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FINAL DE POLITICA INTERNACIONAL 2018

UNIDAD 1. Teorías, procesos y estructuras. A) Realismo. B) Liberalismo y Globalización. C) Constructivismo

Keohane/Nye - Poder e Interdependencia Capítulo 1 – La interdependencia en la política mundial

Vivimos en una era de interdependencia. El mundo se ha vuelto interdependiente en economía, en comunicaciones u en


el campo de las aspiraciones humanas. Muchos investigadores consideran que en nuestra época el Estado territorial,
figura dominante, está siendo eclipsado por actores no territoriales, como las corporaciones multinacionales, los
movimientos transnacionales y las organizaciones internacionales. Nuestro objetivo apunta a proporcionar los medios
para refinar y armonizar la sabiduría que pueda existir en ambas posiciones, mediante el desarrollo de una estructura
teórica coherente para el análisis político de la interdependencia. Desarrollaremos un conjunto de herramientas
intelectuales para comprender la realidad de la interdependencia en la política mundial contemporánea. Las teorías
tradicionales y clásicas de la política mundial hablaban de un potencial “estado de guerra” en el que el comportamiento
de los Estados se encontraba dominado por el constante peligro de un conflicto militar. Durante la guerra fría, esta
concepción es denominada como “realismo político”. En la década del ’60, muchos otros agudos observadores que
aceptaban el enfoque realista letalmente comenzaron a percibir el desarrollo de nuevos caminos que no se centraban
en los aspectos de seguridad y militares. ¿Cuáles son las características dominantes de la política mundial cuando
tenemos una interdependencia (particularmente una interdependencia económica) extensiva? La interdependencia
afecta la política mundial y el comportamiento de los Estados, pero las acciones gubernamentales también influyen
sobre los modelos de interdependencia, Al crear o aceptar procedimientos, normas o instituciones para ciertas clases de
actividades, los gobiernos regulan y controlan las relaciones transnacionales e interestatales. A estos acuerdos
gubernamentales los denominaremos regímenes internacionales.

LA NUEVA RETÓRICA DE LA INTERDEPENDENCIA

Durante la guerra fría, “seguridad nacional” era un slogan que empleaban los líderes políticos norteamericanos con el fin
de lograr apoyo para sus políticas. También proporcionó una base racional para la cooperación internacional y apoyo a
Naciones Unidas. La unidad coordinadora clave de la política exterior en la Casa Blanca se llamó Consejo de Seguridad
Nacional. Al mismo tiempo, ciertos sectores frecuentemente manipularon el simbolismo de la seguridad nacional para
sus propios fines. Fue, en amplia medida, producto de la guerra fría y del intenso sentimiento de amenaza que los
norteamericanos experimentaban por entonces. En tanto el sentimiento de amenaza a la seguridad característico de la
guerra fría, iba disminuyendo, la competencia económica externa y los conflictos distributivos internos aumentaron. En
la misma medida en que la prolijidad descriptiva de la perspectiva de la seguridad nacional, dominada por intereses
militares, declinaban, lo mismo ocurría con los términos del poder simbólico. La seguridad nacional tuvo que compartir
su posición de primer símbolo del léxico internacionalista con interdependencia. Pero la retórica de la interdependencia
y el simbolismo de la seguridad nacional no coexisten con comodidad. En su formulación extrema, la primera sugiere
que los conflictos de intereses son algo anticuado, en tanto que el segundo arguye que son, y seguirán siendo,
fundamental y potencialmente violentos. Ni la retórica de la interdependencia ni el simbolismo de la seguridad nacional
proporcionan pautas confiables para el manejo de los problemas planteados por la interdependencia extensiva. Las
teorías del equilibrio de poder y de la seguridad nacional resultan muy pobres para el análisis de los problemas de
interdependencia económica o ecología. Y dado que la fuerza militar es ineficaz frente a ciertos problemas, la noción
convención de poder carece de precisión. Por lo tanto, pueden llegar a ser necesarios distintos conceptos de poder para
enfrentar problemas diversos. Las máximas tradiciones de la política internacional (los Estados actuaran en función de
sus intereses nacionales o los Estados procurarán maximizar su poder) se vuelven ambiguas. No estamos sugiriendo que
los conflictos internacionales desaparecen cuando prevalece la interdependencia. Por el contrario, los conflictos pueden
adquirir nuevas formas e incluso pueden incrementarse.

LA INTERDEPENDENCIA COMO CONCEPTO ANALÍTICO

Interdependencia, en su definición más simple, significa dependencia mutua. En política mundial, interdependencia, se
refiere a situaciones caracterizadas por efectos recíprocos entre países o entre actores en diferentes países. Estos
efectos resultan de intercambios internacionales (flujos de dinero, bienes, personas y mensajes que transponen las
fronteras internacionales). Un país que importe todos u petróleo probablemente será más dependiente de un continuo
flujo de combustible que lo que puede serlo otro piase que importe bienes, joyas y perfumes (aun por un valor
monetario similar). Donde existen efectos de costo recíproco en los intercambios (aunque no necesariamente
simétricos) hay interdependencia, Cuando las interacciones no implican efectos de costos significativos, simplemente
hay interconexión. Los efectos de costo deben ser impuestos directa o intencionalmente por otro actor.

No limitamos el término interdependencia a situaciones de beneficio mutuo. Tal definición supondría que el concepto
solo es útil analíticamente donde prevalece la perspectiva modernista del mundo: es decir, donde las amenazas de
intervención militar son escasas y los niveles de conflicto bajos. Optamos por una definición más amplia. Nuestra
perspectiva implica que las relaciones interdependientes siempre implicarán costos, dado que la interdependencia
reduce la autónoma; pero es imposible determinar a priori si los beneficios de una relación serán mayores que los
costos. Esto dependerá tanto de los valores que animen a los actores como de la naturaleza de la relación. Se pueden
adoptar dos perspectivas distintas para analizar los costos y los beneficios de una relación interdependiente. La primera
se centra en las ganancias o pérdidas comunes, de las partes en cuestión. La otra pone el énfasis en las ganancias
relativas y en la distribución de los temas en cuestión. Muchos de los aspectos políticos cruciales de la interdependencia
giran en torno a la vieja pregunta de la política: ¿Quién consigue qué? Los gobiernos exportadores de petróleo y las
compañías petroleras multinacionales, por ejemplo, compartieron el mismo interés por obtener precios altos por el
petróleo; pero también mantuvieron conflictos sobre la cuotificación de los beneficios obtenidos. La diferencia entre la
política internacional tradicional y la política de la interdependencia económica y ecológica no consiste en la diferencia
entre un mundo de “suma cero” donde la ganancia de una parte significa una pérdida para la otra) y los juegos “no suma
cero”. La interdependencia militar no necesita ser suma cero. En realidad, los aliados militares procuran que la
interdependencia proporcione un aumento de la seguridad para todos. Incluso el equilibrio de poder de distintas
situaciones no necesita ser de suma cero. Por el contrario, la política de la interdependencia económica y ecológica
implica competencia, incluso en los casos en que la cooperación prometa amplios beneficios netos. También debemos
ser cuidadosos de no definir la interdependencia completamente en términos de dependencia mutua equilibrada. Son
las asimetrías en la dependencia los factores que más probablemente han de proporcionar fuentes de influencia a los
actores en sus manejos con los demás.

PODER E INTERDEPENDENCIA

Las fuentes que producen poder se han vuelto más complejas. El poder puede pensarse como la habilidad de un actor
para conseguir que otros hagan algo que de otro modo no harían (y a un costo aceptable para el autor que promueve la
acción). El poder también puede concebirse en términos de control sobre los resultados. Cuando decimos que a
interdependencia asimetría puede ser una fuente de poder estamos pensando el poder como el control sobre los
recursos o como el potencial para afectar los resultados. Para entender el papel del poder en la interdependencia,
debemos distinguir entre dos dimensiones: sensibilidad y vulnerabilidad. Sensibilidad implica grados de respuesta
dentro de una estructura política (¿con que rapidez los cambios en un país ocasionan cambios, con determinado costo,
en otro país y cuál es la magnitud de ese costo?). Puede medirse no meramente por el volumen de los flujos que
transponen las fronteras, sino también por los efectos de costo de los cambios en las transacciones sobre las sociedades
o los gobiernos. La sensibilidad de la interdependencia se crea mediante interacciones dentro de un marco de políticas.
Un ejemplo de dependencia de sensibilidad es el modo en que Estados Unidos, Japón y Europa occidental resultaron
afectados por el incremento de los precios del petróleo en 1971, en 1973-74 y en 1975. La sensibilidad de esas
economías estaba en función del mayor costo del petróleo extranjero y de la proporción que importaban, La
interdependencia de sensibilidad puede ser tanto social o política como económica. Por ejemplo, existen “efectos de
contagio” sociales tales como el modo en que el desarrollo de movimientos estudiantiles radicalizados a fines de la
década del ’60 se revitalizaba ante el conocimiento en otras partes de aquellas actividades. La sensibilidad a un
problema semejante puede reflejarse en manifestaciones o en otras acciones políticas. También debemos considerar
cómo se modificaría la situación si el marco de políticas pudiera cambiar. Si se dispusiera de más alternativas y fueran
posibles nuevas y muy diferentes políticas,

¿Cuál sería el costo que insumiría el ajuste a los cambios externos?

En el petróleo, por ejemplo, dos países que importen un35% del petróleo que consumen parecen igualmente sensibles a
aumento de los precios; pero si uno de ellos pudiera recurrir a fuentes energéticas internas a un costo moderado, el otro
país resultaría mucho más vulnerable. La dimensión de vulnerabilidad de la interdependencia se apoya en la
disponibilidad relativa y en el costo de las alternativas que los actores deben encarar. En términos de costos de la
dependencia, la sensibilidad significa una contingencia ante los efectos de costo impuestos desde afuera antes que se
pudieran modificar las políticas para tratar de cambiar la situación. La vulnerabilidad puede definirse como la desventaja
de un actor que continúa experimentado costos impuestos por acontecimientos externos aun después de haber
modificado las políticas. Los efectos inmediatos de los cambios externos generalmente reflejan sensibilidad ante la
dependencia. La dependencia a la vulnerabilidad sólo puede medirse por el costo que implican los ajustes efectivos a un
medio que ha cambiado durante cierto lapso de tiempo. La medición de los efectos inmediatos de los cambios no
indicará precisamente sensibilidades de largo plazo. La vulnerabilidad es particularmente importante para entender la
estructura política de las relaciones de interdependencia. La vulnerabilidad es claramente más relevante que la
sensibilidad; se observa, por ejemplo, al analizar la política de materias primas tal como se dio en la supuesta
transformación del poder tras 1973. Demasiado a menudo, un alto porcentaje de importación de materias es
considerado como un índice de vulnerabilidad. La pregunta clave para determinar la vulnerabilidad consiste en saber
con cuanta eficacia las nuevas políticas podrán aportar suficientes existencias de las materias primas necesarias (o
similares) y a que costo. La sensibilidad será menos importante que la vulnerabilidad para proporcionar recursos de
poder a los actores. Si un actor puede reducir sus costos mediante la modificación de su política, tanto interna como
internacional, los índices de sensibilidad no serán una buena guía sobre sus recursos de poder. La interdependencia de
vulnerabilidad incluye la dimensión estratégica que la interdependencia de sensibilidad omite, pero esto no significa que
la sensibilidad sea políticamente menos importante. Aunque los modelos de sensibilidad interdependiente pueden
explicar donde aprieta el zapato, una política debe basarse sobre un análisis de las actuales y potenciales
vulnerabilidades. El intento de manipular interdependencias asimétricas de sensibilidad sin tomar en consideración los
patrones subyacentes de vulnerabilidad es probable que fracase. Sin embargo, la manipulación de las vulnerabilidades
económicas o sociopolíticas también implica riesgos. Las estrategias de manipulación de la interdependencia muy
probablemente conduzcan al surgimiento de contra estrategias. Incluso la eficaz manipulación de la interdependencia
asimétrica dentro de un área no militar puede suscitar el riesgo de una contramedida militar. Cuando Estados Unidos
explotó la vulnerabilidad japonesa a un embargo económico en 1940-41, Japón contraataco con el bombardeo a Pearl
Harbor y Filipinas. El ejercicio de formas de poder más dominantes implica mayores costos. Así, en relación al costo, no
existen garantías de que los medios militares sean más eficaces que los económicos para lograr un propósito dado. El
desplazamiento de un recurso de poder a otro más eficaz aunque más costoso) será más probable donde exista una
sustancial incongruencia entre la distribución de los recursos de poder en una y otra dimensión. En tal situación, la
disminuida posición de poder de uno de los actores puede ser mejorada levantando el nivel en que se maneja la
controversia.

Concluimos que un útil comienzo en el análisis político de la interdependencia internacional puede ser la consideración
de las interdependencias asimétricas como fuentes de poder entre los actores. Diferentes tipos de interdependencia
llevan a la influencia política potencial, aunque bajo distintas limitaciones. La interdependencia de sensibilidad puede
proporcionar las bases para una influencia política significativa solamente cuando las reglas y normas efectivamente
pueden darse por sentadas o en el caso de que fuera prohibitivamente costos para los estados insatisfechos el rápido
cambio de sus políticas. Si un conjunto de normas coloca a un actor en una posición desventajosa, el actor
probablemente tratará de cambiar esas normas si puede hacerlo un costo razonable. Así, la influencia derivada de
asimetrías favorables en el campo de la sensibilidad es muy limitada cuando las asimetrías subyacentes en el campo de
la vulnerabilidad son desfavorables. Tan importante como entender el modo en que la manipulación de la
interdependencia puede ser un instrumento de poder, resulta establecer los límites de ese instrumento. La
Interdependencia asimétrica por sí misma no puede explicar los resultados de las negociaciones, incluso en las
tradicionales relaciones entre los estados. Como dijimos antes, el poder medido en términos de recursos o de potencial
puede parecer diferente del poder medido en términos de influencia sobre los resultados. Los Estados pequeños, en
especial, pueden tener una mayor unidad política interna que los grandes. Aunque el Estado más poderoso pueda ser
menos dependiente en términos de conjunto, puede estar más disgregado internamente, con lo que la coherencia se
verá reducida por los conflictos de intereses y las dificultades de coordinación dentro de su propio gobierno.

CAMBIO DE RÉGIMEN INTERNACIONAL

Para entender el concepto de interdependencia y su relevancia para el concepto de poder, es necesario responder la
primera, y más importante pregunta, ¿Cuáles son las características de la política mundial bajo condiciones de
interdependencia extensiva? Pero, como hemos señalado, las relaciones de interdependencia a menudo ocurren dentro
de (y pueden ser efectuadas por) redes de reglas, normas y procedimientos que regulan los comportamientos y
controlan sus efectos, Nos referimos a los conjuntos de acuerdos gubernamentales que afectan las relaciones de
interdependencia conocidos como regímenes internacionales. Las reglas del juego incluyen algunas normas privadas y
amplias zonas de no existen normas en absoluto. La debilidad de las organizaciones internacionales y los problemas de
la obligatoriedad del derecho internacional a veces despistan a los observadores y los llevan a pensar que los regímenes
internacionales son insignificantes y que pueden ignorarse por completo. Los regímenes tienen importantes efectos
sobre las relaciones de interdependencia que involucran a unos pocos países (o a muchos) en un problema específico. Su
eficacia ha variado según las áreas de conflicto y en función del tiempo. Los regímenes internacionales pueden ser
incorporados a los acuerdos o tratados internacionales, como los acuerdos monetarios internacionales desarrollados en
Bretton Woods en 1944. O pueden estar meramente implícitos. Cuando no existen normas de acuerdo ni de
procedimiento, o cuando las excepciones a las reglas son más importantes que las instancias de adhesión, se produce
una situación de falta de régimen. La estructura de un sistema remite a las capacidades de unidades similares. En los
sistemas políticos internacionales, las unidades más importantes son los Estados y se consideran como capacidades
relevantes a sus recursos de poder. Estructura es, por lo tanto, algo distinto de proceso, que remite al comportamiento
distributivo o negociador dentro de una estructura de poder. Los regímenes internacionales son factores intermedios
entre la estructura de poder de un sistema internacional y la negociación política y económica que se produce dentro
del mismo. La estructura del sistema (la distribución de los recursos de poder entre los Estados) afecta profundamente
la naturaleza del régimen (el mayor o menor aflojamiento del conjunto de normas, reglas y procedimientos formales e
informales que son relevantes para el sistema).
Capítulo 2 – REALISMO E INTERDEPENDENCIA COMPLEJA

Los supuestos realistas sobre la política mundial pueden considerarse como la definición de un conjunto extremo de
condiciones o tipo ideal. Construiremos otro tipo ideal, el opuesto al realismo. Lo llamaremos interdependencia
compleja. Para los realistas políticos, la política internacional, al igual que cualquier otra política, consiste en una lucha
por el poder, pero, a diferencia de lo que ocurren en la política interna, se trata de una lucha donde predomina la
violencia organizada. Tres supuestos integran la visión realista. 1) Los Estados, como unidades coherentes, son los
actores dominantes en la política mundial. 2) Los realistas suponen que la fuera es un instrumento utilizable y eficaz en
la política. También pueden emplearse otros instrumentos, pero el empleo (o la amenaza del empleo) de la fuerza es la
más eficaz medio para manejar el poder. 3) Los realistas presuponen una jerarquía de problemas en la política mundial
que es encabezada por las cuestiones de seguridad militar: la “alta política” de la seguridad militar predomina sobre la
“baja política” de los asuntos económicos y sociales. Definen un tipo ideal de política mundial. El mismo nos permite
imaginar un mundo en el que la política está continuamente caracterizada por los reales o potenciales conflictos entre
los estados y en el que el empleo de la fuerza seria posible en cualquier momento. Cada Estado procuraría defender su
territorio e intereses de amenazas reales o potenciales. Los actores transnacionales no existen o bien carecen de
importancia política. Cada uno de los supuestos realistas puede refutarse. Si se hace una refutación global, podemos
imaginar un mundo en el que otros actores además de los estados participen activamente en la política mundial, en el
que no excusa una clara jerarquía de cuestiones y en el que la fuerza sea un eficaz instrumento de política. Bajo estas
condiciones (que denominamos como las características de la interdependencia compleja) se puede esperar que la
política mundial sea muy diferente de lo que es bajo las condiciones realistas. Sin embargo, no sostendremos que la
interdependencia compleja refleja fehacientemente la realidad política mundial Por el contrario, tanto ella como la
representación realista son tipos ideales.

CARACTERÍSTICAS DE LA INTERDEPENDENCIA COMPLEJA

Tiene tres características principales:

1. Canales múltiples conectan las sociedades; los mismos incluyen tanto nexos informales entre elites
gubernamentales como acuerdos formales entre agencias de servicio exterior, nexos informales entre elites no
gubernamentales y organizaciones transnacionales. Estos canales pueden resumirse como relaciones interestatales,
transgubernamentales y transnacionales. Las relaciones interestatales son los canales normales supuestos por los
realistas.

2. La agenda de las relaciones interestatales consiste en múltiples temas que no están colocados en una jerarquía clara
o sólida. Esta ausencia de jerarquía en los temas significa, entre otras cosas, que la seguridad militar no domina
consistentemente la agenda. Muchos temas surgen de lo que se acostumbra considerar como política interna, con lo
que la diferenciación entre temas internos y externos se vuelve borrosa.

3. La fuerza militar no es empleada por los gobiernos contra otros gobiernos de la región cuando predomina la
interdependencia compleja. Sin embargo, puede ser importante en esas relaciones de los gobiernos con otros situados
fuera de esa región o en otras cuestiones.

Canales múltiples

Burócratas de distintos países tratan unos con otros en reuniones, por teléfono u por medio del correo. Del mismo
modo, las elites no gubernamentales frecuentemente se encuentran en el curso normal de los negocios en
organizaciones. Además, las empresas y bancos multinacionales inciden tanto en las relaciones internas como en las
interestatales. Estos actores son importantes no solo por sus actividades en la concreción de sus propios intereses, sino
también porque actúan como correas de transmisión, haciendo más sensibles a las políticas gubernamentales en
distintos países. Como los fines de las actividades internas de los gobiernos se han dilatado y cómo las corporaciones,
bancos y (en menor medida) los sindicatos adoptan decisiones que trascienden las fronteras nacionales, las policías
internas de los diferentes países interfieren entre sí cada vez más.

Falta de jerarquización entre las cuestiones Las agendas de asuntos exteriores (es decir, conjuntos de cuestiones
relevantes para la política exterior en los que se hallan involucrados los gobiernos) se han tornado más amplias y más
diversas. Ya no pueden subordinarse todos los temas al de la seguridad nacional. Los problemas energéticos, de los
recursos, del medio ambiente, de la población, del empleo del espacio y de los mares se equiparan ahora con cuestiones
de seguridad militar, ideológicas y de rivalidad territorial, las que las que tradicionalmente habían conformado la agenda
diplomática. Cuando se plantean múltiples temas en la agenda, muchos de los cuales amenazan los intereses de grupos
internos aunque no con claridad los de la nación como conjunto, aumentan los problemas para formular una política
exterior coherente y consistente.

Menos papel de la fuerza militar Si el dilema de la seguridad fuese extremadamente agudo para todos los Estados, la
fuerza militar, apoyada por recursos económicos y de todo otro tipo, sería claramente la fuente de poder predominante.
Pero especialmente entre los países industrializados pluralistas la percepción del margen de seguridad propio se ha
ensanchado; por lo general ha disminuido el temor a un ataque. Más aún, a menudo a fuerza no es un medio apropiado
para lograr otras metas (tales como el bienestar económico y ecológico) que se están volviendo más importantes.
Incluso en los casos en que el empleo directo de la fuerza está proscripto entre un grupo de países, aun allí puede
emplearse políticamente el poder militar. Cada superpotencia continúa empleando la amenaza de la fuerza para disuadir
el ataque de las superpotencias tanto a sí misma como a sus aliados; su capacidad disuasoria cumple así un papel
protector e indirecto, que puede utilizarse cuando entra en negociaciones sobre otros temas con sus aliados. Un Estado
puede emplear positivamente esa fuerza para ganar una influencia política. De ese modo, aun para los países cuyas
relaciones se aproximen a la interdependencia compleja, persisten dos serias salvedades: 1) un drástico cambio social o
político puede determinar u la fuerza vuelva a ser un importante y directo instrumento de la política; y 2) aun cuando los
intereses de las élites sean complementarios, un país que emplea la fuerza militar para proteger a otro puede tener una
significativa influencia política sobre ese país. Dicho de otro modo, a menudo el empleo de la fuerza acarrea resultados
costosos para objetivo situados fuera del área de la seguridad. Y finalmente, en las democracias occidentales es muy
fuerte la oposición popular a los conflictos militares prolongados. Cuando un problema suscita pequeños intereses o
pasiones, el empleo de la fuerza es impensable, En tales instancias, la interdependencia compleja puede ser un concepto
válido para el análisis del proceso político.

Por lo tanto, resulta importante determinar la aplicabilidad del realismo o de la interdependencia compleja en cada
situación

LOS PROCESOS POLÍTICOS DE LA INTERDEPENDENCIA COMPLEJA

Las tres características principales de la interdependencia compleja dan origen a diferentes procesos políticos, que
traducen los recursos de poder en control de los resultados. En el mundo realista, la seguridad militar habrá de ser la
meta predominante de los Estados. Afectará cuestiones que no están directamente vinculadas con el poder militar o con
la defensa del territorio. Los asuntos no militares no sólo se subordinarán a los militares; también se estudiará su
aplicación al campo político-militar. Sin embargo, en un mundo de interdependencia compleja es de esperar que algunos
funcionarios, en especial de los niveles bajos, enfaticen la variedad de metas que deben proponerse los Estados. En
ausencia de una clara jerarquización de los problemas, las metas variarán según las cuestiones y pueden no estar
estrechamente relacionadas con ellas. Más aún, los actores transnacionales habrán de introducir sus diferentes metas
en varios grupos de cuestiones.
Estrategias de vinculación

El análisis tradicional se encontraba en el sistema internacional y nos llevaba a anticipar procesos políticos similares en
una variedad de cuestiones. Los Estados militar y económicamente fuertes predominan en una gran variedad de
organismos y en una gran variedad de cuestiones en virtud de la asociación de sus propias políticas sobre algunas
cuestiones a las políticas de otros Estados sobre otras cuestiones. Bajo la interdependencia compleja es menos probable
que ocurra semejante congruencia. Como la fuerza militar se halla desvalorizada, a los Estados militarmente fuertes les
será más difícil emplear su predominio total para el control de resultados en cuestiones en las que se sienten débiles. Y
dado que la distribución de los recursos de poder en comercio, transporte naviero o petróleo, por ejemplo, puede ser
muy diferente, los modelos de resultados y los distintos procesos políticos probablemente habrán de variar de un
conjunto de cuestiones a otro. Los Estados predominantes pueden tratar de asegurar el mismo resultado empleando
todo su poder económico para incidir en los resultados de otros problemas. Pero los objetivos económicos tienen
implicaciones políticas y la vinculación económica por fuerza se encuentra limitada por actores internos, transnacionales
y transgubernamentales que se resisten a deponer sus intereses. La vinculación de cuestiones no vinculadas a menudo
se convierte en un medio para lograr concesiones o pagos adicionales por parte de los Estados ricos y poderosos. Y, a
diferencia de los Estados poderosos, cuyo instrumento de vinculación (la fuerza militar) a menudo resulta por los
Estados pobres y débiles (la organización internacional) se encuentra gratuitamente disponible. El insignificante papel de
la fuerza nos lleva a esperar que los estados dependan más de otros instrumentos a los efectos de ejercer el poder. Los
Estados menos vulnerables trataran de emplear la interdependencia asimétrica en grupos particulares de cuestiones
como una fuente de poder; también tratarán de usar las organizaciones internacionales, los actores transnacionales y los
flujos de dinero. Los Estados enfocarán la interdependencia económica tanto en términos de poder como desde la
perspectiva del bienestar que puedan procurar a sus ciudadanos, aunque las consideraciones sobre el bienestar habrán
de limitar sus intentos de maximizar el poder.

Establecimiento de la agenda

Nuestro segundo supuesto acerca de la interdependencia compleja (la falta de una jerarquía clara entre las múltiples
cuestiones) nos lleva a esperar que la política de formación y control de la agenda se torne más importante. Los
estadistas suponen que la agenda será establecida mediante cambios en el equilibrio de poder (reales o previsibles) y a
través de la percepción de amenazas a la inseguridad de los Estados. Los analistas tradicionales de la política
internacional han prestado poca atención a la formación de la agenda, a como los problemas llegan a recibir sostenida
atención por parte de los altos funcionarios. Pero como la complejidad de los actores y los problemas en el marco de la
política mundial aumentan, la utilidad de la fuerza disminuye y la línea que separa la política interna y externa comienza
a desdibujarse: como las condiciones de la interdependencia compleja están más estrechamente cercanas, la política de
formación de la agenda se torna más sutil y diferenciada. Por otra parte, las agendas para un grupo de temas pueden
cambiar como resultado de las vinculaciones de otros grupos, en los que los recursos de poder estén cambiando. Incluso
s las capacidades de los estados no cambian, las agendas pueden ser afectadas por cambios en la importancia de los
actores transnacionales. Los gobiernos cuyo poder se halla en proceso de crecimiento pueden politizar cuestiones a
través de su vinculación con otras. Un régimen internacional que se vuelve ineficaz o que no está al servicio de asuntos
importantes puede producir una politización creciente en la medida en que los gobiernos descontentos presionen en
pos de un cambio. Las características técnicas y el marco institucional en el que los asuntos son promovidos afectan
fuertemente los patrones de politización. Grupos internos de base, como los sindicatos y las burocracias internas con
objetivos propios, tenderán a empezar la politización contra sus competidores transnacionales. En el nivel internacional,
esperamos que los Estados y los actores “hagan su trabajo en los foros” y luchen para que las cuestiones sean debatidas
en las organizaciones internacionales que maximicen sus ventajas ampliando o reduciendo la agenda.

Relaciones transnacionales y transgubernamentales


Los múltiples canales de contacto entre las sociedades, hace aún más borrosa la distinción entre política interna y
política internacional. Cuanto más cercana se encuentre una situación de la interdependencia compleja, más probable
será que los resultados de la negociación política se vean afectados por las relaciones transnacionales. Las actitudes y
plataformas políticas de los grupos internos probablemente se vean afectadas por la comunicación, organizada o no,
entre ellos y sus homólogos en el exterior. De este modo, la existencia de canales múltiples de contacto nos lleva a
esperar límites, más allá de los habituales en la política interna, a la capacidad de los estadistas para calcular la
manipulación de la interdependencia o seguir una sólida estrategia de vinculación. Los intercambios entre las sociedades
(los intercambios económicos y sociales más que los de seguridad) afectan en forma diversa a los grupos. Las
oportunidades y costos del aumento de vínculos transnacionales pueden ser mayores para ciertos grupos que para
otros. Los canales múltiples de contacto de la interdependencia compleja no se encuentran limitados a los actores no
gubernamentales. Los contactos entre las burocracias gubernamentales encargadas de tareas similares pueden no sólo
alterar sus perspectivas, sino también llevar a coaliciones transgubernamentales sobre cuestiones políticas específicas.
La existencia de redes políticas transgubernamentales nos lleva a una interpretación diferente de una de las propuestas
corrientes de la política internacional: que los Estados actúan e interés propio. La ambigüedad del interés nacional
suscita serios problemas a los más altos líderes políticos de los gobiernos. Como las burocracias se relacionan
directamente por encima de las fronteras nacionales (sin tener que pasar por los despachos de relaciones exteriores), su
control centralizado se torna muy dificultoso. Los intereses nacionales habrán de ser definidos en forma diferente ante
problemas diferentes, en ocasiones diferentes y por diferentes unidades gubernamentales. Los estados que se hallen
mejor colocados para mantener su coherencia estarán en mejores condiciones de manipular la interdependencia
desigual que los Estados fragmentados, los que a primera vista parecen tener más recursos en un área de cuestiones.

Papel de los organismos internacionales

En un mundo de múltiples problemas imperfectamente relacionados, en el cual las coaliciones son transnacionales y
transgubernamentales, el papel potencial de las instituciones internacionales para la negociación política ha crecido
enormemente. Ellas contribuyen, en particular, a establecer la agenda internacional, actúan como catalizadores para la
formación de coaliciones y como escenario para iniciativas políticas y vinculación de los estados débiles. Los gobiernos
deben organizarse para manejar el caudal de iniciativas generado por los organismos internacionales. Al definir los
problemas prominentes y decidir cuales pueden agruparse, los organismos pueden contribuir a determinar las
prioridades gubernamentales, la naturaleza de las comisiones interdepartamentales y otras disposiciones al interior de
los gobiernos. Al reunir a los funcionarios, los organismos internacionales contribuyen a activar coaliciones potenciales
en el camp de la política mundial. Los organismos internacionales también permiten a las entidades gubernamentales,
que de otro modo no podrían poner en contacto, convertir las coaliciones transgubernamentales explícitas
caracterizadas por la comunicación directa. Los organismos internacionales frecuentemente son instituciones
convenientes para los Estados débiles. Por otra parte, las normas sustantivas de la mayoría de los organismos
internacionales, según han ido desarrollándose al cabo de los años, ponen el énfasis en la igualdad social y económica
así como también en la igualdad de los Estados. Los organismos internacionales también permiten que los países
pequeños y débiles lleven a cabo estrategias de vinculación de cuestiones.

Moravcsik - Taking Preferences Seriously: A Liberal Theory of International Politics (Esto es todo el power que hice
para dar la clase, creo que estaría lo importante ahí, igual es un texto introductorio que estaba en la biblio
complementaria, yo no le daría mucha importancia).
Intenta demostrar que la existencia de una teoría liberal tiene importantes implicaciones teóricas, metodológicas y
empíricas. Para ello parte de tres suposiciones: 1. La primacía de los actores sociales: Los actores fundamentales en la
política internacional son individuos y grupos privados, que son, en promedio, racionales y reacios al riesgo y que
organizan el intercambio y acción colectiva para promover intereses diferenciados bajo restricciones impuestas por
escasez material, valores conflictivos y variaciones en la influencia social. Las personas socialmente diferenciadas
definen sus intereses materiales e ideacionales independientemente de la política y luego avanzar aquellos intereses a
través del intercambio político y la acción colectiva. Cuanto mayor es el beneficio esperado, más fuerte es el incentivo
para actuar. 2. Representación y preferencias del Estado: Los Estados (u otras instituciones políticas) representan algún
subconjunto de la sociedad nacional, en la base de cuyos intereses los funcionarios estatales definen las preferencias del
estado y actúan intencionalmente en la política mundial. Gobierno por lo tanto, la política está limitada por las
identidades, los intereses y el poder subyacentes individuos y grupos (dentro y fuera del aparato estatal) que presionan
constantemente los tomadores de decisiones centrales para perseguir políticas consistentes con sus preferencias. Los
Estados persiguen interpretaciones y combinaciones particulares de la seguridad, el bienestar y la soberanía preferidos
por los poderosos grupos domésticos emancipados por las instituciones y prácticas representativas.

3. Interdependencia y el sistema internacional: La configuración de las preferencias de estado interdependientes


determina el comportamiento del Estado. La conexión entre las preferencias estatales y el comportamiento de los
Estados está dada por el concepto de policy interdependence (patrón de externalidades transnacionales resultantes de
la búsqueda de los objetivos domésticos), este patrón restringe el comportamiento del Estado.

Resumiendo: ● La variación en los fines, no en los medios, importa más. ● Las preferencias estatales pueden reflejar
patrones de interacción social transnacional. ● Puede explicar no solo los objetivos de ''política exterior'' de los estados
individuales sino también los ''sistémicos'' resultados de las interacciones interestatales. ● La voluntad de los Estados de
gastar recursos o hacer concesiones es en sí misma principalmente una función de preferencias, no de capacidades. ● El
patrón de interdependencia entre las preferencias del Estado es una principal determinante no solo de las políticas
exteriores individuales, sino de los resultados sistémicos, es de sentido común.

Variantes del liberalismo; ● El liberalismo ideacional se centra en la compatibilidad de las preferencias sociales a través
de bienes colectivos como la unidad nacional, las instituciones políticas legítimas y las características socioeconómicas
regulación. ● El liberalismo comercial se centra en los incentivos creados por las oportunidades para las transacciones
económicas transfronterizas. Se focaliza en las preferencias económicas de las sociedades y la mediación entre los
Estados a partir del intercambio de mercancías. ● El liberalismo republicano se centra en el naturaleza de la
representación doméstica y las posibilidades resultantes para el comportamiento de búsqueda de rentas. Se focaliza en
la forma de representación de las preferencias sociales y su mediación institucional dentro de los Estados.

Liberalismo como teoría general ● Proporciona una explicación teórica plausible para la variación sustantiva del
contenido de la politica exterior ● Ofrece una explicación plausible para el cambio histórico del sistema internacional ●
Ofrece una explicación plausible para la distinción de la politica internacional moderna. ● Permite que las preferencias
del Estado varíen mientras se mantienen constante el poder y la información, explicando la politica como una función
del contexto social, y se enfoca en cómo los conflictos domésticos, no la anárquica internacional, resulta en resultados
sub-óptimos. ● Ofrece una alternativa teórica y empírica al realismo y el institucionalismo, como también al
construccionismo. ● Explica cuándo y por qué los supuestos sobre las preferencias del Estado del realismo y el
institucionalizo se mantienen, mientras que el revés no es posible- ● Incluso los tests monocausales de las teorías
realistas e institucionalizas deben controlar la variación de las preferencias de los Estados, esto requiere la investigación
de las políticas domésticas. El liberalismo en sus modelos multicausales plantea que el comportamiento colectivo del
Estado debe ser analizado como un proceso de elección social de “dos niveles”.
Si la teoría liberal contribuye a la explicación de casos realistas como el conflicto bipolar, esto es una buena razón para
creer que las influencias más poderosas del mundo de la politica hoy no son fuerza militar o la construcción de
instituciones internacionales sino la transformación de valores, intereses e instituciones domésticas y transnacionales.

jWendt, Alexander - La anarquía es lo que los estados hacen de ella. La construcción social de la política de poder.

El debate entre “neorrealistas” y “neoliberales” se ha basado en el compromiso compartido con las premisas del
“racionalismo”. Al igual que el resto de las teorías sociales, la teoría de la elección racional (rational choice) nos conduce
a plantearnos una serie determinada de preguntas y no otras, tratando las identidades y los intereses de los agentes
como dados exógenamente y concentrándose en la forma en la que el comportamiento de estos agentes genera
beneficios. Por lo tanto, las preguntas sobre la formación de intereses y de identidades no son relevantes para los
estudiosos de relaciones internacionales. Esta problemática racionalista, que reduce los procesos a dinámicas de
interacción conductista entre actores constituidos exógenamente, define el objetivo de la teoría sistémica. La ironía es
que sí que existen teorías sociales que buscan explicar las identidades y los intereses. Keohane las ha llamado
“reflectivistas” que exaltan un concepto cognitivo e intersubjetivo del proceso en el que las identidades y los intereses
son endógenos a la interacción, en lugar de ser exógenos tal y como apunta el concepto racionalista conductivo.

Mi objetivo con este artículo es construir un puente entre estas dos tradiciones (y, por extensión, entre los debates
realista-liberal y racionalista-reflectivista) desarrollando un argumento constructivista, extraído de la sociología
interactivista estructuracionista y simbólica, en nombre de la reivindicación liberal sobre cómo las instituciones
internacionales pueden transformar las identidades y los intereses estatales. 1. Anarquía y política de poder Los realistas
clásicos como Hans Morgenthau atribuyen principalmente el egoísmo y la política de poder a la naturaleza humana,
mientras que los realistas estructurales o neorrealistas enfatizan la anarquía. La diferencia radica, en parte, en las
distintas interpretaciones de las fuerzas causales de la anarquía. Walt en un segundo análisis de su propia teoría de la
primera y la segunda imagen, son desechadas por “reduccionistas”, mientras que la lógica de la anarquía parece
establecer por sí misma la política de poder y de autoayuda como características de la política mundial. Para el
neorrealismo, el papel de las prácticas a la hora de modelar el carácter de la anarquía es sustancialmente reducido; así,
hay menos sobre lo que discutir: la autoayuda y la política de poder competitiva vienen dadas exógenamente por la
estructura del sistema estatal. El texto se desarrolla en tres etapas. Primero, aclara los conceptos de autoayuda y
anarquía mostrando que las concepciones egoístas de seguridad no son una propiedad constitutiva de la anarquía. En
segundo lugar, muestra cómo la autoayuda y la política de poder competitiva pueden ser producidas causalmente
mediante procesos de interacción entre estados en los que la anarquía solamente tiene un papel facultativo. En tercer
lugar, reconsidera los determinantes de la segunda y la primera imagen para evaluar sus efectos en la formación de la
identidad en los diferentes tipos de anarquía. 1. 1.1.Anarquía, autoayuda y conocimiento intersubjetivo Waltz define la
estructura política según tres dimensiones: los principios constitutivos (en este caso, la anarquía), los principios de
diferenciación (que aquí se abandonan), y la distribución de capacidades. Esta definición aislada no predice mucho
acerca del comportamiento del estado. No predice si dos estados serán amigos o enemigos, ni si reconocerán la
soberanía del otro, ni tampoco si tendrán lazos dinásticos o si serán revisionistas, o bien potencias de acuerdo con el
estatus quo. Estos factores, que son fundamentalmente intersubjetivos, afectan a los intereses de seguridad de los
estados, y por ello al carácter de su interacción en condiciones de anarquía. Dicho de un modo más general, sin las
suposiciones sobre la estructura de las identidades y los intereses en el sistema, la definición de estructura de Waltz no
puede predecir ni el contenido ni la dinámica de la anarquía. La autoayuda es una de estas estructuras intersubjetivas, y
como tal, tiene un papel explicativo decisivo para la teoría. Un principio fundamental de la teoría social constructivista es
que la gente se relaciona con los objetos, incluyendo otros actores, según el significado que estos objetos tienen para
ellos. Los estados actúan de una forma con sus enemigos y de otra diferente con sus amigos porque los enemigos
suponen una amenaza y los amigos no. La anarquía y la distribución del poder son insuficientes para decirnos cuál es
cual. La potencia militar de Estados Unidos tiene un significado los misiles británicos diferente para Estados Unidos que
el que tienen los misiles soviéticos. Son los significados colectivos los que conforman las estructuras que organizan
nuestras acciones.

Los actores adquieren identidad ─expectativas e interpretaciones del yo relativamente estables y acordes con su papel─
mediante su participación en estos significados colectivos. Las identidades son inherentemente relacionales. Cada
persona tiene muchas identidades, conectadas a sus diferentes papeles institucionales como hermano, como hijo, como
profesor y como ciudadano. De forma similar, un estado tiene múltiples identidades como “soberano”, como “líder del
mundo libre”, o como “potencia imperial”, entre otras. El grado de compromiso con cada una de las identidades
particulares y la relevancia de cada una de ellas varía, pero cada identidad es una definición inherentemente social del
actor basada en las teorías que los actores mantienen colectivamente sobre ellos mismos, y cada uno sobre los demás
que constituyen la estructura del mundo social. Las identidades son las bases de los intereses. Los actores no tienen una
“agenda” de intereses que trasportan consigo independientemente del contexto social en el que estén; los actores
definen sus intereses dentro del mismo proceso en el que se definen las situaciones. La ausencia o la equivocación con
los papeles dificulta la definición de situaciones y de intereses, y el resultado puede ser una confusión identitaria. Esto es
lo que parece estar ocurriendo hoy entre Estados Unidos y la antigua Unión Soviética: sin las atribuciones de amenaza y
hostilidad mutua de la guerra fría para respaldar la definición de sus identidades, estos estados parecen no estar seguros
de cuáles deberían ser sus “intereses”. Una institución es una estructura o un conjunto de identidades e intereses
relativamente estable. Normalmente estas estructuras están codificadas en reglamentos y normas oficiales, pero éstas
solamente tienen valor en virtud de la socialización de los actores y de su participación del conocimiento colectivo. Las
instituciones son fundamentalmente entidades cognitivas que no existen independientes de las ideas de los actores
sobre el funcionamiento del mundo.

Las identidades y las cogniciones colectivas no existen separadas las unas de las otras; son “mutuamente constitutivas.”
Según esta perspectiva, la institucionalización es un proceso consistente en interiorizar nuevas identidades e intereses,
no algo que ocurre en el exterior y que afecta sólo al comportamiento; la socialización es un proceso cognitivo, no
simplemente conductual. Al concebirlas de esta manera, las instituciones pueden ser cooperativas o conflictivas, un
aspecto que a veces se pierde de vista en la literatura sobre regímenes internacionales, que tiende a igualar instituciones
con cooperación. La autoayuda es una institución, una de las muchas estructuras de identidad e intereses que pueden
existir en condiciones de anarquía. Los conceptos de seguridad difieren en función de cómo el yo se identifique
cognitivamente con el otro, y hasta qué punto esta identificación tenga lugar, y, quiero sugerir, que el significado de
anarquía y de la distribución del poder depende de esta variación cognitiva. En un extremo tenemos los sistemas de
seguridad “competitivos”, en los que los estados se identifican entre ellos como negativos para la seguridad y la
ganancia de ego es vista como la pérdida del alter. En el punto medio de este continuo está el sistema de seguridad
“individualista”, en el que los estados son indiferentes a las relaciones entre su seguridad y la de los otros. Esto
conforma sistemas neoliberales. Esto contrasta con el sistema de seguridad “cooperativo”, en el que los estados se
identifican positivamente entre ellos y así la seguridad es percibida como una responsabilidad de todos. Esto no es
autoayuda en un sentido interesado, ya que el yo en función del cual se definen los intereses es la comunidad; los
intereses nacionales son los intereses internacionales. La estructura de identidades e intereses construida dentro del
sistema, es la dimensión que le falta a la teoría de Waltz para explicar el sistema internacional, además, sin esto el
Estado solo poseería solamente sus órganos de gobierno y necesidad de sobrevivir, como un humano que vive solo en el
mundo. 1. 1.2.La anarquía y la construcción social de la política de poder El segundo principio del constructivismo: el
significado en torno al cual se organiza la acción surge de la interacción. Sin embargo, una vez dicho esto, la situación a
la que se enfrentan los estados cuando se encuentran unos con otros por primera vez, puede ser una situación en la que
sólo las concepciones egoístas de la identidad sobreviven.

En otras palabras, incluso con un papel causal facultativo, la anarquía puede restringir decisivamente la interacción y,
por lo tanto, reducir las formas viables de la teoría sistémica. Para tratar estos temas causales primero muestro cómo las
ideas egoístas en materia de seguridad pueden desarrollarse, y luego examino las condiciones bajo las cuales una causa
clave eficaz - la predación - puede inclinar a los estados en esta dirección en lugar de otras. Los conceptos del yo y de los
intereses tienden a “reflejar” las prácticas de terceros significativos a lo largo del tiempo. Teoría “reflejo en el espejo”.
Consideremos el caso de dos actores - ego y alter- que se encuentran el uno al otro por primera vez. Cada uno quiere
sobrevivir y tiene ciertas capacidades materiales, pero ninguno de los dos actores siente el imperativo biológico o
interno que le incline hacia el poder, la gloria o la conquista (aun encerradas entre paréntesis), ni existe un historial de
seguridad o inseguridad entre los dos. ¿Qué deberían hacer? Primero tenemos el gesto de ego que puede consistir, por
ejemplo, en un avance, una retirada, un levantamiento en armas, una retirada de las armas, o un ataque. Para ego, este
gesto supone la base del tipo de respuesta que está preparado para dar a alter. Sin embargo, alter desconoce esta base
y por ello debe realizar una deducción o “atribución” a las intenciones de ego y, en particular, dado que nos
encontramos en una anarquía, sobre si ego supone o no una amenaza. El contenido de esta deducción dependerá sobre
todo de dos consideraciones. La primera es el gesto y la capacidad física de ego que, en parte, están inventadas por ego
y que incluyen la dirección del movimiento, las interferencias, las cifras y las consecuencias inmediatas del gesto. La
segunda consideración tiene que ver con lo que alter interpreta como tales capacidades si él fuera a hacer el gesto. Alter
puede cometer un error de atribución en su deducción sobre la intención de ego, pero tampoco hay ninguna razón para
asumir a priori - antes del gesto - que ego le está amenazando, ya que los costes y las probabilidades de error sólo
pueden determinarse mediante un proceso de señalización e interpretación. Las amenazas sociales son construidas, no
naturales. Este proceso de señalización, interpretación y respuesta constituye un “acto social” y da comienzo al proceso
de creación de significados intersubjetivos, que se produce siguiendo el mismo esquema. El modelo general simple de
formación de identidad y de intereses propuesto en la figura 1 se aplica tanto a las instituciones competitivas como a las
cooperativas. Los sistemas de seguridad de autoayuda evolucionan a partir de ciclos de interacción en los que cada parte
actúa de forma que el otro siente su yo amenazado, creando la sensación de que no se debe confiar en el otro.

Las identidades competitivas y egoístas encuentran su causa en esta inseguridad; si el otro es una amenaza, el yo se ve
obligado a “reflejar” tal comportamiento en su concepto de relaciones con los otros. 1. Los estados depredadores y la
anarquía como causa facultativa El argumento de la predación es directo y poderoso. Por diversas razones − biología,
política interior o victimización sistémica − algunos estados pueden mostrar cierta predisposición a la agresión. El
comportamiento agresivo de estos depredadores o “manzanas podridas” obliga a otros estados a seguir este juego de la
política de poder competitiva, para combatir el fuego con más fuego, ya que un fracaso supondría la destrucción o la
humillación. Un depredador superara a cien pacifistas porque la anarquía no proporciona garantías. Al hacer esta
afirmación, merece la pena reiterar que la posibilidad de la depredación no obliga por sí misma a los estados a
anticiparse con su propia política de poder competitiva. En una anarquía en la que sólo intervienen dos elementos, si
ego es depredador, alter tiene que definir su seguridad en términos de autoayuda o pagar el precio por no hacerlo. Esto
se corresponde directamente con lo planteado en la afirmación anterior, según la cual la concepción del yo refleja el
tratamiento de los otros. En una anarquía plural, por el contrario, el efecto de la depredación también depende del nivel
de identidad colectiva que el sistema haya alcanzado. El momento de la formación de la identidad de la comunidad en
que se produce la depredación es crucial para valorar el papel explicativo de la anarquía como causa facultativa. La
depredación siempre conducirá a las víctimas a defenderse, pero que esta defensa sea o no colectiva depende tanto de
la historia de interacción entre los potenciales miembros del colectivo, como de las ambiciones del depredador.

La fuente de depredación también influye. Es más probable que la depredación derive, al menos en parte, de una
interacción sistémica anterior − quizás como resultado de una anterior experiencia como víctimas (se puede pensar
como ejemplo en la Alemania nazi o en la Unión Soviética) − entonces responde más al patrón de una identidad
aprendida y, como tal, susceptible de ser transformada por otra interacción social futura en forma de apaciguamiento,
promesas, etc. El papel de la depredación a la hora de generar un sistema encaja con una visión sistemática del proceso.
Incluso si la fuente de procedencia de la depredación es completamente exógena al sistema, es lo que los estados hacen
lo que determina la calidad de sus interacciones en condiciones de anarquía. 1. Transformaciones institucionales de la
política de poder La anarquía adquiere este significado sólo en virtud de las prácticas colectivas que producen
inseguridad, pero si esas prácticas son relativamente estables, constituyen un sistema que puede ser renuente a los
cambios. El hecho de que la política de poder sea construida socialmente no garantiza que sea maleable, por dos
razones como mínimo. La primera razón es que una vez formado, cualquier sistema social aparece ante cada uno de sus
miembros como un hecho social objetivo que premia ciertos comportamientos y disuade de mantener otros. La segunda
razón es que el cambio sistémico puede también ser impedido por actores interesados en mantener el papel
relativamente estable de las identidades. Estos intereses tienen su razón de ser no sólo en el deseo de minimizar la
incertidumbre y la ansiedad, manifiesto en los esfuerzos por confirmar las creencias existentes sobre el mundo social,
sino también en el deseo de evitar los costes previstos en caso de ruptura de los compromisos contraídos con los otros −
entre otros, en el caso de los estados son las circunscripciones electorales internas y alianzas exteriores − como parte de
las prácticas del pasado. El nivel de resistencia que suponen estos compromisos dependerá de la “relevancia” de una
determinada identidad para el actor. En el texto se examinan tres transformaciones institucionales de identidad y de
intereses en materia de seguridad mediante los que los estados podrían escapar al mundo hobbesiano que ellos mismos
han creado. 3.1. Soberanía, reconocimiento y seguridad En el estado de naturaleza hobbesiano, los estados están
caracterizados por los procesos internos que los constituyen como estados y por su capacidad material para disuadir las
amenazas de otros estados. El principio de soberanía transforma esta situación ofreciendo la base social para la
individualidad y la seguridad de los estados. La soberanía es una institución y como tal existe sólo en virtud de ciertos
acuerdos y expectativas intersubjetivos; no hay soberanía si no hay otro. Estos acuerdos y expectativas no sólo
constituyen un tipo particular de estado − el estado “soberano” − sino que también constituyen una forma particular de
comunidad, ya que las identidades son relacionales. Si los estados dejaran de actuar según esas normas, sus identidades
como “soberanos” (aunque no necesariamente como “estados”) desaparecerían. El estado soberano es un logro
continuo de la práctica, no una creación de normas que existe fuera de la práctica, y se creó de un golpe y para siempre.
Esto puede darnos una pista sobre cómo las instituciones de los estados soberanos se reproducen mediante interacción
social, pero no nos desvela antes por qué surgiría esta estructura de identidad e interés. Hay dos condiciones que
parecerían necesarias para que esto ocurriese: (1) la densidad y la regularidad de la interacción debe ser
suficientemente alta y (2) los actores deben estar insatisfechos con las formas anteriormente existentes de identidad y
de interacción.

La práctica de la soberanía transformará los acuerdos de seguridad y la política de poder al menos de tres formas
diferentes. La primera, los estados llegarán a definir su (y nuestra) seguridad dependiendo de la conservación de sus
“derechos de propiedad” sobre unos territorios determinados. En segundo lugar, en la medida en que los estados
interioricen con éxito las normas de soberanía, serán más o menos respetuosos con los derechos territoriales de los
otros. Esta restricción no es causada directamente por la evaluación de los costes que supone violar las normas de
soberanía - aunque cuando los infractores son castigados (como en la Guerra del Golfo) se recuerda a todo el mundo
cuáles pueden ser estos costes. Finalmente, según el grado en que la socialización continuada enseñe a los estados que
su soberanía depende del reconocimiento de otros estados, se pueden permitir confiar más en el entramado
institucional de la sociedad internacional y menos en los medios nacionales individuales − especialmente el poder militar
− para proteger su seguridad. Pero esto no quiere decir que el poder no sea relevante en una comunidad de estados
soberanos. A veces, los estados son amenazados por otros que no reconocen su existencia o sus reclamaciones
territoriales particulares, o están molestos por las externalidades de sus políticas económicas, entre otras causas. Pero la
mayor parte del tiempo, estas amenazas tienen lugar dentro de las reglas del juego de la soberanía. 3.2. La cooperación
entre egoístas y las transformaciones de la identidad Comenzamos esta sección con un estado de naturaleza
hobbesiano. La cooperación para la obtención de ganancias conjuntas es extremadamente difícil en este contexto ya
que existe falta de confianza, las previsiones temporales se hacen a corto plazo y las preocupaciones por el poder
relativo son altas. La vida es “desagradable, brutal y corta.” La soberanía transforma este sistema en un mundo lockiano
de derechos de propiedad (en su mayor parte) reconocidos mutuamente y concepciones de seguridad (en su mayor
parte) egoístas más que competitivas, y reduce el miedo de que aquello que los estados ya tienen sea asaltado en
cualquier momento por colaboradores potenciales, y por lo tanto les permite plantearse formas de cooperación más
directa. En un sistema de Estados Lokiano, una condición necesaria para la cooperación es que los resultados sean
positivamente interdependientes en el sentido de que existan ganancias potenciales que no podrían conseguirse sin la
acción unilateral. Una fuente importante de incentivos es la creciente “densidad dinámica” de interacción entre actores,
aunque sin embargo está latente la explotación entre Estados.

3.3. Teoría crítica de la estrategia de la seguridad colectiva

La transformación de la identidad y de los intereses mediante una “evolución de la cooperación” se enfrenta a dos
límites importantes. El primero es que el proceso es aditivo y lento. Los objetivos de los actores en estos procesos suelen
ser conseguir ganancias conjuntas dentro de un contexto relativamente estable y, por lo tanto, es poco probable que se
adentren en reflexiones substanciales sobre cómo modificar los parámetros de ese contexto. El segundo límite, y el más
importante, es que la historia de la evolución de la cooperación presupone que los actores se identifican entre ellos de
forma negativa.

Esta situación, aparentemente sin solución, puede conducir a una lógica de transformación bastante diferente, a una
lógica consciente del esfuerzo necesario para el cambio de las estructuras de identidad y de intereses, en lugar de a una
lógica de consecuencias inesperadas. Este voluntarismo puede parecer contradictorio con el espíritu del
constructivismo, ya que los supuestos revolucionarios son aparentemente efectos de la socialización en las estructuras
de identidad y de intereses. ¿Cómo es posible que piensen en cambiar aquello que se debe a su identidad? La
posibilidad radica en la distinción entre la determinación social del yo y la determinación personal de la elección. La
transformación es difícil y esta radica en la determinación social de yo (ME) y la elección personal (YO). El hecho de que
los papeles se “acepten” significa que, en principio, los actores siempre tienen la capacidad de “planificar el personaje”,
pero para superar su papel necesita, dos precondiciones:

● Primera, tiene que haber una razón para pensar sobre uno mismo en nuevos términos.

● Segunda, los costes esperados del cambio de papel internacional no pueden ser mayores que las recompensas.

Cuando se dan estas condiciones, los actores pueden emprender la autorreflexión y la práctica diseñada
específicamente para transformar sus identidades y sus intereses y, así “cambiar los juegos” en los que estaban
implicados. La primera etapa de la transformación internacional es la crisis del consenso sobre los compromisos
identitarios. En el caso soviético, los compromisos identitarios se centraban en la teoría leninista sobre el imperialismo,
que afirma que las relaciones entre estados capitalistas y socialistas son conflictivas en sí mismas, y en las alianzas que
esta creencia generaba. La segunda etapa consistente en el examen crítico de viejas ideas sobre el yo y el otro y, por
extensión, de las estructuras de interacción en las que se basaban estas ideas. En periodos de relativa estabilidad de
papeles identitarios, puede que las ideas y las estructuras se reifiquen y, por lo tanto, que sean tratadas como cosas que
existen independientemente de la acción social. En la tercera etapa, no basta con replantearse las ideas sobre el yo y el
otro, ya que las identidades antiguas han sido sostenidas por sistemas de interacción con otros actores, cuyas prácticas
continúan siendo un hecho social para el agente transformador. Por eso, a menudo, para poder cambiar el yo es
necesario cambiar las identidades y los intereses de los otros que ayudan a mantener esos sistemas de interacción. El
medio para inducir este cambio es la propia práctica, y, en concreto, la práctica del “altercasting” − una técnica de
control entre actores en la que ego utiliza técnicas de auto presentación y de control del escenario intentando
encuadrar las definiciones de alter de las situaciones sociales, de tal modo que va creando el papel que ego desea que
alter represente. En la última etapa se institucionalizará una identificación positiva en lugar de una negativa entre la
seguridad del yo y la seguridad del otro. Vean el ejemplo de Gorbachov para más claridad.

Conclusión
El autor se pregunta cómo deberían ser las teorías de relaciones internacionales, planteando, una pregunta empírica en
dos sentidos.

● Primero, su respuesta depende en parte del grado de importancia que tenga la interacción entre estados para la
constitución de sus identidades e intereses.

● Segundo, la respuesta a la pregunta sobre cómo deberían ser las teorías sistémicas también depende de la facilidad
con la que las identidades y los intereses de los estados puedan cambiar como consecuencia de la interacción sistémica.
Sin embargo, no podemos ocuparnos de estas cuestiones empíricas, al menos no hasta que tengamos un marco de
trabajo para la investigación sistémica que haga de la identidad y de los intereses estatales un tema tanto para la
investigación empírica como teórica. Su objetivo debería ser valorar la relación causal entre la práctica y la interacción
(como una variable independiente) y las estructuras cognitivas en el nivel de estados individuales y de los sistemas de
estados que constituyen identidades e intereses (como variable dependiente) − es decir, la relación entre lo que los
estados hacen y lo que son.

UNIDAD 2

Geopolítica A) Geografía y Política Exterior B) Conceptos tradicionales y contemporáneos C) Visiones geopolíticas


argentinas

AGNEW, John (2006). Entre la Geográfica y las Relaciones Internacionales. En: Tabula Rasa. Bogotá - Colombia, No.5.,
Julio-Diciembre 2006, p. 85–98.

En los últimos diez años, ha aumentado el escrutinio de los roles del territorio en general y las fronteras en particular a la
hora de analizar el origen de los conflictos en las áreas de las Relaciones Internacionales (RRII) y la geografía política.
Parte de esto parece ser reacción a los impactos de los escritos sobre la globalización y otra parte parece ser el auge de
ideas como la de la «paz democrática» en la que los estados democráticos están menos interesados que otras formas de
estados en la conquista de territorios y cada vez más buscan la cooperación en lugar del conflicto entre ellos.

I. Soberanía y territorio

La concepción de soberanía que ha predominado en la teoría política moderna se basa en la idea de la autoridad política
exclusiva ejercida por un estado sobre un territorio determinado. Pero esta concepción estándar es una guía insuficiente
para el análisis político. Es una «verdad» que siempre ha ocultado más de lo que ha revelado. En un mundo que tiende a
la globalización, esta confusión es especialmente problemática.

He propuesto un modelo alternativo de la ortodoxia. Este modelo alternativo se funda en la idea de los «regímenes de
soberanía» o combinaciones de grados de autoridad de un estado central y una territorialidad abierta o consolidada.
Pero la redistribución de la base territorial de la soberanía y el reto a la autoridad central mediante la
desterritorialización en el plano del estado a escalas local y supranacional de poder infraestructural y despótico son
desiguales en el mundo. Lo que se necesita, por consiguiente, es una tipología de las principales formas en las que se
ejerce actualmente la soberanía para tener en cuenta: (1) su construcción social; (2) su asociación con la subordinación
jerárquica, y (3) su despliegue en formas territoriales y no territoriales. Las dos dimensiones básicas de la tipología están
definidas por la fuerza relativa de la autoridad del estado central (un poder estatal despótico) en un eje y su
consolidación relativa en la territorialidad estatal (poder estatal infraestructural) en el otro.Lo primero implica un juicio
sobre hasta qué punto un estado ha adquirido y mantiene un aparato de dominio efectivo y legítimo. Lo segundo se
refiere al grado en el cual la provisión de bienes públicos y el funcionamiento de los mercados están muy regulados por
el estado y limitados territorialmente. Consideradas como construcciones sociales, estas dimensiones definen tanto el
alcance de la autonomía del estado como el grado de territorialidad de su práctica.
Me refiero a estos cuatro tipos ideales como regímenes de soberanía, sistemas de soberanía efectiva, reconociendo que
cualquier caso que ocurra en el mundo real no tiene que ajustarse exactamente a un régimen particular.

1. Clásico

Es uno de los más cercanos a la historia que suele contarse sobre la soberanía del estado, aunque aún aquí puede haber
complicaciones (por ejemplo, en Hong Kong y Taiwán por China). Es un sentido de poder despótico e infraestructural
que aún se ejerce con bastante frecuencia dentro de un territorio estatal encerrado entre fronteras y un elevado grado
de autoridad estatal política central efectiva. La China contemporánea es un buen precedente sobre cuánto tiempo
puede soportar la soberanía absoluta las presiones de la divisibilidad y la necesidad de establecer una legitimidad
democrática de estado cuando se abre cada vez más al resto del mundo.

2. Imperialista

Opuesto del caso clásico. No sólo está cuestionada gravemente la autoridad estatal por la dependencia y la
manipulación externas y por la corrupción y la mala administración crónicas, sino que también la territorialidad del
estado está sujeta a amenazas separatistas, insurgencias locales y una deficiente integración por la infraestructura. El
poder infraestructural es débil o inexistente, y el poder despótico a menudo se encuentra de hecho en manos
externas(FMI, banco mundial). Es imperialista; aun cuando también depende de la aceptación y la cooperación de las
elites locales, ya que la práctica de la soberanía está inevitablemente ligada al estado de dependencia político-
económica que soportan muchos estados en regiones como el Medio Oriente, el África subsahariana y América Latina,
en los cuales es prevaleciente.

3. Integrativo

Representado por la Unión Europea. En este caso, la soberanía presenta complejidades relacionadas con la coexistencia
entre diferentes planos o instancias de gobierno y las áreas funcionales diferenciadas que están representadas de
manera distinta en los varios planos, desde el grueso de la Unión Europea hasta el estado-nación y la región subnacional.
Pero el carácter territorial de parte de su poder infraestructural es difícil de negar (considérese la Política Agrícola
Común, por ejemplo), aun cuando la autoridad estatal central de toda la Unión y los estados miembros sea más débil
que cuando cada estado era un ente independiente.

4. Globalista

Los Estados Unidos dentro de sus fronteras nacionales nominales y más allá de ellas y por medio de entidades
internacionales en las cuales son particularmente influyentes (como el FMI). Sin duda, puede considerarse la
globalización como el proceso (junto con los cambios tecnológicos y económicos necesarios) de reclutamiento de los
estados en el régimen de soberanía globalista. Desde este punto de vista, el estado globalista se funda en la hegemonía,
en el sentido de una mezcla de coerción y consentimiento activo, para ejercer presión sobre otros según sus objetivos.
Aunque la autoridad estatal central estadounidense se mantiene relativamente fuerte (a pesar de los problemas del
constitucionalismo republicano para afrontar su rol global), su papel central en la política mundial lo atrapa entre dos
impulsos políticos en conflicto: una que lo presiona a un imperio disperso (como en Irak) y otra que lo impulsa a
mantener los Estados Unidos como una economía abierta. La base de su hegemonía es la acogida de los inmigrantes y la
inversión y los productos extranjeros y el fomento de estas tendencias por doquier, pero al mismo tiempo la sujeción
cada vez mayor a la sobreextensión fiscal en cuanto trata de intervenir globalmente y además atiende las demandas de
su población en prestaciones de pensiones y atención en salud.

He identificado cuatro procesos monetarios distintivos bajo las actuales condiciones globales político-económicas:
territoriales, transnacionales, compartidos y sustitutos, que pueden rastrearse en los cuatro tipos de regímenes de
soberanía, respectivamente, clásico, globalista, integrativo e imperialista. Esta tipología tiene la virtud de diferenciar
diferentes formas en las que la globalización se cruza con la territorialidad estatal para producir modos muy diferentes
de soberanía existente en la realidad o de hecho en el mundo actual.

II. Imaginaciones geopolíticas tras la Guerra Fría: religión y geopolítica

La religión y la geopolítica siempre han estado ligadas de una u otra forma . Gran parte del nacionalismo y el
imperialismo han hallado un propósito y una justificación en las diferencias religiosas y el proselitismo. El imperialismo
ruso, español, francés, holandés, británico y estadounidense ha hallado siempre cierta lógica en la conversión de nativos
o en el uso de las diferencias religiosas para explicar porqué debe subyugarse a otros. Hoy en día, la avanzada del
cristianismo fundamentalista (Cutting Edge) en los Estados Unidos no es el Evangelio Social de Jesús, y da prioridad a las
parábolas o máximas de éste como guía para la vida cotidiana y las relaciones con los demás. Más bien se organiza en
torno a una visión de la segunda venida, dramatizada en la gran venta de la serie de novelas Left Behind. Entre el caos
apocalíptico de los libros de Left Behind, se encuentra una agenda geopolítica no muy oculta, que refleja la tendencia a
largo plazo del milenarismo de adoptar una expresión geopolítica en términos de donde el mal acecha y donde las
fuerzas de la rectitud finalmente entrarán en conflicto con el anticristo y sus servidores. No sorprende que la ONU
(aunque haya sido en gran parte una creación estadounidense) se considere el vehículo del poder del anticristo. Todas
las agencias internacionales y las monedas supranacionales son obra del demonio. Cuando los reyes de la tierra «dan su
poder y su fuerza a la bestia».

Roma tiene siete colinas, y el Tratado de Roma fue el documento fundador de la Unión Europea. Por ese hecho, la
Unión Europea es obra del demonio. Incluso el calentamiento global puede servir un propósito divino al acelerar el
deshielo de los cascos polares que, en esta versión, jugarán un papel importante en la Tribulación.

Para terminar, el momento decisivo, el Armagedón, ocurrirá, como era de esperarse dada la autoría de la biblia, en
Israel, cuando los judíos hayan establecido un estado para sí mismos. Esto es necesario antes de que Cristo pueda
retornar en todo su esplendor. Ahora, puede ser reforzado conectar lugares y eventos tan disparatados en un relato
actual tomado de una historia de dos mil años de antigüedad escrita poco después de la caídad de Jerusalén frente al
ejército romano en el año 70 d.C., pero puede verse adónde se dirigen los autores con ello.

No todos los tipos de geopolítica religiosa se basan en tal exégesis textual. En muchos casos, simplemente hay un
reclamo de un territorio basado en una justificación religiosa o concesión divina. Es el caso del deseo de al-Qaeda de
restablecer por medios violentos una umma.

En otros casos también, como en el hinduismo y el confucionismo, en los que no hay un texto como la Biblia, la Torá o el
Corán, de los cuales extraer inspiración geopolítica, puede haber sin embargo implicaciones decididamente geopolíticas
para el pensamiento religioso, ampliamente interpretado. La creación mental de un «hinduismo» distintivo, por
ejemplo, se ha convertido en un elemento importante del nacionalismo hindú en la India, representado por una serie de
movimientos afiliados, de los cuales no es el menor el partido político BJP

III. Poder difuso y soberano en la política mundial

En tal sentido, Coleman y yo sugerimos que Foucault se interpreta mejor no como historiador de grandes épocas, sino
más bien como filósofo, y a partir de esto, de que su interrogación filosófica del poder y la subjetividad se origina más
espacial que temporalmente, o en otras palabras en la base de que las relaciones de poder se hacen manifiestas con
mayor claridad en el espacio que de manera secuencial en el tiempo.

Para nosotros, el argumento geográfico-político crucial de Foucault en su análisis del gobierno y la subjetividad es
repensar las relaciones de poder más allá del estado, o para decirlo más exactamente, más allá del estado como un
aparato de intereses y estrategias desde ya y siempre centralizado que, en el mejor de los casos, tiene que ver sólo
tangencialmente con los individuos y sus vidas cotidianas. Por ejemplo, un blanco recurrente en la obra de Foucault es
el modelo de gobierno articulado en el Leviatán de Hobbes. Foucault califica de deficiente este modelo, en tanto
amalgama temas en una masa contractual y luego los olvida en esencia, o al menos asume su anuencia, estimabilidad u
obediencia en tanto cuerpo colectivo, unificado del estado. Para Foucault, si la política es una especie de guerra
clausewitziana inscrita en «instituciones sociales, en desigualdades económicas, en el lenguaje, en los mismos cuerpos
de todos y cada uno de nosotros», la cuestión del orden y la estabilidad políticos necesariamente exceden una relación
territorial estática entre sujetos soberanos (concebidos como un ente singular, coherente) y su soberano.

Sin embargo, el llamado de Foucault a «cortar la cabeza del rey» no es un rechazo del estado o un argumento para su
disolución, como se ha afirmado a menudo. En lugar de ello, su petición es a teorizar la subjetividad en términos que van
más allá del ejercicio coercitivo de la fuerza hacia abajo o la transferencia consensual de derechos hacia arriba por parte
de individuos unificados los cuales han dominado las explicaciones liberal. El objeto principal de Foucault, podríamos
decirlo, es reintroducir el problema de la subjetividad en el del gobierno o, en otras palabras, reestablecer la relación
entre el soberano y sus sujetos, como aquel que señala que el mapeo binario del poder, dividido en
soberanía/obediencia, puede complicarse con explicaciones alternas de la manera como funciona el poder y como se
forman los sujetos.

MACKINDER, Halford J. (2010). El pivote geográfico de la historia. En: Geopolítica(s) 2010, vol. 1, núm. 2, 301–319.

Esta tarde me propongo describir las características físicas del mundo que, a mi parecer, han sido más coercitivas para la
acción humana y presentar algunas de las principales fases de la historia en una relación orgánica con ellas incluso en la
época en que la geografía las desconocía.

Las ideas que van a formar una nación en oposición a un simple amontonamiento de animales humanos, generalmente
han sido aceptadas bajo la presión de una tribulación común, o ante la común necesidad de oponer una resistencia a
una fuerza externa. Una personalidad repulsiva cumple una valiosa función social al unir a sus enemigos, y
precisamente a causa de la presión que ejercía la barbarie externa obtuvo Europa su actual civilización.Os pido, por lo
tanto, que por un momento miréis a Europa y a la historia europea como subordinadas a Asia y a la historia asiática,
porque la civilización europea es, en un sentido muy real, el producto de la lucha secular contra la invasión asiática.

El contraste más notable que muestra el mapa político de la Europa moderna es el que presenta la vasta zona de Rusia
que ocupa la mitad del continente y los reducidos territorios que ocupan las potencias occidentales. Desde el punto de
vista físico hay, por supuesto, un contraste semejante entre las ininterrumpidas tierras bajas del Este y el rico complejo
de montañas y valles, islas y penínsulas que forman el resto de esta parte del mundo. Dos grupos de Estados
generalmente dividían el país en sistemas políticos meridional y septentrional. La realidad es que el mapa orográfico no
expresa el particular contraste físico que hasta hace poco tiempo determinaba el establecimiento y el movimiento
humano en Rusia

La línea que separaba las dos regiones corría diagonalmente hacia el noreste, desde el extremo norte de los Cárpatos
hasta un punto de los Urales, situado más cerca de la extremidad meridional que de la septentrional. Moscú se halla
situado un poco al norte de esta línea o, en otras palabras, en el lado de los bosques. Fuera de Rusia, el límite de los
grandes bosques corre hacia el oeste casi exactamente a través del istmo europeo, que tiene 1.200 km de ancho sobre
los mares Báltico y Negro.

Una movilidad de poder rival era la de los vikingos en sus embarcaciones. Descendiendo de Escandinavia hacia las costas
de Europa, tanto septentrionales como meridionales, penetraron tierra adentro por los ríos. Pero el alcance de su acción
era limitado, hablando en términos generales, porque su poder era sólo efectivo en las proximidades del agua. De esta
forma, los pueblos establecidos en Europa se hallaban encerrados entre dos presiones: la de los nómadas asiáticos
desde el este y la de los piratas marítimos desde los otros tres puntos cardinales. Vale la pena indicar que la influencia
formativa de los escandinavos sólo cede en importancia a la de los nómadas, pues a causa de sus ataques tanto
Inglaterra como Francia avanzaron mucho en su camino hacia la unidad, mientras que la unidad de Italia se vio rota por
ellos.

Sin embargo, no puede apreciarse todo el significado de la influencia asiática sobre Europa hasta que lleguemos a las
invasiones mongoles del siglo XV; pero, antes de que analicemos los hechos esenciales que a ella se refieren, es
conveniente que traslademos de Europa nuestro punto de vista geográfico, a fin de poder considerar al Viejo Mundo en
su totalidad.No nos sorprende, por lo tanto, el hecho de que las dos terceras partes de la población del mundo se hallen
concentradas en zonas relativamente pequeñas, situadas en las márgenes del gran continente: en Europa, al lado del
océano Atlántico; en las Indias y en China, al lado de los océanos Índico y Pacífico.

La masa terrestre de Eurasia así comprendida entre el océano y el desierto tiene 21 millones de millas cuadradas (54,4
millones de kilómetros cuadrados) o sea la mitad de la extensión de las tierras del globo, si excluimos del cálculo a los
desiertos del Sahara y de Arabia. Hay muchos desiertos aislados diseminados por el Asia desde Siria e Irán hasta
Manchuria, pero ninguno llega a constituir un vacío comparable al Sahara. Por el contrario, Eurasia se caracteriza por
una notable distribución de sus cursos de agua. En toda una enorme zona del centro y del norte, los ríos han sido
prácticamente inútiles para las comunicaciones humanas con el mundo exterior.

La concepción de Eurasia a que llegamos de esta forma, es la de una tierra continua, rodeada por hielos en el norte y por
agua en las otras partes, que mide 21 millones de millas cuadradas (54,4 millones de kilómetros cuadrados), o sea más
de tres veces la extensión de América del Norte, y cuyo centro y norte, que miden alrededor de 9 millones de millas
cuadradas (23,3 millones de kilómetros cuadrados), o sea, más de dos veces la extensión de Europa, no tienen ningún
curso de agua que llegue al océano; pero, por otra parte, y exceptuando la zona de los bosques subárticos, son
generalmente favorables para la movilidad de hombres que montan en caballos o en camellos. En el este, sur y oeste de
este “corazón continental” (heart-land) se hallan las regiones marginales, que se alinean en un amplio “cinturón”
(crescent) accesible a los navegantes. De acuerdo a su conformación física, estas regiones son cuatro, y o es
extraordinario que en general coincidan con las esferas de acción de las cuatro grandes religiones: budismo,
brahamanismo, islamismo y cristianismo. Las dos primeras regiones comprenden los países monzó- nicos, volcada una
de ellas hacia el Pacífico y la otra hacia el océano Índico.

La cuarta región es Europa, regada por las lluvias occidentales que proceden del Atlántico. Estas tres regiones juntas,
que miden menos de 7 millones de millas cuadradas (18,1 millones de kilómetros cuadrados), cuentan con una
población de más de 1.000 millones de habitantes, o sea las dos terceras partes de la población del globo. La tercera
región, que coincide con la tierra de los cinco mares o, como se la denomina más a menudo, el Cercano Oriente, está
privada de humedad en sumo grado, a causa de la proximidad de África.

La Teoría del Heartland, también llamada "Teoría de la Región Cardial", "Teoría del Corazón Continental", "Área Pivote"
o "Isla Mundial", fue desarrollada por el geógrafo y político inglés Halford John Mackinder (1861-1947) y posteriormente
por James Fairgrieve, y la cual postula que el dominio de un área concreta del mundo permitiría dominar a éste.

Localización del área pivote según Mackinder.

Esa área pivote o región cardial es representada por Asia Central y Europa Oriental, y está rodeada de una franja
intermedia donde se encuentran los ámbitos terrestre y marítimo. La teoría establece que en esa zona el poder terrestre
tendría una mayor ventaja frente al dominio marítimo por su inaccesibilidad por mar, el aprovechamiento de los rápidos
medios de comunicación terrestres y por la explotación de los recursos del área. Se afirma que la nación que lograra
conquistarla se transformaría en una potencia mundial.
En más detalle y según Mackinder, la superficie de la Tierra se puede dividir en:

● La Isla-Mundial, que comprende los continentes de Europa, Asia, y África, siendo el más grande, más poblado, y
más rico de la tierra, de todas las combinaciones posibles.

● Creciente interior o marginal, en el que se incluyen las islas británicas y las islas de Japón.

● Tierras del creciente exterior o insular, donde forman parte los continentes de América y Oceanía.

El Heartland o Área pivote se encuentra en el centro de la Isla-Mundial, se extiende desde el río Volga hasta el Yangtze y
desde el Himalaya hasta el océano Ártico. El Heartlandde Mackinder fue la zona gobernada por el Imperio ruso y
después por la Unión Soviética, menos el área alrededor de Vladivostok.

En el año 1919 Mackinder resumió esta teoría con esta frase:

"Quien gobierne en Europa del Este dominará el Heartland; quien gobierne el Heartland dominará la Isla-Mundial; quien
gobierne la Isla-Mundial controlará el mundo."

Cualquier poder que controlase la Isla-Mundial controlaría más del 50 % de los recursos del mundo. El tamaño del
Heartlands y su posición central, le convierte en la clave para controlar la Isla-Mundial, según pensaba Mackinder.

Esta teoría se desarrolló al amparo de la fascinación que tenía Mackinder por el crecimiento del poder ruso.

RONCAGLIOLO BENÍTEZ, Ignacio (2015). El principio de no intervención: consagración, evolución y problemas en el


Derecho Internacional actual. En: Revista Ius et Praxis, Ano 21, No 1, Lima. pp. 449–502.

Introducción

El derecho se ha ocupado de la situación con la finalidad de garantizar la paz, seguridad, libertad y justicia en el
concierto mundial. No se trata pues de un problema meramente académico. Tales conflictos e intervenciones se
explican, en parte, porque el comportamiento de los Estados en el ámbito internacional la mayoría de las veces se ha
regido por parámetros políticos y no jurídicos, con el fin de satisfacer intereses de poder y no de actuar conforme al
Derecho Internacional. El principio de no intervención protege tanto a los Estados soberanos y sus gobiernos como a los
pueblos y sus culturas, permitiendo a las sociedades mantener las diferencias religiosas, étnicas y de civilización que
tanto valoran. Esto significa, desde un punto de vista jurídico, que tiene un estrecho vínculo con los principios de
igualdad soberana de los Estados y de autodeterminación de los pueblos. En ese sentido, la regla de no injerencia anima
a los Estados a resolver sus propios problemas internos y a evitar que se extiendan y conviertan en una amenaza para la
paz y la seguridad internacionales. Así, la amenaza o el quebrantamiento de la paz y seguridad internacionales justifican
una excepción al principio de no injerencia. Hoy en particular, la intervención por razones humanitarias constituye la
más importante excepción al principio de no injerencia, que en el marco de ONU, y desde 2005 se encuentra consagrada
en una nueva regla denominada responsabilidad de proteger.

Primera parte: Concepto y consagración del principio de no intervención

1. El problema del estudio del principio de no intervención

La no injerencia es vinculante para todos los Estados, hayan o no ratificados los instrumentos convencionales que la
expresan, pues los principios generales son la esencia misma del Derecho Internacional que, manifestados en el Derecho
consuetudinario, tienen una vigencia erga omnes con independencia de si los Estados hayan concurrido o no a la
formación de tal costumbre.

1.1. Clasificaciones de la intervención


Existen por cierto distintos criterios para clasificar una intervención, de los cuales destacamos los siguientes:

i. Material o inmaterial Si la injerencia implica una actuación física o uso de la fuerza en el territorio del país en
el que se interviene es material; si la medida no comporta una acción física ni presencia de ninguna clase en
el territorio de tal Estado es inmaterial.
ii. Legítima o ilegítima y lícita o ilícita La legitimidad y licitud de una intervención se determina por el
cumplimiento de los presupuestos y requisitos que la comunidad internacional exija para llevar a cabo una
acción de ese tipo. En este marco, una intervención lícita y legítima es una excepción al principio de no
injerencia.

Por su parte, en el Derecho Internacional actual existen intervenciones amparadas por este ordenamiento jurídico, pero
en casos delimitados: legítima defensa, amenaza o quebrantamiento de la paz y seguridad internacionales, y por fines de
protección humana.

iii. Soft, hard o forcible intervention Una soft intervention, comprende las simples discusiones, exámenes y
recomendaciones.
iv. Una hard intervention se refiere a la adopción de medidas coercitivas pero que no implican el uso de la
fuerza.
v. Una forcible intervention es aquella que se realice por medio del uso de la fuerza. 1.2. ¿Qué actos pueden
incluirse en la voz intervención? El listado de actuaciones que es posible incluir en el término intervención es
extenso.

Ofrecemos el siguiente como uno que pretende reflejar la variedad de formas y la entidad de tales actividades:

i. Expresión de opiniones o llamamientos internacionales que versen sobre asuntos internos de otro Estado.
ii. Mediación diplomática, creación de comités y misiones de buenos oficios.
iii. Campañas de difamación, calumnia o propaganda hostil realizada con fines de intervención, fomentar la
rebelión o guerra civil de otro Estado o se dedican a ayudar a las actividades ilegales y violentas. Asimismo, la
difusión de noticias falsas o deformadas que puedan ser interpretadas como injerencia.
iv. Presiones no coercitivas de tipo político, diplomático, judicial, económico u otro, ejercidas sobre un Estado.
v. Concertar con otros Estados acuerdos cuyo fin sea la intervención o injerencia en los asuntos internos o
externos de terceros Estados
vi. Incitar, alentar o apoyar a grupos revolucionarios, contrarrevolucionarios o mercenarios, a las actividades de
rebelión o secesión dentro de otro Estado, o cualquier acción encaminada a alterar la unidad o a socavar el
orden político de otro Estado.
vii. Injerencias no consensuadas16 en asuntos internos de otro Estado, incluso la prestación de socorro de
emergencia a población civil.
viii. Acciones coercitivas directas o la amenaza de ejecutarlas, tanto actividades militares como sanciones políticas y
económicas.
ix. Realizar actos terroristas como política de Estado contra otros Estados o pueblos.
x. El uso de la fuerza militar, como intervención temporal u ocupación militar, ya sea que se atente contra la
soberanía, independencia política, integridad territorial, unidad nacional, estabilidad política, económica y social
de otro Estado o, para violar las fronteras, perturbar el orden político, social o económico, derrocar o cambiar el
régimen político o el gobierno de otro Estado, provocar tensiones o privar a los pueblos de sus identidad y
patrimonio cultural.
2. El principio de no intervención en la Organización de las Naciones Unidas
El primer antecedente del principio de no intervención en un organismo mundial, es la resolución del 1 de octubre de
1936 aprobada por la Asamblea de la Liga de las Naciones, que en su art. 15 párrafo 8 se dispuso: “Todo Estado tiene el
deber de abstenerse de cualquier intervención en la vida política de un Estado extranjero”. Posteriormente, se suscribió
en 1945 la Carta de la ONU en cuyo art 2 se enunció una serie de principios, entre los cuales está el de no injerencia.

2.1. “Asuntos que son esencialmente de la jurisdicción interna de los Estados”

Un elemento central del principio de no injerencia es la noción de asuntos que son esencialmente de la jurisdicción
interna de cada Estado. La jurisdicción interna de los Estados puede ser conceptualizada como aquel dominio reservado
de actividades estatales en donde la competencia del Estado no se encontraría vinculada o determinada por el Derecho
Internacional. La Corte sostuvo que el término jurisdicción doméstica indicaba las materias en las cuales cada Estado es
único soberano de sus decisiones y entregada por tanto a su regulación nacional. Luego, la regla se puede expresar así:
una cuestión deja de ser del ámbito de jurisdicción doméstica en el momento en que es reglamentada por el Derecho
Internacional. Por ende, el dominio reservado de cada Estado variaría “en función de la amplitud de los compromisos
internacionales que adquiera en un momento y tiempo determinados asunto de competencia exclusiva de ese país?
Ciertamente no. Por ello, se ha sostenido que interpretar el art. 2 n 7 como todo aquello que no estuviere
reglamentado, sería riesgoso y en definitiva incompatible con los objetos y funciones de la ONU. Por “asuntos que son
esencialmente de la jurisdicción interna” debería entenderse como aquellos asuntos o materias que no afectan los
derechos de terceros Estados o sus intereses vitales. Luego, si un asunto es relevante para los intereses de otro país o la
comunidad internacional general, no puede ser decidido solo por un Estado y una intervención sobre esa materia no
estaría prohibida por el Derecho Internacional. Respecto a los derechos humanos, en las Naciones Unidas se ha discutido
si el art 2 n 7 debería ser aplicable a esta materia ya que como bien se expresa en el “si los derechos y las libertades
fundamentales son ‘gravemente ultrajados de manera que se creen unas condiciones que comprometan la paz u
obstaculicen la aplicación de las disposiciones de la Carta, dejan de ser entonces una preocupación exclusiva de cada
Estado”. En el marco de este debate una distinción que logró apoyo importante en la doctrina fue entre violación
ocasional y violación grave y sistemática de los derechos humanos. Lo primero por regla general quedará dentro del
dominio reservado de competencia de cada Estado y por excepción será de jurisdicción universal.

2.2. Resolución 2625 (XXV) de la Asamblea General de las Naciones Unidas

El estudio del principio de no intervención en el marco de la ONU exige Referirse a la resolución 2625 que contiene la
Declaración sobre los principios de Derecho Internacional referentes a las relaciones de amistad y a la cooperación entre
los Estados de conformidad con la Carta de Naciones Unidas, aprobada en 1970. Esta resolución se erige como un pilar
fundamental en la consagración, definición y delimitación del principio. En el apartado tercero de la normativa en
análisis se declara que los principios de la Carta de Naciones Unidas incorporados en esta resolución, entre ellos el de no
intervención, “constituyen principios básicos de Derecho Internacional”. En relación al contenido de la declaración
destacamos lo siguiente. Primero, en el preámbulo de la resolución 2625, sobresale la mención de la Asamblea General
acerca de su convencimiento de que “el estricto cumplimiento por los Estados de la obligación de no intervenir en los
asuntos de cualquier otro Estado es condición esencial para asegurar la convivencia pacífica entre las naciones, ya que la
práctica de cualquier forma de intervención, además de violar el espíritu y la letra de la Carta, entraña la creación de
situaciones que amenazan la paz y la seguridad internacionales”. Segundo, en la parte resolutiva la Asamblea General
proclama que “ningún Estado o grupo de Estados tiene derecho a intervenir directa o indirectamente, y sea cual fuere el
motivo, en los asuntos internos o externos de cualquier otro. Por tanto, no solamente la intervención armada, sino
también cualesquiera otras formas de injerencia o de amenaza atentatoria de la personalidad del Estado, o de los
elementos políticos, económicos y culturales que lo constituyen, son violaciones del Derecho Internacional”.
En síntesis, la resolución 2625 establece que la no injerencia en asuntos internos y externos comprende cuatro
prohibiciones, a saber: (i) del uso de la fuerza armada; (ii) de cualquier injerencia o amenaza; (iii) de coacciones distintas
del uso de la fuerza armada; (iv) del uso de la fuerza para privar a los pueblos de su identidad nacional.

3. El principio de no intervención en el sistema interamericano

Como resultado de ese trabajo se logró por vez primera el reconocimiento de la no intervención en la VII Conferencia
Internacional Americana celebrada durante 1933 en Montevideo, en la que se adoptó la Convención sobre Derechos y
Deberes de los Estados estableciéndose, cuyo art. 8 reza que “ningún Estado tiene derecho a intervenir en los asuntos
internos o externos de otro Estado”. De ahí en adelante el principio fue reiterado una y otra vez, como en 1936, año en
el cual se aprobó el Protocolo Adicional, conocido como el Protocolo de No Intervención, acordado en el marco de la
Conferencia de Consolidación de la Paz, de Buenos Aires, en cuyo art.1 los Estados de América “declaran inadmisible la
intervención de cualquiera de ellos, directa o indirectamente, y sea cual fuere el motivo, en asunto internos o externos
de cualquiera de los otros Estados Parte”. Así, hasta que en 1948 se consagró definitivamente el principio en la Carta de
la OEA. Su art. 19 establece que: “Ningún Estado o grupo de Estados tiene derecho de intervenir, directa o
indirectamente, y sea cual fuere el motivo, en los asuntos internos o externos de cualquier otro. El principio anterior
excluye no solamente la fuerza armada, sino también cualquier otra forma de injerencia o de tendencia atentatoria de la
personalidad del Estado, de los elementos políticos, económicos y culturales que lo constituyen”59. En la misma
dirección, el art. 20 de la Carta dispone: “Ningún Estado podrá aplicar o estimular medidas coercitivas de carácter
económico y político para forzar la voluntad soberana de otro Estado y obtener de éste ventajas de cualquier
naturaleza”.

Segunda parte: Relación del principio de no intervención con otros principios generales del Derecho Internacional
(PARA MI IMPORTANTE DESDE ACÁ)

1. Relación con el principio de igualdad soberana de los Estados El principio de soberanía de los Estados es el pilar
fundamental del Derecho Internacional.

Siguiendo una de las interpretaciones del principio de soberanía, que denominaremos tradicional, señalamos que en el
plano exclusivamente jurídico la soberanía expresa en el Derecho Internacional el conjunto de competencias y derechos
de que es titular cada Estado independiente en sus relaciones con otros Estados. Por consiguiente, la igualdad soberana
no implica una igualdad absoluta en los derechos y deberes de los Estados al modo que el tenor literal de la resolución
2625 pudiera sugerir, sino significa la existencia de un conjunto mínimo e invulnerable de derechos y deberes comunes
a todos los Estados. Consecuentemente, la soberanía no puede ser ilimitada; ésta tiene como barrera la soberanía de
los otros Estados y el Derecho Internacional, de modo que existen actos que un Estado soberano no debe realizar –por
ejemplo, atentar contra la integridad política o la soberanía territorial de otro Estado– y asuntos en los cuales no debe
inmiscuirse. Asimismo, como la soberanía está radicada en el pueblo y éste es el soberano, la conclusión inmediata y
lógica de ello es que el pueblo puede establecer el régimen de gobierno que mejor convenga a sus intereses. Luego, si
es el pueblo el que puede crear el sistema social que considere mejor, nadie puede intervenir en sus decisiones; ahí
nace el principio de no intervención. De lo contrario, si un Estado pudiese intervenir en las decisiones de otro, significa
que este último no es totalmente soberano. A partir de tales bases, para la visión actual la soberanía estatal no puede
consistir “en que un Estado tenga poder ilimitado para hacer con su propio pueblo lo que quiera. Se reconoce que la
soberanía implica una doble responsabilidad: el deber externo de respetar la soberanía de otros Estados y el deber
interno de respetar la dignidad y los derechos básicos de toda la población del Estado”. Es decir, de la soberanía
emanan tanto derechos como obligaciones o responsabilidades. Pero en el caso de que no cumpla o no quiera cumplir
con tal deber, si en ese país se están cometiendo violaciones graves y sistemáticas a los derechos humanos –y si se
verifican además otros requisitos–, la comunidad internacional debe intervenir. Hoy, la soberanía no es tanto control y
poder, sino más responsabilidad y protección.
2. Relación con el principio de autodeterminación de los pueblos

El principio de libre determinación de los pueblos es “el derecho de un pueblo a decidir sus propias formas de gobierno,
perseguir su desarrollo económico, social y cultural y estructurarse libremente, sin injerencias externas y de acuerdo
con el principio de igualdad”. El principio en comento garantiza el derecho de cada pueblo a mantener sus formas de
gobierno y su camino propio hacia el desarrollo de los aspectos básicos indicados. De ahí que la autodeterminación se
vincule con la no injerencia. El ejercicio continuo de la libre determinación y en definitiva el cumplimiento de las
decisiones y acuerdos adoptados por el pueblo, requieren que ningún Estado, grupo de Estados y/u organizaciones
internacionales, ejecuten o amenacen con la ejecución de actos, por sí o por medio de terceros, sea cual fuere el motivo
y los medios empleados, para forzar la voluntad soberana.

3. Relación con el principio de prohibición de uso de la fuerza

Las Naciones Unidas son una organización que tiene por propósito mantener la paz y seguridad internacionales
protegiendo la integridad territorial, la independencia política y la soberanía nacional de sus Estados Miembros. Para
ello se ha establecido un principio rector en virtud del cual se prohíbe a los Estados el uso de la fuerza, salvo en aquellos
casos de excepción previstos en el Derecho Internacional. En ese plano, los principios de no intervención y de
prohibición del uso de la fuerza están íntimamente relacionados y, si se quiere, la existencia de esta prohibición
garantiza el respeto a la no injerencia. Como contrapartida, los casos en que el uso de la fuerza es legítimo pueden
constituir una excepción al principio de no intervención. a) Excepción contenida en el capítulo VII de la Carta de ONU,
que otorga al Consejo de Seguridad la responsabilidad de mantener la paz y la seguridad internacional y de que en casos
de amenaza a la paz, de quebramiento a la misma o de actos de agresión el mismo pueda hacer uso de la fuerza o
permitirla en pos de restablecer o mantener la paz y la seguridad internacional. b) Excepción contenida en el art. 51 de
la Carta de ONU, referente a la legítima defensa individual o colectiva en caso de ataque armado contra uno de sus
miembros. Siempre que las medidas sean inmediatamente notificadas al Consejo de Seguridad.

3.1. Legitimidad de intervenciones con uso de la fuerza como excepción a la no injerencia

De la normativa expuesta precedentemente, se desprende que las Naciones Unidas no basan su autoridad en el poder
coercitivo sino en su capacidad de legitimar el uso de la fuerza, que resulta del vínculo entre el ejercicio de la autoridad y
el recurso al poder. Por esta razón, una intervención colectiva con el beneplácito de las Naciones Unidas se considera
legítima en cuanto está debidamente autorizada por un órgano representativo internacional; en cambio una
intervención unilateral no se considera lícita porque responde a un interés particular. El primer caso constituye una
excepción al principio de no intervención, mientras que el segundo una infracción al mismo. Las Naciones Unidas, con el
Consejo de Seguridad como eje del sistema internacional de aplicación del derecho, son la única organización que posee
la autoridad universalmente aceptada para validar esas operaciones.

4. Relación con la responsabilidad de proteger y las intervenciones por razones humanitarias

Se ha analizado supra que el principio de no injerencia es un principio general del Derecho Internacional Público,
emanado de la esencia misma del orden internacional. Este principio protege tanto a los Estados soberanos y sus
gobiernos como a los pueblos y sus culturas, permitiendo a las sociedades mantener las diferencias religiosas, étnicas y
de civilización que tanto valoran. La injerencia en los asuntos internos de un Estado suele ser perjudicial, ya que puede
desestabilizar el orden de los Estados y avivar las luchas étnicas o civiles. La regla de no injerencia anima a los Estados a
resolver sus propios problemas internos y a evitar que se extiendan y se conviertan en una amenaza para la paz y la
seguridad internacionales.

4.1. La responsabilidad de proteger como excepción al principio de no intervención


El objeto del presente apartado es expresar el fundamento lógico jurídico de la protección humanitaria a partir del cual
se construye esta regla excepcional. De esta forma, si las autoridades estatales no protegen a su población de
violaciones a sus derechos humanos, la comunidad internacional podría adoptar medidas tanto para evitar y poner
término a los delitos de lesa humanidad como para determinar responsabilidades civiles, penales y políticas. Con ello se
justificaría una intervención. En la actualidad, las injerencias con fines de protección humanitaria se fundan o pueden
fundar en una nueva doctrina: la responsabilidad de proteger, aprobada por la Asamblea General de Naciones Unidas en
el Documento Final de la Cumbre Mundial 2005, lo que se erige como su principal reconocimiento. Así en él, en su
párrafo 138 establece que “cada Estado es responsable de proteger a su población del genocidio, los crímenes de
guerra, la depuración étnica y los crímenes de lesa humanidad. Ahora bien, si los medios pacíficos sean inadecuados y,
que las autoridades nacionales no protejan a su población de los cuatro crímenes y actos especificados, la comunidad
internacional puede intervenir.

En el documento final se establecen una serie de requisitos para llevar adelante dicha intervención de manera que goce
de mayor aceptación en la comunidad internacional:

i. Autoridad competente. La institución que se erige como el más apropiado órgano internacional para tratar
las cuestiones relativas a las intervenciones con fines de protección humana y movilización de recursos es el
Consejo de Seguridad de la ONU.
ii. Causa justa. Las excepciones al principio de no injerencia deben ser limitadas; por tanto, para que estén
justificadas ha de existir, o ser inminente, un daño humano grave e irreparable.
iii. Intención correcta. Una intervención con fines humanitarios debe apuntar a un solo fin, el cual corresponde
a evitar o poner término al sufrimiento humano consecuencia de violaciones graves y sistemáticas a los
derechos humanos de la población civil.
iv. Último recurso. Una injerencia conforme a la responsabilidad de proteger se justifica sólo si se las medidas
menos coercitivas se han intentado y no surtieron efecto. v. Medios proporcionales. “La escala, duración e
intensidad de una intervención deben tener el mínimo nivel necesario para lograr el objetivo humanitario
propuesto. Los medios han de guardar proporción con los fines y ajustarse a la magnitud de la provocación
inicial.
v. Posibilidades razonables. Si se cree que la injerencia podría ser más perjudicial que la inacción absoluta o
que podría dar lugar un conflicto mayor, entonces esa intervención no es admisible por no existir una
proyección de lograr el resultado propuesto.

Conclusiones

ii. El problema de la conceptualización del principio, sin atender a análisis políticos, es el amplísimo espectro de
actuaciones que cabrían en la voz intervención. Tal problema se ha decantado, aunque con matices, a favor de una
concepción amplia del principio.

iii. El principio de no injerencia está estrechamente vinculado con los de igualdad soberana de los Estados y de
autodeterminación de los pueblos, en los cuales el primero encuentra su fundamento base.

iv. El principio de igualdad soberana debe entenderse hoy, tanto en su faz interna como externa, es decir, en un doble
carácter. Uno, como ejercicio de control, autoridad y poder; el otro, como ejercicio de responsabilidad, respeto y
protección.

v. El principio de prohibición del uso de la fuerza es una garantía para la no intervención, pues aquél proscribe, por regla
general, la fuerza armada, actuación que se erige como la vulneración más grave, mas no la única, del principio de no
injerencia.
vii. Las intervenciones con fines de protección humanitaria se justifican, en el Derecho Internacional actual, en la
responsabilidad de proteger. En el estado actual de la materia, respecto del supuesto planteado debe primar el principio
de no intervención.

ix. Por tanto, el principio de no intervención, de conformidad al Derecho Internacional actual, puede entenderse como:
La prohibición a cada Estado, grupo de Estados y organizaciones inter􀀍 nacionales, de ejecutar o amenazar con la
ejecución de actos para forzar la voluntad soberana de otro Estado, en particular en lo relativo a asuntos de carácter
político, económico, social y cultural, sea cual fueren el motivo y los medios empleados.

No obstante, si las decisiones soberanas del Estado significan una amenaza para la paz y seguridad internacionales, en
repuesta se deberá actuar conforme al capítulo VII y/o VIII de la Carta de la ONU o bien de acuerdo a la responsabilidad
de proteger, según corresponda.

JAMNEDJAD, Maziar / WOOD, Michael (2009). The Principle of Non-Intervention. En: Leiden J o u r n a l o f I n t e r n a
t i o n a l L a w, 2 2 . p p . 3 4 5 – 3 8 1 .

OBSERVACIONES PRELIMINARES

El principio de no intervención aparece prominentemente en las resoluciones de la Asamblea General de ONU, desde
mediados de los años sesenta hasta los ochenta. Está enlistado entre 'los principios de derecho internacional
consagrado en la Carta "en los preámbulos de 1969 y 1986 Convenciones de Viena sobre el derecho de los tratados. El
principio también se refleja en el Carta de la Organización de los Estados Americanos y los instrumentos constitutivos de
otras organizaciones regionales, así como en tratados multilaterales y bilaterales. Por nuestra parte, lo utilizaremos el
término principalmente para referirse a los casos en que un estado adopta medidas coercitivas para garantizar un
cambio en las políticas de otro. De acuerdo con Oppenheim, 'la interferencia debe ser fuerte o dictatorial, o de otro
modo coercitivo, de hecho privando al estado intervino en contra del control sobre el asunto en cuestión. Interferencia
pura y simple no es intervención'. Por lo tanto, la esencia de la intervención es la coacción. El requerimiento de coacción
es claro de la Declaración de 1970 sobre los principios del derecho internacional relativos a la amistad Relaciones y
cooperación entre los Estados de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas (Declaración de Relaciones
Amistosas). Solo los actos de cierta magnitud pueden calificar como "coercitivos", y solo aquellos que tienen la intención
de forzar un cambio de política en el estado objetivo que contravenga el principio.

2. VISIÓN GENERAL HISTÓRICA

A veces se acusa a Vattel de ser el primero en formular un principio de no intervención, aunque la idea era ciertamente
de una cosecha anterior; era inherente a el nuevo orden mundial anunciado por la Paz de Westfalia. Pero es
cuestionable hasta qué punto se reflejó el principio en la práctica de los estados antes del decimonoveno siglo. A
menudo se hace referencia al Monroe Doctrina, proclamado el 2 de diciembre de 1823. Aprobada por el presidente de
los Estados Unidos James Monroe, quien declaró que "cualquier interposición para el propósito de oprimirlos [los
Estados recién formados de las Américas] o controlar en cualquier de otra manera, su destino "sería visto como una
amenaza para los Estados Unidos". Promover, la doctrina se comprometió a que los Estados Unidos no intervendrían en
los asuntos europeos a menos que sus intereses se vieran afectados directamente. Pero nunca se pensó como una
materia legal, excepto tal vez en las Américas La Organización de los Estados Americanos (OEA) fue la primera
organización regional en incluir una prohibición en la intervención en su constitución, y continúa promoviendo el
principio de no intervención en las Américas. La Carta de la OEA de 1948 prohíbe expresamente a los miembros que
intervienen en los internos o externos de los demás asuntos. Durante las décadas de 1960, 1970 y 1980, la Asamblea
General de la ONU fue particularmente activo, y esto hasta cierto punto ha continuado incluso en el presente siglo.
Algunos treinta y cinco resoluciones que abordan específicamente la intervención y la interferencia tienen ha sido
aprobado por la Asamblea General desde 1957, 20 y hay muchos otros tocantes al tema, aunque menos directamente.
Los tres más importantes son los Declaración de 1965 sobre la inadmisibilidad de la intervención, las relaciones
amistosas de 1970 Declaración, y la Declaración de 1981 sobre la inadmisibilidad de la intervención y Interferencia.

3. FUENTES DE LA LEY DE NO INTERVENCIÓN

Antes de pasar a la naturaleza y el alcance del principio, consideramos las fuentes de la ley de no intervención. Como
con cualquier área del derecho internacional, el principal las fuentes son tratados (sección 3.1) y derecho internacional
consuetudinario (sección 3.2). ICJ los juicios brindan una guía importante (sección 3.3). Las escrituras de autores eruditos
han tratado tanto con el tema general como con aspectos particulares (sección 3.4). (no lo desarrollo porque no parece
importante, solo la cuestión de los tratados lo es, y se desarrolla a lo largo de todo el texto, cualquier cosa consultar
pags 351 en adelante)

4. LA NATURALEZA DEL PRINCIPIO DE NO INTERVENCIÓN

En esta sección consideramos algunas cuestiones generales relacionadas con la no intervención. Hace ¿la no
intervención tiene contenido legal o es simplemente un mantra político? Si tiene contenido legal, ¿se lo ve mejor como
un principio o como un estado de derecho? ¿Es una norma de jus cogens? ¿Es su violación criminal según el derecho
internacional? A menudo, las referencias a la no intervención no son más que encantamientos pro forma, con importes
políticos, no legales. Pero la práctica de los estados y el caso ley de la Corte Internacional indican que el principio de no
intervención es también visto como una cuestión de derecho. La no intervención es un principio de derecho
internacional (como la igualdad soberana de estados, con los que está estrechamente relacionado), y una base para
reglas más específicas. El preámbulo de la Convención de Viena de 1969 sobre el Derecho de los Tratados incluye "no
interferencia". En los asuntos internos de los Estados entre los "principios de ley incorporada en la Carta de las Naciones
Unidas.

5. INTERVENCIÓN CON FUERZA

5.1. Artículo 2 (4) de la Carta de las Naciones Unidas El enfoque del presente artículo es sobre aspectos del principio de
no intervención no implica el uso de la fuerza. En esta sección tratamos brevemente, por el bien de integridad, con la ley
sobre el uso de la fuerza.51 La prohibición de la amenaza o uso de la fuerza en las relaciones internacionales,
establecido en el Artículo 2 (4) de la Carta y en el derecho internacional consuetudinario, es el aspecto más significativo
de la no intervención, sin embargo, hoy en día, la ley internacional sobre el uso de la fuerza generalmente no se piensa
en términos de no intervención pero como un capítulo autónomo del derecho internacional. Por otro lado, a menudo se
considera que las amenazas de usar la fuerza contravienen el principio. Medidas de observancia adoptadas o
autorizadas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas de conformidad con el Capítulo VII de la Carta no
contravengan la prohibición del uso de fuerza o el principio de no intervención. Lo que se puede ver como 'intervención'
en un mundo "muy intervencionista" es la acción autorizada por el Consejo de Seguridad bajo Capítulo VII de la Carta.
Tampoco lo hace la acción en defensa propia, o la acción tomada con el consentimiento del estado territorial,
contravienen el principio.

5.2. Intervención humanitaria Más controvertida es la llamada "intervención humanitaria" . Algunas veces se argumentó
que no es contrario al derecho internacional utilizar la fuerza para prevenir atrocidades humanitarias. En el pasado, tales
argumentos fueron tratados con escepticismo; 55 las instancias de práctica estatal eran raras y estaban justificadas
como defensa propia más que como terrenos humanitarios. Sin embargo, los argumentos se han hecho con mayor
fuerza desde las operaciones para proteger a los kurdos en el norte de Iraq en 1991 y los chiitas en el sur en 1992, y
especialmente desde el conflicto de Kosovo en 1999.

El 2005 World SummitOutcome hizo, sin embargo, resaltar la noción de 'responsabilidad' proteger'. Esto coloca la
responsabilidad primaria en el estado territorial, pero continúa diciendo que "la comunidad internacional, a través de las
Naciones Unidas, también tiene la responsabilidad de usar lo apropiado. . . en términos pacíficos, de acuerdo con Los
capítulos VI y VIII de la Carta, para ayudar a proteger a las poblaciones.

5.3. Apoyo a los insurgentes o terroristas TheFriendlyRelationsDeclaration establece así tres reglas que regulan
específicamente la conducta de los estados con respecto a los grupos rebeldes o terroristas. La primera prohibición está
en contra de "organizar" tales grupos. El segundo es contra alentar, incitar, o ayudar a tales grupos. Estas formas de
acción son lo que consideraríamos ampliamente 'Apoyo' y cubriría la conducta en Nicaragua. La tercera prohibición se
relaciona "tolerar" a los grupos armados y, además de ser específicamente mencionado, está implícito en el primer
párrafo citado anteriormente. Esta tercera prohibición va más allá de la otra dos marcando una falta de acción ilegal
donde el estado es consciente de que los grupos armados están usando su territorio para entrenamiento o como base.
Se aplica donde los estados son realmente consciente de que su territorio está siendo utilizado para este propósito.

5. REGLAS BASADAS EN EL TRATADO QUE REFLEJAN EL PRINCIPIO DE NO INTERVENCIÓN

El principio de no intervención se refleja en numerosos tratados, aunque a menudo en términos generales que arrojan
poca luz sobre su contenido. Algunos de los más importantes son mencionados en la presente sección. 6.1. Artículo 2
(7) de la Carta de las Naciones Unidas El Artículo 2 (7) de la Carta de las Naciones Unidas establece que: Nada de lo
contenido en la presente Carta autorizará a las Naciones Unidas a intervenir en asuntos que están esencialmente dentro
de la jurisdicción interna de cualquier estado o exigirá a los Miembros que presenten tales asuntos a la liquidación bajo
el presente Carta; pero este principio no prejuzgará la aplicación de medidas de ejecución bajo el Capítulo VII. 6.2.
Artículos 3 y 19 de la Carta de la Organización de los Estados Americanos Los principios de la OEA se establecen en el
Artículo 3 de su Carta.68 Incluyen un derecho de los estados para elegir sus sistemas políticos, económicos y sociales sin
interferencia, y un deber de abstenerse de intervenir en los asuntos de otros estados. Capítulo IV de la Carta ('Derechos
y Deberes Fundamentales de los Estados') incluye varios derechos y deberes que forman parte del principio de no
intervención, como el respeto de los derechos de otros estados y un derecho a desarrollar la vida cultural, política y
económica libremente. Artículo 19 rechaza expresamente el derecho a interferir en los asuntos de los Estados, incluso
mediante la no fuerza medio.

6.6. Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, Artículo 41 (1) Hay dos reglas separadas, pero no siempre
claramente diferenciadas, relevantes para supuestamente actividades intervencionistas de diplomáticos. Existe la regla
específica establecida en Artículo 41 de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas: el deber impuesto en un
agente diplomático (y otros que disfrutan de privilegios e inmunidades) 'para no interferir en los asuntos internos del
estado receptor. Y existe el principio de no intervención. Como un órgano del estado emisor, lo que un agente
diplomático haga en una capacidad oficial (ya sea por instrucciones o no) puede ser contrario al derecho internacional
general. El artículo 41 (1) de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas establece que: sin perjuicio de sus
privilegios e inmunidades, todas las personas que disfrutan de privilegios e inmunidades 'tienen el deber de no interferir
en los asuntos internos de los Estados receptores. Algunos miembros de la ILC consideraron que la disposición sobre no
injerencia en el artículo 41 tenía por objeto cubrir las acciones de los miembros de las misiones diplomáticas en su
capacidad personal, en lugar de actos oficiales llevados a cabo siguiendo instrucciones de su gobierno, respecto del cual
el principio de no intervención en el marco de ley aplicada. Lo que los diplomáticos hacen en su capacidad oficial puede,
por supuesto, constituir una violación por el estado emisor de sus obligaciones bajo el principio de no intervención bajo
derecho internacional general. A pesar de los debates sobre la intención original detrás El artículo 41 (1) de la
Convención de Viena no se limita a los actos realizados a título personal, y la legalidad de los actos oficiales puede
plantearse con referencia a la disposición. En cualquier caso, no siempre es fácil distinguir entre actos oficiales y
personales. Las acciones que serían perfectamente lícitas si fueran llevadas a cabo por un particular pueden violar el
deber del diplomático de no interferir en los asuntos internos. De vez en cuando, diplomáticos extranjeros toman parte
o parecen participar en manifestaciones políticas. Tal vez no siempre sea fácil distinguir entre observar un mitin y
participar en él. Más allá de eso, es difícil ser preceptivo. La aplicación del deber de no interferencia probablemente se
basa en el buen sentido instintivo y la comprensión de la diplomático, en contra del hecho de que el estado receptor no
tiene que dar razones para declarar a un diplomático persona non grata.

6.8 Otros tratados Existen muchos otros tratados que hacen referencia al principio de no intervención, a menudo
mediante una cláusula de salvación. Por ejemplo, el artículo 3 del Protocolo adicional II del Los Convenios de Ginebra se
titula "No intervención" y, entre otras cosas, Nada en este Protocolo se invocará como justificación para intervenir,
directamente o indirectamente, por cualquier motivo que sea, en el conflicto armado o en el ámbito interno o externo
asuntos de la Alta Parte Contratante en cuyo territorio se produce ese conflicto.

7. APLICACIONES POSIBLES DEL PRINCIPIO DE NO INTERVENCIÓN EN LA LEY INTERNACIONAL GENERAL

La discusión a continuación analiza algunas situaciones y consideraciones comúnmente discutidas en la medida en que
el principio de no intervención subyace a las normas aplicables del derecho internacional consuetudinario. En cierto
modo, implican violaciones del principio; luego están los casos dudosos. 7.1. Interferencia política (incluida la
financiación) La 'interferencia política' cubre diversas situaciones en las que un estado se involucra en los procesos
políticos internos de otro. Este tipo de intervención abarca actos de gran intensidad y coacción. La forma más coercitiva
de interferencia política es el "cambio de régimen", que es un clara violación del principio de no intervención. En el
contexto de la intervención no forzada, el cambio de régimen se logrará principalmente a través de apoyo y financiación
para grupos de oposición insurreccionales. La prueba clave sigue siendo la coacción. Financiando un partido político
donde la ley nacional de la parte receptora lo prohíbe generalmente contravendrá el principio de no intervención, así
como la financiación de una parte con objetivos coercitivos. Incluso sin esos factores, el nivel de apoyo podría ser de tal
magnitud que coactivo. El análisis de la interferencia política se complica con la financiación de estado a estado para
apuntalar una facción gobernante particular dentro del estado. Tal apoyo es a menudo mucho más efectivo que el
financiamiento directo de la parte, en parte debido a las mayores sumas implicadas. Dado el consentimiento del
gobierno, dicha financiación no estará prohibida como intervención. La provisión de apoyo o financiación a un partido
en la víspera de una elección es más amorosa acto intrusivo, es más probable que dé lugar a un cambio de gobierno, que
se da en otras veces. La práctica es extensa, presumiblemente porque la forma preelectoral de política el apoyo será
más efectivo. Los Estados están particularmente preocupados por esta forma de intervención y nueve resoluciones de la
Asamblea General que condenan la injerencia en los procesos electorales fueron adoptadas entre 1989 y 2001.

7.2. Coerción económica Las medidas económicas pueden dirigirse contra los estados o sus líderes para forzar un
cambio en política.

En la medida en que las sanciones económicas sean adoptadas por el Consejo de Seguridad de la ONU en virtud del
Capítulo VII de la Carta, no plantean ningún problema en el marco de la no intervención principio. Los estados
individuales y las organizaciones regionales a veces recurren a medidas económicas en lugar de tomar medidas
enérgicas, ya que no son contrarias a Artículo 2 (4) de la Carta: pueden ser más fáciles de justificar política y
legalmente105. Si bien tales medidas pueden contravenir las obligaciones del tratado, no está claro hasta qué punto la
prohibición de la intervención se extiende a las medidas económicas unilaterales. La dependencia de muchos estados
vulnerables de la ayuda hace que su retirada en la práctica sea uno de los métodos más efectivos de presión. 7.3.
Jurisdicción de ejecución extraterritorial El ejercicio de la jurisdicción de ejecución en el territorio de otro estado, sin su
consentimiento infringe el principio de no intervención. A diferencia de la jurisdicción prescriptiva, la jurisdicción de
ejecución es normalmente territorial. Es una parte inherente de un estado capacidad de aplicar sus leyes y mantener la
seguridad dentro de sus fronteras. Ejemplos de prohibido la jurisdicción de ejecución extraterritorial incluye la
recopilación de pruebas y policías y otras investigaciones (incluso si no pretenden usar poderes de compulsión) llevado a
cabo sin el consentimiento del estado territorial. Aunque está abierto a declara que sus medidas de observancia
7.4. Jurisdicción prescriptiva extraterritorial Los límites en la jurisdicción prescriptiva de un estado se pueden ver como
una cuestión de no intervención. Por lo tanto, cuando los Estados Unidos trataron de imponer obligaciones en el
extranjero empresas extraterritoriales en apoyo de sus propios objetivos de política exterior, 115 esto fue visto como
una intervención ilegal en los asuntos de los estados cuyas empresas eran afectado, y dio lugar a contramedidas.116
Aunque es difícil de ver cómo una aplicación discriminatoria de las leyes de los acusados por la rama judicial podría ser
coercitiva, el ejercicio extraterritorial de la jurisdicción podría equivaler a una intervención en algunas situaciones.117
Cuando no hay ninguna base para el ejercicio de la jurisdicción, por ejemplo, sobre una conducta no nacional llevado a
cabo en el exterior y no atrae la jurisdicción universal, entonces el ejercicio de la jurisdicción muy probablemente
contravenga el principio de no intervención. Doctrinas de la no justiciabilidad desarrollada por los tribunales nacionales
tanto en casos civiles como penales a menudo basado, expresa o implícitamente, en el principio de no intervención.
7.5. Reconocimiento y no reconocimiento El reconocimiento prematuro de la estadidad se ve a menudo como una
intervención ilegal en los asuntos internos del estado territorial. La ilegalidad del reconocimiento prematuro fue
planteado con respecto a Israel en 1948, aunque las circunstancias fueron especiales. El hecho de que un estado no
reconozca a una entidad que cumpla con los criterios de estadidad normalmente no constituyen intervención. El
derecho internacional generalmente no impone una obligación de reconocer. Sin embargo, en ciertas circunstancias
excepcionales, donde el no reconocimiento tiene la intención de forzar un cambio de política, podría haber una brecha
del principio de no intervención. 7.6. Radiodifusión y propaganda La radiodifusión (a través de todos los medios,
incluida la radio, la televisión e Internet) es una forma común de influir en la política en otros estados. Las transmisiones
se pueden usar para cambiar percepciones de un estado en la comunidad internacional mediante la provisión de
informes de noticias sesgados, o mediante la transmisión de información a otro estado con el fin de influenciar su
población. Existe cierto soporte textual para la prohibición de ciertas transmisiones extraterritoriales. El preámbulo de la
Declaración de 1976 sobre la no interferencia se refiere a "campañas de difamación 'y' subversión y difamación '. La
Declaración de 1981 se refiere a 'campaña difamatoria [s], difamación o propaganda hostil con el propósito de intervenir
o interferir en los asuntos internos de otros Estados'. El artículo 19 (2) del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos establece para información y sugerencias de terceros, independientemente de las fronteras. Sin embargo, el
derecho no es absoluto. El artículo 19 (3) permite la limitación del derecho con el fin de proteger a los demás y para 'la
protección de la seguridad nacional o del orden público, o de salud pública o moral ". Además, el Artículo 20 prohíbe la
propaganda para la guerra y el defensa del odio nacional, religioso o racial.128 Si una emisión contraviene el principio de
no intervención depende de todas las circunstancias. Si es deliberadamente falso y tiene la intención de producir
disidencia o Aliente a los insurgentes, es probable que se incumpla el principio de no intervención. Si fáctico y neutral, es
dudoso que la transmisión constituirá intervención, independientemente del efecto que de hecho pueda tener.

7.7. Diplomacia

Verzijl ha escrito que "[e] l límite entre la simple presión diplomática sobre un gobierno extranjero y una interferencia
forzosa en sus asuntos internos o externos es completamente fluido ". Si bien podría argumentarse que existe una
diplomacia moderna (especialmente la llamada 'diplomacia pública') plantea cuestiones bajo el principio de no
intervención, los estados frecuentemente emiten declaraciones criticando la conducta de otros estados, o comentando
en situaciones extranjeras. Los estados se reúnen para discutir problemas comunes y ponerse de acuerdo la conducta de
las relaciones internacionales. Tales discusiones son rutinarias en el ámbito internacional relaciones y son el primer
recurso de los estados que buscan cambiar el comportamiento de otros estados. La relación entre la actividad
diplomática y la intervención fue una de las aspectos más controvertidos de las negociaciones que conducen a las
relaciones amistosas. 7.8. Acciones para promover y proteger los derechos humanos El alcance de una 'excepción' a los
derechos humanos al principio de no intervención es poco claro. Por lo menos, debe aplicarse en las circunstancias en
que la Asamblea General ha proclamado la responsabilidad de proteger ("genocidio, crímenes de guerra, limpieza étnica
y crímenes contra la humanidad '), pero esto puede ser demasiado restrictivo. (RESTO DE LA EXPLICACIÓN EN TEXTO
ANTERIOR RESPECTO DE LA RESPOSABILIDAD DE PROTEGER)
8. CIRCUNSTANCIAS QUE PRONUNCIAN LA EQUIVOCACIÓN EN CASOS DE INTERVENCIÓN

Hay tres circunstancias principales que excluyen la ilicitud de la conducta que de lo contrario equivaldría a una
intervención ilegal: autorización del Consejo de Seguridad, consentimiento y contramedidas.

8.1. Autorización bajo el Capítulo VII de la Carta de la ONU Actuando bajo el Capítulo VII de la Carta, el Consejo de
Seguridad, luego de determinar la existencia de una amenaza a la paz, el incumplimiento de la paz o un acto de agresión,
puede decidir cómo debe restaurarse la paz y la seguridad internacionales e imponer medidas no forzosas y enérgicas.

8.2. Consentimiento Intervención (incluso intervención militar) con el consentimiento del gobierno de un estado no está
excluido. Sin embargo, surgirán preguntas difíciles. 'Intervención de la invitación 'está notoriamente abierta al abuso. Si
hay una excepción al principio de no intervención en el caso de asistencia a los pueblos que buscan ejercer el derecho de
autodeterminación fue discutido una vez: Artículo 7 de la Definición de 1974 de Agresión se refiere al derecho de los
pueblos privados de la fuerza del derecho de autodeterminación 'Buscar y recibir apoyo, de conformidad con la Carta y
en conformidad con la Declaración [Relaciones amistosas]. El consentimiento funciona de la misma manera para la
intervención no forzosa. La esencia del principio de no intervención es la "subordinación de la voluntad soberana".
Tomado con el consentimiento de un estado es una expresión, no una subordinación, de su voluntad. Un estado puede
consentir a un acto dando su consentimiento al mecanismo que produce ese acto. Consentimiento, para ser válido, tiene
que ser otorgado por una autoridad legítima y no bajo coacción. Sin embargo, para establecer ese consentimiento no
fue dado libremente puede ser difícil. Si el consentimiento fue extraído por coercitivo se refiere a un acuerdo entre el
gobierno y el gobierno estado estaba subordinado, se puede argumentar que el principio de no intervención ha sido
violado. El consentimiento de Estado dado porque se espera un beneficio posterior, o porque de preocupaciones sobre
un enfriamiento de las relaciones, no es inválido.

8.3. Contramedidas Hasta Nicaragua, el concepto de contramedidas no se aplicaba comúnmente a la intervención. En


ese caso, la Corte dejó en claro el lugar de la autoayuda justificable en el área de no intervención aplicando el lenguaje
de "contramedidas proporcionales". El Tribunal dejó en claro que la respuesta de un estado víctima a una intervención
no forzosa debe ser él mismo no forzosa. En cualquier caso, la prohibición de represalias armadas está bien establecido.
En cuanto a la cuestión de las medidas no enérgicas que pueden tomada, la respuesta está en la ley de la
responsabilidad del estado. El artículo 49 contiene la regla básica sobre las contramedidas:

(1) Un Estado lesionado solo puede tomar contramedidas contra un Estado responsable por un hecho
internacionalmente ilícito con el fin de inducir a ese Estado a cumplir con sus obligaciones bajo la Parte Dos.
(2) Las contramedidas están limitadas a la falta de ejecución por el momento de la internacional obligaciones del
Estado de tomar las medidas hacia los responsables Estado. (3) Las contramedidas deberán tomarse, en la
medida de lo posible, de forma que permita reanudación del cumplimiento de las obligaciones en cuestión. La
cuestión de la proporcionalidad se aborda por separado en el artículo 51: Las contramedidas deben ser acordes
con el daño sufrido, teniendo en cuenta la gravedad del hecho internacionalmente ilícito y los derechos en
cuestión.

