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En nuestra Constitución de la República, los artículos del 213 al 222 establecen una clara
marcación del monismo jurídico en el monopolio del Estado en la formación de la ley. De esta
manera nuestra Constitución niega implícitamente el pluralismo jurídico y el multiculturalismo
en su amplio espectro.
A pesar de que la Corte Suprema de Justicia tiene la absoluta interpretación constitucional, esta
no desconoce que el Congreso Nacional puede y debe ser intérprete de la Constitución, dado que
es uno de los operadores constitucionales por excelencia, pues si tiene la tarea de crear propuestas
de leyes, y esto deben hacerlo conforme a las directrices de forma y de contenido que dispone la
Constitución, así como cuando interpreta las normas secundarias, debe hacerlo dentro del
contexto normativo constitucional; y para eso, obviamente, tiene que interpretarla; por otra parte,
también el Ejecutivo es intérprete de la Constitución cuando sanciona, veta y promulga las leyes,
y sobre todo cuando ejerce el derecho al veto fundándolo en que el Proyecto de Ley es
inconstitucional.
No se puede hacer funcionar a la Constitución ni a ninguna regla jurídica, sin poder interpretarla.
Al Congreso le toca desaprobar proyectos de leyes inconstitucionales, y derogar las vigentes que
padezcan de tal vicio.
La actual constitución hondureña recoge las nociones del constitucionalismo moderno sobre
soberanía, monismo jurídico y democracia representativa. Sin embargo, es innegable que cada
vez las necesidades externas sociales exigen el respeto efectivo de los derechos humanos, el
cumplimiento por parte de las autoridades nacionales de las decisiones de órganos
supranacionales, el reconocimiento amplio de los pueblos indígenas y negros de Honduras y la
mayor participación de la ciudadanía en la toma de decisiones que le conciernen a su propio
devenir histórico; lo cual apunta al cuestionamiento paradigmático del status que por tendencias
globales que impactan en la vigencia del principio pro-persona, antes que sobre el interés
geopolítico propio de los Estados(3).
Considero que el Congreso Nacional funge un papel muy importante en la elaboración,
promulgación, aprobación o desaprobación de leyes, etc., y, por ende, debería tener la potestad
legal de tener interpretación constitucional. Ellos son la representación soberana del pueblo, y tal
como lo menciona el artículo 5 de nuestra Constitución, el Gobierno de la República debe
sustentarse en la democracia participativa, sin referirse en forma expresa a una participación
propia por parte de la ciudadanía, sino que se basa en una noción de representación por medio de
los diputados electos en el Congreso Nacional. En la actualidad la democracia representativa vive
un momento de crisis de legitimidad, debido al poco o ningún espacio de participación que se
concibió para la ciudadanía, al reconocerlo únicamente a través del sufragio, impidiendo así la
existencia de verdaderas relaciones de poder entre los representantes de las funciones públicas y
la sociedad.
Y aunque puede ser un arma de doble filo porque podemos inclinarnos entonces a los intereses
internos de los partidos políticos, de alguna u otra manera, la soberanía del pueblo esta en el
Congreso Nacional. Es cuestión de concentrarse en las necesidades de los ciudadanos y en el
beneficio poblacional.
1. Sentencia 2895-2002