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DE LA ARBITRARIEDAD

DE LA ADMINISTRACIÓN
CONSEJO EDITORIAL TOMÁS R. FERNÁNDEZ
RICARDO ALONSO GARCÍA Catedrático de Derecho Administrativo
Lurs DíEz-PrcAzo de la Universidad Complutense de Madrid
EDUARDO GARCÍA DE ENTERRÍA
JEsús GoNZÁLEZ PÉREZ
AURELIO MENÉNDEZ
ALFREDO MoNTO Y A MELGAR
GoNZALO RoDRÍGUEZ MouRULLO

DELA
ARBITRARIEDAD DE
LA ADMINISTRACIÓN
sa EDICIÓN

THOIVISON

*
CIVITAS
Primera edición, 1994
Segunda edición ampliada, 1997
Tercera edición ampliada, 1999
Cuarta edición corregida, 2002
Quinta edición ampliada, 2008

CIVITAS
i>AIKOClNA LA lU:. V lSlOt\:
DEL LÉXICO Jt:RlDJC'O DEL
DICCIONARIO DE LA
REALAC.\DE~UA
ESI'Ai\OLA
A todos aquellos que en momentos difíciles no han vacilado en mos-
trarme su confianza y su amistad. Con profunda gratitud.

El editor no se hace responsable de las opiniones recogidas, comentarios y manifestacio-


nes vertidas por los autores. La presente obra recoge exclusivamente la opinión de su
autor como manifestación de su derecho de libertad de expresión.

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Copyright © 2008, by Tomás R. Fernández


Editorial Aranzadi, SA
Camino de Galar, 15
31190 Cizur Menor (NavatTa)
ISBN: 978-84-470-2861-0
Depósito Legal: NA 1847/2008
Printed in Spain. Impreso en EspaFía
Fotocomposición: Editorial Aranzadi, SA
Impresión: Rodona Industria Gráfica, SL
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31013- Pamplona
«La fuerza de un pueblo responde a la de su sentimiento del derecho;
es, pues, velar por la seguridad y la fuerza del Estado el cultivar el
sentimiento legal de la Nación, y no sólo en lo que se refiere a la
escuela y a la enseñanza, sino también en lo que toca a la aplicación
práctica de la justicia en todas las situaciones y mmnentos de la vida.»
(R. vaN IHERING, La lucha por el Derecho)
ÍNDICE

Prólogo a la quinta edición ampliada .. ... .. ... .. .. ... .. .... .. .. ... .. ........ .. ... .. 15
Prólogo a la cuarta edición corregida .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. 17
Prólogo a la tercera edición ampliada .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. 19
Prólogo a la segunda edición ampliada .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. 21
Presentación .................................................. :.................................... 23

l. ARBITRARIEDAD Y DISCRECIONALIDAD .. .. .... .. .... ...... 27


I. Introducción .. .. .. .. . .. .. ... .. ..... .. .. .. . .. .. . .. .. .. .. .. ... .. . .. .. .. .. .. ... .. ... 27
II. La sombra de excepcionalidad en la dogmática tradicio-
nal .................................................................................... 31
1. En el principio fue la exención .................................. 31
2. Las huellas del pasado en la jurisprudencia actual del
«Conseil d'Etat» ........................................................ 35
III. El estado actual de la cuestión en nuestra jurisprudencia
postconstitucional ................................................ ............. 39
1. Observaciones generales .... .... .. .. .... .. .......... .... ............ 39
2. Juicios pedagógicos y declaraciones de aptitud o ido-
neidad profesional ..................................................... 40
3. Ejercicio de la potestad de planeamiento .................. 49
4. Reglamentaciones e intervenciones económicas ...... .. . 63
5. Medidas relativas a la organización de los servicios
públicos . .. .. ... ... .. ... .. .... .. .. ... .. .. .. .. ... .... .... .. .. .. .. .. .. .. ... .. .. . 67
6. Medidas de policía .. ............ ............ ........... ...... .... ...... 70
IV. Un sincretismo insostenible .............................................. 73
l. De nuevo entre dos extremos .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. . 73
2. La mezcla de los viejos tópicos y los nuevos princi-
pios, causa de las contradicciones al uso .................. 75
3. La necesaria inversión del planteamiento tradicional .. 79
V. El principio constitucional de interdicción de la arbitrarie-
dad como punto de partida de la nueva dogmática .. .. . .. .. .. 80
l. Discrecionalidad no es arbitrariedad .. .. .. .. .. .. .. .. .. .... .. 80
12 ÍNDICE ÍNDICE 13

2.La motivación como primer criterio de deslinde entre VIII. El presunto «activismo judicial» y las Sentencias de 15 de
lo discrecional y lo arbitrario .................................. .. 81 marzo y 21 de septiembre de 1993 .................................. . 167
3. La necesidad de justificación objetiva como segundo IX. El control judicial de la arbitrariedad del poder es hoy un
nivel de distinción: presunción de legalidad y carga denominador común de la cultura jurídica occidental ...... 178
de la prueba .............................................................. . 83
V. ¿DEBE LA ADMINISTRACIÓN ACTUAR RACIONAL Y
4. Legalidad y oportunidad: un falso dilema ................ . 88
RAZONABLEMENTE? ......................................................... . 187
5. Poderes de sustitución y tutela judicial efectiva ...... .. 91
l. Introducción .................................................................... . 187
VI. Reflexiones finales .......................................................... . 94
11. ¿Debe la Administración actuar racional y razonable-
11. DISCRECIONALIDAD Y JURISDICCIÓN REVISORA .... 99 mente? ............................................................................. . 190
III. <;Wednesbu:y unreasonableness»: una referencia llama-
Ill. JUZGAR A LA ADMINISTRACIÓN CONTRIBUYE tiva, pero solo eso ........................................................... . 193
TAMBIÉN A ADMINISTRAR MEJOR .............................. . 105
IV. La apelación a la razón en nuestra jurisprudencia conten-
l. La pesada herencia de la separación de poderes .............. . 105 cioso-administrativa más reciente .................................... . 199
II. Dos culturas jurídicas opuestas en torno al papel del dere- l. Entre el test de racionalidad y el test de razonabili-
cho y del Estado ............................................................. .. 109 dad ............................................................................ . 199
III. La crítica a los jueces corno expresión recurrente de la
2. Tres ejemplos de aplicación del test de razonabili-
cultura estatocéntrica ....................................................... . 112 dad ............................................................................ . 202
V. Las razones del Derecho ................................................ .. 206
IV. El viejo argumento de la liquidación del despotismo ....... 115
VI. Consideraciones finales ................................................... . 213
V. El ~resunto apo~~ de esa crítica en la cláusula del Estado
soctal y democrattco ........................................................ . 117 VI. EL PRINCIPIO CONSTITUCIONAL DE INTERDICCIÓN
VI. La doble dimensión de la garantía judicial: juzgar a la ad- DE LA ARBITRARIEDAD DE LOS PODERES PÚBLI-
ministración contribuye también a administrar mejor ....... 123 COS: QUID NOVUM? ......................................................... .. 215

VII. Sobre el liderazgo actual de la jurisprudencia contencioso- VII. EL CONFLICTO ACTUAL DE LOS PARADIGMAS DEL
administrativa .................................................................. . 129 ESTADO LIBERAL Y DEL ESTADO SOCIAL DE DERE-
CHO (A PROPÓSITO DEL LIBRO DE J. HABERMAS,
IV. DE NUEVO SOBRE EL PODER DISCRECIONAL Y SU FACTICIDAD Y VALIDEZ) .................................................. .. 243
EJERCICIO ARBITRARIO ................................................. . 135
ADDENDA 2008 ............................................................................... . 249
l. Precisiones imprescindibles sobre una polémica inacepta-
ble .................................................................................... 135
11. La dimensión individual y social de la lucha por el dere-
cho ................................................................................... 137
III. El novum de la Constitución de 1978 .. .. .. .... .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. . 141
IV. La última palabra la tiene el Derecho .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. . 144
V. Sobre el concepto de arbitrariedad .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. . 145
VI. La cuestión crucial de la motivación ................................ 153
VII. El pol~mico terna de la eventual sustitución judicial de la
decisión administrativa discrecional .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. . 160
PRÓLOGO A LA QUINTA EDICIÓN AMPLIADA

Agotada la cuarta edición corregida de este libro, he optado por man-


tener intacto el contenido de los distintos estudios que lo componen aña-
diendo para actualizarlos una ADDENDA en la que paso revista a lo que
me ha parecido más notable de la jurisprudencia producida en estos últi-
mos años. Con ella podrá comprobar el lector que aquella jurisprudencia
pionera que se abrió camino en los últimos años del siglo pasado y que
yo acompañé con gran escándalo de algunos se ha convertido ya en una
doctrina general, compacta y sólida, que se aplica cotidianamente con
toda naturalidad.
En Madrid, febrero de 2008
PRÓLOGO A LA CUARTA EDICIÓN CORREGIDA

Agotada la tercera edición ampliada de este volwnen se me planteó


la duda de proceder a la reimpresión pura y simple de la misma para
atender la demanda que, al parecer, se sigue produciendo o bien preparar
una nueva edición del libro añadiendo a los escritos incluidos en esa
tercera edición otro nuevo para analizar en él la evolución experimentada
por las posiciones doctrinales sobre el asunto y la jurisprudencia más
reciente.
Ninguno de los términos de esta alternativa llegó a convencerme de-
masiado, ya que el primero suponía la renuncia a toda actualización y el
segundo no iba a añadir nada realmente importante al planteamiento de
la cuestión de fondo, que sigue siendo el mismo. He optado por ello por
una fórmula ·intermedia, es decir, por introducir en nota una referencia a
la bibliografía más significativa surgida a raíz de la polémica de la que la
obra es fruto y dar cuenta, también en nota, de algunos pronunciamientos
jurisprudenciales muy seleccionados que han venido a refrendar las deci-
siones que en el libro son objeto de análisis, lo que me parece suficiente
para dejar constancia de la continuidad de la doctrina jurisprudencia[ al
respecto. He aprovechado también la ocasión para introducir algunas
correcciones en el texto con estos mismos fines, lo que asegura, sin incu-
rrir en excesos enojosos, la actualización que siempre hay que esperar de
una nueva edición.
En Madrid, diciembre de 2001
· PRÓLOGO A LA TERCERA EDICIÓN AMPLIADA

A los cinco escritos que componían la primera edición de este volumen


añadí un sexto en la segunda edición que quería ser una reflexión de
conjunto sobre el tema común de todos ellos con la intención declarada
de dejar claramente establecidas las coordenadas en las que éste se ins-
cribe, que acaso no dejaba percibir la polémica que se desencadenó a
raíz de la aparición de los primeros.
Agotada la segunda edición, mi primera intención fue reproducir sin
más los seis escritos que formaron ésta, pero, al leer la edición en caste-
llano de la obra de J. HABERMAS, Facticidad y validez, no pude resistir la
tentación de redactar una breve nota final sobre una de sus cuestiones
centrales, el conflicto de los paradigmas del Estado liberal de Derecho y
del Estado social de Derecho, conflicto que está en la base de la polémica
de la que los seis restantes escritos son causa y efecto. Esa nota, que no
había publicado hasta ahora por diversas razones, se incluye en esta ter-
cera edición como un nuevo -y último- capítulo, que espero resulte escla-
recedor y estimule al propio tiempo la lectura de la obra del filósofo
alemán, que ganará sin duda con toda facilidad muchos adeptos a la
causa que modestamente vengo defendiendo.
Madrid, mayo de 1999
PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN AMPLIADA

Los trabajos incluidos en la primera edición de este libro y la polé-


mica en la que se inscriben reclamaban, me parece, una reflexión global
capaz de enmarcar el conjunto y de dejar claramente establecidas las
coordenadas en las que se sitúa este tema crucial de la arbitrariedad de
la Administración y de su control por los Tribunales, que, quizá, la propia
polémica no dejaba percibir con la necesaria claridad.
La oportunidad de esa reflexión de conjunto vino a proporcionármela
la amable invitación del Profesor LóPEZ CALERA para participar en el
ciclo organizado por el Departamento de Filosofía del Derecho, Moral y
Política de la Universidad de Granada que él dirige sobre El control
judicial de la vida pública, que se ha venido celebrando en el primer
trimestre de este año. Para esta ocasión redacté con especial empeño el
trabajo sobre El principio constitucional de interdicción de la arbitrarie-
dad de los poderes públicos. «Quid novum» que ahora sirve de cierre a
esta segunda edición.
En él intento precisar un poco más el origen del significado actual de
los términos arbitrariedad y arbitrario, porque su irrupción en el lenguaje
jurídico-político de la Inglaterra del siglo XVII contribuye decisivamente
a aclarar el marco conceptual en el que se inscribe y la tensión dialéctica
a la que responde entre dos modos de entender el poder público perma-
nentemente enfrentados por más que a «la gracia de Dios» por la que
imperaban los gobernantes de ayer haya sucedido «la gracia de los votos»
en la que se apoyan los gobernantes de hoy.
La continuidad histórica del viejo binomio «gubernaculum y iurisdic-
tio», potestas ordinaria o regulata y potestas extraordinaria o ab (lege)
soluta, gubernativo y contencioso, gracia y justicia, reglado y discrecio-
nal, ilustra expresivamente esa tensión permanente en la que viene a inci-
dir la prohibición constitucional de la arbitrariedad de los poderes públi-
cos que hoy formula el artículo 9.3, in fine, de nuestra Constitución
22 PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN AMPLIADA

realizando una opción formal en favor de un poder en el que la voluntad


y la razón vayan de la mano y proscribiendo, por lo tanto, el poder enten- PRESENTACIÓN
dido como expresión de la voluntad desnuda de quien lo detenta, por m.uy
legítimos que sean sus títulos para ostentarlo y muy amplia que sea la
norma que se lo confiere.
Éste es, m.e parece, el novum que ha venido a aportar la prohibición
constitucional de todo comportamiento arbitrario de los poderes públicos, Cuando comencé a preparar, hace ya cuatro años, mi estudio Arbitra-
lo que, como es obvio, no tiene nada que ver con la negación de la libertad riedad y discrecionalidad para el Libro Homenaje al Profesor García de
de decisión que ayer, hoy y siempre es forzoso reconocer a la Administra- Enterría no podía sospechar siquiera que su publicación pudiera llegar a
ción porque sin ella no podría cumplir eficazmente el papel que le corres- ser motivo de polémica.
ponde en el Estado de nuestros días, ni tampoco supone, en absoluto, La dogmática del poder discrecional, de sus límites y del control judi-
confundir ese papel con el que la Constitución asigna a los Tribunales, cial de su correcto ejercicio parecía en aquel momento una cuestión entera-
confusión sencillam.ente imposible si se analizan con el debido rigor am- mente pacífica entre nosotros, un terreno conquistado, al menos en el plano
bas funciones. conceptual, pues ninguna voz o, para ser más exacto, ninguna realmente
Se entenderá así mejor, supongo, por qué decía hace ya unos años en significativa se había levantado contra las tesis puestas en circulación por
el primero de los escritos que el libro r:ecoge que la teoría del poder mi maestro en su célebre conferencia de Barcelona de 1962, que abrió el
discrecional, elaborada históricamente a saltos, sorteando, muy merito- camino a la modernidad, como ahora ha dado en decirse, por el que desde
riamente desde luego, al amparo de coyunturas favorables, los múltiples entonces hemos venido transitando en la lucha diaria contra las proclama-
obstáculos generados por la interesada mitificación del principio de sepa- das o latentes inmunidades del poder.
ración de poderes, tiene que ser reconstruida a partir de esta opción
Mi tarea parecía, pues, bien sencilla y nada comprometida. Se trataba
constitucional en cuyo marco encuentran su sentido último todo el con-
sólo -y así lo dije en las palabras de presentación que precedieron la
junto de técnicas de control del ejercicio del poder discrecional que hoy se
edición, ahora ya agotada, que de ese estudio y de otro anterior, muy
presentan ante nosotros com.o una simple suma o agregado de decisiones
breve, titulado Discrecionalidad y jurisdicción revisora, apareció en Cua-
jurisprudenciales brillantes, pero carentes, en apariencia, de un hilo con-
. dernos Civitas en 1991- de prolongar en lo posible aquel camino y de
ductor capaz de asegurar su coherencia como piezas de un auténtico siste-
contribuir a mantenerlo expedito y a reparar, en su caso, el deterioro que
ma. el tiempo y la rutina hubieran podido producir en él. La consagración
Espero, pues, que la adición de este nuevo escrito contribuya por eso constitucional del principio de interdicción de la arbitrariedad de los pode-
a hacer más inteligibles los que le preceden y más consistente también la res públicos y su franca y decidida aplicación por la jurisprudencia del
tesis de fondo que todos ellos sostienen. Si, en efecto, así resulta, se habrá Tribunal Supremo parecían asegurar de antemano el buen fin de mi mo-
justificado plenamente esta nueva edición ampliada de un libro con el que desto intento.
me siento particulannente encariñado. Así seguí creyéndolo tras la publicación del estudio en cuestión hasta
Madrid, marzo de 1997 que un segundo escrito mío, Juzgar a la Administración contribuye tam-
bién a administrar mejor, redactado esta vez para el Libro Homenaje al
Profesor González Pérez y publicado también en el número 7 6 de la «Re-
vista Española de Derecho Administrativo», octubre-diciembre 1992, en

UNIVE 1 CQU
RIRI I()TJ=r.A C:FNTRAL
24 PRESENTACIÓN PRESENTACIÓN 25

el que salí al paso de las críticas al supuesto activismo de nuestros jueces Los cuatro estudios referidos forman, pues, una unidad y como tal
que en un cierto sector de nuestra doctrina -y de nuestra vida política- unidad los presento ahora en este volumen. Al preparar su nueva edición
había comenzado a tomar cuerpo, hizo saltar inopinadamente la chispa y, por tanto, al releerlos y repensados vuelvo a reafirmarme en las ideas
que avivó el rescoldo que las cenizas acumuladas a lo largo de treinta que en ellos expongo. Por eso los incluyo tal cual aparecieron por vez
años no dejaban ver y que muchos ingenuamente creíamos extinguido. primera, sin añadir ni quitar cosa alguna. En cuanto al fondo, nada tengo
que corregir o modificar; en lo que a la forma concierne, hubiera preferido
Brotó así súbitamente la llama de la discusión, la eterna discusión sin duda que en el tercer escrito de la serie la viveza de mi genio no me
sobre el poder discrecional y su control por los Tribunales, que ha venido hubiera traicionado en más de una ocasión, pero así fue y no tendría sen-
a alumbrar dos libros nuevos, de los Profesores PAREJO y SÁNCHEZ MoRóN, tido limar ahora la dureza de algunas expresiones que cualquiera podrá
los dos centrados en rebatir las posiciones por mí mantenidas en los dos seguir viendo en la versión ya publicada en la indicada Revista. Más vale
escritos precedentes. Al primero de esos libros repliqué de inmediato con en este momento una disculpa sincera por esos posibles excesos verbales,
viveza, excesiva quizás, en un tercer escrito que apareció en el número 80 que los que me conocen saben que son sólo eso y no tienen tras ellos
de la «Revista Española de Derecho Administrativo», octubre-diciembre animadversión de ningún tipo. Sólo acostumbro a discutir con las personas
1993, con el título De nuevo sobre el poder discrecional y su ejercicio que estimo, que a las que no nunca doy el gusto de hacerme eco de sus
arbitrario, que de hecho responde también al segundo de los citados li- opiniones.
bros, ya que éste, aunque posterior por su fecha de publicación, es anterior
a aquél en su redacción. Por lo demás, pienso que la polémica trabada -y hasta los términos en
que se ha producido- era tan necesaria como útil. El silencio no es la paz,
Este tercer escrito, aunque concluyente en mi opmwn, no me dejó ni el consenso, y es malo, por equívoco, que así lo parezca. Los conflictos
del todo tranquilo. Me preocupaba, precisamente, la coincidencia de mis y las discrepancias, cuando existen, es mejor que se expliciten, que salgan
contradictores y yo en un punto que nuestra discusión había dejado intacto: a la luz y que en ellos pruebe cada una de las partes la fuerza de sus
el papel del Derecho. Me explico. Nadie niega frontalmente que en su propias convicciones para que todos los demás puedan también comprobar
control del ejercicio del poder discrecional los jueces no tienen otra herra- la consistencia de las suyas.
mienta que el Derecho, de lo que, obviamente, se sigue que podrán llegar
legítimamente en su crítica de las decisiones discrecionales hasta donde El tema en discusión no es baladí, por otra parte. Es, por el contrario,
el Derecho y el razonamiento jurídico lleguen y que más allá de ese límite, el tema central del Derecho Público, ante el que todos y cada uno debemos
más que impreciso no precisado, no podrán dar un solo paso.~es bien, tomar posición. Si la polémica en la que los escritos recogidos en este
si estamos de acuerdo en esto, es claro que lo que nos separa no es, como volumen se inscribe sirve para estimular esta obligada toma de postura
mis contradictores han puesto especial empeño en destacar, una distinta por parte de todos los que en España nos dedicamos al Derecho Público,
inteligencia del texto constitucional, sino, más bien, una diferente concep-
~-----·~--·~--
todo empezará a estar más claro y, una vez liberados de los falsos espejis-
ció,l1 de lo que el Derecho significa y de la esencia misma del razonamiento mos producidos por el espectacular desarrollo del Derecho Administrativo
jurídiciJA ello~fiíce- ya aíiisíón expresa en ese tercer escrito, pero en en las últimas décadas, todos sabremos, además, el lugar exacto en el que
términos tales que pudo parecer a más de uno un simple recurso dialéctico. nos encontramos, cuál es el camino realmente recorrido y cuál el que nos
Había, pues, que intentar explicitarlo. Ése es el origen y el propósito que queda por recorrer. Sabremos también si tiene algún sentido, y cuál, iniciar
anima el cuarto de los escritos de la serie, ¿Debe la Administración actuar la aventura que algunos acarician de reconstruir sobre otras bases nuestra
racional y razonablemente?, que acaba de ver la luz en el número 83 de disciplina o si, por el contrario, nos tiene más cuenta a todos continuar
la «Revista Española de Derecho Administrativo», julio-septiembre 1994. esforzándonos en reafirmar y enriquecer la herencia recibida y ahora
26 PRESENTACIÓN

puesta en cuestión para seguir estando en condiciones de hacer frente en


cualquier circunstancia -y todas sin excepción, por mucho que puedan
prolongarse, son coyunturales- al riesgo, siempre posible, de un ejercicio I
arbitrario del poder. ARBITRARIEDAD Y DISCRECIONALIDAD
Con esa esperanza he preparado y ofrezco ahora esta nueva edición de
los escritos reseñados.
Madrid, septiembre de 1994

I. Introducción
El tema del poder discrecional arrastra ab initio el lastre de muchos y
graves equívocos de los que parece difícil liberarse. El primero de ellos y
posiblemente la causa de todos los demás surge con la propia expresión
«poder discrecional», que supone de suyo una redundancia porquee adje-
tivo discrecional duplica en cierto modo el sustantivo poder al que pre-
tende calificar. Un poder susceptible de ser ejercitado a discreción de su
titular tiende por hipótesis a no reconocer límite alguno y a rechazar por
ello cualquier tipo de controles, que desmentirían, de aceptarse, la libertad
que el término «discrecional» parece proclamar. El poder discrecional se
percibe así prima facie, a partir de su denominación misma, como «el
poder>> por excelencia, es decir, como una capacidad incondicionada de
imposición, que eso, en esencia, es el poder, libre y exenta de cualquier
posible fiscalización o corrección desde fuera, de dar cuenta de sí misma,
de justificarse en una palabra.
Esta primera e intuitiva percepción de lo discrecional es, desde luego,
general y opera en el ámbito funcional de los tres clásicos Poderes del
Estado, Legislativo, Ejecutivo e, incluso, Judicial.
No hace mucho Lorenzo MARTíN-RETORTILLO comentaba en las páginas
de la «Revista de Administración Pública» con ocasión de la publicación
del número 100 de la misma 1, dos Sentencias del Tribunal Constitucional,
la número 30/1981, de 24 de julio, y la número 30/1982, de 1 de junio,
que anulaban otras tantas resoluciones judiciales en las que lucía expresa-

1
Véase L. MARTÍN-RETORTILLO, Del control de la discrecionalidad adminis-
trativa al control de la discrecionalidad judicial, en los núms. 100-102 de la «Re-
vista de Administración Pública», vol. ll, págs. 1083 y sigs.
28 CAP. l.-ARBITRARIEDAD Y DISCRECIONALIDAD I. INTRODUCCIÓN 29

mente en su estado más puro esta percepción intuitiva de lo discrecional reflejo en todas las demás jurisdicciones contencioso-administrativas cons-
corno una libertad incondicionada de decisión insusceptible de toda crítica truidas a su imagen y semejanza.
o control desde fuera 2 • Porque es aquí, ciertamente, por razones obvias por otra parte, en el
De su presencia en el ámbito del Poder Legislativo no hay, ni siquiera, ámbito del Poder Ejecutivo, de la Administración y lo administrativo,
que hablar, supuesto que toda la teoría de la Ley se ha construido en el donde esa percepción intuitiva de lo discrecional a la que vengo aludiendo
Derecho Público Europeo sobre la base de la soberanía e independencia se ha mostrado históricamente y se sigue mostrando en toda su fuerza.
de los órganos representativos 3 , soberanía e independencia que, todavía En rigor, hay que decir ya que esa percepción primera del poder discre-
hoy, limita decisivamente el despliegue de sus propios poderes de control cional es algo más, mucho más para ser exactos, que una simple intuición.
por los Tribunales Constitucionales, que, conscientes de su relativa juven- Corno es bien sabido, ha sido ampliamente teorizada y justificada de modo
tud y de su todavía fuertemente discutida legitimidad\ prefieren imponerse frontal y directo a lo largo del siglo pasado desde muy diversas perspecti-
un fuerte self-restraint antes de aventurarse por terrenos resbaladizos que vas con resultados prácticos idénticos. Así, en Francia, a partir de la inter-
podrían incrementar de forma peligrosa las críticas nada veladas de las pretación revolucionaria del principio de división de poderes corno una
que su propia implantación sigue siendo objeto. separación formal y rígida de éstos, impulsada por el temor a que los
Las jurisdicciones constitucionales reeditan así la actitud que hubo de jueces pudieran bloquear los cambios revolucionarios lo mismo que en las
adoptar a lo largo del siglo pasado el Conseil d 'Etat para no poner en vísperas de la Revolución frenaron las reformas de los ministros fisiócratas
riesgo su propia existencia corno juez, ciertamente atípico, de la Adminis- y orientada por ello a garantizar a ultranza la intangibilidad pura y simple
tración, actitud que, en una u otra medida, tiene su prolongación y su del Poder Ejecutivo y de la Administración Pública que es su aparato
operativo por el Poder Judicial y a dejar expedito el camino a la burguesía
2
La primera de las sentencias constitucionales citadas anuló un Auto de la emergente, instalada en aquél, liberándola de los eventuales obstáculos
Audiencia Provincial de Zaragoza por el que se acordó en la causa penal abierta que a su marcha pudieran oponer los restos de la antigua noblesse de robe
con motivo del incendio del Hotel Corona de Aragón que las partes personadas
para ejercer la acusación particular comparecieran bajo una misma representación que pudieran subsistir en éste5 •
y dirección letrada al amparo de lo dispuesto en el artículo 113 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal («y, si fuese posible, bajo una misma dirección y repre- Lo mismo en Alemania, en el marco del. dualismo característico de la
sentación, a juicio del Tribunal»), en base al cual la Audiencia entendió que dicha monarquía constitucional, es decir, sobre la base del principio monárquico
decisión «al ser una resolución discrecional no puede ser objeto de recurso al- corno expresión de la dominación del titular de la soberanía nacional, que,
guno». El objeto de la segunda fue una decisión del Presidente del Consejo Su-
premo de Justicia Militar de retirar la acreditación otorgada al director del perió- en cuanto tal, se entendía dispensado del concurso de la representación
d~co «Diario 16», considerada por su autor como un privilegio graciable y popular dentro de su propio ámbito y sustraído en consecuencia a cuales-
discrecional y, por tanto, revocable libremente. Vid. las referencias en el trabajo
citado en la nota anterior. quiera restricciones que pudieran derivar de la interpretación de la Ley
3
Valga por todos la cita de la obra ya clásica de R. CARRE DE MALBERG, La por los Tribunales 6 •
Loi, expression de la volonté générale, Sirey, 1931, ahora recientemente reeditada,
Economica, París, 1984. 5
4 Vid. ya el clásico estudio de ÜARCÍA DE ENTERRÍA, Revolución Francesa v
Que se pone en duda de un modo u otro cada vez que se somete ante ellos Administración contemporánea, en el libro del mismo título, 2a ed., Taurus, Má-
un asunto de particular relieve político. La última vez entre nosotros con motivo drid, 1981.
de la impugnación de la nueva Ley Orgánica del Poder Judicial a propósito del 6
tem.a,. ciertamente crucial, de la elección de los miembros del Consejo del Poder Como recientemente ha recordado BuLLINGER, La discrecionalidad de la
Judicial. Vid. mi prólogo a la segunda edición española del discurso de O. BACHOF, Administración. Evolución y funciones, control judicial, en «La Ley», Año VIII,
Jueces y Constitución, Cuadernos Civitas, 1985, y, por supuesto, el texto del dis- núm. 1.831, 30 dE( diciembre de 1987, con cita expresa de la capital obra de LA-
curs_o que sigue teniendo plena actualidad y es, sin duda, capital para el tema que BAND, en su edición francesa, Le Droit Public de l'Empire Allemand, París, 1901,
aqm se trata. véase tomo II, págs. 509 y sigs.
11. LA SOMBRA DE EXCEPCIONALIDAD EN LA DOGMÁTICA TRADICIONAL 31
30 CAP. l.-ARBITRARIEDAD Y DISCRECIONALIDAD

De una u otra forma éste fue el punto de partida de toda la evolución Hoy, en cambio, la victoria de entonces, que, como luego veremos,
posterior, cuyo signo ha sido el de ir conquistando paso a paso y fatigosa- fue sólo parcial, parece ponerse nuevamente en discusión8, lo cual invita
mente en virtud de razonamientos y argumentaciones más bien laterales y aun obliga a intentar una nueva reflexión sobre el tema, tanto más cuanto
parcelas de ese poder inicialmente exento sin cuestionar nunca éste de un que no se ha producido hasta ahora entre nosotros ninguna de carácter
modo frontal. general en los diez años transcurridos desde la promulgación de la Consti-
tución vigente9 • La ocasión misma del homenaje jubilar al maestro justifica
No es de extrañar por eso que todos los intentos de legitimar la existen- adicionalmente el intento.
cia del poder discrecional y de explicar su naturaleza o su despliegue
efectivo hayan partido y sigan partiendo de aquí y se traduzcan siempre
en una apelación a los principios últimos que informan en cada momento 11. La sombra de excepcionalidad en la dogmática
el sistema político y a la posición relativa que cada uno estima que ocupan tradicional
dentro de él los tres Poderes del Estado, y no lo es tampoco que hayan
terminado por tropezar y sigan tropezando en ese mismo obstáculo todas
las tentativas de penetración en la esfera de lo discrecional. En el principio l. EN EL PRINCIPIO FUE LA EXENCIÓN
o en el final del camino, que eso depende sólo del punto de mira que se
adopte, uno se encuentra siempre cara a cara con una suerte de metafísica En ningún tema como en este del poder discrecional de la Administra-
que comporta toda una concepción global del Derecho Público en su totali- ción se manifiesta con mayor claridad esa especie de pecado original que
dad como expresión del intento dos veces secular de reducir el Poder al la especie de los juristas parece haber cometido al intentar poner límites
al poder. Todas las construcciones dogmáticas que se han ido fraguando
Derecho.
a lo largo de la Historia, todas las técnicas jurídicas y todos los mecanis-
Esas mismas razones explican que el tema de la discrecionalidad admi- mos que se han ido ideando a lo largo de dos siglos de esfuerzos continua-
nistrativa, que es del que me voy a ocupar aquí específicamente, constituya dos con ese concreto fin aparecen todavía hoy marcados por una nota de
un problema recurrente, una úlcera que recidiva de forma constante y que excepcionalidad. Cada parcela que se atrae al campo de lo jurídico se
nunca termina de cicatrizar del todo. La batalla de la discrecionalidad es contempla como una excepción, cuyo alcance se somete siempre a un
así una batalla permanente y permanentemente inconclusa, que, no bien tratamiento restrictivo y exige en todo caso una justificación extraordina-
parece ganada, vuelve a recrudecerse de forma inopinada en el momento ria, mucho mayor de la que nadie osa pedir nunca al ejercicio del poder.
más inesperado y en la que sólo con la ayuda de la Historia es posible
apreciar el sentido general de su evolución. La historia del progresivo hallazgo de técnicas de control del poder
Ganada parecía, en efecto, veinticinco años atrás cuando el Profesor discrecional de la Administración, que es la historia misma de la jurisdic-
ÜARCÍA DE ENTERRÍA publicó por vez primera su célebre conferencia sobre ción contencioso-administrativa y del propio Derecho Administrativo en
La lucha contra las inmunidades del poder en el Derecho Administrativo, su conjunto, es definitivamente ilustrativa al respecto por más que acos-
trabajo que, sin duda, marcó un hito en la historia de nuestro Derecho 8
En Alemania, como más adelante veremos. Sobre ello, BuLLINGER, op. cit.
Administrativo por su extraordinaria y positiva influencia en la evolución 9
7 La tesis doctoral de A. Mozo SEoANE, La discrecionalidad de la Administra-
de nuestra doctrina y nuestra jurisprudencia contencioso-administrativa • ción. Pública en España, Ed. Montecorvo, Madrid, 1985, trabajo estimable, fue
pub~1cada con posterioridad a la Constitución, pero el análisis que contiene se
reah~a al margen de ésta. El .pról?go de GALLEG~ ~NABITARTE, sí maneja, aunque
7 La conferencia citada en el texto fue publicada primero en el núm. 38 de la parcialmente, los datos constituciOnales, pero, logtcamente, se limita a esbozar
«Revista de Administración Pública» y separadamente después en Cuadernos Civi- meros apuntes.
tas, Madrid, 1'974.
32 CAP. l.-ARBITRARIEDAD Y DISCRECIONALIDAD
Il. LA SOMBRA DE EXCEPCIONALIDAD EN LA DOGMÁTICA TRADICIONAL 33

tumbremos a repetirla sin reparar en ello y sin someterla a la necesaria del particular «esté fundada en un derecho adquirido» 13 , que se considera
crítica. inexistente cuando la Administración dicta actos en virtud de su derecho
general y constitucional de proveer a los bienes de la sociedad, de la
En el principio fue la exención. El principio de separación de poderes
policía, de las diversas ramas de la organización administrativa (esto es, de
y el propio entendimiento de la función misma de administrar imponían
pure commandement, meri imperii) o que atañen a un poder discrecional,
como algo axiomático e indiscutible la exclusión de cualquier someti-
confiado a la Administración en virtud del interés colectivo de la agricul-
miento de la Administración a un poder superior y exterior a ella. «Admi-
tura, de la industria o del comercio, poder discrecional o facultativo de la
nistrar -decía todavía en 1854 M. F. LAFERRIÉRE 10- es asegurar la ejecución
Administración que atañe a su deber general de vigilancia y de protección
de las leyes en el interés general y local o tomar medidas útiles en vista
hacia los administrados 14 •
de los intereses colectivos de la agricultura, del comercio y de la industria.
Pero, para asegurar esta ejecución, es preciso dar al poder ejecutivo el Los actos de pure faculté, como los de pure commandement, no caen
derecho de apartar los obstáculos o de resolver sobre las reclamaciones; de bajo la jurisdicción. Ea quae sunt meri imperii vel facultatis non sunt
otra manera la Administración sería imposible o dependiente ... Un poder jurisdictionis 15 •
superior reduciría a la nada, por la fuerza de las cosas, la independencia A partir de esta rotunda negación primera se inicia ese lento proceso
de la autoridad administrativa; además, sin libertad de acción, no habría evolutivo que va restando poco a poco pequeñas parcelas a ese extenso
ya acción administrativa. Administrar es, pues, no solamente hacer ejecu- ámbito de lo discrecional, de lo no contencioso por naturaleza, a través de
tar las leyes y decretos, lo que es misión de la administración activa, sino un recurso excepcional que nace sin texto legal que lo ampare expresa-
decidir las dificultades de ejecución y juzgar las reclamaciones que la mente y que en un primer momento ni siquiera es un verdadero recurso
ejecución provoca, lo que es n'lisión de la administración contenciosa. El porque no resulta del ejercicio de una acción en sentido propio por quien
poder de administrar, considerado en el m.ás amplio sentido, comporta lo promueve, que es sólo un mero denunciante, cuya denuncia se toma o
as( lógicamente el poder de juzgar administrativamente, es decir, la juris- no en consideración no para eliminar el agravio denunciado, sino para
dicción o la justicia administrativa» 11 • depurar en interés de la Administración misma las irregularidades más
chocantes de los administradores, los verdaderos escándalos 16 •
Juger 1'Administration e' est aussi ad1ninistrer 12 • Por eso, ese «poder
La incompetencia y el vicio de forma, primeras aperturas del exd:s de
de juzgar administrativamente» se confía en todo caso a órganos de la
pouvoir, ilustran perfectamente en su inicial configuración este limitado y
propia Administración, que ejercen así la <<jurisdicción» ordinaria (Conse-
único propósito. El Conseil d' Etat, esto es, el titular del Poder Ejecutivo
jos de Prefectura y Consejo de Estado) o extraordinaria (Prefectos, Minis-
que es quien retiene la competencia para resolver a propuesta de aquél,
tros, Consejos Académicos de las Facultades, etc.) en los asuntos adminis-
no puede aceptar que se construya un muro de terraza al borde de una
trativos, una <<jurisdicción» que exige en todo caso que la reclamación
calle que forma parte de una carretera departamental en contra de lo que
disponen las leyes y reglamentos sobre grande voirie sólo porque un Al-
1
° Cours théorique et pratique de Droit Public et Administratif, 4a ed., París, calde, a quien no le correspondía pronunciarse, no ha encontrado inconve-
1954, tome deuxieme, págs. 733. y sigs. He elegido la cita de esta obra por ser
contemporánea de la de CoLMEIRO, cuyo Derecho Administrativo Español, que vio
la luz por primera vez en 1850, sigue idénticos pasos. Vid. págs. 294 y sigs. del 13
M. F. LAFERRIERE, op. cit., págs. 763 y sigs.
volumen segundo, 2a ed., 1858. 14
11 Ibidem.
Idem, pág. 734. 15
12 Ibidem, pág. 764.
Sobre el principio juger l'Administration ... véase la obra de SANDEVOIR, 16
Etudes sur le recours du pleine juridiction, «LGDJ», Patis, 1964. Véase LANDON, Histoire abrégée du recow·s pour exces de pouvoir des
origines a 1954, París, 1962, págs. 1O y sigs.
34 CAP. l.-ARBITRARIEDAD Y DISCRECIONALIDAD 11. LA SOMBRA DE EXCEPCIONALIDAD EN LA DOGMÁTICA TRADICIONAL 35

niente en hacerlo y en autorizar así la ejecución de una obra improcedente contenciosa no puede entrar porque no es su misión suplantar o sustituir
y perjudicial para el interés general. No puede admitir tampoco que un a la Administración activa20 •
Prefecto fije la alineación de un edificio a construir en una calle municipal
Ese mismo espíritu sigue inspirando hoy el recurso por exceso de po-
(pe tite voirie) o la revoque a instancia de los vecinos vaciando la compe-
der, que todavía responde a la excepcionalidad de sus orígenes como un
tencia municipal 17 •
proceso objetivo que no se trata entre verdaderas partes procesales 21 , cuyo
Lo de menos en ambos casos es el fondo de la cuestión, y el derecho único objeto posible es la mera anulación de los actos administrativos
o interés de los afectados, aspectos en los que el Conseil d 'Etat no entra. irregulares y que concluye, en consecuencia, con el reenvío a la Adminis-
tración para que, tras la anulación del acto recurrido, ésta haga lo que sea
Lo que importa es preservar el orden regular de las competencias en el
de Derecho.
seno de la organización administrativa. Restablecer el orden alterado es lo
único que interesa. Lo demás, la cuestión de fondo, no es de la incumben- La anulación del acto discrecional es la excepción porque el punto de
cia de la Administración contenciosa, sino de la Administración activa, a partida de toda la construcción sigue siendo el mismo: la Administración
la que aquélla no puede, ni debe, ni tiene interés en sustituir. activa tiene una libertad inicial indiscutida para decidir lo que estime opor-
tuno cuando la norma que le habilita para actuar no le impone expresa-
La misma lógica es la que inspira nuestra vetusta doctrina de los vicios mente condiciones especiales, y en esa libertad el juez no puede interferir
de orden público 18 , en la que detiene su evolución nuestra jurisprudencia porque la propia Ley penal le prohíbe turbar de cualquier manera que sea
contencioso-administrativa, que no se atreve nunca a dar el paso, cierta- la acción de los cuerpos ejecutivos, cuyas decisiones no puede en ningún
mente espectacular, que el Conseil d'Etat acertó a dar en los primeros caso suplantar. El principio de separación de poderes sigue siendo una
años de la segunda mitad del siglo pasado al añadir al exces de pouvoir barrera insalvable que limita decisivamente el control jurisdiccional o,
una tercera apertura con la invención del détournement de pouvoir 19 • para ser más exactos, sigue postulando la independencia de la Administra-
ción, que sólo excepcionalmente puede ser quebrada. Lo que decide la
Aun entonces, sin embargo, este tercer paso no se apartó en su presen- Administración debe aceptarse en todo caso, salvo que, por alguna razón,
tación un solo milímetro del planteamiento primero al que siguió siendo resulte evidente y notorio que está mal hecho.
fiel la técnica ideada, mera constatación del apartamiento por la Adminis-
tración activa del fin específico para el que la norma habilitante otorga la
2. LAS HUELLAS DEL PASADO EN LA JURISPRUDENCIA ACTUAL DEL
competencia que, por tanto, implica igualmente una especie de incompe- «CONSEIL D'ETAT»
tencia en el agente, que vicia la decisión de éste cualquiera que sea el
contenido de la misma, en cuya valoración no se entra por ser ésta una El repaso de la jurisprudencia francesa actual confirma explícitamente
cuestión que le pertenece privativamente y en la que la Administración la plena vigencia de este punto de vista y de esta específica lógica institu-

20
17
Son los arrets Enjalbert, de 25 de julio de 1820, y Landrin, de 4 de mayo Ésta es la clave de toda la doctrina de los vicios de orden público, como
de 1826, en los cuales SANDEVOIR, op. cit., págs. 263 y sigs., ve la aparición del he dem<?strado en otra ocasión. Vid. el libro ya citado en la nota 18 y en él las
recurso por exceso de poder. referencias que se hacen en página 264, en nota, al juego de dicha doctrina en el
18
contencioso francés.
Al tema he dedicado mi libro La doctrina de los vicios de orden público, 21
lEAL, Madrid, 1969, al que me remito ahora por entero en este punto. • Una reinterpretación del recurso por exces de pouvoir en un sentido subje-
19 tivo en la obra de B. KoRNPROBST, La notion de partie et le recours par exces de
El hallazgo de la técnica de la desviación de poder se remonta al arret pouvoir, París, 1959. Vid. también en nuestra bibliografía, F. GARRIDO FALLA, El
Lesbats de 25 de febrero de 1864. Vid. LONG, WEIL, BRAIBANT, Les grands arrets recurso subjetivo de anulación, en el núm. 8 de la «Revista de Administración
de la jurisprudence administrative, Sirey, 1965, 4a ed., págs. 20 y sigs. Pública», págs. 177 y sigs. ·
36 CAP. l.-ARBITRARIEDAD Y DISCRECIONALIDAD ll. LA SOMBRA DE EXCEPCIONALIDAD EN LA DOGMÁTICA TRADICIONAL 37

cional, que tiene ya casi dos siglos de efectiva vigencia. Ni el arret BAREL reserva la posibilidad de pasar una misma materia de una lista a otra26 • El
de 28 de marzo de 195422 , al enfrentar el poder discrecional de la Adminis- control resulta así asimétrico, como observa piadosamente J. F. LA-
tración para admitir candidatos para el ingreso en la EN A con la libertad CHAUME27, por no decir inconsecuente. Una inconsecuencia que los autores
de opinión y el principio de igualdad, ni el arret LAGRANGE de 15 de franceses aceptan sin protesta, dada la gran autoridad de que en Francia
febrero de 1961, al introducir la técnica del error manifiesto de aprecia- sigue gozando el Conseil d 'Etat y el carácter esencialmente exegético que,
ción23, en ambos casos con resultados igualmente negativos para la Admi- en razón de ella, ha asumido voluntariamente la doctrina científica hasta
nistración activa, han conseguido alterarla en lo esencial. La Administra- el momento 28 , pero que, fuera de Francia, no resulta posible admitir porque
ción tiene el derecho a cometer errores, con tal de que éstos no sean contraría la lógica más elemental y carece de toda explicación razonable,
manifiestos por su gravedad y evidencia, y la jurisdicción tiene que acep- explicación que los autores franceses ni siquiera pretenden dar más allá
tarlo así porque su poder de enjuiciamiento de la actividad administrativa de la constatación pura y simple de lo que, en efecto, constituye sólo la
sigue siendo un poder excepcional y, como tal, limitado, estrictamente mera expresión de una cierta «política jurisprudencial» 29 •
limitado 24 • La última gran prueba que este modo peculiar de afrontar el problema
del poder discrecional de la Administración ha tenido que superar en el
Y es el propio juez quien, discrecionalmente, fija esos límites entre la país vecino ha sido la que planteó el arret Ville Nouvelle Est de 28 de
legalidad, a cuya comprobación está constreñido, y la oportunidad25 • El mayo de 1971 y la técnica del balance costes-ventajas por él introducido,
Conseil d' Etat decide así cuándo, cómo y por qué limita su actuación a cuyo tenor «una operación no puede legalmente ser declarada de utilidad
revisora a un control mínimo, comprensivo de la incompetencia, el vicio pública más que si los atentados a la propiedad privada, el coste financiero
de forma o procedimiento, la desviación de poder y el error manifiesto en y eventualmente los inconvenientes de orden social que comporta no son
la apreciación de los hechos, y cuándo, cómo y por qué estima posible excesivos habida cuenta del interés que presenta dicha operación», ele-
realizar un control normal, susceptible de llegar al fondo mismo de la mentos a los que el arret Société Civile Sainte-Marie de l'Assomption de
decisión administrativa en causa. 20 de octubre de 1972 añadió uno más: la consideración del «atentado a
otros intereses públicos» 30 •
Si se examina la lista de supuestos que se incluyen bajo una u otra
26
rúbrica se comprueba de inmediato que entre ellos no existen muchas Cfr. LACHAUME, Les grands décisions, cit., págs. 364 y sigs.
27
ldem, pág. 364.
veces diferencias apreciables en cuanto a su propia sustancia última. De 28
La reciente reforma del contencioso francés parece marcar el principio de
que esto es así da fe la propia jurisprudencia del Conseil d 'Etat, que se un cambio de actitud. Vid. sobre el tema E. GARCÍA DE ENTERRÍA, La crisis del
contencioso-administrativo francés: el fin de un paradigma, en el núm. 58 de la
22 «Revista Española de Derecho Administrativo».
Sobre el arret BAREL, véase, LoNG, WEIL, BRAIBANT, Les grands arrets de 29
la jurisprudence, cit., págs. 407 y sigs. Así, FROMONT, Le pouvoir discrétionnaire et le juge administratif franr;ais,
23 cit., págs. 67 y sigs.
M. FROMONT, Le pouvoir discrétionaire et le juge administratiffram;ais, en 30
«Festschrift für Hermann Jahrreiss», Carl Heymanns Verlag, Colonia, Berlín, Sobre esta jurisprudencia vid. A. DE LAUBADERE, Le contróle juridic-tionnel
Bonn, Munich, 1974, pág. 78, refiere al arret LAGRANGE el arranque de la técnica du pouvoir discrétionnaire dans la jurisprudence récente du Conseil d'Etat fran-
del error manifiesto. J. F. LACHAUME, Les grands decisions de la jurisprudence. r;ais, en «Mélanges offerts a M. Waline». Le juge et le droit, tome II, «LGDJ»,
Droit Administratif, 3a ed., PUF, Themis, 1985, la remonta al arret Denizet de 13 París, 1974, págs. 531 y sigs. J. LEMASURIER, «Vers un nouveau príncipe général
de diciembre de 1953, vid. pág. 362. du Droit? Le príncipe hilan cout-avantages», en la misma obra y volumen, págs.
24 551 y sigs. Vid. igualmente LACHAUME, op. cit., págs. 368 y sigs., así como las
Vid., a este respecto, BRAIBANT, Le Droit Administratif fraru;ais, Dalloz, referencias de FROMONT, op. cit., págs. 73 y sigs. Entre nosotros, referencias en J.
1984, págs. 239 y sigs. ToLEDO JÁUDENES, Alteración del planeamiento urbanístico: derechos adquiridos y
25
ldem, pág. 242. Con más detalle, J. F. LACHAUME, Les grands décisions de control judicial, en el núm. 110 de la «Revista de Administración Pública», págs.
la jurisprudence, cit., págs. 366 y sigs. 131 y sigs., y más recientemente, J. I. LóPEZ GoNZÁLEZ, El principio general de
38 CAP. l.-ARBITRARIEDAD Y DISCRECIONALIDAD 111. EL ESTADO ACTUAL DE LA CUESTIÓN EN NUESTRA JURISPRUDENCIA ... 39

La nueva jurisprudencia fue recibida en su momento con recelos por principios últimos se mantienen inmutables, unos principios a tenor de los
unos y con un cierto alborozo por otros, pero todos sin excepción subraya- cuales sólo por excepción, que, como tal, debe ser objeto siempre de es-
ron sus temores, habida cuenta de que, como declaró el Comisario del tricta interpretación, se admite la crítica en vía jurisdiccional de una liber-
Gobierno MoRISOT, no es posible «disimular que este control de legalidad tad previa de decisión de la Administración que sigue sin ponerse en
se sitúa en los confines de la apreciación de la oportunidad» 31 • El propio duda34 •
LAUBADERE, tras demostrar que en ambos arrets había algo más de lo que
De alguna forma, por tanto, y a pesar del tiempo transcurrido, lo dis-
hasta entonces se había venido admitiendo como posible y lícito en mate-
crecional sigue siendo, al menos en principio, lo no contencioso por natu-
ria de control jurisdiccional del poder discrecional de la Administración,
raleza. El principio de separación de poderes, en su interpretación revolu-
concluyó su estudio de la nueva jurisprudencia con una seria advertencia
cionaria, sigue haciendo su obra e imponiendo sus propias condiciones.
acerca de la necesidad de contemplar la nueva técnica o el nuevo principio
«como un remedio excepcional ... y no como un elemento nuevo normal
de este control» de los actos dictados en ejercicio de un poder discrecional, 111. El estado actual de la cuestión en nuestra jurisprudencia
porque sólo «esta manera de comprenderlo permitiría, en el plano de la postconstitucional
teoría, salvaguardar el principio mismo de lo que debe ser el régimen
contencioso lógico del poder discrecional de la Administración» y sólo
«con esta condición el nuevo régimen contencioso del poder discrecional l. ÜBSERV ACIONES GENERALES
tendrá oportunidad de evitar que se vea al juez sustituir prácticamente las El estado de la cuestión en nuestra propia jurisprudencia contencioso-
apreciaciones de la Administración por las suyas», con lo que «este régi- administrativa no difiere en nada esencial de lo hasta aquí expuesto, a
men mismo perdería literalmente su identidad» 32 • pesar de su franca y, por lo demás, sorprendentemente temprana recepción
La nueva técnica de control ha quedado desde entonces asumida33 en del nuevo y sugestivo marco conceptual tan brillantemente expuesto por
ese mismo marco de aceptación sumisa por la doctrina francesa «del tacto el profesor GARCÍA DE ENTERRÍA en el trabajo antes citado 35 •
y la mesura» del Conseil d'Etat para marcar por sí mismo los límites entre
Como es fácil comprobar y veremos con detalle a continuación, nues-
legalidad y oportunidad en ejercicio de esa «política jurisprudencia!» que
tro Tribunal Supremo limita también en muchas ocasiones su control a la
sin discusión se le permite desplegar, siempre que quede claro que los
mera comprobación de los elementos reglados del acto y a la averiguación
proporcionalidad en el Derecho Administrativo, Int. Ga Oviedo, Sevilla, 1988,
· de la eventual existencia de desviaciones de poder por estimar que, de
págs. 34 y sigs. llevarlo más lejos, estaría invadiendo un ámbito que es propio y privativo
31
Citado por FROMONT, op. cit., pág. 74. de la Administración, a la que no puede ni debe intentar sustituir.
32
En su trabajo citado en nota 30, págs. 547 y sigs.
33
Precisa LACHAUME, op. cit., pág. 371, que la jurisprudencia posterior al arret Este tipo de control mínimo es el que sistemáticamente plantean como
Vil/e Nouvelle Est ha estimado desde 1971 una docena de recursos en aplicación de único posible los defensores de la Administración siempre que el acto
la técnica del balance costes-ventajas sobre un total de medio centenar de asuntos.
Sobre los intentos de aplicación de la doctrina del «bilan» a las decisiones sobre 34
zonificación contenidas en los planes urbanísticos, vid. recientemente las conclu- No obstante ese talante general de la doctrina francesa, no faltan valoracio-
siones del Comisario del Gobierno N. CALDERARO en el asunto Mouvement ni<;ois nes que su~ra~an el carácter con~radictori~ ~ la falta de nitidez de la jurisprudencia
pour la déjense des sites et du patrimoine et mitres, resuelto por el Tribunal Admi- del Conseil d Etat. En este sentido, exphc1tamente FROMONT, op. cit., págs. 80 y
nistrativo de Niza ell7 de diciembre de 1987, y el artículo de J. QuiNETTE, L'appli- 83.
La .s~nt~rz_cia de 28. de a~ril ~e 1964 hizo suyas ya las nuevas ideas apli-
35
cation de 1'article L-121-1 O du code de l 'urbanisme et l' étendue du controle du
juge sur le z9nage des plans d'occupation des sois, en el núm. 2/1990 de la «Revue cando la d1stmc10n entre d1screc10nahdad y conceptos jurídicos indeterminados a
Franc;aise de Droit Administratif», págs. 234 y sigs. propósito de un recurso en materia de justiprecio expropiatorio.
40 CAP. l.-ARBITRARIEDAD Y DISCRECIONALIDAD III. EL ESTADO ACTUAL DE LA CUESTIÓN EN NUESTRA JURISPRUDENCIA ... 41

enjuiciado tiene un componente técnico acusado o implica apreciación o no se puede impugnar, como dice la Sentencia de 21 de noviembre de
valoración de situaciones o cualidades que, de un modo u otro, remiten a 1985, «al no existir posibilidad de confrontación entre ese criterio profe-
juicios técnicos, de valor o de experiencia susceptibles de encajarse en lo sional con otros que sustituyeran al de los miembros de la Comisión, ya
que tópicamente se viene denominando discrecionalidad técnica. Lo cu- que, en este supuesto, se desvirtuaría la función atribuida a la Comisión de
rioso, sin embargo, es que ese modo de plantear el problema, que se selección a la que se confiere la de juzgar unas condiciones de capacidad
acepta, como he dicho, con alguna frecuencia, se rechaza, en cambio, en profesional que no es susceptible de minusvaloración frente a otros juicios
otras muchas ocasiones, sin que sean apreciables las diferencias existentes igualmente respetables como es el del recurrente, por su condición de
entre unos supuestos y otros. médico especialista o de otros profesionales de la Medicina ajenos a la
El control es así, también entre nosotros, asimétrico, carente de un hilo Comisión».
conductor único y claro, contradictorio en sus distintas manifestaciones y, Late aquí, como es notorio, la tesis del apoderamiento personal, mante-
por tanto, inconsecuente; contradicciones e inconsecuencias que aquí re- nida por KELLNER y aceptada entre otros por NIETO, frente a la cual la
sultan más llamativas y visibles, menos disimulables que en Francia, por actividad revisora de los Tribunales debe limitarse a la comprobación de
la sencilla razón de que nuestra jurisdicción contencioso-administrativa no la regularidad formal del proceso de formación del juicio que el órgano
goza de idéntica autoridad a la que en el país vecino disfruta el Conseil administrativo tiene encomendado por la Lel 6 •
d 'Etat y porque la estructura misma de las sentencias obliga a razonar los
fallos que éstas contienen con una abundancia a la que el Conseil d 'Etat Semejante a ésta es la Sentencia de 27 de junio de 1986, que comienza
no se siente obligado, lo que termina descubriendo la pobreza del «porque buscando apoyo en «una constante jurisprudencia» 37 y recordando, en con-
sí» unas veces, la mala conciencia del juzgador otras y la sinrazón de la creto, que «la Sentencia de la Sala 4.a del Tribunal Supremo de 22 de
diferencia siempre. A todo ello hay que unir todavía el distinto talante de noviembre de 1983 ha declarado que la diferencia de puntuación responde
la doctrina española y la diferente naturaleza de sus relaciones con la a criterios de discrecionalidad técnica irreversible y, abundando en el
jurisprudencia, que no están basadas, como en Francia, en la exégesis mismo criterio, que la puntuación asignada no es, en principio, revisable
respetuosa, sino en la colaboración crítica, actitud esta que contribuye a jurisdiccionalmente (salvo en el caso límite de que pueda apreciarse una
acentuar las disonancias. desviación de poder...) dada la indiscutible soberanía de los Tribunales a
la hora de asignar sus calificaciones, que constituye un auténtico dogma
Para verificar lo que acabo de decir procederé a examinar a continua- en materia de oposiciones y concursos», doctrina general esta que hace
ción la jurisprudencia postconstitucional, agrupándola en lo posible por
suya.
bloques homogéneos de materias a fin de resaltar con mayor nitidez los
claroscuros que ofrece. Suya la ha hecho también, como es sabido, el propio Tribunal Consti-
tucional en su Sentencia de 17 de mayo de 1983, al desestimar el recurso
de amparo promovido por un Coronel de Infantería de Marina que fue
2. JUICIOS PEDAGÓGICOS Y DECLARACIONES DE APTITUD O
clasificado por el Consejo Superior de la Armada a efectos de ascenso al
IDONEIDAD PROFESIONAL
Generalato en un puesto secundario que, de hecho, hacía imposible tal
El control mínimo es aquí la regla, que se aplica sistemáticamente por
nuestros Tribunales sin embarazo alguno, sobre la sola base de la afirma- 36
Cfr. A NIETO, Reducción jurisdiccional de la discrecionalidad en materia
ción apodíctica de la «soberanía» (sic) de las Comisiones calificadoras de disciplinaria, en el núm. 44 de la «Revista de Administración Pública», págs. 147
y sigs.
las oposiciones y concursos, cuyo juicio profesional y técnico, formulado 37
Sobre esta jurisprudencia véase E. SERRANO GUIRADO, El régimen de oposi-
de conformidad· con los méritos alegados y probados por los aspirantes, ciones y concursos de funcionarios, EP, Madrid, 1956.
42 CAP. l.-ARBITRARIEDAD YDISCRECIONALIDAD III. EL ESTADO ACTUAL DE LA CUESTIÓN EN NUESTRA JURISPRUDENCIA ... 43

ascenso. Aceptando la tesis de la Sentencia del Tribunal Supremo objeto mos (valoración de los méritos y resultado de las pruebas técnicas), acep-
del recurso, reiterada en la vía de amparo por el defensor de la Administra- tando, en lo relativo a las pruebas prácticas, el informe emitido por el
ción, el Tribunal Constitucional afirma inoportunamente, pues no tenía Arquitecto Provincial en relación al trabajo efectuado por los candidatos»,
necesidad de hacerlo, que el control judicial «puede encontrar en algunos «criterio técnico que a la Sala no le es dable someter a revisión, dada la
casos límites determinados» y que «así ocurre en cuestiones que han de competencia y titulación técnica de quien lo emite y la garantía de impar-
resolverse por un juicio fundado en elementos de carácter exclusivamente cialidad que le confiere su condición de funcionario provincial» 39 •
técnico, que sólo puede ser formulado por un órgano especializado de la
Administración y que en sí mismo escapa, por su propia naturaleza, al No es el dogma en este caso, por tanto, el que explica la confirmación
control jurídico que es el único que pueden ejercer los órganos jurisdiccio- de la decisión del órgano administrativo, sino la convicción a la que, tras
nales y que, naturalmente, deberán ejercerlo en la medida en que el juicio analizar atentamente su justificación y sus fundamentos, llega el Tribunal
afecte al marco legal en que se encuadra, es decir, sobre las cuestiones de acerca de su corrección. ¿Por qué en este caso no se conforma el Tribunal
legalidad», que en este caso -dice- no se han concretado «ni pueden dedu- Supremo con la afirmación del dogma de la soberanía de las Comisiones
cirse de los datos que constan en autos, al reducirse el problema a una calificadoras y somete la decisión de éstas a revisión, ejerciendo de este
discrepancia del interesado respecto a la valoración de sus circunstancias modo un control normal o pleno (aunque de resultado negativo para el
para su clasificación y ser esa valoración, como ya se ha dicho, de índole recurrente), no limitado a priori? La respuesta en este caso es clara: la
estrictamente técnica» 38 • plaza objeto del concurso-oposición tenía un rango ínfimo y las pruebas
eran, por tanto, muy sencillas (un dictado y unas simples operaciones
Aunque esta actitud es la dominante no faltan ejemplos en la jurispru-
aritméticas) y su valoración directa se encontraba, en consecuencia, al
dencia reciente de un control normal o pleno de los juicios de aptitud o
alcance del propio Juez, cosa que no ocurre en otros casos.
idoneidad profesional y, sobre todo, de una disposición del propio Tribunal
Supremo favorable a afrontar este tipo de control, siempre que se le facili- Esto no justifica, sin embargo, la diferencia en el modo de enjuiciar
ten los medios para intentarlo, lo cual, cuando menos, desmiente de forma unos asuntos y otros, porque la naturaleza de todos ellos -juicios técnicos
clara esa presunta separación radical entre legalidad y oportunidad (ésta siempre- es la misma. O las Comisiones calificadoras son realmente sobe-
disfrazada en este caso de discrecionalidad técnica) que, como hemos ranas porque hay un apoderamiento legal singular y privativo en su favor
visto, se afirma en ocasiones como un dogma inconmovible. con exclusión de cualquier posible revisión desde fuera de sus decisiones
El presunto dogma se tambalea, por lo pronto, en la propia Sentencia · o no lo hay. Si lo primero, la revisión de las mismas en cuanto al fondo
de 27 de junio de 1986, antes citada, que tan enfáticamente lo afirma, pues será imposible jurídicamente, sea fácil o difícil, complejo o simple el jui-
esa afirmación no le basta al juzgador, como debería bastarle si de verdad cio técnico que en ellas se plasma; si lo segundo, la revisión será obligada,
creyera que lo es, ya que, inmediatamente a continuación, procede a exa- cualquiera que sea la complejidad del juicio técnico a revisar, pues los
minar cuidadosamente la valoración de los méritos alegados por los recu- poderes de enjuiciamiento del Juez no dependen en absoluto de que éste
rrentes y el resultado de las pruebas, teóricas y prácticas, del concurso- disponga o deje de disponer personalmente de un bagaje científico o téc-
oposición, examen que -dice la sentencia- «desvanece cualquier sospecha nico propio sobre la cuestión controvertida, sea ésta la competencia de un
de parcialidad del Tribunal calificador en cuanto a los dos primeros extre- profesional cualquiera, el valor de una obra de arte, la capacidad de pro-
ducción de una finca rústica o el estado de ruina de un inmueble.
38
Vid. la crítica de la sentencia de E. CocA VITA, Legalidad constitucional,
exclusión de control judicial y discrecionalidad técnica, en el vol. II de los núms. 39
Se trataba de un concurso municipal. Por ello subraya la sentencia la condi-
100-102 de·la «Revista de Administración Pública», págs. 1039 y sigs. ción de funcionario provincial del Arquitecto que valoró la prueba práctica.
44 CAP. l.-ARBITRARIEDAD Y DISCRECIONALIDAD III. EL ESTADO ACTUAL DE LA CUESTIÓN EN NUESTRA JURISPRUDENCIA ... 45

¿Qué hubiera hecho el Tribunal en este caso si al llevar a cabo la


La contradicción en que la sentencia incurre es, pues, flagrante y no
revisión de las valoraciones dadas a las pruebas de dictado y aritméticas
puede salvarse diciendo que si en este caso el juzgador afronta la revisión
del concurso-oposición hubiera descubierto que esa valoración era inco-
de la justificación y de los fundamentos del juicio técnico impugnado es
necta? Evidentemente, constatar la inconección y anular la decisión recu-
a los solos efectos de descubrir la eventual existencia de parcialidad en el
nida por esa razón y no por la desviación de poder, que supone un juicio
órgano administrativo que lo emitió, ya que es más que obvio que para adicional, aniesgado e innecesario, sobre los verdaderos motivos de lo
llegar a tal conclusión y consiguientemente anular la decisión en causa que, en cualquier caso, ya era por sí sólo merecedor de la anulación de-
por desviación de poder, única excepción que la doctrina jurisprudencia! mandada.
utilizada como punto de partida admite al dogma de la soberanía de las
El dogma de la inevisabilidad jurisdiccional de los juicios técnicos se
Comisiones calificadoras, hay previamente que constatar la inconección ·
salvó aquí in extremis gracias a la existencia de una prueba práctica, que,
material de las valoraciones en que la parcialidad se refleja, constatación
aun siendo elemental (realización de una pequeña obra de ladrillo con
que hace de por sí innecesario proseguir y justifica por sí sola la anulación remate de losa de hormigón), permitió al Tribunal refugiarse en el informe
de la decisión administrativa40 • técnico emitido al respecto por el Arquitecto que auxilió a la Comisión de
selección.
40
Que esto es así lo pone en evidencia la reciente Sentencia de 1O de febrero
de 1987 sobre la valoración de la Dama de Baza: Se trataba aquí de justipreciar La precariedad de este último refugio es, por otra parte, notoria.
la famosa escultura de la Dama de Baza, de belleza y antigüedad semejante a la ¿Desde cuándo el informe de un Arquitecto es vinculante para un Tribu-
archifamosísima Dama de Elche, a efectos de entregar al recurrente, dueño del nal? El propio Tribunal Supremo en su Sentencia de 2 de abril de 1985
terreno en la que fue hallada, el 50 por 100 de su valor al que tenía derecho a
tenor de lo dispuesto en el artículo 351 del Código Civil. La Comisión pericial de responde negativamente y con la mayor contundencia a esa pregunta en
Académicos a que hace referencia el artículo 78 de la Ley de Expropiación Forzosa un asunto semejante al anterior, en el que se impugnaba la resolución de
valoró la pieza en 1984 en la cifra, a todas luces ridícula en esas fechas, de 450.000
pesetas, basándose en el argumento, igualmente absurdo, de que esa cifra fue, un concurso para cubrir la plaza del Jefe de Sección de Neurología de la
precisamente, el precio en el que en 1897 se vendió la Dama de Elche al Museo Seguridad Social de Alava, recurso que fue desestimado por la sentencia
del Louvre. Es evidente que ese argumento, cuya inconsistencia no podía pasar
desapercibida a la Comisión de Académicos, encubría una clara desviación de de primera instancia. El Tribunal Supremo confirma ésta, pero corrigiendo
poder en el más estricto sentido, es decir, un voluntario apartamiento del fin que- enérgicamente su afirmación relativa a la imposibilidad de suplir los cono-
rido por la norma (atribuir al dueño del terreno la mitad del valor del tesoro ha- cimientos técnicos del Tribunal calificador «por los meramente jurídicos
llado) por otro, ciertamente público, pero distinto (reducir el coste de la operación
para el Estado) y lo es, también, que esa desviación, por su notoriedad, había de de esta Sala de Justicia». Sobre tan peregrina y tópica afirmación, que
resultar igualmente evidente para el Tribunal. Declararlo así exigía, sin embargo, constituye el meollo de la tan traída y llevada discrecionalidad técnica,
una previa constatación de la inadecuación del valor fijado por la Comisión al
valor real del objeto, juicio por sí solo definitivo, que hacía innecesario cualquier dice así la sentencia en cuestión:
otro razonamiento ulterior sobre la desviación de poder, del que, naturalmente, el «Considerando: Que la sustancial aceptación aquí hecha de las conside-
Tribunal Supremo se abstuvo, anulando el justiprecio de la Comisión y sustituyén- raciones que amparan el fallo desestimatorio del recurso contencioso-admi-
dolo por otro. nistrativo, requiere matizar la afirmación en aquéllas contenida referente a
¿Por qué esta diferencia en el modo de enjuiciar en este caso y en el analizado en la remisión de la Sala sentenciadora a los juicios técnicos del Tribunal
el texto? No por razón de la complejidad técnica de la valoración, ya que es, a calificador en cuanto que compuesto por especialistas en la materia, pues
todas luces, más fácil para un Tribunal resolver quién es mejor albañil o maestro entendida dicha afirmación en su sentido literal conduciría a la incorrecta
de obras que valorar una escultura de veintitantos siglos de antigüedad. Tampoco conclusión de sometimiento del Juzgador a las apreciaciones del órgano
porque merezca mayor crédito al Tribunal un Arquitecto provincial que una Comi- administrativo cuyo acto calificador es precisamente el objeto de la revisión
sión de Académicos, como es obvio. Todo se reduce, pues, a un simple prejuicio, contencioso-administrativa, lo que en el nivel pragmático implicaría claro
del que por razones a las que luego aludiré en el texto se han visto siempre libres quebranto de la tutela judicial efectiva asegurada por el artículo 24.1 de la
los justiprecios expropiatorios, a pesar de implicar problemas técnicos de extraordi- Constitución al quedar así de hecho inimpugnables las estimaciones técnicas
naria dificultad en la mayoría de los casos. del mencionado Tribunal calificador, tanto en el orden cualitativo del encua-
46 CAP. l.-ARBITRARIEDAD Y DISCRECIONALIDAD 111. EL ESTADO ACTUAL DE LA CUESTIÓN EN NUESTRA JURISPRUDENCIA. .. 47

dramiento de las especialidades médicas, como en el cuantitativo de puntua- el recurso promovido por un candidato a la plaza de Técnico Superior
ción con referencia a los méritos de los concursantes; razones que inducen
a atribuir a la afirmación de precedente cita el sentido de apreciación juris- Urbanista del Ayuntamiento de Cuenca que había resultado preterido en
diccional de suyo análoga (art. 4.1 del Código Civil) a la de los dictámenes el correspondiente concurso-oposición y declara su mejor derecho a ocu-
periciales no vinculantes para el Juzgador y sometidos a la sana crítica de
conformidad con el artículo 632 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, es decir, parla. Dice así:
en un nivel o campo de planteamiento de estas cuestiones estructurado por «El primero de aquellos motivos ya se adujo al contestar la demanda,
la lógica y asequible al principio jurídico de non liquet, ajeno y excluyente
siendo rechazado adecuadamente por el Tribunal a qua a través de un razo-
del sentimiento del Tribunal a apreciaciones técnicas del Tribunal califica-
namiento que, no obstante el esfuerzo dialéctico de quienes apelan, ha de
dor que llenaron un vacío normativo; antes bien, tales operaciones pueden
ser desvirtuadas por elementos probatorios, periciales o no, que es a la ser compartido por esta Sala, porque, aunque es cierto que para calificar
parte recurrente a quien corresponde aportar para que, en definitiva, el los ejercicios, teóricos o prácticos, de una oposición el Tribunal goza de
Juzgador pueda pronunciarse en valoración conjunta de la prueba y con una soberanía y discrecionalidad inevitable, que no consiente en objeción,
arreglo a criterios lógicos; sin posibilidad de confundir, por tanto, valora- contradicción o revisión por parte de la Administración llamada a aprobar
ción del conjunto de las pruebas, con sujeción de la Sala de Justicia a juicios su propuesta ni por esta Jurisdicción Contenciosa -Sentencias de 3 de
técnicos, procedan éstos de órganos de la Administración demandada o bien marzo de 1947, 11 de enero de 1949 y 28 de noviembre de 1984, entre
del recurrente en su también calidad de técnico, ya directamente o a virtud otras-, en cambio, no dispone de aquéllas -pudiendo, en consecuencia, ser
de documentos o dictámenes aportados o que hubiere podido aportar al fiscalizado y revisado su proceder en toda su extensión- cuando se trata de
proceso»41 • la estimación de méritos y de aplicar el baremo correspondiente, por ser
éste "un elemento objetivo y normativo que impone un respeto incluso supe-
Con tan simple apelación al abecé de las reglas procesales, la Senten- rior al concedido a las Bases específicas de la convocatoria del concurso o
del concurso-oposición, aunque de éstas se diga que constituyen la Ley de
cia del Tribunal Supremo de 2 de abril de 1985 deja en evidencia no sólo la correspondiente prueba selectiva" (Sentencia de 28 de noviembre de
a la jurisprudencia contencioso-administrativa del propio Tribunal sobre 1984), al extremo de que ni es posible atribuir méritos que expresamente
no se consideren tales por la convocatoria o legalmente no sean considera-
la presunta soberanía de la Administración en estas cuestiones, sino tam- bles, dejar de apreciarlos en quienes concurren, ni aplicar porcentajes su-
bién al propio Tribunal Constitucional que hizo suya tal doctrina en su periores o inferiores a los señalados para cada uno de aquéllos, porque la
Sentencia de 17 de mayo de 1983, que, pese a todo, ahí está para proclamar consignación de unos y otros y el consiguiente baremo suponen el estableci-
miento de un sistema de selección totalmente reglado del que tales Tribuna-
al máximo nivel la falta de un criterio firme y unívoco. les no pueden apartarse, que, precisamente, por excluir toda discrecionalidad
y arbitrio hace que en estos casos su resolución tenga el simple carácter de
De esa falta da fe igualmente una cierta línea jurisprudencia! que, en propuesta de selección necesitada para su validez de la aprobación por la
materia de concursos y oposiciones, intenta encontrar una solución inter- Administración convocante, mediante un acto de efectiva y auténtica com-
media, consistente en la limitación a un control mínimo en lo referente a probación y revisión que, a su vez, es comprobable y revisable ante la Juris-
dicción en que se actúa».
la valoración de exámenes y pruebas y en la afirmación de un control
normal o pleno en lo concerniente a la valoración de los méritos. Es repre- La fórmula es reveladora en su eclecticismo de la insatisfacción del
sentativa de esta dirección la Sentencia de 17 de abril de 1986, que estima juzgador ante lo que· constituye su punto de partida y contribuye también
a poner de manifiesto la inconsistencia de éste, pues la dificultad técnica
41
La sentencia citada ha sido comentada elogiosamente por E. CocA VITA, de la valoración de los méritos no es inferior a la de la valoración de las
También la discrecionalidad técnica bajo el control último de los Tribunales, en
el núm. 108 de la «Revista de Administración Pública», págs. 205 y sigs. En el pruebas, al menos cuando, como suele ser habitual, aquella valoración
mismo sentido y en el ámbito, siempre difícil, del urbanismo, a propósito, concreta- ofrece márgenes cuantitativos.
mente, de las llamadas licencias provisionales, cuyo otorgamiento se considera
discrecional (Sentencias de 1O y 17 de julio de 1985 y 13 de octubre de 1986), la
Sentencia de 7 de febrero de 1987, que dice así: «Sabido es que la prueba pericial Si hasta aquí los ejemplos ofrecidos como contrapunto de la tesis do-
ha de ser valorada de acuerdo con las reglas de la sana crítica -art. 632 de la Ley minante en la materia tienen sólo el valor de simples indicios de una cierta
de Enjuiciamiento Civil-, lo que exige que los dictámenes sean razonados, pues
de otra suerte serían las "conclusiones" de los peritos las que vendrían a sustituir
disposición del Tribunal Supremo a realizar un control normal o pleno de
la "decisión" del juzgador.» este tipo de decisiones susceptible de llegar hasta el fondo de las mismas,
48 CAP. l.-ARBITRARIEDAD Y DISCRECIONALIDAD III. EL ESTADO ACTUAL DE LA CUESTIÓN EN NUESTRA JURISPRUDENCIA ... 49

