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“Las redes vinculares en las adolescencias:

aportes de la Musicoterapia en la promoción de la salud


desde una perspectiva comunitaria”

Ponente: Rodriguez, Sofía Mileva

Tutora: Maeyaert, An

Licenciatura en Musicoterapia

Rosario, Agosto de 2019


Resumen

Este proyecto de intervención se denomina “Las redes vinculares en las


adolescencias: aportes de la Musicoterapia en la promoción de la salud desde una
perspectiva comunitaria” y apunta, a lo largo de su desarrollo, a desplegar los posibles
aportes de la Musicoterapia en la promoción de la salud en las adolescencias a partir del
encuentro con adolescentes que transitan el centro de día “La Trinchera” ubicado en el
barrio Godoy de la ciudad de Rosario. Siendo las redes vinculares el sostén de la
potencia de un colectivo en un territorio determinado, la Musicoterapia vendrá a ofrecer
herramientas para fomentar, mediante una propuesta artística, la potencia creadora del
vínculo con otras/os y la comunidad, y la participación de dicha comunidad en sus
propios procesos de salud entendiendo que la transformación es en el encuentro con el
otro.

ADOLESCENCIAS – PROMOCIÓN DE LA SALUD – MUSICOTERAPIA – REDES VINCULARES –


ABORDAJE COMUNITARIO

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Índice

1. Resumen 2
2. Denominación del proyecto 6
3. Naturaleza del proyecto: 8
a) Descripción 8
b) Justificación 10
c) Marco institucional 24
d) Propósito u objetivo general y objetivos específicos 30
e) Componentes o resultados esperados 31
4. Acciones a realizar 33
5. Determinación de plazos o cronograma 36
6. Determinación de recursos materiales, actores y actrices 38
7. Factores externos condicionantes para el logro de los resultados 40
8. Evaluación del proyecto 42
9. Agradecimientos 45
10. Bibliografía 46

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Primeras palabras

Este proyecto de intervención nace de una pregunta que, personalmente, me


acompañó durante todos estos años de formación universitaria: ¿Para qué y para quiénes
construimos conocimiento en las aulas quienes tenemos el privilegio de acceder a las
universidades?

Dicho interrogante se resuelve, a mi criterio, con la fuerza de una certeza: de poco


sirve la práctica profesional si no es en articulación con el contexto social, político y
económico que atraviesa a los distintos sectores sociales. La práctica profesional sienta
sus bases en un territorio clínico que siempre es político. Detectar una problemática en
un territorio determinado y llevar el proceso de investigación a la planificación de una
intervención es, también, una decisión política.

Por otra parte, considero que extender las herramientas que generamos en el campo
universitario a territorios que cuentan con su propio acervo de conocimientos y sus
propias lógicas de funcionamiento y acceso a los tantos y diversos saberes es, por lo
menos, una práctica deficiente en términos productivos. A este modo de abordar el
intercambio subyace el tan frecuente mesianismo académico: quienes transitamos las
universidades extendemos nuestros conocimientos hacia un lugar en donde no los hay,
en donde faltan. Personalmente, en cambio, elijo posicionarme desde la articulación.
Articular mis herramientas con los conocimientos, saberes y experiencias de quienes
habitan el territorio permite, a mí entender, un tercer fenómeno: la construcción de un
conocimiento que incluya todas las voces. Articular, en lugar de extender, es un
posicionamiento político.

Retomando el interrogante que da inicio a este planteo, es preciso agregar que


quienes tenemos el privilegio de transitar las universidades tenemos también una clara
responsabilidad en la práctica profesional. Una práctica desarticulada de las
comunidades y desentendida de los procesos sociales es una práctica que reproduce la
lógica del privilegio del sistema educativo al que podemos acceder unos/as pocas/as y
del que tantos/as otros/as quedan excluidos/as. Es por esto que sostengo fervientemente
que las prácticas en salud deberían llevarse adelante con actores y actrices que se

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sumerjan en un arduo y constante trabajo de reflexión en relación a su hacer clínico para
que la salud sea un derecho y no un privilegio.

La tarea es, entonces, construir salud en comunidad haciéndola parte de sus propios
procesos de salud para que las políticas se construyan a través de un trabajo conjunto
que abarque desde las comunidades hasta el Estado mismo, porque cuestionar las
formas hegemónicas de construir políticas también es una decisión.

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2) Denominación del proyecto

Este proyecto de intervención se denomina “Las redes vinculares en las


adolescencias: aportes de la Musicoterapia en la promoción de la salud desde una
perspectiva comunitaria” y apunta, a lo largo de su desarrollo, a desplegar los posibles
aportes de la Musicoterapia en la promoción de la salud en las adolescencias a partir del
encuentro con adolescentes que transitan el centro de día “La Trinchera” ubicado en el
barrio Godoy de la ciudad de Rosario. Siendo las redes vinculares el sostén de la
potencia de un colectivo en un territorio determinado, la Musicoterapia vendrá a ofrecer
herramientas para fomentar, mediante una propuesta artística, la potencia creadora del
vínculo con otras/os y la comunidad, y la participación de dicha comunidad en sus
propios procesos de salud entendiendo que la transformación es en el encuentro con el
otro.

A continuación desarrollaremos brevemente aquellos conceptos claves sobre los que


se sostiene este proyecto de intervención.

Redes vinculares: Nos referimos al tejido relacional inherente a una grupalidad; a


aquel entramado que tiene como materia primera el vínculo, genuino y transformador,
que surge del encuentro con un/a otro/a y que acompaña, sostiene, escucha. Y también
nos referimos a aquel entramado relacional desde el que se construye la posibilidad de
transformar aquello que deba ser transformado en el territorio; aquel que apuesta a la
fuerza y la potencia de los colectivos y del trabajo en red.

Adolescencias: Colectivo heterogéneo compuesto de diversas adolescencias, siendo


estas diferencias las que le otorgan a cada adolescente un posicionamiento en el
entramado social.

Musicoterapia: Construcción del pensamiento que soporta un abordaje en salud y


una metodología pensada desde el arte. (Maeyaert, 2017, pág. 96)

Promoción de la salud: A raíz de considerar a la salud como un proceso, la


promoción vendrá a fomentar la generación de procesos participativos que pongan en

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juego la creatividad desde lo colectivo, multiplicando las redes de contención
comunitaria.

Abordaje comunitario: es aquel que tiene como prioridad la participación de la


comunidad en el abordaje de las problemáticas que se identifican en el territorio,
posibilitando una clínica ampliada. (Bang, 2014)

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3) Naturaleza del proyecto

a) Descripción

La intervención se llevará a cabo en el centro de día “La Trinchera” ubicado en el


barrio Godoy de la ciudad de Rosario. Se tratará de la apertura de un taller de percusión
semanal destinado a las/os adolescentes del barrio, más allá de que transiten –o no- la
institución.

La propuesta tiene como eje principal la potenciación de las redes vinculares entre
las/os adolescentes mediante la experiencia artística apostando a que las huellas que
deje el encuentro con otras/os en un entramado sonoro como lo es un ensamble de
percusión, la experiencia de la creación y protagonización de un hecho artístico, la
vivencia de apropiarse y sostener un espacio, puedan trasladarse a otros territorios que
trasciendan el espacio del taller.

Teniendo en cuenta la complejidad del territorio y todos los factores que lo


atraviesan y que hacen a su entramado vincular, no podemos desentendernos de la
coyuntura política social y económica que atraviesa hoy a los colectivos. Ante las
políticas neoliberales que enfrentan a los territorios más vulnerables con necesidades tan
extremas como la subsistencia, más relevante se torna la importancia de tejer redes para
organizarse y resistir y, como profesionales de la salud, de acompañar.

