el paciente que nos afectará, pero no siempre eso estará
relacionado con lo mas reprimido o con lo bien gurdado, dira Paz. No toda respuesta emocional es
contratransferencia. Agrega también, algo muy importante que refiere a que no se puede dejar de
lado la contratransferencia, ya que al hacerlo, se estaría dejando de lado algo que pertenece al
paciente.
Lacan lo que critica es la cont que se usa para interpretar porq son interpretaciones salvajes.
De yo a yo. O de ego a ego. ( en el eje de lo imaginario ) Cuando en realidad el análisis se
debe regir por el plano simbólico. Y buscar la palabra plena del sujeto.
6: La contratransferencia puede ser motor u obstáculo para la cura. Relacione esta afirmación con
la importancia del análisis del analista, como Freud lo plantea en “Análisis terminable e
interminable”
RESISTENCIAS
1- Enuncie las cinco resistencias según Freud ¿cuál de ellas es la más difícil de vencer? Desarrolle
sus manifestaciones.
En la clínica psicoanalítica, a veces se presentan ciertas resistencias que impiden y dificultan
el tratamiento. La resistencia es aquello que se infiltra entre la relación analista-paciente, aparece
como obstáculo al acceso del inconsciente del paciente.
Freud define como importantes cinco resistencias, tres de ellas provienen del yo. Ellas son , la
represión que tiene que ver con un núcleo patógeno concéntrico. Lo que se observa en la clínica es
que a medida que más nos acercamos a este núcleo, mayor se vuelve la resistencia. La transferencia
es otra resistencia (aclarar) y el beneficio secundario del síntoma, el yo consigue una ventaja a través
de los síntomas del paciente. Busca conseguir un beneficio a través de este.
Por su parte, el ello tiene como resistencia la compulsión a la repetición. En 1920 Freud
establecía que los pacientes repetían pero que no se trataba de repetir algo placentero, sino que se
trata de una repetición que está más allá del principio de placer.
El superyó presenta la mayor resistencia y la más difícil de vencer en la clínica. Se conoce
como reacción terapéutica negativa. Lo que plantea Freud es que existen muchos pacientes que
frente a una mejoría en su padecimiento o a la suspensión parcial de sus síntomas, presentan un
retroceso. Donde deberían mejorar, empeoran. Cuando el analista comunica buenos resultados y
avances en el tratamientos, estos pacientes suelen responder de manera inversa a lo que reciben. Lo
que expresa Freud es que son sujetos que presentan una necesidad de permanecer enfermos. Hay
en ellos un sentimiento de culpa por no permanecer enfermos, pero este sentimiento es “mudo” ya
que el sujeto no tiene registro del mismo. El término apropiado es una “necesidad de castigo” ya que
el paciente solo busca permanecer enfermo. Es una resistencia proveniente del superyó que se
opone a la curación.
En cuanto al analista, le resulta difícil descubrir de dónde proviene ese sentimiento icc de
culpa, si es prestado por otro sujeto, por una identificación con quien haya habido una ligazón
erótica, en ese caso se podría continuar y remontar de alguna manera el análisis. Sin embargo, no
siempre se sabe de donde proviene.
Este tipo de resistencia resulta problemática para la clínica psicoanalítica porque puede llevar
al abandono del tratamiento. Pero también lo que presenta éste tipo de resistencia es que el
paciente no obtiene ningún beneficio de ella, es decir, que el permanecer enfermo no le genera
provecho alguno, más solo anular cualquier tipo de cura.
En la clínica muchas veces lo que se observa es que cuando se le comunica al paciente algún
avance en su tratamiento aparece por parte de él una resistencia, que traba la cura y el trabajo
analitico. Esto freud lo llama Reacción terapéutica negativa y es una de las resistencias del
tratamiento analitico, precisamente la resistencia del superyó.
El superyó como una de las instancias del aparato psíquico surge con el sepultamiento del
complejo de edipo, es la propia internalización de los padres. Ese superyó devendra como conciencia
moral indicando que es lo que está bien o mal. Si el complejo de edipo fue intenso, y rápida fue su
represión, entonces advendrá muy riguroso para con el yo. Siempre que se sustrae la libido de los
objetos y esta vuelve al yo se da una desexualizacion y por lo tanto una desmezcla pulsional que
conduce a que parte de las pulsiones de muerte se vuelquen sobre el yo. El superyó hunde sus raíces
en el ello y se enfrenta al yo como abogado del ello. El yo estará por tanto sometido al imperativo
categórico del superyó.
En el malestar en la cultura Freud dice que los sujetos para formar parte de la cultura deben
resguardar ciertas mociones pulsionales, algunas sublimandolas para adaptarse a las normas y reglas
de la sociedad. La agresión es una de las pulsiones que debe ser evitada y exteriorizada a otros,
entonces se interioriza. El superyó toma esa agresividad para volverse más sádico con el yo, quien
queda en el lugar de masoquista.
Lo que se presenta en aquellos sujetos que están sometidos a ese superyo severo, es que todo
el tiempo se les presenta un sentimiento de culpa por estar gozando, por estar disfrutando, por
sentirse bien. Es esta instancia psíquica que exige cada vez más al sujeto, le exige renuncia pulsional,
sin ningún límite. Tortura al yo dejandolo expuesto a la angustia y que sea a su vez sometido y
castigado por el mundo externo.
En algunos sujetos aparece cierta resistencia cuando se espera que todo ande bien, cuando se
supone que deben estar mejor, aparece un sentimiento de culpa, al que Freud se refiere como
necesidad de castigo que proviene del superyó. En situaciones en las que el sujeto esperó mucho
tiempo, cuando logró conseguir el puesto de trabajo al que tanto aspiraba, cuando está a una
materia de recibirse, cuando se obtiene aquello por lo que tanto se esforzó o aquello que tanto
anhelaba, uno esperaría que el sujeto no este mas que feliz. Sin embargo, pasa todo lo contrario. No
rinden ese final, no se presentan a trabajar o hasta piensan en renunciar, etc. Eso que aparece y que
se ve en la clínica es la reacción terapéutica negativa, esa resistencia que proviene del superyó y que
produce un estancamiento en el análisis, donde el paciente ya no puede asociar libremente y la cura
se ve limitada.
En “El problema económico del masoquismo” (1924) Freud va a hablar sobre la resistencia
terapéutica negativa, y la incluirá como un subtipo del masoquismo moral. Este último se refiere a un
padecer que no deviene necesariamente de un otro con quien se tiene un vínculo libidinal, incluso
hasta puede ser impersonal. Ese castigo que espera recibir de manera inconsciente el sujeto, no es
efectivamente físico, sino más bien psíquico y no importa de quien provenga. Con el masoquismo
moral lo que sucede es que se produce una resexualizacion del complejo de edipo y con esto adviene
un sentimiento de culpa mayor.
Dirá Freud en ese mismo texto “El verdadero masoquista ofrece su mejilla toda vez que se
presenta la oportunidad de recibir una bofetada”. Tal masoquista se ofrece para ser golpeado, no
importa quien o que sea lo que lleve a cabo esa acción. Entonces, esa RTN, será la viva cara de esto,
es una conducta que tiene que ver con ser castigado. Hay en el sujeto una necesidad de castigo que
no se da de manera consciente, es decir que el sujeto busca este castigo pero no sabe que lo está
haciendo. Todo lo expresado se refleja en la clínica, cuando se presentan situaciones como las
expresadas anteriormente, en donde se espera cierto avance o mejora en el paciente, en su padecer
y su neurosis. Pero aparece una resistencia que traba el análisis e impacta en los logros y avances que
se habían conseguido hasta el momento. Hay en el paciente una necesidad de permanecer enfermo,
se produce con esta resistencia un retroceso en el tratamiento. Estos sujetos buscan fracasar
constantemente, aparece un goce pero referido al sufrimiento y no de manera consciente. En estos
casos la función del analista será poner un freno a la severidad y crueldad del superyó, donde el yo
se satisface mediante los castigos de este.
forma de intervenir del analista en la misma? acciones clínicas. Y explique ¿cuál es la diferencia
con el beneficio secundario del síntoma?
La reacción terapéutica negativa RTN es una de las cinco resistencias que postula Freud, se
corresponde con la instancia del superyó y se presenta en la clínica cuando el paciente ha mostrado
claros indicios de mejora en cuanto a sus síntomas y padecimientos pero cuando debería mejorar
empeora. De alguna manera el paciente se resiste a la cura y prefiere seguir enfermo. Lo que Freud
expone es que esto no se da de manera consciente, está presente un sentimiento de culpa en el
paciente frente a la cura que lo lleva a una necesidad de seguir enfermo, esto infringe en la
asociación libre y también en que abandone ciertos modos de satisfacción que son la causa de sus
sufrimiento.
Lo que explica Freud es que ese sentimiento de culpa no es consciente, el sujeto no pone su
voluntad en ello. Sin embargo, el término “sentimiento inconsciente de culpa” teóricamente no es
adecuado, por lo que Freud propone de alguna manera “necesidad de castigo”.
Lo que se puede observar en la clínica frente a estas personas, es que cuando el analista
comunica alguna mejora, se resisten, las contradicen, se muestran disconformes o suelen buscar algo
externo que le impide creer en dichas mejoras. Todo esto da muestra de esa necesidad de no avanzar
en el tratamiento y permanecer estancado en el padecimiento y en los síntomas. La necesidad de
castigo es producto de un superyó muy severo. Este superyó como heredero del complejo de Edipo,
producto de las primeras elecciones de objeto del ello. Es decir que el superyó también es de alguna
forma defensor del ello, quien se enfrenta con el yo. La tensión entre estas dos instancias es lo que
genera el sentimiento de culpa.
Frente a este tipo de pacientes el modo de intervenir del analista será trabajar con él para
bajar las exigencias de su superyó, un superyó extremadamente severo debido a que hunde sus
raíces en el ello. Sin embargo, resulta una tarea que debe ser realizada con cautela.
En relación a lo expuesto se puede plantear una diferencia con otra resistencia, el beneficio
secundario del síntoma. Esta es una resistencia que a diferencia de la primera proviene del yo. La
RTN como se expresó previamente, proviene del superyó y es inconsciente, el paciente no se da
cuenta de la culpa, no tiene registro de ello, sino que expresa sentirse enfermo y se vuelve difícil
poder observar mejoras en su tratamiento debido a que prevalece una necesidad de castigo. En
cuanto al beneficio secundario del síntoma, refiere a una integración del síntoma al yo. El paciente
saca provecho de su padecimiento y consigue beneficios a costa de él, algo que de otra forma no
podría hacerlo. En cambio lo que se observa con la RTN es que el paciente no obtiene ningún tipo de
beneficio por permanecer enfermo, al contrario, esto lo lleva a abandonar muchas veces el
tratamiento porque en vez de mejorar, empeora. En esto consiste la principal diferencia que
envuelve estos dos tipos de resistencias.
4- ¿A qué denomina Freud, Reacción Terapéutica Negativa, ¿y qué modos de abordaje clínico
propone?
Freud considera que existen cinco resistencias importantes que se presentan en la clínica y
que obstaculizan el trabajo hacia la cura. tres de ellas corresponden al yo, la represión, la resistencia
y el beneficio secundario del síntoma. Otra pertenece al ello, la compulsión a la repetición, y por
último nos encontramos con aquella que es considerada la más difícil de romper y con la que más
cuesta trabajar. La reacción terapéutica negativa (RTN) que deviene del superyó. Si bien todas estas
resistencias nombradas perjudican el análisis e interfieren en la asociación libre, en el acceso al
inconsciente, entre otras cosas que hacen al tratamiento. La RTN se presenta cuando el paciente
muestra claros indicios de mejoras respecto de sus síntomas y se pueden observar avances en cuanto
a su tratamiento. Frente a esto, cuando se esperaría que el analizado mejore, en realidad empeora.
Freud adjudica esto a un sentimiento de culpa, inconsciente. Es más bien algo “mudo” donde el
sujeto no siente culpa. En su texto “El problema económico del masoquismo” dirá que no es
apropiado hablar bajo ese término, sino que se trata más bien de una “necesidad de castigo”. El
paciente no dice sentir culpa, sino que se expresa sintiéndose enfermo. Prevalece una necesidad de
mantenerse bajo sufrimiento y padeciendo. Incluso ante señales pequeñas de progreso, ellos se
esfuerzan por mantenerse enfermos.
El analista no debe actuar de manera directa con la culpa, sino que debe manejarse de
manera indirecta. Se debe tratar que el paciente baje las exigencias de sus superyo. La manera de
proceder del analista será entonces de forma indirecta volviendo el sentimiento inconsciente de
culpa en un sentimiento consciente.
Lo que afirma Freud es que muy pocas veces se podrá conocer de donde proviene el
sentimiento inconsciente de culpa, pero que es necesario actuar con cautela frente al mismo. Si
dicho sentimiento proviene de una identificación con algún objeto pasado con quien se ha tenido
una ligazón erótica, puede que se logre remontar el análisis. Pero como se expresó la RTN es una
resistencia muy difícil de vencer y puede desembocar en que el paciente abandone el análisis.
5- ¿Por qué la reacción terapéutica negativa se produce en momentos en los que el análisis ha
logrado avances?
La reacción terapéutica negativa es una de las cinco resistencias que establece Freud que se
presentan en la clínica. La RTN es la más difícil de dominar, aparece cuando se muestran claros
indicios de mejoras en el paciente, pero cuando esto les es comunicado a él mismo se presenta una
resistencia a la cura. Freud atribuye esto a un sentimiento de culpa, el cual se da de manera
inconsciente. Sin embargo, el paciente no siente culpa, sino que se siente enfermo. Por tal motivo
hacer uso del término sentimiento inconsciente de culpa” Freud no lo considera apropiado y así lo
postula en “El problema económico del masoquismo” que se refiere más a una necesidad de castigo,
busca de alguna manera permanecer enfermo, bajo su padecimiento. Lo que se observa en la clínica
es que cuando deberían mejorar, estos pacientes empeoran. No quieren renunciar al castigo de su
sufrimiento, por tanto no existe una voluntad de curarse y es esto mismo lo que funciona como
obstáculo en el tratamiento, impidiendo la asociación libre y el acceso al inconsciente del paciente.
Freud considera que esta resistencia producto del superyó tiene que ver con un tipo de
masoquismo, el masoquismo moral. Hay de alguna manera una satisfacción en el sufrimiento, en el
padecer del enfermo, por esto es que busca permanecer así. Estos paciente dirá Freud gozan del
dolor, provenga de quien provenga y es esto mismo lo que se corresponde con ese masoquismo
moral y de donde deriva la reacción terapéutica negativa como resistencia.
Dirá Freud que resulta difícil encontrar el origen del sentimiento inconsciente de culpa, que
en muy pocos casos se logran. Si así fuera el caso y tuviese que ver con una identificación con algún
objeto pasado con quien se tuvo una ligazón erótica, entonces, esto permitirá que se remonte el
análisis y se avance hacia la cura. En el caso de que no se consiga conocer la causa de dicho
sentimiento, no quedará más que verse expuesto a que el analizado abandone el tratamiento.
El analista debe buscar que el paciente reduzca la severidad de su superyó. Este modo de
actuar permitirá que se pase de un sentimiento inconsciente de culpa a un sentimiento consciente
de culpa con el cual pueda trabajar el analista. Será este entonces, un modo de actuar indirecto.
