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SOCI E D AD E S D EL C ER C ANO OR I ENT E

VAN DE MIEROOP, Marc (2012). The Mesopotamians and their Past. En J. Wiesehöfer & T. Krüger, (eds.)
Periodisierung und Epochenbewusstsein im Alten Testament und in seinem Umfeld. Stuttgart: Franz Steiner
Verlag. Pp. 37-56. Traducción del inglés: Federico Luciani, 2018.

Los mesopotámicos y su pasado

Quizás es una obviedad decir que todos los pueblos en la historia mundial tienen una percepción del
pasado y que se dan cuenta que hubo algo antes de ellos que influyó en propia existencia. Pero no todos
aceptarían que los pueblos escriben historia cuando realizan estas observaciones. Incluso algunos de los
académicos más influyentes, cuyos libros alcanzan una amplia audiencia, han negado la existencia de textos
históricos en la antigua Mesopotamia1. En el estudio de la historiografía antigua, la idea que prevalece es que
Oriente se acercaba al pasado a través del mito mientras que Occidente lo hacía a través de la historia. Muchos
les confieren a los griegos la invención de la historia racional, o como Collingwood lo expresó, el cambio
desde la escritura de leyendas hacia la ciencia de la historia2. La oposición entre mythos y logos ha sido
desacreditada en varias ocasiones y durante varios años 3, pero es persistente. Para poder aceptar este ensayo
como un estudio sobre la antigua historiografía, el lector debe acordar que los antiguos mesopotámicos,
egipcios y otros tenían conciencia histórica. El solo hecho de que este y otros ensayos sobre Mesopotamia y
Egipto aparezcan en un libro consagrado a antike Geschichtsschreibung demuestra que al menos los editores
reconocen que esta afirmación es verdadera.
El objeto de mi ensayo será la antigua Mesopotamia y su tradición escrita, aunque ocasionalmente me
referiré a otras antiguas culturas del Mediterráneo oriental. Los pueblos no sólo interactúan con el pasado a
través de la escritura sino también a través de las artes visuales y el modo en el cual se relacionan con los restos
antiguos. Estos temas, apenas tratados en la literatura académica4, se merecen mayor atención pero no me
dedicaré a ellos en este momento.
El pasado nunca está lejos cuando vives en un lugar con una longeva e ilustre historia, especialmente
una que prefería las antiguas tradiciones antes que las innovaciones y novedades. Esto es precisamente el caso
para los habitantes de la antigua Mesopotamia. Seguían viviendo en ciudades que —en su opinión— los dioses
habían fundado al comienzo de los tiempos. Seguían honrando a esos dioses en templos constantemente
reconstruidos en el mismo lugar. El pasado estaba siempre a su alrededor en edificios, monumentos, historias
escritas u orales. Lo que los mesopotámicos veían era una historia de reyes que domina los registros escritos y
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visuales. Las inscripciones reales componen la gran mayoría de lo que llamamos registros históricos de la
Mesopotamia y estas narran casi exclusivamente las expediciones militares del rey. Las inscripciones reales
fueron una parte importante de la producción escrita de Mesopotamia a lo largo de toda su historia5. En
algunos momentos se volvieron muy extensas, especialmente en el período neoasirio (es decir, los primeros
siglos del primer milenio a.C.), cuando describían campañas anuales de forma secuencial. La mayoría de ellas
eran incorporadas en inscripciones de edificios y proveían el marco cronológico para el momento en que esa
construcción había tenido lugar. De esta manera, las listas reales se componían básicamente de las siguientes
frases: «Luego de que conquisté x en el año 1, y en el año 2 y así, construí un palacio». Solamente consideran el
reinado de quien encargó el edificio, como si el pasado solamente existiera al momento en el cual ese rey había
ascendido al trono. Naturalmente, los autores sabían perfectamente que el rey tenía predecesores —su
genealogía se escribía al comienzo de la inscripción— pero en el gran corpus de inscripciones asirias, solo dos de
ellas referencian a las acciones de los gobernantes anteriores6. Los reyes anteriores se mencionaban
principalmente por lo que no habían hecho en frases del estilo «para ir con valentía allí donde ningún hombre
ha ido antes». A veces un rey agradecía que un predecesor había construido algo, pero sólo para decir que la
antigua construcción había caído en el olvido y que su reconstrucción era mejor y más grande.
Aunque las inscripciones reales cubrían así un periodo de tiempo relativamente corto, su descripción
de los eventos era fluida. Las cancillerías reales producían anales a lo largo de un reinado y contaban los
eventos de los primeros años más de una vez. En esta repeticiones, los autores estaban más interesados en las
circunstancias presentes que en los años anteriores. Cuando una situación política había cambiado, la historia
se ajustaba para reflejar estas nuevas condiciones. Un buen ejemplo de esto lo encontramos en varios relatos
de cómo el rey Sennaquerib de Asiria se lidió con Babilonia y el rol de un gobernante cliente local llamado
Bel-Ibni hacia el año 700 a.C. Contamos con diferentes versiones de la carrera de Bel-Ibni. En un primer
momento, fue designado rey sobre Sumer y Akkad (es decir sur y norte de Babilonia) pero sea porque su
reinado fue un desastre o que cayó en desgracia y dejó de ser alguien con quienes los asirios quisieran
asociarse, su rol gradualmente fue disminuyendo en los reportes; primero recibiendo la asistencia de los
oficiales asirios y luego directamente desapareciendo de los mismos7. La escritura de la historia nunca es
inocente y refleja las preocupaciones y los intereses del momento en que se escribe.
El foco puesto por los asirios en el reinado individual sin reconocer el sus predecesores es notable,
dado que no era así en los primeros reportes de aventuras militares. Estos en cambio sí consideraban a los
gobernantes anteriores. La primera guerra en ser descripta la historia mundial tuvo lugar entre dos ciudades
estados sumerias vecinas, Umma y Lagash. Los reyes de esta última dejaron múltiples descripciones de la
guerra8. El conflicto involucró tierra agrícola y duró más de 100 años entre el 2500 y 2400 a.C., ocupando a

