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ESPLIEGO

LLUIS FERNÁNDEZ
Dirigida por Rosenda Fernández

© LLUIS FERNÁNDEZ, 2022


© Mandala ediciones, 2022
I.S.B.N.978-84-19294-01-2
Maquetación: Juan S. Paz
Imprime:

Impreso en España
En papel ecológico
A la bondad, donde quiera que se encuentre.

Campanet, 2022 primavera


0 Epítome de una vida

En resumen,
mi vida no fueron solo tres cosas.
ni algunas fechas, o algunos rostros,
ni determinadas maneras
de coleccionar soplos
o fantasmas.
Como aquella vez de aquel amor
en aquella tarde,
o el año de aquel examen, la época
del jardín silvestre de espliego,
la vez
en que me diste todas las playas
en una sola playa.
La comadrona que me entregó
los hijos,
como si me entregara
la propiedad del mundo.
El modo único que tenías
de atesorar caracolas,
7
los días en que brillaban
hasta nuestras propias sombras.
La mañana de la última vez.
Todas las últimas veces.
¿cuándo fue lo de la ruina?
Mi vida, en resumen, no ha sido
ese álbum de tapas rojas,
ni el recuerdo de un olor,
tampoco la cicatriz
de la herida más grande,
que ya apenas se me ve,
ni siquiera tu nombre
como título de mi existencia.
Mi vida, en resumen, no cabe
ni en un poema, ni en un suspiro,
ni en una bandada de diez mil palabras.
Mi vida, si hubiera que resumirla,
se achica y se reduce,
solamente,
si la echo al fuego
de leño en leño
en las tardes que refresca
y la miro esfumarse en el humo,
con mis ojos de viejo.

8
1 ESTANTERÍA

Me noto muerto,
muerto como las cosas
que un día coloqué
en ese estante
demasiado arriba
donde el polvo y el tiempo
se descuida.
Donde nunca llega el ánimo
y siempre es playa en bajamar.
Cárcel del olvido.
Pero yo me noto vivo,
vivo, si a las cosas que miro,
madera de olivo,
aún en el mismo estante,
el sol llega, lejano,
oblicuo, a morir dulce y amarillo.
En lo tuyo y mío, entonces
el atrás de los años encendido,
9
allí los horizontes que un día
conquistamos y compartimos.
Muerto, me noto allí muerto,
si todo tan distante y plano.
Vivo, me noto así vivo,
si eso nuestro, está al sol,
y le crece así el destino.

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2 AL ESTIU, TOTA CUCA VIU

...la expedición del abejorro,


la ingrávida romería
de las semillas pelusa,
el ir jaranero de las golondrinas.
Ay, verano de las niñerías.
Mis manos tras la conjetura
invisible de las horas,
física de un cometa en las auroras.
Este poema se ha escrito en relieve,
si por él pasas la mano, verás que tocas
una brisa malva, un infinito breve,
las migas de cuando niño entre los dientes.
También la piedra y el tiempo húmedo
que anida debajo de la piedra.
La sombra fresca que refresca,
el agua oscura con sus ondas
lentas, como de plata, como mudas.
Ay, verano de mis amores.
Toda risa en cortos pantalones,
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Perfecta lentitud del caminar
de los caracoles. Idílica actitud
del romero ante los calores.
Oh, tiempo azul que apacigua
al dragón lagartija, a la pared
donde la grieta, a la grieta
donde duerme la semilla.
Verano de niñerías, verano corto
y caliente, verano alivio de penas,
de noches con perfume verbena.
Auxilio de las luminosas cosas
que aún considero vivas
y considero, si tú quieres, nuestras.

12
3 La poesía es tocar la vida
con unas manos que antes no existían.

Consentido septiembre
privilegiadas uvas
pálido silencio verde
lánguido mi apetito
aunque
de vuelo como de cisne
blanco y sobresaliente
Las baladas, sus consuelos,
lo íntimo y cálido de amar
al cobijo de septiembre.

13
4 domingo entre agosto y octubre

Siete hilos de viñas.


Amanece despacio,
entre holgazán y exento.
Domingo de septiembre,
coincide color y calendario
al día que se besaron,
para siempre,
nuestras ramas,
flor de labio,
se besaron entre trenza
y machihembrado.

14
5 el poema es la larva,
tu lectura, su mariposa

Mira bien este escrito,


azules líneas venecianas.
¿adivinas aquí el compás del mar?
¿ves surgir, por el tejado de las letras,
mi mano de amigo?
Quizás el jazz de unas trompetas.
Acaso con voz cálida te digo:
eres mi ojalá de ventura.
Lee dentro del verbo, en este mismo momento
¿notas la brisa que entra por mi ventana?
En donde te escribo
¿hueles ese olor de bosque caliente en mi casa?
Escucha ahora, suena Chet Baker,
“I fall in love too easily”
¿Qué más, qué mejor imaginar?
Lee detrás de estas palabras,
¿ves irse en paz el día?
15
¿sientes cómo llaman a la puerta
los buenos recuerdos?
¿percibes el rozar del visillo
con el lomo de la tarde?
Acaricia, como yo ahora, el brazo del sillón.
Lento, como si desvelaras la arena
que cubre un pergamino
con la ruta de la salvación.
Como una carta de amor
a la humanidad. Claveles en el corazón.
¿comprendes bien mi intención?
mano amiga que surge de la nada,
como una barca en la niebla,
como cuando el cielo, sin más, se alarga.
Como dos que se inventan juntos
un rato, un poema, una magia.

16
6 ay, aquella vez

He ahí una mujer


que dobla la servilleta
como si quisiera recoger
un despliegue de recuerdos.
Pareciera que en el algodón
extendido le vivieran
los blancos días de antes,
los días del sol en el vientre.
Lenta, alisa la superficie
con pliegue gentil y triangular.
Como hacía él, cuando acariciaba sus muslos
con la parsimonia con que se mueven
las espigas en verano,
con la templanza del arroyo en mayo.
Huele, ay, el trozo de tela
igual a lo que olía su aliento,
nariz del alma, párpado apretado,
17
oler aquel
huracán de un solo placer.
Siente así
la papiroflexia de sus labios,
el cartabón de sus caderas,
el plumaje de los sentidos.
Quiere empequeñecer a pliegues
la cuadrada extensión de tela.
Enclave, ahora, de su catedral secreta.
Le parece así la servilleta
un lienzo con excusa de recuerdo,
tejido textura amor de vuelta
apenas un ejercicio
pero
de los de corazón a dentro.

18
7 Poema de casi nada o casi poco.

Alguna vez escribo un mar


con piel de dragón.
O un dragón con un mar en el ojo.
O un olivo al que le tiemblan las manos,
incluso se me ocurren cicatrices
en las manos del olivo.
Pero escribo, cada vez, por disimular.
Disimular escribiendo sobre gorriones
casi invisibles, casi eléctricos
tan pequeños gorriones
que casi persigo los arañazos en la nada
de sus fugas
casi ajenas, casi pardas.
Casi disimulo, ya te digo, que al escribir
no escribo, si no que te pienso conmigo.
Y como no sé bien lo que pienso,
redacto cosas y te las explico.
19
Una orilla inquieta que se moja
de izquierda a derecha,
un azafrán de nubes en la tarde,
la casa deshabitada sin darme cuenta.
Encubro pensarte, al escribir una garza
que nada nos dice cuando se marcha.
O suavizo el decir de tu nombre,
nombrando la corva ausencia
que siempre se alardea bajo los sauces,
o el gemido azul de un martes,
la brisa detenida
en el filo de ninguna puerta.
Hacer ver que escribo
tiene curiosas consecuencias,
aparecen entre las líneas
inexistentes correhuelas,
alados seres con metatórax
jinetes luna, aullidos tierra,
anómalos versos, pobres penas.
Alguna duna de blanca arena,
alejandrina flota de vela amiga.
Platón, haciéndonos la cena.
Disimular, disimular, hacer acopio
de poemas disimulo,
20
poemas que de todo digan todo,
aunque de ti,
digan poco, casi nada
o, a menudo, lo digan flojo.

