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adolescentes de preparatoria
En marzo del 2020 la humanidad se vio inmersa en un escenario para el cual no nos
encontrábamos preparados: la declaración de una pandemia. Lo que creíamos que sería un
breve descanso de un mes se convirtió en un confinamiento que parecía no tener un pronto
final. Observamos expectantes, desde nuestros hogares, como ciudades enteras en el planeta
se iban quedando vacías. Las calles, que antes eran un hervidero de gente, llenas de sonido y
colores, se trasformaron en una especie de locación vista solamente en las películas futuristas
post-apocalípticas. Sin embargo, no se trataba de un escenario fílmico; era la realidad, nuestra
realidad. Los comercios, los centros comerciales, los lugares de entretenimiento y, por
supuesto, las escuelas se vieron afectados al grado de cerrarse con la finalidad de contener los
contagios y evitar así una saturación en los sistemas de salud pública.
Este espacio educativo físico, la escuela, tiene una gran influencia en el desarrollo de los
niños, las niñas y los adolescentes. Es bien sabido que es en este entorno en el cual se tienen
lugar los primeros vínculos con la sociedad; este espacio brinda un entorno en el cual se da el
proceso de socialización ya que permite una interacción continua entre pares y docentes-
alumnos.
De acuerdo con Sierra et al (2003) podemos entener que “la ansiedad alude a un estado
de agitación e inquietud desagradable caracterizado por la anticipación del peligro, el
predominio de síntomas psíquicos y la sensación de catástrofe o de peligro inminente, es decir,
la combinación entre síntomas cognitivos y fisiológicos, manifestando una reacción de
sobresalto, donde el individuo trata de buscar una solución al peligro, por lo que el fenómeno es
percibido con total nitidez.”
Entonces los alumnos reportan sentir una incertidumbre acerca del futuro, en muchos
ámbitos importantes de su vida: incertidumbre acerca de la modalidad de las clases,
incertidumbre acerca de los procesos escolares, cómo se darán y bajo qué circunstancias; así
mismo expresan sus temores sobre qué sucedería si se llegasen a contagiar, qué implicaciones
tendría este suceso tanto en sus estudios, como en su familia y su cuerpo. Ellos “saben que
están en un peligro real e inminente” y por esta razón se sienten intranquilos a la expectativa
de lo que pudiera suceder.
Por otro lado tenemos el concepto de angustia como una emoción compleja, difusa y
displacentera, presentando una serie de síntomas físicos que inmovilizan al individuo, limitando
su capacidad de reacción y su voluntariedad de actuación; para que ocurra ésta, es necesaria la
interacción entre distintos factores de tipo biológico, psicológico y social (Sierra et al, 2003).
Tanto la ansiedad como la angustia tienen una base psicofisiológico, ambos estados
comparten un sustrato de origen similar; sin embargo las diferencias sútiles ya expuestas nos
permiten clarificarlos, es por eso que muchas ocasiones los alumnos al reportar sus sensaciones
no distinguen uno de otro, esto no quiere decir que lo reportan experimentar no sea válido; al
contrario, ambos escenarios ya sea que se presenten en conjunto o de forma aislada una de
otra son inherentes a la naturaleza humana, como lo mencionan varios teóricos y estudiosos de
la psique humana. Más aún, estos estados son más fáciles de experimentar en medio de una
pandemia que ha venido a trastornar los mecanismos de funcionamiento de la sociedad a los
cuales estábamos habituados.
También tenemos otro concepto, uno de los más conocidos y al cual absolutamente
nadie escapa en este siglo. Hablamos del concepto del estrés. Se trata de un proceso adaptativo
y de emergencia, siendo imprescindible para la supervivencia de la persona; éste no se
considera una emoción en sí mismo, sino que es el agente generador de las emociones. En todo
caso, el estrés es una relación entre la persona y el ambiente, en la que el sujeto percibe en qué
medida las demandas ambientales constituyen un peligro para su bienestar, si exceden o
igualan sus recursos para enfrentarse a ellas (Lazarus y Folkman, 1984).
