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Introducción.
En marzo del año 2020, a las 2 semanas recién iniciado el año escolar, la ya declarada pandemia llega a
nuestro país e irrumpe en los planes y proyectos de diversos sectores de la población. Nadie quedó
indiferente a esta situación sanitaria, y las acciones proyectadas fueron eliminadas de cuajo, para pasar a
una incertidumbre económica, política y social en todos los niveles, que afectaron de diferentes formas a
la sociedad. En este contexto, las comunidades educativas tuvieron que reformular su quehacer, y
responder a la ardua tarea de educar en las condiciones más desafiantes que se han vivido en esta
época moderna. En ese sentido, nuestra respuesta como Liceo PHP Panguipulli fue pronta, y se
propusieron estrategias que de una u otra forma, aportaron en este desafío; a veces errando, pero
reflexionando de forma creativa y asertiva el cómo replantearlo, obteniendo exitosamente una respuesta
favorable de nuestros estudiantes, docentes y comunidad educativa en general. Esto nos llevó a ser un
liceo reconocido por su gestión en tiempos de pandemia, innovando y entregando siempre la mejor
calidad en educación que se podía permitir dadas las barreras que se debían sortear. Sin embargo, los
establecimientos educacionales no pueden encargarse de todos los factores que desearían intervenir,
quedando muchas áreas afectadas y que no son directamente responsabilidad de nuestra institución, si
no que guardan relación con la situación actual. Esto hace referencia, por ejemplo, a los problemas
económicos de cada familia, laborales, sociales, de salud específica, de libertades restringidas, de afectos
movilizados, de incomprensiones, de congoja, de incertidumbre, que desencadenan uno de los efectos
más potentes de esta pandemia: la salud mental.
Es en este panorama que se decide la reapertura de los colegios a nivel presencial este 2022, y esto se
trasforma en una evaluación de contenidos adquiridos durante las cuarentenas, en una analogía
educacional de la que muchos establecimientos se sintieron preparados a rendir. Fueron diversos los
modelos puestos en marcha en cada comunidad educativa, y dependiendo de su contexto, necesidades y
las bases que construyeron en torno a ellas, obtuvieron diversos resultados. No obstante, en el transcurso
de tres meses, los medios de comunicación advierten sobre la inseguridad (evidentemente amplificada)
que representan los colegios, siendo que éstos deben ser un factor de protección y de formación para
los/as niños/as y adolescentes. La percepción de seguridad en un establecimiento educacional, determina
el éxito en la gestión de la convivencia escolar, y así mismo la sensación de orden en los procesos, la
calidad de las relaciones interpersonales, el entorno acogedor, las reglas y normas claras y
consensuadas, y la existencia de espacios de participación en las comunidades educativas, son la base
para la construcción de un clima escolar positivo. Y en respuesta a lo anterior es cómo el abordaje
gradual y sistemático de las necesidades emergentes y descritas, la transdisciplinariedad de las acciones
(académicas y de profesionales de apoyo), y el carácter integrador de estas, contribuyen a la creación de
un ambiente adecuado para el desarrollo de la actividad educativa.
Para abordar las materias ya descritas anteriormente, es necesario comenzar a poner los temas en tabla,
y pensar en las acciones que se pueden realizar, considerando nuestros actuales recursos económicos,
gestión de personas y del tiempo, y percepción del estado emocional de quienes componen la comunidad
educativa. Y es en esta búsqueda que nace este documento en el que se describen algunos desafíos que
vale la pena considerar, y en la que se extiende una sugerencia de abordaje específico basado en la
información que nos entregan estas demandas. Cabe destacar que en el presente documento, se
reflexiona desde una mirada basada solo en la representación social de los fenómenos que están
ocurriendo, y de cómo en base a esto se puede dar respuesta a las necesidades que surgen desde las
mismas conversaciones. No representa un documento basado en datos estadísticos ni en resultados
medidos con instrumentos estandarizados, sino más bien, es una recopilación de antecedentes recogidos
ante la percepción de estudiantes, docentes y funcionarios de la institución, que bien pudiesen ser
materia para futuras investigaciones con su consiguiente iniciativa de propuestas de acciones tendientes
a la mejora educativa.
Caracterización de las necesidades.
