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Unidad I
RUDÉ, George, (1978), “La Ilustración”, en Europa en el siglo XVIII. La aristocracia y el
desafío burgués
La ilustración fue un movimiento teórico que se dio en el siglo XVIII por toda Europa, en
materias como filosofía, la astronomía, la física, la educación, el derecho penal, el gobierno, el
derecho internacional, etc. De todos, dentro de lo que podríamos llamar un cambio de
paradigma, las nuevas maneras de pensar la política condujeron a cuestionar antiguas formas y a
poner en presencia nuevas formas de gobierno. En este aspecto se destacan autores como
Rousseau, Montesquieu, Voltaire, Locke y Hobbes. Este último, propuso retomo la idea del
contrato social, ya expuesta por Rousseau. Para este, ello, significa la entrega total de los
derechos de los súbditos a la soberanía del gobernante. Locke, por su parte, fue determinante su
obra en cuanto que expuso los fundamentos de la propiedad privada, sobre el contrato social, la
sociedad y el Estado. En ese sentido, los primeros dos (Rousseau y Montesquieu), son aún más
importantes por sus ideas sobre la sociedad y la política y el contrato social. En definitiva, todos
estos vinieron a inaugurar lo que se denominan las teorías contractualitas, sin embargo, la
república no era una solución, sino, más bien, una monarquía moderada por una constitución
(como sucedió en Inglaterra con la monarquía parlamentaria). Rousseau, por su parte, se debatió
en la correlación entre bondad natural y el hombre con el estado y la vida comunitaria que de
ella emana. Él creyó, que la sociedad era la que corrompía al hombre y que éste, por naturaleza
(estado primitivo) no tiene malas intenciones. En conclusión, advierte que a pesar de que el
hombre el libre en su naturaleza, se haya encadenado a la sociedad misma. En ese sentido, el
único medio para liberarse es el contrato social (a través de él, los hombres se unen para vivir en
sociedad, pueden conseguir la libertad, seguridad, cultura y dignidad humana supremas). Para
llegar a éste estadio, solo es posible a partir de la voluntad general de toda la sociedad y de una
buena legislación (leyes). Sin embargo, y a medida que se hacer una lectura de sus discursos
sociopolíticos, vemos que sus formulaciones están plagadas de contradicciones, más que se
aseveraciones. Su creencia radica, que la posibilidad de lograr que la comunidad logre a partir
de la voluntad general formular leyes es a través de un legislador (al estilo Solón) quien debe
respetar las individualidades y las leyes que éstos debatan en la asamblea
Llamados todos ellos “Los filósofos”, compartieron algunos pensamientos: revelados en contra
de la religión y todo su esquema mental, basaban sus explicaciones en la razón sobre el mundo,
el hombre y la naturaleza; estaban convencidos de que “el entendimiento humano es capaz por
su propio poder comprender el sistema del mundo”. Grandes señores de la persuasión buscaron
que todo gobernante, político y agente teórico adhirieran a sus pensamientos. Conformaron una
elite (grupo de hombres ilustrados). Sin embargo, en la iglesia no hubo aceptación. En este
aspecto, vemos que cobra relevancia el hecho de que, esta primera etapa de la ilustración, la
mayoría de estos filósofos se pronunciaban en contra de la religión. Todas estas ideas que
vemos en los filósofos tienen su antecedente en Francia y en Inglaterra, ambos lugares donde en
el siglo anterior ya habían surgido algunas de las ideas que éste sector pregonó.
En definitiva, todas las ideas y esquemas mentales que surgieron a partir que la Ilustración
como movimiento teórico empieza a pujar en diversos ámbitos de sociabilidad. Con el tiempo,
vemos una interconectividad e interrelación entre los esquemas que van presentándose. En ese
aspecto, por ejemplo, dentro del campo de la física se había teorizado que el mundo se rige por
leyes naturales y mecánicas. Aspecto que pronto encontró un lugar dentro de las esferas teóricas
de lo social. Así también se preguntaron ¿por qué no también las relaciones sociales del hombre
y sus instituciones?
Los espacios de sociabilidad fueron elementales para que todas estas ideas de la iluminación se
propagaran. Grandes centros y salones en los que asistían la nobleza, aristocracia y mercaderes
muy ricos que se acercaban a escuchar las últimas novedades en libros. El atractivo estuvo en
las clases medias profesionales (gobernantes, abogados, médicos, agrónomos, periodistas,
escritores, profesores universitarios) quienes consideraron estimulantes tales publicaciones. De
esta manera, podemos decir que fue un fenómeno urbano en cuanto que el acceso a estas
publicaciones requirió de cierto nivel escolar que no toda la población obtuvo, principalmente si
nos abocamos a los espacios rurales (analfabetismo, es una variable). Las posibilidades de
acceso a éstas nuevas ideas estuvieron a partir de las vías directas entere autor y lector, por
ejemplo, a través de la prensa, panfletos, folletines, las academias, las universidades, las
sociedades literarias, los cafés y clubs, salones, como los parisenses que eran por demás de
elegantes, y logias masónicas. La mayoría de éstas, fueron patrocinadas por ricos financieros y
nobles.