la Sentencia de 15 de octubre de 1981 constituye un ejemplo concluyente como el 1 de la tan citada de 18 de marzo de 1966 al reconocer un estatuto
orgánico especial para los funcionarios judiciales y dentro de éstos el dere-
de control de fondo. cho a prórrogas de edad de jubilación con el solo límite de su procedencia
en conexión con dictamen previo de un órgano del Poder Judicial.
El asunto resuelto por la sentencia citada se refiere a la prórroga de la Considerando: Que preceptuando el artículo 74.2 del Reglamento de 28
edad de jubilación de un Magistrado, decisión discrecional que comporta, de diciembre de 1967 que "las Salas de Gobierno de las Audiencias Territo-
riales examinarán las solicitudes de prórrogas de edad de jubilación, y si
obviamente, un juicio acerca de la capacidad o idoneidad del Magistrado considerasen procedente su concesión las remitirán con su propuesta al Mi-
en cuestión para seguir ejerciendo su cargo una vez cumplida la edad nisterio de Justicia, el que solicitará dictamen del Consejo Judicial, que lo
límite prefijada en la Ley con carácter general, juicio de naturaleza no emitirá oyendo a la Inspección de Tribunales y en su vista el Ministro resol-
verá lo que estime procedente", todo el problema litigioso reside en conec-
muy distinta, como es notorio, al que fue objeto de la Sentencia constitu- tar el acuerdo de lo procedente con el contenido de los informes previos;
cional de 17 de mayo de 1983, antes citada. El texto de la Sentencia es siendo así que al ser lo procedente un concepto jurídico indeterminado que
se concreta y define en la unidad de solución adecuada, ajustada y conforme
por sí mismo suficientemente expresivo de la plenitud del control que el a las pruebas-informes antecedentes, claro resulta que si las pruebas son
Tribunal realiza, un control que en último término recae sobre «el uso totalmente favorables al particular, lo ajustado a ellas es el acto administra-
proporcionado o racional» de un poder configurado por la norma con un tivo con su conformidad; como si las pruebas fueren totalmente desfavora-
bles al particular, nunca lo procedente sería acceder a la solicitud de pró-
carácter ampliamente discrecional («el Ministro resolverá lo que estime rroga de jubilación; y como si alguna de las pruebas-informes fuere dudosa,
procedente»). Merece la pena por ello transcribirlo en su integridad, pese parcial o irrelevante, el acto administrativo procedente habría de emitir la
solución más conforme a los intereses públicos, la cual entonces podría ser
a su longitud. Dice así: contraria a los deseos del particular.
«pues, en definitiva, la discrecionalidad se controla jurisdiccionalmente Considerando: Que, por lo tanto, cuando el Ministerio no se ajustó a los
-según una de las tres técnicas conocidas- por el examen de los hechos informes totalmente favorables a la prórroga emitida por órganos de la má-
antecedentes que hacen posible la aplicación de la norma jurídica que dota xima categoría dentro del Poder Judicial contravino el precepto de lo proce-
a la Administración de mayor o menor grado de discrecionalidad -Sentencia dente para el caso concreto; que lo procedente es lo justo y razonable, lo
de la Sala 3a del Tribunal Supremo, de 28 de junio de 1978-; que la discre- conforme al carácter de la función y al cumplimiento del servicio; pues
cionalidad no supone la libertad· de la Administración para actuar prescin- siendo unánimes y totalmente favorables las pruebas de antecedentes (aludi-
diendo de la necesidad de justificar la realidad de la actuación concreta dos informes), expositivos de que el funcionario judicial se encontraba en
-Sentencia de esta Sala 5a, fecha 27 de octubre de 1975-; que en el acto perfectas condiciones para la continuidad en el servicio activo, el acto admi-
administrativo debe distinguirse el núcleo de libertad que es lo discrecional, nistrativo al discrepar de estas pruebas resulta que realizó una errónea apre-
propiamente dicho, y las reglas de Derecho que le circundan, para encau- ciación de los hechos determinantes, incurriendo con ello el acto de jubila-
zarle, dirigirlo y sobre todo limitarle -Sentencia de la Sala 5a, de 28 de ción en un error de hecho sobre el elemento causa, con la consecuencia de
diciembre de 1974; y, para no citar más, la de la Sala 4a de 28 de mayo de que, estando viciado de error y contraviniendo el sentido y precepto legal
1980- declara que la revisión jurisdiccional ha de adentrarse en la entraña de lo procedente, incidió en motivo de nulidad a tenor del artículo 83.2 de
de estos actos, penetrando en la forma de ejercitarse la discrecionalidad, a la Ley de 27 de diciembre de 1956 por haber infringido, de esta forma, el
través del control de los hechos sobre que se mueve y también sobre su uso Ordenamiento Jurídico al que pertenece, como Ley de Leyes, la Constitu-
proporcionado o racional. Doctrina esta que, de otra parte, impide que la ción de 27 de diciembre de 1978 consagradora en su artículo 117, apartados
discrecionalidad deducida de la expresión "resolverá lo procedente", sea tan 1 y 2, del principio de inamovilidad judicial, también prescrito por los ar-
amplia que interpretando el término "excepción" comprendido en el artículo tículos 9 y 122 de la Ley Orgánica de Poder Judicial de 15 de septiembre
18 de la citada Ley 11 de 1966, de ser la jubilación de estos Magistrados una de 1870 y el 9 del Reglamento tan citado de fecha 28 de diciembre de 1967,
salvedad respecto a los otros funcionarios judiciales, permitiere entonces al y a cuyo principio se refieren suficientemente las Sentencias de esta Sala
Ministerio de Justicia prescindir de los antecedentes de hecho contenidos de 23 de octubre de 1959 y 27 de octubre de 1976».
en el obligatorio Dictamen del Consejo Judicial, pues este dictamen perdería
su carácter de necesario, de preceptivo, y la Administración, frente a la
propuesta del Consejo, retendría la libre facultad de jubilación en un estado 3. EJERCICIO DE LA POTESTAD DE PLANEAMIENTO
próximo a la contravención del principio de inamovilidad judicial; y es que,
para determinar, la palabra excepción utilizada en dicho artículo 18 sólo El planeamiento urbanístico ha sido objeto tradicionalmente de un con-
significa una regla específica distinta de la general de otros funcionarios no
sólo judiciales sino también de los de la Administración Civil del Estado, trol mínimo, y ello no sólo en razón de la complejidad técnica inherente
explicándolo así tanto el artículo 2.1.b) de la Ley de 7 de febrero de 1964 a la elaboración de todo plan, sino también, y sobre todo, por la naturaleza
50 CAP. l.-ARBITRARIEDAD Y DISCRECIONALIDAD III. EL ESTADO ACTUAL DE LA CUESTIÓN EN NUESTRA JURISPRUDENCIA. .. 51

fundamentalmente innovativa y configuradora de la potestad de planea- trol judicial, pero refuerza la presunción de legalidad que se predica gené-
miento, que se despliega con notoria libertad a partir de directrices legales ricamente de los actos administrativos, presunción de la que el juzgador
forzosamente muy genéricas cuya concreción en cada punto del territorio termina insensiblemente dejándose llevar, más allá de sus naturales límites
planeado exige calibrar multitud de intereses, públicos y privados, de muy procesales, hasta realizar motu proprio un esfuerzo final de hallazgo de
diversa condición y efectuar, en consecuencia, complejas valoraciones que nuevos motivos justificativos de la decisión impugnada44 •
van más allá de lo que es propio de un juicio de carácter técnico porque
presuponen unas veces o llevan consigo otras opciones de naturaleza pri- La Sentencia de 11 de julio de 1987 confirma en apelación la dictada
mariamente política, características todas ellas que han impulsado a la por la Audiencia Territorial de Barcelona que desestimó el recurso promo-
doctrina alemana a considerarla algo aparte y a dejarla fuera, por tanto, vido contra el Plan General de Ordenación de San Celoní en lo referente
de la doctrina general de la discrecionalidad administrativa42 . a la regulación del suelo no urbanizable y, especialmente, en lo relativo a
Esta misma intuición luce explícitamente en la Sentencia de 24 de la calificación del Montnegre como parque natural. El fallo desestimatorio
noviembre de 1981, una más entre las muchas dictadas a propósito del arranca de la afirmación de que «la función revisora de esta jurisdicción
Plan General Metropolitano de Barcelona aprobado definitivamente el 14 comporta que su cometido se ciña a enjuiciar la legalidad de la actividad
de julio de 1976, que comienza razonando así: «El poder innovativo del administrativa sometida a debate, pero no a valorar actuaciones o decisio-
Legislador y en menor escala el de la Administración, en su función regla- nes de la Administración, adoptadas en uso de sus facultades, en orden a
mentaria y planificadora, tiene un alcance y una trascendencia más notable la salvaguarda del interés público, con criterios técnicos o sociológicos,
que el que puede imaginarse dentro del ámbito de las simples facultades pues ello supondría sustituir el criterio de la Administración que, en princi-
discrecionales puestas en manos de los administradores en el sentido de pio, ha de presumirse que se dirige al bien común, por la apreciación
que la innovación constituye un poder inherente a la naturaleza de la fun- subjetiva de los particulares, salvo, claro es, que se demuestre la carencia
ción reglamentaria y planificadora, como un reflejo, en tono menor, del de tal objetivo público o que su actuación se apoya en notorio error de
poder legiferante, porque el poder legislativo, y sus derivados, no es con- hecho», planteamiento que es fiel expresión del control mínimo al que el
cebible si no dispone de posibilidades de cambio, como único medio para juzgador decide limitarse.
hacer posible los desiderátum de nuevos ideales, de nuevas concepciones, Desde esta perspectiva, nada significa el hecho, debidamente resaltado
de nuevas políticas y de nuevas experiencias o, simplemente, de nuevas por los recurrentes, de que el Plan impugnado dedique escasa atención en
necesidades» 43 • Ello no impide -añade a continuación la sentencia- el con- su Memoria a la justificación de lo que indudablemente constituye una
42
Vid., al respecto, las indicaciones de BuLLINGER, op. cit., pág. 4. Precisa-
medida gravemente limitativa de la propiedad que afecta a gran parte del
mente por ello BuLLINGER, op. cit., págs. 6 y 7, propone la generalización del territorio planeado, ni que tampoco se justifique la apreciación que el Plan
modelo de control elaborado a propósito del ejercicio de la potestad de planea- formula de estar ya saturado el sector con las edificaciones existentes o
miento sobre la base de un reforzamiento de las garantías procedimentales a todos
los demás supuestos en los que, en el marco del proceso de rehabilitación de las que no se incluyan en el estudio económico-financiero previsiones en or-
potestades discrecionales que se está abriendo paso en la doctrina alemana más
reciente, entiende que debe ser excluido un control de fondo de las decisiones Derecho, para extender ese planteamiento a la potestad de planificación en cuanto
administrativas como fruto que son, en su opinión, de una delegación en favor de ésta cumple idéntica función configuradora. Naturalmente, lo discutible es el punto
la Administración hecha por el legislador dentro de las directrices por éste fijadas. de partida, es decir, que haya que reconocer tal limitación en lo que respecta al
Sobre el tema volveré más adelante. ejercicio por la Administración de tareas normativas. La cuestión, sin embargo, no
43
El paralelismo entre la potestad reglamentaria y la potestad de planificación es de este lugar.
es explícito en BULLINGER, op. cit., pág. 5, que parte del reconocimiento general de 44
Es explícito en este sentido el considerando doce de la sentencia en el que,
que la Administración únicamente está sometida a un control judicial del marco el juzgador, al formular sus conclusiones, enuncia motivos de justificación de la
de su actuación en la medida en que promulga disposiciones legales o proyectos determinación impugnada que van más allá de las justificaciones aportadas por la
en virtud de una autorización legal, es decir, cuando su actividad configura el Administración.
52 CAP. l.-ARBITRARIEDAD Y DISCRECIONALIDAD III. EL ESTADO ACTUAL DE LA CUESTIÓN EN NUESTRA JURISPRUDENCIA ... 53

den a la indemnización por las limitaciones inherentes a la calificación de El Ayuntamiento demandante, por su parte, argumentaba que en el
aquél como parque natural, porque de la doctrina que constituye el punto enjuiciamiento de la calificación urbanística del solar debían ponderarse
de partida se desprende que «la regulación que del mismo se hace en el solamente razones urbanísticas (que, 9a va sans dire, a él correspondía
Plan combatido se presume correcta y adecuada a la naturaleza del suelo valorar en primer término) sin ningún otro tipo de condicionamientos.
mientras no se pruebe lo contrario».
Así planteado el conflicto, el Tribunal Supremo, aceptando los razona-
Frente a este modo de razonar, bastante común en la materia, se alzan, mientos de la sentencia apelada, estima el recurso promovido por el Ayun-
en cambio, una serie de sentencias en las que el Tribunal Supremo no tamiento en una sentencia que no tiene desperdicio por la sobriedad y
convicción con que formula la doctrina que le sirve de punto de partida y
tiene reparo en realizar un control plenario de las decisiones adoptadas
la seguridad con que la aplica. Dice así:
por el planificador. Así, por ejemplo, la Sentencia de 1 de diciembre de
«El genio expansivo del Estado de Derecho ha determinado el alumbra-
1986. El supuesto de hecho era el siguiente: el nuevo Plan General de miento de técnicas que permiten que el control jurisdiccional, tan amplia-
Rubí, aprobado definitivamente por la Comisión Provincial de Urbanismo mente dibujado por el artículo 106.1 de la Constitución, se extienda incluso
de Barcelona, calificó como <<jardín urbano», en atención al déficit de a los aspectos discrecionales de las potestades administrativas. Nuestra juris-
prudencia ha acogido los logros doctrinales producidos al respecto, aplicán-
jardines, parques y plazas existentes en el sector, un solar que, años atrás, dolos reiteradamente:
había sido donado por su primitivo dueño con destino a la construcción A) En primer lugar, a través del control de los hechos determinantes,
de una Casa-cuartel de la Guardia Civil con la condición expresa de que que en su existencia y características escapan a toda discrecionalidad: los
hechos son tal como la realidad los exterioriza. No le es dado a la Adminis-
ésta quedara terminada en el plazo de cinco años, transcurridos los cuales tración inventarlos o desfigurarlos aunque tenga facultades discrecionales
revertería en caso contrario al Ayuntamiento. Esa calificación fue revo- para su valoración.
cada, en alzada, a instancia de la Dirección General de la Guardia Civil, B) Y, en segundo lugar, mediante la contemplación o enjuiciamiento de
la actividad discrecional a la luz de los principios generales del Derecho
por la Consejería de Política Territorial y Obras Públicas de la Generalidad -art. 1.4 del Código Civil-, que al informar todo ordenamiento jurídico -son
de Cataluña y sustituida por la de sistema de equipamiento comunitario la atmósfera en la que respiramos jurídicamente- y, por tanto, también
la norma habilitante que atribuye la potestad discrecional, imponen que la
administrativo con el fin de preservar el destino del solar a Casa-cuartel, actuación de ésta se ajuste a las exigencias de dichos principios, la Adminis-
decisión esta que fue impugnada en la vía contencioso-administrativa por tración no está sometida sólo a la Ley, sino también al Derecho, artículo
103.1 de la Constitución» 45 •
el Ayuntamiento de Rubí.
Fijada así de forma irreprochable la doctrina general, la sentencia
En el debate procesal las dos Administraciones Públicas contendientes añade sin vacilación que «es plenamente aplicable a los aspectos discrecio-
razonaron a partir del carácter discrecional de sus potestades en materia nales, tan importantes, de la potestad de planeamiento», que no se ve por
urbanística. La Consejería de la Generalidad sostenía que el destino pre-
viamente impuesto al solar condicionaba la calificación urbanística de éste, 45
La expresión «genio expansivo del Estado de Derecho» procede inmediata-
que, en ningún caso, podía ser impeditiva de la instalación en el mismo mente de la Sentencia de 27 de enero de 1965 que comentó L. MARTÍN-RETORTILLO
en El genio expansivo del Estado de Derecho, en el núm. 47 de la «Revista de
de la Casa-cuartel y que, con independencia de esto, sus competencias a Administración Pública», págs. 183 y sigs. Hace ya unos cuantos años descubrí
la hora de revisar en vía de recurso los actos de aprobación definitiva de por casualidad que la referida expresión fue tomada por la sentencia citada de otra
sentencia anterior, de principios de siglo si no recuerdo mal, pero lamentablemente
los planes de urbanismo se extendían no sólo al control de la legalidad de he perdido la nota que en su día tomé y no puedo por ello precisar la fecha. Valga
éstos, sino también al de su propia oportunidad, lo que le permitía corregir- la indicación, sin embargo, para excitar la curiosidad de los colegas y también
como ruego a éstos de que, si el azar les favorece con el hallazgo como en su día
los o modificarlos con entera libertad en la forma que se estimara más me favoreció a mí, se apresuren a darle publicidad y no esperen, como yo hice, al
conveniente para los intereses generales en juego. «momento oportuno».
CAP. J.-ARBITRARIEDAD Y DISCRECIONALIDAD
III. EL ESTADO ACTUAL DE LA CUESTIÓN EN NUESTRA JURISPRUDENCIA ... 55
54

qué, pese a su importancia, tienen que ser tratados de distinta manera, vista de las funciones que le están encomendadas» 46 , como la propia sen-
puesto que, también aquí, ¡cómo no!, la Administración titular de dicha tencia apunta. Sin embargo, tal interés, presuntamente superior, ni fue
potestad tiene que partir de unos hechos determinados cuya verificación invocado en el curso del proceso, ni podía realmente jugar papel alguno,
por el juzgador no hay razón alguna para excluir. supuesto que «el mismo acuerdo recurrido sugiere, como ya se ha dicho,
una permuta con otra parcela que esté mejor ubicada para dicha finalidad».
Una vez verificada la realidad de los hechos, la revisión jurisdiccional La decisión impugnada, desprovista como estaba de la necesaria justi-
debe valorar, en segundo término, ficación sobre la base de los hechos, resultaba, en consecuencia, clara-
«si la decisión planificadora discrecional guarda coherencia lógica con mente arbitraria.
aquéllos, de suerte que cuando sea clara la incongruencia o discordancia de
la solución elegida con la realidad que es su presupuesto inexorable, tal Semejante a ésta es la Sentencia de 22 de septiembre de 1986, también
decisión resultará viciada por infringir el ordenamiento jurídico y más con- confirmatoria en apelación de otra de la Audiencia Territorial de Barcelona
cretamente el principio de interdicción de la arbitrariedad de los poderes
públicos -art. 9.3 de la Constitución-, que, en lo que ahora importa, aspira producida a propósito de la aprobación definitiva del Plan General de
a "evitar que se traspasen los límites racionales de la discrecionalidad y se Ordenación Urbana de Villafranca del Penedés.
convierta ésta en causa de decisiones desprovistas de justificación fáctica
alguna" -Sentencia de 27 de abril de 1983-». Como en el caso anterior, también en éste se discute acerca de la
calificación urbanística dada por el Plan a unos terrenos, en concreto ahora
Los hechos (déficits de jardines, parques y plazas en el sector), causas
la de «patio a conservar», aplicada por el Plan General al solar del recu-
motivadoras de la calificación urbanística del solar como jardín urbano, rrente.
no habían sido desmentidos, «lo que comportaba la insustituibilidad de
aquel solar como única zona verde posible». La calificación inicial (discre- Dicha calificación -dice la sentencia de primera instancia que hace
cional para la Administración) era, pues, correcta. suya el Tribunal Supremo- «hace referencia directa al interés y valor artís-
tico del bien inmueble y no a su estimación como espacio libre o zona
La nueva calificación, en cambio, no estaba objetivamente justificada, verde -con finalidad urbanística en sí misma-, de aquí que el error o el
como la propia resolución recurrida contribuía, sin quererlo, a resaltar al acierto en la determinación urbanística cuestionada esté conectado, respec-
reconocer que «la ubicación escogida para Casa-cuartel no guarda urbanís- tivamente, a la inexistencia o realidad del interés a conservar».
ticamente las mejores condiciones, dada su dificultad de acceso y situación
Así planteado el problema, la sentencia procede a examinar la realidad
y déficit de sistemas en la zona, pues imposibilitaría la ampliación del
· de los hechos, constatando, con base en el informe pericial obrante en
recinto de la escuela adyacente, si tal hecho se entendiera oportuno».
autos, que el terreno en cuestión, de unos veinte metros de lado, «ni por
Por otra parte, esa misma resolución admitía también que la Casa- su tamaño, ni por su ubicación, ni por su contenido -limitado a la existen-
cuartel podía -y aun debía- construirse en otro lugar «que esté mejor cia de unos árboles y arbustos- tiene interés artístico en sí mismo», interés
ubicado para tal condición», lo que, al mismo tiempo que descubría la que tampoco cabe deducir de su función en el conjunto de la zona en que
falta de fundamento de la decisión, contribuía a eliminar el supuesto con- se halla ubicado, pues, a pesar de ser continuación de un edificio incluido
flicto de intereses públicos origen de la litis (zona verde versus Casa- en el Catálogo por su indiscutible valor artístico, «puede considerarse mor-
cuartel). fológicamente desgajado del patio posterior» del mismo, «con el que man-
tiene la diferencia de un fuerte desnivel», por lo que falta la justificación,
Ese conflicto, de haber existido realmente, hubiera requerido una pon-
46
deración entre los mismos, que, quizá, hubiera podido resolverse en favor En la línea del arret Société Civile Sainte Marie de l'Assomption de 20 de
del interés público vinculado a la construcción de la Casa-cuartel, «a la octubre de 1972, cit., supra.
56 CAP. l.-ARBITRARIEDAD Y DISCRECIONALIDAD III. EL ESTADO ACTUAL DE LA CUESTIÓN EN NUESTRA JURISPRUDEN.CIA ... 57

con apoyo en la propia normativa del Plan General, de que el solar cuestio- alcance mismo del fallo que contiene, que voluntariamente se limita a la
nado deba conservar su actual estructura en beneficio del interés de aquel anulación de la calificación urbanística de «patio a conservar» dada al
edificio. solar de autos, que no accede a sustituir por la de «suelo urbano-subzona
residencial» que el Plan General aplica a su entorno y el recurrente recla-
La sentencia, aunque se presenta formalmente como un mero resultado ma.
del control de los hechos determinantes de la decisión administrativa («así
las cosas, la realidad física no justifica en modo alguno la calificación El razonamiento de la sentencia de primera instancia (la del Tribunal
urbanística discutida -faltan los hechos que podrían servir de base-»), va, Supremo guarda absoluto silencio al respecto) es muy endeble. Se limita
sin embargo, más allá. a recordar «que la zonificación del suelo es actividad propia del planifica-
dor, correspondiendo a los Tribunales la tarea de revisión del cumpli-
En rigor, la existencia misma de los hechos (el patio, su tamaño y miento por la Administración de la facultad del ordenamiento urbanístico
características) no estaba en discusión. Sólo su conexión o falta de ella del territorio», a refugiarse, por tanto, en el tópico del carácter revisor de
con un edificio catalogado que en su día perteneció también al propio la jurisdicción, que, como todos los tópicos, es solamente una verdad a
recurrente resultaba problemática desde esta perspectiva, pero esta pre- medias, sólo admisible cuando se conecta sistemáticamente con otros prin-
sunta conexión, que la sentencia considera justamente inexistente (los dos cipios y verdades 48 •
inmuebles tienen entrada por calles distintas y su posible continuidad
queda rota por el fuerte desnivel de un metro y medio que media entre La Sentencia de 15 de diciembre de 1986 enfoca y resuelve de forma
ellos), no era el objeto inmediato del debate, sino una simple hipótesis de más correcta este concreto problema, como vamos a ver seguidamente.
segundo grado, por así decirlo, a la que el juzgador consideró conveniente La sentencia en cuestión decide un recurso promovido contra la apro-
a mayor abundamiento extender su análisis crítico de una decisión, que, bación definitiva de la revisión del Plan General de Ordenación de Tarrasa,
con carácter previo a esta prolongación argumental, se le había revelado en lo relativo a la calificación como «equipamientos de nueva creación»
como infundada a partir de la prueba pericial incorporada a los autos. Lo (con destino a guardería el uno y a un centro socio-cultural el otro) dada
que, en definitiva, sustenta la decisión que la sentencia contiene es la por dicho Plan a ciertos terrenos integrantes de una manzana en una parte
propia valoración que, con apoyo en dicha prueba, hace el juzgador de la de la cual, calificada como zona industrial, las sociedades recurrentes tie-
valoración previamente realizada por la Administración que estima mani- nen instalada una industria de hilados, triturados y emborrados.
fiestamente errónea, pues «ni por su tamaño, ni por su ubicación, ni por
su contenido -limitado a la existencia de algunos árboles y arbustos-» Dicha industria fue calificada por el perito forense como molesta, por
tiene el patio en cuestión ningún interés que justifique objetivamente la los ruidos que emite en su funcionamiento, insalubre, por el polvo que
decisión de conservarlo como tal, decisión que por injustificada resulta produce el cardado y emborrado, y peligrosa, por la alta combustibilidad
arbitraria47 • de los materiales con que opera, y por todo ello encuadrable en la categoría
cuarta según las Normas del propio Plan General que establecen el man-
Si en este punto la sentencia va más lejos de lo que dice y llega sin dato de que las industrias de categoría superior a la segunda no serán
escrúpulo hasta el final aplicando a fondo sin decirlo la técnica de los toleradas a menos de catorce metros de otros edificios de uso religioso y
conceptos jurídicos indeterminados (el de «interés artístico» es, obvia- cultural, recreativo y sanitario y, recíprocamente, prohíbe el estableci-
mente, uno de ellos), se queda corta, sin embargo, en lo que respecta al
48
Vid. sobre ello lo que se razona en el texto infra y mi trabajo Discrecionali-
47
Este tipo de apreciaciones se excluyen por el Conseil d 'Etat, que se limita dad y jurisdicción revisora, en el núm. 2 de la «Revista Española de Derecho
en tales casos a un control mínimo; véase LACHAUME, op. cit., págs. 363 y 364; Administrativo», págs. 285 y sigs.
58 CAP. l.-ARBITRARIEDAD Y DISCRECIONALIDAD III. EL ESTADO ACTUAL DE LA CUESTIÓN EN NUESTRA JURISPRUDENCIA ... 59

miento de estos concretos usos a una distancia de dichas industrias inferior A las sentencias que acaban de estudiarse hay que añadir ahora la de
a la indicada. 4 de abril de 1988, que tiene mucho de ejemplar. En el recurso por ella
La incompatibilidad de usos así resultante (irreductible, además, dado resuelto se impugnaba el Plan General de Palafrugell, en cuya versión
que, de observarse la separación prescrita, no quedaría espacio físico para inicial se había situado frente al solar propiedad del recurrente un equipa-
instalar los nuevos equipamientos) descubre el error del planificador, que miento sanitario en unos terrenos de superficie cuatro veces mayor que la
la sentencia de primera instancia denuncia anulando por ello la calificación de aquel solar, que en esa versión primera del Plan fue calificado por éste
de «equipamientos de nueva creación» objeto de la litis. como de nueva edificación con planta baja y un piso en su parte delantera
y como jardín urbano en su parte posterior, sin duda respetando la senten-
La sentencia del Tribunal Supremo acepta el razonamiento de la Au-
cia ganada por su propietario que estimó que éste había obtenido por silen-
diencia y, tras repetir las declaraciones generales contenidas en la Senten-
cio positivo la licencia solicitada en su día para edificar sobre él49 • Sin
cia de 1 de diciembre antes examinada, añade, a mayor abundamiento,
embargo, en la aprobación provisional del Plan, luego ratificada por la
que:
definitiva, el Ayuntamiento cambió de criterio, liberando totalmente el
«aun guardando la distancia de catorce metros no resulta racional el solar grande del equipamiento sanitario y situando éste en el solar peque-
establecimiento de una guardería infantil en la misma manzana en la que
figura una industria como la descrita. Por muy severas y eficaces que sean ño.
las medidas correctoras aplicadas ... resulta por lo menos inquietante la es-
tancia habitual de niños en las proximidades de la mencionada industria, y Impugnado el Plan en este concreto extremo por el propietario del
lo propio puede sostenerse respecto de un destino socio-cultural».
solar pequeño, receptor final del equipamiento sanitario, la Audiencia Te-
Como en el caso anterior, la sentencia de primera instancia desestima rritorial de Barcelona desestimó su recurso, acogiendo la tesis de la Admi-
el recurso en cuanto a la pretensión relativa a la atribución a los terrenos nistración demandada de que «mientras no se acredite que ha habido des-
litigiosos de la calificación de zona industrial asignada al resto de la man- viación de poder por parte del Ayuntamiento al cambiar la calificación
zana con idéntica invocación tópica de la función estrictamente revisora de urbanística del terreno del recurrente, debe prevalecer la calificación dada
los Tribunales, desestimación que confirma también el Tribunal Supremo, por la Administración», en razón del carácter discrecional de la potestad
aunque desautorizando de forma conch~yente la apelación al tópico. de planeamiento urbanístico. El Tribunal Supremo, sin embargo, revoca
El razonamiento del Tribunal Supremo al respecto merece la pena 49
El recurrente había sido sometido con anterioridad a un verdadero calvario
transcribirse aquí en su integridad: durante años, como no es infrecuente que ocurra en el ámbito urbanístico, mediante
«El control jurisdiccional sobre la actividad discrecional de la Adminis- sucesivas exigencias dilatorias, incluida la de promover un Estudio de Detalle, cosa
tración conduce desde luego a la anulación de las calificaciones urbanísticas que hizo y a la que la Administración no dio otra respuesta que su silencio, en
que resulten incoherentes con las líneas generales del planeamiento o discor- base al cual llegó a consolidarse la aprobación de aquél, lo que fue determinante
dantes con la realidad de los hechos. También permite, en ocasiones, esta- para la obtención de la sentencia a la que se alude en el texto. Dictada ésta, la
blecer directamente la nueva calificación de la zona, pero para ello es Administración, que en estos asuntos suele demostrar una tenacidad que en otros
preciso que inequívocamente aquellos criterios conduzcan a una única solu- más importantes brilla por su ausencia, sacó a relucir la ultima ratio de la expropia-
ción coherente. Cuando sean posibles varias soluciones, todas ellas lícitas, ción.
únicamente la Administración, actuando su potestad discrecional, puede Cuando uno se tropieza con casos semejantes a éste o con esos <~uicios idiotas de
decidir al respecto». los administradores» de los que hablaba TEZNER (el de la Sentencia de la Dama de
Baza citado en la nota 40 es un ejemplo claro), tan frecuentes aquí y fuera de aquí,
«En el supuesto litigioso, la sola contemplación de las características de las bienintencionadas especulaciones doctrinales sobre la discrecionalidad de la
la manzana discutida conduciría a la calificación A-8 (zona industrial). Pero Administración y los tópicos al uso sobre la «oportunidad», la «discrecionalidad
el planeamiento implica la conjugación de muy diferentes exigencias -unas técnica», la imposibilidad de sustitución, etc., dan ganas de reír por su candidez.
más localizadas, otras más generales- y ello impide pronunciar la califica- Pero ésta es por doquier la realidad y no la que presupone la cándida representación
ción pretendida». que de la misma suelen hacerse los autores.
60 CAP. l.-ARBITRARIEDAD Y DISCRECIONALIDAD III. EL ESTADO ACTUAL DE LA CUESTIÓN EN NUESTRA JURISPRUDENCIA ... 61

la sentencia apelada y, rechazando la doctrina del control rmmmo que elegir entre varias alternativas legalmente indiferentes, ya que la decisión
discrecional se basa en criterios extrajurídicos (de oportunidad o de conve-
estaba en su base, lleva hasta sus últimas consecuencias sus facultades niencia), que la Ley no predetermina, siendo que deja a su libre considera-
revisoras anulando la calificación dada por el Plan al solar del recurrente, ción y decisión, pudiendo en su consecuencia optar según su subjetivo crite-
rio, pero queda a salvo la facultad del juzgador de examinar después si la
«sustituyéndola por la que le corresponda en el Plan a fin de que aquél decisión adoptada por la Administración se ha producido con arreglo a los
pueda llevar a cabo la obra para la que obtuvo la licencia según la Senten- fines para los que la Ley le concedió la libertad de elegir, dado que la
cia firme antes aludida de la Sala Territorial de 1O de julio de 1984 y discrecionalidad no es arbitrariedad -Sentencias de esta Sala de 29 de
noviembre y 2 de diciembre de 1985 y 20 de mayo de 1986, entre otras.
dicha obra quede dentro de la ordenación».
Noveno. La aplicación al caso de la doctrina expuesta conduce necesa-
Sus razonamientos son concluyentes: riamente a la estimación del presente recurso de apelación a la vista de que,
como ha quedado relatado en los anteriores Fundamentos quinto y sexto, la
«Octavo. Las razones anteriores de la Administración y de la sentencia Administración no ha hecho aquí el adecuado uso de sus facultades discre-
recurrida, son argumentos en general válidos, pero que no descienden sufi- cionales para llevar a cabo la calificación de la finca de autos como Equipa-
cientemente al análisis concreto del caso; no pudiéndose compartir la doc-
trina de que la revisión jurisdiccional de una calificación urbanística conte- miento Sanitario por las razones en que lo hizo (informadas por su Asesor
nida en un Plan deba limitarse a examinar su . legalidad por no estar Jurídico en los autos), que se basaron en criterios totalmente ajenos a los
permitida a la jurisdicción modificar la solución elegida por la Administra- fundamentos técnico-sanitarios o urbanísticos imprescindibles que avalasen
ción dentro de su discrecionalidad si no se constata debidamente que ha debidamente la decisión de la idoneidad de la calificación en función de las
habido desviación de poder; tesis con la que se está excluyendo de la revi- circunstancias de toda índole concurrentes en el emplazamiento propuesto;
sión contenciosa la llamada "oportunidad técnica", con la sola excepción y como que indudablemente no había de resultar lo mismo para la revisión
de la desviación de poder. Mas como dijo ya esta Sala en supuesto análogo sanitario-asistencial disponer del solar que inicialmente previeron los redac-
en la Sentencia de 27 de abril de 1983, esta postura no es aceptable porque tores (u otro análogo a él) y el propio Ayuntamiento, que otro inferior en
no recoge los modernos criterios doctrinales y jurisprudenciales que profun- más de cuatro veces, y el cambio del uno por el otro careció ostensible-
dizando en el control judicial de la discrecionalidad administrativa (para mente de la adecuada cobertura y justificación razonable y técnica, se im-
cuyo control se reveló insuficiente la institución de la desviación de poder pone por todo ello invalidar la injustificada calificación asignada al solar de
por su fundamento excesivamente subjetivo), enseñan que la solución téc- autos en el acto recurrido, lo que implicará, obviamente, que en una racio-
nica en que se concrete la discrecionalidad debe venir respaldada y justifi- nal previsión de planeamiento futuro el Ayuntamiento haya de buscar otro
cada con los datos objetivos sobre los cuales se opera, de tal manera que solar justificadamente idóneo con el que poder atender el interés público
cuando conste de manera cierta y convincente la incongruencia o discor- sanitario-asistencial del Vecindario de Tamarin».
dancia de la solución elegida con la realidad a la que se aplica, la jurisdic-
ción contenciosa debe sustituir esa solución por la que resulte más ade- La sentencia se sitúa así en los antípodas de lo que la tesis del control
cuada a dicha realidad o hechos determinantes, con el fin de evitar que se
traspasen los límites racionales de la discrecionalidad y se convierta ésta en mínimo y el planteamiento tradicional del problema de la discrecionalidad
causa de decision(!s desprovistas de justificación fáctica; siendo esta doc- supone al exigir que la elección a la que el poder discrecional remite,
trina plenamente aplicable a la materia urbanística y a las determinaciones
y calificaciones que se adopten en el ejercicio de la facultad administrativa poder que la sentencia no niega, aparezca debidamente justificada, pues,
de planear y hacer la ordenación urbana; no siendo, por tanto, necesario a falta de la adecuada cobertura y justificación razonable y técnica, la
llegar a haber de apreciar desviación de poder para que la jurisdicción pueda
invalidar las calificaciones urbanísticas hechas por la Administración, ya elección deviene, más que discrecional, arbitraria, y debe ser, en cuanto
que como también dijimos en la Sentencia de 1 de junio de 1987, aun tal, anulada, ya que si a la Administración le corresponde elegir en estos
cuando la doctrina de la desviación de poder frecuentemente está entroncada casos una entre las varias soluciones posibles, a la jurisdicción le compete
con la de la discrecionalidad de la Administración, la discrecionalidad tiene
autonomía propia y la misma exige valorar en cada caso los hechos y los comprobar si la elección realizada es o no conforme con el ordenamiento
datos que concurran para comprobar si la facultad discrecional que la jurídico «y más concretamente con el principio de interdicción de la arbi-
Administración ejercita se conforma o no con los fines que la justifican en
el ordenamiento jurídico; porque como también recuerda la Sentencia de trariedad de los poderes públicos -art. 9.3 de la Constitución-, que, en lo
esta Sala de 29 de noviembre de 1985, ni aun en el caso de actos discrecio- que ahora importa, aspira a evitar que se traspasen los límites racionales
nales, las facultades de la Administración son omnímodas, pues han de estar
presididas por la idea del buen servicio al interés general; sin perjuicio de de la discrecionalidad y se convierta ésta en causa de decisiones que no
la potestad que en estos actos discrecionales tiene la Administración de resulten justificadas».
62 CAP. l.-ARBITRARIEDAD Y DISCRECIONALIDAD lll. EL ESTADO ACTUAL DE LA CUESTIÓN EN NUESTRA JURISPRUDENCIA ... 63

Una reciente Sentencia de 20 de marzo de 1990 ha venido a ratificar mente exigible según el propio Plan pudiera plantear-, la medida concreta-
la ya firme doctrina jurisprudencia! que acaba de analizarse. Se impugnaba mente adoptada resultaría arbitraria y por ello inadmisible jurídicamente.
por los recurrentes en este caso la aprobación definitiva de la modificación
del Plan General Metropolitano de Barcelona, modificación que, en lo que 4. REGLAMENTACIONES E INTERVENCIONES ECONÓMICAS
aquí importa, había supuesto el ensanchamiento de una calle del municipio
El de las intervenciones y regulaciones de la economía es otro de
de Ripollet, que pasó a tener veintiún metros de anchura en lugar de los
los campos habituales en los que la jurisprudencia ha venido limitando
diez iniciales, con el fin de hacer frente a las necesidades de la racionaliza-
habitualmente sus poderes de revisión a la simple verificación de la regula-
ción del tráfico en el citado municipio. Esta modificación no se tradujo,
ridad externa o formal de las decisiones administrativas, por entender que,
sin embargo, en cambio alguno del volumen edificable de las parcelas que
de otro modo, invadiría competencias que privativamente corresponden a
daban frente a la calle en cuestión, y ello a pesar de que el Plan establecía
la Administración. En esta línea tradicional se mueven, por ejemplo, la
con carácter general que las alturas de los edificios se determinarían con
Sentencia de 21 de dicie1nbre de 1981, desestimatoria del recurso conten-
arreglo a la anchura de las calles de fachada.
cioso-administrativo interpuesto contra el Real Decreto 3000/1979, sobre
La sentencia razona al respecto como sigue: regulación de procesos industriales en el sector del aceite de oliva50 , y la
«Así las cosas no resulta admisible la postura de la Administración de Sentencia de 8 de junio de 1982, también desestimatoria del recurso pro-
mantener con la dueva anchura el mismo volumen edificable derivado del movido por la Asociación Nacional de Fabricantes y Expendedores de Pan
antiguo trazado de las calles.
contra el Real Decreto 1632/1980, de 31 de julio, en el que se establecen
El planeamiento es desde luego desigualdad tant~ en la "c!~sifi_c~ción::
como en la "calificación" del suelo, pero es una desigualdad JUS_tifica.~a normas para la fijación de nuevos precios del pan.
en el momento de la planificación y "compensada" en la fase de eJecucion. No faltan casos, sin embargo, de control normal o pleno de disposicio-
Y no se advierte aquí ninguna justificación urbanístic~t p~1;a exceptuar el
terreno afectado por la Modificación litigiosa d~ la aplicacwn de las r~glCfs nes o medidas de este carácter. La Sentencia de 13 de julio de 1984 consti-
generales sobre alturas. Hay que presumir que estas obedecen a un desigmo tuye un buen ejemplo de ello, un ejemplo particularmente interesante, ade-
racional y apartarse de él supone una incoherencia que no aparece respal-
dada por una justificación suficiente». más, habida cuenta de su objeto (delimitación del ámbito territorial de la
denominación de origen «Jerez-Xerez-Sherry» ), que el Conseil d'Etat
Dicho esto, la sentencia rechaza el alegato de la Administración de viene incluyendo hasta ahora entre los insusceptibles de un tal control por
que «ya están hechas las cesiones de suelo derivadas del antiguo Plan», entender que las decisiones de este tipo comportan una apreciación que
precisando muy acertadamente que éste es un problema de ejecución del '«n 'est pas de nature a gtre discutée devant le Conseil d'Etat statuant un
planeamiento, que en ningún caso debe condicionar éste, ya que «es la contentieux» 51 •
ejecución la que está al servicio del planeamiento y no al contrario». Tras
La sentencia en cuestión es verdaderamente ejemplar, tanto en su plan-
de lo cual concluye que:
teamiento como en su desarrollo argumental y, por supuesto, en su fallo,
«la no aplicación de las reglas rela.ti~as -~ alturas en rel_ación co~ _las
nuevas anchuras establecidas en la ModificaciOn del planeamiento aqm Im- anulatorio de la decisión adoptada por el Consejo Regulador, confirmada
pugnada vulnera las exigencias de racionalidad. q_ue de_,~van del principio luego en alzada por el Instituto Nacional de Denominaciones de Origen,
de interdicción de la arbitrariedad de la Adnumstracwn -art. 9.3 de la que excluyó del ámbito territorial al que la denominación de origen en
Constitución- que al informar todo el ordena~niento j~rídico -art: J-4 del
Título Preliminar del Código Civil- ha de regzr tambten la actuacwn de la
50
potestad de planeamiento». En ella luce expresamente la presión que sobre el juzgador ejerce el escán-
dalo del «aceite de colza» que por entonces acababa de estallar.
Si falta la debida justificación -y no puede tenerse por tal la mayor o 51
Vid. las referencias de FROMONT, op. cit., pág. 70, y LACHAUME, op. cit.,
menor dificultad de ejecución que la adopción de la solución objetiva- pág. 363.

UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA
BIBLIOTECA CENTRAL
64 CAP. l.-ARBITRARIEDAD Y DISCRECIONALIDAD III. EL ESTADO ACTUAL DE LA CUESTIÓN EN NUESTRA JURISPRUDENCIA ... 65

cuestión es aplicable una parte del término municipal de Lebrija, que la términos del debate, consistente en la reciente y masiva plantación de
sentencia ordena sustituir por una nueva delimitación de la zona de nuevos viñedos en una parte del territorio incluido.
acuerdo con los estudios técnicos de la misma elaborados con garantías
De todo ello la sentencia extrae finalmente una conclusión inevitable,
de objetividad.
a saber: que, de no incluirse en el ámbito de la denominación de origen
Para llegar a tal conclusión la sentencia realiza un exhaustivo análisis todos los terrenos que probablemente tienen características similares, «se
crítico de los estudios e informes técnicos aportados al expediente en rela- quebrantaría el principio de igualdad consagrado por la Constitución»,
ción a la climatología, fertilidad y naturaleza de los terrenos, cuya valora- cuyo respeto es obligado por más que el artículo 4 del Reglamento de 2
ción recaba justamente para sí por entender que su naturaleza técnica no de mayo de 1977 atribuya al Consejo Regulador la competencia para de-
es óbice terminar el suelo «que considere apto», pues, si bien esta expresión «no
«a la libertad e independencia que le asiste a este Tribunal con relación puede tener otro sentido que el de una facultad indudablemente discrecio-
a la apreciación del contenido de dichos informes periciales, cualquiera que nal»,
sea la interpretación que de los mismos haya hecho el órgano administra-
tivo, pues si la jurisprudencia ha declarado que el criterio del juzgador de «nunca es permitido confundir lo discrecional con lo arbitrario, pues
instancia sobre pruebas admitidas, según su arbitrio, no vincula la aprecia- que aquello se halla o debe hallarse cubierto por motivaciones suficientes,
ción que sobre ellas pueda hacer el Tribunal Superior -Sentencia del Tribu- discutibles o no, pero considerables en todo caso, y no meramente de una
nal Supremo de 23 de noviembre de 1949, entre otras- con mucha más calidad que los haga inatacables, mientras que lo segundo o no tiene motiva-
fuerza y justificación puede mantenerse este principio en los Tribunales ción respetable, sino -pura y simplemente- la conocida sit pro ratione va-
contenciosos con relación a las resoluciones dictadas en vía administrativa, /untas o la que ofrece lo es tal que, escudriñando su entraña, denota, a
ya que, según declaración explícita del legislador -Exposición de Motivos poco esfuerzo de contrastación, su carácter de realmente indefinible y su
de la Ley de 27 de diciembre de 1956- el recurso contencioso-administra- inautenticidad; siendo fácil advertir, en mérito de cuanto se deja expuesto,
tivo es un auténtico proceso y no meramente una alzada o segunda instancia en el caso debatido que el Consejo Regulador rebasó los límites de la discre-
administrativa -Sentencia de 20 de noviembre de 1972-». cionalidad al incluir únicamente en el Marco de Jerez los terrenos de Lebrija
lindantes con los de Trebujena excluyendo todos los demás, a fin de evitar
Ese análisis crítico de los estudios e informes técnicos pone de mani- incurrir en la arbitrariedad en la decisión de tan importante y trascendental
extremo».
fiesto que «existe escasa diferencia pluviométrica entre Jerez de la Fron-
tera y Lebrija y que ésta es sensiblemente inferior a la que existe entre Notable es también la Sentencia de 3 de noviembre de 1980, que anuló
Jerez y Trebujena», término municipal este último incluido en el ámbito un acuerdo del Ministerio de Agricultura denegatorio de la autorización
de la denominación de origen, que los terrenos incluidos y excluidos del solicitada por la Cooperativa de Expendedores de Leche Mirobrigense
mismo «presentan asimismo similares características edafológicas» y «asi- para instalar una industria de pasteurización de leche en Ciudad Rodrigo.
mismo similares características climáticas y especial influencia marítima» La autorización en cuestión era en este caso potestativa de la Adminis-
y que «las prácticas, sistema de plantación y atenciones de cultivo realiza- tración, esto es discrecional, como la sentencia constata, en cuanto regida
das por los viticultores del término municipal de Lebrija son tradicional- por la vieja Ley de Ordenación y Defensa de la Industria de 24 de noviem-
mente similares a las de sus vecinos de los términos municipales de Trebu- bre de 1939 al haber quedado exceptuado el sector lechero de la liberaliza-
jena y Jerez de la Frontera», pues, «frente a la firmeza y rotundidad del ción acordada por Decreto 232/1971, de 28 de enero, sobre clasificación
criterio favorable a la ampliación del Marco respecto a los terrenos com- y condicionado de las industrias agrarias 52 •
prendidos en el término de Lebrija» expresado en los informes a los que
pertenecen las afirmaciones precedentes «contrasta el tono menos firme y 52
Sobre la liberalización industrial iniciada por el Decreto de 26 de enero de
hasta dubitativo» de los opuestos a dicha ampliación, uno de los cuales 1963 y sus mecanismos operativos (sistema de «mínimos») véase J. L. VILLAR
PALAsí, La intervención administrativa en la industria, IEP, Madrid, 1964, y mi
admite expresamente la identidad de los terrenos incluidos y excluidos, trabajo Inscripciones y autorizaciones industriales, en el núm. 52 de la «Revista
justificando la exclusión de estos últimos en un argumento ajeno a los de Administración Pública», págs. 421 y sigs.
66 CAP. l.-ARBITRARIEDAD Y DISCRECIONALIDAD lll. EL ESTADO ACTUAL DE LA CUESTIÓN EN NUESTRA JURISPRUDENCIA ... 67

Aun así, su denegación acordada a instancias de una Central Lechera Decreto 2315/1980 no existe disposición transitoria con el contenido de la
figurada en el Decreto 378/1977, y en la que se basan en esencia los argu-
de Salamanca (Ledesa), se considera improcedente, porque «Ledesa, aun- mentos del Abogado del Estado para combatir la sentencia apelada».
que tenga capacidad de higienización de leche para abastecer el mercado
de la zona en la que la nueva industria se pretende instalar, no tiene ningún 5. MEDIDAS RELATIVAS A LA ORGANIZACIÓN DE LOS SERVICIOS
derecho preferente para hacerlo», y, sobre todo, porque «el juicio econó- PÚBLICOS
Inico sobre la tan mencionada industria a instalar no puede reducirse a los
La potestad organizatoria de la Administración suele citarse siempre
datos manejados por los Órganos que dictaron las resoluciones impugna-
como una de las expresiones más claras y típicas del poder discrecional 53 ,
das», a lo que hay que añadir «que no se ha acreditado el anormal desarro-
tanto cuando se despliega en el interior de la propia organización adminis-
llo del sector, que la industria cumplirá las condiciones mínimas exigibles,
trativa como cuando opera en relación a los servicios públicos stricto
que su ubicación se encuentra a una distancia racional de la Central Le-
sensu. En ambos casos ha venido siendo habitual la autolilnitación de
chera en funcionmniento, que la plantilla prevista de puestos de trabajo es
los Tribunales de la jurisdicción contencioso-adlninistrativa dentro de los
reducida, por lo que, en el caso improbable de irrentabilidad, no va a
confines propios del control mínimo y su consiguiente renuncia a la revi-
plantear graves problemas sociales y que las normas !imitadoras del ejerci-
sión y crítica del fondo Inismo de las decisiones en que dicha potestad se
cio de los derechos de las personas reconocidos por nuestras leyes han de expresa.
interpretarse restrictivamente».
En esta línea se sitúa la Sentencia de 1O de octubre de 1987, en la
En este último e importante argumento pone especial énfasis la Senten- medida al menos en que hace suyos los razonamientos de la sentencia
cia de 16 de noviembre de 1982, confirmatoria en apelación de otra de la inferior, que confirma, razonalnientos que acogen de forma explícita la
Audiencia Nacional que anuló una resolución del Ministerio de Industria tesis del Abogado del Estado, según la cual «la potestad de las Adlninistra-
denegatoria de la pertinente autorización para la instalación de una indus- ciones Públicas para organizarse sólo puede tener el lílnite representado
tria de montajes electrónicos. Dice así la sentencia: por las normas de superior rango a aquellas mediante las cuales se ejercita
«... porque el Real Decreto 378/1977 quiebra la orientación legislativa tal potestad de tal modo que la impugnación de un acto o norma dictados
anterior de evitar la proliferación de pequeñas industrias y la sustituye por en ejercicio de esa potestad requiere para su viabilidad la incontestable
otra que "aconseja no discriminar los proyectos empresariales rentables y
competitivos en base a la legislación de dimensiones mínimas", como dice demostración de que los mismos vulneran una norma de rango superior,
la Exposición de Motivos, sino también por el hecho de que cuando se dictó lo que viene impuesto igualmente por la propia naturaleza de esta Jurisdic-
en vía de alzada la Resolución de 9 de abril de 1979 del Ministerio de . ción, a la que corresponde enjuiciar la adecuación del acto al ordenamiento
Industria y Energía, denegatoria de la instalación de industria de montaje
eléctrico, ya había entrado en vigor nuestra Constitución, en donde esa polí- jurídico -art. 83 de la Ley- y no la apreciación y valoración de los criterios
tica liberalizadora alcanza su máxima expresión en el artículo 38, al recono- de conveniencia y oportunidad implícitos en el ejercicio de la potestad
cer la libertad de empresa en el marco de una economía de mercado y
establecer que los poderes públicos garantizan y protegen su ejercicio; b) organizativa de la Adlninistración» 54 •
sentido interpretativo que también encuentra sólido apoyo en la Exposición
53
de Motivos del Real Decreto 2135/1980, de 26 de septiembre, sobre liberali- Vid., por ejemplo, el excelente libro de F. SAINZ MoRENo, Conceptos jurídi-
zación en materia de instalación, ampliación y traslado de Industrias en cos indeterminados v discrecionalidad administrativa, Civitas, Madrid, 1976, pág.
general y en la que se dice: "la liberalización industrial iniciada en el De- 308. .
creto de 22 de julio de 1967 y continuada por el de 25 de febrero de 1977 54
La citada en el texto es una de esas sentencias inciertas en las que se
necesita, tras la publicación de la Constitución, un ámbito más amplio, a fin mezclan de forma confusa elementos de las viejas y las nuevas doctrinas. De aqué-
de atender a la necesidad de instrumentar el principio de libertad de Em- llas es muestra el pasaje que se transcribe en el texto, que procede de la sentepcia
presa, definiendo un régimen de libre instalación, ampliación y traslado de apelada, cuyos considerandos acepta «en lo sustancial» el Tribunal Supremo. Este,
industrias que, con las excepciones fundamentadas en el interés económico por su parte, comienza su razonamiento a partir del principio de interdicción de la
general y en la defensa nacional, propicie iniciativas empresariales impres- arbitrariedad consagrado en el artículo 9.3 de la Constitución, «que determina
cindibles en la situación económica actual"; e) y obsérvese que en este -dice- la valoración de la racionalidad de la medida» (elemento nuevo), aunque,
68 CAP. l.-ARBITRARIEDAD Y DISCRECIONALIDAD III. EL ESTADO ACTUAL DE LA CUESTIÓN EN NUESTRA JURISPRUDENCIA ... 69

La Sentencia de 27 de marzo de 1985 responde al mismo esquema viajeros por carretera55 lo rechaza de forma enérgica en los términos si-
conceptual, pues si bien comienza afirmando que para resolver el asunto guientes:
sometido a su consideración (unificación de las tres paradas de taxis exis- «La base argumental del recurso de apelación interpuesto por el defensor
tentes en Sama de Langreo en una sola a petición de diecisiete de los de la Administración consiste en negar al Tribunal a quo competencia para
revisar el acierto o desacierto de la actuación del órgano administrativo
veinte taxistas de la localidad) «no bastará con decir que, en el presente correspondiente, en orden a la solución adop~~da denega?do la solicitud ?el
caso, el Ayuntamiento ha actuado no por razones de legalidad, sino de recurrente, por no implicar ello una actuac10n contrana a Derecho, smo
mero uso de sus facultades discrecionales para escoger una entre las alter-
oportunidad, ya que ello implicaría una respuesta asaz simplista, puesto nativas posibles, no viciada de desviación de poder, mas a este plante~­
que la elección de oportunidades por la Administración equivale al ejerci- miento cabe oponer para rebatirlo que el artículo 4 de la Ley sobre Coordi-
cio de una potestad discrecional y la discrecionalidad, hoy día, no existe nación de los transportes mecánicos terrestres de 27 de di~iet;Ibre de 1947
permite la autorización de un transp.orte por carretera comcidente con el
al margen de la Ley, sino justamente en virtud de la Ley y en la medida · ferrocarril sólo en supuestos excepcionales, entre los que enumera el de
en que la Ley lo haya dispuesto», da a continuación un brusco giro al que concurra "un destacado interés público": y éste constituye un ~oncepto
jurídico indeterminado que no debe confundtrse co!1 los P.oderes dtscrec~o­
añadir que «la fijación de estas paradas de autotaxis, tanto en el Regla- nales respecto de los que señalan claramente sus diferencias las Sentencws
mento Nacional como en la Ordenanza Municipal, viene a ser delegada de este Tribunal de 8 de julio y 27 de septiembre de 1985, al decir que "a
diferencia del acto puramente discrecional, en que la Administración tiene
en la Administración sin establecer condicionamiento alguno, por lo cual una libertad electiva entre las distintas alternativas que se le presentan, pues
el control jurisdiccional tiene que resignarse a vigilar los reductos que el todas ellas son igualmente justas, ~· por tanto, pu~de, a?op~ar sin lit;Iitación
principio de legalidad se ha reservado, de acuerdo con las formulaciones de criterio subjetivo, por el contrano, el concepto JUndico mdetermmado es
un proceso reglado en el que el Tribunal habrá de valorar si, tra~á~dose. ?e
hechas al respecto por la doctrina y la jurisprudencia -Sentencias de 1O la interpretación de la norma .que ha, c~eado el concepto,. la A~mmistraciOn
de marzo de 1969 y 31 de octubre de 1978-». ha adoptado no cualquiera, smo la umca de las resoluciones JUS~as que la
interpretación permite y que no depende de la voluntad del que mterpreta,
Muy semejante a las anteriores es, también, la Sentencia de 1 de junio como ocurriría si de un acto discrecional se tratara».
de 1987, confirmatoria de una autorización municipal de construcción de Sentada esta doctrina y con apoyo de ella, la sentencia estima el re-
un abrevadero público que implicaba una modificación de una fuente o curso por entender que:
manantial preexistente, pues, a pesar de las declaraciones generales que
«si en la Orden de 5 de diciembre de 1978 se estimó el recurso de
contiene en orden al alcance de la discrecionalidad y su control, de hecho reposición interpuesto por el hoy recurrente contra el acuerdo de archivo
se limita a un control mínimo del acto autorizatorio, que agota con el del expediente, en razó~1 a conside_;ar el transporte, sol~cit~d~, entre Ten~~¡
examen del alegato relativo a la presunta existencia de una desviación de v Valencia de forma d1recta, de destacado mteres publzco por las cu-
cunstancias apreciadas V que pondera la sentencia apelada, ha de enten-
poder, por entender que «la Jurisdicción debe respetar la decisión de la derse que sólo de esa forma directa se satisface ese interés público determi-
Administración cuando ésta tiene la libertad de elegir entre varias solucio- nante de que entre en juego la excepción prevista. en el artfculo 4 cit~do,
que, por tanto, no estaba satisfecho con las concest~m~s de lmeas par~wles
nes posibles, pues la Jurisdicción no puede sustituir los criterios de la de dicho trayecto existentes y algunas de ellas !mutadas a determmado
Administración a menos de que los adoptados por ella vulneren la Ley o período del año y cuya existencia ~s el argumento en:zplea_do ~ho_ra por lf!
se desvíen del fin público al que la Administración ha de atender». Administración para entender serv1do el destacado mteres pubhco aludi-
do»,
Frente a este planteamiento, sin embargo, se alza la Sentencia de 23
Amén de que «no parece jurídicamente aceptable que no haya jugado
de octubre de 1987, que continuando una línea iniciada con anterioridad
el principio de prioridad» para impedir la iniciación del expediente que
a la promulgación de la Constitución en el ámbito de los transportes de
dio lugar al otorgamiento a RENFE de aquellas líneas parciales «estando
en rigor, no lo appra en absoluto, quizá porque el propio recurrente no hizo lo
55
necesario en ese sentido. Vid., al respecto, F. SAINZ MoRENO, cit., págs. 333 y sigs.
70 CAP. l.-ARBITRARIEDAD Y DISCRECIONALIDAD 111. EL ESTADO ACTUAL DE LA CUESTIÓN EN NUESTRA JURISPRUDENCIA ... 71

en tramitación el que es objeto del pleito y luego, en cambio, oponer a ya que, como resalta la sentencia apelada, el efecto primario de la amnistía
éste la prestación del servicio por aquellas concesiones como impedimento es borrar de la vida del Derecho el acto imputado y sancionado»), 30 de
para su otorgamiento por estar satisfecho el interés público». noviembre de 1987 («aun cuando es indudable el carácter discrecional de
las facultades atribuidas a los Gobernadores Civiles por el artículo 96 del
En parecidos términos se expresa la Sentencia de 20 de septiembre de
Reglamento de Armas aprobado por Real Decreto de 24 de julio de 1981,
1983, relativa a un recurso contra un acuerdo municipal de creación de
en la materia relativa al otorgamiento del permiso de armas de caza, dis-
una nueva plaza de taxi en Villamartín (Cádiz), decisión condicionada por
crecionalidad que determina que sean elementos de oportunidad más que
el artículo 11 del Decreto de 16 de marzo de 1979 a la «necesidad y
de legalidad los que deben pesar en la decisión de la Autoridad, no debe
conveniencia del servicio a prestar al público», concepto jurídico indeter-
olvidarse que el margen de libertad decisoria que la discrecionalidad signi-
minado «que exige que se pruebe en las necesidades reales, no futuras o
fica ha de estar, en todo caso, condicionado por la norma general impera-
hipotéticas, de un mejor y más extenso servicio».
tiva del cumplimiento de los fines de la Administración al servicio del
bien común y del respeto al ordenamiento jurídico, ya que nunca es permi-
6. MEDIDAS DE POLICÍA tido, y menos en el terreno del Derecho, confundir la discrecionalidad con
En materia de medidas de policía, reducto clásico de la discrecionali- lo arbitrario»; «... la discrecionalidad atribuida a la Administración no
dad y por ello campo tradicionalmente propicio a un control jurisdiccional puede ejercitarse privando del derecho de caza, reconocido en el artículo
restrictivo, son ya franca mayoría las sentencias que realizan con toda 3 de la Ley de 4 de abril de 1970 a quien carece de antecedentes penales
naturalidad un control plenario. y ha acreditado tener domicilio fijo y actividad profesional conocida, por
el solo hecho de haberse visto implicado hace más de diez años en unos
Así, por ejemplo, en materia de otorgamiento y cancelación de licen- acontecimientos de los que no se derivó más responsabilidad que una
cias para tenencia y uso de armas: Sentencias de 3 de mayo de 1985 («en condena en juicio de faltas y por unos inconcretos informes policiales de
base de una apreciación racional y en conjunto de los diferentes informes conducta»), entre otras muchas de las que las aquí citadas dan cuenta.
unidos al expediente... solamente limitada por las reglas de la sana crí-
tica»), 21 de junio de 1985 («los antecedentes del actor, delitos cometidos Lo mismo en materia de autorizaciones de apertura de bares y salas
con ocasión del tráfico rodado utilizando vehículos de motor, no pueden de bingo: Sentencias de 17 de febrero de 1981 («nunca dicho margen de
ser causa que determine la denegación de posesión de un arma para cazar discrecionalidad puede tener el alcance de excluirlo de acreditar, cuando
y todas las demás circunstancias que se le imputan, tener una ideología ,menos, los fundamentos fácticos sobre los que se actuó, para, de esta
propia de un partido político parlamentario y haber tenido altercados e forma, poder penetrar en el modo o manera de ejercitarse la discrecionali-
insultado al Alcalde, en el ejercicio de su condición de concejal y al cele- dad a través del control de los hechos sobre cuya base se mueve, siendo
brar la Corporación sesión, aparte de que se citan en el informe a título menos aceptable aún pretender, al amparo del alegado margen de discre-
de rumor, tampoco cuentan con el respaldo necesario de que se hayan cionalidad, elevar a la categoría de prueba plena los elementos informati-
probado tales hechos y que se hubieran producido condenas firmes por vos policiales ... cuando lo cierto y verdad es que, ni aun en los supuestos
Tribunales competentes, podrían considerarse a los posibles efectos de de máxima discrecionalidad, ello es admisible, puesto que siempre pueden
denegación del permiso, valorando si tales antecedentes podían dar lugar y deben ejercerse controles sobre los fundamentos en que se asienta y
a la peligrosidad determinante de la privación del ejercicio del derecho»), sobre su uso proporcionado y racional»), 2 de julio de 1982 («la actividad
9 de diciembre de 1986 («los efectos de los actos administrativos o judicia- discrecional de la Administración ... viene también limitada por los princi-
les imputados o referidos a la causa 182/1974 -Tribunal de Orden Pú- pios generales del Derecho como fuente del ordenamiento jurídico y como
blico- no cabe jurídicamente estimarlos vigentes -la causa no fue fallada-, principios informadores del mismo, debiendo destacarse entre ellos el de
72 CAP. l.-ARBITRARIEDAD Y DISCRECIONALIDAD IV. UN SINCRETISMO INSOSTENIBLE 73

proporcionalidad ... »), 21 de febrero de 1984 («al denegar la autorización de trabajo porque «en el expediente no aparece probado, ni tan siquiera
solicitada con base en la oposición que a la misma habían formulado los aludido, el cambio o mutación de circunstancias» en la situación de em-
vecinos colindantes del establecimiento, fundada en razones totalmente pleo con respecto a las existentes en el momento en que dichos permisos
ajenas a las contempladas en la normativa reguladora de la materia, dicha fueron otorgados por vez primera, carencia de justificación que priva de
autoridad gubernativa se excedió en el uso de unas facultades restrictivas base a la negativa.
de la libertad de elección y ejercicio de una determinada actividad ... »), 17
de diciembre de 1985 («la discrecionalidad en que, al amparo del artículo
11.5 del Reglamento del juego del bingo de 9 de enero de 1979, basa la IV. Un sincretismo insostenible
Administración su decisión desestimatoria en que no puede dejar de pon-
derar aquellos informes favorables, ni la inexistencia de datos o elementos. l. DE NUEVO ENTRE DOS EXTREMOS
que se opongan y' sobre todo, no es aquélla tan absoluta que permita
resolver en contrario, sin la más mínima fundamentación razonada, un Si la frontera entre legalidad y oportunidad la establece el juez caso
expediente cuando otros, de analogía muy acusada, han sido resueltos en por caso y es el juez quien varía su trazado cuando lo estima procedente,
sentido favorable, porque ello sería tanto como infringir gravemente el como de hecho ocurre, uno tiene derecho a pensar cualquier cosa, pues,
principio de igualdad, constitucionalmente proclamado»), 26 de enero de tanto si el juez no explica las razones últimas de su decisi6n, como si lo
1987 («no puede crear por vía simplemente hermenéutica restricciones o hace de forma contradictoria, implícita o explícitamente, es evidente que
condiciones con base en lagunas de tipicidad reglamentaria ... , ya que, a la teoría falla o, para ser más exactos, que no existe una teoría válida del
tenor del antes citado artículo 106.1 de la Constitución todos los actos de poder discrecional, ya que todo concluye en un puro decisionismo, según
la Administración son reglados, unos conforme a tipos preestablecidos de el cual termina siendo discrecional aquello que el juez se abstiene de criti-
emanación legal y otros reglados conforme a fines o razón justificante, car o corregir.
que, en concordancia con el principio de objetividad de la actuación ad- No puede sorprender por eso que, en la década de los sesenta, en el
ministrativa -art. 103.1 de la Constitución- debe aplicarse en el acto im- clima de euforia generado por el hallazgo de nuevas técnicas capaces de
pugnado mediante concreta cita de los hechos determinantes de la decisión llevar el control, hasta entonces limitado, a extremos insospechados me-
discrecional, o sea en forma asequible a la revisión contencioso-adminis- diante una confrontación, incluso, de la decisión discrecional con los prin-
trativa, y no, como viene a mantenerse en las alegaciones de apelación, cipios generales del Derecho, algún autor y alguna jurisprudencia se atre-
acudiendo a abstractas acepciones de discrecionalidad en las que queda vieran a proclamar el fin de la discrecionalidad de la Administración57 ,
indeterminada la conexión de la conducta de la empresa gestora con la proclamación en la que ha vuelto a insistir recientemente nuestro Tribunal
sanción impuesta a una de las entidades propietarias de las salas de juego Supremo en la Sentencia de 26 de enero de 1987, más atrás citada, al
gestionadas»), etcétera. afirmar que «todos los actos de la Administración son reglados, _unos con-
forme a tipos preestablecidos de emanación legal y otros conforme a fines
También en materia de policía de extranjeros, alta policía en la termi- o razón justificante, que en concordancia con el principio de objetividad
nología francesa, especialmente resistente al control jurisdiccional56 • Así, de la actuación administrativa -art. 103.1 de la Constitución-, debe apli-
explícitamente, las Sentencias de 22 de mayo de 1987 y 30 de mayo de carse en el acto impugnado mediante concreta cita de los hechos determi-
1988, anulatorias de otras tantas denegaciones de renovación de permisos
57
Así, tempranamente, entre nosotros, la Sentencia de 24 de octubre de 19~9,
56
Vid. LACHAUME, op. cit., pág. 361, a propósito del arret Pardov de 3 de citada por GARCÍA DE ENTERRÍA, La lucha contra las inmunidades del poder, cit.,
febrero de 1975, bastante próximo a las sentencias que se citan en el texto. págs. 40 y sigs., de la edición de Civitas.
74 CAP. l.-ARBITRARIEDAD Y DISCRECIONALIDAD IV. UN SINCRETISMO INSOSTENIBLE 75

nantes de la decisión discrecional. .. y no acudiendo a abstractas concepcio- que B ULLINGER la trasladaba fuera de las fronteras alemanas en un artículo
nes de la discrecionalidad», afirmación esta no desprovista de razones, publicado simultáneamente en Francia y en España59 , y que, a resultas de
pues si, finalmente, el juez puede anular y anula muchas veces la concreta ella, se esté abriendo camino progresivamente en aquel país una opinión
solución elegida por la Administración por considerarla desproporcionada, favorable a la rehabilitación de los poderes discrecionales y a su reinser-
discriminatoria y contraria al principio de igualdad, incoherente, infun- ción en el marco del Estado de Derecho, porque si toda la teoría de la
dada, irrazonable o, por cualquier otra causa, injusta, mal puede sostenerse discrecionalidad se reduce a afirmar que, en último término, la distinción
abstractamente que la potestad discrecional de la que la solución así anu- entre legalidad y oportunidad depende sólo del criterio particular y cam-
lada es fruto, consista en una libertad incondicionada de elección entre biante de los jueces, está justificado preguntarse quiénes son los jueces
indiferentes jurídicos. para enmendar la plana a la Administración, que, amén de contar con
No puede sorprender tampoco que en la década de los setenta, y apro- más y mejores medios que ellos para adoptar las cada vez más complejas
vechando un poco por los pelos un cierto giro de la jurisprudencia consti- decisiones que la vida colectiva requiere de continuo en la sociedad de
tucional sobre la reserva de Ley, haya surgido en Alemania una viva polé- nuestros días, cuenta con una legitimación popular, indirecta pero cierta,
mica de la que EMBID ha dado cuenta entre nosotros 58, al propio tiempo de la que aquéllos carecen60 •
Ambas reacciones son perfectamente explicables porque buscan con
58
Vid. A. EMBID IRUJO, La relación entre los Poderes del Estado en la reciente igual empeño por cualquiera de los dos extremos posibles -la negación
dogmática alemana, en el núm. 115 de la «Revista de Administración Pública»,
págs. 402 y sigs. del poder discrecional o su afirmación a ultranza- una explicación segura
La polémica, que sigue viva, gira en torno a la extensión y la intensidad de la que la doctrina tradicional no ha acertado a darnos ni siquiera cuando más
reserva parlamentaria, problema al que quiere dar respuesta la doctrina de la esen-
cialidad, según la cual las decisiones esenciales deben ser adoptadas por el propio cerca parecía estar de conseguirlo.
legislador. De ahí pretende extraerse a contrario la conclusión de que todo lo que
no sea esencial puede y debe ser decidido por la Administración. La concreción Ambas son, sin embargo, excesivas, y dejarse llevar por ellas no puede
de lo que en cada caso deba considerarse esencial se pone generalmente en cone- conducir a otra cosa que a radicalizar las posiciones previas de las que
xión con la relevancia de la decisión para los derechos fundamentales y con la dichas reacciones son fruto.
intensidad en la afectación de éstos, criterio este, sin embargo, cuya suficiencia ha
venido a ponerse en cuestión, en ciertos ámbitos al menos -así, de modo particular,
en lo que respecta al Derecho Escolar-, al introducirse la idea de la «protección
dinámica de los derechos fundamentales», según la cual una regulación legal dema- 2. LA MEZCLA DE LOS VIEJOS TÓPICOS Y LOS NUEVOS PRINCIPIOS,
siado detallada puede en ocasiones resultar contraproducente -y contradictoria por CAUSA DE LAS CONTRADICCIONES AL USO
ello con la propia ratio de los derechos fundamentales que se intenta proteger- en
la medida en que cierra el paso a un tratamiento individualizado, pedagógicamente A mi juicio, las inconsecuencias y contradicciones que reflejan la juris-
justificable y específicamente adaptado a la situación particular de determinados
escolares o grupos de escolares. La «protección dinámica de los derechos funda- prudencia al uso, aquí y fuera de aquí, se deben, en concreto, a la mezcla
mentales justificaría de este modo en ciertos casos un menor grado de determina- inconsciente de principios opuestos, al hecho de haberse apoyado en el
ción de la Ley y, correlativamente, una mayor libertad de movimientos de la Admi- constitucionalismo de la segunda postguerra para «prolongar y continuar»
nistración».
Un análisis crítico del estado actual de la cuestión en el libro de J. STAUFE, Parla- una teoría nacida un siglo atrás en un marco constitucional esencialmente
mentsvorbehalt und Delegations-befugnis, Duncker und Humblot-, Berlín, 1986, diferente en cuanto presidido por un principio, el de división de poderes,
especialmente IV. Parlamentsvorbehalt und Wesentlichkeits-theorie, págs. 103 a
161.
59
El tema, extraordinariamente complejo, no es, sin embargo, de este lugar, pues De la versión española, publicada por «La Ley», ya he dado cuenta en nota
atañe, lógicamente, a una cuestión previa a las que constituyen el objeto de este 6. La versión francesa se inserta en los núms. 3 y 4/1988 de la «Revue Franc;aise
trabajo, esto es, a la pregunta ¿cuándo puede el legislador habilitar a la Administra- de Droit Administratif».
ción con poderes discrecionales?, cuya respuesta no estoy todavía en condiciones 60
Sobre el manejo de este argumento en la polémica abierta en Alemania vid.
de ofrecer. el trabajo de EMBID, ya citado.
76 CAP. l.-ARBITRARIEDAD YDISCRECIONALIDAD IV. UN SINCRETISMO INSOSTENIBLE 77

que, al ser entendido como una separación rígida entre éstos, garantizaba ria, supuestos todos ellos en que las sentencias de los Tribunales, de hoy
a la Administración un ámbito de libre desenvolvimiento en el que, sólo y de ayer, no sólo sustituyen con toda naturalidad las cantidades estableci-
por excepción y a través de un proceso también excepcional en su configu- das por el acto administrativo cuando estiman que éstas no han sido co-
ración, cabía penetrar, cuando lo que en realidad se imponía era recons- rrectamente calculadas, sino que lo hacen con toda precisión, pesetas y
truir desde el principio dicha teoría sobre las bases, enteramente distintas céntimos incluidos.
a éstas, del nuevo constitucionalismo.
Se dirá que los supuestos en cuestión -expropiación, responsabilidad,
Esa opción metodológica vino a parar en un cierto sincretismo del que contratos, tributos- son especiales porque estas materias se han conside-
hoy todos somos víctimas, de un modo u otro. Como ocurre en el «can- rado siempre como propias de lo que en Francia se llama el contencioso
domblé» y en la «macumba», la formal aceptación de la nueva religión de plena jurisdicción. Así es, en efecto, pero esta explicación, que en
no acierta del todo a ocultar la adoración de los viejos dioses, a los que, Francia puede seguir siendo válida a resultas, precisamente, de la distin-
simplemente, se ha disfrazado con el nombre y el ropaje de los santos ción entre un contencioso de simple anulación y un contencioso de plena
cristianos. El resultado de todo ello viene a ser una sensación de confusión jurisdicción, en España no vale porque, amén de no haber tenido nunca el
insuperable, semejante a la que suele sufrir el visitante del museo munici- mismo arraigo la referida distinción, fue formalmente proscrita hace más
pal de Salvador cuando nada más entrar en él, se topa con un maniquí de treinta años por el propio legislador61 , que instauró conscientemente un
femenino a cuyo pie figura un cartel con el nombre de San Jorge, denomi- solo y único proceso, sobre unas mismas y también únicas bases, para
nación con la que los esclavos negros, ignorantes y al propio tiempo teme- todos los actos administrativos sin distinción alguna.
rosos de sus amos blancos, querían disimular su perseverancia en el culto
Un proceso, además, que lo es de principio a fin, que está construido
de la diosa Oxossi.
sobre el molde del proceso civil, del que en nada esencial se diferencia,
La insustituibilidad por el juez de las decisiones de la Administración, en el que los poderes de cognición del juez no están en absoluto limitados,
la distinción entre legalidad y oportunidad, el carácter revisor de la juris- que se traba entre auténticas partes procesales, cuyos límites vienen fija-
dicción contencioso-administrativa, la llamada discrecionalidad técnica y dos, como en el proceso civil, por las alegaciones y pretensiones de las
toda la serie de presuntos dogmas entre los cuales se debate con suerte partes, pretensiones que son su objeto y respecto de las cuales el acto
varia la jurisprudencia de nuestros días, bajo la presión contraria que sobre concretamente impugnado no es sino un simple pretexto, como con toda
ella inevitablemente ejercen los principios y preceptos de la Constitución claridad subraya en su artículo 1 la Ley Jurisdiccional cuando afirma que
vigente, tiene su origen, precisamente, en esa construcción inicial y clara- «la jurisdicción contencioso-administrativa conocerá de las pretensiones
mente artificiosa de un proceso, excepcional y limitado, surgido empírica- que se deduzcan en relación con los actos de la Administración Pública
mente para corregir, en interés de la propia Administración, los errores sujetos al Derecho Administrativo y con las disposiciones de categoría
más graves en que pudieran incurrir unas decisiones administrativas que, inferior a la Ley» 62 •
por discrecionales, se consideraban en principio enteramente libres.
Un proceso -hay que decirlo también- en el que, si los poderes de
En ese marco surgieron y sólo en él tienen su verdadero sentido. De cognición del juez son tan amplios como los que en el Derecho común
ello da fe el hecho, por demás significativo, de que esos dogmas nunca se corresponden a los Tribunales, civiles o laborales, los de decisión no tie-
hayan hecho ni, por supuesto, se hagan hoy valer cuando el objeto del
61
proceso consiste en la determinación de un justiprecio expropiatorio, la Como con toda precisión se razona en la propia Exposición de Motivos de
la Ley Jurisdiccional de 27 de diciembre de 1956, según es bien sabido.
fijación de la cuantía de una indemnización por razón de responsabilidad, 62
Sobre ello con insistencia, J. GoNZÁLEZ PÉREZ en su Derecho Procesal
contractual o extracontractual, o la corrección de una liquidación tributa- Administrativo, to~o II, 2a ed., IEP, Madrid, 1966, págs. 400 Y sigs.
78 CAP. l.-ARBITRARIEDAD Y DISCRECIONALIDAD IV. UN SINCRETISMO INSOSTENIBLE 79

nen tampoco otros límites que los que resultan de la propia configuración de Derecho y que proclama la Justicia como un valor superior a cuya
legal del ilícito administrativo como disconformidad con el ordenamiento realización se ordena.
jurídico, expresión que, obviamente, no se agota en la Ley, como el propio
legislador de 27 de diciembre de 1956 se cuidó de aclarar63 , aclaración
3. LA NECESARIA INVERSIÓN DEL PLANTEAMIENTO TRADICIONAL
ahora refrendada por la propia Constitución al consagrar en su artículo
103.1 la fórmula «Ley y Derecho» como término de referencia del someti- El punto de partida que hoy impone el texto constitucional vigente no
miento pleno al ordenamiento jurídico en su totalidad de la Administración tiene ya nada que ver con aquel que está en la base de todo el proceso
Pública, en cuanto organización institucionalmente llamada a servir «con histórico de construcción de la jurisdicción contencioso-administrativa y
objetividad los intereses generales», a la que está formalmente prohibida de las técnicas de control del ejercicio del poder discrecional por la Admi-
por ello toda actuación arbitraria (art. 9.3 de la Constitución), esto es, nistración, que ambas cosas son una y la misma. Es, justamente, el opuesto
«contraria a la justicia, la razón o las leyes, dictada sólo por la voluntad para ser exactos. Si en el principio, como hemos visto, fue la exención, el
o el capricho» 64 • principio ahora es el sometimiento pleno de toda la actuación administra-
tiva a la Ley y al Derecho, sometimiento que corresponde verificar, tam-
Un proceso, también, al que se somete por igual toda la actuación bién en toda su plenitud y sin limitación alguna, a los Tribunales de la
administrativa (art. 106.1 de la Constitución) sin excepciones, ni distincio- jurisdicción contencioso-administrativa, que son ya a todos los efectos
nes de ningún tipo, cuya decisión está confiada, como lo están todos los Tribunales ordinarios, a través de un proceso que es también un proceso
demás procesos, a «Jueces y Magistrados integrantes del poder judicial y ordinario. Toda sombra de excepcionalidad ha desaparecido ya, igual que
sometidos únicamente al imperio de la Ley» (art. 117.1 de la Constitu- ha desaparecido también de la Norma Fundamental toda referencia al prin-
ción), es decir, a una jurisdicción ordinaria, no excepcional ni especial, cipio de separación de poderes y aun el propio término poder para designar
sino simplemente especializada en lo que constituye su específico ámbito el triple objeto de aquella separación, que sólo se utiliza ahora en la rúbrica
operativo, como lo están, ni más ni menos, los jueces que sirven en los del Título VI de aquélla y en relación al Poder Judicial65 •
demás órdenes jurisdiccionales, a la que corresponde también dentro de Este cambio radical de perspectiva impide aceptar sin más la herencia
su orden propio, como a éstos en el suyo, el ejercicio de la potestad juris- recibida. Lo que ayer era excepción hoy es regla. Los principios y las
diccional en su plenitud, «juzgando y haciendo ejecutar lo juzgado» (que reglas de ayer ya no pueden, en consecuencia, seguirse admitiendo como
aquí tampoco establece la Constitución diferencia alguna; art. 117.3: «en tales, ni pueden por ello erigirse a priori en limitaciones u obstáculos
todo tipo de procesos»), con sujeción a unos mismos principios básicos,
los que resultan del derecho fundamental a la tutela judicial efectiva de 65
Como ha observado SÁNCHEZ AoESTA, Sistema político de la Constitución
los derechos e intereses legítimos que garantiza a todos el artículo 24 de Española de 1978, 3a ed., Ed. Nacional, Madrid, 1984, pág. 373: «Esta caracteriza-
ción de la potestad judicial como un poder independiente es el único reflejo de la
la Norma Fundamental con idéntica proscripción de indefensión. doctrina de la división de poderes». Que el poder esté dividido sigue siendo hoy
un presupuesto de la libertad sin el cual no puede hablarse siquiera de Constitución
Un proceso, en fin, instituido, como todos los demás, para satisfacer en sentido propio, según la lapidaria expresión del artículo 16 de la Declaración
pretensiones, para hacer Justicia, para asegurar, en una palabra, el imperio del Hombre y del Ciudadano de 1789, pero los términos de esta división y distribu-
ción del poder en el seno del Estado y el equilibrio que resulta del recíproco
del Derecho en el seno de un Estado que se califica, justamente, de Estado contrapeso entre los órganos e instituciones que reciben una parte de aquél son
ahora necesariamente otros, más sofisticados y sutiles que los inherentes a la pri-
63 mera y simplista distinción de los tres poderes clásicos y a su correlativa y radical
Vid. de nuevo la Exposición de Motivos. separación. Sobre ello, recientemente entre nosotros, L. MARTfN-RETORTILLO, De la
64
Según la definición del Diccionario de la Real Academia Española de la separación y control de los poderes en el sistema constitucional español, en «Re-
Lengua. · vista del Centro de Estudios Constitucionales», núm. 4, págs. 47 y sigs.
80 CAP. l.-ARBITRARIEDAD Y DISCRECIONALIDAD V. EL PRINCIPIO CONSTITUCIONAL DE INTERDICCIÓN DE LA ARBITRARIEDAD ... 81

insalvables. La teoría del poder discrecional de la Administración debe, consagra el artículo 9.3, in fine, de la Constitución, principio cuya articula-
68
pues, construirse de nuevo, de arriba abajo en el sentido más literal de ción técnica es también tributaria de la obra de ÜARCÍA DE ENTERRÍA •
la expresión, es decir, a partir de los principios que consagra la Norma En su significación más primaria el principio en cuestión postula una
Fundamental. distinción neta entre arbitrariedad y discrecionalidad, entre lo que es fruto
Sólo así podrá darse respuesta a interrogantes que, hoy por hoy, distan de la mera voluntad o el puro capricho de los administradores y lo que,
mucho de tenerla y no la tendrán nunca satisfactoria en tanto nos sigamos por el contrario, cuenta con el respaldo -mayor o menor, mejor o peor, es
moviendo en el seno de un sincretismo insostenible. No se trata con ello otra cuestión- de una fundamentación que lo sostiene.
-hay que advertirlo, como ya lo hiciera ÜARCÍA DE ENTERRÍA veinticinco Discrecionalidad no es arbitrariedad, como insisten en afirmar de un
años atrás66- de eliminar el poder discrecional de la Administración, ni modo sistemático ya las sentencias de los Tribunales cualquiera que sea
tampoco de estrechar aún más su posible despliegue. Los resultados fina- el rumbo ulterior de su argumentación, con cita expresa en todo caso del
les, cualesquiera que puedan ser, no importan. Lo más probable, incluso, artículo 9.3 de la Constitución. Son, más bien, como subraya la Sentencia
es que no varíen sensiblemente. Importa, en cambio, y mucho depurar el de 21 de noviembre de 1985, «conceptos antagónicos», que, en palabras
marco conceptual y liberar el razonamiento de los tópicos que hoy contri- de la Sentencia de 13 de julio de 1984, «nunca es permitido confundir,
buyen a enturbiarlo 67 • pues aquello (lo discrecional) se halla o debe hallarse cubierto por motiva-
ciones suficientes, discutibles o no, pero considerables en todo caso y no
meramente de una calidad que lo haga inatacable, mientras que lo segundo
V. El principio constitucional de interdicción de la (lo arbitrario), o no tiene motivación respetable, sino -pura y simple-
arbitrariedad como punto de partida de la nueva mente- la conocida sit pro ratione voluntas o la que ofrece lo es tal que
dogmática escudriñando su entraña, denota, a poco esfuerzo de contrastación, su ca-
rácter realmente indefinible y su inautenticidad».
l. DISCRECIONALIDAD NO ES ARBITRARIEDAD
2. LA MOTIVACIÓN COMO PRIMER CRITERIO DE DESLINDE ENTRE LO
La nueva construcción a que aludo tiene que partir necesariamente del DISCRECIONAL Y LO ARBITRARIO
principio de interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos que
La motivación de la decisión comienza, pues, por marcar la diferencia
66
Así, precisamente, finalizó su análisis de los poderes discrecionales en La entre lo discrecional y lo arbitrario, y ello, porque si no hay motivación
lucha contra las inmunidades, cit., pág. 49, de la edición de Civitas: «El control que la sostenga, el único apoyo de la decisión será la sola voluntad de
judicial de la discrecionalidad no es, por ello, una negación del ámbito propio de quien la adopta, apoyo insuficiente, como es obvio, en un Estado de Dere-
los poderes de mando, y ni siquiera se ordena a una reducción o limitación del
mismo, sino que, más sencillamente, trata de imponer a sus decisiones el respeto cho en el que no hay margen, por principio, para el poder puramente
a los valores jurídicos sustanciales, cuya transgresión ni forma parte de sus funcio- personal. Lo no motivado es ya, por este solo hecho, arbitrario, como con
nes ni la requieren tampoco sus responsabilidades».
67
Es bastante habitual también en la doctrina confundir el plano de los princi-
pios con el de los resultados prácticos, que dependen no sólo de aquéllos, sino de 68 Vid. su trabajo sobre La interdicción de la arbitrariedad en la potestad
otras muchas cuestiones de diversa índole. Esa confusión y el nihilismo a que reglamentaria, en el núm. 30 de la «Revista de Administración ~ública» y l~eg?
conduce (vid., por ejemplo, AuBY-DRAGO, Traité de contentieux-administratif, tomo incluido en su libro Legislación delegada, potestad reglamentana y control ]Ud~­
II, 2a ed., París, 1975, págs. 390 y sigs, y ÜDENT, Contentieux administratif, tomo cial, Ed. Tecnos, Madrid, 1974. Sobre la arbitrariedad, en general, como antítes~s
VI, 2a ed., París, 1970-1971, págs. 1563 y sigs.) han hecho y siguen haciendo del Derecho, vid. el reciente libro de Ch. ATlAS, cuya traducción española ha publi-
mucho daño y reclaman por ello una enérgica reacción. cado Edersa, Madrid, 1988, con el título Contra arbitrariedad, teoría.
82 CAP. l.-ARBITRARIEDAD Y DISCRECIONALIDAD V. EL PRINCIPIO CONSTITUCIONAL DE INTERDICCIÓN DE LA ARBITRARIEDAD ... 83

todo acierto concluyen las Sentencias de 30 de junio de 1982, 15 de octu- ocurrido aquí, al descartar a una empresa concursante, a pesar de que el
canon propuesto era el más elevado».
bre y 29 de noviembre de 1985, entre otras.

