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Patrick Heady
Coordinador de investigación, Asociado del Proyecto KASS
Max Planck Institute for Social Anthropology
INTRODUCCIÓN
Fuentes de datos
1. Estudió cómo los sistemas estatales de seguridad social y legales afectan a las
familias, y cómo las familias se han desarrollado a lo largo del siglo XX. Esto se
llevó a cabo utilizando fuentes secundarias.
2. Estudió empíricamente la ayuda entre parientes (y los factores que lo
promocionaban y la dificultaban) en 19 lugares de trabajo de campo.
- mediante la etnografía
- mediante la información de entrevistas informatizadas sobre redes de
parentesco
1
KASS se financió con una ayuda del VI Programa de Investigación-marco de la Unión Europea. El
proyecto lo coordinó el Max Planck Institute for Social Anthropology en Halle, Alemania. Los resultados
se han publicado en tres volúmenes: Grandits 2010; Heady y Schweitzer 2010; Heady y Kohli 2010.
- mediante la compilación de 30 redes de parentesco ego-céntricos en cada
lugar de trabajo de campo
o con una media de 80 miembros en cada red (incluidos algunos no-
parientes dispuestos a ayudar)
o que tomaban nota de la ayuda que el informante (ego) daba --- y
recibía de cada miembro de su red, de otras interacciones sociales
con estos miembros de la red, y de información contextual
- mediante las estadísticas locales de población
3. También estudió la fecundidad en estas 19 localidades, utilizando las mismas
fuentes de datos.
Marcos teóricos
Sin embargo, los contratos, en el sentido ordinario, son explícitos y, por lo tanto, la
idea de un contrato implícito es una metáfora. Una metáfora útil, que tiene relación
con otras metáforas, tales como ‘modelos familiares’ o ‘dependencia del camino’,
como se verá a lo largo de este texto.
El pasado y el presente
Laslett (1983), en los años 80 y basando sus análisis en los resultados de ese
momento de la disciplina emergente de la historia familiar, propuso la división de
Europa en cuatro macro-regiones caracterizadas por distintas estructuras de unidad
doméstica: las unidades domésticas nucleares eran más comunes en el norte y el oeste
y las unidades domésticas multi-generacionales y extensas más comunes en el sur y el
este. Su trabajo estimuló más estudios históricos, que en algunos casos han criticado
su formulación inicial, señalando las marcadas variaciones locales dentro del patrón
macro-regional, y cuestionando la exactitud y la ubicación de las fronteras macro-
regionales. No obstante, incluso los autores críticos que rechazan la formulación
original de Laslett tienden a aceptar el punto general de, que la Europa pre-industrial
se caracterizaba por una variación gradual general noroeste/sureste de formas de
familia (Szoltysek 2008; Viazzo 2010).
Reher ha sido el primer autor que uniera los datos históricos y contemporáneos
en un artículo célebre en el que señaló que, es en las regiones de Europa que, hoy en
día, ofrecen las mayores pruebas estadísticas de solidaridad familiar donde, según los
estudios históricos, fueron en siglos anteriores más frecuentes las unidades domésticas
multi-generacionales, junto con otros indicadores de solidaridad familiar (Reher 1998).
Este hecho lo explica en la persistencia de diferencias culturales de larga duración
entre lo que llama culturas de familia débil, encontradas en la Europa del norte, y
culturas de familia fuerte del sur mediterráneo.
Este es un buen punto para ir más allá de los contrastes entre líneas
explicativas culturales y económicas, y de los niveles de análisis de estado y familia,
para investigar la estrategia de investigación que se adoptó en el proyecto KASS y lo
que nos puede enseñar. Esta estrategia hace posible extender los resultados que
hemos presentado en esta sección a dos direcciones importantes: una, en la atención
que se presta a los niveles intermedios de las redes de parentesco y las comunidades
locales; y dos, en los aspectos de la vida familiar que se tienen en cuenta.
Las etnografías
Los relatos etnográficos nos pueden dar una idea más completa de qué
implican estos tres contratos y su combinación en los dos modelos genéricos arriba
señalados. Esta es la razón por la que el segundo tomo de la serie KASS presenta
etnografías de parentesco en cada una de las diecinueve localidades etnográficas,
permitiendo a los lectores reunir una impresión acumulativa de las diferencias y los
aspectos compartidos (Heady y Schweitzer 2010). En los siguientes párrafos, utilizaré
citas selectivas para iluminar algunos de los puntos principales.
Esta obligación no es solo una cuestión de presión moral. Los hijos/as que
cuidan de sus padres mayores a menudo reciben una mayor parte de la herencia a
cambio.
Contrastemos esto con la situación en los lugares del trabajo de campo en
Alemania (en la anterior Alemania Oriental, en las afueras y cerca de Berlín).
Claro que existe la presión social. Aquí, tienes que tener un empleo, una
educación y todo lo demás que entra en la norma: construir casas, tener hijos,
plantar árboles, envejecer, asistir de forma regular a los actos religiosos de la
iglesia. Esta es la situación en el pueblo. […] Hay personas que se desvían de las
normas, pero nunca se sienten felices por eso. La gente les evita, más o menos.
