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RACIONALIDAD LEGISLATIVA

Colección: El Derecho y la Justicia


Directores: ELÍAS DíAZ y FRANCISCO J. LAPORTA GEMA MARCILLA CÓRDOBA

RACIONALIDAD LEGISLATIVA
CRISIS DE LA LEY Y NUEVA CIENCIA DE LA LEGISLACIÓN

Prólogo de
MARINA GASCÓN ABELLÁN

CENTRO DE ESTUDIOS POLÍTICOS Y CONSTITUCIONALES


Madrid, 2005
A mis padres y hermanos
A Javi

© GEMA MARCILLA CóRDOBA


© CENTRO DE ESTUDIOS POLÍTICOS Y CONSTITUCIONALES

NIPO: 005-05-010-1
ISBN: 84-259-1300-4
Depósito legal: M-31628-2005

Fotocomposición e impresión:
Gráficas Arabí, S.A.
Daganzo (Madrid)
ÍNDICE

PRÓLOGO de Marina Gascón Abellán . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13


INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17

Primera parte
Presupuestos históricos y filosóficopolíticos
del concepto de ley
I. LA LEY EN EL TRÁNSITO A LA MODERNIDAD . . . . . . 29
l. Ley y costumbre en la Edad Media . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29
1.1. Universalismo y localismo medieval. La concepción con-
suetudinaria del Derecho . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 31
1.2. La crisis del orden medieval . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 42
2. La ley en el Estado moderno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50
3. El iusnaturalismo racionalista y su contribución al concepto
ilustrado de ley . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59
3.1. El camino de la secularización . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59
3.2. La racionalización y subjetivación del Derecho natural 64
3.3. La fundamentación contractualista del Estado . . . . . . 70

II. LA LEY EN LA ILUSTRACIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79


l. La ciencia de la legislación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79
2. Las cualidades de la ley . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83
3. Legislación racional y titularidad de la soberanía. Las cuali-
dades del legislador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 100

Segunda parte
Apogeo y crisis de la ley
III. LA LEY EN EL ESTADO LIBERAL . . . . . . . . . . . . . . . . . 113
l. La concepción voluntarista de la ley en los orígenes del posi-
tivismo jurídico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113

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RACIONALIDAD LEGISLATIVA
GEMA MARCILLA CÓRDOBA

2. El abandono de los estudios sobre la legislación en la edad


2. El postulado del legislador racional en la teoría de la interpre- del positivismo ..................... · · · · · · · ·. · · · 254
tación del primer positivismo ..................... . 122 3. Reapertura del saber jurídico a los problemas de la legisla-
3. El legalismo como paradigma de la organización jurídica li- 261
ción ................... · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · ·
beral ........................................ . 127 3.1. La teoría de la argumentación como estímulo para la
4. La generalidad y abstracción de la ley como garantía de los ciencia de la legislación ................ · · · · · 263
valores y principios fundamentales del Estado liberal .... 135 3.2. Las funciones del Derecho en el Estado social como pre-
5. El Derecho desde la perspectiva historicista y estatalista .. 142 supuesto de los nuevos estudios sobre la legislación .. 269
6. El concepto de ley en sentido material y formal de la escuela 3.3. Estado Constitucional y racionalidad legislativa ... 271
alemana del Derecho público ..................... . 148
VII. LOS ENFOQUES MINIMALISTA j MAXIMALISTA DE
IV. LA CRISIS DE LA LEY . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 155 LA CIENCIA DE LA LEGISLACION ............. · · 275
l. La crisis de la ley en el Estado liberal . . . . . . . . . . . . . . . . 155 l. Niveles de racionalidad legislativa ................. . 275
l. l. La ley en la "revuelta contra el formalismo" . . . . . . . 155 2. Dos enfoques de la ciencia de la legislación: el enfoque mi-
1.2. La crisis de la legitimidad de la ley . . . . . . . . . . . . . . . 162 nimalista y el enfoque maximalista .............. · · 279
2. La crisis de la ley en el Estado social . . . . . . . . . . . . . . . . 174 3. Ciencia de la legislación, teoría de la legislación y técnica
2.1. Inflación legislativa y crisis de la estabilidad, generalidad legislativa ..................... · · · · · · · · · · · · · · 286
y abstracción de la ley . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 174 4. Algunos problemas del enfoque minimalista ........ . 297
2.2. La hipostenia legislativa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 186 4.1. Las tensiones entre la voluntad política y las recomen-
3. La crisis de la ley en el'Estado descentralizado. Desregulación daciones técnicoformales ........... · · · · · · · · · · 297
y globalización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 193 4.2. Insuficiencias y paradojas del enfoque minimalista en
los casos de legislación simbólica ............. · 302
V. LA LEY EN EL ESTADO CONSTITUCIONAL . . . . . . . . . 203 4.3. La dificultad práctica de discutir sobre los mejores me-
l. El valor normativo de la Constitución . . . . . . . . . . . . . . . . 203 dioslegislativos sin que se planteen cuestiones valorativas 305
2. La dignidad de la ley en el modelo de justicia constitucional 4.4. El. enfoque minimalista es menos neutral con los fines
de H. Kelsen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 207 de la legislación de lo que aparenta ........... · · 307
3. La rematerialización de las Constituciones . . . . . . . . . . . . 213
4. Las tensiones entre Tribunal Constitucional y legislador: las VIII. RACIONALIDAD LEGISLATIVA, ARGUMENTACIÓN Y
actuaciones legislativas del Tribunal Constitucional . . . . . 220 ESTADO CONSTITUCIOÑAL ................ · · · · · 313
5. El debate sobre el carácter contramayoritario de la Justicia 1. Algunas razones en favor del maximalismo. . ....... ~ · 313
Constitucional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 227 2. La racionalidad legislativa desde la perspectiva de la teona
6. La omnipresencia de la Constitución. El juicio de ponderación 237 de la argumentación jurídica ................ · · · · · 315
2.1. Tesis del "caso especial" y leyes irracionales 316
Tercera parte 2.2. Racionalidad legislativa y discurso práctico general . 322
3. Racionalidad legislativa y Estado Constitucional ..... . 330
La revitalización de los estudios sobre la legislación. Nuevos 3 .l. Dos concepciones de Constitución "abierta" ..... . 330
enfoques y perspectivas de la racionalidad legislativa 3.2. Juicio de ponderación y criterios de racionalidad le-
gislativa ............................... · · · 334
VI. LA REVITALIZACIÓN DE LOS ESTUDIOS SOBRE LA
CREACIÓN DE LAS LEYES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 251
IX. BIBLIOGRAFÍA CITADA ............... · · · · · · · · · 345
l. La crisis de la ley como contexto de los nuevos estudios sobre·
racionalidad legislativa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 251
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PRÓLOGO

Presentar este libro es para mí un motivo de alegría y de satisfacción.


Alegría porque es el fruto de la tesis doctoral de Gema Marcilla y durante
el tiempo de su realización he s~do testigo directo del empeño, el esfuerzo
y la ilusión que en ello ha puesto la autora. Pero también (y sobre todo)
satisfacción, porque estamos ante un trabajo valioso; y no sólo por el rigor
y claridad de los análisis y tesis que contiene, sino también porque consti-
tuye una reivindicación de los, por el momento escasos, estudios sobre la
racionalidad de la legislación.
La última afirmación quizás deba ser matizada, pues es cierto que los
estudios sobre la legislación han estado presentes en muchas etapas del pen-
samiento jurídico y tales estudios han partido de (o han aspirado a) un vín-
culo entre legislación y racionalidad. Lo cual, por lo demás, no puede sor-
prender, pues salvo que se mantenga una concepción del Derecho como puro
instrumento del poder coactivo ejercido desorganizada y arbitrariamente, la
aspiración a la racionalidad es una constante en toda cultura jurídica, y la
concepción artificial de la ley, como fruto de una voluntad humana al servi-
cio de designios políticos, la acredita como el modo más adecuado para
construir un Derecho racional. Sin embargo también es verdad que durante
los dos últimos siglos la ley (o mejor, ellegalismo) ha encarnado una ideo-
logía jurídica que, exaltando sus virtudes y/o presuponiendo su racionalidad,
ha contribuido a descuidar la preocupación por la calidad de las leyes. Por
decirlo de otro modo: los juristas dejaron de preocuparse por el papel de la
razón en el momento de la creación del derecho para poner la atención en la
razón en el momento de su aplicación. Ello explica que la teoría de la argu-
mentación jurídica, que en las últimas décadas ha experimentado un desa-
rrollo espectacular, se haya centrado casi exclusivamente en los procesos
argumentativos en sede de aplicación del Derecho, singularmente en la apli-
cación judicial. Esta exclusión de la ley del ámbito de preocupaciones de la
ciencia jurídica resulta inaceptable e injustificada. Tal vez lo ha sido siem-
pre, pero hoy lo es aún más, si se considera que en el esquema constitucio-
nalista la ley sigue siendo, desde luego, el ámbito del juego político, pero
dentro de más o menos estrictos límites constitucionales. Parece por ello
hora de emprender una nueva ciencia de la legislación que restituya su racio-
nalidad y prestigio.

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PRÓLOGO

El libro de Gema Marcilla arranca justamente de la convicción de que


la argumentación jurídica no detenta el monopolio de la racionalidad, y mativa y de enjuiciamiento, por lo que.l~s ~ismas herran:i~ntas que la.t~oría
desde este presupuesto examina los principales avatares de la racionalidad de la argumentación, y en especial el JUICIO de p?nd~rac1~n, nos summistra
legislativa en el curso de la historia. En este punto el trabajo revela un para enjuiciar en abstracto la racionalidad/co.nstlt~~wnahdad de las le~es,
notable esfuerzo por conectar los análisis de la ciencia jurídica con el han de servir también en el ámbito de la legislacwn. Muy breveme?te .. el
desenvolvimiento histórico y político de la ley. Lo que a mi juicio consti- legislador ha de verificar "por ad~lantado'_' el mismo juicio de constituciO-
tuye un acierto, pues si es yerdad que la ley es un tipo peculiar de norma nalidad que más tarde pueden realizar los.Juece~. ~~s reglas de la argumen-
que, como tal, admite un análisis conceptual autónomo, no lo es menos tación cumplen aquí una función nor~ativa ~ JU~dic~, por cu~nto ~n ellas
que, por cuanto expresión de la voluntad soberana o reflejo de la decisión puede descansar una declaración d~ m~onst~tucwnahdad. Mas al.la de la
política democrática, está directamente conectada a las estructuras de legi- verificación de la racionalidad/constitucwnahdad de la ley, es decir en los
timación del poder y del Derecho. Este es un rumor de fondo que cruza márgenes de apreciación o discrecionalidad que ~! legi~~ador conserva, .la
todo el trabajo: los defectos técnicos y morales de la legislación socavan justificación o argumentación cumple una funcwn cnt1ca, pues permite
la legitimidad del sistema. medir la mayor o menor racionalidad de la ley. En suma, la teor~a de la
Pero sin duda el horizonte último del trabajo (o su rompeolas) lo cons- racionalidad de la ley (la teoría de la legislación), por un lado gobierna su
tituye la suerte de la ley en el Estado constitucional y la posibilidad de una adecuación a lo constitucionalmente necesario, "calificando" ~ la.ley como
ciencia de la legislación en este contexto. Sobre las huellas de la teoría de norma integrante del sistema; por otro, en la esfera de lo consti~u~wnal~en­
la argumentación, la autora auspicia una teoría de la legislación maximalis- te posible donde impera la discrecionalidad, "cualifica" la decisión l~gisla­
ta, una concepción basada en un enfoque de la racionalidad legislativa que, tiva como buena ley o norma racional más allá incluso de lo que exige su
además de preocuparse por la calidad lingüística, la sistematicidad, la efi- adecuación a la constitución.
cacia y la idoneidad de las leyes, considera también su racionalidad ética. La tesis señalada merece una doble valoración: es, por un lado, modes-
Desde luego la opción por el maximalismo es una apuesta arriesgada y dis- ?e
ta; por otro, sugestiva. Modesta porqu~ al defende~ q~e los crit~rios racio-
cutible, pues supone introducir en el debate político exigencias de justifi- nalidad legislativa no son sino el refleJO de los cntenos de racw.nahdad que
cación de los fines de la legislación; pero no cabe duda que tal opción está la jurisdicción constitucional usa para enjuiciar la ley no h~ce smo leva~tar
en sintonía con el esquema del Estado constitucional, al menos si se com- acta de la sujeción de la ley a la constitución. Pero tam?Ién es sugestiv~,
parte la tesis de que en este contexto el legislador, aun disponiendo de un porque lo que se sostiene es que, más allá de :ste a~p~cto vmculado, 1~ t~on~
margen de discrecionalidad para elegir los fines de la legislación, no es de la legislación se abre a la ética y a la razon practlc~ y p~ede sumimstrar
completamente libre. Dicho de otro modo, la concepción maximalista repo- instrumentos para debatir sobre las buenas leyes. Podna decirse pue~ que tal
sa en una cierta identificación entre la racionalidad de la ley y su constitu- tesis, sin desconocer que la legislación es el ámbito por ex.celencm de. la
cionalidad. Aunque va más allá. fuerza en el Derecho, confía en la posibilidad (y aun la necesi~ad) ~e raciO-
La autora, en efecto, parte de una concepción unitaria y compleja de la nalizar la política, en una línea que inserta la lucha por la raciOnalidad del
racionalidad jurídica en virtud de la cual la teoría de la legislación, como Derecho en la lucha por la justicia.
teoría de la argumentación legislativa racional, cumpliría dos funciones dife- Qué duda cabe que muchas de las ideas y sugerencias apuntadas en el
rentes. En primer lugar, puesto que en el marco del Estado constitucional la libro pueden resultar polémicas o discutibles, pero el~o no. les resta valo.r: el
primera condición de racionalidad de la ley es su validez, la teoría de la de reivindicar la necesidad de un debate sobre la raciOnalidad de la legisla-
legislación debe centrarse, por un lado, en el examen del proceso de forma- ción, ese ámbito tradicionalmente apartado de las preocupaci.ones de l~s
ción de la ley y, normativamente, en la propuesta de técnicas idóneas para juristas pero vinculado, quizás más que ningún otro, al imagmano de la legi-
mejorar el mismo; por otro, debe también dar entrada a criterios que permi- timidad del poder.
tan comprobar la efectiva compatibilidad entre las exigencias sustantivas de Permítaseme reiterar que este libro ha nacido de una tesis doctoral, ?e la
la Constitución y las decisiones legislativas. Ahora bien, las exigencias de que yo fui su directora y, por tanto, más o I?en~s responsable de los pos1~les
racionalidad de la ley no pueden ser diferentes en sede de producción nor- fallos o desaciertos. De la autora, en cambiO, solo puedo hablar con elogiOs.
No me extenderé en ello, pero sí quiero señalar que con su inquietud inte-
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15
MARINA GASCÓN ABELLÁN

lectual y su inagotable disposición a discutirlo todo me ha devuelto con INTRODUCCION


exceso lo que yo le haya podido aportar. Si ya tuve la suerte de iniciar mi
formación bajo la dirección de Luis Prieto, en un ambiente de gusto por el
rigor y la honestidad en el trabajo, sigo ahora teniendo la suerte de contar
con el acicate de Gema Marcilla, cuyo trabajo, no menos riguroso y hones-
to, está además cargado de ilusión. Ojalá que los nuevos tiempos de zozo-:
bras universitarias no impidan que esté también cargado de futuro.
La ley como fuente del Derecho o forma de producción normativa, la ley
como modo de entender el Derecho, como ideología o cultura jurídica, y la
MARINA GASCÓN ABELLÁN ley como objeto de una ciencia, de un conocimiento y de una práctica racio-
Catedrática de Filosofía del Derecho nales: en alguna medida, creo que estos son los tres motivos fundamentales
Universidad de Castilla-La Mancha que se hallan presentes en las páginas que siguen. En su calidad de forma de
producción normativa, la historia de la ley corre paralela al proceso de for-
mación y a las vicisitudes del Estado como modelo de organización política
propio del mundo moderno, y bien se comprenderá que nuestra aproxima-
ción haya sido necesariamente sintética y centrada de modo principal en el
examen de algunos momentos que hemos juzgado de especial relevancia,
desde su inicial alumbramiento como instrumento al servicio de la unidad
política y jurídica de los reinos, en rivalidad con el universalismo y con el
localismo característicos de la Edad Media, hasta su discutida posición en el
marco del Estado constitucional de nuestros días, pasando naturalmente por
otros periodos decisivos, como el absolutismo, donde la ley se conecta a la
idea de soberanía, la Ilustración, que pretende hacer de ella un vehículo para
la racionalización de las relaciones sociales, o el Estado liberal, que conoce
su apogeo pero que anuncia también su crisis.
Sin embargo, más allá de representar una forma de producir Derecho con
una historia rica y compleja, la ley, o ellegalismo, puede concebirse también
como una cultura jurídica, en el sentido amplio que hoy suele adoptar esta
expresión 1; pues tras la pugna entre la ley y la costumbre, de una parte, y la
ley y la interpretatio, de otra, no hay sólo un conflicto "técnico" entre fuen-
tes del Derecho, sino que bien puede advertirse el peso de ideologías jurídi-
cas contrapuestas. Si de algún modo el Derecho consuetudinario representa
el triunfo de lo espontáneo y la sacralización del puro devenir histórico, la

1 En realidad, aunque su uso resulta cada día más frecuente y aquí será empleada también en

varias ocasiones, la noción de cultura jurídica no parece del todo clara ni unívoca, incluso en la
obra de G. Tarello, R. Guastini y G. Rebuffa proponen esta definición amplia: "conjunto de las
técnicas expositivas y de las técnicas interpretativas de los que se ocupan del derecho, tanto prác-
ticos como teóricos, y el conjunto de las ideologías referentes a la función del derecho que tales
técnicas sobreentienden", "Introducción" a G. TareJio, Cultura jurídica y política del Derecho
(1988), trad. de l. Rosas Alvarado, México, Fondo de Cultura Económica, 1995, p. 24.

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA

ley encarna una concepción artificial y premeditada del orden jurídico, en tanto, susceptible de incurrir en defectos tanto técnicos como morales
definitiva racional, que quiere hacer de ese orden un instrumento al servicio defectos capaces de arruinar cuantas virtudes quieran atribuirse a un con~
de designios políticos externos al Derecho mismo. Y, a su vez, si la inter- cepto ideal de ley. Por eso, creo que es de la máxima importancia la preocu-
pretación o un Derecho judicial en estado puro parecen naturalmente mien- pación por la calidad de las leyes, y aquí aparece el tercero de los moti vos
tarse hacia la "justicia del caso concreto", la ley evoca sin embargo la ima- que anunciábamos al principio: la ley como objeto de una ciencia, la ciencia
gen de una regulación abstracta y general al servicio de los valores de homo- de la legislación, por utilizar una terminología típicamente ilustrada. Una
geneidad e igualdad en el tratamiento de todas las personas y situaciones. ciencia que, como es bien conocido, parece haber sido un tanto descuidada
Ciertamente, la racionalidad y la homogeneidad o la igualdad no son ras- a lo largo de las dos últimas centurias, pero que en los últimos tiempos viene
gos conceptuales o necesarios presentes en toda ley, sino, como acabamos recobrando, probablemente no el esplendor que tuvo en otra época, pero sí
de decir, valores o ideales regulativos que se pueden perseguir y alcanzar en al menos la relevancia que merece como complemento quizás indispensable
muy distinta medida. Es más, la experiencia muestra que bajo el ropaje de de esa otra gran rama de la ciencia del Derecho que es la racionalidad inter-
una norma perfectamente diseñada pueden albergarse propósitos irraciona- pretativa o aplicativa, es decir, fundamentalmente judicial.
les o inicuos, así como tratamientos jurídicos sin duda discriminatorios. Lo Modo de producción normativa, cultura o ideología jurídica y objeto de
que se pretende indicar tan sólo es que probablemente la ley constituye el una práctic~ racional son, como se ha dicho, las tres aproximaciones a la ley
modo más idóneo para construir un Derecho racional y uniforme; desde que se han mtentado desarrollar en las páginas siguientes. Pero no estricta-
luego, más idóneo que la costumbre, siempre a remolque de lo existente y mente de modo sucesivo o separado, aunque como es lógico en cada capítu-
más proclive a reflejar la realidad que a transformarla de acuerdo con un lo el acento esté puesto en uno u otro aspecto. La formación histórica de la
cierto diseño premeditado; y también más que un estricto Derecho judicial ley como instrumento al servicio de la consolidación del Estado moderno, la
que, justamente si lo concebimos como carente de esa cornisa legal, bien irrupción de una cultura jurídica legalista en torno a los valores aportados
puede desembocar en un particularismo jurídico mejor o peor orientado por por la ~egemonía de la ley, y una mayor o menor preocupación por lo que
la conciencia del juez. en sen~1do lato puede llamarse la calidad de las leyes, son dimensiones que
Y junto a esas virtudes estrechamente relacionadas con la seguridad o se advierten en todas las fases o períodos, si bien, como se comprenderá, con
certeza, la ley ha querido ser en el mundo moderno sinónimo de legitimidad. no poca heterogeneidad por lo que se refiere a las exigencias que se recla-
En especial, desde que el absolutismo cedió el paso a los tronos ilustrados y man y a los objetivos que se esperan del orden jurídico legal. El concepto
éstos, a su vez, a la voluntad general de todo el pueblo, la forma legal se ha amplio de cultura jurídica que antes fue propuesto creo que ayuda a esa com-
erigido en la primera garantía de la justicia del derecho. Al menos mientras prensión global donde lo que es la ley, lo que se cree que es y lo que se pos-
se mantuvo aquel optimismo iluminista y revolucionario, resultaba casi tula que debe ser pueden entenderse de modo conjunto y recíproco.
imposible concebir una ley injusta o que violase los derechos; la democra- El trabajo se ha dividido en tres grandes partes. La primera, compuesta a
cia rousseauniana que está en la base de esta concepción de la ley pretende su vez por dos capítulos, se inicia con un intento de reconstrucción de las
cancelar la separación entre autonomía moral y heteronomía del Derecho y, condiciones culturales y políticas que alientan la progresiva constitución
de ese modo, asegurar que el sometimiento a este último no es sino acata- legal del orden jurídico. Aun cuando hubiera resultado improcedente (y, por
miento de nuestra propia conciencia. De alguna manera, la legitimidad de la lo demás, también inalcanzable) un estudio pormenorizado de naturaleza
ley que hoy se postula desde posiciones democráticas o de ética comunica- h~stórica con pretensiones de exhaustividad, sí me ha parecido muy conve-
tiva se muestra todavía fiduciaria de esos planteamientos, aun cuando tam- mente mostrar las vicisitudes iniciales de la ley en íntima conexión con la
bién con frecuencia se olviden algunas cualidades que necesariamente formación del Estado como modelo de organización política; en particular,
habían de adornar a ese modelo de ley. mostrar cómo el universalismo y el localismo propios de la organización
Con todo, la ley no es un remedio taumatúrgico que despliegue sus cua- altome.die~al se corresponden en el plano jurídico con una concepción con-
lidades mediante la simple invocación de su nombre; me parece que como suetudmana del Derecho; y cómo, a su vez, su progresivo ocaso en favor de
toda expresión de juridicidad -al menos desde la perspectiva positivista de fórmulas centralizadas y estatales se conTesponde con la aparición de un
las fuentes sociales- la ley es también el fruto de una voluntad humana y, por Derecho legal. De algún modo, la idea de soberanía ·como ese poder absolu-

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MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

to y perpetuo de una república que consiste en dar y casar la ley (Bodino) ciso diseñar una legislación técnicamente consecuente. Y el legislador, a su
representa el lazo que permite unir las facetas política y jurídica de una vez, ha de poder garantizar la obtención de aquellos fines, ya se confíe en la
misma realidad. figura del príncipe ilustrado, ya en las virtudes de la voluntad general.
Una vez que se ha dado cuenta de la formación de la ley como realidad Sin embargo, la afirmación de Bentham tenía bastante razón para el siglo
histórica vinculada a los reinos o Estados, se abandona este enfoque para XIX. El positivismo, o una cierta forma de entender el positivismo, proscri-
abordar lo que pudiéramos llamar los prolegómenos de la ciencia de la legis- bió toda ciencia jurídica constructiva y, con ella, toda aproximación crítica
lación. Creo, en efecto, que la preocupación por esta última no irrumpe pro- al proceso de producción del Derecho positivo. El siglo XIX, cuyo estudio
piamente hasta la Ilustración, pero el iusnaturalismo racionalista de la cen- en el capítulo tercero abre la segunda parte de esta tesis, representa el apo-
turia anterior bien puede considerarse que ofrece el precedente de algunos geo político y jurídico de la ley, pero también la decadencia de la ciencia
de los esquemas conceptuales que luego serán usados por la ciencia legisla- legislativa. El Estado liberal de Derecho mantuvo sin duda los tópicos del
tiva. La secularización, que propugna una constelación de valores propios legislador racional, de la abstracción y generalidad de la ley y, en conjunto,
para la comunidad política~ la racionalización del Derecho natural, que hace todos los argumentos legitimadores que habían querido hacer de ella la
de éste un modelo de orden objetivo y susceptible de conocimiento geomé- garantía de la justicia. Sin embargo, se advierten ya algunos síntomas de una
trico~ y la doctrina del contrato social, que confiere a la ley y a las institu- crisis que afecta tanto a la ley, asediada sobre todo en Alemania por las cre-
ciones un carácter artificial y calculado, representan aportaciones si se quie- cientes competencias normativas del Ejecutivo, construidas a partir de la
re especulativas en la cultura del siglo XVII, pero que desde luego se trans- distinción entre ley formal y ley material, como también a la ciencia legis-
formarían, como dice Cassirer, en una energía para la acción y, sobre todo lativa. En particular, esta última parece quedar oscurecida por un entendi-
por lo que aquí interesa, que permitirían construir una ciencia de la ley posi- miento fuertemente voluntarista de la ley que desemboca en un llamativo
tiva sobre la horma de la ciencia de la ley natural. cambio de acento de la ciencia jurídica cuyo lema podría ser "de la creación
Finalmente, el capítulo que cierra esta parte se ocupa del primero y acaso a la aplicación del Derecho": parece, en efecto, que cualquier empresa racio-
más entusiasta intento que la historia ha conocido de dar vida a una ciencia nalizadora a propósito del Derecho sólo puede tener sentido a partir, y no
de la legislación, de una ciencia que no se limita al aspecto pasivo que infor- antes, de la entrada en vigor de la ley.
ma acerca de cómo son las leyes, sino que asume resueltamente una función Ese abandono de la ciencia de la legislación por parte del primer positi-
activa de prescribir cómo deben ser. La Ilustración, efectivamente, pareció vismo anuncia o puede enlazarse con un fenómeno de más profundas con-
asumir que del mismo modo que existen leyes físicas que gobiernan el secuencias, que es la crisis de la ley. En realidad, de crisis de la ley se viene
actuar de todas las criaturas, existen también leyes evidentes que procuran el hablando desde antiguo y no parece agotarse propiamente en un único fenó-
mejor gobierno de los asuntos humanos, y que esas leyes se pueden descu- meno, sino que parece expresar más bien un conjunto bastante complejo y
brir por la razón. Por eso, la ciencia de la legislación iluminista no se con- heterogéneo de circunstancias, que comprende desde una crisis del modelo
forma con el "minimalismo" más tarde presente, por ejemplo, en la liberal de Estado, e incluso de la forma de organización estatal en sí misma,
Nomografía de Bentham: "el arte y la ciencia mediante los cuales se puede hasta el surgimiento de nuevas formas de entender el Derecho que oscure-
dar expresión al contenido de la ley, de tal forma que conduzca en el máxi- cen o postergan el papel de la ley.
mo grado posible a la obtención de los fines, cualesquiera que fueren, que el En el capítulo cuarto hemos procurado ordenar los elementos de esa cri-
legislador, quienquiera que fuere, pueda tener en mente" 2• Ni los fines ni el sis en torno a tres epígrafes: la crisis de la ley en el Estado liberal, que se
legislador pueden ser cualquiera. Los fines son precisamente los que indica manifestaría en dos sucesos de distinta factura, uno que pudiéramos llamar
un análisis racional de la naturaleza humana, al servicio de los cuales es pre- cultural como fue el desarrollo del antiformalismo en el ámbito del pensa-
miento jurídico, y otro político, que fue la propia ruina del Estado liberal en
la Europa de los años treinta. En segundo término, la crisis de la ley en el
2
J. Bentham, Nomografía o el arte de redactar leyes, trad. de C. Pabón, Edición y estudio Estado social, donde se intenta dar cuenta del impacto que tuvo sobre el con-
preliminar de V. Zapatero, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2000, p. 4. cepto ilustrado de ley la aparición de un Estado intervencionista: la inflación
Parece que esta obra fue redactada a lo largo de veinte años, entre 1811 y 1831, pero no se
legislativa, la pérdida de estabilidad o perdurabilidad de la ley, el deterioro
publicó hasta 1843, tras la muerte de Bentham.

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA

de sus cualidades estructurales de generalidad y abstracción, la hipostenia


legislativa, etc. Finalmente, la crisis de la ley en el marco .del Estado des- racionalidad práctica general, pero que tiene como premisa y límite funda-
centralizado y de un mundo globalizado, que parece mamfestars~ en dos mental precisamente a la ley; el modelo de Estado social, cuyas funciones
aspectos: el ocaso de la unicidad de la ley ante las nuevas e~?reswnes de convierten a la ley en un instrumento de ingeniería social; y el Estado cons-
infraestatalidad y de supraestatalidad normativa, y su devaluac10~ a~~ papel titucional, que reclama de la ley unas dosis de racionalidad desconocidas en
cada vez más accesorio en un mundo de desregulación y globahzacwn .. el marco del Estado liberal de Derecho propio de la tradición europea.
El capítulo quinto, relativo a la posición de la ley en el .Estado constitu- Sea o no acertado el diagnóstico anterior, lo cierto es que puede consta-
cional, cierra la segunda parte de este trabajo con el estudiO ~e. uno de los tarse hoy un renovado interés por los problemas de la legislación. Su alcan-
fenómenos que de manera más decisiva coadyuvan hoy a la c?sis de la ley. ce, sin embargo, no es homogéneo y creo que cabe distinguir varios enfo-
Que la idea misma de Constitución. :omo. norm~ suprema y vmculan~e par~ ques de racionalidad legislativa: aquellos, llamados minimalistas, que cen-
el legislador representa una limitacwn alimpeno de la l~y p~~ece evidente, tran su atención en las cualidades de la ley como instrumento de comunica-
más aún si, como ocurre en el caso español, esa Constltuc~~n .se. m~es~ra ción y como norma destinada a integrarse en un sistema jurídico complejo;
notablemente rígida y goza además de un sistema de proteccwn JUnsdiccw- aquellos otros, también minimalistas pero un poco más ambiciosos que se
nal. Sin embargo, la tensión entre Constitución y ley todav~a se puede ate- abren a la racionalidad pragmática y teleológica, es decir, a los problemas de
nuar si se opta por un modelo atento a las exigencias de la p~Imera, pero que la eficacia y efectividad de la ley; y, por último, los maximalistas, que tam-
no pierda de vista los valores que encarna la segunda, y sm~ularment~ su poco rehusan interrogarse sobre los fines del legislador y sobre su adecua-
vinculación al proceso democrático; creo que un mode~o asi. fue pr~cisa­ ción a un modelo de legitimidad. El significado y alcance de estos distintos
mente el diseñado por Kelsen, que sigue ejerciendo Cierta I~fluencia en enfoques, que a mi juicio se proyectan tanto en la teoría como en la técnica
Europa, aunque sea de forma más aparente que real. Pues, efectlvamen~e, la legislativa, son objeto de estudio en el capítulo séptimo. Capítulo que se cie-
evolución del constitucionalismo en nuestros días muestra. una creciente n·a con un examen de las insuficencias de la perspectiva minimalista y, por
agresión al principio de supremacía legislativa; la tesis de que la tanto, con una reflexión en favor de una concepción amplia de la racionali-
Constitución es ante todo una norma material o sustantiva, qu~ en ella ~e dad legislativa que incluya tanto los problemas de legitimidad del sujeto
encuentra respuesta para cualquier problema jurídico, y ~u e los JUeces es tan legislador como de justicia de las normas.
llamados a su aplicación directa e inmediata, ha con.ducido a una c~a~a pos- Empresa esta última cuya realización excede sin duda de las posibilida-
tergación de la ley como decisión suprema de un sistema democratico. La des de la presente tesis. Por eso, en el capítulo octavo y último hemos inten-
apertura al judicialismo que ello supone queda bien ilustrada en el_lla~ado tado conectar la racionalidad legislativa con dos aspectos que definen la rea-
juicio de ponderación, al alcance tanto de la jurisdicción constituciOnal lidad jurídica de nuestra época, tanto la realidad teórica o cultural, como la
como de la ordinaria. . . . práctica o política: la teoría de la argumentación jurídica y el Estado consti-
Visto desde la perspectiva de la filosofía ilustrada que dw vida a la pn- tucional de Derecho. Dos aspectos que pueden contemplarse además como
mera ciencia de la legislación, el panorama resulta inquietante: la ley par~­ íntimamente emparentados por cuanto una depurada teoría de la argumenta-
ce haber dejado de ser aquella regulación única, racional y suprema, garantla ción viene estimulada y constituye al propio tiempo una exigencia del tipo
de igualdad y homogeneidad. Sin embargo, e~ en este panora~a e~ ..el que ha de Estado constitucional que se ha abierto paso en Europa desde la segunda
de tener lugar la revitalización de los estudiOs sobre la legislacwn. En. el mitad del siglo pasado. La cuestión que pretendemos sugerir, más desde
capítulo sexto, con el que se inicia la tercera y últim~ parte de. este trabaJO: luego que solucionar, es en qué medida la racionalidad legislativa encarna
se pretende precisamente sugerir algunas razone.s o CI:cun.stactas que, a m~ un corolario indispensable de la argumentación o del discurso práctico, y, en
juicio, deberían impulsar hoy una nueva cie~c1a leg~slativa. Tras ofrecer segundo término, cómo se proyecta sobre el peculiar modelo de interpreta-
sucinta noticia de los motivos que tal vez mas contnbuyeron a oscurecer ción que reclama la aplicación de una Constitución de principios. Desde otra
dicha ciencia en la edad del positivismo, se intenta dar c~enta de tres ?e esas perspectiva, si esta clase de constitucionalismo se resuelve en una teoría de
razones 0 circunstancias: el papel central que hoy adqmere una teo~·Ia de la la argumentación que quiere hacer de la razón jurídica un caso especial de la
argumentación jurídica que quiere presentarse como un caso espectal de la racionalidad práctica general y si, a su vez, esta útima teoría parece exigir

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23

UNIVERsiDAD DE ANTIOQUIA
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GEMA MARCILLA CÓRDOBA

una cierta racionalidad de la ley, entonces tal vez pueda verse en el Estado . Deseo poner un acento particular en la gratitud que merece el profesor Luis
constitucional un estímulo a la propia racionalidad legislativa. Pn~to. Le agradezco su extraordinaria generosidad precaviéndome de plante-
Cuando al final del trabajo, que es cuando está escrita esta Introducción, amientos desafortunados y señalando muchas objeciones, pero siempre con la
se recapitula sobre la nómina de cuestiones y problemas tratados o que tolerancia que le caracteriza y con el cuidado de no desalentar. Sencillamente
hubiera sido necesario abordar no cabe ocultar una cierta insatisfacción ante considero una suerte y un orgullo formar parte de su grupo de trabajo.
las numerosas insuficiencias y lagunas que han ido quedando capítulo tras Pero sin lugar a dudas el agradecimiento mayor se dirige a la directora
capítulo. Al margen de las interpretaciones erradas o de los defectos de de la tesis. Sea cual sea el mérito de las páginas que siguen la cuota más alta
conocimiento, creo que cada uno de los aspectos o temas que acabamos de le corresponde a ella por su siempre presta disposición a resolver dudas dis-
enunciar sería merecedor de un estudio mucho más pormenorizado y sin cutir esquemas, proponer ideas y revisar esmeradamente todos y cada u~o de
duda también más reflexivo. Pese a todo, confío en que el resultado ofrezca los capítulos del presente volumen. Quede aquí testimonio, pues, de una
siquiera una panorámica general sobre la ley y sobre la cultura de la legali- deuda muy difícil (si no imposible) de saldar. Los errores y deméritos, por
dad susceptible de enmarcar futuros y más meditados esfuerzos. el contrario, debe el lector atribuirlos por entero a quien suscribe estas letras
Este libro es fruto del trabajo que presenté como tesis doctoral el 4 de porque tras cada consejo de la profesora Marina Gascón siempre ha habid~
julio de 2003 en la Facultad de Derecho de Albacete, dirigido por la profeso- una licencia a la autonomía que mi obstinación habrá convertido en malo-
ra Marina Gascón y enjuiciado por una comisión que presidió el profesor grados frut<?s.
Francisco Laporta, y de la que formaron parte asimismo los profesores
Manuel Atienza, Luis Prieto, Juan Ramón de Páramo y Liborio Hierro.
Agradezco a todos ellos el desinteresado interés que mostraron, y por supues-
to sus aportaciones y críticas. He procurado tenerlas todas en cuenta y, en la
medida en que efectivamente así haya sido, el trabajo habrá experimentado
una sensible mejora. Con todo, persistirán algunos errores, obviamente sólo
a mí imputables, y por tanto nuevos motivos para la revisión y la crítica.
Muchas son las personas que de una u otra forma han contribuido en no
poca medida a la gestación de este libro. Aprovecho por ello estas líneas para
expresar mi gratitud a quienes integran el área de Filosofía del Derecho en los
distintos campus de la Universidad castellano-manchega. A Juan Ramón de
Páramo, catedrático de Ciudad Real, a quien debo una parte de mi formación
y profeso una gran estima, y a Jerónimo Betegón, catedrático de Cuenca,
cuya valía académica y personal envidio sanamente. Doy las gracias también
a Guillermo Díaz Pintos, profesor en la Facultad de Ciudad Real, y por
supuesto a mis compañeros de Toledo, Alfonso García Figueroa, Santiago
Sastre, Miguel Ángel Pacheco y Gloria Patricia Lopera. La consciencia de la
distancia me parece que hace más notable la necesidad de convertir cada
encuentro en una ocasión para compartir inquietudes, y de hecho todos ellos
han sabido impulsar mi trabajo con sus excelentes aptitudes académicas y con
actitudes personales de no menor valor. Y siguiendo por campus, mi agrade-
cimiento especial se dirige a Fernado Rovetta, con quien comparto despacho,
y a Isabel Turégano, ahora profesora titular en Cuenca pero durante algunos
años docente en la Facultad albaceteña. Isabel ha significado un permanente
estímulo a mi trabajo con la agudeza, perseverancia, y rigor en el suyo.

24 25
Primera parte

Presupuestos históricos y filosófico-políticos


del concepto de ley
l. LA LEY EN EL TRÁNSITO A LA MODERNIDAD

l. Ley y costumbre en la Edad Media


El Derecho, ha sostenido con acierto García-Pelayo, constituye una uni-
dad dialéctica entre normalidad y normatividad, dado que su origen puede
encontrarse tanto en prácticas sociales que llegan a adquirir el carácter de
normas jurídicas, como en actos que institucionalmente tienen reconocido
un valor productor de normas, las cuales, en el caso de alcanzar y mantener
su eficacia normativa, terminan reflejando además una práctica social. En
función de los dos parámetros indicados es posible diferenciar entre dos
modos opuestos de nacimiento del Derecho, la ley y la costumbre. La cos-
tumbre responde al perfil de la normalidad, pues deriva de un cumplimien-
to regular de actos que "adquiere pretensión normativa, con la consecuencia
de que dichos actos o situaciones no solamente son, sino que también deben
ser". La ley, por el contrario, se ajusta al criterio de la normatividad, ya que
su objetivo es "conformar los actos de los hombres en una normalidad y
regularidad, con la consecuencia de que la conducta por ella imaginada no
solamente debe ser, sino que, además, normalmente es" 3•
Con independencia de que en cualquier ordenamiento pueda advertirse la
concurrencia de Derecho legal y consuetudinario4 , es decir, aun cuando sea
posible constatar la presencia de normas que nacen espontáneamente de
prácticas sociales regulares junto con otras consciente o deliberadamente
creadas, lo cierto es que la ley y la costumbre representan fuentes del
Derecho no sólo opuestas, sino también, como destaca: L. Prieto, rivales en
la historia5 , pues en cada época uno u otro tipo de creación jurídica ha sido

3 Desde esta perspectiva, pues, el Derecho sería "una normalidad normativizada y una nor-

matividad normalizada", M. García-Pelayo, "Del mito y de la razón en la historia del pensa-


miento político" (1968), en Obras completas, II, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales,
1991, p. 1084.
4
No falta quien, sin embargo, afirma que el Derecho consuetudinario "ni existe hoy ni ha
existido nunca", R. Hernández Marín, Teoría general del Derecho y de la ciencia jurídica,
Barcelona, P.P.U., 1989, pp. 49 y ss.
5 L. Prieto resalta el carácter opuesto de la ley y la costumbre desde la perspectiva de su

modo de creación y de exteriorización: mientras el Derecho legal "se expresa en actos que se

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RACIONALIDAD LEGISLATIVA
GEMA MARCILLA CÓRDOBA

vigentes 10, entonces no es de extrañar que el Medioevo significase una edad


el prevalenté. "En nuestro tiempo -observa Tomás y Valiente- la ley es la
de oro para la costumbre, pues en dicho período concurren dos circunstan-
fuente jurídica por antonomasia. Pero no siempre ha sido así. Ha habido con
cias: la falta de Estado, en el sentido de un poder político único y centrali"'
frecuencia ordenamientos jurídicos constituidos en proporción dominante
zado, con capacidad para imponer su Derecho sobre un territorio determina-
por costumbres" 7. Sin duda así hubo de ocurrir en los ordenamientos no
do, en primer lugar, y la vigencia de una concepción sacralizada y escasa-
modernos, pues el modo "espontáneo, inconsciente, natural y cosificado de
mente racionalizada del fenómeno jurídico, en segundo lugar. Por lo que se
creación de normas" es propio de estadios jurídicos primitivos 8. En particu-
refiere a la primera circunstancia, al no existir "un órgano o instancia especí-
lar, todo parece indicar que la costumbre constituyó la fuente jurídica por
fica dotado del monopolio de creación jurídica... el Derecho emergía de la
excelencia en el marco de la sociedad altomedieval, carente de una organi-
comunidad por un proceso básicamente espontáneo" 11 • Por lo que se refiere
zación política unitaria y bien definida, y carente también de una concepción
a la segunda, en el Medioevo prevalece la idea de que el Derecho era "uno
abstracta y racional del Derecho 9 •
de los dones de Dios al hombre, tan intangible, inalterable e independiente
En efecto, si con carácter general los rasgos que el Derecho presenta
del capricho como los dogmas de la cristiandad" 12 • Así pues, la ausencia de
dependen del equilibrio de fuerzas políticas y de las concepciones jurídicas
una instancia central de producción jurídica y una concepción consuetudi-
naria del Derecho definen la situación del orden jurídico medieval y son al
orientan de un modo consciente y premeditado a la creación de normas, cristalizando en enun- propio tiempo los dos obstáculos principales que habría de superar la cons-
ciados lingüísticos o disposiciones", la costumbre "se expresa mediante hechos" o prácticas rei- trucción de un Derecho moderno de base legal 13 •
teradas "que dan lugar a normas, pero no a disposiciones", "La costumbre como fuente del
Derecho", en J. Betegón, M. Gascón, J. R. Páramo, L. Prieto, Lecciones de Teoría del Derecho,
Madrid, McGraw Hill, 1997, pp. 308-309.
6 Señala J. Carbonnier en su Ensayo sobre las leyes (1995), trad. de L. Díez Picaza
1.1. Universalismo y localismo medieval. La concepción consuetudinaria
Madrid, Civitas, 1998, p. 184, que "existen períodos en que la sociedad parece contentars~
del Derecho
con un Derecho que se forma por sí solo, ya sea por cristalización de prácticas o por azar de La Alta Edad Media puede ser descrita desde el punto de vista de sus
Jos contenciosos, completamente solo, sin ninguna intervención del acto de voluntad o deci-
sión que es la ley. Después vienen momentos en que al cuerpo social le entra una especie de
formas políticas y sociales como un período que "transcurrió bajo la tensión
fiebre legislativa. Hay como un ritmo necesario entre la costumbre que conserva y la legis-
lación que innova". 10 Así, L. Ferrajoli destaca que el Derecho moderno se va configurando mediante las diver-
7 "Es más -prosigue el autor- puede suceder, y de hecho así ha ocurrido, que en un mismo sas relaciones de poder, pero también a partir de la filosofía política y de la cultura jurídica, "La
ordenamiento jurídico coexistan normas jurídicas legales, junto con otras de raíz doctrinal y al
soberanía en el mundo moderno" (1996), en Derechos y garantías. La ley del más débil, trad.
lado de costumbres jurídicas más o menos numerosas", F. Tomás y Valiente, "Manual de cast. de P. Andrés y A. Greppi, Madrid, Trotta, 1999, p. 155.
Historia del Derecho español" (1983), Madrid, Tecnos, 4" ed., 6" reimp., 1995, en Obras com- 11 M. García-Pelayo, "Del mito y de la razón", cit., p. 1087.
pletas, II, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 1997, p. 942. 12 R. H. S. Crossman, Biografía del Estado Moderno (1939), trad. de J. A. Femández de Castro,
8 L. Prieto, "La costumbre como fuente del Derecho", cit., p. 308.
~· ed. en español de la 5" en inglés (1965), México, Fondo de Cultura Económica, 1974, p. 26.
9 Tomás y Valiente, comparando los modos de producción jurídica en la sociedad euro-
,¿¡,\ 13 En este sentido P. Grossi ha señalado que, habida cuenta de las circunstancias políticas
pea n:e~ieval Y en la moderna, afirma ~n relación con el Medioevo que "los poderes políti-
y de la mentalidad dominante en la Edad Media, el concepto de ley sólo se puede adscribir a
cos deb!les crean poco Derecho y permiten y respetan la existencia de Derechos consuetudi-
la experiencia jurídica moderna. Tal encuadramiento es relevante, pues, si la historicidad cons-
narios surgidos con independencia de ellos. Así, en la sociedad señorial, cada titular de una
ti.tuye ~no de l~s c~~acteres más sobresalientes del fenómeno jurídico, el conocimiento del pre-
parcela de poder político desconcentrado (poliarquía medieval) creaba Derecho (los señores
CISO ongen y sigmficado de los conceptos políticos y jurídicos requiere prestar atención a las
laicos o eclesi~sticos, las ciudades, el rey, la Iglesia); pero se veían obligados a permitir que
características de la experiencia jurídica en que se fmjan. Resulta, por tanto, inadecuado usar
en campos no mcompatibles con la afirmación del propio poder y respecto a los cuales éste
"conceptos y términos como «Estado», «soberanía», «legalidad», «interpretación» cargándo-
carecía de medios eficaces para imponerse, subsistiera o surgiese un Derecho consuetudina-
los de aquellos contenidos que la conciencia moderna ha ido lentamente sedimentando en
rio de creación anónima, lenta, y de hondo arraigo en la mentalidad de las gentes", "Manual
ellos: conceptos y términos comprometidos inevitablemente con aquellos contenidos", P.
de Historia del Derecho español", cit., p. 941. Sobre el uso del concepto de costumbre en la
Grossi, El orden)urídico medieval (1995), prólogo de F. Tomás y Valiente, trad. de F. Tomás
doctrina jurídica medieval así como en los textos del Derecho romano justinianeo, vid. W.
Y Valiente y C. Alvarez, Madrid, Marcial Pons, 1996, p. 33 y pp. 40 y ss. Una reflexión seme-
Vllmann, Principios de gobierno y política en la Edad Media (1961), trad. de G. Soriano,
jante en F. González Vicén, "La filosofía del Derecho como concepto histórico" (1969), en
Madrid, Alianza Universidad, 1985, pp. 282 y ss.
Estudios de filosofía del Derecho, Universidad de la Laguna, 1979, pp. 267 y ss.

31
30
GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

entre el universalismo y ellocalismo" 14 o, más precisamente, entre la pre- postular la satisfacción de fines particulares y seculares en detrimento de los
tensión de formar una comunidad de todo el orbe cristiano, aspiración más uni versales y sobrenaturales de una pretendida república cristiana 17 •
bien inviable y destinada a fracasar con el nacimiento del Estado moderno, El universalismo político del medioevo se nutre de dos legados culturales
y la realidad cotidiana que se desenvolvía en núcleos de población reduci- antiguos: el viejo imperio romano y el cristianismo. De ahí que la doctrinar
dos, dotados de una muy rudimentaria organización económico-política político-jurídica medieval se sustente en la tesis dualista o de las "dos espa- f
basada en el feudalismo 15 • Esta peculiar estructura político-social, singula- das", temporal y espiritual; dos espadas cuyas respectivas esferas de compe-
rizada por la tensión entre dos clases de poderes políticos, universales y tencia nunca se mostrarían de forma clara ni dejarían de estar discutidas, osci-
locales, ambas incapaces de conseguir la vigencia de un orden jurídico lando las formas de poder entre las fórmulas más cesaropapistas y aquellas
general y uniforme, es una de las principales causas de la prevalencia del otras más cercanas a la doctrina de la potestas ecclesiae in temporalibus. Sea
Derecho consuetudinario sobre el legal en la Edad Media, especialmente en como fuere, la superioridad de la "ciudad de Dios" frente a la mundana orga-
sus primeros siglos 16 • nización política impondrá una común empresa de emperadores y papas con-
La faz universalista de la estructura política medieval seguramente fue sistente en establecer un gobierno cristiano de todo el m·be 18 basado en el
más relevante desde el punto de vista de su influencia ideológica que desde orden divino, única vía para alcanzar un estado de perfección y armonía. Se
la óptica de su fuerza política real. El gobierno universal fundamentado en conviene, por tanto, en que la Cristiandad, "comunidad única y universal,
la concepción cristocéntrica de la vida impregnaba todos los ámbitos de la fundada y dirigida por el mismo Dios ... necesita también de un orden jurídi-
cultura, hasta el punto de que la pretensión de realizar el reino de Dios en la co unitario visible (!ex) y de un único gobierno (unicus principatus)" 19 •
tierra mediante un gobierno cristiano eclipsó cualquier concepción política Justamente desde esta concepción se entiende que Carlomagno, una vez
alternativa. Y la influencia de esta filosofía se prolongaría hasta los últimos investido en el año 800 del poder imperial por Leon III, fundara el Sacro
siglos de la Edad Media, cuando con la formación de reinos se comience a Imperio Romano Germánico, aun cuando probablemente su aspiración no fuera
defender la fe clistiana ni hacer resurgir de las cenizas al viejo imperio de
Roma, sino establecer un poder único para toda Europa occidental desde una
sede germánica20 . Es decir, si el Imperio carolingio conservó un estrecho vín-
14 M. García-Pelayo, "Del mito y de la razón", cit., p. 1077. En el medioevo se aprecia, por
culo con Roma y aceptó la autoridad del Papa fue para asegurar su legiti~dad
tanto, la concurrencia de "una estructura teórica universal como el Imperio, construcción ideal
y símbolo más que criatura efectiva" y de "una miríada de pequeñísimas entidades de gestión
política", P. Grossi, El orden jurídico medieval, cit., p. 65.
17 De todos modos, la concepción cristocéntrica de la vida, aun cuando se debilita con la
15 En una acepción social y política, F. Ganshof define el feudalismo como un tipo de
sociedad caracterizado por "un desarrollo elevado a grandes extremos de los lazos de depen- crisis de los poderes universales y con el surgimiento de Jos reinos, se transmitirá a la organi-
dencia de hombre a hombre, con una clase de guerreros especializados que ocupan los pel- zación política de estos últimos, como Jo pone de manifiesto el hecho de que en un primer
daños superiores de dicha jerarquía; una fragmentación extremada del derecho de propie- momento Jos reinos mantuvieran la invocación a la fe o la religión para justificar su poder. En
dad; una jerarquía de los derechos sobre la tierra nacidos de dicha fragmentación, jerarquía este sentido, señala L. Prieto que "la pugna entre la Iglesia y Jos nuevos reinos nacionales se
que corresponde a la misma jerarquía en los lazos de dependencia personal que acabamos presentó inicialmente como una pugna de poder, pero no tanto de concepción del poder",
de mencionar; una fragmentación del poder público que crea en cada país como una jerar- "Historia de las doctrinas acerca de las relaciones Estado-Iglesia", en l. C. Ibán, L. Prieto, A.
quía de instituciones autónomas, que ejercen en interés propio los poderes atribuidos nor- Motilla, Derecho eclesiástico, Madrid, McGraw-Hill, 1997, p. 9.
18
malmente al Estado y a menudo la misma fuerza efectiva de éste", F. L., Ganshof, El feu- Como señala Ullmann "durante la Edad Media europea el criterio dominante había sido
dalismo (1944), prólogo y apéndice de L. G. Valdeavellano, trad. de F. Formosa, Barcelona, el proporcionado por la cosmología cristiana: el punto de vista cristocéntrico dominaba en todas
Ariel, 1963, pp. 19 y ss. las clases de la sociedad desde el villano más bajo hasta el rey o emperador más poderoso, Jo
16 A juicio de P. Grossi, la tipicidad del medioevo jurídico descansa ante todo en "la cual explica la compenetración de los gobiernos medievales y sus sistemas jurídicos con la
levedad del poder político medieval, entendiendo por levedad la carencia de toda vocación temática cristiana", Principios de gobierno y política en la Edad Media, cit., p. 23.
19
totalizante del poder político, su incapacidad para situarse como hecho global y absorvente O. von Gierke, Teorías políticas de la Edad Media (1881), Edición de F. W. Maitland,
de todas las manifestaciones sociales, su realización en las vicisitudes históricas medieva- Estudio preliminar de B. Pendás, trad. de P. García-Escudero, Madrid, Centro de Estudios
les, cubriendo solamente ciertas zonas de relaciones intersubjetivas y permitiendo sobre Constitucionales, 1995, p. 77.
20
otras -muchísimas- la posibilidad de la injerencia de poderes concurrentes", El orden jurí- Vid. G. Sabine, Historia de la teoría política (1945), trad. de V. Herrero, 14• ed. en
dico medieval, cit., p. 61. España, Madrid, Fondo de Cultura Económica, 1985, p. 154.

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

o aceptación en la cultura cristiano-imperial 21 . De este modo, el Imperio será En cualquier caso, la agustiniana distinción entre dos órdenes organi-
visto como la organización universal al servicio de la unidad cristiana; religión zados de vida, espiritual y temporal, mantendría viva la polémica acerca
cristiana y política imperial se complementan, aunque con el tiempo, y como de si el monopolio político correspondía a la Curia o al Imperio; polémica
evidencia la doctrina que atribuye al Papa la auctoritas y al Emperador sólo la de cuya resolución dependía que sólo el Emperador o, en su caso, sólo el
potestas22 , el poder espiritual tendiera a acaparar mayor peso. Pontífice pudiese dictar normas de Derecho positivo con carácter supre-
Así pues, pese a que el imperio de Carlomagno hubiese podido culminar mo26. Por una parte, el papado se presentaba ante todo como una institu-
en una cierta rehabilitación de la cultura secular, y acaso también en un ción gubernamental que "existe para ejercer el gobierno, y para ejercerlo
punto de partida para el desarrollo del Estado y de la concepción legal del por medio del Derecho" 27 . Los pontífices defenderían, por consiguiente, la
Derecho, mientras se mantuvo incólume la creencia en la necesidad del prevalencia del ius canonicum sobre cualquier ordenamiento secular: la
gobierno universal cristiano, la forma política más adecuada parecía la hie- fuente material del ordenamiento de la Iglesia es Dios, aunque formal-
rocracia, que se concretaba en la afirmación de una potestas directa eccle- mente lo sea el Pontífice28 , por lo que "ningún título de Derecho positivo"
siae in temporalibus. De hecho, entre los siglos XI y XIV, la histórica ten- puede derogarlo 29 . Los emperadores, por su parte, se valdrán del antiguo
sión entre poder temporal y espiritual se resuelve en una "concepción unita- Derecho romano o, mejor dicho, de la labor doctrinal desarrollada sobre la
ria y no dualista de lo político y lo religioso" 23 . El enfrentamiento entre el base de las recién descubiertas fuentes romanas justinianeas 30 . Éstas apo-
Papado y el nuevo Imperio de Europa occidental, patente en la reforma del yaban el poder universal de los emperadores frente al papado, dado que les
gobierno eclesial y en la configuración del poder pontificio del Papa proporcionaban una serie de prerrogativas de carácter tanto técnico-jurídi-
Gregario VII, habría de desembocar en una afirmación radical del absolu- co como político-ideológico; prerrogativas que con el tiempo beneficiarían
tismo pontificio en el gobierno de la Iglesia24 . Muy brevemente, la reforma a los emergentes reinos, contribuyendo a cimentar la concepción raciona-
gregoriana fortalecía la posición institucional de la Iglesia y la dejaba en lizada o legal del orden jurídico frente a la consuetudinaria medieval. De
mejores condiciones para competir con el poder imperiaF5 . un lado, en efecto, el Derecho romano justinianeo era considerado como el
ordenamiento técnica o jurídicamente más perfecto de la civilización: su
21 condición de ratio scripta permitía encontrar siempre inspiración para
En general, desde el siglo IX en adelante los príncipes seculares de Europa occidental
"se mostraron muy proclives a insistir en que su facultad de gobierno constituía un favor divi-
no", W. Ullmann, Principios de gobierno y política en la Edad Media, cit., p. 63.
22
La auctoritas se identifica con el poder último y supremo de establecer normas, y se a emancipar al clero del dominio del emperador, de reyes y de señores feudales, y a diferenciar
caracteriza por su indivisibilidad y, por tanto, por "no poder ser poseída plenamente sino por un marcadamente a la Iglesia, como entidad política y legal, de todas las políticas seculares", La
solo hombre, en tanto que su concepto correlativo, la potestas, sí era susceptible de división". formación de la tradición jurídica de Occidente (1983), trad. de M. U trilla de Neira, México,
Ambos conceptos son fruto de una doctrina papal que se remonta al siglo V. Vid. W. Ullmann, Fondo de Cultura Económica, 1996, p. 12.
26 Como advierte Tomás y Valiente, "la visión teocrática de la sociedad provocó largas quere-
Principios de gobierno y política en la Edad Media, cit., p. 61. Desde esta perspectiva cabe
señalar que "a pesar de que al Papa medieval no se le aplicaba el término de soberano, no cabe llas entre papas y emperadores, disputándose entre sí el dominium mundi, el poder supremo sobre
duda de que en él se comprendía perfecta y claramente la idea de soberanía", ibíd., p. 72. la cristiandad. Pero al mismo tiempo esa concepción unitaria de la sociedad impulsó a dotarla de
23
Vid. L. Prieto, "Historia de las doctrinas acerca de las relaciones Estado-Iglesia", cit., pp. 7-8. un solo Derecho. O al menos de un solo y renovado Derecho canónico (!ex ecclesiastica) y de un
24
En realidad, la famosa doctrina de las dos espadas que alimenta la teoría política medie- solo Derecho civil (!ex mundana)", "Manual de Historia del Derecho español", cit., p. 1101.
27 A juzgar por su producción legislativa, "la labor más importante del papado hubiera sido
val fue interpretada por la Iglesia en su propio favor. Ya en su primera formulación por el Papa
Gelasio I (año 494) se puede leer que "el poder sacerdotal es tanto más importante cuanto que la relacionada con el derecho, con la política y con la dirección del cuerpo cristiano colocado
tiene que dar cuenta de los mismos reyes de los hombres ante el Tribunal divino". Y en la que bajo su control", W. Ullmann, Principios de gobierno y política en la Edad Media, cit., p. 71.
28 M. García-Pelayo, "Del mito y de la razón", cit., p. 1080.
puede considerarse como la expresión más madura de la doctrina, la Bula Unam Sanctam de
29 O. von Gierke, Teorías políticas de la Edad Media, cit., p. 99.
Bonifacio VIII (1302), se confiesa abiertamente que "es necesario que una espada esté subor-
dinada a la otra, y que la autoridad temporal esté sujeta a la espiritual". Vid. ambos textos en la 30
Al margen, naturalmente, de la justificación que proporcionaba la literatura expresa-
recopilación de E. Gallego Blanc;, Relaciones entre la Iglesia y el Estado en la Edad Media, mente anticurialista o favorable al Imperio; así, G. de Ockham, de cuya obra política contamos
Madrid, Revista de Occidente, 1973, p. 83 y pp. 282 y ss. con dos ediciones recientes: la Obra Política I, trad., introd. y notas de P. Mariño, Madrid,
25 Centro de Estudios Constitucionales, 1992; y Sobre el gobierno tiránico del Papa, Estudio pre-
Señala H. J. Berman que la ruptura entre la Iglesia de Oriente y Occidente "coincidió con
el movimiento occidental destinado a convertir al obispo de Roma en cabeza única de la Iglesia, liminar, trad. y notas de P. Rodríguez Santidrián, Madrid, Tecnos, 1992.

34 35
GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

resolver los casos "en sus líneas maestras, en sus principios, en sus técni- fiesta tanto en la diversidad de regímenes jurídicos como en la de jurisdic-
cas y en sus soluciones ... donde quiera que fuere" 31 . De otro lado, el ius ciones u órganos encargados de la aplicación del Derecho 36 . En otras pala-
civile romano justificaba el ejercicio de todo tipo de potestades por el bras, el particularismo se evidencia en la diversidad de situaciones que
emperador, como manifiesta el brocardo atribuido a Ulpiano de que quod implican regulaciones jurídicas diferenciadas y en la multiplicidad de ins-
principi placuit legis habet vigorem. tancias y sujetos aplicadores del Derecho.
El referido enfrentamiento entre canonistas y legistas debilitaba la con- El particularismo responde, en primer lugar, a la trascendencia jurídica
cepción política de un gobierno universal. Pero sin duda también la ausen- que suele otorgarse a circunstancias como la vinculación a una tierra o terri-
cia de un marco social y económico adecuado y de un entramado adminis- torio37, así como a aquéllas que tienen que ver con el rango, profesión, etc.
trativo y militar maduro hacía inviable la aspiración universalista32 . A juicio Por lo que se refiere al primer aspecto, en la Europa occidental de los siglos
. de García-Pelayo, los referidos ordenamientos universales, "si se hace rela- X al XIII, el feudo o el señorío representa el elemento central de organiza-
tiva excepción del Derecho canónico, apenas eran otra cosa que pretensio- ción política, económica y social, de modo que el orden jurídico de cada
nes jurídicas ideales, pero no Derecho positivo vigente" 33 . Del gobierno uni- localidad está compuesto por los vínculos o dependencias que dimanan del
versal quedaría un constructo teórico irrealizable, y su Derecho, el ordena- pacto feudo-vasallático 38 . El pacto opera como fuente de relaciones jurídi-
miento romano y canónico, no logró precisamente convertirse en vehículo cas particulares 39 , por lo que la jerarquía propia del sistema feudal es fruto
del poder universal 34 . En resumen, el universalismo, ya fuera bajo la hege-
monía de Roma o bajo la del Imperio, era una forma política incapaz de
cit., p. 1081. A juicio de Calasso, el carácter particularista del Derecho medieval es una con-
alentar un ordenamiento jurídico legal, esto es, un Derecho único y superior secuencia de que cada localidad poseyera su propia idiosincrasia tanto política como econó-
al emanado de cualquier otro poder. mica: "cada conjunto feudal era una verdadera y propia unidad, con una política propia y una
La vida cotidiana se desenvolvía entre tanto en medio de una multipli- economía propia: era muy natural que también en el campo de las instituciones jurídicas esta
cidad de poderes seculares y eclesiásticos cuyo dominio no rebasaba autonomía se reflejase: del particularismo político-económico se generaba el particularismo
todavía el territorio de pequeñas localidades. Estos núcleos de poder se jurídico. Y por lo demás, en la misma materia feudal se habían venido creando, al lado de las
costumbres generales, costumbres particulares, sellando entre feudo y feudo profundas dife-
caracterizan por tener una estructura política muy rudimentaria o apenas rencias", F. Calasso, Medio evo del diritto. l. Lefonti, Milán, Giuffre, 1954, p. 193.
burocratizada, basada en relaciones feudo-vasalláticas, esto es, en vínculos 36 La expresión "particularismo jurídico" fue empleada por la doctrina francesa e italia-

pacticios privados entre el señor de un feudo y quienes laboran sus tierras. na decimonónica para destacar las virtudes del ordenamiento codificado frente al caos jurí-
Y como consecuencia de la pluralidad de instancias que ejercen el poder, el dico precedente, y designaba la concurrencia de regímenes jurídicos y de jurisdicciones, G.
Derecho adquiere una fisonomía particularista y pluralista35 , que se mani- Tarello, Storia del/a cultura giuridica. Assolutismo e codificazione del diritto, 1, Bologna, 11
Mulino, 1976, p. 28.
37 Es más, la posesión de una tierra se convierte en fuente de poder, vid. J. Le Goff, La Baja

31 M. García-Pelayo, "Del mito y de la razón", cit., p. 1096. Edad Media (1924), trad. de L. Ortiz, 16" ed., México, Siglo XXI, 1986, p. 60.
38 La relación política feudal se basa en tres elementos: el pacto vasallático, el beneficio y
32 Faltaban, entre otras cosas, dos de las características esenciales de toda administración del
Estado, la subordinación y la disciplina, vid. H. Pirenne, Historia de Europa. De las invasiones al la inmunidad. El vínculo fundamental es el pacto de vasallaje, en virtud del cual el señor garan-
siglo XVI (1942), trad. de J. Domenchina, México, Fondo de Cultura Económica, 1981. tiza la protección y el sustento a cambio de la fidelidad y servicios de su vasallo. En segundo
33 M. García-Pelayo, "Del mito y de la razón", cit., p. 1081. Jugar, y dado el carácter agrario de la economía feudal, la tierra constituye un elemento funda-
34 En otros términos, la realidad jurídica medieval nunca se adaptó a Jos propósitos de mental en la relación política, pues tal relación se entabla en virtud de la cesión del beneficio
de las tierras del señor o propietario a Jos vasallos a cambio de rentas y frutos. Por último, el
emperadores y papas por cuanto no se daban las condiciones que hubieran permitido extender
carácter personal del pacto vasallático y la propiedad de las tierras que disfruta el señor asegu-
a todo el orbe el utrwnque ius o Derecho romano en su doble versión civil y canónica. En cam-
ra la inmunidad del feudo frente a terceros, F. Calasso, Medio evo del diritto, cit., pp. 188-192.
bio, el ius commwze, fruto de la doctrina sentada sobre las fuentes romanas y canónicas, se
Vid. también J. A. Escudero, Curso de Historia del Derecho. Fuentes e instituciones político-
difundiría por Europa desempeñando una importante función supletoria respecto del Derecho
administrativas (1985), Madrid, 1990, p. 385.
particular de cada territorio, ya fuera este último prevalentemente legal o consuetudinario, vid. 39 La estructura social basada en el feudalismo se corresponde, como señala B. Pendás, "con
F. Tomás y Valiente, "Manual de Historia del Derecho español", cit., pp. 1111 y ss.
35 "Se alzaba -escribe García-Pelayo- un abigarrado pluralismo constituido por la coe-
un abigarrado pluralismo jurídico, en el que coexisten y se interfieren entre sí diversos ordena-
mientos basados en la costumbre o en el pacto y dotados de un ámbito de validez muy restringi-
xistencia e interferencia de pequeños ordenamientos jurídicos originados en la costumbre o
do", "Estudio preliminar" a O. von Gierke, Teorías políticas de la Edad Media, cit., p. LXV.
en el pacto y dotados de un ámbito muy restringido de validez", "Del mito y de la razón",

36 37
RACIONALIDAD LEGISLATIVA

de una cadena de relaciones entre privados: un señor puede ser vasallo de poder político. Y esto es lo que en términos generales supone una concep-
otro de superior rango Y un vasallo puede ser señor de un individuo de cali- ción consuetudinaria del Derecho.
dad inferior. El "eclipse" de las relaciones jurídico-públicas en este perío- -~1 La costumbre medieval es un modo de producción jurídica no delibera-
do responde pues, entre otras cosas, a que la disciplina jurídica tiene origen r do o inconsciente, reflejo de una situación de hecho más que proyecto cal-

en relaciones bilaterales Y no en una normatividad general, faltando por culado para su transformación. "El Derecho -escribe D'Entreves- no trae su
tanto la distinción entre la autoridad creadora del Derecho y los destinata- existencia de un acto creador de la voluntad, sino que se concibe como un
rios del mismo 40 • En todo caso, en los aspectos no regulados bilateral o pac- aspecto de la vida colectiva, como costumbre" 42 ; se concibe, dice Crossman,
ticiamente, cada localidad aplica usos o tradiciones que permiten resolver como "la misma atmósfera de la vida social que todo lo abarcaba ... tan na-
conflictos jurídicos. tural al hombre como le era respirar, comer y beber" 43 • Se trata de un Derecho
Al particularismo de régimen jurídico por razón de territorio se unirá, en cuyo modo de exteriorización es factual y, por tanto, no escrito, en el senti-
una etapa avanzada de la Edad Media, el de tipo estamental o corporativo. do de que las normas forman parte inseparable de la realidad o de la vida
Es decir, la composición estamental de la sociedad en virtud de la aparición social; no tienen existencia autónoma, ni son por tanto reconducibles a un
de grupos dotados de cierta organización e influencia determinará también concreto acto de voluntad ni identificables al margen de sus concretas mani-
una particular disciplina jurídica en función del grupo social (noble, clérigo, festaciones en la resolución de problemas o conflictos. El Medioevo desco-
campesino) o de la corporación profesional Uurista, comerciante, artesano, noce, pues, la idea de legislación: la costumbre no es un Derecho "estatuido
estudiante) de la que se forme parte. En realidad, casi cualquier característi- ni dictado por el poder político -que carecía de medios institucionales y téc-
ca de un grupo o de una persona que lograra relevancia o reconocimiento nicos para llevar a cabo esta tarea-, no era inventado ni creado, o, al menos,
social podía dar lugar a una regulación normativa especial 4 I. no era concebido como tal, sino que por estar ya dado lo único que procedía
Pero el particulalismo jurídico no responde sólo a circunstancias como el era descubrirlo y aplicarlo" 44 . Más concretamente, el Derecho se identifica
territorio o la categoría social, sino también a la concurrencia de una plurali- con "el marco dentro del cual los príncipes, los barones y los siervos, debían
dad de sujetos encargados de aplicar el Derecho. La ausencia de un poder decidir las cosas" 45 • Al faltar la consciencia de que el orden jurídico fuera
único y centralizado, en efecto, hace que la resolución jurisdiccional de los una obra humana deliberada, las manifestaciones del mismo se contemplan,
conflictos se convierta en la principal fuente de producción del Derecho, y pues, como un resultado de ejercer lajurisdicción, esto es, como una decla-
este Derecho será irremediablemente particularista no sólo por el carácter ración, interpretación o aplicación de la tradición jurídica46 , que, en el con-
plural y difuso de los órganos que desempeñan la función judicial, sino tam-
bién por el modo casuístico de su ejercicio. Por lo demás, la aparición de los
42 A. P. D'Entreves, La noción del Estado (1967), trad. de A. Fernández-Galiano, Madrid,
estamentos en el Bajo Medioevo, del mismo modo que constituía un factor
Centro de Estudios Universitarios, 1970, p. 103.
de particularismo por lo que respecta a las fuentes, lo incrementaba también 43
R. H. S Crossman, Biografía del estado moderno, cit., p. 26.
por razones jurisdiccionales, en la medida en que una de las reivindicaciones 44 M. García-Pelayo, "Del mito y de la razón", cit., p. 1086. En el mismo sentido afirma B.

estamentales era el derecho a juicio bajo un fuero privilegiado o especial. Pendás que en la Alta Edad Media "la costumbre es la fuente suprema y, por consiguiente, se
En resumen, la peculiar organización socio-política medieval determina trata de descubrir el buen Derecho viejo; en efecto, la actuación normativa del poder político no
esa peculiar fisonomía de un Derecho a la vez universalista y localista, pero es una función legislativa, sino de iuris dictio", "Estudio preliminar" a O. von Gierke, Teorías
políticas de la Edad Media, cit., p. LXX.
carente de una estructura uniforme, abstracta y racional. Esa fisonomía alen- 45
R. H. S Crossman, Biografía del Estado Moderno, cit., p. 26.
taba o, al menos, permitía modos de producción jurídica inconsciente y no 46
En este sentido, observa García-Pelayo que en los primeros siglos de la Edad Media es
escrita, dominados por una concepción sacra del orden normativo donde la precisamente la función jurisdiccional la que identifica al poder político, dado que "el estable-
primacía del Derecho antiguo rendía homenaje a un origen último que se cimiento de normas jurídicas por el rey y los magnates no se consideraba como un acto legis-
quería situar en Dios o en la comunidad, pero en todo caso más allá del lativo, como una «invención» o creación racional del Derecho, sino como un acto de jurisdic-
ción (iurisdictio) consistente en el «descubrimiento», dentro del orden jurídico de la comuni-
dad o de sus principios básicos, de las normas exigidas por el caso planteado, de modo que la
40 Vid. J. A. Escudero, Curso de Historia del Derecho, cit., p. 386. nueva norma surgía como un incidente del ius dicere. En la realidad de las cosas se podía dar
41 Vid. M. García-Pelayo, "Del mito y de la razón", cit., p. 1082. origen a un nuevo Derecho, pero tal creación se hacía sin clara conciencia de ello y bajo la idea

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

texto cultural teocéntrico, remite a los preceptos cristianos, "expuestos, privilegio" 50 . La reivindicación de los derechos se funda por tanto en datos de
explicados, expresados y adecuados a las nuevas condiciones sociales" 47 • hecho, como el transcurso del tiempo, el uso 51 , la pertenencia a una estirpe,
Y es que la costumbre medieval se vincula, en efecto, a un fundamento corporación, feudo, lugar, valle, ciudad, aldea, comunidad, etc. En particular,
religioso o sacro, es decir, se apoya en una concepción jurídica iusnaturalis- la adsc1ipción corporativa, como circunstancia que habilita para reivindicar el
ta de tipo teológico. Del mismo modo que el reino de Dios representa para reconocimiento de un derecho, obedece a que los privilegios no se consideran
el Medioevo el arquetipo de la organización social y política48 , la costumbre natrimonio de los individuos, sino de las corporaciones "y, por eso, pertenecen
remite en último término a un orden sobrenatural o divino. Más concreta- ; los individuos sólo en cuanto que están bien enraizados en esas tierras, en
mente, este Derecho consuetudinario se fundaría en la convicción de que "la esas comunidades"; patrimonialidad corporativa de los derechos que, por otra
práctica social inveterada es signo de un orden natural querido por Dios y parte, revela una noción de libertad completamente distinta a la propia del
que se desarrolla por sí solo sin necesidad de ninguna intervención racional Derecho moderno52 : no representa un ámbito de autonomía o inmunidad de
o reflexiva del hombre" 49 • La concepción consuetudinaria se resuelve, por los individuos, sino que se vincula a las posiciones jurídicas concretas que
\ \j consiguiente, en la prevalencia del Derecho viejo sobre el más reciente, y la
/A
. 1\ antigüedad se concibe, de un lado, como signo de su conformidad con el
éstos hayan sabido obtener y conservar. La ausencia de un concepto abstracto
de Derecho expresado en la fórmula legal se corresponde así con la carencia
orden divino y, de otro, como la única prueba de su existencia y contenido. de un concepto abstracto o universal de libertad. La libertas medieval, en
La costumbre medieval refleja también una concepción particularista y suma, no es un señorío de la voluntad individual y autónoma atribuido de un
casuística o cosificada del orden jurídico, que impide el desarrollo de una idea modo abstracto por una norma objetiva; antes bien, la libertas se identifica con
del Derecho como regulación general y abstracta u objetiva. En efecto, el par- el "status jurídico subjetivo", de modo que "el Derecho objetivo era el orden
ticularismo jurídico, que desde el punto de vista de la estructura política resultante de la coordinación del conjunto de las libertades o derechos subje-
medieval se planteaba como el resultado de la inexistencia de un poder único tivos particulares, y el privilegio no significaba excepción a un Derecho gene-
y fuerte en el ámbito de un territorio, constituye desde el punto de vista de la ral, sino más bien la formulación precisa de una situación jurídica subjetiva,
concepción jmidica vigente el corolario de la falta de una idea abstracta u real y con-creta, es decir, de una libertas", hasta el punto de que a veces la
objetiva del Derecho. El orden normativo presenta la apariencia de un mosai- libertad constituye la contrapartida de una obligación cumplida53 .
co compuesto por posiciones jurídicas particulares: a diferencia de lo que ff- En resumen, el debilitamiento del poder político, la tensión entre el ideal
sucede en los ordenamientos modernos, aquí los derechos subjetivos prece- /k universalista y la realidad localista, el pluralismo normativo, la vigencia de
derían al Derecho objetivo, pues no derivan de lo preestablecido en un cuerpo ' una concepción teocéntrica del Derecho, el triunfo de un sistema consuetu-
o conjunto normativo, sino de la apreciación o constatación de ciertas cir- dinario y la ausencia de un modelo abstracto de orden jurídico, son todas
cunstancias fácticas: los derechos dimanan de pretensiones acerca de un con-
creto status jurídico y sólo se adquieren una vez reconocidas por un juez en
representación de la comunidad. Como afirma B. Pendás, el "Derecho de 50 "Más aún: este concreto derecho de cada uno se concibe como una pretensión que es pre-
rincón (Winkelrecht) alto-medieval... incluye un complejo de derechos subje- ciso saber y poder mantener, y de ahí derivan, entre otras instituciones, la guerra privada, el
tivos cuya expresión no es, desde luego, una inexistente ley general, sino el duelo y la concepción del proceso como lucha", B. Pendás, "Estudio preliminar" a O. von
Gierke, Teorías políticas de la Edad Media, cit., p. LXV.
51 En la Edad Media "cada uno reclama para sí su esfera de autonomía, sus derechos adquiridos,
de la pura aplicación a una circunstancia dada del Derecho establecido". La función del poder confirmados y establecidos por el uso y el tiempo, precisamente por la fuerza nmmativa de la cos-
político finalizaba así en la defensa del Derecho y en la declaración de la norma aplicable, por tumbre", M. Fioravanti, Los derechos fundamentales. Apuntes de historia de las constituciones
lo que "el rango político de una institución no se medía, como en nuestra época, por la jerar- (1995), presentación de C. Álvarez Alonso, trad. de M. Mrutínez Neira, Madtid, Trotta, 1996, p. 28.
quía de sus atribuciones legislativas, sino por el de sus atribuciones judiciales", "Del mito y de 52 "Muy raramente la práctica medieval reconoce iura y libertares a los individuos en cuan-

la razón", cit., pp. 1086-1087. to tales, como al contrario es característica fundamental del derecho moderno, desde las decla-
47
W. Ullmann, Principios de gobierno y política en la Edad Media, cit., p. 39. raciones revolucionarias de derechos en adelante", Ibíd., p. 30.
48 53 "La libertas (status, honor, dignitas, íus, etc.) se identifica así con "el conjunto de pre-
Vid. M. García-Pelayo, "El reino de Dios, arquetipo político (Estudios sobre las formas
políticas de la alta Edad Media)" (1959), en Obras completas, vol. I, cit., pp. 735-906. tensiones e inmunidades de una persona ... , pero comprendía también sus obligaciones y depen-
49 dencias", M. García-Pelayo, "Del mito y de la razón", cit., p. 1090.
L. Prieto, "La costumbre como fuente del Derecho", cit., p. 310.

40 41
RACIONALIDAD LEGISLATIVA

razones que explican la que pudiéramos calificar como "primera crisis de la rivalidad entre ellos, la inmensidad del espacio imperial y la falta de recur-
legislación". La superación de esa crisis, o, más propiamente, el surgimien- sos "hacían imposible intentar seriamente su vigencia, lo que, en cambio, sí
to de los rasgos que hoy identificamos con la ley, será el resultado de un pro- podía intentar el rey para el espacio de ~u reino"~ 7 ..De otr~, ya en ~a Baja
ceso lento y complejo que hemos contemplado bajo la expresión de "tránsi- Edad Media es patente el desgaste en la Idea de cnstlandad ; es decir, a los
to a la modernidad" 54 , y que incluye desde transformaciones económicas, problemas reales se un~ el retroce~o del Co~pus Eccle~iae como ~ir~ctriz
sociales y políticas hasta profundos cambios en el orden de las creencias y po1ítica. El gobierno umversal comienza, en fm, s~ decl~~e en benef~cio ~/el
representaciones de la realidad, que en conjunto determinarán la aparición reino, que va paulatinamente adquiriendo la consideracwn de orgamz~c10n
de una nueva cultura jurídica. suprema, completa y autosuficiente, que resulta más apta que el gobierno
universal para satisfacer las necesidades humanas temporales y, por tanto,
para lograr la plemtu. d en 1a VI'd a terrena59 . . . / .
1.2. La crisis del orden medieval De cara al interior, el proceso de constltucwn de los remos tuvo lugar
·mediante la absorción por parte de los monarcas de los núcleos de población
Son dos los fenómenos que explican el cambio de perspectiva jurídica
que antes vivían al amparo de poderes señoriales ~ municip_ales. Las entida-
que tiene lugar ya en la Baja Edad Media: la progresiva formación de los rei-
des resultantes se caracterizan porque en ellas su Jefe pohtlco, el rey, no se
nos, en detrimento de los poderes universalistas y locales, y la renovación
halla, como en la monarquía propia del feudalismo, "en la cima de una pirá-
del Derecho romano. Por lo que se refiere a la formación de los reinos, son
mide feudal", sino que se ajusta "a la imagen de un monarca sentado, a modo
sin duda numerosas las circunstancias económicas, demográficas y cultura-
de araña en el centro de una red de relaciones patrón-cliente que abarcaban
les que explican tal fenómeno 55 , pero en el plano institucional éste es el
a todo ei reino" 60 . Es la necesidad de alcanzar el orden, la paz y la libertad
resultado de un proceso de expropiación de las facultades y representaciones
de comercio lo que explica la alianza entre las nacientes ciudades y el
tanto de los grandes poderes universales como de las instancias locales y
trono6 1• Por eso Gierke describe la formación de los reinos como un proce-
estamentales 56 . De cara al exterior, los reinos resultan beneficiados tanto de
so de supresión o destrucción de los "cuerpos intermedios" en beneficio
las dificultades que los poderes universales encuentran para desarrollar con
exclusivo de dos partes, el Estado y el individuo: "la soberanía del Estado y
éxito sus proyectos políticos como de los primeros síntomas de crisis en la
la soberanía del individuo se van convirtiendo progresivamente en los dos
idea de cristiandad. De un lado, en efecto, emperadores y papas nunca osten-
axiomas centrales de los que procede toda teoría de la sociedad, y en torno
taron un poder efectivo sobre los pueblos de Occidente, ya que la constante
a su interrelación giran todas las controversias teóricas". En resumen, los

54
Tomo la expresión de la obra de G. Peces-Barba, Tránsito a la modernidad y derechos
fundamentales, Madrid, Mezquita, 1982. 57 lbíd., p. 1107.
55 58 F. Calasso destaca que en el período que comprende desde el siglo XI al XV -antes, por
H. G. Konisgsberger destaca que el triunfo de las monarquías en la sociedad europea de
finales de la Edad Media se explica por la disolución de las antiguas relaciones feudales entre tanto de la Reforma- la vida medieval estuvo sacudida por movimientos heréticos, cuya tras-
señores y vasallos, pero también por una economía monetaria y de crédito más generalizada. cend~ncia no fue la de simples desviaciones teológicas, sino que se trató de "insurrecciones de
Estos factores "dieron a las monarquías la oportunidad de incrementar su poder y autoridad espíritus libres que luchan por la libertad", pugnando p~r purificar _1~ fe cristi~na de las c.o~ta­
sobre sus súbditos", El mundo moderno. 1500-1789, trad. de M. Vilalta, Barcelona, Crítica, minaciones de la Iglesia oficial y por devolverla a su ongen evangehco, Medzo evo del dmtto,
1991, pp. 30-31. cit., p. 14.
56 59 Sobre el regnum o la civitas como unidad política perfecta vid. O. von Gierke, Teorías
El reino, señala García-Pelayo, "se constituye, de una parte, tomando para sí poderes y
conceptos que antes se consideraban exclusivos del Imperio, y, de otra parte, tendiendo a uni- políticas de la Edad Media, cit., p. 253.
ficar poderes antes dispersos en una pluralidad de señoríos e inmunidades de distinta especie ... 60 H.G. Konigsberger, El mundo moderno, cit., pp. 30-31.

en lo que respecta a su proyección exterior, el reino se siente parte de un pluriverso político 61 Como explica Le Goff, la paz, garantizada por un poder a la vez legítimo Y eficaz, era

compuesto de unidades del mismo género y, por tanto, tiende a no reconocer superior en lo tem- una exigencia de la renovada actividad económica y de las consiguientes transformaciones
poral, siendo, así, contradictoria su existencia con la de un imperium mundi ... En cuanto al inte- sociales. "La legitimidad fue fijada por el Derecho y la teoría política, ~ la e~icacia se obtu:o
rior, comienza la disolución de la «mediatización», típica de la época feudal, entre el centro del con el desarrollo de las finanzas, del ejército, de la justicia y de los funcwnanos puestos a dis-
reino (el rey) y la masa del pueblo, desplegada en la interposición toda la cadena de señoríos y posición del rey. De este modo el progreso del poder público imponía el progreso de la centra-
subseñoríos", "Del mito y de la razón", cit., pp. 1102-1103. lización", La Baja Edad Media, cit., p. 213.

42 43
RACIONALIDAD LEGISLATIVA

reinos se apoyan, de un lado, en que el imperium mundi se debilita hasta el ser el reino del pecado sin redención o una banda de criminales para encon-
punto de que a veces "se niega totalmente su existencia"; de otro lado, en la trar una justificación propia, sometida sin duda a la revelación, pero que
idea de que "no hay lugar en adelante para Estados dentro del Estado"62. goza de autonomía suficiente" 68 .
El progresivo desarrollo de los reinos en detrimento de los poderes uni- El autor del Defensor pacis, Marsilio de Padua69 , ofrece una explicación
versalistas y locales encuentra también algún reflejo en las elaboraciones de las nuevas formaciones políticas que manifiesta claros signos de seculari-
teóricas. Los autores del Bajo Medioevo se referían a los reinos como aso- zación o ruptura con la tradición medieval cristocéntrica. "El Estado marsilia-
ciaciones humanas 63 ; y Tomás de Aquino, basándose en la teoría aristotéli- no -sostiene Ullmann- es una civitas o universitas civium, la cual define en
ca del hombre como animal político, llegará incluso a procurar a la comuni- términos cercanos a Tomás como una «congregatio peifecta e tenninum
dad civil un fundamento más autónomo y secularizado: "si es natural al habens per se sufficentiae». Es la consecuencia del deseo de los hombres de
hombre el vivir en sociedad, es necesario que tenga una guía dentro de la vivir juntos y poseer todas las posibilidades de alcanzar los fines a que aspira
multitud" 64 . Esta guía es el rey, cuyas funciones se deducen por analogía de el hombre" 70 • Por ello rechaza el imperialismo del Papado definiendo y limi-
las que fueron desempeñadas por el propio Dios en la creación del mundo: tando "del modo más categórico posible las pretensiones de la autoridad espi-
al rey le corresponde fundar el reino y gobernarlo 65 . La justificación de una ritual encaminadas a controlar, directa o indirectamente, la acción de los
entidad política autónoma con respecto a la comunidad eclesial se corres- gobiernos seculares"71 • Es precisamente esta visión secular de la política la
ponde, en el plano jurídico, con una concepción del Derecho natural teoló- que permite a Marsilio definir la ley como "un mandato de todo el cuerpo de
gico de signo intelectualista, que admite que, junto a la fe o revelación, tam- ciudadanos, o de su parte de más valor, que surge directamente de la delibera-
bién el conocimiento humano tiene acceso a la ley natural, al menos a sus ción de quienes están autorizados para hacer la ley... con objeto de conseguir
preceptos más universales 66 . Este optimismo en el concepto de naturaleza el mejor fin o alguna condición deseable para el hombre de este mundo" 72 .
humana se proyecta, por una parte, en una noción de lo justo objetiva e inde- Merece destacarse pues que, con independencia del tipo de organización polí-
pendiente del arbitrio divino y, por otra, en el reconocimiento de organiza- tica a favor del cual se orientase tal definición (democracia, constitución esta-
ciones políticas autosuficientes fundadas por los propios hombres: "ratio mental o absolutismo) 73 , lo cierto es que constituye un precedente de la idea
constituent civitatem" 67 . En palabras de L. Prieto, la reconciliación entre gra- de ley como expresión de una voluntad deliberada o consciente.
cia y naturaleza, entre fe y razón, se traslada al terreno político "en forma de Junto al nacimiento de los reinos, y a los consiguientes cambios que
reconciliación entre la ciudad de Dios y la ciudad terrena; el Estado deja de comienzan a apreciarse en las concepciones políticas, hay un segundo factor
contribuirá decisivamente a la formación del Derecho legal: el progreso
62 de los estudios jurídicos, y, más concretamente, el proceso de formación y
O. von Gierke, Teorías políticas de la Edad Media, cit., pp. 239 y 257.
63
Desde esta óptica, el pacto mediante el que se forma el reino sería el último de una serie
de pactos concluidos por distintas asociaciones humanas. Con todo, el pacto al que hacen refe- 68 L. Prieto, "La doctrina del Derecho natural", en J. Betegón et al., Lecciones de Teoría
rencia los autores de la última etapa de la Edad Media es de clase diferente al pacto o contrato
del Derecho, cit., p. 47.
social sobre el que teorizarán los autores del iusnaturalismo racionalista de los siglos XVII y 69 M. De Padua, El defensor de la Paz (1324). Hay una edición con estudio preliminar, trad.
XVIII. En otros términos, cabe distinguir entre el contractualismo antiguo y el moderno: si el
y notas de L. Martínez Gómez, Madrid, Tecnos, 1989.
primero pretende dar cuenta de cómo tuvo realmente lugar el nacimiento de los reinos o esta- 70 W. Ullmann, Principios de gobierno y política en la Edad Media, cit., pp. 266-267.
dos, aludiendo a sucesivos pactos asociacionales, el último concibe el contrato como un recur- 71
G. Sabine, Historia de la teoría política, cit., p. 219
so conceptual cuyo objeto es fundamentar la organización política en el consentimiento de indi-
72 M. De Padua, Defensor minar, I, 2, cita tomada de G. Sabine, Historia de la teoría polí-
viduos libres e iguales, vid. J. W. Gough, Il contralto sociale. Storia critica di una teoria
(1936), 2• edición (1957), trad. italiana de R. Casadei, Bologna, Il Mulino, 1986. tica, cit., p. 222.
64 73 A juicio de Ullmann, Marsilio postula la "concepción ascendente" o populista del
T. de Aquino, Opúsculo sobre el gobierno de los príncipes (1265), cap. I, cito por la edi-
ción de Porrúa, que recoge también los Tratados de la ley y de la Justicia de la Suma Teológica, Derecho, que constituiría el germen de la concepción democrática de la ley, por cuanto afirma
trad. y estudio preliminar de C. I. González, México, 1975, Libro I, cap. I, p. 258. que el gobierno recibe el poder del legislador, Principios de gobierno y política en la Edad
65
Ibíd., Libro I, cap. XIII, pp. 277 y ss. Media, cit., p. 268. Para Sabine, en cambio, este escritor del XIV no anticiparía la moderna con-
66 cepción democrática de la ley: de un lado, la visión de la costumbre como parte integrante de
Vid. T. de Aquino, Suma Teológica, I, II, cuestión 94, a. 6, p. 32.
67 la legislación muestra la cercanía de Marsilio a las concepciones medievales; de otro lado, su
O. Von Gierke, Teorías políticas de la Edad Media, cit., p. 241.
concepción de la ley se inscribiría en la teoría política absolutista del Renacimiento, como lo

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA

recepción del ius commune74 . Este ordenamiento tiene su origen en la inter- los juristas serán en adelante los nuevos sacerdotes y el Derecho romano
pretación que de los textos jurídicos romanos y canónicos comienza a practi- desempeñará el papel de la Biblia78 . Estas ventajas técnicas no pudieron
carse en la Italia del siglo XI, y cuyo conocimiento se irá extendiendo a par- pasar desapercibidas para las pujantes monarquías, que vieron en el
tir del siglo XIII a otros territorios de Europa donde tendrá lugar la recepción, Derecho romano un ordenamiento que, "aplicado al reino, ofrecería la posi-
esto es, la integración y adaptación de la doctrina romano-canónica a las tra- bilidad de crear sin gran esfuerzo un orden jurídico racionalizado integrado
diciones jurídicas propias y a las circunstancias de los nuevos tiempos 75 • en un centro" 79 , y que encontraron también en los juristas el personal espe-
Desde una perspectiva técnico-jurídica, la forma escrita del Derecho cializado para construir una estructura administrativa centralizada80 . Como
justinianeo permitió tomar conciencia de que el orden jurídico constituía subraya Maravall, la formación de una burocracia de juristas será un hecho
una materia de estudio específica y, por consiguiente, una normatividad decisivo: el instrumento para su actuación será "el nuevo derecho naciona-
abstracta u objetiva distinguible de otros aspectos de la realidad76 ; y esta lizado y racionalizado" que presupone "un pensamiento jurídico-formal
concepción será el presupuesto para advertir el origen deliberado del que hace del derecho un sistema calculable, objetivo y ajeno a todo criterio
Derecho legal en comparación con el modo de surgimiento espontáneo de mágico o meramente ritual en su aplicación, convirtiendo en cambio a ésta
la costumbre. Por otra parte, la recepción supuso la aparición de jurisperi- en una operación racional, casi como una operación de medir" 81 •
tos o profesionales del Derecho, cruciales para la futura formación del Pero la difusión del ius commune también favorece el nacimiento del
Derecho legal 77 y para el desarrollo de la estructura burocrática del Estado: nuevo Derecho legal desde el punto de vista político-ideológico, por cuanto
aquél muestra la coincidencia entre el orden jurídico y la voluntad del poder.
Con razón puede decirse que algunos principios procedentes del Derecho
prueba el hecho de que Marsilio enfatice los obstáculos de la doble jurisdicción eclesiástica y
Romano, como los de princeps legibus solutus est, quod principi placuit
secular, y, en consecuencia, la conveniencia de un principado unificado y supremo, Historia de
la teoría política, cit., pp. 223-224. Esta última interpretación de Marsilio como sostenedor de legis habet vigorem, rex est animata lex, o del Derecho Canónico, como el
la concepción absolutista y no de la democrática de ley resulta explicable a la luz de la cultura de Summa Sedes a nemine iudicatur, prestaron un servicio inestimable a las
político jurídica de la época, pues, como explica Gierke, "en la Edad Media la idea de sobe- tesis absolutistas 82 . Resulta significativo a este respecto que los juristas del
ranía del pueblo está conectada en múltiples formas con la idea de soberanía del gobernante (de Bajo Medioevo afrontasen la formación de los reinos realizando una "parti-
modo que) pueden construirse sobre esta base los sistemas constitucionales abstractos más
cularización del espíritu universalista del Derecho romano" 83 : "a partir de
diversos: desde el absolutismo fundado en la enajenación de la voluntad del pueblo, pasando
por la monarquía constitucional, hasta la soberanía popular republicana", Teorías políticas de Bartola -dice Gierke- se establece de forma cada vez más tajante la distin-
la Edad Media, cit., p. 150 (cursiva añadida).
74 Así, sostiene E. Gómez Arboleya que la recepción del Derecho romano se inscribe en el
78 "La autoridad secular de las obras romanas parecía a los juristas, como juristas, más valio-
mismo proceso que dio lugar al despliegue del Estado moderno, dado que "no fue un aconteci-
miento originado por el Derecho privado, sino por las necesidades del Estado moderno naciente", sa e importante, y un testimonio más convincente que la literatura sagrada, de modo que incluso
"Supuestos cardinales de la ciencia jurídica moderna", en Estudios de Teoría de la sociedad y del se llegaba a citas bíblicas literales preferentemente a través de un rodeo, es decir, citando los volú-
Estado (1962), 2• edición, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1982, pp. 413 y ss. menes del Derecho romano", E. H. Kantorowicz, Los dos cuerpos del rey. Un estudio de teología
75 Vid. en general P. Koschaker, Europa y el Derecho romano (1947), trad. de J. Santa Cruz política medieval (1957), trad. de S. Aikin y R. Blázquez, Madrid, Alianza, 1985, p. 120.
79 M. García-Pelayo, "Del mito y de la razón", cit., p. 1107.
Tejeiro, Madrid, Ed. Revista de Derecho Privado, 1955, pp. 101 y ss.
76 Así, a propósito de la producción normativa del papado, fiduciaria de la tradición 80 "Fueron los burócratas semiprofesionales adiestrados en el Derecho romano quienes pro-

romanista, resalta Ullmann que "los decretos presentaban una redacción excelente; las consi- porcionaron los servicios ejecutivos fundamentales de los nuevos Estados monárquicos", P.
deraciones jurídicas eran discutidas y resueltas con admirable claridad; las directrices dadas, Anderson, El Estado absolutista (1974), trad. de S. Juliá, Madrid, Siglo XXI, 1984, p. 23. Por
claras y precisas", de modo que "puede decirse, con seguridad, que existen muchísimos eso, el Derecho de juristas favorece el centralismo y, aunque parezca paradójico, "no puede
aspectos en la producción legislativa papal... que influyeron fuertemente en el pensamiento hablarse, pues, de una actitud hostil del Derecho de juristas contra el Derecho legal. Más bien
jurídico y constitucional de Europa Occidental", Principios de gobierno y política en la Edad ocurre lo contrario", P. Koschaker, Europa y el Derecho romano, cit., pp. 264 y 269.
8 1 J. A. Maravall, Estado moderno y mentalidad social (1972), Madrid, Alianza, 1986, vol.
Media, cit., p. 71.
77 La formación de un Derecho legal y racionalizado se halla, en palabras de B. Pendás, II, pp. 444 y SS.
82 Así lo señala J. Varela Suanzes, "La soberanía en la doctrina británica (de Bracton a
"indisolublemente unido con el renacimiento del Derecho romano y el surgimiento del nuevo
estamento profesional de los juristas", "Estudio preliminar", en O. von Gierke, Teorías políti- Dicey)", Fundamentos. Soberanía y Constitución, 1 (1998), p. 96.
cas de la Edad Media, cit., p. LXX. 83 M. García-Pelayo, "Del mito y de la razón", cit., p. 1105.

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RACIONALIDAD LEGISLATIVA

ción entre comunidades que reconocen un Superior y las que no lo admiten, como pone de manifiesto Tarello, uno de los datos que confirman la pervi-
así como la equiparación de estas últimas al imperium" 84 • En este sentido, la vencia de un Derecho no legal o particularista, incluso en épocas próximas a
fórmula rex imperator in regno suo est, o también la análoga española de la codificación, era la vigencia de un Derecho común 88 .
que el rey es "par del emperador" y que Maravall encuentra referida nada Pero el reino, como ya hemos apuntado, no sólo se apropia de las facul-
menos que a Fernando I85 , sirvieron para pertrechar al rey de las mismas tades y representaciones del Imperio, sino también de las que había forjado
facultades que el emperador, sólo que restringidas al ámbito de su reino. una Iglesia con vocación de poder universal. En este sentido, en el fortaleci-
Merced a dicha fórmula se evitaba identificar la recepción del Derecho miento de las prerrogativas reales se aprecia el acervo teórico de origen
romano con el reconocimiento de la autoridad imperial y se satisfacía, en curialista destinado a sostener la supremacía espiritual frente a la temporal 89 •
cambio, el interés regio de ejercer el poder en el espacio de su territorio sin Kantorowicz lo describe perfectamente: "la antigua idea de la realeza litúr-
sujeción a límites. Por lo demás, el Derecho justinianeo pudo prestar un gica se disolvió paulatinamente y dio lugar a un nuevo modelo de realeza
apoyo suplementario al Derecho de carácter legal gracias a las prohibiciones centrado en la esfera del Derecho, que no carecía de misticismo propio. El
de interpretación que aquél establecía86. nuevo «halo» comenzó a descender sobre el incipiente Estado nacional y
Convendría, no obstante, matizar la repercusión de la tradición romanista secular, encabezado por un nuevo pater patriae, cuando el Estado empezó a
en la formación del Derecho legal, pues aunque inicialmente favoreció su reclamar para su propio aparato administrativo y para sus instituciones
nacimiento, suministrando una vigorosa construcción doctrinal al servicio del públicas una sempieternidad o perpetuidad que hasta ahora sólo se había
emergente poder regio, con el tiempo se convertiría en una fuente rival para atribuido a la Iglesia y, por el Derecho romano y los civilistas, al Imperio
el mismo. En efecto, el ius commune se consolidó como un Derecho de jmis- romano: Imperium semper est. Evidentemente, la dicotomía medieval, de
tas, o sea, de cuño doctrinal y jurisprudencia!, y, en la medida en que tal orde- sacerdotium y regnum, fue sustituida por la nueva dicotomía entre Rey y
namiento llegó a representar una fuente de producción normativa al margen Derecho. En la Era de la Jurisprudencia, el Estado soberano adquirió una
o.en contra de.la le~ del rey-soberano, se convirtió en la principal rémora jurí- santificación de su esencia independiente de la Iglesia, si bien paralela a ella,
dica para la vigencia del Derecho legal durante el absolutismo 87 . De hecho, y asumió la eternidad del Imperio romano al tiempo que el rey se convertía
en «emperador dentro de su propio reino». Pero esta santificación del status
84 regis et regni, de las instituciones y utilidades del Estado, de sus necesida-
O. von Gierke, Teorías políticas de la Edad Media, cit., p. 256.
85
J. A. Maravall, El concepto de Espaíia en la Edad Media (1954), Madrid, Centro de
des y emergencias, hubiera quedado incompleta si el nuevo Estado no se
Estudios Constitucionales, 1981, pp. 435 y ss.
86
Vid. P. Salvador Coderch, "La ÍlzteqJretatio necessario", en La Compilación y su historia.
Estudios sobre la codificación y la inte1pretación de las leyes, Barcelona, Bosch, 1985, p. 237. división se justifica que "la declaratio de un texto es únicamente su comprensión, actividad na-
87
Aunque la interpretación de los textos jurídicos fue en un primer momento severamente tural y necesaria pues sin entender un texto no cabe obedecer lo que manda" y, dado que "sería
prohibid~, la doclrina evolucionó reconociendo amplias facultades interpretativas a los juristas. absurdo pensar que tampoco resulta posible realizar la declaratio del mismo", sólo se prohibía
Los propiOs glosadores, supuestamente al servicio del poder imperial, estimularían la interpre- la interpretación correctiva, esto es, la extensío o restrictio del texto. Los comentaristas encu-
tación de los textos del Derecho justinianeo mediante una interpretatio abrogans de las severas bren que la interpretación que realizan los juristas pueda ser una auténtica fuente de Derecho,
prohibiciones que establecía el C01pus iuris. Así, en primer lugar, los glosadores consideraron y sin embargo denuncian que cuando el príncipe interpreta crea intolerablemente Derecho. En
que las prohibiciones interpretativas justinianeas afectaban solamente a los textos del Corpus suma, el Derecho romano-canónico, por su perfección técnica y por manifestar una concepción
iuris, y no a la costumbre, cuya interpretación judicial se consideraba necesaria y dotada de política que anticiparía el absolutismo, pudo sentar las bases del Derecho legal. Pero en la medi-
valor general; en segundo lugar, las prohibiciones prácticamente desaparecen en los casus da en que se trata de un Derecho elaborado por los juristas tenía posibilidades de convertirse en
dubius, que e~ principio demandan la atención del príncipe, pero como lo más frecuente era que una fuente de producción jurídica obstaculizadora de la primacía de la ley, P. Salvador Coderch,
el rey .no pud1er~ atender el supuesto, la interpretación judicial devenía necessario y specialis, "La inte1pretatio necessaria", cit., pp. 235-242.
es de~u·, necesana para ese su~uesto particular; por fin, los glosadores admiten la interpretación 88
Adviértase, no obstante, que por "Derecho común" puede entenderse no sólo el ius
doctnnal que, aunque se considere "no necesaria" o probabilis, constituye una excepción a las commune romano-canónico, sino cualquier Derecho supletorio o residual de los derechos
prohibiciones justinianeas. Posteriormente, los comentaristas incentivan la interpretación por particulares, como, por ejemplo, la costumbre, G. Tarello, Storia delta cultura giuridica
parte de los juristas en detrimento del príncipe. A este propósito se orienta la distinción que for- moderna, cit., pp. 29-30.
mulan entre interpretación correctiva y declarativa, y que aparece, como ilustra P. Salvador 89
Vid. W. Ullmann, Historia del pensamiento político en la Edad Medía (1965), trad. de
Coderch, en el famoso comentario de Bartola a la 1. Omnes populi, D. 1, 1, 9. A través de esa R. Vilaró, Barcelona, Ariel, 1983, pp. 107 y ss.

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RACIONALIDAD LEGISLATIVA

halla legibus solutus, es decir, desligado de toda autoridad o libre de todo


hubiese equiparado también con la Iglesia en su~ aspe~t~s corporativos
límite. Las notas de la soberanía se trasladan al príncipe, a quien se le
como un corpus mysticum secular" 90 . Por dos cammo.s dist~ntos, el de los
reconoce la condición de legibus solutus pero también la potestad de crear
juristas civiles, que recuperaban el Derecho romano Imp~nal, Y el. ~e los en exclusiva el Derecho. De este modo, la soberanía estatal encarnada en
curialistas, que habían elaborado una teoría de la soberama al serviCIO del
la persona del príncipe puede considerarse un primer estadio en la con-
Papa9I, la nueva entidad política del reino se nutría de argumentos en favor
cepción racional o artificial del orden jurídico; en ella, la fuente del
de su supremacía política. Derecho es la ley, entendida como producto del acto normativo de un sobe-
rano estatal. El Estado moderno contribuye así a la formación de la ley
como categoría jurídica que tiende a hacer efectiva la ecuación "Derecho
2. La ley en el Estado moderno igual a voluntad del Estado" y a justificar sin ambages que auctoritas, non
ve ritas facit legem.
Aunque el paso hacia nuevos modos de organización política, que repre- Esta fusión entre el Estado como forma de organización política del
senta uno de los presupuestos del nacimiento del Derech.o legal, aparece la mundo moderno y la ley como instrumento normativo de su voluntad apare-
reflejado en algunos autores del Bajo Medioevo, el despliegue de 1~~ t~or~as ce bien ilustrada en autores como Maquiavelo o Bodino, representativos
del Estado moderno tendrá lugar en lo que se ha dad~~~ llamar el. trans~to ambos de una "flamante teoría política que ... funda la investigación del pro-
a la modernidad" 92 , cuando coincidan la quiebra defimtiVa d~l ~mversahs­ blema social en la relación del hombre con el hombre y ya no en la relación
mo político, la sólida base jurídica d~l- Dere~~o romano canomco y, sobre del hombre con Dios" 95 . Según Cassirer, fue Maquiavelo (1469-1527) "el
todo, un proceso adicional, la renovacwn espintual de la Reforma. El ~~a~o primer pensador que se percató completamente de lo que significaba en ver-
del ideal político cristocéntrico que tendría lugar con la Ref?rma permitlna, dad esta nueva estructura política" del Estado 96 . Por el mismo motivo que el
_¡:ecto al Estado moderno "liberarse -en palabras de Memecke- de todas escritor florentino acoge una visión plenamente secularizada del Estado,
en e1' , · 1 ·
las vinculaciones espirituales que le coartaban, y, co~o P?~encia. secu anza- descarta toda visión suprapositiva de la ley: la organización política no es
d autónoma, realizar todas las maravillas de orgamzacwn raciOnal de los la obra de Dios, ni un fenómeno natural, sino el resultado de la acción deli-
a Y · · ·
siglos siguientes, tan Immagmables · " 93 .
par~ la E d a.d M ed Ia . ., berada de los hombres, un "artificio" con sus propias reglas de funciona-
Una de esas maravillas a que se refiere Memecke es la apancw~ de la miento97. En palabras de Díez del Corral, en la política de Maquiavelo
idea de soberanía como un atributo indisociable de las nuevas enti.dades "puede descubrirse sin dificultad la abocetada noción del nuevo Estado téc-
't'cas94 . La soberanía se identifica con un poder que en el extenor
po l II . . de nico y jurídico, donde el poder se ejerce mediante el Derecho y el Derecho
sus fronteras superiorem non recognoscens y que de cara al mtenor se se consolida y garantiza gracias al poder" 98 . De hecho, cuando Maquiavelo
se refiere a la ley expresa con claridad meridiana una idea coactiva del
Derecho: las buenas leyes y las buenas armas son los principales fundamen-
90E. H. Kantorowicz, Los dos cuerpos del rey, cit., p. 187. tos que pueden tener los Estados, pero "no puede haber buenas leyes donde
91Vid. F. Calasso, 1 glossatori e la teoría delta sovranita, Milano, Giuffre, 1957. no hay buenas armas, y donde hay buenas armas las leyes han de ser nece-
92 Vid. sobre las causas y consecuencias de este proceso G. Peces-Barba, Tránsito a la

modernidad y derechos fundamentales, cit. .


93 F. Meinecke, La idea de la razón de Estado en la Edad M~derna (1952), Estu~IO
95 H. J. Laski, El liberalismo europeo (1936), trad. de V. Miguélez, ¡a ed. en español de
Preliminar de L. Díez del Corral, trad. de F. González Vicén, Madnd, Centro de EstudiOs
Constitucionales, 1983, p. 42. . 1939, México, Fondo de Cultura Económica, 1984, p. 18.
96
94 Como destaca Gierke, la soberanía que ahora se predica de los reinos es un concepto on- E. Cassirer, El mito del Estado (1946), trad. del inglés de E. Nicol, México, Fondo de
ginal con respecto a cualesquiera de los otros de los que hablaba la doctrina medieva~: en estos Cultura Económica, 1947, p. 160.
97
últimos "en primer lugar, hay acuerdo unánime en que el poder soberano, aun supenor a todo "El Estado como artificio": así califica J. A. Maravall el capítulo I de su Estado moder-
Derecho positivo, está sujeto a los límites fijados por el Derecho natural. En segundo lugar, no y mentalidad social, cit.
98
· t P-1 mi'smo convencimiento unánime de que el concepto de soberano en modo alguno
eXIS e ~ .. L. Díez del Corral, "Estudio preliminar", en F. Meinecke, La idea de la razón de Estado,
excluye una pretensión jurídica independiente, por parte de lo~ suj~tos no soberanos, a partici- cit., p. XXX.
par en el poder del Estado", Teorías políticas de la Edad Medw, cit., p. 247.

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RACIONALIDAD LEGISLATIVA

sariamente buenas"99. Para Maquiavelo, pues, la ley no es nada sin la fuer- ca de la ley 104 . De otro, la forma de ley parece avalar la legitimidad moral
za· el Estado monopoliza o tiende a monopolizar la fuerza y, en esa misma del gobernante. Mesnard lo describe perfectamente: "el rey se conforma a la
m~dida, la producción del Derecho a través de la ley se convierte también en ley, pero no se le impone desde fuera ... No hay ninguna distancia entre el
un monopolio del Estado. / . ./ príncipe y la ley allí donde los príncipes se obligan a sí mismos, y tal es el
Maquiavelo defendió en su tiempo la m~s desc~r~ada VISIOn ?e la caso, observa Jean Bodin, de la mayor parte de los soberanos cristianos" 105 .
política wo, por lo que suele considerarse el. pn~.er teonco de la razo~ de Desde una óptica igualmente laica, aunque más preocupado que
Estado, "máxima del obrar político" que JUStifica adoptar cualesqmera Maquiavelo por la legitimidad del poder, Bodino expone la idea de ley en
101 estrecha relación con el concepto de soberanía. La soberanía se define como
medios a fin de lograr e incrementar el poder . Este autor, en efecto,
aísla la política de la moral y del Derecho: aquélla .se rige por s.us propias "el poder absoluto y perpetuo de una república" 106 , y precisamente el primer
máximas como el engaño, la coacción, etc., destmadas a satisfacer los atributo del príncipe soberano es, escribe Bodino, "el poder de dar leyes a
fines e intereses propios del gobierno, de modo que la acción política está todos en general y a cada uno en particular... sin consentimiento de superior,
sustraída a las normas morales, pero también a los cauces formales del igual o inferior" 107 ; todos los demás derechos y atributos de la soberanía
Derecho· de hecho, él fue el primer teórico que sostuvo que la ley no esta- están comprendidos en dicho poder. La ley implica un modo de creación del
ba por e~cima del gobernante, sino al revés, al /servicio de ~us necesida- Derecho nuevo y opuesto a la costumbre: mientras ésta "adquiere su fuerza
deslo2. Para Maquiavelo, por tanto, la ley es mas una argucia de las que poco a poco y por el consentimiento común, durante largos años, de todos o
puede servirse el gobernante para ejercer su dominio que la forma especí- de la mayor parte ... , la ley se hace en un instante y toma su fuerza de aquél
fica 0 el único vehículo de la acción política estatal. Con todo, su con- que tiene el poder de mandar a todos. La costumbre fluye dulcemente y sin
cepto de ley es plenamente moderno y se vincula a la idea de ordenación compulsión. La ley es ordenada y promulgada por un acto de poder... La ley
. . 103
estable, racional, calculada y ommcomprensiVa · puede anular las costumbres, pero la costumbre no puede derogar la ley... la
Bodino (1530-1596), por el contrario, sí presenta la ley como vehículo costumbre sólo tiene fuerza por tolerancia y en tanto que place al príncipe
fundamental de la acción política estatal, tal vez porque articula de modo soberano, quien puede convertirla en ley mediante su homologación. En
también distinto las relaciones entre la política, la moral Y el Derecho. De un consecuencia, toda la fuerza de las leyes civiles y costumbres reside en el
lado, la política y el Derecho quedan conectados a través de la forma jurídi- poder del príncipe soberano" 108 . La ley, en suma, "no es otra cosa que el
mandato del soberano que hace uso de su poder"; aunque no carece de lími-
tes morales, el príncipe no está jurídicamente sujeto a su propia ley, pues,
dice Bodino, "es imposible ... imponerse algo que depende de la propia
99 N. Maquiavelo, El príncipe (1513), Estudio preliminar de A. Martínez Arancon, trad. y
voluntad" 109 . El príncipe gobierna la república mediante leyes que, "por más
notas de H. Puigdomenech, Madrid, Tecnos, 1988, cap. XIII, PP· 47-48.
100 Según Gierke, dado que en la Edad Media el "sobei:ano" se ?resentaba,to~avía ligado a
la ley moral 0 al Derecho natural, "cuando Maquiavelo baso s.u teona.~e !.os pn.ncipes sobre esa
desvinculación, les parecía a los hombres de su tiempo una I~novac.I~n maud1ta Y a 1~ :ez un 104
Para Bodino el Derecho constituye la "condición inexcusable para la realización de los
crimen monstruoso. Se sentaba así el fundamento de una consideraciOn puramente ~oht1ca del fines políticos, con lo cual abrió paso a la idea del moderno Estado de Derecho", "Introducción"
Estado", Teorías políticas de la Edad Media, cit., pp. 237-238. de P. Bravo a la edición española de Los seis libros de la República (1576), trad. de P. Bravo
101 F. Meinecke, La idea de la razón de Estado, cit., p. 3. Vid. una aproximación también (de la edición francesa de 1593), Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1966, p. XXXIII.
105
histórica al tema en E. Fernández, Entre la razón de Estado y el Estado de Derecho. La racio- P. Mesnard, lean Bodin en la Historia del pensamiento, Introducción por J. A. Mm·avall,
nalidad política, Madrid, Dykinson, 1997, pp. 5 y ss. Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1962, p. 70. ·
106
102 Vid. F. M. Hinsley, El concepto de soberanía, trad. de F. Morera Y A. Alaudí, Barcelona, J. Bodino, Los seis libros de la República, cit., Libro I, cap. VIII, p. 141. El poder del sobera-
Labor, 1972, p. 97. no es perpetuo, es decir, no limitado temporalmente, y absoluto, es decir, "exento de la autmidad de
103 F. J. Conde insistió en el carácter central que tiene el valor del orden en el modelo polí- las leyes. El propio término latino ley implica el mandato de quien tiene la soberanía", Ibíd., p. 147.
107 Ibíd., Libro I, cap. VIII, p. 168.
tico de Maquiavelo. Es verdad que la ley 0 el Derecho no. so_n .los ún.ico? instrumentos al servi-
cio del poder, pero un Estado perfecto requiere un "orden JUndic~ umtano ... donde to~o se h~lla 108
Ibíd., Libro I, cap. X, pp. 168-169.
racionalmente previsto y calculado", El saber político en Maquwvelo (1947), Madnd, Revista 109
Ibíd., Libro I, cap. VIII, p. 157. El soberano no está sujeto a ninguna ley positiva, pero
de Occidente, 1976, p. 96. sí a las leyes divinas y naturales, así como a ciertas leyes humanas comunes a todos los pue-

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA
RACIONALIDAD

que se fundamenten en buenas y vivas razones, sólo dependen de su pura y El Derecho legal será un aliado indispensable de la monarquía y de su
verdadera voluntad" 110 • vocación centralizadora, ya que el monopolio de la creación del Derecho
Sin duda los desarrollos teóricos pioneros en la presentación del Estado mediante una fuente que se quiere suprema y excluyente suponía como es
como unidad política soberana 111 tuvieron decisiva importancia en orden a obvio cercenar los poderes feudales y, en general, liquidar el particularismo
conferir una orientación moderna al pensamiento jurídico, por cuanto gra- jurídico propio de las etapas anteriores. De hecho, la caracterización de la
cias a ellos resultaba patente que el origen del Derecho no se encuentra pri- ley a la que nos hemos referido, efectuada por los teóricos del absolutismo
mordialmente en tradiciones o costumbres jurídicas espontáneamente origi- en el XVI, como Maquiavelo o Bodino, evidenciaba ya el peso político
nadas, sino en actos consciente y deliberadamente destinados a la creación ganado por los reinos y una incipiente secularización de la esfera política.
de normas 112 • En consecuencia, la idea de Derecho legal que surge en la for- Sin embargo, la realidad jurídica distaba de satisfacer por completo aquel
mación del Estado absoluto puede considerarse un hito fundamental en el modelo. Hasta finales del XVIII, el Derecho legal tuvo que convivir con las
proceso general de evolución en la forma de ser y de concebirse el orden fuentes medievales de creación jurídica.
jurídico 113 • El significado de la ley a partir del Renacimiento es, en suma, el En efecto, el Derecho regio no pudo fácilmente imponerse a la costumbre,
de fuente del Derecho que, a diferencia de la costumbre, refleja la voluntad y en particular a la desuetudo o costumbre negativa, que en la práctica se
del soberano estatal, personalizado en la figura del rey absoluto 114 • seguía concibiendo como norma jurídica en igualdad o incluso por encima de
la ley. Es verdad que los monarcas frecuentemente trataban de reaccionar fren-
blos, como las que imponen la obligación de cumplir las promesas: "sigue siendo válida la te al reconocimiento de valor a la costumbre contra legem dictando el deno-
máxima según la cual el príncipe soberano puede, sin consentimiento de los súbditos, derogar minado decretum irritans, cuyo objeto era confirmar la superioridad de la ley
las leyes que ha prometido y jurado ... Pero si no hay justa causa para anular la ley que prome- frente a la costumbre 115 • Pero la tensión ley-costumbre se mantuvo durante el
tió mantener, el príncipe no puede, ni debe, ir contra ella", Ibíd., p. 146. período de construcción del Estado moderno, entre otras razones porque tanto
110 Ibíd., p. 147.
la doctrina del ius commune como los teólogos y filósofos de la Escuela
111 Junto a las reflexiones de Maquiavelo o Bodino sobre la soberanía, puede hacerse men-
ción de autores de la Escuela española del Derecho natural, los cuales, en la medida en que pre-
Española del Derecho Natural sólo concedían la igualdad entre ley y costum-
tenden legitimar la conquista en América, se refieren principalmente a la soberanía de cara al bre. En otras palabras, la tesis de la superioridad de la ley y de su poder dero-
exterior o en el ámbito de las relaciones entre Estados. No obstante, la soberanía como poder gatorio de la costumbre, sostenida por ejemplo por Bodino, fue hasta la
que no reconoce superior no presenta aquí rasgos tan acusados como en o~ros d~sarrollos del Codificación rninoritaria 116 • Asimismo, cualesquiera que fueran las opiniones
concepto, en el sentido de que, por ejemplo Vitoria, sujeta todavía las relacwnes mterestatales de reyes y teóricos del absolutismo, en este período continúan vigentes nor-
a Jos preceptos de un Derecho natural o de gentes común a todos los pueblos que regula, entre
otras cosas, los requisitos y condiciones de la guen·a, vid. L. Ferrajoli, "La soberanía en el
mas jurídicas con origen en la praxis judicial y doctrinal que tomaban por base
mundo moderno", cit., p. 127. el ius cornmune, que, por lo demás, era el Derecho que primordialmente se
112 Por ello afirma Matteucci que la Edad Moderna revoluciona las concepciones del estudió en las Universidades durante todo el Antiguo Régimen 117 •
Medioevo en "la toma de conciencia de un nuevo poder, el de «hacer» las leyes", que sirve para
gobernar mediante mandatos jurídicos válidos el comportamiento de los súbditos. "Antes la
escasa actividad legislativa se entendía como una simple declaración del derecho, de acuerdo e la ley (statute law) como modo de producción del Derecho deliberado o consciente y el
integración con las normas consuetudinarias; ahora, por el contrario, aparece una concepción Common Law como Derecho tradicional de Jos ingleses no se presente en términos tan exclu-
voluntarista o decisionista del derecho, que afirma que el ius es tal quia iussum y no quia ius- yentes; y de ahí también que la ley no se conciba como el instrumento del absolutismo, según
tum, porque auctoritas, non ve ritas facit legem", N. Matteucci, Organización del poder y liber- ocurre en el continente, sino que se vincule a la acción del Parlamento. Vid. M. García-Pelayo,
tad. Historia del constitucionalismo moderno (1976), Presentación de B. Clavero, trad. de F. J. Derecho constitucional comparado, Madrid, Alianza, 1993, pp. 251 y ss.; G. Peces-Barba,
Ansuátegui Roig y M. Martínez Neira, Madrid, Trotta, 1998, p. 33. Tránsito a la modernidad y derechos fundamentales, cit., pp. 34 y ss.
115
113 Al respecto señala M. Atienza que "la existencia de una legislatura significa un «progre-
Así lo recuerda L. Hierro, "La paradoja de Portalis (sobre la fuerza normativa de la cos-
so» en el desmTollo del Derecho"; un progreso que se explica porque en sociedades con un cier- tumbre contra legem y, particularmente, de la costumbre negativa también llamada desuso)", en
to nivel de complejidad la racionalidad teleológica no podría Iogrm·se con mecanismos puramen- Horizontes de la filosofía del derecho. Homenaje a Luis García San Miguel, V. Zapatero (ed.),
te jurisdiccionales, Contribución a una teoría de la legislación, Madrid, Civitas, 1997, p. 98. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Alcalá, 2002, nota 31, p. 143.
1
4 1 6 Ibíd., pp. 141-148.
11 La afirmación debe ser matizada para Inglaterra, cuya evolución política explica una
117
temprana formación del Estado con fuerte presencia estamental. De ahí que la oposición entre Por ello, el régimen absolutista tratará de introducir el estudio del Derecho regio én la
instrucción de los juristas. Vid. G. Tarello, Storia delta cultura giuridica moderna, cit., p. 100.

