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INSTITUTO DE PROFESORADO “CONCORDIA” D-54


Elementos de Lógica
Lic. Mauricio Rohrer

Las estructuras lógicas: el concepto

A. El concepto y el término
El concepto es el primer producto del acto intelectual. Puede definirse como la representación
intelectual de la esencia de una cosa.
Es necesario distinguir en un concepto dos aspectos: el objetivo y el formal. El aspecto objetivo
del concepto es el concepto en cuanto nos da a conocer alguna cosa, en cuanto representa un objeto o
que tiene un contenido. El aspecto formal o subjetivo, es el concepto en tanto que es concebido por la
inteligencia, en tanto que emana de ella, permaneciendo en ella.
Los conceptos son abstractos –representan algo inmaterial, la esencia- y universales –pueden
predicarse de todos los individuos que comparten la misma esencia-. En esto se distinguen de las
imágenes, producidas por los sentidos, que son concretas y singulares.
La simple aprehensión o abstracción es el acto por el que el intelecto conoce una esencia sin
afirmar ni negar nada de ella. Mediante la abstracción se produce el concepto y se conoce
intelectualmente al ente.

1. El proceso de abstracción
‘Abstracción’ es un término de gran amplitud. La significación fundamental es la derivada de su
misma raíz etimológica: ‘abstractio’ es la acción de ‘abstrahere’, de tomar aparte. Referido a la
inteligencia, es siempre un acto de la misma por el que, de dos o más cosas, se toma algo y se deja algo.
Como el acto de la inteligencia es entender, la abstracción es el acto por el que la inteligencia entiende
una cosa en su esencia, dejando desatendida, sin considerar, otra que le va unida.
La inteligencia es la principal potencia del alma humana, la que primero emana de ella, la más
perfecta de todas y la característica distintiva de la naturaleza humana. La inteligencia es conocida por
nosotros por sus actos propios. A diferencia de los sentidos, cuyo conocimiento se limita a las cualidades
sensibles de las cosas, la inteligencia penetra hasta la esencia de la realidad. Penetrando en las
esencias, la inteligencia es capaz de abstraer (extraer lo universal de lo particular o singular) y concebir
conceptos.
Al estudiar el modo humano del conocimiento intelectual podemos descubrir una doble operación
intelectual: la abstracción y la intelección. Esto nos permite distinguir en la inteligencia o entendimiento,
una potencia pasiva (entendimiento posible, cuya operación propia es la intelección) y otra activa
(entendimiento agente, cuya operación propia es la abstracción).
Las diferencias entre el entendimiento (potencia espiritual) y los sentidos (potencias sensibles,
orgánicas), plantean el interrogante de cómo se produce el tránsito de uno a otro nivel. La teoría
aristotélica del conocimiento adoptada y completada por Tomás de Aquino, es eminentemente realista, es
decir, de acuerdo o conforme con lo que realmente sucede cuando abstraemos y entendemos.
El conocimiento humano comienza por los sentidos externos; primero por los datos de los
externos (sensaciones) y, después, de los internos (percepciones). Pero los datos aportados por los
sentidos internos, las imágenes sensibles, también denominadas ‘especies impresas’ o ‘fantasmas’, son
todavía representaciones de cosas materiales; en cambio, el entendimiento es espiritual, y representa la
realidad de modo inmaterial, a través de conceptos abstractos y universales.
El realismo sostiene que el origen de todo conocimiento intelectual se encuentra en los datos
sensoriales, pues nada hay en el intelecto que no haya estado primero en los sentidos.
Pero el entendimiento humano es una potencia totalmente pasiva respecto de sus inteligibles:
puede conocer, se halla en potencia respecto de sus inteligibles.
Si los datos sensoriales son actualmente materiales y sólo en potencia inteligibles, y si el
entendimiento, en cuanto facultad pasiva, está también en potencia de conocer o de captar los inteligibles
(acto de intelección), ¿qué convierte los datos sensoriales en objetos inteligibles y saca de su
potencialidad al entendimiento pasivo? Es necesario que exista otra potencia intelectual, eminentemente
activa y siempre en acto, cuya operación (denominada ‘abstracción’) ejerce precisamente ese doble oficio.
Es el entendimiento o intelecto agente.
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La existencia del entendimiento agente surge de la aplicación de la doctrina de la potencia y el


