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Vídeo- testimonios: “Construyendo la salud mental”

Paulina Flores Peñaloza


Arteterapeuta COSAM Independencia, Santiago, Chile. 2021
Introducción:
La presencia de las artes en la salud posibilita una herramienta terapéutica
además de un espacio reflexivo y participativo al ser incorporado como estrategia
metodológica en las intervenciones con enfoque comunitario, propiciando diálogos
desde las instituciones y hacia la comunidad.
Se presenta una actividad de vídeo colectivo de testimonios sobre la salud
mental como un activador de análisis, de revisión y de debate sobre los discursos
a propósito de la salud mental. Se realizó una convocatoria abierta a la comunidad
(incluidos usuarios y profesionales y quienes quisieran participar); aprovechando
la potencia y acceso a los modos de interacción a través de las redes que la
pandemia ha propiciado como el modo posible de superar el aislamiento. El
trabajo presentado se desarrolla en COSAM Independencia 1 en Santiago, Chile.

Desarrollo:
El proyecto a presentar surge como un ejercicio entre las disciplinas del
arte, de la terapia y de la salud mental comunitaria (desde donde se instala),
buscando hacer dialogar los particulares modos de abordar las distintas esquinas
desde donde se miran los procesos y las personas, para generar reflexiones
individuales y colectivas y buscar anhelos comunes.
La elección del formato de testimonio responde a la posibilidad de éste de
interlocutar de modo directo, permitiendo el ejercicio del habla y de la escucha de
las voces del territorio con menos inferencias e interferencias. El testimonio, ha
tenido en la historia latinoamericana un carácter de revisión y de búsqueda de
cambios sociales (Beverley, 1987).

1
COSAM es una unidad de salud comunitaria pública y gratuita que brinda atención ambulatoria en
especialidad de salud mental a personas y familias con problemas y trastornos mentales de moderada a alta
complejidad en todas las etapas del ciclo vital. Ver Modelos de Gestión Centro de Salud Mental Comunitaria
(2018)
El ejercicio realizado en COSAM, consiste en una pregunta que se abre
para ser respondida y es a propósito de la salud mental, que es el ámbito y
territorio desde donde surge la obra como tal. Los testimonios obtenidos
corresponden a las respuestas a esa pregunta que como actividad se enmarcan
en las acciones propuestas de desarrollo del enfoque comunitario de la institución.
El desarrollo de la salud mental comunitaria en nuestro territorio está ligada
a los procesos histórico y políticos de nuestro continente. El tema de la salud
mental comunitaria en Chile pareciera tener un antes y un ahora, con un tiempo
casi de detenimiento, de sensación de quiebre e interrupción.
Según Maritza Montero (2006), es posible encontrar en diversos lugares y
en el mismo momento temporal algunas expresiones de los inicios de la psicología
comunitaria en Latinoamérica, que según ella, habrían estado puestos más en la
acción transformadora y menos en un hacer académico. Este movimiento en Chile
(años 1960 a 1973), buscaba generar transformaciones y cambios sociales, en un
adherir a un proyecto político, para el cual la salud se proponía como un saber que
debía incorporar lo social (Carrasco & Yuing, 2014). Gran parte de estos
desarrollos de la Salud Mental Comunitaria se vieron interrumpidos por el
advenimiento de gobiernos militares en Latino América (Leiva, 2012); a su vez la
escasez de recursos destinados a ello generó una merma que permaneció hasta
el momento del retorno a la democracia.
Según Pablo Norambuena (2016), en Chile, se propone a partir de los años
90, con el restablecimiento de la democracia, nuevas formas de asumir y de
hacer la salud, relacionadas a las transformaciones que se necesitaba en ese
momento implementar; donde el enfoque comunitario sería la nueva propuesta de
abordaje desde las políticas públicas. Lo que el autor marca es el posicionamiento
de “lo social” como un nuevo conocimiento, no quedándose sólo con el
conocimiento biomédico o clínico de la enfermedad mental. El Plan Nacional de
Salud Mental (MINSAL, 2019) propone la participación comunitaria como factor
protector en salud mental.
Según Carrasco & Yuing (2014) el desarrollo de lo comunitario sitúa a los
equipos de trabajo en medio de procesos de cambio de las formas tradicionales
del hacer en salud, visualizando el desafío de lo comunitario como aquello a lo que
se espera llegar, algo que se sabe “distinto” al modo usual de trabajo, y que
requiere de su consolidación. Quedaría entonces mucho por dialogar en torno a lo
que implica, dibujándose por ahora como un posicionamiento frente a lo biomédico
y donde la participación sería el componente básico de la acción (Montero, 2006)
y sería la que promueve la transformación social. Estas dificultades ponen a los
equipos en situaciones a veces complejas para el desarrollo de las acciones
comunitarias en salud.
COSAM Independencia inicia de modo más intencionado, desde el año
2016 un trabajo con foco en la participación comunitaria como objetivo estratégico
a desarrollar. En esta interacción con la comunidad el uso de los recursos
creativos ha sido una plataforma que ha facilitado el diálogo entre las personas y
hacia la institución. Actividades comunitarias de pintura, literatura, expresión
plástica y corporal y la actividad de vídeo colectivo se configuran como una
estrategia que genera cercanía y apertura a las temáticas emergentes.
Claudia Bang (2016) analiza los cruces y las posibilidades que suceden con
las actividades creativas en el trabajo en salud mental comunitaria; donde
posiciona a partir de la experiencia en Argentina el rol de las artes y lo creativo
como estrategia metodológica comunitaria: propone tres conceptos que ella
considera fundamentales en la salud mental comunitaria: por un lado el arte, la
creatividad y el juego en el espacio público, como primer elemento; luego la
participación comunitaria como un segundo elemento: y la promoción de la salud
comunitaria como un tercer componente. La creatividad colectiva es la estrategia
que ella propone y resalta como posibilidad de mirada crítica y como alternativa
que podría superar la precariedad de recursos y la necesidad de formación de los
equipos, los que según ella se guían hacia lo comunitario orientados por la
intuición y la improvisación (2014).