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Puesto que la monarquía absoluta no tenía más remedio que tolerar fuen- remolque de las situaciones, todavía se muestra en ella la 'cosificación' del
tes del Derecho de origen distinto a sus propias decisiones o actos normati- Derecho típica de la alta Edad Media frente a su 'objetivación', típica del
vos, el concepto de "Derecho legal" que cabe manejar en este período com- mundo moderno" 119 •
prende no sólo el inmediatamente creado por el príncipe, sino también el Por último, entre las medidas destinadas a garantizar la prevalencia del
conformado sobre la base de normas que éste sancionara de algún modo, Derecho regio destaca una de suma importancia: la versión absolutista de la
aunque su origen directo se hallase en la costumbre, la praxis jurispruden- interpretación en ejercicio de la iurisdictio. La interpretación de los juristas,
cia!, etc. Y esta laxitud del concepto de ley del absolutismo se pone de mani- a través de la cual se expresaba el ius commune, representaba un potencial
fiesto en el tipo de medidas destinadas a hacer efectiva su primacía. En este modo de creación jurídica al margen de (o contrario a) la voluntad del
sentido, destaca, en primer lugar, la estrategia monárquica de disponer por monarca expresada en la ley 120 • De este modo, además de mantenerse viva
ley la jerarquía normativa, lo que, por cierto, hacía de la ley una norma la costumbre, el orden jurídico incorporaba normas que ni siquiera coin-
suprema, si no en el sentido formal o jurídico, sí en el lógico o kelseniano cidían con las de los textos romanos o canónicos originales, sino que se
de norma normarum, de norma que regula la creación o el valor de las habían gestado a través de las opiniones vertidas en sentencias de Tribunales
demás normas. Castilla procura un claro ejemplo, porque el Ordenamiento superiores, en la Rota Romana o en los consilium de la literatura doctrinal
de Alcalá (1348) sigue reconociendo fuentes jurídicas extralegales pero arti- como pone de manifiesto el frecuente recurso a la communis opinio. L~
cula el Derecho castellano sobre la base del Derecho regio. Muy brevemen- reacción monárquica a este problema consistió en restringir lo más posible
te, mientras resultó prácticamente imposible centralizar las formas de crea- las facultades interpretativas de los juristas, ampliando en cambio al máxi-
ción del Derecho, la monarquía se conformaba con lograr que los antiguos mo las del monarca, por ejemplo mediante la asignación a la interpretatio
modos de producción jurídica pasaran por el tamiz de la voluntad estatal en principis de eficac~a o valor general, es decir, para supuestos distintos del
la mayor medida posible 118 • caso concreto 121 • Esta sería la precaución adoptada, por ejemplo, en el
Al mismo propósito fortalecedor de la ley frente a otros modos de crea- Ordenamiento de Alcalá y en las Leyes de Toro (1505), que, confirmando la
ción jurídica respondería, en segundo lugar, la técnica de las compilaciones absoluta primacía de la interpretatio principis, expresarán la doctrina oficial
jurídicas, basada en la elaboración de documentos que reunían fuentes de de la interpretación durante los siglos XVI y XVII en Castilla.
Derecho de distinta índole, como pragmáticas u ordenanzas regias, usos, Con todo, y aun cuando el príncipe en ningún caso tuviera intención de
sentencias judiciales, doctrina, etc. El objetivo sería compilar el Derecho de perder atribuciones en lo que respecta a la interpretación y aplicación del
los reinos en los que el poder regio gozaba de solidez, imponiéndolo a con- Derecho, esta facultad dejará de ser el rasgo que defina su posición política.
tinuación a territorios donde en cambio la normativa monárquica tenía Si se quiere, el absolutismo transforma la idea consuetudinaria del Derecho,
mayores dificultades para gozar de presencia efectiva. Esta técnica abre,
como indica García-Pelayo, "una nueva dirección jurídica, pero todavía a 119
M. García-Pelayo, "Del mito y de la razón", cit., p. 1105. Si se quiere, la técnica recopila-
dora propia de la última fase del proceso de recepción del ius commune se diferencia radicalmen-
te de la téc~ica legisladora y codificadora de la Ilustración, pues si las recopilaciones operaban
Esta adaptación de los estudios no estuvo, no obstante, exenta de dificultades, como lo demues- transformaciOnes "de un modo espontáneo y, en todo caso, casuístico", la legislación ilustrada no
tra el hecho de que el estudio del Derecho regio se abriera paso, no como objeto específico, sino pretende acumular la normativa anterior, sino construir ex novo el Derecho, Ibíd., p. 1092.
120
como estudio comparativo entre éste y el Derecho romano, M. Peset, "Derecho romano y De hecho, la doctrina absolutista de la interpretación plantea los casos dudosos como
Derecho real en las Universidades del siglo XVIII", Anuario de Historia del Derecho Espaíiol, una cuestión acerca de cuál ha sido la voluntad del soberano y, como señala P. Salvador
45 (1975), pp. 273-339. Coderch, llevada al extremo la doctrina de la voluntad del legislador "conducía inevitablemen-
118 A este respecto indica Tomás y Valiente que en el período de formación del Estado te a restrin~i~ ~ucho o incluso a prohibir la interpretación judicial: el juez no debe interpretar
moderno en España convivían en realidad tres tipos de ordenamiento: el creado por el rey, los una ley defmtt1vamente oscura. Eso supone .. ponerse en el lugar del legislador, crear y no apli-
viejos Derechos municipales y el ius commune romano canónico. Normalmente será el Derecho car derecho", "La inte11Jretatio necessaria", cit., p. 264.
121
regio (o el nacido por acuerdo entre el rey y las Cortes) el que establecerá la jerarquía entre En realidad, la doctrina de la interpretación jurídica de la monarquía absoluta retomaba
aquéllos. No obstante, la coexistencia e integración de los diversos ordenamientos se realiza la doctrina romanista originaria, por cuanto recuperaba las severas prohibiciones interpretativas
sobre la base del Derecho común, técnicamente más perfecto y evolucionado, "Manual de del Dere~ho romano justinianeo, atribuyendo en exclusiva al rey la inte1pretatio generalis y
Historia del Derecho español", cit., p. 1096. necessarza, que a estos efectos ocupaba el mismo lugar que el emperador, Ibíd., pp. 256-257.

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en el sentido de que resta importancia a la función jurisdiccional para atri- consuetudinario y la creación consciente o deliberada del monarca a través
buírsela a la función legislativa. En la etapa medieval, en efecto, el desem- de la ley, la jurisdicción deja de ser el único tipo de actividad jurídica y se
peño de funciones jurisdiccionales era la principal insignia del poder políti- convierte, como evidencia la doctrina de la interpretatio principis, en un
co. En el Estado absoluto, en cambio, el soberano no sólo pretenderá acumu- medio más, junto a la legislación general, para expresar la ilimitada volun-
lar facultades jurisdiccionales, sino también y ante todo monopolizar la crea- tad del monarca. El segundo tendrá lugar en la Ilustración, pues sin abdicar
ción del Derecho 122 . Es más, la legislación se convierte en la atribución pri- de esa vocación monopolizadora sobre el Derecho, la ley ilustrada, que tam-
mordial del monarca: "el rey-juez se convierte en el rey-legislador" 123 • "El bién se postulará como racional, afirmará su supremacía concibiendo la apli-
rey ya no es únicamente juez de un Derecho encontrado, pero no creado por cación del Derecho como una operación por completo sometida a la ley.
él, sino que, sin perder la calidad de juez, no sólo se convierte en legislador,
sino que la facultad de legislar es la nota característica de la dignidad real" 124 •
Ahora bien, que la concepción absolutista de la ley otorgue carta de natu-
raleza propia a la función de legislar no significa que con ella se planteara la 3. El iusnaturalismo racionalista y su contribución al concepto ilustra·
necesidad de distinguir netamente entre legislación y jurisdicción. Ambas se do de ley
contemplan, por el contrario, como dos alternativas con las que cuenta el
gobernante para ejercer un poder que se postula como absoluto e ilimitado. 3. l. El camino de la secularización
Y es que "el Antiguo Régimen -destaca P. Salvador- no conoce la separa- Hasta aquí se ha intentado mostrar las circunstancias que mayor inci-
ción de poderes. Todos están concentrados en el Monarca y, por tanto, tam- dencia tuvieron en el nacimiento de la ley en el tránsito a la modernidad. En
bién el de interpretar (con fuerza incluso de ley) lo que al fin y al cabo no particular se ha destacado que tanto la aparición de unidades políticas sobe-
es más que expresión de su propia voluntad: la ley" 125 • Con todo, la inter- ranas o reinos, como el progreso de los estudios jurídicos gracias a la recep-
pretación, en la práctica, seguirá siendo realizada por unos juristas formados ción del Derecho romano cooperaron decisivamente al surgimiento de la
en el ius conunune, y por tanto el monopolio jurídico absoluto del soberano nueva idea de Derecho, pues gracias a ellos se empieza a tomar conciencia
habría de ser más teórico que real; lo que tal vez explique que cuando el des- de que la ley constituye un modo de producción jurídica consciente y deli-
potismo alcance su cima en el marco del racionalismo ilustrado no se vuel- berado y que, en consecuencia, el Derecho se identifica con una realidad
que tanto en reivindicar el ejercicio de la jurisdicción (aunque esto también), objetiva y distinguible de otros aspectos de la vida social. Por ello, el signi-
cuanto en garantizar que dicho ejercicio constituya una exacta y mecánica ficado del Derecho legal durante la vigencia del absolutismo y hasta la
ejecución de la ley. En suma, el Derecho legal modifica el alcance de la idea Ilustración fue el de vehículo de la soberanía, o, lo que es igual, el de orden
de iurisdictio en dos momentos clave. El primero tendría lugar con el naci- normativo cuyo origen se encuentra en la voluntad de un gobernante que no
miento del Estado absoluto, porque, una vez que es posible distinguir entre reconoce superior.
la producción del Derecho inconsciente o no deliberada propia del Derecho La impronta voluntarista que traía consigo el proceso de fortalecimiento
del Estado moderno habría de proyectarse lógicamente sobre la concepción
de la ley y del Derecho. Pero junto a ella se desarrolla en el siglo XVII una
122
N. Matteucci describe perfectamente la coincidencia entre el surgimiento del Estado
poderosa corriente racionalista que, si bien inicialmente se centraría en la
absoluto y el de la ley: el Estado absoluto puede definirse como el proceso monopolizador de
la fuerza que se proyecta sobre el plano sociológico, político y jurídico, y, en lo que respecta a
construcción de un sistema normativo ideal como fue el Derecho Natural,
este último, el monopolio de la fuerza se realiza "con la afirmación del concepto de soberanía también terminaría impregnando en la centuria siguiente al propio orden
que confía al Estado el monopolio de la producción de normas jurídicas, por lo que no existe jurídico positivo. La Ilustración, que alentó quizás por vez primera una cien-
un Derecho vigente por encima del Estado que pueda limitar su voluntad", Organización del cia de la legislación, hunde sus raíces en el iusnaturalismo moderno; el
poder y libertad, cit., pp. 33-34. modelo especulativo que este último diseñó se convertiría luego en el para-
123
B. Pendás, "Estudio preliminar" a la obra de O. Von Gierke, Teorías políticas de la Edad
Media, cit., p. LXX.
digma de la ley racional y sería entonces cuando la ley, sin dejar de estar vin-
124
M. García-Pelayo, "Del mito y de la razón", cit., p. 1094. culada al poder absoluto, se empezaría a revelar progresivamente como un
125
P. Salvador Coderch, "La interpretatio necesaria", cit., p. 263. límite al mismo.

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RACIONALIDAD LEGISLATIVA

En efecto, la confianza ilustrada en el estatus científico o racional de un Estados particulares. La Reforma, en la medida en que deshizo ese elemen-
Derecho bien concebido y ordenado a través de la ley seguramente se expli- to de unidad y cuestionó radicalmente la idea de cristiandad que había regi-
que mucho mejor a la luz del modelo de ciencia del Derecho natural forjado do el panorama político y jurídico durante siglos, auspició una nueva filo-
en el siglo XVII y basado en el método de la pura demostración o deducción sofía política, proclive a la justificación secular del poder y del Derecho, lo
racional. La fe racionalista de los autores del iusnaturalismo moderno, quie- que a la postre significaba resaltar el origen artificial de este último.
nes pretenderán "demostrar" o "calcular" los principios de la moral al modo Con todo, la ruptura de la unidad religiosa no supuso una inmediata secu-
de las matemáticas, se transmitirá a los ilustrados, entre quienes existe el larización de la esfera política, sino que, más bien al contrario, la lucha por
pleno convencimiento de que el objeto de su reflexión es la ciencia de la la religión o, más precisamente, por las distintas opciones religiosas se con-
legislación. Eso sí, con la particularidad de que la ciencia de la legislación vierte en una de las principales causas de los nuevos Estados, como bien se
es, además de ciencia que descubre las leyes naturales, un principio de cam- aprecia en el lema "une foi, une loy, un roi" 128 • La legitimidad o justicia de
bio o de solución de problemas jurídicos reales. Precisamente por ello, el la ley, producto de la voluntad o arbitrio del monarca, trata de fundamentar-
plan de legislación racional culminará en la redacción de las declaraciones se en la existencia de un vínculo entre el monarca y Cristo, de modo que esta
de derechos y de las constituciones, así como en la codificación del Derecho nueva filosofía política auspiciada por la Reforma no se mostró inicialmen-
civil, penal, procesal, etc., empresas éstas sobre las que se construirá jurídi- te menos sacralizada o determinada por opciones religiosas que la prece-
camente la primera manifestación del Estado contemporáneo en sentido dente. Ahora bien, el discurso del Derecho divino de los reyes resultaba
estricto o Estado liberal. En suma, aunque el iusnaturalismo racionalista poco útil al fortalecimiento del poder monárquico, pues si por un lado la
construyó un edificio conceptual que no pretendía ser reflejo o descripción invocación del motivo religioso representaba una posible estrategia para
de ninguna realidad jurídico-positiva, y tampoco un modelo preciso y arti- competir por el poder estatal -como lo demuestra, por ejemplo, que tal dis-
culado de ciencia de la legislación o de la codificación, elaboró "toda una curso fuese indistintamente usado por católicos y calvinistas para justificar
serie de doctrinas y razonamientos, que fueron recogidos más tarde por la obediencia al magistrado supremo- 129 , por otro conducía a la lucha y al
muchos autores de variada extracción ideológica y engastados libremente en conflicto tanto en el interior como en el exterior de los pujantes Estados, per-
una doctrina de la Codificación que resultó en todo caso vencedora"l26. La judicando y obstaculizando su desarrollo y prosperidad.
secularización de la idea de Derecho, la subjetivización del Derecho Natural En efecto, la causa religiosa, ya se invocara sinceramente, ya fuera un
en una teoría de los derechos naturales y la concepción contractualista y arti- expediente en apoyo del absolutismo estatal 130 , desembocó en guerras de
ficial de las instituciones serían seguramente las contribuciones del iusnatu- religión. Por eso en el siglo XVII el camino hacia la paz apunta manifiesta-
ralismo racionalista que más decisivamente influirían después en el diseño mente al reemplazo de las viejas premisas morales y políticas por otras ade-
de una ciencia de la legislación. cuadas a los nuevos tiempos; y la formulación de los principios morales y
La secularización del Derecho que se opera con el moderno iusnaturalis- políticos desde un punto de vista abstracto y racional, esto es, sin apelar a
mo se vincula a la disolución de la "unidad y la armonía interna de la cultu- dogmas religiosos, será precisamente uno de los cometidos del iusnaturalis-
127
ra medieval" • Esa cultura había sido ya quebrantada precisamente por el mo racionalista. Esta coiTiente, acomodada en la renovación cultural que
conjunto de acontecimientos y transformaciones económicas, políticas y supuso el giro antropocéntrico del humanismo renacentista, tendrá por obje-
culturales que enmarcan el surgimiento del Estado moderno, y a ello nos to hallar con el solo auxilio de la razón los principios que gobiernan la con-
hemos referido anteriormente. Sin embargo, aún quedaba en pie un elemen-
to de cohesión fundamental: el cristianismo, ese ideal de una gran república
cristiana que aún podía actuar como contrapunto universalista frente a los 128
Vid. L. Prieto y J. Betegón, "Estudio preliminar", en J. Locke, Escritos sobre la tole-
rancia, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 1999, p. XIV.
129 Vid. N. Matteucci, Organización del poder y libertad, cit., pp. 43 y 53.
126
P. Caroni, Lecciones catalanas sobre la historia de la Codificación, Madrid, Marcial 130
Es decir, la religión se convertía "en un elemento de identificación nacional y, al mismo
Pons, 1996, p. 34.
tiempo en un nuevo motivo de discordia o, quizás mejor, en la más convincente justificación de
127
El iusnaturalismo moderno, observa Cassirer, surge en respuesta a la "pérdida in·epara- todos los demás motivos", L. Prieto y J. Betegón, "Estudio preliminar" a la obra de J. Locke,
ble" que había supuesto la disolución de esa unidad, E. Cassirer, El mito del Estado, cit., p. 200. Escritos sobre la tolerancia, cit., p. XIV.

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RACIONALIDAD LEGISLATIVA
GEMA MARCILLA CÓRDOBA

ducta humana, así como aquéllos en los que se fundan el Estado y el Con todo, no parece que la libertad religiosa, al menos según se formula
Derecho, y de este modo prestará un inestimable servicio a la recomposición inicialmente, limite seriamente al poder público con el fin de respetar la
de la unidad ética de occidente 131 . El iusnaturalismo moderno "parecía ser inmunidad de los individuos. Precisamente en este sentido señala Matteucci
-en palabras de Cassirer- la única vía de escape a la completa anarquía que "el prudente Locke ... se limita a afirmar que la conciencia no tiene una
moral" 132 , ya que aportaba un nuevo criterio para sostener la legitimidad del obligación «material», sino sólo «formal» (o exterior) a la obediencia, sin
Estado y la justicia de su Derecho 133 : el Derecho natural descubierto por la deber adherirse íntimamente al mandato, de manera que la conciencia per-
razón, común al género o naturaleza humana 134 . manece libre y el orden se mantiene". Pero puesto que esta tesis sostiene la
Probablemente una de las primeras consecuencias de la fundamentación "dicotomía entre interno y externo, conciencia y acción, privado y público",
no teológica del Derecho natural efectuada desde el iusnaturalismo raciona- no comportaría todavía la exigencia de que la libertad individual estuviera
lista fue auspiciar la tolerancia religiosa, en la medida en que, gracias a tal en el frontispicio de la organización política. Sólo posteriormente, cuando el
fundamentación, el credo pierde valor como pieza que sustenta la unidad pensamiento ilustrado reivindique la dimensión práctica del Derecho natu-
estatal y, en consecuencia, como primer designio del soberano. Una vez que ral racional, la libertad de credo se extenderá también a la de actuar o com-
el contenido del Derecho natural no coincide con los preceptos de una reli- portarse conforme a dicho credo, pues del mismo modo que el poder públi-
gión concreta sino que deriva de la especulación racional, y una vez que el co no puede mermar la facultad de pensar tampoco puede interferir en la
Estado se funda en el libre acuerdo de los hombres, las leyes del soberano capacidad de decidir y actuar conforme a las propias exigencias morales 136.
no son legítimas por ajustarse a la tradición o por realizar la voluntad de Pero si la tolerancia y la libertad religiosa eran objetivos que sólo a largo
Dios, sino por respetar el Derecho· natural que la razón descubre. El sobera- plazo y costosamente pudieron abrirse paso en las sociedades de Europa y
no ha de procurar que las leyes cumplan el fin para el que se le instituyó, esto sobre todo de América 137 , la secularización del Derecho había de tener una
es, para asegurar el bien de la república. Desde el momento en que prevale- consecuencia más inmediata para la legitimación del Estado: la producción
ce el fundamento abstracto y secular del Derecho sobre el consuetudinario jmidica deja de ser resueltamente una tarea fiduciaria de la tradición o de la
y el teológico, la dignidad de las leyes no reside en que realicen los postula- autoridad religiosa -aspectos que en cierto modo se identifican- para res-
dos de la fe, sino en que sean útiles para el mantenimiento del orden y la paz. ponder a una constelación de valores propios donde el interés público y el
Por ello no existe razón para que el Estado reprima la profesión de las cre- fortalecimiento de la soberanía se erigen en valores supremos. En otras pala-
encias, salvo que con ellas se conculque la paz y el orden que el Estado tiene bras, emancipados del deber de rendir tributo a un orden superior, el
obligación de preservar 135 . Derecho y concretamente la ley aparecen cada vez más como la cristaliza-
ción de una voluntad secular que cu.enta con una justificación independien-
te, la voluntad del soberano. Como reitera Locke una y otra vez en su Carta
131 Vid. L. Prieto, "La doctrina del Derecho Natural", en J. Betegón et al., Lecciones de sobre la tolerancia (1690), es de una "necesidad absoluta" distinguir entre
teoría del Derecho, cit., p. 53. lo que pertenece a la religión y lo que interesa al poder político: el Estado
132 E. Cassirer, El mito del Estado, cit., p. 20 l.
133 Como observa L. Prieto, el modelo de Derecho natural racionalista y secularizado, en el

que los derechos tienen su origen, "se desarrolla en el pensamiento europeo tras la quiebra de
derechos de éstos, entonces la cuestiones de fe y de culto pertenecían en exclusiva al fuero
la unidad religiosa" y "servirá tanto a la recuperación de la paz como a la idea burguesa de una
interno de cada persona". En cualquier caso, incluso admitiendo que el Estado pueda tener cier-
sociedad justa", Estudios sobre derechos fundamentales, Madrid, Debate, 1990, p. 33.
134
ta competencia en materia eclesiástica, esta corriente sostendría que "lo más saludable para el
"No reconocemos aquí -dirá Spinoza- diferencia alguna entre los hombres y los demás
propio Estado era desarrollar una política de tolerancia que fortalece los vínculos de soberanía
seres de la naturaleza, ni entre los hombres dotados de razón, ni aquellos a quienes verdadera-
sobre los de adscripción religiosa", L. Prieto y J. Betegón, "Estudio Preliminar", en J. Locke,
mente falta ... Aquel que produce una cosa, según las leyes de su naturaleza, lo hace con pleno
Escritos sobre la tolerancia, cit., p. XXVII.
derecho, puesto que ha obrado según determinaba su naturaleza, y no podría obrar de otro 136
N. Matteucci, Organización del poder y libertad, cit., p. 130.
modo", Tratado teológico político (1670), XVI, en la Antología preparada por M. E. Vázquez 137
García, Barcelona, Península, 1986, p. 261. Vid. el amplio estudio de G. Peces-Barba y L. Prieto, "La filosofía de la tolerancia", en
135 Historia de los derechos fundamentales, vol. l., Tránsito a la modernidad. Siglos XVI y XVII,
En definitiva, a propósito de las relaciones entre religión y Estado, la postura del iusna-
G. Peces-Barba y E. Fernández (coord.), Instituto de Derechos Humanos, Universidad Carlos
turalismo racionalista era que "si el Estado monopolizador de la fuerza tenía su origen en la
III, Madrid, Dykinson, 1998, pp. 265-275.
libre voluntad de los hombres y si su misión se reducía a garantizar el ejercicio pacífico de los

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

"es una sociedad de hombres instituida con la única mira del establecimien- La conversión racionalista del Derecho natural suele hacerse coincidir con
to, conservación y desenvolvimiento de sus intereses civiles" 138 . De este una famosa afirmación de Grocio: el Derecho natural subsistiría "aunque
modo, cabe decir que el proceso de secularización, además de servir de estí- concediésemos, lo que no puede hacerse sin gran delito, que no hay Dios, o
mulo a una fundamentación racionalista del Derecho natural, hubo de pro- que no se cuida de las cosas humanas" 143 ; los principios de ese Derecho no
piciar asimismo una concepcion más calculada y mundana, en suma, más requieren una especial revelación, pues "son de suyo claros y evidentes" y
racional de la ley positiva. "nadie los puede negar" 144 . Por eso para aproximarse a los mismos es preci-
so adoptar el espíritu científico del matemático 145 . La construcción de una
ciencia del Derecho es, por tanto, posible, pero siempre que se separen bien
3. 2. La racionalización y subjetivación del Derecho natural las cosas naturales de las que vienen por común consentimiento, "porque las
naturales, por ser las mismas siempre, fácilmente se pueden reducir a cien-
Pero la secularización reclamaba también la construcción de un nuevo
cia; pero las que vienen del común consentimiento, ya por cambiarse
modelo de justicia o de legitimación que fuese independiente tanto de la his-
muchas veces, ya por ser de diferentes partes, están fuera de la ciencia, como
toria como de la fe, y ese modelo sólo podía encontrarse en una idea abs-
las otras percepciones de las cosas particulares" 146 . No es el Derecho positi-
tracta y racional de justicia, que para el iusnaturalismo moderno resulta ple-
vo, histórico y variable, sino un Derecho escrito con el lenguaje indeleble de
namente accesible al conocimiento. La escuela de Derecho natural racional
los números y de las figuras geométricas el que se muestra accesible a la
tendría, pues, el mérito de sellar el pensamiento moral, político y jurídico
razón común a todos los hombres. Se abrían así las puertas a una ciencia de
con la marca identificativa de la modernidad: la autonomía de la razón 139 . A
la legislación, pero de una legislación natural o racional e independiente de
raíz de sus reflexiones, en suma, concluiría también en el ámbito jurídico
toda experiencia particular; la ley positiva todavía era fruto de la voluntad y
el estadio "teológico" que había dominado todas las parcelas del conoci-
de la soberanía, pero aquí se hallaba el espejo en que podía mirarse la futu-
miento140: la emancipación de la autoridad divina, generalizada tanto en las
ra empresa de la ciencia legislativa.
ciencias como en la moral, supuso que la razón tomara el relevo a la fe. Una
Ciertamente se ha puesto en duda la originalidad de Grocio, cuya tesis
razón que busca en la naturaleza 141 , no ya la descripción de leyes físicas ine-
sobre el fundamento racional de la ética bien podría compartirse por la
xorables, sino un modelo prescriptivo acerca de cómo organizar una socie-
escolástica y, sobre todo, por algún autor español de la Contrarreforma,
dad justa; por más que, al igual que en el iusnaturalismo precedente, no todo
como Gabriel V ázquez; e incluso se ha discutido si es justo proponerle como
razonador alcance las mismas conclusiones acerca de los concretos conteni-
jefe de filas de la escuela racionalista de Derecho NaturaJ1 47 . Pero, como
dos de la ley natural 142 .

143
H. Grocio, Del Derecho de la guerra y de la paz (1625), trad. de J. Torrubiano, Madrid,
138 J. Locke, "Carta sobre la tolerancia", en Escritos sobre la tolerancia, cit., p. 112. Reus, 1925, Vol. I, Prolegómenos, 11, pp. 12-13.
139 Vid. L. Prieto, "La doctrina del Derecho natural", en J. Betegón et al., Lecciones de 144
Ibíd., Prolegómenos, 40, p. 28. En otro escrito sostiene Grocio que "la ley por la cual
teoría del Derecho, cit., p. 51. hay que juzgar, no es difícil de hallar, puesto que es la misma entre todos; además, es de fácil
140
Utilizo aquí la conocida distinción de A. Comte entre los estadios del conocimiento, comprensión, puesto que nace con todos y es innata para la mente de cada uno", De la libertad
teológico, metafísico y positivo, "La ley histórica de los tres estados", Plan de los trabajos de los mares, Estudio preliminar de L. García Arias, trad. de V. Blanco García y L. García Arias
científicos necesarios para reorganizar la sociedad (1824), en La Filosofía positiva, estudio del texto latino original de 1609 y revisado en 1633, Madrid, Centro de Estudios
introductorio de F. Larroyo, México, Porrúa, 1979, p. 22. Constitucionales, 1979, p. 59.
141 145
"La razón es el correlato permanente de la naturaleza ... Naturaleza y razón forman jun- "Confieso con sinceridad que, así como las matemáticas consideran las figuras con abs-
tas la identidad monista" que será decisiva para la metafísica de la Ilustración, B. von Wiese, tracción de los cuerpos, así yo, al tratar del derecho, prescindí de todo hecho particular", H.
La cultura de la Ilustración (1931), trad. y prólogo de E. Tierno Galván, Madrid, Centro de Grocio, Del Derecho de la guerra y de la paz, cit., Prolegómenos, 58, p. 39.
Estudios Constitucionales, 1979, p. 35. 146
Ibíd., Prolegómenos, 30, p. 24.
142 Sobre la falta de unanimidad acerca de los contenidos de la ley natural, llamó la aten- 147
Así, a juicio de Fasso, la adscripción que a veces se hace de Grocio a la Escuela podría
ción ya J. J. Rousseau, "Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los explicarse por la gran difusión que alcanza su obra, pero no porque en ella estén presentes las
hombres", en Escritos de combate (1755), trad. y notas de S. Masó, introd., cronología y biblio- tesis más significativas del iusnaturalismo moderno: "el racionalismo de Grocio no es, pues, por
grafía de G. Benrekassa, Madrid, Alfaguara, 1979, pp. 143 y ss. sí mismo más laico ni más revolucionario que el de un jesuita como Gabriel Vázquez, que pro-

64 65
GEMA MARCILLA CÓRDOBA

escribe D'Entreves, su mérito no reside tanto en la novedad de su doctrina, constituye un denominador común a toda ciencia, cualquiera que sea la par-
sino en abrir las puertas a un nuevo método que luego sería indiscutido: "lo cela del saber; por tanto, también al Derecho. El Derecho, dirá Leibniz, per-
que Grocio había establecido como hipótesis se ha convertido en una tesis. tenece a aquellas "ciencias que no dependen de experimentos, sino de defi-
La autoevidencia del Derecho Natural ha hecho la existencia de Dios per- niciones, no de las demostraciones de los sentidos, sino de la razón ... algo es
fectamente superflua" 148 . justo, aunque no haya quien ejerza la jus:i~ia, ni sobre quien recaiga, de
Porque, efectivamente, la hipótesis de Grocio que seculariza el conoci- manera semejante a como los calculas numencos son verdaderos, aunque no
miento y que entrega la ética y el Derecho a los dominios de la razón no es haya ni quién numere ni qué numerar" 151 • En suma, "no puede haber más ley
exclusiva de una escuela o corriente mejor o peor delimitada, sino que es natural que la razón" 152 .
compartida por toda una época. ¿Y cuál es su marca o sello identificador?. Sin duda, las cualidades racionales no se predican de la ley positiva,
Bobbio ha sugerido que se trata de "un cierto modo de emprender el estudio sino de una ley natural construida por la propia razón; una ley que, aun
del Derecho y en general de la ética o de la filosofía práctica, en una pala- interpretada de distinto modo, expresa la existencia de un Derecho ideal,
bra, el «método»" 149 , que no es otro que el de la razón demostrativa, desa- incontrovertible y cierto al que deberían ajustarse las sociedades huma-
rrollado bajo el paradigma filosófico de Descartes 150 . El método geométrico nas. Como observa Bobbio, el iusnaturalismo moderno puede definirse
negativamente como una reacción frente a la concep?i?n teológica, ~r~?­
te a la fundamentación voluntarista y frente a la relatividad de una VISIOn
clamó, no menos audazmente, a la naturaleza humana como la 'primera regla del bien y del historicista 153 . El Derecho natural racional supone, en efecto, una eman-
mal'. Si la doctrina de Grocio sobre el Derecho natural ha podido influir profundamente en el
cipación de la teología en el momento preciso en que había quebrado la
desarrollo de la ética y la filosofía del Derecho posteriores, lo ha hecho no por sus caracteres
filosóficos intrínsecos, sino por el momento histórico y el ambiente cultural en que se difun-
unidad religiosa en occidente; supone también un contrapunto al desnudo
dió", Historia de la filosofía del Derecho. La Edad Moderna (1966), 2, trad. de J. F. Lorca voluntarismo alentado por el pujante Estado moderno; y representa, en
Navarrete, 3a ed., Madrid, Pirámide, 1982 p. 76. En un sentido semejante sostiene Cassirer que fin, el reducto de una razón universal frente a la mutabilidad que ofrece
"Grocio rebasa la escolástica no tanto en el contenido cuanto en el método", pues en su obra no la historia. Su pretensión de alcanzar un Derecho de la razón, su empeño
están presentes argumentos que identifican al iusnaturalismo moderno, como la justificación en construir un sistema de proposiciones jurídicas al modo de las propo-
individualista y consensual de la sociedad civil; más bien su explicación se halla en sintonía con
la teoría aristotélica y tomista, relativa a la sucesiva agrupación de familias a lo largo de la his-
siciones lógicas permite hablar de una ciencia del Derecho natural, de un
toria, E. Cassirer, Filosofía de la Ilustración (1932), trad. de E. Imaz, México, Fondo de Cultura Ius naturae methodo scientifica pertractatum, que es el título de la obra
Económica, 2a ed., 1950, p. 268. Sería, por tanto, Hobbes, y no Grocio ni Althusio, el auténti- de Wolff (1740-1748), como permite hablar también de una ciencia de la
co punto de partida de la fundamentación individualista y consensual del Estado y su Derecho, ética, de una Ethica ordine geometrico demonstrata en palabras de
F. Wieacker, Storia del diritto privato moderno (1952), I, trad. de U. Santarelli, Milán, Giuffre, Spinoza 154 . Las reglas del comportamiento humano pueden, pues, dedu-
1980, p. 411, hay una edición española al cuidado de J. L. Monereo, con traducción de F.
Fernández Jardón, Granada, Comares, 2000. Vid. también N. Bobbio, "Hobbes y el iusnatura-
cirse a partir de unos pocos principios, exponerse en un sistema de pro-
lismo" (1962), en Estudios de Historia de la Filosofía: de Hobbes a Gramsci, trad. de J. C.
Bayón, Madrid, Debate, 1985, p. 155.
148
A. P. D' Entreves, Derecho Natural (1968), trad. de M. Hurtado, Madrid, AguiJar, en las ciencias, sólo los matemáticos pudieron encontrar algunas demostraciones, es decir, algu-
1972, p. 66. nas razones ciertas y evidentes, no dudé que hubiese de empezar por las mismas que ellos exa-
149
N. Bobbio, "El modelo iusnaturalista" (1980), en Estudios de Historia de la Filosofía: minaron", Discurso del método (1637), trad. y prólogo. de A. Rodríguez Huesear, la ed. 1954,
de Hobbes a Gramsci, cit., p. 75. Buenos Aires, AguiJar, 1983, p. 56.
150
Descartes, explicando los principios de su método inspirado en la geometría y en las 151 G. Leibniz, Los elementos del Derecho natural (1669-1672), ed. de T. Guillen Vera,
matemáticas, sostiene que "esas largas cadenas de razones tan simples y fáciles de que los geó- Madrid, Tecnos, 1991, pp. 70 y ss.
metras acostumbran a servirse para llegar a sus más difíciles demostraciones, me habían dado 152 Th. Hobbes, Elementos de Derecho natural y político (1640), trad. de D. Negro Pavón,
ocasión de imaginarme que todas las cosas que pueden caer bajo el conocimiento de los hom- Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1979, ¡a parte, cap. XV, p. 210.
bres se siguen unas a otras de la misma manera, y que sólo con abstenerse de recibir como ver- 153 Vid. N. Bobbio, "La razón en el Derecho (observaciones preliminares)", trad. de A. Ruiz
dadera ninguna que no lo sea, y con guardar siempre el orden que es menester para deducirlas Miguel, Doxa, 2 (1985), p. 22.
unas de otras, no puede haber ninguna tan alejada que finalmente no se alcance, ni tan oculta 154 Hay traducción al castellano de la obra de Spinoza, Ética demostrada según el orden
que no se descubra ... y, considerando que, entre todos los que hasta ahora buscaron la verdad geométrico (1677), edición y traducción de A. Domínguez, Madrid, Trotta, 2000.

66 67
RACIONALIDAD LEGISLATIVA

posiciones claras, sencillas y coherentes 155 y formar así el código de la Ciertamente los distintos autores, en función de su ideología particular,
legislación universal. Ésta es la misión que Grocio encomienda a los manifiestan una opinión distinta sobre el contenido de los derechos natura-
"sacerdotes de la justicia verdadera": si asumiesen la tarea de estudiar les, y lógicamente tampoco comparten las mismas ideas sobre los fines de la
"las partes de la jurisprudencia natural y perpetua, dejadas aparte las organización política y jurídica. Por ejemplo, mientras para Hobbes el dere-
cosas que traen su origen de la libre voluntad ... podríase después hacer cho más básico es la propia conservación en un mundo hostil de guerra de
un cuerpo con todas estas partes reunidas" 156 . todos contra todos y el fin del Estado consiste en procurar seguridad a cual-
Por tanto, los principios morales básicos se manifiestan a la razón en quier precio, para Locke, puesto que el hombre natural es ya un ser sociable
forma de ideas claras y distintas, de las que se partirá para deducir o demos- y dispuesto a la cooperación, la convivencia social ha de estar ordenada a
trar el resto de las normas de conducta humana, así como para disponer el mejorar el disfrute de los bienes de los que es titular por naturaleza, que son
conjunto de la moral a modo de sistema, siguiendo un método semejante al la propiedad, la libertad y la vida. Sin embargo, pese a las diferencias evi-
usado en las operaciones de geometría o matemáticas. Es decir, frente al ius- dentes acerca de cómo convenía organizar la sociedad política, la racionali-
naturalismo precedente, el Derecho natural no representa un orden preesta- zación y la subjetivación del Derecho natural conducían a un resultado
blecido, sino que necesita ser construido a partir de aquéllo que es evidente común a propósito del origen artificial y del carácter instrumental de las ins-
a la razón. A diferencia de la reflexión jurídica medieval, que se centró en la tituciones. El fundamento individualista y a la postre consensual del poder 161
interpretatio de los textos jurídicos conforme al principio de autoridad divi- desemboca en la idea de que el Estado y sus normas son un artificio cuya
na, la moderna ciencia del Derecho natural pretendió la demonstratio de las legitimidad descansa en la consecución de ciertos objetivos unidos al indi-
leyes de la naturaleza humana 157 ; se trataba, pues, de una ciencia constructi- viduo, como pueden ser su supervivencia o su libertad. Y finalmente esta
va de su propio objeto de estudio 158 . Pero precisamente por ello, al carecer fundamentación de la organización política a partir de los derechos termi-
de un contenido objetivo procedente de la revelación divina o de la historia, naría estableciendo una disociación entre libertad y autoridad o, lo que es
el Derecho natural queda en cierto modo vacío de contenido, abandonado a igual, entre los derechos y la ley positiva, y una subordinación de la última
la construcción racional y a la postre subjetivizado. El resultado lo ha expli- a los primeros que sería recogida por los documentos jurídicos que inaugu-
cado muy bien D'Entreves: "la moderna teoría del Derecho natural no era ran el moderno Estado de Derecho 162 .
hablando con propiedad, una teoría del Derecho objetivo, sino una teoría d~ Ahora bien, si el proceso de secularización había puesto la producción
los derechos subjetivos. Se ha producido un cambio importante bajo la del Derecho en manos de una organización política que se postulaba como
envoltura de las mismas expresiones verbales" 159 . De este modo y de forma única y suprema en su esfera, la teoría de los derechos naturales en cierto
paulatina, el aspecto central del Derecho natural pasa a ser el individuo y sus modo venía a compensar el vacío dejado por la vieja concepción del orden
derechos y no, como en el iusnaturalismo precedente, los preceptos que pre- jurídico, introduciendo un factor de condicionamiento o sometimiento a
figuraban su lugar en el universo 16o. una idea superior que pretendía encarnar además las exigencias de la razón.
La ley, obra de un proyecto racional y calculado, habrá de ser el instru-

155
Como escribe Ch. Thomasius, "el primer principio que buscamos debe ser el primero 161 Vid. E. Fernández, Teoría de !ajusticia y Derechos Humanos, Madrid, Debate, 1984, p.
verdaderamente ... Además deb~ ser claro, esto es, que no sólo sea adecuado a la inteligencia de
130. O. von Gierke subraya que las consecuencias individualistas del contrato se obtienen "pre-
los sabios sino a la capacidad y al sentido común de los necios ... Finalmente, debe ser tal que
sentando al individuo como históricamente anterior a la comunidad y deduciendo lógicamente
todos los preceptos del derecho natural y sólo éstos se deducen de él", Fundamentos de Derecho
toda comunidad del individuo", O. von Gierke, Giovanni Althusius e lo sviluppo delle teorie
natural y de gentes (1705), Estudio preliminar de J. J. Gil Cremades, trad. y notas de S. Rus
Rufino y M. A. Sánchez Manzano, Madrid, Tecnos, 1994, p. 244. politiche giusnaturalistische (1913), a cura di A. Giolitti, de la 3• edición alemana, Turín,
156 Einaudi, 1974, p. 90.
H. Grocio, Del Derecho de la guerra y de la paz, cit., Prolegómenos, 31, p. 24. 162 La mención que recoge la Declaración de la Independencia de los Estados Unidos (1776)
57
1 N. Bobbio, "El modelo iusnaturalista", cit., p. 81.
158 de que "los gobiernos ... derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados"
Vid. L. Prieto, "La doctrina del Derecho natural", cit., p. 51.
159 representa, "un corolario de la existencia de unos derechos naturales que ningún sistema político
A. P. D'Entreves, Derecho Natural, cit., p. 75.
60
puede violar por la sencilla razón de que las disposiciones básicas sobre la justicia no dependen
1 L. Prieto, "La doctrina del Derecho natural", cit., p. 56.
de ninguna voluntad humana", L. Prieto, Estudios sobre derechos fundamentales, cit., p. 35.

68 69
RACIONALIDAD LEGISLATIVA

mento al servicio de unos derechos naturales que a su vez se presentan fundamentación individualista y consensual de la organización política desa-
como la más acabada expresión de un conocimiento racional de la natura- rrollado por Hobbes, y en general por los iusnaturalistas del XVII, deriva el
leza. Como tendremos ocasión de ver, en la época de las revoluciones la requisito de la legalidad: el Estado es un artificio y, como tal, no refleja
relación entre derechos y ley adoptará formas y tensiones diferentes en ningún orden objetivo previo, orden que resulta en cambio creado racional y
Estados Unidos y en Europa, pero ·el postulado de una ley que es racional calculadamente, es decir, mediante la ley; la estatalidad o legalidad del
por su vinculación con los derechos estará en todo caso presente en los Derecho es por ello el criterio que permite distinguir entre el orden jurídico
albores del Estado liberal de Derecho. y cualesquiera otros órdenes normativos. Por eso, pese a ser Hobbes consi-
derado el teórico más representativo del absolutismo, su aportación a la idea
ilustrada de ley sobre la que se edifica el Estado liberal es crucial. Como
3. 3. La fundamentación contractualista del Estado indica M. Fioravanti, "la cultura individualista de las libertades valora posi-
tivamente el papel desempeñado por el Estado moderno, como máxima con-
El contractualismo moderno constituye el modelo de justificación del
centración de imperium, en la lucha contra la sociedad estamental y privile-
Estado y de su Derecho presente en la reflexión política y jurídica de los
giada; y no puede dejar de reconocer la necesidad de un legislador fuerte y
autores del iusnaturalismo racionalista. Se trata de un modelo abstracto, es
dotado de autoridad que sepa delimitar y garantizar con seguridad las esfe-
decir, basado en la ficción de un pacto concluido entre individuos libres e
ras de cada uno" 166 •
iguales, y que no pretende "dar cuenta de cómo surgió efectiva o histórica-
Para Hobbes, el Derecho se identifica con la ley y ésta a su vez con la
mente el Estado, sino determinar algo en el fondo mucho más importante,
voluntad del soberano 167 • "Una vez que un Estado ha sido establecido -
que es cómo debe comportarse" 163 • Justamente por tratarse de un modelo no
escribe este autor- es cuando de hecho aparecen las leyes, y no antes. Pues
descriptivo sirvió para sostener opciones políticas diversas, afines a la
es entonces cuando las leyes son órdenes del Estado y, en consecuencia,
impronta social y política del contexto en el que cada autor escribe o a su
leyes civiles" 168 • "El problema de Hobbes -destaca L. Ferrajoli- era en defi-
ideología propia. En particular, el consentimiento dado por los individuos a
nitiva el de fundamentar la positividad de las leyes civiles, para sancionar los
la constitución del Estado permitía justificar tres paradigmas diferentes: el
absolutista, el liberal y el democrático. imperativos que reiteran de las leyes naturales". Frente a la precariedad de
las leyes naturales, las leyes positivas son concebidas "como la forma arti-
La primera fundamentación contractualista del Estado y del Derecho en
ficial idónea para garantizar establemente sus contenidos" 169 • Si como
sentido moderno sería la de Hobbes 164, cuya principal aportación se cifraría
en que la ley refleja la estatalidad del Derecho 165 • En efecto, del esquema de
166 M. Fioravanti, Los derechos fundamentales, cit., p. 46.
163 L. Prieto, "La doctrina del Derecho natural", cit., p. 55. 167 Como observa G. Tarello, del mismo modo que el modelo de organización política abso-
164 lutista de Hobbes constituye una de las premisas culturales del Estado moderno, su concepción
Desde luego, antes que Hobbes, otros autores como Althusio se refieren a la figura del
contrato relatando sucesivos pactos por medio de los que se fueron vinculando las agregacio- de la ley es la primera manifestación del positivismo jurídico, Storia de/la cultura giuridica
nes humanas, desde la familia hasta el Estado, O. von Gierke, Giovanni Althusius e lo sviluppo moderna, cit, p. 59. En un sentido semejante se expresa L. Fe1Tajoli: Hobbes dio origen a la
de/le teorie politiche giusnaturalistische, cit., pp. 92-93. No obstante, Althusio se hallaba "metáfora antropomórfica del Estado", esto es, a la identificación de éste con una "persona" u
todavía en línea con la escolástica tomista basada, a su vez, en la idea aristotélica del hombre "hombre artificial", y dicha "figura designa, a un mismo tiempo, una fuente suprema y no deri-
animal político. Por ello, el contractualismo moderno comienza con Hobbes al señalar que el vada, y se convierte en base de todo el aparato conceptual del positivismo jurídico: del princi-
contrato no es un pacto realmente establecido, sino una ficción o idea de razón útil para justifi- pio de legalidad y de la convencionalidad del Derecho, en virtud del cual auctoritas, non veri-
car el Estado. Vid. N. Bobbio, "El modelo iusnaturalista", cit., pp. 98-99. tas facit legem"; del fundamento formalista y voluntarista de la validez de las normas ... ; del
16
~ ?ice ~ob~es que "del mi.smo modo que los hombres, a fin de conseguir la paz y la con- monopolio estatal de la producción jurídica, de la consiguiente unidad del ordenamiento y de
servaciO~ de SI mismos, han fabncado un hombre artificial al que llamamos Estado, así también su independencia respecto de fuentes jurídicas extra o supraestatales", "La soberanía en el
han :abncado un~ serie de ataduras artificiales, llamadas leyes civiles, que los hombres mismos, mundo moderno", cit., p. 134.
168 Th. Hobbes, Leviatán, cit., cap. XXVI, p. 217
mediante convemos mutuos, han prendido, por un extremo, a los labios del hombre o asamblea
a los que han entregado el poder soberano, y, por el otro, a sus propios oídos", Leviatán. La 169 L. Ferrajoli, Derecho y razón. Teoría del garantismo penal (1989), trad. de P. Andrés
materia, forma y poder de un Estado eclesiástico y civil (1651), trad., prólogo y notas de C. Ibáñez, A. Ruiz Miguel, J. C. Bayón Mohino, J. Terradillos Basoco, R. Cantarero Bandrés,
Mellizo, Madrid, Alianza, 1989, XXI, p. 175. Prólogo de N. Bobbio, Madrid, Trotta, 2" ed., 1997, p. 227.

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

hemos visto no hay más Derecho natural que la razón 170 , ahora resulta que cia "nadie -es~ribe Hobbes- puede hacer las leyes excepto el Estado, pues
la ley positiva, cuyo origen es indiscutiblemente la voluntad del soberano, se nu~stra sujeción es debida, únicamente, al Estado" 176 y el consentimiento
erige en el mejor vehículo de aquella razón. prestado por los súbditos se. convierte en la justificación de u~a .~bligación
La legalidad del Derecho se obtiene aquí a partir de una argumentación incondicionada de obediencia a los mandatos legales 177 . En deflmtiVa, la ley
basada en lugares comunes de la reflexión iusnaturalista moderna, como el es el cauce de que dispone el soberano para expresar su voluntad o, lo que
Derecho natural, los derechos naturales, el pacto y la sociedad civil. Para es igual, la vía para ejercer la coacción estatal y, al mismo tiempo, una pauta
Hobbes, los hombres son seres egoístas cuyo principal fin es la propia con- de conducta justa, moralmente obligatoria o digna de obediencia.
servación171. Su naturaleza pasional les conduce a la situación de bellum La referida explicación es de carácter hipotético o ideal, pues no hace
omnium contra omnes, dado que en el estado de naturaleza los derechos de referencia a hechos históricos realmente acaecidos; al contrario, y como el
cada individuo son tan amplios como capaz sea cada uno de hacerlos valer mismo Hobbes aclara, el relato sobre la institución del cuerpo político es
frente a los demás. Pero como la naturaleza humana no se compone sólo de "una creación de la nada por parte del ingenio humano" 178 • Por eso mismo
pasión, sino también de razón, la "ley de la naturaleza" 172 impulsa a los indi- lo normal es que los individuos desde el momento de su nacimiento estén
viduos a concertar con sus semejantes un "contrato" o "pacto" y de este sujetos a las instituciones. Con todo, Hobbes se refiere a dos casos que
modo fundar la "sociedad civil". En ella cada hombre renuncia a todos los muestran cómo en el mundo moderno se dan de hecho situaciones equiva-
derechos cuya titularidad ostenta a cambio de seguridad 173 , pues todo uso de lentes a la descrita con el concepto de estado de naturaleza: las relaciones
la coacción queda concentrada en el Estado o Leviatán 174 , que se convierte internacionales, es decir, entre Estados soberanos y la situación de los pue-
en el único sujeto legitimado para imponer un orden normativo eficaz, es blos indígenas 179 .
decir, una legalidad capaz de excluir la violencia privada 175 • En consecuen- La justificación que Hobbes realiza de la ley del Estado absoluto 180 cons-
tituiría un temprano ejemplo de positivismo legalista o ideológico extremo,
170
Th. Hobbes, Elementos de Derecho natural y político, cit., p. 210.
171 voluntad. O, lo que es lo mismo, nombrar a un individuo, o a una asamblea de individuos, que
Dice Hobbes, que "la causa final, propósito o designio que hace que los hombres -los cua-
les aman por naturaleza la libertad y el dominio sobre los demás- se impongan a sí mismos esas representen a todos, y responsabilizarse cada uno como autor de todo aquello que haga o pro-
restricciones de las que vemos que están rodeados cuando viven en Estados, es el procurar su pro- mueva quien ostente esa representación en asuntos que afecten a la paz y la seguridad comu-
pia conservación y, consecuentemente, una vida más grata", Leviatán, cit., cap. XVII, p. 141. nes", Ibíd., cap. XVII, p. 144.
172 La ley de la naturaleza equivaldría a la "ley de la razón", pues esta última es, en pala- 176 Ibíd., cap. XXVI, cit., p. 216
bras de Hobbes, "un precepto o regla general descubierto mediante la razón, por el cual a un m Para Hobbes la ley positiva vincularía incluso a quien no hubiera formado parte del
hombre se le prohibe hacer aquello que sea destructivo para su vida, o elimine los medios de pacto fundacional, pues el individuo que no desea integrarse en la sociedad política permanece
conservarla", Ibíd., cap. XIV, p. 110. en el estado de naturaleza, regido por la ley del más fuerte, que, una vez fundado el aparato
173 "Siempre que un hombre transfiere su derecho o renuncia a él, lo hace en consideración a coactivo del Estado, no es otra que la ley positiva o estatal. En palabras de Hobbes, "tanto si
que algún otro derecho le es transferido de manera recíproca, o porque espera de ello algún otro formó parte de la congregación de votantes, como si no: ya se le consultase o no, deberá some-
bien. Porque se trata de un acto voluntario, y, en todo hombre, la realización de actos voluntarios terse a los decretos de los congregados. De lo contrario, será abandonado a su situación natural
tiene por objeto la consecución de algún bien para sí mismo", Ibíd., cap. XIV, pp. 112-113. de guerra, como estaba antes, y podrá ser destruido por cualquier hombre sin que éste incurra
174 en injusticia", Ibíd., cap. XVIII, p. 149.
En palabras de Hobbes: "Esto es algo más que consentimiento o concordia; es una ver-
dadera unidad de todos en una y la misma persona, unidad a la que se llega mediante un acuer- 178 Th. Hobbes, Elementos de Derecho natural y político, cit., 2• parte, cap. I, p. 254. Al

do de cada hombre con cada hombre, como si cada uno estuviera diciendo al otro: autorizo y respecto escribe N. Bobbio que "más que como un hecho histórico el contrato se concibe como
concedo el derecho de gobernarme a mí mismo, dando esa autoridad a este hombre o a esta una verdad de la razón, en la medida en que representa un eslabón necesario de la cadena de
asamblea de hombres, con la condición de que tú también le concedas tu propio derecho de razonamientos que comienza con la hipótesis de individuos aislados libres e iguales ... En este
igual manera, y les des esa autoridad en todas sus acciones. Una vez hecho esto, una multitud sentido el contrato es, además de un fundamento de legitimación, un principio de explicación",
así unida en una persona es lo que llamamos Estado", Ibíd., cap. XVÚ, pp. 144-145. "El modelo iusnaturalista", cit., p. 118.
175
"El único modo de erigir un poder común que pueda defenderlos [a los hombres] de la 179 Vid. Th. Hobbes, Leviatán, cit., cap. XIII, p. 108. Vid. las reflexiones sobre el particu-

invasión de extraños y de las injurias entre ellos mismos, dándoles seguridad ... , es el de confe- lar L. Ferrajoli, "La soberanía en el mundo moderno", cit., p. 136.
rir todo su poder y toda su fuerza individuales a un solo hombre o a una asamblea de hombres 180 Afirma a este respecto N. Bobbio que "Hobbes pretende sostener con todas sus energías
que, mediante una pluralidad de votos, puedan reducir las voluntades de los súbditos a una sola las razones del Estado absoluto, de un Estado cuyo poder encuentre el menor número posible

72 73
RACIONALIDAD LEGISLATIVA
GEMA MARCILLA CÓRDOBA

Pero el modelo contractualista permitía albergar ideologías políticas dis-


entendiendo por tal aquella concepción que considera al Derecho como el
pares. Así, aparte de la concepción abs~lutista de la l.e!', el iusnaturalism.o
único referente de la justicia y que, en consecuencia, considera que el deber
racionalista y contractualista puede considerarse tambien el punto de parti-
de obedecer la ley es absoluto o incondicionado 181 • Y es que "en la concep-
da del significado de ley en un régimen liberal-constitucional y en un régi-
ción hobbesiana -dice Tarello- no existe parámetro alguno que mida la jus-
men democrático. La postura radicalmente absolutista de Hobbes fue excep-
ticia de las acciones de un soberano, sino que las acciones del soberano son
cional, pues la mayoría de los expositores del iusnaturalismo racionalista no
justas por definición" 182 • El fin del Estado se agota en el establecimiento de
terminan identificando a la justicia simplemente con el Derecho del sobera-
un orden legal coactivo eficaz para evitar el desorden y la guerra entre los
no. Escribe Cassirer que, salvo Hobbes, los pensadores políticos de este
individuos, y a tales efectos la autoridad que se expresa mediante la ley no
período "eran todos partidarios de la 'teoría del derecho natural del Estado'.
está sujeta a ninguna limitación, ni siquiera a la que impondría el respeto de
Grocio, Puffendorf, Rousseau, Locke, consideraban al Estado como un
los derechos naturales. De ello se desprende que la ley es siempre justa; o,
medio, no como un fin en sí mismo. El concepto de estado totalitario no lo
más precisamente, la ley es justa exclusivamente en razón de su eficacia,
conocieron estos pensadores. Había siempre una cierta esfera de vida y de
siendo irrelevante su contenido. "Existe, pues, un deber absoluto de obe-
libertad individuales que permanecía inaccesible al Estado" 186 • Es decir, en
diencia al soberano, un deber que es independiente del contenido del man-
la medida en que contemplaban la diferencia entre el Derecho natural y el
dato y que, por SI. fuera poco, reposa en el propiO . D erec ho natura1"183 . O ,
Derecho positivo, aquéllos dejaban abierta la posibilidad de inquirir el valor
desde otra perspectiva, el dictamen de la autoridad en quien los individuos
moral de la ley. Así, cuando Leibniz distingue entre el punto de vista de la
han consentido racional o libremente será obligatorio o digno de obediencia
moral y del Derecho positivo o, como él los designa, entre el Derecho y la
con la única condición de que proporcione seguridad 184 • En definitiva,
ley, parece indicar que el ámbito propio de la racionalidad o de la ciencia sea
Hobbes utiliza el modelo del contrato social para legitimar sin ambages el
el "Derecho" y no la "ley": "la equivocación de aquellos que han hecho a la
régimen absolutista, hasta el punto que "elevó la decisión del soberano a cri-
justicia depender del poder, viene, en parte, de que han confundido el
terio definitorio de la justicia" 185 .
Derecho con la ley. El Derecho no puede ser injusto; sería una contradicción.
Pero la ley bien puede serlo" 187 •
de límites en Jos derechos de Jos demás, y de la obediencia absoluta, de una obediencia tal «que Así pues, el modelo del contrato prestaría respaldo no sólo a las tesis que
no cabe otra mayor», "Hobbes y el iusnaturalismo", en Estudios de Historia de la Filosofía: de identifican la legalidad con la moralidad, sino también a otras concepciones
Hobbes a Gramsci, cit., p. 161. más críticas o liberales, cuyo paradigma se encuentra en Locke, autor que
181
Sobre las tesis fundamentales del positivismo, vid. la clasificación de N. Bobbio, El
condena categóricamente una legalidad que carezca de límites o que sirva de
positivismo jurídico (1961), trad. de R. de Asís y A. Greppi de la ed. italiana de 1979, Madrid,
Debate, 1993, pp. 141 y ss.
cobertura al ejercicio abusivo del poder. La argumentación es de sobra cono-
182 G. Tarello, Storia della cultura giuridica moderna, cit., p. 61.
cida: si el fin que persiguen los hombres cuando se reúnen en el Estado es
183 M. Gascón, Obediencia al Derecho y objeción de conciencia, Madrid, Centro de salvaguardar la vida, la libertad y los bienes materiales, la única legitimación
Estudios Constitucionales, 1990, p. 100. de la sociedad política reside en la garantía de esos derechos naturales. Y lo
14
8 C. Schmitt observó atinadamente que el poder en Hobbes descansa sobre dos elemen- mismo vale para el poder legislativo, que "no es ni puede ser un poder abso-
tos, la protección y la obediencia: sólo si el Estado no es capaz de garantizar esa protección
lutamente arbitrario sobre las vidas y los bienes de las personas ... [pues] la
desaparece el derecho a exigir obediencia, precisamente porque carece de poder. Vid. C.
Schmitt, "Diálogo sobre el poder y el acceso al poderoso" (1954), en Diálogos, Madrid,
Instituto de Estudios Políticos, 1962, pp. 68 y ss.
15
8 P. Bravo, "Introducción" a la obra de Bodino, Los Seis libros de la República, cit., pp. está ordenado ... Jos reyes legítimos hacen justas las cosas que mandan, por el hecho de man-
50-51. Así Jo confirma la definición que Hobbes hace de las leyes como reglas que el Estado darlas, e injustas las cosas que prohíben, por el hecho de prohibirlas", Th. Hobbes, De Cive
ha mandado de palabra, o por escrito, o con otros signos suficientes de la voluntad, para que se (1642), trad. de A. Catrysse, introducción de N. Bobbio, Caracas, Instituto de Estudios
utilicen a la hora de distinguir Jo que está bien y lo que no está bien, es decir, Jo que es contra- Políticos, 1966, XII, 1, p. 192.
rio y Jo que no es contrario a la regla, pues "las leyes son normas para establecer Jo justo y lo 186 E. Cassirer, El mito del Estado, cit., p. 167.

injusto, no pudiéndose decir que algo es injusto si no es contrario a alguna ley", Leviatán, cap. 187
G. Leibniz, "Meditación sobre la noción común de justicia (1703)", en Escritos de filo-
XXVI, cit., p. 216. Y más claramente aún: "Antes de que existieran Jos poderes políticos no sofía jurídica y política, Ed. de Jaime de Salas, Madrid, Ed. Nacional, 1984, p. 86.
existía Jo justo y Jo injusto, de modo que la naturaleza de Jo justo y Jo injusto depende de lo que

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74
GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

ley natural subsiste como norma eterna de todos los hombres, sin exceptuar la legalidad se convierte en puro trasunto de la moralidad: el Derecho que
a los legisladores" 188 • En suma, las tesis absolutistas justifican la coinciden- cumple ciertas condiciones de elaboración es necesariamente justo. Por ello,
cia entre la moral y lo que la ley establece porque parten de que los derechos afirma Gough, el contrato social de Rousseau "no representa garantía alguna
naturales operan como moneda de cambio que los individuos entregan al para los derechos naturales del individuo; al contrario, lleva a la soberanía de
poder legibus solutus para recibir únicamente seguridad. Las tesis liberales, la voluntad general. En este aspecto, como en otros, Rousseau se asemeja a
por el contrario, tienen como premisa que los derechos naturales de los indi- Hobbes" 193 • En ambos casos la ley, aparte de ser la norma jurídico-positiva por
viduos operan como límite al contenido de la ley, en la medida en que son excelencia, contiene un imperativo moral 194 • Es más, si Rousseau no atisba
inherentes e irrenunciables; es más, los derechos naturales de los individuos ningún peligro para los derechos procedente de la ley se debe, en efecto, a que
resultan infranqueables para el poder, porque es justamente su tutela lo que ésta expresa la voluntad del cuerpo político que actúa en nombre del pueblo,
confiere sentido al Estado 189 • El Estado y la ley se conciben pues como arti- respecto del que es impensable que pueda cometer injusticia consigo mismo;
ficios o instrumentos al servicio de los naturales derechos. pero también a que la forma general y abstracta que caracteriza a la ley cons-
Por último, el modelo del contrato suministra una tercera tesis a propósito tituye una garantía añadida de su justicia, pues, si no concreta los sujetos ni los
de los límites morales de la ley: la tesis democrática, emblemáticamente repre- casos en los que procede su aplicación, todos serán potencialmente destinata-
sentada por Rousseau 190 • Su punto de partida es también el contrato mediante rios y ninguno tendrá interés en establecer regulaciones injustas. Más tarde
el que se acuerda el paso del estado de naturaleza al de sociedad o acatamien- hemos de volver sobre este aspecto, pues la contribución de Rousseau resulta
to de las leyes del Estado. Pero su "dominador" no es, como en el caso de capital para comprender el moderno concepto de ley.
Hobbes, un Leviatán, ni, como en el de Locke, un gobierno civil limitado, sino La doctrina del contrato social admitiría muy distintos desarrollos que aquí
la "voluntad general" 191 • Esta tesis condicionaría la legitimidad o moralidad de tan sólo han podido quedar esbozados. Creo que lo más destacable de todos
la ley o, lo que es equivalente, cifraría la garantía de los derechos de los hom- ellos, desde la óptica de nuestro trabajo, es que propiciaban una noción artificial
bres en el origen popular o democrático de aquélla 192 • Cumplido ese requisito, del Derecho, en el sentido de que la ley -condicionada o no por los derechos
naturales- aparecía como una expresión de la voluntad del soberano, no dictada
188
J. Locke, "Segundo ensayo sobre el gobierno civil", en Ensayo sobre el gobierno civil
para satisfacer un compromiso previo impuesto por algún orden normativo
(1690), trad. de A. Lázaro Ros, Introducción de L. Rodríguez Aranda, Madrid, AguiJar, 1969, pp. superior sino para la consecución de objetivos plenamente seculares o políticos.
101-103. Con expresiva metáfora dice H. Laski que el Estado lockeano se asemeja a "una compañía El Derecho positivo se podía transformar así en un instrumento de racionaliza-
de responsabilidad limitada cuya ley constitutiva prohíbe a los consejeros todas aquellas prácticas de ción de las relaciones sociales; podía dejar de ser un reflejo de la nonnalidad
las que, hasta su época, los Estuardos habían sido culpables", El liberalismo europeo, cit., p. 101.
189
para convertirse en una nonnatividad que pretende conformar la realidad según
Por ello afirma Locke que "siempre que los legisladores intentan mTebatar o suprimir la
propiedad del pueblo o reducir a los miembros de éste a la esclavitud de un poder arbitrario se
un proyecto calculado. Asimismo, en segundo lugar, la teoría de los derechos
colocan en estado de guerra con el pueblo y éste queda libre de seguir obedeciéndole", J. Locke, naturales, una vez que ésta transforma su carácter especulativo en una presun-
"Segundo ensayo sobre el gobierno civil", cit., p. 167. En suma, Locke niega el absolutismo como ción de justicia que había de acompañar a los tronos ilustrados, se convertiría en
un modelo de organización política que responda a los valores que pretende asegurar el contrato un valioso complemento de la idea del contrato al introducir dosis de racionali-
social, pues "bajo el gobierno despótico continúa existiendo un estado de naturaleza (o de gue!Ta) dad en el voluntarismo inherente a esta última. Y, finalmente, la doctrina del
entre el príncipe absoluto y los súbditos, en cuanto que no existe un juez al que dirigirse, siendo
el príncipe superior a la ley", N. Matteucci, Organización del poder y libertad, cit., p. 134.
contrato social en su versión democrática había de ser absolutamente funda-
190
J. J. Rousseau, "Contrato social" (1762), Libro I, cap. VI, en Escritos de combate, cit. mental para comprender la idea y el prestigio de la ley en las centurias siguien-
191
R. H. S. Crossman, Biografía del Estado Modemo, cit., p. 129. tes, especialmente en el modelo europeo de Estado de Derecho.
192
La tesis kantiana sobre el valor moral de la legalidad es semejante a la de Rousseau, en la
medida en que el modelo de ley democrática sirve para realizar la autonomía individual: Rousseau
y Kant "trataron de pensar de tal suerte en el concepto de autonomía la unión de razón práctica y 193
J. W. Gough, ll contralto socia/e, cit., p. 235. Asímismo, H. S. Crossman señala que
voluntad soberana, que la idea de derechos del hombre y el principio de soberanía popular se inter-
Rousseau "atribuye a esta voluntad una soberanía tan absoluta como la que Hobbes atribuía a
pretasen recíprocamente. Sin embargo, tampoco estos dos autores logran una conexión entera-
su Leviatán", Biografía del Estado Modemo, cit., p. 130.
mente simétrica de las dos concepciones", J. Habermas, Facticidad y validez: sobre el derecho y 194
Y por ello en ambos casos no cabe más desobediencia que la criminal, vid. M. Gascón,
el Estado democrático de derecho en términos de teoría del discurso, Introducción y trad. sobre
la 4• ed. rev. de M. Jiménez Redondo, Madrid, Trotta, 1998, p. 165. Obediencia al Derecho y objeción de conciencia, cit., p. 107.

76 77
II. LA LEY EN LA ILUSTRACIÓN

1. La ciencia de la legislación
La filosofía de la Ilustración, que se alimenta de toda la herencia teóri~
ca del racionalismo del siglo XVII, pero que, más allá de los planteamientos
especulativos, pretende proyectar esa herencia sobre la esfera práctica y
política, constituye seguramente la etapa crucial en la construcción del con-
cepto moderno de ley. La filosofía de los tronos ilustrados primero y más
tarde la Revolución llevaron hasta sus últimas consecuencias los postulados
jurídicos del absolutismo que habían encontrado en la ley el cauce para
expresar una voluntad política suprema y unitaria, pero, al mismo tiempo y
sobre todo, hicieron de ella el vehículo de la razón, identificándola con una
regla de gobierno impersonal y no arbitrario. El modelo del Derecho natural
pretende trasladarse así al positivo, y ello no sólo en el diseño de un orden
jurídico formalmente simple y racional, sino también en la asunción por
parte del mismo de la formidable empresa de imponer en la realidad social
los principios naturales descubiertos por la razón. En suma, la ley "adquiere
un carácter abiertamente reformador y es la herramienta fundamental en
manos de una razón orientada a la transformación de la realidad" 195 . El
nuevo sentido que cobra el principio de legalidad es una de las señas de
identidad de la Ilustración: "en sentido amplio la legalidad constituye un
límite que se alza frente a cualquier otro poder o fuente de creación jurídica,
mientras que en sentido estricto es un límite al propio legislador... Así pues,
en la filosofía ilustrada la ley dista de ser la mera expresión de la voluntad
política. La ley es ante todo el instrumento de las Luces para hacer realidad
los dictados de la razón" 196 • Por ello ha podido decirse que el siglo de las
luces, entre otras muchas cosas, "fue también el siglo de las leyes", justa-
mente porque se consideró que la ley -pero esta vez la positiva- podía y
debía ser algo diferente del mero capricho del Príncipe 197 .

195 L. Prieto, "La filosofía penal de la Ilustración", en G. Peces-Barba, E. Fernández y R. de

Asís, Historia de los derechosfimdamentales, tomo II, vol. II., Madrid, Dykinson, 2001, p. 135.
196 Ibíd., p. 159.
197 V. Zapatero, "El club de los nomófilos", Cuadernos de Derecho Público, no 3, 1998,

pp. 61 y 65.

79
GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

En el racionalismo de las Luces la legislación cobra estatus científico 198 . razón en la que el centro de gravedad se traslada progresivamente del campo
Sin abuso del lenguaje titulará Filangieri su obra magna "Ciencia la legis- de la especulación y la deducción a partir de unos pocos axiomas al de la expe-
lación"199. Ahora bien, se trata de una ciencia cuyos cometidos no son rimentación y la proyección práctica. Es lo que se ha llamado la "generaliza-
meramente especulativos sino prácticos: "la legislación se nos muestra ción del paradigma newtoniano", que alcanza a todas las esferas del saber2°3,
siempre como la ciencia que tiene por objeto las leyes racionales sobre el de modo que en el siglo de las Luces la investigación se basa en un modelo
comportamiento y, al propio tiempo, lo que es más importante, como la epistemológico más próximo a la inducción de tipo empírico que a las demos-
empresa que debe restaurar en la política y en la sociedad lo que la razón traciones sobre la base de ideas innatas204 o, lo que es lo mismo, el nuevo
ha descubierto" 200 . No estamos, por tanto, ante un concepto de ciencia modelo de ciencia vendría suministrado por la mecánica del movimiento de
estrictamente teórico o situado sólo en el mundo de las ideas, sino que pre- Newton en detrimento del esquema deductivista de Descartes205 ; como escribe
senta también una dimensión práctica; sin renunciar a la idea de que la natu- Voltaire, "hay que haber renunciado al sentido común para no estar de acuer-
raleza humana y el carácter de las sociedades encierran leyes que la razón do en que nada sabemos en el mundo, si no es por la experiencia"206 . Si en el
puede comprender, lo típico de la Ilustración será imponer en la realidad, es siglo XVII la empresa consistió en la deducción especulativa del orden moral,
decir, en el Derecho positivo los principios así descubiertos 201 . en el XVIII será el diseño racional y a la vez real del orden positivo2°7 , apro-
La Ilustración comparte con la filosofía del siglo anterior la idea de la uni- ximando "los ideales del racionalismo a la vida concreta"208 .
dad básica del saber. "Las diferentes ciencias -dice Turgot-, encerradas en prin-
cipio en un pequeño número de nociones simples comunes a todas, cuando han 203 G. Gusdorf, Les príncipes de la pensée au siecle des lumiéres, París, Payot, 1971, pp.
llegado por sus progresos a ser más amplias y más difíciles, no pueden ser con- 180 y SS.
sideradas más que separadamente. Pero un progreso aún mayor las acerca, 204 "El siglo XVIII maneja a la razón con un sentido nuevo y más modesto. No es el nom-

puesto que se descubre esta dependencia mutua de todas las verdades, que, bre colectivo de las 'ideas innatas', que nos son dadas con anterioridad a toda experiencia y en
encadenándolas entre ellas, las ilumina la una por la otra"202 . Ciertamente, este las que se nos descubre la esencia absoluta de las cosas. La razón, lejos de ser una tal posesión,
es una forma determinada de adquisición. No es la tesorería del espíritu en la que se guarda la
estatuto científico se encontraba en germen en la ciencia demostrativa del
verdad como moneda acuñada, sino más bien la fuerza espiritual radical que nos conduce al des-
Derecho natural: los tratados de Espinosa, Leibniz o Puffendorf, y los de sus cubrimiento de la verdad y a su determinación y garantía ... Todo el siglo XVIII concibe la razón
epígonos alemanes, contemporáneos de los ilustrados franceses, como Wolff o en este sentido. No la toma como un contenido firme de conocimientos, de principios, de verda-
Thomasius, constituyen las fuentes de la nueva ciencia legislativa. Del mismo des, sino más bien como energía, una fuerza que no puede comprenderse plenamente más que
modo que los racionalistas del siglo XVII manifestaban su interés por formu- en su ejercicio y en su acción. Lo que ella es y puede, no cabe apreciarlo íntegramente en sus
lar los derechos naturales y los principios rectores de la conducta humana resultados, sino tan sólo en su función", E. Cassirer, La filosofía de la ilustración, cit., p. 28.
205 D' Alembert, pese a la admiración que siente por Descartes, encuentra en su método "un
según el método de la geometría o de las matemáticas, los ilustrados plantearán defecto": según Descartes, "es preciso comenzar por definir las cosas y tomar las definiciones
el diseño de las leyes positivas como una empresa de la razón. Pero de una como principios apropiados para descubrir en ellos las propiedades. Parece que es al contrario:
que se necesita comenzar por buscar las propiedades, porque si las nociones que somos capa-
ces de adquirir no son, como parece evidente, más que diferentes colecciones de ideas simples
198
En este sentido, señala G. Peces-Barba que el esfuerzo de la reflexión sobre la ley en la que la experiencia nos ha hecho reunir bajo ciertos nombres, es más natural formarlas buscan-
Ilustración se concentra.cn "el intento de integrar razón y voluntad en la teoría de la legisla- do las ideas en el mismo orden que la experiencia les da, que comenzar por las definiciones para
ción, superando la antigua polémica de la contradicción entre voluntarismo e intelectualismo", deducir de ellas las diferentes propiedades de las cosas", J. D' Alembert, voz de La Enciclopedia
"Sobre el valor de la ley y el gobierno de las leyes", Asamblea: Revista parlamentaria de la "Cartesianismo", en La historia de lafilosofía en/a Enciclopedia, Edición de J. M. Bermudo,
Asamblea de Madrid, núm. 3, (2000), p. 4 (cursiva añadida). Barcelona, Ed. Horsori, 1987, p. 353.
206
199
G. Filangieri, Ciencia de la legislación (1780-1785), trad. de Juan de Ribera, 6 vols., Voltaire, "El filósofo ignorante"(1766), en Opúsculos satíricos y filosóficos, prólogo. de
Madrid, Villalpando, 1821. C. Pujo!, trad. y notas de C. R. de Dampierre, Madrid, Alfaguara, 1978, p. 111.
200 L. Prieto, "La filosofía penal de la Ilustración", cit., p. 136. 207 Con razón indica Barcellona que en esta época "el individuo empírico aparece como el

201 Por ello, para evitar los equívocos a que puede conducir hoy esta idea de ciencia, autor efectivo del orden real, como organizador de la propia esfera de acción", P. Barcellona,
Zapatero prefiere hablar del "arte de la legislación", "El club de los nomófilos", cit., p. 62. Formazione e sviluppo del Diritto Privato moderno, Nápoles, Jovene, 1993, p. 55.
208
202 A. R. Turgot, Discursos sobre el progreso humano (1750), ed. de G. Mayos Solsona, La Ilustración parte de la "soberanía de la razón" para realizar "la transformación de
Madrid, Tecnos, 1991, p. 64. todo el mundo histórico"; se trata del "esfuerzo del hombre europeo para llevar a cabo una orde-

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

La racionalización de la política, ya fuera partiendo del esquema de dera apta para comprender el mecanismo de las leyes naturales, pero al
unos derechos naturales, ya del estudio de las condiciones ambientales y mismo tiempo encierra una vocación práctica de imponer al Derecho posi-
sociales, había de tener una consecuencia sobresaliente en la concepción tivo sus principios constitutivos 214 •
de la ley, que ya no podía presentarse como la expresión desnuda de una La Enciclopedia reitera otra célebre definición de ley de L'Esprit des
voluntad soberana al modo de Hobbes, sino también, al menos en parte, Lois215 , lo que no deja de ser significativo si se tiene en cuenta que aque-
como el reflejo de esas otras leyes inexorables que son las leyes científi- lla obra quería transmitir a la humanidad los saberes y opiniones más com-
cas. Laski lo expresa perfectamente al comentar la filosofía de la partidos de la época216 • Y aquí la opinión que parece fundamental es que
Ilustración, "el gobernante, en efecto, lo es menos al hacer la ley que al la actividad legislativa no es un mero acto de voluntad caprichosa, sino
declararla. Debe discernir entre los fenómenos ciertas conexiones inheren- que responde a un principio de razón que es prolongación de una empresa
tes y permanentes. De ellas debe deducir reglas bajo cuyo imperio, por científica: "lenguaje fue del despotismo y de la tiranía decir que la única
necesidad, han de vivir los hombres" 209 . Y, desde esta perspectiva, se regla de la legislación es la voluntad del legislador; y es un error propio de
explica la definición que Montesquieu ofrece de la ley y que, con razón, la ignorancia creer que ... no puede tener la ciencia de la legislación prin-
ha sido calificada de extraña y sorprendente 210 : "Las leyes en su más cipios fijos, determinados e inmutables" 217 • De ahí la necesidad de un
amplia significación son las relaciones necesarias que se derivan de la gobierno ilustrado que sepa poner su voluntad y su fuerza al servicio de la
naturaleza de las cosas. En este sentido, todos los seres tienen sus leyes: razón, y de ahí que la ignorancia sea la primera causa de todas las desgra-
las tiene la divinidad, el mundo material, las inteligencias superiores al cias. Por eso, cuando el príncipe sea iluminado por la razón, "la legislación
hombre, los animales y el hombre mismo" 211 • positiva deberá ser tan sólo declarativa de las leyes humanas ... no deseará
Leyes que son relaciones necesarias y leyes que gobiernan a los hom- ni podrá desear leyes positivas perjudiciales para la sociedad o para el
bres: un uso indistinto de la ley que seguramente sólo resulta comprensi- soberano ... La razón esclarecida por el conocimiento evidente de las leyes
ble en el espíritu ilustrado de Montesquieu. La ley como relación -escribe naturales, constituye la regla del mejor gobierno posible" 218 .
Althusser- "supone que es posible aplicar a las materias de la política y la
historia una categoría newtoniana de ley. Supone que es posible deducir
instituciones humanas por sí mismas ... esta ley no será ya orden ideal, sino 2. Las cualidades de la ley
una relación inmanente a los fenómenos" 212 • Pero, junto a la ley como rela-
El planteamiento de Montesquieu pudo no ser completamente compartido
ción y muchas veces confundida con ella, se sitúa la ley como mandato y
por la Ilustración de la segunda mitad del siglo XVIII, menos complaciente
ésta aparece cargada de deberes o limitaciones: "cuando Montesquieu pro-
con el Antiguo Régimen y más preocupada por los problemas de la justicia y
pone deberes a las leyes, es sólo para las leyes que se dan a los hombres.
de la legitimidad política219 ; y, por lo demás, es indudable que del gran libro
Y este 'deber' es simplemente una llamada para colmar la distancia que
separa las leyes que gobiernan a los hombres sin que éstos lo sepan, de las
leyes que ellos hacen y conocen" 213 • Así pues, la razón humana se consi- 214
S. Goyard-Fabre, La Philosophie du Droit de Montesquieu, París, Klincksieck, 1973, p. 124.
215
"La ley en general es la razón humana en tanto gobierna a todos los pueblos de la tie-
rra; las leyes políticas y civiles de cada nación no deben ser más que los diversos casos parti-
nación civilizadora de la vida terrenal", E. Gómez Arboleya, Estudios de Teoría de la sociedad culares en que se aplica la razón humana", voz "Ley", en Artículos políticos de la
y del Estado, cit., p. 440. «Enciclopedia». Denis Diderot y lean Le Rond D'Alembert, Estudio preliminar y trad. de R.
209 H. Laski, El liberalismo europeo, cit., p. 159. Soriano y A. Porras, Madrid, Tecnos, 1986, p. 106. Vid. Montesquieu, El espíritu de las leyes,
210 V. Zapatero, "El club de los nomófilos", cit., p. 67. cit., Libro I, cap. III, p. 10.
216
211 Montesquieu, Del espíritu de las leyes (1748), Introducción de E. Tierno Galván, trad. Vid. G. Peces-Barba, "Sobre el valor de la ley y el gobierno de las leyes", cit., p. 9.
217
M. Blázquez y P. de Vega, Madrid, Tecnos, 1985, Libro I, Capítulo I, p. 7. G. Filangieri, Ciencia de la legislación, cit., vol. 1, p. 56.
218
212 L. Althusser, Montesquieu, la política y la historia (1959), trad. de M. E. Benítez, F. Quesnay, "Derecho natural" (1765), en Escritos Fisiocráticos, ed. de J. E. Candela,
Madrid, Ciencia Nueva, 1968, p. 30. Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1985, p. 15.
219
213
Ibíd., p. 33. Vid. sobre ello V. Zapatero, "El club de los nomófilos", cit., pp. 75 y ss.

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

de la naturaleza expresado en leyes científicas cada uno podía extraer sus pro- Alemania o su rechazo en Inglaterra, pese a que Bentham tuviera el mérito
pias conclusiones acerca de las exigencias que habían de reunir las leyes posi- de elaborar la propuesta de codificación más completa y sistemática224 . Sin
tivas220. Sin embargo, y al margen de esas diferencias, frente a la función que embargo, y al margen de las particulares vicisitudes históricas de cada país,
la ley había cumplido en la formación del Estado, esto es, la de hacer posible que no procede estudiar aquí, tales exigencias sociales y políticas pueden
el monopolio estatal de la coacción, en el conjunto del pensamiento ilustrado descubrirse en las propias técnicas que se ponen al servicio de la racionali-
esta forma jurídica asume una nueva labor: la racionalización del orden polí- zación del Derecho. En otras palabras, la legislación racional no fue sólo una
tico y social convirtiéndose en un artificio jurídico que incorpore las cualida- empresa de filósofos o juristas animados por un nuevo paradigma científico,
des que se postulan de las leyes científicas de la naturaleza, que traslade a la sino que responde a objetivos de transformación de la realidad que sin duda
política las exigencias de la razón y que represente en este sentido una limita- no se realizan o se realizan de forma muy distinta en cada lugar, pero que se
ción al desnudo voluntarismo del poder. Así, el movimiento que propugna la hacen patentes en el nuevo modelo de producción jurídica que se postula.
legislación significa la cohonestación de ciencia y política, la búsqueda de la En este sentido, cabe decir que el movimiento de reforma de la legisla-
racionalización del Derecho positivo bajo el sello del estatalismo y de la uni- ción aparecía animado por un objetivo fundamental: la consecución de la
formidad frente a un particularismo jurídico que estorbaba por igual al abso- seguridad jurídica y de la racionalización normativa. Porque, aun cuando el
lutismo monárquico y al modelo económico y social del tercer estado o bur- desarrollo del absolutismo había alentado la uniformidad del Derecho esta-
guesía; una empresa que culminaría en la codificación221 , pero que aparecía bleciendo la primacía de la ley que expresaba el arbitrio del soberano sobre
estimulada por causas complejas y de distinta índole222 . otras fuentes jurídicas, a finales del siglo XVIII subsistía aún un abigarrado
Efectivamente, el movimiento en favor de la legislación y, en último tér- sistema jurídico, pluralista y confuso en sus fuentes y en la determinación de
mino, de la codificación no responde sólo a motivos técnicos o a la menta- sus destinatarios, desproporcionado en sus previsiones, defectuoso y casuís-
lidad científica de la época, sino también a exigencias concretas de organi- tico en la redacción de sus preceptos 225 . Ello es así, dice Beccaria, porque las
zación social y política223 , y tal vez eso explique su inicial fracaso en leyes "no han sido generalmente más que el instrumento de las pasiones de
unos pocos, o han nacido de una fortuita y pasajera necesidad: no han sido
22o Esto ya lo advirtió Rousseau en el Prefacio al "Discurso sobre el origen y los funda-
mentos de la desigualdad entre los hombres": a propósito de la ley natural "no sin sorpresa y
sin escándalo se observa la escasa conformidad que acerca de esta importante materia reina della cultura giuridica moderna, cit., p. 261. Vid. también E. J. Vida! Gil, "Ilustración y legis-
entre los diversos autores ... apenas se encuentran dos que sean de la misma opinión en este lación. Los supuestos ideológicos, jurídicos y políticos", Anuario de Filosofía del Derecho, VI
punto", en Escritos de Combate, cit., p. 143. (1989), p. 207.
221 Codificar el Derecho significa, desde un punto de vista técnico, formar códigos, esto es, 224 J. Bentham, Tratados de Legislación Civil y Penal (1802), trad. de R. de Salas de la ed.

cuerpos cuyo contenido está integrado por normas jurídicas exclusivamente, que pretenden reu- francesa de E. Dumont, 1821, Madrid, Editora Nacional, 1981. La preocupación de Bentham
nir el Derecho con exhaustividad y sistematicidad. La consecuencia más relevante de esta téc- por la legislación y, en especial, por el lenguaje legal se pone de relieve en su Nomografía o el
nica racionalizadora sería que gracias a ella la aplicación del Derecho deviene una tarea mecá- arte de redactar las leyes, un conjunto de manuscritos redactado entre 1811 y 1831 y que vería
nica o burocrática, por cuanto el operador jurídico cuenta con un documento normativo com- la luz en el volumen III de las Obras Completas publicadas por J. Bowring (1843), cit.
225
pleto y coherente, Vid. G. Tarello, Storia della cultura giuridica modema, cit., p. 20. En este sentido, L. Hierro destaca que la Codificación optó por un decretum irritans
222 Caroni subraya este aspecto: "las teolias no se transforman automáticamente en realidad por de carácter general, es decir, tuvo la pretensión de imponer definitivamente el imperio de la
el hecho de ser intlinsecamente «Verdaderas» y <~ustas», sino que esto sucede sólo cuando una socie- ley, y, en particular, la supremacía de la ley sobre fuentes del Derecho de carácter consue-
dad las considera útiles, o sea, funcionales a un cie1to programa" y, no obstante, "la histmia de la tudinario, L. Hierro, "La paradoja de Portalis (sobre la fuerza normativa de la costumbre
Codificación fue hasta ahora concebida, ininterrumpidamente, como historia doctrinal y culta; sólo contra legem y, particularmente, de la costumbre negativa también llamada desuso)", cit.,
en el curso de los últimos veinte años nos hemos dado cuenta de la unilateralidad (y, por ende, par- nota 31, p. 143. Aunque, como subraya el autor, ni siquiera en el contexto de la codificación
cialidad) de esta aproximación y hemos intentado COITegirla y, por consiguiente, integrarla, razonan- ilustrada fue posible disipar las dudas acerca de la no autorización de la derogación de la ley
do maymmente sobre los destinos de aquellas sociedades que se adhirieron entusiásticamente a la por falta de uso. En el propio "Discurso preliminar" de presentación del Proyecto del
propuesta codificadora", Lecciones catalanas sobre la historia de la codificación, cit., pp. 28-29. Código de Napoleón Jean-Etienne Portalis confiesa la fuerza derogatoria del desuso. Ni
223 En palabras de Tarello, la "máquina ideológica" de la Ilustración, "vinculada a nuevos Portalis ni después Kelsen, firmes partidarios de la seguridad que suministra la ley, son
procesos de clarificación y de reelaboración, estaba destinada a hacerse instrumento político capaces de negar la derogación de las leyes por costumbre contraria o por mero desuso,
operativo y generador de instituciones nuevas en manos de la nueva clase: la burguesía", Storia ibíd., pp. 131-154.

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dictadas por un frío observador de la naturaleza humana"226 . La crítica al miento del orden constitucional, esto es, la ordenación de las relaciones súb-
Derecho consuetudinario 227 o a la falta de unidad del ordenamiento 228 son dito-soberano, están presididas por objetivos políticos semejantes 232 .
muestras de esa exigencia de seguridad jurídica que está presente en nume- La seguridad jurídica, herencia del iusnaturalismo racionalista y contrac-
rosos escritores de la época229 ; una exigencia de seguridad que había de tra- tualista pero postulado también de un orden basado en el cálculo como el
ducirse en la reforma de la técnica legislativa, pero que respondía también a la que alentaba el utilitarismo, será uno de los primeros objetivos de la legisla-
confluencia de distintos valores o finalidades políticas, al servicio tanto del ción. Este valor jurídico -resalta Perez Luño 233 - no constituye tanto una cate-
proyecto monárquico como de las necesidades del orden económico y social goría lógica, cuanto el fruto de avatares y conquistas políticas de la socie-
de la burguesía230 . Por lo demás, la impronta socio-política del proyecto de dad, como se evidencia en el hecho de que el Estado de Derecho alumbrado
legislación ilustrado se reflejaría en que tanto el movimiento codificador como por la Revolución instaurase la seguridad como "presupuesto y función
el constitucionalismo y las declaraciones de derechos hayan sido vistos como indispensable" del ordenamiento jurídico234 . La seguridad remitiría, en efec-
partes integrantes de un mismo proceso de reforma jurídica231 ; tanto la siste- to, a las premisas del iusnaturalismo racionalista, pues desde éstas el origen de
matización del Derecho civil, penal, mercantil o procesal, como el establecí- las instituciones políticas y jurídicas se explica "a partir de la exigencia ... de

226
C. Beccaria, De los delitos y de las penas (1764), ed. de F. Tomás y Valiente, Madrid, 23 2 En particular, Tarello hace referencia a cuatro aspectos que pondrían de relieve la simi-
Aguilar, 1974, cap. 1., pp. 67 y ss. litud ideológica entre los procesos de codificación liberal y de constitucionalización. En primer
227
Un Derecho basado en el prejuicio de que lo antiguo, por serlo, debe ser sacralizado, y lugar, comparten una filosofía liberal en el sentido de que tanto la regulación del Derecho pri-
que representa "una ley que gobierna sin existir, una ley conjetural sobre la cual pueden los vado, como las declaraciones de derechos muestran especial atención a la tutela de la propie-
sabios ejercer su ingenio; pero que el simple ciudadano no puede conocer", J. Bentham, dad privada. En segundo lugar, la codificación liberal y el constitucionalismo originario persi-
"Promulgación de las leyes", en Tratados de Legislación Civil y Penal, cit., p. 576; del mismo guen la igualdad jurídica o formal; esto es, la ausencia de discriminación en el establecimiento
autor vid. también sus Falacias Políticas (1816), trad. de J. Ballarín, Madrid, Centro de del Derecho y en su aplicación. En tercer lugar, codificación y diseño del orden constitucional
Estudios Constitucionales, 1990, pp. 41 y ss. tienden ambos a eliminar sujetos políticos intermedios en beneficio de una única instancia de
228
Por eso decía Voltaire que "un hombre que viaja por este país cambia de legislación tan- poder, el Estado. Por último, codificación liberal y constitucionalización cooperan al nacimien-
tas veces como de caballo", Dictionnaire Philosophique (1764), voz "Coutumes", en Oeuvres to de la concepción mecanicista de la interpretación y aplicación del Derecho: la codificación
Completes, 2• ed., París, ed. Baudouin Freres, 1827, tomo 53, p. 426. Esta voz no figura en la pretende dotar a los operadores jurídicos de un cuerpo completo y coherente de leyes; la cons-
edición de A. Martínez Arancón, Madrid, Temas de Hoy, 1995. titucionalización de los derechos tiene como primer postulado la división de poderes y la atri-
229
Singularmente en L. Muratori, Dei deffeti della giurisprudenza (1742), Rizzoli, Milán, bución de la soberanía al pueblo, Storia della cultura giuridica moderna, cit., pp. 25-28. En un
1953, en especial cap. III, cuyo éxito obedeció principalmente a su defensa de la certeza del sentido análogo observa P. Barcellona que Declaraciones de derechos y códigos sirvieron para
Derecho y a su propuesta de sometimiento del juez a la ley, vid. G. Tarello, Storia della cultu- consagrar la emancipación política y civil "y la idea del pacto social pareció constituir el medio
ra giuridica moderna, cit., pp. 215 y ss. para conciliar el carácter originario del derecho (privado) natural y la funciónpositiva de la ley
230
En España la ejecución de la empresa codificadora resultaría complicada porque las del Estado (derecho público)", Formazione e sviluppo del Diritto privato moderno, cit., p. 53.
regiones periféricas temían que la unificación jurídica estuviera más al servicio del absolutis- 233 Vid. A. E. Pérez Luño, La seguridad jurídica, Barcelona, Ariel, 1991; también
mo centralizador que de los objetivos del liberalismo ilustrado. De no haber sido por aquel fun- "Seguridad jurídica", en El Derecho y la justicia, ed. de E. Garzón Valdés y F. J. Laporta,
dado temor la burguesía periférica probablemente habría apoyado también el proceso codifica- Madrid, Trotta, 1996, pp. 481-492.
dor, como lo prueba que durante parte de la historia de la codificación española "amplios sec- 234 A. E. Pérez Luño, La seguridad jurídica, cit., pp. 17 y ss. La seguridad jurídica consti-
tores de la sociedad catalana ... participaron con el resto de los liberales españoles en el intento tuye un elemento fundamental en la idea de Estado de Derecho, y la lectura de aquel concepto
de reformar unos derechos civiles que, en parte, creían con bastante razón incompatibles con en clave ilustrada previene frente a interpretaciones que pudieran manipular su significado en
las exigencias de la nueva sociedad", P. Salvador Coderch, La compilación y su historia, cit., p. perjuicio de los individuos. Desde la perspectiva ilustrada, la seguridad se concibe como pre-
13. En suma, la ideología liberal, antiseñorial y burguesa, constituye, al igual que en otros paí- supuesto y función del orden jurídico, es decir, se considera que los ciudadanos han pagado el
ses europeos, el motor de la codificación española, aunque "los autores del Código del 89 ... alto precio de padecer la limitación de su libertad a cambio de disfrutar "con seguridad" de esa
supieron renunciar ... al ideario liberal, levemente jacobino y castellanizante que pretendía un libertad, por lo que la seguridad representa un objetivo exigible al Estado por los individuos, y
Derecho civil laico y unitario: por eso en España tendremos un Código civil que coexistirá con sobre todo un criterio para restringir la coacción estatal. El concepto de seguridad jurídica de
los derechos forales", ibíd., p. 3. origen ilustrado sólo se realiza, por tanto, en un modelo estatal "que instaura la protección de
231
G. Tarello, Storia della cultura giuridica moderna, cit., pp. 22 y ss. Vid. E. J. Vida! Gil, los derechos y libertades en la cúspide de las funciones estatales", A. E. Pérez Luño, "Seguridad
"Ilustración y legislación", cit., p. 207. jurídica", cit., p. 483.

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abandonar una situación en la que el hombre posee una ilimitada (aunque inse- un sujeto formalmente igual: "no se debe reglamentar ni las vestiduras del
gura) libertad, a otra de libertad limitada pero protegida y garantizada. rico ni los harapos del pobre. Ambos igualmente ciudadanos, deben ser
Hobbes, Puffendorf, Locke, Kant, así como la gran mayoría de contractualis- igualmente libres" 238 . La igualdad, que se traduce lógicamente en una exi-
tas, concebirán el tránsito desde el estado de naturaleza a la sociedad como la gencia de trato uniforme por parte de la ley, beneficia de un lado los intere-
superación del ius incertum y su conversión en estado de seguridad"235 . ses de la monarquía, porque suprime los privilegios estamentales y garanti-
Cabe indicar que, en el proyecto legislador ilustrado, el valor seguridad za así la exclusividad de su gobierno. Pero, sobre todo, la igualdad formal es
asumiría al menos dos significados entrelazados. En un sentido amplio, alu- el primer objetivo social de la burguesía en su lucha por poner fin al régimen
diría a la garantía del orden y de la paz, tanto en el disfrute de los bienes estamental: esta clase social, cuya riqueza no procedía de su estatus o noble-
como en el ejercicio de una actividad libre. La seguridad, en este sentido za familiar, sino del desempeño de una actividad económica, necesitaba la
amplio, implica la protección frente a las amenazas del resto de individuos, uniformidad jurídica239 , no sólo para evitar incertidumbres y estorbos en el
aunque también frente al titular del poder. En un sentido más estricto o jurí- tráfico comercial y en el desarrollo económico, sino también para acabar con
dico, la seguridad guarda relación con el carácter previsible del Derecho, regímenes de privilegio que distorsionaban la propiedad y el intercambio tal
tanto en el tráfico jurídico civil, como en el sector más delicado de los deli- y como eran concebidos por el nuevo modelo económico 240 •
tos y sus penas. De hecho, el ámbito en el que se estima más urgente la segu- En definitiva, la vocación racional del movimiento ilustrado, que incluso
ridad jurídica y, por consiguiente, la reforma legislativa ilustrada, tal vez sea pretende dar vida a una ciencia de la legislación, recibe un impulso perma-
el de la aplicación del Derecho: la certeza, al exigir leyes concisas, conclu- nente de los intereses y exigencias convergentes de la monarquía absoluta
yentes y uniformes, sin duda venía a cercenar la discrecionalidad judicial que intenta construir una organización política centralizada, uniforme y dota-
antes propiciada por un Derecho incierto236 . da del monopolio del poder, y de una nueva clase social que reclama un
Desde una perspectiva distinta, la seguridad jurídica tendría un sentido marco jurídico diferente y acorde con lo que representa su propio fundamen-
objetivo y otro subjetivo: el primero alude a los rasgos de los que depende to económico. Así lo prueba el hecho de que los atributos formales que con-
que el Derecho sea un ordenamiento cognoscible y previsible; se concreta, forman el modelo ilustrado de ley sean reconducibles, como se verá ensegui-
pues, en una serie de atributos formales del Derecho como la generalidad, da, a la satisfacción de la seguridad e igualdad jurídicas; dos valores forma-
abstracción, publicidad, sencillez, claridad, etc., así como en el dato de su les orientados a la racionalización del ordenamiento como medio para hacer
eficacia o generalizado cumplimiento. En sentido subjetivo, la seguridad efectivo un nuevo modelo de relaciones sociales, económicas y políticas.
jurídica se identifica con las ventajas o garantías de que se benefician los En efecto, al servicio de la seguridad jurídica y de la igualdad formal
individuos gracias a la seguridad jurídica objetiva, esto es, se manifiesta en creo que pueden comprenderse en lo fundamental las cualidades formales
la certeza del Derecho, que es la "proyección en las situaciones personales que se postulan para la ley ilustrada. Cualidades que son reiteradas con insis-
de la seguridad objetiva" 237 .
Junto a la seguridad jurídica, las leyes habían de perseguir la igualdad 238
Voltaire, "Ideas republicanas", en Opúsculos satíricos y filosóficos, cit., p. 278.
formal, que también se nutre de la doctrina iusracionalista de los derechos 239
En cambio, como observa Tarello, la nobleza y el clero defendían el mantenimiento de
naturales: el sujeto abstracto que daba vida al contrato social es el sujeto abs- la situación de caos jurídico. Asimismo, el estamento profesional de los juristas Uueces, abo-
tracto contemplado en el Código, un centro de imputación jurídica en cuya gados, notarios, etc.) muestra su oposición a la sistematización del Derecho bien por temor a
definición se prescinde de las concretas circunstancias personales, en suma, poner en peligro su propia profesión, en parte basada en el conocimiento de los arcanos jurídi-
cos, bien porque prestaba su servicio a las clases privilegiadas, Storia del/a cultura giuridica
moderna, cit., pp. 33-34.
240
Es decir, "la nueva sociedad se estructuraría no sobre la existencia de unos derechos pri-
235
A. E. Pérez Luño, "Seguridad jurídica", cit., p. 482. vilegiados impuestos y protegidos desde el poder, sino en virtud del libre juego de las relacio-
236
Así "el programa de renovación legislativa del Absolutismo monárquico propondrá la nes económicas, lo que exige, en primer lugar, la elevación a rango de ley del principio de
búsqueda de la máxima precisión posible en los textos legales y la consiguiente eliminación o igualdad de todos los hombres tanto en lo social, lo que supone ofrecer a todos la posibilidad
reducción de los problemas de interpretación", P. Salvador Coderch, "El casus dubius en los de conquistar la riqueza, como en lo político, lo que se traduce como igualdad ante la ley", J.
Códigos de la Ilustración germánica", en La Compilación y su historia, cit., p. 400. A. Alejandre, El Derecho del constitucionalismo y de la codificación, I, Universidad de Sevilla,
237
A. E. Pérez Luño, "Seguridad jurídica", cit., pp. 483-484. 1980, p. 112.

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tencia por la literatura de la época y que pueden agruparse en dos grandes El postulado de la unidad implica, en segundo lugar, un determinado
tipos: aquéllas que se conectan con la exigencia de unidad del Derecho y modo de disponer la materia jurídica, es decir, implica la necesidad de que
aquéllas que procuran su calidad lingüística a fin de conseguir una aplica- todo el Derecho aparezca formalmente unificado bajo un sólo texto o, al
ción uniforme y previsible del mismo. menos, de que cada materia se encuentre reunida en un sólo cuerpo jurídico.
241
Acaso la más relevante de las cualidades formales de la ley sea la unidad • De ahí la absoluta necesidad de un Código "tanto para los magistrados como
La unidad del ordenamiento o, desde otra perspectiva, la tarea de unificación para los ciudadanos. Los ciudadanos no tendrán entonces que quejarse
del Derecho se proyectaría en tres campos, a saber: sujeto legislador, materia y nunca de los juicios, y los magistrados no tendrán que temer incurrir en su
destinatario del Derecho242 . En primer lugar, la unidad del Derecho se proyec- odio; porque no será su voluntad la que condene, será la ley" 246 . La codifi-
ta en el órgano o fuente que da origen al Derecho y comporta la exigencia de cación del Derecho es, desde esta perspectiva, la consecuencia de una ley
un legislador único: la autoridad de decretar las leyes "debe residir únicamen- que se pretende única en cada materia objeto de regulación.
te en el legislador, que representa a toda la sociedad unida por el contrato El establecimiento de una regulación exclusiva y exhaustiva de la mate-
social" 243 . La unidad se concreta aquí en el establecimiento de sólo dos cate- ria jurídica llevaba aparejada la previa eliminación de la ingente cantidad de
gorías de individuos, la del legislador o soberano, de un lado, y la de los desti- normativa del Antiguo Régimen, contradictoria y desfasada, que sería reem-
natarios del Derecho o súbditos, de otro. En este sentido podría recordarse que plazada por las nuevas leyes, de las que, probablemente con el ánimo de no
el postulado unificador acompaña al Derecho legal ya desde la formación del incurrir en la prolijidad jurídica de antaño, se propugnará su escasez. No se
Estado absoluto, pues el concepto de ley derivado de la soberanía absoluta del trata sólo de un propósito de simplificación, sino de una exigencia política
monarca determina un solo centro productor del Derecho y un destinatario de de libertad, pues, como dice Saint Just, "es necesario que haya pocas leyes.
éste o, más concretamente, una idea abstracta, genérica, del destinatario del Allí donde hay tantas, el pueblo es esclavo ... Quien da demasiadas leyes a
Derecho244 • La filosofía ilustrada prosigue este camino que culminará en la un pueblo es un tirano" 247 . La propia Enciclopedia recoge esta recomenda-
codificación, y de ahí que haya podido escribirse que "el constitucionalismo ción: "las leyes sólo deben regular las cosas esenciales. Si no son conve-
codificado, aquel que se dobla en codificación según la tónica napoleónica, nientes las leyes superfluas, mucho menos lo son las inútiles 248 . De ahí tam-
resulta que es absolutismo, su especie más refinada"; más concretamente, "el bién la necesidad de la técnica derogatoria o de eliminación de disposicio-
título preliminar del Código de Napoleón representa la construcción más jurí- nes incompatibles o incoherentes 249 .
dica del poder más absoluto que se haya dado en la historia"245 . Conviene señalar que la unificación de la materia pretendida por el pro-
yecto ilustrado es diferente de la mera recopilación de disposiciones jurídicas,
pues en la reforma jurídica que se propugnaba la unidad no equivale simple-
241 El logro de la unidad o uniformidad constituye uno de los objetivos fundamentales del
mente a una presentación formalmente unitaria del material jurídico, sino que
programa ilustrado y más tat~de de la revolución, no sólo en la esfera jurídica y política, sino en
los más variados campos, lingüístico, geográfico, de pesos y medidas, etc., hasta el punto de
lleva también implícita una exigencia de completitud y de coherencia250 ; esto
acuñarse un neologismo, adunation, para referirse a esta empresa de reducir a la unidad la irra-
cional diversidad. El jacobinismo sería así la consecuencia última de dicha empresa. Vid. G ..
Gusdorf, La conscience révolutiomzaire. Les idéologues, Paris, Payot, 1978, pp. 175 y ss. 246
Voltaire, "Ideas republicanas", en Opúsculos satíricos y filosóficos, cit., p. 285.
24 2 Esta distinción sigue parcialmente a la efectuada por Caroni, que resalta además el papel 247
Saint Just, "Instituciones republicanas y pensamientos diversos", en Discursos.
unificador de la ley en lo que respecta al territorio o ámbito geográfico del Estado. Vid. P. Dialéctica de la revolución, trad. de J. Fuster, Barcelona, Taber, 1970, p. 311.
Caroni, Lecciones catalanas sobre la historia de la codificación, cit., pp. 24-27. 248
Voz "Ley", en Artículos políticos de la «Enciclopedia», cit., p. 112.
243 C. Beccaria, De los delitos y las penas, cit., cap. III, p. 74. 249
La propia Enciclopedia recomienda "recopilar periódicamente las leyes caducas, con-
244 Mientras que el Derecho consuetudinario era propio de "una sociedad en la que no se
tradictorias, inútiles o abusivas, para depurar y reducir el código de la nación", Ibíd., p. 113.
ha producido la separación o diferenciación entre el sujeto que establece las normas jurídicas y 250 "Para redactar un cuerpo completo de leyes -escribe Bentham- es necesario conocer
el objeto sobre el que estas se aplican, entre el productor y el destinatario de la norma", en el todas las partes que deben comprenderse en él, y lo que estas partes son en sí mismas, y con
Derecho legal "el legislador se coloca frente a la realidad social a la que se pretende conformar relación las unas a las otras", "Idea General de un Cuerpo Completo de Legislación", en
con arreglo a las normas legales", M. García-Pelayo, "Del mito y de la razón", cit., p. 1084. Tratados de Legislación Civil y Penal, cit., p. 425. En efecto, "no satisface a Bentham la idea
245 B. Clavero, "Código civil: título preliminar: primera recepción española y primer recha- del movimiento codificador como mera síntesis y reconciliación de diversos cuerpos legales, ni
zo constitucional", en AA.VV., De la Ilustración al liberalismo. Symposiwn en honor al profe- siquiera le basta el lógico vínculo de la codificación con la supremacía del soberano en la pro-
sor Paolo Grossi, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1995, p. 150.

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es, de sistematicidacf251 , que es un requisito no sólo de cada ley o disposición, La característica de la unidad o unicidad del Derecho se proyectaría, en
sino del conjunto de las normas del ordenamiento252 • Por ello el proyecto de tercer y último lugar, en una tarea de unificación jurídica en lo que se refie-
codificación anticiparía la idea de ordenamiento, que impide por principio la re a los destinatarios del Derecho, mediante técnicas que se encaminan a ase-
existencia de un cúmulo informe de normas contrastantes entre sí y exige, en gurar el tratamiento igualitario de los sujetos por parte de la ley255 • Esta es
consecuencia, que la multiplicidad de normas sea reconducida a un sistema de una cualidad que había sido despreciada por Montesquieu, tal vez por la
reglas coherente253 . Desde esta perspectiva se comprende que la unidad no impronta aristocrática y estamental que todavía presenta su idea de
sólo no excluyera la subdivisión del Derecho, sino que incluso la aconsejase, Ilustración256 , pero será un postulado fundamental en los planteamientos de
pues, como observa Bentham, si se necesita consultar y hallar la ley precisa en finales del XVIII. Escribe Condorcet que así "como la verdad, la razón y la
el menor tiempo posible "las materias deben estar separadas unas de otras"254 • justicia, los derechos de los hombres, el interés de la propiedad, de la liber-
tad y de la seguridad son los mismos en todas partes, no se descubre la razón
para que todas las provincias de un Estado y aun todos los Estados no ten-
ducción normativa. El Código debe ser también complete and regular y grounded on natural gan las mismas leyes criminales, las mismas leyes civiles, las mismas leyes
and universal principies", B. Pendás, J. Bentham: Política y Derecho en los orígenes del de comercio, etc. Una buena ley debe ser buena para todos los hombres,
Estado Constitucional, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1988, p. 160.
251 A juicio de Pendás, la sistematicidad de la legislación es, junto con la publicidad y
como una proposición verdadera lo es igualmente para todos" 257 •
las notas relativas a la calidad lingüística, uno de los aspectos claves de la obra de Bentham,
Corolario de esa uniformidad sería la exigencia de abstracción y generali-
cuya intención es la de "crear un cosmos jurídico, evitando que -como ocurre en la comple- dad de la ley. Abstracción significa que la norma no regula una determinada
ja legislación de nuestro tiempo- concurran a la regulación de cada materia normas hete- conducta, sino que prevé una hipótesis típica, una clase indefinida de acciones;
rogéneas y de finalidad diversa ... sistematizar no es, pues, complicar la ley mediante argucias mientras que la generalidad implica que la norma no se refiere a una específi-
técnicas; es muy al contrario, simplificar de manera que las normas sean consecuentes entre ca categoría de ciudadanos sino a todos indistintamente258 . La abstracción
sí", Ibíd., pp. 162-163.
252 En cualquier caso, como señala Bobbio, el significado que la sistematicidad recibe en desde luego es una característica que proporciona seguridad jurídica, pues no
la Ilustración debe diferenciarse del que tendrá ulteriormente en la pandectística alemana, N. sólo garantiza la estabilidad o la vocación de permanencia del Derecho en el
Bobbio, Teoría general del Derecho, trad. de E. Rezo Acuña, Madrid, Debate, 1991, p. 194. tiempo259 -otra de las características, como escribe Ray, del modelo de ley o de
También Bulygin ha llamado la atención sobre la diferencia entre aquella sistematicidad y su
sentido en la teoría jurídica posterior a la segunda mitad del XX, donde el concepto es ela-
borado con rigor por la lógica deóntica. En particular, "antes de la elaboración de la lógica 255 En relación con la codificación ilustrada, Tarello especifica algunos de los modos en que

simbólica, toda referencia al sistema en el campo del derecho no pasaba de mera metáfora". se lleva a cabo la unificación del destinatario en los distintos sectores del ordenamiento. En el
Los racionalistas de los siglos XVII y XVIII pretenden deducir las soluciones para todos los Derecho constitucional la simplificación se basa en la eliminación de sujetos políticos interme-
casos a partir de un número reducido (y en todo caso finito) de normas del Derecho Natural, dios, es decir, en dejar subsistir únicamente la relación política entre Estado y ciudadano. En el
pero "al no existir una lógica normativa que permita controlar las inferencias entre normas, Derecho civil la redacción tiende a no distinguir entre sujetos de Derecho, y las particularida-
todo estaba librado a la intuición (muchas veces acertada, pero expuesta al error) de los juris- des se establecen siempre por medio de los predicados. En el ámbito penal la anterior regula-
tas", E. Bulygin, "Teoría y técnica de legislación", en C. Alchourrón y E. Bulygin, Análisis ción casuística, que conectaba de modo particular infracciones-pecados con castigos, es susti-
lógico y Derecho, Prólogo de G. H. von Wright, Madrid, Centro de Estudios tuida por tipos de delito y de pena en abstracto. Y en el Derecho mercantil, la codificación resta
Constitucionales, 1991, p. 414. importancia a la categoría del comerciante, y la regulación se basa en predicados jurídicos que
253 Escribe E. Vida! que "la primacía de la Ley, permitirá sentar las bases del derecho no identifican el "acto de comercio", Storia della cultura giuridica moderna, cit., pp. 38 y ss.
desde la norma aislada, sino desde esa totalidad organizada de normas, relacionadas entre sí y 256 "Cuando los ciudadanos cumplen las leyes, poco importa que cumplan las mismas",

que forman un sistema que conocemos como Ordenamiento jurídico. Curiosamente, la concep- Montesquieu, Del Espíritu de las leyes, cit., Libro XXIX, cap. XVIII, p. 403.
ción del derecho desde el Ordenamiento jurídico es un fenómeno, como ha puesto de manifiesto 257 Condorcet, Observaciones sobre el libro XXIX del Espíritu de las leyes, cita tomada de

Bobbio, relativamente reciente ... Pero sus cimientos están ya puestos con las Codificaciones y V. Zapatero, "El club de los nomófilos", cit., p. 81.
con el Constitucionalismo, pues no se puede comprender bien lo que hoy constituye el princi- 258 Vid. P. Barcellona, Fonnazione e sviluppo del Diritto p'rivato moderno, cit., p. 31.

pio de unidad y jerarquía del ordenamiento jurídico, sin tener en cuenta el proceso de raciona- 259 Subraya G. Zagrebelsky que la abstracción, entendida como «generalidad en el tiempo»,
lización del proceso legislativo llevada a cabo por la Codificación", "Ilustración y legislación. consiste en formular prescripciones destinadas a valer indefinidamente y respondía a una exi-
Los supuestos ideológicos, jurídicos y políticos", cit., p. 212. gencia fundamental de la sociedad liberal: "se trataba de garantizar la estabilidad del orden jurí-
254 J. Bentham, "Idea General de un Cuerpo Completo de Legislación", en Tratados de
dico y, por consiguiente, la certeza y la previsibilidad del Derecho", El Derecho dtíctil (1992),
Legislación Civil y Penal, cit., p. 503. trad. de M. Gascón, Epílogo de G. Peces-Barba, Madrid, Trotta, 1995, p. 29.

