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La familia es una promotora de la salud mental ya que, a través de ella, el niño adquiere elementos
esenciales para lograr un óptimo desarrollo psicológico y emocional, permitiéndole contar con
herramientas para evitar alguna patología mental o adicción.
1. Fomentar un ambiente familiar positivo. Que tanto hijos como padres sientan que están en un
ambiente tranquilo, de confianza y estable contribuye a que la salud mental se mantenga. Esto no
quiere decir que no haya conflictos ni discusiones, sino que se afronten desde la calma y con una
actitud constructiva.
Hay muchos elementos que ayudan que haya un ambiente familiar positivo. Por ejemplo, uno de ellos
es asegurarte que existe una comunicación fluida y sana basada en la confianza y el respeto.
También es importante establecer límites desde la amabilidad. Por otro lado, trabajar la paciencia
y aprender a gestionar conflictos también es clave.
2. Gestionar correcta de las emociones. Sin duda es uno de los aspectos que mayor importancia
tienen. Ser capaz de reconocer las emociones, dejarles espacio y gestionarlas adecuadamente
protege enormemente la salud mental. No nos referimos a buscar continuamente el placer o las
emociones agradables sino conseguir afrontar las dificultades y las emociones difíciles desde la
aceptación y con una actitud activa.
Además, si al mismo tiempo cultivamos emociones positivas como la alegría, la gratitud o la
generosidad nos aseguramos estar bien protegidos cuando aparezcan los sinsabores de la
vida.
5. Promover la calma y tranquilidad. Uno de las emociones que merma y deteriora la salud mental
es el estrés. En el mundo en el que vivimos, en el que las prisas y la sobreestimulación son
protagonistas, merece la pena dedicar tiempo a cultivar la calma y el sosiego.
No hay una única forma de hacerlo. Podéis probar distintas opciones: yoga, pilates, meditación,
respiraciones diafragmáticas, relajación muscular…
En esta línea también nos parece interesante destacar la necesidad de vivir de forma sencilla,
austera y centrada en el presente. Este estilo de vida nos enfoca a lo que realmente conecta con
nuestros valores y con lo que el ser humano necesita para sentirse bien.El exceso suele ser una
de las causas de insatisfacción y malestar.
Que se sientan capaces de afrontar los distintos retos de forma autónoma contribuye a que se sientan
más seguros de sí mismos y que experimenten menos sensaciones de temor, estrés o angustia.
También es recomendable dejar que vayan tomando decisiones desde temprana edad para que, en
la adultez, sean capaces de hacerlo con temas más relevantes.
Son muchas las habilidades de afrontamiento que vamos adquiriendo a lo largo de la vida. Desde
resolver conflictos, tomar decisiones como comentábamos a habilidades de comunicación y
gestión emocional.
Todas estas capacidades son las que le permitirán afrontar sus problemas desde la templanza y
sabiduría. Aprender desde la propia experiencia nos ayuda a madurar y a fortalecernos para el
futuro.
7. Prestar atención al autocuidado. La parte mental y la física están conectadas. Tener un estilo de vida
saludable previene el deterioro de la salud mental. Es imprescindible mantenerse activo, cuidar la
alimentación y descansar lo suficiente. También son importantes las revisiones médicas para
asegurarnos que todo funciona de forma correcta tanto por dentro como por fuera.
Por supuesto, a nivel psicológico también debemos asegurarnos de que todo funciona adecuadamente.
Tanto padres como hijos debemos cuidar esta faceta. Cierto es que no siempre que “estamos de
bajón” significa que pase algo malo pero no podemos bajar la guardia. Es importante que estemos
pendientes ante comportamientos y actitudes diferentes a las habituales y que no quitemos
importancia a lo que nuestros hijos nos cuentan. No todo responde a los cambios normales del
paso de la niñez a la edad adulta. Asesórate por profesionales de la salud mental si tienes dudas.
En ella se satisfacen las necesidades que están en la base de la conservación, fomento y recuperación
de la salud. Cumple funciones importantes en el desarrollo biológico, psicológico y social del individuo,
encargada de la formación y desarrollo de la personalidad y asegura, junto a otros grupos sociales, la
socialización y educación de este para su inserción en la vida social y la trasmisión generacional de
valores culturales, ético - morales y espirituales.
La familia es para el individuo un valor de alto significado y compromiso personal y social, fuente de
amor, satisfacción, bienestar y apoyo, pero también constituye fuente de insatisfacción, malestar,
estrés y enfermedad. Las alteraciones de la vida familiar son capaces de provocar alteración
emocional, desequilibrio y descompensación del estado de salud. La vivencia de problemas familiares
precipita respuestas de estrés, entre las cuales se encuentra el descontrol de la enfermedad crónica
o su inicio.
