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CORTINA

- Alianza y Contrato: El relato del génesis y de Leviatán.

“No es bueno el hombre que esté solo”

Existen dos modos fundamentales, y fundamentalmente diferentes de pensar sobre los lazos que unen a los seres humanos entre sí.
Uno de esos modos de pensar tiene por base la idea del hombre como animal político, el otro, la del hombre como animal social.
ambas dan lugar, a su vez, a instituciones diferentes.

Como animal político, crea las instituciones propias de la sociedad política, los Estados, los gobiernos y los sistemas políticos. Como
animal social, crea las instituciones propias de la sociedad civil, las familias, las comunidades, las asociaciones voluntarias y las
tradiciones morales.

Existen además dos esferas ineludibles, porque sin ellas el campo de la sociedad civil está en realidad incompleto, el mercado y la
opinión pública, pero Sacks las obvia en su relato.

Sacks plantea en su artículo que para poder entender la relación entre las instituciones políticas y las sociedades hay que remontarse
al comienzo de la historia, al génesis. Cuenta el libro del génesis, que en el comienzo Dios hizo al hombre su imagen y semejanza, y,
por lo tanto, se gozó de compartir con él desde ese mismo instante la santidad que a Él, como Dios le correspondía. Ese carácter
sagrado, inviolable, contagiado por Dios, es desde ese entonces una de las características de la persona que más tarde la Ilustración
traducirá en versión secular como “valor absoluto”.

El hombre es sagrado para el hombre, la persona es lo absolutamente valioso.Nadie está autorizado para instrumentalizar a los seres
humanos. De ahí que Ludwig Feuerbach hace del hombre dios para el hombre, homo homini deus. Y aunque en la vida cotidiana
bien poco se respeta ese carácter sagrado de la persona para la persona, nadie se atreve a rechazarlo verbalmente porque
pertenece ya al discurso de lo “éticamente correcto”. También reconoce Yahvé abiertamente que el hombre está incompleto si vive
como individuo en soledad. Necesitaba un semejante para reconocerse en él como un espejo y ponerle y recibir de él un nombre por
el que nacer realmente como persona. De donde se sigue ese carácter relacional del ser humano. el hombre era santo y en relación,
pero esa misma asociación con el otro fue también fue la fuente de la desdicha.

¿Cómo moldear alguna forma de asociación que haga soportable la vida sobre la tierra, una vez ha germinado la semilla del
conflicto? A partir de esta pregunta dos historias empiezan a narrarse , una de ellas, la más moderna se relata en el Leviatán de
Thomas Hobbes, la otra es la continuación del relato del Antiguo Testamento.

En el origen era el Contrato

TH nos comenta en el Leviatán el nacimiento del Estado, de la comunidad política, como surgiendo de un contrato entre individuos
libres, con capacidad para firmarlo. La comunidad política, según él no se forma de manera natural, los seres humanos no son por
naturaleza animales políticos. El estado es creado artificialmente por los hombres, es un monstruo, el Leviatán, un hombre artificial,
“aunque de mayor estatura y robustez que el natural”. El alma, que da vida al cuerpo entero es la soberanía. La enfermedad del
Leviatán es la sedición, su muerte es la guerra civil.

El contrato mediante el cual acuerdan unirse las partes del cuerpo da la vida al cuerpo político y lo mantiene. El motivo por el que los
hombres llegan a la convicción de que les conviene sellar el pacto es el temor. Los individuos son rapaces por naturaleza, cada uno
de ellos desea poseer todos los bienes de la tierra.

El hombre es un lobo para el hombre. La razón práctica de cada persona es una razón calculadora le aconseja sellar con los demás
un pacto de no agresión, un acuerdo por el que cada uno renuncia a su avidez natural de poseerlo todo y se aviene a entrar en una
comunidad política, en la que todos se someten a la ley dictada por un soberano. Sólo el miedo a perder la vida y riquezas pone en
marcha su razón, que es a fin de cuentas una razón calculadora.

En cuanto reconocemos que el motor de la vida política es el autointerés, los conflictos resultan inevitables y el siguiente paso es
establecer un poder que haga cumplir la ley mediante la coacción.


En el origen fue la alianza

El Antiguo Testamento nos ofrece la versión de la alianza frente a la del contrato. Porque al redescubrir Yahvé que la soledad del
hombre es mala, no le sugiere sellar un pacto.Le da una compañera y él la reconoce como parte suya, como “carne de su carne y
hueso de sus huesos”. Este es el relato del reconocimiento mutuo, la narración no el pacto, sino de la alianza entre quienes toman
conciencia de su identidad humana. El hombre reconoce su propia identidad a través de la relación con otro idéntico a él, al menos
en parte.

Podría decirse, continuando con las diferencias entre estos dos tipos de vínculos, que el contrato, cuando no interesa, se mantiene
por la fuerza externa, por la coacción, mientras que la alianza se mantiene por un sentido internalizado, personalmente asumido, de
identidad, lealtad, obligación, reciprocidad.

El contrato es la base de la sociedad política y da lugar a los instrumentos del Estado (gobiernos, sistemas políticos) la alianza es la
base de la sociedad civil y da lugar a las familias, las comunidades y las asociaciones voluntarias.

Finaliza con dos afirmaciones: la primera , en la que Cortina dice estar completamente de acuerdo es que estas dos historias sobre
los lazos que unen a los seres humanos y pueden evitar la violencia y la guerra son verdaderas y complementarias y ambas tienen
que ser contadas. La segunda afirmación es que en los dos últimos siglos las dos historias que venimos comentando no han sido
contadas por igual. La parábola de la alianza ha ido siendo relegado a un segundo plano, hasta caer prácticamente en el olvido,
mientras que la parábola del contrato se ha utilizado no sólo para interpretar la formación del Estado y el funcionamiento del
mercado, sino también para interpretar el conjunto de las instituciones sociales.

En lo que hace a la religión señala que importa disolver con Sacks un tópico tan mantenido como el que es la ciencia moderna la que
ha ido minando las bases de la teología al tener por racional únicamente aquello que se puede medir y falsear. Al proceso de
racionalización moderno acompañó un proceso de “desencantamiento”, porque lo mágico no puede entrar en las coordenadas de lo
verificable o lo falsable. Sin embargo, afirmará Sacks con toda razón que no es el modo de pensar científico y técnico el que fue
arrinconando el relato religioso de la tradición judía y cristiana, sino el imperialismo del modo de pensar político y económico.

MARTINEZ ALIEER. XI. LAS RELACIONES ENTRE LA ECOLOGÍA POLÍTICA Y LA ECONOMÍA ECOLÓGICA

La economía no está desmaterializándose. La economía ecológica provee la teoría del conflicto estructural entre la economía y el
medio ambiente. El conflicto entre la economía y el medio ambiente no solo se manifiesta en los ataques a los remanentes de
naturaleza prístina sino también a la creciente demanda de materias primas y sumideros para los residuos en zonas habitadas por
seres humanos y en el planeta en su conjunto. El hecho de que las materias primas y su transporte sean baratos y que los sumideros
tengan precio cero no es señal de abundancia, sino resultado de una cierta distribución de los derechos de propiedad, del poder y de
los ingresos.

La carga ambiental de la economía, impulsada por el consumo y el crecimiento demográfico, aumenta constantemente aun cuando
la economía se base en el sector de los servicios. Algunos impactos pueden disminuir en ciertas escalas geográficas pero impactan
en otras escalas que producen conflictos sociales. Pueden aparecer mejores ambientales en algunas nacidos debido al
desplazamiento de la contaminación hacia otras. El argumento de que hay soluciones en las que todos ganan está muy lejos de ser
cierto. Ya que la economía no se desmaterializa en términos absolutos, hay más conflictos locales y globales relacionados con el
reparto geográfico y social de la contaminación y sobre el acceso a los recursos naturales.

Se hizo una encuesta en la que se develó que no hay casi diferencias entre las percepciones y prioridades ambientales entre las
naciones ricas y pobres. Esto sorprendió porque había una teoría de Inglehart sobre el cambio cultural hacia valores posmaterialistas
en sociedades ricas. Pero las propias encuestas de este autor tampoco indicaban una correlación entre el nivel de preocupación
ciudadana por el ambiente y el PIB per cápita. Dunlap ha ofrecido otra teoría, la de la difusión universal del ambientalismo que
explicaría ales resultados. Pero lo necesario es darse cuenta de lo absurdo de la noción de posmaterialismo en países ricos.

Partiendo de la premisa de que el crecimiento económico daña el medio ambiente, hemos visto conflictos ambientales que no son
solo conflictos de intereses, sino también conflictos de valores. Los conflictos por el acceso a recursos y servicios ambientales
adoptaron lenguajes no ecológicos.
Nacen movimientos de resistencia popular contra el uso desproporcionado de los recursos y servicios ambientales por parte de ricos
y poderosos. La preservación del medio ambiente habia sido entendida como deseos que se podían satisfacer sólo tras cubrir las
necesidades materiales de la vida. El mov de justicia ambiental en USA y mov ecologista de los pobres arruinaron esta idea. La
jerarquía de necesidades entre los pobres es tal que ellos dan prioridad a las fuentes de sustento vidal sobre los bienes
comercializados. El sustento depende del aire limpia, de la tierra disponible, del agua limpia.

Intereses materiales y valores sagrados

Los compromisos morales con la naturaleza caracterizan la variedad del ecologismo descrita como el “culto a la vida silvestre”
mientras el interés material por los recursos y servicios ambientales proporcionados por la naturaleza para el sustento humano
caracteriza al ecologismo de los pobres. El concepto mismo de conflictos ambientales distributivos implica conflicto de intereses. No
deberíamos contraponer un ecologismo de valores morales a un ecologismo de intereses. Ej: conflicto de los 90s en el que los U’Wa
no permitieron q la empresa entrara en su territorio amenazando con un suicidio colectivo, ellos declararon sagradas las tierras y
que no deberían ser profanadas por la exploración petrolera. Este vocabulario de protesta implica la negación de la naturaleza como
capital es decir la imposibilidad de compensar las externalidades monetariamente. Este grupo insistió en defender sus derechos
territoriales indígenas reconocidos por la Constitución colombiana. El pueblo U’ Wa es solo uno de quizás un centenar de
poblaciones indígenas actualmente amenazadas por la industria de gas y petróleo en el sur. La apelacion a lo sagrado ha contribuido
a su popularidad. Que sira el creador haya declarado sagrado el subsuelo puede parecer una estrategia teológica mas reciente que
los U’Wa esgrimieron para detener a las empresas petroleras. En realidad la existencia de petróleo dentro de la tierra no es tan
obvia antes de que tengan lugar la exploración sísmica y la perforación. Este es el punto de conflicto. Vemos que los distintos
lenguajes de resistencia, de diferentes épocas, son desplegados al mismo tiempo.

Los U’Wa no lo dijeron pero podrían haber dicho que entablarían una acción de clase bajo la ATCA contra Occidental Petroleum en
Usa pidiendo compensación económica por daños. En el 99 uno de los pozos abiertos fue cerrado y reclamado simbólicamente
quienes realizaron una ceremonia religiosa para tal ocasión. Ningún pozo del mar del norte ha sido sometido a una ceremonia
religiosa. Se inventan las tradiciones pero no al azar. Diversos pueblos de la Tierra tienen sentimientos de sacralidad de la
naturaleza que de ninguna manera pueden ser conceptualizados como valores posmaterialistas porque están ligados al uso material
inmediato de los sistemas de apoyo a la vida proporcionados por la naturaleza.

En los debates sobre la preservación de la vida silvestre, el viejo pto de vista de que la preservación implicaba el desplazamiento de
las poblaciones humanas lejos del parque natural fue sustituido por la gestión participativa. Surge la preg, ¿en base a qué valores se
dará la participación? Por ejem, hay un programa de conservación de animales en donde se compensa a la población local por los
daños causados y se permite compartir con esa población los beneficios del ecoturismo. Pero qué pasaría con los sitios sin
ecoturismo? Que pasaría cuando los daños causados a los animales o a las personas son mayores q los beneficios del ecoturismo?
¿Es mas efectivo el manejo basado en la cultura de la ganancia monetaria que el fortalecimiento de los valores locales favorables a la
preservación de los espacios silvestres? ¿ Se debe inducir las poblaciones locales a no matar a sus osos dándoles una
compensación? Se debe apelar a su propia apreciación de la vida silvestre y a los valores recientemente adquiridos por sus propios
hijos como estudiantes de ciencias ambientales? ¿Por qué la gente rural local no puede tener valores contradictorios,
simultáneamente a favor de más dinero y de más vida silvestre como lo tienen muchos miembros adinerados de la sociedad?

Tanto el ambientalismo de la vida silvestre como el ambientalismo de la supervivencia y el del sustento humano pueden utilizar los
lenguajes de lo sagrado, ambos puede apelar a los valores culturales antiguos rechazando la preeminencia del valor económico.
Ambas corrientes pueden convertirse en aliadas.

Dos estilos de Ecología Política

Brosius reconoce dos formas de Ecologia Politica que son materialista/constructivista. El primer estilo es una fusión de la ecología
humana con la economía politica, es el estudio de una serie de actores con diferentes niveles de poder e intereses distintos que se
enfrentan a las demandas de recursos de pare de otros actores en un contexto ecológico particular . Este es el estilo de ecología
politica que defiende martinez Allier que insiste en los intereses materiales a la vez que en los valores sociales, y que define a la
ecología política como el estudio de los conflictos ecológicos distributivos en una economía que es ecológicamente cada vez
menos sostenible.
El segundo estilo de Ecología Política consiste en el análisis de discursos. Tiene q ver con cuestiones relacionadas al significado, de
expresiones como recursos y ss ambientales para las diferentes culturas, con la constructividad social o reinvenciones de la
naturaleza. Ej: mov Chipko.

Se puede establecer una conexión entre ambos. Los diferentes actores de los conflictos ecológicos distributivos, con sus diferentes
dotaciones de dd y poder, ponen en duda y desafían las reivindicaciones de otros apelando a distintos lenguajes de valoración
dentro de su amplio repertorio cultural. Un énfasis exagerado en el análisis constructivista de los discursos puede disminuir la
preocupación por los aspectos materiales que inicialmente provocaron la aparición de la Eco Pol. Asimismo la importancia de
entender las formaciones discursivas radica en q revela sobre el comportamiento de diversos actores de los conflictos sociales y
ambientales.

La economía ortodoxa ve los impactos ambientales como externalidades q hay q internalizar en el sistema de precios, pero las
externalidades pueden ser vistas no como fallos del mercado sino como éxitos provisionales en el traslado de costes. Martinez Allier
le responde a la afirmación que dice q los ecólogos políticos todavía no desarrollan una alternativa al cpto del desarrollo sostenible.
La Rpta es “el ecologismo de los pobres y la justicia ambiental como las fuerzas ppales para la sustentabilidad”. Tales movimientos
emplearán legítimamente diversos vocabularios de resistencia y no puede ser amordazados por el análisis cs-benef o por las
evaluaciones de impacto ambiental. El énfasis no debe estar en la resolución de los conflictos ambientales, sino más bien en la
exacerbación de los conflictos para avanzar hacia una economía ecológica.

Existe tmb una dimensión de género en los conflictos ecológicos como lo evidencia el papel de las mujeres en los mov locales. El rol
(soc construido) de las mujeres de abastecer y cuidar a la flia lleva a una especial preocupación por la escasez. Tmb muchas mujeres
cuentan con un especifico conocimiento tradicional agrícola y medicinal que es desvalorizado. Tmb q la contabilidad económica
convencional hace invisible el trabajo doméstico no pago es un argum ecofeminista. Q la libertad de las mujeres esta vinculada con
el menor crecimiento poblacional.

Para concluir los valores sociales no económicos y la urgencia de la supervivencia humana entran en juego en los procesos de toma
de decisiones ambientales. Este autor une la justicia ambiental, el ecologismo popular, ecologismo de los pobres, debates
s/sustentabilidad y disputas s/valoración.

Poniendo nombre a los conflictos ecológicos distributivos

La sig lista de conflictos ecológicos distributivos y mov de resistencia constituye la agenda de la ecología politica:

1. Racismo ambiental (USA): carga desproporcionada de contaminación en áreas habitadas x: afroamericanos, latinos y
americanos nativos. Mov de Justicia Amb es el mov vs esto. Chantaje ambiental ha sido utilizado p/describir sit en las
cuales un uso de la tierra localmente inaceptable es finalmente aceptado ante la amenaza de quedarse sin trabajo.
2. Las luchas toxicas (USA): Lucha vs el peligro de los metales pesados.
3. Imperialismo toxico: Greenpeace lo uso en el 88 para describir el envio de residuos toxicos a países pobres
4. Intercambio ecológicamente desigual: importar productos de países o regiones pobres con precios q no toman en cta el
agotamiento de los RRNN y las externalidades locales.
5. Conflictos judiciales vs empresas transnacionales. Caso Texaco
6. Deuda ecológica: reclamo x daños provocados x los países ricos debido a excesivas emisiones o saqueo de RRNN.
7. Biopiratería: apropiación de rr genéticos sin pago adecuado o sin reconocer a los campesinos como sus dueños. Caso
proyecto genoma humano.
8. Degradación de los suelos: erosión de suelos provocada x una distribución desigual de la tierra o x la presión de la
producción para exportación.
9. Plantaciones no son bosques: los mov bs las plantaciones de pino, eucalipto, melina o acacia.
10. Manglares vs camaroneras.
11. Defensa de los ríos. Mov vs grandes represas o trasvases.
12. Conflictos mineros: reclamos relac con la ubicación de minas y fundiciones x la contaminación del aire y del agua q
causan.
13. Contaminacion transfronteriza. Dioxido de azufre q cruza las fronteras en Europa y que produce lluvia acida.
14. Derechos locales y nacionales de la pesca. Intentos x detener la depredación provaca por el acceso abierto imponiendo
áreas exclusivas de pesca. Ej en peru, ecuador y chile en los 40s.
15. Derechos igualitarios a los sumideros y depósitos de carbono. Uso per capita igualitario de los océanos, vegetación
como sumidores de dióxido de carbono.
16. Espacio ambiental. Espacio geográfico ocupado por una economía, tomando en cta las importaciones de RRNN y
disposición de emisiones. La Huella Ecologica: capacidad de carga de la q se apropian las grandes ciudades.
17. Los invasores ecológicos vs la gente de ecosistemas. Es el contraste entre la gente q vive de sus propios recursos y la
gente q vive de los recursos de otros territorios y pueblos.
18. Las luchas de los trabajadores por la salud y seguridad ocupacional. Acciones p/impedir daños a los trabajadores de
minas, plantaciones y fabricas.
19. Las luchas urbanas x aire y agua limpios, espacios verdes, dd de los ciclistas y peatones.
20. Seguridad de los consumidores y ciudadanos.
21. Conflictos sobre el transporte. Conflictos sobre el derrame de petróleo en mar o tierra, trazado de gasoductos, contra
la fragmentación de paisajes a causa de autopista, y líneas eléctricas.
22. Ecologismo indígena. Uso de los derechos territoriales y la resistencia étnica contra el uso externo de los recursos.
23. Ecofeminismo social, feminismo ambiental.
24. Ecologismo de los pobres. Conflictos sociales con contenido ecológico, de los pobres vs los ricos, principalmente en
conflictos rurales.

Conflictos locales y redes globales

Existe una cronología de tales conflictos. Por ej: reclamos de la deuda ecológica basados en las emisiones de CFC serán cada vez
menos validos mientras los reclamos por el CO2 se incrementarán. Tmb existe una geopolítica de tales conflictos. En gral, hay lazos
más estrechos entre los conflictos locales y el ecologismo local. Así, los mov locales de defensa de los manglares en la costa del
pacifico de AmCTAL y del SUR han destacado el rol de los manglares como una primera línea de defensa costera, de creciente
importancia ante el fenómeno de EL Niño. Estos mov locales de resistencia refuerzas las redes globales y se benefician al incorporar
el lenguaje y la fuerza del ambientalismo global a sus formas locales de resistencia. Esta de moda decir q la resistencia de los grupos
indígenas contra las industrias del petróleo/minería/vs las grandes represas o deforestación forma parte de una política de
identidad. El mov de justicia ambiental en USA como tmb lucha vs el racismo ambiental podria ser visto asi. Pero esto es erróneo. Las
conexiones entre las luchas globales y locales son cada vez mas evidentes para los propios actores. Existen redes internacionales q
surgen de conflictos locales y los respaldan. Considerar q los conflictos ecológicos distributivos son manifestaciones de una politica
de identidad no sirve. Es al revés, las identidades colectivas locales son uno de los lenguajes en q se expresan esos conflictos
ecológicos distributivos q tienen un carácter sistémico. La defensa del medio ambiente reafirma la identidad y los derechos tribales,
mientras q al mismo tiempo moviliza a las redes internacionales de apoyo en contra de las empresas multinacionales de aluminio.

En USA la justicia ambiental es un mov a favor de las minorías, mientras el ecologismo de los pobres es potencialmente un mov, no
de minorías étnicas si no de la mayoría del planeta. En el ecologismo de los pobres la relacion entre las preocupaciones locales y las
globales se establece a través de redes monotemáticas como el International Rivers Network. Otro ej: Oilwatch, nacida de las luchas
comunitarias vs la extracción de petróleo q establece lazos Sur-Sur entre grupos activistas tropicales y al mismo mantiene presencia
en la discusión global sobre el cambio climático. La Declaracion de Kyoto de Oilwatch y otras ONGs en el 97 pidio el pleno
reconocimiento de la deuda ecológica nacida de los impactos de la extracción de los combustibles fosiles, q se impusiera una
obligación legalmente vinculante de restauración de las áreas afectadas por la exploración y explotación de gas, petróleo y carbón.
Asimismo, hubo grupos ecologistas de Venezuela (Oilwatch Orinoco) q publicaron una carta a Clinton en donde se quejaban de las
operaciones de empresas petroleras de USA en su territorio. Estos son ej de la combinación de temas locales y preocupaciones
ambientales globales. No es una politica de “no en mi patio trasero”, tampoco la politica de la identidad.

La justicia ambiental, una fuerza para la sostenibilidad

El componente histórico es clave para la noción del ecologismo de los pobres. Muchos de los conflictos de hoy, tienen un contenido
ecológico al intentar los pobres mantener bajo su ctol los ss y rr ambientales q necesitan para su vida, frente a la amenaza de q
pasen a ser prop del Estado o prop privada capitalista. A veces los actores de los conflictos son reticentes a llamarse
ambientalistas/ecologistas q, por otro lado, son términos recientes en la historia social. Los grupos sociales involucrados en tales
conflictos son diversos, el ecologismo de los pobres, es un paraguas que Martinez Allier utiliza para abarcar todas las preocupaciones
sociales y formas de acción social nacidas de ver el medio ambiente como fuente de sustento humano.

La demanda de oro tiene una alta elasticidad-ingreso. Es un bien de lujo. Aunque la minería de oro fracase en algun lugar, (por ej en
Tambo Grande), las empresas sacaran oro en otros lugares. Un mayor nivel de ingresos llevar a un mayor consumo de oro, pero tmb
proporciona los medios para corregir algunos impactos ambientales. En el mundo en gral, el nivel de ingresos en el cual el
crecimiento económico produce la suficiente riqueza para proveer remedios ambientales es tan alto que entre tanto ya se ha
acumulado mucho daño y los daños son irreversibles.

Asimismo, los grupos ecologistas generan publicidad de sus propias luchas a través de sus propios canales de comunicación y a
través de la nueva sociedad de redes, inspira a otros a librar una batalla contra las fuerzas q dañan el medio ambiente local y global.

El informe Brundtland hizo hincapié en los daños ambientales provocados por la pobreza. En cambio, el pto de vista contrario
conocido como el ecologismo de los pobres, fue propuesto por primera vez a finales de la década de los 80 para explicar los
conflictos en los cuales los pobres defienden el medio ambiente contra el Estado o el mercado. Ej: los Ogoni, los Ijaw y otros grupo
en el Delta del Rio Niger, protestado contra el daño provocado por la extracción de petróleo por parte de la Shell. Ej históricos:
comienzos del s.20 en Japon vs la contaminación del rio Watarase x la mina de cobre en Ashio. Hasta hace poco los actores de tales
conflictos rara vez se vieron a si mismos como ambientalistas. Su preocupación fue la supervivencia y el sustento. El ecologismo de
los pobres a menudo se expresa en el lenguaje de los antiguos dd de prop comunitarios legalmente establecidos. Así los pescadores
del Amazonas inventan nuevos dd comunitarios vs los barcos pesqueros industriales externos y así en otros países.

El mov de Justicia ambiental de USA no cabe en la cte ppal del ambientalismo del Norte que hemos llamado “el culto a la vida
silvestre”. Los activistas de los dd civiles, explícitamente incorporaron aspectos ambientales en los 80s. Sus integrantes urbanos no
se preocupan por las áreas silvestres, y su plataforma principal es la ecojusticia. Forma parte de un renovado mov x los dd civiles
nacido x protestas vs los desechos toxicos y riesgos domesticos o laborales para la salud. En otras partes del mundo, los lideres
sindicales vienen “apropiándose” de aspectos de salud y seguridad, los gob nac traducen los conflictos sobre la pesca en alta mar en
un vocabulario de intereses nacionales y de derecho público internacional, las comunidades locales locales indígenas establecen dd
territoriales q incluyen dd sobre los rr genéticos y minerales. Los militantes antiimperialistas intentan apropiarse de la lucha contra
las empresas transnacionales contaminantes. Todas estas son apropiaciones legítimas, los conflictos ambientales distributivos se
expresan con distintos lenguajes.

La justicia ambiental es un eslogan maravilloso. En el contexto de USA se entienden en un sentido limitado con referencia a un
aspecto sectorial q afecta a poblaciones minoritarias. Su ámbito es potencialmente mucho más amplio, como lo demuestra el mov
de justicia ambiental de Sudáfrica y en Brasil. Goza de una posición única para superar la brecha intelectual y social entre los
ambientalismos del Norte y del Sur. Para lograrlo, debe conservar su impulso inicial contra el uso desproporcionado de los recursos y
servicios ambientales que favorece a unos y perjudica a otros yendo más allá de USA considerando problemas como los depósitos y
sumideros de carbono, la biopiratería, intercambio ecológicamente desigual, externalidades provocadas por las empresas
transnacionales tanto en USA pero tmb fuera de ahí y otros problemas en el Sur q suceden en una escala mayor q en el Norte.

Conflictos entre sistemas de valores

Está claro q no hemos llegado aún a la era pos materialista sino todo lo contrario. Sabemos q, empujado por el consumo, el uso de
energía y materiales en la economía global es más alto q nunca. Paradójicamente, los incrementos de la eco eficiencia a veces
conducen a una mayor demanda de materiales y energía debido a que su coste es más bajo. Por otro lado, las expectativas de
crecimiento económico conducen al descuento del futuro y a una mayor degradación de recursos y a un menor crecimiento en el
futuro (Paradoja del Optimista). Las externalidades (traslado de cs) es una parte inevitable de la eco q esta necesariamente abierta a
la entrada de los recursos y la salida de los residuos. La apropiación de los recursos y la producción de desechos provocan conflictos
ecológicos distributivos q a veces impulsan movimientos ambientales. Mi 1era conclusión es q la justicia ambiental se convertirá en
una fuerza para lograr la sustentabilidad. A continuación se desarrollara una segunda conclusión sobre las relaciones entre los
conflictos ecológicos distributivos y la valoracion.

