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UNIDAD III

RELACIONES INERPERSONALES. CONFORMACION DE GRUPOS.

Estimados viaj@ros virtuales: en la presente abordaremos cuestiones


elementales sobre las relaciones interpersonales y atributos ya vistos como la
empatía, la asertividad y otros nuevos como la metacomunicación.

Haremos hincapié en rasgos distintivos de relaciones interpersonales


proactivas y el entramado y envoltura de los grupos. Todo ello, necesario para
diagnosticar conflictos.

Con todo afecto.

Prof. Silvana Millán.

I. RELACIONES INTERPERSONALES

¿Qué es una relación interpersonal? Es un proceso mediante el cual dos


individuos interactúan. Nuestro quehacer diario requiere de una multiplicidad de
contactos interpersonales. “Es el arte de conseguir lo que uno quiere sin lesionar
el derecho de los demás”.

La comunicación interpersonal, es más “hablar con”, que “hablar a” o “hablar de” y


exige la exteriorización de nuestros sentimientos.

Para que se de una relación interpersonal apropiada, un primer requisito es que


haya una apertura, un proceso de empatía que me permita “ponerme en los
zapatos del otro”.

Hay dos factores esenciales en toda relación interpersonal que determinan su


calidad:

1.- El intercambio. Que debe garantizar una ganancia mutua dentro del esquema
gana-gana. Es decir, que en ese intercambio hay un aporte por igual de
elementos que implicarán una ganancia a nivel personal.
2.- La reacción emocional. La reacción no solo conlleva el dar y el recibir, sino el
sentimiento, esto es, tener en cuenta cómo se siente el individuo cuando da y
cuando recibe.

¿Cuáles son los aspectos que involucra toda relación interpersonal?

El Yo. “Cada persona es única, aunque tengamos muchas cosas en común.


Nuestro yo determina nuestra unicidad como individuos, es nuestro factor de
distinción”. La vida con su desenvolvimiento complejo no nos prepara para la
reflexión sobre nuestra propia personalidad y nuestra manera de ser.

Carl Rogers, expresó: “La necesidad de nuestro tiempo es la de un mayor


conocimiento mutuo y de una mayor habilidad para gestionar las tensiones de las
relaciones humanas. La persona descubre que gran parte de su vida se orienta
por lo que cree que debería ser y no por lo que es en realidad. A menudo advierte
que solo existe como respuesta a exigencias ajenas y que no parece poseer un sí
propio. Descubre que trata de pensar, sentir y comportarse de la manera en que
los demás creen que deben hacerlo”.

En la medida en que una persona posea una autoimagen inadecuada, buscará


constantemente la aprobación y reconocimiento de otros para reafirmarse, algo así
como “yo estoy bien si tu estas bien” o, “yo estoy mal cuando tu estás mal”, es
decir, desconocerá que “la principal fuente autoabastecedora de energía es uno
mismo”.

Leda Saulnier afirma que…” las máscaras son imágenes falsas que presentamos
a los demás de lo que realmente somos. Las relaciones tensionantes se
suavizarían si pudiéramos liberarnos de dichas máscaras.”

Un ejemplo que ilustra lo anteriormente expuesto, que está muy arraigado


culturalmente, es la expresión del afecto: cualquier manifestación, es sinónimo de
debilidad. Por el contrario, se valora la agresividad como sinónimo de poder y se
reivindica estableciéndose un antagonismo de los géneros.
Khalil Gibran, en su libro El Loco, nos da un espacio para reflexionar acerca de lo
que bien se llamará enmascarar los sentimientos. Transcribimos parte de la
lectura:

LAS SONAMBULAS

En mi ciudad natal vivían una mujer y su hija, que caminaban dormidas. Una
noche, mientras el silencio envolvía al mundo, la mujer y su hija caminaron
dormidas hasta que se reunieron en un jardín lleno de niebla.

Y la madre habló primero:

-Al fin- dijo- Al fin puedo decírtelo mi enemiga! A ti, que destrozaste mi juventud, y
que has vivido edificando tu vida en las ruinas de la mía!

¡Tengo ganas de matarte!