acto y del principio ‘nada pasa de la potencia al acto si no es por un ser en acto’, al caso concreto de la
intelección.
Las funciones propias del entendimiento agente son abstraer las especies inteligibles del objeto
y actualizar la potencialidad cognoscitiva del entendimiento posible. El entendimiento agente es una
potencia autónoma, cuya naturaleza consiste en ser luz intelectual impresa por Dios al alma humana y
propia, por lo tanto, de cada individuo.
La función del intelecto agente no consiste en espiritualizar el fantasma, que es sensible y sigue
siendo sensible. La inteligencia humana no tiene el poder de transformar ontológicamente las cosas. No
añade nada al fantasma, ningún elemento que no estuviese ya incluido, pues entonces sería creador del
objeto inteligible, y el conocimiento alcanzaría solamente aquello que el mismo espíritu habría introducido
en las cosas. Su papel consiste en actualizar lo inteligible, revelarlo o desvelarlo; pues la esencia está en
lo sensible, pero no aparece a los sentidos.
La abstracción intelectual comprende dos formas principales que se llaman abstracción del todo
y abstracción de la forma, que Cayetano popularizó, poco felizmente, como abstracción total y formal,
respectivamente.
La abstracción del todo consiste en obtener un género partiendo de sus inferiores, especies o
individuos. El género en lógica recibe el nombre de ‘todo lógico’, y sus inferiores de ‘partes lógicas’. La
abstracción tiene por objeto, en este caso, obtener totum a partibus –el todo de la parte-. (Ejemplo: la
inteligencia llega a captar el género ‘animal’ a partir del conocimiento de individuos concretos que realizan
una especie determinada).
La abstracción de la forma consiste en obtener un tipo de ser partiendo de los individuos que lo
realizan, o incluso partiendo de un solo individuo. Obtiene forma a materia –la forma de la materia-.
(Ejemplo: el conocimiento de una o varias flores singulares permite alcanzar el concepto de ‘flor’).
Existen tres grados de abstracción: la física, la matemática y la metafísica.
En el primer grado, o abstracción física, la inteligencia considera las cualidades sensibles de la
cosa aparte de sus caracteres individuales. Por ejemplo: el color, el calor, las reacciones.
En el segundo grado, o abstracción matemática, la inteligencia considera la cantidad aparte
de todas las cualidades sensibles: longitud, anchura, superficie, volumen, número.
En el tercer grado, llamado propiamente separatio, se encuentra la abstracción metafísica, en
la que la inteligencia considera al ente dejando de lado toda cantidad y cualidad: el hecho de que sea, el
tipo de ser que tiene (accidental o sustancial, actual o potencial). Aquí se estudia al ente en cuanto ente.
Es importante tener en cuenta que estos tres grados de abstracción no son recorridos
sucesivamente por la inteligencia. En presencia de un ente, la inteligencia lo considera bajo el grado de
abstracción que le interesa.
La realidad de la abstracción plantea una crítica severa al innatismo racionalista y al empirismo.
El concepto se abstrae de la experiencia sensible. Esta tesis se afirma contra el innatismo
racionalista, en todas sus formas. Por otra parte, la capacidad y el hecho concreto de que la inteligencia
alcanza la esencia de las cosas a través del concepto, vuelve insostenible la teoría empirista, que
sostiene que nada podemos conocer fuera de los fenómenos sensibles de las cosas materiales.
El concepto, verbo mental o especie expresa, como planteábamos más arriba, es la
representación intelectual de la esencia de una cosa; aquello en lo cual (in quo) la inteligencia capta lo
que algo es.
El concepto se expresa a través de un nombre o término (palabra), que es la manifestación
lingüística del concepto.