Debemos destacar que los resultados de estas nuevas ideas fueron prácticas en cuanto que se
desarrollaron en un contexto histórico, político y social en el que pudieron sostenerse y penetrar.
Unidad II Revolución Industrial y Revolución Francesa
BLISS, Rex (1997), “Introducción. Debates recientes sobre la revolución industrial”
Los primeros estudios sobre la industrialización dada en Europa a finales del siglo XVIII
enfatizaron en el concepto de revolución industrial para dar cuenta de los cambios ocurridos a
nivel productivo y social. (Thomas Ashton, Eric Hobsbawm, A. Cole, John Capham, etc.)
teorizaron que tal revolución sucedió en Inglaterra y que tuvo como resultado una gran
transformación a partir del uso (difusión del mismo) del hierro, el carbón y la energía a vapor,
fundamentalmente en la industria algodonera. Este proceso introdujo un nuevo escenario, la
fábrica, que trajo aparejado a su vez la incorporación de nuevos métodos de producción que
decantaron en una fuerte aceleración o un “despegue” en el crecimiento económico, y que, de
hecho, introdujo una fuerte transformación en la estructura social inglesa (relaciones entre
campo y ciudad y modifico los niveles de vida de las clases populares). De acuerdo con éstas
explicaciones clásicas, la agricultura cumplió un rol fundamental, en cuanto que permitió el
abastecimiento de alimentos de una creciente población urbana. Algunos de estos estudios,
fueron hegemónicos hasta llegaron a plantear a la vía inglesa como la única posible. En ese
sentido, organismos internacionales plantaron al caso inglés como la única vía posible
La revolución industrial y la “nueva historia económica”
Una nueva línea de pensamiento económico se determinó en cuestionar las afirmaciones que
habían surgido en éste mismo campo, sobre que la revolución industrial en Inglaterra a fines del
siglo XVIII produjo un despegue económico nunca antes visto. Tales afirmaciones estuvieron
fundamentadas en datos cuantitativos. La nueva historia económica, sin embargo, a partir de
estudio cualitativos de tales datos cuantitativos formulo una nueva interpretación. Se dijo que
más que un desplegué, fue un crecimiento moderado entre los años 1780 y 1831, porque los
sectores más dinámicos de la economía británica (hierro y la industria) solo representaron una
pequeña parte de la economía en su conjunto. Es decir, no era la totalidad de producción, sino
una pequeña parte de todo lo que se puso en producción. En ese sentido, se constató que no
representaron grandes modificaciones en relación a los niveles de vida, y que la productividad
tampoco había experimentado un fuerte crecimiento. Estudios que se sustentan de esta nueva
historia económica explican que uno de las cuestiones que permiten explicar el porqué del
moderado crecimiento de Inglaterra en los años anteriores al 1820. Se afirma que fueron por dos
motivos, uno por su intento interés en industrializarse y segundo por las costosas guerras que
sostenía. Más allá de todas las interpretaciones, todos los autores concuerdan en afirmar que las
migraciones del campo a la ciudad fueron el elemento principal y el rasgo más importante de la
revolución industrial; como así también la mano de obra femenina e infantil empleada en ésta
nueva industria
Francia ¿una vía alternativa de desarrollo industrial?
Estos nuevos estudios económicos y comparativos empezaron a postular, entonces, que el
crecimiento, como se había formulado en la historiografía clásica, no era esplendido, sino que
más bien fue lento. En ese sentido, también se empezaron a preguntar si Inglaterra es el único
país que puede indicarnos cómo evolucionó y cómo se desplegó la revolución industrial. Es así
que Francia, comenzó a ser el país que todos los historiadores de ésta rama del campo
(economía) comenzaron a realizar trabajos comparativos. De tal forma, las nuevas conclusiones
establecieron que el caso francés mostró que el crecimiento económico podía obtenerse en un
escenario social muy diferente al inglés.
En un primer momento los estudios comparativos destacaban a la vía inglesa por sobre las
demás
BERG, Maxime y HUDSON, Pat (1997), “Rehabilitación de la Revolución Industrial”
A partir de una historiografía gradualista la idea de revolución industrial ocurrida a finales del
siglo XVIII y durante el siglo XIX fue puesta en tensión, hasta al punto de estar desacreditada.
