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UNIVERSIDAD NACIONAL DE ROSARIO

FACULTAD DE HUMANIDADES Y ARTES


ESCUELA DE HISTORIA
HISTORIA DE ASIA Y ÁFRICA I
PROFESORA TITULAR: María Rosa Oliver

NADALI, Davide (2001-2003). "Guerra e morte: l’annullamento del nemico nella condizione di vinto." Scienze
dell’Antichità 11: 51-70.

el sitio de la revista http://www.arborsapientiae.com/notizia/40/scienze-dell-antichit-rivista-del-dipartimento-di-


scienze-storiche-archeologiche-e-antropologiche-dell-antichit-sapienza-universit-degli-studi-di-roma.html

Traducción del italiano para uso interno de cátedra: Beatriz Rasetti, 2017

Guerra y muerte: la anulación del enemigo en la condición de vencido

Davide Nadali

INTRODUCCIÓN

[51] La actividad bélica como conquista de nuevos territorios y como sometimiento de gente
extranjera que desde siempre ha diferenciado la formación y expansión del imperio en la edad
Neo-Siria: los soberanos de Asiria, aquéllos vicarios del dios nacional Assur, han empleado
todo su esfuerzo para llegar a cumplir este programa de conquistas enfatizando sus propios
resultados en la redacción de los Anales y en las representaciones escultóricas que decoraban
las paredes de las salas de sus magníficas residencias.

Estos preciosos documentos permiten reconstruir las acciones de cualquier soberano


analizando no sólo las empresas efectivamente cumplidas pero sobretodo la modalidad con las
cuáles fueron llevadas a cabo y en particular el modo en el cuál fueron registradas,
representadas y narradas por medio de los escritos y lo figurativo.

Analizando las detalladas reproducciones esculpidas de las innumerables escenas de guerra y


batallas, nos detendremos especialmente sobre las representaciones de los muertos, de las
deportaciones y de las torturas infligidas a los adversarios buscando reconstruir las
motivaciones ideológicas y prácticas de estos actos violentos y la importancia que ellos
ocupan en la reproducción figurativa de los eventos.

Después de cada asegurada e inevitable victoria sigue constantemente el cortejo de triunfo del
ejército asirio, guiado y representado por el gran rey de Asiria, y la procesión de los vencidos
escoltados en la presencia del soberano como signo de sumisión y humildad; las crueles
acciones de tortura y de muertes del enemigo se asocian a prácticas difusas en todo el Cercano

1
Oriente Antiguo deviniendo, en algunos casos, de sus verdaderos y propios motivos
iconológicos codificados más bien que simples representaciones de violencia.

Los ejemplos de violencia contra el enemigo pueden ser leídos de una parte como un
segmento de las acciones de guerra, vale decir, por una parte, la eliminación del adversario en
la batalla sobre el campo, y por otra parte, como forma explícita del comportamiento asirio al
confrontar al otro con fuertes implicaciones ideológicas derivadas de la esfera de los mitos,
con un particular y sofisticado relato entre las acciones de los dioses y los actos del soberano,
y no menos importante del cargado valor propagandístico de las escenas esculpidas.

EL REY VA A LA GUERRA

[ 52] Las campañas anuales de guerra del ejército asirio destacaron las acciones de cada
soberano: a partir principalmente del siglo XI A.C. con Assurnasirpal II, asistimos a un
verdadero y propio programa de expansión de los confines del reino asirio con una serie de
campañas bélicas de conquista y anexión de nuevos territorios y de sometimiento de gente
extranjera1 Cada soberano debe dar razones del ambicionado título de “Señor del universo” o
de “Rey de las cuatro partes del mundo”2 que recorre a menudo las inscripciones reales y
reaparece en forma figurativa en las representaciones esculpidas de la gesta del rey. Sobre
todo la sala del trono, lugar oficial de las representaciones, aparece a los ojos de los visitantes
como la exaltación de la majestad del soberano asirio 3 recordando a lo largo de las paredes
las actividades bélicas, de caza y el rol de garante del orden cósmico.4

El soberano conduce cada año una guerra contra la población extranjera que, en la frontera
con el mundo asirio, puede constituir una amenaza para la estabilidad y la seguridad interna: 5

1
Cfr. M. Liverani, Antico Oriente. Storia Societá, Economia, Roma – Bari 1988, 777-811; id., Studies on the
Annals of Ashurnarsipal II, 2: Topographical Analysis (= di Geografía Storica 4), Roma 1992. 111- 115.
2
Cfr. Mathiae, Il sovrano e l´opera, Roma Bari 1994, 113-114
3
Cfr.R. Dolce, Concesioni e rappresentazioni del potere: La Maestá, Il Dominio, il Prestigio, in R. Dolce – M.
Santi Nota (a cura di), Dai Palazzi assiri, Immagini di potere da Assurnasirpal II ad Assurnabipal (IX-VII sec. A.
C.), Roma 1995, 30.
4
La sala del trono, como eje central de la arquitectura palatina asiria, está destinada a alojar ejemplos de todas
las empresas del soberano asirio, componiéndose como un conjunto orgánico de más acciones emprendidas en
tiempo y espacio diverso. La visita de este particularísimo ambiente del palacio introduce inmediatamente al
visitante a la presencia del rey y lo pone de frente a todas sus más grandes e indicativas acciones: por una parte
el epíteto cosmogónico de “Señor del Universo” justifica la representación escultórica de la cual el rey es
protagonista, de la otra el rey representa lo concreto y manifiesta visiblementeel valor abstracto del título de
conquista (cfr. J. E. Reade, Tehe architectural context of Assyrian Sculture, Baghd. Mitt. 11, 1980, 76-82).
Afines del siglo VIII a. C. bajo el reino de Sennacherib (704-681 a. C.) se realiza una sugestiva revolución de
volúmenes arquitectónicos: la suma de las empresas del rey no es solamente el tema de la sala del trono, pero
amplía los ambientes circundantes. En el Palacio Sud - Oesteen Nínive, en efecto, la Sala del trono I se parece a
la adyacente Sala III, IV, V y a la Corte VI que engloban el conjunto de las celebraciones de la gesta del rey,
convirtiéndose en un núcleo orgánico de diferentes espacios arquitectónicos entre su interacción. (cfr. Reade, art,
cit., 82; P. Mathiae, L´arte degli assiri, Roma – Bari 1966, 167-168)
5
Se crean, como ha claramente demostrado Mario Liverani, una diversidad espacial y temporal que contraponen
un modo interno ordenado y regulado y uno externo caótico e incivilizado, y un mundo donde primero reinaban
el caos y donde ahora reina soberana la ley asiria impuesta por el rey con el acto de fuerza de la guerra “justa”
por cuenta del rey Assur. La zona externa y de los confines son reconducidas al orden en una visión centralística,
donde el centro está naturalmente representado por el buen gobierno del reino de Asiria.M. Liverani, The

2
todo aquello que se encuentra fuera del territorio regulado por el rey y protegido por la
benevolencia de los dioses de Asiria6 representa un peligro que debe ser aniquilado o al
menos hacer [53] entrar en un código ordenado de reglas.7 La guerra se vuelve en manos de
los reyes asirios un fuerte instrumento ideológico y propagandístico con el cuál ellos aportan a
la finalización del proyecto de conquista y de orden expandiendo su dominio sobre otras
regiones del universo en la tensión continua de hacer coincidir el universo conquistado con el
ideal del cosmos.