La familia constituye la primera red de apoyo social que posee el individuo a través de toda su vida, y
por lo tanto se reconoce que esta instancia ejerce función protectora ante las tensiones que genera la
vida cotidiana. El apoyo que ofrece la familia es el principal recurso de promoción de la salud y
prevención de la enfermedad y sus daños, así como el más eficaz que siente y percibe el individuo
frente a todos los cambios y contingencias a lo largo del ciclo vital en el contexto social.
GRATITUD: Dar las gracias no sólo por cuestiones materiales sino también enseñarles a ser
agradecidos ante determinadas conductas, gestos de otras personas hacia ellos.
“Las personas agradecidas tienden a estar satisfechas con lo que tienen y por tanto son
menos susceptibles a emociones como la decepción, el arrepentimiento y la frustración».
GENEROSIDAD
El acto de compartir es donde se van fortaleciendo las relaciones interpersonales e implementarlo
en tus valores familiares.
COMPROMISO:
Este valor familiar se va adquiriendo con el paso de los años y es importante ir introduciéndolo poco
a poco en el hogar para que los más pequeños sepan el valor que tiene el prometer algo o dar su
palabra a otra persona, ser disciplinado y constante con lo que uno se propone.
RESPONSABILIDAD
La responsabilidad es un valor familiar que si están bien adquirido será sumamente valioso para el
seno familiar pero también para uno mismo.
COMPASIÓN
La compasión y la autocompasión se convierten en herramientas fundamentales durante la infancia,
pues llegado el momento donde los sentimientos se agudizan y las hormonas se alteran, el
adolescente podrá no ser tan duro consigo mismo y tendrá la capacidad de permitirse tropezar y
equivocarse. Y es que la autocompasión parece tener un efecto protector contra el trauma, la
victimización de los compañeros, la depresión y la autolesión, y la baja autoestima.
CONFIANZA
La confianza es frágil y debe construirse con cuidado y a lo largo de toda la vida y permanecer
AMOR
Este sentimiento es algo que se siente, pero que también se cultiva. Por eso, los padres deben
acostumbrar a los pequeños a tener una relación cercana, afectuosa y abierta dentro del hogar. El
amor no son las cosas materiales, si no un sentimiento que se cultiva poco a poco, día a día. También
es importante enseñarles a los niños el amor y la confianza en uno mismo.
1. Enséñales a tus hijos que son amados por lo que son y llegarán a ser:
Los niños que se sienten amados por su entorno tienden a desarrollar mayor autoestima, mejor
rendimiento académico, mayor empatía y compasión con quienes lo rodean.
Dile, por ejemplo: “Solías amar estos dibujitos animados cuando eras más pequeño, ahora te
interesan otras cosas. Es divertido ver como creces y tus intereses cambian.”
2. Demuestra a tus hijos que expresar sus sentimientos ayudará a sus padres y entorno a
saber qué necesitan y qué desean:
Tener un feedback con los sentimientos del niño le permitirá al niño comprender que lo que siente
importa y que puede contar con el apoyo de sus padres para poder calmar o compartir un
sentimiento sea cual fuese.
Tristeza, desilusión, enojo, miedo aunque también alegría, emoción, todos los sentimientos merecen
ser compartidos. Dile por ejemplo: “Lloras y no sé qué te sucede, intentaré abrazarte de una manera
diferente para ver si eso ayuda”
3. Orienta a tus hijos sobre las diferentes maneras de expresar los sentimientos:
Cuando son bebés el llanto y el grito son los caminos más accesibles que un niño tiene para
expresar sus emociones y sentimientos, pero a medida que crecen es importante brindarle
herramientas para poder manifestarse de otras maneras.
Dile, por ejemplo: “Cuando me siento triste me gusta hablarlo con alguien y recibir un abrazo. En
cambio, otras veces elijo la soledad y el silencio para calmar el enojo. ¿A ti, qué crees que te
ayudaría?”
Dile, por ejemplo: “¡Mirá, ya te sabes atar tus zapatos! Al principio fue muy difícil, pero no te rendiste,
seguiste trabajando y ahora has aprendido a hacerlo por tu cuenta”
5. Todos buscamos crecer como personas a lo largo de la vida. Nunca nos detenemos:
Que los hijos vean a sus padres cometer errores y fracasar, pero luego trabajar para crecer y
aprender aún más de esa experiencia, es el mejor ejemplo que un hijo puede tener. Ocultar los
errores o los fracasos no ayudará en nada a los niños, de lo contrario se les estará vendiendo un
modelo de vida que no existe, pues no siempre el resultado es el éxito.
