Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
El ser humano necesita permanentemente resolver problemas, desde los pequeños y rutinarios,
sobre el cuidado personal o familiar, hasta macro problemas relativos la preservación de la vida y la
paz en el planeta. Para enfrentar estas dificultades el ser humano se vale de una variedad infinita de
medios físicos e intelectuales.
Algunos problemas son sencillos, simples o de soluciones conocidas y disponibles, como
cruzar la calle o ponerse los zapatos; otros son complejos, difíciles o nuevos. Unos son de carácter
práctico y otros esencialmente cognitivos o teóricos. Pero lo cierto es que todos ellos requieren de
trabajo físico, o intelectual, o de ambos. Cuando se trata de problemas prácticos y complejos, pero
con soluciones conocidas, como es el caso de los problemas políticos o económicos, ellos son
resueltos por las personas o entes involucrados en ellos mediante decisiones o acciones específicas
y los recursos disponibles. Pero muchos otros son problemas teóricos, complejos, nuevos y de
solución desconocida, en cuyo caso lo primero y principal es encontrar la mejor solución. Este
último tipo de problemas compete a la ciencia, mientras cuando se trata de resolver problemas
prácticos y complejos, de solución desconocida o no satisfactoria, entonces se dice que competen a
la técnica.
¿Cómo se resuelven los problemas científicos y técnicos? No hay dudas sobre el hecho de que
ciencia y técnica son actividades racionales y sistemáticas, cuyos problemas se resuelven
aplicando métodos, esto es, realizando conjuntos ordenados y bien determinados de actividades
intelectuales o físicas para lo cual en muchos casos se requiere del uso de medios o instrumentos
materiales.
El estudio de la problemática de los métodos compete a una disciplina antigua muy importante,
poco sistematizada, muy relacionada con la lógica formal y con bibliografía escasa, denominada
Metodología General o, simplemente, Metodología
La palabra, como tal, proviene del griego μέθοδος (méthodos), que significa ‘método’, y el
sufijo -logía, que deriva de λóγος (lógos) y traduce ‘ciencia, estudio, tratado’. De allí que también
sea definida como la ciencia del método. Podemos encontrar metodología en distintas áreas de
estudio, como la metodología didáctica en Educación, o la jurídica en Derecho, del mismo modo
como para la solución de problemas determinados podemos aplicar una serie de pasos específicos
que, en suma, funcionan como una metodología.
Hablar de la metodología de las ciencias naturales desde el punto de vista de la didáctica, es tan
delicado como abordar este asunto desde la pedagogía. Si bien es cierto que el termino metodología
podría remitirse a una expresión polisémica abierta, también se ha entendido -mal entendido- como
un término que tiene que ver con el estudio de los métodos técnicas y/o procedimientos. En primera
instancia esclareceremos los significantes de que se habla, para lo cual se recurrirá a la semiótica,
semántica y filología
La Ciencia y la Tecnología ejercen, año tras año, una creciente influencia en la sociedad. Por
ende, la formación en conceptos científicos básicos se hace obligada para todos los individuos si no
queremos poner en peligro nuestra integración social (González-Jara, Cuetos y Serna, 2015).
En contra posición a esto, los alumnos muestran actitudes negativas hacia la Ciencia escolar
(Gardner, 1975; Weinburgh, 1995; Osborne, Simons y Collins, 2003; Jenkins y Nelson, 2005),
interfiriendo en su rendimiento académico (Espinosa y Román, 1991; Gil-Flores, 2012; Pro y Pérez,
2014). En este sentido, Fesham (2004), advierte que el descenso del interés para aprender Ciencia
por parte del alumnado hacia las mismas supone un serio obstáculo para la enseñanza y el
aprendizaje de la Ciencia escolar. Existen diferentes apreciaciones sobre el inicio del deterioro de la
disposición por aprender Ciencia del alumnado, pues resulta arduo establecer un punto de inflexión
claro (Vázquez y Manassero, 2008). Aunque normalmente se alude a que la disminución de la
actitud hacia la Ciencia es un proceso paulatino que se da en los alumnos desde su escolarización
(Pell y Jarvis, 2001; Vedder-Weis y Fortus, 2011).
El desgaste en la disposición de los discentes por aprender Ciencia ha sido propiciado por la
propia escuela. Situación que genera una lamentable controversia, pues los principios educativos
hablan acerca de proporcionar una educación de calidad independientemente del contexto y los
medios con los que se cuente y, por otro lado, de motivar al alumno para aprender (Ley Orgánica
para la Mejora de la Calidad Educativa, 2013). En adición a esto, si el objetivo primordial de la
escuela es “preparar para la vida”, esta no puede seguir limitándose por mucho más tiempo a ser un
mero transmisor de conocimiento, desencadenando así, un resquebrajamiento de la curiosidad y del
interés por la ciencia que los niños muestran en sus primeros años de vida (Aguilera, 2016)