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Somos villa

Somos tantos y somos todos


Somos la mano, somos el codo
Somos parientes y somos vecinos
Paraguayos, bolivianos y argentinos

Somos Roque entrenando a pibas y pibes


Somos un porcentaje que todos miden
Somos la canchita los fines de semana
Somos la cumbia que sale por la ventana

Somos el humo del asadito


Somos la presa de los medios y sus mitos
Somos el porro de los pibes en la esquina
Somos los que se pierden en la cocaína

Somos los secundarios que no se terminaron


Somos algunos de los que se olvidaron
Somos el barro que nos muerde los tobillos
Somos el agua cuando se inundan los pasillos

Somos los vagos de los planes sociales


Somos los que no te muestran los canales
Somos los pibes que tienen hambre
Somos los atados con alambre

Somos los negros que mata la policía


Somos los dientes sin encías
Somos las que se hacen abortos clandestinos
Somos las que quedan en el camino

Somos excepciones en universidades


Somos espectadores en la vidriera de oportunidades
Somos el Estado brillando por su ausencia
Somos fieles esclavos por herencia

A duras penas somos una maravilla


Somos la gente, somos la villa.
Poeta Villero (Rodrigo Armoa)

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b) Justificación

El abordaje metodológico transversal a esta propuesta, lejos de situarse en la


generalización y la estadística, comprende que el estado de las cosas está en constante
movimiento y transformación porque entendemos a los fenómenos como aquello
atravesado por la complejidad. Por ello, el abordaje está pensado desde lo que Elena
Achilli denomina como coinvestigación y coparticipación. Esto se debe a que fue en
la misma interacción con la comunidad que se identificaron las problemáticas que en
este proyecto nos competen. La autora apunta que “[…] podría caracterizar
someramente a estas experiencias de coinvestigación como una modalidad de trabajo
grupal en la que se combinan procesos de investigación y procesos colectivos de
coparticipación en acciones con sujetos que están involucrados en determinado
problema social con el que se trabaja. […]” (Achilli, 2017, pág.11). Esta modalidad
se caracteriza por la implicancia de los sujetos que se encuentran directamente
relacionados a la problemática social como de quienes colaboran, aunque externos, en
el conocimiento de esta misma y la planificación de ciertas estrategias con el
propósito de generar una intervención colectiva que sea capaz de transformar los
factores que hacen a lo que se identifique como problemática.

En tanto a nuestro posicionamiento como musicoterapeutas en esta experiencia de


coparticipación, nos situamos como observadoras/es participantes, ya que nos
permitirá tener un acercamiento concreto a la comunidad y ser parte de los procesos
que la atraviesan para así construir lo que enunciamos como problema de
investigación, y también planificar más adelante cuál será la estrategia de
intervención siendo coherentes con el margen de posibilidad que el territorio nos
ofrece. En palabras de Valle “La observación participante […] si bien proporciona un
conocimiento intelectual del problema, es un conocer y un saber con la vida de otros,
de aquellos de los que se pretende obtener datos e informaciones.” (Valle, 2013, pág.
28 y 29)

En este caso particularmente, al haber transitado la institución en instancia de


prácticas pre-profesionales en el último año de formación académica, la participación en

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el territorio se llevó adelante mediante la construcción de un posicionamiento que se
compone de la experiencia de coinvestigación y coparticipación como también de la
experiencia de coordinación de un taller en la institución. Fue así que, como resultante,
se pudo elaborar un diagnóstico en el que hace relieve la escasa participación de las
adolescencias en la comunidad y, por otra parte, la falta de propuestas que generen otras
posibilidades de construir conocimientos y experiencias que no estén ligadas
esencialmente a la transmisión de saberes. La institución ofrece talleres de capacitación
y formación laboral (Programa Nueva Oportunidad), y otros ligados a la educación
(Centro de Alfabetización y Educación Básica para Adultos). Sin embargo, el colectivo
no muestra demasiado interés por estos espacios y, quienes sí se sienten atraídas/os por
la propuesta, se enfrentan muchas veces con dificultades para acceder y luego sostener
dichos espacios, ya que, en un principio, los cupos de los talleres son limitados y
muchas/os adolescentes están en lista de espera y, por otra parte, sostener la asistencia a
los talleres (que es también sostener un vínculo con una institución) significa para
muchas/os de ellas/os un desafío diario. Podemos concluir, entonces, que nos
encontramos con dos hechos reales y concretos que coexisten y, por qué no, se
retroalimentan: las instituciones no ofrecen suficientes propuestas que motiven la
participación del colectivo adolescente y, a su vez, las adolescencias no transitan
demasiado las instituciones.

Hablamos de “adolescencias” en plural porque consideramos que las adolescencias


son muchas y diferentes entre ellas y, tomando a Kantor, son justamente estas
diferencias las que definen un lugar en la sociedad para cada una de esas adolescencias,
una manera de ser nombradas por las políticas públicas, por la sociedad en sí.

Bien sabemos que en nuestro país el índice de pobreza y de desempleo tiene como
protagonista a casi la mitad de la población adolescente, lo que decanta en que estos/as
no sostengan la concurrencia a las instituciones porque no encuentran ahí el sostén para
mejorar sus condiciones de vida o porque aparecen como urgentes necesidades más
inmediatas como garantizar la subsistencia de ellas/os y sus familias. Por otro lado,
también es pertinente tener en cuenta que es el colectivo adolescente el que más padece
las diversas formas de la violencia institucional: son las principales víctimas de los
ejercicios de violencia organizada por parte de las fuerzas policiales y estatales

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erróneamente nombradas bajo el eufemismo de “gatillo fácil”, aunque la mayoría de las
veces las víctimas no cometieron acto delictivo alguno.

Es a través de los medios masivos de comunicación que se ha demonizado la imagen


del adolescente (pobre, por supuesto) mostrándolo como amenaza y como aquello capaz
de cargar la suficiente peligrosidad como para que pueda ser una explicación concreta a
una sociedad fragmentada y temerosa. Estas construcciones sociales hacen que el
estigma se haga cuerpo y se resignifique desde la rebeldía y, a su vez, desde la
pertenencia, ya que las identidades se inscriben en los roles en los que el entramado
social nos posiciona. En palabras de Kantor:

Todos estos jóvenes que no pueden ser autores y protagonistas de su obra


devienen espectadores del propio drama, donde lo importante parece estar
escrito, y el desenlace es tan previsible como doloroso. Sin lugar para la
ficción, entonces, la realidad es una condena. En los márgenes, la vida se
estrecha: de un lado está lo inaccesible; del otro, el abismo. El presente no
tiene mayor sentido para quienes no pueden percibir el futuro como un
abanico de posibilidades, un enigma, un desafío. Los/as jóvenes, como sus
mayores, han perdido la esperanza; a lo sumo, creen en promesas. Y cuando
se apropian del mensaje de que sus vidas no valen nada y se drogan y son
violentos, el problema son las adicciones y la inseguridad. Y si no sucumben y
aguantan, son «marginales» y, por eso mismo, una amenaza, un riesgo.
(Kantor, 2008, pág. 23)

De esta manera el colectivo adolescente toma distancia de las instituciones y de todo


aquello que concierne al disciplinamiento y es por ello que creo enriquecedor el hecho
de habilitar un espacio que trascienda las formas de aprendizaje ligadas a la pedagogía
bancaria que ofrece el sistema educativo en general y que proponga la construcción de
conocimientos a partir del encuentro con el otro.

El concepto “pedagogía bancaria” fue desarrollado por Paulo Freire en su libro


“Pedagogía del oprimido” (Freire, 1968) como aquella que construye dos posiciones en
el escenario del aprendizaje: un educador y un educando. Aquí existe una comunicación
lineal y vertical que deja al educando en un lugar de pasividad y quietud, pensándolo

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como un depósito de conocimientos. Este lugar de pasividad no es para nada inocente
porque resignificarse desde la pasividad implica adaptarse al mundo en lugar de pensar
en la posibilidad de transformarlo. También es importante mencionar que pensarnos
como educadores también nos posiciona en un lugar de asistencialismo que no guarda
coherencia con el posicionamiento ético- político desde el que nos acercamos al
territorio y desde el que pensamos a este proyecto de intervención.

Como alternativa, Freire propone una “pedagogía problematizadora” cuyas bases


están sentadas en un constante trabajo y re-trabajo de parte de las dos posiciones en
relación al aprendizaje en conjunto. Es decir, la construcción de conocimientos ya no
será de orden verticalista sino que será un diálogo horizontal atravesado por un
pensamiento crítico que articule con el contexto. En palabras de Freire: “La educación
problematizadora se hace, así, un esfuerzo permanente a través del cual los hombres van
percibiendo, críticamente, cómo están siendo en el mundo el que y con el que están”.
(Freire, 1968, pág. 75)

Posicionarnos como musicoterapeutas desde este lugar de aprendizaje mutuo y


horizontal permite que todas/os nos pensemos como sujetos capaces de portar y generar
conocimientos y saberes a través de una escucha ética que habilite la posibilidad de
creación y, por lo tanto, de transformación.

A raíz de esto la propuesta de intervención se trata de la apertura de un espacio


semanal de percusión para adolescentes en el que se trabaje desde el espectro de
posibilidades que la experiencia artística ofrece, intentando hacer un corrimiento del
carácter pedagógico y de formación de los talleres con los que la institución ya cuenta.
Se trata de la habilitación de un espacio para las/os adolescentes del barrio que ofrezca
la posibilidad de generar nuevas formas de construir y sostener redes vinculares entre
quienes participen del espacio y de ser protagonistas y creadoras/es de un hecho
artístico que pueda ser compartido con la comunidad.