21
8 CANTO DE LAS CAUSAS Y LOS QUIERO

Nada más irte, se termina


el sol en el invierno de mi vaso
la adolescencia en los claveles
la magia en los magos
el olor a pan en las panaderías
la gracia, en todos los payasos.
...
Pero, por el contrario,
si tú regresas
las ramas parpadean discotecas
de panderetas, hojas y azahar.
En las macetas, flores y trompetas.
Son más alegres las crestas
en las farolas y en las gallinas
y en mi barrio, soplan los niños
pompas color de mandarinas.
...
22
Si te marchas, prefiero que vengas
prefiero que vengas.
Al irte, prefiero que vengas
así, cuando llegas

las alondras en algarabía
en la cafetería sirven sifón
con su alegre música de lluvia
una ardilla encuentra su piñón
en la mantequilla dulce y rubia
del redondo ocaso sol limón.
...
Cuando llegas, todo más hondo
prefiero que vengas
las petunias, me tocan el hombro
las volteretas, prefiero que vengas
ruedan lunáticas esferas
cuando tú llegas yo prefiero
verdes rampas, que vengas
valles y bailes,
que lo que quiero
es que vengas y que de amor
yo prefiero, inclinados valles,

23
que vengas, que vengan ajajayes,
que vengas, que terminen
los cataclismos, las penas y
todas mis soledades.

24
9 Mediterránea, otoño del 21

Si quitas la almendra.
Quizás el poeta debiera
incendiar el bosque
con su pólvora de futuro.
Olvidar la mar, omitir
el amor en la hierba,
el amor en la orilla.
No escribir más de amor
ni de amor, ni de amor, ni de amor.
Abonar su verso con las cenizas
del incendio.
Pero entonces,
escribiría de barcos sin vela,
de velas sin viento,
de almendros sin flor,
del árbol sin su almendra.

25
10 RISA

Reír es un velero que se inclina


hacia un mar que se levanta.
Es espuma y es imperio
de magnolias en la garganta.
Dos vencejos y una pizarra,
nadie va más lejos
que libre la cigarra
que vive sin complejos
entre sus queridas cañas.
Reír es nieve que nieva
desde los pies hasta el alma,
es el deshielo
con el que la nube no contaba.
Reíd, palaciegos, paladines, a pico
y pala. Palomero, para lo que haga falta.
Pendencieros, pendejas, melocotoneros
y comadrejas, reíd a flor y a bocabarra.
26
La risa, tres ejércitos de una vez
reíd, como si cada risa fuera un pez
que de su pecera volara.
Reíd, cien, ahora, derecho, revés.

Credo de carcajada.
Con Sol, con agua, con hambre,
de gala, de primeras, de madrugada.
Que reír es un velero que se inclina
hacia un mar que ha de ser montaña.

27
11 cuando tus manos acogen mi cara

Eres la razón del mar


la cuna en que mis dedos
el recinto donde mis ojos
el domicilio en donde mi médula.
Eres mi sitio célula.
Caigo en ti
como lo último de la lluvia
cae en las higueras abiertas
como un noviembre que arde
en la absolución de una tarde.
Detienes mi rostro en tu mirada
con palmas que anidan
el aire perpetuo, jazmín camarada
laurel de tierra prometida
mi desolación acabada, concluida.

28
12 acontecimiento

Ojos, manos, boca, vientre.


Menciono ahora tus ojos
con los míos,
cuádruple mirada la nuestra
en donde la vida entera
se reúne y se concentra.
Hago alusión aquí a tu mano
con la mía,
diez agitadas preguntas con sus diez
abrochadas respuestas.
Aludo en este momento a tu boca
con la mía,
dos estruendos en la misma rambla
caudal buenaventura.
Ultimo el adagio señalando tu vientre
con el mío,

29
que abandonan la lógica,
sumando entre los dos, entre los dos,
entre los dos
tan solo uno
recóndito, enérgico,
cálido, conjuro acontecimiento.

30
12 LLUEVE

Qué desangrada está hoy la mañana,


tiene el rosto de anémica lluvia.
Acalla todo lo que toca,
incluso aquello que ni siquiera moja.
Oh, agua huérfana. Oh, hierba muda.
Qué quebrado amaneció, qué luz
hambruna, qué durmiente el charco.
Cuánta lejanía contiene mi mano.
Se han abatido unas nubes en el monte
como hace el velamen
roto sobre los barcos. Parecen
gordas, torpes, blancas naves.
Como los miedos de un niño.
Qué monumental desalojo, qué inmenso
desconsuelo hay hoy
en lo que mira mi ojo.

31
La afonía del soplo, la mucosidad del sol,
el vaho de un llover flojo.
Oh, cuchillos pobres. Oh, afligidos días.
Apática llovizna sin silueta,
indiferente ahogador de brillos.
Qué lánguido, qué frío cala hoy
en la existencia, en mis hombros
y en la lana de mi chaqueta.
Oh, almanaque de acero. Oh, súplica malograda.
Oh, jinetes sin chubasquero.

32
13 orgasmo

-Si se nos diera el caso


de nuestras manos, superficie
y por debajo.
Si ocurriera preferente
nuestros labios centella,
excedidos e incandescentes.
Si acaso de acuarela
nuestra cama
albor de duermevela.
Si por poder pudiera
un tanto más, el milagro
sísmico sucediera.
Si se nos diera el caso,
si se hundiera en la almohada
tu mejilla rubor ladeada.
Si acaso de tu labio rosal
un grito término, placer y colosal.

33
14 amar

Arabia erguida en tu escote


tu arena ensortija el albor
qué dedo en qué temblor
de los poros y del goce
del desierto y de la flor.
Alarde de curvaturas
descienden mis manos plumas
los labios madriguera
los huesos lazo y abrazadera
qué hondo algo tan liviano
cuánto arroyo en esto, tan milagro.

34
15 violencia de género

Callan, deshonran y matan.


No se escuchan los golpes
ni los gritos,
parece que el barrio fuese
cómplice, timorato y omiso.
Puede que algún pequeño
chasquido en algún miedo
ajeno o distinto.
El silencio se incuba en las almas,
y en las plazas,
como una malaria letal,
de picadura en picadura,
callada infamia,
teoría de la mugre,
motivo que lo que toca, pudre.
El barrio, la ciudad, la niña,
la madre, la paliza, el calambre.
35
No suena el hematoma, no chilla
la fractura, nada dice el tejido
ultrajado, sangrante y roto.
El silencio que nadie mide ni detiene,
otorga navaja, aberración y trance.
La muerte entonces viene y quiere
decir y dice
que tanto silencio, solo a ella,
le corresponde, se le da y se le debe.

36
16 Ladrón amigo

Hay un pájaro que me roba


instantes y ciruelas.
Picotea en mi plato
antes de yo acabarlo.
Ya lleva así muchos años,
creo que colecciona
lo más bonito
que de ti me va pasando.
Lo tengo ya por amigo,
como mi alado tesorero.
Guarda él en su nido
dos o tres minutos
del primer día que pasé contigo.
También un buen trozo
de cada beso que me diste.
Viene volando y se me lleva
tres de cada seis
37
de mis latidos
y algo de mi nevera.

Ese pájaro, de todo lo que yo te amo,


veloz, ladrón y muy pendiente,
tiene ya mucho almacenado.
Pero, para mí, siempre, (y para siempre)
será poco, hermoso e insuficiente.

38
17 compra impulsiva

Ayer compré una máquina


innecesaria, única, enigmática.
No dudé, aunque había otras
relucientes, llenas de botones
útiles e imprescindibles, con lucecitas
del extranjero.
Fui advertido, no tenía devolución,
no tenía uso, no se adjuntaban
instrucciones, no se disponían
en otros colores.
Tiene la forma que forma el hueco
de mi mano.
Tiene un tacto, como de mármol.
Tiene un peso, como de pájaro.
Tiene un gesto, como de salto.
Pareciera que si le da el sol de un lado
su sombra nos dijera algo.
39
Sin embargo, si se gira y la luz
hace lo contrario, creyera uno
que domina el calendario.
Tiene un mecanismo inútil
como un circulo
que girara y girara
sin señales, sin números, sin nada,
Nada tiene que te avise de algo,
pero si la sostienes en tu mano
notas cómo se mece
el mar mediterráneo.
Como si una nube se paseara
por la piel de un prado.
Como si tú fueses ese mar y
fueses ese prado.
Ocupa un espacio reducido
y no sirve absolutamente
para nada.
Aunque si oscurece a tu lado
tiene un reflejo como de fuego,
un incendio diminuto
en medio de la sábana helada.
Suficiente para esperar
que amanezca y se levante
40
el humo de por la mañana.
Carece de teclas, no tiene
envoltorio, ni se le añaden mejoras.
Pero si la tienes, puede que sepas
poner el dedo que tapa la luna
como si fueses un astronauta
en pijama, como si la luna
fuese la cara oculta de tu uña.
Compré una máquina
que no se usa,
que no tiene mercado, que nadie
vende,
pero cuya magia, ni acaba
ni caduca, ni nada pretende.

41
18 procedencia

Vengo de un sitio pequeño.


Las lunas se hacían de hilo
para entrar por el patio
hasta la almohada del niño.
Vengo de un barrio costura,
óxido, geranios, talleres ternura.
El sol se pintaba en pañuelos
entre balcones, paredes y anhelos.
Vengo de una pequeña amalgama
de calles prietas, con olor a retama,
vengo del sitio donde me dieron el alma.
Vengo y viene conmigo
a esta nueva mañana cargada de tiempo,
estructurada de hechizo.
Vengo y viene conmigo.

