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LA POTESTAD INSPECTORA
DE LAS ADMINISTRACIONES
PÚBLICAS
A Esther
NOTA INTRODUCTORIA
Cursiva añadida.
10 AGUSTIN GARCÍA URETA
AA Actualidad Administrativa
apt. apartado
Ar. Repertorio Aranzadi
ATC Auto del Tribunal Constitucional
CAPV Comunidad Autónoma del País Vasco
CE Constitución Española
CDL Cahicrs de Droit Européen
CU Cambridge Law Journal
CMLRev Cornmon Market Law Review
DA Documentación Administrativa
DO Diario Oficial de las Comunidades Europeas
EAPV Estatuto de Autonomía del País Vasco
ELRcv European Law Review
ENAC Entidad Nacional de Acreditación
FJ fundamento jurídico
h'Z Int’uruí’iroa eta Zuzenhidea
IVAP Instituto Vasco de Administración Pública
LFCE Ley de Funcionarios Civiles del Estado (Texto articulado aproba
do por el Decreto 315/1964, de 7 de febrero)
LGT Ley General Tributaria
LI Ley 21/1992, de 16 de julio, de Industria
LJCA Ley 29/1998, de 13 de julio, Reguladora de la Jurisdicción Con
tencioso-Administrativa
LMRFP Ley 30/1984, de 2 de agosto, de Medidas para la Reforma de la
Función Pública
LOFCS Ley Orgánica 2/1986, de 13 de marzo, de Fuerzas y Cuerpos de
Seguridad
LOPJ Ley Orgánica 6/1985, de 1 de julio, del Poder Judicial
LOPSC Ley Orgánica 1/1992, de 21 de febrero, de Protección de la Se
guridad Ciudadana
LPA Ley de Procedimiento Administrativo de 1958
12 ABREVIATURAS
" A. Mi-rki., Teoría (íeneral de! Derecho Administrativo, Madrid, EDERSA, 1035, p. 323.
7 G arcía de; E nterkía y Ei-rnándi :/. R odríoit :/., op. eit.. t. I, pp. 104-103. El art. 1.1
RSCE señala que «los Ayuntamientos podran intervenir la actividad de sus administrados en los
siguientes casos: l.“ El ejercicio de la función de policía cuando existiere perturbación o peligro
de perturbación grave de la tranquilidad, seguridad, salubridad o moralidad ciudadanas, con el
fin de restablecerlos o conservarlos».
II O. M a y iír , Derecho Administrativo Alemán, t. II, Buenos Aires, Depalma. 19X2, p. X.
" Mkkki., op, eit.. p. 316. cursiva en el original suprimida.
III G arrido Fai .i .a , «Eas Transformaciones...», op. eit., p. II.
11 Moncada Lorenzo, op. eit.. p. 164.
12 N ieto, «Algunas Precisiones...», op. eit.. p. 33.
" Mayhr, op. eit., p. 3.
18 AGUSTÍN GARCÍA URETA
policías especiales, esto es, aquellas que tenían por objeto actividades y
materias específicas, caso de las actividades económicas reguladas por
distintas leyes. Esta distinción es patente en los autores franceses y se
ve reflejada también en los españoles, que evitan así tener que enfren
tarse al problema de buscar una sustancia común aplicable a todas
ellas ’5. Se ha explicado que el concepto de policía administrativa espe
cial admite dos sentidos. Por una parte, abarca aquellas actividades
cuyos fines no son diferentes de los que persigue la policía general,
pero se sujetan a un régimen jurídico particular. Su objeto, que es la
protección de la seguridad, «no tiene nada de particular», pero se
somete a un régimen jurídico especial y se confía a una autoridad espe
cial. Por otra parte, el segundo sentido del término hace referencia a las
policías que contemplan objetivos que no figuran dentro del contenido
normal de la policía general (policía de los monumentos, de la caza)*36.
De esta clasificación también se desprende la insistencia en el aspecto
orgánico. Este es rechazado por la doctrina sobre la base de que sólo
resulta viable en el caso de que hubiese una delimitación previa “muy
concreta” del ámbito de acción policial -17*. El concepto de policía signi
fica una función y no un órgano de la Administración. De esta forma,
la autoridad policial no queda constituida mediante su organización,
sino mediante la competencia que le asigna funciones de este tipo 1x.
C. El sitflo xx
w Véanse G a r c ía di- E nti-rría y F i-rnández R o d r íc u i ;/., op. cit., t. II, pp. 114-120.
6i Incluyendo el tema de la denominada cláusula técnica o la adaptación a las mejores téc
nicas disponibles.
26 AGUSTÍN GARCÍA URETA
2. Potestad preventiva
3. Potestad reglada
A. Aspectos generales
B. La STC 148/2000
A. Sobre la singularidad
IIU I-V r n a M )! / R a m o s , op. cit., p. 57. Este autor hace referencia a la figura del comisiona
do gubernamental, v. gr., en el caso del Real Decreto 1836/1999, de 3 de diciembre, por el que
se aprueba el Reglamento sobre instalaciones nucleares y radiactivas.
54 AGUSTÍN GARCÍA URETA
B. El caso de la inspección
21“ sys (]c 21 de noviembre de 1990, Ar. 9130. En el ámbito de la 1TV, véase la STS de 13
de octubre de 1997, Ar. 7439.
2,H C osculeiiela Montaner, op . cit. , p. 330, califica esta línea jurisprudencial como un
"desatino".
2111 L a s a g a iía s t e r H e r r a r t e , op . cit.. p. 166.
211 G arcía M acho, Las Relaciones.. . . op . cit.. p. 162, cursiva añadida.
212 STS de 7 de marzo de 1989, Ar. 1930.
211 L.asacaba.ster Herrarte, op . cit.. p. 4 2 1.
60 AGUSTÍN GARCÍA URETA
3. Referencias a la inspección de la CE
« STC 221/1992. FJ 7; STS de 20 de lebrero de 1999, Ar. 1227. Véase A. C ubkro T rovo,
«La Doble Relatividad de la Reserva de Ley en Materia Tributaría. Doctrina Constitucional», en
K Escribano (coord.), Derecho P inane ¡ero y Constitucional. Estudios en Memoria del Profeso/
Jaime Can ia Añoveros, Madrid, Civitas, 2001, pp. 217-263.
Vl 50 /2003 , FJ 4, con cita de una jurisprudencia constante.
76 AGUSTÍN GARCÍA URETA
*7 R iv l r o
O rtlc .a , o¡!. cit.. p. 109 .
** Véanse J. G o n z á l e z P érez y F. G o n z á l e z N a v a r r o , Comentarios a la Ley de Régimen
Jurídico de las Administraciones Públicas y Frocedinúento Administrativo Común, t. I., 2.a ed.,
Madrid, Civitas, 1999. pp. 1126-1127. '
82 AGUSTÍN GARCÍA URETA
101 F.l art. 38 (apartados 2 y 3) de la Ley 3/2001. de 26 de marzo, de Pesca Marítima del
Estado, se refiere a dependencias, registros y documentos, busques pesqueros, productos o insta
laciones objeto de la inspección; véase también el art. 3.1 de la Ley 42/1997, de la Inspección de
Trabajo.
"IJ Art. 29.1 de la Ley 10/1998, de Residuos.
Cursiva añadida.
lm Art. 38.3 de la Ley 3/2001.
88 AGUSTÍN GARCÍA URETA
105 Sin embargo, las normas sectoriales no especifican estos aspectos mínimos. Así, el
art. 24 de la Ley 21/20003, de 7 de julio, de Seguridad Aérea, dispone que «el ejercicio de las
funciones propias de la inspección aeronáutica se adecuará a los planes o, en su defecto, a las
órdenes específicas de actuación que apruebe la Dirección general de Aviación Civil. Por Orden
del Ministro de Fomento se determinarán la periodicidad, el contenido y la forma de aprobación
y ejecución de los planes de actuaciones inspectoras». Otras normas no citan la planificación en
el caso de la inspección, v. gr., art. 50 de la Ley 32/2003, de 3 de noviembre, General de Teleco
municaciones.
106 Véase el capítulo quinto.
CAPITULO III
I. SOBRE LA PLANIFICACIÓN
1,1 Sobre osla cuestión, ihid., pp. 328-33(1; desde la perspectiva de la discrecionalidad y su
autolimitación. E. D ls ü k n t a d o D a r o o a , Discrecionalidad Administrativa y l’laneanuento
Urbanístico, 2.:l ed.. Pamplona, Aranzadi, 1999, pp. 188-195.
11 De ahí la frase de Harold Wilson, primer ministro británico, de que una semana en polí
tica es mucho tiempo: «A week in politics is a long time».
i: S \\< ••i / M o r o s , Discrecionalidad Administrativa..., op. cit., p. 123.
1’ Parkjo A i .io n s o , op. cit., pp. 655-656.
14 STC 102/1995, FJ 13.
92 AGUSTÍN GARCÍA URETA
otros que no posean tal virtualidad 22. En otros sectores los planes pue
den presentar el carácter de directriz o indicativo 2\ incluso a pesar de
estar previstos en normas con rango de ley.
Estas circunstancias tienen interés desde la perspectiva de la vincu
lación del plan. La planificación puede circunscribir sus efectos obliga
torios sólo para la Administración, mientras que en el caso de los ciu
dadanos revista una naturaleza voluntaria (v. gr., planes económicos;
plan de mejora de centros docentes). La vinculación puede producirse
para el ciudadano en la medida en que facultativamente se acepte el
sometimiento a «la relación especial que de ellos se deriva» 24. Es posi
ble también que el plan sólo produzca una vinculación respecto de las
Administraciones sin ninguna trascendencia externa. En este caso es
susceptible de modificación en cualquier momento (v. gr., plan de
informatización; plan de ahorro energético o de uso de productos reci
clados) 2-\ Dentro de este tipo de planes la doctrina suscita una ulterior
categoría, la de los planes que pretenden hacer operativa la racionaliza
ción interna de la Administración, para proyectar “de forma coherente”
su actuar posterior. Estos planes pueden poseer algún grado de inciden
cia en los ciudadanos, aunque sin modificar su status jurídico (v. gr.,
planes de ferrocarriles)2627. Finalmente existen planes que, regulando la
actividad administrativa, inciden directamente en el ciudadano (plan
energético) 21.
No obstante, habrá que estar a las determinaciones que efectúe la
norma de cabecera que prevea la existencia del plan y, en última ins
tancia, a lo que éste especifique, incluyendo sus efectos tanto positivos
como de gravamen. Por tanto, la planificación encierra una importante
variedad de figuras, lo que hace también difícil su categorización y la
precisión de sus efectos sobre la esfera del ciudadano. Aunque un plan
tenga una vertiente interna de racionalización administrativa, puede
incidir de forma apreciable en la actividad de ésta para con los ciudada
nos, como ocurre con los planes de inspección que aquí se analizan.
Esto hace que predomine en la doctrina una visión casuista o analítica.
Por tanto, aparte del esquema estructural al que todo plan responde,
resulta evidente que «hay que estar al régimen jurídico que para cada
tipo de aquéllos establecen las diferentes leyes» 28.