En un contexto socio-político-económico atravesado por políticas neoliberales que


puja hacia la homogeneización y la individualización me parece importante potenciar la
riqueza de los colectivos y las redes vinculares que en ellos se tejen.

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Cuando hablamos de redes vinculares nos referimos al tejido relacional inherente a
una grupalidad; a aquel entramado que tiene como materia primera el vínculo, genuino
y transformador, que surge del encuentro con un otro y que acompaña, sostiene,
escucha. Es allí, desde el vínculo, que se habilita la posibilidad de existencia
intersubjetiva: para que acontezca un sujeto es necesario un otro. En ese vínculo habitan
las construcciones sociales de significaciones y por eso es también soporte discursivo
que, siendo el discurso materia organizada en una forma capaz de portar sentido, es
también posibilidad de construir lenguaje.

El discurso producido en el espacio clínico musicoterapéutico es una


herramienta sacada de su caja y usada en la construcción de un vínculo en el
interior del cual se producen montajes de sentido. Para esa sociedad
musicoterapeuta-paciente, ahora la materia es significante, el discurso
significa, y esa extraordinaria cualidad ha sido, recursivamente, fundamento
del vínculo que lo hizo posible. (Rodríguez Espada, 2016, pág. 33)

La coyuntura política-social que estamos atravesando en este momento golpea muy


violentamente las realidades de las adolescencias que se encuentran en situación de
vulnerabilidad social. Hay un Estado ausente. Hay un clima de desesperanza que
sobrevuela los rincones de los barrios: hay hambre y, muchas veces, hay temor y
desamparo. Es un escenario que propensa que cada vez sean más inevitables los
circuitos de aislamiento, el desentendimiento con el otro y el afianzamiento en la idea
de imposibilidad de transformar aquello que las/os avasalla.

Ante la adversidad y la falta de respuestas por parte del Estado, se torna necesario y
urgente acompañar a las comunidades en la construcción de respuestas colectivas y
creativas, generando espacios nuevos de contención, escucha y acompañamiento. La
tarea urgente es reconstruir y afianzar las redes vinculares en la comunidad para poder
construir una respuesta ante las infinitas formas de violencia con la que conviven. En
relación a esto, Ulloa (1995) plantea el poder de la ternura como modo de reconstruir
los lazos sociales en momentos donde lo siniestro deja sus marcas. En este sentido,
hablamos de redes vinculares en relación a lo valioso de la escucha, de la palabra, del
acompañamiento, de la contención y del compromiso en relación a un otro que padece.

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Y también por otro lado nos referimos a las redes vinculares como aquel entramado
relacional desde el que se construye la posibilidad de transformar aquello que deba ser
transformado en el territorio; aquel que, frente a una sociedad que insiste en la
fragmentación de los vínculos y que aleja a los sectores más vulnerables de la
posibilidad de incidir en los procesos sociales, apuesta a la fuerza y la potencia de los
colectivos y del trabajo en red. Tomando a la Lic. en Musicoterapia An Maeyaert
decimos que “[…] consideramos importante el trabajo comunitario, el fortalecimiento
de vínculos y la creación de redes, en las cuales la solidaridad y la construcción
colectiva permitan crear pequeños espacios de salud en los intersticios del sistema que
excluye.” (Maeyaert, 2007, pág. 102)

La importancia del aspecto sociocomunitario se debe a que pensamos al sujeto, en


parte, como sujeto activo en el proceso de transformar aquello que deba ser cambiado
(Ferrara, 1985, pág.10). Por esto es que apuesto a una estrategia de promoción de la
salud que apunte a la generación de procesos participativos que pongan en juego la
creatividad desde lo colectivo, multiplicando las redes de contención comunitaria. En
palabras de Galende: “[…] Participar implica lograr evitar o romper los circuitos de
aislamiento en que alguien que se encuentra padeciendo puede irse instalando [...]”.
(Galende, 1990, pág. 581)

Es por ello que no hablamos de “prevención” sino de “promoción”. Pensar en términos


de prevención implica la planificación de una estrategia de intervención anticipatoria y
destinada a un individuo, con la esperanza de que aquel modifique aquellos
comportamientos considerados inapropiados y pueda, de esta manera, disminuir
conductas de riesgo. Se trata de una perspectiva que pierde de vista la heterogeneidad y
diversidad en tanto formas de ser-estar en el mundo y se desentiende de las
diversidades entre territorios y colectivos.

El hecho de pensar en términos de “promoción de la salud” da cuenta de otra forma


de pensar a las intervenciones en los procesos de salud. En un principio, la propuesta es
abandonar la idea de que los procesos en salud son individuales para darle lugar al
conjunto de acciones y decisiones colectivas con el fin de que incidan en la mejora de
las condiciones que se crean necesarias.

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Al poner énfasis en las condiciones culturales, económicas, y políticas que
están en la base de las definiciones de los comportamientos, no buscan
producir un cambio individual sino una respuesta social capaz de transformar
los contextos para que resulten favorecedores de la salud. Se proponen
acciones no restrictas al componente de la información sino que intervengan
sobre aspectos más estructurales o contextuales, propios de cada grupo.
(Augsburger y Ruggeroni, 2015, p.)

Por lo tanto, también hay otro aspecto no menos importante de la participación en los
procesos de salud. Esta implica que la gente se haga cargo y gestione de manera
protagónica todas las condiciones generales de la comunidad en la que vive. Para ello,
nuevamente retomando dichos de Galende, podemos decir que es imprescindible,
primeramente, plantear como criterio fundamental una politización de la sociedad civil.
(Galende, 1990, pág. 582)

Al incluir a la comunidad en la construcción de sus propios procesos de salud,


estamos dejando de lado la concepción del territorio clínico como aquello ligado
exclusivamente a las instituciones. Claudia Bang sostiene que: “El abordaje
comunitario genera grandes oportunidades y fortalezas desde una propuesta que incluya
a su comunidad en el abordaje de problemáticas psicosociales en su complejidad,
produciendo una clínica ampliada.” (Bang, 2014, pág.112)

Pensar en una clínica ampliada en Musicoterapia nos pone en la tarea de


posicionarnos desde un paradigma que abarque las aristas y complejidades que tienen
los procesos de salud en las comunidades. Desde ya, las comunidades son complejas en
sí mismas. Son la resultante de un entramado de componentes que pueden ser pensados
desde múltiples niveles y dimensiones y, a la vez, sucede que la expresión particular de
ese grupo es la cristalización de toda esa complejidad que abarca.

Lo que propone la Musicoterapia tiene que ver con una circularidad entre las formas
sensibles de los procesos de singularización de los sujetos, de los significados sociales,
las expresiones estéticas grupales y con los símbolos de una comunidad.

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Es por eso que me resulta muy enriquecedor el aporte que genera el aspecto
sociocomunitario de los procesos de salud al territorio clínico de la Musicoterapia y,
viceversa, los aportes que puede hacer la Musicoterapia en los procesos de salud de una
comunidad específica. En esto último están las bases desde las que se sustenta este
proyecto de intervención.

La Musicoterapia ofrece, en un principio, una concepción de sujeto que va de la


mano con la potencialidad de movimiento y transformación que sustenta al hacer
clínico. Para desarrollar esta idea tomaremos lo que el Lic. Mauro Brienzo plantea en su
tesis de grado “Musicoterapia y discursos de la anormalidad”:

El vértice de nuestro trabajo se sitúa en la concepción de sujeto y, como lo


venimos sosteniendo, la pregunta por su acontecimiento instala el carácter
procesual de sus producciones y posiciones. Este ya no será un individuo fijo
a ser delimitado por una práctica alejada de las otras, enunciado por un
diagnóstico y marcado por un cuerpo teórico que enuncie su veracidad,
diciendo que solamente ahí puede existir. Su rasgo característico será
posicionarse en lugares en relación a los discursos que se traben en la trama
relacional en la que se envuelve. (Brienzo, 2013, pág.92)

El gran aporte de Brienzo nos hace pensar, entonces, que el sujeto no es sino que se
posiciona, por lo tanto hay modos de ser-estar que el sujeto puede ir mostrando en su
acontecer mismo. Pensar en modos implica desligarse de la idea de esteticismo y
empezar a pensar en un movimiento permanente; movimiento que se mostrará en las
formas de organizar la materia discursiva.