1. Estudiantes.
Es bien sabido que la escuela es formadora en cuanto a los aspectos sociales de las personas, y es ahí
donde radica la importancia de pertenecer a una institución educativa. Es en el lugar donde el desarrollo
evolutivo cobra el mayor de los sentidos, ya que es la primera interacción que posee un sujeto con sus
pares, y es en la que comienza a comprender el mundo desde otras miradas. Comienza un proceso de
comparación de saberes anteriores, y de cuestionamientos a los propios, tanto en temas académicos,
como en forma de comprender aspectos relevantes de la vida, en la autorregulación emocional, en las
experiencias que se pueden desprender de la interacción con un otro. La otredad representa el fiel reflejo
del desarrollo humano, es en ella que formamos nuestra autoestima, nuestros lazos y experiencias
emocionales más significativas, y donde aprendemos de nuestro entorno social para aplicarlo en nosotros
mismos. Este proceso se vio truncado por la pandemia, que durante 2 años tuvo a los niños, niñas y
adolescentes, en contacto únicamente con sus cuidadores/as, y en los que se acentuaron las dificultades
relacionales que ya se estaban manifestando con anterioridad. La comunicación a través de las redes
sociales y los sistemas digitales eran materia de análisis en cuanto a la trasformación de las interacciones
entre las personas, y de cómo influían emocionalmente en quienes las utilizaban como único medio válido
para realizarlas. Es por esto que, durante la primera etapa de la pandemia, y la implementación de clases
virtuales, sin existir el proceso de enseñanza-aprendizaje de una manera presencial, mediadora,
comprensiva y relacional, trae consigo las dificultades de adaptación vividas con posterioridad en la
reapertura. A esto le podemos sumar que detrás de cada estudiante, hay una historia relacionada con las
dificultades generadas en la crisis, que es posible contar y más aún, importante de escuchar. Algunas
donde todo quizás fue resuelto a través de la adaptación al momento, del esfuerzo y de la estabilidad, y
que representa un aprendizaje para quienes la vivieron. Otras que no tuvieron la misma suerte, y que
dado en el contexto en el que nos encontramos, pasan a ser la mayoría.
Por lo tanto, nos enfrentamos a unos/as estudiantes que carecen de aprendizaje en cuanto a las
relaciones sociales, de cómo establecerlas de manera sana, y de cómo mantenerlas en esa misma
senda. Esto sumado a sus propios problemas (amplificados por la situación actual) que han tenido que
experimentar, genera un desajuste en cuanto al comportamiento que esperamos debiesen presentar. La
tolerancia a la frustración, la autorregulación emocional, la motivación escolar, la autoestima académica, y
la visión de futuro, son materias que se ven influidas por los factores socioafectivos descritos con
anterioridad. Por esto es esperable que cuando se realizan intervenciones relacionadas con la expresión
de los sentimientos, y que sólo versan en aquello, los y las estudiantes no deseen participar, porque su
visión del mundo que les rodea es de inseguridad y de desconfianza.
- Líderes positivos: Es importante reconocer que existen estudiantes en todos los cursos con las
capacidades necesarias para liderar grupos dentro del curso. Esto no quiere decir
necesariamente que sean lideres positivos, y es ahí donde se encuentra una posibilidad de
acción que puede resultar interesante y que ha dado resultado. Se debe contar con estos
estudiantes líderes, ya que poseen actitudes y conductas que los llevan a ser escuchados/as y
seguidos/as por su grupo curso. Potenciar el apoyo de estas personas, por ejemplo, en tutorías
académicas entre pares, acompañamiento socioemocional en dupla junto con estudiantes
lideres, preparación de material en conjunto que pudiesen elaborar los/as profesores/as junto a
sus estudiantes líderes, entre otras estrategias de fortalecimiento en el grupo de pares. Esto
disminuye la visión adultocentrista de las actividades que se pudiesen realizar, y le entrega al
grupo estudiantil una visión más cercana a sus saberes y sus sentires.
2. Docentes.
La labor docente se ha visto afectada en estos tiempos de pandemia, y se les ha exigido cambios tras
cambios, métodos tras métodos, y ante todo han respondido de manera excepcional. Cambiaron la
presencialidad por la virtualidad, y el ritmo también fue diferente, y los aprendizajes fueron varios. El
cambio forzado y repentino en el paradigma en la educación, trajo consigo uno de los aprendizajes más
valiosos en la tarea docente, y que aún se ven resistencias en su aplicación; hablamos del aprendizaje
socioemocional. Y es que el cómo se realiza la bajada de esta política pública, no hace más que confundir
a los establecimientos educacionales, puesto que la información de base estaba recién construyéndose, y
las experiencias de este tipo estaban a penas comenzando. Es así, que cada colegio toma las
sugerencias del Ministerio, y comienza a interpretarlas en base a su cultura y su contexto; algunos
establecimientos decidieron incorporar las sugerencias en sus planes curriculares, otros le dieron el
trabajo solo a convivencia escolar, y otros hicieron una mezcla de ambas. Cada uno tuvo diferentes
resultados, pero quienes se llevan el peso del trabajo, siempre son los/as profesores, ya que son las
personas que están en primera línea en cuanto a educación se refiere. Son quienes están día a día con
sus estudiantes, y quienes guían el aprendizaje en base a la interpretación que se puede realizar del
currículum nacional, y las decisiones que se llevan a cabo en las diferentes reuniones de trabajo. En este
sentido, es comprensible que ante la presencialidad exista la sensación de no descanso, puesto que,
durante los 2 años de la pandemia, el ritmo de trabajo no disminuyó, sino que se transformó en un
esfuerzo cognitivo y emocional de cómo y qué hacer en los diferentes desafíos que fueron surgiendo.