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varias generaciones de gobernantes. Los reyes de Lagash sí reconocen el hecho de que formaban parte en una
cadena de batallas y de que el pasado explicaba por qué estaban combatiendo. Dado que los gobernantes de
Umma repetidamente cruzaban una frontera establecida hacía mucho tiempo atrás, se justificaba el accionar
de Lagash respondiendo al ataque. Los últimos gobernantes en el conflicto admitían sin reparos que sus
predecesores también se habían involucrado9. Esta es, hasta donde sé, la única vez en Mesopotamia que se usó
una perspectiva de largo plazo para explicar una guerra.
Los reyes posteriores parecen haberse preocupado solamente por su reinado, lo cual puede
desconcertar a los historiadores modernos. Por ejemplo, hacia 2400, el rey Naram-Sin de Akkad proclamó que
había conquistado la ciudad siria de Ebla por primera vez. Declamó entonces insistentemente: «Mientras que
desde la creación de la humanidad, ningún rey en absoluto había destruido Armanun y Ebla; el dios Nergal
por medio de sus armas abrió el camino a Naram-Sin, el poderoso y le entregó Armanum y Ebla»10. Sabemos
que esto no es cierto, porque el abuelo de Naram-Sin, Sargón había proclamado casi lo mismo 50 años antes11.
La afirmación de Naram-Sin no puede ser culpada de ignorancia, dado que el logro de Sargón se registró por
escrito en un formato que era accesible a su nieto. Este último deliberadamente ignoró a Sargón. Del mismo
modo, los reyes asirios conocían las campañas militares de sus predecesores, como mínimo a través de la
documentación que nosotros consultamos. Es difícil imaginar que los estrategas militares no tuvieran en
mente las lecciones que habían aprendido del pasado. Cuando un ejército planeaba invadir cierto territorio,
sus líderes deben haber tratado de determinar qué oposición podían esperar, qué dificultades podía presentar
el terreno y otra información que era accesible en los relatos de campaña de los reinados anteriores. La
decisión consciente de ignorar reyes previos derivaba de la idea de que cada reinado formaba una era en sí
misma, pero muchas personas en la corte y más allá eran conscientes de que esto era una falsificación de la
historia. Ellos sabían que cada reinado era parte de una secuencia y que había habido muchos reyes en el
pasado. Varios tipos de evidencia lo demuestran claramente.
Una categoría de escrito que claramente reconoce la sucesión de reinados es la Lista Real 12. A lo largo
de la historia mesopotámica, las dinastías componían listas de reyes y la duración de sus reinados. Los
mesopotámicos de época posteriores repetían la información de listas anteriores y establecían secuencias que
se hundían en el pasado distante. Los asirios crearon la impresión de que existía una línea sin interrupciones
de reyes desde ancestros «que vivían en tiendas» hasta al menos el tardío siglo VIII a.C.13. Los babilónicos
reconocían que existían reyes en otras ciudades, pero sugerían una constante progresión de tales reyes desde el
tiempo en el cual los dioses habían instalado al primer rey hasta mediados del siglo VIII a.C.14. Las listas
proporcionan una idea de realeza donde cada gobernante era elegido y colocado en el lugar donde su

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predecesor había dejado. En Babilonia, reinados consecutivos de la misma ciudad formaban una dinastía y las
listas pasaban de una dinastía urbana a otra sin dudarlo.
A pesar de sus reclamos al gobierno universal en las inscripciones reales —los reyes de Asiria y
Babilonia se decían «reyes del mundo»—, las listas reales pueden ser sorprendentemente francas en el
reconocimiento de que Asiria y Babilonia eran entidades existentes, cada una con sus propios gobernantes.
Existen algunas listas reales posteriores que proveen los nombres de los gobernantes de Asiria y Babilonia uno
al lado del otro15. El ejemplar mejor preservado concluye con estas palabras: «82 reyes de Asiria provenientes
desde Erishu, hijo de Ilushumma hasta Assurbanipal, hijo de Esarhaddon. 98 reyes de Akkad (es decir,
Babilonia), desde Sumulael hasta Kandalanu». La lista reconoce que ambos estados estaban cercanamente
vinculados, pero que eran independientes. El mismo concepto aparece en el libro bíblico de Crónicas, que
narra la historia de Judá e Israel en paralelo. Así, identifica en qué año del reinado de un rey israelita, un
nuevo rey ascendía al trono de Judá (por ejemplo 2 Crónicas 13).
La coexistencia de Asiria y Babilonia era reconocida pero en cada uno de estos estados podía haber
solamente un único rey por vez. Para Babilonia, este concepto se proyectaba en el pasado distante en una lista
que llamamos la Lista Real Sumeria16. La lista provee una secuencia de dinastías, una luego de la otra desde el
día en el cual la realeza descendió del cielo. Fue quizás compuesta por primera vez en el siglo XXIV a.C.
cuando la dinastía de la ciudad de Akkad reclamó la realeza suprema sobre Babilonia, y fehacientemente
existía en épocas de Ur III hacia 2100 a.C.17. En su edición final, la Lista Real Sumeria terminaba con el rey
Sin-magir de la dinastía de Isin, quien gobernó desde 1827 a 1817 a.C. Para cada dinastía, la lista provee los
nombres de los reyes y cuántos años gobernaron. La realeza pasa de una ciudad a otra y la lista suma el
número de años de cada dinastía. A partir de otras evidencias conocemos que estas dinastías a menudo se
superponían en el tiempo, y lo que era en verdad una serie de reinados paralelos se mostraba en la Lista Real
Sumeria como un gobernante seguido de otro. Por lo tanto, en esta descripción, cada rey controlaba todo el
territorio de Babilonia así como lo había hecho Akkad, Ur III y los reyes de Isin, o al menos habían
pretendido hacerlo.
Podemos verificar que las últimas secciones de la lista son precisas en su identificación de los reyes y la
duración de sus reinados. Pero para las partes anteriores, la Lista Real Sumeria contiene información
equivocada. Asigna reinados absurdamente largos a reyes de las dinastías más antiguas, tanto como 21.000
años a Enmendurana de Sippar. Incluso algunos de los gobernantes deben ser ficticios. Por ejemplo, varios de
los reyes de la primera dinastía luego del Diluvio, provenientes de la ciudad de Kish, tienen nombres de
animales: perro, gacela, cordero, etcétera18. Luego, en la lista algunos reyes de la dinastía guti de bárbaros
invasores de las montañas orientales ostentan términos peyorativos como nombres: «Se perdieron», «Aceite de