La Musicoterapia desarrolla un campo de conocimiento que: Investiga las


organizaciones discursivas producidas por diferentes sujetos. El sujeto como
productor de fenómenos transita un proceso de deconstrucción-construcción,
habilitando un devenir circular de la Forma: Materia: sonido, cuerpo,
movimiento, Forma: disposición o expresión de la materia, Sentido:
contextualización de la forma. Sujeto que es-ahí en tanto vínculo con esta
Forma; siendo, en el devenir circular de la misma. (Gianoni, 2002, pág.7)

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También sucede que al pensar en modos de ser-estar tomamos una posición ética que
habilita todas aquellas formas en la que la materia pueda emerger, dándole lugar a las
singularidades y lo que cada una de ellas porta como potencia y como posibilidad. No
se trata de un modelo o una estructura, sino que, por lo contrario, la ética simplemente
opera como aquello que multiplica sentidos, haciendo relevancia en lo singular,
comprometiéndose a la dimensión del análisis y de la intervención. Esto se debe a que
apostamos a que aparezcan la mayor cantidad de estéticas posibles dándole lugar a la
capacidad “creadora” de los sujetos: Pensar a la composición estética en el campo
clínico es pensar el hacer de los sujetos como verdadero en tanto intenta generar un
cambio del estado de las cosas, en tanto promueve –desde el hacer- la posibilidad de
poner en juego la materia sensible.

Tomando a la Lic. en Musicoterapia Malena Rozin, diremos entonces, que:

En su práctica, la Musicoterapia habilita la creación de territorios que se


configuran a partir de la construcción sonora realizada por los sujetos que los
componen y transitan, dentro de los cuales se entre-tejen, en movimiento,
redes que muestran distintos modos de interacción y de formas estéticas
emergentes del tejido discursivo grupal. (Rozin, 2014, pág. 24)

Es por esto que considero valioso el aporte que la disciplina puede hacer en un
espacio como es el Centro de día La Trinchera ya que permitiría ampliar las
posibilidades de transformación de las problemáticas que en la comunidad hacen relieve
aportando herramientas desde un espacio artístico como el que se propone en este
proyecto. Las herramientas que pueden aparecer tienen que ver con el reconocimiento
de cada sujeto y sus potencialidades y, paralelamente, el reconocimiento de las
potencialidades grupales compuestas por experiencias y saberes colectivos. Esto a
través de la posibilidad de habilitar nuevas formas de relaciones en el entramado
vincular.

Para ello proponemos la materia artística como aquella dimensión articulada


directamente con los procesos de salud, ya que es mediante el arte que apostamos a la
pluralidad de sentido partiendo de procesos artísticos que tengan al sujeto singular y al

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sujeto colectivo como protagonistas y creadores de un hecho. El arte se caracteriza por
ser inminente a la experiencia y la vivencia, y es la experiencia la que deja huellas en
los sujetos que la transitan; huellas que pueden re-territorializarse en el transitar
cotidiano de los sujetos más allá del espacio del taller.

En el acontecer de la vivencia y experiencia, la Musicoterapia se encuentra


acompañando los procesos de los sujetos y de los colectivos analizando la organización
discursiva, observando e interviniendo sobre la materia sonoro-corporal, sus formas y
sus sentidos; habilitando nuevas formas vinculares en el entramado grupal en pos de de-
construir aquello que se encuentra estanco para poner a circular las infinitas
posibilidades de organización y aparición que la materia sonoro-corporal nos ofrece.

La apertura de un espacio que promueva, desde el arte, el ejercicio de


reconocimiento de singularidades y potencialidades colectivas, la experiencia de nuevas
formas de transitar/crear/sostener vínculos, el encuentro con otras/os, la construcción de
redes vinculares entre ellas/os en donde exista la posibilidad de contención,
construcción, creación y planificación, la posibilidad de ser protagonistas de un hecho
artístico que contenga todas esas identidades, es, a mi parecer, una estrategia saludable.

De todos modos, ya se han gestado espacios con estas características en los barrios
de la ciudad de Rosario. Dos claros ejemplos son el taller de candombe de “Rancho
Aparte” en el barrio Tablada y la comparsa “Los Herederos” en el barrio Molino
Blanco.

Rancho Aparte

Este espacio nace en el año 2012 cuando un técnico en familia y una estudiante de
trabajo social soldaron un par de arcos y los instalaron en la plaza Italia con el fin de
poder habilitar un espacio para que las/os adolescentes puedan encontrarse a jugar al
fútbol y a compartir alguna que otra merienda.

Con el correr del tiempo eran cada vez más las/os adolescentes que se acercaban a
pasar las tardes y las expectativas y demandas de parte de ellas/os fueron creciendo. Es

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así que una vecina del barrio les facilitó el garage de su casa para que puedan contar con
un espacio físico en el que puedan desarrollar los talleres.

La casita en la esquina de Rueda y Beruti es donde trabajan las/os adolescentes del


barrio en los talleres de peluquería, apoyo escolar, cine y alfabetización, así como en la
Plaza Italia, donde se arman los partidos de fútbol y el taller de candombe. Gracias a
que aprendieron el oficio de la carpintería, ellas/os refaccionan muebles a los vecinos a
modo de changas, mientras el espacio se sostiene con donaciones.

Rancho Aparte no es un club, no es una ONG ni tampoco un comedor. Es un punto


de encuentro para más de 40 adolescentes de barrio Tablada, que creció entre oficios y
meriendas materas, y que ahora ha desarrollado una organización interna tal que, por
ejemplo, la cuerda de candombe de Rancho Aparte ha tocado en grandes festivales y
han gestionado otros tantos a través del compromiso, el entusiasmo y el trabajo diario
de la gente del barrio, especialmente de las/os adolescentes.

El taller de candombe nace hace dos años aproximadamente cuando tres


candomberos del centro de la ciudad de Rosario empiezan a preguntarse ¿por qué el
candombe es un género que convoca a la clase media que tiene más acceso al consumo
de bienes culturales y por qué no está al alcance de la gente de los barrios más
alejados del centro de la ciudad?

La propuesta es vivenciar el candombe como lo fue desde sus orígenes: una


herramienta para generar lazos y redes, y también para abrir puertas y extender la red.
Fue mediante el proyecto “Ingenia” de la Municipalidad de la ciudad de Rosario que
pudieron acceder a los primeros tambores y después fueron sumando tambores a la
cuerda de manera autogestiva.

Cuando el taller de candombe empieza a funcionar en la plaza Italia los


coordinadores se encontraron con un grupo de adolescentes muy sólido con vínculos
estrechos producto de vivir en el mismo barrio desde siempre y, desde hacía unos años,
de gestionar y sostener su propio rancho aparte.

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El desafío de los coordinadores fue sostener la propuesta de tocar candombe ya que
el colectivo adolescente se veía mucho más interesado por, por ejemplo, la batucada,
género del que los barrios de la ciudad se han apropiado muchísimo.

Transcurridos los primeros meses de encuentros matutinos en la plaza Italia, se


sumaron siete mujeres al taller. Estas adolescentes tuvieron que pasar por una
experiencia ardua y dificultosa que tenía que ver con apropiarse del espacio y de la
palabra, ya que el candombe de por sí, históricamente, ha sido un espacio masculinizado
que tuvo siempre como protagonistas a los varones. Los coordinadores ahora piensan en
una segunda pregunta de conocimiento: ¿Por qué el candombe siempre fue un espacio
ocupado y vivenciado por varones y no también por mujeres? ¿Por qué las mujeres no
tienen acceso a esos espacios sin antes pasar por un largo proceso de apropiación del
espacio y la palabra?

Después de más de un año de trabajo en equipo, el ensamble empezó a tener un


sonido sólido y propio que refleja compromiso y dedicación. Es por esto que el espacio
de “taller de candombe” comienza a ampliar su horizonte y a desbordar la casa en donde
se encuentran: empezaron participando en los carnavales de la ciudad, organizando
festivales para recaudar fondos para invertir en materiales para los talleres o para cubrir
costos en los momentos en los que las/os invitan a tocar fuera de la ciudad. Y es así
como un grupo de adolescentes que no se resignaba a pensar que la realidad que
avasalla no puede transformarse, hoy en día, logró organizarse y autogestionarse
aquellos espacios que creían tan necesarios y saludables.*

Los Herederos

Esta comparsa fue creada por miembros de la organización barrial “Libertador San
Martín “que se desenvuelve desde hace más de diez años en diferentes barrios de la
ciudad de Rosario. “La San Martín”, como le llama la gente del barrio, es una
organización que nació con las ollas populares en el 2001 y que cada día crece más y
más. Hoy en día articula diferentes barrios de la ciudad y viene llevando adelante un

*
Comunicación oral con Mauro Cerione, participante de la cuerda de candombe de Rancho Aparte.

