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TEMA 2

Características del mando. Funciones del mando (planificar,


ejecutar, organizar, coordinar...) Estilos de mandar. Aspectos que
distinguen a un/a buen/a jefe/a. Metodología del mando.
Técnicas de dirección. El factor tiempo. Selección de tareas.
Utilización de medios. Horarios y programas. Relación Mando-
Subordinado. Las reuniones.

Características del mando.

Un mando debe ser una persona capaz de tomar decisiones, capaz


asumir responsabilidades, debe estar perfectamente informado de su
cometido y con capacidades suficientes para desarrollar su función, y
para ello debe de reunir algunas características propias de los mandos,
como son:

Debe ser inteligente.


Debe de tener previsión, es decir, tener capacidad para anticiparse y
prever acontecimientos.
Debe dominar las herramientas para alcanzar los objetivos de la
organización.
Tener la suficiente cualificación y preparación para desarrollar
correctamente su función.
Ha de ser eficaz en su trabajo.
Ha de tener serenidad.
Ha de tener estabilidad y autocontrol emocional.
Debe tener capacidad de adaptación en la organización, así como
con los cambios a los que se enfrente la organización.
Debe tener buenas habilidades sociales y de comunicación, tanto
con la personas de la organización, como cuando la represente.
Debe ser competente y eficaz en el desarrollo de sus funciones.
Debe ser responsable.
Debe ser prudente en sus decisiones en la organización.
Debe ser leal a la organización.
Ha de tener sentido de la disciplina y de la autoridad.
Ha de ser equitativo.
Ha de tener empatía.
Debe de ser dinámico.
Debe tener capacidad de trabajo en equipo.
Debe fomentar la cooperación entre los miembros de la organización.
Debe de confiar en lo miembros de la organización, para poder
delegar funciones.
Debe de tener sentido de la iniciativa.
Ser creativo con los problemas de la organización, para obtener las
mejores soluciones a los problemas que surjan.
Debe tener seguridad en sí mismo. Locus de control interno.

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Debe tener capacidad de motivación.

Funciones del mando (planificar, ejecutar, organizar, coordinar...)

El mando debe asumir el proceso de fijación y logro de los objetivos de la


organización, debiendo tomar las decisiones correspondientes para
conseguir alcanzar dichos objetivos.

Este proceso consta de cuatro fases principales que son: planificar,


organizar, ejecutar y controlar.

1. Planificar:

La planificación consiste en realizar un primer análisis para establecer


el objetivo principal a conseguir, para posteriormente establecer el
modo más adecuado para alcanzarlo.

Para realizar la planificación, debemos distinguir entre los objetivos


primarios o finales y los objetivos secundarios o intermedios,
debiéndose utilizar la consecución de los últimos como medio para
alcanzar la consecución de los primarios o finales.

El mando debe de establecer un plan de actuación concreto para


obtener el objetivo final, y para ello es necesario que delimite de forma
precisa y detallada todo lo que conlleve la planificación, como son las
fases, fechas, recursos personales o recursos materiales.

Resaltar que el mando, en el momento de la realizar la planificación,


debe tener en cuenta que se produzcan ciertos cambios, por lo que
debe de tener en cuenta una cierta flexibilidad en la ejecución del plan
determinado.

Existen diferentes teorías sobre la planificación en las organizaciones,


pero existen una serie de fases que son determinantes en la
planificación, y son:

1) Analizar y definir con claridad la situación en la que nos


encontramos, así como el problema o situación que debemos
solventar.
2) Establecer el objetivo primario o final que debemos alcanzar.
3) Analizar los recursos de los que se dispone en la organización.
4) Determinar con claridad y detalladamente la estrategia a seguir,
estableciendo los recursos que se van a utilizar y como se van
utilizar.
5) Determinar la forma en la que se va a llevar a cabo la estrategia,
estableciendo las fases de ejecución del plan, así como los
objetivos intermedios o secundarios de cada fase.

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2. Organizar:

La organización consiste en la coordinación de los recursos de la


organización, tanto materiales como personales, de forma que se
repartan o deleguen las responsabilidades entre los subordinados, así
como los recursos materiales que se les ha asignado.

Se pueden describir muchas formas de organizar, pero hay una serie


de fase que son importantes para realizar esta función, y son:

1) Describir con claridad y detalladamente las tareas a realizar por


los miembros de la organización dentro del plan de acción
determinado.
2) Repartir las tareas entre los diferentes miembros de la
organización atendiendo a su especificidad.
3) Controlar la ejecución de las tareas para comprobar la correcta
ejecución de las mismas.

Resaltar que la división del trabajo entre los miembros de un equipo


conlleva una serie de ventajas para la organización, como son:
o El trabajo se ajusta a las características individuales de los
miembros del equipo.
o Se acelera el proceso de aprendizaje.
o El aumento de la productividad.

Hay que tener en cuenta, que un abuso de la división del trabajo


también conlleva inconvenientes, como son:
o Que el trabajo se convierte en monótono y repetitivo para los
miembros de la organización.
o El subordinado pierde la visión general del trabajo.

En definitiva, se trata de realizar una división del trabajo entre los


miembros de la organización, con la finalidad de conseguir el objetivo
final del plan de acción y con la mayor eficacia posible.

3. Ejecutar:

La ejecución consiste en que el mando debe dirigir y motivar a sus


subordinados, para que realicen las tareas que se les ha encomendado
de acuerdo con el plan de acción.

