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Siete claves para la innovación educativa

Muchos de los cambios que necesitan nuestros sistemas educativos no implican el uso de grandes
tecnologías

DRAGOS GONTARIU (UNSPLASH)

BERENICE PACHECO-SALAZAR

03 AGO 2020 - 02:22 CDT

Semanas atrás, una docente me comentó que no podía realizar ninguna innovación en su aula
porque no contaba con tecnología. Esto me dejó pensando en cómo muchos discursos sobre
educación parecen estar equiparando tecnología e innovación educativa, y planteando la
tecnología como la panacea para los grandes cambios educativos que demandan las sociedades
actuales.

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Sin embargo, ni el uso de la tecnología supone necesariamente una innovación ni toda innovación
en educación requiere de ella. Tampoco el uso de la tecnología por sí mismo se traduce en mejora
de los aprendizajes. Ejemplo de ello es cuando un dispositivo móvil se utiliza del mismo modo que
tradicionalmente se ha utilizado el pizarrón y la tiza. No nos podemos olvidar de que somos los
seres humanos quienes interactuamos con la tecnología, y a través de ella, quienes decidimos su
uso y utilidad.

Me atrevo a afirmar que muchos de los cambios que necesitan nuestros sistemas educativos no
implican el uso de grandes tecnologías sino, más bien, transformaciones sustanciales en las formas
de gestión y en las dinámicas de relaciones sobre las que se fundamentan los procesos de
enseñanza-aprendizaje. Entonces, ¿qué entendemos por innovación en educación? ¿para qué
sirve la innovación educativa?
Innovación es un proceso permanente, original e intencional de búsqueda de mejora de la calidad
educativa y de los aprendizajes de los y las estudiantes. Innovar en educación implica tener
objetivos claros sobre qué queremos enseñar, cómo queremos enseñarlo y para qué, y luego
ponderar los cambios que necesitamos realizar para lograr dichas metas. Innovar en educación es,
ante todo, mejorar sustancialmente la calidad de vida de las personas desde el desarrollo pleno de
sus capacidades. Como señala Francesc Pedró, director del Instituto Internacional de la Unesco
para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (IESALC): “Es innovación si añade valor al
aprendizaje”.

Me pregunto: ¿cómo innovar en el aula? ¿cómo hacer innovación educativa? ¿cómo promoverla e
implementarla? Desde mi experiencia como especialista de la Organización de Estados
Iberoamericanos para la Educación la Ciencia y la Cultura (OEI), como docente y como
investigadora, identifico siete claves fundamentales:

1. La calidad del profesorado es crucial para la innovación educativa. Se requiere de docentes con
sensibilidad, compromiso, constancia, creatividad, empatía y capacidad para motivar y emocionar
a sus estudiantes. Docentes con apertura, autocrítica y flexibilidad para permanentemente
reinventarse y transformar sus prácticas de enseñanza acorde a las necesidades específicas de
cada grupo de estudiantes. Asimismo, docentes en procesos de autoformación y reflexión sobre su
accionar, para lo cual necesitan disponer de horas para el estudio y la investigación.

2. La innovación es posible y se hace sostenible si ocurren cambios en la gestión escolar. Se


necesita de un liderazgo pedagógico que sea inclusivo, distribuido y no adultocéntrico, capaz de
generar y mantener una cultura de innovación en el centro educativo. Un entorno colaborativo es
fundamental para la innovación educativa.

Se requiere de docentes con sensibilidad, compromiso, constancia, creatividad, empatía y


capacidad para motivar y emocionar a sus estudiantes

3. En palabras de Mariano Jabonero, Secretario General de la OEI, la innovación es el recurso


indispensable para mejorar de forma efectiva la educación y la misma surge de la revisión crítica
del interior de la propia escuela. Innovar implica una transformación radical del modelo educativo.
Es necesario desaprender el modelo centrado en la información, la memorización y la verticalidad,
y construir modelos centrados en metodologías activas, el aprender a aprender, la autorregulación
del aprendizaje y el trabajo colaborativo y cooperativo. Recordemos que la construcción del
conocimiento es posible mediante el diálogo y la exploración activa. O como decía Paulo Freire,
influyente educador de nuestra época, en la “búsqueda inquieta”.
4. La diversidad es otro pilar fundamental para la innovación y una oportunidad para los
aprendizajes. “Los grupos diversos son más creativos y capaces de innovar”, ha afirmado Mara
Dierssen, neurobióloga e investigadora de Barcelona. Considero que la innovación educativa va
siempre de la mano con la atención a la diversidad, la personalización del aprendizaje y la
inclusión. El diálogo y el encuentro entre lo diferente encierran una gran fuerza transformadora
para la educación. Junto a esto, se necesita también que las aulas sean espacios libres de
estereotipos y prejuicios a fin de no etiquetar al estudiantado ni condicionar sus proyectos de vida.

5. En una época donde se valora lo rápido e inmediato, es necesario reivindicar la lentitud como
necesidad pedagógica. Todo proceso de aprendizaje requiere tiempo a fin de que sea significativo,
profundo y perdurable. La pedagogía de la lentitud reclama la necesidad de dedicar el tiempo
justo a cada actividad educativa y de respetar (e incluso potenciar) los diversos ritmos de
aprendizaje. Para esto, y siguiendo los planteamientos del experto educativo Joan Domènech, se
necesita que en las aulas exista tiempo para la reflexión, para la distracción, para el error, para
observar; tiempo para realizar aprendizajes en profundidad, llegar a comprender procesos y
aprender a aplicarlos a situaciones nuevas.

6. Innovar es construir ciudadanía. Formar como vía para obtener mejores empleos, desarrollar
emprendimientos y, así, mejorar la calidad de vida individual, es importante. Pero la clave de la
educación es la formación de ciudadanas y ciudadanos con capacidad de relacionarse desde la
valoración mutua y el de respeto a los derechos humanos. Formar seres humanos con inteligencia
socioemocional y empatía por su entorno. No se trata solo de preparar a los y las alumnas para los
trabajos del futuro, sino —y sobre todo— de formarles para que puedan construir la sociedad en
la que desean vivir. Un clima escolar positivo y una convivencia armónica son también
imprescindibles para la innovación educativa.

7. Finalmente, la más eficaz innovación educativa es la que inicia ahora y se asume como una
práctica sostenida en el tiempo, con el foco siempre puesto en mejorar los aprendizajes de
nuestro estudiantado y en formar una ciudadanía crítica y solidaria. Porque solo es posible innovar
innovando.

Berenice Pacheco-Salazar es doctora en Educación. Coordinadora de Generación del


Conocimiento, Innovación y Derechos Humanos en la oficina de República Dominicana de la
Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI).

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