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código en la Revolución 260 -, sino que también es adecuada para impedir lacre- tuosa promulgación, o en causas internas o propias del lenguaje, como la
ación judicial del Derecho261 . Pero además, y sobre todo, la regulación general ambigüedad, la oscuridad o la voluminosidad265 . Las leyes, en efecto, se han
y abstracta asegura la igualdad jurídica o formal, que es presupuesto de la orga- de exteriorizar por escrito, porque la costumbre es un Derecho incierto y
nización liberal burguesa: "el sujeto moderno es, en efecto, un sujeto igual ... en poco uniforme. Pero además la forma escrita es el presupuesto de otra carac-
el sentido de que cada uno ostenta desde el punto de vista del Derecho la misma terística esencial de la legislación que coadyuva a su cognoscibilidad, su
abstracta aptitud para intervenir en cualquier relación jurídica"262 . Es más, en publicidad2 66 por medio de la promulgación: "la fecha de promulgación de
El Contrato Social, generalidad y abstracción aparecen como una defensa fren- una ley resulta lo más necesario de conocer, toda vez que desde ese día pre-
te a la arbitrariedad y como una garantía de justicia263 puesto que la generali- ciso los ciudadanos deben someterse a ella" 267 . La publicidad de las leyes es
dad exige que las decisiones adoptadas en la ley se encuentren dirigidas a todos necesaria, pues, no sólo porque los papeles públicos sean uno de los mejo-
los ciudadanos, lo que, unido al componente democrático, pretende asegurar res medios de dirigir la opinión, sino también porque la principal instrucción
que todos compartan el interés de evitar regulaciones injustas. En otras pala- que el gobierno debe al pueblo es el conocimiento de las leyes26S.
bras, aunque la concepción rousseauniana de ley hizo fortuna por su apelación La publicidad de las leyes es la primera condición de su conocimiento y
a la voluntad general en la producción del Derecho, la exigencia de generalidad aplicación, pero no es la única. Es preciso también depurar el estilo legisla-
en los destinatarios y abstracción de las acciones representa un complemento tivo de manera que se impidan las imprecisiones y contradicciones, pues
indispensable: "la ley considera a los súbditos en conjunto, y las acciones como "toda ley equívoca es injusta, porque castiga sin prevenir. Toda ley que no
abstractas" y, en tales condiciones, ya no cabe preguntarse por la justicia de la es clara, nítida, precisa, es perniciosa" 269 . Las leyes, por tanto, han de ser
ley, "puesto que nadie es injusto consigo mismo" 264 . expresadas en un lenguaje sencillo, claro e inequívoco. Voltaire lo propone
Junto a las técnicas tendentes a la unicidad de la legislación, y acaso en expresamente: es preciso que "toda ley sea clara, uniforme y precisa: inter-
un nivel más básico de la racionalización del Derecho, se encuentran aque- pretarla es casi siempre corromperla" 270 . La exactitud del lenguaje reclama
llas cuyo cometido es la depuración del estilo y calidad lingüística de las que sus términos no sean ambiguos ni vagos, a fin de que no susciten dudas
leyes, aspecto sobre el que llama la atención Bentham, pues de cuantos
vicios pueden afectar a la legislación "el vicio cardinal es el de la incognos- 265
J. Bentham, Nomografía o el arte de redactar las leyes, cit., pp. 27 y ss.
cibilidad", que puede tener origen en una causa externa, como es la defec- 266
Sobre la publicidad de las leyes como exigencia de la certeza del Derecho, especial-
mente en el período revolucionario vid. F. J. de Lucas, "Sobre la ley como instrumento de cer-
teza en la Revolución de 1789. El modelo del Code Napoleón", Anuario de Filosofía del
260
El autor recuerda la insistencia en este punto de Cambacéres -máxima autoridad en la Derecho, VI (1989), pp. 129-134.
Convención en materia de legislación civil-, así como el hecho de que la necesidad de estabili- 267
E. Sieyés, "Sobre el encabezamiento de las leyes", en Escritos y discursos de la revo-
dad estuvo constantemente presente en la mente de los codificadores, J. Ray, La rivoluzione lución, ed. de R. Máiz, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1990, p. 194.
francese e il pensiero giuridico. L'idea del regno della legge (1939), introducción de M. A. .
268
J. Bentham, "Principios del Código Penal", en Tratados de Legislación Civil y Penal,
Cattaneo, trad. de M. Cattaneo Milner, Roma, Lavoro, 1989, pp. 35 y 36. Cit., pp. 396-397. F. J. De Lucas aborda, precisamente tomando como referente a Bentham
la publicidad del Derecho como garantía del control por el parlamento del gobierno y de 1~
261
Si "el código no podía ser completo" en el sentido de formular reglas para todos los
casos posibles, "el texto legal codificaría fundamentalmente y mayoritariamente principios transparencia y respeto de los derechos en el proceso, "Die Institutionalisierung der offen-
generales: con la ayuda de éstos ... el juez decidiría mediante una lógica natural, argumentando tlichkeitsprinzips bei Bentham und die franzosiche Kodifizierung", Rechtstheorie, 3 (1990),
según correctas reglas filosóficas, P. Salvador Coderch, "El casus dubius en los Códigos de la pp. 283 y SS.
Ilustración germánica", en La Compilación y su historia, cit., p. 412. 269
Voz "Ley", en Artículos políticos de la «Enciclopedia», cit., p. 109.
262
P. Barcellona, Formazione e sviluppo del Diritto privato moderno, cit., p. 49. 270
Voltaire, "Lois civiles et ecclésiastiques", en Dictionnaire philosophique, Flammarion,
263
Como recuerda E. García de Enterría, ésta es una de las ideas centrales de la construc- Paris, 1964, p. 246. Voltaire vincula claramente la perfección de las leyes con la seguridad
ción intelectual de Rousseau que a la postre había de resultar incompatible con la monarquía Y u~ifor~i.dad en su ~plicación: las leyes, dice en otro fragmento, "han sido en todas par-
absoluta: "el rey era una voluntad singular... (que) podía gobernar por órdenes generales o por tes msuf¡c¡entes, eqUivocas e inseguras" y de ahí que "en los doce grandes tribunales de
mandatos singulares ... un reino no era, pues, un imperio de Leyes, sino el imperio de una volun- Francia hay doce jurisprudencias diferentes", "Ideas republicanas", cit., p. 277. El propio
tad absoluta e irresistible", La lengua de los derechos. La formación del Derecho público euro- Ho~~es había hecho notar la importancia de que los mandatos fuesen dados "con signos
peo tras la revolución francesa, Madrid, Alianza, 1994, p. llO. suf1c1entemente claros, ya que, de otro modo, un hombre no sabría cómo obedecerlos",
264 J.J. Rousseau, "Contrato social", cit., Libro II, cap. VI, pp. 431 y ss.
Leviatán, cap. 26, cit., p. 216.

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RACIONALIDAD LEGISLATIVA

271 delitos cometidos antes de su existencia sería una forma de tiranía; el efecto
sobre su contenido prescriptivo ni a los destinatarios ni a los aplicadores .
También Bentham, ya se ha dicho, insistió particularmente en este aspecto y, retroactivo dado a una ley sería un delito" 278.
tras subrayar que la claridad y la sencillez son las dos perfecciones esencia- Tal vez el más completo resumen de las virtudes de la ley ilustrada nos
les de las leyes, ofrece algunas reglas prácticas: en cuanto sea posible deben lo haya dejado Montesquieu en el capítulo dieciséis del libro XXIX de El
usarse términos jurídicos familiares al pueblo; si es imprescindible utilizar espíritu de las leyes, que con razón ha sido calificado como el "Decálogo
expresiones técnicas deben quedar definidas en la propia ley; para expresar dellegislador" 279 . Bajo la rúbrica de "cosas que han de tenerse en cuenta
una misma idea siempre se usarán las mismas palabras 272 . para la elaboración de las leyes" expone todo un elenco de recomendacio-
Lógicamente las anteriores exigencias adquieren especial relieve en la nes que en su mayor parte conserva pleno sentido: debe la ley ser concisa y
esfera del Derecho penal y se resumen en lo que Ferrajoli denomina "estric- expresada de forma directa y sencilla, evitando las redundancias y el estilo
ta legalidad": las leyes penales, que son las que de forma más directa ame- retórico; conviene también que sus palabras susciten las mismas ideas en
nazan la libertad, han de ser claras, precisas y dotadas de una denotación todos los hombres, evitando las interpretaciones equívocas; una vez que
empírica taxativa273 , esto es, han de castigar hechos susceptibles de verifi- han expresado claramente su contenido prescriptivo, han de ahorrarse otras
274 expresiones vagas o cláusulas abiertas que permitan su aplicación discre-
cación empírica y no pensamientos o simples rasgos de carácter . La filo-
275 cional; las leyes no deben ser sutiles, pues están hechas para gentes de
sofía ilustrada haría suya esta reivindicación de estricta legalidad , pues,
como dice Beccaria, la oscuridad de las leyes arrastra necesariamente la conocimiento medio; han de eludirse las excepciones, limitaciones o modi-
interpretación y ésta representa un mal que sólo puede evitarse mediante un ficaciones que no sean necesarias; el cambio de una ley requiere una razón
Código fijo de leyes que han de observarse literalmente y que deben decre- suficiente; cuando se aduce una razón para justificar una ley, dicha razón ha
tar los delitos y las penas de un modo claro y taxativo que todos entien- de ser digna de ella, y no hacer como algunos jurisconsultos que basaban el
dan276. Por lo demás, una última exigencia al servicio de la seguridad y cer- derecho de regalía en que la corona del rey era redonda; en materia de pre-
teza de la ley penal es la irretroactividad, muy presente en las Declaraciones sunción, la de la ley vale más que la del hombre, pues cuando el juez pre-
de derechos: "nadie puede ser castigado sino en virtud de una ley estableci- sume las sentencias son arbitrarias, pero cuando la ley presume da al juez
da y promulgada con anterioridad al delito"277 , pues la "ley que castigase una regla fija; del mismo modo que las leyes inútiles debilitan las necesa-
rias, las que se pueden eludir debilitan la legislación, por lo que es preciso
impedir su fraude o derogación singular; las leyes han de ser conformes con
271 Con estas pautas los ilustrados procuraban evitar problemas interpretativos de los que la naturaleza de las cosas y no estimular acciones contrarias al honor, a la
ya había advertido Hobbes: las leyes breves "pueden ser fácilmente mal interpretadas debido a moral o a la religión; deben prohibir sólo las acciones malas, sin tratar de
la diversidad de significados que cabe dar a una o dos palabras; y si son leyes largas, serán imponer una perfección imaginaria; y, finalmente, deben tener también las
todavía más oscuras debido a la diversidad de significados que cabe dar a muchas palabras", leyes un cierto candor, pues, hechas para castigar la maldad de los hombres,
Leviatán, cit., cap. 26, p. 223. A su juicio, "una buena ley es aquella que es necesaria para el
bien del pueblo, y, además, clara e inequívoca ... la ley se entenderá mejor con pocas palabras
deben comportar la máxima inocencia280 .
que con muchas. Pues todas las palabras están sujetas a la ambigüedad, y, por tanto, la multi- En síntesis, disponer de un Derecho uniforme, público y claramente
plicación de palabras en el cuerpo de la ley es una multiplicación de la ambigüedad ... Pertenece, redactado constituye un presupuesto técnico del adecuado conocimiento del
por tanto, al oficio de un legislador... hacer el cuerpo de la ley misma en términos tan breves orden jurídico; conocimiento indispensable para garantizar su eficacia o
pero tan propios como sea posible", Ibíd., pp. 276-277. cumplimiento por parte de los destinatarios, así como también la seguridad
272 Vid. J. Bentham, "Idea General de un Cuerpo Completo de Legislación", en Tratados de

le$islación civil y penal, cit., pp. 531-536; también Nomografía o el m1e de legislar, cit., pp. 49 y ss.
e igualdad en su aplicación por los operadores jurídico~. Pero además, el
273 L. Ferrajoli, Derecho y razón, cit., pp. 378 y ss. mejor conocimiento que procura la legislación racional es una garantía polí-
274 Lo que también tiene mucho que ver con la concepción ilustrada del proceso penal y

del sistema probatorio. Vid. M. Gascón, Los hechos en el Derecho. Bases argumentales de la 278
Declaración de 1793, art. 14.
prueba, Madrid, M. Pons, 1999, pp. 8 y ss. 279
275 Vid. L. Prieto, "La filosofía penal de la Ilustración", cit., pp. 158 y ss. M. Santaella López, Montesquieu. El legislador y el arte de legislar, Madrid, UPCO,
276 Vid. C. Beccaria, De los delitos y las penas, cit., cap. V., p. 79. 1995, pp. 156 y SS.
280
277 Declaración de 1789, art. 8. Montesquieu, Del espíritu de las leyes, cit., Libro XXIX, cap. XVI, pp. 399-402.

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA
RACIONALIDAD LEGISLATIVA

tica o de control del poder, pues posibilita la crítica y la propuesta de refor-


ma frente a su ejercicio arbitrario o deficiente. Ambos aspectos están pre- mente esa conexión entre la unidad y la calidad del Derecho, de una parte, y la
sentes en la concepción de Bentham281 . función que corresponde a los jueces, de otra, cuando escdbe: "que los jueces
La Ilustración, junto al referido modelo de ley, ideó un modelo de juris- sean los primeros esclavos de la ley y no los árbitros ... , que las leyes sean sim-
dicción sin el cual el primero hubiera quedado frustrado; es más, en la lite- ples, uniformes, fáciles de entender por todo el mundo ... , que lo que es verda-
rat~ra ilustrada el programa de reforma legislativa aparece casi siempre
dero y justo en una ciudad no resulte falso e injusto en otra" 285 .
umdo a un programa de reforma judicial o, si se prefiere, creación y aplica- Es precisamente el modelo de jurisdicción ilustrado lo que explica la
ción del Derecho se conciben de forma entrelazada, algo que tenderá a olvi- rotunda prohibición de que los juristas interpretaran el Derecho. Interpretar
darse por la ciencia jurídica de las centurias siguientes. Por eso, uno de los las leyes no sólo es corromperlas, sino que supone una usurpación de las
motivos que justifican la relevancia histórica de la codificación liberal estri- funciones del soberano: "tampoco la autoridad de interpretar las leyes pena-
ba en haber dado vida a la figura del jurista técnico o científico, carente de les puede residir en los jueces de lo criminal, por la misma razón de que no
responsabilidad y estricto aplicador del Derecho 282 , que ha inspirado los sis- son legisladores" 286 . Y ello explica también que se insista en la prohibición
temas jurídicos continentales hasta el presente. Como señala L. Prieto, la de motivar las sentencias, pues las sentencias no motivadas no pueden gene-
euforia codificadora representa el momento en que la concepción del rar jurisprudencia y, por tanto, tampoco servir de precedente287 . De ahí que,
Derecho ha estado "más ampliamente sometida a los dominios de la razón y en opinión de Diderot, "no deben imprimirse nunca las decisiones de los tri-
de la lógica; creación y aplicación del Derecho aparecen entonces como per- bunales. A la larga, terminan por conformar una contra-autoridad legal. Los
fectas operaciones racionales, pues si el Código constituye un monumento comentaristas de los libros sacros han dado lugar a mil herejías. Los comen-
de la geometría social, la interpretación por su parte ha dejado de ser un catá- taristas de las leyes las han sofocado; ninguna otra autoridad o medio de
logo de casos, tópicos y argumentos para constituirse a imitación del defensa ante los tribunales que la ley y la razón o justicia natural" 288 .
Código, esto es, como un silogismo perfecto" 283 . Ciertamente en la práctica la ley podía albergar un sentido dudoso, por lo
A la concepción del principio de legalidad como vehículo exclusivo de la que había de interpretarse, pero la interpretación se atribuyó a un órgano
regulación jurídica corresponde un modelo de operador jurídico mecanicista284; dependiente del legislativo. En este sentido declara Robespierre que la fuer-
modelo que no se considera una mera aspiración o ideal político para encauzar za de la ley general depende de su exacta observación ya que "si los magis-
la actuación de los jueces, sino que se estima el resultado necesario o corolado trados pudieran sustituirla por su voluntad propia, ellos serían legisladores".
lógico al que conduce la legislación racional. En otras palabras, el paradigma Por tanto, y "según los principios auténticamente reconocidos, corresponde
de jurisdicción consistió en trasladar la racionalidad de la ley a la racionalidad al legislador interpretar la ley que ha producido; desde el propio antiguo
de la interpretación; la llamada jurisprudencia mecánica sería, en suma, la otra régimen este principio estaba consagrado"289 . Como es sabido, a esta finali-
cara de la moneda del modelo de legislación racional. Voltaire percibe clara- dad responde la técnica del référé législatif, que obligaba a los jueces a con-

285
281
Para Bentham "la codificación es algo más que una técnica de tratamiento de la norma- Voltaire, "Fragment des instructions pour le Prince Royal", en Oeuvres Completes, cit.,
tiva vigente (aunque no rechaza su utilidad en este aspecto), para convertirse en elemento clave Vol. XXVIII, p. 85.
286
que garantiza la seguridad y la igualdad en el conocimiento y aplicación de la ley y, desde el C. Beccaria, De los delitos y de las penas, cit., cap. IV, p. 75.
287
punto de vista político, en fue'nte de publicidad de la acción de los poderes públicos", B. Pendás, Vid. L. Prieto, "Motivazione delle decisioni giuridiche e certezza del Diritto", Studi
J. Bentham: Política y Derecho en los orígenes del Estado Constitucional, cit., p. 160. Senesi, 3 (1994), pp. 403 y ss.
288
282
G. Tarello, Storia delta cultura giuridica moderna, cit., p. 40. D. Diderot, "Observaciones sobre la instrucción de la emperatriz de Rusia a los diputados
~ 83 L. Prieto, "Del mito a la decadencia de la ley", en Ley, principios, derechos, Madrid, respecto a la elaboración de las leyes" (1774), en Escritos Políticos, Estudio preliminar, trad. y
Dykmson, 1998, p. 16; vid. la misma consideración, aunque desde un planteamiento distinto, notas de A. Hermosa Andújar, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1989, p. 217.
289
en Ideología e interpretación jurídica, Madrid, Tecnos, 1987, p. 26. M. Robespierre, "Discours sur l'organisation du Tribunal de Cassation (25 maio 1970)", in
284 "L . de 1a nacwn
. , -sostema
, M ontesqmeu-
. Ouveres des Maximilien Robespierre, a cura di M. Bouloiseau, G. Lefebvre, A. Soboul, Tome VI,
. os JUeces no son, como hemos dicho, más que el
mslrumento que pronuncia las palabras de la ley, seres inanimados que no pueden moderar ni París, 1950, pp. 375-376, cita tomada de M. Cattaneo, "Separazione dei poteri e certezza del dirit-
la fuerza ni el rigor de las leyes", Del espíritu de las leyes, cit., Libro XI, cap. VI, p. 112. to nella Rivoluzione Francese", en Diritto e stato nellafilosofia della rivoluzionefrancese, Milán,
Giuffre, 1992, p. 30.

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

~ultar al legislador en caso de duda o insuficiencia legal. Es verdad que estos un desplazamiento de los tronos por las asambleas, a veces incluso de un
mtentos de prohibir la interpretación fracasaron, pero, como observa modo tan traumático como en la Revolución Francesa. Sin embargo, la filo-
Salvador Coderch, "gran parte de las reglas sobre interpretación de la ley y sofía de la Ilustración y la propia burguesía ascendente, lejos de estimar que
fuentes del Derecho contenidas en las introducciones de muchos códigos su proyecto de transformación de la realidad social y política conforme a las
~raen causa de aquel fracaso" 290 . En definitiva, bajo "la crítica ilustrada, premisas del racionalismo habría de resultar incompatible con el régimen de
Irrespetuosa y mordaz, se derrumba en el siglo XVIII... un régimen que Ia monarquía absoluta, encontraron en ésta un aliado. En la figura del "dés-
desde siempre había preferido el jurista allegislador"291. pota ilustrado" se pretendía aunar precisamente esa doble dimensión de
voluntad y de razón, de soberanía legislativa y de ciencia social. El pensa-
miento de los fisiócratas es un buen ejemplo de cómo podía aceptarse con
agrado la obra legisladora del poder ilimitado del monarca pero a condición
3. Legislación racional y titularidad de la soberanía. Las cualidades del de que éste fuera un "ilustrado", conocedor de las leyes naturales de la socie-
legislador dad y dispuesto a convertirlas en leyes positivas 292 •
La ~xtremada .confianza en las virtudes de la legislación como la mejor Los fisiócratas son partidarios, en efecto, del despotismo ilustrado o, en
herr:mwnta para mstaurar en el orden social la racionalidad y la justicia no otros términos, de un despotisme légal y no de un despotisme arbitraire293 .
podia reposar tan sólo en las cualidades más bien formales que acabamos de Esto significa en realidad que las leyes positivas no son creadas, sino decla-
comentar. Sin un sujeto legislador al que pudiera presumírsele la "ciencia" radas por el monarca conocedor de las leyes naturales de la sociedad294 . La
i~dispensable para llevar adelante el proyecto de "ciencia de la legislación", concepción fisiocrática de la ley se fundamenta en el individualismo propio
sm una voluntad política decidida a convertir en realidad las exigencias de de la tradición del iusnaturalismo racionalista del XVII, aunque con la par-
la razón, todo el edificio podía venirse abajo. Junto a las cualidades de la ley ticularidad de que enfatiza la naturaleza social del hombre, esto es, la exis-
cabe hablar, pues, de unas cualidades del legislador. Sin embargo, la res- tencia de la sociedad como una realidad intermedia entre el individuo y el
~uesta del ~ens~~iento ilustrado a esta cuestión no será uniforme y, aun a Estado. Existen auténticas leyes físicas relativas a la sociedad y "así como la
nesgo de simplificar, parece que siguió tres caminos distintos y en cierto naturaleza concede a las hormigas, abejas y castores la facultad de someter-
modo sucesivos: primero, la confianza en que las luces de la razón de un se, de común acuerdo y por su propio interés, a un gobierno bueno, estable
so~erano filós?fo habían de iluminar necesariamente el ejercicio del poder. y uniforme, al hombre otorga la posibilidad de disfrutar de una ventaja
Mas tarde, el mtento de cancelar la tensión entre autonomía y heteronomía semejante" 295 . Tales leyes físicas son evidentes y vienen a coincidir con el
a través de la voluntad general, idea que sirve de motor a las transformacio- modelo económico de la burguesía: derecho de propiedad, libertad de traba-
nes revol~cionadas y q~~ explica ~1 prestigio y la dignidad de la ley en los jo y de comercio, libertad de utilización de tierras, etc.
planteamientos democratlcos. Y, fmalmente, la que pudiéramos llamar sín-
tesis kantiana, que supone una especie de reconciliación entre la soberanía
292
empírica y la soberanía de razón, poniendo la fuerza ideológica de la volun- Al respecto escribe Gómez Arboleya que para la Ilustración, los "portadores" del pro-
tad general al servicio de la ley en el Estado liberal. greso del género humano fueron precisamente "las grandes monarquías europeas ... La
Ilustración justificó así todo el espléndido despliegue legislativo de estas monarquías, y preparó
Por lo .que se re~i~re a la primera versión, se ha insistido en que la empre- las codificaciones", Estudios de Teoría de la sociedad y del Estado, cit., p. 444.
sa reformista y codificadora contó con el simultáneo auspicio del absolutis- 293
Vid. M. García-Pelayo, "La teoría social de los fisiócratas", en Obras completas, III,
mo monár~uico y de la burguesía liberal. Esto puede parecer paradójico por cit., p. 2265.
cuanto el Ideal de un gobierno limitado parece un postulado liberal incom- 294
"Las ordenanzas de los soberanos que llamamos leyes positivas no deben ser más que
patible con el despotismo, y de hecho es cierto que el proceso culminaría en actos declarativos de dichas leyes esenciales del orden social", P. S. Dupont de Nemours, "Del
origen y progresos de una nueva ciencia" (1768), en Escritos fisiocráticos, cit., p. 73. Un sen-
tido análogo tiene la afirmación de Diderot: "la naturaleza ha hecho todas las buenas leyes, el
290
P. Salvador Coderch, La Compilación y su historia, cit., p. 262. legislador las vuelve públicas", "Observaciones sobre la Instrucción de la emperatriz de Rusia
291 Pe .L .
. arom, eccwnes catalanas sobre la historia de la Codificación, cit., p. 35.
a los diputados respecto a la elaboración de las leyes", cit., p. 210.
295
P. S. Dupont de Nemours "Del origen y progresos de una nueva ciencia", cit., p. 64.

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RACIONALIDAD LEGISLATIVA

Sociedad Y Estado gozan, pues, respectivamente de autonomía. Mientras do: querer hacer de la ley un instrumento de racionalización de la vida social
que 1.~ sociedad es tan natural como el hombre, el Estado nace de una con- y, al propio tiempo, confiar su producción a un poder supremo e ilimitado.
vencwn Y su función se limita a asegurar el orden natural de la sociedad. Por Por eso leemos en La Enciclopedia que "las leyes serán tanto más preciosas
eso, cuando la razón "ha llegado al punto del conocimiento evidente acerca para el pueblo si las contempla como una barrera contra el despotismo, y
del ~urso de ~as leyes naturales, se convierte en la regla necesaria del mejor como salvaguarda de una justa libertad" 301 . La nueva legislación clausuraba
gobierno pos~ble, que es aquel que ... consigue que se multipliquen abundan- el régimen estamental, pero también imponía un límite al arbitrio absolutis-
te~e~te las nquezas necesarias para la subsistencia de los hombres y el sos- .ta. Observa Diderot en relación con la Instrucción de la emperatriz de Rusia
tem~Iento de 1~ autoridad tutelar, cuya protección garantiza a los hombres que "la primera línea de un código bien hecho debe vincular al soberano;
reumdos en sociedad la propiedad de sus riquezas y la seguridad de sus per- debe empezar así: «Nosotros, el pueblo, y nos, el soberano de este pueblo,
. · L as pa1abras de Quesnay a este respecto mostrarían que la legis-
so~~s "296 juramos conjuntamente estas leyes, por las que se nos juzgará a ambos por
laci~n Ilustrada no se detiene en el mero juicio científico, sino que pretende igual»"; y añadía: "¿a qué se debe que Rusia esté peor gobernada que
s~rvir como estímulo para el cambio: la sciencie générale du gouvernement Francia? A que la libertad natural del individuo haya sido allí reducida a la
SirVe de guía Y orientación a la autoridad política a fin de parvenir a la plus nada, y a que la autoridad del soberano sea ilimitada" 302 . Es decir, la legis-
grande prospérité de la société297 • Pero, ¿cuál ha de ser esa "autoridad tute- lación racional no sólo era incompatible con un régimen jurídico incierto y
lar" que hace positivas las leyes naturales, y qué confianza podemos tener en discriminatorio, sino también con un legislador legibus solutus.
ella?. La respuesta de los fisiócratas entraña una notable fe en las virtudes de En el ámbito del Derecho penal la tensión entre legislación racional y
l~ ~onarquía absoluta. De un lado piensan que el conocimiento de las leyes absolutismo parece más manifiesta, pues, como indica L. Prieto, "el racio-
fisicas del orden social resulta evidente para cualquier soberano iluminado nalismo jurídico propugnaba abiertamente el monopolio total del «ius
por la razón, de manera que sólo la ignorancia podrá favorecer la creación puniendi» en manos del Estado y con ello el fortalecimiento del poder abso-
de leyes contrarias a ese orden. De otro, por si ello no fuera suficiente creen luto del monarca; pero, de otro, la crítica al sistema penal entonces vigente
también que un modelo como el propuesto resulta tan ventajoso p~ra los exigía limitar la desbordante y con frecuencia arbitraria facultad punitiva
sú?ditos ~como para el soberano 298 , hasta el punto de que "no puede ser atri- del poder". El objetivo era, en suma, "fortalecer al Estado y al mismo tiem-
bmdo mas que a causas involuntarias el que un error se deslice en los orde- po limitarlo; más concretamente, fortalecerlo frente a sus propios competi-
namientos positivos" 299 . En suma, "bendito sea el príncipe que incrementar dores (la Iglesia, la nobleza, los propios jueces) y limitarlo frente al indivi-
desea nuestras rentas y riquezas"3oo. duo"303. Por eso, las cualidades formales que ya fueron comentadas adquie-
Sin embargo.' pese a que en los planteamientos de Quesnay, Dupont de ren una especial relevancia en el ámbito punitivo y representan en sí una
~emours, M~rc1ere d~ !a Riviére, Turgot, etc., el proyecto de legislación primera limitación del poder, sobre todo a través de los principios de lega-
Ilustrada pudiera conciliarse con un gobierno absoluto la filosofía liberal lidad y taxatividad. Pero otras exigencias del reformismo penal se sumaban
llevada a sus últimas consecuencias había de entrar nec~sariamente en con- a esa empresa !imitadora de las prerrogativas absolutistas 304 : la seculariza-
flicto co? un s!stema político despótico y carente de límites legales. Como ción, que postula eliminar la tipificación del amplio catálogo de delitos reli-
hemos dicho, esta es una de las iniciales paradojas del pensamiento ilustra- giosos y en general de todas aquellas conductas que no. representan una

301
Voz "Ley" de La Enciclopedia, en Artículos políticos de la «Enciclopedia», cit., p. 109.
F· Q uesnay, "D erec ho natural", en Escritosflsiocráticos cit p 19
296 302
D. Diderot, "Observaciones sobre la Instruq:ión de la emperatriz de Rusia", cit., pp.
297 ' ' ., • •
., ~omo obs~~va Garc1a-Pelayo, el planteamiento que los fisiócratas hacen de la legisla- 183 y 185.
cwn I:acwnal mamf1esta su "repulsa de la política como saber y hacer arcano: a una razón y a 303
L. Prieto, "La filosofía penal de la Ilustración", cit., p. 139.
~nos mt~reses.de Estado.s~_contraponen una razón y unos intereses generales de la sociedad", 304
Escribe L. Ferrajoli que "los avatares del derecho penal y de la cultura penalista son
La teona socml de los flswcratas", cit., p. 2268. seguramente los más reveladores: ya sea porque en este campo es más directo que en otros sec-
298
Vid. F. Quesnay, "Derecho natural", cit., p. 18. tores del ordenamiento el conflicto entre poder estatal y derechos fundamentales, ya porque en
299
P. S. Dupont de Nemours, "Del origen y progresos de una nueva ciencia" cit p 76 él es más estrecha la relación entre derecho y moral y mayor la tentación de confundir ambas
300 Ibíd., p. 96. ' ., . . esferas", Derecho y razón, cit., p. 219.

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UNNERSID.AD DE .ANTIOQUIA
BffiLIO'IECA CENTRAL
GEMA MARCILLA CÓRDOBA

lesión tangible de bienes jurídicos, la humanización de las penas, la utilidad su elogio del patriotismo y con la identificación de la comunidad verdadera
y la proporcionalidad de los castigos, la sustitución del proceso inquisitivo con el Estado, se convertirá en "el evangelio del movimiento popular que
por el acusatorio, etc. ganó la revolución", pues para él "la verdadera libertad no es posible ... ni
Las bendiciones a la monarquía, absoluta o limitada, no tenían por qué bajo el despotismo ni bajo un sistema de derechos naturales inviolables y
ser compartidas, pero del modelo fisiócrata se desprende una concepción del legales, sino en una comunidad que actúa unida" 308 . La libertad política con-
Estado y de la acción política que, condicionase o no de hecho a los tronos siste, pues, en la "enajenación total de cada asociado con todos sus derechos
ilustrados, era expresión de la cultura de toda una época y que, a mi juicio, a toda la comunidad" 309 .
puede resumirse en dos aspectos. Primero -algo conocido- la presentación de El prestigio o incluso la santidad de la ley deben mucho, sin duda, a la
las instituciones en clave instrumental o al servicio de la consecución de obra de Rousseau, que sustituye los principios iusnaturalistas, siempre con-
ciertos objetivos, singularmente la salvaguarda de los derechos naturales o trovertidos, por una noción formal de justicia que trata de cancelar la sepa-
la realización del principio de utilidad. Y segundo -algo conectado con lo ración entre la autonomía moral y la heteronomía jurídica310 . La legitimi-
anterior pero en lo que conviene insistir ahora- la idea de que el Estado y la dad de la ley no procede ahora de su fidelidad a un Derecho natural cono-
legislación han de orientarse por fines y justificaciones seculares y munda- cido por el príncipe filósofo, sino de esa enajenación total de cada asocia-
nas o, como dice Ferrajoli retomando una expresión de N. Luhmann, "héte- do con todos sus derechos en el cuerpo social que confiere a la voluntad
ro-poyéticas"305; más concretamente, por el logro de la felicidad del pueblo. general una fuerza irreductible 311 . Aquí reside la "antigüedad" de
"Los hombres -dice Diderot- se han unido en sociedad sólo para ser más Rousseau 312 , en la concepción de una ley carente de límites o cortapisas,
felices; la sociedad ha elegido soberanos sólo para velar más eficazmente que no admite la distinción entre lo público y lo privado, entre sociedad
por su felicidad y su conservación" 306 . civil y sociedad política, y que avala una idea positiva de la libertad como
La Ilustración forjó un concepto racional de ley positiva a partir del integración completa del individuo en el cuerpo político313 ; es lo que
modelo de ley natural y quiso ver en el príncipe iluminado el instrumento Cerroni ha llamado la "indiferenciación del ethos" 314 y que supone una
idóneo para hacer operativos en el mundo político los postulados del vuelta al ideal político de la ciudadanía del mundo clásico.
Derecho racional. Pero, al margen de las vicisitudes históricas que explican
el fenómeno revolucionario, lo cierto es que el gobierno despótico había de
3°8 R. H. S. Crossman, Biografía del Estado Moderno, cit., pp. 130-131.
terminar mostrándose incompatible con las exigencias últimas de una
3°9 J. J. Rousseau, "Contrato social", Libro I, cap. VI, cit., p. 411.
empresa que suponía precisamente la racionalización y consiguiente desper-
3!0 Vid. sobre el particular M. Gascón, Obediencia al Derecho y objeción de conciencia,
sonalización del poder. La sustitución de la voluntad del príncipe por la cit., pp. 107 y ss. En cierto modo, éste sigue siendo el anhelo de alguna filosofía política con-
voluntad general dotará a la ley de una firmeza granítica, pues dicha volun- temporánea de notable fuerza, como es la ética del discurso. Por ello, es generalmente recono-
tad general no será sólo la máxima expresión del poder supremo, sino tam- cida la deuda de Habermas hacia Rousseau. Vid., por ejemplo, Th. MacCarthy, Ideales e ilu-
bién la garantía de su justicia y corrección. El principio del auto gobierno del siones. Reconstrucción y deconstrucción en la teoría crítica contemporánea, trad. de A. Rivero,
pueblo o, lo que es igual, la idea de que la garantía de la libertad individual Madrid, Tecnos, 1992, p. 196.
311 De ahí la crítica liberal de B. Constant: el poder ha de estar limitado, pero "Rousseau
descansa en la libertad política o positiva de los individuos, se convierte en ignoró esta verdad y su error ha hecho de su Contrato Social, tan a menudo invocado en favor
el núcleo del concepto de ley en el período revolucionario. La ley ha de de la libertad, el auxiliar más terrible de toda clase de despotismo", "Principios de política"
seguir expresando el Derecho estatal, pero la garantía de que el poder se (1815), en Escritos políticos, ed. de M. L. Sánchez Mejía, Madrid, Centro de Estudios
halle efectivamente al servicio de los individuos descansa en que éstos par- Constitucionales, 1989, p. 11.
ticipen efectivamente en la dirección política del Estado307 . Rousseau, con 312 Antigüedad en el sentido en que habla el mismo Constant, "De la libertad de los anti-

guos comparada con la de los modernos" (1819), en Escritos políticos, cit., pp. 257 y ss.
313 De ahí el rechazo de la representación: "la soberanía no puede ser representada, por la

305
L. Ferrajoli, Derecho y razón, cit., p. 886. misma razón que no puede ser enajenada; consiste esencialmente en la voluntad general, y la
306 voluntad no se representa ... toda ley que no haya ratificado el pueblo en persona es nula, no es
"Observaciones sobre la Instrucción de la emperatriz de Rusia", en Escritos políticos,
una ley", "Contrato social", cit., Libro III, cap XV, p. 484.
cit., p. 26. 314 U. Cerroni, La libertad de los modernos, trad. de R. de la Iglesia, Barcelona, Ed.
307
Vid. M. Fioravanti, Los derechos fundamentales, cit., p. 45.
Martínez Roca, 1972, p. 87.

104 105
GEMA MARCILLA CÓRDOBA
mativo de los derechos del hombre penetra más bien en (y forma parte de)
Esto explica la aureola de majestad que acompaña al concepto rousseau- el modo de ejercitación de la soberanía popular" 323 .
niano de ley, luego ampliamente difundido en el período revolucionario y Ciertamente no es preciso advertir que el éxito de las ideas de Rousseau
consagrado en la Declaración de derechos. La obediencia a la ley ya no sig- no acompañó a la plasmación práctica de las mismas. Como ha i~dicado
nifica sometimiento a una voluntad individual, ilustrada o no, porque en rea- Soboul, "Rousseau habría descubierto la solución fuera de la realidad: el
lidad, como dice Cassirer, "se cancela la mera voluntad particular en cuanto Contrato Social no tenía ningún punto de contacto con la situación del ~ño
tal, que ya no exige por sí misma, sino que persiste y quiere tan sólo dentro III"324. Es cierto que se recitaron capítulos enteros en la Asamblea constltu-
de la voluntad total, en la volonté générale 315 • En consecuencia, no cabe pre- yente325, pero tal vez haya que conc~der alguna raz.ón ~ Jellin.e~ cuand.o co~­
guntarse si la ley es injusta, porque nadie es injusto consigo mismo, ni cuál sidera excesivo el papel que en ocaswnes se ha atnbmdo al filosofo gmebn-
es el ámbito de autonomía individual frente al Estado, porque la libertad no en la Declaración de derechos 326 ; de hecho, los "naturales, inalienables y
consiste precisamente en el sometimiento a la ley que uno se ha prescrito 316 . sagrados derechos del hombre", la separación de poderes. ~ ~a propia voca-
La impersonalidad de la ley, cuya normatividad es despejada de cualquier ción constitucional de la Declaración eran postulados dtficilmente encua-
resto de voluntad individual, representa así un elemento definidor que ase- drables en el marco rousseauniano. Parece, pues, que "la Declaración seme-
gura al propio tiempo la justicia y los derechos 317 . ja un compromiso entre la tradición de pensamiento político procedente ~e
Así pues, la garantía de la justicia de la ley reside ante todo en sus cua- Locke y la procedente de Rousseau" 327 . En realidad, del Contrato Soczal
lidades intrínsecas. La ley es general, abstracta e igual para todos, de -mane- sólo se conservó precisamente esa vigorosa caracterización de la ley como
ra que el soberano jamás tiene derecho a exigir de un súbdito más que de expresión de la voluntad general y su aptitud para r~gula~ los derechos fun-
otro 318 , pues "dándose cada cual por entero la condición es igual para todos damentales, ideas ambas capaces de transcender mas alla del contexto que
y... nadie tiene interés en hacerla onerosa para los demás" 319 . En suma, la ley las justificaba y de impregnar la concepción de 1~ ley p.osi~iva del.Estado
ha de ser necesariamente recta porque, confundiéndose autor y destinatario liberal en las centurias siguientes; como ya defendiese Steyes, los cmdada-
de la norma, nadie dará su aprobación a una ley arbitraria o injusta que luego nos "no pueden aspirar sino a una legislatura por representación", pero, eso
estará llamado a padecer; "lo que demuestra -dice Rousseau- que la igualdad ' . y comun
sí, "la voz de esa legislatura es la voz umca ' de t oda 1a naci.on
. ' " 3?-8 .
de derecho y la noción de justicia que origina provienen de la importancia Esta especie de reconciliación entre la ley empírica y la ley racwnal o,
que cada cual se atribuye" 320 . Como psicología egoísta o del resentimiento más claramente, la empresa justificatoria de la legislación positiva con los
ha sido calificada esta perspectiva321 que hace de las cualidades formales de argumentos propios de la legislación racional alcanza su mayor expresión
la ley la mejor garantía de su contenido; es decir, "la volonté générale, en la teórica en Kant, cuya obra puede considerarse la construcción más acabada
que nace la ley, contiene en sí misma la racionalidad y la justicia"322 . Y en de la filosofía política del primer Estado liberal. Su punto de partida a propó-
esa generalidad y abstracción reside también la respuesta al problema de la sito del fundamento y significado de la ley presenta indudables resonancias
libertad y de los derechos, pues dado que la voluntad soberana del pueblo
sólo puede expresarse en el lenguaje de la ley, "el ejercicio de la autonomía
política ya no queda bajo la reserva de derechos innatos; el contenido nor- 323 J. Habermas, Facticidad y validez, cit., p. 166
324 A. Soboul, "Juan Jacobo Rousseau y el jacobinismo", en Las clases sociales en la revo-
luciónfrancesa, trad. de V. y E. Fernández Vargas, Madrid, Fundamentos, 1971, p. 151.
315 E. Cassirer, Filosofía de la Ilustración, cit., p. 289. 325 Vid. G. Del Vecchio, "Sobre la teoría del contrato social", en Persona, Estado Y
316 J. J. Rousseau, "Contrato social", cit., Libro II, cap. VI, p. 432. Derecho, pról. de M. Fraga, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1957, p. 195.
317 Vid. B. Groenthuysen, J. J. Rousseau (1949), trad. de A. Garzón del Camino, México, 326 Vid. G. Jellinek, "La Declaracion de los derechos del hombre y del ciudadano", en G.
Fondo de Cultura Económica, 1985, pp. 193 y ss. Jellinek, E. Boutmy et al., Orígenes de la Declaración de derechos del hombre y del ciudada-
318 J. J. Rousseau, "Contrato Social", cit., Libro III, cap. IV, p. 428.
no, ed. de J. González Amuchastegui, Madrid, Ed. Nacional, 1984, pp. 69 y ss.
327M. Jiménez Redondo, "Introducción" a la obra de J. Habermas, Facticidad y validez,
319 Ibíd., Libro I, cap. VI, p. 411.
320 Ibíd., Libro II, cap. IV, p. 426. cit., p. 20. .
321 P. Burgelin, La philosophie de l'existence de J. J. Rousseau, París, P.U.F., 1952, p. 529. 328 E. Sieyes, "Opinión del abate Sieyes sobre la cuestión del veto real en la sesión del 7 de
322 Ch. Starck, El concepto de ley en la Constitución alemana (1970), trad. de L. Legaz septiembre de 1789", en Escritos y discursos de la revolución, cit., p. 119.
Lacambra, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1979, p. 191.
107
106
RACIONALIDAD LEGISLATIVA

329
rousseaunianas : "El poder legislativo sólo puede corresponder a la volun- valor teleológico, ya que el papel fundamental de las instituciones consiste
tad general unida del pueblo. Porque, ya que de él debe proceder todo dere- en garantizar esa libertad, mientras que la libertad política o positiva opera
cho,. no ha de poder actuar injustamente con nadie mediante su ley. Pues si sólo en el nivel de la justificación racional de la ley. En suma, Kant encuen-
al~u~en ?~creta alg~ respecto de otro, siempre es posible que con ello come- tra en la libertad rousseauniana el más poderoso argumento para la justifica-
ta InJUSticia contra el, pero nunca aquello que decida sobre sí mismo (en efec- ción de una ley que está puesta al servicio del modelo liberal de Estado de
t o, vo l en t z· non.fi t mzuna
· · · )"330 . La ley ha de ser, pues, necesariamente justa y, Derecho 335 , una ley que no ha de buscar la felicidad de los ciudadanos 336 ,
en consecuencia, de ella nace un deber de obediencia incondicionado y abso- sino asegurar la autonomía individual para que cada uno alcance la felicidad
luto. Pocas veces se ha rechazado en términos tan categóricos cualquier atis- por las vías que considere mejores; es decir, la función del Estado y de la ley
bo de derecho de resistencia o de simple desobediencia al Derecho331: si un se agota en la protección de la libre concurrencia.
s.úbdito "quisiera resistirse a la autoridad en ese momento reinante, sería cas- Pero si la ley ya no es el intrumento que articula la libertad positiva de
ti~ado ... con todo derecho. Una ley que es tan sagrada (inviolable) que, con- los ciudadanos, sino la garantía de su libertad externa y de su propiedad 337 ,
sz~erada co1~ w~ f!ropósito práctico, es ya un crimen sólo ponerla en duda ... entonces tampoco es preciso que la ley positiva sea democrática; la apela-
Y este es ~1 sigmficado de la proposición «toda autoridad viene de Dios», que ción a la voluntad popular sirve en el plano de la justificación racional de
no enuncia un fundamento histórico de la constitución civil, sino una idea la ley y, por cierto, también en el de su vocación de obediencia incondi-
como principio pr~ctico de la razón: el deber de obedecer al poder legislati- cionada, pero no en el plano de su efectiva elaboración. Kant defendió el
vo actualmente existente, sea cual fuera en origen"3 32 . Insisto "sea cual sea sufragio censitario, esto es, un derecho de participación dependiente de la
su origen": la racionalidad de la ley y la necesidad moral de obedecerla misma propiedad que había de proteger la ley 338 , pero no es eso lo princi-
encuentra su fundamento en la voluntad común del pueblo, pero se predica pal. Es que el contrato social no deja de ser una idea de razón que carece
luego en favor de todo poder legislativo existente333. de traducción histórica y que, por tanto, puede predicarse de cualquier
U?a construcción semejante de lo racional al servicio de lo empírico se Derecho positivo eficaz, aun cuando carezca del consenso de los ciudada-
aprecia en el concepto de libertad, una libertad que aparece además estre- nos339. Como observa Cerro ni, el pueblo es el soberano del Estado, pero,
cha~e~te u~ida a la ley. En Kant el contenido del contrato ya no se limita a dado que es una multitud empírica, la suya es sólo una soberanía ideal o
esa umca clausula rousseauniana de la enajenación total de la libertad natu- de razón; y, como esa soberanía de razón debe tener eficacia y potencia,
ral par~ alcanzar la libertad política o civil, sino que, al contrario, se encuen- termina encarnándose en la persona física del monarca: "en nombre de la
tra racwnalmene determinado por la libertad natural o negativa: "el Estado razón se suprime la soberanía empírica del pueblo y en nombre de la posi-
es una necesidad de la razón" 334 , cuyo fundamento descansa en el contrato tividad se eleva a soberanía de razón a la persona física del monarca ... la
pero su finalidad es conservar la más amplia libertad natural. Ésta asume u~ soberanía jurídica es unas veces razón y otras fuerza" 340 • En resumen, "la
democracia queda desactivada en su dimensión operativa o práctica, pero
329 S b " 1 . t1 . d
no en su función legitimadora" 341 .
, o re ~ In UJO e Rousseau en la filosofía práctica de Kant", vid. el artículo con este
titulo de J. RubiO Can·acedo en Esplendor y miseria de la ética kantiana, E. Guisán (Coord.),
Barcelona, Anthropos, 1988, pp. 29 y ss.
330
I. Kant, La metafísica de las costumbres (1797), ed. de A. Cortina y J. Conill, Madrid, 3
3 5 Vid. N. Bobbio, Diritto e Stato nel pensiero di Enmanuele Kant, Torino, Giappichelli,
Tecnos, 1989, p. 143.
331
1969, pp. 227 y SS.
.Vid: sobre la obediencia al Derecho en Kant, M. Gascón, "La tesis kantiana acerca de 336
Como ocurre en el Estado paternalista, "que es el más despótico de todos", I. Kant, La
la obed1enc~a al Derecho", en J. Carvajal (coord.), Moral, Derecho y Política en Jnmanuel Kant Metafísica de las costumbres, cit., p. 147.
Cuenca, Ediciones de la Universidad de Castilla La Mancha 1999 pp. 227 y s ' 33
7 Pues "en la propiedad la libertad externa toma forma y valor jurídico", G. Solari, "Il
332 , • ' ' S.
I. Kant, La metaflSica de las costumbres, cit., p. 150. liberalismo di Kant e la sua concezione dello Stato di Diritto", cit., p. 235.
333
Sobre esta paradoja vid. M. Jiménez Redondo, "Introducción" a J. Habermas, 338
Vid. I. Kant, La Metafísica de las costumbres, cit., p. 144.
Facticidad y validez, cit., pp. 31 y ss. 339 Vid. N. ·Bobbio, Diritto e Stato nel pensiero di E. Kant, cit., p. 220 .
33
. ~ ~· ~olari, "II liberalismo di Kant e la sua concezione dello Stato de Diritto", en Studi 34
0 U. CeJToni, Kant e lafondazione della categoría giuridica, Milano, Giuffre, 1972, p. 193.
stonct dt Ftlosofia del Diritto, Turín, Giappichelli, 1949, p. 236. 341
M. Gascón, Obediencia al Derecho y objeción de conciencia, cit., p. 110.

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Puede considerarse excesiva la afirmación de que "en Kant, el principio


de la soberanía del pueblo es un ideal"' mientras que "al monarca conrs-
ponde el poder real, cuyo origen es 'insondable"' 342 ; pero sí parece cierto
que Kant proporciona las henamientas teóricas para que las cualidades
racionales de la ley y sus exigencias de fundamento democrático, que tanto
habían preocupado a la Ilustración y a Rousseau, pudieran predicarse, si no
de cualquier ley, sí del género de ley positiva avalada por el Estado liberal
de comienzos del XIX. Definitivamente, el poder ya no se sitúa en los hom-
bres, sino en las leyes, de modo que el sometimiento a una voluntad singu- Segunda parte
lar se transforma en la obediencia a un orden jurídico caracterizado por dos
ideas, la salvaguarda de la máxima libertad en la esfera privada y la regula-
ción abstracta y general; un orden jurídico que, como indica González Apogeo y crisis de la ley
Vicén, "responde a la estructura racional y calculadora de la conciencia polí-
tica burguesa, con su tendencia a organizar las relaciones humanas de un
modo exactamente previsible, y su pretensión de eliminar del mundo social
todos los elementos inacionales, es decir, todo aquello que, por ser de natu-
raleza 'individual', no es susceptible de ser reducido a fórmulas aplicables a
priori y de modo siempre igual" 343 •

342
La afirmación es de E. Bello, quien añade que no puede rebajarse hasta ese límite la
aportación kantiana, "La lectura kantiana del Contrato Social", en J. Muguerza y R. Rodríguez
Aramayo (eds.), Kant después de Kant, Madrid, Tecnos, 1989, p. 169.
343
F. González Vicén, "La filosofía del Estado en Kant" (1952), en De Kant a Marx
(Estudios de historia de las ideas), Valencia, F. Torres, 1984, p. 51.

110
III. LA LEY EN EL ESTADO LIBERAL

1. La concepción voluntarista de la ley en los orígenes del positivismo


jurídico
Como hemos visto, una de las contribuciones más relevantes de la pujan-
te filosofía ilustrada consistió en forjar un concepto de ley que finalmente
sería instituido en la cúspide de la primera forma de organización jurídica
contemporánea: el Estado liberal. La reflexión jurídica del siglo de las
Luces, pretendiendo asumir el paradigma de conocimiento de las ciencias
físicas y naturales, estimuló una ciencia de la legislación que habría de cul-
minar en el primer constitucionalismo y en la codificación. Fruto del
empeño iluminista, la ley quedaría confiada primero al despotismo de un
príncipe ilustrado y, más tarde, cercana ya la revolución, a la voluntad gene-
ral que nunca puede errar. Es decir, consentir que un rey-filósofo estuviera
al frente de la formación racional de leyes pareció en un principio un buen
remedio a los defectos formales y sustantivos del Derecho precedente, pero
después se llega a la conclusión de que la ley sólo estaría en condiciones de
inaugurar el Estado liberal cuando fuera expresión de la voluntad general
del pueblo o nación344 • El Estado moderno en sentido estricto iniciaría así su
andadura bajo el imperio de la ley, que tendrá por destinatarios no ya sólo a
los ciudadanos, sino también a los poderes públicos. La ley vincula al apa-
rato burocrático del Estado y sobre todo al poder judicial345 , pues la pieza de
cierre de este paradigma jurídico sería que los jueces, tal y como había pos-
tulado Montesquieu en afirmación tantas veces repetida, se consideran "el
instrumento que pronuncia las palabras de la ley, seres inanimados que no
pueden moderar la fuerza ni el rigor de las leyes" 346 •

344
V. Zapatero, "El Club de los nomófilos", cit., p. 84.
345
Como señala E. García de Enterría, en la voluntad general "se incardinan, en cuanto poder
soberano, todas las funciones públicas" y "las funciones políticas son reductibles a este esquema
elemental: leyes generales y actos particulares en aplicación de las mismas", Revolución Francesa
y Administración contemporánea (1972), 4a ed., Madrid, Civitas, 1998, p. 25.
346
Montesquieu, Del espíritu de las leyes, cit., Libro XI, cap. VI, p. 156.

113
GEMA MARCILLA CÓRDOBA

Posiblemente en los albores del Estado liberal gozó todavía de predica- ~·eal~~ad el pact? For el que los individuos prestan su consentimiento lo que
mento la más o menos ingenua pretensión ilustrada de que las leyes repro- JUStifica la sumrswn a la ley, con independencia de si ésta puede considerar-
dujeran el dictamen de la razón. La veneración anteriormente profesada al se o no t~·asunto de la ley de la razón. En el Contrato social de Rousseau, la
Derecho natural racional se deslizó al nuevo Derecho codificado, por la sin- excelencra de la ley no se cifra en que concuerde con un orden ideal o abs-
cera convicción de que éste último encarnaba igualmente una normatividad tracto, sino en que cumpla con el requisito formal de expresar la volonté
/ /. l 351 y 1
racionaP 47 . En un tono crítico, Boutmy expresó con rotundidad esta forma gen~~ a e : por o qu? ~~specta .a Ka~t, su contrato originario constituye
de entender el nuevo Derecho: "La codificación es un acto decisivo del una mera Idea de la razon cuya vntuahdad es dar cuenta del acto de volun-
legislador, que desgaja, digámoslo así, al derecho de sus orígenes, lo funda- tad en el que puede suponerse que descansa la legislación352. Dicho de otro
menta por entero en la razón, la justicia, el interés público, el acuerdo y modo, el con~rato originm:io ju~tificaría que los individuos abandonen "por
mutua dependencia entre los diferentes artículos ... A quien quisiera ir más completo la libertad salva_]e y sm ley, para encontrar de nuevo su libertad ...
lejos, la ley misma parece contestar ¡para qué!" 348 . Sin embargo, como escri- en la dependencia legal... porque esta dependencia brota de su propia volun-
be L. Prieto, "el entusiasmo revolucionario que había edificado un sistema tad legisladora" 353 . En suma, aun cuando las fundamentaciones contractua-
de Derecho positivo por vez primera coincidente con la razón y la naturale- listas lo que persiguen es asegurar una racionalidad de la ley que ya no podía
za no podía ser duradero. Tras el definitivo asentamiento del Estado liberal procurm: un De~·echo natural objetivo descubierto por algún filósofo-rey
decimonónico rebrota el voluntarismo y la nuda realidad del poder anuncia- escl~r~crdo, lo cierto es que con su apelación al consentimiento bien podían
da por Hobbes o por Bodino, pero que transitoriamente había sabido conci- propiCiar una renovada orientación voluntarista: ley es aquello que decide la
liarse con una visión racionalista del Derecho y del Estado; ahora, en cam- voluntad general o que decide el príncipe que legisla "como si" su voluntad
bio, el Derecho ya no será necesariamente la encarnación de la justicia o de fuese la voluntad unida de todo un pueblo.
la racionalidad, sino fruto de una voluntad política" 349 . Al fin y al cabo, la . .Pero la concepci~n de la ley como acto de voluntad, además de venir pro-
codificación y, en general, la producción jurídica del Estado liberal ya no P.ICiada por las premisas filosófico políticas bajo las que se había cerrado el
era, como el Derecho racional del XVIII, un diseño abstracto con vocación s1gl~ de las Luces, recibe también el influjo del positivismo filosófico. Esta
transformadora, sino una realidad concreta con efectiva existencia social. cornente, por cuanto pretende tratar tanto las ciencias sociales como el
Este giro, o más bien retorno, a una concepción voluntarista de la ley que ~~recho desde las mismas premisas epistemológicas usadas para las ciencias
caracteriza el inicio del Estado liberal pudo paradójicamente venir alentado ~Isrco-n~turales, conducirá .a la ciencia jurídica por nuevos senderos: desapa-
por los propios tópicos del iusnaturalismo racionalista. En concreto, la idea ~ece la Impronta ~onstructlva que caracterizó a la ciencia de la legislación
de contrato social resulta en parte contradictoria con el Derecho natural Ilustrada _Y ~e r?afirma la actitud pasiva-receptiva de los juristas, que en ade-
racional: el pacto entre individuos libres e iguales confiere al Estado justifi- lante se limitaran a dar cuenta del resultado efectivo y constatable de los actos
cación racional -en el sentido de que lo funda en los preceptos del Derecho del poder político. De hecho, el plan codificador, gestado en el contexto
natural que la razón descubre-, pero al mismo tiempo evidencia que las leyes
nacen de la libre voluntad de los individuos 350 . Desde esta perspectiva es en
~omo destaca J. ~u.bio Carrac:do, Rousseau no funda la ley en el Derecho natural "que
351
,
h~~~a ~1esente su normatiVId.ad a l!·aves de la reflexión de los filósofos 0 la voz de la concien-
347
Vid. J. Betegón, "El positivismo jurídico", en J. Betegón et al., Lecciones de Teoría del Cia • ~~~~o en el. contra.t~ :oc¡~~· d~ ~~;~d.o que la le~ habría "perdido la condición natural para
Derecho, cit., pp. 72-73. asumu esta ~ti a condicion mtificwl , 6 Democracta 0 representación? Poder y legitimidad en
348
E. Boutmy, "Les rapport et les limites des études juridiques et des études politiques", Rou~.~~au, ~rologo de J. ~uguerz~, ~adrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1990, p. 48.
Revue internationale de l'enseignement, 1889, p. 222, citado por F. Geny, Método de interpre- . La mdudable realidad (practica) del contrato originario es "obligar a todo legislador a
tación y fuentes en Derecho privado positivo (1899), prólogo de R. Saleilles, estudio prelimi- que d1cte sus ley~s como si éstas pudieran haber emanado de la voluntad unida de todo un pue-
nar de J. L. Monereo, Granada, Comares, 2000, p. 42. blo, Y a que considere a cada súbdito, ... como si hubiera expresado su acuerdo con una volun-
349
O "más ampliamente, fruto de una realidad histórica cambiante cuya evolución se resis- ta~- ta.l", .~· Kant, "En torno al tópic~: tal v~z eso sea correcto en teoría, pero no sirve para la
te a una comprensión lógica", L. Prieto, Ideología e interpretación jurídica, cit., p. 27. Pl~zctzca (1793~, ed. :as.t. en Teona y practica, trad. de M. F. Pérez López y R. Rodríguez
350
El contractualismo "había de conducir a resultados cada vez más alejados de una con-
cepción racional y abstracta del Derecho. Las decisiones políticas y las leyes tienden a justifi-
5
A1U1~ ~yo, Estudio prehm~1:ar de R. Rodríguez Aramayo, Madrid, Tecnos, 1986, p. 37.
I. Kant, La MetajiSlca de las costumbres, cit., p. 146.
carse en el consentimiento, esto es, en las voluntades y no ya en la razón", Ibíd, p. 23.

114 115
GEMA MARCILLA CÓRDOBA

racionalista de la Ilustración que ya conocemos, se lleva a cabo en un clima mismo en su singularidad histórica se convierte en objeto único y propio del
cada vez más alejado de sus orígenes ilustrados y más próximo a la tradición pensamiento jurídico. O, lo que es lo mismo, la ciencia del Derecho deja de
del Derecho común 354 . En suma, el siglo XIX se abre, de un lado, con una ser constructiva para hacerse reflexiva, para constituirse como conocimien-
rehabilitación voluntarista donde el poder del Estado como representación o to de algo -los Derechos históricos- que le es dado desde fuera como punto
sustitución de la voluntad de los gobernados desplaza o se impone sobre las de partida absoluto" 356 .
prescripciones de un Derecho racional de orden superior; de otro, con la irre- En el umbral del siglo XIX el pensamiento jurídico se desarrollará en
sistible influencia del paradigma de conocimiento de las ciencias físicas y tres principales direcciones tendentes a la "desconsagración" del Derecho
naturales; paradigma epistemológico, que, si a mediados del siglo XVIII pro- natural 357 : la escuela histórica alemana, la escuela de la exégesis francesa y
curó al saber jurídico una impronta práctica que se tradujo en la ciencia de la la jurisprudencia analítica inglesa. Todas ellas subrayan en mayor o menor
legislación, en el XIX la orienta a dar cuenta del Derecho resultante de las medida la dependencia entre ley y voluntad humana, y en todo caso niegan
transformaciones políticas y jurídicas que siguieron al año 1789355 . Desde su conexión con preceptos derivados por demostración a partir de una razón
diversos ángulos se muestra, pues, la insostenibilidad del Derecho como un intemporal, desactivando así la ciencia de la legislación en nombre del posi-
orden ideal sujeto a demostración racional. En lo sucesivo, el término tivismo jurídico. La idea básica es que el Derecho es coacción, que ésta es
Derecho designará todo ordenamiento histórico-concreto y la labor del juris- un monopolio del Estado y que, en consecuencia, la voluntad del Estado es
ta habrá de limitarse a descubrirlo, no a contribuir a su construcción. la única fuente del Derecho.
El triunfo de las corrientes voluntaristas tendría como corolario el naci- Como observa Bobbio, ya en uno de los precursores de la escuela histó-
miento del positivismo jurídico. El reconocimiento de que el orden jurídico rica, Gustavo Hugo, se aprecia el abandono de todo Derecho natural como
se integra, no por preceptos universales y abstractos de un origen sobrena- orden normativo autónomo en beneficio de un Derecho positivo concebido
tural o metafísico, sino por leyes positivas o puestas por voluntad de los en clave estatalista. Su obra, curiosamente llamada Tratado de Derecho
hombres, invita al abandono de la función prospectiva que había desem- natural como filosofía del Derecho positivo, supone una aproximación
peñado la ciencia de la legislación y a la adopción de una actitud reflexiva, racional, pero no al Derecho natural sino al positivo, que se presenta como
exegética o analítica del Derecho dado. La equiparación radical de Derecho el orden deliberadamente establecido por el Estado 358 . Convendría, no obs-
y Derecho positivo supone, como escribe González Vicén, que "lo que antes tante, resaltar que el positivismo alemán no nace ligado a la concepción
era un resto irracional fuera del sistema, avanza al primer plano de la refle- voluntarista de la ley, sino a la historicista. Para la escuela histórica, en
xión; no un canon o criterio racionales para el Derecho positivo, sino éste efecto, el Derecho no es necesariamente el establecido por el legislador,
pues, como resalta Savigny, la voluntad del legislador se subordina en rea-
354
lidad al Derecho consuetudinario, producido por el espíritu o conciencia
Bobbio llama la atención sobre lo sucedido con el proyecto definitivo del Code de
Napoleón, que se desprendió finalmente del artículo 1°, en el que se decía: "Existe un Derecho
jurídica del pueblo 359 . En cualquier caso, dado que el historicismo destaca
universal e inmutable fuente de todas las leyes positivas: no es otro que la razón natural en
cuanto que gobierna a todos los hombres", El positivismo jurídico, cit., pp. 83 y ss.
356
355
Sólo en la medida en que el positivismo filosófico renuncia a una ciencia jurídica cons- F. González Vicén, "Sobre los orígenes y supuestos del formalismo en el pensamiento
tructiva y aproxima a un concepto de Derecho como fenómeno empíricamente verificable, podría jurídico contemporáneo", Estudios de Filosofía del Derecho, Universidad de La Laguna, 1979,
considerarse que esta corriente fue uno de los puntos de partida del positivismo jurídico. Sobre la pp. 143-144.
357
relación entre ambas corrientes, vid. A. Ross, Teoría de las fuentes del Derecho. Una contribución N. Bobbio, El positivismo jurídico, cit., p. 61.
358
a la teoría del Derecho positivo sobre la base de investigaciones histórico-dogmáticas (1929), Ibíd., p. 62.
359
trad., estudio preliminar y notas de J. L. Muñoz de Baena Simón, A. de Prada García y Pablo "El Derecho positivo -escribe Savigny- vive en la conciencia común del Pueblo, y por
López Pietsch, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1999, p. 226. Sobre este particular, ello habremos de llamarlo también Derecho del pueblo". La fuente de producción del Derecho
Bobbio señala que el positivismo filosófico guardaría relación con el iuspositivismo sólo por cuan- positivo es el "espíritu del pueblo, que en todos los individuos vive y actúa", F. C. Savigny,
to algunos "positivistas jurídicos eran al mismo tiempo positivistas en sentido filosófico", El posi- "Los fundamentos de la ciencia jurídica" (1840), en Savigny, Kirschmann, Zitelmann,
tivismo jurídico, cit., p. 35. Por lo demás, el modelo de ciencia del positivismo filosófico "será aco- Kantorowicz, La ciencia del Derecho, trad. de W. Goldschmidt, prólogo de L. Carnelli, Buenos
gido por las doctrinas antiformalistas y significará el inicio de la sociología y la psicología jurídi- Aires, Ed. Losada, 1949, p. 35. F. González Vicén también señala que la teoría jurídica de la
ca", A. Calsamiglia, Introducción a la ciencia jurídica, Barcelona, Ariel, 1986, p. 65. escuela histórica, lejos de reducir el Derecho a los preceptos expresos del poder político, pone

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA
RACIONALIDAD LEGISLATIVA

la génesis histórico-cultural del Derecho, se opone -al igual que la concep-


sidad de que "todas las reglas de las soluciones jurídicas" fueran obtenidas
ción de la ley corno acto de voluntad- a la abstracta deducción del orden
a partir de la legislación; o, en fin, que, en palabras del Mourlon, "para el
positivo a partir de los preceptos del Derecho natural. Con todo, en la
jurista, ... existe sólo un Derecho, el Derecho positivo [y que] éste se define:
segunda mitad del siglo XIX la teoría de las fuentes del Derecho de la
el conjunto de leyes que el legislador ha promulgado ... Dura !ex, sed !ex: un
escuela histórica y la de su heredera, la jurisprudencia de conceptos de
buen magistrado humilla su razón frente a la de la ley" 363 .
Puchta, será objetada por Ihering: "el Estado es la única fue~te del dere-
cho ... sólo aquellas normas establecidas por la sociedad que tienen tras de Finalmente, por lo que respecta a Inglaterra, la concepción voluntarista
sí la coacción estatal, merecen el nombre de derecho", de modo que para de la ley y, a partir de ella, el positivismo jurídico se abren paso a través de
la Analytical School of Jurisprudence. El Derecho, sostiene Bentharn, no es
"el jurista que no quiera perder todo te~re_no firme bajo_ los. ~ies ... no_ hay
otro criterio del derecho que el reconocimiento y la reahzacwn del mismo otra cosa que "la voluntad de un legislador" 364 . Austin precisa aún más y
comienza con estas significativas palabras la primera de sus Lecciones: "la
por la violencia del Estado" 360 • En fin, el rechazo del iusnaturalisrno r~cio­
jurisprudencia tiene por objeto el derecho positivo: es el derecho simple y
nalista e incluso de la ciencia de la legislación se desprendería con clandad
estrictamente así llamado, esto es, el derecho impuesto por los superiores
de las palabras de Stahl: "hay sin duda pretensiones racionales frente al
. 1"361 políticos a sus súbditos" 365 • Dado que la tendencia a confundir el Derecho y
Derecho, pero no hay un D erecho racwna . . .. . . "
la moral "es una de las fuentes más fecundas de complicación y oscuridad
En cuanto a Francia, las primeras manifestaciOnes del positiVIsmo JUn-
verbal... la atención del estudiante de Jurisprudencia queda limitada a las
dico pertenecen a la llamada escuela de la exégesis, segu~arnente la que se
distinciones y divisiones que se refieren al campo jurídico"366 .
hallaba en mejores condiciones para ver en la obra del legislador el resulta-
do armonioso de la voluntad y de la razón reunidas en el Código napoleóni- En suma, allí donde triunfó la codificación la preocupación por la cien-
co de 1804362 . A los esfuerzos de los philosophes por construir el Derecho cia legislativa declinó ante la propia rnagnificiencia racional del Código, es
decir, por el convencimiento de que realmente se había logrado instituir un
positivo a imagen del Derecho natur"al pro~igue, en_ ef~c.to, la exégesis del
Derecho completo, unitario y racional: bajo la suposición de haberse alcan-
Derecho codificado. Se desarrolla as1 una literatura JUndica apegada exclu-
zado los objetivos de la ciencia de la legislación, al menos en los sectores
sivamente a la ley, tal vez forzada por los propios órganos gubernativos, pero
normativos codificados 367 , había de abrirse paso la ciencia del Derecho, que,
en todo caso fetichista de las cualidades técnicas de los textos legales y de
en la filosofía del Derecho contemporánea, se identificará con la labor de
la racionalidad del legislador. No es de extrañar que el lema de Aubry fuera
ordenar, aclarar y sistematizar el material jurídico, guardando la mayor fide-
"toda ley... pero nada más que la ley"; o que Dernolornbe esgrimiera la nece-
lidad posible a la voluntad del legislador.
Ahora bien, el rechazo definitivo de la ciencia de la legislación acontece
de manifiesto la "dialéctica entre realidad y normatividad del Derecho, es decir, entre los actos precisamente cuando se torna conciencia de la idea contraria: que es impo-
de los hombres, que son el signo sensible del Derecho, y el Derecho mismo como norma, ~1 sible que las leyes sean obra del cálculo o de la demostración racional, pues
cual, en tanto que emanación de la conciencia popular, es presupue~to de aquellos actos ,
"Sobre el positivismo jurídico", en Estudios de filosofía del Derecho, c1t., pp. 181-182.
360 R. von Ihering, El fin en el Derecho (1877), trad. de D. Abad de Santillán, Estudio pre- 6
3 3 Vid. N. Bobbio, El positivismo jurídico, cit., pp. 96-100.
liminar de J. L. Monereo, Granada, Comares, 2000, pp. 222 y ss. Como señala Atienza, frente 64
3 J. Bentham, Tratados de Legislación civil y penal, cit., p. 91.
a la escuela histórica Ihering ponía de relieve que "el Derecho no era fruto de un desa_rrollo 365
orgánico, sino obra humana consciente, medio para la consecución de fines", M. Ahenza, J. Austin, El objeto de la jurisprudencia (1832), trad. y estudio preliminar de J. R. de
Introducción al Derecho, Barcelona, Barcanova, 1985, p. 209. Páramo, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2002, p. 33. Vid. I. Turégano
Mansilla, Derecho y moral en Jo/m Austin, prólogo de J. R. de Páramo, Centro de Estudios
361 F. J. Stahl, Die Philosophie des Rechts, 5a ed., 1878, citado por F. González Vicén, "Del
Políticos y Constitucionales, Madrid, 2001, en especial pp. 235 y ss.
Derecho natural al postivismo jurídico", en De Kant a Marx. Estudios de historia de las ideas, 366
Valencia, F. Torres, 1984, p. 206. J. Austin, Sobre la utilidad del estudio de la Jurisprudencia (1834), trad. de F. González
Vicén, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1981, pp. 33-34.
362 La obra de J. Bonnecase, L'école de l'exégese en droit civil, París, 1924 (hay trad. de J.
367
M. Cajiga, Pról. de N. Vázquez, Puebla, México, 1944), y la monografía "Les inte~pretes du Por eso, cuando G. Ripert lamenta los síntomas de decadencia de la ley traza una nítida
Code civil", de Charmont y Chause contenida en el Livre du centenaire, vol. I, ~onst1tuyen las frontera entre el "auténtico" Derecho racional, encarnado en el Derecho privado, y el menos
obras más autorizadas sobre el tema según N. Bobbio, El positivismo jurídico, Cit., p. 98. seguro o más arbitrario Derecho público, Le déclin du Droit. Études sur la legislation contem-
poraine, París, LGDJ, 1949, pp. 37 y ss.

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

se identifican con la voluntad de los hombres manifestada por el legislador; Derecho que es y, más precisamente, que es puesto por una voluntad sobe-
o, si se quiere abarcar también la vertiente historicista del positivismo, que rana, sin efectuar más consideraciones sobre el carácter racional o irracional
las leyes no hacen sino reflejar la voluntad de los hombres, registrada con el de su formulación, de otro tampoco se resigna a abandonar el enfoque racio-
paso del tiempo en las tradiciones y costumbres que integran el Derecho de nalista que había sido propio de la ciencia de la legislación. La epistemo-
cada pueblo. Es posible que en un primer momento el abandono de la cien- logía positivista se enfrenta así al problema de estudiar científicamente un
cia de la legislación obedeciera a la creencia de "haber encontrado final- objeto de "contextura fundamentalmente irracional", inasequible, al menos
mente el Derecho, y haberlo fijado de la forma más cercana al ideal" 368 . Pero en línea de principio, a la razón jurídica373 .
es la evidencia de que el Derecho se origina en la voluntad de los hombres, Precisamente por esta contradicción el primer positivismo desemboca en
ya deliberadamente expresada a través de los órganos del Estado, ya refleja- el formalismo jurídico, cuyo punto de partida es la neta distinción en el
da en las costumbres que conforman el Derecho del pueblo 369 , lo que des- Derecho entre elementos jurídicos irracionales y elementos racionalmente
pués explica la expulsión definitiva de la legislación del campo de la cien- aprehensibles. El formalismo jurídico se manifestará en doctrinas como la
ciajurídica370. La concepción voluntarista de la ley habría determinado que, de los principios generales: el Derecho, por ser la obra consciente y racional
como señala L. Prieto, el positivismo, al igual que el iusnaturalismo, crease del legislador, se supone reductible a un sistema de "principios" o "verda-
su propio modelo de racionalidad y, sobre todo, delimitase un nuevo ámbito des" jurídicas. El científico del Derecho se dedica, pues, al descubrimiento,
en el que tal modelo podía desarrollarse. En líneas generales "la transición análisis y definición de tales principios, mientras que "el contenido mismo
del iusnaturalismo al positivismo supone el desplazamiento de la razón de la normación en su particularidad histórica queda entregado a la labor
desde la creación a la aplicación del Derecho" 371 . empírica y descriptiva del jurista práctico" 374 . Asimismo, el método forma-
Pero el declive de la ciencia de la legislación como consecuencia del lista será empleado por la escuela histórica alemana, y, sobre todo, por la
auge de la concepción voluntarista de la ley y del paralelo descrédito de la jurisprudencia conceptual. La ciencia jurídica estudia las "instituciones"
deducción o demostración del "Derecho racional" 372 sitúa al saber jurídico (Savigny) y los "conceptos" (Puchta) que resultan del análisis de las rela-
ante nuevas dificultades: si de un lado la ciencia jurídica, al partir de un con- ciones lógicas que se dan en cada Derecho histórico concreto, fruto de la
cepto empírico del orden jurídico, se complace en restringir su campo al evolución del pueblo y de su cultura375 . El formalismo es, en consecuencia,
el método tanto para la aplicación del Derecho, basada en el cálculo racio-
nal a partir de tales instituciones o conceptos 376 , como para la determinación
368
Así lo explica A. Ross, Teoría de las fuentes del Derecho, cit., p. 70. de la validez de las normas, que depende de su armónica inserción en el sis-
369
Es más, podría entenderse que también la concepción del Derecho como producto del
espíritu del pueblo identifica la ley con un acto de voluntad estatal. En este sentido señala
Atienza que si bien la escuela histórica considera que el Derecho se identifica con el espíritu 373
F. González Vicén, "Sobre los orígenes y supuestos del formalismo en el pensamiento
del pueblo, como "el concepto de pueblo, en Savigny, es acusadamente metafísico", ese
jurídico contemporáneo", cit., p. 145.
Derecho popular necesitaría, si no de creación, sí al menos de exteriorización precisamente a 374 Ibíd., p. 149.
través de la ley del Estado, M. Atienza, Introducción al Derecho, cit., p. 199. 375
370 Ibíd., p. 153. Como señala el autor, la escuela histórica y la jurisprudencia de con-
No obstante, el iuspositivismo de Austin, como el de su maestro Bentham, no suponía
ceptos se diferencian de la doctrina de los principios generales en que consideran que tam-
tanto la exclusión de la ciencia de la legislación, cuanto su rigurosa separación de la jurispru-
bién la dogmática, y no sólo la teoría general del Derecho, forma parte de la ciencia jurídi-
dencia o teoría del Derecho. En palabras de Hart, "Bentham y Austin eran utilitaristas y esta-
ca, pues no es cierto que la dogmática aborde meramente los mutables contenidos del
ban interesados apasionadamente en la crítica del derecho, en la reforma legal y en la adapta-
Derecho, sino que al igual que la teoría general del Derecho examina las relaciones lógicas
ción del Derecho a fines racionales que concebían en términos del principio de la mayor felici-
entre los conceptos.
dad. Este era su «Zweck im Recht»", H. L. A. Hart, "El cielo de los conceptos de Ihering y la 376
moderna jurisprudencia analítica" (1970), en P. Casan ovas y J. J. Moreso, El ámbito de lo jurí- Así lo manifiesta Winscheid: "de la aprehensión exhaustiva del contenido de los con-
dico. Lecturas de pensamiento jurídico contemporáneo, Barcelona, Crítica, 1994, p. 115. ceptos implícitos en las proposiciones jurídicas depende no sólo la comprensión total del
371 Derecho, sino también la seguridad de su aplicación: la decisión última es el resultado de una
L. Prieto, Ideología e inte11Jretación jurídica, cit., p. 28.
372 operación de cálculo, en la que los factores son los conceptos jurídicos", B. Windscheid,
La expresión "Derecho racional" da cuenta, como señala Bobbio, del papel de la razón
Lehrbuch des Pandektenrechts (1882), cita tomada de F. González Vicén, "Sobre los orígenes
jurídica en el iusnaturalismo racionalista en el que se inspiró la ciencia de la legislación ilus-
y supuestos del formalismo en el pensamiento jurídico contemporáneo", cit., p. 162.
trada, "La razón en el Derecho (Observaciones preliminares)", cit., p. 18.

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RACIONALIDAD LEGISLATIVA

tema377 • Este modo de proceder al estudio del Derecho por parte del forma- voluntad que no aparece reñida con la razón; es más, su modelo de inter-
lismo jurídico revela que el abandono por las corrientes positivistas de la pretación se justifica en la suposición de que el legislador no ejerce el poder
ciencia de la legislación no significó la pérdida de toda conexión con la filo- arbitrariamente y que su voluntad está sujeta a la razón. En el caso de que
sofía racionalista; antes al contrario, el positivismo formalista hereda del la voluntad del legislador con respecto a un supuesto de hecho concreto no
racionalismo un método muy similar al de la ciencia de la legislación 378 , si se infiera claramente o en absoluto del texto escrito, el intérprete adoptará
bien es cierto que de esta forma el positivismo se aleja de la impronta empi- como presupuesto de su interpretación que la voluntad del legislador fue
rista e historicista que había estado en su origen 379 • disponer una solución racionaJ3 81 • Podría decirse, pues, que en la interpre-
tación de la ley se parte de una triple premisa: únicamente es Derecho lo
establecido por medio de una ley; su significado es el correspondiente a la
voluntad del legislador; y la voluntad del legislador es el trasunto de la
2. El postulado del legislador racional en la teoría de la interpretación razón, por lo que la interpretación se basa en definitiva en un procedimien-
del primer positivismo to racional o lógico 382 . Esta tercera premisa podría también denominarse
El positivismo decimonónico, aparte de recibir como herencia o legado "postulado del legislador racional".
de la Ilustración el método racionalista en que se había basado la empresa de El postulado del legislador racional no tendría el carácter de una hipóte-
legislación racional, pudo aprovechar sus resultados prácticos, es decir, pudo sis verificable por el jurista, sino que sería una tesis metodológica que per-
disponer de un ordenamiento único y cierto que acotaba su objeto. Además, mite a los juristas, en particular a los jueces, desempeñar su función, sumi-
el primer positivismo forjó sus tesis sobre la interpretación y aplicación del nistrándoles esquemas de razonamiento en los que basar la interpretación del
Derecho bajo el presupuesto de que efectivamente las leyes eran el resulta- Derecho383 . Se trata, como señala N in o reiterando la definición de L.
do de haber puesto en marcha rigurosamente las propuestas de legislación
ilustradas; es decir, bajo el presupuesto de que la legislación positiva era 381
La doctrina positivista sostiene la ilicitud de que la voluntad del juez sustituya a la
fruto de una construcción racional que, precisamente por ello, era al mismo expresada en la ley, aun cuando la voluntad del soberano esté mal expresada (ley oscura) o inex-
tiempo el soporte del modelo de juez pasivo y neutral. presada (laguna), al igual que lo había impedido la doctrina absolutista. De hecho, en este
El positivismo, en efecto, concibe el Derecho como el producto delibe- punto, el modelo de interpretación del primer positivismo es fiduciario de la doctrina jurídica
del absolutismo, que reconduce todo problema interpretativo a la determinación de la voluntad
rado del legislador y, sin embargo, al mismo tiempo como una obra racio- del soberano. Sin embargo, del mismo modo que el propio J. Domat había admitido a finales
nal y susceptible de conocimiento científico. Su tesis hermenéutica funda- del XVII una serie de criterios interpretativos antes de elevar la consulta en caso de duda al
mental es la llamada "semántica de la voluntad" 380 , conforme a la cual el Príncipe (P. Salvador Coderch, La Compilación y su historia, cit., p. 263), los primeros positi-
significado de ley vendría dado por la voluntad del legislador, pero de una vistas consideran que la voluntad del legislador que ha de averiguar el intérprete puede ser,
como indica Bobbio, tanto real o expresa, como presunta o no declarada, pues aunque el legis-
lador guarde silencio sobre una cuestión puede suponerse cual habría sido su voluntad. Por lo
demás, la "semántica de la voluntad" nace como una teoría de la interpretación de carácter sub-
377 "El sistema conceptual no es, pues, sólo un medio para la comprensión de una realidad
jetivo, que insta al intérprete a buscar la voluntad (racional) del legislador, pero frente a la tesis
independiente, sino que ... es, en último término, criterio absoluto de la realidad jurídica. La
subjetiva se desarrollarán tesis de carácter objetivo que sostendrán la existencia de una volun~
construcción de la verdad como certeza lógica ... , es decir, el dogma de que una proposición sólo
tad (racional) de la ley, independiente de la voluntad del legislador, N. Bobbio, El positivismo
es verdadera si puede insertarse sin contradicción en el sistema ... , resurge ahora con la juris-
jurídico, cit., pp. 101-102.
prudencia conceptual con el proceso llamado de inferencia", F. González Vicén, "Sobre los orí- 382
genes y supuestos del formalismo en el pensamiento jurídico contemporáneo", p. 163. En otras palabras, las dificultades de la interpretación se eluden "suponiendo que el
Derecho siempre ofrece una solución correcta, ya sea indagando la voluntad del legislador, ya
378 En este sentido afirma Larenz que la ciencia jurídica recibió la idea de sistema de la doc-
sea obteniendo unos principios generales a partir del material jurídico positivo, etc.". Sobre este
trina del Derecho natural, K. Larenz, Metodología de la ciencia del Derecho, trad. de M.
supuesto se desarrolla una teoría de los métodos de interpretación según la cual por medio de
Rodríguez Molinero, Barcelona, Ariel, 1994, p. 39.
79 procedimientos lógicos el juez sigue "tan vinculado como antes, o sea, como en 1790, pero
3 F. González Vicén, "Sobre los orígenes y supuestos del formalismo en el pensamiento
reconociendo igualmente la insuficiencia u oscuridad de las leyes", L. Prieto, Ideología e inter-
jurídico contemporáneo", cit., pp. 147-148. pretación jurídica, cit., p. 29.
80
3 M. Calvo, "La voluntad del legislador: genealogía de una ficción hermenéutica", Doxa, 383
J. Igartua, Teoría Analítica del Derecho (la inte1pretación de la Ley), Pamplona, IVAP,
3 (1986), pp. 113 y SS.
1994, p. 107. Según este autor, el postulado del legislador racional puede entenderse, además

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Nowak, de "una cuasi-hipótesis que se acepta dogmáticamente, sin someter- que se atribuyen al legislador y las reglas interpretativas que de ellas se
la a verificación empírica, ... una pauta normativa que prescribe que los juris- infieren se usarían en la resolución de los casos, pero se usarían también
tas intepreten el derecho como si el legislador real fuera racional" 384 . Así, el en la reformulación sistemática del ordenamiento, a fin de ofrecer una des-
operador jurídico que parte en su razonamiento del postulado del legislador cripción del Derecho legislado 388 . En otros términos, la racionalidad del
racional no identifica al productor del Derecho con el legislador real, sino legislador se presumiría tanto en la interpretación de la ley previa a la apli-
con un sujeto ideal que se ocupa racionalmente de problemas prácticos, esto cación del Derecho, como en la que tiene por objeto la sistematización u
es, relativos a acciones, decisiones y conductas 385 • En este sentido, se supo- ordenación del material normativo. Se trataría, pues, no sólo de un méto-
ne que el legislador es único e imperecedero, razón por la cual se considera do de resolución de casos prácticos, sino de un método sistematizador y
que las leyes han sido dictadas por un sólo sujeto y que la voluntad legisla- explicativo a fin de reconstruir el Derecho y dar cuenta del mismo como
dora pertenece siempre al mismo legislador independientemente del tiempo un conjunto normativo dotado de cierta racionalidad, en lugar de presen-
que transcurra; omnisciente, es decir, capaz de prever todas las circunstan- tarlo como un mero agregado de normas 389 .
cias fácticas que ampara la norma que dicta; operativo, por lo que todas sus El postulado del legislador racional, aparte de cumplir una función meto-
leyes son potencialmente aplicables; justo, en el sentido de que sus leyes dológica justificando un buen número de métodos interpretativos, pudo
persiguen soluciones valorativamente acertadas; coherente, de modo que el cumplir también una función ideológica, haciendo pasar por racional la
legislador no puede dictar leyes contradictorias; omnicomprensivo, pues ha interpretación de los textos legales; éste fue el caso de la teoría de la inter-
previsto todos los posibles problemas jurídicos; preciso, en el sentido de que pretación sostenida por las principales direcciones de la metodología o
trata de dejar absolutamente clara su voluntad386 • dogmática jurídica del siglo XIX 390 . Winscheid puede ser un ejemplo ilus-
Naturalmente, las cualidades en las que se concreta el postulado del trativo de ello. En efecto, si la ley es expresión de la voluntad del legislador
legislador racional presidirían los argumentos recabados por el intérprete guiado por consideraciones racionales, entonces -mantiene el autor en su
para justificar su solución jurídica387 ; es decir, estas propiedades ficticias Lehrbuch der Pandekten- el intérprete debe colocarse en situación de legis-
lador para poder así determinar las ideas que éste ha querido expresar. Es
decir, como aclara Larenz, "la interpretación no debe quedarse satisfecha
de como una tesis metodológica, como una hipótesis empírica y como un modelo normativo.
con la voluntad empírica del legislador" sino que debe hacer ostensible la
Más exactamente, si desde el punto de vista de la teoría de la interpretación el postulado del
legislador racional designa una tesis metodológica, desde la perspectiva de la sociología jurídi- razón más o menos oculta en la ley, o sea, "conocer su voluntad racional" 39 1.
ca designaría o se identificaría con una hipótesis empírica destinada a medir la racionalidad De este modo, el expediente de la racionalidad del legislador permite suavi-
efectiva de la legislación, y desde la óptica de la teoría de la legislación podría concebirse como zar las contradicciones entre lo que la ley dice textualmente y lo que pre-
un modelo que sugiere técnicas de legislación racional, J. Igartua, "El postulado del legislador suntamente quiso estatuir el legislador; pero, sobre todo, permite presentar
racional", Revista Vasca de Administración ptíblica, 28 (1990), p. 115.
384
como racional la interpretación de la ley, pues la interpretación no es más
C. S. Nino, Introducción al análisis del Derecho, prólogo de A. Calsamiglia, Barcelona,
Ariel, 1997 p. 330. Vid. también F. Ost y M. van de Kerchove, "Rationalite et souveraineté du
legislateur, Paradigmes de la dogmátique juridique", en Jalons pour une théorie critique du
droit, Bruselas, Publications des Facultés universitaries Saint-Louis, 1987, pp. 97-134. suponer la racionalidad del legislador sería paradigmático del llamado argumento apagógico
385
El presupuesto de la racionalidad legislativa consistiría, según J. Igartua, en suponer que (ab absurdum o de reductio ad absurdum), conforme al cual han de exluirse las interpretacio-
las decisiones legislativas son coherentes con un sistema de creencias, compatibles entre sí, y nes absurdas, G. Tarello, L'inte1pretazione della legge, Milán, Giuffre, 1980, pp. 369-370.
388
con un conjunto de valores estructurado; creencias y valores que responden respectivamente a C. S. Nino, Introducción al análisis del Derecho, cit., p. 329.
389
informaciones sobre la realidad, es decir, que se nutren del estado actual de la ciencia y de las El postulado del legislador racional inspiraría, por ejemplo, la tradicional técnica apli-
claves axiológicas prevalentes en un determinado sistema político y social. Por tanto, la racio- cativa y sistematizadora consistente en formular "principios" o "principios generales" del orde-
nalidad del legislador no es sólo la interna, o relativa a los propios conocimientos (creencias) namiento en su conjunto o de un sector del mismo, mediante los cuales se opera, como señala
y valores del sujeto agente, sino la externa, que depende de los conocimientos (creencias) y J. Wroblewski, una transformación del lenguaje del legislador realizada por los juristas,
valores de un observador crítico, "El postulado del legislador racional", cit., pp. 116-120. «Sentido» y «Hecho» en el Derecho, San Sebastián, Universidad del País Vasco, 1984, p. 155.
386 390
C. S. Nino, Introducción al análisis del Derecho, cit., pp. 328-329. M. Calvo, "La voluntad del legislador: genealogía de una ficción hermenéutica", cit.,
387
Vid. F. J. Ezquiaga, Argumentos interpretativos y el postulado del legislador racional, p. 126.
Isonomía, México, 1 (1994), pp. 69-98. Para Tarello, el método interpretativo que consiste en
391
K. Larenz, Metod~logía de la ciencia jurídica, cit., pp. 49-53

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA

grado de creatividad; pero de otro, la legitimación de la "abdicación valo-


que una manera de subsanar los erróneos o defectuosos textos legales de
rativa y la adhesión del jurista al derecho positivo" 396 . También esta abdi-
acuerdo con la exigencias racionales que guían al legislador. En suma, la
cación estaría viciada ideológicamente, pues no se basa en la conocida
teoría interpretativa del primer positivismo se basa en que "la actividad her-
tesis positivista de que la justicia no constituye un elemento definitorio del
menéutica ... tendería a averiguar y comprender el significado racional de la
Derecho, irrelevante en la descripción del mismo, sino, al contrario, en la
ley y, dado que se acepta como postulado que el legislador y el pensamien-
suposición de que el Derecho es siempre racional o justo. La afirmación de
to ... de la ley son racionales, el intérprete no podrá llegar a una conclusión
la separación conceptual entre Derecho y moral, propia del positivismo
hermenéutica que se aparte de los cánones de racionalidad"39 2•
metodológico, se disuelve así en una suerte de positivismo ideológico
Como es conocido, esta función ideológica que en el paleopositivismo
donde la función del viejo Derecho natural es asumida ahora por el legis-
cumplía el postulado del legislador racional será objeto de crítica por la
lador positivo y racional a un tiempo. Por ello, la suposición de la racio-
teoría de la interpretación del positivismo renovado, que pone de mani-
nalidad del legislador favorecería el respeto y obediencia del orden exis-
fiesto el inevitable margen de discrecionalidad del que se dispone en la
tente ya que "actuar antijurídicamente no es sólo violar el derecho sino
interpretación 393 . Así describe Nin o esta función ideológica: "presupo-
también la conducta racional y justa". El embrujo del legislador racional
niendo la racionalidad del legislador, los juristas dogmáticos pueden atri-
"permanece anclado en la mentalidad de los juristas", que actúan como si
buirle las soluciones propuestas por ellos ... , sin que aparezcan como una
el legislador fuera racional aunque saben que no lo es 397 .
modificación del orden jurídico positivo, sino como si se tratara de una
descripción del derecho vigente tal como genuninamente debió haber sido
pensado por el legislador". Tal falseamiento de la realidad respondería a la
necesidad de compatibilizar la seguridad jurídica con la adopción de solu- 3. Ellegalismo como paradigma de la organización jurídica liberal
ciones jurídicas racionales. En este sentido, podría decirse que el postula-
do del legislador racional cumple una función optimizadora de la legisla- La función ideológica del postulado del legislador racional en la teoría
ción, pues, sin dejar de imputar a la autoridad legislativa la decisión, el jurídica del primer positivismo sería una clarísima manifestación de la cul-
"intérprete adecúa el orden jurídico a pautas de racionalidad y justicia" 394 ; tura jurídica legalista que impregna el Derecho del Estado liberal, en el que
o bien, que se trata de un expediente para "reconstruir a partir de prescrip- no se erige frente a la ley ningún contrapunto crítico, ni interno o jurídico ni
ciones legales las mejores normas posibles desde el punto de vista de la externo o moral.
doctrina moral y política dominante" 395 • La expresión "legalismo" suele usarse para hacer referencia a la concep-
Ahora bien, como sostiene A. Calsamiglia, la atribución al legislador ción del Derecho propia de sistemas jurídicos basados en la supremacía
de tales propiedades ficticias sugiere "una entidad suprapersonal más absoluta de la ley. En ese aspecto, el legalismo sería el modelo opuesto al
poderosa y sabia que cualquier ser humano con unas cualidades elevadas "constitucionalismo"398 , término que se emplea para aludir a la idea del
a gran potencia" y ello tendría dos consecuencias: de un lado, desde luego, Derecho propia de los ordenamientos basados en la primacía de cartas cons-
la ocultación de que la tarea interpretativa del jurista conlleva un cierto titucionales de derechos y de principios fundamentales. En sentido amplio,
ambos son expresión del triunfo de la ley entendida como cristalización
escrita, pública, racional y calculada del orden jurídico, pero sus consecuen-
392
Ibíd., p. 126.
393
Tarello confirma esta crítica a la función ideológica que puede cumplir el postulado del
legislador racional cuando señala que el principal problema del argumento apagógico -el más 396
A. Calsamiglia, Introducción a la ciencia jurídica, cit., p. 97.
representativo del presupuesto de la racionalidad legislativa- sería la discrecionalidad de que 397
Ibíd., pp. 96-98.
dispone el intérprete para apreciar el carácter absurdo o irracional de una cierta interpretación, 398
Lógicamente, el legalismo se opone también a la hegemonía del Derecho consuetudi-
L'inte1pretazione delta legge, cit. p. 370.
nario, e incluso a su mera existencia. Pero ésta es una cuestión de la que podemos prescindir
394
C. S. Nino, Introducción al análisis del Derecho, cit., p. 329. ahora. Aunque, merced a la escuela histórica, en Alemania la apelación a la costumbre adquie-
395
L. Nowak, "De la rationalité du législateur comme élément de l'intepretationjuridique", re gran importancia teórica, en la práctica decimonónica terminará imponiéndose también,
Lógique et analyse, 45 (1969), pp. 65-96. Citado por C. S. Nino, Introducción a análisis del como veremos, la omnipotencia del legislador, aunque no necesariamente del Parlamento.
Derecho, cit., p. 330.

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RACIONALIDAD LEGISLATIVA

cias son diferentes: mientras el legalismo da vida a un poder político sin de la voluntad general del pueblo o nación manifestada por la asamblea de
límites normativos, el constitucionalismo supone un acto de desconfianza en representantes; segundo, la separación de poderes, un principio destinado,
el legislador y, paralelamente, un fortalecimiento de la garantía judicial. en general, a evitar la concentración de todo el poder en un sólo órgano
Finalizadas las revoluciones liberales en las postrimerías del siglo XVIII estatal, y, en particular, a establecer una jerarquía o gradación entre tales
ambas concepciones encontrarían proyección práctica: el Estado liberai poderes, garantizando la supremacía del legislador y, por tanto, la legali-
francés es de cuño legalista, mientras que el modelo norteamericano que dad de la administración y la independencia judicial con sumisión exclusi-
siguió a la independencia colonial de la metrópoli inglesa puede considerar- va a la ley; y tercero, el respeto de los derechos y libertades fundamenta-
se paradigma del constitucionalismo moderno. les de naturaleza civil y política configurados por la propia ley.
En el marco europeo, ellegalismo se identifica con la teoría de las fuen- Ciertamente este es un esquema ideal adscribible al modelo liberal de
tes que considera al Derecho sub specie legis 399 , descrita en la clásica expo- Estado de Derecho, si bien en la realidad de los Estados decimonónicos su
sición del Derecho Administrativo de Mayer: el pueblo ejerce su poder sobe- plasmación práctica se mostró desigual y, en ocasiones, de forma deficita-
rano por medio de leyes, dictando "las reglas generales que ... serán obliga- ria. Por ejemplo, y aun cuando no proceda detenerse en un análisis más
torias para todos los funcionarios del Estado sin excepción ... ; nadie podrá detallado, la supremacía de la ley se vio constantemente amenazada por un
obrar sino conforme a la voluntad general, es decir, según la ley"4oo. El poder ejecutivo empeñado en recabar áreas de autonomía e inmunidad nor-
Estado de derecho decimonónico era un "Estado legislativo que se afirmaba mativa y ejecutiva. La tutela judicial de los derechos, en particular frente
a sí mismo a través del principio de legalidad'', lo que supone una "reduc- a la Administración, tropezó con no pocas dificultades justificadas en la
ción del derecho a la ley", esto es, "la exclusión, o por lo menos la sumisión doctrina del valor sólo programático de las Declaraciones, en la prerroga-
a la ley, de todas las demás fuentes del derecho" 401 . tiva de los actos políticos no susceptibles de fiscalización, etc. 404
El principio rector del Estado liberal de Derecho en oposición al La explicación más plausible de lo que se ha llamado el "legicentrismo",
Antiguo Régimen sería, pues, la interdicción de la arbitrariedad de los al menos en el plano de las ideas, se encuentra en el vigoroso efecto legiti-
poderes públicos, sometidos al control jurídico de la ley 402 . Así, siguiendo mador de la rousseauniana voluntad general, que seguirá ejerciendo su
a E. Díaz403 , los elementos de la organización jurídica que se implanta en influencia en la centuria siguiente405 . La voluntad general, capaz de asegu-
los Estados que, en alguna medida, adoptan los principios liberales de la rar la justicia de la ley, no por su adecuación objetiva a una tabla de dere-
Revolución Francesa serían: primero, la supremacía de la ley, teniendo en chos o de valores sino por la supuesta reconciliación que opera entre artífi-
cuenta que ésta no representa el mandato de una autoridad cualquiera, sino ces y destinatarios del Derecho, es seguramente lo que mejor explica que la
Declaración de 1789, desde la perspectiva de sus autores e intérpretes, no
encerrase paradoja alguna por reconocer simultáneamente la estatalista
399
N. Bobbio, El positivismo jurídico, cit., p. 142.
soberanía de la ley y la garantista subordinación del poder a los derechos de
400
O. Mayer, Derecho administrativo alemán (1904), trad. de H. Heredia y E. Krotoschin, los individuos. "La respuesta de la revolución es, a este propósito, tremen-
Buenos Aires, Depalma, 1982, vol. I, pp. 72 y 73. damente simple: el legislador no puede lesionar los derechos individuales
401
G. Zagrebelsky, El derecho dúctil, cit., pp. 23-24.
402
En este sentido, E. Díaz califica al Estado liberal como primer estadio histórico del
404
Estado de Derecho, entendiendo por talla organización política en la que los poderes estatales En cierto modo, esta es la historia de la costosa construcción de una justicia contencio-
es~án sometidos a controles jurídicos, Estado de Derecho y sociedad democrática (1966), 2' so-administrativa. Vid., por ejemplo, E. García de Enterría, La lucha contra las inmunidades
retmp. de la 8' ed. revisada, Madrid, Taurus, 1984, p. 31. En la misma línea, afirma E. del poder en el Derecho Administrativo, Madrid, Civitas, 1974.
Fernández que los elementos esenciales del Estado de Derecho son, en primer lugar, el imperio 405
En este sentido, señala Carré de Malberg que el artículo 6 de la Declaración de 1789
d~ la ley e~tendido como legalidad de los poderes públic:os, y, en segundo lugar, la aptitud de "parte del principio, recibido de las doctrinas de Rousseau, de que el pueblo, ~s decir, la totali-
dtcha legalidad para garantizar la seguridad jurídica o previsibilidad del Derecho, "Hacia un dad de los ciudadanos, debe cooperar al acto de creación de la ley, dado que este acto de legis-
concepto restringido del Estado de Derecho", en R. de Asís et al., Los derechos: entre la ética, lación es la manifestación por excelencia de la soberanía, que es esencialmente popular, según
el poder y el Derecho, J. A. López y J. A. del Real (eds.), Universidad de Jaen, Madrid, la terminología del Contrato social, nacional, según el lenguaje de 1789", R. Carré de Malberg,
Dykinson, 2000, pp. 103 y ss. La Loi, expression de la volonté générale. Étude sur le concept de la loi dans la Constitution
403
E. Díaz, Estado de Derecho y sociedad democrática, pp. 31 y ss. de 1875 (1931), prefacio de G. Burdeau, París, Economica, 1984, p. 16.

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA
RACIONALIDAD LEGISLATIVA

porque es necesariamente justo; y es tal porque encarna en sí la voluntad


garantizar cada vez más su libertad modificando los cuadros legislativos del
general del pueblo unido o nación. Se explica así que la Declaración de dere-
Estado: el burgués será legislador, legista. Legista de la razón y por la razón,
chos agote el sistema de garantías en el envío obligado a la ley. De esta
pero en el ápice del poder"; una vez en la cúspide, "la decisió~ asustará ca.d~
manera se vuelve a una situación que se piensa necesariamente no arbitra-
vez más, ... La razón se realiza por sí sola. Este será el gran mito que cubnra
ria, necesariamente justa. El problema principal ya no es limitar el arbitrio . y a to do Estado nacwna
. 1"409 .
con su manto al Estado parlamentano
del legislador, como en el modelo británico, sino afirmar su autoridad como
Por tanto, la ley podía seguir justificándose en las tesis ilustradas y revo-
dominio de la voluntad general sobre el espíritu de facción. Cuanto más
lucionarias que constituían la filosofía política del Estado liberal, si bien rea-
fuerte es el legislador mejor refleja la voluntad general y, en consecuencia,
lizando sobre ellas una interpretación distinta, o esgrimiéndolas a título retó-
más seguras están las libertades y los derechos" 406 .
rico, esto es, sin disponer instrumentos jurídicos al efecto. Así, la teoría sobre
En el continente, el legalismo pudo desarrollarse con fuerza debido entre
la ley de Rousseau iba a ser sometida "a una clara relectura que eliminaba la
otras cosas a la existencia de una coyuntura política de aversión al viejo régi-
potencialidad primariamente democrática ínsita en el discurso filosófico de
men absolutista y estamental. En particular, en Francia seguía estando presen-
aquél" 410 • La alternativa entre soberanía popular y soberanía nacional que
te el fantasma del absolutismo, que invitaba a mantener la idea de ley como
podía plantear la concepción de la :ey como e~~resión de}a volunt~d ~en~r~l
baluarte del pueblo frente al monarca407 • La incondicionada supremacía legal
se resolverá en favor de la soberama de la nacwn, preparandose asila JUStifi-
se afianzaría asimismo por la "tendencia antijudicialista hegemónica en las
cación de la ley en el sistema representativo: si la ley expresa la voluntad
concepciones políticas del liberalismo galo"408 : el imperio de la ley se conci-
general de la nación, que es distinta de la voluntad de todos, no resulta pro-
be así como una garantía frente al poder judicial, denostado por considerarse
blemático identificar la voluntad general con la de la mayoría de los repre-
también una de las piezas claves del régimen estamental. En Alemania, como
sentantes del pueblo, por lo que el sistema representativo no altera el presti-
veremos, ni siquiera cabe hablar de un imperio absoluto de la ley, entendida
gio de la ley, ni implica la necesidad de establecer límites externos al legisla-
ésta como decisión del Parlamento, sino que el legalismo se conjuga con una
dor. La defensa de la ley en el sistema representativo, originariamente efec-
fuerte presencia jurídica del poder ejecutivo; la ley no agota exclusivamente la
tuada por Sieyes, es reiterada por los autores decimonónicos. Así, a juicio de
expresión de la voluntad productora de Derecho, limitándose a una función de
Carré de Malberg, el concepto de ley enunciado por la Declaración se funda-
garantía del ciudadano frente al propio Estado.
ba, primero, en la voluntad general, de la que la ley debía ser expresión y,
La aureola de legitimidad de la ley se construía sobre los mismos mol-
segundo, en que ello "es así realmente puesto que la vo~untad gener.al es
des que habían servido al impulso legislador de la era revolucionaria, pero
expresada por el Cuerpo legislativo, que representa la totalidad de los cmda-
adoptaba ahora un sentido político diferente. Gómez Arboleya lo ha expli-
danos". El Parlamento es "el soberano real" o, mejor dicho, es "doblemente
cado muy bien: antes de lograr su ascenso político, la burguesía "tendrá que
soberano", frente a todas las autoridades y frente al mismo cuerpo de ciuda-
danos, porque, como había dicho Sieyes, aquél tan sólo podía expresar su
4
06 M. Fioravanti, Los derechos fundamentales, cit., p. 73. Por ello dice el autor que "el voluntad general por medio de la asamblea de diputados 411 •
punto débil de la revolución está en la garantía de los derechos. Garantía ... ligada al concepto Pero no es sólo que la democracia representativa haya desplazado o
de rigidez constitucional, es decir, a la presencia de una constitución que sea como tal capaz de sustituido a la voluntad general, heredando de ella, eso sí, toda su fuerza
imponerse, para fines de garantía, sobre las voluntades normativas del poder político, incluida
la ley, tan exaltada en el curso de la revolución", Ibíd., p. 74.
4 7
0 Según R. Blanco, tras la experiencia de la Revolución Francesa, la cultura jurídica se

convierte en legalista porque la ley continúa siendo el signo del progreso frente a los partida- 409 E. Gómez Arboleya, Teoría de la sociedad y del Estado, cit., p. 445. El Estado burgués
rios del retorno al Antiguo Régimen. En cambio, en América concurren dos factores: de un se basaría, como indica Crossman, en la suposición de que la voluntad general "uniría a las cla-
lado, no existe el problema monárquico, y, de otro, la experiencia pasada fue la de las injusti- ses al servicio de la nación a pesar de sus intereses contrarios", de modo que, "aunque Rousseau
cias cometidas por la legislación del Parlamento británico. De ahí que que se desarrollara una destestaba la sociedad burguesa y trataba de evadirla, él fue quien formuló el mito que iba a
práctica favorable al valor normativo de la Constitución, El valor de la Constitución: separa- darle autoridad sobre las masas entreteniendo sus emociones hasta el extremo de que olvidaron
ción de poderes, supremacía de la ley y control de constitucionalidad en los orígenes del Estado sus verdaderos intereses", Biografía del Estado Moderno, cit., pp. 132-133.
liberal, Madrid, Alianza, 1994, pp. 184 y ss. 41
0 R. Blanco, El valor de la Constitución, cit., p. 216.
408
Ibíd., p. 239. 411
R. Carré de Malberg, La Loi, cit., pp. 17-18 y 21-22.

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

legitimadora. Es que esa democracia representativa en puridad ni siquiera ley, los textos jurídicos responden a principios bastante más uniformes que
representa a todos, sino sólo a los ciudadanos activos. Por mucho que Kant si son expresión del pluralismo político415 .
tratara de justificarlo412 , la restricción de los derechos políticos suponía un Podría pensarse, por tanto, que la traición más grave a la filosofía polí-
obstáculo para q?e los no propietarios hiciesen valer sus intereses por tica revolucionaria por parte del legalismo decimonónico fue la degrada-
medio de la ley. Esta, más que tutelar el interés general, estaría al servicio ción del valor normativo de las declaraciones de derechos contenidas en
de la igualdad formal y la seguridad jurídica precisas para el progreso las constituciones revolucionarias: "las pretensiones en favor de un
industrial y comercial, la propiedad, la libertad de comercio, etc., aun Derecho superior, todavía presentes en el liberalismo revolucionario a
cuando pervive su imagen de norma al servicio del interés general o del pesar de su fe inconmovible en la justicia de la ley, quedan por completo
bien común. Mejor dicho, no parece haber contradicción entre el interés de abandonadas; la ley es, sí, expresión de una voluntad política que no tiene
la burguesía y el interés general. "Los burgueses son los capaces de dirigir por qué coincidir con la razón, pero la ley es indiscutible y nada la condi-
la vida del Estado" porque sólo ellos pueden imprimir racionalidad a la ciona"416. La Constitución pierde así su condición de norma jurídica posi-
política, distinguiéndose así tanto de los viejos estamentos privilegiados tivadora de los derechos naturales y recibe la consideración de norma que
como de la masa amorfa del pueblo413 . ajusta la distribución de los poderes del Estado417 . Dicho de otro modo, el
Puesto que la ley se gesta en un marco deliberativo relativamente problema constitucional básico no sería limitar el poder del legislador,
homogéneo, los principios básicos de la sociedad burguesa se garantizan sino fortalecerlo frente al ejecutivo y en particular frente a los jueces418 .
espontáneamente o sin necesidad de límites constitucionales. Como indica Es verdad que la posibilidad de arbitrar alguna forma de control de cons-
l. De Otto, ésta sería una razón más de la carencia de un texto constitucio- titucionalidad fue inicialmente planteada y, de hecho, uno de los aspectos
nal jurídicamente vinculante: no es preciso establecer límites a la ley "por- debatidos del proyecto de la constitución de 1793 fue la posibilidad de
que la relación representativa está articulada de tal manera que se asegura establecer mecanismos, bien institucionales, bien populares, que asegura-
la fidelidad del legislador a los principios jurídicos básicos que las sen el efectivo respeto de la Constitución por el legislador. En particular,
Constituciones recogen como fundamento de la sociedad. La ausencia de Hérault-Sechelle efectuaría una propuesta de creación del gran jury
democracia, al impedir que el Parlamento se convierta en escenario de
lucha entre intereses ineductibles, elimina el riesgo de que la ley vulnere
los fundamentos de la sociedad liberal"414 . Y si en lo que respecta a la efi-
415 El pluralismo político que históricamente caracterizaría el paso del Estado liberal al

Estado democrático y social ha sido visto, como más adelante examinaremos, como uno de los
cacia de esos principios básicos el contexto legislativo escasamente plura- factores de crisis de la ley que se advierte particularmente en el fracaso de la certeza del
lista relativizaba la necesidad de un texto constitucional, en lo referente a la Derecho. Fuera del mundo de la seguridad, que es como denomina Irti al Estado liberal, "los
teoría de la aplicación del Derecho, la homogeneidad de los intereses en problemas de las fuentes y de la interpretación, de las leyes especiales y de la analogía, de la
juego permite mantener la tesis de la neutralidad del jurista: del mismo exégesis y del método sistemático, no pueden tratarse en Jos términos habituales". Las páginas
modo que las tensiones sociales permanecen ocultas en la formación de la del libro de Irti, "abiertas con la imagen de la edad liberal y de los mitos decimonónicos, pare-
cen cerrarse bajo el signo de la inseguridad y de la inestabilidad, de la búsqueda y de la duda",
La edad de la descodificación, N. lrti, La edad de la descodificación, trad. de L. Rojo Ajuria,
pres. de A. Luna Serrano, Barcelona, Bosch, 1992, pp. 17 y ss.
412 416 L. Prieto, "Del mito a la decadencia de la ley", cit., p. 18.
Solamente "la capacidad de votar cualifica al ciudadano; pero tal capacidad presupone
417 La Constitución se reducía "a la separación de los poderes más la garantía de Jos dere-
la independencia". Hay individuos que "son únicamente peones de la comunidad, porque tie-
nen que ser mandados o protegidos por otros individuos, por tanto, no poseen independencia chos ciudadanos; incluso podría matizarse la anterior formulación ... , pues en la concepción
civil". Éstos no están cualificados para votar, es decir, para ser ciudadanos y no meros compo- dominante desde 1789 no resultaban concebibles otras agresiones a Jos derechos de la ciuda-
nentes del Estado"; no tienen "derecho a actuar con respecto al Estado mismo, a organizar o a danía que las originadas en el incumplimiento, por parte de los poderes del Estado, de las fun-
colaborar en la introducción de ciertas leyes, como miembros activos", I. Kant, La Metafísica ciones que cada uno de Jos mismos tenía constitucionalmente asignadas", R. Blanco, El valor
de las costumbres, cit., p. 145. de la Constitución, cit., p. 261.
413 418 En el ordenamiento francés, comenta Carré de Malberg, se "excluye para los jueces,
L. Díez del Corral, El liberalismo doctrinario, Madrid, Centro de Estudios
Constitucionales, 1984, p. 240. sean Jos que fueren, todo poder de apreciar la regularidad y validez de las disposiciones legis-
414
I. De Otto, Derecho constitucional. Sistema de fuentes, Barcelona, Ariel, 2• ed. 1993, p. 133. lativas", R. Carré de Malberg, Teoría general del Estado (1922), prefacio de H. Gros Espiell,
trad. de J. Lión Depetre, México, Fondo de Cultura Económica, 2• ed. 1998, p. 350.

