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Universidad Industrial de Santander

Informe exposicion sobre: “Autoconciencia: la dialéctica del amo y el esclavo”

por: Jhoneider Alexander Criado Beltrán y Luisa Fernanda Ibáñez González

Parece importante manifestar que el propósito que tiene Hegel es crear un sistema de la
ciencia y precisamente, Fenomenología del espíritu es la primera parte de esto. Entonces,
dentro de la propuesta de Hegel se asumen dos proposiciones que son de suma importancia;
en primer lugar, que el espíritu tiene unas figuras y que entre esas figuras está la de
conciencia y autoconciencia; por último, que la fenomenología es para Hegel una ciencia de
la experiencia.

En este sentido, antes de hablar de la Autoconciencia, es necesario manifestar que esta


existe gracias a la relación que tiene con los objetos del mundo que intenta conocer. En este
sentido, ese “conocerse en el mundo” y “conocer el mundo” lo hace la conciencia a través
de la experiencia que esta tiene con objetos a los cuales se les agrega la sensibilidad. Por
tanto, para Hegel la fenomenología va a ser la que nos dará modos de experiencia;
entiéndase a los modos de experiencia como aquellos modos de conocer que tiene la
conciencia para aprehender y percibir a los objetos y en especial, a los objetos sensibles del
mundo. Todos estos se manifiestan, en un primer lugar, a través de la certeza sensible, la
cual se entiende como el contacto inmediato con los objetos. Por tal razón, se puede decir
que necesariamente la certeza sensible conoce a través de un carácter empírico.

Ahora bien, aceptando que la conciencia tiene varios momentos en los que ella va
aprendiendo este mundo, para Hegel a diferencia de Kant, la conciencia en lugar de generar
representaciones (las cuales se dan en las formas puras de la sensibilidad) sobre los objetos
para luego tener percepciones intelectuales de dichos objetos (las categorías), crea
Modalidades de comprensión, de relación y de autoconocimiento de la conciencia con las
cosas en el mundo, que trasforma a la cosa y al sujeto constantemente. Es decir, la
propuesta de Hegel no va ser la ruptura de la cosa en sí y para sí, como sí pasa en Kant, que
asegura que no se puede llegar al noúmeno de las cosas, sino la comprensión en que la
conciencia se entiende como parte del mundo que conoce y se forma precisamente en este
acto de conocer, una experiencia que es en principio negativa porque obliga a la conciencia
a salir de su quietismo aparentemente soberano.

Para hacer más práctico lo anterior podemos traer a colación el ejemplo que Hegel nos da
en el capítulo de la Certeza, a saber, el de la sal y sus determinantes (cualidades de la sal).
Entre esas cualidades tenemos que la sal es: blanca, cúbica, picante. Estas determinadas que
se encuentran en la configuración de la conciencia, a su vez, participan en las
determinidades a la hora de comprender el objeto. De manera que, se ejerce una relación
modal, un modo de conocer que ya no solo se da por sentidos, sino que se da también, por y
a través de la percepción. Es entonces a medida que conoce a ese mundo que la conciencia
se va generando una conciencia para sí.

➢ Preliminares sobre la Autoconciencia

Uno de los conceptos que se deben tener en claro ya en este punto de la discusión es el de la
Fuerza: es aquel movimiento que sale de la interioridad hacia lo externo, es un movimiento
de reflexión, que luego se exterioriza. Es el capítulo de Autoconciencia donde Hegel va a
alcanzar una superación de la división de los términos: certeza y verdad. Así pues, se deja
en claro que la certeza es la forma de ese saber, mientras que, la verdad es el contenido.

Es en este momento de conocer la verdad, en donde la conciencia pasa lo sensorial que le


brinda certeza sensible, lo ente en cuanto a lo ente. En Autoconciencia, la conciencia tiene
que hacer un nuevo viaje y es el viaje de descubrirse a sí misma como objeto de reflexión.
Sin embargo, ¿cómo hacer eso? Para esto la autoconciencia tiene que desvanecer las
verdades universales que se producen en el manto de las configuraciones de la conciencia,
las cuales conocemos como: la certeza sensorial, la percepción y el entendimiento.

