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Historia e Historiografía de la Revolución Mexicana

Adolf Gilly, Ramón Eduardo Ruíz y John Tutino. La rebelión rural y el movimiento
obrero en la revolución
Leonardo Almendariz

Los tres autores tocan puntos distintos en sus respectivos textos. Mientras Adolf
Gilly realiza argumentaciones teórico-conceptuales sobre el término “revolución”
para definir las visiones historiográficas de la revolución mexicana, Tutino aborda
el agrarismo durante el periodo revolucionario y las distintas hipótesis realizadas
por la historiografía internacional con relación al origen de las rebeliones rurales, y
nos presenta su hipótesis sobre las acontecidas en México del siglo XX. Y
finalmente Eduardo Ruíz expone la magnitud del movimiento obrero, desde que se
trataban de organizaciones civiles distribuidas por el norte, el centro y en Veracruz
(principales centros obreros), motivadas por liberales de oposición (moderados y
radicales), socialistas y anarquistas, hasta su institucionalización en la COM: la
Casa del Obrero Mundial, cuya influencia tomó fuerza dado el panorama que
atravesaban el proletariado y las clases media y baja del país durante la crisis de
1907 y la aún más aguda crisis de 1912-1916 etapa más violenta. Labor educativa
del 11’-12’, vinculación regional y capitalización espacial (cdmx) buscando
organizar en confederaciones. Contrario al agrarismo, no hubo dispersión
organizacional ni de esfuerzos. Post 1917 viene la etapa práctica hasta que son
cooptadas por el Estado pero se pospuso algunos ideales constitucionales como
el art. 27 para terminar de consolidar a la nueva sociedad mexicana revolucionaria
y su Estado, la economía mexicana dependía de la privatización. ¿Rev.
Interrumpida y continua? Injerencia de la urbanidad y el progreso con la revolución
y su consecuente llegada a una localidad: ahora se convierte en una lucha por
sobrevivir. Qué se hace con una ciudad a la que llega cada vez más gente y se
ven manifestados más problemas estructurales

Encuentro controversial a Gilly, quien no sólo suena comunista sino que lo es en


efecto, pues así lo expresa en su nota previa 1. Por lo que su hipótesis con relación
1
“Encarcelado desde abril de 1966, junto con mis camaradas Oscar Fernández Bruno y Teresa
Confreta de Fernández, como militantes de la IV Internacional, somos hoy los más antiguos entre

1
a la revolución mexicana va más apegada a las definiciones modernas y
aceptadas, por no decir clásicas. Su cuerpo teórico está inspirado en Trotsky, a
quien cita en reiteradas ocasiones, y está plagado de intentos de revivir el espíritu
revolucionario ruso en el caso mexicano. Entonces, a mi parecer, de los tres
autores es Gilly el del discurso más romántico, es quien quiere encasillar con
calzador una narrativa cliché en la cual los sujetos de a pie se encargaron de
“rehacer el país de arriba abajo” 2, cuando más bien fueron el medio utilizado por la
élite para materializar sus causas y no el motor revolucionario en sí.

Yo veo a la revolución mexicana como una renovación política, constitucional


(evidentemente), social y económica pero que no se deshizo de la estructura
cimentada casi 100 años atrás y que Díaz exitosamente fortaleció. Tampoco se
modificó el tablero del juego imperialismo capitalista, pues lo cierto es que los
caudillos presidenciales buscaron en primer momento la estabilidad y el
crecimiento financiero del país acudiendo a inversores internacionales 3 (sólo
durante el periodo cardenista es notable la postura socialista y antiimperialista del
gobierno mexicano4). Que es comprensible, ya que la crisis post-1910 fue muy
aguda5. Así pues, el proceso revolucionario se trató de un reajuste cupular en
donde élites y caudillos reemplazaron un viejo régimen dictatorial-militar con ayuda
y a expensas del pueblo. No veo tal cosa como una lucha de clases encaminada
por la clase baja, al menos en la forma como se generaliza desde la narrativa
izquierdista. Que no es por menospreciar la opresión que durante décadas
sufrieron ni tampoco es mi intención minimizar su encono ni su espíritu aguerrido.
Pero he de admitir que el movimiento armado sólo favoreció a cuentagotas la
ascensión de una base oprimida, dejando intacta gran parte de las viejas élites.