6- ¿A qué denomina Freud “Reacción terapéutica negativa”? Desarrolle por qué el autor refiere
Freud, en el texto “El yo y el ello”. Cap. V Los vasallajes del yo. (1923) define la “Reacción
terapéutica negativa” como la respuesta de algunos pacientes que se comportan de manera
extrañísima en el trabajo analítico. Describe este concepto como una forma de resistencia del Super
yo a la cura analítica, esto es, hay pacientes que, ante una mejoría, tienen un retroceso. En estos
casos, cuando el analista le da esperanza y expresa cierta satisfacción ante el progreso del
tratamiento, el paciente muestra descontento y su condición empeora. Hay algo en ellos que se
opone a la curación. Freud dice que tales personas no soportan ningún elogio o apreciación y
reaccionan de manera inversa al progreso del tratamiento, por lo que toda solución parcial que tenga
como resultado una mejora o una suspensión temporal de los síntomas les provoca un refuerzo
momentáneo de su padecer; es decir, empeoran durante el tratamiento en lugar de mejorar. En estas
personas no prevalece la voluntad de la cura, sino la necesidad de estar enfermas.
Esta resistencia al superyó es el más poderoso obstáculo para la cura, que llega en algunos
casos al abandono del análisis. Freud afirma que se trata de algo moral, de un sentimiento de culpa
que halla su satisfacción en la enfermedad y no quiere renunciar al castigo del padecimiento. Este
sentimiento de culpa es inconsciente para el paciente, es mudo, él no se siente culpable sino
enfermo. Teóricamente es insostenible la existencia de sentimientos inconscientes entonces Freud lo
llamará necesidad de castigo.
Por medio del masoquismo moral el complejo de Edipo se ha resexualizado. Las figuras
edípicas son las que se resexualizan, se incrementa la culpa y esto deriva en una necesidad de castigo
y un yo que goza de ser castigado. El masoquismo moral aúna un superyó sádico con un yo
masoquista siendo la “Reacción terapéutica negativa” uno de sus ejemplos.
7- Definir y diferenciar transferencia negativa de RTN. Maniobras del analista para sortear ambas
Por otro lado, tenemos la Reacción Terapéutica Negativa, esta transferencia pertenece al
superyó a diferencia de la primera y se presenta como la más difícil a vencer en la clínica. Lo que se
observa y da cuenta de la misma, es que cuando existen claros indicios de avances y mejoras en el
tratamiento y respecto del padecimiento del paciente, este en vez de mejorar empeora. Freud
atribuye esto a un sentimiento inconsciente de culpa. Inconsciente en tanto que el paciente no dice
sentir culpa, sino más bien dice sentirse enfermo por lo que el término no es lo más apropiado. Lo
que sucede con el paciente es que hay una “Necesidad de castigo” una necesidad de permanecer
enfermo. Cuando el analista comunica algún avance o algo que da cuenta de una mejora, el paciente
se vuelve descortés, muestra desinterés y se resiste a la cura.
Por otra parte, muchas veces en los tratamientos puede pasar que la transferencia que
funciona como motor y que conduce el tratamiento se vuelva negativa, aparezcan sentimientos
hostiles, agresiones, malos tratos dirigidos hacia el analista. Frente a esto el analista debe
mantenerse en abstinencia no correspondiendo esos sentimientos del paciente, debido a que son
producto de elecciones de objeto pasados. Será entonces necesario tratar de marcar esto al sujeto
para encauzar el tratamiento.
8- Cómo reelabora Freud la RTN en el texto “el problema económico del masoquismo”. ¿Qué es?
Freud en su texto “El yo y el ello” define a la reacción terapéutica negativa como una resistencia que
proviene del superyó. Es la resistencia más difícil de vencer en la clínica. Lo que se observa es que
cuando el paciente presenta claros indicios de mejoras y de avances en su tratamiento, este se
vuelve resistente a esto y cuando debería mejorar en realidad empeora. Freud atribuye esto a un
sentimiento inconsciente de culpa, el paciente no expresa sentir culpa alguna,solo manifiesta
sentirse enfermo. El superyó como heredero del complejo de Edipo, es quien conduce esta
resistencia. Hunde sus raíces en el ello y será su abogado frente al yo, volviéndose hiper severo para
con este. El superyó como una de las instancias del aparato psíquico surge con el sepultamiento del
complejo de edipo, es la propia internalización de los padres. Ese superyó devendra como conciencia
moral indicando que es lo que está bien o mal. Si el complejo de edipo fue intenso, y rápida fue su
represión, entonces advendrá muy riguroso para con el yo. Siempre que se sustrae la libido de los
objetos y esta vuelve al yo se da una desexualizacion y por lo tanto una desmezcla pulsional que
conduce a que parte de las pulsiones de muerte se vuelquen sobre el yo. El superyó hunde sus raíces
en el ello y se enfrenta al yo como abogado del ello. El yo estará por tanto sometido al imperativo
categórico del superyó.
En “El problema económico del masoquismo”, Freud reelabora el concepto de RTN y dirá que
no se trata de un sentimiento inconsciente de culpa, ese término no es apropiado. Refiere en
realidad a una “necesidad de castigo”, ya que el paciente busca permanecer enfermo y hay en ello
un goce, una satisfacción. En este texto Freud plantea que la reacción terapéutica negativa pertenece
a un tipo de masoquismo, el moral, y el mismo se trata de la obtención de placer a causa del
sufrimiento. Explica que hay pacientes que cuando están a punto de lograr aquello que siempre
quisieron, hay algo que los empuja a seguir sufriendo. El castigo que reciben no necesariamente
proviene de alguien con quien hayan tenido una ligazón erótica en el pasado, sino que puede
provenir de cualquier otra persona, no importa quien. Siempre está presente esa necesidad de
hacerse castigar, siempre de forma inconsciente.
La manera en la que debe intervenir el analista nunca debe ser de forma directa, sino que
debe tratar de que el paciente baje las exigencias su superyó y convertir ese sentimiento
inconsciente de culpa en un sentimiento consciente , todo esto corresponderá a un abordaje
indirecto. La peor consecuencia que trae la reacción terapéutica negativa como resistencia es que el
paciente abandone el tratamiento.
Por otro lado, tenemos la Reacción Terapéutica Negativa, esta transferencia pertenece al
superyó a diferencia de la primera y se presenta como la más difícil a vencer en la clínica. Lo que se
observa y da cuenta de la misma, es que cuando existen claros indicios de avances y mejoras en el
tratamiento y respecto del padecimiento del paciente, este en vez de mejorar empeora. Freud
atribuye esto a un sentimiento inconsciente de culpa. Inconsciente en tanto que el paciente no dice
sentir culpa, sino más bien dice sentirse enfermo por lo que el término no es lo más apropiado. Lo
que sucede con el paciente es que hay una “Necesidad de castigo” una necesidad de permanecer
enfermo. Cuando el analista comunica algún avance o algo que da cuenta de una mejora, el paciente
se vuelve descortés, muestra desinterés y se resiste a la cura.
Por otra parte, muchas veces en los tratamientos puede pasar que la transferencia que
funciona como motor y que conduce el tratamiento se vuelva negativa, aparezcan sentimientos
hostiles, agresiones, malos tratos dirigidos hacia el analista. Frente a esto el analista debe
mantenerse en abstinencia no correspondiendo esos sentimientos del paciente, debido a que son
producto de elecciones de objeto pasados. Será entonces necesario tratar de marcar esto al sujeto
para encauzar el tratamiento.
10- Cuáles son y a qué instancias pertenecen las distintas resistencias que Freud encuentra.
Desarrolle cada una de ellas.
11- Cuáles son las 5 resistencias enumeradas por Freud en “Inhibición, Síntoma y Angustia.
Nómbrelas y explíquelas brevemente.
12- Reacción terapéutica negativa las concepciones de Freud y modos de abordaje clínico.
(AGREGAR COMO PIENSA EN EL PROBLEMA ECONÓMICO DEL MASOQUISMO)
Freud considera que existen cinco resistencias importantes que se presentan en la clínica y
que obstaculizan el trabajo hacia la cura. tres de ellas corresponden al yo, la represión, la resistencia
y el beneficio secundario del síntoma. Otra pertenece al ello, la compulsión a la repetición, y por
último nos encontramos con aquella que es considerada la más difícil de romper y con la que más
cuesta trabajar. La reacción terapéutica negativa (RTN) que deviene del superyó. Si bien todas estas
resistencias nombradas perjudican el análisis e interfieren en la asociación libre, en el acceso al
inconsciente, entre otras cosas que hacen al tratamiento. La RTN se presenta cuando el paciente
muestra claros indicios de mejoras respecto de sus síntomas y se pueden observar avances en cuanto
a su tratamiento. Frente a esto, cuando se esperaría que el analizado mejore, en realidad empeora.
Freud adjudica esto a un sentimiento de culpa, inconsciente. Es más bien algo “mudo” donde el
sujeto no siente culpa. En su texto “El problema económico del masoquismo” dirá que no es
apropiado hablar bajo ese término, sino que se trata más bien de una “necesidad de castigo”. El
paciente no dice sentir culpa, sino que se expresa sintiéndose enfermo. Prevalece una necesidad de
mantenerse bajo sufrimiento y padeciendo. Incluso ante señales pequeñas de progreso, ellos se
esfuerzan por mantenerse enfermos.
El analista no debe actuar de manera directa con la culpa, sino que debe manejarse de
manera indirecta. Se debe tratar que el paciente baje las exigencias de sus superyo. La manera de
proceder del analista será entonces de forma indirecta volviendo el sentimiento inconsciente de
culpa en un sentimiento consciente.
Lo que afirma Freud es que muy pocas veces se podrá conocer de donde proviene el
sentimiento inconsciente de culpa, pero que es necesario actuar con cautela frente al mismo. Si
dicho sentimiento proviene de una identificación con algún objeto pasado con quien se ha tenido
una ligazón erótica, puede que se logre remontar el análisis. Pero como se expresó la RTN es una
resistencia muy difícil de vencer y puede desembocar en que el paciente abandone el análisis.
13- Cinco resistencias: de dónde surgen, a que responden, cómo y cuándo surgen, que debe hacer
el analista
COMPULSIÓN DE REPETICIÓN
1- Relacionar trauma con compulsión a la repetición
2- Concepto de Compulsión a la Repetición tomando en cuenta diferencias en Freud entre los años
1914 y 1920.
3- ¿Como entiende Freud la repetición en el sueño traumático?
4- Fundamente por qué Freud llega al concepto de compulsión de repetición desde más allá del
principio del placer
En un primer momento, en el año 1914 Freud menciona por primera vez el término
Compulsión de repetición. En su texto “Recordar, repetir y reelaborar” describe algo que ocurre en la
clínica. Muchos pacientes bajo transferencia repiten vivencias infantiles vividas con placer, las repiten
mediante la acción, es decir que en vez de recordarlas, las actuan en la transferencia con el analista.
Este se vuelve objeto de la actuación de sus pacientes. Resulta que lo que repiten no lo hacen de
manera consciente y en la medida en que más repiten, más se vuelve un obstáculo para el trabajo
analitico. A esto Freud llama “Compulsión a la repetición'' y dificulta la libre asociación del paciente y
por tanto el acceso a su inconsciente. El punto central respecto de este tipo de transferencia y lo que
afirma Freud en esta epoca, es que aquello que se repite mediante la accion se trata de algo
reprimido.
Ya para el año 1920, hará una modificación respecto de su teoría. En su texto “Más allá del
principio del placer” expondrá situaciones particulares que lo llevan a replantearse el concepto de
Compulsión de repetición. El juego infantil del Fort Da y los sueños traumáticos son ejemplos que le
permiten pensar a Freud en aquello que se repite compulsivamente. Primeramente lo que ocurre en
el juego infantil es que el niño representa la situación de abandono de la madre. Lo que le llama la
atención a Freud es que el niño repite con mayor frecuencia la escena del Fort “se fue”, que el da
“aca esta”. Son más veces las que repite lo displacentero que lo placentero. Por otra parte, en esa
época aparecen muchas neurosis de guerra o neurosis traumáticas donde uno de los fenómenos que
presentaban quienes la padecían, eran los sueños traumáticos. En ellos el sujeto revivia aquella
situación displacentera vivida en la guerra y que lo llevaban a despertarse con el mayor de los
terrores. Ambos casos comentados hasta aqui son ejemplos que llevan a Freud a reformular su
concepcion de repeticion, en tanto que lo que se repite ya no se trata de algo reprimido y placentero,
sino que refiere a algo pulsional y displacentero para el sujeto. Va más allá del principio de placer
que regula el sistema anímico del aparato psíquico. Estos casos le permiten a Freud entender que la
repetición es un modo de tramitar algo no ligado, un estímulo que irrumpió en el aparato psíquico y
provocó en el mismo un desequilibrio.
Ya para el año 1920, hará una modificación respecto de su teoría. En su texto “Más allá del
principio del placer” expondrá situaciones particulares que lo llevan a replantearse el concepto de
Compulsión de repetición. El juego infantil del Fort Da y los sueños traumáticos son ejemplos que le
permiten pensar a Freud en aquello que se repite compulsivamente. No se trata de algo reprimido,
vivido placenteramente. Responde a algo más allá que escapa al principio de placer, se corresponde
con lo pulsional. De ese lado queda ubicada la Compulsión de Repetición en estos tiempos. Lo que
se repite son situaciones que nunca han sido placenteras, se repite lo doloroso, lo displacentero.
Lo que se busca mediante la repetición es ligar algo que no pudo ser ligado, que no pudo ser
tramitado psíquicamente. Eso no ligado se trata de alguna situación traumática, grandes montos de
energía que provocaron el desequilibrio del aparato psíquico. Entonces la compulsión de repetición
quedará definida como la forma que encuentra el aparato psíquico para ligar esa energía suelta a una
representación y con la ayuda del analista el paciente podrá reelaborar aquello traumático.
6-¿Cómo explicaría la Repetición de 1920 y qué ejemplos podría dar del texto?
En un primer momento, en el año 1914 Freud menciona por primera vez el término
Compulsión de repetición. En su texto “Recordar, repetir y reelaborar” describe algo que ocurre en la
clínica. Muchos pacientes bajo transferencia repiten vivencias infantiles vividas con placer, las repiten
mediante la acción, es decir que en vez de recordarlas, las actuan en la transferencia con el analista.
Este se vuelve objeto de la actuación de sus pacientes. Resulta que lo que repiten no lo hacen de
manera consciente y en la medida en que más repiten, más se vuelve un obstáculo para el trabajo
analitico. A esto Freud llama “Compulsión a la repetición'' y dificulta la libre asociación del paciente y
por tanto el acceso a su inconsciente. El punto central respecto de esto es lo que afirma Freud en
esta epoca, que aquello que se repite mediante la accion se trata de algo reprimido.