Se sostuvo que la Revolución, no había sido más que una breve interrupción dentro de todo un
arco de continuidad por lo que Inglaterra, en base a estos estudios, no había sufrido cambios
estructurales, sino todo lo contrario. Los argumentos giraron en torno a que la base económica y
política siguió siendo la misma estando en manos de la aristocracia terrateniente y en las
finanzas metropolitanas. Las influencias siguieron estando en manos de la sociedad caballeresca
(capitalismo caballeresco) y la sociedad inglesa en lo que concierne al poder y la influencia de
la industria no fue de gran injerencia, sino más bien efímera e ilimitada.
Ante este contexto historiográfico, las autoras se proponen recuperar y rehabilitar el concepto
revolución industrial con el fin de visibilizar los cambios y las continuidades que acaecieron en
la sociedad inglesa de fines del siglo XVIII. Las críticas de las autoras, radican en las formas de
estudiar este proceso. En ese sentido, afirman que mirar indicadores macro económicos a largo
plazo nos introducen al error, en cuanto lo fluctuantes que ellos son. Que ciertos indicadores
demuestren poca o nula transformación económica, ello no quiere decir que a nivel social ocurra
lo mismo. Entonces, se proponen analizar, en primera instancia, la innovación técnica y la
organización fuera del sector fabril, en segunda instancia el aumento de la mano de obra
femenina e infantil, junto con la especialización regional y el desarrollo demográfico. En
conclusión, consideraron la importancia de los estudios sociales y políticos acerca de los
cambios introducidos en aquellos años.
¿Por qué utilizar los indicadores económicos para indicar tasas altas o bajas y por resultado
determinar si hubo o no transformación e innovación industrial? ¿sobre qué modelo de
industrialización se basa, tales explicaciones? Tales parten de una división tajante de la
industrialización de los sectores tradicionales y modernos: una parte tradicional y otra parte
industrial con servicios. Las autoras que esta división es irrelevante. El sector moderno fue
impulsado, en gran medida, por el sector tradicional y derivado de él, no a la inversa. Ambos
aspectos (lo moderno y lo tradicional) fueron mutuos. Las nuevas formas de producir, de
vender, de manejar el crédito y la deuda junto con la dinámica productiva evolucionaron juntas
para satisfacer las necesidades de una producción más dinámica y orientada al mercado. El
resultado fue de una considerable transformación dentro del sector tradicional.
La constante necesidad de fijarse en datos y documentos oficiales condujo a que estudios
revisionistas y ortodoxos obviaran ciertos datos que, allí no aparecen, y son extremadamente
relevantes. En una primera instancia, entrar en la paradoja de indicadores productivos nos exige
reconocer la naturaleza limitada que poseen estos números y tasas de porcentajes (todo con el
fin de demostrar si fue que hubo una innovación y un auge económico a partir de la revolución).
En una segunda instancia, su definición limitada de los recursos humanos que intervinieron en
el proceso. Esto es la fuerza de trabajo femenina y de niños que fueron incorporados al proceso
fabril en pésimas condiciones laborales. Las ventajas de obtener esta mano de obra radico en el
disciplinamiento y habilidad manual que estos habían adquirido previamente en sus espacios
tradicionales. Los bajos salarios y las largas horas de trabajo habían sido para estos patronos
aspectos que atraían en demasía. Aspecto que se deja visibilizar cuando analizamos la
tecnificación instrumentada apta para cuerpos infantiles, por ejemplo, la máquina de hilar. A
pesar de que la mano de obra de estos dos sectores sociales fue muy requerida, pronto ciertas
legislaciones políticas derivaron las posibilidades de seguir contratándolos. Principalmente en lo
que respecta a la mujer y la imagen de hombre proveedor que estaba imperando. La industria
dejo de ser vista como el lugar que debía ocupar la mujer, cuestión que decanto en que los
ámbitos privados y públicos se intensificaran aún más. Pero, en definitiva, el aspecto relevante
es que el trabajo femenino e infantil se expandió en todas las ramas industriales por los bajos
costos que estos significaban para avanzar y generar producción. A su vez, ante el desempleo
varonil la mujer vino a suplir estos vacíos productivos, es decir, vinieron a compensar y a
sustituir la mano de obra que faltaba (la cual era disciplinada, abundante, barata con
conocimientos técnicos básicos).
