Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
1. El principio de la dualidad
<Yo soy cuerpo y alma>. Así hablaba el niño. ¿Y porqué no hablar como los niños?.
Detrás de tus pensamientos y sentimientos, se encuentra un soberano poderoso, un
sabio desconocido. Es tu cuerpo, habita tu cuerpo.Friedrich Nietzsche. Así habló
Zaratustra.(De Los despreciadores del cuerpo)
alma, del espíritu, la mente, en contraposición a los demás seres vivos que carecen
de ella. Es un esfuerzo por escapar de las cadenas terrenales que el cuerpo , como
prisión, pone al alma. El cuerpo era concebido, pues, como esa pesada carga que hay
que arrastrar, alimentar, reprimir, controlar, que nos produce dolor y que envejece.
Por el contrario, la mente eternamente joven, es la encargada de controlar ese
receptáculo de animalidad.
Entonces, todos los esfuerzos se centran en lo considerado esencial, el espíritu, y la
parte que le corresponde al cuerpo desde este planteamiento intelectualista
solamente se refiere a mantener la salud ( mens sana in corpore sano). El cuerpo se
le escapa al espíritu, por eso es necesario domarlo, someterlo a una disciplina férrea,
la de la guerra, transformada en arte en la Edad Media con todos los rituales para la
preparación del caballero en el arte de la guerra. En este sentido, San Agustín habla
del hombre exterior y carnal, viejo, que nace, crece y muere, en contraposición al
hombre nuevo o espiritual.
Al formular la proposición Pienso, luego existo, Descartes mantiene y profundiza
este dualismo, y afirma que se debe dudar de los conocimientos sensibles porque
son engañosos en su mayoría. En estos planteamientos, que se mantendrán y
provocarán, en parte, la concepción de un materialismo mecanicista que imperará
a lo largo del siglo XIX, se mantiene que sólo el pensamiento es capaz de concebir
y querer , por lo que el acto depende de la voluntad del alma, y no así las pasiones,
que son involuntarias y por lo tanto hay que vencerlas. El alma se define por el
pensamiento, y el cuerpo se reduce a una sencilla maquinaria movida por el espíritu.
A partir de ahí la diferenciación entre profesiones nobles y manuales, entre hombres
pensantes y hombres máquina, la aparición de la figura del obrero robot al servicio
de un desarrollo económico.
Desde la ciencia, el cuerpo se observó y se diseccionó, se experimentó con él. A la
mente se la pensó, se la analizó. A la enfermedad del cuerpo se la sufría, a la de la
mente se la temía. Sin embargo, a pesar de ese continuo intento de separar la mente
del cuerpo, el problema derivado de esta relación pasó a ser objeto de estudio.
En los albores del siglo XX, a pesar de las reticencias de una actitud científica analítica
a cambiar el concepto de hombre dividido, aparecen estudiosos que empiezan a
reconocer una relación intima entre el cuerpo, la psique y el alma (o espíritu). El
cuerpo ya no es únicamente una máquina en buen o mal funcionamiento, a la que
hay que mantener y engrasar de vez en cuando, ya no es sólo un instrumento, y
empieza a concebirse cuerpo y mente como una unidad. Aunque se siguen
estableciendo categorías y distinguiendo entre sensaciones y percepciones; afectos
( sentimientos, pasiones, y emociones); y pensamientos (imaginación y razón),
considerando a más alto nivel la actividad propiamente intelectual del pensamiento.
Un avance en este sentido lo produce la aparición del Psicoanálisis y la figura de S.
Freud, rematando la descentralización del espíritu humano, ya iniciada con Copérnico
al demostrar que la tierra gira alrededor del sol y no al contrario, y continuada con
Darwin al colocar como antepasado del ser humano al mono. Aquellos que colocaban
a la psique humana en las más altas esferas de la espiritualidad ven con asombro
que es el inconsciente el verdadero centro del pensamiento del hombre. El
psicoanálisis pone de relieve el papel fundamental que desempeñan las estructuras
Uno no se muere cuando se deja ir un poco más allá del punto en el que siempre,
hasta ahora, se había detenido.