los actuales presos políticos de México.” Adolf Gilly, Tres concepciones de la revolución mexicana.
La revolución Interrumpida. México 1910-1920, una guerra campesina por la tierra y el poder, p. 5.
2
Ibid. p. 395.
3
Vid. John Womack, Jr, La Revolución mexicana, 1910-1920, en: Leslie Bethell, Historia de
América Latina. Tomo IX México, América central y el Caribe, p. 78-146.
4
Vid. John Tutino, La vida agraria y la rebelión rural. De la Insurrección a la Revolución en México,
las bases sociales de la violencia agraria 1750-1940, p. 21-22; y Adolf Gilly op. cit. p. 407-408.
5
La moneda se devaluó en comparación con el dólar de 2 a 5 pesos. Eduardo Ruíz, Los ambiguos
arranques del movimiento obrero. En México: la gran rebelión 1905-1924, p. 245.

2
Pasando a otro autor, Tutino recuenta temporalmente la cuestión del reparto
agrario en el proceso revolucionario mexicano y las disputas subsecuentes entre
campesinos y gobierno, dirigiendo su argumentación hacia un análisis sobre lo
que otros historiadores han dicho sobre las causas de las rebeliones rurales, como
a contraste de lo que él hipotetiza. Lo primero que rescatar del autor es su
periodización de los eventos del siglo XX, en donde esencialmente se refiere a la
década de los 20’s en adelante como el periodo posrevolucionario, y no sólo eso,
sino que infiere que pareció haberse olvidado una parte fundamental del programa
revolucionario: el reparto agrario6. Lo que sugiere la versión (una de tantas) de que
la revolución terminó cuando los caudillos ascendieron al poder,
institucionalizando el espíritu revolucionario y materializando un buen porcentaje
de las causas.

Es más que interesante que identifique estos levantamientos de 1920 en adelante


como rebeliones ya que esa visión encaja con una de las conceptualizaciones
clásicas de revolución que nos define Gilly cuando critica a los historiadores que
simplifican los sucesos, pequeño-burgueses y socialistas centristas “que
sostiene(n) que la revolución de 1910 fue una revolución democrático-burguesa
que no logró sino parcial o muy parcialmente sus objetivos -destrucción del poder
de la oligarquía terrateniente, reparto agrario y exclusión del imperialismo” 7. Más
claro aún cuando Tutino prosigue con su punto “Era evidente la benevolencia del
gobierno hacia las élites supervivientes de hacendados (…)” 8. En este extracto
sugiere que se traicionó a la revolución, dando a entender que la población rural
encontró motivación suficiente para levantarse en armas.

Esta pugna entre campesinos y rancheros contra el Estado se prolongaría hasta el


cardenismo, en donde el reparto de más de veinte millones de hectáreas y el
favorecimiento de 800 mil familias del campo destruyó la “base latifundista de la
tradicional élite mexicana”9. Quizá con este avance agrario, y parece haber un
6
“Los políticos que trabajaban por edificar un Estado posrevolucionario en la década de 1920
seguían proclamando su devoción a la reforma agraria”. Ibid., p. 18.
7
Adolf Gilly, Tres concepciones de la revolución mexicana. En La revolución Interrumpida. México
1910-1920, una guerra campesina por la tierra y el poder, p. 398.
8
John Tutino, op. cit., p. 21.
9
Ibid.

3
consenso general, es cuando revolución termina. Sin embargo, sería interesante
saber si el Estado, hasta el propio Cárdenas, veía las rebeliones rurales como una
continuación de la revolución de 1910, aunque queda claro que esto significaría
ilegitimar al Estado que se adjudicó ser la revolución.