21
trabajo sostenido por vecinos/as de cada territorio con una construcción real y de amplio
compromiso.

La comparsa se propone, entre otras cosas, construir cotidianamente un lugar de


contención y reconstrucción del entramado social para numerosas/os vecinas/os del
barrio. Desde hace 9 años, “Los Herederos” reúne a más de 80 adolescentes y jóvenes
del barrio y zonas aledañas que concluyen en la pequeña plaza del barrio Molino Blanco
para gestionar y organizarse en las numerosas tareas que implica llevar adelante una
comparsa: ya sea las composiciones musicales, la composición y coordinación de
coreografías y bailes y la confección de sus trajes alusivos y sus particulares carrozas.
Dicha propuesta se desarrolla con regularidad durante el año, focalizando el trabajo en
el encuentro local de batucadas del que los jóvenes participan activamente.

En la comparsa participan alrededor de 80 o 90 jóvenes de entre 16 y 25 años.


Muchas/os de ellas/s están allí desde hace más de 8 años, y según Claudia (referenta de
Molino Blanco) se puede ver un crecimiento en muchos sentidos. Ella conoce muy bien
la realidad del barrio y las dificultades con las que se enfrentan día a día las/os jóvenes
que participan de ese espacio. A pesar de no contar con las herramientas específicas,
como organización tratan de tomar las problemáticas y trabajarlas en pos de mejorar la
calidad de vida de las/os adolescentes del barrio. En sus palabras:

Nosotros utilizamos como organización política ese interés que los pibes tienen por
la música, y ese espíritu alegre, sano, divertido y lo vamos transformando también en
una cuestión de conciencia social y política. No puede pasar un pibe por acá sin que
despertemos esa conciencia social, esa conciencia política, teniendo en cuenta que estos
chicos probablemente vivan y mueran en el barrio. No es trágico, no es dramático, es
así. La realidad es que estos pibes, lamentablemente hoy, si van al monumento los va a
parar la policía por la gorrita. Acá en los barrios existe una resistencia y existe también
una construcción a contrareloj para cambiar lo que la sociedad cree de nuestro sector, y
es por eso que generamos estos espacios, en donde los pibes son los protagonistas.
(Claudia Fleitas)

Transformar a la música en un proyecto como es la comparsa de Los Herederos


lleva, de alguna manera, a que las/os adolescentes del barrio se organicen: “Tiene que

22
ver con utilizar los intereses de los jóvenes para ir ejercitando el compromiso y las
responsabilidades. Tratamos todo el tiempo de pensar estrategias donde ellos se sientan
parte.” (Claudia Fleitas)

Al igual que Rancho Aparte, Los Herederos también deciden desbordar el barrio y
explorar nuevos territorios con su propuesta artística como bandera que carga
organización e identidad. Comenzaron a competir en la ciudad de Gualeguay, por
ejemplo, y para ello fue necesario un enorme compromiso de parte de las/os jóvenes:
asistencia a los ensayos, reunirse para gestionar la autofinanciación de los viajes, hacer
sus propios trajes y carrozas. Esto último es un punto importante por lo que previo a los
viajes y competencias pasan horas y horas bordando en el centro comunitario del barrio,
tanto las/os miembros de Los Herederos como las/os vecinos del barrio que participan
de “La San Martín”.

Las/os adolescentes se capacitan entre ellas/os para ir desarrollando de a poco el oído


musical. A su vez, también cuentan con el apoyo de estudiantes de la facultad de música
que les acercan algunas herramientas teóricas para su formación. Este acompañamiento
les permitió, por ejemplo, dejar por escrito algunos de los ritmos que producen, lo cual,
entre otras cosas, también les facilitó la tarea de transmitírselos a cada integrante nuevo
que ingresa al grupo. *

De esta manera una propuesta artística como, en este caso, una comparsa reúne a casi
90 jóvenes y a todo un barrio que las/os acompaña para sostener año tras año un
proyecto con tales magnitudes que, a la vez, es un mero reflejo de las redes que se tejen
entre ellas/os y también las redes que la comparsa teje por fuera del barrio. Es un
ejemplo más de que tejiendo redes a través del compromiso, el cariño y la convicción de
que si un colectivo se organiza no hay nada que no pueda ser cambiado. No hay espacio
que nos hayan negado del que no podamos reapropiarnos.

*
Comunicación oral con Claudia Fleitas, referenta del barrio Molino Blanco y del Movimiento Territorial
Libertador San Martín.

23
c) Marco institucional

“La Trinchera” es un Centro de Día ubicado en el barrio Godoy de la ciudad de


Rosario, específicamente en la calle Danieri 3120. Es un dispositivo que viene
funcionando hace más de quince años, en donde se ofrece un espacio en el que la gente
del barrio puede tener acceso a ciertas actividades: algunas propuestas tienen más que
ver con el acceso a consultas con ciertos profesionales de la salud y otras con propuestas
de formación laboral. Los talleres nacen a partir de la demanda de quienes transitan la
institución.

La organización institucional es acorde a la estructura de la Personería Jurídica de los


Centros de Día:

- Presidenta
- Vicepresidenta
- Secretario
- Pro-Secretaria
- Tesorera
- Pro-Tesorera
- Secretario de Actas
- Vocal titular 1º
- Vocal titular 2°
- Vocal suplente 1°
- Vocal suplente 2°
- Vocal suplente 3º
- Vocal suplente 4º
- Sindico titular
- Sindico suplente

Su nacimiento se remota a fines del año 2002 cuando un numeroso grupo de


vecinas/os decide organizarse para poder afrontar juntas/os los desafíos cotidianos de

24
una época más que difícil. La profunda crisis social, económica y política por la que
atravesaba el país entero impactaba fuertemente en la urbanidad y esta era la
preocupación central de las/os vecinos del barrio.

La “excusa” de la convocatoria estaba ligada a la expresión cultural, y el principal eje


de trabajo era el valor de la solidaridad. De esta manera, en sus primeros años La
Trinchera llevó adelante un recorrido sustentado en valores sólidos, el cual, poco a
poco, iría calando hondo en la idiosincrasia del barrio, ganándose el reconocimiento y
respeto de sus vecinos.

Desde sus orígenes, el Centro Cultural La Trinchera se reconoció como un espacio


de pluralidad ideológica, pensado para la participación amplia de los/as vecinos/as, la
contención social de la población más vulnerable, la expresión cultural y política, y la
capacitación laboral de los/las jóvenes.

Un objetivo muy importante que tuvo la institución en aquellos tiempos oscuros fue
promover los valores de la convivencia frente a una realidad violenta, haciendo hincapié
en las potencialidades que poseen todas las personas para poder, en un marco de libertad
e igualdad, soñar, construir y transformar.

La población que asiste a las actividades de la institución se encuentra radicada


mayoritariamente en la zona comprendida entre Av. Pte. Perón, Circunvalación, Camino
Límite del Municipio y Provincia de Misiones. Así mismo, y como consecuencia de la
propia migración interna que se desarrolla en la zona oeste de la ciudad, concurren
niños, niñas y jóvenes de los Barrios Santa Lucía, Cabín 9 y del asentamiento ubicado al
este de Av. 27 de Febrero y Circunvalación.

El perfil del Barrio Godoy se constituyó en base a la presencia de los sectores


trabajadores de pequeños talleres y comercios y de la existencia de numerosas quintas
con una realidad barrial poco integrada a la urbanidad de la ciudad producto de su
ubicación geográfica.

El transcurso del tiempo, la actividad económica y la complejidad social han


transformado radicalmente la fisonomía del barrio. Sin dudas, fenómenos como la

25
radicación de grandes industrias, la reubicación de prácticamente barrios enteros que
fueron trasladados desde otros sectores de la ciudad, obras de infraestructura de
envergadura, la fuerte irrupción del consumo de estupefacientes sumado a la exclusión
con la que cargan a cuesta generaciones enteras y una alta tasa de natalidad en los
sectores más humildes, son algunos de los componentes que han cambiado la realidad
del barrio.

