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un fin positivo y justificar la maldad al señalar un buen resultado. Ahora bien, ¿Es
correcto poner en practica esta frase?
El fin justifica los medios es una frase que señala al individuo dispuesto a realizar
cualquier cosa que desea para conseguir o cumplir un objetivo. Dicha frase en un
principio se aplicaba únicamente en el ámbito de la política, o los negocios, pero
actualmente aborda a otros contextos de la vida del individuo.
"El fin justifica los medios," usualmente implica hacer algo malo para alcanzar un
fin positivo y justificar la maldad al señalar un buen resultado. Un ejemplo sería
mentir en un currículo vitae, para conseguir un buen empleo, y justificar la mentira
diciendo que un mayor ingreso le permitirá al mentiroso proveer más
adecuadamente para su familia. Otro podría ser, justificar el aborto de un bebé
para salvar la vida de la madre. Mentir y quitar la vida a un inocente, son
igualmente inmorales, pero el proveer para la familia de uno y salvar la vida de
una mujer, es moralmente correcto. ¿Entonces, dónde está la línea divisoria?
Ahora bien si nos remontamos de donde surgió la frase podemos encontrar que “el
fin justifica los medios” fue atribuida a Nicolás Maquiavelo. Él tenía un
pensamiento político caracterizado por muchos investigadores como déspota, frío
y amoral. Según esta premisa, un gobernante debería utilizar todos los medios
disponibles a su alcance, sin limitarse por la moral o la ética, con el objetivo de
conseguir una meta que lo merezca.
Maquiavelo, no obstante, no ha de observarse como un ser inhumano y privado de
sentimientos. Simplemente, hay que ubicarlo en una época marcada por la
inestabilidad social y política, en la que diferentes teorías políticas luchaban por
conseguir un método efectivo con el que controlar todos los problemas del siglo
XV y XVI, sin que todo el Gobierno caiga en el intento.
Teorías como que lo único importante para el gobernante es el poder, que la ética
no es válida para tomar decisiones en el Gobierno o el favoritismo hacia la
simulación, aparentar lo que no se es, para obtener favores de los demás, son
características básicas de la obra. “El Príncipe” escrita en 1513 y publicada en
1532, en la que el autor intenta defender a toda costa teorías por las que el
gobernante puede mantener su soberanía y mandato, ante cualquier vicisitud
Lo que Maquiavelo sí dijo y es Lo más parecido a “el fin justifica los medios” que
se puede encontrar en El príncipe, obra de Maquiavelo debido a la cual se le
atribuye tan estúpida frase, está en el penúltimo párrafo del capítulo XVIII del libro,
titulado: “Si los príncipes deben ser fieles a sus tratados”.
Así, el postulado “el fin justifica a los medios” no aparece textualmente en las
palabras de Maquiavelo pero se atribuye como conclusión a la idea dada por el
escritor en sus narraciones. Sin embargo, existen historiadores que atribuyen la
frase al teólogo alemán Hermmann Busenbaum, extraída del libro en
latín “Medulla theologiae moralis”, bajo la frase:
“Cum finis est licitus, etiam media sunt licita”, que traducido al español es “Cuando
el fin es lícito, también lo son los medios”.
Según otras teorías, indican que Napoleón Bonaparte, en el libro de “El Príncipe”,
anotó una frase con un significado parecido “Triunfad siempre, no importa cómo, y
siempre tendréis razón” que lleva al individuo a la misma conclusión.
Sabiendo la historia, sobre todo que la frase tiene un trasfondo político si es que
nos enfocamos a Maquiavelo, ¿sería correcto emplearla?
Esta frase se emplea para evadir cualquier acto o vía que son contrarias a la ética
y buenas costumbres pero que acarrean un fin presumiblemente bueno. Con esta
frase el individuo coloca en un segundo plano la moral y la ética, y justifica todos
sus medios engañosos siempre que le permita alcanzar un fin determinado.