42
Los días empiezan siempre lo mismo
será lo que haremos, lo que los hace
distintos.
Vengo de un sitio pequeño,
que viene el alma conmigo, que tiene
las calles pequeñas, que tiene del patio
la luna, que tengo de ella
madejas de hilo.
Que vengo del tiempo
que existo, que tengo de la mañana
el hechizo, que viene de un barrio
pequeño.
Que vengo y tengo conmigo
el alma, el tiempo, la almohada del niño,
para coser esta distinta mañana,
pero para coserla contigo.

43
19 el mar nunca mide lo mismo

Ronca el árbol una espera,


meditan los calendarios
un ajedrez de estrellas.
He de callar claros y lunas.
La noche se rompe
por donde el alba llega.
El mar nunca mide lo mismo.
¡Es tan simple todo!
que mi pregunta tiembla
¿qué hacer mientras tú no llegas?
Acunar almendros, susurrar quejidos
mejorar acentos, rascarme el ombligo.
Rescatar del sueño al dragón dormido,
enumerar las armas, apellidar las rosas,
los versos y las cosas, pero claros, pero lunas,
aunque callados, calladas y sin sentido.

44
20 tempus fugit

Puede ser que no exista explicación,


que ocurra sin previa causa.
Es más, puede que no tenga consecuencia alguna.
Pero es inevitable, no admite grieta,
en todos mis ahora, te amo.
Hay tres tiempos,
antes, después, ahora,
un solo método,
vivir.
Habrá
poca memoria,
habrá poca esperanza.
Pero, es tan intensa y poderosa la vida
en ese amor del instante,
que solo necesita y puede el ahora,
todos los ahora.

45
21 DE PRINCIPIO A FIN,
FIN, QUE ES PRINCIPIO.

Trazo ahora para atrás


la vida de la ceniza.
Brasa, llama, madera
rama, tronco, semilla.
Invento aquí algo de sus días,
mis ojos que duermen delante
cuando se quema.
El obrero que la corta
y la trasiega.
Las manos finas y contables
que cuentan el peso de la leña.
El bosque, la hormiga que trepa.
el gorrión, con su volar
en aquella tregua.
La tierra que se abre
al árbol que nace, las manos
46
del viento que entierran
un piñón o una almendra.
Pienso en clasificar
los restos, en separar la mezcla.
Pero me cuesta y no encuentro
qué ceniza es de aquel vuelo,
cuál de aquel viento, cuánta pertenece
al beso que quién dio bajo su sombra,
al agua de sus venas, al nudo
de sus huesos.
Al carbono de su misterio.
Trazo para atrás
la cronología de la ceniza
recorro el tiempo y el mundo
abono con ella
el poema, el jardín y tal vez
la flor de otro comienzo.

47
22 el paso del agua en nosotros

Piensa,
todas las lágrimas han estado
antes en alguna nube.
La forma de las nubes
son piezas que faltan
en los mares que las añoran.
Piensa,
el vaivén en la playa, mide
la edad del mundo.
Somos, entonces nosotros, épocas en el viaje
de las aguas. Estaciones donde,
por un tiempo se detienen.
Piensa,
nuestro beso aquel tenía dentro, los mares,
las nubes,
la edad del agua, el ciclo
de las estaciones,
el intermedio de las añoranzas.
48
23 Lo de las heridas (tres)

Ya veré lo que hago


con esta quiebra en el aire,
con este poco de día,
con la palabra de amor decaída.
Tal vez consiga un remedio
entre la calderilla que cuestan
todos y tantos recuerdos.
Un pago, un absuelto.
Momentáneamente, un trago
de chiste remiendo.
Yo ya me arreglo, zurcir fue siempre
mi claro oficio silencio.
Quizá atiendan ahora a los heridos
de horas inciertas, de sitios vacíos.
Alguna buena gente de corazón ausente,
prácticas y aseadas sus muecas
de alivio fácil y bienhablado.
Ya veré yo lo que hago.
49
Luego me lo pienso, ahora solo
recuerdo y acuso recibo,
la vida importa cien,
la muerte importa uno, el amor
importa ciento más uno.

Después veré lo que hago


con la risa y con el daño,
o con la escalera o con el peldaño.
Con mi vida y con sus trazos,
veré, lo que hice y lo que hago.

50
24 El pan, el poema y el orgasmo,
para el que se lo trabaja.

Gánate un verso, merécete un poema.


Abre el aguacate con la mano,
suelta el fuego, acuchilla la pena,
dale otra vez, asesina. Suéltate
la melena.
Insulta con rabia, doctorada
y ciega.
Apodérate del texto, alcanza
la gracia plena, ingenia la danza
que danzan los almendros
sin todavía su almendra.
Gánate un verso, dale un hachazo
al tedio, pégale un soplamocos
al infierno, apúntate al fino
y elegante girar del molino de viento.
Merécete un poema, dile si no y si puedes,
al espejo que todo aquello no era cierto,
51
que el amor camina como un cangrejo,
que tanto amor, como poco, sería un cuento.
Dile y dale con puños y puñales
a la nube y a las juguetonas aves
que la vida vale si, de antemano,
tu destino lo diseñas y lo sabes.
Di tú la rima, dicta tú el poema
con tu risa desencierro, con azúcar,
o con hielo, manda al cielo tus palomas,
acaba con tus días de rumiar a solas.
Acaba tú la poesía.
Haz un gesto con lo más a mano
o con lo que lleves puesto,
una mueca de belleza, un rapto
de cualquier preciosa cosa.
Métele el dedo a la mermelada,
acaricia un humo lejano, acuérdate
de algún brillo puro y enamorado,
dile ven, dile voy o dile vamos,
a la causa y al causante
del amor, de la vida y del disparate.

52
25 soy, del verbo comulgar

Soy el camino y soy los zapatos,


la arenilla que cruje
y el sol que se desplaza.
Soy la línea dentada del horizonte,
la nieve lejana,
la métrica distancia
y el pájaro que bebe de la escarcha
que derrite.
Soy el abrigo que me abriga,
la carta en el bolsillo, el animal que pasta,
el pasto que pasa por su garganta
y las palabras que viven en esta carta.
Soy el paso y soy el detengo, soy el puño
cerrado y el suspiro de los vencidos.
La señal en la montaña, el giro incongruente
del águila lejana, soy la nieve
y soy el árbol en que descansa.
53
Soy enero y soy la mañana, soy el silencio
que esconde dentro voz y esperanza.
Soy el grito que se grita al no decir nada.
Soy el camino y soy una tierra abandonada.
El zapato, la huella, el paso y el caminar
con la mente despejada.
Soy la quietud, soy la duda, soy el miedo
y el hielo que cuelga de una rama,
soy el brillo que brilla breve
como una chispa bienaventurada.
Soy mi edad, mi sangre, mi voz,
soy un ser con alas, soy un bípedo señor.
Soy el resto del camino,
soy dos ojos sin rubor,
soy el pasado, soy lo poco, soy lo mucho
y enero y la mañana.
Soy, entre los arbustos,
soy la nieve y soy la flor

54
26 ya

Ahora.
La palabra que urge al presente.
Ahora, que aún hay voz,
ahora, que todavía las manos.
Que está la vida, ahora.
Cuando suenan acordes rotos
y llegan los amigos sin previo aviso
con una botella de emociones
y con otra de vino.
Ahora que hacemos pie,
ahora que el agua corre,
que la vida está, ahora.
Todavía, que me sé la letra,
que recuerdo el guiño,
que se baila sobre la madera.
Cuando aún huele
a cebollas en el horno,
a espliego en la entrada,
55
a sudor, lápiz y barro huele el niño.
Ahora, que no es tarde,
ahora, que el natural derecho,
que está la vida, ahora.
Cuando está el poema ya hecho,
cuando tienes rumbos y camisas,
el volumen en todo lo alto y
aún subes la escalera a toda prisa.
Ahora, actualmente, ahora.
Que hay pulmón, que hay un soplo,
que a uno le va la vida en ello,
que todavía no cierran las apuestas,
que siquiera está el reloj en hora.
Ahora, nunca más que ahora,
que la brisa, que la gente, que ha de ser
ahora.
Que hay un reír que espera, que hay
un beso que implora, que el de la guitarra
ni siquiera cobra.
Que la luz, que el clima, que la fecha
que la ropa, que el rito, que todo está,
si acaso, de sobra.
Que la caricia y su maniobra, que ha de ser,
precisa, urgente, indudablemente
ahora.
56
Que hacemos de la nada una fiesta,
que con la nada hicimos la vida,
que la deuda se pagó ya a cuenta,
que hay que hacer volar la falda.
Pero ha de ser ahora,
ahora que la casa aguanta,
ahora que de a poco la nube cruje,
ahora que la herida es vieja
y duerme.
Que la vida está, ahora.
En el instante que afuera ruedan
las catedrales y las jornadas.
Que a lo lejos, asambleas,
ruidos, el albor y los mañanas.
Ahora, no un ahora escaso,
no un ahora luego, ni un temeroso ahora.
Un ahora febril, un ahora dispuesto,
un ahora gigante,
en este vigente e irrepetible momento,
cuando tienes el ahora y la vida,
todavía por dentro.

