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carnes y lácteos
IMPORTANCIA NUTRICIONAL DE LA CARNE Y DERIVADOS
Los principales componentes de la carne son agua (60- 80%), proteínas (16-25%) (un 40%,
aproximadamente, de sus aminoácidos son esenciales) y grasa (1- 30%). El contenido de
hidratos de carbono es bajísimo ya que el existente en el músculo en forma de glucógeno,
desaparece casi en su totalidad durante el proceso de maduración.
Sin embargo, estas proporciones varían dependiendo del animal, edad, sexo, alimentación y
zona anatómica analizada. En cantidades pequeñas se aprecian sustancias nitrogenadas no
proteicas (aminoácidos libres, péptidos, creatina, nucleótidos, etc.), hidratos de carbono, ácido
láctico, vitaminas (tiamina, niacina, retinol y vitaminas B6 y B12) y minerales (p.ej. Fe hemo y
Zn de alta biodisponibilidad) y otros no menos importantes como Se, Na, K y Co (21). Es de
resaltar que, en la actualidad, se consumen carnes con aproximadamente un 10% menor
contenido de grasa que hace 40 años, debido entre otros aspectos a la mejora de especies por
selección genética y métodos de alimentación del ganado (25).
El consumo de carne y productos cárnicos supuso el 28% del aporte total de proteína en la
dieta (Tabla 1), lo que evidencia la importancia de su ingesta. Según esos datos se superó el
100% de las Ingestas Dietéticas de Referencia (IDR) para las proteínas, caso habitual en los
países desarrollados. Según la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC) el valor de
referencia óptimo establecido para las proteínas es del 15% de la energía total de la dieta (26),
en este caso se alcanzó el 17- 18%, estando prácticamente toda la población por encima de
estos objetivos nutricionales (25).
Pero lo cierto es que el consumo de leche y sus derivados está relacionado con consecuencias
graves a la salud, como cáncer, obesidad, osteoporosis, alergias y problemas digestivos, entre
otros.
Sin embargo es difícil aceptar este concepto y cambiar los hábitos de alimentación que hemos
mantenido o nos han inculcado desde la infancia. Pero si observamos a los animales, nos será
más fácil comprender por qué debemos eliminar estos productos de nuestra vida diaria. Ellos
toman leche solo a edades tempranas, y de su propia especie. Y los humanos, tomamos leche
durante la etapa adulta y además de otra especie: la vaca. Estamos actuando en contra de la
naturaleza.
Cuando hablamos de leche, el primer nutrimento que nos viene a la mente es el calcio.
APELLIDOS Y NOMBRES: MAGUIÑA RONDAN GIORDAN. G
Pero precisamente una proteína de la leche, la caseína, es la que impide que podamos
absorber el calcio que contiene. Esto ocurre porque al consumir proteínas animales, el pH de la
sangre se vuelve ácido y el organismo, como reacción, saca parte del calcio que tenemos en los
huesos para poder neutralizar esa acidez.
La leche de vaca tiene tres veces más proteína que la leche humana. La caseína, una de sus
proteínas, es una sustancia muy espesa que nuestro organismo no puede eliminar. En algunas
personas se adhiere a los vasos linfáticos del intestino, impide la absorción de nutrimentos y
ocasiona así problemas inmunológicos, alergias y asma.
¿Cómo harán algunos productores de lácteos para que la vaca pueda producir leche en tan
altas cantidades? Recurren a la hormona recombinante de crecimiento bovino (rBGH), la cual
se inyecta a la vaca para que produzca más leche de la que podría dar de manera natural. Esto
mismo incrementa los niveles de otra hormona denominada factor de crecimiento insulínico
(IGF-1), que se traspasa a la leche y está relacionada con el cáncer de próstata, mama y
ovarios, según datos del Instituto Nacional de Cáncer, publicados por la Universidad de Oxford.
Los países que tienen menor índice de cáncer, como China, son los que no consumen lácteos.