Los conflictos por el acceso a los RRNN o por las cargas ambientales desiguales pueden ser expresados de dos formas. 1ero pueden
ser expresados dentro de un solo sistema de valoración. Asi preguntamos: ¿Cómo se debe valorar en términos monetarios las
externalidades causadas por una empresa, cuando se pide una compensación a través de un caso judicial? ¿ Cómo se puede plantear
un argumento a favor de la conservación de un espacio natural en términos de número y valor biológico de las especies q contiene?
Aquí es apropiado recurrir a expertos particulares, a economistas y en segundo plano a biólogos.

La 2da forma de expresión posible de un conflicto ambiental es a través de una disputa sobre el propio sistema de valoración a ser
aplicado. Asi sucede cuando se comparan en términos no conmensurables los siguientes valores: pérdida de biodiversidad, pérdida
de patrimonio cultural, el daño a la vida y al sustento humano y las violaciones de los ddhh, las ganancias de una nueva represa, de
un proyecto minero o de la extracción del petróleo. Hay un choque de sistemas de valoración cuando los lenguajes de la justicia
ambiental, los dd territoriales indígenas o la seguridad ambiental son desplegados contra la valoración monetaria de los riesgos y
cargas ambientales. Las evaluaciones multicriteriales no compensatorias, la evaluación integral y los métodos participativos para la
resolución de conflictos son mas apropiados para esta 2da situación q la mera apelacion a expertos. Estos métodos multivalorativos
pueden ser entendidos como la Ecología Politica aplicada.

Cualquier grupo social puede usar, distintos valores para respaldar sus intereses. Esto es particularmente cierto en grupos sociales
subordinados. Es decir la reinvidicacion de los recursos y servicios ambientales de otros con diferentes títulos o diferentes niveles de
poder puede ser planteada argumentando dentro de un único sistema de valoracion a través de valores plurales. La apelacion a
diferentes valores procede de percepciones culturales diferentes, asi como de intereses diferentes. Por lo tanto la relacion entre la
ecología politica y la valoracion económica es la sig. Primero el patrón de precios de la economía dependerá de los resultados
concretos de los conflictos ecológicos distributivos. Segundo los conflictos ecológicos distributivos no se disputan solo a través de
demandas de compensación monetaria, pueden ser disputadas en otras áreas.

Lo q es mas , en situaciones complejas marcadas por sinergias o incertidumbres, los enfoques disciplinarios de los expertos no son
los apropiados. Asi q la inconmensurabilidad tmb surge de la complejidad. Por eso , cdo un grupo dice q la biodiversidad tiene un
valor intrínseco q no se puede medir no significa q no entiende el lenguaje de la compensación monetaria. En primer lugar el valor
monetario se verá como la medida de un solo aspecto q refleja un tipo particular de interés, el q se expresa a través del mercado
comercial. Escoger una particular definición operacional del valor implica tomar una decisión sobre lo q es real e importante y otras
definiciones reflejaran otras creencias, valores e intereses. Implica una pluralidad de perspectivas y valores. Esta divergencia de
perspectivas de valoracion se pueden introducir con dos cpciones diferentes de internalización. El diagnostico en ambas versiones es
q los decisores no tomaron en cuenta los impactos de la actividad humana en el ambiente natural y el remedio es tomar en cta el
medio ambiente. Las dos formulaciones son:

- Internalización de los daños ambientales en un sentido estrecho, en ref a una idea de eficiencia de Pareto en la asignación
de recursos.
- Internalización en un sentido amplio, en referencia a procesos e instituciones políticas para expresar y resolver o aceptar los
conflictos ambientales.

Valores desde abajo

La economía clásica y neoclásica diferían sobre las teorías de valor. Los economistas clásicos veían el valor como una
sustancia encarnada en los bienes o en el trabajo. Y la eco clásica vinculo la teoría del valor con las relaciones sociales
de distribución del poder y la propiedad. Los eco neoclásicos a partir de 1870 hasta hoy fueron socialmente neutrales.
Explicaron q el valor es igual al precio. La eco era como un sistema aislado en el cual los precios se explicaban por la
oferta y demanda. A su vez, para explicar la oferta, recurrieron a la teoría de la producción y para explicar la demanda
recurrieron a la teoría del consumo. Los economistas ambientales y de los RRNN en la tradición neoclásica tmb aspirar a
cerrar el debate sobre el valor declarando q hay q ver la eco como un sistema cerrado. No solo intentan incluir las
externalidades negativas y ss ambientales positivos en la medición monetaria sino q además se ven obligados a utilizar
tasas de descuento arbitrarias para poder comparar en una sola dimensión los cs y utilidades actuales y futuros.

La economía ecológica ha abierto de nuevo el debate sobre el valor, yendo mas alla de la dimensión ecológica. Los
economistas ecológicos están dispuestos a aceptar la existencia de muchos valores y por tanto usan métodos de toma
de decisiones y de evaluación macroeconómica integral q son capaces de comparar situaciones alternativas tomando en
cta q hay valores plurales: económicos, sociales, físicos o ecológicos y los culturales. Buscan el verdadero valor
económico de los ss ambientales. Esta basada en un pluralismo de valores. Su fundamento es la comparabilidad débil de
valores. Tiene un método de evaluación multicriterial. Sin compensación. Sin trade-offs.

Este autor ha puesto al pluralismo de valores en el primer plano mediante una estrategia de investigacion distinta, a
saber, la de analizar los conflictos ecológicos específicos desde abajo, sacando a la luz los diversos lenguajes de
valoracion empleados por lo distintos actores sociales al plantear sus argumentos en las luchas caracterizadas como el
“ecologismo de los pobres”. Las semejanzas estructurales de tales conflictos alrededor del mundo deben poner en
evidencia q este autor no analiza los discursos al estilo de la teoria cultural. Se basa en las relaciones entre la economía
ecológica y la ecología politica.

En conclusión, el ecologismo de los pobres, el ecologismo popular, la ecología de la supervivencia y el sustento, la


ecología de la liberación y el mov de justicia ambiental son todos nombres para lo mismo, surgen de las protestas contra
la apropiación estatal o privada de los recursos ambientales comunitarios y vs las cargas desproporcionadas de la
contaminación. Ese movimiento puede ayudar muchísimo a llevar a la sociedad hacia la sustentabilidad ecológica. Esta
es una conexión entre la Ecología Política, definida como el estudio de los conflictos ecológicos y la economía ecología
definida como el estudio de la insustentabilidad ecológica de la economía. Los conflictos ecológicos distributivos fuertes
pueden promover la sustentabilidad.

A veces los conflictos ecológicos distributivos se expresan como discrepancias de valoración dentro de un solo sistema
de valor (cdo existe una disputa sobre la compensación monetaria exacta debido a un pasivo ambiental) pero muchas
veces conducen a disputas multicriteriales q descansan sobre distintos estándares de valoración. Cdo el estudio de un
conflicto ecológico distributivo revela un choque de valores inconmensurables, entonces podemos decir q la Ecología
política está contribuyendo al desarrollo de una economía ecológica q vaya más allá de la obsesión por tomar en cta a la
naturaleza en términos monetarios y q por tanto abarque y opere con el pluralismo de valores.

El poder de imponer al procedimiento de decisión

El campo emergente de la ecología política analiza las relaciones entre las desigualdades de poder y la degradación del
medio ambiente. No solo se provoca daño a las especies no humanas y a las futuras generaciones de seres humanos, si
no q algunos sectores de la humanidad sufren daños desproporcionados debido a la degradación ambiental de hoy. Los
mov sociales nacidos de semejantes conflictos ecológicos intentan equilibrar la balanza de poder, hoy tan inclinada hacia
las empresas multinacionales. Dsd la perspectiva de la ecología política el enfrentamiento entre el crecimiento
económico, la inequidad y la degradación ambiental debe ser analizado en términos de las relaciones de poder.

El poder aparece en dos formas distintas en este autor. La primera es la capacidad de imponer una decisión sobre otros,
por ej para destruir un bosque. Las externalidades se entienden como el desplazamiento social de costes. La segunda es
el poder de procedimiento q, triunfando en apariencia sobre la complejidad, es capaz de imponer a todas las partes
implicadas un lenguaje de valoración determinado como criterio básico para juzgar un conflicto ecológico distributivo. La
gobernabilidad exige integrar en la política opiniones científicas y legas, a veces contradictorias entre si, relevantes para
las distintas escalas y niveles de realidad. ¿Quién tiene el poder de simplificar la complejidad, descartando algunos
lenguajes de valoración y reteniendo otros? Esta es una cuestión fundamental para el economía ecológica y la ecología
política.

KESSLER - El sentimiento de inseguridad

El miedo en la historia

La concepción de miedo fue mutando con el correr de los años, en el pensamiento clásico el miedo fue condenado por
aquellas sociedades que valoraban las hazañas militares y lo asociaban a la cobardía (características de las personas
pobres). Normalmente el miedo más común es el miedo a la muerte, pero en el siglo XVI una confluencia de procesos
explica el retroceso de la inseguridad tradicional y la renovada sensibilidad frente al delito violento. En efecto, si el curso
civilizador se caracteriza por la pacificación de las costumbres mediante el autocontrol, una de las contrapartidas es la
menor aceptabilidad de las violencias interpersonales. Sumado a esto, el escenario principal del delito cambio y paso de
zonas rurales a ciudades, donde ahora se caracterizaba por el anonimato.

Con la revolución francesa, se marcó un punto de inflexión puesto que la preocupación comenzó a dirigirse a la potencial
insurrección de los pobres y se convirtió así en una de las formas de opresión entre proletarios y burgueses. De a poco,
la percepción de una supuesta peligrosidad de la clase trabajadora fue menguando y la nueva amenaza era la clase
revolucionaria organizada (paso de una patología individual a colectiva). En la segunda GM se produjo una disminución
de los delitos en los países centrales, que fue aumentando nuevamente en la década de los 50. Pero recién en la década
de los 80 el delito urbano y el sentimiento de inseguridad se transforma en un problema público. Por lo tanto, vemos un
aumento en la criminalidad y una expansión de la preocupación por la inseguridad. Con esto, podemos ver dos rasgos
socioculturales: la nueva experiencia cultural del delito (el significado del delito) y la centralidad de las víctimas. Con
respecto a eso último, las víctimas comienzan a ocupar un lugar central tanto en los discursos políticos como en los
medios de comunicación: de este modo, el nuevo imperativo político era que las víctimas debían de ser protegidas. En
consecuencia, se genera una identificación profunda con la figura de la víctima y se extiende un sentimiento de
victimización potencial al resto de la sociedad, alentando la preocupación sobre el tema, aumentando el sentimiento de
inseguridad. Por lo tanto, según Lachner la inseguridad tiene tres dimensiones: el miedo al otro como potencial agresor,
a la exclusión económico y social, y, por último, al disentimiento de una situación que se considera fuera de control.

Por lo tanto, el sentimiento de inseguridad es una noción sociológica. Es así que el miedo, en sus diferentes
manifestaciones, comienza a tener más relevancia en la agenda actual. Para concluir podemos decir que algunos de los
autores coinciden que el miedo es un recurso intencionalmente manipulado por motivos económicos, políticos o
étnicos: cortinas de humo para ocultar cuestiones más graves. Pese a ello, no se desconoce puestos miedos tienen eco
en la sociedad porque existe un sentimiento general de inseguridad ante la pérdida o debilidad de poderosas meta
narrativas religiosas, positivas o artísticas del siglo XX.

El miedo al crimen como campo de investigación

¿Cómo llega el miedo al delito? Su Génesis es en los EEUU a fines de los años 70 donde se ubica la convergencia de
debates tecnocráticos y disputas políticas. Como en otros momentos, de cambio social, los sectores conservadores
agitaron inflamados discursos sobre una sociedad amenazada por el caos y el delito, por lo que el estado comenzó a
estudiar el problema. Pero lo importante es que el miedo al crimen es explicado al menos en parte como una expresión
de resentimiento por cambiantes condiciones sociales, especialmente los esfuerzos para eliminar las injusticias
radicales. Pero también es importante remarcar que el miedo que posee la sociedad puede ir incrementando, aunque el
delito disminuya, y como paradoja, aquellos que a simple vista tienen menos riesgos de sufrir un delito son los que más
temen. Por lo tanto, decimos que existe una relativa autonomía del temor frente al delito.

Por lo tanto, diversos teóricos, técnicos y políticos comenzaron a analizar este fenómeno, algunos quitándoles
importancia, pero otros dando la relevancia sobre el tópico. Lee Murray sugiere que todos los campos de estudios
participan de un circuito de retroalimentación del miedo al crimen y contribuyen a que el tema se considere un objeto
legítimo de acción gubernamental. Así, el temor, riesgo, control y disciplinamiento se potenciarían recíprocamente
mediante investigaciones que devuelven a la sociedad una imagen de si misma atemorizada y amenazada, y que por
ende requiere una mayor intervención estatal. Ahora bien, la paradoja es que, en una sociedad democrática, el miedo al
crimen instalado como un problema público no favorece al poder público, sino que lo damnifica. Por lo tanto, aparece
un nuevo enemigo interno que no es controlaba por la sociedad, y por lo tanto de una sensación de descontrol y por lo
tanto una pérdida de legitimidad política del gobierno por no poder controlar a este nuevo enemigo. Sin embargo, lo
que se da es que la sociedad donde aparecen este enemigo interno sea más fácil de controlar porque están
atemorizadas.

Entre la razón y la emoción

Sentimiento de inseguridad, es el concepto relevante en este análisis, y es preferible utilizar este antes que miedo al
crimen puesto que, si bien el temor no deja de tener un papel central en el asunto, esta formulación incluye emociones
suscitadas por el delito. En efecto, el libro no estudia una emoción en si misma. Por lo tanto, al estudiar al temor
debemos tener en cuenta, en primer lugar, su contexto de significación: más de acceder a la emoción en si misma, se
accede a su manifestación discursiva, el llamado miedo derivativo o de segundo grado. Este último no requiere una
experiencia previa concreta y suele ser parte de un discurso general sobre los peligros actuales. Narración y emoción
establecen una relación de mutuo sustento: el miedo derivativo encuentra una base argumentativa en un relato social
mayor de peligrosidad o amenaza para luego contribuir a su sostenimiento y amplificación. Por ello, concebimos a las
emociones como un preste de la representación del mundo social y rechazamos la oposición clásica entre razón y
emoción. Citando a Bodei, la razón y la pasión son emociones correlativas que se definen en su forma complementaria.
Por lo tanto, y en relación al miedo, cada vez que tenemos una nueva representación, un sujeto o una categoría social
que se impone en el espacio público, cabe interrogarse sobre la base emocional de la sociedad. En relación al delito,
Melossi dice que los modos de relación de esas proyecciones dependen del contexto histórico de la sociedad, ya que
cada sociedad teme diferentes grupos (ej. unos temen a los que tienen gorras, otros temen a los negros de piel, etc. etc.)
pero a su vez esa noción o representación puede ir variando en la sociedad.

¿Cómo se estudia la emoción? Existen diferentes estudios o formas de estudiarlo, desde la generalización, hasta
estudiarlo en relación al sentimiento de inseguridad. Pero Thoits establece cuatro características importantes. La
primera es que las emocione implican la valoración o evaluación afectiva de un estímulo situacional o de un contexto.
Pero no debemos entender la emoción como una reacio sino resaltar su aspecto cognitivo y evolutivo; segundo,
conllevan a cambios de sensaciones físicas o psicológicas; tercero, se caracterizan por la libertad o inhibición para emitir
gestos expresivos; cuarto, hay etiquetas culturales. Tener en cuenta que no necesariamente en una sociedad se va a dar
los cuatros componentes o características juntos. A su vez, debemos tener en cuenta que hay cierto consenso social
acerca de lo que es legítimamente temible, lo cual se funda en el consenso de una realidad en común y la diferenciación
entre miedos justificados e injustificados. Por lo tanto, nadie negaría el aspecto sociocultural de las emociones ya que las
mismas están arraigadas en una cultura afectiva que provee esquemas de experiencia y acción sobre los cuales el
individuo entreteje su conducta. Esta cultura afectiva brinda, primero, reglas que sugieren que sentimientos convienen o
no seguir según la situación; segundo, aquellos sentimientos que son o no legítimos para expresar en público. Por lo
cual, las culturas afectivas además de la influencia en lo cultural, delimita la acción de las personas. Por otro lado, la base
cognitiva tiene dos cuestiones centrales: 1º que sea culturalmente compartida no significa que sea homogénea. 2º la
temporalidad es central, ya que un mismo evento o sujeto no es fijo, sino que es dinámica y que se resignifica. Esto
último quiere decir que el objeto, de este miedo, va cambiando según cambia la base cognitiva de la sociedad. Es
histórico.

Un sistema de incendios

Miedo: emoción de shock a menudo precedida por la sorpresa y la toma de conciencia de un peligro inminente. Es un
proceso interno que produce ciertos signos externos. Pero el miedo, tiene una duración limitada y la sensación del
mismo varía según la confianza que se tenga en la posibilidad de controlarlo. O sea, no sería el objeto en si mismo la
causa de temor, sino la creencia en la capacidad o no para hacerle frente.

Muchas veces, las cusas de la emoción (por ej. robo) no coinciden con la emoción (miedo) o con su objeto. En tal caso es
necesario indagar primero la relación entre la emoción y el objeto. Según Blanco es propio de las emociones una lógica
de simétrica y expansiva, en virtud de la cual se alejan del objeto de origen y son capaces de extenderse de hacer
colapsar todo lo que atraviesa su obrita. Analíticamente, la emoción no es la respuesta a un peligro sino a la condición
necesario para considerarlo así: postular a un hecho o a un individuo como amenazantes supone una carga emocional
previa ligada a si lo percibido está dentro de las categorías de personas o eventos considerados peligrosos. Es
interesante poner el acento en la percepción de símbolos que se asocian al delito, signos que permiten diferenciar lo
que es seguro de lo amenazante.

Miedo al crimen: un sentimiento, en la medida en que expresa una relación durable con un objeto definido. Los
sentimientos se configuran como patrones socialmente construidos de sensaciones, gestos expresivos y significados
sociales. El miedo al crimen está compuesto por una emoción, como el temor, pero que se dirige a un objeto contrato,
real o imaginario. ¿Pero el miedo al crimen es individual o colectivo? El pasaje de lo individual a lo colectivo se da en dos
instancias: 1º de casos individuales hacia grupos o categorías mayores, 2º el temor se explica dentro de una cultura
afectiva. Por lo tanto, el miedo es una experiencia individualmente experimentada, socialmente construida y
culturalmente compartida. Por lo tanto, se trata de un plano tanto individual como colectivo.

Ansiedades urbanas.

Delito y cuidad aparecen asociados desde los comienzos de la modernidad ya que el crimen se considera un mal de las
sociedades. Esta relación ha sido estudiado y asociada, intentando explicar el vínculo entre ellas: 1º mayor cantidad de
delitos en las ciudades, mayor temor. 2º el miedo relacionado a las características sociales y físicas del entorno urbano.
3º el peso de los factores sociales. En políticas públicas, las teorías ligadas al control social informal presuponen que el
temor expresa la sensación de incapacidad para ejercer control en el ambiente, generando una percepción de desorden
y degradación urbana. Mientras que los modelos explicativos del miedo, llamados desorden percibido o desorganización
social han considerado que el miedo al crimen es la cristalización de una incomodidad con respecto al ambiente. Por lo
tanto, lo que coinciden muchas teorías es que el temor no es causado necesariamente por criminales sino por gente
ruidosa o con mala reputación en la sociedad. A partir de este diagnóstico, las políticas contra el temor, no diferencian
entre infracción a la ley e inseguridad, y proporcionan combatir ambas. Por lo tanto, el temor urbano es entendido como
miedo al otro, al diferente.

Lecturas desde la filosofía política.

El primer filosofo que comprendió el temor a la muerte fue Hobbes. Con el mismo, podemos encontrar dos puntos de
inflexión: por un lado, el miedo se transforma en un sentimiento vergonzoso, en el primer motor de la actividad política,
y, por otro lado, ubica en el origen no de las formas defectuosas de estado, sino de las más legítimas y positivas. Por lo
tanto, para este autor el miedo aparece ligado al derecho y a la moral. Pero a su vez, y el tercer eje de Hobbes, es el
quiebre de la dicotomía entre razón y pasión. Lejos de ser la pasión irracional, miedo y razón son indisociables: la razón
es importante sin el temor, porque la adhesión al Leviatán encubre al miedo. No obstante, el Leviatán no es el fin del
miedo, sino el paso de un temor imprevisible al prójimo a otro previsible encarnado en la figura del Leviatán. Esto se
debe a que una sociedad cuando esta atemorizada, no tiene problema de ceder sus derechos para garantizar la
seguridad.

Laforet: incertidumbre democrática. Hay una relación entre lo que podríamos llamar una menor aceptabilidad de la
incertidumbre democrática y mayor sensación de inseguridad. Por lo tanto, la idea de democracia como forma social
implica aceptar los márgenes de incertidumbre sobre las conductas de los otros y la conflictividad como parte
consustancial de la vida democrática. El estado natural de una sociedad es un estado de tensión entre el orden y el
conflicto, donde el delito es una expresión de conflictividad. ¿pero que pasa cuando hay amenaza al totalitarismo?
Cuando la inseguridad de los individuos crece como consecuencia de la crisis o guerra, se desarrolla el fantama del
pueblo uno, la búsqueda de una identidad sustancial, de un cuerpo social soldado a su cabeza. Pero la dificultad de
aceptar la incertidumbre y la conflictividad del orden no lleva de forma inmediata a la adscripción del totalitarismo, pero
contribuye a instalar preguntas si conviene o no.

Spinoza, el miedo es un impedimento para una vida feliz al limitar el desarrollo entre la razón. en oposición a Hobbes,
miedo y esperanza constituyen las pasiones más fuertes e inestables. Según el auto, una multitud libre se deja guiar por
la esperanza más que por el miedo, mientras que una sociedad sojuzgada se guía más por el miedo que por la
esperanza. Por eso, si para Hobbes la razón nace del miedo, para Spinoza recién puede florecer una vez que se
desembaraza de él; la seguridad constituye un fermento de racionalidad.

Riesgo e inseguridad

El riesgo no es un hecho social, sino que un fenómeno se transforma en riesgoso mediante una operación cognitiva de
cierta complejidad, ligada al cálculo de probabilidades: convertir un riesgo es adjudicarle una seré de factores cuya
presencia lo hace más probable. El riesgo es multicausal, carece de un responsable único, pero, al mismo tiempo, es
calculable mediante técnicas probabilísticas. En otras palabras, no hay riesgos en realidad e, inversamente, todo peligro
puede devenir en un riesgo.

¿Es la inseguridad frente al delito un riesgo? Para Beck, el riesgo es algo que nosotros generamos, somos el origen de lo
que luego será nuestra propia amenaza. En la visión de la inseguridad, por lo contrario, se construye una frontera
demarcada entre un nosotros como victimas potencial y ellos amenazantes. Para entender más el concepto de
inseguridad, retomamos el concepto de Giddens de cultura de riesgo, el cual refiere a una mayor sensibilidad y a un
cambio en las demandas políticas hacia una gestión de riesgo. Esta cultura de riesgo, conlleva a la paradoja de que
cuanto mayores son las seguridades, mayor es la sensación de fragilidad. El sentimiento de inseguridad, o como lo
llaman algunos autores, la “frustración securitaria”, no es proporcional a los peligros reales que amenazan en una
sociedad. En efecto, este sentimiento no es un dato inmediato de la conciencia, sino que la seguridad y la inseguridad
están relacionadas con el tipo de protección que una sociedad garantiza o no. La inseguridad es, en suma, el reverso de
la medalla de una sociedad de seguridades creciente.

“Empeligrosamiento” es la tendencia a analizar el mundo a través de categorías de amenazas de diversos tipos: se


produce una continua detención de nuevos peligros y la evaluación de posibilidades adversas, un predominio de
percepciones defensivas sobre otras de carácter optimista, y del miedo y la ansiedad sobre la ambición y el deseo. De
este modo, la amenaza se convierte en un criterio legitimo para evitar al otro, para impedir que se acerque y para
mantenerlo alejado. En una sociedad democrática, la peligrosidad no es la ruptura de la ley, sino que por ej. un grupo de
jóvenes de clases populares puede ser considerado peligroso → nuevo criterio legítimo de estratificación.

Pánico moral

Cohen desarrolla el concepto pánico moral para dar cuenta el proceso social durante el cual se identifica un hecho como
amenazante y se señala a un enemigo interno que lo encarna, lo que constituye un peligro para la gente común. El ese
es la relación entre el evento y su representación y, hablar de pánico moral no sugiere que un hecho no exista, sino que
ha sido exagerado respecto a otras fuentes de mayor credibilidad. Los medios, en esto, juegan un rol central en la
construcción del pánico moral, ya que colocan algunos temas en primer plano. Sin embargo, no es toda una
construcción mediática, sino que hay que distinguir entre las “construcciones bulliciosas”, asociadas a un caso
sensacionalistas, y las “construcciones silenciosas”, cuando los demandantes son profesionales, expertos o burócratas.

Tipos de pánicos morales:

Ligado a grupos de intereses cuyo objetivo es generar pánicos sobre un tema con fines políticos o económicos, surge de
la coalición entre emprendedores morales y apoyados por los medios
Es tramado por las elites, pero en este caso los medios no difunden, sino que la policía y la justicia generan una
sensación de pánico con objetivos políticos.

El pánico moral está instalado en el espíritu de los tiempos y se produce por un movimiento desde abajo.

RAMIREZ ALUJAS - Gobierno Abierto en la encrucijada.

Introducción

El 2013 se ha posicionado como el año del gobierno abierto, con la incorporación de cada vez más países a las Alianza
para el Gobierno Abierto (AGA). Esta alianza supone la consolidación de un proceso que, en menos de 2 años, ha logrado
contagiar la promesa por promover e implementar políticas públicas fundadas en los principios de la transparencia y
apertura, participación y rendición de cuentas a diferentes países, entre los cuales Latinoamérica ocupa un espacio de
referencia. Por ello, conviene detenerse en analizar la experiencia comparada en la región a partir de los compromisos
impulsados en los planes de acción, sus focos y alcances, y los contenidos y resultados alcanzados como parte de la
necesaria reflexión que permita seguir abonando en este territorio emergente que se va configurando como un nuevo
paradigma de reforma de la política y de la gestión pública en el siglo XXI.

Gobierno abierto es la respuesta… ¿Cuál era la pregunta?

La popularización del concepto de gobierno abierto y su expansión como nuevo paradigma emergente de gobernanza se
ha posicionado como uno de los espacios de innovación pública y potencial reforma institucional más atractivos e
interesantes en los últimos años.

Desde que el concepto fue reposicionado por la administración Obama a principios de 2009, en poco tiempo ha logrado
refrescar los tradicionales enfoques sobre cómo mejorar la gestión pública y promover el fortalecimiento institucional,
bajo un prisma donde el rol de los actores más allá de la esfera estatal ha sido fundamental en el tránsito que permita
configurar nuevos derroteros que contribuyan a expandir las posibilidades de nuestros sistemas democráticos y fomente
un nuevo espacio de relacionamiento y vínculo virtuoso entre la sociedad, el Estado y el mercado.

Cuando se habla de gobierno abierto, se hace referencia al menos a los siguientes dos ejes:

• promover una cultura e transparencia e institucionalización de acciones que faciliten el acceso a información
pública y su potencial reutilización, al mismo tiempo que se facilitan los espacios de fortalecer la integridad
pública y la rendición de cuentas;
• y fortalecer los espacios de participación ciudadana en los asuntos públicos y en la toma de decisiones que les
atañen, promoviendo además la colaboración en la búsqueda e implementación de soluciones en un esquema
de mayor responsabilidad compartida que pueda aprovechar las capacidades distribuidas y la inteligencia
colectiva de los actores sociales.