2. Las relaciones entre el concepto y el término: pensamiento y lenguaje


El lenguaje, en sentido amplio, puede definirse como la capacidad humana innata para
comunicarse y expresarse. Esta facultad se actualiza a través de una institución social particular: la
lengua.
El conocimiento intelectual y los actos de la voluntad del hombre se traducen exteriormente en el
conjunto de signos sensibles que componen el lenguaje humano.
Las partes elementales del lenguaje dotadas de significado son las palabras o términos. Éstos
son signos sensibles que pueden manifestarse de manera oral o escrita.
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Tomás de Aquino define a la palabra como: “…voz convencional significativa de un concepto,


que a su vez es semejanza de la cosa…”1
Para avanzar en la comprensión del término y su relación con el concepto, es necesario
introducir la consideración sobre el signo.
Un signo puede definirse como aquello que representa algo distinto de sí mismo a una potencia
del cognoscente.
Todo signo implica una doble relación: a la cosa significada y a la potencia cognoscitiva del que
lo utiliza o capta como tal.
En relación a la cosa significada, los signos pueden ser:

a. Naturales: significan por la misma esencia de las cosas, sin intervención humana (salvo
para interpretarlo). Así, por ejemplo, el humo significa naturalmente al fuego.

b. Arbitrarios o convencionales: aquellos que dependen de la decisión humana para


significar. Por ejemplo, la palabra es signo convencional del concepto y, a través suyo, de la
cosa.

En relación a la potencia cognoscente, los signos se clasifican en:

a. Instrumentales: son cosas exteriores que, conocidas primero como objeto, hacen conocer
luego la cosa significada. Por ejemplo, el pulso es signo instrumental de la vida. Todos los
signos convencionales son instrumentales.

b. Formales: son interiores; en el signo mismo se hace presente, inmediatamente, el objeto


significado. Por ejemplo, las imágenes de la imaginación y los conceptos de la inteligencia.

Los términos o dicciones son voces significativas. Ellos significan de manera directa al concepto
y de modo indirecto a la cosa.
La significación de los términos es arbitraria o convencional. Esto se debe a dos razones: en
primer lugar, existe variedad de lenguas en que distintas dicciones significan idénticos conceptos y cosas;
en segundo lugar, la dicción es generalmente universal –significa clases o tipos de entes- y, aunque el
concepto es universal es signo natural y formal, no hay signos naturales orales o escritos para expresar
un determinado concepto universal, sino signos artificiales.
Es esencial al lenguaje su función representativa, su referencia a la realidad. Las palabras
representan nuestro conocimiento de las cosas.

3. La extensión y comprensión de los conceptos


Todo concepto objetivo posee una determinada comprensión y extensión.
La comprensión designa el contenido inteligible del concepto, el conjunto de notas o
características que encierra la esencia representada en él (por ejemplo: la comprensión del concepto
‘hombre’ está dada por las notas sustancia, corpóreo, viviente, animal y racional).
La extensión, por su parte, designa la amplitud del concepto con respecto a otros conceptos
menos generales y, sobre todo, respecto de los singulares (por ejemplo: la extensión del concepto
‘animal’ está dada por todas las especies de animales y por todos los individuos de dichas especies).
Si se comparan dos conceptos, de los cuales uno tiene mayor extensión que otro, el primero se
denomina implicado o inferido y el segundo implicante o inferente. Por ejemplo, todo lo que es hombre
es animal; pero no todo lo que es animal es hombre. El concepto animal está implicado o inferido por el
de hombre y este último, no está implicado o inferido por el de animal, sino que es implicante o inferente.
La relación que existe entre la comprensión y la extensión es inversamente proporcional: a
mayor extensión, menor comprensión, y viceversa. Así, por ejemplo, el concepto ‘animal’ posee mayor
extensión que el de ‘hombre’, pero menor comprensión –porque le falta la nota ‘racional’-; el de ‘hombre’
tiene, en cambio, mayor comprensión pero menor extensión, ya que no abarca a las otras especies
animales.
Lo que caracteriza esencial y primordialmente al concepto como tal es su comprensión, es decir,
el conjunto de notas constitutivas de la naturaleza presentadas por él a la inteligencia, siendo de este

1
TOMÁS de AQUINO, Santo; (2002), Comentario al libro ‘Sobre la interpretación’ de Aristóteles.
Pamplona, EUNSA, lección 10ª, pág. 327
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modo la extensión del concepto sólo una propiedad que se sigue de la abstracción y que presupone la
comprensión.