Las representaciones sobre las losas documentan de manera excepcional la organización y la


estructura de este enorme aparato bélico8: el ejército asirio está retratado en hábiles
operaciones de asedio y asalto a fortalezas enemigas con la salida de la infantería y soldados
mineros sobre escaleras y rampas artificiales, o lanzado al ataque en espacios abiertos con la
ágil unidad de caballería y del contingente de carros. Protagonistas siempre activos de cada
situación bélica son los principales cuerpos del ejército, infantería, caballería y contingente de
carros: a partir, además, de las representaciones del VIII siglo es posible reconstruir una
formación multiétnica del ejército asirio9; la presencia de soldados de origen extranjero,
fácilmente reconocibles gracias a las esmeradas diferenciaciones, realizadas por los artistas,
de la cabellera y de las vestimentas10, explica como después veremos más detalladamente, la
útil función de algunos elementos extranjeros, otrora enemigos y adversarios, cuando
reconducidos en una dimensión de orden. La unidad de la falange asiria, guiada físicamente o
idealmentepor el soberano asirio, se contrapone a la debilidad de los adversarios, que,
incapaces de reaccionar, son constreñidos a rendirse o fugarse: la acción del ejército prosigue
sin vacilación sabiendo bien que el resultado final será la victoria debido al apoyo de los
dioses a su rey.11 El soberano, de hecho, participa siempre de la expedición de su ejército:
cambia sin embargo su acción y su rol, de activo en el IX y en el VIII siglo A.C a pasivoen el

ideology and the Propaganda of the Assyrian Empire in M. T. Larsen (ed), Power and Propaganda A Symposium
on Ancient Empires (= Mesopotamia 7), Copenhagen 1979, 306-309).
6
Cfr.B. Pongratz – Leisten, The Other and the enemy in the Mesopotamian Conception of the world, in R. M:
Whiting (ed), Mythology and Mythologies, Methodological Approach in Intercultural Influences, Procedeeings
of the Second Annual Symposium Of the Assirians and Babylonian Intellectual Heritage Proyect held in parís,
France, October 4-7, 1999, Helsinki, 2001, 202.
7
Cfr. M. Liverani, Confine e frontiera nel Vicino Oriente del Tardí Bronzo: spunti di discussione e riflessione in
SC:Ant 2, 1988, 82-85; Steiner, Der Gergensatz“eigenes land: “Ausland, Fremland, Feinland” in der
Vorstllungen des Alten Orients, in H. J. Nissen – J. Renger (edd), Mesopotamien und seine Nachbarn. Politische
und Culturell Wechselbeziehungen im Alten Vorderasien vom 4, bis I. Jahrtausend v. Chr., XXV Recontre
Assyriologique Internationale Berlín, 3. Bis 7. Juli 1978, Berlín 1982, 643.
8
Para una reconstrucción de la organización de los ejércitos de Asiria hecha sobre la base de documentos
escritos, véase: : J. N. Postgate, Taxation and Conscription in the Assyan Empire, Rome 1974; F. Malbran-Labat,
L´armee et l´organization Militaire de l´Assyrie, Genéve – París 1962.
9
Cfr. Oded, Mass Deportation and Deportiees in the Neo-Assyrian Empire, Wiesbaden 1979, 48-54; R. Zadok,
Tehe Ethnolinguistic Composition of Assyria Proper in the 9Th – 7Th Centuries BC, in H. Waetzoldr-H.
Hauptmann (edd). Assyrien im Wandel der Zeiten, XXXIX° Recontre Assyriologique Internationale, Heidelberg
6-10 Jui 1992, Heidelberg 1997. 209-211.
10
Cfr. M. Wäfler, Nicht-Assyrer, neuassyrischer Darstellungen, Neukirchen- vluyn 1975; J.E. Reade, Ideology
and propaganda in Assyrian Art, in M.T. Larsen (ed), op.cit (a n. 5), 334-335.
11
Cfr. I. J. Winter, After the Battle Is Over: Th estele of the Vultures and The Begining of Historical Narrative in
the Art of the Ancient Near East, in H. I. Kessler – M. Shreve Simpson (edd), Pictorial Narrative in Antiquity
and Th Middle Ages (0 Studies in History of Art 16), Washington 1985, 13.

3
VII. Mientras los soberanos, de Assurnasirpal II a Sargón II, toman parte físicamente en la
batalla empuñando su arco, el arma real consignada por el dios Assur 12, y combatiendo codo
a codo con los otros soldados o [54] desde sus carros, Sennacherib y Assurmasirpal se ponen
ante todo como grandes estrategas y generales13 y simples observadores desde afuera.14 Sin
embargo permanece fuerte para ambos casos, el deber de ser guía y garante del soberano sea
que conduzca efectivamente a la victoria a su ejército, sea que selle la victoria ya ocurrida
esperando las señas del triunfo y del homenaje por fuera del campo de batalla 15.

El resultado de la guerra asiria está enfáticamente representado por la larga posesión de


prisioneros, algunas veces encadenados, que caminaban con gran porte, perseguidos por
algunos soldados del ejército asirio, hacia la figura del rey para rendirle un acto de sumisión,
mostrando bienes y tributos en señal de homenaje. El cortejo de prisioneros sigue directrices
obligadas avanzando compacto sobre una única línea que converge hacia el soberano,
manifestando una regularidad y restableciendo un orden de las acciones de la guerra siria:
sobre el caos del mundo exterior, en los confines asirios, se ha impuesto el orden cósmico
asirio, emanación de la voluntad de los dioses expresada a través del rey.16

12
Cfr. U. Magen, Assyrische KÖnigsdarstellumgen- AspektemderHerrschaft (=Baghdader Forschungen 9),
mainz am Rhein 1986, 27,82; E. Weissert, Creating a Political Climate, Literary Allusions to Enuna Elis in
Sennacherib´s Account of the Battle of Halule, in H. Westenholz , The King, The Emperor, and the Empire:
Continuity and Discontinuity of the Royal Representation in Text and Image, in S. Aro- R.M: Whiting (edd),
The Heirs of AssiyriaProceedings of the Opening Symposium of the Assyrian and Babylonian Intellectual
Heritage Proyect Held in Tvärminne, Finland, October 8-11. 1988, Helsinki 2000, 115-117.
13
Cfr. P. Garelli, La conception de la royauté en Assyrie, in F.M. Fales (ed), Assyrian Royal Inscriptions: New
Horizons in Literary, Ideological, and Historical Analysis. Papers of a Symposium held in Cetona (Siena), June
26-28 1980, Roma 1981, 3-4, 8; P. Mathiae; Il Sovrano nei programmi figurativi e negli spazi archittetonici dei
palazzi assiri, in A. Vivante (a cura di), Assiri. L´arte, la guerra, il potere, Milano 1995, 132.
14
CFR. Zablocka; Bemerkungen zum Problem der neuassyrischen Konigsideologie, in Actes du colloque
internationale sur l´ideologie monarchique dans l´antiquité, Cracovie-Mogilany du 23 au 26 ctobre 1977,
Warszawa- Krakóv 1980, 23; I. J. Winter, The Royal Image and the Visual Dimension of Assyrian Ideology, in
S. Parpola – R.M: Whitning (edd), Assyria 1995. Proceedingo of the 10TH Anniversary Simposium of the Neo-
Asyrian Text Corpus Proeyect, Hlesinki 7-11., 1995, Helsinki 1997, 363.
15
Un ejemplo significativo del nuevo rol del soberano puede leerse en la decoración de la Sala F (Susiana Room)
del Palacio Norte de Assurbanipal en Nínive. En el registro superior la escena avanza de izquierda a derecha, de
la toma de la ciudad elamita de Hamanu al desfile de prisioneros para terminar en dirección al rey sobre el carro,
mientras en la mitad inferior la narración abre una brecha inversamente de derecha a izquierda, una vez más
desde el asalto a una fortaleza al éxodo de los vencidos en dirección al rey sobre su carro. (Cfr. Mathiae, Nínive,
Milano 1998: 161-162 diseños reconstituidos en la página 144-145 y 159. P. Albenda, Monumental Art of the
Assyrian Empire: Dynamics of Composition Styles (=Monograph on the Ancient Near East 3/1, Malibu 1998,
9). El espectador, después de haber leído la parte superior, vuelve sobre sus pasos prestando atención a los
registros inferiores y encontrándose exactamente en el punto desde el cual había partido: los dos extremos de la
sala están significativamente señalados por un eje vertical que une la ciudad tomada por asalto con el rey parado
sobre el carro, enfatizando al mismo tiempo que el soberano sea el sujeto pasivo de cuya acción procede y en
quién se agota.
16
Cfr. S. M. Mauk, Der assyrisce König – Hüter der Weltordnung, in K. Watanabe (ed), Priest and Officials in
the Ancient Near East. Papers of the Second Colloquium on the Ancient Near East-The City and Its Life Held at
the Middle Eastern Culture Center in Japan (Mitaka, Tokyo), Heidelberg 1999, 201-213; S. W. Holloway, Assur
is King! Assur is KINg! Religion in the execise of Power in the Neo-Assyrian Empire (= Culture and History of
the Ancient Near East 10), Leiden-Boston_ Köln 2002.