Desde esta perspectiva, las emergentes políticas y estrategias de gobierno abierto se han venido instalando y
consolidando como espacios de respuesta a las preguntas que dicen relación con:

a) mejorar los niveles de transparencia y acceso a la información mediante la apertura de datos públicos y la
reutilización de la información del sector público;

b) facilitar la participación de la ciudadanía en el diseño e implementación de las políticas; y

c) favorecer la generación de espacios de colaboración e innovación entre los diversos actores, particularmente entre las
administraciones públicas, la sociedad civil y el sector privado, para co-diseñar y/o co-producir valor público, social y
cívico.
Centralidad de las instituciones públicas Gobierno Abierto

• Modelo analógico, • Modelo digital, abierto, distribuido e incluyente


hermenéutico y autorreferente de • Aparición de espacio de interacción con varios
gobierno y gestión publica otros actores
• Monopolio de la • Plataforma de trabajo en clave participativa
institucionalidad pública para dar sustentada en la colaboración, el activismo
respuestas a demandas y necesidades cívico y las posibilidades de co-crear y co-
sociales producir valor público.
• desafío político, social e institucional y de
carácter tecnológico

Los principios de base del gobierno abierto cobran vida a través de diversos tipos de iniciativas que articulas su puesta
en marcha en la práctica.

Otra manera de visualizar los elementos que aparecen en las órbitas que engloban el gobierno abierto es considerarlo
desde una perspectiva de ecosistema donde aparecen diversas aristas que van desde los temas relativos a
infraestructura de gestión y flujos de información/comunicación estatal (transversalidad y gestión holística, políticas de
datos abiertos, interoperabilidad) hasta espacios para el trabajo colaborativo en la formulación de políticas (open policy)
o generación de bienes y servicios públicos.

Los gobiernos abiertos se estructuran en la tríada transparencia, participación y rendición de cuentas, y se definen
como:

Transparencia Participación Rendición de cuentas

Que la información sobre las Que los ciudadanos puedan Que existan normas, regulaciones y mecanismos
actividades de las instituciones sumarse directamente a la que controlen el comportamiento de los
públicas esté elaborada y reflexión de las opciones funcionarios públicos y electos en su ejercicio de
disponible para los ciudadanos, con políticas y a la toma de poder público y en el gasto de los fondos públicos.
limitadas excepciones, de una decisiones y contribuir con Estas normas deberían incluir el requisito de que las
manera oportuna y en un formato ideas y evidencias que decisiones estén completamente razonadas y
de datos abiertos sin límites para su puedan convertirse en justificadas con una información completa y
reutilización. Que incluya el políticas, leyes y decisiones disponible para la ciudadanía. Que exista protección
desglose de la información en que servirán mejor a la para los denunciantes y
respuesta a sociedad y a los mecanismos que reaccionen ante las
las preguntas de los ciudadanos y intereses democráticos. revelaciones de malas prácticas.
de manera proactiva por iniciativa Que el gobierno pida
de las instituciones públicas. Que la activamente la movilización
información clave sobre las ciudadana para sumarse al
instituciones privadas esté debate público y que
disponible directamente o a través existan los mecanismos
de las instituciones públicas. que permitan a los
ciudadanos participar
por iniciativa propia.

Una síntesis que puede ser de utilidad para esbozar, en términos prácticos, los alcances de la idea de gobierno abierto,
es acudir a recientes definiciones más operacionales que contengan los elementos que, en general, se identifican como
los ejes que articulan su puesta en marcha:

Acceso a información y participación como derecho

Transparencia y rendición de cuentas como política

Datos Abiertos como herramienta

Gobierno Abierto

El Gobierno abierto es una política pública que agrupa los conceptos de transparencia, participación y colaboración de
los ciudadanos en las políticas públicas en donde la información y datos gubernamentales juegan un rol esencial […] el
reflejo del despertar ciudadano que exige más de sus instituciones. Desde esta perspectiva, el gobierno abierto afianza
la democracia como ente que permite la participación de los interesados en deliberaciones políticas, sin que ellos sean
parte necesariamente de un cuerpo político específico. Solo ahora, con el avance tecnológico y la ampliación del
internet, se ha podido iniciar esa interacción en una forma original y con costos asumibles para los Estados. El entabla
este diálogo constante con sus ciudadanos no solamente permite afianzar los flujos de comunicación con una y otra
parte, pero también fomenta la transparencia al impulsar la información continua y al promover la rendición de cuentas
ante la ciudadanía. Asimismo, permite la retroalimentación, al implicar los ciudadanos en la administración. Finalmente,
fomenta la participación activa de los ciudadanos al involucrarlos en el proceso de diseño y ejecución de políticas
públicas

Todo ello ha sido posible, en parte, al advenimiento de nuevos esquemas de interacción facilitados por el avance
tecnológico en los últimos diez años que ha contribuido a potenciar la generación de nuevos canales y formas de
innovación cívica y social, y en paralelo, ha permitido que los gobiernos comiencen a ver nuevas posibilidades de acción
“en tiempo real” frente a los ciudadanos. La profundidad de los cambios que genera y generará internet podrían llevar a
cuestionarnos la posición, los roles y modalidad de intermediación y de interacción que han venido caracterizando a las
instituciones políticas. Y los Estados pueden ir perdiendo centralidad y eficacia como espacio de toma de decisiones y
punto de delegación para la implementación de la agenda pública frente a un aumento de la participación cívica en la
resolución de problemas comunes y en la provisión de servicios y bienes públicos.

La Alianza para el Gobierno Abierto y los avances en América Latina y el aribe. Matriz de análisis y breve síntesis
comparada en la región.

La AGA se configura como una iniciativa multilateral cuyos esfuerzos se orientan a propiciar compromisos concretos
desde los gobiernos para promover la transparencia, aumentar la participación ciudadana en el debate y en la decisión
de los asuntos públicos, combatir la corrupción y aprovechar las nuevas tecnologías para robustecer la gobernanza
democrática y la calidad de los servicios públicos.

Para ser miembros de la AGA, los países participantes deben confirmar su acuerdo en cumplir con las cuatro
expectativas comunes que le dan sustento a la iniciativa:

Suscribir la Declaración de Principios sobre Gobierno Abierto y aprobarla al más alto nivel;
Asumir compromisos concretos, mediante la elaboración e implementación de un plan de acción nacional que debe ser
llevado a cabo a través de un proceso de consulta con las múltiples partes interesadas y con la participación activa de los
ciudadanos y de la sociedad civil;

Comprometerse a un informe de evaluación a cargo de una panel de expertos independientes sobre el progreso del país
en el cumplimiento de los compromisos incluidos en el plan de acción; y

Contribuir a la promoción del gobierno abierto en otros países mediante el intercambio de mejores prácticas,
conocimientos y asistencia técnica, tecnologías y recursos, entre otros.

Los compromisos definidos por AGA están alineados en torno a un conjunto de cinco grandes desafíos o ejes
estratégicos que debe asumir los gobiernos que quieran incorporarse. Estos cinco ejes estratégicos son:

Mejoramiento de los servicios públicos: Busca promover la mejora e innovación en la prestación y gestión de la amplia
gama de servicios públicos a la población.

Incrementar la integridad pública: Implica esfuerzos por avanzar en ética pública, prevención y ataque a la corrupción,
acceso a la información, reformas financieras, así como la promoción y afianzamiento de libertades de la sociedad civil y
de los medios de comunicación.

Gestión efectiva y eficiente de los recursos públicos

Crear comunidades más seguras: Comprende avances en seguridad pública, respuesta y atención ante desastres
naturales, riesgos ambientales y protección civil, entre otros.

Incremento de la responsabilidad corporativa y rendición de cuentas institucional y del sector privado: Implica promover
la responsabilidad empresarial en temas tales como medio ambiente, protección del consumidor, participación de la
comunidad y combate contra la corrupción.

Los países deberán reflejar y estar guiados por cuatro principios centrales de gobierno abierto propuestos por la AGA:

• Transparencia
• Participación Ciudadana
• Rendición de cuentas
• Innovación y Tecnología: La idea de que los gobiernos han aceptado y hoy se adhieren a constatar la importancia
de proveer a la ciudadanía un acceso cada vez más abierto a la nuevas tecnologías, y el relevante rol que ellas
tienen en la innovación, así como la importancia de éstas para aumentar la capacidad de los ciudadanos en el
uso que de ellas hacen.

La convocatoria y el llamado a integrar los principios del gobierno abierto han tenido una sorprendente respuesta en la
región. De los 60 países que actualmente integran la AGA en el mundo, 15 pertenecen a la región de América Latina y el
Caribe, Argentina está entre ellos.

Los ejes que son prioritarios en la agenda regional de gobierno abierto son: a) Los compromisos que se asocian al
incremento de la integridad pública llevan la delantera con 173 iniciativas en total; b) El ámbito de mejoras en los
servicios públicos ocupan la segunda posición con 81 compromisos; c) Los compromisos vinculados a la gestión efectiva
de los recursos públicos alcanzan los 60 compromisos; d) Los desafíos vinculados al incremento de la rendición de
cuentas y responsabilidad corporativa agrupan un conjunto total de 13 compromisos; y finalmente, e) Existe un
compromiso formalmente establecido en materia de crear comunidades más seguras.

Ranking agregado de compromisos en materia de gobierno abierto en la región.


Para efectos de poder visualizar las dimensiones y alcances de los compromisos en términos agregados en la región, se
clasificaron y agruparon las 328 iniciativas que componen los 14 planes de acción oficialmente presentados en el marco
de la AGA, en acuerdo a los ejes temáticos que comúnmente se han utilizado para analizar el avance en materia de
gobierno abierto.

1. El acceso a información pública es el primero en la lista de prioridades de los países con un total de 71
compromisos en total. Entre las más destacadas se encuentran: Proyectos de ley sobre acceso a la información
pública, portales de transparencia; proyectos de modificación y/o fortalecimiento de la normativa vigente, etc.
Esto puede ser objeto de nuevas modalidades de trabajo en relación con involucrar de manera más sustantiva a
los órganos garantes en aquellos países donde existe dicha institucionalidad (los casos de Chile y México por
ejemplo) y promover la creación de estas entidades donde no las hay. Ello también es relevante desde el rol que
pueden asumir los órganos garantes (y autónomos) del acceso a información pública en los procesos de consulta
y participación de actores de la sociedad civil dadas las naturales desconfianzas que pueden estar presentes en
el diálogo con los gobiernos para formular, dar seguimiento y evaluar los compromisos contenidos en los planes
de acción. Lo anterior también puede facilitar la promoción de la apertura de datos públicos en función de la
expansión y garantía del acceso a la información y su potencial reutilización social.
2. El gobierno electrónico sigue estando en el corazón de las prioridades que constituyen la actual agenda regional
en la materia (52 compromisos). Se han venido desplegando por orientar la mirada hacia una perspectiva más
“ciudadano-céntrica” que sobre la base del uso intensivo de las tecnologías, permita responder de manera más
integral, oportuna y adecuada a las demandas por cobertura y calidad de las prestaciones que otorga el Estado a
las personas.
3. En materia de integridad y rendición de cuentas encontramos variadas iniciativas vinculadas a promover el
cambio cultural desde la idea de gobierno abierto al interior de las instituciones públicas y hacia las autoridades
y funcionarios públicos (49 compromisos). Entre ellas se destacan el perfeccionamiento de los mecanismos de
declaración de patrimonio, prevención de conflictos de interés y normas sobre ética pública (códigos de
conducta); nuevos mecanismos de denuncia y sanciones, etc.
4. Mejoramiento de la gestión de servicios públicos y uso eficiente de los recursos (41 compromisos)
5. Transparencia (21 iniciativas)
6. Participación ciudadana (31 en total)
7. Combate a la corrupción (12 compromisos)

Visto así, se observa con claridad que la agenda regional apuesta por los ejes de acceso a información pública, gobierno
electrónico e integridad y rendición de cuentas (más del 50% del total de compromisos) como ámbitos preferentes y
prioritarios en la concreción de la estrategia de gobierno abierto. Ello debe ser tenido en cuenta para las siguientes fases
en materia de análisis comparado de los resultados, evaluación del proceso y aprendizajes a considerar en la próxima
etapa de formulación de nuevos planes de acción en la región.

Gobierno abierto en la encrucijada: Conclusiones acerca de las dos caras de la moneda y las paradojas en el proceso
regional de la fecha

Se presentan algunas paradojas que es necesario considerar para consolidar y dar sustento a las políticas de gobierno
abierto en el corto y mediano plazo en la región.

Primera paradoja: El concepto de gobierno abierto sigue siendo demasiado abierto y ambiguo.

Radica en constatar que los planes de acción son tremendamente heterogéneos, con altos grados de dispersión respecto
a la diversidad y foco de las acciones o compromisos propuestos y, en última instancia, un buen número de iniciativas
son difíciles de poder medir en términos de cumplimiento y evaluar en términos de su potencial impacto.
En este punto, además, se constata que existen divergencias notorias respecto a la clasificación de los compromisos
presentes en los planes de acción nacionales respecto de la plataforma conceptual y las orientaciones de base definidas
por la AGA. En muchos casos, existe una confusión evidente entre los principios que le dan vida y sustento a la alianza
(transparencia, participación, rendición de cuentas e innovación y uso de las tecnologías) y los retos que supone
cristalizar iniciativas concretas en los planes. Esto impacta directamente en las posibilidades reales de poder desarrollar
un marco de referencia que permita las comparaciones, el llevar a cabo análisis y contrastar esfuerzos en igualdad de
condiciones utilizando equivalencias funcionales bien sustentadas.

Segunda paradoja: Reiterar que Gobierno Abierto no es equivalente a gobierno electrónico.

En algunos casos, persiste la confusión generalizada de acotar la idea de gobierno abierto como una extensión o etapa
superior en los esfuerzos por consolidar estrategias de gobierno digital o administración electrónica, o bien reducir su
alcance a la puesta en marcha de políticas de datos abiertos. Queremos insistir que ello no es así pues en última
instancia el gobierno abierto da cuenta de un conjunto de valores e ideales que debieran ser parte de la reconfiguración
de un nuevo modelo de relaciones entre gobernantes y gobernados.

Muchas de estas iniciativas se limitaron a automatizar procesos obsoletos y trasladar a la red los servicios
administrativos ya existentes. La próxima oleada de innovación nos brinda la oportunidad única de revisar el
funcionamiento de la administración, las aportaciones y los procedimientos del sector público y, en última instancia, el
modo en que los gobiernos interactúan y se comprometen con sus ciudadanos.

Aunque parezca obvio, las políticas de gobierno abierto constituyen un desafío político, social e institucional y no
solamente un desafío de carácter tecnológico.

Tercera paradoja: Redacción Autorreferente.

En general, la redacción de los planes de acción no está pensada desde la perspectiva del ciudadano. Se utiliza un
lenguaje abstracto y lejano a las narrativas propias de los ciudadanos y, en algunos casos, la descripción de las iniciativas
y compromisos son excesivamente formalistas, o se abusa de un tipo de lenguaje normativo y/o técnico. Todo ello
puede inhibir la comprensión y el compromiso de quienes, suponemos, serán los depositarios de los potenciales
beneficios de una estrategia de gobierno abierto en los países miembros de la alianza y más allá: los ciudadanos.

Cuarta paradoja: Más de lo mismo vs. Demasiado de lo nuevo.

Del contraste entre los planes de acción es posible evidenciar al menos dos posturas en la definición y alcance de las
iniciativas que comprende, aunque también es posible encontrar puntos intermedios o casos de equilibrio. Por un lado,
están aquellos planes que se enfocan en compromisos que son extrapolables desde iniciativas que ya estaban en curso y
que, por lo tanto, asumen un carácter incremental sin agregar valor o novedad al desafío que se asume, sin asumir
muchos riesgos y desde la comodidad de mejorar lo que ya se está haciendo. Por otro, encontramos planes
tremendamente ambiciosos y amplios, que cruzan de manera transversal diversas aristas en materia de gobierno
abierto y donde el riesgo que se enfrenta dice relación con el sobredimensionamiento de las expectativas que dichas
promesas pueden generar en los actores involucrados y, principalmente, en la sociedad civil.

Dicho de otro modo, si parte del núcleo rector que mueve a la AGA se relaciona con la reconstrucción de los espacios de
confianza entre gobierno y sociedad, es preferible asumir compromisos acotados y alcanzables (paso a paso) que
comprometer iniciativas cuya implementación o puesta en marcha no esté debidamente garantizada o no existan las
condiciones de base para poder llevarlas a cabo, cuestión que finalmente puede redundar en que “el remedio propuesto
sea peor que la enfermedad que se pretendía resolver con él”.

Quinta paradoja: La participación ciudadana en los procesos de consulta ha sido la excepción, no la regla.
Uno de los elementos distintivos de la AGA radica en el rol que se les asigna a los actores de la sociedad civil. De algún
modo se espera que el resultado del proceso sea un nuevo espacio de relaciones y de compromisos conjuntos entre los
diversos actores de la sociedad, de manera colaborativa, responsable y coordinada. Lamentablemente, queda en
evidencia que en muchos casos los procesos de consulta pública para formular, mejorar y/o aprobar los planes de acción
han sido meras formalidades y que el foco en ampliar los espacios de participación son más bien la excepción que la
regla. Se requiere un vínculo más orgánico y sustantivo con la sociedad civil. Como pudo observarse y salvo notables
excepciones, los actores de la sociedad civil no han sido protagonistas de primera línea en los procesos de formulación
de los planes e implementación de los compromisos lo que ha llevado, en algunos casos, a buscar opciones para
remediar en fases posteriores dicho vacío. Ello es aún más patente en la falta de involucramiento de actores del sector
privado y del ámbito de la academia, investigación y desarrollo, entre otros actores ausentes en esta tarea.

Sexta paradoja (y gran desafío): Pasar del Gobierno Abierto a un nuevo modelo de Gobernanza.

El éxito en la formulación, implementación y evaluación de los planes de acción suponen una paradoja de la que los
países deben hacerse cargo: para avanzar en la consolidación de gobiernos abiertos se requiere un mayor compromiso,
participación e involucramiento de los actores que, justamente, están fuera de él… Se necesita avanzar hacia una idea de
gobernanza abierta que no solo incluya a los actores del gobierno y la sociedad civil sino que articule de manera más
sustantiva a otros como son el Poder Legislativo y el Poder Judicial; universidades y centros de pensamiento; y
especialmente al sector privado y gremios empresariales. Finalmente, los desafíos que se asumen en nombre de la idea
de gobierno abierto cruzan transversalmente una serie de elementos que pueden ser parte de una nueva arquitectura
institucional que permita adaptar el Estado a los retos que le impone el siglo XXI.

Por otro lado, el contexto y las capacidades institucionales disponibles más la cultura cívica/política en cada caso, son
elementos fundamentales para dar viabilidad y concreción a los compromisos asumidos en los planes de acción. Dicho
de otro modo: el gobierno abierto es un innovador software que para ser aprovechado en su totalidad requiere de un
hardware institucional no siempre disponible en los gobiernos y administraciones públicas de la región. En tal sentido, el
gobierno abierto como paradigma emergente constituye una oportunidad única para transitar hacia un nuevo modelo
de desarrollo político, social y económico.

Séptima paradoja: El imperativo por reconocer que el gobierno abierto supone un proceso de redistribución y cambio
en la lógica del poder (político y público).

Finalmente, se requiere “ciudadanizar” (apropiación) el discurso y las prácticas de gobierno abierto. Y para ello, se
requieren marcos de referencia común y estándares mínimos (reglas del juego) que permitan dar consistencia,
coherencia y congruencia a las iniciativas plasmadas en los planes. Es necesario recordar que más allá de los
convencionalismos de partida sobre la idea de gobierno abierto (y el debate que aún queda por zanjar respecto a su
definición, límites y alcances), se trata de un esfuerzo de carácter político basado en la confianza entre los actores y en la
construcción de una agenda común que oriente la acción a mejorar la gestión e instituciones públicas e impactar
positivamente en la calidad de nuestros sistemas democráticos y el bien común.

Para cerrar, las políticas de gobierno abierto deben ser consideradas como un entramado complejo de cambios que
operan de manera transversal en el andamiaje institucional y en la arquitectura organizativa del sector público,
entendiendo que son el sustento de un nuevo tejido de prácticas, valores y cultura que favorece la configuración de una
plataforma o ecosistema sobre el cual construir un nuevo modelo de gobernanza abierta y colaborativa, para, con y a
través de los ciudadanos.

STAUBER - Ética Ambiental


Una Ética pertinente a la época no puede ignorar los fundamentos ambientales en su reflexión, así como las
consecuencias que el pensamiento arraigado en la vida ejerce sobre el ethos de la comunidad.

¿ÉTICA Ó MORAL?
La ética puede definirse como una reflexión filosófica inherente a los valores que orientan el comportamiento y la
identidad de una comunidad. En muchos ámbitos se la considera sinónimo de “moral”. La palabra “ética” tenía para los
griegos dos sentidos asociados:
1. Para referirse al entorno vital y al espíritu propio del ambiente (ethos propio de un lugar). Sirve para
comprender el ethos saber la cultura, pasiones, símbolos, forma de vincularse, deidades, relación con la
naturaleza, sabores, etc.
2. Para referirse a las costumbres y lo que resulta normal y normativo dado por pautas reiteradas de
conducta, lo habitual, la estructura de poder, sus tradiciones, su organización, etc. Con ello se capta lo que en
esa sociedad es normal, bueno y aceptable, y por contraposición, lo despreciable, lo anormal, raro o inmoral.
Obviamente, hay una relación estrecha entre un aspecto y el otro.
Para Stauber, ética es la relación crítico-reflexiva con los valores más hondos compartidos por una sociedad, esto abre
una responsabilidad con el presente y la esperanza del porvenir. El concepto de moral lo vincula a las pautas concretas
de conducta aceptadas como hábitos normativos vinculados a las tradiciones de dicha sociedad. La moral es más
práctica, taxativa, prescriptiva y conservadora. La ética es más reflexiva, crítica, utópica, orientativa y dinámica. Su
diferenciación explica por qué en nuestros días hay pautas de vida que son éticamente insostenibles, pero son
aceptadas como moralmente válidas. La ética promueve un cierto nivel de conciencia (implicada en la reflexión) que no
es menester en la moral. En ésta el imperativo lo marca más bien la fidelidad al hábito, al respeto por lo aprendido como
bueno o correcto. Según este abordaje, en el orden de los principios, la ética está primero y la moral después. Pero en el
orden de su aparición en nuestra vida, primero se da la moral y luego la ética
Esta perspectiva diferenciadora de ética y moral también resulta útil para pensar la moral como sistemas particulares de
valores, diversa para cada grupo humano, según sus costumbres y leyes. La ética representa una instancia más genérica
y universalizable, que une a los humanos de cualquier cultura en algunos aspectos básicos de los valores humanos muy
elementales (por ej. el derecho y la necesidad de libertad, justicia, verdad; etc.). Esto es lo que Adela Cortina diferencia
en ética de “mínimos” y una ética de “máximos”.
En otras palabras, vivir una misma moral significa compartir y sostener un corpus de normas y principios de
comportamiento formalmente aceptados como buenos a partir de modelos ejemplares institucionalizados socialmente
a través de la historia. En cambio, vivir una misma ética significa estar movidos por un mismo espíritu, por el dinamismo
que reúne a un grupo en un sentido global, que orienta sus vidas.

¿EXISTE ALGÚN VALOR COMPARTIDO POR TODOS LOS HUMANOS?
A pesar de que muchos abordajes éticos-filosóficos opinan que no hay nada universal, sino que sólo por un acuerdo
intersubjetivo nosotros creemos que sí. La perspectiva de Stauber sostiene que no existe orden supremo ni universal
para todo sistema de valores que no tenga a la VIDA como raíz de todo juicio de valor, la VIDA en el sentido espiritual y
material- básico. Se trata de un valor radical sin el cual no existe posibilidad de ética ni forma particular de entenderla,
en la idea de “norma moral” ó e “valores universales” existe un aprecio fundamental por la vida, en la forma en que ella
se haya desarrollado como sustentable para cada grupo humano y en la manera en que éste haya conocido dicho orden.
Este aprecio fundamental por vivir es el que está en la base de toda valoración de las cosas, y nos une a otras formas de
vida. En este sentido, toda Ética comienza siendo, empíricamente, una Bio-ética, y en sentido práctico, una Ética
Ambiental. Stauber no habla de ética ecológica (ó Eco-ética) porque en un sentido común ésta no incluye
necesariamente al ser humano, su dimensión político-económica, y otros aspectos culturales que nos sitúan en nuestra
original forma de “ser” naturaleza. La ética ecológica, o Eco-ética, suele referirse al horizonte axiológico del ser humano
para con la naturaleza, y en ciertas circunstancias esta reflexión mantiene la separación de la Humanidad y la
Naturaleza, como si fuéramos algo radicalmente distinto. En 1972, A. Naess diferenció una ecología superficial de una
“ecología profunda” (Deep Ecology). Los puntos son:
1. El bienestar y florecimiento de las formas de vidas humanas y no humanas en la Tierra tiene un valor intrínseco,
independientemente de su utilidad para los seres humanos.
2. La riqueza y la diversidad de las formas de vida contribuyen a la realización de estos valores y también son
valores por sí mismos.
3. Los seres humanos no tenemos derecho a reducir esta riqueza y diversidad, excepto para satisfacer nuestra
necesidades vitales.
4. La interferencia humana actual con el resto de la Naturaleza es excesiva, y la situación está empeorando
rápidamente.
5. El florecimiento de la vida humana y las culturas son compatibles con una reducción sustancial de la población
humana. El florecimiento de los demás seres vivos así lo requiere.
6. Por lo tanto, las políticas deben cambiar. Y estos cambios afectarán a las estructuras económicas, tecnológicas e
ideológicas. La situación resultante será profundamente diferente de la actual.
7. El cambio ideológico principal consistirá en apreciar más la calidad de vida que el incremento en el nivel de vida.
Habrá una profunda conciencia de la diferencia entre la cantidad y la calidad.
Aquellos que suscriban los puntos precedentes tienen la obligación de participar directa o indirectamente en los
intentos para conseguir los cambios necesarios.
El paper trabaja desde una ética ambiental, incluyendo la perspectiva político- económica, así como lo artístico, lo
epistémico y lo pedagógico que implica promover un cambio de paradigma.

