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Desde el instante en que llegan al mundo, los bebés están listos para comunicarnos sus
necesidades. A medida que aprendemos y reconocemos lo que necesitan y nos
encargamos de proporcionárselo, les vamos enseñando muchas cosas sobre el mundo que
los rodea. Aunque este proceso bidireccional no se produce de la noche a la mañana, es
uno de los más importantes; quizá el más importante de todos los caminos que recorrerás
con tu hijito.
Está demostrado que los niños que reciben buenos cuidados durante el primer año de vida
desarrollan mejores aptitudes para controlar el estrés, forman relaciones más
saludables, van mejor en sus estudios y tienen más autoestima. En términos generales,
tienen más posibilidades de disfrutar de una vida equilibrada y sentirse realizados.
¿Significa esto que un hijo adoptivo o que tenga un padrastro o madrastra sufre una
desventaja? No. ¿Significa entonces que los padres que trabajan o se divorcian no pueden
dar a sus hijos suficiente atención para que sean adultos felices? ¡De ninguna manera!
Ya seas madre o un padre soltero, abuelo, padre adoptivo o de crianza, un alto ejecutivo o
alguien que busca trabajo, es importante que sepas que puedes apegarte a tu bebé.
¿Quieres que tu bebé sea feliz? ¡Por supuesto que sí! El problema es que muchas veces es
difícil saber trazar límites. ¿Si lo abrazo demasiado, se volverá "pegajoso" o inseguro? ¿Lo
agobiaré con tanto amor? En muchos círculos se considera que hay que dejar llorar a un
bebé para evitar malcriarlo. Sin embargo, cada vez es mayor el número de estudios que
indican algo diferente y nos están haciendo ver las cosas de otra manera. Más que nunca,
los expertos aconsejan ahora que le des a tu hijo todos los cuidados y atenciones que
necesite, sin temor a malcriarlo.
Un bebé busca esa proximidad de la madre a través del llanto, la necesidad de ser acunado,
las sonrisas reflejas, la succión, el balbuceo y el llanto porque necesita ser aceptado y
protegido incondicionalmente. Y eso es la base de la continuidad de la especie humana.
El que el apego sea fuerte, débil o inexistente causará diferencias que durarán toda la vida.
Los bebés que crean un apego saludable y seguro ven a sus padres o cuidadores como una
fuente de consuelo y una plataforma sólida desde la que pueden explorar el mundo y jugar.
Estos bebés echan de menos a sus cuidadores cuando se van y se sienten aliviados cuando
regresan. Gracias a una fuerte base emocional basada en la confianza, se vuelven adultos
seguros, competentes y bondadosos.
Es fácil confundir el apego, que se refiere a la conexión emocional del bebé contigo, con el
vínculo que estableces, como madre, padre o cuidador, con tu hijo. Es decir, los
sentimientos que tú tienes por tu bebé y cómo te relacionas con él.
El apego se produce las primeras semanas después del nacimiento del bebé, mientras que
el vínculo emocional se suele desarrollar durante los dos primeros años de vida. Lee aquí
otras diferencias entre apego y vínculo
Cerca del 35 por ciento de los bebés forman apegos inseguros. En sus tiernas mentes, no
les queda claro si pueden o no contar con sus padres. A menudo, estos niños hacen lo
posible por mantenerse apegados y lo suelen hacer de forma intermitente, buscando la
atención de sus cuidadores unas veces; desistiendo otras.
Tu influencia es decisiva
Muchos científicos opinan que lo que hace que el apego sea o no saludable es la forma en
que los padres responden a los estímulos de apego de sus hijos. Ignorar o rechazar las
necesidades del bebé, o reaccionar a las mismas de manera inconstante tiende a producir
un apego inseguro.
Eso no es lo mismo que decir que un niño debe tener acceso a todo lo que quiere, explica
la psicóloga infantil Kori Skidmore, sino que cuando el bebé expresa una necesidad o
deseo, sus padres deben responder con alguna señal que diga, "sí, te oigo, hijo mío".
Por ejemplo, durante un paseo tienes que pasar al baño a cambiarle el pañal a tu hijito de 6
meses, quien protesta a todo pulmón. En lugar de darte por vencida, le cambias con calma
el pañal a la vez que reconoces la aflicción de tu pequeño, diciendo: "pobrecito mío, tienes
tu pañal muy mojado, ya verás como te sientes mucho mejor cuando te lo cambie, y luego
podemos salir otra vez a jugar". Aunque tus palabras no signifiquen nada para tu bebé, tu
tono de voz le asegura que lo comprendes y entiendes su incomodidad o dolor.
Esta clase de atención tiene especial importancia durante el primer año porque es cuando
más rápidamente se desarrolla el cerebro de tu bebé. En particular el lado derecho del
cerebro, donde se concentran las emociones, se está desarrollando a gran velocidad (este
ritmo de crecimiento disminuye en el segundo año de vida). Aunque los bebés no
recuerdan momentos específicos de estos primeros meses, la base de sus emociones
dependerá de las experiencias vividas.
Por ejemplo, buscarán la ayuda de una persona que les de apoyo y consuelo cuando tengan
que superar situaciones estresantes en el mundo, sobre todo si han tenido una experiencia
afectiva con esa persona anteriormente. Al responder atentamente a sus necesidades y
estar disponible emocionalmente para tu hijo, estarás estableciendo tu vínculo afectivo con
el bebé y reforzando el apego.