La motivación, por otra parte, es, como ha dicho la Sentencia constitu- 3. LA NECESIDAD DE JUSTIFICACIÓN OBJETIVA COMO SEGUNDO
cional de 17 de junio de 1981, «no sólo una elemental cortesía, sino un NIVEL DE DISTINCIÓN: PRESUNCIÓN DE LEGALIDAD Y CARGA DE LA
riguroso requisito del acto de sacrificio de derechos», una garantía elemen-
PRUEBA
tal del derecho de defensa, incluida en el haz de facultades que comprende
el derecho fundamental a la tutela judicial efectiva, a obtener una resolu- El poder administrativo en un Estado de Derecho es siempre, y más
ción fundada en Derecho (Sentencia constitucional de 11 de julio de todavía el poder discrecional, un poder funcionaC 0 , un poder obligado a
1983). dar cuenta de su efectivo servicio a la función para la que fue creado, a
justificarse en su ejercicio y a justificar, también, su conformidad a la Ley
A la luz de estas elementales ideas es como hay que leer hoy el artículo y al Derecho, a los que está expresa y plenamente sometido por la Norma
43 de la Ley de Procedimiento Administrativo, cuya actual redacción po- Fundamental71 •
dría y debería mejorarse para incluir entre los actos para los que en todo
caso es exigible una motivación expresa los que resultan del ejercicio de La observación, obvia en apariencia, es rica, sin embargo, en conse-
un poder discrecional, pues son éstos y no los reglados los que la requieren cuencias, que merecen ser debidamente subrayadas.
en mayor medida69 • Es concluyente en este sentido la Sentencia de 3 de
La motivación exigible puede ser sucinta. Así hay que admitirlo en
diciembre de 1986, confirmatoria en apelación de otra por la que, a su
muchos casos como una consecuencia inevitable del tráfico administrativo,
vez, se confirmó la anulación en virtud de recurso de alzada de un acuerdo
que es normalmente un tráfico en masa incompatible con más exigentes
de la Junta de Gobierno de la Ciudad Sanitaria de la Seguridad Social de
requerimientos 72 • Así lo admite también la propia jurisprudencia constitu-
Hospitalet de Llobregat por el que se adjudicaron los concursos públicos
cional, de la que puede servir de ejemplo la Sentencia de 18 de junio de
convocados para la contratación de los servicios de bar-cafetería de la
1982, según la cual «la motivación escueta o sucinta, si es suficientemente
misma, justamente por falta de la debida motivación. Dice así la sentencia
indicativa, no equivale a ausencia de motivación, ni acarrea nulidad».
en cuestión:
«El motivo por el que se extrema el rigor de la exigencia de un requisito 70
Porque se otorga por la Ley en contemplación no de un interés de la Admi-
formal, como es el indicado, cuando en la generalidad de los casos la juris- , nistración, que no tiene intereses propios, sino de los intereses colectivos a los que
prudencia lo flexibiliza al máximo, sobre todo cuando no se trata de los ésta institucionalmente está obligada a servir. Son por ello funciones, como dice
supuestos previstos en el artículo 43 de la Ley de Procedimiento Adminis- SANTI RoMANO, véase Poderes, Potestades, en «Fragmentos de un Diccionario Jurí-
trativo, es por la necesidad, en el caso de que se trata, de justiciar ante las dico», Buenos Aires, 1964, pág. 310, y la libertad máxima a ellas consentida «no
partes, y justificarse ante sf misma -la Junta de Gobierno de la mencionada es nunca el pleno arbitrio, sino el prudente arbitrio».
Ciudad Sanitaria- la desviación de la regla general de la adjudicación de 71
los concursos a las proposiciones económicas más ventajosas, como es lo El Derecho es otra cosa, dice Ch. ATIAS, op. cit., págs. 26 y 27, refiriéndose
a la arbitrariedad. «La naturaleza del Derecho es la de justificar decisiones, actua-
ciones. Por eso el Derecho no puede y no podrá nunca rehuir la cuestión del
69 fundamento».
Así la Sentencia de 29 de noviembre de 1985, que critica la tesis esgrimida
72
por la Administración de que el acto, por ser discrecional, no tenía que motivarse, Es bien sabido que el rigor de la jurisprudencia en relación al requisito de
«lo que va en contra -dice- de esa exigencia jurisprudencia! de que también los la motivación varía de unos asuntos a otros y que esa jurisprudencia tiende a ser
actos discrecionales se motiven» [El art. 54f) de la nueva Ley 30/1992, de 26 de más laxa en aquellos casos en los que los actos se producen en masa, como ocurre,
noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedi- por ejemplo, en las grandes operaciones expropiatorias para la realización de obras
miento Administrativo Común, se ha hecho eco de esta posición incluyendo expre- públicas de cierta envergadura. El trabajo abrumador que en tales casos cae brusca-
samente entre los actos que deben ser motivados «los que se dicten en el ejercicio mente sobre los Jurados Provinciales hace obligada esa laxitud por la fuerza misma
de potestades discrecionales»]. de las cosas.
V. EL PRINCIPIO CONSTITUCIONAL DE INTERDICCIÓN DE LA ARBITRARI¡;lDAD ... 85
84 CAP. l.-ARBITRARIEDAD Y DISCRECIONALIDAD

Importa, sin embargo, precisar que si la motivación puede ser sucinta, o crea el poder de actuar. Lo que sí puede decirse en términos generales
dada su finalidad puramente instrumental de indicar al destinatario de la es que a mayor libertad, más precisa y cuidadosa debe ser la fundamenta-
decisión las razones en que ésta se apoya a los efectos de que pueda ción de la decisión.
adoptar ante ella la postura que entienda más conveniente y, en su caso, La Administración dispone de una libertad, mayor o menor, para elegir
impugnarla si la considera contraria a Derecho, de la fundamentación de la solución que considere más apropiada de entre las varias posibles, liber-
la decisión no puede decirse lo mismo. tad que es suya y sólo suya, pero, como esa libertad no es ni puede ser
Lo que quiero destacar es que una cosa es la expresión externa de las total supuesto que el poder que la otorga es un poder jurídico y su otorga-
razones que sirven de fundamento a la decisión y otra muy distinta las miento por la Ley se hace en consideración de intereses que no son propios
razones mismas. Lo primero hace referencia a la configuración externa del del órgano competente para ejercitarlo, éste debe razonar por qué estima
acto, lo segundo al expediente del que este acto es resultado, expediente que tal solución y no otra distinta es la que mejor satisface los intereses a
cuyo contenido la motivación se limita a extractar o resumir con los fines los que el poder ejercitado se ordena.
indicativos ya enunciados. La norma habilitante del poder discrecional incluye siempre y no
Para no incurrir en arbitrariedad la decisión discrecional «debe venir puede dejar de incluir esta exigencia de justificación, siquiera sea implíci-
respaldada y justificada por los datos objetivos sobre los cuales opera» tamente, y ello tanto cuando utiliza lo que se llama un concepto jurídico
(Sentencia de 29 de diciembre de 1985), ya que «en los actos reglados, indeterminado como parámetro de decisión, como cuando francamente re-
como su contenido está agotadoramente tipificado por la Ley, por regla conoce a la Administración libertad para decidir sin necesidad de atenerse
general tendrá escasa importancia el proceso de formación de la voluntad a tales referencias. Elegir la mejor solución es siempre obligado para todo
administrativa. En cambio, en los discrecionales, al existir en mayor o aquel que ejercita una función, esto es, un poder otorgado en consideración
menor medida una libertad estimativa, resulta de gran trascendencia el al interés de otro, como lo es también en tales casos dar cuenta a posteriori
proceso lógico que conduce a la decisión» (Sentencia de 7 de febrero de del concreto modo en que ese poder ha sido ejercido. La Administración
1987). Ello obliga a la Administración a «aportar al expediente todo el no puede ser en esto una excepción, como es evidente.
material probatorio necesario para acreditar que su decisión viene apoyada
Esta exigencia tiende a hacerse, por lo demás, explícita en la Ley
en una realidad fáctica que garantice la legalidad y oportunidad de la
habilitante a medida que la libertad es mayor en razón de la propia com-
misma, así como la congruencia con los motivos y fines que la justifican»
plejidad del proceso de adopción de decisiones. La reciente regulación de
(Sentencias de 22 de junio de 1982 y 15 de octubre de 1985).
la técnica del impacto ambiental introducida en nuestro Derecho por el
La fundamentación adecuada de la decisión concretamente adoptada Real Decreto Legislativo 1302/1986, de 28 de junio, constituye un buen
constituye así un segundo nivel de diferenciación entre lo discrecional y ejemplo de la tendencia a la que me refiero, en cuanto obliga formalmente
lo arbitrario, entendido esto último como lo que no aparece (por inexisten- a realizar «un examen de las distintas alternativas técnicamente viables y
cia de motivación o por motivación insuficiente) o no está debidamente una justificación de la solución propuesta» 73 •
fundado (en el material incorporado al expediente a lo largo de la instruc-
ción del procedimiento). En cualquier caso, como dice la Sentencia de 26 de enero de 1987, el
expediente administrativo debe presentar los fundamentos de la decisión
Hasta dónde deba llegar ese esfuerzo de fundamentación de la decisión
es algo que no puede afirmarse sin más a priori. Depende, como es lógico, 73
Así literalmente en el artículo 8 del Real Decreto 1131/1988, de 30 de
de la naturaleza del asunto, de las concretas circunstancias que rodeen al septiembre, por el que se aprueba el Reglamento para la ejecución del Real Decreto
mismo y, por supuesto, de la concreta estructura de la norma que habilita legislativo citado en el texto.
86 CAP. l.-ARBITRARIEDAD Y DISCRECIONALIDAD V. EL PRINCIPIO CONSTITUCIONAL DE INTERDICCIÓN DE LA ARBITRARIEDAD ... 87

«en concordancia con el principio de objetividad de la actuación adminis- procesales generales y no por una presunción que ha agotado previamente
trativa (art. 103.1 de la Constitución) ... en forma asequible a la revisión sus efectos propios 74 •
contencioso-administrativa», porque, de otro modo, se estaría eludiendo
Lo mismo hay que decir y por las mismas razones de la valoración de
ésta y haciendo imposible la verificación por esta vía del pleno someti- la prueba aportada al proceso, bien a través del expediente administrativo,
miento de la misma a la Ley y al Derecho y burlándose, en definitiva, el bien mediante la actividad procesal que las partes desarrollen en el seno
derecho fundamental de quien por ella se sienta afectado en sus derechos de los autos, bien gracias a la iniciativa del propio órgano jurisdiccional
o intereses legítimos a solicitar y obtener una tutela judicial efectiva, esto cuando éste estime necesario acordar la práctica de diligencias para mejor
es, una resolución fundada en Derecho. proveer, tal y como la Ley le autoriza75 •

Insisto en este punto porque no es infrecuente que los Tribunales, otor- Negar esto es negar el proceso mismo o, lo que es igual, la concreta
gando a la presunción de legalidad que se predica de los actos administrati- configuración que al proceso contencioso-administrativo quiso dar la Ley
vos un plusvalor que va más allá de lo que constituye el sentido institucio-
74
nal de la misma, inviertan el planteamiento muchas veces eximiendo de El Conseil d'Etat en el arret Maison Genestal de 26 de enero de 1968 ha
matizado seriamente, como señala LACHAUME, op. cit., págs. 372 y sigs., la aplica-
hecho a la Administración de justificar su decisión, supliendo con sus ción del principio, un tanto tópico, según el cual la carga de la prueba de la ilegali-
propios razonamientos, incluso, la insuficiencia de los de aquélla y vol- dad del acto incumbe al recurrente, exigiendo, de un lado, a la Administración que
exponga «las razones de hecho y de derecho» a partir de las cuales ha decidido y,
cando del lado del particular sin matiz alguno la carga de la prueba. de otro, que estas razones se formulen con precisión suficiente para que el juez
pueda hacerse una opinión circunstanciada, lo que excluye las explicaciones vagas
y demasiado generales. Éste es, concretamente, el sentido de la Sentencia de 26
En esta actitud, de la que son muestra, por ejemplo, las Sentencias de de enero de 1987, citada en el texto.
24 de noviembre de 1981 y 11 de julio de 1987, hay, a mi juicio, un Por otra parte, si la Administración se niega a exponer esas razones con la precisión
notable error de enfoque, que trastorna los términos del debate y otorga, en debida o estas razones son insuficientes o contradictorias, el Conseil d'Etat se
considera autorizado a deducir que las alegaciones de ilegalidad del recurrente son
definitiva, a la Administración por vía interpretativa una prima adicional a fundadas (arrets Mottard de 17 de octubre de 1958 y Daudens de 10 de enero de
las qué por Ley le están atribuidas, más allá, pues, de lo querido por el 1968; vid. LACHAUME, op. cit., pág. 375). El Conseil d'Etat se apoya en el carácter
inquisitivo que el contencioso por exceso de poder tiene en Francia para formular
legislador y, por supuesto, por la propia Constitución, de la que en abso- a la Administración tales requerimientos y nosotros podemos hacerlo, por nuestra
luto puede deducirse. parte, en las correcciones que al principio dispositivo hacen los artículos 43.2, 75
y 79 de nuestra Ley Jurisdiccional.
. A los mismos resultados podría llegarse aplicando pura y simplemente, como 'se
La presunción de legalidad de los actos administrativos responde, dice en el texto, las reglas generales que regulan el reparto de la carga de la prueba
como es notorio, a una finalidad fundamental: asegurar la ejecutividad de en el proceso civil. Quien sostiene la existencia de una obligación debe probar los
hechos constitutivos de la misma y quien se opone a esa pretensión, los hechos
éstos y evitar el riesgo de que la simple oposición de un particular pueda impeditivos o extintivos de la misma. Lo que no puede admitirse es la mera afirma-
paralizar los efectos de la acción administrativa dejando ésta, en conse- ción del «porque sí» por parte de la Administración y el traslado al recurrente de
la carga de demostrar el «porque no», so pretexto de una presunción que, como ya
cuencia, al arbitrio de aquél. Su efecto esencial, en consecuencia, consiste he dicho, agota su función en la traslación al ciudadano de la carga de impugnar
en trasladar al afectado por dichos actos la carga de impugnarlos y de la decisión administrativa.
75
promover el correspondiente proceso, que, por lo demás, no produce por El artículo 75.1 de la Ley de la Jurisdicción dice que «el Tribunal podrá
también acordar, de oficio, el recibimiento a prueba y disponer la práctica de cuan-
sí solo efectos suspensivos. tas estime pertinentes para la más acertada decisión del asunto», posibilidad de la
que apenas se hace uso, a lo cual se añade por el artículo 75.2 la facultad de
acordar, una vez concluido el período probatorio, antes o después de la vis~a o
Impugnado el acto y abierto el proceso el reparto dentro del mismo de señalamiento para fallo, la práctica de cualquier diligencia de prueba que el Tnbu-
la carga de la prueba es ya otra cuestión, que ha de regirse por las reglas nal estime procedente.
88 CAP. l.-ARBITRARIEDAD YDISCRECIONALIDAD V. EL PRINCIPIO CONSTITUCIONAL DE INTERDICCIÓN DE LA ARBITRARIEDAD ... 89

Jurisdiccional de 27 de diciembre de 1956 como un auténtico proceso de que regula específicamente el supuesto origen del conflicto, porque es al
primera instancia76 Derecho en su conjunto, al ordenamiento jurídico en su totalidad y por
ello, en primer término, a los principios generales que sostienen y verte-
4. LEGALIDAD Y OPORTUNIDAD: UN FALSO DILEMA bran éste y forman «la atmósfera en la que respiramos jurídicamente»,
como dice con expresión feliz la Sentencia de 1 de diciembre de 1986,
De la necesidad de que la discrecionalidad venga «respaldada y justifi _ repetidamente citada, al que la Administración está sometida plenamente.
cada por los datos objetivos sobre los cuales opera» para no quedar en
simple arbitrariedad se desprende de un modo natural que «cuando conste Siempre que la decisión administrativa en causa sea susceptible de una
de manera cierta y conveniente la incongruencia o discordancia de la solu- crítica concluyente en nombre del Derecho, el juez deberá anular dicha
ción elegida con la realidad a que se aplica, la Jurisdicción Contenciosa , decisión, pues en el ejercicio de su función jurisdiccional sólo le está
ha de sustituir la solución por la que resulte más adecuada a esa realidad vedada la arbitrariedad, el juicio que no tenga otro apoyo que su propia
o hechos determinantes», como dice la Sentencia de 29 de noviembre de voluntad o su mero capricho. Es ése su deber y ése su poder, deber y poder
1985 con cita expresa de la de 27 de abril de 1983. correlativos al derecho fundamental que asiste al recurrente a solicitar y
obtener de él una tutela judicial efectiva, entendida como resolución sobre
«La revisión jurisdiccional de la actuación administrativa se extenderá el fondo jurídicamente fundada 77 •
en primer lugar -dice la Sentencia de 15 de diciembre de 1986- a 1~
verificación de la realidad de los hechos y, en segundo término, a la, valo- Cómo puede llegar el juez a esa crítica concluyente en Derecho de la
ración de si la decisión planificadora discrecional guarda coherencia ló- concreta decisión sometida a su control es algo que no puede precisarse a
gica con aquéllos». En esa misma línea («la coherencia siempre exigible priori más allá de la afirmación de la posibilidad y necesidad de un con-
entre tales hechos y el pronunciamiento administrativo que sobre su base traste último de la decisión en causa con los principios generales del Dere-
se realiza») insisten las Sentencias de 22 de septiembre y 1 de diciembre cho. El Derecho en su conjunto es un sistema complejo de respuestas que
!
~e 9~6, pues, si tal coherencia falta, la «decisión resultará viciada por se resiste, como es obvio, a ser expresado en fórmulas estereotipadas como
:1
~nfnn~1r . ordenamie?to jurídico y más concretamente el principio de la Matemática o la Química.
mterd1cc1on de la arb1tranedad de los poderes públicos -art. 9.3 de la Por eso no puede tampoco afirmarse en abstracto y por adelantado en
Constituc!ó~-, que •. en lo que ahora importa, aspira a evitar que se traspa- relación a todos los conflictos posibles dónde el Derecho no podrá llegar
sen los hrmtes racwnales de la discrecionalidad y se convierta ésta en en ningún caso. En muchos de ellos no dará de sí de jacto lo suficiente
c~usa de decisiones desprovistas de justificación fáctica alguna», como por muchas y variadas razones -entre las cuales la propia pericia de las
anade expresivamente la última de las sentencias citadas. partes en un sentido o en otro no es la menos influyente-, para ofrecer
Este juicio de coherencia, de enlace razonable y lógico entre la deci- esa crítica concluyente que, en cualquier caso, es precisa para justificar la
sión administrativa y la realidad, «que es su presupuesto inexorable» (Sen- anulación de la decisión enjuiciada. Allí donde no llegue podrá, si se
tencia ~e 1 de diciembre de 1986, antes citada), no es un simple resultado quiere, explicarse a posteriori este resultado afirmando la libertad de la
del obhgado control de la existencia misma de los hechos como es obvio Administración para tomar sus propias opciones o calificando éstas y su
sino de la apreciación que de éstos haya realizado la Ad:runistración a 1~ concreta elección como una cuestión de mera oportunidad por quienes
luz del Derecho aplicable y no sólo de la Ley, aunque también de ella,
77
En este mismo sentido y razonando también a partir del artículo 24 de
la Constitución, el reciente trabajo de GARCÍA DE ENTERRÍA, Los ciudadanos y la
. 76 Nuevamen te me remtto aqm, a 1a Exposición
. . de Motivos de la Ley Jurisdic-
CIOnal. · Administración: nuevas tendencias en Derecho Español, en el núm. 59 de la «Re-
vista Española de Derecho Administrativo», págs. 36 y sigs.
90 CAP. l.-ARBITRARIEDAD Y DISCRECIONALIDAD V. EL PRINCIPIO CONSTITUCIONAL DE INTERDICCIÓN DE LA ARBITRARIEDAD... 91

sientan apego a tales ideas y no acierten a comprender sin ellas la Admi- que las que el Derecho, que es su único norte, les impone, si esa elección
nistración de nuestros días, aunque tal explicación adicional sea ya, en es conforme a los requerimientos de éste79 •
rigor, innecesaria. Lo que no puede hacerse en absoluto en el contexto
En el fondo, la cuestión es tan simple como esto, una vez que el
constitucional en el que hoy nos movemos es poner tales ideas por delante,
razonamiento se depura y se libera de los sedimentos que la Historia ha
ya que, como dice con acierto la Sentencia de 27 de marzo de 1984,
ido depositando en sus canales.
«ello implicaría una respuesta asaz simplista, puesto que la elección de
oportunidades por la Administración equivale al ejercicio de una potestad
discrecional y la discrecionalidad, hoy día, no existe al margen de la Ley, 5. PODERES DE SUSTITUCIÓN Y TUTELA JUDICIAL EFECTIVA
sino justamente en virtud de la Ley y en la medida en que la Ley lo haya A estas alturas queda ya sólo una última cuestión por resolver y es la
dispuesto». El dilema entre legalidad y oportunidad es, según esto, un relativa a los poderes del juez para sustituir la decisión administrativa que
sofisma puro y simple. se revele disconforme con el ordenamiento jurídico.
Las dificultades con las que ha venido tropezando la respuesta tienen
La Ley puede y debe conceder a la Administración -en los límites en
también mucho que ver con el marco conceptual heredado en relación
que la Constitución en cada caso lo permita, que esto es otra cuestión que
con la jurisdicción contencioso-administrativa y al proceso que en ella se
también reclama un análisis cuidadoso que habrá que hacer sin demora-
desarrolla y, también, claro está, con el notable maximalismo con el que
tanta libertad como necesite para cumplir eficazmente sus complejas ta-
suele afrontarse el análisis, fruto de ese afán, tan pernicioso en el quehacer
reas, pero esa libertad, cualesquiera que sean los términos que la Ley
jurídico, de encontrar respuestas concluyentes y, a ser posible, unívocas
convenga darla en cada caso, vendrá siempre condicionada, en una u otra
para cada tipo de problemas.
medida, por el Derecho al que la Constitución somete plenamente la actua-
ción administrativa. Sólo la actuación específica y exclusivamente política En lo que respecta al marco conceptual ya está dicho todo lo que había
en el sentido que también explicó hace veinticinco años GARCÍA DE ENTE- que decir. En nuestro Derecho no hay dos procesos distintos, uno objetivo
78
RRíA , está más allá de ese sometimiento pleno a la Ley y al Derecho y
y de simple anulación y otro subjetivo y de plena jurisdicción. Hay sólo
puede en este sentido considerarse enteramente libre en el marco, claro un único proceso en el que pueden ejercitarse simplemente pretensiones
está, de la Constitución. de mera anulación o acompañarse éstas de pretensiones de reconocimiento
de derechos y de adopción de las medidas adecuadas para el pleno resta-
A la Administración corresponde, desde luego, ejercer esa libertad, blecimiento de la situación jurídica alterada por el acto recurrido, incluida
mayor o menor, pero siempre limitada por el Derecho, y elegir en base a la de indemnización de daños y perjuicios cuando proceda (art. 42 de la
ella las soluciones que le parezcan mejores. A los Jueces y Tribunales Ley Jurisdiccional), y ello, en principio, a voluntad del recurrente. Esas
pretensiones delimitan el ámbito objetivo del proceso (art. 43.1 de la Ley)
compete, por su parte, verificar en caso de conflicto, sin otras limitaciones
y, por tanto, también, el alcance de la sentencia que ponga término al
78 mismo, que puede y, en su caso, debe reconocer la situación jurídica indi-
En La lucha contra las inmunidades, cit. En la misma línea F. SAINZ Mo-
R~No, Concepto_s jurí~ico~ indeterminados y discrecionalidad administrativa, cit., vidualizada en que el recurrente se encontraba antes de dictarse el acto
pag. 3~7; >«~a d1screc10nahd~d pura sól_?. existe cuando el criterio de decisión deja recurrido y adoptar «cuantas medidas sean necesarias para su pleno resta-
de ser JUndico para co~vertuse en pohtiCO», aunque las explicaciones posteriores
no sean del todo ~onvmcentes. La Sentencia de 29 de noviembre de 1985 es al blecimiento» (art. 84 de la Ley).
respecto muy precisa: «no hay actos absolutamente discrecionales, si se entiende
tal potestad como la facultad absoluta de tomar una decisión libre -exceptuados ~ 9 Como cada vez con más frecuencia subraya la jurisprudencia, como ha
los actos polfticos de gobierno-». podido comprobarse ya a través de las sentencias citadas a lo largo del texto.
92 CAP. l.-ARBITRARIEDAD Y DISCRECIONALIDAD V. EL PRINCIPIO CONSTITUCIONAL DE INTERDICCIÓN DE LA ARBITRARIEDAD ... 93

Hasta aquí lo que la Ley dice, que el intérprete o el aplicador de la que no está justificada objetivamente la extensión dada por el planea-
misma no puede enmendar, como es lógico, con argumentos que, cual- miento recurrido al suelo no urbanizable. Pero para explicar esto, que es,
quiera que sea su tradición y aparente porte, no resultan de la Ley misma. obviamente, así y así debe seguir siendo, no hay necesidad de acudir en
Ningún supuesto principio general ni ninguna concepción doctrinal o juris- absoluto al viejo tópico de la oportunidad o de la prohibición de suplantar
prudencia!, por antiguas que puedan ser sus raíces, pueden servir de pre- a la Administración como se viene haciendo tradicionalmente. Basta ate-
texto para alterar el natural despliegue de esta configuración institucional nerse a lo que constituyen los límites objetivos del proceso que al juez
dada al proceso, contencioso-administrativo por la Ley Jurisdiccional vi- corresponde resolver, dentro de los cuales entra el restablecimiento de la
gente80. situación jurídica anterior del recurrente, pero no su modificación o su
mejora, que harían incongruente la sentencia por extra o ultra petita.
El hecho de que los artículos 28.2 y 42 de ésta exijan una legitimación
reforzada para ejercitar pretensiones adicionales a las de mera anulación En cambio, es enteramente lícito y, además y sobre todo, constitucio-
es ya, como también demostró GARCÍA DE ENTERRÍA 81 , un simple equívoco nalmente obligado por exigencias inherentes a la efectividad de la tutela
que en nada mengua ni perjudica esa configuración unitaria del proceso judicial que la Norma Fundamental garantiza, incluir en el fallo estimato-
contencioso-administrativo, un equívoco que el artículo 24 de la Constitu- rio el reconocimiento de los derechos del recurrente indebidamente holla-
ción ha venido a disipar al reconocer a todos, sin distinción, tanto si son dos por el acto anulado y adoptar «cuantas medidas sean necesarias para
titulares de derechos subjetivos, como si lo son sólo de meros intereses el pleno restablecimiento» de su situación jurídica anterior. Precisar en
legítimos, el derecho a una tutela judicial efectiva, que para ser realmente abstracto qué medidas lo serán es sencillamente imposible, porque de-
tal debe, como es lógico, restablecer en su integridad el statu quo ante pende en cada caso del concreto contenido de la situación jurídica de que
que indebidamente alteró el acto recurrido. se trate, del modo en que haya sido alterada por el acto recurrido y del
quantum de esa alteración, cuestiones todas ellas que no pueden concre-
Así las cosas, la cuestión es bastante más sencilla de lo que habitual-
tarse a priori.
mente se piensa. Es obvio que un juez no es quien para decidir en nombre
del Derecho por dónde debe ir una carretera o dónde debe emplazarse una La mera anulación puede ser suficiente en muchos casos para restable-
central nuclear o qué extensión debe tener el suelo no urbanizable de un cer la situación jurídica del recurrente; en otros, en cambio, no basta,
término municipal y que, en casos semejantes, lo más que podrá decir como es obvio, ya que ese restablecimiento reclama necesariamente una
desde la perspectiva jurídica que le es propia es que la carretera en cues- compensación en metálico, que la sentencia habrá de fijar de forma inex-
tión no debe pasar por el concreto lugar por donde la ha trazado el pro- cusable so pena de negar la tutela efectiva a la que el recurrente tiene
yecto aprobado por la Administración o que la central nuclear no puede derecho; en otros, en fin, requerirá la adopción por la Administración de
legítimamente situarse en el emplazamiento por ésta previsto o, en fin, medidas ulteriores que la sentencia no puede por sí misma adoptar, aunque
sí pueda y deba fijar el resultado al que han de orientarse, lo cual podrá
80
En particular, el tópico carácter revisor de la jurisdicción. Vid. al respecto plantear problemas de ejecución que el Tribunal sentenciador habrá de
mi trabajo, ya citado, Discrecionalidad y jurisdicción revisora. resolver en su momento en orden a asegurar la efectividad de la tutela
81
Véase E. GARCÍA DE ENTERRÍA y Tomás R. FERNÁNDEZ, Curso de Derecho
Administrativo, vol. II, 2a ed., Madrid, 1981, págs. 47 y sigs. Como allí se dice, la
otorgada82 .
conjunción de los dos elementos, el perjuicio que el ciudadano experimenta en su Cualquier generalización en razón de la índole, más o menos discrecio-
ámbito material o moral de intereses a resultas de la acción de la Administración
y la ilegalidad de dicha acción, hace surgir un derecho subjetivo a la eliminación nal, de la materia o de la mayor o menor complejidad técnica de la misma
de esa actuación ilegal de modo que se defienda y restablezca la integridad de sus
intereses. El artículo 24 de la Constitución ha venido a refrendar de modo explícito 82 Según ha precisado con reiteración la jurisprudencia constitucional y últi-
esta construcción, éomo se indica en el texto. mamente ha refrendado la ejemplar Sentencia de 28 de octubre de 1987.
94 CAP. l.-ARBITRARIEDAD YDISCRECIONALIDAD VI. REFLEXIONES FINALES 95

es, a mi juicio, impertinente, como demuestran de forma concluyente en a la realización cotidiana de un auténtico milagro 83 : hacer compatible el
una materia como la del planeamiento urbanístico en la que la cuota de poder con la libertad, el interés público con el interés privado y asegurar
discrecionalidad es máxima, las Sentencias de 4 de abril de 1988 y 20 de la convergencia de tan dispares exigencias en un cierto punto de equilibrio.
marzo de 1990, más atrás estudiadas. Esta última es, por su sencillez, Durante dos siglos el Derecho Administrativo ha convertido ese mila-
especialmente ilustrativa. Modificado el ancho de la calle, debía haberse gro en rutina, contra todo pronóstico. Lo ha hecho, además, en solitario,
modificado también la edificabilidad de los terrenos colindantes con la erigiéndose en un auténtico bastión de las libertades y derechos de los
misma, toda vez que el Plan impugnado ponía en relación la edificabilidad ciudadanos, el único, además, que podía defender eficazmente esos dere-
con la anchura de las calles. Nada podía impedir, por tanto, al juzgador chos y libertades frente a los eventuales, y nada infrecuentes, excesos del
que el fallo anulatorio acompañara la declaración -y consiguiente condena poder.
de la Administración- de concretar la edificabilidad de los terrenos «aten-
La celebración de la efeméride aparece, sin embargo, marcada por
diendo a la nueva anchura de las calles». Más aún, de no haberlo hecho
el signo de la reflexión crítica, lejos, por tanto, de la autosatisfacción
así, es obvio que habría negado sin razón alguna al recurrente la tutela
característica del primer centenario 84 muy próximo entonces en el tiempo
judicial efectiva y plena a la que éste tenía constitucionalmente derecho.
del logro de una jurisdicción, ciertamente singular, pero capaz ya de deci-
Lo que no ofrece duda es que la situación jurídica alterada por el acto dir por sí misma los conflictos entre la Administración y los ciudadanos,
disconforme con el ordenamiento jurídico debe ser en todo caso restable- con cuya aparición en escena termina la Prehistoria de nuestra disciplina85 •
cida, bien directamente por la propia sentencia si el juzgador cuenta con El Derecho Administrativo y la jurisdicción contencioso-administra-
elementos de juicio suficientes para ello (que debe esforzarse en traer al tiva en la que se verifica su potencial eficacia no son ya en este momento
proceso por su propia iniciativa acordando, si es preciso, la práctica de ese único bastión de las libertades que han venido siendo en el pasado.
diligencias para mejor proveer), bien indirectamente sentando en la propia Afortunadamente, desde luego. La libertad cuenta ahora con un nuevo y
sentencia las bases para su ulterior ejecución, porque así lo exige la efecti- sólido muro protector en la Constitución, cuya eficacia vinculante como
vidad de la tutela judicial que la Constitución garantiza y lo dispone en primera y fundamental norma jurídica viene asegurada por la existencia
concreto el artículo 84 de la Ley de la Jurisdicción contencioso-adminis- de una jurisdicción constitucional capaz de asegurar su primacía incluso
trativa. Es también indudable que en este discurso ningún papel está reser- frente al propio legislador.
vado a los tópicos al uso, que son una vez más huellas de un pasado que Para el Derecho Administrativo esa pérdida de su anterior protago-
es ya sólo historia, una historia ciertamente gloriosa en su conjunto, pero nismo no constituye un problema, sino todo lo contrario, un alivio y una
historia al fin y al cabo. esperanza. Un alivio, porque ahora ya no pesa sobre él en exclusiva la
defensa de la libertad y de los derechos del ciudadano frente a la arbitrarie-
dad y el abuso de poder, que pueden ser eficazmente depurados también
VI. Reflexiones finales incluso cuando sus propias líneas defensivas resultan rebasadas. Una espe-

Se cumple ahora el segundo centenario de la Revolución Francesa, 83


En la conocida formulación de P. WEIL, Derecho Administrativo, edición
punto de partida del proceso de elaboración del Derecho Administrativo española en Civitas, Madrid, 1986, de la lOa ed. francesa, pág. 35.
84
que conocemos, un Derecho construido a partir de materiales extraordina- La publicación, justamente entonces, de la primera edición del Traité de la
juridiction administrative, de E. LAFERRIERE, simboliza a la perfección el clima de
riamente delicados de suyo, pero, sobre todo, radicalmente contradictorios ese primer centenario.
85
entre sí, y orientado ab initio a la consecución de una «misión imposible», La expresión es igualmente de P. WEIL, op. cit., págs. 39 y sigs.
VI. REFLEXIONES FINALES 97
96 CAP. l.-ARBITRARIEDAD Y DISCRECIONALIDAD

ranza, porque en la Constitución y en la jurisdicción constitucional puede tan, incluso aquel que prohíbe de modo formal y categórico la actuación
encontrar el apoyo que antes le faltaba para poder seguir cumpliendo su arbitraria de los poderes públicos sin excusa ni excepción alguna.
misión, así como el aliento preciso para renovarse y reforzar las brechas Refundación y depuración conceptual, liberación del lastre de los vie-
abiertas en la ya vieja muralla por él construida. Porque de eso se trata, jos tópicos, sustitución de la antigua mística por el nuevo aliento del cons-
ciertamente, como muy oportunamente ha contribuido a poner de relieve titucionalismo de nuestros días. En este nuevo contexto el Derecho Admi-
el balance crítico que no hace mucho ha propiciado la revista «Pouvoirs» 86 • nistrativo, así reequilibrado, sigue teniendo un papel decisivo que jugar en
El Derecho Administrativo sigue siendo hoy, indiscutiblemente, una mura- la realización del Estado de Derecho. Seguirá siendo, desde luego, la som-
lla contra la arbitrariedad, pero esa muralla presenta fisuras e, incluso, bra del Estado iluminada por la luz del siglo, en la afortunada frase de
brechas bien visibles, zonas de no derecho que hacen imperfecta la protec- BouLouJs90 , pero a la nueva luz de nuestros días, en las propias vísperas
ción que ofrece87 • Soldar esas fisuras y cerrar esas brechas es, sin duda, el de un siglo también nuevo, la sombra ha de perder progresivamente los
reto de nuestro tiempo, la tarea preferente a la que tenemos que prestar perfiles opresivos que todavía conserva de sus primeros tiempos. De ello
nuestra atención y dirigir nuestro esfuerzo. depende, además -conviene no olvidarlo-, su propia justificación y, por
El método para lograrlo no puede ser más que uno: la refundación del tanto, su supervivencia.
Derecho Administrativo sobre las nuevas bases que la Constitución
ofrece, entre las que no figuran ya muchos de los viejos principios sobre
los que en su día, doscientos años atrás, se construyó el viejo edificio y
con las que no sintoniza la mística generada por el culto desmesurado de
los grandes dogmas 88 en los que han venido encontrando apoyo los privile-
gios que contribuyen a caracterizar la peculiar posición jurídica de la Ad-
ministración que está en la base de esa construcción, una mística de la
que forma parte ese plus de credibilidad que se conviene en otorgarla, más
allá de lo que tales privilegios en sí mismos postulan.
Así lo ha destacado sin vacilación el Consejo Constitucional francés
en su decisión de 23 de enero de 1987 en relación, ni más ni menos, con
el principio de separación de las autoridades administrativas y judiciales89 ,
cuya fuerza mítica sigue operando, como bien nos consta, de un modo u
otro, e imponiendo, consciente o inconscientemente, su propia lógica a las
exigencias, éstas sí expresas, que de los preceptos constitucionales resul-

86
En el núm. 46, septiembre de 1988, bajo el título Droit Administratif. Bilan
critique.
87
Cfr. D. LocHAK, Le droit administratif, rempart contre l'arbitraire ?, en
«Pouvoirs», cit., págs. 43 y sigs.
88
Sobre esas apariencias místicas, véase J. BouLouis, Supprimer le droit ad-
ministratif?, en «Pouvoirs», cit., pág. 6.
89
Véase M. BAZEX, L'implosion du dualisme du juridiction, en «Pouvoirs», 90
cit., págs. 35 y sigs. Op. cit., pág. 12.
II
DISCRECIONALIDAD Y JURISDICCIÓN REVISORA 1

(Sentencia de 1 de julio de 1973, asunto Contribuciones especiales en


la calle Milicias Nacionales de Oviedo)
l. La discrecionalidad ha sido, es y seguirá siendo el gran problema
del Derecho Administrativo. Sin embargo, es evidente que los esfuerzos
de la doctrina y de la jurisprudencia a lo largo de siglo y medio han
logrado reducir el problema a unos límites muy modestos, en principio.
Lo que empezó considerándose una imposibilidad metafísica de control
(actos de puro mando, de mero imperio, no contenciosos) es hoy sólo una
cuestión de simple dificultad de control, dificultad material, además, y no
jurídica, puesto que no hay legalmente ningún inconveniente de principio
que obstaculice ese control, al que, según es bien sabido, se puede llegar,
incluso, por la vía de los principios generales del Derecho, que, en último
término, impiden aceptar resultados manifiestamente irrazonables o ini-
cuos.
El ámbito mismo de lo discrecional, en cuanto pluralidad de soluciones
justas, atraviesa una profunda crisis, pues su distinción de los llamados
. conceptos jurídicos indeterminados ha apartado de él la mayor parte de
los supuestos de que antes se nutría. Conceptos tales como interés general,
orden público, necesidad pública, equitativa distribución, etc., aunque in-
determinados a priori, constituyen técnicas de normación con las que el
legislador remite a la Administración a una única solución justa.
La cuestión no queda definitiva y totalmente resuelta con esta preci-
sión, pero no cabe duda de que el punto de partida gira con ella ciento
ochenta grados, lo cual es decisivo a la hora de resolver el problema en
la nueva forma en que se presenta.

Publicado inicialmente en el núm. 2 de la «Revista Española de Derecho


Administrativo», julio-septiembre de 1974, págs. 285 y sigs.
100 CAP. 11.-DISCRECIONALIDAD Y JURISDICCIÓN REVISORA CAP. 11.-DISCRECIONALIDAD Y JURISDICCIÓN REVISORA 101

En efecto, el último reducto de lo discrecional, en su versión tradicio- tiva que de técnica, se comprobará que el criterio seguido en este punto
nal de libertad decisoria, pretende instalarse en la zona imprecisa del con- varía de un extremo a otro con la mayor naturalidad y de forma totalmente
cepto, en su mayor o menor «halo», reapareciendo al exterior bajo la forma espontánea. Con toda frecuencia vemos cómo las sentencias en materia
de «margen de apreciación». Así las cosas, se dice a través de fórmulas y sancionadora cuando estiman parcialmente los recursos por considerar ex-
argumentos diversos, que no puede admitirse que la decisión administra- cesiva la sanción impuesta en relación a la falta apreciada remiten a la
tiva adoptada dentro de este margen sea sustituida por la decisión, igual- Administración la tarea de adecuar la sanción a la nueva calificación de
mente discutible, de los jueces. Con ello se vuelve de alguna manera al la falta. Esto ocurre continuamente en ciertos sectores concretos, por ejem-
principio: un cierto sector de la actividad administrativa permanece exte- plo, en materia de prensa. Parece darse por supuesto en estos casos, aunque
rior y ajeno al control judicial. no suele decirse expresamente, que la jurisdicción carece de facultades
Este planteamiento obliga, sin embargo, en cualquier caso e, incluso, para sustituir por sí misma la sanción, ya que la elección de ésta, cuando
antes de entrar a discutir sobre su corrección, a efectuar una importante son varias las posibles para un mismo tipo de falta, corresponde en exclu-
distinción, a saber: una cosa es declarar nula la decisión administrativa y siva a la Administración.
otra distinta sustituir su contenido. El razonamiento tendría una cierta consistencia si fuese aplicado siste-
Parece indudable que los Tribunales han de poder en todo caso hacer máticamente en todos los casos, pero, como todos sabemos, esto no es así.
lo primero. Cualquiera que sea el margen de decisión, está claro -es una Con la misma naturalidad con que los Tribunales se detienen en ocasiones
intuición elemental, imposible de descalificar con las razones artificiales ante esta segunda fase de sustitución, una vez ultimada la primera de
de la técnica o la dogmática jurídica- que un Tribunal no puede dar por anulación, realizan ambas en otros casos, incluso tratándose del mismo
bueno el trazado de una carretera o la calificación de un examinando tema de sanciones (aunque en otros sectores más «blandos», como el de
cuando resulte probado que aquel trazado o esta calificación se deben en funcionarios). No hay ejemplo más evidente, sin duda, que el del justipre-
sus concretos términos al interés puramente personal del agente adminis- cio expropiatorio, en el que, desde siempre, la revisión judicial abarca sin
trativo que adoptó el acuerdo o, más simplemente, cuando constituyen un dificultad no sólo la anulación del que la Administración haya fijado (in-
verdadero y escandaloso disparate. cluso a través del art. 43 de la Ley de Expropiación Forzosa, es decir, en
aplicación de «los criterios estimativos que juzguen más adecuados»), sino
Anular la decisión manifiestamente injusta, cuando en efecto lo sea, la determinación de un precio nuevo con precisión de pesetas y céntimos.
es algo que no se puede negar a los Tribunales so pretexto de principio
técnico alguno. Ante esta disparidad de conductas, totalmente rutinizadas además, no
hay otra conclusión posible que la de negar todo valor a la supuesta impo-
Otra cosa es, en cambio, sustituir la decisión administrativa impugnada
sibilidad de sustitución. Si se sustituye la decisión administrativa sin nin-
por otra distinta. ¿Es esto posible? Desde la perspectiva que impone el
gún reparo en tantas y tantas ocasiones es, indudablemente, porque esa
planteamiento antes expuesto parece que no. Postula en favor de la res-
sustitución no repugna ni se enfrenta con ningún inconveniente de princi-
puesta negativa igualmente otro principio técnico, mitificado al máximo
pio. Si no se sustituye en otras habrá que concluir que ello se debe a
entre nosotros, el del carácter revisor de la jurisdicción contencioso-admi-
razones de porte diferente y, por supuesto, no generales en cuanto no
nistrativa, del que, como es notorio, suele echarse mano para todo con un
derivadas de ningún principio general.
resultado siempre idéntico: negar la posibilidad de un control de fondo de
la decisión atacada. Sin embargo, algo falla 'en los principios expuestos La inconsistencia del planteamiento antes expuesto queda así probada
cuando unas veces se respetan y otras muchas se olvidan. Si se repasa a nivel de la realidad de todos los días, de los hábitos más naturales y
nuestra jurisprudencia contencioso-administrativa, que tiene más de intui- espontáneos en que esa realidad se plasma. Pero no es esto sólo. Como la
102 CAP. 11.-DISCRECIONALIDAD Y JURISDICCIÓN REVISORA CAP. 11.-DISCRECIONALIDAD Y JURISDICCIÓN REVISORA 103

más reciente doctrina alemana ha puesto de relieve (vid. sobre esto la invada lo que considera facultades de distribución privativa de los Entes
importante tesis doctoral de SAINZ MoRENO, Conceptos jurídicos indetermi- Locales».
nados y Derecho Administrativo, Madrid, febrero de 1973), el problema Centrada en estos términos la cuestión, la Sentencia de 1 de junio de
viene resuelto a nivel constitucional por una determinación básica: la 1973 hace frente a los tópicos argumentos al uso con gran sencillez y
Constitución -y la nuestra no es excepción en este punto- ha optado for- eficacia, comenzando por reconocer:
malmente por atribuir al juez la decisión última de todo litigio entre la «que, en cierto aspecto, tiene razón el Ayuntamiento apelante cuando
Administración y los ciudadanos y de decidirlo en toda su integridad. afirma que nadie mejor que estas Corporaciones para valorar y medir ade-
Entre el criterio de la Administración y el de los jueces la Constitución cuadamente la proporción en que, con estas obras, se beneficien unos deter-
minados particulares y la comunidad del Municipio»,
ha optado formalmente por este último, cualesquiera que puedan ser sus
inconvenientes. para puntualizar a continuación que:
«en otro aspecto existen motivos que, al menos en parte, anulan y des-
Ante esta opción constitucional todo razonamiento decae por mucha virtúan la idoneidad de los Ayuntamientos para realizar esta tarea, con el
que pueda ser su fuerza aparente. El problema se traslada entonces a un alcance pretendido por la Corporación ovetense, esto es, para realizarla sin
posibilidad de recursos o con absoluta discrecionalidad, y es que les falta
plano estrictamente material, puramente físico. El juez podrá operar la algo para que su valoración pueda surtir tan radical efecto, y este algo que
sustitución en la medida en que se le suministren por las partes elementos falta no es otra cosa que la necesaria objetividad o imparcialidad, en
cuanto el reparto de cargas implica un problema de justicia distributiva,
de juicio suficientes para realizar una crítica seria y fundada de la decisión como ha señalado esta Sala en más de una ocasión -Sentencias de 27 de
atacada y una valoración de las circunstancias de hecho igualmente consis- enero y 2 de octubre de 1965, entre otras-, difícil de conseguir cuando
quien tiene que hacerla es parte interesada en el asunto, aun reconociendo
tente. En definitiva, el problema es, en buena parte, de prueba. Unas veces que los entes públicos se mueven, aun en estas situaciones, con mucho
será más fácil y otras más difícil. Lo importante es que pueda hacerse y menos apasionamiento y parcialidad que los particulares».
que ningún principio impide que se haga.
Desmitificado de este modo el planteamiento tradicional, la sentencia
2. En esta línea se inscribe con toda naturalidad y sin falsas retóricas extrae las consecuencias obligadas de su razonamiento afirmando:
(que es lo propio de las sentencias, que no tienen por qué ser compendios «que expresamente, por estas razones por las que la jurisprudencia ha
considerado revisables y sometidos al control judicial actos administrativos
doctrinales) la Sentencia de la Sala 3.a, de 1 de junio de 1973 (Aranzadi como el de autos, apelando al citado principio de justicia distributiva y
2326; Ponente: Martín del Burgo). realizando, en los casos en que sea menester, una nueva distribución de la
carga fiscal, para que los Municipios contribuyan también adecuadamente
en la parte que afecte a los beneficios conseguidos por la ciudad en general
El problema litigioso consistía en el reparto de las contribuciones espe- -Sentencias de 1 de julio de 1957, 11 de noviembre de 1963, 27 de enero
ciales giradas por el Ayuntamiento de Oviedo por la renovación del pavi- y 2 de octubre de 1965-».
mento de la calle «Milicias Nacionales». El Ayuntamiento acordó inicial-
Al hacerlo así la sentencia es plenamente consciente del alcance de su
mente que la carga de las obras se dividiese por mitad entre él mismo y los
postura, así como de su solidez. Por eso, en lugar de eludir toda explica-
propietarios de edificaciones sitas en la citada calle, criterio confirmado en
ción, añade lo siguiente:
su día por el Tribunal Económico-Administrativo Provincial. La Sala de
«que al actuar de este modo la jurisprudencia, no cabe duda que ello
Oviedo sustituyó, sin embargo, los términos del reparto fijando en un 35 implica negar al acto administrativo liquidatorio de estas contribuciones el
por 100 la aportación de los propietarios en compensación del beneficio carácter de acto discrecional, al menos en el sentido que a los de su clase
especial que las obras les reportaban, y esta sentencia, con la que se con- se les concedía en las anteriores Leyes de lo Contencioso, que es perfecta-
mente comprensible porque se avienen mal con el concepto y la tendencia
formaron los propietarios recurrentes, fue apelada por el Ayuntamiento de la discrecionalidad, en todos los tiempos, aquellos actos en los que, más
por entender que «incurre en exceso de jurisdicción la Sala de Justicia que que operar en ellos razones de oportunidad, lo que juega es una valoración

UNIVERSI ANfiOOUIA
0101 11"\Tt:f'A rl=t\.ITRAI
104 CAP. Il.-DISCRECIONALIDAD Y JURISDICCIÓN REVISORA

de intereses encontrados, en los que se ven implicados los del propio Ente
autor del acto, junto a los de los administrados».

Con ello se llega al único problema verdadero, el de cómo realizar III


materialmente la valoración sustitutiva de la decisión considerada impro- JUZGAR A LA ADMINISTRACIÓN CONTRIBUYE TAMBIÉN
cedente. También este problema es resuelto por la sentencia con sencillez A ADMINISTRAR MEJOR
y pulcritud que son sus notas características. El considerando séptimo dice
así:
«Que, por lo expuesto, los Tribunales han de ejercer en esta materia su
poder de control, extendido a los hechos, mediante su integración como
elementos del acto administrativo, tarea que la Sala de Oviedo ha realizado
con prudencia y moderación, no por lo que en su fallo haya de solución ,
ecléctica y de simple equidad, sino porque ha sabido ponderar las circuns- l. La pesada herencia de la separación de poderes
tancias concurrentes, como son la importancia de las obras de pavimenta-
ción y lo que en ellas ha influido la intensidad del tráfico rodado, del que El problema al que voy a referirme aquí es muy antiguo, tan antiguo
forman parte varias líneas de autobuses municipales, así como el paso de como el propio régimen constitucional. Nace con él y hasta tal punto está
gran número de peatones, como consecuencia de la ubicación de la calle
de que se trata, en pleno centro de la ciudad, sirviendo de vía de comunica-
con él mezclado que a ese problema se vincula la propia interpretación
ción entre las principales arterias viales de Oviedo, así como por otros del principio de división de poderes que está en la base de dicho régimen.
factores, muy detallados en el tercer considerando de la sentencia apelada.» Para nosotros, los europeos continentales, la división de poderes, sin la
En el expediente había datos bastantes para formar juicio sobre el cual no puede hablarse siquiera de Constitución en sentido propio, se ha
reparto realizado y para volver a hacer un nuevo reparto más justo. Esto entendido desde la Ley de la Asamblea Constituyente francesa de 16-
era todo lo necesario para decidir y la sentencia lo hizo, como no podía 24 de agosto de 1790 como una radical separación, abierta y claramente
1
ser menos, ya que no hubiera tenido sentido detenerse a la mitad del beligerante en pro de una exención judicial del Poder Ejecutivo •
camino por simples prejuicios dogmáticos. La técnica jurídica no es más De esa exención, paliada a medias por una justicia administrativa na-
que un instrumento para facilitar el acceso a la Justicia; por eso cuando, cida y desarrollada a contramano, ha surgido no sólo un sistema jurídico-
en lugar de facilitarlo, lo entorpece hay que prescindir de sus supuestas político peculiar, opuesto diametralmente al de allende el mar, sino tam-
exigencias, que se descalifican en la medida en que se rebelan contra su bién, y sobre todo, una cultura jurídica diferente, un modo distinto de
función específica. entender la cosa pública y el papel del Estado y del Derecho en la socie-
La Sentencia de 1 de junio de 1973 demuestra cumplidamente que el dad2.
gran problema de la discrecionalidad debe plantearse mucho más simple- 1 Vid. el ya clásico estudio de E. GARCÍA DE ENTERRÍA, Revolución Francesa
mente como un problema de posibilidad material de formular una crítica y Administración contemporánea, publicado inicialmente en 1959 en el homenaje
fundada del acto administrativo en base a datos objetivos y no como un jubilar al Profesor Pérez Serran<;>, luego separadamente e~ «Cuadernos Taurus»,
problema de principio. Con ello no se eliminan, desde luego, todas las núm. 113, 1972, y finalmente, JUnto con otros tres trabaJOS, en el volumen de
idéntico título, editado como segunda edición por Taurus en 1981. Cito por. esta
dificultades, pero las que quedan se sitúan en un terreno accesible, libre última edición, en cuya pág. 34, en nota, el autor declara expresamente partir ~e
por completo de los mitos tradicionales. la clásica obra de TocQUEVILLE, L 'Ancien Régime et la Révolution, que fue el pn-
mero en llamar la atención sobre las razones que llevaron a la separación.
2 Sobre el tema, vid. el también tocqueviliano (pero esta vez de la segunda
gran obra de A. DE TocQUEVILLE, De la démocratie en Amérique) e igualmente
excelente ensayo de L. CoHEN-T ANUGI, Le Droit sans l '~tat. Su~ ~~- démocratie en
France et en Amérique, PUF, París, 3a ed., 1987 (la pnmera edtcton es de 1985),
al que se refieren las consideraciones que se hacen en el epígrafe 1 del texto.
106 CAP. Ili.-JUZGAR ALA ADMINISTRACIÓN CONTRIBUYE TAMBIÉN A... l. LA PESADA HERENCIA DE LA SEPARACIÓN DE PODERES 107

Digo sobre todo porque, en efecto, si se compara este sistema, de


Se escribe y se publica demasiado entre nosotros. En pocos años he-
origen francés y expresión europeo-continental, con el anglosajón, que
mos pasado, en la Universidad al menos, de la dificultad extremada de
tiene hoy su plasmación más genuina en los Estados Unidos de Norteamé-
encontrar un editor para una meritoria tesis doctoral elaborada con mimo
rica, no es difícil encontrar puntos de coincidencia que suavizan lo que
durante años 7 a la abrumadora inevitabilidad de ver en letra impresa, bajo
inicialmente fue una oposición radical. Las Agencias norteamericanas con-
cretan desde hace ya un siglo ese espacio común en el que los sistemas el amparo tan generoso como perturbador del sello editorial de centenares
vienen prácticamente a coincidir3 • Más allá, sin embargo, de estas coinci- de entes públicos del más diverso signo, textos que no debieron nunca ver
dencias o aproximaciones institucionales entre ambos modelos, pervive la la luz y cuya producción inmoderada nos impide prestar la atención debida
diferencia cultural engendrada por cada uno de ellos, una diferencia que a los libros realmente importantes que reclaman por su calidad no sólo la
gira en torno al diverso papel que socialmente se asigna en ambos lados lectura, sino una detenida reflexión. Igual que los árboles no dejan ver el
del mar al Estado y al Derecho en el conjunto social. bosque en muchas ocasiones, los libros que se editan hoy por cientos y
El gran TocQUEVILLE lo advirtió tempranamente4 y ha vuelto a recor- aun por miles en el ámbito universitario impiden descubrir aquellos pocos
darlo, hace apenas siete años, otro autor francés, L. CoHEN-T ANUGI, en un que necesariamente deben ser leídos y pensados o, incluso, releídos de
magnífico ensayo, uno de esos libros, pocos, que cuando se leen producen tiempo en tiempo.
auténtica envidia en el lector, a pesar de lo cual desgraciadamente no ha
tenido hasta ahora el eco que merece, ni en Francia, patria de su autor5 , El libro de CoHEN-T ANUGI al que me refiero es uno de esos nuevos
ni, por desgracia, en España, donde ha pasado prácticamente inadvertido 6 • libros excelentes que han quedado en la penumbra en estos últimos años,
víctima de la fiebre de escribir y de la facilidad de publicar que padece-
3
El Administrative Law norteamericano es, precisamente, el Derecho de las mos. El de ÜARCÍA DE ENTERRÍA sobre La Revolución Francesa y la Admi-
Agencies, en las que, como ocurre con nuestras Administraciones Públicas, conflu-
yen, t~nto el poder de dictar normas jurídicas generales, como el de aplicar éstas nistración contemporánea, editado por segunda vez en Civitas hace ya
y gestiOnar, en consecuencia, los sectores que cada una de ellas tienen confiados diez años tras su primera edición en Taurus hace exactamente veinte, es
por sus leyes respectivas, e, incluso, el de decidir en primera instancia los conflic-
tos con los ciudadanos a que su gestión puede dar lugar. En torno a esa concentra- también un ejemplo claro de esos otros libros viejos que hay que releer
ción en ellas de los tres poderes giró, naturalmente, el gran debate constitucional de vez en cuando y que la marea bibliográfica a que aludo no nos deja
que su aparición provocó en los Estados Unidos en la medida en que venía a poner recordar siquiera, como lo prueba la frecuente omisión de su cita en estu-
en cuestión el princip~o de división de poderes a cuya versión originaria sigue fiel
el Derecho norteamencano. Sobre todo ello, vid. B. ScHWARTZ, Administrative Law, dios que por su objeto la hacen sencillamente inevitable y no en términos
B.oston-Toronto, 1976. Al tema me he referido recientemente en mi trabajo Refle-
xwnes sobre las llamadas autoridades administrativas independientes, escrito para
las Jornadas celebradas en Sevilla, septiembre de 1991, en homenaje al Profesor mente al Derecho Administrativo y a la comparación de éste con el Administrative
Clavero Arévalo. Law. El interés de la obra va, sin embargo, mucho más lejos, como he pretendido
destacar en el texto. Como acertó a observar Manuel BALLBÉ en una conversación
~ Cfr. De la démocratie en América, París, Garnier-Flammarion, 1981, y, es-
que el año pasado mantuvimos ambos con Rafael GóMEZ FERRER en el curso de un
pecialmente, como resalta CoHEN-TANUGI, págs. 29 y 59, y passim, el capítulo De agradable paseo a orillas del mar en la bahía de Mahón, el libro de CoHEN-T ANUGI
['esprit légiste aux Etats-Unis et comment il sert de contrepoids a la démocratie. es de los que ahorran un viaje y una larga estancia en los Estados Unidos porque
. . ~ El libro ?e CoHEN-T ANUGI, citado en nota 2, tuvo sin duda un gran éxito proporciona por sí solo el imprescindible contrapunto para valorar adecuadamente
IniCial en Francia, como lo prueba el hecho de que entre abril de 1985 y marzo de nuestra propia realidad y nuestros propios saberes.
1987 alcanzara tres ediciones, pero no parece que haya tenido demasiado eco entre Es notable, sin embargo, que, a pesar de la reseña publicada hace ya seis años por
los iuspublicistas, al menos así lo hace pensar la falta de referencias al mismo en J. DE LA CRuz FERRER, el libro siga siendo prácticamente ignorado entre nosotros.
la literatura jmídico-administrativa más reciente. 7
Por eso durante años la «Revista de la Facultad de Derecho de Madrid»
6
. pel l.ibro dio cuenta en el núm. 49 de la «Revista Española de Derecho incluyó breves reseñas de las tesis doctorales leídas en dicha Facultad a fin de
~dmmistrativo», enero-marzo 1986, J. DE LA CRuz FERRER. La reseña, que está muy satisfacer la exigencia de publicación de las mismas que la vieja Ley de Ordena-
bien hecha, destaca sobre todo los aspectos de la obra que conciernen específica- ción Universitaria de 1943 imponía a efectos de la expedición del título de Doctor.
108 CAP. III.-JUZGAR ALA ADMINISTRACIÓN CONTRIBUYE TAMBIÉN A... II. DOS CULTURAS JURÍDICAS OPUESTAS EN TORNO AL PAPEL DEL DERECJ-10 Y... 109

de mera cortesía, que las citas de este estilo son frecuentes, sino como bargo, me parece útil comentar brevemente algunas de las consecuencias
elemento del proceso argumental 8 • de aquella forzada separación de las autoridades administrativas y judicia-
les de la que somos herederos, lo que me permitirá, al propio tiempo,
De este último libro quiero entresacar aquí, para utilizarla en su mo-
glosar el libro de CoHEN-T ANUGI y con ello suplir provisionalmente su
mento, una referencia, la relativa al dictamen de la Asamblea constituyente
lectura.
de donde salió la Ley de separación de 16-24 de agosto de 1790, en la
que se justifica la exención judicial del Ejecutivo de ella resultante en los
siguientes términos: «La nación no ha olvidado lo que debe a los Parla- 11. Dos culturas jurídicas opuestas en torno al papel del
mentos; ellos solos han resistido a la tiranía; ellos solos han defendido
derecho y del Estado
los derechos de la nación... Se les debe reconocimiento, pero no es de
reconocimiento de lo que hay que ocuparse para regenerar un imperio ... Es, más que posible, seguro que si ahora se nos preguntara por las
Nuestra magistratura estaba justamente constituida para resistir el despo- consecuencias de la Ley de separación la inmensa mayoría de las respues-
tismo, pero éste ya no existirá desde ahora. Esta forma de magistratura no tas, por no decir la práctica totalidad de las mismas, coincidirían en afirmar
es, pues, necesaria» 9 • El texto es ciertamente decisivo, como GARCÍA DE que aquéllas fueron, ciertamente, muy importantes en el pasado, pero que
ENTERRÍA advierte inmediatamente después de transcribirlo y lo es porque eso es ya historia, la historia de la jurisdicción contencioso-administrativa
«en virtud de él no puede ser más explícita la intención de los revoluciona- y aun del Derecho Administrativo, pero sólo eso, porque en nuestros días
rios de liberar el poder central, una vez en sus manos, de los condiciona- el control jurisdiccional de la Administración está ya felizmente normali-
mientos judiciales» 10 • zado. La disidencia revolucionaria, según esto, nos habría obligado a dar
un largo y penoso rodeo pero nada más, supuesto que ahora estamos ya
Éste fue el origen del problema y éstas las razones de la disidencia y
donde hay que estar, la justicia administrativa se encuentra en manos de
de las diferencias culturales a las que antes me refería, unas razones que
unos Tribunales ordinarios, aunque especializados, y se administra por
al lector atento habrán recordado otras, más sofisticadas y sutiles en su
éstos a través de un proceso en todo semejante al común sin ningún tipo
exposición, que sin duda ha oído y leído hace sólo unos meses, quizá
de limitaciones.
simplemente unos días o, incluso, sólo unos minutos, porque en estos
últimos tiempos se han ido convirtiendo en un rumor permanente, en una Que esto no es exactamente así lo demuestra, sin embargo, ese zum-
especie de zumbido constante en el ámbito de nuestro Derecho Público. bido permanente al que antes aludía, cuya intensidad crece por momentos.
Sobre esto volveré más adelante, porque es, precisamente, de estas Juzgar al Poder sigue siendo entre nosotros excepcional y, lo que es peor,
«nuevas» razones de lo que quiero tratar en estas páginas. Antes, sin em- sospechoso, como sospechosos (de conservadurismo, por lo pronto, con
las connotaciones peyorativas que el término tiene hic et nunc) son quienes
8
Hago esta distinción porque la cita, por obligada, es habitual. No es difícil lo juzgan para los que lo detentan, al menos, claro está, cuando estos
advertir, sin embargo, en la mayoría de los casos que esa cita es puramente aparen- juicios resultan negativos para éstos. La frecuencia de estas críticas, el eco
cia!, dada su falta de conexión real con el discurso que se desarrolla, a lo que social que alcanzan, el poder de impregnación de que gozan, la formal
contribuye, por otra parte, la cada vez más frecuente sustitución de las notas a pie
de página por meras referencias bibliográficas al final de los trabajos. teorización de que son objeto y, sobre todo, su carácter recurrente son
9
La tomo directamente del trabajo de E. GARCÍA DE ENTERRÍA, cit. en nota 1, pruebas inequívocas de que estamos muy lejos todavía de la pretendida y
pág. 40, en nota, que, a su vez, declara hacerlo de los Fragments et notes inédites
sur l:z/ Révolution de TocQUEVILLE, pág. 217, a los que se refiere en la pág. 34, deseable normalización.
tamb1en en nota.
10 Y es que, en el fondo, la Ley de separación no limitó sus efectos a
Ibídem. Por, cierto, que en el texto hay una errata, ya que se dice «interven-
ción» por «intención», que es, sin duda, la palabra correcta. imponernos ese rodeo del que antes hablaba para llegar al punto del que
110 CAP. III.-JUZGAR A LA ADMINISTRACIÓN CONTRIBUYE TAMBIÉN A... 11. DOS CULTURAS JURÍDICAS OPUESTAS EN TORNO AL PAPEL DEL DERECHO Y... 111

nos quiso -y consiguió- apartar. Eso hubiera sido lo menos. Lo verdadera- y otra son grandes, todavía se dispone de una expresión que sea suficiente
mente importante es que, al separar como lo hizo los poderes del Estado para descalificarle y negarle toda posibilidad de competir con el interés
para poner al Ejecutivo a cubierto de toda intervención embarazante del previamente definido de forma oficial como general: puro corporativis-
Judicial, contribuyó decisivamente a situar en aquél el centro de gravedad moJ4.
de la vida social 11 • Todo esto y mucho más forma parte de nuestra cultura jurídica, de una
cultura que tiene su origen en esa inicial disidencia. Allí donde ésta no se
Desde entonces todo lo esperamos del Estado, que ejerce sobre la so-
produjo y donde la división de poderes siguió siendo interpretada en su
ciedad una tutela creciente. El Estado monopoliza el Derecho, que es cria-
sentido primigenio las cosas suceden de manera opuesta. La sociedad no
tura exclusivamente suya desde el momento en que se veda a los jueces
está absorbida ni tutelada por el Estado, sino que se autorregula por vía
el control de las normas de producción estatal y aun de sus propias aplica- contractual en el marco de las Leyes, unas Leyes que tampoco pretenden
ciones, cerrando así la vía a esa otra forma de producción de reglas jurídi- preverlo, ni regularlo todo, imponiendo a priori un modelo de conducta
cas que es fruto de la interpretación judicial de aquéllas o de la cobertura uniforme, seleccionado al efecto por sus autores, sino que se limitan a
por los Tribunales de sus eventuales lagunas a partir del debate contradic- prohibir los comportamientos claramente indeseables y a asegurar un
torio que los ciudadanos (que de este modo participan también en el pro- cierto equilibrio protegiendo los intereses de los más débiles, dejando, en
ceso de producción jurídica) protagonizan ante ellos con el fin de dirimir consecuencia, libre el espacio restante y, por tanto, un amplio margen para
los conflictos que en la vida diaria les enfrentan 12 • la autorregulación social, que los jueces, en último extremo, corregirán o
El Estado monopoliza también la propia definición del interés general completarán 15 • Al Derecho y no al Estado corresponde así el papel prota-
y hace de esa definición algo jurídicamente indiscutible 13 • Todo lo que no gonista. De ahí el prestigio social, del que se benefician no sólo los law-
coincida con esa definición apriorística que las autoridades estatales se yers, intermediarios necesarios en esa tarea de autorregulación, sino tam-
reservan es puro interés particular, cualquiera que sea la intensidad o la bién, y sobre todo, los jueces, depositarios últimos del Derecho 16 •
extensión con la que se presente o sea sentido, pues, incluso cuando una 14
Idem, pág. 122.
15
«La sociedad americana es contractual y legalista, la sociedad francesa está
11
Como ya advirtiera TocQUEVILLE, la evolución de la democracia en el Viejo reglamentada», dice CoHEN-TANUGI, pág. 128. El problema no es entonces la «canti-
Continente se terminó «venciendo» del lado que él ya consideró más probable, es dad» de Derecho, sino la «calidad» del mismo. En el primer caso el Derecho es
decir, de la centralización, en la línea de la tradición absolutista anterior. Vid. eminentemente social o contractual; en el segundo, estatal. En torno a estas ideas
CoHEN-TANUGI, op. cit., págs. 24 y sigs., y passim y, por supuesto, E. GARCÍA DE gira el capítulo V del libro de CoHEN-TANUGI, Légalisme et étatisme: deux modeles
ENTERRÍA, Revolución Francesa y Administración contemporánea, que, por eso, de démocratie, págs. 127 y sigs. Naturalmente, esa concepción minimalista de la
sitúa en este punto, precisamente, la emergencia histórica de la Administración Ley propia del Derecho norteamericano tiene igualmente sus costes, en forma de
contemporánea. un exceso de litigiosidad que es también muy característico de la vida norteameri-
12
De hecho, entre nosotros el control jurisdiccional de los reglamentos no cana. En la última reunión de la American Bar Association celebrada el mes de
fue posible hasta la vigente Ley Jurisdiccional de 27 de diciembre de 1956 y el de agosto de 1992 en Atlanta el Vicepresidente QuAYLE denunció este exceso y la
las leyes no lo ha sido hasta la promulgación de la Constitución de 1978 y la consiguiente pérdida de competitividad que los sobrecostes que produce provoca
consiguiente puesta en marcha del Tribunal Constitucional. El tradicional monopo- para las empresas americanas. La intervención de QuAYLE y sus propuestas al res-
lio del Derecho por el Estado en el Continente europeo se ha paliado, también, pecto provocaron una réplica extraordinariamente airada del presidente de la Aso-
como es sabido, con la superación del positivismo y el correlativo auge de un ciación sobre la base que se destaca en el texto, es decir, sobre el argumento del
nuevo iusnaturalismo que se producen al término de la segunda guerra mundial. papel que esta concepción de la Ley y el Derecho juega en la vida americana, de
Con estas correcciones, el esquema al que se alude en el texto permanece en lo la que viene a ser un elemento consustancial, íntimamente ligado a su comprensión
esencial porque, en último término, está ligado al modo de concebir el papel de de la libertad.
16
las leyes, aspecto este en el que se insiste más adelante. Dice CoHEN-TANUGI, pág. 12, y comprobarlo está al alcance de cualquiera,
13
Las observaciones de CoHEN-TANUGI en este punto son particularmente bri- que «el Derecho goza en los Estados Unidos de un prestigio tal y reviste una tal
llantes. Vid. el apartado 3 del capítulo IV de su obra, págs. 11 O y sigs., con el importancia institucional, sociológica e ideológica que es casi imposible tratar de
sugerente título A vez-vous rencontré l'intéret général? política, de economía o de historia en términos no jurídicos ... Tal no es la concep-
112 CAP. III.-JUZGAR A LA ADMINISTRACIÓN CONTRIBUYE TAMBIÉN A... III. LA CRÍTICA A LOS JUECES COMO EXPRESIÓN RECURRENTE... 113