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una pestilencia innombrable» y «Él va sin una palabra»19. Tales inclusiones nos conducen a la cuestión de la
historicidad de los nombres en la Lista Real Sumeria que se conocen solamente a partir de fuentes literarias.
La dinastía más antigua de Uruk incluye a Enmerkar, Lugalbanda y Gilgamesh20, sobre quienes existe una
extensa literatura mitológica que trabajaré más adelante ¿Eran reyes históricos o personajes ficticios que de
algún modo terminaron en la lista?
La LRS fue copiada en Babilonia durante décadas antes de su edición final, aunque ya no tuviera el
valor ideológico para sostener los reclamos de la dinastía de Isin. Además, al menos una copia fue escrita en la
Mesopotamia norte y varias en Irán occidental (Susa) donde no tenía ningún uso práctico. Este es un ejemplo
de una tradición durable en la Mesopotamia, el copiado de antiguas tablillas e inscripciones. Por ejemplo, el
famoso código de leyes de Hammurabi inscrito en una estela de piedra en el siglo XXVIII a.C. y actualmente
en exhibición en el Louvre, fue copiado, al menos en fragmentos, durante más de mil años. La copia
preservada más reciente data del periodo persa, más o menos 1.400 años después de su composición original 21.
El escriba que produjo este último manuscrito indica expresamente que realizó la copia desde la estela, que se
erigía en Susa luego de su robo de la ciudad de Babilonia en el siglo XII a.C.
Al mismo tiempo. alguien copió parte de una himno a Hammurabi que estaba inscrito en una vieja
estatua. Actualmente, tenemos tanto la estatua fragmentaria del siglo XVIII a.C. 22 como la copia sobre la
tablilla del siglo V o IV a.C.23.
El escriba más reciente tenía la pieza que conocemos frente a él, dado que indicó en su tablilla las
grietas en la estatua que podemos ver hoy en día. Estas copias eran fieles al texto original, aunque los escribas
en general no intentaban copiar la forma de escritura antigua.
Los académicos modernos piensan que el copiado de tales inscripciones se hacía por razones
didácticas: los estudiantes escribían textos antiguos para familiarizarse con el lenguaje, el estilo y la escritura.
Parece sin embargo que era más que eso. Los textos del pasado tenían mayor autoridad por la fama de su autor
original (o mejor, el rey que la había encargado), y al mismo tiempo los textos permitían confirmarla. En el
primer milenio, Hammurabi se había vuelto un paradigma de gobernante justo y grandioso, porque los
registros escritos que dejó transmitían esa imagen. Simultáneamente, estas mismas inscripciones se copiaban
porque Hammurabi era un rey grandioso. No existen historias posteriores de él, solo copias de sus textos. La
imagen de este rey, por lo tanto, se fosiliza. Se preservó a través de los textos que él mismo había encargado.
El poder del texto escrito era muy grande en Mesopotamia: transformaba las palabras en piedra, de
hecho muchas veces literalmente. El código de Hammurabi indica: «Estas son las decisiones justas que
Hammurabi, el rey capaz, estableció»24. Tenían un valor eterno y por lo tanto se repetían textualmente. La
preocupación de ser preciso era expresada por los copistas quienes regularmente manifestaban haber

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controlado y cotejado las tablillas, «escrito como el viejo manuscrito y revisado» 25. Naturalmente, un escriba
hábil podía falsificar un texto viejo y reclamar una autoridad que no existía, pero los ejemplos de este tipo
parecen ser raros26. Cuando los estudiosos modernos encuentran textos que parecen sospechosos,
generalmente se interpretan como copias tardías de inscripciones originales que se han perdido. El documento
falsificado sobre el que hay mayor acuerdo es el llamado «monumento cruciforme» 27. Intenta ser una
inscripción encargada por el rey Manishtushu de la dinastía de Akkad en el siglo XXIII a.C., y consiste en una
lista de recursos que colocó a disposición del templo del dios solar en Sippar: el ingreso de los campos, los
jardines y pantanos, y una larga enumeración de ofrendas diarias. Está inscrita en el tipo de escritura
correspondiente al periodo de Akka, y durante mucho tiempo se aceptó que provenía de esa época. Pero a
partir de indicaciones lexicales y gramaticales, así como también el contexto arqueológico de la piedra, se hizo
evidente que la inscripción debía de ser de un periodo posterior, al menos 2.000 años después28. Quien la haya
escrito, quería que el templo del dios sol recibiera estos bienes, y colocó la orden de proveerlos en boca de una
rey antiguo. No se trató de un acto frívolo, sino del uso de una figura reconocida del pasado para exigir un
privilegio, algo muy común en otras culturas pero bastante raro en Mesopotamia.
¿Quiénes eran los personajes del pasado que tenían la fama necesaria para lograr tal autoridad? En
realidad, fueron muy pocos a pesar del gran número de reyes en la historia mesopotámica. Existen breves
anécdotas de varios gobernantes, pero que no los convierten en grandes figuras de la historia. Por ejemplo, en
la Crónica de los Reyes Antiguos del primer milenio aparece la siguiente anécdota sobre un rey del siglo XIX a.C.,
Enlil-bani:

El rey Erra-imitti le ordenó a Enlil-bani, el jardinero, que se sentara en el trono como sustituto real y puso la corona de la
realeza sobre su cabeza. Erra-imitti murió en su palacio al tomar una sopa caliente. Enlil-bani, que se sentaba en el trono, no
renunció y fue elevado a la dignidad real29.

No hay nada en el registro histórico de su tiempo que muestre que Enlil-bani haya sido especialmente exitoso,
y la anécdota seguramente es falsa. La llegada al poder de Enlil-bani como rey sustituto que sobrevive a su amo
se ajusta más al primer milenio, cuando era común la práctica de sustituir un monarca 30, que al segundo
milenio. Todo el episodio puede haber sido un artilugio babilónico para criticar el ritual asirio 31. Inventaron
un cuento sobre un rey menor, cuya fama no se conoce por otros medios.
La condición de gloriosos y respetados gobernantes del pasado se reservaba para los reyes de dos
dinastías tempranas, cuyo tratamiento en textos posteriores se considera de otro modo. Un grupo pertenece a
la primera dinastía de Uruk, que incluía tres reyes -Enmerkar, Lugalbanda y Gilgamesh-. Estos se convirtieron
en los personajes principales de una literatura que los estudiosos modernos consideran épica o mitológica. El

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segundo grupo pertenece a la dinastía de Akkad, cuyos reyes más famosos -Sargón y Naram-Sin- fueron los
protagonistas de extensas tradiciones literarias con acaloradas discusiones sobre su veracidad. El paralelismo en
el tratamiento mesopotámico de estos gobernantes en el pasado es mayor al que se le adjudica normalmente.
Ricas y duraderas tradiciones literarias fueron surgiendo sobre estos reyes, cada una de ellas con su
propia multiplicidad. Con respecto a Gilgamesh, por ejemplo, existen al menos seis vertientes a lo largo del
Cercano Oriente en el tardío segundo milenio32. Por ello no debemos pensar que existía una visión uniforme
sobre estos hombres en diferentes momentos de la historia. Coexistían versiones opuestas, incluso en la misma
corte. Cómo se desarrollaban y se difundían de generación en generación es difícil de determinar. La
transmisión oral seguramente era importante, pero rara vez podemos reconstruir ese proceso. Dado que
leemos los textos antiguos, estamos obligados a enfocarnos en las tradiciones escritas, que muestran mucha
mayor creatividad en los periodos posteriores. Voy a delinear las tradiciones centrándome en dos reyes:
Gilgamesh y Sargón. Mi objetivo es remarcar la similitud, no establecer la influencia de uno sobre otro; sino
encontrar caracterizaciones que unifican la forma en que los mesopotámicos los veían33.
Gilgamesh se convirtió en una personaje prominente en la literatura del tardío tercer milenio, cuando
la III Dinastía de Ur controlaba Babilonia. Los reyes de esa dinastía, a pesar de residir en la ciudad de Ur, se
esforzaron en vincularse con la antigua dinastía de Uruk, su hogar ancestral. Un gobernante de Ur III, Shulgi,
llegó a llamar a su hermano Gilgamesh34. No es sorprendente entonces que Gilgamesh aparezca en la LRS,
una versión de la cual existía en esa época. El único manuscrito que se conserva de esa época 35 no lo incluye
pero se debe al daño físico de la tablilla. A inicios del segundo milenio el pasaje sobre Gilgamesh decía lo
siguiente:

Enmerkar, hijo de Mes-ki’ag-gasher, el rey de Uruk, el que fundó Uruk, fue rey; reinó por 420 años; el divino
Lugalbanda, el pastor, reinó 1.200 años; el divino Dumuzi, el pescador cuya ciudad era Ku’ara, reinó 100 años; el divino
Gilgamesh -su padre era el viento-, señor de Kulaba, reinó 126 años36.

Dos elementos en este pasaje no concuerdan con datos sobre Gilgamesh en otras fuentes del mismo periodo.
Mientras que aquí se dice que era hijo del viento37, en otro lado se indica que es hijo del mortal Lugalbanda y
la diosa Ninsun, nieto de Enmerkar. El «viento» (líl.lá en sumerio) que engendra a Gilgamesh en la LRS no es
bueno en fuentes posteriores. El derivado acadio lilû se usaba para designar un demonio que amenazaba bebés
y futuras madres, y se relaciona con el femenino lilītu, conocida en la tradición bíblica como la peligrosa
Lilith38. Quizás esta imagen negativa no existía en época del padre de Gilgamesh; pero el hecho de que su
ancestro usual aparece negado es de remarcar.

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La inserción del dios Dumuzi también es desconcertante y representa una tradición poco común. En
una serie de poemas sumerios39 así como también en textos acadios posteriores40, Dumuzi era el esposo de la
diosa Inanna, quien fue obligado a sustituirla en el inframundo. Fue protagonista de un complejo conjunto de
tradiciones provenientes de varias ciudades y la única que lo tuvo como rey primitivo de Uruk encontró la
manera de incluirlo en la LRS.
Una serie de historias sobre Enmerkar, Lugalbanda y Gilgamesh los presentan como tres generaciones
consecutivas pertenecientes a la misma familia real de Uruk. Enmerkar y Lugalbanda fueron los protagonistas
de un ciclo de historias que relatan un concurso de ingenio en la lejana ciudad de Aratta, sobre qué ciudad era
la preferida de Inanna41. Estas incluyen hechicería, vuelos montando aves y otros elementos mágicos. Los
cuentos sumerios sobre Gilgamesh narran variados episodios de la vida del rey42. Batalló contra el toro del
cielo, vio a su amigo Enkidu desaparecer en el inframundo y asesinó al guardián del bosque de cedros; todas
ellas historias fantásticas. La única excepción es el relato Gilgamesh y Aka en el cual el rey de Uruk repelió un
ataque del rey de Kish Aka, hijo de Enmebaragesi. Esto podría dar cuenta de una guerra real entre las dos
ciudades estado, distanciadas por unos 200 km.: Kish en el norte y Uruk en el sur. Las tropa de Aka sitiaron a
Uruk, pero gracias al liderazgo excepcional de Gilgamesh, la ciudad del sur pudo salir victoriosa. No obstante,
los detalles no son muy realistas: No existe el enfrentamiento y Uruk gana puramente por el temer que
inspiraba su rey.
Es problemático establecer la historicidad de Gilgamesh y sus antepasados inmediatos. La afirmación
de que «la mayoría de los estudiosos consideran que Gilgamesh fue un rey históricos de la ciudad sumeria de
Unug (en acadio, Uruk) en algún momento del temprano periodo protodinástico» 43 es una reflejo preciso de la
actitud académica, pero el tema no se ha tratado recientemente44. No existen inscripciones originales de ese
momento ni tampoco copias posteriores. Sin embargo, hay una inscripción que en opinión de varios muestra
que al menos una de las figuras con las cuales se asocian los reyes de Uruk fue una persona verdadera. En una
fragmentaria vasija de piedra del protodinástico se grabaron estas palabras: «Mebaragesi, rey de Kish»45. Desde
su publicación en 195946, muchos han tomado esto como la prueba de la historicidad de Enmebaragesi, el
padre de Aka que atacó a Gilgabesh en la historia referida anteriormente. A través de conjeturas, concluyen
también que es la prueba de la existencia de Gilgamesh47, quien se volvió un dios y una figura mitológica luego
de su muerte. Pero el Enmebaragesi de la literatura sumeria fue un personaje complejo, llegando a ser una
versión la hermana de Gilgamesh. La inscripción de una línea de Mebaragesi no lo convierte en una verdad
histórica48.
Los relatos sumerios sobre Enmerkar, Lugalbanda y Gilgamesh eran muy populares en el currículum
escolar de la Babilonia del segundo milenio temprano, pero aun así luego de 1700 a.C., desaparecieron. Los

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dos primeros son escasamente citados en textos posteriores, pero la fama de Gilgamesh sobrevivió e incluso
creció. En los momentos en los cuales los relatos sumerios aún se copiaban, uno o más autores compusieron
en acadio una épica de Gilgamesh. Compilaron gran parte de los episodios sumerios en un nuevo texto
dejando de lado el único que tiene algún dejo histórico real: el enfrentamiento con Aka.
A diferencia de sus antepasado, Gilgamesh hizo escuela en las tradiciones acadias luego del 1700 a.C.
La épica consagrada a su persona fue retrabajada continuamente, mediante la inserción de nuevos episodios -la
historia del diluvio por ejemplo- y la reformulación de los ya existentes. Su popularidad se extendió a lo largo
de todo el Cercano Oriente. En la segunda mitad del segundo milenio, pueblos de Anatolia, Siria y Palestina
podían leer versiones de la épica. La versión mejor conocida proviene de la copia de la biblioteca de
Assurbanipal, perteneciente al siglo VII a.C.; donde se encontraron 33 o 34 ejemplares de esta. Para ese
momento, la historia contenía múltiples aspectos de los logros de Gilgamesh. La trama principal era la
búsqueda de la inmortalidad, que empujaba a Gilgamesh a los bordes del mundo donde se encontraba con el
único sobreviviente del diluvio, Uta-napishti y su esposa. Luego de que este le dijera al héroe que el logro de la
inmortalidad física estaba más allá de su alcance, el autor o los autores de la épica nos dicen que puede
obtenerse: la fama eterna. Gilgamesh pudo obtenerla porque sus actos se registraron por escrito y porque
construyó la murallas de Uruk. Una descripción de lo último resume toda la épica:

