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LLUIS FERNÁNDEZ
Dirigida por Rosenda Fernández
Impreso en España
En papel ecológico
A la bondad, donde quiera que se encuentre.
En resumen,
mi vida no fueron solo tres cosas.
ni algunas fechas, o algunos rostros,
ni determinadas maneras
de coleccionar soplos
o fantasmas.
Como aquella vez de aquel amor
en aquella tarde,
o el año de aquel examen, la época
del jardín silvestre de espliego,
la vez
en que me diste todas las playas
en una sola playa.
La comadrona que me entregó
los hijos,
como si me entregara
la propiedad del mundo.
El modo único que tenías
de atesorar caracolas,
7
los días en que brillaban
hasta nuestras propias sombras.
La mañana de la última vez.
Todas las últimas veces.
¿cuándo fue lo de la ruina?
Mi vida, en resumen, no ha sido
ese álbum de tapas rojas,
ni el recuerdo de un olor,
tampoco la cicatriz
de la herida más grande,
que ya apenas se me ve,
ni siquiera tu nombre
como título de mi existencia.
Mi vida, en resumen, no cabe
ni en un poema, ni en un suspiro,
ni en una bandada de diez mil palabras.
Mi vida, si hubiera que resumirla,
se achica y se reduce,
solamente,
si la echo al fuego
de leño en leño
en las tardes que refresca
y la miro esfumarse en el humo,
con mis ojos de viejo.
8
1 ESTANTERÍA
Me noto muerto,
muerto como las cosas
que un día coloqué
en ese estante
demasiado arriba
donde el polvo y el tiempo
se descuida.
Donde nunca llega el ánimo
y siempre es playa en bajamar.
Cárcel del olvido.
Pero yo me noto vivo,
vivo, si a las cosas que miro,
madera de olivo,
aún en el mismo estante,
el sol llega, lejano,
oblicuo, a morir dulce y amarillo.
En lo tuyo y mío, entonces
el atrás de los años encendido,
9
allí los horizontes que un día
conquistamos y compartimos.
Muerto, me noto allí muerto,
si todo tan distante y plano.
Vivo, me noto así vivo,
si eso nuestro, está al sol,
y le crece así el destino.
10
2 AL ESTIU, TOTA CUCA VIU
12
3 La poesía es tocar la vida
con unas manos que antes no existían.
Consentido septiembre
privilegiadas uvas
pálido silencio verde
lánguido mi apetito
aunque
de vuelo como de cisne
blanco y sobresaliente
Las baladas, sus consuelos,
lo íntimo y cálido de amar
al cobijo de septiembre.
13
4 domingo entre agosto y octubre
14
5 el poema es la larva,
tu lectura, su mariposa
16
6 ay, aquella vez
18
7 Poema de casi nada o casi poco.
21
8 CANTO DE LAS CAUSAS Y LOS QUIERO
23
que vengas, que vengan ajajayes,
que vengas, que terminen
los cataclismos, las penas y
todas mis soledades.
24
9 Mediterránea, otoño del 21
Si quitas la almendra.
Quizás el poeta debiera
incendiar el bosque
con su pólvora de futuro.
Olvidar la mar, omitir
el amor en la hierba,
el amor en la orilla.
No escribir más de amor
ni de amor, ni de amor, ni de amor.
Abonar su verso con las cenizas
del incendio.
Pero entonces,
escribiría de barcos sin vela,
de velas sin viento,
de almendros sin flor,
del árbol sin su almendra.
25
10 RISA
Credo de carcajada.
Con Sol, con agua, con hambre,
de gala, de primeras, de madrugada.
Que reír es un velero que se inclina
hacia un mar que ha de ser montaña.
27
11 cuando tus manos acogen mi cara
28
12 acontecimiento
29
que abandonan la lógica,
sumando entre los dos, entre los dos,
entre los dos
tan solo uno
recóndito, enérgico,
cálido, conjuro acontecimiento.
30
12 LLUEVE
31
La afonía del soplo, la mucosidad del sol,
el vaho de un llover flojo.
Oh, cuchillos pobres. Oh, afligidos días.
Apática llovizna sin silueta,
indiferente ahogador de brillos.
Qué lánguido, qué frío cala hoy
en la existencia, en mis hombros
y en la lana de mi chaqueta.
Oh, almanaque de acero. Oh, súplica malograda.
Oh, jinetes sin chubasquero.