En la ejecución se deben de tener en cuenta los siguientes aspectos:


o Se debe de distribuir adecuadamente el tiempo para la ejecución
de las tareas, para que se puedan llevar a cabo y no se
acumulen.

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o Se deben de seleccionar las tareas en función de su importancia,


de forma que se realicen primero las de mayor importancia.
o Se deben de asignar correctamente los medios personales y
materiales para conseguir una mayor productividad de los
mismos.
o Debe de comunicación entre el mando y los subordinados para
conocer el desarrollo de las tareas que se están llevando a cabo,
y poder modificar o corregir lo que sea conveniente para su
correcta ejecución.

4. Controlar:

El control consiste en que el mando debe de controlar, evaluar y


analizar los resultados conseguidos con la ejecución del plan de acción,
con la finalidad de poder valorar la consecución de los objetivos, y
tener en cuenta las posibles modificaciones para próximas ocasiones.

Indicar que es importante el almacenamiento de toda la información


obtenida del control realizado, para que pueda ser tenida en cuenta en
la elaboración de futuros planes de acción.

En el proceso de control hay que tener en cuenta las siguientes etapas:


1) Evaluación y comparación de los objetivos alcanzados respecto a
los objetivos inicialmente planteados.
2) Evaluación de las desviaciones significativas.
3) Evaluación de las causas de las desviaciones.
4) Implantación de medidas correctoras.

Para que el mando realice un control eficaz tiene que tener en cuenta
diferentes aspectos, como son:
o Debe de estar orientado al futuro, para poder realizar los
cambios oportunos.
o Se deben de tener en cuenta todos los aspectos relacionados con
el plan de acción.
o Se debe de tener en cuenta el comportamiento de los
subordinados.
o Se debe realizar con rigor, pero teniendo en cuenta la flexibilidad
existente en el plan de acción.
o Debe de economizarse lo máximo posible los recursos.

Estilos de mandar

Existen tres estilos de mando o estilos de dirección diferentes, cada uno


de ellos se caracteriza por una forma concreta de tratar a los
subordinados.

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Los diferentes estilos de mando son:

Mando autoritario absolutista

Es un estilo de mando o dirección muy tiránico, en el que el jefe se


cree superior a sus empleados por encontrarse en una posición
jerárquica superior dentro de la organización.

Los mandos que asumen este estilo de dirección, se sienten forzados a


mostrar siempre una imagen de que lo saben todo y de que nunca se
equivocan, por lo que nunca reconocen sus errores y se centran en los
errores de los subordinados.

Este tipo de mandos nunca asumen que el subordinado pueda tener


razón y excluyen las propuestas que les realizan los subordinados para
la organización, de forma que la comunicación es mínima y por tanto
la relación entre el mando y los subordinados no es buena. Produce un
alejamiento cada vez mayor entre el mando y los subordinados.

El mando que utilice esta forma de dirección, sólo se relacionará más


cordialmente con los subordinados que se sientan inferiores al él y lo
consideren superior por ocupar una posición superior dentro de la
jerarquía de la organización.

Este tipo de mando prefiere la división del trabajo, de forma que hace
mayor uso de órdenes individuales y específicas a sus subordinados.
Lo que supone, por el sentimiento de inferioridad, una reacción del
subordinado hacia el mando de sumisión y pasividad.

Las decisiones son adoptadas con exclusividad por el mando.

Este estilo de dirección supone una degradación de la productividad,


ya que anula la motivación de los subordinados de forma que no
aportan nada a la organización.

Mando autoritario conductista

Es un estilo de mando o dirección basado en las relaciones humanas,


en la que se tienen en cuenta los aspectos psicológicos y sociales de
los subordinados, de forma que exista un buen ambiente en la
organización y los subordinados se sientan útiles, lo que conlleva a
mejorar el nivel de productividad.

Este tipo de mando se caracteriza por tener una imagen positiva de


sus subordinados, aunque sigue teniendo una posición de superioridad
respecto a éstos. Atiende la motivación de los subordinados, y tiene

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una mayor comunicación interpersonal con ellos con la finalidad de


establecer una cierta dinámica de grupo.

Con este estilo de dirección se consigue que exista una dinámica de


grupo en la organización, con subordinados que actúan de forma
obediente y sumisa al mando.

Este estilo de mando sigue también adopta las decisiones con


exclusividad.

El mando autoritario conductista se diferencia del mando autoritario


absolutista, en que el primero tiene una visión optimista y positiva de
los subordinados, mientras que el segundo tiene una visión pesimista y
negativa de los subordinados, y por tanto, con el primer tipo de mando
se obtiene un clima en la organización cordial y deseable, mientras que
con el segundo no es bueno y existe mayor agresividad.

Mando democrático

Este estilo de mando o dirección se caracteriza por la tolerancia y


flexibilidad ante distintas situaciones y problemas que se dan en la
organización.

Este tipo de mando tiene en cuenta los aspectos psicológicos y sociales,


e inciden en la toma de decisiones y en el método de trabajo, de forma
que existe un canal de comunicación permanentemente abierto entre e
mando y el subordinado de forma que acepta las sugerencias y
opiniones de sus subordinados.

En este estilo de dirección, el mando confía en sus subordinados y los


tiene en cuenta, de forma que se sienten valorados y tienen una
participación creativa e innovadora para la organización.