Sube, recorre las murallas de Uruk,


Examina los cimientos y el trabajo de albañilería.
¿No son acaso cocidos sus ladrillos?
¿No habrán echado sus fundamentos los Siete Sabios?49

La referencia a Uruk parece ubicar la épica en el mundo real, conocido para la audiencia. Después de todo,
Uruk era una de las grandes ciudades de la Mesopotamia cuya historia funcionaba como un microcosmos de
la historia del país. Pero la extensa épica de Gilgamesh, que involucra a numerosos actores y escenarios, está
notablemente desprovista de personas y lugares reales. El amigo de Gilgamesh, el famoso Enkidú, era una
criatura especial gestada por los dioses para emparejar con el rey. No aparecen mortales identificados por su
nombre. El pastor que encuentra a Enkidú se denomina pastor, la prostituta que lo domestica se llama
«sexy»50,la tabernera se llama tabernera y así. Los únicos individuos con nombres son seres mitológicos
(Humbaba, Uta-napishti, etc.) y dioses (Ishtar, Ninsún, Shamash, etc.). Excepto por Uruk, la historia se sitúa
en lugares que ningún lector podría alcanzar. Quizás las Montañas de los Cedros podría significar un espacio
real para algunos, pero el relato enseña que alcanzarlo es una tarea sobrehumana. Por ese distanciamiento de
la realidad es que consideramos la historia de Gilgamesh como un mito.

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La épica siguió siendo una parta de la literatura cuneiforme hasta casi el final del uso de esa forma de
escritura. Los manuscritos conocidos más tardíos datan de mediados del siglo II a.C., cuando griegos y partos
luchaban por el control de la Mesopotamia51. Fuera de la épica, Gilgamesh aparece en los presagios desde
principios del segundo milenio. Allí, es descripto como rey sin igual, alguien que fue a los bosques de cedros y
que buscó al único sobreviviente del diluvio. A pesar de que estos documentos muestran tradiciones
independientes de la épica, sí se enfocan en los mismos detalles de la vida del héroe52.
La figura de Gilgamesh no desapareció con el cuneiforme. La referencia más explícita en siglos
posteriores está en el autor romano Claudio Eliano, quien hacia el 300 o 200 d.C. escribió Sobre las
características de los Animales en lengua griega. Allí se encuentra una historia sobre el nacimiento de Gilgamesh
no conocida por otras fuentes53. En esta, los descifradores de presagios le advierten al rey babilónico
Euechoros -un nombre que muchos consideran una forma de Enmerkar- que el hijo de su hija usurparía el
trono. Entonces, el rey encerró a la muchacha; quien aun así da a luz a un niño. Sin embargo, los sirvientes,
temerosos de Euechoros arrojan al recién nacido desde una torre. Pero una águila salvadora tomó al niño en el
aire y lo depositó en un jardín cuyo cuidador se ocupó de criarlo para convertirse en el rey Gilgamos. Algunos
estudiosos consideran que Gilgamesh sobrevivió en la literatura árabe54, pero es un tema sujeto a debate55. En
cualquier caso, durante toda la historia mesopotámica e incluso más allá, la figura de Gilgamesh, un rey del
pasado distante era conocida y honrada.
La tradición con respecto a Sargón de Akkad es todavía más rica y más compleja que la de Gilgamesh.
Los reyes de Akkad nos legaron sus propias inscripciones, que no son muchas ni muy extensas pero que
certifican que existieron en realidad. Luego del ocaso de esta dinastía hacia 2150 a.C., comenzaron a circular
historias acerca de sus reyes, especialmente Sargón su fundador y su nieto Naram-Sin. He estudiado las
tradiciones sobre Sargón en un libro anterior56, pero desde su publicación aparecieron nuevos materiales que
otorgan nuevos matices y giros.
Sabemos desde hace mucho tiempo que la dinastía de Akkad reinó sobre la Mesopotamia y sus
alrededores por unos cien años en el siglo XXIV y XXIII a.C. Las propias inscripciones de los reyes son
testimonio de ello. Algunos de los manuscritos provienen de esas fechas, pero son más numerosas las copias
sobre tablillas datadas en el siglo XVIII a.C. Estas contienen textos que los reyes de Akkad grabaron sobre
estatuas alojadas en un templo en Nippur, y conmemoran extensas campañas militares hacia la planicie iraní y
Siria occidental. Las estatuas de Akkad no eran las únicas, sino que gobernantes de dinastías posteriores
dejaron las suyas en la misma ubicación, cuyas inscripciones también fueron copiadas. Pero de algún modo,
los reyes de Akkad sobresalieron y se convirtieron en los protagonistas de una activa tradición literaria.

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En esta, Sargón, el fundador de la dinastía, tenía un lugar especial. Documentos de su reinado y copias
de estos indican que controló toda la Mesopotamia venciendo a las casas reales competidoras, y que realizó
expediciones militares en las fronteras. Impuso la centralización en Babilonia, lo que se aprecia en las prácticas
religiosas y administrativas Sargón fue objeto de una rica literatura compuesta durante los siglos posteriores a
su muerte. Estudiaré dos momentos de esa tradición: el temprano segundo milenio y los siglo VIII y IX a.C.
Las historias sobre Sargón comenzaron a circular muy pronto luego de la desaparición de la dinastía. El
manuscrito más antiguo conocido de la LRS, proveniente del siglo XXI a.C., incluye su nombre sin
embellecerlo, «Sargón gobernó Akka durante 40 años»57. Pero en las versiones de la lista del segundo milenio,
la información sobre su persona se amplía. La LRS provee anécdotas sobre algunos reyes58, pero solo sobre
Sargón menciona aspectos de su carrera:

En Akkad, Sargón —su padre era jardinero— el copero de Ur-Zababa, el rey de Akkad, el fundador de Akkad, fue rey: reinó
por 56 años59.