Dile por ejemplo: “No estoy seguro de qué hacer en este momento, pero haré todo lo posible para
escucharte y comprender lo que necesitas”.
RESPETO
El respeto tiene su base en la idea de que todos tenemos un límite, el cual jamás debe ser transgredido
por los demás. Es correcto eso de que “cada uno es como es”, siempre y cuando la acción de unos no
dañe o perjudique a los otros.
HONESTIDAD
Mentir o engañar no siempre está bien y hay que explicar esto desde niños y será uno de los valores
familiares fundamentales.
PROPÓSITO
Darle un sentido a la vida, encontrar aquello que los apasiona en todas las etapas de su crecimiento,
motivarlos a más, comprender que hay que ir en busca de aquello que se desea a pesar de que en el
camino se pueda fallar una y otra vez, todas estas experiencias encierran el propósito en la vida.
No se trata de inventar logros, sino estar atentos a lo que los niños hacen bien y mirar aquellas
áreas en las cuales van progresando.
Se ha visto que no son los fracasos en sí los que atemorizan al niño y lo hacen sentirse incapaz
al momento de enfrentar nuevos retos, sino que es el juicio y evaluación que hace el adulto de
esa experiencia, lo que produce una creencia centrada en la derrota.
Este punto es especialmente relevante, puesto que las investigaciones han demostrado que el
sentimiento de “ser capaz” de hacer algo es tan potente en el desempeño escolar de los niños
como el efecto general de las capacidades cognitivas.
Por otro lado, un estilo de comunicación fluida, con buena interacción verbal entre padres
e hijos, también actúa positivamente en el ajuste social de los niños al contexto escolar y su
rendimiento académico.
En las familias con una buena comunicación los padres escuchan activamente, dándoles una
señal de que lo que dicen es importante y valorado, lo que a su vez permite al niño sentirse
valioso.
Por otra parte, cuando hay una comunicación fluida, los niños aprenden a expresarse y
escuchar, lo que resulta muy importante a la hora de relacionarse con las personas del entorno,
ya que la forma en que los niños aprenden a comunicarse en la familia determinará cómo se
comunican con las demás personas.
Por otra parte, la mejor forma que tienen los padres para saber lo que sucede a sus hijos y las
necesidades que ellos tienen (tanto afectivas como relacionadas con el aprendizaje), es a través
de una buena comunicación que les permita recoger sus demandas y atenderlas
adecuadamente.
Las investigaciones han demostrado una y otra vez la gran influencia que tiene la formación
socio- afectiva sobre el éxito académico y social de los niños en la escuela. Se debe comenzar
considerando que las emociones ejercen una influencia directa en los procesos de aprendizaje.
Incluso, se plantea que la estructura intelectual del niño está unida a su afectividad; de lo cual
se desprende que todo lo que aprenda o deje de aprender está necesariamente teñido por sus
emociones, y lo impulsará a actuar de una determinada manera.
Uno de los pilares de la formación socioafectiva es el desarrollo en los niños de una buena
autoestima, es decir, tener una buena opinión de sí mismos. Esto es fundamental pues la
autoestima es uno de los elementos de mayor incidencia en la vida de las personas y tiene un
gran impacto en el rendimiento escolar de los alumnos.
Tener una buena imagen personal, confianza en sí mismo y ser consciente de las habilidades
que se tienen depende de la actitud y modo de relacionarse de los padres con sus hijos. Para
todo esto es imprescindible generar al interior de la familia un clima emocional cálido,
participativo, comprensivo y focalizado en lo positivo, donde el aporte del niño sea reconocido.
El estilo de disciplina, las reglas establecidas y las rutinas al interior de la familia. Un factor
relevante en este sentido es que la familia emplee un estilo de disciplina más bien democrático,
donde existe un adecuado uso del poder, se reconoce y respeta la autonomía de los hijos, se
explica a los hijos las razones de las normas que se establecen y se permite la negociación
entre todos como una forma de tomar decisiones en conjunto. Se ha visto que los estilos de
crianza severos y autoritarios se asocian a pobres resultados socioemocionales y cognitivos.
Por otra parte, es importante que exista acuerdo y consistencia entre los padres respecto de las
normas establecidas por la familia, las cuales deben ser claras, pero sin medidas represivas.
Algunos ejemplos cotidianos de reglas y rutinas con influencia positiva son: mayor supervisión
e incremento del tiempo que se dedica a las tareas, restricción de la televisión, asistencia de
los niños a la escuela, ser firme respecto de la hora de ir a dormir, entre otras.