Con este estilo de mando, la organización tiene un ambiente muy


bueno y por tanto se obtiene una mayor productividad, porque todos
sus miembros se ven involucrados y valorados, y por tanto se sienten
orgullosos de pertenecer a la organización.

Aspectos que distinguen a un/a buen/a jefe/a

Existen diferentes corrientes y teorías sobre cómo debe ser un/a buen/a
jefe/a y los aspectos que lo distinguen, pero a nivel general parece
bastante claro que una persona que desee ser un/a buen/a jefe/a debe
de tener en cuenta los siguientes aspectos:
Ser claro e ir de frente.
Ser creíble y fiable ante los suyos
Ser inteligente.

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Ser prudente.
Transmitir valores y ser coherente con ellos.
Responsabilizarse de sus éxitos y fracasos.
Sacar la cara por sus subordinados.
Ganarse el respeto a través del esfuerzo y la entrega.
Ser positivo.
Preocuparse por el bienestar y calidad de vida de sus subordinados.
Ser un elemento motivados dentro de la organización.
Delegar y hacerlo bien.
Fomentar el trabajo en equipo y la comunicación entre sus
miembros.
Adecuarse a los miembros de su organización.

Metodología del mando

La metodología que utilice un mando para dirigir a sus subordinados,


favorecerá o no las tareas que éstos desempeñen en la organización.

Los estilos que favorecen la eficacia del equipo, posibilitan la cooperación


y coordinación del grupo, y son los siguientes:

El mando organizador

Se caracteriza por un alto grado de previsión y organización en su


forma de actuar. La relación jerárquica con los subordinados está
correctamente establecida, aunque es un poco distante. La
comunicación con los subordinados es fluida y se deja aconsejar.
Influye en sus subordinados de forma discreta, su acceso al poder se
haya basado en la experiencia y la antigüedad.

El mando participativo

Se caracteriza por establecer unas relaciones de mando basadas en la


solidaridad, la confianza y la libertad de expresión. Fomenta la correcta
comunicación y atiende de forma individual a sus subordinados. En
caso de conflicto el mando analiza las causas reales mediante
reuniones sistemáticas.

El mando emprendedor

Se caracteriza por establecer unas relaciones jerárquicas directas, cara


a cara, basándose en un sistema de apreciación. Tiene una gran
capacidad de influenciar y la utiliza para su promoción. No teme a los
conflictos y los aborda cara a cara.

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El mando realista

Se caracteriza por establecer unas relaciones jerárquicas basadas en la


confianza y el respeto mutuo. Favorece las consultas y entrevistas con
sus subordinados antes de tomar una decisión.

El mando maximista

Se caracteriza por establecer unas relaciones jerárquicas que utiliza


como canal de comunicación. La comunicación es recíproca, de forma
que los desacuerdos y conflictos son analizados para posteriormente
buscar una solución eficaz.

Los estilos que no favorecen la eficacia del equipo son los siguientes:

El mando burócrata

Se caracteriza por utilizar el formalismo burocrático como medida de


defensa ante las agresiones de la organización, así como ante las
disconformidades de los subordinados. Las relaciones jerárquicas en
este caso se muestran distantes, existiendo un acceso restringido al
mando.

El mando paternalista y demagogo

Se caracteriza por evitar hablar de las relaciones jerárquicas y prefiere


términos tales como gran familia o equipo, buscando la satisfacción de
sus subordinados como algo prioritario. Se deja influenciar y antepone
los intereses de los subordinados a los de la propia organización.

El mando autocrático

Se caracteriza en que el mando adopta una actitud agresiva en sus


relaciones jerárquicas y los subordinados rehúyen cualquier contacto
con él. El ejercicio del mando es unidireccional y cree poseer una gran
influencia sobre sus subordinados, a los cuales, en caso de desacuerdo
con él, los aparta por no apoyar su postura. El mando es unidireccional
y no permite sugerencias de los subordinados. No admite errores,
busca al culpable y lo sanciona. El acceso al poder lo consigue por
eliminación de rivales que puedan molestarle.

El mando oportunista e intrigante

Se caracteriza en que el mando en sus relaciones jerárquicas actúa


mediante un tira y afloja para que todo sea políticamente correcto, de
forma que evita los problemas maquillándolos más que

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solucionándolos. No siempre consigue mantener la distancia adecuada


con sus subordinados y tiende a intrigar y encubrir sus sentimientos.

El mando utópico, modernista o idealista

Se caracteriza en que el mando en sus relaciones jerárquicas permite


una excesiva confianza a priori, lo que le ocasiona muchos desengaños,
mostrando en ocasiones cierto esnobismo en sus relaciones. Favorece
una total anarquía en cuanto a las influencias recíprocas y piensa que
cada individuo debe luchar para que su visión prevalezca.

Técnicas de dirección

Para que un mando trabaje de forma eficaz dentro de una organización,


debe de tener en cuenta una serie de aspectos, como son:

1. Fijar las prioridades:

Debe fijar las prioridades teniendo en cuenta el período de ejecución


del trabajo (diario, semanal, mensual o anual), su urgencia y su
importancia.