Proyecto Vídeo-testimonio:

El proyecto de vídeo-testimonio: “Construyendo la salud mental” indaga en


cómo las personas piensan y viven la salud mental; en un ejercicio de cruce de las
experiencias de las distintas hablas-profesionales, usuarios, trabajadores de la
salud- queriendo ser un facilitador de procesos reflexivos y de diálogo comunitario,
así como un ejercicio de escucha y visibilización de las otras voces que habitan el
territorio, como espacio de saber. La actividad nace como un ejercicio
investigativo desde el área de las terapias artísticas, como un trabajo que buscaba
involucrar a través de lo creativo a profesionales y usuarios en un diálogo más
horizontal. La actividad de vídeo testimonio se desarrolla en dos etapas; el vídeo
que se expone a este encuentro pertenece a la segunda etapa, que corresponde
al inicio de la pandemia (ver en vídeo anexo a esta publicación la edición
compilada de parte de las grabaciones).

Estas etapas del proyecto que se visualizan, son más bien una continuación
de una misma propuesta que en los tiempos de confinamiento definió el territorio
de diálogo a partir del formato virtual, ampliando con ello las posibilidades que
antes estaban limitadas por el espacio físico y ahora abiertas a quienes quisieran
participar. El momento de pandemia llamó a una interrogante más específica:
indagar cómo se vivía la salud mental hoy.

La primera etapa realizada durante el año 2019, consistente en una


invitación abierta a usuarios y profesionales a partir de preguntas en torno a la
salud mental y a la relación del arte con la salud mental; si bien logra interesantes
resultados, se decide finalmente enviar a este encuentro la segunda etapa
correspondiente a la etapa de pandemia, ello pensando en su pertinencia
(seguimos en pandemia).

La segunda etapa, se realiza durante emergencia sanitaria y por las


circunstancias, gran parte de las acciones se realizaron de modo remoto. Primero
se confeccionó un vídeo para invitar a participar de la actividad donde se
presentaba la consigna, que en este año incluiría aquello que a las personas les
estaba sucediendo a partir de los momentos que se vivían, tanto desde el inicio de
las protestas sociales en Chile (Mira, 2012) como de lo surgido a partir de la
aparición del COVID-19.
La consigna realizada en esta etapa era: ¿cómo entiende, como piensa, o
cómo vive la salud mental hoy? La persona debía grabar un vídeo de hasta 1
minuto respondiendo esa pregunta.
La actividad se abrió a las redes sociales de Cosam invitando a participar a
la comunidad en general: profesionales y usuarios de salud, estudiantes
universitarios relacionados al arteterapia, líderes comunitarios y distintas personas
que quisieran participar de la convocatoria. El vídeo final fue presentado a través
de las mismas redes sociales institucionales en una actividad comunitaria de
conmemoración del Día Internacional de la Salud Mental que se realizó este año
2020 totalmente de modo virtual, y estaba abierta a toda la comunidad. El
programa incluía un concurso de escritos de cuarentena, un foro con actoras y
actores de la red y del territorio y la actividad de vídeo colectivo con testimonios
sobre como las personas piensan y viven la salud mental.

