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Historia de la educación en México

Leonardo Almendariz
Ejercicio sobre el uso del modelo lancasteriano
A finales de los años veinte del siglo XIX, Roberto era un joven que apenas había
terminado la enseñanza de primeras letras. Su profesor, para alentarlo en su
progreso individual, lo invita a unas conferencias que se imparten en Guadalajara
sobre el modelo de enseñanza lancasteriano. Este muchacho asiste a todos los
cursos, hecho que lleva a uno de los organizadores de este evento, a comisionarlo
para que inaugure una escuela en la localidad de Chapala.
Roberto llega en agosto de 1830 a esta localidad, que en ese entonces tiene una
población de 2,000 habitantes, en los cuales hay una población infantil de 110
alumnos. El se presenta ante la autoridad política de ese lugar y le presenta el
oficio de asignación como profesor. El jefe político, que ya estaba enterado de su
llegada, le da la bienvenida y le dice que solo cuenta con un solar de una vieja
hacienda colonial para establecer la escuela. Este joven le contesta que está bien,
que el verá cómo lo acondiciona. El jefe político, un poco dudoso de su capacidad
por su juventud, le pregunta ¿cómo va a hacerle para enseñar a tantos niños?
¿Qué no son muchos para un solo maestro? Roberto le contesta, voy a buscar
maneras de organizar a ese grupo para atender a todos los niños. Por el
momento, le dice a la autoridad, quiero que me ayude con la limpieza del solar
donde va a instalarse la escuela y que me ponga un escritorio y los muebles
escolares que tenga. También quiero que me convoque a todos los niños en ese
lugar, porque quiero platicar con ellos. El jefe político le dice que tenga por hecho
lo que solicita.
A los dos días se lleva a cabo la reunión con los niños que van a asistir a la
escuela municipal. Una vez que se presenta ante estos escolapios, Roberto les
dice que quiere saber que es lo que sabe cada uno, por lo que les va a hacer una
evaluación con ejercicios de lectura, escritura y de problemas aritméticos. El les
dice que no se asusten, que esta evaluación es para conocerlos mejor. Una vez
terminada la evaluación de los alumnos y revisado lo que cada uno sabe sobre los
saberes básicos de la enseñanza elemental, él ubica a 10 alumnos que si tienen
ciertos conocimientos sobre lectura y escritura y saben algunas operaciones
matemáticas. El resto tiene rudimentos de enseñanza, pero requieren empezar
desde las primeras nociones.
Ya por último, Roberto le dice al jefe político que necesita ocho mesas para
trabajar con todos los alumnos y sillas o bancos para cada uno. Esta autoridad le
dice que ya hay sillas y solo faltan algunas mesas, pero que los dos carpinteros de
su comunidad las pueden tener en una semana. Ponte en el lugar de Roberto
conforme a lo que prescribe el modelo lancasteriano en torno a la enseñanza de
las primeras letras, y describe cómo organizarías el trabajo de enseñanza en
Chapala, tomando en cuenta las particularidades de saberes que tienen los
alumnos y la gran cantidad que representan. Recuerda que es importante tener en
cuenta las etapas que plantea este modelo, para poder imaginar cómo se
organizaría la enseñanza de estos niños.
Respuesta:
Para implementar el modelo lancasteriano en la comunidad de Chapala debe
partirse con el señalamiento de un director/profesor, en quien recae la decisión de
seleccionar a los monitores particulares que se encargarán de enseñar a los niños.
Tomando en cuenta que son 110 los niños a educar, habrá que elegirse 11
jóvenes con conocimientos avanzados y que a cada uno le corresponda trabajar
con grupos de 10 niños, este número siendo el máximo permitido para que el
proceso de enseñanza transcurra de la mejor manera y no se atiborre de trabajo a
los jóvenes educadores. Estos 11 también colaborarán en la tarea de monitoreo
de asistencia, en el cuidado de los útiles y de realizar un registro del orden y
disciplina entre los grupos de trabajo. Los útiles de enseñanza comprenden desde
plumas, tinta, papel, pizarrines, cajas repletas de arena para instruir escritura,
tableros ilustrativos. Y finalmente en cada monitor se delegará la responsabilidad
de administrar los castigos y premios, cuidando que no excedan en su autoridad,
que sean justos, serios en sus juicios, y que no sean manipulables por los niños.
Este sistema de recompensas y castigos auxiliará en el mantenimiento del orden y
el fomento del buen desempeño escolar. Sus voces serán de instrucción y mando,
pues el maestro no hablará en absoluto, sólo supervisará el trabajo del salón.
Las actividades se llevarán a cabo en un salón grande para albergar a los 110
niños. Iniciando del frente del escritorio del maestro hacia atrás, se sentarán en fila
los niños de nivel más básico, enseguida los de segundo nivel, y así
sucesivamente hasta terminar con los de nivel más avanzado hasta el fondo. Las
lecciones de escritura para los de primer nivel se impartían con cajillas cubiertas
de arena en donde imitarían las letras dibujadas por el monitor, iniciando con las
letras más fáciles de dibujar como la L, H, T, hasta terminar con las letras
anguladas y circulares U, W, J, O. Hasta adquirir destreza y autonomía, se pasaba
a la escritura con palitos de madera en mano, para escribir las letras mostradas en
el telégrafo.
Después seguirán lecciones de escritura sobre pizarras, donde trabajarán con
palabras de una a cinco sílabas. La escritura sobre papel se dejaba hasta la
séptima y octava clase, ahí se empezará a trabajar letras minúsculas y cursivas,
copiarán manuscritos y lemas, es decir, oraciones completas, hasta que sea
notorio el perfeccionamiento de su caligrafía. Estos serían los de nivel más
avanzado por lo que ocuparán las últimas mesas del salón, al fondo.
Para enseñar lectura, el monitor se parará al centro de un semicírculo formado por
los niños y apuntará los carteles colgados en la pared o tablero, que los alumnos
debían leer. El primer nivel comenzaba con reconocimiento y pronunciación de
letras mayúsculas y después minúsculas, seguirá el silabeo y se concluirá con los
niveles avanzados la lectura de palabras y oraciones.

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