Ya para el año 1920, hará una modificación respecto de su teoría. En su texto “Más allá del
principio del placer” expondrá situaciones particulares que lo llevan a replantearse el concepto de
Compulsión de repetición. El juego infantil del Fort Da y los sueños traumáticos son ejemplos que le
permiten pensar a Freud en aquello que se repite compulsivamente. Primeramente lo que ocurre en
el juego infantil es que el niño representa la situación de abandono de la madre. Lo que le llama la
atención a Freud es que el niño repite con mayor frecuencia la escena del Fort “se fue”, que el da
“aca esta”. Son más veces las que repite lo displacentero que lo placentero. Por otra parte, en esa
época aparecen muchas neurosis de guerra o neurosis traumáticas donde uno de los fenómenos que
presentaban quienes la padecían, eran los sueños traumáticos. En ellos el sujeto revivia aquella
situación displacentera vivida en la guerra y que lo llevaban a despertarse con el mayor de los
terrores. Ambos casos comentados hasta aqui son ejemplos que llevan a Freud a reformular su
concepcion de repeticion, en tanto que lo que se repite ya no se trata de algo reprimido y placentero,
sino que refiere a algo pulsional y displacentero para el sujeto. Va más allá del principio de placer
que regula el sistema anímico del aparato psíquico. Estos casos le permiten a Freud entender que la
repetición es un modo de tramitar algo no ligado, un estímulo que irrumpió en el aparato psíquico y
provocó en el mismo un desequilibrio.
En un primer momento, en el año 1914 Freud menciona por primera vez el término
Compulsión de repetición. En su texto “Recordar, repetir y reelaborar” describe algo que ocurre en la
clínica. Muchos pacientes bajo transferencia repiten vivencias infantiles vividas con placer, las repiten
mediante la acción, es decir que en vez de recordarlas, las actuan en la transferencia con el analista.
Este se vuelve objeto de la actuación de sus pacientes. Resulta que lo que repiten no lo hacen de
manera consciente y en la medida en que más repiten, más se vuelve un obstáculo para el trabajo
analitico. A esto Freud llama “Compulsión a la repetición'' y dificulta la libre asociación del paciente y
por tanto el acceso a su inconsciente. El punto central respecto de esto es lo que afirma Freud en
esta epoca, que aquello que se repite mediante la accion se trata de algo reprimido.
Ya para el año 1920, hará una modificación respecto de su teoría. En su texto “Más allá del
principio del placer” expondrá situaciones particulares que lo llevan a replantearse el concepto de
Compulsión de repetición. El juego infantil del Fort Da y los sueños traumáticos son ejemplos que le
permiten pensar a Freud en aquello que se repite compulsivamente. Primeramente lo que ocurre en
el juego infantil es que el niño representa la situación de abandono de la madre. Lo que le llama la
atención a Freud es que el niño repite con mayor frecuencia la escena del Fort “se fue”, que el da
“aca esta”. Son más veces las que repite lo displacentero que lo placentero. Por otra parte, en esa
época aparecen muchas neurosis de guerra o neurosis traumáticas donde uno de los fenómenos que
presentaban quienes la padecían, eran los sueños traumáticos. En ellos el sujeto revivia aquella
situación displacentera vivida en la guerra y que lo llevaban a despertarse con el mayor de los
terrores. Ambos casos comentados hasta aqui son ejemplos que llevan a Freud a reformular su
concepcion de repeticion, en tanto que lo que se repite ya no se trata de algo reprimido y placentero,
sino que refiere a algo pulsional y displacentero para el sujeto. Va más allá del principio de placer
que regula el sistema anímico del aparato psíquico. Estos casos le permiten a Freud entender que la
repetición es un modo de tramitar algo no ligado, un estímulo que irrumpió en el aparato psíquico y
provocó en el mismo un desequilibrio.
La compulsión a la repetición pareciera entonces buscar el placer del Ello, pero lo que
señala Freud es que a veces intenta mostrar algo que bajo ningún punto de vista provocaría
placer, incluso en la infancia. Es decir, no siempre se repiten mociones pulsionales sexuales
infantiles edípicas. La vida sexual infantil tuvo que ser reprimida porque en ese momento sus
deseos eran inconciliables con la realidad. Se repiten todas esas frustraciones de la vida
sexual infantil, que ni antes ni ahora generarían placer. Esto hace suponer una compulsión a
la repetición que está más allá del principio de placer. La compulsión a la repetición sería
previa al principio de realidad en la constitución del aparato psíquico.
Compare las dos modalidades de repetición, tal como Freud las ubica en 1914 y en 1920.
En 1914 Freud plantea una concepción acerca de la repetición. En su texto “Recordar, repetir
y reelaborar” establece que en la clinica se presentan pacientes que en vez de recordar lo reprimido
u olvidado, lo actuan. Repiten vivencias pasadas de la infancia mediante la acción y bajo la neurosis
de transferencia construida en el análisis. La compulsión de repetición, nombre que le da Freud, se
vuelve una resistencia a la cura, que impide la libre asociación del paciente y el acceso del analista al
inconsciente de este. El sujeto no tiene registro de lo que repite, siendo el analista el objeto de su
actuar. La función de este último será no corresponder esos sentimientos inconscientes, mantenerse
en abstinencia, ya que no se trata sobre su persona, sino sobre elecciones de objetos pasadas, sobre
su complejo de Edipo. El Analista debe mantenerse en su rol y tratar de levantar esa resistencia,
sirviéndose de ese actuar para poder volverlo consciente y permitir que el paciente en vez de actuar
lo inconsciente, lo pueda trabajar y reelaborar en el plano de lo psíquico.
Ya para el año 1920, Freud realiza una modificación respecto al concepto de repetición
porque va a poner el foco en lo pulsional. En “Más allá del principio del placer” va a expresar que los
sujetos repiten algo que está más allá de algo vivido con placer como esos recuerdos infantiles como
pensaba en 1914. La experiencia lo ha llevado a confrontarse con situaciones donde se repite algo
displacentero. Hará uso de algunos ejemplo para dar cuenta de esto, por un lado el juego infantil de
Fort Da, donde el niño bajo su juego solo repite la situación de abandono que sufre cuando su madre
lo deja y transforma en activo algo que vivió pasivamente. Es decir que lo que le fue displacentero,
lo reconvierte en algo placentero para él. Otro de los ejemplos son los sueños traumáticos que dejan
en evidencia el no cumplimiento de deseo. Bajo este texto, Freud llega a la conclusión de que aquello
que se repite con intensidad en realidad no se trata de algo no pudo ser ligado en el aparato
psíquico, es decir, que no pudo ser tramitado. Eso no tramitado es producto de un exceso de
estímulo en el aparato anímico. Entonces la repetición se trata más bien de algo estructural que no
responde a un principio de placer como se pensaba en la primera conceptualización, sino que
responde a un “Más allá” donde el aparato psíquico debe ponerse a trabajar para ligar la energía
suelta con una representación.
En un primer momento, en el año 1914 Freud menciona por primera vez el término
Compulsión de repetición. En su texto “Recordar, repetir y reelaborar” describe algo que ocurre en la
clínica. Muchos pacientes bajo transferencia repiten vivencias infantiles vividas con placer, las repiten
mediante la acción, es decir que en vez de recordarlas, las actuan en la transferencia con el analista.
Este se vuelve objeto de la actuación de sus pacientes. Resulta que lo que repiten no lo hacen de
manera consciente y en la medida en que más repiten, más se vuelve un obstáculo para el trabajo
analitico. A esto Freud llama “Compulsión a la repetición'' y dificulta la libre asociación del paciente y
por tanto el acceso a su inconsciente. El punto central respecto de este tipo de transferencia y lo que
afirma Freud en esta epoca, es que aquello que se repite mediante la accion se trata de algo
reprimido.
Ya para el año 1920, hará una modificación respecto de su teoría. En su texto “Más allá del
principio del placer” expondrá situaciones particulares que lo llevan a replantearse el concepto de
Compulsión de repetición. El juego infantil del Fort Da y los sueños traumáticos son ejemplos que le
permiten pensar a Freud en aquello que se repite compulsivamente. No se trata de algo reprimido,
vivido placenteramente. Responde a algo más allá que escapa al principio de placer, se corresponde
con lo pulsional. De ese lado queda ubicada la Compulsión de Repetición en estos tiempos. Lo que
se repite son situaciones que nunca han sido placenteras, se repite lo doloroso, lo displacentero.
Lo que se busca mediante la repetición es ligar algo que no pudo ser ligado, que no pudo ser
tramitado psíquicamente. Eso no ligado se trata de alguna situación traumática, grandes montos de
energía que provocaron el desequilibrio del aparato psíquico. Entonces la compulsión de repetición
quedará definida como la forma que encuentra el aparato psíquico para ligar esa energía suelta a una
representación y con la ayuda del analista el paciente podrá reelaborar aquello traumático.
¿Cuáles son los fenómenos clínicos que llevan a Freud a replantear el concepto de repetición en
“Más allá del principio de placer”?
En un primer momento, en el año 1914 Freud menciona por primera vez el término
Compulsión de repetición. En su texto “Recordar, repetir y reelaborar” describe algo que ocurre en la
clínica. Muchos pacientes bajo transferencia repiten vivencias infantiles vividas con placer, las repiten
mediante la acción, es decir que en vez de recordarlas, las actuan en la transferencia con el analista.
Este se vuelve objeto de la actuación de sus pacientes. Resulta que lo que repiten no lo hacen de
manera consciente y en la medida en que más repiten, más se vuelve un obstáculo para el trabajo
analitico. A esto Freud llama “Compulsión a la repetición'' y dificulta la libre asociación del paciente y
por tanto el acceso a su inconsciente. El punto central respecto de este tipo de transferencia y lo que
afirma Freud en esta epoca, es que aquello que se repite mediante la accion se trata de algo
reprimido.
Ya para el año 1920, hará una modificación respecto de su teoría. En su texto “Más allá del
principio del placer” expondrá situaciones particulares que lo llevan a replantearse el concepto de
Compulsión de repetición. El juego infantil del Fort Da y los sueños traumáticos son ejemplos que le
permiten pensar a Freud en aquello que se repite compulsivamente.
Para la época en la cual escribe su texto “recordar, repetir y reelaborar” era una época de
posguerra y había muchos pacientes que se presentaban en la clínica con sueños traumáticos. A
partir de esto Freud interpreta de que pueden existir sueños que no implican placer alguno, pero
luego se da cuenta que era algo más allá de eso. Esos sueños no solo provocan placer algunos, sino
que iban acompañados de displacer. En ellos se repetían con la mayor actualidad, aquella situación
traumática de guerra. Bajo el sueño se revivía una y otra vez y esto iba acompañado de otros
síntomas, entre ellos la angustia. Cada vez que estos hombres se despertaban, lo hacían con el más
vivido terror.
Después, por otro lado, Freud usa de ejemplo del juego del fort-da. En este juego, el autor
observa a su nieto jugar con un carretel el cual en un extremo tiene un hilo del cual lo sujetaba. El
juego sonsitia en lanzar el carretel y junto a esto el niño lo acompañaba con el sonido o-o-o-o que
significa “se fue”. Luego volvia el carretel hacia el, emitiendo otro sonido, “da”, que significa “aca
esta”. Mediante este juego dice Freud, el niño representaba la partida de la madre
Por otra parte, el fort-da es descrito por Freud luego de observar a su nieto de dieciocho
meses jugar con un carretel. El niño lo lanzaba al sonido de “o-o-o-o” (fort) - en español, “se fue”-, y
luego lo atraía nuevamente tirando del piolín exclamando “da” -acá está-. Así describe Freud el
itinerario completo del juego. La acción del niño es interpretada por el autor como una
escenificación de la partida de la madre, donde en el primer acto de su nieto da cuenta de su
renuncia a la satisfacción pulsional, al aceptar sin protestas la partida de su madre, una acción
claramente displacentera para él. A través de este juego, el niño había encontrado un medio por el
cual expresar sus sentimientos hostiles hacia la figura de la madre, inconfesables ante su presencia,
pero capaces de satisfacer sus deseos de venganza por la partida de ella. Lo curioso de este itinerario
para Freud es ver que el niño insistía en repetir incansablemente el primer acto, hecho que resultaba
particularmente extraño, ya que existía mayor placer en el segundo, en el encuentro. Para el autor,
solo es posible que el niño repita una y otra vez este hecho porque en el encuentra una satisfacción,
pero que no es por la vía del placer. Algo que no es el placer lo satisface.
El autor, en “Recordar, repetir y reelaborar” es donde por primera vez utiliza el término
compulsión a la repetición. En el mismo, realiza un breve repaso sobre las diferentes técnicas que ha
utilizado el psicoanálisis desde su comienzo. Al hablar de la nueva técnica, expresa que el analista no
se enfoca en ningún suceso en particular, sino que lo que trata es de discernir cuales son las
resistencias. En términos descriptivos, se trata de llenar las lagunas del recuerdo, y desde el punto de
vista dinámico, de vencer las resistencias. Contraponiendo esta técnica con las anteriores explica que
el paciente no recuerda, lo reprimido, sino que lo actúa. No lo reproduce como recuerdo, sino como
acción; lo repite, sin saber, desde luego que lo hace.
En Más allá del principio del placer, Freud expresa que la compulsión a la repetición
corresponde a lo reprimido inconsciente. Las resistencias provienen del yo del paciente y no hay
duda de que están al servicio del principio de placer, pues quieren ahorrar el displacer que supondría
la liberación de lo reprimido. Sobre el final de Más allá del principio de placer, el autor admite por
primera vez, a causa de los sueños en la neurosis traumática, que ellos constituyen una excepción
respecto a la tesis del sueño como cumplimiento de deseo. Admitida esta excepción, se pregunta si
es posible que los sueños de impresiones traumáticas obedezcan a la compulsión a la repetición.
Freud comenta que a menudo la compulsión de repetición resulta un estorbo terapéutico cuando al
final de la cura el médico se empeña en el desasimiento completo del enfermo y el analizante -por
temor a despertar algo que considera que sería mejor dejar dormido- se ve sometido a esta
compulsión
No se trata de algo reprimido, vivido placenteramente. Responde a algo más allá que escapa
al principio de placer, se corresponde con lo pulsional. De ese lado queda ubicada la Compulsión de
Repetición en estos tiempos. Lo que se repite son situaciones que nunca han sido placenteras, se
repite lo doloroso, lo displacentero.
Lo que se busca mediante la repetición es ligar algo que no pudo ser ligado, que no pudo ser
tramitado psíquicamente. Eso no ligado se trata de alguna situación traumática, grandes montos de
energía que provocaron el desequilibrio del aparato psíquico. Entonces la compulsión de repetición
quedará definida como la forma que encuentra el aparato psíquico para ligar esa energía suelta a una
representación y con la ayuda del analista el paciente podrá reelaborar aquello traumático.
En Más allá del principio de placer, Freud argumenta cuales son los motivos que lo llevaron a
concebir al principio de placer como rector de la vida anímica y confirma que el mismo responde a
un principio económico. En este texto enuncia que es incorrecto hablar de un imperio del principio
de placer, ya que, si fuera así, la mayoría de nuestros procesos anímicos deberían ir acompañados de
placer o guiarnos hacia él, y bien sabemos que eso no ocurre así.
Siguiendo lo que propone Freud, describiré cuales son aquellas situaciones que pueden ser
planteadas como refutaciones frente al principio de placer como principio rector de los procesos
anímicos. Al momento de escribir este texto, el continente europeo se encontraba atravesando un
período de pos-guerra, con una fuerte crisis económica por lo cual reinaba en la sociedad
contemporánea un gran sentimiento de pesimismo.