2. Planificar y simplificar las tareas

Se deben de conocer adecuadamente las tareas que se realizan, y


con ello, saber de cada tarea, entre otras cosas, qué se realiza, cuál
es la finalidad, quién la realiza, cuándo la realiza, durante cuánto
tiempo se realiza, dónde se realiza, por qué se realiza y cuál es su
resultado.

Todo ello con la finalidad de poder reagrupar las tareas atendiendo a


su afinidad, a fin de economizar los recursos de la organización.

Posteriormente se deben planificar las tareas atendiendo a la


reagrupación anterior, así como los momentos más productivos de la
jornada y las posibles adversidades que se pueden producir, con el
objetivo de economizar los recursos de la organización y obtener el
máximo rendimiento.

3. Adoptar decisiones

Se deben adoptar las decisiones pertinentes para que se ejecute el


plan de acción derivado de la planificación anterior y se alcance el
objetivo establecido.

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El factor tiempo

En la planificación anteriormente citada, hay un factor que


probablemente sea el más importante y es el tiempo, ya que el mando
cuando planifica la tarea, debe hacer una correcta división de las fases,
teniendo en cuenta, entre otras cosas, el tiempo de ejecución de la tarea,
los horarios de cada tarea, la duración de la jornada o los horarios de la
jornada.

La correcta distribución del tiempo es fundamental para el mando. Una


correcta planificación y ordenación del tiempo, evita la acumulación
excesiva de trabajo, al distribuirse las tareas de forma racional,
considerando incluso los posibles errores, que a su vez van a implicar
una pérdida sustancial de tiempo.

Como resultado, el mando será capaz de realizar todas y cada una de las
actividades que precisen de su intervención y la calidad de sus
actuaciones será mayor. Pero no sólo debe racionalizar su tiempo, sino
también el de sus subordinados.

Resaltar que para hacer una correcta distribución del tiempo, se deben
de tener datos reales, es decir, una línea base de actuación (una línea
base, consiste en la descripción pormenorizada de un hecho en
circunstancias normales) para poder establecer posibles pautas de
actuación.

El objetivo de gestionar el tiempo es conocer el tiempo que dedicamos a


cada tarea, para poder determinar si somos eficaces o no, y actuar en
consecuencia.

En la planificación del tiempo se pueden distinguir estas fases:

Fase primera - Analizar en qué se emplea el tiempo:

En esta fase se registrará durante un período las tareas que se


realizan, de forma que anotaremos todas y cada una de las
actividades realizadas en breves períodos de tiempo, con la finalidad
de comprobar el uso que se le está dando al tiempo.

Fase segunda – Planificar el tiempo:

En esta fase se planificará el tiempo eliminando aquellas tareas sin


importancia y que sean prescindibles, ya que ocupan un tiempo
innecesario para permitir llevar a cabo tareas importantes e
imprescindibles. Sólo se eliminarán las tareas que sean inútiles
después de que se hayan analizado en la primera fase. La finalidad

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es diseñar un programa de tareas realmente útiles y necesarias,


eliminando las que restan tiempo y no conllevan beneficios.

Fase tercera – Transcribir en papel la planificación:

En esta fase se plasmara por escrito la elaboración del nuevo


programa de tareas, en el que se habrán eliminado las tareas
innecesarias y se habrán constituido otras de relevancia.

Este proceso de planificación del tiempo debe de ser continuo en la


organización, es decir, una vez se ha finalizado la tercera fase y
ejecutado el nuevo programa de tareas, cada cierto tiempo de realizarse
de nuevo el proceso, de forma que haya una mejora continua.

Resaltar que es importante dejar constancia en la organización de los


resultados de cada uno de los procesos de planificación del tiempo, para
poder comprobar y analizar en cualquier momento la evolución de la
organización.

En este proceso de planificación del tiempo hemos apuntado la existencia


de tareas inútiles como malversadores del tiempo, y de la necesidad de
identificarlos.

En primer lugar, un mando debe tener en cuenta que existen gran


cantidad de factores a los que puede deberse la malversación del tiempo,
como pueden ser:

La falta de recursos, porque supone utilizar más tiempo del


necesario para realizar la tarea.
La falta de previsión, ya que supone incertidumbre y una pérdida
de tiempo innecesaria para solucionar los imprevistos.
El mal funcionamiento del flujo de la información, porque la
existencia de demasiados intermediarios supone, entre otras cosas,
una pérdida de tiempo innecesaria.
Una mala organización supone pérdidas de tiempo innecesario.
El exceso de personal en la realización de la tarea, porque supone
un tiempo innecesario para organizar la realización de la tares.

En segundo lugar, un mando debe identificar y seleccionar las tareas que


sean inútiles o prescindibles para la organización y que merman su
productividad.

Selección de tareas

La selección de tareas es un proceso que el mando debe de llevar a cabo,


en la que se determinará qué tareas que son imprescindibles para la

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organización, cuáles se pueden posponer, así como cuales deben de


realizarse y por quien.

El mando debe e asumir su tarea de mando, y tras determinar la


importancia de las tareas y quien debe de realizarlas, debe realizar
aquellas que no sean delegables, ya que si realiza tareas que deben ser
realizadas por los subordinados no se aprovechan adecuadamente los
recursos y se merma la productividad de la organización.

Las tareas delegables son aquellas que no necesariamente debe ser


realizadas por el mando, sino que pueden realizarse por un subordinado
con el mismo resultado para la organización.