CONCLUSIONES

Se espera que el presente artículo aliente una mayor investigación sobre lo importante, aunque oscuro, sujeto de no
intervención. A pesar de las incertidumbres rodeando el principio, y la dificultad de evaluar la práctica del estado en el
campo, es posible sugerir las siguientes conclusiones provisionales. El principio de la no intervención permanece bien
establecido en la actualidad ley internacional. Es parte del derecho internacional consuetudinario y el derecho
internacional. La no intervención es un principio amplio que incluye la prohibición del uso de fuerza, establecida en el
Artículo 2 (4) de la Carta y en el derecho internacional consuetudinario. Pero el principio también requiere que un
estado no intervenga en los asuntos internos o externos de otros estados en formas coercitivas que no involucran el uso
de la fuerza, que puede incluir, por ejemplo, medidas económicas unilaterales. El núcleo de lo que está prohibido es la
"interferencia coercitiva" en asuntos que la ley deja a discreción de los estados, como sus sistemas políticos, económicos
y legales, y su elección de gobierno y políticas exteriores. El requerimiento de coacción es un límite crucial en el principio
de no intervención. Sin él, cualquier acto que tuvo un efecto en otro estado podría caer dentro de la prohibición. El
principio de no intervención es un "concepto esencialmente relativo", susceptible de cambiar a medida que cambia la
ley internacional. En particular, ha sido profundamente afectado por el desarrollo del derecho internacional de los
derechos humanos y la globalización, y podría decirse que también por la aceptación generalizada de la importancia de
las relaciones internacionales de tales principios como la democracia, el buen gobierno y el estado de derecho.

UNIDAD 3. Política exterior estadounidense – Entre el multilateralismo y el unilateralismo A) Las ideologías y


identidades de la política exterior B) El Uni- y Multilateralismo de los Estados Unidos C) Las relaciones entre los
Estados Unidos y la Unión Europea & la relaciones entre Argentina y los Estados Unidos

BERNAL-MEZA, R. (2005). “Multilateralismo y unilateralismo en la política mundial: América Latina ante el orden
mundial

El tema del multilateralismo y el unilateralismo en la política mundial es fundamental para abordar la "agenda
latinoamericana de la política exterior". Los países latinoamericanos, débiles de poder en la estructura de poder
mundial, están fuertemente limitados en sus márgenes de autonomía de decisión internacional. Dependen de la
concertación de alianzas y de las negociaciones internacionales, del funcionamiento de foros, instituciones y regímenes
para poder conseguir algunos de sus objetivos de política exterior vinculados con el desarrollo y su seguridad.

Desde fines de 1989 los Estados Unidos se han enfrentado al desafío de cómo proceder para ejercer la hegemonía
global. Según distintos autores, enfrentarse a esta nueva agenda requiere una más amplia concepción sobre el interés
nacional, entendiendo que son pocos los problemas actuales que pueden enfrentarse de manera unilateral y que la
comprensión del rol del multilateralismo juega a favor de la legitimación del poder norteamericano.

1. LA POLÍTICA EXTERIOR NORTEAMERICANA POST 11 DE SEPTIEMBRE

A partir de esos acontecimientos se puso en práctica una reformulación ultraconservadora de la política, cuya estrategia
sería amplia, involucrando lo interno y lo externo. En síntesis, lo que el imperio comenzó a reflexionar era si podía
ejercer la democracia y tenía interés en promoverla (o imponerla) en el mundo. En el ámbito de su política interna, el
gobierno norteamericano comenzó a impulsar la instauración de un sistema de derecho que prescinde de la ley y las
instituciones democráticas (enjuiciamiento de sospechosos por tribunales militares; ampliación de poderes policiales,
intercepciones de comunicaciones telefónicas y por internet).

La reformulación conservadora en política exterior, como en otros períodos de la historia puede abrir el camino para
legitimar políticas internas en otros países, en los cuales se podría aceptar limitaciones democráticas a cambio de un
compromiso externo con la política global de la potencia.

George Bush Jr. enunció 3 principios de lo que llamó la "nueva política exterior":

1. El primer principio fue el fin del derecho a la neutralidad, basado en el concepto de que "quienes no están con
Estados Unidos están con los terroristas y los Estados que los amparan".

2. El segundo es la legitimación de la idea de "ataque preventivo", para responder a las amenazas. El problema es
que éstas pueden ser reales, supuestas o simplemente inventadas.

3. El tercero es el derecho a utilizar "todas las armas", lo que puede involucrar tanto las convencionales como las
no convencionales (biológicas, químicas y atómicas).
Internacionalmente la superpotencia se ha aislado de sus socios tradicionales y ha entrado en conflicto político con ellos.
Esto se advirtió en las posiciones en el Consejo de Seguridad, en la fractura dentro de la OTAN (Alemania y Francia) y en
el Nafta (Canadá y México).

2. EL CONTEXTO DE ANÁLISIS PARA EVALUAR EL MULTILATERALISMO Y EL UNILATERALISMO EN LAS AGENDAS


GLOBALES

Lo que sucedió, desde Clinton y hasta el 11 de septiembre fue un compromiso ambivalente con el multilateralismo. Este
"compromiso ambivalente" se expresó no siempre de manera directa –es decir optando por el unilateralismo–, sino
también recurriendo a métodos y prácticas como no cumplir con las cuotas de financiamiento de la ONU, mantener el
retiro de organismos (como UNESCO), aplicar sanciones extraterritoriales (Iran-Libya Sanctions Act; Ley Helms-Burton) o
no ratificando Convenciones Internacionales, aduciendo el principio de la autonomía de sus poderes nacionales
(Congreso). Sin embargo,la percepción externa que prevalece es que los Estados Unidos actúan solos y de manera
unilateral, actitudes que han aumentado desde 2001.

Según la opinión del mundo académico (por ejemplo el Center on Internacional Cooperation at New York University) el
multilateralismo es mucho más valioso para los Estados Unidos, tanto para alcanzar sus objetivos de "interés nacional",
como para mantener su liderazgo.

Los acontecimientos desde la invasión y la toma de control de Irak señalan algunas indicaciones de lo que puede seguir
ocurriendo:

1. La imposibilidad de contener un poder que se ha vuelto incontrolable.

2. La decisión del gobierno de Bush de no aceptar el control de regímenes internacionales que su propio país creó e
impulsó, como Naciones Unidas, la OTAN, el Tribunal Penal Internacional, etc.

3. Que Estados Unidos y algunos de sus estrechos aliados decidan que pueden cambiar los gobiernos de los estados
soberanos de forma abierta. En realidad, los Estados Unidos siempre lo hicieron, pero de manera encubierta (casos de
Chile, Bolivia, América Central, etc.).

4. El desprecio por la Democracia. En la práctica –si la democracia se respeta– ella se expresa, internamente, en el
respeto a la opinión de la ciudadanía de cada país e internacionalmente, por el respeto a la voluntad de los Estados en
Naciones Unidas y en las agendas mundiales. El gobierno republicano de los Estados Unidos ha optado por despreciar
ambas.

3. EL PELIGRO DEL UNILATERALISMO

Para los países pequeños esta actitud limita enormemente sus márgenes de acción y la autonomía relativa para adoptar
posiciones contrarias a la definición del interés específico de los Estados Unidos y debilita sus capacidades de establecer
alianzas. Para los medianos y grandes, el efecto genera resistencias y la voluntad de optar por imitar ese proceder, con
lo cual distintos factores de legitimidad internacional pierden espacio. El autor sostiene que los países débiles están
dispuestos a seguir el liderazgo norteamericano sólo porque ellos están seguros de que los Estados Unidos no
explotarán su posición de poder ni echarán marcha atrás en sus obligaciones, en un contexto en el cual las instituciones
multilaterales son hoy mucho más importantes que en el pasado para Estados Unidos y su gran estrategia global.

4. AGENDAS O ÁREAS TEMÁTICAS DE LA ACCIÓN UNILATERAL Y DEL MULTILATERALISMO AMBIVALENTE


El multilateralismo ambivalente se advierte así hoy en las agendas de Naciones Unidas y las "operaciones de paz", en las
negociaciones sobre pruebas nucleares, en la convención sobre armas químicas; en las agendas financieras (FMI) y de
comercio (OMC); ante la Corte Criminal Internacional, en las negociaciones sobre cambio climático, etc.

5. EL CONTEXTO HEMISFÉRICO Y MUNDIAL Y SU INFLUENCIA SOBRE LA POLÍTICA EXTERIOR LATINOAMERICANA

Hoy la agenda excluyente de la política exterior latinoamericana es ALCA. De manera sintética, podríamos señalar al
menos seis características del actual sistema mundial que determinan los márgenes de maniobra o acción de los países
latinoamericanos, en el ámbito de la política mundial:

1. La globalización, como proceso identificador de la actual etapa del sistema mundial, es el espacio de ejercicio de
todas las manifestaciones del poder.

2. Estamos frente a la existencia de un poder hegemónico global sin precedentes en la historia. Estados Unidos
reúne sobre sí las mayores capacidades en términos militares, político-diplomáticos, económicos, financieros, científicos
y tecnológicos que cual otro Estado o conjunto de Estados en federación.

3. A pesar de lo anterior, no podemos afirmar que un "nuevo orden mundial" esté ya en proceso de imposición
como estructura sistémica.

4. Estados Unidos acompañó su triunfo en la guerra fría con una capacidad de reestructuración económica,
científica, tecnológica, comercial y financiera, que lo han colocado por sobre cualquier otro competidor. Como
resultado, ha habido una polarización de la desigualdad entre Estados Unidos y América Latina, que se acrecienta por el
nuevo período de crisis económica, política y social por la que atraviesan la mayoría de los países latinoamericanos.

5. Estos desafíos, traducidos en "tensiones globales" (seguridad, comercio, finanzas) ponen en evidencia una
realidad: que América Latina tiene una capacidad de intervención muy marginal frente a esas tensiones globales.

6. Sin embargo, puede tener una capacidad decisiva en la construcción de un ALCA.

La política de la administración Bush no está colaborando a la construcción de un bloque de fuerzas que permita, en
América Latina, articular el fortalecimiento de la democracia con el crecimiento económico, el desarrollo integral y una
redistribución más equitativa de la renta. Estados Unidos y América Latina tienen una visión distinta sobre la raíz de los
problemas del desarrollo. Para Washington, las raíces de los problemas latinoamericanos son más políticas e
institucionales que económicas (es decir, corrupción, ineficiencia, falta de una legislación que defienda y proteja el
capital, etc.). Para América Latina, los problemas son esencialmente económicos y éstos se vinculan a las condiciones
estructurales de la economía y el comercio internacionales.

6. LA VISIÓN SOBRE LA SEGURIDAD Y EL PROBLEMA DEL PODER EN EL HEMISFERIO

Este es el segundo escenario de desencuentros en este ámbito. Durante los años 90's la mayoría de los gobiernos
latinoamericanos optaron por una visión kantiana de las relaciones internacionales, que se evidenció en la aplicación de
políticas neoliberales, la aceptación del "Consenso de Washington" y una vocación por la apertura económica y política.

partir de los recambios gubernamentales, ocurridos en los tres últimos años, en particular en Brasil, pero también en
Argentina y otros países (como desde antes en el caso venezolano), se advierte que se está evaluando la opción por el
"realismo del poder" en la política exterior.

7. LAS RELACIONES INTRALATINOAMERICANAS


Hoy, como pocas veces en la historia regional, los países de América Latina tienen muy pocos elementos políticos que
unan a sus miembros, al definir las características de sus respectivas inserciones hemisféricas y mundiales. Esta situación
es, por tanto, un elemento relevante al abordar una eventual agenda de concertación y cooperación política a nivel
regional, vis-à-vis los Estados Unidos y en el proceso de construcción de ALCA. ¿Cuáles son las razones de estas
profundas diferencias? El origen de ellas es en parte externo y en parte interno a la región. En el primer caso, la política
hemisférica norteamericana, al aplicar premios y castigos y una visión realista del poder, de dividir para reinar, ha
contribuido para distanciar a los países latinoamericanos entre sí.

Por una parte, aquellos que coinciden con la potencia en su política comercial –como Chile– y de otra aquellos que
discrepan, como Brasil, Venezuela y Argentina. Pero también entre aquellos que comparten algún nivel de acuerdos
políticos sobre seguridad y/o de alianza militar, como Colombia y en parte Chile y Argentina, versus aquellos a los cuales
Washington ve como opositores, tales como Brasil y Venezuela.

Respecto del posicionamiento frente a ALCA, entre aquellos que lo desean, como los de América Central, Colombia, Perú
y Ecuador; aquellos que no les interesa mayormente ALCA porque ya tienen su propio acuerdo de libre comercio con
Estados Unidos y creen perder algunas de las ventajas adquiridas, como México y Chile y por último, aquellos que ven en
ALCA un peligro potencial para sus economías, como Argentina y, fundamentalmente, Brasil.

En tanto, en el contexto interno latinoamericano, se advierten dos factores centrales generadores de diferencias:

1. posición de liderazgo del Brasil, que produce desconfianzas y recelos en países medianos como Argentina y
Chile. Es evidente que Brasil, bajo el gobierno del presidente Lula está profundizando su opción por el liderazgo regional.
Son varias las manifestaciones de ello; para señalar sólo algunas: la declaración de su deseo de ser incorporado como
miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU.

2. El segundo factor se encuentra al interior mismo del Mercosur. Aquí, por una parte, subsisten percepciones
acerca del interés de Brasil de utilizar a éste como un elemento de una política de poder vis-à-vis los Estados Unidos y
por otra parte, las dificultades entre Argentina y Brasil para profundizar el Mercosur. Tanto Argentina como Brasil han
señalado reiteradamente que la negociación por ALCA debe venir después de una profundización del Mercosur.

Aún después de la última cumbre de Miami, Argentina y Brasil han mantenido divergencias importantes en torno a qué,
cómo y cuándo negociar ALCA y los puntos de discrepancia siguen siendo la protección a las inversiones extranjeras y los
servicios. Para Argentina el tema de la protección de las inversiones extranjeras puede ser una "prenda de negociación
con Estados Unidos", en la medida que Washington esté dispuesto a negociar concesiones para productos industriales y
agrícolas; mientras que Brasil no está dispuesto a poner en manos de los norteamericanos un condicionamiento a la
autonomía en materia de política económica.

En este sentido, la política exterior argentina no ha cambiado desde los tiempos de Menem y continúa dando muestras
de su simpatía hacia Washington, lo que incluye algunos temas importantes de la agenda de seguridad, como la
percepción sobre el conflicto colombiano y la continuidad de operaciones y ejercicios militares conjuntos.

Argentina y Brasil mostraron al Mercosur sólo como una unión aduanera, un acuerdo comercial. Esto es lo que hace falta
cambiar, pero requiere de la resolución previa del problema del liderazgo brasileño y de su decisión de ser incorporado
como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, tema este último al cual la Argentina se opone
abiertamente.

CASTRO SANTOS, Maria H. / Tavares Teixeira, Ulysses (2015). Interests and Values in Obama's foreign Policy: Leading
from Behind? En: Rev. bras. polít. Int., Vol. 58, No.2, July/Dec. 2015, Brasília. p. 119-145.
La política exterior estadounidense en el período posterior a la Guerra Fría, más específicamente, examinando la
importancia de la democracia con respecto a la seguridad en esta política.¿Qué papel juegan los valores en comparación
con los intereses en las intervenciones militares estadounidenses en el período posterior a la Guerra Fría?

Van a analizar

● La administración de Obama y sus acciones militares relacionadas con Afganistán, Irak, Libia, Siria, AlQaeda e ISIL. ●
Los datos empíricos son proporcionados por el contenido cuantitativo y cualitativo del análisis de los discursos del
Presidente Obama, de sus Secretarios de Estado y de los Secretarios de Defensa entre enero de 2009 y enero de 2015.
Castro Santos y Teixeira (2011, 2013) demostraron que los presidentes americanos posteriores a la Guerra Fría,
especialmente Bush, han asignado un importante papel a la construcción de la estabilidad democrática en los países
objetivo para garantizar la seguridad estadounidense, fusionando, de esta manera, los intereses de seguridad de
América y los valores democráticos-liberales como motivaciones a las intervenciones militares. Obama estableció lo que
se ha caracterizado como una estrategia "leading from behind", la estrategia de política exterior de Obama no vincula
democracia a seguridad cuando se trata de justificar intervenciones militares, disociando por lo tanto valores e intereses
y dando prioridad a los primeros.

Intereses y valores en la formulación de políticas en Estados Unidos

El discurso político de Estados Unidos ha demostrado tradicionalmente un fuerte apoyo a la promoción de la Tradición
Liberal Americana en todo el mundo.Coloca al individuo en el centro de la vida política y ve a cada persona como
poseedora de algunos derechos inalienables. Los liberales hacen hincapié en la libertad individual y desconfían del poder
sin control. También creen que la democracia es la mejor forma de gobierno y favorecen el estado de derecho, la
libertad de expresión y las economías de mercado.La Tradición Liberal cruza líneas de partido y une a los
internacionalistas demócratas liberales y a los neoconservadores republicanos.

Existe una falacia al pensar que los intereses "reales" pueden distinguirse de los intereses de los Estados Unidos en
fomentar la democracia. Un mundo más democrático sería un más seguro, más sano y más próspero para los Estados
Unidos. Por lo tanto, la promoción de la democracia debe estar en el centro de la visión global de Estados Unidos. La
democracia debe ser el foco central de la política exterior estadounidense.

Owen (2006), por su parte, cree que la expansión de los intereses estadounidenses sólo es posible a través de la
expansión de la democracia. La hegemonía americana - la era unipolar - se extiende en el tiempo por la extensión en el
espacio de la democracia. La democracia no es sólo una consecuencia de la primacía americana, es también una causa
de ella ".

Keohane argumento de que "los resultados de las políticas sólo pueden explicarse cuando los intereses y el poder se
combinan con un rico entendimiento de las creencias humanas".Identifican tres vías causales a través de las cuales las
ideas pueden influir en las políticas: (i) las ideas sirven como mapas de ruta, en el sentido de que esta vía limita la
elección al excluir otras interpretaciones de la realidad; (ii) las ideas sirven como puntos focales que definir soluciones
cooperativas o actuar como pegamento coalicional para facilitar la cohesión de grupos particulares; (iii) las ideas
incorporadas en las instituciones especifican la política en ausencia de innovación. La conclusión general es que la
política varía debido a la elección de algunas ideas en lugar de otras.

Democracia y seguridad en las acciones de política exterior de Obama

El primer resultado importante del análisis fue la confirmación de la prevalencia de la seguridad entre las motivaciones
de la administración Obama a las acciones de política exterior relativas a los países seleccionados.
Tanto el Presidente como sus Secretarios de Estado y de Defensa también ponen mayor énfasis en la seguridad en
comparación con las otras justificaciones de los procedimientos de política exterior estadounidense. El énfasis en la
seguridad local podría interpretarse como un indicador de la estrategia de Obama del "leading from behind". Esto se
debe, especialmente en el caso de Irak y Afganistán, a su administración presionando a los gobiernos establecidos para
que asuman la responsabilidad de su propia seguridad y para mantener su territorio libre de los terroristas de Al-Qaeda.

La Estrategia de Política Exterior de Obama

Si Bush centró su presidencia después del 11 de septiembre en el final de la tiranía y Promoviendo la democracia en el
mundo para ganar la guerra contra el terrorismo, Obama asumió el poder en 2009 con la intención de retirarse de esta
agenda de libertad. Busco impedir que Al-Qaeda u otros elementos extremistas se reagrupen en estos países y lleven a
cabo ataques violentos contra los Estados Unidos o sus aliados.

Así, al anunciar la estrategia hacia las guerras de Oriente Medio en 2009, el Presidente dejó clara la decisión de
concentrar las tropas y los recursos militares en Afganistán y Pakistán, indicando que Estados Unidos tenía "un objetivo
claro y enfocado: romper, desmantelar y derrotar a Al Qaeda en esos países, y prevenir Su regreso a cualquiera de los
dos países en el futuro”.

Sin embargo, al lanzar su primera administración, el Presidente quiso retirarse de un papel activo en la promoción de la
democracia, especialmente por el uso de la fuerza. Así, durante este período inicial, Obama a menudo comenzó sus
conversaciones con disculpas por las estrategias de promoción de la democracia estadounidense de la administración
anterior. El tono general era que la democracia era un valor preciado, pero no había un papel especial para Estados
Unidos para difundirla por la fuerza

En mayo de 2011, con la muerte de Bin Laden, el debilitamiento significativo De Al-Qaeda era un hecho. Lo que el
gobierno estadounidense llamó la "fase de transición", parte de su mencionado "leading from behind strategy", ya en
curso en Irak, también fue puesto a trabajar en Afganistán. La "transición" se refirió al entrenamiento y preparación
militar de los afganos e iraquíes para que ellos sean capaces de responder por la seguridad de sus propios países e
impedir que los terroristas mantengan refugios seguros en sus territorios. Quito las tropas de ambos paises al final de
2014.

Cuando estalló la primavera árabe, sin embargo, los desafíos se pusieron en las estrategias de política exterior de
Obama. Se convirtió en, probablemente, el acontecimiento más grande y más inesperado que el presidente tenía que
ocuparse. Obama, sin embargo, se mantuvo fiel a su enfoque "líder desde atrás", alabando los valores democráticos
liberales, mostrando El profundo interés de Estados Unidos por los resultados de las revueltas, ayudando a derrocar a
los dictadores de la región durante mucho tiempo, pero declarando que el destino de los pueblos del Oriente Medio era
una decisión de ellos.

El Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIL) desafió fuertemente las estrategias de Obama para la transición de la
seguridad en Irak y de apoyar la oposición moderada en este país, así como en Siria. Por un lado, Irak claramente no
estaba preparado para detener a los terroristas y los musulmanes radicales, lo que sugiere que las tropas
estadounidenses habían salido demasiado pronto. Parte del territorio del país está ahora dominada por el ISIL, cuyos
miembros son en su mayor parte sunitas resentidos. Y se proclamó califato, el "Estado islámico", es ahora considerado
por el gobierno de los EE.UU. una amenaza importante para los intereses estadounidenses y la estabilidad europea,
además de amenazar el orden político árabe e incluso no árabe de los países en el Medio Oriente. La respuesta militar a
la amenaza del ISIL ha sido dura. Hasta julio de 2015, más de 5.000 ataques aéreos habían alcanzado los objetivos de
ISIL. Los estadounidenses también apoyan y entrenan a las fuerzas locales sobre el terreno, incluida la oposición
moderada siria. Como parte de este esfuerzo, Obama ha autorizado la redistribución de 3.550 Fuerzas Armadas
estadounidenses a Irak. Los militares estadounidenses están en coordinación con el gobierno iraquí para entrenar y
apoyar a las fuerzas de seguridad locales.

Hasta ahora, la respuesta militar estadounidense a la amenaza de ISIL ha sido muy dura. Hasta ahora, y salvo algunas
incursiones ocasionales en objetivos terroristas, Obama no ha utilizado las fuerzas terrestres estadounidenses. ¿Significa
que la "leading from behind strategy" del Presidente está funcionando bien?

Conclusiones

Una primera conclusión importante, por lo tanto, es que si es cierto que las preocupaciones de seguridad fueron la
principal motivación para las acciones de política exterior de Obama en los casos seleccionados, no es menos cierto que
los valores democráticos liberales estadounidenses ocupan un lugar significativo entre las justificaciones de esas
acciones y, por lo tanto, no deben ser descuidados por investigadores de la política exterior.

La segunda conclusión importante de este artículo es que en la política exterior de Obama, los intereses y valores se
acercan bastante entre sí, y por esa razón, su enfoque "leading from behind" no está muy lejos del las estrategias de
defensa de sus predecesores de la posguerra fría.

DOMINGUEZ, Francisco (2017). Trump and Latin America- continuity and change. Trump’s chaotic foreign policy
signals more dificulties for the left in Latin America. En. Soundings (13626620). 2017, Issue 66, p. 90-101.

La caótica política internacional de Trump señala más dificultades para la izquierda en América Latina. La elección de
Trump como presidente de EEUU ha sido shockeante para los gobiernos progresistas y los movimientos sociales al sur
del Río Grande, particularmente como ha tenido lugar el despertar de numerosas fuerzas conservativas en la región, y
en el tiempo cuando han sido una fuerza sustancial para los esfuerzos de EEUU para recuperar su hegemonía. El apoyo
inicial de Trump al aislacionismo ha sido considerablemente modificado ya que asumió el cargo, pero está
ideológicamente vinculado a una retórica de 'América Primero' que ha sido profundamente problemático Se apega a los
peores prejuicios racistas contra los latinos en los Estados Unidos, y ha significado no solo apoyo para la construcción del
muro a lo largo de la frontera con México, pero una introducción preocupante de lenguaje militar con respecto a
gobiernos 'enemigos' hacia el sur. Mientras tanto, el rechazo bastante incoherente del presidente a los acuerdos de libre
comercio pueden conducir a la abolición, o al menos a una revisión sustancial, del Tratado de Libre Comercio de América
del Norte (TLCAN), que tendría graves consecuencias para la economía mexicana. La política general parece ser una de
estrecha economía nacionalismo, respaldado por la desestabilización con fuertes connotaciones militares. Es su
trayectoria de declive a largo plazo y la disminución de su hegemonía global, que ha hecho que los EE. UU. sean más
agresivos en los últimos años, comenzando con la presidencia de George W. Bush. Para 2016, su deuda nacional había
alcanzado casi los 20 billones de dólares (ese es aproximadamente el 104 por ciento de su PIB) . Su tasa de crecimiento
anual es de aproximadamente 1-2 por ciento, mientras que su competidor global principal, China, es del 7 por ciento (y
la tendencia de la tasa de los EE. UU. es hacia abajo, mientras que el de China está hacia arriba) . También ha habido
una disminución en los EE. UU. participación mundial en el gasto militar, del 48% en 2008 al 36% en 2015.3 Y esta
disminución también tiene su efecto en los niveles de pobreza: de acuerdo con el hambre mundial en 2015, el 12.7 por
ciento de todos los hogares en los Estados Unidos sufrieron de inseguridad alimentaria.

Estos hechos de alguna manera justifican el eslogan de campaña de Donald Trump 'Make America' Great Again ', en el
sentido de que su campaña identificó importantes problemas en los Estados Unidos.

El ascenso (temporalmente) interrumpido de Latinoamérica

El segundo período de la presidencia de Bush comenzó en 2005, el año en que los gobiernos radicales en América Latina
derrotaron rotundamente a los Estados Unidos en la cumbre de Mar del Plata en Argentina, cuando se negaron a
aceptar su plan de subordinación económica toda la región a través de la creación de un área de libre comercio
dominada por los EE. UU. Esta ola radical condujo a la adopción de políticas impresionantemente progresivas en todos
áreas de la vida doméstica, la sociedad, la política y la economía, y también tuvo un efecto importante en relaciones
entre países de la región. Hubo tres desarrollos principales aquí: un aumento importante en los órganos de integración
regional; la forja de enlaces muy fuertes con el Caribe que no habla español; y la plena incorporación de los socialistas
Cuba en el proceso. Los órganos interregionales incluyeron UNASUR (Unión de Naciones Sudamericanas), involucrando a
todos los países de América del Sur; CELAC (Commonwealth of Latin Países de América y el Caribe), involucrando a los 33
países de la región, pero excluyendo específicamente a los Estados Unidos y Canadá; CODESUR (Consejo de Defensa del
Sur en su acrónimo español), para la coordinación militar de todas las naciones en Sudamerica; ALBA-TCP, un cuerpo
radical de integración que involucra a Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Dominica, San Vicente y las
Granadinas, Antigua y Barbuda, Santa Lucía, San Cristóbal y Nieves y Granada; PETROCARIBE, un aceite empresa
establecida principalmente por Venezuela que ofrece petróleo a precios preferenciales a el Caribe que no habla español
a través de créditos muy blandos en contratos de 25 años; TELESUR (Televisión del Sur), un canal de televisión
originalmente creado conjuntamente por Venezuela, Cuba, Argentina, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Uruguay; Y muchos
otros proyectos conjuntos más pequeños. La incorporación del Caribe, incluido Haití, reforzó el crecimiento sentido de
autonomía e independencia en América Latina. Una manifestación de esto fue el final de la presencia militar de EE. UU.
en Ecuador, Bolivia y Venezuela, y esto fue junto con una fuerte presión sobre el gobierno colombiano para que se retire
su acuerdo para las siete bases militares que fueron establecidas allí por los Estados Unidos como parte de su Acuerdo
de Cooperación de Defensa con el presidente derechista Álvaro Uribe. Sin embargo, desde la crisis económica mundial
las fortunas de la izquierda han tomado un giro para peor. La crisis económica mundial de 2008-9 fue muy grave impacto
en el auge de las materias primas que había ayudado a apuntalar los éxitos de la izquierda gobiernos en la región. La
consiguiente caída de los ingresos de exportación negativamente crecimiento y estándares de vida afectados en toda
América Latina; y esto a su vez puso en peligro los programas sociales y frenó un rango de redistribución políticas. Las
fuerzas conservadoras, en connivencia con los Estados Unidos, buscaron entonces capitalizar todos los problemas
concomitantes y, con la ayuda de la desestabilización planes que ya estaban en marcha, fueron capaces de provocar un
cambio radical en el relaciones regionales de fuerzas.

Las agencias de todo tipo de los EE. UU. Se han involucrado centralmente en todos estos esfuerzos de 'promoción de la
democracia'.

Estados Unidos ha llevado a cabo su propia campaña regional contra la revolución bolivariana, a través de la
Organización de los Estados Americanos, y ha dado su pleno respaldo a los esfuerzos del Secretario General Luis
Almagro, con el apoyo del miembro de derecha países, para sancionar a Venezuela y suspenderlo de la organización.
Esta iniciativa fue infructuosa por mucho tiempo, a pesar de la extraordinaria cantidad de OEA Reuniones del Consejo
Permanente para obtener este resultado. Sin embargo, la campaña Recientemente se ha vuelto tan intenso que
Venezuela no ha tenido más opción que retirarse de la organización. Para 2012, la marcha hacia adelante de la
integración latinoamericana, la independencia y las políticas económicas posneoliberales habían sido, si no detenidas,
sin duda seriamente complicado y considerablemente ralentizado. Aunque el gobierno de Trump es impredecible en
muchos aspectos, no hay pregunta, pero que es profundamente reaccionaria y fuertemente influenciada por los
atrincherados elementos de extrema derecha en el Partido Republicano, el Departamento de Estado y sus
organizaciones operativas (NED, USAid, etc.); por lo tanto, es probable que se intensifique hostilidad hacia América
Latina, deshace aún más el progreso realizado en el diálogo con Cuba, y continuar apoyando los planes de
desestabilización para la región, con el objetivo de restaurar su hegemonía.

La política emergente de Trump en América Latina


Durante la campaña electoral, Trump prometió el fin de la injerencia de Estados Unidos en el asuntos internos de otros
países, y a los esfuerzos para derrocar gobiernos extranjeros que no sabemos nada, con lo que no deberíamos
involucrarnos '. Él también hizo varios otras declaraciones que parecían anunciar una salida interesante de lo normal,
intervencionista y militarista, política exterior de los Estados Unidos. Incluso Reuters lo caracterizó como estableciendo
una política militar no intervencionista de los Estados Unidos. Sin embargo, cuando estaba haciendo campaña en Florida
Trump habló de la lucha contra la opresión en Venezuela, y revertir la tentativa apertura diplomática hacia Cuba; y,
después de la muerte de Fidel Castro, en marcado contraste con el neutral y respetuosa declaración oficial emitida por
Obama, declaró: 'Hoy, el mundo marca el fallecimiento de un dictador brutal que oprimió a su propio pueblo durante
casi seis décadas - mostrando su voluntad de adoptar políticas mucho más agresivas hacia Cuba y otros gobiernos de
izquierda en América Latina. Luego, en junio de 2017, Trump anunció que: 'Efectivo de inmediato, cancelo la última
administración completamente unilateral tratar con Cuba '

Las nominaciones de Trump para papeles clave confirman su cambio de aislacionismo: el general James Mathis como
secretario de Defensa (a menudo referido como 'Mad Dog'). Mathis, incluido el propio Trump); General Michael Flynn
(ahora despedido) como Asesor de seguridad nacional; y el general John F. Kelly, quien sirvió durante cuatro años como
Comandante en Jefe del Comando Sur de los Estados Unidos, que cubre América Latina y el Caribe, y en esta capacidad
se oponía a los esfuerzos de Obama para cerrar la Bahía de Guantánamo. Con los años, los informes anuales del
Comando Sur identificado una amenaza a la seguridad nacional de los Estados Unidos que proviene de lo que imaginan
que es una alianza entre "populistas radicales", "narcoguerrillas marxistas" y terroristas islámicos. Por lo tanto, cualquier
ilusión que pueda haber surgido durante la campaña de Trump sobre el no intervencionismo debe abandonarse
rápidamente. Y en los primeros meses del gobierno de Trump, hemos visto una gran intensificación de la "democracia
esfuerzos de promoción '. Aunque es poco probable que dicha intensificación sea directamente iniciado por el mismo
Trump, en su corto tiempo como presidente ha logrado encuentre tiempo para reunirse con una serie de líderes
latinoamericanos de derecha: Argentina Mauricio Macri, el peruano Pablo Kuczynski y el colombiano Juan Manuel
Santos (y también se encontró y humilló a Enrique Peña Nieto, presidente de derecha de México - dos veces). El aparato
masivo de la intervención estadounidense se ha vuelto aún más activo, adoptando cada vez más iniciativas de
promoción de la democracia. Por lo tanto, en mayo de 2017 Ley de Asistencia Humanitaria y Defensa de la
Gobernabilidad Democrática de Venezuela fue aprobado - código para financiar actividades de la derecha - con el
objetivo de agregar US $ 20 millones a las decenas de millones de dólares que ya han sido canalizados a la oposición de
Venezuela. Luego está la Ley NICA (Inversión nicaragüense Ley de Condicionalidad), que hace que el Banco Mundial y el
Desarrollo Interamericano Préstamos bancarios a Nicaragua condicionados a la introducción de cambios políticos en su
sistema electoral. Dado que EE. UU. Tiene poderes de veto sobre estos bancos, podría bloquear todo préstamos a esta
muy pobre nación centroamericana. Trump recientemente ha sido persuadido a retirarse de su amenaza a
completamente abandonar el TLCAN, pero sigue dispuesto a revisarlo de manera sustancial. Aunque gratis los acuerdos
comerciales son problemáticos, dado que priorizan las necesidades de las empresas, los cambios en el TLCAN podrían
tener consecuencias devastadoras para la economía y la sociedad de México, dado que el 85 por ciento de sus
exportaciones son a los Estados Unidos. Y la perspectiva de la Estados Unidos retrocede en sí mismo como parte de su
cambio hacia el proteccionismo populista también suenan las alarmas para otros países que tienen acuerdos de libre
comercio con EE. UU. - Chile, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Panamá y
Perú. México es el más expuesto a un posible aislacionismo económico de los Estados Unidos. Esta contraofensiva
imperial aparentemente imparable en la región se enfrenta a la dura resistencia de los movimientos sociales, los
sindicatos, los estudiantes y otras organizaciones sociales organizaciones de los países gobernados por los gobiernos pro
estadounidenses, incluyendo Argentina y Brasil. Por otra parte, el líder nicaragüense del FSLN, Daniel Ortega, fue
reelegido para el tercero tiempo en 2016, con el 72 por ciento del voto popular; y al lado, en El Salvador, el partido de
izquierda FMLN ganó las elecciones presidenciales en 2014; y, en Ecuador, a pesar de la campaña electoral sin
precedentes violenta realizada por la derecha oposición, la continuidad del legado de Rafael Correa se aseguró en 2017
con la elección de Lenin Moreno como presidente. Las naciones caribeñas organizadas en CARICOM también ha
mantenido una postura sólida de actitud constructiva hacia Venezuela, a pesar de la inmensa presión ejercida sobre
ellos por el Departamento de Estado de los Estados Unidos. Y la Venezuela Bolivariana sigue resistiendo con éxito.

Conclusión

Es probable que Estados Unidos continúe intensificando su presión sobre la región gobiernos progresistas, y, en el caso
de Venezuela, cuenta con el apoyo de un número de los países europeos, incluido el gobierno derechista Rajoy de
España. Las políticas hacia América Latina en Europa y en otros lugares se nutren a través de cientos de think tanks y
ONG bien financiados, y una miríada de organismos internacionales presuntamente promotores de los derechos
humanos y la libertad de prensa. Todos estos vierten su propaganda en universidades, centros de investigación y trajes
económicos, y sobre todo, y este es el arma más letal, en los medios corporativos que pueden dirigirse a grupos
específicos y naciones con sus noticias falsas. Todo esto ha llevado a una demonización de la víctima, a tal punto que
muchos inocentes consumidores de este material tóxico se ha convertido en un partidario entusiasta de los militares.
También ha contaminado secciones de la izquierda, especialmente en Europa. La política exterior en evolución de Trump
parece estar basada en la idea de que EE. UU. debe aprovechar al máximo las dificultades actuales de los gobiernos de
izquierda en la región para reafirmar plenamente su hegemonía absoluta. Si no lo hace, esta oportunidad 'histórica'
podría perderse. De ahí la urgencia y la ferocidad de la contraofensiva conservadora.

HOLSTI, Ole R. (2006). A Return to Isolationism and Unilateralism? American Public Opinion, Pre- and Post-September
11. (articulo reimpreso de 2003). En: Holsti, Ole (2006). Making American Foreign Policy. Routledge. New
York/London. p.280-321.

En 1995, Arthur Schlesinger (historiador, ex asesor presidencial y crítico de la intervención yankee en la guerra de
Vietnam) escribió que la época del intervencionalismo americano estaba llegando a su fin. “Ahora está claro que el
recrudecimiento del internacionalismo estadounidense durante la Guerra Fría fue una reacción a lo que se consideraba
directo y urgente: la amenaza soviética para la seguridad de los EE.UU. El impulso aislacionista ha resurgido, y ha
tomado la nueva forma de unilateralismo” (Schlesinger, 1995: 5).

El ensayo de Schlesinger pasó a describir la disminución del apoyo al internacionalismo en todo el espectro de la
sociedad yankee. Pero Schlesinger estaba escribiendo aproximadamente en el punto medio entre la demolición del
símbolo por excelencia de la Guerra Fría -el Muro de Berlín- y los ataques terroristas en los Estados Unidos en 2001, y
ocho años antes de la guerra contra Iraq. ¿Los ataques del 11 de septiembre y el cambio de régimen en Iraq han
“cambiado todo”, como afirman algunos comentaristas? Si, de hecho, los doce años después del final de la Guerra Fría
estuvieron marcados por una reversión al aislamiento y el unilateralismo, como afirmó Schlesinger, entonces, salvo una
repetición de ataques terroristas a la patria, los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 bien pueden representar
un cambio temporal en una tendencia a largo plazo lejos del internacionalismo y multilateralismo. La tesis alternativa es
que el apoyo público para la participación internacional activa, a menudo con la cooperación de aliados y diversas
instituciones internacionales, persistió durante los años posteriores a la desintegración de la Unión Soviética. En aquel
caso, los impulsos multilaterales tienden a persistir en un futuro. Por esa razón, es útil para entender separar el análisis
de los períodos pre y post 11 de septiembre. Por lo tanto, si el diagnóstico de Schlesinger sobre la política exterior
estadounidense posterior a la Guerra Fría vira hacia al aislacionismo y unilateralismo reflejaría un punto de inflexión en
el pensamiento sobre asuntos exteriores comparable al desencadenado por el ataque a Pearl Harbor, el cual, en
palabras del senador Arthur Vandenber, “terminó el aislacionismo para cualquier realista”.

Pero para el caso de un cambio fundamental posterior a la Guerra Fría en la orientación estadounidense hacia los
asuntos mundiales no es del todo convincente porque también hay algunas razones para sospechar que la continuidad
no ha cedido completamente al cambio durante los años recientes. En algunas encuestas al público en general (Figura
11.1 en el artículo), se revela que una gran mayoría de los estadounidenses continúan apoyando un "papel activo en
asuntos mundiales ", un punto reconocido por Schlesinger pero descartado por ser interpretado como un elogio a
"generalidades eufónicas en apoyo del internacionalismo" debido a la disminución del entusiasmo público por algunos
objetivos más internacionales. Algunas evaluaciones de aspectos bastante específicos de los asuntos internacionales,
por ejemplo, el nivel percibido de amenaza de la Unión Soviética, puede han cambiado para reflejar las realidades
internacionales, pero las estructuras básicas de las actitudes hacia los asuntos exteriores demostraron ser bastante
resistentes al cambio.

Finalmente, ¿es posible que los ataques del 11 de septiembre hayan servido para crear un nuevo consenso
internacionalista de política exterior en el que los terroristas internacionales y las organizaciones terroristas jugarán el
mismo papel que las potencias del Eje durante la Segunda Guerra Mundial y que la Unión Soviética durante la Guerra
Fría?

Antes de seguir, puede ser útil distinguir entre dos términos claves en las referencias de Schlesinger acerca de la política
exterior de Estados Unidos. Aislacionismo (Isolationism) refiere a las políticas que buscan limitar o reducir los
compromisos internacionales del país en la medida que es posible hacerlo; en tanto que el Unilateralismo
(Unilateralism), que puede ser o no parte de una postura aislacionista, intenta involucrarse al mundo con la menor
cantidad de restricciones posibles provenientes de normas, tratados, acuerdos, O.I y de otros países. Sus condiciones
señalan la habilidad de perseguir sus intereses nacionales auto-definidos, La flexibilidad y la capacidad de actuar con
velocidad se promocionan como beneficios adicionales del unilateralismo.

Este capítulo trata estos problemas en tres etapas: La primera sección examina las tendencias políticas de la
administración Bush, antes y después de los ataques en 2001. La siguiente parte analiza los puntos de vista de los
líderes de opinión. Hay una amplia evidencia que, en comparación con el público en general, los líderes generalmente se
han mostrado más inclinados a apoyar las políticas internacionalistas y multilateralistas. La tercera etapa evalúa los
puntos de vista del público en general como se revela en las encuestas conducidas por Gallup, el CCFR, el Pew Center for
the People and the Press, etc.

Políticas de Relaciones Exteriores y de Defensa de la Administración Bush

Durante la campaña electoral, miembros de su equipo afirmaron que presentarían una drámatica diferencia de
orientación hacia los asuntos internacionales con respecto a la administración anterior –Clinton-. Sus objetivos,
estrategias y tácticas serían caracterizadas por un realismo “hard-headed” que puso en el centro a los intereses
nacionales por delante de objetivos vagos como la construcción nacional, mantenimiento de la paz y “trabajo social
internacional (en término irónico). El gobierno de Bush también dio algunos pasos importantes que lo ponen en
desacuerdo con la mayoría de los aliados más cercanos de Estados Unidos. Entre las acciones más visibles está el firme
compromiso con el despliegue de una defensa nacional de misiles (NMD).Otra es la retirada del Protocolo de Kyoto
sobre el calentamiento global recibió fuertes críticas de los aliados de Estados Unidos. Debido a que Estados Unidos es la
principal fuente de tales causas sospechosas de calentamiento global, su retirada representó un retroceso significativo
en los esfuerzos internacionales para enfrentar el problema. Es más, durante su gestión tampoco se participó de las
negociaciones en Marrakech 2001 para reflotar el acuerdo estableciendo al menos una base común. No obstante,
reiteraron su oposición al Protocolo de Kyoto y afirmaron que sería mejor adaptarse a las consecuencias negativas del
calentamiento global que tomar accionar para prevenirlas o mitigarlas. En mayo de 2002 anunció que habían quitado
todo el apoyo a la Corte Criminal Internacional (C.C.I) ¿Corte Penal? que iba a tener jurisdicción en todos los cargos de
genocidio, crímenes de lesa humanidad y de guerra empezando en Julio de 2002. Finalmente, la aprobación del
presidente en septiembre de 2002 de la doctrina de la Estrategia de Seguridad Nacional es el ejemplo más importante
del excepcionalismo estadounidense. Los derechos existentes de autodefensa preventiva requieren que la amenaza
debe ser inminente, inmediata o abrumadora. En cambio, el NSS permite a la administración para emprender una guerra
preventiva si cree que en algún momento futuro otro gobierno podría enfrentar a los Estados Unidos. Presumiblemente
la administración Bush detestaría extender un derecho similar a otros estados, por ejemplo, India o Pakistán, incluso si
también pudieran reclamar, con alguna justificación, que también se enfrentan ante una amenaza potencial a la
seguridad nacional. Los ataques terroristas de 2001 energizaron a la administración Bush para formar una coalición
internacional para destruir la organización al-Qaeda de Osama bin Laden que fue responsable de los ataques a Nueva
York y Washington y de desarraigar al Régimen talibán en Afganistán que proporcionó un refugio para al-Qaeda. Muchos
de los aliados en OTAN proporcionaron ayuda vital desde el personal de las fuerzas especiales desplegados en combates
y misiones de mantenimiento de la paz en Afganistán. De hecho, por primera vez en su historia, la OTAN invocó el
Artículo V: la disposición de que "un ataque a uno es un ataque a todos". Además, una serie de países cerca o contiguo a
Afganistán-Pakistán, Rusia, varias otras repúblicas del la ex Unión Soviética y China ofrecieron asistencia valiosa, incluida
información áreas de seguridad, bases y etapas para el personal militar estadounidense y de otro tipo, y derechos de
vuelo. En resumen, la lógica de los acontecimientos y las realidades geográficas dejaron poca elección a Bush, a favor de
un enfoque multilateral. De hecho, el presidente dejó en claro que los demás tenían la obligación de ayudar en la guerra
contra los terroristas. En este sentido, tenía razón cuando negaba en una conferencia de prensa que dijo que era una
administración unilateral: "les pregunté por ayuda, ¿no?". Más que contener el poder de EE.UU en una serie de
restricciones en acuerdos internacionales, el nuevo unilateralismo busca fortalecer el poder yankee e implementarlo en
nombre de un mundo global auto-definido. Y la demostración más extravagante del Nuevo unilateralismo de Bush fue el
rechazo del Protocolo de Kyoto, una demostración de la falta de voluntad de ser parte de una farsa, sin importar cuán
multilateral sea. Los meses previos a la invasión de Iraq arrojaron tal vez la ilustración más significativa de insensibilidad
a los intereses políticos de otros países. Los Estados Unidos aplicaron una presión intensa y pública sobre Turquía, un
leal aliado de la OTAN en conflictos que abarcan medio siglo desde la Guerra de Corea, para permitir el “stationing” de
una gran fuerza militar que atacaría a Iraq desde el norte. El parlamento turco rechazó las demandas de los EE.UU.
Washington dejó en claro que habría que pagar u nprecio por esta decisión. En efecto, los Estados Unidos estaban
demandando que el gobierno de Ankara realice un acto de autoinmolación política porque su rechazo a las demandas de
EE.UU refleja fielmente la abrumadora oposición pública de permitir a EE.UU y a sus aliados de usar sus bases en Turquía
para acciones militares en contra de Irak.

American Opinion Leaders

La proposición general de que “los países tendrán que actuar juntos para disuadir y resistir a la agresión” ganó el apoyo
del 90% de lo líderes de opinión (Figura 11.1). Promover análisis revela también los fuertes lazos entre las preferencias
por el enfoque multi o unilateral a los asuntos internaciones u otras convicciones políticas. Por ejemplo, unilateralistas
son predominantemente conservadores (“hard-liners”) y aislacionistas, en tanto que los multilateralistas sse acercan
más a los internacionalistas o “accommodationists”. Hay lazos similares entre la escala multi-unilateral y el esquema de
clasificación de los asuntos domésticos (domestic issues classification scheme). Desde las categorías más multilaterlistas
a las más unilateralistas, el número de conservadores aumenta y, mientras que el de liberales cae. También hay fuertes
relaciones entre preferencias de políticas uni o multilaterales y la identifiación partidaria. Los unilateralistas son
predominantemente Republicanos y conservadores, en tanto que demócratas y liberales tienden a apoyar el
multilateralismo. Estos datos abordan los temores de Schlesinger, publicados en 1995, sobre las poderosas demandas de
los líderes de opinión que están empujando al país hacia la reducción de su papel en los asuntos mundiales y en la
búsqueda de sus intereses internacionales sin trabas de sus aliados e instituciones internacionales, pero lo hacen solo
hasta 1996. Así, aquellas encuestas no pueden responder preguntas acerca del impacto del 11 de septiembre cinco años
después.

El público en general

Teniendo en cuenta la figura 11.1 que, contrariamente a la descripción convencional de la opinión pública como
"volátil", el pueblo estadounidense ha demostrado una preferencia muy estable por "un papel activo" en los asuntos
internacionales a pesar del hecho de que las seis décadas en cuestión constituyen un período de turbulencia
internacional sin precedentes. Al mismo tiempo, en comparación con los líderes, el público también ha demostrado una
considerable inquietud sobre varios aspectos del internacionalismo. Específicamente, liberalización del comercio y
globalización, que por lo general han cosechado un fuerte apoyo entre los líderes, han generado menos entusiasmo
entre el público, y el mismo patrón de diferencias se puede ver en la mayoría de las encuestas sobre ayuda exterior. La
mayoría de los estadounidenses se sienten incómodos con sus roles internacionales como "el policía del mundo" que
implica que, debido a su predominancia militar y económica tiene los medios para imponer sus soluciones en la mayoría
de los problemas internacionales. Además, la mayoría de los estadounidenses prefiere que el país trabaje activamente
con otros, sobre todo con aliados, para hacer frente a la plétora de seguridad, ayuda humanitaria y otros problemas que
han surgido en las últimas décadas. Compartir la carga es probablemente el mejor término y el único para describir las
preferencias púbicas predominantes.La encuesta de CCFR de 2002 ofreció a los encuestados varias oportunidades para
expresar sus puntos de vista sobre el papel apropiado de los EE. UU. en el mundo posterior al 11 de septiembre. Cuando
se le preguntó acerca de "la lección más importante del 11 de septiembre, "el 61 por ciento afirmó que era la" necesidad
de trabajar más de cerca" con otros países", mientras que sólo el 34 por ciento afirmó que era la " necesidad de actuar
más por sí mismo". Otros sondeos reforzaron estos resultados. En conexión con su estado como la única superpotencia
restante, el 71 por ciento afirmó que "Estados Unidos debería hacer su parte para resolver problemas internacionales
junto con otros países, "mientras que solo uno de los encuestados en seis prefirió que EE. UU. sea "el líder preeminente
en la solución de problemas internacionales. "Finalmente, dos tercios de los encuestados estuvieron de acuerdo en que
"Estados Unidos está desempeñando el papel de policía mundial más de lo que debería ser ", mientras que alrededor de
un tercio no estuvo de acuerdo. Respecto a otro tema… aunque las Naciones Unidas rara vez han sido capaces de
alcanzar los elevados objetivos de sus fundadores, las pocas excepciones se encuentran en áreas especializadas de
algunos programas de la Organización Mundial de la Salud –el apoyo público para esa organización permanece alto-. De
hecho, las encuestas del Consejo de Chicago sobre Relaciones Exteriores indican que, en comparación con las élites, el
público general acuerda en mayor grado apoyo para "Fortalecer a la ONU" como un objetivo importante de política
exterior. Una mayoría cree que los Estados Unidos deberían pagar sus cuotas de las Naciones Unidas, incluidas las
grandes sumas en que sus pagos están muy atrasados”. Las encuestas Pew citadas anteriormente que se llevaron a cabo
a principios de septiembre y mediados de Octubre de 2001 también revelaron que las prioridades para la política
exterior estadounidense permanecieron notablemente estable durante el período que abarca los ataques terroristas. No
es sorprendente que casi todos los encuestados (93%) después del 11 de septiembre calificaron "tomar medidas para
proteger a los EE. UU. de los ataques terroristas "como una de las principales prioridades de política, pero incluso en la
encuesta anterior al 11 de septiembre ese objetivo había obtenido el mayor número (80%) de las clasificaciones de
"máxima prioridad". La tendencia a la disminución del interés en objetivos internacionales altruistas persistió en estas
dos encuestas, con una importancia menor atribuida a la mejora del estándar de vivir en países menos desarrollados,
hambre y reducir la propagación del SIDA y otras enfermedades infecciosas. El escepticismo sobre la promoción de los
valores estadounidenses e instituciones también fue evidente ya que menos del 30 por ciento de los encuestados
asignado una "máxima prioridad" para promover la democracia o los derechos humanos en el exterior. […] La brecha
entre los líderes y el público en general con respecto al apoyo a la ayuda exterior ha sido consistentemente alto, pero
también hay evidencia bastante convincente de que las preferencias de este último grupo se basan sobre la información
errónea sustancial sobre el tamaño real de los presupuestos de ayuda exterior de los Estados Unidos.

El saber convencional (conventional wisdom) de que el público rechazará las intervenciones armadas en el extranjero si
implican víctimas recibió muy poco apoyo cuando la pregunta se planteó en relación con el despliegue de suelo después
del 11 de septiembre tropas en Afganistán. Los resultados sugieren un apoyo público persistente para un papel activo en
la comunidad internacional, con una decidida preferencia por el multilateralismo en lugar de hacerlo solo. ¿Qué podría
explicar la disyunción entre las políticas de la administración y las preferencias públicas sobre estos temas? Una
explicación -que el presidente y sus asesores carecen de datos de sondeo suficientes- se pueden descartar. A pesar de
jurar para gobernar "por principios y no por encuestas y grupos focales", la administración Bush gastó alrededor de un
millón de dólares en 2001 en encuestas. Los resultados de las encuestas se utilizan menos para alinear las decisiones con
los sentimientos públicos y más para desarrollar estrategias retóricas efectivas para vender políticas preferidas. Aunque
la evidencia sobre el impacto a largo plazo del terrorismo del 11 de septiembre a las actitudes públicas distan mucho de
ser concluyentes en este punto, lo que está disponible ciertamente no parece sostener la carga de una reversión al
tradicional aislacionismo o unilateralismo estadounidense. Aunque las analogías entre Pearl Harbor y el ataque a las
Torres Gemelas / Pentágono son a veces sobregiradas, la mayoría de los estadounidenses han reaccionado ambos
eventos de la misma manera, con la determinación de castigar a los perpetradores. La etapa final de este análisis
examina cómo, en todo caso, el problema de Iraq que culminó en la invasión de ese país en marzo de 2003, puede haber
afectado las preferencias públicas para alcanzar objetivos de política exterior en conjunto con aliados, o hacerlo solo La
administración Bush declaró repetidamente que la eliminación de el régimen de Saddam Hussein en Iraq es una
prioridad porque tenía una amenaza de armas de destrucción masiva y, en una campaña electoral en 2002, pudo ganar
un fuerte apoyo para la acción militar de la Cámara y el Senado. Cuando la cuestión de la eliminación de Saddam Hussein
del poder fue presentado como una opción de "apoyo-oposición", los resultados fueron excepcionalmente consistente;
cada encuesta arrojó una mayoría que apoyaría el uso de la fuerza para diseñar un cambio de régimen en Bagdad. Si
bien el éxito militar puede dar lugar a una reconsideración de los relativos méritos de "ir por su cuenta" frente a
“compartir la carga con los aliados”, la evidencia disponible hasta la fecha sugiere que ni los ataques terroristas del 11 de
septiembre ni los debates sobre cómo lidiar con el régimen de Saddam Hussein en Irak han elevado o generado fuertes
sentimientos unilateralistas entre el público en general. De lo contrario, retrata consistentemente a un público que
acepta un rol global activo para los EE.UU mientras que, al mismo tiempo, prefieren fuertemente compartir la cargas de
ese papel con los aliados y las principales organizaciones internacionales. Incluso las encuestas de posguerra, en las que
se podría haber esperado una validación para políticas unilateralistas encontraron apoyo continuo para el
multilateralismo en general y, en particular, para N.U. Para estar seguros, dos tercios de los encuestados sintieron que si
EE.UU hubiera sido una fuerza más dominante en el mundo como resultado de la guerra, eso hubiera sido “algo
positivo”. Todavía una amplia mayoría (76%) también asintió que “los EE.UU deben hacer su parte en los esfuerzos para
resolver los problemas junto con otros países”. Al contrario de lo que afirman Richard Perle, Charles Krauthammer y
muchos otros expertos conservadores de que la ONU se ha vuelto completamente irrelevante porque el Consejo de
Seguridad no apoyó la posición de Estados Unidos con respecto a Iraq, sólo un tercio de los participantes en la encuesta
PIPA estuvo de acuerdo en que, en el futuro, Estados Unidos "debería sentirse más libre de usar la fuerza sin la
autorización de la ONU", y el 88 por ciento consideró que el tratar de obtener la autorización de la ONU para tomar
medidas militares contra Iraq "fue lo correcto”.

Conclusión

Las recientes políticas exteriores y de defensa de los Estados Unidos reflejan un mayor grado de unilateralismo que en
cualquier momento desde Pearl Harbor. En este sentido, el diagnóstico de Arthur Schlesinger y el pronóstico de
mediados de la década de 1990 ha resultado bastante profético. Pero a la medida en que su análisis localizó las raíces
del aislacionismo y el unilateralismo en presiones resistibles del público en general ("el ama de casa en Xenia, Ohio") o
líderes de opinión ("miembros del Consejo de Relaciones Exteriores"), la evidencia es mucho menos amable con su tesis.
Las encuestas anteriores y posteriores al 11 de septiembre indican una mayor persistencia que cambio en las actitudes
públicas hacia los asuntos exteriores desde el final de la Guerra Fría: los líderes de opinión siguen siendo más
internacionalistas que el público en general en la mayoría de los problemas. Aunque las consultas y la cooperación con
otros a veces parecen menos eficaces que actuar solo, la mayoría de los yankees parece preferir ese camino. El apoyo es
más probable para las intervenciones en tales áreas de preocupación tradicional como Europa o cuando el objetivo es
prevenir o castigar la agresión, y cuando hay una posibilidad razonable de éxito. gression, y cuando hay una posibilidad
razonable de éxito. Menos aprobación hay cuando el objetivo es promover valores e instituciones estadounidenses o
para efectuar un cambio en el liderazgo en el exterior. Los claros vínculos entre Afganistán y los terroristas de al-Qaeda
se basan en el apoyo a la intervención militar en ese país después de los ataques del 11 de septiembre. El apoyo
condicional para derribar a Saddam Hussein es una excepción al escepticismo general sobre las intervenciones para
propósitos del cambio de régimen. No sorprendentemente los eventos del 11 de septiembre y sus secuelas dominaron
la atención del público en las noticias. Según el Pew News Interest Index, ocho de las diez historias a las que los
estadounidenses prestaron la mayor atención involucraron esos eventos y acciones posteriores de Estados Unidos
contra el terrorismo. Excepto en el momento inmediato después de las crisis, el estado de ánimo del público quizás se
describa con mayor precisión como "internacionalismo apático". La historia sugiere que la cooperación activa con otros
países puede ser la forma más efectiva y gratificante de liderazgo mundial. En los años posteriores a la Segunda Guerra
Mundial muchos líderes estadounidenses de ambos partidos políticos rechazaron la "Fortaleza de América”, concepto de
seguridad nacional a favor del multilateralismo. Las Naciones Unidas, Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional,
Truman Doctrine, Marshall Plan, OTAN y la resistencia a la agresión en Corea fueron algunos de los hitos importantes en
el camino multilateral hacia un orden internacional más estable. El camino multilateral también hizo que la gran
preponderancia de poder disfrutada por Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial fuera más agradable y
menos amenazante para los aliados, lo que contribuye de manera no pequeña a la aceptación en el extranjero del papel
de liderazgo internacional de EE.UU. La evidencia revisada aquí revela que incluso un "respeto decente por las
opiniones" de un grupo mucho más pequeño, el público estadounidense, podría dar razón a los políticos de hacer una
pausa mientras sopesan los costos y beneficios a largo plazo del unilateralismo. Pero es el multilateralismo, con su
sensibilidad a los intereses vitales de los países cuyos ciudadanos no votan en los Estados Unidos, un camino realista
hacia el éxito electoral éxito? Todos los presidentes desde Rutherford B. Hayes, excepto aquellos que murieron durante
su mandato (James A. Garfield, Warren G. Harding y John F. Kennedy), han buscado la elección para un segundo
mandato. El éxito más improbable fue la sorprendente victoria de Harry S. Truman en 1948. De acuerdo con un estudio
reciente, sus acciones de política exterior durante el año anterior a la elección, incluido el Plan Marshall y el puente
aéreo de Berlín para llevar alimentos y combustible a ciudadanos asediados de esa ciudad, probablemente le trajeron
suficientes votos para ganar la elección. Tal vez el público estadounidense, a pesar de su apatía y otras debilidades bien
argumentadas, aprecia "una generosidad de espíritu" y puede ser persuadido a recompensarlo en el día de las
elecciones.

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pp. 371–401. http://www2.marilia.unesp.br/revistas/index.php/bjir/article/viewFile/5405/4093

Desde mediados de la primera década del siglo XXI se han producido una serie de fenómenos que sugieren un
agotamiento de la manera en la cual se venían ordenando las relaciones comerciales internacionales. Por un lado, la
OMC ha encontrado numerosas dificultades en hacer progresar la Ronda Doha. Por otro lado, se evidenció un
crecimiento exponencial de los procesos de integración discriminatorios o preferenciales, tanto de los regionalismos
“del siglo XXI” como de los “sur-sur”. Nuestra hipótesis sostiene que estos dos fenómenos que protagonizan las
transformaciones en la gobernanza del comercio internacional. Sostendremos que durante la presidencia de Barack
Obama, EEUU ha reenfocado sus prioridades dentro de las estrategias de la política comercial externa, teniendo como
resultado en primer término una menor propensión a la provisión de bienes públicos globales; y una búsqueda para que
otros actores del sistema contribuyan con los costos de la provisión del mismo. Y en segundo término, una tendencia a
la construcción de bienes colectivos pero exclusivos para un determinado grupo (bienes de club), mediante un uso
estratégico de las negociaciones preferenciales y plurilaterales.

Los bienes públicos y la gobernanza global: algunas apreciaciones conceptuales A través del concepto de Gobernanza,
Keohane y Nye, refieren al proceso y las instituciones, formales e informales, que orientan y restringen las actividades
colectivas de un grupo. Los mismos pueden lograrse a través de leyes y normas, y también mediante las fuerzas del
mercado y de las instituciones (architecture). En cierto modo es asimilable a la idea de regímenes8. La gobernanza global
remite al “esfuerzo colectivo de los Estados soberanos, las organizaciones internacionales y otros actores no estatales
para afrontar a los desafíos comunes y aprovechar las oportunidades que trascienden las fronteras nacionales”. En este
trabajo al referir a las transformaciones de la gobernanza global enfatizamos la manera en la cual estos regímenes,
normas y/o leyes son creados y administrados. Esta definición lleva a poner el foco en las relaciones de poder que
refieren a la ampliación y aplicación de las dinámicas de la cooperación económica multilateral, y no tanto en cuáles son
sus contenidos. Así la idea de fondo del primer punto de este artículo es que hay una transformación en la manera en la
cual los actores del comercio internacional dictan sus propias normativas, establecen sus patrones de cooperación, y sus
reglas de juego; y que esa transformación se ha expresado en los últimos años en la parálisis de la Ronda Doha y en el
avance de los acuerdos preferenciales, en particular los llamados “megarregionales”. En otros términos, observamos
que la gobernanza del comercio internacional atraviesa un proceso de cambio, donde se pasa de una primacía de la
modalidad multilateral – no discriminatoria, a una primacía de la modalidad plurilateral – discriminatoria. Gran parte de
la gobernanza global del comercio internacional consiste en establecer la manera en la cual se provee esta estabilidad en
el comercio, entendida como un bien público global. Conforme la teoría de la acción colectiva los bienes públicos son
aquellos bienes cuyo consumo por una persona, grupo o conjunto, no menoscaba las posibilidades de consumo de todo
el conjunto. Asimismo, aquellos que no “pagan” no pueden ser excluidos de su consumo. Debe existir en efecto algún
incentivo para que los agentes de un sistema orienten su accionar de manera cooperativa, dando lugar a estos bienes o
disfrutes colectivos. Este incentivo, que puede ser positivo (una retribución) o negativo (coercitivo), constituye el
soporte o andamiaje de los bienes públicos. No obstante, no es gratuito sino que implica costos. El problema es que en
un contexto de múltiples actores semejantes entre sí existen pocos incentivos para pagar esos costos, y muchos
incentivos en cambio para actuar como un “free rider”. Si no se produce esa cooperación y los Estados actúan
individualmente el comercio puede volverse restrictivo. Pero si los Estados actúan de manera coordinada, sea por la
existencia de conductas altruistas, la existencia de normas, los equilibrios de poder, o por la presencia de un liderazgo,
es posible que acuerden determinados patrones de políticas comerciales que permitan un funcionamiento más eficiente
de las economías. Cuando los Estados tienen capacidad de influir en el sistema internacional tienen mayor posibilidad de
afectar la generación de los bienes públicos y, por lo tanto, tienen un incentivo para emprender esta tarea. La situación
en la que se encuentra la gobernanza del comercio internacional al promediar la segunda década del siglo XXI, parece
(re)confirmar tales ideas: en un contexto de “bajo liderazgo”, las instituciones preexistentes resultan capaces de
contener cierta cooperación internacional y mantener las reglas vigentes, pero no resultan suficientes para generar un
contexto proclive a incrementar la cooperación y proveer de nuevas reglas.

La política comercial del gobierno de Obama

USA es el primer importador de bienes del mundo ($2,329 billones), el segundo exportador de bienes a nivel global ($1,
579 billones), y el principal actor del comercio de servicios. A pesar de los debates sobre la pérdida o no de hegemonía,
es también un actor central en los organismos económicos internacionales existentes, y de manera reciente un
promotor activo de nuevos acuerdos preferenciales. En cuanto a los objetivos, al interior del período Obama se observa
un crecimiento en la incorporación de las problemáticas del “comercio del siglo XXI” a la agenda de la política comercial
externa. En cuanto a las estrategias se aprecia una resignificación de las tácticas y de los instrumentos utilizados, con
una creciente importancia de los acuerdos preferenciales, especialmente los megarregionales. Desde la perspectiva de
los bienes públicos este último es asumido en nuestra investigación como un cambio de la provisión de bienes públicos
globales a la de bienes de club.

Las condiciones de la politica comercial externa (2009-2015): a nivel internacional el ascenso de los BRIC, sobre todo
China; la región de Asia Pacífico fue definida entonces como el núcleo central de la política exterior, y en consonancia
con ésta, de la política comercial externa. A nivel doméstico, la administración de Obama estuvo signada por la crisis
financiera que produjo una contracción de la economía. En el plano institucional de la politica externa el factor
condicionante de mayor relevancia fue la relación entre el poder ejecutivo y el poder legislativo, y el “Trade Promotion
Authority” para tramitar acuerdos de manera acelerada del que Obama no contó hasta mediados de 2015. Existieron
también condicionantes en la dimensión de las ideas; el aislacionismo y el internacionalismo constituyen dos “fuerzas
profundas” de la política exterior norteamericana, que existen simultáneamente. En cuanto al papel atribuido al
comercio internacional, existió una polarización entre quienes asumían que existía una vinculación entre la globalización
y la apertura comercial con la pérdida de empleos, y quienes en cambio sostenían que la liberalización comercial
continuaba siendo una vía positiva para el desarrollo de los EEUU y del mundo.

Los principios y objetivos de la politica comercial externa durante el gobierno de Obama: Obama ha afirmado que el
comercio resulta una vía eficaz para lograr la reactivación de la economía nacional, y con ello una mejora del bienestar
de la población y de las empresas. Ha asumido, asimismo que esta política es una vía efectiva para la protección de los
derechos laborales y del ambiente20. En consonancia, los objetivos de la administración han sido que el comercio
exterior contribuya a la promoción del crecimiento económico, la generación de empleos en los EEUU y el
fortalecimiento de la clase media. Las cuestiones relativas a competitividad y a la adecuación de la política comercial a
las necesidades del “comercio del siglo XXI” fueron una constante entre los objetivos de la política comercial. Del mismo
modo, fue una preocupación recurrente el incremento de la participación de las PyMES en el comercio exterior (small
bussiness), lo que implicaba entre otros, la mejora de la transparencia y la creación de capacidades. Esta forma de
entender al comercio internacional llevó a la administración determinar objetivos de carácter político-estratégico dentro
de la política comercial. Existía como meta mantener el liderazgo norteamericano en las instituciones del sistema de
comercio internacional (fortalecimiento de los socios y aliados, el establecimiento y refuerzo de las normas, y la
promoción de un desarrollo inclusivo de base amplia). A medida que se fueron ordenando los objetivos considerados
supra fueron identificándose dos grandes núcleos, en los que se estructurarían los instrumentos: por un lado, la
búsqueda de mayor acceso a mercados, a través del fortalecimiento de capacidades y mediante la eliminación de
barreras; y por otro el mantenimiento de reglas de juego claras y liberales en el escenario del comercio internacional. A
partir de mediados del año 2009 se definió la implementación de la política comercial externa en torno a dos ejes: el
compromiso (commitment) y el cumplimiento (enforcement). El primero hace alusión a una política de apoyo a un
sistema de comercio basado en normas. El segundo remite a asegurar los derechos de los norteamericanos en ese
sistema. Articulados, estos dos conformaban la base de lo que se planteaba como una política comercial inteligente o
“smart trade policy”. Dentro de la administración Obama fue cobrando fuerza la idea de que si bien se preferirían
normas multilaterales, éstas eran bien complementadas y hasta suplidas por normas regionales y preferenciales. Sobre
la base del eje del compromiso, la política comercial de Obama nutrió una agenda externa en expansión. El enfoque
plurilateral fue desplazando a la política pro- multilateralista.

Acuerdo de Asociación Transpacífico: se presentan en el acuerdo tres tipos de sub-agendas, con distintas dinámicas de
negociación: en primer lugar, la agenda tradicional de los acuerdos comerciales que refiere a la dimensión fronteriza del
acceso a mercados, puesto que se busca reducir aranceles en aquellas posiciones arancelarias exceptuadas en los TLC
previos; en segundo lugar, la agenda del llamado “Regionalismo del siglo XXI” (Baldwin, 2011) que comprende 4 temas
claves: Política de competencia, Movimientos de capital, Propiedad intelectual e Inversiones; y en tercer lugar, una
incipiente agenda de cooperación en “nuevos temas”, tales como energía, medio ambiente, políticas laborales.
(Zelicovich, 2014). Con la misma perspectiva, es decir, la del comercio del siglo XXI y en la búsqueda del fortalecimiento
del rol de los EEUU en el sistema internacional, en 2012 se sumaron dos iniciativas más : por un lado se estableció un
grupo de alto nivel con la Unión Europea que en 2013 derivaría en el Acuerdo Transatlántico sobre Comercio e
Inversiones o Transatlantic Trade and Investment Partnership (TTIP) y, por otro lado, se dio inicio a diversas
negociaciones regionales más acotadas, como las iniciativas de acuerdos de comercio e inversiones en Medio Oriente y
el Norte de África. El Enforcement o Cumplimiento completa los instrumentos de la política comercial del gobierno de
Obama. Para obtener provecho de los acuerdos vigentes la administración demócrata postulaba la necesidad de
fortalecer la vigilancia y cumplimiento de los compromisos establecidos por los países socios. Las primeras declaraciones
sobre este tema fueron planteadas en términos de transparencia. Ello requería, en primer lugar, el fortalecimiento de la
propia estructura de gobierno (Centro Interinstitucional para la Protección de los Intereses Comerciales de los Estados
Unidos). En el escenario internacional los instrumentos del enforcement utilizados por la administración Obama para
lidiar con estas medidas fueron múltiples: diálogo, negociación, y resolución de conflictos. La OMC mantuvo en este
sentido una centralidad clave para esta área de la política comercial del gobierno de Obama. Mientras que el
compromiso se nutrió del pragmatismo, la transparencia, vigilancia y cumplimiento son metas que para la
administración pueden alcanzarse con menores costos en la esfera multilateral y que son exigidas asimismo a los socios
preferenciales.

La provisión de los bienes públicos multilaterales y la crisis de la gobernanza del comercio global

La gobernanza global se encuentran en el corazón de las preocupaciones de la política comercial norteamericana y el


accionar de este país persigue como uno de sus objetivos protagonizar esa transformación, en conformidad a sus
intereses. Sin embargo, durante el gobierno de Obama se han producido una serie de cambios que, en el marco de la
implementación de las políticas de compromiso y cumplimiento, han llevado a una nueva resignificación de la OMC para
la potencia norteamericana. Esta re definición ha impactado en la forma en la cual se resuelven las normas y prácticas
de conducta dentro del régimen de comercio internacional, dando lugar a una transformación en la gobernanza del
comercio global. El momento clave donde se identifica ese cambio de la estrategia en los instrumentos de la política
comercial se ubica entre 2012 y 2013. Es en ese punto en el cual, como vimos en el apartado anterior, la administración
Obama asume la imposibilidad de avanzar en la Ronda Doha, da impulso a la vía preferencial, y solicita al Congreso el
TPA. En efecto, fue en el marco del inicio de las negociaciones del TPP, recién en 2013, que Obama envió al congreso un
proyecto de ley solicitando la renovación de tal mandato negociador. El pedido fue reiterado a comienzos de 2015 y
finalmente aprobado en junio de ese año, tras intensas negociaciones con la propia bancada demócrata y con las
organizaciones de la sociedad civil, principalmente las organizaciones sindicales. Entre otros cambios, en esa última
versión se eliminan cuestiones relativas a la Ronda Doha y se incorporan aspectos de las negociaciones plurilaterales.
En efecto, muchos de los objetivos que se planteó la administración Obama, especialmente aquellos vinculados a la
“nueva agenda” del comercio internacional, terminaron siendo viabilizados a través de iniciativas plurilaterales y
regionales, donde la provisión de los bienes públicos resulta más sencilla puesto que los costos del liderazgo aparentan
ser menores. Por el contrario, en la OMC, estos costos para la administración Obama fueron en ascenso, lo cual llevó a
requerir que los mismos fuesen compartidos por otros actores, especialmente las potencias emergentes.

El crecimiento de países como China, Brasil e India, y en simultaneo, la crisis de la economía norteamericana constituyen
los factores que conducen a este cambio de percepción. De esta forma se observa entonces una priorización de las
esferas plurilaterales o regionales para el desarrollo de las nuevas normas del comercio, y la limitación del foro
multilateral al amparo de esas nuevas normas y su eventual uso para la resolución de conflictos. Hay una priorización de
los espacios reducidos como modalidad para la regulación de la cooperación en materia del comercio internacional.
Estos acuerdos, en particular los megarregionales, tienen la capacidad para dar cumplimiento a los objetivos de la
política comercial de los EEUU a un menor costo que los acuerdos multilaterales. Incluso tienen la capacidad de
convertirse en un modelo que por su propio peso podría dar forma a las prácticas del comercio multilateral,
manteniendo de esa forma el liderazgo. A través de esta política comercial EEUU se propone entonces una revisión de la
gobernanza global, apoyada en la actualización y expansión de la arquitectura de la economía global. De esta forma, al
cambiar la conducta del país líder, cambia la manera en la que se moldea la gobernanza global, emergiendo numerosos
problemas. En la Era Obama podemos ver cómo los EEUU siguen apoyando un sistema de comercio basado en normas,
aunque éste no requiere ser necesariamente multilateral, sino que reconoce diversas modalidades. El accionar
promoviendo los regímenes preferenciales y el reposicionamiento de la OMC dentro de las estrategias de la política
comercial externa norteamericana que se identifican en esta investigación resultan dos elementos que se corresponden
con las transformaciones de la gobernanza del comercio global y podrían estar actuando como catalizadores de las
mismas. Desde la perspectiva de la Teoría de la Acción Colectiva, esta reducción en el liderazgo para la provisión de
nuevos bienes públicos globales al interior de la OMC podría estar explicando la parálisis que numerosos analistas
identifican en su función como foro para las negociaciones entre sus miembros. Por su parte, el impulso de los EEUU a
las negociaciones megarregionales y de negociaciones plurilaterales sobre el criterio de masa crítica podría explicar el
avance de la nueva agenda del comercio internacional en foros más reducidos. En ese escenario, la OMC podría
mantener su capacidad para ordenar las relaciones comerciales internacionales en conformidad con las normas
establecidas en 1995, pero no resulta ya un foro suficiente para establecer nuevas normas en tales relaciones, tal como
se evidencia en la parálisis de la Ronda Doha. Mientras que la OMC se limita a la aplicación de los acuerdos existentes,
incluido el mecanismo de solución de diferencias, es en los acuerdos preferenciales y en los acuerdos plurilaterales
donde una nueva agenda del comercio mundial avanza bajo el liderazgo de EEUU, quien provee bienes públicos
selectivos.

Conclusión

Los EEUU persiguen una nueva agenda comercial bajo lo que allí se denomina “los caminos para una liberalización del
comercio del siglo XXI”. La OMC conserva un rol estratégico en ese camino, pero las negociaciones que se emprenden no
requieren ser multilaterales, sino que la estrategia implementada remite al uso de las vías plurilaterales. Aún si es
preciso recordar que las transformaciones en la gobernanza del comercio internacional no puede reducirse a una única
causa, conforme a lo analizado en los apartados anteriores sí es posible establecer una correlación persistente entre la
proliferación de acuerdos comercial preferenciales y plurilaterales de la última década y la parálisis de la Ronda Doha,
con los ajustes en las prioridades y estrategias de la política comercial norteamericana reciente. Los EEUU han podido
alcanzar en la creación de bienes exclusivos, metas que otrora eran referidas en el escenario multilateral. Por su parte,
en el foro multilateral durante la era Obama este país ha reclamado un mayor involucramiento de los países emergentes
para la provisión de los bienes públicos. Sumado a ello, en el período más severo de la crisis se observa en los EEUU la
aplicación de instrumentos comerciales defensivos y/o proteccionistas, lo cual también conduce a poner en cuestión las
normas multilaterales. Como consecuencia los bienes públicos multilaterales se encuentran hoy subprovistos. Este
análisis deja pocas expectativas a procesos como la Ronda Doha en tanto y en cuanto no se resuelvan los liderazgos
necesarios para alcanzar esas metas. El régimen internacional del comercio adquiere entonces crecientes asimetrías, a
través de nuevas modalidades de regulación y gobernanza y se asemeja a lo que el GATT era en sus primeros años: un
club de unos pocos.

UNIDAD 4. El sistema monetario y financiero internacional A) Bretton Woods B) La globalización del mercado
financiero C) Crisis financieras: Los casos de Argentina (2001) y de Europa del Sur (a partir de 2008)

AYSEN DOYRAN, Mine (2015). Argentina y su desarrollo posterior a la crisis financiera. En: Problemas del Desarrollo,
Vol. 46.(80), pp.151–174.

Argentina y su desarrollo posterior a la crisis financiera Resumen En este artículo se revisan las características de la
recuperación económica argentina después de la crisis financiera de 1999-2001 hasta la actualidad. Se revisan las
alternativas de desarrollo de las presidencias de Duhalde y Kirchner respecto a la de Menem, a través de la literatura
publicada sobre Argentina durante ese periodo. Este artículo sostiene que el kirchnerismo no es un modo coherente de
gobierno que haya roto con el neoliberalismo, como suele indicarse en la literatura académica, sino más bien, un acto de
equilibrio entre los intereses económicos soberanos de las corporaciones argentinas y las demandas del sistema
financiero internacional que las economías semiperiféricas confrontan en la red de integración global. El kirchnerismo
manifiesta las contradicciones de una economía dependiente con antecedentes de inestabilidad. En este artículo se
revisa la trayectoria de la recuperación argentina y se evalúa dentro del debate sobre el crecimiento dirigido por el
Estado o “nuevo desarrollismo”. Además, se exploran las continuidades y diferencias entre las políticas previas y
posteriores a la crisis en la intersección del capitalismo doméstico y global.

INTRODUCCIÓN Y ANTECEDENTES

Luego de la crisis del 2001 Argentina tuvo dos cambios principales:

- El primero, en respuesta a la crisis financiera de diciembre de 2001, que ocasionó una moratoria de la deuda del
gobierno y abandono oficial del “régimen de convertibilidad” (el denominado “plan de convertibilidad”) en enero de
2002.

- Entre 2003 y 2008, Argentina desafió el precepto de la “sabiduría convencional” de que la recuperación debe
basarse en un programa doloroso de restricción fiscal. No obstante, con la ayuda de medidas heterodoxas de auto-
financiamiento, logró un vigoroso crecimiento (tasa anual de 8% a 9% en algunos años consecutivos), pero sin sufrir el
conjunto de hiperinflación o desequilibrio fiscal que había ocurrido en el pasado. Aunque “la economía argentina tuvo
un rápido retroceso en 2009, logró un fortalecimiento importante en 2010, con una tasa de crecimiento superior al
promedio regional de 9.2%”. El caso de Argentina coincide con el incremento del número de gobiernos denominados
de izquierda entre los países de América Latina. Poco antes de tomar posesión, en mayo de 2003, el presidente Néstor
Kirchner declaró: “el periodo del neoliberalismo ha terminado” (citado en edi, 2004) cuando se embarcó en la tarea de
superar la profunda crisis de 2001”. Sin embargo, los críticos del kirchnerismo hicieron hincapié en lo que veían como
políticas macroeconómicas erradas del modelo (que conducirían a una mayor inflación y déficits) y la promoción activa
de la intervención estatal en la economía por encima del libre mercado como mecanismo para determinar los precios y
promover la política social y la soberanía nacional. Los economistas brasileños con una perspectiva keynesiana y
estructuralista, colocaron a Argentina como ejemplo de “nuevo desarrollismo” orientado a la economía global. Contrario
al “viejo desarrollismo” basado en el proteccionismo y la sustitución de importaciones, este modelo prioriza la
“industrialización orientada a exportaciones” y se caracteriza por estrategias conducidas por el Estado a través de
políticas industriales “subsidiarias pero estratégicas”. En este nuevo paradigma de desarrollo, la prudencia fiscal y la
apertura de mercados coexisten de manera pacífica con la equidad social y un Estado fortalecido (Cunha y Ferrari, 2009:
2-3).

MANEJO DE LA CRISIS EN UNA ECONOMÍA EN QUIEBRA

¿Qué explica la recuperación no ortodoxa de Argentina en el contexto del capitalismo globalizado y de qué manera ese
modelo ha seguido funcionando? Esto sólo puede ser contestado después de considerar el éxito y las limitaciones del
kirchnerismo como estrategia de crecimiento y cómo ha logrado el desarrollo dentro de las relaciones sociales
capitalistas. De acuerdo al Fondo Monetario Internacional (fmi), “la economía argentina creció un 94% entre 2002-
2011”, lo que representa uno de los patrones de crecimiento económico más rápidos en el “hemisferio occidental”.
Existen dos corrientes económicas de aproximación a la recuperación argentina que buscan explicar el sorprendente giro
de los acontecimientos. La literatura académica señala dos factores principales responsables de la recuperación:
políticas internas y demanda externa. Políticas internas: el keynesianismo, enfatiza la contribución de las políticas
domésticas en la recuperación “resultado de la demanda”, en especial el consumo y la inversión interna. Este enfoque es
una respuesta al abandono de la idea de que el caso argentino es producto de la demanda externa y el auge de
productos básicos originado por la elevación de los precios de exportación de productos agrícolas, en especial soya.
Primero, rebaten el principio neoliberal de que una “política fiscal estricta” es “clave para resolver la crisis económica”.
En segundo lugar, como Cohen (2011) demuestra, las políticas expansivas con cierto grado de prudencia fiscal
impulsaron el crecimiento del producto interno bruto (pib) a pesar de la capitalización de Argentina con base en la
exportación de bienes de consumo: “Mayores impuestos, redistribución y gasto en favor de los pobres, programas de
creación de empleo, una política monetaria más laxa con particular atención a un tipo de cambio competitivo” refuta la
hipótesis de que la recuperación requiere una dolorosa política fiscal restrictiva. En la gráfica 1 se muestra que después
de su expansión entre 2000 y 2007, la participación de las exportaciones en el aumento del pib cayó de 0.38% al inicio
de la recuperación en 2002 hasta menos (-) 0.82% en 2012. Las exportaciones netas (exportación actual-importación
actual) como participación del pib también disminuyeron de 15.01% a 2.31% durante el mismo periodo (2002-2012).

Demanda externa: Con base en la premisa de “recuperación con base en la demanda”, los economistas argentinos
Frenkel y Rapetti (2007) enfatizan las relaciones entre el sistema de cambio real y el crecimiento del pib. Observan la
estructura macroeconómica, en especial la política de “tasa de cambio real competitiva y estable” como el mecanismo
clave para resolver la crisis argentina y producir un rápido crecimiento y generación de empleos entre 2002-2007.
Debido a que la política de cambio basada en una paridad más competitiva alivió “las restricciones en la balanza de
pagos”, con ello impulsó a los sectores comerciales, en especial a la industria de exportación. Por otro lado, la
estabilidad del tipo de cambio, dependió de la intervención cambiaria del Banco Central de Argentina y la acumulación
de reservas extranjeras —asumiendo que reservas más altas podrían contribuir a un balance externo positivo (reducción
de los coeficientes de deuda). Desde este punto de vista, el marco macroeconómico está detrás de la creación del
“efecto de riqueza” que Argentina experimentó durante 2002-2005: 1) la estimulación de la demanda mediante el
aumento del empleo y el gasto del consumo de particulares 2) respuestas de la oferta de las empresas locales en forma
de inversiones, sobre todo en construcción y bienes de capital 3) “tenencias de activos externos” del sector privado que
adquirió mayor valor en pesos con la depreciación cambiaria e impulsó el gasto de consumo privado. Las inversiones,
provenientes del aumento de las utilidades de las empresas “mostraron un dinamismo increíble, creciendo a una tasa
anual de 42.7% a lo largo de esta segunda fase y que contribuyeron a un 57% del crecimiento del pib”. El economista
brasileño Bresser-Pereira (2006) también enmarca el caso de Argentina en términos de estrategia de gestión de la
demanda, liderada por el Estado, pero a través de la perspectiva de un “nuevo desarrollismo” y “macroeconomía
estructuralista”. Considera a Argentina como un ejemplo “paradigmático” del “nuevo desarrollismo”; este aboga por la
gestión de divisas con bajas tasas de interés y “uso de controles de capital, según se requiera”. El nuevo modelo rechaza
regresar al proteccionismo (Industrialización por substitución de importaciones) del “viejo desarrollismo”; que propone
un papel activo del Estado, apoyando las empresas nacionales competitivas a través de la industrialización impulsada
por las exportaciones y crea oportunidades de inversión para el sector privado. Esto coincide con la idea de Peter Evans
(1995) “autonomía arraigada” en la que el Estado asegura los recursos privados para el desarrollo con relativa
independencia de los inversores capitalistas. Para que el Estado pueda promover al mismo tiempo el crecimiento estable
y la equidad social, debe haber mayor tolerancia para la “disciplina fiscal con objeto de lograr un ahorro público
positivo” —por lo tanto, el argumento de un Estado capitalista fuerte. Sin embargo, Pereira adaptó su posición en 2013
a la ortodoxia convencional al afirmar que Argentina no cumplió con las expectativas que él fijó para el “nuevo
desarrollismo” y estaba “destinada al fracaso”, señalando el gasto “irresponsable” en el ámbito fiscal: “El caso argentino
muestra como un desarrollismo inicialmente competente derivó posteriormente en una política fiscal y tipo de cambio
populista” (Bresser-Pereira, 2013: 2). La teoría del crecimiento dirigido por el Estado (o recuperación con base en la
demanda) manifiesta sus tensiones y limitaciones. Aunque el “nuevo desarrollismo” opera dentro del capitalismo, no
ofrece guías consistentes sobre la manera de institucionalizarlo. Esto incluye barreras a la autonomía del Estado-nación
a partir del capitalismo global y local y la intención de aplicar políticas que entran en conflicto (equidad social vs. ahorro
fiscal) cuando se insertan en la estructura de clases de las economías semiperiféricas. En este sentido, llevar a cabo esta
estrategia sigue siendo problemático dada la integración desigual de Argentina en la economía mundial, la falta de una
regulación eficaz, y los fuertes lazos entre el Estado, el capital extranjero y los sectores nacionales.
A la autora le surge la pregunta de si el “nuevo desarrollismo” es el modelo apropiado para la Argentina posterior a la
crisis, o más puntualmente, si la crisis se ha resuelto. Como argumentó Guillén, “la recesión puede haber terminado,
pero la crisis tiene un largo camino por recorrer”, que apunta a un nuevo ciclo de “deflación de la deuda” en ascenso en
la economía mundial. Los cambios en los mercados globales afectan a la región de América Latina. Se evidencia por la
disminución del crecimiento del comercio mundial del 7.2% en 2007 al 3.3% en 2008. La crisis condujo a la caída de
precios de las acciones, una importante contracción del crédito, la salida de capitales, y la “depreciación” de las
monedas locales en América Latina. Es probable que esto repercuta en la demanda agregada y el empleo, que
contribuye a una desaceleración del crecimiento del pib. Con una contracción de las exportaciones netas después de
2007-2008 (véase gráfica 1), el desempeño económico de Argentina comenzó a deteriorarse. A partir de 2008 a 2009, la
tasa de crecimiento de Argentina se redujo de 6.76% a 0.85% y se deslizó de nuevo en 2012 (a 1.9%) con grandes
altibajos a lo largo de los cuatro trimestres. Dado que el acceso de Argentina a los mercados externos está limitado por
el “carácter dual” de la recesión mundial, los límites del crecimiento dependiente de las exportaciones (a través de
políticas estratégicas/de mercado abierto) son evidentes. El segundo enfoque también reconoce la capacidad del Estado
para promover el crecimiento y promover la distribución de la renta, pero dentro de los límites establecidos por el
capitalismo global. Caldentey y Vernengo (2010) señalan los obstáculos al crecimiento basado principalmente en la
exportación, como también sostienen que romper el ciclo de dependencia se ve obstaculizado por la reproducción de un
modelo “agroexportador”, que sigue exportando materias primas y mano de obra para la economía mundial. Como se
ha dicho, el kirchnerismo se enfrenta a una serie de tensiones y contradicciones sobre el papel de la intervención estatal
en la economía y la resolución del ciclo de la dependencia en el proceso de reindustrialización. Estas tensiones,
profundamente arraigadas en la estructura económica de Argentina, impiden que se convierta en un modelo alternativo
de desarrollo a largo plazo. El problema es cómo consolidar la recuperación industrial más allá del proyecto de Kirchner.

LA CRISIS ARGENTINA COMO UNA RUPTURA Y CONTINUIDAD CON EL PASADO

(aquí se intenta analizar cómo la retórica en cuanto a las políticas que se quieren implementar, difiere con lo que en
verdad se hace y lo que se puede hacer en la realidad). A menudo, se analiza los acontecimientos que condujeron al
colapso en la convertibilidad monetaria en un enfoque “local”, como si las causas y consecuencias de los fenómenos
analizados y las decisiones adoptadas comenzaran y terminaran en la misma Argentina. La crisis argentina tiene una
historia propia arraigada en determinados ciclos de acumulación que exponen las limitaciones del fuerte gobierno de
Kirchner. La era de reformas de Menem y la crisis posterior se originó en “transformaciones estructurales” introducidas
por el régimen militar entre 1976-1983, que “logró destruir el viejo modelo económico de industrialización por el de
sustitución de importaciones (isi), preparando el escenario para la implementación de políticas económicas
neoliberales”. La llegada de Menem consolidó y profundizó la desindustrialización en favor de la especulación financiera,
de manera que la desregulación y la privatización se convirtieron en los principales impulsores de la ganancia privada. En
el mercado de trabajo se observó la desaparición de empleos estables en el sector formal para dar paso a “trabajos
inestables mal pagados en sectores de baja productividad como el comercio en pequeña escala y pequeños talleres. En
1997, sólo el 29.7% de la población tenía empleo estable en el sector formal, el porcentaje más bajo desde la década de
1940 con la excepción de 1996” (Azpiazu et al., 1998: 18). Los ganadores finales del neoliberalismo fueron los grandes
bloques económicos, el capital doméstico y las corporaciones transnacionales que mantenían un poderoso control sobre
el Estado. Uno de los principales desafíos para el kirchnerismo es cómo resolver las contradicciones entre un sector
industrial poco desarrollado y las alianzas de clase que le llevaron a depender del sector externo. Este dilema tiene sus
raíces en la experiencia histórica de la Argentina con el modelo agroexportador.

RECUPERACIÓN ECONÓMICA: ELEMENTOS ORTODOXOS Y HETERODOXOS

La principal diferencia del gobierno de Kirchner N. a la época anterior, es la capacidad de intervención del Estado.
Kirchner capitalizó eficazmente los ingresos extraordinarios provenientes del boom de los productos básicos que generó
un excedente para una recuperación rápida. Este fue un ejemplo importante de la movilización de la política fiscal para
contrarrestar una caída breve de la demanda. Entre 2002 y 2007, el consumo privado creció un 52%, el desempleo se
redujo del 19.6% al 8.48%, mientras que la pobreza se redujo de 23.05% de la población total a 5.46%, y hasta un 1.87%
en 2010.

Por otra parte, el gobierno adoptó medidas que se aplicaron sobre una base ad hoc y que eran fiscalmente más
ortodoxas de lo que anticipaban sus críticos. Ayudado por el aumento en los precios internacionales de los productos
básicos (petróleo y soja) y la sustitución de importaciones, la devaluación de facto de Duhalde y la moratoria de la deuda
externa provocó la primera fase de la recuperación en 2002. Las diferencias más importantes con la era Menem se
relacionan con el papel social del Estado. Incluyen intentos para redistribuir los ingresos y contener el malestar social
mediante la ampliación de la cobertura de la política social a los pobres de Argentina. El aumento del gasto social fue un
resultado directo del aumento en los ingresos del 15% del pib en 2002 al 23.4% en 2009 (Weisbrot et al., 2001: 10), lo
cual se debió principalmente a los excedentes fiscales, de una mayor presión fiscal sobre las exportaciones (de soja y
derivados industriales), los presupuestos provinciales equilibradas y la suspensión de pagos de la deuda con el fmi. En el
contexto de la recuperación industrial después de la devaluación, los programas sociales impulsaron la expansión del
sector formal (“mano de obra poco calificada en el sector intensivo”), aliviaron el impacto del aumento del desempleo e
incluso bajaron el coeficiente Gini. El ejemplo más relevante de los programas sociales fue el Plan Jefes y Jefas de Hogar
Desempleados (programa contra el desempleo), diseñado para crear puestos de trabajo con los ingresos generados por
los impuestos a las exportaciones. Introducido en abril de 2002, el programa benefició a 2 millones dehogares en 2003 y
fue parcialmente financiado por un préstamo del Banco Mundial (Lustig et al., 2011: 5). Otro programa social fue el Plan
Remediar “que distribuía medicamentos básicos a los grupos sociales más pobres” (Riggirozzi, 2010: 72). A pesar de sus
limitaciones en el trato con la pobreza estructural y un enfoque restringido de empleos “formales”, estos programas
compensaron la caída de la demanda agregada y aplazaron la crisis inmediata.

POLÍTICAS ECONÓMICAS DE KIRCHNER

Aunque Néstor Kirchner continuó algunas de las políticas de Duhalde, Argentina debió enfrentar nuevas condiciones. El
desafío de Duhalde era estructural: cómo sacar al país de la crisis inmediata sin tener que recurrir a la ayuda externa.
Además, la disminución del salario del sector público, debido a la devaluación contribuyó aumentar los ingresos del
Estado sentando la base para una posible recuperación. Por lo tanto, en el momento en que Kirchner asumió el cargo en
mayo de 2003, la recuperación económica ya había iniciado, creando de este modo una base material para la expansión
del bienestar. En este sentido, Kirchner se alejó de una larga década de “políticas de depreciación del salario” mediante
el cumplimiento de las demandas sindicales para la negociación colectiva y el aumento de los salarios mínimos. Estas
políticas, junto con una diplomacia firme de negociación con los tenedores extranjeros de bonos de deuda, dieron lugar
a un aumento del 70% en el salario real y de más del 30% del gasto público. A pesar de estos logros sociales, la Argentina
de Kirchner enfrentó tensiones debidas al intento de avanzar en una agenda impulsada por las exportaciones, sobre
todo de la industria de extracción. Esto contribuyó al resurgimiento de las asimetrías latentes en la estructura de la
economía poscrisis, en especial la división entre la ciudad y el campo. Mostrando una continuidad con el pasado, las
ganancias capitalistas fueron restauradas después de la pesificación de todas las deudas en dólares. Los grupos que se
beneficiaron con la recuperación industrial fueron las grandes fracciones monopólicas del capital como el acero (Siderar,
Acindar), el petróleo (Repsol, Petrobras), los servicios públicos privatizados (Telefónica, Telecom, Edenor, Central de
Puerto) y las empresas nacionales (Loma Negra, Grimoldi) (edi, 2004). Los bancos se beneficiaron porque el gobierno
inyectó liquidez al sistema financiero, permitiendo mayor tenencia de bonos gubernamentales. Esto permitió a los
bancos tener un “nuevo comienzo” durante el periodo poscrisis. A partir de 2005, liderado por el aumento de los precios
de los productos básicos, el Estado promovió el modelo orientado a la exportación dando prioridad a la automatización
del campo y el desplazamiento de pequeños y medianos agricultores. Entre los intentos de modernizar la agricultura
figuran el establecimiento de molinos bomba y la introducción de técnicas de siembra directa por transnacionales como
Monsanto y Cargill. Con estas medidas, la rentabilidad del cultivo de soja aumentó, pero a expensas de mano de obra
agrícola, lo que provocó migración masiva de la población rural y deforestación. En 2003 y 2007, las exportaciones
industriales crecieron 19% anual, gracias a la creación de empleo industrial y nueva capacidad productiva. De 2002 a
2007, “la industria generó más de 410 000 nuevos puestos de trabajo. A pesar de la inversión de la desindustrialización,
el espíritu de la época anterior se hace notable sobre todo en la propiedad de capital. Cuando se analizan de acuerdo a
origen del capital, más del 40% de los 500 “principales exportadores industriales” eran propiedad de extranjeros durante
2007, destacando el predominio del capital transnacional en la industria manufacturera

CONCLUSIÓN: LA RECUPERACIÓN ARGENTINA EN RETROSPECTIVA

En este artículo se examinan las características de la recuperación argentina luego de la crisis financiera de 1999-2001
hasta la actualidad. Se revisó la manera en que dicha recuperación se inscribe en el debate sobre el “nuevo
desarrollismo” y se hace una crítica de este punto de vista con base en la revisión de su aplicación. No hay duda de que
la crisis argentina abrió el camino a un nuevo marco macroeconómico que sacó la economía de la crisis e inició un
proceso de “recuperación popular”. El compromiso de Kirchner con la industria nacional, la creación de empleos, los
programas sociales y las obras públicas le hicieron ganar el apoyo de la clase trabajadora de Argentina y de los nuevos
pobres que temían un regreso de la recesión. Se afirma que enmarcar la historia reciente de Argentina en términos de
un nuevo modelo conlleva el riesgo de enmascarar algunas de las continuidades y tensiones con el neoliberalismo de la
antigua era. Por lo tanto, en lugar de ver el kirchnerismo como un resurgimiento de un nuevo modelo, en este trabajo se
analiza como un acto de equilibrio entre los intereses capitalistas soberanos de Argentina (grandes empresas) y las
exigencias del capitalismo mundial que las economías semiperiféricas enfrentan en el marco de la integración global. Por
muy novedoso que sea, conlleva tensiones y residuos heredados de la época anterior. A pesar de la recuperación,
Argentina está sintiendo la presión que la crisis financiera mundial impone al Estado, tales como la depreciación de la
moneda, el desequilibrio en la cuenta corriente, el aumento de la desigualdades y la vulnerabilidad externa
(especialmente la disminución de las reservas de divisas y la contracción del mercado mundial). El aumento de la
inflación amenaza la recuperación salarial real de la mano de obra, que puede llevar a un conflicto con los sindicatos
respecto a las políticas económicas clave. Por otra parte, la redistribución del ingreso real es un reto a largo plazo que no
se resolverá sin un cambio dramático en la estructura tributaria. A pesar de las mejores intenciones, las políticas de
Kirchner no han abordado la distribución desigual de la riqueza dentro de la estructura económica, por ejemplo, los
impuestos sobre las ganancias de los grandes grupos empresariales, la redistribución de la renta petrolera (no sólo los
impuestos de la soja), las políticas que abordan la pobreza estructural (sector informal), entre otros.

BENVENUTI, Andrea (2016). Italy, the Monti government and the euro crisis (2011-12). En: Australia and New Zealand
Journal of European Studies. Vol 8 (2). p. 80-95.

MÉNDEZ-COTO, M. V. (2016) “Multilateralismo, gobernanza y hegemonía en la estructura económica internacional:


del G7 al G20”. En: Relaciones Internacionales, No. 31. México D.F.: G E R I – U A M . D i s p o n i b l e e n
http://www.relacionesinternacionales.info/ojs/article/view/660/463.html

Introducción

La Economía Política Internacional (EPI) surge como el campo de estudio que de forma interdisciplinaria analiza las
relaciones entre el poder y la economía, o en palabras más claras entre las fuerzas del mercado y los intereses del
Estado. La EPI se interesa por conocer cómo los regímenes y las instituciones internacionales que gobiernan la economía
implican modos particulares de distribución de sus beneficios, que pueden traducirse en capacidades militares o
económicas que afecten la forma en que los actores partícipes de esos intercambios, establezcan sus preferencias de
cara a interacciones en el futuro y generando asimetrías. En el siglo XXI cabe plantearse los modos en los cuales se
articulan las instancias de gobernanza económica, y cómo en esas instancias se reconoce o deniega la legitimidad de
potencias emergentes para influir y delimitar la forma en que se regulan el comercio y las finanzas, en un contexto de
debacle de la hegemonía estadounidense, actores retadores del orden económico mundial como los BRICS y la
incapacidad de marcos “mini laterales” como el G7 para resolver los problemas de la gobernanza económica global sin
incluir nuevos actores: G20 En razón de esta dinámica el presente trabajo se articula a partir de la siguiente pregunta:
¿en qué medida la ampliación del G7 al G20 en la atención de la crisis económica implica un reconocimiento de los
cambios en la estructura económica del siglo XXI, particularmente de la influencia de los BRICS en la definición de la
gobernanza económica mundial?

1. Multilateralismo y la estructura económica contemporánea

Las relaciones internacionales del siglo XXI pueden caracterizarse por la existencia de un mundo en transición, desde la
unipolaridad del siglo XX, donde encontramos a Estados Unidos como hegemón indiscutible después del colapso de la
Unión Soviética, hasta su declive en la primer década del siglo XXI después de las fallidas y costosas guerras en Medio
Oriente (Irak y Afganistán principalmente) que le tomaron una década de desgaste económico, militar y moral, azuzado
por la crisis financiera del 2008. Este declive de Estados Unidos como potencia hegemónica ha dado paso a la
emergencia de nuevos actores que desafían su influencia en ámbitos allende a la estructura militar, en la cual aún
persiste como primer poder indiscutido. Esto se traduce en la pérdida de capacidades relativas en la estructura
económica internacional que deriva en nuevas prácticas multilaterales para definir la agenda y medidas para enfrentar
las crisis Es menester recurrir al tablero de ajedrez con tres tableros de Nye. En el primero los EEUU continúan como
potencia militar indiscutida; el segundo es el poder económico que es disputado por diversos actores internacionales
(UE, BRICS, Japón); y el tercero uno transnacional con actores no estatales que desafían la autoridad de los Estados. A su
vez hay nuevos desafíos para el hegemón a partir de cambios fácticos como la Crisis del petróleo 1973; y conceptuales
como el surgimiento de la Escuela Americana EPI y los aportes de Keohane y Nye (interdependencia). Mediante esto se
observa que el poder militar no es fungible, hay diversas áreas temáticas de la estructura internacional donde diferentes
actores tienen mayores capacidades relativas para imponer su voluntad, aún afectando a las potencias mundiales.
Ejemplo OPEP. Ello permite hablar de la existencia de varias estructuras — o sectores— internacionales, y no una única
estructura, tal y como lo definen principalmente los autores neorrealistas. Y en la EPI existe una dinámica particular que
afecta procesos y resultados. Hay una estructura económica internacional (siguiendo la caracterización de Waltz)
caracterizada por la disposición de las unidades derivada de diferentes capacidades relativas. Los cambios en esas
capacidades deberían traducirse en transformaciones institucionales y los regímenes internacionales de la EPI. Es aquí
donde se torna pertinente la discusión del unilateralismo y el multilateralismo como métodos de imposición o de
coordinación de políticas entre los estados que dominan o componen esa estructura. En un mundo unipolar, en su
sentido político y económico, el actor con esas cualidades tendría la capacidad de imponer su voluntad e intereses en
situaciones que considere problemáticas. En el plano económico, un ejemplo fue la ruptura de Nixon con los
mecanismos de Bretton Woods que establecían el patrón oro-dólar en el año 1971, o bien, en el plano militar la decisión
de Estados Unidos de atacar Irak sin el consentimiento de la Organización de las Naciones Unidas en 2003 y mediante
una coalición ad hoc de países. Sin embargo, en contextos donde esa unipolaridad es cuestionada por dinámicas
multipolares emergentes, la práctica del unilateralismo se vuelve más costosa y menos viable, y la atención de los
problemas mediante fórmulas multilaterales se torna la norma. Hay que aclarar qué se entiende por multipolar. Para
Barbé, partiendo de dos lógicas, una maximalista y otra minimalista, lo multilateral puede ser una institución o una
práctica. Desde la vertiente maximalista lo multilateral moldea las identidades de los estados de tal forma que el
establecimiento de sus preferencias se hace en función de una lógica de lo apropiado , bajo la que los estados actúan
considerando los principios, normas y reglas que regulan y constituyen sus comportamientos en una situación dada.
Desde la vertiente minimalista Keohane lo concibe como “la práctica de coordinar políticas nacionales en grupos de tres
o más estados, a través de mecanismos ad hoc o por medio de instituciones ”, lo cual evade el análisis sobre las
identidades y el establecimiento de las preferencias de las unidades, y tratando la coordinación de políticas como un
proceso de negociación donde intereses en disputa logran mínimos para la acción en función de una lógica de las
consecuencias (esto es maximizando el beneficio como un actor económico).
El trabajo propone discernir el multilateralismo en una perspectiva histórica (las instituciones de Bretton Woods) y una
coyuntural (el proceso de apertura con las economías emergentes y la creación de nuevos mecanismo regionales de
financiamiento). Bretton Woods es maximalista por cuanto ha definido pautas de comportamiento, normas y reglas
respecto de la estructura económica internacional. El multilateralismo emergente es minimalista pues no ha logrado
consolidar o proponer principios, normas y reglas distintos respecto de la estructura económica internacional , siendo
posible que la resolución multilateral de problemas sea de forma coyuntural; situación que en todo caso no es la que se
considere más apropiada dada la dinámica internacional prevaleciente. No se puede perder de vista el cuestionamiento
que realiza la Escuela Inglesa de la Economía Política Internacional (Susan Strange) en términos por una parte del
carácter legitimador de la irresponsabilidad económica y financiera de Estados Unidos al dirigir la atención hacia los
regímenes internacionales, y por otra parte, del rol de las ideas en la legitimación del orden económico y social
prevaleciente, el cual se refleja en la composición y definición de las principales Instituciones Financieras
Internacionales —que continúan siendo dominadas por Occidente—.

Robert Cox fue muy claro respecto a la configuración de la “estructura histórica” siendo compuesta por las capacidades
relativas, las ideas y las instituciones, generando esta tríada un orden mundial, que puede ser cuestionado a partir de
los cambios en cada uno de sus pilares. Las capacidades relativas consisten en “capacidades productivas dinámicas
(ejemplo tecnología); las ideas pueden dividirse en “significados intersubjetivos que tienden a atravesar las divisiones
sociales” o “imágenes colectivas sobre el orden social, que rivalizan entre sí”; las instituciones son el espacio donde las
ideas sobre el orden hegemónico colisionan, sirviendo para quien domina como un espacio de contención o absorción
del pensamiento crítico o disidente. Es importante reconocer el peso de las ideas cuyo trasfondo gramsciano hace
suponer que las fuerzas materiales e ideacionales son aspectos de la política internacional de pertinente atención, toda
vez que un orden social no se impone únicamente mediante la coerción, sino que el convencimiento. El
“consentimiento” y su legitimidad social son valores fundamentales para entender las estructuras políticas que
subyacen en momentos concretos de la historia Esta pugna o hegemonía material e ideacional se refleja en las
instituciones internacionales que son herramientas para asegurar, estabilizar e incluso absorber cuestionamientos y
desafíos.

2. Gobernanza de la economía: hegemonía y estados retadores La gobernanza global como concepto analítico puede
capturar al mundo “tal como es” o puede ser utilizado para entender a la gobernanza global como un “proyecto o
programa político” con una perspectiva normativa. Entonces en función de estas normas, reglas y estándares que
subyacen en la configuración de una estructura histórica, cuando se reflexiona sobre la gobernanza de la economía
contemporánea se debe responder ¿qué ocurre con la hegemonía económica? Y en consecuencia sobre el rol de
Estados Unidos y los retos que crecientemente surgen para contrabalancear su predominio en el nivel mundial. La
hegemonía se encuentra en una etapa de transición en la cual ningún Estado tiene la capacidad de dominar en
todas las esferas, siendo que el polo económico se estaría trasladando o retornando en las próximas décadas de
Estados Unidos hacia la República Popular China, o bien del eje Atlántico hacia el eje Pacífico en términos globales.
Esta transición entre el eje Atlántico hacia el eje Pacífico se enmarca en nuevas disputas de orden institucional e
ideológico, entre un orden democrático-liberal (EEUU y UE) y acuerdos como TTIP y TPP; y un capitalismo liderado
por el estado (China) con iniciativas como AIIB, y NDB mediante BRICS. Esta discusión sobre la disputa y hegemonía
económica contemporánea es central en la comprensión de los cambios en la estructura, toda vez que quien lidere
tratará de gestionar las instituciones y su arquitectura en función de un orden internacional que le sea favorable
Hegemonía de EEUU muestra fracasos para imponer una estructura de gobernanza económica: Ronda de Doha;
ALCA; TPP y TTIP que evidencian pérdida en la capacidad de imponer. Pero posee factores que le dan mucha
vigencia como la concentración de la riqueza, la vanguardia y primacía en tecnología y mercados que siguen siendo
beneficiosos para empresas de EEUU. A pesar de todo, lo conciben como una hegemonía irresponsable que
transfiere externalidades negativas al resto del mundo a costa de mantenerse. Se evidencia en los 3 pilares de la
hegemonía de EEUU: dólar (pérdida de confianza internacional); ejército (gestión militar errónea) y la media
(encubre errores). Todo este escenario de declive marca una alternativa hacia una nueva recomposición del orden
económico mundial, centrado en la República Popular China como nuevo eje para el siglo XXI. La cual estaría
resuelta a traducir su creciente poderío económico en estatura geopolítica y contrapesar lo que percibe como la
hegemonía global estadounidense.

Este papel que se atribuye a China tiene que ver además con el manejo inteligente de su inserción en la economía
global, enfocando su ventaja en términos de mano de obra barata —lo que le permite competir y ser la vanguardia en la
producción en masa—, con inversiones crecientes en sectores industriales que demandan un uso intensivo de capital
pero también de conocimientos, con una política comercial que exige la transferencia tecnológica desde las industrias
occidentales que deseen participar en su amplio mercado interno, y con sus contingentes de estudiantes preparándose
en el exterior. Estos escenarios de disputa por el liderazgo económico tienen importantes implicaciones en la forma que
se gestionan las políticas mundiales sobre comercio, finanzas y producción, así como las medidas de las principales
economías para enfrentar las diversas crisis que ocurren con cierta periodicidad en la estructura económica
internacional, caracterizada además por su “financiarización”, entendida como un “aumento de la importancia del
capital financiero que se traduce en el creciente protagonismo económico y político de los agentes que lo representan
y, por tanto, en el incremento de su capacidad para imponer sus intereses . Tabla 1 ejemplifica varias tendencias: papel
creciente BRICS en gobernanza (PBI); China y EEUU (transición Atlántico-Pacífico); 3 de las 5 principales en el continente
asiático (China, India, Japón) superando tradicionales; brecha entre países industrializados y emergentes (PBI per
cápita); multipolaridad económica se traduce en alianzas para gestionar como G7 (industrializados); crisis “made in
USA” evidencia papel de los BRICS; PBI BRICS 31,422,100 vs PBI G7 33,149,000 (94.8%)

Por la creciente importancia, hay que analizar BRICS. Algunos autores dicen que sus miembros son demasiado diversos
como para unificar perspectiva, tanto en la dimensión cultural, económica: materias primas (RU, BR), sector servicios
(IN) e industria (CH); político: democracias y no democracias; y percepción: Rusia como potencia en decadencia; los
demás en ascenso. Otros dicen que en realidad sí tienen aspectos en común: son líderes regionales y comparten la
percepción de exclusión de la estructura de gobernanza mundial. Lo que coincidiría con un objetivo común: configurar
una nueva estructura de gobernanza global que refleje los nuevos desarrollos y la multipolaridad del sistema
internacional. En cuanto al G20, su funcionamiento en 1999 empieza como foro de debate entre ministerios de finanzas
y representantes de los bancos centrales de países miembros del G7 y las principales economías emergentes, pero
transforma su rol a partir de 2008 debido a la crisis. Es interesante aclarar que no implica las 20 economías más grandes
del mundo, lo que denota un sesgo ideológico occidental y eurocéntrico. Hay países fuera: Irán (18); Egipto (23);
Pakistán (24); Malasia (26) que superan a Sudáfrica (27).

3. El cambio del G7 al G20: ¿transformaciones en la estructura? La crisis económica y financiera internacional del 2008
puede comprenderse a partir de tres factores siguiendo a Estay: 1) su base monetaria sustentada en el dólar que
representa “un factor estructural de problemas y desequilibrios” ; 2) el mal desempeño de las Instituciones Financieras
Internacionales “constituyéndose más bien en un importante factor de impulso a la creación de condiciones de la crisis y
a la rápida difusión de ésta una vez estallada”, y 3) “los procesos de apertura que se han venido concretando en las
distintas economías…, y que en los hechos han significado una profunda y amplia disminución de barreras al libre
movimiento de capitales y de mercancías”, ello en el proceso de la creciente “financiarización” de la economía. Este
contexto de crisis reflejó además la incapacidad de gestionar la economía a partir de los mecanismos informales
dominantes (G7) centrando la atención del rol y reconocimiento que las economías emergentes tendrán a partir de este
período, mediante la consolidación del G20 como mecanismo de estabilización, previsión y coordinación de políticas
macroeconómicas, no ya solamente entre las burocracias sino al nivel más alto de la escala gubernamental. Reconocido
el hecho de que, la transición del G7 hacia la consolidación del G20 durante la crisis económica como principal
mecanismo de coordinación de políticas macroeconómicas refleja el cambio en la estructura, particularmente en las
capacidades relativas, cabe reflexionar puntualmente sobre la legitimidad y las propuestas alternas para la gobernanza
global; el rol que han tenido los países emergentes dentro del G20 y si sus demandas han atendido los factores que
propiciaron dicha crisis. Sobre la legitimidad, se considera positiva la participación de países del Sur Global en roles de
gobernanza de las instituciones internacionales (plano financiero y posibilidad CSNU). Además, el carácter informal y
expedito del “minilateralismo” ventajoso en contextos de crisis pero es menester fortalecer instituciones internacionales
construidas por la comunidad y no usurpar sus funciones. El G20 tiene capacidad para tomar decisiones que afectan a la
economía y también a los no participantes, por lo que puede incidir sobre bienes públicos como la estabilidad financiera
y económica, pero existe el riesgo de azuzar las externalidades negativas y hacer partícipes a todos de la “ruleta
económica” Hay que recalcar la necesidad de transferir competencias a mecanismos de ONU para que el G20 resulte
innecesario y la importancia de toma de decisiones multilaterales dentro de organizaciones internacionales
formalmente constituidas. Sin duda las economías emergentes no sólo son espectadores, tienen poder de agenda
(coaliciones). Aunque no hay que olvidar sus diferentes tradiciones de política económica y desafíos (Latinoamérica) Las
principales demandas del G20 fueron la redistribución de poder en Instituciones Financieras Internacionales, y ayudados
por la crisis financiera, ensancharon su margen de acción y poder cumpliéndose de alguna manera su objetivo. Sin
embargo, la representatividad del G20 sigue respondiendo a intereses limitados, y en lugar de transformar las
Instituciones Financieras, les dan más peso y legitimidad. Si retomamos a Cox, las instituciones tuvieron la capacidad de
absorber críticas y desafíos, vemos así un ejemplo claro de funcionamiento de poder estructural. Leves cambios evitan el
peor de los escenarios y replican el statu quo debido a que las instituciones reflejan las preferencias de quienes las han
creado. El FMI resulta el gran favorecido. El dólar continúa como base monetaria; las instituciones fueron ajustadas
levemente y las regulaciones no fueron suficientes para las necesidades de la economía mundial.

Reflexiones finales

El multilateralismo económico emergente es minimalista, sigue reflejando intereses limitados y no se consolida como
marco que afecta las preferencias e identidades de los Estados. Quizá esto tiene que ver con la socialización de la
dominación occidental. El cambio ocurre en las capacidades relativas y no en ideas e instituciones, las cuales tuvieron la
capacidad de absorción de cuestionamientos de potencias emergentes y riesgos de contra hegemonía. La hegemonía
euro-estadounidense logra canalizar una posible ruptura del orden mundial, legítima mecanismos informales al margen
de la institucionalidad de NU y los factores de la crisis fueron escasamente abordados. Los países emergentes deberían
acordar intereses de largo plazo para lograr una transformación que se traduzca en ideas e instituciones alternativas

HALL, P. A. (2012). „The economics and politics of the euro crisis“ En: German Politics, 21, 355371.

Este artículo aborda los acertijos planteados por la crisis del euro: ¿por qué se estableció la UME?; con capacidades
institucionales limitadas, ¿dónde radican las raíces de la crisis? ¿Cómo se puede explicar la respuesta a la crisis y cuáles
son sus implicaciones? para la integración europea? Explora cómo las doctrinas económicas imperantes condicionan la
forma institucional de la moneda única y ubica las raíces de la crisis en una asimetría institucional basada en variedades
nacionales de capitalismo, que vio a las economías políticas organizadas para operar un crecimiento impulsado por las
exportaciones modelos unidos a otros acostumbrados al crecimiento impulsado por la demanda. La respuesta a la crisis
se revisa y explica en términos de limitaciones en las instituciones europeas, doctrinas económicas divergentes y los
límites de la solidaridad europea. Se evalúan las soluciones propuestas a la crisis basadas en la deflación o la reflación
desde una perspectiva de variedades de capitalismo y las implicaciones para Europa integración revisada.

Durante los últimos tres años, Europa se ha hipnotizado por la crisis del euro, a saber, la luchar para resolver los
problemas de deuda que enfrentan Grecia, Irlanda, Italia, Portugal y España (los GIIPS) sin romper la unión monetaria o
precipitar una crisis financiera en Europa. Este drama de larga duración ha tenido serias consecuencias económicas,
especialmente para aquellos que han perdido trabajos o ingresos a su paso, y profundo implicaciones políticas para el
futuro de la integración en la Unión Europea. En el corazón de la crisis hay varios acertijos. ¿Por qué los europeos
acordaron una unión monetaria aparentemente condenados a tales problemas? También hay narraciones enfrentadas
sobre las raíces de estos problemas. En el norte de Europa, la crisis ha sido culpada de la falta de control fiscal de los
Gobiernos europeos del sur Si bien muchos en el sur aceptan esta crítica, atribuyen la profundidad de la crisis al apoyo
anémico de sus vecinos del norte y las condiciones duras impuestas a cambio de ello. ¿Dónde están las raíces del
problema? La crisis también plantea dudas sobre el futuro de Europa. ¿La crisis finalmente avanzar en el proceso de
integración política en la Unión Europea (UE) o impedir ese proceso? A estos problemas, este artículo presenta un
enfoque de variedades de capitalismo, que destaca la fragilidad de los supuestos sobre los que se fundó EMU y
proporciona una diagnóstico distintivo de las raíces de la crisis. Muchos partidarios y críticos del euro no han podido
apreciar las formas en que la organización de las economías políticas condicionan lo que los gobiernos pueden y harán.
Por otra parte, la respuesta a la crisis todavía está siendo impulsada por algunas de las ilusiones sobre las cuales se
fundó el Euro. Por lo tanto, este enfoque también pone en tela de juicio el valor económico y la razonabilidad política de
la respuesta actual a la crisis. En los próximos años, el destino de la UE y de sus estados miembros dependerán de qué
tan bien se entienden estos temas. El argumento procede en tres pasos. 1-Primero, regreso a principios de la década de
1990 cuando se llegó a un acuerdo sobre la UEM debe preguntarse: ¿por qué creían los responsables políticos europeos
que la unión monetaria era viable? 2-En segundo lugar, pregunto: ¿qué pasó después del lanzamiento del euro en 1999
para causar los problemas de hoy? 3-Finalmente, exploro las implicaciones de este análisis para los esfuerzos para
resolver la crisis y para la integración europea en general.

PERSPECTIVAS SOBRE EL EURO EN SU INICIO

Qué estaba en la mente de los responsables políticos cuando se sentaron las bases para la UEM en el Tratado de
Maastricht de 1992? Desde una perspectiva puramente económica, las perspectivas para el euro no se veían
especialmente auspicioso en 1992. La teoría económica sugirió que la zona euro era susceptible a los choques
asimétricos en los lados de la demanda y la oferta de la economía y de ahí que no sea una "zona monetaria óptima" .
Además, la moneda monetaria europea prevaleciente Sistema de tipos de cambio gestionados (EMS) funcionaba
moderadamente bien, incluso si George Soros demostró que no funcionó perfectamente al hacer una apuesta de $ 1 mil
millones en libras esterlinas en 1992. Por lo tanto, EMU era esencialmente un proyecto político, iniciado por el
presidente Francois Mitterrand de Francia en línea con 'une certaine ide'e de l'Europe' para vincular Alemania recién
unificada a Europa - más o menos a cambio del acuerdo francés para Unificación alemana. En el canciller Helmut Kohl,
Mitterrand encontró un socio dispuesto. La opinión alemana se dividió y el Bundesbank se mostró especialmente reacio
a acceder, pero acordó retorno para un Pacto de Estabilidad y Crecimiento (SGP) que pone límites de 3 por ciento al
déficit del gobierno y el 60 por ciento de la deuda nacional de los estados miembros. Desde un punto de vista alemán, el
Euro tenía algunas atracciones. Evitaría a los principales socios comerciales de Alemana de hacer sus productos más
competitivos frente a los alemanes al devaluar sus monedas frente al marco alemán, un problema al que se enfrenta
Alemania repetidamente bajo EMS. Por otra parte, como Barry Eichengreen ha señalado, EMS había proporcionado un
equilibrio económico pero no político: sus tipos de cambio seguían siendo vulnerables a las presiones proteccionistas
para la devaluación, una posibilidad que la UEM prevendría. Por lo tanto, la voluntad política estaba allí, y el problema
residual parecía ser si EMU dfz económicamente viable. Cuando el informe Werner discutió un proyecto similar en 1969,
no fue a ninguna parte. Sin embargo, la doctrina económica dominante cambió durante la década de 1980 en
direcciones que hicieron que la unión monetaria pareciera más factible y dejó una marca distintiva en la estructura
institucional de la nueva unión. Dos aspectos de las nuevas doctrinas económicas fueron especialmente consecuentes.

En primer lugar, la economía dominante se alejó de la visión keynesiana de que la política fiscal fue crucial para
estabilizar la economía, hacia la visión monetarista de que la política fiscal no se está estabilizando y la política
monetaria tiene pocos efectos duraderos sobre la Economía "real" La implicación fue que la política fiscal debería
permanecer más o menos neutral y la política monetaria basada en reglas y dirigida a la inflación. Estas doctrinas
influyeron la estructura institucional dada a la nueva unión monetaria. Autorizaron un sindicato que pone la política
monetaria en manos de un banco central totalmente independiente de la política control y uno sin la capacidad
institucional para coordinar la política fiscal sobre el mediano plazo. Los límites brutos impuestos a la deuda y los déficits
del SGP se consideraron adecuados. En segundo lugar, de acuerdo con la opinión de que la gestión de la demanda era en
gran medida irrelevante para el crecimiento, las nuevas doctrinas sostenían que el crecimiento económico dependía de
la reforma estructural al lado de la oferta de la economía, y la "reforma estructural" significaba medidas para
competencia en los mercados de bienes, trabajo y capital más intensa. La implicación era que todos los estados
miembros de la UEM podían y debían usar la misma fórmula para un crecimiento económico seguro; y muchos creían
que la competencia bajo las condiciones más estrictas impuestas por un mercado único y una moneda común obligarían
a reforma en los Estados miembros y conducir a la convergencia institucional en sus políticas economías. Estos fueron
los términos en los que la UEM recibió el respaldo del Maastricht Tratado de 1992 y formalmente inaugurado en 1999.

