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APRECIACION DE
SITUACIONES Y FACTORES
(Primera etapa administrativa)
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A. El arte de apreciar en la Administración
Todo trabajo empieza con una cuidadosa apreciación
Nadie inicia cualquier clase de actividad, por simple que ésta
sea, ni realiza un negocio, sin percatarse de la razón de hacerlo,
y cuando se olvida u omite esta acción, los resultados por lo
general son negativos. La apréciación se define como.la acción
de observar, estimar e interpretar el valor de cada persona,
situación o cosa en un momento dado, para calcular qué se
puede hacer.
El arquitecto necesita ubicarse en el lugar de la construcción
para poder imaginar el edificio que se espera construir, para lo
cual tomará en cuenta la línea autorizada de construcción, la
posición topográfica, etc. El médico hace un estudio analítico
de su paciente antes de recetarle la medicina. El encargado de
pintar una casa hará muy bien si antes de escoger la pintura
abserva la que actualmente tiene dicho edificio, para determi
nar cuál sería el mejor color a aplicarle, tomando en considera
ción el vecindario, tipo de construcción, precios de pintura y
gustos de los ocupantes. Todo militar, antes de inciar una
campaña, hace un minucioso reconocimiento del terreno,el
tiempo, sus tropas, sus armas, su enemigo, etc. Se espera que
el ministro cristiano sea también un experto apreciador y que
antes de planear haga un cuidadoso análisis del campo que se
le ha designado, o del tipo de trabajo que está a punto de
iniciar. No se puede planear sin apreciar; así como no se
compra una hacienda sin primero conocerla, o un carro sin
haberlo visto antes.
72 La AdministTaci6n en la Iglesia cristiana
El arte de apreciar demanda una excelente
disposidón perceptiva
El grado de percepción de una persona tiene mucho que ver
con su disposición: es decir, ve lo que espera ver; oye lo que
espera ofr y lo interpreta todo de esa misma manera. La
educación de la persona, su "modo de pensar'', o dicho de una
manera más técnica, "su filosofía de la vida", determinará en
gran parte su grado de percepción. Así lo indicamos en el
capítulo tercero, citando a los doctores Velásquez y González
sobre "percepciones pobres y ricas". También se ilustra el
grado de percepción apreciativa con el caso del zapatero
ingenuo. Este fue llevado a la galería do�de se estaba exhi·
biendo una famosa pintura, obra maestra de un artista genial.
Su pobre apreciación ante aquella pieza de arte la demuestra
exclamando: ";Miren los zapatos!" Los matices, los rasgos
característicos del artista y todos los demás encantos del
cuadro, nada significaban al alma prosaica de aquél cuyo
mundo, vida y experiencias sólo tenían que ver con zapatos.
Se dice que Miguel Angel, el grande e inmortal escultor
renacentista, observaba absorto una vez un trozo de mármol
Los que lo seguían, sorprendidos por tanta admiración de parte
del maestro le preguntaron. "¿Qué miras?" A lo que él
respondió� "Veo un bello ángel"
Allí donde la mirada vulgar no halla más que un rústico trozo
de mármol, el ojo experto comunica a la mente imaginadora
una gran belleza. Pero debemos recalcar aquí que la verdadera
apreciación administrativa no ve sólo lo bello, lo bueno y lo
positivo. Es necesario apreciar también lo malo, lo negativo y lo
deficiente de la tarea que estamos a punto de realizar. Debemos
recordar que los que más han hecho, los que han transformado
el mundo, son aquéllos que han podido detectar los defectos y
deficiencias y los han considerado con un optimismo realista y
franco.
El administrador que se indina a ver únicamente lo bueno de
su campo es tan inepto como el pesimista que sólo fija sus ojos
en lo malo y defectuoso de las situaciones, personas y cosas
que integran su empresa. El primero no se preocupará jamás
por modificar o mejorar nada, porque a su juicio todo está bien.
Debido a su equivocada satisfacción, en lugar de eliminar las
deficiencias, tiende a adaptarse a ellas. El segundo es tan
Apreciad6n de situaciones y factores 73
negativo y egocéntrico que, a pesar de su ambición por
transformarlo todo a su antojo de la noche a la mañana, se •
desmoraliza al informarse (equivocadamente) de que no hay
nada bueno y que lo mejor es abandonar la tarea.
1
Veiá5qun y Gocmlez:. Op. C�t.. p. 22·2..l.
2George W. Crane,� IIPrléed, (Mellot, Indiana: HopMns Syncf:icate .lnc., 1964), p. rl. 61.
'Joseph Hen1y Thayer, Grttk·English. l.txia,n of lhe NftD Ttsllltnm (Delaware-. The National
Poundation for Christ, Ed.), p. 4,