Sumemos a estos esfuerzos, la pérdida de la presencialidad que en cierto modo afectó la forma en el que
el docente se relacionaba con sus estudiantes, y los diversos problemas personales que cada uno/a pudo
tener durante las cuarentenas. Por lo tanto, al momento de reiniciar las clases presenciales, el
agotamiento físico se hizo presente, y que gradualmente fueron superando hasta reencontrarse con su
labor docente, adaptándose a esta nueva normalidad. Sin embargo, las condiciones no fueron las mismas
a las que estaban acostumbrados/as. Los estudiantes han cambiado y sus necesidades son más intensas
y variadas, y el desafío es aún mayor. Es en este contexto, donde nuevamente se les solicita rendir al
máximo desde su expertiz, apelando al aprendizaje obtenido de las diferentes experiencias vividas en los
retornos, y las capacitaciones recibidas durante las cuarentenas.
Esta situación nos lleva a replantearnos la importancia de tener un grato ambiente de trabajo, donde la
toma de decisiones sea consensuada, y donde también sean escuchados y tengan la percepción de que
existe un orden en las acciones y de que su tiempo está bien invertido. También poseen un grado de
responsabilidad en su quehacer, ya que al aumentar las responsabilidades, también aumenta el sentido
de compromiso que es el esperable ante la situación actual, y que no todos/as han demostrado tener. Al
margen de esto, y en consecuencia a todos los cambios que ha traído la vuelta a la presencialidad, las
reacciones son de frustración por sobre el cansancio que provoca el lidiar con los desafíos planteados.
Frustación en el entendido de que, a pesar de los esfuerzos realizados, no obtienen el resultado
esperado, y por lo tanto comienza la proliferación de prácticas coercitivas que como vimos en el apartado
de los estudiantes, solo generan más descontento en los educandos, y eso genera descontento en los
docentes, y finalmente se generaliza y se instala en el clima de aula.
Es por esto que el abordaje desde la plana docente tiene que basarse en la efectividad y el apoyo que se
les puede entregar, comprendiendo que es complicado estar bajo la visión de sentirse solos/as en su
labor. Sabemos que la entrega de apoyos se encuentra disponible, pero también sabemos que no les
hacen sentido y que ante la incertidumbre se comienza a desconfiar de que los procesos existen, y se
generaliza ante situaciones que sumadas con otras, generan un discurso compartido: “no se hace nada”.
- Reflexión Pedagógica: Existen varias formas de hacer reflexión pedagógica, y en este sentido
nuestros docentes han dado luces de cómo les acomodaría realizarlas. La petición de
información viene de la mano a una idea de trabajo en donde se analicen las prácticas docentes,
y desde donde pueden aprender a mejorar las propias. Para esto existen varias estrategias, una
de ellas es el grupo de amigos críticos, donde se toma una problemática que se genera al
interior de un curso y se analiza la forma de abordarla desde los diferentes saberes de los/as
docentes que intervienen en ese mismo curso. De esta manera se llega a un aprendizaje entre
pares, y que repercute en el cómo se plantea el mismo profesor o profesora ante diferentes
cursos, comprendiendo de esta manera las características grupales y pudiendo flexibilizar sus
metodologías. Por ejemplo, en un curso donde se necesite reafirmar las normas de convivencia,
una profesora comienza la clase recordando qué es lo que se espera de los estudiantes durante
la hora que tienen clases, y qué actitud deberán mantener durante el desarrollo de la actividad.
Esta idea suele tener éxito con este grupo curso en particular, y por lo tanto, es posible que
funcione con el profesor que no está teniendo un clima adecuado en el aula del mencionado
grupo.
La estrategia mencionada anteriormente no es un nombre diferente para lo que ya se está o se
estuvo haciendo, si no que posee fases y pasos a seguir que están descritos y que han sido
probados ya en otros establecimientos, teniendo resultados positivos. Apela al cambio de
paradigma del docente rutinario que aplica sus saberes esperando respuestas similares en todos
los contextos, a un docente adaptativo que aplica sus saberes en base a experiencias de
resultados exitosos en diversos contextos, y cómo puede modificar su práctica analizando el
entorno en el que se encuentra, en el curso en que se encuentra y con los diversos estudiante a
los cuales atiende.