57
27 Dinosaurios y vértigo en tus ojos

Tienes algo en los ojos,


como un ingrávido paisaje
donde las aves
hubieran perdido el habla.
Es en tu mirada
donde me parece
que la nación zulú amanece
innúmera, por la montaña y al alba.
¿Como te diría?
Te miro y me pongo a andar
por el más alto
alambre funambulista, vértigo
del novicio volador.
No sé decirte,
es como si en tus ojos
los océanos se persiguieran a sí mismos
con sus oceánicas manos
58
agitadas al viento.
Quiero explicarme,
en tu mirada yo diría, prehistóricas aves
sobrevuelan las fuentes de mi estupor.
Por decirlo fácil,
en tus ojos, mi manumisión. La liberación
de esclavos en el algodonal
de mi pecho.
La densidad ha sido abolida, el claro
de luna, es el idioma natal. Las estrellas
eximen sus destinos.
Mi sangre corre por el moflete
de las correhuelas.
En resumen, en tus ojos
el tiempo que me pasa, no sé por qué pasa
pero, perenne, se me queda
como dentro, como recóndito,
como diciendo alma y haciendo casa.

59
28 POEMA DE SED Y DE SALVACIÓN.

Sopla sobre el agua de un vaso,


verás emerger las altas torres
de Atlantís.
Moja tus labios con el agua
de dentro,
saciarás toda la sed
de una sola vez.
Calmarás, así,
la desolación y la sed.
Gira el agua con el giro
de los planetas,
oirás a los grillos del universo.
Pulsa el cristal,
sonará un cascabel en el ombligo
azul de algún glaciar.

60
Con un rayo suelto de abril,
cruza el agua y el vidrio,
verás el beso cien mil,
de los pocos que aún te di.
Toma el vaso,
como si sujetaras el último soporte
del mundo. Mira la transparencia,
como si quisieras llegar
por ahí a nuestro edén.
Moja en ella tus dedos,
bendice la mañana,
desaparecerán las trabas
en tu corazón y en su marcha.
Bébela, finalmente, de un trago.
El arroyo se habrá cumplido,
las lluvias habrán culminado,
anudarás así nuestros destinos.
Al final, será por esta sed
y por este vaso
por lo que nos habremos salvado.

61

29 Claustro, azahar y amor.

Catedralicio en tu sonrisa,
rezo en el edén
de tus pestañas.
Con solo un poco de tu olor
íntegra cosecha en flor.
Agricultor de mínimas zanjas
he de ofrecer mis manos
a la misericordia de tu pecho.
Ha, si azafrán,
oh, si zarzamora.
Enzarzar abriles y bocas
ha, si lluvia leve
oh, si caudal vehemente.
Guirnaldas en el costado
deslizar ahí el último laurel
y en la ruina, el todo
cascabel de ti y de oro.
Ah, si tú radiante y plena
oh, si yo enhorabuena y devoto.
62
30 pandemia y confinamiento

Tengo mares en las uñas


como los niños tienen barro
en las suyas.
Tengo barro en la mirada,
como los niños tienen mares
en sus alas.
Tengo un niño en el alma,
como un niño tendría
la vejez que yo tengo
si le quitaras la esperanza.

Suena tan violento el silencio


de la calle vacía,
que parece, más que una calle,
la pierna herida
de una niña malnutrida.
Suena el viento
sin su voz.
63
Tan raro se siente que,
más que viento,
a mí me parece
una inmensa afonía en el aliento.
Suenan frías voces
de negros peces
en oscuros ríos.
Suenan la nada y los ausentes,
suena la teja, suena el ovillo de paja
que rueda sobre la teja,
nido de nadie, ruido de falta.
Qué poco suena la calle vacía,
qué poco suena la vida,
impedidos el ánimo y las ganas.

64
31 1 más 1 suman, pero no se esfuman

Si llueve,
si allí donde tú,
oscurece o llueve.
O
si te oscurece por lo que te llueve.
Utiliza y recuerda
que yo siempre tengo
tus primaveras en mi techo.

En el amor,
somos ventanas de una cárcel,
desde fuera ven nuestras manos
y escuchan nuestros argumentos.
65
Hay veces que de una jaula a otra
llegan las caricias entre los encierros,
incluso se mezclan labios,
se rozan las alas
y hasta se comparten paraderos.
Pero, al cabo, nuestra celda
estaba siempre de la piel a los adentros,
alzada de individuo, condenada de desierto.

66
32 Óvulos de mandarina

Mi oro es de exhalación.
Quiero decir, un oro de aire,
es un oro que no pesa, inerte.
Que se va y que vuela,
tengo mucho más que mucho
nadie roba un oro que aligera.
Que cuando quiere hace la ida,
que cuando quiere, hace la vuelta.
...
Digo que lo tengo,
pero no es del todo cierto.
Es un oro pájaro, es un oro,
ya te lo digo, viento.
Es un oro calidoscopio
lo es por su forma
informal, lo es por tantos modos
que tiene de ser fértil y fenomenal.
67
...
Se parece a una mancha parda
con alas, en fuga y que cruza
el fondo verde del almendral.
Tiene aspecto de higuera
semblante de matorral.
Es un oro madreselva,
digo que guardo yo el oro
pero eso tiene poco de verdad.
...
Es de viñas nobles frente al mar.
Es un metal rebelde
al que nunca oirás tintinear.
Es un oro incierto.
Oro que atraviesa,
en las tardes de agosto,
la serenidad de una persiana.
Pura luz de agua girasol,
rama que crece silvestre y garza.
...
Tiene traza de parpadeo
entre las alas y el ensueño,
creerías que es reflejo, pero
sigue siendo de viento,
mi oro es de aire inquieto.
68
Con su brisa voy pagando
libertad, años y empeños.
...
De mí, mis oros, versos y fragmentos.

Dirías que reposa sobre el desierto,
que calienta el prado, que aloja
ahí sus óvulos de mandarina.
Pero te digo, es mi oro
y de verdad te recito, es de viento.
Contiene metralla de un incendio
muy lejano, que le gusta recorrer
tanto un cosmos
como la palma de mi mano.
...
Oro, oro, oro mariposas,
crisantemos, espinas
sedosas, del brillo oro que me quito
si con tu albor, al cabo,
amaneces y me iluminas,
si con tu risa admites
el aire, mi aire oro, como regalo
para tu tesoro,
para tu reparo.

69

33 niebla

He amado la huella de tu pie


en la arena aorta
de mis intestinas playas
durante el vaivén
de todos los mares,
como los incas
amaron la niebla, domicilio
de sus dioses.

70
34 Memnon

Siempre quise morir descalzo.


Sin ese ridículo acabar de pies
puntiagudo
que tienen todos los zapatos.
Con los dedos libres
mirando al cielo.
Dignamente, recién el tacto
de la tierra, como mueren
las flores, librando el pétalo
al aire y al suelo.
Pálidos pies sin zapato
se despedirán de la vida,
como dos amigos que se van juntos
y te dan la espalda.
La última sangre se me detendrá
al lado de las uñas, estatuas de Memnon
en alto.
71
Ceremonia del adiós, estación término,
dos gallardos cadáveres locomotor,
dos azucenas de mármol.
Dos pies de un feliz y difunto señor.

72
35 verano prehistórico

Las bayas y las moras,


las venas y las horas.
¿Qué penumbras se mueren de luz
a la muerte del día?,
¿de quién es la tarde en las zarzamoras?,
¿de qué su arcana luminiscencia?
Cálices negros, vulvas rojas,
el poderío verbena.
¿Quién clarea
de lívido el aura de la flora?
El ocaso suspenso en la hoja
espina,
el área pálida que le flota encima.
Mis manos que no se atreven
como siempre a todo se atreverían.

73
¿Qué magia tiene la zarza cuando se
le desploma el cielo y la atardecida?
Moras relámpago, moras mediterráneo,
caminos en verano, necesariamente,
a esa hora púrpura y enmudecida.
¿Qué queda de lo que eran?
aquellos y su era,
recolectores hombres mono.
¿Cuánta genética dejaron por mis venas,
por los zarzales, por las puestas?