¿CUERDOS O DEMENTES: QUIÉN ES QUIÉN?
Constituimos un cuarto reino, tras el vegetal, animal y mineral, nuestra racionalidad y capacidad de proyectarnos nos ha
permitido transformar el planeta para vivir más y mejor; incluso salir del mismo en busca de otros mundos y formas de
vida. Pero además hemos diseñado técnicas y relevado información para ayudar a otras especies, incluso priorizar a las
amenazadas, ello nos posiciona en un lugar de responsabilidad como ninguna otra forma de vida.
La pretensión de objetividad tiene como condición de posibilidad la existencia del sujeto. Por ende, la subjetividad es la
base de la objetividad. Pero por encima de ello, la condición de la subjetividad es la naturaleza. Sin naturaleza no hay
sujetos. Y nuestro cuerpo capta el contacto con el medio más allá de lo que tomamos consciencia
Por ello, al hablar de una ética ambiental nos referimos a esa reflexión tendiente a pensar con pretensiones de
imputabilidad el comportamiento y la sensibilidad que garantice las condiciones básicas de residencia del ser humano en
el mundo en tanto nuestro ethos o morada propia. Pero ¿qué sería “una vida feliz o verdadera” en las actuales
circunstancias? Y más aún ¿podemos imaginar una existencia humana “realizada” en un mundo devastado? Nuestro
tiempo tiene una cuádruple originalidad:
Hemos llegado a estar por todas partes a la vez (tecnologías de la comunicación, ciberespacio);
1. Hemos alcanzado la posibilidad de suprimir toda forma de estancia humana en la tierra (la bomba de un
holocausto nuclear global pero también la bomba del hambre, por la que millones mueren cotidianamente
víctimas de las grandes injusticias técnico-económicas);
2. Hemos logrado afectar irremediablemente los grandes equilibrios anteriormente “naturales” y ahora
dependientes de nuestra atención y cuidado (desequilibrios ecológicos globales, rupturas en el ciclo del
carbono, en el ciclo del agua, efecto invernadero, etc.); y finalmente
3. Hemos conquistado la capacidad de cambiar nuestra propia esencia corpórea y la de las demás especies vivas
del planeta (manipulaciones genéticas, clonación, etc.).
Tal cuadro de situación nos hace mirar críticamente el marco ético que ha permitido avanzar irresponsablemente hasta
este contexto en que no vemos cara a cara con posibilidades fatales para la vida, ya que nos da poder frente a entes
inaccesibles al campo de nuestros cuidados éticos como son: el Espacio, la Naturaleza, el Futuro, los procesos
ecosistémicos o biológicos. Es menester un cambio desde la raíz más profunda de la tierra que implique cierta cuota de
“agresión” rompa con la rigidez epistemológica de la visión tecnocientífica occidental y androcéntrica. No se trata sólo
de recuperar la dimensión ética del problema sino también la dimensión ontológica, a partir de considerar el fin que le
es inherente al cosmos y la naturaleza, más allá de la subjetividad.
Boff señala que una de las raíces ideológicas de este problema está en la idea de que la creación fue hecha por Dios para
el ser humano (antropocentrismo e idea de la elección tribal de un dios para un pueblo exclusivamente), y que sólo éste
puede darle sentido a las cosas, en función de su realización personal y social. Esto lo autorizaría a hacerse dueño y
señor de todo lo creado, una idea muy difundida como mito de la omnipotencia occidental sobre su entorno. Ahora
bien, como advierte Manuel Cruz entre las “intenciones” de las personas y los “efectos” de su acción colectiva en el
mundo, hay un abismo por el cual nadie se siente responsable de lo que pasa. La brecha, ha sido llenada por la
tecnología. Mientras por un lado nos ayuda a vivir más cómodamente y a resolver cuestiones básicas de forma sencilla y
accesible a muchos, por otro lado, nos insensibiliza ante los efectos de nuestra acción en el planeta, la tecnología y el
mercado nos insensibiliza del dolor.

OTRA HISTORIA DE LA ÉTICA
La tesis del Vallaeys propone que asistimos a una complejización de la problemática ética mundial en términos de
"sostenibilidad", lo que podríamos llamar una Ética de tercera generación.
De modo muy esquemático, podríamos visualizar la evolución siguiente:
• La primera generación ética: la era religiosa en las sociedades tradicionales y las relaciones de proximidad. Aquí
la problemática es distinguir entre el Bien y el Mal. Adela Cortina la denomina “Éticas del Ser”, son
conservadoras, con énfasis en lo legal, la jerarquía y el mérito, siempre en el marco de un colectivismo
verticalista, donde la palabra del soberano, los elegidos ó seres superiores, ordena dogmáticamente a los
obedientes.
• La segunda generación ética: la época Moderna, el auge del Sujeto, la Ciudadanía y los Derechos Humanos. A la
perspectiva del Bien y el Mal se agrega la de la Justicia y la Injusticia en el Estado Nación. El paradigma ético es
más revolucionario, basado en acuerdos intersubjetivos horizontales, resueltos por formalidades mayoritarias
donde la voluntad individual refleja la conciencia y adhesión al proyecto social. Es la época de la promulgación
de los Derechos. Esta generación coincide con lo que Cortina define como éticas de la Conciencia y éticas del
Lenguaje. Esta ética reflexiona sobre el binomio Derechos/Deberes, desde la lógica siguiente: En el espacio
social, es justo que todos los sujetos estén sometidos a las mismas leyes universales que garanticen sus
derechos. En ese sentido, mi derecho es equivalente al deber de todos los demás, tengo deberes frente a todos
los que tienen derechos, tengo derechos frente a todos los demás que tienen el deber de respetar mis derechos.
A partir de esta equivalencia y reciprocidad fundamental entre derechos y deberes, la Ética social rehúsa los
privilegios y la impunidad (que alguien no reciba sanción por no acatar los mismos deberes que los demás) como
lo más injusto que se pueda imaginar. Por otro lado, promueve dos valores fundamentales: la libertad (como la
capacidad de tener derechos) y la igualdad jurídica (como igualdad de condición de todos frente a la ley).
Sin embargo, definir al sujeto en términos de individuo humano libre e igual a los demás en cuanto a derechos y
deberes, basándose en la mera simetría de poderes y derechos-deberes entre las personas llevará a excluir
aquellos seres que no pueden tener poderes o no pueden ejercitarlos.
• Ética de tercera generación: la de la época de la aldea global y la necesidad de tomar en cuenta los problemas
globales y locales del planeta con sus integrantes humanos y no humanos. A ambas perspectivas del Bien y la
Justicia se le agrega aquella de la Sostenibilidad y la Insostenibilidad. Esta dimensión no es considerada Cortina
ya que al igual que los habermasianos no considera la problemática planetaria. Una sociedad justa pero con un
modo de producción muy contaminante, o basado en la explotación de mano de obra de otras sociedades, no
sería sostenible. Es por esta razón que debemos combinar el triple enfoque: no basta con ser bueno y justo, es
preciso ser sustentables y con esto hacer un cambio de paradigma desde una lógica utilitarista por lo que todo
cambio no es validado desde las ganancias sino de la responsabilidad planetaria. El contexto actual de la era
tecnológica pone en peligro las condiciones de habitabilidad misma del planeta, y si esta situación nos pide
complejizar la problemática ética.
En nuestra historia nacional pueden están las tres generaciones éticas: en las épocas de la colonia (éticas del Bien); a
partir de la generación de 1838 hasta finales de la década de 1990 (éticas de la Justicia) y en las dos últimas décadas
(éticas de la sustentabilidad). Además en el periodo pre-colombino existió una marcada eticidad eco-sustentable, la de
los pueblos originarios, de ellos aprendemos los principios básicos de una ética del cuidado ambiental como paradigma
crítico. La eco-sustentabilidad pre-colombina se fundaba en dos aspectos: una fuerte sensibilidad de interdependencia
con el medio y una pertenencia al Gran Todo (señalado generalmente como Madre Tierra); y la disponibilidad
superabundante de espacio y recursos para una población relativamente pequeña.
La realidad actual debe afrontar no sólo la necesidad de potenciar una nueva sensibilidad con el medio sino además
afrontar el hecho de que ahora somos muchos más (en todo el globo) y que nuestros sentidos han sido colonizados, en
gran medida, por la ideología del deseo omnipotente del industrialismo moderno.
Desde la generación del ’38 hasta los años del neoliberalismo de los ’90, la eticidad de los sectores más pro-sociales del
país pasó por la vía de acuerdo intersubjetivo en la búsqueda de mayor justicia social. Estos períodos marcaron
hondamente las utopías sectoriales del modelo de sociedad y de planeta a construir, muy diversos, pero en ambos
prevaleció un acuerdo tácito: dichos modelos daban por supuesto el industrialismo progresista, de Videla a Perón se dio
por supuesto que el patrón industria- consumo garantizaba la estabilidad ambiental y el debate era sobre la distribución
y la integración social. Este modelo ya no nos sirve para encarar los desafíos del tercer milenio. Debido a esto, el camino
desde las éticas del Bien hacia la sustentabilidad es más largo y deberá hacerse en más corto tiempo que el de las éticas
de la Justicia, debido a que el índice de devastación del planeta es mayor y existe, en tal sentido, una deuda ambiental
de la que son directamente responsables.
Con su ética personal, el capitalismo evade la responsabilidad ambiental pues toda conciencia de responsabilidad queda
restringida a las intenciones del agente, sus acciones y la calidad de su voluntad. Soy ante todo responsable de mi buena
disposición frente a los demás, pero esta responsabilidad se limita a la esfera pequeña de mi poder de acción personal,
incluyendo los efectos inmediatos predecibles de mis actos voluntarios. Todo lo que no está en mí poder y todos mis
actos involuntarios no pueden ser considerados como mi responsabilidad y por eso no me pueden ser imputados. Esto
me exime de toda culpa y responsabilidad.

ESTILO DE VIDA, TECNOLOGÍA Y DESCAMPESINIZACIÓN
Necesidad de problematizar el estilo de vida argentino en relación al medio ambiente. Esto significa darle al proyecto
actual (inclusivo y popular) un giro ambientalmente responsable. Una ética de tercera generación para nuestro país
implica cuestionar los estándares de producción y consumo, vinculados a la identidad nacional. Breve repaso histórico:
Tras la vuelta a la democracia en los ’80, nuestro país volvió en los ‘90 a vivir un proceso dictatorial, no de la mano de los
militares sino de los grupos económicos, que habían logrado mantenerse intactos durante los juicios a las Juntas de
Gobierno y luego se camuflaron de democráticos. Fue la “dicta-blanda” económica. Con el apoyo de las principales
familias empresarias del Estado, que habían apoyado el golpe, Menem logró llevar adelante un plan de desguace del
sistema productivo, liberalización de la economía, privatización de los servicios públicos y creciente endeudamiento.
El Consenso de Washington marcó las pautas orientadoras de lo que se conoció en Latinoamérica como la era del
“neoliberalismo salvaje”. Básicamente se urgía al achicamiento del Estado de forma que los capitales privados
solucionasen “naturalmente” por la ley de la oferta y la demanda las necesidades básicas del pueblo. Nuestro país debía
volver a ubicarse como productor de materias primas a cambio de manufacturas, igual que en la década de 1810 y 1820.
Además, se tomó deuda a nivel internacional, que nunca llegó a cumplir su prometido de servir al desarrollo social, y
que se vio agravado por la estatización de las deudas privadas, de esta forma, el pueblo debió pagar por los negociados
fraudulentos de empresarios.
Federico Bernal (2010) muestra que si comparamos el desarrollo agrario argentino con el de países como Australia y
Canadá puede verse que las divergencias obedecen en nuestro caso a la ausencia simultánea de cinco aspectos:
1. Un capitalismo financiero e industrial criollo y comprometido con el destino común del país;
2. Una economía diversificada y territorialmente aglutinante;
3. Un Estado protagonista y promotor de la inclusión y en desarrollo social;
4. Un Estado protagonista de políticas agro-alimenticias;
5. El cooperativismo que represente los intereses de los productores pequeños y medianos, los productores
familiares, protegidos por un Estado garante de los derechos de los más vulnerables.
Ser “hombre de campo” perdió, en muchos casos (gracias a Dios no en todos) la sabiduría ancestral que lo caracterizaba
para reducirse a la de un aplicador de paquetes tecnológicos sin patria, sin cultura y sin responsabilidad con las futuras
generaciones. Un estilo de vida fácil, seguro y altamente rentable. Por ello el agro argentino no sostiene más del 3% del
mercado laboral del país, y se muestra tan renuente a repartir las extraordinarias ganancias que por estos tiempos
persiste a nivel mundial gracias a los subsidios de los gobiernos poderosos y la alegría de los megaempresarios de la
industria agroalimenticia. Aunque, por otro lado, la agricultura familiar aún concentra el 75% de la población residente
en los campos. Pero ellos no se consideran generadores de empleo. Ellos debieron resistir, y aún lo hacen, en
condiciones angustiantes.
La dificultad de muchos jóvenes para analizar este problema radica en que para quien disfruta de jugosas ganancias
rápidas y seguras, habiendo transcurrido su adolescencia en el idilio de la paridad peso-dólar, y cuyo análisis de la
realidad no sólo desvincula la acumulación de riquezas en pocas manos al empobrecimiento de las mayorías, sino que
además no siente arraigo en la tierra que explota dada la mediación tecnológica que lo distancia, es casi evidente que su
nivel metacrítico sólo se centrará en el problema de las ganancias, hasta tanto no sufra en carne propia las demás
consecuencias de este modelo. Al parecer, según indica la psicología clásica, sólo el sufrimiento puede devolver el
principio realidad a personalidades tan narcisistas. La conciencia del propio exceso, sólo se logra por el pathos de la
experiencia.
El efecto de la descampesinización ha sido una producción pensada para la venta, no para el autoconsumo, y esta
pérdida de sensibilidad tanto ambiental como social, a la que aludimos.

ALTAS CONCENTRACIONES EN EL CAMPO


La tecnologización trajo, sin embargo, un indiscutido crecimiento en el potencial productivo del país. Es justo decir que
ante la crisis económica del 2001, la política exportadora recaló en el poroto soja como principal productor generador
de rápidas ganancias por retención. Pero sería tan ridículo atar el desarrollo productivo futuro al mismo modelo, como
pensar que un niño nunca deba dejar su andador por miedo a caerse ante la inseguridad de caminar por sí solo. Ese
efecto, sumado al clásico mito de la Argentina agraria, jugaron a favor de que la clase media, ya individualista y
burguesa, se uniera a los reclamos de la Sociedad Rural y sus amigos, como si se tratara de la defensa de “lo nacional”
versus la piratería extranjera. No dudamos del derecho de la clase media a manifestar su genuina defensa de los
sectores productivos, pero no recordamos que estos mismos sectores hayan adherido tan masivamente a los reclamos
de los pueblos originarios, o en defensa del bosque nativo, o de la agricultura familiar. Desde nuestro punto de vista, la
connivencia pasa por la tácita comunión en el estilo de vida, las formas de conocimiento de la realidad, y la ideología de
la seguridad individual de las ganancias por sobre todo otro derecho, incluso el de respirar aire puro. Muchos jóvenes
supusieron que con la llegada de la informática a la maquinaria agrícola, la tecnificación supondría la obsolescencia de la
sabiduría ancestral de los ancianos. “Mis viejos no entienden nada de siembra directa. Ahora es mi tiempo de
administrar el campo y decidir”, me confesaba un joven acerca de los conflictos generacionales de su casa. Pero lo que
parecía una ventaja, pronto mostraría sus límites. Si los jóvenes no respetan el legado ancestral del cuidado de la Tierra,
los suelos se nos seguirán volando por causa de la deforestación, empobreciendo por la siembra de monocultivos sobre
monocultivos y envenenando por los excesos de agroquímicos.
Los sectores que otrora patrocinaban el achicamiento del Estado, hoy solicitan desesperadamente su rol de contralor,
garante y planificador del desarrollo nacional.
El aumento de la producción y la concentración de riquezas, como forma de pensar la realidad marcaron en los ’90 la
bancarrota de amplios sectores de pequeños productores y de la agricultura familiar. Es llamativo, como muestra de
color, que en muchos sectores típicamente identificados con la producción agroindustrial, al concentrarse las riquezas
en manos de pocos, creció la edificación de mansiones, las concesionarias de autos importados, los moteles y las
peluquerías.

¿QUIÉN LE PONE EL CASCABEL AL GATO?


El sujeto de este poder y responsabilidad nunca podrá ser el individuo y su conciencia moral, sino la misma sociedad y
sus fuerzas tecnocientíficas. Desde luego, se crea una situación en la cual la responsabilidad es ante todo social, y no
tanto una responsabilidad personal, y el conocimiento tecno científico especializado se vuelve imprescindible para poder
saber qué debemos hacer o no, quedando profundamente insuficiente el mero "sentido común" y las intuiciones
cotidianas.
En efecto, hoy es imposible entender cuáles son nuestras responsabilidades colectivas y personales en el mundo si
desconocemos los riesgos ligados a las actividades profesionales y tecnocientíficas modernas. Una nueva conciencia y
nueva sensibilidad comienza a emerger con fuerza transformadora.
Si las condiciones de nuestra residencia en el mundo han cambiado radicalmente desde que podemos, con una sola
acción humana suprimir toda posibilidad de acción humana futura (la de desencadenar una guerra nuclear, siendo las
cucarachas nuestras probables sucesores!), la problemática ética tiene que redefinirse de modo complejo, para que
podamos asumir y responsabilizarnos por estas nuevas condiciones de residencia. Esto vale tanto para el riesgo nuclear
como para el riesgo ecológico y aquel de las manipulaciones genéticas.
Cuando pasamos de la ética personal a la ÉTICA SOCIAL, se amplía considerablemente el campo de la responsabilidad. La
ética personal, como se fundamenta en una cosmovisión tradicional de tipo religioso, no puede reconocer que el mundo
sea obra humana, desde luego no reconoce responsabilidad más que en la pequeña esfera de los actos individuales
voluntarios de la persona. Así le toca a cada uno ser bueno, pero no le toca influir sobre el Gran Ser en conjunto, frente
al cual la ética tradicional nos declara sin poder, luego sin responsabilidad.
El paso a la ética social es justamente aquel de la reivindicación del poder humano sobre el Gran Todo, cuando ese
"todo" es reconocido como la Historia (ya no la Creación) y la historia humana, que puede cambiar, que podemos
cambiar, y por ello de la cual somos responsables, y culpables de no querer mejorar. Cada quien es responsable no sólo
de sus acciones en su esfera privada, sino también de su participación (o no) en la regeneración de la vida pública. Por
eso, si la figura emblemática de la ética personal tradicional es el “santo”, la de la ética social es el “militante”, el
ciudadano activo que se preocupa por las injusticias de su comunidad.
Así, la ética social nos conduce al reconocimiento
Se desprenden de lo anterior 2 consecuencias:
1. Es obvio que la ética social depende de la cosmovisión moderna fundada en la noción de “sujeto”, luego en la
presuposición que el mundo es "objeto" para ese sujeto, que tiene preeminencia y poder sobre él. El mundo,
desde la época moderna, es reconocido como "a disposición" del ser humano. Por eso, los 4 últimos siglos
fueron principalmente un enorme esfuerzo histórico para poner el mundo a nuestra disposición, controlarlo,
cambiarlo, construir y reconstruirlo, hasta disponer de él por control remoto. Y cuando el control es total, la
responsabilidad es total. Revoluciones industriales, tecnológicas y políticas son el pan cotidiano de la ética social
moderna.
2. La ética social es una ética universalista por definición. Se afirma como una ética para todos, exigible para todos.
Como bien lo dice Sartre: "por qué no puedo ser libre si todos no lo son". Como saca la problemática ética del
ámbito de la esfera personal para considerarla en el mundo, la ética social se construye y exige entre nosotros.
Como tal, es de esencia jurídica y su encarnación es la ley humana (nomos) que todos los humanos se dan juntos
(Contrato Social) para estar todos igualmente sometidos a ella. El carácter universalista de la ética social
moderna explica su dinamismo crítico y dialéctico.
No es sustentable promover una "igualación" de las condiciones de vida entre todos. Los pobres deben tener derecho a
las mismas facilidades, en cuanto a las necesidades básicas, que los ricos (no debe haber privilegios injustos). Es injusto
que los ricos tengan condiciones de vida demasiado superiores a las de los pobres, que pongan en peligro la dignidad y
bienestar de estos. Pero ello no autoriza a que avalemos la igualación de un estándar de vida fundado obsesivamente en
un crecimiento económico y social exponencial puesto que para hacer a los pobres más ricos, pasaríamos generalmente
por hacer a los ricos más ricos aún.
Una lógica de distribución equitativa es aún una lógica renga ambientalmente. Aún cuando reconozcamos que conduce
a un grado mayor de justicia. Pero no se trata de promover la idea de que todos tengamos lo mismo… ¿lo mismo que
quién?. No logro imaginar un mundo donde los chinos y los indios posean tantos autos como los norteamericanos,
porque es totalmente insostenible. Esta lógica de la justicia igualadora conduce finalmente a la insostenibilidad del
sistema entero. Históricamente, así ocurrió: los regímenes comunistas son tan destructivos del medio ambiente como
los regímenes capitalistas. Ambos se armonizan con una desconcertante facilidad para entonar el mismo coro: "Fiat
iustitia pereat mundus" (Qué venga la justicia, aunque perezca el mundo).

ÉTICA AMBIENTAL DE TERCERA GENERACIÓN


La Ética Ambiental de Tercera Generación, como lo enseña uno de sus más lúcidos exponentes, François Vallaeys,
pretende ser una ética que no niegue los aportes de las otras anteriores (la ética del Bien y la de la Justicia), pero que
sepa asumirlos dentro de condiciones de residencia mundanal más complejas, responsables y armoniosas, lejos de los
delirios de los dioses y del progreso infinito.
El sujeto de esta ética no podrá ser nunca un simple “sujeto jurídico”, con “buena voluntad” y políticamente
comprometido con las injusticias de su sociedad. Deberá también estar en conexión íntima con todo y reconocer su
vínculo y responsabilidades frente a todo, es decir al Gran Todo planetario y a cada quien en él (no sólo frente al prójimo
o al alter ego humano). No posee una relación objetivadora e instrumental con el Planeta sino que se reconcilia con el
mismo y adquiere la perspectiva fenomenológica de la Tierra como el “Arca primitiva”, o el suelo de toda experiencia, al
cual pertenece y no puede reducir a mero recurso. Lo que necesitamos para pasar del estrecho punto de vista de los
derechos humanos al de la sostenibilidad, es considerar que la subjetividad del ser humano implica el poder
radicalmente subjetivo de la naturaleza: el mundo, o más bien el planeta, puede pensar y reflexionar, puesto que somos
seres pensantes y reflexionantes, siendo seres del planeta, hijos de la Tierra. Esta afirmación es "escandalosa" para la
mentalidad cartesiana moderna que no puede concebir el "pensar" fuera de la ruptura total con "la materia". Pero no lo
es para alguien que reconoce que hay saber en los procesos naturales.
Esto le implicará tener una visión sistémica de sus “inter-retro-acciones”, según el principio de la “Ecología de la Acción”
(Morin E, 2006), de las cuales toma conciencia como de sus propias acciones inmediatas. Es decir que no le bastará
ocuparse de sus acciones personales o sus buenas intenciones, sino que se ocupará más bien de su influencia sobre los
equilibrios globales.
Por ello en el mismo texto Morin propone comprender al individuo-sujeto como entretejido por un doble dispositivo
individualizante-socializante, o también, altruista-egoísta, en cuya tensión se resuelve la trinidad que constituye a cada
humano: individuo-especie-sociedad. Tenemos simultáneamente un patrón natural, biológico, de nuestra genética
humana; un patrón cultural, socializante, histórico (ambos patrones son la tendencia altruista); y un patrón personal,
singularizante, irreductible (patrón egocéntrico). En esta tensión se resuelve el planteo ético en el doble carácter
relacional: el rivalizante y el comunitario. En el primero prima el interés sectorial e individual, y en el segundo el socio-
biológico. Ambos deben ser regulados para lograr una morada (ethos) propicio para toda la especie y sus individuos.
Las características fundamentales de un ethos ecosustentable responden a las siguientes tendencias:
• Es una “ética del cuidado”, pero con pretensiones de validez universal. Ello ensancha el campo del imperativo
categórico de Kant hasta las relaciones sistémicas globales que devienen de la residencia planetaria de los seres
racionales.
• En ella se define el ideal de ser humano como Guardián amable y cariñoso de la Tierra (toda la tierra, con gases,
minerales, vegetales y animales incluidos).
• Su meta es hacer sostenible la residencia de los seres humanos, y por lo tanto justa y buena (porque la injusticia
y la maldad son insostenibles). Por eso, pretende enriquecer y complejizar las otras dos generaciones de ética
sin perder nada de lo que ellas aportaban al mundo.
• La importancia de la pureza de las intenciones y de la buena voluntad personal quedan relativizadas. El tema de
los propósitos altruistas o los buenos intereses personales no le obsesiona, con tal que los resultados finales de
la acción sean sostenibles (al fin y al cabo “el camino al infierno está pavimentado de buenas intenciones”, como
decía Fritz Perls, padre de la Gestalt). Por ejemplo, las motivaciones que hacen que empresarios se dediquen a la
Responsabilidad Social Empresarial (RSE) no importan, con tal que se preocupen y apliquen bien las
herramientas de gestión de impactos que implica la RSE. Un empresario puede certificar su empresa en la norma
SA 8000 por querer el bien de sus colaboradores o por querer tener una buena imagen en un mercado exigente
y superar a la competencia. El resultado es el mismo: mayor justicia y sostenibilidad en la gestión de la empresa.
Por esto una de sus principales herramientas es la RSE, aunque no la única.
• El peso de las acciones equipara al de los impactos colaterales. La ética de tercera generación se entiende solo a
partir de la noción fundamental de "ecología de la acción" introducida por Edgar Morin. Por tal motivo se disocia
la responsabilidad de la autoría (no es porque no somos los autores de un hecho que no somos responsables de
él, y de la reparación que implica la fechoría) y se disocia parcialmente del poder efectivo personal (no es
porque yo no puedo cambiar tal situación insostenible que no deba responsabilizarme por su mejora: si no
tengo “efecto” yo solo, juntos lo podemos tener).
Jonas (1995, 300-353) propone tres pasos en su crítica al utopismo marxista, que yo creo metodológicamente
programáticos para una búsqueda pertinaz que no caiga en el higienismo ecologista ni en el pragmatismo
antropocéntrico. Estos son:
1. Reconocer las condiciones reales o de la posibilidad de la utopía. Esto es, tomar distancia de la Utopía, ni muy
cerca, que nos conduzca a la prepotencia de los ilustrados utópicos, ni tan lejos que la haga motivo de
resignación y sacrificialidad vana. La modernidad iluminista negó la realidad sucia para forzar la realidad pura,
inmaculada, intangible y modélica.
2. Trasponer el sueño hacia la deseabilidad de la Utopía. He aquí el rol indispensable de los medios de educación
y de formación, al plantear el problema y reivindicar la responsabilidad social de todos los sectores, en sus
diversas posibilidades y contextos. Al devolvernos el foco de la cuestión hacia la arena donde los pueblos luchan
agónicamente por su vida, y su vida buena, las escuelas, las iglesias, los medios de información, el arte, etc.,
hacen de mediadores entre el pasado idealizado (como modelo, a repetir o evitar, pero siempre a resignificar) y
el futuro soñado como imagen en que debe in-formarse el presente.
3. Asumir la provisionalidad de toda la historia. Existe un principio en la mencionada “ecología de la acción” de E.
Morin, que se expresa de esta forma: “Toda acción escapa cada vez más de la voluntad de su autor a medida
que entra en el juego de las inter-retro-acciones del medio en el cual interviene”. De este principio se
desprenden dos corolarios:
a. “Los efectos de la acción dependen no sólo de las intenciones del autor, sino también de las condiciones propias
del medio en el cual se desarrollan dichos efectos”.
b. “Se puede considerar o suponer los efectos a corto plazo de una acción, pero sus efectos a largo plazo son
impredecibles”.

