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TIPOS DE DIRECTIVOS

Si se toma en cuenta que cada ser humano tiene su propia personalidad, consecuentemente la
actitud en el mando o la forma de ejercer la autoridad nunca será idéntica entre un directivo y
otro; será diferente la relación según cada temperamento, preparación, carácter, formación
experiencia y problemas que debe afrontar.

Varios autores proporcionan una serie de tendencias positivas o negativas para ejercer el mando o
la autoridad y, en consecuencia, una tipología de los directivos que vale la pena tener presente. A
continuación, se hace una presentación descriptiva de algunos casos frecuentes de
comportamiento de los directivos.

EL DIRECTIVO AUTÓCRATA: Es el clásico dictador, solamente sus ideas son valederas; de carácter
egocéntrico, poco le importan las necesidades y sentimientos ajenos, todo el personal es tratado
como lacayo que debe sujetarse ciegamente a sus órdenes. Es egoísta, irritable y en algunos casos
hasta brutal, nunca acepta que está equivocado, fácilmente monta en cólera; es también conocido
como el “directivo chicharronero” pues, como dice el dicho popular: “solamente mis
chicharrones truenan”.

La sobrestimación de su persona, casi siempre equivocada, motiva constantemente problemas


graves, descontentos, conflictos laborales; provoca frustraciones y hace “rodar” a las escuelas.

El trabajo se hace por coerción más que por convencimiento, más por miedo que por solidaridad.
La murmuración es el pan de cada día y provoca rencores que nunca se olvidan.

Este tipo de directivo es de lo más negativo en los planteles; a veces es tanto el desprecio que
siente hacia los demás, que se convierte en obstructor del progreso.

EL DIRECTIVO INDIFERENTE (QUE DEJA HACER): Es la persona pusilánime que teme a las
responsabilidades; no da ninguna instrucción y todo lo delega irresponsablemente: el trabajo, la
autoridad y las funciones; permite que cada maestro, empleado o alumno haga lo que le plazca.

Consecuentemente, existe en el plantel a su cargo desorganización, indisciplina, destrucción del


edificio, instalaciones y mobiliario, e irremediablemente, los resultados del trabajo son mediocres.
Es el directivo que lenta, pero eficazmente, destruye a las escuelas.

EL DIRECTIVO MAQUIAVELICO: Es la persona insegura que maneja las intrigas para mantenerse en
el puesto; procura no realizar juntas con los maestros o padres de familia porque les teme;
prefiere hablar en privado con los que considera líderes o personas que le pueden obstaculizar su
trabajo, es hábil en conspiraciones aplicando el principio de “divide y vencerás”.

Generalmente, los planteles a su encargo funcionan irregularmente, pues en ellos priva un clima
de intrigas y murmuraciones entre el personal.

EL DIRECTIVO VANIDOSO: Es la persona amante de la lisonja; es parcial; auxilia sólo a la persona


que lo alaba y que se endulza el oído; es agrio y quisquilloso, se siente importante por el prestigio
que su posición le da; por regular, está lleno de diplomas y títulos, sin embargo, los resultados que
obtiene son mediocres.
Con ese tipo de directivos, los planteles rinden escasos frutos, y según ellos los responsables del
fracaso son los maestros, alumnos y padres de familia. Señalan que no tienen apoyo de las
autoridades y, en fin, siempre buscan justificación para los resultados negativos que provocan sus
actitudes.

EL DIRECTIVO INSEGURO: Es un individuo inestable que da órdenes contradictorias o diferentes;


cambia brusca y constantemente sus decisiones aun cuando maestros o empleados ya iniciaron
algún trabajo. El resultado es el caos. Surgen inquietudes y descontentos; cada quien trabaja a su
manera o como lo entendió, y lo más grave: quien realmente dirige la escuela es un maestro, un
prefecto o una empleada; y por supuesto, el funcionamiento escolar es deficiente.

EL DIRECTIVO PATERNALISTA: Es el directivo que trata da satisfacer todas las demandas de sus
subordinados, empleando su bondad como fuerza de poder, con la cual logra muchas veces el,
éxito.

Conoce el comportamiento humano y, basado en su experiencia y en su autoridad moral e


intelectual, sabe como lograr que se acaten sus disposiciones. Se presenta casi siempre en
directivos ameritados y con muchos años de experiencia.

EL DIRECTIVO BURÓCRATA: Es la persona que se ha burocratizado, en el sentido peyorativo de la


palabra; en su trabajo y trámites es lento y muy poco eficaz porque tiene que consultar todo con
las autoridades superiores o con los reglamentos; por lo tanto, no es funcional y la comunidad lo
identifique como medroso o tibio. Nunca emprende acciones en favor del plantel por temor a
violar alguna disposición.

La escuela que dirige marcha muy lentamente, el trabajo se acumula y el rendimiento siempre es
bajo porque el director está revisando papeles, archivos, etc.; no existen relaciones
interpersonales con la familia escolar ni se aplican métodos adecuados para darle mayor fluidez a
los trámites administrativos.

EL DIRECTIVO LÍDER: Es el directivo que tiene experiencia y solvencia moral; sus órdenes están
fundadas, conoce al personal con el que labora, es discreto, tiene sentido de equidad y justicia, es
leal, sabe mandar y obedecer cuando es preciso, actualiza constantemente métodos de trabajo,
está consciente de que el éxito o el fracaso de la institución que dirige dependen del apoyo que él
brinde a su personal. Estimula a sus maestros y empleados, los auxilia en sus problemas; sabe que
maneja personas y los aconseja y apoya, aunque también sabe aplicar sanciones cuando es
necesario, se involucra en el trabajo, busca resultados óptimos, las relaciones interpersonales se
extienden fuera del plantel y surgen amistades que duran toda la vida, trabaja en equipo y
coadyuva a desarrollar el talento de los demás, se convierte en un integrante más dentro del
equipo y sabe que habiendo compañerismo no existen distorsiones de conducta y el beneficio es
para todos.

El director líder es el tipo ideal para lograr el buen funcionamiento de la escuela. Sin embargo,
suele suceder que las circunstancias obliguen a un directivo, que tiene plena conciencia de la
actitud real, a actuar eventualmente en forma autoritaria con el personal que actúa
negativamente en perjuicio de la institución. No obstante, esta actitud será temporal y terminará
cuando haya superado el problema.

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