LAS RAÍCES DE LA CRISIS DEL EURO

¿Por qué la nueva unión monetaria enfrenta una crisis lo suficientemente severa como para amenazar su existencia?
¿apenas diez años después de su inauguración? Algunos están tentados de culpar a los mercados de bonos, cuyo
implacable celo por las ganancias convierte a los especuladores en verdugos nacionales. Pero los mercados de bonos son
simplemente mensajeros estridentes sobre los problemas que se originan en otros lugares, y muchos factores
convergieron para producir esta crisis. En un nivel fundamental, fue Europa el reflejo de una crisis de deuda global
construida en diez años de expansión incauta en préstamos en todo el mundo. Por eso, uno puede culpar tanto a los
prestatarios como a los prestamistas, pero los gobiernos también pueden ser culpados por acomodar esta juerga de
gastos, notablemente en Grecia, Irlanda y España pero quizás también en el norte de Europa, cuyas instituciones
financieras hicieron gran parte de los préstamos pertinentes. Por supuesto, la respuesta inicial tibia de la La Unión
Europea a la crisis también lo intensificó. Sin embargo, la forma adoptada por la crisis en Europa, que organizó los GIIPS
de Europa 'del sur' contra sus acreedores en Europa 'del norte', se originó en tensiones estructurales generadas cuando
los diferentes tipos de economías políticas se unieron en una moneda. Esta proposición diverge de las opiniones
convencionales. Muchos comentaristas han argumentado que la crisis tiene sus raíces en un fracaso de voluntad política:
si los gobiernos del sur de Europa hubieran seguido diferentes políticas, no habría sido una crisis. Por supuesto, hay un
núcleo de verdad en esto: la causa próxima de la disminución de la confianza en los mercados de bonos se encuentra en
aumentos de deuda en el sector público o del sector privado que podría haberse evitado si los gobiernos hubieran
tomado medidas para limitar el gasto gubernamental en el caso de Grecia, restringir los préstamos bancarios en Irlanda,
para frenar un auge de activos en España o para limitar los préstamos comerciales en Portugal. Pero este enfoque en la
"voluntad política" carece de realismo. Se minimiza la dificultad de tales tareas cuando la política monetaria está en
manos de un Banco Central Europeo (BCE) y descuida las formas en que la organización de la economía política
condiciona la viabilidad de las políticas económicas. Otros han argumentado que la crisis podría haberse evitado por una
mayor asertividad las reformas estructurales se centraron en la competencia en los mercados de bienes, trabajo o
capital. Ese argumento se basa generalmente en la opinión de que todas las economías desarrolladas son tan similar que
las políticas idénticas son apropiadas para ellos. Pero tales prescripciones interpretan la economía política en términos
demasiado estrechos e ignoran las formas en que las variaciones en la organización de la economía política promueven
el crecimiento alternativo por caminos que pueden exigir diferentes enfoques de la política. La organización de la
política la economía debe verse en términos que van más allá de preguntar si sus mercados son 'flexibles'. ¿Cómo se
generaron variaciones en la organización de las economías políticas europeas? cepas estructurales dentro de EMU?
Considere las estrategias económicas típicas perseguidas por los gobiernos y cómo les afecta la entrada a una unión
monetaria. Para estilizar ligeramente, dentro de las economías desarrolladas de la OCDE, dos amplias estrategias de
crecimiento son típicamente perseguidas. Una puede describirse como una estrategia de crecimiento "dirigida por la
exportación". Los gobiernos que persiguen tales estrategias dependen de la demanda mundial para impulsar el
crecimiento económico. Esta estrategia dicta políticas macroeconómicas relativamente neutrales, porque el crecimiento
no depende principalmente de la demanda interna y las políticas expansivas a menudo impulsan los aumentos salariales
que amenazan la competitividad de las exportaciones. El éxito de la estrategia de un crecimiento impulsado por las
exportaciones depende de la capacidad de las empresas nacionales para garantizar que sus productos sigan siendo
competitivos en los mercados internacionales. En términos generales, hay tres formas en que las empresas pueden
hacer eso. Una es mantener bajos los costos de mano de obra. Una segunda forma es producir bienes de alto valor
agregado en un contexto de innovación continua para que la calidad de los productos y la eficiencia de los procesos de
producción superen a los de los competidores. Un tercer enfoque es sustituir capital por trabajo a lo largo del tiempo
para generar mejoras progresivas en la calidad de los productos y la productividad del trabajo. Sin embargo, no es fácil
para las empresas lograr ninguno de estos esfuerzos y sus capacidades para hacerlo dependen de las características de la
economía política desarrollada durante muchos períodos de tiempo. Para tomar un ejemplo clásico, Alemania está
idealmente equipada para operar una estrategia de crecimiento liderada por las exportaciones.15 Sus instituciones de
relaciones industriales promueven la negociación salarial coordinada que puede usarse para mantener bajos los costos
laborales. Como una economía de mercado coordinada, tiene ventajas comparativas en la innovación incremental y la
producción de bienes de alto valor agregado; y sus empresas se han acostumbrado a la sustitución de capital por
trabajo, alentado por los altos costos salariales, de apoyo instituciones financieras y un sistema de formación profesional
que suministra altamente calificado labor. Funciones institucionales paralelas en las otras economías de mercado
coordinadas de el norte de Europa ha facilitado estrategias de crecimiento dirigidas a la exportación en los Países Bajos,
Austria, Dinamarca y Finlandia.

Para estos países, la entrada en la UEM planteó pocos problemas. Sin una política monetaria nacional para
contrarrestar las demandas salariales excesivas, tales los países podrían haber tenido dificultades para coordinar la
negociación salarial, pero el BCE mantuvo una estrecha vigilancia sobre los acuerdos salariales alemanes y los vecinos de
Alemania efectivamente se enfocaron en estos últimos para mantener sus propios salarios. Por lo tanto, dentro de la
UEM, el norte de Europa los países podrían seguir las estrategias de crecimiento impulsadas por las exportaciones a
largo plazo. acostumbrado con considerable éxito. La estrategia alternativa que a menudo persiguen los países de la
OCDE es perseguir el crecimiento dirigido por la demanda interna, alimentada periódicamente por la expansión
macroeconómica y una tolerancia para los auges de activos. Este tipo de estrategia es común en las economías de
mercado liberales, que por lo general carecen de las capacidades para la coordinación salarial sostenida y gradual
innovación que hace viable una estrategia de crecimiento basada en las exportaciones. El éxito de la estrategia depende
de la depreciación periódica del tipo de cambio fin de compensar los efectos de la inflación sobre la competitividad de
las exportaciones, al tiempo el precio de las importaciones para sostener la balanza de pagos. Antes de 2000, la mayoría
de las economías del sur de Europa operaban este tipo de estrategia de crecimiento impulsada por la demanda, desde la
organización de sus economías políticas hizo que el crecimiento liderado por las exportaciones no sea factible. España,
Portugal, Grecia e Italia hereditarios movimientos laborales divididos en confederaciones competidoras que permitieron
los pactos sociales pero dificultaron la coordinación sostenida de los salarios; y les faltaba capacidades institucionales
para la formación coordinada de habilidades y la innovación incremental normalmente requerido para un crecimiento
exitoso liderado por las exportaciones. Para estos países, el ingreso a la unión monetaria ofrecía tantas desventajas
como ventajas. La entrada redujo los costos de transacción y las condiciones impuestas durante la transición a la unión
monetaria ayudó a los gobiernos a asegurar algo de moderación salarial. Pero la entrada también hizo imposible que
estos estados devaluaran contra sus principales socios comerciales con el fin de compensar los efectos inflacionarios del
crecimiento impulsado por la demanda en la competitividad de sus productos. Por lo tanto, aunque no se reconoció en
gran parte, se construyó una asimetría básica EMU desde su inicio. Las economías políticas del norte de Europa
ingresaron en la UEM con marcos institucionales bien adaptados a las estrategias de crecimiento dirigidas a la
exportación que ofrecían la mejor ruta para el éxito económico en dicha unión. Las economías del sur de Europa
entraron en la UEM con marcos institucionales mal adaptados a la competencia efectiva dentro de esa unión y perdieron
la capacidad de devaluar en la que muchos tenían largo dependencia.

Estas observaciones contribuyen en gran medida a explicar la trayectoria de la economía rendimiento en la primera
década de la nueva unión monetaria. Alemania, Bélgica, el Países Bajos, Austria y Dinamarca persiguieron estrategias de
deflación competitiva - marcada por posiciones fiscales relativamente ajustadas, bajos aumentos salariales, innovación
incremental y la sustitución gradual de capital por trabajo. Sus patrones de rendimiento económico muestra los efectos
característicos de dicha estrategia: el crecimiento fue liderado por las exportaciones más que por la demanda interna,
basada en costos laborales unitarios estables o decrecientes. Por el contrario, los países del sur de Europa, incluidos
España, Portugal y Grecia e Italia, continuó aplicando políticas fiscales relativamente expansivas orientadas hacia el
crecimiento de la demanda interna. Sin embargo, dado que estos países ya no podían devaluar sus tipos de cambio
frente a sus principales socios comerciales, sus patrones del rendimiento económico comenzó a mostrar algunos efectos
perversos.El crecimiento económico fue relativamente rápido en el sur de Europa después de 1999, pero estuvo
marcado por la expansión de la demanda interna y tasas de inflación más altas que en el norte, que condujo a un
deterioro de los costos relativos de la mano de obra unitaria y la disminución de la participación en las exportaciones
mundiales Una vez iniciado, la propia UEM tuvo varios efectos que alentaron la países del sur de Europa para continuar
buscando un crecimiento impulsado por la demanda. La entrada a una unión monetaria fue considerada por los
mercados internacionales como relativamente segura porque era anclada por Alemania que redujo sus costos de
endeudamiento; y, porque el BCE tuvo que operar una política monetaria común, no podría reducir la inflación en el sur
sin estancar el crecimiento en el norte, un resultado que deseaba evitar. Por lo tanto, más alto las tasas de inflación
redujeron aún más el costo real de los préstamos en el sur. En el mismo tiempo, las estrategias de exportación del norte
de Europa generaron un gran excedente en la balanza de pagos que los bancos del norte estaban demasiados contentos
de prestar a las empresas del sur y gobiernos. Por lo tanto, una afluencia de crédito barato alentó el crecimiento
impulsado por la demanda en Europa del sur. Pero, a medida que aumentaron sus niveles de deuda, los GIIPS se dejaron
vulnerables al tipo de crisis financiera mundial provocada por los acontecimientos en el estadounidense economía en
2008.

¿UNA RUTA NO TOMADA?

A raíz de la crisis del euro, muchos han culpado a la política económica que se persigue en el sur de Europa. Como
observan Boltho y Carlin, la crisis del euro está asociada, no con los choques asimétricos que una vez preocuparon a los
analistas, pero con políticas asimétricas. ¿Se podría esperar razonablemente que esos gobiernos siguieran políticas
diferentes? Mucho depende del tenor preciso de tales afirmaciones. En una forma, influyente en el norte de Europa, la
afirmación es que el sur de Europa los países deberían haber seguido el tipo de estrategias económicas encontradas en
el norte, orientadas al crecimiento liderado por la exportación. Sin embargo, ese argumento ignora en qué medida la
viabilidad de una estrategia económica depende de la estructura de la economía. Como se ha observado las estrategias
de crecimiento dirigidas a la exportación no eran factibles en el contexto de la estructura institucional de las economías
del sur de Europa. A falta de un intercambio entre el movimiento sindical y las organizaciones de empleadores
estructuradas para hacer la coordinación salarial posible, evitando el aumento en los costos laborales unitarios que
llevaron a un deterioro en la balanza comercial hubiera requerido políticas fiscales tan austeras que habrían sofocado el
crecimiento. Otros afirman que, en lugar de aprovechar la membresía para implementar reformas orientadas al
crecimiento, los gobiernos de los GIIPS desperdiciaron su primera década en la moneda única. Hay algo de verdad en
esto, pero una variación considerable en países. En el índice de la OCDE para la regulación del mercado de productos, un
buen indicador de reforma, por ejemplo, la mejora en el sur fue más o menos equivalente a la en el norte. Además, el
registro presupuestario del GIIPS estuvo lejos de ser uniformemente malo. Alemania y Francia fueron los primeros
países de la Eurozona que violaron los términos del Pacto de Estabilidad y Crecimiento; Irlanda y España nunca lo hizo
antes del inicio de la crisis, e incluso Italia estaba ejecutando una primaria superávit presupuestario para 2011. Por
supuesto, el caso excepcional es Grecia, donde las raíces del problema se encuentran en la política así como el desarrollo
económico. Clasificado entre los países más altos de la UE en puntajes de corrupción estándar, los sucesivos gobiernos
griegos se aprovecharon de los costos de endeudamiento para expandir un sector público estrechamente asociado con
el clientelismo político y no reformar un sistema impositivo acosado por el incumplimiento. Como resultado, el nivel de
la deuda del sector público aumentó al 113 por ciento del PIB en 2009 y la revelación de que el déficit presupuestario
griego fue más de tres veces más alto que el informado anteriormente desencadenó la crisis de la deuda soberana. Sin
embargo, Grecia es una nación de 11 millones personas con una economía más pequeña que la del estado de
Massachusetts. Utilizándolo como el prisma a través del cual ver la crisis es invitar a un diagnóstico erróneo. La crisis se
ve mejor como una crisis de la deuda clásica, alimentada por el aumento de los recursos financieros la especulación y
una fe desmesurada en los mercados ligeramente regulados, al igual que la crisis que estalló en los Estados Unidos en
2008. Los errores de política fueron similares en ambos lados del Atlántico. En toda Europa, se permitió a los bancos
extender sus préstamos, a menudo tomando riesgos exorbitantes, especialmente en los mercados inmobiliarios
sobrecalentados en Irlanda y España que las autoridades no lograron atenuar. Los gobiernos no prestaron la suficiente
atención a los crecientes desequilibrios comerciales, en parte porque estos se financiaron fácilmente del norte de
Europa. En estos aspectos, los responsables de la formulación de políticas del norte, así como el sur de Europa puede ser
criticado: los prestamistas son tan responsables como los prestatarios cuando las decenas de miles de préstamos
arriesgados se vuelven amargos.

LA RESPUESTA A LA CRISIS

Está más allá del alcance de este artículo contar la historia de la crisis. La revaluación de los déficits presupuestarios
griegos en 2010 se convirtió en una restricción de la liquidez en el sistema financiero europeo en una crisis de deuda
soberana, y el FMI y la UE rescataron a Grecia a cambio de una austeridad presupuestaria profunda y promesas de
reforma económica. La atención de los mercados recurrieron a Irlanda, después de que su gobierno imprudentemente
garantizó los bonos de su bancos excesivamente extendidos, y también se vio obligado a aceptar préstamos europeos en
intercambio por austeridad fiscal. Portugal se vio obligado a un acuerdo similar en 2011 y los nuevos gobiernos en
España e Italia adoptaron programas de austeridad bajo presión de los mercados de bonos y el BCE, seguido de un
rescate de los bancos españoles en 2012. Sin embargo, la deuda del sector público de Grecia todavía parece
insostenible, e Italia y España continúa enfrentando una presión amenazante en los mercados de deuda soberana. El
destino del euro está en juego. Se destacan tres características de la respuesta europea a la crisis. Primero, debería
señalarse que ha habido una respuesta europea concertada. Bajo la presión del mercados de bonos, los países más
prósperos de Europa han hecho cientos de miles de millones de euros en préstamos disponibles para otros en la zona
euro. Esta no era una conclusión inevitable porque el acuerdo que establece la UEM especificaba que no iba a ser una
'Sindicato de transferencia' cuyos estados miembros están obligados a salvarse entre sí. Sin embargo, la lenta reacción
de los gobiernos europeos ante la crisis fue dolorosa y aún insuficiente, a partir del otoño de 2012, para restablecer la
confianza en el vínculo mercados. Una desilusión inicial a apoyo Grecia dio paso a un rescate orquestado por la UE en
mayo de 2010, seguido mediante rescates similares para Irlanda y Portugal en noviembre de 2010 y mayo de 2011, y
acuerdo para establecer un Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) a corto apuntalar los mercados de la deuda
soberana europea, finalmente ratificado en octubre de 2011. La deuda griega del sector privado se reestructuró en
marzo de 2012 y el EFSF transformado en un Mecanismo Europeo de Estabilidad (ESM) equipado con E500 mil millones
y un mandato a más largo plazo, aunque todavía no está en pleno funcionamiento a finales de 2012. Fue seguido por los
esfuerzos a principios de 2012 para establecer un fortalecimiento 'compacto fiscal' en las normas presupuestarias de la
UEM, complementadas en junio de 2012 por un modesto esfuerzo para fondos de inversión para el sur de Europa y la
promesa de establecer un sistema europeo la supervisión bancaria junto con el apoyo directo para los bancos con
problemas del ESM. En tercer lugar, los costos del ajuste se han impuesto desproporcionadamente en los GIIPS. A
cambio del apoyo de la UE, Grecia se vio obligada a intentar uno de los programas más drásticos de la austeridad fiscal
en la historia moderna destinada a reducir su déficit presupuestario once puntos porcentuales del PIB en tres años.
Irlanda estaba obligada a reducir su déficit presupuestario en nueve puntos porcentuales del PIB en cinco años, y
Portugal por seis puntos porcentuales en tres años. Además, la UE exigió una aceleración seria en reformas
estructurales. El resultado fue un aumento vertiginoso del desempleo y el rápido disminución de los ingresos en muchas
partes del sur de Europa. Por el contrario, los costos de ajuste nacidos en el norte de Europa fueron relativamente
limitado al menos hasta 2012. La ayuda a los GIIPS tomó la forma de préstamos que, en principio, si acaso, tal vez no de
hecho, se reembolsarían, y las contribuciones al EFSF eran garantías para su endeudamiento en lugar de transferencias
directas de fondos. El Banco Central Europeo ha desempeñado un papel importante en esta respuesta a la crisis. Al
proporcionar liquidez de emergencia, el BCE ha mantenido muchos bancos en el sur de Europa a flote y un esfuerzo
inicial para comprar deuda soberana en los mercados permitieron que muchas instituciones del norte descarguen lo que
ahora eran activos riesgosos, y evitar una crisis financiera en toda Europa. La efectividad de esta respuesta puede ser
juzgada en dos dimensiones, primero contra su objetivo inmediato, que era restablecer la confianza en los mercados de
bonos reduciendo los costos de endeudamiento en el sur de Europa y, en segundo lugar, en contra del objetivo de largo
plazo de restaurar la prosperidad en Europa. Con respecto al primer objetivo, la respuesta de la UE ha sido en gran parte
infructuosa y mucho más costosa que podría haber sido si la acción decisiva se hubiera tomado antes. Una crisis del
mercado de bonos es, en última instancia, una crisis de confianza con dinámicas que se refuerzan a sí mismas. La mejor
manera de abordarlo es para asegurar a los tenedores de bonos que el incumplimiento está fuera de discusión. Dadas
tales garantías, el costo del préstamo cae, y mientras más resolución puedan mostrar las autoridades, menos capital
tienen que gastar para restablecer la confianza. La manera más efectiva de restaurar la confianza habría sido que el BCE
indicara que, de ser necesario, compraría cantidades ilimitadas de deuda soberana, como nacional los bancos centrales
típicamente pueden. El problema, por supuesto, es que los tratados de la UE prohíben el BCE de hacerlo directamente.
Por lo tanto, una acción decisiva habría requerido una creatividad interpretación jurídica basada en el mandato del BCE
para mantener la estabilidad financiera en Europa o la concesión de una licencia bancaria a un vehículo especial, como el
EFSF, facultado para comprar deuda soberana. Una segunda mejor estrategia podría tener ha sido para los estados
miembros garantizar la deuda griega e irlandesa, con la esperanza de cortar la crisis inicial de raíz, posiblemente
complementada por la emisión de eurobonos conjuntos para apoyar a otros países susceptibles de contagio. Estos
habrían sido radicales medidas, transformando eficazmente la UEM en una unión fiscal, y por lo tanto muy difícil para
acordar rápidamente, pero los tiempos desesperados requieren una acción radical. La UE perdió una oportunidad, si es
difícil, y la alternativa ha sido costosa y está lejos de ser exitosa. Se puede decir lo mismo de los esfuerzos para restaurar
el crecimiento económico en Europa. Dos años después de la crisis, gran parte del continente está ahora cerca de la
recesión. En este frente, la principal alternativa habría sido que los europeos del norte proporcionaran más amplio
apoyo financiero a los países del sur de Europa, en términos que les permitió reducir sus déficits presupuestarios más
lentamente, combinado con la reflación en el norte, diseñado para llevar las tasas de inflación europeas al 3-5 por ciento
distancia. Dado que la inflación erosiona el valor de la deuda existente, esa estrategia tendría requirió que los bancos y
estados del norte de Europa compartan más los costos de ajuste, pero probablemente habría mejorado las perspectivas
de crecimiento para el continente en su conjunto. Hacer competencia en los mercados de bienes y mano de obra más
intenso puede aumentar la eficiencia de algunas economías en el largo plazo, pero es poco probable que aumente las
tasas de crecimiento a corto o mediano plazo. La UE aún carece de una estrategia de crecimiento viable. En la medida en
que Europa se enfrenta a una clásica crisis de deuda, el crecimiento a mediano plazo también depende de la
reestructuración de la deuda de los sectores público y privado. Lo que aparece como una crisis de deuda soberana es en
realidad una crisis del sistema financiero europeo. Pero los gobiernos europeos están sólo empezando a lidiar con el
problema de decidir de quién serán los préstamos reembolsados, y cuanto más se retrase ese proceso, más costoso
será. Mientras tanto, muchos bancos del sur viven con el soporte vital del BCE, en la forma de préstamos basados en
garantías cada vez más dudosas, y los bancos del norte han reducido sus préstamos a cumplir con los requisitos de
capital impuestos más estrictos a raíz de la crisis financiera, un grave problema porque las empresas europeas dependen
especialmente de los préstamos bancarios para las finanzas.

EXPLICANDO LA RESPUESTA A LA CRISIS

¿Por qué la respuesta a la crisis ha sido tan detenida, tan centrada en imponer los costos de ajuste en el sur de Europa,
y menos eficaz de lo que podría haber sido? Cuatro factores han condicionado el carácter de la respuesta: la
intratabilidad de la problema; deficiencias en las instituciones europeas; diagnósticos divergentes del problema; y los
límites de la solidaridad europea. Nadie debe subestimar cuán difíciles han sido los problemas que enfrenta la UE. Sus
gobiernos enfrentaron una paradoja intratable. Para evitar el aumento de la deuda soberana a niveles insostenibles, la
UE tuvo que tranquilizar a los mercados de bonos que la deuda del gobierno serían reembolsados, pero, una vez que los
gobiernos rescataron a los bancos, algunas de las deudas fueron tan grande que no podían ser reembolsados fácilmente:
para que el continente vuelva a crecer, tendría que ser reestructurado. Además, existía una posibilidad real al comienzo
de la crisis de que cualquier reestructuración inmediata de la deuda llevaría a fallas bancarias generalizadas y crisis
financiera continental. El BCE inyectó liquidez en el sistema para evitar esa perspectiva y, si se superaron los obstáculos
legales, podría haber garantizado deuda soberana en términos nominales; pero las pérdidas de esa deuda
eventualmente tendrían que ser asignado - un problema doloroso y desconcertante. Aunque la acción más decisiva
antes habría reducido los costos de tal proceso, sin duda sería difícil. En ese contexto, no es sorprendente que las
instituciones de la UE hayan demostrado ser inadecuadas para el tarea. Como he señalado, el BCE tenía prohibido
legalmente realizar compras directas de la deuda soberana, precisamente con el fin de disipar los temores de que la
unión monetaria podría involucrar transferencias de fondos entre los estados miembros; pero asignando los costos de
ajuste implícitamente requiere tales transferencias, y la UE no tiene una forma viable de hacerlo que por la negociación
intergubernamental. Como resultado, cada paso dado para apoyar a los gobiernos bajo presión de los mercados de
bonos requirió negociaciones prolongadas y aprobación unánime, a menudo previa consulta con los parlamentos
nacionales. Por lo tanto, la UE estaba institucionalmente mal equipada para tomar el tipo de acciones decisivas que han
tranquilizado a los mercados; y, cuando quedó claro cuán arduas eran esas negociaciones iban a serlo, la capacidad de la
UE para hacer promesas creíbles disminuyó. Paradójicamente por lo tanto, precisamente porque los esfuerzos para
resolver la crisis de confianza fueron tan extenuante, con el tiempo se ha vuelto cada vez más difícil para la UE convocar
credibilidad para hacerlo. Por razones similares, ha sido difícil para la UE reestructurar la deuda. A pesar de que ahora se
han hecho planes vagos para algún tipo de unión bancaria, en su ausencia, no ha habido medios efectivos para asignar el
costo de cancelar la deuda entre instituciones o países. En cada paso, la respuesta a esta crisis se asemeja a un juego de
coordinación gigante, en el cual los beneficios de llegar a un acuerdo superan los costos de no hacerlo, pero cualquier
acuerdo específico distribuye los beneficios y riesgos relevantes de manera diferente. Por lo tanto, la política de
respuesta ha estado dominada por un intenso conflicto sobre quién soportaría esos riesgos junto con el conflicto obvio
entre los gobiernos del norte y del sur estaba un conflicto paralelo entre el BCE y los gobiernos miembros sobre ese
tema. Debido a esta política, la UE no pudo gestionar sus interacciones estratégicas con la bonos de mercados de
manera efectiva, lo que aumenta los costos de respuesta. Esos problemas se vieron agravados por la incertidumbre
sobre cómo diagnosticar el problema y por la variación nacional en ese diagnóstico. Las declaraciones públicas iniciales
de los líderes políticos alemanes transmitieron la impresión de que inicialmente no se dieron cuenta que la presión del
mercado sobre Grecia suponía una amenaza existencial para el euro: trataban el problema como si fuera simplemente
una cuestión de la irresponsabilidad fiscal del gobierno griego (como seguramente lo fue) que podría corregirse
imponiendo austeridad presupuestaria a Grecia (que no pudo). Incluso después de que las dimensiones completas de la
crisis se volvieron claras, sigue siendo una sorprendente divergencia entre los que argumentaron que podría ser resuelto
por la austeridad fiscal y otros que mantienen que las medidas de reflación en el sur así como el norte de Europa sería
necesario.

En cierta medida, esta división refleja preferencias divergentes sobre si el norte o sur deben asumir los costos de la
crisis. Pero también refleja desde hace mucho tiempo diferencias en las doctrinas económicas expuestas por los
economistas alemanes, muchos de que estaban vinculados a la escuela de economía de Friburgo y comprometidos con
el equilibrio presupuestos, y los economistas de Francia e Italia que a menudo tenían puntos de vista más keynesianos.
En un nivel más profundo, la política tortuosa de la crisis del euro revela la dificultad a la que los gobiernos miembros se
han enfrentado sobre la perspectiva de que la supervivencia de el euro requerirá transferencias sustanciales de
recursos, al menos temporalmente, a través de fronteras nacionales La moneda única se inició bajo la premisa de que no
se requieren tales transferencias, y ningún gobierno del norte de Europa ha preparado a su electorado para esa
eventualidad. Por lo tanto, la crisis ha arrojado los límites de la solidaridad europea en agudo relieve. La solidaridad
social ha sido durante mucho tiempo un valor distintivamente europeo. El modelo de las redes sociales europeas
especifica que aquellos que están mejor deberían ayudar a los que están peor, ya que los los fondos de la UE lo hacen en
una escala modesta. Pero ahora está claro que, en su mayor parte, los sentimientos de solidaridad social se paran en las
fronteras nacionales. Cuando se le preguntó a rescatar a los que sufren en el sur de Europa, muchos europeos del norte
se han resistido. El sentido de identidad europea por lo que la UE se esfuerza ha sido expuesta como una chapa delgada
tendida esencialmente fuertes identidades nacionales; y eso también obstaculiza un sistema transeuropeo eficaz
respuesta a la crisis. Este problema fue exacerbado por la respuesta inicial a la crisis en el norte Europa. Al igual que la
identidad nacional, la solidaridad social es una construcción social, sensible a el flujo y reflujo de los llamamientos
políticos. Impulsado por una prensa cada vez más nacionalista, la reacción inicial del gobierno alemán fue culpar a la
crisis en el ejercicio fiscal imprudencia de los europeos del sur. Estos últimos fueron ridiculizados por retirarse también
temprano, no pagando sus impuestos, y viviendo muy bien del cerdo durante la primera década de el euro, cuando los
alemanes estaban restringiendo sus salarios con el fin de recuperar el internacional competitividad que habían perdido a
raíz de la reunificación.

EL CAMINO A SEGUIR

El encuadre de la crisis como una cuestión de derroche fiscal nacional, más que como un crisis bancaria europea, ha
socavado los sentimientos de solidaridad europea en los que el apoyo para una mayor integración en última instancia
depende. Las diferencias entre las variedades del capitalismo de Europa llaman a la viabilidad de ese compacto en
cuestión. Para las economías orientadas a la exportación del norte de Europa, los presupuestos ampliamente neutrales a
menudo tienen sentido, porque las políticas más reflacionarias pueden elevar los salarios, socavando la competitividad
del sector de exportación. Por el contrario, en las economías donde el crecimiento depende más de la demanda interna,
la flexibilidad macroeconómica de las políticas que a veces son más reflacionarias pueden ser apropiadas. Por lo tanto,
las diferencias organizacionales en las economías políticas europeas militan contra las reglas fiscales, pero Europa
todavía carece de un marco institucional para acordar políticas fiscales más flexibles.

La opinión común de que la reducción de los desequilibrios en las cuentas corrientes dentro de la zona euro es la clave
para resolver sus problemas y confunde los síntomas de la enfermedad. El verdadero problema es cómo cerrar estos
desequilibrios. Algunos sugieren deflación para reducir importaciones en el sur, mientras que otros instan a la reflación
en el norte. En el corto plazo, es deseable para que los países con superávit del norte de Europa amplíen la demanda
interna, y para los países deficitarios del sur de Europa para promover las exportaciones, como Irlanda y España con
cierto éxito. Como he notado, sin embargo, esto no es factible para las economías de exportación del norte de Europa
para mantener un alto nivel de expansión de políticas macroeconómicas a largo plazo y la alternativa, a saber,

la deflación sostenida en el sur implica tasas de crecimiento significativamente más bajas allí. Si el Euro sobrevivirá en su
forma actual sigue siendo una duda. Nacido de la voluntad política, bien puede durar en eso, que no puede apreciar el
sentido palpable de integración que fluye del uso de una moneda común. Pero la economía milita contra soluciones
fáciles. Es difícil ver cómo las economías del sur de Europa puede mantener su competitividad internacional sin la
capacidad de devaluar periódicamente contra sus principales socios comerciales. Las alternativas que tienen son
desmembrar movimientos sindicales que históricamente han sido poderosos y no se callarán en esa buena noche, para
reunirlos en agentes efectivos para la coordinación salarial, como lo hizo Irlanda antes de la crisis, o para operar políticas
tan deflacionistas que frenan costos laborales unitarios a costa de sofocar el crecimiento económico. Algo como la
solución irlandesa puede ser posible a medio plazo. Sin embargo, la idea de que, con esta reforma, estas economías
pueden reflejar la economía alemana es otro de esos espejismos que se interponen en el camino de soluciones genuinas
a los problemas. En el futuro inmediato, el destino del euro se convertirá en la voluntad del europeos del norte para
extender aún más crédito a sus vecinos por tiempo indefinido período y la capacidad de los electorados del sur para
tolerar programas de austeridad debilitantes. La capacidad de la UE para restablecer la confianza de los mercados en la
estabilidad de la moneda única depende de la credibilidad de su compromiso de hacerlo. Pero como los parlamentos
nacionales ponen más restricciones a las acciones de los gobiernos, se vuelve cada vez más difícil para los estados
miembros hacer pronunciamientos que sean creíbles. Sin duda, esta es la crisis más grave que la UE ha enfrentado desde
su creación, con el potencial de abrir fisuras duraderas entre sus estados miembros. Sin embargo, la capacidad de los
Estados europeos para convertir una crisis en un crisol para una mayor integración, como el Acta Única Europea, no
debe subestimarse. Dado el tiempo suficiente, bien podría hacerlo nuevamente, pero los mercados financieros y el
electorado de Europa les dio ese tiempo? Esas son las preguntas abiertas del día.

STRANGE, Susan (1996). The retreat of the state. The diffusion of power in the world economy. Cambridge University
Press. p. 3-30.

Introducción:

Hoy en día, los jefes de gobiernos son los últimos en reconocer que ellos han perdido la autoridad, que antes solían
tener, sobre las sociedades nacionales y las economías. Su mando sobre los resultados ya no es como antes. Los
políticos hablan como si tuvieran respuestas frente a los problemas económicos y sociales, como si de verdad
estuvieran a cargo del destino de sus países cuando de hecho las personas ya ni siquiera les creen. Dicha desilusión
respecto a los líderes nacionales, derribó a los líderes de la Unión Soviética y de los Estados de Europa central. Sin
embargo, esta falta de confianza no solo puede observarse en los países socialistas sino también en los países
capitalistas (con EUA, Italia, UK y Francia a la cabeza), tanto respecto a quiénes están en el gobierno como quiénes son
oposición. En los últimos años, los medios y la prensa sensacionalista, han expresado más sus críticas y han sido más
duros y pesimistas con los gobiernos como nunca antes en la historia.

Este texto parte de la profunda creencia de que las percepciones de los ciudadanos ordinarios son más confiables que
las pretensiones de los líderes nacionales y de sus burocracias, e incluso, son una mejor guía de entendimiento que las
teorías académicas. En este sentido, los científicos sociales (en economía y en política especialmente), se aferran a
conceptos obsoletos y a teorías inapropiadas dado que dichas teorías, pertenecen a un mundo más estable y ordenado
que en el que hoy vivimos; pertenecen a un mundo donde las fronteras territoriales de los Estados tienen cierta
importancia. Sin embargo, hoy estamos frente al ritmo de cambio más rápido en la historia de la humanidad. Por esta
razón, creo que es el momento de reconsiderar algunos de las ideas más arraigadas en la academia dentro de la
economía, la política, la sociología y las relaciones internacionales.

Debemos repensar algunos de los supuestos de las ciencias sociales convencionales y especialmente del estudio de las
relaciones internacionales; dichos asuntos refieren a: 1) los límites de la política en tanto actividad social; 2) la
naturaleza y las fuentes de poder en la sociedad; 3) la necesidad y también la indivisibilidad de la autoridad en el marco
de una economía de mercado; la naturaleza anárquica de la sociedad internacional y la conducta racional de los Estados
en tanto actores unitarios dentro de esa sociedad. La 1) y 2), son propias de la ciencia política; la 3) de la ciencia
económica liberal o neoclásica; la 4) del pensamiento realista o neorrealista en las relaciones internacionales. En este
marco, el principal argumento del presente texto es que las fuerzas impersonales del mundo del mercado, integradas
durante el período de posguerra mayormente a través de las empresas privadas en diversos sectores (finanzas,
industria, comercio) son ahora más poderosas que los Estados (los cuales suponen tener “la autoridad política última
sobre la sociedad y la economía) → antes los Estados eran los “masters of markets”, ahora los mercados son en muchos
asuntos los “masters over the governments of states”. El declive en la autoridad del Estado se refleja en una creciente
difusión de la autoridad hacia otras instituciones y asociaciones, a cuerpos locales y regionales, y en una creciente
asimetría entre los Estados grandes con poder estructural y aquellos más débiles que no cuentan con dicho poder.
Ahora bien, este fenómeno del “REVERSAL OF STATE-MARKET BALANCE OF POWER” (la inversión en el balance de poder
entre Estado y mercado) presenta ciertas paradojas. Dichas paradojas puede ser usadas como evidencia contra mi
argumento inicial.
1. La intervención de la autoridad estatal (y de las agencias del Estado) en la vida diaria de los ciudadanos parece estar
creciendo: En aquellas tareas propias de los individuos (buscar trabajo, comprar bienes y servicios con precaución en
caso de que no hubiera garantía de seguridad, construir sus casas, manejar sus relaciones familiares, etc.) ahora se
encuentra el Estado inmiscuido, sancionando leyes, enviando inspectores y autoridades de planeación, proveyendo
servicios de empleo, reforzando la protección del cliente, etc. Pareciera como si cada vez menos la vida de los individuos
fuera inmune a las actividades y decisiones de las burocracias del gobierno.

● Respuesta de la autora: esta cuestión no es necesariamente inconsistente en relación a mi argumento; de hecho, es


menos efectiva si nos referimos a aquellas cuestiones básicas libradas a un mercado que éste nunca ha sido capaz de
proveerlas (seguridad, estabilidad monetaria para comercio e inversiones, claro sistema de ley, suficiencia en provisión
de bienes públicos y servicios de transporte y comunicaciones). Por ello, el mercado es menos respetado y ha perdido
su supremacía de antes. La necesidad de una autoridad política de algún tipo, legitimado tanto por el uso coercitivo de
la fuerza como por el consentimiento popular, o más frecuentemente por la combinación de ambas, es una razón
fundamental para la existencia de los Estados. Sin embargo, muchos Estados están siendo deficientes en estas tareas;
dicha deficiencia ha estado compensada por una mayor actividad en asuntos marginales que resultan opcionales para la
sociedad e innecesarios para el funcionamiento del mercado y el mantenimiento del orden social. La trivialidad del
gobierno no ha hecho su autoridad más respetable sino todo lo contrario.

2. Mientras los gobiernos de los Estados establecidos (mayormente en Norteamérica y Europa occidental) están
sufriendo la pérdida progresiva de la autoridad real, se produce un incremento de grupos sociales que desean tener
su propio Estado: Esto sucede en el caso de grupos étnicos, minorías y pueblos indígenas en cada parte del mundo
(Canadá, Australia, India, África y los tan llamados “Estados nación europeos”, etc.). Podemos mencionar además:
aquellos reprimidos por la fuerza (los Kurdos); otros no tan fuertes pero suficientemente enojados como para ofrecer
un serio desafío a los Estados existentes (los Escoceses y los Corsicos); otros quiénes han sido pacificados por medio de
recursos transferidos por medidas que apuntan a su necesidad percibida de identidad independiente (como los Native
Americans, los indígenas, los Samis y los Flamencos).

● Respuesta de la autora: Solo algunos (como los eslovacos, eslovenos, groenlandeses y las islas-Estado del pacífico) han
tenido éxito en obtener la estatalidad (la categoría de Estado), aunque ello no parece haberles dado control alguno
sobre el tipo de sociedad o la naturaleza de la economía que habrían preferido. En síntesis, el deseo de autonomía
étnica o cultural es universal; los medios políticos para satisfacer ese deseo dentro de un mundo de mercado integrado,
no es la economía. La mayoría de las sociedades tienen que contentarse con la mera apariencia de autonomía, con una
mera “fachada” de estatalidad (“statehood”); la lucha por la independencia ha sido con frecuencia solo producto de una
victoria pírrica.

3. El vacío de la autoridad del Estado desde fines del siglo XX se trata de un fenómeno occidental y anglosajón, ya que
es refutado por la experiencia de los Estados asiáticos: los Estados asiáticos tienen como objetivo lograr el crecimiento
económico, la industrialización, una infraestructura modernizada y un aumento en los estándares de vida de sus
sociedades. Ciertos países (Singapur, Japón, Corea, Taiwán) tienen fuertes gobiernos que han usado sus propios
objetivos para restringir y controlar el comercio y las inversiones exteriores, localizar el crédito, y guiar el desarrollo
corporativo en el sector privado. Desde esta postura, la visión del declive de los Estados es eurocéntrica, y es demasiado
temprano para asumir dicho argumento.

● Respuesta de la autora:

a. Todos estos Estados asiáticos han sido excepcionalmente afortunados dado que se han beneficiado de tres maneras
de su posición geográfica en la frontera occidental de los Estados Unidos durante la Guerra Fría; gracias a su importancia
estratégica desde 1950, obtuvieron una generosa ayuda militar y económica de EUA, sumado a su alto nivel de ahorro
doméstico y sus bajos patrones de consumo. Dicha combinación dio inicio a un rápido desarrollo económico.

b. También por razones estratégicas, estos Estados han estado exentos de la presión de ajustarse a las nomas de una
abierta economía liberal dado que se les ha permitido limitar sus importaciones extranjeras y también restringir la
entrada de empresas extranjeras (que podrían haber reducido la competitividad de las firmas locales). A su vez, se les
ha dado un relativo acceso abierto al inmenso mercado estadounidense de manufacturas y luego al europeo. Por
último, la tecnología necesaria para su industrialización se hallaba disponible en el mercado (en forma de patentes,
consejos técnicos desde Europa y los EUA, alianzas corporativas) lo cual les permitió incorporar tecnología sin pérdida de
costo directivo.

● Conclusión de la autora frente a las tres paradojas: estas paradojas se han quedado en el camino, no solo porque la
Guerra Fría ha terminado sino también porque los gobiernos asiáticos se encuentran bajo una creciente presión de los
EUA para que adopten políticas comerciales y de inversión más liberales y no discriminatorias, para liberalizarse y
permitir mayor competencia (incluso extranjera) para beneficio de los consumidores y de los demás productores. En
síntesis, se ha erosionado el excepcionalismo asiático y dicho desgaste irá en aumento. Habrá una competencia por el
control de las instituciones y agencias de gobierno en la mayoría de estos Estados, entre facciones de partidos políticos y
entre vastos intereses tanto dentro del sector público como del privado y entre las ramas de la burocracia estatal. Se
verán limitadas, entonces, la unidad y la autoridad de dichos gobiernos.

CAUSAS de la “inversión del balance de poder entre Estado y mercado” → son los factores desatendidos (“neglected
factors”):

A. TECNOLOGÍA

Existe un acelerado proceso de cambio tecnológico y no hay razones para suponer que el cambio en productos y
procesos, incentivados por el beneficio económico, se desacelerará en el futuro. Sin embargo, este fenómeno ha sido
descuidado por los cientistas sociales dado que suelen asociarlo con campos de estudios propios de las ciencias
naturales como la química, la física, etc. En realidad, ha tenido gran impacto en la sociedad, la política y la economía. El
sentido común es importante para explicar el cambio, el cual resulta ser un factor continuo y dinámico. Existen dos
aspectos centrales relacionados al cambio técnico:

a) Aspecto militar: el desarrollo de armamentos ha cambiado la naturaleza de la guerra entre Estados. Durante la Guerra
Fría, el desarrollo de la bomba nuclear fue necesario frente a un contexto de destrucción mutua asegurada y también
presento una situación ideal para no utilizarlas. Luego de la GF, se moderó la expectativa de que el planeta podría
destruirse tarde o temprano y además se redujo la confianza en que los Estados podrían, vía estrategia defensiva,
prevenir este acontecimiento. En este sentido, la tecnología ha socavado una de las razones primarias de la existencia
del Estado, esto es, su capacidad de repeler ataques de otros, su responsabilidad de defensa;

b) Aspecto médico (para retratar los cambios en la vida civil): la tecnología médica ha hecho la vida más cómoda, la
tecnología eléctrica ha liberado a las mujeres de ocupar todo su día en tareas doméstica (con la lavadora por ejemplo), y
el desarrollo de los diferentes electrodomésticos ha distribuido los niveles de ingreso y, por eso, ahora las personas
tienen más que perder de los conflictos interestatales. Se trata de la comodidad propia del conservadurismo en política.
Además, obtener nueva riqueza ya no significa ganar territorio sino más bien ganar cuotas de mercado en el mundo por
fuera de las propias fronteras del Estado. De esta manera, se les ha permitido a países pobres como Japón, Taiwán u
Hong Kong ganar intercambio extranjero, a partir de lo cual comprar bienes de capital, tecnología y los recursos
necesarios en energía y materias primas. En estos países, la competencia por las cuotas del mercado internacional ha
reemplazado la competencia por el territorio o por el control sobre los recursos naturales del territorio, como el
verdadero juego entre los Estados. Por último, la búsqueda de aliados no ha estado confinada solo a los Estados o las
Organizaciones Intergubernamentales sino también a las firmas foráneas. Dichas firmas pueden ser persuadidas, a
cambio de garantizarles acceso al mercado nacional, de aumentar las finanzas, incorporar tecnología al país, proveer
“the management” y acceso para exportar a mercados: en síntesis, para localizar la producción de bienes y servicios
dentro del territorio del Estado de recepción. En la mayoría de los países en desarrollo y los exsocialistas, la perspectiva
de nuevos trabajos y de ganancias de exportación traída por dichas inversiones presenta poderosas razones para
incentivar a un cambio de actitud hacia las “multinacionales”.

b. FINANZAS Hoy en día, la atracción por las TNC (corporaciones transnacionales o “transnational corporations”) radica
en su habilidad para levantar las finanzas y las inversiones además de desarrollar nuevo tecnología. En este sentido, ha
habido un creciente aumento en los costos de capital en el caso de las innovaciones tecnológicas más importantes (en
agricultura, manufactura y en la provisión de nuevos servicios, etc.). En estos sectores, la entrada de capital se ha
elevado mientras que la entrada relativa de trabajo ha caído.

Dicho aumento de costos ha elevado las apuestas de mercado como si fuera un juego de mantenerse en pie en pos de
competir; esto puede observarse tanto entre firmas (las cuales intentan asegurarse sus cuotas de mercado) y entre
gobiernos (quiénes intentan asegurar que sus economías, de las cuales son los responsables, se mantengan en
competición por la riqueza que proviene de otras economías). En síntesis, los gobiernos pueden beneficiarse de las
inversiones de las TNC sin soportar los costos principales de las mismas, lo cual presenta fuertes razones para formar
alianzas. El cambio en el sistema mundial explica todo lo anterior. Los costos de la nueva tecnología en la estructura
productiva se añaden a la prominencia del dinero en la economía política internacional. Por ello, salvo excepciones, los
académicos en relaciones internacionales han pasado por alto los aspectos políticos involucrados en la creación del
crédito y en los cambios en la estructura financiera global. La teoría no hace demasiada mención de la “estructura
financiera” (como diferente del orden monetario internacional que gobierna las relaciones de intercambio entre
monedas nacionales).

En resumen, el aumento en los costos de capital de las nuevas tecnologías no podría haber sido cubierto sin: a)
cambios fundamentales en el volumen y la naturaleza del crédito creado por el mercado económico capitalista y b) la
movilidad añadida que ha caracterizado ha dicho crédito creado. La oferta de capital para financiar la innovación
tecnológica (entre otros fines) ha sido tan importante en la economía política internacional como la demandas de los
innovadores por más dinero para producir productos aún más sofisticados en base a procesos de producción más
intensivos en capital. Dichos cambios en la oferta y la demanda tienen lugar dentro de los mercados y, sin embargo, son
los mercados – más que las relaciones entre Estados- los que tienden a ser pasados por alto por los estudios en
economía política internacional; el énfasis de estos estudios está puesto en las relaciones monetarias internacionales
entre gobiernos y sus monedas nacionales. En la medida en que la atención no es puesta en las instituciones que crean y
financian el crédito en la economía mundial, se sostiene que estas son solo importantes por la creciente volatilidad que
causan en las tasas de intercambio o por el impacto que tienen sobre la habilidad de los gobiernos de pedir préstamos
afuera para financiar el desarrollo o el déficit (ingresos-gastos, importaciones-exportaciones). A la larga, el problema es
que estos estudios pasan por alto tres maneras de conexión importantes entre la oferta de las financias internacionales
(el crédito), la demanda de las firmas y la intervención política de los gobiernos en tanto reguladores de los mercados
financieros y bancaros y prestamistas o prestatarios, tanto a nivel local como en el exterior. A continuación, daré un
ejemplo de dichas conexiones. En el caso de las firmas, ellas acceden a los mercados financieros en miras a ganar dinero,
fusionándose o comprando otra firma, financiando el desarrollo o aplicación de nueva tecnología o la expansión dentro
de un nuevo mercado. Dentro de la literatura, se han producido ciertas respuestas como la teoría del ciclo de
producción de Vernon y las de Dunning. Estas teorías manifiestan una preocupación respecto al interés de las firmas en
bajar el costo de las transacciones internacionalizando transacciones. Además, en oposición a las empresas, a nivel
político, otros estudios indican que el comportamiento político se orienta más a mantener el control que a bajar los
costos (en orden de importancia).
Política, Poder y Legitimidad (“legitimacy”):

Premisas (que subyacen al principal argumento del presente texto): ● Aclaración: cada una de ellas se relaciona
directamente con algunos de los supuestos convencionales de la economía, las ciencias sociales (especialmente la
ciencia política) y las relaciones internacionales; se tratan de desafíos a dichos supuestos. 1. La política es una actividad
común: no se limita a los políticos y sus funcionarios. 2. El poder que se tiene sobre los resultados (“outcomes”) es
ejercido de forma impersonal por mercados y, con frecuencia, de forma inintencionada por quienes compran, venden y
negocian en los mercados. 3. La autoridad sobre la sociedad y las transacciones económicas se encuentra legítimamente
ejercida por agentes que no son los Estados, y ha sido libremente aceptada por aquellos que se hallan sujetos a esta.

Analizar estas premisas requiere cierta “excursión” en cuestiones de teoría. En la literatura de la economía política
internacional, a finales del siglo XX, se han producido ciertos cambios y están siendo desarrolladas tres preposiciones
generales sobre los patrones de la autoridad legítima: 1. Existe una creciente asimetría entre los pretendidos Estados
soberanos en cuanto a la autoridad que estos ejercen en la sociedad y en la economía: existe la tendencia de asumir una
cierta uniformidad en la naturaleza y la efectividad del control que cada Estado tiene sobre las relaciones económicas y
sociales dentro de sus respectivas fronteras territoriales. Los atributos de la soberanía doméstica fueron asumidos
como si automáticamente dependieran del reconocimiento otorgado a cada Estado por sus pares. En este sentido,
ciertos micro Estados (ej. República de San Marino) son admitidos dentro de Naciones Unidas, pero el reconocimiento
de su soberanía no es más que una pretensión cortesana; existe apenas una diferencia de grado entre estos y muchos de
los miembros más pequeños y pobres de la sociedad internacional de Estados, quiénes también ocupan asientos en NU.
1. La autoridad de los gobiernos de todos los Estados ha sido debilitada debido a un cambio tecnológico y financiero y de
la acelerada integración de las economías nacionales en un único mercado global: Sus fallas en el manejo de la
economía nacional, en mantener el empleo y sostener el crecimiento económico, en evitar los desequilibrios en los
pagos con otros Estados, en controlar la tasa de intereses y de intercambio, no es una cuestión de incompetencia
técnica, una depravación moral ni una maldad política, sino que son víctimas de la economía de mercado. 1. Algunas de
las responsabilidades fundamentales de los Estados en el mercado económico, no están siendo adecuadamente
ejercidas por nadie: dentro de la economía política internacional, existe un vacío que no ha sido adecuadamente
llenado por las instituciones intergubernamentales o por un poder hegemónico que ejerza liderazgo en pos del interés
común. La polarización de los Estados entre aquellos que retienen cierto control sobre sus destinos y aquellos que son
efectivamente incapaces de ejercer control alguno, no deriva en un juego de suma cero: aquello que algunos han
perdido, otros no han ganado. La difusión de la autoridad por fuera de los gobiernos nacionales ha dejado un vacío de
no autoridad, no gobernanza (“ungovernance”). La conducta a nivel internacional ya no puede ser solo considerada a
nivel interestatal.

PARTE 2 - PATRONES DE PODER (Capítulo destinado a ampliar las concepciones en torno al poder)

Cómo pensar sobre el poder A nivel semántico, los cientistas políticos han debatido en torno a un término más genérico
que abarcase todo, desde coerción directa por medios violentos hasta la influencia vía persuasión; otros, han apoyado
un sentido más estrecho entendiendo al poder como diferente de la autoridad o de la influencia, solo presente cuando
aquellos sobre quienes se ejerce tienen poca o ninguna opción más que ceder. Pero la autora considera que la discusión
semántica es inútil, al menos debido al propósito de observar, entender y analizar el cambio en la economía política
global. Por esta razón, prefiere una definición más inclusiva y amplia de poder, entendiéndolo como “la habilidad de una
persona o grupo de personas para afectar en resultados donde sus preferencias tienen prioridad sobre las preferencias
de los demás” (“the ability of a person or group of persons so to affect outcomes that their preferences take
precedence over the preferences of others”). La ventaja de esta definición es que evita la trampa lógica de reducir el
poder a la mera persecución de intereses (nacionales, de clase, corporativos o los que fueran, a corto/mediano/largo
plazo, etc.) dado que la determinación de qué es un interés es una cuestión altamente subjetiva, sobre la cual existen
diversas percepciones divergentes entre sí. Además de la discusión semántica, existe otra cuestión muy debatida: la
metodología. El poder es mayormente definido, tanto a nivel local como internacional, en términos de recursos o
capacidades. Por ello, creemos reconocer fácilmente el poder cuando somos testigos de él y, mayormente cuando
somos nosotros quienes debemos ceder al poder de otros. La autora critica esta idea dado que, por ejemplo, no siempre
los ejércitos más grandes han resultado victoriosos.

Sin embargo, la autora argumenta que deben considerarse otras cuestiones como la voluntad y la habilidad en la
definición de poder, además de los recursos (humanos y materiales), añadiéndose entonces, factores no cuantificables
y demasiado impredecibles. A partir de aquí, en orden a criticar las nociones de poder antes señaladas, la autora retoma
a Klaus Knorr, un autor dentro de la economía política internacional. Dicho autor plantea que las capacidades – en tanto
posesión de recursos- son solo un factor a considerar dado que nunca hay seguridad sobre la futura posición de poder
aunque se tengan grandes capacidades. En este sentido, también Hoffman y Waltz plantean la paradoja de que una
enorme capacidad no siempre se traduce en tener poder sobre los resultados. Por ejemplo, durante la Guerra Fría, la
fuerza solo servía para ganar seguridad, solo servía para “aparentar que se poseía seguridad”. Sin embargo, Waltz se
opone a la idea de Robert Dahl que postula que “el poder es discernible a través del control sobre los resultados”. En la
perspectiva de Waltz, los Estados poderosos no siempre son aquellos capaces de hacer prevalecer sus propias
preferencias sobre las preferencias de los demás.

El poder en la relación con otros Estados – en términos de poder relacional- no era el único factor. El autor toma como
ejemplo la Guerra del Golfo: si bien EUA con sus aliados ejercieron un abrumador poder sobre Irak no consiguieron su
objetivo preferido que era remover a Sadam Hussein del poder. Entonces, cuando se trata de los resultados, “el Poder es
solo una causa entre otras, respecto a las cuales no puede ser disociado”. Por otro lado, más allá de la cuestión sobre la
naturaleza del poder, otras preguntas han tenido prioridad en la literatura, tales como la pregunta sobre la naturaleza y
el alcance de los sujetos, sus características distintivas y la reconciliación de perspectivas divergentes en torno al mismo.
Una notable excepción frente a la corriente hegemónica representada por los autores antes mencionados,
respondiendo a los interrogantes últimos planteados, ha sido Joseph Nye, quién ha hecho la distinción entre poder duro
(coercitivo y relacional) y poder blando (indirecto, estructural).

Este autor arguye que el declive de la escuela estadounidense se debe a que se centra demasiado en el poder duro,
prestando poca atención al segundo. Otra cuestión importante al analizar estos debates en torno al concepto de poder,
es la noción de RACIONALIDAD: Un grupo de académicos ha definido la economía política solo como la aplicación de
métodos y conceptos económicos en política, retomando el concepto de actores racionales y de elección racional. Pero
la racionalidad es definida en términos acotados como la mera acción que persigue ganancias materiales o evitar
pérdidas materiales. Sin embargo, la vida real está llena de usos de poder, los cuales no son considerados racionales si se
los mira desde una lógica estrictamente económica. Además, el otro problema con la racionalidad tiene que ver con los
propósitos o fines de aquellos quiénes tienen poder en el sistema. Frente a ello, Herbert Simon ha intentado dar una
respuesta a través de su concepto de “racionalidad limitada” postulando que las firmas tienen múltiples objetivos en
mente al momento de tomar decisiones, por lo que no buscan la óptima sino aquella que satisface de forma suficiente
sus múltiples objetivos (sin ser ideal, es plausible). Sin embargo, esta concepción aún presenta muchos déficits para
explicar la realidad, entre ellas, su cualidad estática dado que asume que las motivaciones y los propósitos se mantiene
igual a través del tiempo. A su vez, no tiene en cuenta que no siempre los actores son conscientes de sus propios
propósitos. La obsesión hegemónica Una de las razones por las cuales el tema del poder ha sido tratado
superficialmente se debe a una exagerada preocupación en el rol de los hegemones en el sistema, excluyendo otras
cuestiones relativas a la naturaleza y al uso del poder. La conciencia respecto a este último punto surge debido al
creciente desorden en el sistema internacional, el desorden de los sistemas financieros y comerciales, y la consecuente
necesidad de buscar respuestas alternativas frente al desmanejo y al abuso de poder estadounidenses. Para ilustrar los
desarrollos teóricos que giran en torno a esta obsesión, debemos comenzar por la hipótesis de Kindleberger, realizada
durante la depresión mundial de entreguerras: “la economía mundial funcionaba mejor cuando un Estado dominante
actuaba como un líder financiero o hegemon”. Por ello, una economía de mercado necesitaba algún tipo de moneda
estable para trabajar de forma eficiente. Esto explica que en ausencia de una moneda internacional, se usara en el siglo
19 la libre esterlina como equivalente al oro; luego en 1930, frente a la incapacidad de Gran Bretaña y la falta de
incentivos de EUA de actuar como un hegemon, la economía global había sufrido, no debido al proteccionismo de
mercado sino a la ausencia de un líder financiero que fuera además prestamista de último recurso con una moneda
estable.

Finalmente, en 1970 el desorden económico ya comienza a ser explicado por esta teoría sobre la estabilidad
hegemónica (“hegemonic stability theory”). Se arguye, entonces, que estos desórdenes no son producto de malas o
inadecuadas políticas estadounidenses sino de una pérdida de poder de los EUA, sobre la cual era necesario encontrar
alguna evidencia. Respecto a la naturaleza del poder, la atención se centró en el poder del hegemon – los EUA- durante
los 70 y los 80, y el poder fue concebido como derivado de recursos (y no de la capacidad de influenciar en los
resultados). En este marco, la autora cita a dos académicos principales en los EUA. Keohane define el poder del
hegemon como basado en el control sobre las materias primas, los recursos de capital, sobre los mercados y de las
ventajas competitivas en la producción de bienes altamente valorados (quién tiene más poder en este sentido, es el
hegemon). Así, se asume que el poder deriva de los recursos productivos de la economía territorial de los EUA y que,
por lo tanto, cuando esta base económica fuera sobrepasada e incluso suprimida por otras economías nacionales, la
mera posesión de recursos nucleares no podrían hacer más que retrasar el declive. Sin embargo, Keohane admite que
ha habido fallas en el “modelo básico de fuerza” dado que no refleja de forma suficiente la capacidad intangible de los
actores. Aquí, Keohane toma en cuenta los factores domésticos y cómo afectan la voluntad de mantener el orden en la
economía internacional. Una vez más, este factor incuantificable, “will”, se añade a las capacidades. Gilpin, por su parte,
analiza el hegemon en su rol de generar crecimiento económico como base de la sociedad. Aquí, el énfasis está puesto
en el Estado como líder, impulsor del crecimiento económico mundial. Sin embargo, tiene problemas en definir qué es
exactamente el “poder económico” y cómo se distingue del “poder político”. Dentro de las propiedades del poder
económico, enumera la posesión de un gran mercado (mayormente de capital) y, por tanto, el poder de prohibir la
entrada al mismo, distribuyendo el poder a través de la influencia, otorgando crédito y a través de los valores del
hegemon. Ambos, Keohane y Gilpin, postulan que la última base de la fuerza económica del hegemon, es la flexibilidad
y movilidad de la economía. Ambos plantean además que los EUA han perdido y continúan perdiendo poder relativo,
principalmente en relación a Japón y Europa, porque las economías de estos últimos están tomando e incluso
adelantándose a la capacidad productiva de la economía americana (definida como la actividad económica que tiene
lugar dentro de las fronteras de los EUA). En síntesis, desde esta lógica, no es la falta de recursos lo que determina el
declive de una economía. La perspectiva gramsciana La estructura de producción (“the production structure”) incluye las
relaciones de poder, no solo las capacidades. Se trata de procesos de producción que crean recursos que, a su vez,
pueden ser transformados en otras formas de poder (financiero, administrativo, ideológico, miliar y político). Estas
relaciones permiten la creación de autoridad política – Estados - los cuales han impuesto ciertas jerarquías de
producción en la sociedad y los cuales constituyen -en sentido marxista- un “sistema de acumulación”. Cuando una
estructura de producción se convierte en global o transnacional, lo mismo sucede con el potencial de explotación. En
este marco, para entender el orden mundial contemporáneo debemos tener en cuenta tanto el sistema político
internacional de Estados, el rol de los Estados dominantes en él y la estructura de producción global. Lo anterior puede
resumirse en los siguientes elementos (que se hallan separados pero en niveles interactivos entre sí): producción;
sistema político internacional de Estados; economía política internacional en tanto “orden mundial”. En su interrelación,
los cambios son producto de un mutuo desarrollo sostenible en los tres niveles. Dado que el Estado hegemónico y la
clase actúan en los tres niveles para mantener el orden existente, quiénes quieren producir cambios deben también
actuar en los tres niveles: en lo estatal, por medio de la organización estatal y la movilización, y en la estructura
productiva. Deben apuntar a debilitar el poder hegemónico formando bloques históricos contra-hegemónicos, los
cuales deben formarse y actuar tanto nacional como transnacionalmente. Sin embargo, la mayoría de los académicos
estadounidenses en relaciones internacionales, están a favor de mantener el orden existente a través del desarrollo de
mayor cooperación y coordinación entre los Estados (Gilpin habla de alianza EUA-Japón; Keohane de unión entre
naciones industrializadas), bajo el supuesto de que estos regímenes deben ser diseñados y operados bajo la influencia
dominante de los Estados Unidos.

Hay que entender, entonces, que la ideología siempre sirve a algo, las teorías siempre tienen una o varias intenciones
subyacentes. La intención de la autora de repasar los textos anteriores se debe a su interés en hacer énfasis en los tres
puntos principales sobre los que su percepción de la economía política internacional -y de la manera en que el poder es
utilizado en ella- difiere de la posición de la mayoría de los escritores en la materia. Estos tres puntos permiten dirigir la
atención hacia el poder que tienen las autoridades no estatales sobre las estructuras y, por lo tanto, sobre los resultados
del sistema. Además, nos permite ver hasta qué medida el verdadero realismo debe reconocer el involucramiento de
dichas autoridades en el mundo de la política. Por último, también se apunta a analizar las crecientes asimetrías de
poder entre los Estados y la cuestión de la ausencia o el desuso del poder sobre aspectos vitales de la economía global
de mercado. Poder Estructural En este punto, la autora retoma la postura de Marx Weber y Robert Dahl, postulando que
las capacidades y los recursos no son suficientes para evaluar el poder relativo dado que el “poder sobre” importa más
que al “poder desde”. Además, su análisis centrado en las capacidades basadas en áreas geográficas, deriva en
conclusiones erróneas. A partir de aquí, la autora enumera dos puntos generales: 1. La autoridad - el “poder sobre” los
resultados globales del que disfrutaba la sociedad americana e indirectamente el gobierno de los EUA- es aún superior a
todas las de las demás sociedades o gobiernos. A continuación, la autora ilustra lo antes dicho. Al comienzo de la Guerra
Fría, el Congreso de EUA decretó “The Battle Act”, apuntaba a evitar la venta de armas a la URSS por parte de sus aliados
(NATO, Japón y Australia), coordinando todo un comité para regular este asunto.

En síntesis, dicha protección nuclear se tradujo en poder estructural sobre las reglas del sistema de comercio
internacional. 1. El “poder sobre” no debe confinarse a los resultados buscados de forma consciente o inconsciente. El
poder puede ser efectivamente ejercido por medio de “estar ahí”, sin tener intención alguna de crear o explotar
privilegios ni de transferir costos o riesgos de uno mismo hacia otro, por ejemplo. El reconocimiento de este poder
inconsciente (“unconscious power”) es una de las grandes contribuciones de los estudios de género. Esta perspectiva
analiza las estructuras sociales y las actitudes psicológicas, las cuales no son fácilmente alterables en el corto plazo. Aquí
resulta relevante la distinción entre “poder relacional” (en relación con otros, el poder es ejercido por un partido sobre
otro de forma deliberado) o “poder estructural” (el poder sobre estructuras implica que las relaciones existentes con
estas estructuras se encuentran afectadas, incluso si lo son de forma inadvertida). En el caso de los EUA, con su poder
estructural, puede influenciar los resultados de los demás estados, dominando la relación con ellos. Un ejemplo de esto,
es la influencia unilateral estadounidense en Europa a través del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo. En este
último caso, la estrategia de desarrollo fue configurada dentro de los límites políticos y financieros decididos por el
Tesoro de los EUA. Esto demuestra que los EUA dominan en la relación con demás. Solo por “estar ahí”, influye en los
resultados; incluso al intentar delegar el poder a otros, frente a desacuerdos o malos manejos, no puede resistir la
urgencia de tomar cartas en el asunto. El hecho es que los EUA aún dominan la estructura de seguridad, y que tiene los
mayores recursos materiales e influencia sobre los demás jefes de Estado. De forma unilateral o a través de la OTAN, el
poder estructural de los EUA ha sido el determinante final de los resultados (mayormente en el período pos guerras
mundiales). Conclusiones y resultados

Frente a las diversas experiencias prácticas, debemos preguntarnos: ¿qué tipo de resultados tienen lugar producto del
ejercicio del poder estructural (PE)? ¿Cómo el PE afecta la posición relativa –poder, riqueza, autonomía, seguridad- de
algunos Estados en comparación con otros? ¿Cómo este hecho cambia el sistema como un todo? Para analizar estas
cuestiones, tomamos diferentes ejemplos: A. Situaciones de guerra: En los resultados de la guerra (entre Estados o
facciones dentro de los Estados), pereciera en primer término, bastante claro quiénes ganan y quiénes pierden. Pero las
guerras pueden ser inconclusas, el reconocimiento de quién tiene la victoria puede no ser claro. Además, existen
diferentes resultados: a corto plazo, puede ser la escasez de alimento y la destrucción de infraestructura pero, a largo
plazo, las mismas naciones pueden resultar beneficiadas, como en el caso de la Alemania de posguerra, de la imposición
de relaciones laborales imparciales en industria y a partir de un régimen de mayor competitividad. Aquí se plantea el
siguiente interrogante: ¿Cuál resultado fue el más importante? Es una cuestión subjetiva, quienes sufren y quienes se
benefician, de seguro tendrán opiniones divergentes. A. Sanciones económicas (sin guerra involucrada): Pareciera ser
que las sanciones económicas declaradas por los Estados a Sudáfrica durante el Apartheid no tuvieron tanta influencia
en los cambios a nivel interno como sí lo tuvieron las acciones de algunos accionistas estadounidenses contenidas en
bancos de EUA. En este caso, los mercados financieros tuvieron un efecto negativo en la entrada de capital, la balanza
de pagos y la tasa de créditos de Sudáfrica, incluso bajó el valor de su moneda. El análisis de estos casos prácticos nos
hace pensar que la “complejidad” es inseparable del estudio de causa-efecto cuando se trata de los resultados en la
economía política internacional. Las causas tanto políticas como económicas son inconmensurables; lo mismo sucede
con los resultados políticos y económicos. En este sentido, al interior de las sociedades nacionales, hay perdedores y
ganadores, y la red de beneficios para la sociedad entera no puede ser evaluada sin sopesar el dolor de un grupo en
relación al placer o beneficio del otro. Por eso, no basta con que decir que “A” ganó, quizás haya tenido sus victorias en
ciertos temas, pero ¿quién puede decir objetivamente cuál será el resultado final o cómo será, para quiénes, etc.?
Resulta difícil evaluar la distribución de resultados dentro y entre las sociedades e incluso aún más los resultados en el
sistema dado que estos últimos resultan de una mezcla de valores dentro del sistema como un todo. En este sentido,
podemos decir que los EUA han tenido el poder estructural para determinar resultados en el corto plazo. Pero, en el
largo plazo, algunas veces los resultados son más complejos, e incluso pueden resultar contrarios a las intenciones
estadounidenses.

Por ejemplo, la ocupación de EUA en Japón durante la posguerra, determinó un éxito económico para este segundo país
por medio de la incorporación de industrias como la automotriz y de su posicionamiento como el principal receptor de
ayuda extranjera por parte de los EUA. Este mismo razonamiento debe aplicarse en el análisis de las consecuencias
sistemáticas de las políticas de los EUA en las financias globales o en las estructuras de producción. La desregulación
impulsada por este país en 1970, preveía generar fuerte crecimiento económico aunque no se previó que también
derivaría en volatilidad, inestabilidad e incertidumbre. En este sentido, si bien en el corto plazo se benefició a los bancos
con sede en ese país, a largo plazo, produjo graves consecuencias en el mercado internacional. Este texto ha puesto
mayor énfasis en el poder estructural de los EUA, debido a que la escuela estadounidense (hoy en declive) ha dejado una
importante literatura en la economía política internacional. Los EUA usando su poder estructural para bloquear las
economías de las demás regiones, intentaba obtener beneficios y oportunidades para el “American business”. Sin
embargo, lo que los hacedor de política (“policymakers”) no planeaban fue el hecho de incrementar el poder de los
mercados por sobre el gobierno, incluso en su propio país. Los hacedores de política están acostumbrados a pensar el
poder comoperteneciente a alguien (a una institución social o económica) pero los mercados no encajan en esta
concepción dado que son impersonales, intangibles, y no necesariamente ubicables en algún lugar, no tienen
preferencias necesariamente racionales y pueden comportarse de forma impredecible y de forma perversa. Los
mercados operan bajo un principio reflexivo (“reflexive principle”): los mercados responden a las percepciones de los
“market-watchers”, mientras las percepciones de los “market-watchers” afectan los resultados del mercado. Por eso, las
ciencias sociales deben manejar conceptos más amplios dado que la objetividad nunca es absoluta. Mientras que a los
cientistas sociales les cuesta incorporar el concepto de poder de mercado en sus esquemas analíticos, los directivos de
las multinacionales no tienen dicha dificultad, dado que para ellos el poder del mercado es una realidad diaria.

WYLDE, C. (2012). ¿Continuidad o cambio? Política económica argentina posterior a la crisis y el gobierno de Néstor
Kirchner, 2003-2007. En. Íconos. Revista de Ciencias Sociales. No. 43, Quito, p. 109-133.

Las políticas económicas que Néstor Kirchner implementó durante su mandato tuvieron un éxito extraordinario, ya que
generaron desarrollo económico a lo largo de varios años, a la vez que redujeron la deuda del país y mantuvieron la
inflación bajo control. Esta recuperación tuvo lugar en el contexto de una severa crisis doméstica que afectó el país entre
2001 y 2002, pero bajo condiciones internacionales favorables (una geopolítica benigna y estable, así como un alza sin
precedentes en los precios internacionales de las mercancías). El propósito es investigar hasta qué punto las
características del gobierno de Kirchner fueron resultado de políticas domésticas intencionales diseñadas para
restablecer el carácter de la economía argentina, o si más bien, estos resultados fueron producto de una serie de
factores internacionales y eventos contextuales que instaron un conjunto de respuestas por parte del Gobierno
argentino.

Características económicas de Argentina 2003-2007

Al examinar las cifras del PIB durante el gobierno de Kirchner, evidenciamos que Argentina experimentó una
recuperación dramática en términos de crecimiento económico. Las razones de esta recuperación varían de acuerdo al
período examinado.

1. La primera etapa corresponde al período de recuperación inmediata, la cual fue relativamente pobre y se dio durante
el segundo y tercer cuatrimestre de 2002. La recuperación no arrancó de inmediato debido a una demanda agregada
reprimida como resultado de una baja en la tasa de empleos, recortes en los salarios, restricciones de liquidez a
consecuencia del corralito e incertidumbre económica.

2. Durante el segundo período de recuperación, que empezó el último cuatrimestre de 2002 y terminó el segundo
cuatrimestre de 2004, hubo muchos incrementos en la demanda agregada. La tasa de empleo dejó de caer, los salarios
comenzaron a aumentar, la liquidez volvió –una vez concluido el corralito–, al igual que la certidumbre y se recuperó un
sentido de la normalidad.

3. El tercer y último período de recuperación, corresponde al tercer cuatrimestre de 2004 en adelante; éste fue
consecuencia de un crecimiento acelerado en las exportaciones debido, en gran parte, a las intervenciones del Gobierno
en el mercado internacional y a su política para mantener una tasa de intercambio competitiva. El crecimiento fue
resultado también de otros factores, tales como un alza en los precios de la mercancía primaria global y el cambio total
de las condiciones de intercambio para Argentina y los países de América Latina, así como de una demanda externa
mayor.

La construcción, la agricultura y la manufactura industrial fueron los tres sectores principales que alimentaron este
crecimiento. El dinamismo de la construcción y la manufactura industrial se vieron reflejados tanto en la formación
bruta de capital fijo (FBCF) como en las importaciones de bienes de capital. Por lo tanto, a pesar de que la recuperación
económica tuvo algo que ver con el consumo, la inversión en todos los sectores jugó un papel sumamente importante
en el crecimiento. La FBCF no fue la única que llevó las riendas de la inversión en Argentina. Los niveles de inversión
totales en la economía del país se incrementaron. El alto volumen de importaciones de bienes capitales también mejoró
la productividad.

Hubo un cambio de enfoque en el manejo de la economía argentina desde 2003. Este cambio fomentó la producción,
especialmente dentro de los sectores industriales de la economía, a expensas del sector financiero y el mercado
bancario. Fue “un cambio competitivo”. La motivación detrás de este cambio fue la opinión de Kirchner de que Menem
se había centrado demasiado en el sector financiero, lo cual conducía tanto a la exclusión social como a la pobreza. Los
mecanismos y programas que ofrecen exenciones de impuestos, subsidios, crédito patrocinado y asistencia técnica
formaron el núcleo de la política industrial de Kirchner, facilitando por tanto el cambio de estructura en la economía
argentina. Se puso énfasis también en el desarrollo de obras públicas tales como caminos, puentes, etc., para
promocionar la actividad económica. Los sectores industriales y los productores de bienes contribuyeron al incremento
del PIB, lo cual representó una fuente clave de cambios en la estructura de la economía argentina posterior a la crisis.
Los mercados bancarios y de capital, que eran el centro de atención durante los noventa, fueron relegados en
comparación a la industria y a la economía “verdadera” → Política industrial activa.
La tercera fase de recuperación también involucró el crecimiento sustancial de exportaciones argentinas. Dicho
crecimiento representó una característica central en la recuperación económica argentina y tuvo un impacto profundo
en la estructura económica del país. Durante todo el período de la postguerra en Argentina se presentó un desequilibrio
estructural importante: la asimetría entre la contribución de exportaciones del sector agrícola respecto del industrial.
Con Kirchner el valor de las exportaciones subió de manera estable desde comienzos de 2003 y, muy al contrario del
período precedente a la crisis de 2002, el valor total de las exportaciones excedió, durante su gobierno, el valor total de
importaciones, lo cual se vio reflejado en el superávit en cuenta corriente de Argentina después de la crisis de 2001. Sin
embargo, no sólo subió el valor de las exportaciones, sino que aumentó la porción de exportaciones en términos de PIB,
desde 2003 en adelante. Este crecimiento se debió en parte a la contracción masiva del PIB durante la crisis, así como a
los efectos estadísticos de la devaluación del peso; sin embargo, después que el PIB volviera a recuperar los niveles
alcanzados antes de la crisis, las exportaciones de manufacturas (no sólo de productos primarios) formaron, por primera
vez, una grande y creciente porción de la economía argentina. Pero no debe dejar de tenerse que tal crecimiento se
debió a un ambiente externo bastante favorable, el mismo incluyó factores como: un crecimiento estable de la
economía mundial antes de la crisis global en 2007-2008 ‒dentro de lo cual hay que tener en cuenta la importancia de
China e India en la demanda global‒, y los términos de intercambio favorables que surgieron en América Latina a causa
del incremento de los precios de las mercancías a nivel global. En términos fiscales, el gobierno de Kirchner vio un
mejoramiento continuo y significativo, dando lugar a un superávit primario, así como a un superávit en las cuentas
públicas. A pesar de que los gastos se incrementaron de manera dramática, en términos absolutos, los gastos del
Gobierno como porcentaje del PIB casi no cambiaron. La característica principal de la situación fiscal argentina en el
lapso de 2003 a 2007 fue la solidez de las finanzas públicas.

Durante el gobierno de Kirchner, la deuda externa se redujo. La relación entre el total de la deuda y el PIB mejoró. La
relación entre la deuda y las exportaciones también mejoró, lo cual fue resultado tanto del crecimiento de las
exportaciones como de la caída de las obligaciones con la deuda. Los pagos de las tasas de interés como porcentaje del
total de exportaciones cayó, lo cual refleja el crecimiento de las exportaciones, así como un incremento en la
sostenibilidad, la cual se debe al canje de deuda logrado por Kirchner en 2005. La renegociación de la deuda externa fue
un importante factor que contribuyó a este mejoramiento de la economía argentina. Inmediatamente después de la
crisis hubo un gran pico inflacionario, ya que los precios se ajustaban a las condiciones de la postconvertibilidad. A partir
de ese período la inflación creció constantemente, los precios de los servicios y bienes se incrementaron y el crecimiento
económico se mantuvo de manera continua. En términos porcentuales, Argentina experimentó tasas anuales del 10% a
partir de 2003. Resultado de un crecimiento económico continuo a partir de 2003, hubo una reducción en las tasas de
desempleo y subempleo. La intensidad neta de la generación de empleos asociada con la recuperación constituye la
característica más notable de este período. Muchos de los nuevos empleos se generaron en el sector privado. Los
salarios reales se vieron afectados después de la devaluación de enero de 2002 y el posterior cambio de precios
relativos. Debido a las presiones inflacionarias que existían en la economía en ese momento, el Gobierno no quiso
contribuir a ellas mediante el incremento de salarios ni gastos públicos. Los salarios del sector público se mantuvieron
prácticamente estáticos a lo largo de 2003 y 2004. Por lo tanto, uno de los principales efectos de la salida de la
convertibilidad fue el cambio en los precios relativos y el enorme costo que esto significó para la clase trabajadora, ya
que los salarios reales nunca habían bajado tanto en los últimos treinta años. Sin embargo, desde que empezó la crisis
hubo mayores incrementos de salarios en el sector privado.

Las políticas económicas postcrisis del gobierno de Néstor Kirchner

Política de crecimiento e inversión

La recuperación y el crecimiento dramático que experimentó Argentina durante el período 2003-2007 se debió a la
convergencia de condiciones internacionales favorables, mas no a las políticas proactivas y exitosas que implementó el
Gobierno. Empero, aunque las condiciones internacionales fueron indiscutiblemente positivas, no por ello se las debe
sobrestimar. A pesar de que las exportaciones en Argentina crecieron de manera impresionante desde 2003 en
adelante, la inversión interna bruta creció a un nivel aún mayor. Este crecimiento se debió, en gran parte, a la
prosperidad repentina de la construcción y a los incrementos procedentes de la FBCF, así como a un importante
crecimiento del sector manufacturero. Este repunte de la industria manufacturera representó una porción significativa
dentro de la creciente base de exportaciones durante el período 2003-2007; crecimiento que por tanto no estuvo ligado
únicamente al sector primario. El crecimiento del sector manufacturero ha favorecido un limitado desacoplamiento de la
recuperación económica argentina y de los precios básicos de mercancía internacional. De todas formas, la fuente
principal de ingresos en Argentina sigue siendo la agricultura. Hay quienes comentan que los altos niveles de
crecimiento experimentados hasta mediados de la primera década del presente siglo son insostenibles a mediano y
largo plazo, dado que existe una falta de inversión apropiada en la economía. Tanto los incrementos en las
exportaciones y ahorro nacional, como los precios fijos de capital internacional, facilitaron una inversión incrementada y
sostenible. La inversión sostenida a mediano y largo plazo sin escasez de divisas ha sido, durante mucho tiempo, un reto
para la economía de este país. Sin embargo, una gran parte de la inversión provino bien del ahorro nacional (con un
poder más alto de compra debido a los precios fijos de capital internacional) o de los ingresos de divisas originados en el
incremento en exportaciones. Las políticas gubernamentales que apuntalaron este auge de exportaciones sugieren que
existe un grado de sostenibilidad y estabilidad para el crecimiento a largo plazo. No obstante, el panorama no es del
todo seguro debido a la existencia de algunos cuellos de botella en la economía. Podría decirse que dichos cuellos de
botella fueron resultado directo de las políticas de control de precios implementadas por Kirchner, así como de su
incapacidad para crear un clima propicio para la inversión. Un clima idóneo es el resultado tanto de un marco jurídico
adecuado, como de un Gobierno sin afanes excesivos de regulación o incluso expropiación. De este modo, el gobierno
de Kirchner no sólo participó en un manejo exitoso de la economía con el afán de aprovechar las condiciones
internacionales benignas, sino que además implementó varias políticas macroeconómicas intencionales que han servido
para estimular el crecimiento de manera relativamente independiente a esas condiciones.

Política cambiaria

Una de las transformaciones más impactantes en la economía argentina ha sido el papel de las exportaciones. Kirchner
facilitó este cambio estructural, el cual ocurrió luego de abandonar la convertibilidad, a través de una política proactiva
de intervención en los mercados de divisas. Inmediatamente después de la quiebra y la devaluación ocurrida a principios
y mediados de 2002 hubo alzas en los tipos de cambio nominales. Desde mediados de 2002 hasta mediados de 2003
sobrevino un período de apreciación que paró únicamente como resultado de una política deliberada implementada por
el gobierno de Kirchner: el mantenimiento de un “tipo de cambio real, competitivo y estable” (TCRCE). El mantenimiento
del TCRCE representa la contribución más importante del Gobierno hacia el incremento del PIB durante los últimos cinco
años. En efecto, esta política pretendió contribuir al proceso de sustitución de importaciones que había empezado
después de la devaluación, pero también promocionar las exportaciones (especialmente aquellas de origen
manufacturero) y acelerar el crecimiento de la economía, y por ende, la recuperación. Esta estrategia se puede entender
también como un afán por reestructurar la economía con el fin de reducir la dependencia hacia los precios
internacionales de productos básicos de origen no-tradicional, en particular los de origen manufacturero. Además, esta
política redujo la dependencia de Argentina hacia la economía global, ya que facilitó la acumulación de divisas para el
servicio de la deuda (reducir la deuda), proporcionando al país un colchón financiero para potenciales choques externos
en el futuro. En resumen, la política de tipos de cambio que implentó Kirchner no sólo sirvió para distinguirlo
claramente de Menem y su convertibilidad, sino que se convirtió en la base sobre la que levantó la economía política del
país. El mantenimiento de un TCRCE fue el principio fundamental bajo el cual el gobierno de Kirchner logró comenzar el
proceso de reestructuración de la economía argentina.

Política industrial
No queda claro hasta qué punto los cambios en la estructura económica de Argentina fueron el resultado de planes
políticos deliberados por parte del gobierno de Kirchner, o si más bien se originaron como consecuencia de la crisis de
2001- 2002. Autores sugieren que la política industrial estaba ampliamente basada en los movimientos de la tasa de
tipos de cambio después de la convertibilidad y no en una política industrial activa del gobierno de Kirchner, el cual tomó
medidas muy específicas y “mal coordinadas” mientras se encontraba “atado a las circunstancias”. Sin embargo, sí
existían programas que representaban las políticas de estimulación de demanda agregada fundamentados en principios
keynesianos, en los que el Gobierno podía crear trabajos de diversas formas, estimular la demanda de bienes y servicios,
y consecuentemente, expandir la producción del sector privado, generando empleo y crecimiento económico. La
eficacia de tal método en el contexto argentino ha sido ampliamente cuestionada. Autores mencionan que la mayor
parte de la industria en Argentina sufre los problemas paralelos de bajo valor agregado a la producción y bajos niveles
de complementariedad. Además, añaden a este análisis que las políticas del gobierno de Kirchner estaban “mal
coordinadas”, conduciendo hacia una ausencia de políticas activas dirigidas hacia la reconstitución estratégica de las
cadenas de producción, ya que, mientras la estructura de la economía argentina cambió de manera cuantitativa después
de la convertibilidad, a nivel cualitativo ésta seguía siendo la misma. La transformación de la tasa de tipo de cambio y el
decrecimiento asociado del costo de mano de obra, estimulaba el desarrollo de actividades antes ignoradas, pero no
modificó fundamentalmente la relación entre los diferentes enlaces de producción dentro de la red industrial. La
configuración del sector industrial no cambió de manera significativa. El cambio en la moneda y las políticas industriales
limitadas han ayudado a nivel macro en lo que se refiere a una fracción industrial del PIB, pero ha habido muy poco
progreso hacia una reindustrialización que, de producirse, redefiniría el perfil de producción argentino. Además,
Argentina tampoco se ha introducido de manera drástica ni diferente en la división internacional del trabajo.

Política fiscal

Existen varios causantes del cambio en las cuentas públicas durante el período 2003-2007, las mismas que habían
estado plagadas por el déficit en los años precedentes a la crisis y durante el período de recesión posterior a la crisis en
2001-2002. El mejoramiento experimentado después de la reestructuración de la deuda afectó sustancialmente el
superávit. Gracias a las políticas implementadas por Kirchner para la reestructuración de la deuda, los intereses de pago
de la misma bajaron. Las mejoras en el superávit primario se debieron al incremento estable de ingresos fiscales a partir
de 2003, consecuencia, en parte, de una economía en ascenso, así como de una nueva eficacia en la recaudación fiscal.
Los incrementos en la recaudación de impuestos que resultaron del auge de exportaciones, beneficiaron el superávit
fiscal creado por el sector agrícola gracias a la prosperidad repentina de los precios internacionales de los bienes
primarios durante ese período. Sin embargo, las condiciones internacionales favorables no fueron el único causante del
crecimiento de los ingresos de los aranceles a la exportación. El TCRCE buscado por Kirchner podría bien ser
interpretado como una política intencional para estimular las exportaciones de origen manufacturero e incrementar la
competitividad de las exportaciones agrícolas.

Política respecto a la deuda

La razón fundamental de la solidez de las finanzas públicas fue la renegociación de la deuda argentina emprendida por
Kirchner. La deuda se utilizó para financiar el déficit por cuenta corriente a lo largo de 1990. El 23 de diciembre de 2001,
Argentina experimentó la quiebra por el mayor incumplimiento de pago a la deuda en toda su historia. En ese entonces,
estaba claro que lo que necesitaba el país no era únicamente una reestructuración y revalorización de su deuda
internacional, sino un cambio de actitud hacia la deuda que facilite las condiciones para un futuro sostenible a largo
plazo. Kirchner se hizo cargo de ambos asuntos, logrando negociar un significativo recorte (cancelación parcial) de la
deuda pendiente como una reestructuración favorable de interés y madurez, eliminando al mismo tiempo la presión en
torno a la sostenibilidad. Esta política de negociación ardua, junto con la eventual eliminación de las políticas inspiradas
por el FMI, representó un alejamiento de la historia política argentina.
Empleo, salarios y estrategias para combatir la pobreza

La estrategia de Kirchner de crear empleos mediante el crecimiento económico resultó en una falta de medidas para
contrarrestar la pobreza. Aunque la pobreza disminuyó significativamente en comparación a los niveles máximos
alcanzados durante la crisis, esto se debió a las tendencias positivas en el empleo. La efectividad de las estrategias
antipobreza de Kirchner fue bastante limitada. A pesar de su base tradicional peronista y su uso extensivo de la retórica
asociada, Kirchner no realizó intentos sistemáticos para lidiar con la pobreza, prefirió utilizar las expansiones del empleo
y los salarios privados para reducir los altos niveles de pobreza en Argentina. A pesar de haber demostrado su falta de
intervención sistemática, el gobierno de Kirchner actuó de manera proactiva en relación al salario mínimo, dando paso a
incrementos progresivos durante su presidencia. Otra de las políticas proactivas fue la reforma de las pensiones. En 2005
se incrementaron las pensiones estatales y en 2007 Kirchner permitió que los titulares de cuentas en el sector privado se
cambiaran al sistema estatal sin cargo alguno. Sumado a esto, la Ley de Financiamiento Educativo de 2006 proporcionó
la infraestructura necesaria para el incremento del financiamiento gubernamental hacia la educación. Dicho
financiamiento incluyó los salarios de los maestros, los cuales se habían visto profundamente afectados por las medidas
de austeridad tomadas antes de la crisis. Todas estas disposiciones se pueden interpretar como políticas de
recuperación diseñadas por el Gobierno para facilitar el poder adquisitivo de ciertos grupos socioeconómicos claves.

Inflación

El asunto de la inflación representa el reto más grande para la política macroeconómica argentina contemporánea, pues
tal tarea requiere mantener altos niveles de crecimiento mediante una tasa de cambio real depreciada en el contexto de
una cuenta de capital abierta. Este problema representa el clásico “trilema” o “trinidad imposible”, en el cual la ausencia
de controles para el capital y una política de tipo de cambio fijo llevan al Gobierno a renunciar a la soberanía de la
política monetaria. La solución propuesta por la mayoría de analistas es subir los intereses y dejar que el peso aumente
su valor. A corto plazo, Argentina ha logrado lidiar con este conflicto desde el punto de vista de la moneda (previniendo
una apreciación real del peso), utilizando su superávit fiscal en la compra de divisas generadas por el superávit comercial
y utilizándolo para pagar la deuda externa o acumular reservas de divisas. El asunto de la inflación, no obstante, es más
difícil en el contexto de un PIB alto y una disminución en la capacidad disponible. Las palancas tradicionales para detener
la inflación, un aumento en las tasas de interés o el tipo de cambio no son opciones disponibles para Argentina, dadas
sus políticas de una baja tasa de cambio real –he aquí el resultado de una “trinidad terrible”–. Muchos han comentado
que los niveles de inflación durante el período de Kirchner y también en la actualidad, no son problemáticos dada la
expansión del PIB. Todo esto es cierto, a pesar de los presuntos intentos presidenciales de manipular la tasa oficial
mediante sobornos al cuerpo estadístico del INDEC ‒debido a que grandes cantidades de deuda recientemente
denominadas fueron asociadas a la inflación‒ y la posterior percepción en las calles de que los precios están subiendo
más allá de la tasa oficial y creando demandas de salario en el trabajo. Sin embargo, los mecanismos históricos para
atacar las situaciones hiperinflacionarias fueron el déficit gubernamental y la presión vertical sobre el tipo de cambio,
dos factores que ya no están presentes en el marco macroeconómico de Argentina con un superávit fiscal del Gobierno y
un tipo de cambio que no subía de valor. Todo lo anterior, combinado con un superávit comercial y un alto nivel de
reservas de divisas, hacía que la situación en Argentina no mostrase las amenazas típicas de explosión o inflación. Pero
estos indicadores son propensos al cambio, y muchas de las medidas adoptadas por Kirchner constituyeron soluciones a
corto plazo, lo que se ve reflejado en el creciente problema de la inflación en el gobierno de Cristina Fernández,
mientras las soluciones a largo plazo se vuelven cada vez más necesarias y urgentes.

Conclusiones: continuidad y cambio


Una de las principales fuentes de cambio en la política económica de la Argentina de la postcrisis es que el fuerte
crecimiento económico ha estado acompañado de “excedentes gemelos”, tanto en las cuentas fiscales como en las
corrientes. En contraste con los años de la convertibilidad del gobierno de Menem, esta trayectoria se ha dado en el
contexto de una reducción significativa de la deuda nacional, tanto externa como interna. Mientras que la
convertibilidad de los noventa ahorcó las exportaciones y estimuló las importaciones debido a una sobrevaloración del
peso, financiando así el déficit por cuenta a través de la deuda, la política de la postcrisis centrada en un TCRCE ha
estimulado la economía y facilitado una reducción sensata de la deuda. Otro efecto de la política de TCRCE, que también
contrasta con los noventa, es la estimulación de las exportaciones. Esto complementa las conclusiones antes
mencionadas, debido a los efectos sobre el superávit comercial, la situación fiscal y el perfil cambiante de la deuda. La
“salida” de la convertibilidad generó un cambio en los precios relativos e incentivos en la economía argentina que
impulsó al sector industrial a expensas del sector financiero, especialmente en las industrias importadoras, las cuales
fomentaron el cambio a un nivel macro. Mientras una porción significativa de este crecimiento se debió a circunstancias
internacionales favorables tales como el aumento de los precios de los productos básicos y la demanda internacional (así
como al mejoramiento asociado de los términos de intercambio), las políticas específicas del gobierno de Kirchner
también jugaron un importante papel en el mismo. El TCRCE estimuló tanto las exportaciones agrícolas como las de
manufactura, y los “excedentes gemelos” provocaron un ambiente macroeconómico estable que indujo al consumo y a
la inversión interna. Si bien el cambio se hizo presente, también hubo continuidad. Por lo tanto, el gobierno de Néstor
Kirchner no es una cuestión de continuidad o cambio, sino de ambas a la vez. Kirchner administró una economía basada
en principios pragmáticos, gradualistas y desarrollistas, manteniendo a la vez un modelo de redes de seguridad social
neoliberal y menemista.

UNIDAD 5. Política Exterior Argentina (PEA) A) Conceptos teóricos esenciales: autonomía, realismo periférico,
inserción y reinserción. B) Política exterior de 1983 a 2015. Malvinas, Estados Unidos, Asia, relaciones económico-
financieras, cooperación regional. C) Actualidad y perspectivas.

ZELICOVICH
Las relaciones económicas de Argentina con China, ASEAN, Japón e India durante el gobierno de Nestor
Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner (2003-2010)

Introducción

La región de Asia Pacífico ha cobrado creciente relevancia para la Argentina, convirtiéndose en uno de los
destinos prioritarios del comercio exterior y en un aliado estratégico en diferentes espacios de cooperación en
materia de economía política internacional y de gobernanza global.

En función de esto a lo largo del presente trabajo nos proponemos analizar el estado actual de las
relaciones de Argentina con China, Japón, India y ASEAN, considerando especialmente algunos de los
impactos “directos” e “indirectos” del vinculo, a los que sumaremos además algunas cuestiones de economía
política internacional.

Para ello se recurrirá al análisis de estadísticas de comercio e inversión, a la lectura crítica de trabajos de
especialistas, y al análisis de discursos de los presidentes de la nación y cancilleres correspondientes al
período seleccionado.

La política exterior argentina hacia la región de Asia Pacífico

Históricamente, la región de Asia-pacifico sólo ha tenido una importancia secundaria dentro de la política
exterior argentina, la cual, en cambio, ha centrado sus lazos en la región sudamericana, como así también en
los EEUU y en la Unión Europea. Sin embargo a partir de los dos últimos gobiernos (Kirchner 2003 – 2007 y
Fernández de Kirchner 2007 – 2011) esto ha comenzado a cambiar, cobrando la región asiática creciente
relevancia en el diseño de las relaciones exteriores del país.
China, India, el Sudeste de Asia y Oceanía, Japón y Corea (junto con Rusia y Asia Central, la Unión
Europea, Estados Unidos y Canadá, los países árabes e Israel y el África Subsahariana) fueron definidas
como las “áreas geográficas claves” donde la Argentina reforzaría sus esfuerzos diplomáticos y comerciales
con una mirada amplia y estratégica en función de los intereses nacionales. En ello se sostuvo que “Esta
política no sólo tiene como objetivo profundizar las relaciones comerciales sino también promover el desarrollo
de proyectos conjuntos (energía, investigación) y las inversiones”.

China

La profundización de los vínculos con China ha sido uno de los rasgos centrales de la política exterior de
Kirchner y Fernández de Kirchner, contándose durante su gobierno el intercambio de varios encuentros
diplomáticos bilaterales en ambos países. En función de ello, y debido a la potencialidad del vínculo, la
relación mereció entonces el nombre de “relación estratégica”, la cual se plasmó tanto en términos
comerciales como de cooperación. En efecto no sólo hubo mayor participación en los flujos comerciales, sino
también una creciente aunque todavía incipiente inversión extranjera directa, el incremento de las
misiones comerciales públicas y privadas de un país al otro, la profundización de las relaciones
diplomáticas en el terreno económico y comercial y la coordinación en las negociaciones comerciales
internacionales.

Sin dudas la relación comercial con China ha sido la de evolución más dinámica en los últimos años. Los
vínculos con este país han crecido hasta convertirse en el segundo socio comercial de Argentina. En
términos de composición sectorial, los estudios señalan que “el comercio bilateral se caracteriza por su
carácter inter- sectorial con una concentración de las exportaciones en agro alimentos y de las
importaciones en maquinarias y equipos industriales.

En relación a las oportunidades, el dinamismo comercial señalado ha servido como principal motor del
saldo positivo de la balanza comercial, empero la concentración de las exportaciones hacia China en pocos
productos, con gran peso sobre la balanza comercial -siendo además China el principal destino de
exportación de tal producto- suponen una situación de vulnerabilidad para la economía nacional. Algo que
además puede verse acrecentado por el contrapeso que las importaciones Chinas generan sobre la industria
nacional, dado que por sus bajos precios presentan desafíos para la competitividad de las empresas locales
en el mercado nacional. En cuanto a las negociaciones con China, como ya mencionamos ha existido un
fluido intercambio diplomático, que no sólo ha apuntado a mejoras en la relación comercial, sino que además
ha buscado la atracción de inversiones.

En efecto existe potencialidad para el acrecentamiento de las exportaciones argentinas hacia el gigante
asiático. En cuanto a los sectores con mayores potencialidades se señala que “por el lado de las
oportunidades no explotadas, las importaciones chinas suman casi US$ 14 mil millones promedio, poco más
de US$ 900 millones en rubros alimentarios y cerca de US$ 13 millones en los demás sectores.

En otros sectores se destacan productos químicos orgánicos, maquinas, minerales y plásticos”. Para ello
es preciso apuntar a las posibilidades de acceso al mercado, sobre lo cual se sostiene que “los picos
[arancelarios] más altos están en los capítulos de cereales, harinas, bebidas y tabaco. Pero el ingreso de
estos productos también enfrenta otras trabas. Por otro lado, las medidas sanitarias y fitosanitarias y otras
normas administrativas, técnicas y de calidad pueden transformarse en trabas adicionales, de aplicarse de
manera discrecional y recurrirse a procedimientos lentos y engorrosos para el país exportador.

Otra cuestión a considerar en los asuntos comerciales, es el impacto indirecto: esto es la competencia de
China para la Argentina en terceros mercados. A propósito de ello Girado, sostienen que “Al comparar las
exportaciones que llegan a mercados comunes, resulta que casi el 95% de las ventas externas argentinas
presentan riesgo de verse desplazadas por las exportaciones chinas.

El capítulo de las inversiones, por su parte, si bien no recubre las dimensiones del capítulo comercial,
muestra sí una evolución interesante. Sin embargo no alcanzan a representar el 1% de la IED total argentina,
que sigue teniendo un rasgo preeminentemente europeo.

Es importante observar aquí que China representa también un desafío para la región en términos de
captación de flujos de IED. Al respecto se advierte en un informe de la CEPAL que “En los últimos años,
China se ha convertido en el tercer mayor receptor de inversión extranjera directa del mundo, después de los
Estados Unidos y el Reino Unido” (CEPAL 2010). En su conjunto “Las corrientes de inversión extranjera
directa en Asia-Pacífico siguen aumentando, sobre todo en China y los países de la ASEAN, mientras que el
porcentaje de América Latina y el Caribe en las entradas totales de inversión extranjera directa en los países
en desarrollo está disminuyendo, con una marcada concentración en Brasil, Chile y México”(CEPAL 2008).

Finalmente, respecto de la relación Argentina-China es preciso reflexionar en torno a los espacios de


cooperación dentro de la economía política mundial y la gobernanza global que estos dos países comparten:
G20, G77+China y el Foro de Cooperación América Latina – Asia del Este (FOCALAE). De tal modo la
relación bilateral establecida trasciende la coyuntura económica comercial y permite pensar en sinergias más
profundas en un nuevo escenario liderado por las dinámicas de cooperación sur-sur.

India

La relación de Argentina con la India ha de enmarcarse también dentro de la política de diversificación de


lazos emprendidos durante los últimos tiempos. De la región de Asia Pacífico este es el país donde los
vínculos económicos son de menor intensidad, sin embargo la relación ha sido considerada clave dentro de la
región a partir de la convergencia de Brasil con este país en diversos escenarios del sistema internacional -
particularmente dentro del IBSA y de la OMC.

En cuanto a la composición del comercio, el 80% de las exportaciones argentinas se deben a la


comercialización de aceite de soja y de girasol. Por su parte, las importaciones se centran en químicos
e hilados. La evolución de tales intercambios debe explicarse a partir de la firma de un TPA entre India y la
región del MERCOSUR. En efecto a partir de un Acuerdo Marco (2003) se intercambiaron listas por
preferencias arancelarias para 900 productos que luego fueron plasmadas en un Acuerdo de Preferencias
Arancelarias en enero de 2004. El mismo es considerado por las partes contratantes como un primer paso
para la creación de un área de libre comercio. Como se mencionó, el acuerdo cubre unas 900 posiciones
arancelarias, 450 de cada parte.

Adicionalmente, sobre finales de 2010 estas preferencias se han visto ampliadas a partir de la firma de un
acuerdo de tipo SGPC (Protocolo Final de la Ronda Sao Paulo del Sistema Global de Preferencias
Comerciales) que involucra a los países del MERCOSUR con Egipto, India, Indonesia, Malasia, Marruecos y
Corea del Sur.

Por fuera del ámbito regional, en forma bilateral la Argentina ha mantenido una serie de reuniones de nivel
ministerial, como también de alto nivel. En materia de Inversiones existen diez empresas procedentes de la
India que operan en el territorio nacional (datos brindados por la embajada de la India en Argentina). Las
mismas se centran en Servicios y en agroquímicos, asimismo “otras compañías indias han mostrado interés
en la inversión en la Argentina en farmacéutica (Lupin y Emcure), productos químicos de agro (Excel), hoteles
(Taj) y agroindustria (empresas de aceite comestible)”.

Los intercambios e inversiones con la India son de particular interés para la Argentina puesto que permiten
la ampliación del patrón de producción tradicional, permitiendo la generación de negocios no tradicionales
para la economía nacional. En cuanto al significado de esta relación dentro del entorno internacional, al igual
que con China, la Argentina y la India convergen en múltiples escenarios claves para el desarrollo de la
cooperación sur-sur: el G20 de la OMC, el Grupo NAMA-11, el G77 son ejemplos de ello, a los que hay que
sumarles también la ya mencionada FOCALAE, y los espacios de intercambio dentro del triángulo
MERCOSUR-INDIA-SACU.

Japón

De las aquí estudiadas, las relaciones con Japón han sido dentro de las más “constantes” de las relaciones
no tradicionales emprendidas por la política exterior. La misma ha adquirido una significancia particular en
temas de cooperación. En términos comerciales sin embargo los intercambios no han sido relevantes en
volúmenes.

Las inversiones por su parte han sido el lado fuerte de la relación, siendo Japón el principal país de origen
de la IED proveniente de la región de Asia Pacífico. (Toyota, Honda, SANYO, Toyiba, etc). Asimismo al
plantear el estado de la relación bilateral fundamentalmente en materia económica no se puede dejar de
nombrar la importancia de este país como acreedor de deuda externa nacional, lo cual a partir de 2001,
ha repercutido en la relación bilateral.

Es preciso mencionar los lazos de cooperación existentes. Tras la firma del “Memorandum entre la
Republica Argentina y el gobierno de Japón concerniente al Partnership Programme Japón-Argentina” (2005)
Argentina y Japón llevan adelante programas y proyectos que tienden a reforzar a las instituciones receptoras
y a formar técnicos y científicos argentinos con objetivos satisfactorios para ambas partes (Taiana 2005). A los
programas ya existentes en Argentina, se ha sumado así este “Partnership Programme”, programa que
permite desarrollar conjuntamente entre Japón y Argentina acciones de cooperación en terceros países de la
región.

Al pertenecer Japón al conjunto de los países desarrollados, los vínculos con el mismo no se enmarcan
dentro de los beneficios anteriormente mencionados con China e India respecto a la cooperación Sur-Sur,
adquiriendo en cambio otros matices. Entre estos es importante recordar la ya mencionada cooperación en
materia de asistencia oficial al desarrollo que Japón le otorga a la Argentina. Asimismo Japón pertenece al
FOCALAE, existiendo entonces un diálogo político y económico importante en la relación bilateral. Como
contracara de esto es preciso recordar que en el ámbito de la OMC Japón ha mantenido posturas
diametralmente opuestas a las nacionales, fundamentalmente esto debido a la protección que aplica sobre su
economía agrícola.

ASEAN

Las relaciones con las economías del sudeste asiático comprenden la vinculación bilateral de la Argentina
con 10 países diferentes: Indonesia, Malasia, Tailandia, Filipinas, Brunei, Singapur, Laos, Camboya,
Vietnam y Myanmar. En tanto tal se trata de una relación compleja, que reconoce matices.

En términos comerciales el ASEAN representó para la Argentina en 2009 el segundo socio (agrupado) para
nuestro país en la región, desplazando a Japón de ese lugar. En términos globales “ ASEAN fue el sexto
cliente de nuestro país detrás del Mercosur, la Unión Europea, el NAFTA y la Comunidad Andina de Naciones
(CAN), y el cuarto proveedor, detrás del Mercosur, la Unión Europea y el NAFTA” (MRECIC 2008)

En cuanto a los sectores, los intercambios replican el patrón tradicional, exportando la Argentina
principalmente soja y sus derivados, maíz, girasol, y otros alimentos, a lo que debe agregársele también
pequeños porcentajes de aceros aleados, motores y cueros. Por su parte, las importaciones consisten
fundamentalmente en caucho, textiles, calzados (y partes para calzado), y algunas máquinas y
aparatos tales como radares, cartuchos de tinta para impresoras, y circuitos eléctricos integrados varios.
Estos flujos de comercio se ven incentivados a su vez por el ya nombrado acuerdo de tipo SGPC (Protocolo
Final de la Ronda Sao Paulo del Sistema Global de Preferencias Comerciales) de 2010. Adicionalmente
existen otros espacios de encuentro para el fomento de las relaciones comerciales y de inversión, tales como
el Asean Latin American Business Forum, que tiene alcances más profundos, como por ejemplo los de
transferencia de conocimientos, según establece la resolución de la última reunión del mismo de noviembre
de 2010 en la ciudad de Bangkok.

En lo referente a los ámbitos multilaterales merece destacarse por su parte la labor conjunta de las dos
regiones dentro de FOCALAE, y la convergencia de Argentina con algunos de los países del ASEAN en sus
reclamos de reducción a las barreras al comercio agrícola dentro de OMC, tanto a través del Grupo de Cairns
como a través del G20.

Balance de las relaciones período 2003-2010: Obstáculos, ventajas y oportunidades

Queda de manifiesto entonces que las relaciones con la región de Asia Pacífico han cobrado creciente
dinamismo para la Argentina.

Entre las ventajas es preciso señalar:

● el peso de estos países como destino de las exportaciones -y por ende como ingreso de divisas-
● la complementación sectorial de la composición de los intercambios comerciales sumado a la
convergencia en diversos foros de economía política internacional y de gobernanza global
promueven la posibilidad del establecimiento de una alianza estratégica que aspire a lograr
beneficios mutuos.

En la otra cara de la moneda se plantean por su parte algunos obstáculos o dificultades. Los mismos
refieren a:

● la asimetría de los vínculos, especialmente en el caso de China.


● la concentración de nuestras exportaciones a la región en un doble sentido: en términos de
productos, en pocos productos y en términos de destinos, siendo la región de Asia Pacífico nuestro
principal destino para la principal exportación.
● posibilidad de desplazamiento de terceros mercados.

Finalmente en términos de oportunidades, la región presenta potencialidades importantes en diferentes


aspectos:

● para la cooperación (tanto en áreas tradicionales como en no tradicionales),


● para la profundización de inversiones directas tanto en origen como en destino,
● para el crecimiento de los intercambios comerciales.
● posibilidad de extensión del acuerdo de ASEAN en ASEAN + 3, lo cual actúa como un multiplicador
de la importancia del mercado regional.

Considerando entonces estos puntos es preciso que nuestro país adecue sus políticas públicas hacia la
región. Estrategias claves que debe plantearse la Argentina son:

● Transformar ventajas comparativas en ventajas competitivas: Es preciso aprovechar las ventajas


comparativas que se posee, especialmente por la dotación de recursos naturales, así como también
por el alto nivel de formación de la población, para agregar valor a los productos.
● Cambiar la composición de la canasta exportadora, agregando mayores volúmenes (y valor) en
productos manufacturados, y diversificando así la oferta, permitirá mantener elevadas las relaciones
comerciales.
● Diversificación de destinos: la diversificación de los destinos de las exportaciones es también un
imperativo estratégico para mantenerse competitivo en la globalización. Apertura de nuevos
mercados.
● Nuevas Inversiones: La presencia China en la región presenta también la posibilidad de nuevas
inversiones en los territorios nacionales. Si bien tradicionalmente estas inversiones han estado
orientadas a las industrias extractivas, es preciso que los gobiernos –en sus niveles nacionales,
provinciales y o municipales- realicen gestiones para transformar tales activos ávidos de negocios
en inversiones productivas para el territorio.

PARA ENTENDER MEJOR EL GOBIERNO KIRCHNERISTA, TENER EL CUENTA:

EL GOBIERNO DE MENEM
Contexto

La administración Menem accedió al gobierno en el contexto de una grave y aguda crisis económica y social
que producía una marcada sensación de agobio al pueblo argentino caracterizada por períodos
hiperinflacionarios, devaluaciones, abultado déficit fiscal, moratoria de hecho de la deuda externa, saqueos y
la instauración de estados de sitio durante los últimos meses del gobierno radical.

En el plano externo, Estados Unidos aparecía como líder y vencedor sin atenuantes de la “guerra fría”,
estableciendo el final del sistema bipolar en las relaciones internacionales y exportaba las políticas
económicas neoliberales de lo que posteriormente se denominó “Consenso de Washington”. Esto derivo en lo
que fue el “plan brady”.

Fue formulada una “nueva política exterior” por la cual, el interés nacional se definió casi exclusivamente en
términos de desarrollo económico. Se consideraba esencial la eliminación de las confrontaciones de
naturaleza estratégico-militar e ideológico-política con los Estados Unidos por los costos y perjuicios
económicos para el país.

Relaciones con EEUU:

1. El envío de dos naves de guerra durante la 1ª. Guerra del Golfo contra Irak

2. Voto favorable a la investigación sobre los derechos humanos en Cuba promovido por EE.UU

3. Retiro del Movimiento de Países No Alineados

4. Ratificación del Tratado de Tlatelolco→ Establece e institucionaliza la primera zona del planeta libre
de armas nucleares con el explícito reconocimiento mundial a los países latinoamericanos signatarios.

5. Adhesión al Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP)

6. Desactivación total del Plan Misilístico Cóndor II

7. Cambio del perfil del voto argentino en la Asamblea General de las Naciones Unidas aproximándolo a
las posturas norteamericanas.

Este conjunto de decisiones de política exterior dirigidas por Di Tella, centraron las relaciones carnales con
EEUU. La política exterior de Menem respondió al sustento teórico del realismo periférico formulado por
Carlos Escudé que, como parámetro central establece:”Alineamiento con los EEUU, entendido en términos de
aceptación realista del liderazgo norteamericano en el hemisferio occidental e ilustrado por el envío de fuerzas
argentinas al Golfo Pérsico, un gesto que los adversarios de esta política califican de indigno vasallaje.” Este
parámetro explicaría no sólo el envío de naves de guerra al Golfo en una solitaria actitud en relación al resto
de América Latina, violando el derecho interno al no contar con la autorización del Congreso, sino también el
retiro de la Organización de Países No Alineados, el cambio de voto en la Comisión de Derechos Humanos de
la ONU respecto a Cuba y la desactivación del Proyecto Misilístico Cóndor II.

Argentina cedió a las presiones estadounidenses y sin buscar alternativas ni ofrecer opciones, ordenó el
desmantelamiento del Cóndor II en Falda del Carmen, provincia de Córdoba. Es interesante recordar que el
propio Menem había prometido durante la campaña electoral la continuidad del proyecto con el objetivo
declarado de reactivar la producción para la defensa.

El segundo parámetro de la “nueva política exterior” era especialmente grave para los intereses nacionales ya
que propugnaba la “Renuncia a gestos irredentistas y confrontacionistas respecto del litigio de Malvinas”, al
considerar que los intereses argentinos estaban “nominalmente presentes” y los “beneficios para la Argentina
eran inexistentes”.

Lo que se pretende es concebir “una perspectiva del realismo periférico que puede conducir a su utilización
como instrumento de orden político - ideológico, en la medida que acepta un papel menor y subordinado para
un país periférico sin cuestionar el tipo de relación con EEUU ni la textura misma del Sistema Internacional”.
El “realismo periférico” es, por antonomasia, la política exterior de un Estado comercial. Un Estado que pone
énfasis en la especialización económica a partir de sus ventajas comparativas lo cual significa, para el Estado
argentino, la profundización del modelo agro-exportador proveedor de materias primas y productos de escaso
valor agregado, afectados por el permanente deterioro de los términos de intercambio. Esta visión
economicista primó en la relación con el Brasil reduciendo la integración a través del MERCOSUR a sus
aspectos económicos, sin avances significativos en lo cultural, social y con un notorio déficit en lo político,
como la insólita solicitud menemista de ser miembro pleno de la OTAN con el notorio desagrado del Brasil, sin
coordinar acciones comunes en el plano externo y la diferenciación permanente en disputa por el liderazgo
regional, generando tensiones innecesarias. La máxima tensión en la relación bilateral se produjo con la crisis
brasileña que condujo a la devaluación del real a mediados de enero de 1999, mientras la Argentina desde
1998 iniciaba un período recesivo que culminaría recién en los primeros meses de 2003.

El elemento común en ambas políticas, la exterior y la interior, es la falta de principios, evidenciados de


manera concluyente a través de las ventas de armas a Croacia y a Ecuador. La Argentina efectuó la venta de
cinco mil fusiles FAL y setenta y cinco toneladas de municiones a Ecuador en aviones de la empresa
norteamericana Fine Air durante la guerra entre Ecuador y Perú por la Cordillera del Cóndor, a pesar de
nuestra condición de garante de la paz y habiendo Estados Unidos establecido un embargo de armas. Tal
operación se realizó mediante un decreto, cuya falsedad ideológica es evidente, que establecía dichas ventas
a Venezuela

En ambos casos, es presumible el conocimiento directo de EEUU en tales acciones: en el primero, por la
presencia de una empresa de aviación norteamericana con base en Miami y en el segundo, por el volumen de
los envíos y el control ejercido en la zona de Los Balcanes, es poco creíble que no estuvieran al tanto de las
operaciones y probablemente, lo alentaron para equilibrar el poderío bélico serbio.

Estos actos constituyeron un papelón internacional y un baldón para la República sumado a la percepción en
el plano interno de una corrupción abrumadora que atravesaba sin distinciones a la dirigencia política y social
de la Nación.

EL GOBIERNO DE LA ALIANZA

La Alianza recogió y canalizó, electoralmente, el hartazgo de una población que no rechazaba la política
económica de la década menemista pero que no estaba dispuesta a soportar los intolerables niveles de
corrupción existentes en el gobierno.

Contexto

Los elementos fundamentales que explicarían la debilidad política desde el inicio mismo de asumir el
gobierno, serían la conformación legislativa con abrumadora mayoría peronista en el Senado por una parte y
por otra, el hecho de no gobernar en diecisiete provincias, entre ellas las más importantes por número de
habitantes, contribución al PBI nacional e incidencia política como Buenos Aires, Santa Fé y Córdoba. Las
dificultades económicas eran de gran magnitud originadas por el abultado déficit fiscal arrastrado de los
noventa, que para el primer año de gobierno significó 11000 millones de dólares y los vencimientos
acumulados de la deuda externa, para el año 2000. Con el aval explícito del establishment económico local se
mantuvo la convertibilidad y la paridad uno a uno con el dólar.

No obstante y a pesar de las primeras voces de alerta, se implementó por recomendación del FMI,
primeramente un “impuestazo” y pocos meses después un severo ajuste y recortes al sector público que
incluyó rebajas salariales a los empleados estatales del orden del 12 por ciento, generando importantes
protestas sociales. Lo inexplicable eran las recomendaciones restrictivas del Fondo para un país sumido en
recesión desde 1998 que profundizaban ese proceso y que, por la lógica aplicada necesitaría del ajuste sobre
el ajuste.

En el plano externo, en líneas generales, no se abandonó la política impuesta por Menem de relaciones
preferenciales con los Estados Unidos, que se denominaron “intensas” en un intento diferenciador de las
relaciones “carnales” del gobierno anterior y de las relaciones “maduras” de Alfonsín.

1. Respecto a Cuba se mantuvo el voto de condena en la Comisión de Derechos Humanos de las


Naciones Unidas

2. Sí debe consignarse que se recompusieron en el inicio, las relaciones con el MERCOSUR, resistiendo
las proposiciones norteamericanas de acuerdo bilateral como el negociado por Chile, en un claro
intento de aislar a Brasil y ratificando la posición de negociar el Acuerdo de Libre Comercio de las
Américas (ALCA) desde el MERCOSUR.

3. Con relación a la política respecto a Malvinas se retomó la práctica de establecer negociaciones


bilaterales con el Reino Unido, considerando correctamente a los isleños ciudadanos británicos en un
cambio importante y necesario.

4. El rol jugado por el MERCOSUR ampliado y de la Argentina en particular, para abortar el golpe de
estado en Paraguay en Mayo de 2001.

5. En materia de política nuclear, se concretó un importante y positivo acuerdo con Australia sobre
“Cooperación en los Usos Pacíficos de Energía Nuclear”.

6. Apoyó una iniciativa brasileña de convocar al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR)
para tratar en ese ámbito la respuesta al terrorismo.

EL GOBIERNO DE DUHALDE

Dispuso el abandono de la convertibilidad y una devaluación sin planificación que produjo nuevas
incertidumbres y los peores pronósticos. Esta situación indujo nuevamente a solicitar el apoyo de los EE. UU
con el objetivo de facilitar un nuevo acuerdo con el FMI encontrando poco eco en el gobierno de Bush,
centrado exclusivamente en la lucha contra el terrorismo internacional.

Política Exterior:

1. Continuidad del voto contra Cuba que se cambiaría el año siguiente por motivos electorales

2. No postularnos a la presidencia de la Organización Para la Prohibición de Armas Químicas de la ONU


(OPAQ) con la máxima responsabilidad en la verificación de la existencia de armas químicas en Irak

3. Revalorizó al MERCOSUR como estratégico para la Argentina

4. Un hecho con importante participación Argentina a través del Grupo Río de presidentes
latinoamericanos, fue la contundente y unánime condena al intento de golpe de estado en Venezuela
procurando derrocar a Chávez con la anuencia y probable apoyo de EE. UU

No obstante estos gestos, lo que convenció al FMI y los EE.UU. Este acuerdo exigía nuevamente recortes
fiscales, en especial de las provincias y la eliminación de cuasi monedas emitidas por ellas. Además, debían
aprobarse cambios considerados fundamentales en la ley de quiebras y la de subversión económica que
produjeron tensiones en el gobierno.

En la primera de estas leyes debía restablecerse el mecanismo que facilitara a un acreedor o a un tercero
adquirir a bajo costo una empresa endeudada en un sistema denominado “cram-down”. Esta situación
afectaba a muchas empresas por la situación económica y por la devaluación, las colocaba en desventaja
ante un acreedor extranjero. La segunda ley significaba, llanamente, la impunidad para directivos de bancos
que facilitaron la fuga de capitales del año anterior; ambas leyes fueron aprobadas a fines de ese año con
ribetes polémicos.

EL GOBIERNO DE KIRCHNER

Desde el principio, intentó superar las dudas respecto a su legitimidad de origen y ampliar su magro sustento
electoral con iniciativas de amplios consensos, como modificar la composición de la Corte Suprema con razón
tildada de menemista y una política activa, hasta la sobre actuación en materia de derechos humanos e
imprimió un ritmo vertiginoso e hiperkinético a su gestión, para diferenciarse de la imagen adormilada de De la
Rúa. Pero el verdadero sustento de su popularidad, aunque menguada por el problema de la seguridad
ciudadana, es la situación económica con importantes índices de crecimiento basados en la sustitución de
importaciones, originadas por el alto tipo de cambio y un contexto internacional favorable con altos precios
para los productos primarios que exportamos: la soja, el trigo, el maíz, la carne y el petróleo tienen fuerte
demanda en el mercado internacional y factores climáticos en el hemisferio Norte sostienen el alza de precios.

Política Exterior:

1. En comercio internacional la decisión fue una estrategia conjunta con el Brasil en la procura de
eliminar los subsidios a la agricultura que aplican la UE y los EE. UU, ampliando y fortaleciendo el G-
22 y estrechando filas con el Grupo Cairns.

2. La incorporación de Colombia, Venezuela y Ecuador como socios del Bloque MERCOSUR más Perú.

3. Al mismo tiempo se aceleran acuerdos para acceder al gigantesco mercado chino y se promueven
visitas de ese gran país al máximo nivel.

4. Se busca, en virtud de las buenas relaciones con Cuba, duplicar las exportaciones a ese país y la
posibilidad de cancelar parte de la deuda impaga por los cubanos para lo cual se firmó un convenio
marco para intercambio de medicamentos y tecnología médica cubana por alimentos argentinos en un
monto aproximado a los doscientos millones de dólares.

5. Quizás las mayores carencias de la política exterior sean la ausencia de acciones concretas respecto a
los focos conflictivos en Sudamérica como son Colombia y la Triple Frontera.

6. Ausencia de mecanismos regionales eficaces para prevenir crisis como la boliviana o la recientemente
superada venezolana y también, respecto a temas como el narcotráfico y la preservación de los
recursos naturales.

7. Otro aspecto a considerar es la posibilidad de acordar con Brasil una política conjunta para obtener un
asiento en el Consejo de Seguridad para el MERCOSUR.

8. La relación con los Estados Unidos aparece como contradictoria puesto que, a destempladas
respuestas oficiales a dichos de funcionarios norteamericanos se suceden decisiones como el envío
de tropas a Haití en un carácter y modalidad que parece funcional a la política de Bush de desplazar a
Aristide.

Enríquez Sánchez y Zapata- Una visión postestructuralista de la política exterior Peronista. Las fuentes internas de su
identidad

INTRODUCCIÓN

Este trabajo tiene por objeto reflexionar sobre la existencia de una política exterior peronista e indagar sobre las fuerzas
profundas que la han orientado y/o incidido en ella, con el fin de contribuir a realizar una aproximación al derrotero de
la política exterior argentina. Ello desde una perspectiva post estructuralista, según la cual los discursos son productores
de sentido y hacedores de las identidades. La hipótesis de este artículo entiende que las identidades en pugna resultan
un factor clave para comprender el itinerario y sentido de la política exterior de los gobiernos peronistas y, en gran
parte, de Argentina.
El discurso constructivista (principalmente el wendtiano) comparte la concepción ontológica dominante en las RRII al dar
por sentada la existencia de una identidad estatal cerrada y unitaria. La manera en que se edifica ese núcleo duro y
primario de la identidad, que luego será moldeado a través de la interacción social, permanece incierto.