Esta breve declaración incluye varios elementos que fueron luego elaborados en el material literario del mismo
periodo. Se trata del hecho que Sargón era el copero de un rey llamado Ur-Zababa, y existe un relato que
describe el derrocamiento un tal Ur-Zababa, rey de Kish. Sargón se elevó de la pobreza a la riqueza, de hijo de
jardinero a rey; una historia que se amplió posteriormente. La LRS también menciona que construyó la ciudad
de Akkad, una dato que no se repite en este periodo pero se volvió importante hacia el primer milenio.
Los relatos sobre Sargón del segundo milenio temprano se concentran en sus éxitos militares, sobre
todo en la periferia. Sus campañas en Anatolia parecen haber llamado mucho la atención. Tres historias
separadas tratan sobre esto. En una de ellas, Sargón se adentra en tierras de Uta-rapashti60, cuyo nombre
artificioso es similar al del único sobreviviente del diluvio en la épica de Gilgamesh, Uta-napishti, «buscador de
vida». Sargón se destaca en este texto por su gran número de conquistas: Amurru en el oeste, Subartu en el
norte y quizás Carkemish sobre el Éufrates61. El cuarto texto de este periodo es una carta ficcional enviada por
Sargón a ocho hombres, en la cual le pide al dios del sol el permiso para capturar Purushhanda, una ciudad en
Anatolia central62.
La inspiración para tales historias podría proceder de las propias inscripciones de Sargón. Es de notar,
sin embargo, que las inscripciones de las estatuas —tal como las conocemos por las copias sobre tablillas—
enfatizan las campañas de Sargón en Babilonia y en el este; mientras que apenas mencionan las actividades
militares en el norte y el oeste, el eje de los relatos mencionados ¿Cómo podemos explicar esta divergencia?
Una tablilla recién publicada proveniente de la región norte de Mesopotamia sugiere una respuesta. La tablilla
fue encontrada en una colonia de Kanesh, en el centro de Anatolia, establecida por mercaderes de la ciudad

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de Assur. Entre numerosos registros económicos y cartas, se encontró el manuscrito más antiguo del cuento
sobre el Rey Sargón, escrito en un dialecto y grafía peculiar en Kanesh63. La interpretación del texto está lejos
de clara. Anteriormente había propuesta que se trataba de una parodia de una inscripción real, combinando
los rasgos reales tales como conquistas con pases cómicos, tales como usar una serpiente como cinturón64.
Otros consideran que se trata de un documento serio relacionado a las ofrendas hechas a los ancestros en el
culto a Assur65. La propuesta actual no es relevante para mi argumento aquí. El texto muestra claramente que
la figura de Sargón era bien conocida en el norte de la Mesopotamia y que estaba vinculada con la región de
Anatolia. Esto puede explicar por qué las campañas en el norte fueron más prominentes en las tradiciones
posteriores que las de Babilonia y el este, que recibieron mayor atención en las propias inscripciones de
Sargón. También sorprende menos que el rey hitita que estableció un poderoso estado en Anatolia hacia el
siglo XVII a.C. se compare con Sargón66.
Las tradiciones sobre Sargón florecieron en los siglos siguientes. Cuando a mediados del segundo
milenio la literatura babilónica se apreciaba en todo el Cercano Oriente, las historia sobre Sargón eran una de
las favoritas en el corpus internacional. En Amarna, la capital egipcia, algunas personas leían Sargón: Rey de la
batalla67, una historia traducida al hitita en Hattusas. Los escribas de la ciudad portuaria de Biblos sobre el
Mediterráneo usaron el epíteto de Sargón en un historia para referirse al rey de Egipto 68. La figura de Sargón
tenía entonces una reputación internacional en el segundo milenio.
En el primer milenio a.C., cuando los reyes mesopotámicos gobernaban sobre extensos imperios desde
Irán occidental hasta la costa del Mediterráneo, la fama de Sargón aún existía. Los asirios practicaron una
política de expansión territorial que fue luego continuada por los babilónicos hasta que finalmente llegaron
los persas, que conquistaron de la India a Egipto. Todas estas dinastías comprometieron a los autores y
escribas a comunicar sus ideales de realeza; y la figura de Sargón aparecía frecuentemente en sus escritos. Estos
presentan dos aspectos de la carrera del rey: por un lado siguen presentando a Sargón como un amo del
mundo, pero por el otro, contienen ciertas críticas con respecto a sus logros nacionales, la construcción de la
ciudad de Akkad.
La imagen de Sargón como conquistador del mundo emerge también en lo que consideramos textos
escolásticos. Uno de estos es el «Mapa babilónico del mundo», conocido por un manuscrito del siglo V a.C. o
posterior, es decir de época persa69. Es probable, no obstante, que la creación del mapa haya sucedido en los
siglo VIII o VII a.C., cuando asiria dominaba la región70. Contiene un dibujo del mundo cuyo centro es
Babilonia. La tierra aparece rodeada por el océano, fuera de la cual hay regiones misteriosas. El texto que lo
acompaña, cuya datación es incierta, nos habla de estas lugares como el hogar de animales exóticos y
monstruos; también hace referencia al dios Marduk y a la creación, e indica en una línea: «Uta-napishti,

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Sargón y Nur-Dagan, rey de Burshahanda (=Purushhanda)». Sargón, y un oponente vinculado con él en otras
historias, aparece junto al único sobreviviente del Diluvio en la épica de Gilgamesh, el famoso Uta-napishti.
Los humildes orígenes de Sargón no fueron ocultados. Ya la LRS lo llama hijo del jardinero y copero.
En el primer milenio, se desarrolló una composición sobre este tema llamada «La leyenda del nacimiento de
Sargón», una historia de estilo Moisés quizás compuesta en los siglos VIII o VII a.C. 71. En la leyenda Sargón
nace de padre desconocido y de una madre sacerdotisa, quien parió en secreto y lo colocó en una cesta de
juncos en el río. Un aguatero encontró al bebé y lo adoptó como hijo y lo convirtió en jardinero. La diosa
Ishtar se interesó en Sargón y lo hizo rey. Cuando fue gobernante, realizó peligrosas expediciones en las
montañas y en el mar. Todas las referencias a pueblos y lugares son explícitamente vagas o ficcionales: su padre
y su madre no tienen nombres72, la ciudad de nacimiento, Azupiranu, tiene un nombre imaginario (derivado
de la palabra acadia para «especia»), y el nombre del aguatero, Aqqi, solo significa «traje agua». Solo Ishtar y
Sargón con personajes «reales», no se hace mención de sus oponentes de otros relatos, Ur-Zababa y Lugalzagesi.
Las leyendas sobre los grandes personajes del pasado pueden ser manipuladas para glorificar a los vivos,
pero también puede ser usadas para expresar críticas. En las tradiciones registradas en el primer milenio,
aparece un elemento negativo no visto antes. En dos Crónicas, composiciones tratan con la entonces antigua
historia, Sargón es una figura importante. Estas relatan sus éxitos como militar, pero luego mencionan la
construcción de la ciudad de Akkad en competencia con Babilonia. Una crónica afirma:

Tomó tierra del pozo de arcilla de Babilonia y construyó, cerca de Akkad, una réplica de Babilonia. Por la falta que
cometió, el gran señor Marduk, lleno de ira, redujo su pueblo a la hambruna. Del este al oeste, hubo una revuelta en su
contra, y padeció agitación73.