Como había hecho hincapié la OMS, era muy probable que en este contexto pandémico
las personas experimentaran más episodios de estrés y ansiedad, los estudiantes de Nivel
Medio Superior también fueron víctimas de dichos estados. Los alumnos reportaban sentirse
“estresados” de primera mano por la situación familiar. El sistema familiar sufrió los envites de
la pandemia de COVID-19, muchos padres y madres de familia perdieron sus empleos o sus
salarios sufrieron un baja significativa por lo cual era bastante complejo satisfacer las demandas
básicas de la familia y por lo tanto el procurar de una educación a distancia, modelo que se
empezó a implementar después de que se considerase inviable un retorno seguro a aulas en el
verano del 2020, se tornó en una necesidad bastante difícil de proveer.
Por otro lado nos encontramos también con las demandas escolares: el primero era
poseer un ordenador o un teléfono para poder acceder a los contenidos; en cierto punto de la
pandemia esto se convirtió en un imperativo para continuar la educación a distancia, muchos
alumnos no poseían de éstas herramientas siquiera. La falta de acceso al servicio de internet
fue otra gran fuente de estrés, los alumnos no contaban con internet en sus casas, por lo cual
no podían conectarse a sus clases en línea, acceder a sus plataformas para la entrega de tareas
o de exámenes y esto degeneraba en un bajo rendimiento en sus actividades escolares. Ante
esta situación se cernía el fantasma de la reprobación y la deserción escolar que también
estresaba a los alumnos ya de por sí enfrentados a un estado de estrés.
Otro aspecto que causaba estrés en los estudiantes era el tema de los contagios por
COVID-19. Muchos alumnos se vieron afectados directamente por la enfermedad, en sus
familias como en sí mismos. Este hecho afectó significativamente sus vidas: varios de ellos
perdieron familiares cercanos, amigos, seres queridos debido a la COVID.
Partiendo de éstas necesidades, era indispensable trazar un plan de acción para que
ayudar al alumnado a atravesar éstas situaciones propiciando un estado de bienestar no
solamente físico sino social y mental, como la OMS nos define el concepto de salud. Por esto
motivo se propusieron algunas estrategias basadas en la respiración y en la imaginería mental.
El primer paso consistía en proveer a los docentes de dichas estrategias para poder
replicarlas o adaptarlas con sus alumnos bajo las circunstancias en las cuales se encontraran, ya
sea un escenario de clases virtuales o presenciales en caso de alguna crisis. Entonces se optó
por capacitar a los docentes para poder brindar este soporte a los alumnos cuando llegasen a
requerirlo, esto debido a que los docentes de educación en el nivel Medio Superior tienden a
poseer formaciones diversas y no todos se encuentran familiarizados con dichas técnicas y
herramientas más propias de la profesión psiquiátrica y psicológica.
Antes de comentar algunas de esas técnicas vamos a hablar un poquito más acerca de la
imaginería mental. La imaginería mental es un término que hace referencia a las
representaciones mentales que dan la experiencia de percepción sin la presencia de un
estímulo sensorial aferente, por lo cual podemos considerarlo un fenómeno subjetivo.
Bajo esta premisa tenemos nuestra primera técnica, una de las más interesantes:
El barquito
La técnica del barquito consiste en hacer que los alumnos – o alumno – cierre sus ojos,
mientras cierra sus ojos se les instruye en una ritmo de respiración apacible (4x4) y cuando el
alumno se encuentre relajado se imagine en un barquito. Este barquito se encuentra en medio
del mar, va navegando en un día soleado, muy apacible con el mar azul en completa
tranquilidad. Así va navegando el barquito y de repente el cielo comienza a nublarse, el sol de
oculta y de pronto el mar empieza a embravecer. Las olas se encrespan, las aguas se vuelven
turbias y oscuras. Entonces el barquito se mece entre las violentas aguas y una tormenta
empieza a caer, el barquito se bambolea en medio de las olas y el alumno está dentro del
barquito. Entonces el alumno debe de hacer todo lo posible para que el barquito no naufrague
y llegue sano y salvo a la orilla. Mientras se desarrolla esta imagen se le mencionan al alumno
frases positivas que reafirmen su capacidad para llegar a la otra orilla y al final se les pide que
imaginen que van llegando a tierra firme, la tormenta empieza a amainar y terminar por llegar.