NOCIONES BÁSICAS SOBRE CONSTRUCTIVISMO

El constructivismo surgió como alternativa frente a la discusión entablada entre positivismo y pos positivismo, donde las
escuelas identificadas como racionales, de un lado, acentuaban la importancia de estructuras normativas y materiales en
la formación de las preferencias de los políticos, de los agentes y en la relación entre los agentes y las estructuras, y del
otro lado, las alternativas más desconfiadas en la posibilidad de llegar a algo próximo al “estudio científico de las
relaciones internacionales”. El constructivismo no es una corriente homogénea, por el contrario, es posible señalar un
acuerdo generalizado en el hecho de que el sistema político internacional puede ser construido, deconstruido,
reconstruido o modificado por las prácticas de los agentes de distintas formas.

Lo principal es que para los constructivistas, los seres humanos viven en un mundo que construyen en el cual son
protagonistas principales, que es producto de sus propias decisiones (por eso se les llama agentes).

El mundo social es un dominio intersubjetivo, es decir, posee significados para las personas que le dan forma y viven en
él. Lo más importante entonces, para reflexionar sobre la identidad de una política exterior peronista es que las
identidades, los intereses y el comportamiento de los agentes políticos son construidos socialmente por los significados
colectivos, interpretaciones estimadas de y en el mundo en que viven.

IDENTIDAD

La introducción de identidad en el análisis social y su difusión inicial en las Ciencias Sociales y el discurso público tuvo
lugar en los Estados Unidos en la década de 1960. La más importante y mejor conocida trayectoria, implicaba la
apropiación y divulgación de la obra de Erikson, pero la noción fue arrancada de su contexto original, específicamente
psicoanalítico (Freud) y vinculada a la etnicidad, por un lado y, al ámbito sociológico, por el otro lado, a través de la
teoría de los grupos de referencia (con las figura de Merton).

Identidad es a la vez una categoría de la práctica y una de análisis. Tiende a significar demasiado, poco o nada.

La incorporación de la cuestión de la identidad estatal en el ámbito de las RRII, fue obra de autores constructivistas. El
constructivismo ha sostenido que las identidades estatales y los intereses son en gran parte construidos por las
estructuras sociales inter-subjetivas del sistema de estados, en vez de dados exógenamente al sistema por la naturaleza
humana o la política doméstica.

Sin embargo, enfocados en responder a la pregunta por la relación entre identidades e interés nacional, acabaron por
reificar las primeras. Entonces problematiza la formación de los intereses nacionales, pero comprende a las identidades
como formándose a partir de un punto que resta sin explicación: ciertas representaciones primeras, no resultantes de
una interacción social, que los estados tendrían de sí mismos. Al centrarse en los efectos que la estructura social
internacional tiene en la identidad estatal, ha considerado al estado analíticamente como un actor unificado, cuando no
lo es en la práctica.

La crítica pasa por dos puntos fundamentales:


1) El “olvido” del rol que juegan las relaciones de poder (entendiéndolas como un complejo de poder y saber) en la
política internacional y

2) El modo de concepción de la identidad y el rol que esta juega en la delimitación y posterior efectuación de los
intereses nacionales.

El presente trabajo se centra en las identidades políticas y la forma que estas adoptan en la identidad estatal, que es
construida principalmente a través del discurso político, se analiza a través del postestructuralismo y el posmodernismo.

Para estos, las identidades son construcciones derivadas de prácticas discursivas (el discurso tiene carácter
performativo). Entonces, se puede sostener que el campo de la formación de identidades, en tanto campo político por
excelencia, es un campo eminentemente discursivo, pues las identidades son entes discursivos, es decir, que no existen
más que en y a través del discurso. Las identidades son discursivas en tanto son nombres, significantes que
homogeneizan una multiplicidad. Si el discurso se presenta como un dispositivo de actualización del poder, de allí se
deduce que afirmar que las identidades son nombres, que son del plano de lo discursivo, no las deja exentas de
participación en el ejercicio del poder, ni por tanto, de materialidad; por el contrario, si son las prácticas discursivas las
que construyen identidades, éstas serán portadoras de efectos materiales, es decir, constructoras de realidad.

La teoría general de la nominación de Laclau (2005), es la que se va a utilizar. Para dicho autor un agente social existe
solamente en la medida en que él/ella es nominado. La política no es la expresión de intereses previamente establecidos
o de la voluntad de un cierto grupo. De esta forma, Laclau reformula la teoría de la hegemonía como una teoría del acto
de nominar: si la identidad de un grupo dado no puede derivarse de una base estable dentro de lo social (la posición
dentro de las relaciones de producción, por ejemplo), solo puede ser el resultado de un proceso de
significación/articulación hegemónica. Lo único que mantiene unido el grupo será el nombre que surja de ese proceso.
Por consiguiente, el nombre “no expresa la unidad del grupo, pero se convierte en su base”. Ahora bien, Laclau
concuerda con la solución lacaniana, propuesta por Zizek (2003), frente a los antidescriptivistas, esto es, básicamente: la
identidad de cualquier objeto, en su caso la identidad de “el pueblo”, no está expresada por el nombre “el pueblo”, sino
que es el resultado retroactivo del propio proceso de nominar. Por consiguiente, nominar se vuelve productivo en un
sentido nuevo, pues deja de estar restringido al momento de la designación pura, como en el bautizo original de Kripke
(1978), para asumir una dimensión performativa.

Según Laclau, el significante vacío no es un “significante sin significado”. Para el autor esta última noción sería
contraproducente, pues un significante sin ningún significado solo ocasionaría ruido y el proceso de significación fallaría.
Como derivación, el significante vacío no está localizado fuera del campo de la significación, sino que es: “un lugar
dentro del sistema de significación que es constitutivamente irrepresentable; en ese sentido permanece vacío, pero esta
es una vaciedad que puedo significar, porque estamos tratando con un vacío dentro de la significación”.

Dicho de otra manera, siempre habrá un remanente de significados y, por lo tanto, el significante vacío siempre va a
estar solo tendencialmente vacío (mientras más larga sea la cadena de equivalencias, más vacío será el significante que
le sirve de punto nodal). En definitiva, la extensión crucial de la lógica lacaniana del significante consiste en el viraje
político dado al proceso de nombrar, que se explica ahora por la dialéctica social de diferencia y equivalencia. La lucha
hegemónica por la ampliación de la cadena de equivalencias y, por lo tanto, por la vacuidad del significante, a expensas
del campo de la diferencia es exactamente lo que es la política.

Se trata de una intervención hegemónica. En este punto conviene subrayar el deslizamiento del significado con respecto
al significante. Esto implica que un mismo significante puede adoptar distintos significados y tener como consecuencia
lógica la imposibilidad de fijar significados últimos.
Trasladado a la cuestión de la identidad, esto significa que una misma identidad nominal puede ser llenada con distintos
rasgos que la definan y, por lo tanto, que el cierre de una identidad no es nunca total, sino siempre parcial, pues está
amenazada por fuerzas que pugnan por inyectarle nuevos sentidos. Que la relación sea arbitraria, sin embargo, no
supone que sea voluntaria, es decir, que cualquier identidad, en tanto significante, no puede ser llenada con cualquier
significado.

Cuando decimos que la relación entre significante y significado o entre identidad y contenido de esta es arbitraria,
estamos afirmando que no existe ninguna relación natural, pre-dada, entre ambos. Ciertas relaciones de poder que
funcionan regulando el discurso, posibilitarán determinados adosamientos y, asimismo, que ciertas identidades (y no
otras) tengan la palabra, silenciando a las otredades que, entonces, serán construidas por las primeras. Es en este
sentido que podemos afirmar que las identidades son resultado de ciertas relaciones de fuerza y, al mismo tiempo,
campo en el que las fuerzas se encuentran.

Es precisamente porque el sujeto político como tal carece de nombre y permanece ausente, que tiene que ser
representado. Y solo puede ser representado asumiendo un nombre, el cual ineludiblemente tendrá que ser provisional
y vinculante. Vinculante porque otros significantes quedarán eslabonados por este nombre en una cadena de
equivalencias. Siguiendo a Marchant (2006), la función representativa del nombre sigue mostrando dos caras: “el
nombre representa lo que podríamos llamar el principio-identidad de esta cadena dentro de un continuum óntico de
política, pero también representa la ausente instancia ontológica del sujeto de lo político dentro del ámbito óntico de lo
social”.

Lo interesante de la lectura discursiva de las identidades planteadas por autores como Laclau, Mouffe y Zizek, entre
otros, radica en que reconocen en la formación de identidades algo más: un plus que ejerce un efecto de ahistorización,
la “ilusión de que el sentido de un determinado elemento (que quedó retroactivamente fijado) estaba presente en él
desde el comienzo como su esencia inmanente” (Zizek, 2003, p. 144). De esta manera, las multiplicidades que dieron
forma a esa identidad se funden en una unidad que aparece esencializada, es decir, se presenta como eterna y natural.
Esto último es la relación entre una nominación que es, por definición, contingente, y la lógica de la necesidad-
ahistoricidad que se instala al transformarse esa nominación en una identidad.

Aboy Carlés (2001), rescatando la teorización laclauniana del populismo como una particular forma de articulación
discursiva, concibe en consonancia la identidad política como el conjunto de prácticas sedimentadas, configuradoras de
sentido, que establecen a través de un mismo proceso de diferenciación externa y homogeneización interna,
solidaridades estables, capaces de definir, a través de unidades de nominación, orientaciones gregarias de la acción en
relación a la definición de asuntos públicos. Por lo que toda identidad política se constituye y transforma en el marco de
la doble dimensión de una competencia entre las alteridades que componen el sistema y de la tensión con la tradición
de la propia unidad de referencia desde la perspectiva de un devenir, pues solo desde esta los procesos de
transformación e, incluso, de mutación pueden ser advertidos. Así, la definición de la identidad de los agentes es
especialmente contextual.

Como consecuencia inmediata es necesario remarcar la gravitación que la fijación de límites adquiere en la constitución
de cualquier espacio identitario. Es ese límite, que puede ser una alteridad común, o la ruptura con un cierto pasado, el
que tiende a constituir un espacio solidario y al mismo tiempo relativamente homogéneo. Toda identidad política,
entendida en tanto devenir, tendrá límites inestables y susceptibles de constante redefinición a través de la articulación
contingente de una pluralidad de otras identidades y relaciones sociales. Es aquí donde el papel de la noción gramsciana
de hegemonía retomada por Laclau y Mouffe (2004) revela su particular potencialidad para abordar los procesos de
constitución de agregados políticos. Los autores distinguen dos lógicas contrapuestas inherentes a toda articulación
hegemónica: la lógica de la diferencia, que supone una expansión y complejización del espacio político y la lógica de la
equivalencia, que es una lógica de la simplificación del espacio político (por ejemplo la síntesis de dos identidades
preexistentes que subvierten su carácter diferencial). Como concluye Aboy Carlés, en toda articulación hegemónica
ambas lógicas operan simultáneamente en el desplazamiento del límite: “si la diferencia establece un límite y una
escisión del campo político, por ejemplo, la emergencia de dos identidades contrapuestas, la equivalencia supone la
homogeneización al interior de cada una de esas identidades particulares”. En definitiva, en toda articulación
hegemónica, ambas lógicas operan simultáneamente en el desplazamiento del límite, es aquí donde se observa el
carácter conflictivo de la constitución de identidad y, por ende, la tensión hegemónica que encubre que una
particularidad asuma el rol de una totalidad o que la enunciación de la identidad tenga basamento en un exterior
constitutivo que proviene de la nominación de un otro.

CONSTITUCIÓN IDENTITARIA DEL PERONISMO

En definitiva, lo que se intenta, desde una posición crítica a la concepción esencialista de una parte del constructivismo,
es descomponer las teorías centradas en el Estado para reconocer la inevitabilidad del enfrentamiento interno acerca de
lo que constituye el “interés nacional” y a partir de ello, poder comprender, en una segunda instancia, la necesidad de
reconciliar al mismo tiempo exigencias nacionales e internacionales. Por lo tanto, la definición de política exterior
adoptada, siguiendo a Velásquez Flores (2007), es la que la representa como un proceso dinámico de aplicación de
interpretaciones relativamente fijas de los intereses nacionales a los factores de situación. Implica comprender que la
política exterior está determinada en buena medida por el sistema político en que se formula, y como otras políticas
públicas, resulta de un conjunto de interacciones que se llevan a cabo de acuerdo con una serie de reglas, estructuras y
valores que emanan de él.

Es por ello que tiene un carácter circular, donde las relaciones de poder interno inciden en la construcción de la política
externa, y esta condiciona el alcance de la política interna.

La naturaleza identitaria del peronismo estuvo estrechamente vinculada al proceso de ampliación del sistema político.
Su constitución a través de la delineación de una especie de frontera política excluyente respecto del régimen anterior la
dotó de una peculiar pretensión hegemónica a través de la cual se concibió a sí mismo como la encarnación de la nación
en su totalidad, representación hasta entonces negada en virtud de diversas formas de bloqueo representativo. Las dos
lógicas contrapuestas inherentes a toda articulación hegemónica, en este caso, se constituyeron por una parte, en la
aspiración a la representación de la nación toda, en búsqueda de una expresión que le era negada en el plano
institucional y, por otra parte, en enfrentar una alteridad consistente, encarnada por la identidad del antiguo orden. De
modo que el “momento de la designación primera” del peronismo se sentó sobre la base de dos aspiraciones
antagónicas: por un lado, la pretensión de encarnar una representación global de la sociedad, por otro, la escisión
respecto de un orden y unos actores que, pese a su desplazamiento del poder, seguían presentes en la escena política.

Es sobre esta radical ambigüedad que el peronismo se erigió: fue alternativamente un partido reformista y un partido
del orden. La identidad peronista se instituye a través de un movimiento alterno de exclusión/inclusión de la propia
alteridad constitutiva que tenderá a desarrollar dos frentes de obstrucción: uno en virtud de su dimensión nacional-
popular de ruptura (en cuanto fuerzas reformistas), otro en relación a su dimensión nacional-estatal de integración
(partidos del orden).

IDENTIDAD PERONISTA Y POLÍTICA EXTERIOR

Desde sus inicios considerada como lectura y acción en un contexto signado por las consecuencias de la Segunda Guerra
Mundial y el posterior orden bipolar, la “primera” política exterior peronista (1946-1952 /1952-1955) favorecía el
escenario donde los actores incluidos en el nuevo esquema social reclamarían, en tanto protagonistas, una serie de
valoraciones, derechos, designaciones y posiciones internacionales que tuvieran su correlato con la justicia social
adoptada al interior de la nación, expandiendo aún más la frontera política excluyente trazada respecto del régimen
anterior.

La clase trabajadora, el movimiento obrero organizado, como columna vertebral del pluriclasismo estructurante al
interior de la comunidad nacional, era el eje para construir una nación soberana. Y tuvo relación con la participación
internacional en organismos que, aspirarían a desarrollarse como el escenario indiscutible del reclamo obrero como la
OIT. Al mismo tiempo, la puja hegemónica de reclamo social frente a un mundo necesitado de acuerdos y pacificaciones,
se contraponía, como estrategia de diferenciación, con la negativa a participar de ese nuevo orden en el plano
económico, expresado en las consignas de Bretton Woods.

Al margen de la designación, que para algunos fue anterior y para otros corolario de la realización de la política exterior
pretendida por el líder, es decir el acto de nominarla como

Tercera Posición, no se configuró como una postura intermedia entre las expresiones capitalista y comunista, sino como
una pretendida filosofía superadora de las mismas, entendiéndola como una ejecución pragmática, dinámica, ajustada a
la realidad imperante; una proyección externa de lo que se intentaba ser puertas adentro: un tercero entre el capital y el
trabajo. Dicha política tuvo como sus principales ejes la caracterización de Argentina como país occidental y cristiano,
albergado en la expresión de “Patria Chica”, construida en el Cono Sur con una férrea actitud antiimperialista y
anticomunista.

Además, se entendía que las relaciones debían pasar por construir una imagen de país inserto en el mundo mediante
estrategias poligonales de relacionamiento para mantener, desarrollar y consolidar el modelo económico de sustitución
de importaciones. Ello queda expresado mediante las relaciones comerciales con Cuba y la Unión Soviética, así como el
reconocimiento de Corea del Norte, Vietnam del Norte, etc. Sin embargo, esta identidad primigenia a nivel externo tuvo
sus momentos de tensión, Perón intentó responder a este doble desafío que evidenciaba presiones internas y externas
en dirección contradictoria, por medio de la adopción de una conducta pendular en las políticas interna y exterior, en las
que coexistieron la necesidad de mantener ciertos gestos de independencia respecto de los EE.UU. y con la de acercarse
estratégica y económicamente al líder del bloque capitalista occidental.

Las discusiones en torno a la sanción del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, el inicio de una política
regional con el impulso del ABC (Argentina, Brasil, Chile), la decisión de nacionalizar los recursos naturales, el tan
discutido boicot económico al país, los avatares producto de la crisis agrícola de 1952, así como la Guerra de Corea y el
caso de Guatemala, fueron elementos de ruptura que pusieron en evidencia hasta qué punto la expresión identitaria de
esta política exterior de corte autonomista heterodoxo (Puig, 1975, 1988), convivía con otra, adepta al orden imperante,
de reconocimiento de limitaciones, posiciones y actitudes de Argentina en el plano externo (la apertura hacia capitales
norteamericanos mediante la legislación favorable a las inversiones extranjeras de 1953, el contrato con la California
Argentina S.A, subsidiaria de la Standard Oil en 1955).

El peronismo “renovado” que le otorgaba a Cámpora la oportunidad histórica de volver a las tendencias autonómicas,
mostraba la existencia de un remanente de significados y que, por lo tanto, el significante “peronismo” estaba
tendencialmente vacío.

Cuando el multilateralismo y una generalizada evidencia de clausura de la Guerra Fría se hacían eco en las convicciones
de los setentistas, no era raro enlazar las apreciaciones de esa primera Tercera Posición, con las del nuevo cuño. Así, la
necesidad de reducir las ataduras que en los últimos tiempos se habían mantenido con Estados Unidos luego del “giro
aperturista”, sumado a la consolidación del país dentro de la discusión norte-sur y su participación en el Movimiento de
No Alineados, como las iniciativas de reestructuración de la Organización de Estados Americanos, de reforma del TIAR, la
cooperación económica con Cuba, el acercamiento al Chile de Allende y la denuncia de los Acuerdos de Nueva York de
1972 con Brasil entre otras, mostraban a las claras que la política exterior debía continuar por el sendero de la
cooperación, el no alineamiento y la diversificación de sus relaciones tanto políticas como económicas. Pero el
afianzamiento de posturas liberales en el seno político del propio movimiento (aunque no de manera excluyente a este,
sino también al resto de las opciones políticas) colocó la balanza del lado de la ortodoxia que vio a esta nueva apertura
como deslegitimadora del verdadero espíritu, del “ser” peronista; radicalizando esta actitud se convertía a los
aggiornadores de la política exterior en traidores de la nación y a la figura de López Rega en artífice de la consolidación
de uno de los lados del péndulo. El avance logrado en el plano externo mediante las acciones de Cámpora y de Perón
quedaron en meros proyectos con la asunción de Martínez de Perón, agudizando aún más el caos económico y la
violencia entre facciones; promoviendo un acercamiento fallido hacia Estados Unidos, que finalmente decidiría tener en
Brasil a su interlocutor para los asuntos sudamericanos.

En definitiva, la lucha hegemónica por la ampliación de la cadena de equivalencias y por lo tanto, por la vacuidad del
significante “peronismo”, a expensas del campo de diferenciación al interior del movimiento, constituyó el principio-
identidad de este período. Recién trece años después, ambas lógicas de equivalencia y diferencia que darían una nueva
identidad al peronismo, llegaron con el gobierno de Menem. Una vez asumido el poder, este programa de acción de
política se convertiría en una especie de deconstrucción semántica del peronismo, hasta convertirlo en menemismo. La
búsqueda entonces de adaptar el peronismo al Nuevo Orden Mundial, como la oportunidad de mostrar una inserción
mundial favorable a la recuperación de la estabilidad económica luego de la hiperinflación, llevo al peronismo a
adopción de los lineamientos teóricos del realismo periférico de Escudé que permitió vislumbrar el traspaso abrupto de
un paradigma de relaciones internacionales del estado desarrollista, de bienestar, hacia uno fuertemente neoliberal
regido por las leyes de mercado y de alineamiento automático con Estados Unidos (esquema de relaciones especiales de
alcance amplio).

La política de convertibilidad, fiel reflejo de una lectura en clave económica del sistema internacional, motivó a la
identificación con sectores del establishment, empresas extranjeras con capacidad de inversión, promotores de la no
intervención (aunque paradójica) del estado en los asuntos referidos a las políticas públicas y del impulso de la
privatización de los servicios públicos. El sentir nacional quedaría en parte “salvado” mediante la reforma de la
constitución nacional con la inclusión en la misma de la cláusula referida a la soberanía de las Islas Malvinas.

Se tomaron decisiones con el propósito de mostrar a Estados Unidos una sintonía con los temas más importantes de su
agenda: se ratificaron el Tratado para la Proscripción de Armas Nucleares en América Latina y el Caribe (Tlatelolco) y el
Tratado de no Proliferación de Armas Nucleares (TNP) junto con la desactivación del misil Cóndor II. Culminado el
mandato menemista, las expresiones peronistas pujaron por la identificación del movimiento con la necesidad de
construir política desde un prisma contrario al neoliberalismo y al conservadurismo imperantes en aquella etapa.

Por la misma lógica de equivalencias y diferencias se explica la base que sustenta el peronismo de la nueva época, como
resultado retroactivo del propio proceso de nominar y, por ende, asumiendo una función performativa, adopta la
dimensión rupturista identificada con el peronismo izquierdista y progresista de los setenta con el afán de desligarse
tanto del neoliberalismo como de la crisis identitaria que sorteara el país luego del2001. En el caso de Kirchner, el inicio
de su mandato, signado por el estrecho margen electoral logrado luego de la renuncia de Menem al ballotage, evidenció
los límites de la relación con Washington, por cuanto la necesidad de generar un sustento interno que apoyara el nuevo
esquema, llevó a un discurso demonizador respecto de las gestiones previas, con un perfil internacional fuertemente
contestatario en casos como la negativa de participar del Operativo Águila III en 2003, la abstención respecto de la
cuestión de Derechos Humanos en Cuba o el ataque discursivo al Acuerdo de Libre Comercio de las Américas y al Fondo
Monetario Internacional en la Cumbre de las Américas de 2005.

El triunfo de Cristina Fernández de Kirchner, manifestó en principio una continuación de lo que se consideraba había
marcado un cambio para la política argentina en general, y por otro, un fuerte perfil internacional. A nivel interno, la
elección de la fórmula presidencial junto con Julio Cobos (representante de la línea históricamente opositora al
peronismo) llevaba a pensar en la necesidad de recomponer la imagen de desagregación política interna latente desde
el 2001, otorgándole la característica de plural, conciliador y concertador al nuevo gobierno. Dos situaciones marcaron
el viraje hacia la agenda interna en detrimento de las propuestas de política exterior: por un lado, las consecuencias de
la crisis financiera internacional y la imposibilidad de discutir el pago de la deuda con el Club de París, y por otro, la crisis
con el sector del agro en el 2008, que no solo condujo al quiebre de la concertación de gobierno, sino a una fuerte
impronta de poder centralizado, jerárquico y homogeneizador, donde el nosotros/ellos se construyó como lógica
sectorial, identificando a toda la oposición con la oligarquía, la ortodoxia y el conservadurismo. La polarización se hizo
evidente y ambas partes se deslegitimaron recíprocamente, reforzando el proceso de identificación y significación al
interior del peronismo.

Dicha identificación se combinó, además, con el estrechamiento de los lazos regionales con los actores que
decididamente estaban en la senda neo desarrollista, progresista y/o de centro-izquierda entendida en los gobiernos de
Dilma Rousseff, Hugo Chávez, José Mujica, Evo Morales y Fernando Lugo. Así lo demuestran acciones conjuntas como el
refuerzo del Mercosur respecto de los esquemas energético-industrial consolidados con la introducción de Venezuela
como miembro pleno, la creación de la UNASUR y su labor respecto de la estabilidad y democratización de la región
(casos de golpes de estado en Honduras y recientemente en Paraguay).

Así, la identidad política del peronismo se erige en la actualidad como una construcción a través del discurso político que
reconoce en el kirchnerismo su legítimo portavoz. El resultado del proceso de significación/ articulación hegemónica,
mantiene unido el grupo y el significante peronismo como identidad nominal otorga un significado performativo, lo que
conlleva la elaboración de una política exterior tendiente a reconocerse como expresión de una puja de fuerzas donde
tiene mayor incidencia la diferenciación que la identificación; una política exterior más de ruptura que de orden.

CONJETURAS FINALES

A partir de lo expuesto se abren dos niveles de análisis, que se interrelacionan entre sí. Por un lado, aquel que versa
sobre la estructura teórico- analítica del concepto de identidad como tal y, por otro, el del análisis de una identidad
específica. Esto es, resulta difícil hablar de la identidad de la política exterior peronista sin una aproximación o un marco
teórico que permita no reducir la identidad a una expresión homogénea. al hablar de la identidad de la política exterior
del peronismo es necesario tener presente que el pluriclasismo, el disenso-consenso como metodología de vertebración
movimientista del mismo, no debe pensarse como un intento de superación de las diferencias y conflictos de intereses
emergentes sino como la operación simultánea de diferenciación y equivalencia que constituye la identidad peronista y,
por ende, que la dualidad resultante (una tendencia a la ruptura y una tendencia al orden) es propia de la alteridad
constitutiva de su identidad.

La preeminencia de una u otra tendencia en las diversas etapas es producto de que el proceso de significación
“peronismo”, como todo proceso de significación, es una articulación hegemónica. Como sostiene Laclau “el nombre no
expresa la unidad del grupo, pero se convierte en su base”.

De este modo, la estructuración de la identidad política del peronismo en el plano externo respondió a diversos factores.
Por un lado, factores discursivos extra-lingüísticos que obraron como sus condiciones de posibilidad: una tradición
verticalista y personalista en el ejercicio de la política exterior, un proceso de institucionalización del partido-
movimiento y una serie de factores socio-históricos que constituyeron momentos de inflexión a nivel internacional y
moldearon el accionar externo del peronismo, como el orden bipolar, la creciente interconexión de la economía
mundial, entre otros mencionados. Por el otro, desde el plano discursivo en sentido estricto, el elemento más
interesante se encuentra en una cadena de significantes que contextualmente presentaban una posición central en cada
gestión peronista, debido a que eran replicados con mucha frecuencia en los discursos público mediáticos y adosados a
múltiples significados diferenciales. Estos significantes contextualmente privilegiados eran antiimperialismo, no
alineamiento, latinoamericanismo, multilateralismo, etc.

ESCUDE. La argentina, ¿un parasito en el mundo? Capitulo 3.

La muerte de la política exterior

La argentina anterior a mediados del siglo xx, estaba en una era de esplendor, pero por lo pronto, el fundamental error
de nuestra neutralidad durante la Segunda Guerra Mundial ya había sido cometido, y como consecuencia del cual el
país había sido expulsado de la buena sociedad occidental. Pero para escude esta neutralidad no fue lo único que
hicimos mal, necesitamos abundar en los más crasos errores y en la corrupción más grosera para finalmente destruir a la
Argentina y convertirla en un Estado parasitario.

No es lo mismo decir que la Argentina hubiera podido evitar sanciones norteamericanas estando del lado de los Aliados,
que decir que hubiera podido cosechar pingües beneficios. No es lo mismo decir que Brasil consiguió beneficios
interesantes durante la guerra, que decir que continuó obteniéndolos después. En realidad decimos que la Argentina
hubiera conseguido tanto como el Brasil del alineamiento, y que la cosecha del Brasil fue milagrosa. Parecen no
comprender que lo conseguido por Brasil (el complejo siderúrgico de Volta Redonda + altos precios para el café durante
la guerra + fácil acceso al petróleo aliado mientras durase la contienda) equivalió a una recompensa más que interesante
para ese país, y que suponer que esos beneficios habrían de continuar después de la guerra sería pecar de wishful
thinking. No captan que Volta Redonda fue para siempre; que el capital que genera riqueza posee un efecto
multiplicador que se prolonga en el tiempo.

Premisa 1 - los costos de la neutralidad argentina durante la Segunda Guerra Mundial fueron enormes, y que

Premisa 2 - a medida que transcurría la guerra y los Aliados se acercaban a la victoria, el gobierno argentino estaba cada
vez más lejos de los Aliados y más cercano al Eje.

Al menos uno de los problemas intelectuales más interesantes que emergen es cuál fue el origen de la aparente
irracionalidad que condujo al gobierno argentino a acercarse a la parte perdidosa y alejarse de la ganadora, aumentando
en forma innecesaria los costos de lo que desde el principio fue una decisión desafortunada por motivos tanto prácticos
como éticos. “El enigma es tanto más sorprendente si recordamos que, desde el principio, el interés material argentino
estaba vinculado a los Aliados, ya que Gran Bretaña constituía el principal mercado argentino de exportación”.

Una sobredosis crónica de confrontaciones

Hasta 1989 y desde 1889 (cuando tuvo lugar la Primera Conferencia Panamericana en Washington), las relaciones entre
la Argentina y los Estados Unidos habían sido, con pocas excepciones, menos que amistosas y por lo general más bien
tensas.

1. Nuestro país antagonizó sistemáticamente con los norteamericanos en los foros diplomáticos, rechazó la
doctrina Monroe

2. Fue neutral durante las dos guerras mundiales

3. Promovió una “tercera posición” después de 1945 y luego se unió al Movimiento de los Países No Alineados.

4. Concomitantemente, bajo sucesivos gobiernos el Estado argentino rehusó firmar el Tratado de No Proliferación
y se negó a ratificar el Tratado de Tlatelolco para la Proscripción de Armas Nucleares en América Latina
5. Dedicó sus escasos recursos al exitoso enriquecimiento de uranio –que sus reactores nucleares no necesitaban,
pues funcionaban con uranio natural— y, ya bajo la administración democrática de Raúl Alfonsín (1983-89), se lanzó a
una empresa conjunta con Irak, Egipto y Libia para el desarrollo de un misil balístico de alcance intermedio, el Cóndor II.

Asimismo, hasta 1979 las relaciones con Brasil, que habían incluido una carrera de tecnología nuclear, fueron muy
tensas. Además, la Argentina estuvo a punto de invadir Chile en 1978. Más aún, en 1982 nuestro país invadió las
disputadas islas Malvinas, que habían estado bajo el dominio británico desde 1833; al tomar tal decisión, el Estado
argentino se embarcó en una guerra poco prometedora contra el Reino Unido en la que los Estados Unidos, como era
razonable esperar, respaldaron a los británicos. Es este historial el que justifica nuestra caracterización de la Argentina
pre-Menem como potencialmente peligrosa en el plano militar y de la proliferación de armas de destrucción masiva.
Estos antecedentes, únicos en América latina, fueron el producto de varios factores que se realimentaron mutuamente,
entre ellos:

1. La prosperidad pasada de la Argentina (desde aproximadamente 1880 hasta 1942), que había generado expectativas
de un futuro estatus de potencia mundial. Esta prosperidad fue el producto de un desarrollo dependiente
simbióticamente atado a la economía británica, que hasta la Segunda Guerra Mundial no necesitó vitalmente de los
Estados Unidos.

2. Nuestro aislamiento geográfico, que hizo posible la emergencia de nociones desproporcionadas acerca de nuestro
desarrollo y poderío.

3. El contenido del sistema educativo local, que alentaba percepciones exageradas del esplendor argentino y sus
posibilidades futuras , y;

4. Una ideología ecléctica de relaciones interestatales que se vio nutrida por varias tradiciones de pensamiento, algunas
importadas y otras vernáculas. Como muchos otros Estados a lo largo y ancho del mundo, hasta el advenimiento de la
administración Menem y al menos desde la década de 1940 la Argentina subordinó el bienestar ciudadano a la
búsqueda de poder regional, a veces con la ilusión de competir en un juego planetario mayor. Sin embargo, la necesidad
de un enfoque centrado en el desarrollo económico y el bienestar ciudadano se hizo cada vez más palpable a medida
que se cobró conciencia del dramático fracaso de las alternativas inspiradas en la búsqueda de prestigio y poder.

La administración de Alfonsín, que enfrentó la difícil tarea de la transición a la democracia, limitó sus innovaciones en
materia de políticas exteriores y de seguridad al establecimiento de relaciones cooperativas con Brasil y Chile. En el caso
de la república trasandina se resolvió una importante disputa territorial, sentándose las bases para la cooperación
futura. Aunque este era un paso importante, las políticas argentinas en el ámbito de la proliferación nuclear y el
desarrollo misilístico permanecieron inalteradas. A la vez, la administración de Alfonsín rehusó restablecer relaciones
con el Reino Unido, puso en práctica una política agresiva contra Gran Bretaña en el Atlántico Sur, y permaneció
esencialmente antioccidental en términos del perfil de los votos argentinos en foros internacionales. Esta política
exterior se quedaba muy atrás de las expectativas de la pequeña minoría de quienes abogábamos por un programa
inspirado en la necesidad de crecimiento y desarrollo económico.

Cambios estructurales

Por este motivo, visto en el largo plazo, el actor (o unidad) nacional que realmente interactúa en el orden interestatal no
es simplemente el Estado, sino el complejo Estado/sociedad civil, que imprime a cada actor una lógica y una dinámica
diferente de la de los demás actores o unidades. No es lo mismo la Argentina del Centenario que la sociedad post-2001
de los piqueteros.

El realismo periférico entronizado


Durante la década de 1990 la Argentina consiguió eliminar su perfil de Estado potencialmente peligroso para la
estabilidad regional en el plano de la seguridad militar y la proliferación nuclear y misilística.76 Se alineó exitosamente
en asuntos estratégicos globales con la superpotencia de hegemonía natural en su región y alcanzó el estatus simbólico
de “gran aliado extra-OTAN” de los Estados Unidos, un calificativo reservado para poquísimos países.

El cambio de políticas puesto en práctica por el gobierno de Menem fue el fruto de un razonamiento basado en los
siguientes supuestos y que pueden considerarse un breve resumen del realismo periférico en tanto doctrina normativa:

1. En una democracia liberal la principal función de la política exterior de un país en vías de desarrollo debería ser
servir a los ciudadanos, y esto se consigue principalmente facilitando el crecimiento económico.

2. Por ello, el desarrollo es la definición misma del interés “nacional”, sobre todo en el caso de un país, como la
Argentina, que no enfrenta amenazas externas creíbles por parte de actores estatales.

3. Los Estados Unidos constituyen la limitación externa individual más importante para el desarrollo de los países
de la región latinoamericana, y es por consiguiente del mayor interés para un país como la Argentina tener buenas
relaciones con esa potencia, siempre que ello no sea a expensas de nuestros intereses materiales.

Esta fue una razón de peso para el abandono del Movimiento de los No Alineados bajo la presidencia de Menem: la
pertenencia a ese foro no generaba beneficio material alguno, a la vez que en las comunidades financieras más
importantes del mundo originaba percepciones que resultaban disfuncionales para el desarrollo argentino. Por lo tanto,
esa membrecía era contraria a los intereses de los ciudadanos argentinos.

Por su parte, la política de respaldar a los Estados Unidos participando en operaciones como la guerra del Golfo o la
restauración de la democracia en Haití representó una intencional convergencia con los objetivos de seguridad global de
la alianza occidental. Lejos de afectar negativamente los intereses materiales de la Argentina, estas medidas los
fortalecieron. Generando con ello percepciones positivas entre financistas e inversores y, más ampliamente, entre los
segmentos más influyentes de la opinión pública mundial, en tiempos en los que todavía creíamos que tanto el Estado
como la burguesía argentinas harían buen uso del crédito, que en sí mismo es una cosa buena.

El Estado fallido y la muerte de la política exterior

La crisis hizo aflorar el tradicional anti-norteamericanismo de amplios sectores argentinos, hecho que no dejó de influir
sobre la política de un nuevo gobierno acosado por la problemática de la gobernabilidad. Así comenzó todo un ciclo de
manipulación de la política exterior en aras de objetivos internos. En este sentido como en otros, la crisis representó un
verdadero punto de inflexión, con un antes y un después.

Gustara o no, la política exterior de Alfonsín no se acuñó con fines demagógicos. El gobierno radical arriesgó un enorme
capital político al decidir solucionar el litigio del Beagle con Chile, por ejemplo. Lo hizo porque a su leal saber y entender
la construcción de vínculos de cooperación y confianza con ese país es un interés permanente de la Argentina, que está
por encima de un resultado electoral. Lo mismo puede decirse del gobierno de Menem. Al decidir solucionar el litigio de
Hielos Continentales demostró estar por encima de las mezquindades y partidismos, por lo menos en ese plano.
Derrochó capital político para posibilitar la profundización de una relación de cooperación con Chile que concibió como
un interés permanente de Argentina, una política de Estado que había sido inaugurada por Alfonsín.

Como sabemos, todo Estado parasitario es, en cierta medida, también un Estado fallido donde la gobernabilidad está en
crisis permanente. Si la turba puede derrocar presidentes a capricho, nada hay más urgente que la política interna.

En el caso del Estado parasitario argentino, por lo tanto, es improbable que el futuro depare políticas exteriores
“racionales”, pensadas en función de los intereses de largo plazo de un contrato social democrático. Por lo menos hasta
que la condición de parásito sea superada, no volverán a implementarse políticas exteriores como las de Menem y
Alfonsín, que más allá de sus aciertos o errores fueron por momentos admirables en su disposición al sacrificio electoral.

El síndrome del Estado fallido argentino frente al desafío de las FARC

Mientras que durante el gobierno de Kirchner, es demasiado hábil para oponerse a estas agresivas tácticas
personalistas, que son solventadas con el petróleo del pueblo venezolano. Por el contrario, ha optado por hacerse aliado
del matón de la región, reduciendo así el peligro de interferencia de las FARC en un Estado fallido que está acosado por
los piquetes a la vez que desquiciado por la corrupción, la prebenda y la extorsión. Ni Colombia ni Estados Unidos
podrían hacer gran cosa para evitar que las FARC operen delictiva y subversivamente en la Argentina. En cambio, Chávez
algo puede hacer ya que es amigo y protector de los narcoinsurgentes. Para paliar la anarquía nacional y preservar su
poder interno, el gobierno argentino ha establecido una alianza con el más poderoso motor de anarquía de la región.

AIZENSTATD, ALEXANDER N. (2012) - “A 30 AÑOS DE LA GUERRA: LAS ISLAS MALVINAS (FALKLAND) Y LOS PRINCIPIOS
DE DERECHO INTERNACIONAL”.

Resumen: Se presentan los hechos históricos más relevantes sobre las reclamaciones territoriales de las partes
(Argentina y Reino Unido). Se analizan además la guerra de 1982 y la situación actual de las islas. Se estudian las
acciones de las partes en relación con los principios del derecho internacional, entre ellos, la solución pacífica de las
controversias, la prohibición de la amenaza y uso de la fuerza y la libre determinación de los pueblos. Se encuentra que
ambas partes han faltado a sus obligaciones internacionales. Se concluye que la guerra no ha puesto fin a la controversia
territorial y que esta puede ser resuelta por la negociación pero debe tomar en consideración los intereses de los
habitantes de las islas.

INTRODUCCIÓN

Las Islas Malvinas consisten en un archipiélago situado en el Atlántico sur que es habitado por aproximadamente 3 mil
personas. Comprende principalmente la isla Gran Malvina (West Falkland), la isla Soledad (East Falkland) y cientos de
islas menores y su respectivo espacio marítimo. La disputa abarca además a las Islas Georgia del Sur y Sandwich del Sur,
que no están habitadas. Actualmente se encuentran bajo protección inglesa, que las considera un territorio británico de
ultramar, pero son reclamadas como propias por Argentina. Una acción militar unilateral argentina para tomar el
control de las islas en 1982 desencadenó una respuesta del Reino Unido que se tradujo en un conflicto armado entre
ambas naciones, la muerte de casi un millar de personas y más de 1,800 heridos.

En gran medida, pero con excepciones, los Estados latinoamericanos se han inclinado por la postura argentina; los
Estados caribeños y ex colonias británicas han favorecido la perspectiva inglesa. Los actores más influyentes en el campo
internacional rechazaron el uso de la fuerza por Argentina. A pesar de fijar su opinión sobre el uso de la fuerza, por lo
general los Estados y las entidades internacionales han evitado pronunciarse sobre la legitimidad de las reclamaciones
territoriales. En estos casos se ha hecho hincapié en el respeto a los principios de no agresión, la prohibición de la
amenaza o el uso de la fuerza y la solución pacífica de controversias como valores esenciales del derecho internacional
de conformidad con la Carta de las Naciones Unidas. Cuando los Estados no son parte directa en un conflicto tienden a
evitar juicios de valor sobre las reclamaciones específicas en disputa y más bien buscan reafirmar los valores del derecho
internacional en general.

MARCO HISTÓRICO

El Nuevo Mundo y el legado de la administración colonial

Tradicionalmente en el derecho internacional se han reconocido varias formas de adquisición de título soberano sobre
territorios, entre las que destacan el descubrimiento, la ocupación, el acrecimiento, la cesión y la prescripción. La
postura inglesa se basa en el descubrimiento, pero la importancia de esta forma ha disminuido notablemente en el
derecho internacional moderno. Sin embargo, la postura inglesa sostiene además la existencia de derechos adquiridos
con base en la administración efectiva desde 1833 y los deseos de los habitantes actuales de las Islas. España, como
poder colonial que antecedió a Argentina en este reclamo, también invocó el descubrimiento para basar su soberanía
sobre el archipiélago, sumando a él la existencia de un decreto Papal que le otorgaba derechos sobre todo territorio en
el Nuevo Mundo. No existe información indubitable sobre el descubrimiento de las Islas Malvinas (Falkland), y lo más
seguro es que la cuestión jamás sea finalmente resuelta.

Ya en 1764 se autorizó una expedición oficial francesa para habitar las islas, esfuerzo que fue liderado por un joven
oficial de apellido Bougainville con el apoyo de sus familiares provenientes de St. Malo en la Bretaña francesa. De estos
primeros pobladores, conocidos por su gentilicio «les Malouines», derivó la denominación actual de las Malvinas
empleada en español. Posteriormente, un destacamento militar inglés estableció una modesta instalación en la Isla en
nombre del Rey Jorge III. España protestó ambas instalaciones en un territorio que consideraba propio. Eventualmente y
luego de varias negociaciones, los franceses cedieron sus derechos a España. De ahí que algunos autores sostengan que
un reclamo inglés basado en el descubrimiento o posesión se debilita, dado que anteriormente existió una ocupación
francesa.

Pocos años después, en 1770, el Reino español decidió desalojar por la fuerza el destacamento inglés y expulsar a los
pobladores, el asunto se resolvió rápidamente por medio de negociaciones diplomáticas. En 1771 una pequeña fuerza
militar inglesa estableció un campamento en Puerto Egmont, en la Isla Trinidad (Saunders) que ocupó por varios años y
desocupó en 1774. Pero antes de retirarse, el comandante inglés dejó una inscripción en la estructura haciendo constar
que no abandonaban sus derechos sobre el territorio. Este acto ha servido en parte para sustentar los reclamos actuales
del Reino Unido. En 1777 España destruyó toda edificación inglesa incluyendo esa estructura militar.

Argentina argumenta también que el Armisticio y los acuerdos comerciales entre España y el Reino Unido que forman
parte de los Tratados de Utrecht constituyen una renuncia inglesa sobre cualquier derecho sobre las Malvinas (Falkland).
Los ingleses no comparten esta interpretación.

Luego de la independencia argentina, en 1829 el gobierno nacional creó una unidad administrativa de gobierno en las
Islas. En 1833 el Reino Unido tomó el control de las Islas por la fuerza. Los pobladores y el gobierno argentino se
retiraron bajo protesta. Desde entonces se inicia la reclamación de la Argentina independiente sobre el territorio con el
argumento de la adquisición original española y la ocupación efectiva hasta 1833. Durante varias décadas ambos países
llevaron a cabo negociaciones sin que el tema de la soberanía sobre las islas se resolviera de manera definitiva. Luego,
en 1982, Argentina acudió a la opción militar.

La guerra por las Malvinas

Fueron varios los esfuerzos de establecer negociaciones a nivel diplomático entre Argentina y el Reino Unido para
resolver el diferendo sobre las Malvinas (Falkland). En algunos casos contaron con la intervención de organismos
internacionales, pero ninguno de ellos resultó en un acuerdo sobre los reclamos territoriales. El gobierno argentino veía
que los ingleses no tenían un interés serio en llegar a una solución mediante discusiones formales sobre la soberanía de
las islas. El 1 de marzo de 1982 la cancillería argentina declaró que si no se arribaba a una solución pronta, se acudiría a
«otros medios». Al mes siguiente, el 2 abril de 1982 el gobierno argentino, en ese momento dirigido por una Junta
Militar, ocupó por la fuerza las islas y desalojó a sus habitantes.

El objetivo de la acción militar era desarmar las bases militares inglesas en las Malvinas (Falkland) con estrictas órdenes
de no ocasionar bajas. La operación se realizó de manera eficiente, los militares ingleses fueron enviados al Reino Unido
de manera inmediata. Para el mediodía del 2 de abril, los argentinos habían asumido el completo control militar.
Originalmente el plan instaurado por el gobierno argentino consistía en expulsar a los ingleses y colocar a las islas bajo
administración internacional, mientras se resolvían finalmente los reclamos territoriales. Se buscaba en todo caso la
estrategia de «ocupar para negociar». Sin embargo, las autoridades se apartaron del plan original, tal vez por el fervor
nacionalista que generó la operación militar. Declararon públicamente que las islas eran territorio soberano argentino y
que jamás retirarían su presencia militar.

Existía presión social interna que reclamaba ese territorio como propio. La mayoría de la población argentina
denunciaba la presencia británica como una desposesión injusta. De hecho, incluso algunos sectores que se oponían a la
Junta Militar celebraron la operación que retomó el control argentino de las islas como una reivindicación de los
derechos nacionales. El gobierno argentino consideraba que el tiempo transcurría en su contra y a favor de los ingleses.
El control efectivo y continuado inglés podría perjudicar los reclamos argentinos de manera definitiva.

Los ingleses por su parte, consideraron que la acción militar argentina fue una medida unilateral de agresión contraria a
la prohibición internacional del uso de la fuerza, por lo tanto debía ser resistida militarmente. También les era relevante
no sentar un precedente internacional de permisividad y defender la prohibición del uso de la fuerza como parte
esencial del orden público internacional.

También merece análisis la posición de los Estados Unidos como poder hegemónico de la época en el continente, país
que procuró servir de mediador. Argentina subestimó la afinidad entre Estados Unidos y los británicos, dado que Reino
Unido había sido importante aliado de los Estados Unidos en casi todos los conflictos principales del último siglo,
incluyendo las dos guerras mundiales. Argentina era un importante socio latinoamericano en su lucha anticomunista y
un aliado de sus intereses en la región, pero no tenía el mismo grado de relevancia en la política norteamericana. Un
conflicto entre ambos países no beneficiaba a los Estados Unidos, pero era claro que en última instancia Washington no
intervendría a favor de Argentina contra su aliado natural en Londres.

La respuesta inglesa ante el avance argentino no se hizo esperar. La Primera Ministra Thatcher explicó que estaban
«defendiendo su honor como nación, y principios de fundamental importancia para todo el mundo». Las acciones
incluyeron el uso de varios submarinos nucleares, bombarderos y aviones caza para los cuales su contraparte argentina
no estaba preparada.

Finalmente, ingleses retomaron el control de las islas y el conflicto terminó con la rendición argentina el 14 de junio de
1982. Se perdió casi un millar de vidas, mayoritariamente argentinas. Hubo además cuantiosas pérdidas económicas en
ambos lados: se estima que la guerra costó al Reino Unido más de 2.6 mil millones de dólares. Un legado adicional serían
los miles de minas terrestres que aún hoy se encuentran activas en las islas.

Algunos criticaron al gobierno de Thatcher por la magnitud de su respuesta militar, la acusaron de querer distraer a la
opinión pública de los problemas nacionales. La reacción militar no fue del todo esperada, si se tiene en cuenta que
Reino Unido ya había perdido su título sobre posesiones coloniales aún más valiosas sin embarcarse en una guerra de
estas dimensiones.

Las críticas al gobierno argentino han sido aún más severas. Para muchos la operación militar argentina era un
mecanismo político para desviar la atención de las graves violaciones de los derechos humanos cometidas por el
régimen militar. La infame reputación del gobierno de esa época incidió notablemente en el escaso nivel de apoyo
internacional que recibió.

La controversia territorial subsiste

Desde el punto de vista jurídico los motivos que dieron origen a la guerra no afectaron la legitimidad de cualquier
reclamo territorial en la actualidad. Las condenables violaciones de los derechos humanos cometidas por el régimen
militar argentino tampoco debilitan sus actuales reclamaciones. Dado que, la propiedad es del legítimo dueño, no de la
persona más amable.

La victoria militar inglesa y la rendición argentina tampoco resolvieron finalmente la controversia territorial. De acuerdo
con el derecho internacional moderno la victoria militar no es una manera legítima de adquirir territorio. La fuerza
solamente determinó la posesión de las islas: el reclamo subyacente sobre la propiedad persiste. El territorio se
adquiere por medio de título legítimo y no por la fuerza. El territorio como botín de guerra o derecho de conquista es
incompatible con la Carta de las Naciones Unidas. Independientemente de la victoria militar o de la posesión actual, el
legítimo título debe comprobarse. Esto es esencial en un sistema internacional que busca promover la seguridad
mundial con base en el derecho. Este solo puede comprobarse mediante una de las formas de adquirir territorio
aceptadas por el ordenamiento internacional. De ahí que la guerra de las Malvinas no incide en los reclamos territoriales
bajo el derecho internacional, por supuesto que la guerra si afectó en las condiciones para el diálogo entre ambos
países.

Las Malvinas (Falkland) hoy

Actualmente el Reino Unido considera que las Islas son un territorio de ultramar y figuran en la lista de territorios no
autónomos según el capítulo XI de la Carta de las Naciones Unidas. Argentina las reclama como propias. Los habitantes
tienen sus propias autoridades e incluso una Constitución, avalada por la Reina Isabel II, que establece el marco
institucional para el gobierno local e incluye una moderna y extensa sección sobre derechos fundamentales. El gobierno
local cuenta, entre otros, con una Asamblea Legislativa democráticamente electa con capacidad para dictar leyes (arts.
26 y 37); una Corte Suprema de Justicia unipersonal (art. 86), y un Consejo Ejecutivo (art. 57). Sin embargo, esto no
significa que los pobladores gocen de plena autonomía. El gobierno local cuenta además con un Gobernador con
amplios poderes, designado por la Reina, que incluyen disolver el parlamento (art. 34.1), nombrar al único magistrado
de la Corte Suprema de Justicia (art. 86) y en casos limitados, puede dictar leyes (art. 55).

En las últimas décadas los recursos naturales de las islas han desempeñado un papel protagónico en la controversia.
Principalmente en relación a las reservas de hidrocarburos. Estas reservas ya eran conocidas desde antes de la guerra de
1982. Ahora, algunos estiman que en las islas hay más de 60 miles de millones de barriles de petróleo, de ser cierto,
convertiría a la región en una de las reservas de petróleo más grandes del mundo. Esto ha generado expectativas sobre
la posibilidad de acceder a estos recursos tanto en Argentina como en el Reino Unido. Los habitantes de las islas también
tienen un incentivo para considerar la posibilidad de subsistir económicamente de manera independiente.

La realización de actividades de exploración petroleras en las islas ha sido objetada por Argentina. Considera que la
explotación de recursos naturales en un área en disputa es incompatible con la obligación de resolver el diferendo.
Además, la realización de actividades petroleras a grandes profundidades genera preocupación por sus posibles efectos
en el medio ambiente. Sumada a los recursos de las islas, su zona marítima es un lugar importante para el tráfico de
buques comerciales.

Actualmente, en el 30º aniversario de la guerra la confrontación entre Londres y Buenos Aires ha aumentado de manera
notable. El Reino Unido ha enviado a las islas un fuerte contingente armado que incluye submarinos de propulsión
nuclear y a su más moderno buque de guerra. Argentina ha protestado, indicando que esto constituye una provocación.

Argentina reclama que se retomen las negociaciones sobre el diferendo. El Reino Unido ha declarado que la soberanía
sobre las islas no está en disputa y no será discutida (BBC News, 2012). Independientemente de la negativa a negociar,
los reclamos de soberanía subsisten. La eventual solución del este asunto debe respetar los principios del derecho
internacional por lo que, a continuación se explican aquellos que son más relevantes en la lucha por las Malvinas

LOS PRINCIPIOS DE DERECHO INTERNACIONAL APLICABLES AL CASO MALVINAS (FALKLAND)


La solución pacífica de las controversias internacionales

La obligación de aplicar medios para la solución pacífica de las controversias internacionales es un principio consagrado
del derecho internacional. Los Estados deben resolver sus conflictos por medios pacíficos. Al efecto, la Carta de Naciones
Unidas en su artículo 2(3) reconoce claramente este principio y establece que: «Los Miembros de la Organización
arreglarán sus controversias internacionales por medios pacíficos de tal manera que no se pongan en peligro ni la paz y
la seguridad internacionales ni la justicia».

Está claramente prohibido acudir a la fuerza para solucionar una controversia. La reclamación de ambas naciones sobre
las Islas Malvinas es una disputa jurídica que debe resolverse de conformidad con este principio.

Cabe aclarar que los Estados tienenlibertad para seleccionar el método para cumplir este fin, pueden acudir a la
mediación, arbitraje, conciliación, negociación o cualquier otro mecanismo y en todo caso, actuar de buena fe cuando
hayan elegido uno de estos métodos, evitando realizar acciones unilaterales que agraven el conflicto.

De acuerdo con el derecho internacional la ocupación militar de las Islas Malvinas (Falkland) en abril de 1982 por las
fuerzas armadas argentinas debe considerarse una contravención al principio de solución pacífica de las controversias.
Incluso cuando esa acción no incluyó la pérdida de vidas inglesas.

La posición inglesa también debe de analizarse de acuerdo con este principio. El gobierno inglés se niega a discutir el
tema de la soberanía (BBC News, 2012). Esta negativa contraviene el derecho internacional. La falta de negociaciones de
buena fe sobre la disputa antes y después de la guerra y el hecho de que ella se centre principalmente en la reclamación
sobre las islas es contrario al espíritu y fin de los artículos 2(3) y 33(1) de la Carta de las Naciones Unidas.

La reacción militar inglesa a la ocupación de 1982 también pudo evitarse. La opción militar para retomar el control de las
islas no era indispensable, en especial considerando que resultaría en la pérdida de vidas, siendo que antes la vida o
integridad física de sus ciudadanos o pobladores de las Malvinas no estaban en riesgo. Es claro que desde el punto de
vista del Reino Unido esa intervención era aceptable y constituía un caso de legítima defensa de su territorio ante una
agresión. Pero para Argentina la ocupación podía defenderse sosteniendo que consistía en la recuperación de un
territorio usurpado por el Reino Unido. En 1833 el Reino Unido había utilizado la fuerza para desalojar a los habitantes
argentinos de las islas. En 1982 debió buscarse una solución pacífica al conflicto, deberían haber esperado el accionar de
las instituciones internacionales (como Argentina lo venía haciendo por más de un siglo).

El fiel cumplimiento de la obligación de resolver las controversias por medios pacíficos también incluye la prohibición de
adoptar medidas unilaterales que agraven la disputa o pongan en riesgo su posible solución. Cabe destacar que el
otorgamiento de concesiones para la explotación de recursos minerales o hidrocarburos en un área bajo disputa resulta
contrario al objeto y fin de este principio. Además genera genuinas preocupaciones en materia ambiental cerca de la
costa argentina continental.

La prohibición de la amenaza o el uso de la fuerza

Principio consagrado del derecho internacional moderno que implica que los Estados no pueden acudir a la fuerza o a la
amenaza de la misma salvo en el caso de legítima defensa o con la aprobación del Consejo de Seguridad. El Artículo 2(4)
de la Carta de Naciones Unidas recoge este principio expresamente y prohíbe la agresión. La importancia de este
principio en el derecho internacional es tan fundamental, tal así que ha sido reconocido como parte del ius cogens,
obligatorio para todas las naciones). Esta calidad ha sido reiterada por la Corte Internacional de Justicia.

Una controversia territorial no justifica un acto de agresión. De ahí que los Estados incurran en responsabilidad
internacional por la amenaza o uso de la fuerza en áreas en disputa. Es claro que para Argentina la ocupación de 1982
fue un acto de defensa de la integridad territorial.
De acuerdo con la prohibición del uso o amenaza del uso de la fuerza también es relevante la conducta del Estado que
tiene el control sobre un área en disputa. Además es aplicable al espacio marítimo pertinente. Tan sólo la amenaza es
una contravención del derecho internacional.

Recientemente Argentina ha protestado la presencia militar inglesa en las islas. Según algunos informes, en la zona en
disputa se encuentran los más modernos buques de la armada inglesa, submarinos nucleares y otros instrumentos de
combate, lo que Argentina denuncia como un acto de provocación, que además contraviene el Tratado de Tlatelolco
para la Proscripción de las Armas Nucleares en América Latina y el Caribe. Pero la presencia de un submarino de
propulsión nuclear naval no constituye en sí una violación al Tratado. Todo esto según su artículo 5, salvo que además
cuente con armamento nuclear.

La libre determinación de los pueblos

El Reino Unido fue un imperio colonizador, que con el tiempo ha ido cediendo voluntariamente algunos de sus
territorios de ultramar o los ha perdido por la fuerza. Las Islas Malvinas (Falkland) han sido declaradas territorio bajo
examen del Comité Especial de Descolonización de las Naciones Unidas. Sin embargo, en algunos sentidos el caso se
distingue de la acepción tradicional de colonia. Los pobladores actuales son preponderadamente afines al Reino Unido,
la mayoría descienden de los primeros colonos británicos, en especial porque este ha tenido el control efectivo de la isla
desde 1833, cuando desalojó a los pobladores argentinos. Por lo tanto, a diferencia de otros casos típicos de
colonialismo, no existe una población oprimida que reclame; el papel del principio de libre determinación juega
entonces un papel que merece particular atención.

De acuerdo con el derecho internacional, la libre determinación debe de entenderse como el «derecho de grupos
nacionales cohesionados a escoger por sí mismos una forma de organización política y su relación a otros grupos».
Faculta a los integrantes de un grupo para determinar su propio estatus político, participar en sus instituciones y
contribuir a su propio desarrollo económico, social y cultural. Este principio es además un derecho humano, que es
reconocido por el derecho internacional.

Aunque históricamente no había tenido un papel protagónico en las discusiones sobre las Malvinas (Falkland), en el
último tiempo ha adquirido importancia debido a que ha sido invocado por el gobierno británico para señalar que
cualquier resolución al respecto debe tomar en cuenta los derechos y opiniones de los habitantes. Este argumento es
ventajoso si se considera que los pobladores de laS islas tienen mayor afinidad con el Reino Unido y es de utilidad para
resistir las pretensiones argentinas ya que de ser consultados muy probablemente se opondrían a la soberanía
argentina.

De todas maneras, es posible dudar de la sinceridad inglesa cuando sostiene que la libre determinación es un principio
del derecho internacional, puesto que tradicionalmente lo ha negado a sus antiguas posesiones coloniales y lo esgrime
precisamente ahora en relación con Gibraltar y las Malvinas.

Por supuesto que desde el punto de vista argentino se han rechazado la aplicabilidad del principio a este caso. En
especial, se oponen a que los habitantes de las islas sean caracterizados como un pueblo cohesionado. Sostienen que su
presencia equivale a la de una población trasplantada desde 1833.

De conformidad con el artículo 73 de la Carta de las Naciones Unidas, se debe tener el más alto respeto por los intereses
de los habitantes. Pero, es claro que la composición actual de la población no es el resultado de la libre migración sino
del poderío militar.

La libre asociación, la integración a otro Estado y otras formas de organización son formas permisibles bajo el derecho
internacional para la descolonización, especialmente en casos en que la autonomía total es inviable. La incorporación a
Argentina es permisible, pero solamente si es aceptada por los pobladores. Si se considera que las islas son una colonia,
y su inclusión en el Comité Especial de Descolonización apoya esta postura, el Reino Unido deberá necesariamente
tomar en cuenta los intereses y decisiones de sus habitantes. A pesar de las críticas argentinas, la libre determinación
implica el ejercicio de la autonomía de la voluntad de los pobladores. De lo contrario el Reino Unido incurriría en
responsabilidad internacional. La libre determinación es un derecho de las personas, no de los Estados y conlleva que
puedan tomar decisiones sobre su territorio. Esto no significa que un grupo de la sociedad tenga derecho a que quienes
ya están representados por un gobierno puedan llevar a cabo acciones que persigan fraccionar su integridad territorial.
No es un derecho de secesión. En el estado actual del derecho internacional los habitantes de un gobierno que garantice
sus derechos no tienen facultades para fragmentarlo.

La creciente importancia de la persona en el derecho internacional moderno implica que la controversia ya no radica
únicamente en Argentina y el Reino Unido; los habitantes de las islas son ahora un tercer actor cuyas consideraciones
tendrán substanciales efectos en los reclamos sobre el territorio.

EL PAPEL DE LA COMUNIDAD INTERNACIONAL Y LOS BLOQUES REGIONALES

Más allá de las partes involucradas, los demás Estados también tienen un rol en la resolución de este conflicto. A la
comunidad internacional debe interesarle que se arribe a una resolución definitiva por medios pacíficos a través del
derecho internacional y así evitar un nuevo enfrentamiento armado. Para ello debe ser quien promocione el diálogo
entre las partes.

En cuanto a los bloques regionales, el autor considera que el Mercosur está mejor alineado para tener una posición
uniforme sobre el tema que la Unión Europea. Dado que las naciones del Mercosur no reconocen a buques que
naveguen con las banderas de las Islas, ni se les permite atracar en sus puertos. Este tipo de medidas regionales de
respaldo a Argentina son relevantes porque evidencian un fuerte apoyo regional que va más allá de las declaraciones
simbólicas, es así que se evidencia un alto nivel de compromiso. Es importante también destacar la influencia que pueda
tener ahora Brasil en la controversia. Este país desempeñó un rol significativo durante la guerra. Interceptó a un
bombardero inglés y representó a Argentina en las pláticas diplomáticas con el Reino Unido. Argentina es un socio
estratégico de Brasil. Los intercambios comerciales anuales entre ambos países superan los 30 mil millones de dólares.
Es una potencia regional y un actor global con interés fundamental en todo lo que ocurre en el Atlántico Sur, en el que
posee más de 7,500 km de costa. Por lo que la presencia de la armada inglesa en esa zona no puede escapar su atención.

Le será más difícil al Reino Unido obtener el respaldo de sus pares europeos si esto puede afectar la relación de estos
con sus socios latinoamericanos. Esto además, porque la controversia por las Islas en sus orígenes proviene
precisamente del conflicto entre tres países europeos, y actualmente persiste una controversia similar con España por el
control de Gibraltar.

CONCLUSIÓN

La guerra causó pérdidas irreparables, aún permanecen decenas de miles de minas terrestres y no resolvió en definitiva
el diferendo.

Por las características particulares de este conflicto, propongo que la disputa es mejor candidata para una solución
negociada.es conveniente para las partes debido a las circunstancias específicas de esta disputa y en particular por los
principios que rigen la descolonización y la libre determinación de los pueblos. De ellos resulta cada vez menos probable
que una determinación final sobre el conflicto le otorgue un derecho absoluto sobre las Islas a cualquiera de los dos
Estados. La negociación permite a las partes buscar soluciones novedosas con debida consideración a los intereses de
todos. Es importante tener en cuenta que no puede tratarse el tema de la reclamación territorial sin consideración a
aquellos que lo habitan.
Debe reconocerse que la negociación también puede conllevar algunas desventajas. El tema de las Malvinas (Falklands)
tiene un importante papel en la opinión pública de ambos países e históricamente ha encendido la pasión nacionalista.
Puede que algunos interpreten cualquier concesión como una deshonra al sacrificio de los combatientes en la guerra.
Por lo tanto limitan su propio campo de diálogo y acción para arribar a una solución negociada. La controversia debe de
ser resuelta de manera pacífica con base en decisiones racionales guiadas por los principios que inspiran al derecho
internacional.

UNIDAD 6. La política exterior y económica brasileña A) La identidad de la Política Exterior de Brasil B) Relaciones con
Argentina C) La globalización de las relaciones internacionales brasileras.

Bibliografía obligatoria

PEREYRA DOVAL, María Gisela (2017). Política exterior y modelos de desarrollo. Argentina y Brasil en perspectiva
comparada. (1930-2010). En: Apuntes 80, p. 159-185. SARAVIA, Gomes (2010). Procesos de integración de América del
Sur y el papel de Brasil: los casos del Mercosur y la Unasur. En: Revista CIDOB d’afers internacionals, n.o 97-98, (abril
2012), p. 87-100.

Introducción

Sin embargo, como plantean Actis, Lorenzini y Zelicovich, es importante tener en cuenta que el alcance de la idea de
desarrollo «trasciende las definiciones económicas y se convierte, entre otros, en un estructurante importante también
de la política exterior y de la estrategia de inserción internacional de un país». De esta manera, el objetivo de este
trabajo es analizar cómo los gobiernos argentinos y brasileños que han transitado diferentes modelos de desarrollo
económico se han valido de la política exterior para lograr sus objetivos, al tiempo que realizamos una comparación de
la aplicación y los resultados de dichos modelos en ambos países. La hipótesis es que, en función de la política exterior,
la aplicación de modelos «teóricamente» iguales dio resultados diferentes. Es decir, losresultados, cuando se tienen
bases y márgenes de acción distintos tanto doméstica como internacionalmente, son diferentes aunque las premisas
teóricas tengan una mayoría de puntos en común. Por este motivo, también es importante analizar distintos momentos
históricos para reforzar nuestras premisas, ya que «los contextos en los cuales se dan estas decisiones resultan
fundamentales en tanto determinan la permisibilidad y viabilidad de cada acción».

Para comprobar nuestra hipótesis, partimos del concepto de política exterior diseñado por Celso Lafer, quien la piensa
como una política pública cuyo objetivo es traducir necesidades internas en posibilidades externas. Por ello
consideramos que no se puede pensar en una política externa disociada de las necesidades del país. cuando se decide la
implementación de un modelo de desarrollo, debe tenerse en cuenta lo que sucede en el entorno internacional. Será la
política exterior la que se ajuste a las necesidades del modelo de desarrollo.

Específicamente desde la década de 1930, el problema del desarrollo estuvo en el eje del pensamiento no solo de los
sucesivos gobiernos, sino también de los intelectuales de América Latina. El desarrollo económico en Argentina y Brasil
fue entendido de distintas maneras, dependiendo del contexto nacional e internacional en el cual se erigieron los
modelos a seguir. Dividiremos la sistematización histórica de los modelos de desarrollo en cuatro: a) modelo de
industrialización por sustitución de importaciones; b) modelo desarrollista; c) modelo neoliberal; y d) modelo
neodesarrollista, tratando de mostrar –a partir de la descripción del linkage entre modelo de desarrollo y política
exterior– en las conclusiones aquellas similitudes y diferencias en la forma empírica en que fueron aplicados en ambos
Estados.

Modelo de industrialización por sustitución de importaciones


La crisis económica internacional de los años 1930 hizo que las élites económicas y políticas de todos los países buscaran
soluciones drásticas. Los liberales, que defendían la tesis según la cual Brasil tenía vocación agrícola, fueron
políticamente derrotados. Esa derrota fue confirmada en la segunda mitad de los años 1950. A partir de esa época, los
liberales cambiaron su discurso: también ellos se tornaron industrialistas. Las divergencias políticas pasaron a retratar
los medios por los cuales se debía promover la industrialización, aunque ya nadie defendía la hipótesis de un Brasil
exclusivamente agrícola.

Esta crisis disminuyó la capacidad del país de importar productos y de cumplir con los pagos externos, redujo además el
ritmo de todas las actividades económicas. Fue en ese contexto que el gobierno de Getúlio Vargas amplió la
participación del Estado en la economía para evitar una recesión generalizada. Fue un periodo de transición marcado
por el paso de un sistema de base agroexportadora a un sistema industrial, por esto, la propuesta de inserción
internacional de Brasil estuvo más relacionada con los intereses industriales que con los agroexportadores.

existió también un factor externo que desembocó en la política gubernamental de Vargas: la ruptura del equilibrio de
poder europeo. Por un lado, Alemania empezó a mirar a América Latina por la posibilidad de ampliar su sistema de
poder. Por otro lado, Estados Unidos comenzó a vincularse a otras economías para garantizar su propia recuperación y
crecimiento. De esta forma, Vargas aprovechó los márgenes de negociación que le brindaba la competencia entre los
dos «sistemas de poder». Es en este sentido que, utilizando herramientas político-diplomáticas, Vargas buscó conseguir
beneficios económicos.

Contexto del estallido de la Segunda Guerra Mundial. Brasil afirmó su propósito de colaborar militarmente con Estados
Unidos a cambio de préstamos destinados al proyecto siderúrgico nacional. El financiamiento a la industria siderúrgica,
prioritario para el gobierno brasileño, fue utilizado como herramienta de presión diplomática cuando Alemania ofreció
un empréstito a Vargas. En consecuencia, a fines de septiembre de 1940 se firmó el acuerdo entre Brasil y Estados
Unidos para la construcción de la Compañía Siderúrgica Nacional.

En el caso argentino, el modelo agroexportador siguió vigente con la élite de la llamada «década infame», o régimen
conservador, y el giro norteamericano no se realizó a tiempo. Recien en 1940 surgio el Plan Pinedo que remarcaba la
industrialización exportadora y especializada en materias primas nacionales y un acercamiento a Estados Unidos para
conseguir financiación. Se apuntaba a fomentar sólo las industrias necesarias y eficientes. El centro de esta nueva
estrategia no era sustituir importaciones sino industrializar las exportaciones, lo que se unía a la diversificación de los
mercados –sobre todo Estados Unidos y Brasil–. A pesar de que el Plan Pinedo no fue aprobado en el Congreso nacional.

Entre 1946 y 1955, surgió el modelo de industrialización por sustitución de importaciones como estrategia
predominante de la economía argentina. el problema principal con el que se topó la economía argentina fue que el
peronismo no alentó la industria de base, con lo que las importaciones de bienes intermedios y pesados nunca pudieron
ser sustituidas. Esta traba interna de la economía argentina –así como el éxito de la brasileña– tuvo causas externas.

Durante la Segunda Guerra Mundial, a Argentina le sobraban divisas producto de sus ventas de alimentos a todo el
mundo; pero, debido al congelamiento de las ventas del resto de los mercados industrializados, carecía de los insumos
que le hubieran permitido desarrollar su economía. Posteriormente, la ambigüedad, indecisión o llana simpatía de Juan
D. Perón por los países del Eje implicó un boicot económico por parte de Estados Unidos. Argentina no fue parte de la
nueva apertura del mercado de alimentos mundial. En primer lugar, por el mencionado boicot norteamericano y, en
segundo lugar, porque Perón no estaba interesado en ello. El agotamiento de las reservas, entretanto, también coincidió
con la caída de los precios y la demanda de los productos primarios en los mercados mundiales. Así, Perón no tuvo
recursos económicos para continuar impulsando la economía y el país entró en recesión a comienzos de la década de
1950, agravada por una sequía responsable de destruir la producción primaria.
A partir de 1940, el gobierno argentino, mientras mantuvo un inusual alto nivel de gastos armamentísticos, intentó
proyectar su política exterior hacia la América Latina de habla hispana. En el marco de la denominada Tercera Posición,
Perón destacaba la importancia de la integración regional latinoamericana, estableciéndose acuerdos comerciales,
financieros y culturales. Hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, la Argentina sostuvo una posición independiente
que la colocaría como marginal en la comunidad interamericana.

Modelo desarrollista

Es fundamental contextualizar los cambios ocurridos a nivel sistémico. En primer lugar, la declaración de superioridad
del comunismo y de su triunfo por medios pacíficos por parte de Kruschev dio paso a la Coexistencia Pacífica, la cual –
independientemente de los avatares propios de la Guerra Fría– daría lugar a la segunda característica de esta etapa: la
explicitación de la «lucha» Norte-Sur a partir, entre otras cosas, del reconocimiento de las consecuencias del deterioro
de los términos del intercambio.

En Brasil, el Estado desarrollista utilizó la acción internacional para la obtención de insumos para el desarrollo nacional y
así fue como el sector agroexportador siguió perdiendo relevancia en detrimento del sector industrial. El programa de
gobierno de Juscelino Kubitschek daba prioridad al esfuerzo de industrialización, considerado fundamental para el
desarrollo económico del país. En este sentido, la necesidad de contar con capitales extranjeros obligaba a Brasil a
acercarse a Estados Unidos.

El Programa Nacional de Metas de Kubitschek se planeó sobre una base institucional previa edificada por Vargas –sobre
todo a partir de la Comissão de Desenvolvimento Industrial (CDI)– y que se basaba en cuatro metas: energía,
transportes, alimentación e industria de base. En segundo lugar, la política exterior de este gobierno también estuvo al
servicio del modelo de desarrollo. En tercer lugar, la política externa brasileña de los años 1956-61 se ejecutará en
conformidad con los planes de industrialización del país. Es posible confrontarla progresivamente con los avances
obtenidos con el Plan de Metas y también en función del mismo.

Hay que resaltar dos factores, uno interno y otro externo –ambos relacionados con la necesidad de obtener inversiones
extranjeras–. El factor interno tiene que ver con un esfuerzo puntual de Kubitschek, la promoción de la llamada
Operación Panamericana (OPA) para aumentar el clima de cooperación en el hemisferio americano y el acercamiento a
Estados Unidos. Buscaba atraer a Estados Unidos para que participe del proceso de reversión del cuadro de
subdesarrollo regional, en tanto fuente de inversiones, tecnología y mercado.

En realidad, lo que se intentaba hacer con la OPA –trasladar la cuestión de la lucha contra el comunismo de un plano
estratégico-militar a uno económico-financiero– recién es entendido por el gobierno norteamericano con la
administración Kennedy y la Alianza para el Progreso. Sin embargo, este esfuerzo no fue en vano; la OPA promovió el
entendimiento entre Kubitschek y el resto de los mandatarios de la región. Cuando se puso en marcha, Arturo Frondizi,
el presidente argentino, le dio todo su respaldo. En las Conferencias Panamericanas, ambos defendían la idea de que la
mayor amenaza para nuestros países no estaba en las potencias extracontinentales, sino en el subdesarrollo. Ese clima
de cooperación posibilitó más adelante el surgimiento de la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (Alalc),
primer proceso de integración de la región. El objetivo central de los pro- cesos de integración regional fue apoyar el
modelo desarrollista a través de la industrialización por sustitución de importaciones, esta vez impulsado por el Estado y
no obligado por contingencias externas.

Un segundo factor, el externo: el comienzo de la recuperación europea y japonesa en la Segunda Posguerra Mundial,
unido a las inversiones norteamericanas que se establecieron en los mercados latinoamericanos solo para no perder
mercados que se creían cautivos. En este sentido, Kubitschek negoció indistintamente con todos los países
industrializados de la órbita capitalista para obtener las inversiones que necesitaba para llevar a cabo su plan. El
resultado fue un cúmulo de capitales externos que, sumados a los aportados por el BNDES (Banco Nacional de
Desenvolvimiento) y los privados nacionales, aseguró el progreso del parque industrial.

Del lado argentino, Frondizi priorizó el petróleo, la siderurgia, la energía, la química pesada, el aumento de
productividad agropecuaria y la infraestructura de transportes. Un amplio sector de la sociedad y de la oposición política
equiparaba el capital extranjero con la pérdida de soberanía.

para lograr estos objetivos económicos, dos leyes fueron fundamentales: la de radicación de capitales (Ley N° 14.780) y
su complementaria de promoción industrial (Ley N° 14.781). El principal objetivo de la Ley N° 14.780 era erradicar los
«inconvenientes» generados por la Ley N° 14.222 de 1953, la cual regulaba la transferencia de capitales al exterior por
parte de las empresas extranjeras y restringía la repatriación de capitales. Esta ley básicamente establecía un trato
nacional a las inversiones extranjeras, al tiempo que brindaba estímulos a inversiones en sectores productivos
considerados clave para el Estado. Cabe aclarar también que las inversiones en el sector petrolero no estuvieron sujetas
a tales estímulos, ya que se hicieron a través de contrataciones directas. Las leyes establecidas, sumadas al escaso
ahorro interno y a la nula mejora de las exportaciones, dieron como resultado una presión inflacionaria –generada por la
capacidad de las empresas extranjeras radicadas de establecer los precios debido a los estímulos y al monopolio ejercido
en esas ramas de la industria– y un aumento del déficit. Este déficit llevó a que al inicio del gobierno frondizista se
pidieran préstamos al Fondo Monetario Internacional (FMI), perdiendo la poca autonomía decisoria del país y
estableciendo un vínculo de dependencia que duraría hasta el siglo actual.

Con respecto a la política exterior, Frondizi utilizó como nunca antes la herramienta de los viajes oficiales para promover
a la Argentina como un país confiable y abierto a las negociaciones. Frondizi realmente creía en la «coexistencia
pacífica» y en la posibilidad de convertirse en una pieza clave del sistema interamericano. Con respecto a Brasil, la
convergencia ideológica con Kubitschek lo llevó a adherir a la OPA y a la Alalc. No obstante, Jãnio Quadros no era visto
con tan buenos ojos por parte de Estados Unidos y los Acuerdos de Uruguayana fueron tomados como una afrenta
debido a las buenas relaciones entre el mandatario brasileño y Cuba. En realidad, los Acuerdos de Uruguayana llevaban
implícita la idea de ampliar mercados para aumentar el flujo de exportaciones argentinas, pero en esa coyuntura
internacional ello no fue interpretado así.

A pesar del desembarco en Bahía de Cochinos, Frondizi seguía insistiendo en que Argentina sería una buena mediadora
de los conflictos entre Cuba y Estados Unidos. Por este motivo, y porque estaba en contra de la expulsión de Cuba de la
Organización de Estados Americanos (OEA), el presidente se entrevistó con Ernesto Guevara, ministro de industria de la
isla caribeña. Esto era perfecta- mente corriente, si se piensa en que Argentina mantenía relaciones diplomáticas
normales con Cuba. Sin embargo, el halo de misterio que envolvió la visita debido a que no fue oficial sino en secreto
generó sospechas tanto por parte de sectores conservadores internos como de la potencia hegemónica.

Modelo neoliberal

Década de 1990. se abandonaron los viejos supuestos de la Cepal y la presión internacional para la formación de bloques
de integración fue intensa, dado que los mismos se constituían en la única salida de los países subdesarrollados ante los
riesgos de la globalización. De esta manera, como ocurrió con casi todos los Estados latinoamericanos, la Argentina con
el presidente Carlos Menem y Brasil con Fernando Collor de Melo, Itamar Franco y Fernando Henrique Cardoso
quebraron tanto la noción de desarrollismo como el paradigma del Estado desarrollista, adoptando el paradigma
neoliberal, cuyas reformas implícitas fueron rápidas y radicales.

Se abandonaron las estrategias de sustitución de importaciones. Las principales características del modelo neoliberal
serían el empequeñecimiento del Estado, las privatizaciones de empresas públicas, la desregulación de los mercados y la
apertura económica y financiera.Todas las medidas adoptadas en esta década serían tomadas del llamado Consenso de
Washington. Este último postulaba diez reformas que debía realizar América Latina para salir de la crisis en la que la
mayoría de países estaban sumidos. Estas reformas eran: disciplina fiscal, reordenamiento de las prioridades del gasto
público, reforma tributaria, liberalización de las tasas de interés, tipo de cambio competitivo, liberalización del comercio,
liberalización de la inversión extranjera, privatización, desregulación y derechos de propiedad. Sin embargo, como
veremos, cada país aplicó tales medidas a su manera, siendo más ortodoxos o más flexibles en su interpretación.

Menem tenía dos objetivos: estabilizar económicamente al país e introducirlo en el «Primer Mundo». Ambos se
conseguirían mediante el alineamiento irrestricto a Estados Unidos y, por esto, la política exterior sería el vehículo
utilizado.

En este contexto, surgió el realismo periférico de Carlos Escudé. El nudo de la teoría escudeana anunciaba que el
periodo en el que Argentina fue un país más próspero fue aquel en donde estaba alineado con Gran Bretaña; ergo, el
país debía hacerlo con la potencia para salir de la crisis. Así, para cumplir con los preceptos del bienestar económico –vía
el alineamiento con Estados Unidos–, la política exterior de Menem se diseñó en torno a cánones que, se suponía,
agradarían a la potencia. Política exterior menemista: restablecimiento de relaciones diplomáticas y renuncia a gestos
confrontacionistas con Gran Bretaña por Malvinas; resolución de los litigios fronterizos con Chile; continuación de los
procesos de integración –con hincapié en el Mercosur (Mercado Común del Sur)–; eliminación de cualquier sospecha de
desestabilización regional; ofrecimiento permanente a oficiar de mediador en diversos conflictos.

La medida más controvertida de política exterior quizás haya sido el envío de tropas a Irak. Simplemente porque el
neutralismo como principio ha sido una de las premisas más palpables e indelebles del actuar diplomático argentino.
Deja entonces un sabor amargo la justificación del entonces canciller Cavallo que planteaba que la neutralidad era un
principio pasado de moda. Quizás hubiera sido mejor reconocer abiertamente que el principio se abandonaba dado el
alineamiento irrestricto a Estados Unidos. Con ello no se ganó nada, no hubo una negociación, un pedido o una
exigencia por parte de Estados Unidos.

En el caso brasileño, el paradigma normal también provocó un quiebre dentro del Estado, cuyo resultado fue la
profundización de la dependencia estructural y un retroceso histórico con respecto a los avances que el país había
conseguido en las décadas anteriores. Sin embargo, Brasil partía de una base muy distinta a la argentina debido a que
sus gobiernos militares (1964-1985) fueron verdaderos desarrollistas en el sentido de su intervención en la economía y
de la protección de la industria nacional.

La liberalización de la economía encontró en Brasil dos focos de resistencia que no existían en Argentina. El primero tuvo
que ver con los sindicatos –básicamente de trabajadores del Estado y de empresas estatales–; el segundo, con el
armazón jurídico que constituía la Constitución de 1988, que ampliaba los límites al capital extranjero y el control estatal
sobre el mercado y multiplicaba los servicios sociales. Todo esto –fuerzas a favor y fuerzas en contra del neoliberalismo–
dio como resultado una liberalización mucho más light de la economía.

Brasil: se visualizaron reacciones positivas de la economía a la apertura económica. En este sentido, la primera estrategia
brasileña fue proteger a las industrias más tradicionales y competitivas, con lo cual cumplía con el objetivo de insertarse
en el mercado internacional a través de una competitividad en principio artificial, pero que acabó afianzando la industria
nacional.

El proceso de privatizaciones estuvo controlado para no destruir el patrimonio nacional.

En cuanto a la política exterior, la misma se diseñó y aplicó como si aún estuviera vigente el paradigma desarrollista, o
quizás la intención era, a través de la política exterior, contrarrestar los efectos negativos que tendría el modelo
neoliberal. A principios de la década de 1990 surge la noción de «sudamericanidad» como parte fundante de la
identidad brasileña. Al con- trario que en Argentina, ya desde este momento Brasil intentó equilibrar la presencia
norteamericana en los asuntos de la subregión y apartar a México como posible competencia en el liderazgo de los
asuntos regionales.

Modelo neodesarrollista

El modelo posliberal o neodesarrollista se caracteriza principalmente por su rechazo al modelo económico anterior, que
fue acusado de generar y perpetuar desigualdades sociales. A partir de este punto común, se fue delineando el
neodesarrollismo, que tiene algunos rasgos distintivos, como: «retorno» del rol del Estado, intervención en el mercado,
énfasis en el mercado interno, políticas sociales inclusivas –hasta paternalistas– y autonomía relativa de los centros de
poder.

Dos factores externos se combinaron para que los gobiernos bajo estudio amplíen en este momento su margen de
maniobra tanto doméstico como internacional: los atentados del 11 de septiembre y el aumento del precio de los
commodities. Con respecto al primer punto, la desatención de Estados Unidos a sus compromisos globales (con
excepción de las áreas que consideraba estratégicas para su interés nacional) permitió a algunos poderes «en
emergencia», entre ellos Brasil, incrementar sus niveles de participación y responsabilidad a nivel internacional y en sus
zonas de influencia; mientras que en algunos otros países de «renta media», como Argentina, ello posibilitó que se
tratara de solucionar problemas estructurales de negociación directa sin la influencia norteamericana. Con respecto al
precio de los commodities, el notable aumento de la demanda hizo que subiera considerablemente. Obviamente esto
favoreció las balanzas de pagos de los países exportadores de este tipo de productos, como son Argentina y Brasil.

En el caso de Brasil, el excedente de liquidez que generó el ingreso de divisas fue invertido en proyectos fuera del país
(cómo destino principal a los paises de America del Sur). La política economica del gobierno (Lula Da Silva) privilegió el
control de la inflación sobre el crecimiento a partir de un tipo de cambio revaluado, altas tasas de interés y un
exhaustivo control del gasto público. No obstante, de acuerdo a la división de estrategias de desarrollo mencionadas, los
fundamentos de la política económica tienen su raíz desarrollista en la creencia de que el rol del Estado es indispensable
para la transformación productiva.

La administración Da Silva dejó bien en claro que su política exterior iba a estar estrechamente ligada a una estrategia de
desarrollo internacionalista. Así, al mismo tiempo que los recursos del BNDES (Banco Nacional de Desenvolvimento
Econômico e Social) ayudaron a empresas nacionales a expan- dir sus actividades en el exterior, el banco se consolidó
como institución financiera de amplio alcance regional aumentando, de forma generalizada, la influencia de Brasil en el
escenario internacional.

a pesar de la supuesta convergencia política e ideológica entre Lula y su contraparte argentina, tanto la política interna
como la externa de Néstor Kirchner fueron totalmente distintas. partía de una base productiva y económica menos
diversificada y de menor calidad, además de que el país atravesaba una de sus mayores crisis. La crisis de 2001 implicó
que Kirchner pusiera todas sus energías en la estabilidad económica y en el pago de la deuda externa al FMI con un
criterio que disociaba, al menos discursivamente, la política exterior de la doméstica.

Sin embargo, la política externa fue utilizada con el propósito de hacer lobby para conseguir apoyo para negociar la
deuda. En este sentido, si bien el discurso de Kirchner había sido afín y complaciente con los nuevos gobiernos
«populistas» de la región –particularmente con el de Chávez en Venezuela–, en los hechos el gobierno argentino fue
contemplativo y negociador con los Estados Unidos de Bush Jr.

la política exterior de Kirchner combinó la no confrontación con Estados Unidos y un acercamiento cualitativo y
cuantitativo hacia Venezuela. Pero también estableció con Brasil una de las relaciones bilaterales prioritarias, país con el
cual se generó un nuevo acercamiento que podría denominarse alianza estratégica, independiente de la aproximación
previa, ocurrida a partir de mediados de la década de 1980, y de la implementación del Mercosur en la década de 1990.
La relación bilateral establecida o anunciada por Kirchner a comienzos del nuevo milenio otorgaría mayor importancia a
Brasil que a cualquier otro país como socio privilegiado.

Sin embargo, esta relación bilateral tuvo algunos inconvenientes que no permitieron que la simbiosis superara lo
discursivo. Es decir, Kirchner demandaba un incremento de la institucionalización del Mercosur. Sin embargo, Lula optó
por ampliar sus opciones en lugar de profundizar lo dado.

A Kirchner, lo acusaban de quedar anclado en un peronismo setentista, que lo llevaba a identificarse con regímenes de
tinte ideológico antiimperialistas como Cuba o Venezuela. En primer lugar, y más importante, porque Venezuela compró
los mencionados Boden (los títulos de la deuda argentina) y «fio» petróleo a cambio de deuda; por lo que el
estrechamiento de relaciones tendría intereses económicos por detrás. Y segundo, porque Kirchner esperaba con esta
relación ejercer un contrapeso al liderazgo brasileño en la región, dado que Lula tenía intereses estratégicos en América
del Sur.

Posteriormente al año 2005, la política exterior pudo implementarse con mayor autonomía, no solo por el pago de la
deuda sino porque, a partir del 22% de apoyo popular inicial, Kirchner consiguió la mayoría en las elecciones legislativas
de ese año. Hubo momentos en donde el gobierno argentino acompañó las decisiones y declaraciones norteamericanas
y momentos en los que no lo hizo. Kirchner se sintió con mayor libertad para negociar con respecto a los intercambios
comerciales en el seno del Mercosur, que desde el año 2003 habían sido deficitarios para Argentina, lo cual comenzó a
generar fricciones entre los «aliados». Estas se agudizaron en algunos temas, como el reclamo brasileño de un asiento
permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU, la creación de la Unasur (Unión de Naciones Suramericanas)
patrocinada por Lula, la inclinación del gigante a las alianzas con otros poderes emergentes que dejaban a Argentina de
lado (como los casos del IBSA y los Brics), entre otras cuestiones. Esto hizo que Argentina estrechara su relación con
Venezuela en la medida en que con Brasil se resquebrajaba.

Conclusiones

Entre Argentina y Brasil existe un cúmulo de similitudes y otro tanto de diferencias en la aplicación de los modelos de
desarrollo, así como en la vinculación que los mismos tuvieron con la política exterior.

Los gobiernos de Vargas y Perón tuvieron varias similitudes, así como sus modelos de industrialización por sustitución de
importaciones. Por ello, en la literatura especializada en general se habla de «populismos».

existen algunas diferencias en lo referente al populismo de ambos gobiernos: a) Vargas utilizó la política exterior como
vehículo para financiar la industria de bienes intermedios y la pesada, mientras que Perón –que creía en la inevitabilidad
de una tercera guerra mundial– decidió cerrarse al mercado externo, lo que sumado al boicot norteamericano –también
producto de un miscalculo peronista– produjo un estancamiento industrial. Este fue el punto de inflexión en donde la
estructura productiva brasileña comenzó a diferenciarse de la argentina. En este sentido, Vargas promovió la industria
pesada, mientras Perón se centró en la industria liviana; b) en Argentina el sector agrario se volvió una «mala palabra»,
mientras que en Brasil se produjo una coincidencia entre los sectores productivos más dinámicos del modelo
agroexportador y del sustitutivo. c) Vargas consideraba que la idea de la industrialización representaba el objetivo
síntesis de la política exterior, ya que, por su intermedio, se resolverían los principales problemas del país –es decir, se
veía a la industrialización como un fin en sí mismo–; Perón, por su parte, priorizó la redistribución de la renta, con lo
cual, la industrialización de la nación fue solo un medio para lograr este primer objetivo. Vargas, de hecho fue el
presidente que creó un marco divisorio en términos de políticas de redistribución de renta; solo que la ecuación era
inversa–.
Los gobiernos desarrollistas de Kubitschek y Frondizi también tuvieron similitudes y diferencias. Con respecto a las
primeras, podemos decir, en primer lugar, que los esfuerzos por desarrollar la industria pesada financiándola con más
sustitución de importaciones combinada con exportación de productos tradicionales e inversiones extranjeras guiaron
las acciones de los dos gobiernos. Ambos mandatarios negociaron con otros países para «tentar» a Estados Unidos a
invertir. En segundo lugar, ambos mandatarios pensaban a la pobreza y al subdesarrollo como los únicos peligros que
podían derivar en revoluciones de corte comunista. En tercer lugar, los dos consideraban al desarrollo como un proceso
lineal que se conseguiría atravesando distintas etapas y teniendo a Estados Unidos y los otros países industrializados
occidentales como paradigma a seguir.

Las diferencias: a) después de la «ruptura» con Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial, en 1958 Argentina
todavía no había definido su «alineamiento». Kubitschek asumió en un marco de alineamiento instrumental e ideológico
tras la era Vargas; b) las inversiones europeas y japonesa instaron a Estados Unidos a no quedarse atrás y Kubitschek
logró que este país invirtiera en Brasil; en el caso argentino, las inversiones fueron concesionadas e intermediadas por el
FMI; c) Brasil ya poseía una industria de base desarrollada, mientras que Argentina tenía una incipiente industrialización,
básicamente liviana; d) aunque ambos gobiernos giraron en torno a Estados Unidos, Brasil mantuvo una política exterior
coherente y estudiada, mientras que en el caso argentino, la política exterior se organizó en dos etapas en el modo de
vinculación con el hegemón. La primera fue funcional, en sintonía con las reglas del sistema multilateral y acorde al
pensamiento del FMI; la segunda fue contradictoria y ambigua, y se especularía con un acercamiento a Cuba, al tiempo
que se reclamaba una cooperación económica; e) el caso brasileño fue uno de los más exitosos respecto a la premisa de
planificación económica en América Latina y dejó como resultado una balanza de pagos positiva y el fortalecimiento del
poder negociador del Estado; mientras que, en el caso argentino, paradójicamente, a medida que el Poder Ejecutivo
asumía más responsabilidades con respecto a las inversiones selectivas, su misma naturaleza hacía que se pierda el
control del Estado. Estas situaciones arrojaron como resultado una balanza de pagos en su mayoría deficitaria y un
debilitamiento del Estado, lo que permitió el avance de las corporaciones trasnacionales y los organismos
internacionales de crédito en planificaciones económicas futuras.

En el modelo neoliberal, las diferencias son más interesantes que las similitudes, ya que estas están ancladas en las
características inherentes al modelo. a) se parte de una base distinta: al «milagro brasileño» de la década de 1970
durante los gobiernos militares se contrapone un desmantelamiento industrial en el caso argentino; b) en ambos casos
el desarrollo asociado pasaría por la integración al exterior; sin embargo, en el argentino esto se hizo sin la existencia de
un proyecto nacional. c) si bien hubo privatizaciones en ambos casos, en Brasil fueron más moderadas que en Argentina
(se privatizó Aerolineas Argentinas, YPF, Entel, Gas del Estado, Atucha I y Atucha II, canales de television estatal,
empresas de saneamiento y cloacas, correos y peajes, etc.). d) el proceso de integración económica en el cual ambos
gobiernos se embarcaron (a través de Mercosur) fue utilizado de distinta manera. Mientras que en Argentina fue un
instrumento de política eficaz para intensificar la liberalización comercial y reducir cada vez más el promedio de los
niveles de protección, que es lo que exigían las políticas neoliberales, en el caso brasileño se intentó reducir las
consecuencias negativas de la apertura al exterior a través del proceso de creación de comercio inherente a todo bloque
comercial, el cual absorbería las exportaciones de manufacturas brasileñas; e) en ambos casos los países se acercaron a
los organismos de crédito internacionales, pero mientras Argentina aplicó sin restricciones las recetas recomendadas,
Brasil las negoció; f ) por último, mientras que Argentina se alineó a Estados Unidos, Brasil trató de contrabalancear la
hegemonía norteamericana en el subcontinente.

El modelo neodesarrollista, fue el que más distanció los destinos de los países hermanos sudamericanos. En el caso
brasileño, la política industrial se basó en el acentuamiento de la capacidad y la disposición de las empresas de innovar e
invertir; en cambio, en el caso argentino hubo que comenzar casi de cero, de manera que los incentivos implicaron
políticas netamente proteccionistas, como subsidios, exención de impuestos, créditos patrocinados y asistencia técnica.
En Argentina el Estado se convirtió en Estado benefactor. Otra diferencia importante es el hecho de que en el caso
argentino se estatizaron empresas que se habían privatizado durante la década de 1990, lo que supuso un esfuerzo de
ener- gías y financiero que el Estado brasileño no tuvo que realizar. Esto último también supuso que Lula recuperara
mucho más fácilmente la economía luego del pago de la deuda al FMI (pago realizado al mismo tiempo que en el caso
argentino), mientras que Kirchner utilizó las reservas del tesoro argentino y finalmente tuvo que recurrir a otro
endeudamiento con nuevos acreedores.

El caso brasileño presenta una política exterior homeostática, es decir, que se va autorregulando para adaptarse a los
distintos contextos internacionales, pero manteniendo una secuencia coherente; mientras que en el caso argentino nos
encontramos con una incongruencia estructural que no permite que el país mantenga por mucho tiempo una veta de
continuidad en la política exterior.

FARO, Marcus / VALLADÃO, Maria Izabel (2003). Globalization and Recent Political Transitions in Brazil. En:
International Political Science Review / Revue internationale de science politique, Vol. 24, No. 4 (Oct., 2003), pp. 465–
490. MARCONDES, Danilo / MAWDSLEY , Emma (2017). South–South in retreat? The transitions from Lula to Rousseff
to Temer and Brazilian development cooperation. En: International Affairs 93 (3). 681–699.

Introducción

Las liberalizaciones de la cuenta de capital, el impulso hacia la liberalización comercial desde el primer Acuerdo General
sobre Aranceles y Negociaciones Comerciales, y la expansión de la democracia en el mundo han contribuido a un
aumento en la interacción de los intereses políticos y económicos, no solo dentro de las referencias territoriales
políticas, pero entre todas las entidades políticas de todo el mundo. El impacto de los desarrollos que ocurren en el
entorno internacional no ha sido el mismo en todas las sociedades. Las condiciones locales incluyen valores o ideas
relevantes para la formulación de políticas y la organización institucional, intereses económicos y políticos locales,
instituciones locales e historias institucionales, todos los cuales interactúan con restricciones económicas externas. Los
enfoques neoinstitucionalistas históricos de la política contemporánea han ofrecido análisis esclarecedores del cambio
político y las transiciones en la formulación de políticas en diferentes naciones. El punto relevante en este tipo de
análisis radica en el énfasis dado a las restricciones impuestas por las políticas existentes y las capacidades estatales
sobre la acción de los grupos sociales y políticos, así como sobre las decisiones de los políticos y los gobiernos.

I) Resistencias que surgen de viejas transiciones

La globalización económica fue en gran medida resultado de la disminución de las condiciones económicas mundiales
que prevalecieron durante la era de la guerra fría. La desaparición del régimen de Bretton Woods y la desregulación de
los mercados financieros preparó el terreno para la internacionalización de la industria bancaria en la década de 1980,
mientras que la liberalización de la cuenta de capital combinada con los riesgos inherentes a la fluctuación cambiaria
aumentaron la vulnerabilidad de las economías nacionales debido a la mayor volatilidad de los mercados financieros.
Además, el intento de cartelización por parte de los países productores de petróleo (Organización de Países
Exportadores de Petróleo) y el alza de las tasas de interés estadounidenses bajo Paul Volcker colocó a muchos países en
desarrollo, incluido Brasil, bajo una fuerte presión económica.

Muchos países en el mundo se han ajustado a estas nuevas condiciones económicas mundiales. En Brasil las transiciones
fueron lentas, y las cosas llegaron a un punto crítico con el inicio de la inflación de tres dígitos en la década de 1980. La
lentitud de la reacción brasileña a la globalización se ha atribuido en gran parte a la "rigidez" de las estructuras estatales
existentes y las ideas y prácticas históricamente arraigadas que prevalecen en el proceso de formulación de políticas.
¿Por qué fue esto así? Para dar una respuesta a esta pregunta, necesitamos retroceder unos pasos y proceder desde la
década de 1930.
El año 1930 fue de hecho un hito en la historia de Brasil, ya que trajo un cambio radical de política oligarquía local a
nacional populista cuando el presidente Getulio Vargas llegó al poder. Fue bajo Vargas y los gobiernos posteriores que
se instituyó el llamado "modelo desarrollista" de la formulación de políticas en Brasil. Este modelo duró muchas décadas
y facilitó el crecimiento económico liderado por la producción industrial impulsada por la sustitución de importaciones.
Con algunas simplificaciones, la duración de este "modelo" se puede dividir en cinco períodos amplios:

* El período de transición de la oligarquía descentralizada a la centralización política (1930-37)

* El período de la dictadura civil (1937-45)

* El período "populista-democrático" (1946-64)

* El período de la dictadura militar (1964-85), y

* El período de las reformas de transición (desde 1986 hasta el presente).

El "modelo desarrollista" se caracterizó por:

(1) el papel activo del Estado en la promoción del crecimiento económico a través de una industrialización rápida

(2) una política comercial proteccionista;

(3) la creación de estructuras estatales regulatorias y financieras (crédito oficial);

(4) por la participación directa del estado en la producción a través de la creación de empresas del sector público.

Las políticas desarrollistas obtuvieron un apoyo activo de los grupos industriales, los sindicatos y una clase media en
crecimiento, que fueron producto de las nuevas condiciones económicas y sociales provocadas por el aplastamiento de
la vieja política oligárquica. La prevalencia política del nuevo "modelo" se expresó en el poder dominante ejercido en el
Congreso brasileño por la coalición del Partido Social Demócrata (PSD) y el Partido Laboral Brasileiro (PTB) en la fase
democrático-populista. Pero el desarrollo de esta estructura partidaria solo vertió vino viejo en botellas nuevas:
absorbió y adaptó extensiones previas del poder presidencial que operaban principalmente a través de "intendentes
designados" como gobernadores estatales (interventores de Vargas) y a través de un amplio marco corporativista cuyos
componentes principales fueron creados durante los años 1930 y 1940. En resumen, la política populista que se
desarrolló a partir de la década de 1930 se basó en la legitimación plebiscitaria del poder centralizador del presidente,
complementada por la apropiación o supresión de la vida del partido (de 1930 a 1946 y de 1964 a 1985) y por el control
de la política del Congreso bajo la coalición PSD-PTB desde 1946 a 1964. Por otra parte, el poder del presidente también
se complementa con la distribución clientelar de los subsidios, rentas y beneficios a los grupos económicos y sociales a
través de la estructura corporativista orquestada por el gobierno federal ejecutivo

Otra característica institucional también se desarrolló y creció en importancia después de la década de 1960. Este fue el
uso político por parte del ejecutivo federal de la gestión macroeconómica y sus impactos distributivos. Esto se puede
llamar el "uso político de la política económica", que en el caso brasileño tomó la forma de "populismo económico".El
populismo económico es un uso político de la política económica en el que se da preferencia al énfasis en el crecimiento
y la redistribución del ingreso frente a las preocupaciones sobre las tendencias inflacionarias y las restricciones externas.
De hecho, antes de la década de 1930, las energías disruptivas de los conflictos potenciales estaban sujetas a la
dominación oligárquica. Posteriormente, se enredaron en las prácticas de mecenazgo, clientelismo y cooptación de las
"intendencias presidenciales" y del marco corporativista característico del "estado desarrollista". El "uso político de la
política económica" y el desarrollo del "populismo económico" se vieron favorecidos por la internacionalización
profesional y académica de la economía y por su crecimiento como un área distinta de experiencia y capacitación en
Brasil.

Durante el régimen militar (1964-84), el populismo económico empleó tres mecanismos principales de política:
corrección monetaria desde 1964, pequeñas devaluaciones cambiarias desde 1967 y exenciones impositivas. Estos
fueron "dispositivos automáticos" en la formulación de políticas económicas que pudieron evitar las crisis políticas
durante el período de la dictadura militar mediante la supresión de los procedimientos adversos directos típicos de la
competencia política (ver Skidmore, 1973: 28-31). Es en este contexto que uno debe entender la transición brasileña a la
democracia en los años ochenta. De hecho, durante el período de dictadura militar de finales de los 70, las condiciones
económicas internacionales, en particular el aumento en el precio de las importaciones de petróleo, ya eran altamente
desfavorables para la formulación de políticas desarrollistas que dependían del gasto público para fomentar el
crecimiento. No obstante, el presidente Ernesto Geisel (1974-79) decidió adoptar el Segundo Plan Nacional de
Desarrollo, que insistió en la sustitución de importaciones incluso bajo restricciones económicas externas derivadas del
surgimiento de la globalización. La estrategia también incluyó la obtención de préstamos comerciales extranjeros, que
inicialmente era aceptable dada la disposición de la industria bancaria internacional para reciclar petrodólares (Kapstein,
1994). Pero esto luego dio lugar a mayores dificultades económicas derivadas de la balanza de pagos y los impactos
fiscales del aumento de las tasas de interés estadounidenses en el servicio de la deuda externa.

(II) El auge de los nuevos chequeos y equilibrios

La transición democrática en Brasil se ha descrito de hecho como relativamente larga, involucrando negociaciones
prolongadas, y resultando en un compromiso bastante conservador. Sin embargo, también ha sido un proceso en el que
el poder se distribuyó ampliamente a diferentes grupos, independientemente de su posición en el marco corporativista.
Esto fue una ruptura con una tradición de centralización política en el ejecutivo federal, una tradición que acompañó la
adopción del "modelo desarrollista" de la década de 1930. Fue este legado, con sus adjuntos del marco corporativista,
que comenzó a modificarse durante la transición a la democracia en los años ochenta. Tres eventos cruciales han sido
fundamentales para crear un nuevo entorno institucional. El primero fue la elección directa de gobernadores de estado
en 1982. El segundo fue la adopción de una nueva constitución en 1988. El tercero fue la hiperinflación, que frustró el
populismo económico. Un cuarto elemento que agregó impulso a los cambios fue la multiplicación de una gran variedad
de grupos de interés.

Las elecciones de 1982 fueron un primer paso en la descentralización del poder del ejecutivo federal y proporcionaron
más margen para negociaciones posteriores con respecto a la transición a la democracia. El hecho de que en 1982 se
produjeron las primeras elecciones directas para gobernador y la expectativa de que la transición política a la
democracia transcurriera sin repercusiones tuvo un impacto en la jerarquía predominante entre los centros de poder"
(Sallum y Kugelmas, 1993 : 290). Por lo tanto, desde 1983, el poder de los partidos de la oposición ha crecido y el poder
del gobierno federal para influir en la política local ha disminuido. En resumen, "los centros de poder institucionales que
alguna vez estuvieron subordinados [al ejecutivo federal], como los partidos políticos, el Congreso Nacional, los
gobiernos locales, etc., gradualmente ganaron autonomía frente al poder central y se volvieron más ampliamente
representativos del pueblo "(Sallum y Kugelmas, 1993: 291)
Un segundo paso que consolidó la tendencia descentralizadora de la transición a la democracia en Brasil fue la adopción
de la Constitución de 1988. Por lo tanto, la Constitución de 1988 incorporó una serie de disposiciones diseñadas para
actuar como salvaguardias contra un posible retorno al autoritarismo. Tres de las nuevas características constitucionales
deben ser señaladas por sus efectos políticos y económicos posteriores. El primero fue el refuerzo del poder del
Congreso Nacional frente al ejecutivo federal. Un segundo factor fue la descentralización de los fondos recaudados a
nivel federal a los gobiernos estatales (federalismo fiscal). Una tercera característica fue la adopción de una declaración
de derechos detallada, junto con disposiciones que otorgaban autonomía al poder judicial y a los fiscales. Un
federalismo más robusto, una vida política revitalizada en la legislatura y la llamada "judicialización de la política"
(Castro, 1997a, 1997b, Vianna et al., 1999) fueron consecuencias relevantes de estos desarrollos.

La multiplicación de grupos de interés fuera del partido más tradicional y las estructuras corporativistas del "estado
desarrollista" también fue un cambio importante, comenzando con el surgimiento del llamado "nuevo sindicalismo" que
también se desarrolló en el proceso de la transición a la democracia. El "nuevo sindicalismo" fue un movimiento obrero
que creció como un spin-off de las asociaciones de trabajadores originalmente controladas de arriba hacia abajo por el
marco corporativista del estado desarrollista (Alves, 1984). Beneficiarse del activismo de base fuertemente apoyado por
las llamadas "comunidades eclesiales de base" de sacerdotes católicos inspirados por el movimiento de "teología de la
liberación", líderes sindicales, especialmente Luiz Inacio da Silva se convirtió en un fuerte catalizador de las fuerzas
sociales a favor de la democracia a fines de los años setenta. Posteriormente, la movilización cívica se hizo cada vez más
plural y se tradujo en una impresionante multiplicación de grupos de interés y movimientos sociales fuera del control del
marco corporativo "desarrollista".

La estructura corporativista heredada del "Estado desarrollista" declinó gradualmente como un conducto principal para
el mecenazgo y comenzó a competir con una serie de organismos asociativos más nuevos vinculados a un patrón más
pluralista de representación de intereses, incluidos sindicatos, movimientos sociales de base, organizaciones no
gubernamentales (Diniz y Boschi, 1997; Gohn, 1997) y municipios (Abrucio y Costa, 1998); los jueces y los fiscales se
volvieron más activos al desafiar las políticas públicas y proteger los derechos de los ciudadanos (Arantes, 1999; Castro,
1997a; Vianna y Burgos, 2002); y las elecciones para alcalde y gobernador y la política local adquirieron más importancia.
En resumen, a nivel de la política, podría decirse que se estaba construyendo una versión brasileña de "controles y
equilibrios" desde fines de la década de 1980 y durante la década de 1990, un período en el que también se desarrolló el
"pluralismo de intereses".

(III) Efectos en las políticas públicas

Los "nuevos controles y equilibrios" se desarrollaron de manera tal que crearon procedimientos novedosos y también
trajeron nuevos desafíos para tratar políticamente temas que van desde la política social a la política económica (Silva,
1997). Esto sucedió principalmente como consecuencia de la adopción de la Constitución de 1988. Así, además del
desarrollo de disputas entre gobernadores y alcaldes estatales sobre la apropiación de fondos públicos recaudados por
el gobierno central (ver Abrucio y Costa, 1998), los gobernadores estatales también se han involucrado en conflictos
"horizontales", a través de los cuales han intentado atraer más fondos federales o para atraer inversionistas ofreciendo
exenciones impositivas en la llamada "guerra fiscal". Uno de los desafíos recientes en Brasil en este campo ha sido
encontrar formas de transformar el federalismo "no cooperativo" en un tipo de sistema federal "cooperativo" (Abrucio y
Costa, 1998).
Asimismo, los nuevos controles y equilibrios se convirtieron en un nuevo ingrediente político del "populismo
económico" existente, ya que añadieron presiones subnacionales institucionalizadas para la expansión fiscal y
monetaria. Del lado de la política fiscal, la dinámica populista de los nuevos controles y equilibrios se ejemplifica en la
cadena de interacciones políticas entre las autoridades locales y nacionales. La capacidad de los bancos estatales para
financiar gastos motivados por motivos políticos mediante el intercambio de bonos del tesoro público en los mercados
financieros se sumó a la presión inflacionaria sobre la moneda brasileña. Por lo tanto, la centralización de la política
monetaria también se convirtió en un problema de política federalista bajo los nuevos controles y equilibrios, lo que dio
un nuevo impulso a un "populismo económico" ahora políticamente fragmentado.

(IV) El nexo interno -externo y la división de Collor

La importancia de estas transiciones en términos de las condiciones políticas y económicas internas no puede
comprenderse completamente sin hacer referencia a su articulación con la política exterior. Se debe señalar que una de
las principales características de las transiciones brasileñas ha sido la falta de un vínculo interno-externo apropiado, es
decir, la falta de una política exterior coherente y proactiva que negocie y cree acuerdos internacionales adecuados a los
continuos cambios políticos y económicos internos. La política exterior brasileña estuvo dominada por el legado del
Bardo do Rio Branco desde las primeras décadas del siglo XX hasta los años setenta. De hecho, Rio Branco reorientó las
relaciones internacionales de Brasil al cambiar el enfoque de la política exterior de Europa e Inglaterra a los Estados
Unidos (Storrs, 1973: 102-69). Por lo tanto, construyó una tradición de política exterior de una "relación especial" con los
EE. UU. El paradigma de política de "Relación especial" de Rio Branco siguió siendo la esencia de las relaciones
internacionales de Brasil hasta que surgió el llamado "paradigma globalista" desde sus raíces en la "Política Exterior
Independiente" de las administraciones Quadros y Goulart (1961-64). Aunque el golpe militar de 1964 trajo factores
políticos e ideológicos internos que empujaron bruscamente a la política exterior brasileña hacia el viejo paradigma
"americanista" establecido por Rio Branco, el paradigma "globalista" en competencia siguió desarrollándose después de
1967 en un marco político alternativo. El "paradigma globalista" encarnaba tanto una crítica del legado de política
exterior "americanista" como de "relación especial" y también la crítica desarrollada por la Comisión Económica para
América Latina y el Caribe (CEPAL), especialmente por Rafil Prebisch, que argumentaba que prevalecía las prácticas
económicas internacionales fueron perjudiciales para las economías de América Latina. Este plan incluía como objetivo
central la búsqueda de una acción diplomática firme en los organismos multilaterales con el fin de crear condiciones
internacionales favorables al crecimiento industrial nacional (Lima, 1994: 36-7).

Dada esta orientación en política exterior, se realizaron esfuerzos en la esfera de la política comercial internacional para
garantizar un trato especial para los países menos adelantados en las negociaciones del GATT, así como a través de los
acuerdos de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) (Abreu, 1996). El "paradigma
globalista" también insistió en que el orden mundial predominante tendía a "congelar" las relaciones asimétricas de
poder y que Brasil debía resistir la política internacional que imponía restricciones al acceso a tecnologías "sensibles".
Por último, el "paradigma globalista" también enfatizó la necesidad de que Brasil forje vínculos y asociaciones con una
amplia gama de países. Las asimetrías de poder internacional "congeladas" y el aislamiento político comparado de Brasil
exigieron una acción diplomática ágil en la formación de nuevas asociaciones con países del tercer mundo en África y
Medio Oriente, y especialmente con las naciones vecinas. El paradigma globalista también exigió esfuerzos diplomáticos
para rechazar los regímenes internacionales que instituirían el control de las tecnologías (Lima, 1994).

En los años setenta y ochenta, el entorno económico internacional experimentó cambios profundos: las crisis del
petróleo; el aumento de la tasa de interés estadounidense; la crisis de la deuda latinoamericana; la internacionalización
de la industria bancaria; la adopción por parte de los países menos desarrollados de las prácticas de "nuevo
proteccionismo"; la aparición de "nuevos temas" en la política comercial multilateral como una respuesta encabezada
por los Estados Unidos para abordar los problemas del "libre albedrío" en el comercio mundial; y el aumento de la
preocupación por la "política comercial estratégica" (barreras no arancelarias). Por lo tanto, justo cuando el marco de la
política exterior brasileña adquirió consistencia y suficiente impulso para complementar efectivamente la política
interna de crecimiento industrial nacional, las condiciones económicas y políticas mundiales cambiaron drásticamente.
De hecho, en 1989 las condiciones políticas y económicas internas y externas de Brasil eran las siguientes. En el nivel
interno, los brasileños estaban experimentando:

* Una transición a la democracia recientemente completada * Una nueva constitución que fue adoptada en 1988 * Una
emergencia de "nuevos controles y equilibrios" * Un creciente pluralismo de interés cívico y económico * Un legado de
políticas "desarrollistas" orientadas a la sustitución de importaciones * Un "globalista" "política exterior * Un
sometimiento del" populismo económico "a la fragmentación política, y * Crecientes tasas de inflación.

Mientras tanto, se estaban produciendo importantes transiciones en un entorno internacional cambiante caracterizado
por:

* El final de la guerra fría * El cambio de énfasis en la política comercial multilateral, impulsado por los EE. UU. Y
reflejado en los acuerdos GAIT en las nuevas áreas de los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual
relacionados con el Comercio (ADPIC), Medidas de inversión relacionadas con el comercio ( TRIMs), y así sucesivamente,
en un intento de anular las prácticas de "nuevo proteccionismo" emprendidas por varios países, y * La introducción, bajo
la guía estadounidense y como reacción a los desequilibrios provocados por la recesión y la crisis de la deuda entre los
PMA, del uso de "condicionalidades de ajuste estructural" en la provisión de ayuda financiera internacional, con
consecuencias sociales y políticas preocupantes en los países receptores.

Fue bajo estas condiciones que se realizó una elección fuertemente plebiscitaria en 1989 y Fernando Collor de Mello
(1990-92) fue elegido como el segundo presidente civil (y el primero elegido por voto popular directo) desde la
transición a la democracia en 1985. Collor de Mello fue elegido como un líder con un fuerte atractivo popular y débiles
vínculos históricos con grupos políticos establecidos.

Collor rechazó tanto el populismo económico como los nuevos controles y equilibrios. Audazmente prometió 'matar al
tigre de la inflación con una sola bala'. Su plan de estabilización fue extremadamente osado e incluyó la congelación de
los depósitos bancarios de todos los brasileños durante un período prolongado. "En cambio, trató de confiar únicamente
en su atractivo carismático para el pueblo, a través de lo que se puede llamar" plebiscitarismo liberal”. Sin embargo, esta
estrategia política le costaría caro. En menos de dos años, Collor fue acusado de participar en actividades corruptas. En
1992, se vio obligado a renunciar debido a la probable destitución que sufriría.

A pesar de su renuncia, Collor todavía tenía tiempo para adoptar reformas que prepararían el terreno para el
surgimiento del "pragmatismo económico" bajo Fernando Henrique Cardoso. Como lo expresó Almeida (1996: 217), "la
agenda de Collor por primera vez asociaba la lucha contra la inflación con reformas encaminadas a cambiar los patrones
de intervención estatal en la economía". Estas reformas se concentraron en dos áreas: la liberalización del comercio y la
privatización de las empresas del sector público.

Collor estableció un programa de privatización destinado a "reducir el déficit público, aumentar la eficiencia del Estado y
promover la democratización del capital, así como la modernización y la competitividad de la economía" (Almeida, 1996:
218). Mediante sus reformas, Collor amplió y aceleró la privatización del sector estatal y estableció un cronograma de
privatización que no fue descontinuado por su sucesor, el presidente Itamar Franco (1992-94).
En el área de política comercial, Collor también introdujo cambios drásticos. Descartó toda la orientación proteccionista
de la política exterior globalista mediante la introducción de una liberalización repentina y radical del comercio exterior.
Esta liberalización tenía como objetivo frenar la inflación, así como mejorar la competitividad de la industria brasileña.
En los frentes multilaterales y bilaterales, se esperaba que la búsqueda de líneas de acción menos conflictivas facilitara
el logro de mejores acuerdos en la negociación de la deuda externa (véase Abreu, 1997: 348). Las reformas de
liberalización comercial se adoptaron sin negociaciones políticas internas con el Congreso brasileño o grupos de interés,
y también sin negociación política externa en organismos multilaterales que podrían haber brindado oportunidades
económicas necesarias para los intereses brasileños. Instituyó una amplia liberalización pero sin obtener una ventaja
tangible correspondiente de los competidores extranjeros, incluido EE. UU.

Collor también aceleró y amplió la política de integración regional. La construcción de lazos más estrechos con las
economías vecinas había sido un punto subrayado por la postura "globalista" sobre la política exterior. Bajo el
presidente José Sarney (1985-1989), el desarrollo de una política exterior "regional" tomó la forma de la Declaración de
Iguazú y el Tratado de Integración, Cooperación y Desarrollo, ambos firmados conjuntamente por Brasil y Argentina en
1985 y 1988 respectivamente. En ese momento, sin embargo, la integración regional todavía se consideraba un
movimiento prudente, un compromiso limitado y de largo plazo. La integración entre los dos países estaba programada
para un período de 10 años, y solo más tarde se consideraría la creación de un mercado común. Collor aceleró
dramáticamente y expandió este proceso. La integración y el desarrollo de un "mercado común" se reprogramó dentro
de cuatro años y se ampliaron para incluir a Uruguay y Paraguay. El objetivo de la administración Collor en la aceleración
de la integración regional era utilizar este mecanismo para reforzar las políticas de liberalización.

Por lo tanto, en estas tres áreas (privatización, liberalización del comercio e integración regional) las reformas de Collor
fueron lo suficientemente rápidas y radicales como para realizar cambios profundos que no podrían revertirse fácil o
rápidamente en el futuro. Sin embargo, Collor no intentó negociar sus reformas internamente a través de
procedimientos políticos contradictorios. No prestó atención al surgimiento de los "nuevos controles y equilibrios", ni
desarrolló un mecanismo de política interna que reemplazaría al "populismo económico". Además, Collor no logró
controlar la inflación y articular una política exterior integral que crearía una posición en las relaciones internacionales
que favorecería un crecimiento nacional sostenido y aseguraría un apoyo popular interno importante. Esto es lo que
Fernando Henrique Cardoso (1995-98 y 1999-2002) buscó lograr.

(V) Política y elaboración de políticas bajo Cardoso

Cardoso fue elegido en 1995 como el cuarto presidente civil desde el final del régimen militar. Pero se benefició del
hecho de que había sido designado para el cargo clave de Ministro de Economía durante el gobierno del presidente
Itamar Franco (1992-94). Pudo adoptar un inteligente plan de estabilización que se convirtió en la piedra angular de las
políticas y las estrategias políticas de su gobierno.

Los grupos prodemocráticos habían insistido en que la política económica debería ser capaz de "Combatir la inflación sin
penalizar a los pobres, reactivar el crecimiento económico, renegociar la deuda externa y establecer instituciones
democráticas" (Almeida, 1996: 220). Estas fueron las reivindicaciones esenciales de la Alianza Democrática, una coalición
de centroizquierda que negoció la transición de 1985 a la democracia con los líderes autoritarios. Este amplio consenso,
sin embargo, se erosionó a mediados de la década de 1980 frente a los repetidos fracasos de los gobiernos para
controlar la inflación. En particular, el espectacular fiasco del llamado "Plan Cruzado" durante la presidencia de José
Sarney (1985-1989) contribuyó al surgimiento de una perspectiva nueva sobre la formulación de políticas económicas.
Esto se denominó el "enfoque pragmático" de la formulación de políticas económicas (Almeida, 1996: 222). Este
enfoque criticaba al "populismo económico" y la incapacidad de los gobiernos para abordar el llamado "componente
inercial" de la inflación. La idea era que la clase media brasileña se había acostumbrado a jugar el juego inflacionario
(Oliveira, 1996: 26-8) cosechando los beneficios de la corrección monetaria, mientras que la subclase pobre, mucho más
grande, tenía que experimentar grandes pérdidas a través de lo que se llamó "impuesto inflacionario". Desde 1979, las
autoridades brasileñas intentaron controlar las tendencias inflacionarias a través de varios "planes de estabilización".
Desde el primer plan de Defim Neto en 1979 hasta el derrocamiento en 1992 del segundo presidente civil después del
régimen militar (Collor de Mello) hubo 10 planes para la estabilización monetaria (Pereira, 1992). Sin embargo, todos
esos planes fueron notablemente infructuosos al tratar con el "componente inercial" de la inflación brasileña.

Cardoso despejó el frente político elaborando compromisos con los grupos políticos conservadores del Partido Liberal
(PFL) y el Partido Trabalhista Brasileiro (PTm) y adoptó su Plan Real. Este plan incluyó reformas de emergencia en áreas
de política fiscal y monetaria y varias otras reformas a largo plazo. Las reformas de emergencia tenían el objetivo de
eliminar el "componente inercial" de la inflación, mientras que las reformas a más largo plazo debían introducir cambios
en la estructura de la formulación de políticas que pudieran hacer más duradera la estabilización monetaria. Desde un
punto de vista político, la principal característica del Plan Real de Cardoso fue el establecimiento de una estructura de
formulación de políticas de dos niveles. Por lo tanto, en el plan de Cardoso, la política monetaria y cambiaria permanecía
aislada de la negociación política, mientras que las reformas no monetarias estarían ampliamente abiertas a los
procedimientos políticos contradictorios, incluido el federalismo revitalizado.

Cardoso fue capaz de hacer un "uso político de la política económica" que se distinguió por la mayor capacidad que
ofrecía para defender la estabilidad monetaria derivada de incrementos colosales en la tasa de interés. En este sentido,
la estrategia de Cardoso se basó en:

* Prevenir el poder de veto de los grupos conservadores en la política del Congreso estableciendo una alianza con ellos
después de las elecciones (específicamente entre el partido de Cardoso, el Partido Social Democraitico Brasileiro (PSDB)
y el PFL y el PTB)

* Tomar ventaja del aumento de popularidad provocado por la caída dramática en la tasa de inflación que se logró a
través de las ingeniosas reformas de emergencia y la consiguiente supresión del "impuesto inflacionario"

* Mantener bajas tasas de inflación mediante la coordinación de una política flexible de ajuste de la tasa de cambio con
una política de liberalización comercial que permitió afianzar algunos intereses especiales, como los de la industria
automotriz

* Comerciar "las tasas de inflación explosivas" por "tasas de interés pronunciadas", a pesar del aumento astronómico
resultante de la deuda pública, y

* incorporar negociaciones extensas y prolongadas para las porciones no monetarias del plan bajo los auspicios de la
coalición electoral y gobernante ion.