Luego, la hija habló en estos términos:

-Oh! Mujer odiosa y vieja! Te interpones entre mi libérrimo ego y mi yo.

¡Quisieras que mi vida fuera el eco de tu propia vida marchita!

¡Desearía que estuvieras muerta! dijo la madre amablemente.

-Sí, soy yo, madre querida- respondió la hija con la misma amabilidad!

En aquel instante cantó el gallo, y ambas mujeres despertaron.

-¿Eres tu tesoro?

La dirección propia. En todo ser humano se presenta el dilema básico entre las
fuerzas defensivas y las fuerzas de crecimiento personal. Las primeras lo impulsan
hacia la búsqueda de seguridad y defensa, como producto del miedo, las
segundas, lo impulsan, por el contario, hacia el “yo” único y total, hacia el pleno
funcionamiento de sus capacidades y hacia la confianza con respecto a su mundo
circundante.

Experiencia de los sentimientos propios. El primer paso hacia una interacción


personal basada en la autenticidad es el conocimiento de los propios sentimientos
y su causalidad: ¿ Conoces tus propios sentimientos? ¿ Los callas? ¿ Los
manifiestas? ¿ Aceptas que quienes te rodean te den información acerca de ti
como persona? De alguna manera, ¿eso lesiona la imagen que tienes de ti?

Los sentimientos y valores son el factor más determinante de nuestra actuación y


conducta. Son muchas las razones que nos impiden experimentar nuestros
sentimientos y actitudes: razones del pasado, del presente, del contexto social y
familiar. Solo en una atmósfera de seguridad y libertad podremos experimentar y
reconocer plenamente nuestros sentimientos.

Confianza en los demás. Todo cambio de actitud comienza con un desequilibrio,


pues la mayoría de las veces no estamos preparados para recibir información
acerca de nuestra persona, o la información que recibimos no concuerda con la
imagen que tenemos de nosotros mismos.

Si la persona percibe que se le brinda seguridad y confianza, buscará nueva


información acerca de sí misma, lo que le permitirá una redefinición crítica de sus
propios valores y actitudes.

La información se puede obtener de dos formas: Mediante la búsqueda de los


indicios que las impresiones grupales puedan aportarle, o, mediante la
identificación con una persona determinada.

El yo y las relaciones con los demás. Nuestro yo no se encuentra aislado, sino


que vive y se desarrolla a través de una constante interacción con quienes rodean
su ambiente. De ahí que no solo debemos examinar la autenticidad de nuestro
propio yo frente a nosotros mismos, sino también la imagen que nuestra
interacción produce en los demás.

La interacción personal puede adoptar formas nocivas de contra, dominio,


dependencia, agresión, rebeldía, otras, que deben examinarse con precaución si
queremos el logro de una auténtica convivencia.

Freud descubrió que cuando un individuo lucha para evitar verse y conocerse a si
mismo, enferma. Su mejoría, por el contrario, empieza a producirse cuando
comienza a conocerse a si mismo, a través de la manifestación a otra persona.

Aceptación incondicional de los demás: pertenencia.


William Schutz diferencia tres áreas de necesidad interpersonal:

1.- La inclusión. Es la necesidad de asociarse con los demás, de pertenecer, de


ser aceptado. Pero el ser humano no quiere ser incluido, pertenecer como una
masa, sino como un individuo dotado de identidad peculiar y valorado en su
personalidad individual.

En la actualidad, tendemos a la vida en grupo, pero no sin valorar antes nuestra


individualidad. La persona que tiene integrada la necesidad de inclusión no tiene
problemas con la interacción personal. Se siente a gusto con ella o sin ella; es
capaz de comprometerse o no; se sabe digna de valoración significativa.

Cuando dos personas se ponen en contacto, se interrelacionan, puede producirse


una aceptación positiva incondicional o una aceptación positiva condicional.

La aceptación positiva incondicional conlleva el reconocimiento de la persona


como es, sin tratar de imponerle nuestros propios valores, creencias, sentimientos.
En cambio en la aceptación positiva condicional, aceptamos al otro “sí” y “solo sí”.
Esta aceptación es, en realidad, un intento más o menos velado de imponer
nuestro propios criterios y moldear la persona a nuestra imagen y semejanza.