De hecho, establecer un apego saludable es un proceso continuo. A medida que los niños
crecen y se sienten más seguros para conectarse con el mundo, sus padres son sus
maestros. Incluso cuando sean adolescentes, seguirán necesitando un lugar donde sentirse
seguros y contar con personas receptivas que los quieran. Los lazos emocionales que se
establecen durante el primer año y se fortalecen a lo largo de la niñez y la adolescencia
ayudarán a tu bebé a transformarse en un adulto feliz y productivo. Y tú también serás una
madre o padre mucho más feliz.
http://espanol.babycenter.com/a15300062/por-qu%C3%A9-es-importante-el-
apego#ixzz2bRRmQr00
5 pasos para un apego saludable
Lo más destacado
Es cierto que cada bebé tiene su propia forma de expresarse, pero muchas de las señales
visuales que utiliza son universales.
Cuando el bebé gira la cabeza hacia el pecho materno o se chupa las manitas, eso
generalmente indica que es hora de amamantarlo, darle el biberón o consolarlo dándole
el chupón. Cuando arquea la espalda, significa que se siente incómodo o irritado por un
exceso de estímulos externos. Si frunce el ceño, podría indicar que hay demasiada luz o
está preocupado.
El llanto, sin embargo, es una de esas señales que podrían indicar muchas cosas diferentes
—y cuando el bebé llora a todo pulmón suele ser muy frustrante para sus padres. Si logras
mantener la calma, verifica mentalmente los posibles significados del desconsuelo de tu
pequeño: "Estoy cansado", "Cámbiame el pañal", "Aliméntame", "No me siento bien,
mami".
Cada vez que interactúas con tu bebé, tienes una nueva oportunidad de fomentar el apego.
Aunque ningún padre logra crear ese vínculo en toda ocasión, el objetivo es establecer un
patrón constante.
Los padres que aceptan y dan validez a las necesidades emocionales de sus niños les
comunican un mensaje muy importante: "Tus sentimientos sí cuentan, te cuidaremos bien
y tendrás una base confiable y segura para empezar a explorar el mundo". Una forma de
dar validez a las emociones de un niño es reconocer verbalmente la incomodidad, la
estimulación o lo que pueda estar sintiendo el niño. Recuerda que tu niño es capaz de
percibir tus intenciones aunque no comprenda tus palabras.
Algunos padres piensan que si cargan demasiado a sus bebés o los tienen constantemente
en brazos los malcriarán. Sin embargo, como el cerebro y el cuerpo de un bebé son todavía
inmaduros, un recién nacido no tiene la capacidad de ser independiente y necesita tus
caricias y tu apoyo.
En las últimas décadas se ha demostrado que los niños que reciben atención positiva,
cálida y constante, y cuidados adecuados a su etapa de desarrollo, tienen ventajas
considerables de por vida en cuanto a su salud física, mental, social y emocional.
Con tanto empeño en entender a tu bebé y responder a sus necesidades, es fácil que te
olvides de las tuyas propias ¡pero son igualmente importantes! Después de dar a luz, puede
que sientas como si un fuerte huracán hubiese pasado por tu cuerpo y es esencial que te
cuides, alimentándote bien, saliendo a pasear y caminando y descansando todo lo que
puedas.
No es raro que con el primer bebé los padres se sientan abrumados por el estrés, la fatiga y
la irritabilidad, y sientan deseos de alejarse de su pareja —y del resto del mundo.
La depresión posparto, la ansiedad y otras alteraciones del humor también son muy
comunes. Todos estos cambios pueden tener un fuerte impacto en la habilidad de crear un
apego saludable con tu bebé.
http://espanol.babycenter.com/a15300059/5-pasos-para-un-apego-
saludable#ixzz2bRRxmOc2
RESPUESTA DE EXPERTO
Manuel Yániz
Psicólogo clínico
Si la mamá no puede estar, pero compensa su ausencia con momentos de afecto cuando
regresa, no tiene por qué haber un mal apego. En general, si la madre da a su bebé
suficientes momentos de calidad afectiva, el niño logra entender que hay separación física,
pero no una pérdida de afecto por parte de la madre.
La palabra clave es calidad de tiempo frente a cantidad. Para crear un vínculo de afecto
válido para el bebé, es más eficaz darle diez besos al día y decirle que lo quieres con una
voz cariñosa, que estar en casa con él todo el día y no prestarle mucha atención porque la
mamá está ocupada con las tareas de la casa o se distrae con vecinas, teléfono,
computadora o televisión -si sumamos todas esas distracciones, más las salidas de
compras- llenamos una jornada laboral.
Como madre trabajadora, es importante entender que ausencia física no quiere decir
ausencia afectiva. Los padres que saben compensar la presencia física, dándoles momentos
intensos de relación emocional, logran impedir que sus bebés perciban su ausencia como
abandono.
Antes de los tres años es bueno intentar reducir las horas de ausencia o distribuirlas lo
mejor posible para poder compartir con el niño momentos importantes para ambos. Por
ejemplo, las rutinas nocturnas, que son momentos ideales para el apego: cena, un baño,
leerle un cuento, arrullos... etc. Si te resulta imposible porque el trabajo es nocturno, hay
que intentar elegir un buen cuidador para impedir que se pierdan esos momentos de
apego valiosos.
Los recién nacidos identifican a la madre como cuidadora, no la identifican como madre
hasta los tres años de edad. Para un recién nacido, todos los que lo alimentan son mamás,
por eso es importante que sus cuidadores respondan a los intentos de apego del bebé,
sobre todo en ausencia de la madre.