Otro error que han cometido estudios gradualistas y ortodoxos es mirar el proceso en su
conjunto y no atendiendo a las particularidades regionales, como proponen las autoras. La
industrialización, presentan, acentuó las diferencias regionales haciéndolas distintivamente
especializadas. En ese sentido, las más involucradas en este proceso presentan, además, otras
dinámicas sociales y económicas que no hubieran sucedido si no fuera por la concentración de
industrias y la especialización de las misma. Me refiero a manifestaciones populares en torno la
pobreza y la falta de alimentos a causa de salarios bajos
Otros de los errores que ha cometido la historiografía revisionista y ortodoxa es en temas
demográficos. Alegó a partir de indicadores demográficos nacionales que no hubo una
discontinuidad en las tasas de natalidad y mortalidad, sino que el régimen de población siguió
siendo el mismo, con tasas normales de matrimonio indicando que más bien la nupcialidad y
fertilidad fueron las que demostraron cambios en sus tasas. Aspecto que ésta, según estos
autores, determinado por las tendencias de los salarios reales. Las autoras afirman, que
indudablemente, mirar estos indicadores lleva, a largo plazo, a ingresar en el error en cuanto que
ellos dependen de las variaciones regionales, espacios que pueden incurrir en tendencias
opuestas según donde se mire. De esa manera, sólo es posible llegar a una aproximación certera
si se atienden a tales precisiones regionales, sectoriales y de clase, porque seguramente, cada
sector tiene sus variaciones según sus características culturales y sociales. En ese sentido, una
variable interesante y que puede aportar grandes informaciones es el movimiento de los salarios
reales en cuanto que a partir de ellos es posible identificar la proletarización de estos sectores,
las fluctuaciones de los precios, la inseguridad económica y el tipo de administración parroquial
(leyes de pobres)
En relación a las clases sociales y la conciencia de las mismas se ha teorizado que lo que
predomino en la revolución industrial, es decir, en la sociedad inglesa del siglo XVIII y
principios del XIX fue un capitalismo caballeresco. Sin embargo, nuevos estudios han
formulado otras interpretaciones a partir de la creciente concentración ocupacional, la
proletarización y la perdida de independencia, la explotación, la perdida de capacidades y la
urbanización. De todo esto, surgió la afirmación que todo éste proceso fue complejo, de
desarrollo combinado y disparejo en cuanto a la multiplicidad de formas organizativas que
adquirieron estas fábricas, las experiencias laborales por sexo que diagramaron a las industrias,
los ingresos variables e irregulares, los cambios de empleo hicieron que el concepto de los
obreros sobre el trabajo de la clase patronal variara y fuera contradictoria. De todas formas, lo
que podemos decir es que el proceso industrial fue un proceso de partida doble: por un lado,
hubo aspectos que fueron disruptivos y que marcaron una discontinuidad (perdida de
especialidades, estandarización de la producción, no podemos hablar de un grupo de patronos
homogéneo en cuanto que dentro de éste sector las diferencias estaban marcadas y las
respuestas al proceso productivo variaban conforme a los puntos de vista de cada uno). Sin
embargo, por el otro lado, algunas cuestiones permanecieron intactas sosteniendo una
continuidad del proceso. Aspecto que hemos desarrollado en todo éste apartado.
El mundo europeo había cambiado, y no era la misma sociedad la de 1850 que la de 1750. El
paisaje urbano cambio, las formas de producción también, las maquinarias y las formas
organizativas y de mecanización del trabajo también habían introducido cambios a la sociedad y
al sistema productivo. El tiempo laboral se fue separando del tiempo libre (por la declinación de
las unidades familiares y de la producción doméstica), la proletarización avanzó y la esperanza
de vida estaba determinada por las condiciones de trabajo y de hacinamiento. Siguiendo éste
esquema de pensamiento, de la misma forma podemos afirmar sobre las conciencias sociales
que emergieron en éstos periodos. No podemos hablar de un capitalismo caballeresco porque
estaríamos omitiendo y sobre estimando ciertos cambios que se dieron a nivel socio cultural y
regional. En ese sentido, debemos atender a las particularidades y ver las interconexiones
sociales que se establecieron.
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Unidad III movimiento revolucionario del 1848
HOBSBAWM, Eric (1988), “La primavera de los pueblos”, en La era del capital (1848-
1875), Buenos Aires, Crítica, pp. 21-38.