Sin embargo, según el famoso escritor inglés Aldous Huxley los fines no pueden
justificar los medios, porque los medios usados determinan la naturaleza del fin
que es alcanzado.
Aquí un ejemplo de una persona que considera que el fin justifica los medios: en
una empresa, dos grandes directivos deben de presentar cada uno un interesante
proyecto para aumentar las ventas y reconocimientos de los productos y/o
servicios presentados por la empresa, y ser premiados con el aumento de sueldo y
puesto de trabajo.
Ambos querían impresionar al jefe, pero especialmente aquel que tiene una familia
para sustentar y el deseo de brindarle una mejor vida a sus hijos. En el día de la
presentación de proyecto, el candidato A llega más temprano a la oficina con el
objetivo de destruir el proyecto del candidato B, imposibilitándolo a asistir al evento
de hoy.
En virtud de lo anterior, se puede concluir que el fin justifica los medios, ya que el
candidato A buscaba dar una mejor vida a su familia, por lo que era necesario
impresionar con su proyecto para lograr aumento de sueldo, sin importar los daños
ocasionados a los su colega
En conclusión, según este ejemplo los actos de los hombres deben de ser juzgado
por los resultados, por lo que si al final el individuo logra sus objetivos, los medios
deben de ser aceptados.
Ahora bien, la ética utilitarista pretende la mejora del mundo y, a menudo, los
medios son justificados por el fin. Y si hablamos de extremos, Un kantiano radical
optaría por salvar a un inocente, aunque la consecuencia fuese la destrucción del
mundo, y un utilitarista radical optaría por salvar al mundo, aunque para ello
tuviese que perecer un inocente.
Cada día realizamos miles de acciones. Desde que nos levantamos hasta que nos
acostamos, nos proponemos unas metas con fines y utilizamos para ello unos
medios.
Y frente al conflicto ético que genera en muchas ocasiones el uso de medios para
obtener fines, considero que es útil considerar algunos aspectos que nos ayudan a
decidir adecuadamente.
Analizar las repercusiones, positivas y negativas, que tendrá esa acción, tanto
para mí como para los demás. Y también analizar sus consecuencias inmediatas,
mediatas y a largo plazo si fuese necesario.
Para conseguir mi fin necesitaré unos medios. ¿Los medios son éticamente
coherentes con mis valores o, aunque los medios vayan en contra de mis
principios éticos, la finalidad es superior a esta situación y, por lo tanto, en nombre
de la finalidad utilizo los medios irracionales e incoherentes éticamente? Este es el
verdadero conflicto ético. (Pereira, Molay 2013)
Hay que retomar a Kant y a Maquiavelo frente a sus dos posturas. Para unos, lo
más importante es la validez de los fines y, por lo tanto, los medios son
secundarios, y para otros, los medios nunca justifican los fines, por muy dignos
que sean. En situaciones extremas se crean conflictos de este tipo.
Cada persona tendrá diferentes puntos respecto a esto. Sin embargo es importan
resaltar a la acotación de Juan Ginés de Sepúlveda, filósofo e historiador español
que al respecto dice:
Suele llamarse virtud al poder o facultad inherente a una persona para conseguir
un fin propuesto. Malos medios dan mal fin, esto dice la experiencia: que la dicha
la dan solo, la virtud y la prudencia.
BIBLIOGRAFÍA
Galiseo Esteban (mayo, 2016). Lo que Maquiavelo no dijo: ‘El fin justifica los
medios’ Blog La guía. Disponible en: http://filosofia.laguia2000.com/filosofia-y-
sociedad/lo-que-maquiavelo-no-dijo-el-fin-justifica-los-medios
Así, el postulado “el fin justifica a los medios” no aparece textualmente en las
palabras de Maquiavelo pero se atribuye como conclusión a la idea dada por el
escritor en sus narraciones. Sin embargo, existen historiadores que atribuyen la
frase al teólogo alemán Hermmann Busenbaum, extraída del libro en
latín “Medulla theologiae moralis”, bajo la frase:
“Cum finis est licitus, etiam media sunt licita”, que traducido al español es “Cuando
el fin es lícito, también lo son los medios”.