También es importante mantener las oportunidades de apego cuando los niños son
mayorcitos. Si la madre llega del trabajo cansada, deberá hacer un esfuerzo y guardar algo
de energía para dar tiempo de calidad a sus hijos. Si su hijo le pide atención y la madre está
al teléfono o en la tele, o se ocupa en otras cosas, se pierden momentos preciosos.
Por último, si es necesario que cuiden al niño fuera de casa, es recomendable elegir una
guardería donde entiendan las necesidades del bebé (cuidados, desarrollo y sentimientos),
según su edad. Y lleva al bebé para que se familiarice con el centro y que el personal de la
guardería lo conozca a él.
Lo más destacado
Parte del contenido de este artículo ha sido proporcionado por Early Moments Matter (Los
primeros momentos sí cuentan), una campaña para garantizar a cada niño las mejores
oportunidades de alcanzar el bienestar emocional. Descubre cómo recibir los materiales de
Early Moments Matter y proporcionarle un juego adicional a una familia necesitada.
Los bebés que disfrutan de un apego sano con sus pades o cuidadores principales tienen
más ventajas en su edad adulta. Algunas de las más importantes son:
Los bebés que pueden establecer relaciones de apego seguras con padres que se muestran
cariñosos y responden a sus necesidades son más capaces de desarrollar relaciones de
afecto e intimidad cuando llegan a la edad adulta. "A partir de los 3 años, el niño pequeño
identifica la figura de la madre, separándola de la imagen del cuidador", explica Manuel
Yániz. Elabora en su mente una imagen de su madre y esa imagen es tan real para él, que
aunque su madre no esté presente, el pequeño la "lleva dentro de sí, de una forma muy
semejante a las figuras religiosas para los creyentes" dice el psicólogo. De tal manera, que
la presencia o ausencia de la madre no crea una ruptura, porque el niño confía en que
volverá. Así, el niño aprende a establer relaciones de confianza con otras personas a
medida que va creciendo.
La falta de apego, por el contrario, genera una reacción opuesta. "Si la madre que creía que
iba a volver ya no vuelve, el niño se siente traicionado y no quiere confiar de nuevo, para
no volver a sufrir", comenta Yániz. Al punto de poder generar lo que se conoce como
Trastorno Reactivo del Apego (Reactive Attachment Disorder, R.A.D), un trastorno no muy
común (por fortuna no se da el mayoría de casos de niños que sufrieron un apego inseguro
o poco saludable), pero grave. La sensación de abandono, situaciones de abuso, o cualquier
trauma en la relación del cuidador principal y el bebé puede crear este trastorno, cuyo
resultado son adultos inseguros e incapaces de mantener relaciones saludable y
permanentes con los demás, "a quienes traicionan constantemente como reflejo de la
traición que ellos mismo sufrieron, algo que puede llegar al terreno de la delincuencia",
asegura Yániz. "Y muchos estudios lo demuestran". La Escuela de Psicología de la
Universidad Central de Venezuela realizó uno de los estudios más recientes sobre el tema
en una institución educativa de la capital del país, Caracas, en 2008. El objetivo era
determinar la relación entre el apego y la agresividad en los adolescentes, y se concluyó
que en ese lugar, donde prevalecía el estilo de apego inseguro entre los adoelscentes, las
puntuaciones de agresividad eran más altas. Cuando un niño crece con apego inseguro no
hay confianza. "Está siempre inseguro si lo van a proteger o a castigar", aclara el psicólogo
Manuel Yániz. Si se genera Trastorno Reactivo del Apego, el resultado en su relación con
los demás es la falta de empatía y la manipulación para conseguir sus propósitos. "Usan a
las personas para conseguir sus fines, sin remordimientos. Pueden consentir a una relación,
pero no se involucran emocionalmente", continua Yániz. Eso es una forma de resistencia
total al apego, y se nota a partir de la adolescencia. El apego, tanto si fue saludable,
inseguro o negativo, se transmite de generación en generación. "La importancia de los
estudios sobre el apego es precisamente la oportunidad que nos brindan de intentar evitar
las consecuencias de un apego poco saludable o incierto", concluye el psicólogo. Otros
temas sobre el apego:
Los signos del apego: ¿Tu bebé siente apego por ti?
Fotos: Cómo crear apego con tu bebé
¿Cómo creo apego emocional si trabajo?
¿Tienes preguntas, comentarios o consejos? Visita nuestro foro de bebé.
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Aprovecha los ratos a solas con él
Los momentos en que tu pequeño se encuentra despierto y tranquilo son oportunidades
perfectas para jugar y relacionarte con él. ¡Aprovéchalos! Estas son las ocasiones en que tu
niño desea más jugar y sentirse vinculado a ti y a su entorno.
Cántale a tu bebé
Al escuchar constantemente tu voz, tu bebé empieza a entablar una relación de confianza y
respeto contigo, ¡así que cántale todo lo que quieras!
Las relaciones humanas toman muchas formas, pero las más intensas, las que producen
mayor placer y a veces mayor dolor, son aquellas con la familia, amigos y personas
amadas. Dentro de este círculo interno de relaciones íntimas, quedamos vinculados o
adheridos unos a otros con un “adhesivo emocional”, vinculados o adheridos con amor.