Y el análisis que realiza John Tutino en cuanto al porqué la gente del campo en
México, post-1910, se rebeló constantemente, me parece muy completo. Por más
que su modelo quiera aglomerar otros casos internacionales. La respuesta a la
que llega el autor es concreta, las causas fueron: un rápido y grave deterioro de
las condiciones de vida en el campo, en parte debido al capitalismo comercial, en
parte al deficiente programa de gobierno y al beneficio que significó para las élites;
el debilitamiento del status quo que invita a los oprimidos a entrar en conflicto; la
colaboración externa por parte de agitadores regionales (miembros de la élite);
discurso persuasivo de movilización; y la incapacidad de respuesta de los
detentadores de poder. Agrupándose la insurrección entre campesinos, rancheros
y jornaleros, entre todos había consenso que sus condiciones no vieron mejoría 10.

Para concluir, Eduardo Ruíz empalma en su argumento obrero con parte del
cuerpo teórico de Gilly, porque nos ilustra el esfuerzo invertido desde abajo para
cambiar la estructura nacional del régimen post-porfiriano, anotando importantes
avances como la inauguración y expansión de varias organizaciones obreras.
Aunque es de llamar la atención que el gobierno revolucionario respondiera con
hostilidad11 hacia el sindicalismo independiente. Desde entonces la COM
constituyó un obstáculo para el gobierno federal, hasta que Calles los subyugó.
Por lo que, a mi interpretación, aporta mayor evidencia de que el movimiento de
1910 no desembocó en una revolución. Quizá fue degenerándose con el tiempo,
pero como en cualquier acontecer histórico, encontraremos posturas a favor de
esta visión y en contra. Lo más que se puede aspirar es a interpretarlas y
complementar las abstracciones del tiempo pasado.

Gilly y la revolución oculta, prostituida, como parte de la revolución mundial


anticapitalista que iba a acontecer. Invenciones ideológicas para legitimar el
10
John Tutino, op. cit., p. 32-35.
11
Eduardo Ruíz, op. cit. p. 243.

4
Estado a partir de la revolución mexicana. Para burgueses y estado el estado de la
revolución se mantiene, logros pequeños en materia social y agrario sirvieron
como la llama que mantuvo caminando a la revolución. Habla desde sus anhelos y
la teoría de Trotsky. No menciona a Marx. Tutino. Zapata con los desposeídos,
Madero contra el Estado, los ejércitos utilizan el argumento como parte de los
reclamos agrarios para legitimarse, obregón abre las puertas a zapatistas. Tierras
por base política en todos los estratos sociales. Economía moral como móvil de
las rebeliones, el estado capitalista destruyó los modos de vida campesina .
indignación es políticamente más eficiente que cualquier otra afrenta:
desesperanza (según Warrington). Popkins campesinos individualistas que con
ayuda de una élite mejoran sus condiciones. El líder del movimiento casi siempre
se convierte en la élite que reemplaza a la opresora, pero hay que ver fraccionado
al Estado para poder actuar. Pruebas de la debilidad del capitalismo. Pero su
reforzamiento con el reparto agrario. Ruíz, muchas células obreras que jalan agua
para su propio gremio

Quiénes eran realmente campesinos. El discurso posterior para legitimar la lucha


agraria como manifestación del movimiento revolucionario

5
Bibliografía
Gilly, A. (1971). “Tres concepciones de la revolución mexicana. En La revolución
Interrumpida. México 1910-1920, una guerra campesina por la tierra y el
poder (págs. 395-410). México: El Caballito.
Jr., J. W. (1992). La Revolución mexicana, 1910-1920. En L. Bethell, Historia de
América Latina. Tomo IX México, América central y el Caribe (1870-1930)
(págs. 78-146). Barcelona: Crítica S.A.
Ruiz, R. E. (1980). Los ambiguos arranques del movimiento obrero. En México: la
gran rebelión 1905-1924, (págs. 241-251). México: Era.
Tutino, J. (1986). La vida agraria y la rebelión rural. En De la Insurrección a la
Revolución en México, las bases sociales de la violencia agraria 1750-1940
(págs. 17-44). México: Era.

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