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jurídica contemporánea
1. Ambiente.
El diccionario de la Real Academia dice que “ambiente son las circunstancias que
rodean a las personas o a las cosas”. Este significado coincide también con una de las
acepciones de la palabra “medio” que, en sentido figurado según el mismo
Diccionario equivale a “conjunto de personas y circunstancias entre las cuales vive
un individuo”. Con lo cual la expresión “medio ambiente” deviene redundante.
Ahora, como vamos a abordar el tema desde la ciencia del Derecho, emplearemos en
toda su exactitud los términos “ambiente” y “ambiental”, a fin de permitir una mejor
comprensión de los mismos.
No obstante las inseguridades que resultan del desarrollo del la actividad industrial en
espacios tecnológicamente avanzados, se busca la estrategia de la normatividad para
atenuar la presión excesiva a que hoy están sometidos los principales sistemas
naturales. Sin embargo, el Derecho, en cuanto mandato social imperativo no es la
única norma social posible, ni puede producir por sí mismo los efectos pretendidos,
en ausencia de un consenso social previo que asegure su mayoritario y voluntario
cumplimiento.
a.1 La biosfera.
La biosfera está constituida por la capa de suelo, agua y aire que rodea la tierra,
donde reinan las condiciones necesarias para la vida animal y vegetal. Ella
comprende elementos abióticos y bióticos.
Cada elemento de la biófesra tiene una función con relación a los otros aportándoles
servicios sin los cuales estos últimos serían incapaces de llenar sus propias funciones.
a. 2 Elementos abióticos.
El agua es un componente esencial del cuerpo de los seres vivos. La cantidad de agua
necesaria en cada ecosistema particular varía de un medio a otro. Toda modificación
significativa y durable de esta cantidad causa modificaciones profundas en las
condiciones de vida, la flora y la fauna.
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añadidos por el hombre. Toda variación en el contenido de esos gases ocasiona
cambios en las temperaturas medias de la Tierra.
Son los organismos vivos que pueblan nuestro planeta, comprendiendo millones de
especies de plantas, animales y microorganismos. Cada especie está compuesta de
individuos que poseen un patrimonio genético propio, susceptible de ser transmitidos
de generación en generación.
De lo dicho hasta aquí se colige que la acción del estado resulta de fundamental
importancia. Esta actividad se desarrolla, básicamente, en dos ámbitos: la política y el
derecho. A ellos nos referiremos a continuación.
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En el primer sentido, es sinónimo del vocablo inglés “policy”, como conjunto de
medidas orientadas a la obtención de unos objetivos sociales, sin hacer referencia a la
“instancia de poder” como objeto de la política.
Al hablar del “tenor” de la ley, debemos hacer una aclaración: todas son obligatorias,
sean que definan, autoricen, establezcan su vigencia en ausencia de convenio de
partes o prohíban alguna conducta. De donde una norma que concediera beneficios
impositivos a quienes adoptaran conductas conservacionistas o no contaminantes
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revestiría la misma imperatividad que aquella que definiera el concepto de residuos
peligrosos o estableciera la prohibición de importarlos.
El estado expresa su voluntad a través del trabajo de sus órganos, que dictan leyes
para regular la vida en sociedad. El derecho ambiental es el resultado de la actividad
estatal en la materia.
Si bien el impacto ambiental ha existido desde que el hombre habita el planeta, puede
considerarse el siglo 18 como el hito a partir del cual la naturaleza se vio dañada por
la explotación económica. Sin embargo, no fue hasta la década de 1960 que se
adoptaron por parte de los estados medidas sancionatorias. Para encontrar medidas
preventivas debemos esperar a mediados de la década de 1980. Sólo en los noventa la
protección ambiental se tradujo en políticas específicas en la materia,
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denominar “educación ambiental”. En cuanto tal, esta parte de la política ambiental
presenta características específicas:
b.- Presenta una dimensión ética, que hace al recto obrar, en cuanto respeto a los
demás seres vivos.
3. Derecho Ambiental.
3. a. Noción.
Para Despax “El Derecho Ambiental es el sector del orden jurídico que regla las
conductas humanas que pueden ejercer influencia, con efectos en la calidad de la vida
de los hombres, sobre los procesos que tienen lugar entre el sistema humano y el
medio ambiente”.
3. b. Características.
3. b.1.- Interdisciplinariedad.
Todo lo que ocurra al medio ambiente interesa a varias disciplinas, de allí que para
establecer las medidas de protección necesarias, esta rama del derecho necesite de la
asistencia de otras disciplinas, que proponen soluciones técnicas que el legislador
debe “traducir” al lenguaje jurídico. Esta nota es una de las que ha vuelto al Derecho
Ambiental un tanto ecléctico, pero que, al mismo tiempo, ha servido para
popularizarlo.