Luego de la revolución francesa en Europa acontecen diversos sucesos revolucionarios,
inundados de ideas contractualitas, por un lado, y, por el otro, ideas de base democrática e
igualitaria. El autor muestra dos procesos revolucionarios dados en espacios distintos en
aspectos sociales, políticos y económicos: mientras en la periferia acaecieron movilizaciones
endebles (en cuanto que sus pueblos estaban sumamente aislados o atrasados en aspectos
políticos), en el centro del continente (Confederación alemana, Francia, el imperio austriaco,
entre otros) la revolución adquirió un tinte político e ideológico distinto. Las experiencias
vividas en este espacio eran distintas a las de la periferia. Allí, además, carecía de una estructura
social urbana característico de Occidente donde los campesinos eran hombres libres, en cuento
que la servidumbre todavía era un elemento preponderante, como así también la tenencia de
grandes extensiones de tierra por parte de los nobles terratenientes. En el centro, las sociedades
eran la clase dirigente y la clase media (banqueros, comerciantes, empresarios capitalistas,
profesionales con oficio liberal, funcionarios, etc.) todos ellos compusieron la vida urbana; en
Oriente, los grupos nacionales predominaron en demasía. En ese sentido, la heterogeneidad fue
una característica predominante en éste espacio de igual manera que la zona central, o el
corazón, de la revolución si hablamos en términos políticos. Las ideas nacionalistas chocaron
con las imperialistas al considerar esta última como incapaz de abordar grupos divergentes
como los alemanes, por ejemplo. En ese sentido, ésta temática era un péndulo que viajaba desde
la republica (radicales) a la monarquía constitucional o un tipo de representatividad con base
sumamente restringida (moderados, quienes temían a la democracia y las implicancias de la
misma)
Las revoluciones del 48, sin embargo, y más allá de presentar singularidades, compartieron
algunos elementos. Uno de ello fue la brevedad de la misma y la perdida de importancia en
Francia, Viena, Hungría e Italia, por mencionar algunos. La abolición de la servidumbre, es
también un elemento en común en casi toda Europa, principalmente en el imperio de los
Habsburgo. Todas ellas fueron revoluciones sociales de trabajadores pobres quienes
construyeron barricadas para visibilizar sus descontentos con el sistema fabril
(explotación, alienación, carestía, hambrunas), pero su mayor objetivo era construir una
república democrática y social. En ese sentido, dirigentes comunistas, socialistas presentaron
una forma de gobierno y de hacer política que se presentó como alternativa a la presente, liberal,
y como revolución de las ideas y significados. Moderados y radicales aprovecharon la
situación y se convirtieron en fuertes defensores de las ideas abordadas por los integrantes
revolucionarios. Empero, con el tiempo se convirtieron en severos conservadores, llamados
por integrantes de movimiento como un partido del orden (Francia). Las represiones, así mismo,
y el asesinato en masa termino siendo la respuesta y la escena final de las revoluciones. Los
intereses económicos y político de los sectores más pudientes de las sociedades europeas se
posicionaron por sobre los interese políticos de las masas. La cohesión en un mismo sentir de
la burguesía o liberales radicales juntos con los moderados conformo una fuerza contraria
hacia los sectores que pregonaban una república democrática y social. De tal forma que el
liberalismo burgués hizo su entrada, aspecto que con posterioridad vemos que despliega un
sinfín de políticas con tendencia a estrechar la base sufragista, que es, en última instancia, el
poder de elección. Es así, y en palabras del autor que “la burguesía dejaba de ser una fuerza
revolucionaria”.
¿Qué paso con esa clase media, media pobre, algunos trabajadores, otros profesionales que se
identificaban con la izquierda y con las ideas radicales de democracia? La ambigüedad fue
una característica inherente, aspecto que se vio reforzado ante la incapacidad de la
burguesía liberal de generar los suficientes puestos de trabajo para incorporarlos en sus
ámbitos sociales. Aunque nunca llegaron a reproducir tendencias de derecha. En cuanto a la
clase obrera su escaza organización y endebles bases teóricas hicieron que sea imposible
posicionarse como alternativa política. Sin embargo, su accionar evidencio en el 48 el poder que
poseía en su interior; contrariamente, en lugares como Alemania o Viena, la asociación entre
obreros y activistas (estudiantes, por ejemplo) embarcados en las ideas socialistas lograron
ser una puja concreta, hasta llegaron a conformar la Liga Comunista liderada por Marx.
Lejos de ese radio de influencia la clase obrera era políticamente insignificante. El objetivo
del 48 fue consolidar una “República democrática y social” basada en la experiencia
política de los sindicatos y de las cooperativas obreras. A pesar de ello, los delineamientos
fueron poco claros o endebles en cuanto que, más allá de posicionarse en contra de las
tendencias que oprimieron a la clase obrera, no se habló del capitalismo como el enemigo a
derrocar.
A pesar de que el resultado de las revoluciones no fue lo que esperaban utópicos insurgentes, los
efectos de la misma nos presentan la conformación de un movimiento obrero inspirado en el
socialismo y en el cartismo del 1830 y, por ende, una clara conciencia de clase. Pero, los
cambios deseados no llegaron a consolidarse. Por el contrario, aquellos que durante la
revolución francesa fueron radicales se convirtieron en el 48 en los tradicionales
conservadores, introduciendo una república libera altamente restringida a los intereses
burgueses. En ese sentido, y como aspecto innovador que introdujo las revoluciones, la
democracia se convirtió en una herramienta para las clases pudientes y opulentas. Con un
significado radicalmente distinto a la que le otorgó el pueblo obrero. Aspecto que
evidenciamos con Luis Napoleón, quien llega al poder gracias a las masas a través del sufragio
universal, quienes expresaban fervientemente estar en contra de los que representa la burguesía
y la republica liberal. El legado de Napoleón es que es necesario disfrazar las ideas políticas
de izquierda con el fin de obtener la aceptación y legitimación popular.