Es, sencillamente, otra cultura distinta, una cultura en la que, cuales- como, por otra parte, es fácil demostrar. Esas posiciones críticas a las que
quiera que sean sus posibles efectos, los ciudadanos son más y el Estado aludo no son de hoy, son de siempre. Por eso a lo largo de estos últimos
menos, porque los ciudadanos son actores y protagonistas directos del siglos están continuamente presentes, aunque varían cíclicamente en inten-
proceso social, político y jurídico todos los días y no sólo en el momento sidad. Por eso también las vemos en boca de autores de muy diversa
en que son llamados a las urnas; una cultura en la que el Derecho es filiación ideológica y política. Su beneficiario no es el régimen autoritario
también más porque no viene impuesto desde fuera sino que se genera de ayer, ni tampoco el Gobierno socialista de hoy 18 • Cualquier intento de
cotidianamente en el seno de la sociedad, de una manera, por tanto, espon- asimilación de quienes ayer y hoy las sostienen o de quienes ayer y hoy
tánea y plural; una cultura, en fin, en la que la libertad pesa más en el las propician o se benefician de ellas sería no sólo gravemente injusta,
conjunto social que la autoridad, porque ésta no impone apriorística y sino también profundamente equivocada.
coactivamente lo que haya de considerarse de interés general (es decir, lo
bueno, lo justo) en cada caso, sino que se conforma con organizar el Ayer y hoy el beneficiario de estas críticas es, sencillamente, el Estado,
diálogo social preciso para obtener, a modo de resultante, una definición por el que hablan los que en cada momento lo gobiernan y tienden a
por vía de compromiso entre los distintos y aun opuestos intereses particu- identificar con él o a atribuirle su propia visión del interés general, cuya
lares en presencia, sustituyendo así el dogma por el consenso posible 17 • gestión les está encomendada, una gestión que los jueces, poder difuso y,
como tal, imprevisible e incontrolable en su pluralidad, obstaculizan en
ocasiones en nombre, además, de un Derecho que no les pertenece, sino
111. La crítica a los jueces como expresión recurrente de la que, por el contrario, en cuanto producto estatal que es, ha sido creado
cultura estatocéntrica por la voluntad de los propios gestores del Estado.
Las dos series de datos sobre las que acabo de llamar la atención -la
En el contexto de esta cultura estatocéntrica, la crítica a los jueces y a
excepcionalidad originaria de la justicia administrativa, de un lado, y la
específica cultura generada por la disidencia revolucionaria, de otro- con- quienes en sede doctrinal apoyan su esfuerzo de imponer el imperio de la
tribuyen a conformar el clima peculiar en el que tradicionalmente nos Ley y el Derecho surge espontáneamente y con la mayor sinceridad, una
movemos. Las posiciones críticas a las que voy a referirme aquí y la crítica sinceridad fruto de la más absoluta buena fe y de la profunda convicción
de la crítica que me propongo hacer no tienen por eso nada de ideológico, de que la gestión que contribuyen a llevar adelante no tiene otras miras

ción que prevalece en Francia, patria del economismo triunfante, donde el Derecho 18 Es bien fácil, por cierto, localizar en nuestra literatura jurídico-administra-
ha conservado la imagen de una disciplina bastante técnica y por lo mismo perifé- tiva de los años sesenta encendidas defensas de la «eficacia», seguidas de la inevi-
rica». Es también bien conocido que la profesión de lawyer es la más envidiada table crítica del «legalismo» o «garantismo», similares a las que hoy se hacen en
en los Estados Unidos, en manifiesto contraste con el escaso aprecio de que en nombre de la cláusula del Estado social. Luego me referiré con más detalle a estas
nuestra propia realidad goza el oficio de «picapleitos». En cuanto al prestigio de los últimas. Lo que ahora quiero subrayar simplemente es el denominador común de
jueces en los Estados Unidos basta contemplar el escaparate de cualquier librería unas y otras, ese reflejo permanente de los que mandan en cada momento (y de
norteamericana para ver en cualquier momento un buen número de libros escritos los que les prestan soporte en el plano conceptual) de ver en el Derecho un obs-
por jueces o sobre jueces, incluidas las biografías de éstos, cosa sorprendente para táculo para la acción de gobierno, para una activida~ -la suya- .que con toda bue~a
un europeo. Este último verano [de 1992] se podían encontrar en todas al menos fe subjetiva consideran concebida y desarrollada úmca y exclusivamente en benefi-
dos biografías recientes, una del juez HoLMES y otra de A. PoRTAS, amén de un cio de todos y que, con esa misma razón, no entienden que pueda ser embarazada
libro, auténtico best-seller, del polémico juez BoRK. Vid., por citar sólo un ejemplo por lo que a su juicio, son meros <<juridicismos». Este horrible vocablo se puso
muy a mano entre nosotros, B. ScHWARTZ, Los diez mejores jueces de la Historia de moda, por cierto, en la transición. Vid. al respecto mi artículo _Juridici.smo y
norteamericana, Civitas, 1980, y sus referencias. Estado de Derecho, publicado inicialmente en el núm. 858 de la revista «Tnunfo»
17
Sobre ello, vid. el excelente -y sorprendente para nosotros- libro de J. J. de 7 de julio de 1979 y hoy recogido en mi libro Entre el Derech? y la Polí~ica
LA VILLA RuBIRA, La, participación pública en el procedimiento de elaboración de (escritos dispersos de un jurista independiente), Pub. Abellá, Madnd, 1987, pags.
los Reglamentos en los Estados Unidos de América, Ed. Civitas, Madrid, 1991. 17 y sigs.
114 CAP. III.-JUZGAR A LA ADMINISTRACIÓN CONTRIBUYE TAMBIÉN A... IV. EL VIEJO ARGUMENTO DE LA LIQUIDACIÓN DEL DESPOTISMO 115

que la mejor satisfacción del interés general, que el Estado -y, por tanto, hasta ellas realizado, creando, además, obstáculos nuevos al trabajo futuro,
quienes lo gobiernan- encarna por hipótesis. nada fácil, por supuesto, que, a pesar de todo, hay que esforzarse en sacar
En estas circunstancias y con este punto de partida, la crítica resulta, adelante. Se trata, en ambos casos, de lo que, simplificando las cosas,
cuando menos, delicada, porque corre el riesgo de ser malentendida. Es podríamos llamar juristas de Estado.
también, lo admito, de una utilidad más que dudosa, porque así como es Su rastro en Europa es muy antiguo, porque en nuestro viejo continente
fácil erosionar con la crítica al descreído o al que actúa de mala fe, resulta el Derecho y los juristas han estado siempre implicados en el Poder, desde,
muy difícil, sí posible, hacer otro tanto con el creyente, que actúa en por lo menos, la propia aparición del Estado moderno, de los Reinos nacio-
perfecta sintonía subjetiva con sus propias creencias. En el fondo lo que nales y de la Monarquía absoluta, acontecimientos todos ellos que hicieron
a unos y a otros nos separa es una cuestión de sensibilidad, una diferencia posible los «legistas» al poner al servicio del Príncipe los materiales que
20
cultural, y la cultura, en tanto que complejo de actitudes y hábitos adquiri- el Derecho Romano del Bajo Imperio elaboró al servicio del Emperador •
dos a través de las experiencias personales y sociales, no es modificable No hay, pues, de qué asombrarse.
por la vía del razonamiento si esas experiencias de las que es fruto no
cambian de algún modo.
Que esto es así lo demuestra con toda evidencia la realidad del inme- IV. El viejo argumento de la liquidación del despotismo
diato pasado y del presente. Aquél es para los españoles de hoy el régimen Si lo dicho hasta aquí se entiende en sus justos términos y con la clara
autoritario al que las elecciones generales del 15 de junio de 1977 vinieron intención con la que se ha dicho, se comprenderá sin dificultad el equívoco
a poner fin; el presente, por su parte, viene determinado a estos efectos en el que vienen a incurrir los críticos a los que vengo aludiendo. Hablan
por el acceso al poder de la actual mayoría gobernante en las elecciones éstos de un exceso de garantismo, que estiman institucionalmente inco-
del 28 de octubre de 1982. Cualquier parentesco entre quienes en aquel rrecto en nombre del Estado social y democrático de Derecho, que es hoy
pasado inmediato y este presente defendieron y defienden posiciones críti- nuestra fórmula constitucional. Como quienes tal afirman son personas
cas en torno a la justicia administrativa, al modo de administrarla y a próximas, por formación y por afecto, a quienes, se supone, hemos sentado
quienes institucionalmente les corresponde hacerlo, es, ya lo he dicho, plaza de garantistas, su crítica se formula en términos suaves y amables:
inexistente. Sin embargo, entre unos y otros hay un punto en común, a esa actitud estaba muy bien en el inmediato pasado y ha sido, sin ningún
saber: su mayor impregnación por la cultura estatocéntrica, fruto, sin duda, género de dudas, muy meritoria y muy positiva, pero hoy resulta excesiva
de sus experiencias personales en el ejercicio de su profesión o de su y perturbadora, porque hoy la autoridad administrativa es una autoridad
mayor contacto o proximidad con las tareas del Estado o con quienes legítima, en cuanto respaldada por la voluntad de la mayoría, y el Estado
desempeñan éstas. Por haberlas protagonizado o por estar o haber estado en su conjunto es, por supuesto, un Estado de Derecho, pero, además, un
cerca de quienes las protagonizan han sentido más directamente el impacto Estado democrático y un Estado social, constitucionalmente comprome-
de las decisiones judiciales, que, con mayor o menor razón (ninguna, natu- tido en la consecución de la igualdad y el progreso sociales, para el cual,
ralmente, en su opinión 19), han venido a frustrar inesperadamente el trabajo en consecuencia, la Ley no es tanto un límite, que el juez pueda verificar,
19
sino la expresión de un programa ordenado a la configuración de las condi-
Ya he subrayado más atrás la indiscutible buena fe subjetiva que está en
la base de estos planteamientos. De ahí, naturalmente, su permanente y radical
crítica de los jueces, que tan frecuentemente escuchamos en boca de nuestros go- que los políticos, de la misma sociedad, por lo que estadísticamente no pueden ser
bernantes (y el empeño, bien visible, en controlar hasta donde es controlable el (ni, desde luego, son) peores que éstos.
órgano de gobierno de la Magistratura, juego al que vienen jugando sin excepción, 20 Vid. M. GARCÍA PELAYO, La idea medieval de? Derecho, en. Del mito Y~ de
en la proporción en que pueden hacerlo, todos los grupos políticos). Esta crítica la razón en el pensamiento político, «Revista de Occidente», Madnd, 1968, pags.
desconoce, sin embargo, algo tan elemental como que los jueces se extraen, al igual 104 y sigs.
116 CAP. III.-JUZGAR ALA ADMINISTRACIÓN CONTRIBUYE TAMBIÉN A... V. EL PRESUNTO APOYO DE ESA CRÍTICA EN LA CLÁUSULA DEL ESTADO... 117

ciones de vida colectiva en el que se concreta una opción política legítima, todo planteamiento que tenga las pretensiones de científico. ¡Bastante las-
que el juez no es quien para valorar y, mucho menos, para sustituir21 • tre supone ya por sí solo en esa tarea el subjetivismo inconsciente que,
Este tipo de razonamiento, amable y respetuoso al mismo tiempo, lo por serlo, nos es imposible descontar al realizarla!
he oído tantas veces como, por una u otra razón, he tenido que acudir a los
despachos de la planta noble de algún edificio del Gobierno en relación,
V. El presunto apoyo de esa crítica en la cláusula del Estado
concretamente, con el Curso de Derecho administrativo, en cuya publica-
social y democrático
ción vengo acompañando a mi maestro desde hace dieciocho años. Lo he
leído también en los libros de autores tan próximos a nosotros como L. Llegados a este punto, los críticos replicarán, sin duda, que en su argu-
PAREJO y M. SÁNCHEZ MoRóN, a cuyos argumentos me referiré, más en mentación no hay mero voluntarismo, sino muy serias razones. Vamos a
concreto, luego 22 • verlas.

Lo que en este momento me interesa resaltar es el notable paralelismo La cláusula del Estado social y los llamados derechos económicos y
de este razonamiento con el que, dos siglos atrás, se expresó en el dicta- sociales, en los que esa crítica se apoya, no son de hoy, precisamente. Los
men del que salió la Ley de separación de 16-24 de agosto de 1790, que derechos económicos y sociales aparecieron por vez primera en el hori-
por eso transcribí al comienzo de estas páginas. Aquel «nuestra magistra- zonte constitucional con la Constitución mexicana de 1917 y se extendie-
tura estaba justamente constituida para resistir el despotismo, pero éste ya ron por el ancho campo del constitucionalismo europeo a raíz de Weimar.
no existirá desde ahora» es exactamente lo mismo que este vuestro «Ím- Como ocurría años atrás y sigue ocurriendo con esas sentencias que dicen
petu garantista e individualista que ha dominado nuestra doctrina del Dere- apoyarse en la «moderna doctrina», la moderna doctrina en este caso tiene
cho Administrativo en las últimas décadas» 23 estaba muy bien en el con- también más de medio siglo. ¡Demasiado tiempo para hacerse de nuevas!
texto del régimen autoritario anterior, pero el autoritarismo de ayer ya no Los derechos económicos y sociales plantean, ciertamente, un reto a
existe, ni existirá jamás, que se dice ahora. Lo habéis hecho muy bien y los juristas, pero ese reto no es el que ahora se nos dice con el ánimo de
os lo reconocemos, «pero no es de reconocimiento de lo que hay que justificar la necesidad de mayores espacios de libertad por parte de la
ocuparse para regenerar un imperio» (léase ahora para cambiar la socie- Administración con la correspondiente marginación de los jueces. Una
dad). Ya no sois necesarios y, además, resultáis perturbadores. respuesta como la que se nos presenta, por muchos avales con que pueda
contar últimamente en un sector de la doctrina alemana y por grande que
Si los bienintencionados voluntarismos de hoy se contemplan a la luz
sea tradicionalmente entre nosotros el prestigio de dicha doctrina24, es una
de los igualmente bienintencionados voluntarismos revolucionarios de
regresión histórica y en este sentido es objetivamente reaccionaria, inacep-
hace doscientos años y del curso histórico que siguió a la formulación de
table para cualquier espíritu progresista, que es algo que no viene ni puede
éstos, se comprobará la magnitud del equívoco que alienta en estas «nue-
venir asegurado por etiquetas previas, sino que requiere demostración en
vas» posiciones críticas. El subjetivismo consciente, es decir, ese «ahora
cada momento.
no, porque nosotros somos distintos», es radicalmente incompatible con
Para un administrativista la línea de progreso de la Historia está mar-
21
Vid. señaladamente L. PAREJO ALFONso, Crisis y renovación en el Derecho cada con toda claridad y es por ello inconfundible. Nuestra Historia em-
Público, CEC, Madrid, 1991, págs. 73 y sigs. En la misma línea, M. SANCHEZ pieza con una exención, con la identificación apriorística de lo discrecional
MoRóN, El control de las Administraciones Públicas y sus problemas, Inst. de
España, Espasa-Calpe, Madrid, 1991, págs. 99 y sigs.
22
Vid. nota anterior.
24
En esa doctrina se apoya señaladamente PAREJO, _op. ci~··. que !~_invoca a
23 modo de argumento de autoridad renunciando a cualqmer anahs1s cntico de la
Cfr. M. SANCHEZ MoRóN, op. cit., pág. 106. misma.
118 CAP. III.-JUZGAR ALA ADMINISTRACIÓN CONTRIBUYE TAMBIÉN A. .. V. EL PRESUNTO APOYO DE ESA CRÍTICA EN LA CLÁUSULA DEL ESTADO ... 119

con el mero imperio, con lo que no puede dar lugar, en principio, a con- que sin ellos no se hubieran alcanzado. Porque han sido ellos, en efecto,
tienda alguna, con lo no contencioso por excelencia25 , con el principio como nos consta, los que han permitido a la doctrina construir, a partir de
juger l'Administration c'est aussi administrer6 , con la reclamación formal los mimbres que sus decisiones proporcionaban, la teoría que hoy y siem-
Y explícita por el Poder, un Poder que se consideraba a sí mismo como el pre, aquí y fuera de aquí, es el único remedio seguro contra la arbitrarie-
27
final de la Historia , de «manos libres» para cambiar el mundo y hacer dad30, una arbitrariedad que, en cuanto antítesis del Derecho, no es cosa
realidad el triple ideario de «libertad, igualdad, fraternidad», respecto del del pasado, sino una amenaza siempre posible y siempre presente, como
cual los jueces -y el Derecho espontáneo surgido de la propia sociedad· a la propia Constitución de 1978, que ha hecho suya la fórmula del Estado
su través- eran un peligro o, cuando menos, un estorbo 28 . social y democrático de Derecho y ha dado acogida a los derechos econó-
Doscientos años de Historia demuestran hasta la evidencia la magnitud micos y sociales, ha acertado también a percibir y ha proscrito, formal-
del espejismo inicial, la inmensidad de aquel autoengaño y de los ímpro- mente, en consecuencia31 .
bos esfuerzos que han sido precisos para levantar, parcialmente al menos, Volver otra vez al principio y reclamar, como se hace, «manos libres»
aquella pesada hipoteca. para hacer el bien e implantar la Justicia en la vida social, teniendo como
Desde 1790 hasta hoy ha habido en toda Europa muchos gobiernos tenemos por detrás esta larga experiencia, no es sencillamente de recibo,
legítimos, animados, además, de las mejores intenciones y, sin embargo, cualesquiera que sean la finura de los conceptos, la elegancia del estilo o
eso no ha eliminado los abusos de poder, las extralimitaciones jurídicas, el respaldo científico con los que puedan adornarse las argumentaciones
las violaciones de la Ley, los empietement, los détournements de pouvoir, correspondientes.
las «demasías, abusos y desafueros» de las autoridades administrativas El reto -y vuelvo a ello- que los derechos económicos y sociales y el
''1
como gustaba decir a la jurisprudencia de nuestro Tribunal Supremo du-' deseable y deseado progreso social que va ligado a su operatividad plan-
1) rante el período, nada sospechoso, por lo demás, de la Segunda Repú- tean es otro o, por lo menos, exigen otra respuesta distinta que esta vieja
11 blica29, y, en general, todos los vicios que contribuyen a engrosar la dog- respuesta con nuevas palabras que algunos convienen en dar. A este reto
1

mática del acto administrativo, tal y como se explica en los Manuales y a esa respuesta me he referido ya en otra ocasión, pero no me importa
garantistas y en los otros, si los hay. Los jueces administrativos han sido repetirlo ahora 32 .
quienes los han corregido cuando han podido y como han sabido, y al
Los derechos económicos y sociales, en cuanto derechos de prestación,
hacerlo han consolidado cotas de libertad personal y de justicia material no están construidos como derechos subjetivos en sentido propio, a dife-
rencia de lo que ocurre con las libertades públicas, cuyo contenido se
~a identificación es constante en los autores clásicos. Por simple comodi-
25

dad rellllto al lector a las referencias contenidas en mi libro La doctrina de los agota, en principio, en su propia afirmación y consiguiente rechazo de
vicios de orden público, lEAL, Madrid, 1969. toda injerencia de las autoridades gubernativas. Para alcanzar el carácter
26
Vid. la obra de SANDEVOIR, Etudes sur les recours de pleine juridiction de verdaderos derechos necesitan un tratamiento complementario por parte
«LGDJ», París, 1964. '
del legislador ordinario, que es quien ha de precisar el contenido de los
En ~1 se~tido, bien conocido, de la polémica tesis de FuKUYAMA. También
27

los revolucwnanos franceses pensaron hace doscientos años que el despotismo se


había acabado para siempre. 30
Vid. el excelente libro de Ch. ATIAS, Contra la arbitrariedad, teoría, Ed.
28
Según la justificación, reiteradamente recordada en este trabajo de la céle- Revista de Derecho Privado, Madrid, 1988.
bre Ley de separación. ' 31
Al análisis del poder discrecional desde esta nueva perspectiva que la Cons-
29
Así, .en la Sentencia de 2 de octubre de 1931, asunto Marañón, y en las titución impone he dedicado mi trabajo Arbitrariedad y discrecionalidad, Cuader-
dos Sentenczas de 29 de marzo de 1933, asunto Oficiales de Intendencia de Ceuta nos Civitas, Madrid, 1991.
Y. Lar~che, que ~ecordé en mi libro La doctrina de los vicios de orden público, 32
En Los derechos fundamentales y la acción de los poderes públicos, en el
c1t., pags. 88 y s1gs. núm. 15 de la «Revista de Derecho Político», págs. 21 y sigs.
V. EL PRESUNTO APOYO DE ESA CRÍTICA EN LA CLÁUSULA DEL ESTADO ... 121
120 CAP. III.-JUZGAR A LA ADMINISTRACIÓN CONTRIBUYE TAMBIÉN A ...

mismos cuyo disfrute corresponda a los ciudadanos individualmente consi- cho subjetivo en sentido propio, a través del adecuado desarrollo de dichos
derados o a grupos determinados de ellos concretamente definidos. Será principios. Si la Ley, al llevar a cabo el desarrollo al que la Constitución
entonces, a partir del momento en que el legislador ordinario los concreta la obliga, no realiza esta labor de conversión que la propia Constitución
y perfecciona, y no antes, cuando se convertirá en obligación en sentido también reclama o la realiza de forma que el derecho no termina de alcan-
estricto, susceptible como tal de ser exigida por los ciudadanos, lo que, en zar la operatividad individual y social que les es propia, incurrirá, sin duda,
el nivel constitucional, constituye simplemente un deber genérico de los en un vicio de inconstitucionalidad susceptible de ser denunciado ante (y
poderes públicos. depurado por) la jurisdicción constitucional, a la que no alcanza, como
vimos, la limitación que enuncia el artículo 53.3, referida únicamente a la
Éste es, precisamente, el sentido del artículo 53.3 de la Constitución jurisdicción ordinaria.
cuando afirma, con expresión no demasiado feliz quizá, que «los princi-
pios reconocidos en el capítulo III (del título I) ... sólo podrán ser alegados Ahí, precisamente, radica el reto al que antes me refería. A lo que
ante la jurisdicción ordinaria de acuerdo con lo que dispongan las leyes realmente obliga la inserción en la Norma Fundamental de los llamados
que los desarrollen». derechos económicos y sociales es a modificar radicalmente el modo de
legislar tradicional entre nosotros. No es ya constitucionalmente lícito (y
Para evitar cualquier posible equívoco conviene llamar la atención so- si no entendemos y asumimos esto sobra toda la retórica sobre el Estado
bre la precisión que contiene el texto literal del precepto constitucional al social y democrático de Derecho) legislar en estas materias, como ha sido
que acabo de referirme: «sólo podrán ser alegados ante la jurisdicción habitual hasta ahora, limitándose a habilitar a la Administración para hacer
ordinaria». Porque, en efecto, un cosa es que la Constitución no configure esto o aquello, sin obligarla concretamente a hacerlo (en la medida, mayor
directamente estos derechos como auténticos derechos subjetivos inmedia- o menor, que las circunstancias lo permitan, cuestión esta estrictamente
tamente operativos y exigibles (no podría hacerlo aunque quisiera, dada política, que sólo el legislador puede valorar en cada caso) de forma que
su forzosa generalidad -derecho a la salud, derecho a la vivienda, derecho el ciudadano pueda, efectivamente, disponer a partir de esa Ley de un
al medio ambiente, etc.- y la economía de la expresión, que es propia del derecho subjetivo ya perfecto y, en consecuencia, ejercitable y exigible
lenguaje constitucional) y otra muy distinta que su proclamación en el como tal.
texto fundamental carezca de toda consecuencia.
El reto consiste, pues, en la necesidad de convertir los derechos econó-
El Tribunal Constitucional ha afirmado, muy justamente, desde su pri- micos y sociales en auténticos derechos, porque, de otro modo, su acogida
mera sentencia, saliendo al paso de la retórica al uso en el régimen ante- constitucional se quedará en pura retórica y la propia Norma Fundamental
rior, que no hay en la Constitución normas meramente programáticas 33 (en que los acoge en papel mojado.
el sentido de normas vacías de mandatos y huérfanas de efectos); que
Esa conversión, a la que el legislador ordinario viene constitucional-
todos los preceptos constitucionales, por el contrario, encierran un man-
mente obligado, no es fácil, ciertamente, pero es posible. De que, en
dato preciso que vincula en sus propios términos a todos los poderes cons-
efecto, lo es hay pruebas inequívocas en la legislación preconstitucional
titucionales. Lo único que varía, eso sí, son, justamente, los términos con-
incluso, que, cuando se lo ha propuesto, lo ha logrado. Un ejemplo: el
cretos de esa vinculación, que en este campo operan prima facie sobre el
ordenamiento local que tradicionalmente viene estableciendo que determi-
legislador, a quien la Constitución obliga, desde luego, a convertir el deber
nados servicios públicos locales son obligatorios, obligación que tiene su
genérico en obligación exigible, y la mera expectativa de derecho en dere-
traducción presupuestaria y su correspondencia ·con el consiguiente reco-
33
nocimiento a los vecinos de las acciones precisas para exigir judicialmente
Vid. la Sentencia de 2 de febrero de 1981, la primera dictada sobre un
recurso de inconstirucionalidad, como es bien conocido. su implantación. Basta comparar el régimen jurídico de estos servicios
122 CAP. III.-JUZGAR ALA ADMINISTRACIÓN CONTRIBUYE TAMBIÉN A...
VI. LA DOBLE DIMENSIÓN DE LA GARANTÍA JUDICIAL: JUZGAR ALA ... 123

obligatorios con el de los demás que carecen de este carácter para com-
constitucional de conversión de los deberes genéricos de los poderes públi-
prender la diferencia y para comprender también qué es lo que se quiere
cos en obligaciones exigibles, de los derechos incompletos en su diseño
decir cuando se alude a esa necesaria conversión 34 •
constitucional en derechos subjetivos perfectos implica siempre una reduc-
Otro ejemplo: la Seguridad Social, que, obviamente, se concreta en un ción de la discrecionalidad de la Administración, justo lo contrario de lo
haz de prestaciones, perfectamente identificadas, precisadas en su ámbito, que algunos pretenden. La lógica misma de la cláusula del Estado social
contenido y cantidad por las leyes y exigibles y exigidas normalmente por va, pues, en la dirección opuesta.
los acreedores a ellas ante los Tribunales.
Cuestión distinta a ésta es, ya lo he advertido, que al realizar esa con-
Otro ejemplo más: la legislación urbanística. El derecho a una vivienda versión el legislador goce de una amplia libertad a la hora de establecer
digna, hoy recogido en el artículo 47 de la Constitución, requiere también los concretos perfiles de los derechos de que, a partir de la Ley, quedarán
una operación legislativa de conversión, que, en alguno de sus aspectos al formalmente investidos los ciudadanos. Precisar esos perfiles, fijar el
menos, fue realizada ya por el Texto Refundido de la Ley del Suelo de cuánto, el cómo y el cuándo de los derechos en cuestión es algo que,
1976, a raíz de la promulgación de la Ley de Reforma de 2 de mayo de obviamente, queda a su criterio y que a él corresponde decidir en el marco
1975, limitando de forma importante la anterior discrecionalidad ilimitada de las correspondientes opciones políticas y de las disponibilidades econó-
de la Administración para ordenar la ciudad mediante los planes urbanísti- micas de cada momento. Esa libertad, muy amplia desde luego, no es
cos a través de la imposición de estándares concretos de planeamiento (5 tampoco ilimitada, puesto que en un Estado de Derecho de ningún poder
metros cuadrados por habitante de parques públicos y zonas verdes en los puede predicarse tal carácter, ya que todos ellos -y el Poder Legislativo
Planes Generales: art. 12; art. 13 para los Planes Parciales) llamados a también, por tanto- están sujetos a la Constitución. La decisión que en el
asegurar desde el propio texto de la Ley un nivel determinado de calidad marco de esa libertad pueda adoptar el legislador en cada caso tampoco
de la urbanización y, por tanto, de la vivienda como producto finae 5 • podrá ser arbitraria, esto es, caprichosa o injustificada, porque la arbitrarie-
En el servicio público de suministro de energía eléctrica -es otro ejem- dad está, también, formalmente proscrita por la Norma Fundamental y a
plo- los niveles de prestación del servicio están desde hace muchos años ningún poder público le está permitido incurrir en ella. Todos sin excep-
garantizados ex lege también, garantía que la Administración titular del ción -y también, por tanto, el Poder Legislativo- están obligados a dar
servicio se encarga de hacer efectiva frente a eventuales incumplimientos cuenta de sí mismos y a justificarse en su ejercicio 37 •
de las empresas que prestan aquél a requerimiento de los usuarios 36 •
La conversión a que aludo es, pues, posible y lo es desde hace mucho VI. La doble dimensión de la garantía judicial: juzgar a la
tiempo en algunos casos. Puede hacerse en todos, de una u otra forma, y administración contribuye también a administrar mejor
debe hacerse, además, porque la Constitución así lo impone. Esa exigencia
Precisado esto, conviene ahora proseguir con las razones esgrimidas
34 por quienes reclaman en nombre de la cláusula del Estado social y demo-
Vid. mi trabajo, antes citado, Los derechos fundamentales y la acción de
los podere,s públicos, págs: 30 y sigs. Posteriormente y con referencia a la vigente
37
Ley de Regtmen Local, v1d. T. QUINTANA LóPEZ, El derecho de los vecinos a la Así lo ha reconocido, en general, el Tribunal Constitucional y, muy espe-
prestación y establecimiento de los servicios públicos municipales, Cuadernos Ci- cialmente, dado que sobre ese argumento está construida, precisamente, la decisión
vitas, Madrid, 1987. Vid. también la Sentencia de 25 de abril de 1989, que se cita estimatoria del recurso de inconstitucionalidad, en la Sentencia 49/1988, dé22 de
en la nota 51. marzo. El tema de la arbitrariedad del legislador reclama un estudio específico, en
35
Cfr. Los derechos fundamentales y la acción de los poderes públicos, cita- el que llevo algún tiempo empeñado. Vid. recientemente GARCÍA DE ENTERRÍA, ¿Es
do. inconveniente o inútil la proclamación de la interdicción de la arbitrariedad como
36
lbidem. principio constitucional? Una nota, en el núm. 124 de la «Revista de Administra-
ción Pública», págs. 211 y sigs.
VI. LA DOBLE DIMENSIÓN DE LA GARANTÍA JUDICIAL: JUZGAR A LA ... 125
124 CAP. III.-JUZGAR A LA ADMINISTRACIÓN CONTRIBUYE TAMBIÉN A ...

crático de Derecho mayores espacios de libertad para el desarrollo de los Tampoco lo hay en la aplicación de los conceptos jurídicos indetermi-
programas de Gobierno y rechazan, en consecuencia, las injerencias de los nados, y ello no sólo porque, como se viene explicando, dichos conceptos
jueces en esos espacios, criticando el exceso de garantismo del que tales remiten, más bien, a las potestades regladas en la medida en que su aplica-
injerencias resultan y, por supuesto, el exceso inherente a las pretensiones ción conduce a una única decisión -y no a una pluralidad de ellas como
de sustitución por aquéllos de las decisiones discrecionales de las autorida- es lo propio de las potestades discrecionales-, sino también, y antes que
des administrativas38 • eso, porque la determinación en cada caso del concepto (si el edificio está
o no en ruina) se realiza necesariamente en el plano de los hechos, de la
La crítica así resumida requiere formular algunas observaciones, por
realidad, por tanto, sobre la que la Administración no tiene, obviamente,
obvias que éstas pudieran parecer. Cuando se habla del control de la dis-
ningún poder de disposición, sean cuales sean los términos de la habilita-
crecionalidad y se incluyen bajo ese rótulo las diferentes técnicas de con-
ción legal.
trol ya habituales entre nosotros estamos cometiendo, sin duda, un cierto
exceso verbal porque, en rigor, es obvio que la verificación de los elemen- Reducida así la cuestión a su núcleo estricto, es decir, a la libertad de
tos reglados del acto administrativo no implica, por hipótesis, control al- elección por la Administración entre las varias soluciones posibles, no
guno de la discrecionalidad decisoria reconocida a la Administración por creo que pueda ser motivo de escándalo el que los jueces, obligados por
la Ley, sino sólo la comprobación de algo que es previo a la decisión el artículo 9.3 de la Constitución a distinguir entre discrecionalidad legí-
misma y, por tanto, conceptualmente ajeno a la libertad de elección entre tima y arbitrariedad prohibida39 , exijan en primer término una motivación
varias soluciones posibles en que el poder discrecional consiste. suficiente de las razones que han determinado a la Administración a elegir
Tampoco implica un verdadero control de la discrecionalidad decisoria una solución concreta y a preferir ésta a las demás posibles. ¡Qué menos
el llamado control de los hechos determinantes, ya que los hechos son se le puede pedir a un gobernante o a un administrador a fines del siglo
también previos a la decisión y nada tienen que ver conceptualmente con XX!
ella. La propia calificación jurídica de los hechos (si la relación trabada Tampoco creo que nadie pueda escandalizarse legítimamente porque
es un subcontrato o una cesión del contrato, por ejemplo), que es el paso
los jueces consideren arbitraria la decisión adoptada por la Administración
siguiente, tampoco implica, obviamente, un control de la discrecionalidad cuando esa motivación falte, y ello no porque el artículo 43 de la Ley de
decisoria, porque esta operación es también previa, en el plazo conceptual, Procedimiento Administrativo exija o deje de exigir la motivación, sino
a la decisión que sobre la calificación dada se adopta. porque, a falta de razones en que apoyarse, la decisión de que se trate no
A la aplicación de estas técnicas, previas y distintas al control de la tendrá otro soporte que la mera voluntad o el simple capricho de quien la
40
discrecionalidad propiamente dicho, se refieren la inmensa mayoría de las adopta, y eso es, precisamente, la esencia misma de la arbitrariedad •
sentencias que, de un modo u otro, se enfrentan con actos administrativos
emanados de un poder discrecional. Supongo por ello que, aunque se use Si, expuestas las razones de la elección hecha por la Administración,
un tanto amplia y equivocadamente la expresión control de la discreciona- éstas resultan en clara contradicción con la realidad acreditada en los autos
lidad, no es a este tipo de control al que se refiere críticamente un sector
39 No es la jurisprudencia la que ha inventado la distinción entre discrecionali-
de la doctrina, porque en todos estos casos no hay, en sentido estricto, dad y arbitrariedad, sino la propia Constitución, que prohíbe categóricamente esta
control alguno sobre el número del poder discrecional. última en su artículo 9.3, pocas líneas después de haber consagrado la cláusula del
Estado social y democrático de Derecho.
38
Es particularmente enfático en esta línea L. PAREJO, op. cit., pág. 78, que
40 Arbitrariedad, según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, es
no duda en enfrentar los postulados del Estado de Derecho con los del Estado el «acto o proceder contrario a la justicia, la razón o las leyes, dictado SOLO por
democrático y social. la voluntad o el capricho».
126 CAP. III.-JUZGAR A LA ADMINISTRACIÓN CONTRIBUYE TAMBIÉN A... VI. LA DOBLE DIMENSIÓN DE LA GARANTÍA JUDICIAL: JUZGAR A LA ... 127

o simplemente carecen de modo manifiesto de toda relación con ella, la agentes, del arbitrismo y de otros riesgos menos disculpables aún que éstos
conclusión no podrá ser, lógicamente, distinta. y no por ello infrecuentes en nuestra realidad cotidiana, de ayer y de hol2 •
La jurisprudencia del Tribunal Supremo sobre la potestad de planea-
Esto es, nada más que esto, lo que viene a decir la reciente jurispruden- miento antes aludida puede hacer -y en muchos casos está haciendo ya-
cia del Tribunal Supremo a propósito del ejercicio por la Administración más por la mejora de los planes de ordenación urbana que todos los libros
de la más discrecional de todas las potestades administrativas, la de pla- y manuales que puedan escribirse sobre tan importante cuestión. A partir
neamiento urbanístico41 • Negar a los jueces la posibilidad de decir esto me de ella, los planificadores están aprendiendo -o tendrán que aprender si
resulta sencillamente incomprensible, especialmente desde la perspectiva todavía no lo saben- que la Memoria que debe presidir la documentación
del Estado social y democrático de Derecho, al que es de esencia la idea integrante de los planes no es ni puede ser un mero documento literario
misma del progreso, en la que la Constitución pone especial énfasis desde destinado a hacer bulto y a cumplimentar formalmente una exigencia legal,
su propio Preámbulo. sino, precisamente, el documento en el que a partir de un análisis del
territorio, de sus problemas y de sus posibilidades, se han de justificar las
Porque, ¡nótese bien!, exigir a la Administración que dé cuenta de sus
soluciones concretas que se eligen para la mejor ordenación de ese territo-
actos, que explique con claridad las razones que la mueven a elegir una rio, soluciones que de este modo no aparecerán en los planos y normas en
solución en lugar de otra u otras y confrontar con la realidad la consisten- los que se plasma esa ordenación como la mera expresión de la voluntad
cia de esas razones es algo que no sólo interesa al justiciable, sino que del que manda, sino como el resultado legítimo de un análisis objetivo de
importa decisivamente a la comunidad entera. Juzgar a la Administración los problemas existentes que tiene en éste un soporte, si no indiscutible,
es, ciertamente, una garantía, y una garantía esencial en un Estado de sí, al menos, razonado y razonable43 •
Derecho, que sin ella no podría siquiera merecer tal nombre, razón por la
42
cual la Constitución no sólo la otorga a todos sin excepción alguna, ni La idea es explícita en la Exposición de Motivos de la Ley de la jurisdic-
ción contencioso-administrativa. En su apartado Il.1, último párrafo, se dice: «Y
personal, ni objetiva («sin que, en ningún caso, pueda producirse indefen- así, la necesidad de una Jurisdicción contencioso-administrativa eficaz trasciende
sión»: art. 24.1), sino que la asegura a ultranza en todo caso poniendo a de la órbita de lo individual y alcanza el ámbito colectivo. Porque las infracciones
su servicio, incluso, el amparo constitucional. Pero juzgar a la Administra- administrativas se muestran realmente no tan sólo como una lesión de las situacio-
nes de los administrados, sino como entorpecimiento a la buena y recta administra-
ción es también algo distinto y algo más que eso: juzgar a la Administra- ción. Y de ahí la certeza del aserto de que cuando la Jurisdicción contencioso-
ción contribuye a administrar mejor, porque al exigir una justificación administrativa anula los actos ilegítimos de la Administración, no tan sólo no me-
noscaba su prestigio y eficacia, sino que, por el contrario, coopera al mejor desen-
cumplida de las soluciones en cada caso exigidas por la Administración volvimiento de las funciones administrativas y afirma y cimenta la autoridad pú-
obliga a ésta a analizar con más cuidado las distintas alternativas disponi- blica». ¡La afanosa persecución de lo nuevo nos lleva a olvidar lo fundamental!
43
bles, a valorar de forma más serena y objetiva las ventajas e inconvenien- Es obligado en este momento el recordatorio del artículo publicado en el
diario «ABC» de 2 de mayo de 1991 por E. GARCÍA DE ENTERRÍA con el título Plaza
tes de cada una de ellas y a pesar y medir mejor sus respectivas consecuen- de la Memoria vinculante. Lo recuerda también la Sentencia de 9 de julio de 1991
cias y efectos, previniendo a las autoridades de los peligros de la (Ponente: J. DELGADO BARRIO), confirmatoria en apelación del recurso contencioso-
improvisación, de la torpeza, del voluntarismo, del amor propio de sus administrativo promovido contra la aprobación definitiva del Plan General de Or-
denación Urbana de Castell-Platja d' Aro. «La Memoria -dice la Sentencia- integra
ante todo la motivación del Plan, es decir, la exteriorización de las razones que
41 justifican el modelo territorial elegido y, por consecuencia, las determinaciones del
La lista de sentencias, estimatorias y desestimatorias, que se mueven en
esta dirección es ya abrumadora. A las de 22 de septiembre, 1 y 15 de diciembre planeamiento. Y tal Memoria no es un documento accidental, que pueda existir o
de 1986, 4 de abril de 1988 y 20 de marzo de 1999, que estudié en mi trabajo, ya no, sino una exigencia insoslayable de la Ley ... la profunda discrecionalidad del
citado, Arbitrariedad y discrecionalidad, han venido a sumarse con posterioridad planeamiento, producto normativo emanado de la Administración y que pese a ello
otras muchas, que contribuyen a formar una doctrina sólida y compacta, formulada está habilitado para regular el contenido de la propiedad... explica la necesidad
y aplicada cada vez con más seguridad. Vid., por ejemplo, las Sentencias de 22 de esencial de la Memoria como elemento fundamental para evitar la arbitrariedad. De
diciembre de 1990, 11 de febrero, 12 de marzo y 2 de abril de 1991, etc. su contenido ha de fluir la motivación de las determinaciones del planeamiento».
VII. SOBRE EL LIDERAZGO ACTUAL DE LA JURISPRUDENCIA ... 129
128 CAP. III.-JUZGAR A LA ADMINISTRACIÓN CONTRIBUYE TAMBIÉN A...

trativa. Olvidarla, limitando su análisis a la perspectiva garantizadora,


Y como este ejemplo podrían ponerse cientos, porque, cuando se habla 44
equivale a incurrir en un reduccionismo inaceptable .
en términos generales y abstractos, es cierto que nadie está en mejores
condiciones que la Administración para interpretar las exigencias de ese,
también abstracto y un tanto místico, interés general del que hablan las
VII. Sobre el liderazgo actual de la jurisprudencia
leyes y nadie tampoco cuenta con mayores y mejores medios de todo tipo contencioso-administrativa
para analizar la realidad, pero si de lo abstracto y general se pasa a lo
concreto y cotidiano las cosas resultan de muy distinta manera, primero, De la tópica y secular crítica de la sustitución por los jueces de las
porque eso que se llama la Administración en general es una realidad decisiones de los administrados no voy a ocuparme aquí, porque lo he
múltiple y plural en la que abundan muchos miles de microorganizaciones hecho en una ocasión reciente y las razones que entonces expuse permane-
absolutamente carentes de medios y, por ello, de fiabilidad a la hora de cen intactas45 • A ellas me remito ahora por entero hasta el momento en
adoptar las decisiones para las que vienen apoderadas por las leyes; se- que a esas razones se opongan otras nuevas.
gundo, porque esa macroorganización aparentemente omnipotente y om- Me limitaré por ello, para terminar, a hacer unas breves consideracio-
niscente que es la Administración del Estado (y a su imagen y semejanza nes en torno a los logros de la jurisprudencia contencioso-administrativa
las Administraciones autonómicas construidas siguiendo su modelo) dista más reciente, que me parece justo destacar. En nuestro Derecho Adminis-
mucho, de puertas adentro, de ser lo que parece de puertas afuera; tercero, trativo la jurisprudencia ha ocupado siempre un papel secundario, a remol-
porque en todos los casos las organizaciones administrativas actúan a tra- que en muchos períodos del legislador y de la doctrina. El diálogo paciente
vés de personas físicas, con sus pasiones, debilidades, preferencias y pun- trabado entre aquélla y ésta a raíz de la aparición de la «Revista de la
tos de vista particulares, que, en muchos casos, tienden a suplantar y su- Administración Pública» y, sobre todo, la sabia medida del legislador de
plantan los intereses objetivos de la colectividad a la que están llamados 27 de diciembre de 1956 de propiciar, como lo hizo, la especialización de
a servir. la magistratura contribuyó decisivamente a fines de los sesenta a corregir
46
la situación heredada del pasado •
Ese es el problema, un problema que tiene una doble dimensión: la
individual, de garantía de los derechos e intereses legítimos de todos y Ese impulso permanece y, más aún, ha rendido sus mejores frutos justo
en el momento en que la contribución de la jurisprudencia era más necesa-
cada uno de los ciudadanos en particular, erigida en derecho fundamental,
ria, supuesto que nosotros, fascinados lógicamente por la aparición, por
ni más ni menos, por el artículo 24 de la Constitución, y la institucional
vez primera en nuestras vidas, de una Constitución -la primera, además,
que resulta de la conexión del artículo 106.1 de la Norma Fundamental
de nuestra Historia que se presentó y fue recibida como una auténtica
con el artículo 103 de la misma («La Administración pública sirve con
norma jurídica- y por los retos que sus radicales novedades planteaban,
objetividad los intereses generales y actúa de acuerdo con los principios
abandonamos por un tiempo su análisis para ocuparnos exclusiva y prefe-
de eficacia ... »).
44 Expresamente condenado por el propio legislador al regular la jurisdicción
Juzgar a la Administración no es administrar, ni debe serlo, pero sí contencioso-administrativa, según he recordado ya en nota 42.
contribuye a administrar mejor -y en ese sentido coadyuva al logro de los 45 Vid mi Arbitrariedad v discrecionalidad, cit., y especialmente los epígrafes
«Legalidad· y oportunidad: un falso dilema» y «Poderes de sustitución y tutela
fines institucionales de la Administración como organización servicial de judicial efectiva», págs. 115 y sigs.
la comunidad-, al propio tiempo que protege los derechos e intereses legí- 46 A raíz, claro está, del acceso al Tribunal Supremo de las primeras promo-
timos de los ciudadanos. Ésta es la doble dimensión de la justicia adminis- ciones de Magistrados especialistas, que se produce por entonces.
130 CAP. 111.-JUZGAR A LA ADMINISTRACIÓN CONTRIBUYE TAMBIÉN A... VII. SOBRE EL LIDERAZGO ACTUAL DE LA JURISPRUDENCIA ... 131

rentemente de los temas mayores de la reconstrucción del Estado y del de 20 de diciembre de 199048 , en perfecta sintonía con los planteamientos
estudio de la nueva justicia constitucional. del Tribunal Europeo de Justicia, la temprana recepción del principio de
Desde 1978 hasta hoy, prácticamente, la jurisprudencia contencioso- protección de la confianza legítima49 , o del principio de que la necesidad
del proceso para obtener razón no debe convertirse en un perjuicio para
administrativa ha caminado sola en la vanguardia del Derecho Administra-
tivo, del que en este sentido ha sido su único motor. Sus logros, sin em- el que tiene la razón50 , la enérgica defensa de la reserva constitucional de
bargo, han sido extraordinarios. Ley en materia sancionadora que obligó al Tribunal Constitucional a salir
de la ambigüedad en la que había venido manteniéndose hasta entonces 51 ,
La nueva y, a mi juicio, meditada y muy medida jurisprudencia sobre la sensibilidad mostrada ante derechos enteramente nuevos 52 , etc., son
la discrecionalidad administrativa que en otro lugar he examinado, cons- pruebas inequívocas del liderazgo responsable que el Tribunal Supremo
truida sobre la base de la prohibición constitucional de la arbitrariedad de ha acertado a asumir en un momento delicado y difícil desde la penumbra
los poderes públicos que ha sido esa jurisprudencia la primera en destacar en la que había venido a quedar situado por el deslumbramiento producido
como merece47 , así como la importantísima toma de postura del Tribunal por la aparición en nuestro horizonte jurídico de la justicia constitucional,
Supremo en el tema capital de la tutela cautelar a raíz del celebrado Auto
48
Del que fue Ponente el Sr. González NavaiTo. Sobre dicho Auto y las
47 resoluciones posteriores que han afirmado el camino por él abierto, me remito por
En mi libro, ya citado, Arbitrariedad y discrecionalidad. Una Sentencia todos a los trabajos de E. ÜARCÍA DE ENTERRÍA hoy recogidos en su reciente libro
reciente de 11 de junio de 1991 (Ponente: Sr. Delgado Barrio) ha venido a enrique- La batalla por las medidas cautelares, Ed. Civitas, Madrid, 1992.
cer esa doctrina, conectando el principio constitucional de interdicción de la arbi- 49
trariedad, «principio este que aspira a que la actuación de la Administración sirva Sobre el principio de protección de la confianza legítima véase el trabajo
con racionalidad los intereses generales», con los «principios de buena administra- de R. ÜARCÍA MACHO, Contenido y límites del principio de la confianza legitima:
ción», en la línea, pues, destacada por la Exposición de Motivos de la Ley Jurisdic- estudio sistemático ·en la jurisprudencia del Tribunal de Justicia, en el «Libro
cional, apartado II.1, in fine, antes recordada, que he pretendido resaltar a lo largo Homenaje al Profesor Villar Palasí», Civitas, Madrid, 1989, y las Sentencias de 28
de este trabajo. La Sentencia resuelve un recurso interpuesto contra un acuerdo de febrero de 1989, 26 de enero, 1 de febrero, 8 y 15 de junio de 1990 y 7 de
que adjudicaba el concurso convocado por el Ayuntamiento de Madrid para la octubre de 1991 (Ponente: Martínez Sanjuán), que hacen una valiente aplicación
realización de las obras de construcción de «Centros sociales en la plaza de la del mismo.
50
Remonta» a una empresa que introdujo en su oferta una rebaja menor sobre el V éanse las Sentencias de 27 de febrero, 20 de marzo y 4 de diciembre de
precio tipo que la recurrente. Según los informes obrantes en autos las dos empre- 1990 y los comentarios de ÜARCÍA DE ENTERRÍA en el libro citado en la nota 48.
sas reunían «un alto grado de capacitación, experiencia y medios suficientes», sin 51
Porque fue, ciertamente, la Sentencia del Tribunal Supremo de 1O de octu-
que, desde esta perspectiva, se hubieran establecido diferencias entre ambas. bre de 1986, producida a propósito del recurso interpuesto por la CEOE contra el
Partiendo de aquí, la Sentencia afirma que «la legitimidad de la actuación de una Real Decreto sobre infracciones y sanciones en materia laboral dictado en uso de
potestad discrecional no deriva sin más de su naturaleza discrecional, sino de la · la autorización (una deslegalización pura y simple) contenida en el artículo 57 del
racionalidad de su contenido en relación con la base de hecho que integra la causa Estatuto de los Trabajadores, la que obligó al Tribunal Constitucional a salir de su
del acto administrativo», por lo que «en igualdad de "alto grado de capacitación, ambigüedad anterior (véase al respecto el libro de SANZ ÜANDASEGUI, La potestad
experiencia y medios suficientes" para realizar una obra, la racionalidad de los sancionatoria de la Administración: la Constitución Espaíiola y el Tribunal Cons-
principios de buena administración exige la elección de la mejor oferta económica, titucional, Edersa, Madrid, 1985) con la Sentencia de 7 de abril de 1987.
al menos cuando no se invoca razón alguna para apartarse de esa solución». 52
Véase, por ejemplo, la Sentencia de 25 de abril de 1989 (Ponente: González
El razonamiento es irrebatible en su elementalidad, como lo es también la aclara- NavaiTo), a propósito del artículo 45 de la Constitución y del derecho de todos,
ción final que la Sentencia contiene: «De ello deriva que la decisión ajustada a que éste consagra, a disfrutar de un medio ambiente adecuado. La Sentencia revoca
Derecho era la de adjudicar el contrato a la hoy parte apelante y así ha declarado la apelada, admite sin vacilación la legitimación del recurrente y, apoyándose en
esta Sala, que, en virtud del principio de efectividad de la tutela judicial -art. 24.1 el derecho reconocido a los vecinos por el artículo 18 de la vigente Ley de Régimen
de la Constitución- puede sustituir a la Administración en sus pronunciamientos Local, a exigir la prestación y, en su caso, el establecimiento de los servicios
cuando existe ya base para ello en los autos». públicos obligatorios, estima el recurso declarando el derecho del recurrente a que
Cuando se razona en concreto sobre el suelo firme de la realidad, las aparatosas el Ayuntamiento de Puigpunyent adopte las medidas necesarias para evitar los
apelaciones a la programación de la Administración del Estado Social y las conclu- problemas que ocasionan las deficiencias en las instalaciones de vertido de aguas
siones que tan enfáticamente quieren extraerse de ella para negar a los jueces toda residuales, de acuerdo con las previsiones y criterios orientadores mínimos que
posibilidad de sustituirse total o parcialmente en aquélla descubren su vacuidad. resultan de uno de los informes obrantes en autos.
VII. SOBRE EL LIDERAZGO ACTUAL DE LA JURISPRUDENCIA ... 133
132 CAP. 111.-JUZGAR A LA ADMINISTRACIÓN CONTRIBUYE TAMBIÉN A...

cuyos avances, muy notables en algunos aspectos, ha sabido también asu- siempre otras razones de un peso aproximado al de aquéllas, que al otro
mir y secundar. le parecen también mejores. Esto es así en todo tipo de conflicto y lo es,
también, por supuesto, en los conflictos entre la Administración Pública y
Reconocerlo así y destacarlo aquí me parece obligado, especialmente los ciudadanos, con muy ligeras variantes. Cualquier abogado lo sabe y lo
ahora en que menudean las críticas a la judicatura, y éstas alcanzan, dado tiene asumido desde siempre. Los juristas de la Administración deben
el alto origen que en muchos casos tienen, un notable eco en la opinión aprenderlo y asumirlo también y deben aceptar que la posición que repre-
pública e, incluso, como ya hemos visto, en el ámbito académico. Natural- sentan tiene ya una prima legal importante en la presunción iuris tantum
mente, ello no significa que todo sea grano. La jurisprudencia es, obvia- de que lo que hacen las autoridades y agentes que obran por la Administra-
mente, plural porque procede de un poder, el Judicial, que es plural y ción es legítimo en cuanto que se supone orientado a la satisfacción de
difuso por su estructura y por su propia esencia, pero ello no resta un los intereses de todos. Exigir más de eso, elevando la presunción a la
ápice de importancia a los logros reseñados. categoría de axioma, sabiendo como se sabe por la experiencia de siglos
El problema, a mi juicio, radica en la posibilidad misma de mantener que la realidad no es ni ha sido nunca, precisamente, angélica, es una
en el futuro las cotas alcanzadas, y ello porque, como ya he notado más suerte de fundamentalismo, que está en las antípodas de lo que la democra-
atrás, esas cotas son el resultado del impulso generado siete lustros atrás cia significa en nuestros días y que impide, además, aprovechar en benefi-
por la vigente Ley Jurisdiccional, un impulso que tiende inevitablemente a_ cio de la comunidad la energía social que la justicia administrativa es
agotarse en la base, aunque haya alcanzado ahora en la cúspide su máximo susceptible de generar y genera. Porque juzgar a la Administración contri-
rendimiento. En términos económicos el diagnóstico de esta contradictoria buye decisivamente a administrar mejor.
situación actual tendría que utilizar necesariamente el término descapitali-
zación.
En el campo de la justicia administrativa estamos viviendo hoy, no ya
de las rentas, sino del patrimonio acumulado en el pasado, un patrimonio
que disminuye velozmente porque desde hace algunos años entra menos
de lo que sale y el déficit -de especialización, me refiero- es crónico y
progresivamente creciente.
Ése es, sin duda, uno de los grandes problemas a resolver por la mayo-
ría gobernante, esto es, por los otros dos Poderes del Estado, y ese pro-
blema, como todos los demás que aquejan a la Justicia, requiere, más que
dinero, imaginación y, desde luego, comprensión del papel esencial que
al Poder Judicial corresponde en todo Estado de Derecho y, por supuesto,
también, en nuestro Estado social y democrático de Derecho. De lo pri-
mero -imaginación- dio pruebas el legislador de 27 de diciembre de 1956
al optar francamente por la especialización de la magistratura y al acertar
en la creación de los estímulos que, en aquel~as fechas, podían contribuir
mejor a ella. Lo segundo -comprensión- exige, sobre todo, generosidad
intelectual para aceptar algo tan obvio como que todos los juicios no pue-
den ganarse por' la potísima razón de que frente a nuestras razones hay
IV
DE NUEVO SOBRE EL PODER DISCRECIONAL Y SU
EJERCICIO ARBITRARIO

l. Precisiones imprescindibles sobre una polémica


inaceptable
El profesor PAREJO ALoNso acaba de publicar un largo, innecesaria-
mente enfático, desmesurado e injustificadamente airado escrito 1 en res-
puesta a uno mío reciente, muy breve, en el que hube de referirme a él en
términos críticos, aunque r~spetuosos 2 , y a otro, más extenso, anterior a
aquél, en el que no tuve necesidad alguna de citarle al intentar concretar
el alcance que para la Administración ha de tener necesariamente la formal
prohibición de arbitrariedad que, en relación a todos los poderes públicos
sin distinción, proclama el artículo 9.3 de nuestra Norma FundamentaC.
El tono del escrito de PAREJO, rigurosamente inhabitual en sede acadé-
mica, no parece que pueda explicarse en razón de las diferencias de criterio
existentes entre su valoración y la mía del poder discrecional y de su
. posible control por los Tribunales de la jurisdicción contencioso-adminis-
trativa. Mayores que éstas las ha habido en nuestra doctrina a propósito
de temas no menos importantes y nunca en tales casos se ha llegado a
extremos semejantes 4 •

1
L. PAREJO ALFONSO, Administrar y juzgar: dos funciones constitucionales
distintas y complementarias, Tecnos, Madrid, 1993.
2
Tomás R. FERNÁNDEZ, Juzgar a la Administración contribuye también a ad-
ministrar mejor, en el núm. 76 de «REDA», págs. 511 y sigs.
3
Tomás R. FERNÁNDEZ, Arbitrariedad y discrecionalidad, Ed. Civitas, Ma-
drid, 1991.
4
Sirva de ejemplo, por muchas razones, la mantenida por A. NIETO y J. R.
PARADA en los núms. 56, 57 y 59 de la «Revista de Administración Pública» a
propósito de los orígenes de nuestro contencioso-administrativo.
136 CAP. IV.-DE NUEVO SOBRE EL PODER DISCRECIONAL YSU EJERCICIO ARBITRARIO Il. LA DIMENSIÓN INDIVIDUAL YSOCIAL DE LA LUCHA POR EL DERECHO 137

Pienso por ello que lo que ha irritado a PAREJO hasta este punto ha sido consejo de GoETHE (Ui./3 dich nur in keiner Zeitlzum Widerspruch verlei-
que yo calificara de juristas de Estado a quienes, al igual que él, como ten!Weise fallen in Unwissenheit/wenn sie mit Unwissenden streiten).
«fruto, sin duda, de sus experiencias personales en el ejercicio de su profe- Paso, pues, por alto las poco consideradas alusiones personales de ca-
sión o de su mayor contacto o proximidad con las tareas del Estado o con rácter lingüístico que PAREJO ha tenido el dudoso gusto de deslizar en ·su
quienes desempeñan éstas» 5 , se encuentran más impregnados por lo que escrito9 , que sería muy fácil en este caso devolver y, por supuesto, renun-
he llamado la cultura estatocéntrica, expresión esta alusiva a una cierta 10
cio también a emularle en la referencia a la altura de su vida y de su obra ,
sensibilidad para con el Derecho y el Estado dominante históricamente en ya que mi propia vida sólo acierto a medirla en términos de longitud y
Europa y claramente contrapuesta a la que, a su vez, domina en los Estados lo que a lo largo de ella me he esforzado en hacer nunca ha generado en
U nidos de América. Que en ambos mundos esa sensibilidad dominante es mí otro orgullo que el del empeño que siempre he puesto en hacerlo.
diferente constituye una obviedad a estas alturas, más de siglo y medio ·
después de que lúcidamente llamara sobre ello la atención A. DE TocQUEVI- No puedo, sin embargo, renunciar a formular aquí, todo lo lisa y llana-
LLE6. Esto supuesto, resulta un tanto chocante cuando menos que PAREJO mente que sea capaz, algunas consideraciones sobre el tema de la arbitra-
riedad de la Administración con el único propósito de evitar, en lo posible,
califique de una «moda actual» esa sensibilidad que no es la suya y, sobre
que los lectores menos avisados o peor situados para poder valorar con
todo, que la impute a «una posición ideológica bien definida» 7, alusión
alguna seguridad de criterio lo que aparece en letra impresa puedan resul-
esta más propia de un mitin electoral que de un debate científico.
tar confundidos.
Situada en este terreno la polémica por mi colega, deja de interesarme
en absoluto como tal. Más aún, a fuer de sincero he de decir que no
sólo no tengo interés alguno en mantenerla, sino que me gustaría evitarla, II. La dimensión individual y social de la lucha por el
supuesto que PAREJO ignora no ya lo que significa la expresión juristas de derecho
Estado que tanto parece haberle molestado, sino también lo que significa El punto de apoyo en el que PAREJO hace descansar su crítica a mis
la palabra arbitrariedad y, por consiguiente, el principio constitucional trabajos precedentes quiere ser el «salto cualitativo» que, a su juicio, ha
que tan categóricamente la prohíbe, principio que para él «por su propia supuesto la promulgación de la Constitución vigente en el proceso histó-
generalidad y alta abstracción carece de contenido jurídico positivo míni- rico de reducción del poder al Derecho, salto «gracias al cual se superan
mamente significante» 8 y que para mí, en cambio, y para muchos como los términos en que se venía hasta entonces desarrollando y se coloca en
yo, es tan importante. Si a esa ignorancia se unen las graves confusiones un nuevo estadio la relación entre el poder judicial y el poder ejecutivo,
en que la irritación, que es mala consejera siempre, le ha hecho incurrir a más concretamente su dimensión administrativa» I 1•
mi contradictor, es obvio que lo más prudente en este caso sería seguir el
En esta idea insiste constantemente mi colega, que un poco más ade-
lante afirma que «a partir de la Constitución la cuestión no podía ser
Vid. Juzgar a la Administración ... , cit., pág. 518.
6 formulada ya, en el plano en el que estamos hablando, como conquista
La primera edición de De la démocratie en Antérique es de Ch. Gosselin,
París, ·1835. La primera edición en español es la traducción de la cuarta edición del poder administrativo por el Derecho, sino más bien como determina-
francesa de D. A. SÁNCHEZ DE BusTAMANTE, París, Rosa, 1836, el mismo año, por ción de los términos de realización del Derecho (en el ejercicio del poder
cierto, de la primera edición en alemán. Vid. el apéndice relativo a las ediciones
de la obra en la edición de J. P. MAYER, en el Fondo de Cultura Económica,
9
México, 1957, tercera reimpresión de 1978. /bidem, pág. 16, en la propia nota 2.
7 10
Cfr. Administrar y juzgar, cit., pág. 17, al final de la nota 2. /bidem, pág. 14, en la misma nota 2.
8 11
Ibidem, pág. 37. lbidem, pág. 19.
138 CAP. !V.-DE NUEVO SOBRE EL PODER DISCRECIONAL YSU EJERCICIO ARBITRARIO ll. LA DIMENSIÓN INDIVIDUAL YSOCIAL DE LA LUCHA POR EL DERECHO 139

administrativo y, por tanto, en su control judicial); no tanto, en consecuen- otra cosa que alinearse con las de los Estados que, gracias a ella, nos
cia, la sumisión misma al Derecho de ese poder, cuanto el control jurídico admitieron como socios suyos en la Comunidad Europea. En estos Estados
de éste». Como la Constitución ha constituido -dice, redundancia in- y, muy singularmente en Francia, Italia y Alemania, cuya doctrina jurí-
cluida- un Estado de Derecho en el que la Administración pública, en su dico-pública nos es más familiar, el tema del control jurisdiccional del
entera actuación, queda sometida a la Ley y al Derecho, la «lucha principal ejercicio del poder discrecional estaba ya en 1978 donde ahora lo tenemos
y general» se ha saldado normativamente con la conquista del poder admi- nosotros. Nuestra Constitución de 1978 no supone, pues, en el panorama
nistrativo por el Derecho, desapareciendo, en términos jurídico-constitu- comparado ningún «salto cualitativo» susceptible de colocar en otro esta-
cionales, todo nudo poder 12 • dio nuestro tema; simplemente nos ha colocado donde otros ya estaban y
Este modo de razonar es sencillamente desconcertante. Al leer estos ha dado, en consecuencia, solidez a nuestras bienintencionadas, pero pre-
pasajes del escrito de PAREJO un lector ingenuo que se acercase por vez carias, aplicaciones anteriores de los hallazgos que en este campo acerta-
primera al Derecho Administrativo podría llegar a pensar que las técnicas ron a hacer los Tribunales y los autores franceses, italianos y alemanes,
de reducción y control del ejercicio del poder discrecional de la Adminis- que nunca tuvieron la inocente pretensión de que sus respectivas Constitu-
tración, desde las viejas aperturas iniciales del exces de pouvoir hasta ciones, fuente confesada de inspiración de la nuestra, hubieran liquidado
el reciente descubrimiento de los conceptos jurídico indeterminados y la de una vez y para siempre «la lucha principal y general» a la que PAREJO
igualmente reciente potenciación de los principios generales del Derecho, se refiere.
en cuanto expresión de una justicia material especificada técnicamente en
función de los problemas jurídicos concretos y objetivada en la lógica El razonamiento de mi colega es tan insostenible que él mismo se ve
misma de las instituciones 13 , las hemos inventado nosotros y que nosotros obligado a matizarlo con una curiosa nota a pie de página 14 en la que
también hemos acertado a alumbrar ex novo un texto constitucional de introduce una sorprendente distinción entre esa «lucha principal y general»
nuevo cuño que, por fin, ha conseguido resolver para siempre el gran de la que habla y «la concreta y ordinaria de todos los días, renovada
combate entre el Poder y la Libertad que viene librándose sin interrupción constantemente en cada asunto y cada acción o decisión del poder públi-
desde el principio de los tiempos y que se prolongará inevitablemente co».
mientras existan seres humanos -gobernantes unos y gobernados otros-
sobre la Tierra. Pero, ¿de qué estábamos hablando? Yo, sinceramente, creía que hablá-
bamos de esto último, de la lucha cotidiana por el Derecho, de ese esfuerzo
Nada más falso que esto, como es evidente. Nuestra Constitución de permanente al que todos sin excepción, juristas y no juristas, estamos
1978, que brilla, ciertamente, como una espléndida excepción por muchas obligados porque, como decía lHERING, la lucha es la esencia del Derecho.
razones en el contexto atormentado de nuestra era constitucional, no hizo «Resistir la injusticia es un deber del individuo para consigo mismo, por-
12
que es un precepto de la existencia moral; es un deber para la sociedad,
lbidem, pág. 42.
13 porque esta resistencia no puede ser coronada por el triunfo más que
Vid. E. GARCÍA DE ENTERRÍA, Reflexiones sobre la Ley y los principios gene-
rales del Derecho en el Derecho Administrativo, publicado inicialmente en el núm. cuando es general», mucho más en el ámbito del Derecho Público, ya que
40 de la «Revista de Administración Pública» y hoy recogido en el volumen Refle- «toda disposición arbitraria o injusta emanada del poder público es un
xiones sobre la Ley y los principios generales del Derecho, 1a ed., Civitas, Madrid,
1984. En concreto, la frase recogida en el texto procede literalmente del Curso de atentado contra el sentimiento legal de la Nación y, por consecuencia,
Derecho Administrativo, vol. I, de E. GARCÍA DE ENTERRÍA y Tomás R. FERNÁNDEZ contra su misma fuerza. Es un pecado contra la idea del Derecho que recae
y, concretamente, del capítulo relativo a la discrecionalidad y su control y figura
en él desde la primera edición de la obra en 1974. Vid. en la sexta, que es la actual,
14
pág. 461. Cfr. Administrar y juzgar, pág. 42, nota 1.
140 CAP. IV.-DE NUEVO SOBRE EL PODER DISCRECIONAL Y SU EJERCICIO ARBITRARIO III. EL NOVUM DE LA CONSTITUCIÓN DE 1978 141

sobre el Estado, el cual suele pagarlo con exceso, con usura. La idea del todo, una diferente concepción de lo que el Derecho ha significado, signi-
Derecho y la del interés del Estado se dan aquí la mano» 15 • fica y debe significar siempre en la vida social, como obra de civilización
«La esencia del sentimiento jurídico no consiste tan sólo -sigo citando que es.
al gran jurista alemán 16- en saber que el Derecho existe, sino también en Luego volveré sobre esto.
desearlo» y, claro está, en actuar en consecuencia, porque la «acción es
para el sentimiento legal lo que el aire para la llama; si la amenguáis o
paralizáis, concluiréis con tal sentimiento» 17 • No basta saber, por tanto, 111. El novum de la Constitución de 1978
que la Constitución de 1978 existe. «La virtud misma, ¡quién lo diría!, La Constitución de 1978 no ha modificado en absoluto el tema del
tiene necesidad de límites», como advirtió lúcidamente MoNTESQUIEu 18 • poder discrecional de la Administración, ni le ha aportado una legitima-
ción que siglo y medio atrás no tuviera. Siempre fue legítimo. Siempre
No hay, pues, una «lucha principal y general» y una «lucha concreta
fue y siempre será necesario. Nadie lo ha puesto en duda nunca, porque
y ordinaria» por el Derecho, como PAREJO curiosamente afirma. Hay sólo
era y es una exigencia indeclinable del gobierno humano 20 • El principio
un escenario, el de la realidad de todos los días, y en ése tenemos que
democrático y su reflejo en la Administración, extremos ambos en los que
movernos los juristas positivos y desplegar nuestro esfuerzo de modestos
tanto hincapié hace PAREJO, tampoco constituyen una novedad, y si la doc-
artesanos de la Justicia. Lo demás son sólo palabras, meras palabras, ruido
trina alemana insiste en ellos de modo especial es sólo en razón de la
puro y simple si son orales; papel de envolver si son escritas.
peculiar evolución política de aquel país y del peso de una tradición que
Claro que para entender esto hay que partir de una cierta idea del viene del dualismo característico del Imperio alemán.
Derecho. «El ciego de nacimiento -y vuelvo a IHERING 19- no puede conce- Las cosas en este punto siguen estando donde estaban. El discurso
bir la sombra; el que ignora el Derecho no puede conocer la arbitrariedad. sobre el poder discrecional que PAREJO cree tan moderno y tan nuevo sólo
El conocimiento de la arbitrariedad implica el del Derecho». tiene de nueva la retórica, que es ahora otra, ciertamente, ni siquiera mejor,
Pienso por ello que lo que nos separa a PAREJO y a mí no es sólo una aunque sí más pretenciosa y barroca. Hace siglo y medio se decía lisa y
distinta inteligencia de la Constitución de 1978 (que, por cierto, puso espe- llanamente que «hay actos que emanan de la Administración en virtud de
cial empeño en intensificar las técnicas de control de la actividad de la su derecho general y constitucional de proveer a las necesidades de la
Administración, empeño que hay que agradecer, especialmente, a quienes sociedad, de la política, de las diversas ramas de la organización adminis-
trativa» y que tales actos «corresponden a un poder discrecional confiado
entonces eran minoría y hoy, desde hace once años, nos gobiernan, lo cual
a la Administración en vista del interés colectivo de la agricultura, de la
demuestra que nuestra discrepancia no es cuestión de ideología, como con
intención claramente descalificante dice mi colega), sino también, y sobre industria o del comercio», por lo que, al ser de pura facultad, «no caen
bajo la jurisdicción» 21 •
15
Cfr. R., voN IHERING, La lucha por el Derecho, versión española de A.
PosADA c?n prolog~ de Leopol?o ALAS (CLARÍN), nueva edición, Librería General 20 Tomo la frase nuevamente de E. GARCÍA DE ENTERRÍA, La lucha contra las
de V. Suarez, Madnd, 1921, pags. 27 y 98, respectivamente. inmunidades del poder en el Derecho Administrativo, en el núm. 38 de la «Revista
,
16
Cfr. R. voN IHERING, El fin en el Derecho, Ed. Heliasta, Buenos Aires 1978 de Administración Pública» (edición separada en Civitas, 1974), de donde pasa
pag. 174. ' ' luego al Curso, vol. 1, ya citado, desde su primera edición también. Vid. hoy pág.
17
La lucha por el Derecho, cit., pág. 99. 442 de la sexta.
21 Reproduzco aquí la cita de M. F. LAFERRIERE, Cours théorique et pratique
D~ !'esprit des loix, cap. IV del Libro XI, en Oeuvres de Monsieur de
18
de Droit Public et Administratif, tome deuxieme, 4a ed., París, 1854, págs. 733 y
Montesqweu, tome premier, Londres, chez Nourse, 1769, pág. 309. sigs., que ya hice en mi Arbitrariedad y discrecionalidad, cit., pág. 26, para no
19
El fin en el Derecho, cit., pág. 174. cambiar de referencias.
142 CAP. !V.-DE NUEVO SOBRE EL PODER DISCRECIONAL Y SU EJERCICIO ARBITRARIO IIl. EL NOVUM DE LA CONSTITUCIÓN DE 1978 143

Hoy PAREJO dice lo mismo, pero, siguiendo la ironía de don Eugenio «el sistema de la Ley Fundamental de garantías del orden constitucional
d' Ors, lo ha oscurecido notablemente, por suponer, quizá, que con ello cuidadosamente estudiadas cobra su verdadero sentido; y sólo desde este
gana en prestancia el viejo argumento. Sirva de prueba este notable párrafo punto de vista puede aclararse también el significado de la discutida fór-
de su escrito: «en amplios sectores administrativizados de la vida social mula de sujeción del Poder Ejecutivo y de la Administración de Justicia
la programación o vinculación por parte de la Ley formal es ya sólo del "a la Ley y al Derecho"» 24 •
tipo calificable de "relacionar en función de fines-objetivos", que supone
Es a partir de aquí, de esta «enérgica pretensión de validez de las
una abierta remisión de la decisión al escalón administrativo y, por tanto,
normas materiales de nuestra Constitución» en cuanto expresión de aquel
la generación del correspondiente espacio administrativo de configuración
orden de valores 25 , como cobra su verdadero sentido, según BACHOF, el
social, en el que el poder público administrativo debe actuar bajo la propia
control judicial de la Administración que, ciertamente, es anterior a la Ley
responsabilidad. En ese espacio, la Administración Pública es hoy, pues,
Fundamental, pero que con ésta adquiere una eficacia renovada, como
el locus de creación de la regla, por tener conferida la competencia para
el profesor alemán explica en términos lapidarios, que es aquí forzoso
ello. Ésta es la realidad, guste o no. Y el jurista debe enfrentarla y darle
destacar:
una respuesta adecuada dentro del orden constitucional» 22 •
«El control de legalidad de la Administración significa hoy, al mismo
Aquí, en el modo de enfrentar esta vieja cuestión, es donde está, preci- tiempo, control de constitucionalidad de la Administración; significa que
samente, el auténtico novum que la Constitución de 1978 y, antes que ella, también se controla a la Administración sobre el cumplimiento del sistema
de valores de la Constitución. Y no sólo porque la Ley aplicada por la
la Gundgesetz, de la que la nuestra ha tomado, como es bien conocido, la Administración únicamente puede cubrir la actuación administrativa cuando
fórmula «Ley y Derecho», han aportado al asunto. No lo digo yo. Lo dijo ella misma supone por su parte un control de constitucionalidad: hasta aquí
el control de constitucionalidad de la Administración es aún control prima-
O. BACHOF en su célebre discurso rectoral de 1959 al explicar por qué la rio de constitucionalidad de la legislación. Sino también porque la Adminis-
Ley Fundamental de Bonn ha erigido al juez en guardián de la Constitu- tración se ve directamente confrontada con la Constitución, sin posibilidad
ción, con la consiguiente disminución del poder del Legislativo y del Eje- de cubrirse con la Ley ordinaria en esa amplia zona que le es abandonada
a sus propias decisiones -bajo las rúbricas de arbitrio y de margen de discre-
cutivo que dicha opción supone23 • La respuesta a esta pregunta -que sigue cionalidad-. De nada sirve a la Administración el aludir a un margen de
siendo hoy el nudo de la polémica- la situó BACHOF, como es sabido, en arbitrio que le haya sido expresamente concedido por la Ley, cuando el
una vuelta a concepciones antiguas, pero nunca olvidadas del todo, sobre juez puede objetarle con éxito que, si bien ha tenido en cuenta los límites
concretos de arbitrio según la Ley especial, sin embargo, no ha observado
el Estado y el Derecho, en un retorno de la Norma Fundamental de la idea las normas constitucionales !imitadoras de todo arbitrio» 26 •
de «la Ley como previa al Derecho» a la de «el Derecho como previo a
la Ley», en la afirmación, en definitiva, de «la existencia de un orden de Este planteamiento, tan magistralmente expuesto por BACHOF, es tam-
valores anterior al Derecho y al que éste está sujeto -por cierto, no en el bién el que resulta de nuestra propia Constitución de 1978, como ha desta-
sentido de un sistema racional o de Derecho Natural cerrado, deducible cado con brillantez no menor el profesor ÜARCÍA DE ENTERRÍA, maestro
de ese orden de valores, sino en el de la inamovible fuerza vinculante que común de mi contradictor y mío. Nuestra Norma Fundamental «no califica
tienen los últimos valores de la justicia, a los que pertenecen por lo menos al Estado sólo de Estado democrático, sino de Estado democrático de De-
la personalidad (la "autonomía del ser") del hombre y la prohibición de recho». «Lo cual quiere decir un Estado donde el poder del Estado, demo-
arbitrariedad, así como, correlativamente, la unión con el prójimo y la cráticamente formado, está vinculado al Derecho, en el sentido de sus
responsabilidad dentro de la comunidad-», en cuyo marco y sólo entonces
24
Ibídem, pág. 46.
25
22
Cfr. Administrar y juzgar, cit., pág. 72. Ibídem, pág. 39.
26
23
Cfr. O. BACHOF, Jueces y Constitución, ed. en Civitas, Madrid, 1985. Ibídem, pág. 43.