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3. b. 2 – Novedad
Como hemos visto, las disposiciones ambientales específicas no van más atrás en el
tiempo que los años sesenta; lo cual amerita designarlo como un derecho reciente.
Quizá sea esta la razón por la cual su sistematización es dificultosa. En palabras de
Aguilar e Iza podemos afirmar, sin temor a equivocarnos que El Derecho
Ambiental… no responde a las instituciones jurídicas tradicionales… obliga a utilizar
nuevos parámetros de interpretación”
3. b.3. Supranacionalidad
Los efectos de los factores que afectan el medio ambiente sobrepasan las fronteras de
los Estados y destacan la importancia de la cooperación internacional. Las poluciones
pasan de un medio a otro, pero no pueden ser combatidas sino en un contexto, o,
dicho de otro modo, sin la cooperación de otros Estados.
Tiene por objeto suprimir o eliminar el impacto de las actividades humanas sobre los
elementos o los medios naturales.
3. b. 6 Ambigüedad
Intenta corregir las deficiencias que presenta el sistema de precios, para incorporar a
los costos las externalidades que representan los gastos de instalaciones que eviten
contaminación. El Derecho Ambiental debe aportar los instrumentos normativos
adecuados para la efectividad de los criterios adoptados. Una reconciliación entre la
economía y el medio ambiente puede lograrse utilizando las instituciones de la
primera como medio para alcanzar los fines del segundo.
Si bien podemos afirmar que el Derecho Ambiental, al igual que otras nuevas ramas
del Derecho ha venido a poner de manifiesto la crisis de la distinción Derecho
Público-Derecho Privado, no pueden negarse sus fuertes vinculaciones con el
Derecho Administrativo y el Constitucional, lo cual se confirma por una numerosa
cantidad de normas de orden público y por las fuertes restricciones que la libertad
contractual presenta en este ámbito.
Dada su dispersión, existen numerosas leyes materiales que pueden ser tildadas de
ambientales. A tal situación se agrega el hecho de que a partir de 1994 el Estado
Nacional ha dictado leyes generales, marco o de presupuestos mínimos, lo cual ha
hecho imprescindible que cada una de las jurisdicciones las reglamentara. Para
completar el panorama, debemos sumar las ordenanzas municipales que, en ejercicio
del poder de policía local, se han sumado al ya complejo panorama. El conflicto
aparece cuando tal fiebre legisferante no es acompañada de los recursos económicos
suficientes: la letra de la ley queda reducida a un racimo de buenas intenciones.
3. b. 1l.- Eticidad
En la naturaleza del Derecho Ambiental anida una raíz ética. En definitiva, nuestra
disciplina no es más que la armadura técnico-jurídica destinada a posibilitar el
cumplimiento de cuidado de la casa común de la humanidad, de modo que las
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generaciones futuras cuenten con los recursos naturales necesarios para su
subsistencia. Esta relación intergeneracional implica el reconocimiento de la
solidaridad como valor fundante.
3. b.12- Transversalidad
Esta nota es propia de una nueva gama de derechos, surgidos en las últimas décadas,
que se caracterizan por ser una “mirada nueva” de la realidad. Íntimamente
relacionada con esta característica se halla la interdisciplinariedad, ya que es propio
de esta rama recibir aportes de otras ramas jurídicas y de otras ciencias naturales y
exactas.
Entre la normativa específica podríamos señalar el párrafo tercero del art. 41, los arts
121 y 124 de la constitución nacional, las ley general de ambiente, la de gestión de
residuos peligrosos, la de residuos industriales, de gestión ambiental de aguas la
relativa al Patrimonio Arqueológico y Paleontológico; la 25.831 de libre información
ambiental, son sólo algunos ejemplos de la autonomía de nuestro Derecho.
Las fuentes internas de nuestro Derecho comprenden las leyes materiales y formales
emanadas del estado nacional, provincial y municipal, estrictamente ambientales, a
las que se suman aquellas de tipo civil, penal, procesal, comercial, minero,
alimentario y laboral que se ocupan de la temática y. los tratados incorporados al
ordenamiento interno por la Constitución Nacional.
4. Principios.
4. a.- Generalidades
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El ecosistema comprende a los seres humanos como actores principales, no porque
revistan mayor importancia, sino porque son quienes pueden modificarlo intencional
y perjudicialmente, como de hecho han venido haciéndolo durante muchos años. En
coincidencia con otros autores, podemos señalar que mantenemos con la naturaleza
una doble relación de dependencia y pertenencia. De pertenencia porque, como lo
señaláramos, somos parte del medio y de dependencia, porque nuestra supervivencia
depende del cuidado de los recursos bióticos y abióticos que nos permiten vivir.
