Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
1. ANTECEDENTES
2. LAS CIUDADES
3. EL IMPERIO AGADE
4. LA III DINASTÍA DE UR
INTRODUCCIÓN
El período comprendido entre el final de Ur III y la caída de la primera dinastía d e Babilonia recibe
comúnmente el nombre de paleobabilónico. En realidad se trata de una denominación lingüística, con la que se
designa la modalidad de acadio que se desarrolló por esa época en la Baja Mesopotamia. En el norte, por el
contrario, los primeros documentos en dialecto asirio pertenecen también a este período (paleoasirio). El acadio
no era la única lengua que se escribía: al igual que en el período anterior, siguieron redactándose muchísimos
documentos en sumerio. Evidentemente la situación en las escuelas y en el seno de las familias seguía subrayando
el valor cultural que tenía el saber leer y escribir en sumerio.
El sistema político dominante en esta época es el de una multitud de ciudades- estado independientes que
forman alianzas, intentan atraer a su órbita a otras más pequeñas, y compiten entre sí por la hegemonía. Algunos
de esos estados surgen como entidades ya bastante grandes y poderosas, como por ejemplo, Eshnununa, Mari,
Isin, Larsa y Babilonia. El modelo político que varias de ellas pretendían emular era el de Agade y Ur III.
Por ahora no es posible ofrecer una historia política coherente de este período. Los archivos existentes nos
permiten atisbar un sistema de centros de poder en constante cambio dentro de Mesopotamia.
Ascensión de Babilonia
Existen algunas dificultades a la hora de rastrear la ascensión de la primera dinastía de Babilonia, que dio
comienzo con Sumuabun en 1894 y todavía seguía en tiempos del padre de Hammurabi.
El núcleo político del reino de Hammurabi prácticamente no nos ha proporcionado ningún material. Pero la
expansión propiciada por los reyes del estado hasta entonces insignificante de Babilonia fue bastante limitada antes
de Hamurabi: cuando éste subió al trono Babilonia controlaba Dilbat, Sippar, Kish y Borsippa, ciudades todas
situadas en sus inmediaciones.
El propio Hamurabi no era al principio más que uno de los numerosos reyes que seguían a otro señor más
fuerte. Su expansión política no puede datar de antes del trigésimo año de su reinado, pero a partir de ese momento
su poderío se extendió rápidamente. En poco tiempo, las principales ciudades de la Baja Mesopotamia pasaron a
manos de Hamurabi. Luego se apoderó también en 1761 de Eshnuna, así como Asiria y con su red comercial y parte
de la región de los Zagros. En 1760 esta serie de rápidas y grandes conquistas se vio coronada con la captura de
Mari. Esta circunstancia supuso el fin de Mari como centro político de primera magnitud y permitió a Hamurabi
extender su poderío por el oeste a lo largo del Éufrates.
Para 1755 Hamurabi era ya el único señor, directo e indiscutible, de un enorme territorio que podría
compararse fácilmente con el del imperio de Ur III, y controlaba las rutas a través de las cuales llegaban a
Mesopotamia numerosos artículos y materiales preciosos a la vez que esenciales.
El rey, el país y los súbditos
Los materiales procedentes de la época de Hamurabi y, en menor grado, los de los reinados de sus sucesores
nos permiten atisbar hasta cierto punto cuál era la estructura social de Mesopotamia y qué vínculos mantenía el
pueblo con el rey. Los funcionarios y servidores reales recibían parcelas como parte de sus emolumentos, mientras
que a militares de diversa graduación se les entregaban haciendas que comportaban la obligación de cumplir con
ciertos deberes exigidos por el gobierno. El término con el que se dirigían a este complejo de obligaciones es
“ilkum”, y entre ellas estaba desde luego el servicio militar, aunque no era la única. Este tipo de concesiones de
tierras eran estrechamente vigiladas: existían normas muy estrictas que regulaban su transmisión a los herederos y
restringían su venta. Este sistema no debería considerarse una característica propia del reinado de Hamurabi ni de
sus dinastías; se trataría más bien de un rasgo constante de la vida de Mesopotamia que simplemente esta mejor
atestiguado en esta época. La promulgación de leyes se encuentra atestiguada en épocas anteriores y en otros
lugares.
Hamurabi es célebre sobre todo por su código copiado en una gran estela de piedra. Resulta difícil saber que
tipo de edicto real representa el código de Hamurabi. La colección de leyes y prescripciones que contiene es una
muestra bastante ecléctica, y los precios que recomienda poner a los diversos productos parecen un tanto
idealizados, sin que guarden apenas relación con los reales. Además se ah señalado que en los documentos jurídicos
conservados son muy escasas las alusiones que pudieran hacer referencia al código. Estas consideraciones han
llevado a una teoría muy influyente según la cual el código debería considerarse en ejemplo de autoalabanza real,
mediante el cual el soberano, al final de su reinado, daba cuenta a los dioses de sus hazañas. Semejante teoría
reduciría el famoso código a una elaborada manifestación de la ideología monárquica, que no habría afectado a la
vida de los súbditos de Hamurabi de un modo demasiado tangible. Aunque es indudable que desempeñó ese papel,
no está excluida necesariamente la posibilidad de que tuviera una función más práctica.
Al margen de lo que cada uno quiera pensar respecto de la función del código, es indudable que nos ofrece
una enorme cantidad de información sobre muchos aspectos de la sociedad paleobabilónica.
Decadencia de Babilonia
Suele afirmarse que el reino de Hamurabi se vino abajo casi inmediatamente después de su muerte, y que
sus logros fueron tan efímeros como los de Shamshi-Adad I. En realidad es una exageración. Es cierto que sus
sucesores no mantuvieron el control de todas las regiones conquistadas por él, y que la zona de Mari se perdió para
Babilonia veinte años después de su muerte. Del mismo modo, los disturbios desencadenados al sur, entre ellos la
sublevación de Larsa, acabaron finalmente con la pérdida del control directo del lucrativo comercial del Golfo y de
algunas de las comarcas más ricas del extremo sur. Así pues, es innegable que la extensión del reino gobernado por
los descendientes de Hamurabi se redujo con el paso del tiempo, pero el proceso fue bastante paulatino y el reino
de Babilonia siguió siendo una entidad política bastante importante.