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Todo se paga
Se sent en la cama, baado en sudor fro y temblando. Menuda pesadilla. Se levant y camin hasta la jofaina situada en la cocina, para ver si con el agua fresca le volva el color a la cara. Aun tena la imagen del sueo en la cabeza, estaba seguro de que tardara en borrarse. Decidi no contarle a nadie el suceso, no lo entenderan y seguramente le tacharan de fantasioso y alucinado loco, pero l sabia bien el significado de su sueo aterrador, no tenia dudas al respecto. Se visti y acudi a sus quehaceres habituales, intentando en vano hacer un da como otro cualquiera de este tan especial, intil esfuerzo, no poda pensar en otra cosa que no fueran aquellos ojos dementes fijos en el. Despus de atender su faena, acudi a la iglesia en busca de la paz de espritu que saba perdida sin remedio. En la fresca penumbra del templo, pareci como si el peso que aplastaba su corazn, menguara. Rez con toda su fe y encontr paz en ese momento de recogimiento interior. Al salir de nuevo al sol del medioda, y ya mas calmado su miedo, se sinti reconfortado por la presencia de las caras conocidas de sus vecinos. A la cada de la tarde, el miedo volvi a hacer presa en su pecho. Regreso a su casa, y al entrar noto en el aire un aroma familiar. Un escalofro de terror le recorri la espalda. Subi las escaleras con direccin a la alcoba, y al abrir la puerta, un hedor de muerte inundo sus fosas nasales. Y entonces la vio. Llevaba la misma ropa con la que la enterr la noche del suceso. El cuchillo segua sobresaliendo de su vientre, herido de muerte. La miro a los ojos, unos ojos sin vida, pero encendidos en una mirada de odio y venganza. A la maana siguiente encontraron su cadver en la parte de atrs de la casa. Bajo su cuerpo se abra una fosa a medio llenar de tierra y en la que se vea el cuerpo de su mujer, desaparecida meses atrs. La mujer tena un cuchillo clavado en el vientre, los brazos, en los que empezaba a faltar la piel, abrazando el cuello de su esposo, y una sonrisa enigmtica en el rictus de su boca. Autor: Marioneti.