Al analizar el resultado del proyecto, en una mirada más de desarrollo, se


observan riquezas en los distintos momentos del trabajo: desde la invitación como
gesto de inclusión del otro, desde las preguntas que abrió lugares a mirar la salud
mental desde diversos sitios como procesos personales y poder compartirlos al
colectivo. Parece importante el espacio de diálogo suscitado desde la propuesta
con arte, donde observo también la mirada crítica del concepto de salud, de lo
político de la salud mental y de verse a sí mismos como sujetos de salud mental.

El testimonio como formato permitió una muestra a modo de documento;


son las voces de los otros, los participantes invitados a la actividad, quienes
configuraron el carácter final de la obra. La edición de la obra, tiene un formato
más acotado que la muestra total de grabaciones. Conservo una edición con los
formatos completos de una duración más extendida.

Como obra, a modo de provocación, esta generó espacios de encuentro,


articula diálogos e interrogantes, genera opiniones, y de algún modo mueve
significados; en un territorio como la salud mental en Chile, que requiere mirarse,
modificarse, pensarse y articularse como un espacio de debate (Custo, 2008). El
arte genera una posibilidad, un lugar de habla, de visibilización, de mira crítica, de
revisión y propuesta, de generación de nuevos saberes en los espacios y que en
éste como territorio de la salud mental permitiría compartir quizás algo de la cuota
de poder, que sería el saber, al abrirse a quien sufre el problema de salud mental.
(Foucault, 2002).

Otro factor importante de análisis que influyó en el proyecto es revisar la


potencia que ha tenido la imagen, ayudada por la posibilidad más democrática que
los mismos aparatos telefónicos han brindado como herramienta para generar
imágenes y testimonios a propósito de la crisis que se visualiza y agudiza. La
cámara del celular ha permitido mirar más allá de aquello que parecía el único
medio posible (TV), el único espectáculo posible (Debord, 2000)

Conclusiones.

Este ejercicio de recolección de testimonios y miradas de “esas otras


voces”: de quienes trabajamos en la salud mental y de quienes acceden a las
instituciones, los tratamientos y los dispositivos, adhiere a una mira de los
conceptos y las definiciones, como un algo vivo, que pueden ser escritos de otra
manera y donde hay otras hablas, que parecieran haber quedado fuera de los
discursos. Esta obra quiere ser ese espacio de lo otro; buscando borronear los
binomios de lo sano versus lo enfermo o loco.

La obra así propuesta se plantea por un lado como un espacio de escucha


y visibilización y por otro muestra su potencial crítico y movilizador inserto en
territorios de borde y de interdisciplina, sin perder su énfasis en lo creativo y su rol
de cuidado del otro.

El arte en su rol comunicador puede ser una potente herramienta que abre
espacios de debate transversal y de reflexión sobre las nociones de salud al
interior de los espacios institucionales, entendiéndolas como parte de las prácticas
de trabajo en salud mental , funcionando a modo de herramienta que activa los
discursos e intercambios, convirtiéndose en un articulador de procesos
participativos y en un estimulador y facilitador de los diálogos entre las
comunidades y la institución, permitiendo incluir y acercar el saber del usuario de
salud al saber del profesional, reconociendo en este ejercicio integrador y de
transformación un potencial de salud.
El incorporar prácticas de la salud mental comunitaria a través del arte
facilita un modo de relacionarse en un lenguaje sensible, más cercano, que
propicia la posibilidad de apertura, de reflexión y de mira crítica. La distribución del
saber que en la clínica tradicional está en manos del profesional, en el espacio del
arte podemos proponer otros modos de relacionarnos para compartir esa cuota de
poder.
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