La confianza en los demás, necesaria para el establecimiento de una relación


interpersonal, es algo básico que depende más de lo que somos que de lo que
hacemos; esto es, requiere de actitudes personales que no se pueden fingir o
enmascarar a través de actos que no corresponden a la profunda realidad de
dichas actitudes.

2.- El Control. Hace referencia al proceso de toma de decisiones y tiene sus raíces
en las áreas de poder, influencia y autoridad. Figuremos esta necesidad de control
a lo largo de una línea y ubiquemos sus dos extremos: en uno puede colocarse el
individuo con una necesidad de control excesivamente bajo; este individuo dejará
que otro tome una decisión, si alguien puede hacerlo por él, internamente
afianzará la incapacidad de tener una conducta y responsabilidad adultas. En
suma, puede ser el incompetente e irresponsable.

En el otro extremo se sitúa la persona que busca ansiosamente el poder y que


teme a aquellas otras personas que directa o indirectamente no están controladas
por ella.
La persona que se ubica en un punto medio, se siente a gusto, tanto dando como
recibiendo órdenes. Íntimamente se siente capaz y responsable. No huye de la
responsabilidad, pero tampoco busca vehementemente ocasiones de demostrar
su competencia.

3. El afecto. Es este un elemento integrante de una genuina y cálida relación


interpersonal. William Schutz sostiene: “ La conducta afectiva hace referencia a los
sentimientos emocionales cercanos que pueden darse entre dos personas”. En
este punto debemos cuidar de no caer en uno de los dos extremos.

Uno de ellos puede llevarnos a una maraña de sentimentalismos y dependencias


afectivas que, hasta cierto punto, supondrían un deterioro de nuestra propia
individualidad.

Aquí la persona intenta con vehemencia la relación interpersonal cercana, cálida e


intima, “ si su primera experiencia afectiva ha sido dolorosa, un nuevo intento
podrá ser mejor”. Esta ansiedad puede provenir del sentimiento de que su “yo” es
desagradable e incapaz de ser amado.

Y por el otro, la carencia de afecto que puede conducirnos a una vida solitaria y
estéril. En este nivel, la persona tiende a evitar relaciones cercanas con los demás,
a que estas, si se presentan, sean superficiales y distantes, y a sentirse cómoda
cuando los demás se relacionan con ella de la misma manera. En el fondo, no se
considera digna de ser querida y teme que los demás lo descubran.

En contraposición a estas dos situaciones anteriores, encontramos la persona con


sus necesidades afectivas integradas, se siente cómodo, tanto cuando la ejercita
a un nivel personal e íntimo, como cuando, por una u otra razón, tiene que
mantener una cierta distancia emocional, se considerará capaz de amar y ser
amada.

II. COMO HACER POSIBLE UNA ADECUADA RELACION


INTERPERSONAL.

Los seres humanos, a veces, obstaculizamos nuestras relaciones interpersonales


con nuestro modo de proceder y de relacionarnos. Ignoramos el efecto que
nuestro comportamiento produce en los demás y la forma como perciben e
interpretan nuestros mensajes.
Un aspecto difícil de la comunicación es la percepción adecuada de nuestros
sentimientos, por parte de los demás. Cualquier suceso o acción puede conducir a
un estado emocional que se exprese por medio de comportamientos verbales o no
verbales.

Cualquier comportamiento que adoptemos es percibido de manera subjetiva por el


individuo y así, un sentimiento concreto y específico puede ser percibido de
diversas maneras, en forma inadecuada.

Por ejemplo, una persona puede estar reflejando “rabia”, cuando en realidad lo
que está expresando es temor.

Otro obstáculo para una comunicación apropiada de sentimientos lo constituye la


percepción de lo que la otra persona está sintiendo. Depende más, en ocasiones,
de lo que nosotros sentimos, que de las palabras o acciones de aquella. Lo que en
el psicoanálisis se llamaría “una proyección”.

Si, por ejemplo, una persona se siente culpable por algo, podrá tender a percibir a
los demás como enfadados con ella.

