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DELIBERACIÓN, FALLO Y SENTENCIA

Hon. Jorge Luis Toledo Reyna


Juez Superior del Tribunal de Primera Instancia de Puerto Rico1

“La justicia te proporcionará paz, y también trabajos”2

E
l proceso acusatorio oral conlleva que el juez emita determinaciones en todas las
etapas. La admisibilidad de cierta prueba y las objeciones durante los
interrogatorios, son algunas de las controversias que es menester resolver. No hay
duda que la decisión más importante resulta ser el fallo, ya sea absolutorio o de
culpabilidad. La inmediatez del procedimiento obliga a que esta decisión se comunique
en audiencia oral y en presencia de las partes, lo cual podría conllevar una carga
emocional para el juzgador. Es por ello importante llegar a este fallo con la tranquilidad
de espíritu consecuente con un análisis racional y libre de la prueba presentada. El fallo
siempre tiene que estar precedido de deliberación.
Se define deliberación como la consideración o reflexión que se da sobre un asunto
antes de tomar una decisión sobre él. El concepto deliberación debe verse en el contexto
del derecho a la presunción de inocencia garantizado en el Art. 20(B)(I) y (VIII) de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, pues ese es el estado de derecho
del acusado y solo se condenará cuando exista convicción de la culpabilidad del
imputado. En muchas ocasiones y dadas las consecuencias dramáticas que conlleva el
aumento en la actividad criminal, la ciudadanía forma la idea pensando que la
presunción de inocencia es sinónimo de impunidad. Nos corresponde a los jueces,

1Las expresiones contenidas en este artículo no se realizan en el carácter oficial del autor ni a nombre o en
representación de la Rama Judicial de Puerto Rico. Las expresiones en este artículo responden a las ideas,
criterios u opiniones personales del autor y de modo alguno representan la posición oficial de la Rama
Judicial de Puerto Rico.
2 Ramon Llull (1235-1315) filósofo y escritor en lengua catalana.
COMPENDIO SOBRE EL SISTEMA ACUSATORIO

mediante nuestros fallos proyectar calma, prudencia y seguridad, de tal manera que el
pueblo comprenda el razonamiento que sostiene nuestra decisión.
El proceso de deliberación conlleva el análisis de la prueba según extraída de la
totalidad del debate. Esto deberá hacerse de manera libre y lógica, y solo serán valorables
y sometidos a la crítica racional los medios de prueba obtenidos lícitamente e
incorporados al debate conforme a las disposiciones del Código Nacional de
Procedimientos Penales (CNPP).3 Como podemos ver, este proceso de deliberación no
permite el análisis de prueba extrínseca al proceso judicial. Tomemos como ejemplo un
caso en el cual se impute al acusado matar a su pareja. Para resolver el caso, no se permite
que el juzgador investigue en las redes sociales y los buscadores en Internet para leer
acerca del trasfondo de las personas involucradas y, menos aún, acerca de los detalles del
suceso.
La situación anterior pondría a ambas partes en un estado de indefensión al no
poder refutar una prueba que no se está presentando frente a ellos. Obviamente el
principio de contradicción principio de controversia, donde ambas partes tienen el
mismo derecho de ser escuchadas y de practicar la prueba se vería seriamente
afectado.4 En el proceso penal es medular que se garantice a las partes el derecho a
contrainterrogar a los testigos de la parte adversa. Este procedimiento da vida al sistema
adversarial, pues es la forma de confrontar la prueba y someterla a un crisol riguroso. Si
el juzgador utiliza métodos alternos, como sería realizar una investigación personal en
las redes sociales, estaría evaluando una información sin las garantías de confiablidad
que únicamente se logran mediante el principio de contradicción. En ese sentido, esta
prueba carecería de valor probatorio.
El sistema acusatorio se rige por el principio de que el acusador tiene la obligación
de probar la culpabilidad del acusado más allá de duda razonable. Por ello, la duda
siempre favorecerá al acusado.5 Sin embargo, en vista de que para absolver a la persona
acusada se requiere “duda razonable”, resulta relevante discutir qué significa que el
Estado pruebe la culpabilidad de la persona imputada de cometer el delito conforme a
este quantum de prueba. Podríamos aseverar que no existe duda razonable cuando se
presentó prueba suficiente en derecho como para que en el ánimo del juzgador y en su
conciencia se fundamente un dictamen, de tal modo satisfactorio, que permita al juzgador
dormir con tranquilidad porque tiene el convencimiento de que ha hecho justicia. Nótese
que no se exige que la acusación sea probada con certeza absoluta ni con perfección