VALLAEYS - Responsabilidad Social de las Organizaciones
Todo el mundo habla de la Responsabilidad Social por diferentes razones:
• Razones éticas
• Para penetrar en nuevos mercados:
• Para no perder mercados ya conquistados:
• Para diferenciarse de la competencia y cuidar su imagen:
En América Latina, todavía domina el enfoque de conducta católica que interpreta la Responsabilidad Social en términos
de benevolencia voluntaria y caritativa: Lo dice la CEPAL: “el vínculo tradicionalmente reconocido como la primera
relación entre la empresa y la sociedad es la filantropía”.
La RS está de moda, hoy en día, cuatro de cada cinco empresarios del mundo piensa que la empresa tiene una
responsabilidad social adicional a la de producir ganancias. Es obvio que la idea de redefinir las relaciones entre las
empresas y la sociedad tiene que ver con los nuevos desafíos sociopolíticos y económicos de del mercado mundial:
1. La complejidad del tejido de las organizaciones en todo el mundo hace necesario un esfuerzo de coherencia y
visibilidad; lo que conduce a un movimiento de estandarización de las prácticas por un lado, y de transparencia de estas
mismas prácticas por otro lado. 2. Los riesgos ligados con la acción colectiva en el mercado mundial que incrementa la
fuerza de los impactos (predecibles o no, controlados o no), ahora que las organizaciones más poderosas superan el PBI
de muchos países.
3. Los desafíos del planeta tierra: problemas ecológicos, riesgos nucleares, miseria persistente, equilibrios geopolíticos
inestables, exigencias democráticas de la sociedad civil, etc. obligan a tratar de poner orden.
La Responsabilidad Social es de una necesidad innegable. Son nuevas la responsabilidad con la cadena de negocios, el
enfoque medioambiental global, la ética en los negocios como tema de gestión y la bolsa de valores éticos, el marketing
responsable, el comercio justo y el consumidor consciente, la estandarización de los sistemas de gestión de calidad a
nivel mundial, el reporte de sostenibilidad, la consideración de los impactos globales, la cultura del diálogo con las
partes interesadas (stakeholders), etc. es decir todos los temas privilegiados de la Responsabilidad Social concebida
como enfoque de gestión.

El riesgo cosmético
Sin embargo, que la RS esté en auge no garantiza que no sea un cambio de nombre para designar la vieja filantropía
paternalista de los empresarios, o peor aún, un recurso cosmético para esconder las malas prácticas corporativas. Para
evitar esto, debemos ser muy exigentes con los indicadores y protocolos de auditoría. Muchas empresas que pretenden
hacer RSE concentran sus esfuerzos solo en obras e iniciativas con la comunidad y en patrocinio de eventos, algo muy
rentable para la imagen de la empresa, pero poco congruente cuando hay explotación a nivel interno.
Según Christian Aid, la RSE es solo un placebo insuficiente para contrarrestar el impacto negativo de las multinacionales.
Peor aún, podría ser una estrategia para encubrir sus malos manejos sociales y ambientales con las comunidades
pobres.

¿Cómo hacer para que la Responsabilidad Social no se transforme en una fachada?
Lo primero que debemos superar es el debate de si la Responsabilidad Social puede ser obligatoria o si tiene que ser
voluntaria. Solo tendrá solidez cuando penetre la cultura de los actores de las organizaciones, principalmente los
colaboradores internos y los usuarios directos (consumidores, clientes). Cuando la mayoría de los consumidores sean
conscientes, informados y exigentes. Cuando la mayoría de los empleados sean formados en el tema y se comporten
desde dentro como líderes vigilantes de las iniciativas. Es por eso que el factor educativo e informativo es el factor clave,
y depende en gran medida de las universidades introducir el tema en la formación básica de los estudiantes, porque son
los futuros consumidores conscientes y los empleados responsables de las organizaciones.
Conjuntamente a este esfuerzo cultural y educativo, los Estados deberán fijar reglas más exigentes para las empresas;
las normas deben estar estandarizadas sus criterios y procedimientos, e internacionalizarse hasta volverse
indispensables para hacer negocios.

GARZÓN VALDÉS | “Acerca de la tesis de la separación entre ética y política”


Hartmut Kliemt ha propuesto analizar la “tesis de la separación” entre moral y política en dos niveles: el
descriptivo y el prescriptivo, estableciendo a la vez una distinción entre moral establecida o ética y moral positiva o
mores.
Existen tres conceptos que resulta conveniente distinguir claramente:legitimidad, legitimación (el hecho de que
sea aceptado por sus miembros) y estabilidad de los sistemas políticos (posee legitimidad cuando satisface los
requerimientos de la ética). La estabilidad es una propiedad disposicional de los sistemas políticos que se manifiesta
cuando en los casos vinculados con el ejercicio institucionalizado de la violencia, reaccionan manteniendo su identidad.
| En el nivel descriptivo, la tesis de la separación puede querer decir lo siguiente:
1. La ética no desempeña ningún papel en la política, o
2. La moral positiva no desempeña ningún papel en la política.

Y en el nivel prescriptivo,
3. La ética no debe desempeñar ningún papel en la política o,
4. La moral positiva no debe desempeñar ningún papel en la política

En su versión 1, la “tesis de la separación” es: a)falsa como proposición universal, b)verdadera como proposición
particular. Afirma que no sólo no existen sistemas políticos que posean legitimidad, sino también que ninguna acción
política responde a criterios éticos.
En su versión 2, esta tesis es siempre falsa. Todo sistema político requiere como condición necesaria, aunque no
suficiente, de sus existencia, que el grupo dominante, sea cual sea su importancia numérica, preste adhesión a sus reglas,
es decir, que vea en ellas pautas aceptable de comportamiento. La adhesión al sistema, la adopción de este “punto de vista
interno”, es lo que confiere legitimación al sistema. Quienes adhieren a él lo hacen porque consideran que los valores del
sistema político coinciden con sus valoraciones primarias (John austin las llama “moral positiva”que influye en las
acciones políticas de los miembros de la sociedad respectiva).
Quienes adopten el punto de vista interno considerarán que el sistema posee no sólo legitimación, sino también
legitimidad. Aunque si se quiere mantener la distinción entre ética y moral positiva, conviene mantenerlos separados los
conceptos de legitimidad y legitimación, y vincular el primero con la ética y el segundo con la moral positiva. Quienes un
sistema político lo hacen por razones que no son meramente prudenciales, sino por considerar que aquel responde
básicamente a pautas morales que ellos mismos sustentan.Que estas pautas coincidan o no con las de la ética es algo
irrelevante para la versión 2 de la tesis de la separación.

Con respecto a la versión 3 de la tesis de la separación caben, por lo menos las siguientes formulaciones:
a. La ética no debe desempeñar ningún papel en la política, porque así lo exige la naturaleza diabólica de esta última.
La ética no puede, y en consecuencia no debe guiar el comportamiento político.
b. La ética no debe desempeñar ningún papel en la política, a menos que se quiera pagar el precio del fracaso
político. La ética puede, pero no debe.
c. si se quiere hablar de una subordinación de la política a la ética, para evitar que se produzca la situación descrita
en b, hay que concebir una ética especial para la política, que difiere esencialmente de la ética ordinaria. Una ética así
puede y debe guiar el comportamiento político.

La fórmula a puede denominarse la “tesis de la satanización de la política”. Aceptarla implica admitir que hay
un enorme campo de acciones voluntarias con respecto a las cuales no tendría sentido predicar su calidad moral. como en
al vida en sociedad sin la existencia de normas que impongan comportamientos bajo la amenaza de sanciones es
imposible mientras los hombres sean como son , la aceptación del argumento implica no sólo la negación de la posibilidad
de justificación del Derecho, sino de las instituciones sociales en general.
Precisamente porque las acciones políticas están vinculadas con la aplicación de la violencia institucionalizada,
son las que más justificación moral requieren.

La fórmula b, podría llamarse “tesis de la disfuncionalidad” , según la cual el respeto de principios o normas
morales es disfuncional para el comportamiento político, pues frustra la obtención de sus objetivos. La tesis se refiere a la
relación entre legitimidad y estabilidad de un sistema político, de acuerdo a Maquiavelo rezaba “Si quieres lograr la
estabilidad de tu sistema, actúa ilegítimamente”. Curiosamente, esta regla técnica ha sido invertida en nuestra época, y
ahora reza: ”Si quieres lograr la estabilidad, promueve la legitimidad de tu sistema”.
Como en toda regla técnica, también en estos casos debe subyacer un enunciado que describe una relación causal
entre el fin querido y el medio propuesto, estos enunciado son llamados “enunciados anankásticos” .De verdad o
falsedad de estos últimos depende la corrección o incorreción de la regla técnica. La verdad o falsedad del enunciado
anakástico depende de las circunstancias específicas de cada sistema político. Es posible que en un país con cultura
política democrática bien afianzada, el quebrantamiento de principios éticos (de los derechos humanos) se convierta en
factor de inestabilidad. Es relativa a las circunstancias históricas del sistema político al cual se aplica.
Estas dos formulaciones de la versión 3 de la tesis de la disfuncionalidad, quienes las propician, si no quieren
renunciar a toda posibilidad de justificación de las acciones o los sistemas políticos, tendrán que sostener que cada sistema
proporciona criterios últimos de justificación, e identificar legitimación con legitimidad. La descripción de las reglas
supremas de un sistema político no basta para justificar moralmente las acciones que se realizan de acuerdo con ellas.
La versión c de la tesis prescriptiva de la separación entre ética y política no niega que existan reglas y principios
morales que deban tener un papel en el ámbito de la política, pero considera que ellos son totalmente distintos de los de la
moral privada. como es sabido, ha sido Weber quien ha dado una formulación clásica a esta tesis con su distinción entre la
ética de la convicción y la ética de la responsabilidad. Llamaré a ésta “tesis de la dualidad”. ella sostiene que hay que
distinguir entre las llamadas “morales profesionales”que son morales adquiridas (la del político sería una de ellas) y la
moral ordinaria.
Mientras que la moral ordinaria respondería a las características básicas de todo ser humano, la moral profesional
derivaría de las notas específicas de papeles sociales determinados y permitiría la realización de actos que, desde el punto
de vista de la moral ordinaria, estarían prohibidos. En el caso de la moral profesional, se dice, lo relevante para la
evaluación de las acciones es su resultado. En la moral ordinaria, por el contrario se recurre a criterios deontológicos, y
cualquier referencia a los fines como posible justificación de una acción es moralmente inadmisible. La tesis de la
dualidad, debe haber una ética política, pero ésta no puede ser la ética ordinaria.
Se enumeran tres argumentos en contra de la dualidad:
1. En primer lugar, sostener la existencia de dos morales diferentes en virtud de los distintos papeles sociales que
desempeñan sus destinatarios parece ser tan acertado como sostener que existe una moral de los casados y otra de
los solteros.
2. En segundo lugar, no es verdad que en la moral ordinaria el único criterio para evaluar la calidad moral de una
acción sea el deontológico y que el resultado de ésta tenga que pasar necesariamente a segundo plano. Tras esta
concepción parece subyacer la idea de que los principios éticos en el ámbito privado son incondicionados. Un
principio moral que fuera literalmente incondicionado sería vacío, no nos diría que debemos hacer u omitir algo
en particular.
3. Por último admitir que la ética proporciona los criterios supremos de justificación de las acciones (y eso también
tienen que admitirlo quienes sostienen la existencia de una ética especial para la política), y al mismo tiempo
sostener que existen dos morales autónomas, plantea la cuestión de saber cómo es posible resolver los casos de
conflictos entre ambas morales. Habrá entonces que dar prioridad a una de ellas y establecer una relación de supra
o subordinación, o bien de admitir principios éticos superiores a ambas morales pero comunes a ellas. En ambos
casos se elimina la autonomía deseada.
De modo que la versión 3 de la tesis de la separación resulta ser incorrecta en cualquiera de sus tres formulaciones.

Con respecto a la versión 4 de la “tesis de la separación”, hay que distinguir tres clases de casos:
a. Como formulación general, osea, cuando dice que la moral no debe desempeñar ningún papel., en los sistemas ni
en los comportamientos políticos es,manifiestamente incorrecta si se admite la vinculación ya señalada entre amor es
positiva y la legitimación, y la legitimación es, condición necesaria de la existencia de todo sistema político y que las
razones morales proporcionan la justificación última también de comportamiento político manifiestamente incorrecta si se
admite la vinculación ya señalada entre amor es positiva y la legitimación y la legitimación es condición necesaria de la
existencia de todo sistema político y que las razones morales proporcionan la justificación última también de
comportamiento político pero la versión cuatro puede ser formulada desde el punto de vista de la ética y estar referida.
b. Pero la versión 4 puede ser formulada desde el punto de vista de la ética y estar referida. A un sistema político
particular pues quiere decir que la moral positiva imperante en determinada sociedad es éticamente inaceptable y por
consiguiente debe modificarse la base de justificación de la legitimación en esa sociedad. Esto implica un cambio de
sistema político; pero ahí solo habla en contra de la tesis de la separación, a menos que se desee aceptar que toda norma
positiva, por el hecho de serlo, es respetable éticamente , y que la estabilidad de un sistema político es un valor absoluto.
Ingemar Hedenius se refirió a esto es su distinción entre “proposiciones morales internas” y “proposiciones morales
externas”. Estas últimas valen para el campo de la ética descriptiva; las primeras son las que interesan desde el punto de
vista de la ética normativa. En el caso b, la versión 4 de la “tesis de la separación” es correcta.
c. Puede suceder también que la moral positiva coincida básicamente con la ética. en este caso, la tesis de la
separación es incorrecta, pues su aceptación implicaría caer en la contradicción de afirmar que la ética debe regir
el comportamiento de los hombres y, al mismo tiempo, cuando tal sea el caso, negarle validez.

Las diferentes versiones aquí analizadas de la “tesis de la separación” ponen de manifiesto hasta qué punto
conviene andar con cuidado cuando se considera la relación entre moral y política. Es probable que pese a los argumentos
aquí expuestos la tesis la separación sigue teniendo respetable número de adeptos. La razón no es solo la confusión de las
diversas versiones presentadas sino también el hecho de que el político sobre lo de lucir que todo decisión política
importante implica fatalmente sacrificio de algún bien vital en aras del otro. Es decir, las decisiones políticas serían
elecciones trágicas, que impiden la aplicación de criterios éticos.
Este tratamiento de las elecciones trágicas conduce a la sorprendente conclusión de que una ética normativa lo
puede solucionar los casos de conflicto de intereses y vuelve a cometer el error de atribución de atribuir a las normas
éticas carácter incondicionado.

SÁNCHEZ VÁZQUEZ - Violencia política y moral

Estamos vivos en la violencia: bélica, política, urbana, rural entre otras. Por vivir en ella todos tenemos una idea clara de
la violencia, y sin embargo a poco que problematizamos sobre ella esta idea se oscurece y se problematiza. Una forma
específica de violencia es la política, y con respecto a esta los interrogantes se plantean en relación a la moral. La
violencia, si bien es encerrarla en una definición, es entendida como el ejercicio intencional de la fuerza por un sujeto
individual o colectivo contra otro también individual o colectivo para imponerle su voluntad al causarle daños o
sufrimientos. Es una definición de violencia en sí, independientemente del fin que pretenda servir y las consecuencias.
La violencia comprende una intervención intencional de carácter físico, sobre el cuerpo del otro, que se ejerce contra su
voluntad y le daña físicamente. Pero no solo corpóreamente, sino también psíquicamente, como sujeto moral al alterar
la autonomía y libertad.

La violencia no puede justificarse moralmente, por su perversidad intrínseca ya que implica una relación de dominio. La
definición abstracta y general deja fuera su relación con cierto fin y sus consecuencias. Dos cuestiones que no forman
parte de la violencia en sí, pero sí de toda violencia ya que la violencia no existe en sí y por si como si fuera un fin en sí
mismo. No existe la violencia por violencia, real, efectivamente existe como medio al servicio de un fin con el que
pretende justificarse. Tiene un carácter instrumental, como medio para alcanzar un fin. Sea un fin valioso o no, o sea que
se considere como tal, se pretende lograrlo mediante la violencia; es decir doblegando la voluntad del otro, desplegando
contra el cierta fuerza.

Aunque hay fines que sin ser violentos por su propia naturaleza pueden exigir la violencia para realizarse, hay también
fines que son violentos por naturaleza, en cuanto que para realizarse reclaman necesariamente la violencia. Hay cierta
coherencia entre esos fines racistas y los medios de exterminio de masas de razas inferiores. La violencia en acto es un
asunto de los medios y no de los fines. Se caracteriza por su carácter instrumental, por su condición de medio al servicio
de un determinado fin. Pero toda violencia tiene sus consecuencias como el daño físico o moral, y aquellas que
contribuyen a profundizar o debilitar la violencia. Pero no se puede poner en el mismo plano a la violencia despótica y la
violencia liberadora.

En cuanto a su justificación moral o justificación, también hay que nombrar la violencia política como la que se ejerce
desde el poder o la que grupos ejercen hacia él. La violencia (diferente de la abras acta, general, en sí) incluye dos
elementos su consecuencia y su condición de medio al servicio de un fin. Pero no toda violencia real debe ser condenada
moralmente, en todos los casos extremos la violencia se pretende justificar por su condición instrumental o medio eficaz
al servicio de los fines correspondientes. Ósea, no se glorifica la violencia, pero se la acepta y justifica por el fin que sirve.
Y con estos fines se pretende justificar los medios violentos, por criminales que sean. No se justifica la violencia por la
violencia misma, sino por los fines que se proclaman y la ponen a su servicio.

No obstante, el fin por más valioso que sea no siempre justifica el medio, pues el uso de ciertos medios tiene límites. En
consecuencia, no toda violencia puede justificarse aunque se pretenda que, al recurrir a ella, se sirve a un fin que es o se
considera valioso. Hay que insistir en el carácter instrumental o condición de medio de la violencia. Lo que se exalta o
glorifica es el fin que la justifica, o pretende justificarla y no la violencia de por sí. Hay una concepción de la violencia
positiva de por sí y no por servir a un fin. La violencia para algunos pensadores esta moralmente justificada. Y este valor
o positividad de la violencia se encontraría por ser promotora de vida o expresión de la creatividad cuando desfallece el
ímpetu vital de una sociedad y decae su capacidad creadora. Esto puede expresarse en enfermos mentales, criminales y
policiales.

Formas de violencia normal en violencia política. La política se entiende como una práctica colectiva en la que el
conjunto de individuos se agrupa libre y deliberadamente para alcanzar ciertos fines que se consideran valiosos, fines
que varían históricamente e incluso dentro de una misma sociedad. La persecución de estos fines por el sujeto político,
pasa por una relación de poder, al que se aspira a mantener. Los medios son necesarios tanto para acceder al poder
como para alcanzar desde y fuera de él, los fines que se pretenden. Así pues toda política comprende dos aspectos:

1. Uno llamado ideológico valorativo (fines).


2. Y otro practico instrumental (medios).

Y es aquí, con respecto a él y en la relación entre gobernantes y gobernados donde entra el juego de la violencia, pues el
poder político hoy no existe al margen de la violencia. La violencia puede escapar del control de los gobernados y de los
ciudadanos, tal es el poder que conocemos como democrático representativo: un poder que admite ese control siempre
que no afecte a las bases económicas y sociales capitalistas. Si bien antes eran las fábricas, hoy son los medios los que
deforman la conciencia y voluntad de los ciudadanos. Marx y Engels habían hablado de la dominación violenta por parte
del Estado pero luego Weber afirmo que todo poder político es violento por naturaleza y además tiene el monopolio de
la violencia. Es decir, solo él tiene derecho a ejercer la fuerza por tanto toda violencia que se ejerce contra él o al margen
de él, carece de legitimidad.

Acontecimientos violentos como las conquistas y colonizaciones de pueblos se han considerado siempre como legítimos
desde la óptica del poder dominante que las ha llevado a cabo, en tanto que otros acontecimientos históricos violentos,
como las revoluciones del pasado se han considerado ilegitimas desde la perspectiva del poder que venía a ser destruido
por esas revoluciones. Las revoluciones contemporáneas se han juzgado negativamente el papel determinante que la
violencia ha desempeñado en esas revoluciones. Por tanto, cuando se trata de revoluciones ya sean burguesas,
independentistas o anticoloniales sale sobrando el criterio weberiano de legitimidad, ya que en todos esos casos se
asocia al poder vigente, no a la insurgencia contra él.

A la hora de juzgar la violencia política, no solo es necesario lo practico instrumental (medios, consecuencias y eficacia),
pero tampoco basta con el ideológico valorativo ya que en ambos casos se evapora la relación entre la violencia política
y la moral. El autor señala que estamos en presencia de la violencia real y no ideal, que ejercen hombres concretos en
una situación dada. Desde el plano práctico instrumental puede ser juzgado el éxito o el fracaso de ciertas formas de
violencia política en las luchas armadas de AL o el fracaso de las guerrillas. Pero la política no puede reducirse solo a su
aspecto práctico instrumental, hay que tener en cuenta su otro aspecto denominado fines y valores que pretende
alcanzar, el contenido moral que los impregna y el que se pone en manifiesto en el comportamiento de sus actores al
tratar de alcanzarlos.

La violencia en su condición de medios persigue fines y tiene límites. No desde el punto de vista instrumental, pues tiene
solo en cuenta la eficacia. La violencia tiene límites que se relacionan con el aspecto esencial de la política: lo ideológico
valorativo del que es parte integrante la moral. Los límites los puede saltar la política pragmática, realista que se mide
por su eficacia prescindiendo de la moral o la política que recurre a cualquier medio por aberrante que sea desde el
punto de vista moral. La violencia política, en cuanto medio, ya sea que se ejerza desde el poder, fuera de él o contra él,
tiene límites desde el momento en el que es juzgada no solo por su eficacia, sino moralmente por el uso de ciertos
medios.

Esto se aplica a la política que hace del terror un elemento fundamental y constante de su aspecto práctico
instrumental, se trata de la política que por descansar sobre el terror, se conoce con el terrorismo. El terrorismo se
entiende como el ejercicio indiscriminado de ciertos actos violentos cuyas víctimas son generalmente inocentes.
Semejante política se ha ejercido desde fuera del poder o contra él, también lo es que se ha practicado, como
demuestran una serie de experiencias históricas concretas, desde el poder mismo como terrorismo de Estado. Hay que
condenar al terrorismo aunque se practique a favor de fines legítimos, como la autodeterminación nacional o la libertad
política y social. Y hay que condenarlo moralmente y políticamente por que lejos de servir a un fin valioso obstruye su
conquista. Y la obstruye porque descarta otras vías democráticas de acción, excluye la participación política, colectiva en
logro de ese fin, a amplios sectores de la población. Lo cual por reducir la participación a una minoría iluminada pero
criminal es incompatible con la verdadera política democrática de izquierda.

La condena del terrorismo se justifica moralmente, cualesquiera que sean los fines que se invoque, legítimos o no, y
cualesquiera sean sus orígenes. Pero tampoco puede justificarse que se condene una forma de terrorismo: el que nace
del fanatismo o desesperación contra el poder y pueden cerrarse los ojos al que se ejerce desde el poder ósea el
terrorismo de Estado. No se puede confundir el terrorismo con toda violencia, la violencia en sí, general o abstracta
siempre es indeseable, cuando se trata de violencia real, efectiva hay que distinguir entre una forma de violencia y otras.
Y así será mientras no vivamos en una utopía de un mundo no violento, en el que la convivencia entre los individuos y
los pueblos domine sobre el antagonismo en sus relaciones mutuas. Si la no violencia llega algún día, no será en forma
discursiva que excluye todo antagonismo social ya que poderosos intereses conspiran contra ese discurso.

En el mundo real la violencia política cuenta con:

VERDADES

1. Hay una perversidad intrínseca a toda violencia, considerada en sí o de manera abstracta que la hace indeseable
y condenable. En la vida real, la violencia es ambivalente, puede expresar esa perveridad o contribuir a limitarla
o trascenderla.
2. Siendo indeseable, la violencia exsite realmente y se justifica política y moralmente cuando se cierran las vías no
violentas, o cuando se renunic a a ella porque traería una violencia mayor.
3. Hay formas de violencia poitica como el terrorismo, que cualesquiera sean los fines que se invoquen o su
eficacia (como medio) no se justifican moral o políticamente.

FALACIAS

1. Espiral de la violencia: según la cual la violencia siempre engendra violencia. Con ella, se tiende a descalificar a la
violencia política en todas sus formas, aunque en realidad la que se descalifica es una forma especifica de ella: la
violencia insurgente o revolucionaria. Desmentida por la ciencia.
2. Violencia fatal o inevitable: dada la naturaleza humana biológica supuestamente agresiva del ser humano o bien
egosita y competitiva por naturaleza inmutable. Desmetida por la concepción del hombre como ser histórico y
real.
3. La no violencia en las relaciones humanas solo podría alcanzarse por una via no violenta como el discurso sin
tener en cuenta los antagonismos sociales generados por intereses particulares, no generalizables que
interfieren negativamente en ese discurso.

Villoria. Corrupción.
Kjellberg (2000) define la corrupción (pública) como una quiebra de las normas legales (concepción jurídica), o de las
normas éticas no escritas (concepción ética) pero con apoyo social generalizado (concepción sociológica) relativas a cómo
se debe ejercer el servicio público, para proporcionar servicios o beneficios a ciertos grupos o ciudadanos de forma oculta
(concepción política), con voluntad de ganancia directa o indirecta en mente (concepción económica).

De esta definición surgen 4 tipos de corrupcion

1. Aquellas que quiebran normas legales y cuyo resultado son beneficios directos para el político o burócrata
correspondiente. Es éste el supuesto más comúnmente entendido como corrupción, son los sobornos y cohechos –
“bustarella” en italiano, “pot de vin” en francés, “kickback” en inglés- o las malversaciones de fondos públicos.
2. Aquellas que implican quiebra de normas legales pero con beneficios indirectos para el corrupto. Aquí se
incorporarían todos aquellos supuestos en los que se incumplen normas de concurrencia en la contratación pública o
en la concesión de subvenciones (incluyendo aquí esa peculiar subvención encubierta que es la recalificación de
terrenos) para favorecer a grupos que financian al partido. En estos casos se incumple la norma para favorecer al
partido, no al propio decisor directamente.
3. Aquellas que implican quiebra de normas éticas socialmente –al menos por las élites intelectuales- aceptadas, con
beneficio directo para el corrupto. Es el supuesto de ciertas informaciones no secretas, pero a las que se tiene acceso
privilegiado, pasadas al amigo o utilizadas personalmente con beneficio tangible directo. Por ejemplo, el alto cargo
que favorece a empresas de familiares en convocatorias de subvenciones, en las que subordinados suyos deciden
libremente, y que dichas empresas ganan no por fraude en las decisiones, sino por la información que éstas tienen
sobre cómo presentar los proyectos, información pasada obviamente por el corrupto pero sin posibilidad real de
demostrarse y sin claro incumplimiento de normas jurídicas.
4. Aquellas que implican la quiebra de normas éticas socialmente –al menos por las elites- aceptadas, pero con beneficio
indirecto para el corrupto. Éste es el supuesto de más difícil control, pero no por ello menos frecuente e importante.
En general, es muy común que a través de la financiación legal se influya en la definición de políticas posteriormente.
En concreto, tal influencia supone que el responsable público correspondiente actúe de forma que, en la elaboración
de normas, se favorezca a grupos que han financiado al partido gobernante.

Estos últimos casos, en los que la ley no se incumple pero sí se sacrifican los principios éticos que deben guiar a un
gobierno democrático, nos llevan a introducir el concepto de “captura de políticas”, pues en ciertos casos, lo que se ha
conseguido por los corruptores es controlar toda una definición de política, que implica la elaboración y aprobación de
normas claramente beneficiosas para el corruptor, o el bloqueo de reformas, necesarias y urgentes desde una concepción
mínimamente racional del interés general, pero perjudiciales para los grupos de interés corruptores. Para el Banco
Mundiali, la captura de las políticas consiste en una modelación interesada de la formación de las reglas básicas del juego
a través de pagos privados ilícitos y no transparentes a los responsables públicos.

