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LOS REGLAMENTOS.
CONCEPTO.
NATURALEZA JURÍDICA.
Los Reglamentos son fuentes de Derecho "para la Administración", pero proceden de ella
misma. Esto determina que ofrezcan una doble vertiente: por su procedencia son "actos
administrativos" sometidos al principio de legalidad y susceptibles, en su caso, de ser
fiscalizados por la jurisdicción contencioso-administrativa; su contenido son "normas de
Derecho objetivo", por lo que, vienen a integrarse en el llamado "bloque de legalidad" que
se impone a la propia Administración en su actuación concreta.
Los Reglamentos emanan de los órganos administrativos de mayor jerarquía en los
diferentes niveles de gobierno del Poder Ejecutivo (nacional, estatal y municipal): A nivel
Nacional le corresponde la potestad reglamentaria al Presidente de la República en Consejo
de Ministros (art. 236 ordinal 10 de la Constitución Nacional), a nivel Estadal a los
Gobernadores de Estados y a nivel Municipal le corresponde a los Alcaldes de cada uno de
los Municipios.
Le corresponde al Presidente de la República en Consejo de Ministros reglamentar la ley,
ya que así lo señala la Constitución Nacional en el artículo 236 ordinal 10, donde le
atribuye a él la potestad de reglamentar las leyes sin alterar su espíritu, propósito y razón
Específicamente, en materia de leyes relativas a procesos electorales, la Constitución
dispone: "Articulo 293: El Poder Electoral tiene por funciones: Reglamentar las leyes
electorales y resolver las dudas y vacíos que estas susciten 0 contengan".
En este caso se observa una potestad reglamentaria muy especial, que incluso veta la del
Presidente por especial, contra la de aquel, que es general. Aceptar lo contrario, implicaría
admitir una duplicidad de funciones en materia reglamentaria que la Teoría de la
Organización Administrativa no tolera y, a todas luces, inconveniente para el
funcionamiento general del Estado.
Fundamento
La doctrina distingue entre la justificación del Reglamento y el fundamento de la potestad
reglamentaria de la Administración Pública. Así:
1. En cuanto a las razones que justifican la existencia del Reglamento, se pueden agrupar en
tres apartados:
a) La composición política y no técnica de las Cámaras Legislativas, que determina
que éstas no sean idóneas para la aplicación de los Reglamentos, sustituyéndose, por
tanto, la solemnidad del poder legislativo por la rapidez y continuidad en la solución
de problemas.
b) La gran movilidad de las normas reglamentarias, que exige que éstas no tengan el
rango de ley formal, lo que facilita su derogación y sustitución.
c) La amplia esfera de discrecionalidad del poder ejecutivo, que determina la
conveniencia de que la propia Administración se autolimite dictando Reglamentos.
2. Respecto a las razones que fundamentan la potestad reglamentaria, si parte de la doctrina
se ha inclinado por señalar que se trata de una auténtica delegación que hace el poder
legislativo en el ejecutivo, la mayor parte de la doctrina entiende, en cambio, que se trata de
un auténtico poder originario de la Administración Pública, es decir, de un poder que
dimana de su propia naturaleza, al considerar que ni las tareas propias de la Administración
ni las
CLASES DE REGLAMENTOS.
REQUISITOS DE VALIDEZ.
LÍMITES FORMALES:
a) Respecto a los principios generales del derecho: Estos principios, articulan y animan el
ordenamiento jurídico en su totalidad. Es precisamente gracias a ellos que la
Administración se justifica y actúa. Por ello, se afirma que los reglamentos no pueden ser
arbitrarios ni crear normas arbitrarias, inequitativas o injustas.
b) Técnicas de control de la discrecionalidad: Las técnicas de control sobre la
discrecionalidad, son de aplicación en punto a la citada potestad. Entre ellos, la relación
entre los conceptos jurídicos indeterminados (sana administración, justo precio, buen padre
de familia) y la discrecionalidad. Haciendo énfasis en el hecho de que el uso de tales
conceptos no puede ser arbitrario, sino que es una ponderación del enunciado de la Ley, los
elementos reguladores de la realidad social, la ideología jurídica dominante y oficial y el
sano criterio del administrador (o, del Juez, según corresponda); como podría ser el caso de
la aplicación a una situación concreta de las normativas relativas a la expropiación por
causa de utilidad pública.
c) Materia reglamentaria: La materia o el objeto sobre la cual recae la potestad
reglamentaria, es esencialmente la propia organizativa. Organización de las oficinas o entes
administrativos y organización interna del servicio público asignado al ente respectivo, son
materia específica, autónoma, del reglamento. Lo cual no significa, como ya se indicó, que
exista una reserva reglamentaria sobre campos o esferas pre-determinadas.
Por último, también es un campo propio de la reserva legal, la organización de los Poderes
Públicos y el establecimiento de los diversos órganos que ejercen el Poder Público. Las
funciones del Estado asignadas a determinados órganos, por tanto, no pueden transferirse
libremente a otras entidades y ello se confirma por la exigencia del artículo 230 de la
Constitución, de que la creación de institutos autónomos se haga mediante Ley.