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Textos:
Freud, S. (1912). Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico. [Volumen XII. pp.107-120].
Buenos Aires. Amorrortu editores.
Freud, S. (1914-1915). Puntualizaciones sobre el amor de transferencia. [Volumen XII. pp. 159-174].
Buenos Aires. Amorrortu editores (ver en clase 5)
Clase Gilberto Simoes
Dejarnos sorprender con lo que vamos escuchando; escuchar esas rupturas en el discurso, esos cortes, esos
saltos que podrían suponer una cuestión inconsciente.
“Debe volver hacia el inconsciente emisor del enfermo su propio inconsciente como órgano receptor,
acomodarse al analizado como el auricular del teléfono se acomoda al micrófono” (fórmula)
No basta con que sea un hombre más o menos normal; es lícito exigirle que se haya sometido a una
purificación psicoanalítica, y tomado consciencia de sus propios complejos que pudieran perturbarlo para
aprehender lo que el analizado le ofrece. Cualquier represión no solucionada en el médico corresponde a un
punto ciego en su percepción analítica.
“Debe comunicar todo cuanto atrape en su observación de sí atajando las objeciones lógicas y afectivas que
querrían moverlo a seleccionar”
Relacionado al concepto de Transferencia. Que la relación sea transferencial, lo que implica dejar subsistir
necesidad y añoranza, como fuerzas que mueven el trabajo, a las que hay dejar "pulsionar". Significa no
obturar con deseos propios, dejar que ocurra algo en la clínica.
“La técnica analítica impone al analista el mandamiento de denegar a la paciente menesterosa de amor la
satisfacción apetecida. La cura tiene que ser realizada en la abstinencia; solo que con ello no me refiero a la
privación corporal, ni a la privación de todo cuanto se apetece, pues quizás ningún enfermo lo toleraría. Lo
que yo quiero postular es este principio: hay que dejar subsistir en el enfermo necesidad y añoranza como
unas fuerzas pulsionantes del trabajo y la alteración, y guardarse de apaciguarlas frente a subrogados.”
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Propone iniciar el tratamiento con un período de prueba fijado, de algunas semanas, para tomar
conocimiento del caso y decidir si es apto para el psicoanálisis. Además, esto tiene una motivación diagnóstica.
El proceso diagnóstico. Es una cautela para evitar error diagnóstico.
Estipulaciones sobre el tiempo: Dice que a cada paciente se le asigna cierta hora y permanece destinada a él,
aunque luego no la utilice. Si se pregunta cuánto durará el tratamiento, es una respuesta casi imposible, dado
que requiere de lapsos prolongados, debido a la atemporalidad de los procesos inconscientes. Pueden
interrumpir la cura cuando quieran, aunque esto no será positivo.
Estipulaciones sobre el dinero: Freud dice que el médico debe fijar sus pretensiones y necesidades reales. El
hombre trata al dinero al igual que a las cosas sexuales: con igual duplicidad, mojigatería e hipocresía.
Diván: Lo utiliza debido a que no tolera permanecer bajo la mirada fija de los pacientes muchas horas al día.
Además, no quiere que sus gestos influyan en el paciente. Tiene el propósito de prevenir la contaminación de
la transferencia.
Comunicaciones: Mientras las ocurrencias y comunicaciones estén, no hay que tocar el tema de la
transferencia, hasta que haya devenido resistencia Transferencia. Si uno le comunica al analizado aquello que
ha reprimido, mayor será la resistencia. Hay que esperar a que el paciente esté próximo a ello.
¿Qué es lo que se podría pensar que no cambia? El método analítico con sus reglas. Las reglas son la atención
flotante, la neutralidad y la abstinencia, para el analista, y la asociación libre para el paciente.
Pero además de estas reglas, Freud enumeró una serie de consejos, que tuvieron que ver con su experiencia
singular en la clínica con los pacientes que tenía. Justamente son consejos y no reglas porque no las impone,
sino que las aconseja desde su experiencia y sostiene que la clínica es una cuestión personal individual que no
puede ser regulada desde afuera.
No hay una sola manera de ser analista, no hay una única manera de leerlos.
Ahora bien, estos consejos de Freud, son basados en la clínica de la época y con las problemáticas que tenían
sus pacientes en ese momento, así como sus condiciones socioeconómicas. Hoy en día, cambiaron tanto los
analistas como los pacientes y sus problemáticas (dice Simoes), así también como cambiaron las relaciones
entre ellos y la actitud que tienen ambos frente al análisis. Los tiempos son otros.
Si bien lo que importa es el discurso analítico, también hay que tener en cuenta que muchas veces la regulación
del encuadre desde lo institucional y la frecuencia de las sesiones afectada por lo social hacen que se
entorpezca la condición analítica en tanto la subjetividad de ambos es involucrada en el encuentro.
No es lo mismo la atención en un consultorio de modo particular, que un tratamiento con cantidad de sesiones
asignadas por la obra social, con un límite de tiempo. Tampoco es igual el manejo del dinero, si un paciente
consulta particular, por una prepaga/obra social, o en una institución hospitalaria. Hay que pensar en las
realidades y la subjetividad del caso por caso, más allá de la pureza de las teorías. Hay que pensar la clínica
con cada paciente y cada vez.