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EDUCACIÓN, ÉTICA Y CIUDADAN ÍA

de las personas las ha de conducir a la felicidad, en lo que respecta a la finalidad


del saber ético de las organizaciones no tendría sentido obsesionarse con la idea
de que su finalidad sea la felicidad, ya que felices son las personas y no los
colectivos. Afirma que una institución que promueve la felicidad de sus miembros
(por ejemplo, a través de la satisfacción de la labor bien hecha y del trabajo en
condiciones favorables) puede ser —no es indispensable— una organización feliz.
La felicidad también es un objetivo colectivo, aunque no ha de convertirse en una
enajenación colectiva.

Vuelve a citar a CORTINA (1996):

«Las instituciones y las


organizaciones tienen la
responsabilidad social
innegable, no solamente
porque sus acciones
repercuten en la sociedad,
sino también porque los
fines que persiguen son
sociales».

En la escuela o la institución educativa, el análisis desde la responsabilidad social


es claro, pero puede llevar el paradigma de persona moral a la inexistencia si
únicamente se valora las acciones de los centros como necesarias para la
satisfacción de las responsabilidades que la sociedad le ha asignado. En este
sentido, CORTINA (1996) expone:

«La finalidad de las


organizaciones es sin duda una
finalidad social, ya que toda
organización se crea para
proporcionar a la sociedad unos
bienes, en virtud de los cuales
queda legítima su existencia
frente a la sociedad. [...] A
diferencia de las personas, cuyas
existencias no tienen ninguna
necesidad de legitimación, las
organizaciones tienen que
proporcionar unos bienes a la
sociedad para ser aceptadas por
ellas».

Las organizaciones, para CORTINA, se deben a sus fines sociales. Y como


organizaciones —los que las forman— tienen que trabajar para estos fines, no
para otros. Las escuelas han de trabajar para la educación y los hospitales para

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curar gente, por ejemplo. En este marco es evidente que la ética se convierte en
saber práctico, es decir, un saber que orienta la acción. Y la ética de la
organización se convierte en el saber hacer organizativo que conduce a la
consecución de los fines sociales de la organización15.

Esta visión, a nuestro entender, sitúa la ética de las organizaciones en el


paradigma de la acción, no de la reflexión. Sin embargo, una acción que se
alimenta de la reflexión es probable que cumpla sus finalidades, pero no
necesariamente camine a ser mejor, es decir a su excelencia. Creemos que hay
que cuidad el accionar, pero también debemos cultivar la reflexión del accionar y
sobre el accionar. Por ello, situar la ética en el paradigma solo de las acciones la
enmarca en el análisis de las decisiones, de las actuaciones morales, negando la
posibilidad de mejora reflexiva de la organización. En este sentido, diferenciamos
la ética como componente de las organizaciones de la ética en las organizaciones.
La diferencia de preposición, en el primer supuesto, sitúa la ética como
componente de la organización y, por lo tanto, en el ámbito de sus finalidades;
mientras que en el segundo paradigma facilita la comprensión global y reflexiva
de las organizaciones, en tanto que la ética en las organizaciones incluye la ética
de las organizaciones.

Podemos observar en la siguiente tabla la diferencia entre ética de las


organizaciones y ética en las organizaciones según su objeto y según la visión de
la ética.

Objeto de análisis Visión de la ética

Fines sociales de la
Ética de las organizaciones Saber orientado a la acción
organización
Comportamiento de la
Saber orientado a la reflexión,
Ética en las organizaciones organización en sí misma y en
la acción y el aprendizaje
su misión o fines

Las organizaciones como colectivos humanos han de establecer mecanismos de


reflexión ética fundamentados en acciones. Del mismo modo que las personas
avanzan a partir de las reflexiones sobre nuestras acciones, los colectivos también
pueden hacerlo. Situar la ética en las organizaciones, en la respuesta a través de
la actuación a las finalidades marcadas por la sociedad, limita su dinámica y
condiciona su potencial de mejora. Situar la ética en las organizaciones en la
reflexión sobre la actuación y sobre los fines mismos, potencia las dinámicas de
aprendizaje y de mejora. Este es el marco en el que fundamentamos la gestión

15
Ibidem.

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ética de las organizaciones, en la gestión reflexiva, a partir de los valores guía


del colectivo sobre la acción y sobre las finalidades propias de la organización16.

16
Ibídem.

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