Según otras teorías, indican que Napoleón Bonaparte, en el libro de “El Príncipe”,
anotó una frase con un significado parecido “Triunfad siempre, no importa cómo, y
siempre tendréis razón” que lleva al individuo a la misma conclusión.
Esta frase se emplea para evadir cualquier acto o vía que son contrarias a la ética
y buenas costumbres pero que acarrean un fin presumiblemente bueno. Con esta
frase el individuo coloca en un segundo plano la moral y la ética, y justifica todos
sus medios engañosos siempre que le permita alcanzar un fin determinado.
En conclusión, según esta frase y su supuesto autor los actos de los hombres
deben de ser juzgado por los resultados, por lo que si al final el individuo logra sus
objetivos, los medios deben de ser aceptados.
Sin embargo, según el famoso escritor inglés Aldous Huxley los fines no pueden
justificar los medios, porque los medios usados determinan la naturaleza del fin
que es alcanzado.
Por último y para una mejor comprensión, citaré un ejemplo de una persona que
considera que el fin justifica los medios. En una empresa, dos grandes directivos
deben de presentar cada uno un interesante proyecto para aumentar las ventas y
reconocimientos de los productos y/o servicios presentados por la empresa, y ser
premiados con el aumento de sueldo y puesto de trabajo.
Ambos querían impresionar al jefe, pero especialmente aquel que tiene una familia
para sustentar y el deseo de brindarle una mejor vida a sus hijos. En el día de la
presentación de proyecto, el candidato A llega más temprano a la oficina con el
objetivo de destruir el proyecto del candidato B, imposibilitándolo a asistir al evento
de hoy.
En virtud de lo anterior, se puede concluir que el fin justifica los medios, ya que el
candidato A buscaba dar una mejor vida a su familia, por lo que era necesario
impresionar con su proyecto para lograr aumento de sueldo, sin importar los daños
ocasionados a los su colega
https://www.significados.com/el-fin-justifica-los-medios/
Ser un príncipe, decía, significa tener el poder e implica matar si hay que matar
para defender tu patria.
De ahí viene la frase que se le achaca del " fin justifica los medios", frase que
nunca dijo, pero que se ha interpretado como suya porque expresó que los actos
de los hombres deben juzgarse por los resultados; es decir, si al final se logra el
fin los medios se tienen que perdonar.
Ahora bien, la ética utilitarista pretende la mejora del mundo y, a menudo, los
medios son justificados por el fin. Y si hablamos de extremos, Un kantiano radical
optaría por salvar a un inocente, aunque la consecuencia fuese la destrucción del
mundo, y un utilitarista radical optaría por salvar al mundo, aunque para ello
tuviese que perecer un inocente.
Cada día realizamos miles de acciones. Desde que nos levantamos hasta que nos
acostamos, nos proponemos unas metas Léase fines y utilizamos para ello unos
medios.
Y frente al conflicto ético que genera en muchas ocasiones el uso de medios para
obtener fines, considero que es útil considerar algunos aspectos que nos ayudan a
decidir adecuadamente.
Es evidente que no todas las acciones humanas tienen el mismo valor ético. Por lo
tanto hay que valorarla. Comparando el fin de su acción con sus principios éticos.
Si no entran en conflicto, ¡adelante! De lo contrario, debe valorarse antes de
actuar y si es necesario, cambiar el fin.
Analizar las repercusiones, positivas y negativas, que tendrá esa acción, tanto
para mí como para los demás. Y también analizar sus consecuencias inmediatas,
mediatas y a largo plazo si fuese necesario.
Para conseguir mi fin necesitaré unos medios. ¿Los medios son éticamente
coherentes con mis valores o, aunque los medios vayan en contra de mis
principios éticos, la finalidad es superior a esta situación y, por lo tanto, en nombre
de la finalidad utilizo los medios irracionales e incoherentes éticamente? Este es el
verdadero conflicto ético.