4
2. LA ANULACIÓN DEL ENEMIGO: MOTIVOS ICONOLÓGICOS Y ESTEREOTIPOS
DEL OTRO

Tomando consciencia que el ejército asirio debe afrontar, en sus batallas adversarios
extranjeros y por esto enemigos17, surge la necesidad de cómo hacer explícito en la narración
de los [55] anales y en las representaciones de los relieves, este aspecto cualitativo de
inferioridad, de maldad y de negatividad. El redactor de los textos de la cancillería de la corte
así como el escultor deben saber cómo hacer,por un lado a través del uso de la palabra ypor el
otro,en forma figurativa explícita y clara, para expresar la diversidad entre el hombre asirio y
el enemigo a través de modelos e imágenes que definen una suerte de código interpretativo.
Se llega por eso a crear los estereotipos a los cuales los artistas recurren para trasmitir el
mensaje: estos modelos de representación y descripción del enemigo hacen captar
inmediatamente el grado de diversidad enfatizando la falta de la otra cultura respecto a los
cánones asirios, y distinguir los sujetos agentes de las acciones – el rey y su ejército – de los
sujetos pasivos que sufren la inevitable derrota. Si de una parte todos estos atributos definen
la figura del enemigo, de la otra parte exaltan implícitamente los caracteres positivos
pertinentes a la esfera asiria: la descripción negativa y deficitaria del otropone de todas
maneras en primer plano el asirio cuyos valores de superioridad emergen de la oposición con
un sujeto subordinado18. Las definiciones despreciativas y peyorativas contenidas en los
textos de las cartas y de los anales19, así como las representaciones de filas de los enemigos
muertos en el campo, encadenados y sometidos al nuevo poder asirio se convirtieron en los
verdaderos y propios motivos alegóricos cuyo significado remitían irremediablemente a la
oposición física y cultural de los dos contendientes y una implícita exaltación del mundo
asirio, representado por el soberano.

No hace falta olvidar sin embargo el contexto en el cuál estas imágenes de los enemigos
vencidos y sometidos son presentadas: ellas se repiten siempre al final de un acto bélico que
ha decretado la supremacía del ejército asirio conducido por el soberano, y por tanto del orden
sobre el caos. La muerte de los enemigos así como su deportación en escenas de largos
desfiles junto al ganado y al resto del botín saqueado, se prefigura como una normal acción de
guerra que sigue al encuentro en el campo o el asalto de una ciudadela fortificada; estos
íconos que manifiestan de una parte la violencia de los soldados del ejército asirio, y de otra
trazan una línea entre el vencedor y el vencido, asumen otro importantísimo valor: la
representación agobiante de prisioneros en cadena, de muerte de los rebeldes y de las
deportaciones que constituyen una suerte de ejemplo para quién observa estas escenas
deviniendo una advertencia para los eventuales opositores al poder del soberano20 asirio

17
Cfr. M. Liverani, art. cit.(a n. 5), 310: “nak (1)-ru” different, strange ---“stranger”--- “enemy”.
18
Cfr. G. Mazzoleni, Il diverso e l´uguale, Roma 1975, 89-90, 94
19
Cfr. C. Zaccagnini, The Enemy in the Neo-Assyrian Royal Inscriptions: The “Ethnographic” Description, in
H.J. Nissen – J. Renger (edd), op. Cit. (a n.7), 409-424; E.M. Fales, The Enemy in Assyrian Royal Inscriptions:
“The moral judgment”, in H.J.Nissen-J. Renger (edd), op. Cit. (a n.7), 425-435.
20
Sobre la losa 5 de la Sala XXXIII del palacio Sud – Oeste en Nínive, son retratados dos embajadores del país
de Urartu mientras asisten a la ejecución y a la tortura de algunos rebeldes elamitas después de la batalla sobre el
río Ulad vencidos por Assurbanipal (Cfr.J.E. Reade, art. cit. (a n 10), 333, (fig. 5). Véase también B:N: Porter, “

5
indicando con meticulosa precisión la condición del tratamiento de enemigo, vencido por el
esplendor aterrador del soberano sirio y de todo su ejército 21.

[56] La propaganda del imperio concentra todos sus medios expresivos y de exaltación al
calificar negativamente la figura del adversario relegándolo a los límites respecto a la
grandiosidad del soberano asirio: todos los motivos figurativos que representan la oposición
de uno o más soldados del ejército contra el enemigo expresan físicamente la relación de la
inferioridad del otro y su total incapacidad para afrontar dignamente las acciones de guerra22.
El enemigo prefiere darse a la fuga, o bien, intentando una débil resistencia, es capturado y
contado como parte del botín: él es llevado junto al ganado saqueado mostrando la
pertenencia a un género subhumano 23 o de cualquier manera a una humanidad devaluada o
excedente para el sujeto, y la diversidad es objeto general de burla24. En ambos casos, se
obtiene el resultado de aniquilar al enemigo, de volver vana su presencia y por tanto de anular
su acción desestabilizante al interior del orden reportado por el soberano: existen, sin
embargo, dos principales modos para eliminar la diversidad. En uno se cumple una
depuración radical con la muerte depuración y supresión física de los adversarios,
testimoniada por numerosos ejemplos sobre las losas de los palacios de los soberanos neo -
asirios que documentan la cruenta violencia de las falanges asirias; en el otro caso se asiste a
una operación de traslado de las masas de los enemigos vencidos y hechos prisioneros, a otras
regiones del imperio para evitar la formación de focos de posibles rebeldes 25: las
deportaciones se relacionan además a la acción de orden decretada por la intervención bélica
del rey a su ejército, recolocando y ordenando masas de extranjeros al interior de los confines
del reino asirio, garantido por las leyes de los dioses de Asiria y por el ejercicio del poder de
parte del soberano26.