Definición de apego
En el campo del desarrollo infantil, el apego se refiere a un vínculo específico y especial
que se forma entre madre-infante o cuidador primario-infante. El vínculo de apego tiene
varios elementos claves:
1. Es una relación emocional perdurable con una persona en específico.
2. Dicha relación produce seguridad, sosiego, consuelo, agrado y placer.
3. La pérdida o la amenaza de pérdida de la persona, evoca una intensa ansiedad.
Los investigadores de la conducta infantil entienden como apego la relación
madre-infante, describiendo que esta relación ofrece el andamiaje funcional para
todas las relaciones subsecuentes que el niño desarrollará en su vida.
Una relación sólida y saludable con la madre o cuidador primario, se asocia con una alta
probabilidad de crear relaciones saludables con otros, mientras que un pobre apego
parece estar asociado con problemas emocionales y conductuales a lo largo de la vida.
En 1958, Bowlby plantea una hipótesis que difiere por completo de la anterior. Postula
que el vínculo que une al niño con su madre es producto de una serie de sistemas de
conducta, cuya consecuencia previsible es aproximarse a la madre. Mas tarde, en 1968,
Bowlby define la conducta de apego como cualquier forma de comportamiento que
hace que una persona alcance o conserve proximidad con respecto a otro individuo
diferenciado y preferido. Como resultado de la interacción del bebé con el ambiente y,
en especial con la principal figura de ese ambiente, es decir la madre, se crean
determinados sistemas de conducta, que son activados en la conducta de apego.
Generalmente el apego tiene lugar en los primeros 8 a 36 meses de edad. En resumen
sostiene que el sistema de apego está compuesto de tendencias conductuales y
emocionales diseñadas para mantener a los niños en cercanía física de su madre o
cuidadores.
Formas de apego
Las formas de apego se desarrollan en forma temprana y poseen alta probabilidad de
mantenerse durante toda la vida. En base a como los individuos responden en relación a
su figura de apego cuando están ansiosos, Ainsworth, Blewar, Waters y Wall, definieron
los tres patrones más importantes de apego y las condiciones familiares que los
promueven, existiendo el estilo seguro, el ansioso-ambivalente y el evasivo.
Los niños con estilos de apego seguro, son capaces de usar a sus cuidadores como
una base de seguridad cuando están angustiados. Ellos tienen cuidadores que
son sensibles a sus necesidades, por eso, tienen confianza que sus figuras de
apego estarán disponibles, que responderán y les ayudarán en la adversidad. En
el dominio interpersonal, las personas con apego seguro tienden a ser más
cálidas, estables y con relaciones íntimas satisfactorias, y en el dominio
intrapersonal, tienden a ser más positivas, integradas y con perspectivas
coherentes de sí mismo.
Los niños con estilos de apego evasivo, exhiben un aparente desinterés y desapego
a la presencia de sus cuidadores durante períodos de angustia. Estos niños tienen
poca confianza en que serán ayudados, poseen inseguridad hacia los demás,
miedo a la intimidad y prefieren mantenerse distanciados de los otros.
Los niños con estilos de apego ansioso-ambivalente, responden a la separación con
Los científicos consideran que el factor más importante en la creación del apego, es el
contacto físico positivo (ej: abrazar, besar, mecer, etc.), ya que estas actividades causan
respuestas neuroquímicas específicas en el cerebro que llevan a la organización normal
de los sistemas cerebrales responsables del apego.
Durante los primeros tres años de vida, el cerebro desarrolla un 90% de su tamaño
adulto y coloca en su lugar la mayor parte de los sistemas y estructuras que serán
responsables de todo el funcionamiento emocional, conductual, social y fisiológico para
el resto de la vida. De allí que las experiencias de vinculación conducen a un apego y
capacidades de apego saludables cuando ocurren en los primeros años.
La relación más importante en la vida de un niño es el apego a su madre o cuidador
primario, esto es así, ya que esta primera relación determina el “molde” biológico y
emocional para todas sus relaciones futuras. Un apego saludable a la madre, construido
de experiencias de vínculo repetitivas durante la infancia, provee una base sólida para
futuras relaciones saludables.
En la actualidad está tomando importancia la relación o vínculo de apego del niño con el
padre, figura ésta de gran importancia para el normal desarrollo evolutivo de todo ser.
El Apego
Jueves 08 de Agosto de 2013
1-Introducción
2-La figura principal de apego: La madre
3-Guarderías
4-Curso del apego
4-Necesidad de jugar.
Los vínculos afectivos son una necesidad que forma parte del proyecto de desarrollo de un
niño recién nacido. Si esta necesidad no es satisfecha, el niño, adolescente, joven o adulto
sufrirá de "aislamiento o carencia emocional".
El Apego (o vínculo afectivo) es una relación especial que el niño establece con un número
reducido de personas. Es un lazo afectivo que se forma entre él mismo y cada una de estas
personas, un lazo que le impulsa a buscar la proximidad y el contacto con ellas a lo largo
del tiempo. Es, sin duda, un mecanismo innato por el que el niño busca seguridad. Las
conductas de apego se hacen más relevantes en aquellas situaciones que el niño percibe
como más amenazantes (enfermedades, caídas, separaciones, peleas con otros niños....). El
llorar es uno de los principales mecanismos por el que se produce la llamada o reclamo de
la figura de apego. Más adelante, cuando el niño adquiere nuevas capacidades verbales y
motoras, no necesita recurrir con tanta frecuencia al lloro. Una adecuada relación con las
figuras de apego conlleva sentimientos de seguridad asociados a su proximidad o contacto
y su perdida, real o imaginaria genera angustia.
Los vínculos de apego no sólo van establecerse con los padres o familiares directos sino
que pueden producirse con otras personas próximas al niño (educadores, maestros, etc...).
El apego puede formarse con una o varias personas, pero siempre con un grupo reducido.