Jean Le Du. El cuerpo hablado.
3. El cuerpo educado.
a conocer ese real externo a sí mismo a través de las sensaciones y las percepciones.
En palabras del propio André Lapierre:...colocamos al niño en una situación concreta
que le hacemos vivir en su globalidad corporal, afectiva, intelectual...un lenguaje
común, que va de la vivencia a la conceptualización.... Intervienen, pues , estructuras
sensoriales, motrices e intelectuales, apoyadas por la afectividad y la maduración
personal. Se defiende que el movimiento es inherente al ser humano , y que genera
placer al efectuarlo, por lo que el movimiento del cuerpo en el espacio y en el tiempo
es una vivencia corporal y afectiva.
En los primeros años de vida infantiles, la escuela ya contempla dentro de su programa
curricular la psicomotricidad como elemento importante del proceso de enseñanza-
aprendizaje y la considera imprescindible para el correcto aprendizaje intelectual
posterior. El problema es que no existe una continuidad, y que, en muchos de los
casos, no se deja que los niños vivan el espacio y el tiempo, sino que se les hace
aprender. Es como si , en el fondo, el cuerpo todavía no ocupar su lugar, sino que se
coloca temporalmente como el sustituto de la mente, del lenguaje hablado, de la
palabra, porque ésta todavía no está. De hecho, en el momento en que los niños y
niñas tienen un dominio del lenguaje hablado, saben leer y escribir, la psicomotricidad
desaparece del programa, y el cuerpo, como mucho, sigue considerándose una
herramienta para alcanzar un conocimiento intelectual y la formación integral de
la persona desde una concepción más humanista queda por hacerse.
Al menos, en los llamados horarios extraescolares y en otros marcos diferentes, como
las actividades de ocio socioculturales, entre otras, aparecen los talleres de Expresión,
la llamada Expresión Corporal. Entendida como disciplina, técnica o arte, la Expresión 104
Corporal hace su aparición en todos aquellos campos donde el Cuerpo está presente: 105
la educación, algunas disciplinas artísticas ( teatro, danza...), las terapias corporales
( masajes de relajación, shiatsu, rolfing, reflexología, bioenergética, técnica Alexander,
Eutonía, Psicokinética...), la Psicoterapia (Gestalt, terapia psicomotora, psicoterapia
autógena...).
Podemos entender la Expresión Corporal como el arte del movimiento que utiliza
el cuerpo humano como elemento de lenguaje, revelando un contenido de naturaleza
psíquica. Esto es, la expresión del pensamiento a través del movimiento, mediante
el cuerpo, con una intención comunicativa. A través de ese movimiento de lo que
se trata es de mostrar lo interior del sujeto, los sentimientos, sensaciones, ideas...
No se trata de una disciplina autónoma, sino más bien un planteamiento de renovación
desde una serie de disciplinas, desde el que se afirma la reapropiación del propio
cuerpo y el derecho a la expresión. Como todo arte, la Expresión Corporal tiene una
parte técnica, a través de la que se conocen las posibilidades de movimiento de
nuestro cuerpo, y una parte de espontaneidad, de creatividad, de originalidad, y, por
tanto, de disponibilidad. Se trata de dejar que se dé la posibilidad de reorganizar
nuestro cuerpo y su relación con el espacio y los otros de manera original, de manera
imprevisible e imprevista, y de estar disponible para vivenciarlo así.
Este proceso creativo en el que se integran movimientos, sentimientos, sensaciones
y pensamientos, lleva a la persona a observarse, a reconocerse , a conectarse consigo
misma, a reencontrarse en sus acciones, después de haberse dirigido al mundo
externo y haberse diferenciado de él. El cuerpo habla, se relaciona, se comunica, a
través de : una toma de conciencia y sensibilización del propio cuerpo (un trabajo
segmentado del esquema corporal, por una parte, y, por otra, del cuerpo como
globalidad), de la percepción del otro (acercamiento, relación y comunicación
interpersonal), relación con los objetos (vehículos e intermediarios de la
comunicación), de la concepción del espacio y el tiempo ( el equilibrio, la gravedad),
las sensaciones y las emociones. En resumen, el universo interior y el exterior, el real
y el imaginario.