La comunicación de los sentimientos propios y la comprensión de los ajenos, es


algo extremadamente difícil, Por eso, si nos preocupa que los demás nos
correspondan como personas, deberemos esforzarnos en entenderlas como tales,
si nos preocupa la dignidad de la otra persona, tendremos que esforzarnos en
entender sus reacciones emocionales.

La percepción debe mejorar, ser más fiel, si queremos hacer posible una
adecuada relación interpersonal. Con este propósito debemos realizar un doble
proceso:

a.- Aprender a recibir información sobre nosotros mismos. La persona responsable


y madura tiene que dar y recibir información. De esta manera no se sumerge en
un mundo idealizado, sino que se pone en contacto con la realidad. Es sano y
necesario recibir información sobre nosotros mismos, sin colocarnos en posición
defensiva, por eso siempre deberemos estar dispuestos a que nos digan cómo
nos perciben. Conocer la percepción que se tiene de nosotros, la imagen que
hemos creado, da cabida a una retroalimentación oportuna, y a la interpretación
adecuada de nuestros comportamientos.
¿Qué reacción emocional hemos provocado con nuestros comportamientos?

Esta situación nos permitirá conocer la percepción adecuada de lo que la otra


persona está sintiendo, de tal manera que pueda cambiarse a tiempo los
sentimientos contrarios y mejorar la relación interpersonal para mantenerla con
calidad en el tiempo.

b. Aprender a dar información a los demás sobre ellos mismos. Una relación
interpersonal se deteriora porque no comunicamos nuestros sentimientos frente al
comportamiento de los demás. Somos conscientes de las fallas y defectos de los
otros, pero lo toleramos, y de esta manera no damos la oportunidad a los demás
de explicar sus comportamientos y de corregirse y cambiar en el momento
oportuno. A esto se le llama “ las agendas ocultas de una relación interpersonal”.

Recibir y dar información son componentes básicos del proceso comunicativo.


Pero para que la información que damos sea realmente útil y eficaz, se necesita
que esté dotada de unas condiciones específicas que eviten una posición
defensiva en la persona que recibe. Por lo tanto:

La información debe ser más descriptiva que evaluativa: la evaluación despierta la


actitud de defensa de la otra persona. La información descriptiva, al limitarse a
exponer la impresión personal que causa en nosotros la conducta del otro, reduce
las tendencias defensivas y deja libre a la persona para que la utilice o no, según
lo considere oportuno. Es decir, no se deben emitir juicios de valor.

Por ejemplo, que gran diferencia existe al decir: “eres un inepto”, a decir, “ la labor
que realizaste está incompleta, falta terminarla.”

La información debe ser más específica que general:

La información será más útil si se refiere a palabras o comportamientos


específicos. Por ejemplo hay diferencia entre decir: “ tu siempre estas distraído,
nunca escuchas mis palabras” y “ tengo la impresión de que no escuchaste lo que
acabo de decirte”.

La información debe considerar las necesidades de quien la recibe y no las de


quien la da: la información puede llegar a ser destructiva cuando solo responde a
las necesidades de quien la da, sin tener en cuenta las necesidades de quien la
recibe y puede fácilmente, convertirse e interpretarse como un ataque personal.

La información debe estar dirigida a comportamientos que puedan modificarse:


Cuando señalamos alguna limitación sobre la cual la persona no tiene ningún
control, solo lograremos aumentar su frustración. Es necesario darle pautas que
amplíen su repertorio conductual, a fin de facilitarle una revisión de su propio
esquema, solo así se potencializará un cambio.

La información debe darse en el momento preciso: En general, la información es


más efectiva, se da inmediatamente. No obstante, hay situaciones que debemos
tener en cuenta, como aquellas cuando la persona o el grupo no están preparados
para recibirla.

La información debe ser constatada: quien da la información debe asegurarse de


que se ha expresado con claridad, y de que no ha sido mal interpretado. Una
manera sería solicitar a quien da la información, que nos repita con sus palabras lo
que acaba de expresar.

III. DESTREZAS DE LAS RELACIONES INTERPERSONALES PROACTIVAS.

Se proponen algunas de ellas:

Individualidad: seguridad en sí mismo, respeto por los derechos de la otra persona.