22 Véase la STC 117/1992, FJ 2.
23 Véase, por ejemplo, el art. 4 de la Ley 34/1998, de 7 de octubre, del Sector de Hidrocar
buros.
24 M artín-R etortillo B aquer, op. c it ., p. 330.
25 El ejemplo se toma de ibid., p. 330. Este autor distingue también planes de carácter
doméstico que, no puede decirse que no afecten a los ciudadanos.
26 Ibid., p. 330.
27 Ibid., p. 333.
28 Ibid., p. 409.
SOBRE LOS PL.ANHS DE INSPECCION 95
A. Las instrucciones
Ley 1/1998, de 26 de febrero (art. 116 LGT). De acuerdo con éste, «la
Administración tributaria hará públicos los criterios que informan cada
año el Plan Nacional de Inspección». De esta manera, el dictado del
art. 19.6 RGI cubre los planes «de los Organos que han de desarrollar
las actuaciones inspectoras». Éstos son los que tienen “carácter reser
vado” y «no serán objeto de publicidad». Por otra parte, la mera publi
cidad de una serie de criterios amplios del Plan Nacional no ha de pro
porcionar necesariamente una visión clara de que grupos pueden verse
afectados por él ni, para lo que posteriormente se analiza, cuál es la
racionalidad que subyacc en los mismos.
La doctrina tributaria ha negado la visión meramente organizativa
de los planes, saliendo al paso de la jurisprudencia antes reseñada. Ésta
pone en evidencia la tensión entre la pretendida eficacia que se persi
gue mediante la cláusula de la reserva sobre los planes y su incidencia
en la esfera del particular. De ahí que la doctrina de Derecho tributario
se decante por exigir la publicación del plan y por tachar de inconstitu
cional el carácter reservado y la interdicción de publicidad del plan de
inspección, ya que se impediría a los particulares afectados obtener
pruebas efectivas que demostrasen la presunta violación de su derecho
a la igualdad e impediría controlar la legalidad de la acción administra
tiva 74.
Por otra parte, la jurisprudencia del Tribunal Supremo niega la
posibilidad de recurso contra el acto de iniciación de la inspección, por
conceptuarlo como uno de trámite, insusceptible de recurso separado.
Esto lleva a la doctrina a indicar que se le priva al particular de la prin
cipal herramienta para atacar la posible arbitrariedad de las iniciales
actuaciones inspectoras y se le coloca en una situación de indefen
sión 7576. Por ello se ha sostenido la posibilidad de instar la anulación del
acto de iniciación apoyándose en la indefensión, aunque se reconoce
que, en esa situación, se carecerá de suficientes elementos para funda
mentar la impugnación del acto 7h.
Los razonamientos de la jurisprudencia para rechazar la publicidad
basculan en favor de la eficacia. Básicamente, la alegación es que la
publicidad ha de perjudicar a la actuación inspectora. Conociéndose de
antemano que uno puede ser objeto de una inspección, por concretarlo
el plan, se adoptarían las medidas necesarias para mitigar esa actuación
administrativa. Estas prevenciones pasarían, bien por regularizar la
situación o por obstaculizar la inspección. Según el Tribunal Supremo,
lo anterior equivaldría «a una permanente “amnistía” fiscal» de las san
7J G a r c ía A ñ o v e k o s , o p . c it .. p. 615.
77 F e r n á n d e z L ó p e z , o p . c it ., p. 247.
76 Ib iil ., p. 247; véanse tam bién A ih ia l l o A v ie é .s, o p . c it .. pp. 178-179; F e n e l l o s P u ig c e r -
ver. o p . c it .. p. 324.
106 AGUSTÍN GARCÍA URETA
sl Cursiva añadida.
F h k n á n d i :/. C u i -v a s , o p . v il ., p. 207.
108 AGUSTÍN GARCÍA URETA
aplicación de los tributos, que podrá ser por ejemplo de régimen jurídi
co de las Administraciones públicas, por ejemplo el régimen de inter
conexión de registros administrativos, el acceso a archivos y registros,
los derechos de los interesados, su régimen de representación o el siste
ma de cómputo de plazos o la forma de notificación» 91.
De acuerdo con la opinión anterior, en el caso del ejercicio del
derecho de acceso, la conjunción entre la Ley 1/1998, de 26 de febrero,
de Derechos y Garantías de los Contribuyentes, y los arts. 95 LGT
y 19.6 RGI produciría la imposibilidad de dicho acceso. Esto es conse
cuencia de la referencia contenida en la Disposición Adicional quinta
LRJPAC a las demás normas dictadas en desarrollo y aplicación de las
leyes tributarias (v. gr., el RGI). Por tanto, las disposiciones regla
mentarias tributarias pueden establecer normas distintas a la de la
LRJPAC yx. A este respecto, el art. 18 de la Ley 1/1998, de 26 de febre
ro («Carácter reservado de la información obtenida por la Administra
ción tributaria y acceso a archivos y registros administrativos»), dispo
ne que los datos, informes o antecedentes «obtenidos por la
Administración tributaria tienen carácter reservado y sólo podrán ser
utilizados para la efectiva aplicación de los tributos o recursos cuya
gestión tenga encomendada, sin que puedan ser cedidos o comunicados
a terceros, salvo en los supuestos previstos en las leyes». La norma
señala a continuación: «Cuantas autoridades, funcionarios u otras per
sonas al servicio de la Administración tributaria tengan conocimiento
de estos datos, informes o antecedentes estarán obligados al más estric
to y completo sigdo respecto de ellos, salvo en los casos previstos en
las leyes».
No obstante, en el marco anterior se señala que «los contribuyentes
pueden acceder a los registros y documentos que, formando parte de un
expediente, obren en los archivos administrativos, siempre que tales
expedientes correspondan a procedimientos terminados en la fecha de
la solicitud en los que el solicitante haya intervenido». Sin embargo,
por lo que respecta a ios planes de inspección, el art. 19.6 RGI estable
ce la regla general de la confidencialidad, sin que puedan ser objeto de
publicidad. Desde una perspectiva sistemática de las normas, cabría
entender que esta segunda disposición constituye una lex specialis que
impide el acceso. En el ámbito tributario las críticas a esta disposición
se han sucedido, toda vez que será difícil poner en entredicho tanto los
criterios que animan al plan como, sobre todo, la inclusión de un ciuda
dano en el mismo.*P.
V1 M. G arcía Cobauída. «Pmccdimieiuos Administrativos en Materia Tributaria», en
P. Sala Sánciihz (coord.). Comentarios a la Reforma del Procedimiento Administrativo, Valen
cia, Tirant lo Blandí, 1999, pp. 637-649. esp. pp. 642-643.
'K Ibid.. pp. 643-646.
112 AGUSTÍN GARCÍA URETA
",l Cursiva añadida. Véase también el art. 26 de Ley 50/1997, de 27 de noviembre, del
Gobierno. Véase a Exposición de Motivos de la LJCA, apartado II, tercer párrafo.
"" STC 47/1990, FJ 4, cursiva añadida.
Sobre la legitimación, véanse A. E m iíid I k l j o , «Las Partes», en J. L e-g u in a V i i .i .a y
M. SÁNCtirtz M o r ó n , Comentarios a la l.ey de la Jurisdicción Contencioso-Admimstratha,
114 AGUSTÍN GARCÍA URETA
2.a ed., Valladolid, Lex Nova, 2001, pp. 147-152; G arcía de Enterría y Fernández Rodrí
guez, op. cir., t. II, pp. 627-632; M. G arcía Pérez, El Objeto del Procedimiento Contencioso-
Administrativo, Elcano, Aranzadi, 1999, pp. 119-132; F. G arrido Fall.a, Tratado de Derecho
Administrativo, vol. III, Madrid, Tecnos, 2001, pp. 153-159; S. González-Varas Ibáñez, Co
mentarios a la Ley de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa, Madrid, Tccnos, 1999,
pp. 193-212; Parada Vázquez, op. cit., 1.1, pp. 710-712.
103 STS de 22 de noviembre de 1996, Ar. 8089.
104 SSTS de 11 de marzo de 2000, Ar. 2997, y de 18 de marzo de 2000, Ar. 3758.
ios SSTS de 4 de febrero de 1991, Ar. 1241, y de 14 de octubre de 2003, Ar. 8388.
106 STS de 24 de febrero de 2004, Ar. 1893.
107 STS de 3 de julio de 1998, Ar. 5933
SOBRE LOS PLANES DE INSPECCIÓN I 1?
a) El test de la arbitrariedad
a) ’ Cuestiones generales
b) El test de la igualdad
140 STC 20/1986, FJ 2, cursiva añadida; véanse también las SSTC 86/1985, FJ 3,
y 308/1994, FJ 5.
141 Ruiz M iguel, op. cit., p. 193.
142 SSTC 155/1998, FJ 3; 110/1993, FJ 4, y 361/1993, FJ 2.
143 ATC 317/1996, FJ 3.
144 SSTC 158/1993, FJ 2.6/, cursiva añadida; 361/1993, FJ 2, y 222/1992, FJ 6.
145 A lonso G arcIa, op. di., p. 50.
SOBRH LOS RLANHS DF INSPFCCION
STC 144/1998, FJ 1.
147 STC 1/2001, FJ 3.
I,x STC 240/1999. FJ 6.
I4'' STC 122/2000.
15,1 SSTC’ 159/19X9, FJ 3, y 165/1995, FJ 2.
ISI SSTC 62/19X7, FJ 2; 175/1987. FJ 2; 59/2000, FJ 2, y 75/2000, FJ 2, entre oirás
muchas. Véase Rumo L i .orf-n t f , «La Igualdad en la Jurisprudencia», op. cit., p. 13.
124 AGUSTÍN GARCÍA URETA
A. Necesidad de la planificación
169 En una línea similar, el art. 16.3 del Reglamento de desarrollo de la Ley 16/1987, de
Ordenación de los Transportes Terrestres.
CAPÍTULO IV
" Éste es también el caso del art. 17 del Real Decreto 1837/2000, de 10 de noviembre, por
el que se aprueba el Reglamento de Inspección y Certificación de Buques Civiles.
,J M. D. Rtt'OU. M art Íni -z di - B hdoya, «Iniciación del Procedimiento», en WAA,
Comentarios a la Reforma de la Ley del Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y
del Procedimiento Administrativo Común. Pamplona, Aran/.adi, 1999, p. 459.
