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Son exclusivamente competentes, sin consideración del domicilio de las partes, los órganos
jurisdiccionales de los Estados miembros que se indican a continuación:
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3) en materia de validez de las inscripciones en los registros públicos, los órganos
jurisdiccionales del Estado miembro en que se encuentre el registro;
3. La litispendencia
Las normas de competencia judicial internacional den una respuesta a la primera cuestión que
suscitan las realciones privadas internacionales: la autoridad competente para resolver una
situación litigiosa. Si las respuestas a esta primera cuestión es positiva, de forma que los
órganos jurisdiccionales españoles tienen dicha competencia, se plantea de inmediato la
cuestión de fondo ¿ con arreglo a que criterios y a que nor,as va a resolver el órgano
jurisdiccional la pretensión litigiosa? Por el hecho de resultar competentes los tribunales
españoles, la situación litigiosa no ha perdido su característica peculiar: sigue siendo una
situaicon privada internacional, necesitada de normas que contemplen esta especialidad. La
aplicación pura y simple del Derecho Español, una vez determinada la competencia judicial de
los tribunales, constituye una respuesta inadecuada para resolver el conflicto de intereses
suscitado.
Caracteres:
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Es frecuente que la norma de conflicto presente un relativo grado de generalidad o
abstracción, haciendo referencia a categorías amplias. Tal generalidad aleja a la norma
de conflicto de las particularidades del caso litigioso, y la convierte mas en un principio
que en una norma.
La rigidez de la norma de conflicto es otra de sus pretendidas características que
presumiblemente hacen del método una ciega y pesada máquina de solución de
conflictos de leyes, alejada de las particularidades del caso concreto.
Se destaca la neutralidad como otra de las características que definen pretendidamente a
la norma de conflicto como técnica de reglamentación.
El artículo 46.1 LCJI establece las causas de denegación del reconocimiento (y ejecución)..
El artículo 46.1 establece seis causas de denegación, a las que hay que añadir la ya reseñada
exigencia de firmeza y, en su caso, de fuerza ejecutiva (art. 50.1) en el Estado de origen.
1. Orden público
2. Garantías procesales
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En el apartado b), relativo a la vertiente procesal del orden público, incorpora el artículo
46.1.a) LCJI el control específico de la notificación regular y con tiempo suficiente de la
demanda cuando la resolución se hubiere dictado en rebeldía. Como recoge el Preámbulo de la
LCJI, el estándar adoptado en el régimen de fuente interna es más exigente que el que establece
ahora en el ámbito de la UE el artículo 45.1.b) Reglamento Bruselas I bis, que no exige que la
notificación se haya hecho de manera regular sino que basta con que el demandado hubiera
podido defenderse e incluso en tales casos excluye que se pueda denegar el reconocimiento de
la resolución dictada en rebeldía cuando el demandado hubiera podido recurrir contra la
resolución del Estado miembro de origen y no lo hubiera hecho. Por el contrario, el artículo
46.1.b) LCJI contempla que se deniegue el reconocimiento si la notificación al demandado que
ha permanecido en rebeldía no se hizo “de forma regular y con tiempo suficiente para que
pudiera defenderse”. Por su parte, el artículo 54.4.b) LCJI, al regular los documentos que deben
acompañar a la demanda de exequátur impone como exigencia adicional si la resolución se
dictó en rebeldía la presentación del “documento que acredite la entrega o notificación de la
cédula de emplazamiento o el documento equivalente”.
Por otra parte, cabe reseñar que el artículo 47 LCJI impone dos cautelas adicionales
cuando se trata del reconocimiento de resoluciones extranjeras resultantes del ejercicio de
acciones colectivas. La primera de ellas exige para que la resolución sea oponible en España a
afectados que no se hayan adherido expresamente, “que la acción colectiva extranjera haya sido
comunicada o publicada en España por medios equivalentes a los exigidos por la ley española y
que dichos afectados hayan tenido las mismas oportunidades de participación o desvinculación
en el proceso colectivo que aquéllos domiciliados en el Estado de origen”. La segunda cautela
va referida al modo de llevar a cabo el control de la competencia del tribunal de origen, cuestión
a la que me referiré seguidamente.
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No existe traslado ilícito cuando ha habido un cambio de residencia del menor a otro estado,
paralelo a un cambio de residencia familiar, aunque la crisis de los progenitores se haya
producido al poco de realizar dicho cambio.
El Convenio solo se aplica respecto de menores de 16 años que hayan tenido su residencia
habitual en un Estado contratante inmediatamente antes de la infracción de los derechos de
custodia o de visita.
Las normas del Reglamento (apartados 2 a 5 del art 11) prevalecen sobre las respectivas normas
del Convenio.
