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Por otro lado, la innovación casi siempre es concebida como un cambio positivo, muy
pocas veces podemos encontrar detractores de ella. En este caso, Garrocho y
Herrero-Beaumont (2020), escriben en su artículo una frase con la cuál muestran su
posición acerca de ello. Bajo mi punto de vista, tienen mucha razón acerca de esta
cuestión, pues simplemente la sociedad acepta y adquiere hábitos o productos
simplemente porque se les ha colocado la etiqueta de “innovativos”. En el ámbito
educativo sucede lo mismo, cada día surgen cientos de metodologías innovadoras
con las cuales se revolucionan las redes sociales, haciendo que maestros y profesores
las incorporen en sus clases sin realizar una reflexión crítica o pensar si son adecuadas
con el grupo-clase. Antes de aceptar algo o querer incorporarlo a nuestra batería de
recursos o metodologías, debemos pensar si la utilizaremos porque aporta algún
beneficio a nuestras clases y al aprendizaje que llevarán a cabo nuestros alumnos; o
simplemente las incorporamos para poder tener la etiqueta de innovadores.
Teniendo todo ello en cuenta, se nos puede venir a la cabeza duda de en qué
aspectos de la educación se requiere innovación. Hoy en día nos encontramos con
cientos de propuestas metodológicas innovadoras, cientos de materiales y de
propuestas de aula. Sin embargo, podemos observar que aún así nos encontramos
con lagunas y aspectos en los que se requeriría una innovación. El proceso de
enseñanza-aprendizaje está influenciado por diversos componentes tal y como dice
Addine, F., & García, G. (2020). Uno de estos componentes es de forma indiscutible
la metodología, la cual requerirá una innovación según las necesidades del alumnado
y sus características vayan cambiando. Otro componente que requiere de una
indiscutible innovación es la evaluación. En casi todas las clases nos podemos
encontrar con que la evaluación se lleva a cabo principalmente mediante exámenes
en los cuales solo hay que plasmar los contenidos que el alumnado ha aprendido
memorísticamente. Este tipo de evaluación no refleja lo realmente aprendido por
cada uno de ellos y ellas, y en muchos casos resulta contraproducente pues causa
estrés, ansiedad, cambios en los patrones del sueño y provoca que no se aprenda
nada, simplemente se memorice y tras plasmarlo en el examen lo olviden.
Por último, me gustaría mencionar un proyecto llamado ‘And the Oscar goes to…’ y
llevado a cabo por el Colegio Sant Josep Obrer en Palma (Mallorca).
Bibliografía:
Navarro, E., Jiménez, E., Rappoport, S., & Thoilliez, B. (2017). Fundamentos de la
investigación y la innovación educativa (1.a ed.). Universidad Internacional de la Rioja.
Respuesta a compañera:
Querida Sofía,
En primer lugar me gustaría felicitarte por tu excelente trabajo y las reflexiones que
haces en tu post.
Coincido contigo totalmente al afirmar que no todo lo novedoso es bueno, ni por ser
novedoso debe ser aplicado inmediatamente sin estudiar si es adecuado o no para
el contexto de nuestra aula.
Además, tal y como afirma Alemán, L., Sancho-Vinuesa, T., & Gómez, M. (2015) y lo
hiciste tú en tu aportación, el docente debe estar en continua formación y
actualización, tanto de sus conocimientos como de nuevas metodologías. Sin
embargo, es muy importante que los docentes tengan una buena base para poder
adaptarse a las necesidades de sus alumnos pudiendo ofrecer metodologías y
recursos más innovadores, así como más tradicionales; siempre teniendo en cuenta
qué es lo que más se adecúa al alumno y a los contenidos impartidos.
Bibliografía:
Alemán, L., Sancho-Vinuesa, T., & Gómez, M. (2015). Indicadores de calidad
pedagógica para el diseño de un curso en línea masivo y abierto de actualización
docente. Revista de Universidad y Sociedad del Conocimiento (RUSC), 12, 104–119.
Urzaiz, M. V., & Paniagua, F. M. (2012). Un reto que nos enriquece: la intervención
educativa con alumnos con trastorno de espectro autista (TEA) en Secundaria. Padres
y maestros, 347, 16–20.