NEUROSIS y PSICOSIS
1- Diferencie la interpretación de las construcciones en el análisis
Tanto la interpretación como la construcción son dos modos de intervención en la clínica
psicoanalítica y Freud se encarga de explicar cada una de ellas en algunos de sus textos. Las
intervenciones no son sin efectos, pero se sabe de ellos a posteriori.
La interpretación por un lado, tiene que ver con una acción por parte del analista sobre algo
singular del discurso del paciente. Puede manifestarse mediante un comentario, un tono diferente,
una pregunta, incluso se le puede devolver al paciente a modo de pregunta lo que está diciendo con
el fin de ampliar el discurso. En el analisis nunca se da nada por sentado, hay que dejar actuar la
asosiación libre para poder llegar a algo de lo reprimido y del inconciente del paciente. La
interpretación permite dar una nueva significación a lo que el paciente dice y solo será posible si el
paciente se encuentra en transferencia. De no ser así, el analista estará interpretando desde su
propia subjetividad, y contratransferencia. Solo se recurre a la interpretación cuando el paciente se
traba en su decir, cuando se presentan resistencias o deja de hacer asociaciones. En este caso el
saber está puesto en el analizante, ya que es él que mediante la asocaion libre va accediendo a lo
reprimido de su historial infantil, el analista solo orienta y conduce a ello. Por eso, a partir de ello
podemos decir que la interpretación es como un entre. Entre lo que dice el paciente y lo que dice el
analista.
Por otro lado, tenemos la construcción que se diferencia de la interpretación porque en este
caso es el analista quien a partir de lo que va contando el paciente rearma de alguna manera parte
de la historia del analizante y esto siempre va a estar relacionado con lo reprimido. Con la
construcción lo que se busca es unir diferentes parte del relato del paciente, llenar lagunas que
permitan dar sentido a una historia. Este tipo de intervención es más abarcativa que la primera. La
construcción implica presentarle al paciente algo de su historia olvidada.
Freud en su texto “Construcciones en análisis” se encarga de hacer una comparación con la
arqueología, dirá que tanto el analista como el arqueólogo trabajan con restos conservados, pero
que en el caso de este último, esos restos están vivos. Otra de las cosas que los diferencia es que
para el arqueólogo la reconstrucción con esos restos conservados es la meta, mientras que para el
analista es solo un principio para lo que vendrá después en el análisis, ya que la misma debe ser
comunicada al paciente. En relación con esto último, en ese mismo texto el autor aclara que no se
produce ningún daño en el paciente si la construcción es desacertada o errónea. El paciente si
pasado un tiempo no reacciona a ello, dicha intervención quedará como si nunca se hubiese hecho y
no provocará ningún cambio en el tratamiento más que solo una perdida de tiempo. En el caso de
que frente a la comunicación de la construcción, el paciente respondiera con un sí y este va
acompañado por una serie de recuerdos, entonces estaremos frente a un efecto de dicha
intervención. Por el contrario, el analista nunca debe aceptar un sí por sí solo. Porque podría solo ser
al igual que un no, formas que tiene el paciente para mantener alguna resistencia. Un No, explica el
autor, solo debe tomarse como válido de respuesta a una construcción, en el caso de que esté
acompañado por otras palabras que sirvan a modo de reflexión. Por ejemplo lo que se observa en la
clínica dice Freud, son frases como “No se me había ocurrido antes”, “No me parece”, etc. En estos
casos, se produce una confirmación de dicha intervención pero sucede de manera indirecta.
Respecto de esto último, es importante tener en cuenta la reacción que tiene el paciente porque
como sabemos, ningún análisis está exento de resistencias y si el analista realiza una interpretación
acertada y se está frente a una Reacción Terapéutica negativa, puede provocar el abandono del
tratamiento, el saber sortear dicha resistencia permitirá acercarnos un poco mas a la verdad del
paciente. Las intervenciones como se mencionó anteriormente muestran sus efectos a posteriori, no
son inmediatas. Por tal razón, solo en el transcurso del análisis se podrá comprobar si la misma fue
acertada o no.
Freud se plantea ¿Qué garantías tenemos, durante nuestro trabajo con las
construcciones, de que no andemos errados y ponemos en juego el éxito del tratamiento por
defender una construcción incorrecta? Dice que según la experiencia clínica no produce daño
alguno equivocarnos al presentar al paciente una construcción incorrecta, ya que el paciente
lo pasara por alto. Dice que lo que sucede, es que el paciente queda como no tocado, no
reacciona a lo presentado ni por “si”, ni por “no”. En cambio, si la construcción es correcta,
ensambla tan bien con la historia del paciente, que a menudo sucede que con el tiempo el
paciente no distingue si fue un verdadero recuerdo o una construcción.
Freud explica cómo se suele apreciar en el curso del tratamiento, el “Sí” y el “No” del
paciente ante una intervención; y dirá que no podemos quedarnos solo con esa primera
respuesta por la siguiente razón: el “Si” directo del analizado es multívoco, el paciente puede
reconocer la construcción como correcta o puede ser resistencial. El “No” directo también es
multívoco, mucho más a menudo expresa una resistencia provocada por el contenido de lo
comunicado.
Freud explica que para saber si una construcción fue acertada o equivocada hay que
prestar atención a las exteriorizaciones del paciente a través de las “Variedades indirectas de
corroboración”, que son plenamente confiables. La negación, es el giro que el analista oye de
las personas con apenas unas palabras cambiadas. Cuando el paciente responde con frases
tales como “no se me ha pasado nunca eso por la cabeza”, “jamás había pensado eso”, etc.
Por otro lado, cuando el paciente responde con una asociación que incluya algo
semejante o análogo al contenido de la construcción. O la reacción terapéutica negativa, si la
construcción es errónea no modifica nada en el paciente, pero si es correcta reacciona frente a
ella con un empeoramiento de sus síntomas y estado en general.
Hay que tener en cuenta la reacción del paciente, pero solo a posteriori, solo la
continuación del análisis puede corroborar si la construcción era correcta o inviable. A cada
construcción hay que considerarla apenas una conjetura, que aguarda ser examinada,
confirmada, o desestimada. No debemos demandar o esperar asentimiento inmediato por
parte del paciente, pues solo con el curso del análisis todo se irá aclarando.
Freud realiza una comparación entre la labor del analista con la de un arqueólogo,
quien a partir de excavaciones y restos puede restablecer adornos y pinturas murales, al
indicar que el objeto del psicoanálisis se basa en un trabajo de construcción (o
reconstrucción) a partir de recuerdos, asociaciones y exteriorizaciones del analizado. Las
construcciones son una manera diferente de tratar los fragmentos que componen el material
analítico, se pretende un ensamblado de esa pluralidad de fragmentos. La construcción debe
ser pensada como algo que toma su valor en el análisis mismo, porque viene a ligar los
elementos esenciales y singulares que se desprenden de él y que se actualizan en la
transferencia. Lo esencial aquí no es la exactitud del acontecimiento, sino el hecho de que el
analizante perciba mejor lo que en su vida tiene valor estructural, lo que no deja de repetirse
en ella, y que, sin embargo, hasta entonces desconocía. La construcción designa entonces una
elaboración del analista más extensa y lejana del material que la interpretación. Está
destinada esencialmente a reconstituir una parte de la historia infantil del sujeto, tanto en sus
aspectos reales cuanto, en aquellos fantaseados, mientras que la interpretación recae sobre la
singularidad del significante analítico. La interpretación se aplica a alguna cosa que uno hace
con algún elemento sencillo del material, como una asociación; pero es una construcción
cuando uno coloca ante el sujeto analizado un fragmento de su historia anterior que ha
olvidado.
2- Explicar “En la neurosis se evita, al modo de una huida , un fragmento de la realidad, mientras
que en la psicosis se lo reconstruye.” Freud.(1924) (Práctico b)
Para el año 1924 Freud considera que tanto la neurosis como la psicosis son producto de un
conflicto entre el yo y las instancias que lo gobiernan. En el caso de la neurosis se trata de un
conflicto entre el yo y el ello, donde el yo rechaza una moción pulsional que quiere ingresar a la
conciencia. Por su parte la psicosis, corresponde a un conflicto entre el yo y el mundo exterior.
En su texto “La pérdida de la realidad en la neurosis y psicosis” Freud hace una comparación entre
estos cuadros clínicos y plantea la relación que tienen con la realidad. Considera que ambos tienen
un problema con ella y buscan escapar de la misma. Mediante la represión, la neurosis se encarga de
escapar de un fragmento de su realidad que no resulta tolerable con el yo. Se evita al modo de una
huida en tanto que se pretende no saber nada de ella. Este primer paso de la represión dirá Freud
no alcanza para que se constituya la neurosis, hace falta un segundo paso al cual considera como
patológico. Se trata de el retorno de lo reprimido y por tanto el fracaso de la represión, aparecen los
sintomas que guardan relación con aquello incocnciente reprimido. Al yo le resulta un intruso por lo
que va proseguir luchando para defenderse de este.
4- Psicosis, intervenciones dif con neurosis. Posición del analista en ambas (práctico b) (atzori,
belucci, fernandez, aulagnier o soler)
Sabemos que la Neurosis y la Psicosis son estructuras distintas, que en el análisis deben
trabajarse de forma diferente. Freud entendía que no podía trabajarse con la psicosis en el análisis,
porque esta no puede entrar en transferencia como si lo hace la neurosis. Sin embargo, la principal
diferencia en los modos de abordarla, radica en en el lugar que se posicione el analista y que
intervenciones haga frente a estos cuadros clínicos.
Sabemos que el neurótico aparece en la consulta buscando una respuesta a lo que le pasa,
porque él desconoce aquello que le pasa, por lo tanto le atribuye un saber al analista. Será el
analista, para el paciente, ubicado desde el ese lugar de sujeto supuesto de saber (SSS) quien podrá
dar interpretación a esos síntomas que lo aquejan. En cambio, cuando hablamos de una psicosis,
sabemos que un psicótico no aparece en la consulta requiriendo ayuda porque desconoce lo que le
pasa. El psicótico sabe muy bien lo que le pasa por eso no ubica al analista como aquel que puede
darle una respuesta. Para el neurótico su síntoma es un enigma, mientras que en la psicosis no hay
enigma, hay certeza.
Partiendo de esta base sabemos que las intervenciones serán diferentes en ambos casos. El
neurótico habita el lenguaje, por lo que podrá asociar libremente cada uno de sus síntomas con
algún hecho traumático. Mientras tanto el psicótico vive bajo la certeza, no es capaz de comprender
la metáfora, delira, todo esto impide la capacidad de asociar libremente. Por lo tanto quien dará una
interpretación a los delirios será el propio paciente y no el analista. Con la psicosis es necesario
trabajar interdisciplinariamente, junto con psiquiatras para poder regular sus comportamientos y
también reducir en parte sus delirios.
La diferencia que se encuentra con la neurosis es que esta puede ser interpretada, el analista
puede interpretar desde la trasferencia construida en dicho análisis, los síntomas del paciente. Por su
parte la psicosis no puede interpretarse, no se puede interpretar el delirio, porque el mismo psicótico
será quien se ponga en ese lugar de intérprete y la transferencia en este caso se volvería
persecutoria. Porque cuando estamos interpretando estamos dando a entender que hay una falta y
puede volverse un problema en una estructura todavía no desencadenada, donde no está instaurada
la ley paterna.
En la neurosis sabemos la importancia del encuadre, un lugar, dia y horario para construir el
tratamiento y también la transferencia quien encaminara el mismo. Sobre todo la atención del
analista debe ser parejamente flotante para no perder ningún dato, pero tampoco perderse sólo en
uno, por eso no hay que dejar de lado la abstinencia. Todos estos elementos son importantes para el
análisis de una neurosis. Mientras que en la psicosis Belucci dirá que al no poder interpretar, lo
importante será construir, dar lugar a la construcción. Esto mismo consiste en poder dar lugar a un
marco que sirve para darle lógica a lo que cuenta el paciente, también poder anticipar un pasaje al
acto, permitirle la producción del relato, y ubicar también ciertas condiciones como acuerdo entre
analista y paciente.
Las intervenciones que se puedan hacer en la psicosis dependerá del tipo de psicosis ya que
debemos tener en cuenta el caso por caso, el momento de evolución de esa psicosis y por supuesto
en que momento de la transferencia nos encontramos. En pocas palabras, no todo momento es buen
momento para intervenir. Las intervenciones pueden dividirse en tres grandes grupos según Elida
Fernandez, las que se dan desde lo imaginario y permiten brindar cierta representación al paciente,
después están las que apuntan a diferenciar un adentro y un afuera, y por último aquellas que
funcionan como separación.
La posición del analista para poder trabajar con la psicosis siempre deberá ser desde el lugar
de semejante, de un igual a igual, donde el paciente no se sienta perseguido. El analista podrá desde
este lugar regular parte del goce del paciente. También ubicarse como destinatario de un relato que
el paciente tiene para contar. Siempre es importante poder escuchar al paciente como un par,
ubicándose también desde la ignorancia, desde una posición en la cual no se cuenta con todo el
saber, que a veces hay cosas que se desconocen. El conocer los intereses del paciente, también
permitirá una mejor comunicación entre ambos. Esto dará lugar, de cierto modo, a encontrar y ubicar
parte de una subjetividad. Por último y no menos importante, es necesario que el delirio forme parte
del tratamiento. Con esto no se está queriendo decir que hay que acrecentarlo o motivarlo, sino que
no hay que apuntar a eliminarlo. El delirio es parte de la psicosis entonces hay que darle el espacio
para que se hable sobre eso en el espacio analitico.
INSTITUCIONES
1- ¿A qué aspectos de la clínica de las instituciones se refiere la noción de Cultura de la
Mortificación, según Ulloa?
El autor explica que en todas las instituciones existen reglas que la determinan, que son
consensuadas y hacen al funcionamiento del lugar, es una especie de violencia legitimada. Sin
embargo, advierte que cuando esas reglas se vuelven arbitrarias provoca lo que él llama “síndrome
de violencia institucional” que se manifiesta bajo ciertos síntomas. La violencia institucional provoca
en quienes pertenecen a la institución pierdan la vocación por sus tareas, realizan las mismas de
modo automatizado, transformándose en burócratas dice el autor, y quedando totalmente
deshumanizados. Ulloa considera que las instituciones de salud mental son el extremo de la cultura
de mortificación, se puede observar en ellas una “encerrona trágica”. Este concepto corresponde a
situaciones sin salida, donde alguien necesita de otro para sobrevivir, para alimentarse, para trabajar,
o para mantener su salud. Son situaciones en las que se depende de alguien que maltrata y destrata,
solo hay una víctima y un victimario, sin un tercero que actúe como moderador o en rol de justo. Si a
la clínica nos referimos podríamos poner el foco en esos pacientes del manicomio, que requieren de
los cuidados y la atención de sus médicos, sus analistas. Pero como se conoce muchas veces quienes
dan alojo a los padecimientos, suelen ser las instituciones que con menos recursos cuentan, esto va
generando mortificación, malos tratos y destratos hacia los pacientes, provocando que se acreciente
la locura. Es un círculo vicioso que se va retroalimentando constantemente.