Otra estrategia de reflexión docente y que dio resultados en contexto de pandemia, fue la de
Design Thinking (diseñar pensando), que fue utilizada con los/as profesores/as jefe, y de la cual
se desprendieron modalidades de intervención pensadas en las necesidades de cada nivel. En
este sentido tenemos una fuente de información (DIA), que podría complementar el trabajo de
reflexión, y que dada la modalidad del proceso sería de gran utilidad para abordad de forma
pertinente las prácticas pedagógicas necesarias para cada curso.
- Carga Laboral: Este apartado es el más complejo, ya que no responde a una decisión del
consejo de profesores, sino que es algo propio de la gestión de los tiempos efectivos que cumple
cada uno/a. En este sentido las sugerencias no están relacionadas con la baja de la carga
laboral, que traería consecuencias de un reordenamiento en los horarios nuevamente y su
consiguiente descontento en el alumnado. Más bien es una propuesta de orden con las
diferentes responsabilidades en el quehacer docente. Por lo tanto, repensar en el impacto que
producen las reuniones de trabajo y los productos que de éstas se obtienen, daría como
resultado el replanteamiento de los objetivos y la optimización de los tiempos utilizados. Esto
provocaría una sensación de baja en la carga laboral, sin ser necesariamente reflejada en los
tiempos de permanencia en el establecimiento. Sería interesante además, poder recopilar y
evaluar las propuestas de organización que los/as docentes pudiesen entregar, y de cómo les
acomodaría utilizar su tiempo, considerando las propuestas anteriores como pilares
fundamentales en la modificación de las intervenciones que hasta el momento se están
realizando.
Conclusiones
Esta reflexión es solo una manera de aportar a las ya sabidas necesidades que nos ocupan en este
momento, y es por ese motivo que se centra en dos áreas que son las mayormente resentidas con los
acontecimientos. Es cierto que en este documento faltan algunos actores relevantes de la comunidad
educativa, y que bien pueden encontrar cabida a lo descrito con anterioridad.
Con respecto a la labor de Inspectoría y de fortalecimiento del vínculo familia-escuela, se pueden integrar
más estrategias articuladas a lo anterior. Incluso se debe pensar ciertamente en cómo incluir a estos
actores en las propuestas, ya que son el principal apoyo para que las acciones pudiesen tener aun mayor
éxito, y su rol estaría definido y consensuado en cuanto se comiencen a tomar decisiones con respecto a
la manera de abordar las necesidades emergentes. Cuando se tiene un mismo discurso y un mismo
propósito compartido como comunidad educativa, se logran los cambios a nivel sistémico que impactarían
de manera positiva en nuestro establecimiento. Esta meta en común, si bien esta descrita en el PEI y es
de fácil acceso, es importante que se haga experiencial en el Liceo, quedando instalada dentro de la
cultura. En este sentido, existen varios elementos que son parte de la actividad escolar, sin embargo no
somos conscientes de lo que significan, y pasan desapercibidas por la comunidad educativa. Esto no
resta a la posibilidad de que en las reflexiones se tenga en cuenta que las tradiciones del liceo se
encuentran ligadas a la cultura, y que la forma en la que realizamos las actividades reflejen el ideal que se
espera dada nuestra declaración de principios.
Finalmente, el ocuparnos de la salud mental es un desafío que debemos asumir como comunidad
educativa, ya que a pesar de que no somos una institución de salud, nuestra injerencia en el bienestar de
las personas con respecto al clima escolar nos entrega el rol de factor protector. Si asumimos un estado
más pasivo en lo que a salud mental respecta, podríamos hacer caso omiso a las señales que nos
entregan las personas a nuestro alrededor, y por lo tanto estaríamos agregando un ladrillo más pesado a
la mochila de problemas que ya se llevan en estos tiempos, y contribuiríamos a un malestar emocional
generalizado. En los diversos foros de educación, estudios realizados en salud mental, y la información
académica circulante con respecto a las repercusiones emocionales de la crisis sanitaria, se eleva la
necesidad de la flexibilización y la comprensión de las situaciones personales que surgen en cada núcleo
familiar. Esto debido a que el debilitamiento de la estructura del tejido social, de lo acordado en cuanto al
cómo establecer las relaciones sociales, dejó un vacío en la manera en la que acostumbrábamos a
relacionarnos, y es una de las problemáticas que permanecerá por varios años una vez superada la
pandemia. Es uno de los mayores desafíos sociales (junto con la reactivación económica) que se nos
propone como establecimientos educacionales, y que como agentes de cambio en la sociedad se nos
presenta como una materia para abordar desde nuestro quehacer.
Espero que de este documento puedan emanar ideas y orientaciones desde el mismo establecimiento
para hacer frente a lo que está pasando. En materia de prevención, estamos en el momento adecuado
para realizar los replanteamientos pertinentes y que sin lugar a duda, podrán generar un impacto positivo
en el clima escolar que hoy se encuentra dañado, pero no destruido.