Ante esto se van a plantear una serie de aspectos respecto a la corrupcion

1. Los Puntos comunes sobre corrupcion

Ante el análisis realizado se pude sacar una definiciónde corrupcion: aquellas acciones u omisiones que tienen que ver con
el uso abusivo de los recursos públicos para beneficios privados, a través de transacciones clandestinas que implican la
violación de algún modelo de comportamiento (2002, p. 86). En esta definición se deja abierto de qué recursos públicos se
trata, pues efectivamente la corrupción no implica necesariamente toma de decisiones favorables sobre concursos o
licencias, también puede usarse la información para favorecer al corruptor, o la sanción a competidores del indebidamente
favorecido. En suma, lo que el corruptor busca son dos tipos de beneficios: influencia sobre decisiones y/o información
confidencial. Los beneficios privados para el corrupto son también muy amplios, pueden consistir en dinero, pero también
en regalos no monetarios, y, últimamente, es muy importante el buen trato en medios de comunicación afines al corruptor.
Esta aproximación al fenómeno abre mucho las posibilidades de que una conducta pueda ser considerada como corrupta,
pues siendo estrictos podrían caer dentro de ella incluso supuestos de corruptela administrativa muy diversos; así, se
podrían incluir actos de abuso de poder no penalmente castigados, corruptelas como el uso del coche de un constructor, el
aceptar puestos de trabajo en empresas constructoras para familiares o amigos, la ineficacia culposa en la paralización de
obras ilegales, etc. En todos ellos, aunque de forma más o menos leve, hay incumplimiento del deber posicional y
beneficios extraposicionales en la forma de pequeños ahorros o consolidación de redes clientelares.

El mejor método para conseguir una explicación causal suficientemente comprensiva es el de analizar la situación que se
vive en países con corrupción sistémica, pues en ellos, si no todas al tiempo, sí una gran parte de las variables explicativas
están presentes.
En cualquier caso, conviene destacar que las variables que explican la corrupción son, a su vez, explicadas por ésta. Es
decir, que la corrupción se entiende mejor inmersa en un círculo vicioso en el que distintas variables producen corrupción
y, a su vez, ésta produce la expansión de dichas variables. Así, por ejemplo, la falta de confianza en las instituciones
favorece la corrupción, pero, a su vez, la corrupción favorece la falta de confianza en las instituciones. Al final, lo que
surge es un círculo vicioso de ingobernabilidad y destrucción de las bases de convivencia. Círculo que sólo se detiene si la
clase política y las elites económicas y sociales del país correspondiente se embarcan conjuntamente en la reconstrucción
de la integridad política, económica y social. Siguiendo con este argumento, conviene insistir en que, cuando la
corrupción es elevada en una sociedad, su fundamento reside, además de en las perversiones de la naturaleza humana –
que no son exclusivas de ningún país, raza o territorio-, en la desigualdad, en culturas políticas dominadas por la
desafección o, peor aún, la apatía democrática, en la cultura prebendalista inserta en los partidos políticos de dichas
sociedades y en la debilidad institucional generalizada.
En primer lugar, es necesario destacar que el bajo desarrollo moral de una población, y sobre todo de una clase política,
explica en gran medida la existencia de corrupción. El desarrollo moral implica el grado de adquisición por una persona
de la capacidad de actuar siguiendo principios universales para tomar una decisión moral. Obviamente, estos principios no
pueden ser sino concepciones mínimas de valor que permitan a todas las personas estar de acuerdo. El bajo desarrollo
moral no tiene un fundamento racial ni cultural, sino que es fruto sobre todo de la ausencia de educación, interacción y
comunicación. De acuerdo con Kohlberg (1984), los factores que posibilitan el desarrollo moral son dos: el desarrollo del
razonamiento lógico y el desarrollo de la capacidad de toma de rol, o empatía. El desarrollo cognitivo es un elemento
necesario pero insuficiente para alcanzar un elevado desarrollo moral; también es insuficiente en sí misma para el
desarrollo moral la capacidad de situarse en el punto de vista de los otros. Lo que permite el desarrollo es que se
produzcan situaciones en las que se rompe la seguridad en los propios juicios ante un conflicto de valores, es decir,
cuando el sujeto se queda sin razones para resolver un determinado dilema. En esos momentos de estimulación cognitivo-
estructural y de estimulación social se buscan nuevas razones y principios de conducta que, cuando se encuentran,
normalmente implican un nivel de desarrollo moral más elevado.
Segundo, diversos estudios han señalado convincentemente que la corrupción se da con mayor fuerza en países con alta
desigualdad económica.En relación con la dimensión estructural de la desigualdad, se puede comprobar cómo las
sociedades con desigualdad elevada se caracterizan por una baja movilidad entre estamentos sociales y una alta
estabilidad de las elites, circunstancia que crea redes verticales de clientelismo y densas redes horizontales entre elites en
las que anida la corrupción. En estas sociedades, los mecanismos de control social están infradesarrollados y, por ello, las
elites pueden aprovecharse del control propio sobre la justicia, los medios de comunicación, y el conocimiento.
Tercero, además, estudios recientes nos muestran que la desigualdad correlaciona con bajos niveles de confianza
interpersonal. La confianza generalizada es fundamental para la generación de solidaridad social, cuando la gente confía
en general en los demás tiende a sentirse parte de un mismo proyecto y a ser más solidaria. Los países con mayor nivel de
confianza interpersonal tienden a ser más igualitarios. La desigualdad, sin embargo, promueve un desarrollo de la
confianza particularista, una confianza en los de la propia clase o en los del propio círculo familiar, social, religioso, pero
destruye la confianza generalizada.
Ahora bien, ese impedimento de la confianza, también tiene mucho que ver con la existencia de corrupción. Así: a. La
desigualdad hace que por parte de activistas políticos opositores a tal estado de cosas se vea el sistema como injusto, que
la riqueza y el poder se perciban conectados con la propia corrupción, y esa visión favorece el uso de mecanismos
corruptos para conseguir también el acceso al poder o la riqueza; de hecho, un problema de una parte importante de la
izquierda latinoamericana ha sido el creer que debían usar los mismos medios que los partidos tradicionales para acceder
al poder, y que ya desde el poder cambiarían las cosas, pero esos medios han sido un cáncer que han impedido, después,
precisamente el cambio.
b. La desigualdad elevada provoca una distribución también muy desigual del poder, de ahí que las instituciones públicas,
a pesar de lo que digan las normas, funcionen de forma discriminatoria y parcial. Esas discriminaciones, unidas a la
necesidad de acceder a bienes y permisos públicos, llevan a aceptar la inclusión en redes clientelistas como mecanismo
normal de acceso a lo esencial. La ciudadanía acepta la corrupción a nivel personal aunque la critique a nivel colectivo.
c. Cuando surgen políticas que podrían paliar situaciones de pobreza o desigualdad extrema, el subdesarrollo profesional y
la propia corrupción de la burocracia impiden una implantación mínimamente eficaz.
d. La desigualdad es caldo de cultivo del capital social negativo, de todo un conjunto de redes de extorsión, de favores
mutuos entre oligarquías, que aseguran la impunidad y lanzan el mensaje de que ésa es la forma normal de lograr las
cosas. Lo que, a su vez, impide la generación de políticas sociales universalistas y eficaces que podrían reducir la
desigualdad y generar con ello confianza intersubjetiva.
Cuando la ignorancia y la pobreza son muy elevadas la ciudadanía desconfíe de la capacidad de decisión autónoma
de sus conciudadanos en la actividad política. La política no se ve como un espacio de deliberación para la toma de
decisiones que beneficien a la comunidad, sino como un espacio opaco al que se accede para conseguir beneficios
particulares a cambio de ceder autonomía y libertad.

Quinto, el deterioro de la confianza social e institucional privilegia la acción de partidos corruptos y prebendalistas, y de
gobiernos ineficaces. Desconfianza hacia los partidos que seguramente se basa en experiencias y datos ciertos, pero que
no por ello es menos preocupante para la salud de la democracia. Especialmente, el declive gradual de la política
ideológica y el ascenso de la política de la confianza, así como nuevas formas de actuación periodística. Mas, a pesar de
todo, los partidos siguen siendo el principal canal de participación democrática, e incluso con un cierto nivel de apatía, la
ciudadanía en general sigue considerando el voto su único instrumento para cambiar las cosas y reconoce a los políticos
como necesito . Con ello, se produce un fenómeno contradictorio y poco útil para la mejora del sistema. En muchos países
con alta desafección e, incluso, con apatía, la gente sigue votando. Pero el voto agota la lucha por la democracia. Además,
dada la fragmentación social y la existencia de amplias bolsas de pobreza desatendidas públicamente, el clientelismo
florece, con lo que el voto se particulariza, cuando no se vende. De ahí que el ejercicio del voto sea compatible con un
reforzamiento de los partidos y líderes corruptos. En general, existe una compatibilidad entre la demanda en abstracto de
limpieza partidista y la aceptación en la práctica del clientelismo; como consecuencia, los partidos corruptos se consolidan
y no tienen incentivos para cambiar, prosiguiendo su labor de reparto de prebendas, puestos y contratos sin medida.

Sexto, a todo ello se añade que los partidos clientelistas tienen que competir duramente entre sí y con partidos ideológicos.
Lo que demanda financiación suficiente. Es cierto que la financiación de los partidos es un problema, a efectos de
corrupción, en todo el mundo, pero donde además hay desigualdad, desinstitucionalización, alta desconfianza y
desafección el problema es especialmente grave. Y es grave porque en una sociedad con alto grado de desconfianza
interpersonal, con fuerte capacidad de intervención estatal y sin instituciones que marquen claras reglas del juego, el
mercado no existe como espacio para la libre competencia, más bien es un campo de batalla en el que puede triunfar quien
tenga menos escrúpulos. Así pues, el buen empresario encuentra innumerables costes de transacción para desarrollar su
actividad y la financiación a los partidos es uno más de entre ellos. Este panorama general ofrece un incentivo claro para
los buscadores de rentas y para los capturadores de políticas.

Séptimo, en relación a la institucionalización, los datos nos indican que la existencia de un servicio civil de carrera y una
Administración profesionalizada y con sistemas de controles internos y externos desarrollados es una de las barreras más
importantes contra la corrupción. No parece que la existencia de burocracias profesionales fomenten la corrupción, frente
a las ideas libertarias que afirman lo contrario, sino que, cuando las burocracias son estables y están socializadas en el
servicio público, son uno de los mejores instrumentos de prevención de la corrupción. Dentro de las instituciones del
sistema, también la judicatura juega un papel esencial, de ahí que el fortalecimiento de la independencia y la garantía de la
imparcialidad judicial sea uno de los objetivos esenciales de la lucha contra la corrupción.

Octavo, precisamente esa inexistencia de profesionales bien formados en el sector público acarrea otro grave problema,
cual es el de la ineficacia e ineficiencia de las políticas públicas. Ya no es sólo que muchas políticas estén capturadas, es
que, además, aunque no lo estuvieran, los gobiernos carecen de profesionales preparados para llevarlas adelante. La
permanencia del servicio civil permite formar permanentemente y socializar en valores públicos a sus componentes. El
“spoils system” impide o dificulta tener personal capaz durante más tiempo de un mandato, y es obvio que las políticas
públicas requieren continuidad. De todo ello se deriva que políticas esenciales para prevenir y reducir la corrupción a
largo plazo, como la educativa, carecen de sustento presupuestario y recursos humanos con las competencias precisas para
formularlas e implementarlas con éxito. Este fracaso de las políticas genera aún mayores desigualdades y una sensación
de inseguridad y abandono profundamente deslegitimadoras.

Noveno, la prensa es uno de los instrumentos más importantes para denunciar la corrupción y promover valores
democráticos. Pero en países de corrupción sistémica la prensa cae también, aunque haya excepciones, en las redes de la
corrupción, y evita la denuncia imparcial y la investigación rigurosa.

Y décimo, la existencia de una clase política presta a la denuncia sensacionalista del contrario, pero incapaz de ponerse de
acuerdo en generar mecanismos útiles de lucha contra la corrupción, cuando no implicada colectivamente en el
mantenimiento de privilegios, extorsiones y sobornos, sería el colofón a el trágico círculo antes dibujado.

III POR QUÉ PREOCUPARSE POR LA CORRUPCIÓN: LOS EFECTOS DE LA CORRUPCIÓN

Podríamos considerar que existen cinco tipos de razones para entender esta preocupación del aumento de la corrupcion :
razones políticas, económicas, institucionales, de gestión y sociales. Las analizaré un poco más detalladamente.

Razones políticas
Hay tres tipos de interacción entre las empresas y el Estado: la corrupción administrativa o pago de sobornos por las
empresas a funcionarios para alterar la aplicación de normas; la captura del Estado o el alcance de los pagos ilícitos
realizados por empresas a funcionarios para influir en la redacción de normas y toma de decisiones; y la influencia o la
capacidad de las empresas de influir en las normas y toma de decisiones sin pagos ilícitos. No obstante, es de destacar que
donde ya se ha alcanzado un umbral de reforma, la potenciación de las libertades públicas ha sido un elemento muy
positivo para reducir la corrupción; también se demuestra en un estudio que allí donde la captura del Estado ha
conseguido distorsionar el proceso de reforma para preservar o crear estructuras de monopolio, apoyadas por poderosos
intereses políticos, el reto de luchar contra la corrupción es especialmente difícil; y por el contrario, donde el Estado tiene
menores posibilidades de distorsionar la infraestructura legal de competencia, los beneficios de la captura son menores.
En segundo lugar, los cambios en la cultura política, con el declive gradual de la política ideológica y el ascenso de la
política de la confianza. Los políticos tienen que ganarse la confianza de la gente, mediante una “venta” de su carácter y
honestidad. Con ello se transforma la esfera política, dado el cada vez mayor peso del poder simbólico en ella. La esfera
política es “aquella esfera de acción e interacción que se ocupa de la adquisición y del ejercicio del poder político
mediante el uso, entre otras cosas, del poder simbólico” . En el poder simbólico es muy importante el capital simbólico, es
decir, la reputación y la imagen; por ello, promocionar la propia imagen y luchar por destruir la imagen del rival político
es fundamental hoy en la lucha política. Máxime cuando hemos entrado en una fase de democracia “mediática”, en la que
la personalidad televisiva de los candidatos es crucial para el éxito electoral, lo que, a su vez, provoca una creciente
visibilidad de los dirigentes políticos. Todo ello hace que la exposición de la ética propia y la denuncia de la corrupción
ajena sean esenciales en la lucha política actual. La confusión del escándalo político con la corrupcion es consecuencia de
esta tendencia.todo este proceso de mediatización y publicidad de la política está generando unas demandas de gastos de
campaña y sostenimiento de los partidos cada vez mayor. Estos gastos son muy elevados, entre otras razones porque los
precios lo son, dada la baja competencia que existe en este campo, donde muy pocas empresas solventes actúan. La
consecuencia es que, a mayores gastos en comunicación, menor capacidad de autofinanciación de los partidos. Ante estas
mayores necesidades, los partidos presionan por recibir mayores fondos públicos, pero también optan por obtener de
forma encubierta e ilegal fondos privados. El clientelismo acaba a menudo en corrupción, pero, a su vez, la corrupción
incentiva el clientelismo político, pues propicia las redes de amigos y clientes que colonizan las instituciones públicas.
Los patrones políticos en instituciones corruptas tienden a usar ese poder para generar redes amplias de apoyo. Por una
parte, consigue intensificar y fidelizar las relaciones patrón-cliente de base local, especialmente a través del empleo y los
contratos. Pero, además, esa base de poder le proporciona dinero para pagar las cuotas de afiliación de numerosos
camaradas de partido, los cuales le sirven en la consolidación de su poder dentro del partido, momento en el que el
clientelismo ya puede dar el salto a redes de base institucional.

Razones económicas.

Como consecuencia de la globalización de la economía, facilitada enormemente por los avances tecnológicos, los
intercambios comerciales se han expandido e internacionalizado; en la actualidad, los negocios internacionales permiten
intercambios verdaderamente fabulosos.Esta expansión ha provocado un aumento de situaciones de riesgo moral, es decir,
situaciones en las que empresarios de países desarrollados se han enfrentado al dilema de sobornar a funcionarios de
países subdesarrollados o en vías de desarrollo para asegurarse una inversión rentable en dichos países o bien quedarse sin
negocio. Obviamente, la opción por el soborno ha sido muy seguida, con lo que el efecto “cascada” ha generado una
situación en la que sin sobornos era prácticamente imposible obtener contratos.
El Instituto del Banco Mundial y otros investigadores han estudiado científicamente estos efectos y han dejado claro que
la corrupción afecta negativamente al crecimiento y al desarrollo. En concreto:
1. Incrementa la inversión pública pero reduce su productividad;
2. Incrementa los gastos corrientes vinculados a políticas improductivas, aumentando el gasto público ineficiente;
3. Reduce la calidad de las infraestructuras existentes, pues el rápido deterioro favorece la repetición del negocio; así
ocurre que las carreteras en países altamente corruptos están continuamente reparándose, con lo que el funcionario percibe
comisión por cada contrato de reparación y el empresario corruptor se ahorra costes con la baja calidad de los productos
usados;
4. Disminuye los ingresos del Gobierno, pues favorece el dinero negro, el contrabando y la evasión fiscal. Además de
obligar a esfuerzos importantes en el blanqueo de capitales, con los consiguientes costes de oportunidad;
5. Actúa como un impuesto arbitrario, especialmente cuando la corrupción no está centralizada. Los actores económicos
no saben muy bien cuánto les va a costar cada transacción y tampoco tienen asegurada la contraprestación cuando el
negocio está muy fragmentado;
6. Distorsiona los incentivos y produce una selección adversa de elites, los más capaces y de más talento se dedican a la
“búsqueda de rentas” en lugar de a la actividad productiva;
7. Reduce la capacidad del gobierno de imponer controles regulatorios e inspecciones para corregir los fallos de mercado;
8. Distorsiona el papel del Estado como garante de derechos de propiedad o asegurador del cumplimiento de los contratos;
11. Reduce la inversión extranjera directa, pues la corrupción opera como un impuesto a las empresas;

Desde una perspectiva más teórica, la corrupción atenta contra el funcionamiento del mercado, basado en la confianza y
en el respeto a las reglas del juego. Es imposible la existencia de mercado sin derechos de propiedad, y éstos deben ser
garantizados por instituciones sólidas que los amparen. La corrupción favorece la deslegitimación de las instituciones,
pues éstas ya no garantizan las reglas del juego; además, las instituciones socavadas por la corrupción incentivan la
aparición de corruptos que presionan para romper, más aún, con la equidad del sistema.En economías en transición, como
ya antes expusimos, la corrupción ha permitido el desarrollo de los oligarcas que manipulan la formulación de políticas e,
incluso, configuran nuevas reglas del juego para su propio beneficio. Cuanto más se deteriora el sistema, los incentivos
para la captura del Estado son mayores, pues los beneficios son más evidentes. La corrupción incrementa la desigualdad
de ingresos y la pobreza, en concreto, incrementa la mortalidad infantil y reduce la esperanza de vida y la alfabetización.

Razones institucionales.

las instituciones crean nuevas necesidades de control y generan nuevas normas, lo cual permite descubrir más escándalos
que, sucesivamente, exigen mayor control. En esta dinámica, el papel de la judicatura es cada vez más importante.
Algunos jueces luchan desde dentro del sistema para desvelar y sancionar casos de corrupción que, en ocasiones, afectan a
las más altas autoridades del Estado. Esta lucha tiene una gran repercusión mediática, con lo que la sensibilización social
frente a estos problemas se agudiza.
Hay también un redescubrir de las instituciones se deduce que las instituciones importan y, en particular, aquellas que son
coherentes con el desarrollo de los mercados, proporcionando un marco de seguridad y estabilidad a las inversiones y el
tráfico económico. Conscientes de esta importancia, diversos organismos internacionales se han preocupado de elaborar
índices agregados de calidad institucional por países. En suma, que las instituciones tienen valor intrínseco: las
instituciones tienen valor constitutivo, son portadoras de valores importantes en sí mismas (por ejemplo, las instituciones
democráticas); y tienen valor extrínseco: las instituciones son importantes porque producen efectos valiosos -reducción de
incertidumbre, habilitación de comportamientos, cooperación y calidad de las políticas. Precisamente en la debilidad
institucional encuentran las bases para la expansión de la corrupción.

Razones de gestión

La Nueva Gestión Pública incorpora una serie de propuestas entre las que destacan, a nuestros efectos: la reducción del
tamaño del sector público, con las consiguientes privatizaciones y contrataciones externas de servicios; la ruptura del
monolitismo y la creciente especialización mediante agencias; la introducción de mecanismos de competencia en el
sistema público; la clientelización; y la expansión de mecanismos de evaluación, sobre todo de eficiencia. Pues bien, todas
estas propuestas, junto a sus efectos positivos, generaron también efectos imprevistos. Así, las privatizaciones y las
subcontrataciones han sido campo propicio para episodios de corrupción. La creciente competencia y evaluación
económica en las agencias públicas ha provocado fenómenos de corrupción ante la reducción de controles previos; esa
reducción precisamente se implantó para facilitar la gestión y dejar que los gestores pudieran gestionar, no obstante,
algunos se aprovecharon de esta confianza.

Razones sociales

Para empezar, en los países más avanzados se ha desarrollado una cultura de desconfianza frente al poder y una mayor
preocupación por la forma en que se ejerce el gobierno. Estos valores postmodernos hacen que la ciudadanía sea más
exigente y crítica frente a las distintas variantes de corrupción. Pero en los países menos desarrollados también existe una
conciencia cada vez mayor del problema, por la incorporación a la agenda pública del mismo, por la propia dinámica de
confrontación y acusación mutua de corrupción entre políticos locales, y por el papel de la prensa en esta materia.

LA LUCHA CONTRA LA CORRUPCIÓN

La lucha contra la corrupción exige, si quiere tener éxito, medidas estructurales, medidas preventivas, medidas vinculadas
a la detección e investigación de conductas corruptas y medidas sancionadoras eficaces.

1. Las medidas estructurales tienen que ver fundamentalmente con la lucha contra la desigualdad, pues la desigualdad es
una variable que correlaciona a grandes rasgos con la corrupción, pero también, vinculado a ello, con la preocupación
permanente por formular e implantar políticas educativas a todos los niveles que fomenten la conciencia cívica y
expandan el compromiso con la ética pública.
2. medidas preventivas, que se deducen de las estructurales, se centran en fortalecer los instrumentos internos de
control y democracia de los partidos, el desarrollo de códigos éticos en los partidos, en el Gobierno y en la
Administración.
3. una adecuada política anticorrupción requiere que existan instrumentos institucionales de detección e
investigación de las actividades sospechosas que permitan, en su caso, la acusación de corrupción y la sanción
correspondiente. Para ello, se deben incorporar instrumentos como los que siguen:
1. – Un sistema de denuncias de corrupción y fraude abierto, sencillo y riguroso, que fomente la denuncia sólida y
desincentive la denuncia de mala fe.
4. – Un sistema de protección al denunciante veraz, que evite y sancione las represalias y persecuciones a quien
actuó con civismo.
5. – Una contraloría e inspección especializada, coordinada con los servicios tributarios y que tenga acceso a los
datos bancarios.
6. – Una fiscalía (procuraduría) especializada y con un grado suficiente de independencia.
7. – Jueces especializados en delitos económicos y de corrupción.
Finalmente, cuando los datos surgidos de la investigación permitan concluir que ha existido un acto corrupto, fraudulento
o inmoral, es preciso que los instrumentos de sanción operen y se evite la impunidad. Ello requiere un sistema penal
efectivo, que asegure castigos para los servidores públicos que han incurrido en delitos o faltas. Un sistema, además, que
sea capaz de recuperar los fondos robados al país y evite el lavado de capitales obtenidos de forma delictiva. Un sistema
disciplinario, para los supuestos menos graves, que también sea eficaz y real. Un sistema de responsabilización económica
por los daños patrimoniales causados a la hacienda pública que asegure la restitución del daño.

LOS CÓDIGOS ÉTICOS EN EL MARCO DE LAS ADMINISTRACIONES PÚBLICAS CONTEMPORÁNEAS. VALORES PARA UN
BUEN GOBIERNO – OSCAR DIEGO BAUTISTA
El trabajo tiene como objetivo mostrar la importancia de los valores dentro de la política y la administración pública (AP)
contemporánea.

1. El proceso de gestación de la ética en las Administraciones Públicas


La ética pública existe desde antaño para formar la conducta de los hombres de gobierno, pero su compromiso en el
ámbito público cobra importancia en los 70 en USA a raíz del escándalo de Watergate con Nixon. Este hecho demostró al
público que algunos gobernantes y funcionarios practicaban conductas inmorales o antiéticas, que antes se ignoraban
en tanto se creía que aquellos que ocupaban cargos públicos eran personas respetables per se y que la ética era
inherente en ellos.
Entonces, comienzan a crearse mecanismos para el fomento de la ética. Asimismo se comenzó a instar a los centros
académicos encargados de la formación de los gestores públicos a incluir la ética como asignatura esencial.
En 1983, se celebró en Washington el Primer Congreso Internacional de Ética Pública. En 1987, se dispone que las
Escuelas e Institutos de Administración Pública potenciasen valores, conocimientos y capacidades de los servidores
públicos para una atención administrativa ética y eficaz.
En 1995, se llevó a cabo la Conferencia sobre probidad y ética civil organizada por la OEA. Durante los 90, se realización
Conferencias Internacionales sobre Ética en el Gobierno en forma bianual, y también comienzan a surgir
manifestaciones en los gobiernos por instrumentar la ética en sus administraciones, que posteriormente se reflejan en la
creación de organismos nacionales responsables del fomento de la ética. En este mismo período, aparecieron las leyes
de ética y los códigos de conducta.
A mediados de los 90, la Oficina de Gestión Pública de la OCDE elabora el primer estudio sobre la situación ética en
algunos países, información que permitió el diseño de “infraestructura ética” que se propuso como modelo de gestión
pública.