La inserción de los elementos extranjeros al interior de los límites conocidos decreta un pasaje
a la incivilidad, o mejor dicho de ausencia de civilidad, a un mundo regulado y civil:este
dinamismo espacial 27 está claramente indicado en las losas esculpidas de las representaciones
de los extranjeros al servicio del rey asirio, en modo particular como reclutas auxiliares en el

Fort he Astonishment of All Enemies” Assyrian Propaganda and Its Audiences in the Reign of Ashurnasirpal II
and Esarhaddon, in Bulletin of the Canadian Society of Mesopotamian Studies 35, 2000, 16.
21
Cfr. M. Liverani, art. cit. (a n 5), 311: I.J. Winter, Radiance as an Aesthetic Value in the Art of Mesopotamia
(with some Indian Parallels), in B. N. Saraswati – S:C: Malik – M. Khanna (edd), Art the Integral Vision. A
Volume of Essay in Felicitation of Kapila Vatsyayan, New Delhi 1994, 126.
22
Cfr. C. Zaccagnini, art.cit. (a n 5), 310: A. E. Westenholz, art. cit. (a n 12), 104, 114; B. Pongratz – Leisten, art.
cit. (a n 6), 208-209.
23
Cfr. M. Liverani, art. cit. (a n 5), 310; A. Westenholz, art. cit. (a n 12), 104, 114; B. Pongratz-Leisten, art.
cit.(a n 6), 208-209.
24
En un párrafo de los anales de Assurnasirpal II se narra el episodio de un extranjero que conducido a Nínive a
la presencia del rey, habla una lengua incomprensible al oído asirio: la ausencia de un lenguaje humanamente
comprensible pone inmediatamente lo extranjero en otro plano, diferente precisamente de la esfera asiria Cfr. C.
Zaccagnini, art. cit. (a n 19), 415; G. Mazzoleni, op. Cit. (n n 18), 48-49.
25
Cfr. B. Oded, op. Cit. (a n 9), 41: W. Röllig, “Drachen des Gebirges”- Fremde- als Bedrohung in
Mesopotamien, in H. von Stietencron – J. Rüpke (edd), Töten im Krieg, Freiburg- München 1995, 87-97.
26
Cfr. M. Liverani, Memorandum on the Approach to Historiographic Texts, in Orientalia 42, 1973, 191.
27
Cfr. M. Liverani, art. cit. (a n 5), 306-307.

6
ejército a partir del VIII siglo A. C. 28. El pasaje del exterior al interior humaniza en una cierta
manera, a las masas inicialmente descriptas y presentadas como pertenecientes a un mundo
subhumano y animal29: estos nuevos reclutas, así y todo distinguiéndose como [57] elementos
extranjeros auxiliares por el uniforme que vestían 30 y por la posición ocupada en las acciones
de batalla, pierden todas las características negativas participando activamente en la obra de la
conquista del desierto asirio 31. Muerto o asimilado en un justo orden, el enemigo,
comoantagonista de la figura del rey, es anulado manteniendo sin embargo aquellas
cualidades que lo describen como diferente al ser asirio: la definición del objeto otro (el
enemigo) en términos negativos es un instrumento esencial del arte imperial para subrayar la
posibilidad del sujeto pensante y juez crítico(rey asirio)32.

La oposición entre la victoria del rey asirio y las filas de prisioneros, enemigos vencidos,
vuelve a ser propuesta insistentemente como condición esencial tras cada encuentro: la
exaltación del poder asirio se manifiesta principalmente en las representaciones de las largas
filas de hombres reducidos a objetos en la conquista del soberano. La empresa del rey llegó
triunfalmente a término, obteniendo el objetivo prefijado: la anexión de nuevos territorios y el
restablecimiento del orden donde antes reinaba el caos. Ya sea que el soberano haya
participado activamente en la guerra, ya seaque simplemente haya guiado y observado desde
afuera, él reaparece finalmente como un monumento de sí mismo 33 a quién los prisioneros
deben rendirle homenaje: su figura triunfante se yergue como una estela que señala la
conquista de un nuevo límite y su inserción en el microcosmo asirio, donde encuentran nuevo
lugar los extranjeros adversarios.

Toda la representación figurativa reproduce una serie de gestos que subrayan continuamente
la relación de inferioridad entre el soberano asirio y el enemigo, entre el vencedor y el
vencido: los enemigos son conducidos, después del encuentro bélico, al orden y a la entera
representación que ya no está atravesada por las líneas de fuerza que se oponen, sino por una
única y ordenada línea que guía la masa de enemigos vencidos frente al rey triunfante. La
procesión de los prisioneros expresa el momento de pausa que sigue a la concitación de la
acción asiria contra los adversarios. El cortejo es acompasado por ritmos lentos, casi
inmóviles, que describe materialmente la resignación de los vencidos por una parte, y por otra

28
Crf. B. Oded, op. Cit. (a n 9), 50; S. Dalley, Foreign Chariotry and Cavalry in the Armies of Tiglat – Piliser III
and Sargon II, in Iraq 47, 1985, 31-48.
29
La vecindad a la cultura y al centro del mundo, respecto de la incivilidad de la periferia, transforma a los
individuos, antes diferentes, reconduciéndolos a categorías definidas y fácilmente reconocibles, y a un preciso
rol desarrollado en la organización del imperio (cfr. G. Mazzoleni, op. Cit. (a n 18), 83-87.
30
Cfr. J. N. Posgate, Assyrian Uniforms, in H: W: Soldt et. Al (edd), Veenhof Anniversary Volume: Stuides
Presented to Klaas R: Veenhof on the Occassion of His Sixty- Fifth Birthday, Institut voor het Nabije Oosten,
Leiden 2001, 373-388.
31
La misma situación es significativamente visible sobre el fresco de la Columna Trajana en Roma (siglo II a.
C.), admirable ejemplo de arte oriental romano, donde se asiste a una neta separación cualitativa de los
extranjeros militando en el ejército romano de los extranjeros enemigos, contra los cuales es conducida la acción
de guerra (Cfr. P. Zanker, Un arte ér l´impero. Funzione e intenzione delle immagini nel mondo romano. Milano
2202, 45).
32
Cfr. G. Mazzoleni, op. Cit. (a n 18), 90.
33
Cfr. I. J. Winter, art. cit. (a n 14), 364-365.

7
la potencia mayestática del rey asirio y su ejército. Se distinguen módulos que se repiten sin
solución de continuidad de los grupos de prisioneros precedidos y seguidos por un soldado del
ejército asirio imprimiendo a la narración una regularidad que se difunde en el espacio.

Los enemigos retratados en este largo cortejo son los afortunados que escaparon a la muerte
en el campo de batalla: la acción de guerra del ejército asirio, en efecto, no contempla
exclusivamente hacer prisioneros, sino aniquilar al enemigo aún en la muerte. El campo de
batalla en efecto es una acción espeluznante de los enemigos empalados delante de los muros
de la ciudad (fig. 1),

Fig. 1.- Dibujo de la losa 7 de la Sala XI del Palacio de Sargón II A Khorsabad según Flandin
de P.E.Botta,,Monument de Ninive, Osnabrück 1972, pl.55)

decapitados y [58] abandonados desnudos34 y sin cabeza sobre el campo, pisoteados por las
patas de los caballos y las pesadas ruedas de los carros asirios (fig.2), o aún dejados a la
merced de perros y de buitres (fig.3)35. Este escenario así macabro y cruento debía
34
CFR. Albenda, An Assyrian Relief Depicting a Nude Captive in Wellesley College, in Journ. Near East . St.
29, 1970, 146-150; Id., Observations on Egyptians in Assyrian Art, in Bulletin of the Egyptological Seminar 4
1982, 10. Los enemigos contra los cuales los asirios combatían físicamente despojados una vez capturados y
reducidos a vencidos: de este modo se acentúa mayormente la diversidad entre los soldados del ejército asirio,
caracterizados y distinguidos por sus uniformes y hábitos y sus enemigos reducidos a esclavos y privados de los
atributos humanos para subrayar la semejanza con los animales. La desnudez de los adversarios capturados en
batalla retorna como un modelo característico ya utilizado en otra escena figurativa del Cercano Oriente Antiguo
como algunos esculpidos en piedra calcárea de Ebla protosiriana (cfr. R. Dolce Nuovi frammenti di intarsi
protosiriani da Tell-Mardikh-Ebla, in Or Ant. 16, 1977, 3-4, tav. 1a; P. Mathiae, I Tesori di Ebla, Roma-Bari
1985, tav 47 c), sobre las esculturas de Kish y de Mari de la edad protodinástica (Cfr. R. Dolce, Gli intarsi
mesopotamici dell´epoca protodinastica (= Serie Archeologica 23, 2), Roma 1978, 24-25-134, tavv.IX: K 28,
X:K 37, XXXVII: M. 316-340), y sobre Estela Sb1 y Sb2 de Sargón de Akkad (cfr.I. Nigro, Legittimazione e
consenso: iconología, religione e política nelle stele di Sargom di Akkad, in Contr. Mat.. Arch. Or. 7, 1997, 351-
392
35
Cfr. A. Westenhoz, beritum, damtum, ando Old Akkaadian KI.GAL. Burial of Dead Enemies in Ancient
Mesopotamia, in Archiv. Orientforsch. 23, 1970, 29-30. El abandono de los cadáveres de los enemigos muertos