3 Mtro. E. Espinosa Madrigal, Código Nacional de Procedimientos Penales: comentado y correlacionado, 3ra ed.,
Jalisco, Gallardo Ediciones, 2016, pág. 412.
4Íd., pág. 56 (Art. 6 del Código de Procedimientos Penales de México (CNPP)) (“Las partes podrán conocer,
controvertir o confrontar los medios de prueba, así como oponerse a las peticiones y alegatos de la otra
parte, salvo lo previsto en este Código”).
5 Íd., págs. 359 y 402 (Art. 402 y 359 del CNPP).

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matemática.6 La duda razonable no ocurre con cualquier contradicción. Es aquella prueba


que no permite al juzgador emitir un fallo condenatorio porque no ha sido convencido
de la culpabilidad del acusado.
Tomemos como ejemplo el caso en donde dos personas declararon que fueron
asaltados en una calle oscura, a las dos de la madrugada. La acusación estableció que el
imputado mostró una cuchilla. Un testigo declaró que la cuchilla tenía la base color
marrón oscuro y otro testigo la describió como gris oscuro. En este ejemplo, de entrada
vemos una contradicción de dos testimonios. En un escenario como este, el juez debe
analizar si esta contradicción es suficientemente fuerte como para establecer una duda
razonable con respecto al uso de una cuchilla para cometer el robo. Este análisis requiere
que evaluemos las contradicciones de los testigos desde la perspectiva de las
circunstancias de los hechos del caso. Entre otras cosas, es necesario considerar la
ubicación física del testigo, la iluminación del área en donde ocurre el suceso y la
capacidad que tenga el testigo para retener información que son factores que pueden
incidir en el testimonio que se ofrece. Cónsono con ello, no olvidemos que, aun cuando
el caso no se tiene que probar con certeza matemática, el juzgador no puede ignorar
contradicciones medulares que surjan de la narración de los hechos.
Utilizando esa misma situación de hechos, imaginemos que uno de los testigos
describe al asaltante como un varón que mide aproximadamente 1.65 m (5 pies 4
pulgadas) de estatura, de 60 kg (132 libras) de peso, de tez negra y de alrededor de 20
años de edad. El otro testigo lo describe como un varón de aproximadamente 1.80 m (5
pies 11 pulgadas) de estatura, 80 kg (176 libras) de peso, tez blanca, pelo rubio y de
alrededor de 40 años de edad. El acusado no reúne ninguna de estas características en
peso, edad, altura y color de piel. Aquí podemos distinguir marcadas contradicciones que
pueden crear una duda real de la conexión del acusado con el delito imputado.
El proceso de deliberación debe estar ausente de presiones, influencias
extrajudiciales y prejuicios personales.7 Eso es lo que llamamos independencia judicial.
Como jueces, no podemos permitir que factores externos a la prueba desahogada nos
dirijan a emitir un fallo ya sea de culpabilidad o de absolución. En muchas ocasiones,
asuntos como la sanción penal que tocaría imponer ante una determinación de
culpabilidad o el malestar de la sociedad ante una absolución se hacen presente como
métodos de presión para provocar un fallo específico.
Ahora bien, debemos recordar que la severidad de la pena no puede ser un
elemento que afecte la adjudicación de hechos. Ejemplo de ello sería que el juzgador
utilizara la pena a la que se expone el acusado, de ser encontrado culpable, como un
elemento para decidir si se probó o no el caso. La adjudicación de hechos tampoco puede
serlo el que la sociedad entienda que una persona es culpable dada la exposición

6 Pueblo v. Bigio Pastrana, 116 DPR 748, 761 (1985).


7Esta obligación ética está recogida en el Canon 30 del Código de Ética Judicial de Puerto Rico, 4 LPRA Ap.
IV-B, C. 30.