La existencia de varias figuras de apego es, en general, la mejor profilaxis de un adecuado
desarrollo afectivo dado que el ambiente de adaptación del niño es el clan familiar y no
exclusivamente la relación dual madre-hijo.
3- Guarderias
Como se verá más adelante, el momento en que el niño experimenta un vínculo de apego
más fuerte es alrededor de los 2 años de edad, produciéndose un alto nivel de protestas
ante la separación de la figura de apego y la aparición de personas nuevas o extrañas.
Esta etapa suele coincidir con la incorporación de muchos niños a las guarderías y algunos
de ellos pueden vivir este cambio del entorno vital con cierta angustia. Los primeros días
pueden significar un verdadero suplicio por parte del niño y también de la madre. La
guardería supone la primera salida del niño de su entorno más próximo. Supone también el
momento de empezar a asimilar los diferentes aprendizajes y, lo que es más importante, el
inicio de la relación con sus iguales (sus compañeros). El niño pasa de ser el protagonista a
ser uno más dentro de un colectivo y esto puede crearle cierto desasosiego.
Al respecto, es de elogiar las empresas que han creado en su seno guarderías para los hijos
de sus trabajadores, proporcionándoles un entorno más cercano y fomentando una
interacción más frecuente.
Es fundamental, en la educación del niño, proporcionarle una cierta seguridad afectiva (que
no de sobre-protección) para que pueda construir su personalidad sobre una plataforma
más sólida. Si el niño percibe, desde edades muy tempranas, que sus padres están a su lado
(no para concederle todos los caprichos, sino para ayudarle en el sentido más amplio)
crecerá con mayor seguridad y autonomía.
"El éxito con nuestros hijos en un futuro no se medirá por lo que les hemos dado
materialmente, sino por la intensidad y calidad de las relaciones afectivas que hemos sido
capaces de construir con ellos desde la infancia".
Durante esta segunda etapa los bebés van consolidando los vínculos afectivos con la
madre, padre o cuidador y dirigen hacia ellos sus respuestas sociales. Aunque todavía
aceptan extraños, les otorgan menor atención.
A lo largo de este período el bebé y su cuidador desarrollan pautas de interacción que les
permiten comunicarse y establecer una relación especial entre ellos.
El Apego se hace más evidente siendo muy fuerte alrededor de los 2 años. Ahora las
conductas de apego van a configurarse alrededor del desarrollo evolutivo en 2 áreas
concretas: la emocional y la del desarrollo físico. Con el mayor nivel de capacidades
cognitivas asumidas en esta etapa, los bebés empiezan a distinguir lo extraño de lo habitual
y ahora suelen reaccionar negativamente ante situaciones o personas desconocidas.
Apartarse de la figura de apego supone producir protestas por la separación que implican
llantos y la búsqueda de la madre. Por su parte el desarrollo físico (el niño empieza primero
a gatear para luego pasar a la posición erguida y a dar sus primeros pasos), supone adquirir
un control respecto al lugar donde se encuentra. Ahora, si desea no separarse de su madre,
podrá dirigirse hacia ella en lugar de reclamar su presencia mediante el llanto. El niño gana
independencia gracias a sus nuevas capacidades de locomoción, verbales e intelectuales.
Este proceso es siempre conflictivo porque exige readaptaciones continuas con ganancias y
pérdidas de ciertos privilegios. Por ello suele ir acompañado de deseos ambivalentes de
avanzar y retroceder.
5- Determinantes del apego
Se cree que las madres que son más sensibles ante las necesidades de los bebés y que
ajustan su conducta a los de estos, tienen mayores probabilidades de establecer una
relación de apego segura. Estas madres reaccionan rápidamente a las señales que emiten
sus hijos como el reclamo de comida, identificando cuando están satisfechos y respetando
sus ritmos de vigilia-sueño. Ante el reclamo mediante el llanto son más eficaces en acunar
o confortar en sus brazos al bebé. Son madres cariñosas, alegres y tiernas siendo así
percibido por el niño. Evidentemente no sólo cómo se comporta la madre resulta vital para
el vínculo. La forma en que reacciona el niño, su temperamento, es también importante en
el tipo de relación que se va a establecer. No hay dos bebés iguales. En el caso de que estos
sean de temperamento difícil o irritable puede favorecer en la madre o cuidador una
respuesta menos adecuada y, por tanto, aumentar las probabilidades de un apego menos
seguro.
Con frecuencia se ha planteado desde la psicología por qué algunas madres responden de
forma más sensible a sus bebés. Una respuesta bastante válida hace referencia a los
recuerdos de las madres de sus propias experiencias infantiles. Una investigación efectuada
al respecto (Main y Goldwyn, 1.998) clasificaba a las madres en 3 grandes grupos. El grupo
primero lo formaban las madres denominadas autónomas. Estas madres se caracterizaban
por presentar una imagen objetiva y equilibrada de su infancia, siendo conscientes de las
experiencias positivas y de las negativas. El segundo grupo se denominó madres
preocupadas. Se caracterizaban por su tendencia a explicar de forma extensa sus primeras
experiencias vitales con un tono muy emocional y, en ocasiones, confuso. Finalmente el
grupo tercero lo formaban madres a las que se llamó indecisas. Estas últimas constituían un
grupo que había experimentado algún trauma con la relación de apego y que aún no han
resuelto. Es el caso de los niños maltratados o que han perdido alguno de los padres.