B. La clasificación de los conceptos y de los términos


Los conceptos pueden dividirse o clasificarse conforme a diferentes criterios. Entre ellos, cabe
destacar:

 Según la extensión:

1. Universales: son aquellos que se predican de todos los individuos de una clase (por
ejemplo: ‘todo ente’, ‘todo hombre’). Ahora bien, la predicación puede realizarse de todo
el grupo de individuos, en cuanto grupo, o de cada uno de sus elementos. Esto permite
distinguir dos tipos de conceptos universales:

a. Colectivos: se aplican a todos los individuos sólo tomados en su conjunto (por


ejemplo: ‘jauría’, ‘cardumen’, ejército’, ‘colmena’, ‘familia’);

b. Divisivos: se aplican a todos los individuos de una clase, pero a cada uno de
ellos separadamente (por ejemplo: ‘rosa’, ‘hombre’, ‘ave’, ‘perro’).

2. Particulares: son aquellos que se predican de un modo indeterminado a sólo una parte
de una especie o de una clase (por ejemplo: ‘algún número’, ‘aquellos vasos’, ‘estos
lápices’).

3. Singulares: son aquellos que se predican de un solo individuo (por ejemplo: ‘Manuel
Belgrano’, ‘este vaso’, ‘tu lápiz’).

 Según la comprensión:

1. Simples: son aquellos conceptos que no admiten división en sí mismos, ya que cada
uno representa una esencia determinada (por ejemplo: ‘casa’, ‘libro’, ‘blancura’,
‘humanidad’). Los conceptos simples, a su vez, pueden ser concretos o abstractos.

a. Concretos: son conceptos que presentan a la inteligencia lo que es tal o cual


ente, una forma en un sujeto que ésta determina (por ejemplo: ‘biblioteca’,
‘blanco’, ‘médico’). Estos conceptos se subdividen en:

i. Absolutos: si la cosa es presentada a la inteligencia a la manera de


una sustancia (por ejemplo: ‘hombre’, ‘árbol’).

ii. Connotativos: si la cosa es presentada a la inteligencia a la manera


de un accidente que afecta a la sustancia (por ejemplo: ‘blanco’,
‘antiguo’).

b. Abstractos: son aquellos conceptos que presentan a la inteligencia una forma


sin el sujeto que determina o abstracción hecha de ese sujeto (por ejemplo:
‘humanidad’, ‘blancura’, ‘cegeuera’).

2. Complejos: son conceptos que reúnen en sí varias esencias y son, por tanto, divisibles
(por ejemplo: ‘un hombre sano’, ‘los males del siglo XXI’, ‘hombre experto en filosofía’).

 Según la relación recíproca:

1. Contrarios: son dos conceptos dentro de un mismo género, que expresan


características opuestas entre las que puede existir un término medio (por ejemplo:
‘rojo/amarillo’; ‘valentía/cobardía’).
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2. Contradictorios: son conceptos tales que uno es exclusivamente la negación del otro,
sin que exista término medio posible entre ambos (por ejemplo: ‘ser/no-ser’; ‘viajar/no-
viajar’).

 Según el modo de significación:

1. Unívocos: son los conceptos que se aplican a distintos individuos significando lo mismo
en cada uno de ellos (por ejemplo: ‘hombre’).

2. Análogos: son los conceptos que se aplican a distintos individuos significando algo en
parte semejante y en parte diverso (por ejemplo: ‘sano’ es análogo predicado de un
hombre, un clima y una dieta).

Por su parte, los términos responden a las anteriores clasificaciones, si bien pueden precisarse
las siguientes particularidades:

 En el modo de significación, los términos pueden ser unívocos, análogos o equívocos. La


equivocidad es una categoría exclusiva de las palabras, no de los conceptos. Es equívoco
el término que se aplica a distintos individuos significando diversos conceptos, en un
sentido totalmente distinto en cada caso (por ejemplo: ‘banco’ aplicado al mueble y a la
institución).