El articulo 3.1 del Reglamento contempla 6 foros de competencia alternativos: En los asuntos
relativos al divorcio, la separación judicial y la nulidad matrimonial, la competencia recaerá en
los órganos jurisdiccionales del Estado miembro:
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a) en cuyo territorio se encuentre:
— el último lugar de residencia habitual de los cónyuges, siempre que uno de ellos aún resida
allí, o
— la residencia habitual del demandante en caso de quehaya residido allí al menos los seis
meses inmediatamenteanteriores a la presentación de la demanda y deque sea nacional del
Estado miembro en cuestión o, enel caso del Reino Unido e Irlanda, tenga allí su «domicile»;
Las normas de competencia internacional del derecho autónoma art 22 quater c LOPJ solo
resultan de aplicación , sin olvidar su aplicación transitoria, cuando el cónyuge requerido carece
de residencia habitual y de nacional de un Estado Miembro. En el sistema español no existe la
posibilidad de aplicar otros foros de competencia judicial internacional que los previstos en el
art 3 del reglamento.
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de las adopciones realizadas de acuerdo con él Convenio. El convenio solo se aplica entre
estados parte, por lo que su régimen afecta únicamente a las adopciones constituidas en uno de
dichos estados parte, dentro de su ámbito de aplicación espacial referido en el artículo 2.1. dada
su finalidad, entre Estados partes solo se reconocerán las adopciones que hayan seguido el
mecanismo previsto en el propio convenio para su procedimiento de constitución.
10. Ley aplicable en defecto de elección por las partes en materia de contratos.
a) el contrato de compraventa de mercaderías se regirá por la ley del país donde el vendedor
tenga su residencia habitual;
b) el contrato de prestación de servicios se regirá por la ley del país donde el prestador del
servicio tenga su residencia habitual;
c) el contrato que tenga por objeto un derecho real inmobiliario o el arrendamiento de un bien
inmueble se regirá por la ley del país donde esté sito el bien inmueble;
e) el contrato de franquicia se regirá por la ley del país donde el franquiciado tenga su residencia
habitual;
f) el contrato de distribución se regirá por la ley del país donde el distribuidor tenga su
residencia habitual;
g) el contrato de venta de bienes mediante subasta se regirá por la ley del país donde tenga lugar
la subasta, si dicho lugar puede determinarse;
h) el contrato celebrado en un sistema multilateral que reúna o permita reunir, según normas no
discrecionales y regidas por una única ley, los diversos intereses de compra y de venta sobre
instrumentos financieros de múltiples terceros, tal como estipula el artículo 4, apartado 1, punto
17, de la Directiva 2004/39/CE, se regirá por dicha ley.
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2. Cuando el contrato no esté cubierto por el apartado 1 o cuando los elementos del contrato
correspondan a más de una de las letras a) a h) del apartado 1, el contrato se regirá por la ley del
país donde tenga su residencia habitual la parte que deba realizar la prestación característica del
contrato.
4. Cuando la ley aplicable no pueda determinarse con arreglo a los apartados 1 o 2, el contrato
se regirá por la ley del país con el que presente los + vínculos más estrechos.
Los artículos 17 a 19 del reglamento de Bruselas I bis incorporan foros de protección del
consumidor, entendiendo por aquella persona que contrata para un uso que puede considerarse
ajeno a su actividad profesional. El elemento no es la finalidad del contrato, sino el hecho de
que el consumidor actúa al margen de una actividad profesional.
Por otra parte, no todos los contratos de consumo caen bajo el ámbito de aplicación de estas
reglas especiales de protección contenidas en los artículos 17 a 19 del Reglamento de Bruselas I
bis. El articulo 17 excluye los contratos de transporte así como en los que el co-contratante del y
si consumidor no tenga domicilio en un estado miembro.
Articulo 17.1 c pensado para la contratación a través de internet. Habilita la inclusión de los
contratos de timesharing como contratos típicos de consumo. El régimen de protección se aplica
cuando el empresario ejerce actividades comerciales o profesional en el estado miembro del
domicilio del consumidor o por cualquier otro medio, dirija tales actividades comerciales a
dicho estado miembro o a varios estados miembros, incluido este último, y el contrato este
comprendido en el marco de dichas actividades.
De acuerdo con el artículo 19 del reglamento, circunstancias en las que cabe entender en las que
no perjudican al consumidor.
Art 18 el empresario solo puede demandar al consumidor en los tribunales del domicilio del
consumidor.
b) Derecho aplicable
El artículo 6 del reglamento Roma I contiene un régimen especial para determinados contratos
de consumo, ampliando la protección del consumidor sobre la base de la aplicación de la ley de
su residencia habitual.
6.1 si las partes no han elegido la ley aplicable, la regla general es la ley aplicable de la
residencia habitual del consumidor. En la práctica las partes eligen la ley aplicable, la
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elección de la ley aplicable suele coincidir con el lugar de establecimiento de la
empresa.
Pero para asegurar que el consumidor no resulta desprotegido, el artículo 6.2 establece
la posibilidad de elegir la ley aplicable al contrato de consumo, siempre que no suponga
una reducción de la protección del consumidor garantizada por las disposiciones
simplemente imperativas de la ley de la residencia habitual del consumidor.
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