32
13 orgasmo
33
14 amar
34
15 violencia de género
36
16 Ladrón amigo
38
17 compra impulsiva
41
18 procedencia
42
Los días empiezan siempre lo mismo
será lo que haremos, lo que los hace
distintos.
Vengo de un sitio pequeño,
que viene el alma conmigo, que tiene
las calles pequeñas, que tiene del patio
la luna, que tengo de ella
madejas de hilo.
Que vengo del tiempo
que existo, que tengo de la mañana
el hechizo, que viene de un barrio
pequeño.
Que vengo y tengo conmigo
el alma, el tiempo, la almohada del niño,
para coser esta distinta mañana,
pero para coserla contigo.
43
19 el mar nunca mide lo mismo
45
21 DE PRINCIPIO A FIN,
FIN, QUE ES PRINCIPIO.
47
22 el paso del agua en nosotros
Piensa,
todas las lágrimas han estado
antes en alguna nube.
La forma de las nubes
son piezas que faltan
en los mares que las añoran.
Piensa,
el vaivén en la playa, mide
la edad del mundo.
Somos, entonces nosotros, épocas en el viaje
de las aguas. Estaciones donde,
por un tiempo se detienen.
Piensa,
nuestro beso aquel tenía dentro, los mares,
las nubes,
la edad del agua, el ciclo
de las estaciones,
el intermedio de las añoranzas.
48
23 Lo de las heridas (tres)
50
24 El pan, el poema y el orgasmo,
para el que se lo trabaja.
52
25 soy, del verbo comulgar
54
26 ya
Ahora.
La palabra que urge al presente.
Ahora, que aún hay voz,
ahora, que todavía las manos.
Que está la vida, ahora.
Cuando suenan acordes rotos
y llegan los amigos sin previo aviso
con una botella de emociones
y con otra de vino.
Ahora que hacemos pie,
ahora que el agua corre,
que la vida está, ahora.
Todavía, que me sé la letra,
que recuerdo el guiño,
que se baila sobre la madera.
Cuando aún huele
a cebollas en el horno,
a espliego en la entrada,
55
a sudor, lápiz y barro huele el niño.
Ahora, que no es tarde,
ahora, que el natural derecho,
que está la vida, ahora.
Cuando está el poema ya hecho,
cuando tienes rumbos y camisas,
el volumen en todo lo alto y
aún subes la escalera a toda prisa.
Ahora, actualmente, ahora.
Que hay pulmón, que hay un soplo,
que a uno le va la vida en ello,
que todavía no cierran las apuestas,
que siquiera está el reloj en hora.
Ahora, nunca más que ahora,
que la brisa, que la gente, que ha de ser
ahora.
Que hay un reír que espera, que hay
un beso que implora, que el de la guitarra
ni siquiera cobra.
Que la luz, que el clima, que la fecha
que la ropa, que el rito, que todo está,
si acaso, de sobra.
Que la caricia y su maniobra, que ha de ser,
precisa, urgente, indudablemente
ahora.
56
Que hacemos de la nada una fiesta,
que con la nada hicimos la vida,
que la deuda se pagó ya a cuenta,
que hay que hacer volar la falda.
Pero ha de ser ahora,
ahora que la casa aguanta,
ahora que de a poco la nube cruje,
ahora que la herida es vieja
y duerme.
Que la vida está, ahora.
En el instante que afuera ruedan
las catedrales y las jornadas.
Que a lo lejos, asambleas,
ruidos, el albor y los mañanas.
Ahora, no un ahora escaso,
no un ahora luego, ni un temeroso ahora.
Un ahora febril, un ahora dispuesto,
un ahora gigante,
en este vigente e irrepetible momento,
cuando tienes el ahora y la vida,
todavía por dentro.
57
27 Dinosaurios y vértigo en tus ojos
59
28 POEMA DE SED Y DE SALVACIÓN.
60
Con un rayo suelto de abril,
cruza el agua y el vidrio,
verás el beso cien mil,
de los pocos que aún te di.
Toma el vaso,
como si sujetaras el último soporte
del mundo. Mira la transparencia,
como si quisieras llegar
por ahí a nuestro edén.
Moja en ella tus dedos,
bendice la mañana,
desaparecerán las trabas
en tu corazón y en su marcha.
Bébela, finalmente, de un trago.
El arroyo se habrá cumplido,
las lluvias habrán culminado,
anudarás así nuestros destinos.
Al final, será por esta sed
y por este vaso
por lo que nos habremos salvado.