Unidad IV Formación de la clase burguesa
HOBSBAWM, Eric J. (1962), “La carrera abierta al talento”, en Las revoluciones
burguesas, Madrid, Guadarrama, 1962, pp. 325-355.
Cuando la revolución francesa llega a su pleno desarrollo, de ella concluye el fin de la
sociedad aristocrática en términos de privilegios de sangre, títulos nobiliarios y jerarquías
naturales todas ellas fueron las marcas de una sociedad exclusiva. Con el desarrollo de la
revolución industrial, en plena sintonía con la revolución francesa, surge un nuevo sector
mercantil que deviene de los propietarios gremiales quienes se lanzan a una carrera al
talento, prestigio y opulencia propias de la aristocracia. En ese sentido, es que E. H dice que
el fin de la sociedad aristocrática no significo el fin de la influencia propia de ella, sino, que
se elevan como modelo a seguir visibilizado en la comodidad y el lujo. Sin embargo,
elementos distintivos del antiguo régimen que se relacionan con el lujo y la opulencia fueron
heredados a ésta sociedad burguesa y los protegió como costumbre en el tiempo. A pesar de
ello, el ancien regimen había llegado a su fin y con él las marcas aristócratas, empero de ello
surgió las clases burguesas como hijos herederos de tales privilegios.
En estos periodos, entonces, el hombre se hacía así mismo, aunque no siempre sucedió así. El
padronazgo fue el medio por el cual la pequeña burguesía entro en carrera abierta al talento, por
lo general éstos eran jóvenes de familias humildes y/o pobres quienes recibían ayuda de algún
familiar con grandes riquezas y le facilitaba su ascenso. Ésta carrera abierta al talento, así,
implicaba desarrollar una habilidad y hacer de ella la fortuna; el teatro, la música, la
pintura o las finanzas eran los oficios que más destacaron en ésta sociedad ahora
distinguida por sectores medios o pequeños burgueses en ascenso. Denominados ahora
como clase media se posicionaron en contra de la clase proletaria y los grandes señores que
se distinguían por haber amasado su fortuna gracias a ellos y no por el privilegio del
nacimiento. De igual manera, el protestantismo sirvió de base religiosa para justificar su
frugalidad distinguida a la del aristócrata derrochón, como así también, la moralidad familiar
como patrimonio a proteger y conservar. Los nuevos hombres burgueses, personificaban el
capital junto con sus mujeres, sirvientas del hombre (quien amasa la fortuna) y del
capital; “ser una chica buena sin preocuparse de más”, sin bienes propios y protegidas
eran el objeto de lujo que los hombres poseían en su casa como un adorno más.
La carreta abierta al talento, la energía, la capacidad de trabajo y la ambición fueron los
elementos que se inauguraron con las dos revoluciones. El arte, la milicia, los negocios y los
estudios universitarios fueron durante esta primera fase capitalista los cuatro caminos a
seguir para formarse a sí mismo y posicionarse dentro de la clase media. Sin embargo, los
caminos de la formación universitaria y de los negocios no estuvo abierto para todos sino
para aquellos que tenían fortuna o un padronazgo que les financie sus estudios. Ser
sacerdote, ministro o rabino creaba honor a las familias que luego derivaron en estudios para ser
funcionario ya sea maestro, abogados, entre otros. La instrucción representó la competencia
individualista, la “carrera abierto al talento” y el triunfo del mérito por sobre el nacimiento y
el parentesco, dado a partir de los exámenes. Esto último, como criterio para acceder a un
puesto público fue un elemento propiamente liberal más que democrático e igualitario. Lo que
condujo, de forma paradójica, la conformación de una sociedad cerrada. De esa manera, la
competencia se transformó en ascenso automático gracias al mérito que el hombre había
ganado. Con el tiempo, el aumento demográfico necesitó de la expansión urbana pública en
todos los sentidos, por lo que los ciudadanos instruidos y profesionalizados eran sumamente
requeridos por el Estado. Las funciones del gobierno, así, fueron cada vez más abordadas por
funcionarios de carrera; las funciones del estado liberal más importante fueron la fuerte
imposición y cobranza de impuestos, el mantenimiento de una política rural eficaz y organizada
(tributación), entre otros. Trabajadores de cuellos blanco, asalariados, poseían un trabajo que no
requirió de esfuerzo físico, sus manos estuvieron siempre limpias y su cuello blanco lo
colocaban al lado, simbólicamente, de los ricos.
Los negocios, a pesar de que otras profesiones posibilitaban un claro ascenso social, eran la
única verdaderamente abierta al talento para todos. En una economía que cada vez se
ampliaba las oportunidades para realizar las actividades propiamente mercantiles dieron
mayores oportunidades de mejorar las condiciones sociales de vida. Sin embargo, a pesar de que
cada vez gran cantidad de hombres accedieron a los negocios, necesariamente, mayor cantidad
debió ingresar como proletario. Ello en gran parte, debido a las condiciones requeridas para
acceder a las condiciones técnicas, disposición mental o recursos financieros los cuales no
poseían la mayoría de los hombres. Los que adhirieron a este estilo de vida y a la conformar la
clase media burguesa fueron quienes durante el antiguo regimen estuvieron desplazados por los
privilegios de sangre y nacimiento.