8
seguramente conmover la mente del antiguo observador induciendolo[59][60] a una suerte de
temor reverencial para con la autoridad del soberano. La ejecución directa sobre el campo
constituye además una óptima disuasión paraeventuales opositores que se obstinan en resistir
o no querer capitular: las filas de enemigos empalados delante de los muros de la ciudad
representan una admonición eficaz para debilitar la voluntad de resistencia de los adversarios
obligados a rendirse para no sufrir la misma suerte.
El acto de homenaje de sumisión del vencido al rey triunfante toma lugar por medio del gesto
de la postración con una deliberada oposición entre la figura vertical del soberano y la línea
horizontal diseñada del enemigo abatido (fig. 4). Aun cuando no postrado, el enemigo se
encuentra siempre sin embargo en una posición inferior respecto al soberano que se yergue
sobre su trono o sobre su carro, insistiendo de este modo sobre la innata ineptitud y
desigualdad de los adversarios.

Fig. 2.- Dibujo de la losa 10 de la


Sala II del Palacio de Sargón II

señala la cruda violencia del ejército asirio que se encarniza sobre el enemigo aún muerto dejando los cadáveres
esparcidos en el campo de batalla que se convierten en monumentos del victorioso pasaje del ejército asirio en
aquella región y en aquel territorio. La anulación del cadáver del enemigo es dejada a la obra de los perros y los
buitres. El enemigo es condenado y dañado aún después de su muerte no mereciendo sepultura y respeto, sino
infligiéndole una maldición eterna. Este tema iconográfico del tratamiento de los enemigos abandonados a la
ferocidad de los animales salvajes se repite en otras obras artísticas de la Mesopotamia, la celebérrima estela de
los Buitres (Cfr. I. J. Winter, art. cit.. (a n 11), y la estela Sb1 de Sargón de Akkad (cfr. I. Nigro, art. (a n 34),
376-377).

9
en Khorsabad según E. Flandin (de
P-E. BOtta, op. Cit. [fig 1 pl.58)

Fig. 3.- Particular de la


Losa 3 de la Sala XXXIII
Del Palacio Sud-Oeste
En Nínive, Londres The
British Museum, WA
12480c (de R. I.)Barnet
F. Bleibreu-G. Turner
Op. Cit.[a n 56], pl297

En el momento de la presentación del acto de sumisión, el enemigo puede a veces


ulteriormente ser humillado por el soberano que se ensaña sobre la cabeza del adversario
posándole arriba el pie (fig. 5) 36, en claro signo de mortificación, o bien golpeándolo con una
lanza o el bastón de mando en dirección a los ojos (fig. 6). Los mismos gestos, pisotear al
enemigo o golpearlo duramente en la cabeza, son repetidos por los soldados del ejército asirio
durante los combates aunqueno teniendo el mismo énfasis y el mismo significado respecto a
cuándo son consumados por el rey en persona.

El enemigo, privado de su libertad, es conducido frente al soberano con las manos y pies
atados: la figura del enemigo atado y cautivo con un lazo es recurrente como motivo
iconográfico que pertenece a la cultura mesopotámica en la función de representar al otro.

36
Cfr. S. Mazzoni, Il trionfo sul nemico transformazioni di un motivo iconográfico in Siria e in Anatolia, in Vic.
Or. 6, 1986, 71-93.

10
Fig 4.- Losa 1b de la pared q del Palacio Sud-oeste en Nimrud de la edad de Tiglat-Pileser III, Detroit Intitute of Arts,
No.50.32 (de R.D. Barnett – M. Falkner, The Sculptures of Asur –Nasir-Apli II (883-859 B. C. )Tiglat- Pileser III (745-727)
B. C.), Esarhaddon (681-669 B. C.) from the Central and South-west Palaces at Nimrud, London 1962, pl. I. XXXV).

Sobre la [61][62] la célebre Estela de los Buitres, los enemigos son encerradosen una red
propiedad del dios Ningirsu, o aún sobre la Estela Sb2 de Sargón de Akkad los enemigos son
siempre encarcelados en la red,sostenida esta vez por el mismo soberano y presentada a la
diosa de la guerra Istar 37.

37
En la escena de presentación de los enemigos capturados en los relieves neo-asirios desaparece totalmente la
figura de la divinidad: no se tienen ejemplos, en efecto, de dioses que capturan los adversarios prisioneros ni aún
menos presentaciones de los vencidos vinculados a la divinidad de parte del rey. El único protagonista de la
acción es el soberano en persona que recibe el homenaje del enemigo derrotado que inspiran con su sola
presencia y sus gestos de humillación, el aniquilamiento del otro. No es en efecto casual que la exaltación de la
gesta del rey no encuentra más espacio al interior de la morada de la divinidad, los templos, pero al interior de la
residencia palatina personal: en la edad neo -asiria cambia el destinatario de la representación figurativa, no más
el dios pero la corte, los dignatarios y los súbditos del rey. El soberano no tiene más necesidad de presentar su
obra a la propia divinidad, porque sus acciones han tenido un éxito positivo garantizadas en principio por la
voluntad divina. (cfr. P. Mathiae, op. Cit. (a n 2), 119)

11
FIG. 5.- Losa 34 de la pared r del Palacio Sud-Oeste en Nimrud de la edad de Tiglat- Pilser III, London, The British Museum,
WA, 118933 (de R.D. Barnett- M. Falkner, op. Cit. [fig.4], pl.I. XXXIX).

12
FIG 6.- Dibujo de la losa 12
de la Sala VIII del Palacio
de Sargón II a Khorsabad
según F. Flandín (de P. E.
Botta, op. Cit. [a fig 1], pl.
118)

Sobre los relieves parietales neo-asiros, los enemigos, al contrario, no son más atados juntos
como masa en una red, sino son atados individualmente y representados como
individuos38son puestos los unos al lado de los otros componiendo una multitud infinita: las
largas escenas de deportación de prisioneros están de hecho formadas por una secuencia de
módulos que repiten sin solución de continuidad[63] imprimiendoa la representación
movilidad y reproduciendo figurativamente la cifra de los hombres sometidos registrados en
los anales reales.

38
Una primera representación de los enemigos como individuos, reunidos en una masa mayor, puede ser
reconocida sobre la Estela de Naram – Sin de Akkad: en esta obra, los enemigos son representados como
singulares, cada uno con una actitud diferente (enemigos muertos pisoteados por el rey triunfante, enemigos
moribundos, enemigos que suplican y enemigos que observan la majestad del soberano acádico Cfr. I. Nigro, Per
una analisi formale dello schema compositivo della Stele di Naran –Sin, in Contr. Mat. Arch. Or. 4, 1992, 61-
100). Dado que los soldados no son más presentados como similares en un conjunto indistinto, como en la Estela
de los Buitres, ahora son caracterizados como singulares participando de la gloria y de la victoria de su rey (cfr.
P. Mathinae, op. Cit. [a n.2], 103), así el mismo principio, que señala el pasaje de una representación colectiva
indistinta a una representación individual característica, puede ser reconocida en la representación de los
enemigos.

13
3. LA MATANZA DEL ENEMIGO

La conquista de nuevos territorios presupone, como hemos visto, la adquisición de nuevos


pueblos que son trasladados, por medio de las deportaciones, a otras regiones del imperio,
siendo reabsorbidos en el interior del imperio mismo, por ejemplo como cuerpos auxiliares
del ejército asirio o como funcionarios de la corte, o bien fueron físicamente eliminados como
enfatizando la definitiva expulsión de los elementos extranjeros y caóticos del orden
restablecido por el acto victorioso de la guerra asiria.