61
29 Claustro, azahar y amor.
Catedralicio en tu sonrisa,
rezo en el edén
de tus pestañas.
Con solo un poco de tu olor
íntegra cosecha en flor.
Agricultor de mínimas zanjas
he de ofrecer mis manos
a la misericordia de tu pecho.
Ha, si azafrán,
oh, si zarzamora.
Enzarzar abriles y bocas
ha, si lluvia leve
oh, si caudal vehemente.
Guirnaldas en el costado
deslizar ahí el último laurel
y en la ruina, el todo
cascabel de ti y de oro.
Ah, si tú radiante y plena
oh, si yo enhorabuena y devoto.
62
30 pandemia y confinamiento
64
31 1 más 1 suman, pero no se esfuman
Si llueve,
si allí donde tú,
oscurece o llueve.
O
si te oscurece por lo que te llueve.
Utiliza y recuerda
que yo siempre tengo
tus primaveras en mi techo.
En el amor,
somos ventanas de una cárcel,
desde fuera ven nuestras manos
y escuchan nuestros argumentos.
65
Hay veces que de una jaula a otra
llegan las caricias entre los encierros,
incluso se mezclan labios,
se rozan las alas
y hasta se comparten paraderos.
Pero, al cabo, nuestra celda
estaba siempre de la piel a los adentros,
alzada de individuo, condenada de desierto.
66
32 Óvulos de mandarina
Mi oro es de exhalación.
Quiero decir, un oro de aire,
es un oro que no pesa, inerte.
Que se va y que vuela,
tengo mucho más que mucho
nadie roba un oro que aligera.
Que cuando quiere hace la ida,
que cuando quiere, hace la vuelta.
...
Digo que lo tengo,
pero no es del todo cierto.
Es un oro pájaro, es un oro,
ya te lo digo, viento.
Es un oro calidoscopio
lo es por su forma
informal, lo es por tantos modos
que tiene de ser fértil y fenomenal.
67
...
Se parece a una mancha parda
con alas, en fuga y que cruza
el fondo verde del almendral.
Tiene aspecto de higuera
semblante de matorral.
Es un oro madreselva,
digo que guardo yo el oro
pero eso tiene poco de verdad.
...
Es de viñas nobles frente al mar.
Es un metal rebelde
al que nunca oirás tintinear.
Es un oro incierto.
Oro que atraviesa,
en las tardes de agosto,
la serenidad de una persiana.
Pura luz de agua girasol,
rama que crece silvestre y garza.
...
Tiene traza de parpadeo
entre las alas y el ensueño,
creerías que es reflejo, pero
sigue siendo de viento,
mi oro es de aire inquieto.
68
Con su brisa voy pagando
libertad, años y empeños.
...
De mí, mis oros, versos y fragmentos.
…
Dirías que reposa sobre el desierto,
que calienta el prado, que aloja
ahí sus óvulos de mandarina.
Pero te digo, es mi oro
y de verdad te recito, es de viento.
Contiene metralla de un incendio
muy lejano, que le gusta recorrer
tanto un cosmos
como la palma de mi mano.
...
Oro, oro, oro mariposas,
crisantemos, espinas
sedosas, del brillo oro que me quito
si con tu albor, al cabo,
amaneces y me iluminas,
si con tu risa admites
el aire, mi aire oro, como regalo
para tu tesoro,
para tu reparo.
69
33 niebla
70
34 Memnon
72
35 verano prehistórico
73
¿Qué magia tiene la zarza cuando se
le desploma el cielo y la atardecida?
Moras relámpago, moras mediterráneo,
caminos en verano, necesariamente,
a esa hora púrpura y enmudecida.
¿Qué queda de lo que eran?
aquellos y su era,
recolectores hombres mono.
¿Cuánta genética dejaron por mis venas,
por los zarzales, por las puestas?
74
36 mejoras y arreglos
76
37 la hija que nunca tuve
78
38 Os advierto
En la plaza decapitan
abriles,
como si descorcharan
botellines.
Son gente triste y tienen
dos inviernos donde los ojos.
No tienen tranquila el alma
ni les apetece un plato
tibio de esperanza.
Desahuciados de primavera,
sordos de ruiseñor,.
Vigilad bien, no sea que por debajo
de tanta rabia y de tanta pena,
os crezca
un diciembre, de flores, vengador.
79
39 los que fui
81
40 ir atrás y corregir
82
Enderezar, desde atrás, el curso de un río.