De hecho, Cardoso desarrolló un "pragmatismo económico". Enfatizó la estabilidad monetaria y las restricciones
externas, incluso a expensas del crecimiento, el aumento del empleo y la redistribución del ingreso. En resumen,
Cardoso aprovechó las desavenencias que Collor había abierto en el legado político del "estado desarrollista" y procedió
a la expansión de las reformas pro mercado. Sin embargo, a diferencia de Collor, Cardoso (1) sí desarrolló una estructura
de formulación de políticas manejable mediante la cual podía perseguir el "pragmatismo económico" y (2) incorporó los
"nuevos controles y equilibrios" en su estrategia política. Estas reformas incluyeron la privatización y la apertura de
mercados en los sectores de servicios públicos y servicios que anteriormente estaban cerrados a la inversión privada o
extranjera. Renovación periódica con el congreso de un poder de gasto discrecional sobre una parte del presupuesto (el
Fundo Social de Emergencia o FSE, más tarde llamado Fundo de Estabilizagio Fiscal o FEF) y extensas negociaciones con
partidos, políticos, gobernadores estatales y grupos de interés, combinados con un manejo firme de la política fiscal y
monetaria a través del personal económico "central" de una manera concertada con las agencias internacionales de
ayuda, sobre todo el FMI y el Banco Mundial, permitió a Cardoso mantener el rumbo e incluso ser reelecto en 1998.

(VI) Lula en el poder: pragmatismo económico con rostro humano

A pesar del notable logro de la estabilización monetaria de Cardoso durante su primer mandato en el cargo de 1995 a
1998, como lo demostró la fuerte caída de la inflación después de 1994 al final de su segundo mandato (1999-2002) se
hizo evidente que sus principales iniciativas políticas fueron ineficaces en cuatro aspectos importantes. Primero, las
políticas de Cardoso no lograron fomentar un crecimiento económico suficiente. En el período de 1995 a 2002, el
crecimiento anual promedio fue del 2.3 por ciento. Segundo, el desempleo se mantuvo relativamente alto, elevándose
por encima del 7 por ciento durante 2002 (ver Figura 2). En tercer lugar, bajo tasas de interés extremadamente altas12,
la deuda pública creció a magnitudes sin precedentes, acercándose al 60 por ciento del producto interno bruto (PIB) a
fines de 2002 (ver Figura 3). Esto significaba que grandes cantidades de recursos valiosos tenían que asignarse
constantemente al servicio de la deuda. Por último, a pesar de las mejoras en la salud y la educación, las políticas de
Cardoso no pudieron reducir la pobreza extrema en Brasil (ver Barros et al., 2000).

Aprovechando estas vulnerabilidades en el historial de la política de Cardoso, Luiz Inaicio Lula da Silva, del Partido dos
Trabalhadores (PT) hizo una fuerte campaña durante las elecciones de 2002. En su campaña, Lula subrayó el continuo
estado de pobreza y destitución de los brasileños personas y criticaron las políticas de Cardoso como neoliberales e
injustas para la gran mayoría de los ciudadanos. Lula pudo explotar lo que quizás fue la pieza central y el más exitoso
lema de su campaña retórica: su promesa de eliminar el hambre de la sociedad brasileña en virtud del programa
propuesto "Hambre Cero". Sin embargo, en comparación con campañas anteriores en las que participó, Lula redondeó
significativamente su discurso para hacerlo más atractivo a la clase media y a los negocios locales e internacionales. Por
lo tanto, durante su campaña en 2002, Lula insistió fuertemente en que sus políticas definitivamente no minarían la
estabilidad monetaria. Además, con la vista puesta en los inversores internacionales, Lula también afirmó enfáticamente
que su gobierno no violaría los contratos existentes. Por último, subrayó que lideraría la formación de un "Contrato
social" inclusivo, que reuniría a grupos de la comunidad empresarial y de los sindicatos, con el fin de lograr planes
capaces de acomodar intereses diversos en áreas tales como política tributaria y seguridad social que conducirían al
desarrollo social y al crecimiento económico. De hecho, en 2002, Lula pudo proyectar una imagen de sí mismo como un
político capaz de la extracción popular con una sincera preocupación moral por los desposeídos. Pero también pudo
evitar ser percibido como un radical de izquierda. Esta estrategia de campaña le ganó una victoria masiva en la que
reunió más de 52 millones de votos, alrededor del 61.27 por ciento de más de 86 millones de votos (Tribunal Superior
Eleitoral, 2003).

La nueva retórica de Lula también reflejaba el liderazgo político decisivo de una facción conocida como "Articulación"
dentro del PT. “Articulación”, que había adquirido un papel hegemónico en el PR desde 1995, se distinguió por sus
posiciones comparativamente moderadas en cuestiones ideológicas y de política. "Esta facción mantuvo la opinión de
que, a nivel ideológico, el PT debería evolucionar desde su radicalismo original y moverse y allanó el camino para el
desarrollo de una alianza de la AP con los sectores empresariales. Esta alianza resultó en la elección de un líder
empresarial en la industria textil (significativamente, un sector que experimentó dificultades económicas con Cardoso)
como candidato a la vicepresidencia.

Lula se apresuró a reformar la maquinaria del gobierno tan pronto como asumió el cargo. Bajo el lema del programa
"Hambre Cero", y aferrándose a sus promesas de campaña de corregir la injusticia social, Lula creó varios puestos
administrativos de primer rango y alto perfil en áreas de política social, como el Ministerio Extraordinario de Seguridad
Alimentaria y la Fight Against Hunger, el Secretario Especial del Consejo de Desarrollo Económico y Social, el Secretario
Especial para los Derechos de la Mujer, el Secretario Especial para los Derechos Humanos y el Ministerio de Asistencia
Social y Promoción ".

También designó a un equipo económico que había dejado atrás todo el compromiso ideológico con las viejas ideas
populistas y que ahora seguía la visión moderada de “Articulación”. Asimismo, tenían la firme convicción de que sería
necesario mantener principios sólidos de política económica , incluyendo "la restricción fiscal, el control de la inflación y
un mercado cambiario libre" (O Estado de Sdo Paulo, 2003). Esto significaba que, bajo Lula, la política económica
seguiría esencialmente el modelo de "pragmatismo económico" adoptado bajo Cardoso, pero añadiéndole un esfuerzo
renovado para corregir la injusticia social adoptando una estrategia de extensas negociaciones con los partidos políticos
y los grupos sociales. Por lo tanto, la evolución del PR, la campaña de Lula y el comienzo de su gobierno apuntan hacia la
aparición de una versión modificada del pragmatismo económico, que da como resultado un estilo de política que puede
describirse como "pragmatismo económico con rostro humano".

Por lo tanto, la estrategia política de Lula también persiguió una renovación de la política exterior. De hecho, en el frente
internacional, tres eventos principales pueden ser indicados como signos de innovación. Primero, dado el fracaso de las
políticas de ajuste estructural en Argentina, Lula se vio favorecido por la relativa pérdida de credibilidad de los tipos de
reformas propugnadas por agencias como el FMI y el Banco Mundial. Se benefició del hecho de que estas agencias se
ofrecieron de inmediato a apoyar lo que parecían ser los planes de política creativa de Lula, incluido el programa
"Hambre Cero". Segundo, Lula se movió para convertirse en una figura destacada en la formación del llamado grupo de
mediación "Amigos por Venezuela", que brindó un trampolín desde el cual la diplomacia presidencial brasileña podría
tratar de adquirir un rol protagónico en la política sudamericana. En tercer lugar, al designar a Celso Amorim como
Ministro de Política Exterior, un diplomático que compartía sus preocupaciones sobre el desarrollo social, Lula abrazó la
posibilidad de un cambio general en las estrategias diplomáticas brasileñas.

La política exterior de Cardoso se ajustaban a la globalización, ya que combinaban (1) una lealtad pragmática a las
políticas de ajuste estructural bajo el personal económico "central" coordinado por el Ministerio de Economía y (2) una
postura diplomática que ponía gran énfasis en la orientación las negociaciones comerciales y la resolución de conflictos
bajo la Organización Mundial del Comercio , al tiempo que permitían que la construcción institucional del Mercosur
pierda algo de su fuerza ". La estrategia diplomática de poner especial énfasis en las negociaciones multilaterales bajo la
OMC fue resaltada por Celso Lafer, quien fue nombrado Ministro de Relaciones Exteriores de Brasil en enero de 2001.
Bajo el predecesor de Lafer, el embajador Luiz Felipe Lampreia (1995-2000), ya había quedado claro que ya no se creía
que la vieja perspectiva "globalista" generara un marco de política exterior eficaz. Se reconoció que "Los tiempos del
aislacionismo y de la autosuficiencia han pasado [s]" (Lampreia, 1998: 8). Pero no había un enfoque claro y decisivo en
una nueva dirección de la política exterior que pudiera articularse bajo un nuevo paradigma de política. Según Lafer, el
multilateralismo era "la única esperanza" y "la mejor garantía de que la globalización promoverá el bien común" (2002:
239). Lafer defendió la noción de que era "imperativo inyectar un renovado vigor en el mundo" y que "con el objetivo de
fortalecer el sistema multilateral de comercio, necesitamos, en primer lugar, garantizar la debida implementación de los
acuerdos de la Ronda Uruguay" (2002). : 239).

Empero, Lula designó a Celso Amorim con quien tenia mas puntos en comun con respecto a la politica exterior que debía
adoptar Brasil. Las opiniones de Amorim sobre las relaciones internacionales diferían de las características de Lafer. En
su discurso inaugural, Amorim afirmó que "bajo el gobierno de Lula, Sudamérica será nuestra prioridad" (MRE, 2003).
También declaró que la política exterior brasileña estaría orientada a "recuperar la vitalidad y el dinamismo" del
Mercosur (MRE, 2003). Amorim también pidió más "flexibilidad para las inversiones y políticas sociales y ambientales"
en el wro (O Estado de Sdo Paulo, 2002). La insistencia en concentrar los esfuerzos en áridas negociaciones tecnocráticas
y en la resolución de conflictos en el marco de la OMC, sin un compromiso claro con los valores vinculados al desarrollo
social y económico, se abandonó en gran medida. En resumen, el cambio hacia el "pragmatismo económico con rostro
humano" parece ir acompañado de un esfuerzo por renovar la política exterior para que pueda convertirse en un
soporte externo adecuado para las aspiraciones nacionales de desarrollo social y económico.

(VII) Observaciones finales

Nuestro artículo ha discutido las transiciones políticas en Brasil en el contexto de la globalización. Nos hemos centrado
en las transformaciones en las estructuras estatales y en los legados de políticas que, en nuestra opinión, han influido en
las respuestas internas a un entorno internacional cambiante. Hemos enfatizado que el legado del "modelo
desarrollista" de la formulación de políticas fue importante para apuntalar la resistencia al cambio en los años setenta y
ochenta. También hemos indicado que la gestión de la política macroeconómica combinada con el proceso político más
amplio era una dimensión importante de las transiciones. Mientras que el "populismo económico" se desarrolló a partir
de la década de 1960 y proporcionó nuevos instrumentos a los gobiernos bajo el régimen militar, el crecimiento de la
inflación determinó el surgimiento del "pragmatismo económico". Sin embargo, el crecimiento persistentemente lento y
un registro relativamente pobre en las políticas sociales prepararon el terreno para el surgimiento del "pragmatismo
económico con rostro humano". También nos hemos centrado en el papel de la política exterior y sus fallas iniciales para
permitir la articulación oportuna del vínculo interno-externo, una situación que parece haber cambiado a comienzos del
siglo XXI.

Nuestra conclusión es que las transiciones en Brasil tenían un doble carácter. Por un lado, se caracterizaron por el
desarrollo de resistencias a la rápida adaptación de las políticas nacionales a las cambiantes condiciones económicas en
el entorno internacional. Por otro lado, en el largo plazo, tales resistencias han llevado al establecimiento de estructuras
institucionales y cambios de política que han abierto nuevas posibilidades para la construcción de un orden democrático
más pluralista que puede aspirar a superar la extrema injusticia social a nivel local y adoptar un papel más activo en los
asuntos hemisféricos e internacionales.

UNIDAD 7. Países emergentes. El rol de los BRICS en la política internacional A) China e India: el nuevo centro del
mundo. ¿Bandwagoning global y balanceo local? B) Rusia y Sudáfrica: ¿promesas incumplidas? C) Nuevo
regionalismo, límites al crecimiento y otras perspectivas.

DIEGO LEIVA VAN DE MAELE


Russia is back: análisis de la evolución de la política exterior rusa en la “era Putin”

El presente artículo analiza la política exterior de Rusia desde la llegada de Putin al poder, en el año 2000,
considerando los diversos procesos de reformas internas llevados a cabo desde entonces, sosteniendo como
hipótesis central que dichas reformas se relacionan, de forma directa, con uno de los principales objetivos de
su administración: la búsqueda de reposicionamiento de Rusia en la estructura regional y global de
poder. Desde su llegada al Kremlin, Vladimir inició un proceso acelerado de reforzamiento de las capacidades
de poder del país, especialmente en los ámbitos económico y militar, el que una vez consolidado le permitió
adoptar una política exterior activa y asertiva, analizada en una evolución de tres momentos: 2000 al 2007,
2008 al 2013 y desde 2013 hasta la actualidad.

Descripción general de la política exterior de Putin


Vladimir Putin llega al poder con un objetivo claro que se materializa en el “mito del retorno”, relativo a
volver al estatus de potencia: retomar su lugar en el continente y transformar a Rusia en un Estado
moderno y fuerte. Para lograr dicho objetivo, Putin implementará una estrategia caracterizada en la literatura
como “multivectorial”, apuntando a diversos frentes a la vez para alcanzar los siguientes objetivos
estratégicos: 1) restaurar el poder de Rusia en la ex-esfera soviética 2) establecer y estabilizar un
sistema internacional multipolar, promoviendo la cooperación con China e India; 3)mantener
relaciones amistosas con Occidente; y 4) asociarse con la Unión Europea.
Por último, encontramos una serie de conceptos que guiarán la acción exterior de Moscú, siendo el
pragmatismo uno de los principales. Rusia pasará, desde entonces, a ser uno de los países menos
ideológicos del mundo. Buscará ser una “potencia autónoma”, idea que irá siempre de la mano con el
concepto de “orden multipolar”, considerado como la estructura de poder “óptima”.

La “Gran Rusia” necesita capacidades de poder duro: reformas económicas y militares


Desde la teoría neorrealista de las Relaciones Internacionales, se considera a las capacidades económicas
y militares como la base del poder de un Estado y, por lo mismo Vladimir Putin impulsará una macro
reforma que puede organizarse en dos grandes procesos. Por un lado, encontramos a las reformas de
carácter estructural llevando adelante políticas específicas en el ámbito presupuestario (estabilidad
presupuestaria, recaudación y transparencia), de ingresos (reforma impositiva), monetario (reducir inflación
y fortalecer al rublo), sectorial (agricultura, industria y servicios), y la restructuración del sector público y el
sistema bancario. El segundo proceso se relaciona con la recuperación, por parte del Estado, de
empresas estratégicas privatizadas en el gobierno de Yeltsin principalmente industrias del gas y el
petróleo.
La implementación, sin grandes contratiempos, de estas reformas y políticas se explica en buena medida por
un contexto favorable para el Kremlin, que combinó desde inicios del siglo XXI un Estado ruso con el dinero
y las capacidades coercitivas para hacer lo que deseara, a lo cual se agrega un alto grado de
impopularidad de los empresarios privados, haciéndolos vulnerables a la presión estatal. Hasta antes de la
crisis de 2008, el gobierno de Vladimir Putin registró uno de los mejores récords económicos en la historia de
Rusia, logrando un crecimiento del PIB (real) del 6,9% promedio entre 1999 y 2008.
Para comprender el poderío económico de Rusia, debemos agregar sus enormes reservas de recursos
energéticos a las reformas aquí estudiadas, contando con el 15% de las reservas mundiales probadas de
hidrocarburos, con la segunda reserva de carbón del mundo y la primera de gas natural. Posee,
además, 15 mil kilómetros de oleoductos y alrededor de 152 mil kilómetros destinados al gas natural,
representando la red de gasoductos más grande del mundo. A pesar de contar con importantes recursos
económico-energéticos y utilizarlos como una herramienta de política exterior, la dependencia del Kremlin
en dichos recursos alcanza niveles altísimos, representando los hidrocarburos un 80% del total de
exportaciones del país.

En el ámbito militar, la situación a inicios de siglo era igualmente crítica. La decadencia del otrora glorioso
Krasnaya Armiya (Ejército Rojo), se estableció rápidamente como una de las principales preocupaciones.
Putin dará inicio a un largo y complejo proceso de reforma, que comienza con un cambio a nivel de estructura
de las Fuerzas Armadas, en 2001, pasando de los cinco servicios establecidos en 1992 a sólo tres: el
Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea. Desde el punto de vista de Putin, las Fuerzas Armadas y la industria
de defensa deben ser desarrolladas al punto de ser capaces de fortalecer la economía nacional,
proteger la soberanía del país e imponer respeto entre los países socios, visión que explica el aumento
sostenido del gasto en defensa desde la llegada de Putin (salto experimentado entre 1999 y 2000, pasando de
23.100 millones de dólares a 31.100 millones, y en 2013 80.000 millones).
Detrás de esta macro reforma militar se vislumbra la aceptación por parte del Kremlin de que Rusia ya no se
encuentra preparada para una confrontación abierta contra Estados Unidos y/o la OTAN, concentrándose en
las amenazas locales y regionales, dejando la tarea de disuasión contra Occidente a su aún respetable
arsenal nuclear, al considerarlo como un recurso fundamental para evitar conflictos nucleares y/o
convencionales, e incluso como el pilar fundamental de la seguridad nacional de Rusia.

Tres momentos en la política exterior de la “era Putin”


Primer momento 2000-2007
Los primeros años de gobierno de Putin por su marcado pragmatismo en política exterior, con una aparente
aceptación de la unipolaridad estadounidense, esperanzado en que dicha situación no duraría por mucho
tiempo. Este pragmatismo se hace visible con claridad durante un breve período en el cual se experimentó un
acercamiento entre Moscú y Washington, tras el apoyo abierto de Putin a Estados Unidos en su “guerra
contra el terrorismo”, luego de los atentados del 11 de septiembre de 2001. En el marco de dicho apoyo, el
gobierno ruso concedió al país del norte la entrada al espacio político post soviético de Asia Central y el
Cáucaso, autorizándole incluso el despliegue de bases y efectivos militares en países aliados del
Kremlin pertenecientes al CIS. Sin embargo, dicha “luna de miel” no se prolongará por mucho tiempo. Para el
año 2003 se comienza a percibir un deterioro del relacionamiento como consecuencia de lo que Estados
Unidos considerará un apoyo incompleto por parte de Moscú en su campaña en Afganistán, La situación se
hará más compleja en el marco del debate sobre la posible invasión estadounidense a Irak. En dicho debate,
Rusia decide adoptar una postura de oposición a la invasión, al igual que Francia y Alemania.
Su postura se irá endureciendo, además, como consecuencia de las “color revolutions” en Georgia
(2003), Ucrania (2004) y Kirguistán (2005), en las cuales se sospechó soporte estadounidense. A partir de
su segundo mandato, se percibirá de mejor forma dicho proceso de aumento de confianza, especialmente en
2006, cuando Rusia paga por adelantado sus deudas al Paris Club, dando cuenta del buen momento en que
se encontraba el país, primando cada vez más la idea de que Moscú se hacía más fuerte mientras el
unipolarismo estadounidense iba pasando a la historia.
Moscú se encontraba nuevamente en primer plano, o al menos así se sentía. Sin embargo, una serie de
eventos a desarrollarse a partir del año siguiente, darán cuenta de que el proceso de reposicionamiento y
consolidación de Rusia como potencia estaba aún lejos de concretarse: la crisis económica de 2008 y el
conflicto de Georgia del mismo año. Ambos eventos jugarán un rol fundamental como nuevo punto de
inflexión en los ámbitos económico y militar, respectivamente. La vulnerabilidad de la economía del país
ante shocks externos, y la vergonzosa condición en la que se encontraban las Fuerzas Armadas rusas
en la crisis de Georgia, hizo un llamado de atención claro a sus autoridades: el proceso aún no estaba
terminado.

Segundo momento 2008-2013


En 2008 se presentará el nuevo Concepto de Política Exterior de la Federación Rusa, dando paso a una
nueva etapa en la acción exterior del país tomando una orientación más asertiva, sino confrontacional, con
Occidente, incluyendo como cambios relevantes: 1) la incorporación de la protección de los intereses del
propio Estado como objetivo primario de la política exterior rusa; 2) el paso desde la búsqueda por una
posición de “prestigio” en el 2000, a una de “fuerza” en 2008; 3) la mención de la política occidental de
“contención” o “cerco estratégico” en contra de Rusia, y 4) la inclusión de la primacía de la ley en las
relaciones internacionales dentro de las prioridades de acción contra los problemas globales.

Tercer momento 2013-actualidad


Conflicto Crimea: la violenta caída del gobierno de Yanukovych (Ucrania) generó un importante impulso
separatista en Crimea abriendo paso al proceso de autonomía de la península. Putin intentará ir un paso más
allá en la búsqueda por recuperar influencia y buscará anexar a Crimea a la Federación Rusa.
La situación de Ucrania ha sido analizada desde diversas perspectivas. El camino fácil nos lleva a explicar los
eventos como parte de una ambición expansionista de Vladimir Putin, sin embargo, Mearsheimer plantea la
tesis de que la crisis de Ucrania fue causada por Estados Unidos y sus aliados europeos, y llega a la
conclusión de que Putin no tuvo otra alternativa que intervenir y anexar Crimea, algo que probablemente ni
siquiera deseaba hacer antes de la crisis. Esto fue debido a las constantes provocaciones de Occidente,
representadas por el proceso de expansión de la OTAN y la Unión Europea hacia el Este, y por el apoyo
de Estados Unidos y el Viejo Continente a los movimientos pro democráticos de las “color revolutions”,
especialmente la de Ucrania en 2004, a la vez que existen sospechas de que EEUU apoyó el golpe de Estado
del presidente de Ucrania.
El tema fundamental es que el hecho de que la anexión de Crimea se haya consumado sin mayor oposición
es un síntoma de que Rusia está alcanzando —y tal vez ya alcanzó— su objetivo de reposicionamiento en la
estructura regional y global de poder, recuperando su histórico rol como actor central de las relaciones
internacionales.

Russia is back: reposicionamiento internacional consolidado


Como parte de su estrategia multivectorial de política exterior, Rusia, intentó generar un efecto soft balancing
en contra de Estados Unidos y la Unión Europea, a partir del fortalecimiento de instituciones regionales y
multilaterales como los BRICS,la Organización de Cooperación de Shanghai y la Unión Euroasiática,
permitiéndole contrapesar su influencia por una vía “suave” e indirecta.
Posee a su vez en la actualidad una tendencia positiva en su economía, mantiene su posición como potencia
nuclear y está dotada de “presencia internacional”. Dicha acumulación de poder, sumada a una actitud cada
vez más activa/asertiva de Rusia, ha generado preocupación en un número significativo de países,
especialmente en los geográficamente más cercanos a Moscú. Es el caso de los países bálticos, los cuales en
2004 deciden alejarse definitivamente de la órbita del Kremlin para incorporarse a la OTAN y la Unión
Europea, en busca de mejores opciones en términos de seguridad y economía. De forma paralela, como
medida de balance externo, la OTAN ha reforzado considerablemente su presencia en la zona, especialmente
a partir de marzo de 2014.
Todo este movimiento de tropas, junto con el aumento sostenido de los presupuestos en defensa, reafirma la
idea de que Rusia ha vuelto a posicionarse como potencia en la estructura regional y global de poder.

Conclusiones
En los últimos años, Vladimir Putin se ha transformado en una figura política internacional de gran relevancia,
no solo por sus características personales y su particular estilo de liderazgo, sino que también por haber
vuelto a posicionar a Rusia en la primera plana del sistema internacional.
El proceso de anexión de Crimea no hace más que confirmar que Rusia se encuentra en una nueva posición
de poder, a diferencia de la crisis de Georgia de 2008, en donde las tropas rusas debieron retornar a su
territorio. En esta oportunidad Rusia se siente en una posición de confianza que le permite no dar pie atrás.
Otra muestra de dicho reposicionamiento y de su renovada self confidence ha sido su activo rol en el actual
conflicto en Siria.
Sin embargo, a pesar del éxito en el fortalecimiento de sus capacidades de poder, Rusia podría seguir siendo
un “gigante con pies de barro”. El principal problema de Rusia en esta línea se encuentra en su
economía, al mostrar señales de agotamiento debido al mantenimiento de su estructura enfocada en la
exportación de recursos naturales y energéticos, lo cual la expone enormemente a shocks internacionales
y a la profundización del conocido mal holandés. El proceso de reforma en el ámbito militar tampoco se ha
concretado lo que implica que Rusia difícilmente tendría reales chances de triunfar (o al menos de no ser
derrotada) en un conflicto abierto con Estados Unidos y la OTAN.

BERNAL-MEZA, Raúl (2018). Dos aportes teóricos latinoamericanos de relaciones internacionales y su utilización por el
pensamiento chino contemporáneo- los casos de Prebisch y Escudé. En: Revista de Estudios Sociales 64. p. 75–87.

DE LA VEGA, Lía Rodríguez (2015). Las diásporas en la arena internacional- el caso de la diáspora india. En: OASIS -
Observatorio de Análisis de los Sistemas Internacionales. Issue 22, p. 23-47.

Las diásporas en la arena internacional: el caso de la diáspora india


Lía Rodríguez de la Vega (2015)

Resumen
Este trabajo aborda el caso del segmento de la diáspora india asentada en Estados Unidos y su influencia en la política
exterior de la India, a través de distintas acciones y procesos políticos. Se concluye que distintas acciones de este
segmento de la diáspora evidencian la ligazón de la esfera política internacional con la doméstica (de India) y su
promoción de los intereses de la India como grupo de presión, aunque el alcance de su accionar resulta aún limitado,
debido al pequeño volumen de sus votantes, por lo que precisa profundizar su accionar en el congreso del país de
residencia, y, a su vez, debe extenderse a otras acciones, destacándose también en ese panorama el accionar de
individuos y agentes económicos indios.

Introducción
En la actualidad, de acuerdo con lo sostenido por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) (2010), se
estima que 214 millones las personas viven fuera de su país de origen, representando el 3 % de la población mundial. El
fenómeno migratorio supera el plano nacional, pudiendo influir en las relaciones interestatales y de distintos actores
no estatales, y constituirse en instrumento de la política exterior, con efectos al interior y exterior tanto de los países
emisores como de los receptores.
Las comunidades emigradas, bajo la denominación de diáspora, aparecen entre los actores no estatales, entidades no
soberanas que ejercen una influencia significativa tanto a escala nacional como global. Al respecto, Sheffer (1986) señala
que las redes creadas por diásporas étnicas poseen características particulares dado que forman parte de una relación
triádica que comprende al país de origen, la diáspora misma y los países de residencia, apuntando que esa relación
deviene en un aspecto integral y hasta permanente del flujo de política de ambos niveles. Esta relación evidencia
dinámicas que articulan lo global y lo local, y abarcan distintas temáticas, especialmente asuntos relativos a lo identitario
y los recursos y niveles de influencia. Agrega que las diásporas étnicas surgen por migración voluntaria o forzada y se
asientan en uno o más países, en los que permanecen como grupos minoritarios, preservando su identidad étnica y su
solidaridad comunal, siendo este último elemento el que permite mantener y promocionar el contacto entre elementos
activistas de estas diásporas que a su vez poseen significado político, económico, cultural, etc., para las diásporas
mismas, sus países de residencia y el país de origen.
De ese modo, la dinámica transnacional de las diásporas se relaciona con el “nacionalismo de larga distancia”, enunciado
por Anderson (1993), el “nacionalismo diaspórico” enunciado por Gellner (1988), etc., atendiendo a que las migraciones
modificaron lo que anteriormente parecía ser una coincidencia natural entre un sentimiento nacional y la residencia en
la tierra de origen.

Breve estado de la cuestión

Al considerar la numerosa producción existente en las ciencias sociales sobre el fenómeno migratorio, Mitchell (2012)
sostiene que el advenimiento de un nuevo orden trajo consigo el reconocimiento, por parte de los académicos, de una
gran variedad de nuevos actores (sobre todo no estatales), previamente ignorados en política internacional. En tal
sentido, en lo que respecta a la temática de la migración / diáspora en las relaciones internacionales, apunta que,
ignorada por largo tiempo, recapturó la atención tras el episodio de septiembre de 2001, resultando de ello trabajos
principalmente enfocados en la seguridad (asociados al control fronterizo, terrorismo, refugiados, solicitantes de asilo, el
nexo con conflictos ambientales y el rol específico de las diásporas en las relaciones internacionales). Agrega que, en la
actualidad, la temática migratoria es considerada como de “alta política” en la nueva agenda política, y que si bien se
han registrado avances en su estudio en el marco de las relaciones internacionales, la comprensión de las implicancias
políticas de las migraciones es aún limitada.

Ya Weiner (1985) plantea que el modo como el Estado modela los movimientos de población, cuándo estos llevan a
situaciones de conflicto o de cooperación y qué hacen los gobiernos en sus políticas domésticas para influenciar los
flujos migratorios son preguntas que han recibido poca atención. Hollifield (2008) da una respuesta a tal situación,
comentando que el periodo que se extiende entre 1945 y 1990 estuvo dominado por la Guerra Fría, y en ese periodo los
teóricos tendían a dividir la política en alta y baja política, y como la migración no afectaba de manera directa el balance
de poder, la disputa este-oeste o la naturaleza del sistema internacional –con excepción de los refugiados–, no logró
llamar la atención de los investigadores. Miller (1998), por su parte, apunta que la proliferación de actividad diplomática
en relación con cuestiones migratorias, y el avance de la integración socioeconómica, entre otras razones, contribuyeron
a visibilizar los nexos de la temática de la migración internacional con el de la seguridad. El abordaje de las migraciones
en el marco de la seguridad, trata también la relación existente (o no) entre conflictos y medioambiente.

En lo que hace a otras diversas cuestiones asociadas a los migrantes, González Gutiérrez (2006) reúne autores de
diversos países, que abordan temáticas tales como el marco institucional para el diseño y la implementación de políticas
públicas dirigidas a las comunidades residentes en el exterior; los derechos políticos para la diáspora en su comunidad
de origen (y en algunos casos, también en su comunidad de residencia); las políticas educativas y de salud, y considera
las implicancias que para la identidad del país de origen tiene el saberse tal lugar de poblaciones diaspóricas.
Nociones Consideradas

Mientras Sheffer (1986) apunta que “las diásporas modernas son grupos étnicos minoritarios de origen migrante, que
residen y actúan en los países de residencia, manteniendo un fuerte apego sentimental y material con sus países de
origen”. Vertovec señala que el término diáspora es usado en la actualidad para describir prácticamente cualquier
población considerada “desterritorializada” o “transnacional”. Como señalan Shain y Barth (2003), las diásporas pueden
operar como lobbies étnicos en países de residencia y actuar como defensores de políticas exteriores multiculturales al
tiempo que servir como conductos políticos para conflictos e intervención. Por ello, y por su carácter permanente en el
sistema de naciones-Estados, han empezado a recibir más atención.

El fenómeno migratorio en general guarda una estrecha relación con la cultura (actitudes, normas y prácticas simbólicas
y estructuradas por las que se perciben, articulan y experimentan las relaciones sociales, definiendo de esta manera la
cultura en y por esas relaciones, que se predican al poder) y la identidad (la dimensión simbólico-expresiva de todas las
prácticas sociales, no como algo esencial sino de carácter intersubjetivo y relacional, generada en las interacciones
cotidianas de los sujetos, lo cual les permite delimitar aquello que consideran “propio” de lo que no lo es, siendo la
cultura subjetivada la matriz de las identidades sociales). Es importante reconocer como el constructivismo y el
liberalismo son de utilidad en el abordaje de la temática, ya que reconocen, en distintos grados, el impacto de la
identidad y la interacción doméstica en el comportamiento internacional.

El constructivismo postula dos cuestiones básicas: a) que las estructuras fundamentales de la política internacional son
sociales (socialmente construidas), en vez de estrictamente materiales, y b) que ellas modelan las identidades y los
intereses de los actores, más que solo su conducta. De igual manera, el estudio de redes étnicas requiere la
consideración de la capacidad y disposición a cooperar y el rescate de la interdependencia de los actores. El liberalismo
plantea que el Estado no es un actor independiente y rescata los actores individuales y grupos privados como actores en
la política internacional. Los autores sugieren que el estudio de las diásporas con este marco teórico enriquece además
el enfoque liberal en tanto permite expandir el significado del término doméstico.

Las diásporas, al igual que otros actores transnacionales, ejercen influencia tanto en el país de origen como en el de
residencia, afectando a menudo al primero por la misma influencia que ejercen en el segundo. Como todo grupo de
interés, utilizan todos sus recursos para la consecución de sus intereses (a través de remesas, donaciones, apoyo a
candidatos políticos y partidos, proveedores de información acerca del impacto internacional de la política exterior,
actores que sirven de herramientas de influencia sobre gobiernos extranjeros, etc.). Es en esta perspectiva en que se
hace presente la consideración del poder blando, que describe la capacidad de un actor político para incidir en las
acciones o los intereses de otros actores, utilizando medios culturales e ideológicos, complementándose a través de
medios diplomáticos y enfatizando en las posibilidades de cooperación. De igual modo, se toma en cuenta la diplomacia
pública, que en un sentido general alude a la comunicación con públicos foráneos para establecer un diálogo que
permita informar al tiempo que influenciar. Pueden darse dos tipos dentro de la misma: la diplomacia pública “gente a
gente” y “gobierno a gente”.

La diáspora india

El uso de la idea de una “diáspora” para aludir a los emigrados de la India se populariza en la década de los noventa,
potenciado por el Comité de Alto Nivel sobre la Diáspora India, creado por el Gobierno de la India, que realizó un
relevamiento de las comunidades emigradas, categorizando a los sujetos al interior de la misma como personas de
origen indio que han tomado otra nacionalidad (Indian Citizens not Residing in India) y las personas de origen indio
que legal y técnicamente pueden calificarse como personas apátridas de origen indio, atendiendo a que no poseen
documentación que acredite su origen (Persons of Indian Origin PIO).
Por su parte, el Gobierno indio considera la “diáspora india” (2002) como “un término genérico que describe personas
emigradas de territorios que están actualmente dentro de los límites de la República de la India”. Se refiere también a
sus “descendientes” y señala que estas personas “residentes en tierras lejanas retuvieron su ligazón emocional, cultural
y espiritual con su país de origen”. Tal definición, considera que los emigrados han mantenido su identidad india y, al
mismo tiempo, establece una continuidad espacio/temporal entre el país de origen (India) y los distintos lugares de
asentamiento.
En ese marco, suelen distinguirse tres oleadas migratorias principales:
a) la emigración iniciada alrededor de 1830, bajo el colonialismo europeo, dirigida hacia distintas colonias,
b) la emigración hacia los países desarrollados industrializados, durante el periodo de posguerra de la Segunda Guerra
Mundial (especialmente Estados Unidos, Canadá e Inglaterra), y
c) la emigración reciente a Asia occidental (relacionada sobre todo con el trabajo en la industria del petróleo y
fundamentalmente masculina).
De acuerdo con lo mencionado por el Comité de Alto Nivel sobre la Diáspora India, la diáspora posee un volumen de
más de veinte millones de indios que residen fuera de su país de origen (algunos autores ya hablan de 25 millones),
asentados en más de setenta países.

Presencia de la diáspora India en América

Respecto a los emigrados de la India en relación con el continente americano, cabe señalar que en la mayoría de los
casos su llegada se produjo durante el siglo XIX. Al considerar el volumen de la población de ese origen en América en
general, se aprecia que la mayoría se encuentra fundamentalmente en países de habla inglesa:
· Canadá, donde superan 1,2 millones de personas, siendo el tercer grupo inmigrante allí.
· Estados Unidos, con 2,81 millones de personas, siendo también el tercer grupo inmigrante allí.
· Trinidad y Tobago, el 35,4 % de la población total del país.
· Suriname, 148.443 personas y constituye el 27,4 % del total
· la República de Guyana, este grupo constituye el 43,5 % del total de su población [1].
· Belice, 1,1% de su población.
· Jamaica, alberga alrededor de 60.000 descendientes de población de origen indio.
En cuanto a los países de América Latina:
· Puerto Rico 8000 personas de origen indio.
· México la comunidad de origen indio allí es de no más de 2000 personas.
· En Guatemala los indios están exentos de visa para ingresar a este país, de modo que algunos, tomando
esa ventaja, se mezclan con ciudadanos centroamericanos para ingresar a México por Tapachula, Chiapas, y
de allí poder ir hacia Estados Unidos.
· En el caso de El Salvador, señalan la presencia de 10 indios sobre los 574 inmigrantes de origen asiático que
residen en ese país.
· Venezuela señala la presencia de 50 familias de origen indio en ese país, con 35 de ellas asentadas en
Caracas
· En Colombia la comunidad india está conformada por alrededor de 250 personas, la mayoría de ellas
profesionales de empresas multinacionales;
· en Ecuador existe una pequeña comunidad de aproximadamente 60 personas, que laboran en pequeñas
empresas y en el sector de servicios
· En Brasil, la comunidad en ese país es pequeña (alrededor de 2000 personas), asentadas principalmente en
São Paulo, Rio de Janeiro y Manaos.
· en Perú y Bolivia, existe una comunidad pequeña en Perú, de alrededor de 400 personas de este origen,
que trabajan en actividades comerciales (señalando también la llegada de profesionales indios que arribaron
con las compañías de ese origen y también indios que trabajan con los Misioneros de la Caridad y otras
organizaciones cristianas asentadas en Lima, Puno y Chimbote), al igual que en Bolivia, donde se reportan
180 personas de ese origen que trabajan en comercio, transporte, agricultura, entre otros.
· en Chile, existe una comunidad de alrededor de 1500 personas, en su mayoría sindhis, asentadas sobre
todo en el puerto de Iquique, en Santiago y Punta Arenas.
· En lo que se refiere a Uruguay, la Embajada de la India en Argentina, concurrente en Paraguay y Uruguay
comenta la existencia de entre 60 y 100 personas, mayormente empleadas en empresas relacionadas con el
sector de tecnologías y residentes en Montevideo; de igual modo, se menciona que algunos de ellos
pertenecen a las comunidades de gujaratis y sindhis, dedicándose a la importación de elementos de la India.
Con respecto a Paraguay, se señala también la presencia de alrededor de 100 personas de origen indio,
gujaratis y sindhis, residentes en Ciudad del Este. De igual modo, se señala la presencia de una comunidad
de aproximadamente 2000 personas de origen indio en Argentina, con alrededor de 200 de ellos, de primera
generación, residentes en Buenos Aires, y otros 300, aproximadamente, en el norte del país, sobre todo
sindhis y sikhs, empleados de distintas empresas o cuentapropistas.

Dinámicas de la relación tríadica: PAÍS DE ORIGEN-DIÁSPORA. PAÍS DE RESIDENCIA

- Las políticas del país de origen


El Gobierno indio desarrolló distintas acciones en torno a la diáspora, entre ellas cabe destacar la puesta en marcha del
Plan de Credenciales para las pio, que consideraba todos los segmentos de la diáspora: visa de largo tiempo (20 años),
que permite a los pio poseer propiedades y acceder al sistema educativo en India; la creación de una división de nri y
pio, perteneciente al Ministerio de Asuntos Exteriores, presidida por un secretario; la creación de un Comité de Alto
Nivel sobre la Diáspora India, la creación del Pravasi Bharatiya Divas (Día de la Diáspora India) y del premio Pravasi
Bharatya Samman, que busca distinguir a los emigrados más exitosos y destacados; el establecimiento de una cuasi
doble ciudadanía para algunos países de residencia, vigente desde 2003, que permite a sus beneficiarios invertir en la
industria y en la agricultura, adquirir propiedades, enviar a sus hijos a escuelas y universidades, sin derecho a votar o a
postularse para la función pública; la posterior creación del Ministerio para los Asuntos de los Indios en el Extranjero
(moia), a cargo de un ministro autónomo, al tiempo que una estructura institucional que colabora en la implementación
de la tarea del ministro: a) El Centro de Facilitación de los Indios de Ultramar, b) El Consejo Indio de Empleo de Ultramar,
c) El Consejo Asesor Global de Personas de Origen Indio, en la Oficina del Primer Ministro, d) La Fundación India para el
Desarrollo de los Indios de Ultramar, e) La Red Global India de Conocimiento y f) Centros de los Indios de Ultramar
(establecidos en Washington y Abu Dhabi para proveer información sobre temáticas relativas a los emigrados). A la par
de ello, India ha desarrollado diversos programas focalizados en la diáspora, entre los cuales pueden mencionarse el
Programa de Becas para los Niños de la Diáspora (spdc) que ofrece becas de grado en universidades indias y el Programa
“Conoce India”.

Las reformas en la administración del fenómeno migratorio se dan en los planos nacional, bilateral y multilateral. En ese
marco, puede señalarse la creación de instancias institucionales tales como el Consejo Indio de Empleo para los
Emigrantes, el Centro de Recursos para Trabajadores Emigrados, el Protector General de Emigrantes, el Fondos para el
Bienestar de la Comunidad India, un Centro de Recursos para Migrantes. También se establecieron tratados bilaterales
con distintos países y se firmó un Memorando de Entendimiento sobre Asociación concerniente a Movilidad Laboral, con
Dinamarca, a la espera de desarrollar acuerdos semejantes con otros países europeos y surasiáticos. En 2006, se firmó
un acuerdo bilateral de seguridad social con Bélgica, continuando luego con otros países (Francia, Alemania, Suiza,
Luxemburgo, Países Bajos, Hungría, Dinamarca, la República Checa, República de Corea y Noruega), e iniciándose
encuentros para avanzar en igual dirección con Canadá, el Reino Unido y Estados Unidos.
En el plano multilateral, la India participa del Proceso Colombo, apoyado por la Organización Internacional para las
Migraciones, con la cual se firmó un Memorando de Entendimiento, en el que se acuerdan condiciones para la mejor
administración de empleo legal de trabajadores indios en la Unión Europea. Existe también, desde 2000, un Grupo de
trabajo conjunto India-Unión Europea sobre asuntos consulares, y se adoptó, en 2005, un Plan Estratégico de Acción
Conjunta. India es también miembro del Encuentro Asia-Europa (asem) y forma parte de otras instancias como el Foro
Global sobre Migración y Desarrollo. Paralelo a las acciones desarrolladas por el Gobierno nacional, estados como
Gujarat, Kerala y Punjab, crearon instituciones específicas referidas a la temática de los emigrados.
En enero de 2015, el Gobierno indio informó a la Suprema Corte su decisión de aceptar la recomendación de la Comisión
Electoral sobre permitir a los indios no residentes votar desde el exterior a través de votación por correo o electrónica,
concediéndole la Justicia ocho semanas al Gobierno para realizar las enmiendas necesarias a la ley, que permitan la
implementación de tal decisión.

- Las dinámicas de la diáspora

En paralelo a las acciones que llevara adelante el Gobierno indio, acerca de las políticas progresivamente desarrolladas
hacia ella, la diáspora, al tiempo que alcanzaba distintos destinos, fue también organizándose en diversas redes creadas
de manera voluntaria. Entre esas organizaciones puede mencionarse la Global Organization of People of Indian Origin
(gopio), que cuenta con una casa central en Nueva York y otra en las islas Mauricio, cuyo primer encuentro se llevó a
cabo en 1989, con el objeto de reunir a la diáspora, y salvaguardar y promover sus intereses. Aparte de la gopio, en la
actualidad pueden encontrarse distintas asociaciones desarrolladas con base en identidades regionales, de religión,
casta, etc., entre otras la World Telugu Federation (wtf), surgida en 1992 como ONG, para la promoción del lenguaje y la
cultura telugu entre estos emigrados; la Confederación Mundial Tamil, establecida en 2002, en una de las conferencias
de estudios tamiles que esta comunidad organiza, la Vishwa Gujarati Samaj, organización internacional para la
comunidad gujarati, establecida en 1989 para promover la cultura y los intereses de la comunidad, que viene
organizando conferencias mundiales. Asimismo, las personas de habla bhojpuri están organizadas y realizan encuentros
mundiales, para ello cuentan con el apoyo del gobierno de Bihar y, aunque desarrollaron distintos sitios web dedicados a
esta cultura particular, planean un website para Vishwa Bhojpuri Sammellan, al tiempo que existe también la Bhojpuri
Association of North America (bana). De igual modo, las identidades religiosas han derivado en distintas agrupaciones
que reúnen y promueven esos elementos culturales, entre ellas la World Sikh Organization, la International Sikh Youth
Federation, la American Federation of Muslims of Indian Origin, la Vishwa Hindu Parishad.

Más allá de los espacios de asociación e institucionalización de los distintos segmentos de la diáspora, un tema crucial es
el de la remisión de remesas a la India, que en 2012-2013 fue de 67.600 millones. De igual relevancia resultan la
inversión extranjera directa, la transferencia de conocimiento de emigrados que se asentaron definitivamente en otro
país o tras el retorno de los mismos, la colaboración de los emigrados no solo con remesas, sino con espacios de aportes
económicos como donaciones, que contribuyen al desarrollo de áreas y grupos específicos del país de origen.

- La migración India en EEUU y su actividad en relación con el país de origen y el de residencia

En el caso específico del segmento de la diáspora asentado en Estados Unidos, distintas acciones evidencian la ligazón
de la esfera política internacional con la doméstica (del país de origen) y su promoción de los intereses de la India como
grupo de presión.

Los emigrados indios en Estados Unidos llegaron hacia finales del siglo XIX e inicios del XX, siendo los primeros
inmigrantes allí, procedentes de Punjab, que se asentaron en la costa oeste del país. Tras su arribo al país, fueron objeto
de campañas racistas y distintas restricciones que les imposibilitaron la compra / propiedad de tierras y la adquisición de
la nacionalidad estadounidense. En 1946 se dio una enmienda que estableció una cuota de arribos para los inmigrantes
de este origen, haciéndolos elegibles para la naturalización. En 1965, expidió el Acta de Servicios de Nacionalidad e
Inmigración, que eliminó anteriores restricciones (desestimando el sistema de cuotas para ingreso y dando preferencia a
quienes ya tenían familiares que residían en el país) y facilitó la inmigración de profesionales indios.

La participación política de la comunidad en / desde Estados Unidos estuvo asociada a la posibilidad de naturalizarse o
nacionalizarse allí, posibilidad abierta en 1946. Ya entonces puede rastrearse el eco de situaciones del país de origen en
la diáspora cuando, por ejemplo, se creó la Asociación de Indios de América (creada en 1967), que realizó una campaña
para obtener una clasificación separada para los indios en el censo, a diferencia de los pakistaníes, que seguían
agrupados, con otros colectivos, bajo el rótulo “asiáticos”.

Otras organizaciones, se propusieron crear conciencia acerca de la participación política en el país de residencia, tales
como el Comité de Acción Política India-América, el Consejo de la Amistad India Americana, el Foro Indio Americano de
Política Educacional, el Centro Exterior Indio para la Conciencia Política, la Asociación de dueños de hoteles asiático
americanos, etc.
De igual modo, se formaron la Federación de Asociaciones Indo Americanas y la Asociación Nacional de Descendientes
de Asiático-indios, en atención a diversos reclamos sobre la falta de unidad entre las asociaciones comunitarias indias.
Un ejemplo es la Federación Nacional de Asociaciones Indo Americanas y la Asociación Americana de Médicos de origen
indio, que hicieron campaña para evitar los recortes de los fondos de Medicare a los hospitales que empleaban doctores
formados en el exterior. En igual sentido, la Federación persuadió al Congreso estadounidense de no vender sistemas de
control y alerta aéreos a Pakistán.
Por lo demás, la comunidad ha participado activamente en los últimos treinta años en las elecciones en Estados Unidos.
Dalip Singh Saund fue el primer asiático electo como congresista (por California, en 1956, por el partido demócrata);
Bobby Jindal fue candidato a gobernador por Louisiana, en 2003, aunque perdió, y en 2004 llegó a la Cámara de
Representantes (y fue reelecto en 2006, por el partido republicano), Nikki Randhawa Haley es gobernadora de Carolina
del Sur (por el partido republicano), etc.

La comunidad india hasta el momento ha participado en la colecta de fondos y la creación de grupos de apoyo a
candidatos específicos. También en 1993, se formó el Comité Bipartidario del Congreso, de India y de los representantes
indoamericanos. Ese comité alcanzó 164 miembros en diez años, y sirvió de espacio de lobby a la comunidad india en el
país sin tener un candidato de ese origen hasta 2004 –con la llegada de Bobby Jindal–, logrando ejercer influencia en
distintos asuntos, especialmente algunos que hacen a la política exterior de Estados Unidos. Sus miembros han
trabajado por la visita de Clinton a India y la visita del primer ministro Atal Bihari Vajpayee a Estados Unidos. En 2004, se
formó un comité bipartidario en el Senado, similar al Comité de India, denominado “Amigos de India”, coordinado por el
Comité de Acción Política Estados Unidos-India (usinpac). Estos Comités trabajaron también en el acuerdo de energía
nuclear para uso civil entre ambos países.

Probablemente, la potencialidad del rol de la diáspora para ambas sociedades (la del país de origen y la del país de
residencia) haya quedado expresada, entre otros, en una declaración que hicieran el presidente Bill Clinton y el primer
ministro Atal Bihari Vajpayee en marzo de 2000, titulado “Las relaciones India-Estados Unidos: una visión para el siglo
XXI”, en que se señala: “Nuestra sociedad está reforzada por los lazos de becas, comercio y el creciente parentesco entre
nuestra gente. La industria, empresa y contribuciones culturales de los americanos de herencia / origen indio han
enriquecido y hecho más vivaces ambas sociedades”.

Además de destacar el accionar de la comunidad india asentada en Estados Unidos, cabe señalar que en el presente, el
volumen de su población es de 2,81 millones de personas (primera y segunda generación). Su población es
comparativamente joven, con altos niveles de logros académicos y estándares económicos. Los inmigrantes de origen
indio constituyen el grupo extranjero más beneficiado por el programa de visas H1B y constituyen porcentajes
sustanciales de las visas H-4, L-1 y L-2, etc. En 2012, esta comunidad contribuyó con 13 mil millones a las remesas de
dinero que India recibió ese año, siendo el segundo país en lo que hace a envíos netos de dinero y como destino de los
emigrados indios, luego de los Emiratos Árabes Unidos en ambas temáticas.
Con todo lo señalado, cabe decir que el alcance del accionar de la comunidad india en Estados Unidos es todavía
limitado, en atención al pequeño volumen de sus votantes, por lo que precisa profundizar su accionar en el Congreso del
país de residencia. Por otro lado, autores como Aiyar (2012), destacan el accionar de los individuos y también los agentes
económicos indios y, en este caso, norteamericanos con intereses en la India. La presencia de la diáspora y su capacidad
de acción se hicieron evidentes en la reciente visita del primer ministro Modi a Estados Unidos, con manifestaciones a
favor pero también algunas otras que lo cuestionaron.

A modo de cierre

Existe en la actualidad una presencia nutrida de actores no estatales en la política internacional, entre ellos las diásporas.
En ese marco, en el tratamiento de la cuestión migratoria, el paso en la gestión india, de una concepción nehruviana,
más asociada a lo territorial, a otra más ligada a la etnicidad (del partido Bharatiya Janata), ha llegado a materializarse en
una compleja estructura desarrollada por India (incluyendo el establecimiento del Ministerio para los Asuntos de los
Indios en el Extranjero) para profundizar sus lazos con la diáspora . El desarrollo de esa gestión, por otro lado, alude a un
nacionalismo de larga distancia o diaspórico para movilizar a los emigrados, que supone distintas acciones desde el
Estado indio, para operar sobre la identidad india en el ámbito transnacional.
Al mismo tiempo, la diáspora devino en un factor de autoreferencia, evidenciado en las distintas instituciones
desarrolladas en su ámbito, algunas basadas en identidades regionales indias y otras en una identidad panindia. Tales
organizaciones y su estructuración en función de las identidades mencionadas, han fortalecido y profundizado la relación
con el Gobierno nacional del país de origen, así como con gobiernos estaduales al interior de India, al tiempo que
proyectado y multiplicado el poder de tales identidades culturales como factor de cohesión en distintos segmentos de la
diáspora y proyección de imágenes de esos grupos y, por tanto, de culturas de la India en el exterior del país.
Finalmente, cabe apuntar que la relación triádica que comprende al país de origen, la diáspora misma y sus países de
residencia, mencionada por Sheffer (1986), evidencia dinámicas que articulan lo local y lo global –mutuamente
constitutivos– de manera permanente, con una India inserta de este modo en las redes y los imaginarios transnacionales
de la globalización como un espacio nacional expandido y con una continuidad histórica que abarca a todos los
segmentos de su diáspora.

[1] Su actual presidente, Donald Rabindernauth Ramaotar, acaba de ser premiado en la India por el primer ministro
Narendra Modi, con ocasión del Pravasi Bharatiya Diwas, en que se premia a miembros de la diáspora por sus aportes
en distintos campos (Grupo de Trabajo sobre India, Comité de Asuntos Asiáticos, cari, a publicarse en febrero 2015).

MARTEN, Kimberly (2015). Informal Political Networks and Putin’s Foreign Policy. The Examples of Iran and Syria. En.
Problems of Post-Comunism. Vol. 62. p. 71-87.

SRIDHARAN, Eswaran (2017). Where is India headed? Possible future directions in Indian foreign policy. En:
International Affairs. Vol. 93 (1), p. 51-68.

VAN DER WESTHUIZEN, Janis – Smith, Karen (2015). Pragmatic internationalism- public opinion on South Africa’s role
in the world. En: Journal Of Contemporary African Studies. Vol. 33 (3). p. 318–347.
Los hacedores de politica sudafricanos son frecuentemente presionados y tienen que enfrentarse a críticas por sus fallas
a la hora de conseguir un balance entre las demandas materiales y las restricciones normativas.

Las demandas materiales usualmente tienen que ver con manejar distritos que buscan redistribución y otros que
demandan políticas guiadas por el mercado. Las restricciones normativas tienen que ver con buscar compromiso entre el
cosmopolitismo por un lado y el panafricanismo por otro. Como consecuencia, muchas contradicciones se acumulan en
el dominio de la politica (policy making).

Mientras tradicionalmente la politica exterior de mantiene en dominio de un grupo de elite, en el mundo desarrollado y
en desarrollo, ocasionalmente surge interés público sobre aspectos de politica exterior incluso si éstos no son
expresados esporádicamente. Risse Kappen hace una distinción entre “mass public”, “attentive public” y “issues public.
Lo que motiva este proyecto es la ausencia de análisis académico en las actitudes del público de masas en la politica
exterior de Sudáfrica.

Sin embargo diferentes factores complican un proyecto de investigación de este estilo. Primero, Sudáfrica no posee una
tradición de debate público sobre política exterior; segundo, dado el contexto, reconocemos las limitaciones
metodologías y epistemological de las encuestas de opinión pública. Nuestro cuestionario no intentó preguntar sobre los
conocimientos de los sudafricanos sobre determinados tópicos sino sobre sus actitudes subyacentes, específicamente
sobre la política exterior, entendiéndola como “la orientación general sobre la forma en que le gustaría que el gobierne
conduzca su política exterior, sin indicar políticas específicas para alcanzar el objetivo deseado”.

En base a estas posturas, los ciudadanos son capaces de categorizar y evaluar de manera más económica una amplia
variedad de políticas concretas en base a si estas políticas son consistentes con sus posturas generales.

Hipotéticamente seríamos capaces de trazar hasta que punto estas posturas se mantienen consistentes en el tiempo o
no.

Decidimos enfocarnos en el rol de los derechos humanos gente a los objetivos de la política exterior y la identidad del
país en política exterior.

PUBLIC OPINION: DOES IT MATTER?

Primero es importante preguntarse si mayor participación pública en la política exterior es deseable.

Los liberales ven la democratización de la política exterior como algo positivo al relacionarse con un orden mundial más
pacifico. Morgenthau creía que la naturaleza compleja de la política exterior hacía que este fuera del marco de
referencia de los ciudadanos ordinaries. Por parte de los neorealistas, tienen en cuenta las influencias domésticas de la
opinión pública como determinantes de la política exterior.

Estudios tempranos tenían una postura más que todo realista. Sin embargo, después de la guerra de Vietnam se
encontró que las actitudes públicas eran en realidad bastante estables y estructuradas a pesar de poseer insuficiente
información. La psicología dice que las personas buscan en sus conocimientos generales para dar sentido a la política
exterior de la misma forma que lo hacen con demás aspectos de la vida en las que no son expertos y forman una
orientación de lo que les gustaría que su gobierno realice en la política exterior.

La mayoría de estos estudios se realizaron en los Estados Unidos por lo que se ve una falta de estudios de este estilo en
otros partes del mundo.

En el caso sudafricano el nivel de participación general de las masas en la política exterior es bajo a pesar de haberse
declarado que la “política exterior pertenece al pueblo de Sudáfrica”, esto puede verse en el documento del
departamento de asuntos exteriores realizado en 1996 que hace evidente esta iniciativa por democratizar la política
exterior.

Además, una serie de think tanks y académicos han sido de gran importancia en dar forma a papers que eventualmente
se llevaron a cabo a través de la política oficial del gobierno. Esto data de la falta de expertise del gobierno con respecto
a la política exterior y la necesidad de la participación de la sociedad civil en el proceso. Este primer momento fue
rápidamente sustituido por lo que se llama “politica exterior rutinaria” en que la participación de la sociedad civil (ong,
académicos, etc) se vuelve “solo con invitación” —> proceso de centralización en la presidencia de Mbeki. Su
presidencia optó por una postura más paternalista en oposición a dar lugar a la sociedad civil en el proceso de creación
de política, condenando al público a un rol politico restringido.

CONTEXTUALIZING THE SURVEY

(acá explica sobre cómo se llevaron a cabo las entrevistas. Onda es metodológico. No me parece muy importante.
Página 6)

WHAT SHOULD SOUTH AFRICA’S MAIN FOREIGN POLICY GOAL BE?

(Después lo diferencia según raza y sigue dando “economic growth” como interés mayoritario)

Cuando se presenta una serie de problemáticas domésticas versus exteriores se puede ver el peso de el desempleo y la
pobreza en las preocupaciones de los sudafricanos.

Mientras que Nel (un autor que cita) encontró una fuerte correlación positiva entre niveles de ingreso y preocupación
por asuntos internacionales, nuestros datos no encuentran tal relación. Nuestros informantes parecen dar una relativa
baja prioridad hacia los asuntos internacionales sin importar la raza, el ingreso, el nivel de educación, etc.

SOUTH AFRICA’S INTERNATIONAL ROLE


Los cuestionarios muestran que a pesar de lo dicho anteriormente los sudafricanos están a favor de que el gobierno
juegue un rol activo en el continente y a nivel mundial, siempre que no descuide las prioridades domésticas. Se observa
poca variación de acuerdo a raza pero si hay una diferencia de acuerdo a educación, a mayor nivel de educación se
muestra mayormente esta tendencia.

También se ve acuerdo sobre el rol de Sudáfrica en la resolución de conflictos del resto de Africa (66%) a pesar de los
posibles costos que pueden significar el brindar ayuda a otros países africanos. Se ve una fuerte tendencia en la
promoción de derechos humanos y la prevención de conflictos.

THE AFRICAN AGENDA

Hay incluso mayor acuerdo sobre el rol de liderazgo de Sudáfrica en el bloque africano. En soporte de la agenda africana
también se ve en un apoyo de la Unión Africana siendo una organización más importante que las Naciones Unidas.

También es posible observar interés en la interdependencia entre Sudáfrica y los paises del sur de África, con una
mayoría acordando en que el crecimiento y desarrollo de Sudáfrica está fuertemente vinculado con el de sus los paises
vecinos; frente a esto sólo se vio divergencia al diferenciarlo según raza, por lo que se puede ver ciertas tendencias
xenofóbicas.

THE IMPORTANCE OF HUMAN RIGHTS

ALLIANCES, FRIENDSHIPS ANS ROLE MODELS

Uno de los objetivos del cuestionario era desarrollar un medio para asesorar sobre qué paises Sudáfrica se identificaría.
Para ello se pregunta qué paises considerarían como aliados o amigos, a cuales emigrarían si pudieran y qué paises
considerarían como role models en términos de desarrollo económico.

En este ámbito China sale como un gran ganador, se lo ubica preferentemente antes que a USA y Europa. Sin embargo
las poblaciones mas pobres y menos educadas reconocen el rol de USA como un aliado importante, esto puede deberse
al vasto Soft power americano en términos de dominancia de la cultura popular generando cierta atracción sobre estos
grupos demográficos.

Sobre qué paises pueden servir de ejemplo para Sudáfrica en términos de salida de la pobreza y aumento del empleo
aparecen China, seguidos por Brasil y Botswana.

Respecto a dónde preferirían vivir primero sale la región sudafricana, luego USA y en tercer lugar Europa; dejando de
lado a China y generando ciertas preguntas sobre la expansión del soft power chino y su influencia en el largo plazo.

A pesar del entusiasmo sudafricano respecto a su membrecia en los BRICS, ninguno de los paises BRICS salieron como
destino de emigración o como un aliado confiable. A pesar de que China sale ganadora como aliada, solo el 9% la elige
como destino de emigración por lo que se la ve desde una perspectiva meramente económica. Tambien es importante
destacar la desconexión de Sudáfrica con respecto a Africa mas allá de la región sudafricana.

THE ROLE OF THE PUBLIC IN SOUTH AFRICA’S FOREIGN POLICY-MAKING PROCESS

(pongo los gráficos porque literal que lo único que hace el texto es leer los resultados de los gráficos y las tablas)

Los resultados son concordantes con el enfoque en el crecimiento económico, la reducción del desempleo y la
promoción de la inversión extranjera, que los ciudadanos reconocieron como principal propósito de la politica exterior.

Los grupos más educados reconocen la importancia de los académicos e investigadores más que el resto, dándole
menos prioridad al parlamento.

Respecto a la media no se le da un rol demasiado importate, quizás porque se dedica a dar un análisis más detallado
junto con una poca tendencia de los sudafricanos a leer la media escrita.

CONCLUSION: EMERGING POSTURES TOWARDS INTERNATIONAL RELATIONS

Realmente la evidencia muestra actitudes estables y organizadas del público respecto a la politica exterior. Sería un
error asumir que se encuentran en la incertidumbre y que no miran a la politica exterior como suya.

Los sudafricanos permanecen enfocados en lo doméstico cuando refiera a sus preferencias políticas, sin embargo
muestran interés en que Sudáfrica se posicione como un jugador internacional.

(acá vuelve a repetir datos, si hay algo que no quedó muy claro o quieren ignorar todos los datos que puse acá y
enfocarse solo en los más importantes vayan a la página 26).

Dados los datos podría decirse que Sudáfrica se posiciona como un “middle power” y encuentra apoyo del público para
ello. Para ocupar dicha posición es importante el activismo diplomático. Los middle Powers generalmente dependen de
su soft power para proyectarse globalmente. Actividades típicas tienen que ver con resolución de conflictos, y
fortalecimiento de la ley internacional y el sistema multilateral. Los motivos de los middle powers tambien están
considerablemente guiados por sus propios intereses.

Por lo tanto, mientras los sudafricanos parecen apoyar este nivel de activismo internacional, también respaldan
firmemente la opinión de que el objetivo fundamental de nuestra política exterior debe ser reducir el desempleo y
generar crecimiento económico. El valor estratégico de China como socio comercial clave y potencial aliado, la
importancia de la región del sur de África para el desarrollo del país, la priorización del comercio sobre los derechos
humanos, así como el papel clave de las empresas como actores sociales, subrayan el alcance de Nuestro papel
internacional debería servir en última instancia a los intereses de desarrollo del país.

La postura de tener impulsos al parecer contradictorios puede ser descrita como “pragmatic internationalists”,
comprometidos por mejorar el mundo si eso mejora la calidad de vida en casa. El tipo de internacionalismo en Sudáfrica
muestra un involucramiento de la mejora del crecimiento económico y la cantidad de empleos, mientras tambien es
consistente con su rol de middle power.

SANCHEZ RAMIREZ - La nueva estrategia geopolítica global de Rusia y la reorientación de su política exterior hacia la
región de Asia durante los años 2014 y 2015

LA CUMBRE DE UFÁ
Reunió, por primera vez en un mismo foro, a la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), al bloque de los BRICS y
a la Unión Económica Euroasiática (UEE).1 Ufá, es una ciudad ubicada al sur de los Urales, en la región autónoma de
Bashkortostán, una zona que cuenta con una preponderante población de origen musulmán.

Rusia como único miembro pleno de las tres organizaciones se convierte no solo en el hilo conductor de la cooperación
inter-organismos, sino también en el líder indiscutible de toda la intensa actividad de negociación multilateral que tuvo
lugar en el marco de este evento. Esta cumbre reiteró la estrategia llevada a cabo por parte de Rusia durante el último
año, que es acelerar la diversificación de relaciones con todos sus socios estratégicos que usualmente no están dentro
del área de influencia estadounidense o incluso europea, o bien que se encuentren en la periferia política de éstas.

La Cumbre de Ufá precisamente engloba y lleva a la práctica de manera precisa la nueva estrategia geopolítica global de
Rusia que se reorienta al Este y que a partir del año 2014 se concentra específicamente en 3 premisas fundamentales: el
viraje de Rusia hacia la región de Asia-Pacífico y China en primer orden; la revisión de sus relaciones con Europa como
consecuencia del conflicto en Ucrania y, en tercer lugar, el aumento de la importancia estratégica que se le concede a la
región de Asia Central, sobre todo, al espacio post- soviético, que también es conocido como cercano extranjero.

LA DOCTRINA PRIMAKOV

Dentro de la concepción eurasiática, que data desde el siglo XIX y se ha mantenido hasta nuestros días, o sea, desde los
tiempos del príncipe Alexander Gorchakov y llega hasta los años de Yevgueni Primakov y Alexander Duguin, se fortalece
el papel de Rusia en el marco del espacio geopolítico de Eurasia, a la vez que se enfrenta a las posturas atlantistas de
Washington y sus aliados europeos, que a su vez mantienen el interés en aislar a Rusia e intentar neutralizar su potencial
de liderazgo y de rector de la tendencia multipolar en el actual orden internacional que, en definitiva, implica la
neutralización del liderazgo hegemónico de EE.UU.

Por su parte, Washington con el intento de desplegar su proyecto militar del escudo antimisiles y la base de radares ya
no solo en países de Europa del Este, muy cerca de las fronteras con Rusia. Por su parte, y en respuesta a esta estrategia
de EE.UU., Rusia, China e Irán se fueron acercando cada vez más entre sí, coordinando y estrechando sus lazos y vínculos
económicos, financieros, comerciales, pero también políticos y, sobre todo, militares. Toda esta coordinación Moscú-
Beijing ha logrado impulsar un frente unido en la región de Eurasia, que mantiene sus posturas de cautela y contra
balance frente a Estados Unidos y sus aliados europeos.

Con la expansión de la OTAN hacia el Este de Europa, la llegada de Putin al poder y la comprobación por parte de Moscú
de que su país se colocaba en la mira de Estados Unidos, la balanza de poderes comenzó a inclinarse dentro de las
concepciones de la política exterior del Kremlin a favor de la concepción euroasiática y de los sectores que defendían
que Rusia debía mirar más hacia el Oriente y acercarse a los países ubicados al este y sur de los Urales. Aunque el punto
de vista euroasiático, y la llamada Doctrina Primakov,2 mantendrían su supremacía y mayor peso sobre las tendencias
paneuropea y atlantista desde la segunda mitad de la década de los noventa, estas últimas nunca dejaron de existir y de
manifestarse en algunos casos concretos a lo largo de estas dos décadas.

La preponderancia de los nexos y la diplomacia bilateral de Rusia en relación con Europa tuvo sus logros y resultados
positivos.

Precisamente con la Doctrina Primakov, el Kremlin demostraba su interés e intención de establecer una alianza
estratégica entre Moscú, Beijing y Nueva Delhi. Teherán fue también considerado como un cuarto miembro y socio de la
Entente que Rusia buscaba crear en el escenario de Eurasia. Irán, dada su importancia geoestratégica, solidez y fuerza
como potencia regional de Medio Oriente, fue finalmente incorporada entre las prioridades geopolíticas de Rusia en el
marco de la Doctrina Primakov.
Las divisiones y enfrentamientos existentes durante la Guerra Fría no han desaparecido totalmente, se han modificado,
transformado, adaptado a las nuevas condiciones geopolíticas y de poder mundial. En Eurasia, como ya dijimos, se ha
consolidado una especie de coalición que, dentro del marco de la multipolaridad, aspira a convertirse en una contra
alianza global que se convierta en el centro del poder mundial y que logre el contra balance a la desgastada, pero
pretendida hegemonía estadounidense.

RUSIA FRENTE A LA OTAN

En el caso de la Unión Económica Euroasiática el objetivo de Rusia es abolir las fronteras interiores en la región de Asia
Central por completo conservando su plena soberanía nacional. La región también mantendría sus fronteras económicas
exteriores transparentes con sus vecinos China, Afganistán e Irán, que también participan de alguna manera en alguna
de las organizaciones regionales. Esta estrategia convertiría a Asia Central en una región abierta y activa en el comercio
entre los mercados nacionales, así como con el sur de Asia, China y Medio Oriente. Esta región exporta principalmente
recursos naturales e importa bienes industriales. También se deja abierta la posibilidad de crear suficientes puestos de
trabajo en Asia Central para asegurar una tasa aceptable de empleo para la creciente población joven.

Actualmente puede verse un aumento en la migración laboral hacia Rusia que como resultado de la crisis de 2014 ha
decidido limitar el acceso a su mercado laboral. Rusia está intentando poner en marcha un nuevo proyecto para facilitar
la integración regional dentro del espacio económico común por medio de la Unión Aduanera. Este mecanismo
facilitaría el fortalecimiento de las fronteras económicas externas para estimular la reindustrialización regional.

A pesar de los reveses que afronta desde el año 2014 la economía rusa a causa de la baja en los precios del petróleo y
del bloqueo económico impuesto por Europa y Washington, Moscú ha desplegado su estrategia geopolítica de lograr
mantener a flote una economía y una moneda a través del fortalecimiento de las tres organizaciones que tienen un
perfil de integración y cooperación económico, comercial, financiero, pero también, en alguna medida, político-militar.

El caso de China es atípico dentro de la geopolítica rusa, pues Moscú nunca se distanció de Beijing. A partir de 2014,
Rusia y China han ratificado una serie de importantes acuerdos bilaterales en ramas estratégicas para ambas partes
como son la energética, financiera, tecnología de punta, militar, entre otras.

La rapidez con que ha avanzado la firma de acuerdos con China en diferentes esferas, pero sobre todo en la energética,
demuestran la importancia geopolítica que para Rusia ha adquirido este país. Rusia ha demostrado también su intención
de mirar hacia otros horizontes en Eurasia. De tal forma, empieza a fomentar operaciones comerciales en otras
monedas diferentes al dólar, tales como el yuan, euro e, incluso, el propio rublo.

Luego de la segunda ronda de sanciones de la UE contra Rusia, este país amenazaba con llegar a aplicar nuevas
contramedidas entre las que se contemplaban la prohibición de importaciones de coches, ropa, así como la restricción
de la participación de empresas extranjeras en los contratos públicos para el suministro de fármacos al mercado ruso.
Las contramedidas rusas podrían incluir la expulsión de compañías europeas de importantes proyectos que llevan a cabo
en territorio ruso, lo cual beneficiaría a los inversores de otros países.

El acercamiento de Rusia a China y su interés por convertir a los BRICS en una organización real y efectiva, es decir
institucionalizada, se ha ido acelerando al igual que su política de acercamiento desde una óptica diferente con el
llamado cercano extranjero postsoviético, sobre todo, con sus vecinos de la región de Asia Central.

Es importante remarcar que, a pesar de que en la región de Asia Central (países ex-soviéticos), Rusia y China han
presentado intereses de competencia desde la década de los noventa, sobre todo, en el aspecto económico-comercial,
ambos países han logrado alcanzar una ventaja mutua y una coordinación en ese importante escenario geopolítico y
geoeconómico para ambas partes.

LA NUEVA RUTA DE LA SEDA

El objetivo de este proyecto chino es convertir a esta región –conocida como la ruta de la seda y en la que precisamente
Asia Central desempeña un papel protagónico– en un centro mundial de crecimiento económico e influencia global. La
Ruta de la Seda unirá la región noroccidental de China con los mercados de Asia occidental y de Europa. Sin embargo, el
objetivo de este proyecto no se circunscribe exclusivamente a la transportación de productos e insumos, pues se
considera también un plan estratégico para el fomento del desarrollo en toda la región a través de la creación de nuevas
infraestructuras, industrias, comercio y el sector de los servicios. Rusia se propone llevar a cabo una activa participación
en este proyecto chino, tomando en cuenta que su implementación sin Rusia afectaría los objetivos de este país por
mantener un papel de liderazgo en esa región, sobre todo, de Asia Central, pero también a nivel global.

La nueva ruta de la seda es un proyecto económico que brinda a China su propia ruta comercial, sin contradecir
abiertamente los intereses de países vecinos como Rusia o India, a la vez que también le permite establecer vínculos
comerciales en los que por ejemplo EE.UU. no se encuentra involucrado.

LA CRISIS DE UCRANIA

La gran crisis que vemos aún en Ucrania ha sido el principal impedimento para otorgarle a la Unión Económica
Euroasiática un verdadero poder, en el sentido económico y financiero, pues la ausencia de Ucrania es notoria y muy
negativa para Moscú. La importancia de Ucrania para Rusia es tal que Putin se ha mostrado dispuesto a asumir el costo
de una confrontación con Occidente y acelerar lo que en principio parecía un plan de largo plazo. Dentro de este plan, la
cumbre de Ufá se denota como un avance importante. Se conjunta una negociación con 15 países importantes de
Eurasia, a la vez que se presiona a Ucrania de manera directa. Este país aún depende de tecnología, energéticos y
comercio de Rusia. Es imposible romper este círculo en un plazo inmediato. Tampoco la UE se interesa en acelerar este
proceso.

PANORAMA ECONÓMICO DE RUSIA

Como ya expresamos, la economía rusa ha sufrido embates producto del bloqueo y de la crisis con Occidente a partir de
2014 y ha buscado salidas a esta situación, sobre todo en los mercados asiáticos. Los datos económicos de 2014
demostraban que la caída económica de Rusia producto de las sanciones de Occidente no sería tan crítica como se había
pronosticado previamente y estaría lejana a la registrada en el 2008.

Sin embargo, además de las sanciones a Rusia, existen factores internos que también han golpeado a la economía
nacional, como es el caso de la fuga masiva de capitales privados desde inicios del año 2014. En ese año, la fuga de
capitales alcanzó la cifra de 100 mil millones de dólares.

También se agudizó el problema de la inversión, pues la economía depende en primer lugar de los ingresos petroleros
que han llegado a representar dos tercios de las exportaciones totales y, a su vez, este sector energético necesita
grandes inversiones, que no se han hecho, para mantener su nivel de productividad.
El gobierno ruso intenta aumentar el gasto público para fomentar el consumo por medio del aumento de los salarios del
sector público y las pensiones y, de esta manera, estimular la producción; cuestión que ningún otro gobierno europeo ha
logrado en un corto plazo.

En la cumbre de Ufá se acordaron varios puntos, entre los que se incluyen estrategias de integración económica,
turismo, especialmente de Rusia con China e India, se discutió la nueva “ruta de la seda” una estrategia económica
liderada por China para el intercambio económico con sus vecinos del oeste continental. También se emitieron
declaraciones de tipo político principalmente de parte del presidente chino Xi Jinping y del presidente Putin. El tema del
conflicto en Ucrania estuvo presente, declarando el respeto a los acuerdos firmados en Minsk por el cuarteto (Rusia,
Ucrania, Alemania y Francia) y pidiendo un cese al fuego inmediato en el territorio ucraniano, así como remarcando el
peligro de ISIS para la estabilidad del Medio Oriente. El plan de seguridad que durará hasta el 2025 entró en vigor y las
tres vertientes serán: la lucha con el terrorismo, los separatismos y grupos extremistas.

Se discutió la posibilidad de insertar a los miembros de la Unión Económica Euroasiática dentro de la estructura del
banco financiero y de desarrollo de los miembros de la OCS: el Asian Infrastructure Investment Bank (AIIB), un proyecto
que le brindaría un ala económica y ya no solo militar a la OCS (Kulik, 2015). En conjunto, se discutieron temas de
cooperación entre los diferentes bancos creados en la sexta cumbre de los BRICS en julio de 2014, en Fortaleza, Brasil, y
el Banco Asiático de Infraestructura para la OCS, fundado en octubre de 2014, estos tres grupos podrían formar las bases
para convertir a China en un proveedor primordial de crédito al área económica más activa del mundo, Asia.

El poder económico de China se ha dejado mostrar como herramienta de coacción a nivel global y la capacidad de la
diplomacia rusa para convocar actores que, de ninguna otra manera, podrían cooperar a estos niveles ha permitido a
China promover este nuevo instrumento.

BRICS, OCS y Unión Económica Euroasiática que a simple vista parecería que no tendrían interés en integrarse, sobre
todo en términos políticos, sí han encontrado líneas de comunicación diplomáticas efectivas para trascender los
acuerdos económicos y comerciales y llegar a acuerdos más sólidos en un marco regional y subregional. De esta manera,
Rusia va logrando organizar bloques y grupos de países fuera de la influencia de Occidente que se van convirtiendo en
una fuerza y en un peso de contra balance real a las organizaciones económicas y políticas tradicionales, gobernadas por
Europa y EE.UU. Esta siempre ha sido la postura rusa y ahora es compartida por China abiertamente; el objetivo es una
reorganización del espacio geopolítico que desde la etapa de Halford McKinder fue definido como el Heartland. En esta
vasta y geoestratégica región, donde habita la cuarta parte de la población mundial y existen los mayores –en cantidad y
variedad– recursos naturales, minerales y estratégicos, cada vez va quedando más claro que países tienen las mayores
condiciones, herramientas y posibilidades de transformar el orden geopolítico imperante hasta el momento. El conflicto
de Ucrania aceleró este proceso de reorganización de la integración y coordinación liderado por Rusia; pero, en el que
también participan activamente países como China, Irán, India, Pakistán, Vietnam, entre otros.

El foro de Ufá también fue aprovechado para estrechar vínculos bilaterales entre Rusia y los demás países participantes.
Las relaciones bilaterales con Brasil están en su mejor momento y se prioriza también la colaboración bilateral en las
áreas de alta tecnología, aviación y espacial. Es harto improbable que la situación de inestabilidad política interna que
atraviesa Brasil afectase el excelente nivel de las relaciones políticas y comerciales con Rusia. En el caso de Sudáfrica,
Putin y el presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma destacaron que la prioridad actual para ambos países es el lanzamiento
del programa de desarrollo de la energía nuclear en Sudáfrica, así como la reanudación de la cooperación técnico-militar
bilateral. En el caso de India, quien ya fue aceptado –a partir del 2016– como miembro pleno de la OCS, el primer
ministro indio, Narendra Modi y Putin coincidieron en la necesidad de estrechar aún más la colaboración bilateral en
todos los órdenes económico-comerciales, sin excluir el terreno de la venta de armamentos rusos a este país, que se
mantiene en el primer lugar del intercambio bilateral.
REACOMODOS GEOPOLÍTICOS

Como resultado del conflicto en Ucrania, Rusia intenta reacomodar su influencia geopolítica en el mundo y, en primer
lugar, en Eurasia, para, de tal manera, adaptarse a las nuevas realidades internacionales.

En primer lugar, se evidencia el fortalecimiento del liderazgo de Rusia tanto en el escenario regional euroasiático, como
global.

En segundo lugar, a partir de 2014, se inició una nueva escalada de rearme militar por parte de Moscú en todos los
sectores; pero, sobre todo, se lleva a cabo un rearme de la aviación estratégica y de la defensa aeroespacial rusas. Las
declaraciones de Putin suponen un nuevo paso en la escalada de distanciamiento político y diplomático entre Moscú y
Washington.

En tercer lugar, luego del conflicto en Ucrania, Rusia obtuvo un mayor apoyo interno para su gobierno y, sobre todo,
para la figura del presidente Putin, luego de que su tercer mandato fuese resultado de unas elecciones mucho menos
favorables y más reñidas que las anteriores.

CONCLUSIONES

Rusia y China se mantienen como los dos socios estratégicos más influyentes en la región de Asia y, a pesar de la actual
situación de fragilidad de la economía rusa ante las sanciones de Occidente y del indiscutible aumento de la
dependencia económica hacia China a partir de 2014, ambos países mantienen cierto balance de poderes en toda la
región, cierta reciprocidad y estrategia de socios en la correlación de fuerzas tanto en Asia Central, como en Indochina o
en Asia Pacífico, por lo que sería harto difícil pensar que Rusia se pudiese convertir en un satélite económico y comercial
de Beijing, como afirman algunos en Occidente. Ambos países se apoyan mutuamente en las cuestiones políticas y
diplomáticas en el seno de los organismos internacionales y realizan ejercicios militares conjuntos desde hace cerca de
una década. Esta relación bilateral que se puede calificar de compleja e, incluso, coyuntural; pero, precisamente,
favorecida y fortalecida luego del conflicto en Ucrania, perdurará por un plazo de tiempo importante mientras Occidente
mantenga las sanciones comerciales y diplomáticas contra el Kremlin y, sobre todo, mientras se vea a Rusia desde la
distancia y con desconfianza.

Las cercanas y amistosas relaciones de Moscú con los actuales gobiernos de Siria, Iraq e Irán (incluso luego de las
negociaciones de Teherán con Obama) constatan que el Kremlin ha colocado al Medio Oriente como su segundo
escenario de influencia, luego de la región de Asia, sobre todo Asia Central, China e Indochina.

Moscú ha apostado abiertamente por la región de Asia dentro de su estrategia geopolítica actual y por disponer de un
liderazgo compartido con otras potencias vecinas del Este, sin llegar a renunciar al poder de decisión único en las
cuestiones claves y estratégicas para su Estado, que garanticen su propia estabilidad y seguridad nacional y regional.
Eurasia mantiene su prioridad en la geopolítica rusa actual, aunque lo innovador en este escenario es el mayor peso que
adquiere Asia: China, Asia Central, Indochina y Asia Pacífico, en ese orden de importancia. Ucrania mantiene su interés
geoestratégico para Rusia y eso nunca cambiará; sin embargo, el Kremlin reacomoda su estrategia geopolítica global y le
confiere a Asia un papel cada vez más importante y significativo dentro de sus vínculos económicos, comerciales y
financieros exteriores, pero también le confiere cada vez mayor importancia a estos países dentro de su estrategia
político- militar a partir del año 2014.

RIPOLL, A. (2017) “El desafío del gigante chino a Estados Unidos en la posguerra fría: ¿mito o realidad?”
El objetivo de este artículo es identificar si la importancia de China internacionalmente está sobrevalorada, o si
realmente puede llegar a desafiar la hegemonía estadounidense.

Introducción (sirve para contextualizar un poco)

Este país, desde la década de los noventa, buscó centrar y limitar su proceso de modernización en el campo económico,
para así satisfacer las necesidades de la población y no acudir a reformas políticas que amenazaran la estabilidad del
partido único comunista. Así mismo, desde esta década buscó reacomodarse en el paso de un sistema bipolar a uno
unipolar, en un ambiente dominado por el triunfo del capitalismo y la democracia sobre el comunismo. China comenzó a
ser visto como un gigante, llevando a creer que podría convertirse en la competencia directa de Estados Unidos y que
podía poner en peligro su hegemonía.

Desde la política reformista de Deng Xiaoping, sin embargo, se ha venido frenando a los partidarios de una mayor
democratización, quienes fueron perseguidos, encarcelados u obligados a salir del país. Como consecuencia de ello, las
potencias económicas suspendieron los intercambios comerciales durante unos años. Después de un tiempo la situación
fue superada y finalmente, para 1992, Japón –junto con los países de la Unión Europea y Washington– restableció las
relaciones comerciales con China por las ventajas económicas que representaba para los inversores extranjeros.
Washington, por su parte, también lo hizo por el temor de verse desplazado del gran mercado chino. La reanudación de
las relaciones comerciales le inyectó un dinamismo a la economía china que contribuyó decididamente a su crecimiento.

En este artículo se sostendrá que a pesar del acelerado crecimiento económico y de la influencia que China ha logrado
en el sistema, esta potencia ha implementado una política prudente y pragmática con el objetivo de salvaguardar sus
intereses nacionales y expandir su influencia, sin desafiar claramente la hegemonía estadounidense. El objetivo de este
artículo es identificar si China tiene los elementos de poder para retar la hegemonía estadounidense o si, por el
contrario, este fenómeno ha sido exagerado por los analistas y estudiosos. Desde el realismo político se analizará cómo
la situación interna tiene efectos en el posicionamiento de una potencia en el sistema internacional (los problemas de
política doméstica inciden para que puedan cambiar la distribución de poder).

Prosperidad y expansión china en los noventa

La década de los noventa se torna favorable para China, ya que el ambiente internacional (reacomodándose por el paso
a un sistema unipolar, capitalista y democrático) era propicio para que actuara con menos restricciones, lo que hizo
China fuera vista como un gigante. Si bien esta tesis es válida, no se debería exagerar el nivel de amenaza o
incertidumbre que se presenta en el corto plazo, porque Estados Unidos, en lugar de rivalizar con China, está intentando
sacar provecho de esta situación, teniendo en cuenta que debido a su crecimiento económico y militar tiene mayores
presiones (China) en cuanto a medio ambiente, crecimiento de la población, freno a la emigración, diferencias en el nivel
de vida entre las distintas regiones del país y la administración eficiente de las empresas del Estado. Estas demandas de
política interna no son fáciles de sortear, impidiendo que el nivel de alcance chino tenga un carácter mundial. En la
misma década varias organizaciones como Human Rights Watch, Amnistía Internacional e incluso el Departamento de
Estado de Estados Unidos la cuestionaron por la violación sistemática de los derechos humanos, especialmente por la
falta de libertad de expresión, movimiento y religión de la población. A estas acusaciones los chinos respondieron que
reconocían que había algunas fallas en el sistema pero que estaban mejorando. Este tipo de reconocimiento también
pone sobre la mesa la debilidad china (además del autoritarismo político que tiene que ver con el control político en
manos del Partido Comunista Chino). En los años siguientes, la situación no cambió y aún se les acusa de violar frecuente
y sistemáticamente los derechos humanos de su población.

A pesar de las acusaciones de violaciones de derechos humanos y el aumento de la presión socioeconómica,


internacionalmente ha ganado reconocimiento universal y se ha constituido como potencia regional y mundial. Esa
nueva China busca la compatibilidad entre nacionalismo y modernización, que se convierte en la base de su política
exterior, con repercusiones mundiales y regionales. En consecuencia, regionalmente se hará más fuerte, intentando una
política de mayor integración económica a través de mecanismos de cooperación. Sin embargo, ese liderazgo se logrará
en caso de que Rusia y Estados Unidos asuman perfiles más bajos. Además, el ambiente pacífico en el que se ha
desarrollado China puede verse turbado, entre varias causas, debido a la complejidad que rodea sus relaciones con
algunos de sus vecinos. Por ejemplo, con India, Japón, Vietnam y Filipinas tiene problemas por reivindicaciones
territoriales. A su vez, India, Pakistán y Bangladesh mantienen una alta conflictividad, que afecta el liderazgo que China
quiere mantener en la región. Las relaciones China-Vietnam también tienen un alto nivel complejidad debido a la
asociación geoestratética de este último con India para la explotación (ya sé que a nadie le importa esto pero bueno).
Este panorama (según el autor) confirma la idea de que en Asia no se ha terminado la Guerra Fría. Por esa razón, China
le da más importancia a la seguridad que a la oportunidad económica, no sólo por los conflictos mencionados, sino por
la capacidad militar que han desarrollado sus vecinos indios, pakistaníes y la propia Federación Rusa. A pesar de este
panorama, China unida a Japón (a pesar de sus rivalidades) pueden ayudar a estabilizar la zona, no solo con acuerdos de
entendimiento y amistad, sino con la recuperación económica de la región con mayor grado de autonomía respecto a los
poderes occidentes, lo que bajaría considerablemente la tensión. En este sentido, Estados Unidos juega un papel
importante en estas relaciones porque tiene interés en mantener el balance clásico de poder en Asia-Pacífico. Aunque a
pesar de esto y del diálogo regular que mantiene EEUU con China, la tensión continúa y se agrava más por las
acusaciones mutuas de espionaje, situaciones que si bien no favorecen a ninguno de los contrincantes, Estados Unidos
promulga y justifica con su discurso de un mundo seguro.

El poder inteligente chino

La ampliación de las relaciones económicas y políticas-militares de China en el mundo, en los últimos años, ha estado
destinada a incrementar su cuota de poder, con el fin de lograr un equilibrio y más adelante desplazar la hegemonía
estadounidense. Sin embargo, el rasgo característico que ha identificado el comportamiento chino ha estado marcado
por el uso del poder suave, tendiente a conseguir la buena voluntad, la comprensión y la aceptación de su influencia
política, a fin de crear las herramientas suficientes para proteger sus intereses en su territorio. Los intereses inmediatos
que quiere asegurar son el acceso a materias primas, seguridad alimentaria, protección y seguridad de los mercados
para los productos chinos. Igualmente, el acceso a los flujos de información y tecnología, lograr y mantener su presencia
en instituciones internacionales clave, buscar posicionarse estratégicamente de forma tal que no provoque a Estados
Unidos y sus aliados occidentales; de esa forma, China busca evitar que surja una coalición internacional que se oponga
a su ascenso mundial.

Sin embargo, existen circunstancias que se interponen a un verdadero activismo internacional chino, relacionadas con
las amenazas, los conflictos internos y los problemas estructurales que pueden frenar la carrera de China hacia la
hegemonía.

Dentro del primer grupo, del abanico de amenazas, existen varios factores de riesgo como la superpoblación de china,
que compromete la propia seguridad alimentaria del país y el futuro laboral (en este sentido se puede interpretar a la
política de “hijo único” como política de control demográfico). Otra amenaza, pero externa, es el deterioro
medioambiental causado por el desarrollo industrial y el crecimiento exponencial que ha tenido, que produce altos
índices de contaminación y estos a su vez producen todo tipo de enfermedades. En el grupo dos se encuentra un
problema que no se ha podido resolver en más de 60 años: su dominio en el territorio del Tíbet, y, en esa misma
dirección, el conflicto en Xinjiang la población debido a que existe una brecha. Además, la corrupción por parte de
miembros del Gobierno y empresarios le resta confianza a la población en sus gobernantes y, por último, debido a la
corrupción y a una pésima distribución de los recursos se encuentra la inequidad. El problema de inequidad, a su vez,
engendra otro: el resentimiento en la población debido a que existe una brecha muy grande entre los que tienen y los
que no. Estas semillas de subversión han germinado, complicando la gobernanza, y han mermado el control que
históricamente ha mantenido el partido de Gobierno. A pesar de ello, el Gobierno ha reaccionado rápidamente y ha
protegido el statu quo interno, sin mucha oposición, debido a que la nación ha estado sometida durante mucho tiempo
a reglamentaciones que limitan todo tipo de libertades y derechos como la natalidad, el establecimiento del lugar donde
deben vivir, donde deben estudiar, etc. Como se observa, estos son problemas de carácter estructural, por tanto,
difíciles de superar.

Economía y política

El desarrollo económico que ha experimentado China en los últimos quince años se ha debido a la implementación de
una nueva estrategia diseñada para promover de forma sistemática las exportaciones, el acceso a los recursos primarios
y el desarrollo de sus empresas. El rápido crecimiento de sus exportaciones los ha llevado a convertirse en el primer
exportador del mundo, con reservas de moneda de más o menos de 3 billones de dólares; esto le ha permitido
convertirse en el mayor comprador de bonos del tesoro de Estados Unidos, y ser el país con mayor inversión extranjera
directa colocada en el mundo. Igualmente, es el primer país manufacturero del mundo (por los bajos costes de mano de
obra y legislación flexible). No obstante, en los últimos años las condiciones han cambiado (han virado a menor injusticia
para los trabajadores en detrimento de ganancias empresariales); en consecuencia, los márgenes de ganancia de otras
épocas han disminuido al punto que muchas empresas han decidido buscar otros destinos, lo que ha llevado a que se dé
una ralentización económica en China. A pesar de este retroceso luchan por participar activamente en el orden
internacional mediante acuerdos internacionales o reforzando los ya existentes. Por un lado, en el BRIC (Brasil, Rusia,
India y China) se han mostrado desafiantes en sus cumbres anuales frente al dólar como moneda de reserva mundial y,
por ende, reclaman un mayor rol en las instituciones financieras internacionales, aunque esto casi siempre ha quedado
en “papel mojado”:

La crisis de la economía mundial los golpeó duramente en el quinquenio pasado, pero pudieron mantener una baja
inflación y un crecimiento económico constante. Este segundo puesto le permite un activismo en política internacional a
través de la cooperación internacional, llenando vacíos dejados por los poderes occidentales en África y en América
Latina, lo que le ha permitido extender su influencia y ser aceptado y admirado, sobre todo en países abiertamente
antiamericanistas. China también se ha convertido en el principal prestamista de muchos países latinoamericanos, y a
través de los bancos han financiado a un grupo de países de la región que han dejado de recurrir al Banco Mundial, al
Banco Interamericano de Desarrollo o, en general, a los bancos norteamericanos y europeos.

En realidad, la política internacional china ha sido pragmática frente al uso del poder que le ha dado Estados Unidos al
manejo de los asuntos globales: debido a su interdependencia económica y a la necesidad de preservar el mercado
estadounidense, China ha preferido mantener una actitud “neutral” en el frente occidental liderado por Estados Unidos
en la reorganización político-militar del mundo y especialmente en la lucha contra el terrorismo (sí se ha opuesto a la
violación de la soberanía de Estados sospechosos de producir o comercializar armas de destrucción masiva, la manera
de emprender la guerra global contra el terrorismo, y a intervenciones en Sudán, Somalía, etc.).

Por su parte, Estados Unidos prefiere concertar mecanismos de “acercamiento” con China –y no emprender una política
de “provocación”–, porque esa actitud es más conveniente para conseguir sus objetivos nacionales. Por otro lado, es
consciente de que China no tiene ni la capacidad ni la intención para rivalizar militarmente con la potencia hegemónica,
y se acomodan a las condiciones del sistema mientras logran el equilibrio.

La expansión de China puede ser explicada desde la geoestrategia, esto debido a la necesidad de ese país de contener la
estrategia intervencionista de Estados Unidos en una región que China considera como su propia esfera de influencia,
esto es, Asia-Pacífico, lo que a su vez es consecuencia de la estrategia de política exterior del presidente Obama de
“reequilibrarse” hacia Asia. China ve ese movimiento como una amenaza a su seguridad. En ese caso, si China percibe
que Estados Unidos es o tiene una presencia mayor en su propio patio trasero de Asia Oriental, aumentaría o utilizaría
los recursos con los que ya cuenta en regiones de influencia estadounidense para desafiar la hegemonía
norteamericana; en ese sentido, es probable que en el largo plazo los Estados con los que China tiene una relación muy
estrecha se conviertan en “clientes” de la potencia asiática, disminuyendo así la presencia y dependencia que estos
tienen con Estados Unidos.

Esas relaciones no están basadas en una variable ideológica, sino en una política pragmática cuyo fundamento de
política exterior se circunscribe a la estrategia china de emprender relaciones “de pueblo a pueblo”; este
comportamiento está basado en su doctrina de política exterior de la no intervención y la promoción de la paz mundial.
Por tal razón, China prefiere invertir o ampliar sus relaciones en aquellos países que tienen cierta estabilidad económica
o que pueden ofrecer su respaldo diplomático para implementar su agenda internacional en el mundo. La principal
variable ideológica que tiene en cuenta China para emprender relaciones con otros países es que estos no reconozcan a
Taiwán.

En la actual configuración de la política internacional, estas relaciones se constituyen en un mecanismo estratégico para
China y sus socios que buscan un cambio en la distribución de poder, con preferencia un sistema multipolar con un
orden basado en la pluralidad y el equilibrio en la implantación de las reglas y los principios de relacionamiento entre los
diversos Estados.

Conclusión

Actualmente China es la segunda potencia económica del mundo y será rápidamente, según los cálculos de expertos, la
primera en volumen de producto interno bruto. Sin embargo, es contradictorio que exista un deficiente Estado de
bienestar para la mayoría de sus ciudadanos, situación que explica el constante flujo migratorio extraterritorial.

En todo caso, la política que ha implementado internacionalmente es más pragmática que desafiante, porque busca
consolidar sus objetivos nacionales sin retar directamente la hegemonía estadounidense, asegurando, por ahora, el
acceso a materias primas y un mercado para sus productos. Finalmente, China requiere solucionar todos sus problemas
internos para lograr una nueva distribución de poder, al menos un sistema multipolar clásico, para evitar la
consolidación de una coalición internacional que se oponga a su resurgimiento.

MILLER, Manjari-Sullivan de Estrada, Kate (2017). Pragmatism in Indian foreign policy- how ideas constrain Modi. En:
International Affairs 93 (1). p. 27–49.

El pragmatismo y su promesa como mediador del cambio tienen una connotación restrictiva en el caso de la pol. exterior
India, durante la pos-guerra fría, un numero de teóricos dentro y fuera de la política exterior india identificaron la
llegada del pragmatismo. Una pol exterior pragmática rechaza y se opone al “idealismo neruviano” y en cambio se
enfoca en el poder y los intereses materiales. El idealismo se encuentra asociado con Nehru, quien llevó adelante
políticas exteriores que fracasaron y fueron redundantes, aquellos teóricos que rechazan el idealismo neruviano
prefieren el pragmatismo, según ellos, el pragmatismo representa un acercamiento a como India debe continuar su pol
exterior a fin de convertirse en un “poder normal que ya no está enfocado en transformar el mundo” sino en emerger
en un escenario internacional como materialmente poderosa en el siglo XXI.

El discurso del pragmatismo en la política exterior india resurgió desde la asunción de Narenda Modi en 2014 quien llegó
a su cargo con altos niveles de expectativas de lograr un cambio hacia un pol exterior más pragmática y mucho menos
vinculada a cuestiones culturales e ideologías religiosas u otro tipo de principios que lo restringen (ideología Hindu en el
neruvianismo).

El paper concluye que las políticas de Modi están también constreñidas por la ideología y las ideas institucionalizadas y
como resultado, su liderazgo es como el de cualquier otro líder: su pragmatismo se caracteriza por una mezcla de
influencias e ideas. En el contexto indio, esto es fundamental, ya que sugiere que Modi tampoco puede actuar por fuera
de sus creencias personales y domesticas del Hindutva y tampoco es capaz de alejarse de las posiciones que India tomó
en el pasado.

El pragmatismo en la política exterior de la India

Tras el final de la Guerra Fría, el Congreso Nacional de la India (el partido históricamente dominante de la India) pierde
poder y se produce el ascenso concurrente del BJP "nacionalista hindú", la India rompe con su herencia nehruviana y
entra a un periodo post-neruviano (reconocida como fase de política exterior pragmática), marcado por políticas
contrarias a la tradición de pol exterior india tales como las pruebas nucleares de 1998 que rompieron con el principio
de desarme nuclear global.

El idealismo nehruviano[1] si bien no fue monolítico, se desarrolló en la política exterior india bajo un conjunto de
principios marcados por nociones de moralidad de las RI y una creencia en la moral india. Estos principios son:
internacionalismo liberal, la erradicación del colonialismo y el racismo, el levantamiento de los pobres y desposeídos del
mundo, una actitud de sospecha de superpotencias y no alineación.

A su vez, el pragmatismo se definió en términos de ausencia de contenidos particulares de pol exterior, pero se
materializó a partir de la introducción de contenidos vinculados a la autoayuda que llevaron a concebir al mundo en
términos de un choque de intereses y búsqueda de poder por parte de los estados. En este marco, una India pragmática
se centraría en los intereses materiales a partir de entender al poder como la dinámica más importantes en la pol
mundial y haciendo uso de la fuerza según sea necesario. Por esto: se persiguió un rápido crecimiento económico y
aumento del poder, una defensa de los intereses nacionales que la lleva a ser menos doctrinaria con las alianzas, una
expansión de su influencia por medio de regímenes y tratados internacionales, y un intento de alejarse de reclamos
morales en las relaciones internacionales. En este periodo, India se desplazó del idealismo al realismo y a un
pragmatismo liberado de creencias e ideologías anteriores.

Este cambio en la política exterior hizo que algunos académicos vincularon al pragmatismo al liderazgo del BJP, para éste
último la crítica al nehruvianismo fue un elemento básico de pol exterior. Sostenían que el nehruvianismo no había
logrado fortalecer la fuerza nacional y la India enfrentaba nuevas amenazas externas, en consecuencia las políticas
exteriores anteriores resultaron en una India débil, marginada y sin poder.

El pragmatismo de Modi

El cargo de primer ministro de Modi ha sido catalogado como “pragmatismo” por los medios de la India, los autores
buscan en tres diarios nacionales importantes: The Indian express, Times of India y Economic Times entre 2014 hasta
marzo de 2016. Buscando los términos ‘Modi’, ‘pragmatismo´ y "Pragmático", concluyendo en un total de 135
resultados, de estos, 115 afirmaron o anticiparon directamente que Modi o su gobierno es o sería pragmático, o bien en
algún punto en política interna, pero sobre todo en política exterior.

En este caso el término “pragmatismo” no sólo se opone al idealismo nehruviano sino también a las ideas religiosas y
culturales del Hindutva como rectoras de la política exterior, las notas periodísticas suponen Modi no se aleja
totalmente del Hindutva como sistema de creencias personales y fuente de apoyo político interno pero que se acerca a
concepciones más realistas.

El problema del pragmatismo sustantivo

Para los autores, las concepciones plasmadas en la media son débiles y muestran una concepción errónea de los
cambios en la pol exterior india. Relacionar el pragmatismo con un "cambio" hacia una visión realista del mundo es
problemático. Los supuestos de realismo clásico (Morgenthau) o neorrealistas (Waltz) están dados o bien en función de
la naturaleza de los estados o las restricciones estructurales del sistema internacional, es decir, los estados no pueden
adoptar supuestos realistas de un día a otro sino que estos son parte de la naturaleza/estructura del SI.

En segundo lugar, los teóricos del pragmatismo sustantivo ignoran los supuestos clave del realismo y lo presentan como
una adopción consciente de pol exterior, sin incluir una discusión sobre la agencia, ideas sociales o creencias
individuales. En tercer lugar, dado que el pragmatismo sustantivo es resultado de cambios radicales en la política
exterior una vez que los líderes de la India hayan adoptado el "realismo", la política exterior de la India será
radicalmente otra. Sin embargo, gran parte de los teóricos sostienen que los cambios en las ideas y la política exterior,
llevan a un proceso de cambio en las ideas institucionalizadas que son más bien rígidas, por lo que los cambios en la
política exterior son más bien incrementales.

Por último, el pragmatismo sustantivo también implica que la política exterior india está alcanzando un contenido
"óptimo" pero los supuestos incluyen en si una paradoja: por un lado, que las ideas del nehruvianisno o las creencias de
Modi pueden simplemente desaparecer, pero que a su vez, un conjunto de supuestos realistas rígidos sostienen la
política exterior india.

En contra de la anterior esquematización los autores proponen el pragmatismo procesal como un proceso de innovación
ideacional en la política exterior que implica trabajar creativamente con ideas e ideología, pero no prescribe cuáles de
ellas son relevantes, ya que se definen por el contexto político e histórico dado (vs. pragmatismo como mero cambio de
contenido).

En el caso de Modi, la intención de generar un cambio en la política exterior es un compromiso consciente y una
adaptación de su ideología hindutva e ideas institucionalizadas en la política exterior de la India, Modi continúa
apelando a su base nacionalista hindú como fuente de su apoyo político. Además, el cambio pragmático en la política
exterior de la India bajo el liderazgo del BJP ha resultado de la selección y elección de ideas Hindutva.

Reconceptualizando el pragmatismo en la pol exterior india: el pragmatismo procedimental

Para los autores, el pragmatismo es esencialmente la manera en que los políticos introducen nuevas ideas políticas al
elegir "construir estrategias de acción basadas en instituciones ideológicas y políticas pre-construidas". Idea del
bricolage: en la práctica implica el aprovechamiento de las instituciones e ideas institucionalizadas aceptadas y
fundamentales para entender la política, cultura y sociedad; a la vez estas ideas e instituciones forman parte de la
columna vertebral normativa y cognitiva de una entendida política y son difíciles de cambiar. El bricolage aplicado al
caso Modi explica por qué no puede perseguir una política exterior guiada solo por sus creencias pero a la vez no se aleja
de Hindutva, sino que lo usa como un sistema de creencias y recurso sobre el que recurrir para obtener apoyo en su
decisiones políticas y construir políticas innovadoras.

Los marcos conceptuales que guían las pol exteriores son conjuntos robustos de ideas interrelacionadas y sostenidas
colectivamente que son "sociales y holísticas" con existencia intersubjetiva representada en símbolos, discurso e
instituciones arraigados en organizaciones tangibles, normas sociales, patrones de discurso e identidades colectivas.

Hindutva y los marcos ideaciones en la pol exterior india

El Hindutva abarca una identidad nacional que se basa en ser hindú, minimizando las diferencias internas dadas por
idioma o etnicidad, esto implica la integración y asimilación de lo no-hindú.

Su manifestación en los resultados de la política exterior es más complejo. Sagar sostiene que el Hindutva se plasma en
un impulso nacionalista por la cohesión social, idea que deriva de una convicción de que la desunión india ha sido fuente
de debilidad frente al exterior. Busca generar una nación hindú monolítica con espíritu marcial y cohesión social para
defenderse contra la agresión externa. A su vez Bajpai argumenta que la visión hindutva ve a la India hindú como una
civilización superior que ha hecho grandes contribuciones culturales al mundo por lo que su destino es liderar al mundo.

De esto podemos deducir: si el pragmatismo de Modi es tomar en serio el Hindutva, su política puede plantear
resistencias a la interferencia externa o hacer concesiones cuando India parezca débil. También puede incluir intentos
de generar reconocimiento internacional de lo "hindú", su estilo de vida o logros.

Para observar como el Hindutva se impregna en las posiciones de pol exterior, los autores proponen observar dos
marcos que han afectado a la pol exterior india a través del tiempo y que se encuentran cristalizadas colectivamente en
símbolos, discursos e instituciones de manera holística.

1- Ideología post-imperial (PII): surge del legado histórico del colonialismo y el “trauma colonial” de India. Esto se
manifiesta como un deseo de ser reconocido y simpatizado como una víctima en el SI. Esta idea es importante cuando se
amenaza la soberanía, disputan las fronteras "tradicionales" o se impugna su prestigio nacional. Discursivamente tiende
a justificar su acción en base a un discurso de opresión y discriminación, se adhieren a un concepto de inviolabilidad de
las fronteras.

2- El excepcionalismo indio: intento de diferenciar a la India de otras naciones y civilizaciones. Sullivan identifica dos
dimensiones: la creencia de que el enfoque indio de los asuntos internacionales es moral y espiritualmente distintivo y
superior porque prioriza la convivencia pacífica entre

Naciones; y la creencia relacionada de India es un modelo de sociedad plural que vive en coexistencia pacífica. Este
punto desemboca en una búsqueda de liderazgo global indio diferenciado al de las Grandes Potencias.

Dentro de este marco, los autores utilizan dos casos para demostrar el "pragmatismo de procedimiento" de Modi: el
acuerdo fronterizo con Bangladesh y el establecimiento de un Día Internacional del Yoga

El Pragmatismo procesal en el trabajo en la política exterior de Modi: dos estudios de caso

La disputa territorial India-Bangladesh

En 2015 India y Bangladesh pusieron fin a una de las disputas fronterizas post-coloniales al acordar un intercambio de
enclaves territoriales. Después de décadas de fracaso, la resolución de la disputa es un éxito histórico del gobierno de
Modi. En segundo lugar, el BJP se había opuesto al acuerdo fronterizo con Bangladesh, lo que podría sugerir que el
pragmatismo de Modi tuvo que dejar de lado la ideología hindutva para resolver la disputa. En tercer lugar, el
sentimiento de victimización de la India llevó a una negativa a comprometer la soberanía territorial, sin embargo, en el
caso India-Bangladesh, el gobierno indio cedió territorio para resolver la disputa, perdiendo más territorio físico del que
ganó.

Sin embargo, al examinar el caso, encontramos que el pragmatismo de procedimiento funciona. El pragmatismo de
Modi implicaba reconocer e incorporar creencias e ideas tanto de Hindutva como de PII para resolver el acuerdo, en este
caso, Modi pudo involucrarse aún más en el pragmatismo procesal generando un cambio gradual en la pol exterior.

Históricamente, cualquier acuerdo que incluya la transferencia de territorio fue siempre fue percibido como ilegítimo
porque cedería parte de la patria hindú a un gobierno musulmanes, esta situación cambió a mediados de 2015.

Una evaluación simplista afirma que Modi generó un cambio completo en la política exterior de la India con respecto a
las fronteras con Bangladesh. Analíticamente, Modi actuó de manera pragmática: en primer lugar al no permitir que
Hindutva obstruyera el acuerdo, tampoco se limitó ni por la sensibilidad institucionalizada de la pérdida territorial de las
fronteras ni por el sentido de victimización relacionado con estas fronteras.
Una mirada más cercana sugiere que la política que Modi promulgó no era nueva y no representaba un cambio radical
sino que en la gestión anterior ya se habían tendido relaciones con Bangladesh, aunque habían sido bloqueados por el
BJP.

Modi hizo esfuerzos para contrarrestar la objeción generalizada, enfatizando que las fronteras no se estaban
comprometiendo sino que el acuerdo era una formalización de las fronteras de facto de una situación de iure. Además,
el gobierno de Modi ofreció garantías emotivas de que formalizaría el límite, con objeto de reprimir la inmigración
musulmana ilegal. De este modo el gobierno indio minimizó el espectro de una pérdida territorial para un gobierno
musulmán y enfatizó el compromiso de Sheikh Hasina con el acuerdo.

En resumen, caracterizar el intercambio territorial como continuidad o cambio sería problemático porque, en realidad,
contenía elementos de ambos. El enfoque de procedimiento pragmático de Modi implicó conjugar tanto el Hindutva
como el PII. India no se volvió repentinamente receptiva a la pérdida de territorio histórico ni dejó de lado sus ideas
arraigadas sobre el conflicto, tampoco Modi puso a un lado la Hindutva. Su pragmatismo implicaba redirigir y mitigar
una respuesta emocional sobre el tema enfocando la atención en el fortalecimiento de la frontera, apeló al nacionalismo
hindú encargándose del problema de la inmigración musulmana ilegal En resumen, el pragmatismo procesal de
Narendra Modi no significó que dejara de lado las posturas ideológicas e institucionalizadas, sino que las abrazara.

Modi y el Día Internacional del Yoga

El 11 de diciembre de 2014, la Asamblea General de las UN aprobó por consenso una resolución que establece como Día
Internacional del Yoga (IDY) el 21 de junio. En 2015 Modi organizó y publicitó eventos relacionados con el yoga en toda
la India y, a través de sus misiones en el extranjero generando publicidad nacional e internacional.

Primero, la resolución de la ONU sobre el yoga fue uno de los primeros logros diplomáticos. En segundo lugar, la defensa
de IDY se centró en una comprensión específica e hinduista de los orígenes del yoga, que inicialmente contradecía al
excepcionalismo de la India. En tercer lugar, el establecimiento y la administración de la IDY por parte de Modi se apoyó
en el marco del excepcionalismo indio: la idea de la India como un modelo a seguir por otros estados, y la promoción de
los valores y el pensamiento de la India como una solución al conflicto internacional. El pragmatismo de procedimiento
de Modi incluía ideas sobre los orígenes hindúes del yoga y rompió con elementos del marco ideacional del
excepcionalismo indio, rompiendo con la cara interna.

La promoción oficial del yoga en el estado indio es anterior al liderazgo de Modi, difundido durante décadas, sin
embargo, la defensa del yoga por parte de Modi es de una magnitud diferente, su campaña comenzó con su discurso
inaugural en la Asamblea General de la ONU en septiembre de 2014 y a pesar de que la resolución y el establecimiento
del IDY afirmaron la popularidad global del yoga, el acto de adoptar el IDY lo vinculó implícitamente a la India, sirviendo
como estrategia de promoción de una India confiable hacia el exterior a la vez que la proyectó como una nación
espiritualmente superior y gurú del yoga.

Modi trató de subrayar los elementos únicos de la tradición espiritual de la India que se manifiestan en la práctica del
yoga y de defender su emulación en otros lugares. Declaró que el yoga podría reducir la violencia entre las naciones y
provocar una reducción de los conflictos y malentendidos dentro de las naciones.

Sin embargo, a nivel interno, el potencial del Yoga como práctica pacifica no fue tan bien recibida a nivel interno, sino
que el privilegiar las prácticas e ideas hindúes fue un esfuerzo por marginar a las minorías religiosas. Las objeciones
también se plantearon en la fecha seleccionada para el IDY. Si bien Modi había propuesto el 21 de junio, otros relatos
relacionaban la fecha con una tradición yóguica particular basada en la mitología hindú.
Las declaraciones oficiales internacionales enfatizaron que el yoga no es propiedad de "ninguna religión en particular". A
nivel internacional, el gobierno de Modi trató de calibrar la imagen de la India sobre el IDY de modo que se reforzarán
los dos marcos del excepcionalismo externo e interno de la India.

En general, este caso demuestra cómo el pragmatismo procedimental de Modi lo vio navegar y responder tanto a
Hindutva como al marco conceptual del excepcionalismo indio. Para hacerlo, Modi apeló a su base política y promovió la
idea del excepcionalismo externo, y lo hizo enfatizando los elementos hindúes del yoga. Sin embargo, cuando se vio
limitado por la cara interna del excepcionalismo indio, en medio de los llamamientos de que su agresiva marca de
promoción del yoga se basaba en la identidad secular y pluralista de la India, no tuvo más remedio que modificar
pragmáticamente los elementos ideacionales de su política tanto a nivel nacional como internacional. De nuevo, el
pragmatismo procesal de Modi significó un abrazo en lugar de un rechazo de las posturas ideológicas e
institucionalizadas. Modi utilizó, o se vio obligado a usar políticamente, tanto el hindutva como el excepcionalismo indio
como "juegos de herramientas" de ideas.

Conclusión

En este artículo se presentó una concepción distintiva del pragmatismo de Modi y del pragmatismo de la política exterior
de la India en general. En lugar de equiparar el pragmatismo con la voluntad de dejar de lado la ideología hindutva o
descartar ideas de política exterior arraigadas, presentamos el pragmatismo como un modo de involucrarse
responsablemente con las existencias existentes de ideas e ideología. El pragmatismo procesal de Modi refleja la
innovación política que combina "ideas lógicamente incompatibles" para "responder a lógicas políticas y culturales".

¿Podrá Modi lograr un cambio en la pol exterior india?: existen numerosas limitaciones derivadas tanto de sus
partidarios políticos como de las ideas institucionalizadas de la política exterior, por lo que Modi debe lograr cambios
para complacer a los primeros, pero el grado de cambio está limitado por los segundos. Es decir, la transformación de la
política exterior de Modi opera en un espacio estrecho aunque tiene capacidad y estímulo para llevar elementos de
Hindutva al dominio de la política exterior. El pragmatismo procesal de Modi puede producir políticas transformadoras,
pero debido a que debe incluir ideas e ideologías será menos original e innovador de lo que algunos suponen. En otras
palabras, los cambios radicales en la política exterior de la India bajo el liderazgo de Modi parecen improbables.

En segundo lugar, es imposible que la política exterior de la India haya cambiado para pasar a depender de una lógica
reducida de poder e interés, sino que se han producido cambios graduales en la formulación de políticas exteriores pero
aún incluyen ideas institucionalizadas y marcos de ideas.

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[1] El término "nehruviano" proviene de Jawaharlal Nehru, el principal arquitecto de política exterior de la India después
de la independencia, quien dominó la formulación de políticas durante casi dos décadas.

GRAHAM MATHEW: POLÍTICA EXTERIOR SUDAFRICANA EN TRANSICIÓN (1990-1994) (presentó Jose Zanghellini)

Uno de los períodos más significativos de la historia moderna de Sudáfrica fue el de la larga y pacíficamente negociada
transición a la democracia, luego del apartheid. En lo que va desde 1990 a 1994, el gobierno encabezado por el Partido
Nacional empezó a desmantelar los vestigios del apartheid e inició negociaciones con movimientos anteriormente
prohibidos como el ANC (Congreso Nacional Africano)[1].

La finalidad del texto será examinar cómo el ANC logró adaptarse a su nuevo status legal y los efectos del fin de la
Guerra Fría en el pensamiento estratégico de su líder. A su vez, explorar la batalla por el reconocimiento internacional
del movimiento post apartheid. En suma, el texto analizará las diversas etapas en la evolución y formulación de la
política exterior del ANC durante la transición a la democracia.

Antecedentes de la transición

A raíz de la masacre de Sharpeville en marzo de 1960, el ANC fue prohibido por el gobierno del NP, lo que obligó al
movimiento a librar su lucha desde el exilio. Durante este exilio, el ANC alcanzó una posición de prominencia
internacional al final de la década de 1980, habiendo forjado con éxito vínculos con gobiernos, organizaciones
internacionales y principalmente organizaciones no gubernamentales. El apoyo clave que obtuvo fue el de la Unión
Soviética, el bloque Socialista y los Estados Independientes del sur de África. El problema estuvo en que en el exilio, el
ANC había teorizado sin cesar acerca de tomar el poder, pero nunca articuló completamente sus planes para Sudáfrica
una vez que alcanzara el poder. Los esfuerzos del movimiento habían estado focalizados en la captura revolucionaria del
poder a través de una guerra popular, en lugar de planificar lo que iban a hacer cuando lo obtuvieran.

Esta falta de preparación se vió potenciada con el colapso del comunismo. El comienzo de la década de 1990 fue testigo
de cambios globales. La Unión Soviética comenzó a desintegrarse, llevando la Guerra Fría a un abrupto e inesperado
final. Los efectos de la repentina desaparición de la Guerra Fría causaron conmoción en todo el mundo. Occidente lo
consideró una victoria para la democracia liberal y el capitalismo, y el presidente de los Estados Unidos Bush (1991)
anunció la "perspectiva de un nuevo orden mundial". Estados Unidos estaba destinado a exportar el modelo político
democrático liberal y sus ideales asociados en todo el mundo. También marcó un cambio en el pensamiento de las
relaciones internacionales, con un movimiento hacia un mayor enfoque en democracia multipartidista, derechos
humanos y multilateralismo. Para Sudáfrica, en particular para el ANC, esto significó la desaparición de su guía
ideológico.

En medio de ello, De Klerk asumió el cargo de presidente de Sudáfrica en 1989. Comprendiendo que el escenario de la
política mundial presionaba a realizar grandes cambios políticos en Sudáfrica, el régimen de minoría blanca se
comprometió a poner fin al apartheid formal, demostró la voluntad de entrar en negociaciones con grupos de oposición,
e intentó volver a involucrar a Sudáfrica con la comunidad internacional para poner fin a su aislamiento. Asimismo, en
febrero de 1990 De Klerk había anunciado que empezaría un proceso de eliminación de leyes discriminatorias, y que
levantaría la prohibición contra los partidos políticos proscritos incluyendo el principal partido de oposición negro, el
ANC, anunciando también el fin del estado de emergencia y la liberación del encarcelado líder Nelson Mandela.
Establecido el gobierno del NP, el Director General del Departamento de Asuntos Exteriores (DFA),Neil Van Heerden's
anunció que una 'Nueva Diplomacia‘ sería puesta en práctica. La iniciativa de DFA fue una apuesta para obtener
legitimidad y apoyo para sus esfuerzos de reforma y para intentar eliminar las sanciones como una ‘recompensa‘para
impulsar la economía sudafricana.

El ANC y el nuevo orden internacional (1990-1992)

Luego de la asunción de De Klerk, el ANC no solo tuvo que ajustarse a la nueva situación legal, sino que también
tuvo la ardua tarea de repatriar a sus miembros exiliados, establecer una organización interna en el Sur África, negociar
un final aceptable para el apartheid, y al mismo tiempo combatir el encanto diplomático internacional llevado a cabo por
el gobierno. La cuestión del apoyo internacional y la asistencia a la transición del proceso fue una prioridad clave para
los líderes del movimiento.

La comunidad internacional fue de gran importancia para el ANC y para Sudáfrica en sí. Las sanciones internacionales se
consideran el núcleo en el arsenal del ANC contra el gobierno del NP. El liderazgo del ANC dio cuenta de que sus
esfuerzos para ejercer presión sobre el gobierno de NP para hacer reformas aceptables requeriría asistencia
internacional. El ANC no pudo convencer a las naciones occidentales de su forma de pensar y su diplomacia había sido
completamente desorientada por la paz y la naturaleza de las iniciativas de De Klerk, que había cortejado con éxito la
comunidad internacional con sus reformas. A su vez, las naciones africanas motivadas por el interés propio y el aumento
dificultades económicas, también estaban ignorando las apelaciones ANC. Tales revelaciones fueron un gran revés para
el ANC. Demostrando así que los esfuerzos africanos para terminar con el apartheid había disminuido a favor de la
autodeterminación económica y del interés individual. En este contexto, ANC consideró que su reconocimiento
internacional duramente ganado y éxitos diplomáticos logrados durante el exilio estaban siendo socavados
rápidamente.

Mientras el ANC veía como marcar su rumbo, el gobierno de Sudáfrica continuaba incrementando con éxito sus
amistades en África y en el Oeste. El apoyo recibido a las reformas que pretendía implementar se tradujo en un
creciente aislamiento. Sin embargo, dada la creciente imagen positiva del gobierno Sudafricano, el ANC decidió
finalmente en 1991 establecer un documento sobre la política exterior a seguir por el movimiento. Las “Resoluciones de
Política Exterior”, nombre que recibió el documento, se centró en cinco áreas de interés. Primero, el foco en las
sanciones internacionales como método para presionar al NP. Segundo la movilización de fuerzas internacionales anti-
apartheid. Tercero el financiamiento y asistencia. Cuarto, la cooperación regional e internacional para la promoción de
derechos humanos, democracia y solidaridad. Y finalmente, la participación en discusiones de política exterior entre los
miembros del movimiento

Un punto de inflexión ocurrió en junio de 1992. La masacre de Boipatong dio como resultado la muerte de 40 personas
después de que los miembros de Inkatha (partido rival de ANC), asistidos por las fuerzas de seguridad atacaron
habitantes de los pueblos. El gobierno NP fue culpado de la complicidad oficial en la masacre, marcando así el comienzo
del final para la exitosa diplomacia de De Klerk. Como consecuencia, se produjo una mayor intervención internacional y
presión para obligar a ambos lados a regresar a la mesa de negociaciones. Las negociaciones se reanudaron en
septiembre de 1992 cuando se firmó un «Registro de entendimiento» entre ANC y NP. De acuerdo

con Mandela el acuerdo estableció el marco básico que llevaría al país a un futuro democrático.

Formalización de la política exterior (1993-1994)

La transición se centró principalmente en la asociación para poner fin al apartheid y llevar la democracia a
Sudáfrica, pero también se abordaron otras cuestiones, incluida la política exterior. El resultado fue una nueva visión
moralista de política exterior para Sudáfrica basada en una reciente preocupación por los derechos humanos; una
creencia en la solidaridad global; que la justicia y la democracia debería ser la base de sus relaciones internacionales; un
deseo por la paz internacional; y la importancia de África.