UNIVERSI ANTI UIA


144 CAP. IV.-DE NUEVO SOBRE EL PODER DISCRECIONAL Y SU EJERCICIO ARBITRARIO V. SOBRE EL CONCEPTO DE ARBITRARIEDAD 145

valores materiales y de sus principios generales» 27 , lo que «asigna a los distinta, como la fórmula dual «Ley y Derecho» subraya expresivamente.
jueces un papel central en el sistema», porque «un Estado de Derecho Indiferente jurídicamente no hay nada a priori en un Estado material de
entendido como Estado de Justicia, sin un aparato judicial capaz de con- Derecho, que reconoce un orden de valores preexistente y se ordena a su
cretar ésta, para imponerla como una realidad social efectiva, sería una efectiva realización.
burla y, finalmente, una fuente de grave frustración», y les remite a una La solución concretamente elegida por la Administración así apode-
«"jurisprudencia de valores" materiales, presididos por el primer valor que rada por la Ley en un caso dado podrá resultar a priori indiferente jurídica-
es la justicia y todos los demás valores concretos a que el Estado material mente cuando el juez no encuentre en el Derecho, que es su único instru-
de Derecho sirve», apartándose de su viejo papel de aplicadores mecánicos mento posible, una fuente de reproche30 . Que esto ocurra con f recuencm .
y rutinarios de las Leyes, entendidas como simples reglas externas 28 • o, incluso, en la mayoría de los casos, es otra cuestión, que en absoluto
De estas ideas, de esta comprensión del Derecho y del Estado, demo- autoriza a poner el carro delante de los bueyes.
crático ciertamente, pero material de Derecho, que la Constitución de 1978 Toda decisión de la Administración, por discrecional que sea, es sus-
hace suyas y del papel que en el marco de la misma corresponde a los ceptible de control judicial, y ese control no es de mera legalidad, como
jueces, que es el verdadero novum que aquélla aporta a nuestro tema, es PAREJO afirma31 , sino de juridicidad, supuesto que la Administración ha de
de donde yo he partido. En ellas me he formado, en ellas creo y por creer actuar «con sometimiento pleno a la Ley y al Derecho» (art. 103.1 de la
en ellas me sigue pareciendo atractiva la profesión que elegí hace ya más Constitución), amén de «a los fines que la justifican» (art. 106.1). El juez
de treinta años, que, de otro modo, no tendría para mí el más mínimo puede llegar en su crítica y en su decisión sobre los actos discrecionales
sentido. Que PAREJO no participe de esa misma creencia, que BACHOF cree de la Administración tan lejos como el Derecho le permita. La última
32
característica de la «cultura occidental» 29 , es cosa suya, naturalmente. palabra la tiene siempre el Derecho •

IV. La última palabra la tiene el Derecho V. Sobre el concepto de arbitrariedad


Aclarada esta cuestión, que PAREJO admite no sin vacilaciones como
De lo hasta aquí dicho se desprende con claridad que la última palabra, ya he notado 33 , es ya el momento de entrar en el examen del principio
constitucionalmente hablando (la Letzentscheidung, como gusta decir la
doctrina alemana), no la tienen ni la Administración ni el juez; la tiene el 30 Me parece que dejé muy clara mi J?Osición en esteyunto en mi ~rbitrarie­
Derecho. La Administración puede elegir libremente, cuando la Ley le dad y discrecionalidad, cit., págs. 117 y sigs., pero, por SI acaso, lo repito nueva-
mente, ya que mi colega y contradictor parece haberse saltado esas páginas.
concede margen para ello, una solución concreta entre las varias legal- 31 Cfr. su Administrar y juzgar, cit., págs. 48 y sigs.
mente posibles. El propio margen creado al efecto por la Ley habilitante 32 Con toda su complejidad y también, por supuesto, con todas sus limitacio-
del poder discrecional hace que todas las soluciones susceptibles de ser nes, como indiqué claramente en el lugar citado en la nota 30.
imaginadas dentro de él sean, en principio, indiferentes. Pero, ¡cuidado 33 Acepta PAREJO, ciertamente, en su Administrar y juzgar, cit., que el control
de legalidad es «jurídico o de Derecho» (_pág. 50), Y. que, el sistema de fuentes no
con los adjetivos, porque aquí es frecuente resbalar por pura inadvertencia!, se agota en la Ley (pág. 52), pero da a est~ una pn~~cia que ~ncubre un~ cl~r~
legalmente indiferentes, no indiferentes jurídicamente, que es cosa muy minusvaloración del Derecho y del ordenamiento JUndico (« ... solo postula ;urzdz-
camente la exclusión de las decisiones basadas en la mera y nuda voluntad del
27
poder y no respaldadas por el ordenamient?; en P.articular por la_ Ley», págs. ~4 'j
Cfr. E. GARCÍA DE ENTERRÍA, Principio de legalidad, Estado material de 45; las cursivas son mías). Esto y su negac10n al JUez de la capacidad de cont:Ibt~Ir
Derecho y facultades interpretativas y constructivas de la jurisprudencia en la a «la generación de reglas jurídicas (ni siq_uiera de ~asC! conc:eto)», que, segun el,
Constitución, en el volumen Reflexiones sobre la Ley, cit., pág. 104. debe limitarse a hallar en sede interpretativa y aplicativa (p_ag. 50), n?s sep~ra ,a
28
Ibídem, pág. 109. ambos sin remedio. Sobre el papel del juez en la construccion de un sistema JUfl-
29
En Jueces y Constitución, cit., pág. 47. dico abierto, me remito a las precisiones de E. GARCÍA DE ENTERRÍA, Principio de
146 CAP. IV.-DE NUEVO SOBRE EL PODER DISCRECIONAL Y SU EJERCICIO ARBITRARIO V. SOBRE EL CONCEPTO DE ARBITRARIEDAD 147

constitucional de interdicción de la arbitrariedad, que para mi colega tan exactos). Así el que dice: «Se olvida también que, en la Constitución, el
poco significa. principio de interdicción de la arbitrariedad está referido, tanto por su
El razonamiento de PAREJO al respecto se hace aquí particularmente ubicación sistemática (Título Preliminar), como por su misma formula-
confuso y contradictorio, como siempre suele ocurrirle cuando, saliendo ción, a todos los poderes públicos sin distinción y, por tanto, desde luego
del ámbito jurídico urbanístico que es el suyo34 , aborda temas generales y para el administrativo, pero también para el judicial. En consecuencia, por
se aventura más allá de la mera exposición de la literatura alemana, a la sí mismo y directamente no constituye un argumento válido para determi-
36
que suele dedicar siempre una parte importante de sus escritos 35 • nar el control de este último sobre el ejecutivo-administrativo» •
Por lo pronto, en el que ahora estoy comentando hay párrafos sencilla- Es éste un auténtico nonsense, cuya lógica llevaría a negar a la Constitu-
mente ininteligibles (o que sería mejor -para él- no entender, para ser más ción y al resto del ordenamiento jurídico el carácter de argumentos válidos
para juzgar, incluso, a los propios particulares, ya que tanto éstos como los
legalidad, Estado material de Derecho y facultades interpretativas y constructivas
de la jurisprudencia constitucional, cit., págs. 92 y sigs. «El juez debe, pues, inexo- jueces están vinculados a la una y al otro, según proclama el mismo precepto
rablemente -dice, en concreto, en pág. 102- "construir en Derecho" todos y cada que consagra el principio de interdicción de la arbitrariedad.
uno de los preceptos legales antes de proceder a su aplicación. Esa "construcción
en Derecho", que luego intentaremos precisar, tiene un significado claro para los Pero esto es sólo una anécdota. Lo peor y lo que hace confuso el
juristas, aunque no resulte fácil explicarlo para quienes no lo son». PAREJO, está discurso argumental de PAREJO en este punto es que no tiene una concien-
claro, no lo ha entendido.
34 cia clara de lo que significan las palabras arbitrariedad y arbitrario, que
En este concreto ámbito, que es en el que se formó y en el que ha conse-
guido notoriedad, su trabajo merece, indiscutiblemente, un reconocimiento que no no sigue una línea lógica definida y que involucra ab initio el problema
sería justo regatear. de la arbitrariedad de una decisión administrativa con el de la eventual
35
Yo no creo en absoluto que se haya puesto de moda desacreditar el recurso sustitución por el juez de esa decisión, que es un problema radicalmente
comparado a la dogmática alemana, como PAREJO dice en su Administrar y juzgar,
pág. 16, en nota, aunque sí sea nuevo el recurso comparado al Derecho anglosajón distinto de aquél, que hay que plantear y resolver en otra sede y a partir
y, principalmente, norteamericano, que el substrato federal de nuestra Constitución de otros preceptos constitucionales y legales y de otros presupuestos con-
y la introducción por ésta de un sistema de justicia constitucional han hecho obli- ceptuales. Como yo tuve buen cuidado en separar ambas cuestiones en los
gado; no en vano tanto el federalismo, como lajudicial review se inventaron en los
Estados Unidos de América. El haber abierto nuestra Ciencia jurídica al Derecho escritos que PAREJO tan desafortunadamente combate, me cuesta creer que
norteamericano es un mérito más que hay que unir a la larga lista que enriquece el mezclarlos se deba sólo a mera torpeza, aunque no lo descarto, y no a
el fecundo magisterio de GARCÍA DE ENTERRÍA, que, por lo demás, ha dado ejemplo
en este caso y siempre de cuándo, cómo y para qué debe apelarse al Derecho un maniqueísmo consciente, que por elemental sería también torpe.
comparado, integrándolo en la trama del propio discurso. De este ejemplo se aparta Empecemos por el principio: el concepto de arbitrariedad. La palabra
notablemente, como es bien notorio, PAREJO, que, en muchos casos, hace oficio de
divulgador de la doctrina alemana, presentándola, además, como algo monolítico es relativamente moderna, aunque el adjetivo del que procede, tanto en
y compacto, a fuerza de silenciar las opiniones contrarias a las que decide divulgar castellano como en francés, inglés e italiano, el latino arbitrarius, sea muy
y los datos necesarios para contextualizar adecuadamente sus afirmaciones, como antiguo37 • Esa antigüedad ha contribuido a ensanchar extraordinariamente
más adelante habrá ocasión de comprobar al hacer referencia al supuesto activismo
de nuestros jueces. Lo mismo hace en su Administrar y juzgar, págs. 104 y sigs.,
36
con su excursus sobre el sistema norteamericano, en el que, naturalmente, no apa- Cfr. Administrar y juzgar, cit., pág. 46.
rece referencia alguna a la obra de R. DwoRKIN, Taking rights seriously, Harvard 37 El sustantivo arbitrariedad, de menor uso en otras lenguas que en la nues-
Univ. Press, Cambridge, 1977, ni tampoco, por supuesto, a los autores que E. tra, aparece tardíamente porque es una derivación del. adjetivo arbitrario (arbi-
GARCÍA DE ENTERRÍA cita en su ¿Es inconveniente o inútil la proclamación de la trary, arbitraire, arbitrário) en la significación peyorativa ~ la que_ se alude en el
interdicción de la arbitrariedad como principio constitucional? Una nota, en el texto. El Diccionario de Autoridades de la Real Acadellla Espanola no recoge
núm. 124 de la «Revista de Administración Pública», págs. 211 y sigs., y, en dicho sustantivo, aunque sí, por supuesto, el adjetivo, en la doble versió~ de «lo
concreto, en la pág. 228, nota 6, aunque en este caso esa referencia era obligada. que depende únicamente d~ la voluntad Y. ar?~trio de un~». y de «absoluto, mdepen-
A este modo, nada ortodoxo, de manejar el Derecho comparado y, muy particular- diente, despótico, libre y sm la menor sujecwn», que. ut~hza ~a SAA~EDRA FAJA~Do
mente, el alemán es al que yo me referí críticamente en mi Juzgar a la Administra- en sus Empresas políticas. MARTÍN ALoNso, en su Dzccwna_rw Medzeval.Espanol.
ción, cit., pág. 520, nota 24. Desde las Glosas Emilianenses y Silenses (s. X) hasta el szglo XI, acredita el uso
V. SOBRE EL CONCEPTO DE ARBITRARIEDAD 149
148 CAP. IV.-DE NUEVO SOBRE EL PODER DISCRECIONAL Y SU EJERCICIO ARBITRARIO

su campo semántico a lo largo del tiempo, por lo que conviene huir de las
del adjetivo arbitrario en los siglos XIV y xv, pero sólo en relación a la pena simplificaciones excesivas.
arbitraria, esto es, «aquella que entendieren que más cumple», pero tampoco recoge
la voz arbitrariedad, cuya función parece cumplir una de las acepciones de arbitrio, Originariamente arbitrarius es lo referente al árbitro, que no es sino
como «voluntad no gobernada por la razón, sino por el antojo o capricho», aunque
el texto de PuLGAR que cita no es inequívoco y ni ese texto, ni esa acepción de un ciudadano romano al que el pretor asigna la decisión en la fase apud
arbitrio aparecen en el Diccionario de Autoridades. El Diccionario Castellano con iudicem de un proceso, cuyos términos concretos el propio pretor ha fijado
las voces de las Ciencias y las Artes y sus correspondientes en las tres lenguas
francesa, latina e italiana de E. TERRERos y P ANDO, Madrid, Imp. de lb arra, 1786, previamente en la fase in iure, de forma que aquél sólo tiene que compro-
tampoco incluye el sustantivo arbitrariedad aunque da ya del adjetivo arbitrario bar la realidad de los hechos generadores del litigio y aplicar a lo que
una acepción muy próxima a la actual («lo que se hace voluntariamente contra la
Ley y razón»). F. LÁZARO CARRETER me ha indicado que arbitrario, en su acepción resulte probado la fórmula preestablecida. La libertad del árbitro es, en
etimológica no peyorativa, se documenta abundantemente desde el siglo XVI hasta , realidad, mínima por esta razón y, desde luego, no entran inicialmente en
el xvrrr y que es en este siglo, con el padre FEIJOO, cuando aparece el primer
testimonio de la acepción moderna. Así al referirse a la Astrología Judiciaria, cuyos ella ni la nuda voluntad, ni el mero capricho de aquél, que la idea republi-
38
preceptos califica de «absolutamente arbitrarios, sin fundamento alguno ni de ra- cana de la libertas, por otra parte, excluye •
zón, ni de experiencia» (1.727), aunque esa nueva acepción todavía convive con
la antigua («hay gran diferencia entre el estudio arbitrario y el forzado»).
Según LÁZARO, en el siglo XIX la acepción moderna de arbitrario domina con Ni siquiera fuera del ámbito del proceso el arbitrium supone una vo-
exclusividad desde el principio. A pesar de ello la voz arbitrariedad, traslación de luntad enteramente libre, pues, como recuerda TITo LIVIO, los propios em-
esta acepción peyorativa, no se incluye en el Diccionario de la Real Academia hasta
su 6a edición de 1822, en el suplemento del mismo, como «proceder o dictamen según bajadores que Roma enviaba para concluir la paz con sus enemigos eran
el propio capricho y contra las reglas de la razón». En ese sentido se emplea ya media instruidos previamente a este fin por el Senado (quibus mandatorum sena-
docena de veces en el Discurso preliminar a la Constitución de 1812, atribuido a AR-
GÜELLES. Cito aquí una sola de ellas, muy expresiva, amén de actual por referirse al tum), de forma que su liberum arbitrium resultaba moderado «populo Ro-
tema de la ejecución de sentencias: refiriéndose a la autoridad de los jueces y tribuna- . • 39
mano permzttentl» .
les, dice el autor del Discurso que «ésta es preciso que se extienda a hacer que se
lleven a efecto sus decisiones para que no sean ilusorias, sin que por eso puedan influir
de ningún modo en la suspensión o retardo en su ejecución. Cualquiera facultad en Es en el Imperio, al compás del deterioro de las viejas virtudes republi-
esta parte introduciría en los Tribunales la más funesta arbitrariedad». Vid. A. ARGÜE- canas, cuando el adjetivo arbitrarius empieza a adquirir las connotaciones
LLES, Discurso preliminar a la Constitución de Cádiz, CEC, Madrid, 1981, pág. 99;
también en págs. 86, 100, 109 (dos veces) y 110. de caprichoso, vago o infundado que ya muestran las Noches Aticas de
En francés, el adjetivo arbitraire, en el sentido de voluntad libre, poder soberano, Auuo GELLIO (nullo scientiae fundo concepto, sed fusa et vaga et arbitra-
sólo regido por la voluntad, pena arbitraria, figura en la primera edición del Dic-
tionnaire de l'Académie Fran(aise de 1694. Cuatro años antes el Dictionnaire
universel de A. FuRETIERE recoge los mismos significados, con un importante matiz él escribe. Vid. El fin en el Derecho, cit., págs. 176 y sigs. Sobr~ el uso actu~l de
(«qui dépend de l'estimation des honunes, qui n'est point fixé par le droit, ni par la misma en el lenguaje jurídico, vid. las precisiones de E. GARCIA DE ENTERRIA en
la loi, o u il ne s 'agit que du plus o u moins »). El Dictionnaire de la langue fran<_;:aise ¿Es inconveniente ... ?, cit., en nota 4.
de E. LITTRE, 2a ed., París, 1800, añade ya el significado de despótico, con citas de 38 Sobre el proceso romano puede consultarse cualquiera de los Manuales de
BossuET y de VoLTAIRE, que recoge también el Dictionnaire historique de la langue Derecho Romano al uso. Yo he utilizado el de A. ToRRENT: M_anu~l de Derecho
fran(aise de la Academia Francesa, París, 1888. En ambos se incluye también el Privado Romano, Zaragoza, 1991, a quien agradezco su~ mdiCacwnes sobre el
sustantivo (l'arbitraire), con cita de MoNTESQUIEU, De !'esprit des loix, X, 3 («Les significado del término arbitrario y su evolución. Sobre el sistema proce~al romano
auteurs ont donné dans l'arbitraire»). puede verse también en castellano el libro de V. ARANGIO Rmz, Las accwnes en el
La evolución es semejante en italiano. Vid. S. BAITAGLIA, Grande dizionario della Derecho Privado Romano, Ed. Rev. de Derecho Privado, Madrid, 1945. ~o?re la
lingua italiana, Turín, 1961, y C. BAITISTI y G. ALESSIO, Dizionario etimologico idea de la libertas romana vid. el discurso académico de U. A~ v ~RE~, !A ;urzsP.ru-
italiano, Florencia, 1950. dencia romana en la hora presente, Madrid, 1966. La Lex Julla zudzcwru,m przva-
Para el inglés me remito al análisis que hago en el texto de la obra de J. LocKE torum, dada por Augusto el 17 antes de Cristo, obligó formalmente a los ar?Itros a
que, hasta donde yo sé, es el primero en utilizar la palabra arbitrary en el sentido observar una estricta fidelitas con respecto a la fórmula otorgada por el magistrado.
peyorativo que aquí interesa. 39 La referencia a TITO LIVIO en este punto es común en todos los diccionarios
Para el alemán me Fttengo a las precisas explicaciones de R. voN lHERING sobre los
significados de la palabra Willkiir en el Derecho histórico y en el tiempo en que latinos.
150 CAP. IV.-DE NUEVO SOBRE EL PODER DISCRECIONAL Y SU EJERCICIO ARBITRARIO V. SOBRE EL CONCEPTO DE ARBITRARIEDAD 151

riaf0 y que abren y ensanchan extraordinariamente en los siglos posterio- último de todo poder, incluido el propio poder legislativo46 • LocKE es ex-
res el campo semántico inicial, incorporando progresivamente al mismo plícito al respecto cuando, al referirse al ejército y a la vida militar, afirma
desde la facultad de decidir en justicia sin atenerse a reglas y formas con toda naturalidad que allí donde es necesario un poder absoluto no
preestablecidas, como el árbitro de equidad de nuestros días, hasta los necesita ser éste precisamente arbitrario, sino que sigue estando limitado
significados claramente peyorativos que identifican arbitrario con despó- por la razón y confinado al servicio de aquellos fines que en algunos casos
tico o tiránico o con actuación «sin fundamento alguno, ni de razón, ni de exigen que sea absoluto ( «and to let us se e that even absolute power,
experiencia» 41 , pasando por el significado de neutral, de voluntario, en el where is necessary, is not arbitrary by beeing absolute, but is still limited
sentido de espontáneo o no forzado 42 • by that reason and confined to those ends which required it sorne cases
Esta pluralidad de significados heterogéneos se terminará venciendo to be absolute»f7 •
en el siglo de la razón y de las luces del lado de los de carácter peyorativo,
Hace, pues, trescientos años ya que el principio de interdicción de la
y así, a partir de LocKE, arbitrario será ya predominantemente sinónimo
de despótico, absoluto, tiránico, no limitado por ley alguna (despotical arbitrariedad no se agota en la condena del despotismo y en la correlativa
power is an absolute, arbitrary power one man has over another to take expresión del postulado de la democracia liberal del gobierno de y por las
his life whenever he pleases43 ), caprichoso en suma (el poder «ought not Leyes y no de y por los hombres, como PAREJO pretende, y que es no
to be arbitrary and at pleasure» 44 ). Lo mismo, naturalmente, en MoNTES- sólo legítimo, sino obligado, derivar de él otros contenidos y significados
QUIEu45. jurídicos más concretos, contra lo que él dice48 , entre ellos y fundamental-
mente el que la jurisprudencia que él critica ha acertado a destacar.
En ambos, sin embargo, lo arbitrario no se reduce a esto. Arbitrario
es, también y sobre todo, lo contrario a la razón, que constituye el límite La cuestión es bastante obvia, por lo demás, entre nosotros, si se tiene
40
presente cómo llega al artículo 9.3 de la Constitución el principio de inter-
La cita de Auw GELLIO y de sus Noches áticas, como punto de partida de
la evolución del adjetivo arbitrarius en el Dictionnaire des Antiquités grecques et dicción de la arbitrariedad de la mano de Lorenzo MARTÍN-RETORTILLO,
romaines, de DAREMBERG-SAGLIO, París, 1877, cuya consulta me facilitó A. To- entonces Senador, cuál es el espíritu que alienta su enmienda y cuáles las
RRENT. También la he encontrado, aunque en términos menos precisos, en C. BAT- fuentes doctrinales de las que se nutre. El propio MARTÍN-RETORTILLO ha
TISTI y G. ALESSIO, Dizionario Etimologico Italiano, cit.
41
En la obra de FEuoo, que me indicó F. LÁZARO CARRETER, vid. nota 37. explicado todo ello minuciosamente en el libro que recoge sus experien-
42
Vid. también las referencias incluidas en nota 37. cias parlamentarias49 , y GARCÍA DE ENTERRÍA, que treinta años atrás dibujó
43
Cfr. Of civil government. Two treatises by John Locke, Londres-Toronto, con precisión los perfiles jurídicos del principio en cuestión y explicó su
Pub. por J. M. Dent and Sons Ltd. y en Nueva York por E. P. Dutton and Co., contenido sustantivo, ha vuelto a recordarlo no hace mucho en su réplica
1924, pág. 205.
44
Ibídem, pág. 187. a RuBio LLORENTE50 • A ambos autores remito ahora a PAREJO, para no fati-
45
Recuerdo aquí simplemente el principio de De !'esprit des loix, cit.: «Les gar con repeticiones innecesarias a la gran mayoría de los lectores, que
loix, dans la signification la plus entendue, sont les rapports nécessaires qui déri- tienen, sin duda, muy presentes los textos a que me refiero.
vent de la nature des choses... Ainsi la création, qui paroft gtre un acte arbitraire,
suppose des regles aussi invariables que la fatalité des athées.» No es necesario
46
en este caso, me parece, prolongar las citas de textos que son sobradamente conoci- Of civil government. Two treatises by John Locke, cit., págs. 184 y sigs.
dos («La loi, en général, est la raison humaine, en tant qu 'elle gouverne tous les 47
Ibídem, pág. 188.
peuples de la terre», I, 3, pág. 12), ni insistir tampoco en el significado de las 48
En su Administrar y juzgar, cit., pág. 45.
expresiones «Órdenes arbitrarias» y «actos arbitrarios» en los artículos 7 y 11, 49
respectivamente, de las Declaraciones de los Derechos del Hombre y del Ciuda- Cfr. L. MARTÍN-RETORTILLO, Materiales para una Constitución (Los traba-
dano de 1789 y 1793. En estas fechas, cien años después de la publicación de la jos de un profesor en la Comisión Constitucional del Senado), Akal ed., Madrid,
obra de LocKE, las diversas acepciones peyorativas de la palabra «arbitrario» son 1984, págs. 56 y sigs.
50
ya moneda corriente. Vid. GARCÍA DE ENTERRÍA, ¿Es inconveniente ... ?, cit.
VI. LA CUESTIÓN CRUCIAL DE LA MOTI VACIÓN 153
152 CAP. IV.-DE NUEVO SOBRE EL PODER DISCRECIONAL Y SU EJERCICIO ARBITRARIO

Diré sólo, a modo de resumen, que el principio de interdicción de la Esa falta absoluta de motivación, esa inexistencia de todo vínculo con la
arbitrariedad que la feliz iniciativa de nuestro colega logró llevar al texto realidad, choca con «la necesidad humana de motivación», lo que lleva,
de la Constitución tiene en ésta un doble significado: en un sentido gené- como resaltan DucROT y ToooRov53 , a crear signos que encuentran, al me-
rico, correlativo de la idea ya antigua que ve en la arbitrariedad el reverso nos, una motivación secundaria en la existencia de una clase en la que el
o el negativo de la Justicia y el Derecho, su prohibición constitucional ·mismo tipo de derivación va acompañado de un contenido semántico aná-
juega el papel de una cláusula de cierre del sistema que se corresponde logo, con la consiguiente reducción de la arbitrariedad absoluta inicial al
con la fórmula «Ley y Derecho» y que, por tanto, comprende todo lo que nivel de una arbitrariedad relativa54 •
es necesario a aquélla o éste, se encuentre o no especificado en otros
preceptos constitucionales51 ; en un sentido más concreto, arbitrario y, por El concepto de arbitrariedad se vincula así en su esencia última al
tanto, constitucionalmente prohibido es todo aquello que es o se presenta . concepto de motivación, de la que los humanos no podemos prescindir en
como carente de fundamentación objetiva, como incongruente o contradic- cuanto entes de razón, ni en el plano dellogos, que es y no puede dejar
torio con la realidad que ha de servir de base a toda decisión, como des- de ser el del pensamiento (se piensa con palabras), ni, por supuesto, en el
prendido de o ajeno a toda razón capaz de explicarlo. plano del Derecho, es decir, del pensamiento y del razonamiento jurídico.
Los lingüístas, desde SAussuRE, saben esto muy bien y por eso afirman El Derecho exige siempre justificación, demanda razones, preserva la ra-
que el signo lingüístico es arbitrario no porque el significante dependa de zón. Su naturaleza es la de justificar decisiones, actuaciones. Por eso no
5
la libre elección del sujeto hablante, en cuyas manos no está en ningún puede y no podrá nunca rehuir la cuestión del fundamento 5 • Si no se
caso cambiar nada en un signo una vez establecido éste en un grupo lin- entiende -y se siente- esto, no se entiende nada.
güístico, sino porque es «inmotivado, es decir, arbitrario en relación al
significado, con el que no tienen ningún vínculo natural en la realidad» 52 •

51
VI. La cuestión crucial de la motivación
Este primer sentido de la palabra arbitrariedad como equivalente de injusti-
cia es el que recoge en primer término la propia definición actual de arbitrariedad
que da el Diccionario de la Real Academia: «acto o proceder contrario a la justicia, De lo que hasta ahora llevo dicho se desprende, me parece, que la
a la razón o las leyes, dictado sólo por la voluntad o el capricho». En este sentido cuestión crucial cuando se habla del poder discrecional y de su control
también es como emplea la palabra lHERING (El fin en el Derecho, cit., págs. 176
y sigs.), que agudamente la refiere a la injusticia cometida por el Estado. «El radica no ya en la determinación de la posición constitucional de la Admi-
súbdito que contraviene la ley obra ilegalmente, no arbitrariamente. La arbitrarie- nistración, que nadie discute, ni tampoco en la congruencia del reconoci-
dad es la injusticia del superior». La observación del gran jurista alemán no puede
ser más oportuna, ni más precisa. Los ciudadanos podemos dirigir libremente nues- miento a la Administración de un margen de apreciación o de una libertad
tros propios asuntos y decidir, en consecuencia, según nuestra propia voluntad, de elección de soluciones tan grande como el cumplimiento de sus funcio-
nuestros deseos o nuestros caprichos, con más o menos fundamento o con ninguno.
Nuestros deberes se agotan en la observancia de la Ley. La posición del Estado nes hic et nunc exija, que es algo que ha estado y está también fuera de
es, sin embargo, radicalmente distinta, porque corno dice lHERING «tiene la misión
y el poder de realizar el Derecho, puede y debe obligar a observarlo a los que de 53 Cfr. O. DucROT y TzvETAN ToDOROV, Diccionario enciclopédico de las cien-
él quieren apartarse. El Estado rige los actos de otro,. el súbdito dirige los suyos
cias del lenguaje, Siglo XXI, Argentina, 1974, pág. 158.
propios» (pág. 176). ¡He aquí la gran diferencia! Por eso la prohibición constitucio-
nal de la arbitrariedad del artículo 9.3 de la Constitución va dirigida específica-
54 DucRoT y ToDoRov ponen corno ejemplo la serie poirier, cerisier, rnurier,
mente a los poderes públicos y no a todos en general, corno el mandato contenido bananier (pág. 158). Lo mismo en castellano (moral, zarzal, peral, manzana[, etc.),
en el apartado primero de dicho artículo. en inglés (rapsberry, strmvberry, blackberry, etc.).
52
Cfr. F. DE SAussURE, Curso de Lingüística general, publicado por Ch.
55 Cfr. CH. ATlAS, Théorie contre l'arbitraire, París, 1987. La edición caste-
BALLY y A. SECHEHAYE, con la colaboración de A. RIEDLINGER, trad. de M. ARMIÑo, llana con el título Contra arbitrariedad, teoría es de Edersa, Madrid, 1988. Cito
Akal ed., 1980, pág. 106. por ésta, págs. 26 y 27.
154 CAP. IV.-DE NUEVO SOBRE EL PODER DISCRECIONAL Y SU EJERCICIO ARBITRARIO VI. LA CUESTIÓN CRUCIAL DE LA MOTI VACIÓN 155

discusión en términos de principio56 , ni, en fin, en la legitimidad de origen no lo es -y a estos efectos habrá que estar a la prueba que, contradictoria-
de una tal libertad supuesta la calificación de nuestro Estado de Derecho mente, pueda practicarse en el curso del proceso-, la concreta elección
como un Estado democrático, que nadie ha impugnado tampoco. La cues- realizada por la Administración se revelará arbitraria y deberá ser anulada
tión crucial está en la motivación, de la que depende esencialmente la por el juez, que, justamente, está para eso y que es esencial que esté,
legitimidad de ejercicio de todo poder, legitimidad de ejercicio que es porque, si no estuviera, sobraría la Constitución entera, la proclamación
inexcusable e irrenunciable, como lo prueba la categórica prohibición que ésta contiene del Estado de Derecho, la afirmación solemne del some-
constitucional de todo uso arbitrario de aquél. timiento pleno de la Administración a «la Ley y al Derecho», así como a
los fines que la justifican, y todo lo demás.
La Administración puede elegir ciertamente el trazado de la nueva
carretera que mejor le parezca: el más barato, el más sencillo técnica- Todo esto es bastante obvio, me parece, y no requiere mayor justifica-
mente, el que cause un menor impacto ecológico, el que produzca un ción. La Administración es libre de elegir, pero ha de dar cuenta de los
trastorno menor de la vida social, el más corto, el que más rentabilice la motivos de su elección y estos motivos no pueden ser cualesquiera, deben
inversión por su mayor capacidad de absorber un tráfico más abundante, ser motivos consistentes con la realidad, objetivamente fundados.
el que redima del aislamiento a un mayor número de núcleos de población, Deben ser también, decía más atrás, susceptibles de ser comprendidos
etc. Optar por uno o por otro es su derecho, pero razonar el porqué de por los ciudadanos, aunque puedan no ser compartidos por todos ellos.
su elección es su deber, su inexcusable deber. El mero «porque sí» está
Esto requiere, sin duda, alguna explicación adicional.
constitucionalmente excluido, como lo está la nada infrecuente apelación
al' carácter discrecional de la elección y, con mayor motivo todavía, el La exigencia de motivación -y de una cierta motivación, no de cual-
simple silencio al respecto. quiera- no es una mera exigencia técnica; es mucho más que eso. Como
antes dije, recordando a los lingüistas, la motivación es una necesidad
Dada una motivación, una razón de la elección, la que sea, esa razón
humana, consustancial a nuestra distintiva condición de entes de razón.
debe ser plausible, congruente con los hechos de los que necesariamente
Esto es ya por sí solo suficiente, pero, por si pareciera muy abstracto el
ha de partirse, sostenible en la realidad de las cosas y ... susceptible de ser
argumento, importa recordar que todo poder público es un poder funcio-
comprendida por los ciudadanos, aunque no sea compartida por todos
nal57 como poder otorgado en consideración a intereses ajenos a los de su
ellos. Más adelante volveré sobre esto último. Lo que por el momento
titular; es un poder, por tanto, obligado a justificarse en su ejercicio, a dar
quiero destacar es que si la razón de la elección del trazado concreto que
cuenta cumplida de éste. Al dominus negotti no le basta, como es obvio,
la Administración ofrece a los ciudadanos que la sostienen y a cuyo servi-
cualquier explicación que su mandatario convenga en darle en el momento
cio está es que ese trazado es el más corto, debe éste serlo efectivamente; de la obligada rendición de cuentas; éstas han de ser, en todo caso, debida-
si dice que es el más barato, debe serlo también, y así sucesivamente. Si
mente justificadas58 •
,
56
Como le ~onsta a PAREJO, puesto que en su Administrar y juzgar, cit., cita
(pag. 43) el trabaJo de GARCÍA DE ENTERRÍA, La lucha contra las inmunidades del
57 El recordatorio de SANTI RoMANO, Fragmentos de un Diccionario Jurídico,
poder, publicado en el núm. 38 de la «Revista de Administración Pública», en Buenos Aires, 1964, 002 «Poderes, Potestades», es obligado.
cuyas págs. 179 y 180 afirma que «el control judicial de la discrecionalidad no es, 58 Vid., por ejemplo, J. M. MANRESA y NAvARRO, Comentarios al Código Civil
por ello, una negación del ámbito propio de los poderes de mando, y ni siquiera español, tomo XI, Madrid, 1931, pág. 435: «SU contenido debe ser el de ~13a cuenta
se orden~ a una reducción o limitación del mismo, sino que, más sencillamente, regular, detallando minuciosamente los ingresos y los gastos con, expreswn de los
trata de Imponer a sus decisiones el respeto a los valores jurídicos sustanciales, conceptos que los hubiesen motiv~do. En tal supuest?, no podra estimarse como
cuya transgresión no forma parte de sus funciones, ni la requieren tampoco sus rendición de cuentas la nota expresiva del total de los mgresos y de los gastos con
responsabilidades», observación que yo recogí expresamente en mi Arbitrariedad la remisión si lo hubiere del saldo a favor del mandatario». «Abonan este deber
y discrecionalidad, cit., pág. 103 y nota 66. juntándose para exigirlo la moral y la ley escrita».
156 CAP. IV.-DE NUEVO SOBRE EL PODER DISCRECIONAL Y SU EJERCICIO ARBITRARIO VI. LA CUESTIÓN CRUCIAL DE LA MOTIVACIÓN 157

Pero, además, hay que tener presente que la exigencia constitucional guir y mantener el orden en una sociedad dada, el resultado de esa suma
y legal de motivación no cumple sólo en el Derecho Público una función debe ser cien en todo caso. En un régimen autoritario, como el que hasta
procesal de facilitar el ulterior control jurisdiccional de la decisión, que a 1975 era el nuestro, la fuerza tenía que suplir el déficit de consenso; en
falta de una motivación suficiente no sería posible, sino también la función un régimen democrático, por el contrario, en el que a la fuerza se reserva,
extraprocesal de permitir un control externo, general y difuso por la colec- por hipótesis, el mínimo espacio posible, recae necesariamente sobre el
tividad en su conjunto del fundamento lógico, fáctico y valorativo de la consenso el peso de la siempre irrenunciable eficacia social del Derecho.
decisión administrativa e, incluso, del ulterior juicio que sobre ella puedan Al Estado democrático le es por ello de esencia un consenso reforzado,
eventualmente pronunciar los Tribunales 59 • Desde la perspectiva del prin- que sólo puede lograrse a partir de decisiones objetiva y racionalmente
fundadas, capaces de resistir la prueba de la realidad y de confrontarse con
cipio democrático en el que tanto insiste PAREJO esta segunda función es
otras de signo opuesto y no salir vencidas, al menos, de esta confrontación.
más importante aún que la primera y está en íntima sintonía con ese aliento ·
participativo, con ese legítimo afán de profundización de la democracia, Yo no sé, ni me importa tampoco, cuál es la ideología de mi colega Y
con esa búsqueda de una Administración más transparente y más próxima contradictor, pero, si efectivamente tiene alguna y es la que aparenta su
al ciudadano que el texto constitucional estimula y las leyes posteriores al desprecio por la que supone mía, me cuesta entender las reticencias de
mismo enfáticamente proclaman60 , con esa nueva concepción del poder que hace gala al referirse a la motivación62 • Pedir a la Administración que
público como un instrumento racional al servicio de la colectividad que explique las razones de su elección y analizar luego las razones por ella
aspira no sólo a imponerse, sino también y sobre todo a convencer, que dadas para contrastarlas con las circunstancias del caso, de forma contra-
es, sin duda alguna, la de nuestra Norma Fundamental. dictoria y ante una instancia neutral e independiente capaz de rechazar
finalmente las que se revelen inconsistentes, contradictorias o incongruen-
El Derecho es la suma de ideología y coerción, de fuerza y consenso 61 • tes con la realidad que constituye la referencia inevitable no es, me parece,
Para que sea socialmente eficaz, esto es, para que el Derecho pueda conse- mucho pedir en un Estado de Derecho, que es, ante todo, un Estado de
razón, ni altera, en absoluto, el equilibrio constitucional. Esto es todo lo
59
Vid. sobre esto la excelente tesis doctoral de M. FERNANDO PABLO, La moti- que yo pedí cuando intenté establecer la frontera entre la discrecionalidad
vación del acto administrativo, Ed. Tecnos, Madrid, 1993. Razones (de la Adminis- legítima y la arbitrariedad constitucionalmente prohibida y esto es todo lo
tración) frente a razones (del juez), será, finalmente, el conjunto de la colectividad
quien forme opinión y sitúe a cada uno en su lugar. que pide, sólo eso, la jurisprudencia en la que entonces me apoyé.
60
Mu.y singularmente, por cierto, la reciente y polémica Ley 30/1992, de Si se me apura, esto, sólo esto, es suficiente para asegurar un grado
26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del
Procedimiento Administrativo Común, cuya Exposición de Motivos desarrolla con de control satisfactorio del ejercicio del poder discrecional, al cual poco
notable autocomplacencia este discurso: «La Constitución de 1978 alumbra un más son capaces de añadir las restantes técnicas de las que dan cuenta los
nuevo concepto de Administración, sometida a la Ley y al Derecho, acorde con la
expresión democrática de la voluntad popular... » «Las nuevas corrientes de la Manuales. Porque cuando se elude el deber de motivar las decisiones es,
cienci~ de la organización aportan un enfoque adicional en cuanto mecanismo para no nos engañemos, porque el obligado a darla carece de una explicación
garan~Izar la. calidad y transparencia de la actuación administrativa, que configu- exhibible 63 , y cuando las verdaderas razones de la elección no son del todo
ran diferencws sustanciales entre los escenarios de 1958 y 1992»; « ... rompiendo
la tradicional opacidad de la Administración ... »; «la Ley introduce un nuevo con-
cepto sobre la relación de la Administración con el ciudadano ... ». Supongo que 62 Cfr. PAREJO ALFONSO, Administrar y juzgar, cit., pág. 46.
hay que dar a estas declaraciones del legislador todo su valor y que hay que hacer- 63 La Sentencia de 21 de septiembre de 1993, a la que luego me .refiero en. el
las buenas en la realidad cotidiana. texto condena en costas a las Administraciones demandadas por su reltera~a resis-
61
Un análisis sobre esta base del poder del Estado en J. CHEVALLIER y D. tenci~, a lo largo del proceso, a «dar una explicació!l r~specto de la !fl:~Y diferente
LocHAK, Science administrative. Théorie générale de l'institution administrative, suerte urbanística que han corrido los teatros madnlenos .e~ la Revisi~:m. del P~an
«LGDJ», París, 1978, págs. 178 y sigs. Hay también traducción castellana del General». Esa resistencia, que la Sentencia no duda en calificar de autentica hwda
INAP, Madrid, 1986. del tema litigioso, ilustra muy bien lo que digo en el texto.
158 CAP. IV.-DE NUEVO SOBRE EL PODER DISCRECIONAL Y SU EJERCICIO ARBITRARIO VI. LA CUESTIÓN CRUCIAL DE LA MOTIVACIÓN 159

nítidas o contienen elementos espurios la motivación, si se da, tiene que Desde la vida, por tanto, desde el suelo mismo de la realidad cotidiana,
recurrir a la ambigüedad, al circunloquio o al enmascaramiento puro y desde el caso concreto, tal y como ha querido plantearlo la Administra-
simple y esto se termina poniendo de manifiesto más pronto o más tarde. ción, desde los motivos por ésta invocados para justificar sus decisiones
En el solar calificado como «patio a conservar» el perito procesal no en- debe partir el razonamiento jurídico. Ahí pues, debe comenzar la obligada
cuentra luego, «ni por su tamaño, ni por su ubicación, ni por su contenido, contrastación de esas decisiones, que sólo pueden ser aceptadas como váli-
limitado a la existencia de unos árboles y arbustos», nada que tenga un das por el juez en tanto se presenten como «consecuencia de una exégesis
«interés artístico en sí mismo» (Sentencia de 22 de septiembre de 1986). racional y no el fruto de una arbitrariedad» (Sentencia constitucional de 7
de julio de 1987).
En el terreno calificado como «verde privado de interés especial», Sólo así, por otra parte, podrán legitimarse en su ejercicio los poderes
calificación que el propio Plan que la otorga reserva con carácter general que la Administración ejerce y generar ese consenso social imprescindible,
para «aquellos espacios no edificados con una vegetación que conviene esa adhesión voluntaria a la norma que los crea, de la que, en último
proteger o integrarla en un ambiente o entorno a preservar», el perito término, depende su eficacia social y la propia construcción de la sociedad
procesal no halla otra cosa que «restos de los antiguos huertos desapareci- democrática avanzada que la Constitución de 1978 se propuso formal-
dos, así como algún elemento como árbol de jardín, de forma aislada y de mente establecer65 •
escaso interés, entremezclados de forma desordenada», sin ningún árbol
65
«destacable y vigoroso» y ni siquiera «sano», ya que en todos los existen- Merece la pena citar, a propósito de la motivación, la Sentencia de 30 de
mayo de 2000, que resuelve un recurso de casación interpuesto contra una Senten-
tes «se aprecian distintas enfermedades, plagas, anomalías y alteraciones cia del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco que estimó un recurso conten-
no parasitarias, así como mutilaciones y podredumbres», nada sorpren- cioso-administrativo contra la adjudicación del servicio de limpieza de Baracaldo.
dente, por lo demás, ya que el suelo tiene un valor agronómico «mediano El razonamiento de la Sentencia gira en torno a la expresión legal «proposición
más ventajosa», clave en la resolución de los concursos, y confirma punto por
bajo», con fertilidad «pobrísima», estando más próximo a la calificación punto todas y cada una de las precisiones que se hacen en el texto. Dice así:
de «suelo malo», y la finca presenta un alto grado de contaminación por «si falta tal motivación o si ésta, si es que de algún modo concurre, no justifica
adecuadamente, aduciendo buenas razones en favor de la decisión adoptada siem-
su colindancia con una vía de intenso tráfico rodado, adolece de insuficien- pre en relación con esos "criterios básicos" a que aluden los artículos 36, párrafo
cia de luz y el agua no es idónea para el riego de jardín, factores todos 2°, y 115, párrafo 1o, de su Reglamento, "de conformidad a los cuales el órgano
de contratación acordará aquélla" (la adjudicación), según el primero de los citados
ellos que desencadenan «un proceso irreversible de consecuencias letales (motivación en que se concentra el objeto del control judicial), resultará que se
a corto y largo plazo» (Sentencia de 15 de marzo de 1993). incurre en el ámbito de la interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos,
garantizada por el artículo 9.3 de la Constitución, y se priva al órgano jurisdiccio-
nal de la posibilidad de controlar si la actividad de la Administración sirve con
Estas y otras semejantes a ellas son las cosas que uno se encuentra a objetividad los intereses generales, conforme al artículo 103.1 de la Norma Funda-
diario cuando afronta el estudio del poder discrecional y, cuando esas mental, y viene inspirada por las exigencias de los principios de buena administra-
cosas se ven o se leen, esas enfáticas y escolásticas afirmaciones sobre la ción (arts. 3 de la Ley de Contratos y 111 del Texto Refundido aprobado por RDL
78111986, de 18 de abril), que es lo que justamente impone a los Tribunales el
«programación de tipo relacional en función de fines-objetivos», la «vin- artículo 106.1 de la Constitución, sin que pueda ser suplida la motivación por el
culación estratégica de la Administración», etc., suenan a retórica vana de contexto insuficiente de otras pretendidas actuaciones.
Séptimo. Dicha motivación es exigible, por tales razones, no sólo cuando la
profesores pretenciosos que olvidan que el Derecho es para la vida y no Administración ejercita sus facultades discrecionales que requieren la posibilidad
al contrario 64 • de elegir entre un mayor o menor abanico de opciones, o entre una pluralidad de
alternativas justas o "razonables" desde el punto de vista del Derecho, o de decidir
entre diversas alternativas "jurídicamente indiferenciadas", corno textualmente ex-
64
«La vida no está al servicio del Derecho, sino al revés», dice literalmente presa la sentencia recurrida, aunque cabría preguntarse si en un Estado de Derecho
la Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid de 6 de octubre de 1989 puede admitirse la existencia a priori de algo "indiferente jurídicamente", sino
(Ponente: L. M. López Mora). también cuando, corno en el supuesto de autos, se erige corno rector el concepto
160 CAP. IV.-DE NUEVO SOBRE EL PODER DISCRECIONAL Y SU EJERCICIO ARBITRARIO VII. EL POLÉMICO TEMA DE LA EVENTUAL SUSTITUCIÓN JUDICIAL. .. 161

VII. El polémico tema de la eventual sustitución judicial de (art. 24.1) como un derecho fundamental de todos (sin distinción) y para
la decisión administrativa discrecional la defensa de los derechos e intereses legítimos (sin restricción alguna),
por lo que extiende desde luego su ámbito a la incidencia del poder público
Como antes dejé apuntado, PAREJO involucra, no sé si con intención o administrativo en los referidos derechos e intereses legítimos». Y a conti-
sin ella, el tema de la arbitrariedad en el ejercicio del poder discrecional nuación añade: «Ahora bien, conforme a la propia Norma Fundamental
con el de la eventual sustitución por el juez de las decisiones administrati- esa tutela se otorga, precisamente cuando se trata de la actuación admi-
vas en causa, lo que le lleva a empeñarse en derribar puertas que nunca nistrativa, bajo la forma específica de control de la legalidad de ésta (art.
estuvieron cerradas, por mí al menos, o, dicho de otro modo, a descubrir 106.1 CE)», para concluir que ese control consiste en «supervisar, censurar
el Mediterráneo. El título mismo que ha dado a su escrito constituye la y corregir la actuación de otro, con el contenido y la intensidad y el al-
mejor prueba de lo que digo. cance que se quieran, pero sin poder llegar en ningún caso a comprender
Ambos asuntos son independientes entre sí y su análisis debe separarse en la correspondiente actividad, sin más, la sustitución de la controlada,
67
en todo caso, como yo tuve buen cuidado en hacer en los escritos que él pues ello supondría la confusión entre una y otra» •
con tanto ardor combate66 • En lo que respecta a la posibilidad de sustituir La interpretación de PAREJO, se descalifica tanto por el resultado al que
en vía judicial la decisión administrativa en causa, el punto de partida no conduce como por el método que emplea para llegar a ella. En lo que al
es, ni puede ser, el de la posición constitucional de la Administración, resultado se refiere (mero control de legalidad, cuyo único desenlace posi-
sino, supuesto que el asunto ya se ha hecho contencioso, el de la posición ble es la anulación de la decisión recurrida, nunca la sustitución de ésta),
constitucional del juez. la afirmación de PAREJO es sorprendente, tanto más viniendo de quien ha
El error en que aquí incurre PAREJO es sencillamente monumental. Dice ejercido y ejerce la profesión de Abogado. ¿O es que no ha llevado nunca
en concreto: «La tutela judicial efectiva está construida en la Constitución como Abogado un pleito de expropiación o de responsabilidad patrimonial
de la Administración? Y, si lo ha hecho, ¿se ha limitado a pedir en él que
jurídico indeterminado de la "proposición más ventajosa", puesto que en tal caso se anule el justiprecio recurrido o la indemnización fijada por la Adminis-
los. argument~s justificatorios, además de existir, deben incluir precisamente valo- tración? Si así lo ha hecho o lo hace, pronto veremos a sus clientes mani-
raciOnes relativas a los extremos que han de ser atendidos, y no a cualesquiera
otros, toda vez que, sin negar que puede asistir razón a las partes recurrentes en festándose a la puerta del Colegio de Abogados para reclamar su expulsión
casación cuando invocan que los criterios que se fijan en la cláusula 17a del Pliego del mismo cansados de esperar por su culpa que la Administración expro-
de Condiciones, a los que también cabría añadir los recogidos en el artículo 36.2
de la Ley de Contratos del Estado, sólo constituyen pautas o criterios orientadores, piante o autora del daño dicte nueva resolución en sustitución de la que
sin carácter de preferencia y no en calidad de numerus clausus, no cabe olvidar él en vía de recurso consiguió simplemente anular y rabiosos por no haber
que también sobre ellos, y preferentemente, en principio, sobre ellos, han de verifi- obtenido ya, como lo obtuvieron de los propios Tribunales otros expropia-
carse las valoraciones y apreciaciones que deben contenerse en la motivación, en
lugar de realizarse sobre otros criterios bien distintos y en argumentos cuyo apoyo dos para la misma obra u otras víctimas del mismo accidente, el justo
tiene además un importante matiz de "subjetividad", tan distante de la objetividad precio o la indemnización que ellos todavía esperan. ¡Desde hace siglo y
precisa, cuando aquellos criterios o "directivas" vienen a delimitar, aunque no fuera
en forma exclusiva, el alcance de tales valoraciones, deduciéndose de todo ello medio los Tribunales contencioso-administrativos españoles no sólo anu-
que 1~ Sala de Instancia no sólo no ha infringido los preceptos y la jurisprudencia lan los justiprecios expropiatorios que juzgan contrarios a Derecho, sino
que citan las partes recurrentes en los motivos recurso de casación, sino que, justa-
mente, se ha atenido a ellos, de acuerdo con lo que explica aquélla en su sentencia,
que sustituyen por sí mismos los anulados fijando los nuevos con pesetas
cuyo juicio, en el "juicio sobre el juicio" que correspondería a esta Sala de casa- y céntimos incluidos! ¡Hasta los alumnos de tercer curso de Licenciatura
ción, ha de ser aceptado como ajustado a Derecho, debiendo todo ello determinar
la desestimación de dichos motivos, de acuerdo también a como ya resolvía esta
saben ya esto!
Sala en su Sentencia de 7 de octubre de 1999, en cuestión idéntica».
66
Vid. mi Arbitrariedad y discrecionalidad, cit., págs. 120 y sigs. 67 Cfr. PAREJO ALFONSO, Administrar y juzgar, cit., págs. 48 Y 49.
162 CAP. !V.-DE NUEVO SOBRE EL PODER DISCRECIONAL Y SU EJERCICIO ARBITRARIO VII. EL POLÉMICO TEMA DE LA EVENTUAL SUSTITUCIÓN JUDICIAL... 163

Otro tanto hay que decir del método empleado por PAREJO para llegar Este es, pues, el marco conceptual al que la Constitución remite hoy
a esta insólita afirmación. ¡No es el artículo 24 el que debe ser interpretado el proceso contencioso-administrativo, un proceso que, como todos los
en función del artículo 106, como él hace, sino que éste es el que debe demás, puesto que el derecho fundamental a una tutela judicial efectiva se
ser interpretado en función de aquél! Y ello en razón de la posición prefe- predica por la Norma Fundamental de todos los órdenes jurisdiccionales
rente que en nuestra Constitución gozan los derechos fundamentales. Esto sin distinción alguna, «debe proporcionar a quien es titular de un derecho,
es elemental. en la medida en que sea posible prácticamente, todo aquello y precisa-
También aquí voy en buena compañía, la de nuestro común maestro, mente aquello que tenía derecho a conseguir» 69 •
el profesor GARCÍA DE ENTERRíA: «El contencioso-administrativo está in- Me permito subrayar la última parte de la frase de CHIOVENDA que
cluido, de esto no hay duda -la jurisprudencia constitucional lo dice todos acabo de transcribir porque en ella radica una de las claves de la cuestión.
los días- en el artículo 24 ... La justicia administrativa es una justicia de El proceso contencioso-administrativo versa sobre derechos -y hoy tam-
tutela de derechos e intereses legítimos, una tutela de posiciones subjeti- bién sobre intereses legítimos, porque a ellos alcanza por igual la tutela
vas. Por consiguiente, la concepción tradicional del contencioso-adminis- judicial efectiva que el art. 24 de la Constitución garantiza-. Esos derechos
trativo, el modelo francés del exces de pouvoir, la idea de un proceso al e intereses legítimos son los que acotan su ámbito y los que, al propio
acto, ha concluido en España. El contencioso no es, en modo alguno, un tiempo, delimitan el campo de actuación del juez. Por eso es muy impor-
proceso al acto, o de protección de la sola legalidad objetiva, es un proceso
tante definirlos a priori con toda precisión para evitar que la discusión se
de efectiva tutela de derechos, los del recurrente y los de la Administra-
despeñe por el abismo, tan frecuente, de la confusión. Si yo impugno el
ción, entre sí confrontados» 68 •
concreto trazado de la carretera elegido por la Administración, el juez no
68
Cfr. E. GARCÍA DE ENTERRÍA, Hacia una nueva justicia administrativa, 2a puede darme otro trazado distinto por mucho que yo se lo pida, por la
ed., Civitas, 1992, págs. 60 y sigs. El mismo autor en Constitucionalización defini- sencilla razón de que yo no tengo ningún derecho ni ningún interés legí-
tiva de las medidas cautelares contencioso-administrativas y ampliación de su timo a trazado concreto alguno. No es ese inexistente derecho o interés
campo de aplicación (medidas positivas) y «jurisdicción plenaria» de los Tribuna-
les contencioso-administrativos no limitada al efecto revisor de actos previos. Dos legítimo el que acota y delimita ese hipotético proceso, sino el derecho de
sentencias constitucionales, en «REDA», núm. 79, ha vuelto sobre el tema al co- propiedad de mi finca que resulta amenazado por el trazado caprichosa-
mentar la capital Sentencia constitucional de 29 de abril de 1993, que, como acerta-
damente subraya, «ha despejado de manera definitiva el viejo y resistente mito mente acordado por la Administración.
del carácter revisor de la jurisdicción contencioso-administrativa, que ha jugado y En la correcta definición de los derechos e intereses legítimos en juego
desgraciadamente sigue jugando un papel !imitador y restrictivo de los poderes
jurisdiccionales» (pág. 486). La «plena justiciabilidad» de la Administración que radica, pues, una de las claves del problema, como antes decía. De los
esta Sentencia constitucional y la de 17 de diciembre de 1992 afirman «Se enraíza, pozos secos ni el juez, ni nadie, puede sacar agua. Espero que con esto se
como es obvio -dice GARCÍA DE ENTERRÍA-, en el artículo 24.1 de la Constitución,
que tiene el mismo alcance para los justiciables de lo contencioso-administrativo me entienda sin necesidad de tener que perder el tiempo multiplicando
que para los justiciables civiles, sociales o penales», porque «no hay en su texto, hasta el infinito las hipótesis.
escueto y categórico, base alguna para intentar discriminar en contra de los justicia-
bles en los procesos administrativos respecto de los demás en el sentido de que La segunda clave ya está enunciada desde el comienzo: el juez no
sólo tendrían derecho a una justicia limitada. La jurisdicción contencioso-adminis- tiene otra herramienta que el Derecho y no puede llegar, por tanto, más
trativa no es, pues, una jurisdicción reducida o menor, que, por ejemplo, tenga
que limitarse a revisar actos previos y anular o no anular éstos, sin que quepan
ante ella otras pretensiones u otros fallos; es una jurisdicción plenaria, que puede de la Administración"», es, por el contrario, «una medida idónea para no frustrar
y debe dictar decisiones de condena y no sólo de anulación» (pág. 487). Como la efectividad de la sentencia».
dice la Sentencia constitucional de 29 de abril de 1993 (fundamento jurídico 6), La desautorización de la tesis de PAREJO por el «supremo intérprete de la Constitu-
«una decisión judicial que condena a la Administración a hacer algo o que susti- ción» no puede ser más rotunda.
tuya con un criterio nuevo el criterio inicialmente utilizado por la Administración 69
Cfr. CHIOVENDA, Ensayos de Derecho Procesal Civil, De Palma, Buenos
en el acto objeto del recurso no es "una injerencia en el ámbito de la actuación Aires, 1949, pág. 48.
VII. EL POLÉMICO TEMA DE LA EVENTUAL SUSTITUCIÓN JUDICIAL .. 165
164 CAP. IV.-DE NUEVO SOBRE EL PODER DISCRECIONAL Y SU EJERCICIO ARBITRARIO

allá de donde el Derecho le permita. Sobra advertir que el Derecho no PAREJO estará de acuerdo conmigo en que una injusticia y una humilla-
dice, ni puede decir en abstracto, cuál es la alternativa más racional de ción semejantes le resultarían insoportables y que, aunque sólo fuese por
las posibles, como se recrea innecesariamente en afirmar mi contradictor, dignidad, recurriría tan bastarda decisión ante los Tribunales. ¿Se confor-
pero ahí no termina la cuestión. Si se razona ab casus y no en abstracto, maría PAREJO con pedir a éstos la anulación del nombramiento de Perico
desde el suelo mismo de la realidad, como está obligado a hacer todo el de los Palotes por mor de la «vinculación estratégica» o de la «progra-
jurista positivo o, para ser más exacto, todo jurista a secas, el problema mación relacional en función de fines-objetivos»? Lo dudo mucho. Más
se ve de un modo muy distinto. La cercanía permite contemplar con nitidez bien pienso que no resistiría la tentación de olvidarse de sus escritos y
los perfiles de la realidad, que desde las alturas de la Constitución quedan que, tras criticar sin piedad la arbitrariedad de la decisión y su evidente
ocultos. falta de fundamento objetivo solicitaría la tutela judicial efectiva y plena
y consiguientemente la declaración de su derecho a ser propuesto para
Voy a intentar demostrarlo con un ejemplo, que hace unos días puse
cubrir la cátedra objeto del concurso. ¿Podría el Tribunal hacer tal declara-
en el acto de lectura de una tesis doctoral para invitar al doctorando, partí-
ción en la Sentencia decisoria del recurso?
cipe en este punto de la misma opinión que PAREJO, a personalizar o inte-
riorizar la discusión, único modo de comprender el problema, ya que, Planteo la pregunta en concreto, que es como hay que hacerlo, ya que
como decía lHERING, los que no han tenido ocasión de medir experimental- el ejemplo que acabo de poner admite otras variantes, por ejemplo que,
mente el dolor de la injusticia «no saben lo que es el Derecho, por más además de Perico de los Palotes y PAREJO hayan optado a la plaza otros
que tengan en su cabeza todo el Corpus Iuris» 70 • Suponga PAREJO por un concursantes, cuya vida y cuya obra, aunque de menor altura que la de
momento que un buen día le apetece volver a la Universidad de La La- éste, no estén como la del bueno de Perico en una relación de blanco a
guna, en la que fue profesor adjunto y catedrático incluso, y que con ese negro. En esta segunda variante cabe imaginar también que el conjunto de
fin participa en el correspondiente concurso, en el que (primera variante) concursantes haya sido objeto por la Comisión juzgadora del concurso de
no tiene otro competidor que Perico el de los Palotes, esto es, un ignoto una jerarquización formal por orden estricto de puntuación y que PAREJO
profesor del lugar al que la Ley Maravallle da de salida la ventaja de dos sea el primero de la lista tras Perico o que no lo sea. Cabe también que
votos cuando concursa por la propia cátedra que, por mor de las miserias tal jerarquización no exista o no conste en el expediente. Cabe, en fin,
universitarias, tiene provisionalmente a su cargo, pero que, desde luego, imaginar que el concurso se ha producido en el marco de la vieja legisla-
no está en absoluto a la altura de la vida y de la obra de PAREJO, hasta el ción de oposiciones a cátedras en la que todo se decidía en una votación
punto de que su obra científica es sencillamente inexistente. El azar quiere, pública final sin ninguna puntuación previa. En cada una de estas varian-
sin embargo, que de la Comisión nombrada para juzgar el concurso forme tes, a su vez, es posible pensar en diversos tipos de actas de la Comisión
parte un amigo de Perico el de los Palotes, dispuesto a dar a éste el tercero juzgadora del concurso, más o menos expresivas, etcétera.
y definitivo voto, como, en efecto, ocurre finalmente, aunque la Comisión,
para tranquilizar su mala conciencia, haga constar en el acta correspon- Lo que quiero decir con ello es que, tratándose del proceso, de un
diente que la obra de PAREJO y los brillantes ejercicios por él realizados a proceso concreto, no es posible sentar a priori y dogmáticamente reglas
lo largo del concurso, amén de su condición de catedrático de una de las precisas de valor universal, porque las soluciones dependen esencialmente
Universidades de la capital, le hacen acreedor en la misma medida a la de los términos concretos en que el litigio se haya planteado. Si hay plura-
plaza en disputa, que sólo por ser única lamentablemente no pueden otor- lidad de concursantes y éstos no han sido previamente jerarquizados por
garle. la Comisión correspondiente, parece obvio que el juez no puede elegir
uno entre ellos para sustituir el aberrante nombramiento de Perico el de
°
7
Cfr. R. voN lHERING, La lucha por el Derecho, cit., pág. 55. los Palotes. No puede, porque no tiene argumentos jurídicos en que apoyar
166 CAP. IV.-DE NUEVO SOBRE EL PODER DISCRECIONAL Y SU EJERCICIO ARBITRARIO Vlll. EL PRESUNTO <<ACTIVISMO JUDICIAL>> YLAS SENTENCIAS DE 15 DE MARZO... 167

una tal decisión y le están vedados los de otro carácter, incluidas, claro -art. 24.1 de la Constitución- puede sustituir a la Administración en sus
está, sus propias preferencias personales. pronunciamientos cuando existe ya base en los autos».

