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Leonardo Almendariz
Al igual que la lectura anterior de Xavier-Guerra, Alan Knight toma como punto de
partida el papel de la oposición en los albores del porfiriato, poniendo con todas
sus letras que la relevancia de este movimiento era más local que nacional, o al
menos la mayoría de los ataques provenía desde ese ámbito 1. De esta manera
podemos complementar ambas posturas. Según Knight, de haber existido una
fuerte oposición política al régimen de Díaz, sus seis reelecciones no hubieran
sucedido “sin tropiezo”, refiriéndose a los funcionarios, diputados, senadores y
magistrados que permitieron el atropello constitucional 2. Mientras que Xavier-
Guerra toca el mismo punto al llamar grupo “minoritario” a los clubes liberales y los
diarios de oposición ya que su postura antiporfiriana estaba limitada a unos cinco
mil ejemplares en total3. Que no implica que la oposición no haya tenido una
significación mayor, pues desde sus trincheras colaboraban en el tejido de la red
con la que destronarían al régimen; la oposición fue viento en popa desde iniciado
el siglo XX hasta manifestarse en el movimiento armado de 1910. Lo que al
principio era una manifestación retórica de intelectuales o riñas entre élites
regionales e importantes familias, escaló hasta movimientos partidistas de
resonancia nacional: el reyismo o Partido Democrático, el PLM y el maderismo o
Partido Antireeleccionista4.
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reyismo es que sólo invocaba una oposición dentro del partido oficialista, seguían
a Díaz pero estaban en contra de la facción científica que componía parte
importante del partido y favorecían cambios estructurales de corte social, político y
en menor medida, económico. La lealtad hacia Díaz inmovilizó la carrera política
de Reyes, no podía ir en contra de la decisión de Díaz de no nombrarlo
vicepresidente en la elección de 1910 y así se esfumaron las esperanzas de los
principales centros urbanos de socavar asperezas de su medio social y hacer
goce de sus libertades políticas.
La segunda categoría, que fue la de mayor impacto público y político, tuvo dos
edades. Primero el liberalismo del PLM, luego el de Madero. Knight hace un
énfasis más claro en lo que respecta a San Luis Potosí como el embrión de la
oposición liberal, que complementa la revisión realizada por Xavier-Guerra cuando
habla de los clubes liberales. La recepción entre políticos e intelectuales
correspondió con el tono ideológico: la radicalización del PLM alejó, y el
liberalismo clásico5 de Madero encantó. La buena recepción de Madero se debió a
la volatilidad de la política regional y los intereses económicos y personales que
disputaban las familias más importantes de cada región. En aras de beneficiar al
motor económico regional y mantener el orden en las regiones, Díaz alternaba en
su favoritismo y mantenía a raya los apellidos importantes. Pero como bien cita el
autor: “no era cosa sencilla procurar cambios en los gobiernos de los estados” 6,
por lo que no siempre se realizaban cambios a las administraciones, para el pesar
de la población.
2
la misma misión que el magonismo: el liberalismo como herramienta pedagógica 9.
Reformismo social y político que implicaba “la realización del gran ideal
democrático y los medios, las elecciones libres y limpias, la libertad municipal y el
respeto a los derechos de los estados”10. Era directamente una amenaza al
régimen
9
Francois Xavier-Guerra, op. cit. p. 53.
10
Alan Knight, op. cit. p. 84.
3
Bibliografía
Guerra, F. X. (1998). El despertar del radicalismo. En México: del Antiguo Régimen a la
Revolución. Tomo II (págs. 9-66). Ciudad de México: FCE.
Knight, A. (1996). La oposición. En La Revolución Mexicana, del porfiriato al nuevo
régimen constitucional (págs. 63-101). México: Grijalbo.