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POEMA 1 Rube Orellana

Todo es Ronda
Los astros son rondas de niños
jugando la Tierra a espiar...
Los trigos son talles de niñas
jugando a ondular...
a ondular...

Los ríos son rondas de niños


jugando a encontrarse en el mar...
Las olas son rondas de niñas
jugando la Tierra a abrazar...

POEMA 2 Lidia Espinoza


Todo es Ronda
Los astros son rondas de niños
jugando la Tierra a espiar...
Los trigos son talles de niñas
jugando a ondular...
a ondular...

Los ríos son rondas de niños


jugando a encontrarse en el mar...
Las olas son rondas de niñas
jugando la Tierra a abrazar...
POEMA 3 Ximena Chávez
Dame la mano
Dame la mano y danzaremos;
dame la mano y me amarás.
Como una sola flor seremos,
como una flor, y nada más...
El mismo verso cantaremos,
al mismo paso bailarás.
Como una espiga ondularemos,
como una espiga, y nada más.
Te llamas Rosa y yo Esperanza;
pero tu nombre olvidarás,
porque seremos una danza
en la colina y nada más...

Poema 4 Yomara Pérez


Dame la mano
Dame la mano y danzaremos;
dame la mano y me amarás.
Como una sola flor seremos,
como una flor, y nada más...
El mismo verso cantaremos,
al mismo paso bailarás.
Como una espiga ondularemos,
como una espiga, y nada más.
Te llamas Rosa y yo Esperanza;
pero tu nombre olvidarás,
porque seremos una danza
en la colina y nada más...

Poema 5 Paulina Miranda


Apegado a mí
Velloncito de mi carne
que en mis entrañas tejí,
velloncito tembloroso,
¡duérmete apegado a mí!

La perdiz duerme en el trigo


escuchándola latir.
No te turbes por aliento,
¡duérmete apegado a mí!
Yo que todo lo he perdido
ahora tiemblo hasta al dormir.
No resbales de mi pecho,
¡duérmete apegado a mí!

Poema 6 Eneidys Hernández


Riqueza
Tengo la dicha fiel
y la dicha perdida:
la una como rosa,
la otra como espina.

De lo que me robaron
no fui desposeída;
tengo la dicha fiel
y la dicha perdida,
y estoy rica de púrpura
y de melancolía.

¡Ay, qué amante es la rosa


y qué amada la espina!
Como el doble contorno de dos frutas mellizas
tengo la dicha fiel
y la dicha perdida
Poema 7 Paola Araya
La madre triste
Duerme, duerme, dueño mío,
sin zozobra, sin temor,
aunque no se duerma mi alma,
aunque no descanse yo.

Duerme, duerme y en la noche


seas tú menos rumor
que la hoja de la hierba,
que la seda del vellón.

Duerma en ti la carne mía,


mi zozobra, mi temblor.
En ti cierren mis ojos:
¡duerma en ti mi corazón!

Poema 8 Nadja Troncoso


Corderito
Corderito mío,
suavidad callada:
mi pecho es tu gruta
de musgo afelpada.

Carnecita blanca,
tajada de luna:
lo he olvidado todo
por hacerme cuna.

Me olvidé del mundo


y de mí no siento
más que el pecho vivo
con que te sustentó.
Y sé de mí sólo
que en mí te recuestas.

Poema 9 Johanna Albanez Obrerito


Madre, cuando sea grande,
¡ay..., qué mozo el que tendrás!
Te levantaré en mis brazos,
como el zonda al herbazal.
O te acostaré en las parvas
o te cargaré hasta el mar
o te subiré las cuestas
o te dejaré al umbral.
¿Y qué casal ha de hacerte
tu niñito, tu titán,
y qué sombra tan amante
sus aleros van a dar?
Yo te regaré una huerta
y tu falda he de cansar
con las frutas y las frutas
que son mil y que son más
O mejor te haré tapices
con la juncia de trenzar;
o mejor tendré un molino
que te hable haciendo el pan

Poema 10 Cristina Inostroza El Botoncito


Yo tenía un botoncito
aquí, junto al corazón.
Era blanco y pequeñito
como el grano del arroz.
De la luz lo defendía
en la hora del calor.
Yo tenía un botoncito
apegado al corazón.
Fue creciendo, fue creciendo
y mi sombra la pasó.
Fue tan alto como un árbol
y su frente como el sol.
Fue creciendo, fue creciendo
y el regazo me llenó;
y se fue por los caminos
como arroyo cantador...
Lo he perdido, y así canto
por mecerme mi dolor:
«¡Yo tenía un botoncito
apegado al corazón!»
Poema 11 Jazmin Casanga
Viernes Santo
El sol de Abril aún es ardiente y bueno
y el surco, de la espera, resplandece;
pero hoy no llenes l'ansia de su seno,
porque Jesús padece.