Alargar mi letra,
hasta el inicio del nudo.
Escribir lo mismo, pero añadiendo
la redacción evidente de este
nuevo y posible futuro.
83
41 explorador
Sucede
en tu costilla un colibrí
de espera.
Una exhalación de selva
se te sube a la cordura.
Hay una raíz que suda
y el flotar del nenúfar
está en tu boca luna.
Ocurren zumbidos de miel
por dentro de la cueva,
huele a néctar de azucena.
Se escuchan papagayos
en tu pecho, el roce
de las enredaderas.
Sabes a los sabores de la savia
y de la hiedra.
84
Arriba del todo, en tus ojos,
aparecen, por fin, desnudas y libres
todas, todas, todas
tus panteras, con el total,
de todas, todas tus gacelas.
85
42 gemología
Aquí quedan de ti
las gemas amanecer,
las orbitales gemas
del cielo sin ruido.
Las gemas calladas
de brillo alborada.
Queda de ti, la gema
aurora, de insomnio fiero.
De satélite quieto,
de astronómica calma,
en la alba flor, en el alma plana.
La gema en el labio, la vena gema
abierta y clara, la gema trigo
y ruiseñor.
La piedra boreal, el cielo llano,
el serrín de estrella. La gema
y mi mano.
86
Queda aún, tu gema giroscopio,
y los astros gema, en el Caspio
del plexo propio.
Gema mar, de luz azul y madrugada,
gema casa, gema aún y todavía,
gema profunda y originaria.
87
43 Las manos congreso
89
44 materia prima
Éramos de arena.
Lo sé, porque aún
me quedan restos
en los calcetines del alma.
Y éramos de la misma arena.
Lo sé, porque aún
me quedas en el alma.
Éramos de aire.
Lo sé, porque aún
peso poco en todos mis sueños.
Y éramos del mismo aire.
Lo sé, porque aún
soplas mis ojos cuando duermo.
Éramos de mar.
Lo sé, porque aún
no puedo estarme quieto.
90
Y éramos el mismo mar.
Lo sé, porqué aún
te balanceas en mi pecho.
91
45 ADN
92
46 Alguna vez, todos náufragos
94
47 donde tú
96
48 Repostería
97
49 Motivos de dicha
Anímate,
aún hay agua en el cráter
La lava se queda a la espera
Podremos ver el volcán
desde dentro de su albufera
Como Jonás vería el cielo
por el hueco que tenía la ballena.
Sé feliz,
todavía hay zumo
y quesos en la nevera
Podremos resistir el asedio
que han montado ahí afuera
los filisteos y sus secuelas.
Disfruta,
la casa tiene un patio
y tres macetas pequeñas
98
en una crecen rayos
en otra, magdalenas
y en la tercera, las semillas
de las otras dos primeras.
Alégrate,
hay dos cosas ciertas y claras
no se da la vida nunca por dada
y después de todo, son muchas menos,
entre tanta almendra,
las que son amargas.
Disfruta,
en el alba quedan restos
aún aprovechables
de las risas de los dioses
de los brillos que cruzan las ramas
del sobrehumano y constituyente
material con que se hace
la ternura de dentro del alma.
99
50 Urbana madriguera.
101
51 siete perpetuidades
104
52 HIJOS DE SOLES
Mientras me afeito,
qué tristes las cosechas
de ausentes flores
y que pena las cortinas esas
que solo cubren
paredes ciegas.
Tan triste, me parecen,
los cuencos de fruta
sin fruta ninguna.
Tristes las manos
con ese gesto de búsqueda
en el vacío de una casa.
Qué lástima, las cáscaras
de la risa en el suelo,
las marcas de rímel
en el pañuelo,
106
el hipo de un niño
al que nadie da remedio.
Mientras me afeito,
un bosque impreciso
aparece, parece ebrio.
Suda,
con el sudor, la bruma.
Sus ramas ocres, sus troncos
amarillo pálido
herido de oros.
Silba canciones tristes
con la superficie joroba
de sus raíces.
Mientras me afeito
en el reflejo, el vaho,
lo despejo,
veo así mezclado
el afeitado,
algunas cosas tristes
y el otoño temblor del arbolado.
107
54 Bálsamo para omnímodas ausencias
Teníamos en el hipotálamo
manadas de jirafas
al trote africano
de nuestro deseo.
Aunque también es cierto
que, en ocasiones,
éramos leones tras ellas.
