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En resumen, los recursos administrativos son las herramientas que permiten a las personas impugnar los
actos administrativos que les afectan, sin necesidad de acudir a la vía judicial.
Los motivos para interponer recursos administrativos deben estar fundados en los de nulidad o anulabilidad
previstos en los artículos 47 y 48 de la Ley 39/2015, del Procedimiento Administrativo Común de las
Administraciones Públicas.
Asimismo, contra las disposiciones administrativas de carácter general no cabe recurso en vía
administrativa.
La Ley 39/2015 del Procedimiento Administrativo Común de las Administraciones Públicas, en el capítulo II
regula tres clases de recursos administrativos:
Recurso de Alzada
Recurso potestativo de reposición
Recurso extraordinario de revisión.
Recurso de alzada.
El recurso de alzada es el que interpone el interesado contra las resoluciones que no pongan fin a la vía
administrativa y actos en trámite, si éstos deciden directa o indirectamente el fondo del asunto, determinan
la imposibilidad de continuar el procedimiento, producen indefensión o perjuicio irreparable a derechos e
intereses legítimos.
Se recurre ante el órgano superior jerárquico de quién dictó el acto administrativo y se interpone ante el
órgano que dictó el acto que se impugna o ante el competente para resolverlo.
Plazo para resolver: El plazo máximo para dictar y notificar la resolución será de tres meses.
Silencio Administrativo: Transcurrido este plazo sin resolución se entiende desestimado el recurso.
Excepción cuando el recurso se haya interpuesto contra la desestimación por silencio administrativo de una
solicitud por el transcurso del plazo.
Contra la resolución de un recurso de alzada no cabrá ningún otro recurso administrativo, salvo el recurso
extraordinario de revisión
Se interpone ante el órgano administrativo que dictó el acto que también será el competente para su
resolución.
EL RECURSO CONTENCIOSO-ADMINISTRATIVO.
El recurso contencioso administrativo es un mecanismo fundamental en la tutela de los derechos e
intereses legítimos de los ciudadanos, empresas y otras organizaciones frente a determinadas disposiciones
generales y frente a la actuación (o la inactividad) de la Administración.
La regulación del recurso contencioso administrativo viene recogida en la Ley 29/1998, de 13 de julio,
reguladora de la Jurisdicción Contencioso-administrativa.
El caso típico es el del recurso que presenta una persona, física o jurídica, contra un acto administrativo, en
este caso, el acto recurrido tiene que cumplir un requisito previo, debe haber puesto fin a la vía
administrativa.
La lista de actos que ponen fin a la vía administrativa está recogida en el artículo 114 de la Ley del
Procedimiento Administrativo Común de las Administraciones Públicas.
Asimismo, cabe su presentación cuando se desestimada una solicitud por silencio administrativo.
También se puede recurrir contra la inactividad de la Administración, se trata de supuestos en los que existe
una norma o un contrato que obliga a la Administración a prestaciones concretas.
La vía de hecho es otro supuesto particular que puede ser objeto de recurso contencioso administrativo, se
trata de supuestos en los que la Administración hace uso de un poder del que legalmente carece o no lo
hace siguiendo el procedimiento establecido.
No obstante, también se pueden recurrir los actos que se realizan en aplicación de ese reglamento,
fundamentando ese recurso en que creemos que el reglamento es ilegal.
Normalmente, el procedimiento ordinario comienza con un escrito de interposición del recurso, a este
escrito le seguirá posteriormente otro de demanda, entre la presentación de ambos escritos de
interposición del recurso y de demanda, habrá de solicitarse a la administración recurrida el expediente,
que deberá entregarse al recurrente. Con el expediente, ya puede efectuarse la demanda.
En el procedimiento abreviado, el recurso comienza con la presentación de una demanda.