No remuevas la tierra. Deja, mansa


la mano y el arado; echa las mieses
cuando ya nos devuelvan la esperanza,
que aun Jesús padece.

Ya sudó sangre bajo los olivos,


y oyó al que amó que lo negó tres veces.
Más, rebelde de amor, tiene aún latidos,
¡aún padece!

Porque tú, labrador, siembras odiando


y yo tengo rencor cuando anochece,
y un niño hoy va como un hombre llorando,
Jesús padece.

Está sobre el madero todavía


y sed tremenda el labio le estremece.
¡Odio mi pan, mi estrofa y mi alegría,
porque Jesús padece!
Poema 12 Lorena Morales
Con tal que te duermas
La rosa colorada
cogida ayer;
el fuego y la canela
que llaman clavel;
el pan horneado
de anís con miel,
y el pez de la redoma
que la hace arder:
todito tuyo
hijito de mujer,
con tal que quieras
dormirte de una vez.
La rosa, digo:
digo el clavel.
La fruta, digo,
y digo que la miel;
y el pez de luces
y más y más también,
¡con tal que duermas
hasta el amanecer!

Poema 13 Evelyn Lara


Doña Primavera
Doña Primavera
viste que es primor,
viste en limonero
y en naranjo en flor.

Lleva por sandalias


unas anchas hojas,
y por caravanas
unas fucsias rojas.

Salid a encontrarla
por esos caminos.
¡Va loca de soles
y loca de trinos!
Doña Primavera
de aliento fecundo,
se ríe de todas
las penas del mundo...
No cree al que le hable
de las vidas ruines.

¿Cómo va a tocarlas
entre los jazmines?
¿Cómo va a encontrarlas
junto de las fuentes
de espejos dorados
y cantos ardientes?
De la tierra enferma
en las pardas grietas,
enciende rosales
de rojas piruetas.

Pone sus encajes,


prende sus verduras,
en la piedra triste
de las sepulturas...
Doña Primavera
de manos gloriosas,
haz que por la vida
derramemos rosas:

Rosas de alegría,rosas de perdón,


rosas de cariño,
y de exultación

Poema 14 Priscila Guerrero


Amor Amor
Anda libre en el surco, bate el ala en el viento,
late vivo en el sol y se prende al pinar.
No te vale olvidarlo como al mal pensamiento:
¡lo tendrás que escuchar!

Habla lengua de bronce y habla lengua de ave,


ruegos tímidos, imperativos de amar.
No te vale ponerle gesto audaz, ceño grave:
¡lo tendrás que hospedar!

Gasta trazas de dueño; no le ablandan excusas.


Rasga vasos de flor, hiende el hondo glaciar.
No te vale decirle que alberga rehúsas:
¡lo tendrás que hospedar!

Tiene argucias sutiles en la réplica fina,


argumentos de sabio, pero en voz de mujer.
Ciencia humana te salva, menos ciencia divina:
¡le tendrás que creer!

Te echa venda de lino; tú la venda toleras;


te ofrece el brazo cálido, no le sabes huir.
Echa a andar, tú le sigues hechizada aunque vieras
¡que eso para en morir

Poema 15 Alejandra Palazzo


Verano
Verano, verano rey,
del abrazo incandescente,
sé para los segadores
¡dueño de hornos ! Más clemente.

Abajados y doblados
sobre sus pobres espigas,
ya desfallecen. ¡Tú manda
un viento de alas amigas !

Verano, la tierra abrasa :


llama tu sol allá arriba ;
llama tu granada abierta ;
y el segador, llama viva.
Las vidas están cansadas
del producir abundoso
y el río corre en huída
de tu castigo ardoroso.

Mayoral rojo, verano,


el de los hornos ardientes,
no te sorbas la frescura
de las frutas y las fuentes...

¡Caporal!, echa un pañuelo


de nube y nube tendidas,
sobre la vendimiadora,
de cara y manos ardidas!