El exorbitante crecimiento del Barrio Cabin 9 ha sido otro factor de fuerte impacto
en el vecindario. Este barrio surge a principios del siglo pasado con la llegada del
ferrocarril y se puebla rápidamente de una gran cantidad de migrantes paraguayos y
otros provenientes del nordeste argentino que vienen a trabajar en la construcción, los
hombres, y en los servicios domésticos las mujeres. La ausencia prolongada del Estado
abrió la puerta allí a numerosos circuitos ilícitos, que se consolidaron en el tiempo y que
en la actualidad representa para muchas personas la posibilidad de acceder a un mejor
pasar económico y, además, a ocupar lugares de poder en el barrio.

La constitución de bandas juveniles en los Barrios Cabin 9 y Godoy, y la circulación


de las mismas de un territorio hacia otro, ha traído como consecuencia numerosas
situaciones conflictivas por las que se vislumbra una realidad de violencia que se ha
engendrado en los últimos años a partir de varias causas que confluyeron para que eso
suceda.

La Trinchera –antes Centro Cultural, hoy, con Personería Jurídica de Centro de Día-,
acompañó estos procesos durante diecisiete años y es por eso que las/os vecinas/os
llegan a la institución por ser ésta una referencia para la población del barrio y por ser
un lugar que el barrio tiene incorporado y con el que se identifica.

Es así que la gente del barrio se acerca a la institución por ser un espacio del que el
barrio se apropió y, por otro lado, es ese vínculo cercano entre vecinas/os lo que le
permite a la institución poder llevar adelante intervenciones por fuera del Centro de día.
Es decir, las/os trabajadoras/es de la institución pueden acercarse a quienes se
encuentren en situación de riesgo o de vulnerabilidad.

26
El proyecto de Centro de día está más enfocado a trabajar con adolescentes ya que,
hoy en día, es el público que menos oferta tiene en el territorio y el que menos transita
por este tipo de espacios.

El Secretario de la institución nos comparte que:

Las/os adolescentes que transitan la Trinchera son adolescentes que no transitaron


institución educativa alguna o abandonaron la escuela secundaria o la escuela primaria y
que han quedado por fuera de los espacios de formación de cualquier tipo. Muchas/os
de ellos, además de alejarse de ese tipo de espacios, tampoco tuvieron o están teniendo
una experiencia laboral formal. Es decir, en ambos casos, no están transitando por
ninguna institución. Es por esto que “la propuesta institucional tiene que ver,
exclusivamente, con revincularlas/os con las instituciones y a eso se debe la oferta de
talleres de formación laboral.” (Gastón Daniel Martínez)*

Los talleres con los que cuenta la institución son:

- Taller de costura
- Taller de sublimación
- Taller de muñecos soft
- Taller de reparación de celulares
- Taller de reparación de splits
- Taller de flotestería
- Taller de carpintería
- Taller de herrería
- Gimnasia para adultos
- Zumba
- Taller de dibujo para niñas y niños

También cuenta con el espacio de C.A.E.B.A. (Centro de Alfabetización y


Educación Básica para Adultos) para quienes quieran terminar sus estudios primarios y
un espacio de clases de apoyo escolar.

*
Comunicación oral con Gastón Daniel Martínez, Secretario del Centro de Día “La Trinchera”.

27
Quienes participan de los talleres, las coordinaciones de los mismos y quienes
coordinan el Centro de Día se encuentran, según lo establecido, el primer lunes de cada
mes en la institución para llevar adelante una jornada de intercambio en la que se hace
un relevamiento de la situación personal-grupal y de la comunidad en sí para llevar
adelante una reflexión sobre los talleres y así re-pensar las estrategias. De todos modos
la realización de la misma no es constante. Esta jornada es llamada “Tercer Tiempo” y
si bien la asistencia es aleatoria de parte de quienes asisten a los talleres, de las/os
talleristas o las/os mismas/os trabajadoras/os de la institución, no deja de ser una
instancia provechosa y enriquecedora que permite un momento de encuentro y
participación colectiva.

Por otra parte, La Trinchera trabaja de manera conjunta con otras instituciones del
barrio a través de un encuentro interinstitucional que tiene lugar una vez por mes
conformado por las coordinadoras de La Trinchera, el CCB, el Centro Territorial de
Rerefencia nº 28, Centro de Salud (municipal y provincial), la E.E.T. Nº 346 "Juan A.
Álvarez De Arenales", la Vecinal R. Rivarola, el jardín de infantes “Grillitos de pan” y
la Escuela Primaria N° 1376 "Leticia Cossettini".

De esta manera, las instituciones del barrio van tejiendo vínculos entre ellas -por lo
menos hasta hace unos meses- para poder conformar una red firme desde la cual
planificar, gestionar e intervenir.

Dentro de La Trinchera existe la intención de articular entre talleristas y


coordinadoras. Están tratando de formalizar esa articulación ya que existen momentos
de re-trabajo pero no hay un espacio formalizado para la articulación de los efectores
del dispositivo.

Al haber transitado la institución en calidad de practicante se pudo construir un


análisis institucional que da cuenta de cuál es la situación actual de La Trinchera, esto
como resultado del entrecruzamiento entre la experiencia de coordinación de taller y de
co-investigación y co-participación.

28
Si bien la institución es una referencia para muchas/os de las/os habitantes del barrio
desde hace muchos tiempo, es importante mencionar que La Trinchera nace del trabajo
en conjunto entre vecinas/os del Barrio Godoy que estaban lidiando con, como canta
Jorge Fandermole, “las razones de la fiebre y una tristeza absurda como el hambre”.
Después de muchos años de trabajo colectivo, de conformación de equipos de trabajo y
de construcción de identidad barrial, los intereses políticos-partidarios de unas/os
pocas/os ocasionaron que el trabajo comunitario hecho hasta el momento tome otro
rumbo.

Esto tuvo como consecuencia – una de las tantas- que las formas de trabajo, los
objetivos institucionales, los efectores del dispositivo y la posición de La Trinchera en
el barrio sea otra; diferente, ajena. Por lo tanto, a partir de ese momento –y, a mi
entender, hasta hoy en día- la comunidad está inmersa en un proceso de re-apropiación
del espacio.

Al ser hoy una institución fuertemente arraigada en intereses partidarios de unas/os


pocas/os las propuestas que les ofrece hoy a la comunidad son aquellas que se
configuran en recintos municipales y que pierden de vista las particularidades y
necesidades específicas de cada territorio, perdiéndose, así, la enorme riqueza que
aporta la articulación. Esto deriva a que la resistencia institucional ante la iniciativa de
inaugurar nuevos espacios por fuera de los ya existentes sea notoria y evidente.

Sin perder de vista esta lectura institucional es que se han delineado cuidadosamente
los objetivos, atendiendo a aquellos factores que pueden influir directamente en la
realización –o no- de la intervención y apostando a habitar la grieta entre el Estado y la
comunidad para construir desde los intersticios herramientas de transformación
colectiva.

29
d) Objetivos, propósito y meta

Objetivo:
El objetivo es fomentar desde las herramientas que ofrece la Musicoterapia y la
experiencia artística las redes vinculares y su relación con la promoción de la salud en
adolescentes que participan de un taller de percusión en el centro de día La Trinchera en
el barrio Godoy de la ciudad de Rosario.

Propósito:
El propósito es promover un espacio de taller de percusión orientado a la
promoción de la salud, tendiente a la generación de redes vinculares en el barrio
Godoy de la ciudad de Rosario.

Meta:
La meta es que la experiencia colectiva tendiente a la generación de redes
vinculares pueda plasmarse en un hecho artístico capaz de ser llevado a la comunidad
del barrio Godoy de la ciudad de Rosario.

Objetivos específicos:

- Potenciar la creación de nuevas formas de construir redes vinculares


para que estas operen como contención que habilite y acompañe la
creación.
- Promover la apropiación del espacio por parte de las/os participantes
y la construcción de sentido de pertenencia para con el mismo.
- Habilitar un espacio en el que se entrecrucen conocimientos y
aprendizajes singulares para que se transformen en una experiencia
colectiva.
- Que dicha experiencia colectiva sea la materia de un hecho artístico
que se comparta con la comunidad.

30
e) Componentes o resultados esperados

Este proyecto de intervención ofrece una planificación concreta desde la cual se


puede intervenir en el territorio tomando como base las herramientas que ofrece la
Musicoterapia en relación a la experiencia y la vivencia artística en un colectivo
determinado.

Para que todo esto suceda, es necesario que exista el reconocimiento de un otro y
esto no es sino mediante el vínculo: el vínculo como aquello que habilita la posibilidad
de un reconocimiento para con un otro, desde dónde -y donde- intervenimos, desde
dónde nos posicionamos en la complejidad de las redes discursivas.