El enfoque de África fue enfatizado fuertemente porque los objetivos principales eran prevenir la creciente marginación
internacional de África, para superar el legado de la separación y para luchar por relaciones equitativas, de beneficio
mutuo y una mayor integración regional. Finalmente en octubre de 1993 estas ideas de política exterior se presentaron
formalmente denominadas como "Política exterior en una nueva democracia Sudáfrica: un documento de debate ". Los
puntos principales fueron los seis pilares ampliamente publicitados previamente por el ANC: derechos humanos; la
promoción de la democracia; justicia y respeto por derecho internacional; primacía de las iniciativas de paz a través de
medios no violentos; la importancia de África; y el desarrollo económico a través de la región y la economía cooperación.
La finalidad de este documento era lograr que Sudáfrica jugara un papel significativo en el nuevo mundo multilateral y
que la comunidad internacional ayudara al país.

Un problema al interior del ANC, que traería a graves consecuencias posteriormente, surge cuando dos miembros
prominentes del Grupo de Trabajo de Política Exterior del ANC expresaron sus dudas sobre la existencia de un consenso
generalizado dentro del liderazgo del ANC. Alan Hirsch argumenta que «hubo tensión entre los que preferían los
derechos humanos como base fundamental de la política exterior y los que no». Un grupo postulaba que el nuevo
objeto de los derechos humanos era bastante peligroso y difícil de cumplir, y por eso optaban un enfoque centrado en
el interés nacional. Esto pone en duda, primero, el control del ANC sobre el proceso de formulación política exterior, y
segundo, el alcance del compromiso del liderazgo con su política exterior inspirada en los Derechos Humanos. Se fijó
fecha para las nuevas elecciones para presidente y parlamento para abril de 1994, fecha en la cual la población negra
ejerció su derecho al sufragio por primera vez en la historia del país, gozando de plena igualdad de condiciones y
donde resultó amplio vencedor el ANC. Pero una vez en el gobierno, los derechos humanos fueron repetidamente
socavados por las propias actividades del ANC. Por ejemplo, el gobierno fortaleció las relaciones bilaterales con
naciones 'parias' como Cuba, Libia y Corea del Norte; y continuó vendiendo armas a países como Angola, Ruanda y Zaire,
lo que impulsó la Iniciativa de Derechos Humanos a declarar que la política exterior del Gobierno del ANC es fortuita, y
que Sudáfrica ha fracasado convertirse en un vendedor de armas restringido y responsable. Lo que se hace evidente es
que en la víspera de las elecciones de abril ya había una tensión emergente en la política exterior del ANC entre
pragmatismo e idealismo. Aunque el ANC estaba dispuesto públicamente a perseguir esta postura moral a nivel
internacional, el documento también había expresado la necesidad de un enfoque pragmático de la política exterior. Las
contradicciones e inconsistencias que más tarde surgieron en el gobierno dirigido por ANC hicieron que la política
exterior se viera agravada por los eventos que llevaron el período de transición a un fin. El poco estudio en esta área de
la transición de Sudáfrica combinado con el propio proceso de formulación de políticas del ANC, desempeñaron un papel
fundamental en la influencia, formulación y restricción de la política exterior post apartheid.

Conclusión

El resultado fue que el ANC estaba públicamente vinculado a una perspectiva pro occidental, que difería de las
perspectivas más revolucionarias que pretendía demostrar que defendía. El principio de los derechos humanos se
consagró como un pilar central de su política exterior, a pesar de la inquietud de algunos líderes. El resultado fue que,
una vez en el gobierno, el liderazgo del ANC no pudo satisfacer las demandas de una expectante comunidad
internacional. Como consecuencia, después del apartheid, la política exterior bajo el presidente Mandela estuvo repleta
de incoherencias, las cuales surgieron como resultado de los eventos de la transición de Sudáfrica a la democracia.

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[1] Uno de los grandes referentes de este partido fue Nelson Mandela.

UNIDAD 8. Turquía y países del medio oriente 1) continuidades y cambios en la política de Turquía 2) Iran como líder
regional? 3) Israel, la politica exterior del estado judío en el siglo 21 4) Siria y los intereses geopolíticos globales sobre
“la guerra civil”.

BARZEGAR, Kayhan / DIVSALLAR, Abdolrasool (2017). Political Rationality in Iranian Foreign Policy. En: The
Washington Quarterly. 40(1). p. 39–53

Kayhan Barzegar - Political Rationality in Iranian Foreign Policy


La política exterior de Irán ha estado cambiando para satisfacer su entorno regional y global, así como las dinámicas
domésticas. En el pasado, la ideología desempeñaba un papel importante como motor de la política exterior.
Las élites políticas iraníes han comenzado a combinar políticas ideológicas con objetivos más estratégicos y pragmáticos,
lo que lleva a cosas como la presencia de Hezbollah en Siria, que es una preocupación mucho más geopolítica, o la
participación de bajo perfil de Irán en Yemen para evitar un conflicto directo con Arabia Saudita. En particular, la
ineficiencia del gobierno de Ahmadinejad (2005-2013) para lidiar con las sanciones económicas, como resultado del
estancamiento nuclear entre Irán y las potencias mundiales, llevó esa cuestión aún más a los debates políticos internos.
Durante la campaña presidencial iraní de 2013, Hassan Rouhani aprovechó esta situación para introducir un enfoque de
ganar-ganar. Con este enfoque, convenció a los votantes iraníes de la necesidad de equilibrar la estrategia y recursos
para hacer más racional la política exterior de Irán. De hecho, las opiniones pragmáticas están ganando cada vez más
apoyo entre el público iraní.
La consecuencia inmediata de este nuevo patrón ha sido la necesidad de avanzar hacia una política exterior más
equilibrada, cuya característica principal sea la evaluación racional de los recursos y los límites estratégicos, en
contraste con los enfoques anteriores que solo consideraban los recursos ideológicos. Por lo tanto, la nueva era de la
política exterior de Irán busca lograr un equilibrio con los recursos de la política exterior y los límites estratégicos para
optimizar el poder iraní.

Recursos de la política exterior de Irán


Los recursos de política exterior provienen de recursos nacionales, que pueden convertirse en poder tangible
dependiendo de la forma en que un estado los despliega. Irán tiene tres esferas principales en las que sus recursos
nacionales se transforman en políticas de política exterior. El primero son los recursos sociales y culturales de Irán. El
giro de la sociedad iraní entre la modernidad y la tradición, así como el profundo desarrollo de la sociedad, hacen de
Irán una sociedad de transición.
Mientras tanto, los grupos sociales se están convirtiendo en el recurso social único más prominente de la política
exterior iraní. La clase media, los clérigos chiítas y las milicias conocidas como Basij son los tres grupos más influyentes
en este momento, que tienen cierta influencia sobre la formulación de políticas. La política exterior iraní de hoy en
general se ve más afectada por la clase media, debido a la presión de ese grupo sobre el gobierno para que cumpla con
sus demandas y su creciente población: la política regional seguirá impulsando la política exterior para volverse más
moderada y racional.
El segundo recurso crítico de Irán para la política exterior es su economía emergente. En un momento en que las
economías emergentes no están funcionando como se anticipó, la economía de Irán tiene el potencial de experimentar
un crecimiento significativo. Esta es una gran oportunidad para que los iraníes incorporen sus recursos económicos en
opciones de política exterior, como la capacidad de proporcionar servicios de tránsito y comunicaciones, alto capital
humano y un gran mercado de consumidores.
El tercer recurso de Irán es su ejército. Con su estrategia no convencional y coercitiva, el poder militar iraní combina la
geografía con combatientes altamente entrenados y tecnologías asimétricas para crear una capacidad de sobrevivir a un
primer ataque, lo que disuade a adversarios tecnológicamente superiores.
Sin embargo, la integración del poder militar de Irán en la política exterior se está retrasando un poco debido al desafío
de las relaciones entre civiles y militares. El poder militar no está bajo el control total del gobierno, que es responsable
de la política exterior, sino que los militares están bajo el mando y control del Líder Supremo, no del presidente. Esto
disminuye la capacidad del presidente para adaptar grandes estrategias que incluyen el poder militar.

Límites estratégicos de Irán


Los límites estratégicos son conjuntos de características y condiciones internas y externas que restringen las opciones
de política exterior y disminuyen la libertad de acción. Los límites estratégicos afectan a los recursos: bloquean la
aplicación completa de los recursos o disminuyen su eficacia. Estos límites son principalmente el resultado de políticas
adoptadas por poderes externos o las características naturales de los entornos de seguridad, pero también pueden
tener sus raíces en las condiciones sociales y políticas internas.

Alianzas y rivalidades
La red de alianzas de Irán es un complejo de socios único en el que se confía principalmente para su colaboración
operativa en asuntos regionales, incluidos estados como Irak y Siria, socios no estatales como Hezbollah y Hamas, y
socios globales como Rusia y China, a quienes Irán busca atraer para obtener su apoyo. El poder que algunos de los
aliados regionales de Irán solían disfrutar ha disminuido en los últimos años. Si bien las alianzas regionales de Irán aún
pueden proyectar un poder duro, se limitan a ayudar a Irán a lograr los objetivos de la política exterior. Esto se debe a
que, primero, algunos de sus aliados estatales y no estatales sufren el desafío de la incredulidad global, lo que hace que
extraer el poder blando de ellos sea controversial. En segundo lugar, todos dependen en gran medida de la ayuda de
Irán, ya sea financiera o militarmente. En tercer lugar, algunos de los aliados activos de Irán sufren serias divisiones
internas que reducen su eficiencia para Irán. Por ejemplo, las facciones chiítas iraquíes, o la participación de Hezbolá y
Siria en guerras constantes, disminuyen su potencial para Teherán y reducen sus efectos estratégicos.
Por otro lado, Irán enfrenta dificultades para definir iniciativas estratégicas con sus aliados globales, especialmente
Rusia y China. Tienen diferentes objetivos globales y un ambiente muy amplio en el que operan.
Mientras que la gestión de las alianzas ofrece un desafío, el equilibrio de las alineaciones rivales ofrece otro. Una
evaluación de amenazas compartidas sobre la creciente influencia regional de Irán, especialmente después del acuerdo
nuclear, ha llevado a una política de contención común contra Irán por parte de potencias regionales que compiten
entre sí, como Arabia Saudita y Turquía. El hecho es que ambos países comprometieron sus diferencias con respecto a
Irán para adoptar un enfoque conjunto para contrarrestarlo y equilibrarlo. Los saudíes han determinado la opinión de la
mayoría de los estados sunitas del Golfo Pérsico y también del pueblo árabe en contra de Irán, estableciendo la llamada
"coalición islámica" para combatir al Estado islámico principalmente como un contrapeso a la coalición de Irán contra el
grupo terrorista. Los esfuerzos de los saudíes contra Irán, especialmente cuando se trata de cuestiones de seguridad y
diplomacia pública, constituyen un serio límite para la política exterior de Irán.
La naturaleza de la política turca hacia Irán es muy diferente de la de Arabia Saudita, ya que a pesar de las grandes
disputas sobre Siria, ambos países tienen puntos en común como preocupaciones de seguridad, intereses económicos e
integridades culturales. La seguridad y el costo económico para Turquía de distanciarse de Irán podría ser considerable,
ya que tiene intereses comunes con Irán para combatir el terrorismo, preservar la integridad territorial de Irak y Siria, la
lucha contra los movimientos separatistas kurdos, la cooperación energética, etc. La política exterior de Turquía es
gradual, especialmente después del intento de golpe de Estado de 2016, formando un enfoque más moderado hacia
Irán, transformando a Turquía para que actúe como un poder de equilibrio entre Irán y Arabia Saudita.

Potencia interna dispersa


Un desafío adicional para Irán es la naturaleza dispersa del poder en su propia estrategia. La falta de sinergia entre los
diversos organismos responsables de la planificación y ejecución de la política exterior plantea un límite estratégico
autodidacta para Irán. Aunque oficialmente el presidente tiene el control de las principales instituciones diplomáticas, el
líder supremo ayatolá Ali Khamenei (y sus cuerpos afiliados) tiene la última palabra en los principales asuntos de política
exterior. Envuelto en este dilema institucional se encuentra una contradicción entre la geografía cultural y el orden
mundial actual. Se define la geografía cultural como un producto de las interacciones espaciales de los iraníes con su
tierra, lo que resulta en la creación de tres visiones del mundo: centradas en Irán, islamismo y anticolonial. Cada una de
ellas es compleja y única, pero todos sufren una desalineación con la lógica actual del orden mundial, que se refleja
directamente en la política exterior. Esta desalineación se debe al hecho de que estas visiones del mundo son casi
unidimensionales, sin incluir las perspectivas y los requisitos globales. Esta es la debilidad central para establecer una
planificación estratégica viable en la política exterior iraní.

La economía
La fuente más grande de los límites estratégicos de Irán es que la economía del país no es tan grande como sus
ambiciones de política exterior. Mientras que Irán está actuando como una potencia regional importante y está
compitiendo con otra región en los poderes internacionales, su aparato de política exterior recibe menos apoyo de la
economía del que debería. De hecho, la fuerza financiera del país no es tan madura como su política exterior, lo que se
traduce en un desequilibrio entre el poder económico y los objetivos de la política exterior.
Irán tiene tres opciones para enfrentar esta situación. Primero, puede reducir sus ambiciones de política exterior a un
nivel comparable con su poder económico. En segundo lugar, puede acelerar su crecimiento económico para alcanzar el
punto en que pueda establecer un equilibrio adecuado con los objetivos de la política exterior. Y tercero, puede dibujar
soluciones de atajo que podrían reducir los costos de la política exterior a un nivel que la economía pueda soportar. Sin
embargo, los aspectos idealistas y nacionalistas de la política exterior iraní no permiten recortes agresivos en los
objetivos de la política exterior. Del mismo modo, mejorar el crecimiento económico de este plan a largo plazo que
enfrenta desafíos considerables. Por lo tanto, la tercera opción es la solución más viable.
Los iraníes están obligados a encontrar soluciones políticas que les permitan cumplir sus objetivos con menos dinero y
esperar un apoyo mínimo de la economía. Este es el punto donde se produce el equilibrio entre los recursos y los
objetivos, y la razón principal por la que la estrategia de coerción de los Estados Unidos y las sanciones contra Irán no
funcionaron como se esperaba para reducir los objetivos de la política exterior de Irán.

Potencia optimizadora
Los políticos iraníes creen cada vez más que el país vive en un ambiente hostil donde la única clave para sobrevivir es
generar más poder. El paso básico en la "estrategia de generar energía" es tener una estimación de potencia bastante
precisa de los principales actores regionales y globales para calificar su propia potencia.
el país debe buscar mecanismos que le permitan convertir bloques de construcción o recursos que representan el poder
latente en formas tangibles de poder utilizable. Irán está logrando esto haciendo cuatro cosas principales:
transformarse en un "poder responsable", ejercitar la paciencia estratégica, participar en compromisos de bajo costo y
reducir el margen de maniobra de los rivales.

Poder responsable
Aunque el Irán postrevolucionario a menudo se denomina estado revisionista, se podría argumentar que la escala y el
alcance de la revisión que Irán busca hoy está más ligado a sus intereses y preocupaciones de seguridad. Las demandas
públicas internas, así como los altos costos de cualquier posible confrontación, fueron efectivas para consolidar este
patrón.
La definición de "poder responsable" cambia en función de la capacidad de los recursos iraníes. Existe un consenso
entre los responsables políticos iraníes de que con los recursos latentes del país, como la geografía única, la población y
la capacidad social, el poder blando, los recursos naturales y el patrimonio cultural, Irán merece ser el país más
poderoso de la región.

Paciencia estratégica
La paciencia estratégica podría definirse como una distribución racional y deliberada de decisiones sobre temas críticos
de seguridad nacional, mientras se toleran las consecuencias de esta demora.
La paciencia estratégica le da a Irán la oportunidad de ganar tiempo para cambiar los cursos de acción de sus rivales sin
gastar demasiado de sus propios recursos. Esto funciona bien en situaciones donde existen límites estratégicos serios y
los recursos disponibles no pueden contrarrestarlos. Hoy, algunos analistas creen que el comportamiento de Irán hacia
las políticas agresivas de Arabia Saudita en la región se puede definir en el contexto de la paciencia estratégica: Irán
espera que Arabia Saudita finalmente retroceda en su participación regional porque los saudíes están actuando más allá
de los límites estratégicos de su estado.

Compromisos de bajo costo


Actualmente, Irán enfrenta desafíos económicos que generalmente corresponden al desarrollo tardío, como un bajo
crecimiento económico, depresión económica, desempleo, etc. Como resultado, el país no está en posición de
involucrarse en operaciones y confrontaciones costosas convencionales. Sin embargo, debido a su enorme capacidad
militar no convencional y su poderoso aparato de seguridad, tiene la capacidad suficiente para proyectar sus fuerzas en
entornos de bajo costo.
La guerra híbrida se adapta mejor a estas condiciones. La estrategia de seguridad política de Irán en Siria es un ejemplo,
donde ha creado una red de combatientes extranjeros, asesores militares, irregulares del régimen local y comunidades
minoritarias sirias bajo los comandos de asesoría iraní. Esto dio forma a la columna vertebral del modelo de
compromiso asimétrico de Irán, que también se ha utilizado en Irak.
Confiar en las fuerzas aliadas es otro aspecto de esta estrategia de participación de bajo costo, que puede materializarse
si los aliados iraníes obtienen la suficiente flexibilidad operativa para reaccionar en varios teatros. Las operaciones
efectivas bajo el mando iraní muestran la aplicabilidad de Hezbolá como una fuerza disuasiva donde sea necesario en
toda la región. No solo eso, envía el mensaje de que Irán tiene el potencial de operar en Medio Oriente para defender
sus intereses, incluso con una economía sancionada.

Reduciendo el margen de rivales a la maniobra


En un momento en que Irán enfrenta ciertos límites estratégicos para implementar estrategias preventivas en la región,
una estrategia defensiva, que en su lugar se basa en bloqueos y limita las opciones de los adversarios, parece más
adecuada. Esta estrategia tiene como objetivo evitar que los estados rivales configuren el entorno regional para que se
ajuste a sus propios intereses. Si bien no aumenta directamente la libertad de acción de Irán, sí restringe la de los
adversarios. Hay tres formas principales en que Irán puede reducir el margen de maniobrabilidad de sus adversarios: el
concepto de "defensa integral", "profundidad estratégica" y capacidades A2 / AD.
La defensa completa es el núcleo de la doctrina de disuasión iraní. La política reúne a actores estatales, no estatales y
privados para impulsar sus esfuerzos en la confrontación contra amenazas. la estrategia está diseñada para disuadir un
ataque, sobrevivir a un ataque inicial y tomar represalias contra un agresor para forzar una solución diplomática a las
hostilidades, mientras evita cualquier consecuencia que pueda desafiar los intereses del núcleo de Irán.. La estrategia se
asemeja a la estrategia de disuasión nuclear de la Guerra Fría, pero la diferencia es que utiliza tecnologías ofensivas
asimétricas convencionales en lugar de medios nucleares.
La creación de una profundidad estratégica, o zonas de amortiguamiento de seguridad, surge de la idea de extender las
líneas del frente del conflicto desde las fronteras iraníes para reducir las opciones de los rivales para atacar el territorio
iraní directamente. Se puede definir la profundidad estratégica de Irán como el estiramiento hacia el Mar Mediterráneo
y el sur del Líbano, que ahora crea la primera línea de defensa de Irán. Estos puntos calientes se seleccionan de una
manera que podría infligir daños a los intereses críticos de los enemigos de la región para afectar estratégicamente la
toma de decisiones de un adversario y obligarlos a buscar soluciones políticas. Hezbolá, los grupos palestinos, los
gobiernos sirios e iraquíes, además de otros grupos antioccidentales y antiisraelíes de bajo perfil son parte de esta gran
estrategia.
A2 / AD (capacidades anti acceso, denegación de área), son los conjuntos finales de medidas militares, informativas,
económicas y políticas que se utilizan para perturbar los intereses de los adversarios y reducir sus opciones, lo que
aumenta el costo de las hostilidades contra Irán. Algunos ejemplos son la interrupción del flujo libre de energía desde el
Estrecho de Hormuz, la interrupción de los movimientos logísticos de los EE. UU. en la región (y los de sus aliados) y la
denegación del acceso operacional a las bases en el Golfo Pérsico y a través de la región.
Su combinación de misiles balísticos y de crucero, fuerzas navales no convencionales y defensas híbridas terrestres,
combinadas con la estrecha geografía del Golfo Pérsico, la profundidad física de Irán y sus profundos vínculos con los
representantes regionales, ofrece un complejo desafío estructurado de AD que los planificadores estratégicos y
operativos tendrían que en caso de hostilidades.

Poner en práctica el pragmatismo iraní


Las posturas idealistas e ideológicas en la era revolucionaria temprana llevaron a políticas que estaban menos de
acuerdo con el poder real de Irán y los recursos disponibles. La naturaleza cambiante de los recursos de poder, junto
con las nuevas realidades regionales e internacionales sentidas por las elites de seguridad política iraníes más
pragmáticas, ha dirigido al país a buscar un equilibrio entre los recursos de poder disponibles y las limitaciones
estratégicas. La trayectoria ya es evidente en varias áreas diferentes, como la conclusión del acuerdo nuclear con las
potencias mundiales, la estrategia paciente hacia la actual política ofensiva de Arabia Saudita en la región y el aumento
de las relaciones con Rusia a la luz de la crisis siria y la batalla contra el Estado Islámico.
El caso del acuerdo nuclear de Irán muestra el intento de Teherán de convertir los recursos en poder tangible. Esto
muestra la racionalidad de Irán: señaló las restricciones económicas como un importante límite estratégico, mientras
que su recurso de política exterior fue su dominio del enriquecimiento independiente de uranio. La misma racionalidad
puede ser cierta en el otro lado: Occidente (especialmente Estados Unidos) llegó a la conclusión de que existen algunos
límites para abordar las ambiciones nucleares de Irán a través de medios militares o económicos, pero Irán se ha
convertido en una potencia regional importante sin cuya participación. No se pueden resolver problemas regionales.
Esta situación requirió un acuerdo entre Irán y las potencias mundiales para allanar el camino para integrar a Irán en los
asuntos regionales.
Las relaciones entre Irán y Arabia Saudita también están evolucionando en el mismo camino, con la diferencia de que la
racionalidad en el lado iraní es más madura, especialmente cuando se combina con la paciencia estratégica. la principal
preocupación de Irán es que los saudíes tratarán de involucrar o comprometer militarmente a los Estados Unidos en la
región. Después del acuerdo nuclear con Irán, Arabia Saudita comenzó una política agresiva, como bombardear a
Yemen y apoyar la oposición al régimen de Bashar al-Assad en Siria en forma de un bloque sunita, principalmente para
contener el creciente papel regional de Irán. Para contrarrestar esta situación, Irán ha adoptado una doble política,
principalmente para equilibrar sus recursos y límites estratégicos. Por un lado, ha ayudado a fortalecer los gobiernos
nacionales inclusivos en estados amigos como Irak y Siria al enfocarse en una solución política en las conversaciones de
paz, así como a movilizar a las fuerzas locales para luchar contra grupos terroristas como el Estado Islámico y Al Qaeda.
Por otro lado, Irán ha intentado ampliar la cooperación regional, especialmente con actores clave como Arabia Saudita y
Turquía, con el objetivo de resolver problemas regionales.
El caso de Irán y Rusia es bastante diferente ya que las dos partes están movilizando sus recursos (superioridad aérea
rusa y capacidades terrestres iraníes) para cumplir un objetivo común en Siria. Este es un ejemplo de compromiso y
racionalidad: Irán se dio cuenta de que no podía salvar unilateralmente El régimen sirio, por lo que llegó a un acuerdo
con Rusia, la primera asociación de seguridad política del Irán posrevolucionario con otra potencia mundial que solo fue
posible gracias a la nueva comprensión en Teherán sobre las dinámicas y limitaciones de poder de la nación. Actuar
como un poder responsable pero inevitable, apegarse a la paciencia estratégica, utilizar compromisos de bajo costo y
reducir los márgenes de maniobra de los rivales son cuatro estrategias esenciales adaptadas por Irán para enfrentar la
realidad de su actual equilibrio de recursos y límites estratégicos.

ECHEVERRIA, Carlos (2017). Turquía y su política exterior, de seguridad y defensa en una Época de grandes
incertidumbres. En: Revista de Humanidades y Cultura. p. 81-96.

GHOTME, Rafat Ahmed / GARZÓN, Ingrid Viviana / CIFUENTES ORTIZ, Paola Andrea (2015). Las relaciones
internacionales de la guerra civil siria a partir de un enfoque regional. Hegemonía y equilibrio. En: Medio Oriente
Estudios Políticos (46), p. 13-32.

KATZ, Claudio (2017). Controversias sobre la crisis en Síria. En: Cuadernos De Marte / Año 8 (12), p. 223–254.

KOURLIANDSKY, Jean-Jacques (2013). Irán y América Latina. Más cerca por una conyunturade futuro incierto. En.
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WAXMAN, Dov (2017). American Jews and the Israeli-Palestinian Conflict- Part of the Problem or Part of the Solution?
En: Political Science Quarterly. Vol. 132 (2), pp. 313-339.
En los últimos años, académicos y los responsables políticos han reconocido el papel positivo y negativo, que los
grupos de la diáspora pueden desempeñar en los conflictos violentos en sus "países de origen". Aunque la atención se
centra en la forma en que los miembros de las diásporas pueden ayudar prolongar conflictos proporcionando dinero,
armas y apoyo político a los nacionalistas de línea dura en sus países de origen, los grupos también pueden ayudar a
promover procesos de paz y esfuerzos de construcción de la paz; estos roles no son mutuamente exclusivos. El paper
analiza el rol de la comunidad judía estadounidense y su rol en conflicto palestino.
Las diásporas no son monolíticas sino bastante heterogéneos y rara vez están unidos en sus actitudes
políticas hacia un conflicto en su país de origen. Estos grupos se suelen dividir internamente entre personas de línea
dura y moderada.
El lobby pro-israelí en Washington es a menudo citado como la razón principal por la que Estados Unidos no ha
querido actuar como un "agente honesto" en el proceso de paz ¿es correcta esta opinión?, ¿el lobby pro israelí hace que
sea más difícil para los políticos de los Estados Unidos tratar de hacer la paz entre israelíes y palestinos? ¿Es el lobby
israelí un obstáculo en el camino de la paz israelí-palestina? ¿Son los judíos estadounidenses realmente "parte de la gran
constitución para la paz"? Si es así, ¿pueden desempeñar el mismo tipo de papel en la promoción de la paz israelí-
palestina que los irlandeses en el exitoso proceso de paz en Irlanda del Norte en la década de 1990?
La principal tesis es que los judíos estadounidenses no son tan influyentes en el conflicto israelí-palestino
como muchos creen, sino que su influencia se sobreestima. Además, los Estados Unidos tienen mucho apoyo para los
compromisos territoriales israelíes y aquellos judíos estadounidenses que tienen puntos de vista más duros sobre el
conflicto israelo-palestino tienden a estar más unidos a Israel y son las organizaciones comunales judías más
fuertemente comprometidas, por lo que tienen un papel desproporcionado en la política judía estadounidense en
relación a Palestina. Finalmente, en la conclusión, sostengo que a pesar de las crecientes críticas de los judíos
estadounidenses, especialmente de las políticas del gobierno israelí hacia los palestinos, es poco probable que esto
obligue a los políticos israelíes a ser más conciliadores con los palestinos.
LA JOYA DIASPORA Y EL CONFLICTO ISRAELÍ-PALESTINO
La diáspora judía es el ejemplo paradigmático de un grupo de diáspora involucrado en un "conflicto de
patria". Desde sus orígenes, la diáspora judía tiene una fuerte conexión con la Tierra de Israel (Eretz Israel) pero no
fue hasta finales del siglo XIX, que los judíos de la diáspora comenzaron a transformar el vínculo religioso y emocional
en acción práctica.
La consecuencia de la inmigración judía a Palestina y la adquisición y asentamiento de tierras en Palestina,
fue el catalizador inicial del conflicto entre judíos y árabes palestinos que se desarrolló durante los años del Mandato
británico. El conflicto israelí-palestino es una consecuencia de las acciones de los judíos de la diáspora y fue una
respuesta a los principales problemas que enfrentan los judíos de la diáspora en ese momento: el antisemitismo y la
asimilación.
Por lo tanto, desde el comienzo del conflicto, los judíos en la diáspora han participado activamente. Aunque
la gran mayoría de los judíos de la diáspora no eran sionistas antes del establecimiento de Israel y solo una pequeña
minoría se mudó a Palestina, la diáspora desempeñó un papel crucial en la creación de Israel: sus donaciones
caritativas proporcionaron al movimiento sionista fondos para comprar tierras, construir asentamientos y pueblos
agrícolas y comprar armas, y sus actividades de cabildeo político y defensa ayudaron al movimiento sionista a
obtener apoyo internacional y respaldo diplomático. El establecimiento del Estado de Israel en 1948 no hubiera sido
posible sin este apoyo económico y político de parte de los judíos de la diáspora, especialmente de los judíos
estadounidenses.
El cambio ideológico dentro de la diáspora judía del antisionismo (dominante antes de la Segunda Guerra
Mundial) al sionismo ha tenido consecuencias profundas y de gran alcance para el mundo judío y para Israel, el apoyo
a Israel es la expresión más importante y común de la identidad judía. Irónicamente, el éxito del sionismo, una
ideología que condenó duramente la vida judía en la diáspora y los despreciados judíos de la diáspora, se debió en
parte a la diáspora judía.
La comunidad judía estadounidense es la diáspora más rica y más importante (que constituye casi el 70% del
total) por lo que han aportado cuantiosas sumas de dinero. En la arena pública, los judíos estadounidenses han
defendido y justificado las políticas y acciones de Israel para el público. Además, la creencia entre los judíos israelíes de
que los judíos estadounidenses los respaldan garantizando el apoyo del país más poderoso del mundo, es una fuente de
gran seguridad que alivia el aislamiento israelí-judío en el mundo.
A pesar de las importantes contribuciones que los judíos de la diáspora, especialmente los judíos
estadounidenses tienen muy poca influencia. Parte de la razón es que simplemente no hay un canal o mecanismo formal
a través del cual los judíos en la diáspora puedan participar en la política y toma de decisiones israelíes e incluso no se
puede votar desde el extranjero. Otra razón es la falta de voluntad de los legisladores israelíes para que los judíos de la
diáspora puedan ejercer incluso un papel informal o decir en la formulación de políticas israelíes, los responsables
políticos israelíes no consideran legítima la influencia de los judíos de la diáspora en la formulación de políticas israelíes.
Históricamente los judíos de la diáspora han sido cautelosos al tratar de influir en las políticas israelíes, excepto
en los asuntos que los afectan directamente. Por mucho que quieran la paz para Israel, la mayoría de los judíos de la
diáspora se muestran reticentes a decirles a los israelíes qué deben hacer para lograrlo, especialmente cuando los
israelíes pueden estar en desacuerdo con ellos. Esta reticencia se ha visto reforzada por una norma prevaleciente dentro
de las comunidades judías de la diáspora que sostiene que ser un “buen judío” implica “apoyar, promover y defender
acríticamente al gobierno israelí”. La actitud diferida hacia Israel mantenida por la mayoría de los judíos de la diáspora
ha permitido a los gobiernos israelíes dar por sentado el apoyo de los judíos de la diáspora, confiando en el
conocimiento de que los judíos de la diáspora darían su respaldo a lo que hicieran.
Cuando se trata del conflicto israelí-palestino, por lo tanto, la diáspora ha tenido poca influencia en las políticas
que Israel ha seguido o en las acciones que ha tomado. La principal forma en que los judíos en la diáspora han
participado activamente en el conflicto israelí-palestino es a través de su defensa política en apoyo de Israel en sus
países anfitriones, esto implica principalmente presionar a los responsables políticos e intentar influir en la opinión
pública, principalmente lo han logrado por medio de organizaciones "pro israelíes".
Además es importante tener en cuenta que una proporción significativa del llamado lobby pro-israelí en los
Estados Unidos está formado por no judíos, especialmente cristianos evangélicos.
EL LOBBY PRO-ISRAEL
El lobby pro-israelí en los Estados Unidos ha sido foco de crítica y controversia, sus críticos lo ven como un
obstáculo importante en el camino de una resolución pacífica del conflicto israelí-palestino; los partidarios palestinos en
USA y otros lugares los han culpado de un "sesgo" proisraelí y de la imposibilidad de Israel rinda cuentas de sus acciones
militares, violaciones a los ddhh y falta de voluntad para hacer concesiones necesarias a los palestinos. Algunos críticos
como Mearsheimer y Walt también los culpan por promover el conflicto en otros lugares como Irak.
Esta crítica exagera su importancia en la formulación de políticas en los Estados Unidos, el lobby pro-israelí no
determina ni controla la política exterior de USA hacia Medio Oriente, ni Israel. Esta suposición ignora que el apoyo de
USA a Israel se apoya sobre: país geo-estratégicamente importante por intereses en la zona, la percepción de Israel
como el único estado democrático en la región, la devoción cristiana al estado judío y la patria, la simpatía por el
sufrimiento de los judíos durante el Holocausto y recientemente por los ataques terroristas palestinos.
Sin embargo, el lobby si ejerce influencia en el mantenimiento y aumento de la ayuda exterior de los USA a
Israel que se traduce en millones de dólares y que ha logrado impregnar al Congreso en ambos partidos mayoritarios.
Gracias al lobby del grupo AIPAC, esta ayuda económica tampoco se traduce en presión o condicionalidades para el
gobierno de Israel, mientras que el grupo también ayuda a garantizar el respaldo del Congreso a las políticas y acciones
del gobierno israelí, que en general reciben el apoyo casi unánime tanto en la Cámara de Representantes como en el
Senado, es desde este punto, que es posible que efectivamente el lobby israelí limite el margen de maniobra de
cualquier gobierno de USA, ya que los presidentes son generalmente reacios a llevar a cabo una política particular o
lanzar una iniciativa de política exterior sin el respaldo del Congreso. Por lo tanto, el lobby pro israelí y AIPAC en
particular, han ayudado a prevenir la presión, amenazas o sanciones que los gobiernos estadounidenses, podrían haber
aplicado. Los grupos políticos de presión terminan por elevar los costos políticos de presionar a Israel, sin embargo, sería
un error culparlos por la perpetuación del conflicto israelí-palestino ya que no son un obstáculo insuperable en el
camino de la paz.
Por otro lado, culpar al lobby de la imposibilidad de resolver en conflicto olvida que algunos de los grupos de
lobby son en realidad defensores fuertes de la paz israelo-palestina y defienden un proceso de paz patrocinado por USA.
El lobby pro-israelí se representa como un actor político organizado y cohesivo, pero en realidad no es ni monolítico ni
unitario. Hay grupos a la izquierda, como J Street y Americans for Peace Now, que se oponen a la ocupación de Israel en
Cisjordania y apoyan el establecimiento de un estado palestino en Cisjordania, la Franja de Gaza y Jerusalén oriental. En
contraste, hay grupos de derecha, como la Organización Sionista de América y el Comité de Emergencia para Israel que
apoyan el control continuo de Israel sobre Cisjordania y se oponen firmemente a un Estado palestino. También hay
grupos en el centro como AIPAC, la Liga Antidifamación y el Comité Judío Americano que se oponen a cualquier tipo de
presión estadounidense sobre Israel. Ya sea a favor o en contra del proceso de paz, los grupos de presión pro-Israel han
sido de importancia marginal para influir en la política de los Estados Unidos hacia él, en conclusión la definición de la
pol exterior de USA se da a partir del contexto, creencias y percepciones.
OPINIÓN PÚBLICA JUDÍA AMERICANA[1]
La mayoría de los judíos estadounidenses apoyan la fórmula de "tierra por paz" que ha sido durante mucho
tiempo la base para la paz entre árabes e israelíes, y están a favor de una solución de dos estados al conflicto palestino-
israelí que involucra la creación de un estado palestino junto al Estado de Israel. En una encuesta nacional realizada por
el Pew Research Center en 2013 muestra que una gran mayoría de los judíos estadounidenses (61 por ciento) pensaron
que Israel y un estado palestino independiente podrían coexistir pacíficamente, cuando se los compara con judíos
israelíes, sólo el 43% pensaron que Israel y un estado palestino podrían coexistir pacíficamente. Una encuesta nacional
más pequeña de 731 votantes judíos estadounidenses en 2016, el 72% apoyó una solución de dos estados que involucra
la creación de un estado palestino independiente. El 69% de los encuestados también estaba a favor de que USA ejerza
presión sobre los israelíes y los árabes para hacer los compromisos necesarios para lograr la paz". Sin embargo, la
mayoría de los judíos estadounidenses y estadounidenses son pesimistas sobre las posibilidades de lograr un acuerdo de
paz entre Israel y los palestinos, también son desconfiados de los palestinos (al igual que los judíos israelíes).
La mayoría de los judíos estadounidenses son ambivalentes en sus actitudes hacia el conflicto israelí-palestino.
Quieren la paz y favorecen algunas concesiones territoriales israelíes, pero también se preocupan por la seguridad israelí
y son muy sospechosas de las intenciones palestinas. Quieren que Israel termine la ocupación, pero no quieren que
asuma ningún riesgo de seguridad. Quieren que los palestinos tengan un estado propio, pero no quieren que este
estado sea una amenaza para Israel. Estas actitudes judías-estadounidenses hacia el conflicto israelí-palestino son
notablemente estables y duraderas.
Aunque los judíos-estadounidenses expresan constantemente su apoyo a una solución de dos estados para el
conflicto israelí-palestino, cuando se trata de los problemas específicos que deben abordarse para lograr esta solución y
el plazo para implementarla, hay mucho menos acuerdo. No hay un consenso sobre Jerusalén, tampoco si un estado
palestino debe establecerse "en la situación actual" o en el futuro de los asentamientos de Israel en Cisjordania. Por
ejemplo, en la Encuesta de AJC 2015, el 52% de los judíos-estadounidenses apoyó el establecimiento de un estado
palestino. Sobre la cuestión de qué debería suceder con los asentamientos judíos en Cisjordania, la mayoría de los
encuestados judíos-estadounidenses apoyan el desmantelamiento de al menos algunos asentamientos israelíes, una
minoría significativa, que oscila entre el 35% y el 45% se opone al desmantelamiento de cualquier asentamiento. En
2015, el 59% estaba a favor del desmantelamiento de Israel por lo menos en parte de sus asentamientos en Cisjordania
"como parte de un asentamiento permanente con los palestinos", mientras que el 39% se oponía al desmantelamiento
de los asentamientos judíos.
Las diferentes actitudes hacia los asentamientos israelíes entre judíos estadounidenses ortodoxos y no
ortodoxos es parte de una división más amplia entre los dos grupos en sus actitudes sobre el conflicto israelí-palestino.
Los judíos ortodoxos estadounidenses son mucho más propensos que los judíos no ortodoxos americanos a oponerse a
cualquier desmantelamiento o evacuación de asentamientos judíos en Cisjordania, sino que también tienen más
probabilidades de oponerse al establecimiento de un estado palestino. En general, son mucho menos favorables al
compromiso territorial israelí con los palestinos que otros judíos estadounidenses. Las opiniones divergentes de los
judíos estadounidenses sobre el conflicto israelí-palestino están estrechamente relacionadas con diferentes
denominaciones religiosas. El espectro religioso y el espectro político en la comunidad judía-norteamericana son casi
idénticos, con más judíos religiosos generalmente cayendo a la derecha y más judíos seculares cayendo a la izquierda.
También existe una creciente división ideológica entre los judíos políticamente conservadores y los judíos
liberales. Los judíos políticamente conservadores tienden a ser mucho más agresivos en sus puntos de vista que los
judíos liberales. Además, de acuerdo a encuestas a nivel interno de USA, demócratas y liberales en USA se han vuelto
cada vez más críticos con Israel, mientras que los republicanos y los conservadores se han vuelto más comprensivos.
En resumen, mientras que la mayoría de los judíos estadounidenses son moderados en sus puntos de vista sobre el
conflicto israelí-palestino, una minoría significativa de judíos estadounidenses, que son más religiosos y más
conservadores políticamente son mucho más agresivos y de línea dura en sus actitudes. El hecho de que los
miembros de esta minoría también estén más unidos a Israel y se involucre más activamente en la comunidad judía
estadounidense organizada significa que sus puntos de vista pueden tener una gran influencia en la política judía
estadounidense en relación con el conflicto israelí-palestino. Cuanto más importante es Israel para los judíos
estadounidenses, es más probable que tengan más derechas en sus puntos de vista sobre el conflicto israelo-
palestino y más involucrados estarán en las actividades comunitarias judías, incluida la política judía.
CONCLUSIÓN
El lobby pro-israelí está fragmentado y dividido políticamente, y a veces puede restringir la formulación de
políticas de USA, sin embargo ésta está impulsada fundamentalmente por la definición del interés nacional. Los
judíos estadounidenses son en su mayoría apoyó a Israel, una solución de dos estados, pero desconfían de los
palestinos y están divididos sobre si un estado palestino debería establecerse de inmediato y si Jerusalén oriental
debería convertirse en su capital. Aunque le brindan a Israel apoyo financiero y político, no están dispuestos a
influenciar a los gobiernos israelíes.
¿Podría este cambio en el futuro? Es bastante claro que un número creciente de judíos estadounidenses, es
decir los más jóvenes, se están volviendo más críticos con el trato de Israel a los palestinos. Sin embargo, un gobierno
israelí de derecha llegó al poder y el proceso de paz se estancó, a la vez que parece decidido a mantener la política
actual de Israel con respecto al conflicto con los palestinos, que básicamente tiene como objetivo gestionar el
conflicto en lugar de tratar de resolverlo. También continúa resistiendo firmemente la presión internacional, incluida
la presión estadounidense, para que cesen sus actividades de asentamiento en curso en Cisjordania y Jerusalén
oriental. Frente a este escenario es probable que la frustración de los judíos-estadounidenses ante el fracaso y falta
de voluntad para la paz con los palestinos, se intensifica.
Los judíos estadounidenses solo se están volviendo más críticos con las políticas de Israel hacia los palestinos,
y también están dispuestos a desafiarlos públicamente lo cual puede desembocar en una posible erosión del apoyo
de los judíos estadounidenses a Israel. Aunque los judíos estadounidenses están volviendo más críticos con Israel y
más expresivos al respecto, probablemente no puedan persuadir o presionar al gobierno de Israel para que haga las
paces con los palestinos, solo los israelíes y los palestinos pueden hacerlo.

[1] Este apartado incluye cifras sobre encuestas, solo están las que me parecieron mas “relevantes”.

WAXMAN, Dov / Lasensky, Scott (2013). Jewish Foreign Policy. Israel, World Jewry and the Defence of “Jewish
Interests” En. Journal of Modern Jewish Studies Vol 12, No. 2 July 2013, pp. 232–252.

WAXMAN y LASENSKY
¿Hay algo así como una "política exterior judía"? Este artículo argumenta que la política exterior judía de hecho existe.
No es política exterior israelí, ni es una agregación del poder político e intereses de judíos americanos. La política
exterior judía no está controlada por el primer ministro israelí, ni es dirigido por la miríada de organizaciones comunales
judías en Estados Unidos o en otro lugar.
Esto desafía la dicotomía tradicional 'Israel-diáspora' que muy a menudo define el discurso político judío. La política
exterior judía, como otros sistemas de política exterior, tiene su propio conjunto distintivo de intereses y actores. Es un
complejo, informal, y un sistema descentralizado de política exterior etno-nacionalista.
Este artículo traza el sistema de política exterior judío. Al hacerlo, se abordan las siguientes preguntas: ¿Quiénes son los
actores involucrados? ¿Cuáles son sus intereses? ¿Cuáles son los desafíos y problemas al enfrentar este sistema?

Introducción
¿Existe realmente algo así como una "política exterior judía"? Para algunos, la frase evoca mitos antisemitas de una
conspiración judía global o una camarilla secreta. Para la mayoría de los científicos políticos y académicos de Relaciones
Internacionales, la idea de una "política exterior judía" no se registra en su tradicional léxico de asuntos internacionales
centrado en el estado. La política judía extranjera, sin embargo, existe. La prominencia de cuestiones internacionales
como la restitución del Holocausto y combatir el antisemitismo sólo se puede entender completamente con referencia a
Política exterior judía. Sin embargo, a pesar de la atención que cuestiones como la restitución del Holocausto
y el antisemitismo han recibido en el escenario mundial, casi ningún trabajo académico ha
tratado el tema de la política exterior judía.
Este artículo, por lo tanto, intenta describir y delinear el sistema de política exterior judío.
El artículo conceptualiza la política exterior judía como un sistema. Aunque no es un sistema de política exterior
tradicional basado en el Estado, el sistema de política exterior judío
comparte algunos rasgos con este modelo más común. Por ejemplo, el sistema está situado dentro de un ambiente más
amplio de anarquía, tiene sus propios intereses distintivos, y muestra patrones establecidos de interacción con la política
global más grande. A diferencia de un sistema de política exterior basado en el Estado, sin embargo, el sistema de
política exterior judía debe lidiar con anarquía en dos frentes: un mundo anárquico y la propia condición interna del
sistema de anarquía (es decir, sin autoridad central). El sistema de política exterior judío es, por lo tanto, informal y
descentralizado.

El sistema de política exterior judío no es sui generis. En lugar de verlo como único,
debe considerarse como un ejemplo de un sistema de política exterior etno nacional. Estos sistemas tienen una serie de
características identificables.
Primero, se basan en un sentido de solidaridad etno-nacional, e involucrar a personas altamente movilizadas, politizadas
y leales miembros de una comunidad etnonacional.
En segundo lugar, presentan una agenda común y un amplio consenso sobre los intereses centrales de la comunidad.
En tercer lugar, están preocupados, aunque no necesariamente de forma exclusiva, con una patria nacional. Esta patria
podría ser un estado (como Israel) o territorio dentro de uno o más estados.
En cuarto lugar, los sistemas de política exterior etno-nacional han establecido
e identificado patrones de interacción con otros actores en el sistema internacional.
Este artículo proporciona un marco básico para analizar el sistema de la política exterior judío.
Analizará el sistema de política exterior judío al abordar las siguientes preguntas:
¿Quiénes son los actores involucrados? ¿Cuáles son sus intereses? ¿Cuáles son los desafíos y problemas que enfrenta el
sistema?
En las siguientes secciones del artículo, cada una de estas preguntas se abordarán a su vez. Finalmente, la conclusión de
este artículo resumirá el argumento presentado y ubicará el sistema de política exterior judío en una perspectiva más
amplia.
Cuál es la política exterior judía?

Antes de trazar el mapa del sistema de política exterior judío, primero es necesario establecer claramente la definición
del término "política exterior judía" porque es muy poco familiar y puede malinterpretarse fácilmente.
La política exterior judía no es simplemente la política exterior del Estado de Israel,
el autoproclamado "Estado judío". Ni la política exterior judía sólo está hecha por organizaciones judías en la diáspora,
ya sea en los Estados Unidos o en otro lugar. Más bien, la política exterior judía se compone de las políticas y actividades
externas de los gobiernos israelíes y organizaciones judías (dentro y fuera de Israel) en nombre del pueblo judío, o
partes de él. En otras palabras, la política exterior judía es hecha por judíos, ya sea los decisores políticos en Israel o
líderes de organizaciones judías fuera de Israel, para
avanzar lo que se consideran intereses y valores judíos en la política mundial.
Esta definición de política exterior judía, por lo tanto, incluye políticas formuladas en
Israel y en la diáspora judía. En lugar de concebir a dos actores separados, Israel
y la diáspora: este enfoque postula la existencia de un solo actor corporativo:
el pueblo judío, o el mundo judío. Israel y la diáspora son parte de este gran colectivo.
La política exterior judía se basa en la noción de "ciudadanía" judía, idea de que los judíos constituyen un pueblo (ya sea
por etnia, religión o ambos).
Acompañar la creencia en la gente judía es un sentido de solidaridad y obligación mutua.
La noción de pueblo judío da lugar a la convicción de que los judíos son responsables uno del otro, lo que a su vez anima
la política exterior judía.
La política exterior judía, entonces, se basa en un sentido de parentesco y es una expresión de pueblo judío y
responsabilidad mutua.
La política exterior judía también se basa en la idea de que los judíos tienen intereses comunes. Eso esencialmente
defiende y promueve estos intereses. Representa al pueblo judío en el escenario mundial y "habla" en su nombre. Sin
embargo, no existe una sola organización que haga esto. Por el contrario, hay muchas organizaciones e instituciones
diferentes, cada una afirmando y a menudo compitiendo, para hablar en nombre del pueblo judío.
La siguiente sección de este artículo discutirá los diferentes actores dentro del sistema de política exterior judío.

Los actores

El sistema de política exterior judío comprende cuatro tipos de actores: un estado,


organizaciones no gubernamentales internacionales, organizaciones no gubernamentales nacionales e individuos - los
tres últimos están exclusivamente dedicados a los intereses judíos. Como el sistema es ad-hoc, descentralizado e
informal, lo que dicta la participación de un actor en particular es un caso específico.

Estado
La existencia de un estado soberano no es esencial para el funcionamiento de un sistema de política exterior etno-
nacional. Hay una serie de grupos apátridas como los kurdos y tibetanos que desempeñan un papel activo en los asuntos
mundiales y se puede decir que tienen su propio sistema de políticas. Antes del establecimiento del Estado de Israel en
1948, el pueblo judío también tenía un sistema de política exterior sin estado. Pero, desde 1948, Israel ha sido un actor
principal dentro del sistema de política exterior judío.
Israel se identifica a sí mismo como el "estado judío". Esto se refleja en los símbolos del
estado (como la menorah y la "Estrella de David"), en el himno nacional (Hatikvah),
en ceremonias estatales y en numerosas leyes que formalizan la identidad judía del estado
(más notablemente, la Ley del Retorno). La identidad judía de Israel significa que se considera a sí mismo como el estado
para todos los Judios de todo el mundo, y por lo tanto, como su representante y defensor.
En palabras de David Ben-Gurion, primer primer ministro de Israel: "Israel es el estado de y para un pueblo del mundo ".
La identidad de Israel como el estado judío, entonces, proporciona una misión autoproclamada para proteger y defender
a los judíos en todas partes y avanzar con los intereses judíos en el sistema internacional. Por lo tanto, la política exterior
israelí no solo se preocupa asegurando los intereses de sus propios ciudadanos, pero también ciudadanos judíos de
otros países.
Como dijo Ben-Gurion en una reunión de embajadores israelíes el 17 de julio de 1950:
Mientras exista una diáspora judía [. . .] Israel no puede comportarse como lo hacen otros estados y tener en cuenta
solo su propia situación geográfica y geopolítica o limitar su
preocupaciones a sus propios ciudadanos y nacionales solamente. A pesar de que los judíos viven en el extranjero no
son legalmente parte integrante de Israel, todo el pueblo judío, donde sea que reside, es el negocio del Estado de Israel,
su primer y determinante
negocio. A esto Israel no puede ser neutral: tal neutralidad significaría renunciar
nuestros vínculos con el pueblo judío.

Por lo tanto, de acuerdo con Aharon Klieman:


mientras que la gran cantidad de comunidades judías fuera de Israel no es el determinante número uno en el cálculo de
la política exterior de Israel, tampoco significa que Israel es libre de formular su política como otros países estrictamente
sobre la base de su propia razón de Estado.
El ejemplo más claro en la que las consideraciones sobre el bienestar de los judíos locales afectaron la política exterior
israelí sobre otro estado fue en las relaciones de Israel con la Unión Soviética (URSS). Aunque es difícil medir el alcance
de su impacto de la política israelí sobre la URSS, la gran cantidad de judíos que residían allí definitivamente era un
factor que los responsables políticos israelíes debían tener en cuenta, especialmente porque el bienestar de los judíos
soviéticos era muy precarios (estaban sujetos a numerosas restricciones por parte del Régimen soviético, en particular,
la capacidad de abandonar el país libremente).
Shimon Peres, por ejemplo, declaró en 1966 (cuando era un joven confidente de Ben-Gurion): "Cuando se trata de los
judíos soviéticos, la consideración de los judíos locales es dominante, debido a la peligro real para su supervivencia".
Los líderes israelíes frecuentemente expresan la creencia de que Israel es responsable de los judíos del mundo.
Por ejemplo, cuando visitó un campo de concentración nazi en 1999, entonces el primer ministro Ehud Barak declaró:
"Siempre nos defenderemos a nosotros mismos y a todos los judíos, donde sea posible”. Declaraciones de preocupación
por la seguridad y el bienestar de los judíos en el extranjero por los políticos israelíes, por supuesto, no significa que sus
políticas exteriores reales siempre, o incluso principalmente, han sido guiados predominantemente por esta
preocupación. Sobre todo, los responsables políticos israelíes han tratado de defender y promover los intereses de los
Estado de Israel. Si hay un conflicto entre los intereses de una comunidad judía en particular y los del Estado de Israel,
los intereses de este último generalmente prevalecerán en determinar la política. Ha habido muchos casos de esto.
Por ejemplo, a fines de la década de 1970 y principios de la década de 1980, Israel tenía estrechas relaciones con la
Junta militar en Argentina, a pesar de las severas medidas represivas que este régimen autoritario tomó contra algunos
miembros de
la comunidad judía argentina. De manera similar, las relaciones franco-israelíes tuvieron precedencia sobre los intereses
de la judería argelina en la década de 1960.
La preferencia otorgada a los intereses de Israel por los políticos israelíes encuentra su justificación en la creencia de que
los intereses de Israel son en última instancia idénticos a los de diáspora judía, ya que la supervivencia de la primera
garantiza la supervivencia de la última.
Como Ben-Gurion dijo:
Siempre creí que debíamos considerar los intereses de la diáspora judía: cualquier
comunidad judía que esté preocupada Pero hay una distinción crucial: no lo que ellos piensan que son sus intereses, sino
lo que nosotros decimos que son sus intereses. Si era un caso vital para Israel, y los intereses de los judíos afectados
eran diferentes, los intereses vitales de Israel eran lo primero, porque Israel es vital para el mundo judío.
No hay ninguna razón para sospechar que esto es simplemente una racionalización para la estrecha búsqueda de los
intereses de Israel. Numerosas declaraciones de los responsables políticos israelíes dan fe de la sinceridad de su
convicción de que el bienestar de los judíos en todo el mundo está inextricablemente ligado al bienestar del estado
judío.
Ya'acov Herzog, el Director General de la Oficina del Primer Ministro bajo Levi Eshkol, Golda Meir y Menachem Begin
resume esta opinión:
La elite israelí ve a Israel como el bastión del grupo judío colectivo y, como tal, toma en cuenta los intereses de su parte.
Pero pone el valor primario en el todo y, para ese fin, la supervivencia y la mejora del bastión.
El entonces primer ministro israelí Ariel Sharon expresó tal opinión en un discurso a
miembros del Comité de Asuntos Públicos Americano-Israelí (AIPAC) en marzo de 2001 cuando declaró que: "El futuro
de Israel no es solo un asunto de los israelíes que viven ahí. Israel pertenece a todo el pueblo judío”.

Organizaciones no gubernamentales internacionales

Las organizaciones no gubernamentales (ONG) internacionales también son actores en el sistema de política exterior de
la comunidad judía.
La primera ONG judía internacional, la Alliance Israélite Universelle, fue fundado en París en 1860, y continúa operando
hasta nuestros días (aunque ahora se ha convertido únicamente en una organización cultural y educativa, más que en
una organización política). La ONG judía internacional más prominente hoy es el Mundo Congreso Judío (WJC),
establecido en Ginebra en 1936 como un vehículo para unir y movilizar judios contra el ascenso del nazismo. El WJC
representa comunidades y organizaciones judías de todo el mundo, y pretende ser "el preeminente judío internacional"
cuerpo diplomático "(http://www.worldjewishcongress.org/aboutus.html).
Otra prominente ONG internacional es B'nai Brith International, fundada en Nueva York en 1843, que hoy tiene más de
180,000 miembros y afiliados en más de 50 países.
El Congreso Judío Europeo, con sede en París y oficinas en toda Europa, es un ejemplo de una ONG regional.

Organizaciones nacionales no gubernamentales

Las ONG nacionales activas en la política exterior judía incluyen entidades de doble propósito, aquellas que tratan tanto
con las preocupaciones judías internas y las relaciones externas, y organizaciones dedicadas exclusivamente a la política
exterior.
El American Jewish Committee es un ejemplo de lo primero, mientras que AIPAC es un ejemplo de lo último (el enfoque
principal de AIPAC es mantener y mejorar la relación entre los Estados Unidos e Israel). La ONG nacional más importante
e influyente activa en el sistema de política exterior judía está basada en los Estados Unidos. Hay tres razones principales
para esto.
Primero, durante más de medio siglo, la comunidad judía estadounidense fue la comunidad judía más grande del mundo
(La población judía de Israel ha superado recientemente su tamaño). Actualmente, entre 5 y 6 millones de judíos,
aproximadamente el 40 por ciento de los judíos en el mundo, viven en los Estados Unidos.
Segundo, la posición de los Estados Unidos en el mundo, como superpotencia global, aumenta el poder de la comunidad
judía estadounidense dentro del sistema de política exterior judío.
En tercer lugar, Estados Unidos ofrece una estructura de oportunidad política que permite a las comunidades étnico-
nacionales convertirse en actores activos de la política exterior. La importancia de una estructura de oportunidad
política doméstica es clara cuando se considera el hecho de que la Unión Soviética alguna vez contuvo la tercera
comunidad judía más grande del mundo, pero carecía de una estructura de oportunidad política para apoyar la actividad
política etno-nacionalista. El movimiento judío soviético, aunque iniciado por activistas judíos locales, se elevó al
escenario mundial porque las estructuras de oportunidad en Israel y América del Norte proporcionaron un terreno fértil.

Individuos
El cuarto actor dentro del sistema de política exterior judía es el individuo: el "explorador solitario" o "emprendedor
etnonacionalista". La informalidad del sistema lo deja altamente permeable y susceptible a la penetración de tales
individuos, que suelen ser muy ricos y bien conectados. Hay muchos ejemplos de esto.
S. Daniel Abraham, el fundador de la compañía Slim Fast Foods, ha utilizado su riqueza y conexiones personales para
promover los esfuerzos de paz entre árabes e israelíes, a veces como anfitrión de reuniones entre líderes árabes e
israelíes.
Irving Moscowitz, el magnate estadounidense del bingo, envía millones de dólares al año a grupos de colonos israelíes y
ha financiado la construcción de asentamientos en Cisjordania y compró tierras para el desarrollo en áreas árabes clave
en Jerusalén y sus alrededores. También ayudó a financiar la apertura polémica de un túnel bajo el Monte del Templo /
Haram al-Sharif en 1996.
Sheldon Adelson, un magnate de los casinos y uno de los hombres más ricos de los Estados Unidos, es uno de los
mayores patrocinadores financieros de la derecha estadounidense.
Grupos judíos como la Organización Sionista de América y la Coalición Judía Republicana, así como un gran partidario del
actual Primer Ministro de Israel, Benjamin Netanyahu.
Otros multimillonarios como Edgar Bronfman y Ronald Lauder han jugado un papel importante en la política exterior
judía en los últimos años mediante el uso de su riqueza y las conexiones para obtener puestos de liderazgo en
prominentes ONG judías.
Intereses

Dado que hay tantos actores que participan en la política exterior judía, no hay una sola política exterior judía
coherente. Los diferentes actores dentro de la política exterior judía
persiguen una variedad de políticas extranjeras, que a veces son complementarias y
a veces entran en conflicto. Sin embargo, a pesar de que a menudo hay desacuerdos entre los diferentes actores sobre
prioridades y tácticas, hay un amplio acuerdo sobre los intereses centrales que deberían guiar la política exterior judía.
Aunque la agenda de política exterior judía es dinámica y controvertida, se pueden identificar una serie de intereses
fundamentales y duraderos.
Estos intereses centrales son: seguridad nacional, seguridad comunitaria, justicia y bienestar.

Homeland security
"Seguridad nacional", la seguridad del Estado de Israel, es el interés primordial de la política exterior judía. Como la
"patria", real o imaginaria, del pueblo judío, la seguridad de Israel está en la cima de las preocupaciones de los judíos del
mundo. Para los judíos israelíes, esto es obviamente un asunto existencial, pero para los judíos que viven fuera de Israel,
la seguridad de Israel generalmente también se considera de importancia cardinal.
Aunque hubo una gran cantidad de ambivalencia y oposición dentro del mundo judío al objetivo del sionismo de crear
un estado judío antes del Holocausto y el establecimiento de Israel, desde entonces, el apoyo a Israel se ha convertido
en la expresión más importante y común de la identidad judía (especialmente desde la victoria de Israel en la guerra de
los Seis Días de 1967). Israel es un punto de reunión para los judíos de todo el mundo en una época en que los lazos
religiosos y culturales comunes han disminuido constantemente.
Sin embargo, Israel ya no es el gran unificador de los judíos de la diáspora que alguna vez fue.33 Desde la primera guerra
del Líbano (1982), y especialmente desde la primera Intifada palestina (1987-91),
ha habido mucho desacuerdo entre los judíos de la diáspora, particularmente en los Estados Unidos, sobre cómo
salvaguardar la seguridad de Israel.34 En el centro de este desacuerdo se ha
ha sido el tema de los territorios palestinos controlados por Israel desde la guerra de 1967: ¿cuán importantes son estos
territorios para la "seguridad nacional"? No existe consenso dentro de la diáspora sobre lo que es necesario para la
seguridad de Israel. El debate sobre
Los requisitos de seguridad de Israel han creado fisuras profundas dentro del mundo judío.35 La creación reciente del
grupo de lobby judío norteamericano J Street, cuyo lema es "pro-Israel, a favor de la paz" es un reflejo de este fenómeno
perdurable.36 Sin embargo,
a pesar de las divisiones dentro de la diáspora judía sobre la mejor manera de garantizar la seguridad de Israel, sigue
habiendo un consenso central sobre la importancia de la seguridad israelí.
La preocupación de la judería de la diáspora por la seguridad de Israel se refleja en una gran cantidad de formas, la
principal de ellas es la defensa política en nombre de Israel. Una gran parte del activismo político judío mundial implica
la defensa de Israel. Los judíos han creado una red de defensa transestatal para reforzar el apoyo internacional a Israel.
Este ha sido particularmente el caso con los judíos estadounidenses. En los Estados Unidos, hay una amplia red de
organizaciones judías que ejercen presión sobre cuestiones relacionadas con Israel (AIPAC es la más influyente) .37
Además de presionar a Israel, la judería de la diáspora, especialmente los judíos estadounidenses, también dona grandes
sumas de dinero a Israel (a través de organizaciones como United Jewish Communities en los Estados Unidos y Keren-
Hayesod / United Israel Appeal fuera de los Estados Unidos).

La importancia de la seguridad de Israel para los judíos de la diáspora también ha llevado a individuos y
grupos dentro de la diáspora para movilizarse a favor y en contra de los esfuerzos de pacificación entre
Israel, los palestinos y el mundo árabe. Por ejemplo, un pequeño pero influyente
grupo dentro de la comunidad judía estadounidense ejerció presión activamente en Washington DC
contra el proceso de paz de Oslo, creando complicaciones para los pacificadores estadounidenses e israelíes.
38 A mediados de la década de 1990, algunos grupos judíos estadounidenses, con la esperanza de torpedear el
proceso de paz, presionó al Congreso para que trasladara la Embajada de Estados Unidos a Jerusalén,
a pesar de la oposición del gobierno israelí en ese momento. Estos ejemplos indican
que los judíos de la diáspora, especialmente los de los Estados Unidos, pueden desempeñar papeles importantes
tanto obstaculizando como promoviendo esfuerzos para resolver el conflicto árabe-israelí.

Seguridad comunal
La seguridad física de los judíos y las comunidades judías fuera de Israel es el segundo interés central de la política
exterior judía. Las amenazas físicas han sido una característica perdurable de experiencia judía en asuntos mundiales por
más de dos mil años. La mayor amenaza a la que el pueblo judío alguna vez se ha enfrentado -el genocidio nazi de
mediados del siglo XX- continúa teniendo un fuerte impacto en la forma en que el pueblo judío se relaciona con la
política mundial.
El antisemitismo es, por lo tanto, una gran preocupación para la política exterior judía. Las ONG judías internacionales y
nacionales han asumido un papel principal en la campaña contra el antisemitismo en todo el mundo (la ONG más
destacada en esta área es la Liga Anti-Difamación con sede en los Estados Unidos). Regularmente monitorean las
tendencias del antisemitismo, publicitan incidentes de ataques y propaganda anti judíos y presionan a los gobiernos
para combatir activamente el antisemitismo en sus países. Esta actividad ha aumentado significativamente en los
últimos años en respuesta a lo que se percibe como un aumento del "nuevo antisemitismo", especialmente en Europa.
La seguridad comunitaria también implica la libertad de movimiento. Se considera que las comunidades judías que
enfrentan restricciones en sus movimientos, en particular su movimiento hacia Israel amenazado El ejemplo más famoso
de esto fue la comunidad judía en la Unión Soviética, cuyos miembros no fueron autorizados por el régimen soviético a
abandonar el país libremente. Desde fines de la década de 1960 hasta finales de la década de 1980, la libertad de los
judíos soviéticos fue enérgicamente defendida por muchas organizaciones y activistas judíos de la diáspora, así como
por los gobiernos israelíes.
El rescate de la comunidad judía etíope, en la que Israel evacuó a miles de judíos etíopes en el gran vuelo secreto de
escala desde 1984 hasta 1991 es otro ejemplo dramático de la importancia de la seguridad comunal en la política
exterior judía.

Justicia
El tercer núcleo del interés de la política exterior judía es la justicia. Este interés involucra cuestiones como la restitución
del Holocausto y el enjuiciamiento de los criminales de guerra nazis. Sobre el tema de
Reparaciones y reparación del Holocausto, Israel fue el actor clave en este tema en los años inmediatamente
posteriores a la Segunda Guerra Mundial (por ejemplo, las negociaciones del primer ministro Ben Gurión con Alemania
Occidental a principios de la década de 1950) 43 pero más recientemente ONG nacionales e internacionales
(particularmente la Conferencia sobre Reclamos Materiales Judíos Contra Alemania, o Conferencia de Reclamaciones)
han tomado el papel principal. Se han utilizado demandas y campañas públicas contra varios bancos, compañías de
seguros y fabricantes a fin de obtener una indemnización y restaurar los activos perdidos a los sobrevivientes judíos del
Holocausto.
El Congreso Judío Mundial, por ejemplo, ganó miles de millones de dólares en un acuerdo con los bancos suizos en 1999
sobre cuentas bancarias judías "latentes" de la Segunda Guerra Mundial.

Welfare
El cuarto interés central de la política exterior judía es el bienestar. Como los niveles de ingresos y bienestar siempre han
variado ampliamente dentro del mundo judío, este interés es una característica perdurable del sistema. De hecho, la
preocupación por el bienestar económico de las comunidades judías es una preocupación milenaria con raíces que se
remontan a milenios atrás. Un buen ejemplo de esto es la atención que algunos actores del sistema de política exterior
judía (como el Comité de Distribución Conjunta Judío Estadounidense) han prestado a la condición de judíos en la
antigua Unión Soviética, muchos de los cuales son pobres y ancianos.

Second order interests


Los intereses identificados anteriormente-seguridad nacional, seguridad comunal, justicia y bienestar-son los intereses
centrales que guían la política exterior judía. Existen intereses adicionales de segundo nivel, tanto particulares como
universales, que también se persiguen. Estos intereses se dividen en dos grandes categorías: memoria colectiva y
valores.
La "memoria colectiva" implica asegurar que el pasado judío sea recordado por el presente y el futuro generaciones de
judíos y no judíos. Con mucho, el aspecto más importante de este pasado es el Holocausto Nazi, el evento seminal en la
historia judía moderna. La campaña para recordar el Holocausto y combatir la negación del Holocausto, por lo tanto, son
ambos objetivos de la política exterior judía que han recibido mucha atención en los últimos años.
"Valores" se refiere a la defensa y promoción dentro del sistema internacional de lo que se consideran valores judíos
principales. Estos valores provienen de la tradición, así como la historia judía. Tikkun Olam ("reparar / sanar el mundo")
es uno de esos valores derivados de las fuentes religiosas judías que también se ha hecho cada vez más popular entre los
judíos seculares.Muchas organizaciones judías en la diáspora (como el Servicio Mundial Judío Americano), por ejemplo,
proporcionan fondos para proyectos humanitarios y de desarrollo en países del Tercer Mundo, y hay varios programas
que envían voluntarios judíos a trabajar en proyectos de desarrollo en el extranjero.
Prevenir o detener el genocidio, dada la historia judía (específicamente el Holocausto), también se ha convertido cada
vez más en un objetivo de la política exterior judía. Esto se manifestó en el papel principal que las organizaciones judías
estadounidenses, especialmente el Servicio Mundial Judío de los Estados Unidos, tomaron en la campaña mundial para
detener el presunto genocidio en la región sudanesa de Darfur. Las organizaciones judías estadounidenses (como el
Comité Judío Estadounidense y la Liga Antidifamación) también han participado activamente en la defensa de los
derechos humanos y la tolerancia religiosa y en la denuncia del racismo y el fanatismo.50 Apoyo a una democracia
abierta y las sociedades democraticas de las organizaciones judías reflejan tanto los valores judíos como el interés judío,
ya que las sociedades abiertas y democráticas son los entornos más hospitalarios para proteger los intereses de las
comunidades judías locales.

Challenges and problems

Como cualquier sistema de política exterior, el funcionamiento del sistema de política exterior judío está lejos de ser
óptimo. Además de los problemas externos que tiene que abordar, el sistema también tiene que hacer frente a una serie
de desafíos en sus operaciones básicas. Estos desafíos pueden causar desacuerdos internos entre los actores dentro del
sistema y pueden crear confusión e incertidumbre para los actores externos (por ejemplo, los gobiernos y las
organizaciones internacionales y regionales). A continuación están los tres principales desafíos para el funcionamiento
del sistema de política exterior judío.

Coordination
El desafío más duradero es la ausencia de un cuerpo único y autorizado para representar
el pueblo judío en el sistema internacional. "Mientras que un Estado-nación tiene un establecimiento central que
articula autoritariamente el papel del país en la política internacional y define objetivos de política exterior ... actores no
centralizados como los miembros del mundo, los judíos carecen de tal mecanismo " Sandler. Como el sistema
internacional es como un todo, por lo tanto, el sistema de política exterior judío es esencialmente anárquico, sin una
poder central o soberano para ejercer la autoridad sobre él. Como resultado, una multitud de actores dirige la política
exterior judía. Esto da lugar a un problema de coordinación ya que estos diferentes actores persiguen sus propias
políticas, a veces difieren en su comprensión de los "intereses judíos" y en sus enfoques para abordar estos intereses.
Esto puede dar lugar a disputas internas dentro del sistema de política exterior judía, como ocurrió en la década de
1970, cuando los gobiernos israelíes se enfrentaron con organizaciones judías estadounidenses sobre la cuestión de si a
los emigrados judíos soviéticos se les debería permitir elegir libremente su destino preferido en lugar de establecerse en
Israel. Más recientemente, ha habido desacuerdos entre las organizaciones judías estadounidenses y las organizaciones
judías locales sobre la gravedad del antisemitismo y la respuesta al mismo en varios países europeos. Los líderes judíos
franceses, por ejemplo, han criticado el enfoque más abierto y polémico de la Liga Anti-Difamación con base en los
Estados Unidos como una interferencia perjudicial que en realidad socava los intereses de la comunidad judía en
Francia.
Relacionado con el problema de la coordinación está el problema de la división del trabajo dentro del sistema: ¿qué
actor es responsable de qué problema? Existe una división informal del trabajo entre Israel y las organizaciones judías de
la diáspora, que se determina según sus capacidades relativas (debido a su mayor "poder duro" Israel es el principal
responsable de los asuntos relacionados con la seguridad, mientras que el "poder blando" de la diáspora judía una
mayor responsabilidad para abordar cuestiones como el antisemitismo y la restitución del Holocausto).
Pero la división del trabajo entre las diferentes ONG judías es mucho menos clara. Muchos actores dentro del sistema
tienen tareas superpuestas e incluso idénticas y, por lo tanto, las "guerras territoriales" son comunes. En consecuencia,
también puede ser difícil para los actores externos (como los gobiernos nacionales y las organizaciones regionales e
internacionales) saber con quién deben involucrarse. Pueden ser contactados por varias ONG judías, cada una de las
cuales afirma hablar en nombre del pueblo judío.
Este fue un problema que el gobierno de EE. UU experimentó en la época del presidente Eisenhower, lo que condujo a la
creación de la Conferencia de Presidentes de las principales organizaciones judías estadounidenses. Hoy, la Conferencia
de Presidentes representa a 52 organizaciones judías estadounidenses y se presenta a sí misma como "la voz del
judaísmo estadounidense organizado". Sin embargo, no existe tal organización paraguas a nivel internacional.
Por lo tanto, la naturaleza descentralizada e informal del sistema de política exterior judía hace que sea muy difícil
coordinar las diversas actividades y enfoques de los diferentes actores dentro del sistema. Solo cuando surgen grandes
amenazas se vuelve más fácil coordinar y unificar las respuestas. En situaciones de crisis, el sistema de política exterior
judío puede funcionar con un mayor grado de cohesión y propósito común, como fue evidente en la reacción de las
organizaciones judías en la diáspora ante el estallido de la segunda Intifada palestina cuando mostraron una
abrumadora solidaridad con Israel .56 En general, cuanto mayor sea la amenaza y la crisis, más fácil será presentar un
frente unido y trabajar juntos.

Choque de intereses

Un segundo desafío al que se enfrenta el sistema de política exterior judío es el desafío de los intereses en conflicto.
¿Qué sucede cuando chocan diferentes intereses judíos? Conflictos de intereses son, por supuesto, comunes a cualquier
sistema de política exterior. En los sistemas de política exterior basados en el estado, los encargados de la toma de
decisiones autorizadas (por ejemplo, presidentes y primeros ministros) manejan estos conflictos. Pero no hay tales
tomadores de decisiones autoritarios en el sistema de política exterior judío. Su naturaleza descentralizada e informal
significa que los enfrentamientos de intereses no se mitigan fácilmente. Los casos más comunes de intereses
enfrentados ocurren cuando el interés de la seguridad nacional (Israel) entra en conflicto con otros intereses judíos,
como los valores judíos.
Por ejemplo, a principios de los años ochenta, Israel mantuvo buenas relaciones con el apartheid de Sudáfrica en un
momento en que Sudáfrica enfrentaba una creciente condena y aislamiento internacional. Estas relaciones (que
involucraron ventas de armas israelíes a Sudáfrica) chocaron directamente con los valores profundamente arraigados de
la mayoría de los judíos fuera de Israel.

La seguridad nacional también puede entrar en conflicto con la seguridad comunitaria. Las comunidades judías de la
diáspora representan un "blanco fácil" para los ataques terroristas de grupos militantes anti-Israel. Por ejemplo, se
sospecha que el bombardeo de un centro comunitario judío en Buenos Aires, Argentina, el 18 de julio de 1994, en el que
murieron 85 personas, fue perpetrado por el grupo militante libanés Hezbollah, con el respaldo de Irán. Se ha
especulado que este ataque fue en represalia por la captura de Israel del líder de Hezbollah
Mustafa Dirani el 21 de mayo de 1994 y su ataque aéreo contra un campo de entrenamiento de Hezbolá en Líbano el 2
de junio de 1994. La posibilidad de que judíos fuera de Israel sean atacados en venganza por las acciones israelíes
plantea un conflicto de intereses potencialmente agudo entre la seguridad nacional y la seguridad comunal . En pocas
palabras, las acciones tomadas por Israel para su seguridad podrían poner en riesgo la seguridad de los judíos fuera de
Israel.
Esto plantea la cuestión más amplia de cómo Israel afecta los intereses de la diáspora judía.
Aunque Israel se considera generalmente como un activo para la comunidad judía de la diáspora (ya sea como fuente de
orgullo e identidad o como una "póliza de seguro" y posible lugar de refugio), también puede ser una fuente de
problemas, especialmente debido a la situación árabe. Conflicto israelí
Como lo expresó el líder judío de la diáspora Nahum Goldmann a fines de la década de 1970: "De hecho, la creación del
Estado de Israel, aunque ciertamente enriquece la vida judía y le da más dignidad y nuevos desafíos, sin duda ha creado
serias dificultades políticas para muchas comunidades judías en varios países. "59 Esto ha sido más evidente en los
últimos años con el fuerte aumento de los ataques (tanto verbales como físicos) contra los judíos en algunos países
europeos (como el Reino Unido) tras el estallido de la segunda Intifada en Octubre de 2000, la segunda Guerra del
Líbano en julio de 2006 y la guerra de Israel en Gaza en diciembre de 2008. Estos ataques a menudo parecían estar
motivados más por el sentimiento antiisraelí y la escalada de las hostilidades entre israelíes y palestinos que por el
resurgimiento del antisemitismo tradicional.

Gobernanza: rendición de cuentas, transparencia y representación


El tercer desafío que enfrenta el sistema de política exterior judío se refiere a su gobierno; específicamente cuestiones
de rendición de cuentas, transparencia y representación, todos elementos críticos para una gobernanza efectiva. En las
sociedades democráticas, los gobiernos elegidos que la conducta de la política exterior es responsable ante los votantes,
sus procesos de toma de decisiones son transparentes (o, al menos, no del todo secretos), y se esfuerzan por
representar los puntos de vista e intereses de sus públicos nacionales. En el sistema de política exterior judío, hay un
grave déficit de responsabilidad, transparencia y representación. Aunque Israel tiene un gobierno elegido
democráticamente y una variedad de otras instituciones actores que monitorean sus actividades (como un Contralor del
Estado, un Fiscal General y un Tribunal Supremo), la autoridad de estas instituciones no va más allá del estado. Aparte
del estado (Israel), por lo tanto, las actividades de otros actores dentro del sistema de política exterior judía (ONG
nacionales e internacionales y personas) están sujetas a mucha menos supervisión y control. Sin tal escrutinio, existe un
mayor riesgo de mala administración e incluso corrupción. Esto fue revelado en el Congreso Judío Mundial, la
organización insignia de la comunidad judía mundial, cuando las acusaciones de robo y las impropiedades llevaron a su
investigación por parte del Fiscal General del Estado de Nueva York. Aunque no se descubrieron hechos delictivos, lo que
salió a la luz fue la falta de supervisión financiera y la deficiente contabilidad del WJC. La Conferencia de Reclamos
también ha sido objeto de acusaciones de corrupción, y algunos de sus empleados han ha sido acusado por la Oficina del
Fiscal de los Estados Unidos por fraude y malversación de fondos.
Si bien la mala gestión financiera y la corrupción pueden ser raras, un problema mucho más generalizado es la falta de
una representación adecuada. El sistema de política exterior judío en su conjunto opera en gran medida fuera del
control de las masas de judíos comunes que dice representar. ¿Qué tan representativa, por lo tanto, es la política
exterior judía? Solo un selecto grupo de donantes -generalmente ricos o activistas profesionales- están directamente
involucrados en actividades políticas judías fuera de Israel. La mayoría de los judíos de la diáspora tienen poco o ningún
conocimiento de estas actividades y no tienen voz en ellas. Esto lo hace problemático cuando organizaciones judías de la
diáspora afirman representar intereses y preocupaciones judías.
De manera similar, aunque Israel pretende representar al pueblo judío en su conjunto, no solo a sus propios ciudadanos,
los judíos que no pertenecen a Israel no tienen aportes oficiales para la toma de decisiones israelíes.
La judería de la diáspora no tiene medios formales para influir en las políticas de Israel, a pesar de su impacto potencial
sobre ellos. Escribiendo a principios de la década de 1970, Michael Brecher observó que "la diáspora ejerce muy poca
influencia sobre la política pública israelí". Según Brecher, esto se debió a los esfuerzos limitados de los judíos de la
diáspora para ejercer influencia, a la falta de voluntad israelí para legitimar la influencia de la diáspora y a la ausencia de
políticas efectivas instrumentos para canalizar esta influencia. Hoy, sin embargo, la observación de Brecher es menos
precisa. Los judíos de la diáspora, especialmente los judíos estadounidenses, tienen a su disposición medios informales
para influir en la política israelí (aunque esta influencia es difícil de medir).
En primer lugar, pueden ejercer influencia a través de transferencias financieras directas, incluidas las contribuciones a
partidos políticos israelíes, campañas políticas y movimientos políticos.
En segundo lugar, los judíos estadounidenses tienen algún "poder de representación": indirectamente pueden ejercer
influencia sobre las políticas de Israel en virtud de su importante papel de defensa en nombre de Israel en los EE. UU.
Aunque los responsables políticos israelíes consultan ocasionalmente con los líderes judíos de la diáspora, estas
consultas son ad hoc y se llevan a cabo entre bastidores. Ha habido algunas sugerencias para una consulta más formal,
presentada por ejemplo por el Jewish People Policy Institute (JPPI), un grupo de expertos con sede en Jerusalén
dedicado al pensamiento estratégico y la planificación en temas de interés para el pueblo judío. Un informe del JPPI en
2004 recomendó que: "Israel debería otorgar un estatus consultivo formal a un organismo judío global". Tal cuerpo
"estaría involucrado en cualquier proceso israelí de toma de decisiones que tenga relevancia para el pueblo judío y su
futuro". "En particular, el informe señaló que:" la disputa árabe-israelí ... conlleva implicaciones importantes para todos
los judíos, donde sea que vivan. Por lo tanto, se necesitan medidas innovadoras para involucrar al pueblo judío en su
conjunto en esta elección crítica ".
Algunos políticos israelíes prominentes también han pedido un cuerpo central para el judaísmo mundial en el que se
puedan discutir temas críticos para el pueblo judío y opiniones consultivas emitidas al gobierno israelí sobre asuntos de
importancia para el pueblo judío.
En 1999, Yossi Beilin, entonces Ministro de Justicia de Israel, pidió el establecimiento de una asamblea mundial judía,
llamada la "Casa de Israel", que estaría compuesta por funcionarios judíos electos de todo el mundo. De manera similar,
en 2004, Moshe Katsav, entonces presidente de Israel, propuso la creación de una "Segunda Cámara que operaría junto
con el Knesset [parlamento de Israel], representaría al pueblo judío y hablaría por él, y tendría el derecho de expresar
una opinión consultiva sobre asuntos relacionados con el futuro del pueblo judío. "Estas propuestas han suscitado
respuestas mixtas de organizaciones judías en la diáspora. La propuesta de Katsav, por ejemplo, fue adoptada por la
Unión para el judaísmo reformista (el mayor movimiento religioso judío de América del Norte), 70 pero los líderes de
algunas organizaciones de la diáspora expresaron reservas sobre la posibilidad de que un parlamento judío global
suscitaría acusaciones de "doble lealtad" contra los judíos de la diáspora.71 Por lo tanto, la preocupación
profundamente arraigada de los judíos de la diáspora de evitar tales acusaciones es quizás el mayor obstáculo para el
establecimiento de un organismo mundial central, panjudío, que represente los intereses y puntos de vista judíos.
Aunque la creación de una nueva institución "meta" para representar al pueblo judío y coordinar la política exterior
judía está ahora en la agenda, es poco probable que se realice en el
futuro previsible. No solo enfrenta la resistencia de los judíos de la diáspora preocupados por las acusaciones de doble
lealtad, sino que también corre el riesgo de privar a las organizaciones judías de la diáspora del poder y el prestigio que
actualmente disfrutan. Por lo tanto, es probable que el sistema de política exterior judía persista en su forma actual
durante algún tiempo, y los desafíos que enfrenta seguramente continuarán.

Conclusion: beyond the Israel-diaspora dichotomy

Este artículo ha argumentado que el pueblo judío, un grupo transestatal unido por vínculos nacionales, étnicos y
religiosos comunes, participa en la política mundial, no solo como individuos, sino como un colectivo representado por
varios actores, entre ellos el Estado de Israel. En otras palabras, tiene sentido hablar de una "política exterior judía", un
conjunto de políticas y acciones emprendidas en el sistema internacional en nombre del pueblo judío. Sin embargo, a
diferencia de la política exterior de un estado, la política exterior judía carece de una autoridad central. Israel no
controla la política exterior judía, aunque ciertamente tiene un papel importante en ella. Una gran cantidad de
organizaciones no estatales también participan en la política exterior judía, con diversos grados de efectividad.
En lugar de estar altamente organizados y bien coordinados, como los mitos de conspiración judía antisemita han creído
durante mucho tiempo, la realidad de la política exterior judía es mucho más ad hoc y desorganizada. Lo que podría
decirse que es más problemático, sin embargo, es el hecho de que el sistema es fundamentalmente antidemocrático. La
formulación de políticas y la gobernanza dentro del sistema de política exterior judía están sujetas a muy poca
responsabilidad y transparencia.
La noción de un sistema de política exterior judío en el que participan tanto israelíes como los actores judíos de la
diáspora desafía el discurso tradicional de los eruditos de Israel y expertos en asuntos políticos judíos sobre las
relaciones entre Israel y la diáspora. Este discurso tiende a postular la existencia de dos actores separados y distintos, el
Estado de Israel y la diáspora judía, que operan de forma independiente e interactúan entre sí de varias maneras. En
lugar de reproducir esta dicotomía "Israel-diáspora" en este artículo, hemos presentado a Israel como parte de un
sistema de política exterior judío más amplio que actúa junto a las organizaciones judías de la diáspora. Al hacerlo,
rechazamos la visión sionista clásica, todavía
común a muchos judíos israelíes, que sostiene que solo Israel puede y debe representar los intereses colectivos del
pueblo judío.
Tal punto de vista no es empíricamente preciso ni, en nuestra opinión, es normativamente deseable.

El pueblo judío no es de ninguna manera el único grupo étnico-nacional que participa como actor colectivo en la política
mundial. Hoy, quizás más que nunca, muchos grupos etnonacionales diseminados en diferentes países del mundo son
políticamente activos en la política mundial en representación de sus parientes étnicos (los kurdos, los armenios, los
tamiles y los tibetanos son ejemplos prominentes). Este tipo de actividad política a menudo se denomina "transnacional"
ya que tiene lugar a través de las fronteras estatales ("trans-estado" es un término más preciso al respecto, ya que la
actividad política puede involucrar a los miembros de una nación). Globalización
ha facilitado en gran medida dicha política transnacional, ya que ha facilitado mucho a los miembros de las comunidades
dispersas en todo el mundo el mantener vínculos, interactuar regularmente y movilizarse políticamente. La rápida
expansión y la creciente importancia de la política transnacional ha llamado la atención de los científicos y sociólogos
políticos y ha llevado a una explosión de investigación en los últimos años dedicada a explorar este fenómeno. Por lo
tanto, la investigación futura sobre la política exterior judía debe basarse en este creciente cuerpo de literatura sobre el
transnacionalismo y comparar el caso judío discutido aquí con los de otros grupos étnicos, nacionales y religiosos.
Explorar las similitudes y diferencias entre el sistema de política exterior judío y el de otros sistemas etno-nacionales de
política exterior transestatales podría ser una fuente para el futuro.

SÜMER, Fahrettin (2013). Turkey’s Changing Foreign Policy and the Arab Spring. En: The Innovation Journal. The Public
Sector Innovation Journal, 18(1). p. 1-28. ABSTRACT

Este documento indaga sobre la política exterior de Turquía hacia sus vecinos en la última década como relacionado con
la primavera árabe. El gobierno turco, bajo el Partido Justicia y Desarrollo, ha seguido una política exterior "idealista"
llamada "cero problemas con los vecinos" como una importante componente de su enfoque de "profundidad
estratégica" a la política exterior de Turquía. Por lo tanto, mejoró las relaciones con casi todos sus vecinos, excluyendo
algunos asuntos pendientes con Armenia, Chipre (griego), y Grecia. Un resultado de esta política fue que el gobierno de
Assad en Siria y el gobierno turco firmaron acuerdos de cooperación multinivel y sostuvieron un gabinete conjunto de
reuniones. Hasta la llegada de la Primavera Árabe, las relaciones de los dos países se estaban acercando. En 2011,
Turquía comenzó gradualmente a promover el cambio en el Medio Oriente y apoyó oposiciones contra los regímenes
autoritarios de Túnez y Egipto, y luego contra Gadafi y finalmente contra el régimen sirio. El gobierno turco, basado en
sus buenas relaciones con el gobierno sirio, primero intentó persuadir / presionar a Assad para que iniciara un programa
de reforma integral, acogiendo las demandas de la oposición. Después de la resistencia de Assad a tales reformas, las
relaciones entre los dos gobiernos se deterioraron rápidamente. La crisis también se ha convertido en un tema de la
rivalidad interestatal entre las potencias regionales, incluida Turquía. La crisis siria creó un mayor desafío para la política
exterior turca porque sus relaciones con Irán y Rusia, que apoyaron el régimen de Assad, se vieron afectadas
negativamente por la crisis. Además, el principal partido de la oposición en Turquía criticó duramente el enfoque de la
política exterior del gobierno, ya que vio a la participación de Turquía en la crisis siria como un fracaso de la política
exterior. Este artículo discute lo doméstico y causas internacionales del enfoque de la política exterior de Turquía y
cómo la Primavera Árabe y la subsiguiente crisis siria afectaron la política exterior turca hacia la región.

Fases de la política exterior de la Turquía moderna: 1923-2002 Primeras décadas

Turquía emergió en los remanentes del Imperio Otomano como estado nacional al final de WW I. Después de fuertes
pérdidas territoriales en las guerras de los Balcanes de 1912-1913, WW I trajo el final del imperio Otomano. En agosto
de 1920 se impuso el Tratado de Sèvres: El tratado dividió los territorios otomanos restantes que corresponden a la
actual Turquía, dejando solo partes menores de Anatolia. Bajo el liderazgo de Mustafa Kemal, un ex general otomano,
que más tarde tomó el apellido Atatürk, los movimientos de resistencia en Anatolia fueron organizados y una guerra de
independencia que llevó a la aparición de la Turquía moderna se libró hasta 1922. Como resultado, el Tratado de Sèvres
nunca se implementó. En cambio, las nuevas ganancias de Turquía fueron reconocidas con la firma del Tratado de
Lausana en julio de 1923.

Tras la Guerra de Independencia, Atatürk comenzó un proyecto de reforma que puede ser caracterizada como
"modernización a través de la occidentalización" impuesta a la nación recién definida con un fuerte énfasis en la
identidad turca, y en décadas posteriores en el secularismo. Se abolieron la monarquía otomana y el califato islámico, se
modificó el uso del alfabeto árabe por parte del otomano en favor del alfabeto latino y se impusieron ropas occidentales
a los hombres. Las reformas continuaron en los decenios de 1920 y 1930, y los fundadores de la Turquía moderna se
centraron en la consolidación del nuevo régimen y en la construcción de la economía. Afectados por las catástrofes de
las guerras de los Balcanes y la Primera Guerra Mundial, los fundadores siguieron una política exterior muy prudente y
priorizadora de la seguridad. Sospechaban de las intenciones de los poderes coloniales europeos y tenían percepción de
estar rodeado de enemigos. Hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, la elite turca prefería un bajo nivel de
participación internacional y neutralidad cuando era posible. Durante la guerra de independencia, buscaron el apoyo de
la nueva Unión Soviética contra las potencias coloniales europeas, en particular Gran Bretaña y Francia. La amistad que
comenzó a principios de la década de 1920 continuó hasta agosto de 1939, cuando la Unión Soviética firmó el Pacto
Nazi-Soviético.

En 1931, Atatürk acuñó un eslogan idealista de “paz en casa, paz en el mundo”. Esta política implicó evitar el
involucramiento externo y el rechazo de un movimiento pan-Turkista para la unión política con los pueblos de habla
turca del Cáucaso y Asia Central. A pesar de que el enfoque del nuevo estado era interno, también se desarrollaron
relaciones externas con países cercanos en lo que respecta a Afganistán. Por lo tanto, la política exterior de Turquía fue
basada en el pragmatismo más que en el sentimentalismo, y no era aislacionista, pero en ese punto, "el objetivo era
poner fin al aislamiento impuesto a la nueva Turquía por Occidente después del final de la Primera Guerra Mundial".

A partir de finales de la década de 1920, Turquía enfrentó una amenaza italiana, ya que Mussolini, expresó su sueño de
restaurar el Imperio Romano en Asia y África. En 1928, Turquía e Italia firmaron un acuerdo con el cual prometieron
permanecer mutuamente neutral en caso de conflicto y para resolver cualquier disputa entre los dos a través del
arbitraje. Sin embargo, durante el mismo período, Turquía también buscó mejorar las relaciones con las potencias
occidentales, en particular Gran Bretaña y Francia, contra el fascismo creciente en Italia y el nazismo en Alemania en la
década de 1930. La Gran Asamblea Nacional de Turquía ratificó el Pacto Briand-Kellogg, el cual fue firmado por los
Estados Unidos y Francia en enero de 1929, renunciando a la guerra como un instrumento de política exterior. En junio
de 1930, Turquía y Grecia se acercaron en relaciones amistosas. Además, Turquía apoyó la "seguridad colectiva" y, por lo
tanto, respaldó las sanciones de la Liga de las Naciones contra Italia.

Uno de los éxitos importantes de la política exterior de Turquía durante el período de Atatürk fue la firma del Convenio
de Montreux en 1936. Este fue el resultado de las mejores relaciones de Turquía con las potencias occidentales
antifascistas. El acuerdo, que sigue vigente, le da a Turquía el control total sobre el estrecho del Bósforo y los Dardanelos
y regula el tránsito de los buques de guerra navales, garantizando el paso libre de los buques civiles en tiempos de paz.
Atatürk murió en noviembre de 1938. En octubre de 1939, durante la visita del Ministro de Relaciones Exteriores de
Turquía a Moscú, Stalin propuso revisar la Convención de Montreux. Esta fue una señal temprana de las demandas
soviéticas sobre Turquía que llegaron al final de la Segunda Guerra Mundial, y preparó a Turquía para una nueva
orientación en su política exterior.

En 1941, el Pacto nazi-soviético se rompió y Stalin alió a la Unión Soviética con Gran Bretaña y Francia, con quienes
Turquía también se alió. A pesar de que Turquía estaba formalmente del lado de los Poderes Aliados de Gran Bretaña,
Francia, la Unión Soviética y los Estados Unidos, trató de mantenerse neutral durante la Segunda Guerra Mundial y
declaró la guerra a Alemania en 1945, cuando estaba a punto de terminar la guerra. El primer ministro británico,
Churchill, trató de llevar a Turquía a la guerra "con el objetivo de entrar en los Balcanes detrás de Ankara, antes de que
Stalin pudiera hacerlo". Pero el presidente turco, Ismet Inönü, prefirió permanecer neutral. Europa estaba dividida en
esferas de influencia. Turquía evitó la destrucción de la guerra, pero no obtuvo todos los beneficios de ser un aliado de
los estados victoriosos.

Años de la Guerra Fría

Al final de la Segunda Guerra Mundial, Turquía se enfrentó a una amenaza soviética. En 1945, Stalin abrogó el pacto de
amistad turco-soviético y quiso revisar las fronteras del este de Turquía, así como establecer bases militares soviéticas a
lo largo del Bósforo y los Dardanelos. En el contexto de la creciente Guerra Fría, la seguridad de Turquía y la integralidad
territorial estaban en peligro, y la neutralidad ya no era una opción viable para Turquía. Por lo tanto, Turquía buscó el
apoyo de los Estados Unidos, contra la creciente amenaza soviética. El apoyo de los Estados Unidos llegó con el anuncio
de la Doctrina Truman en marzo de 1947, y las relaciones entre Turquía y los Estados Unidos se acercaron. Turquía
también quería formar parte de la OTAN, y fue admitido después de su participación en la Guerra de Corea.

Al comienzo de la Guerra Fría, Turquía participó en todas las organizaciones internacionales occidentales recién
formadas; entre ellos se encontraban las Naciones Unidas desde 1945, la Organización de Cooperación Económica
Europea desde 1948 y el Consejo de Europa desde 1949, junto con la OTAN desde 1952. En 1963, Turquía concluyó un
acuerdo de asociación con la Comunidad Europea. Sin embargo, Turquía todavía no podría convertirse en miembro de
pleno derecho de la UE. Hasta finales de la década de 1960, Turquía siguió el ejemplo de Estados Unidos y no tenía una
política autónoma. A cambio, Turquía recibió una garantía de protección contra la amenaza soviética bajo el paraguas de
la OTAN y una cantidad significativa de militares y la ayuda económica para fortalecer su defensa. La Guerra Fría facilitó
la integración económica y política de Turquía en las instituciones occidentales. Turquía también se convirtió en una
parte importante de la política de contención de los Estados Unidos contra el expansionismo soviético. Por lo tanto, la
política exterior de Turquía estaba totalmente anclada en una alianza cercana con los Estados Unidos y el bloque
occidental en general.

Hasta finales de la década de 1960, Turquía siguió el ejemplo de Estados Unidos y no tenía una política autónoma. Sin
embargo, la confianza de Ankara en su alianza con los Estados Unidos se vio sacudida en la década de 1960 debido a los
acontecimientos relacionados con Chipre y la crisis de los misiles cubanos. Turquía, junto con Gran Bretaña y Grecia, fue
uno de los garantes de la Constitución de Chipre de 1960, que protegía los derechos de la minoría turca en la isla. Los
conflictos entre grecochipriotas y turcochipriotas se intensificaron a principios de la década de 1960 dio lugar al inicio de
una crisis entre Turquía y Grecia. Ankara estaba decepcionada con el apoyo fracasado de Washington a la posición de
Turquía sobre este tema y el Primer Ministro Inönü recibió una carta del presidente de los Estados Unidos Johnson que
afirmaba que si las acciones de Turquía invitaban a un ataque soviético, los Estados Unidos y la OTAN no estaban
obligados a defender a Turquía. Además, el presidente Johnson advirtió a Turquía que no podía usar armas fabricadas
por los Estados Unidos en el conflicto de Chipre. Además, tras la crisis de los misiles cubanos de 1962, la voluntad de los
Estados Unidos de retirar los misiles Júpiter de Turquía sacudió aún más la confianza de Turquía en los Estados Unidos
por su seguridad.

En consecuencia, Turquía comenzó a normalizar su relación con la Unión Soviética. Después de la muerte de Stalin,
Jrushchov lamentó los reclamos soviéticos sobre Turquía al comienzo de la Guerra Fría, y la Unión Soviética buscó
mejorar las relaciones con Turquía durante estas décadas. Sin embargo, las relaciones turco-soviéticas estaban limitadas
y restringidas por la naturaleza de la bipolaridad y la Guerra Fría entre los dos campos. La seguridad de Turquía y, en
cierta medida, la dependencia económica de los Estados Unidos aseguró que su vinculación con la OTAN se mantuviera
sólida a pesar de complicaciones como el estado de Chipre.
Además, a partir de la década de 1960, las relaciones de Turquía con el mundo árabe comenzaron a normalizarse, y
Ankara reconoció a la Organización de Liberación de Palestina (OLP). Aunque enraizado en los problemas políticos, el
acercamiento de Turquía con sus vecinos del Medio Oriente también se debió a los problemas económicos y al aumento
de los sentimientos islámicos entre su población. En términos económicos, la crisis del petróleo de 1973, los suministros
turcos de mano de obra y mano de obra a los estados árabes, y la búsqueda de nuevos mercados en el Medio Oriente
acompañaron el cambio de Turquía en la política exterior.

Transformación posterior a la guerra fría

El final de la Guerra Fría cambió tremendamente el entorno geopolítico de Turquía. Con el colapso de la Unión Soviética,
la amenaza inmediata para la seguridad de Turquía terminó, y surgieron múltiples nuevos estados. Este cambio en
Turquía amplió enormemente su área de política exterior. La transición de la política exterior turca a la era posterior a la
Guerra Fría fue dirigida por un ex economista del Banco Mundial, Turgut Özal, primero como primer ministro y luego
como presidente hasta su muerte en 1993. Özal también fue el iniciador de las reformas económicas neoliberales.
Durante su mandato como primer ministro en la década de 1990, estas reformas hicieron que la economía turca pasara
de ser una economía semicerrada, dominada por políticas de industrialización por sustitución de importaciones, a una
economía abierta orientada a la exportación y neoliberal. Como resultado, el final de la Guerra Fría también coincidió
con la necesidad de Turquía de nuevos mercados para sus exportaciones y oportunidades de inversión para la nueva
clase de empresarios turcos de los años noventa.

Durante el período de Özal, bajo un nuevo entorno geopolítico y necesidades económicas, la política exterior turca, que
estuvo fuertemente influenciada por el kemalismo durante 70 años, sufrió una transformación por razones pragmáticas.
Turquía experimentó reformas económicas sólidas en el país y aumentó el activismo en política exterior. Sin embargo, al
verse a sí misma como la protectora del kemalismo, limitó la agenda de reforma interna de Özal y su activismo de
política exterior. El activismo de la política exterior de Özal en la vasta área que en parte coincidía con los antiguos
territorios otomanos.“El otomanismo fue un movimiento político liberal del siglo XIX que apunta a la formación de una
identidad cívica otomana nacional que abarca las identidades étnicas, lingüísticas y religiosas”. Las transformaciones de
la política interna y la política exterior se afectaron mutuamente. Las reformas de Özal también apuntaban a responder
al "desafío interno del conflicto étnico-nacional con los separatistas kurdos liderados por el PKK (Partido de los
Trabajadores del Kurdistán).

Surgieron nuevos conflictos con el colapso de la Unión Soviética y el fin de la bipolaridad, como la guerra de Bosnia, el
conflicto de Macedonia, la guerra de Kosovo y el conflicto entre Armenia y Azerbaiyán. A medida que estos conflictos
agitaron las conexiones históricas y culturales entre Turquía y las poblaciones musulmanas de estas regiones, Turquía se
convirtió en parte de estos conflictos en paralelo al activismo extranjero "neo-otomano". La nueva orientación de la
política exterior de Turquía hacia los nuevos estados emergentes no se debió solo a la "idealidad" cultural y vínculos
históricos, pero también se debió a intereses económicos. Al final de la guerra fría, los esfuerzos de Armenia para
obtener el reconocimiento internacional del supuesto genocidio de su gente durante la Primera Guerra Mundial, que
Turquía rechazó, aumentaron durante este período.

Turquía redescubrió su identidad como país musulmán y volvió a apreciar su pasado histórico y sus vínculos culturales y
religiosos, que habían sido suprimidos bajo el secularismo desde 1924. Sin embargo, la multiplicación y expansión de las
relaciones de Turquía no tuvo como objetivo cambiar la orientación occidental de Turquía. Özal revivió el interés de
Turquía en la integración europea, ya que esto se consideró crítico para su posterior desarrollo como economía y como
democracia

Turquía, sin desviarse de su orientación occidental, buscó nuevos roles en el mundo islámico y en Asia Central como un
país inspirador. Después de la muerte de Özal en 1993, Turquía fue gobernada por gobiernos de coalición más débiles y
el ejército ejerció una influencia más fuerte en su política exterior hasta 2002. Las relaciones de Turquía con Oriente
Medio se limitaron a mejorar las relaciones económicas y evitaron la participación en los conflictos y la política de
Oriente Medio. Además, la política exterior turca se vio afectada por las políticas de los Estados Unidos hacia la región.
Özal estaba ansioso por desempeñar un papel importante en la coalición liderada por los Estados Unidos contra Irak, ya
que veía oportunidades para el papel activo de Turquía en la región; pero fue limitado por los militares. Desempeñó un
papel activo al presionar fuertemente a Siria para que detuviera su apoyo al PKK. Las relaciones Turquía-Israelíes,
durante la segunda mitad de la década de 1990, bajo la influencia del ejército y con la presión de los Estados Unidos,
avanzaron en términos de cooperación militar. Las relaciones Turquía-Irán continuaron con un grado de cooperación
económica en el 1990s. Los intereses económicos mutuos también hicieron crecer las relaciones entre Rusia y Turquía
con rapidez. A medida que la política exterior de Turquía en la década de 1990 se volvió diversa y multifacética, Turquía
necesitaba y, en algunos casos, se vio obligada a tratar con sus vecinos.

Enfoque de Política Exterior de la Parte Rectora

Desde 2002, bajo el gobierno del Partido Justicia y Desarrollo (AKP), la política exterior de Turquía gradualmente se
volvió más activa y geográficamente más generalizada. La política exterior turca evolucionó de una política centrada en
la seguridad de los años de la Guerra Fría a un enfoque proactivo multidimensional.

Durante el mandato del AKP, Turquía siguió buscando ser miembro de la UE junto con convertirse en un miembro
importante de la OTAN. Sin embargo, los responsables de la política exterior enfatizaron cada vez más la posición
geopolítica de Turquía como una ubicación en medio de las regiones de los Balcanes, el Cáucaso y Medio Oriente y como
un centro de tránsito para una transferencia de energía crítica desde Asia Central / Cáucaso / Medio Oriente y Europa, y
comenzó a proyectar Turquía "como una potencia regional importante con ambiciones de ser un actor y un poder
global". Como resultado del aumento del activismo de la política exterior en una vasta área, Turquía "asumió el cargo de
secretario general de la Organización de la Conferencia Islámica (OIC), con estatus de observador en la Liga Árabe, se
unió al grupo G-20 de la las economías más grandes del mundo, ocuparon un asiento no permanente en el Consejo de
Seguridad de la ONU, nombraron un Secretario General Adjunto de la OTAN y un Secretario General de la Organización
para la Cooperación y el Desarrollo de la Seguridad (OCDE), y buscaron asientos en el Fondo Monetario Internacional
(FMI) y juntas ejecutivas del Banco Mundial.

Una vez más, durante este período, Turquía ha logrado reducir las tensiones con sus vecinos a través del acercamiento
político y económico pragmático con Siria, Irán y Rusia, y al evitar la rivalidad geopolítica. Además, Turquía inició nuevos
esfuerzos diplomáticos y ofreció mediación para resolver los conflictos entre Siria, Israel e Israel y Palestina hasta 2009,
después de lo cual las relaciones entre Turquía y Israel se deterioraron.

Todos estos cambios en la política exterior de Turquía se produjeron con el surgimiento del AKP después de la crisis
financiera de Turquía en2001. El recién fundado AKP, bajo el liderazgo de un ex alcalde de Estambul, Recep Tayyip
Erdoğan, fue apoyado principalmente por grupos liberales y conservadores como una alternativa al Partido Popular
Republicano que cuenta con el apoyo de grupos kemalistas, laicos y estatistas.

Sin embargo, el AKP capitalizó su creciente apoyo público a sus nuevas y ambiciosas políticas internas y externas. El
actual ministro de relaciones exteriores de Turquía, Ahmed Davutoğlu, ha sido el arquitecto intelectual de la nueva
orientación de la política exterior de Turquía. Durante su mandato académico, articuló su visión de la política exterior en
un libro llamado Profundidad estratégica, la posición internacional de Turquía. El gobierno del AKP ha adoptado
gradualmente esta visión y, a partir de 2007, la visión de Davutoğlu se convirtió en la principal guía de política exterior
de Turquía. La doctrina de Davutoğlu es diferente del neotomanismo de varias maneras. Davutoğlu piensa, desde una
perspectiva pragmática, que Turquía perdió muchas oportunidades debido a la fijación ideológica de los kemalistas en
Europa y la desconexión del mundo islámico y el pasado otomano. Davutoğlu se centró en la importancia estratégica del
mundo musulmán y la necesidad de que Turquía vuelva a comprometerse en este frente en particular. Dicho esto,
también subrayó la importancia de los vínculos geográficos e históricos de Turquía con los vecinos cristianos como
Grecia y Bulgaria.

Aunque la política regional de Turquía es más autónoma, los Estados Unidos y Turquía también tienen objetivos
comunes en las regiones, como se analizará más adelante.

La estructura estatal autoritaria de Turquía se ha ido erosionando a medida que las estructuras sociales, económicas y
políticas se han ido transformando del control estatal hacia el pluralismo desde las reformas económicas y políticas
liberales de Özal. Varios nuevos actores de la sociedad civil ingresaron al sistema político. La orientación de Turquía pasó
gradualmente de la confrontación a la participación, un cambio que fue posible gracias a la disminución de la influencia
de los militares turcos en la formulación de la política exterior y de seguridad y que fue muy favorecida por el desarrollo
de la relación con la UE. Una Turquía más democrática se hizo más aceptada, influyente y atractiva en su vecindario
también.

Además, a medida que la economía turca creció y se hizo más abierta, surgió una gran cantidad de nuevos actores
económicos (élites de Anatolia) con intereses comerciales en expansión fuera de las fronteras de Turquía, que
favorecieron la política exterior multirregional activa de Turquía que protege sus intereses. A ellos les gustó la imagen de
Turquía como un "promotor de la estabilidad regional". Estos comerciantes y empresarios vieron "la vecindad de
Turquía como un mercado”.

Los factores económicos también hicieron que la política exterior turca fuera más pragmática y menos ideológica. Como
resultado de la globalización, la distinción entre política exterior y política interna es cada vez más borrosa. AKP utilizó la
política exterior como una herramienta para derrotar a sus rivales. La política exterior proactiva de AKP y su identidad
islámica conservadora contribuyeron a sus éxitos electorales posteriores en 2002, 2007 y 2011.

Fuentes externas de la nueva orientación de Turquía

Turquía, debido a su posición geopolítica, como una potencia de nivel medio, utilizando sus vínculos históricos y
culturales, puede desempeñar un papel importante en la política internacional a través de una política exterior activa. La
posición de "país ala" de Turquía en el concepto estratégico de la OTAN también cambió a medida que la misión y el
área de actividad de la OTAN se expandieron hasta Afganistán. Turquía ya no es un país de ala y no puede ser un país
periférico y marginal de la UE, la OTAN o Asia. Debido a su posición geopolítica y la "profundidad estratégica", Turquía
enfrenta presiones para asumir roles importantes en las crisis regionales del Cáucaso, los Balcanes y el Medio Oriente.

La doctrina de la "profundidad estratégica" y los principios operativos

La doctrina de la "profundidad estratégica" de Davutoğlu enfatiza la ubicación geoestratégica de Turquía, sus recursos
económicos y humanos, y sus vínculos culturales fomentados por la historia compartida con el Oriente Medio, los
Balcanes, el Cáucaso y Asia Central.

Turquía necesita redescubrir su identidad histórica y geográfica y reevaluar su posición en la configuración regional y
global. Con su ubicación en la intersección de Europa, Asia y África, o en medio del "cinturón de Rimland" que va del
Mediterráneo al Pacífico, tiene una ubicación muy estratégica. Su cuenca marítima está formada por el Mar Negro, el
Mediterráneo oriental y se extiende hasta los mares del Caspio y el Golfo Pérsico. Davutoğlu considera que Turquía, con
su ubicación geopolítica óptima, es capaz de conducir una política exterior activa en varias regiones simultáneamente.
Aunque el pensamiento estratégico de Davutoğlu gira en torno a la ubicación geopolítica de Turquía, "se complementa
con elementos liberales, como el poder suave, la resolución de conflictos y la promoción de soluciones “ganar-ganar”".
Turquía podría, con sus vínculos culturales e históricos con las regiones circundantes, especialmente en el espacio
geopolítico otomano, y con su potencial de "poder blando", como sus instituciones democráticas y la creciente
economía de mercado, seguir una política exterior activa para promover la paz y la estabilidad. En otras palabras,
Turquía, como actor central, no debe contentarse con un papel regional, sino que debe desempeñar un papel de
liderazgo en varias regiones y darse cuenta de su importancia estratégica global.

La política exterior en la práctica

Turquía ha seguido una política exterior multidimensional y proactiva. Volvió a comprometerse con la región de Medio
Oriente, en particular, Irán, Siria y los Estados del Golfo; Desarrolló buenas relaciones en los Balcanes, estableció
relaciones con Asia Central que comenzaron durante el mandato de Özal. Paralelamente al activismo en política exterior,
las relaciones comerciales de Turquía se han expandido a nivel mundial, las escuelas turcas se han generalizado en todo
el mundo y las series y películas turcas se han hecho populares, difundiendo la cultura turca contemporánea que fue
recreada desde el establecimiento de la república a través de la adopción y la mezcla de las prácticas occidentales.

Cuando el AKP llegó al poder en 2002, enfrentó tres de los principales problemas internacionales que más ocuparon la
política exterior turca durante los primeros años del gobierno. Fueron la participación de los EE. UU en Irak y su
posterior ocupación, la pertenencia de Turquía a la UE y el renovado esfuerzo del Secretario General de la ONU, Kofi
Annan, para resolver el problema de Chipre.

Los Estados Unidos dieron la bienvenida al poder del AKP y su política exterior activa. Después del 9/11, Washington
colocó a Turquía en un lugar destacado de su agenda. Sin embargo, la relación entre los dos países se enfrió cuando el
parlamento turco con miembros de la mayoría del AKP rechazó la solicitud de los EE.UU para poner en escena su
invasión iraquí en 2003. La decisión del parlamento turco fue criticada por la oposición y los Estados Unidos. Pero,
demostró a los vecinos y al mundo que Turquía podría y actuaría de manera independiente. Esto no fue un giro lejos de
los EE.UU o el Oeste ya que Turquía permitió que la Base Aérea de Incirlik fuera utilizada por aviones de combate
estadounidenses durante la ocupación de Irak por los Estados Unidos, y aún valora sus vínculos con la OTAN. La base
aérea de Incirlik es uno de los símbolos de la importancia geoestratégica de Turquía para los EE. UU.

En 1999, Turquía obtuvo el estatus de candidato a la UE en la Cumbre de Helsinki. El gobierno del AKP durante su
segundo mandato después de las elecciones de 2007 también continuó con reformas para acercar a Turquía al acervo de
la UE, pero en una fase relativamente más lenta. El presidente francés, Nicolas Sarkozy rechazó la membresía de
Turquía, la canciller alemana, Angela Merkel, parecía estar a favor de una "relación especial" turca en lugar de la
membresía plena. Además, la admisión de la UE de la República de Chipre como miembro de pleno derecho unas pocas
semanas después del rechazo de los grecochipriotas al Plan de Annan en 2004 también creó ambivalencia con respecto
al avance del proceso en Turquía.

A pesar del rechazo de algunos líderes europeos a Turquía como europeo, Turquía sigue siendo importante para la UE
por su potencial para ser un país de tránsito de energía para proporcionar una mayor seguridad energética. El gobierno
turco sigue comprometido con la membresía de la UE: El gobierno también realizó avances significativos en áreas críticas
para la UE, como el respeto de las minorías, un proceso de apertura democrático integral hacia los kurdos y el intento de
normalizar las relaciones con Armenia.

Históricamente, Turquía y Rusia han sido rivales y estuvieron en diferentes bloques durante los años de la Guerra Fría.
Sin embargo, a pesar de algunos problemas, Turquía es importante para Rusia en términos de su control sobre el
Estrecho, su posición geopolítica en el Medio Oriente y su potencial para ser un gran mercado para Rusia. Rusia es
importante para Turquía, debido a su poder militar con grandes arsenales de armas, incluidos los nucleares, sus recursos
naturales y su tecnología avanzada en algunas áreas. A medida que las relaciones mejoraron, Rusia se convirtió en el
segundo mayor socio comercial de Turquía, el principal proveedor de gas natural y petróleo. Recientemente, Turquía y
Rusia han firmado un acuerdo para construir la primera central nuclear de Turquía.
Turquía ha incrementado su presencia diplomática y sus relaciones con los países de África y América Latina también. La
importancia de África en el comercio exterior de Turquía ha aumentado rápidamente. A medida que crecía la influencia
de América Latina, especialmente la de Brasil en la política y la economía mundial, Turquía buscó el apoyo de Brasil en su
mediación entre Irán y las potencias occidentales.

Cambio de política exterior hacia Oriente Medio

Hasta el final de la Guerra Fría, Turquía estaba al margen del Medio Oriente y no tenía relaciones autónomas con la
región. En la década de 1990, las relaciones económicas de Turquía se desarrollaron selectivamente con unos pocos
países vecinos. Solo durante las últimas décadas, especialmente durante el segundo mandato del AKP, Turquía con una
nueva visión de la política exterior extendió sus relaciones a todo Oriente Medio y Norte de África.

El activismo regional de Turquía incluyó esfuerzos para la mediación entre la alianza occidental e Irán en el programa de
enriquecimiento nuclear iraní. Turquía también buscó relaciones económicas más estrechas con Irán, que es uno de los
grandes proveedores de energía de Turquía, junto con Rusia. También medió con éxito las negociaciones de paz entre
Israel y Siria. El gobierno turco también ofreció sus "buenos oficios" en los conflictos entre Afganistán y Pakistán. Las
relaciones de Turquía con Irak y Siria mejoraron. Turquía también se acercó al Gobierno Regional del de Irak, con el cual
las relaciones a menudo se alteraron debido a la presencia del PKK. Con Siria, se realizó un ejercicio militar conjunto.
Antes de la llegada de la Primavera Árabe, Turquía ya tenía una zona de libre comercio con Siria.

Junto con la mejora de las relaciones políticas, las relaciones económicas y comerciales de Turquía crecieron con la
región. Turquía se propuso encontrar soluciones a los problemas regionales mediante la reducción de las tensiones y la
mediación, y mediante la creación de relaciones más sólidas con sus vecinos inmediatos. Turquía aplica una política
basada en el statu quo y la integridad territorial en la región. También apunta a un enfoque equilibrado entre todas las
partes involucradas.

Las relaciones turco-israelíes se fortalecieron en la década de 1990, especialmente en el área de la cooperación militar,
seguida por la cooperación económica. Estas relaciones ayudaron a Turquía a presionar a Siria para que suspenda su
apoyo al PKK. El gobierno del AKP también tuvo buenas relaciones con Israel, medió entre Siria e Israel. Los mediadores
turcos sintieron que estaban a punto de lograr un acuerdo de paz entre Israel y Siria pero la guerra de Gaza resultó ser
un punto de inflexión en las relaciones de Turquía con Israel.

En enero de 2009, Erdogan criticó las acciones de Israel en la guerra y salió de la reunión en el Foro Económico Mundial
en Davos. Fue una fuerte señal de un cambio en la política exterior de Turquía a favor de la causa palestina a costa del
deterioro de las relaciones de los israelíes turcos. Las relaciones turco-israelíes empeoraron con la conocida "crisis de
Mavi Marmara (o Flotilla)" que tuvo lugar el 31 de mayo de 2010. Los funcionarios turcos condenaron a Israel por llevar
a cabo el "terrorismo de estado" y las relaciones bilaterales turco-israelíes se redujeron al punto más bajo de la historia.
Israel afirmó que actuó en defensa propia y criticó al organizador de la flotilla, un grupo caritativo turco conocido como
IHH, por ser un frente para los yihadistas globales. Turquía negó la acusación y pidió una disculpa pública de Israel.

Hay otras razones para el deterioro de las relaciones turco-israelíes. Las relaciones estratégicas entre Israel y Turquía
solo fueron apoyadas por un segmento muy pequeño de la población. La oposición a Israel ha aumentado el apoyo
interno de Erdoğan y la popularidad de Turquía en el mundo árabe y ha contribuido a mejorar las relaciones con la
región MENA. Israel, sin embargo, se ha disculpado recientemente con Turquía, aceptando compensar a las familias de
las víctimas de la flotilla y aliviar el embargo que impuso a Gaza.

Las relaciones de Turquía con Irán y Siria se fortalecieron paralelamente a las relaciones más frías de Turquía con Israel
antes de la Primavera Árabe. Después de la ocupación estadounidense de Irak en 2003, Turquía, Irán y Siria
compartieron nuevas percepciones de seguridad e intereses superpuestos. Además, en la era posterior a la Guerra Fría,
la importancia de Irán como proveedor de energía de Turquía ha aumentado. Turquía depende en gran medida del gas
iraní junto con el gas ruso, e Irán es un mercado para muchos productos turcos. Además, algunas compañías turcas
están involucradas en el desarrollo de yacimientos de hidrocarburos iraníes. Turquía teme que cualquier conflicto que
involucre a Irán pueda extenderse ampliamente y afectar los intereses regionales de Turquía. Por lo tanto, es importante
para Turquía que la disputa entre Irán y la alianza occidental sobre el programa nuclear iraní se resuelva pacíficamente.

Turquía asumió un papel de mediación clave y se distanció de los Estados Unidos y la postura de la UE. Erdoğan criticó a
menudo el doble estándar occidental con respecto a la proliferación nuclear en el Medio Oriente. En 2010, Turquía junto
con Brasil se esforzaron por negociar un acuerdo sobre el tema del enriquecimiento de uranio en Irán. En mayo de 2010,
Turquía y Brasil pudieron convencer a Irán sobre el intercambio de combustible nuclear de bajo enriquecimiento y tres
ministros extranjeros firmaron un acuerdo en Teherán

Mientras los Estados Unidos se preparaban para salir de Irak, Turquía intentó desarrollar buenas relaciones tanto con el
gobierno federal de Bagdad como con el Gobierno Regional del Kurdistán (KRG). Por lo tanto, Turquía cambió su política
hacia el KRG en el norte de Irak desde la contención hasta el compromiso, y reconoció la legitimidad del KRG como una
entidad federal dentro de Irak.

Turquía y el KRG acordaron en principio construir tuberías que permitan al KRG exportar petróleo y gas a través de
Turquía. Por lo tanto, el KRG ya no dependerá de las tuberías controladas por Bagdad. Este acuerdo, sin embargo,
enfureció al gobierno de Bagdad, que trata de tener más control sobre los contratos de exploración y desarrollo que los
kurdos están negociando con empresas del petróleo internacional. Las relaciones de Turquía con Bagdad se deterioraron
a medida que mejoraban las relaciones con el GRK.

Desde principios de la década de 1990, Turquía ha sido sugerida como un "modelo" para la democratización y el
desarrollo económico en los Estados Unidos y en otros lugares de vez en cuando. Sin embargo, no estaba muy claro lo
que implicaba el modelo turco. ¿Fue una modernización kemalista de arriba hacia abajo, que marginó el papel del islam
y la tradición, o fue más bien una experiencia de democratización de la era posterior, que ha incorporado valores
islámicos y conservadores desde la década de 1990? El AKP pudo comprometerse con los valores seculares y
occidentales mientras mantenía valores islámicos conservadores. Así demostró que una cosmovisión conservadora
islámica y valores democráticos podrían ser compatibles. A pesar de que Turquía no fue emulada como modelo, el
modelo AKP inspiró a muchos en Medio Oriente. El rechazo de Turquía a la solicitud de Estados Unidos en 2003 le han
ganado un creciente respeto en el mundo árabe. Además, Turquía y España, entablaron un diálogo entre el "Oeste" y el
"mundo islámico.

Una política exterior multidireccional no "a la deriva"

Algunos argumentaron que Turquía, bajo el gobierno del AKP, siguió una política exterior multidireccional, proactiva en
múltiples frentes. El aumento de las relaciones de Turquía con MENA coincide con la desaceleración de las relaciones
con la UE.

La primavera árabe y Turquía - La respuesta de Turquía a la primavera árabe

¿Turquía inspiró la primavera árabe? No, pero como vimos anteriormente, el gobierno del AKP demostró que puedes ser
musulmán, laico y democrático. Además, la exitosa economía de libre mercado de Turquía junto con su democracia son
un ejemplo. Por lo tanto, algunos movimientos islamistas políticos emularon al AKP en la región y muchos árabes han
buscado inspiración en Turquía. Por supuesto, una talla no se ajusta a todas. Cada país árabe que experimentó la
primavera árabe tiene condiciones históricas, socioculturales y políticas distintivas.
¿Cómo percibió Turquía la primavera árabe? La primavera árabe sorprendió a las naciones, y Turquía tampoco estaba
preparada para ello. Antes del inicio de la Primavera árabe, Turquía se llevaba bien con los regímenes autoritarios de
Túnez, Libia, Egipto y Siria. Cuando comenzaron las protestas en Túnez, el gobierno turco tenía una reunión especial del
Gabinete, y tomaron una decisión estratégica. En esa Reunión, decidieron apoyar al pueblo árabe.

Medio Oriente se está normalizando mediante el ajuste al entorno de la posguerra fría. El impacto de la Guerra Fría en la
región creó anormalidades, los países se dividieron y el tipo de gobierno soviético gobernó la región. El gobierno turco
encontró los levantamientos justificados y en la dirección correcta, así como irreversible. Por lo tanto, Turquía, como
muchos otros países, se puso del lado de las calles en contra de los regímenes autoritarios desde el principio.