74

36 mejoras y arreglos

Me gusta alisar la arena


con el lomo de la mano.
Creo que así,
devuelvo la playa a su origen.
De la misma manera,
me gusta aplanar lo aciago de la vida,
con la brisa de un soplo.
Creo que así,
cabe mejor lo inocente en los días.
Me gusta anotar el tamaño
que tiene
el hueco de las ausencias.
Creo que así las convoco,
cómodamente,
en mi pulmón y en mi presente.
75
Me gusta, sin embargo, arrugar
las líneas de mi frente.
Creo que así,
llego a ti, burlando al tiempo,
confundiendo la suerte.

76
37 la hija que nunca tuve

Lucía tiene un ojo verde


y en el otro tiene
mares al mediodía.
Su casa está en lo alto
de aquella playa. Sí, aquella.
Y tiene alondras en la risa.
Sabe el uso de la aerodinámica,
la de las nubes, la de las flechas,
la de sus manos bien abiertas.
Ya conoció el sabor de las uvas
en el labio intruso y ajeno.
Y sabe de memoria
recitar lo bueno del bueno de Celaya.
Lucía tiene un marido
que pasea con ella el día del libro.
77
Tienen ya dos hijos,
uno como un tigre y el otro
como un angelito.
Quién lo diría, cómo pasa la vida
con su desvanecer y con sus alas.
La visité por ti, ayer tarde,
como hacemos los fantasmas.
Discreto, algo alejado
con un poco de viento al lado.
Reía como tú lo hacías.
Como tú, miraba al libro
y al que le miraba mirar el libro.
Como tú, de mí
no tenía nada, nada más
que toda entera mi atención,
mi ausencia y un nido
donde dormía mi alma.

78
38 Os advierto

En la plaza decapitan
abriles,
como si descorcharan
botellines.
Son gente triste y tienen
dos inviernos donde los ojos.
No tienen tranquila el alma
ni les apetece un plato
tibio de esperanza.
Desahuciados de primavera,
sordos de ruiseñor,.
Vigilad bien, no sea que por debajo
de tanta rabia y de tanta pena,
os crezca
un diciembre, de flores, vengador.

79
39 los que fui

Mis años han sido


guepardos y delfines.
Edades de otros
ahora mismo.
De cero a cien en un patio
de escuela.
El mar, salto, vuelo y aleta.
La velocidad en el hocico
cazando gacelas y amapolas.
Varado y momia en una playa
de abandonada arena.
Manada y solitario,
qué rápido pierde aliento
el más rápido de todos.
Qué lejos, qué horizontes,
qué océanos tan hondos.
Mis años todos.
Guepardo joven
80
en las calles inclinadas,
de noches de alta
marejada.
Delfín amaestrado y volador
por una mano con un pez
en lo alto.
Las garras fuertes,
las aletas tristes,
el delfín valiente.
Las edades fueron mudando.
Las aguas claras, la sabana muerta,
la paz del mediterráneo,
los dientes del arrecife. Mis años
que se fueron volando.
Mis animales años
que han sido cazadores y
también fueron cazados.
Que han sido muchedumbre,
han sido solitarios y han sido
vegetarianos.
Edades de otros hombres
que se guarda y que se come,
en este día,
este vaivén de este
agradecido hombre.

81
40 ir atrás y corregir

Quisiera contradecir la historia.


Darle el alto al rumbo viejo
y lejano.
Ir a donde la palabra faltara.
Viajar, unas horas, a donde las horas
huyeran.
Objetar, con lucidez de futuro,
equivocados argumentos, razones
triunfantes, los pasos que fueron dados.
Quisiera contradecir y contradigo,
a los huecos en los años, a las penas
apenadas de falta,
al álbum de ninguna foto.
Quisiera torcer lo duro del tiempo
torcido.

82
Enderezar, desde atrás, el curso de un río.
Alargar mi letra,
hasta el inicio del nudo.
Escribir lo mismo, pero añadiendo
la redacción evidente de este
nuevo y posible futuro.

83
41 explorador

Sucede
en tu costilla un colibrí
de espera.
Una exhalación de selva
se te sube a la cordura.
Hay una raíz que suda
y el flotar del nenúfar
está en tu boca luna.
Ocurren zumbidos de miel
por dentro de la cueva,
huele a néctar de azucena.
Se escuchan papagayos
en tu pecho, el roce
de las enredaderas.
Sabes a los sabores de la savia
y de la hiedra.
84
Arriba del todo, en tus ojos,
aparecen, por fin, desnudas y libres
todas, todas, todas
tus panteras, con el total,
de todas, todas tus gacelas.

85
42 gemología

Aquí quedan de ti
las gemas amanecer,
las orbitales gemas
del cielo sin ruido.
Las gemas calladas
de brillo alborada.
Queda de ti, la gema
aurora, de insomnio fiero.
De satélite quieto,
de astronómica calma,
en la alba flor, en el alma plana.
La gema en el labio, la vena gema
abierta y clara, la gema trigo
y ruiseñor.
La piedra boreal, el cielo llano,
el serrín de estrella. La gema
y mi mano.
86
Queda aún, tu gema giroscopio,
y los astros gema, en el Caspio
del plexo propio.
Gema mar, de luz azul y madrugada,
gema casa, gema aún y todavía,
gema profunda y originaria.

Queda, de ti, la gema que flota


que vuela y agita el hueso
de la palabra rota.
Que, de ti, ahora,
gema somnolienta y tibia,
desnuda gema alimentada.
Queda gema suspiro, queda
tesoro escondido, gema que vuelve,
gema encuentro y gema nido.
Queda gema marina, que orbita,
que palpita, en el hueso estribo
de mi palabra y de mi destino.

87
43 Las manos congreso

Todos los días tienen algo de ti


solventé y decidí
saber el porqué
la orilla tejiendo dormida
el cielo soberbio sin peso
la brisa discurre sin ropa.
Los días tienen de ti
la vida distinta, el tiempo perfecto
las manos congreso
los besos de ovillo, la risa
que fluye, el destino completo.

Todos los días tienen algo de ti


el verbo bien dicho
la respuesta que vuela
el hielo de un suspiro
el oasis y la tregua.
88
Los días tienen
mi giro en la noche, despierto de ti
la tarde que se acerca a tu cama
las mañanas, en que florece un prometí.
Todos los días tiene algo contigo
contigo a mi lado
un bonito calendario, el sinfín
de un minuto
un poco del edén en los ojos
un quizás de milagro en el barrio
un puede que salvemos el páramo
y que se pueble de estrellas
lo borroso y lo árido
de los rumbos entre tinieblas.

89

44 materia prima

Éramos de arena.
Lo sé, porque aún
me quedan restos
en los calcetines del alma.
Y éramos de la misma arena.
Lo sé, porque aún
me quedas en el alma.
Éramos de aire.
Lo sé, porque aún
peso poco en todos mis sueños.
Y éramos del mismo aire.
Lo sé, porque aún
soplas mis ojos cuando duermo.
Éramos de mar.
Lo sé, porque aún
no puedo estarme quieto.
90
Y éramos el mismo mar.
Lo sé, porqué aún
te balanceas en mi pecho.

91

45 ADN

Estoy hecho de a hilo,


de a pocos, tejido.
Un casi de eterno,
un resto de meteoro.
La hebra de algunos besos,
los alambres de un lobo.
De perennes pocos,
los por pocos del todo.
Hecho de a hilo,
como el calidoscopio
de un germen pobre
pero muy poderoso.

92
46 Alguna vez, todos náufragos

Los náufragos tenemos


el ingenio del hambre,
el cuidado del cirujano,
la escasez del desierto.
Inventamos máquinas
que nos duermen
al contar las olas.
Instrumentos para
retener un poco de viento
en la mano.
Armas para matar el bostezo,
objetos ociosos que nos salvan
del dolor y del silencio.
Los náufragos sabemos
hacer fuego en el agua,
bailar sobre la nada,
vivir masticando la escarcha.
93
Porque sabemos que, alguna vez,
todos hemos de ser náufragos
que nadie vendrá a salvar.

94
47 donde tú

Tienes tú mis ciudades


y tienes mi playa.
Te dejé una mitad
de mar
y un modo indiscutible
de medir tus sonrisas.
Acuérdate de mi forma de mirarte
que se quedó también allá
en los espejos de tu vida.
Piensa, te ruego, en doblar
el papel donde tu nombre
crece entre los poemas
y, si puedes, suelta a volar
(alguna tarde)
mis manos abiertas.
Las tiernas, las de acariciar.
95
Tienes allí la lluvia que se nos regaló,
los acentos de la felicidad
en francés.
El idílico ecosistema
de nuestro abrazo vertical.
Te dejé, expresamente, mi traza
especial de caer en ti,
con la curva exquisita
del que no tiene regreso.
Tienes tú, allí, mi colección
de estrépitos, mi álbum de aleluyas.
La foto de mi primera
resurrección.
Allí, también tienes mi lado
blando, mi pulso pletórico, mi
asombro periódico.
Mis ciudades, mi playa
la médula de mis palabras,
el Canaán de mis átomos
y el código íntimo
de mis apetitos.