Entonces, los aportes que este proyecto hace a la disciplina tienen que ver con la
planificación de una intervención que guarda coherencia con un posicionamiento ético-
epistemológico que opera como sustento del territorio clínico musicoterapéutico.
Propone el entrecruzamiento del reconocimiento de las potencialidades de los procesos
singulares y colectivos y la experiencia de construir nuevas formas vinculares entre los
sujetos a través de la experiencia artística, siendo éstos protagonistas y creadores de un
hecho capaz de ser compartido con la comunidad. Es, por lo tanto, una intervención
comunitaria relacionada con la promoción de la salud en la comunidad, ya que
consideramos a la participación protagónica de los aconteceres como estrategias
saludables para los sujetos en tanto permite reconocerse como sujeto autónomo y
como sujeto portador de potencialidades.

Mediante la planificación de un espacio, un cronograma de actividades y una


coordinación podemos decir que se ponen en juego las posibles herramientas que la
Musicoterapia ofrece para materializar en un hecho concreto la posibilidad de
intervenir en una comunidad con una propuesta de promoción de la salud desde una
perspectiva comunitaria, mediante la conformación de una grupalidad que protagonice
la creación de un hecho artístico compartido con la comunidad.

31
Es por esto que los resultados esperados corresponden a dos niveles lógicos
diferentes.
Por un lado, los resultados esperados conciernen al compromiso que tengan las/os
participantes con el espacio de taller, la pertenencia al mismo y la potencia de la red
vincular que se teja en el proceso:

- Que se vivencien nuevas formas de construir vínculos en el entramado


relacional

- Que las/os adolescentes sostengan el espacio responsablemente con el


compromiso y el deseo genuino de formar parte del proyecto

- Que aquellas formas que aparezcan en la experiencia grupal trasciendan


el espacio del taller y puedan reterritorializarse en otros ámbitos

Por otra parte, los resultados esperados corresponden al momento en el que el


ensamble comparta con la comunidad lo trabajado en el taller en un evento organizado
por las/os mismas/os participantes:

- Que la potencia de la red vincular que se teja en el proceso permita


autogestionar un evento para incluir a la comunidad

- Que la experiencia de la gestión y organización del evento sea una


herramienta que las/os adolescentes puedan poner en juego cuando se
propongan crear, intervenir, modificar, transformar

32
4) Acciones a realizar

La propuesta de intervención está planificada en cinco etapas de trabajo.


Teniendo en cuenta que en el acontecer los tiempos no son exactos, voy a
nombrarlos como “momentos”.

Primer momento

Este primer momento respecta a la convocatoria al taller. Las acciones a realizar son:
realizar volantes y afiches promocionando el espacio, recorrer los puntos estratégicos
del barrio con los volantes y afiches (escuela secundaria, la plaza, el centro de salud, la
vecinal, ir a los talleres que ofrece La Trinchera misma); participar de los espacios de
tercer tiempo en el centro de día para que las/os adolescentes hagan un reconocimiento
de quien les acerca la propuesta; hablar con referentes institucionales del barrio para
que también les acerque la propuesta; llevar los instrumentos a la plaza y tocar para que
sea la misma propuesta quien convoque a las/os adolescentes.

Segundo momento

En este segundo momento la propuesta es, en un principio, conocernos y tocar.


Presentarnos, reconocer nuestras caras, nuestras voces, nuestras formas de estar.
Ofrecer los instrumentos y explorar sus sonoridades, las diferencias entre ellos, las
distintas maneras de tocarlos, sus nombres y sus historias. Jugar con ellos: apropiarse
de los instrumentos mediante propuestas lúdicas.

Tercer momento

En un tercer momento, introducir teoría rítmica para acercar la posibilidad de hacer


una lectura musical de lo que acontece, esto, a través de ejercicios que impliquen poner
el cuerpo que disten de la manera pedagógica de compartir conocimientos.
Para tomar distancia de las formas pedagógicas y de carácter “formativo” es
necesario tener en cuenta dos cosas. Por un lado, preguntarnos qué tipo de posición
ocuparía un musicoterapeuta en la coordinación de este espacio de taller y, por otra

33
parte, cuáles son las dinámicas de trabajo que propone. En un principio, el/la
musicoterapeuta no se acerca al espacio a transmitir conocimientos o saberes que ya
tiene, sino, a construir conocimientos y saberes con las/os participantes tomando como
materia experiencias e intereses singulares. Es por ello que es un/a coordinador/a que
planifica un encuadre, planifica momentos y diseña propuestas. En segundo lugar, las
dinámicas de trabajo que proponga apuntarán a la apropiación de la experiencia
mediante momentos de juego y creación que pondrán en juego la materia sonora.

Cuarto momento

Una vez aprehendidos y pasados por el cuerpo los diferentes sonidos que hacen a
un ensamble rítmico, dividir los instrumentos agrupándolos según su posición en el
ensamble.

Quinto momento

En un quinto momento, poder generar un lenguaje grupal entre todas/os en relación


a la coordinación del ensamble. El lenguaje grupal en el momento de la coordinación
será a través de señas corporales que construiremos entre todas/os y sistematizaremos a
medida que las vayamos creando. La coordinación del ensamble se toma como posición
a ser ocupada, por lo tanto, es importante que todas/os podamos manejar las señas para
poder coordinar y entender las señas de quien coordine.

Sexto momento

Una vez apropiado el lenguaje de coordinación del ensamble, la propuesta es


poder compartir lo que sucede en el taller abriendo las puertas a la comunidad.
Trasladar el espacio de taller a la plaza para poder compartirlo con el barrio.

Séptimo momento

Este momento refiere a la instancia de evaluación que, si bien enunciarla como un


momento específico nos permitirá más adelante ordenarla en relación a otras acciones a
realizar, tiene como característica principal el hecho de ser transversal a todos los

34
momentos anteriores. Es una herramienta necesaria que aparecerá a la par de cada uno
de los encuentros semanales del taller.

35
5) Determinación de plazos y cronograma

Al planificar una propuesta de intervención es muy importante ordenar las acciones a


realizar en plazos de tiempo estimativos para organizar y planificar los encuentros. En el
siguiente gráfico de doble entrada podremos visualizar la cronología estimativa de los
“momentos” o etapas de trabajo.

MOMENTOS
Y 1 2 3 4 5 6 7
MESES

FEBRERO

MARZO

ABRIL

MAYO

JUNIO

JULIO

AGOSTO

SEPTIEMBRE

OCTUBRE

NOVIEMBRE

DICIEMBRE

ENERO

FEBRERO

MARZO

Durante los dos primeros meses se llevará adelante la promoción del espacio de
taller, poniendo a circular la información dentro de la institución y recorriendo el barrio
para que la propuesta tenga el mayor alcance posible.

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En el mes de abril se pondrá en funcionamiento el taller y tendrá como prioridad en
primera instancia la presentación del espacio, de las personas que participen y de los
materiales con los que trabajaremos, es decir, los instrumentos.

Luego de la instancia de reconocimiento del espacio, de las/os participantes y de los


instrumentos la propuesta es acercar herramientas del lenguaje musical para construir
otras formas de ordenar la materia sonora. Estas herramientas serán útiles para, a partir
del mes de julio, empezar a esbozar un lenguaje grupal propio para poder coordinar las
improvisaciones.

Comenzado el mes de enero del año siguiente, la propuesta trascenderá la institución


y se compartirá con la comunidad aprovechando el clima de carnaval que se vive en los
barrios de la ciudad de Rosario. Los encuentros seguirán sucediendo pero el encuadre ya
no será pensado como “espacio de taller” sino como un grupo de personas que crearon
un proyecto artístico que quiere ser compartido con la comunidad.

Durante los meses de trabajo se llevará adelante la evaluación del taller que compete
tanto a la/el musicoterapeuta que coordine como a quienes participen del mismo. Como
mencionamos anteriormente, este “momento” es transversal a la experiencia en sí para
poder construir una propuesta viable que incluya los aportes, las emergentes y las
necesidades de quienes participen y del territorio mismo.

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6) Determinación de recursos materiales, actores y actrices

Planificar un proyecto de intervención implica la presencia de una serie de recursos


que harán posible el despliegue de las actividades necesarias para llevarlo a cabo. En
este caso hablaremos de actores/actrices y de recursos materiales.