Si consideramos que el medio está formado por recursos abióticos que son obra del
hombre –piénsese aquí en las obras que componen el patrimonio cultural de una
sociedad dada- entonces los principios del derecho ambiental deben proteger además
de los recursos naturales, ese riquísimo legado que da testimonio de nuestra historia y
capacidad creadora.
4. b.1.-Precaución
Toda actividad humana que ataca los elementos del patrimonio ambiental causa un
daño social por afectar los llamados “intereses difusos” que son supraindividuales,
pertenecen a la comunidad y no tienen por finalidad la tutela del interés de un sujeto
en particular, sino de un interés general o indeterminado en cuanto a su
individualidad. El daño así ocasionado es llamado por algunos “daño ecológico” pero
en realidad es más apropiado llamarlo “daño ambiental” por ser más abarcativo y
comprensivo del ecológico, reservando aquélla expresión para el que ataca los
elementos bióticos y abióticos de la biosfera.
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El impacto ambiental adquiere real importancia en su formulación moderna como un
proceso por el cual una acción que debe ser aprobada por una actividad pública y que
puede dar lugar a efectos colaterales significativos para el medio se somete a una
evaluación sistemática cuyos resultados son tenidos en cuentas por la autoridad
competente para conceder o no su aprobación.
Podemos definirlo como aquel que “representa el derecho y la obligación que posee
un Estado de adoptar medidas para evitar o disminuir un daño grave e irreparable
provocado por una actividad o proyecto a realizar, a pesar de la incertidumbre
científica sobre el daño no conocido que dicha actividad o proyecto puede acarrear”
La precaución tarta de evitar daños que podrían producirse a largo plazo, que además
presentan como característica ser graves e irreversibles. Ante ellos, se promueve la
puesta en funcionamiento de un modelo anticipatorio que opera en todos los sectores.
La Ley general de ambiente lo menciona como uno de los principios a ser tenidos en
cuenta por la Política Ambiental. A las condiciones de aplicación ya mencionadas en
doctrina, la ley agrega la orden de no postergar la adopción de las medidas eficaces
para evitar ese daño; aún si los costos fueran altos. Para decirlo claramente: aún
cuando resulte caro, debe impedirse la probable producción de un daño ambiental.
Subyace en el espíritu del legislador la convicción de que cualquier daño de este tipo
puede resultar más riesgoso y caro en términos de calidad de vida y vidas humanas
que las medidas destinadas a evitarlo. Íntimamente ligado con este principio se
encuentra el de prevención, que describiremos en las líneas siguientes.
4. b. 2. Prevención
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El riesgo de la actividad, para ameritar la aplicación de este principio debe ser cierto
y mensurable; a diferencia del que amerite la puesta en marcha del de precaución, al
que le basta con la sola existencia del riesgo.
4. b. 3. Equidad
4. b. 4. Cooperación
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Hemos mencionado como característica del Derecho Ambiental a la solidaridad.
Bien, el principio de cooperación no es más que la solidaridad puesta en obra.
Aplicado al Derecho Ambiental, debe ser interpretado en sentido abarcativo de todas
las medidas aptas para proteger equitativamente el medio ambiente. El modo más
extremo de cooperación es el cumplimiento de una sentencia judicial. De donde
queda claro que la cooperación puede ser espontánea o forzada. Esta última puede
derivar de la voluntad de los Tribunales -ya aludida- o de la ley. En tal sentido la ley
de Ambiente dispone la colaboración del estado nacional, provincial y municipal para
la prevención y solución de los entuertos de este tipo, pero la hace bajo el título de
“solidaridad”, lo cual refuerza nuestra primera afirmación.
4. b. 5. Sustentabilidad
Existen quienes sostienen que en realidad nuestro actual Derecho Ambiental es nada
más que el prolegómeno de una nueva rama, cuya denominación debería se derecho
de la sustentabilidad ,. Tal la importancia del principio que nos ocupa.
Como todo principio, es un llamado de atención del sentido común, que, no obstante,
ha sido prolijamente desoído entre nosotros. En efecto, este principio dispone que las
distintas instancias estatales deben resultar complementarias – y por tanto no
contradictorias-en la regulación de la materia ambiental. En realidad, poner en
funcionamiento este principio implica dotar de eficacia a los organismos federales
encargados del medio ambiente, dada nuestra estructura federal.