A ti, se te daba bien
trazar en el paisaje
paisajes acuarelas
con solo esbozar en el aire
un arco de arcoíris.
Teníamos las manos llenas
de presagios,
de alquimia,
de vírgenes tactos.
108
Rompíamos el silencio del alma
con el graznar
de las aves en la manigua.
Aunque a ciertas horas,
nos bebíamos la laguna
como si fuéramos
dos sequías desesperadas.
Tú, de blanca bruma.
Yo, zahorí abrumado
por la evidente agua
de nuestro lago.
Pero a veces,
se inundaba el aire
de guirnaldas venenosas,
polvo oro
mariposas,
eran entonces
tus ojos los acechos
de azules panteras
de salvajes bosques
en perennes primaveras.
Aliviábamos así,
prematuro, sin aún saberlo,
109
el peso feroz de todas
estas, que nos tocan ahora,
noches sin cielo,
extensas, frías,
y acurrucados a solas.
110
55 ONYAR
112
56 Del arrullo, su inventario.
Acomodaste tu somnolencia
en mi pecho.
Tuve que detener el cosmos,
chistar a las ramas del bosque
y desdoblar el vaivén del mar
en un solo ir.
Acallar al mundo
para que solo se escuchara
el roce de mis dedos
por tu pelo.
∞
Inmóvil la tierra entera,
detenido el ruido
de los engranajes,
pasmadas las ruedas,
113
pétreas las cortinas,
como
de mármol las palomas
en el alféizar,
nada más
el movimiento
de dos de mis dedos
por tu pelo,
pareja danzando
en la soledad de un planeta
detenido y nuevo.
Era tiempo de dar nombre
a todas las cosas,
te señalé a lo lejos
(por ahí empecé)
mis dos pies, huesudas palmeras.
La sábana, nieve recién caída
aunque arrugada
por las huellas de algún lobo
en la madrugada.
La ventana al cielo, lanzadera
de nuestras naves
en expedición.
114
Los repetidos tropiezos
en la curva de tu cuello,
pasos del paseo lunar
por la Luna llena de enero.
Dijimos;
deberíamos quedarnos así,
proclamar la quietud
nuestro imperio
y a mis dos dedos,
sus solitarios aventureros.
Afuera seguía todo quieto
paralizado el Sol, inerte
sobre el valle,
estáticas, deshilachadas
115
las nubes, como brazos abiertos
para ningún vuelo.
El campanario, puntiagudo
en estricto silencio.
Nadie más sería población,
nada más habría de suceder,
el tiempo y los pájaros
volarían en silencio e imperceptibles.
116
57 Estricto es el azar.
118
58 geometría lineal
119
59 SEIS HORAS Y CINCO MINUTOS,
HABÍA UN FARO.
121
60 HILOS Y AYERES
Llegar a coincidir
-te hubiera dicho-
es cosa de corazones gemelos.
Si la lluvia fuera tan solo agua
-hubieras contestado-
pero son ayeres hilados que regresan
a su patria de océanos.
Si febrero no fuese tan efímero
-te hubiese insistido-
la vida tendría días de recambio.
Si la vida fuera un poco más despacio
-habrías sentenciado-
pero, sí, tal vez un café,
mientras nos secamos.
Tal vez
-te hubiese dicho -
123
la vida empezaría de nuevo,
mientras acaba febrero,
termina la lluvia
y nosotros,
nosotros nos amamos,
así, como sin conocernos.
124
61 Breve legado.
Por dejar,
os dejo mi huella encima del mar,
las ramas de un limonero
y el cazo donde guardaba
las fotos vuestro abuelo.
Repartid la herencia
como en casa siempre hemos hecho
con las olivas y los berberechos.
Generosos, con risas, en domingo
y la última de ellas o de ellos,
para el que de nosotros llegue
más risueño.
Tenéis en propiedad la octava parte
del cielo.
El resto es de los pájaros y para
el volar de vuestros deseos.
125
Heredad el amor
con el que os velé
mientras dormíais de pequeños,
y yo me moría
de amor y de sueño.
Será vuestro, el juego de los parques,
la alegría de mis esperas,
mi paciencia en las salas de espera.
Cuidad bien de lo liviano
de aquel ir vosotros en mis brazos,
del ir yo cargado de entusiasmo.
Os doy aquellos vuelos, cinco
misterios escondidos en la mano,
tres maneras
de cocinar con espliego, dos
libros de Hernández y uno
de Lorca. Los otros poemas,
de verdad que, al final, sobran.
