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Pá gin a |6
casa sin tocar porque la puerta estaba sin cerrojo. “algún encargo tendrá”,
pensé, y sin pesarlo fui a la ventana a ver si mi amada bruja ya se había
despertado. Ay, amigos, si mis lágrimas caen aun estando muerto es
porque seguramente la pena y el dolor me los llevaré hasta la eternidad.
Al asomarme por la ventana, vi al Predruscha besándose locamente con
su prima, en la cama, dándose vueltas como fieras en celo, amantes
perdidos. Entonces, ciego de ira entre en la casa y derecho me fui a la
cocina a coger el machete más grande. -¡tú habías sido la uma,
desgraciada , porque además estás viéndote con tu primo¡- le grite
apresado por la rabia ; y , sin que ella pudiera reaccionar , le descargue un
machetazo en el cuello con tanta fuerza que la cabeza salió volando
y, ahora sí, derramando un chorro de sangre que salpicaba por todas
partes.
El Pedruscha no me dio tiempo ni para arrepentirme. Luego de dar
el machetazo, sentí un frío en mi yugular y mi cuerpo se desplomó de
inmediato, mientras mi alma volaba a este sitio de tinieblas.
DOS