La hipótesis que subyace en este estudio es que los recuerdos y sentimientos de las madres
sobre su propia seguridad de apego se expresará en sus atenciones hacia su hijo y así
influirá en su relación. Diversos estudios han verificado que estas clasificaciones son
bastante predictoras de las pautas de apego que formarán con sus hijos.
Esto no significa, sin embargo, que los bebés con apego inseguro estén predestinados a
tener problemas. En algunos casos, la experiencia en la guardería, puede ser beneficiosa y
poner de relieve que, independientemente del nivel de apego, otras circunstancias del
entorno pueden ser también relevantes en las competencias posteriores del niño. Aún y
así, defendemos la importancia de establecer vínculos de apego satisfactorios, desde los
primeros meses de vida, como situación idónea para minimizar muchos problemas
posteriores.
Durante la adolescencia las figuras de apego suelen ser, por este orden, la madre (que
sigue en primer lugar), padre, hermano, hermana, amigo y pareja sexual. La madre sigue
siendo la figura central de apego. A diferencia de épocas anteriores, ahora puede ocurrir
que se incorpore como figura de apego, alguna persona ajena a la familia (amigos).
adolescente en su zona.
Daniel J. Siegel y Mary Hartzell , Ser padres conscientes, Edic. La Llave, 2005
Fue el psicólogo John Bowlby (1907-1990) que en su trabajo en instituciones con niños
privados de la figura materna le condujo a formular la Teoría del apego.
El apego es el vínculo emocional que desarrolla el niño con sus padres (o cuidadores) y que
le proporciona la seguridad emocional indispensable para un buen desarrollo de la
personalidad. La tesis fundamental de la Teoría del Apego es que el estado de seguridad,
ansiedad o temor de un niño es determinado en gran medida por la accesibilidad y
capacidad de respuesta de su principal figura de afecto (persona con que se establece el
vínculo).
El bebé –según está teoría- nace con un repertorio de conductas las cuales tienen como
finalidad producir respuestas en los padres: la succión, las sonrisas reflejas, el balbuceo, la
necesidad de ser acunado y el llanto, no son más que estrategias por decirlo de alguna
manera del bebé para vincularse con sus papás. Con este repertorio los bebés buscan
mantener la proximidad con la figura de apego, resistirse a la separación, protestar si se
lleva a cabo (ansiedad de separación), y utilizar la figura de apego como base de seguridad
desde la que explora el mundo.
Más tarde Mary Ainsworth (1913-1999) en su trabajo con niños en Uganda, encontró una
información muy valiosa para el estudio de las diferencias en la calidad de la interacción
madre-hijo y su influencia sobre la formación del apego. Ainsworth encontró tres patrones
principales de apego: niños de apego seguro que lloraban poco y se mostraban contentos
cuando exploraban en presencia de la madre; niños de apego inseguro, que lloraban
frecuentemente, incluso cuando estaban en brazos de sus madres; y niños que parecían no
mostrar apego ni conductas diferenciales hacia sus madres. Estos comportamientos
dependían de la sensibilidad de la madre a las peticiones del niño.
La teoría del apego tiene una relevancia universal, la importancia del contacto continuo
con el bebé, sus cuidados y la sensibilidad a sus demandas están presentes en todos los
modelos de crianzas derivados de los diferentes medios culturales.
· Equilibrio: La sintonía con el estado de los padres permite a los hijos equilibrar sus
propios estados corporales, emocionales y mentales.
Tipos de apego:
a) Apego ambivalente:
b) Apego evitativo:
La crianza con apego (attachment parenting) es una frase acuñada por el pediatra
norteamericano William Sears. Se trata de una filosofía de crianza basada en los principios
de la teoría del apego.
De acuerdo a la teoría del apego, los bebés establecen un fuerte vínculo emocional con sus
padres, un vínculo precursor de la seguridad y de la empatía en las relaciones personales
en la edad adulta. Un inadecuado establecimiento de un vínculo seguro en la infancia
puede conllevar a dificultades psicológicas.
La crianza con apego, propuesta originalmente por John Bowlby, afirma que el niño tiene
una tendencia a buscar la cercanía a otra persona y se siente seguro cuando esa persona
está presente y es sensible a cubrir sus necesidades tanto físicas como emocionales.
Bowlby había propuesto en 1951 la hipótesis de que la privación materna no sólo
causaba depresión en la niñez, sino también hostilidad e incapacidad para establecer
relaciones saludables en la vida adulta. Dentro de esta teoría los niños biológicamente
están “diseñados” a estar apegados a sus padres, no sólo para satisfacer sus necesidades
sino porque son seres profundamente sociales.
Para la crianza con apego, existen ocho principios fundamentales que promueven la
vinculación segura entre los padres y el niño. Aunque ninguno de estos principios se
derivan directamente de la investigación inicial, se presentan como prácticas de crianza
que dan lugar a una vínculo seguro. Unos padres sensibles, coherentes en sus respuestas y
disponibles emocionalmente garantizan un sano establecimiento de la vinculación
emocional:
Estos padres tratan de comprender las necesidades psicológicas de sus hijos, con la finalidad de no
hacerse expectativas poco realistas de la conducta infantil. La disciplina para esta filosofía toma en
cuenta la edad del niño para evitar la frustración que se produce cuando se esperan cosas más allá
de la capacidad del pequeño. Disciplina significa orientar a los niños, mostrarles las consecuencias
naturales de sus actos, la escucha, la modelización y descarta los medios punitivos como el cachete
o el tiempo fuera.
El Dr. Sears sostiene que un bebé es mentalmente incapaz de manipular para conseguir la
atención de sus padres.