Realmente tampoco--- veo que sea tan malo, porque quien mala cama hace, en
ella se yace. [Seiser and Schweitzer 2012: 121]
El control social puede extenderse también al nivel de vida y las oportunidades
escolares que los padres proporcionan a sus hijos. En Tramonti, es costumbre que los y
las jóvenes permanezcan en casa hasta que se casen, momento en el que se mudan a
su propia casa, que sus padres/madres pueden haberles dado o ayudado a construir.
Los etnógrafos indican que el hecho de permanecer en la casa de los padres/madres
permite a los/las hijos/as estudiar durante más tiempo, además de disfrutar de un
nivel de vida que, de otro modo, no se podrían permitir. Comentan que:
La boda en sí, que se celebra cuando ‘el joven tiene un trabajo seguro y la
posibilidad de comprar una casa’ (op. cit. P. 318), proporciona otra oportunidad para
que los padres de ambos cónyuges obtengan prestigio social.
Una mujer que aceptó un empleo fuera del pueblo mientras aún eran pequeños
sus hijos describió la reacción en el pueblo. Su marido se opuso a su decisión pero, a
pesar de una discusión terrible, ella insistió.
La versión menos tenue del Modelo 2 se daría solamente cuando la distancia física
entre los parientes se debe a razones prácticas. Pero hay otros ejemplos (en particular,
las localidades de trabajo de campo en Suecia y en Alemania y las localidades de
trabajo de campo urbanas en Francia (Marks y Gaunt, 2010; Thelen y Baerwolf 2010;
Segalen et al., 2010) en los que la distancia física no viene impuesta por necesidades
prácticas, sino que forma parte del ideal de independencia mutua entre generaciones
adultas sucesivas. En estos casos, aunque los parientes cercanos a menudo no están
disponibles para las interacciones del día a día, aún se preocupan los unos de los otros
y se supone que deben estar preparados para ayudarse en tiempos de necesidad. Si un
pariente próximo (un padre, un niño/a o hermano/a) no cumple con esta obligación,
puede dar lugar a una gran amargura (Segalen et. al., 2010). )
La familia aún importa en un sistema del Modelo 2, aunque solo sea porque da
a los individuos su posición inicial en el cuadro social (Bourdieu 2007 [1996]). Es solo
que la red resultante es mucho más difusa y es menos probable que se retraiga sobre
sí misma en las generaciones sucesivas. Hay, por lo tanto, menos necesidad de
mantener el contacto con los parientes más lejanos genealógicamente, y menos
motivación para preocuparse con los detalles del comportamiento de los vecinos y
vecinas, ya que la probabilidad de los hijos e hijas de estos -- sean los cónyuges de sus
----- hijos e hijas es menor que en un sistema endógamo.
¿Qué explicaciones pueden dar cuenta de estos distintos sistemas? Viendo los
anteriores diagramas de dispersión, podemos ver que los sistemas del Modelo 1 se
concentran en zonas rurales. Un análisis estadístico más detallado indica que la co-
residencia intergeneracional y el matrimonio endógamo son especialmente
característicos de las familias relacionadas con el trabajo agrícola. Esto sugiere que el
Modelo 1 puede tener algo que ver con los requisitos específicos de la sociedad
agrícola: asegurar que los agricultores tengan acceso a la cooperación práctica de los
parientes próximos; y que la herencia de las granjas beneficie a los descendientes de la
comunidad existente.
Los sistemas del Modelo 2, en los que la familia nuclear está separada de las
relaciones intergeneracionales y de la vida productiva, puede ajustarse más a una
economía más dinámica, liberando las relaciones económicas de las imposiciones del
parentesco y de la comunidad, y facilitando que los jóvenes adultos se alejen de casa
para perseguir oportunidades económicas cambiantes.
2
Ayuda doméstica “intensa” se define como ayuda que se proporciona la mayor parte de los días de la
semana anterior a la entrevista o encuesta. Las personas que ayudan pueden vivir en la misma unidad
doméstica que la persona que recibe la ayuda, o no.
En las últimas décadas toda Europa ha visto un doble cambio respecto al tema
que nos ocupa, la familia: por un lado, el relajamiento de las reglas de la vida familiar,
particularmente de la celebración y la permanencia del matrimonio; por otro,-- un
movimiento en la dirección de una fertilidad más tardía y menor. No obstante, la
magnitud relativa de estos dos cambios no se distribuye de manera uniforme. El relajo
de los vínculos familiares ha sido más marcado en el norte y el oeste de Europa, donde
prevalecen los sistemas del Modelo 2 (sistemas de “familia débil”). Mientras que, por
contraste, la caída de la fertilidad ha sido mayor en el sur y este de Europa donde los
sistemas del Modelo 1 (“familia fuerte”) son o eran la regla. Las explicaciones que
ofrezcamos de cada uno de estos dos cambios tendrán que tener en cuenta tanto la
tendencia general compartida, como las diferencias regionales.