 Los términos pueden tener una significación propia que designa por sí misma; o bien,
pueden significar sólo si están unidos o modifican a otro término. En el primer caso, se trata
de términos categoremáticos (‘avión’, ‘diccionario’, ‘estudio’); en el segundo, de
sincategoremáticos (‘y’, ‘pero’, ‘todo’, algún’, ‘ningún’).

C. Las relaciones semánticas entre términos


Los términos establecen, en base a su significación, una serie de relaciones. Entre ellas, se debe
destacar:

 La sinonimia representa la existencia de más de una palabra para un mismo significado.


Cabe destacar que se trata de significados semejantes y no iguales, pues existen matices de
diferencia entre dos o más términos. Por ejemplo, las palabras matar y asesinar, están
ambas asociadas con la idea de ‘causar la muerte’, pero mientras la primera resulta una
palabra más neutra y general, que puede usarse en cualquier contexto, la segunda, dado
que contiene las características de ‘ilegalidad’ e ‘intención’, resulta más específica.

 La antonimia es la relación entre palabras cuyos significados son antitéticos (bueno/malo;


verdadero/erróneo), complementarios (varón/mujer), reversos (entrar/salir, atar/desatar).
La antonimia es una relación basada en la confrontación que genera el efecto de la
polaridad: uno de los términos se carga de valoración positiva y el otro se considera
negativo.

 La polisemia y la homonimia. Las variantes polisémicas de un lexema están relacionadas y


derivan, por extensión o reducción, unas de otras. En la expresión “María es una
adolescente”, el término ‘adolescente’ puede significar inmadura o bien, tiene quince años.
Los homónimos son términos diferentes que comparten su pronunciación (homófono), su
grafía (homógrafo) o ambos, pero poseen distinto origen etimológico y significado. Así,
llama puede significar al animal, al fuego o a la acción de llamar.

 La hiperonimia es una relación entre un término más general –el hiperónimo o


superordinado- y otros más específicos comprendidos en el primero –los hipónimos o
subordinados-. Por un lado, existe una relación de inclusión, ya que el significado del
hiperónimo está incluido en el de los hipónimos (Ej: sauce/tilo/algarrobo/pino incluyen como
parte de su significado el concepto de árbol; de modo que es contradictoria la expresión ‘Es
un pino, pero no un árbol’). Por otro, entre los hipónimos se establece una relación de
exclusión denominada incompatibilidad (Ej: en el caso de dos hipónimos de pez, como
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dorado y boga, pude darse uno u otro, pero no ambos a la vez con referencia al mismo
animal, pues resultaría contradictorio: ‘Ese dorado es una boga’).

 La meronimia es una relación de inclusión y exclusión que se establece entre los nombres
de las cosas y los de sus partes. En esta relación semántica, el término que designa al todo
se denomina holónimo, y el que designa a la parte, merónimo. Por ejemplo: mano / dedo; flor
/ pétalos; telescopio / lentes.

 El campo léxico o semántico es el conjunto de palabras vinculadas por el significado


dentro de un ámbito particular. (Ej: fútbol, pelota, penal, árbitro, gol, delantero, arco, arquero)

D. El problema de los universales


Todo concepto es universal en cuanto es predicable de todos los individuos que poseen la
misma esencia.
En la filosofía, a partir del medioevo, se convirtió en un problema que generó diversos debates y
desarrollos teóricos la comprensión del modo de existencia de la universalidad y su relación con las cosas
singulares. Esto es, ¿cómo es posible que si todas las realidades existentes son singulares, pueden
predicarse de ellas conceptos universales, como cuando se afirma ‘esto es un triángulo’?
Antes de analizar las diferentes posturas filosóficas sobre este problema metafísico,
gnoseológico y lógico, es necesario distinguir los diversos tipos de universales. En efecto, el universal
puede ser:

 Universal in essendo -en el ser-: es la esencia, aquello que hace que una cosa sea lo que
es. Existe en las cosas, de manera singularizada;

 Universal in praedicando –en la predicación-: es el concepto objetivo, que puede


predicarse de muchos porque su contenido existe en muchos;

 Universal in repraesentando –en la representación-: es el concepto subjetivo o formal,


que representa una pluralidad de entes que comparten la misma esencia;

 Universal in significando –en la significación-: es el término en cuanto expresa, de modo


directo al concepto, e indirecto a la cosa.