Para poder salir de esta situación Ulloa propone que los analistas y personal de salud en este
caso, se reagrupen que no sientan que están solos y que produzcan acciones movilizantes, que
generen nuevamente lo humanizante en sus tareas independientemente de cuales sean.
Fernando Ulloa fue un médico psicoanalista creador del análisis institucional en
Argentina, como discípulo de Pichón Riviere. Su clínica y forma de trabajar se basó en tres
enfoques fundamentales: la salud mental, la ética y los derechos humanos. En su texto
“Novela clínica psicoanalítica: historial de una práctica” (1995) plantea la cultura de la
mortificación como un matiz de sufrimiento social contemporáneo. Esta mortificación está
presente desde la cuna en distintas instituciones como lo son la familia, la escuela, el trabajo,
las relaciones políticas, y principalmente en las instituciones de salud mental como
producción cultural: el manicomio. Entiende por mortificación una producción cultural ligada
a la falta de fuerza, a lo apagado, sin viveza, al cuerpo agobiado por la astenia cercano al
viejo cuadro de la neurastenia, al mal humor, al sentimiento de dolor, enojado e impotente. Se
trata de sujetos coartados, al borde de la supresión como individuos pensantes. La
mortificación, a veces, aparece acompañada de diferentes grados de fatiga crónica y
cansancio sostenido.
Este maltrato no solo está referido al fastidio, al miedo y a la rabia que suele despertar
el trato con la locura, sino que hay algo más específico inherente a la locura misma, promotor
de reacciones en quienes tienen a cargo su cuidado. Ante las dificultades de diagnóstico,
frecuentemente se encuadra al sujeto en un modo estándar, etiquetándolo y anulando así la
singularidad clínica de ese sujeto, como 2 una forma de mortificarlo y de maltrato, sin
comprender que el síntoma tiene un por qué y un para qué.
Toda institución tiene reglas, normas bajo las cuales se mueve el personal que en ellas
conviven. Pero resulta que cuando las reglas se vuelven arbitrarias y los sujetos solo hacen lo que
tienen que hacer, cuando se vuelven burocráticos y pierden subjetividad, estamos frente a lo que el
autor denomina “Síndrome de Violencia Institucional”. Este síndrome impacta en los sujetos, hace
que pierdan su vocación -si al personal de salud nos referimos- los deshumaniza. Este autor,
considera que las instituciones psiquiátricas son el extremo de esta cultura de mortificación en tanto
que aparece muy visiblemente la violencia institucional, el maltrato, el destrato, la falta de interés
hacia los pacientes.
3- Luego de haber leído el texto de Fernando Ulloa (Capítulo V, La novela clínica Psicoanalítica),
piense junto con el texto una propuesta para la llamada “encerrona trágica”.
Toda institución tiene reglas, normas bajo las cuales se mueve el personal que en ellas
conviven. Pero resulta que cuando las reglas se vuelven arbitrarias y los sujetos solo hacen lo que
tienen que hacer, cuando se vuelven burocráticos y pierden subjetividad, estamos frente a lo que el
autor denomina “Síndrome de Violencia Institucional”. Este síndrome impacta en los sujetos, hace
que pierdan su vocación -si al personal de salud nos referimos- los deshumaniza. Este autor,
considera que las instituciones psiquiátricas son el extremo de esta cultura de mortificación en tanto
que aparece muy visiblemente la violencia institucional, el maltrato, el destrato, la falta de interés
hacia los pacientes.
Plantea este autor que aquellos psicoanalistas que quieran dedicarse a trabajar en la
pobreza, con los más desprotegidos y vulnerados no deben tener una posición neutral, porque
justamente lo que están buscando son los cuidados que no les brindaron, que no tuvieron. Sin
embargo, muchas veces en las instituciones psiquiátricas se presenta algo paradojal porque las más
precarias y las que con menos recursos cuentan, generalmente son las que mayormente responden a
ellos. El autor propone realizar modificaciones en lo que respecta a la cultura de la mortificación,
realizando acciones que sean realmente movilizantes, aplicar la cultura de la ternura. Que aparezca
el cuidado, el respeto y los buenos tratos hacia sus pacientes.
Ulloa denomina como encerrona Trágica a la situación sin salida en tanto no se rompa el cerco de los
lugares por el accionar de un tercero que habrá de representar lo justo. Ulloa afirma que un
psicoanalista que pretende trabajar en sectores sociales empobrecidos tiene que operar sobre el
tríptico Salud Mental ética y Derechos Humanos debe ser un analista comprometida la práctica social
no puede ser neutral en su condición política. incorpora el concepto de mortificación como una
producción cultural ligada al efecto de la muerte sino la falta de fuerza el agobio corporal y lo
asocial del cuadro de la neurastenia. la mortificación cuartara al sujeto lo dejara al borde de la
supresión como individuo pensante y disminuido en su accionar crítico y autocrítico. para contrastar
esta significación desarrolla la institución de la ternura polarizando así las ideas de tratamiento que
impliquen un buen trato y contraste con prácticas manicomiales estandarizaciones y etiquetas que
estigmatizan padecimientos .Las etiquetas impuestas por un modelo hegemónico provocan encierros
que van más allá de un manicomio y que implican a la sociedad en su conjunto Incluyendo a la
familia el trabajo y cualquier tipo de relación donde un sujeto se pueda desarrollar llevándolo a la
marginación. finalmente es importante el concepto sobre síndrome de violentacion institucional
Refiriéndose a una cultura institucional arbitraria hegemónica qué afecta la modalidad y el sentido
del trabajo degradando funcionarios sintomáticos a los operadores institucionales empobreciendo
los y el llenandolos provocando sufrimiento tanto físico como psíquico .qué respuesta si la
importancia del psicoanálisis como disciplina que aborda la subjetividad justamente donde el sujeto
más lo necesita, Dentro de este tipo de instituciones y modelos que encierran paradigmas de
sufrimiento.
Toda institución presenta un conjunto de reglas, a las cuales responden quienes en ella
participan. Galende utiliza para referirse a esto el término violencia legitimada, son normas reguladas
y consensuadas para dar lugar al funcionamiento institucional. Sin embargo, cuando esas reglas
dejan de ser consensuadas y comienzan a ser arbitrarias, aparece lo que el autor denomina
“Síndrome de Violentación Institucional”. Los sujetos que se encuentran bajo este síndrome, pierden
vocación por sus actividades, realizan sus tareas a modo administrativo, se vuelven burócratas, se
deshumanizan. Aparecen ciertos síntomas como la fragmentación del entendimiento, que tiene que
ver con que todos los sectores de la institución. Cada uno de ellos queda inmerso en su propia tarea,
esto hace difícil comprender el funcionamiento de la institución. Otro de los síntomas es la
alienación enajenante que implica una dicotomía entre nosotros vs ellos. Podríamos pensar en la
misma médicos- pacientes por ejemplo. Este síntoma está sumergido en una renegación, en una
negación del contexto, de la situación de hostilidad que se vive y una negación de que se está
negando. Esto termina produciendo una fragmentación del aparato psíquico, dice Ulloa. Por último y
junto con los síntomas anteriores, se suma la falta de especularidad relacional, donde hay una falta
de reconocimiento en el otro, de un semejante y con esto una desadueñamiento del propio cuerpo,
entre otras.
Todos estos síntomas son los que componen este síndrome de violentación institucional y
que dan lugar a lo que Ulloa llama “Encerrona Trágica” que tiene que ver con toda aquellas
situaciones en las que alguien requiere de otro para sobrevivir, para mantener un trabajo, la salud,
para ser alimentado, etc. Depende de los malos tratos, del destrato y situaciones donde no
interviene un tercero en lugar de justo. La encerrona trágica son situaciones de exclusión social,
donde hay una víctima y un victimario. Encerrona en tanto que se reproduce constantemente la
situación de violencia. Bajo esta situación las subjetividades desaparecen, quedan todos dibujados
bajo una misma categoría y se lo puede observar muy claramente en las instituciones de salud
mental que muy comúnmente se los llama manicomios y que Ulloa describe como el extremo de la
cultura de la mortificación, donde aparece reflejada el síndrome de violentación institucional.
Todo esto se vuelve un círculo vicioso que termina por acrecentar la locura. Lo que propone
el autor es que para salir de la encerrona clásica, es necesario que no se queden en una mirada
fatalista de la situación, que los miembros de la institución, por ejemplo las de salud mental, se
reúnan, se agrupen para recuperar lo humanizante de las tareas que realizan. Llevar acciones
movilizantes y comprender que no están solos en dicha tarea.
En toda socialización va a haber una renuncia, pero no es una renuncia que realiza el
sujeto sino una violentación que impone la institución; mientras más arbitrario y en mayor
grado sea dicha violentación, menos autonomía le va a quedar al sujeto, llevando a la Cultura
de Mortificación, donde se pierde todo pensamiento crítico y toda motivación.
El psicoanálisis convive en el hospital con múltiples discursos, el discurso médico objetiva todo
dentro de la institución no solo las patologías, sino también el trato para con estas. Los tiempos y la
posición que tiene el médico para con sus pacientes es diferente al que presenta el psicoanálisis. Este
último aparece en el hospital para dar lugar y presencia a la subjetividad. Si bien como dice
Rubistein, no puede ser todo psicoanálisis dentro de los hospitales, este busca de todas formas tener
su lugar.
Los hospitales se distinguen por tener un control sobre la cantidad de internaciones, de
consultas, de pacientes, la cantidad de tiempo de tratamiento, etc, no dejando lugar para la
subjetividad de quien se encuentra alojado en dicha institución.
Por otro lado, dentro de la institución desde ambos discursos se espera la llegada de una
demanda, pero muchas veces esa demanda no aparece como se acostumbra. En el psicoanálisis no
siempre hay una necesidad de tratamiento, de análisis, porque puede que se desconozca la función
de este o tal vez, lo único que se busca es conseguir alivio a un padecimiento. A esto debe acudir el
psicoanalista y quizás, luego de varias entrevistas preliminares aparezca algo de la demanda
necesaria para dar lugar a un análisis. Ahí es donde Rubistein plantea que se presentan algunas
complicaciones. Al encontrarse el psicoanalista en una institución pública los tiempos en esta son
diferentes, donde quizás sólo se alcance a realizar esas entrevistas y luego el paciente ya deba
comenzar a pagar por el tratamiento, lo cual en algunos casos resulta una dificultad, ya que a los
hospitales los sujetos que acuden suelen ser personas de bajos recursos, que muchas veces no
quieren iniciar un tratamiento sino que buscan obtener una respuesta a su padecimiento de manera
inmediata. Teniendo en cuenta estas cuestiones, el analista lo que hace es privilegiar esos pocos
encuentros con el paciente, ofreciendo su escucha, y dejándolo hablar sobre su sufrimiento, y
quedando el analista ubicado en un lugar de saber. De esta manera sabrá actuar de manera
adecuada, ya que a veces las intervenciones que se requieren escapan a lo analitico, incluso están
por fuera de la transferencia, resultan urgentes para poder apaciguar de alguna manera el
sufrimiento, requiere de una respuesta inmediata.
Otra de las limitaciones que se presentan en las instituciones tiene que ver con el dinero ya
que llegado el momento de continuar con el análisis, aparece un pago de por medio. Para el
psicoanálisis la cura no puede ser gratis, el paciente debe pagar con algo, ya sea con dinero o con su
goce. Además, el dinero sirve para poner un límite en el trabajo analitico y en la relación del analista
con su paciente. Para que no se confundan roles, en tanto que el psicoanálisis no hace caridad. En
algunos casos se podrá pasar al ámbito privado y continuar con dicho tratamiento y en otros casos
provocará la culminación del mismo. Esto es indicado al paciente, con el propósito de anticipar un
cierre. Entonces, las pocas intervenciones que se hagan serán adecuadas con el fin de generar un
cambio en la subjetividad, ponen a trabajar el inconsciente y de alguna manera buscar aliviar parte
del síntoma.
Dentro de las instituciones hospitalarias el psicoanálisis debe mantener su especificidad. Si
bien conviven varios discursos, ninguno debe ser superior ni reemplazado por otro. En tanto que
muchas veces la medicina requiere del psicoanálisis o viceversa. Es importante por tanto conocer las
propias limitaciones y saber recurrir al otro cuando resulte necesario.
La práctica analitica en los hospitales permite aumentar los conocimientos acerca de los
tratamientos, los padecimientos y sobre todo reveer conceptos analiticos en otros contextos
diferentes al consultorio privado.
En la práctica del psicoanálisis en las instituciones lo primero que hay que tener en cuenta,
sostiene Adriana Rubinstein, es la coexistencia de diferentes discursos; hay que soportar y
convivir esa coexistencia y a su vez, mantener la especificidad, propia, del psicoanálisis,
abriendo un espacio a la dimensión subjetiva y dando lugar a una demanda de saber por
parte del sujeto y con ello, obviamente al deseo. También dar lugar a la escucha y al
sufrimiento, ya que las demandas hospitalarias son varias, diferentes; y es necesario saber
qué tipo de intervención se requerirá en cada caso. El analista ofrece al paciente la
posibilidad de hablar de su sufrimiento, da al sujeto la palabra y coloca al saber de su lado.
Respecto al tiempo, si bien hay un límite temporal y definido por las instituciones, es ajeno a
la singularidad del caso por caso, introduce un real que si es adecuadamente trabajado
puede motorizar el proceso y poder operar analíticamente.
9- ¿Cuál es el valor que tiene el psicoanálisis dentro del campo de la salud mental? Desarrolle las
particularidades de su práctica dentro de las instituciones. Tome para su respuesta a los distintos
autores trabajados
Cuando se piensa en psicoanálisis muy a menudo se lo asocia con el ámbito privado, el consultorio y
el diván. Pero también forma parte del ámbito público, en instituciones donde aparecen muchos
discursos. Puntualmente el discurso médico o psiquiátrico por sí solo no puede resolver los
padeceres y sufrimientos que se presentan como inmediatos. Quizás el no poder dar respuesta a
muchas de esas inquietudes es lo que lleva a pensar en la incorporación y aceptación de los
psicoanalistas dentro de las instituciones. Y así como postula Zuberman el psicoanálisis aparece para
dar solución a aquello que no puede comprender la medicina.
El rol del analista dentro de las instituciones hospitalarias está sujeto a otras normas y
tiempos, diferentes a los de un consultorio privado. En lo privado siempre aparece una demanda,
con ella un interrogante, por un padecer que se desconoce y donde se pretende encontrar un
respuesta en el analista. Por su parte, en el hospital no siempre aparece una demanda de análisis o
deseo de ser analizado. No todos llegan con una pregunta porque no siempre se presentan por
voluntad propia. Tal vez y en algunos casos, la demanda viene desde otro lugar como por ejemplo de
familiares, médicos u otras instituciones. Por eso es que los primeros encuentros se tornarán
importantes, para ver si se puede convocar algo del sujeto y partir hacia un posible análisis. Será
importante interrogar sobre quien consulta y porque lo hace. Puede suceder también, que nunca
llegue a iniciarse un análisis, en esos casos solo se trabajará con la escucha y buscando reducir ese
padecimiento con el que llega el sujeto al hospital.