La carrera abierta al talento estaba abierta a todos y no el no ingresar en ello implicaba
falta de inteligencia, habilidad y capacidad para hacerse a sí mismo.
HOBSBAWM, Eric J. (1988), “El mundo burgués”, en La era del capital, 1848-1875,
Buenos Aires, Crítica, pp. 239-259.
¿Cómo es el mundo burgués? Es una pregunta que guía el capítulo 13 de H. E para
interiorizarnos en los hábitos y modos de ser de la burguesía de mitad del siglo decimonónico.
En ese sentido, nos expresa que el hogar fue el espacio en donde éstos expresaban sus
comodidades, lujos y opulencia. Además de que allí, se eliminaban las contradicciones propias
de la sociedad burguesa a partir de la ilusión sostenida de la armonía y la jerarquía feliz,
rodeados por objetos materiales que visibilizaban la vida de ensueño. Las navidades o las
festividades eran el medio por el cual expresar el lujo y la comodidad a través de mesas
altamente decoradas con manteles y bolados, candelabros, vajilla refinada con pañuelos de
alta costura1. Y no solo ello, las habitaciones, grandes y espaciosos lugares, decoradas con
cuadros, maderas delicadamente talladas con motivos varios, junto con los adornos
mostraban que tan rico era cierta familia u hombre burgués. Todo ello, vino a reflejar el
bienestar y el status. Todos estos elementos del hogar burgués reflejaban la solidez, la
belleza, característica elemental para describir los elogios que recibían las empresas
productoras de tales objetos. Debían ser bellas porque ello es sinónimo de decoración y de
utilidad pura todo ello reflejado como dualidad (belleza y solidez) entre lo marial y lo ideal, lo
corporal y lo espiritual que podía expresarse a través del dinero. Por ejemplo, el piano
representa en demasía esto que nos señala el autor. Sumamente costoso, todos los hogares
burgueses poseían uno ya que era símbolo de la espiritualidad y valores burgueses.
La dualidad entre materia y espíritu implico la hipocresía y característica fundamental del
presente mundo visibilizado en el sexo. En países liberales la cuestión de la homosexualidad y o
el libertinaje fueron elementos recurrentes en las vidas sexuales de los hombres y mujeres
burgueses pero que públicamente eran inadmisibles; caso contrario en aquellos países católicos
en donde la castidad a las solteras y la fidelidad de las casadas. La exteriorización de los deseos
sexuales es un elemento que vira en el capítulo sobre la cuestión del ropaje que las mujeres
burguesas ostentaban dualizados en tentación y prohibición. El problema del puritanismo
1
Ver la Edad de la Inocencia. Todos esos elementos que hacían al hogar burgués eran realizados por
artesanos especializados quienes producían a grandes escalas a precios altos como también bajos (ello
también indico la opulencia y el status social)
burgués es muy complejo porque se relaciona en sí con la cuestión del honor al patrimonio
familiar y al nombre en la sociedad. La familia, es la unidad básica y además la unidad
básica de la propiedad y de la empresa; el libertinaje sexual venía a corromper y debilitar la
unidad básica. Con el tiempo, vemos que el éxito burgués acompañado de estrictas abstinencias
entra en contradicción, es decir, cuando el gastar se convirtió en un problema. De esa forma, la
consolidación del burgués ocioso convergió rápidamente en la nueva tendencia social (nuevo
rico = gastador). Ello, entonces, se convirtió en un problema de clase en cuanto que representó
un problema para sostener y asegurar el prestigio y la honra social
Otro de los elementos de distinción, desde una perspectiva sociológica, es la existencia de
criados aspecto que destacó a la clase media de la obrera. Compuesto principalmente por
mujeres, vino a reforzar la cuestión masculina del hombre como señor de la casa que tenía a
su cuidado un número considerable de mujeres. Desde esa misma perspectiva, los lazos que
se entretejían, más allá de ser patrón y obrero, era de una relación de dependencia total: las
formas de actuar, cómo vestir, cómo servir, todo a su alrededor representó una relación de poder
y sujeción. De esa forma, vemos que la estructura social de la burguesía entra en contradicción
con los valores que pregona de igualdad y libertad.
Sobre la familia burguesa, así, el capital encontró la manera de expresar la desigualdad
esencial que caracteriza al mismo a través de la dependencia individualizada, permanente y
duradera. De esa forma, el dinero represento y delineo las relaciones de intercambio junto
con la demarcación del status se complementó con la estructura familiar patriarcal basada
en la subordinación de las mujeres y niños. la sociedad burguesa lo reforzó y exageró. La
existencia y el refuerzo del ideal de familia burguesa fue reforzado y consolidado lo que explica
en demasía el surgimiento del movimiento feminista sistemático entre la clase media de
mujeres.