La cuestión cambia, sin embargo, si nos situamos en la primera de las Si esto amenaza el equilibrio constitucional, que todas las amenazas
variantes consideradas, porque, una vez descartada la elección en favor de que nos acechan sean como ésta.
Perico el de los Palotes hecha por el órgano administrativo por su radical
disconformidad con el ordenamiento jurídico, ya no queda más que una ·
VIII. El presunto «activismo judicial» y las Sentencias de 15
solución, una sola, que, además, el propio órgano administrativo en cues-
de marzo y 21 de septiembre de 1993
tión consideró expresamente idónea también y así consta en el expediente
que obra en autos 71 • Todo el discurso sobre la «vinculación estratégica», Supongo que al buen entendedor le basta con lo dicho para formar
y la «programación relacional en función de fines-objetivos» y toda la criterio respecto a cuándo y cómo es, no sólo posible, sino constitucional-
inicial y abstracta pluralidad de soluciones legalmente indiferentes caracte- mente obligada, la sustitución en sede judicial de las decisiones adminis-
rísticas del poder discrecional ha quedado reducida, al final de ese con- trativas discrecionales, cuyo punto de partida teórico es, ciertamente, la
creto proceso, a una sola solución posible, cuya idoneidad tiene recono- existencia de una pluralidad de alternativas legalmente (no jurídicamente)
cida de antemano la Administración: el nombramiento de PAREJO. El indiferentes a priori, pluralidad que, como hemos visto, puede reducirse
derecho fundamental de éste a una tutela judicial efectiva y plena, no a notablemente en los casos concretos y aún quedar pura y simplemente
una justicia a medias, queda así satisfecho, al propio tiempo que se satisfa- eliminada en el marco de un proceso determinado.
cen también los intereses públicos a los que la convocatoria del concurso
No insistiré más sobre ello, por tanto, remitiendo al lector al excelente
se ordena, a saber, que los estudiantes de la Universidad de La Laguna
libro del magistrado J. Delgado Barrio, que, ¡menos mal!, goza también
cuenten de inmediato con el Catedrático que hasta entonces no tenían.
del beneplácito de mi colega y contradictor72 • Sí quisiera, sin embargo,
Esto es lo que dice la ejemplar Sentencia de 11 de junio de 1991, que salir al paso para terminar con las afirmaciones que éste hace sobre el
yo cité en el escrito que tanto ha irritado a mi colega. Las dos empresas fenómeno del «activismo judicial», que, en su opinión, también es aprecia-
que se presentaron al concurso convocado por el Ayuntamiento de Madrid ble en España y que tan preocupante le parece.
reunían, según los informes técnicos obrantes al expediente administrativo, Yo, francamente, no veo tal activismo por parte alguna en lo que al
«un alto grado de capacitación, experiencia y medios suficientes», sin que ·contencioso-administrativo se refiere, ni conozco ningún caso de una auto-
desde esta perspectiva se hubieran establecido diferencias entre ambas. pista cuya construcción se haya demorado largos años a consecuencia de
Así las cosas, «en igualdad de "alto grado de capacitación, experiencia y
medios suficientes" para realizar una obra, la racionalidad de los principios 72
Vid. J. DELGADO BARRIO, El control de la discrecionalidad del planeamiento
de buena administración exige la elección de la mejor oferta económica, urbanístico, Civitas, Madrid, 1993. La referencia elogiosa de PAREJO a este libro
en su Administrar y juzgar, pág. 12, en nota. La falta de criterio de PAREJO es aquí
al menos cuando no se invoca razón alguna para apartarse de esa solu- evidente, puesto que califica de «excelente» (y en ello acierta, desde luego) el libro
ción», dice con exquisita prudencia la Sentencia, que inevitablemente con- de J. Delgado Barrio y a continuación dice de él que sintoniza perfectamente con
cluye afirmando que «de ello deriva que la decisión ajustada a Derecho los planteamientos de los dos trabajos míos que con tanto empeño y tan desabrida-
mente critica, añadiendo que esta sintonía «es un claro ejemplo de cooperación
era la de adjudicar el contrato a la hoy parte apelante y así lo ha declarado positiva entre doctrina y jurisprudencia». Si alguien entiende el galimatías le agra-
esta Sala, que, en virtud del principio de efectividad de la tutela judicial deceré infinito que me haga llegar la explicación. En tanto no la tenga, no me
queda otro remedio que calificar de arbitraria, por incoherente e incongruente con
sus datos de partida y por contradictoria en sí misma, la opinión de PAREJO en este
71
De ahí la importancia crucial de la motivación, que he subrayado más atrás. punto.
168 CAP. IV.-DE NUEVO SOBRE EL PODER DISCRECIONAL Y SU EJERCICIO ARBITRARIO VIII. EL PRESUNTO <<ACTIVISMO JUDICIAL>> Y LAS SENTENCIAS DE 15 DE MARZO... 169

decisiones adoptadas por los Tribunales o de una central nuclear cuya administrativa tradicional en la aplicación de los límites jurídicos de la
instalación se haya visto impedida por igual razón. La lectura habitual de discrecionalidad74 y con el sopor ambiental por ellos generado.
la literatura alemana le ha llevado a PAREJO a equivocarse de escenario y Dicho esto, que es la evidencia misma, podría poner ya punto final,
obsesionarse con un problema entre nosotros inexistente, que, además, pero, si lo hiciera, los lectores que hayan tenido la paciencia de seguirme
nunca podría llegar a producirse aquí en los mismos términos, supuesto hasta aquí me reprocharían con razón que con lo dicho no han aprendido
que, hoy por hoy, estamos en los antípodas de la legislación procesal nada nuevo. Por esa razón y con la única finalidad de compensar de algún
alemana en lo que respecta al efecto suspensivo de los recursos conten- modo su paciencia comentaré brevemente a continuación las Sentencias
cioso-administrativos, como ÜARCÍA DE ENTERRÍA advirtió en el acto acadé- de 15 de marzo y 21 de septiembre de 1993, que antes cité de pasada, y
mico al que páginas atrás hice referencia73 • que es posible que algunos de ellos todavía no conozcan.
Se pueden contar con los dedos de una mano, y quizá sobre alguno, · La primera de ellas revoca en apelación la Sentencia de la Sala de lo
las sentencias de nuestro Tribunal Supremo que han llegado a sustituir las Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña
decisiones administrativas discrecionales por ellas anuladas y en tales ca- que había estimado parcialmente el recurso promovido contra la aproba-
sos, amén de estar muy bien fundada en Derecho, la sustitución acordada ción definitiva del Plan General de Ordenación Urbana de Granollers y
no va más allá del cambio de calificación urbanística de unos cientos de anulado, en consecuencia, la calificación de «verde privado de interés es-
metros cuadrados sobre una extensión de varios miles de kilómetros cua- pecial» otorgada a la finca del número 47 de la calle Bisbe Grivé de dicha
drados cuya ordenación ha sido cuestionada ante dicho Tribunal en estos ciudad por no ser conforme a Derecho «sin perjuicio de la calificación
últimos años. que a la misma le otorgue la Administración con arreglo a Derecho y a
salvo las vías impugnatorias contra esa calificación».
El edificio constitucional está muy lejos de tambalearse ante tan suaví-
sima, aunque refrescante, brisa jurisprudencia!, que, si se acusa más, es por La Sentencia que comento comienza recordando en su fundamento
contraste con los desfallecimientos de nuestra jurisprudencia contencioso- jurídico segundo la doctrina sobre el control del ejercicio del poder discre-
cional establecida por una «frondosa jurisprudencia», que se afirma, como
73
Y el propio PAREJO, se ha encargado de divulgar entre nosotros en su libro es bien conocido ya, a partir de las Sentencias de 22 de septiembre y 15
Estado social y Administración Pública. Los postulados constitucionales de la re- de diciembre de 1986, y hecho esto, fija en el fundamento tercero los
forma administrativa, Civitas, Madrid, 1983, págs. 300 y sigs. Elogia aquí PAREJO
el doble sistema alemán de tutela provisional contencioso-administrativa a través términos del debate de la siguiente forma:
del Suspensiveffekt de los recursos contencioso-administrativos y de la Einstweilige «Más concretamente ha de señalarse que de la racionalidad en la actua-
Anordnung u orden provisional y lo hace sobre la base del derecho fundamental a ción administrativa deriva una necesidad de coherencia en el desarrollo de
una tutela judicial efectiva reconocido por el artículo 19.4 de la Ley Fundamental, los criterios de planificación -Sentencia de 8 de octubre de 1990- .ru~s
que exige la disponibilidad por los Tribunales «de los medios procesales idóneos siendo presumible que las reglas g~nerales del. pl~n obede~en. ~ un des1gmo
para otorgar una protección plena y puntual de los derechos e intereses de los racional apartarse de él supone una mcoherencm s1 tal desv1ac10n no aparece
justiciables» (pág. 301 ). No se entiende entonces por qué rechaza para nosotros la respaldada por una justificación suficiente -Sentencia de 20 de febrero de
tutela judicial plena y efectiva que tan bien le parece para Alemania. La única 1990-.
explicación que se me ocurre es la que ya apunté en nota más atrás. PAREJO hace Y dado que el plan litigioso ha establecido en su artículo 119 ~os crite-
habitualmente oficio de divulgador del Derecho alemán, pero no lo integra nunca rios conducentes a la calificación de un terreno como "verde pnvado de
en su propio y personal discurso sobre los temas que trata, olvidando, incluso, lo interés especial", es claro que ante todo ha de examinarse si las carac~erísti­
divulgado ayer cuando dirige su atención divulgadora hacia un objeto diferente. cas del suelo al que se refieren estos autos justificaban, en coherencia con
Esa actitud, que se plasma en la adopción continua de posturas dispares, es la que aquellos criterios, la calificación hecha.
le permite en su Administrar y juzgar, cit., pág. 15, en nota, y passim hacer protesta
de su clara y decidida opción en favor de la plenitud del control judicial de la
74 Como nota E. GARCÍA DE ENTERRÍA, Hacia una nueva justicia administra-
Administración, protesta que podría hacer con igual razón apoyándose en su último
escrito si fuere acusado de lo contrario. tiva, cit., pág. 63.
170 CAP. IV.-DE NUEVO SOBRE EL PODER DISCRECIONAL Y SU EJERCICIO ARBITRARIO VIII. EL PRESUNTO <<ACTIVISMO JUDICIAL>> Y LAS SENTENCIAS DE 15 DE MARZO... 171

El ya citado artículo 119 -folio 138 de la pieza segunda del expediente-,


siguiendo la traducción que hace la Generalitat en su primer escrito de ale- lidad de la calificación impugnada, que, a juicio de ella, «habría de mejorar
gaciones, prescribe la calificación de "verde privado de interés especial" el microclima de la zona».
para "aquellos espacios no edificados con una vegetación que conviene pro-
teger o integrarla en un ambiente o entorno a preservar". Al respecto el juzgador vuelve a atenerse estrictamente a los informes
Dos son, pues, los criterios esenciales: la existencia de una vegetación de los peritos designados en autos, que son, también en este punto, conclu-
a proteger o su integración en el entorno».
yentes. Los transcribo aquí, tal y como la Sentencia los recoge:
A continuación, la Sentencia recoge en el fundamento jurídico cuarto «A) El terreno discutido, de 1.798,31 metros cuadrados -folio 227-,
el resultado de la prueba pericial practicada en autos por el perito desig- "difícilmente" podría contribuir a mejorar las condiciones ambientales -fo-
lio 230-, que por otro lado han de verse favorecidas por la cercanía de un
nado por insaculación, de cuyo tenor ya he dado cuenta más atrás al refe- Parque Municipal de 32.400 metros cuadrados a 360 metros de la finca de
rirme a la motivación, para concluir, «sobre la base de este dictamen peri- autos -folio 230-.
cial», que «no existía en el territorio litigioso una vegetación apta para B) Dado que "la mayoría son plantas caducifolias durante seis meses
provocar la subsunción en el artículo 119 de las Normas del Plan impugna- no tienen ninguna influencia sobre el medio ambiente circundante" -folio
166-.
do».
C) En definitiva, "la agresión que reciben las plantas por todos y cada
El fundamento jurídico quinto pasa así a examinar el segundo de los uno de los factores externos es mayor que la posible influencia que puedan
ejercer las plantas sobre el medio ambiente circundante -folio 166-».
criterios justificativos de la calificación «verde privado de interés espe-
cial» -integración en el entorno- advirtiendo que tanto el dictamen del La conclusión que de tal pericia resulta no puede ser otra que la que
mismo perito, como el emitido por un arquitecto, también designado por la Sentencia obtiene, esto es, que «tampoco esta línea argumental es bas-
insaculación, ponen de relieve que «el solar de autos está rodeado de tante para justificar la calificación impugnada, que, por consecuencia, al
grandes edificaciones» y, más concretamente, de «edificios entre mediane- no ajustarse a las exigencias de racionalidad que derivan del principio de
ras vistas», lo que origina un resultado antiestético de «intoxicación vi- interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos, debe ser anulada»
sual», que la propia Generalidad de Cataluña, autora del acto aprobatorio (la cursiva es mía).
del Plan objeto del recurso, resalta al reconocer que alrededor del solar
Resuelta así la primera de las cuestiones planteadas por el recurso, en
en cuestión ha surgido un «horizonte de cemento» (los entrecomillados
plena coincidencia con la Sentencia apelada, aborda el Tribunal Supremo
corresponden a citas literales que la Sentencia hace con referencia escrupu-
la segunda y más polémica de la eventual sustitución de la calificación
losa a folios concretos del expediente). En base a tal prueba la Sentencia
anulada por la pretendida por el recurrente -«zona residencial en manzana
concluye que «"ese horizonte de cemento" circundante, integrado por me-
dianerías vistas, impide la integración del terreno litigioso en su entorno cerrada»- comenzando por recordar el criterio jurisprudencia! al respecto,
a título de jardín», pues es claro que la coherencia exigible al planeamiento con cita de la Sentencia de 2 de abril de 1991, criterio que resume así en
urbanístico no permite calificar el suelo litigioso como "verde privado de el fundamento jurídico séptimo:
especial protección", dados los criterios expresados en el ya iniciado ar- «A) Si son posibles varias soluciones, todas ellas lícitas y razonables,
únicamente la Administración actuando su potestad discrecional de planea-
tículo 119 de las Normas del Plan». miento podrá decidir al respecto.
Hasta aquí, me parece, la argumentación de la Sentencia no puede ser B) Por el contrario, los Tribunales habrán de señalar la nueva califica-
ción si las líneas de planeamiento conducen a una solución que se impone
ni más meticulosa, ni más impecable. No termina aquí, sin embargo, el ya por razones de coherencia -así, Sentencias de 22 de septiembre y 15 de
análisis crítico de la decisión administrativa en causa, que el fundamento diciembre de 1986-. Así lo reclama el principio de efectividad de la tutela
jurídico sexto de la Sentencia continúa con idéntica meticulosidad pasando judicial -art. 24.1 de la Constitución- que quedaría claramente burlado si
los Tribunales, contando con datos suficientes, no resolvieran todo lo nece-
revista al argumento aducido por la Generalidad para justificar la raciona- sario en relación con las cuestiones planteadas en el proceso».
172 CAP. IV.-DE NUEVO SOBRE EL PODER DISCRECIONAL Y SU EJERCICIO ARBITRARIO VIII. EL PRESUNTO <<ACTIVISMO JUDICIAL» Y LAS SENTENCIAS DE 15 DE MARZO... 173

Sobre la doctrina con tanta claridad y precisión expuesta nada voy a nística que elimine la situación necesariamente provisional de las media-
decir para no incurrir en repeticiones innecesarias. Importa más detenerse nerías vistas para que queden ocultas, resultado este al que se llega precisa-
en su aplicación concreta al caso de autos, que es, como podrá apreciarse, mente manteniendo la coherencia del planeamiento, es decir, atribuyendo
modélica. al terreno litigioso la calificación de los suelos circundantes -clave I-,
76
"residencial en manzana cerrada"» •
En efecto, el fundamento jurídico octavo precisa que el terreno liti-
gioso «se encuentra inmerso en un suelo que el planeamiento califica como 76 Un supuesto muy semejante a éste es e~ _re~uelto por la Sentencia de 11 ~e
Zona I "residencial en manzana cerrada", calificación esta que no sólo va marzo de 1997, que estima el recurso de apelac10n mterpuesto contra una Sentencia
del Tribunal Superior de Justicia de Madrid que cot;tsideró conforme al ord.ena-
referida a la manzana en la que se halla aquél, sino también al suelo miento jurídico la reclasificación como suelo no urbamzable de unos terrenos Situa-
circundante». Se trata, pues, de una isla, rodeada de un «horizonte de , dos entre unos talleres de RENFE y una autopista que con anterioridad ~staban
calificados como zona ferroviaria y reconoció al recurrente el derecho a ser mdem-
cemento», lo que -advierte la Sentencia- diferencia este caso del resuelto nizado por los daños y perjuicios ocasionados por dicha reclasif~c~ció.~. La Sen~en­
por la Sentencia de 15 de diciembre de 198675 , una isla que, además, cia del Tribunal Supremo revoca la apelada y anula 1~ ~·eclasificaciOn recurrid~,
está enclavada entre «medianeras vistas» que provocan una «intoxicación declarando que el suelo objeto de la misma debe ser clasificado como suelo urbam-
zable de uso industrial. He aquí su argumentación: «El examen de los hechos en
visual», según el perito Arquitecto. su cruda realidad nos revela que el terreno aquí cuestionado fue clasifica~o .en el
planeamiento anterior y así permaneció mu?hos a~os como zona. fe.rroviana, es
Este dato es fundamental para la solución en Derecho de la cuestión decir en definitiva, suelo urbanizable de uso mdustnal, con la peculiandad de estar
planteada, porque, como es obvio, «las paredes medianeras son en todo afect~ exclusivamente a ese uso ferroviario, sin posibilidad, pues, prácticamente
de aprovechamiento alguno por el propietario. .
caso paredes para ser vistas con carácter provisional y, por tanto, no La propia ubicación del terr~no entre las de~endencia,s de RENfE y una auto-
para un modo definitivo de terminación», lo que le lleva a decir al citado pista hacen impensable un efectivo aprovechamiento de mdole agncola, ganadera
o forestal, que son los propios y naturales del suelo n? urba~i~able.
perito que, «desde un punto de vista estético-urbanístico, cabe pensar que Prácticamente todos los terrenos colindantes han sido calificados como de uso
los elementos provisionales no caracterizan dignamente el entorno urbano industrial.
No existe prácticamente en el expediente ni en los autos justifica~ión algu~a
y humano de la ciudad, por lo que cabe afirmar que una pared medianera convincente y concreta sobre tal clasificación de ese terreno que la propia sentencia
vista y además mal terminada no es una buena solución, ni urbana, ni ?e
apelada la considera como "insólit~~· puesto que la simple e~~~sición los razona-
arquitectónica y ni paisajística». mientos contenidos en la resoluc10n del recurso de reposiciOn, basandose en los
informes técnicos emitidos en la tramitación del Plan General, se reducen de modo
Los datos de hecho así establecidos en prueba, con las garantías de genérico a la estrategia de eql!il~bri~ ~n~re el N.orte y el. Su! de la c~udad, que viene
a exigir un freno en la e~peciali~aciOn md~stn~l del dist~I~o. de VIllaverde, lo que
imparcialidad inherentes a la insaculación del perito y las propias de la no hace sino poner de relieve la mcoherencm o mcompatibilidad de tal argumenta-
contradicción procesal, reclaman, según la Sentencia, «una solución urba- ción con la clasificación de urbanizable y calificación de uso industrial al entorno
que rodea al terreno objeto de esta litis. . . .,
La verificación de la realidad de estos hechos pone de relieve que la declSlon
75
Es la Sentencia sobre el Plan General de Tarrasa (vid. mi Arbitrariedad y planificadora discrecional al clasificar ese suelo como no urbanizable n? ~~arda la
discrecionalidad, cit., págs. 65 y sigs.), que anuló la calificación de «equipamientos coherencia lógica mínimamente exigible con aquello, por lo que tal declSlon ha de
de nueva creación», con destino a guardería infantil y centro socio-cultural, que estimarse como viciada al infringir el principio de arbitrariedad de los poderes
dicho Plan dio a los terrenos integrantes de una manzana, calificada como zona públicos, no menos que el principio de seguridad)u.rídica -;-preconizado ~n el ~rt.
industrial, en la que los recurrentes tenían instalada una industria textil. Dicha 9.3 de la Constitución- al haberse traspasado los limites raciOnales de la discre.ciO-
calificación fue anulada por el Tribunal Supremo, que, no obstante, no accedió a nalidad por lo que procede estimar el recurso interpuesto por don Juan Enn~ue
la pretensión de los recurrentes de sustituir la calificación anulada por la de zona y
G. G. declarar no ajustada a Derecho tal clasificación ?el su~lo controvertido,
industrial por entender que, si bien tal sustitución es posible cuando «inequívoca- que debe ser clasificado como su~lo urbanizab~e. de uso mdustnal, ya que como
mente aquellos criterios (los generales del Plan) conduzcan a una única solución tiene declarado esta Sala -Sentencias de 15 de diCiembre de 1986 (RJ 1986, 1139),
coherente», no lo es «cuando sean posibles varias soluciones». La diferencia con 2 de abril de 1991 (RJ 1991, 3278), 31 de octubre de 1992 y 15 de marzo de .1?93
el supuesto de la «isla» en un «horizonte de cemento» es notoria desde esta pers- (RJ 1993, 2523), entre otras-, los Tribunales habrán de señalar la nuev~ ,clasifica-
pectiva y por eso la subraya la Sentencia que se analiza en el texto. ción o calificación si las líneas de planeamiento conducen a una soluc10n que se
174 CAP. !V.-DE NUEVO SOBRE EL PODER DISCRECIONAL Y SU EJERCICIO ARBITRARIO VIII. EL PRESUNTO <<ACTIVISMO JUDICIAL>> Y LAS SENTENCIAS DE 15 DE MARZO... 175

del plan que para el entorno del terreno discutido han previsto la calificación
La naturaleza de las cosas (el carácter «necesariamente provisional de de "residencial en manzana cerrada"».
las medianerías vistas, que nacen para quedar ocultas y no para ser exhibi-
das»), sobre la que llamó lúcidamente la atención ÜARCÍA DE ENTERRÍA al De la razón, a la que el Derecho no puede en ningún caso renunciar,
perfilar hace ya más de treinta años el principio de interdicción de la sólo puede escaparse con razones. Si las que se ofrecen como tales para
arbitrariedad que hoy recoge el artículo 9 de la Constitución77 , y no la justificar una excepción chocante (una isla entre medianerías vistas en
opinión subjetiva del juzgador (que en este caso se ha esforzado visible- medio de un horizonte de cemento) resultan ser simples pretextos, una vez
mente en mantenerse en un segundo plano, renunciando a todo protago- confrontados con la realidad, es obvio que no queda otra solución para el
nismo y limitándose a constatar los hechos que la prueba practicada puso supuesto arbitrariamente excluido de la regla general que la aplicación al
ante él), lleva así derechamente a la única solución compatible con la mismo de dicha regla.
propia coherencia del plan urbanístico, con la «normatividad inmanente No hay, pues, en este caso, sombra alguna del supuesto activismo que
en la naturaleza de la institución», por utilizar la feliz expresión de la Ley tan gratuitamente se denuncia, puesto que el juzgador nada aporta de su
de la Jurisdicción contencioso-administrativa, una institución que es, ante propia cosecha al limitarse a comprobar, con ayuda de la prueba contradic-
todo, y que no puede dejar de ser sino la expresión formal de un designio toriamente practicada, la consistencia real de los motivos y justificaciones
racional orientado a la ordenación coherente de la ciudad78 • esgrimidos por la Administración y a aplicar la lógica más estricta -la del
Es importante notar que la Sentencia, cuyo respeto por la posición de propio Plan aprobado por la Administración- para extraer las consecuen-
la Administración en el ordenamiento está en las antípodas del denostado cias que con toda naturalidad resultan de dicha comprobación.
activismo, acepta de modo expreso la posibilidad de que esa racionalidad La reciente Sentencia de 21 de septiembre de 1993, a la que ahora voy
y esa coherencia consustanciales al concepto mismo del plan se quiebren a referirme, demuestra también en su simplicidad hasta qué punto no existe
en un caso singular o, para ser más exacto, se recompongan en ese caso el activismo judicial que se critica y sí, en cambio, una extremada pruden-
sobre otras bases, siempre que, claro está, tal recomposición sea expresa cia en la valoración de los actos discrecionales y un exquisito respeto a la
e igualmente aprehensible por la razón. El párrafo final del fundamento libertad decisoria de la Administración, cuya decisión, por arbitraria que
jurídico octavo es expresivo al respecto: sea, no se sustituye por el juez en tanto sean posibles diversas alternativas.
«En el mismo sentido puede recordarse que la presumible racionalidad El supuesto litigioso era en este caso muy sencillo: el Plan General de
de las líneas generales de planeamiento exige que un apartamiento de aqué-
Uas sea especialmente motivado y en el caso litigioso, eliminada por falta Ordenación Urbana de Madrid de 1985 adoptó una «estrategia» consis-
de racionalidad la fundamentación de la que derivaba aquel apartamiento, tente en conservar, en su destino actual, los equipamientos privados exis-
resulta claro que han de recobrar su plena virtualidad los criterios generales
tentes en el centro de la ciudad y en el ensanche, entre ellos, en concreto,
impone ya por razones de coherencia, al reclamarlo así el principio de efectividad los teatros. Sin embargo, curiosamente, esa «estrategia» no se aplicó de
de la tutela judicial -art. 24.1 de la Constitución- que también quedaría claramente un modo general y uniforme dando a todos ellos la calificación de «uso
burlado si los Tribunales, contando con datos suficientes, no resolvieran todo lo dotacional local de equipamiento», sino que, sin saber por qué, de los
necesario en relación con las cuestiones planteadas en el proceso».
77
Vid. E. GARCÍA DE ENTERRÍA, La interdicción de la arbitrariedad en la potes- veintisiete teatros contemplados en la prueba practicada en autos doce de
tad reglamentaria, en el núm. 30 de la «Revista de Administración Pública», y ellos se libraron de dicha calificación y de la carga, nada leve, a ella
luego en el libro Legislación delegada, potestad reglamentaria y control judicial, inherente.
2a ed., Ed. Tecnos, Madrid, 1981; vid., en concreto, págs. 196 y sigs. y 228 y sigs.,
en nota, de dicho libro.
78 A lo largo del proceso, tanto en la primera instancia, como en la apela-
Como es común destacar y ha destacado el propio PAREJO. Vid. E. GARCÍA
DE ENTERRÍA y L. PAREJO ALFONSO, Lecciones de Derecho Urbanístico, 2a ed., Civi- ción, «las Administraciones demandadas -dice la Sentencia en su funda-
tas, Madrid, 1981, págs. 58 y sigs. y 169 y sigs. mento jurídico octavo- han huido del tema litigioso evitando dar una ex-
176 CAP. !V.-DE NUEVO SOBRE EL PODER DISCRECIONAL Y SU EJERCICIO ARBITRARIO VIII. EL PRESUNTO <<ACTIVISMO JUDICIAL» Y LAS SENTENCIAS DE 15 DE MARZO... 177

plicación respecto de la muy diferente suerte urbanística que han corrido y a otros, en cambio, no, en abierta oposición con esa misma «estrategia».
los teatros madrileños en la revisión del Plan General», por lo que se llegó A cualquiera se le ocurre, desde luego, que ese obstinado silencio de la
al final del mismo, pese a haberse practicado una prueba para mejor pro- Administración que termina por impedir que el recurrente obtenga la tutela
veer, sin saber «por qué el litigioso se incluye en el grupo de los teatros judicial efectiva y plena a la que tenía derecho, con la inevitable conse-
a mantener a diferencia de otros», es decir, «careciendo de los datos nece- cuencia de tenerse que ver obligado a afrontar muy probablemente un
sarios para decidir sobre el fondo». En estas circunstancias, el Tribunal segundo proceso, pudo tener legítimamente un tratamiento procesal más
Supremo se limita a revocar la Sentencia apelada y a anular el acuerdo duro que la mera, aunque inhabitual, condena en costas que la Sentencia
aprobatorio del Plan General de Madrid en lo que atañe a la calificación acuerda, pero el juzgador prefirió extremar la prudencia, ateniéndose es-
del edificio sito en la calle Doctor Cortezo, número 5, Teatro Fígaro, como trictamente a su propia doctrina sobre la posibilidad de sustitución en sede
«Uso dotacionallocal de equipamiento», «a fin de que con una completa ' procesal de las decisiones discrecionales de la Administración.
motivación se dicte la resolución procedente en Derecho», sin acceder, No obstante esto, merece la pena transcribir aquí el fundamento jurí-
por tanto, a la pretensión del recurrente de que se declarara que la referida dico tercero de la Sentencia, que marca con toda claridad la distancia que
finca debería ser de uso residencial y/o terciario de acuerdo con los usos media entre los planteamientos de síntesis, resultantes de la pura especula-
del entorno. ción abstracta sobre el poder discrecional y la pluralidad de soluciones
En lo que a la anulación de la calificación impugnada se refiere, no alternativas que, en principio, admite su ejercicio y el razonamiento analí-
caben muchas dudas sobre su procedencia, dada la falta de toda fundamen- tico, desde abajo y desde dentro de cada institución concreta, que permite
tación objetiva de una desigualdad de trato tan onerosa. El fundamento ver, mucho más cuando se parte de un caso preciso y determinado, en qué
jurídico octavo de la Sentencia es concluyente al respecto: queda esa inicial y teórica posibilidad de alternativas y cómo en muchos
«Así las cosas será de señalar que la "estrategia" general del plan ten- casos puede quedar y queda eliminada pura y simplemente. Dice así el
dente a conservar en su destino actual los equipamientos privados, es decir, fundamento jurídico en cuestión, auténtica lección magistral, escrita, ade-
en lo que ahora importa los teatros, no vulnera en modo alguno las exigen- más, en un lenguaje llano y sin pretensiones, como debe ser siempre el
cias de racionalidad que derivan del principio de interdicción de la arbitra-
riedad de los poderes públicos. lenguaje jurídico:
También resulta razonable que dentro de esta "estrategia" pueda no «Más concretamente ha de señalarse que, como reiteradamente declara
ser necesaria o adecuada la conservación de todos los teatros, pero la dis- el Tribunal Supremo, de la "racionalidad en la actuación administrativa"
tribución de éstos en los dos gmpos -los que se conservan y los que no- deriva una necesidad de "coherencia en el desarrollo de los criterios de
ha de producirse en virtud de algún criterio para evitar que sea simple planificación" -Sentencia de 8 de octubre de 1990- y puesto que ha de
fruto de la arbitrariedad. presumirse que las reglas generales del plan "obedecen a un designio ra-
cional... apartarse de él supone una incoherencia" si tal desviación "no
Y desde luego, ese criterio, que ha de determinar por consecuencia la aparece respaldada por una justificación suficiente" -Sentencia de 20 de
calificación urbanística de cada teatro -recuérdese la autoeliminación de
la discrecionalidad por razones de coherencia-, ha de quedar claramente marzo de 1990-.
expresado o por lo menos ha de resultar implícito y susceptible de ser con- Y esta coherencia del Plan, exigencia racional imprescindible salvo
cretado para asegurar desde el punto de vista del interés público que con causa justifi~ada, implica una importante reduc~i~n. de la discrecio~~lidad,
aquella calificación se están sirviendo sus exigencias y desde el punto de discrecionahdad esta profunda en el momento IniCial de la redacc10n ate-
vista del ciudadano que la calificación no es hija de la pura arbitrariedad nuada a medida que se va produciendo su concreto desarrollo.
para, en caso contrario, poder impugnarla con el adecuado fundamento». En efecto, sobre la base de una observación de la realidad y de una
reflexión en la que atendiendo a ciertos "objetivos" se contemplan y "anali-
La limitación del fallo a la mera anulación deriva, por otra parte, de zan" las "distintas alternativas posibles" ha de producirse la "elección" de
esa carencia de datos que vino a resultar del obstinado silencio de la Admi- un determinado modelo territorial que además ha de "justificarse": éste es
el momento de máxima discrecionalidad pues son posibles varias -incluso
nistración a la hora de explicar por qué a unos teatros se les aplicó la muchas- soluciones jurídicamente indiferentes. Pero después, una vez ele-
calificación impugnada, de acuerdo con la «estrategia» elegida por el Plan, gido el modelo y fijados los "criterios de la ordenación" propuesta, con
178 CAP. IV.-DE NUEVO SOBRE EL PODER DISCRECIONAL YSU EJERCICIO ARBITRARIO IX. EL CONTROL JUDICIAL DE LA ARBITRARIEDAD DEL PODER ES HOY UN ... 179

las líneas generales del planeamiento se va atenuando la discrecionalidad


como consecuencia de la propia decisión -«elección"- del planificador: la.s pide aceptar como bueno lo que dice «un Zapatero», por bien traído que
concretas calificaciones del suelo han de resultar coherentes con la decl- pueda estar, en tanto no comprobamos que eso mismo lo sostiene también
sión inicial, de donde deriva que el amplio abanico primario de posibles «un Schuster», «un Shoemaker» o «un Cordonnier» 79 • No faltarán por ello
calificaciones se va reduciendo, siendo posible que incluso desaparezca la
discrecionalidad cuando ya sólo resulte viable una única solución que se entre los lectores que me hayan seguido hasta aquí quienes duden de la
imponga por razones de coherencia -así Sentencias de 2 de abril de 1991, corrección de las Sentencias de 11 de junio de 1991 y de 15 de marzo y
15 de marzo de 1993, etcétera-.
21 de septiembre de 1993 y reclamen para su tranquilidad aquella compro-
Es claro pues que la propia dinámica de la redacción de planeamiento
lleva consigo una reducción progresiva de su característica discrecionali- bación.
dad».
Es muy fácil complacerles en este caso y demostrarles sin lugar a
Las dos Sentencias que acabo de exponer son, me parece, suficiente-
dudas que las Sentencias en cuestión, lejos de ser una excepción chocante
mente clarificadoras y contribuyen a disipar los equívocos que proyectan
en el panorama comparado, constituyen, tanto por lo que hace a su estruc-
su ominosa sombra sobre este polémico asunto, que dista mucho de ser
tura argumental, como por lo que concierne a los resultados a los que su
tan dramático como algunos se esfuerzan en presentarlo. En el fondo, todo
razonamiento conduce, un exponente fiel de la cultura jurídica occidental,
lo que el Derecho pide son razones. Con ellas se conforma en cualquier
si esta expresión se toma en su acepción más estricta, descontando, por
caso, porque lo único que no tolera es la sinrazón. No merece la pena, por
tanto, las cuestiones terminológicas y las diferencias de carácter instru-
tanto, armar tanto ruido por tan poco. En último término, la Administra-
mental con las que la historia peculiar de cada país, nada sencilla en este
ción tiene siempre al alcance de su mano la garantía de la inexpugnabili-
punto capital del control judicial del núcleo duro del poder en ninguno de
dad de sus decisiones discrecionales y de su tan traída y llevada posición
ellos, ha ido formando la costra que rodea la pulpa de esa cultura común.
institucional. La cuestión crucial, ya lo dije más atrás, sigue estando en la
motivación, una motivación, eso sí, que tiene que poner de manifiesto que Como ha dicho ÜALLIGAN, la racionalidad es the most rudimentary
la decisión adoptada cuenta con un fundamento objetivo capaz de soste- requirement of political morality80 y por serlo todos los Tribunales sin
nerla y de suscitar el imprescindible respaldo social que la propia cláusula excepción en todos los países someten de un modo u otro a un test de
del Estado democrático reclama. Cuando los jueces reclaman ese funda- racionalidad las decisiones de la autoridad con el fin de averiguar no si
mento objetivo que a veces falta no sólo están cumpliendo con su deber son las más racionales, sino si superan, al menos, el umbral mínimo que
constitucional de tutelar de forma efectiva los derechos de los ciudadanos, separa lo racional de lo arbitrario. Basta asomarse, por ejemplo, a la obra
sino que están contribuyendo también a mejorar la administración de la
cosa pública y a asegurar la legitimidad del ejercicio de los poderes públi- 79
He insistido muchas veces, desde mi lección magistral en las ya lejanas
cos de la que algunos de sus detentadores se creen en ocasiones dispensa- oposiciones a cátedras que me llevaron a San Sebastián (vi.d. La situac.ió.n de .l?s
colindantes con las vías públicas, en el núm. 69 de la «Rev1sta de Adm1mstrac10n
dos en razón de una legitimación de origen que nadie discute. Calificar de Pública», pág. 122, y últimamente en el prólogo al libro de R. GARCÍA MAcHo, L:zs
«activismo» esta actitud, que con tanta moderación, por lo demás, se viene relaciones de especial sujeción en la Constitución Españolq-, Ed . Tec_no~, Madnd,
adoptando hasta ahora entre nosotros, es pura y simplemente un abuso. 1992), y no me cansaré de hacerlo, en denunciar ese compleJO de mfenondad s~bre
el que en su día llamó la atenci?n JoRDAN~ DE Po~As, en/ El profes~r Gasean y
Marín y su obra, «Rev. de Estu.~los de la V1da Soc1al», nu~. 125, pag. 17, com-
plejo que procede de la Ilustracwn y de su propuesta europe1zante, entonces muy
IX. El control judicial de la arbitrariedad del poder es hoy en su punto, para sacar al país de la P.rofun?a ~risis en qu~ entonc~s se enco31traba
y que no hizo sino agravarse en el s1glo s1gmente: Doscler;ttos. ~nos. ?espues esta
un denominador común de la cultura jurídica occidental actitud tan frecuente todavía entre nosotros, no tlene ya JUStlflcacwn alguna y,
menos' aún, en el ámbito jurídico, por lo que resulta particularmente irritante.
Es muy frecuente y también muy visible entre nosotros esa especie de 8
° Cfr. D. J. GALLIGAN, Discretionary powers. A legal study of official discre-
complejo colectivo que desde hace dos siglos nos atenaza y que nos im- tion, Clarendon, Oxford, 1990, págs. 4 y 5 y 142 y sigs.
180 CAP. IV.-DE NUEVO SOBRE EL PODER DISCRECIONAL YSU EJERCICIO ARBITRARIO IX. EL CONTROL JUDICIAL DE LA ARBITRARIEDAD DEL PODER ES HOY UN ... 181

de ScHwARZE para comprobar que este modo de operar que ahora reclama del Convenio en que se amparan, el modo de razonar es idéntico 87 • La
formalmente en nuestro Derecho el principio constitucional de interdicción arbitrariedad se considera por doquier la antítesis de la racionalidad y de
de la arbitrariedad de los poderes públicos en el que yo vengo insistiendo un mínimo de ésta no puede prescindir el Derecho. Empeñarse en negarlo,
es moneda corriente en todos los Estados miembros de la Unión Europea, so pretexto de la imprecisión del concepto, supone desconocer el propio
en los Tratados constitutivos de ésta y en la jurisprudencia del Tribunal ser del razonamiento jurídico, que ni en este punto, ni en ningún otro,
Europeo de Justicia81 • La necesidad práctica y la propia inevitabilidad de puede reducirse a una pura aplicación mecánica del método silogístico
los apoderamientos discrecionales, que nadie niega, no permite en ningún propio de la lógica clásica, que por exigir inexcusablemente conceptos y
caso la toma de decisiones on arbitral)' or irrelevants grounds 82 • Las auto- categorías jurídicas netamente definidos y hechos incontrovertiblemente
ridades públicas vienen siempre obligadas de forma inexcusable a exponer establecidos sólo puede dar respuesta a un número rigurosamente reducido
las razones de su decisión para que el público pueda ver en cualquier caso ' de problemas simples y deja sin ella a la gran mayoría de los que plantea
por qué esa decisión ha sido tomada83 y esas razones, cuya exposición ha a diario el normal desarrollo de la vida social88 •
de ser tanto más escrupulosa cuanto mayor sea la libertad de acción conce- Todo esto es bastante obvio y no requiere por ello mayor insistencia,
dida por las normas aplicables 84 , han de ser luego valoradas por los Tribu- que, quizá, deba reservarse para los resultados a los que las Sentencias
nales, que podrán rechazar las decisiones administrativas en ellas basadas antes comentadas llegan. Más de uno habrá advertido ya, sin embargo, la
si encuentran que las razones en cuestión are bad in law 85 o no son acepta- exacta correspondencia existente entre la explicación, que antes califiqué
bles in terms of our understanding of the world 86 • de magistral, del proceso de reducción progresiva que experimenta el «am-
En la propia jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Huma- plio abanico primario» de posibilidades inherente a la potestad de planea-
nos, que se enfrenta no ya con decisiones discrecionales de una autoridad miento en el marco contextua! de un plan de ordenación concreto, cuya
intraestatal como lo hacen los Tribunales nacionales, sino con decisiones consecuencia lógica puede llevar a que «incluso desaparezca la discrecio-
que llevan el sello de la soberanía, lo que, obviamente, supone un plus de nalidad» (Sentencia de 21 de septiembre de 1993), con lo que la doctrina
libertad con respecto al que resulta de la propia estructura de la norma alemana llama la reducción de la discrecionalidad a cero, auf Null, su-
puesto en el que la Ley de la Jurisdicción contencioso-administrativa de
81
Cfr. J. ScHWARZE, European Administrative Law, Swet and Maxwell Lon-
87
dres, 1992, págs. 261 y sigs. ' Vid. al respecto W. J. GANSHOFF VAN DER MEERSCH, Le caractere autonome
82
• Idem, pág. 301. Advierte GALLIGAN, op. cit., pág. 144, en nota, que el crite- des termes et la «marge d'apprétiation» des gouvernements dans l'interprétation
no de la Ley de Procedimiento Americana para la revisión judicial de la discrecio- de la Convention européenne des Droits de l'Homme, en «Protecting Human
nalidad de las agencias expresado en términos de «arbitrary or capricious», ha Rights: The European Dimension», estudios en homenaje a Gerard J. WrARDA,
sido. ~nterpretado en el sentido de requerir un umbral standard de reasonableness, editados por F. Matscher, C. Heymanns Verlag KG, 1988, págs. 201 y sigs., donde
remitiendo al efecto a B. ScHWARTZ, Administrative Law, Nueva York, 1976, págs. se expone el tratamiento que el TEDH da al «margen de apreciación», que los
452 y 604 y sig. Llamo la atención sobre ello para subrayar el alcance de la artículos del Convenio reconocen sistemáticamente a las autoridades nacionales. A
regla prohibitiva de la arbitrariedad, que comprende así tanto lo irracional como pesar de ello, obviamente, el Tribunal no se conforma con las simples afirmaciones
1~ irraz~nabl~. El lector sabrá disculpar que n~ m~ ,.detenga aquí en explicar la de los Gobiernos. Como subraya el autor, «de la Cour releve la décision ultime
diferencia existente entre ambos conceptos, exphcac10n que prolongaría innecesa- sur le point de savoir si l'ingérence attaquée devant elle se fonde sur pareil besoin,
riamente este trabajo. si elle demeure proportionnée au but légitime poursuivi et si les motifs invoqués
83
Ibídem. Sobre la obligación de motivar en el ámbito de la Unión Europea par l'autorité nationale sont justifiés».
88
vid. los artículos 15 del Tratado CECA, 190 del Tratado CEE y 162 del Tratad¿ Sobre el tema vid. los trabajos de J. B. GRIZE, M. DELMAS-MARTY, J. F.
Eurato m. CosTE y M. A. FRISON RocHE en la segunda parte del volumen Lire le droit. Langue,
84
Cfr. J. ScHWARZE, op. cit., pág. 307. texte, cognition, dirigido por D. BouRCIER y P. MACKAY, «LGDJ», París, 1992, bajo
85 el rótulo común Au-dela de la logique formelle. Rationalité, Flou e Incertitude de
Vid. el caso analizado por ScHWARZE en op. cit., págs. 284 y 285. Droit, págs. 99 y sigs., y, por supuesto, Ch. PERELMAN, La lógica jurídica y la
86
Cfr. D. J. GALLIGAN, op. cit., pág. 5. nueva retórica, Ed. Civitas, Madrid, 1979.
182 CAP. IV.-DE NUEVO SOBRE EL PODER DISCRECIONAL YSU EJERCICIO ARBITRARIO IX. EL CONTROL JUDICIAL DE LA ARBITRARIEDAD DEL PODER ES HOY UN... 183

aquel país no sólo permite, sino que obliga, a los Tribunales a declarar la conocimiento», aunque conserve su denominación tradicional de recurso,
obligación de la Administración de dictar el acto administrativo requerido que la existencia de un acto administrativo debe considerarse sólo «como
cuando el asunto está «maduro» (spruchreif) para ello (como ocurre en el presupuesto de admisibilidad de la acción contencioso-administrativa» y
supuesto resuelto por la Sentencia de 11 de junio de 1991, en el que, que el objeto de dicho proceso son las pretensiones ejercitadas por las
tras la anulación de la resolución administrativa recurrida, sÓlo queda una partes, esto es, los derechos e intereses en juegq92 , ya que las pretensiones
solución posible: adjudicar el contrato al mejor postor) o, como mínimo, pueden ser no sólo de mera anulación, sino también de reconocimiento y
la de decidir dentro de los términos por él mismo fijados, si no lo está del restablecimiento de situaciones jurídicas individualizadas.
todo 89 , soluciones idénticas, como puede verse, a las adoptadas por nues- Es sencillamente inconcebible, con lectura del alemán o sin ella, afir-
tros jueces en los casos que venimos considerando. Saber alemán no es mar que la Constitución de 1978 ha derogado por exceso los artículos 42
imprescindible, según se ve; saber Derecho, en cambio, sí lo es. y 84.b) y e) de nuestra Ley Jurisdiccional y que la Norma Fundamental
Es sorprendente que PAREJO, que hace alarde de su facilidad de acceso de un Estado democrático de Derecho como el nuestro actual ha querido
estrechar los márgenes del control de las decisiones de los detentadores
a la literatura jurídica alemana y que, en concreto, ha pretendido ilustrar-
del poder que un régimen autoritario no tuvo empacho en aceptar. Sincera-
nos (ahora se ve que mal) sobre las bondades del contencioso-administra-
mente espero y deseo que PAREJO despierte del sueño de pesadilla en el
tivo alemán y de las cuatro clases de acciones en él posibles90 , no haya
que inopinadamente ha caído y que el propio Derecho alemán al que es
advertido esto. Y, más que sorprendente, es inaudito que en su último
tan aficionado le ayude a entender que la inequívoca correlación existente
escrito haya pretendido, a partir de la Constitución de 1978, cuyo artículo
entre el artículo 24.1 de nuestra Constitución y el artículo 19.4 de la Ley
24.1 es una réplica sustancialmente fiel del artículo 19.4 de la Grundge-
Fundamental de Bonn obliga, justamente, a todo lo contrario de lo que él
setz91, reducir nuestro propio sistema de control jurisdiccional a una sola
en su desafortunadísimo escrito último ha venido a propugnar, esto es, a
de esas cuatro acciones, a un mero contencioso de anulación, cuando nues-
liberar definitivamente a nuestro proceso contencioso-administrativo del
tra vigente Ley Jurisdiccional dejó claro, ¡hace ya treinta y siete años!, que
lastre revisor acumulado a lo largo de siglo y medio de vida y a asegurar
el proceso contencioso «no difiere esencialmente de los demás procesos de
su definitiva y neta conversión en un proceso sobre derechos capaz de
89
proporcionar en todo caso la tutela judicial efectiva que la Constitución
Vid. al respecto el libro de S. GoNZÁLEZ-VARAS, La jurisdicción conten-
cioso-administrativa en Alemania, Ed. Civitas, Madrid, 1993, págs. 233 y sigs. En garantiza y que hoy, lamentablemente, no puede obtenerse a través de él
la misma línea, aunque más esquemáticamente, J. BARNÉS V ÁZQUEZ, en La tutela en muchos casos 93 •
judicial efectiva en la Constitución alemana, en «La protección jurídica del ciuda-
dano. Estudios en homenaje al Profesor J. González Pérez», Civitas, 1993, tomo Estoy absolutamente seguro de que le será de positiva ayuda en este
I, pág. 449, en nota. Compárese el contenido de esta nota con las precisiones que
hace J. DELGADO BARRIO, en El principio de efectividad de la tutela judicial en la sentido la excelente tesis doctoral de GoNZÁLEZ-VARAS sobre la jurisdicción
jurisprudencia contencioso-administrativa, incluido en la misma obra, tomo II, contencioso-administrativa en Alemania, que por estar escrita en caste-
págs. 1212 y sigs., y se comprobará también la absoluta identidad de planteamien- llano le resultará en cualquier caso de más fácil y rápida lectura que las
tos y soluciones.
90
En su Estado social y Administración Pública, cit., págs. 300 y sigs.
92
91
El artículo 19.4 de la Grundgesetz dice literalmente en su primer inciso Sobre la naturaleza de verdadero derecho subjetivo, reaccional, del que la
que «cualquiera que sea lesionado en sus derechos por una autoridad pública tiene Ley Jurisdiccional llama «interés directo» y de los «intereses legítimos» a que
abierta una vía judicial». El artículo 24 de la Constitución italiana, por su parte, alude el artículo 24.1 de la Constitución y de las consecuencias de esta calificación
establece que «todos pueden actuar en juicio para tutelar sus propios derechos e en el plano jurisdiccional, vid. E. GARCÍA DE ENTERRÍA y Tomás R. FERNÁNDEZ,
intereses legítimos». Ambos preceptos sirvieron de modelo desde el primer mo- Curso de Derecho Administrativo, vol. II, 4a ed., Madrid, 1993, págs. 38 y sigs.
93
mento, como es notorio, a los redactores del Anteproyecto de nuestra Constitución Vid. sobre ello los trabajos de E. GARCÍA DE ENTERRÍA en su libro Hacia una
de 1978. nueva justicia, cit., y, en especial, el primero de ellos.

UNIV~~St E ANTIOQUIA
RIBLIOTECA CENTRAL
IX. EL CONTROL JUDICIAL DE LA ARBITRARIEDAD DEL PODER ES HOY UN ... 185
184 CAP. IV.-DE NUEVO SOBRE EL PODER DISCRECIONAL YSU EJERCICIO ARBITRARIO

98
fuentes originarias alemanas 94 • A esa tesis doctoral remito también al lec- decisión jurisdiccional, que, como advierte CHAPus , comportan siempre
tor más pusilánime o reticente para con nuestras propias fuentes con la une réfection plus ou moins marquée del acto impugnado. Y finalmente,
plena convicción de que, cuando la conozca, quedará plenamente liberado y sobre todo, la trascendental reforma operada en el sistema de ejecución
de las confusiones y equívocos en los que haya podido caer tras la lectura de las resoluciones de las jurisdicciones administrativas por los Decretos
de las obras de divulgación de las que es autor mi colega. de 15 y 16 de mayo de 1990, dictados siguiendo la pauta marcada por las
La solución no es muy distinta tampoco en el Derecho italiano y en el propuestas incluidas en el informe del Conseil d 'Etat de 14 de septiembre
Derecho francés, aunque en ambos la costra histórica a la que antes aludía de 1989. GARCÍA DE ENTERRÍA dio cuenta tempranamente entre nosotros de
sea más gruesa y ello dificulte su percepción a primera vista. En el primer estas trascendentales reformas 99 , que permiten ahora al juez administrativo
caso se puede llegar y se llega también más allá de la simple anulación, precisar en la propia motivación de sus decisiones, ya que no en su parte
en la que PAREJO pretende detener nuestro sistema, aunque para ello sea ' dispositiva (última e ingenua concesión a la tradición), las medidas concre-
inevitable dar un largo rodeo y seguir un segundo proceso, il giudizio di tas que la Administración viene obligada a dictar para asegurar la completa
ottemperanza, que tan cuidadosamente ha estudiado M. BELTRÁN en su ejecución de lo resuelto y la plena satisfacción del recurrente, lo que,
reciente tesis doctoral95 , juicio en el que la propia Ley permite expresa- obviamente, implica el fin del recurso por exceso de poder como mero
mente al juez proceder siempre que sea preciso, con la ayuda incluso de recurso objetivo de anulación y también del mito de la imposibilidad de
comisarios ad hoc para llevar a efecto su decisión, a sustituir la decisión . . / de1 que ya so/1o que d a 1a cascara
/ 100
sustltucwn, .
administrativa anulada en el proceso primero que tan vivamente rechaza
mi contradictor96 •
La justicia europea ha orientado también sus pasos en esta misma
En lo que al Derecho francés se refiere, hay que notar, por lo pronto, dirección, a partir de la entrada en vigor del Tratado de la Unión Euro-
que el contencioso de plena jurisdicción, al que es consustancial la sustitu- pea101, por lo que no le falta razón a ÜARCÍA DE ENTERRÍA cuando afirma
ción de las decisiones administrativas, no es ya sólo el tradicional de la que, tras estas reformas, «nuestro propio sistema contencioso-administra-
responsabilidad, puesto que a éste se une hoy una nutrida lista de conten-
tivo queda virtualmente en la cola en el ranking de efectividad entre todos
ciosos objetivos a los que, pese a ello, se reconoce su carácter de conten-
los de nuestro entorno inmediato» 102 • Que PAREJO se empeñe en mantener-
ciosos plenos (el de sanciones, el electoral, el fiscal, el de instalaciones
clasificadas, el de ruina) con iguales posibilidades que aquél97 • A ello hay
98
que añadir la práctica cada vez más frecuente en el propio exces de pouvoir Idem, págs. 601 y sigs.
99 Cfr. E. GARCÍA DE ENTERRÍA, La transformación del contencioso-administra-
de las resoluciones en tanto que y otras modalidades discretas y sutiles de tivo francés: la reforma radical del sistema de ejecución de sentencias, en su libro
Hacia una nueva justicia, cit., págs. 200 y sigs. El informe del Consejo de Estado
94
Citada en nota 87. y el texto del Decreto de 15 de mayo de 1990 en el núm. 411990 de la «Revue
95 Fran~aise de Droit Administratif», págs. 481 y sigs.
Cfr. M. BELTRÁN, El poder de sustitución en la ejecución de las sentencias 100
condenatorias de la Administración, tesis doctoral leída en la Facultad de Derecho Ibídem, pág. 234.
de la Universidad Complutense de Madrid el 25 de octubre de 1993 y calificada 101 El Tratado de la Unión ha dado nueva redacción al artículo 171 del Tra-
. por unanimidad con apto cum laude. tado CEE incluyendo ahora un párrafo 2 que faculta al Tribunal de Justicia a
96
El artículo 26.2 de la Ley italiana que instituyó los Tribunales Administrati- precisar «los aspectos ~oncretos. en que el Estado mi~l!lbro afectado no ha cu~­
vos regionales reconoce que «il tribunale quando e investito di giurisdizione di plido la Sentencia», as1 como a Imponer multas coercttlv~s para f~rza~ al c.umJ?l!-
merito, puo anche riformare ['atto o sostituirlo». Vid. al respecto M. BELTRÁN, op. miento, lo que, como ha observado E. GARCÍA DE ENTERRIA, Constztucwnall~acwn
cit., vol. II, págs. 996 y sigs. definitiva, cit., págs. 489 y sigs., ha reconvertido el anterior proceso declarativo en
97
Cfr. R. CHAPUS, Droit du contentieux administratif, 3a ed., Montchrestien, un proceso de condena.
París, 1991, págs. 598 y sigs. _ 102 Cfr. E. GARCÍA DE ENTERRÍA, La transformación, cit., pág. 235.
186 CAP. IV.-DE NUEVO SOBRE EL PODER DISCRECIONAL Y SU EJERCICIO ARBITRARIO

nos en ella tachando de activista a una jurisprudencia constitucional, legal


y técnicamente irreprochable como la que aquí se ha analizado es el peor
servicio que podía hacer a la ideología que parece defender, que con tales
amigos ya no necesita de otros enemigos. Yo, que como jurista positivo V
y profesor de Derecho no soy ni lo uno ni lo otro, me atengo en materia
¿DEBE LA ADMINISTRACIÓN ACTUAR RACIONAL Y
de ideologías a la máxima evangélica: «Por sus obras les conoceréis». RAZONABLEMENTE?

I. Introducción

En mis escritos anteriores sobre la arbitrariedad de la Administración


puse un cuidado muy especial en seleccionar las fuentes doctrinales y,
sobre todo, jurisprudenciales a utilizar y, muy singularmente, en medir el
alcance de mis propuestas, que nunca pretendieron ir más allá de donde
había llegado la propia jurisprudencia seleccionada 1• Por esa razón, tan
importante o más que lo que dije era lo que verdaderamente renuncié a
decir pudiendo hacerlo.

Mis preocupaciones fueron, sin embargo, inútiles, pues con más ím-
petu que reflexión los colegas a los que, inevitablemente, hube de aludir
optaron por tomar el rábano por las hojas haciendo derivar el debate, que
podía haber sido -y aún espero que lo sea- clarificador para los juristas,
a un terreno ideológico-político que lo ha empobrecido lamentablemente.

Vid. Arbitrariedad y discrecionalidad, en «Estudios sobre la Constitución


Española, Homenaje al Profesor Eduardo García de Enterría» (coord. S. MARTÍN-
RETORTILLO), Ed. Civitas, Madrid, 1991, vol. m, págs. 2255 y sigs., y edición
separada con el mismo título en Cuadernos Civitas, Madrid, 1991; Juzgar a la
Administración contribuye también a administrar mejor, en el núm. 76 de la «Re-
vista Española de Derecho Administrativo», octubre-diciembre 1992, y en «La
protección jurídica del ciudadano. Estudios en Homenaje al Profesor Jesús Gonzá-
lez Pérez» (coord. L. MARTÍN-RETORTILLO), Ed. Civitas, Madrid, 1993, vol. n, págs.
1093 y sigs., y De nuevo sobre el poder discrecional y su ejercicio arbitrario, en
el núm. 80 de la «Revista Española de Derecho Administrativo», octubre-diciem-
bre 1993.
188 CAP. V.-¿DEBE LA ADMINISTRACIÓN ACTUAR RACIONAL Y RAZONABLEMENTE? l. INTRODUCCIÓN 189

Así las cosas, nada tengo que añadir, ni quiero hacerlo 2, entre otras justificación de la suya y no en una mera mecánica combinatoria de dog-
cosas porque me parece indiscutible, preferencias ideológicas aparte, que mas más o menos convencionales con datos legales, jurisprudenciales o
en un Estado de Derecho (sea liberal o social y democrático tanto da, doctrinales.
porque éstos son simples adjetivos que califican el sustantivo al que acom-
pañan, pero que en absoluto pueden alterar la esencia de éste) toda deci- Reconozco, sin embargo, que al suponerlo así cometí un error y voy
sión de las autoridades administrativas («la actuación administrativa» en a procurar remediarlo ahora sustituyendo aquella aventurada suposición
su totalidad, según precisa el art. 106.1 de la Constitución) está plenamente mía por unas breves reflexiones cuyo único propósito en este momento es
sometida <<a la Ley y al Derecho» (art. 103 de la Norma Fundamental), sacar la polémica surgida del pobre terreno al que otros la han llevado
sometimiento pleno que a los Jueces y Tribunales corresponde verificar sin muy a mi pesar y procurar a cuantos tengan interés en el asunto un nuevo
excepción alguna. El «cómo» de esa verificación jurisdiccional es también campo de discusión, un campo en el que yo mismo pretendo instalarme
indiscutible: por los medios del Derecho, que es la única herramienta a por algún tiempo, tanto como me resulte necesario para poder ofrecer un
disposición de los Tribunales. estudio más completo y de mayor porte sobre este tema capital de la
arbitrariedad de los poderes públicos que constituye el núcleo central y la
Ésta es la cuestión, la única cuestión, sobre la que hay que pronun- propia razón de ser del Derecho Público como obra de civilización llamada
ciarse como juristas y no como ideólogos o políticos, que es oficio distinto, a asegurar el necesario equilibrio entre el Poder y la Libertad, entre la
con los métodos propios, por tanto, del razonamiento jurídico y sólo con sociedad y el individuo, entre los gobernantes y los gobernados. A finales
ellos. del siglo xx este equilibrio no puede lograrse ya, como dos siglos atrás, por
Lo que se trata, pues, de saber, lo que preocupa a unos y otros, es el burdo procedimiento de separar formalmente los ámbitos respectivos de
hasta dónde puede llegar el Derecho, supuesto que más allá de él -y en actuación de la Administración y los Jueces, de forma que a aquélla le
eso estamos de acuerdo todos- la verificación jurisdiccional de la actua- correspondería, incluso, «decir el Derecho» 4 en el suyo propio, ya que los
ción administrativa no puede prolongarse. 4
En este sentido, explícitamente, M. BuLLINGER, La discrecionalidad de la
Pues bien, como se recordará, en el primero de mis escritos de esta Administración Pública, en «La Ley», año VID, núm. 1.831, 30 de octubre de
1987, que, en su afán de reivindicar el papel del poder discrecional en la sociedad
serie me limité a decir al respecto que no es posible precisar a priori un de nuestros días, no duda en afirmar que, a través de ella y de los programas
límite concreto porque el Derecho en su conjunto es un sistema complejo administrativos formulados a su amparo, «en el Derecho Administrativo se forman
así normas para el caso que concretan la Ley no sólo mediante la jurisprudencia
de respuestas que se resiste a ser expresado en fórmulas estereotipadas (de más alta instancia), sino también, dentro de ciertos límites, mediante la práctica
como la Matemática o la Química3 • Me pareció entonces que esta elemen- decisoria de las autoridades administrativas» (pág. 5). Nada tengo en contra del
tal observación sería comprendida y compartida por todos, supuesto que poder discrecional, que me ha parecido siempre, y me sigue pareciendo ahora,
imprescindible como técnica de gobierno. De lo que estoy en contra y lo estaré
la experiencia más elemental demuestra que el quehacer jurídico consiste siempre e~ de esa pro~ibi~i?n a los ju~ces que extr~ñ~~~nte s~ le, a~ade de veri!i~ar
esencialmente en razonar sobre la realidad con el fin de persuadir a los la corrección de su eJercicio, es decir, de la prohibicion apnonstica y dogmatica
de discutir siquiera por los medios propios del Derecho si ese ejercicio puede
demás de la justificación de nuestra propia conducta o de la falta de considerarse racional y razonable en un caso dado. Esta prohibición constituye, a
mi juicio, un insulto a la razón humana, una afirmación de infalibilidad rigurosa-
2
Con posterioridad al último de los escritos citados en la nota anterior ha mente intolerable, una reivindicación inadmisible de un poder absoluto en cuanto
aparecido el libro de M. SÁNCHEZ MoRóN, Discrecionalidad administrativa y con- indiscutible. No hay, ni puede haber, ni puede ser aceptado un tal poder e~ nombre
trol judicial, Ed. Tecnos, Madrid, 1994, que, sin embargo, parece haber sido ·redac- de nada, ni de nadie y, menos aún, de los derechos fundamentales, el pnmero de
tado antes de aquel escrito, que da réplica anticipada a la tesis que sostiene. los cuales, escrito o no, es el derecho a discrepar, a disentir, a d~fender las propias
3 razones y a intentar hacerlas triunfar frente a la sinrazón, nada mfrecu~nte, .por lo
Sic en Arbitrariedad y discrecionalidad, Ed. Civitas, Madrid, 1991, pág. demás, como la experiencia cotidiana nuestra, de los que se pretenden mfahbles y
118.
sólo son como nosotros y están, además, al servicio nuestro.
190 CAP. V.-¿DEBE LA ADMINISTRACIÓN ACTUAR RACIONAL Y RAZONABLEMENTE? IJ. ¿DEBE LA ADMINISTRACIÓN ACTUAR RACIONAL Y RAZONABLEMENTE? 191

Jueces tendrían formalmente prohibido entrar en él para corregir el dictum e, incluso, el propio control a través de los principios generales del Dere-
de las autoridades administrativas. cho son ya moneda corriente por más que se siga discutiendo, llegado el
caso, la correcta aplicación que de estas técnicas pueda hacerse por los
Se quiera o no se quiera, guste o no guste, con esta separación ha
jueces en un supuesto dado.
acabado la fórmula constitucional «con sometimiento pleno a la Ley y al
Derecho» y la atribución exclusiva que la Norma Fundamental hace a los ¿Por qué entonces ha producido entre nosotros tanta alarma la reciente
Tribunales de la iurisdictio sin excepción alguna. y sistemática apelación por la jurisprudencia de nuestro Tribunal Supremo
al principio constitucional de interdicción de la arbitrariedad de los pode-
No hay, pues, sino un problema y es el que ha quedado enunciado
res públicos?
más atrás, y ese problema tiene una respuesta bastante clara en términos
generales, como vamos a ver. Parece claro, desde luego, que una primera explicación hay que encon-
trarla, no tanto en la utilización en sí misma de dicho principio, cuanto en
los ámbitos materiales en los que, con su ayuda, ha comenzado a entrar
11. ¿Debe la Administración actuar racional y con pie firme dicha jurisprudencia y a la seguridad con que en ellos se ha
razonablemente? instalado en estos últimos años. El caso de la planificación urbanística,
Dejando a un lado los prejuicios ideológicos que periódicamente sacu- auténtico paradigma de la discrecionalidad administrativa, es, sin duda,
den con violencia las aguas de nuestro Derecho Administrativo 5 , es cierto elocuente.
que, en principio al menos, el conjunto de técnicas de control del buen Pero no es esto sólo, ni tampoco lo principal, me parece. En el fondo,
uso de la discrecionalidad administrativa que a lo largo de la historia se la alarma responde al temor que en muchas personas produce lo que les
han ido perfilando constituyen hoy un patrimonio común que, con las parece un instrumento de control nuevo, algo que, suponen, constituye un
inevitables variedades ambientales, luce como tal en todos los manuales plus con respecto a la herencia recibida y aceptada, una idea distinta y
de la disciplina de todos los países occidentales sin distinción6 • El control adicional a las anteriores que, además, parece todavía demasiado vaga en
de los hechos determinantes, el de la calificación de éstos, el control del sus perfiles y por ello demasiado peligrosa también, aunque se advierta y
fin mediante la otrora escandalosa y hoy devaluada desviación de poder se comparta su fundamento. Lo que preocupa, en definitiva, es que por la
vía del principio de interdicción de la arbitrariedad la jurisprudencia haya
Vid. las violentas críticas a las tesis de E. GARCÍA DE ENTERRíA y a quienes
desde el primer momento seguimos sus pasos, producidas en el contexto del desa- llegado a poner en cuestión y negado en ocasiones, incluso, la racionalidad
rrollismo tecnocrático de finales de los sesenta y principios de los setenta por de la actuación administrativa y que de este modo no haya vacilado en
M. PÉREZ ÜLEA en su Estudio preliminar a la traducción española del Derecho anular las decisiones carentes, en su opinión, de ésta.
Administrativo de H. W. R. W ADE, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1971
(«toda una escuela, la más aparatosa y quizá la más influyente, dentro de la escuela Nadie se atreve, por supuesto, a negar que la Administración debe
administrativa actual», dice en pág. XXIX) y en La discrecionalidad administrativa
y su fiscalización judicial, en «Estudios en homenaje al Profesor López Rodó», actuar de un modo racional y razonable. El deber de actuar racionalmente
Universidades de Santiago y Complutense y CSIC, vol. II, Madrid, 1972, págs. 73 es un principio político básico, como subraya ÜALLIGAN 7, y está implícito
y sigs., y también en el núm. 173 de la «Revista de Estudios de la Vida Local»,
enero-marzo de 1971, págs. 41 y sigs. Hay coincidencias preocupantes, que mis
7
contradictores actuales hubieran evitado, sin duda, de haber conocido estos traba- Cfr. D. J. GALLIGAN, Discretionmy powers. A legal study of official discre-
jos, muy anteriores, desde luego, aunque no demasiado lejanos todavía, a su incor- tion, Clarendon, Oxford, 1990, pág. 267. Sobre esta importante obra y una versión
poración a nuestra doctrina jurídico-administrativa. anterior de 1986 pueden verse los elogiosos comentarios y recensiones críticas de
6
El libro, de reciente publicación, coordinado por J. BARNÉS, La justicia ad- R. BALDWIN en Oxford Journal of Legal Studies, otoño 1990; D. MuLLAN, en Uni-
ministrativa en el Derecho Comparado, Ed. Civitas, Madrid, 1993, constituye un versity of Toronto Law Journal, otoño 1988; Ross CRANSTON, en Public Law, ve-
oportuno testimonio al efecto. rano 1988, y H. WooLF, en Law Quarterly Review, julio 1988.
192 CAP. V.-¿DEBE LA ADMINISTRACIÓN ACTUAR RACIONAL YRAZONABLEMENTE? III. <<WEDNESBURY UNREASONABLENESS»: UNA REFERENCIA LLAMATIVA. PERO SÓLO ESO 193

en todas las .doctrinas que, sin excepción alguna, conciben y explican la de los comportamientos administrativos se extrae de la propia y personal
Administración contemporánea como una organización racional 8 • Lo que opinión subjetiva del juzgador. Esto no es así en ningún caso, por lo
ocurre es que la vaguedad de este principio, su aparente inaprehensibili- pronto, como habrá ocasión de comprobar.
dad, suscita el temor de que a la eventual arbitrariedad de la Administra-
ción suceda la igualmente posible arbitrariedad del juez, sustitución con
III. «Wednesbury unreasonableness»: una referencia
la que -suele añadirse- nada saldríamos ganando ni en el plano de la
llamativa, pero sólo eso
convivencia democrática (y aquí se hace entrar en juego el tópico argu-
mento de la indiscutible legitimidad democrática, aunque derivada, de la Es un hecho bien conocido que el desenlace de la segunda guena
Administración y de la correlativa falta de tal legitimidad en los jueces), mundial señala el comienzo de una nueva etapa en la historia del pensa-
ni en el plano de la eficacia (que -se dice también- resultaría peor servida, · miento jurídico, marcada por un nuevo modo de entender el Derecho y su
supuesto que la Administración dispone de unos medios incomparable- papel en la sociedad. De que esto es así dan fe no sólo las obras de los
teóricos del Derecho, que desde 1950 aproximadamente vienen apostando
mente mayores y mejores que los de los Tribunales para valorar las necesi- 10
por una concepción tópica del razonamiento jurídico , sino también y,
dades sociales y aportar las soluciones más convenientes), ni en el de la
sobre todo, la jurisprudencia de todos los países civilizados, que a partir
solidaridad (a la que, al parecer, sólo la Administración puede ser sensi-
de ese momento ya no se conforma con la mera deducción silogística, sino
ble).
que busca afanosamente por distintas vías, de acuerdo con sus peculiares
No voy a entretenerme ahora en el análisis de estas objeciones tópicas, tradiciones y con las circunstancias ambientales en las que tiene que ope-
muchas veces interesadas, por lo demás, aquí y fuera de aquí, porque ese rar, soluciones no sólo conformes con la Ley, sino también equitativas,
análisis está ya hecho y muy bien hecho, por cierto, en obras de las que razonables y aceptables, en una palabra''.
en este momento yo tendría que limitarme a dar cuenta9 • Por otra parte, No parece que sea preciso aportar aquí testimonios de lo que acabo de
pretendo dirigirme única y exclusivamente en esta ocasión a quienes ex- decir, ya que es éste un asunto bien conocido entre nosotros desde hace
presan sus temores sin partí pris de ningún tipo, esto es, a quienes aceptan mucho tiempo 12 • Sí merece la pena, quizá, hacer una breve referencia a la
inicialmente que la Administración debe actuar siempre según criterios de jurisprudencia anglosajona, que, prácticamente ignorada entre nosotros
razón, pero recelan de la inseguridad a la que puede conducir el intento hasta hace poco tiempo, ha comenzado a ser utilizada ahora profusamente,
de formalizar este argumento o piensan pura y simplemente que éste no aunque sin la necesaria precisión 13 , lo que propicia en esta polémica toda
es formalizable jurídicamente. suerte de equívocos.
A estos recelos ha contribuido, sin duda, entre nosotros en no poca 10 Una lúcida exposición crítica de las más importantes en el excelente libro
medida la divulgación, más bien superficial, del Derecho anglosajón que de M. ATIENZA, Las razones del Derecho. Teorías de la argumentación jurídica,
CEC, Madrid, 1993, reimpresión de la primera edición de 1991.
de un tiempo a esta parte se viene produciendo y, quizá también, aunque 11 Vid. M. ATIENZA, op. cit., pág. 85, citando a PERELMAN.
en menores proporciones, la lectura de algunas Sentencias recientes de 12 Al menos desde la edición castellana de la obra de T. VIEHWEG, Tópica Y
nuestro Tribunal Supremo a las que me referiré más adelante, de las que jurisprudencia, Ed. Taurus, Madrid, 1964, en traducción de L. DíEz PtcAzo, con
se ha podido extraer la conclusión de que toda la crítica a la irracionalidad prólogo de E. GARCÍA DE ENTERRÍA.
13 A pesar de que desde hace muchos años contamos con la traducción de la
obra de W ADE antes citada, esta obra ha sido utilizada muy poco entre nosotros,
8
Al menos desde MAx WEBER, Economía y Sociedad, 2a ed. en español de la muy probablemente por no ha~er.se dado en esa edic~ón !as i!llp~escindibles r~fe­
cuarta en alemán, Fondo de Cultura Económica, México, 1964. rencias para entender las pecuhanda<jes del Derecho mgles, dtftcilm~nte acce~tbl.e
9
Me remito aJ libro de D. J. GALLIGAN, ya citado, en el que el autor analiza sin ellas para un jurista continental. Ultimamente parece haber resurgtdo ~a c~mos~­
minuciosamente una a una todas ellas. dad por la doctrina y la jurisprudencia inglesas. Vid. al respecto los trabaJOS mclm-
194 CAP. V.-¿DEBE LA ADMINISTRACIÓN ACTUAR RACIONAL Y RAZONABLEMENTE? III. <<WEDNESBURY UNREASONABLENESS>>: UNA REFERENCIA LLAMATIVA, PERO SÓLO ESO 195

Para evitar éstos, lo primero que hay que advertir es que el contencioso Todo ello contribuye a realzar la densidad política de los conflictos y,
jurisdiccional de la Administración en Inglaterra es extraordinariamente por supuesto, la trascendencia en este plano de las decisiones de los Tribu-
reducido, ya que la mayor parte de los conflictos se ventilan ante los nales, cualesquiera que éstas sean 16 • Es importante por ello transcribir aquí
administrative tribunals 14 • La vía propiamente judicial, limitada a los asun- las palabras del Lord Chancelier en un debate parlamentario en 1978,
tos expresamente incluidos en la Crown Office List, es, además, particular- que recuerda BELL 17 : «Criticando a los jueces, como Lord DIPLOCK y Lord
mente gravosa, ya que las costas procesales se rigen por el principio del
DENNING, que decían que el juez no debe tener nada que hacer en la polí-
vencimiento, y por ello poco asequible a los simples particulares, lo que
tica, él decía: "Se hacen la ilusión curiosa de que los jueces no están ya
limita su utilización a los grupos de presión (asociaciones, sindicatos y
en la política. Los jueces no pueden escoger sus tareas; deben decidir en
demás grandes organizaciones) y a las entidades locales, que encuentran
favor de una u otra parte todos los litigios que les son sometidos. Si se
en el proceso un medio legítimo de hacer política con la ayuda de la
declaran competentes, están en la política; si se declaran incompetentes,
prensa, que sigue día a día los debates 15 •
están también en la política. Lo mejor qúe pueden esperar es ser impar-
dos en la obra coordinada por J. BARNÉS, cit., y el breve, pero cuidadoso, comenta- ciales"».
rio de E. DESDENTADO DAROCA, Una nota sobre la utilización por los jueces
británicos de las técnicas jurídicas de control de la actuación administrativa (el Estas juiciosas palabras ahorran, por sí solas, me parece, muchas· discu-
caso Wheeler versus Leicester Ci(v Council), en el núm. 82 de la «Revista Espa-
ñola de Derecho Administrativo». Con todo, el riesgo de incurrir en errores sigue siones inútiles que sólo sirven para emborronar el debate y dificultarlo
siendo grande, como se verá luego. innecesariamente.
14
Para evitar los equívocos a que hago referencia en la nota anterior es ex-
traordinariamente útil la, por lo demás excelente, conferencia de J. BELL, buen La segunda advertencia concierne a las overtures del recurso de anula-
conocedor del Derecho Administrativo francés, Le juge administratif anglais est- ción, es decir, a lo que nosotros convenimos en denominar los vicios del
il un juge politique ?, publicada en la «Revue Internationale de Droit Comparé»,
núm. 3, julio-septiembre 1986, págs. 791 y sigs. También el informe del Justice acto administrativo o los motivos de impugnación de éste. Su sistematiza-
HoosoN, Domaine du controle juridictionnel de l'Administration, presentado en el ción al uso procede de la formulación que hizo Lord DIPLOCK en el asunto
Encuentro franco-británico sobre el contencioso-administrativo y publicado en «Etu-
des et Documents du Conseil d'Etat», 1987, 38, págs. 249 y sigs. De ellos tomo las Council for Civil Service Unions versus Minister of the Civil Service de
referencias del texto. Según los datos que ofrece J. BELL el juez inglés conoce apenas 22 de noviembre de 1984, distinguiendo tres supuestos distintos: la ilegali-
un millar de asuntos al año, dado que la inmensa mayoría de los asuntos se resuelven dad (que aproximadamente integra las nociones continentales de incompe-
ante y por los diferentes tribunals, órganos administrativos especializados y dotados
de una independencia funcional que, al parecer, les asegura la credibilidad ante los tencia, error de hecho e inexistencia de los hechos), el vicio de procedí-
ciudadanos, cuyo paralelo podría encontrarse entre nosotros en los seculares Tribuna- miento (esto es, la omisión o el defectuoso cumplimiento de los trámites
les Económico-Administrativos o los más modernos Jurados Provinciales de Expro-
piación o el Tribunal de Defensa de la Competencia. · impuestos por la Ley o exigibles, en su caso, por razones de natural jus-
Si fuéramos capaces de tomarnos en serio estas figuras, de dotarlas de efectiva tice) y la irracionalidad (unreasonableness) 18 • Esta última se desdobla, a
autonomía y de renunciar a manipularlas, podríamos encontrar en ellas una solu- su vez, como advierte BELL, en dos ramas, de las cuales la primera hace
ción para nuestra agobiada jurisdicción contencioso-administrativa (que tal y como
va no tiene otra, por cierto), que podría liberarse de miles y miles de asuntos de referencia a la toma en consideración por la autoridad de elementos no
personal, fiscales, justiprecios expropiatorios, etc., en los que, si estas fórmulas pertinentes o al olvido de otros que tienen tal carácter, así como el uso
funcionaran de verdad, la garantía judicial última que la Constitución reclama po-
dría satisfacerse sin daño mediante un recurso de casación estricto y riguroso. Es del poder ejercitado para un fin ajeno a la Ley que lo otorga, en tanto que
de temer, sin embargo, que nos falte seriedad y madurez para jugar esta baza, que, la segunda alude en un sentido más amplio y también más vago por esa
a falta de ellas, haría peor el remedio que la enfermedad. El reciente ejemplo de
la proliferación de Consejos consultivos autonómicos, simples caricaturas muchas 16
veces del Consejo de Estado, no puede ser más desalentador en este sentido. Sobre La decisión del caso Bromley, que analiza J. BELL, dio lugar, ni más ni
este asunto me remito al libro de D. BLANQUER, Consejo de Estado y Autonomías, menos, a la abolición del Greater London Council.
17
de inmediata publicación en Ed. Tecnos. Cfr. J. BELL, op. cit., pág. 808.
15 18
La observación es de J. BELL, op. cit., págs. 794 y sigs. Idem, págs. 798 y sigs.
196 CAP. V.-¿.DEBE LA ADMINISTRACIÓN ACTUAR RACIONAL Y RAZONABLEMENTE? Ill. «WEDNESBURY UNREASONABLENESS>>: UNA REFERENCIA LLAMATIVA. PERO SÓLO ESO 197

misma razón a aquellas decisiones que ninguna autoridad razonable hu- tro de los límites de su competencia, la autoridad local ha llegado a una
biera podido tomar. De estas dos ramas o vertientes de la irracionabilidad conclusión tan irrazonable que ninguna autoridad razonable la hubiera
20
podríamos decir que la primera concierne a la construcción misma de la adoptado. Yo pienso que el Tribunal puede intervenir en un caso tal» .
decisión, a su lógica interna, esto es, a la irracionalidad, en sentido estricto,
mientras que la segunda implica una comparación de la decisión con algo Como Lord GREENE se limitó a razonar en hipótesis y por la vía de un
que está fuera de ellas, lo que remite a la idea de la razonabilidad. mero obiter dictum es claro que su célebre declaración admite todo tipo
Esta segunda acepción es la que puso en juego la doctrina Wednes- de interpretaciones, desde la admisibilidad misma del argumento por los
bury, a partir de la opinión expresada al respecto por Lord ÜREENE en el Tribunales a la que apunta inequívocamente la frase final de dicha declara-
asunto Associated Pictures Houses Ltd. versus Wednesbury Corporation ción, hasta la práctica exclusión del mismo, ya que en los términos en que
de 1948. El conflicto es muy conocido, pero no está de más recordar aquí está formulado resulta improbable que pueda encontrarse en la realidad
nuevamente sus términos, ya que entre otros nosotros no ha sido presen- una decisión de tales características que pueda llegar a ser anulada por
tado siempre de modo correcto 19 : una autoridad local autorizó a los propie- este solo motivo.
tarios de una sala de cine a abrir los domingos por la tarde, pero, al amparo
de una vieja Ley que permitía condicionar tales autorizaciones, prohibió El principio Wednesbury va y viene desde entonces en la dirección
la asistencia a estas sesiones dominicales de los menores de quince años, que le imprimen quienes lo invocan, aunque tiene muy escasas -y siempre
fuesen o no acompañados. Los propietarios del cine, para los que este polémicas, desde luego- aplicaciones judiciales, tanto más cuanto que no
condicionamiento privaba, en rigor, de todo interés comercial a la autori- ha sido objeto desde entonces de ninguna reelaboración o enriquecimiento,
zación recibida, impugnaron ésta por considerar irrazonable el condiciona- dada la escasa afición a la especulación de los juristas anglosajones. J.
miento en cuestión y perdieron el pleito tanto en primera instancia como BELL en su excelente conferencia más atrás citada, analiza tres casos re-
en apelación, aunque el Master of the Rolls, esto es, el Presidente del cient~s, particularmente llamativos por su acusada carga política21 , uno de
Tribunal de Apelación, Lord ÜREENE, incluyó un obiter dictwn, que hizo
una extraordinaria fortuna y que, desde entonces, se cita constantemente 20 El texto que tra!lscribo lo to~o del trabajo de Hoos?N, ~ntes citado, que
con las finalidades más opuestas ante los Tribunales ingleses. Merece la está publicado en frances. No he podtdo comprobar el texto mgles.
pena por ello reproducir aquí su texto: «El Tribunal puede controlar la 21 El primero -Bromley de 17 de diciembre de 1981- enfrentó al Conse~o
acción de una autoridad local para examinar si ésta ha tomado en conside- municipal de Bromley, de mayoría c?nservad?ra, con .el Greater London Cou~cil,
de tendencia laborista, que, al reducir el precto del billete del J?.etro, p;ovoco un
ración los elementos que debía tener en cuenta o, por el contrario, si ha correlativo incremento de los impuestos locales para poder eqmhbrar VIa subven-
r~husado u omitido alguno que hubiera debido considerar. Desde el mo- ción la financiación de los transportes metropolitanos. El debate giró en torno a un
precepto de la legisl~ción reguladora de éstos q~e imponía la o~lig~ción de gesti~­
mento en que la respuesta a esta cuestión es favorable a la autoridad local, narlos con «economta», mandato que Bromley mterpretaba en termmos de rentabt-
puede, sin embargo, ser posible decir que, aun habiendo permanecido den- lidad comercial y el London Council en el sentido más l~to de no despilfarr~r
recursos. Tras este primer pleito hubo un segundo, a propósi~o. de _una nueva deci-
sión del London Council sobre el mismo asunto, se desmumctpahzaron los trans-
19
Así, M. SÁNCHEZ MoRóN, Discrecionalidad administrativa, cit., dice erró- portes londinenses por una Ley de 1984 y, finalmente, se terminó suprimiendo el
neamente que en este caso la decisión de la autoridad local fue anulada por irrazo- Greater London Council.
nable (vid. pág. 72, nota 99), lo que no es exacto. Tampoco es de Lord GREENE, El segundo caso es el Nottinghamshire County Co~u~cil et Bradford MBC ,ver-
sino de Lord DIPLOCK, el texto que atribuye a aquél en pág. 71, ni, por supuesto, sus Secretary of State for the Environment de 12 de dtciembre de 1985 Y ef,l el se
es sensible la traducción del término inglés sensible (sensato), que hace por dos puso en discusión el techo de gastos impuestos por el ministro a las dos autondades
veces en pág. 71. Es curioso porque en la pág. 70, nota 91, cita la edición castellana locales recurrentes a efectos del acceso por las mismas a las subvenciones estatales
de la obra de W ADE, aunque el resto de sus referencias a este autor (notas 88, 94, al amparo de una legisl~ción que condi~ionab~ e~ o~orgamiento de ~stas a la obser-
95, 96, 97, 98 y 99) se hacen a la sexta edición inglesa de la misma, de 1988. vancia por dichas autondades de una cierta disctplma presupuestana.
CAP. V.-¿.DEBE LA ADMINISTRACIÓN ACTUAR RACIONAL Y RAZONABLEMENTE'? IV. LA APELACIÓN A LA RAZÓN EN NUESTRA JURISPRUDENCIA ... 199
198

los cuales, el asunto Wheeler versus Leicester City Council, acaba de ser ble considera tal, en los términos de la declaración inicial de Lord ÜREENE.
presentado entre nosotros 22 • Es a esa «otra» autoridad razonable, a esa sensible person, a la que apela-
ron ambos jueces y no a su propia opinión, apelación que en nada se
¿Qué conclusiones podemos sacar nosotros, salvadas todas las distan- diferencia, forzoso es reconocerlo, de la que con toda naturalidad viene
cias, de este modo de plantear las cosas? Desde luego ninguna demasiado haciéndose desde siempre a la diligencia del buen padre de familia o del
diferente a las que podemos extraer de nuestra propia jurisprudencia. buen comerciante y de tantos otros standards de conducta semejantes de
Por lo pronto, que los Tribunales británicos no se conforman ya desde los que el razonamiento jurídico no puede prescindir24 • Nada hay, pues,
hace algún tiempo con el mero examen de la regularidad del procedi- de escandaloso en este modo de argumentar, que simplemente resulta lla-
miento y de la legalidad de la decisión sometida a su conocimiento, actitud mativo todavía por referirse a la Administración. Luego volveré sobre ello.
esta perfectamente común a los Tribunales de todos los países occidenta-
les.
IV. La apelación a la razón en nuestra jurisprudencia
En segundo lugar, que esa actitud es particularmente firme en lo que contencioso-administrativa más reciente
respecta al proceso de elaboración de la decisión, entendido no en un
sentido puramente formal, sino como rational decision making. El test de
l. ENTRE EL TEST DE RACIONALIDAD Y EL TEST DE RAZONABILIDAD
racionalidad en sentido estricto no suscita hoy ninguna polémica.
Las Sentencias de nuestro Tribunal Supremo que he venido analizando
En tercer lugar, que consideran igualmente posible ir, incluso, más allá
en mis escritos precedentes tampoco tienen nada de escandaloso, puesto
y aplicar un test de razonabilidad, test que no remite -nótese esto bien- a
que, en su inmensa mayoría, no rebasan los límites del test de racionalidad,
la comparación de la decisión enjuiciada con la idea de lo razonable que
que, como ya indiqué más atrás, no suscita en lugar alguno la más mínima
tenga el propio juez, sino con los accepted moral standards, esto es, con
polémica. El término razonable suele brillar por su ausencia en la prosa
el concepto de lo razonable de una persona sensata en la formulación
jurisprudencia!, aunque, ciertamente, no faltan decisiones que resultan de
reciente de Lord DIPLOCK 23 , o bien con lo que cualquier autoridad razona-
la aplicación, más bien intuitiva que consciente, del test de razonabilidad,
22
unas veces utilizado a fortiori y otras como ratio decidendi. En general,
Sobre el asunto Wheeler vid. el comentario de E. DESDENTADO citado en
nota 13. La idea de la comentarista es que resulta preferible en todo caso atenerse por tanto, cabe decir que nuestra jurisprudencia se mueve, como la inglesa,
a argumentos menos inciertos que el de la razonabilidad a la hora de anular un entre ambos tests, en un espacio, por tanto, intermedio con respecto al que
acto administrativo. No estoy seguro, sin embargo, que lo sea el de la desviación
de poder, por el que ella opta en el caso que comenta, ya que por mucho que ocupa la norteamericana, que se sitúa un paso más adelante, en la zona
quiera objetivarse la desviación de poder implica un tipo de censura de connotacio- comprendida entre el test de razonabilidad (exclusión de las decisiones
nes mucho más peyorativas y, en ese sentido, más políticas que el de la irrazonabi- irrazonables) y la doctrina del hard look (imposición de la única decisión
lidad. Entre el delito de prevaricación (dictar a sabiendas resolución injusta) y la
desviación de poder, por mucho que se objetive esta figura, la frontera es siempre considerada razonable )25 •
muy sutil y se sitúa en el nada cómodo terreno del «a sabiendas». En cambio, la
idea de razonable o irrazonable es mucho más neutral porque hace referencia sola-
~ob;e. los standards como. i.nstrumen~os de regularización permanente del
24

mente a la ausencia de fundamentación o a la inconsistencia de ésta. Conviene,
s~ste~a JUndtco, lla!llados a permitir la medtda de los comportamientos y de las
pues, no arriesgar demasiado en este punto; Por lo demás, el problema de la elec-
ción por el juez del motivo de anulación es una cuestión ciertamente apasionante, situaciones en termmos de normalidad y sobre su papel creciente en nuestros días
pero en extremo compleja para pronunciarse sobre ella a bote pronto. a resultas de la demanda social, igualmente creciente, de control de las decisiones
23
de las .autoridades,. vid. el fundamental libro de S. RIALS, Le juge administratif
El texto de Lord DIPLOCK puede verse en C. M. G. HIMSWORTH, Judicial fram;;azs et la techmque du standard (essai sur le traitement juridictionnel de l 'idée
review de los actos administrativos en el Reino Unido, en J. BARNÉS (coord.), «La de normalité), «LGDJ», París, 1980.
justicia administrativa en el Derecho Comparado», cit., págs. 514 y sigs., en con- 25
Cfr. D. J. GALLIGAN, op. cit., págs. 323 y sigs.
creto págs. 519 y 520.
200 CAP. V.-¿DEBE LA ADMINISTRACIÓN ACTUAR RACIONAL Y RAZONABLEMENTE? IV. LA APELACIÓN A LA RAZÓN EN NUESTRA JURISPRUDENCIA ... 201