Las reglas importan más y, por lo tanto, es más probable que la gente las
cumpla, cuando las acciones de las que se tratan afectan a un gran número de
personas, además de las que están directamente involucradas. En las comunidades
agrícolas, donde las familias conyugales son los eslabones en un sistema de
cooperación basado en el parentesco y de transmisión de la propiedad, se esperaría
que los procesos de formación familiar estuvieran más formalizados que en otros
lugares en los que la cooperación activa se limita más bien a los miembros de la familia
conyugal. Y de hecho, parece que las uniones informales son menos comunes entre las
familias agrícolas (Heady et al., 2010). Así, el movimiento continuado desde la
agricultura a las zonas urbanas durante la segunda mitad del siglo XX en Europa, debe
haber disminuido las presiones sociales para casarse.
También es más probable que la gente cumpla con las reglas cuando las
personas más directamente involucradas se enfrentan a una sanción seria si las
incumplen. Las consecuencias económicas de la disolución de una unión,
especialmente una unión con hijos/as dependientes, siguen siendo muy serias para la
esposa, aunque la mayor participación de las mujeres en el mercado laboral significa
que son menos devastadoras de lo que lo eran a mediados del siglo XX, cuando
muchas mujeres dependían totalmente de los ingresos de sus maridos. Por lo tanto,
han disminuido mucho los incentivos para que las mujeres insistan en un contrato
matrimonial vinculante con su pareja, al igual que los incentivos de mantener un
matrimonio una vez hecho el contrato.
Desde esta perspectiva, es fácil ver por qué la relajación de las reglas de
formación familiar y la liberalización de la vida familiar, en general, han avanzado más
en el norte y oeste de Europa. Esta es la región en la que empezaron antes y más lejos
han llegado los cambios económicos, y donde entran menos en conflicto con el habitus
ya existente de la familia y la vida social.
De todas maneras, por lo menos en las zonas rurales, los valores familiares sí
incluyen un valor positivo de fecundidad. Se espera que las personas se casen y tengan
hijos para reproducir tanto la línea familiar, como la comunidad en su conjunto. La
fecundidad baja se experimenta como un incumplimiento de los contratos implícitos
que subyacen al Modelo 1 de los sistemas de “familia fuerte”. En Tramonti, esta
tensión emerge, a menudo, en discusiones entre marido y mujer.
Este tema lo subrayó María, ama de casa y antes empleada, al oponerse a los
argumentos de Franco, su marido, quien trabaja en la construcción y quien deseaba
tener más hijos. En palabras de su marido: “Me hubiera gustado tener más hijos. Ella
dice que no […]. Porque criar a los hijos hoy en día es tan gravoso. Dice que dan tanto
que hacer, que ella no puede arreglárselas. Pero a mí me hubiera gustado tener más, si
no, de otra manera, no sé a quién puedo dejar mis casas. ¿No te parece importante?”
[Capello y Colclough 2012: 317].
Esto deja abierta la pregunta de por qué los padres que se han criado con
valores que enfatizaban tanto la manutención material de la familia, como la
perpetuación de la línea familiar-, ahora enfatizan el nivel de vida material a costa de la
reproducción. Está claro que este cambio dentro del marco general de los sistemas de
Modelo 1 (“familia fuerte”) ha acompañado al proceso de cambio económico y a la
urbanización; pero, ¿por qué? En este punto, puede ayudar pensar en los niveles
deseados de reproducción en el contexto de la reproducción del sistema de relaciones
sociales. En los sistemas del Modelo 2 (“familia débil”), las relaciones sociales de
reproducción y de parentesco son difusas en el espacio y, así, independientes del
destino económico de cualquier comunidad local específica. Aunque las condiciones
económicas pueden influir en la viabilidad práctica de ser padres y madres, no hay
muchas razones por las que el cambio económico tenga un impacto sobre los niveles
socialmente deseados de reproducción en un sistema de este tipo. La posición en los
sistemas del Modelo 1 del sur y del este de Europa es muy distinta. Se valora ser
padres y madres como una contribución a la continuidad, no solo de la línea familiar,
sino también de la comunidad local en conjunto. Una comunidad definida por
contratos implícitos que incluyen tanto lazos matrimoniales, como cooperación
económica, combinando la producción y la reproducción en una sola pauta grande. En
un sistema de este tipo, si una comunidad pierde control de las relaciones económicas
y prácticas que subyacen su vida social, también pierde la capacidad de proporcionar
un contexto social significativo para la reproducción biológica misma.
CONCLUSIÓN
AGRADECIMIENTOS
Este artículo no hubiera sido posible sin el trabajo y el apoyo de todos los
participantes en el proyecto KASS, tanto los que se han citado directamente como los
que no. Estoy muy agradecido a todos, incluidos los numerosos ciudadanos que
sacrificaron un tiempo considerable para responder a nuestras preguntas. Además,
quiero agradecer específicamente a Nancy Konvalinka y a sus colegas en el I Simposio
Internacional sobre Nuevos Modelos de Familia: Las Familias Tardías, en septiembre de
2010, por sus comentarios estimulantes y perspicaces sobre el borrador inicial de este
trabajo. Debo también las gracias a Campus Verlag por el permiso para reproducir
extractos y gráficos de los volúmenes 2 y 3 de Family, kinship and state in
contemporary Europe.
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