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RACIONALIDAD LEGISLATIVA

national419 . Tras la revolución jacobina, el asunto vuelve a plantearse en ca elección de los diputados, etc., o bien con límites de tipo interno, como la
los debates de la Constitución de 1795, pero, a pesar de la advertencia de definición de la ley como norma general y abstracta.
Sieyes acerca de la importancia de contar con un Jury de constitution42o,
éste sería también rechazado. Ambas propuestas, en palabras de R. Blanco,
"tenían en común el defender el establecimiento de un instrumento de con-
trol de naturaleza externa al poder legislativo"; ambas se rechazaron por 4. La generalidad y abstracción de la ley como garantía de los valores
y principios fundamentales del Estado liberal
considerar ese mecanismo "absolutamente incompatible con algo en lo que
habían creído firmemente desde el propio inicio de la Revolución: la supe- El triunfo de la positividad de la ley sobre la "ley racional" de la
rioridad del parlamento y su correlato, la supremacía de la ley"421. Ilustración encuentra en el Estado liberal decimonónico escasos límites o
Con razón se ha dicho que la organización decimonónica es al mismo contrapuntos: la ley expresa la voluntad del Estado, agota de forma exhaus-
tiempo liberal y estatalista: liberal, desde el punto de vista de su oposición a tiva el marco de normatividad jurídica y su autoridad resulta indiscutible, al
la organización estamental y absolutista del Antiguo Régimen, y estatalista, menos en sede de ciencia del Derecho, si no también de filosofía política.
desde el punto de vista del absolutismo del legislador. Como afirma Parece existir, no obstante, un requisito interno infranqueable: su necesario
Fioravanti, "el liberalismo europeo tiene necesidad de su estatalismo, que se carácter general y abstracto. La definición de la ley como norma general (o
manifiesta en la fórmula europeo-continental del Estado de derecho: por general y abstracta) es, en efecto, una de las más recurrentes y emblemáti-
una parte «de derecho», porque se empeña en la tutela de la sociedad y de cas del pensamiento jurídico del Estado liberal426 . Así lo reconoce Bobbio al
los individuos frente a las exigencias dirigistas de los poderes públicos, pero señalar que la doctrina de la generalidad y la abstracción de las normas jurí-
por otra parte también plenamente «Estado», porque se empeña en la defen- dicas es una ideología: la ideología del Estado de Derecho. "No es casual -
sa de las instituciones políticas frente a la misma sociedad civi1" 422 . La pri- continúa el autor- que esta doctrina haya formado parte del bagaje común de
mera conquista del estatalismo liberal fue "poner en el centro y en la cum- los reformadores iluministas y que haya sido acogida por todos los sostene-
bre del sistema de fuentes del derecho la ley del Estado y, proporcional- dores de la forma clásica del Estado liberal burgués" 427 . A diferencia de la
mente, reducir el espacio de la constitución, que ahora es sobre todo Frame decisión individual, que puede ser arbitraria, la ley, decía Duguit, "es emi-
of government, instrumento de organización de los poderes públicos, más nentemente protectora. Siendo una disposición para la generalidad dictada
que auténtico acto de fundamentación y tutela de los derechos y liberta- de una manera abstracta, sin tener en cuenta especies ni personas, resulta,
des"423. El legislador, más allá del respeto de la separación de poderes -prác- por lo mismo imparcial"428 .
ticamente lo único que garantiza la Constitución- sólo contaría con límites La generalidad y abstracción era, recordémoslo, el segundo requisito for-
de tipo político, como el bicameralismo424 , la opinión pública425 , la períodi- mal que, según Rousseau, había de cumplir la ley para ser legítima. La ley
expresaba "la decisión del pueblo entero (voluntad general), decidiendo sobre
el pueblo entero, por medio -y esto es igualmente esencial- de normas genera-
419
R. Blanco, El valor de la Constitución, cit., p. 206
les y comunes ... En esta generalidad de origen y de objeto de la Ley estaría su
420
"Si deseamos dotar de garantía y salvaguardar a la Constitución con un freno saludable
que contenga a cada acción representativa sin desbordar los límites de su procuración especial,
426
debemos establecer un Tribunal Constitucional", E. Sieyes, Escritos y discursos de la Como ilustra Carré de Malberg, la generalidad constituye una nota esencial de la ley
Revolución, cit., p. 262. para autores como Ésméin, Duguit, Planiol, Gény, Blackstone, Meyer, Mayer, etc., R. Carré de
421
R. Blanco, El valor de la Constitución, cit., p. 214 Malberg, Teoría general del Estado, cit., pp. 276-279. Para la doctrina alemana vid. D. Jesch,
422
M. Fioravanti, Los derechos fundamentales, cit., p. 103. Ley y Administración. Estudio de la evolución del principio de legalidad, trad. de M. Herrero,
423 Madrid, Instituto de Estudios Administrativos, 1978, pp. 18 y 34.
Ibíd., p. 110.
424 427
R. Blanco, El valor de la Constitución, cit., pp. 207 y ss. N. Bobbio, "Para una clasificación de las normas jurídicas", en Contribución a la teoría
425
Sobre las aportaciones de Rousseau y del teórico del liberalismo B. Constant al con- del Derecho, estudio preliminar, recopilación y trad. de A. Ruiz Miguel, Valencia, Fernando
cepto de opinión pública, vid. J. M. Rodríguez Uribes, Opinión pública. Concepto y modelos Torres, 1980, p. 304.
428
históricos, prólogo de G. Peces-Barba, Madrid-Barcelona, Marcial Pons, 1999. L. Duguit, Soberanía y libertad, trad. de J. G. Acuña, Madrid, F. Beltrán, 1924, p. 294

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA
RACIONALIDAD LEGISLATIVA

milagroso mecanismo. Fruto de la voluntad general, se resuelve en mandatos


necesariamente generales. Esto será, precisamente, lo que hace a la Ley infa- den las condiciones de aplicación o el supuesto de hecho al que la ley se
lible"429 y lo que en adelante permitirá admitir, parafraseando a Rousseau, que refiere, se producirán las consecuencias jurídicas previstas en la norma433 .
"tous les droits sontfixes par la loi" 430 . En suma, el mito o la aspiración de la La relevancia de estas características formales de la ley residiría en que gra-
generalidad de la ley seguirá siendo después de la Revolución uno de los más cias a ellas y sin necesidad de establecer constituciones rígidas se restringe
sólidos fundamentos de lo que habrá de llamarse el fetichismo de la ley. La ley, la arbitrariedad del legislador. Es verdad que, como advierte Carré de
general por lo que respecta a la voluntad que la origina, y general (y abstrac- Malberg, los ordenamientos liberales no solían otorgar reconocimiento jurí-
ta) por regular sin atender a peculiaridades de sujetos ni casos, se convierte en dico-positivo a la exigencia de generalidad y abstracción; sin embargo, su
vehículo de la libertad y en garantía de la igualdad jurídica y de la previsibili- valor meramente retórico o político434 no debe menospreciarse, pues, al
dad del Derecho; o por lo menos gracias a este rasgo de su estructura quiere mismo tiempo que servía para alimentar el mito o el prestigio de la ley,
eludir la sospecha de ser una amenaza para los derechos, pues, aparte de sim- representaba un modelo o criterio externo de su justicia formal.
bolizar una forma de autogobierno del pueblo, la generalidad pretende reducir En efecto, desaparecida del horizonte europeo la idea de una Constitución
al máximo el riesgo de un contenido arbitrario o injusto. Como señala F. rígida y !imitadora del poder político a través del establecimiento de cláusulas
Laporta, tras la noción de ley como norma general y abstracta se halla la exi- sustantivas y de derechos fundamentales, la generalidad y la abstracción de las
gencia kantiana de universalidad de la pauta moral: "La razón sólo puede leyes venía a representar una garantía estructural contra la arbitrariedad de los
hablar con leyes generales en el sentido de que lo que se predica de algo tiene poderes públicos. En el caso de los poderes ejecutivo y judicial la limitación
necesariamente que ser predicado de todo aquello que tenga las mismas pro- del abuso de poder se asegura exigiendo que éstos ajusten su actuación a la
piedades que ese algo" 43 I. voluntad del legislador. Pero, puesto que no basta con controlar la actividad
La estructura general y abstracta constituye un modo de regular confor- pública en ejecución de la ley sino que es asimismo preciso evitar la arbitra-
me al cual el legislador ignora o no toma en cuenta sujetos individualmente riedad del propio legislador soberano, se postula el requisito de que éste sólo
considerados ni supuestos de hecho concretos, sino clases o categorías de dicte normas generales y abstractas. Gracias a la generalidad y la abstracción
sujetos y clases o categorías de casos. Así, la generalidad suele referirse al se aseguraría la imparcialidad y la estabilidad de las leyes, así como su dife-
carácter impersonal de las leyes, mientras que la abstracción se identifica renciación respecto de los actos de los órganos de ejecución y aplicación del
con regulaciones que afectan a un número indeterminado de casos o supues- Derecho. El Derecho resultará así, cuando menos, previsible, no discriminato-
tos de hecho de la misma naturaleza432 , en el sentido de que cada vez que se rio y susceptible de ejecución y aplicación cierta y segura por los poderes
públicos, cuya legitimidad deriva de su subordinación a la ley.
Suele afirmarse que la generalidad y la abstracción suministran igual-
429
E. García de Enterría, Justicia y seguridad jurídica en un mundo de leyes desbocadas, dad y seguridad jurídicas435 . Aunque, como veremos, ello no es del todo
Madrid, Cuadernos Civitas, 1999, p. 24.
430
G. Tarello, Storia della cultura giuridica moderna, cit. p. 329. Vid. J. J. Rousseau, "El
contrato social", cit., Libro II, cap. VI, p. 431. como genericidad se conectaría a un problema interpretativo-aplicativo, a propósito del grado
431
F. Laporta, "Materiales para una reflexión sobre la racionalidad y crisis de la ley", Doxa de vaguedad o indeterminación semántica de las proposiciones normativas.
433
22 (1999), p. 324. Vid. N. Bobbio, "Para una clasificación de las normas jurídicas", cit., pp. 293-306.
432 434
Vid. Ch. Starck, El concepto de ley en la Constitución alemana, cit., p. 288, nota 8. Aquí Señalaba Carré de Malberg que la teoría de la ley como norma general no encuentra
se estaría hablando de generalidad en un sentido numérico o sociológico, conectado al proble· apoyo en el Derecho positivo, sino "en consideraciones de orden racional, y en particular en
ma de la imparcialidad del legislador y de la previsibilidad del Derecho. Pero el sentido en el una de las ideas que han servido de base, en los tiempos modernos, al régimen del Estado
que habitualmente la teoría jurídica actual hace referencia a la generalidad de una norma no de Derecho", La loi, cit., p. 5. Por ello, "los más decididos defensores de esta teoría sólo
guarda relación con la "amplitud mayor o menor de la clase de los destinatarios de la misma, encuentran para justificarla argumentos de orden extrajurídico. Duguit, por ejemplo, al
sino con la mayor o menor generalidad (o "genericidad", si se quiere) de las propiedades rele- hacer grandes esfuerzos para demostrar que la ley sólo puede ser general, insiste largamen-
vantes del caso que regula", M. Atienza y J. Ruiz Manero, Las piezas del Derecho, Barcelona, te en el fundamento racional, político e histórico de su tesis", C. De Malberg, Teoría gene-
Ariel, 1996, p. 3. Es decir, la generalidad alude a la amplitud de "los términos que regulan el ral del Estado, cit., p. 282.
435
supuesto de hecho ... ", o sea, el campo de aplicación de la consecuencia jurídica, R. Guastini, Así lo sugiere Ch. Starck al señalar que las leyes en virtud de la generalidad y abstrac-
Dalle fonti alle norme, Turín, Giappichelli, 1990, p. 114. En suma, la generalidad entendida ción "afectan a todo el mundo o, al menos, se extienden a un género abierto de hombres. De
este modo se excluye el peligro de actos arbitrarios del legislador y se asegura la igualdad entre
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RACIONALIDAD LEGISLATIVA
GEMA MARCILLA CÓRDOBA

Sin embargo, la abstracción y la generalidad no sólo operan como una


cierto, tampoco cabe duda de que la generalidad, exaltada en la garantía directa para los destinatarios del Derecho, sino que además consti-
Ilustración como una de las características de la ley primordiales de cara tuyen la "premisa para la realización del importante principio de la separa-
a romper con las diferencias estamentales, procura o estimula la igualdad ción de poderes"440 , y no sólo por cuanto posibilitarían la distribución com-
jurídica porque "comporta una normatividad media, esto es, hecha para petencia! o funcional con respecto a los poderes ejecutivo y judicial, sino
todos, lo que naturalmente contiene una garantía contra un uso desboca- también porque obligarían al legislador a expresar su voluntad de un deter-
do del propio poder legislativo" 436 . La abstracción, por su parte, se orien- minado modo, de un modo sustancialmente distinto al que es propio de la
ta a la garantía de la certeza, entendida como "la determinación, de una actividad de los jueces o de la Administración: frente a la naturaleza con-
vez para siempre, de los efectos que el ordenamiento atribuye a un cierto creta, singular y, en definitiva, "ejecutiva" de la sentencia o del acto de
tipo de acto o hecho, de modo que el ciudadano esté en condiciones de gobierno, la ley habría de ser todo lo contrario, esto es, general y abstracta.
saber de antemano las consecuencias de sus acciones y de conducirse En efecto, gracias a la generalidad que ha de poseer la ley "adquiere eficacia
conscientemente de conformidad con las normas establecidas" 437 • La abs- la división de poderes y se elimina todo absolutismo, incluso del Parlamento"441 :
tracción implica, pues, que las normas estén "destinadas a valer indefini- si no fuera por la separación de funciones públicas que permite la regulación
damente", que tengan carácter verdaderamente regulativo o vocación de general "toda la lucha del Estado de Derecho contra el absolutismo del monar-
permanencia, de modo que no se agoten en el acto de su aplicación. Por ca habría tenido como resultado que la arbitrariedad del monarca fuese reem-
eso la abstracción es enemiga de las leyes retroactivas, de las leyes desti- plazada por la arbitrariedad de una Asamblea, y dentro de ésa por la de quienes
nadas a agotarse en un tiempo breve y también del exceso en la modifi- hubiesen constituido la maymía política"442 . Mientras que en el Estado liberal la
cación de las leyes. Resumiendo, las leyes generales y abstractas podrían generalidad es una característica esencial de la ley, en el Estado absoluto esta
definirse como "medidas a largo plazo referentes a casos todavía desco- nota es potestativa; es decir, el soberano decide "como cuestión de pura conve-
nocidos y carentes de referencias a personas, lugares y objetos particula- niencia y oportunidad ... si quiere dirigirse a todos los súbditos por medio de una
res. Tales leyes deben aludir a efectos venideros y no tener jamás carác- ley general o sólo a algunos a través de mandatos individuales"443 . Por tanto,
ter retroactivo" 438 . Por lo demás, la igualdad jurídica y la certeza del sólo cuando el legislador dicta normas generales, la separación de poderes repre-
Derecho pueden considerarse indispensables en sociedades regidas por el senta un verdadero límite frente al legislador, pues sólo así se convierte en
propósito de que los individuos desarrollen con éxito sus negocios y pla- destinatario de sus propias normas. Dicho de otro modo, la separación de
nes privados: "la necesidad de protección contra la interferencia imprevi- poderes cercena el despotismo del legislador no sólo porque la aplicación
sible -escribe Hayek comentando el modelo liberal de Estado de del Derecho está asignada a órganos independientes, sino sobre todo por-
Derecho- constituye la condición esencial de la libertad individual y su
aseguramiento es la principal función de la ley" 439 • Muy brevemente, las
leyes generales y abstractas garantizarían en última instancia el valor de
la libertad o autonomía individual. 440
G. Zagrebelsky, El derecho dúctil, cit., p. 29.
441
Ch. Starck, El concepto de ley en la Consiitución alemana, cit., p. 293.
442
G. Zagrebelsky, El derecho dúctil, cit., p. 29.
44
3 Ch. Starck, El concepto de ley en la Constitución alemana, cit., p. 174. Hobbes con-
los ciudadanos y la previsibilidad del Derecho", Ch. Starck, El concepto de ley en la templa la posibilidad de que el monarca dicte a sus funcionarios Uueces) directrices en forma
Constitución alemana, cit., p. 293. de leyes generales, pero no para garantizar los derechos de los individuos frente al capricho del
436
G. Zagrebelsky, El derecho dúctil, cit., p. 29. legislador, sino para hacer frente a la imposibilidad de que el monarca absoluto decida por sí
437 N. Bobbio, "Para una clasificación de las normas jurídicas", cit., p. 302 y s.
solo la totalidad de los casos particulares, Ibíd., p. 175. En cambio, recordemos que para
438 F. Hayek, Los fundamentos de la libertad (1959), trad. de J. V. Torrente, 3• ed., Madrid,
Rousseau la generalidad es garantía de que la función legislativa sea cumplida de modo objeti-
Unión Editorial, 1975, p. 290. vo o imparcial: "la ley considera a los súbditos en conjunto, y las acciones como abstractas,
4 9
3 Ibíd., p. 214. Por lo demás, las leyes que reúnen las características comentadas no tien- jamás a un hombre en cuanto individuo, ni una acción como particular". Por tanto, "toda fun-
den a imponer o detallar el modo en el que han de actuar los individuos, sino a informarles de ción relacionada con un objeto individual no corresponde al poder legislativo", J. J. Rousseau,
las condiciones o reglas del juego, o a restringir los medios a su alcance para llevar a cabo sus "El contrato social", Libro II, cap. IV, cit., pp. 431-432.
planes, ibíd., 200-201.

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

que la obligación de dictar leyes generales le impide eludir de modo sin- grupo de individuos o casos bien conocidos con antelación. Dicho de otro
gular la aplicación de la ley444 • modo, una disposición genérica puede ser, a su vez, abierta, en cuyo caso sí
Pero la generalidad, como presupuesto del principio de separación de se tratará de una ley general y abstracta en el sentido de que regula para un
poderes, aparte de un obstáculo al despotismo legislativo constituye una género de casos, ignorando ·a qué sujetos o casos en concreto afectará la
garantía de la sumisión de los poderes ejecutivo y judicial al imperio de la norma en cuestión; o bien cerrada, encubriendo bajo una apariencia de
ley. En relación el primero, cabe decir que su función más característica es generalidad y abstracción una regulación destinada a sujetos o casos indivi-
la ejecución de las leyes, y, aun cuando goce también de potestad normati- dualmente determinados448 .
va, sólo le es lícito ejercerla para desarrollar o concretar la ley general. Por Por otro lado, una dificultad añadida es que la generalidad y abstracción
lo que respecta al poder judicial, sus decisiones necesitan fundamentarse en no se presentan como cualidades "todo o nada", sino como características
las leyes vigentes, concretando o aplicando la solución general prevista por graduales. Las normas no suelen ser absolutamente generales, sino que deli-
la ley al caso particular que se ha de juzgar445 • La garantía de la libertad pro- mitan el círculo de destinatarios, y no puede haber normas absolutamente
pia de la ley general, consiste especialmente, como escribe Starck, "en man- abstractas, pues regular es por definición atribuir unas determinadas conse-
tener una cierta distancia respecto del caso particular, el cual no se convier- cuencias jurídicas a determinados supuestos de hecho. Más que de generali-
te él mismo en instrumento de la intervención", sino que la intervención dad y abstracción se habla entonces de grados de generalidad y abstracción.
tiene fundamento en el supuesto general de la ley446 . · Una ley que restringiera su ámbito de aplicación a un universo de sujetos o
Así pues, la exigencia de generalidad y abstracción de la ley parece uno casos seguiría siendo general en relación al universo que contempla.
de los aspectos centrales de la doctrina jurídica del Estado de derecho deci- Así pues, la cuestión de si una ley puede considerarse general y abs-
monónico; es más, si hemos de creer a Schmitt, "los propugnadores políti- tracta no parece que concierna exclusivamente a su apariencia estructural.
cos y los teorizadores jurídicos del Estado de Derecho dan por supuesto Más bien lo definitivo en la generalidad de la ley sería su aptitud para seguir
incondicionalmente el concepto general de ley"447 . Sin embargo, no es segu- garantizando ciertos valores, y en particular el de la igualdad. Precisamente
ra la fidelidad práctica a este postulado. En primer lugar, como ya se ha la pérdida de generalidad de las leyes se ha considerado, como más adelan-
dicho, por la propia ausencia de una garantía constitucional vinculante para te veremos, uno de los factores de la crisis de la ley en el Estado social, por-
el legislador; se abre paso así un concepto formal de ley donde lo decisivo que en efecto toda ley especial es sospechosa de haber introducido una
es la legitimidad del órgano que la produce, el legislativo, con independen- norma discriminatoria. Sin embargo, desde una concepción de la igualdad
cia de la estructura o contenido de la misma. La generalidad resulta ser así que comprenda tanto la obligación de tratar de forma igual lo que de hecho
un tópico o una aspiración más que un requisito efectivo de la ley. es igual como la de tratar de forma desigual lo que es desigual, la limita-
Pero, en segundo término, la generalidad plantea problemas cuando se la ción del ámbito de aplicación de una ley a una clase de sujetos no necesa-
entiende simplemente como un rasgo estructural del enunciado lingüístico riamente llevaría aparejada una norma arbitraria que dé entrada a una dis-
de la norma. Una norma no es general sólo por estar redactada de forma que criminación o privilegio, consecuencia ésta que trataba de evitar el dogma
no mencione individuos o supuestos de hecho determinados, sino más bien de la generalidad. Un indicio de que la ley conserva un nivel adecuado o
porque ofrece una regulación genérica, abierta y con vocación de perma- suficiente de generalidad en este sentido sería acaso que recibiera el con-
nencia en la que de antemano no resultan predecibles las personas o los sentimiento de la mayoría, tanto del grupo de los afectados, como de los
casos concretos de aplicación: una redacción general puede ocultar una excluidos por la norma449 . Resumiendo, admitir que la norma pueda con-
norma cuyos efectos se agoten con la aplicación a un solo individuo o a un

448
Ch. Starck, El concepto de ley en la Constitución alemana, cit., pp. 289-291.
444
Ch. Starck, El concepto de ley en la Constitución alemana, cit., p. 180. 449
"El requisito -escribe Hayek- de que los preceptos de la verdadera ley sean generales no
445
F. Hayek, Los fundamentos de la libertad, cit., p. 204. obsta para que a veces se apliquen reglas especiales a diferentes clases de individuos". Lo rele-
446
Vid. Ch. Starck, El concepto de ley en la Constitución alemana, cit., p. 293. vante para considerar la generalidad sería en este caso que "los pertenecientes a cualquier grupo
447
C. Schmitt, Teoría de la Constitución (1928), trad. de F. Ayala (1934), epíl. de M. singularizado reconozcan la legitimidad de la distinción tanto como los que permanecen fuera
García-Pelayo, Madrid, Alianza, 1982, p. 151. de dicho grupo", Los fundamentos de la libertad, cit., p. 205.

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

cretar su ámbito de aplicación sin convertirse por ello en una regulación la inversión del papel de la ley: si en la filosofía ilustrada y revolucionaria
arbitraria o discriminatoria implica una concepción distinta del principio de la ley fue el instrumento de los individuos para conformar el poder público
igualdad que se traduce entonces "en una exigencia de fundamentación según un cierto programa político, en algunos planteamientos estatalistas
racional de los juicios de valor que son inexcusables a la hora de conectar que seguidamente se examinarán la ley tiende a concebirse como el instru-
una determinada situación -con exclusión de otras situaciones- a una cierta mento de una entidad superior dotada de una justificación autónoma ética e
consecuencia j urídica" 450 . histórica: el Estado.
En resumen, el argumento de la generalidad y de la abstracción consti- La filosofía revolucionaria había construido un concepto de ley estre-
tuía en el marco del Estado de Derectio decimonónico uno de los pocos chamente conectado con dos exigencias que pudiéramos llamar externas:
límites a la omnipotencia de una ley concebida en términos fuertemente una, relativa a su origen, que hacía de la ley la voz de la voluntad general;
voluntaristas: al igual que la soberanía, la ley lo puede todo, pero a condi- otra, relativa a su contenido, que la asociaba a la necesaria protección de los
ción de que ofrezca una regulación general y abstracta de las personas y derechos naturales. En cierto modo, el Estado liberal operaría una "malver-
situaciones objeto de la norma, es decir, en la medida en que no se trans- sación" del concepto ilustrado de ley. Primero, mediante la sustitución de la
formase o rebajase al nivel singular y concreto de un acto de administración soberanía del pueblo por la de la nación451 y, más aún, por la del Estado
o jurisdicción. Bien es verdad que, en la medida en que tales condiciones como entidad autónoma y justificada en sí misma, lo que, entre otras cosas,
no representaran auténticos límites jurídico-constitucionales sino tan sólo permitía la restricción de los derechos políticos mediante el sufragio censi-
construcciones doctrinales o postulados políticos, la generalidad y la abs- tario. Y, segundo, mediante la idealización del Derecho positivo legal que en
tracción podían operar como un expediente retórico para persuadir de la gran parte descansaba en el postulado de la racionalidad del legislador y que
legitimidad del Derecho legal. dejaba los derechos individuales huérfanos de instrumentos jurídicos que les
dotasen de efectividad frente al poder. El Derecho se agota en la ley y ésta
en el Estado, podría ser el lema de esta interpretación.
Tanto la soberanía de la nación como la supremacía incondicionada de la
5. El Derecho desde la perspectiva historicista y estatalista ley revelarían, en efecto, que la concepción artificial e instrumental de las
El abandono de toda idea de un Derecho superior a la ley puede que fuera instituciones sobre la que se había fundado el Estado liberal tiende a ser des-
el rasgo más llamativo del Estado liberal decimonónico, y el que autoriza a truida por una filosofía política organicista, que contempla al Estado como si
calificarlo como legalista, pero no fue la única modificación operada sobre se tratase de un organismo vivo y con fines propios. Es decir, el Estado
los esquemas revolucionarios. De un lado, como ya se ha dicho, la voluntad pasaría a justificarse en su fáctica existencia, prescindiendo tanto del consen-
general termina traduciéndose irremediablemente en la democracia repre- timiento de los individuos como de prestar algún servicio a los mismos; legi-
sentativa y ésta, a su vez, tomando cuerpo en el sufragio censitario. De otro, timan al Derecho por el mero hecho de estar vigente y al poder por el mero
el imperio de la ley no siempre es equivalente a la omnipotencia del hecho de ser efectivo452 • González Vicén y Cassirer coinciden en señalar la
Parlamento, sino que con frecuencia las facultades de éste se conjugan con profunda transformación operada por la ideología de la burguesía triunfante
un poderoso principio monárquico que pretende ser portador de una legiti- sobre la herencia ilustrada453 • Si la razón transformadora y antihistórica fue el
midad distinta a la del sufragio. Así se ha visto que ocurre con los doctrina- eje de esta última, una peculiar concepción del valor de la historia y del pro-
rios franceses y más tarde hemos de insistir sobre ello, pues esa dualidad de pio presente sería el rasgo definitorio de la nueva cultura.
legitimidades constituye un rasgo característico en los territorios alemanes.
Ahora es interesante fijarse en otro acontecimiento, que pudiéramos llamar 451 Escribe M. Fioravanti que "la nación es una realidad histórico-natural, que no se deter-

mina por libre voluntad de los individuos ... : la nación, con sus instituciones, es producto de la
historia", Los derechos fundamentales, cit., p. 105.
450 452 Vid. L. Ferrajoli, Derecho y razón, cit., p. 884.
L. Prieto, "Igualdad y minorías", en L. Prieto (coord.), Tolerancia y minorías.
4 53 El primero escribe que esa burguesía "no quiere ya aniquilar el presente para edificarlo
Problemas jurídicos y políticos de las minorías en Europa, Cuenca, Eds. de la Universidad de
Castilla La Mancha, 1996, p. 31. según cánones racionales abstractos; sus esfuerzos están dirigidos, al contrario, a revestir de
valor absoluto y a prestar una justificación inmanente a este presente, en el que ella detenta el

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v.NNERSIDAD DE AN110QUIA.
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GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

Esa idealización de la historia representa ante todo una reacción frente al olvidar que, si Cassirer está en lo cierto, nadie como Hegel ha tenido una
pensamiento abstracto de la Ilustración, frente a la razón constructiva que influencia más poderosa y duradera en la vida política457 . Pues bien, el
había dado vida a la concepción de los derechos y de la ley; y, junto a ello, Estado hegeliano no ha nacido para proteger ningún derecho o interés indi-
supone también una reacción frente al individualismo, a la idea de que indi- vidual, sino que, al contrario, "siendo el Estado espíritu objetivo, el indivi-
viduos autónomos y no condicionados puedan diseñar libremente sus insti- duo mismo sólo tiene objetividad, verdad y eticidad en cuanto él es un
tuciones políticas. Savigny lo dirá muy claramente: "no se da ninguna exis- miembro del Estado" 458 . El concepto de pueblo, así como el de nación o el
tencia humana completamente individual y separada" y, por eso, no cabe de comunidad, designaría una entidad histórico-natural, pero no un sujeto
admitir "que el derecho pueda ser creado en cada momento por el arbitrio de dotado de voluntad política; ésta corresponde al Estado, que "no sólo repre-
las personas investidas del poder legislativo, con completa independencia senta, sino que es la encarnación misma del espíritu del mundo" 459 , merced
del derecho de los tiempos pasados y solamente según sus convicciones 45 4. a la cual se alcanza la eticidad de la comunidad460 • De acuerdo con esta
En suma, la cultura humana y, en primer lugar, el Derecho y el Estado no noción de Estado, la ley se identificaría con el aspecto objetivo de la etici-
surgen de una actividad libre y consciente de los hombres. Tienen "origen en dad y el poder estatal o suprema autoridad pública tiene pues por objeto con-
una necesidad superior. Y esta necesidad es metafísica; es el espíritu natu- formar las leyes para que la eticidad de la comunidad sea más coherente y
ral que actúa y crea inconscientemente"455 . Con razón uno de los represen- sistemática, y en consecuencia más racional 461 •
tantes tardíos de la escuela histórica, Bachofen, querrá ver en la historia la Desde estas premisas no podían sino quedar abatidas las bases iusnatu-
imagen del verdadero Derecho natural 456 : la historia, de la que forma parte ralistas en que se inspiraba la teoría de la ley en la Ilustración. En palabras
el presente, sustituye al Derecho natural, pero comparte con él su vocación de Bobbio, con el "concepto de totalidad ética ... como fundamento de un
de superioridad, de criterio de racionalidad. Lo real es racional, cabría decir. nuevo sistema del derecho y del Estado, Hegel ha colocado ya las premisas
Así pues, quedaban sentadas las bases para una nueva concepción de la para la demolición, pedazo por pedazo, de la construcción erigida por los
organización política. La ley será, sin duda, la expresión de la voluntad del sistemas de Derecho natural" 462 • En la ciencia jurídica europea se advierte la
Estado, pero el Estado ya no desempeñará aquella función instrumental al influencia de los comentados presupuestos estatalistas y conservadores.
servicio de los derechos, ni será un artificio en manos de los individuos. El Como observa M. Fioravanti 463 , los iuspublicistas del siglo XIX no preten-
Estado adquiere un carácter ético, un valor final y transcendente en el que se den renunciar por completo a la herencia ilustrada, sino desactivar sus con-
integran los individuos, pero no mediante un acto libre de voluntad de esos secuencias revolucionarias: de los derechos y libertades como condicionan-
individuos, sino en calidad de miembros de un organismo con vida propia. tes externos y constituyentes frente al Estado, a los derechos y libertades
La construcción hegeliana creo que responde a esta idea, y no hemos de como piezas internas de la vida del Estado, es la transformación fundamen-

poder político, económico y social", "La filosofía del Derecho como concepto histórico", en 457
E. Cassirer, El mito del Estado, cit., p. 293.
Estudios de Filosofía del Derecho, cit., p. 221. Para E. Cassirer fue la desilusión ante las pro- 458
mesas incumplidas de la Revolución lo que explica que "el siglo XIX comenzó atacando y G. W. F. Hegel, Rasgos fundamentales de la Filosofía del Derecho (1821), trad. de E.
denegando abiertamente todos los ideales filosóficos y políticos de la generación anterior", El Vasquez, Caracas, Universidad Central de Venezuela, 1976, parágrafo 258, pp. 257 y ss.
459
mito del Estado, cit., p. 212 E. Cassirer, El mito del Estado, cit., p. 311.
460
454
F. C. Savigny, "Sobre el fin de la Revista de la Escuela Histórica", en P. Casanovas y J. En el fondo, la teoría del Estado ético sería una involución con respecto a las teorías del
J. Moreso, El ámbito de lo jurídico, cit., pp. 23 y 25. iusnaturalismo moderno por cuanto se trata de una versión secularizada de la vieja concepción
455
E. Cassirer, El mito del Estado, cit., p. 216. teológica del poder político, es decir, el poder reside en un sujeto dotado de cualidades sobre-
456 naturales y es obedecido por el pueblo por motivos irracionales o puramente emotivos, N.
En el Estado y en el Derecho "sólo conocemos aquel desenvolvimiento, callado y mis-
Bobbio, El positivismo jurídico, cit., p. 228 y p. 232.
terioso, que tan exactamente se ha comparado con el crecimiento inaprehensible de las plantas" 461
y, por ello, "un sedicente Derecho natural que pretenda duración eterna, perfección absoluta y Z. A. Pelczynski, "La concepción hegeliana del Estado", en E. Angehrn et al., Estudios
dominio ilimitado, es para nosotros la especulación vacía de una cabeza ociosa, un fantasma sobre la "Filosofía del Derecho" de Hegel, introd. de G. Amengual (ed.), Madrid, Centro de
que se desvanece entre las manos del que pretende apresarle", J. J. Bachofen, El Derecho na- Estudios Constitucionales, 1989, pp. 275-277.
462
tural y el Derecho histórico, Introducción y trad. de F. González Vicén, Madrid, Centro de N. Bobbio, "Hegel y el iusnaturalismo", en E. Angehrn et al., cit., p. 384.
463
Estudios Constitucionales, 1978, p. 52. M. Fioravanti, Los derechos fundamentales, cit., pp. 112 y ss.

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA

viduos para participar en los asuntos públicos, se transforma en un ejercicio


tal que puede resumir el sentido del cambio acontecido. Así, tras reconocer
de funciones públicas que hacen del individuo un órgano del Estado; de
que la filosofía de la Revolución dio un paso decisivo al arrebatar ~a sobe-
nuevo en palabras de Jellinek, el Estado "concede a un número mayor o
ranía al monarca, se objeta a aquélla que permanece lastrada por la Idea del
menor de personas la capacidad de actuar en el interés estatal, bien recono-
Antiguo Régimen de que la soberanía representa una atribución subjetiva,
ciendo en su voluntad la propia voluntad del Estado, bien atribuyéndoles la
pasando de las manos del monarca a las de un p~eblo dividido e~ _faccio-
capacidad de cumplir funciones que el Estado, en virtud de su ordenamien-
nes464. La organización jurídica descansa, en cambiO, en la concepcwn de la
to jurídico, ha declarado que le pertenecen". En consecuencia, los derechos
soberanía como poder objetivo, que sólo puede realizarse con su atribución
y libertades se reducen a las acciones con que cuentan los ciudadanos para
al ente estatal, cuya ley transmite, cuando menos, una voluntad superior a los
reclamar ante la jurisdicción, que a su vez no puede reconocer más que los
intereses individuales o de grupo. En suma, la soberanía es "la propiedad del
establecidos por la ley; los derechos públicos subjetivos consisten "exclusi-
poder de un Estado, en virtud de la cual corresponde exclusivamente a éste
vamente en pretensiones jurídicas que resultan directamente de condiciones
la capacidad de determinarse jurídicamente y de obligarse a sí mis~~" 465 .
jurídicas"469 . En suma, el Estado y su ley constituyen el único horizonte jurí-
La concepción de la ley como expresión del interés general u objetivo del
dico y los derechos se agotan en la "rápida, segura y uniforme aplicación de
Estado se proyecta en la doctrina estatalista de los derechos y libertades466 .
la ley por parte de los jueces"470 .
El individuo se convierte en órgano y colaborador del Estado, hasta el punto
Sin duda, sería injusto cargar sobre el historicismo o sobre la escuela ale-
de que todas las facultades individuales o subjetivas no se consid~ran fines
mana de Derecho público las responsabilidades contraídas por los modelos
en sí mismas, sino medios de aquel fin más alto; no hay derechos, smo debe-
totalitarios, que supondrían "el punto más bajo de la caída" del Estado libe-
res y funciones, que se subordinan al interés público467 . En particular, los
ral471. Sin embargo, también parece cierto que el exacerbado voluntarismo,
derechos que son manifestación de la libertad negativa o civil no represen-
que la abdicación de todo contrapunto crítico frente a un presente histórico que
tan un prius del poder estatal ni, por consiguiente, una garantía frente al
se idealiza, que la concepción a la vez idealizada y organicista del pueblo que
mismo, sino que se conciben como el resultado de una autolimitación del
asume valor ético en el Estado, son todos argumentos o tópicos que luego
Estado; "con el reconocimiento de la personalidad del individuo -dice
emergerán con fuerza en las primeras décadas del siglo XX. Con el resultado,
Jellinek- el Estado se autolimita"468 . En cuanto a la libertad positiva o polí-
también es verdad, de arruinar no sólo el concepto revolucionario de ley, sino
tica, postulada por la filosofía de la revolución como instrumento de los indi-
incluso el modelo liberal estatalista decantado en el siglo XIX.
Precisamente la concepción historicista y estatalista del Derecho se
encuentra en el trasfondo de una de la más sutiles construcciones de la cien-
464 La iuspublicística europea se apoyaría una vez más en Hegel: el error de Rousseau -afir-
ma Hegel- consiste en "concebir a la voluntad sólo en forma de la voluntad individual .... Contra cia jurídica alemana del siglo XIX, como es la distinción entre ley en senti-
el principio de la voluntad individual hay que recordar el concepto fundamental de que la volun- do material y formal. En esta doctrina, la ley no se concibe como expresión
tad objetiva es lo racional en sí, sea ello conocido o no por el individuo y querida o no por su de la soberanía popular, sino como manifestación de un derecho que el
capricho", Rasgos fundamentales de la Filosofía del Derecho, cit., parágrafo 258, p. 258. Estado, prejurídico y encarnado en la persona del príncipe, ha otorgado a la
465 G. Jellinek, Teoría general del Estado, trad. y prólogo de la 2• ed. alemana por F. de los
sociedad para que preste su consentimiento a los preceptos estatales que
Ríos, Buenos Aires, Albatros, 1978, p. 361.
afecten de modo inmediato a la libertad y a la propiedad de los súbditos (ley
466 Esta concepción estatalista también podría considerarse que encuentra fundamento en la
crítica de Hegel al contractualismo moderno, y, en particular, al concepto de estado de natura- material). La ley, esto es, el derecho de la sociedad a participar en las deci-
leza. Como escribe N. Bobbio, "al negar un estado jurídico imaginario, anterior y más allá del siones estatales, es en cambio una potestad discrecioñal del príncipe cuando
Estado, caían .. .la doctrina de los derechos del hombre ... y la ilusión de una república univer- se trate de disponer la dirección de la vida estatal, que sólo compete al apa-
sal..., es decir, la posibilidad de concebir un Derecho presocial y un Derecho ultraestatal, lo rato ejecutivo-monárquico (ley formal).
cual comportaba el desconocimiento de límites tanto internos como externos al Estado", "Hegel
y el iusnaturalismo", en E. Angehrn et al., cit., p. 389.
467 Vid. G. de Ruggiero, Historia del liberalismo europeo, trad. de C. G. Posada, Madrid, 469
Ibíd, p. 96.
Pegaso, 1944,p. 367. 470
M. Fioravanti, Los derechos fundamentales, cit., pp. 112-120.
- 468 G. Jellinek, Sistema dei diritti pubblici subbiettivi (1892), trad. de G. Vitagliano, prefa- 471
L. Ferrajoli, Derecho y razón, cit., p. 890.
cio de V. Orlando, Milán, Soc. Editrice Libraria, 1912, p. 95.

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

6. El concepto de ley en sentido material y formal de la escuela alema- Por tanto, el paradigma de la cultura jurídica legalista se encontraría en
na del Derecho público el continente. Así se evidencia en el predominio de una teoría y práctica
jurídicas que, como hemos visto, partiendo del "postulado del legislador
La supremacía de la ley como nota definitoria de la organización jurídi-
racional" resuelven su tarea en la neutral resolución de los problemas jurí-
ca del siglo XIX se hallaría implícita en las expresiones imperio de la ley,
dicos sobre la base de la estricta interpretación y aplicación de la ley. Con
rule of law o Rechtstaat, respectivamente usadas por la doctrina francesa
todo, en lo concerniente a las relaciones entre los poderes legislativo y eje-
inglesa y alemana. El lugar preferente ocupado por la ley daría lugar a qu~
cutivo, el valor de la ley presenta diferencias notables entre los sistemas
el constitucionalismo europeo decimonónico fuera, en particular en el con-
jurídicos propiamente legalistas, como es el caso de los ordenamientos
tinente, distinto del promovido por el movimiento ilustrado y revolucionario
francés y alemán, lo que una vez más pone de manifiesto la naturaleza
a finales del siglo XVIII, así como especialmente del que se asentó en nor-
política del sistema de fuentes 475.
teamerica472. En cualquier caso, la supremacía de la ley, como consecuencia
El que pudiéramos llamar modelo francés de Estado liberal implica una
de la diferente tradición jurídica y sobre todo de las diferentes vicisitudes
transferencia de la soberanía del absolutismo monárquico al pueblo, sobe-
políticas, no se configura exactamente igual en todos los Estados en los que
ranía que es ejercida en su nombre por la Asamblea de representantes. En
se logra la implantación del orden liberal burgués. En cambio, desde la pers-
consecuencia, la separación de poderes no se interpreta como una forma de
pectiva de la ciencia de la legislación, de la preocupación por la racionali-
distribuir el poder entre los distintos órganos del Estado, sino más bien como
dad de las leyes, los resultados no serían muy distintos.
la gradación o jerarquización del mismo, con la sumisión de la administra-
Si bien los sistemas británico, francés y alemán comparten la primacía de
ción y de los jueces a la voluntad dellegislador476 . La ley representa la forma
la ley en razón de la legitimidad del parlamento o asamblea representativa
el ordenamiento británico se muestra más abierto a otras fuentes del Derech~
o categoría normativa bajo la que el órgano que representa a la nación mani-
fiesta la voluntad general477 . No existe un ámbito material reservado a la ley,
y, en particular, a las posibilidades de desarrollo del Derecho judicial. El rule
sino que ésta es omnipotente478 . La organización liberal francesa sería, en
of law poseería así un significado más complejo que sus homólogos, el
suma, más que un Estado de Derecho, un Estado legal en el que la ley pre-
imperio de la ley o la máxima del Estado de Derecho, pues no se basa en la
cede al ejercicio de cualquier actuación de los poderes públicos.
incondicionada supremacía del statute law del parlamento, sino que el case-
En Alemania, sin embargo, el Estado liberal no supone la erradicación
law o precedente judicial, la equity y sobre todo el common law o constitu-
del Antiguo Régimen, ni.la formulación de una "voluntad general" del pue-
ción no escrita que recoge los principios de la tradición jurídica inglesa,
blo como fundamento último de toda ley, sino que se basa en el compromi-
constituyen también fuentes del Derecho que permiten relativizar o cuestio-
so entre el principio monárquico y el principio liberal. La legitimidad dua-
nar el valor de la ley473 . Aunque, como recuerda Radbruch, esa conocida
lista de la monarquía constitucional alemana se explica teóricamente atribu-
afirmación de que la ley del Parlamento lo puede todo, salvo convertir a un
yendo la soberanía al Estado. El monarca ostenta el poder originario, por lo
hombre en una mujer, se predica precisamente del Parlamento británico lo
que otorga una constitución al pueblo en la que concede compartir el ejerci-
cierto es que toda la vida constitucional inglesa tiene su fundamento po;iti-
cio de la soberanía estatal con la representación popular, de manera que la
vo en el common law 474 .
separación de poderes está al servicio del equilibrio entre los principios en
conflicto, con el reparto de las funciones estatales entre ambos. El monarca
472
En Europa el Estado liberal se identifica con "el Estado de la legalidad aseourando a la
l~y la posic~ón superior en el ordenamiento ... El Estado constitucional no es aquet'en el que la 475
hber_tad esta asegurada ~or la supremacía de la Constitución ... , sino aquél en que se asegura Vid. I. De Otto, Derecho constitucional. Sistema de fuentes, cit., pp. 133-137.
476
medwnte una estructura mterna del Estado que reposa sobre la primacía de la ley", I. De Otto, Vid. Carré de Malberg, Teoría general del Estado, cit., p. 326, nota 12.
477 "L l
Derecho constitucional. Sistema de fuentes, cit., p. 130. a ey es, an te to do, cua1qmer
. decision
· · ' procedente de las asambleas legislativas, adopta-
473
Vid. en general M. Losano, Los grandes sistemas jurídicos, trad. de A. Ruiz Miguel, da por ellas en forma legislativa. Esto es sin duda una definición puramente formal", Ibíd., p. 309.
478
Madrid, Debate, 1982, pp. 166 y ss. No obstante, la ulterior evolución francesa en la IV y V República supondría una nota-
474
G. Radbruch, El espíritu del Derecho' inglés (1946), trad. de J. C. Peg, Estudio preliminar ble alteración del esquema indicado, como lo prueba la existencia de una "reserva reglamenta-
de M. Ayuso y anotaciones y Epílogo de M. Scholler, Madrid, Marcial Pons, 2001, pp. 41 y ss. ria" en la Constitución de 1958.

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA

se reserva el poder ejecutivo, es decir, las tareas burocráticas y militares,


mientras que la función legislativa corresponde conjuntamente al monarca y formu~ac~ó? del doble concepto de ley, la ley material contiene un "pre-
a la representación popular79 . Así, las funciones de legislar y administrar no cepto JUndico, una norma para regular o resolver relaciones jurídicas"484.
se distinguen meramente por razones formales o del órgano que las ejercita, Las leyes en sentido material se identifican con el Derecho, mientras que
sino por las materias sobre las que se incide. las demás regulaciones, es decir, las leyes en sentido sólo formal, los
Pero el reconocimiento constitucional del ejercicio conjunto de la fun- reglamentos y otros actos administrativos se califican de no-Derecho.
ción legislativa por los dos órganos dotados de legitimidad política no deja A:~í, habrá determinadas regulaciones que por su contenido exijan tam-
de plantear problemas acerca de la extensión de las facultades del pueblo a bien la forma de una ley, lo que se concibe como una garantía de la
la hora de participar en la legislación. En este sentido, ¿cabría obligar al Soci~dad frente al Es~ado, o propiamente dicho, frente al poder ejecutivo,
Estado a que recabe el consentimiento de la representación popular siempre abusivamente denommado "Estado" para realzar la posición del monarca.
que la Constitución establezca expresamente que una materia se regule por El reco~ocimiento ~e una reserva material en favor de la ley implica que
ley, incluso si se trata de un asunto que sólo parece incumbir al Estado?480. Alemama no constituya un Estado legal, en el que toda actividad de los
Todo parece indicar que semejantes problemas de interpretación constitu- p.oderes público~ haya de estar predeterminada o autorizada legalmente,
cional sobre la extensión de las facultades del parlamento en la legislación smo un Estado JUrídico, en el que la intromisión del poder público que
son planteados desde una filosofía política reaccionaria; o, si se prefiere, en ~fecte a. los ciudadanos tiene co~o límite lo dispuesto por
la ley, es decir,
un clima político que ya no se correspondía con el contenido liberal y parla- el sentido general del Estado lzberal de derecho consiste en el condicio-
mentarista de la Constitución prusiana de 1850, pues, como advierte Ross, namiento de la autoridad del Estado a la libertad de la sociedad, en el
"hay buenas razones para suponer que la ideología revolucionaria que con- marco del equilibrio recíproco establecido por la ley"485.
dujo a la Constitución la había querido e ideado desde un espíritu constitu- C?mentando la tesis de Laband, señala Ross que para el iuspublicista
cional y democrático, de modo que toda verdadera legislación ... se vincula- alerr:an los act.o~ ~statales que dan lugar a preceptos jurídicos serían los que
ba al legislativo, debiendo corresponder al gobierno únicamente una potes- contienen un JUzczo que además debe ser de carácter general, mientras que
tad reglamentaria no independiente" 481 • no son verdaderas leyes las que disponen a título particular o las que esta-
Sea como fuere, la escuela alemana del Derecho público 482 responde blecen la actuación o realización de una conducta estatal486. Otro criterio
al referido problema construyendo, ex artículo 62 de la Constitución pru- presente en los contemporáneos de Laband es el que considera leyes en sen-
siana de 1850, un doble concepto de ley en sentido material y formal. Así, tido ~ateriallas reg~laciones que inciden sobre la libertad y la propiedad de
es ley en sentido formal la aprobada de acuerdo con el procedimiento los cmdadanos, mientras que las relativas al funcionamiento de la
legislativo, esto es, mediante la aprobación conjunta de la cámara de Administración lo serían sólo en sentido formal. Desde esta óptica, serían
representantes y el titular del ejecutivo. En cambio, es ley en sentido leyes por su contenido las que tuvieran por objeto la "fijación de límites
material la que, con independencia de su procedimiento de aprobación, sociales"487 o "afectan al ámbito de la sociedad civil", en cuya aprobación
revista un cierto contenido 483 . Para Laband, a quien se debe la primera es, por tanto, preceptiva la participación del órgano que representa a la

479
Así lo preceptuaban la constitución wüttemburguesa de 1818, la de Hesse de 1820, la I. "El poder legislativo es ejercido conjuntamente por el Rey y por dos Cámaras".- n. "Para
sajona de 1831 y la prusiana de de 1850, Ch. Stark, El concepto de ley en la constitución ale- toda ley, se requiere necesariamente la coincidencia del Rey y de las dos Cámaras", vid. Ch.
mana, cit., p. 120, nota 16. Starck, El concepto de ley en la constitución alemana, cit., p. 120, nota 16.
~~ P. Laband, El J?ereciw_IJresu¡:uestario (1871), Estudio preliminar de A. Rodríguez
480 4
Vid. I. De Otto, Derecho constitucional. Sistema de fuentes, cit., p. 169.
481
A. Ross, Teoría de las fuentes del Derecho, cit., p. 473. BereiJO, trad. de J. Zamlt, Madnd, Instituto de Estudios Fiscales, 1979, p. 8.
485
482
Fundada por Gerber y Laband, dará lugar a la más importante dogmática publicista G. Zagrebelsky, El derecho dúctil, cit., p. 23.
486
durante época de la monarquía constitucional, vid. J. Estévez Araujo, La crisis del Estado de A este respecto señala Ross que "por desgracia, Laband no señala en ningún momento
Derecho liberal. Schmitt en Weimar, Barcelona, Ariel, 1989, p. 79. ~e ~~nera c:~ra lo que. entiende por este concepto fundamental, en el que se basa una distinción
483
Sólo en virtud de la escisión de las leyes en formales y materiales dejaba de ser absur- JUndico-positiva que tiene consecuencias decisivas nada menos que para las competencias que
da o redundante, a juicio de la referida doctrina, la dicción del artículo 62 en el que se decía: corresponden
487 .
a la representación del pueblo", Teoría de lasfitentes del Derecho ' cit ., p . 453 •
VId. D. Jesch, Ley y Administración, cit., p. 17.

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RACIONALIDAD LEGISLATIVA
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presupuesto no representa una ley en sentido material. El presupuesto "no


Sociedad frente al Estado: el Estado se identifica con el Ejecutivo o titular contiene principios jurídicos", sino una "cuenta" en la que están previstos
del imperium, mientras que la Sociedad se considera "una entidad capaz de ingresos y gastos autorizados por una ley anterior491 • Por tanto, la reserva de
autorregularse, carente, por tanto, de antagonismos inconciliables y en la ley que la Constitución establece en materia presupuestaria ha de interpretar-
que la intervención del Estado tenía carácter excepcional" 488 . se en el sentido de que sólo exige ley formal. Así las cosas, y en la medida en
El doble concepto de ley permitió en la práctica restringir el ámbito de que alguna significación habría de darse a la reserva de ley para el presu-
materias sobre las que era necesario el beneplácito del Parlamento. Como puesto, sería excesivo que el ejecutivo pudiera aprobarlo sin contar con el
antes se dijo, uno de los principales problemas se planteaba a propósito de parlamento, pero, al no tratarse de una ley material, tampoco resultaría legí-
las reservas especiales de la Constitución, es decir, de las. establecidas para timo que éste se arrogase la decisión en última instancia. En otras palabras,
materias que en línea de principio no incidían en el ámbito sagrado de la aunque el procedimiento para la aprobación del presupuesto sea el de las
libertad y propiedad. Pues bien, la distinción entre ley en sentido material y leyes, en el fondo no está en juego una regla de Derecho, sino un acto que
formal permitía concluir que por mucho que la Constitución reservara o pre- strictu sensu no es jurídico sino administrativo. El único sentido que tendría,
ceptuara la forma de ley para ciertas materias, en la medida en que fueran pues, la exigencia constitucional de ley sería establecer una diferencia relati-
relativas al dominio de la organización estatal habían de considerarse leyes va al grado de responsabilidad que el gobierno asume en la ejecución de las
en sentido puramente formal, es decir, no-Derecho, dado que "el Derecho, previsiones presupuestarias: es decir, si la representación popular consiente la
en su concepto, sólo existe para regular las relaciones dentro de la sociedad aprobación del presupuesto por ley, ésta descarga de responsabilidad al eje-
civil (Derecho privado) o las de ésta con el Estado (Derecho público)"489 . cutivo, pero, si tal consentimiento no se logra, el gobierno sigue estando
El empleo práctico del doble concepto de ley más paradigmático se facultado para llevar a cabo las previsiones presupuestarias, aunque sea bajo
encuentra también en la teoría labandiana que pretende solventar el deno- su propia responsabilidad; en particular, el ejecutivo asume la carga de justi-
minado "problema presupuestario". La Constitución prusiana de 1850 dis- ficar que el presupuesto se ajusta a una ley anterior492 • Sea como fuere, esta
ponía una reserva especial de ley para la fijación del presupuesto, esto es, ·anécdota política permitió construir una distinción entre ley formal y material
la materia presupuestaria era una de las que la Constitución establecía como directamente orientada a escapar del control parlamentario493 .
un acto normativo al que prestaran su conformidad los dos órganos con La respuesta de Laband al problema presupuestario sobre la base del
legitimidad política. El problema estribaba en determinar el alcance jurídi- doble concepto de ley puede considerarse como mínimo "funcional al diseño
co de la negativa del Parlamento a autorizar la ley del presupuesto, habida constitucional del II Reich" 494 , es decir, estuvo orientada a la estabilidad del
cuenta de que el presupuesto constituye un aspecto vital para el funciona- compromiso entre la monarquía y la burguesía liberal que sancionaba la
miento normal del Estado. El asunto no se plantea en términos de mera Constitución de 1850. Aunque intérpretes menos benévolos señalan que la
especulación teórica, sino que de jacto entre los años 1861-1866 la repre- finalidad política latente tras la construcción labandiana fue la "afirmación
sentación popular se niega sistemáticamente a suscribir el presupuesto del de los principios monárquico-conservadores y de la política antiliberal de
ejecutivo490 . Este último, pese a no contar con el respaldo parlamentario,
ejecuta ·sus previsiones presupuestarias.
Por motivos de índole política, el referido conflicto constitucional finali- 491 P. Laband, El Derecho presupuestario, cit., p. 23.
za y el Parlamento ratifica la actuación del ejecutivo. Sin embargo, Laband 492
Por ejemplo, son legales los gastos adicionales motivados por acontecimientos com-
dedica en 1871 un trabajo a la solución teórica del problema, para lo que pletamente inesperados, en cuyo caso, "la facultad del gobierno puede tener existencia, si
recurre precisamente al doble concepto de ley, en virtud del cual llegaría a la bien el Parlamento no la ha reconocido todavía y es de incumbencia del gobierno procurarse
a posteriori dicho reconocimiento"; es decir, el gobierno, "bajo su propia responsabilidad,
conclusión de que la ley que la Constitución reserva para la aprobación del tiene que examinar y defender la necesidad y utilidad de los mencionados gastos, mientras
que en el caso de los gastos ya autorizados por la ley presupuestaria se ve libre de tal res-
ponsabilidad", Ibíd., pp. 94-95.
488
Ibíd., p. 95. 493
Vid. J. L. Villar Palasí, Derecho Administrativo, Madrid, Facultad de Derecho.
4
89Ch. Starck, El concepto de ley en la Constitución alemana, cit., pp. 126-127. Universidad Complutense, 1968, p. 278.
490 Vid. A. Rodríguez Bereijo, "Estudio preliminar" a Laband, El Derecho presupuestario, 494
J. A. Estévez Arauja, La crisis del Estado de Derecho liberal, cit., p. 89.
cit., pp. XXVIII y ss.

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Bismarck" 495 , por lo que su construcción constituiría "un claro ejemplo de IV. LA CRISIS DE LA LEY
ideología en el sentido más riguroso del término, en cuanto expresión legi-
timadora y defensora en el terreno de las ideas, de las relaciones sociales
dominantes en la Alemania de la segunda mitad del siglo XIX" 496 • Y todo
parece indicar que el ejemplo resultó fecundo. Ya bajo la Constitución de
Weimar Carl Schmitt se hacía eco de la comentada distinción al escribir que
un simple concepto formal de ley "haría del imperio de la ley un absolutis-
mo de los órganos legislativos ... Si eso fuera el Derecho constitucional
vigente hoy, toda la lucha del Estado de Derecho contra el absolutismo del ~~ 1. La crisis de la ley en el Estado liberal
monarca habría terminado, introduciéndose, en lugar del absolutismo 1.1. La ley en la "revuelta contra elformalismo"
monárquico, el absolutismo de mil cabezas de los partidos políticos que en
cada momento se encontrasen en mayoría" 497 • En las páginas anteriores se ha indicado que en ningún período como en
Esta impronta antiparlamentarista que destilan las palabras de Schmitt el Estado liberal se han exaltado tanto las virtudes de la ley, ni ha recibido el
mostraba la crisis del concepto ilustrado y revolucionario de ley sobre el que legislador mayor respeto o deferencia como fuente suprema del Derecho.
se había intentado construir una ciencia de la legislación y en torno al cual Sin embargo, y como también se ha sugerido, el punto de referencia del feti-
había girado todo un modelo político basado en la omnipotencia de la volun- chismo de la ley no parece que fuera precisamente la realidad jurídica, sino
tad general. La dualidad ley formal-ley material era la cara jurídica del prin- más bien el modelo de ley forjado por la filosofía ilustrada y revolucionaria.
cipio monárquico, cuyas líneas cardinales fueron muy explícitas: "repulsión El mito de la ley, al presuponer un legislador omnisciente y absolutamente
de la soberanía del pueblo y reconocimiento de la soberanía del príncipe; racional, puede considerarse el fundamento de la tesis mecanicista de la
recusación del principio parlamentario y, con ello, imperio de la forma interpretación y aplicación del Derecho, así como de la idea de que era
monárquica de gobierno" 498 . En suma, frente a la idea de una soberanía superflu~ o innecesario establecer el valor jurídico de las Constituciones y
popular alimentada por la doctrina del pacto social se alza ahora una sobe- DeclaraciOnes de derechos. Por otro lado, el mito de la ley ayudó a legitimar
ranía del Estado basada en un dualismo de legitimidad histórica y popular o, cuando menos, no entorpeció el desarrollo de prácticas escasamente
que permite concebir la organización política, no como un instrumento al d~mocrátic~s, c~mo el sufragio censitario o el reconocimiento de una legiti-
servicio de los individuos y sus derechos, sino como un fin en sí misma, mida~ ~ monarqmca en competencia con la legitimidad parlamentaria, como
fuertemente orientada además por la supremacía del ejecutivo. De este ocurr1o en la Alemania del siglo XIX.
modo, todas las cualidades que habían adornado a la ley como expresión de No obstante, a finales del siglo XIX tienen lugar una serie de transfor-
la voluntad general quedan ahora oscurecidas en el complejo entramado de maciones económicas y sociales y también seguramente de cambios cultu-
los órganos del Estado. rales que contribuyen a la crisis del legalismo o del culto desmesurado a la
l~y como norma perfecta y apta para resolver todo conflicto posible. En par-
ticular, ~1 fenó.m~n? de la industrialización y la aparición de un nuevo tipo
de relaciOnes JUndicas ponen en bandeja las objeciones teóricas contra el
pr~mer positivis~m? de la exégesis, pues parece difícil negar el envejeci-
495
W. Wilhelm, Metodología giuridica nel secolo XIX (1958), a cura di P. L. Lucchini,
miento de los cod1gos por el desfase o la ausencia de respuestas jurídicas a
Milán, Giuffre, 1974, p. 177. Ni que decir tiene que Ross, a cuyos comentarios sobre este tema
nos hemos referido anteriormente, insiste también en la fachada teórica de las construcciones los nuevos conflictos. Comienza, por tanto, a resquebrajarse la idea de que
sobre el doble concepto de ley, que brindaba un escenario para un pensamiento de naturaleza los textos legales son cuerpos de doctrina claros, completos y sistemáticos
ficticia y encubridora, determinada en realidad por intentos de tipo político-monárquico, Teoría prontuarios de soluciones para cualquier supuesto de hecho. En realidad n~
de las fuentes del Derecho, cit., p. 42 y ss. sólo se des~iente el carácter autosuficiente o hermético del Derecho -~ue,
496
A. Rodríguez Bereijo, "Estudio preliminar", cit., p. XLVIII.
497
p.or 1~ demas, era a~g? .que no rechazaba totalmente el positivismo legalista-
C. Schmitt, Teoría de la Constitución, cit., p. 159.
498
smo mcluso la pos1b1hdad de colmar sus lagunas de modo intrasistemático
D. Jesch, Ley y Administración, cit., p. 98.
o recurriendo a procedimientos lógicos.

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La crítica al fetichismo de la ley toma cuerpo teórico en las corrientes que El culto de la ley vería as1m1smo su ocaso en la propia patria del
protagonizaron la llamada "revuelta contra el formalismo" 499 . Tales corrientes Código a través de la obra de Gény, quien en su Méthode d'interpréta-
desmienten en mayor o en menor grado el dogma de la racionalidad del legis- tion et sources en Droit privé positif (1899) se separará del método tra-
lador y postulan abrir el Derecho a entidades jurídicas distintas a la ley esta- dicional, procediendo a la formulación de una nueva teoría de las fuen-
tal, conectarlo con sus fuentes sociales y recurrir a criterios interpretativos o tes y de la interpretación jurídica. Así, Gény impugna el "fetichismo de
razonamientos no basados en la lógica formal. A la vista de los problemas que b ley escrita y codificada, que constituye el primer rasgo distintivo y el
suscita la aplicación del Derecho, los antiformalismos resaltan la dimensión más saliente del método tradicional", aunque se anticipa a consignar que
más práctica que cognoscitiva del trabajo de los juristas, lo que a la postre se sus censuras "no van dirigidas a la autoridad reconocida de la ley escri-
traduciría en una "creciente reivindicación de la figura del juez, paralela a un ta en el vasto dominio de la competencia legislativa" 504 . Es decir, no se
proceso de descrédito o decandencia de la ley" 500 . En pocas palabras, el mito pretende, desde luego, un abandono de la ley, ni un llamamiento al acti-
de la ley y, en especial, del código se resquebraja desde el momento en que se vismo judicial; se persigue sólo formular una crítica a las "ilusiones
pone en duda la estricta estatalidad del Derecho, abriendo la puerta al desa- racionalistas de fines del siglo XVIII, relativas al poder de la legislación
rrollo de otras fuentes sociales; y, sobre todo, desde el momento en que deja escrita", que "se la imaginan a semejanza de una obra divina, como una
de considerarse el instrumento infalible para resolver cualquier conflicto, alen- revelación completa y perfecta del Derecho, que a priori bastase a sí
tando o justificando así el desarrollo de un mayor protagonismo judicial. misma, vaciada en un sistema de una exactitud matemática" 505 . En suma,
Uno de los primeros hitos del antiformalismo fueron las "Cartas sobre la como escribiera A. Calsamiglia, la "libre investigación científica" postu-
jurisprudencia actual"(l861) de Ihering 501 , donde el autor reniega de su ante- lada por Gény se justificaría en que "no todo el Derecho está contenido
rior adhesión a la jurisprudencia de conceptos, criticando que esta corriente en la ley, (en) que el proceso de decisión es muy complejo, y para orien-
había encerrado a los juristas en la especulación abstracta, impidiéndoles ver tarse en este laberinto de normas y precedentes es preciso construir una
que el Derecho positivo expresa fines sociales. El antiformalismo de Ihering verdadera técnica que nos muestre los procedimientos para alcanzar unos
madura con las reflexiones del representante de la "Escuela de Tubinga", Ph. objetivos determinados"5o6.
Heck. A su juicio, el legislador tiene una capacidad de percepción insufi- Con todo, ninguna de estas doctrinas llega al extremo de desacreditar
ciente, como, por lo demás, es perfectamente lógico, pues "el futuro no es enteramente la ley, dado que sólo recomiendan el recurso puntual o excep-
absolutamente previsible ... La complejidad de la vida moderna es casi infi- cional a elementos jurídicos extrasistemáticos. De hecho, como indica
nita. Las condiciones y los problemas de la vida están sometidos a un cam- Larenz, aunque "Ihering trasladó el centro de gravedad del legislador a la
bio constante"; es más, incluso si el legislador "fuera capaz de percibir todos sociedad ... superó en tan poco la fe de su época en la ley, que más bien hace
los casos de la vida, aún seguiría siendo incapaz de reproducir o expresar sus propia expresamente la tesis fundamental de aquélla, a saber: el monopolio
ideas de un modo inequívoco y completo" 502 . Por ello, la integración de las de creación del Derecho por el Estado", y la jurisprudencia de intereses, a
lagunas exige recmTir a los "intereses", que no son normas, pero sí pertene- pesar de que "influyó liberadora y fecundamente en una generación de juris-
cen al Derecho positivo por cuanto forman parte de la ley503 . tas educada en el pensamiento formal y en el positivismo legal estricto", no
llegararía a "derribar realmente las barreras del positivismo"; esto es, la
jurisprudencia de intereses postula la posibilidad de "desarrollar el Derecho
499
La expresión, que ha tenido fortuna, procede de un libro de M. White, Social Thought in «con fidelidad a la ley» y, no obstante, de acuerdo con las necesidades de la
America: The Revolt Against Fonnalism (1952). Tomo la referencia de R. Treves, Introducción a la
sociología del Derecho, trad. y nota preliminar de M. Atienza, Madrid, Taurus, 1978, p. 123.
500
L. Prieto, "Del mito a la th·adencia de la ley", cit., p. 19.
501
R. Von Ihering, Bromas y ¡·eras en la jurisprudencia, trad. de T. Banzhaf, Buenos Aires, doctrina jurídica no normativista, R. Hernández Marín, Historia de la filosofía del Derecho
Ed. Jurídicas Europa-América, 1974. colltemporánea, Madrid, Tecnos, 1986, pp. 214-217.
504
502
Ph. Heck, El problema de la creación del Derecho (1912), prólogo de J. Puig Brutau, F. Gény, Método y fuentes en Derecho Privado positivo (1899), prólogo de R. Saleilles,
trad. de M. Entenza, Granada, Comares, 1999, p. 30. Estudio preliminar de J. L. Monereo, Granada, Comares, 2000, p. 53.
505
503
Como señala R. Hernández Marín, dado que los intereses se conciben como entidades Ibíd., p. 198.
506
de carácter jurídico, pero no como normas, la jurisprudenCia de intereses puede calificarse de A. Calsamiglia, Introducción a la ciencia jurídica, cit., p. 82.

156 157
RACIONALIDAD LEGISLATIVA

derarse dadas respectivamente por el ordenamiento jurídico y la realidad,


vida" so?. Por lo demás, creo que también en Gény está presente esa c~erta sino que son construidas por el operador jurídico. Partiendo de tales supues-
continuidad con la tradición de la que da cuenta K. Larenz, pues, en pnmer tos, los realistas tenderían a impugnar la racionalidad lógico-formal en nom-
lugar, no deja de reconocer el valo~ del m.éto~o tradicional, y, en seg~ndo bre de la racionalidad teleológica513 •
lugar, aun cuando establecía una sene de cntenos para hacer frente a la msu- Por eso, el rechazo del método formalista es un aspecto en el que con-
ficiencia de la ley, como el recurso a la naturaleza de la~ cosas .~ las re~las vergen el realismo norteamericano y la jurisprudencia sociológica de Pound
objetivas, etc., su objetivo último no se apartaba de la ~1?culac10.n .del JUez y Cardozo. En particular, esta última corriente posterga las investigaciones
al Derechosos. Es más, tras censurar el método exeget1co tradiciOnal en tradicionales en beneficio de temas propios de la sociología del Derecho.
Francia no duda en afirmar que el segundo adversario de su teoría de la Así, para Pound, la adaptación del Derecho no correría a cargo sólo del
interpr~tación está formado por algunos seguidores. de Savigny, dis?~estos a legislador sino también de los jueces, cuya meta no sería, por tanto, la eje-
sacrificar la ley en beneficio de lo que ellos consideraban expreswn de la cución mecánica de la ley, sino la realización de intereses sociales. Esta con-
conciencia colectiva del pueblo. cepción de las funciones judiciales revelaría que el jurista no desarrolla una
Una actitud bastante menos moderada adoptará el realismo jurídico y las labor científica, sino técnica, que podría calificarse de ingeniería social514 •
corrientes sociológicas en su crítica al Derecho legal y, en general, al deno- En suma, como ha señalado L. Hierro, la contribución más específica y pro-
509
minado "Derecho de los códigos" o "Derecho de los libros" • O. Holmes, funda de este pensamiento norteamericano fue precisamente la reelabora-
precursor del realismo jurídico en Nort~américa, con.cibe la ley como un ción de la teoría de la interpretación, subrayando que ninguna de las premi-
mero indicio para predecir el comportamiento de los tnbunales. A tales pre- sas del razonamiento judicial constituye un dato, sino más bien un resultado
dicciones se reduce el Derecho510 y Llewellyn y Frank admiten que. las que se construye en el proceso de decisión. De este modo, la crítica realista
reglas y los precedentes influyan en la sentencia: pero no ~ue la determmen "pretendía desmitificar la supuesta neutralidad y certidumbre de la actividad
en todos sus extremos 511 • En general, los realistas amencan?~ formul~n, judicial bajo el modelo tradicional de argumentación" 515 .
como señala I. Lifante, dos críticas fundamentales a la concepciOn formalis- Pero no sólo en Norteamérica se desarrolla una concepción más próxima
ta del razonamiento jurídico512 : en primer lugar, destacan que aun cuando las a la sociología que a la tradicional ciencia jurídica. De hecho, en Europa el
decisiones judiciales aparezcan formalizadas en un silogismo, .resultan de sociologismo llega incluso más lejos, pues no postula sólo comprender el
procesos psicológicos complejos; en segund~ luga~, P?~en de reheve que l~s Derecho en su contexto social, sino estudiarlo como un aspecto más de la
premisas normativas y fácticas del razonamiento JUdicial no pueden consi- sociedad. Para Duguit, como señala González Vicén, las normas jurídicas
sólo se distinguen de otras normas sociales por la intensidad y el carácter
constante o regular de la reacción social ante su infracción, reacción que es
507 K. Larenz, Metodología de la cienciajurídica, cit., p. 69 Y p. 75.
motivada por la convicción de que tales normas son imprescindibles para la
508 F. Gény, Método y fuentes en Derecho Privado positivo, cit., pp. 185 Y ss.
509 Precisamente constituye un tópico de estas corrientes la contraposición entre. el Der~c~?
subsistencia de la sociedad. Las normas jurídicas no nacen, pues, del
de los libros y el Derecho en acción. Vid. R. Pound, "Law in Bo~k and L~_:v m Act1o~, ' Derecho legislado, sino que éste es sólo uno de los modos en que se expre-
American Law Review, 1910. Cita tomada de E. Paresce, autor de la mtroducc10n a. la vers10,n san. El legislador no es la fuente del Derecho, aunque sí puede influir en la
iltaliana a la obra de R. Pound, Lo spirito della "Common Law" (1963), a cura di G. Butta, gestación de ese sentimiento de sociabilidad y de justicia que confiere carác-
Milán, Giuffre ed., 1970. ter jurídico a las normas sociales. En otros términos, una ley es la formula-
510 "Yo entiendo por 'Derecho' las profecías acerca de lo que los tribunales harán en ~on­
creto, nada más ni nada menos", O. W. Holmes (1887), La senda del Derecho, Buenos Aires,
513
Abeledo Perrot, 1975, p. 21. . Así lo destaca l. Lifante al señalar que, frente al estilo formalista (Formal Style), orien-
511 En palabras de Llewellyn, "las reglas de derecho sustantivo .~on muc~o menos Impor- tado hacia el pasado, hacia el encaje formal con el Derecho preexistente, se pretende "recupe-
tantes de lo que la mayoría de los teóricos del derecho han supuesto y debenan abandon?rl~s rar el Grand Style ... orientado hacia el futuro ... hacia los resultados que producirán las decisio-
como "enfoque de la discusión jurídica en beneficio del área de contacto entre la conducta JUdi- nes", ibíd., p. 105.
cial (u oficial) y la conducta del hombre de la calle", K. L. Llewellyn, "Una teoría del Derecho 514
R. Pound, Lo spirito della "Common Law", cit., p. 177.
realista: el siguiente paso" (1930), en El ámbito de lo jurídico, cit., p. 259. , , 515
L. Hierro, El realismo jurídico escandinavo. Una teoría empirista del derecho,
512 l. Lifante, La interpretación jurídica en la teoría del Derecho contemporanea, prologo Valencia, F. Torres, 1981, pp. 105 y ss.
de M. Atienza, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 1999, pp. 104-109.
159
158
GEMA MARCILLA CÓRDOBA
RACIONALIDAD LEGISLATIVA

ción autoritativa de una norma jurídica ya existente516 , pues "la regla de sería mejor reconocer absoluta libertad a los jueces para que encuentren el
derecho es siempre una regla de costumbre, que en un momento dado se Derecho situado fuera o más allá de las fuentes jurídicas tradicionales521 .
transforma en regla de derecho, o como consecuencia de un sentimiento de En "La lucha por la ciencia del Derecho", el artículo de Kantorowicz que
justicia, o por la necesidad de defender las necesidades sociales" 517 . Y para se considera el manifiesto programático del movimiento, el Derecho Libre es
Ehrlich la sociología del Derecho es la auténtica teoría científica del definido como "una resurrección del Derecho natural en forma modificada",
Derecho, pues también rechaza que el orden normativo se identifique con las del que se obtienen los principios para "completar" o si es preciso "derogar" el
proposiciones jurídicas, en las que se plasma la voluntad que el Estado Derecho legal522 . El recurso a elementos extralegales, que desde el punto de
impone coactivamente. El Derecho, a su juicio, es un orden vivo, es la orga- vista del formalismo vicia el conocimiento y la estricta aplicación de la ley, se
nización interna por la que se rigen efectivamente los miembros de las aso- convierte para el Derecho Libre en una virtud. "La ciencia -afirma
ciaciones humanas que integran la sociedad518 . Como expresa de forma Kantorowicz- no se contentará ya con el papel de humilde sirvienta del legisla-
rotunda en el prólogo a su Grundlegung der Sociologie des Rechts (1913), dor, de ser su altavoz. Las necesidades de la vida jurídica exigen que otras
si hubiese que resumir la obra en una sola frase sería esta: "la clave de la potencias, en primer lugar la ciencia jurídica, se coloquen libremente y en fun-
evolución del derecho, tanto en nuestro tiempo como en todas las épocas, no ción creadora al lado del legislador"523 . El juez, por su parte, si piensa que la
está en la legislación, ni en la jurisprudencia (entendida como dogmática ley no es clara o si "con arreglo a su libre y concienzuda convicción" opina que
jurídica o ciencia tradicional de los juristas), ni en las decisiones judiciales, no es adecuada al caso "puede y debe prescindir de la ley", dictando la senten-
sino en la sociedad misma" 519 . cia que según su convicción el legislador hubiera decretado si hubiera pensado
La ideología legalista no pudo menos que resentirse ante concepciones que, en el caso particular. Pero si no fuera capaz de formarse esa convicción se habrá
en lugar de presentar el Derecho como un conjunto de preceptos, comprensivo de inspirar en el Derecho libre o incluso resolver arbitrariamente524 . Como con-
de soluciones para cualquier problema jurídico, subrayan el peso de los fines e trapartida a tal grado de arbitrio judicial, la única garantía que ofrece el Derecho
intereses que forman parte también del orden jurídico, que desplazan la aten- libre es la confianza y el respeto que los jueces merecen. La imparcialidad es,
ción desde el Derecho de los libros hacia el Derecho en acción, o, en fin, estu- a juicio de Kantorowicz, una "cualidad judicial santa", y gracias a la misma
dian las fuentes y los efectos sociales del Derecho en detrimento del estricto se elimina el temor de que la convicción del juzgador resulte incontrolable525 •
sometimiento a la ley. Pero las tesis antiformalistas más radicales serían las del Y aunque, como concede Reichel, la posición más libre del juez no es salu-
movimiento del Derecho libre, donde "por vez primera aparecen cuestionados dada por nadie con mayor agradecimiento y alegría que precisamente por
o simplemente rechazados los principios de vinculación del juez a la norma y éste, "es el juez un empleado demasiado leal para dejarse llevar sin crítica por
de plenitud, no ya de la ley sino incluso del Derecho" 520 . Autores como Fuchs, ·una corriente radical y subversiva" 526 . En suma, el movimiento del Derecho
Kantorowicz y Reichel consideran que autorizar al juez a que sólo excepcio- Libre puede ser visto como una cruzada frente a la ideología legalista, eri-
nalmente se aparte de la ley equivale a buscar hipócritas subterfugios. Por tanto, giendo el sentimiento y la subjetividad judiciales en fuentes del Derecho
situadas por encima de la ley.

5 16 F. González Vicén, "El positivismo en la filosofía del Derecho contemporánea" (1950),


521
en Estudios de Filosofía del Derecho, cit., pp. 96-104. Vid. R. Hernández Marín, Historia de la filosofía del Derecho contemporánea, cit.,
517 L. Duguit, El pragmatismo jurídico, con estudio preliminar de Q. Saldaña, F. Beltrán,
pp. 227 y SS.
522
Madrid, 1924, p. 106. H. Kantorowicz, "La lucha por la ciencia del Derecho" (1906), en Savigny, Kirchmann,
5 18 En palabras de E. Ehrlich, "el Estado sólo abarca con su legislación un sector insignifi-
Zitelmann, Kantorowicz, La ciencia del Derecho, trad. de W. Goldschmidt, Buenos Aires,
cante de la vida jurídica; la gran corriente del desarrollo jurídico discurre al margen de la ley y Losada, 1949, pp. 332-333.
523
tiene lugar automáticamente en las instituciones sociales", Die juristische Logik (1918), Ibíd., p. 342.
524
Tübingen, Scientia Verlag Aalen, 1966, p. 81, cita tomada de F. González Vicén, "El positivis- Ibíd., p. 364. También Reichel animará a revisar críticamente la concepción formalista
mo jurídico en la filosofía del Derecho contemporánea", cit., p. 113. de las fuentes del Derecho y del cometido del juez, H. Reichel, La ley y la sentencia, trad. de
5 19 Citado por G. Robles, Sociología del Derecho, Madrid, Civitas, 1993, p. 22.
E. Miñana Villagrasa, Reus, Madrid, 1921, pp. 18 y ss.
25
520 L. Prieto, Ideología e intelJHetación jurídica, cit., p. 36.
5 G. Kantorowicz, "La lucha por la ciencia del Derecho", cit., pp. 363-369.
526 H. Reichel, La ley y la sentencia, cit., p. 50.

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

En resumen, cabe decir que desde el último tercio del siglo XIX el pen- yace, por ejemplo, al empeño de H. Heller en aproximar el orden jurídico
samiento jurídico comienza a levantar acta y, al propio tiempo, a coadyuvar al modelo de Estado democrático o parlamentario del que las instituciones
a la crisis de la ley, al menos tal y como ésta había sido concebida en la filo- se habían desviado en el curso del Estado liberal. Ch. Starck lo destaca cla-
sofía ilustrada y como había sido asumida y presentada inicialmente por el ramente: "sobre la base del nuevo orden democrático estatal dispuesto por
Estado liberal, singularmente en Francia. Con mayor o menor énfasis, los la Constitución de Weimar, Heller llevó a cabo el primer ataque ... contra
distintos autores ponen de relieve que la ley, en cuanto expresión de la el doble concepto de ley" 528 : "sólo son leyes -escribe Heller- las normas
voluntad del Estado, no es la única fuente de normatividad jurídica, que se jurídicas de rango superior aprobadas por el poder legislativo representan-
muestra cada día más incapaz de ofrecer soluciones concluyentes y adecua- te del pueblo" 529 . Con esta crítica al concepto de ley de la iuspublicística
das a los nuevos problemas sociales, que irremediablemente el juez llamado alemana decimonónica, Heller pretendía desvelar la traición que en nom-
y obligado a fallar debe recurrir a otras fuentes extrasistemáticas y, en fin, bre del mismo se había hecho al· principio de la representación popular
que el Derecho y su comprensión discurren por caminos muy diferentes a los para dejar la organización jurídica alemana anclada en estructuras monár-
transitados por el formalismo de la exégesis. La ciencia del Derecho ya no quico-conservadoras.
podía tener como premisa la racionalidad de la ley. De este modo, la imagen Recordemos que la cultura política y jurídica que sirve de marco al
de una ley única, racional y sistemática pierde su antigua brillantez y Estado liberal del siglo XIX supuso una adulteración del sentido de los prin-
comienza a ceder terreno ante una concepción mucho más voluntarista, cipios ilustrados y revolucionarios con los que se cierra la centuria prece-
donde la ley se presenta más bien como mandato circunstancial de un suje- dente530. En particular, los argumentos del historicismo y del romanticismo
to político que ya no es omnisciente y cuya legitimidad será incluso puesta suplantan a los del contractualismo, de modo que la sumisión de los indivi-'
en duda, como veremos de inmediato. duos a la ley no estriba en su consentimiento, sino en su pertenencia al pue-
blo, nación o comunidad que está en la base del Estado531 . La filosofía polí-
tica ilustrada sobre la que se había edificado el concepto de ley giraba en
l. 2. La crisis de la legitimidad de la ley torno al concepto de pueblo entendido como suma de individuos libres e
Como acabamos de ver, la crisis de la ley se manifestó en una reacción
contra la presunta ingenuidad del positivismo formalista y, en último térmi- 528
Ch. Starck, El concepto de ley en la Constitución alemana, cit., pp. 153-154.
no, en una inversión del papel del juez, que, al menos en las versiones más 529
Esta consideración forma parte de la intervención de H. Heller en el Congreso de
extremas, pasa a ser visto como un sujeto libre o desvinculado de la ley. Münster (1926), que se encuentra documentada en el artículo "Der Begriff des Gesetzes",
Dicha crisis fue en parte una consecuencia de los acelerados cambios econó- Veroffentlichungen der Vereinigung der Deutschen Staatsrechtslehrer, 4 (1928), p. 118. Por lo
micos y sociales que acompañan a la industrialización durante el siglo XIX, demás, de los siete congresos celebrados durante la República de Weimar por la Asociación de
Profesores de Derecho político, estas jornadas de Münster tuvieron especial trascendencia por-
y que, al desbordar el Derecho de los códigos, acabaron por debilitar el
que marcaron la ruptura con el positivismo de la iuspublicística alemana clásica, vid. J. Estévez
dogma de la infalibilidad del legislador. Pero la crisis de la ley en el Estado Arauja, La crisis del Estado de Derecho liberal, cit., p. 79 y pp. 92 y ss.
liberal no se reveló sólo en la toma de conciencia de las deficiencias técni- 530
A la crítica del racionalismo ilustrado iniciada por E. Burke se suman el resto de repre-
cas de aquélla, sino también en el declive de su legitimidad, y, en este senti- sentantes de la filosofía de la contrarrevolución, como De Maistre, Bonald, Fichte, Schellin,
do, la crisis de la ley puede considerarse fruto de la propia crisis política que Donoso Cortés, etc., en cuyos planteamientos, influenciados por el historicismo y el romanti-
cismo, la razón como instrumento ordenador de la convivencia es sustituida por "las fuerzas
condujo al ocaso del Estado liberal.
ocultas que empujan un desarrollo espontáneo y continuo; el consentimiento de los individuos
El Estado liberal comienza a tambalearse cuando la ley, si bien en el como criterio legitimador de la autoridad política es sustituido por una teoría organicista apo-
plano de la teoría había devuelto el poder al pueblo, es vista en la práctica yada en el misterioso genio colectivo o Volkgeist. Resumiedo, es la contrarrevolución, el miedo
como el instrumento de un sector social privilegiado527 . Esta crítica sub- a las ideas de la Declaración de derechos o a sus consecuencias últimas", L. Prieto, Ideología e
interpretación jurídica, cit., p. 32.
531
Sobre el concepto de nación y de Estado en la Alemania de la primera mitad del siglo XIX
527 Vid. el prólogo de l. M. Lojendio Irure al libro de P. Cruz Villalón, La formación del vid. el "Estudio preliminar" de J. Abellán a El liberalismo alemán en el siglo XIX (1815-1848),
sistema europeo de control de constitucionalidad (1918-1939), Madrid, Centro de Estudios textos de Rotteck, Welcker, Pfizer y Mohl seleccionados y anotados por J. Abellán, trad. de J.
Constitucionales, 1987, p. 10. Abellán y G. Ossenbach, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1987, pp. XLIV-XLVI.

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

iguales que producen o prestan consentimiento a las normas jurídicas que hacia fórmulas de organización política que responden más bien a la
han de regular la convivencia. Pero ahora, como subraya González Vicén, lo impronta del "asalto a la razón" 535 .
que se transforma radicalmente es el concepto mismo de pueblo, que se ide- El acoso a la República de Weimar desde posiciones críticas del libera-
aliza y pasa a concebirse como una realidad u organismo natural y superior lismo y del parlamentarismo encontrará su reflejo en una doctrina jurídica
al conjunto de los individuos que lo forman 532 . Ese pueblo, que no actúa por antilegalista y abiertamente promotora del activismo judicial que viene a
sí mismo, es la auténtica fuente suprema del Derecho, y la ley no se confi- postular el control difuso de la constitucionalidad de las leyes, justo cuando
gura ya como la expresión de su voluntad genuina, sino simplemente como estas últimas eran por vez primera democráticas en Alemania. Así, en el foro
un producto institucional; en consecuencia, la ley viene a desempeñar un de Münster, E. Kaufmann y otros juristas se pronuncian en favor del control
papel secundario, en todo caso sometido al escrutinio del Volkgeist y, en rea- de constitucionalidad de las leyes por los jueces ordinarios a través del prin-
lidad, de quien resulte ser su intérprete (no necesariamente el parlamento). cipio de igualdad, curiosamente en uno de los momentos de mayor estabili-
Desde esta perspectiva se han eliminado las premisas filosófico-políticas dad de la República536 . Asimismo, C. Schmitt propone desactivar el princi-
que dispensaban importancia a las voluntades y personalidades individuales pio de legalidad en la aplicación del Derecho cuando escribe que "la ficción
frente a, como subraya Kelsen, la voluntad colectiva y la "personalidad de la vinculación normativista del juez a una ley se ha vuelto hoy teórica y
moral casi mística" del Estado533 . prácticamente insostenible en campos esenciales de la vida práctica del
Pues bien, si la concepción historicista y estatalista del Derecho, difun- Derecho"; si la ley no garantiza la certeza del Derecho, "entonces todo
dida sobre todo a través de la doctrina del Estado ético de HegeP 34 , per- depende de la clase de nuestros jueces"537 . En línea de principio, la afirma-
mitió en el siglo XIX una malversación de los principios liberales y una ción de Schmitt podría interpretarse como una mera crítica antiformalista al
cierta revitalización de modelos propios del Antiguo Régimen, en el positivismo exegético y conceptual, pero el examen de los presupuestos ide-
siguiente llegaría hasta el punto de postular una involución política con ológicos de los que parte el autor permite colegir su rechazo al modelo de la
respecto al modelo del Estado liberal, es decir, un camino de regreso que democracia parlamentaria, así como su afinidad al nazismo.
al final desembocará en la implantación de regímenes totalitarios. En defi- Schmitt pone el énfasis en el, a su juicio, desastroso funcionamiento del
nitiva, si el Estado liberal había querido ser en su origen el resultado polí- parlamento alemán. Ciertamente, como observa Estévez, el enfrentamiento
tico y jurídico del racionalismo, su crisis arrastrará de modo progresivo entre fuerzas políticas en el período de Weimar dificulta la gobernabilidad,
enfrentamiento que desemboca incluso en la oposición violenta al régimen
republicano de los nacionalistas de extrema derecha y de los revolucionarios
de izquierda. Dicha situación de ingobernabilidad favorece la infidelidad del
532
F. González Vicén, "La escuela histórica del Derecho" (1978), en De Kant a Marx, cit., aparato burocrático-militar al legislador democrático538 • Sin embargo, esta
en especial pp. 122 y ss. coyuntura es usada retóricamente por Schmitt, no para censurar el funciona-
533
H. Kelsen, Esencia y valor de la democracia, prólogo de I. De Otto, trad. de R. Luengo
Tapia y L. Legaz Lacambra, Barcelona, Ed. Labor, 1977, p. 25.
534
De todas formas, Bloch considera infundado atribuir a Hegel la idolatría del Estado
535
autoritario, si se tiene en cuenta que contra el neofeudalismo que reaparece en su época "invo- Éste es precisamente el título del libro de G. Lukacs (El asalto a la razón: la trayecto-
ca la Magna Charla y el Bill of Rights. Y escribe en contra de los adoradores de la fuerza y del ria del irracionalismo desde Schelling hasta Hitler), aparecido en 1954, donde estudia los orí-
despotismo". En consecuencia, según esta interpretación, Hegel sólo se desprendería del pen- genes ideológicos del fascismo en el iiTacionalismo y en la filosofía romántica alemana, trad.
samiento liberal para criticar el atomismo de la sociedad burguesa, erigiéndose así en un pre- de W. Roces, 3a ed., Barcelona, Grijalbo, 1972.
536
cursor del materialismo dialéctico marxista, Vid. E. Bloch, Sujeto-objeto. El pensamiento de Las intervenciones de este congreso aparecieron bajo el título "Die Gleiheit vor dem
Hegel (1949), 2a ed. de 1962, trad. de W. Roces, J. M. Ripalda, G. Hirata y J. Pérez del Corral, Gesetz in Sinne des Art. 109 der R. V", en Veroffentlichungen der Vereinigung deutscher
Madrid, Fondo de Cultura Económica, 1982, pp. 231 y ss. Con todo, y cualesquiera que fueran Staatsrechtslehrer, 3, Berlín, Leipzig, 1927. Vid. G. della Volpe, L'ingiustizia delle leggi. Studi
los propósitos de Hegel, lo cierto es que sus seguidores en Italia y en Alemania encontrarían en sui modelli di giustizia costituzionale, Milán, Giuffre, 1977, pp. 91 y ss.
537
sus tesis el aparato teórico necesario para avalar la teoría jurídica del fascismo y del nazismo, C. Schmitt, Staat, Bewegung, Volk, Hamburgo, 1934, p. 43, citado por E. Garzón Valdés,
E. Díaz, Estado de Derecho y sociedad democrática, cit., pp. 53 y ss. Vid. también el libro de "Introducción" al volumen VV. AA., Derecho y filosofía, trad. de C. De Santiago, comp. por E.
N. M. López Calera con el significativo título de El riesgo de Hegel sobre la libertad, Granada, Garzón Valdés, Barcelona, Alfa, 1985, p. 10.
538
Monografías de Filosofía Jurídica y Política, 1973. J. A. Estévez Arauja, La crisis del Estado de Derecho liberal, cit., pp. 21 y ss.

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RACIONALIDAD LEGISLATIVA

miento real del parlamento en la Alemania de la época, sino para desacredi. para recuperar el prestigio de la ley y del legislador, como hiciera, por ejem-
tara la propia institución parlamentaria y al modelo de democracia libera¡539. plo, Kelsen542 ; persiste en la crítica y la funda en último término en la incom-
Así, Schmitt responsabiliza a los partidos políticos de la degradación del patibilidad del Estado liberal parlamentario con la democracia. Más concre-
parlamento, porque han dado lugar a que éste no sea el foro de la discusión tamente, Schmitt resalta que el contractualismo en el que descansa el Estado
racional y pública, sino el escenario de la negociación de intereses. Por un liberal presupone intereses contrarios, diferencias y egoísmos, mientras que
lado, advierte Schmitt que la rígida organización interna de los partidos, con la democracia que postula Rousseau con la volonté générale presupone la
su jerarquía, disciplina de voto, etc., reduce la variedad de argumentos teó- homogeneidad de valores e intereses. El liberalismo, cuya forma política es
ricamente esgrimibles en contra de la "postura oficial". Por otro, hace hin- el parlamentarismo, auspicia el respeto a la conciencia individual por enci-
capié sobre el hecho de que los partidos ni siquiera se molestan en disimu. ma de la voluntad general. Por tanto, aunque el liberalismo pueda ir unido a
lar que no pretenden satisfacer el bien común o el interés general, sino los la democracia durante algún tiempo, como fue el caso de la sociedad mono-
intereses de su clientela electoral. El parlamento ha dejado de ser el lugar clase del XIX, ambas concepciones "forman una unidad precaria" 543 . En
donde "la gran variedad de antítesis, intereses y opiniones sociales, econó- suma, habría una tensión irreductible entre la defensa de intereses particula-
micas, culturales y profesionales se reduzcan a la unidad de la voluntad polí- res y la adopción de una decisión racional, de modo que en un contexto polí-
tica"; la atomización o pluralismo de partidos "produce una adición, cam- tico plural las leyes son el resultado de compromisos que revelan las rela-
biante en todos los aspectos, de intereses momentáneos y particulares", de ciones de poder544 .
modo que la formación de la voluntad estatal queda a merced de "mayorías El punto de llegada de Schmitt será que el parlamento no es la institu-
parlamentarias lábiles" 540 . En otras palabras, "todos los asuntos públicos se ción adecuada para reflejar el espíritu de la Volkgemeinschaft, de modo
han convertido en objeto de botines y compromisos entre los partidos y sus que el único refugio de la democracia es la fe en un líder aclamado por el
seguidores". Su situación "es hoy tan crítica porque la evolución de la pueblo que determine el interés general de la Nación. Desde esta pers-
moderna democracia de masas ha convertido la discusión pública que argu- pectiva, "los métodos dictatoriales y cesaristas no sólo pueden ser mante-
menta en una formalidad vacía ... El argumento, ... característico de una dis- nidos por la acclamatio del pueblo, sino que, asimismo, pueden ser la
cusión auténtica, desaparece, y en las negociaciones entre los partidos se expresión directa de la sustancia y la fuerza democrática" 545 . Estamos,
pone en su l~gar, como objetivo consciente, el cálculo de interes y las opor- pues, a un paso de la justificación del líder carismático y sobrehumano
tunidades de poder" 541 . Deslegitimado el autor de la ley, poco espacio podía que había de tomar cuerpo en la figura del Führer, el "eslabón que enlaza
quedar a ést~para reivindicar alguna racionalidad. estado, partido y pueblo", el sujeto esclarecido que puede conocer y diri-
Aun cuahdÓ Schmitt pudiera mostrarse certero en alguna de sus censuras gir el destino de la nación 546 .
al funcionamiento del sistema parlamentario, rehúsa emprender el camino

542
Este autor, consciente de los problemas que aquejan al parlamento, como su aleja-
539
En palabras de P. de Vega, frente al modelo teórico, Schmitt colocará "las condiciones miento del pueblo o la carencia de medios técnicos para la legislación, reflexiona sobre cómo
fácticas y los supuestos empíricos de la realidad liberal... y es en esta notable confrontación superarlos. En particular, frente a la falta de participación política de los ciudadanos propo-
entre fundamentos ideales y experiencia histórica donde Carl Schmitt encontrará el argumento ne fomentar el referéndum, la iniciativa popular y la exigencia de responsabilidad a los dipu-
para proclamar la descomposición definitiva del mundo liberal", P. de Vega, "Prólogo" a La tados; y, frente a las dificultades técnicas de las asambleas parlamentarias, auspicia la crea-
defensa de la Constitución de C. Schmitt, trad. de M. Sánchez Sarta, 1983, p. 12. ción de comisiones legislativas que funcionen a modo de parlamentos técnicos, asesorando al
°
54
C. Schmitt, La defensa de la Constitución. Estudio acerca de las diversas especies y parlamento en sentido estricto, H. Kelsen, Esencia y valor de la Democracia, pp. 50 y ss; en
posibilidades de salvaguardia de la Constitución, cit., pp. 147-154. especial, vid. pp. 71-73.
541 543
C. Schmitt, Sobre el parlamentarismo (1923), Estudio preliminar de M. Aragón, trad. C. Schmitt, Sobre el parlamentarismo, cit., pp. 19-22.
de Th. Nelsson y R. Grueso, Madrid, Tecnos, 1990, p. 7 y p. 9. Por lo demás, junto a la atomi- 544
R. Agapito, "Introducción" a C. Schmitt, El concepto de lo político. Texto de 1932 con
zación de los partidos, otra de las causas de que los gobiernos sean incapaces de gobernar, se un prólogo y tres corolarios, Madrid, Alianza, 1991, p. 15.
sitúa, a juicio de Schmitt, en los grupos sociales organizados o corporaciones, como los sindi- 545
C. Schmitt, Sobre el parlamentarismo, cit., p. 22.
catos, patronales, colegios profesionales, etc., portadores de intereses y sujetos de la negocia- 546
F. Neumann, Behemoth. Pensamiento y acción en el nacional-socialismo (1942), trad.
ción que tiene lugar para formar una coalición política de gobierno. de V. Herrero y S. Márquez, Madrid, Fondo de Cultura Económica, 1983, p. 107.

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

Una vez justificada la legitimidad democrática del líder no hay obstácu- democracia sin partidos políticos. La democracia, necesaria e inevitablemen-
lo para atribuirle la función legislativa, incluso al margen del parlamento, 0 te requiere, un Estado de partidos" 551 • "Es ideología, en lugar de realidad,
la propia defensa de la Constitución. El núcleo de la juridicidad no se cuando ... se ve en la institución del jefe de Estado no sólo un símbolo ético-
encuentra, a juicio de Schmitt, en las reglas que vinculan al poder, sino en la político postulado por la unidad del Estado, sino el producto o el generador
decisión de éste: "toda ley -señala Schmitt acentuando el voluntarismo- real de dicha unidad, en el sentido de una efectiva solidaridad de intereses.
necesita para su validez en último término una decisión política previa, Pues éste es el sentido propio de la doctrina del povoir neutre del monarca,
adoptada por un poder o autoridad políticamente existente" 547 , autoridad que que Carl Schmitt transfiere al jefe del Estado republicano; doctrina que debe
identifica en cada momento el interés vital del pueblo, así como el enemigo ocultar la contraposición radical y real de intereses existentes, que se dan en
que lo amenaza548 . La posición de la ley es aquí muy semejante a la que el hecho de los partidos políticos y en el hecho, aún más significativo y sub-
ocupa en la teoría de la razón de Estado: el dirigente político se encuentra yacente, de las clases sociales" 552 . En la crisis del Estado liberal representa-
por encima de la ley, es decir, dispone de poderes excepcionales que permi- do por Weimar, Schmitt y Kelsen encarnan las dos opciones que se abrían
ten violar el Derecho si así lo exige la salud del Estado 549 . ante la cultura europea, y ambas, como hemos visto, diferían de modo fun-
Desde esta concepción, que identifica el contenido del Derecho con la damental en torno al parlamento y, por tanto, a la posición de la ley.
voluntad del líder político, se entiende que no se ponga ninguna objeción a A la vista de los acontecimientos históricos, cabe decir que, cuando
la promulgación por el Presidente del Reich de decretos con fuerza de ley. menos, Schmitt coadyuvaría a la progresiva desparlamentarización del régi-
Todo lo contrario, esta facultad es -en palabras de Schmitt.:. "concorde con la men republicano, así como a la institución de un sistema presidencialista que
ordenación existente, y trata de salvar el Estado legislativo constitucional, atribuye poderes legislativos apócrifos al presidente. Por ello, el concepto
cuyo órgano legislativo está dividido de modo pluralista, liberándolo de un formal de ley, que Heller defendía con el propósito de consolidar el parla-
pluralismo anticonstitucional. El hecho de que este interesantísimo intento mentarismo frente al régimen monárquico-conservador anterior, fue usado
de procurarse un remedio y un reactivo sólo pueda ser realizado constitu- por los detractores del Estado liberal democrático para reforzar la idea de
cional y legalmente por el Presidente del Reich, nos permite al mismo tiem- que la ley es Derecho con independencia de su contenido, incluso cuando la
po darnos cuenta de que dicho Presidente ha de considerarse como protector autoridad que la hubiera creado no hubiese sido un parlamento democrático,
de toda la ordenación constitucional" 550 . No se trata únicamente, por tanto, pues, como dice de nuevo Schmitt, todo "lo que existe como magnitud polí-
de una ruptura del orden jerárquico de fuentes en favor de los decretos del tica es, jurídicamente considerado, digno de existir" 553 • Esta visión decisio-
ejecutivo, sino de un desbaratamiento del concepto material de ley como nista del Derecho es seguramente la que pretende criticar Hayek cuando
ordenación general y perdurable: todo queda confiado a la voluntad de un denuncia el deterioro de "la concepción sustantiva del Rechtsstaat que
sujeto presuntamente esclarecido. exigía que las reglas de derecho poseyesen propiedades definidas" en bene-
Resumiendo, la crisis de la ley de la que da cuenta Schmitt ocultaba en ficio de un concepto puramente formal que requería tan sólo que toda la
realidad un ataque contra la realización de la democracia y servía como punto acción del Estado estuviera autorizada por ellegislador554 . Por lo demás, los
de partida para legitimar un sistema dictatorial. Por ello, Kelsen critica no
tanto las preferencias políticas de Schmitt, cuanto la defensa de las mismas
desde una perspectiva supuestamente científica y neutral. En palabras de 551
Vid. Kelsen, Esencia y valor de la democracia, cit., p. 37. M. Aragón confirma la retó-
Kelsen, "sólo por ofuscación o dolo puede sostenerse la posibilidad de la rica de la crítica schmittiana al parlamentarismo: "La división de la sociedad en clases ... con
intereses contrapuestos, no es obstáculo para que el parlamento (de composición política plu-
ral) represente a esa sociedad plural..., ni es obstáculo para que la ley sea producto de la deli-
547
beración, del acuerdo y del compromiso", "Estudio preliminar" a la obra de C. Schmitt, Sobre
C. Schmitt, Teoría de la Constitución, cit., p. 46.
548
el parlamentarismo, cit., p. XXIV.
J. A. Estévez, El Estado de Derecho liberal, cit., p. 137. 552
549
H. Kelsen, ¿Quién debe ser el defensor de la Constitución? (1931), trad. de R. Brie y
M. Kaufmann, Derecho sin reglas. Los principios filosóficos de la teoría del estado y Estudio preliminar de G. Gasió, Madrid, Tecnos, 1995, p. 61.
del Derecho de Carl Schmitt (1988), trad. de J. Malem Seña, México, Alfa, 1991. Vid. en espe- 553
C. Schmitt, Teoría de la Constitución, cit., p. 46.
cial las pp. 149 y ss. 554
550 C. Schmitt, La defensa de la Constitución, cit., pp. 210-211.
F. Hayek, Los fundamentos de la libertad, cit., p. 324.

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA

excesos políticos y jurisdiccionales cometidos en nombre de la ley precipi- co de la crisis de la ley; "el peor momento histórico para la ley como forma
tarían el nazismo 555 . de ordenación segura y general" 55 9.
P:ecisamente esta suerte de deformación del concepto de ley formal, que En el mismo sentido, sostiene J. A. García Amado que "el argumento de
no exige que se respete el procedimiento democrático, sería con toda proba- la indefensión teórica y moral derivada de la educación positivista fue utili-
bilidad una de las causas de que la teoría jurídica posterior a la Segunda zado reiteradamente como justificación y exculpación de la connivencia de
Guerra Mundial vinculase el nacionalsocialismo con el positivismo legalis- los jueces y juristas en general con la normativa nacionalsocialista" 560 , pero
ta y acrítico, que estima que "la ley es la ley". En particular, Radbruch res- dicho argumento se funda en una noción desfigurada del positivismo, inclu-
ponsabiliza de la barbarie nazi a la formación mayoritariamente positivista so del llamado positivismo legalista. En efecto, éste identifica a la ley por su
de los juristas del III Reich, para quienes el simple ropaje legal sería razón forma, es decir, por emanar de la voluntad del poder con independencia de
suficiente de legitimidad, cualquiera que fuera el autor y el contenido de la su contenido, pero la "forma" de ley, al margen de que presuponga un fun-
ley556 . De este modo, Radbruch se erige en adalid de un cambio de la cultu- damento democrático, exige unas garantías de seguridad en su formulación
ra jurídica en sentido "iusnaturalista": no se trata de que el Derecho con- y aplicación que fueron sistemáticamente desconocidas en el nacional-socia-
cuerde con un Derecho natural superior, ni de que sea justo en todos sus tér- lismo. Al contrario, fue el positivismo jurídico "el que recibió los ataques
minos, pero sí cabe decir que precisa una mínima orientación hacia la justi- tanto en Weimar, en el nazismo y tras 1945", pues, "de haber predominado
cia; es decir, para Radbruch, la ley no pierde su juridicidad por no ser justa, entre los juristas, no habría permitido otorgar validez, por inconstituciona-
salvo que su injusticia resulte extrema o insoportable557 . les, a las normas básicas de aquel ordenamiento, ni habría originado senten-
Pero la conexión entre el nazismo y el positivismo jurídico parece tener cias ilegales, ni Derecho secreto o retroactivo" 561 .
escaso fundamento 558 , al menos si se considera que los juristas comprome- Por lo demás, la concepción de la ley en el fascismo italiano resultaría,
tidos con el nazismo eran más bien partidarios del antiformalismo. Y, en como explica L. Prieto, sustancialmente idéntica a la nazi, aunque formula-
todo caso, parece absurdo calificar de fetichista de la ley a un ordenamien- da "en términos más moderados o menos irracionalistas" 562 . Con todo, sería
to como el alemán del período comprendido entre 1933 y 1945, que des- un error pensar que sólo los regímenes nacionalsocialista y fascista pervir-
cansa en la voluntad del führer, que no necesita cristalizar en normas gene- tieron la idea de ley en que se fundaba el Estado liberal, pues también la pri-
rales, y que otorga al juez discrecionalidad para decidir si la ley expresa o mera teoría jurídica soviética arremete contra ella por un doble motivo: de
no fielmente los intereses de la comunidad nacional (intereses vislumbra- un lado, porque la ley se considera una forma de pervivencia del viejo orden
dos por sus dirigentes políticos) gozando el juez en caso contrario de legi- zarista tras la revolución obrera; de otro, porque uno de los pilares de diCha
timidad para sentenciar al margen o en contra de la ley. Desde esta pers- revolución es justamente el compromiso de realizar la concepción marxista
;¡¡ pectiva, el triunfo del nacional-socialismo constituye el factor paradigmáti- del Estado, conforme a la cual la ley no puede ser otra cosa que un instru-
11¡

;¡¡
mento ideológico de la opresora clase burguesa, y, por tanto, ha de erradi-
carse563. Lo cierto es, sin embargo, que el nervio de la etapa siguiente a la
Revolución de Octubre estaría representado por el culto a la legalidad revo-
555 Prueba de la práctica desarticulación del sistema democrático sería la ley de Marzo de lucionaria, que pasa a ser vista como el vehículo de la construcción del
1933 en la que el Parlamento realiza una delegación en blanco, confiriendo plenos poderes al nuevo Estado soviético.
Canciller Hitler, I. De Otto, Derecho constitucional. Sistema de fuentes, cit., p. 183.
556
"El nacionalsocialismo se aseguró la sujeción de los soldados, por un lado, y de los
559
juristas, por otro, sobre la base de los principios 'Las órdenes son órdenes', que se aplica a los L. Prieto, "Del mito a la decadencia de la ley", cit., p. 21. Vid. del mismo autor Ideología
primeros, y 'Ante todo se han de cumplir las leyes', que se refería a los segundos", G. e interpretación jurídica, cit., p. 42.
560
Radbruch, "Leyes que no son Derecho y Derecho por encima de las leyes", en G. Radbruch, E. J. A. García Amado, "Nazismo, Derecho y filosofía del Derecho", Anuario de Filosofía
Schmidt y H. Welzel, Derecho injusto y Derecho nulo, ed. de J. M. Rodríguez Paniagua, del Derecho, VIII (1991), p. 345.
561
Madrid, Aguilar, 1971, p. 3. Ibíd., p. 357.
562
557
Vid. A. García Figueroa, Principios y positivismo jurídico, prólogo de L. Prieto, Madrid, L. Prieto, Ideología e interpretación jurídica, cit., p. 43.
563
Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 1998, pp. 374 y ss. Así lo explica U. Cerroni, El pensamiento jurídico soviético, trad. de V. Zapatero y M.
558 de la Rocha, Madrid, Edicusa, 1977, p. 122. Asimismo, F. A. Hayek rememora las opiniones de
E. Garzón Valdés, "Introducción" al volumen Derecho y filosofía, cit., p. 7.

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La persecución de estos dos objetivos aparentemente contradictorios, es concepto de ley voluntarista, puesto al servicio de (y subordinado a) las
decir, terminar con toda forma de legalidad y afianzar la legalidad revolu- cambiantes necesidades del proceso revolucionario. La crisis de la ley se
cionaria, puede explicarse a la luz de los acontecimientos que sirven de refe- cifraría aquí en que el cambio de manos del poder que supuso la revolución
rencia a la filosofía jurídica soviética. Inmediatamente después de la soviética no se tradujo en un perfeccionamiento de la concepción liberal-
Revolución, la ley se estigmatiza por encarnar el Derecho de la clase domi- democrática de la ley, en la racionalización del poder o en la garantía de una
nante, y se llama en su lugar a la conciencia jurídica de la clase oprimida564 mayor seguridad jurídica; al contrario, la ley es vista como la categoría que
con el objetivo de instaurar una sociedad sin diferencias clasistas, que haga formaliza la voluntad de la nueva clase dominante, definida autoritariamen-
innecesario disponer de un ordenamiento jurídico565 . Pero, entretanto esto te por los órganos estatales. Por ello, como dice Cerroni, la ejecución y apli-
suceda, también se es consciente de que las conquistas revolucionarias nece- cación de la ley debe en última instancia plegarse también a las exigencias
sitan del auxilio del Derecho. Así, un autor como Stuchka, de cuya implica- de la política tal y como vienen entendidas por la voluntad del órgano polí-
ción con los objetivos marxistas no cabe dudar, acaba por conformarse con tico569; esto es, no se prescinde de la ley, pero sólo en la medida en que no
una suerte de finalismo revolucionario como criterio de aplicación de la entre en conflicto con los requerimientos circunstanciales de la política.
legalidad zarista, porque ¿podría prescindirse -se pregunta Stuchka- de la Esta concepción de la ley, en la que se expresa la voluntad del poder pero
legislación, que es precisamente un elemento de reorganización de la socie- que, llegado el caso, puede ser eludida por ese mismo poder, además de
dad?566. En resumen, frente al postulado marxista de una sociedad sin debilitar la vinculac.ión d~l gobierno al Derecho, guiado aquél más por cri-
Derecho, cobra prioridad el afianzamiento de la legalidad revolucionaria, terios de oportunidad política que de respeto a la norma, estimulaba también
"que coincide con los intereses de la clase del proletariado y por tanto con el activismo de los órganos jurisdiccionales. Al igual que se postulaba en
su consciencia jurídica revolucionaria" 567 . Desde esta perspectiva no es de Alemania por el movimiento del Derecho libre, los jueces soviéticos vienen
extrañar que la filosofía política y jurídica "oficial" de la época estalinista, autorizados a soslayar lo dispuesto en la ley, aunque en este caso el expe-
encabezada por Vyshinsky, se basara en la exaltación del Estado y del diente no sea el Volkgeist, sino la voluntad y los intereses de la clase traba-
Derecho, repudiando las reducciones sociologistas frente a "la reafirmación jadora y campesina, que, como señala J. R. Capella, se identifica con la
de la normatividad, positividad y estatalidad del Derecho", lo que significa- voluntad del grupo dirigente en el Estado y en el Partido570 . En definitiva, y
ba "la marginación de la utopía de la «desaparición» del Derecho" 568 . aunque por motivos ideológicos diametralmente opuestos a los que anima-
En cualquier caso, el culto soviético a la legalidad no debe ocultar la cri- ron a los sistemas nacionalsocialista y fascista, también el Derecho soviéti-
sis de la ley en este sistema, pues el concepto de legalidad del que parte su co conocería la crisis de la ley, una crisis que se sustancia en la transgresión
teoría jurídica se halla manifiestamente alejado de los ideales ilustrados y de los procedimientos liberal-democráticos de producción jurídica, así como
democráticos que dieron vida al Estado liberal. Se trata en realidad de un en el olvido del principio de legalidad en la aplicación del Derecho, y, en
último término, en la impugnación de la filosofía jurídica del liberalismo
democrático en nombre del decisionismo o de la desnuda voluntad política.
algunos juristas en las que se expresa esta idea de que el Derecho es un fenómeno caduco y des-
tinado a desaparecer: en un manual de Derecho privado podía leerse la opinión del presidente Así pues, en el marco del Estado liberal, la crisis dellegalismo se inicia
del Tribunal Supremo soviético en 1927: "El comunismo no significa la victoria de la ley socia- con los sucesivos y cada vez más acentuados antiformalismos y con su
lista, sino la victoria del socialismo sobre la ley, pues, al abolirse las clases con intereses antagó- denuncia de un presunto fetichismo de la ley que abriría las puertas a un
nicos, la ley desaparece igualmente", F. A. Hayek, Los fundamentos de la libertad, cit., p. 326. Derecho social, popular o judicial. Pero esta concepción, llevada hasta sus
564 Vid. U. Cerroni, El pensamiento jurídico soviético, cit., p. 68.
últimas consecuencias por el Derecho Libre, parece entrar en contacto con
565
Afirma Stuchka que el Derecho es un ordenamiento de relaciones sociales "que sólo
puede ser objeto o resultado de la lucha de clases", y "si se produce la desaparición definitiva
de toda clase, automáticamente se vendrá abajo también el concepto puramente burgués de
569
«normas externamente obligatorias»", P. l. Stuchka, La función revolucionaria del Derecho y Así lo constata Cerroni: "Vyshinsky se daba cuenta de la necesidad de un funciona-
del Estado, trad. y prólogo de J. R. Capella, 2• ed., Barcelona, 1974, p. 246. miento jurídicamente regulado de las nuevas relaciones sociales, pero ... reducía esta necesidad
566
P. l. Stuchka, La función revolucionaria del Derecho y del Estado, cit., p. 167. del Derecho a una mera oportunidad política", ibíd., pp. 97 y 125.
570
567
Ibíd., p. 174. J. R. Capella, "Prólogo" a P. l. Stuchka, La función revolucionaria del Derecho y del
568 Estado, cit., p. 13.
U. Cerroni, El pensamiento jurídico soviético, cit., p. 93.

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ideologías políticas totalitarias, arruinando no sólo el concepto ilustrado y puedan gozar pacíficamente de sus bienes y hacer el mayor uso posible de
revolucionario de ley, sino incluso el que se había perfilado en el pensa- su libertad para llevar a cabo sus propios fines. La ley cumple, pues, un
miento liberal del XIX, que, con todas sus insuficiencias desde el punto de doble papel: de un lado, el de realizar lo necesario (y sólo lo necesario) para
vista de la democracia constitucional o liberal, permanecía en la línea ide- que se den tales condiciones de seguridad e igualdad formal; de otro lado, el
ológica del Estado de Derecho. Los totalitarismos operarían, en efecto, una de servir de trinchera a la arbitrariedad del poder o reforzar la rígida barrera
suerte de hundimiento moral de la idea de ley, ya fuera desacreditando en que debe mediar entre la sociedad y el Estado. En cambio, en el Estado
sede doctrinal o judicial la legitimidad de leyes aprobadas con la interven- social, la ley se convierte en un instrumento fundamental del poder público
ción de los partidos políticos, ya dictando normas que, bajo el nomen iuris para transformar la sociedad. En concreto, el Estado social ve en la ley un
de leyes, incumplían de todo punto los requisitos de validez a la luz de una mecanismo para redistribuir solidariamente los recursos y así reducir las
constitución política liberal-democrática. diferencias económicas, sociales y culturales. Las leyes del Estado social
son leyes que intervienen en la economía, que disponen la creación de infra-
estructuras, que establecen la prestación de servicios públicos, que velan por
que todos los ciudadanos tengan cubiertas las necesidades básicas, etc. En
2. La crisis de la ley en el Estado social palabras de A. E. Pérez Luño, "sin renunciar a las garantías jurídicas del
Estado de Derecho, el Estado social de Derecho ha supuesto además la
2.1. Inflación legislativa y crisis de la estabilidad, generalidad y abstrac-
garantía material de los postulados liberales y libertades formales proclama-
ción de la ley
dos por el Estado liberal de Derecho, lo que ha exigido profundos cambios
El Estado liberal representó para la ley un período de luces y sombras. en sus técnicas operativas ... el Estado social de Derecho ha entrañado una
Si, de un lado, el principio de legalidad y de supremacía de la ley pareció ser fórmula de compromiso entre la defensa de las libertades tradicionales de
cuando menos el ideal de dicho modelo político, de otro lado pudieron desa- signo individual y las exigencias de la justicia social" 571 .
rrollarse en su seno fenómenos de distinta índole de los que ya se ha dado La gestación ideológica del Estado social tiene lugar a mediados del
noticia y que, en conjunto, deterioraron tanto la realidad política y jurídica siglo XIX, coincidiendo con la agudización de la lucha de clases 572 • La revo-
de la ley como su imagen de racionalidad en el ámbito de la teoría del lución industrial genera una sociedad más próspera que nunca, pero al
Derecho; en particular, la crisis traumática del Estado liberal y su naufragio mismo tiempo las ciudades concentran bolsas de pobreza, el trabajo en las
en el totalitarismo tuvo los efectos devastadores que ya conocemos. Sin fábricas da lugar a nuevos riesgos de accidente y enfermedad y, en general,
embargo, cabe hablar de otra crisis del Estado de Derecho, esta vez cons- la vida social se hace más interdependiente. A estas circunstancias se suma
tructiva, que impulsó una segunda versión del mismo, el Estado social, que un cambio en la visión de las situaciones de desvalimiento y pobreza. La
no dejaría tampoco de proyectarse en la cuestión que nos ocupa. miseria, que tradicionalmente se había considerado un fenómeno natural de
El Estado social, en efecto, no supone una ruptura con el Estado de la sociedad, incluso imputable a las personas víctimas de ella, y en conse-
Derecho, sino más bien una segunda versión del mismo que comienza por cuencia, sólo merecedora de la caridad privada, pasará a plantearse como un
incorporar las exigencias fundamentales del modelo liberal, como la instau- problema social del que es razonable que se ocupe el Estado 573 • L. Blanc, los
ración de un orden jurídico basado en la igualdad ante la ley y en la sumi- neokantianos, los socialistas de cátedra, los fabianos -entre otros- ponen de
sión de los poderes públicos al ordenamiento. La diferencia reside en que relieve que permitir que una gran parte de la sociedad viva en la miseria
ofrece una nueva visión del Estado y de sus funciones. Mientras que el resulta intolerable desde los propios postulados del liberalismo. La dignidad
Estado liberal parte de una visión "negativa" del poder político, en el senti-
do de que éste es considerado una amenaza potencial para los derechos del
individuo, el Estado social se apoya en una valoración "positiva" del mismo, 571
A. E. Pérez Luño, Derechos humanos, Estado de Derecho y Constitución, s• ed.,
poniendo el acento en su capacidad para lograr fines o metas sociales. En el Madrid, Tecnos, 1995, p. 226.
572
Ibíd., p. 223.
Estado liberal, el poder público tiene licencia para (y sólo para) garantizar 573
Vid. F. J. Contreras Peláez, Defensa del Estado Social, Universidad de Sevilla, 1996, pp.
un clima de orden, seguridad e igualdad formal, a fin de que los individuos 11 y SS.