2. Valores comunes en el marco de las Administraciones Públicas


Los valores en la AP son indispensables al ser parte de la cultura organizativa, vital para la conducta del personal. Un
gobierno que basa su relación con los ciudadanos en la falsedad construye una relación frágil y endeble; en tanto si se
construye sobre la verdad, es una relación fuerte. Los valores dan sentido y orientación hacia el comportamiento
conveniente en un momento preciso.
Un verdadero cambio cultural en las organizaciones públicas no se reduce a una simple modificación de normas y leyes,
ignorando la transmisión y asimilación de valores. Su implementación es lenta. Para lograr eficiencia en el ámbito
institucional y en las personas que trabajan en ellas, se requiere integrar los valores personales con los institucionales.
Aquellas culturas en las que los empleados (funcionarios) se identifican con los objetivos de la empresa (AP), se tiene en
cuenta su bienestar, se fomenta su participación, se basa en la gestión en los procesos, etc., suelen obtener buenos
resultados.
La figura del funcionario anónimo es cosa del pasado. Hoy en día es necesario identificar a cada uno por la
responsabilidad que tiene en sus tareas y por su conducta. La mejor transparencia en sus actividades incluye la claridad y
explicación de la información que maneja. La actuación de los servidores públicos está sujeta a la visibilidad de los
ciudadanos y de los medios de comunicación.
La AP actual descansa, por un lado, en los principios del modelo racional weberiano y, por otro en la incorporación de
nuevos valores representados por la realización práctica de las actuaciones eficaces y eficientes que den respuesta a las
necesidades sociales de forma satisfactoria y con calidad adecuada y, además, con el menor coste posible. Estos nuevos
valores son introducidos por la Nueva Gestión Pública (NGP), que ya no considera a la AP como simple instrumento
ejecutor de órdenes públicas sino que reorienta la actividad administrativa hacia el logro de los mejores resultados, una
cultura con calidad de servicio, hacia mayores niveles de autonomía y responsabilidad de funcionarios. Además, la NGP
para los asuntos de gobierno mezcla elementos del sector público y privado, así como la incorporación de aquellos
provenientes de la participación social.
En el proceso de búsqueda de identificación de valores para la AP es posible establecer dos corrientes. En primer lugar,
aquella que señala que cada país tiene una historia, unas costumbres, una naturaleza, una cultura y, por lo tanto, unos
valores específicos que en ocasiones no se comprenden desde un punto de vista externo. Este criterio rechaza la idea de
la existencia de principios universales para los servidores públicos, negando la existencia de una ética universal (cada
país cuenta con una ética propia). La segunda corriente afirma que es posible identificar valores universales para la AP
argumentando la existencia de estos en diversos países. Así, por ejemplo: lealtad a los principios constitucionales,
honestidad, respeto, defensa de los bienes y el patrimonio público, responsabilidad, buen trato a los ciudadanos. El
impulso de los mismos se da a través de encuentros, foros y congresos internacionales.
La aplicación adecuada de los valores conlleva el buen gobierno. Es un deber moral de todo individuo, sea funcionario o
no, recordar e invitar a quien gobierna a la práctica de valores (en tanto lo que concierne a la ética la puesta en práctica
de los mismos: su solo conocimiento es inútil si no se pone en operación). Tendencias recientes en la AP sugieren que los
países reconozcan la necesidad de ajustar sus valores para promover la integridad y contrarrestar la corrupción en el
servicio público.

3. Los códigos de ética en los asuntos del Estado


Todo gobierno verdaderamente preocupado por el fomento de la ética en sus miembros y en sus instituciones públicas
precisa de una serie de instrumentos básicos para ello, tales como: incluir programas dentro de los planes de gobierno,
establecer un área para el fomento y vigilancia de la ética, asignar expertos dedicados a esta tarea, adecuar la norma
jurídica incorporando una Ley Ética, así como un marco que norme la conducta de sus miembros mediante los Códigos
de Ética (CE).
Los CE son parte del marco normativo que regula la actuación que regula la actuación de los miembros que operan
dentro de las instituciones públicas. Hay CE generales, los cuales establecen los valores que deben ser inherentes a todo
político o funcionario de la AP, independientemente del área en que se desempeñe; y hay CE particulares, que atienden
a la especificidad de las funciones que realice la institución a la que se pertenezca (sea un cuerpo en específico o un
organismo).
Un CE es una declaración en la que se definen las actitudes esperada por parte de los servidores públicos señalando
principios éticos aplicables en su ámbito laboral. Abarca un compendio de valores y antivalores, así como una lista de
responsabilidades y obligaciones jurídicas. Tienen un papel orientador y de control.
Cualquiera sea la forma de los CE, en el fondo deben reunir dos requisitos: potenciar o fomentar siempre los valores y
actitudes positivas, y proporcionar un crédito sólido para poder adecuar la conducta de las personas al buen ejercicio de
la función pública. Un CE eficiente, además de permitir identificar los vicios o antivalores, sienta las bases de un
procedimiento para evitarlos o erradicarlos. Un CE posee dos características inherentes: es un documento normativo y
educativo (por eso se recomienda emplear un lenguaje sencillo). Si bien es un instrumento de derecho, no es el derecho:
un CE va más allá de la sola norma, supone implicarse en la vida de las personas.

Reflexiones finales
La causa fundamental que ocasiona que un servidor público realice actos relacionados con los antivalores es la
ignorancia. Existe un vacío de conocimientos en materia de ética que pone en marcha los principales los motores de la
corrupción.
La ética es la mejor forma de control a los gobernantes y funcionarios públicos. Es un poderoso instrumento de poder
político, un motor del desarrollo humano (aunque existen corrientes que se han aprovechado de esta disciplina para
fines personales o de grupo al emplearla como instrumento ideológico, así una ética neoliberal).
En la medida en que se mejoren o perfecciones los valores de políticos y funcionarios de alto nivel en diferentes ámbitos
(ejecutivo, legislativo, judicial) y niveles (estatal, local), estos principios podrán reproducirse en cascada hacia diferentes
niveles jerárquicos.
La implementación de la ética pública es un proceso que requiere tiempo para que se asiente y madure. Los valores sólo
pueden ser asimilados después de un proceso de comprensión y reflexión. Esta implementación ha de realizarse
conforme a la realidad de cada Estado, y su fomento debe ser prudente, en especial en culturas donde religión y política
van de la mano.
Si bien ha habido intentos por promover una ética pública en el escenario internacional, muchos políticos y funcionarios
aún están muy lejos de poseer una verdadera ética en su conducta, por lo que hace falta reforzar los distintos
instrumentos de aplicación.
La mayoría de los CE están dirigidos a los funcionarios de la AP, sin embargo es vital establecer estos a nivel político.
Políticos y funcionarios son órganos de un mismo cuerpo estatal.
Pese a que los CE son un medio para la promoción de valores, no son un fin, es decir que no basta con lograr que un
gobierno elabore un código. Son un instrumento importante pero incompleto que debe ir acompañado del resto de la
maquinaria ética (controles internos, externos, instrumentos jurídicos, formación, etc.). Su aplicación debe estar
acompañada de otros elementos como Oficinas de Ética y de expertos que coordinen estrategias.
Existen dos enfoques generales respecto a la tarea de mejorar la conducta ética en el servicio público. El primero, la
Administración de Ética basada en el cumplimiento, se da en cumplimiento de los procedimientos administrativos,
mecanismos de control y reglas detalladas que definen lo que los servidores públicos deben evitar, lo que deben hacer y
cómo deben hacerlo. El segundo enfoque, la Administración de Ética basada en la integridad, basado en aspiraciones,
depende de los incentivos y fomenta la buena conducta en vez de perseguir y castigar errores y comportamientos
indebidos. La sola creación de leyes a la espera de que los servidores públicos actúen por deber, cae en la primera
situación, pero hay que ir más allá, intentar llegar a una ética integral.

Avalos, G. Ética y política para tiempos violentos. La mentira en la política


I

La ciénaga de mendaces declaraciones de todo tipo, de engaños y de autoengaños, es capaz de tragar a cualquier lector
deseoso de escudriñar este material [...] El sigilo –que diplomáticamente se denomina “discreción”, así como los arcana
imperii, los misterios del Gobierno– y el engaño, la deliberada falsedad y la pura mentira, utilizados como medios
legítimos para el logro de fines políticos, nos han acompañado desde el comienzo de la Historia conocida. La sinceridad
nunca ha figurado entre las virtudes políticas y las mentiras han sido siempre consideradas en los tratos políticos como
medios justificables

La filósofa alemana, Hannah Arendt atribuía esta inherencia de la mentira respecto de la política al carácter mismo de la
acción humana, que comparte con la capacidad de mentir, esa posibilidad de cambiar el curso de los acontecimientos.
Lo nuevo en el arte de la mentira es que ahora es una construcción deliberada de los “comités de expertos” en imágenes
y manipulación de masas, quienes actúan con base en el esquema del mundo del espectáculo.

La mentira ha llegado a ser la columna vertebral de la gran política de nuestra época. ¿Qué no puede ocurrir en el plano
doméstico? La política ideal, existente tan sólo en el mundo de los Dioses al que aludía Rousseau, entendida como el
arte de la conciliación de los conflictivos seres humanos, ha adquirido diversas figuras concretas según la época y los
lugares. En el mundo moderno adopta la forma y los contenidos de la relación social que vertebra el mundo de la vida
cotidiana de los sujetos. La lógica de la mercancía desarrollada como dinero y éste como capital, nos autorizan a pensar
en una política del valor de cambio como el modo de ser político de la época moderna. Sugerimos detectar una analogía
estructural entre el valor de cambio expresado en el precio de las mercancías y la lógica de la mentira: la gran falsedad
es que todas las mercancías se intercambian por su valor o que los precios se determinan por la oferta y la demanda.
Esta mentira, en el sentido de ilusión efectiva o ficción real, sería la fuente de la política del espectáculo y, por tanto, del
juego “verdad-mentira” con el que se nutre la política en sentido lato, la política del interior de los diversos países. Los
escándalos de corrupción o los de carácter sexual, que juegan con el binomio mentira/verdad, han sustituido al debate
racional acerca del rumbo que han de adoptar los asuntos públicos.

Bastaría un vistazo somero a cualquier periódico para percatarse de la frecuencia y extensión de la mentira en las
prácticas políticas, lo que refuerza la impresión, bastante extendida, de que “todos los políticos son iguales”, de que
todos mienten, y de que la política es una suerte de arte del engaño. En una época signada por el desencanto de la
política, por el hartazgo que suele experimentar el ciudadano común hacia la clase política, en una época en que los
partidos políticos se revelan más que nunca como grandes maquinarias electorales que parecen no buscar otra cosa sino
los privilegios del poder y en la práctica se olvidan de sus principios, nada sería más fácil que situarse en la corriente
dominante de opinión y denostar a los políticos a favor de la impoluta y casta “sociedad civil”.

La mentira es consustancial de la política al menos en tres dimensiones: - La estratégica - La mítica - La referida al


secreto de Estado.

Por supuesto, la cuestión debe ser abordada desde un horizonte en el que la política no sea tratada únicamente en un
sentido convencional –que connotaría la labor de los políticos profesionales y de los hombres de Estado– sino en uno
más amplio y profundo, tal y como lo conceptuaron los antiguos. En esta concepción, la política no es exclusiva de los
políticos profesionales y abarca diversos ámbitos y dimensiones entrelazadas. “El político” no es solamente aquel que
vive de la política sino también el otro nombre del ciudadano común y, entonces, también participa de cierto modo de la
lógica de la mentira. Si esto no aconteciera, es decir, si se instaurara un régimen basado en la verdad o en el relato más
apegado a los hechos que efectivamente sucedieron, la vida política sería imposible. Esto no significa que se justifiquen
regímenes criminales, sino todo lo contrario: la mentira desmesurada en los asuntos políticos no sólo es, como dijimos,
éticamente inaceptable sino contraproducente en el plano estratégico.

II

Faltar a la verdad [dice Derrida] supone una intención de engañar al otro, de confundirle. Por lo tanto, la mentira implica
la intención de engañar [...] Por tanto, hay que mantener ese concepto que denomino el concepto cuadriculado, cabal,
de la mentira: alguien dice deliberadamente algo distinto de lo que sabe con la intención de confundir al que le está
escuchando.

Para que una mentira funcione es necesaria una relación entre personas, alguien que diga la mentira y otro que esté
dispuesto a creerla. Tenemos que ubicar, entonces, la mentira como un decir (acción) y como un dicho (contenido
fijado) en una relación social delimitada por lo acontecido realmente y su elevación al plano simbólico: he ahí el espacio
de ubicación de la dicotomía “verdad/mentira”. No está de más destacar que la posibilidad de mentir está anclada en el
carácter del ser humano en cuanto “viviente que tiene logos” (Aristóteles)11 o en cuanto “ser simbólico” (Cassirer) o de
lenguaje. En efecto, el espacio de la mentira está abierto en la escisión entre las palabras y las cosas o entre la capacidad
simbólica del ser humano y el mundo material sensible.

La mentira, tal y como la queremos tratar aquí, se ubica en el terreno de la razón práctica, aquella referida a las
acciones, motivaciones y máximas que regulan el comportamiento de los seres humanos referido a los otros. Así, la
mentira forma parte de una dicotomía básica de la moralidad: la mentira es el opuesto negativo de la verdad.

La mentira requiere, para ser tal y para ser eficaz, de la verdad. Si además consideramos que para el propio Kant la
política debe estar subordinada a la moral, no nos quedaría otra tarea que condenar la mentira en su uso político, al
menos si nuestra base son los seres racionales. Pero los hombres, con su fuste torcido y su insociable socialidad,
navegan entre sus patologías de deseo y su posibilidad racional. Esta posición resignada es, en realidad, una guía para
comprender el lugar y la importancia de la mentira en política o, para decirlo de modo más preciso, de las distintas
dimensiones de la mentira en política. Y es que sostener que en política “no se debe mentir” puede ser conveniente
desde un horizonte moral pero no nos orienta mucho acerca de las razones por las cuales no sólo fácticamente se
miente en política sino que, dadas ciertas circunstancias, resulta efectivo y necesario hacerlo.

El modelo básico para presentar filosóficamente la mentira en política es, sin duda, el que ofrece Platón. El filósofo de
Atenas procura mostrar la enorme diferencia que separa al sofista del filósofo. El primero se presenta como maestro del
saber mientras que el segundo es, sobre todo, un enamorado que no sabe pero que desea saber.
La distinción que hace Sócrates entre el político sofista y el verdadero político: el primero se encamina por la vía de las
apariencias y los placeres mientras que el segundo, animado por el saber, procura el mayor bien a los ciudadanos.

Con este ejemplo del modo de razonar de Platón es suficiente para contextualizar su afirmación de que la política, a
diferencia de la práctica de los sofistas y rétores, se encuentra en el registro de la persecución del saber verdadero. El
verdadero político no es aquel que busca agradar a los ciudadanos sino el que orienta su acción a que el alma gobierne
sobre el cuerpo y el logos se imponga sobre las pasiones.

La política auténtica está vinculada con la búsqueda de la justicia mientras que, podríamos deducir, la falsa política es
aquella sustentada en la lógica de la apariencia, en la adulación y, a fin de cuentas, en la búsqueda del bien inmediato
del retórico y no de los ciudadanos.

No se puede soslayar que los diálogos socráticos de Platón dibujan a un Sócrates humilde que no sabe y por ello
pregunta pues quiere aprender. En realidad, es esta una forma de presentación de un conjunto de razonamientos
previamente reflexionados y bien elaborados por el propio Platón. Esta disonancia revela una contradicción más
profunda, condensada en el rey filósofo: si el rey es un filósofo amará el saber pero no sabrá gobernar; si sabe gobernar,
entonces será un sofista y no un auténtico filósofo. Esta contradicción, por lo demás, pone de manifiesto la
inconsistencia del purismo en política, por lo menos en lo referido al uso de la mentira. Veamos ahora la razón principal
por la que la mentira, en su sentido ya referido de engaño deliberado, es inherente a la política. Ello además, echará luz
acerca de la lógica del poder soberano en una comunidad política, lo que permitirá, a su vez, establecer los territorios de
la desmesura en el uso de la mentira.

En su sentido clásico la política es la actividad razonada de la convivencia sujeta a normas. El establecimiento de esas
normas y su observancia plantea inmediatamente la cuestión referida al procedimiento de constitución del gobierno con
poder de decisión (potestas) de los principales asuntos públicos. Como se ve, la actividad del gobierno con potestas
posee de suyo contenidos materiales que pueden ser inscritos en la lógica de la preservación e incluso expansión de la
comunidad. Al parecer es éste el imperativo práctico de todo gobierno. No perdemos de vista que el establecimiento de
un gobierno con poder de decisión supone una autoridad (auctoritas) constitutiva que pone las normas.

Mientras que el principio originario o fuente inicial del orden alude a la autoridad, es decir, a la que se sostiene por sí
misma, y, en consecuencia no depende de los gobernados (súbditos), el kratos, en tanto poder (potestas), es un
derivado de la autoridad, aunque en este nivel también queda abierta la posibilidad de que ese poder pueda provenir,
en una lógica representativa, de los gobernados (que, por eso, dejan de ser simplemente súbditos y se convierten en
ciudadanos).

De aquí se desprenden varias consecuencias fundamentales para nuestro tema. La política no puede ser únicamente
deliberación sino que también comprende, como momento fundamental, la decisión única que generalmente tiene
como contexto el de la emergencia frente a una situación de peligro para la comunidad. Estas son las condiciones obvias
del razonamiento estratégico, que posee la lógica del engaño como uno de sus componentes esenciales. La política no
solamente es lucha por el poder, pero sin este significado no hablaríamos de política en sentido estricto. Si es lucha por
el poder entonces la política tiene en el engaño un componente básico de la razón estratégica dirigida contra el enemigo
hostil, la contraparte en una correlación de fuerzas; la mentira en tanto engaño alcanzaría el estatuto de necesario y
justificable.

Una derivación importante del engaño estratégico es el secreto de Estado, un nivel intermedio entre mentira y verdad:
se omite hacer público algún hecho efectivamente acontecido o bien su registro por cualquier medio. Es necesario
entender que el par “verdad/ mentira” posee un espacio intermedio en que existe la no verdad pero no como mentira
declarada, y también la no mentira puesta no como verdad declarada sino como verdad a medias. La naturaleza de este
espacio intermedio se puede expresar a la manera de Lacan cuando señala que es imposible decir la verdad: no se
puede decir toda la verdad porque no hay palabras suficientes para decirla. Pero este caso abre también la posibilidad
de entender, como lo apunta Derrida, que se puede engañar diciendo la verdad o que se pueda decir lo falso sin mentir.
Es así como entendemos la lógica del secreto, de talante imprescindible en política, sobre todo en la dimensión del arte
de gobernar.

Demarca un terreno mínimo para plantear las condiciones en que la mentira es inaceptable en política: el secreto de
Estado significa que no se dice la verdad siempre y en todo momento pero tampoco se miente; esta facultad es
necesaria para la conservación del Estado, en todo caso para el bien de la comunidad política.

Otra consecuencia de entender a la política en su doble dimensión es la configuración de una atmósfera simbólica mítica
como consistencia esencial del universo de lo político, en cuanto que, para mantener la cohesión de un pueblo, se
requiere un denominador común entre los desiguales, que está por encima de ellos y que posee en su seno la lógica de
la excepción.

Trotsky, Weber, Benjamin, Schmitt y, en los últimos años, Negri, Agamben y Žižek, llamaron la atención acerca de que
todo orden político tiene un último fundamento en la violencia. La violencia originaria, condensada y debidamente
ocultada, constituye entonces la excepción constitutiva del orden político. Este hecho es altamente significativo para
ubicar la lógica de la mentira en la política, pues nos encontramos frente a la necesidad de que el fundamento de
violencia cruenta permanezca debidamente oculto. Ahora bien, conviene precisar los recursos y las prácticas de
ocultamiento de ese fundamento fuera de la escena.

Como sea, encontramos aquí una de las variedades sublimes de la mentira asociada con la ilusión. El espectáculo trágico
es una representación de una leyenda o de un mito: no es, entonces, un suceso que se inscriba en el orden de lo
“realmente” acontecido. La imaginación poética le ha dado forma, contenido y perfección para generar el movimiento
de los afectos: sentir algo parecido al terror (fobos) y la compasión (eleos) vinculaba al espectador con la ficción como si
presenciara una historia propia. Con esto, Nietzsche nos permite interpretar la mentira, en su variante de ilusión, como
un recurso necesario para soportar la vida.

Estas referencias, llevadas al ámbito de lo político nos ponen en el terreno de la comprensión de los materiales con los
que están hechos los vínculos humanos del poder y la autoridad, del mando y la obediencia, de la soberanía y la
subordinación. Existe, en efecto, un relato de mentira que construye una ilusión comunitaria, un “nosotros” que
comparte suelo y sangre, origen y costumbres, creencias y rituales, frente a otro que es elevado al estatuto de
extranjero y, en el extremo, de enemigo hostil. Se trata de la mentira del mito llevado al terreno de la identidad
imaginaria del líder con su pueblo y de los súbditos entre sí como si fueran hermanos. La mentira necesaria configurada
como mito político no se refiere sólo a los típicos casos del héroe carismático, el salvador mesiánico, el hombre nuevo;
también alcanza a la voluntad general devenida soberanía popular y, por supuesto, a la razón de Estado. La condición
normal de la comunidad política encierra, en realidad, la posibilidad latente de que se rompa la ilusión y se produzca el
temido golpe de Estado, la instauración de la dictadura y el advenimiento de la locura en el ejercicio del poder. Es que
una mentira desbordada, salida de cauce, genera delirio, y ello, a su vez, guerra y destrucción.

Marx: el desdoblamiento de los sujetos en una dimensión abstracta, igualitaria y libre, y otra dimensión concreta y
empírica donde imperaban la desigualdad y la dominación.

Si bien es la cualidad lingüística de los seres humanos la que de suyo escinde la experiencia vital en un plano real
material y otro simbólico, la lógica del valor de cambio impuesta como dominante en el mundo moderno provoca que
sólo el lenguaje del precio haga dignos de consideración y significado a los seres humanos. Es por medio del lenguaje del
valor de cambio que los individuos adquieren el estatuto de verdad de sus existencias.
Elementos clave para comprender el lugar y el papel de la mentira en política. Se trata, en primer término, de la mentira
en tanto ilusión que unifica a la vida comunitaria con referencia a las figuras del héroe y del líder carismático, como
sucedáneos del monarca absoluto. En el mundo moderno opera la mentira en tanto ilusión de que el pueblo manda y
decide. Hemos referido como la fuente de esta ilusión al valor de cambio, que hace relacionar a los sujetos sobre la base
de abstracciones, cuyo patrón de coherencia es el precio.

Lo cierto es que, en circunstancias peculiares, es necesario y conveniente para la preservación del Estado el recurso a la
mentira como engaño. El despotismo ilustrado fue presa de una permanente tensión: la provocada por el imperativo del
ideal humanista de hacer feliz e ilustrar al pueblo, y la razón de Estado, es decir, el imperativo de la conservación y
expansión de la unidad política. Hoy podemos plantear aquella pregunta con mayor fuerza: ¿la política admite la mentira
en tanto engaño? Si se considera que la política es tan sólo la actividad de los políticos profesionales y de las
instituciones especializadas, la mentira como engaño y como falsificación, extiende sus reales como en ningún otro
lugar. ¿Por qué esto es así? Porque la política burocratizada de esta manera es una actividad privilegiada sustentada en
la representación abstracta del también abstracto interés general. La conservación a toda costa del privilegio de la élite
política pasa por la mentira como un recurso siempre a la mano.

Pero si la política es también la actividad de los ciudadanos, sobre todo cuando esa actividad es de resistencia al poder
arbitrario y discrecional, la mentira como engaño es inadmisible. Por el contrario, la política de la resistencia y la
emancipación requiere de la comprensión del lazo que une lo oculto con lo manifiesto, requiere de la desmitificación del
orden vigente y de la revelación de los secretos de Estado. En este caso la mentira sería el referente negativo que
permite la construcción de verdades auténticas de un nuevo orden hegemónico en una relación de poder. La política de
la resistencia y la emancipación, sabiendo ubicar el papel de la mentira en el universo humano, ha de superar su uso
fijando como ideales regulativos de la razón práctica política la veracidad y la autenticidad.

Podemos ahora concluir que desde un horizonte ético la mentira en política es inaceptable o reprobable cuando su uso
no está orientado hacia el bien de la comunidad política en su conjunto sino sólo a la preservación del bien de pocos o a
la conservación de los privilegios tanto de los que administran el poder como de los que se benefician de él. Pero
además, la necesidad del uso sistemático de la mentira en contra de los ciudadanos del propio Estado resulta
políticamente contraproducente, pues las historias de la verdad, conjuntadas con el recuento de los agravios múltiples a
la dignidad y a los derechos ancestrales, tienden a eslabonarse hasta formar discursos coherentes y articulados a la
mano de los excluidos.

Accountability Social: la otra cara del control – Peruzzotti

Evalúan la calidad de la democracia en América Latina, y aquellos regímenes democráticos establecidos el último
periodo los cuales presentan déficits institucionales, sobre todo aquellos que presentan mecanismos de Acountability
(A) sin embargo, las administraciones pueden evitar eficazmente los mecanismos de control, focalizando la atención en
cómo el déficit democrático afecta la consolidación de instituciones fuertes y responsables. Cabe aclarar que existen
Movimientos sociales y por una red ONG que exigen que se monitoree la acción del Estado (así como la irrupción del
escándalo mediático sacando a la luz casos de corrupción. El término A social, reúne un marco común disímil entre los
medios y la sociedad civil. La política llevada a cabo por diversos actores constituye un mecanismo alternativo para el
ejercicio del A de las acciones gubernamentales. Los autores proponen un nuevo concepto de accountability social, el
cual se distingue del tradicional concepto de accountability.

Mientras que este último siempre puso foco de atención en las elecciones, la separación de poderes y existencia de
mecanismos de pesos y contrapesos entre las distintas ramas del gobierno; el primero, reúne, en un marco analítico
común, un grupo disímil de iniciativas de la sociedad civil y de los medios. La accountability social propone nuevos
mecanismos alternativos, una nueva forma de política. Exponen dos razones para justificar la focalización en los
mecanismos sociales de control: una empírica y una teórica. La de naturaleza empírica hace alusión a la minimización de
los mecanismos sociales de accountability realizada por las evaluaciones recientes del desempeño institucional de las
democracias latinoamericanas. Al concentrarse solamente en los mecanismos tradicionales de accountability, los análisis
ignoran el crecimiento de formas alternativas de control político basadas en las acciones de los ciudadanos y de los
medios. La otra razón tiene fundamentos teóricos. Los autores consideran que estos mecanismos alternativos
compensan algunas limitaciones intrínsecas de las elecciones como herramientas de accountability política y son
cruciales para activar una red de agencias intraestatales de control.

El concepto de A social intenta especificar cómo funcionan estas relaciones y que consecuencias específicas tienen en la
gestación de gobiernos más responsables (accountable). El concepto subraya la importancia de un espacio analítico
ignorado en él , y echa nueva luz entre los actores sociales y la política. Hay que enfatizar que el reconocimiento de la
sociedad civil en el ejercicio de la A no dice nada respecto a la orientación ideológica. El rol de la sociedad solo presenta
un fenómeno empírico que hay que analizar para comprender el funcionamiento de las democracias hoy. Las
consecuencias prácticas y normativas abiertos a estudios empíricos y debates teóricos.