La discusión en torno al problema de los universales puede analizarse a partir de tres grandes
preguntas: ¿Existen los universales? Si existen, ¿subsisten separados de las cosas o en ellas? Si existen
en los singulares, ¿de qué modo existen?
El nominalismo –una doctrina desarrollada en la edad media, en particular por Guillermo de
Ockham en el siglo XIV y con proyecciones hasta la actualidad- sostiene que los universales son meros
nombres o términos, pero nada universal existe en el intelecto ni en las cosas. El nombre o término es un
signo que se utiliza para significar un conjunto de individuos que poseen características comunes, pero no
una misma esencia, ya que ésta no existe según la teoría nominalista.
El término –según el nominalismo- es absolutamente arbitrario y significa de modo directo a los
singulares, única realidad que puede ser conocida a través de la intuición, pues la abstracción queda
negada como proceso cognoscitivo.
El conceptualismo sostiene que el universal no se reduce a mero nombre, sino que es el
concepto formal, pero al cual nada universal corresponde en la realidad a modo de fundamento. Fue
sostenido por autores como René Descartes, John Locke e Immanuel Kant.
El realismo exagerado –desarrollado por Platón- afirma que el universal no es ni mero nombre
ni concepto formal, sino una realidad, pero con universalidad en acto, que existe en un plano distinto del
de la realidad sensible: el mundo de las formas trascendentes. En efecto, para Platón lo real en sentido
pleno son las formas abstractas, universales y trascendentes que existen verdaderamente separadas de
las cosas singulares.
El realismo moderado –desarrollado por Aristóteles y Tomás de Aquino- sostiene que el
universal es, en un sentido concepto, y en otro realidad. Para esta postura, que consideramos la
verdadera solución del problema, es necesario distinguir entre el universal potencial –la esencia que
existe singularizada en cada ente- y el universal actual –la esencia en tanto que conocida por y en el
intelecto-.
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El universal es algo uno, capaz de ser en muchos, por identidad con ellos y, por tanto, de ser
predicado de ellos. El universal ‘in essendo’ se encuentra singularizado en cada ente, en potencia de
actualizarse en y por el intelecto.
El acto intelectual por el cual se hace pasar el universal potencial al estado de universal actual es
la abstracción o simple aprehensión. La abstracción nos permite obtener el universal directo o
metafísico. Luego, comparando el universal metafísico con sus inferiores, de los que podría predicarse,
la inteligencia forma el universal indirecto o lógico, denominado predicable.

E. Los predicables
El universal lógico se divide en cinco predicables, es decir, cinco modos de universalidad y de
predicación.
Un predicado o significa la esencia de algo (predicado esencial) o algo que le adviene (predicado
accidental):

Toda la esencia: ESPECIE (ej.: hombre)


Indeterminada: GÉNERO (ej.:
Si significa la animal)
esencia Parte de la
esencia Determinante: DIFERENCIA
ESPECÍFICA (ej.: racional)

El
predicado Necesariamente: PROPIO o PROPIEDAD (ej.:
Si significa capaz de reír)
algo que
adviene a la
esencia Contingentemente: ACCIDENTE LÓGICO (ej.:
sentado)

El género es aquello que se predica de muchos de especie diferente y como la parte


indeterminada de la esencia.
La especie es lo que se predica de muchos numéricamente diferentes y como constituyendo
toda la esencia.
La diferencia específica es lo que se predica de muchos como cualificación determinante de la
esencia.
El propio o propiedad es lo que conviene a todos los individuos de una especie, solamente a
ellos y siempre.
El accidente lógico es lo que se predica de muchos como algo que, esté presente o ausente, no
corrompe el sujeto.
La coordinación gráfica de los predicables bajo una categoría o género supremo fue elaborada
por el filósofo neoplatónico Porfirio en el siglo III. Debido a su esquematización, esta representación se
denomina ‘árbol de Porfirio’:
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F. La definición, la clasificación y la distinción