¿Cómo explicar estas críticas? Repetiré aquí la explicación aunque entiendo que no ha sido aceptada por
todos74. En el primer milenio, cuando se compuso esta crónica, Sargón de Asiria —quien eligió su nombre a
imagen del gran rey del pasado—, construyó una nueva capital, denominada Dur-Sharrukin «fortaleza de
Sargón». No fue el primer gobernante mesopotámico en hacerlo. A partir de mediados del segundo milenio,
varias ciudades capitales fueron construidas por reyes y bautizadas con esos nombres; luego otras ciudades no
tan importantes se fundaron con el mismo procedimiento. Y esos reyes no fueron criticados por ello. Yo veo
una gran diferencia en la descripción de sus acciones. En sus inscripciones, los otros reyes decían que habían
reconstruido una vieja ciudad en ruinas o un único edificio (templo, palacio, muralla, etc.). Sargón, en
cambio, enfatiza que fundó toda una ciudad en tierra virgen, que él personalmente la planeó y supervisó su
construcción. Estaba plenamente conectado con la ciudad como un todo, mientras que los otros reyes se
vinculaban con solo edificio. En ello yace una gran diferencia, que expuso a Sargón a las críticas. Hizo algo que

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no estaba permitido: las ciudades no son fundadas por los hombres, sino por los dioses. Tenían sus orígenes
en el pasado distante y solo eran embellecidas por los gobernantes mortales. Sargón había cometido sacrilegio
al hacer algo solo permitido a los dioses, y por lo tanto fue castigado. No es de extrañar que su sucesor
inmediato haya abandonado la capital para ocupar la venerable ciudad de Nínive.
Los escribas babilónicos siguieron copiando los textos sobre Sargón luego del colapso del imperio
asirio, y su estatua fue objeto de culto durante el periodo persa75. En el primer milenio tardío, Sargón también
aparecía en varios presagios que se refieren a los mismos eventos de su vida narrados en la literatura: era un
gran conquistador, constructor de la ciudad de Akkad y se había enfrentado a una revuelta en su vejez 76. Un
presagio es intrigante debido al objeto en el cual está grabado. Fue encontrado en la ciudad de Sippar y quizás
data del siglo VII a.C. Se trata de una máscara de Humbaba, el guardián de los bosques de cedros de la
tradición de Gilgamesh, en cuyo reverso se lee «Cuando los intestinos son como Huwawa: presagio de Sargón
quien gobernó el país»77. El mismo texto se repite en listas de los periodos neoasirio y seléucida 78. La fama del
antiguo rey pervivió hasta el final de la tradición cuneiforme. Luego, se desvaneció. El Sargón de la Biblia
hebrea es el rey asirio, que adoptó el nombre de su predecesor hacia finales del siglo VIII a.C.
De forma intencional realicé una descripción de las tradiciones de estos dos hombres enfatizando sus
similitudes. Tanto Gilgamesh como Sargón incursionaron en países lejanos, se encontraron con Uta-napishti
en los márgenes de la tierra, se vincularon con la criatura Humbaba, fueron grandes constructores, y siendo
hijos no reconocidos llegaron a ser reyes. Los paralelismos son más abundantes en el pensamiento
mesopotámico tardío, pero parece provenir de épocas tempranas. En la LRS del segundo milenio, solo hay dos
reyes cuyos padres están identificados: Gilgamesh (su padre era el viento) y Sargón (su padre era un jardinero).
En otras dinastías, la sucesión hereditaria se indica mencionando al rey como el hijo de su predecesor. En los
casos de Gilgamesh y Sargón el hecho de que no heredaran su trono es crucial: ellos se hicieron a sí mismos.
Este aspecto impactó en quienes no habían heredado el poder real. Sargón II —un usurpador que tomó el
poder en Asiria hacia 721 a.C. — expresó en el nombre elegido la aspiración a emular al gran Sargón de Akkad
de un pasado distante. Durante su reinado, los escribas consagraron mucha de su atención a las historias sobre
el viejo rey de Akkad79 pero también pueden haber aludido a la Épica de Gilgamesh en los relatos oficiales de las
acciones de Sargón II80.
Una característica formal anuda ambas tradiciones. Las historias de Gilgamesh y Sargón están
despojadas de referencias a personas y personas reales. Cuando los autores acadios adaptaron los cuentos de
Gilgamesh, descartaron el único que tenía una referencias al mundo de la audiencia: Gilgamesh y Aka. En los
relatos posteriores de Sargón, desaparecen los oponentes Ur-Zababa y Lugalzagesi. Las criaturas mitológicas
(Enkidu, Uta-napishti, etc.) y los dioses (Ninsun, Ishtar, etc.) los acompañan a través de tierras imaginarias

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(bosque de cedros, el borde de la tierra). La única conexión «realista» que mantuvieron fue con sus lugares de
origen, Uruk y Akkad. Las dos ciudades sobrevivieron a lo largo de la historia mesopotámica. Uruk era una de
las grandes ciudades del primer milenio a.C., Akkad es arqueológicamente desconocida, por lo que no
conocemos mucho su historia, pero los textos la mencionan en el periodo helenístico81. La construcción de la
muralla de Uruk fue uno de los grandes logros de Gilgamesh. La fundación de Akkad por Sargón fue su
perdición. Los dos hombres estaba ligados intrínsecamente a sus ciudades. En otros aspectos, sin embargos,
estaban de-historizados: era imposible localizarlos en tiempo y espacio por medio de referencias externas.
Crearon su propio tiempo y espacio. La actitud que mostraron los autores mesopotámicos de Gilgamesh y
Sargón era en esencia la misma que los analistas asirios. Estos últimos solo escribieron sobre sus gobernantes.
Sus relatos año a año comenzaban cuando el rey ascendía al trono y finalizaban al momento de la escritura.
Las tradiciones sobre Gilgamesh y Sargón nos dicen mucho sobre cómo los mesopotámicos se
vinculaban con su pasado. Solo servía recordar a los grandes hombres, y estos sobresalieron tanto que
abandonaron el mundo real, por ponerlo de algún modo. Se convertían en seres míticos cuyas historias
podían ser embellecidas libremente usando un rango fijo de motivos literarios. Dejó de ser importante si
habían existido o no, porque creaban su propia realidad ¿Cómo se conecta esta actitud con una posible
periodización de la historia de la Mesopotamia?, ¿qué veían cuando pensaban en su pasado?, ¿veían eras donde
la gente había sido grandiosa o desdichada? Necesito tratar estas cuestiones, que son la preocupación principal
de otras contribuciones a este libro.
Es sencillo asimilar a Gilgamesh con un héroe homérico. Como Aquiles, Eneas y muchos otros
guerrero, Gilgamesh tenía una madre divina y un padre mortal. A diferencia de sus colegas griegos —mitad
humanos, mitad dioses—, Gilgamesh era dos tercios divino y un tercio humano82, una diferencia que se explica
por la base decimal y sexagesimal de los respectivos sistemas aritméticos. En muchos aspectos, Gilgamesh era
un superhumano como los personajes de Homero: sobresalía por su fuerza física, coraje y resistencia. Su
relación con Enkidu a menudo se presenta como la precursora del vínculo entre Aquiles y Patroclo83
Entonces, ¿formaba parte Gilgamesh de una Edad Heroica?, según han sugerido algunos académicos han
sugerido?84
Mucho de investigación anterior conspira contra esta idea. A ojos de los mesopotámicos, Gilgamesh y
Sargón eran hombres con cualidades y habilidades similares, que podían ser alcanzadas por otro hombres
también. Varios reyes asirios aspiraban ser como Sargón, adoptando su nombre para emularlo, y parece que
no se consideraban incapaces de lograr su grandeza. En contraste, los griegos arcaicos y clásicos veían a los
héroes homéricos como figuras de los días de antaño. Cuando Zeus decretó que dioses y humanos no podían