La Ley General de Ambiente se ocupa del tema y dispone en su art 4 que las
regulaciones en materia ambiental emanadas de provincias y municipalidades
deberán guardar correspondencia con sus disposiciones, so pena de prevalencia sobre
aquellas. En realidad, la norma que venimos analizando resulta una falacia bien
intencionada, pero falacia al fin. Veamos: si la normativa inferior reglamenta
aspectos tratados en la ley nacional y la desvirtúa, puede ser atacada por
inconstitucionalidad, con lo cual la declaración deviene inconducente, ya que los
efectos de una declaración judicial serán efectivamente éstos; pero hasta que ese
pronunciamiento no exista, de acuerdo a las reglas de funcionamiento de nuestro
Derecho Procesal Constitucional la norma inferior continuaría aplicándose. Es más,
sólo resultaría derogada para el caso en el cual se plantee la inconstitucionalidad y
sólo en ese caso.
4. b. 7. Progresividad:
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podemos dejar de señalar que el principio aludido cuenta con un costado económico.
En efecto, su construcción puede demandar el uso de herramientas legales que
supongan estudios previos, pero que también originen para los destinatarios de las
normas, ya gastos, ya derechos a subvenciones o premios. De donde la
correspondiente inclusión en el presupuesto de las partidas correspondientes resultará
indispensable.
4. b. 8. Responsabilidad:
Nuestra ley 25675 pone en cabeza del generador la responsabilidad por las acciones
de prevención y recomposición. Al hacerlo, no está más que consagrando el principio
“contaminador principal pagador”. Este principio pone en cabeza del juez la
obligación de identificar al o a los contaminadores, en ocasiones muy difíciles de
determinar, cuando concurren distintas actividades perjudiciales al ambiente.
4. b. 9. Subsidiariedad
5. Fuentes
Las fuentes del Derecho Ambiental son las mismas que las del Derecho Positivo, por
hallarse aquél comprendido en éste.
Hemos señalado repetidamente en estas páginas que nuestro Derecho goza de la nota
de interdisciplinariedad, que los problemas ambientales no pueden resolverse
únicamente desde el Derecho. Pues bien, la regulación legal ambiental se nutre de los
aportes de las disciplinas jurídicas y no jurídicas que la ponen a prueba y demuestran
su insuficiencia o su vacío. Si la economía y la sociología resultan tributarias del
Derecho, no podemos dejar de mencionar, en el caso que nos ocupa, a la Química, la
Física, las Ciencias Naturales, las Matemática y la Estadística. Si el Derecho no
puede ignorar la realidad so pena de perder vigencia o de legislar en el vacío, cuánto
más el Derecho Ambiental, empeñado en proteger un objeto tan complejo como el
medio ambiente.
Las fuentes formales, en cambio, son aquellos mecanismos por medio de los cuales se
produce Derecho Positivo. Dentro de ellas podemos señalar la Ley, la costumbre, la
jurisprudencia y la Doctrina.
La Doctrina es fuente no obligatoria, por cuanto resulta del juicio unánime de los
estudiosos del Derecho. La excepción a la acepción del término que hemos dado es la
disidencia de un jurista de excepcional reputación. Es el prestigio de su palabra lo que
la constituye. Del trabajo de los juristas muchas veces surge el listado de falencias de
un texto legal determinado, en base al cual se prepara, con posterioridad, el
correspondiente proyecto de ley de reformas.
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En el caso de que existan pronunciamientos contradictorios en casos similares que se
juzguen en Tribunales de una misma provincia o circunscripción judicial, entonces la
Cámara de Apelaciones correspondiente puede proceder a unificarla mediante un
fallo plenario que fija obligatoriamente el sentido en que debe interpretarse la ley.
Estos resultan obligatorios para los jueces de primera instancia.
Hemos dejado para el último lugar la más importante de las fuentes formales del
Derecho, la ley. Llamamos así a la “norma jurídica social de carácter general
emanada de autoridad competente” La ley puede ser tal en sentido formal o en
sentido material. En sentido formal, sólo son leyes las emanadas del Congreso
después del proceso estipulado en la Constitución, nacional o provincial. En sentido
material, son leyes todas aquellas que responden a la definición dada en las líneas
precedentes. De este modo, son leyes los decretos del Poder Ejecutivo, las
resoluciones de los distintos estamentos de la Administración, las sentencias
judiciales –consideradas individualmente- y los contratos para las partes firmantes.
Las normas de presupuestos mínimos son aquellas que, tal como su nombre lo indica,
no regulan la materia de, que se trata sino en sus aspectos generales, difiriendo a las
jurisdicciones correspondientes su reglamentación.
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