Se pueden distinguir como tareas delegables, entre otras, las siguientes:

Tareas necesarias y obligatorias dentro de las actividades de la


organización, las cuales con unos conocimientos concretos se
pueden realizar, como son inventarios o trabajos de administración.

Tareas discrecionales, que son aquellas requieren más capacidad de


decisión que las tareas necesarias, pero que un subordinado que
tenga la preparación adecuada también puede realizar, como son
algunas reuniones o correcciones de errores durante una actividad.

Tareas triviales o poco importantes en la consecución de los


objetivos de la organización que se pueden delegar si su eliminación
no es posible.

Rutinas o tareas repetitivas que los subordinados están


acostumbrados a realizarlas adecuadamente.

Urgencias, que dependiendo de su modalidad requerirá una


formación específica y una actuación rápida, pero eligiendo un
subordinado adecuado puede ser delegada.

Especialidades, que requieren aptitudes especificas, incluso en


ocasiones habrá que utilizar personal externo a la organización, pero
que pueden ser delegadas.

Tareas que son gratificantes de realizar y que pueden ser delegadas.

Tareas que son ingratas de realizar y que se pueden delegar.

Las tareas no delegables son aquellas que debe de realizar el mando, y


se pueden distinguir, entre otras, las siguientes:

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Tareas del estatus del mando, como reuniones con altos cargos o
instituciones.

Tareas relacionadas con la gestión de la organización que no pueden


ser delegadas en los subordinados, como puede ser administración
de recursos o resolver conflictos internos.

Asuntos confidenciales y secretos que correspondan a su cargo.

Tareas que se producen por crisis o en situaciones de emergencia,


en las que el mando debe asumir la responsabilidad de hallar la
solución al problema.

El mando no debe de caer en el error de querer asumir todas las tareas,


ya que supone un perjuicio para él y para la organización.

Utilización de medios

El mando debe conocer perfectamente, los recursos de los que dispone


tanto materiales como personales.

Los medios técnicos ayudan a aumentar la eficacia del personal, pero


deben ser utilizados correctamente.

Los medios, de los que dispone el mando, pueden ser de varios tipos:

• Manuales:

Los medios manuales que se usan para almacenar información


relevante para la organización. Estos pueden ser archivadores,
carpetas o similares.

• Electrónicos:

Los medios electrónicos actualmente facilitan mucho y reducen el


tiempo de realización de muchas tareas en la organización, así como
aumentan la calidad de su ejecución. Estos pueden ser ordenadores,
fotocopiadoras, escáneres o similar.

• Móviles:

Los medios móviles actualmente son imprescindibles para la


realización de las tareas de cualquier organización, ya que además de
facilitar la realización de las tareas, suponen una mejora en la
descentralización de la organización y una buena comunicación entre
sus componentes. Estos pueden ser vehículos, transmisores, teléfonos,
GPS, tabletas digitales o similares.

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• Personales:

Los medios personales de los que dispone la organización son su


recurso principal, especialmente en las organizaciones policiales,
donde casi todas las tareas son realizadas por sus componentes. Se
puede componer no sólo del personal interno de la organización, sino
también personal externo.

Para su correcta utilización y aprovechamiento, el mando debe


conocerlos conocer todos los recursos de los que dispone, así como
dominar su funcionamiento en ciertos recursos.

Horario y programas

El mando debe de confeccionar los horarios y los programas de


actividades para él y sus subordinados, siendo una de las tareas más
importantes que realiza.

La confección de estos horarios y programas debe realizarse siguiendo


las directrices establecidas en la organización, y deben programar tareas
a realizar, así como sus fases de ejecución y sus objetivos.

Estos horarios y programas pueden determinarse para diferentes


períodos, como pueden ser diarios, semanales o anuales, pero deben de
ajustarse a las normas establecidas en la organización para los horarios.

Para la realización de una correcta programación y obtener el mayor


rendimiento de los recursos de la organización, se debe de tener en
cuenta lo siguiente:

Los recursos personales de los que se dispone, sus horarios,


vacaciones, e incluso como ya se ha mencionado facetas personales
que puedan incidir en un momento dado en su actuación.
Las rotaciones en los diferentes puestos, para evitar la excesiva
especialización de sus subordinados.
Previsión de la desocupación de un puesto, si esta es parcial,
temporal o permanente, porque no es lo mismo un baja de corta
duración que de larga duración.
Elegir a la persona más capaz para desempeñar esa función.

Relación Mando-Subordinado

En la relación Mando-Subordinado ha de considerarse, que es importante


que haya una buena relación entre ambos, para conseguir que el
subordinado realice eficazmente su tarea.

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Por ese motivo el mando debe de tener en cuenta varios aspectos, para
mantener a un subordinado motivado por su trabajo y evitar rivalidad.

Existen diferentes estrategias de actuación para favorecer la relación


Mando-Subordinado, como son:

Conocer al subordinado:

El mando debe de conocer a los subordinados con los que trabaja,


de forma que conozca de forma de individual sus peculiaridades
para poder darle un trato adecuado.

Un mal mando tratará todos los subordinados por igual. Lo que debe
de hacer es tratar a cada subordinado como necesita que se le trate,
de forma que se le extraerá mayor rendimiento profesional a cada
uno de ellos.

Un buen mando se preguntará por las emociones que sienten sus


subordinados y por su estado de bienestar, e intentará mejorar la
relación con cada uno de ellos, resolviendo las posibles diferencias
que posea.

