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Recital de poesía 2013
“ARCO DEL TIEMPO”
Antología de poesía

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Recital poético 2013
D.R. Heber Sorto
©Heber Sorto
Colección homenajes.

© Editorial Nagg y Nell. 2013.


San Pedro Sula, Honduras, C.A.
Correo electrónico:gsalgadocampos@gmail.com
http://www.naggynell.nixiweb.com

ISBN:

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Recital de Poesía 2013
HEBER SORTO
Antología de poesía

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Heber Sorto

(Olanchito, Yoro, 1973). Ha colaborado con distintas


revistas literarias en Honduras y Centro América. Forma
parte de las siguientes antologías: Honduras, Poesía
política, compilada por Roberto Sosa; La hora
siguiente, compilada por Salvador Madrid; Papel de
oficio (Ministerio de Cultura de Honduras) y Antología de
poetas centroamericanos para lectores
argentinos, compilada por Amalia Gieschen.
Ha obtenido varios juegos florales en su país, también
obtuvo mención honorífica en el premio de poesía
“Víctor Hugo” convocado por la embajada de Francia en
Honduras.
Obra publicada: Canto nuestro (1994); La última mejilla
del horizonte (1997); Arte poética (2000); La
ventana (2003); Caballos marchitos (2004) y Todos los
días (2006).

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Canto nuestro

Dejemos para otros los volcanes de sabiduría,


nosotros somos distintos, una paciencia nos asiste.

La vida la entendemos simplemente.


La lluvia tardía
y los frutos que caen en el solar ajeno
sabemos que no son nuestros.
Vivimos rodeados de incontables espejismos,
pero conocemos
dónde encontrarnos aferrados a la realidad.

No somos aves que sacan ojos en vez de peces,


no somos los frutos oscuros de esta tierra,
entre nosotros está el amor,
nada puede perdernos.

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Arte poética

Conocer el fondo por insistencia, no por raíces.


Dirigir un ejército descalzo.
Matar una serpiente con un libro.
Perseguir los veros que huyen como océano
entre canastos de basura y papeles rotos.
Sacar a los pájaros del aire.
Abrir los ojos encima del cielo.
Sembrar una lámpara para que nazca luz.
Todo transcurre y aún
no hay nada nuevo bajo el sol.

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Enigma del árbol

La ciudad es un árbol.
Arde mi soledad en tu compañía.
Una manada de caballos en llamas cruza la tarde.
Las nubes son raíces bajo el árbol.
El beso o la soledad es una leyenda en su corteza.
Cruzamos avenidas para llegar a sus ramas.
Es inútil rompernos la cabeza,
el árbol crece donde el olvido cierra los ojos.

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Historia

No derribé el único árbol del mundo


para poner el sol en tus ojos.
primero hice figuras con las sombras de mis manos
imitando el pájaro de madera exhibido en la sala.
Fue después que cultivé la poesía
sin entresueños ni asombros.
La poesía debe ser como la flor de los jardines públicos.
Antes la miraba en el horizonte,
hundida, calumniada, separada de mí y de los barcos de
papel
que los niños ponen en las aguas de la calle.
Pero hoy, un pájaro se detiene en todas mis esquinas
y la niña tímida en un laberinto de espejos, sonríe.
Bienaventurada sea la poesía.

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El viento en la infancia

El viento
con los ojos rotos viene a caballo,
mi madre, rosa de hierro,
me lleva de la mano.
La piedra no tiene raíces,
la hoja muere en el árbol, enderezando lo turbio,
lo dislocado y lo informe.
El viento sigue viajando.
Los días envejecen y se alejan,
los días pasan bajo la mesa a diario,
las tardes inclinan la cabeza
y entran en los autobuses.
El viento llueve en los jardines de tu oído,
el viento pronuncia palabras de agua,
el viento mece la cuna del tiempo,
el viento enmudece la ciudad que habitas,
el viento busca imágenes perdidas,
el viento con los ojos rotos, sigue a caballo.