Por legítima os toca,
la clave de abrir almendras,
el código íntimo de los olivos,
la puerta secreta de la vida
y la de las mareas.
El hecho natural de alcanzar
126
el paraíso con la mano, la extraña
forma de hablar a golpe de miradas.
Principal dote, sin embargo, son
los nombres que os asignaron al nacer.
Pues con ellos, en alto y de frente,
tendréis del mundo un dónde,
los amigos, los amores
y el tesoro ese
de hacer el bien aunque pese.
127
62 Obstáculos
128
Pero quiso el destino
hacernos, hacernos a usted
el faro y a mi,
las rocas que lo aguantan.
Tanta ternura hubiera habido,
juntos de la mano.
Usted, sonrisa en lo alto,
yo, del futuro filosofando.
Usted, los ojos como Pacíficos
en calma,
yo, marinero acariciando el agua.
Pero se nos negó la causa
por ser yo pájaro que persigue
la sombra de una nube,
usted, el sol que con ella se tapa
y se cubre.
129
63 mujer raíz de mayo
131
64 la edad aquella
Achicábamos alegría,
inundados de gozos
hasta la barbilla,
eran ahogos de garzas
y de risa,
luego
nos dábamos prisa
simulando tener un destino.
Yo te hacía ver que era
un tipo serio
usaba el dedo como de bigote
o
como de pincel de nubes
o
de apaciguador del prado
o
digital explorador de tu labio.
132
Teníamos los pies encima
de las mesas donde merendaban
Apolos y Dulcineas,
teníamos la eternidad
deambulando por la casa.
Leíamos juntos a Whitman
en los posos de la taza.
A nuestras tertulias acudían
unicornios y simpáticos piratas,
eran días en los que la calle
olía lo mismo que una acuarela
recién pintada.
Aún los puentes servían
para besarse en su mitad
e ir al otro lado del universo.
En la ciudad, la lluvia
susurraba adoquines,
era el sitio de la revolución
de duendes y de querubines.
Sobrepoblación de personajes
con sus hazañas felices.
Ah, juventud planetaria
oh, levedad sin carga.
133
Tiempos donde aún la muerte
no enseñaba ni sus dientes
ni sus afiladas cartas.
134
65 la memoria es aire
136
67 Entrevista con el autor
139
Por tanto, escribir poesía (bajo mi respetuoso
concebir) es operar de amígdalas a un tigre despierto.
Es nadar a ciegas entre cocodrilos. Es cometer pecado,
cumplir penitencia, anunciar el hundimiento, corregir
la historia, avisar de salvaciones y avisar de los tics de
los gorriones.
Aparte de eso, escribir poesía (pienso yo) es amasar
harina y miel, cortar muy fino el queso, azucarar el café
por recordar un amor, beberse de un trago la galaxia
del girasol, dormir sobre una piedra caliente de sol.
Tocar con la punta del dedo la herida abierta del
cielo. Sangrar azucenas.
Merendar a deshoras, pedir al muro que se agache
para amanecer antes, esquivar la orden expresa de
empezar el texto con mayúscula, repetir sin piedad
la palabra gorrión, el verbo inclinar, el adjetivo azul
colonial.
Escribir poemas es para mí, (con el permiso debido)
un acto reflejo al no saber hacer nada más para mejorar
el mundo.
140
69 cierra el libro
143
títulos publicados
1. La razón del mar / Lluis Fernández
2. Ofelia en los infiernos / Carmen Jurado Torresquesana
3. UN invierno llamado frío / Santiago Gómez Valverde
4. Espacios / Rosenda Fernández
5. Memoria húmeda de un caracol / Esther Ruiz Vázquez
6. Aunque es de noche / María J. de la Vega
7. Tus mil besos nuestros / Belén Gonzalo
8. Vérsame mucho / Raquel Fraga
9. Toda la luz es nuestra / Santiago Gómez Valverde
10. El tiem po azul / Lluis Fernández
11. Guaridas / José Manuel VIvas
12. Azul de lejanías / Santiago Gómez Valverde
13. Vital, un viaje hacia la danza / Gloria Alba
14. Pertenencia que inflama / Belén Gonzalo
15. Versos sin tiempo / Cristina Iglesias
16. Besando tempestades / Nur
17. El espejo, la mirada, la belleza / Santiago Gómez Valverde
18. Palabras para Darko / Carmen Jurado Torresquesana
19. En la nieve el cielo / Belén Gonzalo