Y acá retomo a Kant ya Maquiavelo frente a sus dos posturas. Para unos, lo más
importante es la validez de los fines y, por lo tanto, los medios son secundarios, y
para otros, los medios nunca justifican los fines, por muy dignos que sean. En
situaciones extremas se crean conflictos de este tipo.
Suele llamarse virtud al poder o facultad inherente a una persona para conseguir
un fin propuesto. Malos medios dan mal fin, esto dice la experiencia: que la dicha
la dan solo, la virtud y la prudencia
http://jacquesdemolaypereira.blogspot.mx/2013/11/el-fin-justifica-los-medios.html
Lo más parecido a “el fin justifica los medios” que se puede encontrar en El príncipe, obra de
Maquiavelo debido a la cual se le atribuye tan estúpida frase, está en el penúltimo párrafo
del capítulo XVIII del libro, titulado: “Si los príncipes deben ser fieles a sus tratados”. Allí
dice Maquiavelo lo siguiente:
¿Qué dice aquí Maquiavelo? Lo primero de lo que habla es de “juzgar el interior de los
hombres, y principalmente el de los príncipes”. Este “interior” de los hombres es subjetivo, es
su subjetividad y se compone de motivaciones, intenciones, ideales, fines, etc. Maquiavelo
entiende que este “interior” nos está vedado, no es público, sino privado: cada hombre puede
conocer su propio “interior” y nadie el de los demás, por ello no es posible “recurrir a los
tribunales”. Sin embargo, eso no nos impide “juzgar el interior de los hombres”, sobre todo de
los príncipes, ya que siempre podemos juzgar los resultados de sus acciones, con
independencia de aquello que las haya motivado.
En segundo lugar, habla de fines y medios: el fin del príncipe es gobernar y para ello debe
“mantener su autoridad” por encima de todo. Si no la mantiene, entiende Maquiavelo que el
príncipe no es tal, sino a lo sumo un títere, un mediocre o, en el peor de los casos, un futuro
cadáver, con las desastrosas consecuencias que ello pueda acarrear para el pueblo que
gobierna. ¿Y qué dice de los medios? Pues que con tal de no perder su autoridad, pueden ser
cualesquiera, pues en apariencia serán vistos, por la mayoría gobernada, como “honrosos” y
dignos de alabanza.
Lo que Salustio está diciendo, y lo que Maquiavelo está secundando, está muy claro: por muy
buena que sean las intenciones del príncipe, si las acciones derivadas de tales intenciones
comprometen su autoridad, no son dignas de alabanza, lo lícito es mantener, cómo sea, tal
autoridad. Maquiavelo añade: y al hacerlo, que parezca que el príncipe se guía por todas las
virtudes que haya.
Las frases siguientes son aún más interesantes, pues recogen mejor el pensamiento de
Maquiavelo. El príncipe desempeña una función social: gobernar por el bien del pueblo. Ya
avisa Maquiavelo, al principio del libro, que él pertenece al pueblo y el autor florentino no era
gilipollas, es decir, no le está diciendo al príncipe en esta obra que machaque al pueblo que
gobierna.
