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121 PDFsam 432737036 13 Leyendas Tenebrosas Del Peru
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VI
Al notar que Qali y Rumi volvían a la casa sin su hermana, la madre se
alarmó; pero cuando supo que no la habían llevado con ellos y que nadie la
había visto durante todo el día, la pobre mujer entró en pánico. ¿Dónde
podía estar su pequeña Maika?
La última persona que había visto a la niña era la anciana que tenía su granja
cerca del camino al santuario. Maika corría por allí cada mañana, por lo
que la mujer no se sorprendió al notar que se dirigía a la montaña, aunque
sí le extrañó que no volteara a saludarla. No sabía si la chica había regresado
por esa calle porque al comienzo de la tarde la vieja había ido al monte a
cortar muña y manayupa para curar unos dolores de estómago y de riñones
que la tenían muy fastidiada.
La búsqueda se organizó rápidamente. La madre y algunos vecinos
recorrieron los alrededores, mientras los hermanos y los muchachos más
fuertes del pueblo iban hasta el santuario para ver si estaba por allá.
Qali volvía a sentirse culpable, pero se dijo a sí mismo que no había tiempo
para pensar en eso. Se disculparía con ella y le explicaría por qué no quería
llevarla en cuanto la encontrara.
La noche se hizo helada, silenciosa y muy oscura. Los muchachos que
habían ido al santuario regresaron sin novedades. La madre pasó despierta
el resto de la noche y antes del amanecer se echó una manta sobre los
hombros para salir con dirección a la montaña. Los hombres y las mujeres
del pueblo la siguieron poco después.
VII
Sin entender cómo era posible que su ropa siguiera seca, Maika tanteó la
orilla húmeda de la laguna de la que acababa de salir y hundió los dedos en
la capa blanca que llegaba hasta el agua: era nieve.
Al levantar los ojos, vio un chiquillo extraño que la observaba con
curiosidad. Dio un brinco tratando de alejarse y él se sobresaltó; parecía tan
confundido como ella. Se miraron con cautela durante algunos minutos.
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