Un buen mando debe compartir el éxito de la organización, de forma


que todos los componentes de la misma se sientan responsables del
éxito de su organización.

Si un mando cuida a sus subordinados, éstos trabajaran más y


mejor, y redundará en que la organización obtenga mayor
rendimientos y calidad en su productividad.

Conocer el trabajo:

El mando debe de conocer su trabajo y el de sus subordinados, de


modo que tiene que conozca el objetivo de las tareas que se realizan,
aunque no debe de entrar como norma general en el detalle de
cómo hace cada uno su labor, porque cada uno tiene su forma de
hacer ciertas cosas para alcanzar un objetivo, y eso hay que
respetarlo.

Un buen mando debe conocer al detalle el trabajo que realizan sus


subordinados, porque entonces estará en disposición de entender
sus quejas, o de sancionarles si es necesario.

Saber escuchar:

Una de las mayores dificultades para las comunicaciones personales


es la incapacidad de saber escuchar que algunas personas tienen.

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Un mando debe dejar hablar y expresarse al subordinado, porque el


escuchar a una persona es la forma más eficaz de conocerla.

Si escucha correctamente, el mando puede hacer preguntas y


comprender cuál es el problema, lo que ayuda a buscar una posible
solución. Igualmente ocurre cuando pretenda establecer una
estrategia de persuasión, debe saber escuchar para saber cómo
convencer a sus subordinados.

No todos los mandos saben escuchar, en muchos casos se ponen


barreras para no escuchar al subordinado, porque así no escucha
sus quejas.

Suelen ponerse mayores barreras cuanto mayor es la distancia


jerárquica, y actúa del siguiente modo para evitar escuchar:

o Se centra en dirigir y no se deja influenciar. Considera que


escuchar otras opiniones le puede influir y por eso evita
mantener contacto con subordinados.
o Se relaciona con jerarquías cerradas y cercanas a su nivel de
mando, por lo que cuenta con un gran poder de dirección sin la
necesidad de escuchar y sin miedo a cualquier tipo de influencia.
o No se esfuerza por agradar en ningún caso, cuando más poder
social posee el mando, menor necesidad tiene de ser escuchado,
porque tiene menor necesidad de quedar bien y ser admirado
por sus subordinados.
o Establece mayor distancia entre el mando y los subordinados,
porque cuanta mayor distancia exista, tanto física como
psicológica, menos posibilidades tiene el mando de darse cuenta
de que algo ha fallado y por tanto asume menos problemas.
o Menosprecia la información que le puedan facilitar los
subordinados, porque considera que ya lo sabe todo, sin tener en
cuenta que los problemas evolucionan en la organización y por
tanto no puede tener conocimiento.
o Menosprecia los problemas de los subordinados, porque
considera que todos sus problemas son insignificantes y por
tanto no debe de perder el tiempo.

En otras ocasiones en vez de evitar escuchar, el mando utiliza


algunas estrategias para que no se le acerque el subordinado a
comentarles problemas o sugerencias, como son:

o Ser inaccesible al subordinado, de forma que sólo se relacionan


con unos pocos para que les informe de todos, con el problema
de que el utilizar unos pocos para que te informen supone que la
información llega sesgada.

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o En vez de preguntar por los problemas y las posibles formas de


mejorar la organización, sólo preguntan sobre aquello que
quieren oír, normalmente los éxitos que sabe que le se pueden
atribuir.
o Evitando tocar los temas cuando el subordinado le pregunta, de
forma que toca otro tema para desviar la atención, o cuando se
le pregunta de forma directa contesta con ironía que no sabe
nada del tema.

También existen ciertas interferencias en la escucha de un mando


hacia su subordinado, como pueden ser:

o Interferencias cognitivas, que se produce cuando el mando tiene


ciertos prejuicios sobre esa persona y por tanto no escucha al
subordinado; o cuando no entiende un tema o no lo ha
escuchado y el mando añade con información inferida aquellos
datos que le faltan.
o Interferencia emocional, que se produce cuando el estado de
ánimo del mando distorsiona lo que está escuchando.
o Interferencia social, que se produce cuando mayor es la distancia
jerárquica, de forma que el mando se siente con el poder social
para considerar como poco valioso lo que está escuchando.

Concretar las indicaciones:

El mando debe de explicar concretamente y con claridad las tareas


que deben de realizar los subordinados y los objetivos a alcanzar, no
dejando nada a la improvisación, para que no exista duda alguna y
que el subordinado tenga claro que si no hace lo ordenado podrá ser
sancionado.

Fijar fechas para la realización de los trabajos:

El mando que no pone fechas, no sólo no está delegando


correctamente sino que creará incertidumbre en las tareas que ha
impuesto a los subordinados

Criticar los hecho y no a las personas:

El mando debe tener en cuenta, que es más constructivo criticar el


comportamiento que se puede mejorar que criticar a la persona.
Debe tratar de ofrecer soluciones para que la tarea mejore, y nunca
criticar a un subordinado delante de los demás, ya que se sentirá
ridiculizado por el mando. La crítica debe ser por hechos inmediatos
en el tiempo, y no hechos que ya han sido sancionados.

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El mando no debe de regocijarse en la crítica, ni debe hacerla más


larga de lo necesario, ni utilizar bromas, debe ser directa, objetiva y
constructivas.