El psicoanálisis se diferenciará de otras psicoterapias en tanto que apunta a interrogar la
demanda y no satisfacerla. Mientras otras psicoterapias buscan solo curar el síntoma, el psicoanálisis
intentará construir la historia detrás del mismo. Junto con esto, las psicoterapias están posicionadas
desde un lugar pedagógico, y el psicoanálisis se aparta de eso Los psicoanalistas en hospitales
trabajan con cuestiones que requieren de intervenciones inmediatas, problemáticas que se
presentan como urgentes y en donde la medicina, la biología y las objetividades no pueden hacer.
Gamsie dirá que a veces los psicoanalistas son requeridos como especialistas en una
interconsulta, por médicos. Para que puedan resolver situaciones que a estos últimos los supera o los
angustia y que por tanto, les impide continuar con el desarrollo normal de sus tareas. Generalmente
están asociados a cuestiones sociales como violencia, familias en riesgo, etc. El psicoanálisis acudirá a
esta situación pero no intentando resolverla, porque eso escapa a su tarea. No cumple un rol de
asistencia, como si lo hace la psiquiatría. Sino que intervendrá y buscará interrogar aquello que
conmovió al médico, permitiéndole a este profesional volver a posicionarse en su rol. El lugar que
ocupa el psicoanálisis en la salud mental resulta importante porque aparece para trabajar con
aquello que no anda bien. Busca alojar tal vez no dentro de un encuadre o un análisis, algo del
padecer y sufrimiento de ese sujeto.
Aquel que decida trabajar dentro de los hospitales debe estar convocado y conmovido por un
deseo de enfrentarse y responder a situaciones sociales complejas, donde tal vez no se construya un
análisis, pero sí sea necesaria una intervención precisa en ese momento de angustia.
Ulloa dirá que aquel que trabaje y haga frente a situaciones difíciles como pueden ser por
ejemplo las adicciones, no será sin una postura política. No se puede estar ajeno a eso. Pero también
hay que saber apartarse de esa postura para evitar frustraciones. Por tal razón es importante el
trabajo en equipo, poder dar cuenta de las propias limitaciones para dar lugar a que otro trabaje con
eso. Las supervisiones, las consultas e intercambios con otros será por tanto fundamental cuando se
trata de estas complejidades.
10- Describa y desarrolle la especificidad que adquiere la transferencia y el lugar del analista en las
instituciones asistenciales, según el autor Emiliano Galende.
Emiliano Galende realiza en su texto una comparación entre el modo de funcionamiento de
las terapias asistenciales y el psicoanálisis. La primera sienta las bases de su método en lo biológico,
excluye al sujeto tratándolo como objeto. Establece una relación asistencial, donde responde a la
demanda del paciente. Se encarga de hacer generalizaciones de acuerdo a las categorías diagnósticas
y la relación entre el médico y el paciente es asimétrica donde el primero tiene el poder y el saber
sobre el segundo. El psicoanálisis por su parte marca una diferencia con las psicoterapias porque
considera al sujeto conocedor de su padecer, por lo tanto no hay aquí generalizaciones sino que el
paciente es tratado como sujeto y se tiene en cuenta por tanto sus subjetividades. El psicoanalista se
centra en destrabar aquello productor de los síntomas y además no responde a la demanda, sino que
busca interrogarla, problematizarla. Estas son la base del psicoanálisis como así también sus reglas
fundamentales como la abstinencia, la neutralidad, la asociación libre y sobre todo la transferencia
que sin ella no se puede iniciar un trabajo analitico.
La transferencia es una repetición de historias pasadas, infantiles. Galende establece que
antes de la transferencia analitica, se da una “transferencia institucional”, que compromete tanto al
paciente como al propio analista. Respecto del paciente implica sometimiento y exigencias, el
paciente requiere de la asistencia de la institución y le exige ser curado. En cuanto al analista, este no
queda exento, cuando la transferencia analitica produce obstaculos en el trabajo con el paciente, el
analista busca protección en la institución. Esta funciona como un tercero que regula de alguna
manera la relación entre el paciente y el analista. Sin embargo, el autor propone que se busque
trabajar con la mínima intervención de la institución, es necesaria que la transferencia institucional
se vuelva lo más mínima posible para que no llegue a ser obstáculo e interfiera con el análisis,
porque llegado el caso aparecen los fármacos y las internaciones como modo de resolver algo del
padecimiento y termina siendo una relación asistencial.
Por último, resulta importante remarcar que para el autor remarcar que si bien hay puntos
importantes que hacen a la terapia psicoanalítica, existen otros de mayor relevancia para poder
plantear un análisis que incluye por un lado l libre elección de analista- paciente, que las sesiones no
respondan a lo administrativo de la institución. No se puede plantear desde un comienzo cuánto
durará un tratamiento, el psicoanálisis no se maneja de esa manera. Es el analista quien dirige la cura
y el tratamiento, prestando mayor importancia a la singularidad de cada caso. Además el autor
pretende destacar que el tratamiento en las instituciones no debe diferir del ámbito privado, los
pacientes deben recibir igual trato y escucha a su demanda, independientemente de su situación
social, económica y cultural.
Galende desde el comienzo considera que hay ciertos puntos más importantes que otros a la
hora de plantear un trabajo analitico. Sin bien las reglas básicas del psicoanálisis son importantes,
como también el encuadre, el pago y si se usa diván o no, cuando se trata de una institución le
resulta más relevante pensar en que haya una elección del analista por parte del paciente, que las
sesiones no sean adaptadas a lo administrativo de la institución, ya que no se puede plantear desde
un comienzo cuánto durará un tratamiento, el psicoanálisis no se maneja de esa manera. Es el
analista quien dirige la cura y el tratamiento y para este resulta importante la singularidad de cada
caso.
Así como el analista abre interrogantes frente a la demanda del paciente, escuela, familia, es
preciso que se interrogue la demanda de la institución, la cual apunta a una afectación diagnóstica y
clasificatoria. A diferencia del analista, la institución no se plantea interrogantes, sino que tiende a
responder con su propia red de sentido, incorporando y significando a ese sujeto desde sus saberes,
por ende, los encuadres de la institución y del analista son antagónicos.
Desde la admisión del paciente, ya sea hecha con él a solas, en grupo, familia, etc., se debe
generar un espacio analítico, en el que la demanda pueda ser escuchada con el mínimo de
interferencia institucional. El modelo de intervención analítica no tiene por qué ser diferente al que
se realiza en la práctica privada. La modalidad de intervención analítica es, o debe ser, la misma. Los
sujetos, para el analista, no son diferentes porque pertenezcan a niveles sociales diferentes. La
calidad de la intervención, la privacidad de todo análisis, el mantenimiento del secreto, el respeto
por el paciente y sus síntomas, el modo de escucha y la interpretación no tienen por qué diferir. La
transferencia está en el paciente y se hará presente en la clínica si hay un analista dispuesto a
recibirla.
Sugiere en torno a este tema, el poder abrir en el espacio clínico mismo un interrogante
sobre la institución para poder tomarla como síntoma, tanto en el paciente como en el terapeuta e
incluso en el personal no asistencia. El manejo de la transferencia por los analistas, que supone un
modo de relación nueva y diferente con los enfermos, repercute sobre el conjunto de la institución, y
tiene, en cuanto a esto, un valor crítico sobre los vínculos que la institución propone.
Este maltrato no solo está referido al fastidio, al miedo y a la rabia que suele despertar
el trato con la locura, sino que hay algo más específico inherente a la locura misma, promotor
de reacciones en quienes tienen a cargo su cuidado. Ante las dificultades de diagnóstico,
frecuentemente se encuadra al sujeto en un modo estándar, etiquetándolo y anulando así la
singularidad clínica de ese sujeto, como 2 una forma de mortificarlo y de maltrato, sin
comprender que el síntoma tiene un por qué y un para qué.
PASAJE AL ACTO
1- ¿Qué es el pasaje al acto y dif con pasar al acto? Intervenciones. ¿Es posible un pasaje al acto en
neurosis y psicosis?
Muñoz en su texto explica que el concepto de pasaje el acto corresponde a Lacan y se
contrapone con el concepto de Acting out el cual tiene sus inicios en los aportes de Freud pero bajo
el término alemán de Agieren. Este termino Freud lo atribuia al actuar de sus pacientes, repetian
mediante la accion algo de lo reprimido en vez de recordarlo, sin saber que lo hacen. Años más
tarde, Freud profundizará el concepto atribuyendolo tambien al actuar algo que no necesariamente
ha sido reprimido, sino tambien aquello del orden de lo no traumatico. Existe cierta concordancia de
esto último con los conceptos y las diferencias propuestas por Lacan. El Acting out por un lado se
corresponderia con lo reprimido, lo que solo se actua porque no se recuerda, mientras que el pasaje
al acto tendria que ver con lo no ligado, hay un corte de escena.
Iunger por su parte agrega otro concepto que es el de “pasar al acto” y muestra la similitud
que encuentra con el “pasaje al acto”, en tanto que en ambos casos se trata de una salida de la
escena, de poner un punto final. Y la diferencia en estos se presenta en que en el primero de ellos se
produce un cambio en la subjetividad del sujeto, hay un cambio de escena, se sale de un lugar para
estar en otro y en el “pasaje al acto” el sujeto es aniquilado en un intento de querer mostrar su
subjetividad.
En cuanto al “acting out” es muy radical respecto de los primeros, porque no hay salida de
escena, sino que la escena en este caso se mantiene. Lo que hace el sujeto aquí, es mostrarle a un
Otro, cual es el objeto de su deseo, busca hacerlo saber. Pero ese Otro falla en la función de
interpretación de ese deseo.
Mientras tanto en el “pasaje al acto” existen dos tiempos, el primero consiste en una escena
que se va generando, que se presenta cada vez más y donde comienza abarcar más momentos de la
vida del sujeto y el segundo momento es donde opera efectivamente el pasaje al acto, donde
realmente se produce una caída o salida de la escena.
Lo que dice Iunger es que en el análisis, el sujeto irá presentándose cada vez más como el
desecho del otro, como ese objeto a, como el resto. Esa identificación con el desecho termina
tomando toda la escena del sujeto y este lo único que quiere hacer es escapar de la misma. El Otro
irá quedando como completo, sin barraduras, en el lugar de saber y bajo un goce desmedido, donde
el sujeto queda en el lugar de objeto de ese goce. En la clínica empiezan a aparecer ciertos indicios
de esto, se ve venir.
Generalmente el pasaje al acto se asocia con el suicidio, pero también puede darse el
homicidio. Siempre está relacionado con la violencia porque lo que busca el sujeto es cortar con el
goce del otro.
La función del analista será crucial, deberá actuar para evitar en el mayor de los casos el
suicidio del paciente o el daño a terceros. Es Importante poder ir leyendo esos indicios o señales que
va presentando el paciente en el análisis. No hay que esperar a que se cumpla el segundo tiempo del
pasaje al acto, hay que actuar antes. La posición del analista como un Otro barrado será fundamental
para poder darle un lugar de sujeto al paciente. También que el analista pueda producir un corte en
esa identificación del sujeto con el objeto de deseo del otro, con ese resto del otro. Las
intervenciones deben ser precisas y cuidadosas.
Otra de las funciones será la que Iunger llama “operación mantenimiento de la transferencia” y
consiste en que el propio analista se haga cargo de la transferencia para poder mantenerla, ya que si
la deja librada al paciente esta puede perderse. Por último, resaltar la importancia de que el analista
no se pierda en la abstinencia y neutralidad propias del análisis, sino que pueda operar también por
fuera del espacio analitico cuando el paciente lo requiera ya que su mirada y su voz son puntos
requeridos y relevantes para facilitar la cura del paciente.
Por último, saber que el pasaje al acto es posible tanto en neurosis como en psicosis, no tanto
así el acting out que solo puede darse en la neurosis o en los bordes de esta. En la psicosis no es
posible porque no se encuentra dentro del orden de lo simbólico.
2 -Explique los conceptos de pasaje al acto y acting out según los distintos autores. Cuáles serían
las maniobras posibles del analista?
El concepto de pasaje al acto corresponde a Lacan, es quien lo introduce al campo
psicoanalítico y lo va a distinguir de lo que es el Acting out. Pero, el pasaje al acto surge a partir de
los aportes brindados por Freud sobre el concepto Agieren. Este último tiene que ver con el actuar,
con el repetir a traves del acto en el analisis aquello que ha sido reprimido y que no puede ser
recordado. Años más tarde, Freud profundizará el concepto atribuyendolo tambien al actuar algo
que no necesariamente ha sido reprimido, sino tambien aquello del orden de lo no traumatico. Existe
cierta concordancia de esto último con los conceptos y las diferencias propuestas por Lacan. El Acting
out por un lado se corresponderia con lo reprimido, lo que solo se actua porque no se recuerda,
mientras que el pasaje al acto tendria que ver con lo no ligado, hay un corte de escena.
Iunger en su texto agrega otro concepto que es el de pasar al acto y muestra la similitud que
encuentra con el “pasaje al acto”, en tanto que en ambos casos se trata de una salida de la escena,
de poner un punto final. Y la diferencia en estos se presenta en que en el primero de ellos se
produce un cambio en la subjetividad del sujeto, hay un cambio de escena, se sale de un lugar para
estar en otro. Mientras en el pasaje al acto el sujeto es aniquilado en un intento de querer mostrar su
subjetividad.
En cuanto al “acting out” es muy radical respecto de los primeros, porque no hay salida de
escena, sino que la escena en este caso se mantiene. Lo que hace el sujeto aquí, es mostrarle a un
Otro, cual es el objeto de su deseo, busca hacerlo saber. Pero ese otro falla en la función de
interpretación de ese deseo. Mientras tanto en el pasaje al acto existen dos tiempos, el primero de
ellos que consiste en una escena que se va generando, que se presenta cada vez más y donde
comienza abarcar más momentos de la vida del sujeto. Y en el segundo momento es donde se dice
que opera efectivamente el pasaje al acto, donde realmente se produce una caída o salida de la
escena.
Lo que dice Iunger es que en el análisis, el sujeto irá presentándose cada vez más como el
desecho del otro, como ese objeto a, como el resto. Esa identificación con el desecho termina
tomando toda la escena del sujeto y este lo único que quiere hacer es escapar de la misma, lo lleva a
salirse de la escena pasando al acto. El Otro irá quedando como completo, sin barraduras, en el lugar
de saber y bajo un goce desmedido, donde el sujeto queda en el lugar de objeto de ese goce. En la
clínica empiezan a aparecer ciertos indicios de esto, se ve venir.
Generalmente el pasaje al acto se asocia con el suicidio, pero hay otros ejemplos que dan
cuenta de esto, el homicidio es uno de ellos. Lo que busca el sujeto es cortar con el goce del otro.
Siempre está relacionado con la violencia.
Frente a esto último expuesto, la función del analista será crucial, deberá actuar para evitar en
el mayor de los casos el suicidioo del paciente o el daño a terceros. Es Importante poder ir leyendo
esos indicios o señales que va presentando el paciente en el análisis. No hay que esperar a que se
cumpla el segundo tiempo del pasaje al acto, hay que actuar antes. Ser semblante del Otro barrado
será fundamental para poder darle un lugar de sujeto al paciente. Mostrarle interés y su
preocupación por lo que le pasa. Será importante también que el analista pueda producir un corte
en esa identificación del sujeto con el objeto de deseo del otro, con ese resto del otro. Las
intervenciones del analista deben ser precisas y cuidadosas.