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Lámpara

Resultará imposible
que
alguien
al
encender
una
lámpara
y
guste
de
su
luz
sea
nombrado
partícipe
de
su
propia
destrucción.

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Mi hoy
(fragmento)

Obedece este mandato:


eres poesía,
imprescindible punto
de dicha sin presagios:
despierta en esta estrechez
que ahoga.

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La ventana
(fragmento)

Siempre amé las ventanas


aunque nunca tuve una para compartirla,
pero alguien me habló que de a ratos
el paisaje se mira a través de paredes o de lágrimas,
que el horizonte llora de espaldas como el océano,
que los niños golpean el río para deshacer las tormentas,
que hay que cruzar muchas calles para llegar a otros
ojos,
que el silencio se hace de borrones,
que el espejo de pronto se abre y nos traga.
Pero yo siempre abrí la ventana que nunca tuve
y tengo árboles, calles y lunas
y también tengo aquello que siempre quise encontrar:
la ciudad que no conozco donde recojo mis pedazos.

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Ojo de puerta

Regreso a esta casa


como quien vuelve de La Patagonia.
el cuarto tiene las uñas largas,
de todos lados salen los recuerdos
y se entrechocan por abrazarme.
Vuelvo a esta casa
y nunca una casa ha tenido tantos amigos
(el vaso con agua no descansa).
Tocan;
yo voy a la puerta de siempre,
es decir, al ojo de la puerta,
para abrirle al caballo,
a la mariposa, a la lluvia, al trueno.

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Episodio

La muerte viene sin lágrimas


hacia un territorio minado de fragilidades.

Papá tenía los ojos como las luciérnagas


y su taza de tiempo se quebró una madrugada.
La vida es una gota
cayendo en el centro del océano,
el océano de sueño en sueño se hace hombre,
el hombre se nombra para encenderlo,
la misma vida, mientras tanto, lo apaga.

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Mi madre

Mi madre
es una mansa forma en su máquina de costura.
Camina con anteojos y desvelos.
Sonríe si la lluvia la toma sin paraguas.
A veces sus ojos miran como niños culpados.
Ella hace la naranja para que mis ojos sonrían.
Ella habla rosado como estrella de mar.
Ella lleva los zapatos de suela mojada.
-alumbra en la noche los pasos del día siguiente-.
Se levanta cantando
vence recuerdos,
a la mitad de su cara viene una mariposa,
siempre se levanta cantando.

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Fábula de la mujer que se quedó dormida

Ella llovía descalza de los senos sobre el mundo.


Ella cantaba un río de pájaros.
Ella era un planeta con el cabello al viento.
Ella ponía el último átomo de luz sobre mi frente.
Por sus miradas las palabras iban al acto.
A veces la vida pasó con zapatos extraños,
pero ella siempre surgía con una sonrisa pequeña.

Ella tenía un país propio en mi aliento.


En la noche,
cuando el cielo oculta sus pájaros,
estuvimos como el agua
que une las hojas en el arroyo.
Ella crecía en las miradas que interrogan las olas,
era hermosa
como los ojos que se alargan para saltar el horizonte.

Su corazón es hoy un molino de viento bajo el agua.

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La espera

Pensé que era la lluvia,


pero sólo eran pájaros caminando en el tejado.

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Estancia

Te besaré en silencio
para que el río no suene, ni las piedras.

Te daré un día sudoroso,


mi sonrisa gris.
Tocaré a la puerta del teléfono en que vives.
Te hablaré en agua, pero diluviando,
porque hoy
me he puesto a caminar encima de las horas
como cuando te pierdes en tu cuerpo
y te buscas en las manos,
en los ojos, en las piernas y no estás,
sino en algunos objetos
y lugares que te recuerdan algo de nosotros.

Te besaré en silencio
para que el río no suene, ni las piedras.

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Colección digital.

2013

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