Cuando el gobierno se puso del lado de la calle, su política de "cero problemas con los vecinos" se detuvo
temporalmente hasta el cambio de régimen. Esta posición estuvo de acuerdo con el punto de vista de la política exterior
turca de promover el cambio democrático en el país y en el extranjero, junto con la difusión del "poder blando" en toda
la región. La Primavera árabe le dio a Turquía una oportunidad única para promover regímenes democráticos y
estabilidad.

A Turquía le fue relativamente menos costoso para apoyar las oposiciones en Túnez, Egipto o Yemen. Pero cuando las
revoluciones árabes se extendieron a Libia y Siria, Turquía se mostró cautelosa, debido a los vínculos económicos con
Libia, y mejoró las relaciones con Siria. Los imperativos económicos para mantener buenas relaciones eran claros y, por
lo tanto, a Erdogan le resultaba difícil cortar los lazos con Muammar al-Gadafi de manera abrupta. Turquía primero
alentó a Gadafi a tomar medidas hacia las reformas y se opuso a la intervención internacional.

La posición de Turquía parecía extraña cuando la Liga Árabe aprobó una zona de exclusión aérea para evitar el uso del
poder aéreo por parte de Gadafi. Ankara finalmente cambió su posición en mayo de 2011 y acordó apoyar la
intervención de la OTAN en Libia, después de la evacuación de los ciudadanos turcos de Libia. El 3 de mayo, Erdoğan
declaró ante una reunión de periodistas en Estambul que Turquía "desea que el líder de Libia renuncie de inmediato y
salga de Libia de inmediato por su propio bien y por el futuro de su país".

Turquía y la crisis siria

Turquía desarrolló una estrecha relación con Siria, que duró hasta que los levantamientos de la Primavera Árabe
llegaron a Siria. A medida que crecían los lazos económicos y políticos, Turquía también medió entre Israel y Siria para el
regreso de los Altos del Golán a Siria. Bashar Assad visitó Ankara, marcando la primera visita en 57 años a Turquía de un
jefe de estado sirio. Las relaciones de Turquía con Siria también se desarrollaron a pesar de la oposición y las críticas de
EE. UU.

Antes del inicio de la primavera árabe, Siria fue una historia de éxito modelo para la doctrina y práctica de la política
exterior del AKP. Las relaciones entre Turquía y Siria parecían ser sólidas. Cuando comenzó la primavera árabe, Turquía
deseaba fuertemente un cambio pacífico en Siria sin alterar su mejora en las relaciones. Por lo tanto, el gobierno turco
presionó por primera vez a Assad para iniciar reformas políticas integrales y satisfacer las demandas de la oposición. Sin
embargo, Assad ignoró las repetidas advertencias del gobierno turco y continuó utilizando la violencia contra los
manifestantes civiles en lugar de seguir el camino de la reforma y el cambio. En la primavera y el verano de 2011, la
violencia aumentó y, en junio, Erdogan declaró que Turquía no puede seguir apoyando a Siria bajo estas condiciones.

Turquía también trató de negociar un acuerdo entre Assad y la oposición. Como el compromiso fracasó, Turquía cambió
su apoyo a la oposición. Como resultado, las relaciones se deterioraron rápidamente con el gobierno de Assad. El
derribo por parte de Siria del avión militar de Turquía y los disparos de cañones transfronterizos desde Siria al
enfrentarse las fuerzas sirias y los combatientes del Ejército Libre de Siria, han aumentado las tensiones entre el
gobierno de Assad y Turquía. Desde entonces, Siria ha ocupado un lugar central en los cálculos nacionales y regionales
de Turquía.

A medida que la guerra interna siria continuó, los refugiados llegaron a los países vecinos, incluida Turquía, y cientos de
civiles murieron diariamente. Además, Siria se convirtió en un área de rivalidad geopolítica. Turquía, Arabia Saudita,
Qatar y Jordania han trabajado para el cambio de régimen y han apoyado a la oposición; mientras que Irán, Rusia, Irak y
el Líbano apoyaron a Assad. Con el apoyo internacional junto con el apoyo doméstico considerable, Assad ha podido
mantenerse, perpetuando la crisis. Rusia también ha sido un importante partidario de Assad, y China estuvo de acuerdo
con Rusia en este asunto. Vladimir Putin se ha estado oponiendo a cualquier posibilidad de usar la fuerza para derrocar
al régimen sirio.Rusia vetó las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU que implicaban una intervención en
Siria. Rusia también tiene un interés considerable en Siria, incluida una base militar, y relaciones económicas y militares
con el régimen. Perdió a la mayoría de sus aliados en la región y no quiere perder a Siria.

La crisis perturbó las relaciones de Turquía con Irán y Rusia. Sin embargo las relaciones turco-rusas, con más de 30 mil
millones de dólares en comercio, han mejorado enormemente desde el final de la Guerra Fría. Del mismo modo, las
relaciones económicas de Turquía con Irán también han crecido. Rusia e Irán han sido los mayores proveedores de
petróleo y gas natural de Turquía y la construcción, el turismo y el transporte también han sido sectores importantes.
Como resultado, los fuertes lazos económicos han impedido que estos países deterioren las relaciones mejoradas
debido a la crisis siria. La visita del presidente Putin a Turquía el 3 de diciembre de 2012 mostró que Rusia valoraba sus
vínculos económicos con Turquía más que sus vínculos con el régimen de Assad.

Aunque Turquía quería que esta crisis se resolviera lo antes posible, una solución inmediata a la crisis no ha sido posible
sin la cooperación internacional y una solución de compromiso aceptable para todas las partes involucradas.
Washington quería excluir a Irán para buscar una solución a la crisis siria, pero ha sido difícil resolver la crisis sin incluir a
todos los actores clave que tienen influencia en Siria. Cualquier solución internacional también requeriría la cooperación
de Rusia. Sin embargo, ha sido difícil persuadir tanto a Irán como a Rusia por una solución aceptable para todas las
partes. Como la comunidad internacional no pudo ponerse de acuerdo sobre una solución para la crisis, creó un desafío
mayor para el enfoque de la política exterior de Turquía en la región y se convirtió en una prueba para la doctrina de
Davutoğlu.

Conclusiones

La Primavera Árabe no modificó la política exterior activa y multidireccional del AKP basada en la doctrina de
profundidad estratégica y el uso de los poderes blandos de Turquía derivados de su ubicación geopolítica, sus vínculos
culturales e históricos, sus potenciales económicos y sus instituciones democráticas. Sin embargo, la forma en que se
implementa esta política en la región MENA ha cambiado.

Antes del inicio de la Primavera árabe, los "problemas cero con los vecinos" eran una prioridad para la política de
Oriente Medio de Turquía y, por lo tanto, Turquía se abstuvo de presionar con fuerza a la democracia y los derechos
humanos. Turquía pudo llevarse bien con Assad, Gadafi y Mubarak. Sin embargo, después de que el gobierno hizo su
elección del lado de las demandas legítimas de los levantamientos de la Primavera Árabe, Turquía se ha vuelto más
abierta al criticar a los regímenes opresivos y promover el cambio democrático en la región. Turquía juzgó que el cambio
provocado por la Primavera Árabe era inevitable, y dio apoyo a quienes exigían la democratización a pesar de los costos
económicos a corto plazo. Turquía quería acelerar la transformación de la región con la visión de que expandiría su papel
como actor económico y político en el nuevo Medio Oriente emergente. Excluyendo el caso sirio, las relaciones de
Turquía con los países afectados por la Primavera Árabe, de hecho, han aumentado significativamente.

Turquía continúa profundizando sus lazos con los líderes recién elegidos de la región, así como con los diferentes actores
políticos y el pueblo. No solo las relaciones de gobierno a gobierno, sino también las relaciones de la sociedad civil entre
Turquía y la región han ido creciendo. Durante el período del AKP, la participación de los países árabes en las
exportaciones de Turquía aumentó significativamente. Si bien las políticas del AKP hacia la región no son ideológicas,
sino que se basan en los intereses mutuos de Turquía con los países regionales, los lazos culturales e históricos comunes,
así como los valores islámicos, crean una afinidad entre Turquía y la región.

El éxito de AKP en Turquía continúa inspirando a la gente y a los nuevos gobiernos de la región. Turquía, como potencia
de nivel medio, con su economía más grande y de más rápido crecimiento, continuará desempeñando un papel
importante en el tratamiento de problemas y desarrollos regionales. Sin embargo, el caso sirio ha demostrado ser el
problema más difícil de manejar para Turquía. Primero, la crisis de Libia y luego la crisis siria mostraron los límites de la
política exterior autónoma de Ankara y su enfoque de "poder blando" hacia la región. Estas crisis demostraron a Turquía
que no puede resolverlas solo con políticas autónomas, sin el apoyo de los Estados Unidos y la OTAN.

Sin embargo, profundizar las relaciones con el Medio Oriente no cambiará los vínculos de Turquía con Occidente.
Turquía continuará anclada a Occidente y continuará buscando relaciones sólidas con los Estados Unidos y la UE, así
como aferrándose a la cuerda de la OTAN en el futuro previsible. Como argumenta Davutoğlu, la OTAN sigue siendo el
ancla de Turquía y la UE sigue siendo su "elección estratégica e histórica".

PILLAR, P. (2013) El rol de villano: Irán y la Política Exterior de Estados Unidos

La República Islámica de Irán se ha convertido, en dos sentidos, en una preocupación extraordinaria para los Estados
Unidos. Un sentido es que Irán es, en una proporción sorprendentemente grande, el tema de discurso sobre la política
exterior de los Estados Unidos. Los expertos y políticos estadounidenses mencionan repetidamente a Irán, por lo general
con referencia a su programa nuclear, como una de las mayores amenazas de Estados Unidos. El Congreso de los
Estados Unidos ha gastado mucho tiempo en tales expresiones y en imponer con votos sanciones económicas cada vez
más amplias a Irán. Las referencias frecuentes y evidentemente serias son referidas a lanzar un ataque militar contra
Irán, a pesar de que tal ataque- un acto de agresión-, probablemente significaría una guerra con altos costos y daño a los
intereses de los Estados Unidos y probablemente estimularía el desarrollo mismo de un arma nuclear iraní que
aparentemente estaría diseñada para impedirlo.

El otro sentido de esta preocupación es que está separado del alcance real de cualquier amenaza que Irán represente
para los intereses de EE. UU. La República Islámica, como una cuestión de capacidades así como de intenciones, no pone
en peligro a aquellos intereses en un grado que corresponda al intenso enfoque que Irán recibe en el debate
estadounidense. Las principales fuentes de preocupación, en cambio, se encuentran en la historia, la política y las
maneras tradicionales de EEUU de percibir a sus adversarios.

UN PELIGRO EXAGERADO

Una de las indicaciones más obvias de la desconexión entre la retórica y realidad sobre este tema (y específicamente
sobre la preocupación central de una temida arma nuclear iraní) es que el régimen iraní, según la evaluación de la
comunidad de inteligencia yankee, ni siquiera ha decidido construir tal arma.

Los iraníes están interesados en las armas nucleares, y parte de su trabajo anterior desmiente sus afirmaciones públicas
de que sólo los propósitos no-militares han entrado en el pensamiento sobre su programa nuclear. Tienen buenas
razones, sin embargo, no haber decidido cruzar el umbral de armas nucleares. La perspectiva de llegar a acuerdos
económicos y políticamente beneficiosos con Occidente es una razón para nunca construir una bomba. Por el contrario,
si las hostilidades armadas parecen más probables, esto sería un incentivo para tratar de desarrollar un arma nuclear,
debido a su presunto valor disuasorio. Las evaluaciones occidentales anteriores han sobreestimado cómo rápidamente
Irán podría ser capaz de construir un arma nuclear. Un misil iraní con rango intercontinental ahora parece viable por lo
menos dentro de varios años, si alguna vez se materializa.
Las presunciones, más que el análisis, han caracterizado el discurso estadounidense sobre las consecuencias si Irán
adquiriera un arma nuclear. Se da por sentado ampliamente que el advenimiento de un poder nuclear iraní agravaría la
inestabilidad, o aún peor, en Medio Oriente. Pocos han desafiado este consenso. El consenso, sin embargo, se basa en
poco más que intuición, aumentada por imágenes estereotipadas del liderazgo iraní. Parte de la creencia de que un
arma nuclear iraní sería una calamidad se basa en la idea de que los líderes iraníes son radicales y conducidos
religiosamente que no piensan como los líderes occidentales y que no puede ser disuadido incluso por represalias
severas contra su país. El problema con este punto de vista es que simplemente no concuerda con el comportamiento
que los líderes iraníes han mostrado durante las más de tres décadas de existencia de la República Islámica. Los iraníes
han demostrado repetidamente que responden a desafíos y oportunidades extranjeras con las mismas consideraciones
de costos y beneficios y del impacto en los intereses de su régimen como otros los líderes lo hacen. Esto ha sido cierto
incluso en asuntos relacionados con el comportamiento iraní que violó el derecho internacional o era objetable para
Occidente (ejemplo de esto en pág. 213)

Incluso muchos comentaristas que rechazan la imagen de mulás (los ayatolás en este caso –son los líderes del clero chií)
irracionales iraníes suscriben a otra idea sobre por qué un arma nuclear iraní supuestamente haría que la situación
política y de seguridad en Medio Oriente empeore notablemente. Esta parte, que suena más sofisticada que la hipótesis
sobre los mulás locos, sostiene que incluso si Irán nunca detonó un arma nuclear, la mera posesión de uno lo haría
permitir que intimide a otros Estados y de otra manera dar su peso de maneras peligrosas. Intuitivamente, esto parece
tener sentido.

Pasando de la intuición al análisis, sin embargo, esta parte de la sabiduría convencional también se cae. La posesión de
armas nucleares puede hacer diferencia en las relaciones internacionales sólo en la medida en que la posibilidad de que
al ser utilizadas de alguna manera está en el pensamiento de los que toman las decisiones. Si nadie cree que esa es una
posibilidad, las armas son simplemente un adorno muy caro.

Las armas nucleares, dados sus asombrosos efectos, son buenas para disuadir. Este papel disuasorio es casi seguro la
razón principal de cualquier interés que los líderes iraníes tienen en el desarrollo de armas nucleares. Pero la genialidad
de las armas las hace demasiado directas y como un instrumento para lograr mucho más.

Algunas consideraciones similares se aplican a los argumentos frecuentemente repetidos de que un arma nuclear iraní
podría envalentonar a Hamas o al Hezbollah libanés emprender sus propias formas de aventurerismo. Tales argumentos
exageran la estrechez de las relaciones entre Irán y estos dos actores. Sunni Hamas nunca fue cliente de la Irán chiita,
aunque con escaso apoyo de otros lugares, ha aceptado algo de ayuda iraní. Hezbollah era en gran medida el cliente de
Irán y sigue siendo su aliado, pero el poder y la posición que ha logrado en el Líbano han reducido en gran medida su
dependencia de Irán. Cualquier disuasión actualmente aplicada a Hamas y a Hezbollah no tiene que ver con la situación
estratégica de Irán. En cambio se refiere a la confrontación convencional de los grupos con Israel y los costos políticos
internos de esos países. En cualquier caso, no es creíble que Irán asumiera riesgos extremadamente grandes para sí
mismo de la escalada nuclear en nombre de alguna travesura de Hamas o Hezbollah.

¿Qué intentos ha habido de ofrecer un análisis que respalde la idea de que un arma nuclear iraní es esencialmente
peligrosa? Tales intentos están cargados con la peor de las especulaciones sobre lo que Irán "podría" hacer con armas
nucleares en la región, sin explicar exactamente cómo las armas nucleares marcarían la diferencia o cómo Irán podría
hacer creíble una amenaza para escalar hacia una guerra nuclear. Los análisis que sugieren que la guerra con Irán sería
menos costosa y peligrosa que la existencia de un arma nuclear iraní son propensos a la auto-contradicción. Otra
variedad de auto-contradicción- es argumentar que un arma nuclear iraní podría ser más costosa que una guerra porque
la existencia del arma generaría temores de guerra (que, a su vez, afectaría negativamente al mercado del petróleo).
Las expresiones de preocupación sobre un arma nuclear iraní a menudo también postulan que la introducción de esta
arma desencadenaría una cascada de proliferación de las armas nucleares en Medio Oriente. Como con otros presuntos
efectos de una bomba iraní, la imagen de una cascada de proliferación simplemente se sostiene como una suposición, La
suposición no tiene en cuenta cómo, desde que el presidente John F. Kennedy habló sobre la posibilidad de que 15 o 20
naciones posean armas nucleares a mediados de la década de 1970, la proliferación nuclear real ha quedado muy por
detrás de las proyecciones al respecto. La suposición tampoco explica por qué el desarrollo de armas nucleares por parte
de Israel no desencadenó una respuesta por cualquiera de los varios Estados de Medio Oriente que consideran a Israel
como adversario. Lo más importante, examen minucioso tanto de las capacidades y motivaciones de la más prolífica
proliferación del Medio Oriente -particularmente Egipto, Arabia Saudita y Turquía- indica que es poco probable que la
bomba iraní conduzca a alguno de ellos a cruzar el umbral que hasta ahora se han abstenido de cruzar. Incluso si alguno
de los Estados tenía la capacidad de construir un arma nuclear, las repercusiones negativas sobre hacerlo
(especialmente incluyendo posibles daños a sus relaciones con los Estados Unidos) serían un importante desincentivo.

Dando un paso atrás en la fijación del programa nuclear de Irán, uno tiene que preguntarse cómo la única superpotencia
de principios del siglo XXI podría llegar a ver este estado a lo largo del Golfo Pérsico como una amenaza supuestamente
inmensa. Irán, incluso antes del daño infligido por las rondas de sanciones más recientes, ha sido una nación de nivel
medio con numerosos problemas internos, una economía de base estrecha que depende de las exportaciones de
petróleo, y casi ninguna capacidad de proyectar el poder a distancia. Las estimaciones del gasto militar iraní son
inciertas, pero por lo general se ubica entre 1 y 1.5% del gasto de defensa de EE. UU., además de ser solo una quinta
parte de los gastos militares por los jeques del otro lado del Golfo Pérsico.

LAS RAÍCES DE LA DEMONIZACIÓN

Por lo tanto, los orígenes de la actual actitud estadounidense hacia Irán no se encuentran principalmente en cualquier
amenaza real que Irán plantee hoy a los intereses de EE. UU. Eso plantea la pregunta de qué es lo que explica la enorme
atención y alarmismo centrada en este tema. La respuesta a esa pregunta comienza con la forma histórica
estadounidense de mirar a los adversarios extranjeros. A su vez, se complementa con el bagaje histórico del pasado
disfuncional y la relación plagada de conflicto entre los Estados Unidos y la República Islámica. Otro ingrediente
importante es la posición del gobierno de Israel, que, debido a la función poco común que juegan los asuntos
relacionados con Israel en las políticas americanas, ha hecho mucho para dar forma a la política y al discurso de los
Estados Unidos sobre Irán.

Pensamiento estadounidense sobre los enemigos

La forma en que los estadounidenses ven a los adversarios extranjeros hoy está enraizada en la historia de las relaciones
pasadas de su país con el mundo exterior. No tener la misma experiencia que, por ejemplo, los europeos, quienes han
tenido un contacto continuo e inevitable con muchos vecinos que tienen diversos intereses en conflicto y paralelos, las
actitudes yankees están desproporcionadamente moldeadas por los grandes conflictos en los que Estados Unidos ha
cruzado el océano para enfrentarse a enemigos considerados lo suficientemente terribles y amenazantes como para
justificar tales expediciones. La mayoría de los estadounidenses pensaron, y todavía piensan, de los conflictos
moralmente como luchas claras entre fuerzas buenas y malas, incluso si, al igual que con las guerras mundiales, en
realidad fueron asuntos multilaterales con variedades de intereses dentro de coaliciones de guerra. En resumen, los
estadounidenses tienen una forma profundamente maniquea de ver su interacción con el mundo exterior y su
confrontación con adversarios extranjeros. La perspectiva maniquea conduce a la demonización de lo más destacado de
esos adversarios. Ellos son vistos no solo como aquellos que tienen intereses que entran en conflicto con los de los
Estados Unidos, sino como genuinamente malvados.
Una vez que los Estados Unidos se enzarzaron en un conflicto con cualquier adversario, especialmente si la guerra es al
menos una posibilidad, otros incentivos acentúan la demonización. Obtener respaldo popular para una guerra costosa (u
otra costosa confrontación como la Guerra Fría) es más factible cuando el enemigo se percibe como el mal, en lugar de
ser simplemente el otro lado de un conflicto de intereses. Este aspecto de obtener apoyo popular se ve reforzado por la
autoimagen estadounidense como un pueblo amante de la paz que va a la guerra sólo en respuesta a la agresión de otra
persona.

Los estadounidenses necesitan un villano extranjero. Esta necesidad es materia de psicología pública y, por eso, también
una cuestión de políticas. Osama bin Laden y su Al Qaeda han sido, por supuesto, enemigos prominentes en la década
pasada. Pero un grupo terrorista nunca puede cumplir el mismo rol que un estado, y ahora Bin Laden también se fue.
Muy adecuado en varios aspectos para desempeñar el papel actual de villano es ese otro Estado en el Golfo Pérsico con
recursos petroleros y políticas radicales: Irán.

Las actuales actitudes estadounidenses hacia Irán ilustran varias consecuencias que comúnmente fluyen de la
demonización de un adversario extranjero. Una es la falta de inclinación a ver cualquier base razonable para las acciones
del adversario, o al menos una base que sea compatible con las propias necesidades o intereses. Otra es la tendencia a
subestimar cuánto de lo que el régimen en el otro lado puede tener un apoyo más amplio en su propia población. Sin
embargo, otra tendencia es ver las ambiciones de la otra parte como más negativas y lejanas de lo que realmente son.
Relacionado con esto, se subestima la voluntad de otro lado de comprometerse.

Bagaje histórico

La historia de las relaciones de Irán con los Estados Unidos ha sentado las bases para la actitud estadounidense
profundamente antagónica actual hacia la República Islámica. El punto de vista americano de la República Islámica iba a
ser inicialmente negativa debido a la visión agudamente crítica de los Estados Unidos que Khomeini y sus seguidores (los
revolucionarios) expresaron y porque derrocaron a un régimen que había sido un aliado importante de Washington. En
la década de 1970, los Estados Unidos habían llegado a confiar en el Sha de Irán, un comprador abundante de armas
hechas en los Estados Unidos, como protector de la estabilidad y de los intereses estadounidenses en el Golfo Pérsico.
Incluso este aspecto de la historia no fue suficiente para predecir que la relación se volvería intensamente antagónica
como fue más tarde. Además, la visión dominante acerca del derrocamiento de Shah –dinastía Pahlavi- (1979), sin
embargo, fue un revés impactante para los intereses estadounidenses en la región.

La experiencia que hizo más que nada para “colorear” durante décadas las actitudes estadounidenses hacia la República
Islámica de Irán fue la toma de posesión de la embajada de Estados Unidos en Teherán en noviembre de 1979 y la toma
de rehenes de 52 estadounidenses durante 444 días, hasta el día en que Carter dejó el cargo. La perpetuación del drama
durante más de un año impartió un notable grado de conciencia pública y de familiaridad con la historia. Como un acto
de terrorismo contra los estadounidenses, la toma de la embajada y su personal identificó a Irán en la conciencia
estadounidense como el número Estado terrorista número uno en el mundo. Ese status se consolidó aún más en los
próximos años por el terrorismo a manos del Hezbollah libanés. Los estadounidenses fueron víctimas de nuevo, incluso
en el bombardeo del cuartel de los marines en Beirut en 1983 (que fue el ataque terrorista más mortal contra
ciudadanos estadounidenses hasta el 11 de septiembre de 2001).

El “terrorismo” internacional iraní más tarde desapareció cuando Teherán se esforzó por mejorar sus relaciones con los
europeos y se dio cuenta de que la supervivencia de la revolución iraní no dependió del fomento de revoluciones
similares en los Estados cercanos. En cualquier caso, el pasado la historia sigue siendo más importante en la
configuración de las actitudes estadounidenses sobre Irán que los patrones actuales de patrocinar el terrorismo.

La etiqueta del estado architerrorista es razón suficiente para que la mayoría de los estadounidenses tengan una visión
firmemente arraigada de Irán como un enemigo implacable. Un agregado dimensión, sin embargo, que juega
directamente en la preocupación con el programa nuclear iraní es la fusión del terrorismo, tanto en temores populares
como en la retórica política, con la proliferación de armas no convencionales (o armas de destrucción masiva)

La mirada agresiva de la administración de George W. Bush de la guerra de Iraq dependía de conectar repetidamente el
terrorismo y la proliferación de armas, con el Presidente borrando retóricamente cualquier distinción entre los dos en su
discurso del "eje del mal".

Junto a la historia del conflicto y la confrontación entre Washington y Teherán. Entre ellos la historia está exigua de
compromisos.

Sospechas y quejas iraníes

El impacto negativo de la historia de las relaciones entre Estados Unidos e Irán en las actitudes yankees sobre Irán se
han amplificado por la resonancia que se encuentra en algunas actitudes iraníes similares sobre los Estados Unidos. La
similitud comienza con la necesidad psicológica y política de un villano extranjero, que es al menos tan fuerte para el
régimen revolucionario en Teherán como lo es para los Estados Unidos. Más específicamente, esta es una necesidad
política para los partidarios de la línea dura que han venido para dominar el régimen, han obtenido apoyo de la imagen
que tienen como guardianes contra las amenazas extranjeras, y utilizan las percepciones populares de aquellas
amenazas como una distracción de la economía y de otras dificultades. La historia de las relaciones entre Estados
Unidos e Irán hace de Estados Unidos el archi-enemigo iraní. Un episodio particularmente destacado para los iraníes es
el golpe que derrocó en 1953 al primer ministro populista (y elegido democráticamente), Mohammad Mosaddegh, y fue
diseñado en parte por los Estados Unidos en cooperación con Gran Bretaña. Los iraníes vieron al golpe como un
indicador de hostilidad de los Estados Unidos hacia Irán y una tendencia estadounidense a pisotear los derechos de los
iraníes.

La subsiguiente relación de los Estados Unidos con Shah Mohammad Reza Pahlavi, cuyo poder fue reafirmado con el
derrocamiento de Mosaddegh, es ptra parte de la historia que ha puesto a Estados Unidos en una situación desfavorable
a la luz de los ojos iraníes. Como el patrocinador extranjero más importante del régimen de Shah, Estados Unidos
compartió el oprobio generado por los excesos del régimen. Uno de los eventos más traumáticos para una generación
de iraníes es la Guerra Irán-Iraq de 1980-1988, que comenzó con una invasión iraquí de Irán y en el que murieron
cientos de miles de iraníes. Esto, también formó lasas percepciones iraníes de los Estados Unidos debido a una
inclinación de los Estados Unidos a favor de Irak, que no se deshizo en ojos iraníes por la posterior invasión
estadounidense de Iraq y derrocamiento de Saddam Hussein. El apoyo de los Estados Unidos a Iraq durante la guerra
contra Irán incluía armas, entrenamiento, apoyo diplomático, etc. También durante los últimos meses de la guerra, un
buque de guerra estadounidense derribó un avión comercial iraní civil, matando a las 290 personas a bordo. El tiroteo
fue un error por parte de una tripulación naval pensando que era bajo ataque, pero hasta el día de hoy, el gobierno iraní
declara que el el derribo del avión fue intencional.

A pesar de la base histórica para que los iraníes perciban la hostilidad de los Estados Unidos y para sentir hostilidad a
cambio, el liderazgo iraní evidentemente vio una oportunidad para mejorar la relación después de los ataques
terroristas del 11 de septiembre que el líder supremo iraní, Ayatollah Ali Khomeini, condenó públicamente.

En Afganistán, los funcionarios de ambos países trabajaron juntos de manera efectiva en la intervención de un nuevo
orden político bajo el Presidente Hamid Karzai. A su vez funcionarios yankees admitieron que los iraníes fueron útiles en
ese esfuerzo. Pareció que a fines del 2001 y principios de 200 EEUU e Irán estaban moviendo su relación a un camino
menos antagónico. En ese entonces el presidente George W. Bush declaró el "eje del mal" e identificó a Irán como uno
de los puntos del eje. Para los iraníes, esto fue un shock en respuesta a su cooperación posterior al 11 de septiembre.
Siendo puesto en la mismo categoría como su antiguo enemigo Saddam Hussein solo empeoró el estado de shock. El
liderazgo iraní todavía no se dio por vencido con la idea de una mejora de la relación con Washington cuando se propuso
una negocación de las diferencias sobresalientes entre ambos trasmitida por Suiza, pero que Bush rechazó. Por lo tanto
las relaciones entre ambos países fueron congeladas.

En la época de Obama, la relación entre ambos países quedó encerrada en un círculo vicioso de percepciones de
reforzamiento mutuo de la hostilidad, que sigue prevaleciendo hasta el día hoy.

La influencia de Israel

Si bien las evaluaciones acerca del tamaño del arsenal nuclear de Israel varían un poco, una estimación típica postula
una reserva de 75-200 armas acompañadas por una variedad de sistemas de entrega modernos, una capacidad muy
superior a cualquier cosa que Irán pueda esperar lograr en el futuro previsible. Además, el jefe del servicio de
inteligencia israelí Mossad negó la afirmación frecuentemente escuchada de que un arma nuclear iraní representaría
una amenaza existencial para Israel. Por otro lado, el gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu también tiene
otros motivos para continuar su agitación sobre el tema. Naturalmente, le gustaría mantener el monopolio regional de
armas nucleares de Israel. El tema de Irán también sirve como una distracción del conflicto inestable entre israelíes y
palestinos. El gobierno israelí y sus partidarios habitualmente responden a cualquier planteamiento del problema
palestino o la construcción de asentamientos israelíes en territorio ocupado declarando que Irán es la mayor amenaza
para la paz y la estabilidad en la región y donde la comunidad internacional debería dirigir su atención.

Finalmente, cualquier acercamiento entre Irán y los Estados Unidos debilitaría el reclamo de Israel de ser el único socio
confiable de Washington en Medio Oriente. En los Estados Unidos, el problema de Irán se ha convertido en gran parte
en un problema de Israel y una forma para que los políticos yankees demuestren apoyo a Israel. Israel mismo ha
figurado prominentemente como destructivo en la retórica iraní. Esto ha sido especialmente cierto para Mahmoud
Ahmadinejad, presidente iraní desde 2005 hasta 2013, quien descubrió que criticar a Israel era un fructífero tema en la
política nacional. La retórica de Ahmadinejad ha sido tomada los Estados Unidos como confirmación de los peores
supuestos sobre las intenciones de Irán, a pesar de que el presidente iraní no es el más importante tomador de
decisiones en el régimen de política exterior o asuntos nucleares.

STULTIFICATION OF POLICY

En la encuesta más reciente del Consejo de Chicago sobre Asuntos globales de las actitudes estadounidenses sobre la
política exterior, el 67% de los encuestados respondió que el programa nuclear de Irán era una "amenaza crítica para
intereses vitales de los Estados Unidos”. Una de las consecuencias específicas de este entorno es la desconfianza propia
de la poca diplomacia que existe entre Washington y Teherán, que no han tenido relaciones diplomáticas normales
desde la crisis de los rehenes, hace más de tres décadas. La transición de George W. Bush a Barack Obama despertó la
posibilidad de una diplomacia revivida, pero todo quedó en la nada.

Otra consecuencia es la manera inútil en que han sido manejadas las sanciones, especialmente por el Congreso de los
Estados Unidos. Ostensiblemente, el propósito de la mayoría de las sanciones es inducir a Irán a hacer concesiones con
respecto a su programa nuclear, pero en la práctica, en su lugar, han jugado un rol político diferente: como un medio
para que los políticos estadounidenses demuestren su dureza a Irán (y su apoyo a Israel).

El uso de sanciones como palanca para obtener concesiones en la mesa de negociaciones requiere que se utilicen de
manera flexible. Es tan importante para el otro lado creer que el alivio de las sanciones será el resultado de concesiones
como así también que la falta de concesiones no significará ningún alivio. El uso de sanciones como un dispositivo para
posturas políticas o como una forma esperada de acelerar el cambio de régimen, en cambio, implica que la presión de
las sanciones debería ser inflexible e implacable (este último enfoque es el que ha prevalecido). Los iraníes no han
tenido ninguna razón para creer que recibirían un alivio significativo de las sanciones a cambio de concesiones, y por lo
tanto, han carecido de un incentivo para conceder.
Un patrón similarmente inútil ha caracterizado las amenazas de utilizar la fuerza militar. Un posible ataque militar contra
Irán fue discutido originalmente como alternativa a una solución negociada como una forma de prevenir un arma
nuclear iraní. La amenaza de la fuerza armada, sin embargo, probablemente haya impedido en lugar de ayudar a
alcanzar un acuerdo.

Tales amenazas también estimulan, en lugar de disminuir, el interés iraní en armas nucleares debido a su presunto valor
como un elemento de disuasión contra los principales ataques extranjeros. Cuanto más que alivianar la amenaza de un
ataque militar hace que un ataque parezca probable, mayor será el interés iraní en desarrollar armas nucleares y menos
dispuestos estarán a hacer concesiones.

Los iraníes no tienen que mirar muy lejos para ver una amplia evidencia, incluida en la retórica política estadounidense,
a favor de la proposición de que el principal objetivo de los Estados Unidos con respecto a Irán es el cambio de régimen.
Y no tienen que mirar hacia el pasado para ver un uso reciente de los Estados Unidos de la participación de la fuerza
militar en la intervención en Libia, que derrocó a un régimen de Medio Oriente después de haber llegado a un acuerdo
con los Estados Unidos para renunciar a toda su capacidad nuclear y a otros programas de armas no convencionales.

A pesar de todas estas consideraciones, las amenazas continúan, no solo en el discurso estadounidense, sino en la
posición oficial de la administración Obama que habla de todas las opciones sobre la mesa. Ellos continúan también
porque el apoyo a las amenazas militares, como el apoyo a las sanciones, sirve a los políticos la función de demostrar
firmeza en Irán y respaldo para Israel, y para algunos, tratando de apaciguar al gobierno israelí lo suficiente como para
disuadirlo de lanzar su propio ataque.

POSIBILIDADES DIPLOMÁTICAS

Los lineamientos de un acuerdo alcanzable entre Irán y el P5 + 1 han sido evidentes por algún tiempo. Incluirían la
restricción de enriquecimiento de uranio a Irán a los niveles más bajos, e incluso entonces en cantidades
correspondientes a usos pacíficos legítimos. La producción iraní de uranio medio enriquecido (20 por ciento) cesaría, con
las existentes transferidas fuera del país. A cambio, la mayoría de las sanciones serían eliminadas e Irán se garantizará un
suministro de suficiente uranio enriquecido en un 20 por ciento para alimentar el reactor de investigación que lo usa
como combustible. Tal fórmula sería coherente con la insistencia de Irán de que su programa nuclear es completamente
para fines pacíficos.

Los impedimentos políticos a tal acuerdo persisten en ambos lados pero son no insuperables. Si tal acuerdo se logra, sin
embargo, cada una de las partes se aseguraría sus objetivos declarados más importantes. Para los Estados Unidos y sus
socios P5 + 1, las restricciones al programa de Irán lo impedirían la construcción un arma nuclear sin mayor dificultad y
conspicuas violaciones del acuerdo darían una amplia advertencia mucho antes la construcción real de tal arma. Para
Irán, el acuerdo otorgaría respeto y aceptación de su programa nuclear y finalmente obtener alivio de las sanciones
económicamente debilitantes.

Un acuerdo nuclear abriría la puerta a una mejor relación general que podría traer otros beneficios a los Estados Unidos
en última instancia, más importante que el problema nuclear en sí mismo. Una reducción de tensión con Teherán
permitiría una postura militar estadounidense más relajada y menos costosa en el Golfo Pérsico, que actualmente está
dirigido abrumadoramente a Irán. Ahí también sería un potencial de cooperación positiva con Irán, que, aunque débil en
la proyección de poder a distancia, tiene influencia que debe tenerse en cuenta más cerca de sus propias fronteras. Un
lugar con tal potencial es Afganistán, donde los intereses paralelos de Estados Unidos e Irán que subyacen a la
cooperación hace más de una década todavía están presentes. Otro lugar es Irak, donde Irán está ahora la influencia
extranjera dominante y donde la violencia e inestabilidad sin fin no sirve ni a los intereses estadounidenses ni a los
iraníes.
BASKAN, Birol (2016). Making Sense of Turkey’s Foreign Policy- Clashing Identities and Interests. En: Muslim World.
Vol. 106 (1), p. 141-154.

Este artículo busca abordar la siguiente pregunta. ¿La política exterior de Turquía se ha vuelto más sectaria después de
la Primavera Árabe? En un nivel superficial de discurso, las declaraciones públicas teñidas de fervor sectario podrían
sugerir que sí.

Pero este documento afirma que las cosas son más complicadas. El artículo argumenta además que, contrariamente a la
sabiduría común y percibida, los antecedentes islamistas de los responsables de la política exterior en Ankara podrían no
haber contribuido a lo que puede parecer un resultado sectario en la retórica y la acción. Consideremos primero si la
política exterior de Turquía realmente se ha vuelto sectario a raíz de las rebeliones árabes.

A lo largo de la década de 2000, Turquía mantuvo una equidistancia entre Arabia Saudita e Irán, mientras se producía
una rivalidad entre los dos últimos, una rivalidad que algunos describieron como "la Nueva Guerra Fría Árabe". Turquía
desarrolló relaciones económicas con ambos estados.

En mayo de 2005, Turquía y el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), de los que Arabia Saudita es miembro, firmaron
un Memorando de Entendimiento en Manama, Bahrein, para apoyar la cooperación económica, alentar el intercambio
de conocimientos técnicos e información, mejorar las relaciones económicas e iniciar negociaciones para establecer
zonas de libre comercio.2 El volumen de comercio de Turquía con la Arabia Saudita aumentó, pasando de $ 0.6b en 2002
a $ 3.5b en 2010. Pero el volumen comercial de Turquía con Irán aumentó aún más, pasando de $ 1.2b en 2002 a $ 10.6
b en 2010.

En el mismo período, Turquía también desarrolló relaciones políticas con Irán. Las buenas relaciones de Turquía con Irán
se hicieron más evidentes en su enfoque del programa nuclear de Irán. Esto se planteó como solución diplomática y
pacífica a la crisis. Con este fin, Turquía, con Brasil, promovió un acuerdo de intercambio nuclear y, de hecho, persuadió
a Irán a aceptarlo en 2010. El ministro turco de Asuntos Exteriores, Ahmet Davutoglu, declaró explícitamente después de
la firma del acuerdo: "El acuerdo de intercambio muestra que Teherán quiere abrir un camino constructivo. No hay más
terreno para nuevas sanciones y presiones".

Dos semanas más tarde, Turquía, para entonces un miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, votó
en contra de una resolución que imponía sanciones adicionales a Irán y por lo tanto corría el riesgo de perjudicar sus
relaciones con Estados Unidos, Arabia Saudita y otros Estados árabes por Irán.

Las relaciones políticas de Turquía con Arabia Saudita también mejoraron en la década de 2000. Un hito histórico en las
relaciones, el CCG declaró a Turquía socio estratégico en septiembre de 2008. Las partes también establecieron un
mecanismo de consulta sobre cuestiones políticas, económicas, de defensa, de seguridad y culturales. Según este
mecanismo, los ministros de Asuntos Exteriores de Turquía y del CCG celebrarían una reunión anual. La primera reunión
de este tipo se celebró en Estambul en julio de 2009, en la que Turquía y el CCG decidieron mejorar la cooperación en
una amplia gama de ámbitos, desde economía hasta antiterrorismo. .

Al evitar con éxito el atrapamiento en la rivalidad entre Arabia Saudita e Irán, Turquía también ha pulido su imagen y,
como dice Gon Tol, directora de Estudios Turcos en el Middle East Institute, fue "elogiada como un actor no sectario
mediando conflictos regionales a través de su acceso a varios actores desde Irán a Israel, Hamas a Fatah”. Sin embargo,
esta imagen ha sido seriamente perjudicada desde el comienzo de la crisis siria.

Críticas a Turquía
El apoyo activo de Turquía a la oposición siria de mayoría suní en lo que se ha convertido en una guerra civil en gran
parte sectaria ha proyectado a Turquía como un poder sunita con una agenda regional sectaria, haciéndola parecer
menos imparcial y llevando a una caída de su influencia regional.

Turquía "está exacerbando las luchas sectarias de Siria, en lugar de contribuir a una solución pacífica y pluralista". Como
tal, Turquía surgió como parte del problema en Siria al patrocinar la causa sunita y no mostró simpatía por los temores
de los alauitas del país, cristianos y minorías kurdas.

Semih Idiz también acusó a Turquía de perseguir una agenda sectaria en Siria e incluso llegó a describir el cambio en la
política exterior de Turquía como nada más que como una "sunnificación de la política exterior turca".

A primera vista, realmente se ve así. El régimen de Assad en Siria ha sido un importante aliado de Irán y Hezbolá, ambos
chiítas, y, como sostiene la opinión general, los alauitas han dominado, lo que puede considerarse una rama dentro de
los hilos hetereodoxos del chiismo. Turquía, por otro lado, se alió con Arabia Saudita y Qatar, ambos sunitas, para
derrocar al régimen de Assad y ha apoyado a una oposición compuesta por grupos predominantemente sunitas.
Turquía, por lo tanto, parecía haber perdido su neutralidad entre Arabia Saudita e Irán que había mantenido
cuidadosamente a lo largo de la década de 2000 y se colocó firmemente en el bloque sunita liderado por Arabia Saudita.

Sin embargo, esta imagen es incompleta, si no errónea. Durante el mismo período, Turquía ha trabajado para derrocar al
régimen de Assad. También mantuvo sus relaciones económicas y políticas con Irán. Por ejemplo, el volumen comercial
aumentó entre los dos países desde 2010 hasta 2014, pasando de $ 10.6b en 2010 a $ 13.7b en 2014. Las cifras entre
dos años son aún más interesantes. El volumen comercial entre los dos países se situó en $ 16.7b en 2011 y $ 21.8b en
2012. Luego, el volumen disminuyó a $ 14.5b en 2013. En otras palabras, en el mismo momento, Turquía e Irán estaban
dividiendo sus caminos en Siria, el comercio el volumen entre los dos estaba rompiendo un récord.

A su vez, exportando alrededor de 200 toneladas de oro a Irán, Turquía ayudó a Irán: "Debido a que las sanciones
aislaron a Irán del sistema bancario internacional, el comercio de oro fue una forma de que Irán repatriara las ganancias
del petróleo y gas vendidas a India, Turquía y otros compradores importantes". En otras palabras, durante el mismo
período Turquía estaba apoyando a la oposición contra el régimen de Assad, estaba ayudando a Irán, el principal
respaldo del régimen de Assad a eludir las sanciones.

En resumen, la afirmación de que la política exterior de Turquía se ha vuelto sectaria después de la Primavera Árabe se
basa en una imagen incompleta.

Medio social y sectarismo de Turquía

Turquía fue gobernada por el Partido de Justicia y Desarrollo (PDJ) desde noviembre 2002 a junio de 2015. Fue este
partido el que estableció la enigmática política exterior de Turquía hacia Siria e Irán. El partido provenía de la tradición
del Islam político en Turquía; el entorno en el que se formó la élite del partido actual era definitivamente sectario.
Todavía conserva prejuicios arraigados, si no odio absoluto, contra los alauitas en Turquía.

Basta decir que fueron en gran medida producto de políticas estatales discriminatorias, que al menos comenzaron en el
siglo XVI cuando el Imperio Otomano sunita compitió con el Imperio Shia Safavid por la supremacía sobre el Medio
Oriente.

Cuando el gobierno del JDP anunció que nombraría el tercer puente en construcción sobre el Bósforo después de Selim
el Sombrío, los alawitas reaccionaron con dureza y emotividad, sacando a relucir las masacres que dicho sultán cometió
contra sus antepasados. Incluso la moderna República de Turquía, con todos sus pregonados reclamos de laicismo,
desde su establecimiento en adelante persiguieron una política discriminatoria hacia los alauíes. Una de las peores
masacres alauitas desde el siglo XVI de hecho ocurrió bajo la República, una operación militar en una ciudad dominada
por alauitas, por entonces Dersim, ahora Tunceli, matando a miles de alawitas. Las reformas secularizadoras de la
República también afectaron a los alauíes. Visto desde una perspectiva histórica a largo plazo, las reformas realmente
completaron un proceso, un proceso que ha "sunnificado" completamente el estado.

Visto desde una perspectiva histórica a largo plazo, las reformas realmente completaron un proceso, un proceso que ha
"sunnificado" completamente el estado. Ese proceso ya había comenzado ya en el siglo XVI. Pero, no fue un proceso
lineal. La República completó este proceso. Si bien el estado se hizo cargo de todas las mezquitas sunitas en Turquía y
puso su personal en la nómina estatal, no extendió el mismo patrocinio a los alauíes. Erdogan mismo expresó tal
sentimiento. Hablando de otro grupo religioso sunita, el movimiento Gulen, Erdogan dijo una vez, "estas personas
tienen tres características principales. Practican taqiyya [disimulo sancionado por la religión], mienten, difaman. Como
resultado, están involucrados en la sedición, la malicia. Están muy por delante de los chiítas. Los chiítas no pueden
competir con ellos".

Seguro que Turquía ha adoptado una fuerte posición anti-Assad después de la Primavera Árabe. Pero, antes de la
Primavera Árabe, las relaciones entre Turquía y Siria también habían mejorado considerablemente bajo el mismo
liderazgo. Turquía y Siria firmaron un acuerdo de libre comercio en 2006, se cancelaron mutuamente los requisitos de
visado en 2009 y la ira de Israel emprendió maniobras militares conjuntas en el mismo año.

Poco antes de que estallaran las protestas en Siria, Turquía y Siria acordaron que el ejército turco entrenaría al ejército
sirio. La discusión anterior sugiere dos conclusiones. Primero, el factor sectario no funciona todo el tiempo. Para ser más
específico, el factor sectario no había estado en funcionamiento antes de la Primavera Árabe. La Primavera Árabe lo
activó, pero solo contra Siria, no contra Irán.

En otras palabras, hay otros factores, cuya presencia inhibe o libera el factor sectario. Las preocupaciones de seguridad
nacional, los intereses estratégicos, políticos y económicos definitivamente desempeñan papeles críticos, los detalles de
los cuales pueden estudiarse caso por caso. La misma observación también es válida para explicar las cambiantes
relaciones de Turquía con Irán y Siria desde la década de 1990 hasta la de 2000.

Enfoque del sectarismo

Me gustaría plantear un problema con el enfoque instrumentalista del sectarismo, según el cual cualquier influencia que
el factor sectario pueda tener en la política exterior de un país es espuria. El sectarismo, de acuerdo con esta línea de
razonamiento, es realmente un instrumento, una herramienta que los estados emplean para servir a sus intereses.

F. Gregory Gause III, por ejemplo, comparte esta opinión. Él sostiene que hay una "guerra fría" en curso en Medio
Oriente entre Irán y Arabia Saudita. Es decir, "estos dos actores principales no se enfrentan entre sí militarmente; más
bien, su lucha por la influencia se desarrolla en los sistemas políticos nacionales de los estados débiles de la región.
"Arabia Saudita e Irán están en "un juego de equilibrio de poder" y "usan el sectarismo en ese juego". Pero sus
identidades sectarias no vinculan ellos tampoco porque "ambos han cruzado la línea de falla sectaria en la búsqueda de
aliados regionales".

Sin embargo, Gause III también tiene cuidado de señalar que Arabia Saudita e Irán pueden jugar este juego debido a" el
arco de debilidad estatal y el fracaso estatal que va del Líbano a través de Siria a Irak ", lo que realmente "explica la
prominencia actual del sectarismo".
Mehran Kamrava también adopta el mismo enfoque. En respuesta a una pregunta de la entrevista, "¿ves un conflicto
sectario en la región?", Kamrava respondió: "Veo un conflicto estratégico en la región, un conflicto de poder entre los
diferentes actores regionales. Y creo que el caos que ha estado presente en Oriente Medio desde 2011 ha brindado una
oportunidad perfecta para que compitan estos actores regionales. Este conflicto estratégico a veces asume un sabor
sectario. Pero la raíz de esto no es sectaria".

Este es un enfoque demasiado simplista, que trata el sectarismo como un instrumento para ser agarrado y abandonado
a voluntad. El sectarismo es más bien una identidad, que afecta la forma en que uno ve e interpreta el mundo. Más allá
del sectarismo hay muchas otras fallas igualmente polémicas, como secular versus no secular, literalistas versus
interpretivistas, modernistas versus tradicionalistas, espiritistas versus racionalistas. Algunos de estos pueden no ser
realmente relevantes por una u otra razón en la comprensión de las políticas exteriores de los estados musulmanes en la
actualidad.

El Islam político no se puede reducir a una fórmula simple. Pero, cuando se trata de relaciones interestatales, su
prescripción es bastante directa. Sostiene que los musulmanes son una nación, pero superficialmente dividida en
identidades étnico-étnicas. Los musulmanes deberían aspirar a ir más allá de lo que los divide y trabajar para formar un
frente unido contra el mundo. Por lo tanto, los islamistas políticos tienden a restar importancia a la división entre suníes
y chiitas entre los musulmanes y aspiran a superarla. Los islamistas políticos de Turquía han estado especialmente
interesados en restar importancia a la división entre sunitas y chiítas.

Como lo ilustra la figura anterior, mientras que Turquía e Irán son apartados en la dimensión sectaria, no están en la
dimensión política del Islam. Mientras que Turquía y Arabia Saudita divergen en la dimensión del Islam político, no lo
hacen en la dimensión sectaria. Turquía y Siria, sin embargo, están separadas en ambas dimensiones. No sugiero que
haya correspondencia uno-a-uno entre políticas e identidades. Como dije, las identidades definen y redefinen acciones /
políticas y, a su vez, las definen y redefinen. No son anteriores, sino que están integrados en acciones y políticas. Lo que
sugiero en cambio es que algunas otras dimensiones de la identidad religiosa podrían superar la dimensión sectaria y
aliviar su impacto.

El mundo alrededor de Davutoglu

La modernización otomana/republicana dislocó a Turquía de esa posición central y la colocó en la periferia de otra
civilización, la civilización occidental. El lugar de Turquía en el sistema internacional fue, en otras palabras, el resultado
de una decisión conscientemente tomada, una decisión tomada por las elites kemalistas alejadas de su propio pueblo y
culturas. El subtítulo de su libro más famoso, Stratejik Derinlik (Profundidad estratégica), fue revelador: "El lugar
internacional de Turquía". En este libro, Davutoglu cuestionó la posición periférica de Turquía y pidió una reubicación.
Turquía fue el heredero del gran Imperio Otomano, el epítome de la Civilización Islámica. Turquía podría reclamar el
lugar que le corresponde en la política internacional al reevaluar su "identidad". Davutoglu no exigió un desapego total
de Occidente. Por el contrario, consideraba los vínculos de Turquía con Occidente como un activo, uno que podría
ayudar a Turquía a desempeñar un papel central entre la civilización occidental y la islámica.

Según Davutoglu, hubo un costo adicional de modernización otomana / republicana: en su curso, Turquía se separó del
Medio Oriente. No solo Turquía, sino también todos los países del Medio Oriente habían pasado por un proceso de
distanciamiento entre ellos mismos y entre sí. Davutoglu expresó estos puntos de vista después de la Primavera Árabe
entró en erupción a finales de 2011. "¿Ha llegado el futuro?", Preguntó Davutoglu y respondió con antelación. "Sí, el
futuro ha llegado. De hecho, el futuro se retrasó ". Antes de explicar el futuro que había llegado, Davutoglu primero
intentó dar sentido al presente.
Los desarrollos en el Medio Oriente, o la Primavera Árabe, en la vista de Davutoglu, eran normales. Parecían
desarrollarse espontáneamente, pero no lo estaban. Eran "reflejos naturales del flujo natural de la historia". La región,
afirmaba Davutoglu, necesitaba un cambio porque había pasado por "dos anormalidades en el siglo pasado". La primera
fue el colonialismo y la otra la Guerra Fría. Estas dos anormalidades dividieron artificialmente a los pueblos de Medio
Oriente. Davutoglu explicó: "La primera anormalidad, el colonialismo, en los años 1930, 40 y 50, dividió la región en
entidades coloniales y separó los vínculos naturales entre tribus y comunidades". La segunda anormalidad, la Guerra
Fría, "dividió aún más a los países e hizo ellos enemigos como miembros de diferentes bloques. "Los países que vivieron
juntos durante siglos se convirtieron en enemigos entre sí, como Turquía y Siria. Estábamos en la OTAN. Siria era pro-
soviética. Nuestra frontera no se convirtió en el límite de dos estados nación, sino en el límite de dos bloques ".
Davutoglu creía que con la Primavera Árabe surgió la oportunidad. Ha llegado el momento "de naturalizar el flujo de la
historia". Esto sucedería, o la historia se naturalizaría, afirmaba Davutoglu, reconectando "sociedades, comunidades,
tribus, etnias, sectas en nuestra región". Esta era la tarea que recaía sobre el generación presente Si esto se hizo,
entonces la región iba a tener un sentido de destino común. Y ese era el futuro En palabras de Davutoglu, "el pasado era
la anormalidad. El cambio actual es un flujo natural de la historia y nuestro futuro es nuestro sentido de destino común.
Todos nosotros, tenemos el destino común".

En 100 años, reiteró Davutoglu, el colonialismo, la guerra fría, las fronteras artificiales y los estados nacionales,
dividieron a los pueblos de la región. Ahora, la región estaba en busca de una integración y una restauración interna.
Para lograr esto, afirmó Davutoglu, las fronteras artificiales que dividen la región deben deshacerse y toda la región se
convirtió en un gran mercado económico común. "Respetaremos las fronteras", dijo Davutoglu, "pero no permitirá que
ninguna frontera que nos rodea se convierta en un muro". También creía que con la Primavera Árabe este objetivo se
hizo factible porque llevó al poder a gobiernos cuya legitimidad se derivó de las personas.

El punto de mi mirada en la cosmovisión de Ahmet Davutoglu no se debe perder. Tal como él lo ve, los musulmanes
tienen problemas realmente graves y enfrentan serios desafíos, problemas y desafíos impuestos por el sistema
internacional dominado por Occidente. Para superarlos, Davutoglu señala como una solución la estrecha cooperación,
sino una unificación total, entre los estados de Medio Oriente. Habiendo hecho eso, Davutoglu no puede, y no
menciona, las diferencias sectarias o de otra índole que dividen a los musulmanes. Su enfoque civilizador, incluso en el
sentido de abrazar y reconocer las contribuciones de todas las sectas, escuelas de teología y jurisprudencias de la
Civilización Islámica, también resta importancia a cualquier diferencia sectaria o de otro tipo que divida a los
musulmanes.

Conclusiones

Esto es lo que dice este documento. El islamismo político no es sectario, al menos, no todo el tiempo. No sugiero, sin
embargo, que el Islam político sea una ideología muy tolerante. A fin de fortalecer la unidad de los musulmanes, sin
duda resta importancia a los viejos marcadores de identidad. Pero, el Islam político también crea nuevos marcadores de
identidad. Especialmente, las ideologías seculares, como las importaciones de Occidente, a menudo sirven para crear al
otro. Incluso otras interpretaciones no políticas del Islam podrían, según el contexto, ser blanco del Islam político. En
opinión del Islam político, estas ideologías seculares y no seculares dividen a la comunidad de musulmanes, la Ummah,
en su interior y, por lo tanto, representan una seria amenaza. Los alauitas, por ejemplo, continúan atrayendo la ira del
JDP no simplemente porque son de una secta diferente, sino porque se cree que han adoptado una ideología secular. La
visión del Islam político del nacionalismo étnico es similar. Artificialmente divide la Ummah, por lo tanto debe ser
rechazada. El enfoque del JDP sobre el problema kurdo en Turquía es una consecuencia de esta percepción sobre el
nacionalismo étnico. El JDP ha diagnosticado el problema kurdo como principalmente un problema de identidad creado
superficialmente por las políticas nacionalistas étnicas de la República. Por lo tanto, el JDP ha tomado medidas valientes
para resolver el problema kurdo e incluso sugirió, muy polémicamente, ampliar la muy estrecha definición de ciudadanía
de la República, que enfatiza la identidad étnica turca, para incluir a los kurdos en esa definición. Sin embargo, debe
agregarse, no se trata de abrazar la identidad étnica, sino de rechazarla, en nombre de la unidad de la comunidad de
musulmanes.

UNIDAD 9. La Unión Europea ¿por siempre un sueño? A) Historia de la Unión Europea. Conflictos de intereses y
objetivos comunes. B) La Política Exterior y de Seguridad Común (PESC) C) La crisis migratoria y el fin de la utopía:
proyectos divergentes?

Furness - Gänzle - El nexo entre seguridad y desarrollo en Europa Las relaciones exteriores de la Unión después de
Lisboa: política ¿La coherencia al fin?

El Tratado de Lisboa de 2009 introdujo cambios profundos en las relaciones exteriores de la UE, sistema de gobierno que
involucra un gran número de políticas transversales y actores institucionales de la UE así como 28 estados miembros. En
contraste con intentos anteriores de mejorar la acción colectiva entre los diversos componentes de la maquinaria de
relaciones exteriores, el Tratado de Lisboa forjó organismos totalmente nuevos con el objetivo de cerrar los ámbitos
intergubernamentales y supranacionales de la política exterior de la UE. Al combinar el Alto Representante de la UE para
la Política Exterior y de Seguridad Común (CFSP) y el Comisionado de Relaciones Externas en el nuevo puesto de Alto
Representante / Vicepresidente de la Comisión (AR / VP), al establecer el Comité Exterior Europeo Servicio de Acción
(SEAE), mediante la reforma de las direcciones generales de la Comisión Europea (DG) responsables del desarrollo y la
política de vecindad, mediante la mejora de la la función de supervisión del Parlamento Europeo y, mediante la reforma
de las delegaciones de la UE, fue un tratado destinado a trazar los sistemas de formulación de políticas para la política
exterior y de seguridad, desarrollo, vecindario y respuesta humanitaria mucho más unidos.

Concomitantemente, los cambios en el Tratado de Lisboa reavivaron el debate sobre cómo transformar a la UE en un
actor más integrado y comprensivo en asuntos internacionales.
Subyacente a la estrategia de la reforma institucional a nivel de la UE fue la suposición de que la mejora de la acción
entre actores con mandatos diferenciados pero complementarios, y creando los nuevos actores con múltiples
responsabilidades políticas, también deberían mejorar la coherencia política. El resultado esperado no fue solo un
sistema burocrático que funcionara mejor a nivel de la UE, también mejoró la "coherencia entre las diferentes áreas de
Acción exterior de la UE.
¿Pero la mejora de las condiciones para la acción colectiva lleva a una mayor coherencia política? Este artículo discute
esta pregunta con referencia a los efectos que las reformas posteriores al Tratado de Lisboa han tenido como la UE
maneja el nexo de seguridad - desarrollo, donde la formulación de políticas requiere la cooperación entre actores con
diferentes mandatos, circunscripciones y capacidades.
La coherencia política se refiere a las externalidades que las decisiones en un área política pueden tener para los
resultados esperados de las decisiones políticas en otras áreas políticas. La "coherencia" puede, por lo tanto, nunca ser
un valor abstracto existente aislado de preferencias normativas para resultados dados. Esto implica que la coherencia
política es la mejor servido cuando los actores responsables de la formulación de políticas en diversos dominios se
involucran en un proceso de diseño e implementación de marcos de políticas integrales estratégicas, objetivos en
mente, y que tanto los objetivos mismos como los procesos por los cuales se persiguen en lugar de socavarse
mutuamente.
La coherencia de políticas para el desarrollo (PCD) es un debate de larga duración en la UE.
Desde una perspectiva de acción colectiva, la característica definitoria de PCD es la identificación de compensaciones y
sinergias a través de dominios políticos interactivos que pueden contribuir al logro del desarrollo estratégico de
objetivos que no se pueden realizar únicamente con la ayuda al desarrollo.
Argumentamos que la mejora de la acción colectiva a través de la reforma de mecanismos institucionales y burocráticos
no puede mejorar la coherencia de las políticas en ausencia de una dirección estratégica clara. Esto se debe a que la
dirección estratégica es necesaria para que los actores burocráticos puedan priorizar y, por lo tanto, organizarse
institucionalmente y asignar recursos.
Sin embargo, la dirección estratégica es en sí misma un desafío de acción colectiva que requiere liderazgo y
compensaciones entre los objetivos políticos en competencia.
La Comisión Barroso II, que supervisó la aplicación del Tratado de Lisboa entre 2010 y 2014, no pudo proporcionar una
dirección estratégica, pero sin embargo priorizó la acción colectiva y sentó importantes cimientos.
Para mejorar la coherencia, la Comisión Juncker, que asumió el cargo a finales de 2014,
ha tomado medidas adicionales para mejorar la acción colectiva y la coherencia de las políticas, particularmente a través
del proceso de revisión estratégica de la UE (SEAE, 2015). Para ello, el Consejo Europeo de junio de 2015 alentó un
"proceso de reflexión estratégica con una visión a preparar una estrategia global de la UE sobre política exterior y de
seguridad en estrecha colaboración y cooperación con los Estados miembros.

Acción colectiva y coherencia política

La coherencia política en las relaciones exteriores de la UE ha sido ampliamente debatida por académicos preguntando
qué tipo de actor internacional es la UE.
En la UE, la incoherencia se magnifica por la complejidad de la sistema multinivel y la plétora de circunscripciones y los
intereses divergentes que están representados. En consecuencia, la incoherencia política es a menudo el resultado de
problemas de acción colectiva no resueltos o parcialmente resueltos.
Conceptualmente, el vínculo entre acción colectiva y coherencia política está relacionado.
al desafío de los bienes públicos de cómo se dispersan y concentran los costos y beneficios de las políticas. Por un lado,
es bien sabido que cuando los beneficios de una política
son grandes y se concentran en un grupo de actores, el grupo tiene un fuerte incentivo para actuar colectivamente. Por
otro lado, cuando los intereses difusos se detienen en diferentes direcciones, los incentivos para actuar colectivamente
son más bajos.
La relación entre acción colectiva y coherencia se refuerza mutuamente: cuando los actores prefieren resultados
políticos diferentes, tienen menos probabilidades de actuar colectivamente que cuando prefieren resultados similares, y
viceversa.
Se espera que la pregunta lleve a una mayor coherencia entre dos o más
Los problemas de acción colectiva se hacen más evidentes ante la compleja política.
interfaces o nexos que vinculan áreas de políticas, donde los efectos de una política afectan los resultados de otra.
Mientras mejora la coherencia entre la política de la industria de defensa y la política de desarrollo puede ser posible a
través de ajustes técnicos al diseño la implementación de las respectivas políticas, es más probable que los objetivos
centrales de las dos políticas deban identificarse y una decisión tomada en cuanto a lo que es más importante. Esto
requiere una comprensión clara de las externalidades y sus impactos, y una jerarquía de objetivos en el contexto de las
relaciones de poder entre las dos circunscripciones. Dado que las reglas formales e informales que gobiernan la
formulación de políticas y la implementación a menudo están conformadas por intereses que tratan de asegurar que las
reglas sirvan para perpetuarlos, los cambios requieren liderazgo y la autoridad reguladora legítima para ajustar la
estructura de incentivos para los actores.
La coherencia no es el estado natural de los asuntos en los sistemas políticos burocráticos,
ya sea a nivel de la administración nacional o de la UE.
Las orientaciones políticas entre los diferentes actores burocráticos deben promoverse de arriba hacia abajo.
Por una estrategia política que define prioridades y objetivos comunes, y asigna responsabilidades de abordarlos. Sin
embargo, las burocracias no suelen ser neutrales.
actores políticos que simplemente implementan directivas desde arriba, pero tienden a buscar autonomía, lo que lleva a
la competencia con otros actores.
La promoción de la coherencia de políticas es, por lo tanto, tanto política como esfuerzo técnico. Los objetivos de la
política horizontal no siempre coexisten en armonía, pero a menudo se disputan.
Conceptualizar la coherencia de las políticas requiere una comprensión de las jerarquías de objetivos, mientras se
trabaja hacia una política más coherente, se requieren compensaciones entre objetivos a medida que las incoherencias
se hacen evidentes.

El Tratado de Lisboa, acción colectiva y coherencia en las relaciones extranjeras de la


UE

La UE y su predecesora, la Comunidad Europea, han vinculado durante mucho tiempo la acción colectiva y coherencia a
través de la llamada ‘triple C’ de coherencia, coordinación y
complementariedad. La coordinación debe conducir a una mejor coherencia, mientras que la complementariedad tiene
el potencial de socavar la coherencia. Esto es porque de la diversidad inherente al principio de subsidiariedad, según el
cual la formulación de políticas al nivel de la UE no inhibe las prerrogativas bilaterales y los acuerdos internacionales de
los estados miembros.
En relaciones exteriores, la Estrategia de seguridad europea (2003) y el Consenso Europeo sobre Desarrollo (2006)
destinados a proporcionar instrucciones claras aplicadas por instrumentos blandos, como armonización entre las
instituciones y los Estados miembros interesados. Ninguna de esas declaraciones de política fueron claras acerca de lo
que debería suceder cuando los objetivos chocaron, como inevitablemente lo harían.
Dado que la UE tiene un compromiso formal de larga data con la PCD, la política de desarrollo podría servir como la
principal referencia para la coherencia en las relaciones exteriores de la UE.
La política de desarrollo se añadió al Tratado de Maastricht de 1992 como un
competencia entre la Comisión y los estados miembros, y PCD se convirtió en parte de
el marco jurídico de la UE en el artículo 178 del Tratado constitutivo de la Comunidad y en el artículo 3 TUE, que exigía
coherencia entre todos las políticas de la UE y sus actividades exteriores. Políticamente, el compromiso de la UE con la
PCD ha sido desarrollado a partir de la década de 1990 y se expresó en declaraciones de política estratégica, incluido el
Consenso Europeo sobre Desarrollo 2006.

La agenda de PCD se fortaleció aún más por el Tratado de Lisboa, que suprimió formalmente la estructura de pilares que
hasta ahora había puesto a las relaciones exteriores de la UE en diferentes 'silos'. El sistema de pilares fue considerado
como una barrera para la coherencia de las políticas, particularmente en el ámbito de la política de seguridad, donde las
respuestas a multidimensionales amenazas a la seguridad exigían la disponibilidad de una gama de instrumentos que
podrían ser movilizado en respuesta.
Fin simbólico del sistema pilar fue la fusión de las oficinas del Alto Representante de la PESC con las Relaciones Externas
comisionado en la AR / VP, y el establecimiento del SEAE como una ‘organización intersticial ’.
El diseño del SEAE es un excelente ejemplo de intento de mejorar la coherencia política a través de la acción colectiva,
en este caso mediante la innovación burocrática. Sus miembros del personal son seleccionados de tres instituciones
matrices diferentes, funcionarios de la DG de relaciones exteriores anteriores, personal de la Secretaría del Consejo, y
los funcionarios de los Estados miembros en comisión de servicios. El establecimiento del SEAE significó reformas a la
burocracia de relaciones exteriores de la Comisión.
Sobre todo la transferencia de los escritorios de los países ACP al SEAE y la fusión de las unidades políticas de la anterior
DG Desarrollo con la agencia EuropeAid para formar la DG Desarrollo y Cooperación (DEVCO). El proceso trajo nuevos
experiencia, incluidas las competencias diplomáticas y de cooperación para el desarrollo, para la UE y conexiones
mejoradas entre la UE y miembros extranjeros y burocracias de políticas de desarrollo.
Los esfuerzos para mejorar la acción colectiva a través de reformas al exterior de la UE
maquinaria de relaciones se vio socavada por la crisis económica que golpeó al igual que
fueron implementados. La entrada en vigor del Tratado de Lisboa coincidió con la crisis financiera mundial y la
subsiguiente crisis del euro, creando una situación significativamente más difícil.
Gran parte de la atención de Europa estaba dirigida hacia problemas, a pesar de los acontecimientos internacionales de
gran importancia, en particular el 2011 con la primavera árabe y sus consecuencias. Funcionarios de la UE que
participaron en las reformas post-tratado de Lisboa lamentaron que el proceso de despliegue del SEAE se vio
obstaculizado por limitaciones en el presupuesto en el momento en que las expectativas de Europa para actuar eran
más altas. Estos factores también contribuyeron a los resultados de una investigación del Tribunal de Cuentas Europeo,
que señaló que el establecimiento del SEAE fue "apresurado e inadecuadamente preparado, acosado por muchas
restricciones y tareas vagamente definidas ".
Las recomendaciones más importantes del informe fueron aclarar los objetivos del SEAE
y fortalecer su capacidad de estrategia y planificación.
La Comisión Juncker declaró su intención de proporcionar más información en dirección estratégica, en parte a partir de
las reformas realizadas bajo Barroso y Ashton y en parte
estableciendo prioridades más claras para la política exterior de la UE. En su carta de misión a los RR.HH. / VP entrantes,
el presidente Juncker solicitó a la ex ministro de Relaciones Exteriores italiana Federica Mogherini que presidiera un
Grupo de Comisionados sobre Acción Externa para desarrollar y mover su sede del SEAE a la sede de la Comisión en el
edificio Berlaymont. Esta acción parecía meramente simbólico, y sin embargo fue claramente tomado para mejorar la
acción colectiva por reforzando la función VP de Mogherini y, por lo tanto, vinculando el SEAE y la Comisión más de
cerca. Las intenciones de la Comisión Juncker para mejorar la coherencia política se hizo evidente en su revisión
exhaustiva a la Comunidad Política Europea de Vecindarios (ENP) en 2015, que dedicó una atención significativa a las
"prioridades" y al "enfoque".
En lugar de pedir una separación clara y delimitación jerárquica de competencias entre las instituciones de la UE y los
estados miembros en términos de tratados, ha habido un intento de unir el nivel de los estados miembros y el nivel de la
UE por coordinación voluntaria y, más recientemente, por la creación de instituciones y organismos sui generis, como el
SEAE, así como esfuerzos renovados para asegurar la coherencia a través de la acción colectiva a través de la política
regulada de manera diferente en la arena de las relaciones exteriores.

Coherencia a través de la acción colectiva: gestionando el nexo seguridad-desarrollo en las relaciones exteriores de la
UE

El nexo entre las políticas de seguridad y desarrollo de la UE ha sido reconocido desde hace mucho tiempo.
La defensa ha permanecido como preocupación nacional a pesar de los esfuerzos para aumentar la cooperación a nivel
de la UE como alternativa a OTAN . En política de desarrollo, la Comisión y los Estados miembros tienen políticas
paralelas, a veces superpuestas y, a veces, incluso marcos competitivos y compromisos a nivel de país. Estos no siempre
son coherentes con otros aspectos de la política exterior, formulados tanto a nivel de la UE como de los estados
miembros.
La ayuda humanitaria es gestionada a nivel de la UE por una DG de la Comisión, y
sigue siendo un ámbito en el que las tensiones entre los principios de neutralidad internacional y los procesos de política
estratégica para hacer frente a las crisis se han observado durante mucho tiempo.
Una serie de estrategias lanzadas en la primera década de la década de 2000 establecida
La abolición del sistema de pilares del Tratado de Lisboa tenía como objetivo facilitar el nivel de colaboración de la UE en
términos legales, ya que la legislación de la UE no se aplica a esas partes de relaciones exteriores que no son de
competencia comunitaria. Sin embargo,
en lugar de abordar cuestiones de competencias legales, que habrían requerido clarificación de las prioridades
estratégicas de la UE con respecto a las de los Estados miembros, el compromiso del Tratado de Lisboa buscaba mejorar
la coherencia de las políticas a través de acción colectiva entre las estructuras burocráticas y las reformas de políticas en
el centro de políticas de seguridad y desarrollo.

Coherencia política: el "Enfoque integral"

Con respecto a la gestión de nexos, la UE ha intensificado sus esfuerzos para mejorar la


coherencia de sus políticas de seguridad y desarrollo. A pesar de las diferentes competencias y culturas organizativas, un
amplio acuerdo sobre la necesidad de un
“Enfoque integral” del nexo entre seguridad y desarrollo en todo la Comisión, el SEAE y el Parlamento Europeo han
surgido desde la Conferencia del Tratado de Lisboa. El Consejo Europeo (2009) resolvió reforzar los vínculos y las
sinergias entre la seguridad y el desarrollo en el contexto de un programa mundial de consolidación de la paz,
enfatizando la planificación estratégica. La OCDE-DAC elogió a la UE por estos y otros esfuerzos para incorporar la
política de seguridad en la agenda de PCD, y pidió a la UE que para terminar el trabajo conceptual sobre seguridad,
fragilidad y desarrollo "para garantizar que Objetivos europeos para la cooperación al desarrollo, la asistencia
humanitaria y la seguridad internacional se refuerza mutuamente.
¿Ha logrado la UE esto? La política más importante de la Comisión Barroso. Iniciativas nexus de seguridad-desarrollo que
siguieron la Agenda para el Cambio de estrategias regionales para el Cuerno de África y el Sahel en 2011, y elEnfoque
integral a la comunicación de respuesta a crisis publicado en diciembre 2013 (EC / HRVP, 2013). Del mismo modo, el
Programa Panafricano, financiado en el marco del Instrumento de cooperación al desarrollo con un presupuesto de 845
millones de euros para 2014-2020,
ha indicado el creciente reconocimiento de la UE de la necesidad de abordar la seguridad,
problemas de nexo de desarrollo en un marco de políticas.
El proceso de formulación del Enfoque Integral, sin embargo, se ha enfrentado
Desafíos significativos de la acción colectiva. En 2010, la Comisión Barroso comenzó
El trabajo sobre un proyecto de plan de acción sobre fragilidad comenzó basándose en las experiencias en seis proyectos
piloto.Países: Burundi, Sierra Leona, Guinea-Bissau, Haití, Timor-Leste y Yemen.
El objetivo del plan era aclarar el papel que deben cumplir las instituciones de Bruselas a nivel de la UE y las
delegaciones de la UE tendrían en relación con los estados miembros de la UE, en particular aquellos con grandes
presencias en países frágiles. Discusión entre los ministerios de los estados miembros, la Comisión y el SEAE se
paralizaron a finales de 2010 después de que altos funcionarios, según los informes, DEVCO y el SEAE eran reacios a
comprometerse con el texto y la Voluntad política para llevarlo a cabo (entrevistas con el SEAE y la Comisión
funcionarios, Bruselas, enero de 2013) El plan de acción no fue, sin embargo, un fracaso de la acción. El hecho de que el
borrador del plan de acción no se publicara públicamente no impidió que las unidades responsables en el SEAE, DEVCO y
las delegaciones de la UE incorporaran sus disposiciones más relevantes y sensibles en políticas y operaciones.
Varios temas que surgieron durante las discusiones del plan de acción permanecieron en
enfoque, ya que la atención se centró en el “Enfoque integral de los conflictos y crisis externos”. Hubo resistencia en
partes de la Comisión, porque al principio los procesos del Enfoque Integral fueron realizados por el SEAE en paralelo a
que el plan de acción de fragilidad y la relación entre los dos procesos no estaban claros.
La comunicación se redactó utilizando una combinación de métodos intergubernamentales, que los funcionarios
involucrados en el proceso consideraron duros para reconciliar. El ejercicio de la formulación del documento de política,
sin embargo, reunió a personas de
áreas de formulación de políticas militares, de seguridad y desarrollo a nivel de la UE que
difícilmente hablado en el pasado. A pesar de los diferentes orígenes, todos estos funcionarios tuvieron crisis en
experiencia de respuesta, y con esto la conciencia de que las herramientas bajo su alcance, militares, civiles, técnicos o
financieros, no eran capaces por sí solos de resolver una crisis.
Las Conclusiones del Consejo sobre el Enfoque Integral destacaron la acción colectiva: «Las políticas y prioridades de la
UE deberían derivarse de estrategias estratégicas comunes objetivos y una clara visión común de lo que la UE quiere
lograr colectivamente
en sus relaciones exteriores o en una situación particular de conflicto o crisis ". La Comunicación fue escrita para reflejar
el pensamiento unido, pero las estructuras existentes no eran lo suficientemente eficientes para promover esto.
El Parlamento Europeo fue en gran parte marginado. Tal vez porque el proceso fue impulsado por el SEAE, el resultado
fue fuertemente influenciado por la dinámica de la crisis
respuesta en lugar de desarrollo, con el resultado que la perspectiva fue, al menos retóricamente, subsumida por
preocupaciones de seguridad.
El enfoque integral ha sido probado bajo la Comisión Juncker en forma de dos estrategias de respuesta a la crisis: la
estrategia Siria-Iraq y la política Marco para un Enfoque de Crisis (PFCA) para Libia, ambos formulados por el SEAE. El
primer PFCA, distribuido en septiembre de 2014, no fue encargado por el Consejo pero surgió como una iniciativa del
SEAE. El proceso comenzó con una reunión convocada por el SEAE con todos los servicios interesados, incluida la DG
Asuntos de Interior (para la lucha contra el terrorismo y aspectos de la migración), DEVCO, DG NEAR y la unidad de
mediación del SEAE. Ahí también fue consulta con las sanciones y la proliferación de armas colegas en el SEAE y la
Delegación de la UE en Libia.
El Parlamento Europeo no fue consultado ya que la PFCA es un documento restringido.
En abril de 2015, el Consejo de Asuntos Exteriores de la UE solicitó a HR / VP Mogherini que la PFCA se centrará en el
camino a seguir para Libia una vez que un gobierno de nacional se formó. El documento pedía cosas como un mayor
apoyo de la UE para el
Misión de Apoyo de las Naciones Unidas en Libia (UNSMIL) y describió la instrumentos apropiados de la política de la UE
para el compromiso (SEAE, 2015b).
La estrategia de la UE para la crisis Siria-Irak y la amenaza de los islamistas fue formulado en respuesta a eventos del
verano de 2014 y publicado en marzo de 2015. Al igual que con la PFCA para Libia, el SEAE estaba a la cabeza para
preparar la estrategia. La DG NEAR de la Comisión también tuvo un papel importante, particularmente en traer
conocimiento sobre procesos y proyectos en las discusiones. La consulta informal con los Estados miembros tuvo lugar
en diciembre de 2014 y los funcionarios del SEAE incluyeron sus recomendaciones antes de que la plantilla del
documento se distribuyera a nivel de la UE. La comunicación planteó tres objetivos: primero, para contrarrestar la
amenaza planteada por Da’esh y otros grupos terroristas a la estabilidad regional e internacional "; segundo a "crear el
condiciones para una transición política inclusiva en Siria ", y el tercero para aliviar" el sufrimiento humano causado por
la violencia y el desplazamiento en curso "(EC / HRVP,
2015a: 6). Desde una perspectiva de PCD, la estrategia parecía fuertemente titulizada con su énfasis en "la amenaza de
Da'esh". Sin embargo, representó un esfuerzo integral para llevar todas las herramientas de la UE a una situación de
crisis, y fue acompañado por
el lanzamiento de un nuevo instrumento, el fondo fiduciario Madad de 40 millones de euros para abordar la crisis de
refugiados en los vecinos de Siria.
Se pueden hacer dos observaciones importantes con respecto a la coherencia de las políticas. Primero, el SEAE se ha
convertido cada vez más en un centro para la acción colectiva y la coordinación de posiciones entre las instituciones de
la UE y los estados miembros. Las negociaciones conducentes a la comunicación del Enfoque Integral proporciona un
ejemplo de ello, incluso si quedan preguntas sobre la eficacia con la que se implementará el enfoque. Segundo, el
período posterior a Lisboa fue testigo de la articulación de varios, en su mayoría regionales, estrategias centradas en la
coherencia a través de la acción colectiva en el nexo de las políticas de seguridad y de desarrollo, que proporcionan
piedras angulares importantes, pero no se suman a una estrategia integral para movilizar la política de seguridad para
lograr el desarrollo de los objetivos, como lo implica la agenda del PCD.

Ambrosini, M. Refugiados y otros inmigrantes en Italia: ¿Por qué algunos nos aterrorizan y los demás se instalan sin
mayores problemas?

En el actual debate sobre la inmigración y el asilo en Italia, y en general en Europa, resalta la discordancia entre la
opinión pública y los términos de la cuestión, desde las dimensiones estadísticas de dichos fenómenos. En este artículo
se pretende descomponer el marco de la situación de emergencia, al reinterpretarlo como una crisis de la política
europea de inmigración y asilo. Además, se enfatiza en el fenómeno de la migración irregular, que revela la relación con
el mercado laboral y las necesidades del sistema socioeconómico italiano. La comparación de diferentes tipos de
inmigración no autorizada evidencia el vínculo entre aprobación formal y reconocimiento social, poniendo de relieve los
efectos de la formación de las actitudes que prevalecen en la opinión pública en cuanto a condiciones y perspectivas de
los migrantes.

Alerta refugiados
A consecuencia de la guerra en Siria e Irak millones de refugiados han sido obligados a huir. Sólo una pequeña minoría,
según los datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), en especial los más
preparados y seleccionados, llega a Europa, pero esto es suficiente para desencadenar miedos y rechazos. El 86 por
ciento de las personas que buscan asilo es bien recibido en los países del tercer mundo. Menos de 10 por ciento llega a
Europa, donde prevalece la idea de invasión de una multitud incalculable que solicita asilo.
Consideraciones similares se aplican a la inmigración en general: el discurso público repite todos los días que se trata de
un fenómeno de amplias proporciones en escandaloso aumento con inmigrantes provenientes primordialmente de
África y Oriente Medio, gran parte de ellos se compone de hombres musulmanes. No obstante, los datos disponibles
denotan que la inmigración en Italia, después de años de crecimiento, es en esencia estacionaria. Las estadísticas indican
que la inmigración es predominantemente europea, femenina y originaria de los países de tradición cristiana.
Un fenómeno sociológico significativo es la divergencia entre realidad y representación, atención selectiva a un solo
componente de los procesos migratorios, la confusión entre asilo e inmigración. Llegadas muy evidentes han ocupado el
centro de atención, soslayando otros componentes más relevantes de un fenómeno complejo y multifacético como la
migración. Por otra parte, los desembarques se convierten sólo de modo parcial en solicitudes de asilo en Italia. El
gobierno central es muy activo en lo referente a los rescates en el mar y la marina italiana posee el mérito indudable de
haber salvado miles de vidas. Pero este compromiso no se traduce en automático en el amparo de los refugiados luego
del rescate. La mayoría de los que llegan por mar está destinada a atravesar los Alpes y pedir asilo en Europa central y
septentrional. Sus aspiraciones se entrelazan con la política tradicional italiana: fomentar el tránsito hacia el norte a la
vez que se evita en lo posible comprometerse a garantizar la seguridad en el territorio nacional.
Hoy el tránsito se ha vuelto más difícil y los países del centro y norte de Europa ejercen presión para que los refugiados
sean identificados y recibidos en los países de arribo. Los acuerdos de redistribución conseguidos en 2015, sin contar con
todos los países miembros de la UE, no han sido cumplidos hasta ahora. En Italia, la gestión del Parlamento oscila entre
la idea de una «emergencia», «para hacer frente a las medidas extraordinarias», y la de un fenómeno que debe ser
abordado mediante el establecimiento de un sistema «orgánico» de acogida.
El énfasis en la necesidad de contener los flujos no deriva del análisis objetivo de los datos sino del impacto televisivo en
la opinión pública relativo a rescates, naufragios y desembarques en las costas del sur. Algunos actores políticos han
abordado el tema con frecuencia, por lo que es objeto de controversia y propaganda. En adición, el desembarque de
personas que buscan asilo tiene las características requeridas para desencadenar ansiedad y preocupación en las
sociedades receptoras: se trata de extranjeros que ingresan sin pedir permiso y sin ser invitados, que carecen de los
documentos apropiados, y una vez desembarcados piden ayuda y no pueden ser rechazados. El punto débil de la
soberanía nacional, el control de las fronteras y la seguridad contra la intrusión ajena, no podría ser más sorprendente.
También es errónea la noción generalizada de una relación directa entre la pobreza y la migración. Por supuesto que las
desigualdades entre las regiones del mundo, inclusive aquellas cercanas, explican algunas de las razones para emigrar.
Pero la pobreza en un sentido absoluto detenta una asociación negativa con la migración internacional, en específico
cuando se trata de largas distancias: las migraciones son procesos selectivos, que requieren recursos económicos,
culturales y sociales. Los migrantes no provienen de los países más pobres del mundo. Por razones similares se afirma
que los migrantes no son los más pobres de sus países: en promedio, son menos pobres que los que se quedan. En su
mayoría vienen de lejos y son seleccionados socialmente. Lo mismo se aplica a los refugiados: los que acuden a Europa
cuentan con educación y formación profesional. Por desgracia, sucede a menudo que el debate público desconoce estos
datos cognitivos; más bien busca la información que constata las visiones preconcebidas.

El terror de los europeos ante los refugiados


La controversia en Italia es parte de una discusión sin fin concerniente al asilo. Los países de la UE, incapaces de
encontrar un acuerdo en la gestión compartida de la ley de asilo, dispusieron el principio de regresar a Turquía a los que
desembarcan desde el mar sin autorización; en otras palabras, han externalizado
la gestión al encomendarla a las naciones meridionales de la Unión y han aceptado la participación de un nuevo socio
tan polémico como Turquía. Con el propósito de entender cómo dicho arreglo es un efecto del afán europeo en el tema,
es pertinente recordar que hasta antes del acuerdo Turquía aplicaba el principio de reserva geográfica, sin conceder el
título de refugiados a los sirios; ha tenido que cambiar sus reglas para acogerlos de manera formal, aunque no queda
claro con cuáles derechos y medidas de protección. Complementariamente, Grecia no reconoce a Turquía la situación
como tercer país seguro: también efectuó modificaciones en su legislación para poner en funcionamiento el
controvertido acuerdo.
Cabe mencionar que Turquía impuso condiciones muy onerosas a fin de asumir el papel de supervisor de las fronteras
europeas. Si una de las causas de no querer aceptar refugiados fue el miedo a la islamización de Europa, la solución no
parece disipar el temor. No hace falta decir entonces que la legitimidad de Turquía como un socio fiable y necesario
significó un reconocimiento internacional al gobierno de Erdogan, a pesar de la creciente represión interna de
periodistas, intelectuales, opositores políticos y minoría kurda.
Mientras tanto, varias organizaciones humanitarias han cuestionado el pacto, pues lo consideran una violación al
derecho de asilo y de las convenciones internacionales en esa materia. El endurecimiento de las políticas europeas, la
toma forzada de huellas dactilares, la detención de personas, las malas condiciones de recibimiento, les impiden llevar a
cabo las actividades de protección por las que se habían movilizado. Por lo tanto, es factible aludir a una situación de
terror europeo ante los refugiados y a un intento cada vez más explícito por evadir las obligaciones de salvaguardia de
los derechos humanos que siempre ha sido un estandarte de la civilización europea. Dos conceptos erróneos son a la vez
causa y efecto de pánico. El primero es el enlace entre los refugiados y el terrorismo: los autores de los ataques nacieron
y crecieron principalmente en Europa, pero ante los ataques los gobiernos anuncian de inmediato el cierre de las
fronteras, circunstancia que da a entender que las amenazas vienen desde afuera. El segundo malentendido es la
confusión entre los inmigrantes y los refugiados, con efectos acentuados y distorsionados.
El gobierno italiano asumió con seriedad el tema al presentar el proyecto «Migration Compact», pero sus ambiciosas
intenciones todavía son muy vagas en los detalles. El propósito es claro y va en dirección del sentido común: externalizar
los controles, dar cabida a aquellos que tienen el derecho fuera de Europa, preservar la unión por las obligaciones
humanitarias incómodas y evitar los deplorables rechazos de refugiados en la UE. El acuerdo con Turquía constituye el
modelo de referencia del proyecto, cuyo texto comienza hablando de una Europa de cara a la migración «en
crecimiento» y «sin precedentes». Sin embargo, la migración de la UE se ha mantenido constante con alrededor de 51
millones de personas.
«Migration Compact» asume una posición más abierta en torno a la Agenda Europea de 2015 en un punto importante:
la nueva entrada legal a Europa con fines comerciales, para ofrecer una alternativa creíble a las entradas ilegales. No
obstante, se continúan utilizando términos como control de fronteras, seguridad, gestión de los flujos, devoluciones; en
tanto que expresiones como derechos humanos o protección de refugiados están casi ausentes.
El texto propone la gestión del asilo en el lugar de origen (es decir, en algún país africano) según los estándares
internacionales, pero evita serias interrogantes: ¿Cómo pueden brindar una protección humanitaria adecuada a los
refugiados si no logran ofrecerla a sus propios ciudadanos? Si lo hacen, gracias a la financiación de la UE, ¿de qué
manera se controla el resentimiento de los ciudadanos, a quienes se otorgarán menos servicios que los previstos para
los refugiados? ¿Cómo lidiar con los solicitantes a los que se les ha negado el asilo, que sin duda tratarán de evadir la
expulsión? Otras dudas aluden a las promesas de ayuda al desarrollo.
Dos problemas básicos:
El primero es el riesgo de la financiación a los gobiernos autoritarios y militares que son la fuente de los flujos de
refugiados porque la población es afectada de modo severo por la corrupción y la ineficacia. Habría que preguntarse si la
intención es financiar la represión de la migración y el asilo, más que el desarrollo: una represión fácil de implementar a
profundidad lejos de los medios de comunicación europeos, del control de las organizaciones humanitarias y de las
voces que claman respeto a la humanidad dentro de la opinión pública en Occidente.
El segundo radica en la creencia equivocada de que los migrantes provienen de los países más pobres y que el desarrollo
puede detenerlos. Años de estudios demuestran lo opuesto: las migraciones son procesos selectivos, emigran aquellos
que tienen recursos. Con el desarrollo aumenta el número de personas que accede al capital económico, cultural y social
indispensable para irse. En una primera fase no definitiva, aunque haya un desarrollo creciente, no disminuye la
cantidad de migrantes. Sólo a largo plazo se reducen las nuevas emigraciones. La promoción del desarrollo es un
objetivo noble, pero al mezclarlo con el control de la migración termina en un corto circuito. Otra cuestión es el
compromiso financiero necesario. Hoy, las remesas de los migrantes proporcionan mucho más que las promesas
sustanciales y tangibles de ayuda de los gobiernos occidentales. Esos recursos llegan directamente a las familias, lo que
produce efectos alterados al financiar el consumo y las actividades no productivas y permitir que los beneficiarios
mejoren en alimentación, vivienda, salud y educación de los niños. Reemplazar estas ventajas tangibles y generalizadas
de la migración por políticas de desarrollo será una larga y difícil empresa, sobre todo muy costosa.

Reacciones indiscriminadas en torno a la inmigración: la aprobación oficial y el reconocimiento social


Se enmarcarán ahora, en una perspectiva teórica, las reacciones hacia los solicitantes de asilo, en contraposición con
otras categorías de migrantes, incluidos los irregulares. Según una propuesta de Saskia Sassen, es posible distinguir dos
dimensiones en la relación entre sociedad receptora, instituciones públicas y extranjeros o minorías percibidos como
extraños. Una comprende la autorización de entrada y residencia y cubre los aspectos formales, regulados por acuerdos
institucionales. La otra se refiere al reconocimiento y a vastos fenómenos de aceptación social, de resistencia o rechazo
a las personas extranjeras o grupos considerados como tales.
Entre ambas hay vínculos e influencias mutuas: cuando un grupo ha sido severamente estigmatizado por la opinión
pública, no faltan órganos de información dispuestos a dar voz a los prejuicios y actores políticos que traducen los
sentimientos negativos en argumentos y quizá en normas. Incluso las instituciones y los agentes responsables del orden
público son perjudicados, lo que agrava la vigilancia y el tratamiento restrictivo contra ese grupo. Al contrario, los
mensajes de alerta de ciertos líderes políticos, además de otorgar mayor rigidez a las reglas, influyen en los medios de
comunicación que recogen y difunden sus declaraciones, las cuales son divulgadas entre la opinión pública. Muestra de
ello es la definición de «clandestinos», vocablo que se aplicó a los desembarcados en las costas italianas hasta los
hechos dramáticos ocurridos en octubre de 2013, instante en que la intervención de voces influyentes como el papa
contribuyeron a mitigar el lenguaje y a redefinir los dispositivos de ayuda y rescate. En la actualidad el término
«clandestino» usado en público se traduce de inmediato en hostilidad explícita hacia los inmigrantes.
Entre autorización y reconocimiento existen distancias significativas. El caso típico es el de miles de mujeres inmigrantes
que se dedican a tareas de atención de familias italianas. Resulta relevante advertir que muchas de ellas han pasado por
una fase prolongada de irregularidades, puesto que en el discurso político, los medios y la opinión pública raramente la
figura del «clandestino» (siempre de género masculino) se asocia con niñeras, empleadas domésticas o asistentes
familiares para ancianos. Como máximo, de manera eufemística se declara: «no tienen los documentos en orden». Por
lo general, se descubre su situación ilegal en el momento en el que es oportuno introducir una amnistía para dejarlos
transitar entre la población legalmente residente. En el diagrama siguiente, se cruzan las dimensiones de autorización y
reconocimiento, en forma típica ideal se identifican los cuatro casos que resultan de su intersección: exclusión, estigma,
tolerancia e integración (que serán examinados por separado).

Exclusión. Cuando la falta de autoridad legal se une con la falta de reconocimiento social se produce una situación de
hostilidad hacia los extranjeros. En esta situación se hallan aquellos que comúnmente son considerados «clandestinos»:
invasores amenazantes debido a su ingreso no deseado, son percibidos como un peligro para la seguridad y el orden
público, y cada vez más como una carga indebida para el sistema de asistencia social. Contra ellos se aplica en especial la
superposición entre inmigración y delincuencia, expresada por el concepto de crimmigration. Entonces, la expulsión es
la medida solicitada por la sociedad y prometida por la política, a pesar de que su aplicación práctica es un asunto
complicado y costoso. La exclusión social se convierte en su proyección interna en las relaciones sociales. Un ejemplo de
gran impacto simbólico es el de los grupos de voluntarios involucrados de modo activo en la vigilancia a lo largo de la
frontera entre Estados Unidos y México. Dichos grupos informan a la policía los cruces no autorizados, en una especie de
competencia con las asociaciones que trabajan para ayudarlos.
Estigma. En esta categoría se encuentran los componentes de la población inmigrante o de minorías étnicas que tienen
permiso de residencia legal y a veces incluso los derechos de la ciudadanía, pero se enfrentan a un rechazo notable de la
población. Es el caso de muchos países de llegada de los refugiados y solicitantes de asilo: los prejuicios y los cierres son
muy difíciles a niveles general y abstracto; cuando en realidad se tienen que enfrentar situaciones específicas de
personas con un rostro y un nombre, conocidas e instaladas en una comunidad local, tal vez acompañadas de hijos
menores de edad que asisten a las escuelas locales. Rara vez grupos de ciudadanos defienden a los solicitantes de asilo
no autorizados oponiéndose a su expulsión. En Italia hay una creciente intolerancia hacia los refugiados, alimentada por
ciertas fuerzas políticas y retóricamente justificada por la crisis económica y el desempleo. Otro ejemplo sorprendente y
paradójico de la divergencia entre la aprobación formal y el reconocimiento social son las minorías rom y sinti, que
pertenecen a un país de la UE o son ciudadanos italianos, pero por lo habitual son valorados como extraños y peligrosos.

Tolerancia. En este dominio se compensa la falta de una autorización formal y en varios aspectos es sustituido por el
reconocimiento social generalizado. La muestra más sorprendente es la de mujeres inmigrantes y algunos hombres
empleados en el ámbito doméstico, como respuesta a la carga funcional de las familias, que se caracterizan por ser
agencias de prestación de servicios primarios a las personas. Un fenómeno que repercute en el sur de Europa, con el fin
de crear una especie de «bienestar invisible» en paralelo al oficial; sin embargo, no perdona a los países con estructuras
públicas más desarrolladas y políticas más rigurosas en apariencia al adquirir otras formas: uso incorrecto de las mujeres
instituido en el Reino Unido y en otros lugares, encargadas de la limpieza con contratos en Suecia, niñeras sin contrato
regular que de vez en cuando causan problemas a figuras públicas en Estados Unidos, el fenómeno de «turistas»
procedentes en particular de Europa del Este que en Alemania se turnan en la limpieza de la casa o en el cuidado de
ancianos. El rasgo más interesante es el hecho de que, sobre todo en Italia, estos inmigrantes circulan con tranquilidad
en compañía de los ancianos y los niños en los espacios públicos, sin temor a la verificación desagradable de su situación
legal. En términos más extensos se plantea la posición de los inmigrantes irregulares «dignos»; su presencia se legitima
con el trabajo al servicio de los ciudadanos nacionales y el abstenerse de cualquier modo de conflicto social o rebelión.
En el sur de Italia y otras regiones agrícolas el uso de mano de obra inmigrante sin contrato regular es una práctica
normal, tolerada e institucionalizada a tal punto que varios municipios equipan refugios y servicios higiénicos para los
trabajadores.
Lo anterior no quiere decir que los inmigrantes «tolerados» no tienen problemas. En nuestra investigación han surgido
principalmente dos: aquel que De Genova define deportabilità, es decir, la espada de Damocles de una posible
interceptación y expulsión; y el sufrimiento que resulta de encontrarse «prisioneros» en el país receptor, privados de la
alternativa de retornar a casa para visitar a sus seres queridos por temor a revelar su situación y con la probabilidad de
que les prohiban el reingreso.
No obstante, la tolerancia asociada con el trabajo no es tangible con facilidad fuera del ámbito laboral. Si no viven con
los empleadores, como en el caso de los trabajadores domésticos con «trabajo fijo», o no son bien acogidos por los
compatriotas, los inmigrantes sin documentos legales son percibidos como un problema al salir de sus lugares de
trabajo, al compartir con los demás los espacios urbanos. La tolerancia y el reconocimiento pueden ser contingentes y
representar un lugar en el espacio.

Integración. Cuando la autorización formal va de la mano con un suficiente reconocimiento social, se crean las premisas
para la inclusión de los inmigrantes en la sociedad receptora. Sin embargo, no se trata de un proceso lineal ni obvio: de
hecho, es una integración subordinada sustentada en un acuerdo tácito entre los migrantes, quienes efectúan trabajos
poco gratos para los trabajadores nacionales, sin pretensiones de mejorías laborales o reivindicación de sus derechos. En
tiempos de crisis prolongada se atenúan las bases de integración económica, es probable que se pierda el permiso
formal y la aceptación social puede volverse problemática.

Conclusión: seria crisis de la política y los valores europeos


La cuestión de los refugiados ocupa las portadas de los periódicos italianos y europeos. Afecta los resultados de las
elecciones y el destino de los gobiernos. Ha suscitado, después de varios intentos y contradicciones, reconsiderar el
sistema europeo de asilo, la negociación de un acuerdo con Turquía, que sirve de forma efectiva para externalizar el
amparo de refugiados fuera de las fronteras de la UE y lejos del corazón de Europa. Como he tratado de mostrar en este
artículo, es una crisis de la política europea, más que una crisis debido al alto número de desembarques. Los refugiados
representan para la migración internacional la imagen más problemática, ya que infringen la inviolabilidad de las
fronteras simbólicas por su trágica y visible llegada. El discurso público enfatiza el fenómeno, bajo la creciente alerta
social: los refugiados no son vistos como personas en situación de riesgo, sino como una amenaza para los países
receptores. La política europea continúa con dichas representaciones y se mantiene incapaz de enfrentarlas o
transformarlas.
La atención se desplaza de los refugiados a las reacciones de los países receptores. Los refugiados son parte de un
panorama más amplio: la distinción entre respuestas de los países receptores y el tratamiento de las diferentes
categorías de migrantes legales (con autorización formal para entrar y residir en el territorio) y en términos de
reconocimiento social, aceptación y tolerancia hacia ellos. Hemos observado que mientras la atención de la opinión
pública se concentra en las costas y en los desembarques, otros migrantes se insertan de modo silencioso en las familias
y el mercado laboral, incluso sin poseer documentos adecuados para la residencia y el trabajo regular.
En efecto: los países receptores seleccionan los inmigrantes y les aplican diferentes tratamientos. Concerniente a los
refugiados, la autorización formal para residir, al menos provisionalmente, no se acompaña de un reconocimiento social
por su presencia. Relativo a las mujeres que se dedican a trabajar con las familias, al cuidado de ancianos o niños, la
amplia aceptación social se antepone a la autorización formal creando una tolerancia generalizada, lo que favorece la
posibilidad de adoptar medidas de legalización. Esto puede ser válido hasta cierto punto para otras categorías de
trabajadores inmigrantes no autorizados, capaces de presentarse con el propósito de complacer a los habitantes de las
sociedades receptoras. Analizar la migración siempre implica el estudio de la conexión entre la movilidad geográfica de
las personas de acuerdo con la sociedad receptora y la normativa implementada por los Estados. La rigidez del plan
regulador establecido durante años y la creciente demanda de reafirmación de límites estrictos ha producido una serie
de consecuencias. El aumento de la inmigración ilegal y su persistencia es una de las más evidentes. El recurso de asilo
como una puerta trasera para ingresar a Europa es ahora la más inquietante. No obstante, no refleja lo suficiente el
hecho de que nuestras sociedades reconocen y toleran muchos inmigrantes en situación irregular, desde el momento
que la percepción de su utilidad, dignidad y falta de peligrosidad supera prejuicios y temores.

[1] El término "nehruviano" proviene de Jawaharlal Nehru, el principal arquitecto de política exterior de la India
después de la independencia, quien dominó la formulación de políticas durante casi dos décadas.

LITSAS - La seguridad común europea y el concepto de defensa: oportunidades y desafíos

El final de la Guerra Fría marcó el triunfo de la democracia liberal y la economía de libre mercado sobre la autocracia
política y sofocando las economías planificadas.

El alto volumen de volatilidad política posterior a la Guerra Fría, seguido intensos conflictos como la guerra del Golfo y la
guerra civil yugoslava, mostraron Un nuevo camino empinado para la humanidad. Tales interrupciones también llevaron
al cuestionamiento de las instituciones establecidas de la época de la Guerra Fría. Muchos empezaron tratar a la
Organización del Tratado del Atlántico Norte como una alianza defensiva de una

época pasada. En Europa, analistas y políticos volvieron a discutir y debatir las perspectivas de crear un ejército europeo,
un desarrollo que debía señalar la apertura de un nuevo capítulo político para la Europa posterior a la guerra fría.

Los orígenes de la defensa común europea y la estructura de la seguridad

La aspiración de crear un aparato europeo de defensa y seguridad ha sido un problema perenne desde que apareció por
primera vez con el nuevo estatus internacional.
Quo después del final de la segunda guerra mundial. En octubre de 1950, el primer ministro francés, René Pleven fue el
primer político europeo en proponer oficialmente la adopción de un plan para una comunidad de defensa europea, con
un ejército, para incluir la eventual participación de unidades alemanas, bajo un única autoridad militar y política
europea. Era para incluir un común presupuesto, los mecanismos comunes de contratación y la integración de Fuerzas
militares, cien mil soldados, en la subdivisión de la fuerza bajo el mando de un ministro de defensa europeo.

1 Para la Francia de posguerra, esto parecía una brillante oportunidad para contrarrestar las demandas de los EE. tras el
rearme de Alemania Occidental y al mismo tiempo para controlar Alemania Occidental mediante la creación de una red
militar para suplantar potenciales militares alemanes ambiciones.

2 Aunque el plan de Pleven parecía ser uno de los primeros intentos de desarrollar una identidad política y militar
europea común en la era posterior a la Segunda Guerra Mundial, la idea de la comunidad de defensa europea nunca fue
adoptado porque se vio, especialmente en Londres, como una alternativa a, y en competencia con la OTAN. Después de
cuatro años de interminables discusiones diplomáticas y. maniobrando entre los principales estados de Europa
Occidental, el plan fue abandonado.

La Asamblea nunca ratificó el plan, mientras que Estados Unidos expresó su preocupación sobre un esquema militar
europeo que pondría a Alemania Occidental en una rol político secundario.

Un segundo intento de una estructura de defensa exclusivamente europea comenzó en

1970 con la conferencia en Helsinki sobre seguridad y cooperación en Europa y culminó con el Acta Final de Helsinki en
1975. Una vez más, sin embargo, el concepto fue archivado debido a la invasión soviética de Afganistán de 1979 y los
desafíos que rodean el comienzo de la defensa estratégica de los Estados Unidos.

La iniciativa del presidente Ronald Reagan convenció a los líderes de Europa occidental

concentrarse en el papel de la OTAN como escudo contra la amenaza soviética, una tendencia que continuó durante los
años 80 hasta la desaparición de la Unión Soviética.

El final de la Guerra Fría trajo un nuevo período de cambio a Europa. La burocracia en Bruselas parecía más confiada en
la adopción de una nueva seguridad papel para Europa, y muchos políticos europeos expresaron su voluntad para
ayudar a dar el siguiente paso hacia una estructura común de defensa y seguridad.

La firma del Tratado de Maastricht abrió las puertas a la creación de la ESDI (Seguridad y Defensa de Identidades
Europeas) en 1994 que informó al Consejo del Atlántico Norte. En general, la ESDI tenía como objetivo aumentar la
cooperación militar entre los estados europeos en operaciones que involucraban el mantenimiento de la paz o la
intervención humanitaria, y fue visto como un plan militar para resolver problemas estructurales y políticos dentro de la
OTAN.

A pesar de la retórica política positiva en ese momento, sin embargo, Europa todavía evitó intervenir en los Balcanes sin
la ayuda de Estados Unidos después del estallido de la guerra civil yugoslava, los estados europeos dudaron para formar
una política común hacia las fuerzas de choque en Yugoslavia y esperó para el liderazgo de los Estados Unidos.

A pesar del final de la Guerra Fría, Europa no surgió como el continente seguro que muchos tenían esperado, y se
necesitaba con urgencia alguna acción política efectiva.

Madurando el concepto de defensa europea


El rotundo fracaso de los estados europeos para estabilizar la situación en Yugoslavia por sí mismos y en una etapa
posterior para actuar en el marco de la intervención humanitaria en nombre de la población musulmana en Bosnia-
Herzegovina demostró que Occidente necesitaba con urgencia a los europeos.

No fue hasta 1998, durante una reunión informal de la UE en la ciudad austriaca de Portschach am Worthersee, que un
verdadero reformista británico, el primer ministro Tony Blair, sugirió que el sindicato tenía que sentar las bases para una
unidad militar dentro de Europa. Blair apoyó la opinión de que en la UE había que adoptar importantes innovaciones
institucionales y de recursos para hacer de Europa un lugar más socio igualitario en la alianza transatlántica. No hace
falta decir que Blair y el Reino Unido no se convirtió repentinamente en fervorosos euro-entusiasta. Por el contrario, fue
un movimiento inteligente del primer ministro británico para comprometer a Estados Unidos más activamente en los
asuntos europeos, ya que Washington tiene desde hace mucho tiempo preocupado por el modo de seguridad y defensa
europeo vivendi. El objetivo de Blair de atraer el interés de los Estados Unidos con respecto a una defensa común y el
mecanismo de seguridad en la UE tuvo éxito.

Sin embargo, la administración de Bill Clinton seguía sin estar dispuesta a intervenir en la situación de deterioro en
Kosovo.

En cualquier caso, Francia acogió con agrado el acercamiento de Blair durante la Cumbre en St. Malo en diciembre de
1998, que a su vez se tradujo en acción en la reunión del Consejo Europeo en Colonia del 3 al 4 de junio de 1999, donde
los Estados miembros europeos decidieron por unanimidad que la UE debía tener la capacidad de emprender acciones
autónomas para responder a las necesidades internacionales sin la OTAN. Además, se decidió durante la Reunión del
Consejo en Helsinki en diciembre de 1999 que la creación de un ejército, l a fuerza capaz de desplegarse rápidamente
para intervenir en una crisis en Europa era más que bienvenido. El entendimiento común que surgió no involucraba la
creación de un ejército europeo permanente. Por el contrario, una fuerza europea era abordado como una entidad
colectiva extraída de los estados miembros. De hecho, fue una decisión política que tenía como objetivo minimizar los
sentimientos euroescépticos dentro de la UE mediante un enfoque paso a paso hacia la mejora

de la capacidad de poder duro de Europa sin disminuir la soberanía nacional

de los Estados miembros europeos individuales.La idea del European Rapid, la Fuerza de Reacción incluiría
infraestructura de tecnología de información de vanguardia,

municiones de precisión, amplias capacidades de elevación y logística, que probablemente costarían más de $ 50 mil
millones. En el momento, sin embargo, la mayoría de los países europeos no querían o no podían gastar esa cantidad de
dinero.

El siguiente paso en el desarrollo del proyecto de defensa europeo ocurrió en la reunión del Consejo Europeo celebrada
en Niza en diciembre de 2001. Allí, los europeos celebraron debates concretos sobre los aspectos institucionales del
Proyecto de seguridad y defensa. Se decidió establecer, dentro del Consejo Europeo, un Comité Político y de Seguridad
de la Unión Europea, un Comité militar de la Unión Europea y un personal militar de la Unión Europea.

Sin embargo, fue ocho años después de Niza, en el contexto de las discusiones del Tratado de Lisboa, que los líderes
europeos en los artículos 24 y 42 en realidad ponen a lápiz y papel y esbozó una estructura de defensa común para
Europa. Sin embargo, el Tratado de Lisboa no preveía la creación de un ejército europeo o por conscripción a cualquier
formación militar. Esto significaba que, a pesar del reconocimiento de la necesidad de una defensa y seguridad europea
común.
En cada estructura, cada estado miembro siguió su propio camino separado para Asuntos de defensa y seguridad. La
razón principal detrás de esto fue la sociopolítica y divergencias estatutarias entre los estados miembros de la UE que
estaban creando obstáculos hacia una fuerza común.

La Unión Europea: ¿Quo Vadis Europa?

Desde los primeros días de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero y más tarde, durante la era de la Comunidad
Económica Europea (CEE), la idea del establecimiento de un futuro sociopolítico común para Europa sonaba a la vez
prometedor y quimérico. Por un lado, la mayoría de los políticos europeos estaban ansiosos por tomar todos los pasos
necesarios para asegurar sus naciones contra las tendencias expansionistas de la Unión Soviética. Por otro lado, parecían
dispuestos o no preparados para cruzar el Rubicón y establecer una nueva política realidad dentro del contexto de una
entidad soberana común que funcionaría, no solo como una red o un hub, sino como un útero que iba a dar a luz a un
nuevo mecanismo de defensa europeo. Esta falta de preparación de la política europea el sistema puede justificarse en
parte a partir de la evolución histórica del continente y en parte de la evolución sociopolítica de Europa desde el fin de la
segunda guerra mundial.

Desde la antigüedad, ha habido varios intentos de unificar Europa en una sola entidad política, económica y militar. Qué
dice esto para el proceso de integración europea? Simplemente que cada intento de establecer fundamentos políticos
comunes para el continente europeo comenzó o terminó con la guerra total, la supresión de los derechos políticos,
explotación económica, u ocupación territorial.

El pasado europeo, y en particular las condiciones socioeconómicas que dictó la fisonomía del "Viejo Continente",
contiene la dificultad.

Europa durante la Edad Media fue el paisaje perfecto en el que el dictado hobbesiano de Bellum Omnium Contra Omnes
(la guerra de todos contra todos) podrían prosperar, mientras que la Europa medieval demostró antagonismo político,
gran heterogeneidad cultural, segregación territorial y fricción militar continua.

El respaldo al principio de soberanía nacional en la paz de Westfalia en 1648 fue el vehículo para salir de la competencia
constante y la guerra y entrar en un nuevo período de actividad política e interacción diplomática.

La nueva era ciertamente no siempre fue menos violenta que la anterior, pero sin duda fue más satisfactorio y
gratificante en un extenso social escala. Cualquier intento de modificar esto, incluso hoy, donde el globalismo está
buscando nuevas formas de vínculos políticos y redes entre personas y estados, plantea reacciones históricas,
nacionalistas y euroescépticas por parte de grandes grupos sociales o los partidos políticos.

Desde el final de la Guerra Fría y el surgimiento de un nuevo mundo multipolar, se ha vuelto obvio que Europa está
obligada a alcanzar una nueva forma de acercamiento asociación y convivencia entre los Estados miembros. Sin
embargo, el concepto de una llamada Gran Europa, o el ideal de una unión federal entre Estados miembros, se
encuentra con varios obstáculos en términos de cómo el ideal de la Unión Europea evoluciona en el siglo XXI.

La ampliación europea con los antiguos estados del Pacto de Varsovia y la inclusión más reciente de Bulgaria y Rumania
fue un movimiento estratégico racional de Bruselas para minimizar los intentos rusos de resurgir como un polo de
influencia en el continente europeo, al tiempo que fortalece las perspectivas de la OTAN en el siglo XXI. En adición,
la ampliación como objetivo político siempre ha sido parte de la UE y Misión histórica de la CEE. Sin embargo, el Tratado
de Lisboa significó la vacilación de algunos Estados miembros europeos para implementar una unión más estrecha y
adoptar políticas no solo en cuestiones de moneda sino también en cuestiones económicas y políticas.

Alemania juega este papel hoy, influyendo la forma en que Europa evolucionará en los próximos años, y este papel
probablemente será reforzada tras la decisión de Gran Bretaña de salir de la UE.

Recientemente, la evolución de la UE se ha topado con dos obstáculos. Primero, desde que Grecia se unió a la zona del
euro, era un secreto europeo abierto que el país era el vínculo económico más débil entre los estados miembros. La
forma en que los miembros individuales de la UE trataron la deuda soberana de Grecia reveló que la unión era todavía
poco más que una alianza de estados, donde cada unidad trata de salvaguardar sus propios intereses y lograr sus
propios objetivos en lugar de salvaguardar la coherencia del conjunto. En segundo lugar, la crisis de los refugiados
encontró a la UE, una vez más, renuente e incapaz de enfrentar un tema complejo que, además de su aspecto
humanitario, contiene preguntas fundamentales sobre la seguridad europea y la unidad misma de Europa. Por ejemplo,
las decisiones políticas del llamado Grupo Visegrad (República Checa, Hungría, Polonia y Eslovaquia); Austria; La ex
República Yugoslava de Macedonia; y Bulgaria, para cancelar las disposiciones del Tratado de Schengen y cerrar sus
fronteras para detener el flujo de refugiados del sur de Europa, confirmó que el principal problema dentro de la UE es
que los estados miembros no están listos para adoptar una unión más estrecha que finalmente lleve a una Nueva
estructura federal, como el establecimiento de los Estados Unidos de Europa.

Europa es la tierra donde el conocido lema In varietate Concordia (unidad en la diversidad) sigue siendo el ideal político
prevaleciente. De hecho, Europa sigue siendo una tierra de grandes diversidades y de una unidad sui generis. Sin
embargo, cada día que pasa demuestra que la unión está menos dispuesta o ansiosa por soportar las complejidades
sistémicas que caracterizan la era posterior al 11 de septiembre, especialmente con respecto a una mayor integración
europea.

Euro-ejército: ¿una realidad necesaria?

El Islam extremista se ha ido desarrollando gradualmente desde el final de la Guerra Fría.

Los elementos sunitas aparecieron por primera vez en la política internacional bajo las banderas negras de la Yihad en
Bosnia-Herzegovina durante el último y la fase más horrible de la guerra civil yugoslava y en el norte del Cáucaso
durante la primeros días de la recién creada Federación Rusa. Históricamente, la jihad. y sus diversas expresiones de
radicalismo nacieron primero en el Wahhabi.

El reino de Al Saud a mediados del siglo XVIII y en Egipto durante a principios del siglo XX bajo la dirección de la
Hermandad Musulmana.

El fin de la Guerra Fría y la falsa creencia de gran parte de los occidentales de que en el mundo había un surgimiento de
una nueva era de paz y tranquilidad perpetua proporcionada fueron una oportunidad para que los yihadistas
implementen sus planes nihilistas. A pesar de la Gran estrategia de los Estados Unidos después del 9/11, la llamada
Guerra Global contra el terror no solo no logró aniquilar a los yihadistas, sino que también ha elevado el poder del
movimiento en un fenómeno cataclísmico que penetra en el Medio Oriente y se exporta a Europa. La verdadera
pregunta que hay que responder. es si los Estados Unidos por sí mismo, con la posible asistencia de Canadá, Francia,
Alemania y el Reino Unido tienen la capacidad necesaria para enfrentar la multitud de problemas catastróficos que
ahora asolan el Medio Oriente. Parece que este grupo no tiene ni los recursos económicos ni, más Importante, la
voluntad política para enfrentar esta compleja situación por sí misma. Por lo tanto, se necesita urgentemente una nueva
respuesta del mundo occidental.

Además, el mundo occidental desde el final de la Guerra Fría es una vez más

frente a la emergente agresión rusa.

El Kremlin está tratando de abrir un nuevo capítulo sobre la relación del país con europa. De hecho, parece que este es
el desafío más agresivo y directo de la seguridad europea es Rusia en cualquier momento desde 1989. Si bien Rusia
puede ser

dispuesto a desafiar a Occidente, sin embargo, puede que no sea capaz de sostener un alto nivel de antagonismo. Las
principales causas de esta falta de capacidad se puede encontrar en la economía rusa disfuncional y, aún más
importante, el hecho de que Rusia todavía está tratando de desarrollar una nueva narrativa de poder blando para influir
en las sociedades europeas y crear actitudes pro-rusas.

Sin embargo, el auge de la agresión rusa sin duda afecta el equilibrio de poder en el continente europeo, mientras que
da enfrentar un dilema de seguridad que saca a la superficie muchas de las vulnerabilidades de la UE como entidad
política.

La creación de un ejército europeo habría permitido a Europa enfrentar las dos cuestiones fundamentales que
amenazan la existencia ontológica de la UE. Sin embargo, un ejército europeo no podría ser un organismo independiente
de la OTAN. Tal empresa sería irracional; eventualmente sería catastrófico para la unidad y la seguridad de Occidente si
la UE iba a antagonizar el estatus de la OTAN estableciendo una organización militar independiente para sus miembros.

Europa debe participar más activamente en la política internacional, en particular en la producción de una respuesta
coherente y eficaz a todos los retos globales que amenazan a occidente. Como tal, un ejército europeo es una
necesidad, pero la respuesta debe estar subordinada administrativa y operativamente a OTAN. Con la excepción de
Francia, Alemania y el Reino Unido, los miembros de la UE han optado por ser menos activos que las condiciones de
seguridad.

Su afectación puede requerir, pero las mejoras deben hacerse dentro de la Marco del Atlántico norte. De lo contrario la
unidad de occidente que ha existido desde 1949 podría estar en gran peligro. Muy a menudo la búsqueda de un común
la estructura de seguridad y defensa europea chocó contra una pared cuando algunos la vieron como el primer paso
hacia la emancipación política de los Estados Unidos. El concepto de un euro-ejército dentro de un marco adecuado
puede ser un desarrollo positivo para mejorar la unidad europea y hacer de Europa un elemento más activo de la
Occidente para enfrentar los desafíos estratégicos y de seguridad que tenemos por delante.

González Navas

Securitización de las migraciones y externalización de fronteras en España y la Unión Europea: ¿es eficaz y lícito el
modelo español?

Resumen

Este artículo tiene como objetivo estudiar el proceso de securitización de los movimientos migratorios que viene
desarrollándose en España y la Unión Europea en los últimos 15- 20 años, tratando de analizar la forma en que las
migraciones se han definido como una amenaza a la seguridad y las consecuencias que esa definición ha tenido en la
política exterior española/europea, especialmente en lo que afecta al proceso de externalización de fronteras y al uso de
la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) con esos fines. Mientras que mercancías, capitales y servicios fluyen sin restricciones
por toda la aldea global, las personas del Sur tienen casi imposible moverse con libertad. Estas restricciones han
fomentado la migración irregular, lo que, a modo de círculo vicioso, ha servido de argumento a los países del Norte para
construir un discurso -con la inestimable ayuda de los medios de comunicación- que considera a las migraciones como
un riesgo, una amenaza a la seguridad.

Este discurso ha sido calificado por algunos autores como la forma más moderna de racismo.

Podemos situar el inicio de este proceso en un contexto marcado por dos acontecimientos históricos clave: el fin de la
guerra fría, con la deslocalización geopolítica que supuso; y la globalización neoliberal, con la amplitud de cambios
políticos y sociales que lleva asociada (Huysmans y Squire, 2009:169).

Parece claro, por tanto, que la cuestión migratoria ha dejado de ser un asunto meramente económico para convertirse
en un asunto de seguridad y que además se está gradualmente europeizando.

En esta dualidad entre economía y seguridad, a la persona migrante se la cataloga alternativa y/o sucesivamente como
necesaria -para convertirse en mano de obra- o como peligrosa

-por ser una potencial amenaza para la identidad y la cohesión de la sociedad. De esta forma, la protección de la
identidad y la cohesión social, a través de la configuración de la migración (sobre todo en el caso de la irregular), supone
“una forma específica de pertenencia que construye las Identidades antagónicas de amigo y enemigo” e incide en la
cuestión de la exclusión y la inclusión social.

Una de las prácticas de los actores gubernamentales que evidencia de forma más clara la securltización de las
migraciones es la externalización del control migratorio o, más gráficamente, de fronteras.

El autor de referencia de los Estudios Críticos de Fronteras, cuando relata las primeras medidas que adoptó el gobierno
de Gordon Brown en materia de seguridad nacional y lucha antiterrorista, hace alusión a las tres líneas de defensa que
quieren construirse y se corresponden con estas manifestaciones. La primera línea, que llamaremos externa, se
establece fuera de las fronteras nacionales y pretende evitar que las personas indeseadas lleguen ni siquiera a intentar
entrar al país; la segunda, una línea perimetral, se sitúa en los puntos de entrada al país y cuenta con la moderna
tecnología biométrica; finalmente la tercera, la línea interna, está presente dentro de las fronteras de cada estado y
busca Identificar a las personas indeseadas una vez se encuentran asentadas en las sociedades de los países
desarrollados.

Vamos a distinguir entre la dimensión externa de la política migratoria y su externalización. Por dimensión externa
entendemos todos los aspectos de compromiso y política dirigidos al lado externo de las fronteras, mientras que la
categoría de externalización engloba a un conjunto de procesos entre los que destacan los siguientes:

• “Los elementos del sistema doméstico que tienen implicaciones Internacionales, como la creación de campos de
diferentes tipos para inmigrantes, fuera y dentro de las fronteras.

• Un aumento del énfasis puesto en las fronteras externas y en la lucha contra la inmigración irregular, como medidas
dirigidas al control fronterizo, la construcción de vallas, patrullas, etc.

• Medidas para la repatriación de Inmigrantes en situación Irregular, acuerdos de readmisión y diversas modalidades de
transporte de estos Inmigrantes a terceros países, como los vuelos colectivos.

• Propuestas para el tratamiento de las demandas de asilo fuera del territorio europeo, por ejemplo, a través de
protección regional o de centros provisionales de tramitación de solicitudes.

• Acciones que inciden sobre las causas de la Inmigración, Intentando unir migración y desarrollo”.
El modelo español

En este punto pretendemos revisar el modelo que España trató de establecer en la primera década de este siglo,
especialmente tras los primeros saltos de las vallas fronterizas de Ceuta y Mellila y la crisis de los Cayucos. Para hablar
del modelo español nos centraremos en los tres usos principales que la AOD puede tener en relación con los
movimientos migratorios:

a) Incentivo para que el país receptor firme un acuerdo de cooperación migratoria o cumpla con las obligaciones que el
país donante entiende que debe asumir en esta temática (readmisión de nacionales, vigilancia costera)1.

b) Forma de incidir en las supuestas causas profundas de las migraciones. Se trataría de proyectos productivos,
generadores de empleo o de mejora de medios de vida, que tratan de fijar a la población en su territorio.

c) Financiación de actividades de control migratorio en el país receptor, compra de equipos para estas actividades o
entrenamiento de los cuerpos policiales que se encargan de este control.