Autenticidad: Sinceridad. Ser capaz de expresar pensamientos y sentimientos con


respeto a la otra persona. Para que haya mayor confianza en una relación no
existirá manipulación, no se fingirán conductas.

Metacomunicación: reuniones frecuentes para mejorar la comunicación.


Reconocimiento: Reconocer en la otra persona sus cualidades, sus aspectos
positivos. Esto reafirmará la imagen positiva.

Percepción empática: “ ponerse en el lugar del otro” Analizar su punto de vista,


respetarlo.

Interdependencia: cooperar en la relación, reconocer en el otro sus valores y


aptitudes. Factores importantes en el enriquecimientos de la relación.

Tiempo: Relacionado con la individualidad. Saber distribuir y organizar actividades.

Congruencia: enviar por los canales de comunicación el mismo mensaje: lenguaje,


paralenguaje, kinesia, palabra, tono, ritmo, pausas, gestos.

Pelea limpia: evitar ofender al otro: cuando se está bravo, ser prudente, medir las
palabras.

En síntesis, la transformación hacia interacciones más asertivas y proactivas


implica el compromiso personal; involucra todo el proceso dinámico de cada ser
humano. No es simplemente el aprendizaje de patrones de conducta en el aquí y
ahora sino que trasciende hacia la propia posición que el sujeto vivencia como ser
humano en potencialidad de relación con el otro. Su comportamiento con las
personas no cambiará entonces, sino que se enlaza a un proceso más personal
de cara a su posición en la vida.

IV. El Grupo.
No basta con reunir cierto número de personas para constituir un grupo. Una
reunión de curiosos presenciando un choque no es un grupo. Unas personas
haciendo fila para ingresar al banco tampoco lo son. En cambio, los miembros de
una cooperadora escolar sí son un grupo. ¿ Cuál es la diferencia? Para que un
conjunto de personas sea un grupo, debe reunir ciertos rasgos distintivos:

Objetivo en común: el grupo debe responder a una finalidad o intención que


exprese necesidades comunes y compartidas.

Historia compartida: tiempo de desarrollo en común.

Interacciones entre sus miembros: a lo largo de la historia del grupo las personas
que lo conforman se relacionan entre sí generando sentimientos y emociones
compartidas ( confianza, desconfianza, simpatía, antipatía, etc.); normas o pautas
que regulan el funcionamiento y que pueden o no estar escritas, como los
estatutos, por ejemplo.

Sentido de pertenencia: es el sentimiento de lealtad hacia el grupo, sentir que de


forma parte de él

Identidad grupal: cada miembro ve y siente al grupo como una totalidad.

Ideología: es el marco de valores propios del grupo, en el que se basa para lograr
los objetivos que se propone.

Funciones y Roles: dentro de un grupo es posible observar distintos roles y


funciones en sus miembros en la distribución de actividades y responsabilidades.
Además, se dan diferentes roles dentro de los diversos grupos que dan vida a la
institución.

¿ Por qué se forman los grupos?

El individuo está en el grupo porque desea satisfacer ciertas necesidades y piensa


que perteneciendo a él lo podrá lograr mejor y porque cree que tiene algo que
aportar. Una vez dentro, puede descubrir que no satisface plenamente dichas
necesidades, pero en cambio, puede develar otras ventajas por las cuales valga la
pena quedarse en ese grupo: las expectativas y motivos de cada uno de los
miembros son distintas y cambian con el tiempo. Si un grupo es activo, con
frecuencia genera necesidades en sus miembros, y esto liga más a sus
integrantes.

Causas de los conflictos en los grupos.

Cuando:

 La idea de conformar grupo proviene de un agente externo y su constitución


es forzada por el solo hecho de cumplir con metas políticas o ideológicas no
compartidas con los verdaderos ejecutores del proyecto.

 Los miembros del grupo no tienen una necesidad importante y común a


todos.

 El trabajo que hay que hacer es individual y solitario y tratar de hacerlo en


grupo resulta un esfuerzo que además es ineficiente.

 Hay personas que por su importancia, trayectoria, fama o capacidad,


funcionan como los “dueños de la institución”, tomando decisiones que
nadie se anima a objetar.

