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EL EXTRANJERO
—¿A tu patria?
—¿A la belleza?
—¿Al oro?
—Quiero a las nubes…, a las nubes que pasan… por allá…,¡a las nubes
maravillosas!
XXXIII
EMBRIAGAOS
Hay que estar siempre borracho. Todo consiste en eso: es la única cuestión. Para no
sentir la carga horrible del Tiempo, que os rompe los hombros y os inclina hacia el suelo,
tenéis que embriagaros sin tregua.
Pero ¿de qué? De vino, de poesía o de virtud, de lo que queráis. Pero embriagaos.
Y si alguna vez, en las gradas de un palacio, sobre la hierba verde de un foso, en la
tristona soledad de vuestro cuarto, os despertáis, disminuida ya o disipada la embriaguez,
preguntad al viento, a la ola, a la estrella, al ave, al reloj, a todo lo que huye, a todo lo que
gime, a todo lo que rueda, a todo lo que canta, a todo lo que habla, preguntadle la hora
que es; y el viento, la ola, la estrella, el reloj; os contestarán: “¡Es hora de emborracharse!
Para no ser esclavos y mártires del tiempo, embriagaos, embriagaos sin cesar. De vino,
de poesía o de virtud; a su gusto.”
Era hijo de un pintor y exsacerdote que, por edad, podría haber sido su abuelo
pues lo concibió cuando tenía 62 años. Este murió en 1927 y un año después su
joven viuda volvió a casarse con el comandante Aupick, que pronto llegaría a
general y a senador, y con quien el joven Charles mantendría una difícil relación
a lo largo de toda su vida. Tras unos años de tormentoso internado, del que fue
expulsado en 1939, se matriculó en la Facultad de Derecho y empezó a
relacionarse con artistas del Barrio Latino y con prostitutas. Quizá por esta época
contrajera la sífilis, enfermedad que marcaría su vida con terribles secuelas. A los
veinte años, su padrastro, deseoso de apartarlo de su vida desordenada y de su
creciente pasión por la literatura, lo embarcó con destino a la India, pero el joven
decidió regresar a Francia desde la isla Mauricio. En París conoce a la mulata
Jeanne Duval, que se convertirá en la más duradera de sus amantes, y traba
amistad con los poetas parnasianos Gautier y Banville.
En 1857 publica el libro al que debe su fama, Las flores del mal, que no tardará
en ser secuestrado por la justicia por considerarlo obsceno, blasfemo y una
amenaza contra la moral debido al contenido de seis de sus poemas, que serán
censurados y le acarrearán una multa. En 1861 aparece una segunda edición en
la que los seis poemas suprimidos son reemplazados por treinta y cinco
composiciones nuevas. El mismo año publica también Los paraísos artificiales,
que incluye el célebre poema "Sobre el vino y el hachís", donde concluye que el
primero es útil y benéfico, y el segundo, inútil y perjudicial. La enfermedad de
Jeanne, que se queda hemipléjica, agrava su situación económica, apenas paliada
por las pequeñas pensiones oficiales que recibe. En 1864 viajó a Bruselas, donde
residió dos años, para pronunciar una serie de conferencias y con la intención de
publicar sus obras completas; sin embargo, el proyecto fracasó por falta de editor.
En 1866 aparecen varios de sus poemas en 'Le Parnasse contemporain', revista
de los parnasianos, pero en marzo sufre un ataque que le paraliza medio cuerpo
y le hace perder el habla. Trasladado por su madre a un hospital de París, donde
es sometido a crueles tratamientos, falleció en agosto de 1867, tras permanecer
un año paralizado y casi mudo. Tenía 47 años. Fue enterrado en el cementerio de
Montparnasse, en la misma tumba que su odiado padrastro.
Referencias:
-Cano Menéndez, María Dolores: "Aproximación a Las flores del mal", La
Vanguardia (16 / 10 / 2020).
-Martínez Sánchez, Jesús, y otros: Literatura Universal. Bachillerato, Akal,
1998.
-Rovira, Pere: "Les flors del mal, audacia y tradición", La Vanguardia
(27/03/2021).
-Valverde, José María: "El arranque de la modernidad poética. De Baudelaire al
simbolismo", en Martín de Riquer y José María Valverde, Historia de la
Literatura Universal, vol. 8, Planeta, Barcelona, 1986, págs. 5-92.