La crítica debe de adaptarse al subordinado que la va a recibir.

Hablar con los subordinados:

El contacto con los subordinados debe ser periódico, prestando una


atención individual con la finalidad de conocer, no sólo al equipo sino
a los subordinados por separado.

No demostrar favoritismos:

El mando debe ser equitativo, porque un mando que realice


distinciones a causas de preferencias perderá la credibilidad de sus
subordinados y generará conflictos.

No alardear ante los subordinados:

El mando que deja en evidencia a un subordinado mostrándole que


es mejor que él, lo está menospreciando y ridiculizando, lo que
conllevará a que nunca podrá tener una relación cordial con él.

Estar dispuesto a aprender de los demás:

El mando que no está dispuesto a aprender de sus subordinados, se


estancará y no evolucionará ni él mismo ni ayudará a que la
organización se desarrolle.

Cualquier subordinado puede tener una buena idea, que puede ser
utilizada por la organización para mejorar.

Fomentar la iniciativa de los demás:

Un buen mando debe fomentar que los subordinados piensen, y para


ello es importante que se les deleguen funciones cada vez de mayor
responsabilidad. Lo que conllevará a que tenga una mayor iniciativa
y responsabilidad dentro de la organización.

Flexibilidad:

El mando debe ser flexible y asumir la necesidad de cambios en sus


planes. Es necesario adaptarse constantemente a las peculiaridades
de la organización y del entorno, por lo que un mando flexible se
adaptará mejor a la realidad de su trabajo.

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Demostrar confianza:

Un mando que demuestra confianza a sus subordinados, ayuda a


crear un buen clima laboral, y repercute en que los subordinados
están más motivados y rinden más.

Delegar funciones:

Un mando que delega en sus subordinados funciones que pueden


realizar, supone motivarlos, además de que les hace aprender y
adquirir experiencia para tareas de mayor complejidad.

Las reuniones

Una reunión es una concentración de personas con el objeto de


intercambiar información.

Para que una reunión sea productiva, cuando se planifica y se lleva a


cabo una reunión se deben tener en cuenta una serie de aspectos
básicos, como son los aspectos humanos, los aspectos informativos y los
aspectos materiales.

• Aspectos humanos:

A una reunión sólo deben asistir las personas que se vean afectadas
por el tema a trabar o que puedan aportar una información útil. Porque
demasiadas personas en una reunión, dificulta la comunicación visual y
directa entre sus componentes, lo que entorpecerá y dilatará más la
sesión.

Respecto a los aspectos humanos hay que tener en cuenta:

1) El número de participantes que asisten.


2) La composición del grupo de la reunión.
3) Reacciones sobre el tema a tratar.

• Aspectos informativos:

Antes de empezar una reunión es necesario planificar qué es lo que se


va a decir y cómo se va a hacer.

Hay muchas estrategias a seguir para planificar una reunión, como


puede ser hacer un esquema o hacer una lista de los temas a tratar. Si
se trata algún tema que no estaba planificado se puede posponer para
una próxima reunión.

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En toda reunión se debe informar con anterioridad de los aspectos que


se van a tratar, así como la duración de la misma y la hora de
comienzo, a la que se exigirá puntualidad.

Los temas que no se puedan tratar también se pospondrán para una


próxima reunión.

• Aspectos materiales:

La persona que se encargue de preparar la reunión deberá tener en


cuenta todos los materiales necesarios para que los asistentes puedan
sacar mejor productividad a la reunión.

Entre los materiales a utilizar en la reunión, se encuentran, entre otros,


los dossiers sobre los temas a tratar, gráficas, videos explicativos,
cuadernos para notas, diapositivas o proyecciones.

Debe de tener en cuenta que para la reunión sea efectiva se deben de


mimar detalles como el local, la iluminación, la temperatura, que no
existan ruidos que alteren el desarrollo normal de la misma y
mobiliario adecuado.

Además de la planificación, las reuniones llevan su ejecución y su


valoración, es decir, aspectos a tener en cuenta antes, durante y
después de la reunión.

• Aspectos a tener en cuenta antes de la reunión:

1. Que exista una justificación para realizar la reunión.


2. Que sea eficaz y se alcancen los objetivos establecidos.
3. Que sea eficiente y que sus resultados compensen su coste.
4. Que sea motivadora para sus asistentes.
5. Que produzca desarrollo y aprendizaje social y/o profesional de
cada uno de los asistentes.
6. Que aumente el espíritu de equipo en la organización

• Aspectos a tener en cuenta durante la reunión:

1. Que se transmita correctamente la información.


2. Que la información que se transmite sea relevante.
3. Que se fomente la participación de los asistentes.

• Aspectos a tener en cuenta después de la reunión:

1. Realizar una valoración de la información obtenida, para


comprobar si la reunión ha sido eficaz y/o eficiente.

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2. Evaluar si la forma en la que se ha transmitido la información ha


sido correcta para poderla mejorar.
3. Realizar una evaluación de las respuestas dadas por los asistentes.

Las reuniones pueden dividir en varias categorías:

• Reuniones según el número de participantes:

o Reuniones de dos personas: Son reuniones en las que la forma


de interactuar es distinta, porque no hay terceras personas que
pueden interrumpir la conversación.

o Reuniones de grupo pequeño: Son reuniones de con más de dos


asistentes, y el propósito de la misma es intercambiar
información y aportar argumentos y propuestas eficaces.

o Reuniones de grupo grande: Son más complejas donde existe


menos contacto entre los asistentes y la figura del moderador es
importante.