Maquiavelo distingue entre el vulgo y una minoría: el primero no se percata del tipo de hombre
que lo gobierna, y mientras que todo vaya bien, las acciones del príncipe serán juzgadas con
benevolencia, puesto que el vulgo no se percata de lo deshonroso que es su gobernante. Solo
unos pocos individuos perspicaces lo hacen, pero estos guardan silencio, pues, como dice
nuestro filósofo político favorito más adelante:
Ahora bien, estos ciudadanos perspicaces hablarán en cuanto el vulgo no sepa “a qué
atenerse”, es decir, cuando no se sienta arropado por el gobernante, esto es, cuando el
gobernante no mantenga el bienestar general. De hecho, el capítulo siguiente, el XIX, se titula
“Que el príncipe ha de evitar que se le menosprecie y aborrezca”, en el que aconseja, entre
otras cosas, que se debe hacer querer por el pueblo, el cual es el principal apoyo del
gobernante:
Es importante, a este respecto, tener en cuenta lo siguiente: que el príncipe sea la autoridad
real, y no un mero títere, es importante desde la perspectiva de los gobernados. Si el príncipe
con autoridad es efectivo y los gobernados viven felices y comen perdices, enhorabuena, ese
príncipe tiene muchas posibilidades de morir apaciblemente en la cama de viejo. Si el príncipe
carece de autoridad y gobiernan otros, entonces es poco ventajoso para el pueblo gobernado
y para el mismo príncipe: el pueblo podría participar, incluso protagonizar, su derrocamiento, y
dado que la autoridad real no la ejercía él, nada cambiará. El que ejerce la autoridad debe
ser un personaje público y conocido, no alguien oculto en las sombras. Si el príncipe es
un mentecato que haciendo uso de su autoridad arruina a su pueblo, el pueblo lanzará sus
dardos con acierto si ataca al príncipe.
http://filosofia.laguia2000.com/filosofia-y-sociedad/lo-que-maquiavelo-no-dijo-el-fin-justifica-los-
medios
http://www.proceso.com.mx/316385/el-fin-justifica-los-medios-2
Este autor experimentado en teoría política nació en Florencia (Italia) el 3 de mayo de 1469. Comenzó a
destacar dentro del entramado político a finales de siglo, coincidiendo con la proclamación de la República.
Famosas son algunas de sus actuaciones diplomáticas, que hicieron subir su prestigio ante los jefes de
Estado del momento. Cabe destacar su intervención ante el rey francés (1504, 1510-1511), la Santa Sede
(1506) y el emperador (1507-1508).
Durante estas actuaciones, Maquiavelo contactó con importantes gobernantes, sobre todo con el poderoso
César Borgia. Pero el autor acompañó la misma suerte que la República y, tras su desintegración en 1512,
perdió todos sus privilegios como funcionario del Estado, así como la confianza en su persona. Intentó el
favor de los gobernantes del momento, los Médici, pero nunca consiguió recuperar el estatus que tenía
anteriormente. Más adelante, en 1527, la República volvió a tomar forma, pero sus acercamientos a los
Médici hacían sospechar de su fiabilidad.
Aún así, Maquiavelo pasó a la posteridad, más que por sus decisiones políticas, por sus afamados libros
dirigidos a los gobernantes con el fin de que éstos supieran cómo tratar al pueblo. Destaca por encima de
varias obras, “El Príncipe” escrita en 1513 y publicada en 1532, en la que el autor intenta defender a toda
costa teorías por las que el gobernante puede mantener su soberanía y mandato, ante cualquier vicisitud.
Teorías como que lo único importante para el gobernante es el poder, que la ética no es válida para tomar
decisiones en el Gobierno o el favoritismo hacia la simulación, aparentar lo que no se es, para obtener
favores de los demás, son características básicas de la obra.
Aún así, no es la única obra de Maquiavelo. Otras creaciones suyas que han trascendido por su importancia
histórica son “Sobre el arte de la guerra” (1521), sobre las ventajas que acarrean las tropas reclutadas
frente a las mercenarias. La “Historias florentinas” (1525), crónicas de la ciudad, en términos de causalidad
histórica, la biografía “Vida de Castruccio Castracani” (1520), el poema “La mandrágora” (1524), que es una
increíble sátira sobre la corrupción de la sociedad italiana de su tiempo, etc.
El tiempo y el análisis le ha concedido el privilegiado título de genio literario y político, pero siempre será
conocido por fomentar, entre otras cosas, el despotismo, la tiranía y el espíritu nacionalista para conseguir
una soberanía plena y firme.
http://www.ciberoteca.com/search/autor_mes.asp?idAutor=64