Formas de Accountability

Las democracias representativas liberales se caracterizan fundamentalmente por una combinación de un marco
institucional de autorización del poder político con otro orientado a asegurar la correspondencia de sus políticas con las
preferencias del electorado y la accountability de los agentes autorizados. La brecha fundamental entre los
representantes políticos y los ciudadanos, requiere de mecanismos institucionales que aseguren que dicha separación
no resulta en gobiernos cuyas políticas no responden a intereses del electorado o acciones ilegales. Esta es la cuestión
central que aborda el concepto de accountability: cómo regular y reducir la brecha entre representantes y
representados. Se trata de la “capacidad para asegurar que los funcionarios públicos rindan cuentas por sus conductas
(justificar e informar sobre sus decisiones y a ser eventualmente castigados por ellas). La accountability puede ser legal
o política. La accountability legal, por su parte, está orientada a garantizar que las acciones de funcionarios políticos
estén enmarcadas legal y constitucionalmente, es decir, que sigan una lógica de rectitud. Las normas constitucionales,
códigos de fondo, procedimientos administrativos y derechos fundamentales constituyen ese marco legal-constitucional
que limita las acciones de los funcionarios públicos elegidos o designados. Establece un terreno definido de
competencias y jurisdicciones en las que ellos actúan. Debe asegurarse un debido proceso y la acción legal, para lo cual
es necesario un sistema legal con capacidad para imponer la ley y hacer que los gobernantes la obedezcan. Por otra
parte, la accountability política se refiere a la capacidad del electorado para hacer que las políticas gubernamentales
respondan o se adecuen a sus preferencias,

Está interconectada con el concepto de representación democrática. Se sostiene que las elecciones son la institución
central de este tipo de control. Pero éstas también recibieron críticas ya que tienen limitaciones intrínsecas que les
impiden ser mecanismos adecuados para lograr que los representantes se responsabilicen por sus actos. Según Manin,
Przeworski y Stokes, señalan 3 limitaciones de las elecciones: Limitación intrínseca del voto, ya que éste garantiza a los
ciudadanos una única oportunidad de castigar o recompensar múltiples decisiones gubernamentales (los votantes
tienen un poder muy limitado); en segundo lugar, votar es una acción estratégica descentralizada ya que al no poder
coordinar los votos entre ciudadanos, no hay manera de determinar si ciertos resultados electorales tendrán un sentido
prospectivo o retrospectivo; en último lugar, los déficits de información del ciudadano promedio entorpecen su
capacidad para evaluar adecuadamente el desempeño y las decisiones del gobierno. Siguiendo a Guillermo O'Donnell,
encontramos otros dos tipos de accountability: horizontal y vertical, según el eje de operación de las instituciones de
control. El concepto de accountability horizontal se refiere a la operación de un sistema intraestatal de controles,
mientras que los mecanismos verticales implican la existencia de controles externos sobre el Estado. En el caso de la
primera, los intercambios se producen dentro de una red de agencias estatales interactuantes que se controlan y
equilibran mutuamente. En cambio, en el caso de la accountability vertical, existe un agente de control social externo,
principalmente el electorado. Las elecciones representan una instancia de control anclada en la sociedad, que brinda a
los ciudadanos el derecho de castigar o recompensar a los representantes.

Sin embargo, existe otro tipo de mecanismo vertical que ha sido descuidado como producto de la atención exclusiva en
las elecciones. Estas no son la única herramienta vertical para responsabilizar a los políticos por sus actos, sino que
deben complementarse con una sociedad civil activa y medios de comunicación autónomos. En este sentido, las
asociaciones civiles, ONG, movimientos sociales y medios de comunicación no sólo aportan nuevos recursos al
repertorio clásico de las instituciones electorales y constitucionales para controlar el gobierno, sino que también, en
ocasiones, puede compensar muchos de los déficits intrínsecos de esos mecanismos.

Democracia y Accountability en América Latina

Przeworski sostiene que América Latina, al igual que otros gobiernos democráticos fuera de la región, sufre el mismo
problema de la accountability, ya que las dificultades son inherentes a la democracia y no producto de características
locales e idiosincráticas. Sin embargo, reconoce que la literatura revela un cierto consenso respecto de la falta de acc en
gran parte de la región.

O´Donnell, por su parte, sostiene que muchos de los regímenes latinoamericanos se tratan de democracias delegativas y
no representativas, por lo que muestran un gran déficit de accountability horizontal. En ellas no hay una red de
instituciones capaces de controlar las acciones del ejecutivo. A pesar de la división formal de poderes, y un sistema
formal de pesos y contrapesso, la operación de esos mecanismos de compensación está bloqueada por un Ejecutivo que
se percibe como la encarnación de la democracia y la nación. Otros autores consideran que la aparente escasez de
accountability horizontal en Am Lat se debe al mal funcionamiento de la acc vertical. Si en las instituciones horizontales
los diferentes intereses y opiniones no están adecuadamente representados, si el diseño institucional no traduce las
relaciones verticales entre votante sy legisladores correctamente, no habrá acc horizontal.

Por último, siguiendo la literatura de clientelismo político, compra de votos y fraude electoral, muchas de las
democracias de la región presentan áreas donde los derechos políticos corren peligro debido a actores y dirigentes
autoritarios que corrompen y manipulan las instituciones electorales. En suma, existe un acuerdo generalizado en que,
en Am Lat, por razones genéricas o idiosincráticas, los mecanismos horizontales y verticales son débiles. Por un lado, un
primer grupo de argumentos se centra en variables culturales e institucionales específicas (de aquí se desprende que
sólo es posible esperar gobiernos más representativos si se remueven estos obstáculos que impiden a los gobiernos
responsabilizarse por sus actos). Por otro lado, un segundo grupo subraya que los déficits de acc en la región son
insalvables, ya que son producto de la propia estructura operativa característica de los mecanismo verticales en todas
las democracias. El concepto de acc social discute ambos grupos de argumentos mientras que identifica el surgimiento
de un mecanismo alternativo para exigir rendición de cuentas a los gobiernos, y además permite confrontar algunos de
los problemas estructurales identificados por los actuales análisis del funcionamiento de los diferentes tipos de
accountability.

Accountability Social ¿Una forma diferente de control?

La accountability social es un mecanismo de control vertical, no electoral, de las autoridades políticas basado en las
acciones de un amplio espectro de asociaciones y movimientos ciudadanos así como en acciones mediáticas. Las
acciones de estos actores tienen por objeto monitorear el comportamiento de los funcionarios públicos, exponer y
denunciar actos ilegales de los mismos, y activar la operación de agencias horizontales de control. La accountability
social puede canalizarse tanto por vías institucionales y como no institucionales. Mientras que las acciones legales o los
reclamos ante los organismos de supervisión son ejemplos de las primeras, las movilizaciones sociales y las denuncias
mediáticas, orientadas usualmente a imponer sanciones simbólicas, son representativas de las segundas. La
accountability social se apoya en el accionar de sectores organizados de la sociedad civil y de los medios, interesados y
con capacidades para ejercer influencia sobre el sistema político y las burocracias públicas. La organización de las
actividades de múltiples ONG´s, movimientos sociales y organizaciones mediáticas alrededor de demandas de legalidad
y debido proceso agregan nuevos recursos al clásico repertorio de instituciones electorales y constitucionales para el
control de los gobiernos. Algunos de estos recursos compensan muchos de los déficits intrínsecos de los mecanismos
tradicionales.

A diferencia de los mecanismos electorales, la accountability social puede ejercerse entre elecciones y no depende de
calendarios fijos. Se activa “a pedido” y puede dirigirse hacia el control de temas, políticas o funcionarios particulares.
Los mecanismos de accountability vertical, horizontal y social también difieren en la forma en que imponen sanciones. El
terreno específico en el que opera cada uno de estos mecanismos determina los recursos disponibles para sancionar y
para el ejercicio del control. Los actores que utilizan mecanismos sociales pueden ejercer estas funciones de vigilancia
sin necesidad de contar con mayorías especiales o con atribuciones constitucionales para el control. Esto es, mientras los
actores que operan en el escenario electoral tienen que maximizar la extensión del apoyo para controlar las políticas de
los cuerpos representativos, aquellos que operan en el terreno social pueden apoyarse en la intensidad de sus reclamos
y/o en el impacto de sus acciones en la opinión pública para ejercer control. Los mecanismos de accountability social
también difieren de los horizontales y verticales (electorales) en que las sanciones que ocasionan no son --en la mayoría
de los casos— formales, sino simbólicas.

¿Qué se puede controlar?

Los mecanismos de accountability social buscan controlar política y legalmente las acciones de los políticos y de los los
burócratas. Las iniciativas de la sociedad civil y las investigaciones mediáticas se organizan en torno a demandas que
exigen el cumplimiento de la ley y el debido proceso, exponen y denuncian actos gubernamentales ilegales, activan la
operación de agencias horizontales de control y monitorean la operación de dichas agencias. La exposición pública de
temas y de actos ilegales genera costos reputacionales que permiten introducir cuestiones, hasta ese momento,
ignoradas en la agenda pública, forzando a las instituciones políticas a atenderlas y a darles algún tipo de respuesta. De
esta forma, los mecanismos de accountability social no solo contribuyen significativamente al cumplimiento de la ley,
sino que también coadyudan a que las acciones gubernamentales se correspondan con las preferencias de la ciudadanía.
Por lo tanto, las mismas representan un importante complemento de las elecciones para el logro de gobiernos
políticamente responsables. Los mecanismos sociales no dependen para su ejercicio de calendarios fijos, sino que
operan en forma descentralizada y “fragmentada”. El ejercicio fragmentado del control permite a los ciudadanos
concentrar su atención en aquellas políticas y/o políticos que quieren controlar. A diferencia de los mecanismos
electorales, los sociales no son instrumentos que masivamente permitan evaluar todo un paquete de políticas
gubernamentales. Aunque son más exigentes en términos de esfuerzos participativos, permiten un control selectivo. En
suma, a través de estos mecanismos, los ciudadanos pueden especificar si están sancionando una conducta ilegal o
señalando agendas alternativas.

¿Quiénes son los actores que pueden ejercer controles?

Tradicionalmente, la lista de actores se limitaba a ciudadanos individuales, partidos políticos con representación
parlamentaria, y las ramas legislativa, judicial y ejecutiva del gobierno. La práctica de la accountability social incorpora,
en cambio, nuevos actores, como las asociaciones civiles, las ONGs, los movimientos sociales, y los medios, que han
demostrado capacidad para controlar a los funcionarios públicos.

¿Cómo sancionan estos actores lo que hacen los políticos y los burócratas?

El principal recurso disponible para el ejercicio de la accountability social es la intensidad y la visibilidad de la “voz” y la
mayoría de los controles sociales pueden exponer y denunciar actos ilegales pero no tienen capacidad para aplicar
imperativamente sanciones. Por esta razón, los mecanismos sociales de control son meramente decorativos, y no
verdaderos controles del poder. Aun cuando la mayoría de los mecanismos sociales no tienen capacidad para aplicar
sanciones en forma imperativa, sus efectos de control también tienen “consecuencias materiales”. Por una parte,
imponen costos reputacionales que pueden tener consecuencias políticas que se manifiestan institucionalmente, en
contextos donde la supervivencia política radica en la extensión del apoyo. Por otra parte, los mecanismos sociales son
una condición necesaria para la activación de mecanismos con como las Comisiones Investigadoras de la Justicia o del
Congreso. En muchos casos, a menos que los mecanismos sociales “hagan sonar la alarma”, los mecanismos verticales-
electorales y horizontales no se activan.

En primer lugar, los mecanismos sociales controlan exponiendo y denunciando actos presumiblemente ilegales. Las
denuncias permiten señalar y llamar la atención sobre temas problemáticos de un modo con el cual la ciudadanía se
puede relacionar y permiten, también, encuadrar temas y denuncias específicas dentro de un contexto más amplio. Al
llamar la atención sobre problemas específicos, las denuncias pueden producir cambios en la apreciación social de un
fenómeno particular, transformándolo en cuestiones de una agenda más general y pública. Por ende, los mecanismos
sociales también tienen la capacidad para ampliar el alcance y el número de los conflictos y los temas sobre los cuales
los funcionarios públicos están obligados a responder e informar. En resumen, las denuncias y la exposición de hechos
sacan a la luz problemas de formas con las que los ciudadanos se pueden relacionar, ayudan a incorporar a esos temas
en la agenda pública, aumentando en el proceso la cantidad de asuntos por los cuales los funcionarios públicos pueden
ser considerados responsables.

En segundo lugar, los mecanismos sociales controlan porque pueden activar la operación de los mecanismos
horizontales. La activación de estos últimos puede darse

1) cuando un movimiento social se organiza y moviliza en torno de una demanda o reclamo en particular,

2) cuando los medios cubren e informan sobre acciones o reclamos de un movimiento particular, o cuando desarrollan
su propia investigación en relación con un tema dado

o 3) cuando los individuos o asociaciones activan procedimientos judiciales regulares, a nivel local, internacional o en
agencias de supervisión. En tanto estas acciones amenazan a los funcionarios con ser llevados ante la justicia o con un
aumento de sus costos reputacionales, la mismas pueden resultar en la activación de mecanismos horizontales y
verticales. Por lo tanto, para evaluar la relación entre los mecanismos sociales, verticales y horizontales, tenemos que
entender cómo y cuándo los costos reputacionales alcanzan un nivel de amenaza capaz de activar la operación de los
otros mecanismos. Los mecanismos sociales pueden activar los horizontales y verticales indirecta o directamente. Los
activan indirectamente cuando producen costos reputacionales mediante la movilización social y la denuncia en los
medios. En estos casos, la eficiencia de los mecanismos sociales está mediada por la evaluación que los funcionarios
públicos hacen de los costos anticipados de las denuncias y por la evaluación que el electorado hace de dichas
denuncias. Una de las consecuencias del nuevo rol de los medios es que se han convertido simultáneamente en
“fiscales” y “jueces”. Una vez que los medios se revelan como un mecanismo eficaz para controlar y acelerar las
decisiones públicas, las organizaciones de la sociedad civil utilizan este descubrimiento para acceder por un camino
alternativo a la justicia, para lograr la atención de las autoridades públicas y para juzgar informalmente presuntas
actividades ilegales. En algunos países, este nuevo papel de la prensa ha dado lugar al surgimiento de un poderoso y a
veces amenazante periodismo de investigación.

Los mecanismos sociales también pueden lograr la activación de mecanismos horizontales sin este tipo de mediación,
por ejemplo, cuando la movilización legal –individual o social— activa procedimientos judiciales o el accionar de los
organismos de supervisión. En tanto las peticiones legales deben ser obligatoriamente respondidas por las autoridades
estatales, cuando los individuos o asociaciones tienen éxito en dichas presentaciones consiguen usar los poderes
coactivos del estado para perseguir y/o defender sus intereses. 》》la movilización legal es la única forma de
accountability social que puede llegar a tener efectos imperativos.

Los mecanismos sociales pueden dar visibilidad y articular demandas de actores que no alcanzan a ser tenidos en
cuenta en el terreno representativo. Mientras que los mecanismos verticales (y algunos horizontales) sólo pueden
activarse y justificarse en base a criterios mayoritarios, los mecanismos sociales derivan su legitimidad del derecho
ciudadano a peticionar por la aplicación de la ley, un derecho que no requiere que la demanda esté extendida en la
población.36 En ambos casos, sea el control electoral o el social, tener "voz” es el mecanismo disponible para el ejercicio
del control.37 Sin embargo, para que los mecanismos electorales sean eficaces, mucha gente debe manifestar el mismo
reclamo. De ser así, los efectos pueden ser imperativos. En el caso de los mecanismos sociales, la “voz” tiene que ser
fuerte e intensa, pero no es necesario que esté extensamente representada. La presencia más que extensión es lo que
justifica la legitimidad de las demandas. Como la activación de mecanismos sociales no necesita satisfacer los
requerimientos de la mayoría, pueden entrar en juego actores e intereses que no necesariamente son atendidos por los
representantes políticos. Por lo tanto, los mecanismos sociales permiten que actores imposibilitados o excluidos de
acceder al terreno representativo consigan atraer la atención pública por un camino alternativo.

Si estos actores excluidos del terreno representativo son capaces de hacer suficiente “ruido” y de introducir sus temas
en la agenda pública, es posible que los mecanismos sociales fuercen a los representantes a considerar temas que los
requerimientos mayoritarios convierten en “non issues”. Sin embargo, hay que tener en cuenta que, como los
mecanismos sociales no necesariamente se legitiman en fundamentos representativos, su ejercicio puede tener
consecuencias sociales ambiguas para la igualdad de la representación. Esta característica revela uno de los defectos de
este tipo de control: Las preferencias de una minoría intensa y persistente puede terminar “sobrerrepresentada”.

Cabe señalar que los mecanismos sociales controlan, en tanto, algunas veces los mismos resultan en el establecimiento
de organizaciones paralelas de “vigilancia social” para el monitoreo del desempeño de agentes u oficinas públicos. La
experiencia muestra casos en los que, después que algunos temas particulares se han convertido en el objeto de
denuncias recurrentes, se establecen de manera permanente asociaciones cívicas con el objeto de supervisar en forma
continua la conducta de ciertos funcionarios públicos en terrenos políticos específicos. La institucionalización de algunos
de estos movimientos de denuncia en organizaciones más permanentes ha dado como resultado el establecimiento, en
algunos casos, de una estructura paralela de actores supervisores con una base en la sociedad. En realidad, algunos de
estos “vigilantes sociales” se han convertido en guardianes de los guardianes e intentan fomentar y mejorar la utilización
y el desempeño de los controles horizontales.

Entonces, ¿es la accountability social un instrumento eficaz de control? La respuesta es, en última instancia, una
cuestión empírica. Quizás la cuestión no sea si estos mecanismos pueden ser eficaces- ya que en muchos casos han
demostrado que pueden serlo--, sino por cuánto tiempo y qué tipo de temas pueden controlar.los mecanismos sociales
parecen ser más eficaces cuando las estrategias de movilización social interactúan con las estrategias legales y con las
mediáticas. Los medios siguen e informan acerca de la organización y de la movilización de la sociedad civil; la sociedad
civil informa a y es informada por los medios; y, al mismo tiempo, activa acciones legales que obligan a las instituciones
del Estado a considerar problemas que en su momento fueron dejados de lado. La siguiente tabla describe los
diferentes mecanismos y recursos a través de los cuales se da cada tipo de accountability.

Accountability Social en América Latina

El ejercicio de la A social en AL se apoya fundamentalmente en tres tipos de estrategia que están presentes y actúan en
forma combinada en el ejercicio de la A social, siendo posible distinguir unas de otras en función de los recursos
empleados para cada una de ellas:
· Jurídica o legal: Presupone la actividad del poder judicial o de otras agencias de control a partir de la iniciación de
reclamos o peticiones legales por parte de los ciudadanos o agrupaciones cívicas. Esta estrategia se ha convertido en un
recurso ciudadano que obliga al Estado a intervenir en aquellas disputas políticas y sociales que los funcionarios públicos
quieren evitar e ignorar. La transformación de las demandas sociales en reclamos legales tiene dos propósitos: A) brinda
un sello de legitimidad a las peticiones y B) obliga al Estado a tomar partido con respecto a los reclamos presentados.
Esta estrategia tomada por los ciudadanos puede tomarse dentro de la tendencia global de “ Judicialización de la
política”. El proceso de “judicialización” en los conflictos políticos tienen relación con el aumento de la cantidad de
reclamos en tribunales judiciales, junto con la aparición de instituciones legales nuevas que acrecientan el abanico de
opciones de petición por derechos y la expansión de la cantidad de actores autorizados para hacer reclamos.AL no ha
sido ajena a ninguno de estos desarrollos, aumentando en algunos países de la región un aumento de la litigiosidad. ha
sido alentado por dos formas: casos llevados a tribunales judiciales y por un aumento de las peticiones canalizada en
mecanismos institucionales o en “agencias de mandato” creadas en la última década (Arg, Br, Ch). Las instituciones
judiciales empiezan a ocupar un lugar más importante luego de la transición de la democracia, revalorizando el poder
judicial y dandole predominancia en la vida pública (cabe aclarar que el crecimiento de la litigiosidad no está vinculada
con una eficacia de las instituciones judiciales, asociado más a necesidades expresivas de los actores que a una
búsqueda pragmática de soluciones). un ejemplo de esto es la ola de reformas constitucionales al introducir
herramientas para la protección de los derechos ciudadanos impulsando la segunda forma de “judicialización” -
Constitución colombiana de 1991 → “acción tutela” - Brasil→ expande el número de actores para iniciar controles
constitucionales, siendo procesados varios mandatarios de intendencias por actos ilegales. otro desarrollo que indica el
aumento de la supervisión judicial va en relación con la creación de la oficina ombudsman ( se establecieron defensorías
nacionales, regionales, provinciales y municipales en ARG, BR, CH y BOL, etc aumentando el número de reclamos hechos
por ciudadanos, mostrando la disponibilidad de nuevas herramientas para el ejercicio del control). Otro fenómeno es la
importancia de la estrategia legal en el desarrollo del “movimiento de derecho de interés público” que se tradujo en el
establecimiento de una red de ONG con un compromiso mutuo de usar la ley para aumentar la protección de derechos
civiles y humanos, sociales, culturales y económicos; estas organizaciones intentan controlar la acción gubernamental.

· Movilizacional: El control se alcanza cuando actores sociales organizados logran centrar la atención pública en un
problema o reclamo particular derivado del accionar indebido de las agencias u oficiales públicos. Tradicionalmente el
estudio de los movimientos sociales se ocupan del impacto de la movilización social vinculada con el surgimiento de un
nuevo tipo de asociativismo en la región, hoy en dia por ej con el control de procesos y procedimientos del accionar
público. La aparición de este tipo de organizaciones implica un fenómeno novedoso que introduce una nueva forma de
politización que no se centra en demandas distributivas. Los funcionarios públicos deben lidiar con una multiplicidad de
actores que no funcionan necesariamente de manera coordinada que les exigen que no solamente justifiquen sus
acciones públicamente sino también que los actos públicos se ajusten a los procedimientos correctos. Para que una
movilización social sea exitosa, el problema social tiene que volverse visible, movilizando a la opinión pública y que debe
imponer costos de reputación a los agentes públicos que valoran dicha reputación y deben protegerla para mantener en
sus funciones. si la estrategia de movilización llama la atención sobre actos ilegales o de corrupción específicos,
congrega a actores importantes de la población y genera costos de reputación con mecanismos de sanción. Esta
estrategia está medida por la evaluación que hagan los funcionarios al evaluar los riesgos por enfrentar; si los mismos se
convencen de los potenciales costos de reputación que genera la movilización social, es probable que intenten
minimizarlos tomando o revirtiendo las decisiones a fin de responder a los cuestionamientos. en ej la movilización legal
puede darse junto a una estrategia legal, esto no siempre es así ( muchas campañas de denuncias de fraude electoral, la
corrupción o violencia policial no pretenden generar reclamos legales ). También hay casos que la estrategia de
movilización ha llevado a la formación de vigilantes sociales relativamente permanentes, activada por movimientos
organizados circunstancialmente).
· Mediática: La A social requiere visibilidad y los medios son los instrumentos más importantes para alcanzar la meta.
esta estrategia funciona ya que, como sucede con la movilización, la visibilidad impone costos de reputación a los
agentes públicos que tienen que proteger que proteger su imagen moral y profesional para mantenerse en el cargo. así
mismo puede ser activada por periodistas individuales, por un medio particular o por ciudadanos y asociaciones de la
sociedad civil. ( como ej encontramos que en varios países se ha desarrollado un periodismo de investigación que sacó a
la luz numerosos casos de abusos y corrupción pública→ caso Fujimori).

también hay un desarrollo en la utilización de cámaras ocultas evidenciando la conducta dudosa de burócratas de bajo
nivel (ej empleados que manejan los fondos de jubilación y los agentes de policía en el acto de solicitar/recibir sobornos.
Por otra parte los ciudadanos y las organizaciones de la sociedad civil parecen haber descubierto el poder de los medios
para crear agendas públicas para influir en los funcionarios públicos, para acelerar decisiones y para condenar a
transgresores (reales o presuntos) de la ley. los ciudadanos también han recurrido a los medios para hacer pequeños
“reclamos”. En la mayoría de los países, los programas de radio y de TV ofrecen espacios dedicados a dar voz a los
ciudadanos descontentos con los funcionarios públicos y sus políticas. si bien no todas las investigaciones periodísticas
han llevado a la iniciación de un proceso legal, las demandas cívicas y sociales de la A legal comenzaron a ejercer
presión sobre los gobiernos solo después de una cobertura periodística significativa. A pesar de la eficacia que acarrea la
utilización de los medios, se la suele denominar “la política del avergonzamiento” generando un cuestionamiento en
relación a la protección de los derechos individuales (las acusaciones en los medios establecen un halo de culpabilidad
sobre el acusado, y las reglas de evidencia se invierten: los acusados de corrupción se perciben como culpables hasta
que “demuestren su inocencia”). Otro aspecto problemático que hay que tener en cuenta al evaluar el desempeño de
los medios, es la influencia de las consideraciones económicas y políticas por parte de las empresas al seleccionar el
tono y tipo de las denuncias. Waisbord señala que la capacidad investigadora y de selección de los casos investigados
depende de los intereses económicos que tienen los medios: “ cuando las empresas de los medios tienen que recurrir al
estado en lugar de al mercado para alcanzar el éxito comercial, su voluntad de sponsorear el periodismo de
investigación disminuye”.

La A social tiene más chances de ser eficaz si interactúan estas tres estrategias descritas. Es decir, logra sus metas
cuando los ciudadanos no solo inician una acción legal, sino cuando apoyan dichas acciones con algún tipo de
movilización y alguna especie de exposición en los medios. no hay una relación secuencial, lo lo que determina la
capacidad para atraer la atención de un problema y hacer evidentes los costos que las autoridades públicas deben
aplicar o evitar. En contextos en los cuales los reclamos están respaldados con movilización y exposición de los medios,
la probabilidad de posponer o ignorar demandas legales es menor. En estos casos el ejercicio de A social tiene más
posibilidades de ser exitosa por que la tarea de control se distribuye entre diferentes organismos con intereses
autónomos y porque aumenta el número de ojos que supervisan el problema. en realidad cuando las tres estrategias se
encuentran juntas, cada una controla a la otra, dificultando cualquier intento de relegar las de toda consideración. Los
medios observan e informan sobre la organización y la movilización de la sociedad civil. A su vez, la organización de la
sociedad civil escucha e impulsa los medios a considerar el tema en cuestión. Simultáneamente, la organización social
puede iniciar acciones legales, activando las agencias de control horizontal. Esta combinación de estrategias e iniciativas
ejerce presión para que las autoridades o agencias gubernamentales otorguen tratamiento preferencial al problema.

Accountability social y estudios sobre democratización

Los numerosos y diversos ejemplos presentados anteriormente muestran que la accountability puede llevarse a cabo
siguiendo caminos diferentes de los que suele reconocer la teoría democrática. Estos mecanismos alternativos cumplen
un rol importante en el control de las acciones gubernamentales por lo que no pueden ser relegados en los actuales
debates sobre accountability. Sin embargo, el reconocimiento de estos deja abierta una serie de cuestiones que la futura
investigación empírica tendrá que abordar, como las siguientes: 1. Las formas en que la accountability social genera
control y produce resultados eficientes. Sin un poder coercitivo propio, los mecanismos no pueden imponer castigos
institucionales. La exposición pública de actos ilegales y sanciones reputacionales, ¿son herramientas eficaces?

2. La relación entre los mecanismos sociales, electorales y horizontales de accountability. Es necesario realizar
estudios empíricos sobre la interacción entre los actores sociales y las instituciones “verticales” y “horizontales”.

3. Riesgos que derivan del choque entre los mecanismos representativos y los sociales. El problema surge cuando los
actores que usan los mecanismos sociales, los cuales no tienen que legitimarse a través del proceso electoral, producen
resultados que entran en conflicto con las decisiones de la mayoría. ¿Cómo se podrían abordar esos efectos de
desigualdad?

4. Riesgos que derivan del choque entre las garantías legales-constitucionales y los mecanismos sociales. En muchos
casos, el timing de las estrategias de movilización o mediáticas interfieren y perturban la lógica de los procedimientos
jurídicos.

5. Las condiciones (institucionales, políticas, culturales e históricas) que dan forma al surgimiento y al funcionamiento
de mecanismos sociales de accountability y su acceso a ellos. Algunas condiciones facilitan su establecimiento mientras
que otras lo impiden. Pero ¿qué condiciones tiene cada país, qué efectos y cómo operan? El análisis de accountability
social es una tarea pendiente en los estudios de democratización.

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