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Unidad 1
Observaciones preliminares1
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En sus líneas fundamentales, esta clase sigue los desarrollos trazados en Cisneros, Lorelei: Modos de decir
en el punto de vista estructural. Serie: Estudios del lenguaje. Material de cátedra. Lingüística y Discursividad
social (2016).
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lingüísticas posteriores fundamentalmente en lo atinente a la respuesta que se otorga en el
CLG a la pregunta acerca del objeto de estudio: ¿qué permite decir que una entidad
lingüística existe o no?, ¿cuáles son las propiedades de esa entidad?
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“Considerar la lengua (o cada parte de una lengua, fonética, morfología, etc.)
como un sistema organizado por una estructura por revelar y describir, es adoptar el punto
de vista ‘estructuralista’”. Benveniste
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Tomado en extensión, el programa podía aplicarse a toda especie de realidad, si se
admite (hipótesis estructuralista fuerte) que toda realidad puede ser considerada
desde el solo punto de vista de sus relaciones sistémicas. Llevado al extremo,
conducía a una ontología de nuevo tipo. Se comprende que haya terminado por
afectar a todos los sectores de la cultura, desde el psicoanálisis hasta la filosofía.
Estamos, entonces, ante otra idea fundamental que los estructuralistas radicalizan y
sistematizan: la lengua es forma y no sustancia.
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vez, encierra estructuras menores y más pequeñas) que da su forma al contenido del
pensamiento: la forma lingüística es, pues, no solamente la condición de transmisibilidad
sino ante todo la condición de realización del pensamiento (2001:64).
“Es lo que se puede decir lo que delimita y organiza lo que se puede pensar” establece en
una síntesis muy lúcida del principio saussureano que venimos considerando.
En “Los niveles del análisis lingüístico” (1964) Benveniste explicita las implicancias del
estudio científico del lenguaje que llevan a cabo los estructuralistas y destaca la novedad
que ese estudio conlleva:
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El gran cambio ocurrido en lingüística reside precisamente en esto: se ha reconocido
que el lenguaje debía ser descrito como una estructura formal, pero que esta
descripción exigía previamente el establecimiento de procedimientos y de criterios
adecuados, y que en suma la realidad del objeto no era separable del método propio
para definirlo (2001: 118).
La tarea del lingüista será, pues, deslindar y describir estas configuraciones específicas,
esa arquitectura singular que conforman las partes en el todo. Se toma una expresión
lingüística nativa, se procede por vía analítica a una descomposición estricta de cada
enunciado en sus elementos, y luego por análisis sucesivos a una descomposición de cada
elemento en unidades cada vez más sencillas. Esta operación tendrá por fin deslindar las
unidades ‘distintivas’ de la lengua.
Este análisis está sostenido por dos presupuestos: la naturaleza articulada de la lengua y el
carácter discreto de sus elementos. Porque se asume, en efecto, que las unidades que
constituyen el objeto no son algo continuo ni idéntico sino, por lo contrario, discontinuo y
desemejante.
En efecto, los constituyentes del lenguaje son discretos porque son unidades completas y no
unidades continuas. Por ejemplo, una oración puede estar integrada por cinco, seis o siete
palabras (unidades discretas), pero no por cinco palabras y media o seis palabras con
sesenta. Además, el lenguaje presenta una naturaleza articulada porque se organiza
por medio de niveles que relacionados entre sí.
Tomemos una expresión del español: Los estudiantes analizan los artículos.
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3) Esas formas integrantes de las palabras también pueden ser segmentadas en unidades
menores: la raíz verbal analiz-está integrada por seis unidades que no tienen
significado pero que sin duda son constituyentes discretos: los fonemas distintivos /a/,
/n/, /l/, /i/ y /z/.
4) A su vez los fonemas pueden descomponerse en elementos mínimos o merismas: el
fonema /n/, por ejemplo, está compuesto por rasgos mínimos o características fónicas:
es nasal, dental, sonoro (quiere decir que representa un sonido que se produce cuando
una parte del aire pasa por el conducto nasal, usando así las fosas nasales como
resonador suplementario –por eso se clasifica como nasal-, que el punto de articulación
del sonido es con apoyo en los dientes –por eso es dental- y sonoro, que remite a la
acción de las cuerdas vocales, se habla de rasgo sonoro cuando las cuerdas vocales
vibran al momento del paso del aire)2.
Se asume, también, que los elementos lingüísticos se dejan recombinar. Al ser separados y
distinguidos unos de otros, pueden reagruparse para formar unidades nuevas que, a su vez,
son susceptibles de formar otras más complejas.
La sustitución constituye un proceso inverso y complementario ya que consiste en el
reemplazo de una unidad por otra equivalente. Por ejemplo, la raíz verbal analiz- puede
sustituirse por otra como revis- o la desinencia de tercera del plural por la de primera del
plural -mos.
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Es importante entender la noción de rasgo mínimo por oposición. Es decir, un fonema es sonoro
porque no es sordo (en los fonemas sordos las cuerdas vocales no vibran con el paso del aire, por
ejemplo, /p/, /t/, /f/), es dental porque no es labial o velar, (donde el órgano involucrado no son los
dientes sino los labios /b/, /m/ o el velo del paladar /gw/, /kw/, respectivamente), y es nasal porque no es
oral, (los fonemas se clasifican como orales cuando en la producción del sonido el aire sale sólo por la
boca).
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Los diferentes niveles no reciben el mismo tratamiento. En la tabla siguiente se resumen las
características que distinguen las unidades de los niveles del análisis lingüístico y su
posibilidad de análisis.
Categorématico Frase + -
Fonemático fonemas + +
Así, la segmentación, que disocia unidades, aparece en concurso con otra operación, la
integración, que reúne estas unidades en unidades de orden superior. Constituyen lo que
Benveniste denomina forma y sentido, respectivamente:
El sentido de una unidad lingüística se define como su capacidad de integrar una unidad de
nivel superior. (Benveniste, 2001: 125).
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Pueden reconocerse, así, dos tipos de relación entre entidades lingüísticas: entre elementos
de niveles distintos (relaciones integrativas) y entre elementos de un mismo nivel
(relaciones distribucionales).
Las relaciones integrativas dan cuenta del hecho de que, gracias a estas articulaciones, las
unidades no se sustituyen sino que se integran en una unidad más compleja.
Las relaciones distribucionales, por otro lado, establecen que una unidad se define por el
conjunto de los alrededores en que aparece en un mismo nivel, ya sea en su relación con los
demás elementos simultáneamente presentes en la frase, ya sea en su relación con los
demás elementos con los que puede ser mutuamente sustituible.
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Referencias bibliográficas
Benveniste, E. (2001). “Tendencias recientes en la lingüística general” [1954], “Ojeada al
desenvolvimiento de la lingüística” [1963], “Saussure después de medio siglo”
[1963], “Estructura en lingüística” [1962], “Los niveles del análisis lingüístico”
[1964], en Problemas de lingüística general I (21° ed.) [1966]. México: Siglo XXI.
(2004). “Estructuralismo y lingüística” [1968], “La forma y el sentido en el
lenguaje” [1967] en Problemas de lingüística general I (24° ed.) [1974]. México:
Siglo XXI.
Cisneros, Lorelei: Modos de decir en el punto de vista estructural. Serie: Estudios del
lenguaje. Material de cátedra. Lingüística y Discursividad social (2016).
Hjelmslev, L. (1972). Ensayos lingüísticos [1959]. Madrid: Gredos.
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