Es significativo que estas imágenes de violencia sobre el enemigo resulten parte esencial de la
representación de las empresas del soberano, y que sean expresamente insertas en el arte
propagandístico imperial con el fin de exaltar el resultado de la operación del rey. No se trata
de esporádicas representaciones descontextualizadas, sino de imágenes estereotipadas que
asumen profundo significado al interior de las narraciones de los eventos bélicos yasea como
admonición paraeventuales y futuros rebeldes, ya sea como acto ritual que decreta el fin de la
existencia del enemigo y la anulación de la entidad diferente de sí mismo.

Muchas escenas de violencia recorren después el enfrentamiento directo sobre el campo como
advertencia a posibles opositores al poder del soberano: numerosas son en efecto las
representaciones de sevicias y de torturas cruentas infringidas a los prisioneros de guerra ya
sea por los soldados del ejército asirio 39 o por el rey en persona, como en los célebres relieves
que decoran la Sala VIII del Palacio de Sargón II en Khorsabad donde el soberano se
encarniza con el rey de Kiheshim, de Kharkhar y de Karalla cegándolo (fig. 6). Estos actos
violentos eran parte del modo y de la práctica bélica del ejército asirio con una estudiada y
deseadacrueldad en el enfrentamiento con un bruto enemigo considerado igual que un animal
y por el cuál no puede tener ningún tipo de compasión que frene o bien atenúe las acciones de
guerra: la culpable diversidad y extrañeza de los enemigos justifica a los asirios
eliminarlosfísicamente 40.

39
Ejemplificativas son las representaciones de torturas en las losas 4 y 5 de la Sala XXXIII del Palacio Sud –
Oeste de Nínive (fig. 7), representando los momentos sucesivos de la batalla del río Ulsi del ejército de
Assurbanipal. Los enemigos son atados al terreno y están sufriendo terribles suplicios, que están incluso
registrados en el epígrafe puesto en lo alto de la escena, bajo la mirada de embajadores extranjeros. (J: E: Reade,
art. cit. [a n. 10], 333; id. Narrative Composition in Assyrian Art, in Baghd. Mitt. 10, 1979, 98-99; J. M. Russell,
The Writing on the Wall, Winona Lake 1999, 180).
40
Cfr. M. Liverani, art. cit. )a n. 5), 311.

14
Fig 7.- Detalle de la losa 4
De la Sala XXXIII del palacio Sud Oeste de Nínive, London, The British Museum, WA. 124802ª (de R:D: Barnett- E.
Bleibtreu-G. Turner, op. Cit [a n 56], pl.302)

Diferente es el caso de las frecuentes representaciones de la decapitación de las cabezas de los


enemigos y de apilarlas ordenadamente en un montón. Soldados del ejército asirio son
retratados mientras regresan del campo [64] de batalla en el largo cortejo de triunfo llevando,
como signo de victoria, la cabeza tronchada de los enemigos apilándola de frente a la pareja
escriba- dibujante para que sean registradas y anotadas (fig.8), o ante elsoberano mismo (fig.
9). Lejos de ser una simple operación de contabilizar41intentaremos dar una explicación a
estas acciones particulares que se repiten frecuentemente en el campo de batalla y en el
momento que sigue al enfrentamiento 42.

El corte de la cabeza parece en realidad magnificar y hacer perenne la muerte del enemigo:
ellos en efecto son primero muertos en el campo de batalla, y enseguida decapitados. Mientras
luego sus cuerpos acéfalos son abandonadosen el campo de batalla en poder de los animales
salvajes y pisoteados por la tropa y los carros del ejército asirio 43, las cabezas son

41
Como ha justamente notado Sergio Donadoni en el análisis del mismo tipo de representación sobre la Paleta
de Narmer: “[…] en el habitual testimonial en el Egipto imperial de cortar la mano (o en ciertos casos el
miembro) del enemigo muerto en batalla: no sería solo una habilidad estadística ( por cuanto pueden ser los
egipcios un poco maniáticos de los recuentos numéricos) pero también un modo de rendir perpetua inferioridad
al enemigo derrotado y la estabilidad de la victoria (cfr. Donadoni, I nemici decapitati della tavolezza di Narmer,
in M. Liverani – A. Palmieri-R: Peroni [la cura di], Studi di paleontología in onore di Salvatore M. Puglisi,
Roma 1985, 502).
42
Sobre el significado ritual y su posible función de las cabezas decapitadas a los enemigos en una sociedad,
véase P. Scarduelli, Il significato della caccia alle teste nell´acipelago indonesiano. Interpretazione indigente e
modeli antropologici, in P. Scarduelli (a cura di), Antropologia del rito. Interpretazione e spiegazoni, Torino
2000, 159-189.
43
Cfr. P. Matthiae, op. Cit. (a n. 4), figg. 5.13, 5.14

15
Fig 8.- Detalle de la losa 19 de la corte XIX del Palacio Sud- Oeste en Nínive, The British Museum, WA. 124782ª (de R.D.
Barnett- E. Bleibtreu – G. Turner, op. Cit. [a n 56], pl. 195

Fig. 9.- Detalle de la losa 14 de la Sala del palacio Sud-Oeste en Nínive, London, The British Museum, WA. 124786b (de
R:D Barnett- E. Bleibtreu-G.Turner, op. Cit [a n.56], pl. 177

16
ordenamente recogidas y llevadas al “territorio de paz” tras el enfrentamiento acaecido para
testimoniar, frente al soberano, la real y efectiva muerte delos enemigos.

De este modo el rey exalta doblemente el éxito de su victoria:[65][66] por una parte deja
esparcidos sobre el terreno numerosos cuerpos acéfalos y desnudos de los enemigos ya
irreconociblesy reducidos a meros objetos de su acción devastadora 44, por la otra lleva con él
las cabezas cortadaspor los soldados de su ejército para perpetuar los signos de la victoria.
Los cadáveres abandonados de los adversarios y las cabezas amontonadas en pilas junto al
botín saqueado se yerguen como monumento del triunfo del soberano cuyo éxito ha traído la
anulación del enemigo volviéndolo decisivamente e inconfundiblemente no humano.45

El corte de la cabeza agrega muerte a la muerte: estos gestos violentos se insertan sin embargo
en una serie de acciones que apuntan a definir claramente la muerte del enemigo, a establecer
la victoria del rey, y sobre todo a decretar el aniquilamiento de los enemigos caóticos y
malvados.

La figura demoníaca 46del enemigo debe ser derrotada con actos que sancionen
definitivamente el aniquilamiento; la decapitación del adversario podría ser entendida como
acción ritual necesaria, dirigida a restablecer el orden.