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de las personas no es compatible con lacerantes situaciones sociales de No creo que esta polémica resulte aquí del todo relevante: ya considere-
carencias materiales. Para que el ejercicio de la libertad se halle al alcance mos que el Estado social ha representado un decisivo avance en la conquista
de todos no basta, por tanto, con que el Estado no interfiera o se inmiscuya de la igualdad, ya lo entendamos como una válvula de escape de las contra-
en los planes de los individuos, sino que es preciso que actúe, es decir, que dicciones del capitalismo para asegurar su propia subsistencia, lo cierto es
legisle y que adopte medidas para que todos los individuos puedan ser real. que el Estado social o, si se prefiere, el Estado social y democrático de
mente autónomos. El Estado social, en fin, no sólo se hallaría en la misma Derecho (art. l. C.E), presenta una peculiar fisonomía desde la perspectiva de
línea o concepción filosófico-política que el Estado liberal, sino que repre- la producción del Derecho y del papel atribuido a la ley. En particular, el
sentaría la más cabal realización de éste574 . Desde esta perspectiva, la ley no Estado social parece encerrar algunos riesgos importantes para lo que fue
tiene por qué abandonar en principio su lugar central, pero sí claramente nuestro concepto ilustrado de ley: la inflación legislativa y el deterioro de las
transformar su función. cualidades de perdurabilidad, generalidad y abstracción. Y es que las funcio-
Con todo, el sentido político del Estado social es cuestión discutida. Cabe nes que se encomiendan al legislador y, en general, a los poderes públicos una
ver en él efectivamente una prometedora empresa para convertir en reales los vez que se quiebra la rígida separación entre Estado y Sociedad parecen difí·
derechos y libeitadesformales enunciados por el liberalismo, y este es el sig- ciles de conjugar tanto con la economía legislativa que recomendaba que
nificado que puede atribuirse al proceso de constitucionalización de los dere.., "cuantas menos leyes, mejor", como con las que habían sido las plincipales
chos económicos, sociales y culturales 575 , no plena y satisfactoriamente cul- virtudes estructurales de la propia ley en la concepción ilustrada.
minado por otra parte576 . Sin embargo, en la obra Estado de Derecho y socie- De entrada, parece lógico que el postulado de la escasez de las leyes haya
dad democrática, E. Díaz ofrecía una imagen algo más negativa del Estado de experimentar un fuerte retroceso ante una organización política llamada
social como fórmula política destinada a perpetuar en el fondo un modelo a intervenir en el curso de la economía y con vocación para tomar parte en
económico injusto y donde el poder público no procura el bienestar porque la solución de todo tipo de problemas sociales. El incremento del volumen
sea un objetivo valioso en sí mismo, sino porque (y en la medida en que) de leyes responde, por tanto, a la necesidad de dictar normas que regulen el
resulte conveniente para el funcionamiento del sistema capitalista. Considera funcionamiento de la economía y la prestación de los servicios públicos
por ello E. Díaz que la fórmula "Estado social" no es capaz de remediar las (educación, sanidad, transporte, etc.), es decir, obedece al hecho de que los
deficiencias del Estado liberal y propone como alternativa a ambos la con- poderes públicos han pasado a ocuparse de muchas materias que en el
junción e institucionalización de socialismo y democracia en el "Estado Estado liberal quedaban a la libre disposición de los particulares. G.
democrático de Derecho: el socialismo de éste será así el resultado de la supe- Capograssi advertía de que el Estado social iba a generar una avalancha nor-
ración del neocapitalismo propio del Estado social de Derecho" 577 . mativa, debido a que cuando el poder público pasa a gestionar actividades
directas de la práctica social, norma pública y norma privada tienden a iden-
tificarse578. Del mismo modo que se difumina la barrera entre sociedad y
574
Ibíd., pp. 107-131. Estado, la línea que separa al Derecho privado del público es cada vez
575
Ibíd., pp. 41 y SS. menos nítida o, si se quiere, todo el Derecho adquiere el carácter de Derecho
576
Como indica L. Ferrajoli, "la enunciación constitucional de Jos derechos sociales a pres-
taciones públicas positivas no se ha visto acompañada de la elaboración de garantías sociales
o positivas adecuadas", L. Ferrajoli, "Derechos fundamentales", en Derechos y garantías. La 578 G. Capograssi, "L'ambiguita del diritto contemporáneo", en VV. AA .. , La crisis del
ley del más débil, cit., p. 63.
577
Diritto, Padua, CEDAM, 1953, p. 26. Hay trad. cast. de M. Cheret, Buenos Aires, Ediciones
E. Díaz, Estado de Derecho y sociedad democrática, cit., p. 113. En Jo esencial, E. Díaz Jurídicas Europa-América, 1961. Este compendio de artículos sobre la crisis del Derecho se
mantiene esta noción del Estado social en el trabajo "Estado de Derecho y legitimidad democrá- ocupa, en buena medida, de la escasa capacidad explicativa de la noción liberal de ley confor-
tica", en E. Díaz y J. L. Colomer (eds.), Estado, justicia y derechos, Madrid, Alianza Editorial, me se afianza el Estado social. En relación con este tema, vid. Jos trabajos coetáneos de P.
2002, pp. 91 y ss. J. R. Capella participa de una idea semejante a la de E. Díaz en la descrip- Mossa, "La crisi del Diritto in Europa", Nuova Rivista de Diritto Commerciale, IV (1951), pp.
ción del Estado intervencionista y asistencial y su relación con el capitalismo, y señala que la 211 y ss.; de G. del Vecchio, "La crisis del Estado", en Persona, Estado y Derecho, trad. de M.
denominación de Estado Social o del Bienestar tiene carácter apologético, J. R. Capella, Fruta Fraga, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1957, pp. 410 y ss. La continuidad de temática
prohibida. Una aproximación histórico-teorética al estudio del derecho y del estado, Madrid, de la crisis de la ley se pone asimismo de manifiesto en el número monográfico que los Archives
Trotta, 1997, pp. 180-182. de Philosophie du Droit dedican "Le depassement du Droit", núm. 8° (1963).

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público 579 . Así, por ejemplo, la contratación privada, tradicionalmente regi- La proliferación normativa propicia, en primer lugar, que se legisle de
da por el principio dispositivo o de autonomía de la voluntad, se convierte modo apresurado e irreflexivo, lo que es patente en los defectos morfológi-
en objeto de disposiciones imperativas que pretenden tutelar los intereses de cos, sintácticos y semánticos de los que adolecen las leyes. Las leyes efecti-
la parte negociadora más débil. El paradigma de contrato con mayores res- vamente presentan defectos morfológicos como las erratas, y defectos
tricciones a la libertad pegocial es el laboral, pero el fenómeno se ha exten- sintácticos, como las oraciones mal construidas, que repercuten en una infe-
dido en las leyes que pretenden tutelar a consumidores, suscriptores de póli- rior calidad semántica; aunque la calidad semántica no se deteriora exclusi-
zas de seguro, propietarios de pequeñas empresas, etc., frente al hecho de vamente como consecuencia de tales defectos morfológicos o sintácticos,
que sólo tengan la posibilidad de adherirse o rechazar enteramente las con- sino también por incurrir en irracionalidades en el nivel semántico propia-
diciones generales de contratación impuestas por las entidades financieras y mente dicho: por ejemplo, afectaría a la racionalidad semántica la utilización
las grandes empresas. de términos y expresiones ambiguas, o el empleo de términos o expresiones
Por lo demás, el aumento del número de leyes se explica también porque incorrectas desde el punto de vista del significado estipulado en el mundo
la técnica decimonónica de agrupar en un código toda una materia ha retro- jurídico, así como la práctica de prescindir del uso de términos o expresio-
cedido frente a la aprobación de múltiples leyes de forma independiente o nes ampliamente difundidos entre la jurisprudencia y la doctrina, etc. Parece
aislada. En palabras de N. Irti, "el período histórico, que se abre con la cierto que a medida que la legislación adquiere mayor frondosidad, se incre-
segunda posguerra, será quizás recordado como el de la edad de la descodi- mentan los riesgos indicados.
ficación: de una cotidiana y penetrante conquista de territorios por parte de Pero la inflación legislativa no sólo provoca una inferior calidad lingüís-
las leyes especiales" 580 . tica, sino que, en segundo lugar, lesiona el carácter sistemático del ordena-
La inflación legislativa significa, por tanto, un crecimiento desmesurado miento: cuantas más materias o más aspectos de una materia hayan de ser
de las leyes, crecimiento que incluso puede parecer necesario para dar cum- afrontados por el legislador, y cuanto más rápidamente se hayan de modifi-
plimiento a las nuevas funciones estatales, pero que tampoco resulta gratui- car, mayor será la dificultad para alcanzar la coherencia y unidad del dere-
to, pues presenta consecuencias negativas, sobre todo desde la perspectiva cho. Así, es altamente probable que smja un conflicto normativo si la nueva
del conocimiento del Derecho y del valor de la certeza. Carnelutti se ade- creación o la modificación de una ley no se acompaña de diligencia por parte
lantaba a muchas de las observaciones que en la actualidad se formulan en del legislador para dejar claro qué aspectos del régimen jurídico precedente
el discurso sobre la crisis de la ley: "los inconvenientes de la inflación legis- quedan derogados, qué aspectos siguen formando parte de la legislación
lativa no son menores que los debidos a la inflación monetaria: son como vigente, cuáles son las principales novedades que se introducen, etc. En
todos saben los inconvenientes de la desvalorización. Por desgracia, lo suma, la inflación legislativa, que se manifiesta en el desequilibrio entre la
mismo que nuestra lira, también nuestras leyes valen hoy menos que las de producción normativa y la capacidad de los ciudadanos e incluso de los pro-
otros tiempos ... la producción de las leyes, como la producción de merca- fesionales del Derecho para conocer las normas 582 , no obedecería sólo al
derías en serie, se resuelve en un decaimiento del cuidado en su construc- puro crecimiento nomativo, sino también a la falta de preocupación del
ción. Pero lo más grave está en que al crecer su número no consiguen ya lle- legislador por coordinar las regulaciones viejas y las nuevas.
nar su función, ... dar a los hombres la certeza del derecho ... ; El ordena- Con todo, las dificultades para la inteligibilidad de las leyes a menudo
miento jurídico, cuyo mayor mérito debiera ser la simplicidad, ha venido a obedecen a factores distintos a la simple falta de esmero en la presentación
ser por desgracia un complicadísimo laberinto en el cual, a menudo, ni aque- morfológica, sintáctica y semántica de las leyes, algo que, como hemos
llos que debieran ser los guías, consiguen orientarse"58I.

582
A. E. Pérez Luño resalta las consecuencias perniciosas del aumento del volumen de
leyes mediante el término hipertrofia legislativa o legal polution, El desbordamiento de las
579 fuentes del Derecho, Discurso de ingreso en la Real Academia Sevillana de Legislación y
"Tout devient droit public", denunciaba G. Ripert en Le déclin du Droit, cit., pp. 37 y ss.
580
N. Irti, La edad de la descodificación, cit., p. 33. Jurisprudencia, Sevilla, 1993, p. 80. A este mismo factor de crisis de la ley en el Estado social
581
F. Carnelutti, Cómo nace el Derecho, 3• ed., trad. de S. Sentís y M. Ayerra, Santa Fe de se refiere J. L. Díez Ripollés con la expresión "activismo normativo", J. L. Díez Ripollés, La
Bogotá, Temis, 1997. racionalidad de las leyes penales. Práctica y teoría, Madrid, Trotta, 2003, p. 68.

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dicho, viene propiciado por la redacción apresurada de las mismas, o a la puede usar el mecanismo de la ley como un instrumento, una herramienta,
escasa labor preventiva por parte del legislador de los conflictos entre la nor- un medio para conseguir, no un fin general o de alcance general, sino un fin
mativa antigua y la abundante normativa nueva, parcialmente distinta y par- concreto: instalar un parque de atracciones, enfrentar una catástrofe, liberar
cialmente coincidente en su objeto de regulación. En ocasiones el legislador a unos presos, y cosas similares"588 •
utiliza consciente o premeditadamente un lenguaje equívoco e impreciso, La baja generalidad y abstracción de las leyes se liga no sólo a la nece-
esto es; irracional desde el punto de vista semántico, o descuida la coheren- sidad de tomar medidas circunstanciales y cambiantes, sino también a la que
cia con el resto del ordenamiento: la necesidad de conciliar en una misma ley sería función fundamental del Estado social, a saber: la utilización del
intereses y valores heterogéneos e incluso contrastantes, o, lo que es lo Derecho para modificar las estructuras socioeconómicas. En este sentido,
mismo, obtener una ley respaldada por muy diversos grupos políticos y socia- señala F. Rubio Llorente que en la actualidad el Estado "persigue fines pro-
les, es un objetivo que a veces sólo puede alcanzarse a costa de cláusulas más pios", entre los que destaca la intervención en la estructura social y econó-
o menos retóricas en detrimento de la claridad y de la sistematicidad583 . mica; intervención que seguramente hace imposible "legislar siempre en tér-
Pero la inflación legislativa o el incremento desmesurado de leyes no es minos de absoluta generalidad". Así, continúa Rubio, "ni las leyes de vigen-
la única manifestación significativa de la crisis de la ley en el Estado social. cia temporal limitada ni las que favorecen a un sector concreto de la socie-
No sólo es que hay más leyes, sino que éstas son distintas: los ideales de la dad o fomentan unas actividades y obstaculizan otras pueden ser considera-
generalidad y abstracción, de la perdurabilidad o estabilidad de la ley son sin das en nuestro tiempo como fenómenos aberrantes ... Esta generalidad es
duda difíciles de mantener cuando los poderes públicos pretenden dar res- inexcusable en los derechos de libertad, respecto de los que sólo cabe la pari-
puesta a problemas sociales que se plantean en un contexto marcado por el ficación total, pero no resulta igualmente necesaria (y a veces es imposible)
vertiginoso ritmo de los cambios económicos, científicos, tecnológicos, etc. en los derechos de prestación" 589 .
Las materias se regulan, y al poco tiempo se hace preciso acometer su refor- Así pues, desde la perspectiva del Estado social, la pérdida de generali-
ma: "la transformación y la mudanza parecen haberse convertido en los dad de las leyes obedece al menos en parte al papel que éstas deben cumplir
fenómenos distintivos de nuestra época. Su amplitud y profundidad se han en la articulación de las demandas de los diferentes grupos que integran la
dejado sentir en casi todas las esferas de la vida y, por descontado, en la vida sociedad. Sin duda, algunas regulaciones habrán de seguir siendo universa-
del Derecho" 584 . Dado que en el Estado social el legislador se convierte en les, pero otras, en especial las que tienen por objeto la prestación de algunos
receptor de los cambios sociales, se ve compelido al ajuste periódico de las servicios públicos, serán específicas o estarán destinadas a determinados
leyes 585 , o al dictado de normas ad hoc, destinadas a perder su sentido tan colectivos sociales o culturales. Se produce así una falta de generalidad y
pronto como cambien las circunstancias que las motivaron 586 . En lugar de abstracción relativa, que refleja el éxito de determinadas opciones políticas
leyes parece que se disponen medidas587 : "el legislador -escribe F. Laporta- que logran insertar en la ley las justas reivindicaciones de los colectivos a
los que dicen representar y defender; esto es, la pérdida de homogeneidad
583
puede estar justificada por la obligación del legislador de compensar la
G. Zagrebelsky, El derecho dúctil, cit., p. 37.
584
A. E. Pérez Luño, El desbordamiento de las fuentes del Derecho, cit., p. 75. Que la esen-
situación de desventaja económica o social en la que se hallan determinados
cia de la ley se ha transformado y en vez de reflejar regulaciones generales es en ocasiones sólo grupos, y en este sentido podría calificarse como consustancial a las funcio-
la expresión de reglas temporales o excepcionales, fue ya constatado por G. Capograssi nes que debe asumir la ley en el Estado social.
("L'ambiguita del diritto contemporaneo") y G. Ripert ("Evolution et progress du droit") a
mitad del siglo pasado. Ambos trabajos en La crisi del Diritto, cit.
585
M. Atienza, Introducción al Derecho, cit., p. 78. Ch. Starck, El concepto de ley en la Constitución alemana, cit., pp. 77 y ss, y pp. 344 y ss. Sobre
586
G. Zagrebelsky, El derecho dúctil, cit., p. 37. el mismo tema, vid. C. Mortati, La legge provvedimento, Milán, Giuffre, 1958. Una obra de
587
El término Massnahmegesetze fue acuñado por E. Forsthoff, inspirándose en la distin- referencia es el libro de J. A. Montilla, Las leyes singulares en el ordenamiento espaiiol,
ción de Schmitt entre ley y medida. Para este autor, la ley-medida es el reflejo de que la socie- Madrid, Civitas, 1994.
588
dad es víctima de un intervencionismo estatal incompatible con el Estado de Derecho. Vid. E. F. Laporta, "Materiales para una reflexión sobre la racionalidad y ciisis de la ley", cit., p. 325.
Forsthoff, El Estado en la sociedad industrial (1971), trad. de L. López Guerra y J. Nicolás Vid. del mismo autor "El deterioro de las leyes", Claves de razón práctica, 142 (2004), pp. 24-31.
589
Muñiz, Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1975. Starck, en cambio, considera que las F. Rubio Llorente, "Principio de legalidad", en La forma del poder (Estudios sobre la
leyes-medida constituyen un problema menor si se consideran los beneficios del Estado social, Constitución), Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1993, pp. 362 y s.

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Con todo, puede suceder que el déficit de generalidad y abstracción no la justicia son efectivamente grave.s eleiT_Ientos de .dis.función \"justice dela-
responda a la realización de los postulados del Estado social, esto es, de la ed is justice denied''), y estas disfunciOnes perJUdican particularmente a
igualdad real o sustancial, sino al desarrollo de una práctica legislativa acaso ~uienes se hallan en una situación socio-económica más débil.
viciada o alejada de los cánones de la deliberación racional y pública. Un segundo ejemplo de práctica legislativa que da lugar a normas de
Ejemplos de falta de generalidad y abstracción vinculada a un uso no orto- bajo grado de generalidad y abstracción sería la legislación c~rente de ob~e­
doxo, si se quiere fraudulento, de los procedimientos democráticos se pone to definido u homogéneo. Se trata de leyes que regulan cuestiOnes muy. dis-
de manifiesto, en primer lugar, en leyes particulares o que benefician clara- pares o inconexas y que, en consecuencia, no pueden compartir u~ misn;o
mente a determinados individuos o grupos, pero no precisamente porque tal ámbito de aplicación personal y temporal. La factura de leyes de objeto muZ-
beneficio sea aceptable en razón de la situación de especial desventaja tiple suele ser una consecuen~ia de .lo que pudié~a~os lla.mar el regateo polí-
económica, social o cultural, sino porque el colectivo en cuestión tiene poder tico: en ocasiones, ante la evidencia de que sena Imposible obtener el con-
para presionar la toma de una decisión conveniente a sus intereses o ideales. senso en torno a una determinada cuestión, se opta por abordar varias con-
Dicho de otro modo, una ley particular puede ser fruto de una discusión par- juntamente, de manera que cada una de ellas se convierte en ~~neda de
lamentaria que llega a la conclusión de que es justo favorecer a cierto grupo cambio frente a las demás. Es decir, en estas leyes se pone de mamfiesto que
socialmente marginado o postergado. Pero este tipo de leyes puede ser tam- las fuerzas políticas no se dedican a discutir cuál sería la regulación más
bién fruto de la presión de lobbies que se dirigen con promesas o amenazas cabal de cada aspecto, sino a ceder frente a otras fuerzas aunque no estén de
a las fuerzas políticas para que se elaboren leyes que les beneficien590 , acuerdo con ellas, a cambio de no encontrar oposición en relación con algún
Naturalmente, no siempre será fácil distinguir entre una y otra situación y, otro aspecto de su interés 592 .
por lo demás, es una cuestión que queda librada al juicio ético o político, Las patologías del sistema se manifestan, en tercer lugar, en las leyes que
pero no cabe duda de que el abandono de las leyes generales y abstractas llevan el sello del partido político de turno, de modo que su destino no es
propicia regulaciones no igualitarias y eventualmente discriminatorias. perdurar indefinidamente sino ser modificadas conforme se altera la relación
Taruffo, por ejemplo, ha llamado la atención sobre algunas leyes proce- de fuerzas 593 . Estas leyes "de partido" evidencian también una práctica legis-
sales que se apartan de las cualidades de generalidad y abstracción, pero no lativa basada más en la negociación que en la deliberación racional y públi-
precisamente en nombre de la igualdad sustancial, sino más bien con el ca, pues su contenido no siempre se ajusta a la regulación que honestamen-
propósito de consagrar en el plano jurídico una previa situación discrimina- te se considera más adecuada para solucionar un problema social, sino que
toria, de discriminación positiva o negativa. En realidad, las leyes procesales refleja los intereses de un partido que dispone de mayoría o de los apoyos
especiales pueden tener origen en causas distintas, pero muchas veces se for- precisos para no tener que deliberar con el resto de fuerzas políticas. La ley
mulan a instancia de colectivos interesados en una tutela jurisdiccional más no refleja el resultado de un proceso de debate abierto y guiado por el propó-
eficiente que la ordinaria: bancos, aseguradoras y, en general, las grandes sito de ofrecer una regulación más o menos perdurable, sino la posición que
empresas pueden resolver sus conflictos y hacer valer sus derechos de crédi- interesa al grupo mayoritario, respaldada, si es necesario, por otras fuerzas
to con relativa celeridad, al mismo tiempo que se benefician de la lentitud de políticas que obtienen a cambio del apoyo alguna ventaja594 .
la justicia ordinlliia para resistir hasta el último momento si su posición es la
de deudor5 91 • Por lo demás, la crisis de la ley procesal que se evidencia en una
tutela judicial carente de homogeneidad pone de relieve otro aspecto signifi- 59 2 Explica P. Salvador Coderch que en el Derecho norteamericano estas leyes se denomi-

cativo de la legislación procesal: su falta de eficacia y efectividad o, lo que es nan Omnibus Bill. Frente a ellas se ensaya la técnica legislativa consistente en exigir la absolu-
lo mismo, su falta de funcionalidad. Los costes y sobre todo los retrasos de ta correspondencia entre el título de la ley y el articulado o parte expositiva, P. Salvador
Coderch, "El título de las leyes", en GRETEL (Grupo de Estudios de Técnica Legislativa),
Curso de Técnica Legislativa. Serie de técnica legislativa /, Madrid, Centro de Estudios
Constitucionales, 1989, p. 49
590 De este modo, escribe Zagrebelsly, "la inestabilidad es máxima y se hace acuciante la 593 Vid. la contribución de G. Amato en el volumen La crisi della legislazione. Studiosi e
exigencia de protección frente a la ocasionalidad de los acuerdos particulares que impulsan la politici a confronto, a cura di C. Mignone, Padua, CEDAM, 1997, pp. 3 Y ss.
legislación", G. Zagrebelsky, El derecho dúctil, cit., p. 38. 594 G. Zagrebelsky insiste en la mutabilidad o falta de estabilidad de la legislación como
591
M. Taruffo, "Racionalidad y crisis de la ley procesal", Doxa 22 (1999), pp. 311 y ss. consecuencia del fenómeno de "contractualización" de las leyes, El derecho dúctil, cit., p. 38.

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UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA
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GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

En suma, en el marco del Estado contemporáneo parece que las leyes, derechos, de modo que por escasa que sea su fuerza para influir en la deci-
además de multiplicarse, pierden generalidad, abstracción y estabilidad en sión final, nunca se verá presionada a renunciar o transigir sobre algunos de
atención a regulación más concreta y cambiante, más atenta a las especiali- ellos para salvaguardar otros, pues no puede perderlos en ningún caso. De
dades si se quiere; pero no toda ley que ofrece alguna circunstancial posi- ahí que el procedimiento para defender intereses de parte no pueda ser úni-
ción de ventaja para determinado grupo ha de responder a las saludables camente la negociación, basada en la fuerza de cada una de las partes, sino
exigencias de igualdad que estimula la versión social del Estado de Derecho. la exposición de los argumentos o razones que hagan plausible que la ley no
En ocasiones, como ya se ha dicho, la ley particular y concreta es el resulta- atenta (o al menos no afecta de modo intolerable o desproporcionado) con-
do de influencias y presiones de "elementos" sociales con fuerza (bancos, tra los derechos y claves de justicia reconocidos como innegociables 597 • En
corporaciones profesionales, partidos políticos, Estados, organizaciones suma, en una democracia constitucional las leyes no deberían presentarse
internacionales, etc.) para inclinar a su favor el contenido de la legislación. como reflejo de la coyuntura de fuerzas políticas, económicas, sociales, etc.,
Creo que son estas influencias veladas de los poderes fácticos sobre el con- existente en cada momento, sino como basadas en las convicciones comu-
tenido de la ley, y no la legítima defensa de intereses y valores plurales, el nes de los ciudadanos y en la común aceptación de valores o prioridades 598 •
blanco de las críticas de Irti a propósito de una ley que se elabora en el con- En suma, la crisis de la ley en la actualidad es producto de la tensión
texto de "una sociedad pulverizada, que no se reconoce en una común esca- entre dos grupos de valores, que a su vez responden a la preferencia por dos
la de valores y se descompone en la variedad de los grupos y de las cate- distintas concepciones del Derecho. De un lado, la seguridad jurídica, la
gorías económicas" 595. igualdad formal y la autonomía individual como manifestación del modelo
Ciertamente, es posible que de facto la legislación se haya convertido en liberal; de otro lado, la solidaridad y la igualdad sustancial como manifesta-
un proceso negocia! de do ut des, semejante al de los contratos, es decir, un ción del paradigma del Estado social. Para realizar los primeros basta con
proceso en el que, al igual que en el mercado, se persiguen ventajas particu- una legislación escasa, perdurable, general, abstracta, sencilla, sistemática,
lares y en el que los medios para convencer al resto de las partes implicadas etc. Pero el logro de fines, como la garantía de las necesidades básicas, pare-
son las promesas y las amenazas. De hecho, en ocasiones es el propio orde- ce estimular, siquiera sea tendencialmente, todo lo contrario: una legislación
namiento el que favorece esta "contractualización" de la ley, dando entrada más abundante, puesto que es el instrumento de las incursiones del poder
en el procedimiento legislativo a los grupos de interés 596 . público en una gran cantidad de aspectos de la vida social; más cambiante,
Sin embargo, no creo que la negociación sea el modelo de toma de deci- por la necesidad de actualizarla a las nuevas circunstancias (aunque a veces
siones constitucionalmente establecido, y así lo probarían los límites consti- sea excesiva y desborde la capacidad de los individuos y de los operadores
tucionales al contenido de las decisiones legislativas. Es verdad que el plu- jurídicos para conocer el Derecho vigente); más compleja y realizada con el
ralismo político es uno de los componente axiológicos de nuestras democra- apoyo de técnicos y especialistas (aunque quizás también menos susceptible
cias y se realiza en virtud de un modelo de legislación que permite dar entra- de ser enjuiciada por la opinión pública); más atenta a las peculiaridades
da a intereses, preferencias, ideas, etc., de muy distinto tipo. Pero las cons- económicas, sociales y culturales de los destinatarios (aunque también más
tituciones actuales reconocen junto al pluralismo político derechos y princi- propensa a originar discriminaciones injustificadas). El reto, por tanto,
pios de justicia que ninguna decisión política, por muy mayoritaria que sea, habría de consistir en conjugar los dos grupos de valores: propiciando la
puede llegar a anular. Es decir, toda minoría tiene garantizados una serie de construcción del Estado social pero respetando al mismo tiempo las virtudes
ilustradas de la ley. Que ello sea posible no es cuestión que pueda respon-
595
N. Irti, La edad de la descodificación, cit., p. 80.
596
A este respecto, C. De Cabo trae a colación la reforma de los Estatutos de la Comisión 597 Con todo, J. R. de Páramo considera que la negociación de intereses de parte no se halla
General de Codificación, consistente en autorizar al presidente de la misma para que acuerde la
necesariamente en contradicción con la deliberación racional democrática, "Democracia, pre-
audiencia en el seno de los grupos de trabajo de representantes de los sectores sociales, profe-
ferencias y negociación", Revista de Ciencias Sociales, Publicación de la Facultad de Ciencias
sionales o económicos cuyos intereses puedan verse singularmente afectados. De este modo,
Sociales de la Universidad de Valparaíso (Chile), núm. 45 (2000), pp. 655-689.
enfatiza el autor, se introduce "el elemento «negociador» fuera del parlamento y del procedi-
598 P. Barcellona, "Legislazione e consenso sociale", en AA.VV, Il parlamento tra crisi e
miento parlamentario con todo lo que supone de elusión de sus virtualidades garantistas", C. de
Cabo, Sobre el concepto de ley, Madrid, Trotta, 2000, p. 108. riforma, presentación de P. Ingrao, Milán, Franco Angeli, 1985, p. 49.

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derse aquí, pero en cualquier caso constituye una razón más en favor de la "si se utiliza una norma con rango de ley para desarrollar medidas de admi-
revitalización de una ciencia de la legislación. nistración, entonces se hurtan esas medidas al control ordinario de legalidad
y se proyectan directamente sobre la Constitución todas las tareas de control
de la Administración" 602 .
2.2. La hipostenia legislativa La hipostenia legislativa, por otra parte, se pone de manifiesto no sólo en
Inflación legislativa, constante mutación de las leyes, pérdida de sus rl evidente protagonismo de las instancias gubernativas en las fases de pre-
cualidades estructurales de generalidad y abstracción, son todos síntomas paración y de ejecución de la ley, sino también en la propia fase legislativa.
de la crisis de la ley que tal vez revelan su propia falta de adecuación para De un lado, porque los ordenamientos suelen dotar de fuerza de ley a cier-
los momentos actuales. Es lo que Pérez-Luño ha denominado "hipostenia tos tipos de normas dictadas por el gobierno (decreto-ley y decreto legislati-
legislativa" 599 , que se cifra básicamente en un desplazamiento del poder vo). De otro, porque el legislador puede redactar conscientemente normas
desde las instancias legislativas hacia las instancias gubernativas: la ley no con tal grado de vaguedad o imprecisión que apenas posean contenido regu-
es un instrumento normativo que permita desempeñar satisfactoriamente lativo603, a fin de que las lagunas sean subsanadas por la administración6D4.
las tareas estatales, y en todo caso resulta menos adecuada que la normati- Es evidente que la legislación en blanco, a la completa disposición de nor-
va administrativa, entre otras razones porque el diseño de la institución mas reglamentarias, representa un importante factor de crisis de la ley 605 , al
legislativa no está pensado para regular la compleja actividad de los pode- menos desde el punto de vista de un sistema de gobierno basado en el
res públicos en el Estado contemporáneo; la consecuencia es un creciente monismo parlamentario.
protagonismo del poder gubernativo en la configuración del sistema y en la En efecto, en un sistema político donde el parlamento es el depositario
propia elaboración de la ley. por excelencia de la legitimidad política rige el principio de legalidad de
El procedimiento legislativo apenas prevé cómo proceder al acopio de todos los poderes públicos, y en lo que respecta a la administración este
información técnica o especializada y cómo articular dicha información con principio exige su plena sujeción a la ley emanada del parlamento 606 . Ello
los intereses sociales y con la opinión pública. En realidad, la elaboración de implica que la potestad reglamentaria que se confiere a la administración no
los aspectos técnicos de la ley es monopolizada por el proyecto guberna- puede ejercerse de una manera independiente, sino sólo secundum legem,
mental, mermándose claramente las posiblidades de discusión parlamenta- esto es, no ya sólo con respeto a la ley, sino en ejecución de la misma o en
ria600. Incluso cuando el legislador abandona su papel tradicional y se atre- virtud de una habilitación legislativa para desarrollarla o completarla; habi-
ve a desarrollar por sí mismo una labor de ingeniería social, es decir cuando litación legislativa que no puede ser un poder en blanco sino que ha de seña-
la ley pierde "toda su grandeza de pauta de reconocimiento general de dere- lar con mayor o menor precisión, según los casos, los términos y límites del
chos y deberes para transformarse en regla técnica al servicio de las policies desarrollo reglamentario607 . Es verdad que la prohibición de reglamentos
del gobierno"601 , resulta que la puesta en práctica de las decisiones legislati-
vas exige una infraestructura adecuada, de la que sólo disfruta la adminis- 602
Ibíd., p. 329.
tración, por lo que a la postre es ésta quien asume el auténtico mando en las 603
En palabras de L. Prieto, la ley se limita en ocasiones "a especificar ligera y superfi-
cuestiones públicas. Por lo demás, este tipo de legislación, más parecida al cialmente la orientación constitucional para luego conferir una amplia habilitación a favor del
reglamento, pone en peligro la legalidad de la actuación administrativa, pues gobierno", "Del mito a la decadencia de la ley", cit., p. 26.
604
C. de Cabo, Sobre el concepto de ley, cit., p. 85.
605
Vid. J. L. Díez Ripollés, La racionalidad de las leyes penales, cit., p. 72.
606
599
En palabras de F. Rubio, "la consagración constitucional del principio de legalidad sig-
A. E. Pérez Luño, El de_sbordamiento de las fuentes del Derecho, cit., p. 80. nifica, en consecuencia, que todos los restantes poderes del Estado están sometidos al legislati-
600
Piénsese además en la posibilidad de tramitar un proyecto de ley por procedimientos vo; más concretamente, que la relación jurídica de la Administración con los ciudadanos ... sólo
especi~les o de. ur?encia, cuya característica principal es que simplifican los trámites parla- es posible en la medida en la que cabe referir a la Ley formal, a la norma con rango de ley, la
ment~r~~s, r~st~mg1endo así las posibilidades de conocimiento del proyecto gubernamental por delimitación de los respectivos derechos y obligaciones, el alcance de la potestad ejercida y el
la opmwn publica, de debate parlamentario y de enmiendas. correlativo deber", F. Rubio Llorente, "Principio de legalidad", cit., p. 345.
601
F. Laporta, "Materiales para una reflexión sobre la racionalidad y crisis de la ley" cit. 607
Sobre la vinculación positiva del reglamento a la ley vid. E. García de Enterría y T. R.
p. 325. ' '
Fernández, Curso de Derecho Administrativo, Madrid, Civitas, 1987, pp. 240 y ss.; F. Rubio

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independientes debe ser matizada, pues, en opinión bastante extendida, no poder ejecutivo era rival o enemigo del parlamento, pero hoy no lo tienen
abarcaría los reglamentos administrativos o ad intra, es decir, los que regu- porque el gobierno goza de la confianza de la mayoría, es decir, goza de legi-
lan la organización y funcionamiento de los servicios públicos, siempre y timidad democrática indirecta. Es más, la legitimidad democrática del
cuando no incidan en la esfera jurídica de los ciudadanos 608 • De todas for- gobierno puede considerarse importante si se tiene en cuenta que las elec-
mas, cabe sostener también que estos reglamentos no suponen el desempeño ciones no se orientan sólo ni primordialmente a la designación de represen-
de potestad reglamentaria praeter legem, pues en la medida en que el gobier- tantes que legislen, sino también y muy fundamentalmente al nombramien-
no tiene encomendada la dirección de la administración puede entenderse to de un presidente y de su equipo de gobierno 611 • Por lo demás, añade De
que la ley que crea un servicio público habilita de forma implícita a la admi- Otto, puede valorarse muy positivamente el reconocimiento en favor del
nistración para se ocupe de la organización y funcionamiento del mismo 609. gobierno de una potestad reglamentaria desvinculada de la legislación, pues
Desde luego, la tesis de la vinculación positiva del reglamento a la ley, y de este modo se alivia la sobrecarga que padece el legislador y puede mejo-
la subsiguiente prohibición de un poder reglamentario independiente, no es rar la calidad de las leyes 612 •
sostenida unánimemente. Así, por lo que se refiere a la literatura española, l. Sin embargo, los argumentos que acabamos de exponer no son incues-
De Otto defiende los reglamentos independientes incluso ad extra, esto es, tionables. En primer lugar, no parece que la idea de una reserva total o abso-
para regular cuestiones que excedan el campo de la organización y funciona- luta de ley resulte incompatible con el reconocimiento constitucional de
miento de los servicios públicos, de modo que estos reglamentos tan sólo reservas materiales expresas. Es verdad que el concepto de reserva de ley se
estarían proscritos para los aspectos sujetos a reserva material expresa de ley. ha convertido en equívoco debido al cambio del contexto jurídico en el que
De Otto sustenta su tesis en el propio texto constitucional. En primer se contruyó, a saber, el de soberanía compartida entre el poder legislativo y
lugar, dice el autor, la Constitución española no sólo reconoce directamente el poder ejecutivo. En efecto, "el empleo de esta categoría sólo es posible,
la potestad reglamentaria del gobierno, sino que la contempla como una en rigor, si, frente o junto a las materias reservadas, existen otras que no lo
facultad diferente de la función ejecutiva; de donde cabe inferir que el están, y sobre las cuales, en consecuencia, la potestad reglamentaria puede
gobierno, aparte de desarrollar o completar la ley reglamentariamente, puede ejercerse sin otro límite que el que, eventual, pero no necesariamente, resul-
tomar la iniciativa de una regulación y adoptar decisiones políticas. En te de la congelación de rango" 613 • Pero también cabe interpretar que "las
segundo lugar, si nuestro ordenamiento reconociera una reserva total o abso- reservas de ley que nuestra Constitución contiene son una acentuación del
luta en favor de la ley serían absurdas o redundantes las reservas expresas 610 • principio de legalidad, no su eliminación" 614 y que servirían, no para sustra-
Ahora bien, más allá de lo que pueda deparar la exégesis constitucional, lo
cierto es que la tesis comentada descansa en una concepción menos severa
611
de las relaciones entre el ejecutivo y el parlamento: los recelos que podría J. Solé Tura ha llamado la atención sobre la transformación de la idea de representación
democrática, y en concreto sobre la transformación de las elecciones parlamentarias en elecciones
suscitar una actuación no vinculada de aquél podrían tener sentido cuando el
presidenciales directas: "no son -dice el autor- las mayorías elegidas las que forman el Ejecutivo,
sino que, en realidad, se elige directamente al Ejecutivo y éste aiTastra detrás de sí a su propia
mayoría". Como pone de manifiesto J. Solé Tura, los parlamentos no son en realidad instancias de
Llorente, "El principio de legalidad", cit., pp. 343 y ss; L. Prieto, en G. Peces-Barba y L. decisión política, sino de "legitimación de decisiones tomadas por una mayoría de Gobierno que
Prieto, La Constitución espaííola de 1978. Un estudio de Derecho y política, Valencia, F. ellos contribuyen a formar y a sostener", "El futuro de la institución parlamentaria", en A.
Torres, 1981, p. 107. Gmmrena (ed.), El parlamento y sus transfonnaciones actuales, Madrid, tecnos, 1990, p. 382.
608 612
A tal tipo de reglamentos parece referirse Zagrebelsky cuando destaca que en el ámbi- En palabras de I. De Otto: "ese intento de que la ley recupere la calidad perdida sólo
to de los servicios públicos básicos, como la sanidad o la enseñanza, es patente "la fuerza ine- tiene alguna posibilidad de éxito si el legislador se circunscribe a aquello que realmente merez-
luctable de la que podríamos llamar la concreta legislatividad de la organización. Frente a ella, ca políticamente su atención. El viejo ideal de que haya pocas leyes y claras ... responde en su
el principio de legalidad, es decir, la predeterminación legislativa de la actuación administrati- origen a un modo de concebir la función del Estado que sin duda pertenece ya al pasado, pero
va, está fatalmente destinado a retroceder", G. Zagrebelsky, El derecho dúctil, cit., p. 35. sigue siendo válido en un Estado democrático y puede realizarse a condición de que no se
609 imponga al legislador una tarea que en modo alguno puede afrontar", l. De Otto, Derecho cons-
F. Rubio Llorente, "Principio de legalidad", cit., p. 347.
610
l. De Otto dice extraer sus argumentos del texto constitucional, pero algunos de ellos dejan titucional. Sistema de fuentes, cit., pp. 242 y s.
613
entrever un cierto modo de concebir el papel del legislador así como sus relaciones con el poder F. Rubio Llorente, "Principio de legalidad", cit., p. 356.
614
gubernativo, vid. l. De Otto, Derecho constitucional. Sistema de fuentes, cit., pp. 240 y ss. lbíd., p. 42.

188 189
GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

er ciertas materias a la potestad reglamentaria en favor del legislador -como legislativas 619 . Ahora bien, el gobierno y la administración operan con pro-
sucedía en los sistemas políticos de legitimidad compartida entre el parla- cedimientos de decisión mucho menos transparentes, y, por eso, si el prota-
mento y el ejecutivo-, sino para establecer expresamente la obligación 0 gonismo normativo de los altos cargos y expertos supera al del legislador,
"deber del legislador de regular por sí mismo determinadas materias"615. aumentan las probabilidades de que las políticas públicas tengan su origen
Más exactamente, la reserva material total o absoluta de ley indica un implí- en poderes fácticos, en particular, en las burocracias de los partidos en even-
cito y genérico deber legislativo de regular todos aquellos aspectos que inci- tual pacto con los lobbies del mundo empresarial, nacional y transnacional.
dan en la esfera jurídica del ciudadano, es decir, que supongan la· creación Estos fenómenos, a juicio de Ferrajoli, reflejan una verdadera patología en
de obligaciones y cargas 616 . Por su parte, las reservas materiales de ley la forma en que se ha desarrollado el Estado social, que en lugar de diseñar
expresas no serían redundantes, pues en virtud de ellas el legislador no para los derechos sociales técnicas de garantía tan eficaces como las esta-
estaría sometido sólo a la obligación genérica de dotar de cobertura legal a blecidas para los derechos de libertad y propiedad se ha basado en "la
cualquier regulación que afecte a la esfera jurídica del ciudadano, sino que ampliación de los aparatos administrativos, el juego no reglado de los gru-
en este caso el margen de discrecionalidad del legislador estaría aún más pos de presión y las clientelas, la proliferación de las discriminaciones y los
limitado por la obligación de regular por sí mismo aquellos aspectos a los privilegios y el desarrollo del caos normativo" 620 .
que se refiere o menciona la reserva expresa617 . En cuanto a la idea de que los reglamentos independientes contribuyen
En otro orden de cosas, por lo que se refiere a la legitimidad democráti- a la mejor calidad de la legislación, puede decirse que es cierto que si la ley
ca del ejecutivo, es verdad que el gobierno y la mayoría parlamentaria for- se reserva para regular ·un número limitado de materias podría ganar en
man hoy un compacto a efectos de impulsar la vida política, pero de este calidad, pero sólo desde un determinado punto de vista. La ley podría, en
hecho no se puede inferir sin más consideraciones una legitimidad autóno- efecto, cumplir los postulados de la escasez, la generalidad y abstracción,
ma en favor del gobierno, pues tal fenómeno revela sobre todo que las posi- la claridad, la sencillez, etc; y al mismo tiempo el mayor margen de discre-
bilidades dialécticas del parlamento se encuentran más debilitadas que cionalidad administrativa o gubernamental que se produciría con tal visión
nunca, y esto, más que una virtud, sería una disfunción o patología del sis- de la reserva de ley podría redundar en una mayor efectividad y eficiencia
tema democrático. Asistimos, dice Garrorena, "al final del dogma de la sepa- normativa. Sin embargo, es cuestionable que las bases de la técnica legis-
ración de poderes... Para el Derecho (para las Constituciones y para los lativa hayan de establecerse desde una posición tan favorable a la discre-
Reglamentos Parlamentarios) la realidad sigue siendo todavía ... la que cionalidad gubernamental, pues las ventajas que se conseguirían de una
opone a Parlamento y Gobierno, con lo cual es la mayoría parlamentaria y, parte perjudicarían de otra las posibilidades de debate y de publicidad sobre
por tanto, el Gobierno, no la oposición, quien controla ... todos los resortes las decisiones públicas.
institucionales de dicha dialéctica" 618 . Por lo demás, llama la atención la preponderancia de la normativa regla-
Pero no sólo suele restarse importancia al problema de la hipostenia mentada, más o menos vinculada a ley previa, en el campo de los derechos
legislativa argumentando que el gobierno también goza de legitimidad prestacionales. Desde luego puede ser aceptable o incluso lógico que el
democrática, sino también legitimando la adopción de decisiones públicas grueso de la regulación en materia de derechos que requieren la intervención
por altos cargos de la administración y expertos sobre la base de que los o la acción positiva de los poderes públicos sea reglamentaria. De un lado,
órganos administrativos son más capaces y eficientes que las asambleas "porque en la intervención estatal que requieren estos derechos no se ve
ningún riesgo para la libertad individual, sino acaso todo lo contrario, una
ayuda o promoción de esa libertad". De otro lado, porque estos derechos
615
F. Rubio Llorente, "El principio de legalidad", cit., p. 349. requieren, aparte de leyes que los reconozcan, un entramado de normas
616
Para esta interpretación del principio de legalidad, vid. A. Garrorena, El lugar de la ley
en la Constitución espaíiola, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1980, p. 103.
617 619
M. Gascón Abellán, "El sistema de fuentes del Derecho español: constitución y princi- A. Aarnio, Lo racional como razonable. Un tratado sobre lajustificaciónjurídica, trad.
pio de legalidad", en J. Betegón et al., Lecciones de teoría del Derecho, cit., p. 305. de E. Garzón Valdés, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1991, p. 38
618 620
A. Garrorena, "Apuntes para una revisión crítica de la teoría de la representación", en L. Ferrajoli, "El Derecho como sistema de garantías", en L. Ferrajoli, Derechos y
A. Garrorena (ed.), El Parlamento y sus transformaciones actuales, cit., p. 51. garantías. La ley del más débil, cit., p. 30.

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RACIONALIDAD LEGISLATIVA

especificadoras acerca de quién y cómo se lleva a cabo la prestación; en defi- 3. La crisis de la ley en el Estado descentralizado. Desregulación y glo-
nitiva, "porque la mayor parte de los principios rectores [de la política social balización
y económica] alienta la organización de servicios públicos y ésta es una tarea Una de las virtudes asociadas a nuestro modelo ilustrado de ley era la
tradicionalmente atribuida a la administración". Es más, la mención expresa
unicidad, esto es, la existencia de una sola regulación para cada objeto, con-
en nuestra Constitución de que esos principios "infonnan la actuación de los
flicto o relación jurídica, común además para todos los ciudadanos; unicidad
poderes públicos con independencia de las leyes que los desarrollen parece
aue, como vimos, constituía una firme impugnación del pluralismo jurídico
venir a reforzar esa autonomía de la Administración o de la potestad regla-
;ropio del Antiguo Régimen, donde la normativa aplica.ble. a los mi si? os
mentaria"621. Con todo, sigue siendo imprescindible que el legislativo asuma
supuestos dependía de factores heterogéneos, como el tern~ono, las cualida-
su responsabilidad en este campo, no abdicando de su soberanía, pues en
des personales, etc. También esta virtud parece hoy detenorad~ o, cuando
otro caso "el ejercicio de los derechos sociales se perderá en la frondosa nor-
menos, sometida a revisión, si bien los síntomas de ese detenoro pueden
mativa administrativa o en los vericuetos de la burocracia estatal, aún atrin-
advertirse en distintas circunstancias.
cherada a veces en la discrecionalidad" 622 .
En primer lugar, la pérdida de unicidad se pone de relieve en la existen-
En definitiva, la hipostenia legislativa es un concepto que hace referen-
cia en el ordenamiento de diversas figuras o categorías normativas con rango
cia a la pérdida de pulso normativo por parte del legislador como conse-
de ley, pero diferentes en lo que respecta a su procedimiento de elaboración
cuencia de la sobrecarga de tareas que se produce con el cambio desde una
y/o a las materias de las que se pueden ocup~r626 . Se distingue así en,tre.leyes
organización jurídica liberal a otra intervencionista y prestacional. La
orgánicas y ordinarias, y, dentro de estas últimas, entre leyes autonom1cas ~
hipostenia se proyecta en un estilo de producción del Derecho marcado por
estatales, decretos-leyes, decretos legislativos, leyes marco, leyes de armom-
formas de deslegalización, representadas por el dominio gubernamental de
zación, de delegación de competencias, etc. Sin duda, estas figuras gozan de
las fases pre y poslegislativa623 , el reconocimiento de rango de ley a normas
justificación o cumplen alguna función en el ordenamiento. Por ejemplo,
dictadas por el poder ejecutivo, la consciente redacción de leyes imprecisas
nuestro decreto legislativo presta legitimidad o autoriza el recurso a la dele-
para permitir la discrecionalidad del gobierno, el auge del reglamento inde-
gación de la potestad legislativa en el gobierno, que pone de manifiesto la
pendiente incluso más allá del campo de la organización y funcionamiento
necesidad que el legislador tiene de ser auxiliado, en especial en el marco de
de los servicios públicos, etc. En todos estos fenómenos se evidencia que,
un Estado intervencionista y prestacional. Por su parte, la configuración del
en contra de la comprensión tradicional del principio de la división de
Estado como Estado autonómico, aparte de hacer necesaria la diferenciación
poderes conforme al cual el legislador crea el Derecho y el ejecutivo admi-
entre leyes del Estado y de las Comunidades Autónomas, está en el origen de
nistra, "lo que ocurre realmente es que el Ejecutivo es el que crea y el
otros tipos de leyes destinadas a la distribución y delimitación de competen-
Legislativo el que coadyuva a esa función" 624 ; que, en suma, el Estado
cias, como las leyes marco estatales, leyes de transferencia o delegación de
social no opera como un Estado legislativo sino como un Estado adminis-
competencias, leyes de armonización.Y, en fin, el establecimiento en nuestro
trativo o administrador625 .
Derecho de la categoría de las leyes orgánicas como diferente a la de las ordi-
narias encontraría explicación en el hecho de que en el debate constituyente
621 no acabaran de consensuarse algunas cuestiones importantes, para las que sin
L. Prieto, Estudios sobre derechos fundamentales, cit., p. 199.
622
Ibíd, p. 204. En el mismo sentido destaca F. Rubio que "el principio de legalidad exige
embargo se quería garantizar que cuando en el futuro se plantearan la deci-
que sea la ley, no el reglamento, la fuente de las normas que imponen a los ciudadanos cual- sión se adoptase con un alto grado de consenso 627 . Ciertamente si la distribu-
quier género de obligaciones y cargas", pero también "la que crea los derechos de prestación
que no se incluyen entre los fundamentales y, de manera más laxa e inconcreta, la que trace las
grandes líneas de la actividad subvenciona! y, más en general, de la actividad de fomento", F. 626 Vid. L. Ma Díez Picaza, "Conceptos de ley y tipos de leyes (¿existe una noción unitaria
Rubio Llorente, "El principio de legalidad", cit., p. 357. de ley en la Constitución española?)", en VV. AA., El Parlamento y sus transformaciones
623
A. Aarnio, Lo racional como razonable, cit., pp. 36-37. actuales, cit., 144-175.
24
6 C. del Cabo, Sobre el concepto de ley, cit., pp. 86-87 627 L. Prieto, "Las leyes orgánicas y el principio de jerarquía normativa", Revista de la
625
Vid. L. Parejo, Crisis y renovación en el Derecho público, Madrid, Centro de Estudios Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid, núm. 62 (1981), pp. 125 y ss.;
Constitucionales, 1991. C. de Cabo, Sobre el concepto de ley, cit., p. 106.

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

ción competencia! fuera siempre perfecta y exhaustiva no podría decirse que Hierro, "implica una nueva y distinta quiebra del imperio de la ley como
hubiera de sufrir la unicitlad: en línea de principio -aunque en la práctica las expresión de la voluntad general porque las normas comunitarias
dificultades sean numerosas- una determinada materia o cuestión sólo podría (Reglamentos y Directivas) cuya vigencia se impone desplazando, en su
ser regulada por una ley o por otra. Pero casi nunca ocurre así, especialmen- ámbito de competencia, las leyes internas de cada Estado no son leyes que
te en el binomio ley estatal-ley autonómica, lo que da lugar a regulaciones emanen de ningún poder soberano o representativo de un soberano, no son
dispares y discordantes a propósito de la mismas cuestiones 628 . expresión de ninguna voluntad general" 631 •
Pero la multiplicidad de tipologías legales dentro de un mismo sistema La infraestatalidad normativa, por su parte, supone el reconocimiento de
jurídico, un fenómeno que se hace visible sobre todo en el proceso de des- autonomía normativa a entes políticos de ámbito territorial inferior al
centralización del poder, no es el único síntoma de la pérdida de unicidad. A Estado, lo que da lugar a la convivencia de la ley con fuentes infraestatales.
ello hay que sumar los fenómenos de supraestatalidad e infraestatalidad nor- Son ejemplos de fuentes infraestatales las leyes de las Comunidades Autóno-
mativa, así como el creciente protagonismo jurídico de los grupos sociales. mas en España, de los Lander en alemania y de las Regioni en Italia. Es
Todo ello permite decir que "en las actuales sociedades interdependientes e común a todos estos países haber experimentado procesos político-constitu-
interconectadas se ha erosionado y en ocasiones se ha llegado a abolir el pro- cionales de reconocimiento de las nacionalidades o regiones como ámbitos
tagonismo hegemónico y monopolístico de los Estados nacionales en la cre- territoriales que pueden contar con poderes políticos propios para regular y
ación del sistema de fuentes del Derecho" 629 • En definitiva, la pérdida del gestionar las cuestiones que afecten a su territorio, velando por sus intereses
carácter único de la ley pondría de manifiesto un proceso inverso al de la frente al Estado y frente al resto de las regiones. Tales procesos político-
construcción del Estado moderno, guiado por el principio de no reconocer constitucionales se han proyectado en una suerte de potestad legislativa
poder a ningún tipo de organización distinta (superior o inferior) al Estado. compartida entre el Estado y los entes políticos territoriales infraestatales 632 •
La supraestatalidad normativa supone la creación de Derecho por ins- En definitiva, también merced a este factor de pluralismo normativo, la ley,
tancias superiores al Estado. Tal vez el ejemplo más característico de pérdi- como destaca F. Laporta, "ha llegado a perderse en una selva de normas jurí-
da de la unicidad por el fenómeno de la supraestatalidad normativa lo repre- dicas de una fuerza y un ámbito de validez equivalentes al de ella y que, sin
sente el Derecho emanado de la Unión Europea, pues implica la conviven- embargo, no son producidas por ese órgano legislativo" 633 .
cia de las leyes de los Estados miembros con un conjunto de normas atípi- Ahora bien, la infraestatalidad normativa no sólo refleja cambios en la
cas (el Derecho comunitario) que son directamente fuente de derechos y organización política territorial, sino que pone además de manifiesto impor-
obligaciones para los ciudadanos 630 . Pero es más, la integración del acervo tantes transformaciones en la relación entre los poderes públicos y los gru-
normativo comunitario entre las fuentes del Derecho de un Estado no sólo pos sociales, que evidencian el creciente protagonismo de estos últimos en
supone cerrar los ojos a la noción de ley única, sino incluso a la noción de el proceso de creación del Derecho: tales grupos confían más en la auto-
ley y de legislador soberano, en la medida en que se acepta que normas de nomía normativa para la gestión de sus asuntos y en la negociación como
carácter "paralegal", es decir, que no son obra del Parlamento Europeo -la método de resolución de sus conflictos que en las regulaciones uniformes
única institución con legitimidad democrática directa-, desplacen a la ley en que puedan ofrecer las leyes. La sociedad, el mercado, los grupos económi-
el ámbito de competencias atribuidas a la Unión. En suma, como afirma L. cos, profesionales, etc., avanzan así frente al Estado, evidenciando la crisis
de la ley como instrumento de regulación. Tal vez sería exagerado hablar de
un regreso al Antiguo Régimen, pero el panorama presenta alguna semejan-
628 S. Muñoz Machado, Derecho público de las Comunidades Autónomas, vol. 1., Madrid,
Civitas, 1982, pp. 413 y ss.
629 A. E. Pérez Luño, El desbordamiento de las fuentes del Derecho, cit., p. 78.

630 A. Mangas y D. J. Liñán, Instituciones y Derecho de la Unión Europea, Madrid, 31


6 L. Hierro, "El imperio de la ley y la crisis de la ley"(l996), en Estado de Derecho.
McGraw-Hill, 1996, pp. 445 y ss. En este sentido, afirma L. Ferrajoli que el "proceso de inte- Problemas actuales (1998), México, Fontamara, 2a ed., 2001, p. 34.
gración mundial, y específicamente europea, ha desplazado fuera de los confines de los Estados 6
32
R. Jiménez Asensio, La ley autonómica en el sistema constitucional de fuentes del
nacionales los centros de decisión tradicionalmente reservados a su soberanía"; poniendo en cri- Derecho, Madrid, Marcial Pons, 2001, pp. 28-32.
sis "la tradicional jerarquía de las fuentes", "El Derecho como sistema de garantías", en L. 6
33
F. Laporta, "Materiales para una reflexión sobre la racionalidad y crisis de la ley",
Fe!Tajoli, Derechos y garantías. Úz ley del más débil, cit., p. 17. cit., p. 324.

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA

za: la regulación común y uniforme que propicia la ley se ve poco a poco La legislación "pactada" o "concertada" entre el parlamento y las cor-
desplazada por un creciente pluralismo jurídico de origen social. poraciones económicas y profesionales, las asociaciones patronales y sin-
La crisis de la estatalidad del Derecho por la emergencia de grupos socia- dicales, etc., entraña un riesgo que advierte E. Díaz: si bien puede valorar-
les o, lo que sería equivalente, el fenómeno del pluralismo jurídico, fue ya se positivamente por cuanto favorece una más directa participación y, en
advertido por Santi Romano en su discurso de apertura del año académico consecuencia, amplía "los potenciales de legitimación, cohesión y paz
1909-1910634 : aparecen -escribe Romano- "organizaciones y asociaciones, social", ha de ser examinada con cautela, pues la participación en el con-
que, a su vez, tienden a unirse y coaligarse entre sí. Éstas se proponen los cierto legislativo es restringida y desigual, produciéndose el riesgo de
fines especiales más dispares, aunque todas ellas tienen el carácter común de subordinación de los intereses generales "bajo presión no fácilmente sopor-
reagrupar a los individuos con el criterio de su profesión o, mejor, de su table" a los de "las más fuertes corporaciones, con residuos de democracia
interés económico" 635 • Las observaciones de Romano son muy semejantes a casi orgánica" 637 . Una posible solución a este problema podría ser un mode-
las consideraciones que hoy se formulan para dar cuenta de la crisis de la lo de legislación que, siguiendo la sugerencia de E. Díaz, completara y
ley: el legislador tolera los grupos sociales organizados dejando que influ- equilibrara la influencia de las corporaciones económicas o profesionales
yan dentro o fuera del procedimiento legislativo, hasta el punto incluso de con la participación de los nuevos movimientos sociales y de las plurales
amparar por vía legislativa normas en cuya formación el legislador apenas organizaciones no gubernamentales. Se trataría, en definitiva, de "pasar del
ha intervenido, reconociéndoles autonomía normativa para sus asuntos y, en corporativismo al cooperativismo, de una exclusiva ética de la competición
fin, admitiendo la negociación como vía de solución a sus conflictos. El o de la competencia ... a una ética también de la colaboración y la solidari-
supuesto paradigmático de "invasión" del espacio legislativo por los grupos dad", para lo cual, además, no basta con articular la presencia de la socie-
sociales organizados seguramente lo representan los convenios colectivos. Y dad civil, sino que es imprescindible la acción de las instituciones político-
precisamente refiriéndose a ellos, Irti expresa este fenómeno con absoluta jurídicas (parlamento, administración, tribunales de justicia, etc.) 638 . Desde
claridad: si en la época del legalismo el valor del contrato se mostraba esta perspectiva, una manifestación extrema de la crisis de la ley por la
diciendo que éste "tiene fuerza de ley entre las partes", en esta nueva era del emergencia de los grupos sociales (y, más concretamente, de los agentes
pluralismo jurídico, en la que determinadas fuentes del Derecho obtienen económicos) es la tendencia a la desregulación.
"energía vinculante, no ya de los poderes constitucionales, sino del previo La desregulación es desde luego un concepto ambiguo, pero tal vez con-
acuerdo entre los grandes grupos organizados", la frase se invertiría dicien- venga comenzar señalando que, pese a lo que el término pudiera sugerir, no
do que la ley "tiene fuerza de contrato entre las partes" 636 • hace referencia a la ausencia de normas 639 , sino a un peculiar estilo de nor-
mación que podría definirse sobre la base de las siguientes notas: reducción
634 S. Romano, "Lo Stato moderno e la sua crisi" (Discorso inaugurale dell' anno accade-

mico 1909-1910), en el libro Lo Stato moderno e la sua crisi. Saggi di diritto costituzionale, estima que la negociación colectiva de los funcionarios prevalece sobre la ley presupuestaria,
Milán, Giuffre, 1969. Vid. su tesis desarrollada en S. Romano, El ordenamiento jurídico (1919), lo que en el fondo se justifica en la vieja distinción entre ley en sentido material y ley en senti-
introducción de S. Martín-Retortillo, Madrid, Instituto de Estudios políticos, 1963. do formal: el presupuesto ha de ordenar el gasto público, pero con el respeto a la legalidad y a
635 Romano enumera una serie de organizaciones o asociaciones a las que juzgaba fuente de
los compromisos asumidos válidamente, pues no innova el Derecho. Vid. A. Gallego
Derecho en competencia con la ley, y esa enumeración es bastante aproximada a la que haríamos Anabitarte, "La Sentencia de la Audiencia Nacional de 7 de noviembre de 2000 sobre retribu-
en la actualidad. Así, el autor menciona federaciones o sindicatos de trabajadores, organizaciones ción de funcionarios: entre el comentario político y el análisis jurídico", Repertorio de
patronales, industriales, mercantiles, de agricultores, de funcionarios, sociedades cooperativas, ins- Jurisprudencia Aranzadi, n° 473 (febrero 2001), pp. 1-3. Con todo, la sentencia de la Audiencia
tituciones de mutualidad, cámaras de trabajo, etc., "Lo Stato moderno e la sua crisi", cit., p. 12. Nacional fue casada por dos sentencias del Tribunal Supremo de 21 de marzo de 2002. Ambas
636
N. Irti, La edad de la descodificación, cit., pp. 30-31. Como ejemplo de la fuerza jurí- afirman la naturaleza legislativa de la ley de presupuestos y su prioridad sobre los acuerdos
dica de la negociación colectiva puede citarse la sentencia de la Audiencia Nacional, de 7 de Administración-Sindicatos. Asimismo, el Tribunal Constitucional confirmó la subordinación de
noviembre de 2000, que ordenó el pago de atrasos salariales a los funcionarios, cuyos sueldos los convenios a las normas de superior jerarquía (SSTC 62/2001 y 24/2002). Vid. J. Cantero,
fueron congelados a pesar de lo previamente acordado sobre incrementos retributivos entre la "La función pública en la jurisprudencia", Revista Justicia Administrativa, 2002, pp. 173 y ss.
637
Administración y los Sindicatos. A juicio de la Audiencia, el incumplimiento por el ministro E. Díaz, "Estado de derecho y legitimidad democrática", cit., p. 93.
del compromiso de incluir el resultado de tal negociación en el proyecto de ley de Presupuestos 638
Ibíd., p. 98.
Generales del Estado determina la inaplicación de dicha ley. En otras palabras, la Audiencia 639
J. R. Capella, Fruta prohibida, cit., p. 267.

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RACIONALIDAD LEGISLATIVA
MARCILLA CÓRDOBA

Por otra parte, la desregulación, y el consiguiente protagonismo de los


de normas de carácter público o intervencionista, protagonismo normativo
agentes económicos, representa seguramente la faceta jurídica de un fenó-
de los agentes económicos privados y tendencia a la uniformización de esas
meno más general que es la "globalización". Desde el punto de vista políti-
normas producidas por privados a nivel mundial o global.
co, la globalización ha inaugurado un nuevo estadio en las relaciones poder-
La desregulación, ciertamente, no consiste en la anomia, sino en sustituir
Derecho caracterizado por la crisis del Estado como instancia muy impor-
una regulación intervencionista, es decir, que adopta medidas para influir y
tante en la dirección de la actividad económica y fundamental en el desem-
modificar las estructuras sociales y económicas, por otra abstencionista 0
peño de la actividad normativa y jurisdiccional. El Estado tiene cada vez
limitada a garantizar la vigencia de las reglas de juego del mercado, en espe-
más en cuenta a la empresa transnacional, cuya influencia política es c~e­
cial la libre competencia o igualdad de oportunidades entre sujetos econó-
ciente gracias, en gran medida, al acortamiento de las distancias que las nue-
micos privados. Desregular sería, pues, suprimir las normas que establecen
vas te~nolo?ías han supuesto a la hora de intercambiar bienes y servicios,
privilegios en favor de entes públicos que compiten en el mercado, o las que
invertir capitales, obtener información, viajar, etc 643 . La globalización apa-
atribuyen a ciertas personas un estatus similar al de los funcionarios sin
rece así como un modelo de organización económica de tipo capitalista sos-
satisfacer ningún interés general. Pero desregular sería asimismo reemplazar
t~nido por un pilar po~íti~o (el debilitamiento de las baneras políticas y jurí-
las normas que diseñan una administración interventora por otras que la con-
dicas en aras del crecimiento empresarial) y otro tecnológico (el espectacu-
figuren como una organización supervisora o de policía640 .
lar ~esanollo de l?s I?edios de. comunicación y en especial de la red)644, que
En alguna medida, la desregulación va unida al fenómeno privatizador. La
se vmcula, como md1ca M. Atlenza, a la ideología neoliberal, a la privatiza-
privatización implica un modelo de organización económica inverso al del
ción y a la tendencia jurídica a la desregulación645.
Estado social, es decir, basado en la devolución, por parte de los poderes públi-
La desregulación ha sido perfectamente explicada por J. R. Capella646.
cos a los sujetos privados, de la producción de bienes y la prestación de servi-
La "mundialización", dice este autor, ha afectado al Estado, convirtiéndolo
cios que siempre "debieran" haber estado en manos de estos últimos. La vía
en permeable, abierto o subalterno a las influencias de un soberano de carác-
para la privatización es necesariamente la sustitución del régimen jurídico
ter privado, supraestatal y difuso. Este poder metaestatal se encuentra en el
intervencionista y potenciador de lo público por uno abstencionista y "restau-
conjunto de empresas transnacionales y en los conglomerados financieros.
rador" de lo privado, o, lo que es lo mismo, la desregulación641 . Por eso la des-
Por eso, desde el punto de vista de la legislación estatal, la crisis de la sobe-
regulación se asocia con el proyecto político y económico neoliberal; es decir,
ranía del Estado se manifiesta en su escasa o nula influencia en la disciplina
con una visión de la legislación destinada a velar particularmente por la pros-
de agentes económicos de ámbito superior al nacional, donde, en conse-
peridad de la empresa privada y, por tanto, con una legislación que tiende a
suprimir toda normativa que incorpore obligaciones empresariales (cargas fis-
cales, salarios, vacaciones, bajas laborales, etc.) 642 . 64
~ Vid. D. Held, La democracia y el orden global. Del Estado moderno al gobierno cos-
mopolzta, trad. de S. Mazzuca, Barcelona, Paidós, 1997, p. 38 y pp. 129 y ss. Vid. también D.
Held YA. McGraw, Globalización 1 Antiglobalización. Sobre la reconstrucción del orden mun-
640 J. E. Soriano García, Desregulación, privatización y Derecho Administrativo, Bolonia, dial (2002), Barcelona, Paidós, 2003, pp. 13 y ss.
Publicaciones del Real Colegio de España, 1993, pp. 9-13. 644
Prec!samente !.a regulación de la red o, más exactamente, de las actividades que tienen
641 lbíd., pp. 13-18.
!u~~~~ a traves de la mtsma (prestación de bienes y servicios, suministro de información, trans-
642 Y, como resalta J. R. Capella, liberar al empresario de obligaciones en el contrato de trabajo mtston de dat~~· etc.), represent~, en opinión de algunos, el paradigma de la técnica legislativa
propicia la apadción de muy diversos estatutos laborales, que establecen diferencias por razón de de desregulacwn: .la red es un mstrumento que nació libre y en esa libertad ha encontrado y
sexo, discdminando a las mujeres; por razón de edad, discriminando a los mayores de 40 años; por encuentra su formtdable desarrollo, de modo que "la reglamentación debe limitarse a lo estric-
razón de nacionalidad, discriminando a los inmigrantes, etc., Fruta prohibida, cit., p. 268. Con todo, ta,mente ~ecesario para conseguir unos objetivos definidos y un marco claro y previsible, que
junto a esta imagen de la desregulación, caracterizada como fórmula legislativa propia del proyecto de segundad a los operadores y usuarios", S. Muñoz Machado, La regulación de la red. Poder
político y económico neoliberal, puede hacerse referencia a otras lecturas, como la que ofrece buena Y ~~recho en internet, Madrid, Taurus, 2000, p. 54. Por lo demás, prueba del rechazo a la regu-
parte de la literatura administrativista, acerca de una especie de desregulación: la "autorregulación lacton ~s~atal de la re~ es la polémica que ha generando la flamante ley de internet, llamada "ley
regulada", que identifica la tolerancia estatal de normas gestadas en el ámbito privado con una nueva de serv~ctos de la soctedad de la información y comercio electrónico" (LSSI), cuya regulación
forma, más eficaz, de llevar a cabo las tareas propias del Estado social. Vid. J. Esteve Pardo. es constderada por muchos excesivamente constrictiva.
Autorregulación. Génesis y efectos, Aranzadi, Navarra, 2002, y S. Muñoz Machado, Tratado de 645
M. Atienza, El sentido del Derecho, Barcelona, Ariel, 2001, p. 127-129.
Derecho Administrativo y Derecho Público General, Tomo 1, Madrid, Civitas, 2004, p. 1249. 646
J. R. Capella, Fruta prohibida, cit., pp. 260 y ss.

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

cuencia, predomina la iniciativa privada. Una de las manifestaciones más fenómeno de la desregulación. Cierto que la desregulación puede esgrimir en
claras de la desregulación -o de la iniciativa normativa privada- es la nueva su favor los principios del liberalismo económico, pero plantea problemas
lex mercatoria, pues constituye una fuente de Derecho independiente de desde el punto de vista de la democracia, entre otras cosas porque no parece
cualquier poder público y basada en la autononnación o, lo que es lo mismo, fácil discernir las cuestiones que carecen de trascendencia pública (y que
en un proceso de negociación en el que participan agentes económicos trans- podrían, por tanto, quedar al margen de los procedimientos de decisión
nacionales. La lex mercatoria se orienta a la expansión de la organización democráticos, es decir, al libre concierto de los sujetos privados) de las que por
económica capitalista, así como a la desaparición de fronteras en lo que a los el contrario harían preceptiva la regulación legal.
flujos financieros o al mercado de todo tipo de bienes y servicios respecta. La desregulación, como manifestación en el campo del Derecho de la
Versa, pues, exclusivamente, sobre interes.es empresariales, siendo su conte- globalización económica, consiste, en suma, en la postergación de normas
nido acuerdos empresariales de producción, normalización, distribución de intervencionistas, en la potenciación de la iniciativa normativa y de la auto-
mercados, resolución extrajurisdiccional de conflictos, etc. 647 nomía de los sujetos privados e incluso en la permisividad estatal de la
Pero la importancia que en el "adelgazamiento" del Derecho han pasado a influencia de los poderes económicos en la determinación de las políticas
tener los agentes económicos de ámbito transnacional no sólo es patente en el públicas. Pero la desregulación, además de poder ser contemplada desde el
control prácticamente exclusivo que éstos ejercen en sus relaciones jurídico- punto de vista de las finalidades del Derecho y de los sujetos que protagoni-
privadas, sino también en su influencia en políticas de desregulación dentro de zan la legislación, puede también examinarse desde el punto de vista de la
los Estados. Es decir, la iniciativa normativa privada no se limita a la discipli- forma que reviste el Derecho. Desde esta perspectiva, la desregulación se
na de sus propios asuntos, sino que se proyecta en la capacidad de negociar y identifica con una técnica legislativa caracterizada por la uniformización de
de influir sobre los poderes públicos, bien a través de instituciones interestata- las reglas de juego del mercado a nivel global o mundial. La uniformización
les, como el 08, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, etc. 648 , es la técnica legislativa de la nueva lex mercatoria, pero también de las legis-
bien en el seno de las instituciones estatales, por medio de lobbies que pactan laciones nacionales, frecuentemente influidas por los poderes económicos
con los gobiernos y con los partidos políticos. que instan a los Estados a que acomoden sus legislaciones a aquélla.
Un poco más arriba se hacía referencia a la emergencia de la sociedad civil En definitiva, la crisis del Derecho legal es también el efecto de concep-
o de los grupos sociales como factor de crisis de la ley, por cuanto este fenó- ciones negadoras o críticas del Estado social. Puede parecer paradójico, pero
meno propiciaba una legislación concertada o pactada con las instituciones si la irrupción del Estado social propició una cierta crisis de la ley, la propia
estatales, sin suficientes garantías de pm1icipación e igualdad de armas para crisis del Estado social anuncia, a su vez, nuevos motivos de preocupación
todos los grupos sociales. Pues bien, en el marco de la globalización econó- para los valores que siempre han estado detrás de la forma legal. La tendencia
mica, la ley estatal a menudo desaparece en medio de las presiones de agen- a la globalización de los mercados, aun cuando invoque los principios del libe-
tes económicos transnacionales más compactos y sobre todo incomparable- ralismo económico, no promete mejor fortuna a este instrumento liberal por
mente más fuertes que las corporaciones empresariales y profesionales de excelencia que fue la ley, porque en lugar de oponer resistencia a la crisis, pro-
ámbito nacional. Por ello señala M. Atienza que "la desregulación no signifi- picia y acepta estoicamente la desregulación (y por tanto la deslegislación) de
ca acabar con el poder, sino sustituir un poder (el poder del Estado) por otro amplias areas jurídicas650 . Precisamente por ello, y dado que la actitud pasiva
poder, el que cada parte tiene en un proceso de negociación; la desregulación ante la crisis de la legalidad conduce a respuestas tan drásticas como la desre-
suele tener por ello consecuencias favorables para los que están en una situa- gulación o deslegislación (con el grave riesgo que ello supone para la seguri-
ción de mayor poder económico, que pueden ejercerlo sin tener que someter- dad jurídica651 y la tutela de derechos fundamentales, especialmente los de
se a las normas estatales"649 . Dicho de otro modo, el manejo de altísimas cotas
de poder por los poderes económicos se ha proyectado en el Derecho en el
650 L. Ferrajoli, Derecho y razón, cit., p. 920.
651"La resignación oficial ante la inflación, la inestabilidad y la opacidad de las normas es
un signo poco esperanzador para la evolución del Derecho. Además pone en peligro uno de los
647 Ibíd., pp. 272-277.
648
máximos valores que el Derecho debe hacer efectivo: la seguridad jurídica", A. Pau Pedrón,
Ibíd., p. 261. "La segunda codificación", en A. Menéndez et. al., Seguridad jurídica y codificación, Madrid,
649
M. Atienza, El sentido del Derecho, cit., pp. 133-134. Centro de Estudios Registrales, 1999, p. 75.

200 201
naturaleza social) tiene razó? L. .Ferrajoli al afirmar que ha llegado el tiempo
V. LA LEY EN EL ESTADO CONSTITUCIONAL
de emprender una nueva czencza de la legislación652 ; cuando menos, aquí
encontramos una razón suplementaria para dicha empresa.

l. El valor normativo de la Constitución


Las páginas anteriores han versado sobre la crisis de la ley desde tres
perspectivas. En primer lugar, se ha tratado del ocaso del mito de la ley en
el marco del propio Estado liberal, esto es, de la decadencia que padece la
ley cuando se desmiente su imagen de categoría jurídica racional, en el doble
sentido de técnicamente perfecta y de políticamente legítima. A este respec-
to, se ha recordado cómo el envejecimiento de los Códigos, las rápidas trans-
formaciones sociales y la aparición de una cultura jurídica antiformalista
pusieron en evidencia que el grado de racionalidad de la ley no era tan ele-
vado como para garantizar la plena previsibilidad del Derecho, su plenitud y
coherencia; y asimismo se ha intentado mostrar cómo la ruina del Estado
liberal ante el empuje de los totalitarismos supuso una quiebra de la legiti-
midad política de la ley. En segundo lugar, se ha hecho hincapié en la esca-
sa capacidad explicativa del concepto liberal de ley con el paso al Estado
social, cuyo carácter intervencionista y prestacional exige la multiplicación
de las leyes, la formulación de las mismas con menor generalidad y abstrac-
ción, la rápida mutación legislativa y la delegación de competencias norma-
tivas en favor del poder ejecutivo, más preparado para dar respuestas efica-
ces a los problemas sociales. En tercer lugar, nos ha parecido interesante
destacar la pérdida del monopolio estatal de la producción del Derecho, que
estaba implícito en el concepto liberal de ley. Desde esta perspectiva, uno de
los factores más significativos de la crisis de la ley ha sido el reconocimien-
to de poder normativo a instancias cuyo ámbito de influencia política es
superior o inferior al territorio del Estado.
Con todo, aún quedaría en pie una de las cualidades de la ley: la de repre-
sentar la decisión suprema en el marco del Estado de Derecho; esto es, jurí-
dicamente, la de ser norma superior a cualquier otra, fuente inagotable del
Derecho al servicio de la soberanía popular o de las Asambleas democráti-
cas que ejercen la representación de dicha soberanía. Pero también esta cua-
65 lidad aparece amenazada desde el momento en que en la cúspide del siste-
~ A su juic~o, "sólo u~ rel~~zamiento del papel de la ley, sostenido por una renovada y
~ctnahzada crenc¡a de la legrslacron, puede restaurar y en muchos instaurar una legalidad garan- ma jurídico se establece una norma distinta y superior a la ley, la
trsta, ~ncl~ndola sólidamente en la tutela de los derechos fundamentales", L. Ferrajoli, Derecho Constitución. Es cierto que en sentido lato la Constitución también sería
y razon, crt., p. 920.

202 203
GEMA MARCILLA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

"una ley o una suerte de «código» (si bien el término código no suele utili- de la misma, esto es, las condiciones que debe reunir el órgano legislativo y
zarse en este contexto) de la materia constitucional" 653 , y, desde esta pers- el procedimiento que debe observar; en el otro caso determinarán también
pectiva, la Constitución no ilustraría la crisis de la ley. Es más, tanto en lo en mayor o menor medida el contenido de las propias leyes. A diferencia de
que respecta a su origen (una asamblea representativa) como en lo relativo a lo que ocurría en Europa en el viejo Estado de Derecho legislativo, las
su apariencia jurídica (un texto único, sistemático, de alta generalidad y abs- Constituciones actuales tienden a incorporar un denso contenido material en
tracción, etc.) la Constitución se ajustaría al patrón clásico de ley. Sin forma de principios y derechos fundamentales, y de este modo los preceptos
embargo, por mucho que la Constitución pueda considerarse una suerte de constitucionales sobre los derechos y la justicia pueden usarse como argu-
código, su diferencia con la ley es esencial. Aun cuando la Constitución mentos jurídicos, incluso cuando las leyes no los concreten, y, en todo caso,
pueda reunir en grado sumo las cualidades tradicionalmente atribuidas a la para controlar la validez de aquéllas. Por ello, en el Estado constitucional de
ley, hay en ella una característica que la inhabilita para ser la fuente inago- nuestros días los jueces y tribunales siguen estando vinculados a la ley, por
table del Derecho que exprese la voluntad del legislador democrático, y es cuanto pieza clave del Derecho en un sistema democrático, pero siempre y
que su función consiste precisamente en limitar o condicionar el ejercicio de cuando la ley sea coherente con el contenido de la Constitución. Luego
la función legislativa654 • Por eso, en la medida en que estemos en pr~sencia hemos de volver sobre esta cuestión.
de Constituciones eficaces o con fuerza normativa655 , su mera existencia En relación con el segundo aspecto, relativo a la reforma constitucio-
implica que la ley ya no es a todos los efectos la norma suprema. A grandes nal, las Constituciones suelen clasificarse en rígidas y flexibles 656 , aten-
rasgos este es el sentido en que cabe hablar de crisis de la ley en el Estado diendo a las condiciones o dificultades establecidas para su modificación,
constitucional: si la Constitución es una norma, ello significa que de la en especial desde la perspectiva del legislador: si éste puede alterar los pre-
misma dimanan directamente derechos y obligaciones oponibles frente a ceptos constitucionales mediante el procedimiento ordinario estaremos en
todos los poderes públicos, y en primer lugar frente al legislador. presencia de una Constitución absolutamente flexible; a medida que se
Ciertamente el modo en que una Constitución limita la libertad política incrementen los requisitos (mayorías cualificadas, referéndum, renovación
del legislador admite grados, y estos grados dependen principalmente de tres de la Cámara, etc.), la Constitución ganará en rigidez, pudiendo contener
cuestiones: primera, el propio contenido normativo de la Constitución, es incluso cláusulas de intangibilidad, es decir, preceptos que de ninguna
decir, qué tipo de normas incorpora; segunda, el régimen de su reforma, esto manera pueden ser reformados, como hace por ejemplo la Constitución ita-
es, el procedimiento arbitrado para derogar o modificar los preceptos cons- liana con el régimen republicano de gobierno. Aunque, como es lógico, la
titucionales; y tercera, el modelo de control o de garantías de que gozan esos limitación del legislador será tanto mayor cuanto más se incremente la rigi-
preceptos frente a la actuación de los poderes públicos, y en especial del dez, conviene subrayar que ésta no debe confundirse con el valor o fuerza
legislador. Aunque no procede aquí un examen pormenorizado de cada uno normativa de la Constitución; o si se quiere, con su primacía en el ordena-
de estos aspectos, sí conviene hacer algunas precisiones. miento. Como advierte I. De Otto, "una Constitución flexible ... es también
Por lo que se refiere a la primera cuestión, las normas constitucionales una norma superior si se exige que esa reforma por la vía ordinaria se haga
pueden presentarse como preferentemente formales o procedimentales o de forma expresa" 657 . Por eso, una cosa es violar la Constitución y otra
incorporar también mandatos sustantivos o materiales. En un caso condicio-
narán la acción legislativa estableciendo básicamente el "quién" y el "cómo"
656
Al parecer, esta clasificación hoy usual tiene su origen en el trabajo de J. Bryce,
"Flexible and Rigid Constitutions" (1905). Tomo la información de V. Ferreres, "Una defensa
653
Vid. R. Guastini, "Sobre el concepto de Constitución", en VV. AA .. , Teoría de la de la rigidez constitucional", Doxa, 23 (2000), p. 30.
Constitución. Ensayos escogidos, M. Carbonell (comp.), México, Porrúa, 2000, p. 98. 657
l. De Otto, Derecho constitucional. Sistema de fuentes, cit., p. 62. De la misma opinión
654
F. Rubio Llorente, "La Constitución como fuente del Derecho" (1979), en La forma del es L. Prieto, "Constitución y Parlamento", Parlamento y Constitución, núm. 5 (2001), pp. 12 y
poder, cit., pp. 83 y ss. ss. Sin embargo, ésta no es una opinión unánime y más bien tiende a identificarse supremacía
655 y rigidez. Así, P. de Vega escribe que "la Constitución sólo podrá definirse jurídicamente como
K. Loewenstein llama a las constituciones que carecen de eficacia "constituciones nomi-
nales", y a las que en lugar de disciplinar el ejercicio del poder sirven para legitimar su actua- ley suprema cuando para su modificación se exige -conforme a la idea de rigidez- un procedi-
ción, "constituciones semánticas", K. Loewenstein, Teoría de la Constitución (1969), trad. de miento distinto ... ", La reforma constitucional y la problemática del poder constituyente,
A. Gallego Anabitarte, Barcelona, Ariel, 2a ed., 1976, pp. 218 y ss. Madrid, Tecnos, 1985, pp. 40 y s.

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

reformarla658 : en la medida en que la Constitución requiera un acto expre- ción de dos factores: el paso de la Constitución orgánica a la Constitución
661
so y solemne de modificación, en forma de "ley constitucional", podremos material y el paso de la garantía política a la garantía jurisdiccional" •
seguir hablando de norma suprema. Ocurre, sin embargo, que muchas cons- La fuerza de la Constitución o, mejor dicho, el grado de limitación de
tituciones de nuestro entorno, entre ellas la española, además de poseer esa la autonomía de la ley depende muy principalmente de cómo se conjuguen
fuerza normativa suprema ostentan un importante grado de rigidez. los tres aspectos mencionados. Una Constitución como la española, que
Finalmente, por lo que se refiere al tercer aspecto, el relativo al sistema presenta un muy denso contenido material, notab~emente rígida y qu.e goza
de control de la constitucionalidad, puede plantearse la hipótesis de una de una importante garantía judicial se muestra sm duda como una Impor-
Constitución que estableciese los principios básicos de la convivencia pero tante limitación a la libertad política del legislador y, por tanto, como un
sin disponer al mismo tiempo de un mecanismo jurídico que tutelase el res- síntoma claro de la crisis de la ley en cuanto norma suprema. Pero no tiene
peto de estos preceptos659 o al menos que dejase sin tutela efectiva a los pre- por qué ser necesariamente así, y, desde la perspectiva qu~ aquí. interesa,
ceptos sustantivos. Sin embargo podría pensarse también que desde el punto conviene atender a un modelo que trató de conjugar la existencia de una
de vista de los fines del constitucionalismo, es decir, desde el punto de vista Constitución con el mantenimiento del prestigio de la ley, en la línea de la
de la necesaria limitación de todo poder, incluido el del legislador, tal hipó- tradición legalista del Estado de Derecho. Nos referimos a la fórmula kel-
tesis desvirtúa casi por completo la fuerza jurídica de la Constitución, pues seniana de justicia constitucional662 .
parece que "cuando no hay control, no ocurre sólo que la Constitución vea
debilitadas o anuladas sus garantías, o que se haga difícil o imposible su rea-
lización; ocurre simplemente que no hay Constitución" 660 . Sea como fuere,
es decir, pertenezca la garantía judicial a la "esencia conceptual" del consti- 2. La dignidad de la ley en el modelo de justicia constitucional de H. Kelsen
tucionalismo o represente por el contrario una mera circunstancia histórica,
lo que sí parece cierto es que una Constitución dotada de un sistema juris- La contribución de Kelsen a la justicia constitucional en Europa se
diccional de control sobre el legislador resulta algo cualitativamente distin- enmarca en el debate jurídico a propósito de la institucionalización del con-
to a aquella otra realidad que carece del mismo. La supremacía constitucio- trol de constitucionalidad de las leyes, que cobra gran relevancia durante los
nal, observa Cruz Villalón, "puede ser una realidad sustentada en la opinión años veinte y treinta. En el contexto de una tradición jurídica legalista,
pública, en el ejercicio de las libertades públicas, en la conciencia de la legi- donde apenas encuentra predicamento la idea de la supremacía constitucio-
timidad", pero "no cabe menos que subrayar el salto cualitativo, e incluso la nal, el debate viene alentado por la aparición de una serie de problemas polí-
mutación operada en la Constitución ... como consecuencia de la acumula- ticos y jurídicos cuya resolución parece depender de lo que diga~ los pre-
ceptos constitucionales. Entre tales problemas se encuentra, por eJemplo, la
658
Vid. R. Guas ti ni, "La Constitución como límite a la legislación", en VV. AA .. , Teoría
de la Constitución. Ensayos escogidos, cit., p. 239 y ss. 661 P. Cruz Villalón, La formación del sistema europeo de control de constitucionalidad
659
Así, C. S. Nino considera que el escrutinio judicial de las leyes no representa una (19181939), cit., p. 27.
exigencia lógica, sino práctica o tendente a asegurar la efectiva supremacía constitucional, 662 La primera manifestación de justicia constitucional europea es. la prevista ~or ~a
"Los fundamentos del control judicial de de constitucionalidad", en AA.VV, Fundamentos Constitución austriaca de 1920, en cuyo proyecto intervino Kelsen. A part1r de su expenenc1a
y alcances del control judicial de constitucionalidad. Investigación colectiva del Centro de como magistrado en dicho Tribunal, Kelsen teoriza años después sobre el asunto en un artícu-
Estudios Institucionales de Buenos Aires, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, lo titulado "La garantía jurisdiccional de la Constitución (La justicia constitucional)" (1928),
1991, pp. 97-137. En el mismo sentido, señala de Lora que "es lógicamente concebible la del que existe trad. española de J. Ruiz Manero, en Escritos sobre la democracia y el so.cialis-
eústencia de una Constitución que limita al parlamento impidéndole dictar ciertas normas, mo, Madrid, Debate, 1988. Sin embargo, no es ésta la única contribución del autor austnaco al
aunque no exista otro órgano que tenga la competencia para derogar o anular aquellas que tema de la justicia constitucional. Polemizando con C. Schmitt publica en 1931 ¿Quién debe
vulneren esa prohibición", P. de Lora, La interpretación originalista de la Constitución. Una ser el defensor de la Constitución?, trad. y notas de J. Brie, estudio preliminar de G. Gasió,
aproximación desde la Filosofía del Derecho, Madrid, Centro de Estudios Políticos y supervisión de E. Bulygin, Madrid, Tecnos, 1995; y en 1942 "Judicial Review of Legislation.
Constitucionales, 1998, p. 103. A Comparative Study of the Austrian and the American Constitution", trabajo que he co~sul­
660 tado en su versión italiana en el volumen La giustizia costituzionale, a cargo de C. Gerac1, pp.
M. Aragón, "El control como elemento inseparable del concepto de constitución",
Revista E.spaíiola de Derecho Constitucional, 19 (1987), p. 52. 293 y ss., donde se recogen asimismo otros escritos sobre la cuestión, el primero de 1923.

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

cuestión federal, esto es, el enfrentamiento entre los Estados y la Federación defectuoso desde el punto de vista del principio de exclusiva sumisión del
a propósito de la validez o prevalencia de sus respectivas leyes, un conflic- juez a la ley, y por tanto de la necesaria protección de la supremacía de la
to que tiende a solucionarse jurisdiccionalmente y de acuerdo con la distri- ley. Más precisamente, atribuir a la jurisdicción la posibilidad de examinar
bución de competencias de la Constitución 663 . Otro problema destacable es la constitucionalidad de la ley o, lo que es lo mismo, de separarse de las
que a raíz de la expansión del derecho de sufragio y de la consiguiente prescripciones del legislador en el caso de que advierta la inconstituciona-
democratización de las asambleas parlamentarias comienzan a producirse Iidad de la misma, equivale a debilitar la supremacía de la ley y con ella el
tensiones entre la mayoría y la minoría parlamentaria, y ésta última tenderá principio democrático.
a plantear la confrontación, no ya como una cuestión de desacuerdo políti- El problema del judicial review, que podría resumirse como la dificul-
co, sino como una denuncia ante la jurisdicción fundada en la incompatibi- tad de hacer efectivo el principio de constitucionalidad respetando al
lidad de las leyes con la Constitución664 . Pero si el control de constituciona- mismo tiempo el de legalidad, tiene sentido desde luego desde el punto de
lidad se convierte en un asunto jurídico de primer orden y vivamente discu- vista teórico, pero seguramente es visto aún como más grave si se consi-
tido por la doctrina no es sólo porque parece ir penetrando en la práctica dera el contexto histórico-político que rodea la etapa de entreguerras: un
jurisdiccional, sino también y muy principalmente porque existe la concien- contexto marcado por una judicatura que, imbuida en las ideas del movi-
cia de que el modo en el que definitivamente se articulase sería fundamen- miento del Derecho Libre, se sitúa en una posición institucional de indisci-
tal para evitar o potenciar el activismo judicial. De hecho, buena parte de los plina e insolencia frente allegislador667 , lo que para un acérrimo defensor
juristas de la época manifiestan su temor a un excesivo judicialismo, com- de la democracia como Kelsen hace considerar inaplazable el refuerzo de
prensible si se tiene en cuenta el auge del movimento del Derecho Libre 665 • las garantías de sometimiento a la ley por parte del poder judicial. Como
Para un demócrata convencido como Kelsen el diseño de la garantía de observa L. Prieto, en el diseño del modelo de justicia constitucional,
la Constitución debía contribuir a pacificar conflictos entre órganos del· "Kelsen no pierde nunca de vista ni la primacía de la ley ni las prerrogati-
Estado, pero sin afectar a la soberanía o libertad política del legislador, y vas del legislador" y así, en su famosa polémica con Schmitt, es perma-
esto explica su búsqueda de un modelo alternativo al de judicial review nente su alegato en favor del parlamento frente al jefe del Estado, pero
norteamericano que constituyó la primera manifestación histórica de la también frente a las tentaciones de activismo judicial 668 . La justicia cons-
justicia constitucional. Kelsen, en efecto, podría haber calcado el meca- titucional kelseniana, en definitiva, nació "contra el juez", como un modo
nismo de judicial review, basado en el control difuso realizado por los jue- de fortalecer al legislador democrático 669 .
ces, a quienes se autoriza para inaplicar la ley si en un supuesto concreto La alternativa al modelo de judicial review norteamericano había de con-
es considerada inconstitucional 666 . Sin embargo, tal modelo aparece como sistir, a juicio de Kelsen, en un sistema capaz de conciliar la eficacia de la
Constitución con la soberanía del parlamento y el fruto de tal desafío será el
diseño de un juicio de constitucionalidad de carácter concentrado y abs-
663
A este respecto, puede servir de ejemplo el ordenamiento alemán durante la vigencia de
tracto. Concentrado porque dispone el monopolio del control de constitu-
la Constitución de Weimar (1919-1933): la regla es la prevalencia del Derecho del Reich sobre el
producido por los Llinder; pero, eso sí, a condición de que la ley estatal haya respetado la distri- cionalidad en un tribunal especializado y separado de la jurisdicción ordina-
bución de competencias establecida por la Constitución. En última instancia, pues, la resolución ria, de manera que esta última no tiene ninguna competencia en la interpre-
del conflicto requiere el control de la constitucionalidad de la ley estatal, P. Cruz Villalón, La for-
mación del sistema europeo del control de constitucionalidad ( 1918-1939), cit., pp. 97 y ss.
664 667
Así, en la época de Weimar la doctrina no plantea .exactamente la posibilidad de un Una buena exposición de la actitud de la judicatura y de los estímulos activistas que
recurso de inconstitucionalidad de la ley, pero sí la de que la minoría parlamentaria pudiese recibía de buena parte del pensamiento jurídico puede verse en G. Volpe, L' ingiustizia delle
denunciar la ilicitud de una ley por haber sido aprobada por mayoría simple, cuando entrañaba leggi, cit., cap. I y Il.
668
en realidad una "ruptura constitucional" que hubiera exigido aprobación por el procedimiento L. Prieto, "Tribunal Constitucional y positivismo jurídico", en VV. AA .. , Teoría de la
especial de reforma de la Constitución, ibíd., pp. 171 y ss. Constitución. Ensayos escogidos, cit., p. 313.
665 669
E. Aja, "Prólogo", en E. Aja et al., Las tensiones entre el Tribunal Constitucional y el Precisamente por esta idea de que el principio democrático arraiga con más fuerza si se
Legislador en la Europa actual, E. Aja (ed.), Barcelona, Ariel, 1998, p. XVI. sustrae a los jueces la posibilidad de separarse de la ley, la opción a favor de la justicia consti-
666 tucional kelseniana -dice F. Rubio- se produce en democracias débiles, "Seis tesis sobre la
Sobre el origen y justificación del judicial review puede verse R. Blanco, El valor de la
Constitución, cit. Jurisdicción Constitucional en Europa" (1992), en La forma del poder, cit, p. 576.

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA

tación y aplicación de la Norma Fundamental 670 . Y abstracto porque el con- sólo eliminar aquellas que resulten intolerables, y de ahí su caracterización
trol del texto legislativo ha de hacerse con total abstracción de los móviles e como legis~ador neg~tivo" 675 . Este reparto de la legislación (positiva y negati-
intereses políticos que subyacen a las leyes enjuiciadas y de los conflictos de va) entre diferentes organos (el Parlamento y el Tribunal Constitucional res-
intereses que subyacen a los concretos casos de aplicación de las mismas, p~~tivamente! ~e muestra respetuoso con el Estado de Derecho y con el ~rin­
por cuanto tales valores e intereses son la fuente y el vehículo de la subjeti- ctpiO democratlco, pues, en palabras del propio Kelsen, siendo la sentencia del
vidad y de la ideología671 . Es decir, la tarea del Tribunal Constitucional se Tribuna~ ~on~tit~/cional un. acto de legislación negativa, no deja "de ser un
limita a "confrontar norma (abstracta) de la ley con norma (abstracta) de la acto de JUnsdiccwn, es dec1r, de aplicación del Derecho"676.
Constitución para verificar la contradicción lógica eventualmente producida En suma, en un contexto histórico donde la consolidación del Estado de
en el seno del ordenamiento" 672 . En definitiva, se trata de un sistema que Derecho hallaba dificultades, la originalidad del sistema de Kelsen residía
intenta llevar a la práctica el postulado de la "máxima juridicidad de la fun- en su objet~vo de .garantizar. la supremacía constitucional pero sin compro-
ción estatal, propia del Estado de Derecho" 673 , pero procurando mantener al meter al mismo tiempo la libertad política del parlamento 677 . Un Tribunal
propio tiempo el máximo respeto a la autonomía y a la discrecionalidad polí- constitucional separado de la justicia ordinaria y llamado a realizar un juicio
tica dellegislador674 . abstracto del texto legislativo se justificaba justamente por la necesidad de
Así concebida la justicia constitucional, la función del Tlibunal se limita a alcanzar. ese objetiv~. Por lo demás, podría decirse que una vez adoptadas
declarar inválidas aquellas leyes que se muestren incompatibles con la las re~en~as precaucwn~s frente a la judicatura, el mecanismo de la justicia
Constitución, sin incidir por tanto en la esfera de la legislación positiva. Si se constltu~~onal se convierte en un instrumento de la propia dignidad
quiere, desde la perspectiva que aquí más interesa, la función del Tribunal "no democratica de la ley, pues representa una garantía de la rectitud de las for-
es sustituir al Parlamento, que goza de una innegable libertad política; no es, mas o procedimientos democráticos 678.
por tanto, la de fijar la mejor ley desde la perspectiva constitucional, sino tan Ahora bien, el objetivo kelseniano de conciliar la garantía de la
Constitución y la dignidad democrática de la ley supone algo más, referente
ah~ra a la propia idea de Constitución. En efecto, un juicio de constitucio-
670
P. Pérez Tremps afirma en este sentido que Kelsen, "en su intento de reforzar el sistema n~hdad que se m~estre respetuoso con la libertad política del parlamento
democrático parlamentario por medio del robustecimiento del Derecho busca que quienes solo resulta operativo -ya se ha sugerido- si la Constitución se concibe como
hayan de realizar tal misión sean jueces que estén más comprometidos con esos principios a
una norma sobre la producción jurídica que fija procedimientos y distribuye
defender de lo que lo están los jueces ordinarios. La trascendencia de la función conduce, pues,
a excluir a estos últimos y a buscar jueces especiales que, ligados por su elección al Parlamento,
se encuentren más entroncados con los valores democráticos que éste encarna", Tribunal cons- 67
titucional y poder judicial, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1985, p. 57. ~ ~- Gascón, "Los límites de la Justicia Constitucional", en F J. Laporta (ed.),
671
Como explica M. Gascón, "en la tortuosa evolución del pensamiento de Kelsen a propó- Constztuczón: problemas Filosóficos, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales
2003, p. 171. '
sito de las relaciones entre Derecho y lógica parece que aquél nunca dejó de considerar que la
H. Kels~n, ¿Quién ~ebe.ser el defensor de la Constitución?, cit., pp. 28-38. En efecto,
676
naturaleza creativo-volitiva de la actividad jurisdiccional respondía principalmente a su exi- •

gencia de concreción o de n::solución de casos más que a las dificultades de comprensión de la legrslador Y Tnbunal ConstituciOnal se hallan ligados a la Constitución de manera diferente·
norma... ; es decir, parece que si los jueces desempeñan algo más que una función intelectiva y "La anulación de una ley se produce, esencialmente, en aplicación de las normas de 1~
mecánica es porque deben dar respuesta a hechos, no porque hayan de enjuiciar normas", M. ~~nstit~ción. Está a~sente casi por completo aquí la libre creación que caracteriza a la legisla-
Gascón, "La justicia constitucional: entre legislación y jurisdicción", Revista Espaíiola de c~o~. Mientras ellegrslador no está vinculado a la Constitución más que con respecto al proce-
Derecho Constitucional, 41 (1994), pp. 64. dimie~t~ Y solamente de forma excepcional respecto al contenido de las leyes que debe dictar... ,
672
G. Volpe, L'ingiustizia delle leggi, cit., p. 145. la actiVIdad del legislador negativo, de la jurisdicción constitucional, está, por el contrario,
673
H. Kelsen, ¿Quién debe ser el defensor de la Constitución?, cit., p. 4. absolutamente determinada por la Constitución", H. Kelsen, "La garantía jurisdiccional de la
674 Constitución", cit., p. 131.
Bien es cierto que Kelsen también contempla el supuesto de que la ley sea contradicto-
E_n ~alab~as de L. Prieto,_ e~ ~odelo de justicia constitucional de Kelsen "pretende expre-
677
ria con los principios constitucionales que determinan las relaciones básicas entre el Estado y
sus súbditos, para lo cual se fija el catálogo de los derechos fundamentales, pero advierte sobre sar el maxu~o mvel de com~atJb~IIdad que es posible alcanzar entre dos ideas o criterios que
la excepcionalidad del establecimiento de límites sustantivos a las leyes futuras. H. Kelsen, "La ~on. tendenc¡al~ent~ contradic~~n?s, el de constitucionalidad y el de supremacía de la ley",
Tnbunal ConstituciOnal y positivismo jurídico", cit., p. 316.
garantía jurisdiccional de la Constitución", cit., pp. 115-117. Vid. también ¿Quién debe ser el 678
VdI . P. P'erez Tremps, Trzbunal
· constitucionaly poder judicial, cit., p. 51.
defensor de la Constitución?, cit., p. 24.

210 211
RACIONALIDAD LEGISLATIVA

competencias y que sólo de forma excepcional establece directivas sobre el pretativa: leyes inexistentes serían aquellas que no presentan siquiera una
contenido de las leyes 679 • Y es que, como el propio Kelsen explica, en pre- apariencia de ley, justamente por haberse vulnerado reglas de naturaleza
sencia de preceptos sobre la justicia y los derechos aumenta el riesgo de que formal y procedimental; resultarían leyes inválidas, en cambio, aquellas
el Tribunal Constitucional invada el terreno del legislador, y de ahí su deci- cuyo vicio sustantivo necesita acreditarse mediante un esfuerzo interpretati-
dido rechazo a este tipo de normas: "podrían -escribe Kelsen- interpretarse vo mayor681 . Incluso la distinción de Ferrajoli entre vigencia y validez, que
las disposiciones de la Constitución que invitan al legislador a someterse a tiene un carácter central en su obra, parece responder a este enfoque: de un
la justicia, la equidad, la igualdad, la libertad, la moralidad, etc. como direc- lado, en efecto, resulta que "para que una norma exista o esté en vigor es
tivas relativas al contenido de las leyes ... no es imposible que un Tribunal suficiente que satisfaga las condiciones de validez formal... para que sea
Constitucional llamado a decidir sobre la constitucionalidad de una ley la válida se necesita por el contrario que satisfaga también las condiciones de
anule por el motivo de ser injusta, siendo la justicia un principio constitu- validez sustancial, que se refieren a su contenido, o sea, a su significado".
cional que el Tribunal debe consiguientemente aplicar. Pero, en este caso, el Ahora bien, de otra parte resulta que "mientras la verdad (o la falsedad) de
poder del Tribunal sería tal que habría que considerarlo simplemente inso- los juicios sobre la vigencia es predicable sobre la base de simples averi-
portable. La concepcion de la justicia de la mayoría de los jueces de ese guaciones empíricas o de hecho, no se puede decir otro tanto de los juicios
Tribunal podría ser completamente opuesta a la de la mayoría de la pobla:- sobre la validez: éstos ... (son) juicios de valor y, como tales, ni verdaderos
ción y lo sería, evidentemente, a la de la mayoría del Parlamento que hubie- ni falsos" 682 . Cabría decir, pues, que el Tribunal Constitucional ideado por
ra votado la ley... Para evitar un desplazamiento semejante ... del poder del Kelsen se dirigía a depurar los vicios de existencia más que los de validez
Parlamento a una instancia que le es ajena y que puede transformarse en de las leyes. De todo ello parece deducirse una conclusión, y es que, desde
representante de fuerzas políticas muy distintas de las que se expresan en el esta perspectiva, la supremacía de la ley y la preservación de la autonomía
Parlamento, la Constitución debe, especialmente si crea un Tribunal política del legislador depende ante todo de cómo sea la Constitución: una
Constitucional, abstenerse de todo este tipo de fraseología y, si quiere esta- Constitución como la kelseniana, incluso dotada de un modelo de garantía
blecer principios relativos al contenido de las leyes, formularlas del modo judicial, parece todavía compatible con el legalismo.
más preciso posible" 680 .
Esto último es quizás lo decisivo. Al margen de las peculiaridades y fuer-
tes restricciones del modelo de justicia constitucional kelseniana, al menos
si lo comparamos con el sistema norteamericano, en el autor austriaco pare- 3. La rematerialización de las Constituciones
ce latir una idea fundamental, y es que la constatación de los vicios forma- En contra de la advertencia de Kelsen, hoy los preceptos sustantivos
les y procedimentales no requiere, o requiere en una ínfima medida, el desa- parecen haberse convertido en el tipo de normas constitucionales más abun-
n·ollo de discrecionalidad judicial, mientras que la comprobación de los dantes. La Constitución habría dejado de ser frame of goverment para con-
vicios sustantivos o a propósito de normas materiales implica, sin embargo, vertirse en bill of rights, es decir, para contener preceptos sobre los derechos
una amplia subjetividad por parte del intérprete. Y, en cierto modo, ésta de los individuos y sobre los valores de justicia en los que se sustenta la
sigue siendo una tesis bastante compartida; por ejemplo, en la distinción que organización jurídica. "El núcleo del constitucionalismo consiste -dice L.
a veces se propone entre inexistencia e invalidez de las leyes suele presen- Prieto- en haber concebido una norma suprema, fuente directa de derechos
tarse como uno de los criterios distintivos el del grado de dificultad ínter- y obligaciones, inmediatamente aplicable por todos los operadores jurídicos,
capaz de imponerse frente a cualquier otra norma y, sobre todo, con un con-
679 En palabras de Kelsen, la ley "deriva su validez de la Constitución, en cuanto ha sido

establecida por un órgano competente, en la forma prescrita por la propia Constitución", H.


681
Kelsen, Teoría General del Derecho y del Estado (1944), trad. de E. García Máynez, 2• ed., Vid. R. Guastini, Distinguiendo. Estudios de teoría y metateoría del Derecho, trad. de
México, Universidad Nacional Autónoma de México, 5• reimp., 1995, p. 135. J. Ferrer, Barcelona, Gedisa, 1999, pp. 307 y ss.; M. Gascón, "Sentido y alcance de algunas dis-
680 H. Kelsen, "La garantía jurisdiccional de la Constitución (La justicia constitucional)", cit., tinciones sobre la nulidad de las leyes", Doxa 20 (1997), pp. 131 y ss.
682
pp. 142-143. Vid. también, ¿Quién debe ser el defensor de la Constitución?, cit., pp. 33-34. L. Ferrajoli, Derecho y razón, cit., p. 874.

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA

tenido preceptivo verdaderamente exuberante de valores, principios y dere-


chos fundamentales, en suma, de estándares normativos que ya no informan una manera sencilla y rotunda en el capítulo 78 de El Federalista: "todo acto
sólo acerca de quién y cómo se manda, sino en gran parte de qué puede 0 de una auto_ridad delegada, contrario a los términos del mandato con arreglo
debe mandarse" 683 . al cual se eJerce, es nulo. Por lo tanto, ningún acto legislativo contrario a la
La "rematerialización" de las Constituciones 684 pondría de manifiesto la Constitución puede ser válido. Negar esto equivaldría a afirmar que el man-
recuperación del postulado del iusnaturalismo racionalista consistente en datario es superior al mandante". Y el control sólo puede corresponder a los
subordinar el ordenamiento jurídico a los derechos naturales o prejurídicos jueces: del poder judicial "puede decirse con verdad que no posee fuerza ni
de los individuos. Con ella, la cultura jurídica retoma, por tanto, una de las volunt~d, sin~, únicamente discernimiento"; por eso, debe ser competencia
claves del constitucionalismo de finales del siglo XVIII, abandonada en de los JUeces declarar nulos todos los actos contrarios al sentido evidente
Europa en el curso del Estado liberal. El neoconstitucionalismo, constitu- de la Constitución"687.
cionalismo contemporáneo o simplemente constitucionalismo685 perfeccio- Las nuevas constituciones, ya se presenten como la revitalización de los
naría así el Estado de Derecho por cuanto configura un modelo de organiza- postulados del iusnaturalismo racionalista y de las claves de la Ilustración
ción jurídica que sujeta todos los poderes a normas preconstituidas, garanti- Y.de la Revolución, ya lo hagan como un acercamiento de la tradición jurí-
zando los derechos de los individuos incluso frente al legislador. A fin de . dica europea a. la norteamericana, mucho menos fetichista de la ley, pare-
ilustrar la mutación del Estado liberal de Derecho en Estado constitucional cen haber servido para recuperar la confianza en el Derecho tras la desas-
de Derecho, G. Zagrebelsky toma como punto de referencia precisamente trosa experiencia de la Segunda Guerra Mundial. De hecho son las
las alteraciones experimentadas por la ley: ésta, "un tiempo medida exclusi- Constituciones de la República Federal Alemana y de Italia, se~uramente
va de todas las cosas en el campo del Derecho, cede así el paso .a la los dos pa.íses donde se vivieron las experiencias políticas más dramáticas,
Constitución y se convierte ella misma en objeto de medición. Es destrona- las que pnmero abren sus textos a una importante rematerialización, sobre
da en favor de una instancia más alta" 686 . todo c?n la incorporación de derechos fundamentales, así como a un vigo-
La transformación del Estado liberal de Derecho en el Estado constitu- roso Sistema de fiscalización de la ley basado formalmente en el modelo
cional de Derecho puede describirse también como la aproximación de los kelsenia?o, aunque encargado de tutelar un tipo de Constitución muy dife-
sistemas jurídicos de tradición europeo-continental a la tradición jurídica rente al Ideado por el autor austriaco.
norteamericana, en la que desde hace dos siglos los preceptos constitucio- Qué duda cabe que las barbaries cometidas durante la Segunda Guerra
nales, en particular los relativos a los derechos y libertades, se consideran Mundial, amparadas en sistemas supuestamente legalistas, resultaron decisi-
normas jurídicas por cuyo cumplimiento velan los jueces. El fundamento de :as ~n la apu~~ta europea por el neoconstitucionalismo, pero quizás hayan
la supremacía constitucional y del control judicial se encuentra expuesto de mfl~I?~o tambi~n otros fact~res. Entre ellos, y muy principalmente, la com-
pos~~wn plurahsta de la soc1edad. En efecto, la consolidación del pluralismo
pol~t~co co~o ba~se. de la .o_r~anización jurídica frente a la homogeneidad
683
L. Prieto, "Del mito a la decadencia de la ley", cit., p. 35.
pohtlca decimono~Ic.a, artificialmente asegurada por el sufragio censitario,
684
M. La Torre usa la expresión sustancialización o rematerialización de las constitucio- representa un autentico avance desde el punto de vista de la democracia
nes para resaltar la peculiaridad del constitucionalismo actual, "Derecho y conceptos de Pero al mismo tiempo la profunda división social que se pone de manifiest~
Derecho. Tendencias evolutivas desde una perspectiva europea", Revista del Centro de Estudios
Constitucionales, 16 (1993), p. 70.
685 687
L. Prieto considera equivalentes la expresiones constitucionalismo contemporáneo, neo- A. Hamilton, J. Madison, J. Jay, El Federalista (1780), trad. de G. R. Velasco, México
constitucionalismo o simplemente constitucionalismo. Con ellas se suele hacer referencia al ~ondo de Cultura Económica, 1994, cap. 78, p. 331 y s. El origen del control de constituciona~
menos a tres asuntos: a las características de un nuevo modelo de organización jurídica, a la hdad de las leyes en América se remonta, como es sabido, a la sentencia del Juez Marshall en
teoría jurídica reclamada por dicho modelo y a la concepción de filosofía política en la que se e! cas~ Marbu.ry vs. Madis~n, en 1803. Siguiendo las tesis de El Federalista, se argumenta que
basa, L. Prieto, "Neoconstitucionalismo y ponderación judicial", Anuario de la Facultad de SI .los JUeces tienen que aplicar el Derecho y la Constitución es la norma suprema del ordena-
Derecho de la Universidad Autónoma de MadFid, 5 (2001), p. 201. Vid. también en S. Pozzolo, mi:nto, ent?nces deberán inaplicar la ley inconstitucional y buscar una que lo sea 0 resolver
Neocostituzionalismo e positivismo giuridico, Turín, Giappichelli, 2001, pp. 26 y ss. aplicando directamente la Constitución. El problema que este argumento no toma en cuenta es
686
G. Zagrebelsky, El derecho dúctil, cit., p. 40. q.~e esta .forma de concebir la supremacía constitucional abre una vía de excepción a la sumi-
swn del JUez a la ley.
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RACIONALIDAD LEGISLATIVA
GEMA MARCILLA CÓRDOBA

en la discrepancia a veces radical sobre las ideas e intereses que han de pre- desde el punto de vista de la democracia (mejor dicho, de la democracia sus-
sidir las decisiones políticas hace dudar de que la deliberación parlamenta- tancial690) el pluralismo es también un valor, ninguna decisión pública puede
ria sea un instrumento suficiente para garantizar que a partir de tales radica- dar lugar a que los ideales e intereses de una parte de la sociedad primen o
les discrepancias surja una ley expresiva del interés general. La legislación, prevalezcan hasta el punto de lesionar decisivamente los derechos y liberta-
señala G. Zagrebelsky, ya no es "la expresión «pacífica» de una sociedad des de la parte en minoría. Si se quiere, el propio pluralismo político vendría
política internamente coherente, sino que es manifestación e instrumento de a justificar el paradigma constitucionalista, obligando a que la ley perfile sus
competición y enfrentamiento social... no es un acto impersonal, general y opciones dentro de un marco que permita a las minorías defenderse de los
abstracto, expresión de intereses objetivos, coherentes, racionalmente justi- eventuales abusos de la mayoría, dentro de un marco de pluralismo garanti-
ficables y generalizables ... Es, por el contrario, un acto personalizado (en el zado. El pluralismo exige, en definitiva, una instancia jurídica superior que
sentido de que proviene de grupos identificables ... ) que persigue intereses reconozca en plano de igualdad o en un orden no jerárquico principios repre-
particulares" 688 . En otras palabras, el pluralismo social y político hace impo- sentativos de las más diversas concepciones sobre los derechos y sobre la
sible concebir la ley como instrumento de expresión del interés general. justicia. La Constitución, en fin, "asume ahora la importantísima función de
Antes al contrario: ésta se presenta ahora como factor de contienda política mantener unidas y en paz sociedades enteras divididas en su interior y con-
y el consenso parece haberse trasladado a la Constitución, si bien sobre la currenciales. Una función inexistente en otro tiempo, cuando la sociedad
base del reconocimiento de plurales principios, valores y derechos que se política estaba y se presuponía que era en sí misma, unida y pacífica. En la
muestran, a su vez, como tendencialmente contradictorios. nueva situación, el principio de constitucionalidad es el que debe asegurar la
Por lo demás, la propia experiencia legislativa contribuye bien poco a res- consecución de este objetivo de unidad"691.
tituir a la ley su papel de factor de ordenación social. Al contrario, la prácti- El constitucionalismo supone, por consiguiente, la imposición de exi-
ca legislativa avala la creencia de que la legislación es cada vez más el resul- gencias adicionales a la legitimidad de la ley, lo que L. Ferrajoli explica en
tado de un ejercicio precario de la democracia, donde al final lo importante virtud de una nueva teoría de la validez. Según esta teoría hoy cabe hacer
para decidir el contenido de la ley no es la calidad de los argumentos que se referencia a dos dimensiones de regularidad de la ley: en primer lugar, la
esgrimen en el debate parlamentario, sino sólo el resultado del recuento de validezformal o vigencia, esto es, su conformidad con las normas constitu-
votos. Dicho de otro modo, a menudo los votos no reflejan la opinión forma- cionales de procedimiento y competencia, y que a juicio de Kelsen repre-
da de los parlamentarios, sino la consigna del partido político. Por ello, si un sentaba prácticamente la única exigencia de constitucionalidad; y, en segun-
partido tiene mayoría en el parlamento puede prescindir de dar razones sobre do lugar, la regularidad de la ley se comprueba desde la perspectiva de su
las bondades de una ley, y si no la tiene tampoco se preocupa por convencer validez sustancial o simplemente validez, que implica la coherencia del sig-
racionalmente al resto de las fuerzas políticas, sino que procede a negociar nificado de la ley con el de los preceptos materiales de la Constitución692.
con ellas de manera más o menos velada a la opinión pública6 89 . Ahora bien, esta doble vinculación de la ley a la Constitución plantea una
Desde esta visión no demasiado positiva del funcionamiento de los órga- aporía en relación con la sujeción del juez a la ley. En efecto, aunque en vir-
nos legislativos, las Constituciones rematerializadas son aplaudidas como tud del principio de legalidad el juez viene sujeto a la ley, en virtud del con-
precaución frente a un modo de legislar que no ofrece garantías para las
minorías o, lo que es lo mismo, para asegurar verdaderamente el valor del 690
L. Ferrajoli se refiere a la democracia sustancial contraponiéndola a la democracia for-
pluralismo político. Puede que de Jacto el pluralismo político propicie más mal. Esta última se identifica con la forma de Estado que condiciona la legitimidad de las deci-
la negociación que la deliberación entre las diversas fuerzas. Pero, dado que siones públicas exclusivamente a que sean expresión de la voluntad de la mayoría. En cambio,
la democracia sustancial se identifica con la forma de Estado que condiciona la legitimidad de
las decisiones públicas al respeto de los intereses y necesidades vitales de todos. Es decir, la
688 democracia sustancial se caracteriza por limitar o subordinar la voluntad de la mayoría al res-
G. Zagrebelsky, El derecho dúctil, cit., p. 38.
689 peto de un conjunto de principios que establecen qué es ilícito decidir y que es ilícito dejar de
Resumo aquí algunas críticas que pueden formularse a la denominada democracia elitista
decidir, L. Ferrajoli, Derecho y razón, cit., pp. 864-866.
cuya caracterización aparece en el libro de J. Schumpeter, Capitalism, Socialism and Democracy 691
G. Zagrebelsky, El derecho dúctil, cit., p. 40.
(1942), 3• ed., Harper Row, Nueva York, 1957. D. Held habla de "democracia elitista competiti- 692
va" en Modelos de democracia (1987), trad. de T. Albero, Madrid, Alianza, 1991, p. 188. L. Ferrajoli, Derecho y razón, cit., pp. 357-362 y pp. 874-880.