Visto que en el primer modo de ser del espíritu(conciencia) Hegel dice que lo verdadero
aparece como algo otro para la conciencia. Y para sustentar esto usa las verdades
universales en cuanto a lo otro, estas verdades también se conocen como las formas del
objeto según las configuraciones de la conciencia. En la certeza sensible el objeto es “lo
existente” “lo que es” lo ente en cuanto a ente; Por otro lado, el objeto en la percepción es
“la cosa concreta” es decir, acá el objeto es la unidad de múltiples propiedades o
“determinidades”, es donde la conciencia se da cuenta que es lo que es cuanto a una
relación negativa respecto a lo que no es; por último, llega a la estación del Entendimiento
en donde el objeto es la fuerza o la suma de fuerza. En esta parte del proceso el
entendimiento descubre que la conciencia se ve así misma al mirar al fondo último de la
cosa. Tenemos la convicción de que es en este punto donde se lleva a cabo una
transformación de la conciencia que comenzó siendo conciencia objetiva al afirmar una
objetividad absolutamente aislada o independiente de su propio acto, pero que se ha tornado
conciencia subjetiva cuando, en primer lugar, se da cuenta que el objeto exterior es ahora y
ella misma. Con lo anterior, se argumenta que según las formas el objeto y su verdad
cambian; en este sentido, “el concepto de lo verdadero se transforma a lo largo de las
experiencias que atraviesan a la conciencia”. Es ahí cuando podemos visualizar el cuadro
de la autoconciencia en donde la conciencia se está viendo en el mundo bajo su prisma del
“yo”. Pero este “yo ya no es un yo inmediato como el que nos es dado a través de la certeza
sensorial.

Por otra parte, sí se asume que el fenómeno tiene dos lados, un lado en sí y un lado que es
para otros. Es decir, un concepto, aquello que es en sí y un objeto, lo que el objeto es en
cuanto objeto. Debemos también seguir con que es justo cuando ya no hay distinción de
esto que la autoconciencia marca la diferencia con el viaje anterior de la conciencia, un
retorno así desde su ser otro. Es decir, ya en la autoconciencia, la certeza (forma) y la
verdad (contenido) son iguales. Entonces, la conciencia ya no se relaciona con lo verdadero
como si este fuera un objeto externo a ella.

Para resumir esta contextualización, para Hegel lo que pasa en la conciencia es que el saber
no es puesto de alguna manera como lo verdadero, sino que lo que se pone al objeto como
lo otro extraño al saber. Solo cuando la certeza se sabe a sí misma, existe en general la
posibilidad de la verdad. De ahí que, verdad y certeza no sean puestas una al lado de la otra,
sino que Hegel dice que hay que tratar ahora al fenómeno desde esta articulación entre
verdad y certeza, hay que conocer “al espíritu desde la verdad de la certeza de sí mismo”

 Autonomía y no autonomía

Como vimos en el apartado anterior, la autoconciencia es la reflexión que parte del ser del
mundo sensible y percibido, es esencialmente el retorno a sí desde el ser-otro que es el
mundo. Ahora bien, llegamos a un punto donde a la autoconciencia emprende otro
movimiento negativo fuera de sí una vez que pensaba que se había conocido como lo
absoluto. No obstante, en este movimiento se encuentra con otra autoconciencia que está en
el mismo proceso. Este salir fuera de sí puede comprenderse en dos movimientos. Primero,
la autoconciencia se ha perdido a sí misma, pues se da cuenta que no es la única conciencia
existente. Y segundo, pretende cancelar a la otra autoconciencia porque trata de proyectarse
a sí misma en ella porque cree que ella es la única existente. Si la certeza de sí mismo
radica en el hecho de que la autoconciencia se percibe a sí misma como esencia, entonces la
existencia de otra autoconciencia pone en peligro este proyecto de saberse a sí misma como
lo absoluta. Esta es una actividad unilateral porque es llevada a cabo por las dos
autoconciencias al mismo tiempo.

Seguidamente, en este acto de encuentro las autoconciencias devienen tal solo en cuanto
son reconocidas. Sin embargo, el concepto puro del reconocer está marcado por una
desigualdad, pues hay uno que reconoce y otro reconocido. De este modo, el concepto de
reconocer solo es posicione haciendo abstracción de su ser para sí, mostrar que su
existencia no está atada ni siquiera a la vida. En este sentido, como es una actividad que
realizan ambas autoconciencias, cada una va por la muerte del otro. La libertad aquí solo
puede manifestar como autonomía, es decir, como un retorno a sí, por eso debe liberarse del
auto del reconocer con la otra autoconciencia.

La instancia del Amo y el esclavo surge luego de esta batalla a muerte. La conciencia
esclava es quien no fue capaza de abstraer su ser para sí en el acto de reconocimiento y, por
tanto, no se mostró autónomo. El Amo se mostró autónomo porque fue capaz de ver en el
otro algo negativo. Sin embargo, ambos siguen en la relación dialéctica y refiriéndose a los
objetos del mundo, solo que el amo se refiere a estos a través del trabajo de esclavo, y este
último reconoce a las cosas como otras autoconciencias a cancelar y por tanto debe
eliminarlas a través de su trabajo para devenir libre. Pero lo cierto es que en esta relación
Amo y esclavo ninguno es completamente libre. De hecho, el esclavo es más libre que el
amo, esta hará un retorno a sí misma cancelándose e identificándose con los objetos del
mundo para devenir libre.

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