Se les pide que vuelvan a hacer el ejercicio de respiración 4x4 y que vayan abriendo los ojos
poco a poco, sintiendo una calma y tranquilidad que no sabían que eran capaces de sentir
minutos antes.
Mindfulness
4. Adopta una actitud no crítica, sin juzgar, viviendo el presente. No combatas los
pensamientos que surjan, vuelve tu atención al objeto interno o externo
Meditación
Para meditar simplemente siéntate derecho en un asiento cómodo, cierra los ojos y
céntrate en decir -en alto o para ti- una frase o mantra como “estoy tranquilo”, “me quiero a mi
mismo” o “estoy en paz”. También puedes poner una mano en tu estómago para sincronizar la
respiración con las frases. Si tienes cualquier pensamiento, deja que se vaya solo, no lo intentes
eliminar. Otra forma es escuchar a tu propia respiración mientras repites el mantra. Una parte
importante de la meditación es la respiración profunda desde el abdomen; tomar una buena
cantidad de aire en tus pulmones. Normalmente, una persona estresada respirará solo con la
parte superior de los pulmones, sin embargo, si el oxígeno llega a la parte inferior (respiración
abdominal) recibirás más oxígeno y te sentirás más relajado y menos tenso. Paso a paso:
1. Siéntate derecho en una silla cómoda, poniendo una mano en tu estómago y otra en
tu pecho
2. Respira por la nariz mientras durante 4 segundos lentamente, de forma que la mano
de tu estómago se eleve y la mano en tu pecho se eleve muy poco
4. Exhala el aire por la boca durante 4 segundos lentamente, expulsando todo el aire
que puedas, mientras contraes el abdomen
5. Los segundos que te comento son una propuesta, haz modificaciones hasta que te
sientas totalmente cómodo. La práctica es la clave
2. Cierra los ojos e imagínate en un lugar tranquilo tan vívidamente como puedas.
3. Siente que estas en ese lugar con todos tus sentidos: vista, tacto, olfato, oído y gusto.
4. Camina por el lugar, sintiendo las sensaciones; los colores, texturas, olor, sonido…
5. Pasa tiempo sintiendo cada sentido: primero lo que ves, luego lo que estas tocando,
luego lo que oyes…
6. Por ejemplo: mira el mar y como rompen las olas, escucha los pájaros, siente el viento
o la arena, huele las flores…
Técnica PARAR
Técnica MAPA
El MAPA es una herramienta que nos permite regular nuestros estados emocionales a
través de un análisis de un proceso emocional; presenta cuatro frases interconectadas y cuatro
estrategias para llegar al resultado al cual queremos llegar.
Mundo
Atención Pensamiento Acción
Situación
Este programa contiene lecciones en las cuales se ponen en práctica estas habilidades
que apuestan por el bienestar integral del adolescente y se basan en la psicología, por lo cual
tienen un sustento teórico. Debido a la etapa de desarrollo en que se encuentran los
estudiantes de bachillerato se les ofrecen estrategias que pueden poner en práctica para llegar
a la regulación emocional y que pueden utilizar en diversos contextos.
Los adolescentes están viviendo en tiempos atípicos lo cual deviene en situaciones que
no se presentaban antes en los y las estudiantes, entonces nuestros esfuerzo debería ponerse
al servicio de las necesidades de nuestros alumnos promoviendo la importancia de cuidar la
salud mental y concientizar en la importancia que tiene la búsqueda de ayuda profesional.