" S antamaría Pastor , <>¡>. cit.. vol. II. p. 47. Véase también C ii-roo S kira, La Participa
ción de los Interesados en el Procedimiento Administrativo. Bolonia, Publicaciones del Real
Colegio de España, 2002, p. 160. G ai.LI-:o.o Anabitarti; y Mhni'-ndkz Rkxaoii, Acto y Procedi
miento Administrativo, Madrid, Marcial Pons, 2001, p. 148. Fani .o L.oras , «Disposiciones
140 AGUSTÍN GARCÍA URETA
cias que se plantean no llegan al 1 por 100 las que dan origen a una tra
mitación administrativa y al 1 por 1.000 las que desembocan en una
resolución (absolutoria o condenatoria). Por ello, se concluye que «es
ilusorio pensar en la colaboración ciudadana por medio de la
denuncia» *34. A lo anterior se añadiría el argumento de la utilización
desviada de la denuncia, que, como se ha indicado, se trata de afirma
ción transmitida de modo acrítico e inapropiado 35. Habitualmente y
para los efectos de los procedimientos sancionadores, la jurisprudencia
ha negado a aquél la cualidad de interesado36. Se sostiene que «la con
dición de denunciante es sustancialmente distinta de la de parte interesa
da, toda vez que, aun cuando aquél pueda tener reconocida cierta inter
vención en el procedimiento que su denuncia provoque, no por ello se
constituye en parte, de modo que no tiene en el desarrollo ulterior de
aquél facultad alguna de iniciativa procesal, ni por tanto legitimación
para crear la concreta situación del hecho denunciado, (...) el denuncian
te es un tercero simple, carece por tanto de la cualidad de parte legítima
y, en consecuencia, resulta inviable procesalmente su pretensión de
impugnar la resolución que se dicte en el expediente sancionador» 37.
Este argumento ha sido objeto de contestación por la doctrina. La
posición del denunciante exige diferenciar los planos. Uno será el de la
comunicación de la presunta infracción (cualquier ciudadano con inte
rés simple). Otro puede ser aquel que demuestre que concurre en él un
interés legítimo 38*, o, también, la existencia de la acción pública. En
todo caso, como se ha señalado, «actuar como denunciante o primer
impulsor de un eventual procedimiento sancionador no le constituye,
Generales sobre los Procedimientos Administrativos: Iniciación, Ordenación e Instrucción»,
op. cit., pp. 214-245, esp. p. 225.
34 N ieto, Derecho Administrativo..., op. cit., p. 39.
35 M. G ómez Puente, La inactividad de la Administración, 3.a ed., Elcano, Aranzadi, 2002,
p. 412. .
36 Véanse, E. Cobreros M endazona, «El Reconocimiento al Denunciante de la Condi
ción de Interesado en el Procedimiento Sancionador», en F. Sosa Wagner (coord.), El Derecho
Administrativo en el Umbral del Siglo xxi. Homenaje al Profesor Dr. D. Ramón Martín Mateo,
Valencia, Tirant lo Blanch, 2000, pp. 1437-1468; G ómez P uente, op. cit., pp. 422-424; B.
L ozano C utanda, «El principio de oficialidad de la acción sancionadora administrativa y las
condiciones necesarias para garantizar su efectividad», RAP, núm. 161, 2003, pp. 100-106;
M. R ebollo P uig, «Interesados y Denunciantes en el Procedimiento Administrativo Sanciona
dor», Poder Judicial, núm. 29, 1993, p. 59; T. R equena L ópez, «¿El ocaso de la concepción del
inculpado como único interesado en el procedimiento sancionador?», RAAP, núm. 26, p. 39,
1996; M. A. T ola R úa, «La consideración del denunciante en el procedimiento sancionador»,
AA, núm. 31, 1999, p. 82.
37 STS de 26 de octubre de 2000, Ar. 8582. Véanse también las SSTS de 2 de julio de
1999, Ar. 6910; de 20 de enero de 1998, Ar. 1422; de 9 de febrero de 1993, Ar. 547, y de 20 de
marzo de 1992, Ar. 3113. Véanse los arts. 114.3 LGT y 34.4 de Ley 2/1998, de la Potestad San
cionadora de las Administraciones del País Vasco.
38 Por ello es criticable la contundencia del art. 13.2 de la Ley 42/1997, de la Inspección de
Trabajo, por el que «el denunciante no podrá alegar la consideración de interesado a ningún
efecto en la fase de investigación».
SOBRE LAS ACTUACIONES INSPEC TORAS 141
2. Características principales
A. Provisionatidad
la salud) M. En el caso del art. 72.2 LRJPAC, se indica que «el órgano
competente, de oficio o a instancia de parte, en los casos de urgencia y
para la protección provisional de los intereses implicados, podrá adop
tar las medidas correspondientes en los supuestos previstos expresa
mente por una norma con rango de ley». Por tanto, la LRJPAC maneja
dos criterios: i) la urgencia, y ii) la protección provisional de los intere
ses implicados, y añade una condición adicional de importancia: «en
los supuestos previstos expresamente en una norma con rango de ley».
Una interpretación del art. 72.2 LRJPAC concluiría que la concurrencia
de ambos criterios es precisa. De hecho, los dos se encuentran unidos
por la conjunción copulativa “y” en la redacción de esta norma. Ahora
bien, es posible también mantener el carácter no cumulativo de dichos
requisitos. Por ello, aun no existiendo una situación de urgencia, la
Administración podría adoptar dichas medidas en aras a la protección
de los intereses de terceros, por causa de su entidad o por el carácter
del interesado beneficiario de las mismas. Una lectura conjunta de los
dos criterios podría reducir la capacidad de adopción de medidas provi
sionales en perjuicio del objetivo que persigue el art. 72.2 LRJPAC. En
todo caso, como se ha indicado, la adopción de medidas provisionales
devendría obligatoria siempre que existan motivos razonables para
deducir que su omisión pueda provocar la desaparición o extinción de
los intereses implicados, causar daños de difícil o imposible reparación
o entrañar violación de derechos amparados por las leyes 6465.
c) El derecho de audiencia
plazo para resolver sin haberse notificado la decisión supondría que las
mismas se entenderían estimadas (art. 42.2 LRJPAC). En el segundo
supuesto, esto es, la iniciación de oficio, la consecuencia (o cabría
decir consecuencias) son distintas. La LRJPAC opta por desestimar
aquellos procedimientos en los que, vencido el plazo sin dictarse y
notificarse el acto, se pudiera derivar de ellos el reconocimiento de
derechos u otras situaciones jurídicas individualizadas. Este sería el
caso para aquellos interesados o beneficiados de tales medidas, como
ocurriría con la clausura temporal de la actividad en un establecimiento
que produce fuertes olores o ruidos para la vecindad colindante, afec
tando a su salud. Sin embargo, es preciso tener en cuenta que los efec
tos de las medidas cautelares no son unívocos. De esta manera lo que
para un interesado pueda resultar favorable, para otro no lo sería, ya
que la medida provisional constituirá un perjuicio, caso del titular del
establecimiento que se clausura temporalmente o al que se imponen
limitaciones respecto del horario de producción, en el ejemplo anterior.
Así, para el supuesto de procedimientos en los que la Administración
ejercite potestades “en general” de intervención, susceptibles de produ
cir efectos desfavorables, la ley opta por que se declare la caducidad
del procedimiento si éste no se ha resuelto en el plazo establecido para
ello 92. Habrá que estar al interés prevalente en cada caso.
No obstante, la aplicación de las reglas del silencio administrativo
choca con la virtualidad de las medidas provisionales 93. Su carácter
temporal y su aplicación a supuestos de alteración de las condiciones
normales de actuación, así reguladas, no se adecúan tampoco a los cau
ces formales que establecen los arts. 42-44 LRJPAC. Estas disposicio
nes están diseñadas para aquellos procedimientos que finalizan con una
resolución que, como mínimo, ha de poder adoptarse y notificarse en
un plazo de tres meses (art. 42.3 LRJPAC). Las medidas provisionales
y las de policía administrativa persiguen una eficacia ceñida a cortos
períodos de tiempo, frente a eventos que es preciso “congelar” 94. De
ahí que la LRJPAC obvie hacer mención expresa respecto de los plazos
de resolución y notificación. Con todo, puesto que el art. 72.2 LRJPAC
admite la solicitud para la adopción de las medidas (no como una sim
ple denuncia), es preciso que las mismas se aprueben en breves períodos
de tiempo, de forma que el ciudadano pueda actuar frente a) la negativa
expresa a adoptarlas, como ante b) la inactividad administrativa.
Éste es el caso del art. 49.2 de la Ley 43/2(X)2, de Sanidad Vegetal. En similar sentido,
los arts. 41.4 de la Ley 34/21X12, de 11 de julio, sobre Servicios de la Sociedad de la Informa
ción; 35.2 de la Ley 16/2002, de 1 de julio, sobre la Prevención y el Control Integrado de la
Contaminación; 94.4 de la Ley 1/2002, de 4 de abril, de Ordenación, Fomento y Control de la
Pesca Marítima (de la Comunidad Autónoma de Andalucía); 68.2 de la Ley 10/2000, de 12 de
diciembre, de Residuos (de la Comunidad Autónoma de Valencia), y 32.2 de la Ley 16/21X12,
de 28 de junio, de Protección contra la Contaminación Acústica (de la Comunidad Autónoma de
Cataluña).
158 AGUSTÍN GARCÍA URETA
el sujeto destinatario el que deba hacer frente a los gastos que se pue
dan ocasionar. La razón de esto radica en la finalidad que persiguen las
medidas. Como antes se ha indicado, surgen como reacción frente a
perturbaciones del interés público, concretado en cada caso. De ahí que
quien ocasiona tales riesgos deba hacer frente a los gastos derivados de
la imposición de una medida provisional por la Administración. En este
caso, la Administración está ejerciendo las potestades que le reconoce
el ordenamiento, imponiendo al sujeto destinatario un deber jurídico
que ha de soportar necesariamente, en el sentido del art. 141.1
LRJPAC. Por tanto, excluyendo los supuestos de los que se pueda deri
var una responsabilidad patrimonial de la Administración, aquél ha de
hacer frente a los costes que se produzcan y, en su caso, a otros que
puedan venir del ejercicio de la potestad sancionadora, como así se pre
vé en el art. 130.2 LRJPAC l0-\ En otras normas se prevé expresamente
la imposición de los costes de la inspección, en el caso de que de
la misma se derive una medida prohibitiva. Ilustra este supuesto el
art. 19.3 del Real Decreto 90/2003, de 24 de enero, por el que se regu
lan las inspecciones de buques extranjeros en puertos españoles. De
acuerdo con éste, cuando los reconocimientos efectuados a los buques
mercantes confírmen o revelen deficiencias que tengan como conse
cuencia la medida de policía administrativa de prohibir la navegación
del buque, se impondrá como sanción accesoria a la multa el pago de
todos los costes de la inspección.
La imposición, en su caso, de los correspondientes costes será lo
normal en el caso de tratarse de inspecciones de carácter periódico, res
pecto de las cuales exista la correspondiente previsión *l041056.Para aquellas
que no respondan a este supuesto se ha sostenido una distinción entre
los casos en los que se aprecie la existencia de una irregularidad, en los
que respondería el propio inspeccionado, de otros en los que se verifi
que que la actividad es conforme l()-\ Con todo, la variedad de previsio
nes impide establecer unas reglas precisas al respecto.