ACTORES Y ACTRICES RECURSOS MATERIALES

❖ Musicoterapeuta ❖ Hojas de papel en blanco e


impresora para hacer volantes y
❖ Participantes afiches para la convocatoria

❖ Institución ❖ Espacio cerrado lo


suficientemente espacioso como
❖ Comunidad para tener movilidad con los
instrumentos

❖ Instrumentos de percusión que


respondan a la estructura de
ensamble básico, por ejemplo,
instrumentos de una cuerda de
batucada: Repiques, Caixas,
Surdos, Cajita, Cencerros y
palillos para percutirlos

Los/as actores/actrices y los recursos materiales son particulares a cada proyecto de


intervención. En este caso los recursos materiales fueron seleccionados partiendo del
hecho de que el espacio en el que pretendemos llevar a cabo la intervención ya cuenta
con los instrumentos básicos de un ensamble de batucada. Si así no fuese, el ensamble
podría ser de cajones peruanos o de tambores preferentemente ya que son instrumentos
que permiten construir entramados sonoros muy ricos en tanto son la resultante sonora

38
de la alternancia de golpes o sonidos que se corresponden con una posición específica
de cada instrumento dentro del ensamble.

Teniendo en cuenta que La Trinchera es una institución muy transitada por la gente
del barrio, la disposición del espacio amplio y cerrado será importante para no interferir
con el resto de las actividades que transcurran simultáneamente en la institución e
incluso para el encuadre mismo del taller.

En cuanto a los/las acores/actrices se identifican como necesarios/as una/un


musicoterapeuta que coordine el espacio, quienes participen del taller y la comunidad en
la que se lleve adelante la intervención. Las/os participantes no solo son imprescindibles
porque serán quienes ejecuten los instrumentos sino porque forman parte de la
evaluación del espacio: el momento de evaluación será una tarea conjunta entre
participantes y musicoterapeuta.

39
7) Factores condicionantes para el logro de los resultados

En la implementación de una intervención aparecerá una serie de factores que


podrían interferir en el abordaje de los objetivos planteados. Estos factores muchas
veces son internos y corresponden a aquellos obstáculos que tendrán que ver con los
riesgos posibles a tener en cuenta para una planificación más eficiente y otros
trascenderán las posibilidades de planificación por su naturaleza externa.

A continuación enumeraremos los factores internos y externos a tener en cuenta.

FACTORES INTERNOS FACTORES EXTERNOS

❖ Dificultad en la convocatoria ❖ Que en el territorio aparezcan


necesidades más urgentes propias
❖ Que la/el musicoterapeuta no del contexto socio-político-
pueda generar un vínculo lo económico que nos obligue a
suficientemente estrecho con la replantearnos la planificación de
institución para que acompañe la las actividades
propuesta de trabajo
❖ Que las condiciones climáticas
❖ Que las/los adolescentes no interfieran en la asistencia al taller
sostengan el compromiso con el ya que los días de lluvia no
espacio permiten que las/os habitantes del
barrio puedan trasladarse por la
❖ Dificultad en la conformación de falta de pavimentación en las
un grupo estable calles

❖ Que en el día y horario del taller


de percusión surjan actividades de
la institución que incluyan a las/os
adolescentes que participen del
taller

40
❖ Que la institución ya no cuente con
los instrumentos musicales
(situación que atravesó la
institución hace unos años a raíz
de un robo)

Plantear las dificultades posibles que conlleva la puesta en marcha de una


intervención nos da la posibilidad de identificar previamente cuáles son los obstáculos
posibles con el fin de intentar evitarlos o contar con las herramientas necesarias para
poder resolverlos en el caso de que esté a nuestro alcance.

De todos modos, puede suceder que en el acontecer mismo surjan nuevas dificultades
que pueden obstaculizar el logro de los objetivos y podrán identificarse en el proceso de
evaluación para luego construir una estrategia colectiva que permita resolver los
inconvenientes que aparezcan como emergentes.

41
8) Evaluación del proyecto

El momento de evaluación de una propuesta de intervención es una herramienta


necesaria para poder identificar cuán posible es llevar adelante la intervención, con el
afán de modificar las estrategias para que sea plausible. Es decir, no se acude a la
evaluación al finalizar la intervención sino que estará presente en cada momento para
poder re-pensar a medida de que los hechos tengan lugar.

Para poder dar cuenta de este proceso propongo dos evaluaciones diferentes. Por
un lado, una instancia de evaluación que llevará adelante quien coordine el espacio y,
por otro lado, una instancia de evaluación colectiva de la que formen parte todas/os
las/os que participen del taller.

La primera de ellas tendrá lugar, en un principio, en cuatro momentos. En esta


instancia el/la licenciada en Musicoterapia llevará adelante una evaluación partiendo
de sus lecturas y observaciones siendo la primera habiendo pasado un mes (teniendo
en cuenta los posibles –e inciertos- tiempos que la tarea de convocatoria conlleva), la
siguiente a los siete meses, la próxima en el último encuentro del taller y la última en
el encuentro que sucederá entre las/os participantes y el barrio.

Esto atravesado por los siguientes ejes de análisis: redes vinculares y tejido
discursivo (análisis sonoro-corporal), compromiso con el espacio de taller,
articulación con la comunidad.

Redes vinculares y tejido discursivo (análisis sonoro-corporal): lecturas de


discursos sonoros-corporales entre quienes participen del espacio, posiciones
ocupadas en el entramado discursivo, relaciones que se vayan tejiendo en ese
entramado.

Compromiso con el espacio de taller: atender a las asistencias de las/los


participantes y a la apropiación que hacen –o no- del espacio. Esto es importante para
sostener una grupalidad, para sostener un proyecto, para sostener un espacio.

42
Articulación con la comunidad: observar qué movimiento genera en el barrio que
una vez por semana funcione el taller y, claramente, cómo reacciona ante la
invitación de escuchar el ensamble en el momento de cierre compartido con la
comunidad.

Por otra parte, la instancia de evaluación colectiva constará de una evaluación de


carácter participativa que incluya a la/el musicoterapeuta y a las/los participantes del
taller. Esto aparece en concordancia con un posicionamiento metodológico determinado
que sustenta a este proyecto de intervención desde el primer contacto con la comunidad
hasta la planificación de la última etapa de trabajo.

Es coherente, entonces, pensar en una evaluación colectiva que incluya lecturas


singulares y grupales de lo que sucede dentro y fuera del taller para poder planificar
estrategias en equipo. La propuesta es llevarla adelante el primer encuentro de cada mes
para ser coherente con la planificación de los siguientes encuentros y la materia será
exclusivamente la palabra. El objetivo será que la palabra circule entre quienes
participen del espacio para poder hacer un análisis en relación a:

Vivencia personal del taller: que cada participante tenga la posibilidad de compartir,
con palabras, cómo se siente en el espacio.

Vivencia grupal del taller: que entre todas/os podamos describir qué es lo que viene
pasando a nivel grupal en los encuentros.

Articulación con la comunidad: que entre todas/os podamos hacer una articulación
entre lo que sucede en el taller y lo que sucede por fuera del mismo, con el objetivo de
que, en el caso de que se observen emergentes o haga relieve alguna problemática en el
territorio, se pueda llevar a cabo un análisis colectivo de aquello que acontece en la
comunidad a través de la planificación grupal de una propuesta de trabajo,
probablemente, distinta de la propuesta original del taller.

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La tarea será, entonces, repensar grupalmente los posibles vínculos entre un taller de
percusión y la cotidianeidad de quienes lo habitan a través de la reflexión y el análisis
colectivo de los emergentes del territorio para que, acompañadas/os por la coordinación
de una/un musicoterapeuta, se puedan tejer posibles puentes entre estos dos elementos
para dar respuestas concretas a aquello que haga relieve.

Hacer uso de la palabra en pos de generar momentos de reflexión es, a mi entender,


el primer paso para poder trasladar los movimientos que sucedan dentro del taller a la
vida cotidiana de quienes participen y, por consecuencia, a la comunidad misma.
Reconocer los movimientos que se generen será la instancia habilitadora para que
aquellas formas –distintas o novedosas- que acontezcan en la clínica puedan
reterritorializarse en otros ámbitos que trasciendan el espacio de taller.

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Agradecimientos

“La cabeza piensa por donde los pies pisan”, dice Paulo Freire. Este proyecto de
intervención no hubiese sido posible sin el recorrido compartido con la Escuela Popular
de Género compuesta por las compañeras del Movimiento Territorial Libertador San
Martín –específicamente compañeras del barrio Molino Blanco- y compañeras de la
Universidad Nacional de Rosario. A ellas les debo las ganas de cambiarlo todo y la
certeza de que la transformación es posible si es colectiva.

A An Maeyaert, por su compromiso y su acompañamiento responsable.

A Belén Barcia, por su apoyo incondicional y por convidarme sus experiencias y


recorridos.

Mi más cálido agradecimiento a todas ellas.

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