La guerra del rey se propone expandir los confines del propio mundo dentro siempre de
aquélla porción del universo que ha sido precedentemente regulada y fundada por las acciones
de los dioses narradas en los mitos cosmogónicos: el rey tiende por tanto a ampliar su
ordenado microcosmos hasta hacerlo coincidir con el ideal macrocosmos 47como los dioses
han actuado derrotando los elementos malvados a los fines de establecer definitivamente el
orden, así también ahora el soberano, garante de aquél orden mítico, procede a expandir y
completar la organización del universo convirtiéndose en el Señor del Universo por cuenta de
la divinidad.48Para cumplir esta tarea ordenadora y civilizadora, el soberano se sirve del rito:
el rito concierne de hecho a aquella parte dela realidad excluida del mito.49 El enemigo, como
figura desestabilizante y representante del caos, objeto constante de ritos realizados antes y

44
Cfr. Westenholz, art. cit. (a n 35), 29-30.
45
Cfr. B. Pongratz – Leisten, art. cit. (a n. 6), 208-209; P. Scardueli, art. cit. (a n 42), 183.
46
Cfr. Haas Die Dämonisierung des Frende und des Feindes in Alten Orient, in Rocznic Orientalistyczny 41/2,
1980, 37-44.
47
Cfr. M. LIverani, art. cit. (a n 5), 307, Id., Guerra e Diplomazia nell´Antico Oriente 1600-1100 a. C. Roma-
Bari 1944, 47.
48
Cfr.V. Haas, art. cit. (a n 46), 44)
49
CFR. G. Mazzoleni, op. Cit (a n 18), 124-125:
“[…] aquélla porción de la realidad que es considerada inmutable está fundada, por así decir, en el mito: el mito
concierne a “lo inmutable”. Por lo contrario aquélla porción de la realidad que es considerada mutable tiene por
sujeto al rito: por lo tanto el rito es un hacer del cual no está todo dicho en el sentido que el mito había dejado
fuera la “valorización” de la realidad. El rito por lo tanto es un “poner orden” de y en pro de una determinada
cultura: se debe recurrir por lo tanto al rito en ocasiones de “crisis” (cuando elorden peligra)”.

17
después de los enfrentamientos50debe ser eliminado y sacrificado a fin de lograr el orden que
las empresas del rey han restablecido.

[67] Las acciones de violencia51 realizadas por los soldados del ejército asirio se insertan en
este valor ritual de las operaciones bélicas: a estose deben las cabezas cortadas de los
adversariosya sea como simulacro de triunfo, o como parte de aquél enemigo que fue muerto
en batalla y que ahora perpetuará en el rito la recalificación justa de aquella parte del mundo
rehabilitada.

La violencia se pone como fundamento para el buen resultado del rito52: los enemigos,
condenados por los asirios como seres demoníacos y animales, no merecen ninguna forma de
piedad. Al contrario su particular asimilación al mundo animal53 los convierte en víctimas
excelentes para el sacrificio ritual de modo que la eliminación de su maldad determine una
aniquilación de la cualidad maligna de la cual ellos son causa. La empresa de cacería de
Assurnasirpal II y Assurnasirpal representan al soberano primero como cazador y después
como oferente de libaciones y sacrificios sobre el cuerpo de los animales apenas muertos 54: la
muerte del enemigo y la ritualización sobre su muerte se configuran como gestos similares a
aquellos hechos por el soberano en sus cacería, reafirmando las dotes subhumanas y animales
de los adversarios enfrentados.

La documentación figurativa nos ofrece sin embargo un solo y explícito caso que representa
la escena de una libación sobre la cabeza cortada de un enemigo (fig. 10 a-b): se trata de la
loza 9 de la Sala I del Palacio Norte de Assurbanipal en Nínive, donde, en el registro superior,
el soberano es retratado mientras cumple un rito sacrificial con una libación sobre la cabeza

50
CFr. M. Weippert Assyrische Propetien der Zeit Asaraddons und Assurhanipal, in F: M: Fales (ed), op. Cit. (a
n 13), 71 – 111: W. R. Mayer, Ein neus Königsritual gegen feindliche Bedrohung, in Orientalia 57, 1088, 145-
164; B. Pongratz-Leisten – K. Dellar – E. Bleibtreu, Oter auf dem Feldzug und ihr Kult im Feldlager, in Baghd.
Mitt. 23, 1992, 341-346; S. Parpola, Assyrian Prophecies (= SAA9), Helsinki 1997. Ejemplificativasson también
las colecciones de las preguntas premonitorias., tamitu, (Cfr.Starr, Queries to the Sungod (= Saa4), Helsinki
1990, xxix; W:G. Lambert, Questiones Adressed to the Babylon Oracle: the tamitu texts in J. G. Heintz (ed),
Oracles et prophetiés dans l´Antiquité. Actes du Colloque de Strasbourg 15-17 juin 1995, Paris 1997, 97-98
atribuidos al rey por medio de los sacerdotes a la divinidad solar Samas y al dios de la tempestad Adad
(Cfr.W.G: Lambert, art. cit., 85-87-88), sobre los movimientos de la tropa que el soberano, general supremo del
ejército, debe introducir en el campo, en la posibilidad de lograr éxito en un asalto y un ataque a una fortaleza y
sobre la maléfica intención del adversario. Casi todos los pedidos empezaban con una canónica oración a Samas,
la divinidad de la justicia que ve al dios sobre y más allá de la posibilidad humana: “Samás, great lord, give (me)
(firm) positive answer to what I am asking to you” )Cfr. I. Starr, op. Cit., 244 251).
51
Sobre la necesidad de la violencia en el cumplimiento adecuado de los ritos sacrificiales, cfr. R. Girard, La
violenza e il sacro, Milano 2000, 53 (trad.it. di La violence et le sacré, Paris 1972.
52
Cfr. R. Girard, op. Cit. (a n 51), 148: “Un poco de violencia real persiste en el rito; cierto, necesita que el
sacrificio fascine un poco porque conserva su eficacia, pero esencialmente esto está orientado hacia el orden y la
paz. Incluso los ritos más violentos apuntan a expulsar la violencia. […]El rito es violento, cierto, pero es una
violencia menor en resguardo de una violencia peor”.
53
Cfr. J. Westenholz, art. cit. (a n. 12), 104.
54
Cfr. P. Mtthiae, op. Cit. (a n 4), figg. 2.7, 9.20; U. Magen op. Cit. (a n 1), 29-36, 65-69; por cuanto involucra
la decoración y la disposición de las losas respecto al tema de la caza en la Sala del trono B de Assurnasirpal II,
J. Westenholz ha justamente hablado di “pictorial equation between the enemies and the animals” (cfr., J.
Westenholz, art. cit. [a n 12], 114).

18
del reciente vencido soberano elamita Teumman55. De todos modos es un ejemplo bastante
representativo dado que la misma cabeza del rey Teumman es representada al visitante
colgada de un árbol del jardín de Nínive, donde el rey y la reina están tranquilamente sentados
en un banquete (fig. 11) el rey enemigo abatido y muerto sobre el campo de batalla, ha sido
decapitado 56, inmediatamente después el[68] [69] ritoviolento ha pasado de un estado de
maldad activa a uno de inocua inactividad, y su cabeza pudo entonces ser admitida en la
estancia privada del rey a modo de perpetuar al infinito la victoria de Asssurbanipal57.

La muerte de los adversarios adquiere así una doble validez: por una parte el enemigo es
muerto durante el combate sobre el campo de batalla, por otra primero es abatido y vencido y
seguidamente violentamente anulado por medio de la decapitación. La colección de las

Fig. 10ª.- Losa 9 de la Sala I del Palacio


Norte de Assurbanipal en Nínive, París,
Musée du Louvre, AO. 19914 (de R:D:Barnett,
Sculptures from the North Palace of
Assurbanipal at Niniveh (668-627 B. C. ),
London 1976, pl XXV).

55
Cfr. A. Paterson, Assyrian Sculptures – Palace of Sinacherib, The Hague 1915, pl. 110; J. E. Reade, More
Drawings of Ashurbanipal Sculptures, in Irak 26, 1964, 6-7; Id., Elam and Elamites in Assyrian Sculpture, in
Arch. Mitt. Irán 9, 1976, 100-101; it. Art. cit.( an 39), 97; u. Magen, op. Cit. (a n 12), 65-69, taf. 13.6; E.
Weissert, Roya Hunt y Royal Triumph in a Prism Fragment of Ashurbanipal (82-5-22,2), in S. Parpola-R.M.
Whiting (edd), op. (a n 14), 349-350).
56
La sucesión de los eventos referidos a la muerte y decapitación de Teumman está claramente representada
sobre la losa de la Sala XXXIII del Palacio Sud Oeste con la aposición en más de un pequeño subtítulo que
registran la acción por escrito. (cfr. R. D. Barnett – E: Bleibtru – G. Turner, Sculptures from the Southwest
Palace of Sennacherib at Niniveh, London 1998, pls. 293; J. M. Russell. Op. Cit. (a n 39), 168-172.
57
Cfr. Scarduelli, art. cit. (a n 42), 182-183.