Esta actividad, sin embargo, merece algunas precisiones. Por una par
te, la labor de obstrucción se refiere, en general, a la obstaculización
de la actividad inspectora, de forma que esta no pueda desarrollarse
o, en su caso, encuentre dificultades para ello iH7, aunque no se impi
da completamente. Por tanto, como es apreciable, existe un ámbito en
el que el legislador ha de incidir a la hora de recoger distintos tipos
que, a su vez, respondan a la diferente gravedad de la obstrucción. No
obstante, esto no se produce en toda circunstancia, llegándose a equi
parar el impedir, retrasar u obstruir la actividad de inspección o con
trol l0S. Esto es apreciable también desde la perspectiva del objeto, en
concreto, el acceso a un local l(,‘\ salvo en los casos en que se esté
ante un domicilio, o la negativa a proporcionar la información que se
solicite.
El mismo concepto de obstrucción se plantea desde varios prismas,
como así se desprende de las distintas normas que recogen esta figura.
Por ello se habla de falta de colaboración y, en otros casos, de resisten
cia o desobediencia que, obviamente, han de quedar así plasmadas en
la correspondiente acta. Sin embargo, la jurisprudencia también ha
considerado la actividad de obstrucción desde una perspectiva negati
va. Una adecuada distinción se localiza en la STS de 12 de abril de
1999 IU), en la que se señala, por una parte, que «no puede ser constitu
tiva de dicha infracción [de obstrucción] la mera negativa a firmar el
acta que puede entenderse como manifestación de disconformidad con
la misma, especialmente en lo que se refiere a la inmovilización caute
lar de productos, pero sí merece la consideración de actuación obstruc
tora, en cuanto supuso obstáculo a la actuación informadora y docu-
mentadora de los inspectores y resistencia y presión a la actuación de
éstos, la conducta del gerente reflejada en el acta por la que la docu
mentación que estaba dispuesta para ser adjuntada a ésta quedó en
poder de la industria al negarse aquél a entregarla, y la exigencia de
fotocopiar la documentación oficial de los inspectores con la adverten
cia de que en caso contrario salieran de las dependencias de la industria
“que allí no tenían nada que precintar” por falta de competencia». Asi
mismo, el Tribunal Supremo ha reconocido que una cuestión puede ser
la existencia de una evidente dificultad en la realización de una actua
ción investigadora (en el caso se había concedido a una entidad cuatro
meses para localizar toda la documentación y se habían realizado cator
ce visitas a lo largo de un año) y otra identificarlas como actividades de*18
1. Asistencia letrada
A. El CEDH
tales datos de carácter tributario constituía una infracción del art. 6.1.
En primer lugar, el TEDH afirmó que el procedimiento tenía por objeto
determinar los impuestos debidos por el demandante y, llegado el caso,
proceder a una liquidación complementaria e imponer una multa al
interesado por evasión de impuestos. Una multa impuesta tras haber
alcanzado un acuerdo con el demandante no se trataba de una compen
sación pecuniaria, sino más bien era de carácter «esencialmente puniti
vo y disuasorio», por lo que no existía duda que merecía la calificación
de «penal» 153. Posteriormente, el TEDH distinguió dos aspectos. Por
una parte, si la sanción impuesta al demandante por no haber suminis
trado la información requerida se adecuaba a los requisitos del CEDH,
y por otra, si un Estado podía exigir a un ciudadano que remitiese tal
información con el único propósito de asegurar una correcta liquida
ción de los impuestos. Esta segunda cuestión, sin embargo, no fue
considerada por el TEDH. Como éste constató, las autoridades suizas
habían intentado, en repetidas ocasiones, obligar al demandante a pre
sentar documentos que habrían proporcionado información con respec
to a sus ingresos de cara a la liquidación de sus impuestos. Además,
según una sentencia del Tribunal Federal suizo, era de particular
importancia para las autoridades saber si el demandante había obtenido
algún ingreso no declarado. Aunque no era tarea del TEDH especular
cuál habría sido la naturaleza de esa información, constató que el
demandante no podía excluir que cualquier ingreso adicional no decla
rado que se desprendiera de esos documentos podría haber constituido
el delito de evasión de impuestos l54.
Por otra parte, el TEDH no aceptó un argumento del Gobierno sui
zo, según el cual el demandante no había sido obligado a declararse
culpable, toda vez que las autoridades de aquel país tenían conciencia
de la información en cuestión y que aquél había reconocido las cantida
des objeto de discusión. Sin embargo, para el TEDH tal argumento no
resultaba convincente debido a la insistencia con la que las autoridades
tributarias habían intentado obtener la información 155. De hecho, como
se reiteró en el asunto, entre 1987 y 1990 las autoridades suizas habían
requerido al demandante tal información en ocho ocasiones, imponien
do cuatro sanciones.
B. El Derecho comunitario
C. El contexto constitucional
1. Documento
cación de estos documentos x. De ahí que el art. 324 LEC señale que
«se consideran documentos privados, a efectos de prueba en el proceso,
aquellos que no se hallen en ninguno de los casos del art. 317 [LECJ»,
disposición ésta que enumera los documentos públicos.
Para considerar los documentos públicos es preciso partir del
art. 1.216 CC y. Este establece una categoría general, ya que no sólo los
notarios pueden autorizar tales documentos (art. 317.2.° LEC), sino
también los funcionarios públicos. Esta distinción encuentra su lógica,
por una parte, en el hecho de que los notarios no se integran en las
Administraciones, a pesar de que ejerzan funciones públicas *8i012.
Por otro lado, existen documentos públicos que provienen del
ámbito administrativo (v. gr., una certificación de un secretario de un
ayuntamiento) o del poder judicial (resoluciones y diligencias de actua
ciones judiciales de toda especie y los testimonios que de las mismas
expidan los secretarios judiciales; art. 317.1." LEC). También existen
documentos públicos que provienen del poder legislativo. Para la doc
trina, se incluyen en este último grupo todos los documentos que afec
tan a los órganos y a la función de producción de normas jurídicas con
carácter de leyes. La LEC no cita especialmente tal clase de documen
tos públicos, pero se considera que la omisión carece de trascendencia
por la escasa frecuencia con que los ejemplos (puros) de este tipo de
documentos se presentan en la práctica y por las pocas dudas que se
pueden suscitar n. Con todo, del art. 1.216 CC se extraen algunas con
secuencias que tienen importancia respecto de lo que luego se dirá de
los documentos públicos administrativos. Esta norma implica tres
aspectos esenciales i:. Por una parte, que el documento público ha de
provenir de un notario o funcionario público. En segundo lugar, se exi
ge que el notario o funcionario sea competente, es decir, que tenga la
documentación pública como atribución específica. Tercero, es preciso
que la emisión del documento se haya efectuado con las solemnidades
requeridas, esto es, las leyes de fondo que rijan el acto y las leyes regu
ladoras de la fe pública
mentó Privado (Derecho civil)», en W AA, Enciclopedia Jurídica Básica, vol. II, Madrid, Civi-
tas, 1995, pp. 2576-2577.
8 M. V ii.i.agómfz C kbrián. La Nueva Lev de Enjuiciamiento Civil, t. III, Madrid, Tccnos,
2000, p. 48. '
‘‘ Véase R. U bi-ros, «Documento Público (Derecho civil)», en W A A , Enciclopedia Jurí
dica Básica, vol. II, Madrid, Civitas, 1995, pp. 2577-2581.
1,1 Véase F. S aín/. Morf.no, «Ejercicio Privado de Funciones Públicas», RAP, núm, 100
102, 1699, 198.7, pp. 1717-1746.
11 J. G iiasp, Comentarios a la Lev de Enjuiciamiento Civil, t. II, Madrid, Aguilar, 1947,
p. 553.
12 Véase G uasp. op. cit., p. 551; A. Rodríguez A drados. «Fe Pública (Derecho civil)», en
W AA, Enciclopedia Jurídica Básica, Madrid, Civitas, 1995, pp. 3081-3089, esp. p. 3083.
11 A. Rodríguez A drados, «Fe Pública», op. cit., ibid.
182 AGUSTÍN GARCÍA URETA
En este punto cabe contemplar dos posiciones. Por una parte, aque
lla que asimila los documentos que señala el art. 46 LRJPAC con los
que refiere el CC en sus arts. 1.216 y 1.218. La amplitud del art. 46
LRJPAC llevaría a integrarlos dentro de la categoría genérica de los
documentos públicos, de los que los administrativos serían una
especie l7. En este sentido, el art. 145.3 LGT señala que las actas de
inspección «tienen naturaleza de documentos públicos y hacen prueba
de los hechos que motiven su formulación, salvo que se acredite lo
H R. Parada Vázquez, Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y Procedi
miento Administrativo Común, Madrid, Marcial Pons, 1993, p. 182.
15 Véase B año L eón, en L eguina Villa y S ánchez M orón, op. cit., p. 96.
16 González P érez y G onzález N avarro, op. cit., 1.1, p. 1255.
17 Ibid., t. I, p. 1255.
ACTAS DE INSPECCION: ART. 137.? l.RJPAC 183
21 La LEC de 1881 recogía otros dos tipos de documentos administrativos: «4.° Los libros
de actas, estatutos, ordenanzas, registros, catastros y demás documentos que se hallen en los
archivos públicos o dependencias del Estado, de las provincias o de los pueblos, y las copias
sacadas y autorizadas por los Secretarios y Archiveros por mandato de la Autoridad competente.
5.° Las Ordenanzas, Estatutos y Reglamentos de Sociedades o Asociaciones, siempre que estu
vieran aprobados por Autoridad pública, y las copias autorizadas en la forma prevenida en el
número anterior». La LEC de 1855 señala en su art. 280: «Bajo la denominación de documentos
públicos y solemnes se comprenden: l.° Las escrituras públicas, otorgadas con arreglo a dere
cho; 2." Los documentos expedidos por los funcionarios que ejerzan un cargo por autoridad
pública, en lo que se refiera al ejercicio de sus funciones; 3.° Los documentos, libros de actas,
estatutos, registros y catastros que se hallen en los archivos públicos o dependientes del Estado,
de las provincias o pueblos, y las copias sacadas y autorizadas por los Secretarios y Archiveros
por mandato de la autoridad competente; 4.° Las partidas de bautismo, de matrimonio y defun
ciones, dadas con arreglo a los libros por los Párrocos, o por los que tengan a su cargo el regis
tro civil; 5.° Las actuaciones judiciales de toda especie». Véase J. I. E chano Basaldua «Apro
ximación Histórica al Concepto de Documento Oficial (artículos 302 y 303 del Código Penal)»,
AP, núm. 2, 1992, pp. 750 ss.