96
48 Repostería

Hazme de harina y de horno


amásame de risas azafranes
cocíname con horas capitanes
al fuego lento de tu contorno.
Quiero decirte canela y planes.
Prohíbeme a prueba y apruebo
ese lugar cálido y mancebo,
donde guardas tus huracanes.

97
49 Motivos de dicha

Anímate,
aún hay agua en el cráter
La lava se queda a la espera
Podremos ver el volcán
desde dentro de su albufera
Como Jonás vería el cielo
por el hueco que tenía la ballena.
Sé feliz,
todavía hay zumo
y quesos en la nevera
Podremos resistir el asedio
que han montado ahí afuera
los filisteos y sus secuelas.
Disfruta,
la casa tiene un patio
y tres macetas pequeñas

98
en una crecen rayos
en otra, magdalenas
y en la tercera, las semillas
de las otras dos primeras.
Alégrate,
hay dos cosas ciertas y claras
no se da la vida nunca por dada
y después de todo, son muchas menos,
entre tanta almendra,
las que son amargas.
Disfruta,
en el alba quedan restos
aún aprovechables
de las risas de los dioses
de los brillos que cruzan las ramas
del sobrehumano y constituyente
material con que se hace
la ternura de dentro del alma.

99
50 Urbana madriguera.

Me gustan los barrios


con nombres alegres
de sencillo trazado
con olores pobres
como a claveles
como a garbanzo.

Me gusta que sus calles
adelgacen el cielo
a modo de mundos pequeños,
que tengan bien emplazadas
sus fuentes y sus plazas
como niños, que tienen
el ombligo en sus panzas
o
como un anciano, meciendo
su historia bajo la calva.
100

Lugares dulces de perímetros crudos
cuadrados sitios plaza donde las tardes
se suceden encima de árboles desnudos
arterias en flor, asfalto sin alardes,
comercios enjambre, edificios huesudos.

Así son las calles madriguera
andando yo por ellas
de esa manera callejea
lo auténtico, lo sencillo,
lo barato, yo y mis zapatos.

101
51 siete perpetuidades

Una, que avisa y describe.


Olmos de otoño en su pelo,
el sol, allí, obraba farolillos rojos.
Sin embargo,
en sus labios, perlas
de frambuesa.

Dos, la imagen, la huella.
Se plantaba delante
de la ventana de las viñas
como si allí escuchase
el giro del planeta
o el aleteo de mi mirada
por su espalda.

Tres, aromas, ternura.
Entonces, yo acercaba mi voz
102
al olor de su pelo
con susurros como libélulas
entre flores y helechos.
Su sonrisa exhalaba el gas
de la vida,
brisa de luciérnagas
y algazara de espliegos.

Cuatro, las sábanas, los fuegos.
De su cuello abajo,
la indisciplina de la sangre,
las hambres del azúcar,
sus pechos hervidero.

Cinco, delicias y cielo.
Luego, cuando los lagos
del sosiego,
hacía sombras con sus manos
de las que surgían seres
indefinidos y mágicos,
seres de tinta breve.
Mas tarde,
adiestraba a la lluvia
para que me sonara su música
en el cristal.
103

Seis, donde las palabras y el aire.
Amar no requiere traducción
ocurre en las raíces,
en el origen de la respiración,
en el extremo
de todos los minutos,
en la punta de los propósitos.

Siete, de la muerte y del firmamento.
El tiempo es la electricidad
de un instante
que corretea por el recuerdo,
que se instala en las estrellas
y en la membrana del alma,
como aquellas gotas
de aquella lluvia
en aquel cristal
de aquella ventana.

104
52 HIJOS DE SOLES

Tú y yo fuimos hijos de dos soles,


que practicaban sus universos
en la juventud del mismísimo aire,
del mismísimo aire.
Nos caímos aquí, en lo inédito.
Te pretendí desde la hierba y,
como si los árboles flotaran,
desplomaste sobre mí
tu boca despeinada y carnal.
Fuimos ya dos atónitos inicios
recién resueltos de amor.
Luego,
en el valle verde y ladeado
construían la tarde roja
solo para podernos ungir,
tú y yo,
con la belleza de las cosas,
de todas las cosas.
105
53 condensación elemental

Mientras me afeito,
qué tristes las cosechas
de ausentes flores
y que pena las cortinas esas
que solo cubren
paredes ciegas.
Tan triste, me parecen,
los cuencos de fruta
sin fruta ninguna.
Tristes las manos
con ese gesto de búsqueda
en el vacío de una casa.
Qué lástima, las cáscaras
de la risa en el suelo,
las marcas de rímel
en el pañuelo,
106
el hipo de un niño
al que nadie da remedio.
Mientras me afeito,
un bosque impreciso
aparece, parece ebrio.
Suda,
con el sudor, la bruma.
Sus ramas ocres, sus troncos
amarillo pálido
herido de oros.
Silba canciones tristes
con la superficie joroba
de sus raíces.
Mientras me afeito
en el reflejo, el vaho,
lo despejo,
veo así mezclado
el afeitado,
algunas cosas tristes
y el otoño temblor del arbolado.

107
54 Bálsamo para omnímodas ausencias

Teníamos en el hipotálamo
manadas de jirafas
al trote africano
de nuestro deseo.
Aunque también es cierto
que, en ocasiones,
éramos leones tras ellas.
A ti, se te daba bien
trazar en el paisaje
paisajes acuarelas
con solo esbozar en el aire
un arco de arcoíris.
Teníamos las manos llenas
de presagios,
de alquimia,
de vírgenes tactos.
108
Rompíamos el silencio del alma
con el graznar
de las aves en la manigua.
Aunque a ciertas horas,
nos bebíamos la laguna
como si fuéramos
dos sequías desesperadas.
Tú, de blanca bruma.
Yo, zahorí abrumado
por la evidente agua
de nuestro lago.
Pero a veces,
se inundaba el aire
de guirnaldas venenosas,
polvo oro
mariposas,
eran entonces
tus ojos los acechos
de azules panteras
de salvajes bosques
en perennes primaveras.
Aliviábamos así,
prematuro, sin aún saberlo,
109
el peso feroz de todas
estas, que nos tocan ahora,
noches sin cielo,
extensas, frías,
y acurrucados a solas.

110
55 ONYAR

Fue en aquella ciudad


con criatura de río,
que pasa plano y sencillo.
Delante de las ventanas
con cristales con cara de río
plano y sencillo.
Sucedió cuando las luces eran
pobres y colgadas bombillas,
amarillas, noctámbulas,
desnudas y gordas bailarinas,
en el vientre de algún viento negro
de algún desangelado invierno.
Era una lunática mujer
con un bonito ombligo,
con un mirar de pregunta,
de almendra y de castigo.
111
Le pedí amordazar a sus dudas
liberar más aún a todos los gatos,
amaestrar a su mal dragón,
por una noche, serenar sus lunas.
Desalojar, un rato, la escarcha
de la soporífera fortuna.
Respondió que sí,
un sí de razón lobuna,
pero antes
solo quería obtener de mí
que al irme de amanecida
me llevara de allí,
un poco, un algo, de aquel río
tan plano y tan sencillo.

112
56 Del arrullo, su inventario.

Acomodaste tu somnolencia
en mi pecho.
Tuve que detener el cosmos,
chistar a las ramas del bosque
y desdoblar el vaivén del mar
en un solo ir.
Acallar al mundo
para que solo se escuchara
el roce de mis dedos
por tu pelo.

Inmóvil la tierra entera,
detenido el ruido
de los engranajes,
pasmadas las ruedas,

113
pétreas las cortinas,
como
de mármol las palomas
en el alféizar,
nada más
el movimiento
de dos de mis dedos
por tu pelo,
pareja danzando
en la soledad de un planeta
detenido y nuevo.
Era tiempo de dar nombre
a todas las cosas,
te señalé a lo lejos
(por ahí empecé)
mis dos pies, huesudas palmeras.
La sábana, nieve recién caída
aunque arrugada
por las huellas de algún lobo
en la madrugada.
La ventana al cielo, lanzadera
de nuestras naves
en expedición.

114
Los repetidos tropiezos
en la curva de tu cuello,
pasos del paseo lunar
por la Luna llena de enero.

Suspiré, y te dije que era


aquello
la brisa entrando al oasis,
como
viento cósmico entre tu pelo.