Dependiendo de la preponderancia de cada uno de estos usos, podremos concluir si la AOD española cumplió/cumple
una mera función instrumental de los objetivos de prevención, control y/o gestión de la movilidad humana o si se busca
una estrategia a largo plazo que, al avanzar en un desarrollo humano sostenlble, haga que la migración sea una opción
más, y no una realidad a la que se ven forzadas un gran número de personas en Sur global.

Al menos en una parte del discurso político y mediático, parece que el modelo español sí ha sido exitoso en lo relativo a
frenar las llegadas de migrantes, incluso está siendo puesto de ejemplo de lo que tiene que hacer Europa para abordar la
crisis humanitaria que se vive en los últimos años. Pero ¿a qué precio se ha conseguido? En un segundo punto
analizaremos cuál es el coste de ese modelo, entendiendo coste como sus consecuencias negativas en dos aspectos:

El respeto a los derechos humanos y la calidad/eficacia de la AOD. El instrumento jurídico más importante del modelo
español fueron los Acuerdos Marco de cooperación en materia de inmigración, conocidos como ‘de segunda
generación’, el producto estrella de la política de cooperación migratoria con África del PSOE.

Más concretamente, España apoyará las estrategias que tengan por objetivo el aumento de las capacidades económicas
de las poblaciones más vulnerables, Incluyendo, en particular, programas y proyectos de “incentivo al arraigo”
encaminados a la generación de empleo y a la creación de las adecuadas condiciones de vida en las zonas más
empobrecidas. Además, España apoyará especialmente la puesta en marcha de políticas públicas migratorias para llevar
a cabo una gestión ordenada y cooperativa de los flujos migratorios, respaldando decididamente las acciones
relacionadas con el fortalecimiento de las capacidades institucionales de los países para el diseño e implementaclón de
estas políticas y de los servicios migratorios asociados.

Relacionado con el apoyo a las políticas públicas migratorias de estos países, un último punto de los acuerdos marco en
el que la AOD tiene una importancia destacada es el de cooperación en la lucha contra la Inmigración Irregular y el
tráfico de seres humanos. Son varios los aspectos en los que se concreta este punto: a) el intercambio de Información
sobre trata de personas, redes de tráfico de personas y crimen organizado; b) la provisión de asistencia técnica en
materia de lucha contra la Inmigración irregular; c) la organización de cursos de formación para personal consular y de
inmigración; d) la cooperación para el refuerzo de los controles fronterizos; e) el apoyo técnico mutuo al objeto de
garantizar la seguridad de sus documentos nacionales de identidad; f) el fortalecimiento de sus capacidades en la lucha
contra la inmigración irregular y el tráfico de seres humanos; y g) la realización de campañas de sensibilización sobre los
riesgos de la inmigración irregular y el tráfico de seres humanos.
Por lo visto hasta ahora puede afirmarse que sí ha habido un modelo español de uso de la AOD para incidir en el
binomio migración/desarrollo, o al menos el intento por establecer un modelo propio. Este modelo, aunque en su inicio
pudiera parecer lo contrario, puede calificarse como una instrumentalización de la AOD con fines de control migratorio,
porque los elementos de incentivo de la cooperación en temas migratorios y de financiación de los sistemas nacionales
de lucha contra la migración irregular son mucho más relevantes que los intentos de fijar a las poblaciones en el
territorio, con proyectos productivos, de desarrollo rural, de formación profesional

o de fomento del empleo.

El modelo español, exitoso en evitar llegadas a Canarias, es un modelo de externalización de fronteras e


instrumentalización de la ayuda al desarrollo, no un modelo de migración y desarrollo o de fomento del desarrollo para
atajar las causas profundas de la movilidad humana. Es un modelo que desplaza la problemática migratoria a otras
zonas, lo que en muchos casos aumenta la peligrosidad del proyecto migratorio. Y es un modelo, como veremos a
continuación, con muchos costes sociales.

Vamos a centrarnos en dos aspectos: las violaciones de derechos humanos; y el menoscabo de la calidad y la eficacia de
la AOD española.

Los costes del modelo

A lo largo de los años de vigencia del modelo español de cooperación migratoria, son numerosas las violaciones de
derechos humanos que se han producido. Muchas de ellas tienen como responsable directo al Gobierno español, como
las devoluciones en callente, los controles arbitrarlos de Identidad o el rechazo injustificado de demandas de asilo.

En el caso de España, las mayores vulneraciones en países socios se producen en Marruecos, pero se pueden observar
casos también en los países de África Occidental y Mauritania:

• La mayor problemática de derechos humanos de los migrantes tiene que ver con la situación de las personas
subsaharianas en Marruecos. En los últimos años ha habido numerosos informes de ONG11 que han puesto de
manifiesto las penosas condiciones de vida y las constantes vulneraciones de derechos humanos que sufren, con
especial atención al caso de las mujeres. Es muy ilustrativo de la responsabilidad española lo sucedido en 2006.

Otro de los socios estratégicos de España en el control migratorio, Mauritania, también tiene algunos episodios de
vulneración de derechos humanos de las personas migrantes.

Quizá el episodio más conocido es el Centro de detención de migrantes en Nuadibú (Mauritania), llamado popularmente
‘Guantanamito’. Este centro fue puesto en marcha con 220.000 euros de la cooperación española, calificada como ayuda
humanitaria de emergencia a emigrantes subsaharianos.

En cuanto a la eficacia y la calidad de la cooperación española, la instrumentalización de la AOD con fines de control
migratorio fue un duro ataque a sus elementos esenciales, hasta el punto de poner en peligro su legitimidad. Pese a
esto, es bueno analizar en qué se concreta este ataque a la cooperación al desarrollo:

Uso de la AOD para fines distintos a la lucha contra la pobreza. En 2015, el 35% de la ayuda española a Senegal
ejecutada por la Administración General del Estado fue para apoyo al control migratorio.

· En este sentido es destacable el concepto de AOD genuina de la Plataforma Europea de ONG de Desarrollo
(CONCORD), que busca diferenciar entre la ayuda de calidad y la inflada, Incluyendo aquí los fondos para becas de
estudiantes, la asistencia a refugiados en el país donante, la ayuda ligada y las condonaciones de deuda.
· Priorización geográfica, tanto de países como de regiones dentro de un país, fundamentada en razones migratorias
y no de necesidades.

· Coherencia de políticas. Ante todas estas amenazas a la cooperación al desarrollo, se debe poner encima de la
mesa el concepto de coherencia de políticas para el desarrollo, ya que la inversión en cooperación al desarrollo no será
eficaz si los efectos de otras políticas (agrícolas, educativas, migratorias, comerciales, de salud o medioambientales), van
en su contra, en lugar de construir sinergias en favor de los países del sur.

Ambrosini, M. Refugiados y otros inmigrantes en Italia: ¿Por qué algunos nos aterrorizan y los demás se instalan sin
mayores problemas?

En el actual debate sobre la inmigración y el asilo en Italia, y en general en Europa, resalta la discordancia entre la
opinión pública y los términos de la cuestión, desde las dimensiones estadísticas de dichos fenómenos. En este artículo
se pretende descomponer el marco de la situación de emergencia, al reinterpretarlo como una crisis de la política
europea de inmigración y asilo. Además, se enfatiza en el fenómeno de la migración irregular, que revela la relación con
el mercado laboral y las necesidades del sistema socioeconómico italiano. La comparación de diferentes tipos de
inmigración no autorizada evidencia el vínculo entre aprobación formal y reconocimiento social, poniendo de relieve los
efectos de la formación de las actitudes que prevalecen en la opinión pública en cuanto a condiciones y perspectivas de
los migrantes.

Alerta refugiados

A consecuencia de la guerra en Siria e Irak millones de refugiados han sido obligados a huir. Sólo una pequeña minoría,
según los datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), en especial los más
preparados y seleccionados, llega a Europa, pero esto es suficiente para desencadenar miedos y rechazos. El 86 por
ciento de las personas que buscan asilo es bien recibido en los países del tercer mundo. Menos de 10 por ciento llega a
Europa, donde prevalece la idea de invasión de una multitud incalculable que solicita asilo.

Consideraciones similares se aplican a la inmigración en general: el discurso público repite todos los días que se trata de
un fenómeno de amplias proporciones en escandaloso aumento con inmigrantes provenientes primordialmente de
África y Oriente Medio, gran parte de ellos se compone de hombres musulmanes. No obstante, los datos disponibles
denotan que la inmigración en Italia, después de años de crecimiento, es en esencia estacionaria. Las estadísticas indican
que la inmigración es predominantemente europea, femenina y originaria de los países de tradición cristiana.

Un fenómeno sociológico significativo es la divergencia entre realidad y representación, atención selectiva a un solo
componente de los procesos migratorios, la confusión entre asilo e inmigración. Llegadas muy evidentes han ocupado el
centro de atención, soslayando otros componentes más relevantes de un fenómeno complejo y multifacético como la
migración. Por otra parte, los desembarques se convierten sólo de modo parcial en solicitudes de asilo en Italia. El
gobierno central es muy activo en lo referente a los rescates en el mar y la marina italiana posee el mérito indudable de
haber salvado miles de vidas. Pero este compromiso no se traduce en automático en el amparo de los refugiados luego
del rescate. La mayoría de los que llegan por mar está destinada a atravesar los Alpes y pedir asilo en Europa central y
septentrional. Sus aspiraciones se entrelazan con la política tradicional italiana: fomentar el tránsito hacia el norte a la
vez que se evita en lo posible comprometerse a garantizar la seguridad en el territorio nacional.

Hoy el tránsito se ha vuelto más difícil y los países del centro y norte de Europa ejercen presión para que los refugiados
sean identificados y recibidos en los países de arribo. Los acuerdos de redistribución conseguidos en 2015, sin contar con
todos los países miembros de la UE, no han sido cumplidos hasta ahora. En Italia, la gestión del Parlamento oscila entre
la idea de una «emergencia», «para hacer frente a las medidas extraordinarias», y la de un fenómeno que debe ser
abordado mediante el establecimiento de un sistema «orgánico» de acogida.

El énfasis en la necesidad de contener los flujos no deriva del análisis objetivo de los datos sino del impacto televisivo en
la opinión pública relativo a rescates, naufragios y desembarques en las costas del sur. Algunos actores políticos han
abordado el tema con frecuencia, por lo que es objeto de controversia y propaganda. En adición, el desembarque de
personas que buscan asilo tiene las características requeridas para desencadenar ansiedad y preocupación en las
sociedades receptoras: se trata de extranjeros que ingresan sin pedir permiso y sin ser invitados, que carecen de los
documentos apropiados, y una vez desembarcados piden ayuda y no pueden ser rechazados. El punto débil de la
soberanía nacional, el control de las fronteras y la seguridad contra la intrusión ajena, no podría ser más sorprendente.

También es errónea la noción generalizada de una relación directa entre la pobreza y la migración. Por supuesto que las
desigualdades entre las regiones del mundo, inclusive aquellas cercanas, explican algunas de las razones para emigrar.
Pero la pobreza en un sentido absoluto detenta una asociación negativa con la migración internacional, en específico
cuando se trata de largas distancias: las migraciones son procesos selectivos, que requieren recursos económicos,
culturales y sociales. Los migrantes no provienen de los países más pobres del mundo. Por razones similares se afirma
que los migrantes no son los más pobres de sus países: en promedio, son menos pobres que los que se quedan. En su
mayoría vienen de lejos y son seleccionados socialmente. Lo mismo se aplica a los refugiados: los que acuden a Europa
cuentan con educación y formación profesional. Por desgracia, sucede a menudo que el debate público desconoce estos
datos cognitivos; más bien busca la información que constata las visiones preconcebidas.

El terror de los europeos ante los refugiados

La controversia en Italia es parte de una discusión sin fin concerniente al asilo. Los países de la UE, incapaces de
encontrar un acuerdo en la gestión compartida de la ley de asilo, dispusieron el principio de regresar a Turquía a los que
desembarcan desde el mar sin autorización; en otras palabras, han externalizado

la gestión al encomendarla a las naciones meridionales de la Unión y han aceptado la participación de un nuevo socio
tan polémico como Turquía. Con el propósito de entender cómo dicho arreglo es un efecto del afán europeo en el tema,
es pertinente recordar que hasta antes del acuerdo Turquía aplicaba el principio de reserva geográfica, sin conceder el
título de refugiados a los sirios; ha tenido que cambiar sus reglas para acogerlos de manera formal, aunque no queda
claro con cuáles derechos y medidas de protección. Complementariamente, Grecia no reconoce a Turquía la situación
como tercer país seguro: también efectuó modificaciones en su legislación para poner en funcionamiento el
controvertido acuerdo.

Cabe mencionar que Turquía impuso condiciones muy onerosas a fin de asumir el papel de supervisor de las fronteras
europeas. Si una de las causas de no querer aceptar refugiados fue el miedo a la islamización de Europa, la solución no
parece disipar el temor. No hace falta decir entonces que la legitimidad de Turquía como un socio fiable y necesario
significó un reconocimiento internacional al gobierno de Erdogan, a pesar de la creciente represión interna de
periodistas, intelectuales, opositores políticos y minoría kurda.

Mientras tanto, varias organizaciones humanitarias han cuestionado el pacto, pues lo consideran una violación al
derecho de asilo y de las convenciones internacionales en esa materia. El endurecimiento de las políticas europeas, la
toma forzada de huellas dactilares, la detención de personas, las malas condiciones de recibimiento, les impiden llevar a
cabo las actividades de protección por las que se habían movilizado. Por lo tanto, es factible aludir a una situación de
terror europeo ante los refugiados y a un intento cada vez más explícito por evadir las obligaciones de salvaguardia de
los derechos humanos que siempre ha sido un estandarte de la civilización europea. Dos conceptos erróneos son a la vez
causa y efecto de pánico. El primero es el enlace entre los refugiados y el terrorismo: los autores de los ataques nacieron
y crecieron principalmente en Europa, pero ante los ataques los gobiernos anuncian de inmediato el cierre de las
fronteras, circunstancia que da a entender que las amenazas vienen desde afuera. El segundo malentendido es la
confusión entre los inmigrantes y los refugiados, con efectos acentuados y distorsionados.

El gobierno italiano asumió con seriedad el tema al presentar el proyecto «Migration Compact», pero sus ambiciosas
intenciones todavía son muy vagas en los detalles. El propósito es claro y va en dirección del sentido común: externalizar
los controles, dar cabida a aquellos que tienen el derecho fuera de Europa, preservar la unión por las obligaciones
humanitarias incómodas y evitar los deplorables rechazos de refugiados en la UE. El acuerdo con Turquía constituye el
modelo de referencia del proyecto, cuyo texto comienza hablando de una Europa de cara a la migración «en
crecimiento» y «sin precedentes». Sin embargo, la migración de la UE se ha mantenido constante con alrededor de 51
millones de personas.

«Migration Compact» asume una posición más abierta en torno a la Agenda Europea de 2015 en un punto importante:
la nueva entrada legal a Europa con fines comerciales, para ofrecer una alternativa creíble a las entradas ilegales. No
obstante, se continúan utilizando términos como control de fronteras, seguridad, gestión de los flujos, devoluciones; en
tanto que expresiones como derechos humanos o protección de refugiados están casi ausentes.

El texto propone la gestión del asilo en el lugar de origen (es decir, en algún país africano) según los estándares
internacionales, pero evita serias interrogantes: ¿Cómo pueden brindar una protección humanitaria adecuada a los
refugiados si no logran ofrecerla a sus propios ciudadanos? Si lo hacen, gracias a la financiación de la UE, ¿de qué
manera se controla el resentimiento de los ciudadanos, a quienes se otorgarán menos servicios que los previstos para
los refugiados? ¿Cómo lidiar con los solicitantes a los que se les ha negado el asilo, que sin duda tratarán de evadir la
expulsión? Otras dudas aluden a las promesas de ayuda al desarrollo.

Dos problemas básicos:

El primero es el riesgo de la financiación a los gobiernos autoritarios y militares que son la fuente de los flujos de
refugiados porque la población es afectada de modo severo por la corrupción y la ineficacia. Habría que preguntarse si la
intención es financiar la represión de la migración y el asilo, más que el desarrollo: una represión fácil de implementar a
profundidad lejos de los medios de comunicación europeos, del control de las organizaciones humanitarias y de las
voces que claman respeto a la humanidad dentro de la opinión pública en Occidente.

El segundo radica en la creencia equivocada de que los migrantes provienen de los países más pobres y que el desarrollo
puede detenerlos. Años de estudios demuestran lo opuesto: las migraciones son procesos selectivos, emigran aquellos
que tienen recursos. Con el desarrollo aumenta el número de personas que accede al capital económico, cultural y social
indispensable para irse. En una primera fase no definitiva, aunque haya un desarrollo creciente, no disminuye la
cantidad de migrantes. Sólo a largo plazo se reducen las nuevas emigraciones. La promoción del desarrollo es un
objetivo noble, pero al mezclarlo con el control de la migración termina en un corto circuito. Otra cuestión es el
compromiso financiero necesario. Hoy, las remesas de los migrantes proporcionan mucho más que las promesas
sustanciales y tangibles de ayuda de los gobiernos occidentales. Esos recursos llegan directamente a las familias, lo que
produce efectos alterados al financiar el consumo y las actividades no productivas y permitir que los beneficiarios
mejoren en alimentación, vivienda, salud y educación de los niños. Reemplazar estas ventajas tangibles y generalizadas
de la migración por políticas de desarrollo será una larga y difícil empresa, sobre todo muy costosa.

Reacciones indiscriminadas en torno a la inmigración: la aprobación oficial y el reconocimiento social


Se enmarcarán ahora, en una perspectiva teórica, las reacciones hacia los solicitantes de asilo, en contraposición con
otras categorías de migrantes, incluidos los irregulares. Según una propuesta de Saskia Sassen, es posible distinguir dos
dimensiones en la relación entre sociedad receptora, instituciones públicas y extranjeros o minorías percibidos como
extraños. Una comprende la autorización de entrada y residencia y cubre los aspectos formales, regulados por acuerdos
institucionales. La otra se refiere al reconocimiento y a vastos fenómenos de aceptación social, de resistencia o rechazo
a las personas extranjeras o grupos considerados como tales.

Entre ambas hay vínculos e influencias mutuas: cuando un grupo ha sido severamente estigmatizado por la opinión
pública, no faltan órganos de información dispuestos a dar voz a los prejuicios y actores políticos que traducen los
sentimientos negativos en argumentos y quizá en normas. Incluso las instituciones y los agentes responsables del orden
público son perjudicados, lo que agrava la vigilancia y el tratamiento restrictivo contra ese grupo. Al contrario, los
mensajes de alerta de ciertos líderes políticos, además de otorgar mayor rigidez a las reglas, influyen en los medios de
comunicación que recogen y difunden sus declaraciones, las cuales son divulgadas entre la opinión pública. Muestra de
ello es la definición de «clandestinos», vocablo que se aplicó a los desembarcados en las costas italianas hasta los
hechos dramáticos ocurridos en octubre de 2013, instante en que la intervención de voces influyentes como el papa
contribuyeron a mitigar el lenguaje y a redefinir los dispositivos de ayuda y rescate. En la actualidad el término
«clandestino» usado en público se traduce de inmediato en hostilidad explícita hacia los inmigrantes.

Entre autorización y reconocimiento existen distancias significativas. El caso típico es el de miles de mujeres inmigrantes
que se dedican a tareas de atención de familias italianas. Resulta relevante advertir que muchas de ellas han pasado por
una fase prolongada de irregularidades, puesto que en el discurso político, los medios y la opinión pública raramente la
figura del «clandestino» (siempre de género masculino) se asocia con niñeras, empleadas domésticas o asistentes
familiares para ancianos. Como máximo, de manera eufemística se declara: «no tienen los documentos en orden». Por
lo general, se descubre su situación ilegal en el momento en el que es oportuno introducir una amnistía para dejarlos
transitar entre la población legalmente residente. En el diagrama siguiente, se cruzan las dimensiones de autorización y
reconocimiento, en forma típica ideal se identifican los cuatro casos que resultan de su intersección: exclusión, estigma,
tolerancia e integración (que serán examinados por separado).

Exclusión. Cuando la falta de autoridad legal se une con la falta de reconocimiento social se produce una situación de
hostilidad hacia los extranjeros. En esta situación se hallan aquellos que comúnmente son considerados «clandestinos»:
invasores amenazantes debido a su ingreso no deseado, son percibidos como un peligro para la seguridad y el orden
público, y cada vez más como una carga indebida para el sistema de asistencia social. Contra ellos se aplica en especial la
superposición entre inmigración y delincuencia, expresada por el concepto de crimmigration. Entonces, la expulsión es
la medida solicitada por la sociedad y prometida por la política, a pesar de que su aplicación práctica es un asunto
complicado y costoso. La exclusión social se convierte en su proyección interna en las relaciones sociales. Un ejemplo de
gran impacto simbólico es el de los grupos de voluntarios involucrados de modo activo en la vigilancia a lo largo de la
frontera entre Estados Unidos y México. Dichos grupos informan a la policía los cruces no autorizados, en una especie de
competencia con las asociaciones que trabajan para ayudarlos.

Estigma. En esta categoría se encuentran los componentes de la población inmigrante o de minorías étnicas que tienen
permiso de residencia legal y a veces incluso los derechos de la ciudadanía, pero se enfrentan a un rechazo notable de la
población. Es el caso de muchos países de llegada de los refugiados y solicitantes de asilo: los prejuicios y los cierres son
muy difíciles a niveles general y abstracto; cuando en realidad se tienen que enfrentar situaciones específicas de
personas con un rostro y un nombre, conocidas e instaladas en una comunidad local, tal vez acompañadas de hijos
menores de edad que asisten a las escuelas locales. Rara vez grupos de ciudadanos defienden a los solicitantes de asilo
no autorizados oponiéndose a su expulsión. En Italia hay una creciente intolerancia hacia los refugiados, alimentada por
ciertas fuerzas políticas y retóricamente justificada por la crisis económica y el desempleo. Otro ejemplo sorprendente y
paradójico de la divergencia entre la aprobación formal y el reconocimiento social son las minorías rom y sinti, que
pertenecen a un país de la UE o son ciudadanos italianos, pero por lo habitual son valorados como extraños y peligrosos.

Tolerancia. En este dominio se compensa la falta de una autorización formal y en varios aspectos es sustituido por el
reconocimiento social generalizado. La muestra más sorprendente es la de mujeres inmigrantes y algunos hombres
empleados en el ámbito doméstico, como respuesta a la carga funcional de las familias, que se caracterizan por ser
agencias de prestación de servicios primarios a las personas. Un fenómeno que repercute en el sur de Europa, con el fin
de crear una especie de «bienestar invisible» en paralelo al oficial; sin embargo, no perdona a los países con estructuras
públicas más desarrolladas y políticas más rigurosas en apariencia al adquirir otras formas: uso incorrecto de las mujeres
instituido en el Reino Unido y en otros lugares, encargadas de la limpieza con contratos en Suecia, niñeras sin contrato
regular que de vez en cuando causan problemas a figuras públicas en Estados Unidos, el fenómeno de «turistas»
procedentes en particular de Europa del Este que en Alemania se turnan en la limpieza de la casa o en el cuidado de
ancianos. El rasgo más interesante es el hecho de que, sobre todo en Italia, estos inmigrantes circulan con tranquilidad
en compañía de los ancianos y los niños en los espacios públicos, sin temor a la verificación desagradable de su situación
legal. En términos más extensos se plantea la posición de los inmigrantes irregulares «dignos»; su presencia se legitima
con el trabajo al servicio de los ciudadanos nacionales y el abstenerse de cualquier modo de conflicto social o rebelión.
En el sur de Italia y otras regiones agrícolas el uso de mano de obra inmigrante sin contrato regular es una práctica
normal, tolerada e institucionalizada a tal punto que varios municipios equipan refugios y servicios higiénicos para los
trabajadores.

Lo anterior no quiere decir que los inmigrantes «tolerados» no tienen problemas. En nuestra investigación han surgido
principalmente dos: aquel que De Genova define deportabilità, es decir, la espada de Damocles de una posible
interceptación y expulsión; y el sufrimiento que resulta de encontrarse «prisioneros» en el país receptor, privados de la
alternativa de retornar a casa para visitar a sus seres queridos por temor a revelar su situación y con la probabilidad de
que les prohiban el reingreso.

No obstante, la tolerancia asociada con el trabajo no es tangible con facilidad fuera del ámbito laboral. Si no viven con
los empleadores, como en el caso de los trabajadores domésticos con «trabajo fijo», o no son bien acogidos por los
compatriotas, los inmigrantes sin documentos legales son percibidos como un problema al salir de sus lugares de
trabajo, al compartir con los demás los espacios urbanos. La tolerancia y el reconocimiento pueden ser contingentes y
representar un lugar en el espacio.

Integración. Cuando la autorización formal va de la mano con un suficiente reconocimiento social, se crean las premisas
para la inclusión de los inmigrantes en la sociedad receptora. Sin embargo, no se trata de un proceso lineal ni obvio: de
hecho, es una integración subordinada sustentada en un acuerdo tácito entre los migrantes, quienes efectúan trabajos
poco gratos para los trabajadores nacionales, sin pretensiones de mejorías laborales o reivindicación de sus derechos. En
tiempos de crisis prolongada se atenúan las bases de integración económica, es probable que se pierda el permiso
formal y la aceptación social puede volverse problemática.

Conclusión: seria crisis de la política y los valores europeos


La cuestión de los refugiados ocupa las portadas de los periódicos italianos y europeos. Afecta los resultados de las
elecciones y el destino de los gobiernos. Ha suscitado, después de varios intentos y contradicciones, reconsiderar el
sistema europeo de asilo, la negociación de un acuerdo con Turquía, que sirve de forma efectiva para externalizar el
amparo de refugiados fuera de las fronteras de la UE y lejos del corazón de Europa. Como he tratado de mostrar en este
artículo, es una crisis de la política europea, más que una crisis debido al alto número de desembarques. Los refugiados
representan para la migración internacional la imagen más problemática, ya que infringen la inviolabilidad de las
fronteras simbólicas por su trágica y visible llegada. El discurso público enfatiza el fenómeno, bajo la creciente alerta
social: los refugiados no son vistos como personas en situación de riesgo, sino como una amenaza para los países
receptores. La política europea continúa con dichas representaciones y se mantiene incapaz de enfrentarlas o
transformarlas.

La atención se desplaza de los refugiados a las reacciones de los países receptores. Los refugiados son parte de un
panorama más amplio: la distinción entre respuestas de los países receptores y el tratamiento de las diferentes
categorías de migrantes legales (con autorización formal para entrar y residir en el territorio) y en términos de
reconocimiento social, aceptación y tolerancia hacia ellos. Hemos observado que mientras la atención de la opinión
pública se concentra en las costas y en los desembarques, otros migrantes se insertan de modo silencioso en las familias
y el mercado laboral, incluso sin poseer documentos adecuados para la residencia y el trabajo regular.

En efecto: los países receptores seleccionan los inmigrantes y les aplican diferentes tratamientos. Concerniente a los
refugiados, la autorización formal para residir, al menos provisionalmente, no se acompaña de un reconocimiento social
por su presencia. Relativo a las mujeres que se dedican a trabajar con las familias, al cuidado de ancianos o niños, la
amplia aceptación social se antepone a la autorización formal creando una tolerancia generalizada, lo que favorece la
posibilidad de adoptar medidas de legalización. Esto puede ser válido hasta cierto punto para otras categorías de
trabajadores inmigrantes no autorizados, capaces de presentarse con el propósito de complacer a los habitantes de las
sociedades receptoras. Analizar la migración siempre implica el estudio de la conexión entre la movilidad geográfica de
las personas de acuerdo con la sociedad receptora y la normativa implementada por los Estados. La rigidez del plan
regulador establecido durante años y la creciente demanda de reafirmación de límites estrictos ha producido una serie
de consecuencias. El aumento de la inmigración ilegal y su persistencia es una de las más evidentes. El recurso de asilo
como una puerta trasera para ingresar a Europa es ahora la más inquietante. No obstante, no refleja lo suficiente el
hecho de que nuestras sociedades reconocen y toleran muchos inmigrantes en situación irregular, desde el momento
que la percepción de su utilidad, dignidad y falta de peligrosidad supera prejuicios y temores.

________________________________________

[1] Este apartado incluye cifras sobre encuestas, solo están las que me parecieron mas “relevantes”.

UNIDAD 10. La gobernanza energética. Desde sus orígenes hasta el presente A) Seguridad energética como hecho
central de la política exterior B) Geopolítica del petróleo como constante en las Relaciones Internacionales? C) Las
energías renovables y la cooperación regional en Mercosur

Bibliografía obligatoria

FREIER, Alexander / SCHAJ, Gretel (2016). La fractura hidráulica en Argentina: los cambios en el concepto de
territorialidad y la emergencia de nuevos regímenes de soberanía. En: Revista Enfoques. Vol. XIV (25). pp. 59-81.

LARA, I. F. (2014). Geopolítica y governance de los hidrocarburos. En: Relaciones Internacionales 46, p. 149-175.
MYERS JAFFE, Amy / JAREER, Elass (2015). War and the Oil price cycle. En: Journal of International Affairs, Vol. 69 (1).
p. 121–137.

Las complejas rivalidades de influencia entre las potencias regionales, especialmente entre Arabia Saudita e Irán, pero
que también incluyen a Turquía, Qatar y los Emiratos Árabes Unidos, están transformando el Medio Oriente. Como las
fronteras locales y las instituciones gobernantes se han disputado después de la Guerra de Irak y la Primavera Árabe, el
control de las principales instalaciones de petróleo y gas de la región.

Las milicias en guerra, el Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS), Al Qaeda y los gobiernos tradicionales se están centrando
cada vez más en mantener o controlar la producción de petróleo y las instalaciones de refinación.

Además, los conflictos regionales, ahora complicados por la participación militar activa de Rusia, se han extendido para
afectar los mercados mundiales de petróleo, ya que Arabia Saudita y sus aliados del Golfo, que buscan influir en los
resultados geopolíticos y militares regionales, han iniciado una guerra de participación de mercado que ha provocado un
colapso en los precios del petróleo. Este documento examina cómo los conflictos en el Medio Oriente, incluida la guerra
civil siria y el aumento del ISIS, están cambiando la geopolítica del petróleo. Estos conflictos están generando nuevos y
serios riesgos para las instalaciones petroleras regionales, lo que los convierte en activos estratégicos y botín de guerra.
La diplomacia actual para resolver el conflicto en Siria enfrenta serios desafíos. Además de los motivos humanitarios, es
imperativo encontrar una solución duradera para evitar la destrucción continua de las principales instalaciones
regionales de producción y exportación de petróleo y gas. La destrucción en curso de dicha infraestructura puede
representar un gran desafío para la seguridad energética mundial en el plazo de tres a cinco años.

El petróleo ha formado conflicto internacional durante décadas. Pero la naturaleza cíclica de la contribución del petróleo
al conflicto global no se comprende bien. Los precios del petróleo no solo son cíclicos, sino que la geopolítica del
petróleo está vinculada inexorablemente al mismo ciclo de precios de auge y caída. El aventurero militar, las guerras por
poderes y las patologías regionales en el Medio Oriente se expanden y contraen con el flujo y reflujo de las enormes
acumulaciones de petrodólares relacionadas con el ciclo del precio del petróleo. La entrada masiva de ingresos de
petrodólares cuando los precios del petróleo son altos crea ingresos disponibles que pueden dispensarse fácilmente en
las carreras de armamentos regionales, especialmente porque los países consumidores de petróleo como los Estados
Unidos están incentivados a aumentar las ventas de armas como un medio para resolver los déficit comerciales
relacionados con la importación de petróleo.

Además de transferir la riqueza de los países industrializados a los productores de petróleo, los altos precios globales del
petróleo y el gas natural también desaceleran el crecimiento económico mundial y alientan conservación de energía.
Esto hace que la demanda de petróleo se desacelere a nivel mundial, bajando los precios del petróleo. Los problemas
sociales y políticos en la región vuelven a surgir a medida que los precios del petróleo retroceden. Los gobiernos
regionales tienen menos recursos: la creación de empleos y los programas sociales visibles disminuyen, la insatisfacción
aumenta y las consecuencias de las crisis económicas incitan al apoyo de los militantes. La inestabilidad resultante obliga
a los gobiernos a usar armas recién compradas, lo que irónicamente comienza el ciclo una vez más.

De esta manera, el mundo experimenta perpetuar patrones de conflicto militar, seguidos por crisis de suministro de
petróleo. La carrera de armamentos que ha acompañado el aumento del precio del petróleo, ahora es aún más
complicada debido a la violenta participación de grupos sub nacionales radicalizados que son menos susceptibles a las
presiones o iniciativas diplomáticas. El surgimiento de grupos sub nacionales violentos como ISIS y Al-Qaeda está
poniendo cada vez más en riesgo la infraestructura petrolera, sentando las bases para una futura crisis petrolera. A
medida que las fronteras y las instituciones gobernantes se han puesto en disputa, también lo ha hecho el control de las
principales instalaciones de petróleo y gas de la región.
La capacidad de producción de petróleo y gas de Oriente Medio, junto con las instalaciones de la superficie, se están
dañando cada vez más de manera que será difícil repararlas. Las interrupciones en la exportación, que alguna vez fueron
esporádicas, se están convirtiendo en una característica más permanente del panorama de la guerra civil.

A medida que los precios del petróleo disminuyen, junto con una menor demanda de petróleo y la aceleración del
conflicto regional, los productores de petróleo ricos como Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos y Kuwait, a
menudo se ven tentados a utilizar la gran capacidad de producción de petróleo como un activo estratégico. Inundan el
mercado con mayores suministros para bajar los precios, perjudicando así a los rivales geopolíticos. Esta estrategia de
guerra de precios, mejora los efectos de la guerra en las instalaciones de exportación de superficie a través de tasas de
producción excesivas. Además, pone las semillas para el futuro repunte en el mercado del petróleo.

En el caso de la década de 2000, la destrucción causada por el ISIS en el sector petrolero en muchos lugares del Medio
Oriente puede estar creando las condiciones para una futura crisis de suministro de petróleo. Esto tiene implicaciones
importantes en la política de los Estados Unidos.

Este artículo afirma que Estados Unidos sería, a la luz de estas circunstancias en el Medio Oriente, desaconsejable
desmantelar su Reserva Petrolera Estratégica. Sería igualmente imprudente que Estados Unidos pierda el foco en la
importancia de los esfuerzos de conservación en el sector del transporte, que tiene beneficios tanto para la seguridad
nacional como para el clima. Los Estados Unidos se beneficiarían estratégicamente de una reevaluación de su
prohibición de las exportaciones de petróleo. Finalmente, los Estados Unidos deberían poner mayor énfasis en la
resolución de conflictos en los estados con problemas.

LA GUERRA Y EL CICLO DEL ACEITE

Durante las últimas cuatro décadas, los precios del petróleo se han regido por una combinación del ciclo económico real
y los ciclos de inversión en auge y caída de la exploración y producción de petróleo (E&P). A medida que las economías
se expanden durante las alzas en el ciclo económico, la demanda de petróleo aumenta paralelamente, a menudo
alimentando los temores de que se produzca una escasez.

Los altos precios del petróleo eventualmente estimulan una mayor inversión en la exploración y perforación de petróleo,
alentando la innovación tecnológica bajo la presión de una creencia renovada de que los precios altos significan que el
petróleo se está agotando permanentemente. Los precios excepcionalmente altos que siguen el ciclo de auge y luego
dificultan la continua aceleración económica. Las burbujas de los mercados de productos básicos y activos estallan y se
produce una recesión, lo que limita la nueva demanda de petróleo y, por lo tanto, hace que los precios del petróleo
colapsen. Esto dura hasta que la energía barata y las intervenciones de los mercados financieros gubernamentales
restituyan una vez más el equilibrio económico y el crecimiento. Los productores, inician guerras de precios, que dejan a
los mercados aún más abastecidos, hasta que los precios bajos estimulan el crecimiento económico y la demanda de
petróleo una vez más.

El ciclo del petróleo ha traído consigo un ciclo económico igualmente volátil para los estados del Medio Oriente, cuyos
gobiernos han fluctuado rápidamente entre gigantescos excedentes de efectivo de los llamados "petrodólares" y déficit
presupuestarios socialmente devastadores. La afluencia de petrodólares también fomenta la corrupción y el patrocinio,
impulsa las burbujas inmobiliarias y del mercado de valores, además de proporcionar incentivos irresistibles para el
gasto gubernamental derrochador en proyectos de elefantes blancos y la expansión militar.

A medida que las capitales petroleras obtienen ganancias masivas con una repentina afluencia de petrodólares existen
importantes reservas financieras para la compra de armas y el aventurero militar.
Irónicamente, el flujo de armas impulsado por el auge del precio del petróleo aumenta el riesgo geopolítico para la
producción de petróleo, una vez más sentando las bases para un aumento futuro de los precios del petróleo a medida
que aumentan los temores de que el conflicto militar vuelva a interrumpir los suministros. De hecho, los Estados Unidos
y Occidente participan involuntariamente en la propulsión de la naturaleza geopolítica del ciclo del petróleo mediante el
reciclaje de petrodólares a través de la venta de equipo militar.

BATALLAS REGIONALES Y LICENCIAS DE ACEITE

Las alzas en los precios del petróleo de la década de 2000 presentan complejos desafíos de energía y conflicto,
problemas que se remontan a períodos anteriores. Las batallas de hoy continúan desestabilizando importantes centros
productores de energía.

Los conflictos armados regionales actuales sobre los campos petroleros plantean un grave nuevo riesgo de que las
instalaciones petroleras se conviertan en activos estratégicos y botines de guerra. El nivel de daño estará vinculado a la
efectividad de los Estados Unidos y sus aliados para contener la propagación del ISIS.

A diferencia de las guerras regionales pasadas, que se caracterizaron por conflictos armados de estado a estado, los
puntos de fricción de hoy en día involucran en gran medida a grupos sub nacionales como ISIS, A1 Qaeda y otras milicias
locales.Estos grupos sub nacionales son los que en esta ocasión se enfocan en obtener el control de la producción de
petróleo y las instalaciones de refinación en las áreas en disputa.

Los Estados Unidos están comprometidos en un esfuerzo diplomático para reducir las hostilidades entre los actores
clave y unificar el esfuerzo para detener el ISIS. Rusia, por su parte, parece haber rechazado una solución diplomática
por el momento, comprometiendo más tropas y material al régimen de Assad en Siria. Nuestro análisis histórico del
impacto de las guerras regionales en las tendencias del mercado petrolero a largo plazo sugeriría que la continuación de
los conflictos actuales podría tener importantes consecuencias para el próximo suministro mundial de petróleo.

En otras palabras, los datos sugieren que los conflictos militares sobre el petróleo causan interrupciones significativas en
la capacidad petrolera a mediano plazo y más allá, lo que hace que los precios suban por un período de tiempo hasta
que los mercados puedan ajustarse.

Nuestro análisis muestra que las instalaciones dañadas por la guerra a menudo permanecen fuera de línea durante
períodos prolongados después del conflicto, si no es por un período de tiempo indefinido. Las milicias en todo el Medio
Oriente han aprendido que pueden socavar la autoridad del liderazgo político existente en la región al adelantar las
instalaciones petroleras. Existe una doble amenaza para las instalaciones petroleras regionales tanto por el aumento de
ISIS como por la escalada de las guerras de poderes en todo el Medio Oriente. No solo está en riesgo la gran producción
y la infraestructura de exportación en Irak, Siria y Libia, sino que ISIS también está amenazando a los países vecinos en
caso de que el conflicto se extienda a sus patrocinadores principales.

ISIS Y EL CONFLICTO DEL ACEITE

La aceleración de la focalización de las instalaciones petroleras por parte de grupos sub nacionales está arraigada en la
historia de la represión de los intereses económicos sectarios en países como Irak, Libia y Siria. En muchos casos, las
comunidades sectarias que viven en regiones productoras de petróleo no recibieron una participación equitativa en los
presupuestos nacionales más amplios durante el reinado de los regímenes autoritarios, y esto ha creado mayores
problemas en el entorno posterior a la Primavera Árabe. Los desacuerdos sobre la división de los ingresos estatales del
petróleo han exacerbado el conflicto sectario en curso no solo en Irak, sino también en Libia y Siria.
En el caso de cuando Muammar Gaddafi gobernó Libia, los ciudadanos del este tenían desde hace mucho tiempo quejas
históricas sobre el reparto de los ingresos del petróleo que socavaron al gobierno de coalición inicial y pusieron la
competencia militar por el control de las instalaciones petroleras en el centro del conflicto civil.

El caos resultante creó oportunidades para grupos extremistas como A1 Qaeda e ISIS que han podido ampliar sus
operaciones en el país y actualmente participan en una campaña militar para tomar el control de la infraestructura
petrolera de Libia o negarlo a facciones en competencia. La reparación seria o los procedimientos más complejos, como
la inyección de agua en los campos de producción maduros de Siria, están resultando ser un desafío para ISIS. En la
actualidad, la producción de ISIS en Siria se ha reducido a un goteo, con la mayoría de los campos de capacidad
productiva destruida para todos los propósitos prácticos.

PRECIOS DEL PETRÓLEO COMO HERRAMIENTA DE GUERRA DE PROXY

La violencia que está causando estragos en estas instalaciones petroleras regionales tiene un elemento geopolítico. Al
igual que en la década de 1980, las guerras por poderes regionales están provocando una guerra de precios en Arabia
Saudita y sus aliados del Golfo en un esfuerzo por debilitar al otro lado, en particular a Rusia e Irán. Rusia ha sido un
importante proveedor de armas y aliado de Siria y ha brindado apoyo técnico y diplomático para el programa nuclear de
Irán y la expansión militar regional. Sin embargo, durante una visita de 2008, el ministro saudita de Asuntos Exteriores,
el fallecido príncipe Saud Al-Faisal, dejó en claro que cualquier acercamiento entre Arabia Saudita y Rusia debía incluir la
reducción de la cooperación militar de Moscú con Irán y Siria.

Rusia rechazó las condiciones de Arabia Saudita, reduciendo las posibilidades de una mayor cooperación en los precios
del petróleo en ese momento. La alianza de Rusia con Irán, aunque algo tenue, proporciona un contrapeso a la amenaza
de que Arabia Saudita y Qatar coludieran con Estados Unidos para debilitar a Moscú a través de una guerra de
participación en el mercado de la energía.

En 2013, desanimado porque Estados Unidos no estaba interviniendo en Siria e infeliz con Washington por lograr un
acuerdo diplomático con Irán, Arabia Saudita se acercó a Moscú para ver si un diálogo podía convencer al Kremlin de
que modificara su apoyo a los regímenes en Damasco y Teherán. Según una cuenta de los medios de comunicación,
Arabia Saudita ofreció una garantía de no utilizar un Siria post-Assad como un centro de transporte para los envíos
competitivos de gas natural a Europa si Rusia retirara su actual apoyo militar para el régimen sirio.

Para 2014, en línea con las políticas observadas en la década de 1980, Arabia Saudita estaba recortando los precios para
mantener la participación de mercado de una manera geopolíticamente conveniente. Arabia Saudita comenzó a iniciar
reducciones de precios para los clientes estadounidenses y asiáticos en movimientos ampliamente interpretados en ese
momento como una señal de que el reino estaba comenzando a implementar una guerra de precios dirigida, en gran
medida, a Rusia e Irán. Los precios más bajos del petróleo y las sanciones de los Estados Unidos afectaron a la economía
rusa y a los oligarcas más ricos de Rusia. Pero los bajos precios del petróleo no disuadieron a Rusia de su apoyo al
régimen de Siria. Además, durante sus discusiones sobre su programa nuclear con las potencias P5 + 1, Teherán también
estaba expandiendo su poder regional a través de guerras por poderes, contribuyendo con un mayor apoyo para una
escalada en la guerra de Yemen, que contribuyó temporalmente a un repunte en los precios del petróleo a 60 dólares un
barril.

La conclusión exitosa de las negociaciones del acuerdo nuclear P5 + 1 con Irán allanó el camino para renovar los
esfuerzos de Estados Unidos para negociar una iniciativa de paz en Siria. La Administración de Obama trabajó horas
extras para despegar la diplomacia de Medio Oriente para demostrar que el políticamente polémico acuerdo iraní podría
allanar el camino para un mejor Medio Oriente. Una serie de actividades diplomáticas incluyeron reuniones de alto nivel
entre diplomáticos rusos y saudíes, el ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Javad Zarif y el presidente sirio Bashir al-
Assad, y funcionarios iraníes y libaneses. Si bien los bajos precios del petróleo han obligado a Moscú a tomar medidas
económicas draconianas, hasta ahora no ha producido fundamentalmente la deseada capitulación diplomática. Las
motivaciones de Rusia son múltiples y ciertamente incluyen la protección de sus intereses sustanciales en Siria.

Rusia también puede tener objetivos más amplios, como intimidar a los aliados de EE. UU. Tanto en la región como en
Europa, para influir en la política petrolera a largo plazo, así como para debilitar las alianzas estratégicas que podrían
usarse contra Rusia, sus intereses nacionales o los intereses de los individuos. En el régimen actual. En los últimos años,
Rusia ha actuado para reafirmarse en el escenario mundial a través de medios militares y utilizando la energía como un
arma de influencia para mejorar su estado geopolítico.

IMPLICACIONES PARA LA ESTRATEGIA DE EE.UU.

Los años de conflicto han hecho mella en el estado de las industrias petroleras en todo el Medio Oriente. Mientras los
conflictos continúan a fuego lento en el Medio Oriente, las milicias y los grupos extremistas continuarán intentando
capturar los campos petroleros y la infraestructura. Las partes en el conflicto en Siria pueden ser tan numerosas y la
dinámica que alimenta el conflicto es tan compleja, que es difícil ver cómo Estados Unidos podría influir en los
resultados que podría considerar deseables. Los Estados Unidos pueden hacer mucho más para usar su posición de
energía ventajosa para mejorar su liderazgo global. Los Estados Unidos también deben sostener la tendencia actual de
reducir su demanda de petróleo, mejorando así la maldición global de recursos al atenuar el aumento cíclico de los
requisitos de combustible y disociar el crecimiento económico de las presiones de demanda habituales.

Al reducir la cantidad de petróleo que podría necesitarse en tres a cinco años a través de la eficiencia y la sustitución, los
Estados Unidos podrían, por lo tanto, protegerse a sí mismos ya la economía mundial de la próxima brecha de
suministro que probablemente se produzca si continúan los conflictos en el Medio Oriente.

Hasta la fecha, los Estados Unidos no han hecho un buen trabajo en sus esfuerzos diplomáticos para ayudar a los líderes
locales en la gestión de los conflictos de reparto de los ingresos del petróleo, y este fracaso ha paralizado los esfuerzos
de los Estados Unidos para estabilizar estados en quiebra, como Irak y Libia.

El Departamento de Asuntos de Energía del Departamento de Estado de los Estados Unidos ha ignorado
lamentablemente los beneficios de reunir a las partes en conflicto para crear un sistema más duradero para dividir los
futuros recibos de petróleo como parte de la diplomacia de resolución de conflictos. Como se muestra en este
documento y en otros estudios sobre los vínculos entre el petróleo y la guerra, la resolución de conflictos que se centra
específicamente en aspectos del petróleo podría resultar fructífera para elementos más grandes de conflictos.

LARA
Geopolítica y governance de los hidrocarburos
Introducción
El análisis del panorama energético mundial presenta importantes elementos críticos en al menos dos macro-
áreas fundamentales: el devenir del mercado mundial de los hidrocarburos y la agenda política del
cambio climático derivado del aumento del consumo energético. En el tentativo de dilucidar las
dinámicas presentes en la primera, se abordará un complejo –aunque no por ello exhaustivo– abanico de
temas.

Demanda de fuentes primarias fósiles


A pesar del impacto negativo sobre el mercado energético mundial de la crisis financiera global, de la
subsiguiente recesión económica mundial y del lento crecimiento de las principales economías del planeta, la
demanda primaria de energía continúa su marcha expansiva.
Como sostenido por la Agencia Internacional de Energía (en adelante AIE), la demanda global de energía
pasará de los 12.380 millones de toneladas de petróleo equivalente (en adelante, Mtpe) registrados en 2010 a
unos 16.730 Mtpe en 2035, principalmente por el aumento en el nivel de vida de algunos países en vías
de desarrollo –especialmente aquellos de Asia y Medio Oriente. Las fuentes fósiles continuarán siendo los
principales recursos energéticos en el mix energético mundial.
El petróleo ha sido la fuente energética de mayor relevancia de la demanda total de energía a nivel mundial en
las últimas décadas. Su demanda había registrado un crecimiento sostenido hacia mediados del siglo XX,
incluso más veloz que la velocidad del crecimiento del consumo total de energía, hasta que en 1973 dicha
tendencia se interrumpió como consecuencia de la primer crisis petrolera. Desde entonces, su participación en
la demanda total de energía a nivel mundial ha disminuido, pero permanece todavía como la fuente energética
más utilizada. Es posible identificar otros factores relevantes que determinan conjuntamente el
comportamiento de la demanda de petróleo, como por ejemplo “la actividad económica mundial y la estructura
y distribución de esta actividad, los factores demográficos globales, la tecnología del lado de la demanda, los
precios del petróleo, los precios relativos de las energías competitivas, y el régimen de políticas tributarias”.
Se estima que el precio de éste se mantendrá alrededor de los 120 dólares el barril hasta el 2035.
A pesar de que se prospecta una disminución de la participación del petróleo en el mix energético, se estima
que la demanda mundial de petróleo llegará a 105 millones de barriles por día (b/d) en 2030, y el sector del
transporte será responsable del 97% de dicho crecimiento y los países en vías de desarrollo
impulsarán esta tendencia.El consumo mundial de petróleo ha aumentado casi constantemente en los
últimos veinte años, excepto en el bienio 2008/9.
La región comprendida por los países del Asia Pacífico, gracias a China, Japón e India, ha superado a
América del Norte como principal consumidor de petróleo, mientras Europa –tercer región en términos de
consumo petrolero– presenta un nivel de consumo similar al de veinte años atrás, debido a sus programas
de eficiencia energética y de apoyo a las fuentes energéticas no fósiles.
El aumento de la demanda global degas natural será impulsado por los países en vías de desarrollo, lo cual
hará que aumente su participación en el mix energético mundial. El mayor uso del gas natural en la
generación de electricidad, gracias a las centrales de ciclo combinado, ha hecho que sea elegido frente a
otras fuentes fósiles más contaminantes, como el carbón o los derivados del petróleo. África, Medio Oriente
y Asia (China) jugarán un papel relevante en el aumento del consumo mundial del gas natural. Se ha
abierto una edad de oro para el gas natural, dado que experimentará el crecimiento más notable entre las
fuentes fósiles. Considerando el menor nivel de emisiones de CO2 y de otros gases de efecto invernadero.
Este se considera una fuente de energía más limpia.
En lo que respecta el carbón –el recurso que se encuentra de modo más abundante entre las fuentes
fósiles–, el desarrollo del consumo y del comportamiento del precio del petróleo y del gas natural han
repercutido sobre su demanda, las previsiones sobre el aumento de su uso dependen en mayor grado de la
implementación o no de políticas destinadas a reducir la emisión de gases de efecto invernadero.
En consecuencia, se espera que varias tendencias ya en curso se refuercen en las próximas décadas. En
primer lugar, se confirma el rol decisivo de las naciones en vías de desarrollo en el aumento de la
demanda de energía, con un papel de mayor relevancia jugado por las economías más grandes de Asia.
Estas representarán el 90% del aumento de la demanda global de energía hacia el 2035, principalmente
gracias a China, India, Indonesia, Brasil y los países del Medio Oriente que, contemporáneamente, cumplirán
un papel más relevante en el desarrollo de la economía mundial. El mayor peso en el consumo mundial de
energía de países como India y China, junto a otros actores emergentes, repercute fuertemente en el precio
de las fuentes fósiles –empujandolos a la suba–, aumentando así las preocupaciones por su impacto sobre las
ya golpeadas economías de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico sobre las de las
emergentes.
A su vez, la mayor presencia de las economías no OCDE está progresivamente volviéndose –para los
tradicionales grandes consumidores de energía– un eventual factor desestabilizante para su seguridad
energética. El aumento de la competencia entre los tradicionales y principales consumidores de energía –
EEUU, Europa y Japón– y los nuevos big del consumo energético mundial –China e India en primer plano–
para asegurarse un acceso estable a la energía está convirtiéndose en un tema ligado más a la seguridad de
estos Estados y no tanto a su desarrollo económico.

Oferta: reservas y producción de fuentes primarias fósiles


La primera característica distintiva del panorama de las reservas mundiales de petróleo nos dice que Medio
Oriente es donde se encuentra su mayor concentración, representando el 48,4% de las reservas mundiales
de petróleo. El principal cambio en este escenario, durante el último año, lo representa el conspicuo
incremento de las reservas de Venezuela, que pasaron de 99,4 (2007) a 297,6 (2012) mil millones de
barriles, producto de la contabilización de las reservas de petróleo extra-pesadas presentes en la Faja de
Orinoco, colocando al país como el principal detentor de petróleo mundial, con el 17,8% de las reservas
mundiales. La OPEP sigue siendo un jugador fundamental en lo que respecta la producción y la
determinación del precio internacional del crudo, la participación de los miembros del cartel en la producción
mundial de petróleo superará el 50% hacia el 2035.
Esta tendencia refuerza aún más los riesgos de mantener la dependencia sobre un reducido número
de Estados de Medio Oriente y de África del Norte, que no solo poseen una gran influencia para fijar el
precio internacional del crudo, sino también para eventualmente interrumpir el normal suministro
energético de los principales consumidores, – la inestabilidad política de estos países tiene repercusiones
negativas para los consumidores, ya que afectan el suministro global de petróleo y su precio. Europa es la
única que registra una tendencia decreciente.
El horizonte de producción del petróleo se ha extendido gracias a ciertas tecnologías que han hecho
económicamente rentable poner en producción las reservas no convencionales: las arenas de alquitrán (tar
sands), el petróleo de esquisto (shale oil) y el petróleo extraído de aguas profundas, se trata de
procesos más costosos para su extracción y con un impacto ambiental no indiferente.
Vale la pena señalar –en lo que hace al panorama geopolítico vinculado a las fuentes fósiles– que una
característica compartida por gran parte de los principales productores y exportadores de petróleo y de gas
natural es su gran dependencia de los ingresos provenientes de sus recursos energéticos. En la denominada
“maldición de los recursos naturales y la enfermedad holandesa” han explicado ampliamente los efectos
de poseer en abundancia un recurso natural sobre la economía de un país y depender de una o dos de estas
commodities para su subsistencia. Esta situación no sólo golpea fuertemente a los países importadores por
los bruscos movimientos en el precio de la energía, sino también acentúa la vulnerabilidad de los Estados
productores. La falta de diversificación de las economías abundantemente dotadas de uno o dos recursos
naturales (energéticos y/o minerales) hace que un fuerte cambio en el precio internacional de sus commodities
repercuta negativamente en términos de capital y sobre los ingresos gubernamentales.
Continuando con el análisis del panorama energético mundial se observa que las reservas de gas natural –
suficientes para cubrir el crecimiento de la demanda estimada hasta el 2030– se concentran principalmente en
tres actores: Irán (18%), Rusia (17,6%), y Qatar (13,4%), que juntos representan casi la mitad de las reservas
mundiales. Los principales productores de gas natural han sido EEUU y Rusia.
A su vez, los progresos tecnológicos han vuelto técnicamente factible y económicamente rentable la
extracción del gas de esquisto (shale gas), produciendo lo que algunos analistas han denominado una
revolución del gas natural. La extracción de este tipo de gas es efectuada a través de dos mecanismos: la
perforación horizontal (horizontal drilling) y la fractura hidráulica (hydraulic fracturing). De los 7.299 billones de
pies cúbicos de reservas mundiales de gas de esquisto técnicamente recuperables, China posee el 15,3% de
éstas, seguida por Argentina (11%) y Argelia (7,9%).
Quienes apoyan la tesis de la revolución del gas natural afirman que la introducción del gas no
convencional en el consumo energético producirá al menos tres ventajas inmediatas: un acceso más ágil a
la energía por parte de los consumidores, un consumo energético con niveles inferiores de emisiones de CO2
respecto al carbón y al petróleo y la posibilidad de disminuir el poder político y de mercado de los
principales productores de petróleo y gas natural convencional. A su vez, además de modificar las
políticas energéticas de muchos Estados, y las relaciones entre ellos, el gas natural daría un impulso
renovado a la generación de electricidad que lo utiliza como insumo para reemplazar el petróleo
utilizado en los sectores del transporte y de la petroquímica. Las voces críticas sobre el uso del shale gas
ponen en evidencia el impacto ambiental de su extracción, ya que requiere una considerable cantidad de
agua. A esto se suman las críticas a la técnica de la fractura hidráulica: además del eventual daño al suelo y al
subsuelo, ésta libra metano a la atmósfera, un GEI aún más poderoso que el CO2. Por último, y a diferencia
de aquellas de petróleo y de gas natural, las mayores reservas de carbón se encuentran en los países que en
gran medida consumen y consumirán esta fuente de energía. EEUU, Rusia y China poseen más de la mitad
de dichas reservas –27,6%, 18,2% y 13,3%.

La discordancia entre oferta y demanda y el precio del petróleo


Como ya fue mencionado, existe una discordancia entre oferta y demanda mundial de petróleo, debido a que
el aumento del consumo actual y futuro no es acompañado por una expansión –al mismo ritmo– en los niveles
de producción.
El aumento de la demanda prevista de petróleo, impulsado por el consumo energético de los países
emergentes, podría crear una fuerte colisión en el caso de que la oferta no lograse expandirse
adecuadamente, abriéndose la posibilidad de dos escenarios diversos: En el primero, se evidenciaría un leve
choque, en la cual el devenir en los sectores del transporte, la química, la energía eléctrica y la calefacción
residencial llevarían a un consumo menor del petróleo. Se estima que el precio del crudo permanecerá a un
nivel alto en el corto plazo. Paralelamente, un brusco aumento del precio del petróleo produciría una
desaceleración en el crecimiento mundial y, consecuentemente, se repercutiría también negativamente sobre
la demanda. El adelanto de la demanda de energía sobre la capacidad de oferta podría llevar a un punto
crítico que nos conduciría a una transición energética, llevándonos a un sistema energético menos
dependiente del petróleo y que utilice mayormente gas natural, carbón –con las respectivas tecnologías para
reducir las emisiones de gas invernadero derivados de su consumo– y otros recursos energéticos no fósiles.

Comercio internacional y seguridad energética

Es teniendo en cuenta lo anterior que se consideran los temas vinculados a la seguridad energética, los
cuales se focalizan principalmente en la volatilidad del precio de los hidrocarburos y en la confiabilidad
de su suministro, dejando en segundo plano lo relacionado con el cambio climático.La dependencia de
las importaciones de energía ha llevado, como en Europa, a considerar la política energética pura y
exclusivamente en términos de la seguridad energética –definida como la disponibilidad de una oferta
energética regular a un precio accesible–, vista la creciente dependencia y vulnerabilidad energética de la
UE.
Respecto al comercio mundial de petróleo, los países mediorientales –como Arabia Saudita, Irán, EAU e Irak–
y norafricanos –Nigeria y Angola–representan los principales exportadores de crudo al mundo. Por otra parte,
a las ya consolidadas posiciones de Estados Unidos, Europa y Japón como los importantes importadores de
crudo –juntos han totalizado el 56,3% de las importaciones mundiales en 2012– se suma la posición de los
países de Asia Pacífico, principalmente China (14,1%) e India (92,2%). A su vez, el aumento de la
dependencia de la importación de crudo proveniente de un número relativamente reducido de países
localizados en Medio Oriente y África del Norte repercutirá en el costo de la commodity y en la seguridad
del suministro. La gran competencia por el suministro de energía –principalmente de petróleo y, en segundo
lugar, de gas natural– podría causar una colisión entre los más importantes consumidores e importadores de
energía. El rol de China, con su decidida estrategia de inversión en las naciones con reservas petrolíferas
para asegurarse el acceso a esta fuente energética, ha causado aprehensión en los países que dependen de
las importaciones de hidrocarburos.
La consideración de las importaciones mundiales de gas natural –a través de gasoductos y bajo la forma de
gas natural licuado– ofrece la posibilidad de identificar tres grupos regionales: en el primero se puede colocar
a Medio Oriente, América del Sur y Central y África, con niveles modestos de importaciones en términos
globales. El segundo grupo está formado por Asia Pacífico, América del Norte y Eurasia, que muestran un
nivel superior, representando, respectivamente, el 27,4%, el 13,6% y el 8,9% de las importaciones globales de
gas natural. Y, por último, se encuentra Europa, cuyas importaciones han aumentado casi constantemente en
los últimos veinte años, pasando de 7.199,6 billones de pies cúbicos en 1990 a 16.959,1 billones en el 2010,
aunque éstas han disminuido entre 2011 y 2012, pasando de 460,8 mil millones de m3 a 446,4 mil millones.
Por otra parte, Rusia, con 200,7 mil millones de m3 en 2012, se consagra como el principal exportador de gas
natural, seguida por Qatar, Noruega y Canadá. El aumento de la producción y la exportación, que se prevé
que llegará desde Medio Oriente, tendrá como contrapartida el aumento del volumen de las importaciones de
gas natural en Europa y Asia-Pacífico –donde confluirá también el gas ruso y de la zona del Mar Caspio–,
incrementando de este modo el comercio interregional de gas natural. La consolidación de Rusia como actor
energético estratégico acarrea una serie de cambios en la importancia de sus principales compradores: si, por
una parte, China pasará a representar del 2% (2010) al 20% (2035) de los ingresos rusos en concepto de
exportaciones de combustibles fósiles, la UE pasará del 61% actual al 50% en veinticinco años. Esta previsión
viene a completar la ya compleja relación entre Europa y Rusia.
Por último, en lo que respecta el comercio mundial de carbón, el papel más importante es jugado por la región
Asia Pacífico, la cual concentra gran parte del mismo, lo cual pone en evidencia que no están en juego
grandes cambios o amenazas futuras en el intercambio de este bien energético.

Un importante factor de disrupción de la geopolítica energética: los choke points


Como ya fue mencionado, las reservas y la producción de petróleo y de gas natural se encuentran
geográficamente concentradas. Del lado de la demanda se observa que los principales importadores de estas
commodities están localizados a gran distancia de los centros de producción, motivo por el cual la
vulnerabilidad de los principales centros de extracción y de los principales canales de transporte –
marítimo o terrestre– es de una importancia fundamental. El acceso estable a fuentes de energía
representa un elemento fundamental de la definición de la seguridad energética, y una eventual disrupción de
la oferta energética, como consecuencia de catástrofes climáticas o de problemas políticos, puede repercutir
negativamente en el mercado mundial. Es en este contexto que resulta necesario considerar los denominados
choke points, puntos de paso críticos desde una consideración económica y estratégica.
El término proviene del vocabulario militar y es usado para indicar un “paso estrecho que no puede ser
fácilmente bordeado y que ofrece una oportunidad directa para prevenir el movimiento de fuerzas
militares”. El 20% de los 88 millones de b/d de petróleo producido a nivel mundial en el 2011 ha sido
transportado por buques cisternas en rutas marítimas fijas, motivo por el cual un eventual bloqueo de un
choke point podría generar ingentes aumentos en el costo del transporte de la energía y –si se mantiene en el
tiempo– problemas importantes para el abastecimiento energético. El 64% de los flujos de petróleo pasa a
través de diez choke points, de los cuales los dos más importantes en términos estratégicos son los estrechos
de Hormuz y de Malacca. Por el primero, localizado entre Irán y Omán, han pasado 17 millones de b/d de
petróleo en el 2011, de los cuales el 85% se destinaban a los mercados asiáticos –Japón, India, Corea del Sur
y China–, mientras el resto se vehiculiza hacia los mercados europeo y estadounidense. En lo que respecta al
estrecho de Malacca, ubicado entre Indonesia, Malasia y Singapur, por él se transportaron 13,6 millones
de b/d en 2009, destinados principalmente a China e Indonesia. Un ejemplo de la vulnerabilidad de estos
puntos de paso para el tráfico de petróleo, a principios de 2012 Irán había amenazado con cerrar el estrecho
de Hormuz si EEUU y la UE continuaban utilizando las sanciones económicas para frenar sus planes de
desarrollar la tecnología nuclear. zonas donde se encuentran grandes reservas de hidrocarburos, como el Mar
Caspio y el Ártico, son escenario de disputas entre distintas naciones para asegurarse la producción y
transporte de la energía.
Otro aspecto de gran relevancia para la geopolítica energética tiene que ver con los gasoductos, tema que
(pre)ocupa en mayor medida a Europa. Existen tres grandes proyectos para transportar gas a Europa que
completarían la vasta gama de interconexiones ya existentes: el North Stream, el South Stream y el
Nabucco. En los primeros dos casos Rusia posee un interés directo para que se lleven a cabo, dado que
le permitiría mantener su posición de fuerza frente al mercado europeo y lo ayudarían a evitar ser rehén de
países que en el pasado han interrumpido el flujo de gas natural –como Ucrania y Bielorrusia. De todos
modos, la necesidad de aumentar la capacidad de extracción –en gran parte por la madurez de los campos
existentes– y el incremento de la demanda interna de gas natural podrían mostrarse como obstáculos
considerables para la realización de estos proyectos. El tercero, Nabucco,dejaría a Rusia fuera del
concierto de naciones que participan como proveedores de gas, ya que aquél uniría las áreas del Mar
Caspio y Medio Oriente con Europa, utilizando a Turquía como país de tránsito. Rusia no nutre gran
interés en perder posiciones de mercado en Europa, así como tampoco ve con buenos ojos que los países de
la zona del Mar Caspio puedan comerciar libremente su gas natural.
Los efectos colaterales: los SWFs y las transferencias de la riqueza

La dependencia de las importaciones de hidrocarburos por parte de los principales consumidores no solo ha
repercutido sobre el precio de éstos, sino también ha tenido el efecto (indeseado) de producir una conspicua
transferencia de riqueza y poder hacia los países con vastas reservas de recursos energéticos. Esta
transferencia de poder y riqueza ha contribuido al ascenso de Estados y organizaciones no estatales cuya
acción no puede ser ignorada a nivel global. Rusia representa un ejemplo de cómo la energía ha contribuido a
la transformación interna de una nación y de su rol en la comunidad internacional. La política energética de
EEUU –aunque también se puede sumar la de los demás economías industrializadas– ha sido un ulterior
factor que ha sostenido el ascenso de los principales productores de gas natural y de petróleo como
importantes centros de poder económico y político. Este país exhibe una posición de privilegio como
abastecedor de gas natural para Europa, posee un cuarto de las reservas mundiales de este recurso, es un
importante productor de petróleo y está dotada con el segundo arsenal nuclear del mundo. Si bien la
existencia de fondos soberanos no es exactamente una novedad, en los últimos años estos han crecido
notablemente en términos cuantitativos y cualitativos. Los SWFs más importantes para el mundo pertenecen a
economías emergentes, como lo indica su distribución geográfica: el 37% provienen de países asiáticos –y se
trata principalmente de fondos no vinculados a commodities–, el 35% de Medio Oriente, el 19% de Europa.
Los cambios en la distribución internacional de poder económico, que atestiguan el crecimiento sostenido de
los países emergentes –muchos de los cuales son importantes productores y exportadores de energía–
repercutirán casi inexorablemente sobre la distribución de poder político.

Inversión e innovación

La volatilidad del precio del petróleo puede influir negativamente en el rendimiento de las inversiones del
sector petrolero y del gas natural, condición que –en un ambiente económico desfavorable como el de los
últimos años– ha llevado en muchos casos a posponer las decisiones de inversión. Los avances tecnológicos
serán un factor clave para sustituir el crudo del consumo energético mundial. Por ejemplo, las conversiones de
gas-a-líquidos (GTL) y de carbón-a-líquidos (CTL), aunque implican grandes inversiones de capitales,
aparecen actualmente como opciones económicamente válidas. También se ha vuelto difusa la posibilidad de
utilizar el gas en la modalidad de gas natural comprimido (GNC) o de gas natural licuado (LNG) en el sector
del transporte, por no mencionar la posibilidad de utilizar la electricidad en dicho sector y en el de la
calefacción edilicia.

¿Cuáles “esfuerzos” hacia una governance global?

La governance energética mundial presenta varios puntos críticos, como por ejemplo las tentativas
infructuosas para promover la eficiencia de los mercados, las dificultades en la gestión de diversas
externalidades, el desafío de aumentar la accesibilidad a los servicios energéticos para los millones de
personas que aún no puede usufructuar de ellos y el logro de un compromiso que apunte a mejorar la
seguridad energética.
Basándonos en el análisis de las secciones precedentes se puede sostener que se está asistiendo a una
declinación en la producción de algunos de los productores tradicionales de petróleo y de gas natural –como
Noruega, Reino Unido y EEUU–, mientras las reservas y la producción de estos bienes energéticos continúan
concentrándose en una de las zonas más inestables del mundo: Medio Oriente. Existen importantes
divergencias entre las principales preocupaciones de los países productores y aquellas de los mayores
consumidores de energía. Los primeros no parecen dispuestos a aumentar las cantidades producidas,
dado que no se están registrando los niveles de inversión necesarios para acompañar la tendencia de la
demanda.
Las instituciones internacionales que hoy en día tienen por misión la gestión de las temáticas energéticas,
como la AIE o el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) demuestran fuertes limitaciones
en la resolución de los principales temas del panorama energético mundial. La primera, el principal aspecto
crítico tiene que ver con la ausencia de los principales productores y exportadores de petróleo y de gas
natural, que hace que quede excluida una parte fundamental del mercado energético mundial, sin la cual
ningún arreglo institucional en el sector de la energía podría funcionar con factibilidad. Los problemas de la
OIEA están en cambio mayormente vinculados a las amenazas derivadas del uso potencial para fines
no civiles de la energía nuclear, con las notables dificultades que ello implica en el ámbito de las relaciones
internacionales. Algunos plantean que la solución no pasaría tanto por la creación de una organización
internacional extensa y abarcadora sino más bien por el establecimiento de mecanismos de coordinación
de las acciones que den cuenta tanto de la dimensión energética cuanto de la ambiental,
comprometiendo a todos los gobiernos e incluyendo los intereses de los sectores público y privado. Si bien los
pasos cumplidos por el IEF y su Diálogo entre Consumidores y Productores no han creado aún cambios
sustanciales para la construcción de una governance energética global, permanecen como un punto de
partida interesante. Las dos dimensiones en las que estos mecanismos tendrán que atraer mayores esfuerzos
seguirán siendo la gestión de los hidrocarburos –principalmente la concreción de inversiones que permitan
a la oferta seguir el ritmo de la demanda– y el apoyo a las tecnologías más limpias, que refuercen la
transición hacia un sistema energético con un menor contenido de carbono.

UNIDAD 11. Gobernanza global del cambio climático. A) El cambio climático ¿el ambientalismo se globaliza o el
cambio climático tiene una naturaleza verdaderamente internacional? B) Inefectividad de los acuerdos
internacionales. Voluntad politica, problemas de acción colectivo e intereses contrapuestos. C)Cooperacion
internacional en mate
BRADSHAW
Dilemas de la energía global: una perspectiva geográfica.

Este ensayo examina la relación entre la seguridad energética global y las políticas de cambio
climático. Existen crecientes preocupaciones acerca de la sustentabilidad en el suministro futuro de
hidrocarburos. El sistema energético, es la fuente más grande de gases de efecto invernadero, en el actual
período antropogénico. “Descarbonizar” el suministro de energía un es un elemento fundamental en la política
del cambio climático (de ahora en más PCC). El mundo enfrenta un dilema energético global: ¿ podemos
tener una fuente segura, confiable y accesible (barata) de energía y al mismo tiempo lograr la transición a un
sistema energético con bajas emisiones de carbono.
El ensayo girará en torno a 5 secciones:

● Los  desafíos a la seguridad energética globaL (de ahora en más SE).


● El cambio climático está llevando a repensar el mismísimo significado de seguridad energética.
● El mundo desarrollado es el gran responsable por las emisiones de carbono del antropogénico.  Pero
son los países en vías de desarrollo los que van los que van a contribuir a aumentar las emisiones
globales.
● El dilema de la “energía global”  está conectado con el proceso de globalización  y puede ayudar a
explicar cómo este lleva a un cambio en la demanda de energía y de emisiones de carbono.
● El dilema de la energía global tiene características distintas en los diversos puntos del mapa mundial.

INTRODUCCIÓN

En la actualidad nos enfrentamos un dilema respecto de la “energía global”: el mismo es resultado


acerca de las preocupaciones sobre el futuro suministro de los combustibles fósiles (seguridad energética) y el
impacto de su explotación en el ecosistema mundial (cambio climático).
El ensayo busca demostrar cómo una perspectiva geográfica puede contribuir con ideas al análisis de
la seguridad energética y el cambio climático. El mensaje central es que mientras hay un sólo dilema de la
energía global, este se da en distintas formas  en los diversos Estados que hacen a la política económica
global.
La conclusión sugiere que mientras la geografía humana tiene mucho que ofrecer, una nueva
perspectiva en la división del trabajo es un factor fundamental en la SE y las PCC.

Desafíos de la Seguridad Energética Global

Según la Agencia Internacional de Energía, la SE significa el acceso a los suministros de energía de


forma segura, asequible (accesible/barato) y confiable. El concepto es el resultado de cuando la OPEP
produjo un embargo de petróleo y un consecuente incremento significativo del precio del petróleo. Esto
condujo también a preocupaciones acerca de las dimensiones geopolíticas del suministro de energía. La SE
está asociada con la geopolítica y las preocupaciones acerca de la seguridad nacional. El Estado se ve a sí
mismo como un garante de la seguridad energética. El acceso a una energía barata, confiable y segura es el
centro de vida de las sociedades modernas.

El capitalismo de los combustibles fósiles

La “fábrica” de la economía (y según algunos de nuestro sistema político o democracia del carbón)
depende del abundante y relativamente barato suministro de combustibles fósiles. Más aún: la organización
espacial de la economía global, la infraestructura y el especialmente el transporte son posibles y depende de
la un acceso confiable a energía relativamente barata.
La occidentalización del mundo ha llevado a un patrón de producción y consumo basado en la
disponibilidad casi “ilimitada” de materia y energía, tecnología sofisticada y la existencia de sumideros
naturales en donde sólidos, líquido y emisiones de gas pueden ser “tirados”.
Cuando referimos a sumidero naturales, tenemos que plantear el hecho de que los servicios de
energía basados en el consumo de hidrocarburos vienen con externalidades en la forma de polución y
degradación medioambiental. De hecho el costo de la energía permanece relativamente “bajo” dado su
significancia en la contribución al crecimiento de la economía. Esta falla de mercado ha sido esencial  para
mantener los servicios de energía accesibles pero ahora amenaza el ecosistema global.
A lo largo del siglo XX el suministro de energía se dio por garantizado en las sociedades industriales
(capitalistas y socialistas) a través del aumento de los consumos de energía, principalmente en la forma de
combustibles fósiles.  Con la expansión de la industrialización a través de la colonización, y más
recientemente con la globalización también lo hizo el incremento en la demanda de combustibles fósiles.
Sin embargo varios factores desafían al “capitalismo fósil”: los mismos se pueden dividir en “por
encima del suelo” y “por debajo del suelo”.
Los primeros se relacionan primariamente con las consecuencias del cambiante control y de quienes
son dueños de los recursos del petróleo y el gas. La creación de la OPEP rompió con la hegemonía de la
OCDE y su asociación con las multinacionales productoras de petróleo. Las acciones de la OPEP cambiaron
el balance del poder entre los Estados importadores y los Estados exportadores de petróleo.
Contrario a la creencia popular la OPEP no controla el precio del petróleo, sino que hay un mercado
global con un delicado y volátil balance entre demanda y oferta, caracterizado por ciclos de aumentos y
caídas. Así mismo el incremento en la financiación del petróleo complica la situación tanto en la actividad
especulativa y en la demanda física por el petróleo, lo cual lleva a un aumento de los precios. Para los
Estados ricos en energía, el control sobre la renta generado por las exportaciones de energía es un elemento
central en sus objetivos de política exterior.
En la actualidad la disputa entre los exportadores de energía y los consumidores está llevando a una
guerra de recursos mientras los países importadores compiten por el control y la influencia en los Estados
exportadores de energía.

“Peak Oil” (algo así como el pico máximo de producción) y el fin del “petróleo fácil”

Los “factores por debajo del suelo” están relacionados a la naturaleza finita de los recursos energéticos
de hidrocarburos.
La “reserva probada” refiere a cantidades que acorde a información geológica y de ingeniería indica
una razonable cantidad que puede ser recuperada en el futuro de reservas existentes. Sin embargo la reserva
probada, no es estable ni absoluta.
Existen entonces preocupaciones crecientes que profesan que una vez que el crecimiento económico
retome su camino, la demanda puede superar rápidamente el suministro, resultando en un “pico de precio”
que podría llevar a una nueva recesión.
La distinción entre factores por debajo y por arriba no es claro, y tampoco es fácil de predecir el futuro
de los combustibles fósiles.
La industria está por, o pronto alcanzará un “pico en la producción”, y luego la producción irá en
declive porque no va a alcanzar los niveles de producción actuales.
El “pico del petróleo” es un problema de “debajo del suelo”: es cuanto de la reserva base ha sido
consumido y cuanto más está disponible ahora y en el futuro. Es en cierta forma el máximo nivel de
producción que puede ser alcanzado y sostenido. Es reconocido por todos que el final de la era del petróleo
va a venir mucho antes que el mundo deje de tener “físicamente” petróleo.  
Así mismo no existen garantías que las nuevas reservas puedan ser explotadas rápidamente para
alcanzar los niveles de demanda establecidos en un potencial escenario futuro.
Las producciones actuales cuestan más de extraer, son más dificultosas de lograr acceder y tardarán
mucho más en alcanzar el mercado.
Existen dudas reales acerca de la posibilidad de que la producción de petróleo puede suplir una
demanda futura.

Un nuevo paradigma de la energía


La energía es central para la PCC por la simple razón que el consumo de hidrocarburos para suplir la
energía es el elemento más importante en la emisión de CO2 (gases de efecto invernadero). La gran mayoría
proviene de la combustión de combustibles fósiles.
El incremento de la emisión de gases de efecto invernadero en el período antropogénico es el principal
causante del cambio climático. Las PCC deben lograr reducir la quema de combustibles fósiles para lograr
servicios energéticos.
La política energética debe desarrollar fuentes de energías de “bajo - carbono” (low carbon). Muchos
consideran que hay ahora un nuevo paradigma donde la cuestión central es cómo diseñar una nueva política
energética que asegure el suministro y tenga al cambio climático en el centro.
El futuro depende de qué tan exitosos seamos en derribar dos desafíos centrales respecto a la
energía: asegurar el suministro y lograr la transición a una matriz energética más sustentable, eficiente y
ambientalmente amigable.
Si seguimos como en la actualidad, sin ningún cambio en las políticas, esto es el rápido incremento y
aumento de la dependencia de combustibles fósiles,  las consecuencias para el cambio climático y la
seguridad energética son alarmantes.
El nuevo paradigma asociado a una matriz “baja en carbono” requiere una política comprometida tanto
a nivel internacional como a nivel de los Estados.
Dos desafíos “gemelos” de la seguridad energética y el cambio climático se combinan para crear el
dilema de la energía global: ¿ podemos tener un suministro adecuado, asequible (barato) y confiable de
energía que también sea bajo en emisiones de carbono?
Incluso sin los imperativos del cambio climático, la era del petróleo barato con suficientes suministros
se ha acabado. Alcanzar la creciente demanda de combustibles fósiles será cada vez más dificultoso, costly y
ambientalmente dañinas, que podrán futuras crisis económicas y conflictos.
La necesidad de estabilizar y reducir las emisiones de CO2 significa que el pico en la demanda podrá
venir antes de que se alcance el mismísimo pico de producción. Incluso si pudiésemos asegurar el suministro
de combustibles fósiles para la demanda futura de energía, el ecosistema del planeta no podrá sostener los
incrementos en los niveles de CO2 sin generar una catástrofe climática.

La globalización de la demanda de energía

Existe una interrelación entre la SE y el cambio climático. En el 2008 los países no pertenecientes a la
OCDE superaron la demanda de energía por primera vez en la historia. El principal causante de este factor ha
sido que la contribución de los países “no - OCDE” a la economía global se duplicó en los 90 llegando a un
40% en la actualidad.

En un pequeño período de tiempo ha habido un dramático cambio en la demanda global de energía y


todo parece indicar que esto va a seguir así. Factores tales como el crecimiento poblacional, el crecimiento
económico, junto con la urbanización y la industrialización han derivado en el incremento de combustibles
fósiles, principalmente para transporte.

La geografía del crecimiento de la nueva demanda tendrá un mayor impacto en el comercio de energía
y tendrá también resultados en los flujos financieros de los importadores de energía a los exportadores de
energía.

Las consecuencias del cambio climático

Las actuales emisiones de gases del efecto invernadero están concentrados en un número
relativamente pequeño de países. El top 25 emite el 80%.

La predicción de escenarios no refieren a proyecciones que van a suceder sino que demuestran
consecuencias de la inacción. Sin embargo es seguro asumir que si las tendencias actuales no se controlan,
habrá dos elementos muy peligrosos: la guerra por los recursos (incluidos aquellas asociadas a la seguridad
ambiental y la seguridad del agua) y el cambio climático.

Los nexos del dilema global de energía


LA SEGURIDAD ENERGÉTICA TODAVÍA NO SE COMPROMETE CON LAS CONSECUENCIAS
POTENCIALES DEL CAMBIO CLIMÁTICO. IGUALMENTE LA LITERATURA DEL CAMBIO CLIMÁTICO
FALLA EN RECONOCER LA COMPLEJIDAD EN REDUCIR NUESTRA DEPENDENCIA EN LOS
COMBUSTIBLES FÓSILES.

Es necesario entender la relación entre la demanda de energía, el crecimiento económico y las


emisiones de carbono.

Es de vital importancia entender el impacto de la economía de la globalización. La misma puede ser


definida como un conjunto de procesos donde tanto la producción como el consumo cambian de una escala
local o nacional a una global. En el corazón de todo están las interconexiones globales. la creación una
producción global incrementa el comercio internacional llevando a nuevas actividades económicas,
promoviendo el desarrollo económico en las economías emergentes del mundo.Empero la globalización
genera ganadores y perdedores, dentro de los Estados y entre Estados

Las economías emergentes se convierten en grandes mercados y en nuevos consumidores de


energía. . Históricamente ha habido una relación cercana entre el desarrollo económico y  el consumo de
energía. La “identidad Kaya” muestra que el total de gases de efecto invernadero en un país es resultado del
tamaño de la población, el ingreso per cápita, la estructura económica, la intensidad energética.

Los dilemas de la energía global

La propuesta central dice que la naturaleza del dilema la energía que afecta a una región, estado o
región mundial es modificado por

● las preocupaciones de seguridad energética (tanto oferta como demanda).


● el proceso de la globalización económica.
● la PCC
● la posición en el economía política global.

Para los países desarrollados del Norte el dilema de la energía se vincula con con asegurar un
suministro barato y seguro de energía, simultáneamente con la idea de reducir las emisiones de CO2
generadas por niveles de vida de “altos consumos de energía”. La mayoría de estos países son importadores
netos de energía como la UE, Japón y EEUU.

Existe un número de países desarrollados que son exportadores de energía como Canadá, Australia y
Noruega; los cuáles muestran preocupaciones acerca de la “intensidad de carbón” de sus exportaciones.

La idea central es que con el capital y la tecnología necesarios, se podría garantizar la SE junto con la
reducción de CO2. Sin embargo los resultados han sido “mixtos”.

El éxito por otro lado de las economías desarrolladas, tendrá profunda implicancias en el resto del
mundo.

El caso de los países de la ex URSS, muestra que luega de la caída de esta el control de mucho de los
sistemas de energía ha cambiado, modificando así un patrón anterior (el control soviético en la producción) sin
embargo mucha de la infraestructura sigue siendo obsoleta y con muchas deficiencias. La demanda de
muchos países de Europa del Este es mayor incluso que sus pares de occidente (y siendo el dilema igual).

Existe también, un grupo de países exportadores de energía que son países en vías de desarrollo,
donde la riqueza energética lleva a conflictos y pobreza (Nigeria por ejemplo). En casos como estos, la política
contra el cambio climático y sistemas de baja emisión de carbono, se vuelven menos importantes que
alcanzar las necesidades básicas de la población.

Así mismo muchos países exportadores no solo observan que sus demandas internas, sino que
entienden que las PCC van afectar a sus economías, que dependen de la exportación de energía. Hay
excepciones como la Dubai, que está apelando a las renovables para diversificar su economía.
Las economías emergentes enfrentan un dilema distinto: necesitan saber cómo van abastecer de
energía a sus economías en crecimiento (países como China e India) mientras que logran abastecer también
la demanda de sus ciudadanos con mejores estándares de vida. Por eso para ellos, la SE y las PCC son una
amenaza y oportunidad a la vez (necesitan más energía pero están a tiempo de hacer sus sistemas más
eficientes y sacar provecho de ello …). El desafío está en convencerlos de cooperar en la mitigación del
cambio climático mientras que pueden desarrollarse económicamente.

.Los dilemas de la energía en economías de “baja energía”

La ONU considera que la energía es fundamental para alcanzar el desarrollo tanto económico como
social. El acceso a suministros de energía es fundamental para alcanzar los objetivos de desarrollo del Milenio

Sin embargo incrementar los niveles del comercio de energía en los países en vías de desarrollo
conlleva preocupaciones acerca de la SE y el cambio climático. Desde una perspectiva de la SE, el acceso de
los países en vías de desarrollo al mercado los expone a la volatilidad del precio. En un contexto del cambio
climático, la preocupación es que el incremento de la demanda en el SUR, aumentará las emisiones. Además
es el SUR, que tiene un gran interés en evitar niveles extremos de cambio climático, porque son los más
vulnerables a sus impactos y los últimos en adaptarse.

Por el momento debemos concluir, en que el dilema de la energía global para los países en vías de
desarrollo está en ganar acceso de manera asequible para promover el desarrollo económico y “aliviar” los
niveles de pobreza en un futuro que no sea “hidrocarburo dependiente”.

Conclusiones

La seguridad energética y el cambio climático están interconectados. Por más de que algunos países
tengan más responsabilidad que otros, el desafío es de todos: el dilema de la energía está en cómo satisfacer
la creciente demanda sin hacer un daño irreparable al ecosistema global.

El actual sistema es insostenible por dos razones: es cada vez más dificultoso y costoso para suplir la
demanda. Y segundo, porque si la pudiera suplir, derivaría en un daño catastrófico por el cambio climático. Se
demanda entonces, un el pequeño plazo, un sistema de bajos niveles de emisiones de carbono, anterior
incluso a la revolución industrial.

Una perspectiva geográfica permite entender cómo el proceso socio económico se vincula con la SE,
la economía de la globalización y las PCC. Todo se da de diferentes formas en distintas partes del mundo.

El centro del sistema energético se está mudando hacia las economías emergente del Sur global
quienes producen energía pero ahora empiezan a demandar más. Este cambio de escenario tiene
implicancias económicas y geopolíticas, que son centrales para poder avanzar en las negociaciones del
cambio climático.

A través del análisis de la naturaleza de los diferentes dilemas de energía, se pueden hacer
contribuciones significativas a la SE y  a la investigación en cambio climático, necesarias para políticas e
inversiones que nos lleven a un futuro “bajo en carbón”.

La geografía humana necesita considerar las consecuencias de altos costos de energía, y sus
impactos en la distribución de la población en un mundo cada vez más caluroso, en la economía y en los
estándares de vida y los patrones de consumo. Pero esto requiere la reconfiguración de la división del trabajo
junto a la geografía humana.

CARABALLO MAQUEIRA
La Burbuja del Acuerdo de Paris (COP 21)
A finales del 2015 en la 21 Conferencia de las Partes de la Convención Marco sobre el Cambio Climático se
aprobó, con gran respaldo mediático, el Acuerdo de Paris, que fue calificado de histórico y un rotundo éxito
para el multilateralismo.
El Acuerdo de Copenhague de 2012, que resultó ser un fracaso desde el principio, fue calificado de
sustancioso por el presidente de los EE UU.
En relación con este Acuerdo, el líder de la Revolución cubana Fidel Castro expresó que en la capital danesa
“reinó un verdadero caos y sucedieron cosas increíbles. A los movimientos sociales e instituciones científicas
no se les permitió asistir a los debates. Hubo jefes de Estado y de gobiernos que no pudieron siquiera emitir
sus opiniones sobre vitales problemas”. En Copenhague no hubo acuerdo alguno, no se tomó ninguna
decisión vinculante, fue un fracaso y un engaño a la opinión pública mundial, quedó al desnudo la falta de
voluntad política.
COP-17: Durban, Sudáfrica (2011) Se lanzó el proceso negociador para un acuerdo global (Plataforma de
Durban) sobre las Contribuciones nacionalmente determinadas. Los términos “equidad” y “responsabilidades
comunes pero diferenciadas”, que ocupan un lugar destacado en el propio Convenio y en las principales
decisiones de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC), fueron
visiblemente dejadas de lado.
COP-18: Doha, Qatar (2012). Ratificó el segundo período de vigencia del Protocolo de Kyoto, desde el 1 de
enero de 2013 hasta el 31 de diciembre de 2020.
COP 19. Varsovia, Polonia (2013). Se decidió invitar a todos los países a informar sobre las llamadas
“Contribuciones Nacionalmente Determinadas (INDCs, por sus siglas en inglés)”, que no son más que las
acciones de cambio climático que los países plantean están preparadas para emprender antes de diciembre
del 2015, fecha en que debía concluirse el nuevo acuerdo internacional.
COP 20 Lima. Perú (2014) EE. UU, la Unión Europea y otros países desarrollados, pretendieron eliminar el
principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas y reducir el vínculo integral entre la
financiación que ofrecen y el alcance de las acciones de desarrollo, lo cual constituye una disposición clave de
la Convención sobre el Cambio Climático (artículo 4.7). El mismo establece que el grado en que los países
subdesarrollados tomen acciones climáticas dependerá la medida en que los países desarrollados les
proporcionen los recursos financieros y la tecnología necesaria.
Para los organizadores de la COP 21, era necesario disipar el fantasma de Copenhague, había que “pasar la
página”, y obviar la responsabilidad que en su fracaso tuvieron los organizadores de aquel evento y la aptitud
prepotente del gobierno de los EE UU y sus socios.
Pero el estudio de su articulado suscita dudas si dicho documento es una declaración política o un
instrumento jurídico.
Otros analistas del tema le suman como logro, el haber incorporado el principio de responsabilidades
comunes pero diferenciadas, el reconocimiento especial de la vulnerabilidad de los pequeñosEstados
insulares, el compromiso de mantener el aumento de la temperatura media del mundo muy por debajo
de 2ºC’ y la intención de los países desarrollados de movilizar como mínimo 100 mil millones de dólares
anuales para su enfrentamiento.
El reconocimiento del principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas
La Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático en su artículo 2, dispone que su objetivo y
el de “todo instrumento jurídico conexo que adopte la Conferencia de las Partes, es lograr de conformidad con
las disposiciones pertinentes de la Convención, la estabilización de las concentraciones de gases de
efecto invernadero en la atmósfera.
El reconocimiento a la especial vulnerabilidad de los pequeños Estados insulares en desarrollo
No es una virtud del Acuerdo de Paris, reconocer la especial vulnerabilidad de los pequeños Estados insulares
en desarrollo, otros instrumentos jurídicos internacionales lo habían precedido. La Convención Marco de
Cambio Climático, establece que se deben tener en cuenta las necesidades específicas y las
circunstancias especiales de las Partes que son países en desarrollo, particularmente aquellos vulnerables
a los efectos del cambio climático.
El aumento de la temperatura media global limitada a 1,5 grados Celsius.
El Cambio Climático, como reconoce la Convención Marco está dado porque las “actividades humanas han
ido aumentando sustancialmente las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera”. A
diferencia del Protocolo de Kyoto, el Acuerdo de Paris no define una cuota de responsabilidad, se limita
hacer un llamado a un sujeto difuso. De hecho, reduce el principio de responsabilidades comunes pero
diferenciadas a una simple declaración, sin un compromiso concreto de los Estados sobre la base del
impacto que provocan en el cambio climático, en la reducción de los gases de efectos invernadero.
La responsabilidad de los países desarrollados se limita a seguir encabezando los esfuerzos y adoptando
metas absolutas de reducción de las emisiones para el conjunto de la economía.
Enfrentar el cambio climático con promesas, en un mundo donde se violan de manera impune tratados
A pesar de todas estas conferencias y cumbres, llegamos a Río + 20, con más hambre, más contaminación,
más calentamiento global, más pérdida de diversidad biológica, más injusticia, más egoísmos, más
hipocresías política y mediática. En Paris se acordó mantener el aumento de la temperatura media del mundo
muy por debajo de 2ºC’ (con vistas a limitarlo a 1.5ºC) con respecto a niveles preindustriales (Art.2-a). Se
adujo que los países alcanzarían un pico de emisiones, lo antes posible (Art.4-1) sometiendo cada cinco
años sus planes climáticos, denominados contribuciones determinadas a nivel nacional a su adecuación,
los que deberán reflejar la mayor ambición posible.
¿cómo disminuir la concentración de dióxido de carbono que está en la atmosfera y que puede mantenerse
1008 años? El cambio climático afecta uno de los sujetos del Derecho Internacional Público, los Estados, en
tanto sus efectos impactan sobre su territorio y población, elementos esenciales para su existencia.
La primera revisión de las contribuciones nacionales será en 2023 (art.14-2) y las sucesivas revisiones para
adecuarlas se realizarán cada cinco años.
Sin embargo, la COP 21, observa “con preocupación que los niveles estimados de las emisiones agregadas
de gases de efecto invernadero en 2025 y 2030 resultantes de las contribuciones previstas determinadas a
nivel nacional no son compatibles con los escenarios de 2ºC, (…) y observa también que, para mantener
el aumento de la temperatura media mundial por debajo de 2ºC (…) o por debajo de 1,5ºC con respecto a los
niveles preindustriales, (…), se requerirá un esfuerzo de reducción de las emisionesmucho mayor que el
que suponen las contribuciones previstas determinadas a nivel nacional”.
La información confiable y transparente es necesaria para monitorear y evaluar el cumplimiento de las
contribuciones determinadas a nivel nacional, pero no es suficiente para compulsar a los países desarrollados,
que aportan el 42,5 % del dióxido de carbono del mundo, a que reduzcan la emisión de gases de efecto
invernadero.
Los países desarrollados y otros pretenden despolitizar el tema del cambio climático, minimizando la
responsabilidad de los gobiernos y ocultando la responsabilidad histórica del capitalismo. En el Acuerdo
de Paris hay un alejamiento en la distinción de responsabilidades entre países desarrollados y en vías
de desarrollo, lo más que se les sugiere a los países desarrollados es seguir encabezado los esfuerzos y
adoptar metas absolutas de reducción de las emisiones.
En Paris, los grandes contaminadores lograron eximirse de obligaciones concretas y los menos
desarrollados reiteraron su demanda al financiamiento, la capacitación y la transferencia de tecnología,
sin que dispongan de mecanismos eficaces para asegurar y exigir su cumplimiento.
En Acuerdo de Copenhague de 18 de diciembre de 2009, reconoció y convino, el compromiso colectivo de los
países desarrollados de aportar 30.000 millones de dólares en el trienio 2010-2012 para adaptación y
mitigación. Igualmente movilizar 100.000 millones de dólares anuales en el 2020 para “atender las
necesidades de los países en desarrollo”
El Acuerdo de Paris, retrocede, no establece un compromiso concreto, cuantificado y vinculante de los
países desarrollados de proporcionar recursos financieros a los países en desarrollo, que les permita llevar a
cabo la mitigación y la adaptación.
¿Cuántas veces se ha escuchado hablar de compromisos e intenciones para financiar desastres naturales?
¿Cuántas promesas de ayuda se han incumplido?
Los grandes contaminadores pondrán todo su empeño y recursos para que se alcancen acuerdos
efectivos para la reducción de las emisiones de gases de efectos invernadero, cuando dispongan de la
tecnología “limpia” que les asegure igual o mayor margen de ganancia. Entonces impulsarán acuerdos
efectivos contra la emisión de gases de efecto invernadero, aplaudirán la creación de los tribunales
ambientales y de sanciones, donde seremos reos los mismos que hoy, por falta de recursos financieros y
capacitación, no podremos disponer de esa tecnología.
Para “tener más fuerza, hay que unir fuerzas” y por ello se debe construir una masa crítica sostenida de
gobiernos, organizaciones no gubernamentales, sociedad civil y movimientos sociales, que permitan enfrentar
con efectividad el cambio climático.
En Paris se logró un Acuerdo tan anémico en su determinación, que no ataca la esencia del cambio
climático, por cuanto para mantener el aumento de la temperatura media mundial por debajo de 2ºC o por
debajo de 1,5ºC con respecto a los niveles preindustriales, se requerirá un esfuerzo de reducción de las
emisiones mucho mayor que el que suponen las contribuciones determinadas a nivel nacional.
En octubre del 2016, el Parlamento Europeo votó a favor de ratificar el Acuerdo de Paris, lo que permitió su
entrada en vigor el pasado 4 de noviembre, en ese momento se destacó la rapidez de su entrada en vigor en
comparación con el Protocolo de Kyoto (1997) que tardó siete años. Visto así, de manera descontextualizada,
el Acuerdo de Paris supera al Protocolo de Kyoto, salvo algunos “pequeños detalles”.
Recordemos que el Protocolo de Kyoto en su anexo B, contiene una lista de compromisos cuantificados
de limitación o reducción de las emisiones para 38 países, que debían asegurar, individual o conjuntamente,
que sus emisiones de gases de efecto invernadero no excedieran las cantidades atribuidas. Una
obligación que no fue asumida por los grandes contaminadores, que ralentizaron y torpedearon su aplicación.
En tanto, el Acuerdo de París establece contribuciones determinadas a nivel nacional, que todas las Partes
deberán realizar y comunicar con miras a mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por
debajo de 2ºC con respecto a los niveles preindustriales.
La Enmienda de Kigali no es difusa como el Acuerdo de Paris, establece obligaciones concretas a tres grupos
de países. Los países desarrollados deberán bajar en 2019, un 10% la utilización de los HFC, tomando como
base el período comprendido entre 2011 y 2013, la reducción para el 2036 será del 85%. Para los países en
desarrollo el primer año de aplicación será el 2029, con una reducción del 10% tomando como base el período
comprendido entre el 2020 y el 2022. En el 2045 el recorte será del 80%.
Nos enfrentamos a la paradoja de llegar al máximo posible para después lograr que no se sobrepasen los 2
grados centígrados. ¿Cuál es ese máximo “posible” de emisiones de gases de efecto invernadero que no
pone en riesgo el límite de 2 grados centígrados que establece el Acuerdo de Paris?
“La Conferencia de las Partes en calidad de reunión de las Partes en el Acuerdo de París hará su primer
balance mundial en 2023 y a partir de entonces, a menos que decida otra cosa, lo hará cada cinco años”.
(Artculo 14) ¡Estamos rompiendo récord y el primer balance es dentro de siete años y después cada cinco
años!
En la COP 22 se acordó la “Proclamación de Marrakech” un documento político, no jurídico y por tanto
no vinculante. Se hace un llamamiento a una fuerte solidaridad con los países más vulnerables; a que
todas las Partes fortalezcan y apoyen los esfuerzos para erradicar la pobreza; para elevar y fortalecer la
cooperación a fin de cerrar la brecha entre las actuales trayectorias de emisiones y buscar el camino
necesario para cumplir con los objetivos a largo plazo de la temperatura del Acuerdo de París; para que
aumente el volumen, el flujo y el acceso a la financiación de los proyectos climáticos.
No hay una acción concreta. La “Proclamación de Marrakech” a pesar de reconocer que en este año se ha
visto un “impulso extraordinario sobre el cambio climático en todo el mundo y en muchos foros multilaterales”
y que su tarea es contribuir rápidamente al propósito de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero,
es soloun LLAMAMIENTO.
Después de la Cumbre de la Tierra de 1992, el verbo en los documentos ambientales ha sido anémico al
punto que una COP termine con una proclama. La Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio
Climático, el Protocolo de Kyoto y el Acuerdo de Paris, se enfrentan a los intereses de los grandes países
desarrollado y de otros en desarrollo, que se resisten a cambiar su matriz energética, porque ello podría
significar ralentizar sus ritmos de crecimiento macroeconómico.
ria de cambio climático: una forma de construir hegemonías.

UNIDAD 13. Gobernanza global y local. El caso de la provincia de Córdoba. A) Diplomacia multinivel y paradiplomacia.
Aplicación del concepto de inserción a escala subnacional. B) Politica internacional cordobesa. Vinculo con Brasil.
Limites y potencialidades. C) Cordoba y la diplomacia de la energía

CALVENTO
La inserción Internacional de los actores subnacionales: análisis de un proceso contemporáneo
Introducción
El desarrollo de estrategias de inserción internacional de los estados nacionales ha experimentado en las
últimas décadas diversas modificaciones, entre ellas, la apertura hacia una participación diferente por parte
de otros actores, generando el surgimiento e impulso a la intervención de entidades subnacionales en el
escenario internacional.
Como parte de este proceso se comenzaron a desarrollar políticas públicas orientadas a crear o fortalecer
la vinculación nacional e internacional de los territorios, proceso que se presenta como un importante
activo de la gestión contemporánea.
En este marco, el presente trabajo pretende abordar la temática particular de la inserción internacional de
las unidades subnacionales, considerándolas como “las unidades institucionales, o niveles del poder
ejecutivo, que son componentes de un gobierno de un Estado Nacional: ciudades, estados, regiones,
provincias, municipios u otros poderes locales”
En principio, la investigación propone indagar las discusiones contemporáneas que se suscitan en torno al
desarrollo de una política internacional por parte de los espacios locales, para luego analizar las principales
estrategias de inserción internacional implementadas por los gobiernos subnacionales de la Argentina.
Discusiones contemporáneas de la política internacional de los espacios subnacionales
La participación internacional de los actores subnacionales fue abordada desde diferentes perspectivas que
pueden ser agrupadas en los siguientes campos analíticos: el de las relaciones internacionales y el del
desarrollo local.
Desde el campo de las relaciones internacionales, el proceso ha sido analizado en el marco de las
transformaciones experimentadas en el escenario internacional que modificaron el carácter central y
unitario del Estado-Nacional en el plano global. Las relaciones internacionales ya no se consideran
patrimonio exclusivo de los Estados centrales, sino que surgen nuevos actores, gubernamentales y no
gubernamentales, que conforman una nueva trama de relaciones transnacionales e
intergubernamentales.
La interdependencia compleja (años 70´), marcó un punto de inflexión en la disciplina a partir del cual se
incorporaron aspectos definitorios e innovadores, como la creciente participación de una pluralidad de
actores internacionales antes ignorados.
El enfoque de la interdependencia compleja, sustentado en un contexto global de transformación, surge
de la crítica a la corriente realista de las relaciones internacionales cuyos exponentes más reconocidos son
Morgenthau y Waltz. Esta corriente está caracterizada por el fuerte peso dado al Estado Nacional en la
definición de las acciones a nivel internacional, al punto de considerarlo como el único actor central de las
Relaciones Internacionales. En oposición, Keohane y Nye (1989), exponentes de la teoría de la
interdependencia compleja, critican la mirada estado-céntrica por considerarla insuficiente y proponen
la ampliación hacia una pluralidad de actores.
Este fenómeno al que denomina “fragmegración” (Rosenau) impulsa una relocalización de la autoridad en
dos direcciones: “hacia arriba”, lo cual implica instancias supranacionales como organizaciones
internacionales, entidades intergubernamentales regionales, entre otras; y/o “hacia abajo”, en dirección de
grupos subnacionales, dentro de los cuales se encuentran las minorías étnicas, religiosas, los gobiernos
locales, las organizaciones con finalidades específicas.
De esta forma, en un mundo interdependiente, los Estados buscan nuevos espacios de vinculación que
privilegien la estrategia “comercialista”. En un sentido similar se comportan los estados subnacionales al
competir comercialmente en el mundo, intentando optimizar sus ventajas competitivas.
Dado este marco favorable, los estados subnacionales desarrollan alternativas de participación en el
escenario mundial y, pese a no ser considerados como sujetos del derecho internacional, intervienen
de hecho en “modalidades de cooperación internacional, establecen o cumplen acuerdos de cuño
económico y cultural, de modo formal e informal”.
Como consecuencia se desarrollaron nuevos conceptos que marcaron la inclusión de estos actores: nueva
diplomacia regional, protodiplomacia, política externa federativa o paradiplomacia.
Keating (2001), por ejemplo, utiliza el concepto de nueva diplomacia regional en el contexto europeo para
referirse a la actividad internacional de diferentes regiones, motivada por procesos tanto políticos
(conformación de bloques supranacionales), económicos (regionalización de la producción) y culturales
(cuestiones idiomáticas). Asimismo, relaciona el concepto de paradiplomacia con el “tipo de actividad, que
funciona por debajo o dentro de los intersticios del sistema tradicional de las relaciones
internacionales”.
Por tanto, parafraseando a Fronzaglia (2005) las actividades para-diplomáticas incluyen un conjunto de
actividades desarrolladas por las unidades subnacionales – de manera aislada o en conjunto- conforme a
su grado de autonomía que pueden ser complementarias, paralelas o conflictivas con la diplomacia
establecida por el gobierno nacional.
Para el caso argentino, Zubelzú (2008) considera que el término de gestión internacional o externa refleja
adecuadamente la experiencia de las entidades subnacionales, dado que el empleo del término
paradiplomacia “puede interpretarse como una actividad que duplica o compite con la del Estado nacional
en un contexto cultural – el argentino - en el que el prefijo tiene más bien una connotación negativa incluso
con visos de actividad ilegal.
Ahora bien, desde el enfoque del desarrollo local se ha analizado la participación internacional de las
entidades subnacionales.
De igual manera, Albuquerque señala que el desarrollo local debe entenderse como “un proceso
participativo que fomenta, en un territorio determinado, la cooperación entre los principales actores
sociales, públicos y privados, para el diseño y la implementación de una estrategia de desarrollo común,
con el objetivo final de estimular la actividad económica y crear empleo de calidad, a partir del
aprovechamiento de los recursos y potencialidades locales, y las oportunidades derivadas del contexto
global”.
En efecto, la globalización es un proceso vinculado al territorio, no sólo porque afecta países, regiones y
ciudades, sino porque además su dinámica económica y productiva dependen de las decisiones de
inversión y localización de los actores económicos, pero también de los factores de atracción de cada
territorio, es decir del comportamiento de los actores locales.
En ese escenario, las políticas públicas de gestión internacional, generadas por los actores gubernamentales
subnacionales a partir de una sinergia social, económica y política, son concebidas como herramientas que
impulsan la inserción nacional e internacional buscando aprovechar las oportunidades del contexto exterior
y presentándose como un instrumento significativo para el desarrollo local.
En este marco, se analizan las estrategias de gestión internacional de los gobiernos municipales argentinos
partiendo de considerar que “fijar el contenido de la política exterior es tarea del Estado nacional, en tanto que
la tarea de las ciudades es sólo la gestión internacional, que proporciona un instrumento para satisfacer las
necesidades locales”. De esta manera, las estrategias de gestión y vinculación internacional ejercidas por las
unidades subnacionales “no significan el fin de la diplomacia estatal, sino que están subordinadas a las
prioridades y objetivos del Estado Nacional.
Por esta razón, se toma como definición de estrategias de gestión internacional a las actividades que
implementan los gobiernos locales para establecer relaciones internacionales, constituyendo novedosas
formas de acción exterior, y no se utiliza el término política exterior, ya que se sostiene que la misma es
atribución exclusiva del gobierno nacional.
Descripción de las estrategias de gestión internacional
La existencia de estrategias de gestión internacional en los espacios subnacionales no es un proceso actual,
ya que cuenta con antecedentes históricos remotos y contemporáneos del siglo XX. No obstante, se considera
que el proceso adquiere relevancia en la actualidad debido al incremento y complejidad que ha experimentado
contemporáneamente.
La internacionalización de las ciudades presenta un perfil diferencial para las grandes o megaciudades
frente a las de menor tamaño. Así, se señala el establecimiento de un tipo ideal de ciudad internacional
cuyas características son los siguientes puntos: Posición geográfica de apertura al mundo y población con
composición étnica diversificada; recibe y exporta factores de producción extranjeros (inversiones, mano
de obra) y flujo de comercio; tiene medios de comunicación de repercusión y difusión internacional;
regularmente lleva adelante encuentros y actividades internacionales y participa de redes internacionales de
ciudades; ejerce una paradiplomacia apoyada en servicios especializados y en estrategias de
internacionalización y celebra acuerdo con actores internacionales.
Autores distinguen las modalidades que usualmente utilizan estos actores y que sustentan sus múltiples
acciones: hermanamientos, acuerdos bilaterales, redes internacionales de ciudades, redes del programa
URB-AL, proyectos de cooperación técnica/financiera directa/indirecta. Sintetiza que las acciones
internacionales de los actores subnacionales pueden agruparse en dos grandes dimensiones: políticas de
cooperación y políticas de promoción.
De manera complementaria, Zubelzú y Iglesias en su estudio sobre la participación internacional de las
provincias argentinas, establecen cuatro grandes tipos de acciones realizadas por estos actores
subnacionales:
● Propias: generadas por el actor subnacional “sin intervención directa del gobierno nacional ni del
sector privado.
● Coordinadas: llevadas adelante en coordinación con el Estado Nacional.
● Lobby: principalmente, sobre el gobierno nacional para impulsar “un proyecto de interés vital para
la provincia y que afecta directamente su performance internacional”
● Concertadas: se inscriben en una normativa y son usuales en las organizaciones transfronterizas,
como los Comités de Fronteras.
En base a los análisis preexistentes y teniendo en cuenta las clasificaciones esbozadas en el presente estudio
se definieron dos dimensiones para describir la participación y gestión internacional de los gobiernos
subnacionales: las estrategias de relacionamiento institucional internacional y las políticas de
posicionamiento internacional.
Estrategias de relacionamiento institucional internacional
Esta dimensión agrupa los vínculos formales que se establecen con otros actores subnacionales e
instituciones internacionales buscando construir relaciones de carácter bilateral y multilateral con la
finalidad de generar, principalmente, vías de cooperación política y técnica.
Por otro lado, se consideran las relaciones multilaterales, entre las que se contienen a la red de
Mercociudades; el Foro Consultivo de Municipios, Estados Federados, Provincias y Departamentos del
MERCOSUR (FCCR), etc.
En ese sentido, es necesario remarcar que el trabajo en red “es la forma de cooperación descentralizada
directa que ha adquirido más importancia en los últimos años”. A continuación, se desarrollan aquellas
estrategias de relacionamiento institucional internacional que están vinculadas con la temática de
investigación de las cuales participan los gobiernos municipales de Argentina.
Relaciones Bilaterales
Esta denominación incluye las estrategias que se realizan a través de acuerdos bilaterales entre ciudades o
regiones y entre ciudades e instituciones internacionales.
La estrategia más utilizada dentro de este tipo de relaciones es la de los hermanamientos de ciudades,
aunque también pueden registrarse otros tipos de acuerdos bilaterales como actas, acuerdos y convenios de
cooperación internacional bilateral.
Surgió en Europa, poco después de la Segunda Guerra Mundial, con el objetivo de aportar a la población
europea mayores lazos de unión y de promover proyectos en beneficio mutuo, buscando distender las
relaciones entre localidades que habían estado enfrentadas durante el conflicto bélico.
El hermanamiento de ciudades en Argentina implica establecer una estrategia formal, ya que requieren de la
aprobación del ejecutivo y legislativo local y deben seguir los pasos que delinea el Ministerio de Relaciones
Exteriores, Comercio Internacional y Culto al momento de establecer un acuerdo de este tipo.
Relaciones Multilaterales
Este tipo de estrategias puede ser encuadrado bajo el concepto de “redes globales” o “redes de
ciudades” que surgen, principalmente, en la década del ‘80, incrementando su participación en número y
presencia en los ‘90, destacándose en este período la creación de la Red de Eurociudades y de las
Mercociudades. Se realizan entre instituciones similares sin jerarquía, y cuentan con un mayor margen de
flexibilidad y dinamismo que las estrategias de carácter bilateral.
En las relaciones multilaterales distinguimos las redes transregionales de las globales, tanto por los
integrantes que las constituyen como por los objetivos que se proponen. En general, las primeras están
constituidas por unidades subnacionales de una misma región y su objetivo es impactar sobre los
procesos que se desarrollan en la misma; mientras que las globales, poseen integrantes de diferentes
regiones del mundo y sus objetivos tienen dicho alcance. De esta manera, dentro de las transregionales se
considera a la Red de Mercociudades, al Foro Consultivo de Municipios, Estados Federados, Provincias y
Departamentos del Mercosur (FCCR) y a la Federación Latinoamericana de Ciudades.
Entre las Transregionales, se destaca la red de Mercociudades que entró en funcionamiento a mediados de
la década de los noventa, en el marco del proceso de integración que se llevó adelante entre Argentina, Brasil,
Uruguay y Paraguay, a través del Tratado de Asunción que dio origen al Mercado Común del Sur
(MERCOSUR).
Mercociudades es la principal red de municipios del MERCOSUR y establece como objetivos “favorecer
la participación de los municipios en el proceso de integración regional, promover la creación de un
ámbito institucional para las ciudades en el seno del MERCOSUR y desarrollar el intercambio y la
cooperación horizontal entre las municipalidades de la región”.
En números concretos, esta Red abarca a 230 ciudades, que concentran más del 60% del PBI del bloque
regional y de sus asociados (Chile, Bolivia, Perú, Venezuela), región en la que se calcula, habitan más de 80
millones de personas.
La Red cuenta con catorce Unidades Temáticas, orientadas a la formulación de políticas municipales a ser
sugeridas en el ámbito del Mercosur, que difunden, analizan y sistematizan información sobre las temáticas
específicas de su competencia como Ambiente y Desarrollo Sostenible; Autonomía, Gestión y Financiamiento
Municipal; Ciencia, Tecnología y Capacitación; Cooperación Internacional; Cultura; entre otras. Actualmente,
los municipios argentinos que participan en Mercociudades son cerca de cien.
Entre las Globales cobra dinamismo la organización Ciudades y Gobiernos Locales Unidos (CGLU), que se
conformó en el año 2004 a partir de la fusión de las dos asociaciones de ciudades (IULA y FMCU), como una
asociación sin ánimo de lucro con capacidad jurídica y plena capacidad de obrar y con la misión de “Ser la voz
unida y representación mundial de los gobiernos locales autónomos y democráticos, promoviendo sus valores,
objetivos e intereses, a través de la cooperación entre los gobiernos locales, y ante la vasta comunidad
internacional.
Herramientas de posicionamiento internacional
Estas herramientas, de carácter unilateral, son utilizadas para posicionar en el exterior a los actores
subnacionales, siendo su finalidad principal la promoción. Demuestran la tendencia creciente del
involucramiento de los gobiernos municipales en el desarrollo productivo e integral local orientado hacia
afuera.
Comercio Exterior
Las políticas municipales de comercio exterior se han transformado en una herramienta de gestión
contemporánea dispuestas a estimular la competitividad sistémica de un territorio. Dabat define a las
mismas como “el conjunto de políticas tendientes a fomentar las actividades de exportación ya sea
facilitando las operaciones comerciales o apuntalando las condiciones competitivas de las firmas
residentes en la localidad o del sistema productivo en el que éstas se desenvuelven”. En general, las
implementaciones de estas estrategias en Argentina son organizadas de manera conjunta y financiadas por
organismos provinciales y nacionales de promoción de las exportaciones como el Ministerio de Relaciones
Exteriores, Comercio Internacional y Culto.
Marketing de Ciudades o Marca- Ciudad
Permite identificar y promocionar las ventajas comparativas de cada localidad”, y adopta como objetivo
el desarrollo de una imagen pública de aceptación en referencia a la ciudad o región y los atractivos que
contenga. Una Marca-Ciudad debe comunicar efectivamente la esencia y la identidad de esa ciudad, y
transformarse en “un activo altamente estratégico para potenciar los valores culturales, los negocios turísticos
y comerciales.
Las estrategias desarrolladas por los gobiernos municipales argentinos con mayor reconocimiento son las de
Rosario y la de Villa Gesell. Dentro de la provincia de Buenos Aires, la Marca de la ciudad de Villa Gesell ha
sido destacada por su proceso de creación, así como por la difusión y uso a nivel local, nacional e
internacional.
COLACRAI
Las relaciones bilaterales argentino-chilenas en perspectiva subnacional

Resumen
El trabajo aborda de modo analítico y reflexivo el desarrollo de las relaciones que se han generado entre
regiones, provincias y gobiernos locales a lo largo de la frontera argentino-chilena y su permanente
dinamismo. Asimismo, destaca el potencial de las nuevas “relaciones interparlamentarias”, todas ellas
entendidas como “nuevas formas de diplomacia”. Revela que las relaciones subnacionales entre Argentina y
Chile han sido reconocidas por el propio Tratado de Maipú (2009), como un complemento necesario de la
diplomacia tradicional

Introducción: signos distintivos de la relación


La relación argentino chilena, experimenta un salto cualitativo desde los ‘90 con gobiernos democráticos en
ambos países. La conformación de instancias institucionales del tipo Comité de Fronteras, Comisiones mixtas,
relaciones interparlamentarias y reuniones y acuerdos interministeriales y entre Gobiernos No Centrales
(provincias-regiones) se constituyeron en un signo diferenciador respecto de las otras relaciones bilaterales de
la región.
Deben tomar en consideración el conjunto de políticas y acuerdos producidos en el esquema de relaciones
clásicas y deben ser analizadas como parte inseparable del macronivel, pero a la vez, socialmente más
cercanas a los intereses y bienestar de la población.
El valor de estas nuevas relaciones transgubernamentales es de tipo simbólico y práctico. Se profundiza la
“mirada del otro” y se genera interdependencia ordenada y fructífera. Se generan nuevas visiones de algunos
autores sobre la necesidad de actualizar el estudio de la PE, tomando la pluralidad de actores que se
presenta. “Paradiplomacia” ayuda a entender la actuación de las diferentes instancias gubernamentales.
Cada vez más se visibilizan las vinculaciones entre actores subestatales, emerge la necesidad de modernizar
el aparato estatal.

Breves antecedentes que registran el “salto cualitativo” en la relación bilateral y el surgimiento de una
“nueva relación
Luego de los gobiernos militares y la lógica de suma cero, en los años noventa, la percepción de amenazas
de carácter vecinal disminuye.
Se produce un trabajo negociador entre Cancillerías y Ministerios de Defensa y el diseño de algunas políticas
con avance de las MCM (medidas de confianza mutua). La formalización y ejecución de estas medidas
propician mejores condiciones para el desarrollo de confianza.
Primer antecedente Tratado de Paz y Amistad de 1984. Surgen los primeros Comité de Frontera (primero para
facilitar el tránsito fronterizo)

Entre la Diplomacia tradicional y los esquemas nuevos de vinculación. El Tratado de Maipú (2009)
Desde los noventa incrementa la práctica de Diplomacia Presidencial y se mantiene en el tiempo. Logro de
consenso en temas políticos, comerciales, ambientales y de infraestructura. Compromiso con la continuidad
Estos años de “relación democrática” consolidan la confianza y proyectan un futuro de profundización de
lazos. Un hito significativo fue el Tratado de Integración y Cooperación en 2009 (conocido como Tratado de
Maipú)
Plantea la necesidad de perfeccionar la estructura institucional existente; reconocimiento de los progresos
alcanzados y el entendimiento recíproco de sociedades; ponderación de la labor realizada anteriormente;
Valoración de la actividad realizada por Comités de Frontera y de Integración.
Se hace una fuerte apuesta a una visión conjunta y cooperativa, y a una “institucionalización” de la relación y
se pactan varios mecanismos bilaterales como encuentros presidenciales, comisiones binacionales, etc.
Se establece una hoja de ruta con temas estratégicos, dentro de los cuales se destaca el reconocimiento a la
Fuerza de Paz Conjunta “Cruz del Sur”, constituida por las FFAA de Chile y Argentina.
Se recoge la iniciativa para los corredores bioceánicos y la participación de entidades subnacionales
provinciales en las comisiones binacionales. El Tratado de Maipú institucionaliza una red de 57 mecanismos
de trabajo que se han desarrollado entre ambos países.

Comités de Integración
En el caso que nos ocupa, la frontera tiene una barrera geográfica importante, la Cordillera de los Andes, por
lo que el trabajo relativo a los pasos de frontera y su agilización se convierte en una prioridad. Existen 75
pasos de frontera que demandan atención.
Desde el punto de vista funcional los Comités no son vinculantes, no tienen capacidad de decisión pero son
una suerte de caja de resonancia y una usina de propuestas que luego son elevadas ante los organismos
correspondientes para su aprobación.
Se los dota progresivamente de regulación institucional y se los separa en comisiones específicas que
elaboran recomendaciones que luego son elevadas a las respectivas Cancillerías para su evaluación y
decisión. En 2006 pasan a llamarse “comité de integración”. Los existentes hasta el momento son:
ATACALAR; Noa-Norte Grande; Agua Negra; Cristo Redentor; El Pehuenche; Las Leñas; Región de los
Lagos; Integración Austral.
Su radio de acción se extiende debido al interés en participar, en proyectos de infraestructura, de provincias y
regiones no fronterizas.
Resultados “visibles” que se evidencian en reuniones y representaciones provinciales. Permiten revisar la
agenda, plantear objetivos, logros y dificultades y continuar avanzando y reforzando la integración subnacional
entre los dos países.

Relaciones Interparlamentarias
La diplomacia parlamentaria, aparece en el campo de la Política Exterior en diversos países como producto de
la democratización política. Emerge como un factor que enriquece las interconexiones que se dan entre los
estados. Expresa una nueva mirada institucional donde pueden combinarse las preocupaciones de la
sociedad civil y pluralidad política, como pilares fundamentales en todo parlamento. Se constituyen luego
como “foros” de discusión. También los parlamentarios forman parte de grupos de amistad y pueden operar a
favor del acercamiento de las partes.
Argentina y Chile cuentan con una Comisión Parlamentaria Conjunta, bicameral y sesiona dos veces al año,
en forma alternada.
En los últimos años hubo una actuación significativa en temas relativos a la seguridad social para garantizar
beneficios a los trabajadores que se hubieren desempeñado indistintamente en uno u otro país. Convenio de
Seguridad Social (cerca de 600 mil chilenos y 70 mil argentinos)
Unas variedades de temáticas abordadas por los legisladores apuntan a que con su posibilidad de operar
como facilitadores y negociadores en sus respectivos parlamentos pueden contribuir a la concreción de obras
de infraestructura, elaboración de estrategias medioambientales, acercamientos educativos y culturales.
Proyecto base antártica, prohibir los desechos radioactivos en la cordillera.

Las relaciones en el ámbito de la Cultura, la Educación y la Ciencia y la Tecnología. Otros contactos


promovidos en el ámbito educativo-deportivo.
El ámbito de la cooperación cultural científico-tecnológica y educativa es uno de los que presenta mayor
trayectoria desde los noventa, quizá debido a que puede generar un “cambio de cultura en la mirada del otro”,
lo cual ayuda a conformar relaciones sostenibles en el tiempo.
Los últimos años se dieron pasos importantes en el reconocimiento de títulos universitarios. Además de
facilitar el acceso a las universidades argentinas para estudiantes chilenos. Asociación Argentino-Chilena de
Estudios Históricos e Integración Cultural participa activamente. Investigaciones mutuas, etc.
Juegos deportivos binacionales, Recreación de la IX Región de la Araucanía (Chile) y Subsecretaría de
Deportes de la provincia de Neuquén inician contacto. Juegos binacionales de la integración andina. Blablabla

Reflexiones finales
Subrayar la potencialidad que tienen las relaciones transgubernamentales, las que se dan entre gobiernos
subnacionales o no centrales y aquellas que se producen en el espacio parlamentario, como parte integral de
una relación que claramente se inscribe en el marco de las nuevas corrientes y modalidades que se vienen
dando en el campo de las relaciones internacionales. Contribuyen tambièn a una democratización de la PE.

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