22 Baño León, en Leguina V illa y Sánchez M orón, op. cit., pp. 97-98.
ACTAS DK INSPECCION: ART. 1.17.3 LRJPAC 185
autorizados por notario con arreglo a Derecho. 3.” Los intervenidos por
Corredores de Comercio Colegiados y las certificaciones de las opera
ciones en que hubiesen intervenido, expedidas por ellos con referencia
al Libro Registro que deben llevar conforme a Derecho. 4.° Las certifi
caciones que expidan los Registradores de la Propiedad y Mercantiles
de los asientos regístrales. 5.° Los expedidos por funcionarios públicos
legalmente facultados para dar fe en lo que se refiere al ejercicio de
sus funciones. 6.° Los que, con referencia a archivos y registros de
órganos del Estado, de las Administraciones públicas o de otras entida
des de Derecho público, sean expedidos por funcionarios facultados
para dar fe de disposiciones y actuaciones de aquellos órganos, Admi
nistraciones o entidades» 2L
Del anterior listado interesan los números 5.° y 6.°. En ambos casos
la LEC hace referencia al concepto de «dar fe» 21*2425.El número 5 alude a
funcionarios públicos distintos del notario, ya citado en el número l.°,
cuya función es (también) la de dar fe. Este es el caso prototípico del
secretario de un ayuntamiento. De acuerdo con el art. 92.2 LRBRL,
queda reservado a personal sujeto al Estatuto funcionarial la funciones
pública de «fe pública». De esta manera, la Secretaría (como órgano)
comprende «la fe pública« (art. 92.3.a) LRBRL| 2-\
Más problemático puede resultar el número 6 del art. 317 LEC. al
tratarse de una norma compleja en cuanto a su ámbito. Cabe distinguir
en ella tres vertientes: a) la institucional; b) la subjetiva, y e) la objeti
va. Desde la perspectiva institucional se incluyen, por una parte, los
«órganos del Estado». Éstos no se definen, aunque, en principio, habría
que reconducir a este concepto a aquellos reseñados constitucional
mente, esto es, las cámaras parlamentarias, TC, Tribunal de Cuentas,
órganos jurisdiccionales, Defensor del Pueblo y Consejo de Estado (y,
habría que añadir, los paralelos de las Comunidades Autónomas). Por
otro lado, se encuentran las Administraciones y aquellas entidades
vinculadas o dependientes de éstas, en el sentido del art. 2 (apts. 1 y 2)
LRJPAC.
21 Cursiva añadida.
24 Rodrígiji;/. A drados, «F u Pública», op. cil., p. 3083, indica que «no es el Notario el que
“da fe”, aunque la expresión se conserve en nuestras leyes; entre otras cosas porque la fe se
extiende a los hechos y juicios propios del Notario narrados en el documento; es el documento
en el que “hace fe”, cumplidas las solemnidades legales y asumida la autoría por el Notario».
25 Igualmente el art. 162.1./») TRLRBRL: «La fe pública de todos los actos y acuerdos».
La fe pública también la ejerce el secretario del Consejo de Administración de las entidades
públicas empresariales, art. 85 bis.l.d) LRBRL, tras la reforma operada por la Ley 57/2003;
véase también la Disposición Adicional octava, letra d), LRBRL.
186 AGUSTÍN GARCÍA URETA
C uasi’, op. cit., p. 555, indicaba a esto respecto que «la fehaciencia del documento
público que entonces se originaba era aún más restringida, abarcando sólo la existencia, y no el
contenido de ningún aspecto del documento a que se refería». Véase el art. 16 LRBRL.
" O kma/ áhai. S ánciih/,, op. cit., p. 59, entiende que «lo problemático es, sin embargo,
que el art. 1.218 CC no ha sido derogado, de modo que nos encontramos con dos preceptos que
aspiran a regular la fuerza probatoria de los documentos públicos. De nuevo topamos aquí con
los inconvenientes de regular un mismo medio probatorio en dos sedes legales diferentes».
M Cursiva añadida.
188 AGUSTÍN GARCÍA URETA
15 J. M ontero A roca, La Prueba en el Proceso Civil, 2.a ed., Madrid, Civitas, 1998,
pp. 169-170.
36 Cursiva añadida.
37 M ontero A roca, op. cit., p. 170.
38 A. M. Lorca N avarrete, Tratado de Derecho Procesal Civil, Madrid, Dykinson, 2000,
p. 680.
34 C ordón M oreno, op. cit., p. 144.
40 íbid., p. 145.
41 Sin embargo, la jurisprudencia del Tribunal Supremo ha venido manteniendo que el
documento público «no tiene prevalencia sobre otras pruebas y por sí solo no basta para enervar
una valoración probatoria conjunta, vinculando al juez sólo respecto del hecho del otorgamien
to, identificación de sus intervinientes y su fecha» (SSTS de 10 de mayo de 1999, Ar. 3102, y de
12 de julio de 1999, Ar. 4771). Véase G arciandía G onzález, en F. C ordón M oreno,
T. A rmenta D eu, J. J. M uerza E sparza e I. Tapia F ernández, Comentarios a la Ley de Enjui
ciamiento Civil, Pamplona, Aranzadi, 2000, pp. 1120-1121.
ACTAS DE INSPECCION: ART. 137.3 LRJPAC 189
42 Cursiva añadida.
42 La Exposición de Motivos de la LEC indica, apartado XI (duodécimo párrafo): «Ha de
señalarse también que determinados preceptos de diversas leyes atribuyen carácter de documen
tos públicos a algunos respecto de los que, unas veces de modo expreso y otras implícitamente,
cabe la denominada "prueba en contrario". La presente Ley respeta esas disposiciones de otros
cuerpos legales, pero está obligada a regular dil'erenciadamente estos documentos públicos y
aquellos otros, de los que hasta aquí se ha venido tratando, que por sí mismo hacen prueba plena».
44 O kmazáhal. S ánciihz, op. t il., p. 69.
45 Cursiva añadida.
190 AGUSTÍN GARCÍA URETA
» Cursiva añadida.
56 STS de 16 de abril de 1990, Ar. 3073.
57 M. Rivkro Gonzái.f./., «Artículo 46», en VVAA, Comentarios a la Reforma de la Lev
del Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo
Común, Pamplona, Aranzadi, 1999, pp. 322-327.
194 AGUSTÍN GARCÍA URETA
a) Controlador de tráfico
b) Controlador de empleo
85 Véase el Real Decreto Legislativo 5/2000, de 4 de agosto, por el que se aprueba el texto
refundido de la Ley sobre Infracciones y Sanciones en el Orden Social, art. 53.2.
86 Arts. 8.4 y 27, respectivamente.
87 SSTS de 23 de marzo de 2000, Ar. 3900; de 28 de febrero de 2001, Ar. 3069; de 30 de
septiembre de 1997, Ar. 6468; de 5 de noviembre de 1996, Ar. 8426, y de 2 de febrero de 1990,
Ar. 738.
88 Sobre la seguridad privada, véase I. Agirreazkuenaga, «Perfiles y Problemática de la
Seguridad Privada en el Ordenamiento Jurídico Español», RAP, núm. 118, 1989, p. 103; publi
cado igualmente en W A A , Policía y Seguridad: Análisis Jurídico-Púbiico, Oñati, 1VAP, 1990,
pp. 9-44; S. G onzález-Varas I báñez, «El Desarrollo de una Idea de Colaboración en el Dere
cho Administrativo con el Ejemplo de la Seguridad Privada y Otros», REDA, núm. 94, 1997,
p. 203; H. Roldán B arrero, «La Seguridad Privada en la Prevención del Delito», La Ley,
núm. 5.241, de 6 de febrero de 2001.
89 STS de 16 de octubre de 1990, Ar. 9153.
ACIAS DLL INSPECCION: ART. 137.3 I.RJPAC 203
'n M. S ánchiíz M orón, Derecho de la Función Pública, 3.a ed.. Tochos, Madrid, p. 130.
Véanse el art. 1.3 y el Anexo V il del Real Decreto 91/2003, de 24 de enero, por el que se
regulan las inspecciones de buques extranjeros en puertos españoles. Véase también el art. 8.3
del Reglamento de Inspección y Certificación de Buques Civiles (aprobado por el Real Decreto
1837/2000, de 10 de noviembre). Art. 2.1 del Real Decreto 176/2003, de 14 de febrero, por el
que se regula el ejercicio de las funciones de control e inspección de las actividades de pesca
marítima. Igualmente, la Directiva 1999/35, sobre un régimen de reconocimientos obligatorios
para garantizar la seguridad en la explotación de servicios reguladores de transbordadores de
carga rodada y naves de pasaje de gran velocidad.
'w Véase el art. 11 del Reglamento sobre Organización y Funcionamiento de la Inspección
de Trabajo (aprobado por el Real Decreto 138/2000, de 4 de lebrero).
STS de 1 de diciembre de 1986, Ar. 417.
206 AGUSTÍN GARCÍA URETA
C. Nacionalidad
El requisito de que quien constate los hechos a los que se les otor
gue valor probatorio sea funcionario plantea la cuestión de la nacionali
dad l<)3. De acuerdo con la LFCE, art. 30.1, para ser admitido a las
pruebas selectivas previas al ingreso en la Administración es necesario
tener la nacionalidad española. Esta norma hay que considerarla a la
luz del art. 39.4 TCE. Éste recoge, en relación con la libre circulación
de trabajadores dentro de la Comunidad, que sus disposiciones no
resultan aplicables a los empleos en la Administración pública l()4. No
obstante, de acuerdo con una asentada doctrina del TJCE, el art. 39.4
TCE ha de entenderse en el sentido de empleos que comporten una par
ticipación, directa o indirecta, en el ejercicio del poder público y en las
funciones que tienen por objeto la salvaguarda de los intereses del
Estado o de otras colectividades públicas. Sin embargo, este «interés
legítimo» 105 de los Estados miembros se limita a dichos tipos de fun
ciones l06107.Fuera de ellas, el art. 39 TCE prohíbe no sólo las discrimina
ciones manifiestas basadas en la nacionalidad, sino también cualquier
forma de discriminación encubierta que, aplicando otros criterios de
diferenciación, conduzca de hecho al mismo resultado ,07.
A este respecto, la Ley 17/1993, de 23 de diciembre, sobre el acce
so a determinados sectores de la función publica de los nacionales de
los demás Estados miembros de la Comunidad Europea, establece que,
de acuerdo con el Derecho comunitario, «los nacionales de los demás
Estados miembros de la Unión Europea podrán acceder en igualdad
101 Esta nota de imparcialidad es igualmente predicable de las entidades colaboradoras de
la Administración, como se verá en otro capítulo.
102 STS 28 de febrero de 2002, Ar. 6889.
103 Véase S ánchez Morón, op. cit., pp. 126-129.
104 R. Huesca Boadilla, «La Noción Empleos en la Administración Pública como Excep
ción a la Libre Circulación de Trabajadores», Noticias CEE, núm. 39, 1988, p. 67.
105 “Comisión” v. “Bélgica”, asunto 149/79, 1980, Rec., p. 3881, apt. 19.
106 Caso de las que enumera el Anexo del Real Decreto 543/2001, de 18 de mayo, sobre
acceso al empleo público de la Administración General del Estado y sus organismos públicos de
nacionales de otros Estados a los que es de aplicación el derecho a la libre circulación de traba
jadores.
107 “Comisión” v. “Luxemhurgo", asunto C-l 11/91, 1993, Rec, I, p. 817, apt. 9.
ACTAS DF. INSPECCIÓN: ART. I 17 .1 I.RJPAC 207
esa circunstancia. Es, por ello, que el art. 62A.b) LRJPAC incluya el
adverbio «manifiestamente», aunque éste no resulte determinante para
la existencia de nulidad.