Otra de las funciones será la que Iunger llama “operación mantenimiento de la transferencia” y
consiste en que el propio analista se haga cargo de la transferencia para poder mantenerla, ya que si
la deja librada al paciente esta puede perderse. Por último, poner en juego al objeto, que pueda
ubicarse el analista frente a frente con el paciente, sin uso de diván. Que el analista no se pierda en la
abstinencia y neutralidad propias del análisis, sino que pueda operar también por fuera del espacio
analitico cuando el paciente lo requiera ya que su mirada y su voz son puntos requeridos y relevantes
para facilitar la cura del paciente.
3- Explique los conceptos de “pasar al acto”, “pasaje al acto” y “Acting out” ¿Cuales son las
operaciones que hacen a una estrategia de la dirección de la cura en el “pasaje al acto”?
Muñoz en su texto explica que el concepto de pasaje el acto corresponde a Lacan y se
contrapone con el concepto de Acting out el cual tiene sus inicios en los aportes de Freud pero bajo
el término alemán de Agieren. Este termino Freud lo atribuia al actuar de sus pacientes, repetian
mediante la accion algo de lo reprimido en vez de recordarlo, sin saber que lo hacen. Años más
tarde, Freud profundizará el concepto atribuyendolo tambien al actuar algo que no necesariamente
ha sido reprimido, sino tambien aquello del orden de lo no traumatico. Existe cierta concordancia de
esto último con los conceptos y las diferencias propuestas por Lacan. El Acting out por un lado se
corresponderia con lo reprimido, lo que solo se actua porque no se recuerda, mientras que el pasaje
al acto tendria que ver con lo no ligado, hay un corte de escena.
Iunger por su parte agrega otro concepto que es el de “pasar al acto” y muestra la similitud
que encuentra con el “pasaje al acto”, en tanto que en ambos casos se trata de una salida de la
escena, de poner un punto final. Y la diferencia en estos se presenta en que en el primero de ellos se
produce un cambio en la subjetividad del sujeto, hay un cambio de escena, se sale de un lugar para
estar en otro y en el “pasaje al acto” el sujeto es aniquilado en un intento de querer mostrar su
subjetividad.
En cuanto al “acting out” es muy radical respecto de los primeros, porque no hay salida de
escena, sino que la escena en este caso se mantiene. Lo que hace el sujeto aquí, es mostrarle a un
Otro, cual es el objeto de su deseo, busca hacerlo saber. Pero ese Otro falla en la función de
interpretación de ese deseo.
Mientras tanto en el “pasaje al acto” existen dos tiempos, el primero consiste en una escena
que se va generando, que se presenta cada vez más y donde comienza abarcar más momentos de la
vida del sujeto y el segundo momento es donde opera efectivamente el pasaje al acto, donde
realmente se produce una caída o salida de la escena.
Lo que dice Iunger es que en el análisis, el sujeto irá presentándose cada vez más como el
desecho del otro, como ese objeto a, como el resto. Esa identificación con el desecho termina
tomando toda la escena del sujeto y este lo único que quiere hacer es escapar de la misma. El Otro
irá quedando como completo, sin barraduras, en el lugar de saber y bajo un goce desmedido, donde
el sujeto queda en el lugar de objeto de ese goce. En la clínica empiezan a aparecer ciertos indicios
de esto, se ve venir.
Generalmente el pasaje al acto se asocia con el suicidio, pero también puede darse el
homicidio. Siempre está relacionado con la violencia porque lo que busca el sujeto es cortar con el
goce del otro.
La función del analista será crucial, deberá actuar para evitar en el mayor de los casos el
suicidio del paciente o el daño a terceros. Es Importante poder ir leyendo esos indicios o señales que
va presentando el paciente en el análisis. No hay que esperar a que se cumpla el segundo tiempo del
pasaje al acto, hay que actuar antes. La posición del analista como un Otro barrado será fundamental
para poder darle un lugar de sujeto al paciente. También que el analista pueda producir un corte en
esa identificación del sujeto con el objeto de deseo del otro, con ese resto del otro. Las
intervenciones deben ser precisas y cuidadosas.
Otra de las funciones será la que Iunger llama “operación mantenimiento de la transferencia” y
consiste en que el propio analista se haga cargo de la transferencia para poder mantenerla, ya que si
la deja librada al paciente esta puede perderse. Por último, resaltar la importancia de que el analista
no se pierda en la abstinencia y neutralidad propias del análisis, sino que pueda operar también por
fuera del espacio analitico cuando el paciente lo requiera ya que su mirada y su voz son puntos
requeridos y relevantes para facilitar la cura del paciente.
CLÍNICA DE BORDER
1- Clínica de border. Texto de Heinrich qué dice la autora al dar la vuelta la primera página sobre la
forclusión del objeto a. que dice Ulanovsky. lugar del analista y las intervenciones
3- ¿Cuál es el lugar del analista en las organizaciones fronterizas? Explique las principales
características del cuadro.
Quienes presentan este cuadro se ubican en el límite o borde de la neurosis, por eso también
es conocida como patología fronteriza. Son sujetos que se encuentran inmersos bajo un profundo
sufrimiento, presentan un psiquismo debilitado. Su subjetividad no se ha desarrollado
apropiadamente por lo que tienen dificultades en la relación con el otro y esto se puede observar
claramente en la clínica bajo la transferencia.
Heinrich considera que cuando de estos pacientes se trata, estamos frente a un trauma que
no fue reprimido, no aparece el recuerdo. Ese trauma se vive en la actualidad con igual intensidad, al
modo de una herida abierta. Presenta dificultades para ligar o tramitar psíquicamente, por lo que
recurre generalmente al acting out. Tramita la irrupción pulsional en el propio cuerpo o hacia otros.
La explicación para el cuadro se registra en la primera infancia a causa de una falla del otro de los
primeros cuidados, en su capacidad de interpretación. Un otro que solo se mostraba atento a
satisfacer necesidades básicas. Crea en ellos un narcisismo débil y por tanto produce un déficit en la
relación con los otros, falta de confianza. Frente a la falta de tramitación psíquica recurren a la
actuación, al acting out y en algunos casos aparecen alucinaciones o delirios. También agrega
Ulanosky que necesitan la aprobación del otro, presentan baja autovaloración o dudas sobre su
propia existencia, entre otros
Los border, se diferencian de la psicosis porque no presentan una pérdida del juicio de
realidad, y de las neurosis porque no tienen formaciones del inconsciente por eso en la clínica se ve
que no llegan con una demanda, no hay síntomas, incluso no tienen que contar. También hay una
dificultad para ubicar al analista como sujeto supuesto saber y por tanto se vuelve difícil la
transferencia en tanto que hay una desconfianza del otro.
En el análisis las interpretaciones deben ser cuidadosas en tanto que pueden ser tomadas
como órdenes. Incluso el paciente ante una mala interpretación puede responder con un acting out,
dirá Ulanosky. Como las interpretaciones van dirigidas al yo debilitado, el analista busca crear
representaciones con las cuales el paciente pueda identificarse. Lo que buscará el analista es poner
un marco para que no haya un desborde pulsional.
Trabajar con pacientes Border es muy movilizante, por eso, un punto importante a tener en
cuenta es la contratransferencia. En el caso de que entren en transferencia pueden llegar a aferrarse
al analista a modo de fusión con el miedo a ser abandonados. Tienen conductas inapropiadas, tratan
al analista como objeto, lo pueden manipular, seducir, hasta pueden responder con agresiones. El
punto está en como repercute esto en el analista y como interviene este en ello ya que esto puede
provocar la ruptura del análisis y por tanto el abandono del tratamiento.
4- ¿Qué dificultades plantea la clínica de bordes al dispositivo analitico? ¿Cuáles serian las
intervenciones posibles para el analista?
Quienes presentan este cuadro se ubican en el límite o borde de la neurosis, por eso también
es conocida como patología fronteriza. Son sujetos que se encuentran inmersos bajo un profundo
sufrimiento, presentan un psiquismo debilitado. Su subjetividad no se ha desarrollado
apropiadamente por lo que tienen dificultades en la relación con el otro y esto se puede observar
claramente en la clínica bajo la transferencia.
Heinrich considera que cuando de estos pacientes se trata, estamos frente a un trauma que
no fue reprimido, no aparece el recuerdo. Ese trauma se vive en la actualidad con igual intensidad, al
modo de una herida abierta. Presenta dificultades para ligar o tramitar psíquicamente, por lo que
recurre generalmente al acting out. Tramita la irrupción pulsional en el propio cuerpo o hacia otros.
La explicación para el cuadro se registra en la primera infancia a causa de una falla del otro de los
primeros cuidados, en su capacidad de interpretación. Un otro que solo se mostraba atento a
satisfacer necesidades básicas. Crea en ellos un narcisismo débil y por tanto produce un déficit en la
relación con los otros, falta de confianza. Frente a la falta de tramitación psíquica recurren a la
actuación, al acting out y en algunos casos aparecen alucinaciones o delirios. También agrega
Ulanosky que necesitan la aprobación del otro, presentan baja autovaloración o dudas sobre su
propia existencia, entre otros
Los border, se diferencian de la psicosis porque no presentan una pérdida del juicio de
realidad, y de las neurosis porque no tienen formaciones del inconsciente por eso en la clínica se ve
que no llegan con una demanda, no hay síntomas, incluso muchas veces no tienen nada para contar.
A raíz de las características anteriores hay una dificultad para ubicar al analista como sujeto supuesto
saber y por tanto se vuelve difícil la transferencia en tanto que hay una desconfianza del otro. El
hecho de que la causa sea un trauma de la infancia se ve reflejado en el análisis porque suelen
aparecer relaciones sobre agresiones, violaciones, accidentes, etc.
En la clínica predominan las construcciones por sobre las interpretaciones. Estas últimas deben ser
realizadas con cautela, ya que el paciente puede tomarlas como órdenes o si son erróneas el
paciente responderá con un acting out, dice Ulanosky. Como las interpretaciones van dirigidas al yo
debilitado, el analista busca crear representaciones con las cuales el paciente pueda identificarse. Lo
que buscará el analista es poner un marco para que no haya un desborde pulsional.
El trabajo analitico con los pacientes Border es muy movilizante, por eso un punto
importante a tener en cuenta es la contratransferencia. En el caso de que entren en transferencia
pueden llegar a aferrarse al analista a modo de fusión con el miedo a ser abandonados. Tienen
conductas inapropiadas, tratan al analista como objeto, lo pueden manipular, seducir, hasta pueden
responder con agresiones. El punto está en como repercute esto en el analista y como este
interviene en ello ya que esto puede provocar la ruptura del análisis y por tanto el abandono del
tratamiento.
5- ¿Qué consecuencias clínicas tiene el hecho de que el Otro haya fallado en su función? Explique
teniendo en cuenta lo trabajado en torno a la clínica de borde.
La autora Haydée Henrich explica que en la infancia cuando el otro quien tiene la función del
cuidado del infans, falla en su función de simbolización, de interpretación y solo responde al cuidado
de las necesidades básicas, provoca en el infans el desarrollo de un diagnóstico que hoy día
pertenecer a las patologías actuales, la clínica del border. Estos pacientes se encuentran inmersos
bajo un profundo sufrimiento, presentan un psiquismo debilitado. Su subjetividad no se ha
desarrollado apropiadamente por lo que tienen dificultades en la relación con el otro por su falta de
confianza y además por no poder tramitar psíquicamente responden generalmente mediante el
acting out y en algunos casos aparecen alucinaciones o delirios. Tramita la irrupción pulsional en el
propio cuerpo o hacia otros. Son pacientes que cuando no obtienen lo que quieren, se autolesionan
o recurren a las drogas, el alcohol y los excesos.
La autora utiliza el juego del Fort Da de Freud para explicar como es que se constituye dicha
patología. Heinrich considera que cuando de estos pacientes se trata, estamos frente a un trauma
que no fue reprimido, no aparece el recuerdo. Ese trauma se vive en la actualidad con igual
intensidad, al modo de una herida abierta. Esta autora utiliza el juego del Fort Da para explicar como
se constituye dicha patología, este juego está compuesto por dos tiempos. El primero de ellos tiene
que ver con la renuncia pulsional donde por un lado tenemos algo traumático que es que el niño
deja de ser el objeto para la madre, pero por otro lado algo tranquilizador que implica que ya no
debe preocuparse por ser objeto de goce de la madre, se produce una separación que le permitirá
constituirse como sujeto. El segundo tiempo es el que la autora considera que hay una falla respecto
los pacientes Border, tiene que ver con ligar aquello traumático que es la separación de la madre y
eso en estos pacientes no ocurre . Esto se debe a lo ya expresado, la falla en la función de
interpretación del otro.
Los border, se diferencian de la psicosis porque no presentan una pérdida del juicio de
realidad, y de las neurosis porque no tienen formaciones del inconsciente por eso en la clínica se ve
que no llegan con una demanda, no hay síntomas, incluso muchas veces no tienen nada para contar.
En el análisis las interpretaciones deben ser cuidadosas en tanto que pueden ser tomadas
como órdenes. Incluso el paciente ante una mala interpretación puede responder con un acting out,
dirá Ulanosky. Como las interpretaciones van dirigidas al yo debilitado, el analista busca crear
representaciones con las cuales el paciente pueda identificarse. Lo que buscará el analista es poner
un marco para que no haya un desborde pulsional.
Trabajar con pacientes Border es muy movilizante, por eso, un punto importante a tener en
cuenta es la contratransferencia. En el caso de que entren en transferencia pueden llegar a aferrarse
al analista a modo de fusión con el miedo a ser abandonados. Tienen conductas inapropiadas, tratan
al analista como objeto, lo pueden manipular, seducir, hasta pueden responder con agresiones. El
punto está en como repercute esto en el analista y como interviene este en ello ya que esto puede
provocar la ruptura del análisis y por tanto el abandono del tratamiento.
FIN DE ANÁLISIS
1- Fin de análisis: los 3 componentes decisivos. Desarrolle la alteración del yo. ¿Cuáles son los
obstáculos para hablar de un fin de análisis?
Sabemos de entrada que la terapia psicoanalítica requiere de tiempos más largos en
comparación con otras terapias y resulta muy difícil marcar con exactitud un fin de análisis.
Podríamos decir que cada analista define su propia duración, siempre de acuerdo a cada uno de sus
pacientes.
Existen dos condiciones que podrían dar cuenta de un fin de análisis. Por un lado, cuando el analista
y su paciente ya no mantienen sesiones debido a que este último ya no presenta síntomas, se han
levantado sus inhibiciones, el analista ha hecho conciente al paciente todo lo reprimido y que
considere que no van a retomar las repeticiones. La otra condición tendría que ver con que el análisis
haya llegado a un punto que se cree que de continuar no se lograria ningún otro avance.
