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MAQUIAVELO
Para ambos filósofos la vida política era inconcebible sin ética, entendiendo por tal
la búsqueda del Bien Común, con rectitud y honestidad, tanto de parte del
gobernante como de los gobernados.
El Príncipe, sin llegar a ser una teoría de Estado, convierte en teoría y cartilla de
bolsillo de muchos gobernantes lo que ya se practicaba en las cortes de entonces:
el pragmatismo político, que, expresado al alcance de nosotros, los legos en
politología, no es otra cosa que la ley de los hechos, inspirados en las ambiciones
y pasiones de los políticos, por encima de los deberes éticos.
Para Maquiavelo la política es la lucha por el poder. Una vez en el poder, lo que
decide es la astucia del gobernante para manejar los hechos, olvidándose de los
principios éticos. Del único que no se puede olvidar el gobernante, y que por
cierto, no es ético sino práctico e inmoral, y que constituye la fuente principal de
corrupción de los políticos, es aquel según el cual en la vida política el fin justifica
los medios.
El fin justifica los medios
El fin justifica los medios es una frase atribuida erróneamente al escritor y
personaje relevante de la Italia renacentista, Nicolás Maquiavelo. La misma
expresa que cuando el objetivo o la causa son importantes, cualquier medio
utilizado para lograrlo es válido.
Así, el postulado “el fin justifica a los medios” no aparece textualmente en las
palabras de Maquiavelo pero se atribuye como conclusión a la idea dada por el
escritor en sus narraciones.
Existen historiadores que atribuyen la frase al teólogo alemán Hermmann
Busenbaum, extraída del libro “Medulla theologiae moralis”, bajo la frase “Cum
finis est licitus, etiam media sunt licita”, que es “Cuando el fin es lícito, también lo
son los medios”.
El fin justifica los medios es una frase que señala al individuo dispuesto a realizar
cualquier cosa que desea para conseguir o cumplir un objetivo. Dicha frase en un
principio se aplicaba únicamente en el ámbito de la política, o los negocios, pero
actualmente aborda a otros contextos de la vida del individuo.
Esta frase se emplea para evadir cualquier acto o vía que son contrarias a la ética
y buenas costumbres pero que acarrean un fin presumiblemente bueno. Con esta
frase el individuo coloca en un segundo plano la moral y la ética, y justifica todos
sus medios engañosos siempre que le permita alcanzar un fin determinado.
En conclusión, según esta frase y su supuesto autor los actos de los hombres
deben de ser juzgado por los resultados, por lo que si al final el individuo logra sus
objetivos, los medios deben de ser aceptados.
Sin embargo, según el famoso escritor inglés Aldous Huxley los fines no pueden
justificar los medios, porque los medios usados determinan la naturaleza del fin
que es alcanzado.
Para una mejor comprensión, citaré un ejemplo de una persona que considera que
el fin justifica los medios. En una empresa, dos grandes directivos deben de
presentar cada uno un interesante proyecto para aumentar las ventas y
reconocimientos de los productos, y ser premiados con el aumento de sueldo y
puesto de trabajo.
Ambos querían impresionar al jefe, pero especialmente aquel que tiene una familia
para sustentar y el deseo de brindarle una mejor vida a sus hijos. En el día de la
presentación de proyecto, el candidato A llega más temprano a la oficina con el
objetivo de destruir el proyecto del candidato B, imposibilitándolo a asistir al evento
de hoy.
En virtud de lo anterior, se puede concluir que el fin justifica los medios, ya que el
candidato A buscaba dar una mejor vida a su familia, por lo que era necesario
impresionar con su proyecto para lograr aumento de sueldo, sin importar los daños
ocasionados al su colega.
En el mundo actual, y no solo cuando de los negocios se trata, pareciese que una de las premisas
que debe imperar es “el fin justifica los medios”, frase que se ha atribuido a Nicolás Maquiavelo a
pesar de nunca haberla escrito y, al parecer, tampoco haberla pronunciado− dado que en su libro
El Príncipe, Maquiavelo expone la idea de que los hombres, estando en el poder, deberían ser
juzgados por los resultados obtenidos, y si al final los resultados deseados se logran, los medios
utilizados para alcanzarlos tendrían que ser perdonados. Esto va en lógica contraposición de lo que
expresaría la frase opuesta “el fin no justifica los medios”.