Esta perspectiva se desprende con claridad de la STS de 14 de
noviembre de 1991 en la que el Tribunal Supremo tuvo que consi
derar el papel de un acta redactada por los funcionarios del Servicio de
Inspección Pesquera del Gobierno Vasco sobre una actividad en aguas
fuera del ámbito de su competencia (las aguas interiores). El Tribunal
señaló: «No parece que puedan ser considerados los agentes o funcio
narios de las Administraciones autonómicas como simples particulares
y sus actas poniendo de relieve infracciones apreciadas darles un valor
equivalente al de simples denuncias de particulares, en razón, como al
parecer así sucede, de apreciarse los hechos objeto del acta, fuera de la
zona de competencia atribuida legalmente, pues el deber de colabora
ción que pesa sobre las diferentes Administraciones públicas y la natu
raleza oficial del Servicio de Inspección Pesquera del Gobierno Vasco,
si bien no le otorgan, desde luego, el carácter de autoridad fuera del
ámbito de su competencia, no permiten tampoco concluir que se trata
de un mero particular cuando por la necesaria proximidad de aguas
interiores en el límite con las aguas exteriores, denuncia una actividad
pesquera ilegal, pues se entiende que ahí debe jugar una cierta cualifi-
cación del testimonio de dicho servicio, que debe apreciarse con liber
tad, pero razonablemente por la autoridad competente» " 2.
Del anterior extracto se pueden establecer algunas apreciaciones.
Por una parte, que las actas emitidas por órganos administrativos, fuera
del ámbito de sus competencias, no tendrían el carácter de tales, sino
de denuncias. Esto es debido al hecho de que, en esas circunstancias,
aquellos órganos no poseen la condición de autoridad, como antes se
ha señalado. Sin embargo, los hechos que constaten no carecen de vir
tualidad, es decir, no se trata de una simple denuncia presentada por un
«mero particular». Al contrario, se trata de un testimonio cualificado,
ya que proviene de un órgano administrativo que pretende colaborar
con otra Administración. Según el Tribunal Supremo, «este deber de
colaboración obliga a los funcionarios (...) de la Comunidad Autónoma
recurrente a la presentación de las correspondientes denuncias».
La anterior conclusión no es sorprendente habida cuenta de que
este deber ha sido reiterado en repetidas ocasiones por la jurisprudencia
constitucional. De hecho, el art. 40 de la Ley 3/2001, de 26 de marzo,
de Pesca Marítima del Estado, señala que el Ministerio de Agricultura,
Pesca y Alimentación podrá establecer convenios de colaboración de
las Comunidades Autónomas «para el mejor ejercicio de la función ins-12
1. Forma de constancia
G arcía di: E ntkrría y Frrnandi;/. Rodríiiui-z . o/>. cit.. I, pp. 561-362; F. G arrido
Falla y J. M. F lknandkz Pastkana, Régimen Jurídico y Procedimiento de las Administracio
nes Públicas. 3.'1cil., Civitas, 2000. pp. 182-186.
111 Cursiva añadida.
G arcía di; Enti-rria y Fkrnándi:/. Rodríciulz, o¡>. cit., I, p. 563.
212 AGUSTÍN GARCÍA URETA
que «los impresos o modelos oficiales que hayan de utilizarse por los
poderes públicos en la Comunidad Autónoma del País Vasco deberán
estar redactados en forma bilingüe». Ha de tenerse en cuenta que, de
acuerdo con el art. 36 LRJPAC, la Administración pública instructora
deberá traducir al castellano los documentos, expedientes o partes de
los mismos que deban surtir efecto fuera del territorio de la Comunidad
Autónoma y los documentos dirigidos a los interesados que así lo soli
citen expresamente. La expresión «surtir efectos» no parece limitarse a
los circunscritos a las Administraciones, sino que abarcaría igualmente
a los procesos contencioso-administrativos. Esta circunstancia es facti
ble que acontezca en el caso de la imposición de sanciones que, ulte
riormente, sean objeto de recurso en el domicilio del demandante (dis
tinto de aquel en donde se encuentre la sede del órgano autor del acto
originario; art. 14.1.Segunda LJCA).
del levantamiento del acta. Es precisamente por esto por lo que la juris
prudencia rechaza el valor probatorio de las actas, bien sea por su par
cialidad a la hora de aportar los documentos relevantes 120 o por su
insuficiencia l21*.
El acta recoge actividades de terceros cuya identidad se conozca
(aunque no siempre pueda ser esto posible). En el primer caso se hará
constar su identidad. A pesar de que la LRJPAC mantiene silencio
sobre esta cuestión, los principios del procedimiento saneionador, y la
normativa sectorial l2:, justifican este aserto. Por una parte, el principio
de responsabilidad del art. 130.1 LRJPAC. Por otro, la regla general de
la solidaridad que impone el apartado 3 del mismo artículo, en el caso
de obligaciones que correspondan a varias personas conjuntamente. A
pesar de que la LRJPAC consagra esta pauta, es preciso partir de la
obligación previa de la Administración de intentar precisar la responsa
bilidad de cada uno, sin aplicar directamente la solidaridad, como así
se señala en algunas normas l2L
Finalmente, se ha de recoger el lugar y la fecha. El primero hace
referencia a aquella localización en la que se hayan constatado los
hechos. La fecha de constatación de los hechos no se puede soslayar en
el caso de que se haya cometido una infracción aislada o se trate de una
continuada l24125.Además, servirá para determinar el cómputo de la pres
cripción.
tendrán por ciertos, a los efectos de la sentencia que se dicte, salvo que
otros medios de prueba desvirtúen la certeza de lo documentado» ' ,6.
La noción de certeza, sin embargo, sí se utiliza en otras normas al regu
lar la inspección. Éste es el caso, por ejemplo, del art. 29.2 de la Ley
10/1998, de Residuos: «Las personas que realicen las labores de ins
pección tendrán el carácter de agentes de la autoridad y los hechos
constatados por ellos y formalizados en acta, gozarán de la presunción
de certeza a efectos probatorios». La ausencia de referencia a esta
«presunción» en la LRJPAC (aunque no así en otras normas sectoria
les) se explica por causa del fuerte movimiento crítico que desató la
STC 76/1990 '-'7. Sin duda es éste uno de los aspectos que más discu
sión ha suscitado, como se verá.
1 Cursiva añadida.
1,7 B a r r o s o R o d r íg u k z . o/>. <7/., pp. 34 6-34 7.
118 R iv h k o O r t ix ia , o p . t il ., p. 203.
IW B a r r k k o R o d r íc u ii :/., op. c ir . p. 330.
220 AGUSTÍN GARCÍA URETA
C. Espccia'nianún c imparcialidad
sólo está dirigida a evitar las influencias de carácter político l5°, sino
que afecta a toda su actividad. Se ha indicado que la objetividad remite
a las nociones de “eficacia indiferente” y “neutralidad” de la Adminis
tración. De esta manera, «la Administración está instrumentalizada a
favor del ordenamiento jurídico, privándole de toda capacidad para
generar una racionalidad independiente e imponiéndole como raciona
lidad propia la jurídica. Negativamente, la objetividad se ofrece como
lo contrario a la parcialidad» 150I51. Esta explicación resulta adecuada res
pecto de las actas de inspección a las que se refiere el art. 137.3
LRJPAC l52. Es cierto que en determinados sectores de la actividad
administrativa, caso de la potestad sancionadora, la separación entre
órgano instructor y resolutor, que proclama el art. 134.2 LRJPAC l5\
no garantiza que el primero quede inmune a las “orientaciones” que le
pueda transmitir el órgano que haya de resolver. De hecho, esta posibi
lidad siempre puede estar presente en la Administración. Por ello una
de las cautelas legales que ocupa un lugar destacado es la obligación
de abstención y la posibilidad de recusación de los funcionarios l54.
Incluso en el caso de los funcionarios de libre designación, el TC ha
indicado que el libre cese que acompaña al nombramiento «no es
incompatible en abstracto con el ejercicio imparcial de las funciones
públicas» 155156.
Por otra parte, la jurisprudencia constitucional ha reconocido que
«el legislador dispone de un amplio margen para decidir acerca de la
separación o la acumulación de las funciones de inspección y de liqui
dación tributaria en unos mismos órganos, por lo que la opción entre
una u otra solución cae dentro del ámbito de la legítima discrecionali-
dad del legislador, no resulta arbitraria y no produce indefensión algu
na» ,56. Para el TC, «tanto si se separan las funciones inspectoras de las
liquidadoras como si se atribuyen ambas a un mismo órgano el contri
buyente estará siempre ante una misma organización administrativa
estructurada conforme a un principio de jerarquía, y esta circunstancia,
a diferencia de lo que ocurre en los procedimientos judiciales, impide
una absoluta independencia ad extra de los órganos administrativos tri
butarios, cualquiera que sea el criterio de distribución de funciones
entre los mismos. Por la naturaleza misma de los procedimientos admi
150 Art. 31.1.gj LMRFP.
151 L. Parejo A lfonso, «La Eficacia como Principio Jurídico de la actuación de la Admi
nistración Pública», DA, núm. 218-219, 1989, pp. 41-42.
152 S ánchez M orón, Derecho..., op. cit., p. 680.
153 En este sentido, el art. 29.5 de la Ley 2/1998, de la Potestad Sancionadora de las Admi
nistraciones Públicas del País Vasco, señala que «en ningún caso el instructor será elegido por el
órgano competente para resolver».
154 STC 235/2000, FJ 13.
155 STC 235/2000, FJ 13.
156 STC 76/1990, FJ 8.
ACI AS IJH INSPECCION: AKT. 137.3 LRJPAC 223
A. Principios de partida
"’7 Véanse G. C asado O u .f.ko y G. de la P eña Velasco, «Actas de Inspección de los Tri
butos (Derecho financiero y tributario)», en VVA A , Enciclopedia Jurídica Básica, vol. I,
Madrid, Civitas, 1995, pp. 161-164; A. M. Lórez Molino, Régimen Jurídico de la Prueba en la
Aplicación de los tribuios. Elcano, Aranzadi, 1998, pp. 354 ss.
'<* STC 76/1990, FJ 8.
226 AGUSTÍN GARCÍA URETA
197 Tesis que, sin embargo, mantienen R ebollo P uig e Izquierdo C arrasco, op. cit.,
pp. 164-166.
198 Barrero Rodríguez, op. cit., p. 346.
199 G onzález-C uÉllar Serrano, Comentarios a la Nueva Ley Reguladora de la Jurisdic
ción Contencioso-Administrativa de 1998, op. cit., p. 467.
200 Véase F ernández Ramos, op. cit., p. 479.
201 STS de 29 de noviembre de 1996, Ar. 8704.
ACTAS DH INSPECCIÓN: ART 137.3 LRJPAC 233
;n-! En el ámbito de la fe pública se señala como requisito «que el autor vea —acto de vis
ta— el hecho ajeno o que narre hecho propio». En todo caso se exige en «su autor la e-videncia
del hecho histórico narrado». R. N üñez Lagos, «Fe Pública», Nueva Enciclopedia Jurídica, t.
IX, Barcelona, Seix, 1958, pp. 6.38-668. esp. p. 639.