La definición es una oración que expone la naturaleza de una cosa -qué es- o la significación de
un término.
La definición es una oración imperfecta porque es sólo el predicado de la enunciación en que se
atribuye la definición a lo definido. Por ejemplo:

“El hombre es animal racional “

Objeto definido Definición


Definiendum Definiens

Existen distintas clases de definiciones. Éstas dependen de si lo que se define es un término –


definición nominal- o una cosa –definición real-.
La definición nominal consiste en atribuir un significado a un nombre. Esto puede realizarse de
dos maneras:

i. Definición etimológica: consiste en indicar el origen lingüístico de una palabra. Ejemplo:


‘Amigo’ viene del latín ‘amicus’;

ii. Definición sinonímica: consiste en indicar un equivalente semántico -en el significado- a un


nombre dado. Ejemplo: ‘El perro es un can’.

Veamos, a modo de ejemplo, algunos de los prefijos que utilizamos en el español y proceden de
las lenguas griega y latina:

Latinos Ejemplos Griegos Ejemplos Significados

Aducir, atraer,
Epíteto, prosélito,
a-, ad- acoger, epi-, pros- Aproximación: ‘a’
prosodia
advertencia

Afirmar, abdicar,
a-, ab-, abs- apo- Apóstol, apóstrofe Procedencia: ‘de’
absurdo

Antesala,
ante- pro- Programa Antes de, delante
antecedente

Bendecir,
Eucalipto,
ben-, bene-, bien- benevolencia, eu- Bien, bueno
eufónico
bienestar

brevi- Breviario bradi- Braquicéfalo Corto

Circundar, Anfiteatro,
De ambos lados,
circum-, circun- circunferencia, anfi-, peri-, periferia,
alrededor de
circunflejo perímetro

Coetáneo,
Síntesis, simpatía,
co-, con-, com- compañero, si-, sim-, sin- Con, junto a
simbiosis
compasión

Contraponer,
contra-, anti- Antítesis, antídoto Contra, oposición
contradecir

Descender,
de- cata- catáfora Hacia abajo
deducir
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Latinos Ejemplos Griegos Ejemplos Significados

Emitir, escurrir, De, desde, fuera


e-, es-, ex ec-, ex Éxodo, eclipse
extraer de

Entender,
em-, en- em-, en- Énfasis, empatía En
emplazar

Equivalente,
equi-, iso- Isoterma, isóceles Semejante, igual
equidistante

Extramuros, Exógeno, exótico,


extra- exo-, ex Fuera de
extraordinario éxtasis

Heterosexual,
hetero- Otro, distinto
heterogéneo

homo- Homogéneo Igual

Ilegal, irreal,
Privación o
i-, im-, in- imposible, infame, a-, an- Amorfo, abiótico
negación
infatigable, inútil

Infrascripto, Hipoglucemia,
infra- hipo-, oligo- Bajo, poco
infradotado oligofrenia

Magnífico,
magni- macro- Macroeconomía Grande
magnánimo

Minifalda, Microcéfalo,
mini- micro- Pequeño
minimercado microbio

Multiplicar, Polisemia,
multi- poli- Muchos
multisectorial polígono

Panorama,
omni- Omnipotente pan-, panto- Todo
pantomima

Postergar,
pos- meta- Metacarpo Después de
posclásico

Hemisferio,
semi- Semicírculo hemi- La mitad de
hemiciclo

Sobreprecio, Epidermis,
sobre-, supra, sobrevivir, epígono, Sobre, por encima
epi-, hiper-, archi-
super supervivencia, hiperinflación, de, superior a
supervisar archiconocido

Traducir, traslucir,
tra-, tras-, tran, traspasar, Más allá de, a
meta-, dia- Metáfora, diámetro
trans transformar, través de
transitar

Paralelo,
paramédico, Junto a, al lado
yuxta- Yuxtaposición para-
parámetro, de, paralelo a
paráfrasis
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La definición real consiste en expresar qué es el objeto o la cosa referida por el nombre. Puede
ser:
i. Definición esencial: consiste en expresar lo que una cosa es. Se realiza por género próximo
y diferencia específica. Ejemplo: ‘El hombre es un animal racional’.