Toda actividad que persiga la integración del sujeto, que trabaje de forma global
con su intelecto, su cuerpo, su afectividad, sus actitudes y sus valores, podría llamarse
de expresión del cuerpo, corporal. Es, pues, permitir la expresión del pensamiento
a través del movimiento con una intención clara de comunicación. A través del gesto
y del movimiento, de las actitudes entendidas como posturas, el sujeto puede mostrar
lo más profundo de la esencia humana. No queda anulada ni sustituida la palabra.
La palabra tiene su lugar, que también es en el cuerpo.
El mundo postmoderno se caracteriza por resaltar la diferencia, las minorías, los
fragmentos. Pero se trata de un espejismo; si lo hace es para que todos terminen
unificados en los valores nutricios de la democracia de mercado.
Angel López Garcia. Lenguaje y comunicación visual.
En cuanto a la Técnica del clown, con mayúsculas, habría que decir que hay muchas
maneras de hacer el clown y muchas reflexiones en torno a su figura. No hay un
manual, una sola manera de hacer. Quizá podriamos destacar, en lo referente a la
cuestión del cuerpo como lugar de expresión, algunos puntos importantes de este
proceso de descubrir el propio payaso que todos llevamos dentro.
Uno de esos puntos es la nariz, esa pequeña máscara, ese punto rojo, hinchado,
luminoso, en el centro de la cara, como un faro, que se mantiene encendido
continuamente y que nos recuerda y nos guia hacia lo afectivo, caluroso, amoroso,
lo divertido de algunos momentos de nuestra vida. Esa nariz que, por el simple hecho
de colocársela pone en cuestión la propia imagen. Nos permite ofrecernos como
desestabilizados, ridiculos, extraños, y, por tanto, desestabilizadores. Nos empuja a
desplazarnos hacia el otro lado, y a ver las cosas de otra manera. A que los otros las
vean de otra manera. A ser el revelador, el espejo de doble fondo.
La mirada es otro punto. Esa mirada que habita al clown, que le mantiene en contacto
directo con el público. La mirada que se cruza con la mirada del público, y le lleva a
lanzar una mirada sobre sí mismo. La complicidad y la presencia de un cuerpo
habitado. La mirada que le empuja a la escucha, a estar receptivo, a dejar que lo
concreto le invada, y tome plena conciencia de todo lo que pasa a su alrededor, y
en sí mismo. La corporalidad en escena.
Una presencia , un estado, el estado de clown , que el actor aspira y le facilita el
proceso de expresión (J.B.Bonange), colocándole en la disponibilidad , en la abertura,
en ese estado de juego, un punto más, que lleva al actor , a la persona, a ese lugar
en el que se está del lado de la infancia, de la fragilidad, de la ingenuidad, de la locura.
Juego que le permite que la energía fluya y se amplifique, que deja abierta la
posibilidad de que las sombras , el extranjero que uno mismo lleva consigo afloren,
siempre hacia lo positivo gracias a esa relación de complicidad y participación con
el público, y gracias al como si del juego, que establece la distancia.
Un juego que le permite a la persona-actuante pasar de lo concreto a lo imaginario
del clown, otro punto. Movimiento que le permite estar lo más cercano posible a
todo lo que pasa. A dejar que el mundo sensible cobre razón de ser y de estar. Un
poco como en el niño que juega, el clown deja salir, del corazón mismo del objeto,
del cuerpo, del espacio, del acto, un potencial imaginario profundamente enraizado
en lo real. Es el mundo interior a la escucha del mundo exterior, poniendo en juego
sus intimidades, sus sueños. Juego donde la improvisación, otro punto, es la que
permite dejarse sorprender por lo inesperado y darse de bruces contra lo repentino.
Que hace que el momento sea único e irrepetible, y como tal se vivencie.
El proceso de búsqueda del propio clown, a la vez que un proceso creativo, es un
proceso de desarrollo personal, donde la corporalidad encuentra su espacio.