201 R o d r íg u e z A d r a ix ís , «Fe Pública», op. cit.. pp. 3083-3084, cursiva añadida.
2m O rmazábai. S ánchez, op. cit.. p. 60.
STC 341/1993, FJ II.
2I*' Ésta es una jurisprudencia reiterada: SSTS de 23 de julio de 1996, Ar. 6225; de 16 de
febrero de 1996, Ar. 1654; de 15 de septiembre de 1995, Ar. 6940; de 24 de junio de 1990,
Ar. 7578; de 23 de abril de 1990, Ar. 2022; de 23 de abril de 1982, Ar. 2433, y de 17 de marzo
de 1978, Ar. 1179.
234 AGUSTÍN GARCÍA URETA
ciones 22,. Precisamente, una de las causas que pueden motivar la aper
tura de la fase de prueba en el procedimiento es no tener por ciertos los
hechos alegados por el interesado (art. 80.2 LRJPAC). La oposición de
éste a los hechos constatados por el funcionario puede suponer un indi
cio de contradicción en este aspecto que precise de la realización de la
prueba con la ratificación de aquél. Esta circunstancia fue expresamen
te apreciada por la STC 341/1993, como antes se ha señalado.
4. Recurribilidad
p. 25; «Reflexiones sobre las Privatizaciones». RAP. núm. 144. 1997. p. 7; M. Navajas Rebo
llar, L a Nueva Administración Instrumental, Madrid, Colex, 2000, pp. 73-91; J. L. P inar
M añas, «Reflexiones sobre la Privatización de la Empresa Pública en España». REDA.
núm. 84, 1994. p. 553; J. Po n o ; Solé, «Una Aproximación al Fenómeno Privatizador en Espa
ña», RAR. núm. 139, 1996, p. 345; S ala A kqiilk, «Huida al Derecho Privado y Huirla del Dere
cho», REDA, núm. 75, 1992, p. 399; F. S osa Wagnlr, «Las Fronteras del Sector Público»,
Anuario de Derecho Constitucional y Parlam entario, núm. 11, 1999, p. 63; T roncoso Rligaim ,
Privatización, Em presa Pública y Constitución, Madrid, Marcial Pons, 1997.
9 Izquierdo C arrasco, op. cir., p. 393.
10 M uñoz M achado, «Las Concepciones...», op. cit„ p. 528.
11 lb id „ p. 530.
M artín-R ltortii.i.o Baqiilr, o{>. cit., p. 18.
" S. M artín-R htortil.lo B aqiilr , «Reflexiones sobre las Privatizaciones», RAP,
núm. 144, 1997, p. 7.
14 M artín-R ltortii.i .o Baqiilr, op. cit., p. 18. El Decreto catalán 170/1999, de 29 de
junio, por el que se aprueba el Reglamento provisional regulador de las entidades ambientales
de control, se refiere a la «externalización de la función pública de comprobación».
B e r m e jo Vf.ra. en el p ró lo g o del lib ro de R ivlro O rtega, op. cit.. p. 20.
240 AGUSTÍN GARCÍA URETA
1. Principios de partida
3. Principios y realidad
45 Cursiva añadida.
250 AGUSTÍN GARCÍA URETA
Estado podrá gestionar indirectamente, mediante contrato, torios los servicios de su competen
cia, siempre que tengan un contenido económico que les haga susceptibles de explotación por
empresarios particulares y mientras no impliquen el ejercicio de poderes soberanos».
1,7 F.. V ichn' i [•:, «Los Contratos de Gestión de Servicios Públicos», en W AA, Introducción
a la Ley de Contratos de las Administraciones Públicas, Madrid, Escola de LAdministración
Pública de Catalunya-Marcia Pons, 1995, pp. 195-219, esp. p. 200.
“ Vicente, op. cit., esp. p. 200; véase también M. A. G ilabert C f.rvf.ra, en E. J iménez
A i’akicio, Comentarios a la Legislación de Contratos de las Administraciones Públicas. Pam
plona, Aranzadi, 2002, pp. 1151-1157, p. 1155. El art. 155.1 TRLCAP estaría recogiendo una
tesis ya avanzada por G ény, según la cual «la régle générale, en ci qui cotíceme les Services de
puissance publique, c’est Linterdiction de la colluboration», B. G ény, La CoUaboration des
Particnliers avec /'Adnúnistration, Paris, Recucil Sirey, 1930, pp. 36-37.
m El art. 1.2 de la Ley 42/1997, de 14 de noviembre, de la Inspección de Trabajo, indica
que ésta «es un servicio público al que corresponde ejercer la vigilancia del cumplimiento de las
normas de orden social y exigir las responsabilidades pertinentes (...)». Cursiva añadida.
711 En este sentido. T roncoso Rekiada, «Dogmática Administrativa...», op. cit., p. 160.
71 Véase Á vii.a O rive, op. cit.. p. 132.
256 AGUSTÍN GARCÍA URETA
a) La naturaleza de la designación
Asociaciones. De ahí que resulte sorpresivo que sean sus Estatutos los
que se autoatribuyan esa cualidad de documento público a las acredi
taciones que se efectúen, cuando la LI guarda silencio sobre las mis
mas l()6. Una posible explicación podría pasar por entender que la LI
atribuye directamente a la ENAC la función acreditadora que la pro
pia LI instaura. Esto implicaría que, a pesar de su carácter privado, la
misma pudiese dictar actos de naturaleza pública, por causa de la atri
bución de la potestad de acreditación. Sin embargo, esto no explica
por qué son los Estatutos de la ENAC y no la LI los que precisan este
aspecto.
Con todo, son apreciables algunos aspectos conclusivos. En primer
lugar, que la LI atribuye a la Entidad de Acreditación una función
pública de determinación de la competencia técnica de otros terceros.
Segundo, que en el caso de ser positiva dicha acreditación, la Adminis
tración habrá de otorgar la correspondiente autorización (en el contexto
de la seguridad industrial). Tercero, que por lo que se refiere al ámbito
de la calidad, tal acreditación basta para que los organismos que inter
vienen en ésta puedan actuar, con lo que aquélla llevaría a cabo una
función de carácter autorizatorio.
A. Funciones
a) Requisitos
130 F ernández Farreres, «La Infraestructura Organizativa...», op. cit., p. 54. Esta postura
la sostienen C anals i A metller, El Ejercicio por Particulares..., op. cit., p. 317; F ernández
R amos, op. cit., p. 566; Izquierdo C arrasco, op. cit., pp. 497-498.
131 C arrillo Donaire, op. cit., pp. 455-456.
132 Sobre la cuestión de la revocación de una certificación positiva, véase Izquierdo
C arrasco, op. cit., p. 499.
133 Éste es el encabezado del art. 46.2 RICSI.
INSPECCION Y EN TIDADES COLABO RADO RAS. EL CASO DE LA LEY.. 277
d) Revocación de la autorización
a) Marco jurídico
152 Asunto C-55/93, apt. 22. En la actualidad, el art. 3.2 de la Directiva 96/96 dispone que
«cada Estado miembro reconocerá, como si él mismo la hubiese expedido, la prueba expedida
en otro Estado miembro de que un vehículo a motor matriculado en el territorio de este último,
así como su remolque o semirremolque, ha superado con éxito una inspección técnica y cumple,
al menos, las disposiciones de la presente Directiva».
153 Asunto C-451/99, 2002, Rec., I, p. 3193.
154 Asunto C-451/99, apts. 62 y 63.
155 DO, núm. C 72 E, 2001, p. 100.
156 Comisario Monti (Dirección General IV).
INSPKCTION Y HNTIDAOLS CO LABO RADO RAS. L l.C A S O DH LA L.LY. 2X3
a) Primeros pronunciamientos
Cursiva añadida.
286 AGUSTÍN G A R C ÍA URETA
b) Matizaciones posteriores
1711 Esto se recoge en el art. 2.C).29, 30 y 31 del Real Decreto 1837/2000. Sin embargo, el
Real Decreto 90/2003 hace referencia a los siguientes conceptos: organización, esto es, «una
sociedad de clasificación u otra entidad privada que efectúe funciones de evaluación de la segu
ridad de los buques y de sus elementos»; organización reconocida: aquella que haya sido objeto
de reconocimieno por parte de la Administración marítima española o de la de cualquier otro
Estado miembros de la Unión Europea; y organización autoriz.ada: una organización reconocida
a la que el Ministerio de Fomento haya habilitado para realizar las inspecciones y controles pre
vistos en este Real Decreto.
290 AGUSTÍN G A R C ÍA URETA
de a una entidad privada dictar tal certificado, como, por otra parte,
vienen a confirmar otras normas en materia de inspección de bu
ques 1X2. De hecho, el mismo art. 10.1.° del Real Decreto establece que,
en el caso de un reconocimiento adicional, la entidad colaboradora
debe emitir el informe a la Capitanía marítima, «la cual expedirá el
Certificado de navegabilidad».
La vertiente negativa del reconocimiento también tiene interés. En
este caso, el interesado cuenta con un pla/o máximo de dos meses para
subsanar las anomalías. Si transcurrido esc plazo la embarcación no se
ha presentado nuevamente a inspección y superado ésta, la entidad
debe ponerlo en conocimiento de la Capitanía marítima y ésta dispon
drá la caducidad del Certificado de navegabilidad (art. 10.2.°). La cues
tión que se suscita en este caso es la virtualidad del informe. Se entien
de que en dicho supuesto se producirá una situación de indefensión,
puesto que el acto de inspección no es en sí recurrible lx\ No obstante,
hay que tener en cuenta que puesto que la declaración de caducidad sí
es susceptible de recurso y sólo puede ser adoptada por la Administra
ción, tal informe puede ser cuestionado, en ese momento, por el parti
cular. En este punto tendrá especial importancia el trámite de prueba
que permita a aquél sustentar su posición contraria a la del informe.
Por ello, cobra plena vigencia lo dispuesto en el art. 80.2 LRJPAC res
pecto a la apertura de tal trámite cuando «la naturaleza del procedi
miento lo exija».
A. Marco normativo
ik: F.l art. 13 del Reglamento de Inspección y Certificación de Buques Civiles (aprobado
por el Real Decreto 1837/2000, de 10 de noviembre) atribuye esta competencia a la Administra
ción marítima. En este sentido, además, el art. 19.3./) establece que el informe del inspector
debe recoger el criterio de éste que aconseje o no la emisión o renovación del certificado, el
refrendo o prórroga del mismo, o la finita del documento relativo. Adviértase que en el caso de
los vehículos, el Real Decreto 2822/1998, de 23 de diciembre, por el que se aprueba el Regla
mento General de Vehículos, distingue (art. 26) entre el permiso de circulación y la tarjeta ITV.
Pero en el caso de inspección negativa, sólo se retiene la tarjeta ITV.
'*■’ Padrós Rrk'i, t>i>. cil., p. 120; en similar sentido A rana G arcía, «Las Inspecciones
Técnicas de las Embarcaciones...», op. cir., p. 138.
1,14 D O , núm. L 114, 2001; véase A. N íxiuiíira Lói 'H/., EcoaudUoría..., op. cit.