A la hora de pensar el fin de análisis, Freud se centra en tres componentes importantes. El
factor traumático, la intensidad de las pulsiones y la alteridad del yo. Respecto del primero explica
Freud que se trata de algo accidental que se presenta en la vida del sujeto, un trauma. Cuando esto
es así, entonces es más fácil llegar a un fin de análisis. En cuanto a los otros dos componentes dice
Freud que son aquellos que se vuelven obstáculo, son los más difíciles de vencer y dificultan la
terminación de un análisis o hasta pueden hacer que un paciente vuelva nuevamente para
analizarse. Respecto a la intensidad de las pulsiones Freud explica que lo que se busca en el análisis
es tratar de domeñar la pulsión, evitar que siga el curso hacia la satisfacción y que logre integrarse
armónicamente al yo, pero no siempre se logra gobernar lo pulsional bajo análisis. Por último, la
alteración del yo es otro de los componentes para pensar el fin de análisis.
Para llevar a cabo el análisis es necesario que el analista se alíe con el yo del paciente, pero
es un yo que tiene particularidades, es anormal y está alterado. Esa alteración es producto del uso de
mecanismos de defensa y los efectos que estos producen en el yo. Los mecanismos de defensa son
utilizados por el yo ante un peligro evitando el displacer. Sin embargo, no actúan sin un precio.
Resulta que estos mecanismos no son resignados y frente a un peligro similar vuelven a actuar. El yo
del adulto sigue buscando situaciones similares para poder hacer uso de ellos. Un uso excesivo de
ellos genera marcas y existen diferentes grados respecto a qué tan alterado está el yo. Un nivel alto
perjudicará llegar a un fin de análisis y lo que dice Freud es que el analista conoce de ellos porque se
hacen presentes en el análisis. Los mismos aparecen en la cura como resistencias, la curación es
tratada como un peligro, del cual el yo debe defenderse.
Por otra parte, a lo anteriormente descrito se agrega otros obstáculos para dar cuenta de un
fin de análisis. Por un lado, que el psicoanálisis fracase por sus propios éxitos parciales, es decir, que
el paciente se sienta mejor y se crea curado por el levantamiento de alguno de sus síntomas, cosa
que sabemos que en realidad la cura de los síntomas viene por añadidura al trabajo del análisis. Otro
obstáculo, y el más importante, es la roca de base, como la llama Freud. Es un límite que hace que el
análisis se vuelva interminable y se corresponde con el complejo de castración. Tiene que ver con el
rechazo a la falta que sabemos que nunca se puede llenar ni colmarse. Este límite con el cual llegado
el momento no se puede seguir trabajando será diferente en la mujer y en el hombre. En la primera
respecto a la “envidia del pene” y en el hombre refiere a “una protesta masculina” el no podes
aceptar una posición pasiva frente a un hombre. En relación a esto Freud dice que hay que
conformarse con haber trabajado en el análisis lo máximo posible, pero que al ser neuróticos nunca
se va a poder abarcar todo.
4- ¿A que se refiere Freud con “Alteración del Yo” y cómo influye en la terminación de un análisis?
Freud en su texto, “Análisis terminable e interminable” explica como debería ser un fin de
análisis, bajo qué circunstancias se da y cuales son los obstáculos que se presentan ante el mismo.
Sabemos de entrada que la terapia psicoanalítica requiere de tiempos más largos en
comparación con otras terapias y resulta muy difícil marcar con exactitud un fin de análisis.
Podríamos decir que cada analista define su propia duración, siempre de acuerdo a cada uno de sus
pacientes, teniendo en cuenta el caso por caso.
Existen dos condiciones que podrían dar cuenta de un fin de análisis. Por un lado, cuando el
analista y su paciente ya no mantienen sesiones debido a que este último ya no presenta síntomas,
se han levantado sus inhibiciones. El analista ha hecho conciente al paciente todo lo reprimido, que
ha levantado las resistencias y hecho comprensible lo incomprensible, ademas de que considera que
no van a retomar las repeticiones. Eso por un lado, la otra condición tendría que ver con que el
análisis haya llegado a un punto que se cree que de continuar no se lograria ningún otro avance.
A la hora de pensar el fin de análisis, Freud se centra en tres componentes importantes. El
factor traumático, la intensidad de las pulsiones y la alteridad del yo. Respecto del primero explica
Freud que se trata de algo accidental que se presenta en la vida del sujeto, un trauma. Cuando esto
es así, entonces es más fácil llegar a un fin de análisis. En cuanto a los otros dos componentes dice
Freud que son aquellos que se vuelven obstáculo, son los más difíciles de vencer y dificultan la
terminación de un análisis o hasta pueden hacer que un paciente vuelva nuevamente para
analizarse. Respecto a la intensidad de las pulsiones Freud explica que lo que se busca en el análisis
es tratar de domeñar la pulsión, evitar que siga el curso hacia la satisfacción y que logre integrarse
armónicamente al yo, pero no siempre se logra gobernar lo pulsional bajo análisis porque esto
depende que tan intensas sean esas pulsiones.
Por último, la alteración del yo es otro de los componentes para pensar el fin de análisis. Para
llevar a cabo el análisis es necesario que el analista se alíe con el yo del paciente, pero es un yo que
tiene particularidades, es anormal y está alterado. Esa alteración es producto del uso de mecanismos
de defensa y los efectos que estos producen en el yo. Los mecanismos de defensa son utilizados por
el yo ante un peligro a modo de evitar un displacer. Sin embargo, no actúan sin un precio. Resulta
que estos mecanismos no son resignados y frente a un peligro similar vuelven a actuar. El yo del
adulto sigue buscando situaciones similares para poder hacer uso de ellos. Un uso excesivo genera
marcas y existen diferentes grados respecto a qué tan alterado está el yo. Un nivel alto perjudicará
llegar a un fin de análisis y lo que dice Freud es que el analista conoce de ellos porque se hacen
presentes en el análisis. Los mismos aparecen en la cura como resistencias a que se se levanten
represión se haga conciente lo inconciente, la curación es percibida como un peligro del cual el yo
debe defenderse y a esto Freud lo denomina Alteración del Yo.
5- ¿Cuáles son, desde la perspectiva de Freud los obstáculos fundamentales para hablar de “Fin de
Análisis”
Freud en su texto, “Análisis terminable e interminable” explica como debería ser un fin de
análisis, bajo qué circunstancias se da y cuales son los obstáculos que se presentan ante el mismo.
Sabemos de entrada que la terapia psicoanalítica requiere de tiempos más largos en
comparación con otras terapias y resulta muy difícil marcar con exactitud un fin de análisis.
Podríamos decir que cada analista define su propia duración, siempre de acuerdo a cada uno de sus
pacientes, teniendo en cuenta el caso por caso.
Existen dos condiciones que podrían dar cuenta de un fin de análisis. Por un lado, cuando el
analista y su paciente ya no mantienen sesiones debido a que este último ya no presenta síntomas,
se han levantado sus inhibiciones y angustias. El analista ha hecho conciente al paciente todo lo
reprimido, ha levantado las resistencias, hecho comprensible lo incomprensible y considera que no
van a retomar las repeticiones. Eso por un lado, la otra condición tendría que ver con que el análisis
haya llegado a un punto que se cree que de continuar no se lograria ningún otro avance.
A la hora de pensar el fin de análisis, Freud se centra en tres componentes importantes. El
factor traumático, la intensidad de las pulsiones y la alteridad del yo. Respecto del primero explica
Freud que se trata de algo accidental que se presenta en la vida del sujeto, un trauma. Cuando esto
es así, entonces es más fácil llegar a un fin de análisis. En cuanto a los otros dos componentes dice
Freud que son aquellos que se vuelven obstáculo, son los más difíciles de vencer y dificultan la
terminación de un análisis o hasta pueden hacer que un paciente vuelva nuevamente para
analizarse. Respecto a la intensidad de las pulsiones Freud explica que lo que se busca en el análisis
es tratar de domeñar la pulsión, evitar que siga el curso hacia la satisfacción y que logre integrarse
armónicamente al yo, pero no siempre se logra gobernar lo pulsional bajo análisis porque esto
depende que tan intensas sean esas pulsiones. Se pregunta en este texto si es posible proteger al
paciente de conflictos pulsionales futuros, y explica que no, que en el análisis sólo se trabaja con
conflictos actuales buscando agudizarlos.
Por último, la alteración del yo es otro de los componentes para pensar el fin de análisis. Para
llevar a cabo el análisis es necesario que el analista se alíe con el yo del paciente, pero es un yo que
tiene particularidades, es anormal y está alterado. Esa alteración es producto del uso de mecanismos
de defensa y los efectos que estos producen en el yo. Los mecanismos de defensa son utilizados por
el yo ante un peligro a modo de evitar un displacer. Sin embargo, no actúan sin un precio. Resulta
que estos mecanismos no son resignados y frente a un peligro similar vuelven a actuar. El yo del
adulto sigue buscando situaciones similares para poder hacer uso de ellos. Un uso excesivo genera
marcas y existen diferentes grados respecto a qué tan alterado está el yo. Un nivel alto perjudicará
llegar a un fin de análisis y lo que dice Freud es que el analista conoce de ellos porque se hacen
presentes en el análisis. Los mismos aparecen en la cura como resistencias a que se levanten
represiones, se haga consciente lo inconsciente. La curación es percibida como un peligro del cual el
yo debe defenderse y a esto Freud lo denomina Alteración del Yo.
Por otra parte, y en consonancia con lo anteriormente descrito se agrega otros obstáculos
para dar cuenta de un fin de análisis. Por un lado, que el psicoanálisis fracase por sus propios éxitos
parciales, es decir, que el paciente se sienta mejor y se crea curado por el levantamiento de alguno
de sus síntomas, cosa que sabemos que en realidad la cura de los síntomas viene por añadidura al
trabajo del análisis. Otro obstáculo, y el más importante, es la roca de base, como la llama Freud. Es
un límite que hace que el análisis se vuelva interminable y se corresponde con el complejo de
castración. Tiene que ver con el rechazo a la falta que sabemos que nunca se puede llenar ni
colmarse. Este límite con el cual llegado el momento no se puede seguir trabajando será diferente en
la mujer y en el hombre. En la primera respecto a la “envidia del pene” y en el hombre refiere a “una
protesta masculina” el no podes aceptar una posición pasiva frente a un hombre. En relación a esto
Freud dice que hay que conformarse con haber trabajado en el análisis lo máximo posible, pero que
al ser neuróticos nunca se va a poder abarcar todo.
Korman toma en cuenta una serie de factores para decidir el fin del análisis y esto permite
ver si hubo una transformación subjetiva por parte del paciente durante el análisis. Son elementos
intermedios del análisis y que permitirán la neurosis de salida. Podemos ubicar, el síntoma (son los
que determinan la demanda inicial y dan lugar a que surjan otros propulsores de análisis), el trama
del fantasma ( que el paciente descubra los modos que tiene de relacionarse), el trabajo en torno a
las identificaciones (modificar la relación de los objetos introyectados y apropiados ). También, el
ideal del yo (se va elaborando el duelo del análisis mientras se van creando otros proyectos y
actividades), la transformación de las instancias narcisistas en el registro de la castración (reconocer
al Otro castrado y por ende aceptar la propia castración), la sublimación (cambiar algo que
originalmente era sexual, por algo socialmente aceptable). Por último el superyó (lugar de
autocastigos y reproches que no colabora con el bienestar) y la relación con el tiempo, donde se
puede percibir en el pacientes muchas mejoras. La carga con la que había llegado al análisis se vuelve
más liviana, se relaciona mejor con la soledad. El paciente se enfrenta de otra manera, más positiva,
al futuro. Las investiduras libidinales hacia el analista se van alejando y se van depositando en otros
objetos, esto Korman lo denomina “Centrifugaciones de la transferencia” y es el camino a lo que
autor denominó “Al temple analitico”. El mismo se corresponde con una neurosis de fin de análisis,
implica el pasaje de esa neurosis inicial a una neurosis final. Es el producto de un trabajo analitico
efectivo y se espera que pueda mantenerse en el tiempo. Llamarla de dicho modo implica que se
sigue manteniendo una neurosis, pero en este caso analizada. Esto podríamos compararlo con lo que
Freud en su texto “Análisis terminable e interminable” postula acerca de la finalización de un análisis.
El considera que pueden darse ciertas condiciones para hablar de un análisis finalizado, pero al
mismo tiempo por el solo hecho de ser neuróticos, un análisis se vuelve interminable. Por esto, el
analista debe conformarse con haber hecho el máximo de su trabajo con su paciente. Y respecto de
esto Korman expresa algo similar. Explica que de aquello que nos hace sujetos es imposible curarse,
pero el haber atravesado un análisis provoca que eso se vuelva más claro para el sujeto.
En cuanto a los elementos del temple analitico nos encontramos por un lado con la relación
del sujeto con la asociación libre, donde frente a la aparicion de algo reprimido, el sujeto se relaciona
diferente con lo inconciente. La capacidad para la acción, se refiere a que ahora el sujeto tiene
mayor conocimiento sobre sus deseos y eso le permite tener un mayor control sobre sus acciones. El
talento para vivir como otro de los elementos, implica poder ir en busca de lo que se desea,
obtenerlo, sabiendo sortear obstáculos propios y de otros. Es un talento acorde a cada persona. El
último de estos elementos es, me duele la vida/me gusta la vida. Este punto refiere a que los dolores
se vuelven más tolerables, ya no implican tanto sufrimiento, es aprender a llevarlo de manera más
creativa. Entonces, entendemos que el temple analitico implicará un cambio en la posición subjetiva
del paciente y toda la libido puesta al comienzo en el análisis y en el analista pasará a deseos y
proyectos propios.
Korman concuerda con Freud cuando este último explica que no siempre hay un fin de
análisis. Incluso se presentan ciertos obstáculos que pueden hacer que el paciente vuelva. Freud
describe tres componentes donde los últimos dos son los obstáculos a lograr un fin de análisis. Ellos
son, el factor traumático, la intensidad de las pulsiones y la alteridad del yo. En consonancia con
esto, Freud agrega otros obstáculos. Por un lado, que el psicoanálisis fracase por sus propios éxitos
parciales, es decir, que el paciente se sienta mejor y se crea curado por el levantamiento de alguno
de sus síntomas, cosa que sabemos que en realidad la cura de los síntomas viene por añadidura al
trabajo del análisis. Otro obstáculo, y el más importante, es la roca de base, como la llama Freud. Es
un límite que hace que el análisis se vuelva interminable y se corresponde con el complejo de
castración. Tiene que ver con el rechazo a la falta que sabemos que nunca se puede llenar ni
colmarse. Este límite con el cual llegado el momento no se puede seguir trabajando será diferente en
la mujer y en el hombre. En la primera respecto a la “envidia del pene” y en el hombre refiere a “una
protesta masculina” el no podes aceptar una posición pasiva frente a un hombre. En relación a esto
Freud dice que hay que conformarse con haber trabajado en el análisis lo máximo posible, pero que
al ser neuróticos nunca se va a poder abarcar todo.
La contratransferencia puede ser motor u obstáculo para la cura. Relacione esta afirmación con la
importancia del análisis del analista, como Freud lo plantea en “Análisis terminable e
interminable”.
ATAQUE DE PÁNICO
1- Ataque de pánico: Señale las diferencias de concepción del psa y la farmacoterapia respecto del
mismo y describa el tto que se propone desde una perspectiva psicoanalítica
2- Belucci, G. (2017). Ataque de pánico: ¿categoría diferencial o nombre de la época? En prensa.