ii. Definición descriptiva: consiste en expresar las propiedades características de una cosa.
Ejemplo: ‘El hombre es un ser viviente, que piensa, quiere, se comunica y vive con otros’.

iii. Definición por el fin: consiste en expresar para qué está hecha una cosa. Ejemplo: ‘La llave
es un objeto metálico que sirve para abrir una cerradura’.

iv. Definición genética: consiste en expresar cómo se origina una cosa. Ejemplo: ‘El hombre es
un viviente que se origina por la unión de un óvulo y un espermatozoide’.

v. Definición operativa: consiste en expresar qué acciones se pueden realizar con una cosa.
Ejemplo: ‘Un martillo es una herramienta con mango de madera y cabeza metálica que
permite realizar actos de percusión’.

Para poder definir de modo adecuado, debemos tener en cuenta las siguientes reglas:

1) La definición debe ser convertible con lo definido.


2) La definición debe ser más clara que lo definido.
3) Lo definido no debe entrar en la definición.
4) La definición, en lo posible, no debe ser negativa.

Respecto de la última regla, cabe aclarar que varios conceptos metafísicos, por no sernos
conocidos directamente, sólo pueden definirse de modo negativo. Por ejemplo, ‘infinito’ se define como
‘aquello que no posee principio ni término’.
Por otra parte, hay conceptos que no son susceptibles de definición propiamente dicha –esencial-
porque trascienden –están más allá- de las categorías o predicamentos y, por ende, no tienen género
superior y son análogos.
La clasificación, por su parte, es una operación cognitiva por la cual se distribuye y agrupa una
totalidad en partes diferentes.
Para poder efectuar la distribución se toma un parámetro o una norma en base al cual se
agrupan los elementos dentro de categorías. El parámetro se denomina criterio o fundamento
clasificatorio.
Las categorías son conceptos o clases en los cuales agrupamos los elementos a clasificar.
La clasificación puede ser simple –si se realiza de acuerdo a un único criterio- o múltiple –si se
realiza simultáneamente de acuerdo a dos criterios-.
Las reglas para clasificar son:

1. En una clasificación no puede cambiarse el criterio o fundamento clasificatorio


(violaríamos esta regla si clasificásemos a los seres humanos en varones, mujeres y
músicos);
2. El todo dividido debe ser igual a sus miembros tomados en conjunto (violaríamos esta
regla si clasificásemos a los europeos en españoles, italianos y franceses, pues faltarían
muchas nacionalidades);
3. La clasificación debe hacerse en partes que entre ellas se excluyan (violaríamos esta
regla si clasificásemos los cuerpos en animados, inanimados y piedras);
4. La clasificación debe estar rectamente ordenada. Por ejemplo, los géneros supremos
deben dividirse primero en sus géneros subalternos inmediatos; éstos, en los suyos; los
géneros próximos en sus especies, y éstas en sus individuos. No es lícito omitir grados
intermedios.

La distinción es una operación intelectual que consiste en establecer diferencias entre dos o
más elementos.
La distinción puede ser real absoluta si se establece la diferencia entre dos individuos
separables entre sí –por ejemplo, una flor y un árbol-; o bien, puede ser real relativa si se establece entre
principios que son verdaderamente diferentes pero que no son separables entre sí porque constituyen al
mismo ente –por ejemplo, la esencia y el esse; el alma humana y sus potencias-.
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La distinción es lógica o de razón si sólo existe en y por la inteligencia que establece la


diferencia. Si ésta se funda en la realidad de la cosa, se denomina distinción de razón con fundamento
in re. Si, en cambio, no posee fundamento real alguno, la distinción es puramente verbal y arbitraria; por
ejemplo, la que se establece entre dos términos del mismo sentido: ‘antropos’ y ‘homo’ son dos palabras
de distintas lenguas a las que no corresponde en realidad más que un solo concepto y una sola realidad.
Es la distinción de razón no fundada.

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