294 AGUSTÍN GARCÍA URETA
',n C arrillo Donaikk. op. cit., p. 606; véanse, pp. 544 ss.
C arrillo Donaire, op. cit.. pp. 607-611.
2m Estlvl Fardo. Técnica.... op. cit.. p. 143; Izquierdo C arrasco, op. cit.. p. 413. Véase
J. L. V illar Palas!, L a Intervención Administrativa en la Industria. Madrid. Instituto de Estu
dios Políticos, 1064, p. 304. Sobre la figura de las Beliehne alemanas, o personas de Derecho
privado que ejercen funciones públicas en nombre propio y bajo su propia responsabilidad, aun
que inlegradas en la organización administrativa, véanse Estlvl Pardo, Técnica.... op. cit..
pp. 147-148; C anals i A metller, F.I ejercicio.... op. cit.. pp. 295-302.
302 AGUSTÍN GARCÍA URETA
a) Sobre la concesión
b) Sobre la autorización
nes. Por una parte, se entiende que decantarse por la fórmula autoriza-
toria no es del todo punto ortodoxo con la naturaleza de la relación que
se entabla entre la entidad y el sujeto inspeccionado. Desde la perspec
tiva del título necesario, no puede ser el mismo para realizar inspeccio
nes sobre actividades requeridas de la necesaria autorización adminis
trativa, actividad de policía, que para las inspecciones asociadas a la
exhibición de la ecoetiqueta o las auditorías ambientales de carácter
voluntario, actividad de fomento, imponiéndose en el primer caso la
técnica concesional y la autorizatoria en el segundo. Esta postura se
explica porque, en el primer caso, los controles se realizan en ejercicio
de una potestad, situación en la que el ciudadano se encuentra en una
situación de sujeción, mientras en el segundo no se está ante una potes
tad en sentido clásico 242.
Otros sectores afirman que ambas son técnicas suficientemente fle
xibles y moldeables por el legislador para servir de título habilitante
para el ejercicio de funciones inspectoras. Además, permiten someter a
dichas entidades a una serie de controles rigurosos 243. Sin embargo,
para otras posturas, falta una categoría jurídica apropiada para explicar
el ejercicio privado de funciones públicas de contenido declarativo, así
como la fórmula capaz de articular el conjunto de relaciones que sobre
la base del mismo se originan 244245*.
Algunas opiniones aprecian que la inconveniencia técnica de la fór
mula concesional se advertiría en un aspecto muy relevante, a saber,
que mediante ella se trasladan funciones exclusivamente de gestión,
gestión material, de prestación de un servicio 24\ manteniendo la
Administración la titularidad y dirección del mismo. Es ésta la que
decide y declara sobre sus características 2U'. Por el contrario, en el caso
de la LI no se transfieren a los particulares actividades de gestión mate
rial, sino de inspección y control. Estas se acaban materializando en
declaraciones y certificados que vienen a tener la misma validez que la
de los emitidos por la Administración. Por otra parte, se sostiene que la
autorización tampoco es adecuada, ya que se está ante inequívocas fun
ciones públicas y, por principio, la autorización recae sobre actividades
privadas 247. Otras opiniones establecen una divisoria dependiendo de
la naturaleza de la actividad. La concesión se plantearía en el caso de
ejercerse actividades y funciones públicas, mientras que la autorización
f) Comentarios finales
J7" Ponct ; S o l í -, op. cii.. p. 368; vea.se también FT:k n á n o i :z Far r krhs , «Industria», op. <ir.,
p. 525.
™ E.srtivr-: op. cit., pp. 205-206. Sobre la responsabilidad del contratista, véanse
Pa r d o ,
B i í i .a d ih z R o jo , op. cit.,
pp. 167 ss.; R. B o c a n e g r a S ie r r a , «Responsabilidad Civil de Conce
sionarios y Contratistas de la Administración Pública por Daños Causados a Terceros», DA,
núm. 237-238, 1994, p. 205; C. H u r g u e B a k n a . «La Responsabilidad del Contratista por Daños
Causados en la Ejecución de los Contratos Administrativos». RAP. núm. 147, 1998, p. 337;
M . R eisoi.i .o Pu ig , «Servicios Públicos Concedidos y Responsabilidad de la Administración:
Imputación o Responsabilidad por Hecho de Otro», Poder Judicial, núm. 20, 1990, p. 23.
:sl E stu ve Pa r d o , op. cit., pp. 205-206.
Ibid., p. 206.
322 AGUSTÍN GARCÍA URETA
pp. 62-74; del mismo autor, «Responsabilidad Patrimonial de la Administración y Unidad Juris
diccional», Justicia Administrativa, núm. 5, extraordinario, 1999. Sobre este principio, véase
también L. M arti'n -R etortillo B aquer, «Unidad de Jurisdicción para la Administración Públi
ca», RAP, núm. 49, 1966, p. 143.
292 Este enfoque se aprecia con claridad en los arts. 12 y 13 de la Directiva 96/61, sobre el
control integral de la contaminación.
291 F ernández Farreres, «Industria», op. cit., p. 516.
294 A este respecto señala J iménez-B lanco C arrillo de A lbornoz, op. cit., p, 122, cursi
va en el original, que «hoy resultaría simplista decir que el Estado responde de lo que le es pro
pio y no de lo demás, y que le es propio lo que está publifícado (y, por tanto, si gestionado por
los particulares, mediante la técnica concesional) y ajeno lo que no requiere más que una autori
zación removedora del obstáculo que hasta entonces lastraba el ejercicio de una actividad propia
del particular».
295 Véase B eladiez Rojo, op. cit., pp. 203-206.
296 Véase J. C. L aguna de Paz, «Responsabilidad de la Administración por Daños Causa
dos por el Sujeto Autorizado», RAP, núm. 155, 2001, p. 27.
INSPECCIÓN Y ENTIDADES COLABORADORAS. EL. CASO DE LA LEY... .125
B. Supuestos normativos
A MODO DE RECAPITULACIÓN
en el caso de que sean efectuadas por aquellos afectados por las activi
dades de terceros o amparadas en la acción pública.
En esta perspectiva procedimental no cabe olvidar tampoco que de
la inspección pueden derivarse medidas provisionales que pretendan
atajar tanto posibles infracciones como, en general, situaciones que se
desvíen de lo que la norma exija en cada momento. Su finalidad será la
de garantizar el orden frente a peligros que se susciten y sin necesidad
de encontrarse relacionados con un procedimiento sancionado!'.
10. Por lo que respecta a las garantías del inspeccionado, cabe
mencionar la asistencia letrada y, en general, el asesoramiento en toda
su amplitud, caso del art. 85 LRJPAC, ya que esta norma no cualifica
la figura del asesor, ni en el plano subjetivo, objetivo ni formal. Sin
embargo, tal asesoramiento no constituye un requisito del que dependa
la validez de la actividad inspectora de la Administración. El TEDH ha
sostenido que una inspección que tiene por finalidad establecer y deter
minar los hechos que puedan servir de base para la actuación de otras
autoridades, sin adoptar ninguna decisión jurisdiccional ni en cuanto al
fondo o a la forma, no se sujetaría a las garantías de un proceso judi
cial, como se exige en el art. 6.1 CEDH, ya que ello obstaculizaría,
entre otras, la regulación de la actividad comercial y financiera. En
consecuencia, aquellas inspecciones que respondan al control perma
nente del cumplimiento de las leyes y reglamentos que afectan a la vida
económica del país no se sitúan en el marco de la represión penal y
quedan fuera del art. 6 CEDH. Ahora bien, en determinados asuntos
relativos a la imposición de sanciones en el contexto tributario, el
TEDH ha aplicado las garantías del art. 6 CEDH. En el caso de la juris
prudencia constitucional, STC 76/1990, se ha señalado que cuando el
contribuyente aporta o exhibe los documentos contables pertinentes no
está haciendo una manifestación de voluntad ni emite una declaración
que exteriorice un contenido admitiendo su culpabilidad. Se trata de
una garantía del cumplimiento de los deberes formales de los sujetos
pasivos. Con todo, la doctrina del TEDH respecto de las sanciones en
materia tributaria vendría a modular lo anterior.
11. Un elemento importante que se deriva de la inspección es el
acta en la que se constate la adecuación a la norma de la actividad que
se controle. Las actas son documentos emitidos, habitual pero no úni
camente, por un órgano de la Administración, lo que plantea la cues
tión de su virtualidad como medio de prueba. El valor probatorio de las
actas de inspección, art. 137.3 LRJPAC, encuentra su justificación más
adecuada (y fundamental) en la especialización técnica y en la impar
cialidad del funcionario. La jurisprudencia ha recalcado que la eficacia
que se concede a las actas no es «una patente de posible arbitrariedad»,
y que no implica la intangibilidad de los hechos constatados. El valor
336 AGUSTÍN GARCÍA URETA
IG
NOTA INTRODUCTORIA..................................................................................... 9
ABREVIATURAS ............................................................................................... 11
CAPITULO I
POTESTAD DE INSPECCIÓN
Y ACTIVIDAD ADMINISTRATIVA I)E LIMITACIÓN
Pág-
3. Potestad reglada.......................................................................................... 32
A. Aspectos generales .......................................................................... 32
B. El caso de la potestad inspectora..................................................... 33
4. Potestad desligada de la sancionadora. Sobre el criterio de distinción
entre la sanción y la potestad de inspección .......................................... 35
A. Separación entre la potestad sancionadora y la inspectora.......... 35
B. El criterio de distinción entre ambas potestades ........................... 36
5. Potestad de inspección y otras figuras afines. Inspección en el ámbi
to interno de la Administración................................................................ 40
A. Inspección intra-administrativa: la inspección de servicios ........ 40
B. Inspección inter-administrativa: verificación por la Comisión
Europea de las inspecciones efectuadas por una Administración
estatal................................................................................................... 42
C. Inspección interadministrativa: la Alta Inspección....................... 42
6. Potestad de inspección y otras figuras afines: inspección en el ámbi
to externo de la Administración................................................................ 47
A. Distinción entre policía de seguridad y policía administrativa.
El caso de las fuerzas de seguridad................................................. 47
B. La STC 148/2000............................................................................... 48
C. Otras diferencias y puntos de contacto entre policía de seguri
dad y policía administrativa.............................................................. 50
CAPÍTULO II
INSPECCIÓN Y PRINCIPIO DE LEGALIDAD
P ;íg .
CAPÍTULO III
SOBKK LOS PLANES I)E INSPECCIÓN
I. SOBRE LA PLANIFICACIÓN...................................................................... S9
Pág.
CAPÍTULO IV
SOBRE LAS ACTUACIONES INSPECTORAS
Pág.
CAPITULO V
ACTAS DE INSPECCION: ART. 137.3 LR.IPAC
Pag.
I’ág
CAPÍTULO VI
INSPECCIÓN Y ENTIDADES COLABORADORAS:
EL CASO I)E LA LEY I)E INDUSTRIA
Pág.
Pag.
Pag.
CA PÍTU LO VII
A M O D O D E R E C A P IT U L A C IÓ N ..................................... 331
BIBLIOGRAFÍA 339