Dijimos;
deberíamos quedarnos así,
proclamar la quietud
nuestro imperio
y a mis dos dedos,
sus solitarios aventureros.
Afuera seguía todo quieto
paralizado el Sol, inerte
sobre el valle,
estáticas, deshilachadas

115
las nubes, como brazos abiertos
para ningún vuelo.
El campanario, puntiagudo
en estricto silencio.
Nadie más sería población,
nada más habría de suceder,
el tiempo y los pájaros
volarían en silencio e imperceptibles.

Mi piel, a veces, se hace


permeable a ciertas lluvias
que inundan el corazón
y las tripas
de ternura, de quietud,
de levedades.
Entonces, ante la inmensidad
del privilegio,
solo me queda escribir
del arrullo, su inventario.

116
57 Estricto es el azar.

El porvenir es un hilo de niebla


que apenas roza
la punta de tus dedos
cambia de forma
y crece en tu pecho
como pétalos del ahora.
...
Lo venidero vive enfrente
del ancho rio
caudaloso y sin puente.
...
El destino es un animal
extinto
de fósiles hermosos,
de ímpetu
adivino,
117
azar
que alardea y presume
su condición de previsto.
...
Pero hay esquinas en el mundo,
hay colinas,
aeropuertos, hay andenes,
decisiones, fantasías
que comprometen,
hay un viento que revolotea
nuestros papeles.
Insignes días,
catastróficos días, auroras
con prestidigitadoras luces,
ocasos con delicadas muertes,
Lugares de inequívoco momento,
donde el futuro acude
con más capricho que argumento.

118
58 geometría lineal

La vena por la que pasa


la sangre de un poema,
no es más ancha
que la línea en que se resuelve
y acomoda el horizonte.
Tan precisa y vasta
que cabe el alma de un hombre.
Y se puede, además, el mar,
Y se puede, encima, el alba.

119
59 SEIS HORAS Y CINCO MINUTOS,
HABÍA UN FARO.

Tan desnuda como un acantilado blanco,


en la hora del arrumbar de la aurora.
Diría que por ti huele,
el aire de mi alcoba,
a vainilla caliente.
Pareces una isla que emerge
al lento despertar de mis ojos.
En la hora en que los faros alumbran
su último brillo,
sobre el mar que resucita.
Tienes la sábana rendida,
como una lengua de nieve
tibia que se arruga en su caída
más allá de tu cintura.
Impreciso litoral de epidermis,
de luz y de bruma,
eres el aquí de mi ventana.
120
No puedo aún despertar a por ti,
ni siquiera debo llegar a la costa.
He de detenerme antes en esa distancia
justa y corta,
recrearme en ese milagro,
con poco más que un suspiro,
esta muestra por escrito
y el desabrochar de un te amo.

121
60 HILOS Y AYERES

Si los quizás se vendieran a peso.


Si febrero no tuviese
ese nombre tan serio.
Si las nubes no hubiesen roto aguas,
si el puesto de los paraguas
hubiese estado abierto.
Si hubiera durado menos
aquel concierto.

Tal vez nos hubiésemos refugiado


juntos bajo el mismo alero,
como árboles tristes los dos,
con los hombros como ramas
para cuervos,
122
con las manos lacias
dentro de los recuerdos,
bolsillos de gabardina.
Pero tan iguales todavía
en latidos, apetitos y anhelos.

Llegar a coincidir
-te hubiera dicho-
es cosa de corazones gemelos.
Si la lluvia fuera tan solo agua
-hubieras contestado-
pero son ayeres hilados que regresan
a su patria de océanos.
Si febrero no fuese tan efímero
-te hubiese insistido-
la vida tendría días de recambio.
Si la vida fuera un poco más despacio
-habrías sentenciado-
pero, sí, tal vez un café,
mientras nos secamos.
Tal vez
-te hubiese dicho -
123
la vida empezaría de nuevo,
mientras acaba febrero,
termina la lluvia
y nosotros,
nosotros nos amamos,
así, como sin conocernos.

124
61 Breve legado.

Por dejar,
os dejo mi huella encima del mar,
las ramas de un limonero
y el cazo donde guardaba
las fotos vuestro abuelo.
Repartid la herencia
como en casa siempre hemos hecho
con las olivas y los berberechos.
Generosos, con risas, en domingo
y la última de ellas o de ellos,
para el que de nosotros llegue
más risueño.
Tenéis en propiedad la octava parte
del cielo.
El resto es de los pájaros y para
el volar de vuestros deseos.

125
Heredad el amor
con el que os velé
mientras dormíais de pequeños,
y yo me moría
de amor y de sueño.
Será vuestro, el juego de los parques,
la alegría de mis esperas,
mi paciencia en las salas de espera.
Cuidad bien de lo liviano
de aquel ir vosotros en mis brazos,
del ir yo cargado de entusiasmo.
Os doy aquellos vuelos, cinco
misterios escondidos en la mano,
tres maneras
de cocinar con espliego, dos
libros de Hernández y uno
de Lorca. Los otros poemas,
de verdad que, al final, sobran.
Por legítima os toca,
la clave de abrir almendras,
el código íntimo de los olivos,
la puerta secreta de la vida
y la de las mareas.
El hecho natural de alcanzar
126
el paraíso con la mano, la extraña
forma de hablar a golpe de miradas.
Principal dote, sin embargo, son
los nombres que os asignaron al nacer.
Pues con ellos, en alto y de frente,
tendréis del mundo un dónde,
los amigos, los amores
y el tesoro ese
de hacer el bien aunque pese.


127
62 Obstáculos

Habría sido hermoso que usted


hubiese perdido el tren,
y yo me hubiera ofrecido
a llevarle en mi caballo
a galope hasta alcanzarlo.
Pero quiso ir usted
andando hacia el otro lado
donde la ciudad no tiene trenes
y a los gatos,
no nos dejan montar a caballo.
Tan bello podría haber sido,
tener yo a punto las velas y la barca
cuando a usted le dio por llorar
en la lánguida playa,
esperando al buque que jamás llegaba.

128
Pero quiso el destino
hacernos, hacernos a usted
el faro y a mi,
las rocas que lo aguantan.
Tanta ternura hubiera habido,
juntos de la mano.
Usted, sonrisa en lo alto,
yo, del futuro filosofando.
Usted, los ojos como Pacíficos
en calma,
yo, marinero acariciando el agua.
Pero se nos negó la causa
por ser yo pájaro que persigue
la sombra de una nube,
usted, el sol que con ella se tapa
y se cubre.

129
63 mujer raíz de mayo

Ella llegó, era mayo,


como la manzanilla,
todo flor y algo de tallo.
Un mucho de dulce,
un tanto de amargo.
Tres partes de brisa
y una de milagro.
Era mayo y ella llegó
como ocurre en los inicios,
cinco cachos de oro
y dos de precipicios.
Mayo de llegada,
ella, germen arriba,
medida improvisada.
Mezcla y compuestos,
una parte de aleteo,
130
tres de carnaval de insectos,
dos de floresta erguida.
Ella, mayo, toda química
ejerciendo oficio de vida.
Haciendo serenata,
unos gajos de lógica,
cuatro de catarata,
la brizna mitológica,
la dulzura inmediata.
Llegó a la puerta de las puertas
con sus ojos catedrales de agua,
dijo, es mayo y estoy enamorada.

131
64 la edad aquella

Achicábamos alegría,
inundados de gozos
hasta la barbilla,
eran ahogos de garzas
y de risa,
luego
nos dábamos prisa
simulando tener un destino.
Yo te hacía ver que era
un tipo serio
usaba el dedo como de bigote
o
como de pincel de nubes
o
de apaciguador del prado
o
digital explorador de tu labio.
132
Teníamos los pies encima
de las mesas donde merendaban
Apolos y Dulcineas,
teníamos la eternidad
deambulando por la casa.
Leíamos juntos a Whitman
en los posos de la taza.
A nuestras tertulias acudían
unicornios y simpáticos piratas,
eran días en los que la calle
olía lo mismo que una acuarela
recién pintada.
Aún los puentes servían
para besarse en su mitad
e ir al otro lado del universo.
En la ciudad, la lluvia
susurraba adoquines,
era el sitio de la revolución
de duendes y de querubines.
Sobrepoblación de personajes
con sus hazañas felices.
Ah, juventud planetaria
oh, levedad sin carga.