Poema 16 Miguey Díaz


Piececitos

Piececitos de niño,
azulosos de frío,
¡cómo os ven y no os cubren,
¡Dios mío! ¡Piececitos heridos

por los guijarros todos,


ultrajados de nieves
y lodos!
El hombre ciego ignora
que por donde pasáis,
una flor de luz viva dejáis;

que allí donde ponéis


la plantita sangrante,
el nardo nace más
fragante.
Piececitos de niño,
dos joyitas sufrientes,
¡cómo pasan sin veros
las gentes!
Poema 17 Olivia Arancibia
Caricia
Madre, madre, tú me besas,
pero yo te beso más,
y el enjambre de mis besos
no te deja ni mirar...

Si la abeja se entra al lirio,


no se siente su aletear.
Cuando escondes a tu hijito
ni se le oye respirar...

Yo te miro, yo te miro
sin cansarme de mirar,
y qué lindo niño veo
a tus ojos asomar...

Los ojitos que me diste


me los tengo de gastar
en seguirte por los valles,
por el cielo y por el mar..
Poema 18 Ivo Carvajal
Verano
Verano, verano rey,
del abrazo incandescente,
sé para los segadores
¡dueño de hornos ! Más clemente.

Abajados y doblados
sobre sus pobres espigas,
ya desfallecen. ¡Tú manda
un viento de alas amigas !

Verano, la tierra abrasa :


llama tu sol allá arriba ;
llama tu granada abierta ;
y el segador, llama viva.

Las vidas están cansadas


del producir abundoso
y el río corre en huída
de tu castigo ardoroso.

Mayoral rojo, verano,


el de los hornos ardientes,
no te sorbas la frescura
de las frutas y las fuentes...

¡Caporal!, echa un pañuelo


de nube y nube tendidas,
sobre la vendimiadora,
de cara y manos ardidas
Poema 19 María Cecilia Sainz de la Peña
Desolación

La bruma espesa, eterna, para que olvide dónde


me ha arrojado la mar en su ola de salmuera.
La tierra a la que vine no tiene primavera:
tiene su noche larga que cual madre me esconde.

El viento hace a mi casa su ronda de sollozos


y de alarido, y quiebra, como un cristal, mi grito.
Y en la llanura blanca, de horizonte infinito,
miro morir intensos ocasos dolorosos.

¿A quién podrá llamar la que hasta aquí ha venido


si más lejos que ella sólo fueron los muertos?
¡Tan sólo ellos contemplan un mar callado y yerto
crecer entre sus brazos y los brazos queridos!

Los barcos cuyas velas blanquean en el puerto


vienen de tierras donde no están los que son míos;
y traen frutos pálidos, sin la luz de mis huertos,
sus hombres de ojos claros no conocen mis ríos.

Y la interrogación que sube a mi garganta


al mirarlos pasar, me desciende, vencida:
hablan extrañas lenguas y no la conmovida
lengua que en tierras de oro mi vieja madre canta.

Miro el llano extasiado y recojo su duelo,


que vine para ver los paisajes mortales.
La nieve es el semblante que asoma a mis cristales;
¡siempre será su altura bajando de los cielos!

Siempre ella, silenciosa, como la gran mirada


de Dios sobre mí; siempre su azahar sobre mi casa;
siempre, como el destino que ni mengua ni pasa,
descenderá a cubrirme, terrible y extasiada
Poema 20 Alvaro Coronado
Ausencia

Se va de ti mi cuerpo gota a gota.


Se va mi cara en un óleo sordo;
se van mis manos en azogue suelto;
se van mis pies en dos tiempos de polvo.

¡Se te va todo, se nos va todo!


Se va mi voz, que te hacía campana
cerrada a cuanto no somos nosotros.

Se van mis gestos, que se devanaban,


en lanzaderas, delante tus ojos.

Y se te va la mirada que entrega,


cuando te mira, el enebro y el olmo.

Me voy de ti con tus mismos alientos:


como humedad de tu cuerpo evaporo.

Me voy de ti con vigilia y con sueño,


y en tu recuerdo más fiel ya me borro.

Y en tu memoria me vuelvo como esos


que no nacieron ni en llanos ni en sotos.

Sangre sería y me fuese en las palmas


de tu labor y en tu boca de mosto.

Tu entraña fuese y sería quemada


en marchas tuyas que nunca más oigo,
¡y en tu pasión que retumba en la noche,
como demencia de mares solos!

¡Se nos va todo, se nos va todo!

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