• Reuniones según su formalidad:

o Formales: Son reuniones previamente planificada y reguladas, y


suelen tratar temas de la organización

Ascendentes: Son las que se mantienen con superiores


jerárquicos, normalmente con el objetivo de recoger
información. El número de asistentes suele ser reducido y con
un nivel jerárquico homogéneo.

Descendentes: Son las que se mantienen con subordinados,


normalmente con el objetivo de transmitir información. El
desarrollo debe contener la transmisión de información y el
motivo de dicha reunión, así como su objetivo. Es
conveniente confirmar que la información suministrada se ha
entendido correctamente, así como atender las posibles
dudas y preguntas.

o Informales: Son reuniones en la que se produce un intercambio


de opiniones. Este tipo de reuniones favorecen las relaciones y la
comunicación interpersonal de los asistentes.
No están reguladas, y pueden utilizarse cuando se quiere
obtener respuestas más naturales y sinceras.

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• Reuniones según los objetivos:

o Reuniones para intercambiar información: Son reuniones que se


utilizan para obtener o recoger información sin que haya ningún
problema detrás.
Estas reuniones deben ser cortas para que se concrete
adecuadamente la información que se debe de ofrecer y de este
modo que sean eficaces.

o Reunión de trabajo para resolver un problema y/o tomar una


decisión: Son reuniones que se utilizan para buscar soluciones o
elaborar un plan de actuación. Se informa previamente a los
asistentes del tema a tratar, para que se preparen la reunión y
puedan aportar ideas.

• Reuniones según el dirigente:

o Reunión directiva: Es la reunión en donde el mando domina la


reunión y la información que posee.

o Reunión no directiva: Es donde tanto el mando como los


subordinados comparten por igual el protagonismo de la reunión.

A las reuniones asisten diferentes tipos de participantes, por lo que


atendiendo a sus características habrá que actuar de una u otra forma
atendiendo a los siguientes tipos de asistentes:

• El tímido: Hay prestarle mucha atención y reforzarle con gestos,


aunque su respuesta sea un monosílabo. Así como hacerle preguntas
directas pero fáciles de contestar, e introduciendo las difíciles con el
tiempo.
Si se equivoca nos debemos echar la culpa a nosotros mismos, por
ejemplo “no he debido expresarme bien”, porque si no lo hacemos
potenciaremos su timidez.

• El preguntón: Decirle que no hay tiempo, porque hay que seguir la


orden del día, cuando acabemos si hay tiempo replantearemos sus
dudas, no debemos entrar en su juego.

• El mudo voluntario: Hay que hacer que se implique, hacerle ver lo


importante que es el trabajo en grupo apoyándonos en algún ejemplo,
hacerle preguntas directas exigiéndole respuestas, explicar los
objetivos y finalidad de la reunión, hacer referencias continuas a las
mejoras que implica trabajar en grupo.

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• El liante: Hay que cortarle pero diplomáticamente, cada vez que se


desvíe del tema, decirle que lo que dice tal vez es importante, pero no
es el momento para tratarlo, que respete la intervención de los demás,
porque hay un tiempo limitado y que los detalles los dejamos para otra
reunión.

• El discutidor: No hay que entrar en su juego. Sus ideas a veces son


importantes debido a que suelen ser más atrevidos a la hora de
exponer sus idas, a veces incluso los demás las comparten pero no se
atreven a exponerlas, pero no hay que permitirle nunca que se oponga
continuamente a una persona concreta y que sus “peros” los justifique
con soluciones.

• El obstinado: Hay que intentar ver su punto de vista como uno más
pero haciéndole ver que hay más y que debe respetarlos, usar
demostraciones con algún hecho. Demostrar que lo importante es la
reunión.

• El sabelotodo: Hay que analizar las situaciones que él da para ver si


son efectivas, hacerle preguntas a las soluciones que da para ver si
realmente son efectivas, hacerle ver que el respeto se debe a la
persona y no a lo que sabe, que emplee un vocabulario adecuado y
asequible a los demás, cuando formule problemas que profundice en el
tema.

Para realizar una reunión, hay una serie de técnicas que deben de
tenerse en cuenta para ayudarnos a alcanzar los objetivos de la reunión,
como son:

1. Centrar el tema de la reunión, haciendo una introducción sobre el


tema, y los objetivos que se persiguen.
2. Mantenga el orden y la disciplina. Usted es el mando y por lo
tanto quien dirige la reunión
3. Si el desorden es extremo realice una pausa o posponga la
reunión, para enfriar los ánimos o aclarar ideas.
4. Ejerza un control visual, el control visual debe ser seguido por un
mutismo por parte del director.
5. Use la pizarra o elementos visuales, para romper la monotonía.
6. Realice siempre una recapitulación o resumen de las ideas más
importantes y las conclusiones tratadas.
7. Si el grupo no habla, realice preguntas generales dirigidas al
grupo.
8. Use preguntas de si o no seguidas de por qué.
9. Nunca use preguntas que puedan poner a los participantes en
situaciones desfavorables.
10. Para evitar el rechazo de las decisiones, use la discusión para que
se originen conclusiones en el grupo.

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