Sólo excepcionalmente y cuando las circunstancias del caso han redu- ni por su contenido -limitado a la existencia de unos árboles y arbustos-
cido con toda evidencia la inicial pluralidad de soluciones teóricamente tiene interés artístico en sí mismo», según el informe del perito judicial.
posibles a una sola, es decir, en los supuestos en que la doctrina alemana Idéntica a ésta es la Sentencia de 15 de marzo de 1993 (Plan General
hable de reducción auf Null del poder discrecional es cuando nuestra juris- de Granollers), al menos en este punto, aunque aquí, una vez anulada la
prudencia, empujada por la lógica implacable del derecho fundamental a calificación dada por el Plan General a un solar como «verde privado de
la tutela judicial efectiva, da el paso final e incluye en la Sentencia, junto interés especial» por incongruente y contradictoria, a la vista de los infor-
al pronunciamiento anulatorio de la decisión recurrida, el de condena a la mes de los peritos judiciales, con la propia definición que el Plan contiene
Administración a dictar la única decisión que, dadas las concretas circuns- de esa calificación (pura cuestión de racionalidad en el sentido más estricto
tancias del caso, resulta jurídicamente posible. Pero esto, cuando ocurre, del término), el Tribunal, atendidas las circunstancias del caso y la propia
nada tiene que ver con la doctrina norteamericana del hard look, pues no · naturaleza de las cosas (el carácter «necesariamente provisional de las
implica en absoluto la elección por el juez de la solución más razonable medianerías vistas, que nacen para quedar ocultas y no para ser exhibi-
de todas las posibles, sino simplemente la inclusión en el fallo del deber das»), no tiene más remedio que llegar a la única calificación compatible
de adoptar la única decisión que en el curso del proceso ha quedado en con la propia coherencia interna del Plan urbanístico, esto es, la de «resi-
pie, que es cosa bien distinta. dencial en manzana cerrada», a la que se ajusta la edificación de todo el
Para comprobar lo que acabo de decir basta un simple recordatorio de entorno, en el que el solar de autos constituye una auténtica isla, rodeada
las Sentencias que en mis escritos anteriores he analizado ya. La Sentencia de un «horizonte de cemento».
de 1 de diciembre de 1986 (Plan General de Rubí) es un caso típico de La Sentencia de 20 de marzo de 1993, relativa a una calle de Ripollet,
control de los hechos determinantes, esto es, de aplicación del test de constituye también una aplicación pura y simple del test de racionalidad,
racionalidad («la ubicación de la Casa-cuartel no guarda urbanísticamente ya que no tiene, dice la Sentencia, ninguna justificación urbanística ensan-
las mejores condiciones dada su dificultad de acceso y situación y déficit char la calle por exigencias de la racionalización del tráfico y no variar al
de sistemas en la zona, pues dificultaría la ampliación del recinto de la propio tiempo las alturas de los edificios, cuando en el Plan éstas venían
escuela adyacente, si tal hecho se entendiera oportuno»), vía por la que el fijadas con carácter general en funcióri de la anchura de las calles. «Hay
Tribunal Supremo opta, sin duda, por considerarla más aséptica y objetiva que presumir -dice la Sentencia- que éstas (las reglas sobre las alturas)
que la desviación de poder, a la que en este caso también podría haber obedecen a un designio racional y apartarse de él supone una incoheren-
acudido, ya que la razón última de la inadecuada calificación dada al cia».
terreno por el Plan era sortear el obstáculo derivado del condicionamiento
o, para ser más exactos, modalización de la donación del mismo que estaba La Sentencia de 15 de diciembre de 1986 (Plan General de Tarrasa)
en el origen del conflicto26 • maneja en primer término un argumento que está a caballo entre la legali-
La Sentencia de 22 de septiembre de 1986 (Plan General de Vilafranca dad y la racionalidad: una industria textil, considerada como molesta, insa-
del Penedés) resulta de idéntico planteamiento. El pequeño solar calificado lubre y peligrosa no puede instalarse, según el propio Plan, a menos de
por el Plan como jardín a conservar «ni por su tamaño, ni por su ubicación, catorce metros de otros edificios de uso religioso y cultural, recreativo y
sanitario, lo cual resulta indiscutible. Pero a fortiori la Sentencia apela al
26
El solar de autos había sido donado, años atrás, por su primitivo dueño con test de razonabilidad y afirma, en términos difícilmente rebatibles también,
destino a la construcción de una Casa-cuartel de la Guardia Civil con la condición que «no guardando una distancia de catorce metros no resulta racional el
expresa de que ésta quedara terminada en el plazo de cinco años, transcurridos los
cuales sin haberse realizado la construcción el solar revertiría al Ayuntamiento, establecimiento de una guardería infantil en la misma manzana en la que
como ya señalé en 'mi Arbitrariedad y discrecionalidad, cit., pág. 58. figura una industria como la descrita. Por muy severas y eficaces que
202 CAP. V.-¿DEBE LA ADMINISTRACIÓN ACTUAR RACIONAL Y RAZONABLEMENTE? IV. LA APELACIÓN ALA RAZÓN EN NUESTRA JURISPRUDENCIA ... 203

sean las medidas correctoras aplicadas resulta por lo menos inquietante la auténtico cuello de botella causante de dificultades circulatorias en el sec-
estancia habitual de niños en las proximidades de la mencionada indus- tor>>27.
tria». Ninguna autoridad razonable o sensata, dirían Lord GREENE y Lord
DIPLOCK, haría tal cosa. En el curso del proceso, tanto en la primera instancia, como en la
apelación, no se dio por la Administración demandada otra explicación de
La Sentencia de 4 de abril de 1988 (Plan General de Palafrugell) se la extraña decisión que la genérica invocación del carácter discrecional de
refiere a un asunto con una larga y compleja historia de la que forma parte sus potestades en materia urbanística, discrecionalidad que, como hicieron
un pleito anterior en el que el propio recurrente obtuvo una Sentencia que notar la Sala de primera instancia y el Tribunal Supremo después, «no
declaró su derecho a obtener una licencia para edificar en el mismo solar, supone una permisividad para actuar en contra de las más elementales
en el que el nuevo Plan General vino inopinadamente a situar un hospital reglas de la racionalidad y el buen sentido, sino que está limitada por
que el Plan anterior emplazaba en otro terreno' frontero de una superficie ellas».
cuatro veces mayor. La desviación de poder, como poco, no podía ser más La segunda Sentencia es de 4 de abril de 1990 y se refiere al Plan
notoria y, por supuesto, hubo de influir, sin duda, en el juzgador, que, no General de Lloret de Mar, que había previsto un vial de circunvalación de
obstante, optó por poner el énfasis en el cambio de emplazamiento del la localidad, inviable en opinión de los recurrentes, propietarios de un
hospital a un terreno cuatro veces más pequeño, cambio que «careció os- camping afectado por el trazado, y en todo caso mucho más costoso que
tensiblemente de la adecuada cobertura y justificación razonable y téc- el acondicionamiento de otro muy cercano, ya existente, que podía cumplir
nica», conclusión en la que, dadas las circunstancias, cualquier persona idéntica función.
sensata ha de coincidir necesariamente.
En estas circunstancias, tanto la Sala de instancia como el Tribunal
Hasta aquí el repaso de algunas de las Sentencias que ya analicé con Supremo calificaron la decisión como carente de racionalidad y declararon
anterioridad. A ellas quiero unir ahora otras tres que hasta este momento la nulidad del Plan General en este punto. Dice así la Sentencia del Tribu-
había preferido silenciar. nal Supremo:
«La actividad en que se concreta la potestad de la Administración para
alterar, modificar, revisar o formular ex novo un planeamiento urbanístico
debe estar suficientemente justificada y apoyada en datos objetivos, exentos
2. TRES EJEMPLOS DE APLICACIÓN DEL TEST DE RAZONABILIDAD de error, para impedir que la impropiedad en el ejercicio del ius variandi
atente a los límites racionales y naturales de sus facultades discrecionales
La primera de las Sentencias que quiero traer a colación ahora es la dirigidas a la satisfacción del interés público, tal y como casuísticamente se
de 18 de julio de 1988 y se refiere al Plan General de Banyoles. El asunto expresa en el artículo 3 de la Ley del Suelo. Pues bien, respecto a la prueba
pericial practicada en autos, y a cuyo dictamen ninguna aclaración u obje-
era muy simple: el Plan General de Banyoles fijó en diez metros la anchura ción se formuló por la Generalidad litigante, ha puesto de manifiesto que
de la calle Divina Pastora de la citada localidad, y para su ejecución en el segundo tramo de vial contemplado en el Plan, si técnicamente no es
inconstruible, pese a que las pendientes del terreno que tiene que salvar son
este punto se llevaron a cabo en los años inmediatamente posteriores a su superiores al 25 por 100, económicamente es inviable por sus elevadísimos
aprobación diversas actuaciones, incluida la cesión gratuita de terrenos costes de ejecución: el primer tramo de vial se ha proyectado atravesando
de lleno propiedades de la parte recurrente, de modo innecesario, puesto
para tal fin por el causante del recurrente. El nuevo Plan General, sin que a pocos metros lleva en funcionamiento desde años un vial que cumple
embargo, mantuvo esa anchura de diez metros en una parte de la calle y con idéntico objetivo, fundamentalmente de permitir el acceso rodado, y
la redujo a cinco en el tramo restante, sin que, a juicio del perito procesal,
27
existiese razón alguna capaz de justificar esta extraña configuración de la Esta Sentencia y la de Aranjuez que luego cito están recogidas en el libro
de J. DELGADO BARRIO, El control de la discrecionalidad del planeamiento urbanís-
vía, «que queda estrangulada en su parte central, creándose con ello un tico, Ed. Civitas, Madrid, 1993, págs. 107 y 114.
204 CAP. V.-¿.DEBE LA ADMINISTRACIÓN ACTUAR RACIONAL Y RAZONABLEMENTE? IV. LA APELACIÓN A LA RAZÓN EN NUESTRA JURISPRUDENCIA ... 205

que figura en la base topográfica de los documentos de ordenación del Plan Decimoquinto. Dado lo que se ha expuesto en el fundamento anterior y
General cuya adaptación significaría un aprovechamiento fáctico y econó- al suponer la vía cuestionada una gran distorsión para el funcionamiento de
mico de la situación existente. Finalmente también ha puesto de manifiesto una importante industria, que ha venido utilizando como propia dicha vía
que la red viaria del Plan lesiona de modo importante la finca de los recu- desde su instalación, sin que conste en estos autos con certeza la titularidad
rrentes, inutilizando zonas de acampada, reduciendo el número de plazas, de aquélla, y al no resultar que la supresión de dicha vía perjudique grave-
afectando incluso a un pozo de captación de agua potable, etc. Nada tiene mente los intereses protegidos por el planeamiento, y sin que, por lo que
de particular que, ante la ausencia de prueba en contra que hubiese practi- se ha indicado, sea decisivo para resolver el problema que nos ocupa la
cado la Administración, el Tribunal de instancia haya hecho suyo, valorán- circunstancia de que la vía ya estuviese prevista en el anterior planeamiento,
dolo con arreglo a las reglas de la sana crítica, según el artículo 632 de la esta Sala considera que procede estimar la apelación planteada por la socie-
Ley de Enjuiciamiento Civil, el dictamen pericial, ciertamente detallado y dad actora.»
explicativo, incluso con una completa secuencia fotográfica. Ya no es, por Las tres Sentencias anulan, pues, el trazado de otras tantas vías públi-
tanto, tan sólo una opinión personal del perito, sino una constatación judicial
de que la planificación urbanística en el ámbito objeto de este proceso ha cas por considerarlo irrazonable, a la vista de los correspondientes infor-
sido errónea y carente de racionalidad, lo que comporta, con la desestima- · mes de los peritos procesales y de la falta de explicación por la Adminis-
ción de la apelación, la confirmación de la sentencia recurrida por ser ajus-
tada a derecho». tración de lo que, en principio, no parecía tener justificación razonable
alguna.
La tercera y última Sentencia es de 18 de marzo de 1992 y resuelve Esa falta de fundamentación, que, finalmente, resultó decisiva en el
un recurso interpuesto contra el Plan General de Aranjuez, entre otros, por caso de la industria de Aranjuez, quiso ser suplida por el Tribunal de
una empresa industrial que estimó inadecuado el trazado de una vía pú- primera instancia, para el que «es suficiente fundamentación del trazado
blica prevista de tal modo en dicho Plan que venía a distorsionar grave- de una vía a través de los terrenos de "Mafe" el hecho de existir dicha vía
mente su funcionamiento al atravesar los terrenos en los que se hallaba en el planeamiento anterior que formaba parte de la red viaria general del
instalada. La Sala de plimera instancia desestimó la impugnación en este núcleo urbano de Aranjuez, habiéndose considerado necesario mante-
concreto punto, pero el Tribunal Supremo revocó la Sentencia en apela- nerla», pero el Tribunal Supremo, con buen cliterio, no aceptó este argu-
ción. Los fundamentos de Derecho decimocuarto y decimoquinto, que mento «salvador» del Tribunal inferior28 al comprobar que la previsión del
transcribo, recogen los hechos y los razonamientos del Alto Tlibunal en Plan precedente permaneció siempre inactuada y no llegó a alterar en
los siguientes términos: ningún caso la situación real de la industlia, cuyos terrenos se mantuvieron
«Con relación a la cuestión que ahora se enjuicia hay que indicar que desde su instalación «cercados y delimitados por una valla en todo su
el Perito al que antes se hizo referencia ha dictaminado que "en el nuevo perímetro».
Plan de Aranjuez se proyecta un vial que discurre por el interior del actual
complejo industrial, y que se pretende utilizar como vial al uso público. Si Las tres Sentencias tienen en común también, a pesar de que proceden
este vial se realizase se crearía una distorsión completa en el funcionamiento
de la industria, separándola, y rompería la continuidad de funcionamiento, de distintos ponentes, el laconismo de su argumentación, que fue, por
rompería el control de seguridad y el proceso de fabricación (... )esta indus- cierto, la razón que me movió a silenciarlas en un primer momento para
tria para su funcionamiento (... ) ha de estar siempre controlada, en todo
su conjunto, por los existentes servicios de seguridad". Por otro lado, el 28
Ayuntamiento de Aranjuez manifiesta en sus alegaciones que "desde hace No deja de ser curioso que quienes critican a los jueces ahora por «susti-
muchos años los terrenos propiedad de la demandante se encuentran cerca- tuir» a la Administración acusándoles de activismo no lo hayan hecho nunca
dos y limitados por una valla en todo su perímetro". También dice dicho cuando la «sustituyen» para salvar los actos recurridos, actitud todavía frecuente y
Ayuntamiento, refiriéndose a la vía en cuestión, que "el interés actual en hace unos años incluso habitual. Los autores franceses no han tenido reparo nunca,
que se mantenga en el planeamiento como de uso público y general no es sin embargo, en llamar la atención sobre «la defensa de la Administración por el
objetivo prioritario, reconociendo el servicio que, desde los comienzos de juez» (vid., al respecto, MESTRE, Le Conseil d'Etat protecteur des prérogatives de
la instalación de la Empresa 'MafeSA' en la localidad de Aranjuez le ha la Administration, «LGDJ», París, 1974, y las referencias de S. RIALS, op. cit.,
venido prestando, sin que sea el objetivo ni la función de mi patrocinado págs. 463 y sigs.), que en el contexto del contencioso francés, presidido por la
en este momento procesal entrar, como ya se ha dicho, en reconocimientos figura imponente y dual del Conseil d'Etat, tiene, además, una explicación que no
o delimitaciones patrimoniales". es trasladable a nuestro contencioso, al menos desde su judicialización en 1956.
206 CAP. V.-¿DEBE LA ADMINISTRACIÓN ACTUAR RACIONAL Y RAZONABLEMENTE? V. LAS RAZONES DEL DERECHO 207

no complicar en exceso la línea del discurso que me proponía desarrollar bros, de obtener un mínimo consenso sin el cual ningún poder puede man-
y evitar así la aparición de resistencias adicionales. tenerse mucho tiempo.

Como éstas han surgido pese a todo, las pongo ahora sobre el tablero La experiencia histórica muestra, por lo demás, sin lugar a dudas, que
y con ellas la cuestión que más preocupa: ¿es lo razonable un concepto no hay poder, ni privado ni público, que no aspire a ser considerado legí-
jurídico susceptible de ser manejado por los Tribunales? timo por quienes han de soportarlo o, al menos, por quienes contemplan
su despliegue, que se resigne de antemano a presentarse ante unos y otros
como mera expresión de la más pura arbitrariedad. Todo poder, ya sea el
del propietario, el del acreedor o el del gobernante, necesita de un cierto
V. Las razones del Derecho
reconocimiento social, de una dosis, mayor o menor pero siempre signifi-
Hecho ya el repaso de la jurisprudencia más significativa conviene cativa, de aceptación.
retomar el hilo del discurso, hilo que arranca, como ya se advirtió más En esta necesidad de ser aceptado, de no ser considerado arbitrario,
atrás, del nuevo rumbo que el pensamiento y el quehacer jurídico toman radica la única debilidad del poder, que por esa razón interroga siempre
a raíz de la conclusión de la segunda guerra mundial. A partir de ese al Derecho en busca de un fundamento, de una justificación que asegure
momento el Derecho deja de concebirse como un sistema cerrado, hecho esa aceptación a la que aspira. Al formular esa pregunta, el poder acepta,
de preceptos y de dogmas enlazados entre sí por los medios de la lógica a su vez, el riesgo de ser interrogado por sus propias razones, de ser
formal, para contemplarse como un sistema abierto al que es de esencia cuestionado por el Derecho. Se inicia así un diálogo permanente, un diá-
la aceptación por la propia comunidad y su vinculación a la idea de justicia logo que ofrece al Derecho posibilidades siempre renovadas de interroga-
en ésta vigente y en el que, por tanto, no todo está resuelto de antemano ción a resultas, por lo pronto, de la propia insatisfacción que producen las
por una suerte de determinismo metodológico, según el cual las decisiones respuestas que a lo largo del mismo se van encontrando.
jurídicas no necesitarían ser justificadas por proceder de una autoridad
Ello es así porque, como también muestra la experiencia histórica, no
legítima, sino que debe resolverse en cada caso mediante un esfuerzo per-
basta una respuesta cualquiera para hacer aparecer el poder ante los demás
manente de justificación de dichas decisiones que muestre su carácter ra-
como un poder legítimo. Ni siquiera es suficiente que esa respuesta sea
zonable y plausible cuando menos y pueda acreditar por ello la imprescin-
pasivamente aceptada por una parte significativa o, incluso, mayoritaria
dible legitimidad de ejercicio de sus autores, que la comunidad, que no
de la sociedad. Se necesita siempre una respuesta satisfactoria, una buena
acepta ya la mera imposición de las mismas por vía coactiva, inexcusable-
respuesta, una respuesta capaz de convencer o, cuando menos, una res-
mente reclama29 •
puesta razonable, sostenible, susceptible de resistir la comparación con
En este nuevo contexto, la arbitrariedad se presenta como la antítesis otras respuestas también posibles, de generar, en consecuencia, amén de
del Derecho, que es ahora más que nunca, aunque, en cierto modo, lo ha la adhesión de una parte de los miembros de la comunidad, la neutralidad
sido siempre -y seguirá siéndolo en cualquier sociedad, porque ninguna del resto, de modo que, si existe alguna oposición activa, ésta sea más
puede, en tanto que tal, renunciar a él- un esfuerzo de indagación de un bien marginal y, por tanto, inocua.
fundamento adicional a la mera fuerza, capaz de legitimar el poder, de Éste es el cuadro de la sociedad en que vivimos con toda evidencia, y
encontrar para él una respuesta susceptible de ser aceptada en el seno de en este cuadro, en este escenario, nos movemos, queramos o no, todos los
la comunidad en la que se expresa por una parte significativa de sus miem- operadores jurídicos, ya se trate de legisladores, de gobernantes o funcio-
narios, de jueces, abogados, profesores, etc. No hay ningún poder indiscu-
29
Me remito a la obra de M. ATIENZA, citada en nota 10. tible ni indiscutido en la sociedad de nuestros días. Todos valemos, al
208 CAP. V.-¿DEBE LA ADMINISTRACIÓN ACTUAR RACIONAL Y RAZONABLEMENTE? V. LAS RAZONES DEL DERECHO 209

menos en términos de tendencia, lo que para los demás valen nuestras manera irrazonable. Este uso inadmisible del derecho será calificado técni-
razones, y es bueno que así sea porque la igualdad que resulta de nuestra camente de formas variadas como abuso de derecho, como exceso o des-
valoración en función del valor de nuestras propias razones es el funda- viación de poder, como iniquidad o mala fe, como aplicación ridícula o
mento último y la esencia misma de la convivencia democrática. inapropiada de disposiciones legales, como contrario a los principios gene-
Que esto es así resulta de elemental comprobación. En un sistema rales del Derecho comunes a todos los pueblos civilizados. Poco importan
democrático no hay gobernante que, conscientemente al menos, se con- las categorías jurídicas invocadas. Lo que es esencial es que, en un Estado
forme con imponer su voluntad o su opinión y que renuncie de antemano de Derecho, desde que un poder legítimo o un derecho cualquiera es some-
a convencernos o, al menos, a convencer a la mayoría de la corrección de tido al control judicial, podrá ser censurado si se ejerce de una manera
sus decisiones, ya que de ello depende su mantenimiento en el gobierno. irrazonable y, por tanto, inaceptable» 31 • «Ningún derecho puede ejercerse
Que lo consiga o no es ya otra cuestión, pero, en principio, es indiscutible ' de una manera irrazonable, pues lo que es irrazonable no es Derecho» 32 •
que toda decisión de gobierno encierra una pretensión de corrección que Y no es que lo diga PERELMAN. Lo dicen espontáneamente y con toda
requiere razones en las que sustentarse. Y otro tanto ocurre, lógicamente, naturalidad todas las resoluciones judiciales de todos los Tribunales en
con los jueces. Y con nosotros los profesores, cuyo crédito depende de la todos los órdenes jurisdiccionales y en todos los países, porque no se
calidad de nuestras razones, de nuestro modo de exponerlas, de nuestra puede sencillamente razonar en Derecho sin esta imprescindible referen-
forma de argumentar. Todo el que escribe piensa en un hipotético lector cia. CARRAsco PERERA lo advirtió muy pronto entre nosotros al analizar en
al que pretende convencer, traer a su lado, sumar a su propia opinión. su inteligente estudio nuestra primera jurisprudencia constitucionae3y su
Nadie tiene hoy -y nadie aceptaría tampoco- el ius publicae respondendi. constatación de entonces (juicio de razonabilidad y juicio de constitucio-
Desde el momento en que se renunció a un primum verum del que nalidad coinciden, tanto en su contenido -sólo lo razonable es constitucio-
extraer por vía deductiva todas las respuestas -y de esto hace ya casi nal-, como en su límite -dentro del marco de la razonabilidad todas las
medio siglo- es sencillamente imposible dar un solo paso en el debate soluciones son constitucionalmente válidas, porque todas son objetiva-
jurídico sin acudir a la idea de lo razonable, sin manejar la lógica de lo mente no arbitrarias-) es perfectamente verificable en toda la jurispruden-
30
razonable • «Cada vez que un derecho o un poder cualquiera, incluso cia posterior, a propósito de cualquier tipo de procedimiento, recursos de
discrecional, es concedido a una autoridad o a una persona de derecho inconstitucionalidad incluidos, y de todo tipo de materias o cuestiones.
privado, este derecho o este poder será censurado si se ejerce de una «Es doctrina reiterada de este Tribunal Constitucional -dice la Sentencia
constitucional de 16 de noviembre de 1992- que una aplicación de la
30
La idea de razón ha jugado siempre en Derecho un papel no desdeñable, legalidad que sea arbitraria, manifiestamente irrazonada o irrazonable, no
c?mo ha ~otado PEREL;vtAN. Está e? ~a base del iusnaturalismo clásico y del positi- puede considerarse fundada en Derecho y lesiona por ello el derecho a la
vismo rectente, que hizo de la logica formal, qeductiva, su instrumento básico.
Desde la segunda posguerra se ha impuesto en el Derecho otro modo de razonar tutela judicial efectiva» y ello, aunque sea cierto que la aplicación de la
y al concepto de racional, que requiere partir de premisas ciertas para obtener una legalidad ordinaria corresponda exclusivamente a los Tribunales ordina-
conclusión verdadera por vía deductiva, ha venido a suceder el concepto de razona-
ble, que, más modestamente, se esfuerza en conseguir soluciones aceptables su- rios, pues esto no obsta -añade- «para que en determinados supuestos
puesto que la verdad es inalcanzable y que, a falta de ella, nos quedaríamo~ sin pueda estar justificado el análisis mismo del razonamiento judicial en esta
respuestas de ningún tipo para la inmensa mayoría de los problemas. Vid. especial-
~ente \ERELMAN, Le raisonnable et le déraisonnable en droit, hoy recogido en el 31
libro Etlque e! J?roit, Ed. Univ. de Bruxelles, 1990, págs. 511 y sigs. Cfr. PERELMAN, Le raisonnable et le déraisonnable ... , cit., págs. 512 y 513.
32
Sobre la logica de lo razonable, nuestro RECASENS SICHEs, cuyo crédito reconoce Idem, pág. 521.
PERELMAN en el trabajo citado. Vid. en particular Experiencia jurídica, naturaleza 33
A. CARRAsco PERERA, El juicio de razonabilidad en la justicia constitucio-
de la cosa y lógica «razonable», Fondo de Cultura Económica UNAM México nal, en el núm. 11 de la «Revista Española de Derecho Constitucional», págs. 30
1971.
y sigs.
o ' ' '
210 CAP. V.-¿DEBE LA ADMINISTRACIÓN ACTUAR RACIONAL Y RAZONABLEMENTE? V. LAS RAZONES DEL DERECHO 211

vía de amparo constitucional, porque la inadecuación o el error en tal puesto extremo de la calificación de concursos y oposiciones 34 , si se acre-
razonamiento puede eventualmente traducirse en una decisión lesiva de dita la infracción o desconocimiento del proceder razonable que se
un derecho fundamental». Lo mismo en el caso de «selección arbitraria, presume en el órgano calificador, bien por desviación de poder, arbitrarie-
manifiestamente irrazonable» de la norma aplicable (Sentencia de 25 de dad o ausencia de toda posible justificación en el criterio adoptado» (Sen-
abril de 1994) y, por supuesto, en materia de acceso al proceso (la «aplica- tencia de 29 de noviembre de 1993).
ción razonada y razonable» de una causa legal de inadmisibilidad y sólo Sólo lo razonable es conforme a Derecho. Ni la Administración, ni los
ella satisface el derecho a la tutela judicial efectiva: Sentencia de 29 de jueces, ni los juristas en general podemos escapar de esta lógica, eludir
noviembre de 1993, que reitera una doctrina constante), de igualdad (el esta idea. «Cada vez que el juez debe decidir -dice PERELMAN- si ha habido
art. 14 de la Constitución «veda la utilización de elementos de diferencia- falta, negligencia, imprudencia, cuándo hay que precisar un standard
ción que quepa calificar de arbitrarios o carentes de una justificación (obrar como un buen padre de familia), determinar las consecuencias da-
objetiva y razonable: Sentencia de 16 de noviembre de 1993, expresiva ñosas de un acto fautif, se encuentra regularmente en las sentencias el
de una línea doctrinal sin fisuras), de dilaciones indebidas («plazo razona- recurso a la idea de lo que es o no razonable. Del mismo modo, los hechos
ble», dice, por cierto, el art. 6 del Convenio Europeo; vid. recientemente son establecidos cuando no se puede tener, a este respecto, ninguna duda
la Sentencia de 12 de mayo de 1994), de denegación de prueba (cuestión, razonable. Un texto legal es claro cuando, aplicadas a una situación dada,
también, de legalidad ordinaria, que adquiere, no obstante, relevancia todas las interpretaciones razonables que se pudieran dar de él no dan
constitucional cuando la denegación carezca de motivación o ésta resulte lugar a ninguna controversia» 35 •
arbitraria o irrazonable: jurisprudencia constante) y valoración de la ¿Y qué es lo razonable? ¿Cuándo puede calificarse de tal una decisión?
misma (¿qué otra cosa es la apelación legal a la «sana crítica» que una Cuando se acomoda a una realidad objetiva o cuando se presenta de tal
llamada a la razonabilidad?; vid. la Sentencia de 28 de febrero de 1994: manera que su claridad y distinción nos constriñen a someternos a la evi-
«es, por otra parte, exigible, cuando se trata de prueba indiciaria, la consta- dencia, dice PERELMAN36 • Cuando aparece debidamente justificada, cuando
tación clara de los indicios, la razonabilidad de la valoración de los mis- se sustenta en razones, en las razones del Derecho por utilizar la expresión
mos y la explicitación del razonamiento que conduce a ellos»), de motiva- que sirve de título a la obra de M. ATIENZA, cuando «esté precedida de la
ción de las Sentencias y resoluciones judiciales y de ejecución de las argumentación que la fundamente», de forma que «se puede comprobar
mismas («como quiera que la suspensión se encuentra motivada, aplica que la solución dada es consecuencia de una exégesis racional del ordena-
una causa legal y se efectúa con expresa ponderación de los efectos y miento y no el fruto de la arbitrariedad», esto es, de la mera voluntad
naturaleza de las decisiones que recaigan en ambos procedimientos, ínter- 34
Tema este crucial en el que el Tribunal Constitucional alemán no ha dudado
dicta! y declarativo ... , no puede estimarse la misma como irrazonable o en entrar considerando objetivamente revisables las «valoraciones propias de la
arbitraria y por ende vulneradora del derecho fundamental a la ejecución materia» (fachliche Wertungen), aunque no las «valoraciones que se refieren espe-
cíficamente al examen o a la prueba» (prüfungs,<,pezifische Wertungen), caracteriza-
de lo resuelto»: Sentencia de 28 de junio de 1993, por ejemplo), de coli- das por la comparación de una pluralidad de exámenes. Sobre esta jurisprudencia,
sión de derechos, de falta de proporción entre los medios empleados y el críticamente, M. BuLLINGER, Discrecionalidad y derechos fundamentales: la nueva
fin perseguido y de todos los temas imaginables. jurisprudencia del Tribunal Constitucional Federal alemán en el marco del Dere-
cho Europeo, texto mecanografiado, sin notas, de la conferencia pronunciada en
el Departamento de Derecho Administrativo de la Universidad Complutense el 18
La propia jurisprudencia constitucional ha calificado de «"presunción de noviembre de 1992.
35
Cfr. PERELMAN, Le raisonnable et le déraisonnable, cit., pág. 515.
de razonabilidad" o "de certeza" la que la Ley predica de los actos admi- 36
Cfr. PERELMAN, Ce que le philosophe peut apprendre par l'étude du Droit,
nistrativos y acepta que tal presunción pueda desvirtuarse, aun en el, su- en «Etique et Droit», cit., pág. 448.
212 CAP. V.-¿DEBE LA ADMINISTRACIÓN ACTUAR RACIONAL YRAZONABLEMENTE?
VI. CONSIDERACIONES FINALES 213

o el simple capricho de su autor, cuando «responde a una determinada teoría acabada e indiscutible de la argumentación jurídica, es que la idea
interpretación del Derecho» y, en consecuencia, es capaz de «permitir
de lo razonable remita pura y simplemente a la voluntad subjetiva del
su eventual control jurisdiccional mediante el efectivo ejercicio de los
juzgador y sea por ello mismo rechazable. Hay en todo caso una regla
derechos», en palabras de la Sentencia constitucional de 28 de octubre de
general, aplicable tanto al administrador como al juez: la necesidad de
1991.
fundamentar toda decisión y de fundamentarla, precisamente, en Derecho
En eso consiste sencillamente el quehacer jurídico, en razonar, que no y no en el deseo, en la voluntad, en el capricho, en las preferencias o en
es sólo verificar y demostrar, sino también deliberar, criticar y justificar, los gustos de quien la adopta. En un Estado de Derecho sólo lo fundamen-
presentar razones a favor y razones en contra, argumentar en una palabra37 , tado y justificado en Derecho es razonable y sólo lo razonable es jurídica-
es decir, confrontar razones a través del proceso argumental, del desarrollo mente admisible. La cuestión clave es, pues, como ya tengo dicho, la
de un discurso coherente por las vías de la lógica jurídica, que es una motivación, pero no la motivación entendida en ese sentido rutinario y
lógica peculiar, enraizada en la propia evolución del Derecho, orientada a formal que solemos dar al término, sino como justificación resultante de
dar sentido a la ambigüedad, abierta siempre a la comprobación de la un proceso argumental más o incluso menos explícito, pero apoyado siem-
cambiante sensibilidad del cuerpo social sobre los conflictos que se gene- pre por razones exhibibles y sostenibles, dotadas de capacidad persuasiva
ran en su seno y conectada necesariamente por ello a los sutiles mecanis- y susceptibles por ello de resistir su eventual confrontación con otras en
mos de producción del imprescindible consenso, que es la única base firme un debate abierto ante una instancia imparcial, que, en última instancia,
sobre la que el Derecho puede sustentarse y se referencia última, supuesta tiene como testigo y como referencia una comunidad de hombres libres.
la inaprehensibilidad y relatividad irreductible de los valores absolutos de
la verdad y la justicia38 •
Quizá esto no satisfaga a los espíritus cartesianos, a los que les gustaría VI. Consideraciones finales
contar con un sistema de reglas fijas, con un código argumental seguro y
estable, válido para siempre 39 • No lo hay, ni lo habrá, ni debe haberlo Todo está muy lejos, me parece, de esa simplista, cuando no intere-
tampoco, en mi opinión. Esa imprecisión que a algunos o a muchos puede sada, objeción que a menudo se formula para cerrar el paso a un control
parecer una limitación del discurso jurídico es, por el contrario, una cir- judicial plenario de las decisiones de la Administración so pretexto de la
cunstancia afortunada y una garantía adicional, porque permite intentar en posición constitucional que a ésta corresponde, es decir, en nombre de un
todo momento su reconstrucción y mantener, en consecuencia, siempre dogma autoafirmado que pretende, en último término, dejar sin voz a la
abierta la vía a la esperanza de soluciones mejores y más justas. razón y garantizar la inmunidad, incluso, a la sinrazón misma, cuya fre-
En cualquier caso, lo que está claro que no puede decirse, so pretexto cuente aparición en escena el dogma en cuestión no acierta a impedir,
de la imprecisión de las reglas del discurso jurídico o de la falta de una como la experiencia cotidiana demuestra.

No hay razón por ello para postular un corte, una ruptura, un nuevo
Cfr. PERELMAN, Cinq le~ons sur la justice, en «Etique et Droit», pág. 224.
37

38
La referencia al consenso es fundamental siempre en todo tipo de discurso
ámbito de exención, que sería sólo una resurrección de las viejas inmuni-
jurídico; vid. M. ATIENZA, cit. Reitero al respecto mis anteriores observaciones en dades del poder. La conciencia social no las acepta ya, ni siquiera cuando
De nuevo sobre el poder discrecional y su ejercicio arbitrario, citado. de la discrecionalidad de los poderes de una autoridad nacional en el esce-
39
Que tendría que ser necesariamente de signo procedimental al modo del 'de
R. ALEXY. Para un análisis de la obra de este autor y de las críticas que se le han nario del Derecho interno se pasa a la soberanía de los Estados en el marco
formulado me remito a M. ATIENZA, Las razones del Derecho, cit., págs. 177 y de un Tratado internacional que éstos son libres de suscribir o no o de
sigs. ·
hacerlo con las reservas que el propio Tratado autorice. En un escrito
214 CAP. V.-¿DEBE LA ADMINISTRACIÓN ACTUAR RACIONAL Y RAZONABLEMENTE?

anterior hice ya algunas indicaciones al respecto40 • Por si éstas no hubieran


sido convincentes, permítaseme ahora traer a colación las Sentencias del
Tribunal Europeo de Derechos Humanos en los casos Belilos y Weber de VI
29 de abril de 1988 y 22 de mayo de 1990, respectivamente, ambas relati- EL PRINCIPIO CONSTITUCIONAL DE INTERDICCIÓN DE
vas a la declaración o reserva, formulada por Suiza en relación al artículo LA ARBITRARIEDAD DE LOS PODERES PÚBLICOS: QUID
6 del Convenio Europeo. El Secretario General del Consejo de Europa dio NOVUM? 1
traslado en su momento de esta declaración sin hacer ningún comentario
sobre ella a los Estados miembros del Consejo, que tampoco solicitaron
aclaraciones, ni requirieron de Suiza explicación alguna sobre ella. El Tri-
bunal entendió, sin embargo, que este silencio no privaba a los órganos
del Convenio de sus facultades para apreciar la cuestión planteada por los 1
reclamantes y no dudó en afirmar que la declaración formulada por Suiza El título de este ciclo de conferencias -El control judicial de la vida
no cumplió dos de las exigencias previstas en el artículo 64 del Convenio, pública- apunta derechamente al corazón de los problemas que desde hace
por lo que debía reputarse nula y, en consecuencia, rechazarse la excep- algún tiempo ocupan sistemáticamente la primera página -y un buen nú-
ción planteada en ambos procesos por el Gobierno suizo, al que finalmente mero de las interiores- de nuestros periódicos, que un día sí y otro también
se condenó por la violación del artículo 6.1 del Convenio cometida en nos dan cuenta, mejor o peor, pero siempre con estruendo, de los distintos
el curso de dos procedimientos incluidos en la declaración o reserva en episodios de la pugna que viene enfrentando a jueces y gobernantes a
cuestión. propósito de procesos penales de alto voltaje político en los que aparecen
Ejemplos más claros del estado actual de la cuestión objeto de polé- involucrados en una u otra medida personalidades relevantes de nuestra
mica que estos dos que acabo de dar me parece difícil que puedan encon- vida pública.
trarse. Con ellos cierro por un tiempo, en lo que a mí concierne, este No son éstas, desde luego, las mejores circunstancias para reflexionar
debate, al que, sin embargo, prometo volver un día, porque no hay, en mi serenamente sobre un asunto de tamaña importancia. Hard cases make
opinión, otro asunto más apasionante para un jurista de vocación que éste bad law, dicen con razón los ingleses, y de ese bad law que estos proble-
de la arbitrariedad del poder y de su control jurídico. mas vienen generando ya tenemos algún ejemplo particularmente ilustre,
como la lamentable Sentencia del Tribunal de Conflictos Jurisdiccionales
de 14 de diciembre de 1995 o el anteproyecto de Ley de Secretos Oficia-
les, que al término del verano último apareció de pronto y fue apresurada-

1
Este texto tiene su origen en una conferencia pronunciada en la Universidad
de Granada dentro del ciclo El control judicial de la vida pública organizado y
dirigido por el profesor N. LóPEZ CALERA durante el curso 1997-1998. Una versión
de ese texto inicial, ligeramente ampliada con la adición de las referencias jurispru-
denciales imprescindibles, fue publicada en el núm. 1/1999 de la «Revue Franc;aise
de Droit Administratif» con el título Le principe constitutionnel d'interdiction de
l'arbitraire des pouvoirs publics en Espagne: quid novum? (traducción de F. Mo-
DERNE), págs. 171 y sigs. El texto actual procede de la versión francesa y en él se
han hecho algunas correcciones menores y se han añadido unas notas a pie de
40 página con el solo fin de actualizar las referencias bibliográficas y jurisprudencia-
Vid. De nuevo sobre el poder discrecional y su ejercicio arbitrario, cit.,
págs. 608 y 609. les.
216 CAP. VI.-EL PRINCIPIO CONSTITUCIONAL DE INTERDICCIÓN DE LA ARBITRARIEDAD... CAP. VI.-EL PRINCIPIO CONSTITUCIONAL DE INTERDICCIÓN DE LA ARBITRARIEDAD... 217

mente retirado de la escena por el Gobierno tras un tan franco como infre- A partir de estos principios, y en particular del enunciado en último
cuente reconocimiento del error con él cometido. lugar, propuse yo entonces reconstruir el tema de la discrecionalidad de
la Administración y de su control no para negar aquélla ni intensificar éste,
El Derecho no son sólo sentencias y leyes, sin embargo. Si a eso se como expresamente advertí, sino simplemente para depurar la dogmática
redujera, ni la Sentencia, ni el anteproyecto de Ley citados resultarían elaborada a lo largo de los dos últimos siglos y liberarla del sincretismo
demasiado preocupantes, porque de malas sentencias y malas leyes están y las inconsecuencias resultantes de su difícil y larga gestación.
llenos nuestros Repertorios al uso. El Derecho es bastante más que eso. A ese primer estudio mío siguió otro en 1992 que hizo saltar la polé-
Es cultura colectiva, vivencia compartida en tomo a los principios, valores mica sobre ambos porque ya entonces empezaba a sobresalir la punta del
y reglas que han de presidir la convivencia en paz de una sociedad dada iceberg que hoy tenemos delante. Sin duda por esto mis contradictores
y sobre esa cultura y esas vivencias repercuten también, deteriorándolas, . involucraron en ella un problema enteramente ajeno al que yo había plan-
los casos difíciles, que inevitablemente contribuyen a erosionar de forma teado, el del presunto activismo de nuestros jueces en relación a la vida
grave el soporte teórico que constituye el armazón de aquéllas. política, activismo que, con toda evidencia, no podía -ni puede- predicarse
de los jueces del orden jurisdiccional contencioso-administrativo, que es
Que esto está ocurriendo hoy entre nosotros es bien palpable. Hace ya al que entonces -y siempre- yo me he referido exclusivamente en mis
seis años, cuando aún no se había conformado la situación por la que reflexiones, pues, como es notorio, rara vez han dicho éstos entre nosotros
actualmente atravesamos y, por tanto, muy al margen de las dificultades y una palabra más alta que otra. A partir de este momento la polémica ha
preocupaciones que ésta ha venido a suscitar, publiqué un estudio titulado tenido mucho de diálogo de sordos, porque mientras unos decíamos que
Arbitrariedad y discrecionalidad (Ed. Civitas, 1991), en el que, a partir eran las doce del mediodía otros se empeñaban en negarlo porque, en su
de una jurisprudencia contencioso-administrativa muy notable que hizo opinión, estaba lloviendo.
pie en la interdicción constitucional de la arbitrariedad de los poderes Con todo, pienso que la polémica en cuestión ha tenido alguna utilidad
públicos proclamada por el artículo 9.3, in fine, de la Norma Fundamental, y ahí están para probarlo el excelente y equilibrado trabajo de M. ATIENZA
pretendió replantear conceptualmente el asunto del control judicial de las (Sobre el control de la discrecionalidad administrativa. Comentarios a
potestades discrecionales de la Administración, cuya dogmática al uso es una polémica, en «REDA», núm. 85) y el brillante libro último de GARCÍA
el resultado de una larga y difícil evolución histórica cuyo punto de partida DE ENTERRÍA (Democracia, jueces y control judicial, Ed. Civitas, 4.a ed.,
próximo (la famosa Ley de la Asamblea Constituyente francesa de 16-24 1998), amén de los estudios de Derecho Comparado, alemán y norteameri-
de agosto de 1790, que impuso en su art. 13 la radical separación de cano, en particular, de GoNZÁLEZ VARAS, M. CucHILLO, Julio V. GoNZÁLEZ,
las funciones judiciales y administrativas, marcando así toda la evolución J. L. MuoA y E. CARBONELL, todos ellos de notable factura, que han ido
posterior de la que somos herederos) muy poco o nada tiene que ver con surgiendo al calor de la misma. Gracias a ellos conocemos mejor aho~a
el de llegada, que hoy definen para nosotros con toda nitidez los artículos sistemas que nos eran poco o nada ü:.tmiliares y se han aclarado perspecti-
24 (derecho fundamental a una tutela judicial efectiva de los derechos e vas de análisis, jurídico-políticas o teórico-jurídicas, sobre las que gravita-
intereses legítimos sin que en ningún caso pueda producirse indefensión), ban sombras enojosas 2 •
103.1 (sometimiento pleno de la Administración a la Ley y al Derecho),
2 La polémica ha sido rica en resultados des?e el punto d_e vi.sta bibliográfico.
106.1 (control por los Tribunales de la legalidad de la actuación adminis- Además de los trabajos de M. ATIENZA y E. GARCIA DE ENTERRIA citados en el te~~o
trativa sin excepciones) y, por supuesto, muy en primer término, el artículo pueden verse, entre .otros, las ?~ras s.iguient.es: M. J. ALoNso MAs,. La solu.cwn
9 de la Constitución, según el cual los poderes públicos están sujetos a justa en las resolucwnes admlmstrattVas, Tuant lo ~lanch, Valenci.a, 1998, M.
BACIGALUPO, La discrecionalidad administrativa, Marc1~l Pons, Madnd, 1997; ~·
ésta «Y al resto del ordenamiento jurídico», con formal interdicción de la BELTRÁN Discrecionalidad administrativa y Constituclón, Ed. Tecnos, Madnd,
arbitrariedad para todos ellos. 1995;c.'D. CiRIANO VERA, Administración económica y discrecionalidad. Un aná-
218 CAP. VI.-EL PRINCIPIO CONSTITUCIONAL DE INTERDICCIÓN DE LA ARBITRARIEDAD ... CAP. VI.-EL PRINCIPIO CONSTITUCIONAL DE INTERDICCIÓN DE LA ARBITRARIEDAD... 219

El saldo favorable que en sede académica ha tenido la polémica no ha Esta presentación del asunto -o, para ser más exacto, representación,
podido liquidar, sin embargo, todas las cuestiones implicadas en ella, porque el problema del control jurisdiccional de la actividad discrecional
como, por otra parte, era de temer, dada la trascendencia política de esos de la Administración fue presentado por mí de forma muy diferente a ésta
hard cases a los que me refería al principio, que siguen ejerciendo su hace ya seis años-, cualquiera que sea el propósito que la anime, muestra
negativa influencia y propiciando, ahora en la prensa, la confusión, más bien a las claras el daño que al Derecho, entendido al modo que indiqué
fácil, claro está, de alimentar en esta nueva sede. al comienzo, están haciendo los casos difíciles a los que en estos momen-
tos está enfrentada, muy a su pesar, la sociedad española.
Como es fácil comprobar, las colaboraciones periodísticas de quienes
Nada es gratis en la Historia. Todo lo que sucede en el escenario social
se situaron en el debate en el lado opuesto al que inicialmente yo elegí
y político pasa factura y me temo, en razón de lo que vamos viendo, que,
siguen insistiendo en mezclar en confuso montón las cuestiones más hete-
cualquiera que sea el resultado final de los ingratos procesos penales en
rogéneas. Así, partiendo de los llamados <<jueces estrella», que se supone curso, los juristas españoles -y la sociedad entera, porque el Derecho es
han de ser los que instruyen los procesos penales en curso sobre los GAL, de y para ella y no nuestro- tengamos que pagarla muy alta si ·no nos
FILESA o los papeles del CESID, y de los oscuros grupos económicos y esforzamos en clarificar lo que algunos, obsesionados por el presente, se
mediáticos que atizan esas hogueras, se pasa luego sin transición a denun- están empeñando tanto en oscurecer, para lo cual es imprescindible aislar,
ciar el apoyo teórico que a esos jueces justicieros, protagonistas e inconti- cueste lo que cueste, los casos difíciles del debate teórico. De los frutos
nentes les prestan quienes -se dice- están animados por una idea distorsio- de éste habremos de seguir viviendo y vivirán también los que vengan
nada del Estado social y democrático de Derecho, en el que parece que detrás de nosotros cuando aquéllos, por muy trascendentes y muy graves
aquél hubiera de quedar reducido a la última de sus características defini- que hoy nos parezcan, sean sólo Historia. Historia es hoy en Estados Uni-
torias convirtiendo en accesorias las otras dos y llegan, incluso, a pensar dos el asunto Watergate, que costó la renuncia a todo un Presidente, pero
que, más que un Estado de Derecho, vivimos en una especie de Estado de el Derecho sigue en pie, porque nadie se empeñó para salvar a aquél en
Justicia, en el que el juez ha de tener la última palabra, también en aquellas forzar las estructuras de éste más allá del límite de la resistencia de los
cuestiones que la Ley deja en manos del Gobierno o de la Administración, materiales de los que está hecho. Los hombres pasan; las instituciones, en
a partir de la idea subjetiva de justicia o de su contrario -la arbitrariedad- cambio, deben permanecer a salvo.
que en cada caso libremente mantenga, ideario radical este que, natural-
Con este propósito y con la seguridad de encontrar aquí, en la medida
mente, plantea a los ciudadanos la cuestión de quien controla a los contro-
en que auspicia este ciclo un Departamento de Filosofía del Derecho, Mo-
ladores y lleva en sí el germen de un peligro para la democracia misma,
ral y Política de acreditada solera y probada solvencia, muchas personas
vaciándola de su sustancia política al reducir la política a Derecho.
capaces de aislarse del ruido ambiental que nos rodea pongo sobre la mesa
lisis normativo y jurisprudencia!, Valladolid, 2000; J. DELGADO BARRIO (dir.), Efi- la primera pregunta: qué es lo que ha añadido a nuestro ordenamiento
cacia, discrecionalidad y control judicial en el ámbito administrativo, Cuadernos jurídico la formal consagración por el artículo 9.3 de nuestra Norma Fun-
de Derecho Judicial, CGPJ, Madrid, 1994; E. DESDENTADO DAROCA, Discrecionali- damental, que acaba de cumplir, por cierto, la mayoría de edad legal, del
dad administrativa y planeamiento urbanístico, Ed. Aranzadi, Pamplona, 1997; E.
HINOJOSA y N. GoNZÁLEZ DELEITO (coords.), Discrecionalidad administrativa y con- principio de interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos.
trol judicial, Ed. Civitas, Madrid, 1996; J. lGARTUA SALAVERRÍA, Discrecionalidad
técnica, motivación y control jurisdiccional, Civitas-IVAP, Madrid, 1998; J. PoNCE A esa pregunta ineludible voy a intentar dar una respuesta, recordando
SOLE, Deber de buena administración y derecho al procedimiento administrativo
debido. Las bases constitucionales del procedimiento administrativo y del ejercicio primero y perfilando después, si me resulta posible, la que ya tengo alcan-
de la discrecionalidad, Ed. Lex Nova, Valladolid, 2001. zada en mis anteriores trabajos sobre el mismo asunto, ahora recogidos en
CAP. VI.-EL PRINCIPIO CONSTITUCIONAL DE INTERDICCIÓN DE LA ARBITRARIEDAD... 221
220 CAP. VI.-EL PRINCIPIO CONSTITUCIONAL DE INTERDICCIÓN DE LA ARBITRARIEDAD ...

HOLZ en 1928 con la finalidad de ofrecer un criterio con el cual ponderar


un solo volumen con el título De la interdicción de la arbitrariedad de la
Administración (Ed. Civitas, 1994). el respeto por el legislador del principio de igualdad.

Esta explicación del propio autor de quien procede la idea me ahorra


11 aquí buena parte del trabajo necesario para precisar su concreto alcance.
«La ruptura de la igualdad puede ser un caso de arbitrariedad, pero nunca
Cómo accedió el principio al texto de la Constitución es ya cosa sa- el único», porque «arbitrariedad es sinónimo, tanto en el lenguaje vulgar
bida, aunque no está de más recordarlo. Lo hizo de la mano de un profesor como en el jurídico, de injusticia ostensible y no se comprende por qué
de Derecho Administrativo, Lorenzo MARTÍN-RETORTILLO, senador en las ha de limitarse la injusticia a la desigualdad», dice en la citada nota GARCÍA
Constituyentes, que promovió con éxito una enmienda en este sentido con DE ENTERRÍA, amén de que esa reducción -añado yo- implicaría una dupli-
el propósito de abastecer «así una pieza más en los delicados mecanismos · cación, rigurosamente innecesaria, del artículo 14 de la Constitución, que
de control», de forma que, según sus propias palabras ante la Comisión
vaciaría de contenido el artículo 9.3, in fine, de la propia Norma Funda-
Constitucional del Senado en defensa de la misma, «cuando los Tribuna- mental dejándolo huérfano de toda explicación, lo que, como es lógico,
les, cuando los diversos órganos jurisdiccionales, cuando también el Parla-
tampoco puede aceptarse.
mento, hayan de enfrentarse con la actuación futura, se sepa ya con clari-
dad que está presente este principio de que los poderes públicos no «Lo que la prohibición de arbitrariedad condena -sigue diciendo
actuarán arbitrariamente, lo que no significa que no pueden adoptar deci- GARCÍA DE ENTERRíA en la propia nota- es, justamente, la falta de un funda-
siones desiguales ante situaciones diversas también. Principio que se im- mento objetivo; la Constitución no admite que el poder público, en cual-
pone también al Parlamento, pero que no recorta sus apreciaciones. Princi- quiera de sus expresiones, se ejerza por la sola voluntad del agente o por
pio que, sobre todo, donde ha de tener mayor efecto, donde ha de tener su capricho, simplemente. Exige que en cualquier decisión del poder pú-
mayor trascendencia, donde ha de tener mayor rigor, ha de ser en el ámbito blico se hagan presentes los valores superiores del ordenamiento jurídico
de las Administraciones Públicas ... No se niega la libertad de actuar, sino que formula su artículo 1, como los mentores, presentes cada uno en las
simplemente se prohíbe la arbitrariedad. Cierto que habrá situaciones lí- distintas ramas del Derecho y en todas y cada una de sus instituciones. Si
mite en las que no sea posible el enjuiciamiento, pero hay obviamente un nuestro Estado es un Estado de Derecho, el Derecho y no el capricho del
margen de apreciación más allá del cual es preciso no ceder», porque «el gobernante (el cual opera en cuanto tal como agente del Derecho) debe
Estado de Derecho que recalca el artículo 1 impone siempre mantener la dominar la totalidad de sus decisiones».
guardia levantada para impedir la arbitrariedad» (vid. Materiales para una
El cuerpo de ideas que impulsó la enmienda de la que el principio
Constitución, Akal, 1984).
constitucional procede queda así perfectamente claro y contribuye a despe-
La filiación de estas ideas es también conocida y el propio Lorenzo jar, al menos, los primeros equívocos.
MARTÍN-RETORTILLO se cuidó entonces de proclamarlo recordando un anti-
guo trabajo de GARCÍA DE ENTERRÍA, La interdicción de la arbitrariedad en III
la potestad reglamentaria («RAP», núm. 30/1959), cuyas fuentes su pro-
pio autor ha aclarado no hace mucho en una nota de réplica a las observa- No obstante esto, para profundizar en el concepto de arbitrariedad y
ciones escépticas formuladas al respecto por RuBio LLORENTE (¿Es incon- precisar el alcance actual de su categórica prohibición no viene mal hacer
veniente o inútil la proclamación de la interdicción de la arbitrariedad un poco de historia. De ese modo podré completar las observaciones que
como principio constitucional. Una nota, en «RAP», núm. 124), para en un trabajo anterior hice sobre el campo semántico del término, que es
quien la noción de interdicción de la arbitrariedad fue acuñada por LEIB- muy rico y por ello se presta a confusión.
222 CAP. VI.-EL PRINCIPIO CONSTITUCIONAL DE INTERDICCIÓN DE LA ARBITRARIEDAD... CAP. VI.-EL PRINCIPIO CONSTITUCIONAL DE INTERDICCIÓN DE LA ARBITRARIEDAD... 223

El adjetivo arbitrario acompaña a los sustantivos poder y gobierno nes partidistas anteriores. «Despotical power -dice- is an absolute, arbi-
desde hace ya tres siglos y medio en que irrumpió con fuerza inusitada en trary power one man has over another to take away his lije whenever he
el Derecho público en el marco de las luchas entre realistas y parlamenta- pleases» y un poder tal no lo da la naturaleza ni siquiera a los hombres
rios que desembocaron en la Revolución puritana que libró a Inglaterra sobre su propia vida, por lo cual tampoco éstos pueden darlo a ningún
del absolutismo. En este escenario era ya moneda corriente a mediados otro. No puede por ello, añade LocKE, reconocérsele tampoco al propio
del siglo xvn, hasta el punto de que la propia Ley de 6 de enero de 1649 poder supremo o legislativo of any commonwealth, que no puede hacer,
que erigió el Tribunal encargado de juzgar a Carlos I Estuardo comenzó, por tanto, what il will, ni disponer of the estafes of the subjects arbitrarily,
precisamente, denunciando el intento de éste de subvertir «the ancient and ni tomar parte alguna de ellos at pleasure.
fundamental laws and liberties of this nation and in their place to intro-
duce an arbitrary and tyrannical government». La mera voluntad, el simple capricho del legislador o del supremo
ejecutor de la Ley, como expresión que son de ese poder arbitrario que en
Este gobierno arbitrario y tiránico al que la Ley citada quería referirse el estado de naturaleza nadie tiene, están excluidos por hipótesis del es-
era la valoración final que las fuerzas del Parlamento, victoriosas en la quema que LocKE se esfuerza en construir para el futuro.
guerra civil, dieron al intento de los primeros Estuardos de alterar a su
arbitrio y en beneficio del absolutismo, del que Jacobo I, especialmente, Pero esto no es todo. Hay, en efecto, un pasaje en la obra de LocKE
fue decidido defensor con la pluma y con la espada, la línea, ciertamente (capítulo XI, núm. 139), extraordinariamente expresivo, que apunta ya con
imprecisa, que a lo largo de la Baja Edad Media se fue dibujando no sólo claridad al significado que el término arbitrario adquirirá con el tiempo y
en Inglaterra, sino en todo el continente europeo para separar el poder de terminará imponiéndose en el lenguaje al uso en nuestros días cuando ya
los príncipes en dos campos distintos, el de la iurisdictio y el del guberna- los regímenes despóticos y tiránicos a los que designó al comienzo han
culum, en la conocida terminología de BRACTON, que corresponde al bino- pasado a la historia en la región del mundo en que vivimos. Es el que se
mio, popularizado por BALDO, potestas ordinaria o regulata (también lla- refiere, como en otra ocasión he recordado, al ejército y a la vida militar,
mada puissance reglée en justice en las fuentes europeo-continentales de en el que afirma con absoluta naturalidad que ni siquiera allí donde es
la época) y potestas extraordinaria o ab (lege) soluta, esto es, un ámbito necesario un poder absoluto puede ser éste precisamente arbitrario, sino
en el que el Rey actuaba como supremo juez y estaba obligado por su que sigue limitado por la razón y confinado al servicio de aquellos fines
juramento a actuar según el Derecho y a derivar la solución de los conflic- que en tales casos exigen que sea absoluto ( «and to let us se e that even
tos hacia los Tribunales del common law y otro, en cambio, en el que · absolute power, where is necesary, is not arbitrary by beeing absolute, but
podía desplegar abiertamente, en su calidad de supremo gobernante, la is still limited by that reason and confined to those ends which required it
prerrogativa regia, «no apropiada para la lengua de ningún abogado» en sorne cases to be absolute» ).
las expresivas palabras del propio Jacobo I y por eso mismo insusceptible
de control alguno ni siquiera ante el Alto Tribunal del Parlamento. Incluso aquí el mero capricho, la voluntad libre y desnuda del que
manda está excluida. Incluso aquí la razón debe justificar esa voluntad.
A la arbitrariedad de los Estatutos siguió, como es sabido, la del propio . Tres siglos hace ya que fue escrita esta hermosa advertencia, que inevita-
Parlamento, que también prescindió del Rey para aprobar el Militia Bill blemente nos hace pensar hoy en nuestros polémicos «papeles del CE-
de 1642 que hizo inevitable la guerra civil, y luego la del propio Lord SID». ¡Lástima que no la hayan leído los miembros del Tribunal de Con-
Protector, y sobre esta doble y contrapuesta experiencia, que le hizo perder flictos Jurisdiccionales que firmaron la Sentencia de 14 de diciembre de
lógicamente la inocencia, es como pudo LocKE perfilar el concepto de 1995 y que la ignoren o pretendan ignorarla todos los que, a derechas e
poder arbitrario y dotarlo de un carácter general por encima de las versio- izquierdas, desde las tribunas políticas o desde las cátedras universitarias,

ANTI UIA
r.I=NT~41
224 CAP. VI.-EL PRINCIPIO CONSTITUCIONAL DE INTERDICCIÓN DE LA ARBITRARIEDAD ... CAP. VI.-EL PRINCIPIO CONSTITUCIONAL DE INTERDICCIÓN DE LA ARBITRARIEDAD... 225

propugnan que se cierre con siete llaves el cofre que guarda los secretos Obsérvese igualmente que la excepción al libre acceso a los archivos
oficiales! y registros administrativos está limitada con toda precisión por la Norma
Fundamental a «lo que afecte a la seguridad y defensa del Estado», lo que
IV confina estrictamente el poder que al Gobierno corresponde de concretarla
a unos fines determinados, el apartamiento de los cuales viciaría el acto
La advertencia de LocKE (incluso el poder absoluto, donde es necesa-
de clasificación como secreto de desviación de poder, técnica esta ya clá-
rio, no es arbitrario por ser absoluto, sino que está limitado por la razón
sica desde su descubrimiento hace ya más de ciento treinta años por el
Y confinado a aquellos fines que en algunos casos requieren que sea abso-
Consejo de Estado francés en el arret Lesbats de 25 de febrero de 1864 e
luto) resulta, en efecto, particularmente apropiada para enmarcar el tema
incorporada a nuestro ordenamiento por decisión expresa del legislador
hoy en primer plano entre nosotros, de los secretos oficiales. Incluso aquf
hace ya cuarenta en el artículo 83.2 de la Ley de la Jurisdicción Conten-
ese poder de clasificar como tales ciertos asuntos o documentos, por muy '
cioso-Administrativa, que para evitar equívocos no dudó en aportar, in-
absoluto, esto es, por muy discrecional, que deba o quiera ser -y no lo es
cluso, su propia definición («constituirá desviación de poder el ejercicio
tant~ como se dice, según se verá- es un poder limitado por la razón y
de potestades administrativas para fines distintos de los fijados por el orde-
confmado a los fines que justifican, precisamente, su otorgamiento.
namiento jurídico»).
Para comprobar que esto es así, basta la mera lectura del artículo
El acto de clasificación, discrecional en cuanto al fondo, es, sin em-
l05.b) de la Constitución (es por aquí por donde hay que empezar y no
bargo, reglado en cuanto al fin, cuya puntual observancia en cada caso
por la Ley, preconstitucional, de Secretos Oficiales de 5 de abril de 1968,
por el Gobierno puede ser perfectamente verificada en la medida en que la
que sólo puede mantener su vigencia en lo que no se oponga a la Constitu-
naturaleza discrecional de la decisión reclama legalmente una motivación
ción, norma superior y posterior), que es el modesto lugar sistemático que
expresa [art. 54.lf) de la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, sobre Régi-
1~ ~Norma Fundamental reserva a este aparatoso concepto, simple excep-
men Jurídico de las Administraciones Públicas y Procedimiento Adminis-
cwn al derecho que el precepto citado reconoce a todos los ciudadanos en
trativo Común], como ha recordado recientemente el Consejo de Estado
general para acceder a los archivos y registros administrativos, del que se
en su Dictamen de 18 de julio de 1996, ampliamente aireado en su día
salva sólo «lo que afecte a la seguridad y defensa del Estado, la averigua-
por la prensa.
ción de los delitos y la intimidad de las personas».
Incluso, pues, el que parece ser el supuesto más emblemático del poder
Se notará que la excepción se formula frente a los ciudadanos exclusi-
discrecional, de ese poder ab (lege) soluto al que se refería LocKE, en
vamente y en absoluto frente a los Jueces y Tribunales, a los cuales es
cuanto alusivo a los arcana principis, es un poder regido por la razón y
obligado, por el contrario, según ordena el artículo 118 de la propia Cons-
limitado por ella, un poder cuyo legítimo ejercicio reclama razones suscep-
titución, prestar la colaboración que éstos requieran «en el curso del pro-
tibles de ser confrontadas con éxito con los fines concretos que justifican
ceso», colaboración que no admite ni tolera excepción alguna cuando re-
su propio otorgamiento por la Constitución.
sulte inexcusable para satisfacer el derecho que con el rango de
fundamental reconoce a todos el artículo 24 «a utilizar los medios de No podía, ni puede, ser de otro modo, porque si lo fuese, si bastase
prue~a pertinentes para su defensa», esto es, todos aquellos que por su para clasificar un documento como secreto el simple porque sí, la mera
relac1ón con el objeto del litigio puedan contribuir a formar la convicción voluntad o el puro capricho de los gobernantes, y si a ese porque sí inicial
~el juzgador y puedan, en consecuencia, influir en la sentencia que ponga pudiese sumarse luego la calificación del acuerdo de clasificación como
fm al proceso (Sentencias constitucionales, entre otras, de 30 de septiem- acto político para excluir su control por los Tribunales de la jurisdicción
bre de 1987, 11 de noviembre de 1991 y 14 de diciembre de 1992). contencioso-administrativa, que es la tesis que se viene sosteniendo ofi-
226 CAP. VI.-EL PRINCIPIO CONSTITUCIONAL DE INTERDICCIÓN DE LA ARBITRARIEDAD... CAP. VI.-EL PRINCIPIO CONSTITUCIONAL DE INTERDICCIÓN DE LA ARBITRARIEDAD... 227

cialmente en sede judicial incluso, se consumaría sencillamente un autén- V


tico golpe de Estado, que acabaría con la Constitución misma y con el
Lo hasta aquí dicho permite comprender sin dificultad, me parece, que
Estado de Derecho por ella establecido (también, por tanto, con el Estado
la voz arbitrariedad no se agota, ni mucho menos, en su inicial referencia
democrático y social en el que algunos se empeñan en poner el acento de
al despotismo y a la tiranía, como alguno ha insinuado, aunque, cierta-
la fórmula constitucional) al dejar en las manos del Gobierno de turno la
mente, termina siempre por remitir a aquél y a ésta. Es, más bien, en el
posibilidad incondicionada de eliminar a radice el control jurisdiccional
Estado que surge de la liquidación del Estado absoluto o en el prematuro
de cualquiera de sus decisiones. aborto del intento de establecer éste, si continuamos tomando como refe-
rencia la Historia política de Inglaterra, donde adquiere todo su sentido,
Los principios están, pues, muy claros y no dejan margen alguno para
como límite o frontera, precisamente, que separa esas dos formas históri-
la discusión. Otra cosa es, naturalmente, que la inexistencia de secretos
cas del Estado. Ya lo advirtió LocKE, por cierto, que tenía muy próxima
oficiales para los Tribunales o frente a ellos deba conjugarse con la necesi- la vivencia de una experiencia republicana frustrada, justamente, por esto
dad de que ciertos documentos que, efectivamente, puedan comprometer (it is a mistake to think this fault is proper only to monarchies).
la seguridad y la defensa del Estado permanezcan reservados para los
ciudadanos en general, es decir, que deba evitarse que el proceso en el Fue IHERING, sin embargo, quien despejó definitivamente este equívoco
que sea imprescindible su manejo opere a modo de altavoz que convierta en su obra, El fin en el Derecho (Buenos Aires, 1978). El poder de la
voluntad que no se halla regido por una ley, dijo, no es la arbitrariedad,
en público lo que por las razones dichas no debe serlo, pero ésta es una
es el simple poder. «La sombra no ha precedido a la luz; la arbitrariedad
cuestión distinta, una cuestión estrictamente técnica, por lo demás, que
no ha podido existir antes que el Derecho». «No hay arbitrariedad si antes
reclama soluciones (que las hay) de este carácter, pero que en absoluto
el pueblo no ha reconocido la fuerza bilateralmente obligatoria de las nor-
justifica negar ab initio la justicia misma, valor superior del ordenamiento
mas públicas». Sólo, pues, en el seno de un Estado «que tiene la misión
jurídico, en todos aquellos asuntos en los que el Gobierno, un ministro del
y el poder de realizar el Derecho», que «puede y debe obligar a observarlo
mismo o una autoridad inferior decida aplicarles, con razón o sin ella, o
a los que de él quieren apartarse», pero que ha aceptado también inclinarse
lo que es peor todavía en interés propio, el sello de secretos. Si éste fuera ante las reglas por él dictadas y les concede, mientras existen, el imperio
el remedio, resultaría a muy corto plazo peor que la enfermedad misma, que en principio les atribuyó, esto es, en el marco de lo que unos años
puesto que para preservar la seguridad y la defensa del Estado terminaría- después del gran maestro alemán comenzaría a denominarse en Alemania
mos liquidando el propio Estado constitucional, el único en el que merece · y hoy seguimos llamando Estado de Derecho, tiene verdadero sentido ha-
la pena vi vir3 • blar de arbitrariedad.
3
El asunto de «los papeles del CESID» terminó con tres Sentencias de la
Y lo tiene -IHERING insiste en ello especialmente- para referirse no al
Sala 3a del Tribunal Supremo de 4 de abril de 1997 9u~ estimaro~ los recursos incumplimiento por el súbdito de las reglas establecidas, sino, precisa-
contencioso-administrativos interpuestos por el procedimiento esp~cial de p~otec­ mente, para calificar la ruptura de éstas por el superior, por el que manda,
ción de los derechos fundamentales contra el Acuerdo del ConseJo de Mmistr~s
de 2 de agosto de 1996 que denegó la desclasificación ~e los docu~ento~ conoci- por el que tiene a su favor el poder, por aquel qui ius sistit, que puede y
dos con ese nombre, documentos solicitados por tres JUeces que mstr~Ian o~ros debe establecer el Derecho, dice apelando a la etimología de iustitia, por-
tantos sumarios por actividades presuntamente delictivas en la lu~~a antlterronsta que es él quien, al romperlas, niega la justicia misma.
contra ETA. Las citadas sentencias anularon el acuerdo en cuest10n y orde~aron
al Gobierno la cancelación como materia reservada de la m~y?r. parte de di~hos Tiene así plena justificación que el artículo 9.3 de nuestra Constitución
documentos. Un análisis detallado del asunto y de todas sus VICisitu?~s en el h~ro
de B. LoZANO, La desclasificación de los secretos de Estado, Ed. Clvttas, Madnd, refiera la prohibición de arbitrariedad a los poderes públicos solamente y
1998. no a los ciudadanos, a los que el apartado 1 del propio precepto declara
228 CAP. Yl.-EL PRINCIPIO CONSTITUCIONAL DE INTERDICCIÓN DE LA ARBITRARIEDAD ... CAP. VI.-EL PRINCIPIO CONSTITUCIONAL DE INTERDICCIÓN DE LA ARBITRARIEDAD... 229

también sujetos a ella y al resto del ordenamiento jurídico. La arbitrariedad «La diferencia entre la arbitrariedad y el Derecho -concluye por ello
es, ante todo, injusticia del Estado, del gobernante, que pretende eximirse RECASENS- consiste, en suma, en la diferencia que existe entre dos tipos
del orden por él creado y reclama para sí una libertad de incumplido a su de mando esencialmente diversos: a) El mando que se funda exclusiva-
antojo que a los ciudadanos niega con toda la fuerza coactiva del poder mente en la voluntad del superior y concibe la relación de éste y su súbdito
que éstos han delegado en él. Es, pues, la injusticia por antonomasia, la librada exclusivamente al antojo del primero, como basada tan sólo en la
antítesis de la justicia, su negación más radical. supremacía de un hombre sobre otro hombre, y b) El mando fundado sobre
una norma y regulado impersonalmente por ésta, con validez objetiva».
Esto es lo que lHERING quiso resaltar cuando afirmó que la noción de
arbitrariedad es una noción puramente negativa. Sería un abuso, sin em- Es el primero de esos tipos de mando, el que concibe el poder como
bargo, deducir de ello que la prohibición de la arbitrariedad de los poderes . mera voluntad del gobernante, el que el artículo 9.3 de la Constitución
públicos se agota en una pura negación, de la que no pueden extraerse proscribe radicalmente. En el sistema constitucional diseñado por la
otras consecuencias, como también se ha pretendido recientemente entre Norma Fundamental no tiene, pues, cabida, ni puede ser considerado legí-
nosotros con el propósito nada velado de desactivar el precepto constitu- timo otro poder que no sea el que resulte de una voluntad sostenida por
cional que la impone. la razón y sea, en consecuencia, susceptible de ser racionalmente percibido
y aceptado por quienes vienen obligados a soportarlo.
Tiene éste, ciertamente, un significado genérico, que opera como cláu-
sula de cierre de un sistema constitucional que aspira a «consolidar un
Estado de Derecho que asegure el imperio de la ley como expresión de la VI
voluntad popular» y «propugna como valores superiores de su ordena- La frontera, la línea divisoria entre el poder constitucionalmente legí-
miento jurídico la libertad, la igualdad, la justicia y el pluralismo político», timo y el que no lo es, está, pues, en las razones, que, en el primer caso,
en los expresivos términos del preámbulo y del artículo 1, respectiva- aportan una justificación objetiva a la decisión en que el poder se expresa
mente, de nuestra Norma Fundamental, pero este significado genérico no y, en el segundo, o bien faltan o no pueden proporcionar esa imprescindi-
puede ocultar que el nervio motor del concepto radica en el rechazo del ble justificación, en la existencia, por tanto, de razones justificativas. Ésta
simple porque sí, del poder de mando que no cuenta con otro apoyo que es la idea primigenia de lo arbitrario, palabra (y concepto) que ha hecho,
la mera voluntad o el simple capricho de quien lo detenta en la medida en como hemos visto, la mayor parte del camino en el mundo anglosajón, y
que prescinde de razones objetivas, exhibibles y susceptibles de ser aplica- que hoy luce en los textos legales (arbitrary, capricious ... abuse of discre-
das a casos idénticos que puedan justificar sus decisiones, de un poder, en tion, en el § 706 de la Administrative Procedure Act norteamericana de
consecuencia, que introduce el azar donde debiera brillar la seguridad y 1948, por ejemplo) y, por supuesto, en la jurisprudencia, en estrecha vin-
convierte al ciudadano en súbdito incapaz de organizar su vida, pendiente culación con el test de unreasonableness.
siempre de escrutar el rostro de sus gobernantes para averiguar sus buenos
Es definitivamente expresiva en este sentido la Sentencia Motor Vehi-
o malos humores y poder decidir en consecuencia.
cles Manufacturers Association del Tribunal Supremo Federal de los Esta-
RECASENS (Tratado de Filosofía del Derecho, 6.a ed., México, 1978), dos Unidos de 1983, relativa a una decisión desreguladora por la que se
siguiendo la huella de STAMMLER, ha subrayado con acierto que a lo jurí- modificó el criterio sobre la necesidad de cinturones de seguridad en los
dico es esencial la nota de regularidad, mientras que el mandato arbitrario automóviles sin aportar razonamiento alguno que refutara las considera-
se presenta como una irregularidad caprichosa, que no responde a ningún ciones de política general de seguridad vial esgrimidas en su día por la
criterio general y objetivo, sino al fortuito antojo de quien dispone del disposición modificada, obviando simplemente la cuestión. Esta carencia
poder. de justificación llevó al Tribunal a anular la decisión por entender que un
230 CAP. VI.-EL PRINCIPIO CONSTITUCIONAL DE INTERDICCIÓN DE LA ARBITRARIEDAD ... CAP. YI.-EL PRINCIPIO CONSTITUCIONAL DE INTERDICCIÓN DE LA ARBITRARIEDAD... 231

