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El tapaboca o 

mascarilla o cubre boca o nariz tiene como finalidad evitar que una persona
portadora o sintomática nos contagie el virus a través de las fosas nasales o vía oral, 

El uso de la mascarilla no es recomendable para personas que no puedan quitársela sin


ayuda, como los bebés y los niños pequeños o las personas que tienen dificultades para
respirar. Esta recomendación se basa en cuestiones de seguridad infantil”. 

las mascarillas pueden dificultar la respiración porque los pequeños tienen pasos de aire estrechos”,
aseguró la entidad. “Detengamos el uso de tapabocas en niños menores de 2 años”, sugirió.
 Las vías respiratorias de estos niños son pequeñas, por lo que al colocar una mascarilla
hacen mayor esfuerzo para inhalar oxigeno, por lo que pueden presentar una
hipoxia (baja concentración de oxígeno en la sangre).
Es muy difícil que los niños menores de 2 años puedan mantener una mascarilla o
tapaboca en su cara, por lo que se la estarán quitando y colocándosela, lo que puede
conllevar a un fácil contagio del virus.

Entonces, si los bebés menores a 2 años no pueden usar mascarilla,


¿cómo podemos reducir el riesgo de que se contagien de covid-19? Aquí
van algunas recomendaciones:

- Mantenerse en casa el mayor tiempo posible. En realidad, el lugar más seguro


para ellos en estos momentos es el hogar.

[Leer +: Juegos para e |ntretener a los niños en casa]

- Si deben salir por alguna razón de peso, por ejemplo, consulta con el pediatra o
la colocación de vacunas, deben ser llevados de la mano bajo observación
estricta de los padres, cumpliendo el distanciamiento social con las demás
personas, aplicándole gel antibacteriano o alcohol frecuente en sus manos y si van
en coche cubrirlos con un protector de plástico.
¿Es malo dejar llorar al
bebé?
Debemos tener en cuenta que un bebé recién nacido, tiene una necesidad mucho mayor de estar
en los brazos de su madre. Esto es a causa de que para el bebé, físicamente, la madre le ofrece
su mayor estado de seguridad, ya que le permite conocer el entorno sin tomar riesgos e
interpretarlo.

Este proceso de adaptarse al entorno y conocerlo, se llama proceso de exterogestación. El


peque que acaba de nacer, depende de la madre para desarrollar sus habilidades que
posteriormente le permitirán ser autónomo. Entonces, este proceso se realiza a través del
contacto físico madre e hijo.

La crianza con apego de Carlos González

Diametralmente opuesta, encontramos la teoría del pediatra Carlos González, que defiende que
los niños que duermen con sus padres, tienen y tendrán menos problemas. Argumenta que el
llanto del bebé es cosa de instinto, el mismo de hace miles de años, como respuesta a los peligros
del entorno.

No se trata entonces de insomnio o malos hábitos, sino de una repuesta


totalmente natural en los primeros años. Por tanto, cuando los padres
acuden al niño que está llorando, le permite desarrollar su confianza. En
cambio, si no se acude, el niño entiende que sus problemas no son
importantes y se convierte en más dependiente
bebé desarrolla un trauma cuando clama por presencia maternal y este no
recibe una respuesta
Cuando los bebés tienen rabietas de llanto, ya sea de día o de noche, si
estas no se atienden, se produce en ellos mucho estrés. Algo normal
porque se sienten desprotegidos y desatendidos.

Hay que tener en cuenta que llorar es su medio de comunicación y que


cuando los niños son muy pequeños tienen la necesidad de que los cojan
en brazos para sentirse seguros. Por eso, dejarles llorar no lleva a ningún
lado y, de hecho, puede ser bastante perjudicial.
Cuando el bebé está expresando claramente una necesidad y los
padres hacen caso omiso, el peque recibe de ellos un mensaje de
indiferencia. Por eso es imprescindible atenderlos. Los niños a esas
edades no van a querer llamar la atención porque sí, es su forma de decir
que necesitan la seguridad de sus padres.

no atender a sus necesidades emocionales, puede hacerles sufrir efectos no


muy buenos para su desarrollo, tales como desconfianza, baja autoestima,
inseguridad e, incluso, ansiedad.
El bebé que crece con ese estrés derivado de la falta de atención, acaba
siendo desconfiado, con algo de vacío interior, con más dificultades para
controlar sus emociones y prefiriendo el aislamiento.

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