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA
RACIONALIDAD LEGISLATIVA

cepto de validez, o, lo que es lo mismo, del principio de constitucionalidad,


pueda cumplir con lo que ordena. el. princi~io de mera legalidad. reside
el juez no tiene obligación de aplicar las leyes inválidas aunque estén vigen-
paradójicamente en que sea el propiO JUez qmen controle que e.lleg1slador
tes. Dicho de otro modo, el Estado constitucional sitúa al juez ante un dile-
cumple con el principio de estricta legalidad, con la consecuencia de que la
ma al imponerle la doble y contradictoria obligación de, por una parte, juz-
subjetividad judicial a la que se cierra paso con elprinci~io ~e m~ra legali-
gar de conformidad a lo preestablecido por la ley y, por otra, verificar si ésta
dad encuentra una puerta abierta en el control de constituciOnalidad o de
cumple con las condiciones de validez formales y sustanciales establecidas
estricta legalidad695 . .
por la Constitución. Y esta situación termina confiriendo al juez un gran
La aporía derivada de que el juez tenga la obligación de someterse exclu-
poder dispositivo (el poder de censura de las leyes), transmutando así el
sivamente a la ley aunque no sin antes haber examinado su constitucionalidad
principio de legalidad (vinculación del juez al Derecho pero sobre todo a la
se ha pretendido minimizar en algunos ordenamientos (así en el español),
ley) en principio de constitucionalidad (vinculación del juez a los derechos
diseñando un sistema de justicia constitucional que sigue los pasos del mode-
y la justicia consagrados en la Constitución) 693 .
lo kelseniano, es decir, institucionalizando un modelo de control de constitu-
En el caso de las leyes penales el referido dilema se manifiesta con espe-
cionalidad no difuso. En virtud de este modelo, la función legislativa queda
cial intensidad, pues el juez viene obligado a controlar la validez de la ley
"protegida" frente al poder judicial, pero también frente al poder del ?;opio
(segunda obligación) no sólo para comprobar que no sea contraria al tenor
Tribunal Constitucional. Lo primero porque al reservarse la declaracwn de
de algún precepto constitucional, sino precisamente para comprobar que no
inconstitucionalidad de la ley a un tribunal ad hoc se establece una presunción
es contraria al imperativo constitucional de que se garantice la absoluta vin-
de constitucionalidad en favor de la ley que los jueces ordinarios han de res-
culación del poder judicial a la ley (primera obligación). Desde este punto
petar hasta tanto no recaiga sobre ella una declaración de inconstitucionali-
de vista, la actuación del juez penal en el Estado constitucional se hallaría
dad696. Es decir, los jueces ordinarios no pueden apartarse de una ley que se
regida por dos principios contradictorios: el de mera legalidad, en virtud del
presume válida sino que sólo pueden instar su declaración de inconstituciona-
cual las decisiones del juez se justifican en la medida en que sean aplicación
lidad ante el órgano competente, el Tribunal Constitucional697 . Por otra parte,
de lo que dispone la ley, de modo que entre los argumentos en los que aquél
la ley queda protegida frente al Tribunal Constitucional porque cuando con-
apoya su decisión no pueden figurar argumentos valorativos o subjetivos, y
trola la inconstitucionalidad de la ley no legisla, pues su cometido no es reem-
el de estricta legalidad, en virtud de cual el juez ha de comprobar -y para
plazar la opción legislativa incompatible con la Constitución por otra más
ello no cuenta con ningún criterio jurídico- que el legislador ha cumplido
acorde con ésta, sino únicamente declarar su invalidez para que deje de ser
efectivamente con el principio de taxatividad o de reserva absoluta de ley, es
aplicable. En definitiva, "la ley, por cuanto expresión de derechos políticos
decir, que el legislador ha construido el supuesto de hecho de la norma penal
democráticos, tiene una autónoma razón de ser y un ámbito propio, en el que
con referencias empíricas y fácticas precisas 694 . La garantía de que el juez
el juicio de constitucionalidad no puede incidir" 698 .

693 Vid. M. Gascón, "La Teoría General del Garantismo. A propósito de la obra de L.
695 En palabras de L. Ferrajoli, el poder de disposición del juez que "subsista ilegítimamente a
Ferrajoli Derecho y razón", Jurídica. Anuario del Departamento de Derecho de la Universidad
causa de leyes penales que deroguen el principio constitucional de estricta legalidad o taxatividad
Iberoamericana, núm. 31 (2001), pp. 204 y s.
4
sólo podrá ser eliminado merced a la asignación al mismo juez de un poder de censura sobre las
69 En relación con el estatuto semántico de las leyes penales, L. FeiTajoli distingue entre
leyes que, a su vez, al expresarse en juicios de valor es un poder de disposición", Ibíd., p. 877.
leyes que son expresión del principio de mera legalidad y leyes que son manifestación del princi-
696 Esto en línea de principio, pues, como luego se verá, merced a la ponderación judicial
pio de estricta legalidad, según que las previsiones legales de las figuras delictivas estén más o
es posible que una ley válida resulte inaplicada tras la oportuna interpretación de la misma a la
menos dotadas de denotación empírica taxativa. Desde este punto de vista, el principio de taxati-
luz de los principios constitucionales.
vidad se identifica con el de estricta legalidad pena_!, una "regla metalegal de formación del len-
697 Así, en el Derecho español la cuestión de inconstitucionalidad está prevista en el art. 163
guaje penal que a tal fin prescribe al legislador el uso de términos de extensión determinada en la
definición de las figuras delictivas, para que sea posible su aplicación en el lenguaje judicial como de la Constitución, descrita por el propio Tribunal Constitucional en su sentencia 17/1981 como
"un instrumento puesto a disposición de los órganos jurisdiccionales para conciliar la doble
predicados verdaderos de los hechos procesalmente comprobados", L. Ferrajoli, Derecho y razón,
obligación en que se encuentran de actuar sometidos a la ley y a la Constitución".
cit., p. 378. Sobre el principio de taxatividad y los problemas prácticos que plantea no sólo para
698 Este es uno de los "límites" a los que están sometidos los tribunales constitucionales ins-
el legislador sino también para el juez, vid. V. Ferreres, El principio de taxatividad en materia
penal y el valor normativo de la jurisprudencia constitucional, Madrid, Civitas, 2002. pirados en el esquema kelseniano. Vid. M. Gascón, "Los límites de la Justicia Constitucional",
cit., p. 170.

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4. Las tensiones entre Tribunal Constitucional y legislador: las actua. Se denominan sentencias interpretativas a aquellas en las que el Tribunal
ciones legislativas del Tribunal Constitucional Constitucional, guiado por el "principio de conservación de las normas" (o
mejor: de los textos o disposiciones legales), no anula el texto de la ley en la
La afirmación que acabamos de hacer en el epígrafe precedente debe ser medida en que sea susceptible de una interpretación constitucionalmente
discutida, pues el Tribunal Constitucional no siempre parece cumplir escru- adecuada702 . Se trata, por tanto, de pronunciamientos que se enmarcan en el
pulosamente su función de "legislador nega~ivo" 699 . ~iert.ai?ente n? es. éste ámbito de interpretaciones plausibles de una ley, discriminando entre aque-
el único motivo que ha distanciado nuestro sistema de JUSticia constituciOnal llas que resultan compatibles con la Constitución y aquellas que no lo son703 ;
del modelo kelseniano en que quiere inspirarse700 , pero sí es uno de los más es decir, mediante ellos el Tribunal Constitucional impone u orienta la elec-
llamativos, pues recordemos que la naturaleza negativa de la actuación del ción entre las diversas interpretaciones plausibles de la ley.
Tribunal -de expulsión, no de creación de normas- era la condición indis- Las sentencias interpretativas no suponen en principio una distorsión
pensable para hacer soportable su poder de control sobre la ley. del modelo de legislador negativo o una invasión del ámbito político
Desde luego, la transformación del Tribunal Constitucional en sujeto representado por la ley; es más, puede entenderse que con ellas se conju-
político viene propiciada muchas veces por la indeterminación del texto gan la primacía constitucional y la conservación de las leye.s. Ahora bien,
constitucional, en el que son frecuentes cláusulas abiertas y principios cons- esta afirmación debe ser matizada, pues el recurso a este tipo de senten-
titucionales de justicia cuya interpretación es notablemente discrecional; es cias entraña un riesgo: que, so pretexto de la interpretación conforme a la
decir, por la rematerialización de la Constitución. Pero otras veces es el pro- Constitución (o sea, a través de una sentencia interpretativa), el Tribunal
pio principio de interpretación conforme el que da pie a una actuación cuasi Constitucional pueda acabar imponiendo la mejor interpretación de la ley
legislativa o legislativa a secas de la justicia constitucional. Nos ocuparemos en detrimento de otras igualmente constitucionales. Es evidente que al
ahora de este segundo aspecto. actuar así el Tribunal Constitucional invade las competencias de la juris-
El principio de interpretación de la ley conforme a la Constitución (la dicción ordinaria, dejando sin efecto la necesaria libertad interpretativa
verfassungskonforme Gesetzauslegung de la doctrina alemana) traduce una que se atribuye a los jueces y tribunales como parte esencial de la inde-
regla de interpretación sistemática que establece que, de entre las diversas pendencia judicial. "Pero además, y sobre todo, teniendo en cuenta la
li interpretaciones plausibles de la Constitución, sólo son legítimas las que se fuerza vinculante de sus sentencias y la naturaleza 'legisladora' de las
muestran compatibles (o conformes) con la Constitución. Dicha regla se vin- mismas, al imponer la mejor interpretación de la ley el Tribunal
cula al principio de primacía constitucional y es, por tanto, obligatoria: se Constitucional realiza una tarea cuasi legislativa" 704 . Pero el recurso a las
impone a todos los jueces y tribunales en su diaria interpretación y aplica- sentencias interpretativas entraña otro riesgo mayor: con la excusa, de
ción de la ley. Pero, por lo que aquí interesa, es usada también por el nuevo, de la interpretación conforme, "el Tribunal Constitucional puede
Tribunal Constitucional en el control de constitucionalidad de las leyes, con- terminar imponiendo una interpretación que claramente no se deduzca de
figurando su anulación como remedio extremo701 . Así sucede en las deno- su texto según los cánones interpretativos tradicionales. Se traspasan así
minadas sentencias interpretativas y sentencias manipulativas. los límites de la interpretación conforme (que vienen marcados por las
interpretaciones plausibles de la ley) para realizar una simple alteración
699 Vid. F. Rubio Llorente, "El procedimiento legislativo en España. El lugar de la ley entre judicial del ordenamiento invadiendo el ámbito que la Constitución reser-
las fuentes del Derecho" (1986), en La forma del poder, cit., p. 316.
7oo El recurso de amparo y la misma cuestión de inconstitucionalidad son figuras de dudo-
702
sa compatibilidad con el esquema kelseniano. En este sentido, ya en 1981 García de Enterría En palabras del Tribunal Constitucional español, son sentencias interpretativas "aque-
advirtió un notable acercamiento de nuestro Tribunal al sistema de jurisdicción difusa. Vid. E. llas que rechazan una demanda de inconstitucionalidad del precepto impugnado en la medida
García de EnterTía, "La posición jurídica del Tribunal Constitucional en el sistema español: en que se interprete en el sentido que el Tribunal Constitucional considera como adecuado a la
posibilidades y perspectivas", Revista Espaíiola de Derecho Constitucional, 1 (1981), p. 46. Constitución o no se interprete en el sentido (o sentidos) que considera inadecuados", STC
701 Sobre este principio vid. J. Jiménez Campo, "Interpretación conforme a la Constitución",
511981, de 13 de febrero, F. J. 6°.
703
en Enciclopedia Jurídica Básica, Tomo III, p. 3681 y ss.; M. Gascón, Voz "Interpretación Sobre la forma de las sentencias interpretativas, vid. F. J. Ezquiaga, La Argumentación
Conforme (a la Constitución)", Diccionario de Derecho Constitucional, M. Cm·bonell (coord.), en la Justicia Constitucional Espaíiola, Oñati, Instituto Vasco de Administración Pública, 1987.
704
México, Porrúa-Universidad Nacional Autónoma de México, 2002, pp. 316 y ss. M. Gascón, "Los límites de la Justicia Constitucional", cit., p. 12.

220 221
RACIONALIDAD LEGISLATIVA
GEMA MARCILLA CÓRDOBA

el Tribunal Constitucional muestra escaso respeto por la l~bertad políti~a del


va allegislador" 705 • Esto es lo que sucede en las denominadas sentencias
manipulativas. legislador, pues simple y llanamente lo suplanta708 . El legislador negativo se
Las sentencias manipulativas o manipuladoras pueden considerarse una convierte en un legislador, a secas. . . .
El respeto a la autonomía política del legislador y, con ella, al pnncipiO
clase de sentencias interpretativas, en la medida en que con ellas se rechaza
democrático, exigiría un esfuerzo autoinhibitorio del tribun~l co~~titucion~l.
una interpretación y se impone otra. Su peculiaridad estriba en que en ellas el
Así, por ejemplo, en lugar de corregir la ley con una sentencia aditiva, podn.a
Tribunal Constitucional realiza una interpretación contra legem, esto es, una
limitarse a anularla, dejando que el legislador optase entre. ext~n~er efecti~
interpretación excesivamente forzada o que claramente no se deduce del texto
legal, pero que resulta compatible con la Constitución. La interpretación del Yamente el beneficio al grupo discriminado o por el contrano ehmmar total- .
mente la ventaja. Incluso para aquellos supuestos en los que resultase perJU-
texto legal puede forzarse básicamente de dos formas: bien manipulando el
dicial o inconveniente anular la ley, porque se dejaría un vacío legal que pri-
propio texto, es decir, introduciendo algún término o anulando algún inciso del
varía a un grupo importante de sujetos de beneficios legales, cabría. una
mismo para provocar una interpretación constitucionalmente adecuada, o bien
actuación del Tribunal Constitucional más ajustada a su función de legisla-
manipulando directamente su interpretación. A su vez, la manipulación de la
dor negativo: dictar una sentencia de mera inconstitucionalidad, también lla-
interpretación puede afectar al "programa normativo" de la ley enjuiciada, en
madas de inconstitucionalidad sin nulidad; es decir, una sentencia que da
cuyo caso se estaría dictando una sentencia sustitutiva, o sea, que sustituye tina
cuenta de las razones por las que la ley es inconstitucional, pero no la anula,
interpretación plausible de la ley enjuiciada por otra no plausible pero confor-
sino que emplaza al legislador a reparar o corregir la situación de inconsti-
me con la Constitución; pero también puede afectar a su "ámbito de aplica-
tucionalidad por vía legislativa709 . Ambas soluciones (la anulación de la ley
ción", que tras la interpretación puede resultar ampliado (sentencias manipu-
ladoras aditivas706 ) o restringido (sentencias manipuladoras reductoras). En el
primer caso, la ley, tras la sentencia, resulta aplicable a más supuestos de los cional: entre legislación y jurisdicción", cit., p. 72 y "Interpretación conforme (a la
comprendidos en abstracto por la misma. En el segundo, la ley, tras la senten- Constitución)", cit; F. J. Díaz Revorio, Las sentencias inte1pretativas del Tribunal
cia, deja de ser aplicable a algunos supuestos comprendidos en abstracto por Constitucional. Significado, tipología, efectos y legitimidad. Análisis especial de las sentencias
aditivas, prólogo de L. López Guerra, Valladolid, Lex Nova, 2001, en espe~ial .. pp. 265 Y ss;.F.
la misma707 • En cualquier caso, mediante los pronunciamientos manipulativos J. Ezquiaga, La producción jurídica y su control por el Tribunal Constztucwnal, Valenc.Ia,
Tirant lo Blanch, 1999, pp. 254 y ss. De todos modos, la terminología sobre los pronuncia-
705
mientos manipulativos del Tribunal Constitucional es confusa, pues no todos los autores emple-
Ibíd., p. 12.
an los términos en el mismo sentido.
706 Las sentencias aditivas suponen el reconocimiento de la inconstitucionalidad por omi- 708 F. Rubio Llorente, "La jurisdicción constitucional como forma de creación de derecho",
sión y suelen fundamentarse en la infracción del principio de igualdad. Más concretamente,
en La forma del poder, cit., p. 522 y s.
estas sentencias se basan en que el legislador ha discriminado a un grupo de sujetos, por excluir-
709 Las sentencias de inconstitucionalidad.sin nulidad o de mera inconstitucionalidad, tam-
los del beneficio o ventaja que la ley establece injustificadamente o sin que haya razón para tal
bién calificadas a veces como sentencias de "posposición de los efectos" de la inconstituciona-
exclusión, por cuanto no puede alegarse una diferencia sustancial entre el grupo de sujetos que
Iidad, son un tipo particular de las que se han denominado sentencias bilaterales, en las que,
el legislador ha decidido beneficiar y el que ha decidido dejar fuera del ámbito de aplicación de
apreciado un vicio de inconstitucionalidad, no se ~ecl.ara la nuli.dad de la l~y, pe:o tam~oco se
la ley. Con estas sentencias el Tribunal pretende evitar la expulsión o anulación de la ley: la
procede a remediar el vicio -como en las sentencias mterp:etatrvas. o mampulatr.vas- SI~o ~ue
medida legislativa es evaluada como constitucional, salvo en lo que respecta a la limitación
se llama a la colaboración del legislador para que sea él mismo qmen repare la mconstituciO-
injustificada del círculo de destinatarios. La apertura del principio de igualdad sería, pues, la
nalidad. Estas sentencias (las de inconstitucionalidad sin nulidad) han sido usadas por el
causa por la que el Tribunal realiza una función claramente legislativa, y probablemente exor-
Tribunal Constitucional español (así, SSTC 9611996, 195/1998, 20811999) y están incluso
bitante, pues generalmente la atribución por ley de una ventaja o beneficio no es una obligación
expresamente contempladas por el ordenamiento alemán, pues son vistas como un modo de evi-
constitucional sino una opción política. Vid. en este sentido, L. Elia, "Constitucionalismo coo-
tar violentar la libertad de configuración política del legislador. Con todo, plantean un proble-
perativo, Racionalidad y Sentencias Aditivas", en División de Poderes e lnte1pretación,
ma: la aplicación de una ley declarada inconstitucional entretanto el legislador no la reforme o
Madrid, Tecnos, 1987, pp. 77 y ss.
se cumpla el plazo genera una repulsa, motivo por el cual a veces se acompaña la sentencia de
707 Vid. A. Pizzorusso, "Las sentencias manipulativas del Tribunal Constitucional italiano",
un régimen provisional establecido por el propio Tribunal Constitucional. Vid. sobre el parti-
en El Tribunal Constitucional, Madrid, Instituto de Estudios Fiscales, 1981, vol. I., pp. 275 y cular, F. J. Díaz Revorio, Las sentencias interpretativas del Tribunal Constitucional, cit; vid.
ss.; G. Zagrebelsky, La Giustizia Costituzionale, Bolonia, Il Mulino, 2" ed., 1988, pp. 296 y ss.; también M. González Beilfuss, Tribunal Constitucional y reparación de la discriminación nor-
F. Rubio, "La juridicción constitucional como forma de creación de Derecho", Revista mativa, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2000, pp. 211 y ss.
Espaíiola de Derecho Constitucional, núm. 22 (1988), p. 38; M. Gascón, "La justicia constitu-

222 223

UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA
"i!!"'"'lr.~"ft'" V~~~ A .-...• ....__ _. , . _ ·-
GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

o la sentencia de inconstitucionalidad sin nulidad) parecen más adecuadas a exigencias de la Constitución en un determinado punto, y ante la duda por
las competencias del Tribunal Constitucional, y no sólo porque las actuacio- consiguiente de la constitucionalidad de la ley cuestionada, el Tribunal
nes políticas o de legislación positiva afecten a la libertad de configuración declara la constitucionalidad, pero acompaña "a su declaración con una
política que, dentro del marco constitucional, sólo al legislador corr-esponde, recomendación al legislador a fin de que en el futuro reforme la ley ajustán-
sino también porque el Tribunal Constitucional no es un órgano adecuado dola a la mejor interpretación de la constitución que establece la senten-
para legislar, es decir, no se halla capacitado para programar los medios cia"712; hasta el punto de que solapadamente "amenazan" al legislador con
materiales, económicos, personales, etc., que muchas veces son necesarias una declaración de inconstitucionalidad para el caso de que la ley no asu-
para la satisfacción de los derechos reconocidos en la sentencia710 . miera tales recomendaciones o consejos713 . La innegable autoridad de que
En suma, mientras que las sentencias que hemos denominado interpreta- goza el Tribunal Constitucional hace que, en la práctica, su "recomenda-
tivas no siempre entrañan, o no necesariamente, un ejercicio de legislación ción" resulte atendida.
positiva por el Tribunal Constitucional, las sentencias manipulativas repre- Pero cuando la indeterminación tiene que ver cpn valores constituciona-
sentan un caso patente de ejercicio de funciones políticas por el mismo, pues les cuya interpretación resulta socialmente controvertida, es decir, cuando el
es claro que éste se comporta como un legislador positivo cuando, en lugar fallo sobre la constitucionalidad o inconstitp~ionalidad de la ley es en reali-
de ajustarse a su función de expulsión de leyes inconstitucionales, opta por dad una decisión sobre un problema moral o político controvertido, enton-
mantener la ley en el ordenamiento porque en alguna medida estima que la ces el riesgo de que el Tribunal Constitucional se convierta en un sujeto
política del legislador es adecuada o conveniente. "legislador" (o político) aumenta considerablemente. Dicho de otro modo,
Ahora bien, es preciso señalar, como apuntábamos al principio del epí- cuando en el juicio de constitucionalidad están implicados preceptos consti-
grafe, que, más allá de los pronunciamientos interpretativos o manipulati- tucionales que pueden albergar concepciones filosófico políticas o morales
vos, la intromisión del Tribunal Constitucional en la esfera del legislador es diversas e incluso opuestas, al Tribunal le resulta difícil mantener su imagen
muchas veces consecuencia de (o puede venir propiciada por) la propia natu- de órgano técnico e imparcial que se limita a depurar el ordenamiento de
raleza rematerializada de la Constitución. Dicho de otro modo, cuando el leyes "objetivamente" incompatibles con la Constitución.
parámetro de constitucionalidad de la ley viene dado por preceptos de ele- La naturaleza más "política" que jurisdiccional del Tribunal Constitucional
vada indeterminación semántica o que contienen conceptos esencialmente puede, en efecto, plantearse desde el punto de vista de las dificultades inter-
controvertidos el juicio de constitucionalidad cobra en todo caso un carácter pretativas que plantean las constituciones contemporáneas, y los mayores
altamente discrecional o político; esto sucede en particular cuando tales pre- obstáculos en la interpretación del texto constitucional no derivan (o no sólo)
ceptos se refieren a cuestiones morales o que se presten a consideraciones de que emplee términos vagos y ambiguos, pues esto también sucede en los
subjetivas y valorativas, como por ejemplo la determinación del significado
y de los límites de los principios de justicia y los derechos.
712 Vid. M. Gascón, "Los límites de la Justicia Constitucional", cit., p. 180. Un ejemplo de
La indeterminación en torno al significado de algunos preceptos y con-
este tipo de sentencias en el Derecho español lo constituye la STC 108/1986. Se impugnaba la
ceptos constitucionales está detrás, por ejemplo, de algunas de las llamadas elección parlamentaria de los vocales del Consejo General deJ Poder Judicial, que había pre-
sentencias "exhortativas", que, al igual que las bilaterales 711 , no declaran la visto la Ley Orgánica del Poder Judicial, y el Tribunal Constiti.tcional entendió que tal sistema
inconstitucionalidad de una ley sino que hacen del legislador un interlocu- no es inconstitucional, pero que se presta a la politización excesiva del citado órgano, por lo que
tor. Se trata, más en concreto, de sentencias en las que, ante la duda sobre las sugería que un sistema de elección alternativo (con participación mayoritaria del poder judicial)
sería más conforme a la Constitución.
713
Vid. E. Aja y M. González Beilfuss, "Conclusiones generales" a Las tensiones entre el
710
Con todo, estaría justificado que el Tribunal Constitucional dictase una sentencia manipu- Tribunal Constitucional y el Legislador en la Europa actual, cit., pp. 279-282. Serían similares
lativa si su actuación se encaminara a introducir una "norma exigida por el ordenamiento". a las sentencias exhortativas las "sentencias aditivas de principio" (también llamadas "sentencias
Tendrían que darse dos condiciones: en primer lugar, que la norma introducida se encamine a satis- mecanismo", "sentencias-delegación" o "sentencias aditivas con parte dispositiva"). Las "sen-
facer un bien constitucional, cuya tutela fuera imprescindible, y, en segundo lugar, que no quepa tencias aditivas de principio" se insertan, según Díaz Revorio, en la categoría más genérica de
otra alternativa para protegerlo que dictar una norma como la que ha resultado de la interpretación las sentencias indirizzo de la doctrina italiana, que son aquéllas que "enuncian principios direc-
que realiza el Tribunal. Vid. G. Zagrebelsky, La Giustizia Costituzionale, cit., pp. 292 y ss. tivos dirigidos a asegurar la conformidad de la legislación a los preceptos de la Constitución",
711
Vid. infra nota 709. F. J. Díaz Revorio, Las sentencias interpretativas del Tribunal Constitucional, cit., p. 279.

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

textos legales, sino de que incorpora preceptos de significado esencialmen. mente el derecho a la vida y el derecho a la libertad, pero lo hace de una
te controvertido 714 • Es más, el significado de estos preceptos constituciona. manera suficientemente imprecisa como para no dejar predeterminado el
les no se puede determinar al margen del que tengan otros que adolecen contenido de una ley del aborto, en la que inevitablemente entrarán en con-
igualmente de una considerable indeterminación semántica, pero cuyo sen. flicto ambos principios. Y ello sin contar con que a veces el conflicto entre
tido es opuesto. Para expresarlo por vía de ejemplo, el significado de la distintos preceptos constitucionales se advierte casi desde el propio enun-
igualdad jurídica del artículo 14 de la CE no puede prescindir del juego de ciado, porque los participantes en el proceso constituyente no logran poner-
la igualdad sustancial del artículo 9.2; el alcance del derecho de propiedad se de acuerdo en un conjunto coherente de preceptos 718 .
se modula por la función social que debe cumplir la misma según el artícu. Nada tiene de extraño, pues, que cuando el juicio de constitucionalidad
lo 33, así como por las cláusulas del Estado social; la libertad de manifesta- verse sobre cuestiones sobre las que la Constitución no ofrece una orienta-
ción es un derecho cuyo significado depende de cómo se interprete su lími. ción clara por ser objeto de controversia en la sociedad se plantean proble-
te explícito, el orden público; y así sucesivamente. mas desde el punto de vista de la interpretación constitucional; o, lo que es
Este carácter flexible y a la vez tendencialmente contradictorio de lo mismo, desde el punto de vista de la legitimidad de la actuación judicial.
muchos preceptos constitucionales obedece a la idiosincrasia pluralista de la Por eso, como señala V. Ferreres, cuanto menor sea el grado de consenso
sociedad; al hecho de que "los sistemas jurídicos contemporáneos son fruto existente en torno a los principios constitucionales en colisión, "mayores
no de una, sino de muchas políticas del Derecho antagónicas, incorporando dificultades tendrá el juez constitucional para determinar si las leyes a enjui-
por ello una gran cantidad de principios y reglas incompatibles" 715 . Más ciar incorporan una combinación razonable de los distintos principios en
exactamente, las constituciones reflejan el consenso o acuerdo sobre el con. presencia"; y en el caso extremo de que la colisión entre preceptos constitu-
junto de valores e intereses que es preciso tutelar, es decir, reconocen prin- cionales refleje un compromiso entre fuerzas políticas plurales para la pos-
cipios que en abstracto son perfectamente compatibles, pero a sabiendas de tergación o dilación provisional de una decisión controvertida, "las dificul-
que son potencialmente contradictorios 716 ; o sea, de que la tensión entre tades para el juez son extremas"719 . En suma, el Tribunal Constitucional ine-
ellos reaparecerá cuando se plantee un problema más concreto en el momen- vitablemente opera como legislador positivo cuando el fallo se fundamenta
to legislativo 717 . Por ejemplo, nuestra Constitución reconoce simultánea- en preceptos sobre cuyo significado la sociedad discrepa profundamente,
pues toma partido, bien en favor de la tesis interpretativa mayoritaria, que
refleja la ley, o, por el contrario, en favor de la tesis interpretativa minorita-
714
Como señala V. Ferreres, la expresión "conceptos esencialmente controvertidos", ria que sostienen quienes recurren la ley por inconstitucionalidad, siendo
acuñada por W. B. Gallie, "Essentially contested concepts", Proceedings of tlze Aristotelian ambas interpretaciones constitucionales razonables o plausibles.
Society, 167 (1955-56), hace referencia a un tipo de indeterminación semántica distinta a la que
es producto de la ambigüedad o vaguedad del lenguaje. Más exactamente, en los conceptos
esencialmente controvertidos, las dudas acerca del significado se producen por una previa dis-
puta o controversia de tipo valorativo o moral, que no afecta a los casos marginales, sino a los
supuestos centrales o paradigmáticos, de modo que la controversia sobre la definición del con- 5. El debate sobre el carácter contramayoritario de la justicia constitucional
cepto puede considerarse esencial al mismo, V. Ferreres, Justicia constitucional y democracia,
Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 1997, pp. 24-27. El autor sigue en este El carácter sustantivo y esencialmente controvertido de buena parte de
punto a J. Waldron, "Vagueness in Law and Language: Sorne Philosophical Issues", Califomia los preceptos constitucionales que sirven de parámetro de control de la ley
Law Review, 509 (1994), pp. 526-540.
715
R. Guastini, "Soluzione dubbie. Lacune e interpretazione secondo Dworkin. Con un apen-
718
dice bibliografica"en Materiali per una storia delta cultura giuridica, XII, núm. 2 (1983), p. 445. L. Prieto cita el artículo 27 de la CE como ejemplo de preceptos manifiestamente contra-
716 dictorios en el texto constitucional. Dicho artículo parece prescribir que el modelo educativo
Vid. V. Ferreres, Justicia constitucional y democracia, cit., p. 35.
717
En este sentido escribe G. Zagrebelsky que la ley "es expresión y medio de una lucha español compatibilice la garantía de una enseñanza pública y laica con el derecho de los padres
política en acción, en la que cada fuerza ocupa una posición estratégica determinada y, sobre de que sus hijos reciban una formación religiosa y moral; o la gratuidad y la programación públi-
todo, conocida. La consciencia de los términos de esta lucha es lo que hace prevalecer el interés ca de la enseñanza con la iniciativa privada en la creación de centros docentes, cuyas enseñanzas
competitivo y configura la ley, según lo que se ha dicho, como expresión y continuación de un sean homologadas y destinatarias de ayudas públicas, L. Prieto, "Neoconstitucionalismo y pon-
enfrentamiento político", El derecho dúctil, cit., p. 115. deración judicial", cit., p. 209.
719
V. Ferreres, Justicia constitucional y democracia, cit., p. 36.

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

ha avivado el debate sobre la legitimidad de la justicia constitucional. Y es ilegítima, pero sí discrecional, discrecionalidad que sería el precio a pagar
que resulta discutible dejar en manos de un órgano de composición no por una Constitución normativa o garantizada por órganos externos o fisca-
democrática o no electiva y supuestamente técnico -o, como suele decirse, lizadores del parlamento 724 .
de una institución contramayoritaria720 - la última palabra sobre si la ley Sin embargo, aunque pueda estarse de acuerdo en que no es lo mismo
aprobada por el parlamento es o no conforme a la Constitución, habida cuen- una actuación arbitraria que una actuación discrecional, la discrecionalidad
ta de que el margen de discrecionalidad que muchos preceptos constitucio- del Tribunal Constitucional resulta para algunos autores un precio excesivo.
nales permiten es tan ancho que resulta imposible o ficticio presentar la Entre tales autores cabe destacar a Waldron, que ha rebatido la propuesta de
interpretación de la Constitución como una operación jurisdiccional de instauración en Gran Bretaña de una Carta de derechos y una jurisdicción
estricta aplicación de normas 721 . La gravedad de la objeción que se formula revisora de la constitucionalidad de la ley. Sus objeciones son interesantes
al Tribunal Constitucional por- tratarse de un poder contramayoritario porque no son planteadas desde el jacobinismo político ni desde la defensa
depende, pues, en buena medida de cómo se comprenda la interpretación a ultranza de la regla de las mayorías, sino desde una concepción filosófico-
constitucional. Más concretamente, las distintas teorías de la interpretación, política liberal que tiene en alta consideración los derechos individuales,
que a su vez presuponen una determinada teoría de la naturaleza del pero que al mismo tiempo resalta la dignidad de la ley por cuanto también
Derecho, abocarían a conclusiones diferentes a propósito del grado de legi- ésta es expresión de derechos, los derechos políticos 725 .
timidad de la justicia constitucionaF22 . Waldron destaca que tanto los fundamentos de las sentencias como los
Moreso clasifica las teorías de la interpretación usando una famosa ima- debates filosóficos o filosófico-jurídicos gozan de mayor prestigio que las
gen de Hart723 : si la interpretación constitucional responde al "noble sueño", discusiones parlamentarias entre los representantes políticos. Así, proliferan
es decir, si es cierto que el juez puede siempre ofrecer una y sólo una res- los artículos y libros donde se habla despectivamente de la "sórdida y repug-
puesta correcta, la institución del control de constitucionalidad no tiene por nante tarea del proceso de decisión colectiva en ausencia de consenso
qué plantear dudas sobre su legitimidad, que vendrá asegurada por el uso de moral". La legislación es vista como una esfera de decisión pública deni-
los métodos interpretativos adecuados. En cambio, si es cierto que la inter- grada, debido a que "la política legislativa y electoral se reduce a ventilar
pretación se ajusta a la imagen de la "pesadilla", es decir, si se estima que en intereses propios, y representantes y votantes nunca elevan a debate otras
puridad no hay interpretación sino libre creación del Derecho, es imposible cuestiones que la pregunta ¿en qué concretamente me afecta a mí esto?". Sin
conciliar la revisión de la constitucionalidad de las leyes con la democracia. embargo, sostiene Waldron, las mismas sospechas podrían generar las deci-
Por ello, la perspectiva sobre la interpretación más fructífera se encuentra siones de los jueces, los debates de los filosófos o la voluntad expresada por
para este autor en algún punto medio entre los extremos citados, la tesis de los padres constituyentes. Si se adoptara frente a estos profesionales una
la "vigilia", para la que el juez se enfrenta a casos claros y a casos difíciles. actitud tan negativa y tan cínica como la que se viene adoptando frente a los
En relación con estos últimos, la actuación del juez no es necesariamente políticos, también podrían ser tachados de encubrir intereses propios 726 . En
otras palabras, cuando el objeto de la discusión y de la decisión viene dado
720
La presentación de la justicia constitucional como una fuerza "contra-mayoritaria" es por cuestiones políticas o morales en las que reina el disenso no hay motivo
comúnmente atribuida a A. Bickel, The Leas! Dangerous Branch. The Supreme Court at the para desacreditar a la legislación más que a otras esferas de discusión y de
Bar of Politics (1962), New Haven-London, Yale University Press, 1986, p. 16. decisión. En consecuencia, tal vez convendría introducir en el debate sobre
721
La literatura sobre la objeción democrática formulable al Tribunal Constitucional es el papel de la justicia constitucional algunos argumentos capaces de restituir
muy abundante. En español, centradas expresamente en este asunto, pueden verse las obras de
R. Gargarella, La justicia frente al gobierno. Sobre el carácter contramayoritario del poder
la dignidad de la ley, así como profundizar en el tipo de deliberación en que
judicial, Presentación de C. Sunstein, Barcelona, Ariel, 1996, y de P. de Lora, La intepretación
origina/isla de la Constitución, cit.
722
J. J. Moreso, La indeterminación del Derecho y la inte11Jretación de la Constitución,
724
Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 1997, p. 185. J. J. Moreso, La indeterminación del Derecho y la interpretación de la Constitución,
723
H. L. A. Hart, "Una mirada inglesa a la teoría del Derecho norteamericana: la pesadilla cit., pp. 233-236.
725
y el noble sueño" (1977), trad. de J. J. Mm·eso y P. Navarro, en P. Casanovas y J. J. Moreso, El Vid. P. de Lora, La interpretación originalista de la Constitución, cit., p. 55.
726
ámbito de lo jurídico, cit., pp. 327 y ss. J. Waldron, Law and Disagreement, Oxford, Clarendon Press, 1999, p. 229 y s.

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

consiste la legislación, que ciertamente tiene lugar en circunstancias de pro- velo de ignorancia y absoluta imparcialidad, sino que también están presen-
fundo desacuerdo 727 . tes exigencias de partido, requerimientos del clero, peticiones de los colegios
Entre nosotros, también F. Laporta ha insistido en que desde el punto de profesionales o demandas de las diferentes etnias 730 .
vista democrático resulta difícilmente tolerable que un órgano jurisdiccional Desmitificado así el momento constituyente, sólo cabrían -sostiene
tenga capacidad para postergar la decisión del legislador sobre cualesquiera Laporta- dos modos de justificar la supremacía constitucional: primero,
asuntos políticos o morales. En realidad, el problema no reside sólo en la afirmar que la Constitución es la norma democrática positiva superior del
existencia de una justicia constitucionai dotada de facultades más o menos ordenamiento porque ella misma así lo establece; y segundo, sostener que la
discrecionales, sino que tiene un carácter previo y afecta al corazón mismo Constitución es norma suprema porque contiene valores y principios de jus-
del constitucionalismo: si nos tomamos en serio la democracia no se puede ticia, o, lo que sería lo mismo, que los principios constitucionales "valen" no
justificar que la Constitución se imponga a la ley. por ser jurídicos, sino por ser morales. La primera afirmación supone pasar
El plus de legitimidad democrática que supuestamente tiene la de un positivismo de la ley a un positivismo de la Constitución; es decir, la
Constitución con respecto a la ley y que impediría "a ésta operar una modifi- supremacía constitucional se sostiene acríticamente, sin razones que justifi-
cación sobre aquélla cuando lo desee por simple mayoría" ha sido argumen- quen la mayor legitimidad de la Constitución. La segunda afirmación tendría
tado, como destaca Laporta, con la teoría de los dos momentos. Según dicha · dos consecuencias: "en primer lugar, que el origen democrático de la norma
teoría en el momento constituyente, emparentado con la original position, se nos trae, en realidad, sin cuidado, y en segundo lugar, que hemos abandona-
da una especial tensión que hace que aparezca allí el interés general, el bien do la Constitución y navegamos ya en el mar abierto de la argumentación
común y las exigencias de la moral, en cambio el momento legislativo es moral" 731 . La conclusión no ha de ser, sin embargo, la de prescindir pura y
aquel en el que los actores "se encenagan en sus estrechos intereses partidis- simplemente de la idea de Constitución. De lo que se trata tal vez es de refor-
tas"728. Este recelo frente a la legislación está ya presente en Locke o en mular el ámbito propio de cada una de ellas, postulando una nueva "plea-
Hamilton, y en nuestros días la crítica a la "pobreza deliberativa" de la polí- mar" de la ley, así como la correspondiente "bajamar" de la Constitución732 .
tica ordinaria es una de las principales justificaciones del judicial review En efecto, cabe pensar que la supremacía de la Constitución en una demo-
esgrimidas por el último Rawls, Dworkin o Ackermann729 . Sin embargo, pro- cracia podría justificarse sin mitificar el momento constituyente, sin pasar de
sigue Laporta, resulta difícil sostener que exista una diferencia cualitativa un positivismo de la ley a un positivismo de la Constitución y sin defender
entre la fase constituyente y la legislativa. De entrada, puede tenerse en cuen- que los principios constitucionales tienen un valor fundamentalmente moral.
ta que la mayoría de las Constituciones tienen un origen menos democrático Es evidente que estos principios no pueden pretender valor jurídico sólo por-
que cualquier ley que se discuta hoy. Pero además, y al margen de este dato que sean justos, sino ante todo por ser el fruto de una decisión democrática y
histórico, se trata de una teoría rodeada de psicologismo, y bastante increíble también por desempeñar una función indispensable para el mantenimiento de
si se tiene en cuenta que frecuentemente los mismos diputados viven los dos la propia democracia e incluso del sistema jurídico en su conjunto. Por eso,
momentos. Por lo demás, la propia realidad desmiente esta dicotomía, pues la supremacía de la Constitución podría justificarse argumentando que el
en la Constitución no emerge una suerte de situación ideal de diálogo bajo el momento constituyente, aunque no sea un momento místico en el que los
representantes políticos deliberen como seres imparciales y esclarecidos, sí
requiere un mayor consenso que la legislación, o, lo que es equivalente, una
727 mayor necesidad de tener en cuenta a las minorías. En definitiva, la supre-
Vid. J. Waldron, The Dignity of Legislation, Cambridge University Press, 1999, p. 7 y
ss. El intento de restituir la dignidad de la deliberación parlamentaria y de su producto, la ley, macía de la Constitución en una democracia reside en que el catálogo de
es llevado a cabo por Waldron recuperando a los clásicos Kant, Aristóteles y Locke, autores que
"se toman en serio el pluralismo de nuestros políticos ... , las discrepancias de unos con otros, y
730
consideran un error tratar de mostrar que la multiplicidad en una legislatura está compuesta por F. Laporta, "Materiales para una reflexión sobre la racionalidad y crisis de la ley", cit.,
una solemne e ilustrada mente", ibíd., p.35. p. 328.
728 731Ibíd., p. 329.
F. Laporta, "Materiales para una reflexión sobre la racionalidad y crisis de la ley", cit.,
p. 328. 732
La propuesta y la metáfora son también de F. Laporta, "El ámbito de la Constitución",
729
Vid. P. De Lora, La interpretación originalista de la Constitución, cit., pp. 74 y ss. Doxa, 24 (2001), pp. 460 y 478 y ss.

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

derechos y principios de justicia que conforman el objeto del consenso cons- expresión, de asociación y de voto) o por no haber respetado la regla de la no
tituyente pertrecha a las minorías de argumentos jurídicos (no morales) para discriminación735 . Aun cuando la propuesta de Ely se muestra quizás más
defenderse de los abusos que pudiera cometer la mayoría, y con ello garanti- ambiciosa, en el fondo creo que no nos hallamos muy lejos del planteamien-
za la limpieza del juego democrático. De alguna manera, pues, la to kelseniano que ya fue comentado: el sentido de la Constitución y de la jus-
Constitución vendría a ser un requisito de la democracia, de un debate gober- ticia constitucional viene a ser la garantía de las condiciones procedimentales
nado por reglas. Si los derechos son necesarios para la efectividad del proce- de formación de la ley, no tanto su contenido prescriptivo.
dimiento democrático y si resulta deseable contar con un Derecho mínima- La regla de no discriminación plantea ciertos problemas específicos para
mente estable y seguro, parece que no resulta antidemocrático atrincherar poder ser considerada como una condición puramente formaF 36 , pero inclu-
algunas cuestiones frente al ejercicio ordinario de la democracia733 • so si se prescinde de incluir dicha regla en la idea de constitución procedi-
Ahora bien, las buenas razones con que pueda contar la supremacía cons- mental, el planteamiento de Ely presenta varios puntos débiles, que pueden
titucional no convierten en irrelevantes las críticas que desde la democracia resumirse en los dos siguientes: a) no es cierto que los derechos políticos ten-
se formulan a la justicia constitucionaF 34 • Como hemos dicho, una teoría gan un significado indubitable. Prueba de ello es la polémica que suscitan las
jurídica mínimamente realista exige poner de manifiesto la discrecionalidad leyes electorales, las que regulan la posibilidad de ilegalizar partidos que coo-
interpretativa del Juez Constitucional, y ello es suficiente para tener presen- peran con el terrorismo estatal o de ideología antidemocrática, etc. b) los
te que resulta contramayoritario que sea el Juez Constitucional (y no la derechos políticos y los derechos de autonomía individual se fundamentan en
mayoría parlamentaria) el órgano que "cierre" los márgenes de indetermina- el mismo sistema de valores, de modo que no hay razón para limitar el con-
ción que la Constitución deja. La dignidad democrática de la ley exije, en trol de constitucionalidad a los primeros. En efecto, la base de ambos tipos de
definitiva, profundizar en los límites de la actuación del Tribunal derechos se halla en la consideración de todos los individuos como libres e
Constitucional frente al legislador. iguales, tanto en lo que respecta a tener sus propias concepciones morales
Un primer criterio para limitar la actuación del Tribunal Constitucional es como en lo que se refiere a participar en la toma de decisiones públicas para
el que suministra la idea de Constitución procedimental. Esta tesis, sostenida coordinar o disipar los posibles conflictos que se puedan derivar del ejercicio
por J. H. Ely, parte de que el objeto fundamental de la Constitución es la con- individual de la libertad. En suma, si se acepta que liberalismo y democracia
sagración de la democracia como procedimiento de adopción de decisiones lejos de contraponerse participan de un fundamento común, no es coherente
públicas. Desde esta óptica, el juicio de constitucionalidad se fundamenta en
la salvaguarda de las condiciones del procedimiento democrático y excluye
que el Tribunal decida si la ley es contraria al significado de preceptos de tipo 735 En efecto, a juicio de El y, no puede considerarse que los jueces sean mejores "reflectores"
sustantivo que la Constitución recoge. Dicho de otro modo, la lectura de la de las convenciones sobre los valores que han de regir la sociedad que lo que puedan serlo los
Constitución en clave procedimental se sustenta en que en un mundo plum- representantes elegidos, J. H. Ely, Democracy and Distrust. A Theory of Judicial Review,
lista y con un cierto relativismo ético no. puede entenderse que la constitución Cambridge (Mass.), Harvard University Press, 1980, p. 102. De ahí que proponga que la revisión
impone valores objetivos indiscutibles, porque el único valor fundamental es judicial de la ley tenga por objeto la vigilancia del derecho de participación política democrática,
y no los méritos de la opción política efectuada por el legislador, ibíd, pp. 105 y ss.
la igualdad de todos los hombres, que, en el plano de las decisiones colecti- 736 V. Ferreres explica el significado que para Ely tiene la regla de no discriminación: a jui-
vas, se traduce en la democracia. Así, la Constitución no impone resultados cio de Ely, el Juez Constitucional puede sospechar de inconstitucionalidad cuando una ley per-
políticos legítimos sino que tan sólo instaura un proceso legítimo. De ello judique los intereses de grupos minoritarios o en desventaja o con menor influencia política,
deriva que el juez constitucional sólo está autorizado a limitar al legislador económica, social, etc., pues tal regulación puede tener origen en el prejuicio, que conduce a no
por dos motivos: por no haber respetado los derechos políticos (libertad de tener en cuenta o a minusvalorar los intereses de tales grupos. Ahora bien, no parece coheren-
te incluir el derecho a la no discriminación entre los que tutela la constitución procedimental,
pues argumentar que la ley es inconstitucional porque se basa en un prejuicio frente a una
minoría requiere efectuar consideraciones a propósito de los preceptos de la Constitución que
73J Ibíd., pp. 480 y SS.
734
reconocen derechos y valores de justicia. En particular, mostrar que ha habido un prejuicio
La importancia de la objeción contramayoritaria, a pesar de las réplicas que ha recibi- equivale a evidenciar que los fines constitucionales que tutela la ley no tienen entidad suficien-
do, es destacada por J. C. Bayón, "Derechos, Democracia y Constitución", Discusiones, núm. te como para lesionar los derechos de las minorías, V. Ferreres, Justicia constitucional y demo-
1, (2000), pp. 65 y ss., quien apuesta precisamente por un "constitucionalismo débil". cracia, cit., pp. 58-64.

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RACIONALIDAD LEGISLATIVA
GEMA MARCILLA CÓRDOBA

excluir de la justicia constitucional la custodia de los derechos de autonomía. do lugar, una Constitución detallada no es un buen instrumento para la inte-
Es más, desde esta perspectiva tampoco habría justificación para excluir de gración política: la Constitución de detalle es un obstáculo para que la convi-
la garantía jurisdiccional del Tribunal Constitucional los derechos sociales vencia social se organice con una Constitución abierta, entendiendo la aper-
que operan como condición para que los individuos puedan realmente hace; tura constitucional no ya en el sentido antes indicado de flexibilidad a los
uso de los derechos de autonomía y políticos737 . En definitiva y en palabras cambios valorativos que acontecen con el paso del tiempo y a las nuevas cir-
de P. de Lora, "una vez que concluimos que la participación política exige cunstancias que no pudieron contemplar las generaciones pasadas, sino en el
algo más que el derecho al sufragio, hemos abierto la puerta para que los jue- sentido del que se hace eco G. Zagrebelsky de "ductilidad" o adaptabilidad a
ces resuelvan sobre un buen número de derechos fundamentales asociables a las diversas concepciones políticas que reflejan el pluralismo social. En efec-
aquel como condición de posibilidad de su ejercicio" 738 • to, las cláusulas abstractas admiten lecturas diversas o adecuadas a distintas
Una segunda propuesta para limitar o constreñir la actuación de la justi- opciones políticas y sientan las bases para el diálogo, por cuanto posibilitan
cia constitucional, o, lo que es lo mismo, para debilitar la objeción contra- admitir como válidos en la discusión argumentos de muy distinto signo741 •
mayoritaria, deriva de la idea de Constitucion detallada, que se opondría a Por lo demás, qué duda cabe que la Constitución de detalle dificulta la inte-
la idea de Constitución por principios abstractos y consiste en la formulación gración política no sólo dentro de los Estados, sino también entre Estados
precisa de los preceptos constitucionales. Una propuesta semejante estaba· que, inmersos en procesos de superación del Estado-nación del tipo "cons-
implícita también en la advertencia de Kelsen sobre los peligros que entraña- trucción europea", pretendieran elaborar un marco constitucional común742 •
ba incluir en las Constituciones referencias a derechos, principios de justicia Pero la fijación de límites al Tribunal Constitucional no sólo se ha plan-
y valores: el Tribunal Constitucional puede utilizarlos -decía Kelsen- para teado desde los modelos de Constitución (procedimental, detallada), sino
restringir intolerablemente la libertad política que en una democracia sólo al también desde los métodos interpretativos. Así, la tesis de la interpretación
legislador corresponde. Ahora bien, la Constitución de detalle plantea el originalista de la Constitución 743 limita la actuación del Tribunal
inconveniente de que es contradictoria con la idea de Constitución abierta, Constitucional considerando que el examen de la constitucionalidad de la
entendiendo por tal una Constitución flexible, adaptable a los cambios en las ley sólo está justificado si en la interpretación de la Constitución se guarda
convicciones sociales y susceptible de que sus contenidos sean renovados fidelidad a la intención del constituyente. Ciertamente el originalismo se
por vía interpretativa. Así, el debilitamiento de la objeción contramayorita- enfrenta al problema de seleccionar la intención relevante, esto es, de saber
ria que con la Constitución de detalle se gana por el lado del juez constitu- si la verdadera intención es la que se muestra con más evidencia o si, por el
cional, cuya discrecionalidad interpretativa queda reducida, se pierde por el contrario, el constituyente quiso que se tuviera en cuenta una intención más
lado del propio legislador, que se ve sometido a las decisiones del poder profunda, pero lo resuelve concluyendo que la interpretación ha de basarse
constituyente ejercido por las generaciones pasadas 739 • en las convenciones semánticas vigentes. Partiendo, pues, de que el signifi-
Pero la propuesta de la Constitución de detalle, aparte de no solucionar la cado es una cuestión de convenciones semánticas, la interpretación se iden-
objeción de la naturaleza no democrática de la Constitución -que no se plan- tifica con una operación excepcional o limitada a los casos en los que no
tearía por la discrecionalidad judicial pero sí por la "tiranía" del pasado-, puede recurrirse a las convenciones semánticas. En consecuencia, la legiti-
plantea además otros dos inconvenientes. En primer lugar, la Constitución midad de la actuación del juez constitucional radica en la excepcionalidad
detallada impide extender la protección constitucional a nuevas dimensiones de la interpretación y, habida cuenta del sentido no evidente de los precep-
de la dignidad y de la libertad, no previstas de modo específico740 • En segun- tos que se interpretan, en la deferencia a la lectura constitucional que el

741 Sobre la idea de Constitución abierta en G. Zagrebelsky, vid. M. Gascón, "Presentación:


737
Precisamente sobre la dificultad de ponerse de acuerdo acerca de los requisitos exigi-
bles a la democracia, y por tanto sobre la extensión del control de constitucionalidad, ha lla- La concepción del Derecho en El derecho dúctil", Anuario de Filosofía del Derecho, T. XIII-
mado la atención C. S. Nino, Fundamentos de derecho constitucional. Análisis filosófico, jurí- XIV (1996-1997), p. 21.
742 Vid. V. Ferreres, Justicia constitucional y democracia, cit., pp. 132 y ss.
dico y politológico de la práctica constitucional, Buenos Aires, Astrea, 1992, pp. 692 y ss.
738 743 Vid. P. de Lora, La interpretación originalista de la Constitución, cit. Vid también M.
P. de Lora, La interpretación originalista de la Constitución, cit., p. 94.
739
V. Ferreres, Justicia Constitucional y democracia, cit., p. 106 y ss. Beltrán de Felipe, Originalismo e interpretación: Dworkin vs. Bork, una polémica constitucio-
740 nal, Madrid, Civitas, 1989.
Ibíd., pp. 117 y SS.

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legislador ha plasmado en la ley. Ahora bien, como sostiene P. De Lora, el tantivos al poder y de modo suficientemente abstracto para integrar el plura-
originalismo tampoco proporciona una pauta interpretativa que elimine la lismo social. Pero este modelo de Constitución tiene la contrapartida de hacer
objeción contramayoritaria, pues no hay criterios infalibles para decidir inevitable la discrecionalidad del Tribunal Constitucional; si se quiere, de
cuándo un precepto constitucional es claro y cuándo por el contrario posee hacer irreductible la objeción contramayoritaria. Precisamente por ello, la
un significado controvertido. Dicho de otro modo, el originalismo no se actuación del Tribunal en un sistema democrático tal vez reclama un método
desembaraza del fundamento elitista de la justicia constitucional: en el fondo interpretativo basado en la deferencia al legislador y que se plasme en la pre-
muestra tanta confianza como otras tesis favorables a la justicia constitucio- sunción de constitucionalidad de la ley; presunción cuya fuerza sea modulada
nal en la capacitación y esclarecimiento de los jueces constitucionales, en la por los intereses que han de ser protegidos y, en todo caso, por la idea de que
medida en que permite que éstos tengan la última palabra para calificar un el juez constitucional ni ha de determinar el curso de la política ni tampoco
caso como claro o como difícil -a pesar de que, insistimos, precisamente esta reverenciar absolutamente las decisiones del legislador sobre asuntos contro-
cuestión no está libre de controversias- y, en consecuencia, que opten entre vertidos en la sociedad, sino participar en la deliberación política democrática
examinar la ley con un grado bajo o alto de deferencia hacia ellegislador744. cumpliendo un especial papel dinamizador del debate legislativo747 •
Una propuesta de interpretación constitucional capaz de diluir la obje-
ción contramayoritaria tal vez podría ser la denominada "regla Thayer" 745 ,
en virtud de la cual la actuación del Tribunal Constitucional ha de basarse en
la humildad frente al legislador, patente en una presunción fuerte de la legi- 6. La omnipresencia de la Constitución. El juicio de ponderación
timidad de la ley sólo derrotable por una inconstitucionalidad manifiesta.
La quiebra de la posición institucional tradicionalmente ocupada por el
Sin embargo, como indica V. Ferreres, una presunción tan fuerte de la cons-
legislador no se manifiesta sólo ni fundamentalmente en que el Tribunal
titucionalidad de la ley vacía prácticamente de contenido la institución de la
Constitucional pueda terminar imponiendo su criterio al de la mayoría parla-
justicia constitucional, limitándola a constatar irregularidades graves en el
mentaria, manipulando la legislación o expulsando leyes cuya inconstitucio-
funcionamiento de los órganos legislativos 746 . Con todo, examinar la ley
nalidad dista de ser manifiesta. Y ello porque incluso si nuestros ordenamien-
presumiendo su constitucionalidad pero otorgando a dicha presunción un
tos careciesen de Tribunal Constitucional y el control de constitucionalidad
valor moderado o no tan fuerte como el que permitiría la aplicación de la
estuviese en manos de la justicia ordinaria, se produciría (y de hecho se pro-
referida "regla Thayer", parece una vía adecuada para conciliar justicia
duce) el "temido" desplazamiento del legislador por el juez. En otras palabras,
constitucional y democracia en el actual modelo constitucional. Como se ha
puede que el factor decisivo de la crisis de la ley en el Estado constitucional,
resaltado, el constitucionalismo de nuestros días no admite una Constitución
entendiendo por crisis la superación del dogma de la "infalibilidad" del legis-
procedimental y detallada, sino una Constitución que imponga límites sus-
lador (o de la de la presunción iuris et de iure de la validez de la ley) no sea la
existencia de tribunales constitucionales sino el carácter de auténtica norma
744
Ésta sería la crítica que, en definitiva, formula P. de Lora a la tesis de la interpretación jurídica que la Constitución tiene para los jueces ordinarios748 .
originalista de la Constitución: la solución al problema del déficit de legitimidad democrática
de la justicia constitucional se encontraría, en línea de principio, "en una regla que dé solución
747
a los casos fronterizos. Pero ello presupone que estos mismos son claramente delimitables. Si Ibíd., pp. 215 y SS.
748
lo que ocurre, por contra, es que también dichos límites son penumbras más que lindes pétre- Teniendo en cuenta que, como señala L. Prieto, el Tribunal Constitucional es una herencia
os, esto es, que los predicados del término son carentes de confines ("boundaryless") la para- de otra época que concebía la Constitución como una norma intema a la vida del Estado, separada
doja de Sorites en un nivel superior o, la conocida como "vaguedad de segundo u órdenes supe- del resto del sistema jurídico y, por tanto, inaccesible para la justicia ordinaria, puede llegarse a la
riores" reaparece: adolecemos de incertidumbre sobre la propia incertidumbre", P. de Lora, La conclusión de que "la fiscalización abstracta de las leyes podría desaparecer sin gran merma para
interpretación originalista de la Constitución, cit., p. 288. el sistema de garantías. Lo que no podría desaparecer es la defensa de los derechos por parte de la
745 justicia ordinaria, cuyo primer y preferente parámetro normativo no es la ley, sino la Constitución;
Se ha llamado "regla Thayer" a la tesis sobre la declaración de inconstitucionalidad de
las leyes sostenida por el profesor norteamericano James Thayer en su ensayo "The Origin and y es aquí justamente donde la ponderación despliega toda su virtualidad", "Neoconstitucionalismo
Scope of the American Doctrine of Constitutional Law", Harvard Law Review, 129 (1893). y ponderación judicial", cit., p. 226. Como destaca J. L. Díez Ripollés, de esta crisis no se salva
Vid. P. de Lora, "La posibilidad del constitucional thayeriano", Doxa, 23 (2000), pp. 49 y ss. siquiera la legislación penal, que en otros aspectos sí se ha mantenido fiel al Estado de Derecho
746
V. Ferreres, Justicia constitucional y democracia, cit., pp. 144 y ss. liberal originado, J. L. Díez Ripollés, La racionalidad de las leyes penales, cit., pp. 69-73.

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

Decíamos que nuestro Tribunal Constitucional se ajusta sólo en aparien~ interpretación y aplicación del Derecho en el constitucionalismo: "la normati-
cia al modelo kelseniano: las sentencias interpretativas y en especial las va constitucional deja de estar secuestrada dentro de los confines que dibujan
manipulativas ponen de manifiesto que la justicia constitucional no lleva a las relaciones entre órganos estatales, deja de ser un problema exclusivo que
cabo una tarea de legislación negativa sino más bien de legislación a secas; resolver entre el legislador y e~ Tribunal Constitucional, para asumir la función
el contenido moral o político y, por añadidura, controvertido de muchos pre~ de normas ordenadoras de la realidad que los jueces ordinarios pueden y deben
ceptos de la Constitución impide que las decisiones del Tribunal puedan des~ utilizar como parámetros fundamentales de sus decisiones"750 . En consecuen-
cribirse como juicios de compatibilidad fonnal entre lo que prescribe la ley cia, el constitucionalismo incide en la crisis de la ley no sólo porque deja su
y lo que ordena la Constitución; y, en fin, tampoco deja de ser algo forzada revisión en manos del Tribunal Constitucional, sino también y sobre todo por-
la descripción de nuestro sistema como abstracto y concentrado: no es abs- que en este paradigma la ley "ya no representa el máximo horizonte normati-
tracto el juicio de amparo, ni en el fondo la cuestión de inconstitucionalidad; vo del juez y sus prescripciones serán atendibles en la medida en que ofrezcan
y no es concentrado por lo que veremos de inmediato. para el caso concreto soluciones coherentes con la Constitución y, en particu-
En efecto, la justicia constitucional ha dejado de ser en la práctica mono~ lar, con el sistema de derechos fundamentales" 751 .
polio de un Tribunal ad hoc. El ordenamiento español, por ejemplo, dispo- En definitiva, en el Estado constitucional, las decisiones del legislador se
ne que si el juez sospecha de la invalidez de una ley ha de poner el proble- sujetan a un doble límite: de un lado, al juicio en abstracto del Tribunal
ma en manos del Tribunal Constitucional a través de la cuestión de incons- Constitucional, que tiene la última palabra para decidir sobre la inconstitu-
titucionalidad. Sin embargo, en la práctica los jueces pueden optar por inter- cionalidad de la ley; y, de otro lado, al permanente filtro de los jueces ordi-
pretar la ley confonne a la Constitución: en lugar de resaltar que la ley que narios, que también pueden y deben fundamentar sus decisiones tomando en
están llamados a aplicar resulta inconstitucional, lo que les obligaría a plan- consideración los elásticos preceptos constitucionales. Desde esta perspec-
tear la cuestión, procuran ofrecer una interpretación de la misma coherente tiva la conclusión es clara: en el Estado constitucional el razonamiento judi-
con la Constitución, lo que puede conducir a reformular el precepto de modo cial se convierte en la garantía por excelencia del Estado de Derecho752 . La
que ya no sea apliq.ble al caso conflictivo. En definitiva, merced a la inter- crisis de la ley sería, pues, una consecuencia del fenómeno que F. Laporta
pretación, el control de constitucionalidad de la ley puede ejercitarse de denomina "sobreconstitucionalización": "una enorme cantidad de proble-
jacto por los jueces ordinarios. mas que hasta ahora se planteaban y resolvían en el nivel de la legalidad, se
Esta quiebra de la jurisdicción constitucional como jurisdicción concen- proyectan ahora hacia la Constitución y apelan a ella ... la ley está en per-
trada se vincula al propio principio de constitucionalidad o de primacía cons- manente interinidad y en una posición subalterna, porque es interpretada y
titucional: la Constitución -señala P. Pérez Tremps- "no es una norma sin más, contemplada no por sí misma sino como una suerte de sospechosa perma-
sino la norma superior del ordenamiento que da sentido y coherencia a todo nente que hay que vigilar a la luz de la Constitución" 753 •
él. Ello significa que todo el ordenamiento ha de entenderse con referencia y El protagonismo judicial al que abocaría el constitucionalismo ha sido
en función de la Constitución y que todo aquél que deba aplicar el Derecho tratado por la teoría jurídica a partir de la distinción entre principios y reglas.
tendrá en la Constitución no sólo el criterio de regularidad de las normas sino
un instrumento básico para la interpretación del resto del ordenamiento" 749 . En
otras palabras, la interpretación conforme a la Constitución -ya se señaló al 750
L. Prieto, "Tribunal Constitucional y positivismo jurídico", en VV. AA., Teoría de la
hablar de los pronunciamientos interpretativos del Tribunal Constitucional- es Constitución. Ensayos escogidos, cit., p. 321.
751
el el criterio hermenéutico que debe orientar la interpretación del ordenamien- L. Prieto, "La limitación de los derechos fundamentales y la norma de clausura del sis-
to en todo caso: se impone a todos los aplicadores del Derecho pero sobre todo tema de libertades", Derechos y libertades. Revista del Instituto Bartolomé de las Casas, año
V, núm. 8 (2000), p. 450.
a los jueces y tribunales integrados en la jurisdicción ordinaria. 752
Críticamente escribe L. Hierro que el constitucionalismo de principios ha conducido a
La estrategia judicial que consiste en interpretar la ley conforme a la "un modelo de aplicación judicial del Derecho que autoriza y requiere al juez para que, antes
Constitución es pues una consecuencia de la premisa en la que se funda la de aplicar una norma (incluso legal) sopese la conformidad de la norma con los principios", "El
imperio de la ley y la crisis de la ley", cit., p. 39.
753
F. Laporta, "Materiales para una reflexión sobre la racionalidad y crisis de la ley", cit.,
749 P. Pérez Tremps, Tribunal Constitucional y poder judicial, cit., p. 120. p. 322.

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

La tesis de fondo es que tradicionalmente el juez ha fundamentado sus deci- sideración de si un caso es fácil o difícil no depende de que encaje o no en
siones en reglas legales, pero merced al carácter normativo de las constitucio- alguna regla, sino de si ésta resulta o no controvertible a la luz del sistema
nes contemporáneas el juez dispone ahora de un arsenal normativo más com- de principios constitucionales 755 .
pleto que incorpora también principios. Éstos fomentan un estilo de razona- Ciertamente la naturaleza de los principios constitucionales explícitos
miento peculiar frente a la subsunción y en consecuencia no exento de obje- resulta ser también una cuestión debatida. Desde una primera perspectiva,
ciones desde el punto de vista de la tradicional división de poderes entre el sería característico de los principios presentar ciertas propiedades como la
juez y el legislador. El constitucionalismo significaría, pues, no sólo que el fundamentalidad, la generalidad y vaguedad o una cierta elasticidad, etc. Sin
juez está llamado a aplicar las normas constitucionales con preferencia a las embargo, el concreto alcance de tales propiedades no siempre resulta claro.
legales, sino también que las primeras presentan una estructura peculiar, la Por ejemplo -señala R. Guastini- se puede hablar de fundamentalidad en sen-
estructura principia!, más abierta a las valoraciones morales y necesitada de tido lógico (en cuyo caso serían "principios" las normas de las que se deri-
una forma especial de aplicación que ya no sería la subsunción. van lógicamente otras normas), en sentido teleológico (perspectiva ésta que
Tradicionalmente, los principios constituían una fuente del Derecho sub- identificaría a los principios con las normas que señalan los fines del orde-
sidiaria, es decir, restringida a una cierta clase de casos difíciles, como son namiento o de un sector del mismo), y, por último, en sentido competencia!
las lagunas. De hecho, hasta hace poco tiempo el núcleo de la temática prin-. (que permitiría identificar los principios con las normas que otorgan compe-
cipialista giraba en torno a los llamados "principios generales del Derecho" tencias)756. Asimismo, L. Prieto hace referencia a otros dos sentidos de fun-
o principios implícitos, que concebidos como el resultado de una operación damentalidad de las normas, a saber, fundamentalidad jerárquica, en cuyo
lógica a partir de normas del ordenamiento, suministrarían al intérprete y caso serían principios todas las normas de la Constitución, y axiológica, de
aplicador del Derecho criterios jurídicos adicionales para resolver los casos acuerdo con la cual serían principios las normas que expresan postulados
que no encuentran acomodo en normas explícitas. Naturalmente, cabe dis- políticos o criterios de moralidad política que resultan básicos para el man-
cutir en qué medida la obtención de normas a partir de otras normas es una tenimiento del modelo de convivencia757 .
operación que merezca calificarse de "lógica"754 , pero en todo caso el alcan- Con todo, el problema no reside en la falta de claridad o uniformidad de
ce de los principios generales se muestra bastante limitado: sólo en caso de las propiedades indicadas, sino en que tampoco sirven para distinguir cuali-
silencio legal se autoriza al juez para que decida con arreglo a un principio, tativamente entre principios y reglas, dado que no proporcionan una defini-
que ha debido recabar además de la propia ley. Los principios generales, en ción nítida ni concluyente: no es nítida porque diversas notas sirven para eti-
suma, pueden representar una puerta abierta al incremento de la discrecio- quetar una norma como principio, es decir, para que una norma sea califica-
nalidad judicial, pero ello no a costa de la ley, sino más bien de su silencio, da de principio no necesita presentar conjuntamente las notas de fundamen-
de las lagunas; lagunas que, por otra parte, pretenden colmarse a partir del talidad, generalidad y vaguedad, sino que basta con que ostente una o algu-
propio "espíritu" del Derecho legal. nas de ellas; y no ofrece una definición concluyente porque está basada en
La temática principialista ha dado hoy un giro radical, que consiste en un características graduales o relacionales, es decir, que toda norma presenta en
cambio fundamental en la cultura jurídica: la atribución de fuerza normati- mayor o en menor medida758 . Desde esta perspectiva, parece imposible tra-
va a la Constitución. Los principios de los que hoy se habla son normas
explícitas, y más concretamente constitucionales, por lo que gozan de la
misma fuerza jurídica que el documento que los recoge. Por eso estos prin- 755
Vid. M. Atienza y J. Ruiz Manero, Las piezas del Derecho, cit., p. 22 y L. Hierro, "El
cipios no plantean ningún problema de identificación, aunque sí desde luego imperio de la ley y la crisis de la ley", cit., p. 302.
de interpretación. Ahora bien, el giro radical en la temática principialista no 756
R. Guastini, Dallefonti alle norme, cit., p. 145. Del mismo autor vid. Lefonti del dirit-
se pone de manifiesto sólo en el hecho de que los principios sean ahora apli- to el 'inte1pretazione, cit., p. 448.
757
cables junto a las reglas, y no en defecto de ellas, sino también en que la con- L. Prieto, "La doctrina de los principios generales del Derecho y la distinción entre prin-
cipios y reglas", en J. Betegón et al., Lecciones de teoría del Derecho, cit., p. 341.
758
En concreto, R. Guastini refuta con este argumento que la vaguedad autorice a distin-
754 guir cualitativamente entre principios y reglas, Dallefonti alle norme, cit., p. 145, y Lefonti del
Vid. al respecto R. Guastini, Le fonti del diritto e l' interpretazione, Milán, Giuffre,
diritto e l'interpretazione, cit., p. 450.
1993, p. 454.

240 241
RACIONALIDAD LEGISLATIVA

zar una frontera nítida o una diferenciación rigurosa, fuerte o cualitativa jugar las aportaciones de Dworkin y Alexy: del argumento "todo" o "nada" se
entre reglas y principios. deriva el carácter abierto de los principios, que significa la imposibilidad de
Una segunda interpretación, sin embargo, sostiene una diferencia cuali- catalogar exhaustivamente los supuestos en que son aplicables y, por tanto, sus
tativa, pero acudiendo lógicamente a otros criterios. Este es el caso de excepciones; de la idea de mandato de optimización se obtiene la caracteriza-
Dworkin, tal vez el primer responsable del debate abierto sobre esta cues- ción de los principios políticos o directrices, cuya peculiaridad reside en que,
tión. Según su conocida presentación del problema, las reglas operan a la además de ser abiertos, admiten distintos grados de cumplimiento.
manera de "todo o nada", de forma que cuando un caso particular encaje en La distinción entre reglas y principios en el nivel de los enunciados lingüís-
el supuesto de hecho abstracto previsto por una regla se impone exactamen- ticos, esto es, como una distición basada en cualidades estructurales que nos
te la solución que ésta prevé, salvo que tal regla no sea válida, en cuyo caso permitan discernir en todo caso cuándo nos hallamos en presencia de una regla
no aporta nada a la decisión. En cambio los principios, dado que no esta- y cuándo en presencia de un principio, es sin duda una compleja cuestión teó-
blecen sus condiciones de aplicación, podrán ser tenidos en cuenta en cier- dca sometida a debate763 . Sin embargo, creo que ha permitido mostrar la impor-
tos casos, pero sin que sus consecuencias jurídicas se impongan automática- tancia de la distinción en el nivel interpretativo, algo que para nosotros cobra
mente759. También Alexy defiende la distinción fuerte o cualitativa, si bien especial relevancia a la vista del carácter tendencialmente contradictodo que
con unos argumentos parcialmente distintos a los sostenidos por Dworkin; presentan las normas materiales de la Constitución. De acuerdo con este enfo-
Para el autor alemán, lo característico de los principios es que encarnan man- que, la cuestión decisiva reside en el modo de entrar en conflicto: una colisión
datos de optimización, mandatos que, como el principio de igualdad o los entre reglas sólo puede resolverse bien mediante la expulsión de una de ellas,
derechos fundamentales, ordenan su satisfacción en la mayor medida posi- bien mediante el critedo de especialidad, es decir, considerando que una opera
ble dentro de las posibilidades fácticas y jurídicas; a diferencia de las reglas, como excepción permanente frente a la otra; un conflicto entre pdncipios, en
que admitirían sólo un cumplimiento pleno 760 . cambio, se salda con la postergación de uno de ellos en el caso concreto, pero
En esta misma línea se inscriben en España las aportaciones de Atienza y sin que esa solución haya de mantenerse necesariamente para un caso distinto.
Ruiz Manero, quienes encuentran la clave para la distinción en el carácter La idea del conflicto, que en realidad no deja de hallarse presente en
abierto de los principios frente al carácter cerrado que presentan las reglas. Así, Dworkin764 , ha sido especialmente desarrollada por R. Alexy765 .
"mientras que en las reglas las propiedades que conforman el caso constituyen
un conjunto finito y cerrado, en los principios no puede formularse una lista 763
Por ejemplo, sobre las objeciones que pueden formularse a la apertura como característi-
cerrada de las mismas: no se trata sólo de que las propiedades que constituyen ca estructural diferenciadora de los principios frente a las reglas, vid. A. García Figueroa,
las condiciones de aplicación tengan una periferia mayor o menor de vaguedad, Principios y positivismo jurídico, cit., p. 155. Este autor ha mostrado cómo el debate sobre la dis-
sino que tales condiciones no se encuentran siquiera genéricamente determina- tinción fuerte o cualitativa, o débil o cuantitativa entre principios y reglas, aparte de especular
das"761. Una clase especial de estos principios o normas abiertas es la integra- sobre la variedad de estructura y el diverso funcionamiento de las normas jurídicas, representa un
da por las llamadas directrices, que "configuran de forma abierta tanto sus con- punto de partida para atacar o defender el positivismo jurídico. Así, para los autores partidarios de
la distinción fuerte, como R. Dworkin o R. Alexy, la presencia de principios en el Derecho, de
diciones de aplicación como el modelo de conducta prescrito". A diferencia de
carácter jurídico y moral al mismo tiempo, sería un signo del desfase del positivismo metodoló-
los principios en sentido estricto, las directrices establecen mandatos de opti- gico, esto es, de la separación conceptual entre Derecho y moral. García Figueroa se muestra, en
mización, es decir, normas que no obligan a obtener un resultado, sino a reali- cambio, partidario de la distinción débil entre principios y reglas, y pone de manifiesto que el no-
zar la conducta prescrita en la mayor medida posible762 . En cierto modo, los dos positivismo principialista incun·e en una confusión entre aplicabilidad y validez: hay normas
autores españoles ofrecen una caracterización más compleja que trata de con- -como los principios- que sólo hasta cierto punto son válidas en el sentido de pertenecientes al
sistema, y, en cambio, son aplicables, ibíd., pp. 131 y ss; y en particular, pp. 199-206.
764
Dworkin señala que los principios tienen una dimensión que falta en las normas: la dimen-
759
R. Dworkin, Los derechos en serio (1977), trad. de M. Guastavino, Barcelona, Ariel, sión del peso o importancia. Por ello, "cuando los principios se interfieren ... quien debe resolver el
1984, p. 75. conflicto tiene que tener en cuenta el peso relativo de cada uno. En esto no puede haber, por cierto,
760
R. Alexy, Teoría de los derechos fundamentales (1986), trad. de E. Garzón Valdés, una mediación exacta, y el juicio respecto de si un principio o directriz en pmticular es mas impor-
Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2" reimpr., 2001, pp. 86 y ss. tante que otro será con frecuencia motivo de controversia". En cambio, "si se da un conflicto entre
761
M. Atienza y J. Ruiz Manero, Las piezas del Derecho, cit., p. 9. dos normas (reglas), una de ellas no puede ser válida", vid. Los derechos en serio, cit., p. 78.
765
762
lb íd., pp. 1O y 11. Vid. R. Al ex y, Teoría de los derechos fundamentales, cit., pp. 88 y ss.

242 243
RACIONALIDAD LEGISLATIVA

La teoría de los principios que acabamos de comentar resulta especial- Pues bien, la fórmula para resolver este género de conflictos suele recibir el
mente relevante para explicar el sentido del constitucionalismo actual así nombre de ponderación. La ponderación no se orienta al triunfo en todo caso
como el papel que parece encomendarse a los jueces, que, sometidos aún a de alguno de los principios en pugna, que siguen siendo principios constitucio-
la ley, sin embargo han de resolver los casos ante todo a la luz de una nales, sino, como dice Guastini, al establecimiento de una "jerarquía móvil" o
Constitución que, con frecuencia, no ofrece pautas concluyentes, sino más "axiológica"767 , de un enunciado de preferencia condicionada que, a la vista de
bien orientaciones de sentido tendencialmente contradictorias. La las circunstancias del caso, considera más adecuado uno de los principios. Su
Constitución reconoce, por ejemplo, la igualdad ante la ley, pero también regla constitutiva sería ésta: "cuanto mayor sea el grado de la no satisfacción o
propicia acciones en favor de la igualdad sustancial (art. 9.2) que implican de la afectación de un principio, tanto mayor tiene que ser la importancia de la
precisamente adoptar medidas "desiguales" para personas o grupos; recono- satisfacción de otro"768 • La ponderación se resuelve, pues, en un juicio de pro-
ce la libertad de expresión, pero también el derecho al honor o a la intimi- porcionalidad que comprendería tres pasos fundamentales: criterio de idonei-
dad; la libertad ideológica y religiosa, pero también la protección del orden dad, esto es, determinar si la medida enjuiciada -que puede ser una ley- resul-
público; el derecho de propiedad, pero asimismo la tutela del medio ambien- ta idónea o adecuada para satisfacer o cumplir cierto principio constitucional;
te que claramente puede exigir una limitación de la propiedad, etc. No cabe criterio de necesidad, que exige acreditar que no existe otra forma igualmente
duda de que todas estas previsiones constitucionales resultan compatibles idónea pero menos gravosa desde la perspectiva del principio que resulta afec-
entre sí en el plano abstracto, pero parece cierto también que en los casos tado o sacrificado; y criterio de proporcionalidad en sentido estricto, que encie-
concretos estimulan soluciones dispares; soluciones que además no pueden rra propiamente la regla de ponderación y que supone un balance entre el peso
ser adoptadas mediante el criterio de especialidad. de las razones que, en el caso concreto, proporcionan cada uno de los princi-
En efecto, la solución de un conflicto normativo en virtud del criterio de pios constitucionales769 • Más adelante hemos de volver sobre estas cuestiones.
especialidad implica que una de las normas en conflicto debe ser siempre o en El juicio de ponderación puede ser utilizado por el Tribunal Constitucional
todo caso excepcionada por la otra. Pero los conflictos entre principios consti- para el enjuiciamiento abstracto de leyes, sobre todo de las que tienen por obje-
tucionales no se pueden saldar de este modo, pues la conclusión de que uno de to el establecimiento de límites a los derechos fundamentales. Se impone, en
ellos debe excepcionar al otro no puede esgrimirse con vocación de permanen- efecto, que las leyes que impliquen algún sacrificio para lo derechos no sólo
cia, es decir, no puede formularse con respecto a cualquier caso en que hayan han de respetar su contenido esencial, sino que además han de ser proporcio-
de ser tomados ambos en consideración. Puede que en un nuevo caso ni siquie- nales; es decir, han de acreditar que son idóneas para la satisfacción de algún
ra entren en conflicto o que las circunstancias exijan una solución distinta. Por fin legítimo, que son necesarias porque no hay medidas alternativas igualmen-
tanto, la prevalencia de un principio constitucional sobre otro sólo puede for- te aptas pero menos gravosas para alcanzar dicho fin, y, sobre todo, que son
mularse para el caso concreto y a la vista de sus particulares circunstancias. proporcionales porque presentan un balance positivo o favorable en la ponde-
Excepcionar con carácter general la aplicación de un principio constitucional ración entre los beneficios que procuran y las afectaciones que imponen770 • Sin
supondría decidir por vía jurisprudencialla ordenación jerárquica entre princi- embargo, la mayor virtualidad de la ponderación parece que no es el enjuicia-
pios a los que el constituyente otorgó idéntico valor. El criterio de especialidad
es, en suma, aplicable a las antinomias en abstracto, que son las que plantean
767
las reglas, por cuanto entre ellas se produce una superposición de sus respecti- R. Guastini, Distinguiendo. Estudios de teoría y metateoría del Derecho, trad. de J.
vos supuestos de hecho o condiciones de aplicación. En cambio, no es aplica- Ferrer, Barcelona, Gedisa, 1999, p. 170.
768
R. Alexy, Teoría de los derechos fundamentales, cit., p. 161
ble a las antinomias contingentes o en concreto, que son las que plantean los 769
Ibíd., pp. 111 y ss. Vid. un desarrollo de los subprincipios presentes en el juicio de pon-
p1incipios, cuyo contenido en abstracto no revela incompatibilidad alguna, deración en G. P. Lopera, "Principio de proporcionalidad y ley penal. Bases para un modelo de
siendo posible, en cambio, que entren en conflicto en un caso concreto766 • control de constitucionalidad de las leyes penales, tesis doctoral, Toledo, 2005.
770
Vid. M. Medina Guerrero, "El principio de proporcionalidad y el legislador de los dere-
chos fundamentales", Cuadernos de Derecho Público, núm. 5 (1998), pp. 121 y ss, quien, no
766 obstante, llama la atención sobre las cautelas que expresa el Tribunal Constitucional en el uso
Vid. L. Prieto, "Observaciones sobre las antinomias y el criterio de ponderación", núme-
ro monográfico sobre el razonamiento jurídico de la Revista de Ciencias Sociales, Universidad de la máxima de la proporcionalidad en el control de leyes o, lo que es lo mismo, sobre su defe-
de Valparaíso (Chile), 45 (2000), pp. 472-473. rencia hacia la opción legislativa.

244 245
GEMA MARCILLA CÓRDOBA

miento de leyes por parte del Tribunal Constitucional, sino más bien la resolu- .
mentador se ha eqmvocado .
o no se ha eqmvoca do y por que~,774 . p uede sospe-
ción de conflictos concretos por la jurisdicción ordinaria. charse que "la llamada ponderación carece de criterios fiables de contr~ste y
Es en este último capítulo donde la ponderación parece desenvolverse que tiene mucho de subjetiva": ¿es la Constitución "la.que ordena y ITI_Ide el
con mayor facilidad, y también donde sus efectos resultan más demoledo- peso de los valores o es la ordenación y medid~ de~ ~phc~dor la que. se Impo-
res desde la perspectiva del imperio de la ley y de nuestro sistema de con- ne? La respuesta aquí suele ser que es la Constltucwn umda a las czrcunstan-
trol de constitucionalidad concentrado. Pues, en efecto, merced a la pon- óas del caso ... Dejando a un lado que determinar qué circunstancias del caso
deración parece que la justicia ordinaria logra esquivar simultáneamente la cuentan y qué circunstancias del caso no cuentan es legislar, no es tampo~o
aplicación de una ley relevante al caso pero también la presentación de la imposible pensar que una secuencia de solucio.nes q~~ se ba~en en 1~ p~eJa
correspondiente cuestión de inconstitucionalidad. El método consiste en principio general-caso particular no va a tener m estabilidad, m predecib11Idad,
transformar un problema de legalidad en un problema de constitucionali- ni igualdad formal, tres exigencias fundamentales del Estado de Derecho" 775 •
dad y, a partir de ahí, decidir con arreglo a principios. En palabras de L. Teniendo esto en cuenta, admitir la ponderación judicial (o, más exacta-
Prieto, "la ponderación se ha convertido en un formidable instrumento de mente, un balance de principios constitucionales que puede no coincidir con
justicia constitucional en manos del juez ordinario ... Detrás de toda regla el efectuado por el legislador) equivale a lesionar la supremacía parlamenta-
late un principio constitucional, como detrás de todo conflicto jurídico ria de la que es portadora la ley, confiando en último término en el criterio
medianamente serio es probable advertir un problema constitucional y, en de la jurisdicción. En otras palabras, condicionar la aplicación de la ley a su
tales condiciones, las colisiones entre principios surgen inevitablemente o conformidad con el principio constitucional que en opinión del juez debe
se construyen con facilidad" 771 . Por eso, "si bien en nombre de la propor- prevalecer en cada caso "supone poner en manos de los jueces un inmenso
cionalidad puede declararse la invalidez de una ley, por lo común su juego poder de determinación normativa": .el cont~nido de la C?nstituc~ón '_'puede
se traduce en un reconocimiento de que, a pesar de que la ley es constitu- ·venir determinado en una primera mstanc1a por la poht1ca legislativa, es
cional y pertinente al caso, debe sin embargo quedar desplazada en el con- decir, por la forma en que el legislador haya entendido y combinado los prin-
creto caso examinado" 772 . cipios en la ley. Pero en última instancia será el juez (ordinario). quien
Que el juicio de ponderación entraña dosis de subjetividad y que resulta, por imponga su entendimiento de los principios, circun:ala.ndo la ley s1 ~ue~a
tanto, más o menos discrecional es algo reconocido incluso por quienes se necesario; esto es, si entiende que el contenido constltucwnal de ese pnnci-
muestran más proclives a su aceptación773 . Con mayor vigor se expresan como pio a la luz del caso no es el que se deriva de la opción legislativa" 776 • Por
es lógico aquellos que ven en la ponderación sencillamente una invasión en el eso L. Hierro diagnostica la crisis de la ley en toda su dimensión: "si asu-
territorio de la ley: la ponderación "es directamente una argumentación moral mimos la indiscutible fuerza normativa de las constituciones; y si añadimos
a partir de principios o standars positivamente mencionados en el texto a ello la expansiva fuerza normativa de los principios, será obligado concluir
Constitucional. Pues bien, la incógnita aquí es si disponemos de unos criterios que las leyes corren el riesgo de perder toda perentoriedad normativa, esto
adecuados para contrastar la fiabilidad de un procedimiento de estas caracterís- .
es, todo su imperio, para ceder paso a1 1mpeno . de1 mterpre
. ~ t e" 777 .
ticas de forma tal que podamos decir que se ha llegado con corrección a la solu- Ciertamente es difícil no ver en la ponderación una necesidad o conse-
ción, que hay una o unas soluciones buenas y una o unas malas, o que el argu- cuencia inevitable del actual constitucionalismo de principios: si se ha opta-
do por una Constitución repleta de valores, principios y derechos de natura-

771
L. Prieto, "Observaciones sobre las antinomias y el criterio de ponderación", cit., p. 486.
772 L. Prieto, "Tribunal Constitucional y positivismo jurídico", en Teoría de la 774 F. Laporta, "Materiales para una reflexión sobre la racionalidad y crisis de la ley", cit.,
Constitución. Ensayos escogidos, cit., p. 331.
773
pp. 326-327.
Así, Alexy, Teoría de los derechos fundamentales, cit., p. 157; L. Prieto, 775 Ibíd., p. 327.
"Neoconstitucionalismo y ponderación judicial", cit., p. 222. En la misma línea J. J. Moreso,
776 M. Gascón, "La concepción del Derecho en El derecho dúctil", Anuario de Filosofía del
"Guastini sobre la Ponderación", Isonomía, núm. 17 (octubre 2002), pp. 227 y ss., quien insis-
Derecho, cit., pp. 22-23.
te no obstante en que la ponderación "no es el resultado de una actividad radicalmente subjeti-
m L. Hierro, "El imperio de la ley y la crisis de la ley", en Estado de Derecho. Problemas
va" sino sujetable al control racional, ibíd., p. 234.
actuales, cit., p. 40.

246 247
GEMA MARCILLA CÓRDOBA

leza normativa que ofrecen, cuando menos, orientaciones de sentido para


cualquier problema práctico; si se asume que entre estos estándares materia-
les existen tensiones y que no se hallan jerárquicamente ordenados; si, en
fin, se insiste en que la Constitución tiene plena fuerza normativa sin nece-
sidad de ninguna mediación legal, y que es directamente aplicable por los
jueces; entonces la ponderación puede verse como herramienta -imperfecta,
desde luego- para introducir alguna racionalidad en una esfera que, si no,
quedaría aún más expuesta a la subjetividad. Así lo ve L. Prieto cuando, tras
afirmar que el neoconstitucionalismo implica una apertura al judicialismo, Tercera parte
añade que "si lo que gana el Estado de Derecho por un lado no lo quiere per-
der por el otro, esta fórmula política reclama entre otras cosas una depurada
teoría de la argumentación capaz de garantizar la racionalidad y de suscitar La revitalización de los estudios sobre la legislación.
el consenso en torno a las decisiones judiciales; y, a mi juicio, la pondera- Nuevos enfoques y perspectivas de la
ción rectamente entendida tiene ese sentido" 778 •
Sin embargo, desde la perspectiva de la ley y de los valores de los que racionalidad legislativa
ella es portadora, el panorama puede calificarse de inquietante. Tras las
numerosas "crisis de la ley" en los siglos XIX y XX que ya tuvimos oportu-
nidad de examinar, el modelo constitucionalista, y máxime en su versión de
constitucionalismo de principios, parece aportar una nueva agresión, esta
vez al principio de supremacía, que es la médula misma del imperio de la
ley. Visto desde la perspectiva ilustrada que alumbró la primera ciencia de la
legislación, la decadencia de la ley en estos dos últimas centurias se ha mani-
festado en la lesión de prácticamente todas las cualidades o virtudes atribuí-
das a la misma. Con todo, tal vez aún sea posible y deseable emprender una
nueva ciencia legislativa.

778
L. Prielo, "Neoconstitucionalismo y ponderación judicial", cit., p. 227.

248
VI. LA REVITALIZACIÓN DE LOS ESTUDIOS SOBRE
LA CREACIÓN DE LAS LEYES

1. La crisis de la ley como contexto de los nuevos estudios sobre racio-


nalidad legislativa
Tras casi dos siglos de despreocupación por la racionalidad legislativa, desde
diferentes disciplinas, pero muy particularmente desde la ciencia jurídica, parece
haberse iniciado un camino de recuperación del interés sobre la ley y sobre los
temas legislativos que en cierto modo enlaza con la "ciencia de la legislación"
ilustrada, sin duda la más ambiciosa empresa por ajustar el Derecho y la política
a pautas de racionalidad. Este renovado interés parece venir estimulado por la
propia crisis de la ley, o mejor dicho, por la toma de conciencia de la amplia varie-
dad de fenómenos que hemos resumido bajo el epígrafe de crisis de la ley.
La pérdida de calidad de las leyes, pero también su decadencia como ins-
trumento de regulación de las relaciones sociales, se manifiesta, efectiva-
mente, en numerosos aspectos que ya hemos tenido la oportunidad de
comentar: incorrecciones lingüísticas, falta de sistematicidad, inflación nor-
mativa, abandono de la generalidad y abstracción, lesión de la unicidad y
supremacía, etc. Es verdad que algunos de estos fenómenos se explican por
circunstancias que pudiéramos llamar técnicas, como la falta de esmero,
tiempo, medios técnicos e incluso de profesionalización de los órganos esta-
tales encargados de legislar. Pero la decadencia de la ley y su deficiente cali-
dad parecen responder también a otras circunstancias vinculadas a cambios
económicos, sociales y políticos que han dejado en alguna medida inservi-
ble o desfasado el modelo de legislación racional ligado a la ideología polí-
tica y a las circunstancias socio-económicas que lo alumbraron. Dicho de
otro modo, aunque es evidente que la crisis de la ley se manifiesta particu-
larmente en defectos de tipo formal, a fin de formular pautas de legislación
racional tal vez sería demasiado simplificador y poco útil cargar las tintas
sobre la falta de esmero, de tiempo, de medios técnicos o de expertos en
legislación, pues tales factores influyen sin duda en la mala calidad de las
leyes pero no agotan las causas de la crisis de la ley, que -insistimos- cons-
tituye un fenómeno complejo, originado en profundos cambios políticos,
económicos, sociales, etc. Precisamente hacia esta visión de la crisis de la
ley, que en lugar de quedarse en la descripción de las muestras más palma-

251
GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

rias de la falta de calidad de las leyes y en las causas más evidentes de la manifiesta en una desmesurada capacidad de decisión ejercida antes de que
misma se interesa también por el nuevo contexto político y social en el que la ley sea discutida y aprobada por el parlamento, es decir, en la fase de pre-
se enmarca la actividad legislativa, caminan los estudios actuales sobre la paración del proyecto legislativo. Es evidente que este desplazamiento de la
racionalidad legislativa. Una muestra de ello son las llamadas de atención capacidad decisoria desde el parlamento hacia el gobierno favorece las con-
que sobre este punto realizan Z. Bankowski, P. Gérard, A. Giuliani, N. diciones para una actuación irregular, anómica o incluso ilegal de los pode-
López Calera, L. Mader, J. F. Perrin, V. Petev, C. Wiener y J. Wroblewski en res públicos. Pero cabe resaltar también, en segundo término, el deficiente
el libro que lleva por título La Science de la legislation779 • funcionamiento del parlamento como órgano legislativo. En efecto, no
En efecto, los estudios que se vienen ubicando en el panorama filosófi- pocos planteamientos sobre la racionalidad legislativa parten de la constata-
co-jurídico bajo la denominación genérica de "ciencia de la legislación" ción de que el procedimiento legislativo adolece en la práctica de falta de
abordan la mejora de la calidad de las leyes teniendo en cuenta los cambios transparencia y publicidad; de que a puerta cerrada son tomadas decisiones
políticos y sociales que influyen en la legislación: en particular, la existen- de interés general entre los dirigentes de los partidos políticos o entre éstos
cia de unos poderes públicos dotados de funciones de intervención econó- y los lobbies del mundo empresarial 781 ; o de que los acuerdos políticos se
mica y de asistencia social, inexistentes en el paradigma del Estado libe- basan muchas veces en la negociación de intereses partididistas en el más
ral780; y de una organización política que no concentra sobre el Estado todas puro sentido del término, o sea, en un juego de transacciones en las que no
las competencias normativas, sino que tiende a la descentralización de éstas hay un lugar autónomo para los argumentos o las razones, pues el triunfo
para garantizar cierta autonomía a las regiones y entes locales, o para cons- depende del efectivo poder que cada parte tenga y de cómo sepa aprove-
truir espacios políticos transnacionales, como la Unión Europea, o, en fin, charlo en su beneficio 782 . Esta visión crítica del funcionamiento de las insti-
para dar entrada a los denominados agentes sociales y a las asociaciones que tuciones democráticas permite afrontar la falta de racionalidad legislativa
representan directamente los intereses de la "sociedad civil". como un problema cuya resolución no depende sólo ni fundamentalmente de
Pero los trabajos de ciencia legislativa tampoco pasan ya por alto que la recomendaciones lingüísticas o técnicas, dado que en la calidad de las leyes
calidad de la ley se ve afectada por el funcionamiento a veces viciado o -desde luego desde el punto de vista de su legitimidad, pero también desde
patológico de las instituciones políticas. A este respecto se suele resaltar el el punto de vista formal- desempeña un papel crucial la depuración o el per-
creciente protagonismo del gobierno y de las administraciones públicas en feccionamiento del procedimiento democrático.
la formación de las leyes en detrimento del parlamento, protagonismo que se Por último, la búsqueda de modelos de legislación racional puede ser
vista también como un imperativo del Estado constitucional de Derecho,
779 El libro La Science de la legislation, Avant-Propos de P. Amselek, París, PUF, 1988, tes-
como modelo contrapuesto al Estado legal de Derecho. En efecto, la supre-
timonio de unas jornadas organizadas por Paul Amselek, director del Centro de Filosofía del
macía incondicionada que la ley ostentaba en el sistema de fuentes del
Derecho en la Facultad de Derecho, Economía y Ciencias Sociales de París, tiene precisamen- Estado liberal o legal de Derecho -muy ligado, como vimos, a la teoría que
te como eje la discusión sobre el estatuto de la "ciencia de la legislación", disciplina jurídica legitima la ley por ser expresión de la voluntad general y que no reconoce
nueva, en vías de constitución o formación. También V. Frosini alude expresamente a la impor- valor jurídico a los textos constitucionales- ha sido reemplazada por una
tancia que en el debate filosófico-jurídico actual está cobrando la aproximación "científica" a
la legislación: "la necesidad de analizar la funcionalidad técnica de la legislación ha sido res-
paldada por la apelación a un ideal 'científico' de legislación ... En esta concepción se inspira ia 781
No es sencillo probar que una ley haya sido fruto del puro pacto político, pero hay veces que
corriente filosófico-jurídica que ha surgido en los países de lengua alemana con el nombre de
la forma de las leyes permite que se sospeche de ello. Por ejemplo, así sucede en el caso de las leyes
'Teoría de la legislación', o 'Ciencia de la legislación' (Gesetzgebungslehre)", V. Frosini, La
"de objeto múltiple", que veíamos en el capítulo IV, o en el de las llamadas normas "intrusas", que
letra y el espíritu de la ley, trad. de C. Alarcón Cabrera, Barcelona, Ariel, 1995, p. 52. Por lo
forman parte del cuerpo de una ley pese a que no guardan relación con el objeto fundamental de la
demás, la racionalidad legislativa es la protagonista del 4° simposio Benelux- Escandinavia, de
misma, R. Pagano, ''Tecnica legislativa e sistemi di informatica giuridica", en VV.AA., Nonnative
Teoría del Derecho, celebrado en Agosto de 1998, acuñándose el significativo término de
europee sulla tecnica legislativa. lntroduzioni, nonnativa italiana statale e regionale, Vol. I, al cui-
"legisprudencia", L. J. Wintgens (Ed.), Legisprudence. A new Theoretical Approach to
dado de R. Pagano, Introducción de V. Frosini, Roma, Camera dei Deputati, 1988, p. 93.
Legislation, Oxford - Portland Oregon, Hart Publishing, 2002. 782
780 A. Galiana recurre precisamente al argumento de la crisis de la ley en el Estado social Así, G. Zagrebelsky, al hilo de la denuncia del carácter cada vez más compromisario o pac-
tado del contenido de las leyes, subraya que "se hace acucian te la exigencia de protección frente a la
para reivindicar una "nueva" ciencia de la legislación, A. Galiana, La legislación en el Estado
ocasionalidad de los acuerdos particulares que impulsan la legislación", El derecho dúctil, cit., p. 38.
de Derecho, Madrid, Dykinson, 2003.

252 253
GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

supremacía legal condicionada a su conformidad con las normas constitu- ciencia del Derecho. Tal vez cabría culpar sin más de ello al positivismo jurí-
cionales. Esta diferencia entre el paradigma del Estado legal de Derecho y el dico, sugiriendo que una concepción positivista del Derecho resulta incom-
del Estado constitucional de Derecho es capital, e incide sobre todo en la patible con la ciencia de la legislación; y acaso sea cierto que una gran parte
posición de la ley, pues su validez no se halla condicionada sólo al respeto del pensamiento jurídico positivista fuera responsable de la comentada
de requisitos procedimentales, sino también de tipo sustantivo783 • El legisla- decadencia. Sin embargo, es preciso registrar al menos una excepción en la
dor ha dejado de ser soberano; es decir, su producto, la ley, ha dejado de ser obra de Bentham y en la escuela analítica inglesa.
la fuente del Derecho por excelencia para representar una pieza más dentro Puede resultar paradójico que Bentham fuera uno de los autores más sig-
del engranaje del ordenamiento jurídico y sólo válida en la medida en que se nificativos de la ciencia de la legislación ilustrada y, al mismo tiempo, un
ajusta a la preceptiva constitucional784 • En definitiva, del mismo modo que pionero del positivismo jurídico. Una explicación a esta aparente contradic-
la soberanía indiscutible del legislador del Estado legal de Derecho pudo ción podría encontrarse en el hecho de que Bentham presta atención tanto a
constituir una razón para excluir la racionalidad legislativa del objeto de la ciencia de la legislación como a la ciencia del Derecho positivo o juris-
estudio de los juristas teóricos y dogmáticos del Derecho, el condiciona- prudencia, pero distinguiendo en todo momento ambos objetos. Es más,
miento de la validez de la ley a normas procedimentales y sustantivas en el Bentham señala que la ciencia de la legislación en manos del legislador se
Estado constitucional puede avalar hoy el estudio de la racionalidad legisla.;. convierte en el "arte" de legislar786 • El mismo prurito metodológico resulta
tiva entendida como constitucionalidad de la legislación785 . patente en la distinción entre jurisprudencia "censoria" y jurisprudencia
El amplio conjunto de fenómenos que hemos incluido bajo la rúbrica de "expositoria", referidas respectivamente, a la ciencia o arte de la legislación
crisis de la ley representa, pues, el contexto o marco de referencia del renova- y a la jurisprudencia o ciencia del Derecho787 • Y la misma rigurosa distin-
do interés por la racionalidad legislativa y por la calidad de las leyes. Tal ción entre dos objetos de reflexión, a saber, la actividad legislativa de un
interés, que fue muy importante en la filosofía de la Ilustración, desapareció o lado y su resultado (el Derecho dado o positivo) de otro, se refleja también
quedó muy postergado coincidiendo con el ocaso de aquella filosofía y con el en la distinción entre "jurisprudencia" y "ciencia de la legislación" que rea-
triunfo en Europa del Estado legal de Derecho, y de una cultura positivista que liza J. Austin, el discípulo de Bentham788 . La adscripción de estos autores al
incurrió en un "fetichismo de la ley". Aun a riesgo de reiterar algunos argu- nuevo paradigma positivista se acredita en que, a diferencia de los filósofos
mentos ya expuestos, creo que merece la pena llamar la atención sobre las cau- y juristas ilustrados del continente, los fundadores de la escuela analítica
sas que principalmente determinaron esa pérdida de interés por la legislación. inglesa no reconocen a la legislación el estatuto de ciencia; sólo la "juris-
prudencia" podía tener tal consideración.
Ahora bien~ aunque con un estatus no científico, Bentham y sus discí-
pulos no sólo reconocieron la relevancia y el interés por una buena legis-
2. El abandono de los estudios sobre la legislación en la edad del positivismo lación, sino que, al igual que los ilustrados del continente, intentaron que
esa preocupación trascendiera hasta los poderes públicos y se tradujera en
La revitalización de los estudios sobre la legislación toma como punto de reformas institucionales concretas. Las propuestas de Bentham, por ejem-
partida la constatación de la crisis de la ley pero ha de ser consciente tam- . plo, fueron acogidas por las autoridades británicas en la institución de un
bién de las razones de su propia crisis, esto es, de los motivos culturales y ministerio para la legislación ("Legislation Minister"), cuyas funciones
políticos que determinaron que la preocupación por la calidad y la raciona- aparecían bosquejadas en el Constitutional Code for the Use of All Nations
lidad de las leyes desapareciera durante doscientos años del horizonte de la and All Government profesing Liberal Opinions789 • J. S. Mili, igualmente,

783 De auténtico cambio genético habla G. Zagrebelsky: "la ley, por primera vez en la época
786
moderna viene sometida a una relación de adecuación, y por tanto de subordinación, a un estra- Vid. V. Zapatero, "Nota del editor" de J. Bentham, Nomografía, cit., p. XI.
787
to más alto del derecho establecido por la Constitución", G. Zabrebelsky, El Derecho dúctil, Vid. J. J. Moreso, La teoría del Derecho de Bentlzam, ¡a ed., Barcelona, PPU, 1992, p. 321.
788
cit., p. 33. J. Austin, Sobre la utilidad del estudio de la jurisprudencia, cit., p. 25.
789
784
Ibíd., pp. 33-34. J. Bentham, "Constitutional Code", Tlze Collections Works of Jeremy Bentlzam, Ed.
785 Vid. en este sentido J. L. Díez Ripollés, La racionalidad de las leyes penales, cit., p. 81. Rosen and J. H. Burns, Oxford, Clarendon University Press, 1983.

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

propuso un comité de expertos encargado de la redacción de los proyectos Sin duda, una primera explicación del abandono de la ciencia de la legis-
de ley y de la ordenación del debate parlamentario de las enmiendas que, lación podría ser la comentada concepción voluntarista de la ley: si el
de algún modo, tomaría cuerpo en la Office of Parliamentary Counsez79o. Derecho se identifica con la expresión de un deseo del soberano, con la
Tal vez sea todo ello lo que explique que en los dos últimos siglos Gran voluntad desnuda de una persona o asamblea, parece que difícilmente
Bretaña haya sido el único país en el que se ha desarrollado una cierta pre- puede prosperar un análisis racional de su proceso de producción, al menos
ocupación doctrinal y sobre todo práctica por la mejora de la calidad de las un análisis que no fuera estrictamente psicologista. Pero es que, además, tal
leyes. La existencia de instituciones y técnicas legislativas basadas en las concepción voluntarista discurre inicialmente en paralelo con una visión
reflexiones de Legal o Legislative Drafting791 constituye efectivamente mítica de su autor, el legislador. Es decir, la ley, pese a tener origen en los
una excepción en el panorama contemporáneo, dado que, con carácter designios del soberano, goza de forma inherente o inmanente de la carac-
general, la filosofía jurídica ilustrada y la ciencia de la legislación mueren terística de la racionalidad. Desde esta óptica es lógico que la ciencia de la
al mismo tiempo, con la llegada del iuspositivismo. legislación se considerase en los comienzos del positivismo como un tipo de
¿Por qué el positivismo retiró su atención de la ciencia legislativa?, ¿por reflexión completamente innecesaria o superflua. Así lo subraya J. A. García
qué su empeño en circunscribir el "saber científico" al capítulo de la inter- Amado: en los albores del Estado liberal "la racionalidad legislativa adquie-
pretación?. La respuesta a esta cuestión puede aclararse si se toman en con- . re un carácter, podríamos decir, de axioma. Si por definición el legislador es
sideración dos premisas fundamentales de la ciencia jurídica positivista tra- racional, como síntesis de su omnisciencia y omnipotencia, perfectos serán
dicional: la concepción voluntarista de la ley y la rigurosa exclusión de la también sus productos, las leyes, tanto en lo formal (claridad y evidencia,
ciencia jurídica de todo lo que tuviese que ver con los fines sociales del ausencia de antinomias, lagunas o redundancias) como en lo material (quien
Derecho, con su eficacia o su justicia792 • Pero a ello habría que añadir un ter-. conoce perfectamente la sociedad, sus males y sus necesidades, acertará a
cer factor, muy vinculado al anterior: la concepción de las funciones del recetar, bajo forma de ley, lo que al cuerpo social más le conviene). Fines y
Derecho propia del Estado liberal en el que nace el positivismo793 . Tal con- medios, materia y forma, se funde todo en esa especie de razón suprema de
cepción auspició un modelo de jurista que ve en el Derecho básicamente un un legislador que tiene, en versión laica, los atributos del dios medieval de la
conjunto de normas para garantizar la estabilidad del orden económico y ley eterna. Esa idea del legislador por definición e incuestionablemente racio-
social, es decir, para salvaguardar los derechos de propiedad, la autonomía nal explica que una teoría de la legislación fuera vista como un innecesario
de la voluntad, la seguridad en el tráfico mercantil, etc., y, en consecuencia, esfuerzo reconstructivo de una realidad que en su perfección no necesitaba
sólo susceptible de descripción y sistematización Uuristas científicos) o de reglas, y que una teoría de la legislación normativa en sentido fuerte, articu-
ejecución y aplicación Uuristas prácticos). En otras palabras, el jurista for- ladora de legislación y mandatos de la razón práctica pudiera sonar como per-
mado en la cultura jurídica predominante en el siglo XIX y en la mayor parte fectamente redundante y, a lo más, meramente descriptiva y no propiamente
del XX no se ocupa de la racionalidad de la legislación porque no toma en normativa. De ahí que pese a intentos puntuales no se constituyera en siglos
cuenta la dimensión funcional del Derecho; su vis transformadora de la la teoría de la legislación como disciplina articulada y con un lugar preciso y
sociedad. Por lo demás, este modo tradicional de delimitar la ciencia jurídi- relevante entre los estudios jurídicos, y de ahí también que el esfuerzo de la
ca, circunscribiendo su objeto al Derecho como material dado e inmodifica- teoría del Derecho se centrara en determinar el papel y lugar del juez"794 •
ble, ha servido al reforzamiento o a la vigencia de los valores jurídicos má~ Así pues, en los comienzos del Estado liberal de Derecho, la concepción
característicos del Estado liberal. de la ley como expresión de un deseo o acto de voluntad no empaña todavía
la creencia en -su perfección formal y en su legitimidad: en la ley se funden
perfectamente voluntad y razón; el legislador es omnipotente, es decir, tiene
790
V. Zapatero, "El arte ilustrado de legislar", cit., pp. LXXV-LXXVI. poder para imponer su voluntad de forma ilimitada, pero además es omnis-
791
C. G. Thornton, Legislative Drafting, 3• ed., Londres, Butterworths, 1987. ciente, o capaz de prever todos los posibles casos jurídicos y sus correspon-
792
Vid. L. Prieto, "Del mito a la decadencia de la ley", cit., pp. 5-6.
793
A. Calsamiglia y J. R. Capella han insistido en ello. Vid. A. Calsamiglia, "¿Debe ser la
794 J. A. García Amado, "Razón práctica y teoría de la legislación", Derechos y libertades.
moral el único criterio para legislar", Doxa, 13 (1993), p. 162, y J. R. Capella, Fruta prohibi-
da, cit., p. 155. Revista del Instituto Bartolomé de las Casas, 9 (2000), cit., pp. 304-305.

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

dientes respuestas, y ostenta un poder legítimo, nacido del consentimiento de la trivialidad o esterilidad de una reflexión científica centrada en los deseos
los ciudadanos. El mito del legislador racional es, por tanto, la herencia de 0 voluntad del poder. De nuevo, en palabras de L. Prieto: "cada día parece
la filosofía ilustrada que construyó la primera ciencia de la legislación, pero más evidente que su creación (la del Derecho) es un problema de voluntad,
acaso también la explicación más básica de que el primer positivismo la de ideología o de formación espontánea y cosificada", de modo que "serán
abandonase: si de algún modo se presumía la racionalidad del legislador los intérpretes del Derecho quienes tiendan a monopolizar la razón, pudien-
resultaba improcedente cuestionar el resultado de su actuación, y ocioso for~ do expresar incluso un cierto desprecio hacia los que pretendan investigar
mular recomendaciones para su mejora . las 'razones' del legislador... Como el iusnaturalismo, también el positivis-
Con el tiempo, esa leyenda o mito de que la ley era la perfecta conjun- mo creó su propio modelo de racionalidad y, sobre todo, delimitó un nuevo
ción entre voluntad y razón se desmorona. En efecto, tal y como vimos en el ámbito en el que tal modelo podía desarrollarse" 797 . En suma, la postura
capítulo quinto, a medida que avanza el siglo XIX la ciencia jurídica toma escéptica del primer positivismo en lo que respecta a la elaboración de las
conciencia de que lamentablemente la omnisciencia y otras cualidades ante- leyes descansa en una determinada concepción acerca del objeto y alcance
riormente predicadas en favor del legislador y de su producto normativo de la ciencia jurídica: ésta tiene como punto de partida el Derecho una vez
dejan mucho que desear. Sin embargo, en ningún momento se piensa que los que ya es Derecho positivo a fin de obtener del mismo sus deducciones lógi-
defectos "técnicos" que pueda cometer el legislador invaliden o incidan de cas; algo que evidentemente no puede hacerse con la actividad legislativa.
algún modo sobre su omnipotencia. La voluntad del legislador es un campo El nuevo método implica, pues, una redefinición del objeto de la ciencia
vedado a los juristas, no sólo porque así lo ordena el principio de división de jurídica, que se ve restringido a las normas una vez "dadas" o "puestas" por
poderes, sino también porque se trataría de una reflexión estéril o inaborda- el legislador, pues sólo delimitando así su objeto la ciencia jurídica podía
ble desde los métodos de la ciencia jurídica positivista. En suma, tradicio- hacer uso del razonamiento lógico-deductivo. En otras palabras, la aplica-
nalmente se ha considerado que, como escribe L. Prieto, las decisiones del ción, descripción y sistematización del Derecho positivo pasan a ser vistas
legislador "no pueden ni deben ser discutidas, al menos en sede de dogmá- como las únicas operaciones jurídicas racionales, pues sólo ellas pueden jus-
tica jurídica o teoría del Derecho: la ley es la ley y difícilmente puede ensa- tificarse como obtención de soluciones o conclusiones mediante reglas de
yarse una explicación científica o racional sobre un objeto, las normas dic- inferencia lógica a partir de normas preestablecidas. El juez decide los casos
tadas por el poder político, que descansan de forma exclusiva en una volun- particulares mediante un simple silogismo, es decir, presentando el supues-
tad; si se quiere, en el mejor de los casos en una voluntad que apela a la jus- to de hecho concreto como subsumible en el supuesto de hecho abstracto
tificacion o legitimidad que deriva del origen o forma de elección del órga- que contempla la ley general, de modo que quede lógicamente demostrada
no productor, pero no a la justificación racional de su contenido prescripti- la solución del caso particular conforme a la consecuencia jurídica prevista
vo: en suma, no cabe enjuiciar la racionalidad de la ley porque faltan pará- por la ley generaF 98 . Por su parte, también el jurista teórico o dogmático
metros y competencia para hacerlo" 795 . puede llevar a cabo una operación racional con el Derecho, sistematizando
De esta manera, cuando la teoría voluntarista e imperativista del Derecho
se desvincula del mito del legislador racional, las razones para denegar esta-
tus científico a la legislación no pueden verse tanto en el carácter innecesa- ce. Si ahora nos preguntamos como es posible que no tengamos ideas claras y distintas acerca
rio o superfluo de una disciplina con ese objeto, cuanto más bien en la de cómo se debe legislar, la respuesta desde la perspectiva de la red conceptual jurídica es sen-
incompetencia de los juristas; incompetencia que, en primer lugar, derivaría cilla y coherente: no es asunto de Jos juristas. La ciencia de la Legislación es el feudo de Jos
de la necesidad de respetar la división de poderes 796 y, en segundo lugar, de políticos o de Jos filósofos. Los juristas no tratan de proponer cómo debe ser el Derecho sino
que deben aplicar -y en su caso describir- el derecho tal y como ha sido establecido por el legis-
lador... El jurista es el especialista del momento aplicativo del Derecho y su conocimiento iba
dirigido a solucionar Jos problemas interpretativos y de aplicación" y el científico del Derecho
795 L. Prieto, "Del mito a la decadencia de la ley", cit., p. 6. Vid. también J. A. García
"debe limitarse a la descripción del Derecho positivo prescindiendo de Jos juicios de valor. La
Amado, "Razón práctica y teoría de la legislación", cit., p. 305. ciencia jurídica debe ser neutral y por tanto independiente de los intereses políticos", A.
796 Calsamiglia alude a .este motivo como explicación del desarrollo prácticamente nulo de Calsamiglia, "¿Debe ser la moral el único criterio para legislar?", cit., p. 163 (cursiva añadida).
Jos estudios sobre legislación: "la tarea del jurista comienza donde ha concluido el legislador. 797
L. Prieto, Ideología e interpretación jurídica, cit., p. 28.
La subordinación a la ley supone que el jurista no diseña leyes, sino que las aplica o las cono- 798
J. R. Capella, Fruta prohibida, cit., pp. 144-145.