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volver a procrear, no volvieron a nacer los héroes del pasado. Existía una clara división entre la edad heroica y
los días de los poetas e historiadores griegos. Una era de la historia había concluido85.
No apreciamos el mismo concepto en Mesopotamia. En la LRS, Gilgamesh y Sargón se encuentran
junto con los reyes posteriores en una secuencia sin quiebres. Otras listas reales exhiben la misma idea de que
la historia era una progresión de hombres de la misma cualidad tomando el reinado de su antecesor. La
historia no se dividía por eventos dramáticos. Incluso en la llamada literatura épica, los tiempos en los cuales
vivieron Gilgamesh y Sargón no eran diferentes de las audiencias posteriores. El reinado de cada soberano
tenía el potencial de ser una edad heroica, tanto en el primer milenio como en el pasado distante.
Los mesopotámicos veían solo un momento de interrupción en los primeros días de existencia
humana: el diluvio. En sus versiones más recientes86, la LRS comenzaba con la afirmación de que la realeza
descendió de los cielos, luego pasaba por cinco ciudades cuyos reyes gobernaban por un total de 385.200 años
y que «luego el diluvio barrió (la tierra)»87. Pero luego de que el diluvio había barrido la tierra, la realeza una
vez más descendió de los cielos y la sucesión de reyes comenzó nuevamente. Al final del texto se resume que en
once ciudades reinaron un total de 134 reyes durante 28.876 años; por lo tanto omitiendo a los anteriores al
diluvio. Este fue un evento crucial del pasado distante: es descripto en composiciones sumerias y acadias desde
el segundo milenio temprano. Los autores de la versión de la Épica de Gilgamesh del primer milenio insertaron
en su texto la versión acadia del segundo milenio del diluvio, denominada Atrahasis88; con el objetivo de
demostrar que la búsqueda de la inmortalidad física era inútil. En una explicación de su propia inmortalidad,
el único sobreviviente del diluvio, Uta-napishti, le contó a Gilgamesh la historia para preguntar:

¿Quién reunirá a los dioses para que puedas encontrar la vida que tú buscas? 89

El periodo antediluviano no era una edad dorada en la que los hombres eran diferentes. Los humanos no
habían cambiado. Cuando Gilgamesh vio a Uta-napishti por primera vez exclamó:

Yo te observo Uta-napishti y no es tu aspecto distinto del mío.


No somos diferentes tú y yo90.

Los reyes antediluvianos de la LRS vivían vidas extremadamente largas, tal como lo hicieron los reyes
anteriores al diluvio. La era antediluviana se diferenciaba de otras porque formaba parte del periodo de la
creación, cuando el universo se estaba organizando. Los dioses habían creado a los humanos como sus
trabajadores, para producir su comida y sustento. En una tradición poco atestiguada en los escritos
mesopotámicos91 pero que sobrevivió en los relatos sobre historia babilónica escritos en griegos por Beroso, los

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humanos primigenios recibieron los elementos de la civilización de los siete sabios que surgieron del mar 92.
Uno de los logros más notables de Gilgamesh es que trajo de vuelta el conocimiento de tiempos
antediluvianos; es decir que había aprendido cómo se comporta un verdadero rey93. No existía diferencia
fundamental entre los gobernantes anteriores y posteriores al diluvio, y el periodo anterior no puede
compararse a lo que los griegos llamaban edad dorada.
Los grandes reyes mesopotámicos sí comparten una característica con los héroes homéricos: son
eternos. Aquiles, Héctor y el resto pueden situarse en una secuencia genealógica pero sus hazañas son
ahistóricas. Los viajes de Odiseo y su regreso con Penélope sucedieron “había una vez…”. Los personajes no se
someten a las reglas del tiempo; siempre estaban en la cima de su poder y belleza94. He demostrado aquí que
de modo similar Sargón y Gilgamesh existían sin puntos de referencia a las vidas humanas. Pero mientras que
en el pensamiento griego tal estado no podía alcanzarse luego de la edad heroica, en la Mesopotamia era el
objetivo de los reyes vivientes. Andrew Cohen sostuvo que los reyes babilónicos del tercer milenio tardío (ca.
2200 a.C.) intentaron reforzar sus autoridad recientemente ganada sustrayéndose de tiempo y espacio 95. Del
mismo modo, la actitud de los analistas asirios de omitir los eventos de reyes pasados muestra el objetivo de
quitar a sus mentores del contexto histórico.
¿Podemos llamar «historiadores» a los autores mesopotámicos si su objetivo era despegar a los sujetos
del contexto histórico? Eran tan historiadores como Homero. El gran poeta épico no era Heródoto o
Tucídides, pero su Odisea contiene al menos una narrativa histórica: el relato de Demódoco de las hazañas de
Odios antes de Troya. Inspirado por ese pasaje, François Hartog sostuvo que la épica homérica había sido la
matriz generativa de la historiografía griega96.
En el mismo artículo Hartog contrastaba los antecedentes de las historiografías griegas y
mesopotámicas: la épica en Grecia, la adivinación en Mesopotamia. Sin embargo, este contrapunto es
inoportuno, algo que el propio Hartog insinúa al denominar a Heródoto «ni bardo ni adivino sino entre los
dos»97. La Épica de Gilgamesh también incluye una narración de la historia, en este caso la historia personal de
uno de sus personajes. Uta-napishti narra su propia vida. Los eventos sucedieron en un pasado distante pero
eran tan reales para él como el relato de Demódoco lo era para Odiseo. Uta-napishti cuenta la historia del
diluvio porque esta calamidad le dio la inmortalidad.
La visión del pasado de los mesopotámicos, entonces, se asemeja a la propia de los griegos primitivos.
Esas tempranas ideas griegas tuvieron una influencia duradera en la escritura de la historia, en Grecia y más
allá. No ocurrió una revolución repentina con la «invención de la historia». Los mesopotámicos no tuvieron a
su Heródoto o su Tucídides, pero sí tuvieron sus Homeros. Y ellos de seguro merecen un lugar en la historia
de la historiografía98.

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