133
Tiempos donde aún la muerte
no enseñaba ni sus dientes
ni sus afiladas cartas.

134
65 la memoria es aire

Somos trozos de un río


de alientos.
Aire guardado del día plano,
del día virgen, del día adiós.
Pedazos ajenos y propios
de la vida que pasó por el pulmón,
somos almacén de auras
del tiempo luz,
del día emoción, de los instantes
devastación.
Nos hacemos memoria
con una materia sin carne,
sin casa, sin manos,
sin cambios o solución.
Somos el aire y somos el globo,
somos la fina piel de un viento
que ya pasó.
135
66 disolución lenta

Si me quedara aún corazón,


o
una migaja olvidada de esperanza
en el fondo de algún bolsillo.
Si aún dolieran, por lo menos,
los aciagos días en soledad,
sentir, quizás, el aguijón
de otras primaveras.
Pero eso es ahora inoportuno,
he de hacer la digestión
de aquel atracón de vida
que fueron tus ojos.

136
67 Entrevista con el autor

él— Resume tu vida en tres palabras.


yo— Pescar con papá.
él— Bueno, que sea en seis.
yo— Elvirita parecía esperarme en su portal.
él— Ejem, quisiera seis palabras algo más amplias.
yo— Playa, mar, risa, amistad, belleza, amor.
él— Disculpa, quise decir que te definan ampliamente
pero a ti, personalmente.
yo— Playa, mar, risa...
él— No, no, a ver, tipo... templanza, valentía, ternura,
curiosidad, humildad, pasión.
¿me explico? ¿Qué palabras te definen?
yo— Cuando amo, lo hago sin condiciones.
él— No cuentes los artículos, adverbios ni parecido.
yo— Nací, observé, amáronme, amé, amo, amaré.
él— Bueno, dejémoslo. No era eso, pero está bien.
yo— Vuelve más adelante, cuando se acabe mi vida,
tal vez las tres primeras te sirvan entonces.
Pescar con papá.
137
68 quisiera decir

…escribir poesía es (a mi modo de ver) desarmar un


electrodoméstico sin ser técnico de electrodomésticos.
Tomar un destornillador e inaugurar un despiece.
Armazón, cámara de aislamiento, cableado
superficial, cableado interno. Bobina, motor. El hígado
de la máquina. El sentido de sus huesos, la savia
atornillada de su alma.
La máquina de café primero. Luego la tostadora, la
nevera, el microondas…
Y luego, una vez formada una pequeña idea de
su constitución, una vez comprendido algo del
incomprensible mundo de los electrodomésticos, una
vez contabilizados tornillos microscópicos, resistencias
eléctricas inconcebibles, ruedecitas recónditas. Es
entonces, y solo entonces, cuando haces con todo, con
todo eso, el desayuno.
Tu insólito desayuno, el poema.
Escribir poemas (a mi modo de entender) es
trasladarse al país de las frutas. Sin ser agrónomo o
frutero.
138
Andar entre las hileras de manzanos seleccionando
manzanas y enanas primaveras. Administrar los
propósitos del néctar. Dejarse las yemas de los dedos
arrullando a las viñas, zanjando septiembres.
Subirse, uno a uno, a todos los cerezos de la colina, y
una vez en su alto, una a una, arrimarse a todas y cada
una de sus ramas. Y una vez en la rama, una a una, abrir
las cerezas con lo invisible.
Y una vez la arboleda, entonces el nutriente, cuando la
hojarasca y el extracto, una vez la fruta, y solo entonces,
morder la esencia de la cosecha, hacer el poema.
Creo (humildemente) que escribir poesía es
transformarte en ave marina. Sentir el viento en la
pluma, comprender el músculo de las alas, acomodar la
mirada desde lo alto de la roca.
Sobrevolar la paralela de la orilla, zigzagueando el
trazo del vaivén, proyectar la sombra sobre el ondular
de dunas y registrar, una a una, las inclinaciones de la
arena. Extender las alas y planear en la térmica salada,
cruzar la bolsa de aire cálido, anotar el romper suave
del mar.
Inscribir en el propio plumaje, uno a uno, los restos
de la marea, los pedazos muertos llegados de lejos,
llegados del tiempo y del azar.
Y una vez en las manos un mínimo archivo de orilla,
un extracto pequeño cambiante de playa. Entonces,
y solo entonces, hacer huella en la arena, escribir un
poema.

139
Por tanto, escribir poesía (bajo mi respetuoso
concebir) es operar de amígdalas a un tigre despierto.
Es nadar a ciegas entre cocodrilos. Es cometer pecado,
cumplir penitencia, anunciar el hundimiento, corregir
la historia, avisar de salvaciones y avisar de los tics de
los gorriones.
Aparte de eso, escribir poesía (pienso yo) es amasar
harina y miel, cortar muy fino el queso, azucarar el café
por recordar un amor, beberse de un trago la galaxia
del girasol, dormir sobre una piedra caliente de sol.
Tocar con la punta del dedo la herida abierta del
cielo. Sangrar azucenas.
Merendar a deshoras, pedir al muro que se agache
para amanecer antes, esquivar la orden expresa de
empezar el texto con mayúscula, repetir sin piedad
la palabra gorrión, el verbo inclinar, el adjetivo azul
colonial.
Escribir poemas es para mí, (con el permiso debido)
un acto reflejo al no saber hacer nada más para mejorar
el mundo.

140

69 cierra el libro

Mira hacia donde van las páginas, con esa sandunga


de voltereta en el aire.
Es la dirección exacta al corazón de las personas, de
las personas que han leído poesía.
Y se la guardan.
Mira, verás la ruta ancha, la senda donde vuelan y
caminan los animales inventados, los seres prodigiosos
que fueron descubiertos. Los espíritus de lo que antes
era inanimado, el fulgor de un pétalo, el rodar de las
ruedas de los gigantes carros de espliego. El crepitar
ardiente de la flor que mira siempre al sol.
Verás navegar los buques de despedida, las naves
que nunca encontraron su bienvenida, el zozobro de
las esperanzas, el canto alegre de reconocer de nuevo
la vida.
Mira, amor mío, mira a ese lado, por donde gira la
esquina del papel, por donde el ángulo de la poesía
escrita.
Encontrarás el sendero donde los pulsos, donde
el suspiro, donde la causa. Donde andan las barcas
141
ladeadas de atardecer, donde la arena escribe ese
nombre otra vez.
Verás, si hacia allí miras, el congreso de las lunas
grulla, el abrazo de la luz caída sobre el tallo caído, el
brusco soplo que se llevó la hojarasca caída.
El mismo aire, cometa, sábana. Del gorrión, cabriola
en su ala. El mismo aire, la misma agua de aquel beso
en aquella mañana.
Del pasar las páginas, del leer, del guardar, de vivir, se
levanta la esquina, se va un poema.
Sumarás tu mirada a las del desfile de alas, grupal
aerodinámica de bandada, al discurso de los mirlos al
alba, a las manos que iniciaron el largo recorrido sobre
la piel amada.
No gastes la vida en dibujar el mapa, solo un instante,
mira hacia donde van las páginas, el elegante salto,
la perfecta punta de un papel escrito que se va con
cuatrocientos trozos de alma, caracteres de algún poeta
en comunión con alguna lectora mirada, de algún
singular momento. En un acto unísono de amor, de
belleza, de literatura.
Mira en esa dirección, se te irán los pies, voltearás el
rígido eje de la apatía, te parecerá un río transparente,
caudal de destino, una ladera suave de exactitudes y
purezas. Te aparecerá la amplia avenida donde cabe la
razón de la vida, el lúcido criterio de entender que es
solo el amor, solo el amor, lo que despliega vida, lo que
excita la vida, lo que agiganta la vida, a los vivos y a la
belleza.
El ir de la página, el ir del leer poesía.
142
Y a veces, solo a veces, el giro contrario, el giro hacia
atrás de cerrar la tapa, como cuando se cierran las
heridas en el alma.

143
títulos publicados
1. La razón del mar / Lluis Fernández
2. Ofelia en los infiernos / Carmen Jurado Torresquesana
3. UN invierno llamado frío / Santiago Gómez Valverde
4. Espacios / Rosenda Fernández
5. Memoria húmeda de un caracol / Esther Ruiz Vázquez
6. Aunque es de noche / María J. de la Vega
7. Tus mil besos nuestros / Belén Gonzalo
8. Vérsame mucho / Raquel Fraga
9. Toda la luz es nuestra / Santiago Gómez Valverde
10. El tiem po azul / Lluis Fernández
11. Guaridas / José Manuel VIvas
12. Azul de lejanías / Santiago Gómez Valverde
13. Vital, un viaje hacia la danza / Gloria Alba
14. Pertenencia que inflama / Belén Gonzalo
15. Versos sin tiempo / Cristina Iglesias
16. Besando tempestades / Nur
17. El espejo, la mirada, la belleza / Santiago Gómez Valverde
18. Palabras para Darko / Carmen Jurado Torresquesana
19. En la nieve el cielo / Belén Gonzalo

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