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mediática del suceso. No es permisible que la opinión pública, sobre la problemática de


la criminalidad, pueda influir en la evaluación de los hechos. Es el juez de esa audiencia
quien ha tenido la oportunidad de aquilatar toda la prueba y quien tiene el deber
ministerial de adjudicar de acuerdo con esta.
Es sabido que la evidencia principal en una audiencia oral es el testimonio
presentado en sala. Los testigos presentan la narración de los eventos que el proponente
desea probar. Esos testimonios deben ser evaluados cuidadosamente, pues la
credibilidad que merecen será fundamental en el proceso de deliberación.

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CRITERIOS DE Manifestaciones o testimonios anteriores
EVALUACIÓN
DE TESTIMONIOS Supongamos que la víctima de un robo declara ante la Policía que
el autor del delito tiene el pelo rubio y largo, mientras que en la
audiencia oral indica que la persona no tenía pelo. El testigo puede
ser confrontado con esa primera declaración para impugnar el
testimonio brindado en la vista oral. El juzgador deberá aquilatar
la incongruencia y la razón de esta.

Coherencia de la narración y corroboración del testimonio

Imaginemos que el testigo declara que, durante el incidente, la


distancia entre él y el asaltante no era mayor de 3 metros, pues la
calle era pequeña y estrecha. El Ministerio Público presenta como
evidencia unas fotos de la mencionada calle. El juzgador podrá
evaluar si las dimensiones de la calle coinciden con lo declarado por
el testigo y si es creíble lo atestado con respecto a la proximidad del
asaltante.

La conducta verbal y no verbal del testigo debe tomarse en cuenta


al dirimir la credibilidad

Olvidar información a preguntas de la parte contraria podría ser


una estrategia para ocultar información. El juzgador debe observar
la hostilidad ante cuestionamientos para dirimir si esta obedece a
la tensión del proceso judicial o a un mecanismo de defensa para
manejar un testimonio mendaz. No existe una regla infalible para
evaluar las conductas mendaces, pues un testigo puede proyectarse
nervioso y estar declarando la verdad, y otro puede mentir
exhibiendo mucho control y dominio de sí mismo. Por ello es
necesario evaluar su testimonio a la luz del resto de la prueba.
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Por último, es importante discutir el peso que se debe adjudicar a las


argumentaciones orales en el proceso de deliberación. Finalizada la presentación de
prueba, el juzgador que preside la audiencia de juicio debe otorgar sucesivamente la

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palabra al Ministerio Público, al asesor jurídico de la víctima u ofendido del delito, y al


abogado defensor para que expongan sus alegatos de clausura.8 Es muy importante
establecer que pueden hacerse inferencias acerca de los hechos y la prueba desfilada, sin
embargo, no se permite presentar hechos que no fueron parte del desfile de prueba. Las
argumentaciones no constituyen prueba, pero por el nivel persuasivo de estas no se
permite que se incorporen aspectos que no fueron parte del desahogo de prueba en la
audiencia.
Como ejemplo, imaginemos que en el robo mencionado el testigo declara que el
acusado le apunta con un arma y exclama: “dame tu reloj”. En la argumentación oral, el
Ministerio Público expone que el acusado gritó: “esto es un robo”. No es posible permitir
este tipo de argumentación, pues se está presentando un hecho que no fue parte del
desahogo de prueba. Sin embargo, el Ministerio Público sí puede expresar que el acusado
exclamó “dame tu reloj” y que esto, en unión a que apuntaba a la víctima con un arma,
configuran la conducta de robo. Nótese que la segunda aseveración trae una inferencia
del testimonio vertido, pero en forma alguna sustituye la prueba desahogada. El fallo
deberá señalar, entre otras cosas, una relación sucinta de los fundamentos y los motivos
que lo sustentan9 y tiene que ofrecerse en audiencia pública. Esa inmediación es
fundamental en el proceso oral para que la ciudadanía pueda entender la función de todo
juzgador de impartir justicia. Siempre se debe aspirar a comunicar con claridad la
decisión tomada y la razón para el fallo, sin diluir en argumentos que no son centrales ni
sucumbir ante la repetición innecesaria.
El proceso de deliberación, fallo y sentencia debe estar permeado por
transparencia y verticalidad, pues es el momento en que, desde el estrado, los juzgadores
pueden enaltecer la labor, garantizando a todas las partes un trato justo y equitativo
dentro del debido proceso de ley.

8 Espinosa Madrigal, op. cit., pág. 409 (Arts. 394-395 del CNPP).
9 Íd., pág. 411 (Art. 401 del CNPP).

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