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

el material jurídico positivo, es decir, identificando las normas que se hallan públicos eran fundamentalmente las de conformar un marco jurídico que
en la base del ordenamiento jurídico, deduciendo consecuencias lógicas y garantizase el orden, la paz y la seguridad en las relaciones entre particula-
reformulando el sistema jurídico799 • res y que hiciera previsible la reacción estatal ante las conductas desviadas
Evidentemente, la legislación no se halla gobernada por un estilo de de los ciudadanos o las respuestas jurisdiccionales a los conflictos que entre
razonamiento similar; la creación del Derecho no se ajusta ni puede ajustar. particulares puedan presentarse. En tal contexto, la sociedad no parece
se a las características de la inferencia deductiva. Por eso, la labor del juris. requerir juristas expertos en legislación. O, más exactamente, se requiere
ta y la del legislador poseen una naturaleza completamente distinta: el pri. por supuesto técnicos que ejecuten, apliquen, describan y sistematicen de
mero, por cuanto razona sobre la base de normas dadas, desempeña una modo neutral la política del legislador, y acaso también expertos en la codi·
actividad avalorativa, neutral, objetiva, "científica"; el segundo, por cuanto ficación de esas leyes, pero no se necesita de profesionales del Derecho
no está vinculado a normas jurídico-positivas, se encuentra fuera de las fron- expertos en el diseño de leyes adecuadas para desarrollar fines sociales; sen-
teras de la racionalidad y de la ciencia. cillamente, porque tales fines se agotan en asegurar el espontáneo funciona-
Finalmente, una circunstancia que también ha podido influir en el des- miento del mercado para que sean los propios sujetos participantes quienes
cuido de la ciencia jurídica hacia la legislación reside en la propia concep· se propongan y alcancen sus objetivos.
ción de las funciones sociales atribuidas al Derecho y, por extensión, a los
juristas; funciones que en lo básico se circunscribían a la garantía del orden
público y de unas condiciones económicas y sociales que permitiesen el
desarrollo "espontáneo" de la sociedad. Como escribe Capella, el jurista 3. Reapertura del saber jurídico a los problemas de la legislación
funcionario ha de "administrar las actividades estatales que garantizan el
Frente al modelo de ciencia jurídica limitada estrictamente al Derecho
orden público social y económico en cuyo seno es posible la actividad mer- dado o "puesto", algunas voces abogan hoy por una teoría totalizadora y crí-
cantil. El magistrado puede creerse 'mera boca de la ley' porque su función,
tica del fenómeno jurídico 801 ; una teoría que no sólo debería "partir del res-
en la sociedad liberal, no es servir a una política económica determinada
peto metodológico a la norma para, acto seguido, examinarla críticamente
sino, simplemente, eliminar las dificultades que se oponen a la autorregu·
con el concurso de la sociología y la filosofía del Derecho" sino también
lación mercantil y al orden público económico. Puede así convencerse a sí
"examinar con mayor atención lo que hay antes de la norma; esto es, el pro-
mismo de que se limita a hacer cumplir la ley, pues las eventuales innova-
ceso de su creación" 802 • Algunos síntomas parecen indicarnos que dicha
ciones que un magistrado haya de introducir en el orden establecido serán
empresa es hoy posible.
vistas como el descubrimiento de una regla implícita en la lógica económi-
Tal vez el primer argumento que puede esgrimirse en favor de la
ca y jurídica imperante" 800 .
"nueva" ciencia de la legislación es la quiebra de la concepción "logicista"
En suma, la muy escasa atención que los juristas han venido prestando al
de la razón jurídica. Como es conocido, la exclusividad del método lógico-
diseño y calidad de las leyes, aparte de explicarse por una concepción del
deductivo en la interpretación y aplicación del Derecho no resistió el emba-
Derecho en términos voluntaristas y por una concepción del conocimiento
te de los antiformalismos. Es más, el propio positivismo evolucionado con-
jurídico restringida al que resulta del razonamiento lógico-formal, se expli·
fesó los límites de la lógica formal, y como afirma R. Alexy, "uno de los
caría también por una tradición de estudios jurídicos forjada en un contexto
pocos puntos en los que existe acuerdo en la discusión metodológico-jurí-
histórico-político en el que las funciones que se atribuían a los poderes
dica contemporánea" es que "la decisión jurídica que pone fin a una dispu-
ta jurídica, expresable en un enunciado normativo singular, no se sigue
lógicamente, en muchos casos, de las formulaciones de las normas jurídi-
799 Vid. C. E. Alchourrón y E. Bulygin, Introducción a la Metodología de las Ciencias
cas que hay que presuponer como vigentes, juntamente con los enunciados
Jurídicas y Sociales, Buenos Aires, Astrea, 1975. Vid. también E. Bulygin, "Dogmática jurídi-
ca y sistematización del Derecho", en C. E. Alchourrón y E. Bulygin, cit., pp. 472-476.
800 J. R. Capella, Fruta prohibida, cit., p. 155. También A. Calsamiglia destaca que la 801
Vid. E. Díaz, Sociología y Filosofía del Derecho (1971), Madrid, Taurus, 2" ed. 1980,
supuesta abdicación valorativa de los juristas encerraba en realidad su adhesión al Derecho pp. 50 y SS. . .
positivo establecido. Vid. A. Calsamiglia, Introducción a la ciencia jurídica, cit., p. 97. 802
V. Zapatero, "De la jurisprudencia a la legislación", Doxa 15-16 (1994), p. 769.

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RACIONALIDAD LEGISLATIVA
GEMA MARCILLA CÓRDOBA

Por último, el paso del Estado legislativo de Derecho al Estado constitucio-


empíricos que hay que reconocer como verdaderos o probados" 803. Las
nal de Derecho debilita la idea del positivismo voluntarista de que "la ley lo
teorías de la argumentación, que tanta relevancia han adquirido en los últi-
puede todo"; de que "la ley es la ley" y que frente a los actos del legislador no
mos años, parecen haberse centrado, como es natural, en el capítulo de la
hay cuestionarniento ni crítica posible. La fuerza normativa de la Constitución,
interpretación y aplicación del Derecho, pero creo que tendría sentido plan-
ya se conciba como un pacto de mínimos sobre la convivencia y sobre las reglas
tear la posibilidad de utilizar procedimiento~ y reglas argumentativas en la
del juego en la toma de decisiones democráticas, o por el contrario como un pro-
fase de legislación, incluso como una exigencia o implicación de la propia
yecto político que condiciona más o menos detalladamente las futuras decisio-
argumentación jurídica racional 804 •
nes colectivas sobre la economía, la educación, la sanidad, las relaciones labo-
En segundo lugar, la apertura de los saberes jurídicos a la ciencia de la legis-
rales, etc. 806 , puede representar un motor para la nueva ciencia de la legislación,
lación encontraría no sólo explicación sino también justificación en la nueva
ya que justamente la Constitución suministra un parámetro para el enjuicia-
visión de las funciones del Derecho que ha implicado el paradigma del Estado
miento de las leyes. Aunque también esto puede producir perplejidad, pues pre-
Social805 • El modelo de jurista del Estado liberal, coherente con las funciones
cisamente el constitucionalismo fue citado como otro de los síntomas de la cri-
asumidas por el Derecho y que, por tanto, vela por la igualdad formal y por la
sis de la ley, en este caso de la crisis en su modalidad de norma suprema.
seguridad jurídica, puede resultar hoy insuficiente una vez que los poderes públi-
Ciertamente las tres razones enunciadas tienen un carácter muy diferen-
cos asumen nuevas y complejas funciones. Si el Derecho en el marco del Estado·
te, implican exigencias también distintas para la calidad de las leyes y, en
- social de nuestros días tiende a asumir una función instrumental para la conse-
fin, estimulan perspectivas asimismo dispares para recobrar el interés por el
cución de fines y metas sociales, parece consecuente que el jurista haya de aten-
estudio de la legislación. La primera pudiéramos decir que es una razón teó-
der también esta dimensión. Con lo cual, paradójicamente, el Estado social que
rica por cuanto la concepción del Derecho como argumentación, que ha
encontrábamos en el origen de una de las "crisis de la ley", sería al propio tiem-
supuesto una traslación del centro de gravedad de la teoría del Derecho,
po un estímulo para la revitalización de los estudios sobre la misma.
reclama una concepción racional de la ley o, cuando menos, una concepción
de la ley que permita el desarrollo de un razonamiento jurídico que quiere
803 R. Alexy, Teoría de la argumentación jurídica. La teoría del discurso racional como teoría ser un caso especial del razonamiento práctico general. La segunda, relacio-
de lafimdamentaciónjurídica (1978), trad. de M. Atienza e I. Espejo, 2• reimpr., Madrid, Centro nada con las funciones del Derecho en el Estado social, parece más bien una
de Estudios Constitucionales, 1997, p. 23. Vid. también C. E. Alchourrón y E. Bulygin, "Los lími- razón política: la ley es el instrumento básico para la consecución de ciertos
tes de la lógica y el razonamiento jurídico", en C. E. Alchourrón y E. Bulygin, Análisis lógico y objetivos de transformación social y, por tanto, su calidad y efectividad para
Derecho, cit., p. 303: "el razonamiento jurídico que pretende mostrar que una decisión está justifi- alcanzarlos representa un aspecto capital de la virtualidad del propio mode-
cada de acuerdo con el derecho vigente "es esencialmente deductivo o, por lo menos, puede ser
reconstruído como una inferencia lógica en la que, sobre la base de dos tipos de premisas, norma-
lo político. Finalmente, el Estado constitucional proporciona una razón jurí-
tivas y fácticas, se llega a una conclusión que afirma que ciertas consecuencias jurídicas son apli- dica, en el sentido de que la propia validez de la ley requiere, no ya sólo la
cables a un caso particular... Esto no significa que una decisión puede ser efectivamente deducida legitimidad democrática de su autor, sino la adecuación de su contenido a un
de las premisas; la decisión es un acto de voluntad y como tal no está determinado por la lógica" orden superior. De todas formas, aunque la incidencia de estas tres razones
804
M. Atienza plantea esta línea de investigación en Contribución a una teoría de la legisla- no sea uniforme ni comparable, consideradas en conjunto contribuyen, o
ción, cit., p. 99, pero se muestra cauto en lo que respecto a las posibilidades de desarrollo de la
deben contribuir, a la revitalización de los estudios sobre la legislación.
misma, puesto que el hecho de que la legislación pueda concebirse como un proceso argumenta-
tivo no significa que "los instrumentos conceptuales elaborados en las últimas décadas por la
teoría de la argumentación jurídica [puedan] utilizarse sin más para dar cuenta de la argumenta-
ción legislativa, M. Atienza, "Argumentación y legislación", en A. Menéndez Menéndez (Dtor.), 3.1. La teoría de la argwnentación como estímulo para la ciencia de la
La proliferación legislativa: un desafio para el Estado de Derecho, cit. p. 92. legislación
805
. . "Los análisis de la legislación están en auge en las últimas décadas, ya que también la
l~~islación en sí misma se ha desarrollado·excepcionalmente como consecuencia de la apari- La decadencia del formalismo jurídico comienza tan pronto como
Cion del Derecho regulativo, propio del Estado social e intervencionista, planteando de nuevo comienzan a surgir nuevas tendencias a propósito de la interpretación y apli-
la vieja polémica sobre las facultades reformadoras de la legislación en el ámbito social y
económico", M. J. Fariñas, "El conocimiento científico del Derecho", en G. Peces-Barba, E.
Femández Y R. de Asís, Curso de Teoría del Derecho, Madrid, Marcial Pons, 2000, p. 136. 806
Vid. L. Prieto, "Neoconstitucionalismo y ponderación judicial", cit., pp. 201 y ss ..

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UNIVERSIDAD DE ANTlOQUln
BffiLIOTECA CENTRAl..
MARCILLA CÓRDOBA
RACIONALIDAD LEGISLATIVA

cacwn del Derecho, como la jurisprudencia de intereses, las corrientes Pues bien, la exclusión desde luego obedece al deseo de no contaminar la
sociologistas, el Derecho libre, el realismo jurídico, etc., que reco:demos teoría pura con enfoques sociológicos o políticos, y probablemente también
ponen de relieve que los operadores jurídicos no fundan sus sentencias sólo al escepticismo de Kelsen en materia de racionalidad de juicios de valor810 .
en reglas jurídicas preestablecidas, sino que toman en cuenta otros criterios, De hecho, este presupuesto acerca de la racionalidad práctica explica que
como el fin de la ley, los intereses en juego, la naturaleza de la cosa, la pro- para Kelsen la cientificidad del trabajo de los juristas dependiera de agotar
pia conciencia esclarecida del juez, etc. Sin duda, los antiformalismos des- tanto como fuera posible las posibilidades del razonamiento lógico o formal.
viaron su atención, y su fe, del Derecho de los Códigos al Derecho en En efecto, para el profesor austriaco, el saber jurídico solamente se hace
acción, y en esta medida contribuyeron a devaluar la legislación. Sin embar- acreedor del estatus de ciencia si se ocupa de describir avalorativa o neu-
go, ello no significó una reformulación de hi ciencia jurídica qu.e recogiera tralmente el derecho. Para Kelsen la labor del jurista científico se limita a
un nuevo capítulo sobre la legislación, sino más bien al contrano: el aban- poner de manifiesto que las formulaciones normativas admiten diversas
dono del mito del legislador racional arrastró definitivamente a la ley al interpretaciones, mientras que la elección que efectúa el operador jurídico
mundo "acientífico" de la voluntad, la política y los intereses. constituye una actuación de naturaleza creativa o política811 . De manera que
Tampoco el positivismo renovado, en particular el normativismo de el acercamiento entre legislación y jurisdicción no desemboca en una com-
Kelsen, prestó la más mínima atención a los procesos de creación del Derecho, prensión de la primera al modo ("científico") de la segunda, sino que más
a pesar de que con sus planteamientos queda desdi~ujada la nítida. frontera bien al contrario, es esta última la que termina adquiriendo el carácter voli-
entre legislación y jurisdicción. Kelsen, en efecto, estima falsa la tesis de que tivo y político de la legislación. Y, obviamente, la actuación del legislador no
existe una diferencia neta entre la operación de producir el Derecho en sede es disciplinable mediante las reglas de la inferencia lógica; mejor dicho, tal
legislativa y la de interpretarlo y aplicarlo en sede jurisdiccional. La teoría gra- vez la única racionalidad exigible a la ley sea la meramente formal, pues si
dualista del ordenamiento jurídico, inicialmente formulada por Merkl, hace "los criterios políticos o axiológicos ... no resultan relevantes en la compren-
referencia al hecho de que todo acto jurídico entraña al mismo tiempo la apli- sión racional del Derecho" 812 , y dado que la ley es "ejecución" de la norma
cación de Derecho preestablecido y la creación de nuevo Derecho 807 • Por constitucional, la racionalidad legislativa científicamente cognoscible se
tanto, entre el acto de dictar una ley y el de dictar una sentencia no media una reduce a la compatibilidad formal entre ambas normas, que es precisamente
diferencia cualitativa, sino cuantitativa o de grado 808 ; y, siendo así, parece que lo que comprueba el Tribunal Constitucional en el modelo kelseniano.
la diferencia de estatus entre legislación e interpretación como objeto de cono- Ahora bien, ¿es la concepción del Derecho del normativismo también
cimiento científico hubiera podido ser tan sólo de grado. incompatible con una ciencia de la legislación entendida como mero instru-
Teniendo en cuenta las premisas del normativismo, cabe preguntarse por mento de mejora de la calidad de las leyes, pero exclusivamente desde el
qué no obstante Kelsen perseveró en la exclusión de la legislación -o, como punto de vista de su forma, es decir, sin afectar a las decisiones políticas en
él la denomina, la política legislativa- del campo de la ciencia jurídica809 • ellas contenidas?. García Amado ofrece una respuesta negativa a esta cues-
tión: habría, pues, un enfoque de la ciencia de la legislación compatible con
807 "La iurisdictio o acto de decir el Derecho no tiene el carácter simplemente declarativo que
el escepticismo kelseniano. Incluso partiendo de la visión de la legislación
sugieren estos términos ... La jurisdicción tiene, por el contrario, un carácter netamente constitutivo.
Es un verdadero acto creador de Derecho", H. Kelsen, Teoría pura del Derecho (1934), 1a ed., trad.
de M. Nilve de la versión francesa de 1953, Eudeba, Buenos Aires, 13• ed., 1975, pp. 151 Y s. 8
1° Así lo ha destacado J. A. García Amado: "por mucho que para Kelsen el derecho sea, y
sos "La tarea de lograr, a partir de la ley, la única sentencia correcta -afirma Kelsen-, el el derecho legislado aún más, técnica de dirección de conductas, los fines que determinan hacia
único acto administrativo correcto es en lo esencial la misma que la de crear, dentro del marco dónde se quiere guiar las conductas no los proporciona más que la subjetividad del legislador",
constitucional, la única ley correcta", H. Kelsen, Teoría pura del Derecho (1960), 2• ed., trad. J. A. García Amado, "Razón práctica y teoría de la legislación", cit., p. 301
de R. J. Vernengo, s• ed., México, Porrúa, 1995, p. 353. 811
En palabras de Kelsen, la teoría pura del derecho en lo que respecta a la interpretación
809 Afirma Kelsen que "la distinción entre la ciencia del derecho -orientada sólo por el valor ver- y aplicación del Derecho por los operadores jurídicos "constata solamente que la ... interpreta-
dad- en tanto conocimiento del derecho positivo, y la política jurídica -dirigida a la realización de ción ... implica siempre, con la aplicación de una norma superior, una creación del derecho y por
otros valores, especialmente de la justicia- en tanto configuración voluntaria del orden social, es :1 Jo tanto, no es una función pura de conocimiento", H. Kelsen, ¿Qué es la Teoría Pura del
segundo postulado que asegura la pureza de una teoría del derecho", H. Kelsen, ¿Qué es la Teorta Derecho?, cit., p. 29.
Pura del Derecho? (1953), trad. castellano de E. Garzón Valdés, México, Fontamara, 1992, p. 30. 812
Vid. L. Prieto, Ideología e interpretación jurídica, cit., p. 79

264 265
RACIONALIDAD LEGISLATIVA
GEMA MARCILLA CÓRDOBA

como actividad valorativa y subjetiva cabría una aproximación a la raciona- plo de Kelsen no sorprende. Más curioso y digno de estudio es que dejen
lidad legislativa que fuera una "teoría de los medios de que el legislador dis- poco lugar a la racionalidad práctica en la legislación autores que mantienen
pone para maximizar la eficacia de las normas que dicta al servicio de sus una postura antipositivista y de crítica al relativismo kelseniano. Autores
particulares ~ines, y como teoría_acerca de l_a mejor c~nfiguración y manejo que creen que en la aplicación del Derecho puede el juez alcanzar sustento
de tales medios. Lo que no tendna lugar sena una teona que pretendiera dis- y control efectivo para que sus valoraciones no sean puramente subjetivas,
cernir entre los fines posibles del legislador. Sería puramente ideológica al hablar de legislación la equiparan a la pura decisión no accesible al con-
manipuladora y engañosa" 813 . ' trol racional" 816 . Dicho de otro modo, "en tema de racionalidad del legisla-
En todo caso, si bien la falta de atención hacia los problemas legislativos dor -añade García Amado- la teoría jurídica se ha movido entre su conside-
resulta bastante comprensible en el caso de Kelsen, no puede decirse lo ración como inmanente o como inexistente, y en tema de racionalidad judi-
mismo en relación con aquellas corrientes que sí han cultivado y teorizado cial ésta se ha visto como raciOnalidad refleja, como irracionalidad o como
los problemas de la interpretación jurídica y que, más allá de considerarla racionalidad práctica. Lo que apenas se ha planteado hasta décadas recien-
como expresión de un mero acto subjetivo de voluntad, han realizado algún tes es la posibilidad de racionalidad práctica en sentido estricto dellegisla-
esfuerzo para explicar y, sobre todo, para justificar el sentido de las decisio- dor"817. La teoría de la argumentación habría asumido inercialmente el sig-
nes interpretativas. Hace ya algún tiempo que M. Atienza, con ocasión del nificado que, desde el surgimiento del positivismo, la filosofía jurídica viene
estudio de la teoría "estándar" de la argumentación jurídica, objetó la poca otorgando a la expresión "razón en el Derecho": razonamiento jurídico y no
atención que se ha prestado al problema de la racionalidad legislativa: pues- Derecho racional 818 . En suma, y como escribe M. Gascón, "la tesis kelse-
to que "no se argumenta sólo en el proceso de interpretación y aplicación del niana de que no existe una diferencia cualitativa y sí sólo cuantitativa entre
Derecho, sino también en el de su establecimiento" 814 , no se comprende por juez y legislador tiene dos consecuencias: una primera, que es en la que más
qué las teorías de la argumentación habiéndose interesado por imprimir se ha insistido, consiste en mostrar el fracaso de la lógica deductiva y la
alguna dosis de racionalidad en la justificación de las decisiones jurisdiccio- dimensión creativa y no cognoscitiva (o no sólo cognoscitiva) de la inter-
nales, no han hecho lo propio con las decisiones dellegislador815 . pretación judicial; pero una segunda debió consistir en interrogarse sobre el
El descuido de la racionalidad legislativa por la teoría de la argumenta- razonamiento legislativo con el mismo interés que se ponía en los problemas
ción es asimismo calificado de paradójico por J. A. García Amado: "el ejem- del razonamiento aplicativo" 819 .

813 J. A. García Amado, "Razón práctica y teoría de la legislación", cit., pp. 301-302. En
816 J. A. García Amado, "Razón práctica y teoría de la legislación", cit., p. 302.
otros términos, Kelsen hubiera podido tolerar sin traicionar sus premisas de pureza de la teoría 817 Ibíd., pp. 305-306. La aproximación a la racionalidad del legislador sólo ha sido posi-
jurídica y de escepticismo en materia de razón práctica la ampliación del objeto de la ciencia
ble, según este autor, "cuando el legislador ha sido desmitificado, sin caer por ello en el descré-
jurídica al desarrollo de una teoría y técnica legislativas que partieran de una noción de racio-
dito", ibíd.
nalidad legislativa que no afectase a los fines del legislador; esto es, instrumental o subordi- 818 Como señala Bobbio, la expresión "razón en el Derecho" puede entenderse en dos sen-
nada a los fines del legislador.
814 M. Atienza, "Para una teoría de la argumentación jurídica", Doxa, 8 (1990), pp. 39-40. tidos: "si nos referimos a la ley de la razón, el problema suscitado por la expresión razón en el
815 La explicación a juicio de Waldron reside en que a la teoría del razonamiento jurídico Derecho es el del lugar de la razón en el universo jurídico, de si la razón tiene lugar en él y cuál
pueda ser; si nos referimos al razonamiento jurídico, la misma expresión nos remite al proble-
le preocupa que éste se distinga de la política; esto es, le preocupa que posea características que
ma de cuáles son las características del razonamiento jurídico". Así, "el tema principal de la
lo alejen precisamente de la subjetividad de la política: "se supone que los procesos en los que
teoría del Derecho racional es el de distinguir el Derecho de la razón del Derecho de la no razón
los tribunales toman sus decisiones son especiales y distintos, no directamente políticos, sino
mientras que el tema principal de quien se ocupa del razonamiento jurídico es el de distinguí;
expresivos de un subyacente espíritu de legalidad ... Esta es una cuestión que importa mucho a
el modo de razonar de los juristas del de los lógicos, los matemáticos, los críticos literarios, etc.
la ciencia jurídica para determinar si esas pretensiones de que el razonamiento jurídico tiene un
L.os criterios con los que el Derecho racional ha sido distinguido del Derecho no racional, quede
carácter especial pueden ser sostenidas. No hay una controversia similar sobre el razonamien-
d1cho de una vez por todas, no tienen nada que ver con los criterios con los que el razonamiento
to legislativo. Todo el mundo sabe que argumentar en el Congreso o en el parlamento es explí-
jurídico se distingue eventualmente del razonamiento no jurídico", N. Bobbio, "La razón en el
citamente y desvergonzadamente político ... Es o bien el juego de intereses o directamente el
Derecho (observaciones preliminares)", cit., pp. 19 y 20.
choque entre propuestas políticas e ideologías. Es lo que Joseph Raz llama "pre-legal reaso- 819 M. Gascón, "Consideraciones sobre el objeto de la filosofía jurídica", Anuario de
ning"; tal como se plantea la cuestión, no hay nada de lo que los filósofos del Derecho necesi-
Filosofía del Derecho, X (1993), pp. 195-196.
ten preocuparse", J. Waldron, The Dignity of Legislation, cit., p. 24 y s.

266 267
RACIONALIDAD LEGISLATIVA

Precisamente por ello, la teoría "estándar" de la argumentación jurídica 3.2. Las funciones del Derecho en el Estado social como presupuesto de los
puede representar una línea de investigación adecuada para desarrollar una nuevos estudios sobre la legislación
ciencia de la legislación. En efecto, la justificación racional, del mismo Si la racionalidad del discurso práctico parece requerir cierta dosis de
modo que se contempla como un modo de evitar o, cuando menos, de limi- racionalidad en la que constituye su premisa fundamental, la ley, hay un
tar la discrecionalidad con la que a veces cuentan los operadores jurídicos, segundo factor por completo diferente que parece estimular también una
podría servir para que la legislación, pese a s~ ~arácter fu?dament.alme~te cierta apertura a los problemas de la legislación. Me refiero a la nueva con-
valorativo y discrecional, se halle no obstante limitada por ciertas exigencias cepción de las funciones del derecho que propicia el Estado social; un
de racionalidad. Pero es más, si la argumentación jurídica es, como sostiene Estado social que fue responsable de algunos fenómenos ligados a la crisis
Alexy, un caso especial de la argumentación práctica general, ento~ces la de la ley, como su multiplicación o el abandono de algunas cualidades
racionalidad legislativa puede considerarse un presupuesto de la raciOnali- estructurales, pero que hoy reclama por varios motivos una renovada aten-
dad en la interpretación y aplicación del Derecho: si la especialidad del ción a la calidad de las leyes.
razonamiento jurídico viene dada, entre otras cosas, por su sometimiento a Como es sabido, la legitimidad de los poderes públicos en el Estado
laleys2o, parece necesario exigir alguna racionalidad a esta última, dado que social se cifra no sólo en la salvaguardia de la igualdad formal y de la segu-
representa la premisa inexcusable de la racional.id~d interpretativa821 . El. pro- ridad jurídica a través de la tutela de las libertades individuales (propiedad,
pio Alexy ha reconocido que los elemento.s hmitadores del razonamw?~o libertad contractual, etc.), sino también en la garantía de ciertas condiciones
jurídico, que es sustancialmente un razonamiento moral, pueden ser tambien materiales de existencia vinculadas a los valores de igualdad sustancial y de
objeto de una justificación racional, ajustada a un procedimiento822 . En par- solidaridad. En la medida en que la realización de estas nuevas garantías
ticular, son dos los vínculos principales entre el discurso práctico general y requiere el desarrollo de políticas de intervención económica (es decir, polí-
el procedimiento de creación del Derecho: la estructura discursiva que rodea ticas monetarias, presupuestarias, de precios, de producción, de socializa-
la producción de leyes y los derechos fundamentales 82.3 . Au~ cuand? 1~ ción de gastos, etc.) y de asistencia social (como la garantía de los salarios,
teoría de la argumentación toma como punto de referencia el discurso JUfl- la prestación de los servicios públicos sanitarios y educativos, etc.) que sean
dico interpretativo o aplicativo, parece que, en la medida en que se halle operativas, esto es, idóneas para conseguir los objetivos económicos y socia-
gobernado por la pretensión de corrección 824 , ha de re~uerir que .las l~yes les perseguidos, la legitimidad de los poderes estatales descansa también en
-que son los límites de ese discurso- compartan aquel mvel de raciOnalidad la racionalidad de las leyes que contienen tales políticas 825 .
indispensable para mantener el carácter moral del discurso. Más adelante, en Las nuevas funciones asumidas por los poderes públicos en el Estado
el último capítulo, hemos de volver sobre esta cuestión, pues el papel cen- social seguramente han impulsado enfoques en el estudio del Derecho dis-
tral que viene asumiendo la teoría de la argumentación dentro de la teoría del tintos a los propios de la teoría y dogmática jurídica desarrolladas en el
Derecho constituye tal vez una de las justificaciones fundamentales en favor marco del Estado liberal, como la sociología jurídica, o una teoría de la
de la racionalidad legislativa. interpretación y aplicación del Derecho basada en criterios diferentes a los
tradicionales, como por ejemplo el de la decisión de los casos atendiendo
no exclusivamente a qué parte en un litigio tiene la razón conforme al
820 "El discurso jurídico se diferencia del discurso práctico general en que su libertad está
Derecho, sino también a las consecuencias de las distintas decisiones de
limitada por la ley, el precedente, la dogmática, y -en el caso del proceso- por las leyes proce- cara al bien público o social826 . Sin embargo, tanto la sociología jurídica
dimentales", R. Alexy, Teoría de la argumentación jurídica, cit., p. 38. Vid. asimismo pp. 208, como estas teorías de la adjudicación de tipo "consecuencialista" adoptan
213, 274 y 275. en principio como punto de partida el Derecho dado. Desde luego, ni la
821 M. Atienza, Contribución a una teoría de la legislación, cit., p. 99.

822 R. Alexy, "La idea de una teoría procesal de la argumentación jurídica", trad. de C. De

Santiago, en Derecho y filosofía, E. Garzón Valdés (comp.), Barcelona, Alfa, 1985, pp. 54 Y ss. 825
"Con el Estado intervencionista aparece ya ... otro tipo de legitimación basado en la efica-
823 Vid. A. García Figueroa, Principios y positivismo jurídico, cit., p. 357. cia para satisfacer necesidades o demandas sociales", J. R. Capella, Fruta prohibida, cit., p. 195.
826
824 Vid. la definición del Derecho vinculada a la pretensión de corrección en R. Alexy, El con- Recordemos la importancia que tiene este argumento en el enfoque de N. MacCormick,
cepto y la validez del Derecho, trad. de J. M. Seña, Barcelona, Gedisa, 2• ed. 1997, p. 123. Legal Reasoning and Legal Tlzeory, Oxford, Clarendon Press, 1978, pp. 129 y ss.

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

sociología del Derecho ni una argumentación consecuencialista tienen por desarrollar una preocupación distinta a la del Estado liberal, afrontando los pro-
qué tomar en cuenta a la legislación. Sin embargo, parece que el nuevo blemas de eficacia, efectividad y eficiencia de las leyes, mediante el estudio y
Estado social abre nuevas dimensiones a la racionalidad legislativa: la efi- la puesta en práctica de técnicas distintas a las recabadas de la ciencia jurídica
cacia de la ley ya no se cifra en el cumplimiento de conductas generalmen- tradicional y que podrían venir suministradas por la sociología, la ciencia polí-
te omisivas por parte del universo de los destinatarios, sino de forma cre- tica, la ciencia económica, etc. 829 •
ciente en la realización de conductas activas, a veces bastante complejas,
por parte de sujetos cualificados. Asimismo, las autoridades tratan o deben
tratar de que la ley sea un instrumento adecuado para alcanzar los objetivos 3.3. Estado constitucional y racionalidad legislativa
previstos en los planes y políticas públicas, esto es, han de velar por la efec-
tividad de la ley. Es más, emulando los criterios utilizados en la gestión y Como tuvimos oportunidad de examinar en el capítulo precedente, todo
administración de las empresas, el legislador integra entre sus criterios de Estado que cuente con una Constitución normativa produce o está en el ori-
legislación racional el análisis coste-beneficio; dicho de otro modo, la efi- gen de una crisis de la ley, en particular una crisis de la supremacía que,
ciencia ha pasado a componer la idea de "buena" legislación. Se echa de desde Bodino, parece haber sido una de las pretensiones fundamentales de
menos, pues, una disciplina o conjunto de disciplinas que se ocupen del. esta forma de producción normativa. Pero, como también se indicó, el pro-
diseño de las leyes no sólo en tanto que textos normativos, sino también en blema se acentúa cuando las Constituciones incorporan un denso contenido
tanto que instrumentos de "ingeniería social". material compuesto por valores, principios y derechos, y sobre todo cuando
El Estado intervencionista y asistencial retaría, pues, a la ciencia jurídica a su tutela se encomienda directamente a los jueces. Entonces cabe hablar de
una apertura a la legislación racional o, cuando menos, a una cierta racionali- la omnipotencia constitucional, que no sólo lesiona la supremacía de la ley,
zación de la legislación y de la producción normativa en general. Se trataría, en sino que casi asfixia su autonomía: no hay problema jurídico que no encuen-
primer lugar, de encontrar los medios para hacer posible una legislación como tre solución o siquiera una orientación de sentido en la preceptiva constitu-
la pensada para el Estado liberal, es decir, inteligible y sistemática y que ofrez- cional, y son precisamente los jueces quienes han de encontrarla. De ahí la
ca por tanto garantías de certeza o seguridad jurídica, pero asumiendo el inevi- virtualidad, y los riesgos, de la llamada ponderación judicial.
table e incesante aumento de leyes y la celeddad de los cambios normativos 827 • Así pues, un constitucionalismo que presente estos perfiles desemboca
Probablemente, la calidad de las leyes en el Estado social podría lograrse a de forma casi inevitable en judicialismo, es decir, en un fortalecimiento de
través de diversas técnicas legislativas basadas en conocimientos que en líneas la figura del juez en detrimento del legislador. Sin embargo, y al margen por
generales son familiares para juristas formados en un modelo tradicional, a completo del juicio que todo ello merezca, ese judicialismo presenta un
saber: la prevención de oscuddades semánticas por medio de un lenguaje legis- cierto déficit de legitimidad; déficit que sólo puede ser compensado
lativo claro y preciso, o la prevención de antinomias y redundancias a través de mediante una depurada teoría de la argumentación jurídica. Como escribe
adecuadas técnicas de sistematización que abordaran la mejor manera de com-
poner, modificar y derogar las leyes. Desde esta perspectiva, además parece
En un sentido semejante, vid. J. Aguiló, "Técnica legislativa y documentación automática de legis-
conveniente que la técnica o técnicas legislativas se desarrollen sobre la base de
lación", en M. Carbonell y S. Th. Pedroza, Elementos de técnica legislativa, México, UNAM, 2000.
las exigencias que plantea la informatización de los materiales jurídicos828 • 829
M. Atienza resalta la importancia de estas disciplinas a la hora de recabar conocimien-
Pero, en segundo lugar, la ciencia de la legislación del Estado social tendría que tos y técnicas de racionalidad legislativa, y en particular, a la hora de diseñar técnicas de con-
trol de la adecuada puesta en práctica de las leyes, Contribución a una teoría de la legislación,
827
cit., pp. 44 y ss; en especial, p. 49. Es más, estas disciplinas desempeñarían un papel crucial en
Vid. las respuestas que ofrece F. Laporta en este sentido, "Teoría y realidad de la legis- la, a juico de Atienza, sugestiva teoría de la legislación de G. Teubner. Para Teubner --explica
lación", en A. Menéndez Menéndez (Dtor.), La proliferación legislativa: un desafío para el Atienza- la producción de leyes o "legiferación" no consiste en la proliferación de Derecho,
Estado de Derecho, cit., pp. 80-88. sino en "un proceso en el que el Estado social produce un nuevo tipo de Derecho: el Derecho
828
M. Losano plantea el problema de la legislación racional precisamente a la vista de los regulativo" (Vid. G. Teubner, "Aspetti, limiti, alternative della legificazione", en Sociología del
obstáculos que para el desarrollo de la informática en el Derecho se derivan de la forma tradi- di~itt~; 1 (1985), p. 1~); y, como indica Atienza, una de las características del "Derecho regu-
cional de elaborar y redactar las leyes, M. Losano, La informática y el análisis de los procedi- lativo de Teubner es JUStamente su fuerte dependencia del auxilio de las ciencias sociales, M.
mientos jurídicos, trad. de A. El vira, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1991, p. 33. Atienza, Contribución a una teoría de la legislación, cit., p. 49.

270 271
GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

L. Prieto, "si argumentar equivale en último término a justificar, el nuevo cionales; es decir, ocurre porque en la definición del supuesto de hecho o
constitucionalismo encarna una exigencia de justificación o, mejor dicho, condición de aplicación de la norma legal se permite el juego de algún prin-
de mayor justificación: ya no basta apelar a la autoridad del órgano y al pro- cipio constitucional que puede culminar en la eventual desaplicación de la
cedimiento ... , sino que es preciso también acudir a los contenidos" 830 . Es ley. En estas condiciones, el legislador puede optar por una definición níti-
obvio que los fallos judiciales no pueden apelar a un fundamento democrá- da y concluyente de la condición de aplicación, que evitaría la ponderación
tico directo o a las virtudes personales del juez, tampoco sólo a los proce- pero que correría el riesgo de una declaración de inconstitucionalidad; pero
dimientos; su justificación se halla en una argumentación relativa a los pro- puede optar también por todo lo contrario, configurando en términos vagos
pios contenidos de la decisión 831 , cuya premisa es la ley, pero ante todo la el supuesto de hecho de la ley, lo que probablemente la haría inmune al jui-
Constitución y sus principios. cio de constitucionalidad, pero dejaría al mismo tiempo un amplio campo a
Pues bien, dado que la ley ha dejado de ser un dato incontestable, algo la ponderación judicial 832 . Pero, sea como fuere, la existencia de esa opción
así como un dogma indiscutible, la autoridad legislativa no puede perder de es una razón suplementaria para preocuparse por la calidad de las leyes
vista la calidad de su producto, y no ya por motivos de eficacia social, sino como vehículos eficaces de la voluntad del legislador. También sobre todo
ante todo porque éste está llamado a ser objeto de examen una y otra vez en ello tendremos oportunidad de realizar un examen algo más detallado en el
sede de aplicación del Derecho. Sin duda, el primer rasgo de esa calidad es. último capítulo.
la constitucionalidad, pero no es el único.
La constitucionalidad parece, en efecto, la exigencia más obvia de racio-
nalidad e incluso de eficacia de la ley, pues su propia existencia dentro del sis-
tema jurídico depende de esa circunstacia. Del mismo modo que el razona-
miento judicial es un caso especial del razonamiento práctico porque tiene
como premisa a la ley, el razonamiento legislativo bien podría concebirse tam-
bién como un "caso especial" porque tiene como premisa a la Constitución.
En otras palabras, dentro del Estado constitucional, la justificación de la ley
ya no puede residir sólo en la autoridad o legitimidad del sujeto que la pro-
duce, sino en el contenido mismo de la decisión que incorpora, que ha de ser
acorde o no contradictorio con la Constitución; y esto me parece que, indu-
dablemente, supone un llamamiento a la calidad y racionalidad de la ley que
estaba ausente en el marco del Estado legal de Derecho.
Sin embargo, la racionalidad no penetra sólo a través de esa exigencia de
constitucionalidad. Lo hace -o creo que debería hacerlo- también para favo-
recer la propia virtualidad o eficacia normativa de la ley. Como sabemos,
una de las peculiaridades de la ponderación constitucional por parte del juez
es que permite la desaplicación de la ley sin necesidad de suscitar la corres-
pondiente cuestión de inconstitucionalidad. Ello ocmre porque se considera
que la ley, siendo constitucional en el plano abstracto, resulta inadecuada
para resolver un caso concreto a la luz del juego de los principios constitu-

830
L. Prieto, "Tribunal Constitucional y positivismo jurídico", Doxa, 23 (2000), p. 194.
831
Sobre una justificación basada en la autoridad, el procedimiento y los contenidos vid.
832
M. Atienza, Derecho y argumentación, Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 1997, Vid. ampliamente L. Prieto, "Neoconstitucionalismo y ponderación judicial", cit.,
pp. 35 y SS. pp. 219 y S.

272 273
VII. LOS ENFOQUES MINIMALISTA Y N1AXIMALISTA DE
LA CIENCIA DE LA LEGISLACIÓN

l. Niveles de racionalidad legislativa


Como hemos visto a lo largo de este trabajo, la racionalidad legislativa
no es una preocupación de orden puramente especulativo que florezca del
mismo modo en cualquier situación, sino más bien una empresa que tendrá
más o menos importancia según cuál sea el contexto general de la cultura
jurídica dominante. Es más, como ha resaltado García Amado, hay concep-
ciones de la ley que excluirían cualquier tipo de aproximación científica a la
legislación 833 : la que sostuviera su racionalidad inmanente, o, lo que es lo
mismo, la pervivencia del mito decimonónico del legislador racional, y la
concepción irracionalista de la legislación, que viera la ley como un puro
instrumento del poder coactivo ejercido desorganizada y arbitrariamente, es
decir, sin sometimiento siquiera a procedimientos o reglas organizativas de
algún tipo ni a la exigencia de cierta generalidad y abstracción, condiciones
mínimas para garantizar a los destinatarios del Derecho la previsibilidad de
la reacción coactiva del poder público. La primera concepción haría super-
flua una teoría de la legislación. La segunda, la haría imposible. Así pues, la
ciencia de la legislación sólo cobra sentido "cuando el legislador pierde su
aura mítica sin convertirse por ello en un ser inmune a toda razón o sin ser
su actividad pura decisión que no se justifique más que funcionalmente en
la necesidad de que alguien dicte normas" 834 .
Esta observación de García Amado tiene mucho interés porque, resal-
tando las concepciones de la legislación que excluyen una aproximación
científica o racional a la misma, viene a poner de manifiesto cuáles serían
las condiciones mínimas para que tenga sentido una "ciencia" de la legisla-
ción. Estas condiciones serían, de un lado, una concepción de la racionali-

833
J. A. García Amado, "Razón práctica y teoría de la legislación, cit., pp. 303-305.
834
Ibíd., p. 306. En palabras del autor: "cuando el punto de partida está en un decisionis-
mo exttemo, en una mística de la decisión que valora sólo ésta por lo que representa de ejerci-
cio de un poder o desempeño de un rol, sin que importen sus consecuencias en términos de efi-
cacia o maximización de cualquier tipo de utilidades (políticas, económicas, etc.), no cabe
entonces una teoría de la legislación ya ni siquiera como técnica legislativa", Ibíd., p. 303.

275
GEMA MARCILLA CÓRDOBA

dad legislativa como un objetivo posible, como un ideal regulativo que se


- pasa a formar parte, de su eficacia como medio de control o influencia en las
puede alcanzar en mayor o menor medida, y no como una cualidad que, de conductas de los destinatarios, de su aptitud o idoneidad para conseguir
modo acrítico, atribuyamos como rasgo necesario e indeleble a la figura del objetivos, o, en fin, de la justificación ética de los fines que persigue.
legislador. Y, de otra parte, y quizás sobre todo, una concepción de la legis- Si la legislación es vista ante todo como un proceso de comunicación de
lación como producción de normas bajo criterios organizativos de algún un mensaje normativo de la autoridad legislativa, es evidente que su racio-
tipo, con alguna generalidad y abstracción y con la pretensión de que guíen nalidad depende de la claridad y precisión del mensaje normativo; esto es,
efectivamente la conducta de los destinatarios e incluso de que sirvan al áe la que Atienza denomina racionalidad lingüística. Ahora bien, en la medi-
logro de los objetivos políticos perseguidos. Dicho de otro modo, la aproxi- da en que las leyes se integran en un sistema u ordenamiento jurídico pre-
mación científica a la legislación requiere una concepción de la misma como vio, la racionalidad legislativa puede examinarse también desde el punto de
"institución jurídica", esto es, como medio de acción política sofisticado, en vista de sus relaciones con el conjunto normativo del que pasa a formar
el sentido de dotado de alguna organización y presidido por el interés de parte. Desde esta óptica, una ley será racional si su producción se ajusta a
alcanzar objetivos 835 . Desde esta perspectiva, la ciencia de la legislación los criterios establecidos por el ordenamiento jurídico en el que se integrará
encontraría justificación y sentido aún sin tomar en cuenta la rehabilitación y además no da lugar a antinomias, lagunas y redundancias. Cabe denomi-
de la razón práctica en el campo de las ciencias jurídicas, y en particular en nar a este nivel de racionalidad legislativa racionalidad jurídico-formal o
el de las teorías de la argumentación: un saber propiamente jurídico sobre la racionalidad sistemática 838 •
legislación y su racionalidad sería posible incluso desde una postura que Desde una visión más compleja del fenómeno legislativo la racionalidad
rechazara la "razón práctica legislativa" 836 . legislativa puede identificarse además con la capacidad que tenga la ley para
Así pues, es en esta esfera en la que la racionalidad legislativa no repre- suscitar adhesión o aceptación entre los destinatarios o, en todo caso, con la
senta ni una reflexión superflua ni tampoco imposible donde cabe desarro- medida en que esté garantizada la conformidad de las conductas de los ciu-
llar una aproximación "científica" a la legislación, y quizás el mejor modo dadanos con lo dispuesto en la ley 839 • Se trata ahora de la racionalidad
de hacerlo sea el emprendido por M. Atienza, quien da cuenta de la legisla- pragmática. A este nivel de racionalidad legislativa se refiere también
ción como un proceso de interacción entre distintos elementos, a saber: el Calsamiglia denunciando la escasísima atención que se le presta en los dis-
edictor de normas generales, el destinatario de éstas, el sistema jurídico o cursos sobre la racionalidad legislativa840 : "una ley es irracional en el senti-
conjunto normativo en el que la ley se integra, los objetivos perseguidos y do pragmático cuando no consigue que la conducta social se ajuste a la ley"
los valores a los que responden los fines u objetivos legislativos 837 . La racio- de modo que "una ley que se viola frecuentemente -aunque se aplique la
nalidad de tal proceso de interacción puede analizarse desde ópticas diver- sanción- tiene un defecto de diseño. Carece de racionalidad pragmática" 841 •
sas: desde el punto de vista de la calidad de la comunicación entre el edictor En cualquier caso, si se estima racional que la legislación se cumpla es
y el destinatario de la ley, de su coherencia con el sistema jurídico del que quizás porque, en principio, la eficacia se supone un presupuesto de la efec-

838 Ibíd., pp. 28 y ss. También Calsamiglia coincide con Atienza en la identificación de un
835 Recordemos que esta ic..Iea de legislación cobra vigencia en el marco de la cultura jurí- nivel de racionalidad legislativa presidido por la pretensión de claridad y precisión del lengua-
dica que prepara la modernidad, en la cual la producción de normas generales tiende a ser vista
je (racionalidad lingüística) y un nivel regido por el ideal de la sistematicidad (racionalidad
como una técnica jurídica mucho más adecuada que la jurisdicción para disciplinar las relacio-
lógico-formal), "¿Debe ser la moral el único criterio para legislar?", cit., pp. 169-171.
nes sociales en sociedades complejas. En palabras de Atienza: "en el conocido modelo webe- 839 M. Atienza, Contribución a una teoría de la legislación, cit., pp. 36-37.
riano (no histórico, sino ideal-típico) de desarrollo del Derecho y de la cultura jurídica, la legis-
840 En los trabajos de ciencia y técnica legislativa -escribe Calsamiglia- la racionalidad
lación -en particular las codificaciones- se vincula obviamente con el tipo de Derecho racional-
pragmática -esto es, la reacción de los destinatarios de las normas y el grado de adecuación de
formal que representa a la fase más elevada en el proceso de producción de las leyes", M.
sus conductas a lo prescrito- "es un elemento que se enuncia, pero que poco a poco su impor-
Atienza, Contribución a una teoría de la legislación, cit., p. 91. Sobre la concepción de la legis-
tancia se diluye en el discurso", por lo que "es necesario plantearse, pensar y analizar cuál va a
lación vinculada al progreso de la cultura jurídica, vid. también E. Bulygin, "Teoría y técnica
ser la reacción de los ciudadanos, simular cuál sería la reacción de los ciudadanos si se modifi-
de legislación", en C. E. Alchourrón y E. Bulygin, Análisis lógico y derecho, cit., p. 409.
836 cara en algún sentido la medida", A. Calsamiglia, "¿Debe ser la moral el único criterio para
Vid. J. A. García Amado, "Razón práctica y teoría de la legislación", cit., p. 310.
837 M. Atienza, Contribución a una teoría de la legislación, cit., p. 24. legislar", cit., p. 171.
841 Ibíd., p. 172.

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

tividad. Más exactamente, la racionalidad legislativa depende también de la te no estima oportuno abordar como una dimensión de la racionalidad legisla-
efectividad de la ley, de que ésta represente un instrumento adecuado para el tiva el carácter justificado de los fines de la legislación -o que, aun c~ando
logro de fines, objetivos o metas sociales 842 . En este caso, el nivel de racio- tome en cuenta dicha dimensión, le resta importancia frente a otras considera-
nalidad implicado sería, según Atienza, el de la racionalidad teleológica. La ciones como la de que la ley alcance de facto los objetivos que establece- Y
importancia de esta dimensión de la racionalidad legislativa se hace segura- uno segundo, de tipo maximalista, que no se conforma con análisis y propues-
mente más patente en el Estado intervencionista y asistencial que en el tas que prescindan absolutamente de la racionalidad ética de las leye~ ..
Estado liberal, hasta el punto de que podría considerarse, como ha destaca- Los enfoques de tipo minimalista parecen vincularse al relativismo Y
do Calsamiglia, que el que la ley sea un buen instrumento para lograr fines escepticismo en materia de razón práctic~, per? quizás tam~ién a aquéllas
u objetivos no es un factor más de racionalidad legislativa, sino incluso la concepciones que, aun admitiendo la racwnahdad en cuestwnes morales,
clave de la misma843 • estiman que la política y, en consecuencia, la legislación se rigen por sus
Por último, la legislación puede ser vista como una actividad de los propios criterios de racionalidad, como la maximiza~~ón de intereses de
poderes públicos que incorpora una pretensión de legitimidad o de justicia, parte a través de la negociación, la promoció.n de la ~tih~ad general y de la
que se concreta en que las decisiones políticas vertidas en las leyes se hallen eficiencia económica, etc. Los enfoques de tipo maximahsta, por el contra-
argumentadas, en el sentido de éticamente justificadas. Así, según Atienza rio, partirían del optimismo en materia de fundamentación de juicios de
la ley es susceptible de ser evaluada y mejorada desde un último y superior valor así como de la unidad del razonamiento práctico. Desde esta perspec-
nivel de racionalidad: el de la racionalidad ética o axiológica. En palabras tiva ia racionalidad que se predica para la adopción de decisiones prácticas
de este autor, desde el punto de vista ético una ley puede catalogarse de irra- tal ~ez no presente una fisonomía idéntica, pero sí semejante, cualquiera que
cional "si no está justificada, bien porque la haya dictado quien carece de sea la esfera de tales decisiones, esto es, tanto en el ámbito de la ética como
legitimación ética, bien porque prescriba comportamientos inmorales, bien de la política legislativa o de la aplicación judicial del Derecho.
porque persiga fines ilegítimos ... Es importante señalar que este nivel de
racionalidad desarrolla una función más bien negativa que constructiva" 844 •
Ciertamente las consideraciones de quienes -como Atienza- destacan la
superioridad de la racionalidad axiológica en la legislación resultan polémicas, 2. Dos enfoques de la ciencia de la legislación: el enfoque minimalista Y
pues ciertas concepciones de la ética y de la política ponen en cuestión la posi- el enfoque maximalista
bilidad de hablar de racionalidad cuando están en juego juicios de valor, o, si
Podrían distinguirse, pues, dos grandes enfoques de la ~iencia de la legis-
la admiten, matizan que la racionalidad de las decisiones colectivas, como sería
el caso de la legislación, no puede ser contemplada desde el mismo prisma que lación: el minimalista, basado en la idea de que la racionalidad legislativa se
detiene en la optimización de los medios para conseguir los fines decididos
la racionalidad de las decisiones morales individuales845 • Precisamente este
aspecto polémico se conecta con una distinción entre dos grandes enfoques de por el legislador, cualesquiera que éstos sean, y el maxin;-a.lista, ?es?e el que
la racionalidad legislativa: uno primero, de tipo minimalista, que sencillamen- se sostendría que la racionalidad legislativa reposa en ultimo termmo en la
justificación de los fines legislativos. El enfoque I?inimalista "hace d~ los
estudios de legislación una disciplina más pragmática que busca la racwna-
842
M. Atienza, Contribución a una teoría de la legislación, cit., p. 38. lidad instrumental de la norma como realización de una voluntad política",
843
"Lo importante de una ley -escribe Calsamiglia- no es la declaración de principios que y "lo que diferencia los enfoques minimalista y maximalista de este ti~o de
ofrece sino lo que consigue", "¿Debe ser la moral el único criterio para legislar", cit., p. 173. estudios es la inclusión (como defiende Ati enza) o no (como mant~ente
844
M. Atienza, Contribución a una teoría de la legislación, cit., p. 39. Wroblewski y con él la mayoría) de la racionalidad ética dentro de los come-
845
En relación con la racionalidad ética o axiológica escribe Calsamiglia: "una ley es ética-
tidos de la llamada ciencia de la legislación" 846 .
mente racional si concuerda con un determinado código o punto de vista ético. La racionalidad ética
supone la justificación última de la conducta, de la acción o de la ley", "¿Debe ser la moral el único
criterio para legislar?", cit., p. 173. Así, este autor también reconoce la racionalidad ética como cri- 846 Vid. V. Zapatero, "De la jurisprudencia a la legislación", cit., pp. 788-;~9, q~ien ~igue
terio de enjuiciamiento de la ley, pero parece atribuirle una función de crítica externa, distinta a la aquí los planteamientos de J. Wroblewski, "Propos final" a La Science d; la Legz~latw1~, c.It..' p.
función normativa del resto de los criterios en los que se basaría la teoría de la legislación. 106. Vid. del mismo autor "The Rational Law-maker", en VV.AA., en L educazwne gumdzca.

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RACIONALIDAD LEGISLATIVA
GEMA MARCILLA CÓRDOBA

El propio J. Bentham consideró plausible la distinción entre ambos enfo- tal", que sólo se preocuparía de la racionalidad instrumental, esto es, de los
ques, de los que el iusfilósofo británico suscribe el minimalista cuando se medios en virtud de los cuales se optimiza la consecución de los objetivos
trata de formular ideas de legislación racional. Así lo ponen de manifiesto del legislador, cualesquiera que sean éstos; y una concepción normativa en
los manuscritos que componen su nomo grafía, que es definida por Bentham sentido "fuerte" o en sentido "estricto" -que a su vez puede ser material o
como la "parte del arte de legislar que tiene relación con la forma que se ha formal- cuyo objeto parece más ambicioso, pues se ocuparía de los valores
dado, o que es adecuado que se dé" al contenido de las leyes. La nomo grafía, que subyacen a la legislación y pretendería obtener conclusiones sobre los
más exactamente, es "el arte y la ciencia mediante los cuales se puede dar límites axiológicos que afectan al contenido de las leyes o a los fines que
expresión al contenido de la ley, de tal forma que conduzca en el máximo éstas pueden perseguir850 .
grado posible a la obtención de los fines, cualesquiera que fueren, que el El enfoque minimalista, definido como un discurso sobre la racionalidad
legislador, quien quiera que fuere, pueda tener en mente"847. legislativa que se ocupa sólo de los medios o instrumentos de mejora de la
Una distinción semejante a la que se plantea con los enfoques mínima- legislación, es decir, que se mantiene al margen de la racionalidad axiológi-
lista y maximalista es la que formula E. Bulygin, diferenciando entre pro- ca de las leyes, permitiría a su vez diversos planteamientos, más o menos
blemas ético-políticos de la legislación y problemas técnico-jurídicos. exigentes en función de los niveles de racionalidad que se contemplen. El
Dentro de esta última orientación, que por no ocuparse de problemas valo- planteamiento más básico consistiría en un estudio de la racionalidad formal
r~ti:os s.ería, en opinión de Bulygin, la relevante para los juristas, habría que
de la legislación, es decir, de las cualidades del texto o documento jurídico
d1stmgmr a su vez entre la prevención de problemas lingüísticos, como la para transmitir el mensaje legislativo de modo preciso, claro y, en definiti-
vaguedad y la ambigüedad del lenguaje legislativo, y la evitación de proble- va, inteligible, así como para incorporarse al sistema u ordenamiento jurídi-
mas lógico-conceptuales, que a su vez pueden ser de tipo "estático" o "diná- co de modo coherente. El enfoque minimalista podría plantearse así como
mico", según si afectan a la racionalidad del sistema jurídico, como sucede un tipo de estudio que únicamente aborda el problema de la racionalidad
con las lagunas, antinomias y redundancias, o a la del orden jurídico con legislativa desde los niveles de racionalidad que antes denominamos lingüís-
ocasión de la modificación y derogación de los textos legales848. tico y sistemático 851 • Pero, el enfoque minimalista podría dar lugar a un plan-
M. Atienza y J. A. García Amado también consideran significativa la teamiento más complejo que se ocupara también de los niveles de racionali-
diferencia entre dos tipos de "razón legisladora" y se adhieren al enfoque dad que, en terminología de Atienza, podemos llamar pragmático y teleoló-
maximalista. Atienza distingue entre la racionalidad de tipo instrumental, gico; o sea, de la racionalidad pragmática, que nos habla del problema de la
técnico o débil, que a su vez incluiría diversos niveles, y la racionalidad de eficacia de las leyes, y de la teleológica, ligada a la cualidad de la efectivi-
fines, ética o fuerte, que hace depender la racionalidad legislativa del carác- dad, es decir, de la idoneidad o aptitud de las leyes para lograr los objetivos
ter éticamente justificado de los fines que la legislación declara849 . En una o fines que declaran, y quizás ligada también a la cualidad de la eficiencia,
línea similar, García Amado diferencia entre una concepción de los estudios que evalúa o trata de potenciar que las leyes respondan a un diseño adecua-
sobre la legislación normativa en sentido "débil" o "normativo-instrumen- do desde el punto de vista de la buena administración de los recursos y de la
generación de riqueza.

V- Modelli di legislatore e scienza della legislazione, A cura di A. Giuliani e N. Picardi


Universita degli Studi di Peruggia, Edizione Scientifiche Italiane, 1987, p. 52. '
847 850
J. Bentham, Nomografía o el arte de redactar leyes, cit., p. 4. La primera definición es J. A. García Amado, "Razón práctica y teoría de la legislación", cit., p. 310.
851
efectivamente más restrictiva, pues en ella la nomografía parece identificarse con los aspectos Esta sería la línea de investigación del Grupo de Estudios de Técnica Legislativa
que afectan al dominio del lenguaje por el legislador, pero en la segunda definición Bentham (Gretel) que lidera Salvador Coderch: "el papel del técnico legislativo ... es propiamente el de
par~ce abri.r una puerta a un planteamiento igualmente minimalista pero con más altas miras; es quien vierte en un texto escrito el conjunto de decisiones materiales y jurídicas tomadas sobre
decir,. ad~I~e que la n~mografía no sólo responde a la necesidad de que los textos legislativos la cuestión de que se trate. Es un redactor del texto en el sentido más fuerte de la palabra. En
sean. mtehg1bles, no tonos, coherentes, etc., sino a la de que las leyes sean cumplidas y sirvan a Inglaterra, país con una importante tradición en la materia, se habla del Drafting of statutes ...
los fmes para los que hayan sido establecidas. El draftman no es el autor de la decisión pero sí del texto que la expresa", P. Salvador Coderch,
848 "Introducción", en GRETEL, La forma de las leyes (JO estudios de técncia legislativa),
E. Bulygin, "Teoría y técnica de legislación", cit., pp. 411-413.
849
M. Atienza, Contribución a una teoría de la legislación, cit., pp. 87, 92 y 95. Barcelona, Bosch, 1986, pp. 11-12.

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Sin duda, la mejora del estilo lingüístico y de la sistematicidad de la Algunos autores, como Wroblewski, han rechazado el maximalismo
legislación representan también medios para lograr la eficacia, efectividad y señalando explícitamente el vínculo entre el enfoque minimalista de la cien-
eficiencia de las leyes 852 , de manera que la idea de racionalidad pragmática cia de la legislación y el no cognoscitivismo en materia moral 855 , o, como
y teleológica debe consistir en algo distinto, en una exigencia complemen- dice García Amado, entre minimalismo y escepticismo en materia de razón
taria, como tal vez la investigación de técnicas de motivación de conductas práctica: "¿Cabe una teoría de la legislación si se mantiene una postura
que partan de una concepción del Derecho menos mitificadora del poder de escéptica en materia de razón práctica? ... cabría una teoría de la legislación ...
la autoridad para influir en las acciones de sus destinatarios. Esta idea es normativa en sentido débil... que da pautas sobre cómo seleccionar y usar los
expuesta por Calsamiglia: "quizá a la imagen de un mundo que cambia mer- medios mejores para maximizar objetivos, pero sin discernir entre los fines
ced a la voluntad del legislador cabría sobreponer la de una decisión volun- que pueden resultar preferibles o más justificados" 856 .
taria que se sumerge en un mundo de interacciones que no se sabe exacta- En efecto, el categórico rechazo de Wróblewski hacia el enfoque maxi-
mente, ni se puede saber a donde conducirá ... es el fin de la idea de un legis- malista de la ciencia de la legislación responde a una neta distinción entre
lador omnisciente y omnipotente. La idea del aprendiz de brujo -que desen- conocimiento y valoración, en la que se pone de relieve la imposibilidad de
cadena voluntariamente un conjunto de consecuencias que no puede contro- realizar una aproximación merecedora del calificativo de científica o racio-
lar- se acerca más a la realidad que la del semidios que mediante su volun- nal cuando de lo que se trata es de formular juicios de valor. Más concreta-
tad produce los resultados que pretende" 853 . Y, en un sentido semejante, mente, según Wroblewski las disciplinas científicas tienen por objeto enun-
Laporta subraya que la combinación de falta de información y la actitud ciados sobre la explicación y descripción de fenómenos, mientras que
activa del agente explican con frecuencia "la ineficacia de las normas, los incumbe a la política y a la ética normativa la realización de juicios de valor,
efectos no queridos de la legislación y en definitiva la dudosa capacidad ins- que están fuera del objeto de la ciencia porque no son susceptibles de veri-
trumental de la legislación" 854 . ficación ni falsación. Esta tesis no cognoscitivista en materia moral es, según
En resumen, la "razón legisladora" admitiría tres planos de análisis: un el autor, la que exige la ciencia jurídica del neopositivismo, y por ello sólo
enfoque minimalista muy estricto, y fiduciario de la teoría y dogmática jurí- cabe admitir una "ciencia de la legislación" que parta del enfoque mínima-
dica tradicional, que toma en cuenta la racionalidad lingüística y lógico-for- lista. En realidad, Wroblewski no excluye que pueda evaluarse éticamente la
mal de la legislación; un enfoque minimalista más amplio y abierto a la legislación, tal como propone el enfoque maximalista, pero deja claro que tal
sociología jurídica, y en general a las ciencias sociales, que toma en cuenta evaluación estaría fuera del campo de un saber científico sobre la legisla-
las dimensiones pragmática y teleológica; y por último, un enfoque maxi- ción: "La concepción minimalista es estricta, pero preserva la cientificidad
malista muy amplio y conectado a las éticas normativas rehabilitadoras de la de acuerdo con el paradigma neopositivista". La concepción maximalista
noción de razón práctica, que incorpora a la idea de racionalidad legislativa "contiene evaluaciones que sobrepasan la instrumentalidad y la praxiología.
la exigencia de legitimidad. Funciona como política y/o ética normativa, las cuales no satisfacen el para-
digma neopositivista de ciencia. Política y moral son necesarias para produ-
cir reglas jurídicas, pero no pueden ser tratadas como actividades científi-
cas". En suma, "desde el punto de vista del paradigma neopositivista, la
852 Así lo vió Bentham, para quien el éxito de la comunicación era la técnica o instrumento
ciencia de la legislación puede ser considerada como una ciencia solamente
por excelencia para garantizar que las leyes cumplan sus fines: "cuando para conseguir tus pro-
desde la versión minimalista" 857 .
pios fines te diriges a los que están sujetos a tu poder exigiéndoles obediencia, les hablas de
forma inteligible ... Cuando exiges obediencia para fines de naturaleza pública, para uso y bene-
ficio de la comunidad en general, tienes igualmente a tu disposición el lenguaje, los medios ordi- 855
En palabras del autor: "la elección de sistemas axiológicos, presupuesta en la concep-
narios de comunicación: usa a este efecto el lenguaje, con la misma sencillez y sinceridad, apli-
ción maximalista, no se justifica desde los esquemas del no-cognoscitivismo", J. Wroblewski,
ca los instrumentos de comunicación de manera similar, habla inteligiblemente a quienes te diri-
"Propos final" a la Science de la législation, cit., p. 110. Vid. también ibíd., p. 108.
jas y así te comprenderán, facilita a todas las personas lo que sea necesario que conozcan para 856
J. A. García Amado, "Razón práctica y teoría de la legislación", cit., p. 301.
cumplir con tu voluntad", J. Bentham, Nomografía o el arte de redactar las leyes, cit., p. 15. 857
J. Wroblewski, "Propos final" a La Science de la législation, cit., p. 108. García Amado
853 A. Calsamiglia, "¿Debe ser la moral el único criterio para legislar?", cit., p. 168.
pone de relieve que también el precursor de la teoría de la legislación, P. Noll
85 4 F. Laporta, "Materiales para una reflexión sobre racionalidad y crisis de la ley", cit., p. 329.
(Gesetzgebungslehre, Reinbekbei, Hamburg, Rowohlt, 1973) defiende la tesis minimalista por-

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

Ahora bien, aunque el enfoque maximalista parece propio de una con- racionalización de la política no puede plantearse desde la tesis de la unidad
cepción partidaria de la razón práctica, esto es, de una concepción que admi- del razonamiento práctico.
te la posibilidad de fundamentación de los juicios de valor que tienen lugar El problema que presenta un planteamiento como el comentado es
en las decisiones tanto morales, como políticas y jurídicas, el maximalismo -como, según creo, el propio García Amado sugiere- no tomar en cuenta
puede ser rechazado incluso desde estos postulados metaéticos. Esta es, por una distinción: una cosa es la posibilidad "científica" de establecer criterios
ejemplo, la posición -observa García Amado- de autores como Bydlinski, que que limiten o restrinjan la subjetividad en la toma de decisiones, y otra cosa
pese a criticar el escepticismo y el relativismo éticos consideran que la "cien- distinta es que de Jacto los sistemas jurídicos se configuren limitando la
cia" de la legislación sólo puede ocuparse de "cómo, sin modificar el resul- libertad decisoria de los aplicadores del Derecho y reconociendo, en cambio,
tado, pueden las normas hacerse del modo más manejable y claro" 858 ; es absoluta libertad decisoria al legislador. Si se admite la posibilidad de justi-
decir, sólo admitiría un enfoque minimalista. Este rechazo del maximalismo ficar intersubjetivamente juicios de valor, parece una contradicción afirmar-
obedece ahora -señala García Amado- a la presuposición de que la política la sin ambages para los espacios de discrecionalidad del jurista aplicador del
(que es al fin y al cabo lo que expresa la legislación) y el Derecho están pre- derecho y negarla en términos absolutos para el legislador. Sin duda habrá
sididos por "lógicas" distintas: el político tiene la necesidad de decidir y ciertas diferencias entre los criterios que permiten considerar si una decisión
actuar, de fijar los fines de la convivencia social, y esta actuación es libre; legislativa es o no arbitraria y los que permiten evaluar si una decisión judi-
mientras que el jurista o aplicador del Derecho tiene que ejercer su función cial está o no justificada. Por ejemplo, mientras que en la aplicación del
vinculado al ordenamiento, y, pese a que sus decisiones están mediadas por Derecho es fundamental la racionalidad lógico-formal, entendida como
un inevitable margen de subjetividad, se halla todavía sujeto a los principios necesidad de que la conclusión se derive de unas premisas normativas dadas,
de justicia y de seguridad jurídica859 . En definitiva, quienes critican el escep- en la legislación esta exigencia apenas tiene importancia o ésta se reduce de
ticismo en materia de razón práctica pueden sostener aún que su rehabilita- modo notable (en el caso del Estado constitucional), habida cuenta de que la
ción sólo puede tener lugar en el ámbito de la interpretación y aplicación del legislación no puede verse fundamentalmente como ejecución de premisas
Derecho y que la política es un ámbito distinto; que las razones de la política normativas, y en cambio cobra una importancia esencial la racionalidad tele-
son de naturaleza diferente a las razones de la ética y del Derecho (piénsese ológica, esto es, la idoneidad de la ley para alcanzar los objetivos que persi-
en la razón de Estado), y que, en consecuencia, los criterios para evaluar la gue. Pero, en cualquier caso, el mayor o menor peso de los criterios de racio-
racionalidad de la legislación no pueden ser los mismos 860 ; en suma, que la nalidad no obsta para que la decisión judicial y la legislativa puedan exami-
narse desde una misma racionalidad ética. Es decir, en último término los
cliterios de evaluación moral de las decisiones políticas y jurisdiccionales no
que estima que la ciencia de la legislación ha de "poner entre paréntesis la cuestión valorativa". son cualitativamente distintos 861 .
Lo mismo que Ohlinger, quien circunscribe el objeto de una teoría de la legislación a su "dimen-
Así pues, el rechazo del enfoque maximalista parece que puede respon-
sión formal", pues la fijación del contenido del Derecho con·esponde exclusivamente a la decisión
política, J. A. García Amado, "Razón práctica y teoría de la legislación", cit., pp. 310-311.
der a dos causas plincipales: bien a un cierto escepticismo a propósito del
858
J. A. García Amado, "Razón práctica y teoría de la legislación", cit., p. 302. Vid. Vid. F.
Bydlinski, Juristisclze Metlzodenlehre und Rechtsbegriff (1982), Viena Nueva York, Springer,
1991, p. 625. cuencias laterales moralmente malas. Ninguna ética del mundo puede resolver tampoco cuán-
859
Vid. J. A. García Amado, "Razón práctica y teoría de la legislación", cit., p. 302. do y en qué medida quedan santificados por el fin moralmente bueno los medios y las conse-
860
Se trataría, pues, de planteamientos en sintonía con la idea de Max Weber de que la cuencias laterales moralmente peligrosos", M. Weber, El político y el científico, Introducción
acción política se guía por pautas éticas distintas a las que rigen para otras esferas de las rela- de R. Aron, trad. de F. Rubio Llorente, Madrid, Alianza, 1967, p. 160 y p. 165.
ciones sociales:"¿Cuál es -se pregunta Weber- la verdadera relación entre ética y política?¿No 861
"La distinción radica en una cuestión de énfasis: ni la racionalidad legislativa se intere-
tienen nada que ver la una con la otra ... ?¿O es cierto, por el contrario, que hay una sola ética, sa sólo por la racionalidad teleológica, ni la racionalidad en la aplicación del Derecho obedece
válida para la actividad política como para cualquier otra actividad? ... ¿es perfectamente indife- exclusivamente al modelo normativo o jurídico formal... la racionalidad ética opera en ambos
rente para las exigencias éticas que a la política se dirigen el que ésta tenga como medio especí- casos como el último nivel de racionalidad; los niveles de racionalidad instrumental pueden
fico de acción el poder, tras el que está la violencia?". "Ninguna ética del mundo puede eludir estar organizados de manera diferente en el momento de la legislación y en el de la aplicación,
el hecho de que para conseguir fines buenos hay que contar en muchos casos con medios moral- pero, en cualquier caso, la racionalidad instrumental está subordinada a la ética", M. Atienza,
mente dudosos, o al menos peligrosos, y con la posibilidad e incluso la probabilidad de conse- Contribución a una teoría de la legislación, cit., p. 99.

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RACIONALIDAD LEGISLATIVA
GEMA MARCILLA CÓRDOBA

razonamiento práctico, esto es, a propósito de someter las cuestiones mora- Seguramente el concepto que recoge de forma más amplia o comprensi-
les y políticas a un discurso racional, y esta sería una objeción teórica; bien va los distintos estudios que tienen por objeto la legislación sea el de "cien-
al carácter que presenta la legislación en los sistemas jurídicos como una cia de la legislación". La ciencia de la legislación, expresión de resonancias
actividad libre y fundamentalmente voluntarista, y esta sería una objeción ilustradas y que daría título a la famosa obra de Filangieri, podría englobar
política o institucional. Tanto en un caso como en otro, sólo tendría sentido así a todo discurso a propósito de la legislación, desde el más modesto o
una teoría de la legislación minimalista o cuyo punto de partida fuera la minimalista relativo a la forma o presentación de las leyes, al más ambicio-
decisión legislativa. La superación de cada una de estas objeciones habría de so o maximalista que se pregunta por su justicia. Como tuvimos ocasión de
seguir estrategias diferentes: en el primer caso, habría que mostrar la viabi- ver, es este sentido amplio el que parece que tuvo la ciencia de la legislación
lidad de una argumentación racional en el terreno de la política y de la legis- en la Ilustración. De entre las partes o disciplinas que comprendería, sin
lación; en el segundo, habría que mostrar que, al menos en algunos sistemas duda la que cuenta con un uso más uniforme es la "técnica legislativa".
jurídicos, la actividad legislativa se halla sometida a límites más estrictos. R. Guastini denomina "técnica legislativa" a los estudios que se ocupan
En resumen, de J.llanera general cabe distinguir dos grandes concepcio- de los medios o instrumentos para mejorar la calidad de las leyes, o más pre-
nes de la racionalidad legislativa: el enfoque minimalista y el enfoque cisamente, para mejorar las leyes en cuanto textos jurídicos a fin de favore-
maximalista. La distinción entre ambos reside en si se considera que la· cer el fin general de la legislación: dirigir las conductas de los destinatarios.
racionalidad a la que puede aspirar la legislación es de carácter débil o ins- La "técnica legislativa" se diferencia, según Guastini, de la "política legisla-
trumental, esto es, limitada a la indicación de los medios e instrumentos que tiva", que versa sobre los fines legislativos de cada ley en particular: "la téc-
favorecen los valores o fines perseguidos por el legislador, o si, por el con- nica de redacción de los documentos legislativos (o normativos en general)
trario, cabe plantear al legislador una exigencia de racionalidad en sentido lleva este nombre no por casualidad. La disciplina que la estudia ... no tiene
fuerte o sustantivo, de modo que también los valores o fines presentes en la nada que decir sobre los fines que la legislación, o la normación en general,
legislación tuvieran que ser racionales, es decir, gozar de una justificación tiene que perseguir. Su función es solamente investigar cuáles sean los
intersubjetivamente aceptable. El enfoque minimalista presupone bien un medios idóneos para conseguir la finalidad propia de la legislación. Los
escepticismo en materia de razón práctica, bien una concepción de la polí- fines de la legislación en cuanto tal, se entiende, y no los fines de ésta o
tica y de la legislación como actividades que se rigen por una lógica sus- aquella ley concreta, que es un problema distinto, de política legislativa" 862.
tancialmente distinta a la que opera en el ámbito de la moralidad o incluso Esta identificación de la técnica (o técnicas legislativas) con una disciplina
de la interpretación y aplicación del Derecho. El enfoque maximalista, en sobre la calidad de las leyes meramente instrumental también resulta muy
cambio, parece que ha de partir de una mayor confianza en las posibilida- clara en la definición de J. Aguiló: "el vocablo 'técnica' -dice este autor-
des de fundamentación de los juicios de valor, y también de una concepción hace referencia a un conjunto de medios (instrumentos y procedimientos)
distinta de la actividad política y legislativa donde tenga cabida alguna para conseguir un fin". Los medios, "a diferencia de los fines (que son fruto
forma de control racional. de valoraciones y objeto de elecciones) ... , una vez que el fin ha sido elegi-
do, son susceptibles de una adiáfora descripción científica que, en principio,
no implica valoraciones y elecciones posteriores" 863 .

3. Ciencia de la legislación, teoría de la legislación y técnica legislativa 862


R. Guastini, "Redazione e interpretazione dei documenti normativi", en VV.AA.,
Quizás por la novedad de los trabajos sobre legislación, las expresiones Lezioni di tecnica legislativa, S. Bartole (ed.), Padua, CEDAM, 1988, pp. 37-38 (cursiva aña-
d~d~). "~aturalmente -prosigue Guastini- es completamente sensato plantear la cuestión preju-
y términos que los designan son usados a menudo con significados distintos.
dicial: SI verdaderamente existen fines propios de la legislación como tal", pero "en esta sede
Dicha falta de univocidad empaña muchas veces las discusiones sobre las podríamos asumir con toda tranquilidad que exista al menos un fin general y típico de la legis-
tesis de fondo que se mantienen. Por ello, y con el fin de facilitar la com- lación, y que tal fin sea ... el de orientar los comportamientos y las actitudes de sus destinata-
prensión de los argumentos que aquí se exponen, sugeriremos un significa- rios", Ibíd., p. 38. Vid. del mismo autor el trabajo "Questioni di tecnica legislativa", Le Regioni,
do para las expresiones y términos de uso más frecuente, a saber: "ciencia núms. 2-3 (1985), pp. 221-241.
863
de la legislación", "teoría de la legislación" y "técnica legislativa". J. AguiJó, "Técnica legislativa y documentación automática de legislación", cit., p. 245.

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La expresión "técnica legislativa" se utiliza, pues, para aludir a los estu- Ahora bien, creo que el enfoque minimalista y la "técnica legislativa"
dios sobre lafonna de las leyes, esto es, sobre el lenguaje y composición de hacen referencia a cuestiones distintas. El enfoque minimalista haría refe-
los textos legislativos en particular y sobre las relaciones lógico-formales rencia (o se vincularía) a una noción de racionalidad legislativa que se carac-
entre las leyes que integran el sistema u ordenamiento jurídico, aunque tam- teriza por el respeto hacia las decisiones legislativas; o al menos hacia las
bién se habla de técnica legislativa para designar aquellos estudios que, apar- decisiones legislativas concretas, pues en el fondo cualquier planteamiento
te del lenguaje y la sistematicidad, contemplan otros medios e instrumentos de racionalidad legislativa, por muy respetuoso que se muestre en aparien-
para auxiliar al legislador en el cumplimiento de sus objetivos políticos864. cia, reposa en alguna visión de los fines que en general corresponden a la
En esta definición, la técnica legislativa parece presuponer una idea de racio- legislación (garantizar la seguridad jurídica, asegurar la vinculación judicial
nalidad legislativa exclusivamente instrumental a los fines del legislador, es a la ley, promover la eficiencia económica, etc.). Por su parte, la técnica
decir, neutral respecto de los contenidos que el legislador decida. legislativa aludiría al estudio de los medios o instrumentos para realizar la
Precisamente por ello, la técnica legislativa se contrapone a la "política racionalidad legislativa comoquiera que ésta se entienda, por lo que un estu-
legislativa", cuyo campo sí es la toma de decisiones legislativas o de la elec- dio de técnica legislativa no implicaría necesariamente rechazar la exigencia
ción de los fines políticos que expresarán las leyes. Cuando se estima que la de racionalidad de los fines políticos mismos; es decir, en mi opinión cabría
corrección de tales decisiones o fines no puede ser objeto de un análisis diseñar técnicas legislativas en el marco de un enfoque maximalista de la
objetivo o racional, la política legislativa es excluida de la ciencia de la racionalidad legislativa.
legislación. Cuando por el contrario se estima que también la racionalidad Así, me parece que en lugar de asimilar el enfoque minimalista a la "téc-
de las decisiones o fines políticos puede ser evaluada de modo objetivo o nica legislativa" y el enfoque maximalista al discurso empeñado en la racio-
intersubjetivamente aceptable, entonces la política legislativa adquiere, al nalización de la "política legislativa" (esto es, al discurso que cree posible
igual que la técnica legislativa, estatus científico o se ubica también en la dotar de estatus científico a la política legislativa) sería preferible mantener,
ciencia de la legislación. por una parte, el binomio enfoque minimalista!enfoque maximalista, que
Así visto, el enfoque que hemos llamado minimalista se podría identifi- permitiría diferenciar dos tesis sobre la ciencia de la legislación cuyo punto
car con un saber de tipo técnico, con la "técnica" o "técnicas legislativas", y de discrepancia es si la ciencia de la legislación sólo tiene fundamento como
el enfoque maximalista con una aproximación racional a la "política legisla- disciplina instrumental a los fines del político-legislador o si, por el contra-
tiva"865. En palabras de V. Zapatero: una ciencia de la legislación mínima- rio, cabe una ciencia de la legislación que discrimine entre fines políticos
lista tendría por objeto "la elección de medios jurídicos para alcanzar unos racionales e irracionales; y, por otra parte, el par teoría de la legislación/téc-
fines presupuestos que no se discuten ... El campo de la ciencia de la legis- nica legislativa 867 , que permitiría diferenciar dos modos distintos y no exclu-
lación se reduce a una técnica". Por su parte, una ciencia de la legislación yentes de presentar o de formular propuestas sobre una misma cuestión u
maximalista se ocuparía de "los valores, de los fines que se persiguen ... y objeto, la racionalidad legislativa, cualquiera que sea la toma de posición,
evalúa los medios teniendo en cuenta los valores de los mismos". En este maximalista o minimalista. De esta manera, cabría realizar cuatro discursos:
enfoque, la ciencia de la legislación se refiere al contenido de las leyes, y teoría de la legislación minimalista, técnica legislativa minimalista, teoría
aparece como política legislativa o como ética 866 • de la legislación maximalista y técnica legislativa maximalista. O, si se pre-

864
Así, un reciente manual de técnica legislativa, inscrito en la tradición anglosajona, resalta que 867
En palabras de M. Atienza, "el desarrollo de un saber sobre la legislación de tipo técnico
si bien clásicamente las técnicas legislativas se han dirigido a procurar la calidad lingüística de la ley, no excluye, obviamente, que el mismo fenómeno pueda estudiarse (y, de hecho se estudie), desde
mediante disposiciones claras y precisas, en la actualidad la técnica legislativa puede definirse como otras perspectivas, científicas o no. La reflexión sobre problemas de naturaleza más abstracta y
una disciplina que se ocupa también de que los objetivos legislativos puedan llevarse a la práctica y conceptual que no tiene, al menos a corto plazo, una finalidad de tipo práctico puede denominar-
de que las leyes puedan producir las transformaciones sociales, políticas y económicas deseadas, A. se teoría de la legislación". Así, dentro de la ciencia de la legislación podría diferenciarse dos
Seidman, R. B. Seidman, and N. Abeyesekere, Legislative Draftingfor Democratic Social Change. niveles de análisis: "el de la técnica y el de la teoría de la legislación; cómo estén relacionadas o
A manualfor Drafter, The Hage, London, Boston, K!uwer Law International, 2001, p. 5. deban relacionarse entre sí estas dos disciplinas, y cada una de ellas con otras como la sociología
865
J. Wroblewski, "Propos final" a La Science de la législation, cit., p. 107. del Derecho, la filosofía del Derecho, la lógica jurídica, etc., es un problema importante y difícil
866
V. Zapatero, "De la jurisprudencia a la legislación", cit., p. 788. de resolver", M. Atienza, Contribución a una teoría de la legislación, cit., p. 23.

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fiere, el enfoque maximalista admite un doble tratamiento teórico y técnico / . 869 . p ues t o que compartimos
. . h abna
/ que precisar
.
al igual que el enfoque minimalista. ' tecmco esta premisa, que
Una teoría de la legislación minimalista daría cuenta del tipo de racio- por técnica legislativa maximalista no se entiende aquélla que ofrece
nalidad que debe presidir la legislación, con exclusión lógicamente, dado su medios o instrumentos para realizar la racionalidad en todos los niveles,
carácter minimalista, de los aspectos éticos o axiológicos que tienen que ver incluido el axiológico, sino aquella cuyo objeto es desarrollar medios o ins-
con los fin~s del.legislador. Una técnica legislativa minimalista se ocuparía trumentos de mejora de la legislación coherentes con la exigencia de justi-
de los medws o mstrumentos concretos para realizar dicha idea de ráciona- ficación axiológica de fines y medios de la legislación 870 .
lidad legislativa, que -insistimos- no establece requisito alguno de racionali- Partimos, en suma, de que cualquier enfoque o planteamiento de la racio-
dad que incida sobre los fines legislativos. Una teoría de la legislación maxi- nalidad legislativa, maximalista o minimalista, y dentro de este último, más
malista daría cuenta de los criterios de racionalidad legislativa, incluso de formalista o más sociológico, es susceptible al mismo tiempo de ser tratado
los relativos a los fines políticos. Una técnica legislativa maximalista desde el punto de vista de la teoría y de la técnica de la legislación: la con-
dise~aría instrume~tos o medios para mejorar la legislación, medios que
traposición maximalista/minimalista tiene que ver con una toma de postura
habnan de ser consistentes con los fines que se estiman justificados o legíti- sobre los niveles presentes en la racionalidad legislativa, y, en particular,
mos, e idóneos para alcanzarlos. sobre la presencia de la racionalidad axiológica; la contraposición teoría/téc-
La estipulación propuesta podría ser objetada en dos sentidos: primero, . nica se refiere a dos modos de reflexionar, diferenciados por el carácter más
en el de que fuera contradictorio hablar de teoría de la legislación mínima- conceptual y general de la primera y más "práctico" -en el sentido de útil y
lista, y, segundo, en el de que sea poco riguroso hablar de técnica legislati- operativo a corto plazo- y concreto de la segunda.
va maximalista. Por lo que respecta a al primer asunto, cabría decir desde La confrontación entre teoría y técnica legislativa como discursos distin-
luego que el enfoque minimalista, en la medida en que ofrece un concepto tos dentro de la ciencia de la legislación podría tener -siguiendo a Atienza-
de racionalidad legislativa instrumental a los fines del legislador, propicia un sentido semejante a la confrontación entre teoría del derecho y dogmáti-
est.udios de tipo más bien técnico, dirigidos a la propuesta de técnicas legis- ca jurídica dentro de la ciencia jurídica. Teoría del Derecho y teoría de la
la~I~as. ~llo es resaltado por García Amado cuando identifica el enfoque
legislación se asemejarían en su carácter especulativo o conceptual, esto es,
mimmahsta con una teoría de la legislación entendida como teoría y desa- en que ambas tratan de comprender el fenómeno jurídico, ya sea atendiendo
rrollo de una técnica legislativa, es decir, como conjunto de técnicas instru- a su estructura normativa, ya a los procesos de producción legislativa. Por su
mentales868. En todo caso, me parece que al menos conceptualmente el enfo- parte, la dogmática jurídica y técnica legislativa tendrían en común el ser
que minimalista permite una aproximación más general y reflexiva (teoría disciplinas de tipo técnico, es decir, orientadas no tanto a obtener un cono-
de la legislación minimalista), y una aproximación más concreta y operativa cimiento cuanto a producir un resultado, y precisamente en el tipo de resul-
(técnica legislativa minimalista).
Y por lo que respecta a la técnica legislativa maximalista, la objeción 869
En palabras de Atienza: "la racionalidad ética -a diferencia de otros niveles de raciona-
podría derivar de una cuestión que ha puesto de relieve Atienza: el aspecto lidad- no genera ninguna técnica legislativa específica: no hay ningún procedimiento para
basilar del enfoque maximalista, es decir, la racionalidad axiológica o la lograr la libertad, la igualdad y la justicia a través de las leyes, fuera de las técnicas que gene-
justificación de los fines legislativos, no es susceptible de un tratamiento ran las racionalidades Rl-R4. El único instrumento del que dispone la ética es el discurso moral,
pero justamente se trata de un instrumento que se desnaturalizaría si se utilizara para conseguir
finalidades (fines perlocucionarios) que vayan más allá del propio discurso", Contribución a
una teoría de la legislación, cit., pp. 39-40.
868 870
J. A. García Amado, "Razón práctica y teoría de la legislación", cit., p. 301. En pala- De hecho, el propio J. A. García Amado, que siguiendo la terminología al uso relacio-
bra.s del autor: una teoría de la legislación funcional o instrumental, que considera que el con- na las técnicas legislativas con enfoques de la racionalidad legislativa instrumentales a los fines
temdo de la ley constituye una decisión política, en relación con la cuál puede buscarse aseso- del legislador, resalta que al menos desde su visión de la teoría de la legislación, que sí se
ramiento sobre los medios o instrumentos para realizar tal decisión, pero sin cuestionar los fines extiende a la legitimidad de los fines, tal técnica legislativa no sólo debe ser entendida como
Y valores subyacentes a la misma y sin pretender en definitiva condicionar los contenidos de la técnica al servicio de cualesquiera finalidades legislativas, sino también como técnica "en sus
norma legislada, puede ser caracterizada "diciendo que el aspecto técnico predomina en ella" implicaciones para la racionalidad comunicativa y pragmática del Derecho y para un modelo de
ibíd., p. 310 (cursiva añadida). ' institucionalización de los poderes", J. A. García Amado, "Razón práctica y teoría de la legis-
lación", cit., p. 317.

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tado estribaría -a juicio de M. Atienza- la diferencia entre dogmática jurí- nalidad legislativa; más aún, dado que pueden descubrirse distintos niveles
dica y técnica legislativa, pues la primera "trata de conseguir como resulta- o criterios de racionalidad legislativa, habría que presentarlos bajo un orden
do la optimización de la interpretación y aplicación del Derecho", y la o estructura, justificando por qué874 • La teoría de la legislación podría refle-
segunda "trata de conseguir, como resultado, la optimización de la produc- xionar, por ejemplo, sobre si una ley racional es aquella que está expresada
ción de las normas provenientes del legislativo y de ciertos órganos admi- de forma inteligible, o si además de inteligible precisa integrarse conforme
nistrativos". Por tanto, la primera "se dirige básicamente a los intérpretes y a las normas que componen el sistema jurídico, es decir, coherentementé75 ,
aplicadores del Derecho" y la segunda "a los políticos (miembros del legis- a fin de que los ciudadanos puedan prever las consecuencias jurídicas de sus
lativo y de los altos órganos de la Administración)" 871 . conductas y de que los operadores jurídicos no encuentren amplios espacios
Así diferenciados ambos niveles de análisis, el de la teoría y el de la téc- de discrecionalidad en la interpretación y aplicación del Derecho. Podría asi-
nica de la legislación, podría precisarse más el objeto de ambas. La teoría mismo formular la pregunta de si la racionalidad legislativa depende y en
de la legislación, independientemente de que adopte un enfoque maxima- qué medida de que las leyes sean generalmente eficaces o cumplidas por sus
lista o minimalista, asumiría en primer lugar una función descriptiva872 a destinatarios, y si es además preferible que ese cumplimiento responda a una
desarrollar en tres áreas diferenciadas: primero, el análisis del fenómeno de aceptación espontánea de las mismas, facilitada por la toma en considera-
la legislación, dando cuenta de los presupuestos históricos y filosófico polí- ción de las necesidades, preferencias, creencias, etc. de los afectados por la
ticos de la formación de la institución legislativa; es lo que Karpen deno- ley. La teoría de la legislación podría también plantear si es preciso que,
mina analítica de la legislación. Segundo, el análisis del procedimiento aparte de eficaces, las leyes sean efectivas o aptas para alcanzar los fines u
legislativo tal como se halla contemplado en los textos jurídico-positivos o objetivos que el legislador se propone. Aquí la teoría de la legislación dis-
incluso tal como se desarrolla en la práctica; Karpen denomina este discur- cutiría sobre criterios de racionalidad legislativa como la idoneidad de los
so táctica de la legislación 873 . Por último, la teoría de la legislación podría medios, la factibilidad de los fines, la necesidad de la ley e incluso la efi-
dar cuenta también de la crisis de la ley, explicando los factores que deter- ciencia de la misma, cualidad ésta que la ley parece reunir si no despilfarra
minan el deterioro de la calidad legislativa, así como los cambios económi- recursos, contribuye a la creación de riqueza, etc. De todas formas, la pre-
cos, sociales o políticos acontecidos en los dos últimos siglos que inciden gunta clave en este punto de la teoría de la legislación sería la de si entre los
en la institución legislativa.
En segundo lugar, es objeto fundamental de la teoría de la legislación el
874
estudio del tipo de racionalidad que representa o debe representar la racio- Como pone de relieve Atienza, "en el proceso legislativo están implicadas diversas
nociones de racionalidad que transcurren en sentidos distintos; no sólo no es fácil, sino que
quizás sea imposible satisfacer al mismo tiempo (y, a veces, ni siquiera por separado) las exi-
871 gencias que plantean estas diversas nociones de racionalidad", M. Atienza, Contribución a una
M. Atienza, Contribución a una teoría de la legislación, cit., p. 19.
872
teoría de la legislación, cit., p. 56. Por ello la teoría de la legislación habría de dar cuenta de
A este respecto M. J. Fariñas subraya el "carácter descriptivo previo" de la ciencia de la
cómo se articulan tales criterios y tener en cuenta, por ejemplo, que la claridad y el carácter sis-
legislación, porque esta disciplina "a medio camino entre la Filosofía Política y la Ciencia
temático son dos cualidades definitorias de la racionalidad legislativa, que lejos de ser opues-
Jurídica", antes que normativa, tiene interés en "saber qué es lo que hacen los legisladores a la
tas o incompatibles, se vinculan en el sentido de que un mínimo de racionalidad lingüística es
hora de crear una ley, es decir, cómo se produce la toma de decisiones legislativas", M. J.
condición de la racionalidad sistemática (aunque por supuesto puede haber una ley racional
Fariñas, "El conocimiento científico del Derecho", en G. Peces-Barba, E. Fernández y R. de
desde el punto de vista lingüístico que, en cambio, carezca de racionalidad sistemática); que la
Asís, Curso de Teoría del Derecho, cit., p. 135 (cursiva añadida).
873
racionalidad legislativa no se acaba en la sistematicidad, sino que también tiene importancia la
Vid. U. Karpen, "Gesetzesgestaltung und Gesetzesanwendung im Leistungsrecht", en racionalidad pragmática, teleológica, e incluso axiológica; que el hecho de que la ley posea
Gesetzgebungs-, Verwaltungs und Rechtsprechungslehre. Beitrage zur Entwicklung einer racionalidad teleológica, es decir, que logre sus fines no significa que tales fines estén justifi-
Regelungstheorie, Baden-Baden, Nomos Verlagsgesellschaft, 1989, pp. 67-70; del mismo cados; que de esa misma racionalidad teleológica pueden derivar exigencias contradictorias con
autor, "Zum gegenwartigen Stand der Gesetzgebungslehre in der Bundesrepublik la racionalidad lógico-formal, ibíd., pp. 34-39.
Deutschland", Zeitschrift für Ge_setzgebung, 1 (1986), pp. 5-32. Wroblewski considera, sin 875
En realidad, en el momento en el que se tiene en cuenta la coherencia o sistematicidad
embargo, que el análisis de los procedimientos legislativos -es decir, la parte de la ciencia de
como criterio de racionalidad legislativa, la teoría de la legislación no se limita a la racionali-
la legislación que Karpen denomina táctica- es el campo incontestable del Derecho constitu-
dad de las leyes que se preparan sino a la del conjunto de las leyes promulgadas. Sobre ello lla-
cional y forma parte de los problemas de base de la ciencia de la legislación, J. Wroblewski,
maba la atención incluso el, más temprano de los teóricos de la legislación, J. Bentham,
"Propos final" a La Science de la législation, cit., p. 106.
Nomografía o el arte de redadar las leyes, cit., p. 4.

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cada nivel ("análisis interno"), sino que es preciso poner en relación los distin-
criterios o aspectos que componen la racionalidad legislativa está de algún
tos niveles ("análisis externo"), tanto en abstracto ("análisis externo estático")
modo ~res~nte 1~ racionalidad ética; o sea, si el legislador puede perseguir
como en el caso concreto de la legislación ("análisis externo dinámico") 877 •
cualqmer fm o SI hay fines prohibidos o incluso fines necesarios u obliga-
En cuarto lugar, la teoría de la legislación podría también preguntarse si
dos. La respuesta a esta cuestión permitiría. discernir si se está haciendo 0 no
su función se limita a garantizar la racionalidad legislativa tanto como lo
un planteamiento maximalista de la ciencia de la legislación. En caso de res-
permita el orden jurídico vigente, esto es, si su función es como mucho la de
ponderse afirmativamente a esta pregunta, se abre otra no menos decisiva·
crítica interna, o si además la teoría de la legislación puede ofrecer modelos
determinar si en un Estado democrático-representativo la legitimidad de lo~
de legislación racional que tomen como parámetro o referente alguna filo-
fines puede suponerse garantizada por el respeto del procedimiento
sofía moral o teoría de la justicia, es decir, si tiene sentido una teoría de la
democrático, y en particular por la decisión por mayoría, o si, por el con-
legislación que desempeñe una función de crítica externa, con independen-
trario, la legitimidad de los fines aparece condicionada por el respeto a un
cia de los procedimientos o normas sustantivas que la constitución jurídica
marco sustantivo o material de principios y derechos.
establezca; por ejemplo, cabría preguntarse si tiene sentido una teoría de la
Por lo demás, la propuesta de una idea de racionalidad legislativa del tipo
legislación que exija que toda ley sea el resultado de un procedimiento regi-
que fuere podría realizarse a través de un examen de las semejanzas y dife-
do por las reglas de la ética discursiva o que se funde en razones intersubje-
rencias entre la racionalidad que debe presidir la legislación y la que carac- ·
tivamente aceptables.
teri·z~a a otro~ p:ocesos jurí~icos, y en espe.cial a la jurisdicción. Tal compa-
Y .finalmente, por lo que respecta a la técnica legislativa, ésta tendría por
racwn permltma plantear si la argumentación en cuanto modelo de raciona-
objeto desanollar, a partir de una determinada concepción de la racionalidad
lidad práctica general o moral podría proyectarse sobre los procesos de
legislativa (esto es, a partir de una determinada teoría de la legislación), téc-
legislación de modo semejante a como se ha proyectado en la interpretación
nicas legislativas concretas, es decir, procedimientos, medios e instrumentos
y aplicación del Derecho por la teoría de la argumentación jurídica876 .
tendentes a mejorar la calidad de las leyes. El desanollo de técnicas legisla-
En tercer lugar, la teoría de la legislación podría ocuparse de suministrar el
tivas requiere tomar en préstamo conocimientos de otras disciplinas y esta
esquema de las técnicas legislativas más importantes de cara a realizar la
tarea de proyección concreta de conocimientos de otras disciplinas a la
noción de racionalidad legislativa de la que previamente se haya dado cuenta.
mejora de la legislación sería tarea de la técnica legislativa. Por ejemplo, en
De este modo, se responde a la exigencia, que plantea M. Atienza, de que la
el nivel de la racionalidad lingüística pueden ser de utilidad los conocimien-
teoría de la legislación no se conforme con un análisis aislado de los distintos
tos provenientes de la lingüística, la lógica, la informática documental, la
niveles en que puede desgranarse. la racionalidad legislativa, señalando las dis-
psicología cognitiva, etc. En el nivel de la racionalidad sistemática, podrían
ciplinas y las técnicas o instrumentos capaces de realizar la racionalidad en
aprovecharse los conocimientos de la dogmática jmidica tradicional sobre
métodos interpretativos y en particular sobre resolución de lagunas y anti-
~ 76 Un examen de este tipo ha sido llevado a cabo por M. Atienza: partiendo de las dife- nomias878. En el nivel de la racionalidad pragmática desempeñarían un papel
ren~Ias.~nt~e e.l ~ontexto en el que se desarrollan respectivamente la producción legislativa y )a
a.phcaciO.n J~~ICial, resalta el autor que la racionalidad legislativa no es que sea de rango infe-
no~ a la JUdicial, pero sí se trata de una racionalidad distinta (más compleja) por razones insti-
877 M. Atienza, Contribución a una teoría de la legislación, cit., p. 28. Me parece que es
tuciOnales. En consecuencia, parece difícilmente sostenible que los desarrollos conceptuales de
precisamente este análisis externo el que Atienza echa de menos en el discurso de la técnica
1~ teoií~ de la argumentación jurídica sean directamente aplicables a la argumentación legisla-
legislativa, un discurso particular, en el sentido de ceñido a cada nivel de racionalidad, y desde
tiva. Mas concretamente, dado que la argumentación legislativa en la práctica se aleja bastante
el que se proponen disciplinas e instrumentos para mejorar las leyes pero sin tener en cuenta las
del modelo de la "teoría del discurso", en el sentido en que emplean la expresión autores como
implicaciones entre los diversos niveles de la racionalidad; implicaciones que sin embargo sí
Habermas Y Alexy, tal argumentación no puede "analizarse como si se tratara de una discusión
serían consideradas por la teoría de la legislación.
en la ~ue las partes siguen las reglas de la discusión racional, simplemente porque no es asf',
878 Así, J. AguiJó se muestra de acuerdo con Guastini en que la resolución de los proble-
~~ Atie~za, :·Argumentación y legislación", en A. Menéndez Menéndez (Dtor.) La prolifera-
czon l~gzslatzv~: un desafío para el Estado de Derecho, cit., p. 103. En un sentido semejante, mas de técnica redaccional de los documentos normativos pasa por un conocimiento exhausti-
l. Ort:z de Urbma acentúa las "consideraciones estratégicas" de las que no puede desprender- vo de las técnicas jurídicas y usos interpretativos difundidos en la comunidad jurídica en la que
se el proceso de legislación, "Técnica legislativa en Alemania" (en el libro colectivo recién se opera, J. Aguiló, "Técnica y documentación de legislación", en Elementos de técnica legis-
citado), p. 425. lativa, cit., p. 246.

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fundamental los desarrollos de la sociología jurídica. Esta última disciplina 4. Algunos problemas del enfoque minimalista
sería asimismo interesante para mejorar las leyes desde el punto de vista de
4.1. Las tensiones entre la voluntad política y las recomendaciones técni-
su racionalidad teleológica, pero también lo serían otras disciplinas como el
coformales
análisis económico del Derecho, la teoría de la elección o decisión racional
la ciencia política y, dentro de ésta, las teorías de la implementación879 . ' Un primer problema de la concepción minimalista de la ciencia de la
En definitiva, el discurso de la teoría de la legislación, de tipo con- legislación, o, más concretamente, de la concepción minimalista más res-
ceptual y más general que el de la técnica legislativa, tendría como misión trictiva (es decir, de aquélla que se centra sólo en la racionalidad lingüística
ofrecer una descripción del fenómeno legislativo, elaborar una idea de y sistemática) reside en que puede contribuir a ocultar o trivializar el tras-
legislación racional en la que aparecieran relacionados o estructurados los fondo político que en ocasiones presentan los defectos de calidad formal de
aspectos que inciden en la racionalidad legislativa, diseñar un esquema de las leyes, sugiriendo que estos últimos tienen su origen en la falta de dili-
las técnicas legislativas tendentes a realizar tal noción de racionalidad gencia o atención por parte de los redactores, cuando en realidad son defec-
legislativa y, por último, reflexionar sobre si la ciencia de la legislación tos "calculados" y al servicio de un designio político.
debe denunciar la falta de racionalidad de las leyes y proponer mecanis- Para ilustrar lo que se quiere señalar tomemos como ejemplo del que aquí
mos de mejora ajustándose a lás posibilidades que a este respecto ofrezca· hemos denominado enfoque minimalista la posición de P. Salvador Coderch880
el marco jurídico vigente (función de crítica interna) o si puede ir más allá, o de R. Guastini881 sobre la ciencia de la legislación. Ambos autores admiten
denunciando la falta de racionalidad legislativa y formulando propuestas de buen grado una disciplina jurídica sobre la legislación como técnica de
de legislación racional que no se ciñan a lo dispuesto en la constitución redacción de documentos normativos y señalan el interesante papel que puede
jurídica (función de crítica externa). El discurso de la teoría de la legisla- desempeñar en orden a mejorar la calidad de la legislación. En concreto, el
ción se distinguiría en todo caso del de la técnica legislativa, que parte ya capítulo principal de un hipotético manual de técnica legislativa -sostiene
de alguna noción de racionalidad legislativa y se ocupa de los medios e Guastini- tendría que ser el de cómo limitar la discrecionalidad del intérprete,
instrumentos para realizarla. La distinción entre la teoría y la técnica legis- cómo reducir la oscuridad y la indetenninación semántica de la ley. Parece evi-
lativa serviría, pues, para mostrar dos modos de abordar o de tratar los dente que esta concepción de la ciencia de la legislación como técnica de redac-
problemas de racionalidad legislativa, pero no diferenciados por su posi- ción de documentos normativos tiene un presupuesto, al que el propio Guastini
ción en torno a la idea de racionalidad legislativa que manejan -este es, hace referencia: que el legislador desea que sus leyes sean aplicadas antes que
insistimos, el aspecto que diferenciaba las tesis maximalistas de las mini- inaplicadas, y es consciente de que el obstáculo más grave para ello es la dis-
malistas- sino por el carácter más conceptual y general que tendría la teoría crecionalidad interpretativa de los operadores jurídicos.
de la legislación y más "práctico", operativo y concreto que tendría la téc- Ahora bien, la asunción de este presupuesto desprecia el hecho de que en
nica legislativa. En consecuencia, un enfoque minimalista de la racionali- muchos casos defectos aparentemente formales de la legislación tienen origen,
dad legislativa puede tratarse tanto en un plano técnico como teórico, e en el fondo, en "defectos" en el modo de adoptar la decisión política. Una
igualmente un enfoque maximalista puede desarrollarse tanto desde una prueba de ello serían, por ejemplo, las normas "intrusas", que tal y como diji-
perspectiva teórica como técnica. En este sentido, lo que caracterizaría a mos anteriormente, se introducen en el cuerpo de una ley sin que su conteni-
una teoría minimalista de la legislación es que se mueve en unos niveles do guarde relaCión con las demás normas del cuerpo legislativo, es decir, con
de racionalidad que excluyen de forma expresa la cuestión de los fines del el objeto principal de la ley. En general, la aparición de estas normas no res-
legislador y, en último término, de la justicia de la ley; mientras que una ponde a la negligencia, descuido o falta de asesoramiento técnico-formal del
técnica legislativa maximalista sería aquélla que se pone al servicio de una legislador, que introduce una norma incoherente a todas luces con el resto del
teoría de la legislación del mismo carácter, seleccionando los medios o ins- texto del que forma parte, sino a la conveniencia política de aprobar una norma
trumentos más idóneos para alcanzar los fines legítimos.
880
Vid. P. Salvador Coderch, "Introducción", en Gretel, Laforma de las leyes (JO estudios
de técncia legislativa), cit., pp. 11-12. .
879 M. Atienza, Contribución a una teoría de la legislación, cit., p. 49. 881
R. Guastini, "Questioni di tecnica legislativa", Le Regioni, cit., p. 223.

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ticos sería, como advierte R. Pagano, que todas las iniciativas "tendentes a
que, pese a no tener nada que ver con el objeto principal de la ley, se benefi- institucionalizar en el procedimiento legislativo fases u órganos que formu-
ciará del consenso que ha suscitado la ley en su conjunto 882 . len al legislador consejos u observaciones técnico-formales sobre las normas
Otra prueba de que los imperativos de la racionalidad lingüística o sis- están destinadas a ser desatendidas, ya que el legislador lo advierte -no sin
temática de las leyes pueden entrar en conflicto con los objetivos o fines razón- como una forma enmascarada de coparticipación legislativa"; "forma
políticos del legislador es que a menudo las leyes "necesitan" redactarse y contenido de la ley -insiste el autor- no son aspectos totalmente escindi-
de modo muy vago o muy ambiguo, por ejemplo para suscitar el mayor bles"885. Con razón observa E. Caldwell que las técnicas de tipo formal se
grado de consenso posible, a sabiendas de que ese estilo legislativo se tra- usan más en la fase de redacción de proyectos gubernamentales que en la de
duce en un mayor riesgo de discrecionalidad y, con ello, en la posible dis- perfección del texto tras su votación en el parlamento, y, en todo caso, tanto
paridad de las soluciones interpretativas 883 . Es más, en ocasiones no suce- los políticos que plantean las iniciativas legislativas como los que votan las
de simplemente que el legislador asuma el riesgo de que su texto sea dis- leyes, no toleran mejoras técnicas al margen de su visto bueno al resultado
crecionalmente interpretado por los jueces, sino que es posible incluso que final. Por eso este autor opina que las técnicas legislativas constituyen una
pretenda trasladar a la jurisdicción el problema político o moral de fondo importante ayuda en los estadios preliminares de la actividad legislativa,
para que se dirima atendiendo a las circunstancias de los casos concretos 884 pero muestra su escepticismo sobre la posibilidad de hacer depender de ellas
y a las propias mutaciones de la opinión pública o forense. la mejora de la calidad de la legislación: una regla aparentemente inocente
A la vista de lo anterior, si muchos defectos de calidad lingüística o sis- como la de que "los textos deberían ser claros, sucintos, simples y fácil-
temática de las leyes no tienen su origen precisamente en errores de redac- mente accesibles" no es seguida ni siquiera por los propios drafters, que
ción, composición, relación con otras normas, etc., sino en el modo en que deliberadamente producen textos oscuros, prolijos, complicados e inaccesi-
se han tomado las decisiones políticas, creo que resultaría un tanto ingenuo bles. "En mi opinión -escribe Cadlwell- la legislación debe en primer tér-
sostener que la calidad de las leyes necesita de una ciencia de la legislación mino ser cuidadosa y efectiva en el logro de los objetivos políticos de quien
normativa pero basada exclusivamente en criterios sobre la racionalidad la defiende. Si puede al mismo tiempo ser simple y clara, ello es un plus".
lingüística y sistemática de las leyes, pues por razonables que fueran las Por ello, "es preciso asumir que la existencia de técnicas legislativas, como
recomendaciones en ese nivel resultarían infructuosas si tropiezan con una .
las guidelines y check-list no garantizan . f actono
un pro ducto satis . ,886 .
voluntad política empeñada en eludirlas; y sería en segundo lugar inexacto Por lo demás, incluso si las técnicas legislativas enfocadas a los aspectos
afirmar que una ciencia de la legislación de ese tipo posee la ventaja de no lingüísticos fueran acogidas de buen grado por los políticos o legisladores,
interferir con la voluntad del legislador o con la decisión política de fondo, no habría que olvidar que el lenguaje legislativo, como lenguaje técnico que
pues, como se ha dicho, incluso técnicas legislativas que en principio sólo en buena medida usa el lenguaje natural, presenta una inevitable zona de
pretenden dar forma a cualquier manifestación de voluntad política, pueden penumbra, de modo que esas técnicas favorecerían sin duda la claridad y res-
interferir con los fines políticos que impulsaron la legislación. Prueba de esa tringirían así la discrecionalidad judicial, pero no la eliminarían por com-
eventual interferencia entre técnicas legislativas de tipo formal y fines polí- pleto887. Como destaca C. Luzzati, el significado del mensaje legislativo
depende sólo parcialmente de las intenciones de la autoridad legislativa; la
882
Vid. R. Pagano, "Tecnica legislativa e sistemi di informatica giuridica", cit., p. 93. distancia entre ésta y sus intérpretes propicia una cierta independización del
883
Desde una concepción de la legislación que cifra la calidad de la ley fundamentalmente en mensaje, que cobra sentido, pues, al margen de los motivos del legislador.
su funcionalidad u operatividad para el cumplimiento de metas sociales, A. Galiana resalta las
insuficiencias del enfoque minimalista que limita el objeto de la ciencia de la legislación a técnicas
lingüísticas y lógico-formales, porque parece no tener en cuenta que la falta de racionalidad de la 885 R. Pagano, "Tecnica legislativa e sistemi di informatica giuridica", cit., pp. 100 y 121.
voluntad política es la raíz de los defectos de su apariencia o forma. En particular, Galiana subra- 886 "Comentarios" de E. Caldwell, miembro del Parlamentary Counsel, a las ponencias de
ya la frecuente contradicción entre los imperativos de la racionalidad lingüística y los objetivos la "Sesión primera" del Congreso sobre la mejora de la calidad de las leyes en Europa, en A. E.
políticos: las técnicas legislativas encaminadas a procurar claridad lingüística y precisión semánti- Kellermann, G. Ciavarinni, S. H. Jacobs (Eds.), lmproving the Quality of Legislation in Eltrope,
ca favorecen sin duda que la ley sea inteligible, se cumpla y produzca efectos, y a pesar de ello el cit., pp. 81-82.
legislador incurre en la "imprecisión calculada de las normas", A. Galiana, La metódica de la legis- 887 F. J. Ezquiaga, "Jura novit curia" y aplicación judicial del Derecho, Valladolid, Lex
lación: el proceso defonnación de la voluntad política, tesis doctoral, Tan·agona, 2001, p. 225. Nova, 2000, p. 186.
884
Vid. V. Ferrari, Funciones del Derecho, Madrid, Debate, 1989, p. 144.
299
298
GEMA MARCILLA CÓRDOBA LEGISLATIVA

En definitiva, la legislación ni es el producto de un legislador omnipotente, morales que presiden el sis.tema, es decir, al margen de la Constitución
ni tampoco una creación total de los intérpretes y aplicadores del derecho, vigente. En este senti~o, en un marco de Constitución rematerializada o de
sino que cabe hablar de unafunción legislativa difusa 888 • principios, abierta a ~a ponderación judicial, el logro de la coherencia pare-
Y por lo que respecta a las técnicas legislativas lógico-formales o sis- ce una competencia compartida entre el legislador y el juez, entre la bús-
temáticas, esto es, a las que tendrían por objeto favorecer la coherencia, queda de una sistematicidad de las leyes en abstracto y de una consistencia
podría señalarse un problema más importante: la sistematicidad del Derecho constitucional de las decisiones en concreto.
cobra nuevos tintes en los ordenamientos jurídicos en los que quizás el único Tal vez se encuentre aquí uno de los retos que cabe formular a la técnica
valor indiscutible sea justamente el respeto al pluralismo de valores expre- legislativa en el constitucionalismo. V. Zapatero, aun cuando defiende una
sados en los "abiertos" principios constitucionales 889 . Como tuvimos oca- visión de la racionalidad legislativa bastante más compleja de la que se
sión de ver, una característica del Estado constitucional de nuestros días es sugiere desde los estudios de técnicas legislativas lingüísticas y lógico-for-
que presenta lo que pudiéramos llamar una exuberancia de cláusulas mate- males, se refiere a la racionalidad legislativa (en particular, a la racionalidad
riales que pueden propiciar políticas legislativas diferentes, como propician lingüística) como exigencia del principio de legalidad: la necesidad de una
igualmente interpretaciones contrapuestas, y en esas condiciones el logro de ciencia de la legislación se pondría de manifiesto en que la oscuridad de las
la sistematicidad entraña sin duda nuevas dificultades. normas es una de las principales causas de la discrecionalidad judicial.
Ciertamente una parte considerable de los estudios sobre la calidad de Reforzar la vinculación del juez a la ley requiere desarrollar la ciencia de la
las leyes señalan la importancia crucial de la sistematicidad del ordena- legislación. Imperio de la ley significa, escribe Zapatero siguiendo a
miento y enumeran instrumentos o técnicas de legislación racional, inspira- Laporta, un ordenamiento jurídico vertebrado en torno a un conjunto de nor-
das por lo general en los desarrollos de la teoría de la interpretación jurídi- mas emitidas por la autoridad reconocida, generales, prospectivas, estables
ca tradicional 890 . Desde esta perspectiva, los mismos criterios que permitían y claras, "y esta es una de las aportaciones de la ciencia de la legislación ...
resolver dudas semánticas, salvar antinomias y lagunas, despreciar a efec- La defensa, en suma, del imperio de la ley, en un Estado democrático de
tos interpretativos las redundancias, etc., podrían servir de base a técnicas derecho, obliga a articular las técnicas que eviten, al máximo posible, aque-
legislativas que ayudasen a prevenir todos esos problemas. Ahora bien, si llas situaciones que 'justifican' eludir el texto normativo; técnicas que hagan
la cualidad de la coherencia y la sistematicidad del Derecho tiene como que la ley por su claridad, certeza, precisión, estabilidad, eficiencia, etc.,
condición el respeto de preceptos constitucionales de tipo abierto y sobre pueda realmente ser el criterio relevante para determinar la conducta debida
todo tendencialmente contradictorios, es dudoso que la racionalidad de la de ciudadanos y aplicadores del Derecho" 891 • Ahora bien, salvo que se dis-
legislación pueda alcanzarse exclusivamente a través de métodos y técnicas cuta que el Estado Constitucional ha modificado el significado tradicional
de tipo lógico-formal. En definitiva, el problema de la racionalidad sis- del principio de legalidad y que introduce un cambio fundamental con res-
temática de las leyes, al igual que el de la racionalidad lingüística, no puede pecto a la etapa dellegalismo, puede cuestionarse que las técnicas legislati-
abordarse completamente al margen de los fines políticos y de los valores vas, en especial las que en principio pueden mejorar la claridad y la cohe-
rencia, sean lo fundamental para permitir una vinculación del juez a la ley
888
C. Luzzati, L'inte1prete e illegislatore. Saggio sulla certezza del diritto, Milán, Giuffre,
en los mismos términos que en el modelo del Estado legal de Derecho. Más
1999, pp. 527-29. exactamente, salvo que se entienda que las relaciones ley-constitución
889
Sobre este cambio llama la atención Calsamiglia: "La teo~ía del Derecho moderna se ha siguen permitiendo al legislador una primacía incondicionada en lo que a los
ocupado más por la coherencia y consistencia normativa que por la integridad valorativa. En los contenidos respecta, probablemente -como considera L. Prieto- ni los crite-
últimos años la creciente preocupación por el problema de la justificación de las decisiones ha rios de racionalidad formal de las leyes, ni por cierto el resurgir del método
tenido consecuencias importantes para el desarrollo institucional de principios", A.
interpretativo que atiende a la voluntad del legislador, serían la solución al
Calsamiglia, "¿Debe ser la moral el único criterio para legislar", cit., p. 170.
890
Vid. sobre la importancia y carácter de estas técnicas las contribuciones de P. Salvador
problema de la discrecionalidad judicial en el Estado Constitucional 892 .
et. al., en GRETEL, Curso de técnica legislativa. Serie de Técnica Legislativa /, Madrid,
Centro de Estudios Constitucionales, 1989. Vid. también A. Galiana Saura, "La relevancia de 891 V. Zapatero, "De la jurisprudencia a la legislación", cit., p. 779.
la técnica legislativa en la elaboración de las leyes: un análisis de la Ley Orgánica 4/2000, sobre
892 Vid. L. Prieto, "Del mito a la decadencia de la ley", cit., p. 44.
extranjería", Anuario de Filosofía del Derecho, XVII (2000), p. 261 y ss.