acto es arbitrario o caprichoso cuando la Agencia de la Administración su mandato carezcan de ese fundamento adicional del que depende su
«haya tomado en consideración factores no señalados por el Congreso; si legitimidad.
no ha analizado en modo alguno un aspecto relevante del problema; si Está claro, también, que la razón debe acompañar a la voluntad y
ofrece una motivación contraria a los datos aparecidos delante de ella o si justificar el contenido de ésta. Arbitrariedad en este sentido es la antítesis
es tan poco plausible que no pueda ser el resultado de un diferente punto de racionalidad como ha advertido GALLIGAN (Discretionary powers. A
de vista o el producto de la experiencia de la Agencia». legal study of official discretion, Clarendon Press, Oxford, 1986). La pro-
hibición de arbitrariedad incorpora así un contenido positivo al exigir razo-
En esa misma línea se sitúa el razonamiento de Lord GREENE en la
nes capaces de sostener y justificar en cada caso las decisiones, esto es,
célebre Sentencia Wednesbury de 1948 (recogido luego por Lord DIPLOCK
la voluntad, de quienes detentan algún poder sobre los ciudadanos.
en el asunto Council for Civil Service Unions versus Minister of the Civil
Service de 22 de noviembre de 1984), que es elleading case de la Cámara Si fuera del mundo anglosajón cuesta más entender y aceptar ésta, por
de los Lores en la materia, a propósito de la decisión de una autoridad local lo demás elemental, conclusión, ello se debe, sin duda, a que la incorpora-
que autorizó a los propietarios de una sala de cine a abrir los domingos por ción a nuestro lenguaje, vulgar y jurídico, de este significado peyorativo
la tarde, pero prohibiendo la asistencia a estas sesiones dominicales de los de los términos arbitrariedad y arbitrario se produjo mucho más tarde que
menores de quince años, fuesen o no acompañados, lo que de Jacto venía en Inglaterra, un siglo y medio después, aproximadamente.
a privar de todo contenido a la autorización concedida. El citado juez, en Como en otro lugar he destacado, ese significado no se incorpora a
un obiter dictum que hizo fortuna, no dudó en afirmar que «el Tribunal nuestro Diccionario de la Real Academia hasta la sexta edición de éste, y
puede controlar la acción de una autoridad local para examinar si ésta ha en el apéndice por cierto, que aparece en 1822 («proceder o dictamen
tomado en consideración los elementos que debía tener en cuenta o, por según el propio capricho y contra las reglas de la razón»). Y es que, como
el contrario, si ha rehusado u omitido alguno que hubiera debido conside- ha advertido SANDEVOIR (Etudes sur le recours de pleine juridiction, LGDJ,
rar. Desde el momento en que la respuesta a esta cuestión es favorable a París, 1964), en la Francia revolucionaria, de la que procede todo el Dere-
la autoridad local, puede, sin embargo, ser posible decir que, aun habiendo cho Público europeo continental, el término arbitrario no había recibido
permanecido dentro de los límites de su competencia, la autoridad local todavía el sentido peyorativo que hace suponer la preponderancia del ca-
ha llegado a una conclusión tan irrazonable que ninguna autoridad razona- pricho sobre la legalidad y era empleado frecuentemente en un sentido
ble la hubiera adoptado. Yo pienso que el Tribunal puede intervenir en un muy general, expresivo de la intervención exclusiva de la libre voluntad,
caso tal». aun dentro de los límites de lo justo y de lo razonable, que era el signifi-
cado latino primigenio, alusivo a la función y al modo de operar del árbi-
En el mundo anglosajón, al menos, está, pues, perfectamente claro,
tro, con el que aparece utilizada, según recuerda este autor, en el encabeza-
primero, que el poder sólo puede considerarse legítimo en su concreto
miento del título I del proyecto de la célebre Ley revolucionaria de
ejercicio si cuenta con un fundamento adicional a la mera voluntad de
separación de las autoridades administrativas y judiciales de 16-24 de
quien lo detenta y a la fuerza que para imponer esa voluntad, cualquiera
agosto de 1790, relativo a la jurisdicción arbitral («Des juges arbitraires» ).
que sea, está a su disposición. Voluntad más fuerza coactiva configuran
el poder arbitrario, que es algo distinto, una perversión del concepto de Cualquiera que sea el retraso, ese significado peyorativo, gestado en
poder que es propio de una sociedad libre y un riesgo del que, como es la Historia y en la literatura política, filosófica y jurídica inglesa, es ya el
obvio, ésta no está libre por el hecho de serlo, ya que la elección democrá- predominante, tanto en el lenguaje jurídico como en el del hombre de la
tica de sus gobernantes no puede excluir a priori que algunas o muchas calle, en todos los países europeos occidentales sin excepción, incluida
de las innumerables decisiones que éstos puedan adoptar a lo largo de Alemania, por supuesto, aunque aquí el concepto se exprese con una pala-
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bra distinta, Willkür, de raíz germánica (de kürt, kür, kur, elección, según dad, ya que éstos, según la coletilla tópica habitual, carecen, incluso, de
explicó el propio lHERING), y no latina. la legitimidad que a aquéllos les otorga su elección por los ciudadanos,
argumento este que se eleva a la enésima potencia, claro está, cuando de
Así es también en nuestra lengua hoy, aunque la definición que recoge
juzgar la constitucionalidad misma de las Leyes se trata, porque aquí,
el Diccionario de la Real Academia en su última edición («acto o proceder
como es obvio, estamos tocando el núcleo duro del mecanismo de la repre-
contrario a la justicia, la razón o las Leyes, dictado sólo por la voluntad o
sentación política y, por tanto, según la mitología constitucional todavía
el capricho») no haya mejorado la más escueta de 1822.
vigente en Europa (tanto en el continente como en las islas, aunque los
No puede haber duda, pues, de que el principio de interdicción de la fundamentos históricos y doctrinales sean en ambos casos distintos), en-
arbitrariedad de los poderes públicos incorporado a nuestro ordenamiento trando en el ámbito sacrosanto de la soberanía.
fundamental por el artículo 9.3, in fine, de la Constitución de 1978 tiene ,
No puedo abordar aquí en este momento, como es lógico, el tema de
el alcance y la significación antes destacados, primero como proscripción
la arbitrariedad del legislador, que por los tabúes que le rodean exige un
y erradicación de nuestro sistema jurídico-político del poder entendido
estudio más paciente y separado en el que no es lícito dar absolutamente
como simple expresión de la voluntad y la fuerza de quien lo detenta y,
nada por supuesto, pero sí debo subrayar, naturalmente, aunque sea de
después, como exigencia imperativa e inexcusable del fundamento adicio-
pasada, porque es indiscutible, que el principio constitucional de interdic-
nal de la razón. El único poder que la Constitución acepta como legítimo
ción de la arbitrariedad de los poderes públicos que consagra el artículo
ha de ser, pues, el que se presente como resultado de una voluntad racio-
9.3 de nuestra Norma Fundamental alcanza y obliga también a los propios
nal.
legisladores, como el Tribunal Constitucional, a pesar de sus muchas reti-
cencias y cautelas, no ha tenido más remedio que admitir, estimando, in-
VII cluso, un recurso constitucional por este motivo: Sentencia 49/1988, de
Dicho esto, la pregunta que hay que formularse ahora es qué tipo de 24 de marzo, sobre la Ley de Órganos Rectores de las Cajas de Ahorros.
racionalidad puede o debe considerarse exigible a estos efectos. ¿De qué ¡Es, justamente, aquí, por cierto, en el establecimiento de nuevos impues-
calidad deben ser las razones que la Constitución exige para considerar tos y en la creación de monopolios por simples proclamations de los Es-
legítimas las decisiones de los poderes públicos? tuardos y en la posterior legislación mediante meras Ordenanzas parlamen-
tarias donde se acuñó, precisamente, el significado de arbitrario como
Es ésta, sin duda, una pregunta crucial y es de los temores que suscita
expresivo de la ruptura caprichosa de la regla tradicional que atribuía el
su mera formulación de donde surgen impulsivamente, antes incluso de
poder de crear nuevo Derecho al King in Parliament/4 •
intentar apurar de forma serena y reflexiva la respuesta, las reacciones y
las críticas contra un precepto constitucional -y contra quienes, en sede Pero, dejando este tema a un lado, ¿está justificado el temor de que
judicial o académica, han hecho aplicación de él-, que prima facie parece la racionalidad exigible a la voluntad de los agentes del poder termine
difícilmente objetable y cuyos avales histórico-políticos y filosófico-jurídi- conduciéndonos a la arbitrariedad de los jueces? Así sería, ciertamente, si
cos son tan abrumadores. a la exigencia de razones a los gobernantes se añadiera la libertad de los
jueces para aceptar o rechazar esas razones y para sustituirlas sin más a
Se teme, en efecto, que la labilidad misma del concepto de racionali- su buen criterio, que sería finalmente insustituible salvo por el último y
dad (y, más aún, del de razonabilidad; el término inglés unreasonableness más Alto Tribunal, que resultaría ser entonces un custodio sin custodia
engloba a ambos en el lenguaje jurisprudencia!) y la dificultad de precisar
su alcance termine por remitir el problema de la arbitrariedad de los gober- 4
Me remito en este punto a mi libro De la arbitrariedad del legislador. Una
nantes a la de lo's jueces, con lo que sería peor el remedio que la enférme- crítica de la jurisprudencia constitucional, Ed. Civitas, Madrid, 1998.
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y, por tanto, el titular último del poder, el verdadero soberano, en una efectos) concierne, pues, exclusivamente a la elección de una solución,
palabra. entre las varias posibles, que permita a la autoridad administrativa concre-
Este modo de plantear el problema, aunque habitual, es inaceptable tamente apoderada dar satisfacción al fin impuesto por la norma a partir
por maniqueo y carente del más mínimo rigor. Nadie ha sostenido nunca de los hechos previamente constatados.
tal cosa, por lo demás, en la larga historia del pensamiento jurídico. Esta elección del medio para conseguir el fin exige, ciertamente, una
Por lo pronto, hay que notar que el principio de interdicción de la valoración de los hechos por parte de la autoridad administrativa, pero esa
arbitrariedad vincula también a los Jueces y Tribunales y obliga, en conse- valoración no es enteramente libre tampoco, puesto que habrá de hacerse
cuencia, a éstos a justificar con razones sus propias decisiones sobre la siempre a partir de los factores que la propia norma habilitante (y el orde-
racionalidad o falta de ella de las resoluciones gubernativas que puedan namiento jurídico en su conjunto en el que dicha norma se integra) consi-
ser sometidas a su control. Pero, además, no hay que olvidar que esa dere en cada caso relevantes para la decisión.
confrontación de razones (las de la Administración), con razones (las de Todos esos factores deben ser tomados en consideración por la Admi-
los Tribunales) a la que todo proceso aboca, no se desenvuelve en un nistración a la hora de decidir, sin excepción alguna. Ninguno de ellos
plano de igualdad, no es simétrica por decirlo de otro modo, ya que la puede ser lícitamente excluido del proceso de elaboración de la decisión,
Administración es libre de elegir, dentro del amplio espacio que en cada en el que tampoco pueden involucrarse otros factores o elementos extraños
caso le dejen la Ley y el Derecho, el tipo de razones (jurídicas, económi- a los que el ordenamiento no reconozca la necesaria relevancia, so pena
cas, sociales, técnicas, ambientales, a corto, medio o largo plazo, etc.) que de infringir en uno y otro caso la norma que otorgue o niegue ésta.
hayan de servir de soporte a sus decisiones, en tanto que los Tribunales
no pueden utilizar para justificar las suyas, sino las razones del Derecho El resto es ya ponderación de los factores normativamente relevantes,
y sólo éstas. operación esta en la que será forzoso atenerse también al distinto peso
que, eventualmente, pueda venir atribuido a cada uno de ellos por el propio
Aquí, precisamente, es donde radica la clave de los equívocos habitua-
ordenamiento. Sólo si los factores a considerar tienen idéntico peso, es
les, por lo que conviene detenerse un momento en la explicación de la
decir, si no están jurídicamente jerarquizados, podrá la Administración dar
diferencia apuntada. con libertad mayor importancia a uno de ellos que a los demás (al econó-
Para ello importa localizar el lugar en el que se sitúa la libertad deciso- mico, por ejemplo, que al técnico o al ambiental más que a los otros dos),
ria en que la discrecionalidad administrativa consiste. Esa libertad nada pero, naturalmente, habrá de razonar por qué y su razonamiento habrá de
tiene que ver, como es notorio, con el presupuesto de hecho del que parte ser consistente con la realidad objetiva y respetar las reglas de la lógica
la norma que atribuye el poder discrecional. Los hechos en sí mismos deductiva, al margen de las cuales ninguna decisión puede ser calificada
remiten en primer término a una operación de mera constatación de la de racional, ni considerarse racionalmente justificada.
realidad objetiva, a un problema de prueba, cuyo resultado dirá si se dan
Hecho esto, sólo quedará la elección del medio, que habrá de ser cohe-
o no se dan en cada caso y en qué medida. Tampoco tiene nada que ver
rente con el fin perseguido, es decir, adecuado para satisfacerlo eficaz-
con el fin en consideración al cual la norma apodera a la Administración
mente y proporcionado.
para actuar. Presupuesto de hecho y fin son, pues, elementos de la norma
habilitante que están más allá y fuera del ámbito de disponibilidad de la Todo esto puede decirse con un lenguaje teóricamente más riguroso y
Administración. Esto es indiscutible. El ejercicio de la libertad decisoria depurado.(vid. M. ATIENZA, Sobre lo razonable en Derecho, en el núm. 29
que la norma concede (dejamos a un lado los demás supuestos de discre- de la «Revista Española de Derecho Constitucional») o de la forma más
cionalidad, en el an, en el quando, etc., que aquí no interesan a estos simple, pero también más expresiva y directa que es propia del lenguaje
236 CAP. VJ.-EL PRINCIPIO CONSTITUCIONAL DE INTERDICCIÓN DE LA ARBITRARIEDAD ... CAP. YI.-EL PRINCIPIO CONSTITUCIONAL DE INTERDICCIÓN DE LA ARBITRARIEDAD... 237

jurisprudencia! (del que ofrecen un buen ejemplo los leading cases, inglés mayo de 1985: «los antecedentes del actor, delitos cometidos con ocasión
y norteamericano, más atrás citados y, también, las Sentencias de nuestro del tráfico rodado utilizando vehículos de motor, no pueden ser causa que
Tribunal Supremo que he analizado en detalle en trabajos anteriores), pero determine la denegación de posesión de un arma para cazar»].
en cualquier caso es indiscutible que sólo en estos términos podrá afir-
e) Si se ha tenido en cuenta o se ha observado el mayor peso o mayor
marse que una decisión administrativa está racionalmente justificada.
valor que, eventualmente, otorgue el ordenamiento jurídico a alguno de
Esto es, concretamente, lo que los jueces habrán de comprobar en el esos factores (en el caso de las Sentencias de 3 de noviembre de 1980 y
ejercicio de la función jurisdiccional que constitucionalmente les corres- 16 de noviembre de 1982, producidas a propósito de sendas denegaciones
ponde y a la que no pueden renunciar: si lo está o no lo está. Su tarea no de autorización de la instalación de dos industrias, se subraya acertada-
es, por tanto, repetir el mismo ejercicio que la Administración para llegar, mente que la libertad de empresa del art. 38 de la Constitución tiene que
a través de él, al mismo o diferente resultado, lo que les convertiría, cierta- prevalecer necesariamente sobre la legislación de dimensiones mínimas
mente, en administradores, sino verificar si en el ejercicio de su libertad aplicable a las nuevas industrias, que pretende garantizar la viabilidad y
decisoria la Administración ha observado o no los límites con los que el rentabilidad de las industrias ya existentes).
Derecho acota esa libertad y si, finalmente, la decisión adoptada puede
d) Si, caso de tener todos los factores de obligada consideración el
considerarse, en consecuencia, como una decisión racionalmente justifi-
mismo valor jurídico, se ha razonado o no la concreta opción en favor de
cada o, por el contrario, como simple fruto de la voluntad desnuda de
quien la ha adoptado.
uno de ellos o el razonamiento aportado adolece de errores lógicos o, en
fin, resulta inconsistente con la realidad de los hechos (un buen ejemplo
Esta verificación remite a un doble test. En aplicación del primero (test en la Sentencia de 11 de junio de 1991: en igualdad de capacitación,
de racionalidad) el Tribunal deberá comprobar: experiencia y medios para realizar una obra entre las dos empresas concur-
a) Si la realidad de los hechos ha sido respetada o falseada, porque santes, la Administración adjudica el contrato a la que hizo la oferta más
a los hechos no alcanza, como es obvio, la libertad característica del poder cara).
discrecional. «Los hechos son tal como la realidad los exterioriza. No le Si el resultado de este primer test es desfavorable para la Administra-
es dado a la Administración inventarlos o desfigurarlos» (Sentencia de 1 ción el juez habrá de anular la decisión sometida a su control, como lo
de diciembre de 1986). La prueba que se practique en el curso del proceso hicieron correctísimamente las Sentencias que acaban de citarse. Si, por
será aquí determinante, por lo tanto. el contrario, le es favorable, el juez no tendrá más remedio que confirmar,
b) Si se ha tomado o no en consideración por la Administración le guste o no, la solución correctamente elegida por la Administración y
algún factor jurídicamente relevante o se ha introducido por ella en el cualquiera que sea su opción sobre la bondad o eficacia de la misma, a
procedimiento de elaboración de la decisión algún otro factor que no lo menos que (test de razonabilidad) esta solución adolezca de incoherencia
sea [un ejemplo claro de lo primero en la Sentencia de 15 de diciembre de por su notoria falta de adecuación al fin de la norma, es decir, de aptitud
1986: «aun guardando la distancia de catorce metros no resulta racional el objetiva para satisfacer dicho fin, o que resulte claramente desproporcio-
establecimiento de una guardería infantil en la misma manzana en la que nada (vid. art. 53.2 LPC: «el contenido de los actos se ajustará a lo dis-
figura una industria como la descrita (insalubre y peligrosa). Por muy puesto en el ordenamiento jurídico y será determinado y adecuado a los
severas y eficaces que sean las medidas correctoras aplicadas ... resulta por fines de aquéllos»), no ya a sus ojos, sino a .los de cualquier persona
lo menos inquietante la estancia habitual de niños en las proximidades de sensata, según el parámetro al uso en la jurisprudencia anglosajona, que
la mencionada industria, y lo propio puede sostenerse respecto de un des- apela a un standard de conducta muy semejante a los habituales en el
tino socio-cultunil». Un ejemplo de lo segundo es la Sentencia de 3 de Derecho privado y, al igual que éstos, perfectamente objetivable. Las Sen-
238 CAP. VI.-EL PRINCIPIO CONSTITUCIONAL DE INTERDICCIÓN DE LA ARBITRARIEDAD... CAP. VI.-EL PRINCIPIO CONSTITUCIONAL DE INTERDICCIÓN DE LA ARBITRARIEDAD... 239

tencias de 18 de julio de 1988 (estrechamiento de diez a cinco metros de Los papeles respectivos de la Administración y de los Jueces están,
una calle, que la estrangula en su parte central creando un auténtico cuello pues, claramente deslindados. Resta sólo atenerse a ellos con rigor.
de botella causante de graves dificultades circulatorias, sin razón alguna
que pudiera justificar la medida), 4 de abril de 1990 (previsión de un
VIII
nuevo vial de circunvalación de una ciudad, con pendientes superiores al
25 por 100, de costosísima ejecución e innecesario por estar situado a Con esto podría dar por terminada mi exposición. Me atrevo, sin em-
pocos metros de otro que cumple idéntico objetivo, que, además, inutiliza bargo, a prolongarla un poco más, porque me consta que la polémica a la
un camping debidamente autorizado y en funcionamiento y afecta a una que dieron lugar mis primeros trabajos sobre el principio de interdicción
captación de agua potable) y 18 de marzo de 1992 (apertura de un nuevo de la arbitrariedad de los poderes públicos ha sido entendida de maneras
vial, que el propio Ayuntamiento considera innecesario y que parte en dos muy diversas y aun opuestas, que, en muchos casos, están muy lejos,
una industria importante imposibilitando su funcionamiento) aplican de además, de lo que desde el primer momento fue -y sigue siendo- mi único
forma impecable este segundo text 5 • propósito: poner de manifiesto que en el Estado de Derecho de finales del
siglo XX y, particularmente, en el nuestro, tal y como quedó formalmente
5
La Sentencia del Tribunal Supremo de 1Ode mayo de 2000 (Ponente: F. Gon- constituido en 1978, no hay sitio, sencillamente, para ninguna decisión de
zález Navarro) ha hecho suyo el doble test que propuse en su día en la versión inicial
de este escrito y lo ha aplicado con todo rigor para revocar en casación (lo que realza los poderes públicos, por muy discrecional que ésta pueda ser, que carezca
el valor de la decisión) una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Extrema- de una justificación racional comprobable capaz de legitimar in concreto
dura que desestimó un recurSo contencioso-administrativo interpuesto contra la dene-
gación presunta por silencio administrativo de una solicitud de reversión de unos te- la voluntad de la autoridad que la adopta.
rrenos que fueron un día expropiados por razones de colonización y años después se
desafectaron y enajenaron para la construcción de una planta siderúrgica. La Senten- A los que piensan que el ruido producido por la polémica desencade-
cia, en lo que aquí importa, razona así: «la Sala de instancia monta una argumentación
carente de sentido y sin base jurídica alguna mediante la que, de facto, provoca una nada por mi propuesta ha sido excesivo para tan magro resultado y a los
derogación singular de aquellos preceptos legales y reglamentarios. Y prueba de lo que, por el contrario, consideran que he ido demasiado lejos, que de todo
arbitrario de su decisión es que no se cuida ni siquiera de analizar el acto de desafecta- ha habido, les invito a repasar el cuadro que ofrecen los Derechos más
ción que ha llevado a cabo la Junta. Sencillamente, da por bueno que ha habido desa-
fectación de las parcelas -aunque no cita ese acuerdo expreso de la Junta de Extrema- evolucionados en materia de control de la discrecionalidad de las autorida-
dura-, y luego procede a negar las consecuencias inherentes a un acto de tal des administrativas y, sobre todo, a reflexionar sobre el proceso a través
naturaleza, con lo que de hecho se erige en legislador.
Pero no sólo es que sea arbitraria la interpretación que ha hecho la Sala de del cual se ha ido formando, las inconsecuencias de que adolece y los
instancia, es que, además y como dejamos apuntado al analizar el motivo primero, tópicos que en él se encuentran enquistados. ·
ni supera el test de racionalidad (que mira a la forma en que está construida la
Sentencia) ni supera el test de razonabilidad (que implica la comparación de la
decisión con algo que está fuera de ella). Lo primero, porque olvida un elemento Estamos, en consecuencia, ante un caso al que es aplicable de lleno la doctrina
tan pertinente como la declaración de desafectación de los terrenos que ha hecho establecida por el Tribunal Constitucional en su Sentencia de 16 de noviembre de
la Junta de Extremadura -acto administrativo formal legalmente determinante de 1992 donde, en línea con lo que venía afirmando en ocasiones anteriores, dijo esto:
la reversión del que no se hace mención, ni para bien ni para mal, en la sentencia «Es doctrina reiterada de este Tribunal Constitucional que una aplicación de la
impugnada-, y porque incluye elementos impertinentes, como el de calificar de legalidad que sea arbitraria, manifiestamente irrazonada o irrazonable, no puede
«absurda» (sic) la reversión pretendida, valoración descalificadora que contradice considerarse fundada en Derecho y lesiona por ello el derecho a la tutela judicial
formalmente la clarísima regulación de esa unidad jurídica y la precedente afirma- efectiva». Sin olvidar tampoco que esta exigencia de racionalidad y razonabilidad
ción que hace la propia sentencia de que ha habido desafectación (aunque, reitera- luce, asimismo, en no pocas sentencias del Tribunal Supremo [STS de 1 de diciem-
mos, olvida hacer referencia alguna al acto formal expreso que la declara). Y no bre de 1986 (asunto Plan General de Rubí), STC de 22 de septiembre de 1986
supera tampoco el test de razonabilidad porque considera que es compatible una (asunto Plan General de Rubí), STS de 20 de marzo de 1990 (RJ 1990, 2246)
planta siderúrgica instalada en el seno de una zona de regadío de alto interés nacio- (asunto reglas sobre alturas en calle de Ripollet), STS de 18 de julio de 1988 (RJ
nal con la conservación de un sistema, como es el caso concreto de Valuengo, en 1988, 5914) (Plan General de Banyoles), STS de 4 de abril de 1990 (RJ 1990,
que se producen déficits periódicos de los aportes hídricos naturales. 3587) (Plan General de Lloret de Mar)].
240 CAP. VI.-EL PRINCIPIO CONSTITUCIONAL DE INTERDICCIÓN DE LA ARBITRARIEDAD ... CAP. VI.-EL PRINCIPIO CONSTITUCIONAL DE INTERDICCIÓN DE LA ARBITRARIEDAD... 241

En todos ellos pueden encontrarse resoluciones judiciales luminosas, cuales ha estimado que la operación proyectada no presentaba interés sufi-
pero en todos también son advertibles carencias sorprendentes en cuestio- ciente para justificar el otorgamiento» de los beneficios fiscales interesa-
nes de principio. En el Derecho inglés y norteamericano que aquí he to- dos por el recurrente (arrét Maison Genestal de 26 de enero de 1968), pero
mado como referencia, esto último es perfectamente visible. En aquél the lo que no hay es una teoría general, que el Conseil d'Etat ha renunciado
duty to give reasons dista mucho de estar afirmado con carácter general, conscientemente a elaborar con el propósito, nada velado, de reservarse
según resulta de la reciente decisión de la Cámara de los Lores en el caso siempre la carta decisiva y con ella el poder de ser él, precisamente, quien
Doody v. Secretary of the State de 1993 (vid. N. R. CAMPBELL, The duty fije en cada caso las fronteras entre la oportunidad y la legalidad, entre lo
to give reasons in administrative law, Public Law, summer 1994); en éste que es justiciable y lo que no lo es, un poder que nunca ha aceptado
sigue todavía en pie la pesada hipoteca de la artificiosa distinción entre compartir con nadie y que sigue administrando a su propia discreción.
hecho y derecho hija natural, más que legítima, del principio de división La doctrina francesa es bien consciente de que la técnica· del error
de poderes (de la que el Conseil d'Etat acertó a desprenderse en el arret manifiesto de apreciación implica de suyo un desplazamiento de la fron-
Camino de 14 de enero de 1916), que trastorna y dificulta un control que, tera mítica que separa las cuestiones de legalidad de las de simple oportu-
además, está marcado ab initio por la nota de excepcionalidad, ya que sólo nidad, puesto que «diciendo que una medida no es legal más que si los
es posible cuando el legislador expresamente lo admite (vid. los recientes hechos que son su fundamento presentan ciertas características y exami-
estudios de Julio V. GoNZÁLEZ ÜARCÍA, El alcance del control judicial de nando ésta, puede el juez hacer entrar en el terreno de la legalidad conside-
las Administraciones Públicas en los Estados Unidos de América, Madrid, raciones que hubieran podido en otro caso ne relever que de l'opportunité»
1996, y M. CucHILLO, Jueces y Administración en el federalismo norteame- (vid. LoNG, WEIL, BRAIBANT, DEVOLVE, ÜENEVOIS, Les grands arréts de la
ricano, Madrid, 1996). jurisprudence administrative, 10.a ed., 1993) y tiene bien comprobado
El caso del Derecho francés no es diferente, aunque aquí las posibilida- también que la doctrina del Conseil d'Etat al respecto no es ni general, ni
des de control sean mucho mayores gracias a la revolte de los iuspublicis- uniforme, sino el simple resultado de una auténtica política jurispruden-
tas de la 111 República que tan brillantemente ha estudiado Marie-Joelle cia!, que el Consejo «administra» según su particular modo de entender
REDOR (De l 'Etat legal a 1'Etat de Droit. L 'evolution des conceptions de las necesidades del momento, a pesar de lo cual acepta sin protesta esta
la doctrine publiciste fram;aise 1879-1914, Economica, 1992, y C'est la situación porque es el fruto de una larga tradición que ha dado al Consejo
faute a Rousseau. Les juristes contre les parlamentaires sous la Troisiéme una auctoritas y una preeminencia incontestables.
0
Republique, Politix, 32, 4. tome, 1995) y al esfuerzo admirable mantenido Esta tradición y esa auctoritas son, sin embargo, intransferibles y, a
por el Conseil d'Etat desde que con el arrét Gomel de 4 de abril de 1914 falta de ellas, resulta sencillamente inaceptable la situación a la que condu-
dio el paso decisivo hacia adelante al afirmar la posibilidad de un control cen, en la medida en que deja absolutamente en manos del juez la posibili-
de la calificación de los hechos y perfilar la técnica del error manifiesto dad misma del control de la actuación de la Administración y la medida
de apreciación, que da acceso al núcleo del problema. de la intensidad y extensión de éste.
Entre el arrét Gomel y la jurisprudencia Vil/e Nouvelle Est de 28 de Éste es, precisamente, el problema y no el presunto activismo de nues-
mayo de 1971, que introdujo a instancias del Comisario BRAIBANT la idea tros Tribunales de lo contencioso-administrativo y ese problema, que es,
del balance de las ventajas e inconvenientes de la operación administrativa como hemos visto, general y que sólo en Francia resulta paliado por su
en causa, media un amplísimo repertorio de posibilidades de control, del propia y privativa tradición, es el que hay que resolver, incidiendo, preci-
que forma parte también, por supuesto, la propia afirmación del deber de samente, en su raíz, en su causa -la ausencia de una teoría general sólida,
la Administración ,de indicar «las razones de hecho y de derecho por las libre de lastre de los viejos mitos- y no dando marcha atrás en la Historia
242 CAP. VI.-EL PRINCIPIO CONSTITUCIONAL DE INTERDICCIÓN DE LA ARBITRARIEDAD ...

e intentando justificar que ciertas decisiones administrativas deben consi-


derarse jurisdiccionalmente intangibles porque es a la Administración y
sólo a ella a la que el legislador ha apoderado para adoptarlas. VII
Por muy modernos que quieran ser los argumentos que se esgriman al EL CONFLICTO ACTUAL DE LOS PARADIGMAS DEL
efecto (la apelación a la legitimidad de origen de los gobernantes, que no ESTADO LIBERAL Y DEL ESTADO SOCIAL DE DERECHO
lo es en absoluto, y la cláusula del Estado social son los más usuales) tal (A PROPÓSITO DEL LIBRO DE J. HABERMAS, FACTICIDAD
actitud no deja de ser una vuelta a la inicial equiparación del mero imperio, Y VALIDEZ)
lo discrecional y lo no contencioso, esto es, al concepto bajomedieval de
la potestas ab (lege) soluta.
Frente a esa propuesta, que niega el progreso del Derecho público y
la lucha secular por la racionalización del poder político, se alza, sin em- Hace sólo unos meses ha aparecido la traducción al castellano de la
bargo, la alternativa de construir esa teoría general cuya elaboración se ha importante obra de Jürgen HABERMAS, Facticidad y validez. Sobre el Dere-
ido eludiendo secularmente por respeto a los viejos mitos, una teoría gene- cho y el Estado democrático de Derecho en términos de teoría del dis-
ral que necesariamente tiene que partir de la exigencia irrenunciable a curso (Ed. Trotta, Madrid, 1998, introducción y traducción de M. JIMÉNEZ
todas las autoridades administrativas de una justificación racional de todas REDONDO), cuya lectura se me antoja imprescindible para comprender la
sus decisiones sin excepción y de la correlativa proscripción de las que encrucijada en que se encuentra en este fin de siglo el Derecho en general
llegue a comprobarse que carecen de ella y resulten ser, en consecuencia, y, muy especialmente, el Derecho Público.
simple expresión de la mera voluntad o el simple capricho de quienes la
No voy a glosarla aquí, como es natural, pero sí quiero llamar la aten-
adoptan.
ción sobre alguno de sus temas centrales y, en concreto, sobre el conflicto
Ése es el novum que aporta y el programa que enuncia el principio de de los paradigmas del Estado liberal y del Estado social de Derecho, que
interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos que hoy proclama pugnan, aquél por sobrevivir y éste por imponerse, en un contexto de crisis
formalmente el artículo 9.3 de nuestra Constitución. Contra la arbitrarie- en el que son bien visibles, desde luego, la decreciente eficacia vinculante
dad, teoría, como reza el título de la traducción castellana del libro de Ch. de la ley parlamentaria y el riesgo que corre el principio de división de
ATIAS (Théorie contre l 'arbitraire. Elements pour une théorie des théories poderes de venirse abajo en un Estado que se ve confrontado con tareas
juridiques, PUF, París, 1987), si queremos que el Derecho administrativo, crecientes y cualitativamente nuevas. Como el lector de los trabajos prece-
como tal, siga siendo en un futuro rempart contre l 'arbitraire (vid. D. dentes habrá podido observar, ese conflicto subyace a la polémica de la
LocHAK, Le droit administrative, rempart contre l 'arbitraire?, «Pouvoirs», que los referidos trabajos son parte, lo que justifica esta breve nota final.
núm. 46/1988) más allá de las decisiones ocasionales de los jueces.
La escribo, por lo demás, con la muy explicable satisfacción que expe-
rimenta un modesto jurista dogmático, que es lo que yo soy, al comprobar
que sus intuiciones, surgidas de la reflexión y categorización de las expe-
riencias acumuladas a lo largo de los años en su «taller» artesano, han
venido a encontrar confirmación en la obra, ciertamente imponente, que
un reputado filósofo del Derecho ha acertado a levantar a partir de una
reconstrucción lógica (y también histórico-política) del sistema de los de-
rechos en general y de los principios del Estado de Derecho.
244 CAP. VIL-EL CONFLICTO ACTUAL DE LOS PARADIGMAS DEL ESTADO LIBERAL... CAP. VIL-EL CONFLICTO ACTUAL DE LOS PARADIGMAS DEL ESTADO LIBERAL... 245

Es indiscutible que el clásico paradigma del Estado liberal de Derecho, pues, razón para prescindir sin más del mobiliario heredado, ni para cam-
construido a la medida de un Estado y de una Administración limitados a biar de arriba a abajo toda la decoración que compone el escenario, tenta-
mantener el orden que necesitaba una sociedad económica y expresado en ción ésta de «nuevos ricos» a la que es obligado resistirse.
una ley abstracta y general que operaba a partir de casos típicos a los que Pero es que, incluso en los sectores o ámbitos de actuación que más
asociaba consecuencias jurídicas claramente definidas, aportando de esa fielmente responden al paradigma del Estado social, no está justificado
forma la imprescindible seguridad jurídica frente a eventuales -y puntua- concluir de la complejidad e incertidumbre propias de las tareas que la
les- intervenciones de la Administración, ya no puede explicarlo todo. El Administración ha de realizar para alcanzar las cotas de justicia material
Estado social, que aspira a la justa distribución de las oportunidades y o de prevención del riesgo social que las leyes proponen la inutilidad del
compensaciones sociales, reclama, ciertamente, otro tipo de ley, una ley viejo instrumentario, al menos no sin antes apurar las posibilidades que
orientada a fines, y otro tipo de actuación administrativa, que se resiste a · éste ofrece de asegurar la libertad para cuya garantía fue concebido.
una predeterminación normativa concluyente, porque la consecución de
esos fines no remite a intervenciones puntuales, sino a unas tareas muy No me cansaré de repetir que el problema mayor que al legislador
complejas de planificación, configuración y regulación y control sociales plantea al reconocimiento constitucional de los derechos económicos y
que, al no poder ser programadas a priori, obligan al legislador a recono- sociales es, justamente, el de completar el diseño inacabado que de ellos
cer a la Administración una capacidad propia de autoprogramación con la ofrece la Norma Fundamental, es decir, el de convertirlos, hasta donde sea
renuncia que eso supone a una parte considerable de la fuerza vinculante posible, en derechos subjetivos perfectos e inmediatamente ejercitables,
de la Ley. transformando en consecuencia los correlativos deberes genéricos que su
reconocimiento constitucional supone para los poderes públicos en obliga-
Que esto es así en términos de principio resulta, ya lo he diyho, indis- ciones jurídicamente exigibles. Que esto puede hacerse -lo digo una vez
cutible, pero de ello no se sigue sin más como una consecuencia necesaria más- lo prueba con su impresionante y preciso aparato prestacional el
e inevitable que haya que renunciar resignadamente al Derecho, ni que sistema de Seguridad Social, que hace ya muchos años consiguió realizar
devengan inanes las categorías conceptuales y las técnicas operativas acu- con entera naturalidad esa conversión. Y no es el único ejemplo. Ahí está
ñadas a lo largo del tiempo, incluidas la reserva de Ley, el principio de para demostrarlo la vigente Ley de Bases del Régimen Local en lo que se
legalidad y los mecanismos de control de la (creciente) discrecionalidad refiere al derecho de los vecinos, hasta ella inactuable, al establecimiento y
de la Administración que de todo ello resulta. prestación de los servicios públicos municipales. Y en la misma dirección
discurren la legislación urbanística, la más reciente legislación ambiental,
Por lo pronto es preciso hacer ab initio algunos «descuentos». No hay la Ley General de Sanidad, etc., todas ellas en estadios evolutivos distin-
que olvidar que estamos hablando de paradigmas, esto es, de modelos tos, desde luego, pero todas ellas también en una línea de progreso común,
virtuales de valor ejemplarizante, útiles para discurrir, y no de objetos de inequívoco trazo.
reales. Quiero decir con ello simplemente que hay todavía amplísimos
sectores de la realidad para los que sigue siendo enteramente válida la Antes de ceder a la tentación de cambiarlo todo y de prescindir por,
comprensión que ha dado en llamarse clásica, aunque convivan con otros, supuestamente, inservible del equipaje hay que apurar, repito, todas sus
que en términos de tendencia pueden ser incluso progresivamente más posibles virtualidades, que son muchas.
importantes (aunque el vaivén es constante hoy en día y las posiciones Con lo hasta aquí dicho no quiero restar una pizca de su importancia
disten mucho de estar definitivamente estabilizadas; de lo que dan fe los a los fenómenos asociados al Estado social de nuestros días ni, mucho
movimientos de retorno ligados a los fenómenos de desregulación y libera- menos, pretendo, como tampoco he pretendido en los restantes escritos
lización tan en boga), que reclamen una aproximación distinta. No hay, incluidos en este volumen, proponer un retorno a la comprensión liberal
246 CAP. VIL-EL CONFLICTO ACTUAL DE LOS PARADIGMAS DEL ESTADO LIBERAL. .. CAP. VIL-EL CONFLICTO ACTUAL DE LOS PARADIGMAS DEL ESTADO LIBERAL... 247

del Derecho, actitudes ambas ante las que previene expresamente HABER- racional con razones normativas (pág. 522), so pena de caer en un puro
MAS (pág. 520). Quiero simplemente poner las cosas en su sitio y salir al decisionismo y de convertir el Derecho en una simple vestidura formal de
paso de las no infrecuentes exageraciones en las que incurren quienes se la política.
empeñan en tomar a la letra, absolutizándolas, las reflexiones teóricas.
La positividad del Derecho no puede basarse sólo en la contingencia
Los problemas son los que son y no es necesario agrandarlos artificial- de decisiones arbitrarias y discrecionales, esto es, no puede basarse sólo
mente para cobrar conciencia de su efectiva importancia. Es, ciertamente, en la decisión, sin que ello redunde en pérdida de su capacidad de inte-
un problema la pérdida relativa de la antigua eficacia protectora de la gración social; antes bien, el Derecho debe su fuerza vinculante a la
reserva de ley; lo es igualmente la reducción correlativa de la eficacia alianza que establece la positividad del Derecho y su pretensión de legiti-
vinculante de la ley parlamentaria, como lo es también el subsiguiente midad (pág. 101).
reconocimiento a la Administración de una nada despreciable capacidad
Se comprenderá ahora hasta qué punto estaba y está plenamente justifi-
de autoprogramación y la creciente discrecionalidad que de todo ello re-
cada la línea jurisprudencia! iniciada por nuestro Tribunal Supremo a me-
sulta, tanto en el plano normativo, como en el aplicativo. Por mi parte,
diados de la década pasada a propósito del control de la potestad de pla-
siempre lo tuve presente, porque si en algún ámbito son visibles estos
neamiento cuando con toda sencillez, pero con una intuición certera,
problemas es en el del urbanismo, tan familiar para mí desde hace muchos
empezó a marcar los límites entre la discrecionalidad legítima y la arbitra-
años. En ninguno como en él encuentran una expresión más lapidaria que
riedad constitucionalmente prohibida sobre el cimiento firme de la exigen-
la fórmula contenida en el artículo 61 de la vieja Ley del Suelo de 12 de
cia de una motivación suficiente, congruente con la realidad objetiva e
mayo de 1956, cuya redacción literal ha «rescatado» el artículo 2 de la
internamente coherente con las decisiones estratégicas que todo plan de
novísima Ley de Régimen del Suelo y Valoraciones de 13 de abril de
ordenación comporta, de las determinaciones concretas en éste contenidas.
1998: «Las facultades del derecho de propiedad se ejercerán dentro de los
límites y con el cumplimiento de los deberes establecidos en esta Ley o, Y es que los déficits de legitimación que resultan inevitablemente de
en virtud de la misma, por los Planes de Ordenación con arreglo a la la pérdida de densidad normativa de la programación finalista típica de
calificación urbanística de los predios». las leyes que reclama el Estado social de nuestros días no sólo no dispen-
san, sino que incrementan la necesidad de justificación de los programas
Este conjunto de problemas plantea indudablemente un reto, cuya gra-
y decisiones que esas leyes autorizan a elaborar o a adoptar a la propia
vedad y trascendencia difícilmente podría exagerarse. Pero la respuesta a
· Administración, porque el Derecho no puede renunciar nunca a la cuestión
ese reto no puede ser en ningún caso la aceptación resignada de la pérdida
del fundamento, a la que está ligada necesariamente su, también irrenun-
de relevancia del Derecho, ni mucho menos, la desvinculación respecto
ciable, pretensión de legitimidad y, en último término, de aceptación so-
de los principios fundamentales del Estado de Derecho, so pretexto de la
cial.
sobrecarga, supuestamente insoportable, que éstos vienen a imponer a la
actividad estatal en general y a la actividad administrativa en particular, Sólo me queda ya subrayar una última cuestión y es la siguiente: el
HABERMAS es absolutamente categórico en este punto (pág. 522). En la conflicto entre los paradigmas propios del Estado liberal y del Estado
medida -dice- en que la Administración Pública asume tareas del legisla- social de Derecho pretende ser resuelto por HABERMAS con la apelación
dor político y las desarrolla en ejecución de sus propios programas ha de a un paradigma procedimental del Derecho. Pero, ¡cuidado!, la palabra
decidir por su propia cuenta cuestiones relativas a la fundamentación de procedimiento hay que entenderla aquí en su sentido más fuerte, no en el
normas y a la aplicación de normas. Pero las cuestiones prácticas no pue- trivial al que estamos habituados, según el cual por procedimiento se en-
den decidirse desde puntos de vista de eficacia, sino que exigen un trato tiende esa rutinaria secuencia de trámites destinada a acumular papel tras
248 CAP. VII.-EL CONFLICTO ACTUAL DE LOS PARADIGMAS DEL ESTADO LIBERAL...

papel y documento tras documento hasta formar ese paquete final atado
con una cinta roja (red tape) que llamamos expediente. ADDENDA 2008
¡Eso no es un procedimiento, es sólo un entretenimiento burocrático!,
por más que eso sea con lo que habitualmente tropezamos en el procedi-
miento administrativo, y ¡peor aún!, en el propio proceso judicial también
con creciente frecuencia. El procedimiento propiamente dicho es interlo-
cución, diálogo, intercambio de razones, de argumentos que los intervi- l. La tercera ( 1999) y la cuarta (2002) edición de este libro termina-
nientes en el mismo han de pesar y medir, contraponer y comparar en una ban con unas reflexiones al hilo de la obra de HABERMAS Facticidad y
búsqueda común de una solución susceptible de ser aceptada por todos validez, cuya traducción al castellano había aparecido poco antes (1998).
ellos (aunque efectivamente no lo sea por aquél a quien esa solución perju- · A este autor y a esta obra dedica un excelente dossier el último número
dique), diálogo e intercambio que, si es auténtico, es decir, si las razones de la Revue de Droit Public, el 6/2007, que he recibido justamente en el
responden a razones, constituye en sí mismo una fuente de legitimidad momento en que comenzaba a escribir estas páginas para la quinta edición.
inestimable. Y rigurosamente imprescindible, además, porque, como tam- Quiere ello decir que en el plano teórico no hay realmente novedad alguna
bién advierte HABERMAS (pág. 593), «con el crecimiento y el cambio cuali- que reseñar.
tativo de las tareas estatales cambia la necesidad de legitimación; cuanto 2. En lo que a la jurisprudencia respecta, la gran novedad, sin duda,
más se recurre al Derecho como medio de regulación y control políticos concierne al control del nombramiento de los altos cargos de la judicatura,
y de configuración social, tanto mayor es la carga de legitimación que la tema este que hasta hace bien poco se despachaba afirmando que «la sim-
génesis democrática del Derecho ha de soportar». ple expresión del ejercicio de la facultad discrecional es el verdadero fun-
Es claro, desde luego, que ese diálogo no puede prolongarse indefini- damento o motivación de aquél» (Sentencia de 30 de noviembre de 1999).
damente y lo es también que los argumentos que puedan verterse en él El Tribunal Supremo ha dejado atrás esta vieja doctrina que permitía
nunca podrán ser tan concluyentes como lo es una inferencia lógica, según prescindir de la motivación, contra la expresa exigencia de ésta para todos
advierte HABERMAS (pág. 298). En algún momento, pues, habrá de cortarse, los actos del Consejo de Poder Judicial por el artículo 137.5 de la Ley
pero ese corte, esa ruptura del proceso ·discursivo que la resolución del Orgánica. La nueva jurisprudencia, que J. lGARTUA (La motivación en los
debate supone en todo caso será legítima, no ya porque sea necesaria, ni nombramientos discrecionales, Thomson-Civitas, Madrid 2007) ha some-
por proceder del órgano o autoridad habilitada para adoptarla, ni tampoco tido a riguroso escrutinio, «se halla en tránsito», como advierte la Senten-
por el origen de esa autoridad, sino porque descanse y se apoye en un cia de 3 de marzo de 2005, en el sentido de que «es probable que todavía
juego argumentativo previo en el que unas ciertas razones hayan acredi- no haya arribado a una conclusión firme y consolidada» sobre el tipo de
tado tener un grado de densidad, de consistencia y de aceptabilidad racio- motivación que cabe reclamar en estos casos y la intensidad de la misma.
nal superior al de las demás que hayan podido esgrimirse o manejarse y
puedan, en consecuencia, merecer esa consideración en el círculo más No lo ha hecho, en efecto, como acaba de mostrar nuevamente la
amplio de la opinión pública que, de un modo u otro, prolonga el procedi- reciente Sentencia de 27 de noviembre de 2007 (Ponente, Nicolás Mau-
miento y el proceso. randi), que ha anulado dos nombramientos de Magistrados del Tribunal
Supremo para que por la Comisión de Calificación del Consejo General
En eso consiste, me parece, el quehacer de los juristas. del Poder Judicial se emita un nuevo informe que satisfaga la carga que,
según la Sentencia, pesa sobre el órgano de gobierno del Poder Judicial
de «dejar claramente explicadas y objetivadas las concretas circunstancias
250 ADDENDA 2008
ADDENDA 2008 251

de mérito y capacidad con las que justifica su decisión de nombrar a una Cuando «los Concejales del Ayuntamiento colocan unas puntuaciones
determinada persona con preferencia sobre los demás aspirantes a la en base a unos criterios que se desconocen sin informes técnicos de ningún
misma plaza». tipo» no puede invocarse la discrecionalidad técnica para resolver el con-
curso, «sino que se ha resuelto con criterio puramente político de mayo-
La Sentencia (de la Sala 3a en Pleno) ha sido acompañada de cinco
rías/minorías, no admisible en el campo de la contratación administrativa
votos particulares, suscritos por un total de once Magistrados, lo que da
mediante concurso» (Sentencia de 16 de diciembre de 2004; Ponente,
idea de la dificultad de ese «tránsito» e invita a concluir que la solución
Celsa Pico).
del problema reclama en ese caso una reforma legal que establezca unas
reglas más claras. Esas razones no pueden ser, además, unas razones cualesquiera. Tie-
nen que ser suficientes para considerar motivado el acto, como subraya
3. Dejando a un lado este asunto, que tiene perfiles peculiares, im- con acierto la Sentencia de 19 de julio de 2006 (Ponente, Santiago Martí-
porta subrayar la firmeza con la que la jurisprudencia de estos últimos años nez-Vares), que casa y anula una Sentencia del Tribunal Superior de Justi-
afronta la verificación del cumplimiento del requisito de la motivación, cia de Madrid por haber dado por buenas unas razones que no lo eran.
entendida en el sentido, sustantivo y no meramente formal, de justificación
de las decisiones discrecionales. Tiene interés detenerse un momento en describir los términos en que
se planteaba el litigio. El acto originario de éste era una resolución de la
Es muy expresiva al respecto la Sentencia de 15 de febrero de 2006 Secretaría General Técnica del Ministerio de Asuntos Exteriores que de-
(Ponente, Jesús E. Peces Morate). Dice así: «La Gerencia de la Oficina negó a la recurrente, Licenciada en Traducción e Interpretación, el nom-
Municipal del Plan es un órgano de la Administración urbanística y, aun- bramiento de Intérprete Jurado por entender que no reunía la preparación
que su criterio, por no ser vinculante, no tenga que ser necesariamente específica requerida por la normativa aplicable. En concreto, el punto en
seguido o respetado al tiempo de aprobarse provisional y definitivamente discusión era la puntuación atribuida al proyecto de fin de carrera o memo-
el planeamiento, no cabe duda que el acto emanado de la mencionada ria, que la Administración, sin poner en duda su validez académica, consi-
Oficina genera en el propietario, cuya propuesta fue aceptada, la confianza deró que era «un trabajo enfocado a la preparación y formación del traduc-
de que se mantendrá, salvo que existan circunstancias o razones, clara- tor, pero no es un trabajo de traducción o que esté relacionado
mente explicadas, que lo impidan, pues, de lo contrario, se permitiría a la directamente con ella», motivación que el Tribunal de instancia juzgó sufi-
Administración apartarse, sin justificación alguna, de sus propios actos, ciente.
lo que resulta contrario a los principios de buena fe y confianza legítima». La Sentencia del Tribunal Supremo afirma al respecto que el acuerdo
recurrido «no puede ser más escueto ni enigmático». Es enigmático, dice,
Sin razones ninguna decisión administrativa puede considerarse con-
«en tanto que resulta difícil de explicar por qué un estudio que se desarro-
forme a Derecho por muy discrecional que sea la potestad de la que dicha lla en el campo del derecho comparado no es un trabajo de traducción o
decisión es fruto. «Sin justificar el diferente tratamiento de unas parcelas que esté relacionado con la misma. Falta la menor razón de ciencia que
respecto del resto ... cuando ... se está dentro de una zona residencial unifa- justifique esa aseveración que hace el acuerdo. Y tampoco se justifica en
miliar homogénea en un supuesto y en el otro dentro de un mismo sector... modo alguno -añade- la afirmación ... que ... considera que el trabajo está
se incurre en una reserva de dispensación expresamente proscrita por el enfocado a la preparación y formación del traductor», por lo que -con-
artículo 57.3 del Texto Refundido de la Ley del Suelo de ·197 6» (Sentencia cluye- «tanto una como otra razón son insuficientes para considerar moti-
de 19 de marzo de 2007, Ponente Mariano de Oro-Pulido; en el mismo vado el acuerdo», que está «horro de motivación» y cuando eso ocurre la
sentido las de 1 y 15 de febrero y 23 de junio de 2006, que aquélla cita). decisión «es arbitraria en términos constitucionales».
252 ADDENDA 2008 ADDENDA 2008 253

En idéntico vicio incurrió la Sentencia de instancia, puesto que «dijo ... importante contemplar, ni decisiones previamente adoptadas que sólo de
que existía motivación y que era explícita y suficiente y a continuación y modo aparente comportan alternativas posibles».
para ratificarse en ese convencimiento se limitó a reproducir el párrafo
4. La reducción de la discrecionalidad de la que la Administración
resumido al que nos hemos referido ya en los mismos términos que expuso
había venido disfrutando tradicionalmente en la selección de contratistas
la Administración ... Por ello el texto judicial sobre este extremo es arbitra-
mediante concurso (a pesar de tener como referencia «la proposición más
rio porque aprueba o tiene por conforme a Derecho una actividad adminis-
ventajosa») se ha producido por vía legal, como es sabido, al exigirse por
trativa claramente inmotivada y arbitraria».
la Ley de Contratos de 18 de mayo de 1995 el establecimiento en los
El juzgador no puede, pues, conformarse con cualquier motivación pliegos de «criterios objetivos» indicados «por orden decreciente de im-
que la Administración ofrezca, porque sobre él también pesa «el deber de , portancia y por la ponderación que se les atribuya». Ello ha traído como
motivación, esto es, de ofrecer razones jurídicas suficientes para llegar al consecuencia la proliferación del número de recursos contra los actos de
pronunciamiento que alcanza y de ofrecerlas de forma comprensible», ya adjudicación, ya que ahora ofrecen posibilidades de éxito antes desconoci-
que el principio de «la interdicción de la arbitrariedad de los poderes públi- das. Correlativamente, se ha producido también un curioso reverdecí-
cos rechaza o condena toda actuación contraria a las exigencias de la miento de un concepto y una expresión, la discrecionalidad técnica, que
razón» (Sentencia de 19 de abril de 2006; Ponente, Segundo Menéndez). no había desaparecido, ciertamente, pero de la que ahora ha pasado a
hacerse un uso sistemático por la Administración contratante y por sus
En esa misma línea de rigor en el control del correcto cumplimiento contratistas codemandados en lo que por la razón dicha ha pasado a ser
por la Administración de su deber de motivar sus decisiones discrecionales la cantera más abundante de jurisprudencia en materia de control de la
se sitúa la Sentencia de 25 de julio de 2003 (Ponente, Manuel V. Garzón), discrecionalidad. Parece obligado por todo ello pasar revista aquí, siquiera
que merece resaltarse porque se enfrenta a un supuesto de motivación sea rápidamente, a todas estas cuestiones.
artificiosa, que no es fácil de detectar.
Empezaré por la discrecionalidad técnica, concepto odioso porque se
La decisión litigiosa se refería a la ubicación de una estación depura- puso en circulación un día con el único propósito de cerrar el paso al
dora de aguas residuales para la que se habían considerado por la Adminis- control jurisdiccional de las decisiones de la Administración en cuya base
tración tres alternativas. A la vista de ellas y de las pruebas periciales se encuentra un juicio o una valoración de carácter técnico y que no tiene,
incorporadas a los autos la Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de por lo que ahora diré, ningún fundamento. La propia expresión, discrecio-
Cataluña estimó que «artificial y artificiosamente tanto se ha creado una nalidad técnica, implica una auténtica contradictio in terf!Iinis, porque dis-
realidad ficticia únicamente consistente en la posible operatividad de tres crecionalidad es libertad de elección y eso es algo de lo que el científico
emplazamientos posibles que acentuadamente provocan la necesidad de y el técnico carecen por hipótesis, ya que, lo quieran o no, son esclavos
estar a sólo dos de ellos o quizá al que finalmente se eligió, como se ha de sus propios saberes. Cuanto mayores sean éstos, menor será la libertad
hurtado de la realidad efectiva la posible existencia y consideración, no de opinar de quien los poseen. Discrecionalidad y técnica son conceptos
de infinitos o indefinidos emplazamientos alternativos, sino de atendibles que se repelen mutuamente.
y razonables emplazamientos», por lo que anuló la resolución impugnada.
Si lo que quiere decirse con la unión de ambos vocablos es que la
Recurrida en casación la Sentencia, el Tribunal Supremo considera adopción de determinadas decisiones sólo es posible a partir de conocí-
que «contiene una motivación suficiente y justificadora de la decisión que mientas especializados, será forzoso admitir que el fenómeno no es, en
adopta», ya que «la discrecionalidad, de cualquier tipo que sea, no puede absoluto, privativo de la Administración y del Derecho Administrativo,
amparar estudios insuficientes, que omiten soluciones alternativas que es por lo que no merece que se le reserve en éste un lugar con nombre propio.
254 ADDENDA 2008 ADDENDA 2008 255

Se trata con toda evidencia de un fenómeno general que alude a la relación ha proporcionado servicios a seis municipios españoles frente a la empresa
existente entre el experto o perito cuyo concurso se recaba en un procedi- que los proporcionó a trescientos municipios europeos, ocho de los cuales
miento y la autoridad, administrativa o judicial, a la que, según la Ley, se ubicaban en España».
corresponde adoptar la decisión que ponga fin a aquél o, si se prefiere Tampoco hace falta saber nada de ascensores para poder afirmar con
decir de otro modo, al valor que dicha autoridad pueda o deba dar a la absoluta seguridad, como lo hace la Sentencia de 9 de junio de 2004
opinión experta que se pone a su disposición. (Ponente, Rodolfo Soto), que «no puede sostenerse con seriedad que, par-
Esa relación es muy clara y está establecida de antiguo, mucho antes tiendo de la práctica equiparación desde el punto de vista de las condicio-
de que la irritante y equívoca expresión que comento apareciera en el nes técnicas de dos empresas igualmente capacitadas para realizar la pres-
horizonte: la opinión del perito no vincula a la autoridad competente para tación objeto del contrato, puede dejar de considerarse que la oferta,
decidir, que está obligada a pasarla por el tamiz de «la sana crítica» para económicamente más favorable en un 27% no suponga, ciertamente, una
saber si puede aceptarla como fundamento de su decisión. Si la opinión proposición más favorable en todos los órdenes. Y menos todavía que, a
del experto resulta arbitraria o irrazonable, si incurre en errores lógicos, pesar de ello, desde el punto de vista económico sea calificada con menor
conduce a resultados inverosímiles o incluye valoraciones o apreciaciones puntuación que la más costosa». La modélica Sentencia de 11 de junio de
erróneas de tipo jurídico, la autoridad competente para resolver no sólo 1991 (Ponente, Javier Delgado Barrio), que he citado reiteradamente en
puede, sino que debe apartarse de ella, como enseña una doctrina jurispru- los trabajos recogidos en este volumen, se enfrentó a un supuesto análogo
dencia! bien conocida. y lo resolvió de la misma manera apelando oportunamente a «la racionali-
dad de los principios de buena administración».
Esto es así sencillamente en todas las ramas del Derecho y, por su-
puesto, también en el Derecho Administrativo, por lo que dar en éste un Es esta misma línea se sitúa la Sentencia de 24 de junio de 2004
nombre propio a un fenómeno que es absolutamente general, lejos de ayu- (Ponente, Rodolfo Soto), en la que merece la pena detenerse un poco más.
dar, sólo puede producir confusión. Debería, pues, desterrarse sin más del Se trataba en este caso de la adjudicación de un concurso para la contrata-
lenguaje jurisprudencia!, del que sería bueno también eliminar la cita ruti- ción de la gestión de los servicios públicos de transporte sanitario de enfer-
naria de la poco afortunada Sentencia del Tribunal Constitucional de 16 mos en ambulancias.
de mayo de 1983. ¡Con lo celoso que se muestra el Tribunal Supremo La diferencia de puntuación que separó a la empresa recurrente de la
frente a lo que suele considerar invasiones indebidas del ámbito que le es adjudicataria fue sólo de seis puntos, por lo que resultaba decisiva la crí-
propio y viene a citar como argumento de autoridad una Sentencia del tica de la puntuación igual dada a ambas empresas en dos aspectos concre-
Tribunal Constitucional de bondad técnica más que discutible que, ade- tos: el apartado relativo a la disposición de «bases» en Santa Cruz de la
más, carece de especial autoridad porque no se refiere a la interpretación Palma y en Los Llanos de Aridane y el referente a los servicios o trabajos
de precepto alguno de la Norma Fundamental! realizados durante los últimos tres años. Por el primer concepto se dieron
A lo dicho hay que añadir que en la mayoría de los casos en los que 4 puntos a las dos empresas, equiparando, por lo tanto, la no especificación
se apela a la discrecionalidad técnica por los litigantes no hay realmente por la recurrente de la ubicación de la base de Los Llanos de Aridane con
en juego cuestión alguna que merezca el adjetivo de técnica, como es fácil la carencia de base de la adjudicataria en dicha localidad. Por el segundo,
comprobar. No son, en efecto, necesarios conocimientos técnicos especia- se otorgó a ambas empresas la puntuación máxima de 20, a pesar de que
lizados, ni, por lo tanto, prueba pericial de ningún tipo, para poder afirmar, la recurrente presentó una relación de servicios y trabajos efectuados du-
como lo hace la Sentencia de 9 de diciembre de 2004 (Ponente, Celsa rante los últimos tres años, en tanto que la adjudicataria se limitó a indicar
Pico), que «resuelta arbitrario atribuir mayor puntuación a la empresa que que en el ejercicio de 1996 había realizado «traslados a pacientes pertene-
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cientes a compañías de asistencia, tráfico y mutuas» con una determinada aventurado decir que omite toda referencia en cuanto a los dos extremos
ambulancia. destacados en el fundamento anterior».
No se puede, concluye, «convalidar la decisión administrativa con la
Con esta breve explicación de los hechos es suficiente para compren- única base de la apreciación discrecional de la Administración», porque
der el razonamiento del Tribunal, que tampoco necesitaba en este caso de «la potestad de apreciación discrecional que limitadamente se reconoce a
conocimientos especiales de ningún tipo: «No son convincentes -dice la la Administración en algunos aspectos de la adjudicación del concurso no
Sentencia- las razones que alega la Administración para defender la co- puede contravenir las exigencias fijadas en las bases que condicionan el
rrecta puntuación en estos dos supuestos ... Ni la falta de ubicación con- otorgamiento». No es tampoco un argumento válido la falta de prueba
creta en el lugar designado equivale a la falta de base del servicio, ni es practicada a instancia de parte que acredite la equivocación denunciada
congruente equiparar la falta de ubicación concreta imputada a la deman- · porque en este caso lo incorrecto de la ponderación de las exigencias
dante con la ausencia de base, cuya existencia, presente o futura, consti- técnicas impuestas por el pliego de condiciones «resulta del simple con-
tuye por otra parte una condición exigida con carácter imperativo. Tam- traste literal y lógico entre los requisitos a que ha de acomodarse la adjudi-
poco cabe equiparar la puntuación otorgada a quien cumple escrupulosa- cación del contrato y el contenido de las propuestas valoradas».
mente con el requisito, expresamente demandado en las cláusulas del con-
La jurisprudencia reciente tiene, pues, muy claro que, incluso sin
curso, de relacionar los servicios y trabajos realizados durante los tres
prueba pericial de ningún tipo, puede hacerse una crítica fundada de las
últimos años, acompañando las especificaciones exigidas en las cláusulas
valoraciones y puntuaciones realizadas por la Administración cuando éstas
pertinentes, con la mera referencia a los servicios y trabajos efectuados
se revelan arbitrarias.
solamente en la última anualidad».
También tiene claro que cuando esa crítica invierte por sí sola el resul-
Lo sorprendente del asunto es que, pese a la meridiana claridad de la tado del concurso no sólo puede, sino que debe declararlo así. Es expresiva
falta de fundamento de la igual valoración dada por la Administración a en este sentido la Sentencia de 14 de julio de 2004 (Ponente, Rodolfo
situaciones tan desiguales, la Sala de instancia desestimara el recurso. La Soto). Se trataba en este casó de la adjudicación por concurso de un con-
Sentencia del Tribunal Supremo, que casa y anula la de instancia, es con- trato de consultoría y asistencia que tenía por objeto la redacción del pro-
cluyente en su crítica, que merece la pena transcribir: «Consecuencia de yecto de un Centro Regional de Transfusiones. El concurso fue resuelto
ello -dice- es que tampoco pueda considerarse correcta la argumentación por una diferencia de sólo medio punto, que quedó enjugada sobradamente
de la Sala de instancia cuando desestima el recurso basándose en la facul- al apreciar el Tribunal Supremo la existencia de dos errores en la valora-
tad de discrecional apreciación de la Administración pese a reconocer que ción de los méritos de los concursantes: uno, porque el curriculum presen-
no está motivada la resolución de adjudicación ... y tampoco resulta com- tado por la adjudicataria incurría en ciertas inexactitudes y adolecía de
prensible que se alegue en el segundo fundamento jurídico que ese defecto ciertas carencias, que cita, por lo que no podía atribuírsele por este con-
de motivación queda subsanado a través de la valoración que la Sala puede cepto la puntuación máxima, un punto superior a la atribuida al recurrente
hacer de las puntuaciones otorgadas teniendo en cuenta las pruebas practi- que presentó un curriculum «debidamente justificado con las certificacio-
cadas y las alegaciones de las partes, cuando la prueba practicada se reduce nes oportunas y notablemente más extenso», que «no ha sido puesto en
a la reproducción del expediente y el pliego de condiciones y la sentencia, tela de juicio en momento alguno»; y otro, concerniente a la valoración
en realidad, no se refiere prácticamente a las diferentes alegaciones efec- del plan de etapas, concepto por el que se atribuyó a la adjudicataria un
tuadas en la demanda con respecto a los concretos extremos en los que punto (el máximo de lo permitido), pese a que faltaba una auténtica pro-
estima que la puntuación ha sido incorrecta, hasta el punto de que no es puesta de plan, en tanto que al recurrente, «que sí expone un Plan de
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etapas detallando debidamente las dos fases a que ha de ajustarse la cons- guiendo la estela de otras decisiones emblemáticas producidas en el ámbito
trucción», se le adjudicó sólo medio punto. del planeamiento urbanístico a lo largo de la década precedente que fueron
«Los anteriores razonamientos -dice con toda naturalidad la Senten- objeto de estudio en los distintos trabajos que componen esta obra. No es,
cia- nos conducen a estimar parcialmente la demanda interpuesta decla- por supuesto, la única Sentencia de este tipo, pero sí una de las más expre-
rando la anulabilidad del acto impugnado en el presente procedimiento de sivas, por lo que merece ser destacada aquí. Lo que estaba en discusión
acuerdo con el artículo 64 de la Ley 13/1995, así como el derecho del era la clasificación como suelo no urbanizable de un terreno de ochocien-
recurrente a que se considere su oferta como más ventajosa para el interés tos metros de largo por doscientos ochenta de ancho, rodeado por todos
público». sus frentes de suelo clasificado como urbano, salvo el colindante con la
Los viejos fantasmas parecen, pues, haber quedado atrás. Todavía se ría de Bilbao, destinado a la instalación de una estación depuradora de
encuentran, sin embargo, Sentencias de claro signo arcaizante, como la de aguas residuales. La entidad propietaria impugnó la resolución aprobatoria
23 de junio de 2003, que no duda en invocar Sentencias de los años sesenta del Plan General de Leioa por este motivo, recurso que fue estimado por
y setenta del pasado siglo que admitían la posibilidad de declarar desierto la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia
el concurso aun cuando hubiesen acudido licitadores aptos, doctrina esta del País Vasco, que declaró al propio tiempo que la única clasificación
claramente insostenible hoy. Como dice muy bien la Sentencia de 22 de posible del suelo, dado su destino, ubicación y características, era la de
diciembre de 2003 (Ponente, Fernando Martín González), «la solución de urbanizable.
declaración de desierto tampoco es una potestad sin límites de la que la
Administración pueda hacer uso sin justificación alguna, que debe radicar Recurrida en casación, la Sentencia del Tribunal Supremo declaró no
en que ninguna de las ofertas realizadas por los licitadores cumple con los haber lugar al recurso por entender que, «como se apunta en la sentencia
requisitos necesarios para su aceptación, sin que valgan otras consideracio- recurrida, es "la vocación del suelo, partiendo de su realidad, la que debe
nes». determinar su clasificación" y, en este caso, tanto por sus características
propias, como por su emplazamiento y su destino la única clasificación
5. La Sentencia de 11 de junio de 1991, más atrás recordada, con-
racional del mismo es la de urbanizable, pues, en definitiva, la instalación
cluyó afirmando «que, en virtud del principio de efectividad de la tutela
de la Estación Depuradora de Aguas Residuales no lo preservará del pro-
judicial -artículo 24.1 de la Constitución- puede sustituir a la Administra-
ceso urbanizador, ya que vendrá a alojar una infraestructura general nece-
ción en sus pronunciamientos cuando existe ya base para ello en los au-
saria para dicho proceso». No resulta razonable -añade la Sentencia- que
tos». Esta afirmación produjo gran escándalo en algunos y fue uno de los
ejes en torno a los cuales giró la polémica de la que forman parte los un suelo de estas dimensiones, «rodeado de suelos urbanos y destinado a
escritos incluidos en este volumen. El tiempo ha hecho su obra y la razón una instalación al servicio de la población asentada en el suelo urbano que
ha terminado por imponerse a los tópicos, como muestran las Sentencias lo rodea, se clasifique como no urbanizable cuando no reúne condiciones
más atrás comentadas, que, cuando así procede, es decir «cuando existe que lo hagan merecedor de una especial protección por su valor agrícola,
ya base para ello en los autos», añaden con toda naturalidad a la anulación forestal, ganadero, paisajístico, histórico o cultural, ni por servir para la
del acuerdo de adjudicación de un concurso la declaración del derecho del defensa de la fauna, la flora o el equilibrio ecológico o por la posible
recurrente a que su oferta se considere la más ventajosa para el interés explotación de sus recursos naturales».
público.
«De aquí que la Sala sentenciadora -concluye el Alto Tribunal-, con
Con esa misma naturalidad se pronuncia también en el mismo sentido todo acierto, lo clasifique como urbanizable, ya que explícitamente se re-
la Sentencia de 4 de julio de 2006 (Ponente, Jesús Peces Morate), si- conoce por la Administración urbanística que en principio pudiera ser cla-
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sificado como urbanizable y no se invoca ninguna de las razones o desti- Justicia mediante Sentencia de 1 de febrero de 2000, cuyo fundamento
nos que justificarían su clasificación como no urbanizable». jurídico tercero dice así:

Frente a los alegatos del recurrente en casación la Sentencia termina «resulta evidente que una actuación administrativa que durante años im-
pide el aprovech~miento urbanístico que, en d~!initiva.' es recon?cido P?r.el
afirmando «que no se ha apartado un ápice de la doctrina jurisprudencia!» Tribunal como aJustado a Derecho como tambten admtte la propta Admtms-
contenida en las Sentencias de 15 de marzo de 1993, 9 de febrero de 1994, tración al no agotar la vía judicial prestando su conformidad con la Senten-
cia de 9 de diciembre de 1996 -que anuló las prescripciones impuestas por
11 de marzo y 7 de abril de 1997, 22 de junio de 1998, 27 de abril de la Comissio Provincial d'Urbanisme y la suspensión de la ejecutividad y
2004 y 15 de mayo de 2006, la primera de las cuales encabeza el epígrafe publicación del referido Plan Especial- genere responsabilidad patrimonial,
VIII del trabajo incluido como capítulo IV de este libro. pues de aquella actuación se han derivado daños y perjuicios para la acto:a,
de carácter antijurídico que no estaba obligada a soportar y que no se hubte-
ran producido si el CPUB hubiese actuado conforme a la normativa aplica-
6. No puedo concluir este breve repaso sin aludir a la Sentencia de ble, como era su obligación».
25 de mayo de 2004, que casa y anula otra del Tribunal Superior de Justi-
cia de Cataluña que estimó parcialmente el recurso interpuesto contra una A mí también me lo parece, sin ninguna duda. Lo que me sorprende
resolución de la Consejería de Obras Públicas de la Generalidad de Cata- y me resulta, incluso, incomprensible es el rechazo de tan impecable razo-
luña denegatoria de una solicitud de indemnización de los daños y perjui- namiento con el pretexto de que, tratándose de actos discrecionales, no
cios producidos por la tramitación de un plan urbanístico y la asignación puede hablarse de lesión antijurídica «siempre que el actuar de la Adminis-
por éste de determinados usos. tración se mantuviese en unos márgenes de apreciación no sólo razonados,
sino razonables».
Se trataba, en concreto, de un Plan Especial que preveía la instalación Este modo de argumentar puede considerarse aceptable, en principio,
de una residencia de la tercera edad en una zona de renovación urbana.
cuando los actos discrecionales a los que se imputa el daño no han sido
La Comisión de Urbanismo de Barcelona, actuando por subrogación, de-
impugnados por la víctima o cuando el recurso de ésta ha sido desestimado
negó la aprobación inicial de dicho Plan mediante acuerdo de 17 de julio por los Tribunales por considerarlos conformes a Derecho justamente por-
de 1991, que fue anulado en la vía jurisdiccional mediante Sentencia de 9 que se mantuvieron dentro de unos «márgenes de apreciación no sólo
de diciembre de 1995.
razonados, sino razonables».
La entidad promotora presentó, no obstante, el 12 de noviembre de No es admisible, sin embargo, en absoluto, en el supuesto contrario,
1993 un nuevo Plan Especial, que fue aprobado definitivamente por la esto es, cuando por no estar dentro de esos márgenes o por no haber
Comisión de Urbanismo por acuerdo de 14 de septiembre de 1994, que, respetado alguno de los elementos reglados por la ley un Tribunal los ha
sin embargo, dejó en suspenso su ejecutividad y su publicación hasta que declarado nulos, como en este caso ocurrió por dos veces. ¡Cómo no va
se cumplieran determinadas prescripciones. Recurrido este acuerdo el Tri- a haber lesión antijurídica si el daño ha sido producido por un acto que
bunal Superior de Justicia dictó Sentencia el 9 de diciembre de 1996 anu- ha sido declarado antijurídico y, por lo tanto, anulado mediante Sentencia
lando las prescripciones en cuestión. firme dictada por el Tribunal competente!
A la vista de todo ello la entidad promotora solicitó de la Administra- La mera anulación de un acto no conlleva, ciertamente, la responsabili-
ción de la Generalidad la indemnización de los daños y perjuicios produci- dad patrimonial de la Administración, porque para que ésta surja es im-
dos por la irregular actuación de la Comisión de Urbanismo y, ante la prescindible que el acto anulado haya producido un daño efectivo, evalua-
negativa de aquélla, promovió recurso contencioso-administrativo, que, ble económicamente e individualizado, pero, si el daño existe y así se
como ya he dicho, fue estimado parcialmente por el Tribunal Superior de prueba, la Administración autora del acto declarado contrario a Derecho
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está inexcusablemente obligada a indemnizar en la cuantía misma del daño NOTAS


injustamente inferido.
Que la Administración disponga de un poder discrecional y, por lo
tanto, de unos ciertos márgenes de libertad decisoria, es muy importante,
sin duda, a la hora de juzgar si la resolución adoptada en un supuesto
determinado en ejercicio de dicho poder es o no conforme a Derecho.
Pero, una vez que un Tribunal ha decidido mediante sentencia firme que
no lo es por no haber respetado esos márgenes o haber infringido de otro
modo la Ley, es obligado estar a las consecuencias.
La reclamación de responsabilidad patrimonial no abre una vía nueva
para juzgar otra vez si la Administración respetó o no los márgenes de
apreciación otorgados por la norma habilitante, como es notorio. Sor-
prende por ello en extremo que no lo haya entendido así la Sentencia que
comento, cuya doctrina urge revisar para encajarla en su quicio, del que
con toda evidencia se ha salido.

UNIVe ~ BE ANTIOQUIA
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