La crianza con apego no significa que un niño no pueda por sí solo satisfacer sus
necesidades, estará capacitado para ello en la medida que sus padres sean sensibles
cuando estas surgen. Estas necesidades hay que entenderlas en el tiempo, como surgen,
como cambian, cuales son sus circunstancias. Los padres deben ser flexibles e idear formas
de responder a ellas adecuadamente siempre bajo un clima amoroso y conciliador. Por
ejemplo, el bebé que pide estar en brazos, simplemente lo necesita y no lo pide porque “es
un mañoso”, si esta necesidad está satisfecha, el bebé más adelante se sentirá seguro al
comenzar la etapa del gateo, no pedirá tanto estar en brazos, pero surgirán otras
necesidades acordes con su etapa evolutiva.
Los niños a los cuales se les cría con desapego buscarán a lo largo de su vida otras formas
de cubrir las necesidades dando lugar lamentablemente a trastornos mentales y sociales.
Las hormonas son las encargadas de regular los sistemas del cuerpo y ayudar al individuo a
reaccionar frente al medio ambiente. Una de estas hormonas es el cortisol, producida por
las glándulas suprarrenales. Una de sus funciones es ayudar a las personas a afrontar el
estrés y hacer ajustes corporales para hacer frente a situaciones de peligro. Para que el
cuerpo funcione adecuadamente debe haber un equilibrio en los niveles de cortisol, si hay
muy poco el cuerpo se “apaga”, si hay mucho se convierte en angustia.
El cortisol es una de las hormonas que desempeña un papel importante en las respuestas
emocionales del individuo. Al revisar la calidad de apego entre madre e hijo, los
investigadores han encontrado que el apego seguro mantiene al bebé en equilibrio
emocional. Un vínculo inseguro, una respuesta inadecuada a las necesidades del bebé
acostumbra a éste a un bajo nivel hormonal, lo que lo convierte en apático o puede
mantener constantemente estrés debido a la alta concentración hormonal en su organismo
traduciéndose en bebés angustiados.
No sólo la crianza con apego proporciona un equilibrio químico en los bebés. También
ayuda a la madre. El comportamiento materno, especialmente la lactancia materna da
lugar a un “torrente” de las hormonas prolactina y oxitocina. Estas hormonas ayudan a la
mujer a tener sentimientos maternales. De hecho puede decirse que son la base biológica
de la intuición materna. Los niveles de prolactina aumentan de diez a veinte veces dentro
de los treinta minutos después que comienza la lactancia materna.
La mayor parte de ella se irá de nuevo dentro de una hora. La prolactina tiene una acción
corta, con la finalidad de obtener la respuesta de la madre de amamantar con frecuencia.
Como dato curioso la oxitocina es una de las hormonas implicadas en
el enamoramiento adulto.
Criar con el corazón definitivamente es lo mejor para los padres, hijos y la sociedad en
general. Por algo nos ocurre algo fisiológicamente con la maternidad y la paternidad, de
esto la biología lo sabe muy bien.
Pues bien, según un reciente estudio los papás no se escapan de experimentar cambios
en su materia gris. Investigadores de la Universidad de Princenton han encontrado que la
estructura del cerebro de los monos titís es distinta en aquellos que son papás en
comparación con los que no lo son. También hallaron que los primeros eran más receptivos
a una hormona relacionada con el aprendizaje. Según los autores, esto es lo más cercano
en relevancia en humanos que se puede obtener con un animal.
El estudio es pionero en tratar de establecer una relación entre la crianza paterna y los
cambios físicos en el cerebro de un primate. La investigación “Fatherhood affects dendritic
spines and vasopressin V1a receptors in the primate prefrontal córtex” publicada en la
revista Nature Neuroscience, demostró que “la experiencia de ser papá altera
dramáticamente regiones cerebrales que son importantes para la cognición”.
Parece ser que los monos titís papás tienen una mayor densidad de dendritas, las
ramificaciones de las neuronas implicadas en la recepción de estímulos; es decir quienes
eran padres tenían una mayor densidad de conexiones en la región cerebral conocida como
corteza prefrontal que juega un papel crucial en las funciones cerebrales superiores como
la cognición. Claro, está región en los humanos está más evolucionada.
Pero no fue el único hallazgo, los investigadores también encontraron que los cerebros de
los titís papás tenían más receptores de una hormona, que en los humanos es crucial para
el aprendizaje y la memoria, conocida como vasopresina, un neuropéptido, en esa región;
la cual se piensa que participa en la conducta paterna y la formación de lazos sociales. Eso
significa que sus cerebros podían procesar una mayor cantidad de esta sustancia química
que los de los que no eran padres.
Con estos resultados podríamos decir que el ser papá o mamá es un buen ejercicio para
hacerse más inteligente ¿no?
Bibliografía utilizada:
www.bebesymas.com
Ser padres conscientes, Daniel J. Siegel y Mary Hartzell, Ediciones La Llave
El apego y la perdida, J. Bowlby, Edit. Paidos Barcelona 1998
DULTOS
El apego es la relación afectiva más íntima, profunda e importante que establecemos los
seres humanos. Este apego afectivo se caracteriza por ser una relación que es duradera en
el tiempo, suele ser estable, relativamente consistente, y es permanente durante la mayor
parte de la vida de una persona. Ejemplos de relaciones de apego son las que se
desarrollan entre las parejas y entre los hijos e hijas y sus madres/padres (y a veces entre
profesionales y sus pacientes y/o alumnos). Aquí nos centraremos en el apego entre los
hijos/as hacia sus madres/padres.