 Por origen social, educación, posición económica o interés en diferenciarse


de los demás, algunos miembros dicen tener mayores necesidades que el
resto, generando diferencias internas.

 Un miembro tiene un ritmo de trabajo o una capacidad para manejar


información mayor que el resto del grupo, generando tensiones entre su
impulso para tomar decisiones rápidas y la incomprensión del resto de sus
compañeros.

 Los miembros de la institución conviven estructuras de organización


paralelas, generando conflictos de poder entre una y otra.

 Se vive un clima tenso o los conflictos que ahí se ocultan en vez de


sacarlos a la luz.

Las causas de los conflictos en los grupos son variadas. Pondremos un ejemplo
para graficarlo. En el mar, el agua se mueve impulsada por distintas fuerzas: el
viento, las mareas, las corrientes marinas, el clima. Según como se compensen o
potencien entre sí, estas fuerzas pueden producir tempestades o mar calmo,
inundaciones o bajantes. Como el mar, los grupos también actúan impulsados por
distintas fuerzas. Las más importantes son:
La psicología individual: relacionada con la historia propia de cada integrante del
grupo, determina la conducta de cada uno de ellos, haciendo que, por ejemplo,
una misma situación pueda generar reacciones diferentes según la persona.

La situación psicológica del grupo como conjunto, que condiciona la conducta de


cada integrante, y también tiene relación con la historia de grupo.

La ideología con que el grupo se forma: el marco de ideas, la “cultura interna”, que
además de influir en las conductas de cada integrante, muchas veces actúa
también hacia afuera generando efectos en el entorno.

V. Entramado y Envoltura.

El grupo funciona como entramado en la medida en que se va conformando una


red de relaciones y vínculos que rescatan a las personas del aislamiento al
compartir tareas, sentimientos, normas y valores.

El grupo también es una envoltura porque actúa como barrera de protección para
los que pertenecen a él, ayuda a poner y reconocer límites, a diferenciar lo
semejante y lo diferente, a regular las relaciones con el afuera.

Las organizaciones sociales representan una iniciativa concreta para la resolución


de problemas que por vía individual sería difícil de canalizar: emprendimientos
productivos comunitarios, cooperativas, escuelas, organizaciones sindicales entre
otras, tienen una funciones por cumplir.

VI. ROLES.

Concepto: Son los modelos de conducta que cada persona puede asumir según
cuales sean sus expectativas como respuesta a las de los otros miembros del
grupo. Distintos tipos:

ROLES FUNCIONALES El que contribuye con iniciativas: propone nuevas


ideas.
Positivos para el crecimiento del
grupo y el logro de sus objetivos. El que busca información. ( Aclara sugerencias).

El que informa.

El que pide información, ( aclara los valores


implícitos).

El que opina, ( expresa creencias y opiniones)

El que elabora ( reformula opiniones)

El que sintetiza ( aclara las relaciones entre las


diferentes ideas)
El orientador ( defina la posición del grupo)

El crítico ( busca obstáculos y problemas)

El dinamizador ( incita al grupo a la acción)

El secretario ( administra y registra)

Roles Afectivos: mantienen y arman el Estimulador.


grupo.
Conciliador.

Flexible.

Regulador.

Seguidor.

Comunicador.

Comentarista.

Roles disfuncionales: son improductivos Agresor.


y obstaculizadores.
El que obstruye.

El que defiende intereses ajenos.

El que busca que solo le marquen lo


bueno.

El negligente, que no se compromete


con el grupo.

El dominador.

El que busca ayuda.

ACTITUDES OBSTACULIZADORAS BLOQUEOS

Autoritarismo. Miope.
Subgrupos antagónicos. Recursos oscuros.

Descalificación. Decretos.

Dobles mensajes. Negativismo.

Formalismo.

Simbiosis.

Distancia.

Conclusión: Cuando el operador de conflictos es contratado para armar un diseño


de resolución de controversias, al momento de la observación deberá considerar
como trabajan los grupos , cuales son los roles sobresalientes y aquellas
cuestiones obstaculizantes o bloqueantes.

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