¿Qué significa hablar de burguesía durante el despliegue del capitalismo? Refiere al
hombre burgués que supo amasar toda una empresa y acceder al mundo del capital, es
decir, ser el propietario, el receptor, el empresario y productor y todo junto a la vez.
Durante éstos periodos, el burgués era quien controlaba la política liberal (ejemplo claro,
son los integrantes del Consejo Federal Suizo quienes eran en su totalidad empresarios y
rentistas) eran miembros activos de profesiones liberales tales como abogados, médicos,
maestros. A partir del 1830 en países como Francia y en 1848 en Alemania, la burguesía copta
las bancas de los estratos más inferiores como concejos, alcaldías, municipios, etc. y los
mantuvo bajo su control hasta que las masas irrumpieron en escena. La dificultad, afirma el
autor, está en definir las fronteras entre la clase alta, media y baja lo que sí es general es la
identificación de la clase media (hombres de negocios, profesionales liberales, propietarios y
los funcionarios). Lo que se debe tener en cuenta es la notable heterogeneidad de sus miembros,
dentro de los límites entre media y pequeña burguesía (en esta última se involucraban actores
que podían situarse fuera de la clase burguesa). Las diferencias de la burguesía y de la
aristocracia se definieron por la exclusividad social o de grupo o de su clase. Entre las
características de la burguesía contamos: grupo de personas con poder e influencia,
independientes del poder y la influencia provenientes del nacimiento y del estatus
tradicional. Para pertenecer a ella debía ser alguien, es decir, ser un individuo que
contrasta por el simple hecho de tener fortuna o capacidad para mandar a otros hombres.
La influencia era el recurso que el burgués utilizo para salir del “apuro”, la Europa
burguesa iba a estar minada de redes de influencia para la protección del progreso mutuo, de
cadenas de viejos amigos o mafias que surgían de las instituciones educativas superior. Los
grupos de presión era el medio por el cual se organizaba, opuesto al movimiento de masas.
La burguesía después de la primera mitad del siglo XIX era liberal en un sentido
ideológico. Creían en el capitalismo, en la empresa privada, en la competencia, en la
tecnología, en la ciencia y en la razón. Creían en el progreso, y en cierto grado en el
gobierno representativo de derechos civiles y de libertades siempre que fuesen compatibles
con la ley y con un tipo de orden que mantuviese a los pobres en su sitio. Creían en las
profesiones abiertas a los emprenderos y al talento mientras que sus propias vidas
acrediten sus méritos; como ya ha dicho el autor, ello, empero, pronto entró en contradicción
con las nuevas tendencias al éxito acompañado de derroche. Ésta dinámica social interpretada
y defendida por la clase burguesa se complementó con la noción de que solo los aptos o con
las cualidades esencialmente morales podía lograr una verdadera adaptación al nuevo
esquema social. El darwinismo social, como ideología, venía a teorizar entorno a ésta
noción: ser burgués no era solo ser superior, sino también demostrar cualidades orales
equivalente a las viejas puritanas, es un hombre que no recibe órdenes (solo de Dios y del
estado), no fue solo empleado, también fue empresario o un capitalista (un amo). En ese sentido,
el monopolio del mando era crucial para autodefinirse, demostró superioridad por sobre
otro inferior. El no progresar significaba no tener mérito, teniendo como un común
denominador el fracaso social, la falta de talento. Para éstos hombres, no era necesaria la
inteligencia para el éxito sino la habilidad. La superioridad era resultado de la selección
natural, transmitida genéticamente; el burgués era una raza superior y se ubicaba en un
estadio superior de la evolución humana. Con todo, el derecho a dominar implicaba el poder
ejercer poder sobre el inferior, quien lo deseaba y lo legitimaba, una relación idealizada como la
existente con la mujer. los obreros y las mujeres estaban obligados a ser leales y estar
satisfechos.
Es difícil definir a la clase burguesa como clase gobernante en cuanto que no se posiciono
sobre y para la política, sino más bien, actuó dentro del entramado de poder y
administración a partir de la interrelación ente hombres burgueses que ejercían una
influencia respetable (lobby). En la mayoría de los países no controló, ni ejerció el poder
político más allá de estratos subalternos y municipales. Como mencione anteriormente, ejerció
hegemonía y determinó, en más de una ocasión, a la política. Para que el capitalismo tuviera
pleno desarrollo se necesitó de la injerencia burguesa para la realización de programas
económicos e institucionales liberales
Edgar Alan Poe (1840), “El hombre de la multitud”, hay varias ediciones;
Baudelaire (selección de textos)