Primero, el apego es una necesidad biológica que todos los seres humanos
tenemos (de igual importancia que comer o respirar), esto quiere decir que los
niños (y los adultos) necesitan vivir vinculados a otras personas que los cuiden y
los quieran.
Teniendo en cuenta todas estas razones, es muy importante aclarar que el apego no
incluye todas las instancias de crianza y relación que se establecen con el niño/a. El apego
se forma específicamente en aquellos momentos donde ellos sienten o expresan algún
malestar (sea porque se sienten solos, están enfermos, se hicieron daño, etc.) y el modo
cómo los padres calman ese malestar.
De una forma más clara y directa es posible afirmar entonces que la calidad del apego que
los hijos establecen con uno está determinada por el modo como se suele calmar los
diversos malestares que pueden sentir o vivir. Si por ejemplo, un niño se cae, llora, y los
padres lo retan, o si a un bebé se lo deja llorar por mucho tiempo, o si se deja solo a un
niño o niña por largos periodos, entonces todos esos son modos que no calman al niño,
sino que lo dejan con más malestar (y por ende, son modos inadecuados de establecer
apego). Por lo tanto, el apego es una relación afectiva estable, duradera, íntima que
determina en gran parte el desarrollo presente y futuro del niño/a, y que se forma en los
miles de momentos en donde un infante expresa su necesidad de ayuda y lo que los padres
hacen con ese malestar.
Desde este punto de vista, inevitablemente surgen muchas
preguntas e interrogantes sobre el modo más adecuado de cuidar y calmar a los niños.
Históricamente, los padres y madres hemos recibido muchos consejos y guías que se
contraponen con lo que las investigaciones en apego han demostrado. Algunos de estos
mitos de la crianza son:
el apego sólo se forma con contacto piel a piel en el momento del parto: si bien
este momento es muy importante para el desarrollo del niño y el desarrollo del
vinculo con la madre, ha sido un error pensar que aquellas madres que lo hacen
tendrán buen apego y las que no lo hacen no lo tendrán. El apego no se forma en
un solo instante de minutos u horas, sino en el día a día de la relación con el niño,
desde el nacimiento hasta la adultez.
las instancias de juego son las principales para formar un apego sano: el juego es
una instancia vital para el desarrollo del niño, pero no tiene sentido jugar si por
otra parte, no se los suele calmar y apoyar cuando lo necesitan. Algunos padres y
madres sólo interactúan de modo positivo con los niños en el juego, pero no los
calman adecuadamente cuando les pasa algo negativo.
los bebés tienen que aprender a ser independientes desde temprana edad
(dormir solos, jugar solos, aprender a estar solos, etc.): los bebés no están
biológicamente preparados para aprender a estar solos (¡ningún ser humano lo
está!). Entonces, cuando se busca que los niños sean independientes a temprana
edad, en el fondo lo que se está haciendo es fomentar su soledad, y su falta de
confianza en el cariño de los padres. De a poco hay que ayudarlos a desarrollar su
autonomía, pero estando siempre atentos a apoyarlos.
cuando un bebé o niño hace una pataleta se la debe ignorar: los estudios son
claros en mostrar que cuando se hace eso, el niño aumenta mas su rabia,
frustración, y por ende, no solo hace mas pataletas, sino que siente rencor hacia
sus padres (si esto se hace de un modo relativamente continuo).
En conclusión, la importancia del apego en la crianza nos dice que tenemos que entregar
todo el cariño, afectividad, contacto físico, que podamos a los niños. Es de ese modo como
ellos aprenderán a enfrentar el mundo de un modo adecuado.
Es muy recomendable ensayar estas habilidades como una actitud frente a la crianza de los
niños y niñas (especialmente cuando ellos se sienten mal, independiente de la razón).
Por último, si se hace una siglas con el nombre de cada una de estas 4 habilidades, tiene
que en el fondo desarrollar el apego es A.M.A.R a los hijos e hijas.
2 Los inicios
John Bowlby (1907-1999), psicoanalista inglés, trabajó con niños con trastornos de
conducta y comenzó a pensar que las experiencias reales en la infancia tenían un efecto
sobre el desarrollo de la personalidad.
Observó que aquellos chicos presentaban síntomas de
Deprivación afectiva parcial: necesidad excesiva de ser amado, intensa
culpabilidad y depresión, ó
Deprivación afectiva completa: apatía, indiferencia, retardo en el desarrollo y más
tarde signos de superficialidad, falta de sentimientos profundos y tendencia a la
falsedad y robo compulsivo.
Los llamaría personalidades desprovistas de ternura.
Desarrolló la teoría del apego, teniendo en cuenta los conocimientos de la época de otras
disciplinas como la etología y la psicología evolutiva.
Llegó a la conclusión de que hay una tendencia en el niño a formar un vínculo fuerte y
fundamental con una figura materna o cuidador principal que forma parte de una herencia
arcaica, cuya función es la supervivencia de la especia (protección frente a los
depredadores en el contexto de la adaptación evolutiva) y que esta tendencia es
relativamente independiente de la alimentación.
Asimismo Bowlby insistió en que todos los estudios interdisciplinares disponibles
indicaban que el bienestar psicológico depende fundamentalmente del sentimiento de
“sentirse seguro” en las relaciones de apego y esto ocurre en cualquier cultura.
La calidad y las vicisitudes de las relaciones tempranas son determinantes en el
desarrollo de la personalidad y de la salud ment