300 301
GEMA MARCILLA CÓRDOBA
RACIONALIDAD LEGISLATIVA

4.2. Insuficiencias y paradojas del enfoque minimalista en los casos de


La legislación simbólica puede ser descrita, en efecto, como un caso de
legislación simbólica
deliberada o manifiesta falta de calidad en lo que se refiere a los medios esta-
Un segundo problema de la teoría y técnicas legislativas de tipo mini- blecidos para procurar su eficacia (cumplimiento por los destinatarios) y
malista, o, más concretamente, del enfoque minimalista más amplio o efectividad (logro de los objetivos propuestos o declarados) 897 . Cabría pre-
abierto a exigencias de eficacia y de efectividad de las leyes, vendría dado guntarse si el carácter simbólico de una ley se determina escrutando las inten-
por la dificultad de determinar cuáles son los objetivos que el legislador ciones del legislador, esto es, averiguando si su auténtico interés es que la ley
persigue. De un lado, la determinación de los fines u objetivos no es siem- carezca de eficacia y/o efectividad, o si más bien el camino para detectar que
pre un dato evidente o indiscutible, pues a menudo se trata de una cuestión la ley posee una función puramente simbólica es que, con independencia de
controvertida; con ello, la teoría minimalista de la legislación ha de enfren- las intenciones del legislador, un análisis de la norma y del ordenamiento
tarse a todos los problemas de la interpretación jurídica y, más concreta- jurídico en el que se inserta evidencie que no existen o no se han dispuesto
mente, a los del intencionalismo en cuanto que teoría de la interpretación 893 . medios adecuados para posibilitar el cumplimiento por los destinatarios o
Muchas veces, además, las leyes no obedecen a un propósito único ni a para alcanzar los objetivos declarados, es decir, que faltan incentivos, san-
varios propósitos consistentes 894 . De otro lado, no hay que descartar la exis- ciones, órganos administrativos de ejecución, mecanismos de control, recur-
tencia de leyes "simbólicas", esto es, dictadas para no ser cumplidas, para sos económicos, materiales, tecnológicos, personales, etc. Sea como fuere,
no producir efectos o para producir efectos distintos de los declarados 895 • cuando los medios no se han dispuesto la ley acusa una manifiesta falta de
En otras palabras, del mismo modo que el legislador puede preferir poster- racionalidad teleológica; pero con mayor razón esa irracionalidad teleológica
gar la claridad y la coherencia de la legislación para alcanzar otros fines u se pone de relieve cuando tales medios ni siquiera existen, en cuyo caso
objetivos políticos, puede preferir postergar la eficacia y la efectividad con además podría decirse que el fin u objetivo legislativo declarado es patente-
un propósito semejante8 96 • mente ilusorio y que la ley acusa una manifiesta falta de factibilida~ 98 •
En definitiva, podrían ofrecerse dos conceptos diferentes de legislación
893 Vid. A. Marmor, Interpretación y teoría del Derecho (1992), trad. de M. Mendoza
simbólica: el subjetivo y el objetivo. Desde el punto de vista subjetivo serían
Hurtado, Barcelona, Gedisa, 2000, pp. 201 y ss.
simbólicas las leyes que se dictan con el propósito de que en la práctica no
894
En cuanto su contenido regulativo resulta de "discusiones, acuerdos y equilibrios polí- se cumplan, o no alcancen los objetivos declarados, de modo que, para iden-
ticos, una misma norma puede tener al mismo tiempo el propósito de incrementar el empleo y tificar una ley como simbólica resultaría necesario conocer la verdadera
de disminuir al propio tiempo los costes sociales sobre los empresarios", L. Hierro, La eficacia intención del legislador. En cambio, desde el punto de vista objetivo serían
de las normas jurídicas, Barcelona, Ariel, 2003, p. 162. simbólicas las leyes que, con independencia de las auténticas intenciones del
895 "Los casos en que se dictan leyes para no ser cumplidas -escribe Atienza- son relativamente
legislador, esto es, sólo a la vista de los medios (previstos por la ley o dis-
frecuentes y están conectados con el uso simbólico del Derecho"; asimismo, serían leyes simbóli-
cas las que no tienen efectos reales o apreciables, aunque sí simbólicos, Contribución a una teoría
ponibles en general) y de los fines señalados en la ley, se mostrasen caren-
de la legislación, cit., p. 44 y p. 46. También L. Hien·o analiza la legislación simbólica en relación tes de racionalidad pragmática y/o teleológica. Así, serían simbólicas las
con la eficacia (eficacia como cumplimiento) y con la efectividad (que el autor denomina eficacia
como éxito), y la define, no como la dictada con el propósito de no ser cumplida, sino como la que 897
a pesar de no ser "ni cumplida ni aplicada (es decir, aun no siendo eficaz en estos dos sentidos) A este respecto, indica M. Losano en tono algo irónico que en un caso de política simbóli-
puede generar cie1tos efectos, bien en sus destinatarios, bien en la sociedad o en alguna parte de ca "nada se hará en concreto para satisfacer la necesidad, pero se hablará muchísimo de esto, por-
ella, incluido el propio grupo que ejerce la autoridad"; más exactamente, la ley simbólica es la que que los políticos encuentran útil para su imagen ocuparse de ello aún sabiendo que razones econó-
tiene "éxito (en alcanzar el resultado propuesto) sin necesidad de ser eficaz en la dimensión del micas, políticas, etc., impedirán adoptar medidas concretas sobre la cuestión", M. Losano, La
cumplimiento o aplicación", La eficacia de las nonnasjurídicas, cit., p. 163 y p. 165. infonnática y el análisis de los procedimientos jurídicos, cit., pp. 37-38. Los supuestos de legisla-
896 ción simbólica serían ejemplos de "mandatos insinceros" de los que habla H. L. A. Hart, que se
En este sentido, señala Luzzati que el legislador, aparte del fin del control social, en
general persigue también un fin tácito que puede entrar en conflicto con el primero: el de la legi- dirigen "al no-influible para producir comportamientos contrarios a lo ordenado" o "en los que el
timación del poder, y que precisamente por ello puede preferir en lugar de leyes rigurosas que emisor no intenta en realidad que la persona realice lo que se le ordena", "Mandatos y razones jurí-
dicas dotadas de autoridad", trad. de J. L. Pérez Triviño, Isonomía, 6 (1997), p. 87.
claramente disgustan a algunos, "leyes confusas y no completamente susceptibles de ser pues- 898
tas en práctica, pero que sin embargo contentan un poco a todos", C. Luzzati, L' inte1prete e il Esta idea recorre el trabajo de M. J. Montoro Chiner, Adecuación al ordenamiento y fac-
legislatore, cit., pp. 539-541. tibilidad. Presupuestos de calidad de las normas, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales,
1989. Vid. en especial las pp. 75 y ss.

302
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lLINIVERSIDAD DEAN110QU.ü,
DII'DT T.f"\'1l""'1['}f""l A tf'1~'T'"if"10 AT
GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

leyes de imposible cumplimiento, las leyes manifiestamente inadecuadas 4.3. La dificultad práctica de discutir sobre los mejores medios legislativos
para lograr los objetivos declarados, o las leyes no factibles entendiendo por sin que se planteen cuestiones valorativas
tales las que, por mucho que sobre el papel parezcan idóneas, declaren obje-
La ciencia de la legislación minimalista, esto es, la que versa sobre los
tivos no factibles o prácticamente inalcanzables si se tienen en cuenta los
medios para hacer que la legislación sea inteligible, coherente, efectivamen-
condicionantes económicos, sociales, etc. 899 .
te cumplida y buen instrumento para lograr objetivos cualesquiera. que estos
Pues bien, el enfoque minimalista de la ciencia de la legislación, eleva-
sean, se presenta como un discurso de tipo instrumental a los fmes de la
do al extremo de no juzgar en absoluto los fines del legislador, tendría que
legislación, ya que los fines -y los valores en que éstos r~~osan- ha~ .de
tolerar la legislación simbólica en sentido subjetivo, esto es, no podría esti-
tomarse como un dato indiscutible, por tratarse de una cuest10n a propos1to
mar irracional que el legislador no fuera sincero o veraz, y dictara leyes a
de la cual la ciencia debe guardar silencio. Ahora bien, ¿puede realmente
sabiendas de que no van a poder ser cumplidas, no van a producir efectos, o
plantearse la discusión sobre los medios o instrumentos idóneos para alcan-
van a producir efectos diferentes a los declarados. Esta sería, pues, una razón
zar un fin legislativo como una discusión sin ningún tipo de implicación sus-
para abrir la teoría de la legislación a un planteamiento algo más ambicioso,
tantiva o axiológica?, ¿puede considerarse el juicio de idoneidad entre los
entre cuyos parámetros de racionalidad incluyera al menos la exigencia de
medios elegidos y el fin dado como una cuestión neutral?, ¿no subyacen
sinceridad o de veracidad del legislador; es decir, la obligación de concor- ·
quizás también juicios valorativos a la elección de los medios o i:nstru~en­
dancia entre la intención del legislador y el mensaje legislativo.
tos para alcanzar los fines o realizar los valores propuestos por el legisla-
Pero también si el carácter simbólico de la legislación se determina de
dor?. En otras palabras, en la discusión sobre la racionalidad de una ley
modo objetivo o advirtiendo que no hay o no han sido previstos medios
económicos, personales, tecnológicos, administrativos, etc. para que pueda
¿puede deslindarse totalmente 1~ pr~gunta sob~e lo·s~ fine.s va~ores p~rse­7
guidos (que en el plano de una ciencia de la leg1slac10n mimmal.Ista .~o tiene
cumplirse por los destinatarios o para alcanzar los objetivos declarados, el
lugar) de la decisión sobre los medios más idóneos para su reahzacwn?.
enfoque minimalista llevaría a resultados paradójicos: el minimalismo pro-
Conceptualmente parece que sí hay en efecto una distinción. La delibe-
pone criterios de legislación racional que no interfieran con los deseos del
ración sobre los fines legislativos se basa en una toma de partido e implica
legislador, de modo que su campo se circunscribe al diseño de técnicas legis-
una tarea de justificación de aquellos fines a la luz de ciertos valores; es
lativas adecuadas a la voluntad del legislador declarada en la ley. Pero, como
decir, constituye una cuestión axiológica. En cambio, la deliberación sobre
en los casos de legislación simbólica precisamente la voluntad declarada por
los medios se refiere a la idoneidad o racionalidad teleológica de la ley, esto
el legislador es falsa, las técnicas legislativas devendrían contraproducentes,
es, a la calidad de la ley en cuanto instrumento que efectivamente conduce
pues al realizar el objetivo declarado obstaculizarían los verdaderos fines del
o que presenta una alta probabilidad de conseguir el objetivo señalado por
legislador. Con todo, las insuficiencias del enfoque minimalista de cara a
la ley. El criterio es en este caso un criterio empírico que comprueba SI se
evitar la legislación simbólica no serían tan graves si tenemos en cuenta el
da (o pronostica si se dará) una relación de causalidad entre el medio ele-
carácter excepcional de la legislación simbólica900 •
gido y el fin dado 901 • . . ~
Por lo que se refiere a los fines, éstos pueden considerarse en relacwn
con una ley particular o con la legislación en general. En una organización
política plural puede decirse que uno de los fines de la legisl~ción en ~~ne­
ral es servir de instrumento para expresar y llevar a cabo opciOnes poht1cas
899
Me parece que la tesis de la intención de la autoridad apoyaría un concepto "objetivo"
de legislación simbólica, por cuanto juzga que la intención relevante para identificar el Derecho
es la de producir un cambio normativo, J. Raz, "La intención en la interpretación", Doxa 20 901 Como indica N. Rescher, "la racionalidad involucra dos tipos de cuestiones, las que
(1997), pp. 199-233. conciernen a los medios y a los fines. La racionalidad de medios sólo tiene que ver con la infor-
900
Así, R. Guastini considera patológicos los supuestos de legislación simbólica. Vid. R. mación fáctica, es decir, con qué tipo de movimientos y medidas conducen a los objetivos de
Guastini, "Redazione e interpretazione dei documenti normativi", cit., p. 38. Patológicos los manera eficiente. Pero la racionalidad de los fines no tiene que ver con la información sino con
considera también Hierro los supuestos en que el legislador "no desee el cumplimiento o desee la legitimación", La racionalidad. Una indagación filosófica sobre la naturaleza y justificación
el incumplimiento", La eficacia de las normas jurídicas, cit., p. 170, nota 27. de la razón (1988), trad. de S. Nuccetelli, Madrid, tecnos, 1993, p. 116.

304 305
MARCILLA CÓRDOBA

de determinar los medios. En otras palabras, en relación con los medios o


diversas, de~tro naturalmente de los límites constitucionales. La mayoría instrumentos no sólo se discute si son idóneos, sino también si son legítimos
p.arlamentana autora de la ley apoya su decisión en alguno o algunos de los y proporcionados, de modo que la discusión se deslizará desde la adecuación
fi.nes que ~or~an parte de ese universo de fines lícitos desde el punto de de los medios hasta la valoración de si lesionan o no de manera intolerable
VIsta con~tltucw~al, y ello en función de los valores que desee priorizar (0 otros valores jurídicos. Por lo demás, a medida que el fin elegido por el
que considere mas razonable priorizar) 902 . Así decidido el fin la decisió
m~dios contrast~ble: elec~
legislador sea más abstracto o formal, es posible ,que se produzcan más dis-
s??re los podría sujetarse, pues, a un criterio la crepancias acerca del contenido o significado del propio fin, que se proyec-
cwn de aquellos que con mayor probabilidad fueran a alcanzar el resultado tarán tanto en el debate sobre la idoneidad de los medios como en el relati-
o el fin legislativo propuesto. vo a su licitud, legitimidad o proporcionalidad.
Sin embargo, en la práctica, la elección de los medios para realizar un fin En suma, en el debate sobre los medios no se discute sólo si entre ellos
dado no parece poder independizarse por completo de cuestiones valorati- y el fin dado existe una relación de idoneidad o de conexión causa y efecto
vas, Y.d~sde .esta perspectiva sí habría problemas para sostener que el enfo- (racionalidad teleológica). También se discute si los medios elegidos son
que ~mmmahsta de la ciencia de la legislación es preferible al maximalista legítimos y proporcionados desde el punto de vista del universo de fines que
~recisamente porque permite mejorar la calidad de las leyes y al mismo el legislador ha de preservar (racionalidad axiológica); y, dado que la rela-
tiempo no entromenterse en la cuestión de los fines tal como ha sido com- ción de prioridad entre tales fines no depende muchas veces de la propia
prendida por el legislador. En efecto, en la toma de decisiones colectivas decisión legislativa, ya que se involucran problemas constitucionales, el
~omo es" e~ caso de .la .legi~lación, la discusión sobre los medios quizás n~ debate se reabre en la deliberación sobre los medios para realizar el fin deci-
Iesulta facllmente distmgmble de la disputa sobre los fines, porque cuando dido. Como ya se ha dicho, es difícil encontrar un fin que el legislador pueda
el tema son los medios o instrumentos adecuados para conseguir un objeti- proponerse que no encuentre algún respaldo en el texto constitucional, como
vo con.s~nsuado o dado, ap~rte de surgir desacuerdos sobre la idoneidad ("la también es difícil encontrar un medio que no afecte o comprometa de algu-
actuacwn A no es un medio adecuado para alcanzar el fin X, en el sentido na manera a otro principio constitucional, y en tales condiciones la discusión
de que no es probable que A tenga como resultado o efecto X"), emergen sobre los medios no puede perder de vista la preservación de unos fines entre
desacuerdos valorativ.os ("la actuación A no es un medio adecuado para los cuales no existe una relación de prioridad abstracta, precisamente por ser
alcanz.ar X, en el sentido de que dicha actuación, aunque idónea para el fin todos ellos fines constitucionales.
X, lesiOna desproporcionadamente el fin Y, que es también merecedor de Así pues, si el enfoque minimalista difícilmente puede ser llevado a la
tutela"). Por ejemplo, incluso suponiendo que el fin decidido dé poco lugar práctica porque la deliberación sobre los medios o instrumentos para reali-
a dudas (pensemos en un proyecto de ley cuya exposición de motivos decla- zar las leyes en raras ocasiones puede desprenderse de consideraciones valo-
re el fin "aca~~r con el. te~orismo"), lo más probable será que queden dudas rativas, ello constituye un buen argumento para postular una ciencia de la
s~~re ~a relacwn de pnondad que el fin elegido guarda con otros fines tam- legislación más ambiciosa y cercana al enfoque maximalista, en el que se
bie~, d~'gnos de. ~utela ("~1 ~espeto de las garantías procesales de los imputa- aborde la cuestión de los fines de la legislación, al menos de la legislación
dos": ~~ fu~~10n resocmllzadora del las penas", "la libertad ideológica y en general. Y ello siquiera sea por una razón derivada del modelo de Estado
pohtlca , la Igualdad formal"), y ello dará lugar a discrepancias a la hora constitucional: el debate sobre los fines, sobre su prioridad y grado de satis-
facción, no puede concebirse como una esfera exenta de control de raciona-
902 D . lidad y confiada sólo a la libérrima decisión del legislador.
ecir.que ~,11 eg1~lador
. puede y debe elegir fines razonables significa formular una pro-
puesta de legislacwn raciOnal entre cuyas exigencias se encuentra la exclusión de la arbitrarie-
dad en la elección de .los fines, de~iendo ser ajustada ésta a una ponderación 0 priorización entre
los ~lurales fines ~n JUego (por eJemplo, los que tuvieran cabida en el marco constitucional) a 4.4. El enfoque minimalista es menos neutral con los fines de la legislación
l.a ~1sta de ~nas circunstancia~ fácticas dadas. En otras palabras, desde esta perpectiva una J~y
de lo que aparenta
1acwnal sena aqu~lla que pudiera contar con mejores razones para priorizar 0 seleccionar un fin
~n lugar de otro, .siempre Y. cuando se tratara de un fin factible o viable, esto es, de que existie- Como hemos visto, formular criterios de legislación racional de tipo ins-
wn Y se e.stab!ec1eran mediOs para realizarlo. Esta sería la propuesta de racionalización políti- trumental, esto es, que no se planteen la racionalidad de los fines (enfoque
ca de la Ciencia de la legislación maximalista inspirada en la argumentación práctica.
307
306
RACIONALIDAD LEGISLATIVA

minimalista), constituye una tarea valiosa, pero que no siempre resulta tan de lo ·que aparenta con los fines de la legislación, pero incluso si se abre a los
independiente como pretende respecto de tales fines políticos: las recomen- conocimientos y técnicas de las ciencias sociales puede encerrar una cierta
daciones de racionalidad lingüística, sistemática, pragmática y teleológica ideología a propósito de los fines que la legislación debe cumplir.
son muchas veces deliberadamente desatendidas por el legislador, porque En efecto, el enfoque minimalista que restringe el objeto de la técnica
aun cuando no recaen directamente sobre los fines legislativos, en ocasiones legislativa a la forma de las leyes se presenta como un enfoque políticamen-
pueden constituir más un obstáculo que una ayuda para conseguirlos. Otras te neutral, pero acaso no lo sea del todo. Probablemente se trate de un dis-
veces no es que sean desatendidas, sino que la determinación de los medios curso que no enjuicia los fines de cada ley particular, pero sí puede atisbar-
idóneos para realizar unos fines legislativos dados no puede ser, al menos en se una determinada concepción de los fines de la legislación en general. Las
la práctica legislativa, una cuestión tan neutral o desligada de puntos de vista recomendaciones formales supuestamente asépticas tales como la escasez
valorativos. Así las cosas, las recomendaciones de la ciencia de la legisla- reposan en una concepción de la racionalidad legislativa que otorga priori-
ción minimalista, al margen de que sean o no seguidas por el político, pare- dad a la seguridad jurídica o certeza frente a otros valores, como la atención
cen por sí solas abrirse a (o auspiciar) un planteamiento más ambicioso que de problemas sociales múltiples y complejos por naturaleza. Una recomen-
en alguna medida tenga en cuenta la cuestión de los fines y de la justicia de dación del tipo "el mejor modo de controlar la calidad de la legislación es
la ley. En este sentido, parece evidente que, frente al minimalismo, el enfo- reducir el número de nuevas leyes" 904 , efectuada sin más consideraciones o
que maximalista es más transparente y consistente, pues, al abordar la cues- matices, se conecta en el fondo con una concepción liberal del Derecho guia-
tión de los fines de la legislación, hace explícita la concepción de la racio- da por el principio de que cuantas menos distinciones se formulen en el uni-
nalidad legislativa sobre la que se articulan los instrumentos o técnicas legis- verso de los destinatarios, menores riesgos de producir discriminaciones;
lativas (lingüísticas, lógico-formales, pragmáticas o teleológicas) que se pro- distinciones que, sin embargo, ha de efectuar necesariamente el Estado
ponen. El enfoque minimalista, en cambio, es poco transparente e incluso social si quiere, por ejemplo, dar cumplimiento al mandato contenido en el
ideológico porque los pretendidamente neutrales criterios de legislación artículo 9.2 de la Constitución española. La multiplicación de las leyes
racional incorporan, aunque de manera no confesada, puntos de vista valo- representa, pues, un síntoma de la crisis de la ley -como se vio en el capítu-
rativos a propósito de los fines de la legislación. lo correspondiente905- pero no de cualquier concepto de ley, sino más bien
Esta crítica al minimalismo creo que es puesta de relieve por V. Zapatero. del avalado por el liberalismo. En parecido sentido se pronuncia M. Atienza,
El enfoque minimalista, admite este autor, "puede conseguir, al menos, lo que quien reconoce la importancia de los niveles de racionalidad legislativa
Lon Fuller denomina 'moralidad interna de la ley' evitando adentrarse por lingüístico y jurídico-formal, así como del valor de la seguridad jurídica que
aquellos caminos que conducen al naufragio de la norma y, entre los que des- se garantiza fundamentalmente en virtud de las exigencias de racionalidad
taca L. Fuller, el fracaso en darlas a conocer, el abuso de las normas retroacti- legislativa que plantean dichos niveles, pero subraya que la racionalidad de
vas, la incomprensibilidad de la norma, la promulgación de normas contradic- la legislación es más compleja, que se puede evaluar o enjuiciar desde otros
torias, la norma que exige lo imposible, los continuos cambios en la norma y criterios, como el de su eficacia, efectividad y carácter justificado, pues el
el fracaso entre el texto de la norma y su administración. Es cierto que la cien- valor de la seguridad o certeza no es el único a tomar en consideración906 .
cia de la legislación puede ayudar a evitar estos desvaríos. Lo cual no garan-
tiza la justicia de la norma; pero también es cierto que sin el respeto de toda
904
una serie de condicionantes técnicos no es posible realizar aquélla"903. Sin Vid. E. Caldwell, "Comentarios", Improving the Quality of Legislation in Ewvpe, cit., p. 79.
905 Vid. apartado 2.1 del capítulo IV.
embargo, tras este reconocimiento de las virtudes de una ciencia de la legisla- 906
Así, observa Atienza que en el nivel lingüístico de la racionalidad legislativa "sólo tiene
ción efectuada desde la perspectiva minimalista, me parece que V. Zapatero
sentido perseguir la claridad y la precisión hasta cierto punto; esto es, llega -o puede llegar- un
considera que tal perspectiva es en realidad bastante menos neutral u objetiva momento en que el beneficio que supone un incremento de precisión lingüística no compensa
el coste en cuanto a la extensión de la ley, al tiempo empleado en su redacción, etc.",
Contribución a una teoría de la legislación, cit., p. 93. La racionalidad jurídico-formal de la
903
Ibíd., p. 789. Vid. L. Fuller, The morality of Law, New Haven and London, Yale legislación (esto es, la que orienta la actividad legislativa hacia el establecimiento de un con-
University Press, 1963, pp. 33 y ss. Hay trad. cast. La moral del derecho, trad. de F. Navarro, junto de normas válidas y estructuradas en un sistema) es fundamental -reconoce el autor- por-
México, Ed. F. Trillas, 1967. que en virtud de la misma el Derecho puede verse "como un mecanismo de previsión de la con-

308 309
GEMA MARCILLA CÓRDOBA
RACIONALIDAD LEGISLATIVA

Una crítica semejante respecto de la seguridad jurídica como eventual


pilar de una ciencia de la legislación es expresada por Claudia Luzzati. debe reducirse a la interpretación lógico-formal y a la aplicación mecánica
Señala este autor que la corrección del lenguaje legislativo y su sistematici- de las normas sino que ha de entenderlas en su contexto social e histórico y
dad son requisitos de la certeza del Derecho. La certeza del Derecho, enten- someterlas a una reelaboración crítica, "con mucho mayor motivo el pro-
diendo por tal su aptitud para ser previsible por los ciudadanos, y cognosci- yectista de normas y todos los que participan en las distintas fases normati-
ble y homogéneamente aplicado por los operadores jurídicos, es un valor vas no pueden desconocer la perspectiva de la legitimidad, eficaz y crítica,
fundamental en un ordenamiento basado en la interdicción de la arbitrarie- de las normas" 908 .
dad de los poderes públicos, en la igualdad formal y, en definitiva, en la También M. Atienza advierte de la posible función ideológica de un
libertad individual. Esta era, por ejemplo, la tesis de Bentham. Ahora bien, enfoque de la ciencia de la legislación que no se amplíe a la racionalidad de
hay razones para poner en tela de juicio el presupuesto de que el valor de la los fines. Así, al referirse a la necesidad de racionalidad pragmática o de
certeza haya de ser la clave de una teoría de la legislación: si se sostiene que eficacia de las leyes, escribe que "el valor de la obediencia o de la realiza-
el Derecho es un instrumento en manos de las instituciones para garantizar ción práctica del Derecho no es tampoco un valor último. Pensar de esta
el orden y la paz en la convivencia social con el mínimo recurso a la san- manera significaría incurrir en una deformación de tipo ideológico. Y me
ción, y, más concretamente, un instrumento para resolver conflictos de modo parece que éste es el caso de quienes como Rehbinder, hablan de un ethos
fundamentalmente argumentativo a fin de hacer el menor uso posible de la jurídico, esto es, de un respeto al ordenamiento jurídico en cuanto tal, y pro-
fuerza, la certeza deja de ser un valor absoluto que el Derecho deba cumplir. pone medidas a fin de suscitar en los operadores jurídicos y en los simples
Desde esta perspectiva tiene sentido postular que el lenguaje jurídico, a ciudadanos sentimientos de adhesión más o menos incondicionados y
pesar de ser un lenguaje técnico-especializado, deba tolerar un cierto grado garantizar así una mayor eficacia del Derecho" 909 . El enfoque minimalista
de imprecisión. En otras palabras, a juicio de Luzzati, el Derecho cumple coadyuvaría, pues, a una visión acrítica de la legislación, concebida ésta
mejor su función de control social y de resolución de conflictos con un rigor como un instrumento al servicio del poder, como una herramienta más o
terminológico medio, con una cierta apertura conceptual, con una cierta menos sofisticada de control e ingeniería social pero en último término
vaguedad, pues de otro modo sería más difícil adaptarse a las nuevas cir- encaminada a la legitimación del propio poder político. De este modo, una
cunstancias y a los cambios valorativos 907 . tesis minimalista que rehuse reflexionar sobre los fines de la legislación se
Precisamente porque el enfoque minimalista no es tan neutral, sino que hallaría bastante próxima a un positivismo ideológico, si se quiere a un
encierra una determinada visión de los fines de la legislación, V. Zapatero positivismo ideológico moderado que cifra la justicia o la legitimidad del
vendría a rechazar que la tarea de los expertos en legislación se detenga en Derecho en algunos valores como el orden o la seguridad jurídica9 10 y que
la investigación de los instrumentos que optimizan las decisiones del legis- considera que la legislación debe ser mejorada para satisfacer los fines que
lador, con independencia de que hallan sido o no justificadas ante los ciuda- el legislador se proponga, cualesquiera que estos sean.
danos, y que el legislador cuente con juristas-legistas que certifiquen la En suma, el enfoque minimalista puede ser rechazado por insuficiente.
"calidad". de las leyes, rúbrica que ayuda a denotar legitimidad. "Parecería De un lado, tiende a ofrecer una visión algo simplificadora de los problemas
grave -dice este autor- renunciar a preguntarse por la justicia de las normas. que inciden sobre la calidad de las leyes y de las propias técnicas legislati-
Quienes consideramos que el derecho ha de respetar determinados valores y vas, olvidando que estas son cuestiones en ocasiones relevantes desde la
límites, no calificaríamos como buena una ley técnicamente perfecta pero al perspectiva de los fines, como lo ponen de relieve la legislación simbólica,
servicio de fines ilegítimos e injustos". Si el trabajo del jurista no puede ni las leyes intrusas, etc., en definitiva, todos aquellos casos en que el legisla-
dor conscientemente se aparta de las recomendaciones técnicas, precisa-
mente para satisfacer mejor los fines que se propone. De otra parte, dicho
ducta humana y de sus consecuencias, esto es, como un sistema de seguridad", pero -añade- "el enfoque parte también de una concepción demasiado compartimentalizada o
valor seguridad no es tampoco un valor último. La idea de seguridad o previsibilidad implica
en ~í- mism.a un valor (pues sin un mínimo de seguridad no habría Derecho, ni leyes, ni organi-
zaciOn socwl), pero este valor es graduable en función de qué sea lo que sea asegura; es decir, 908
el valor de la seguridad remite a otros valores, como la libertad y la igualdad", ibíd., p. 32 y s. V. Zapatero, "De la jurisprudencia a la legislación", cit., p. 789.
909 M. Atienza, Contribución a una teoría de la legislación, cit., pp. 36-37.
907
C. Luzzati, L' interprete e illegislatore, cit., pp. 575 y ss.
910
Vid. N. Bobbio, El positivismo jurídico, cit., pp. 233-235.
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GEMA MARCILLA CÓRDOBA

estanca de la racionalidad legislativa, como si entre los distintos niveles de VIII. RACIONALIDAD LEGISLATIVA, ARGUMENTACióN
racionalidad no existieran conexiones e implicaciones; y así se pone de Y ESTADO CONSTITUCIONAL
manifiesto en las implicaciones axiológicas que tiene la realización de la
coherencia en el Estado constitucional, o en las discusiones valorativas a
propósito de la adecuación de _los. medios para llevar a la práctica un fin
legislativo dado. Por último, el enfoque minimalista es también ideológica-
mente encubridor, pues se presenta como neutral o avalorativo cuando en
realidad toda teoría de la legislación, incluso aquella que se circunscribe a l. Algunas razones en favor del maximalismo
las recomendaciones formales o instrumentales a los fines del legislador,
presupone al menos alguna concepción sobre los fines que la legislación en Como acabamos de ver, un enfoque minimalista de la ciencia de la legis-
general debe cumplir. lación limita el objeto de ésta al estudio de los medios e instrumentos en vir-
tud de los cuales pueden mejorarse las leyes, excluyendo por tanto todo lo
referente a su contenido normativo y, en particular, a los fines que pueda
proponerse el legislador. Por ello ofrece fundamentalmente criterios de
racionalidad y técnicas legislativas de tipo formal, esto es, relativas al len-
guaje, a la composición y a la sistematización de los textos legislativos, etc.,
aunque tampoco resulta incompatible con una noción de racionalidad legis-
lativa algo más amplia, en el sentido de no cifrada exclusivamente en la cali-
dad del texto o documento jurídico, sino atenta también a otras cualidades
de la legislación, como su capacidad de influir en las conductas de los des-
tinatarios del Derecho o su idoneidad a la hora de lograr los objetivos decla-
rados. En cambio, el enfoque maximalista pretende ir más allá, preguntán-
dose asimismo sobre la racionalidad de las decisiones legislativas en su con-
junto, sin excluir ninguno de sus aspectos técnicos y políticos. Cabe decir
que mientras el minimalismo se ocupa de la calidad de la legislación pero
exclusivamente en su condición de resultado de la actividad política, el
maximalismo aborda el fenómeno legislativo también como actividad o pro-
ceso de decisión política.
El enfoque minimalista en cualquiera de las dos versiones referidas ha
sido hasta hace poco el más cultivado o. preferido por los trabajos sobre la
legislación, tal vez porque supuestamente se trata de un enfoque que permi-
te abordar el problema de la calidad de las leyes de una manera neutral o sin
comprometer la libertad decisoria o política del legisladoc Sin embargo,
creo que el enfoque maximalista de la ciencia de la legislación suscita cada
vez más interés, al menos por cuatro razones. En primer lugar, porque ofre-
ce una visión más profunda y menos compartimentalizada de los aspectos
relativos a la calidad de las leyes, como sugiere Calsamiglia911 , o una visión

911
De todas formas, a mi juicio Calsamiglia sostendría un planteamiento de la ciencia de
la legislación maximalista peculiar, pues si bien no renuncia a la exigencia de racionalidad ética

312 313
GEMA MARCILLA CÓRDOBA
RACIONALIDAD LEGISLATIVA

más compleja a la par que estructurada de la racionalidad legislativa, como racionalidad de la legislación no representa un mero desiderátum, sino una
sostiene Atienza912 • En segundo lugar, el enfoque maximalista resulta pro- exigencia jurídicamente reivindicable, tiene sentido una ciencia de la legis-
bablemente más transparente, en el sentido de que hace explícitas sus pre- lación maximalista, que se preocupe por ofrecer criterios de legislación
misas éticas y políticas; premisas que con toda probabilidad se hallan pre- racional a la luz de los preceptos constitucionales.
sentes también en el minimalismo, aunque muchas veces puedan quedar En las páginas siguientes nos ocuparemos sucintamente de estos dos
encubiertas bajo un propósito de neutralidad u objetividad. Sea como fuere, últimos aspectos, tratando de mostrar algunas de las implicaciones que para
que el minimalismo no carece de trascendencia en el orden político puede una teoría de la legislación representa la asunción de la teoría de la argu-
probarlo el hecho de que tanto las técnicas legislativas formales como las mentación jurídica y el establecimiento de un modelo de Estado constitu-
inspiradas en las ciencias sociales son a menudo rechazadas por los políti- cional como el que ha conocido Europa desde mediados del siglo pasado.
cos, porque son vistas como un modo de interferir o de obstaculizar sus obje- Creo que ambos capítulos conducen a conclusiones semejantes, en el senti-
tivos. En tercer lugar, el maximalismo bien puede concebirse como un refle- do de reclamar una elaboración teórica pero también un desarrollo práctico
jo en la teoría de la legislación de la apertura a las exigencias de la argu- cada día más ambicioso a propósito de la racionalidad de las leyes.
mentación racional que ha tenido lugar en la teoría de la interpretación. Si
aquella imagen del juez kelseniano como "caja negra" 913 ha sido sustituida
por la imagen de un juez como sujeto esencialmente llamado a la argumen-
tación y justificación de sus decisiones bajo reglas de racionalidad, parece 2. La racionalidad legislativa desde la perspectiva de la teoría de la
lógico que algo semejante ocurra con el legislador. Por último, el enfoque argumentación jurídica
maximalista sería preferible al minimalista porque representa un plantea-
miento de la racionalidad legislativa en sintonía con las exigencias del Como sabemos, el enfoque maximalista de la ciencia de la legislación
Estado constitucional, al menos si se comparte la tesis de que en este para- suele vincularse a una concepción no escéptica en materia de razón práctica,
digma de organización jurídica el legislador goza de un margen de acción y conocido es también que esta última ha experimentado un extraordinario
discrecional pero no es completamente libre en la elección de sus objetivos, desarrollo en el ámbito de los estudios jurídicos durante estas últimas déca-
sino que está sujeto a límites y metas constitucionalmente establecidos. Si la das. Sin embargo, hasta la fecha, las teorías de la argumentación jurídica se
han ocupado solamente de la racionalidad de las decisiones en la fase de
interpretación y aplicación del Derecho 914 • La cuestión es si, habida cuenta
de las leyes, rechaza que dicha racionalidad ética pueda darse con independencia de su racio- de que el razonamiento jurídico tiene como característica fundamental la
nalidad teleológica o instrumental, es decir, con independencia de la aptitud de las leyes para vinculación a la ley, la teoría de la argumentación jurídica no debiera consi-
alcanzar los fines declarados. Así, escribe Calsamiglia que "la producción de normas debe dejar derar también en qué medida la racionalidad legislativa es un presupuesto
de ser intuitiva", es decir, debe guiarse por técnicas y cálculos que "pueden aconsejar dictar úni- de una argumentación jurídica racional.
camente las leyes que tengan una seria probabilidad de alcanzar su objetivo, de ser obedecidas
El probl~ma de la racionalidad legislativa desde la perspectiva de la
de una forma mayoritaria y ser además justificables éticamente. Para eso es preciso introducir
niveles de tecnificación desconocidos. Será necesario introducir modificaciones en la forma de argumentación jurídica ha sido planteado por M. A ti enza, tomando para ello
dictar las leyes -en su vertiente lingüística y jurídico-formal- para que sea posible la informa- como referencia una de las versiones más significativas e influyentes de la
tización documental. Pero no sólo eso, utilizar criterios como previsión de conductas, incenti- actual teoría de la argumentación jurídica, la teoría de R. Alexy. Este autor
vos, costes, justificaciones, son elementos imprescindibles para la planificación legislativa. sostiene que la argumentación jurídica es un caso especial de argumentación
Observar la conducta social jurídica como un dato que refleja valores y comparar esos valores práctica general, en el sentido de que la forma de razonar de jueces y tribu-
con los del derecho y analizar por qué existe discordancia, supone, también, crear mecanismos
para reflexionar sobre la imperfección del derecho y en último término mejorarlo", A. nales presenta ciertamente particularidades frente al razonamiento práctico
Calsamiglia, "Justicia, eficiencia y optimización de la legislación", en Racionalidad y
Eficiencia del Derecho, México, Fontamara, 1997, p. 71. Vid. también A. Calsamiglia, "¿Debe 4
91 Tras referirse a la argumentación en las fases prelegislativa y legislativa, M. Atienza
ser la moral el único criterio para legislar", cit., p. 174.
12 advertía que "las teorías de la argumentación jurídica de que disponemos no se ocupan prácti-
9 Vid. M. Atienza, Contribución a una teoría de la legislación, cit., p. 92.
camente de ninguno de estos dos contextos de argumentación", Las razones del Derecho
9 13 Vid. J. Vernengo, La inte1pretaciónjurídica, México, UNAM, 1977, p. 11.
(1991), Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 2" reimp., 1997, p. 20.

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

general o moral, pero no es sustancialmente distinto a éste. Atienza compar- ciones un obstáculo insalvable a su tesis del caso especial y en este sentido
te la tesis del caso especial, pero observa que para ser completamente cierta afirma que "el proceso no puede ser comprendido teóricamente sin referen-
es preciso sostener una tesis adicional, referida a la legislación, a saber: la cia al concepto de discurso", puesto que en aquél siempre estaría presente
tesis de que la racionalidad en la interpretación y aplicación del derecho "la pretensión de las partes de argumentar racionalmente" 919 .
exige o presupone la racionalidad de la legislación. Ésta es, en efecto, una Más problemática resulta en cambio la directa dependencia entre la jus-
de las críticas que M. Atienza formula frente a la teoría de la argumentación tificación de las decisiones jurídicas y el contenido del Derecho positivo.
jurídica de Alexy915 , y es también una de las ideas centrales de su tantas Más exactamente, hay un supuesto en el que la tesis del caso especial no
veces aquí citada Contribución a una teoría de la legislación. resulta convincente: el supuesto en el que la argumentación jurídica toma
como base leyes irracionales desde el punto de vista de la racionalidad prác-
tica general o moral. Aunque podría admitirse que la argumentación jurídi-
2.1. Tesis del "caso especial" y leyes irracionales ca constituye un supuesto particular de argumentación práctica general
cuando dicha argumentación se funda en leyes racionales, es dudoso que la
Como hemos dicho, la tesis del caso especial defendida por Alexy pone tesis del caso especial pueda sostenerse cuando la argumentación jurídica se
de relieve que la argumentación jurídica, si bien no es sustancialmente dis- funda en leyes irracionales, esto es, leyes que "obligan o permiten llevar a
tinta de la argumentación práctica general o moral 916 , sí presenta particula- cabo acciones discursivamente imposibles, o prohíben acciones discursiva-
ridades frente a ella, dado que está sujeta a ciertas limitaciones o restriccio- mente obligatorias" 920 . Algunos autores han señalado este problema, y con-
nes institucionales, siendo la más importante la vinculación al Derecho posi- cluyen así que la argumentación jurídica no es subsumible en la argumenta-
tivo917. Acerca de las limitaciones institucionales, tales como las reglas pro- ción práctica general; que el razonamiento jurídico no es un caso especial de
cesales, los límites temporales, la persecución por las partes en un juicio de razonamiento moral, sino un tipo de razonamiento distinto921 .
un resultado ventajoso, y no necesariamente justo o cmTecto, la distribución En el "Postfacio" a la Teoría de la argumentación jurídica, Al ex y abor-
asimétrica de roles en el proceso penal, etc., Alexy reconoce que podrían ser da directamente el problema de las leyes irracionales, si bien para insistir en
utilizadas como arma arrojadiza frente a la tesis del caso especial, pues que la racionalidad de la legislación no constituye una exigencia de la tesis
desde esta perspectiva las discusiones jurídicas -y no tanto las de la ciencia del caso especial 922 . Alexy recuerda el significado de la tesis del caso espe-
jurídica cuanto las de los jueces y tribunales- poco se asemejan al discurso cial: la argumentación jurídica debe permitir fundamentar racionalmente
práctico general918 . A pesar de todo, Alexy no encuentra en dichas limita- decisiones jurídicas en el marco del Derecho positivo 923 • En otras palabras,

919
915 Y continúa Al ex y: "La teoría del discurso racional, como teoría de la argumentación jurí-
Ibíd., pp. 236 y SS.
916 En realidad, para Alexy, la especialidad del razonamiento jurídico frente al razona- dica, no presupone que todas las disputas jurídicas deban verse como discursos en el sentido de
una comunicación sin coacción y sin restricciones, sino solamente que en las disputas jurídicas las
miento práctico general, esto es, la tesis del caso especial, puede entenderse de tres modos dis-
discusiones tienen lugar bajo la pretensión de corrección y, por ello, teniendo como referencia
tintos, de los cuales defiende uno. Así, un primer sentido podría expresarse a través de la tesis
condiciones ideales", R. Alexy, Teoría de la argumentación jurídica, cit., pp. 211-212.
de la secundariedad: en todos los casos en los que la solución no puede extraerse concluyente- 920
M. Atienza, Las razones del Derecho, cit, p. 224.
mente de la ley el discurso jurídico no sería otra cosa que un discurso práctico general con una
921
fachada jurídica. El segundo sentido vendría dado por la tesis de la adición: la argumentación El propio Alexy se refiere a C. Braun, "Diskurstheoretische Normenbegründung in der
jurídica se basa en argumentos específicamente jurídicos, pero hay un momento en el que ya no Rechtswissenschaft", en Rechstheorie, 19 (1988), p. 260, a A. Kaufmann, "Über die
es posible esgrimir más argumentos de este tipo, y es entonces cuando entra en juego el dis- Wissenschaftlichkeit der Rechtswissenschaft", en Archiv fiir Rechts-und Sozialphilosophie, 72
curso o la argumentación práctica general. En tercer lugar, la tesis del caso especial puede ser (1986), p. 437, y a U. Neuman, Juristische Argumentationslehre, Wissenschaftliche
entendida como tesis de la integración: la argumentación jurídica se basa en argumentos especí- Buchgessellschaft, Darmadstadt, 1986, p. 90. Vid. R. Alexy, "Postfacio: respuesta a algunos crí-
ficamente jurídicos unidos a argumentos prácticos generales. Es en este último sentido en el que ticos", en Teoría de la argumentación jurídica, cit., p. 314.
922
concibe Al ex y la especialidad del discurso jurídico, R. Alexy, Teoría de la argumentación jurí- Vid. R. Alexy, "Postfacio: respuesta a algunos críticos", en Teoría de la argumentación
dica, cit., pp. 38-39. jurídica, cit., pp. 316-317.
923
917
Ibíd., p. 206. La insistencia en la vinculación de la argumentación jurídica al Derecho positivo no es
918 gratuita en Alexy, pues como observa García Figueroa, "en Alexy... la sujeción del razona-
Ibíd., p. 207 y p. 211.

316 317
RACIONALIDAD LEGISLATIVA
GEMA MARCILLA CÓRDOBA

de raCionalidad legislativa- es un presupuesto necesario para poder hablar


la peculiaridad del discurso jurídico radicaría en tener que cumplir simultá-
de racionalidad en la aplicación del Derecho 927 .
neamente con una doble pretensión de corrección: adecuación al Derecho
Ahora bien, aunque Alexy no reconozca abiertamente que la racionali-
"racional" y adecuación al Derecho positivo. El problema que se plantea
dad legislativa es presupuesto de una argumentación jurídica racional, su
cuando una ley irracional represente el exclusivo fundamento de la decisión
concepción del Derecho ya implicaría, a mi juicio, alguna exigencia de
queda, no obstante, salvado: incluso en este supuesto -señala Alexy- es
racionalidad legislativa, y así lo sugiere una aproximación a su idea de
p~sible satisf~cer la d~ble pretensión de corrección ya que, aun cuando la ley
validez de las normas jurídicas, expresamente fiduciaria de la tesis de
InJUSta se aplique estnctamente, "no se rompe la conexión entre la raciona-
Radbruch a propósito del Derecho extremadamente injusto. Para Alexy, en
lidad discursiva y el derecho. La racionalidad discursiva no puede ya cierta-
efecto, la racionalidad del discurso jurídico de aplicación no presupone
mente determinar el contenido de la decisión, pero conforma la razón para
leyes racionales, pero sí leyes válidas de acuerdo con los criterios del sis-
su incorrección, y la medida para su crítica"9 24 .
tema jurídico al que pertenecen. Sin embargo, dado que a juicio de Alexy
A juicio de A ti enza, la respuesta de Alexy a la objeción de las leyes irra-
"las normas aisladas pierden su carácter jurídico y, con ello, su validez
cionales no sería convincente, pues no parece tener en cuenta que una cosa
jurídica cuando son extremadamente injustas" 928 , la argumentación prácti-
es "afirmar que la argumentación jurídica es un supuesto de argumentación
ca general no tiene sólo valor como juicio externo o crítico sobre el
práctica racional" y otra distinta "sostener que la racionalidad discursiva
Derecho positivo, sino que disciplina el propio razonamiento jurídico dis-
ofrece un modelo desde el cual se puede valorar el Derecho" 925 . Por así
criminando entre leyes válidas e inválidas: habríamos pasado del lema ius-
decir, la solución de Alexy salvaría la tesis del caso especial, pero al precio
naturalista tradicional de que lex iniusta non est lex al más modesto de que
de no determinar con claridad qué tipo de función desempeña su teoría; esto
lex inustissima non est lex929 . Desde este punto de vista, sí habría en la
es, al precio de no aclarar si opera como una teoría simplemente crítica a la
teoría de la argumentación jurídica de Alexy una -si se quiere mínima-
argumentación, y que por tanto permite poner de relieve la injusticia de una
condición o exigencia de racionalidad de las leyes, en el sentido de que no
decisión judicial por basarse en una ley también injusta, o si por el contrario
cabría tomar decisiones jurisdiccionales a partir de leyes radicalmente
Alexy plantea una teoría de la argumentación representativa de las resolu-
irracionales o injustas en una medida insoportable.
ciones judiciales. No parece que Alexy pretenda que su teoría cumpla una
Si esto fuera así, tal vez la tesis del caso especial en el supuesto de las leyes
función puramente crítica, pues entonces la tesis del caso especial sería una
irracionales no adoleciese ni de falsedad ni de trivialidad, sino que resultaría
tesis bastante trivial y significaría, no que el razonamiento jurídico es un
coherente con el peculiar concepto de Derecho de Alexy 930 : el supuesto de las
caso de razonamiento moral, sino que debe serlo. Pero si como parece más
leyes irracionales no constituye un obstáculo a la tesis del caso especial por-
plausible desempeña una función representativa, entonces se trata de una
que en el esquema conceptual de Alexy no puede darse la circunstancia de un
tesis equivocada, como se pone de relieve precisamente en el caso de las
razonamiento judicial fundado en leyes que, atendiendo al discurso práctico
l~yes irraci?nal~s 926 :. no parece posible construir un discurso racional a par-
general, sean irracionales -o, más exactamente, irracionales en una medida
tir de premisas IrraciOnales. En suma, según Atienza, si se acepta que una
extrema o insopmiable- puesto que la propia argumentación jurídica se encar-
característica del discurso jurídico es la vinculación a la ley, y si la tesis de
garía de rechazar tales leyes por inválidas. Así, en el supuesto de las leyes sim-
que el discurso jurídico es un caso especial del discurso moral quiere ser
plemente injustas, la argumentación judicial no tendría más alternativa que
repr~sentativa, y no sólo crítica, de la argumentación jurídica, entonces
habra que pensar que la racionalidad legislativa -o, al menos, cierto grado
927
M. Atienza, Contribución a una teoría de la legislación, cit., p. 99.
928
R. Alexy, El concepto y la validez del Derecho, trad. de J. M. Seña, cit., p. 94.
miento prác!ico al sistema. de fuentes es determinante. En realidad este rasgo confiere a Alexy 929
A. Peczenik, "Dimensiones morales del Derecho", trad. D. J. A. Pérez Lledó, Doxa, 8
lo que podnamos llamar cierta apariencia positivista", A. García Figueroa Principios y positi-
(1990), p. 104.
vismo jurídico, cit., p. 361. 930 Un concepto de Derecho que, como sostiene García Figueroa, no termina de despren-

924
.R. Alexy, "Pos.tfacio: r~spuesta a algunos críticos", en Teoría de la argumentación jurí-
derse de la visión positivista (de positivismo latente habla el autor) aunque en último término
dica, Cit., p. 317 (cursiva añadida).
925
defie?da .la tesis "no-positivista" de la vinculación necesaria entre el Derecho y la moral, A.
M. Atienza, Las razones del Derecho, cit., p. 225 (cursiva añadida).
926
Garcia Figueroa, Principios y positivismo jurídico, cit., pp. 361 y ss.
Ibíd., p. 225.

319
318
MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

vincular su decisión a las mismas, aunque acaso sin renunciar a la crítica al que no pueden superar el test de constitucionalidad en el marco de constitu-
legislador; y en el supuesto de las leyes extremadamente injustas, la argumen- ciones que diseñan un sistema de convivencia globalmente justo.
tación jurídica tendría la función de constatar que no son Derecho. Por lo demás, aparte de que el concepto de Derecho de Alexy implique
En estas condiciones, y al margen de las dificultades que entraña dife- ya una cierta exigencia de racionalidad legislativa de cara a una argumenta-
renciar entre leyes injustas e insoportablemente injustas, parece que la tesis ción jurídica racional, el autor reconoce explícitamente la importancia que
del caso especial sólo puede prosperar, bien reformulando el discurso moral reviste la racionalidad legislativa para la argumentación jurídica, al menos
en términos estrictamente procedimentales, de manera que fuera posible idealmente: "la racionalidad de la argumentación jurídica, en la medida en
razonar moralmente con independencia de los contenidos normativos que que está determinada por la ley, es por ello siempre relativa a la racionalidad
constituyen sus premisas, bien renunciando a un concepto positivista de de la legislación. Una racionalidad ilimitada de la decisión jurídica presu-
Derecho y, más concretamente, renunciando a la idea nuclear de la separa- pondría la racionalidad de la legislación. Lo último tiene como condición
ción conceptual entre Derecho y moral, pues expulsar del sistema, y con ello que en la respectiva sociedad las cuestiones prácticas sean resueltas racio-
de nuestro razonamiento jurídico, a las leyes injustísimas equivale a intro- nalmente. Para llegar a una teoría del discurso jurídico que contenga también
ducir en el Derecho una dosis mínima de moralidad931 • En realidad, puede esta condición de racionalidad habría que ampliar la teoría del discurso
existir una tercera posibilidad, derivada de la anterior, consistente en pensar racional práctico general hasta una teoría de la legislación, y ésta hasta una
que la tesis del caso especial no forma parte de una teoría universal sino par- teoría normativa de la sociedad, de la que la teoría del discurso jurídico
ticular del Derecho o, al menos, que donde puede resultar verdaderamente constituiría una parte" 933 • De esta manera, la racionalidad legislativa sería en
fecunda es en el marco de una teoría particular como la que propicia el parte una condición de la tesis del caso especial y en parte también un ideal
Estado constitucional de Derecho. que proponer al sistema jurídico que se quiera plenamente racional.
En efecto, la tesis del caso especial de Alexy, aun cuando formulada con En definitiva, entre los planteamientos de Alexy y de Atienza seguiría
una pretensión de universalidad, resulta particularmente adecuada para expli- existiendo una distancia: la que media entre formular el requisito de la racio-
car el funcionamiento de los sistemas jurídicos dotados de una Constitución nalidad legislativa en forma negativa, excluyendo a las leyes extremada-
liberal democrática que reconozca un cierto catálogo de derechos fundamen- mente irracionales934, y hacerlo en forma positiva, exigiendo que las leyes
tales. Tales ordenamientos contemplan entre sus normas superiores principios sean mínimamente racionales 935 , pero ambos aportarían una razón en favor
sustantivos, de modo que el juicio de validez de la ley remite a criterios que
son jurídicos y morales a un tiempo, hasta el punto de que dicho juicio acaba
En la intepretación de esos criterios se fundamentan premisas que no son ni normativas ni fác-
realizándose en el seno de un discurso jurídico indistinguible del discurso ticas (3), y que, en consecuencia, remiten a argumentos prácticos generales. Así sucede, por
práctico general. En otras palabras, el presupuesto de la aplicabilidad de una ejemplo, en Jos casos en los que es preciso recurrir a argumentos de tipo práctico o moral para
ley, esto es, de que pueda ser utilizada como un argumento válido en un razo- interpretar el contenido de un derecho fundamental, cuyo respeto representa una exigencia
namiento jurídico, depende en última instancia de que pueda pasar un control constitucional, R. Alexy, Teoría de la argumentación jurídica, cit., p. 222.
933 R. Alexy, Teoría de la argumentación jurídica, cit., pp. 274-275.
de racionalidad932 : las leyes absolutamente injustas e irracionales se supone así 934
Alexy justifica su fórmula negativa de la racionalidad de la ley en los siguientes térmi-
nos: ciertamente a una norma "le falta un mínimo de justificabilidad no sólo cuando es extre-
madamente injusta sino cuando es simplemente injusta, pues una norma injusta no es justifica-
931 Vid. A. García Figueroa, "La tesis del caso especial y el positivismo jurídico", Doxa, 22
ble y, por lo tanto, tampoco lo es en una medida mínima". Sin embargo, "debido a las ventajas
(1999), pp. 211 y SS. morales de la existencia de un sistema jurídico, la validez de una norma que pertenece a él
932 La presencia de argumentos prácticos generales en el razonamiento jurídico y en parti-
puede poseer también un mínimo de justificabilidad moral cuando la norma, tomada en sí
cular en la determinación de la validez de las leyes es puesta de relieve por Alexy a través de misma, no lo posea por ser injusta ... la fórmula que apunta a un mínimo presupone considera-
la distinción entre la justificación interna y la externa. La justificación externa versa sobre las ciones complicadas cuando es referida a la justificabilidad moral. Por ello, hay que preferir el
premisas, que pueden ser de tres tipos: normativas (1), fácticas (2) y premisas que no son ni nor- criterio simple de la injusticia extrema", El concepto y la validez del Derecho, cit., pp. 94-95.
mativas ni fácticas (3). La fundamentación de las premisas normativas (1) consiste en determi- 935 En el fondo, la diferencia entre Atienza y Alexy tampoco sería excesiva si se tiene en
nar su validez, esto es, en mostrar su conformidad con los criterios de pertenencia al sistema. cuenta que el primero admite que el nivel de racionalidad legislativa a su juicio fundamental, la
En principio, esta justificación remite únicamente a criterios formales, aunque no es infrecuen- racionalidad axiológica o sustantiva, "desarrolla una función más bien negativa que constructi-
te que las normas superiores del sistema contengan criterios de validez materiales o sustantivos. va", M. Atienza, Contribución a una teoría de la legislación, cit., p. 39.

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA
RACIONALIDAD LEGISLATIVA

de contemplar la racionalidad legislativa como una exigencia de la argu- adecuado para racionalizar la interpretación y aplicación del derecho, con
mentación jurídica racional y, en consecuencia, una razón en favor de exten- mayor razón lo será para racionalizar la toma de decisiones legislativas 939 ,
der el objeto de la teoría de la argumentación a la fase de legislación. donde en principio todos han de ser escuchados.
Desde la ética del discurso podría considerarse, en efecto, que la racio-
nalidad de una decisión política depende de que ésta sea fruto de un con-
2.2. Racionalidad legislativa y discurso práctico general senso adoptado precisamente en virtud de un procedimiento "discursivo". El
La "especialidad" de la argumentación jurídica puede representar, por modelo de la ética discursiva940 permitiría así desarrollar una ciencia de la
tanto, un poderoso motivo en favor de la racionalidad legislativa, pues si la legislación que se ocupara de la racionalidad axiológica de la legislación
ley ha de ser premisa y límite de toda racionalidad jurídica parece difícil que respetando el pluralismo político democrático, pues la racionalidad de las
ésta prospere a partir de leyes irracionales. Ahora bien, una cuestión dife- leyes no consistiría en que sus contenidos reflejasen un determinado código
rente es elegir el modelo óptimo de racionalidad legislativa y aquí cabe plan- moral, sino en que fueran adoptadas siguiendo ciertos procedimientos o
tear de nuevo la fecundidad de la racionalidad práctica en que descansa la reglas discursivas941 • Un modelo de este tipo sería el del "legislador operati-
teoría de la argumentación. En concreto, ¿permitiría la ética discursiva en la
que descansa la teoría de la argumentación jurídica obtener criterios de · 939
Sobre el carácter esencialmente comunicativo de la racionalidad práctica escribe Alexy:
racionalidad legislativa? 936 ; más aún, ¿podría considerarse la legislación "la solución correcta de una cuestión moral consiste ... en la solución correcta de un conflicto de
democrática una institucionalización óptima del discurso moral?. intereses. Para este fin, las concepciones existentes en cada momento de los participantes sobre
En línea de principio no parece que sea descabellada una respuesta afir- lo que sería un arreglo justo del conflicto de intereses son sometidas a una elaboración racio-
mativa a esta cuestión, al menos si las propuestas de racionalidad legislativa nal. En este proceso, las interpretaciones de los propios intereses, así como de los respectivos
intereses de los otros, y los cambios de estas interpretaciones sobre la base de argumentos, jue-
se contextualizan en el modelo democrático de justificación de las institu- gan un papel decisivo. Donde más claro se ve esto es en la aplicación de la regla del intercam-
ciones políticas, pues en dicho modelo la formación parlamentaria de las bio de roles", R. Alexy, "Postfacio: respuesta a algunos críticos", en Teoría de la argumenta-
leyes se presenta a menudo como una plasmación institucional de la ética ción jurídica, cit., p. 298.
discursiva; como un "sucedáneo" del discurso moral, en la conocida imagen °
94
Como es sabido, la ética comunicativa de J. Habermas se basa en el análisis de los pre-
de Nino937 . "La producción legítima del Derecho -escribe Habermas- está supuestos que posibilitan la comunicación, que es la base de la convivencia social. De dicho
análisis extrae Habermas los principios en los que se basa la "comunidad ideal de diálogo",
hermanada con la formación del poder comunicativo" y de esta manera la
entre los que figura la exigencia de que los participantes en el debate puedan expresar sus opi-
legislación democrática puede concebirse como una realización del discurso niones en condiciones de igualdad y libres de coacción. Para Habermas, las normas morales
moral: "las instituciones del Estado de Derecho tienen por fin asegurar el son fruto del consenso tras la deliberación en la comunidad ideal de diálogo. La concepción
ejercicio efectivo de la autonomía política de ciudadanos socialmente autó- de la ética de J. Habermas resulta especialmente adecuada para la toma de decisiones políticas
nomos, y ello de suerte que ... pueda surgir el poder comunicativo resultante y de hecho el modelo de organización jurídica democrática constituye la proyección institu-
cional más importante de esta visión de la ética. Vid. A. Cortina, "Ética comunicativa", en
de la formación de una voluntad racional y encontrar expresión vinculante
VV.AA., Concepciones de la ética. Enciclopedia Iberoamericana de Filosofía, Madrid, Trotta,
en programas legislativos" 938 . Por lo demás, si es cierto que la racionalidad 1992, pp. 177 y SS.
práctica tiene un carácter esencialmente comunicativo, como señala el pro- 941
El carácter eminentemente procedimental que habría de tener la racionalidad legislati-
pio Alexy, cabría pensar que si la teoría del discurso constituye un modelo va es expuesto así por García Amado: podría distinguirse entre dos tipos de teorías de la legis-
lación: las teorías material-normativas y lasformal-normativas. Las primeras establecen lími-
tes directos al contenido posible de la actividad legislativa: "tal sería -escribe J. A. García
936 Así, Atienza se pregunta si cabría decir "que la argumentación que se lleva a cabo para Amado- el esquema del iusnaturalismo, y, tal vez forzando los términos, podemos ver las doc-
promulgar una ley -por ejemplo en el contexto de un Estado de Derecho- es un caso especial trinas iusnaturalistas traducidas a teorías material-normativas de la legislación". En cambio, las
del discurso práctico racional", de modo semejante a como da cuenta Alexy de la argumenta- teorías formal-normativas limitan sólo indirectamente los contenidos de la decisión legislativa
ción en sede de interpretación y aplicación del Derecho, lbíd., p. 75. racional: "no habría contenidos de por sí, apriorísticamente irracionales. Pero sí habría modos,
937 C. S. Nino, Ética y derechos humanos. Un ensayo defimdamentación, Barcelona, Ariel, formas o procedimientos exigidos por la racionalidad". Dichos modos, formas y procedimien-
tos protegerían frente a contenidos sólo defendibles "a costa de la simulación, el autosabotaje
1989, p. 367.
938 J. Habermas, Facticidad y validez, cit., pp. 237 y 245. o la contradicción performativa; de la irracionalidad, en suma", J. A. García Amado, "Razón
práctica y teoría de la legislación", cit., pp. 311- 312.

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

vamente racional" de J. A. García Amado, que tendría las siguientes premi- hoy se nos ofrece es la ética discursiva habermasiana, unida a los desarro-
sas: a) cabe algún tipo de juicio o crítica de la actividad legislativa por rela- llos de la teoría de la argumentación racional, como ya apuntó entre noso-
ción a la racionalidad; b) dicha racionalidad tiene que ver con la elección de tros M. Atienza ... Hay en Habermas una auténtica filosofía de la razón prác-
contenidos en sentido fuerte, es decir, con la opción valorativa de fondo que tica, y la razón legisladora, la actividad legislativa, no sería inmune a sus
el legislador adopta; e) sin embargo no consiste en postular contenidos reglas. Contemplada desde ahí, la teoría de la legislación tendría el cometi-
prohibidos o necesarios desde algún tipo de dogma o ética material; d) la do de explicitar las consecuencias y aplicaciones concretas que de esa racio-
racionalidad en cuestión es primariamente procedimental y sólo derivada- nalidad práctica se derivan para la actividadd legislativa, a fin de que poda-
mente, es decir, por incompatibilidad con esos presupuestos procedimenta- mos tener como racionales tanto esa actividad como sus resultados" 944 .
les, veta ciertos contenidos para las normas legales 942 • En definitiva, desde esta perspectiva, la ética discursiva habermasiana,
En suma, se plantea aquí un modelo de legislación alcanzada a través del como también sus aplicaciones desarrolladas por autores como Alexy,
discurso racional como un modelo idóneo para fundamentar una teoría de la podrían servir de base a un modelo de legislación racional de tipo eminen-
legislación a la medida de los sistemas jurídicos democráticos, pues la justi- temente procedimental 945 • Con todo, ¿sería en realidad la teoría de la legis-
ficación de los fines (la racionalidad axiológica de la legislación) no se lación basada en la ética discursiva una teoría procedimental?; más aún,
basaría en parámetros o criterios de tipo sustantivo, sino de tipo procedi- ¿puede la legislación entenderse como una actividad basada en la ética del
Jnental o formal. Desde este punto de vista García Amado especula con la discurso?. Recordemos que Alexy considera que la corrección de una deci-
posición que hubieran sostenido sobre la teoría de la legislación autores tan sión desde el punto de vista de la ética discursiva no depende de que pueda
alejados de la argumentación jurídica como Kelsen y Luhmann. El primero ser el resultado de una comunicación lingüística cualquiera, sino sólo de un
consideraría que, al margen de que la legislación democrática no pueda fun- discurso racional, y que ello implica el cumplimiento de un conjunto de
damentarse objetiva o racionalmente, una vez se decide como modelo de reglas, entre las que destaca la regla de que se aduzcan buenas razones en
organización política exige, sin embargo, garantizar ciertas libertades que favor de la corrección normativa946 • Partiendo de que sólo una decisión fun-
son presupuesto de la democracia así como de la pureza de los procedi- dada en buenas razones podría verse como una decisión correcta desde el
mientos, en especial los electorales. Y, del mismo modo, quizás Luhmann punto de vista de la racionalidad discursiva, cabría plantear si Alexy estaría
sostendría también que el subsistema político democrático, capaz de reducir de acuerdo en la afirmación de que el discurso discipline también la fase de
y encauzar la complejidad de la sociedad actual, tiene como presupuesto los legislación, al igual o en las mismas condiciones que regula la argumenta-
derechos humanos943 • ción en sede de interpretación y aplicación del Derecho.
De todas formas, tal teoría de la legislación maximalista (porque preten- Como sabemos, para el autor de la Teoría de la Argumentac-ión jurídica
de la racionalidad de las decisiones o contenidos de la legislación) pero pro- la racionalidad de la argumentación en sede de interpretación y aplicación
cedimental podría contar con un fundamento más sólido que el venir como
anillo al dedo a los sistemas jurídicos democráticos existentes. Es decir, una 944
lbíd., pp. 314-315.
teoría de la legislación normativa en sentido fuerte o en sentido estricto pero 945
"Tales doctrinas tienen un carácter eminentemente formal o procedimental. Establecen
de tipo procedimental podría desarrollarse no ya como una posible aplica- Jos modos en que el discurso (el discurso legislativo sería en nuestro caso) ha de articularse para
ción más de la ética discursiva, sino como una exigencia de la misma. En pretender racionalidad para sus resultados. Sus reglas de racionalidad práctica son fundamen-
palabras de García Amado: "si queremos un fundamento más profundo de talmente procesales y no prejuzgan ningún resultado como materialmente necesario, sino que
las reglas que han de presidir la actividad legislativa que se quiera racional, solamente incluyen ciertos resultados como incompatibles en buena lógica con la racional orga-
nización de tal proceso discursivo o como atentatorios contra las condiciones de posibilidad del
o, si nos preguntamos por qué debemos racionalmente asumir el sistema
mismo. Pensemos que condición de posibilidad del proceso discursivo mismo son para
democrático como base de cualquier legislación que se quiera racional en Habermas ciertos derechos básicos, como Jos que justifican ciertas libertades o Jos que garan-
sentido propiamente normativo, seguramente la doctrina más potente que tizan la condición de partícipe en el discurso, y estos clerechos no podrían ser eliminados en el
propio discurso si no es incurriendo en flagrante irracionalidad", J. A. García Amado, "Razón
práctica y teoría de la legislación", cit., pp. 315-316.
942 946
lbíd., p. 312. Vid. R. Alexy, "Postfacio: respuesta a algunos críticos", en Teoría de la argumentación
943
lbíd., pp. 312 y S. jurídica, cit., p. 292.

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GEMA MARCILLA CÓRDOBA RACIONALIDAD LEGISLATIVA

del Derecho no exije la racionalidad de la legislación, acaso con la excep- perdería operatividad para resolver conflictos si admitiera como jurídica-
ción de las leyes extremadamente injustas; lo cual no obsta, como es lógico, mente válidas todas las normas discursivamente posibles 949 . De ahí que sea
para que idealmente también la fase de legislación deba responder a la dis- preciso un segundo estadio o nivel, la legislación. Alexy da cuenta de la
ciplina del discurso práctico general. Por ello, quizás merezca la pena pro- legislación como un estadio de toma de decisiones sujeto a procedimientos
fundizar en cómo concibe Alexy la relación entre la legislación y el discur- democráticos y constreñido por los contenidos que, desde el punto de vista
so práctico general, a fin de obtener alguna pista sobre el papel de la argu- del discurso, sean imposibles o necesarios; es decir, un proceso de toma de
mentación racional en la fase de legislación 947 • decisiones dentro de los límites establecidos en el nivel constitucional 950 •
En líneas generales Alexy, siguiendo a Habermas, consideraría el Así, el estadio o fase legislativa se funda en la necesidad práctica de tomar
Derecho en su conjunto como un instrumento para hacer efectiva la morali- decisiones para dirimir conflictos sociales. En otras palabras, respecto del
dad, y desde esta perspectiva su diseño institucional no puede despreciar ni discurso moral, la legislación es precisa para poner fin a los "problemas de
la legitimidad entendida como conformidad con la ética discursiva, ni la conocimiento", es decir, a la cuestión de elegir entre normas discursivamen-
coactividad, precisa para garantizar la eficacia de las decisiones jurídicas. te posibles pero contradictorias, y a los "problemas de cumplimiento", esto
En consecuencia, los contenidos del Derecho deben fijarse en los límites de es, a la cuestión de convertir lo discursivamente correcto en efectivamente
lo discursivamente posible, pero sobre todo debe existir un procedimiento vinculante951 . Desde esta óptica, el discurso legislativo parece no ya un caso
institucionalizado que permita exigir el cumplimento del Derecho por los especial del discurso práctico general, sino quizás un momento dentro del
destinatarios de modo coactivo. De acuerdo con estas premisas, Alexy propio discurso moral o que sigue a éste, en el que por motivos prácticos se
sugiere la institucionalización del Derecho, estructurándolo en distintas gra- alcanza un resultado definitivo y obligatorio952 .
das o niveles 948 . En un primer nivel -que vendría a corresponderse con el
nivel constitucional- la institucionalización del Derecho consistiría en la 949 En palabras de R. Alexy: "la ética discursiva ... determina concretamente algo pero deja

determinación de los contenidos discursivamente imposibles, así como de mucho abierto. No todo lo que es discursivamente posible puede, al mismo tiempo, valer jurí-
los discursivamente obligatorios. Precisamente así justifica Alexy que los dicamente. Ello significaría que sería posible solucionar conflictos sociales sobre la base de
derechos fundamentales deban constreñir la acción jurídico-pública. Ahora reglas recíprocamente contradictorias". Precisamente por esta razón se plantea "la necesidad de
bien, el campo de lo discursivamente posible es muy amplio, y el Derecho procedimientos jurídicos que garanticen un resultado definitivo", R. Alexy, El concepto y la
validez del Derecho, cit., p. 156.
950 La legislación es un ámbito de decisión sobre el que "la ética discursiva no establece

947
A este respecto, señala García Figueroa que en "Idee und Strucktur eines vernünftigen ninguna regla substancial o concreta de actuación". No obstante, Alexy se plantea si se trata al
Rechtssystems", Alexy enuncia tres anclajes del discurso práctico general en el procedimiento menos de una fase regida por reglas procedimentales y estima que sí, dado que "algunas reglas
de creación del derecho: primero, el procedimiento de creación del Derecho puede ser objeto procedimentales resultan ya de los derechos humanos fundamentables a través de la ética dis-
del discurso; segundo, la actividad que rodea esta creación jurídica tiene de hecho una estruc- cursiva. Entre ellos se encuentra el derecho a participar en el proceso de formación de la volun-
tura discursiva; y tercero, los derechos fundamentales son el punto de encuentro entre el dis- tad política. El proceso de creación del Derecho tiene que ser democrático. Además, el princi-
curso práctico general y la creación del derecho. "El argumento de los derechos fundamentales pio de mayoría no debe valer ilimitadamente. Tienen que haber disposiciones institucionales
-escribe García Figueroa- reviste un particular interés porque supone que la positivización del que aseguren que las decisiones de la mayoría no lesionen los derechos humanos discursiva-
derecho racional moderno en las Constituciones vigentes representa un argumento a favor de la mente necesarios", R. Alexy, El concepto y la validez del Derecho, cit., p. 156.
951
tesis no positivista de la vinculación de derecho y moral", A. García Figueroa, Principios y En efecto, Alexy destaca la necesidad de implantar "un procedimiento institucionaliza-
positivismo jurídico, cit., pp. 356-357. En cualquier caso, a pesar de tales claves, "no queda del do para la producción de normas jurídicas. Estas razones no suponen simplemente una racio-
todo claro ... cómo se produce la integridad de las exigencias del discurso práctico general y las nalidad según fines, en cuanto que exigen procedimientos de producción del Derecho que rea-
del discurso jurídico, esto es, cómo se articula moral y derecho en la argumentación jurídica y, licen en la mayor medida posible el ideal de la racionalidad discursiva. Un ejemplo de seme-
más concretamente, cómo se armonizan los procedimientos que confluyen, según un modelo de jante procedimiento lo es el proceso de la legislación del Estado democrático constitucional",
cuatro gradas (Vier-Stufen-Modell), en el razonamiento jurídico (el discurso práctico, el discur- Teoría de la argumentación jurídica, cit., pp. 314-315.
952
so jurídico y los dos institucionalizados: legislación y reglas procesales)", ibíd, p. 362. A partir de la distinción de K. Günther entre discursos normativos de fundamentación y
948
"Especial importancia tiene el hecho de que la pretensión de corrección no sea abando- de aplicación podría plantearse la cuestión de si la legislación constituye un caso especial de
nada con la transferencia de la decisión a procedimientos jurídicos. De aquí se sigue la necesi- los discursos morales de fundamentación o de aplicación. Recordemos que, según Günther, los
dad de institucionalizar la fundamentación y la crítica en los procedimientos jurídicos", R. discursos de fundamentación versan sobre la justificación de las normas que pueden conside-
Alexy, El concepto y la validez del Derecho, cit., p. 157. rarse válidas en abstracto, aunque puedan colisionar en una circunstancia concreta. Los discur-

326 327
RACIONALIDAD LEGISLATIVA

El legislador goza de un amplio margen para su decisión; tan amplio ción pueda verse como el medio más adecuado para garantizar la eficacia o
como lo permitan las reglas procedimentales y los límites sustantivos cons- . vigencia de la ética discursiva en la sociedad: es imposible que el legislador
titucionales. De ese modo, la legislación, además de ser funcional para resol- prevea y tome en consideración las circunstancias particulares de los casos
ver conflictos sociales, puede "asegurar espacios para diferentes formas de concretos a los que se aplicarán las leyes. Soluciones legislativas constitu-
vida y concepciones de la vida buena; el proceso democrático -continúa cionalmente admisibles en abstracto pueden resultar constitucionalmente
Alexy- crea la posibilidad de un equilibrio en el que pueden hacerse oir múl- inadmisibles en su aplicación a los casos concretos. Este problema se pone de
tiples voces" 953 . Adviértase que cuando Al exy trata de la legislación o pro- relieve en la distinción entre los discursos de fundamentación y los discursos
ducción de normas generales ofrece un argumento diferente al esgrimido de aplicación. En otras palabras, para Alexy la legislación no sería ni un dis-
para justificar la necesidad del Derecho en general. Mientras la necesidad de curso de fundamentación ni un discurso de aplicación, sino más bien una fase
contar con un sistema jurídico se justifica en general en el problema de la de decisión, en la que, dentro de los límites de lo discursivamente posible,
"imposición" de las normas para el actuar correcto que indica el discurso95 4, resultan admisibles muy diversas opciones valorativas. La legislación sería,
en definitiva, en la necesidad de hacer efectiva la racionalidad práctica gene- en suma, una fase necesaria pero insuficiente e imperfecta desde el punto de
ral o moral, la institucionalización de procedimientos jurídicos de decisión, y vista de la racionalidad práctica; desde el punto de vista del fin básico del
en particular de la legislación, se justificaría no tanto en esa exigencia de Derecho de realizar o garantizar la vigencia de la ética discursiva.
hacer efectiva la racionalidad práctica cuanto en la necesidad de contar con Precisamente por las insuficiencias de la fase legislativa, el Derecho necesita
la seguridad jurídica que proporciona un procedimiento en el que se alcan- la institucionalización de una tercera grada o nivel: el discurso de interpreta-
zan, dentro del margen de la ética discursiva, resultados definitivos para diri- ción y aplicación del Derecho. En este nivel el Derecho cumpliría plenamen-
mir conflictos sociales a nivel general, teniendo en cuenta, además, que tales te su papel de garantizar la eficacia de la ética discursiva: la jurisdicción tiene
conflictos tienen lugar en una sociedad política e ideológicamente plural. competencia para imponer la legislación (admisible desde el punto de vista
Tal como Alexy da cuenta del estadio de legislación, no parece que las discursivo/moral), pero también tiene competencia para tomar en considera-
reglas de la racionalidad discursiva desempeñen un papel decisivo, o, al ción las peculiaridades de los casos concretos y, de ese modo, evitar decisio-
menos, tan decisivo como el que ostentan en el tercer estadio, es decir, en la nes particulares intolerables desde el punto de vista de la ética discursiva.
fase de interpretación y aplicación del Derecho. En efecto, en primer lugar, En otros términos, si para Alexy no reviste una importancia tan crucial
Alexy parece dar por supuesto que en alguna medida los sistemas jurídicos la instauración de reglas de argumentación en sede legislativa quizás sea
democráticos -a los que circunscribe sus reflexiones de teoría de la argu- porque el sentido primordial de la legislación no es realizar la ética discur-
mentación jurídica- incorporan de hecho a través de la Constitución las exi- siva, sino poner fin a conflictos en una sociedad plural, sin perjuicio de que
gencias de la ética discursiva (por ejemplo, el reconocimiento de los dere- tales decisiones legislativas puedan ser posteriormente revisadas por lajuris-
chos fundamentales) aunque, como es lógico, no cabe descartar que las leyes dicción955: la argumentación jurídica que debe desarrollarse en sede juris-
puedan de hecho transgredir los procedimientos y contenidos constitucio- diccional sería la pieza de cierre de la racionalidad discursiva a través del
nalmente establecidos. Y, en segundo lugar y sobre todo, la observancia de Derecho que postula R. Alexy en su teoría de la justicia y también del
los procedimientos democráticos y el respeto de ciertos límites materiales no Derecho. Creo que así lo confirman las siguientes palabras de D. A.
significa que las leyes sean moralmente correctas, sino simplemente moral Richards que resalta García Figueroa: la teoría de la argumentación de
o discursivamente posibles. Precisamente por ello, no parece que la legisla- Alexy se muestra "decididamente antipositivista" pues en ella el razona-
miento jurídico "desempeña un papel central para establecer el sentido más
razonable de tales materiales, muestre o no tal razonamiento gozar del
sos de aplicación tratan de la ponderación de las diversas normas válidas en conflicto, a fin de pedigrí de alguna disposición o regla de autoridad dada positivamente" 956 .
seleccionar la más adecuada a una concreta situación, K. Günther, "Un concepto normativo de
coherencia para una teoría de la argumentación jurídica", trad. de J. C. Velasco Arroyo, Doxa
955
17-18 (1995), pp. 274-302. Desde esta perspectiva se comprende que Alexy diga que "la teoría del discurso mues-
953 R. Alexy, El concepto y la validez del Derecho, cit., p. 157. tra cómo puede ser realidad la razón práctica sin dejar de respetar diferentes formas de vida y
954 Ibíd., pp. 150 y S. concepciones de la vida buena", R. Alexy, El concepto y la validez del Derecho, cit., p. 157.
956
A. García Figueroa, Principios y positivismo jurídico, cit., p. 363

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LEGISLATIVA
GEMA MARCILLA CÓRDOBA

operar como premisa de la razón legislativa al modo en que la ley opera


En definitiva, posiblemente la legislación sea un ámbito de toma de deci-
como premisa de la argumentación jurídica, pero no cabe duda de que la pre-
siones más adecuado incluso que la jurisdicción para poner a prueba las
sencia de un documento constitucional genera vínculos formales y sustanti-
normas de la ética discursiva, en el sentido de que el procedimiento
vos para la acción legislativa que definen el ámbito de lo racionalmente
democrático institucionalizado parece evocar las condiciones de diálogo y
participación requeridos por esa ética del discurso. Sin embargo, a la hora de posible, en el sentido de legítima o constitucionalmente decidible.
tratar de aplicar dichas pautas, tampoco puede perderse de vista que el pro- Con todo, como ya fue comentado, el constitucionalismo admite distin-
cedimiento legislativo no se orienta principalmente a la búsqueda de solu- tas modalidades que tienen que ver con la densidad de su contenido nor-
ciones correctas para concretos problemas de moralidad, sino a la toma de mativo, con su rigidez o aptitud para la reforma y con su garantía frente a
decisiones que vengan a resolver problemas con carácter general y, sobre las decisiones o normas que infrinjan el texto. Conviene recordar ahora la
distinción entre dos tipos ideales de Constitución: la Constitución "cerra-
todo, a garantizar la posibilidad de optar entre diferentes alternativas políti-
da", que en hipótesis sería aquella que predetermina por completo el conte-
cas. Desde este punto de vista, la legislación no requiere un modelo de racio-
nido de la legislación; y la constitución "abierta", o más o menos abierta,
nalidad que conduzca a la "única respuesta correcta", sino un modelo que
que sirve también de límite al legislador, pero que en definitiva constituye
permita ofrecer "alguna respuesta" de carácter general, definitiva y jurídica-
un marco en el que caben múltiples opciones. El primer modelo parece
mente vinculante; respuesta que desde luego respete ciertos límites procedí-
mentales y sustantivos, pero cuya garantía corresponde en último término a lógicamente incompatible con un sistema democrático y con el propio
la jurisdicción mediante la argumentación racional. carácter pluralista de las sociedades actuales, ya que haría de la ley una
mera ejecución de la Constitución, con la consecuencia de "la degradación
de la legislación ... al situarla bajo las categorías del Derecho administrati-
vo"957. Sin embargo, creo que el segundo modelo admite aún dos versiones:
la Constitución que es abierta por mostrarse casi exclusivamente procedi-
3. Racionalidad legislativa y Estado Constitucional
mental, y este sería, por ejemplo, el modelo de Kelsen; y aquella otra que
La contemplación de la racionalidad legislativa desde la perspectiva de es abierta pero no porque rehuse incorporar contenidos sustantivos, sino
la teoría de la argumentación jurídica puede resultar especialmente fecunda porque éstos pretenden expresar un pluralismo de principios y valores. Este
en el Estado constitucional, y ello porque dicha teoría puede suministrar un último podría ser el modelo asumido por Zagrebelsky cuando escribe que
modelo de razonamiento adecuado para la producción de leyes racionales a "el derecho constitucional es un conjunto de materiales en construcción,
la luz de la Constitución; leyes que no se conciben como mera expresión de pero el edificio concreto no es obra de la Constitución en cuanto tal, sino
la desnuda voluntad del poder, sino como el producto de una actividad suje- de una política constitucional que versa sobre las posibles combinaciones
ta a reglas procedimentales y sustantivas. de esos materiales". "Las sociedades pluralistas actuales -es decir, las
sociedades marcadas por la presencia de una diversidad de grupos sociales
con intereses, ideologías y proyectos diferentes, pero sin que ninguno tenga
3.1. Dos concepciones de Constitución "abierta" fuerza suficiente para hacerse exclusivo o dominante y, por tanto, estable-
cer la base material de la soberanía estatal en el sentido del pasado-, esto
El constitucionalismo fue citado como una de las circunstancias deter-
es, las sociedades dotadas en su conjunto de un cierto grado de relativismo,
minantes de la crisis de la ley, al menos de una de sus cuaiidades más cele-
asignan a la Constitución no la tarea de establecer directamente un proyec-
bradas, como es la supremacía: que exista una Constitución normativa supo-
to determinado de vida en común, sino la de realizar las condiciones de
ne, en efecto, que al menos existen algunas decisiones en las que la ley no
posibilidad de la misma"95S.
tiene la última palabra. Sin embargo, al propio tiempo, acabamos de ver que
el modelo de Estado constitucional proporciona un marco singular a las exi-
gencias de racionalidad legislativa por cuanto expresa la esfera de lo discur-
sivamente posible, la esfera en la que ha de moverse el discurso legislativo. 957 E. Forsthoff, El Estado en la sociedad industrial, cit., pp. 240 y s.
958 G. Zabrebelsky, El derecho dúctil, cit., p. 13.
Conviene reiterar que en un sistema democrático la Constitución no puede

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Ciertamente, la realidad del constitucionalismo actual parece responder parencia de sus resultados: posibilidad y apertura del debate democrático,
a un modelo mixto de Constitución abierta, ni puramente procedimental, ni acceso igualitario a las formas de participación, publicidad de las razones
puramente sustantivo959 • Al ser en parte procedimental la Constitución se esgrimidas, idoneidad de la ley como instrumento de comunicación de esa
ocupa del modo de formación de la voluntad democrática expresada en la voluntad democrática y eficacia de la misma en orden a conformar la reali-
ley; pero al ser en parte sustantiva no puede descuidar tampoco por comple- dad social, consistencia sistemática, etc. En línea de principio, ahí deberían
to su contenido prescriptivo. De esta doble cualidad cabe derivar dos orien- finalizar las competencias de una ciencia legislativa constitucional, que de
taciones distintas de la racionalidad legislativa: una primera centrada lógi- este modo vendría a coincidir, al menos en lo fundamental, con un proyecto
camente en el examen del proceso de producción de la ley y, normativa- de corte minimalista. Más allá, en la esfera confiada a la libertad política del
mente, en la propuesta de técnicas idóneas para mejorar el mismo; y una legislador, se abriría un nuevo capítulo de la racionalidad, pero esta vez no
segunda que atiende también a los contenidos, es decir, que incluye entre las ya constitucional, sino situado resueltamente en el ámbito de la ética o de la
exigencias de racionalidad legislativa el ajuste o la fidelidad de la ley al política jurídica.
marco sustantivo diseñado por la Constitución. Ahora bien, en la medida en que la Constitución no sea puramente pro-
En el primer caso, la ciencia de la legislación del Estado Constitucional cedimental, sino que incluya también un más o menos denso contenido nor-
podría basarse en un modelo como el del legislador operativamente racional mativo, parece que la racionalidad legislativa ha de dar entrada también a
que dibuja García Amado. Tal ciencia de la legislación basada en la idea de nuevos criterios que permitan comprobar la efectiva compatibilidad entre las
acuerdo o consenso alcanzado a través del seguimiento de ciertas reglas dis- exigencias sustantivas de la Constitución y las decisiones legislativas. Esta
cursivas tendría un carácter normativo pero procedimental, y se ocuparía, en concepción de la Constitución como norma abierta pero no compatible con
primer lugar, de las condiciones que ha de reunir el legislador, tales como cualquier manifestación de la voluntad del legislador, es decir, como norma
la transparencia de sus propósitos y de la manera de acceder al poder, la fia- de la que se derivan criterios de legislación racional vinculantes o exigibles
bilidad y la representatividad, etc., condiciones éstas que podrían regularse al legislador, implica reconocer que en el Estado constitucional de Derecho
a través de la legislación electoral. En segundo lugar, las condiciones del la Constitución no es simplemente la fuente de las fuentes o la norma sobre
ejercicio de la legislación en cuanto actividad legislativa, como disponer de la producción de normas, sino una verdadera norma jurídica que tanto el
conocimientos y asesoramiento suficientes, garantizar la publicidad de los legislador como los jueces y tribunales deben tomar siempre en considera-
debates y la adecuada organización de la discusión; dichas condiciones ción para decidir. La jurisdicción sigue vinculada a la ley, por ser el princi-
podrían establecerse a través de los reglamentos parlamentarios. Y en tercer pal medio de expresión del principio democrático, pero dicha vinculación no
lugar, las condiciones de la ley como producto o resultado de la actividad es incondicional, sino que depende de que la ley no infrinja los contenidos
legislativa. Aquí cobran importancia las técnicas legislativas sobre el len- de la Constitución. Esta es la peculiaridad del Derecho del Estado
guaje legislativo, la sistematicidad del ordenamiento, la viabilidad práctica Constitucional. En consecuencia, el juicio sobre la justicia o legitimidad de
o el grado de efectividad de la ley960 . la ley que en el legalismo sólo podía ser hecho desde la filosofía política o
En cierto modo, este modelo de ciencia de la legislación se correspon- moral, y como una crítica externa al Derecho positivo, se convierte en el
dería con la institucionalización de una justicia constitucional como la pro- Estado constitucional en una fase jurídica obligada de enjuiciamiento o revi-
puesta por Ely, Habermas y el propio Kelsen, que ya tuvimos oportunidad sión de la misma a la luz de la Constitución. En palabras de L. Prieto, "lo
de comentar. La mejora de la racionalidad legislativa debería así encaminar- que en origen aparecía como uria exigencia ética o suprapositiva quiere inte-
se a la depuración de las condiciones de producción normativa y a la trans- grarse hoy resueltamente en el Derecho positivo a través de la Constitución,
convirtiendo el juicio externo sobre la justicia o legitimidad de la norma ...
en un juici~ interno sobre su validez" 961 . Una consecuencia más de esa emi-
959
En este mismo sentido se expresa Alexy para la ley Fundamental alemana, de modo que
hay acciones prohibidas para el legislador, obligadas o debidas, y acciones discrecionales,
"Epílogo a la Teoría de los derechos fundamentales", trad. de C. Bernal Pulido, Revista
961
Espaíiola de Derecho Constitucional, núm. 66 (2002), p. 12 y s. L. Prieto, "La limitación constitucional del legislador penal", en Justicia constitucional
960
J. A. García Amado, "Razón práctica y teoría de la legislación", cit., pp. 316-317. y dereclzos fundamentales, Madrid, Trotta, 2003, p. 297.

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gración de la moral pública de la modernidad al interior del derecho positi- tuvimos oportunidad de ver, el juicio de ponderación nos suministran las
vo de la que nos habla Habermas. herramientas para confirmar o excluir la racionalidad de algunas leyes, ello
A partir de aquí parece que un proyecto de ciencia legislativa constitu- ha de valer tanto en la esfera de un eventual recurso abstracto ante el
cional habría de adoptar un perfil diferente, pues su competencia no sólo Tribunal Constitucional, como en el ámbito de la legislación. En conse-
comprendería el modo de producción normativa, así como su propio resul- cuencia, normativamente cabe decir que el parlamento habría de verificar
tado formal expresado en un enunciado lingüístico, sino que se extendería "por adelantado" el mismo juicio de constitucionalidad que más tarde acaso
también, al menos hasta cierto punto, al contenido mismo de la voluntad habrían de realizar los jueces. Si bien recordando que la ponderación cons-
legislativa. En suma, una ley racional es aquella que no puede ser tachada titucional puede tomar dos orientaciones diferentes: una primera relaciona-
como inconstitucional por violación de los derechos fundamentales o de da con la propia validez constitucional de la ley en cuanto norma abstracta;
otras cláusulas materiales de la norma suprema. Pero no se trata sólo de esto. y otra distinta dirigida a valorar su adecuación para disciplinar casos con-
En el marco de constituciones principialistas o rematerializadas, la raciona- cretos a la luz de la concurrencia de otros principios constitucionales, prin-
lidad legislativa, además de reclamar leyes válidas, ha de asumir un nuevo cipios que, como también sabemos, pueden a veces conducir a una desapli-
desafío porque esas leyes válidas están llamadas a entablar un "diálogo apli- cación circunstancial de la ley. Pero, sea como fuere, la primera carga que la
cativo" con el conjunto de los operadores jurídicos, pero en especial con el exigencia de calidad de la ley impone es garantizar su validez y su aptitud
juez. Éste, en efecto, ha de tomar en consideración conjuntamente tanto a la para regular efectivamente aquellos casos o supuestos que pretenden consti-
ley como a los principios constitucionales e interpretar aquélla a la luz de tuir su objeto de regulación. Y para ello, la racionalidad que le es exigible al
estos últimos, de manera que la preocupación por la racionalidad de la ley legislador no puede ser otra que la racionalidad que proporciona con carác-
no cesa con la comprobación de su constitucionalidad, sino que se prolonga ter general una teoría de la argumentación jurídica.
en un examen de su idoneidad en la esfera aplicativa. En la medida en que En otras palabras, tomarse en serio la normatividad de la Constitución
el ámbito de aplicación de la ley y su propio alcance normativo pueden ser implica reconocer que la legislación se encuentra en alguna medida vincula-
reformulados a la luz de los principios constitucionales en sede de aplicación da a la primera y que, por tanto, el contenido de la ley no puede depender
judicial, ello representa un argumento suplementario en favor de la apertura exclusivamente de la libérrima voluntad del legislador. Una teoría de la
o extensión de la racionalidad legislativa. En otras palabras, un proyecto de legislación del Estado constitucional habría de ocuparse de los criterios que
racionalidad de la ley no sólo ha de cuidar de su validez constitucional, sino permiten justificar cuándo una ley se mantiene dentro de los límites consti-
de su operatividad en el marco de la ponderación. tucionales o, por el contrario, los infringe, y tales criterios podrían obtener-
se de la teoría de la argumentación. Esta última desempeñaría entonces una
función normativa, en el sentido de que ciertas dosis de racionalidad resul-
3.2. Juicio de ponderación y criterios de racionalidad legislativa tan indispensables para la validez de la ley.
Parece, pues, que en el marco del Estado constitucional, y sobre todo del Sin embargo, como es evidente, incluso en el marco de una Constitución
Estado constitucional rematerializado del que nacen límites formales y sus- dotada de un denso contenido material y de una poderosa garantía judicial, el
tantivos para el legislador, la primera condición de calidad de la ley es pre- legislador conserva un importante margen de apreciación o discrecionalidad.
cisamente su validez, su aptitud para integrarse coherentemente dentro del Si no fuera así, la legislación sólo podría concebirse como una repetición o
sistema962 . Ahora bien, desde esta perspectiva las exigencias de racionalidad especificación de un texto constitucional que contendría ya in nuce todo el
de la ley no pueden ser diferentes en sede de producción normativa y de apli- Derecho; la conocida imagen de "huevo jurídico" del que todo deriva963 . Esto
cación o enjuiciamiento: si la teoría de la argumentación y, en especial como es algo reconocido también por quienes, a partir de un amplísimo recurso a
la ponderación, pudieran correr el riesgo de asfixiar toda libertad política al

962
Ciertamente, recordando cuanto se dijo a propósito de la "especialidad" del discurso
963
jurídico, damos por hecho que la Constitución consagra los presupuestos de una legislación Recordemos que la imagen de la Constitución como huevo del que todo puede derivar-
racional o moral. Desde luego puede no ocurrir así, pero en todo caso cualquier intento de res- se, desde el Código Penal a la ley de fabricación de termómetros, pertenece a E. Forsthoff, El
puesta nos arrastra al ámbito de la teoría de la justicia. Estado en la sociedad industrial, cit., p. 242.

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legislador democrático. Por ejemplo, esta es la preocupación central que fica "que pueden ser cumplidos en diferente grado y que la medida debida
recorr-e todo el Epílogo de Alexy a su Teoría de los derechos fundamentales: de su cumplimiento no sólo depende de las posibilidades reales sino también
el legislador dispone tanto de un margen de acción estructural, relativo a todo de las jurídicas"966 ; en el juicio de ponderación tales posibilidades reales vie-
aquello que la Constitución ni prohíbe ni impone, como de un margen de nen dadas por los primeros pasos o elementos de la argumentación, esto es,
acción epistémico, derivado de las dificultades para reconocer qué es lo que por los juicios de idoneidad y necesidad; mientras que las posibilidades jurí-
la Constitución prohíbe o impone964 . No procede aquí interr-ogarse sobre la dicas han de verse a la luz de la presencia de otras razones justificatorias de
amplitud de esos márgenes, sino constatar que existen y que respecto de ellos sentido contrario, por ejemplo de otros principios o derechos, y es aquí
la racionalidad o la teoría de la argumentación desempeñan una función dis- donde entra en juego la llamada ley de la ponderación o principio de pro-
tinta, que pudiéramos llamar crítica. Del mismo modo que una vez que se porcionalidad en sentido estricto 967 .
abre la discrecionalidad en la interpretación y aplicación del Derecho una Como ya se indicó, la idoneidad de una norma o de la actuación de algún
buena justificación o argumentación "cualifica" y no "califica" la decisión poder público supone su aptitud para alcanzar el fin propuesto, la consisten-
judicial965 , en el ámbito de la discrecionalidad legislativa la justificación o cia o adecuación entre los objetivos perseguidos y las medidas dispuestas
argumentación "cualifica" la decisión legislativa y cumple por tanto una fun- para ello. La necesidad, por su parte, alude al carácter indispensable de la
ción crítica: permite medir la mayor o menor racionalidad de la ley. norma o medida, en el sentido de poder acreditar la inexistencia de un géne-
No existen, por consiguiente, dos teorías de la racionalidad de la ley, una ro de intervención igualmente idóneo pero menos gravoso o lesivo desde la
que gobernaría su adecuación a lo constitucionalmente necesario, y otra perspectiva de algún otro principio constitucional en presencia. Pues bien,
segunda que entraría en juego sólo a partir de la esfera de lo posible o cons- adviértase que en ambos casos aparece implicado un juicio a propósito de la
titucionalmente decidible donde impera la discrecionalidad. Creo que es más eficacia de la norma, de la ley en nuestro caso: el precepto que no es idóneo
conecto concebir una sola teoría de la racionalidad legislativa en la que es o adecuado para realizar su fin, presenta un déficit de eficacia; y el que no
posible distinguir, siquiera idealmente, dos funciones diferentes, normativa es necesario lesiona asimismo una segunda dimensión de la eficacia, por
y crítica: las reglas de la argumentación desempeñan una función normativa cuanto comporta un sacrificio ineficaz o gratuito de algún fin constitucional
por cuanto en ellas puede descansar una declaración de inconstitucionalidad, valioso. Con lo cual un elemento que forma parte de la calidad de las leyes
"calificando" a la ley como norma integrante del sistema; pero pueden (la eficacia o efectividad) encarna al mismo tiempo una condición de racio-
desempeñar también una función crítica que "cualifica" a la ley como norma nalidad; condición preceptiva o calificante durante un cierto tramo de la
racional más allá incluso de lo que exige su adecuación constitucional. argumentación, y crítica o cualificante en el resto.
Dicho de otro modo, cabe hablar de una única racionalidad legislativa a par- En efecto, desde el punto de vista instrumental, la calidad de una ley con-
tir de la teoría de la argumentación, racionalidad que durante algunos tramos siste en su idoneidad o aptitud para alcanzar los fines u objetivos que el
es preceptiva o condicionante de la validez, pero que deja asimismo márge- legislador declara y tiene como presupuesto la propia factibilidad de los
nes de acción donde las exigencias que de ella derivan "cualifican" a la ley fines elegidos, dado que no parece muy acorde con el sentido de la institu-
como una buena ley. ción legislativa que el legislador se limite a declarar los fines que desee sin
Ensayar aquí una reconstrucción, incluso superficial, de la teoría de la antes verificar tanto su factibilidad o posibilidad real de alcanzarlos a través
racionalidad de la ley entendida como expresión de la argumentación racio- de ciertos medios, como las eventuales consecuencias o resultados negativos
nal excede desde luego de las posibilidades de este trabajo. Con todo, sí creo que podrían derivarse desde la perspectiva de otros fines valiosos. Este es un
conveniente mostrar cómo sus reglas pueden extenderse a lo largo de esas
dos funciones, normativa y crítica, que acabamos de comentar. Así, la carac- 966
R. Alexy, Teoría de los derechosftmdamentales, cit., p. 86. No entramos aquí en la polé-
terización alexyana de los principios como mandatos de optimización signi- mica acerca de si todos los principios son mandatos de optimización o si sólo merecen ese tra-
tamiento las directrices. Vid. M. Atienza y J. Ruiz Manero, Las piezas del Derecho, cit., p. 11.
Vid. también J. J. Mm·eso, "El encaje de las piezas del Derecho" (primera parte), Jsonomía, 14
964R. Alexy, "Epílogo a la Teoría de los derechosftmdamentales", cit., pp. 21 y ss. (2001), p. 252.
965Pues, como dice Alexy, "la razón práctica no es de aquellas cosas que pueden ser reali- 967
R. Alexy, Teoría de los derechos ftmdamentales, cit., pp. 90 y ss. Vid. G. P. Lopera,
zadas sólo perfectamente o en absoluto", El concepto y la validez del Derecho, cit., p. 176. "Principio de proporcionalidad y ley penal", cit., cap. V.

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aspecto que resulta especialmente subrayado por Calsamiglia. A su juicio, el niego la importancia de la declaración, pero una vez alcanzada es necesario ir
legislador no ha de pretender por encima de todo la excelencia moral de la más allá y construir modelos justificatoiios de las piioridades. Si se acepta este
legislación, cuanto más bien su efectiva aptitud o idoneidad para solventar argumento entonces parece ... que la racionalidad económica y la racionalidad
problemas sociales968 . Por ello, legislar racionalmente requiere que a la vista ética no se pueden dar por separado, sino que se deben dar conjuntamente y
de las circunstancias económicas (recursos disponibles) y sociales (motiva- que por tanto la compartimentación de la racionalidad no es posible ... Una
ción de los ciudadanos para el cumplimiento de las normas) se establezcan nueva ley exige la asignación de recursos y éstos son siempre escasos. Los
medios adecuados para lograr los fines decididos. Tal juicio de idoneidad y juristas cuando piivilegiamos la racionalidad ética estamos comparando el
factibilidad incluye asimismo la consideración de las eventuales consecuen- contenido de una ley con un ideal ético pero en el mundo real se debe prioii-
cias negativas, es decir, resulta fundamental no sólo que sea razonable espe- zar entre diversos contenidos éticos posibles" 971 . En definitiva, para
rar que la ley alcance los resultados previstos, sino también que no produz- Calsamiglia el legislador no debe razonar sólo sobre la legitimidad de los fines
ca consecuencias pe1judiciales o que no altere estados de cosas deseables. perseguidos, sino sobre la factibilidad de la ley a la vista de las circunstancias
El ciiterio de la factibilidad trae a un piimer plano la preocupación por la económicas y sociales o, con una terminología propia del juicio de pondera-
eficiencia969 y, en esa medida, supone una apertura al análisis económico del ción, sobre la idoneidad y necesidad de la ley. Si, como sostiene L. Hierro, jus-
Derecho o, si se prefiere, "el arsenal conceptual de los economistas puede ser ticia y eficiencia no son ámbitos independientes 972 , bien puede afirmarse que
utilizado para conseguir un derecho bien hecho desde la perspectiva de la efi- la idoneidad y necesidad de la ley (su eficiencia) representan a un tiempo un
ciencia"970. Pero que la legislación ha de ser factible puede verse también requisito de calidad en el plano fáctico y de racionalidad desde la perspectiva
como un elemento de racionalidad sustantiva o axiológica. Así se desprende de la argumentación jurídica; o, por mantener la terminología de Alexy,
del siguiente fragmento del propio Calsamiglia, cuya reproducción extensa enmarcan la esfera de las posibilidades fácticas del juicio de ponderación.
creo que está justificada: "dibujar una sociedad justa no es otra cosa que asig- El juicio sobre las posibilidades fácticas que está presente en las exigen-
nar recursos escasos para conseguir unos fines y prioiizar entre ellos ... No cias de idoneidad y necesidad remite, pues, a una valoración de la racionali-
dad legislativa, de la calidad de las leyes, en la que hasta cierto punto resul-
ta artificioso o, cuando menos, muy difícil trazar una nítida frontera entre lo
968
"La tarea legislativa -escribe Calsamiglia- no es una mera cuestión de voluntad y de que es un requisito de validez impuesto por el modelo constitucional y lo
excelencia ética. Un buen legislador no es el que proclama fines excelentes, sino el que los con-
que es una recomendación crítica situada exclusivamente en el nivel de la
sigue", "¿Debe ser la moral el único criterio para legislar?", cit., p. 162.
969
La eficiencia suele ser definida como la capacidad de maximizar la riqueza, si bien
factibilidad. Una teoría de la racionalidad legislativa postula, por ejemplo, la
entendida no como la simple suma de bienes o recursos, sino incluyendo también las prácticas, adopción de la ley más idónea o adecuada para la consecución del fin pro-
normas e instituciones, es decir, "la estructura social de producción y distribución" de esos bie- puesto, pero esa misma teoría integrada en el juicio de ponderación consti-
nes o recursos, L. Hierro, "Eficiencia y Justicia", en Justicia, igualdad y eficiencia, Madrid, tucional no exige tanto: "el subprincipio de idoneidad tiene más bien el sta-
Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2001, p. 65. Con todo, el término "eficiencia" tus de un criterio negativo, mediante el cual se puede detectar qué medios no
no presenta un significado siempre uniforme y, por ejemplo en el ámbito del Derecho privado
de contratos, se predica de aquellas transacciones en las que una parte experimenta un benefi-
son idóneos. Un criterio negativo de esta naturaleza no lo fija todo, sino que
cio económico sin que la otra experimente un perjuicio (eficiencia en sentido paretiano), J. C. únicamente excluye algo" 973 . Del mismo modo, el juicio de necesidad reco-
Bayón, "Eficacia e inalienabilidad", Doxa, 15-16 (1994), pp. 971 y ss.
970
A. Calsamiglia, "Justicia, eficiencia y optimización de la legislación", cit., p. 68. El autor
971
aborda la racionalidad de las decisiones políticas desde la perspectiva del análisis económico del A. Calsamiglia, "¿Debe ser la moral el único criterio para legislar?", cit., pp. 176-177.
972
~erecho en el conjunto de ensayos que componen el libro Racionalidad y eficiencia del Derecho, L. Hierro, "Eficiencia y Justicia", cit., p. 102. Atienza vendría a sostener una idea seme-
Cit., postulando un modelo de legislación que se base en el equilibrio entre el "eficientismo" y jante a la de Hierro a propósito del papel de la eficiencia en la legislación. Aquélla es definida
garantismo, entre el logro de objetivos sociales al menor coste y la garantía de los derechos: "la como un sexto nivel de racionalidad que recorre transversalmente los otros cinco (lingüística,
decisión del legislador no estará únicamente determinada por la bondad ética de un principio, sino lógico-formal, etc.), y en virtud de la cual es posible evaluar si existe un equilibrio en la con-
también por su realizabilidad, su cumplimiento, su coste y su observancia generalizada. A veces secución de los objetivos que presiden los diferentes estratos de la racionalidad de la ley, o sea,
una ley con objetivos menos ambiciosos llega a resultados superiores porque los ciudadanos se si la ley loga los objetivos fijados en cada uno de los demás niveles de racionalidad a un coste
sienten incentivados a su cumplimiento y porque la sociedad es capaz de sufragar el coste que satisfactorio, M. Atienza, "Argumentación y legislación", cit., p. 105.
973
supone. Creo que no es necesario insistir en los casos muy frecuentes de leyes que proclaman R. Al ex y, "Epílogo a la Teoría de los derechos fundamentales", cit., p. 28.
objetivos sin establecer los medios presupuestarios para alcanzarlos", ibíd., p. 67.

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mendaría la adopción del medio más benigno o menos lesivo para algún el enjuciamiento externo de las leyes desde la óptica de su racionalidad. Sin
principio en pugna, pero en el marco de la ponderación la exigencia de racio- embargo, el juicio de ponderación no es sólo ni principalmente una herra-
nalidad se atenúa: si el legislador quiere perseguir su fin "puede adoptar el mienta útil en el control abstracto, sino que despliega toda su virtualidad en la
medio más benigno, un medio igualmente benigno o un medio un poco más esfera de la aplicación práctica de leyes ya válidas y constitucionales. Como
benigno. No se trata de una optimización hacia un determinado punto máxi- se avanzó, ese carácter de la ponderación, y en definitiva, del constituciona-
mo, sino simplemente de la prohibición de sacrificios innecesarios" 974 . lismo de principios plantea nuevos desafíos a la ciencia de la legislación, que
Algo semejante cabe decir del principio de proporcionalidad en sentido ha de preocuparse por la suerte de la operatividad de las leyes incluso una vez
estricto que preside el juicio de optimización desde la perspectiva de las que éstas han superado el umbral de la validez. No se trata ahora de su opera-
posibilidades jurídicas. Frente a su entendimiento como recurso irracional tividad social, en el sentido de la eficacia instrumental para conseguir los fines
que autoriza cualquier solución o, al revés, como una garantía de unidad de propuestos de conformación de las relaciones sociales, sino de la operatividad
respuesta correcta que cercenaría toda libertad política al legislador975 , es jurídica a la hora de constituir el parámetro o la premisa mayor para la resolu-
posible concebirlo como un procedimiento racional que, sin embargo, per- ción de los casos comprendidos en el ámbito de aplicación querido por el
mite distintos grados o niveles de satisfacción; de manera que sólo algunos legislador y con el alcance normativo por éste deseado.
tendrían esa naturaleza "calificante" o de condición de validez, mientras que En efecto, como se recordará, una de las características que atribuíamos
otros, sin dejar de ser exigencias de racionalidad o calidad legislativa, a los principios constitucionales era su carácter "abierto", el hecho de no
desempeñarían una función "cualificante": la máxima de la proporcionali- presentar de forma cerrada o exhaustiva el catálogo de sus casos de aplica-
dad puede exigir exactamente aquella medida legal que asegura el mejor o ción y de sus respectivas excepciones. Pues bien, la tarea de cerrar lo que
más óptimo balance entre sacrificios y beneficios, pero el juicio de optimi- en la Constitución permanece abierto es una tarea que compete tanto al
zación puede conformarse sólo con un balance razonable976 . legislador como al juez, pero no por este orden y de una forma excluyente,
En la medida en que el juicio de ponderación pueda ser utilizado en el con- sino más bien de una manera que pudiéramos llamar convergente y coope-
trol abstracto de constitucionalidad de las leyes cabe decir que sus distintas rativa. Es decir, no se trata de que el legislador venga llamado a concretar
fases o exigencias representan al propio tiempo condiciones de la racionalidad los casos y excepciones de aplicación de los principios y que sólo a partir
y de la validez de las leyes, si bien parece que la primera (la racionalidad) tiene de ahí pueda hacer aparición la figura del juez. Si así fuese, el juez no
un carácter más ambicioso por cuanto no todos sus requerimientos lo son tam- estaría aplicando principios, sino reglas, y habríamos regresado al viejo cri-
bién de la validez constitucional. Dicho de otro modo, algún grado de racio- terio de la interpositio legislatoris. El juez, sin duda, ha de tomar en consi-
nalidad representa un elemento calificador indispensable de la validez, pero no deración las reglas que representan una cierta interpretación de los princi-
toda ley constitucional ha de encarnar la más óptima expresión de racionali- pios y de su alcance a la luz de los demás principios, pero ha de tener en
dad; con lo cual siempre queda un espacio para la moral crítica, es decir, para cuenta también, y de manera simultánea y directa, los principios constitu-
cionales, que podrán así modular el significado de las opciones legislativas
974
Ibíd., p. 29. previas 977 . Y esta realidad creo que puede tener consecuencias interesantes
975
La crítica de irracionalidad es formulada por Habermas, Facticidad y validez, cit., p. 332. para la teoría y la técnica de la legislación.
Por el contrario, la crítica de que con la ponderación se asfixia por completo la libertad política Por ejemplo, ante el legislador se abre la opción de elegir para el enun-
del legislador, al proporcionar aquélla siempre la solución óptima, es formulada por E. W. ciado legislativo una estructura básicamente principia!, o sea, muy abierta,
Bockenforde, Escritos sobre derechos fundamentales, prólogo de F. J. Bastida, trad. de J. L.
o más concreta o de detalle, y su decisión, que es una decisión de técnica
Requejo y C. I. Villaverde, Baden-Baden, Verlagsgesellschaft, 1993, pp. 135 y ss. En apariencia,
se trata de dos preocupaciones opuestas, pero creo que resultan complementarias y suponen legislativa, presenta implicaciones desde el punto de vista de la pondera-
ponerse en guardia frente al judicialismo: porque la ponderación es irracional -vendría a decirse-
en manos de Jos jueces daría Jugar a soluciones subjetivas, reduciendo casi a la nada el amplio
977
marco constitucional de discrecionalidad política del legislador. Vid. P. Comanducci, "Principios J. M. Rodríguez de Santiago sostiene que es al legislador a quien corresponde realizar la
jurídicos e indeterminación del Derecho", en P. E. Navarro, A. Bouzat y L. M. Esandi (ed.), ponderación prima facie de los principios constitucionales, con la consecuencia de hacer recaer
lllfelpretación constitucional, Universidad Nacional del Sur, Bahía Blanca, 1999, pp. 74 y ss. sobre el juez la carga de la argumentación en favor de un eventual principio preterido, La ponde-
976
Vid. L. Prieto, "Neoconstitucionalismo y ponderación judicial", cit., pp. 222 y ss. ración de bienes e intereses en el Derecho administrativo, Madrid, Marcial Pons, 2000, p. 165.

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ción. Más exactamente, de la ponderación de la ley como norma abstracta ley y las exigencias de técnica legislativa no sólo no quedan postergadas ante
a la luz de la Constitución y de la ponderación judicial en los casos con- la "crisis de la supremacía" legal que toda Constitución normativa lleva con-
cretos. L. Prieto lo explica así: "cuanto menor sea la concreción de su con- sigo, sino que, por el contrario, se acentúan o se hacen más urgentes en la
dición de aplicación, más difícil ha de resultar un juicio de ponderación medida en que la argumentación jurídica viene a ocupar el papel central de
por parte del Tribunal Constitucional, pero, a su vez, menor ha de ser tam- la experiencia jurídica, o al menos un papel por completo desconocido en el
bién la virtualidad de dicho precepto en orden a evitar la ponderación judi- marco del positivismo jurídico y del Estado de Derecho del siglo XIX. Si,
cial"978. Una norma que se limita a sancionar las injurias sólo añade una como se ha dicho, la teoría de la Constitución se resuelve hoy en una teoría
cláusula penal al precepto constitucional que reconoce el derecho al honor, de la interpretación constitucional981 , quizás cabría añadir que la teoría del
pero sin contribuir a especificar los supuestos en que tal derecho ha de Derecho legal ha de ser también una teoría de la racionalidad legislativa, por
triunfar en caso de que concurran otras circunstancias y derechos diferen- cuanto ésta bien puede ser vista como una proyección de la teoría de la argu-
tes. Ante dicha norma cabe decir que el juez sigue ponderando directa- mentación jurídica en la esfera de la legislación; proyección llamada a dia-
mente principios constitucionales, si bien, en contrapartida, difícilmente logar y a complementarse con su otra gran dimensión o faceta, la argumen-
podría cuestionarse la inconstitucionalidad de la norma legal 979 . Por el tación en sede de interpretación y aplicación.
contrario, la previsión legal que castiga manifestarse ante el parlamento
(art. 494 del Código Penal) o la hipotética que sancionase la práctica del
nudismo, sí vendrían a "cerrar" los correspondientes principios al excep-
tuar de forma bastante precisa el ámbito de aplicación del derecho de
manifestación (art. 21 C.E.) o de la libertad ideológica y religiosa (art. 16
C.E.) de un grupo que predicase el nudismo. Aquí la previa ponderación
legislativa permite prescindir de la ponderación judicial, al menos en los
casos centrales 980 , pero como contrapartida se amplían las posibilidades de
un enjuiciamiento abstracto por el Tribunal Constitucional con fundamen-
to, por ejemplo, en que la concreción realizada por la ley implica un sacri-
ficio excesivo o no proporcionado de otro principio constitucional.
Seguramente en un análisis pormenorizado sería posible explorar otras
varias implicaciones entre la racionalidad legislativa y la técnica de la pon-
deración. Nuestro propósito ha sido tan sólo mostrar cómo en el marco del
Estado constitucional de Derecho que hoy conocemos, la racionalidad de la

978
L. Prieto, "Neoconstitucionalismo y ponderación judicial", cit., p. 220.
979
Acaso tal vez sólo una posible desproporcionalidad de la pena, si es que esa cuestión
no forma parte plenamente de la discrecionalidad política del legislador y sobre ello vid. crí-
ticamente el trabajo ya citado de L. Prieto, "La limitación constitucional del legislador
penal". Lo que no cabría, y esto es lo que se pretende subrayar en el texto, es un control sobre
el tipo en sí mismo considerado, dado que éste no introduce ninguna especificación acerca de
en qué casos ha de triunfar el derecho al honor frente a otros derechos en pugna, singular-
mente la libertad de expresión.
980
La decisión legislativa consistente en aislar un conjunto de propiedades relevantes para
la aplicación de un principio siempre puede ser desafiada "cuando cuestionemos ia adecuación 981
F. Rubio Llorente califica como "idea muy generalizada" que "la Teoría de la interpre-
del criterio por el cual hemos seleccionado las propiedades relevantes", J. J. Moreso, "Conflitti tación es hoy el núcleo central de la Teoría de la Constitución", "La interpretación de la
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