19
Fig. 10b Dibujo de la losa 9 de la Sala I del Palacio
Norte de Assurbanipal en N´nive Or. Dr. V, (de R. D: Barnett, op. Cit [a fig. 10ª], pl. XXVI

Fig. 11.- Lastre B_C de la Sala S´del Palacio Norte de Assurbanipal en Nínive, London, The British Museum, WA. 124920
de P. Mathiae, op. Cit [a n 4], fig. 9. 16)

cabezas cortadas representa entonces tanto el monumento del triunfo personal del soberano
coleccionándolas y apilándolas junto al resto del botín depredado, como el acto violento con

20
el cuál se elimina totalmente la presencia extranjera del enemigo del nuevo territorio anexo al
poder de Asiria: los soldados del ejército asirio se apropian físicamente de una parte del
enemigo que servirá al soberano para oficializar el rito de su victoria y fijar su superioridad,
ya decididapor el éxito del enfrentamiento58 y a priori de las cualidades superiores que lo
caracterizan.59

CONCLUSIÓN

La propaganda imperial ha creado un lenguaje estereotipado sobre la figura del enemigo que
delinea claramente, de una parte, la visión y la consideración de la alteridad según la óptica
asiria y, de otra parte la función de estos elementos extranjeros en la organización del cosmos
y del poder asirio.

En el primer caso, el enemigo nos es constantemente presentado como un antagonista inferior


con caracteres animales que se contrapone de manera asimétrica con el protagonismo del
soberano asirio y de su ejército. La descripción precisa de todas sus cualidades negativas y
malvadas no hacemásque exaltar, implícitamente, las características justas del rey asirio.

La maldad demoníaca, innata del adversario, empuja al rey asirio a defenderse a sí mismo y al
reino ordenado que él rige y regula según los dictámenes divinos: la organización continua de
la guerra, tendiente a la expansión de los confines de vez en cuando marcada por una nueva
estela con la imagen del soberano que señala el nuevo límite alcanzado 60, tiene por objetivo el
propósito de eliminar, anular, o al menos disminuir, la presencia desestabilizante del enemigo.
Ellos son abatidos y [70] vencidos, reconducidos al orden, asimilados y acercados al centro –
contrapuesto a la periferia – o inexorablemente muertos para erradicar físicamente su acción
caótica.

Todas las imágenes cuidadosamente presentadas sobre el relieve parietal reclaman con
precisión esta ideología de fondo: por este motivo, las escenas de asalto, de enfrentamiento
directo sobre el campo, de la deportación y de la ejecución sirven de modelo ejemplar de la
consideración y del tratamiento asirio a los enemigos para los visitantes que son admitidos a
la audiencia del rey en su residencia personal. El uso de la violencia está justificado por esta
motivación: la máquina bélica guiada por el rey se debe mostrar inamovible, inatacable y así
invencible.
58
En realidad como el enfrentamiento ya está decidido a priori (guerra como ordalía): el apoyo de la divinidad
hace al ejército de uno superior al ejército del otro dando vida a un enfrentamiento asimétrico donde uno de los
dos contendientes está favorecido desde el comienzo. (cfr. B. Pongratz-Leisten, Herrschaftswissen in
Mesopotamien Formern der Kommunikation zwischen Gott and König im 2.und J. Jahrtausend v. Chr. [= SAAS
10], Helsinki 1999). El soberano asirio enviado de los dioses, tiene entonces de su parte la razón, y por tanto la
victoria que, sin embargo, no podrá ser cierta sino después de la batalla que separará claramente la categoría del
vencedor y del vencido. Lo querefrenda de manera definitiva y absoluta la victoria del rey asirio son las
representaciones de las deportaciones de los simulacros divinos de los adversarios que consagran físicamente el
abandono. (cfr. M. Liverani, op. Cit. [2 n 47], 131-140; S. W. Holloway, op. Cit. [a n 16], 194-196, e la Tabella
3 a la página 123-144; R. D. Barnett – E. Bleitru – G. Turner, op. Cit [a n 56), pls. 380-381, 451-453).
59
Cfr. M. Liverani, art. cit. (a n.5), 310; Id., op.cit. (a n 47), 114.
60
Cfr. J. Börker – Klän, Altorientalische Bildstelen und vergleichbare Felsreliefs (=Baghdader Forscungen 4),
Maiz am Rhein 1982, 54-60.

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En este su trabajo de conquista y de reorganización cósmica del universo, el soberano
sustituye a la divinidad, en cuyo nombre él inclusoactúa y vence: después de la fundación de
un cosmos ordenado implementado por la acción del dios contra los seres malvados y
demoníacos, es ahora el rey que actúa, con la fiereza, para completar la obra creadora
debiéndose siempre enfrentar con entidades inferiores a él, pero cargado de cualidades
contrarias y hostiles.

Los escultores y los escribas de la corte han deliberadamente creado un mensaje alusivo a los
mitos, en particular al mito cosmogónico del Enuma Elis61: la acción fundadora del dios
Marduk62 es ahora personificada por el soberano asirio que anexó a su microcosmos porciones
caóticas del universo extirpándole primero la negatividad enemiga.

La anulacióndel enemigo por medio de gestos violentos que agregan muerte a la muerte,
como la decapitación, funda ritualmente la obra del rey: la violencia deviene fundamento y
remedio para expulsar una violencia mayor, reconocida en la figura de los adversarios y en su
cualidad demoníaca.

Como el dios Marduk, después de haber vencido el enfrentamiento épico con la fuerza del
mal, representada por Tiamat, desmiembra el cuerpo de esta criatura utilizando las partes para
componer y forjar el universo, privado de cada elemento caótico, así el soberano, después de
salir victorioso en la batalla con los “demonios diabólicos”63, se apropia de partes del enemigo
muerto y los emplea: la cabeza, a través de ritos apropiados, centrado en sí todas las
cualidades malvadas contribuyendo a develar el caos y a fundar un universo justamente
ordenado.64

61
Cfr V. Haas, art. cit (a n 46), 44; E. Weissert, art. cit. (a n 12), 191-202; W. G. Lambert, The assyrian
Recension of Enüma Elis in H. Waetzoldt – H. Hauptmann (edd), op. Cit. (a n 9), 77-79.
62
Sobre el culto y la presencia del dios Marduk en el ámbito asirio, y sobre la asirización de la Epopeya de la
Creación, donde el héroe divino protagonista y el dios nacional Asur, véase: W. Sommerfeld, Der Aufstiege
Marduks, Die Stellung Marduks in der Babylonischen Religion des Zwischen Jahrtausends v. Chr. (0alter Orient
und Altes Testament 213), Neurkirchen- Vluyn 1982, 193-195; B. N. Porter Images, Power, Politics. Figurative
Aspects of Easrhaddon´s Baylonian, Philadelphia 1993, 137-148; Id., What teh Assyrians Thought the
Babylonians Thought about a relative Status of Nabú and Marduk in the late Assyrian Period, in S. Parpola – R.
M. Whiting (edd.), op. Cit. (a n 14), 253-260; E. Weissert, art. cit. (a n 12), 194-195; G. Frame, My Neighbour´s
God: Assur in Babylonia and Marduk in Assyria, in Bulletin of the Canadian Society of Mesopotamian Studies
34, 1999, 8-9, 13, 19-20; S. W. Holloway, op. Cit. (a n. 16), 76.
63
Cfr. E. Weissert, art. cit. (a n. 12): “galle lemnüti”, 197
64
Cfr. P. Scarduelli, art. cit. (a n. 42), 183-184.

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